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Edad Contemporánea
Volumen IV
Antonio Fernández
Catedrático de Historia Contemporánea
De la Universidad Complutense de Madrid
Vicens Vives
Barcelona, 1996
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INDICE
PRÓLOGO
Se imponen algunas aclaraciones sobre el contenido de esta síntesis. Son, al tiempo, una declaración de
propósitos. Concebida para la docencia universitaria, la ausencia de la historia española no responde a ningún
criterio, simplemente se atiene a la división de materias establecida en las Facultades, aunque este divorcio a la hora
de escribir un compendio de la época contemporánea haya suscitado dudas en el autor. El proyecto de elaborar otra
síntesis de parecidas dimensiones sobre la contemporaneidad española es, por tanto, un compromiso personal.
Porque Europa ha pilotado los destinos del mundo, pero también porque se imparte una disciplina de países
afroasiáticos, no se ha esquivado, siguiendo una tradición casi deteriorada en rutina, la visión eurocéntrica, si bien no
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se ha descuidado la atención a los procesos de dimensiones planetarias, como la descolonización, o a las potencias
mundiales extraeuropeas.
Al efectuar el listado de temas del sumarlo se ha optado por el tratamiento detenido de los que requieren
atención preferente, rehuyendo el estudio de naciones pequeñas, cuya influencia no rebasa sus fronteras, e incluso,
con un poco de dolor, capítulos tan interesantes como la Italia postunitaria, la Alemania de Weimar, etc. No puede
el estudiante universitario reducirse a la consulta de un libro único, y sobre este supuesto se ha preferido facilitar
información de más amplios vuelos en las grandes cuestiones a costa de remitir a otras síntesis o, mejor todavía, a
oportunas monografías para la temática marginal.
No es ocioso insistir en el carácter problemático del conocimiento histórico, en su esfuerzo tenaz de
aproximación para iluminar las estructuras sociales o discernir los factores confluentes en un acontecimiento. Indicar
el camino que han recorrido los historiadores, con sus posiciones contrastadas, sus debates no siempre académicos, su
pugnaz constancia para resistir presiones o para descubrir deformaciones calculadas o inconscientes en la
documentación, ha sido preocupación presente en la redacción de este libro: en muchas páginas se encontrarán
«estados de la Cuestión», puntos que no han conquistado unanimidades, asuntos que mantienen, todavía sus puertas
entreabiertas, en todos los temas se han incluido documentos que no esperan una lectura repetitivo de paráfrasis sino
su valoración crítica, y en los repertorios bibliográficos perspectivas diversas, cuya consulta revelará la múltiple
aportación de generaciones de investigadores. No se busque una narración lineal, sin problemas, porque no es eso la
historia ni el legado de los maestros que a veces consagraron su trabajo a aclarar una sola cuestión.
A manera de test se ha insertado en varios temas del siglo XX un «Informe». Constituye cada uno la
aproximación a una encrucijada de nuestro tiempo, a un punto debatido, o insuficientemente estudiado por
dificultades de acceso a la documentación. En alguno la aproximación puede resultar espinosa, pero todos los oficios
tienen sus riesgos, y no es leal eludirlos. Si la experiencia docente lo aconsejara se aumentaría el número de estos
«Informes» en futuras ediciones.
EL AUTOR
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Estados Unidos, en 1801 en Inglaterra y Francia, casi inmediatamente en Bélgica, Austria, Estados Pontificios, Reino
de Piamonte, Rusia y algunos Estados alemanes.
La figura más destacada del pensamiento demográfico en el periodo de aparición de los primeros censos
nacionales es el inglés Malthus. La primera edición de su Ensayo sobre la población (1798) se desenvuelve con
planteamientos teóricos y constituye una réplica a otro Ensayo, de William Godwin, el cual sostenía que con la
supresión de la guerra, la enfermedad y los vicios de gobierno la población crecería ininterrumpidamente hasta una
época remota, cuando el hombre habría dominado su apetito sexual y se detendrá el crecimiento. Por el contrario,
Malthus contemplaba el aumento de la población con aprensión por considerar que era más rápido que el de la
producción de alimentos, pero, convencido de la insuficiencia de los materiales sobre los que había elaborado su
escrito, decidió efectuar una búsqueda más detenida de datos viajando a Noruega, Suiza y Rusia. En la edición de
1803 los incorpora, así como los suministrados por el censo inglés de 1801; el «Ensayo» se convierte en una obra
científica, dotada del aparato matemático que reclamaban las afirmaciones teóricas. Sin interrumpir el acopio de
datos, las sucesivas ediciones sufren modificaciones importantes, y en 1824 escribe para la Enciclopedia Británica el
artículo «Población». Frente a las previsiones optimistas de Godwin y Condorect sobre el perfeccionamiento moral
del hombre que desembocará en el autocontrol del crecimiento de la especie, Malthus cree que el equilibrio entre
subsistencias y población no depende del hombre, aquéllas crecen en progresión aritmética mientras ésta lo hace en
progresión geométrica; el horizonte de la humanidad es el hambre. Datos ingleses respaldan la gráfica de crecimiento
aritmético de los recursos alimentarlos; datos de Estados Unidos y consideraciones basadas en la edad temprana de
los matrimonios y el alargamiento de la media acreditan la progresión geométrica de la población. En una de sus
páginas más famosas y severas, al poner el ejemplo de una granja, habla de la avaricia de la tierra; mientras el número
de los hombres aumenta sin límite, la superficie cultivada no podrá hacerlo ni los rendimientos cuando se agote el
suelo. Sus conclusiones sociales están teñidas de un áspero reaccionarismo: «No tienen los ricos obligación de
proveer a los pobres de ocupación y pan, y en consecuencia los pobres, por la naturaleza misma de las cosas, no
tienen ningún derecho a pedirlo», su oposición a cualquier forma de asistencia pública la justifica con el vaticinio del
cataclismo que espera a los pueblos si no encuentran frenos a su expansión: «el pueblo debe aprender que su felicidad
depende de su propio trabajo y de su propia prudencia.
Prescindiendo de este aspecto de su obra, sus planteamientos estadísticos ejercieron influencia durante todo el
siglo XIX.
El pensamiento liberal, con Say, Ricardo y Stuart Mill, desarrolla ampliamente la reflexión malthusiana;
incluso un autor católico como Chateaubriand, que afirma que los Estados perecen por el número excesivo de
hombres (El Genio del Cristianismo), se inclina al control en colisión con la Iglesia, que predicaba como ideal
familiar la prole numerosa. Los pensadores socialistas toman asimismo a Malthus como referencia, para rechazar sus
premisas sociales; Proudhon, Engels y Marx entienden que el hambre procede del reparto injusto antes que de la
escasez de la naturaleza. Con mayor vehemencia los nacionalistas, como el alemán Friedrich List o el francés Arsene
Dumont, expresan su rechazo de los frenos al crecimiento demo gráfico, actitud explicable en el caso de los
pensadores franceses, que vivían en un país debilitado por sus bajas tasas de natalidad; la «Revue de Deux Mondes» y
su cronista Léonce de Lavergne mantienen enhiesta la bandera populacionista, la derrota, de 1870 parece darles la
razón, el pueblo francés se ha debilitado frente al alemán, que disfruta de una natalidad vigorosa. Las posiciones
divergentes ante los postulados malthusianos retratan, en última instancia, la preocupación constante por el tema de
la población a lo largo del siglo XIX, si bien se inspiren en presupuestos no demográficos, como la vocación
expansivo que se encuentra en la médula del nacionalismo. Menos difusión tuvieron estudios más renovadores
metodológicamente, con cálculos matemáticos, como el del estadístico belga Quetelet, quien reflexionando sobre las
«leyes» de Malthus emitió una fórmula media según la cual la evolución demográfica progresa a ritmo acelerado
hasta un punto en que comienza a disminuir, porque la suma de obstáculos que se oponen al crecimiento ilimitado se
incremento en proporción a la velocidad de crecimiento. La «ley» de Quetelet ha sido formulada con más complejo
aparato matemático en la curva logística de Verhulst-Pearl-Redd, que mide el crecimiento de los obstáculos en
proporción igual a la relación entre la población idónea y la población suplementaria.
En la segunda mitad del siglo XIX aparecen estudios científicos de demografía histórica, en los que se
estudian las epidemias, la calidad o falta de calidad del urbanismo o la dimensión de las familias a partir de los
registros parroquiales. Algunos de los grandes historiadores del siglo XX, Simiand, Labrousse, Goubert, han
estudiado la relación alimentación-población, o analizado lo que se ha nominado “demografía social diferencial”,
tratando de establecer los diversos niveles de vida según las clases. Aunque Italia e Inglaterra han aportado algunos
científicos de renombre, es Francia, como, en tantas otras ramas de la historiografía, la que ha enriquecido la
literatura de esta especialidad con los nombres de Louis Henry, Reinhard, Armengaud, Guillaume, Dupâquier, etc.
A la relación crisis económica-crisis demográfica se ha prestado preferente atención en los últimos años. Pierre
Goubert propuso en 1960 una fórmula, la de definir como crisis la que provoca la duplicación del balance anual de
fallecimientos, aunque su duración suele reducirse a unas pocas semanas. Meuvret, en un trabajo de 1946, ha
relacionado las crisis demográficas con las de subsistencias. Más recientemente Dupâquier ha construido una escala
para medir la intensidad (crisis menores, grandes crisis, catástrofes) con una fórmula que ha sido modificada para
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otras naciones por Hollingsworth. Al igual que en historia política se ha pasado de los ambiciosos estudios generales
a los regionales y comarcales, en los que es posible la recogida exhaustiva de datos y, por tanto, una relativa seguridad
en los resultados.
2. FUENTES
Con la era estadística los inventarios de datos que identifican y cuantifican a los ciudadanos se han
multiplicado, y por añadidura la renovación de los métodos ha incorporado al acervo del historiador documentación
diversa que suministra información social pero que en vigencia de una historiografía narrativa, poco propensa a
efectuar medidas, era considerada carente de interés. Es precisamente la demografía histórica la que mejor responde a
los procedimientos de las series y la historiografía cuantitativa. Guillaume y Poussou clasifican las fuentes
demográficas, en cuatro categorías:
- fuentes no demográficas susceptibles de utilización estadística: papeles de impuestos, genealogías, relaciones
de ciudadanos para un servicio, libros de registro industrial o comercial, etc.;
- censos. Pueden ser municipales, comarcales, nacionales. El recuento de la población, inicialmente, se limitaba
a la relación nominal de los individuos inscritos, pero los censos nacionales recogen datos que permiten análisis más
finos: fecha y lugar de nacimiento, profesión, estado matrimonial, número de hijos, religión, vivienda;
- los registros parroquiales, en los que se anotan actos fundamentales de la vida religiosa, cuales son bautismo,
circuncisión, matrimonio, constituyen para la mayoría de los trabajos la fuente más rica;
- documentos diversos de índole administrativa o literaria: sermones, libros de piedad, levas militares,
correspondencia, diarios de funcionarios. Esta categoría suministra con frecuencia información muy rica de índole
cualitativa, para trabajos de historia social.
Hasta que los gobiernos estatales asumieron la tarea de efectuar censos los registros parroquiales jugaron el
papel de un verdadero registro civil, y a su trabajo han consagrado los maestros de la demografía histórica sus
mayores esfuerzos. Inicialmente se extraía de ellos los sucesos interesantes o noticias biográficas de personalidades,
posteriormente se construyeron, con sus datos, curvas de larga duración que señalaban el movimiento de bautismos,
matrimonios y defunciones. Finalmente se introdujeron métodos, que se basaban en la utilización de fichas
individuales para reconstruir las familias o los grupos, con los que se ha recogido información específicamente
demográfica: nacimientos ilegítimos, dimensión de las familias, tasas de fecundidad, edad del matrimonio, mortalidad
infantil, y se ha podido reconstruir la dimensión de grupos sociales o profesionales. El inconveniente de la duración
del trabajo y los gastos que requería el estudio de una parroquia fue superado por Luis Henry y sus colaboradores
mediante la formulación de encuestas por sondeo, similares a las usadas por los sociólogos, que establecen
conclusiones sobre datos parciales que se consideran suficientemente representativos.
El siglo XIX ha dejado para los historiadores otro tipo de fuentes, como los registros civiles o los cenaos
nacionales. El código civil napoleónico prescribe que en el acta de matrimonio se recoja nombre, edad, profesión,
lugares de nacimiento y domicilio de los cónyuges y de sus padres, anotaciones que por sí solas facilitan la
reconstrucción de las familias. El censo inglés de 1801 consigna el número de casas, personas y su profesión. Al lado
de estos recuentos estadísticos nacionales otras fuentes administrativas, como las de reclutamiento en el ejército,
sanitarias (libros de hospitales), policiales, encuestas agrícolas, suministran información para el conocimiento de la
población.
El caso inglés es notable porque su incremento, superior a media europea, se produce a pesar de la salida de
17 millones de emigrantes. Aumenta la población de los países con cambio social (Rusia -emancipación de los
siervos-), con revolución económica temprana (Inglaterra -revolución industrial-), con proceso político fundamental
(Alemania e Italia -consiguen su unidad nacional-). Por otra parte, detrás de estas cifras escuetas, se agazapan
procesos sociopolíticos importantes. El incremento de población posibilita en Rusia su expansión territorial, que
culmina en la colonización de Siberia; es la base de su paneslavismo, de sus reivindicaciones sobre el espacio
balcánico; se convierte en un factor más de tensiones internas, mientras mantiene una estructura agrícola arcaica. En
Inglaterra permite la formación de un imperio dilatado, que suaviza las posibles tensiones interiores que el aumento
de población en un territorio limitado hubiera despertado. En Alemania provee de mano de obra abundante una
industrialización que se efectuó de modo rápido y, ya en el siglo XX, es un argumento de expansión para los
pangermanistas. En Italia, que llega tarde al reparto colonial del mundo, el argumento demográfico se esgrimirá por
los nacionalistas para formular la necesidad de colonias. Muchos rasgos específicos de algunas naciones no pueden
explicarse prescindiendo de los procesos demográficos, aunque debemos evitar la tentación simplificadora de otorgar
al factor población una importancia exclusiva.
A escala europea este crecimiento no es continuo a lo largo del siglo. Podemos distinguir cuatro fases:
1º Hasta 1820. Es una fase de alza, a pesar de las guerras napoleónicas; se produce un impulso demográfico
de compensación y, desde 1814, la población aumenta en casi todas las naciones.
2º 1820-1850. Tendencia a la parálisis e incluso, a la contracción, por la crisis económica. Es época de
precios bajos y de agudas crisis agrícolas. Ya en los últimos años comienza la expansión, quizás como uno de los
efectos de la revolución industrial.
3º 1850-1880. Fase de prosperidad y de cambios sociales, como la liberación de los siervos rusos. El
incremento de la población es notable.
4º 1880-1914. Hasta 1896, aproximadamente, algunas crisis agrícolas y la intensidad de la emigración, frenan
el avance; luego continúa de forma lenta, por el descenso de la natalidad y el consiguiente envejecimiento de la
población.
El crecimiento desigual originó profundos cambios en cuanto a la importancia relativa de las naciones. La
población de Gran Bretaña suponía en 1800 el 5,8% de la europea, en 1900 había ascendido al 9,2 por 100; en
contraposición, Francia descendió del 14,3 al 10,1; la proximidad de las curvas de las dos potencias vaticinaba la
inmediata superioridad inglesa, que se produce en 1910. El noroeste de Europa presentaba, cuando estalla la guerra
de 1914, densidades muy superiores al resto: 259 habitantes por kilómetro cuadrado en Bélgica, 239 en Inglaterra y
Gales, 171 en Holanda, frente a los espacios semivacíos del este de Europa, Rusia sólo tiene 26 habitantes por
kilómetro cuadrado, y sobre todo de los países escandinavos (12 en Suecia, 8 en Finlandia y 7 en Noruega). En las
zonas más pobladas la agricultura tuvo que responder a las exigencias de una demanda cada vez más alta de productos
alimenticios. Holanda se lanzó al rescate de tierras al mar, y en la provincia de Groninga al drenaje de turberas, en
Francia e Irlanda se transformaron en fértiles los campos incultos; en Schleswig y Holstein los terrenos pantanosos se
incorporaron al área de trabajo de los campesinos.
A pesar de los progresos de la agricultura no desaparece la amenaza del hambre; la que se inicia en Irlanda en
1845 despuebla la isla; la continental de 1847 dibuja la coyuntura propicia para la gran convulsión revolucionaria de
1848. En la península ibérica se han medido crisis agrarias con un ritmo decenal: 1817, 1827, 1837, etc. Con mayor
envergadura mantienen su asedio los embates epidémicos. En general, no ofrecen las dimensiones de las del Antiguo
Régimen, aunque el cólera de 1834 se cobra en España, según Hauser, 300.000 víctimas mortales, y la epidemia de
gripe que asoló al mundo en 1918, tras la Primera Guerra Mundial, provocó una mortalidad de muchos millones,
muy superior a la de las armas. Pero las hace temibles su difusión más rápida, que la revolución del transporte
propicia.
No obstante, no debiera limitarse el análisis de una epidemia al del balance matemático de su mortalidad y
morbilidad. Al tiempo que crisis sanitarias y demográficas lo son sociales, y en cuanto tales permiten al historiador el
conocimiento de las estructuras de la sociedad y de los resortes de lucha contra la enfermedad. En síntesis, pueden
detectarse varios tipos de repercusiones:
- demográficas. Cota de víctimas, índices de mortalidad;
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- desigualdad social. Un estudio sobre la peste de Marsella en 1720 (Corriere, Courdurie y Rebuffat) muestra
su preferencia por los sectores humildes; lo mismo, o con mayor motivo, podría afirmarse del cólera en el siglo XIX,
que se ensaña con las clases bajas y elige para sus cuarteles las viviendas insalubres y los barrios de ínfimas
condiciones urbanísticas. De ahí que al repetirse el mapa en la siguiente invasión sea posible conocer las diferencias
de calidad de vida según los barrios y según los grupos sociales, escalafonados por la desigual potencia del ataque,
- económicas. Se producen, en primer lugar, gastos en la lucha contra la enfermedad y han de habilitarse
remedios para sostenerla, que van desde la dedicación de fondos públicos a la movilización de la caridad ciudadana.
Por añadidura, la perturbación de las comunicaciones incide en la del comercio, provocando el colapso en la
actividad;
- psicológicas. Son momentos de tensión, en los que a la reacción de huida de los pudientes -otra nota de
desigualdad- ha de añadirse la proliferación de pícaros, los remedios milagrosos, la tendencia a buscar culpables de la
calamidad, tendencia que convirtió, según los lugares, en víctimas inocentes de las iras populares a médicos,
panaderos o frailes;
- políticas. La prensa denuncia la falta de previsión de las autoridades; los debates entre los partidos se
incrementan. Las grietas de un régimen débil o titubeante aumentan ante un problema para el que no encuentra
soluciones.
En resumen, no ha de afirmarse la inexistencia de crisis en la era industrial ni minusvalorar sus dimensiones;
no debe olvidarse que, además de los aspectos cuantitativos, el historiador puede escudriñar algunos cualitativos que
le permiten conocer la capacidad de reacción, o por el contrario la débil organización de una colectividad, y
finalmente constatar cómo, en el siglo en que la igualdad se ha convertido en estandarte de las ideologías liberal y
democrática, cualquier embate epidémico transluce que las diferencias entre los ciudadanos mantienen sus distancias.
DOCUMENTOS
1. EVOLUCIÓN DE LA TASA DE MORTALIDAD EN SUECIA
Obsérvese en el gráfico la disminución en dos tercios de la tasa de mortalidad y si se ha producido alguna
aceleración desde 1850. Efectúese una periodización basándose en la presencia frecuente o infrecuente de crisis de
sobre mortalidad y en el ritmo del descenso. ¿Qué enfermedades provocan sucesivamente las crisis? Repárese en un
rasgo peculiar de Suecia: ¿existe sobre mortalidad bélica de las dos grandes contiendas?
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2. EVOLUCIÓN DE LAS DENSIDADES DE LOS CONDADOS INGLESES ENTRE 1789 Y 1815
La tasa de crecimiento es más fuerte en 14 condados; ocho de ellos son mineros y manufactureros del norte de
Inglaterra; tres son vecinos de Londres. Todavía no se ha producido despoblamiento de los condados agrícolas.
Efectúese un estudio de estos procesos y coméntense utilizando un mapa de la Inglaterra actual como referencia.
Reparto en sectores
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constituye la base del mundo contemporáneo; cualquier acontecimiento de los dos últimos siglos ofrece relación,
directa o indirecta, con él.
Una corriente historiográfica ha prestado atención preferente a los datos cuantitativos; Deane y Mitchel en
Inglaterra y el Instituto de Ciencias Económicas Aplicadas en Francia han elaborado series completas de la población,
producción, comercio. En otros estudios se ha atendido a rasgos definitorios, como el uso de fuerza motriz en la
fabricación o el montaje de factorías, que en realidad ya se conocían en el período anterior. Al proceder al análisis de
los aspectos sociales, algunos historiadores han indicado efectos beneficiosos en conjunto, a largo plazo, mientras
otros han destacado los negativos. Se trata de un fenómeno de excesiva envergadura y complejidad como para ser
definido o dibujado con rasgos sencillos. De cualquier manera parece que los cambios decisivos son cualitativos; así la
nueva estructura de la sociedad es más importante que el hecho de que esa sociedad se apoye en una base demográfica
más amplia. La esencia de la sociedad industrial es que evoluciona de modo continuo; cada cambio suscita la
necesidad de otro, es un proceso dinámico; como escribió Whitehead, el hombre «había inventado el método de
inventar».
La expresión Revolución Industrial se comienza a utilizar en Francia en los primeros años del siglo XIX,
quizá para significar que la transformación de la vieja Inglaterra ofrecía dimensiones parangonables a las que en el
orden político habían convulsionado a Francia desde 1789. En algunas publicaciones no se dejó de señalar que se
trataba de un cambio más pacífico: «dichosa y apacible revolución que no tiene nada en común con las que han
ensangrentado al mundo» (Annales des Arts et Manufactures, 1815). Algunos años después Blanqui insistía en el
carácter tranquilo de un cambio que han provocado dos máquinas, «en lo sucesivo inmortales, la de vapor y la de
hilar». Este enfoque estrictamente técnico es superado por-Engels, quien en 1845, en su Situación de la clase
trabajadora en Inglaterra, consolida el término incluyendo en él un primer análisis social. Sorprendentemente, en el
Manifiesto de 1848, escrito conjuntamente por Marx y Engels, no se alude en ningún párrafo a este término, pero
veinte años más tarde en el libro I de El Capital Marx lo describe con amplitud, resaltando como aspecto negativo la
descalificación del obrero, su conversión en simple fuerza de trabajo. Arnold Toynbee, padre del historiador del siglo
XX, populariza la expresión en sus Conferencias sobre la Revolución Industrial en Inglaterra (1884) pero es inexacto
atribuirle, como se ha hecho por un biógrafo, su invención. Los historiadores del siglo XIX hablan de un proceso
fundamentalmente técnico: producción, progreso; a finales de la centuria comienzan a prestar atención prioritaria a
los efectos sociales. La obra del francés Paul Mantoux, La Revolución Industrial (1906), ofrece una síntesis entre los
procesos técnicos y las repercusiones sociales, cuáles son horarios y salarios de los obreros. En 1948 se edita un libro
ya clásico, el de Ashton, que atiende con detenimiento la importancia de la serie de inventos para analizar, a
continuación, el contexto demográfico, financiero, ideológico, y rechazar la visión catastrofista de una época de
agobio para las masas populares. Ashton ha demostrado la importancia de considerar procesos diversos, y a partir de
su obra se han estudiado la acumulación de capital, la mano de obra, la dimensión de las empresas, la formación del
mercado interior y exterior, la revolución agrícola. Se trata de un proceso global, en el que deben observarse múltiples
variables.
La noción de crecimiento preocupó especialmente a los economistas. El punto de partida («take-off»),
despegue o impulso inicial, lo encontramos en el norteamericano Rostow; al alcanzar cierto nivel de desarrollo
comienza una etapa de crecimiento constante. Rostow considera que toda sociedad pasa por cinco etapas sucesivas:
sociedad tradicional, precondiciones de despegue, despegue, camino hacia la madurez y era de consumo masivo. Este
modelo, un tanto petrificado, ha sido criticado por algunos historiadores, especialmente por Deane, quien ha negado
que puedan confirmarse en todos los casos las medidas que Rostow considera imprescindibles para el despegue;
Pierre Vilar señala diferentes modelos según los países, negando el modelo único, y en esta línea Tom Kemp ha
precisado las variantes nacionales.
Con el crecimiento de la literatura histórica y económica el tema ha ido revelando la diversidad de sus
vertientes y la compleja relación entre las mismas. La revolución industrial parece ser un proceso de cambio constante
y crecimiento continuo, en el que intervienen técnicas (máquinas), descubrimientos teóricos (ciencia), capitales y
transformaciones sociales, acompañado por una renovación de la agricultura, que permite el desplazamiento de
excedentes de la mano de obra campesina a las ciudades.
2. ALGUNAS CUESTIONES
La primera controversia se suscitó en torno al dilema de un proceso súbito o paulatino. El punto de vista
tradicional concebía la industrialización como un estallido revolucionario, simular a un proceso político; así sostiene
H. de B. Gibbons en 1896: «El cambio fue a menudo violento. Las grandes invenciones se realizaron en un tiempo
relativamente breve. En poco más de veinte años se aplicaron los grandes inventos de Watt, Arkwright y Bulton».
Beard, en los primeros años de nuestro siglo, describe una Inglaterra bucólica, sobre la que se abate un cambio
fulminante: «Inesperadamente, casi como un rayo que se desprende del ciclo, fue conducida a la violenta tormenta de
la Revolución Industrial». Por el contrario, Ashley, en 1912, objetaba que aunque se produjeron cambios a gran
escala y con asombrosa rapidez, fueron preparados en un período largo.
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En el supuesto de un proceso abierto, que todavía continúa, y al que se han ido incorporando sucesivamente
muchas naciones, no se han producido debates en torno a la fecha final, que en última instancia señalaría el engarce
con lo que se ha denominado segunda revolución industrial, pero sí en cuanto a la que señalaría el inicio, 1780 para
Nef y Ashton, 1740 para Deane y Cole; de los argumentos que aportan se concluye que no es posible fijar una fecha
concreta, y que las elegidas dependen de las variables que midan o del invento que estimen que se convierte en
detonador del proceso. Hartwell, al introducir una serie de trabajos sobre las causas, plantea la serie de cuestiones a
las que hay que dar respuesta:
1º cronología de la revolución industrial. Fechas aproximadas que enmarcan el proceso en Inglaterra y las que
señalan su difusión;
2º gráficas de crecimiento, que señalan sector y ritmos;
3º historia de los inventos, analizando la trascendencia que implica el progreso tecnológico, el cual, para
Samuel Lilley, fue más un efecto que una causa;
4º cambios en la organización del comercio e industria, describiendo en qué medida el mercado se desenvuelve
con pautas más racionales. Al papel de la demanda se han dedicado estudios específicos, es una vertiente analizada
escrupulosamente en la obra de F. Crouzet;
5º acumulación de capital, igualmente estudiado por Crouzet;
6º capital humano, correlación entre las revoluciones demográfica e industrial;
7º cambios en la estructura de la economía, en la que desempeñan función creciente los sectores secundario y
terciario.
A esta relación habría que añadir todavía un análisis del papel que juegan ciertas materias primas y, sobre
todo, las nuevas fuentes de energía. No es casualidad que sea Inglaterra el solar del cambio. En una nación sin carbón,
por ejemplo, hubiera fallado uno de los resortes fundamentales de la revolución. Y aún esta serie de cuestiones nos
permitiría exclusivamente un conocimiento de los orígenes pero no de las repercusiones, enumeradas en la obra de
Speed, que omite, por el contrario, el panorama de preguntas que presenta Hartwell. Desde los años 40 se han
multiplicado los estudios sectoriales regionales, pero sólo los que han afrontado la totalidad del proceso han
permitido su comprensión, como La revolución industrial de Ashton (1948), La primera revolución industrial de
Phyllis Deane (1965), Orígenes de la Revolución Industrial de Flinn (1966). O la aportación de Landes a la
Historia Económica de Europa, de Cambridge (1965).
3. EL PAPEL DE LA AGRICULTURA
Se ha convertido en un tópico la correlación entre las revoluciones industrial y agrícola, desde algunos
estudios del siglo XIX que subrayan el paralelismo entre las profundas transformaciones que han experimentado los
dos sectores. La mayoría de los autores consideran que para la revolución industrial fue imprescindible una
revolución previa en la agricultura, a pesar de que Mantoux presentó objeciones a cualquier planteamiento simple
basado en la relación de causa a efecto, arguyendo que si en Inglaterra son agricultores los primeros batallones de
obreros, en el caso de Francia la masa de campesinos permanece atada a la tierra mientras se produce la
industrialización. No obstante, la tesis de la revolución agraria previa reaparece con frecuencia y tiene destacados
defensores; Bairoch, abogado máximo de esta postura, calcula que el 80 % de la población activa se dedicaba a la
agricultura y que al incrementarse la productividad en el campo se produjeron dos resultados inmediatos: un aumento
en la producción de alimentos, lo cual posibilitó la revolución demográfica, y la transferencia de una parte de los
campesinos, parados por el uso de las máquinas en el laboreo de la tierra, a la industria. Además, algunos empresarios,
en la primeras fases de la industrialización, son los antiguos agricultores, que han reunido capitales y proporcionan
los fondos imprescindibles para la instalación de las fábricas. El campo sería, en la explicación de Bairoch, el
proveedor de alimentos, de mano de obra y de parte de los capitales. Posteriormente el mismo historiador ha
considerado que el campesino necesitaba, para la modernización de las labores, utillaje de hierro, que estimuló, como
mercado, la industria siderúrgica; con la demanda de metal de los aperos agrarios se destruiría el «mito del ferrocarril,
la tesis de que el transporte jugó el papel clave en el impulso a la industria siderúrgica. Quizá Bairoch ha ido
demasiado lejos en su entusiasmo por el protagonismo que la agricultura jugó en la gran transformación; otros
autores han rebajado su papel. Crouzet cree que este esquema bairochiano no se puede aplicar en Dinamarca y
Holanda y que, incluso en Inglaterra, la agricultura no ha podido suministrar ni los hombres ni los capitales
necesarios. En el Congreso de historiadores de la economía del año 1969 parece reducirse el protagonismo agrario,
aún sin negar que la modernización del trabajo del campo fue un factor importante en la industrialización. Un punto
clave en cuanto a los orígenes ha de dilucidarlo la cronología: ¿se inicia primero la revolución industrial o la agraria?
Bairoch sostiene la precedencia de ésta en cincuenta o setenta y cinco años en 1700 en Inglaterra ya pueden
encontrarse la mayoría de las innovaciones de la técnica agronómico. Por el contrario, Cafagna sostiene que la
revolución industrial es anterior y que espoleó las hasta entonces lentas modificaciones en el laboreo de la tierra en
Inglaterra, más claramente todavía en Francia los cambios en la situación jurídica del campesino que propicia la
revolución política producen la transformación del campo sin éxodo, sin desplazamiento de mano de obra a las
ciudades, por lo que puede hablarse de industrialización sin aportación humana ni financiera del sector rural. Por otra
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parte, los primeros instrumentos agrarios se fabricaron de madera y difícilmente pueden desmontar el pretendido
«mito del ferrocarril. Fohlen matiza con mucha prudencia el papel de la agricultura, en Inglaterra, tras los
cerramientos de parcelas, contribuye a la aceleración del proceso; en otras naciones, en las que los cambios jurídicos
estabilizaron al campesino, como en Francia y Prusia, es posible que incluso lo frenaran. Podemos concluir que se
trata de dos revoluciones paralelas, entre las que si una no es desencadenante de la otra difícil sería negar alguna
interrelación.
Los rasgos de la revolución agrícola son bien conocidos:
- gradual sustitución del barbecho por el sistema de rotación de cultivos, lo que permite el aumento inmediato
del volumen de las cosechas;
- introducción de nuevos cultivos -trébol, forrajes diversos, maíz- y un artículo que revolucionará la dicta
popular, la patata;
- selección de semillas y cambios en la cría de ganado, lo que permitió el incremento del peso y la consiguiente
abundancia de carne y leche;
- aparición de nuevo instrumental agrícola, partiendo de más complejos tipos de arado, guadañas,
sembradoras, hasta desembocar en máquinas segadoras y trilladoras, y las que desplazan la tracción animal;
- ampliación de tierras cultivables con la utilización de abonos o simplemente con los avances de la ingeniero,
que permite la desecación de zonas pantanosas.
La Sociedad de las Artes Inglesa ofrecía premios a los nuevos inventos descubrimientos, como la sustitución
del buey por el caballo como animal de tiro, la de la cebada y la avena por el trigo, procedimientos empíricos de
engorde del ganado, etc. Pronto se produjo la especialización comarcal; las regiones del este y sur de Inglaterra dieron
preferencia al cultivo de gramíneas, las centrales al ganado vacuno y caballar. Una dicta mejor, a base de trigo, patatas
y carne, fue la repercusión inmediata de la agricultura tecnificada.
En Inglaterra contribuyeron a la modernización del campo los cerramientos. Se puso valla a las parcelas; esto
obligó a concentrarlas porque no se podía introducir la herramienta moderna en las excesivamente pequeñas. Muchos
pequeños propietarios se arruinaron, mientras los grandes ensanchaban sus propiedades, tecnificaban el trabajo y
conseguían aumentar los rendimientos.
CUADRO 1
PRODUCCIÓN DE HILADOS DE ALGODÓN (1830-1870)
(Valor en millones de libras esterlinas)
En primer lugar por su abundancia; la producción americana y la de Egipto y la India llegó a ser enorme y, a
lo largo del siglo XIX, algunas comarcas europeas iniciaron su cultivo. Es una materia prima barata y que puede
satisfacer las exigencias de una demanda en auge. Además se tarta de un sector tecnificado precozmente. La
revolución industrial se basa en la mecanización del trabajo, y, precisamente, en la industria textil se aplicaron las
primeras innovaciones técnicas. Era imprescindible, para atender una demanda alta, trabajarlo con rapidez. A
mediados del siglo XVIII, un carpintero-tejedor, Hargreaves, inventó un torno movido a mano, que permitía la
hilatura de ocho hilos a un tiempo. Arkwright sustituyó el torno por una máquina giratoria, movida por el agua, y
constituida por dos rodillos. Pero el hilo se rompía con frecuencia y el proceso de fabricación se detenía. Se
necesitaba un hilo más fuerte; es la aportación de un tejedor llamado Crompton.
Por tratarse de una materia prima que había de importarse, en Inglaterra, se produjo una cierta concentración
geográfica en la Baja Escocia y el Lancashire, para abaratar el transporte. Manchester, donde protestantes franceses y
holandeses constituían una mano de obra experta, se convirtió pronto en la capital de la nueva industria. Durante el
siglo XVIII Londres fue el puerto de exportación. Luego el primer lugar fue ocupado por Liverpool, donde se
instalaron grandes compañías de comercio transoceánico. En el algodón se resumen todos los rasgos de la primera
revolución industrial.
13
- materia prima abundante y barata;
- concentración de la producción en una región reducida;
- renovación continúa de las técnicas: el vapor como fuente de energía, y procedimientos standard de
fabricación en cadena, desde 1830;
- importancia del comercio y del mercado como estímulos para la industrialización. Inglaterra comienza a
comprar trigo y a vender tejidos de algodón;
- necesidad de capitales. Las compañías de Liverpool transportaban a América esclavos (en el siglo XVIII) y
tejidos y volvían con algodón. Los beneficios permitieron invertir grandes sumas en aumentar el volumen de las
industrias;
- finalmente, el crecimiento continuo, que hemos señalado como rasgo característico de la revolución
industrial, es evidente en la industria algodonera. Uno de los grandes especialistas, Deane, calcula que el valor de las
exportaciones en 1780 era de tres a cuatro veces el de 1760, y que en 1810 los índices de 1780 se hablan
multiplicado, otra vez, por diez. Alrededor del año 1800 la industria algodonero daba trabajo a 100.000 personas en
las fábricas de hilados y a 250.000 en las de tejidos, y su valor alcanzaba el 40 % del total de las exportaciones
inglesas.
A partir de 1830, cuando el ferrocarril señala una nueva fase en la revolución industrial, el crecimiento se
mitiga, pero no se detiene; la industria algodonera británica, que estaba duplicando su volumen cada decenio, se
multiplica por cuatro entre 1830 y 1870, es decir, su ritmo de aumento se reduce a la mitad.
5. LA INDUSTRIA SIDERÚRGICA
El segundo gran sector de crecimiento lo constituyen la hulla y el hierro. Desde los primeros años del siglo
XVIII comienza a escasear la madera, hasta entonces el combustible casi exclusivo. Cuando Darby consigue producir
acero utilizando carbón como combustible y Cort inventa un nuevo procedimiento de forja, batiendo el hierro
fundido con varillas para eliminar las escorias, una nueva fuente de energía se convierte en otra palanca de la
revolución industrial. El carbón se impone, es más barato, más abundante, posee una mayor potencia calorífica; los
centros industriales empiezan a establecerse en las cercanías de las minas. Por otra parte, los aperos de labranza, las
máquinas de todos los tipos, los ralles de las vías férreas, se construyen de hierro. Nace la industria siderúrgica. El
hierro se convierte en un elemento imprescindible, en el “pan de la industria”, como se llegó a llamar. La producción
de las fundiciones inglesas, en un siglo (de 1750 a 1850), se multiplica por 100. La siderurgia releva al algodón
como motor del crecimiento.
Los cambios tecnológicos en la metalurgia cubren uno de los capítulos más interesantes de la
industrialización. El vapor, que se aplica primero en el sector textil y más adelante en el transporte, se experimenta
como fuente de energía con mayor insistencia en el trabajo del hierro y el acero. Al igual que en el algodón los
pequeños logros anónimos influyen tanto en el impulso al sector como los inventos principales, y son pequeñas
conquistas obtenidas en hornos domésticos de maestros herreros las que empíricamente sentaron las bases para la
combinación de mineral y combustible. La primera preocupación fue economizar éste; en el sur de Gales cambios en
el soplo y tamaño del horno disminuyeron a menos de la mitad el consumo de carbón por tonelada de hierro antes de
1850; el soplo caliente de Nielson, que se utiliza en Escocia en 1829, ahorra un tercio si se utiliza coque, dos tercios
si se emplea carbón. Para economizar metal se ensayaron cambios en la forma y lechos de los hornos, y, en efecto,
Joseph Hall consiguió reducir las escorias de casi la mitad del lingote a un 8 %. La demanda en aumento requería
hornos mayores, y éstos, por su parte, nuevas instalaciones, como plataformas elevadas para la carga, o ralles para el
transporte. El martillo de vapor puso en manos del obrero de la fragua una enorme energía; su creación, en 1839, por
Nasmyth y su utilización por vez primera por Bourdon de Le Creusot provocó debates sobre la auténtica paternidad
del procedimiento. El aumento espectacular de la producción puede seguirse en el cuadro:
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PRODUCCIÓN DE LINGOTES DE FUNDICIÓN DE GRAN BRETAÑA
(En toneladas)
1740 17.350
1788 68.300
1796 125.079
1806 258.206
1825 581.367
1830 678.417
1835 940.000
1839 1.248.781
1848 1.998.568
1852 2.701.000
Fuente: D. S. LANDES. Cambridge
En un siglo largo la producción la producción se multiplica por más de 150; la de 1848, próxima a los dos
millones de toneladas, es superior a la del resto del mundo.
Las innovaciones técnicas culminan en 1856, cuando Bessemer fabrica un convertidor, aparato que insufla en
el hierro fundido aire para obtener un acero más flexible, si bien en vida del inventor hubo de conocer algunos
fracasos y ser modificado.
La supremacía británica se señala también en el consumo de hulla:
Los índices de producción de hierro fundido y acero señalan la jerarquía de las potencias industriales: la
supremacía de Inglaterra, la industrialización de Alemania, el crecimiento rápido de los Estados Unidos y el más
lento de Francia. Las naciones que retrasan el inicio de su industrialización, como Italia, Japón y Rusia, mantienen
unos índices de producción de hierro y acero muy bajos, hasta que acometen su modernización. Un consumo de
hierro pequeño equivale a una red de ferrocarriles pequeña y a un transporte y comercialización arcaicos. Los índices
siderúrgicos constituyen, por lo tanto, un termómetro del nivel de industrialización de un país.
7. EL MODELO INGLÉS
Historiadores y economistas coinciden en otorgar particular atención a Inglaterra, y no sólo por su entidad de
cuna de la revolución industrial, sino porque las circunstancias en que se desenvuelve son especialmente originales,
como ha resumido Hartwell: «De todos los ejemplos históricos de crecimiento ninguno es más importante o
interesante que la revolución industrial en Inglaterra: fue la primera revolución industrial; nos dejó el primer ejemplo
de crecimiento económico moderno; fue un crecimiento culminado fundamentalmente sin ayuda exterior; un
crecimiento en el contexto de una economía de libre empresa; un crecimiento acompañado por una revolución social
y política que se realizaron con insignificante violencia; fue el modelo de crecimiento para otras economías,
estimulándolas con el ejemplo, con la exportación de hombres y capitales, y por medio del comercio». En la Isla se
concedió, en fecha muy temprana, importancia a la recogida de datos estadísticos, lo que ha permitido medir con
cierta seguridad el ritmo de su desarrollo y constatar que a lo largo del siglo XVIII se produce un aumento constante
de los índices, pero también comprobar que es en la segunda mitad de la centuria cuando adquiere gran celeridad. Así
la población de Inglaterra, que se incrementa en sólo 300.000 almas en los primeros cincuenta años, lo hace en 3
millones en los diez lustros siguientes; las exportaciones se duplican en el primer período y se triplican en el segundo;
las importaciones se incrementan en un cincuenta por cien y en un cuatrocientos por cien respectivamente. Es
innegable que la economía inglesa crece continuamente entre 1700 y 1750, pero las cifras demuestran que es a partir
de esta última fecha cuando puede hablarse de despegue, en el sentido definido por Rostow de economía que
adquiere suficiente velocidad de desarrollo para seguir «volando».
De que estaban viviendo un periodo asombroso de crecimiento fueron conscientes la mayoría de los
pensadores ingleses. Malthus escribe algunas páginas ponderando el crecimiento económico, aunque luego se alarme
ante la explosión demográfica. Adam Smith, con un prisma más optimista, anota: «En Gran Bretaña la recompensa
real del trabajo, cómo hemos mostrado ya, la cantidad real de necesidades y lujos que se han proporcionado al
trabajador se han incrementado notablemente durante la presente centuria». Algunos autores (Young, Colquhoun...)
se han esforzado en precisar con cifras el proceso:
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ESTRUCTURA DE LA RENTA NACIONAL
(Porcentajes)
El análisis de la tabla es sugestivo, contemplemos varios de sus datos. Es evidente la pérdida porcentual de la
agricultura, que en 1770 ocupa todavía el puesto clave de sector más fuerte. En contraste con el incremento débil de
la lana, que termina retrocediendo en cifras relativas, el aumento espectacular del algodón señala la irrupción de una
materia prima básica de la industrialización; en conjunto el despegue del sector textil se percibe sin dificultad. La
gráfica del comercio, con su cota alta de 1812, puede desorientar, pero traduce la coyuntura de la guerra napoleónica
-a pesar del bloqueo-, porque se incluyen en ese epígrafe las entradas y salidas de materiales, bélicos y no bélicos; en
definitiva, en períodos de guerra abierta se restringe, el consumo interior para consagrar la producción a una empresa
que desborda las fronteras nacionales. Aunque la tabla sea poco minuciosa en la enumeración de las partidas es claro
que la producción (algodón, seda y otros sectores), con el impulso de tejidos y siderurgia, se convierte en el
acelerador de la revolución.
Para evitar una exposición larga, y quizá reiterativa, veamos en esquema los factores que confluyen en el
cambio cualitativo del desarrollo de la Isla.
a) Crecimiento de la población. Se ha discutido mucho la relación entre población e industria. ¿Fue el
aumento demográfico el que suscitó la industrialización? Irlanda y la India conocieron este aumento de población sin
un paralelo proceso de industrialización; en otros países europeos la industrialización se efectuó con un escaso
incremento del número de habitantes. Parecen ser procesos diferentes, pero entre ellos, al menos en el caso inglés,
existe una relación.
b) Revolución agrícola. Hemos indicado que el papel de estímulo de la agricultura se ha rebajado, pero no
anulado. Las excelentes cosechas entre 1740 y 1780 suscitaron un ambiente de optimismo y expansión y unos
excedentes de dinero; algunos propietarios agrícolas comienzan a invertir su dinero en nuevos negocios y contagian a
otros propietarios. La revolución industrial exige, imprescindiblemente, unas tasas de inversión innecesarias en la
sociedad preindustrial.
c) La producción en gran escala reclama nuevas materias primas: algodón, hierro. Y nuevas fuentes de energía,
para mover las máquinas: carbón, vapor. Las Industrias textil y siderúrgica son, por este orden cronológico, las dos
palancas de la industrialización inglesa.
d) Innovaciones técnicas constantes. Las universidades escocesas, Edimburgo, Glasgow, se convierten en
pioneras de las aplicaciones prácticas de la ciencia. Por la lista de las patentes puede seguirse la asombrosa creación de
instrumentos. La máquina de vapor, de Watt, constituye, sin duda alguna, uno de los inventos que más ha influido en
la vida del hombre.
e) Impacto de los ferrocarriles. La construcción de la red es el mayor campo de inversión de capitales, suscita
la expansión de la industria siderúrgica, permite la especialización agrícola de las distintas comarcas, fomenta el
comercio. La era de los trenes señala, por si sola, un capitulo de la primera revolución industrial.
f) Estos cambios en la producción están acompañados por cambios en las finanzas -movimientos de capitales-
y en la sociedad, a los que luego nos referiremos.
Hacia 1850 empiezan a perder fuerza los ritmos expansivos de estos procesos. En ese momento la supremacía
inglesa era aplastante. Su producción de carbón había llegado a los 56 millones de tm, la de hierro a 2.2, su renta
nacional se aproximaba a los 600 millones de libras esterlinas, más del doble que en 1800. Poseía la red más densa de
ferrocarriles, la primera marina del mundo, las técnicas más avanzadas en todos los campos.
17
Si la vertiente económica nos es suficientemente conocida y susceptible de medir con cifras fidedignas las
repercusiones sociales resultan menos accesibles si se pretende afrontarlas con datos matemáticos, que reforzarían los
múltiples testimonios literarios; es más fácil conocer la renta nacional y la participación de los distintos sectores
productivos en ella que el reparto de esa renta a los habitantes y clases. No obstante, aun sin la precisión del capítulo
económico, estamos en condiciones de afirmar a partir de las estadísticas disponibles que las diferencias de posición
se incrementaron. A finales del siglo XVIII el 92 % de las familias inglesas se repartía el 63 % de la renta nacional;
para 1803 Colquhoun calcula que el 92 % se reparte el 56 %, lo que supone que el 8 % de potentados ha
aumentado sustancialmente sus ingresos con la revolución industrial. Deane afirma que los ricos se han convertido en
más ricos, y los pobres, al menos relativamente, se han vuelto más pobres. Las estadísticas, aún sin la minuciosidad de
los escritos que relatan las tensiones sociales de la revolución, nos acercan a un fenómeno complejo, en el cual no
todo se resume en índices de crecimiento.
8. LA INDUSTRIALIZACIÓN EN EL CONTINENTE
En los primeros años del siglo XIX las naciones europeas de la mitad occidental del continente asumen la
forma de civilización que Inglaterra ha ensayado, y, salvo las barreras lingüísticas, parece adaptarse un tipo uniforme
de sociedad que se apoya en máquinas, innovaciones tecnológicas y producción en gran escala; tan sólo Portugal,
España, Italia, Dinamarca y el este de Europa no se incorporan plenamente al cambio gigantesco que experimenta la
vida en el vicio continente. ¿Qué factores provocan la difusión del modelo industrial? ¿Por qué lo siguen unas
naciones mientras otras se aferran a las fórmulas seculares de la sociedad agraria?
La proximidad geográfica a Inglaterra constituye un factor de primer orden, que explica la inmediata
recepción en Francia y Bélgica y a continuación en Holanda y norte de Alemania. El ejemplo norteamericano
presenta la peculiaridad de su distancia física, superada por la intensidad del tráfico oceánico y la estrecha relación
entre la metrópoli y sus ex colonias, mantenida además por la influencia incesante de masas de emigrantes que buscan
fortuna en los vastos espacios de la joven nación americana. La difusión de las nuevas técnicas depende casi
enteramente del contacto personal. Visitantes extranjeros contemplan admirados en Gran Bretaña los prodigios de las
máquinas y la organización de los circuitos de producción; ingenieros y artesanos británicos son reclutados por sus
conocimientos especializados en las empresas continentales más innovadoras. Tengamos en cuenta que en los
primeros 75 años de ensayos industriales todavía no se ha producido una revolución del transporte de dimensiones
continentales y oceánicas, de ahí que la cercanía de Inglaterra facilite el contacto intenso y el flujo humano. En
contraposición, en la segunda mitad de la centuria novecentista, cuando Inglaterra ha perdido su supremacía
indiscutible, se ha producido ya con la revolución del transporte una intercomunicación constante de ensayos e ideas;
es la oportunidad para otras naciones de menor relación con Inglaterra, como Suiza, o Suecia, poco distante en
kilómetros pero alejada de los principales ejes del comercio internacional; y es también el momento del original
ensayo japonés.
La extensión del mercado constituye otro factor que Rostow llamaría precondición de despegue. Los países
débilmente articulados, como Portugal y España, de comunicaciones escasas, no disponen de la fuerza de succión de
la demanda que impulsa a la producción en gran volumen. En parte, la dimensión del mercado viene dada por una
población numerosa, pero ésta, por sí sola, no es un indicador de mercado potencial para la industria, como de-
muestra Rusia, imperio con enorme población pero sin articular, que retrasa el inicio de la industrialización más de
un siglo con respecto a Inglaterra.
Los niveles educativos desempeñan un papel notable ante procesos que exigen imaginación y capacidad de
adaptación. Cameron, en un coloquio internacional sobre la industrialización europea, se atrevió a afirmar: «Las
lecturas estimulan la imaginación y hacen a la población más receptiva a la novedad y el cambio. Existe una conexión
estrecha entre literatura y mercado... ». Con la proliferación de periódicos y revistas científicas se encontraban en
ventaja los pueblos cultos, en cuanto disponían de minorías ilustradas y más aún en la medida que las masas
populares podían entender el sentido de la revolución e incorporarse a ella; Rusia, Portugal, España, el sur de Italia,
las naciones centro y sureuropeas del Este, encontraron en este requisito de la educación popular un obstáculo, y es
demostrativa la coincidencia de los bajos niveles de alfabetización e industrialización.
El arcaísmo de la agricultura ha de considerarse otro obstáculo antidifusor; podría citarse una vez más el caso
ruso, español o meridional italiano, pero incluso en una nación que afrontó la industrialización, como Francia, en
tanto que se mantuvo una agricultura tradicional se frenó el ritmo de modernización en el sector secundario.
La industrialización francesa está influida por dos circunstancias: su retraso con respecto a la de Inglaterra y el
freno que supone la conmoción política de la Revolución. Numerosos estudios nos permiten precisar en qué medida
Francia se ha rezagado a partir de 1700. La industria de la lana, sector clave antes de la irrupción del algodón, crece a
lo largo del siglo en Inglaterra en un 150 % según cálculos meticulosos de Deane, mientras en Francia, hasta 1789,
como ha mostrado Pierre Leon, lo hace tan solo en un 60 %, lo que supone un ritmo de menos de la mitad. La
industria del algodón se expansiona muy rápidamente en Francia (Marczewski), pero en 1786, con mayor población,
importa 11 millones de libras frente a los 18 millones de Inglaterra. Los índices de producción franceses continúan
siendo altos, pero si se calculan «per capita» su debilidad relativa es manifiesta. “Inglaterra estaba más urbanizada,
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más industrializada, más inserta en el comercio internacional... La diferencia fundamental entre las dos economías, sin
embargo, ha de buscarse en el campo de la tecnología” (Crouzet). No obstante, si la comparación se realiza con
cualquier otra nación, se comprueba que Francia es un país avanzado, relativamente rico, cuya cultura constituía un
modelo para la mayoría de los pueblos. Pero la estructura política del Antiguo Régimen impedía una transformación
en profundidad: el crecimiento se caracteriza por su ritmo lento y por la ausencia de cambios cualitativos. La
Revolución, en sus primeras fases, no iba a. crear condiciones más propicias, en cuanto que actuó como fuerza
desintegradora de la economía, provocando bruscos saltos de la inflación a la deflación -con la consiguiente falta de
confianza en los mecanismos del mercado-, escasez de artículos e incluso cambios radicales en el sistema monetario.
La inestabilidad política inclina a muchos autores a considerar que hasta 1815, pasada la convulsión de los períodos
revolucionario y napoleónico, con sus guerras, no puede fecharse el inicio de la industrialización; no obstante,
estudios más recientes (Dunham, Cameron) resaltan la trascendencia de las medidas revolucionarias en el desmontaje
de la sociedad feudal y, por tanto, su eficacia para el inicio de la revolución económica.
Además de estos dos factores básicos: retraso con respecto a Inglaterra e inestabilidad política, otros han de
señalarse como obstáculos para la revolución industrial en Francia. Sin duda la debilidad demográfica ha de
considerarse determinante. La tasa de natalidad descendió más rápidamente que en otras naciones, mientras se
compensaba con el alargamiento de la longevidad; el resultado fue una población más vieja y que, siendo en 1800
junto con Rusia la más nutrida de Europa, es rebasada en sus valores absolutos a mediados de siglo por Alemania y a
principios del XX por Inglaterra. Tan sólo en un 42 % crece la población de Francia en el siglo de la
industrialización, frente a la multiplicación por 2.6 en Gran Bretaña, 2.4 en Alemania, 2.8 en Bélgica y Holanda.
Al peso retardatario de la agricultura nos hemos referido ya. Antes de la revolución la gran propiedad
nobiliario no se inclinaba a reformas tecnológicas, que podrían ser la espoleta para las jurídicas; después, los cambios
decretados por los gobiernos de la Revolución provocaron la fijación del campesino en el agro y desalentaron la
migración de mano de obra que se observa en Inglaterra hacia las ciudades. Durante la primera mitad del siglo XIX la
economía francesa es esencialmente agraria y no se produce, al menos de forma acusada, un cambio en la estructura,
con la creciente participación de los sectores secundario y terciario.
La escasez de algunos recursos naturales constituye otro obstáculo. Deficitaria en hierro hasta que se pudieron
explotar los yacimientos de la Lorena, tenía que invertir en materias primas y energía un porcentaje alto de sus gastos
en importaciones.
A pesar de estos inconvenientes la industrialización en Francia se inicia y consolida a lo largo del siglo XIX, y
en todo momento debe considerársela como una de las potencias de la nueva era. La adopción del sistema métrico
decimal (1790), la fundación de la Escuela Politécnica (1794) y del Conservatorio de Artes y Oficios y de la Escuela
Normal (1798) fueron disposiciones de los gobiernos de la Revolución que impulsaron la enseñanza y la
investigación, y propiciaron el clima intelectual necesario para la revolución tecnológica.
A mediados del siglo XVIII empresarios que viajan a Inglaterra para visitar las fábricas introducen las técnicas
con el asesoramiento de algunos inventores británicos, como John Kay, que enseña a los tejedores franceses la
fabricación y uso de lanzaderas. Por esos años existe en Bourges una colonia inglesa formada por familias que
atraviesan el Canal para explotar un mercado nuevo. El sector siderúrgico se encontraba estrangulado por la escasez
de carbón, pero en los años 80, antes de la Revolución, se construyen los altos hornos de Le Creusot, con patrocinio
real, aunque hasta 1840 no se eleva significativamente el número de altos hornos. El boom de los ferrocarriles a
mediados del siglo XIX señala el momento clave del despegue de la siderurgia. La ley de 1842 establecía ventajas
para las empresas constructoras; el Estado aportaba el terreno y la infraestructura, los Rothschild y otros banqueros
franceses y extranjeros proporcionaron los capitales. A pesar del apoyo estatal, en 1848 Francia sólo disponía de
1.800 kms de vías, mas a partir de 1850 el ferrocarril se convierte en el impulso clave para la expansión de la
siderurgia. Aun anotando su retraso cronológico y sus factores de debilidad, la industrialización francesa repite en
líneas generales la británica.
Con menor intensidad el modelo inglés se repite en Alemania, pero la fragmentación política de los Estados
germánicos impide hablar de un proceso de industrialización unitario; habría que distinguir entre los Estados
occidentales, con fuertes vínculos con Francia, y los del Este, especialmente Prusia, más alejada de cualquier
influencia exterior, y habría que distinguir con mayor motivo los Estados del Norte y los del Sur. En líneas generales
podría decirse que la industrialización del Ruhr sigue el tipo británico; las minas y la siderurgia constituyen sectores
vertebrales, capitales franceses y belgas aportan el aparato financiero, patentes y técnicos ingleses los innovan. En las
comarcas orientales se siguen las pautas de lo que se ha denominado modelo prusiano; la industria no devora a la
agricultura; al este del Elba la producción de trigo debía permitir la autoalimentación en caso de guerra, y al mismo
tiempo se respetaban los intereses de los nobles terratenientes. Sajonia permanece como estado productor de bienes
de consumo. Varios factores presiden la industrialización germana. En primer lugar, una demografía galopante, que
pasa de 23 a 56 millones durante el siglo XIX; se señala aquí una diferencia con Francia. En segundo lugar, para
orillar los inconvenientes de la fragmentación política, la formación de un gran mercado, el Zollverein, unión
aduanera constituida en 1834, a la que sucesivamente se van adhiriendo la mayoría de los Estados bajo la égida
19
prusiana. Por último, el ferrocarril juega, una vez más, un papel motor al expansionar la producción de carbón, hierro
y acero. En 1850 Alemania disponía de 6.000 km de vía férrea frente a los 3.300 de Francia.
Los cuatro Estados del sur de Alemania, Baviera, Wurtemberg, Baden y Hesse-Darmstadt, ofrecen
particularidades que invitan a desconfiar de un modelo global en el caso germano. Los cuatro Estados presentan una
situación continental, con sus accesos hacia el Sur cerrados por la barrera de los Alpes y una tendencia de las líneas
comerciales hacia las cuencas fluviales del Rin y el Danubio. La Influencia de Gran Bretaña es débil, el progreso
técnico se difunde lentamente; la primera máquina de vapor para uso industrial no se instala en Baviera hasta 1822,
en Baden hasta 1830, en Würtemberg en 1840. El liberalismo vigoroso de sus Constituciones no se corresponde en
el plano económico, puesto que persiste después de la época napoleónica el sistema corporativo y no se implanta la
libertad total de trabajo hasta 1860. Los recursos energéticos son escasos; sólo Baviera dispone de riquezas mineras
en el Palatinado, pero por sus reservas limitadas se ve obligada a importar carbón. En contraste con Prusia, en la
agricultura predomina una estructura de pequeños y medianos propietarios. En resumen, los Estados del sur dibujan
un modelo de industrialización diferente, que retrasa notablemente su incorporación plena a los países industriales. El
despegue se produce en la segunda mitad del XIX. Se puede certificar entonces la actividad de gigantes de la
industria, como la fábrica de maquinaria Cramer-Klett en Nuremberg, suministradora de los ferrocarriles, las de
Karlsruhe y Esslingen, la BASF (Badische Anilin und Soda-Fabrik) de Ludwigshafen.
El modelo prusiano de combinar regiones industriales y agrícolas se repite en el Imperio austrohúngaro; la
región de Bohemia-Moravia-Silesia, rica en carbón, se convierte en el centro industrial proveedor del gran mercado de
Viena, mientras Hungría se mantiene como estado agrícola y proveedor de materias primas, lo que se convirtió en
otro motivo de denuncia de los nacionalistas húngaros.
Inglaterra señala las pautas del desarrollo industrial al continente, pero cada nación adopta una posición
diferente o presenta problemas y posibilidades particulares. España y Rusia inician su industrialización con retraso;
otras naciones que la ensayan precozmente, como Bélgica, se encuentran limitadas por sus dimensiones geográficas y
humanas. Sin duda son, junto con Inglaterra, Francia, Alemania y Estados Unidos las potencias industriales del siglo
XIX. Durante algún tiempo la Isla disfrutó de una supremacía incontestable. Con tono solemne escribe Hobsbawn:
«Hay un momento en la historia universal en que Gran Bretaña puede ser descrita como el único taller del mundo, su
único importador y exportador masivo, su único transportista, su único poder imperialista ... ». Al pionero solitario
pronto le acompañaron tres gigantes, cuyos índices primero se acercaron y luego en bastantes casos rebasaron las
cotas desafiantes que Londres había alcanzado.
DOCUMENTOS
1. FERROCARRIL Y REVOLUCION INDUSTRIAL
Compárese en la primera tabla el desarrollo de Europa y los Estados Unidos. Basándose en la segunda
efectúese una clasificación en grupos de las naciones industriales.
22
Desarrollo mundial de las líneas férreas (1850-1913) (en km)
Países y continentes 1850 1870 1900 1913
Europa........................................ 23.500 104.000 282.000 359.000
Reino Unido................................ 10.500 24.500 33.000 38.000
Alemania..................................... 6.000 19.500 43.000 61.000
Francia......................................... 3.000 17.500 36.500 49.500
Rusia............................................ 1.000 10.500 50.000 65.000
América del Norte........................ 14.800 90.000 357.000 457.000
América Central y del Sur........... - 3.000 42.000 107.000
Asia.............................................. - 8.400 60.000 108.000
África........................................... - 1.800 20.000 44.000
Oceanía........................................ 40 1.800 24.000 35.000
Índice de desarrollo de los ferrocarriles (1840-1910)
Países 1840 1860 1880 1900 1910
Alemania 1,1 21 54 70 75
Bélgica 6,6 30 60 88 102
España - 6 23 40 58
Estados Unidos 2,9 19 53 105 122
Francia 1,2 18 44 77 87
Italia 0,8 6 23 38 38
Japón - - 0,2 11 14
Reino Unido 7.2 44 66 69 69
Rusia - 1 10 21 24
Suecia - 3 32 61 76
Suiza - 28 63 79 88
Fuente: P. Bairoch: Niveles de desarrollo
Cuando la hilatura del algodón estaba en la infancia, y antes de que se pusieran en uso los terribles ingenios
para suprimir la necesidad del trabajo humano, llamados máquinas a vapor, existía un gran número de los que
entonces se llamaban pequeños maestros: hombres que con un pequeño capital podían procurarse alguna máquina, y
emplear un puñado de hombres (digamos hasta veinte o treinta), adultos o jóvenes, el producto de cuyo trabajo
llegaba al mercado central de Manchester para ser puesto en manos de los corredores... Éstos lo vendían a los
tenderos, de modo que el maestro- hilador podía estarse en su casa, y trabajar él mismo, y vigilar a sus trabajadores.
El algodón entonces era siempre entregado a domicilio, crudo como estaba en la bala, a las mujeres de los hiladores,
que lo escaldaban, lo repulían y dejaban a punto para la hilatura, y podían ganar ocho, diez o doce chelines a la
semana, aun cocinando y atendiendo a la familia. Pero en la actualidad nadie está empleado así, porque el algodón es
abierto por una máquina accionada a vapor, llamada el «diablo»; por lo que las mujeres de los hiladores están
desocupadas, a menos que vayan a la fábrica durante todo el día por pocos chelines, cuatro o cinco a la semana, a la
par que los muchachos. En otro tiempo, si un hombre no conseguía ponerse de acuerdo con el patrono, le plantaba, y
podía hacerse aceptar en otra parte. Pero pocos años han cambiado el aspecto de las cosas. Han entrado en uso
máquinas de vapor y para adquirirlas y para construir edificios suficientes para contenerlas junto con seiscientos o
setecientos brazos, se requieren grandes capitales. La fuerza-vapor produce un artículo más comerciable (aunque no
mejor) que el que el pequeño maestro era capaz de producir al mismo precio: la consecuencia fue la ruina de este
último y el capitalista venido de la nada se gozó de su caída, porque era el único obstáculo existente entre él y el
control absoluto de la mano de obra...
Diversas contiendas acerca de la calidad del trabajo surgieron luego entre trabajadores y patronos. Los
primeros eran pagados según el número de madejas o metros de hilo producidos por cierta cantidad de algodón cosa
que debía ser probada por un inspector, cuyo interés le obligaba a tomar parte por el patrono y decir que el material
era más crudo de lo que en realidad era. Si un trabajador no estaba dispuesto a ceder, debía citar al empresario ante
un magistrado; pero todo el cuerpo de magistrados del distrito, con la excepción de alguna persona digna, estaba
formado por gentiles- hombres nacidos de la misma cepa que los patronos de las hilanderas. En general, el
empresario se limitaba a mandar a su superintendente a responder a tales citaciones, teniendo a menos el encontrarse
con su esclavo. La decisión del magistrado era generalmente favorable al patrono, basándose tan sólo en las
declaraciones de su superintendente; y el obrero no se atrevía a recurrir a la apelación a causa de los gastos...
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Estas desdichas para la mano de obra son el fruto del terrible monopolio existente en los distritos en los que
la riqueza y el poder se han concentrado en las manos de unos pocos que, en el orgullo de sus corazones, se creen los
dueños del universo.
En V. Castronovo: La revolución industrial
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marítimo canalizado en Boston, y una recepción más intensa de la ilustración europea en sus universidades de
Harvard y Yale. Las cuatro colonias del Centro (Nueva Jersey, Nueva York, Delaware y Pensilvania) presentaban
mayor complejidad étnica -holandeses, suecos y alemanes superaban en conjunto el número de ingleses-; sus ciudades,
Nueva York y Filadelfia, eran centros de exportación de trigo y madera. En el Sur (Virginia, Maryland, Georgia y las
dos Carolinas), opulentos plantadores, dueños de los dominios del tabaco, arroz y algodón, formaban una casta
aristocrática. Dentro de cada grupo las diferencias son también claras; así Pensilvania con la prepotencia de sus
propietarios ofrecía una estructura social próxima a las colonias del sur. Superando estas diferencias las trece colonias
sostenían la necesidad de una estructura federal.
2. LA GUERRA DE INDEPENDENCIA
El choque entre Inglaterra y sus colonias americanas se produjo tras una cadena de conflictos de intereses que
enervaron a los colonos más aún por la cuestión de principio de que la Metrópoli tomaba decisiones sin contar con
ellos que por los perjuicios indudables que les irrogaban los decretos de Londres. Durante la guerra de los siete años
(que cierra el tratado de París, 1763) las colonias habían incrementado el comercio de contrabando con las Antillas
francesas y españolas, y el gobierno británico pensó en gravar estos beneficios excepcionales para enjugar la deuda
provocada por los gastos de la contienda. Se impusieron tarifas aduaneras a la melaza, vino, café, índigo, ron, contra
las que protestaron los colonos, que no tenían representación en el Parlamento de Londres ni deseaban enviar
delegados que se encontrarían en inferioridad numérica. Esta fricción se agravó cuando el gobierno inglés, deseando
reservar los territorios entre los Apalaches y el Mississippi para nuevos inmigrantes y colonos canadienses, puso
obstáculos a la expansión hacia el Oeste. En 1765 la ley del timbre, impuesto sobre periódicos, licencias, publicidad,
etc., provocó ya la cuestión de si Londres tenía jurisdicción para orientar la vida económica de las colonias. Por esos
días escribe Samuel Adams: «Si se tasa nuestro comercio, ¿por qué no nuestras tierras, todo lo que poseemos, todo lo
que utilizamos?». Los centros comerciales, Boston, Nueva York, Filadelfia, boicotean las mercancías inglesas, lo que
inclina a Londres a suprimir el impuesto. Pero al año siguiente nuevas tarifas se establecen sobre el papel, vidrio,
plomo y té. La técnica del boicot es aconsejada por Franklin, en sus «papeles», publicados por la Universidad de
Yale, se puede comprobar que esperaba que las colonias aprendieran a depender exclusivamente de sus productos,
pero más todavía que se generara un estado de opinión, que la evolución de los espíritus siguiera a la de las
estadísticas comerciales».
Durante años Londres adoptó una postura de apaciguamiento, pero la crisis económica le inclinó a conceder a
la Compañía inglesa de las Indias el monopolio del té en las colonias. En respuesta, el 16 de diciembre de 1773,
algunos hombres, disfrazados de pieles rojas, asaltaron los barcos anclados en el puerto de Boston y destruyeron el
cargamento de té. La Corona y el Parlamento reaccionaron aprobando las denominadas por los colonos «leyes
intolerables»: el puerto de Boston fue clausurado, las asambleas municipales de Massachusetts tendrían que solicitar
permiso para celebrar sus sesiones, el ejército podría entrar en los edificios. En respuesta, un Congreso continental,
formado por representantes de todos los colonos, se reunió en Filadelfia en septiembre de 1774. El boicot a las
mercancías británicas se hizo más eficaz; el enfrentamiento armado se veía acercarse y muchos sectores de los colonos,
habituados a manejar el fusil en un territorio indómito, lo deseaban. Cerca de Boston, en las aldeas de Lexington y
Concord, donde los colonos habían establecido depósitos de municiones, las tropas reales, que intentaban detener a
los dirigentes Samuel Adams y John Hancock y confiscar las armas, sufrieron la primera derrota y hubieron de
replegarse. El segundo Congreso, celebrado en Filadelfia en mayo de 1775, acordó la formación de un ejército
continental para cuya jefatura se llamó a George Washington. El monarca, Jorge III, replicó declarando en estado de
rebelión a las colonias. Todavía confiaban algunos sectores en evitar la ruptura con Londres y se esforzaban en
distinguir los excesos del Parlamento de la figura del rey, que debía ser respetada. Pero el folleto del escritor inglés
Thomas Paine, El sentido común, mostraba en sus afirmaciones, «los ingleses y los americanos son iguales», «Jorge
III es un tirano», cómo los principios de la filosofía ilustrada empezaban a convertirse en guía de la revuelta.
Un año después, en mayo de 1776, el III Congreso, señalando el predominio de los radicales, establecía por
unanimidad que las colonias debían formar un Estado independiente. El 4 de julio adopta la famosa declaración
elaborada por Thomas Jefferson:
“Consideramos evidentes las siguientes verdades: que todos los hombres fueron, creados iguales; que
recibieron de su creador ciertos derechos inalienables; que entre ellos se cuentan los derechos a la vida, a la libertad y
a la búsqueda de la felicidad; que, para asegurar esos derechos fueron implantados gobiernos entre los hombres, y que
su poder jurídico se deriva de la aprobación de los gobernados...”
En los preámbulos se utilizan categorías de derecho natural para justificar racionalmente el hecho de la
separación de un poder que se ejerce sin el consentimiento de los ciudadanos. Un tercio de los colonos
norteamericanos y los canadienses permanecieron leales a la Corona, los otros dos tercios, aún sin coincidir en los
objetivos, encontraron en los padres fundadores, Samuel y John Adams, Thomas Jefferson, George Washington,
Franklin, John Hancock, los guías iluminados que los conducirían hacia la tierra prometida de un país libre.
La guerra ofrece la extraña peculiaridad de que fue defensiva por ambos bandos. Inglaterra mantenía el
dominio del mar, pero su marina no; podía controlar totalmente los 1.500 kms de costa y mucho menos acometer
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desembarcos de gran envergadura y penetrar tierra adentro. Los colonos se adaptaron con facilidad a la guerra de
guerrillas, pero sufrían escasez de armas y municiones y disponían de pocos oficiales, y todavía menos de estrategas.
Sólo el genio militar de Washington y la ayuda del francés La Fayette, el polaco Kosciusko y el alemán Von Steuben,
entre otros, permitió la formación de un Estado Mayor. La ayuda internacional, de Francia y España, se prometió
pronto, pero tardó dos años en llegar. Los franceses esperaban consolidar sus intereses comerciales con el acceso a las
aguas pesqueras del Norte y el control del Mississippi, imprescindible para la penetración hacia el Oeste, requisito
planteado también por España, y los colonos se resistían a cualquier hipoteca europea. Los efectivos humanos
también escaseaban. Tomando como referencia su potencia demográfica los colonos deberían haber podido movilizar
100.000 hombres, y con 35.000 quizás hubieran resuelto militarmente el conflicto, pero nunca rebasaron la cifra de
20,000 y en la decisiva batalla de Yorktown lucharon menos de 3.000 (además de los franceses). La poca simpatía
con que las minorías holandesa, alemana, las tribus indias y los colonos próximos a la frontera canadiense miraban el
conflicto restaron potencialidad a los insurgentes. Tanto como los éxitos militares contribuyeron al éxito final el
creciente respaldo de las potencias europeas y los sectores de opinión que en Inglaterra apoyaban la independencia de
las colonias. No debe regatearse valor a Washington pero no carece de fundamento la opinión de que su estrategia se
centraba en evitar batallas para no perder la guerra. Guerra defensiva, por tanto, por ambas partes, aunque el tiempo
jugaba en contra de la Metrópoli, que necesitaba acontecimientos decisivos.
Hasta 1777 los ingleses sostuvieron la iniciativa de las operaciones, pero el intento de cercar Nueva Inglaterra
partiendo de Canadá terminó en el fracaso de Saratoga, donde capituló el ejército de Burgoyne. La victoria de los
colonos repercutió en su reconocimiento diplomático por Francia y el compromiso de apoyo hasta alcanzar la
libertad y la independencia absoluta, la gestión ante el Rey de España para que reconociera también la independencia
del nuevo Estado americano, y la intensificación de remesas de material desde el norte de Europa, lo que provocó la
declaración de guerra de Inglaterra a los Países Bajos. Para los ingleses Saratoga constituyó una dolorosa revelación; a
partir de ese momento tendrían que pensar en las escasas posibilidades de obtener la victoria. Fracasado el intento de
obtener la penetración por el Norte, el ejército inglés emprendió una expedición al Sur. Pero en el estuario de
Yorktown (Virginia) quedó cercado por los colonos y el ejército de La Fayette el cuerpo expedicionario que
comandaba Cornwallis; tras varios meses de asedio, en octubre de 1781 Cornwallis se rindió. En el plano militar la
guerra había terminado, aunque en el plano político no se firmó hasta 1873 el tratado de Versalles, que fijaba las
fronteras norteamericanas, sus derechos de pesca en Terranova y Nueva Escocia, y el reconocimiento de las deudas
entre los dos países.
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También en Suiza se inició un movimiento de protesta contra la desigualdad entre los cantones. En Ginebra
ocuparon el poder los revolucionarios, pero la ayuda de Piamonte y otros aliados restableció la situación y provocó el
exilio de los jefes demócratas suizos.
Aunque la serie de convulsiones europeas que preceden a la revolución francesa se salda con fracasos, por todo
el continente se vive la atmósfera de la revolución. Se traducen los libros de Rousseau y las Constituciones de los
Estados americanos, la prensa divulga las nuevas ideas y los acontecimientos recientes; los emigrados llevan su
evangelio revolucionario a los países vecinos, y, en concreto, son holandeses y belgas los que acaban de convencer a
los revolucionarios franceses de la necesidad de transformar violentamente el orden establecido.
5. EL TEMA EN LA HISTORIOGRAFÍA
Uno de los máximos especialistas, Albert Soboul, ha vaticinado que la historia de la revolución francesa nunca
será acabada ni escrita totalmente; cada generación, a medida que se modifica la metodología histórica, plantea nuevas
preguntas y enfoques. Ningún acontecimiento ha merecido tantos libros ni tan plurales maneras de entenderlo.
La mayoría de los contemporáneos retuvieron del proceso, sobre todo, su vertiente tremendista: incendios,
terror, guillotina, y nos han transmitido relatos pasionales en los que la indagación de los elementos desencadenantes
no iba más allá de la teoría del complot; y así las Memorias del abate Barruel reducen el complejo de causas a un
complot masónico, y Maistre y Bonald atribuyen a los libros subversivos el desarbolamiento de la monarquía de los
Borbones. No superaron los planteamientos polémicas los autores de las primeras décadas del XIX, puesto que en los
diez volúmenes que Thiers publica a partir de 1823, si bien se introduce el manejo de la documentación e incluso la
encuesta oral a los supervivientes, predomina la intención política de desacreditar a la monarquía absolutista. Los
historiadores románticos, con Lamartine, Michelet y Carlyle como figuras descollantes, inician los enfoques
colectivos al colocar al pueblo en el primer plano del proceso; Michelet afirma que el pueblo es el único héroe y,
desdeñando los datos económicos que se le aparecen en la documentación, se limita a una visión sentimental; por sus
encendidas páginas resuenan gritos de libertad.
En 1856 Tocqueville, que veinte años antes había publicado un estudio social de la democracia
norteamericana, afronta el primer trabajo realmente explicativo, al formular hipótesis que luego debe confirmar con la
consulta de los registros de las comunas y los cahiers. Así aparecen los grupos sociales enfrentados, excesivamente
homogéneos para los actuales métodos de la Sociología. En ese momento puede comenzar a valorarse el análisis
penetrante de un contemporáneo de la Revolución, Barnave, que en vez de situar al Terror como clave de los
acontecimientos, tal fuera la estimación de Barruel, Chateaubriand y De Maistre, había retratado la revolución como
el choque de grupos sociales calificados por su base económica: frente a la aristocracia terrateniente la difusión del
comercio y la industria han impulsado al pueblo a la creación de nuevas leyes políticas. Al iniciarse el último cuarto
de siglo Taine (1876) elabora una síntesis de sólido apoyo documental; su minuciosidad en la investigación de los
detalles es similar a la de Zola en el campo de la novelística, pero las ondas de la obra de Darwin afectan su versión
de determinismo y pesimismo, y el 89 aparece como un proceso fatal, inevitable, mientras su ideología conservadora
le inclina a fustigar el papel de los jacobinos. Se mueve en estas últimas décadas del siglo XIX la publicística en un
plano precientífico, con documentos y deseo de objetividad, pero en el que falta un planteamiento de la naturaleza
del conocimiento histórico; no obstante la creación, con motivo del centenario, de la «Sociedad de Historia de la
Revolución francesa» y la aparición de los trabajos de Aulard y de la revista La Révolution francaise, que éste dirige,
suscitan la aparición de estudios con metodología científica.
En 1901 el filósofo y parlamentario socialista Jaurés publica el primer volumen de su Historia socialista de la
Revolución francesa, en la que se resaltan los aspectos económicos y sociales, sin desdeñar la influencia decisiva que
en todo proceso revolucionario desempeñan las ideas. Más depurados son los métodos de Albert Mathiez, admirador
de Robespierre y los jacobinos, por lo que se le ha denominado «Taine de la izquierdas a Mathiez debernos el más
penetrante análisis hasta ese momento de las diversas fases del proceso revolucionario y la demostración de la
importancia de los parámetros económicos: «la vida cara es el Terror», escribe. Si el pueblo de Michelet era
simplemente un colectivo heroico, en Mathiez aparece como la gran fuerza movilizada por los antagonismos, turbada
por la cuestión de las subsistencias.
Con Sagnac, y más aún con Georges Lefebvre, su sucesor en La Sorbona en 1937, los nuevos métodos de
investigación permiten la elaboración de síntesis integradoras de enfoques sociales, económicos y políticos. La tesis de
Lefebvre sobre Los campesinos del Norte durante la Revolución desmonta definitivamente la concepción de un
proceso urbano, o parisino; sin la revolución en los campos la trayectoria hubiera sido diferente o se hubiera
interrumpida, «para los campesinos fue esencialmente una revolución social». Tras la publicación de su originalísimo
estudio sobre La Grande Peur de 1789, Lefebvre afronta para la colección Peuples et Civilisations la elaboración de
una síntesis, en la que aparecen ensambladas varias revoluciones, en cuanto que cada clase social se define por
problemas específicos y, en consecuencia, se mueve por objetivos diferentes.
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Mientras, desde la derecha, Gaxotte (1928) continúa presentando la revolución como una interrupción
lamentable de la historia de Francia, otros grandes maestros completan científicamente los trabajos de Lefebvre. La
raíz económica encuentra su intérprete estelar en Labrousse, quien con una precisión estadística admirable demuestra
que el estallido revolucionario coincide con la cota de máximos precios y que las crisis agraria y de abastecimiento
han de ser también consideradas en la génesis del gran acontecimiento. Los problemas populares y más en concreto
los del cuarto Estado, las clases marginadas, ocupan la investigación de Soboul, autor asimismo de una de las síntesis
más completas, y el entramado de causas la de Godechot. El Bicentenario, en 1989, motivó la convocatoria de
Congresos Internacionales en diversas universidades europeas y en especial en La Sorbona parisina, generando un
verdadero aluvión de estudios, si bien desde el punto de vista de la interpretación podrían ordenarse en dos
corrientes: la revisionista, inclinada hacia la versión de la revolución política, y la denominada jacobina o
revolucionaria partidaria de una exégesis social. La primera había sido iniciada por Cobban en una conferencia en la
Universidad de Londres en 1954. Cobban no negaba la existencia de una revolución pero la centraba en la lucha por
el poder, no en la transformación social de Francia. El revisionismo encontró su intérprete estelar en Francois Furet,
quien relativizó la importancia del factor agraria sosteniendo que la crisis económica simplemente se yuxtapuso a la
política, defendiendo la tesis de las élites, de una revolución que sólo movilizaría a las minorías, con lo que
descalificaba el papel de los movimientos populares estudiados por Soboul. La escuela denominada jacobina tiene su
apóstol en Vovelle, sucesor de Soboul en la cátedra de La Sorbona. Concibiendo la revolución como una ruptura
social, puso al servicio de su exégesis trabajos elaborados con criterios estadísticos. Otros autores, Hirsch y Maurice
Agulhon por ejemplo, han dedicado estudios refutatorios al reduccionismo de Furet.
Hemos de concluir que el tema parece inagotable y que cada generación de historiadores se plantea nuevas
preguntas o ensaya diferentes respuestas. Todos los lectores podrían encontrar en esta enorme cosecha historiográfica
los enfoques que prefieran. Desde el punto de vista ideológico, los contrarrevolucionarios pueden leer a Gaxotte, los
liberales a Thiers, los radicales a Aulard, los socialistas a Jaurés, los comunistas a Lefebvre o Soboul; desde el punto
de vista temático, los historiadores se han visto condicionados por la época en que vivieron, y así Thiers o Michelet
han escrito historias políticas de la Revolución, Labrousse ha destacado los fenómenos económicos, Soboul los
sociales. Esta copiosa literatura traduce los cambios en las concepciones historiográficas, de tal manera que la
Revolución Francesa además de un tema es un campo de laboratorio para los cambios que experimenta la propia
ciencia de la Historia.
8. INICIOS DE LA REVOLUCIÓN
Lefebvre señala tres fases revolucionarias en los primeros momentos del proceso: aristocrática, burguesa y
popular. La primera, también denominada revuelta de los privilegiados, no es otra cosa que la oposición de los dos
estamentos superiores a las medidas con las que varios hacendistas, Turgot, Necker, Calonne, Brienne, intentaron
remediar el déficit creciente del Estado francés. Desde 1783 Calonne hizo frente a las dificultades económicas
mediante préstamos de particulares a la Corona, pero, tuvo, finalmente, que reconocer que era indispensable una
reforma del sistema fiscal y propuso el establecimiento de la subvención territorial, que habrían de abonar las
propiedades agrarias según su extensión, y el rescate de los derechos señoriales percibidos por la Iglesia. La primera
asamblea de notables que habría de aprobar estas propuestas, reunida en Versalles en febrero y marzo de 1787,
desechó casi la totalidad de las medidas fiscales y posteriormente, ante el intento de Brienne de que se aprobara al
menos la subvención territorial, La Fayette lanzó por vez primera la idea de convocar una Asamblea nacional, los
Estados Generales del Reino. La asamblea de notables de Versalles, integrada por príncipes, grandes nobles, prelados,
consejeros del rey y magistrados municipales, señala con la petición de convocatoria de los Estados Generales para
acometer la reforma fiscal el verdadero inicio de la revolución. Brienne intentó hacer aprobar las reformas en una
asamblea de París, pero el grupo denominado patriota o nacional, en el que figuraban Condorcet, Danton, Barnave,
La Fayette, Mirabeau; boicotearon todos los acuerdos y consiguieron la convocatoria de los Estados Generales, que
no se habían reunido desde la remota fecha de 1614. El partido patriota aprovecha las sociedades que se habían ido
formando, logias masónicas, sociedades económicas, salones, tertulias de café, para difundir sus ideas e imprimir
miles de panfletos y los primeros periódicos revolucionarios.
El reglamento electoral no fijaba fecha única para la convocatoria de la elección, que dependía de los
organismos locales, y esta circunstancia, aliada a la propaganda propia de una consulta al pueblo contribuyó a
intensificar la atmósfera revolucionaria hasta el punto de que Lefebvre ha afirmado que sin reunión de los Estados
Generales no hubiera estallado la revolución, al menos en ese año. Los representantes del Tercer Estado eran elegidos
en asambleas que al mismo tiempo redactaban sus “cuadernos de quejas” (cahiers de doléances); y de manera similar
nobleza y clero elaboran los suyos, documentación que nos permite conocer los problemas y aspiraciones de cada
estamento en los momentos alborales de la revolución.
No faltan coincidencias en el conjunto de los cahiers; así comprobamos cómo burguesía y nobleza sostienen la
necesidad de una monarquía constitucional y de la reforma de la administración estatal, mas a la hora de establecer
medidas concretas cada grupo social presenta intereses específicos. Los cuadernos de clero y nobleza se aferran a los
privilegios, pero piden el fin del despilfarro, la regulación de las aduanas interiores y de un sistema unitario de pesos y
medidas, libertad de prensa, reunión periódica de los Estados Generales. Los del Tercer Estado van más lejos al
añadir a la solicitud de las libertades de expresión, reunión y comercio la igualdad de los tres estamentos y la
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abolición del diezmo, la jurisdicción y el monopolio de caza. Los jornaleros de Reims, Troyes, Marsella y Lyon
muestran su preocupación por precios y salarios. Más radicales son algunos cuadernos de campesinos, que piden la
su- presión de cargas e impuestos, pero además se señalan las diferencias entre los braceros sin tierra, obsesionados
por acceder a la propiedad, y los campesinos propietarios, celosos .de reafirmar sus derechos contra cualquier
veleidad de revolución agraria. Las elecciones se celebran en la primavera de 1789; se elige a l.139 diputados y se
redactan 40.000 cuadernos, que nos permiten conocer bien la Francia prerrevolucionaria.
La reunión de los Estados Generales se abre en Versalles el 5 de mayo, presidida por Luis XVI. Los
seiscientos diputados del estado llano igualaban, en número a los de la nobleza y clero, de ahí que se inclinaran por la
reunión en una sola sala y por la votación por individuos, mientras los privilegiados deseaban deliberar por separado
y emitir el voto por estamento, disensión que traduce dos concepciones diferentes de la sociedad -estamentos o
individuos-. Mientras nobleza y clero se reúnen en dos salas reservadas, los diputados del estado llano deliberan en la
gran sala que pronto llamaron «nacional» y exigen que se verifiquen los poderes de los diputados en sesión conjunta.
Los problemas de reglamento consumieron todo, el mes de mayo sin que se discutiera ningún tema, pero en las
deliberaciones del estado llano algunos diputados, Barnave, Mounier, Sieyés, radicalizan a sus compañeros y tratan de
conseguir que se les unan diputados progresistas de los otros estamentos. Por fin Sieyés decide romper con la
legalidad y propone que se considere rebeldes a los que no acudan a la Asamblea del Tercer Estado; el 17 de junto la
reunión se adjudica el nombre de Asamblea Nacional. Tres días después, al encontrar la cámara cerrada y el anuncio
de que Luis XVI presidiría una reunión real, los diputados se trasladan al Juego de Pelota y Mounier propone la
fórmula del juramento: «allí donde se encuentran sus miembros reunidos está la Asamblea Nacional; todos los
miembros de esta asamblea prestarán en este mismo instante solemne juramento de no separarse jamás y de reunirse
cuando así lo exigieran las circunstancias hasta que la constitución del Reino sea establecida... ». En las sesiones
siguientes algunos miembros del clero se unen a los de la burguesía y, finalmente, representantes de clero y nobleza
deciden aceptar la asamblea conjunta para la elaboración de una constitución. Ese día, 27 de junio, comienza la
Asamblea Constituyente, primer período del proceso revolucionario.
9. REVUELTAS POPULARES
Tras la protesta de los privilegiados y la rebeldía de la burguesía los movimientos populares configuran el
tercer plano de la revolución. Ya desde agosto de 1788 las malas cosechas en el campo y los rumores en los centros
urbanos movilizan muchedumbres inquietas. Rudé ha clasificado esta dinámica popular en revueltas políticas, del
hambre y laborales, según estén generadas por las extrañas noticias en tomo a la convocatoria de los Estados
Generales, los problemas de los alimentos o la presión por la elevación de los salarios. En realidad no se trata de
movilizaciones diferentes, ya que la crisis económica se funde con la política, y la prueba es que a los aristócratas que
defienden sus privilegios se les acusa a un tiempo de complot contra la nación y acaparamiento de las provisiones
para vencer, por el hambre, al pueblo. Hambre y miedo son para Godechot las dos coordenadas de la primavera de
1789, pero el miedo -precisa Lefebvre- no es cobardía, provoca una reacción defensiva que estalla en las jornadas de
julio y la leva en masa para oponerse a los movimientos de tropas pretendidamente extranjeras. De los relatos de los
diferentes testigos se pueden vislumbrar los componentes emocionales, los rumores y temores que preceden a la
convulsión del verano; un observador escribe al ministro de Asuntos Extranjeros que todos los días llegan tropas a los
alrededores de París; el librero Hardy anota en su «Diario» que los príncipes acaparan grano intencionadamente.
Por los archivos policiales disponemos de datos minuciosos sobre las revueltas de abril. En el suburbio de San
Antonio sólo se asalta los negocios que venden alimentos, aunque en un par de casos se produzcan manifestaciones
contra fabricantes, acusados de rebajar los salarios.
La insurrección de París el 14 de julio constituye el acontecimiento central de la dinámica popular en la
primera fase de la resolución; su impacto en la opinión se deduce de la multiplicidad de testimonios, desde relatos de
los asaltantes y defensores de la Bastilla hasta las cartas que escriben los habitantes de París aquellas jornadas o los
comentarios de los diputados, de segunda mano, porque se encuentran; todos en Versalles y se limitan a glosar las
noticias que reciben, o la proliferación de hojas y periódicos a partir del día 15. Desde la última semana de junio el
pan ha subido de 9 a 15 sous (sueldos) las cuatro libras, el 12 de julio llega a París la noticia de la destitución de
Necker y al día siguiente el pueblo busca, afanosamente, armas, temiendo un golpe contrarrevolucionario del
monarca. La milicia ciudadana o Guardia Nacional reclutada por el Ayuntamiento provisional tanto para prevenir la
reacción de Versalles como el desorden de los pobres, carecía de armamento y resultaba indispensable disponer de los
fusiles de los inválidos y de los cartuchos trasladados desde el Arsenal a la cárcel real de la Bastilla. Besenval,
comandante de la plaza, se queja en sus «Memorias» de que los soldados favorecieron la entrada de la muchedumbre
en los Inválidos y no tuvo otra opción que retirar la guarnición de la capital. La mañana del 14 de julio otra multitud
más inquieta, con gritos de pan y pólvora, se dirige a la Bastilla, y aprovechando los titubeos del gobernador De
Launey, quien tras el primer tiroteo ordena la bajada del puente levadizo, irrumpe en la fortaleza y asesina al
gobernador y a varios oficiales. La toma de la Bastilla es un símbolo, el pueblo ha ocupado un bastión real, París se
ha perdido para la monarquía. Rudé ha estudiado la composición social de los asaltantes y ha demostrado que
predominan los vecinos del barrio obrero de San Antonio y profesionalmente los artesanos: carpinteros y ebanistas,
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cerrajeros, zapateros, etc., pero no faltan militares y ex-militares; sin embargo, no intervienen las futuras figuras de la
revolución, como Desmoulins y el nuevo comandante de la fortaleza, Danton, que llegaron cuando ya había sido
tomada.
En el verano las revueltas se multiplican por varias regiones de Francia; es el «Gran Miedo» estudiado por
Lefebvre. Se rumorea que los aristócratas reclutan bandidos y los campesinos se apresuran a organizarse en grupos
armados. Excitados, al no encontrar a los presuntos bandoleros, se revuelven contra los señores e incendian los
castillos, en los que se guardaban las listas de inscripción de rentas y obligaciones feudales. En la jornada del 4 de
agosto, cuando la Asamblea decide la abolición de tales obligaciones, influyen las noticias de los incendios. El 5 de
octubre otra subida del pan provoca una marcha de iracundas mujeres sobre Versalles, lo que motiva el regreso del
Rey y la Asamblea Nacional a París.
Estas movilizaciones populares se repiten intermitentemente a lo largo de los años de la revolución e impiden
en unas ocasiones la vuelta atrás y en otras radicalizan los programas al situar en centros de decisión a los exaltados:
- en la primavera y verano de 1791 se suscita un extenso movimiento salarial, cuyo portavoz fue el Amigo del
Pueblo, de Marat, carpinteros, sombrereros y tipógrafos exigen el establecimiento del salario mínimo; una asamblea
de obreros que representa a 80.000 asociados es declarada ilegal al aprobarse la ley Le Chapelier, que prohíbe las
asociaciones obreras;
- con la guerra y la inflación se desata una oleada de revueltas en 1792, las más extensas en tomo a Chartres.
El movimiento comienza entre los pobres, leñadores, y herreros del bosque de Conches y el valle del Eure. Las
bandas fijan precios del pan y de los cereales, y posteriormente de otros artículos. En 1792 los sans-culottes o
desharrapados de París pla- nean el asalto a las Tullerías, que desmonta la monarquía; en 1794 las exigencias
desorbitadas de salarios por encima de la evolución de los precios contribuyen a la reacción en pro de una revolución
ordenada y al derrocamiento de Robespierre y los jacobinos.
Son muchos los momentos y decisiva su influencia en la orientación de los acontecimientos, comprobación
que obliga a revisar la tesis tradicional de un proceso monopolizado y acaparado por la burguesía. Los estudios de
Soboul sobre los «sans-culottes» y de George Rudé sobre el conjunto de los movimientos de masas y la composición
social de algunos aportan a la historiografía de la revolución el papel del cuarto Estado, de los artesanos, pobres y
parados.
DOCUMENTOS
1. COMENTARIOS DE JEFFERSON SOBRE LA CONSTITUCION NORTEAMERICANA
Tras la lectura, subrayar y glosar los siguientes puntos: rasgos fundamentales de la Constitución, puntos que
debieran haberse incluido, defectos, según Jefferson. Puede contraponerse planteamiento federal a no federal. ¿Qué
postulados de la ideología liberal se consignan en esta Carta Magna del pueblo americano?
«Virginia insistirá en anexar una declaración de derechos a la nueva Constitución, es decir, un documento en
el que el gobierno declare: 1º la libertad religiosa; 2º la libertad de prensa; 3º que el juicio por jurados se mantendrá
en todos los casos; 4º que no habrá monopolios en el comercio; 5º que no habrá ejército permanente.
Hay solamente dos enmiendas que deseo sean aceptadas: 1. Una declaración de derechos, que interesa de tal
modo a todos que me imagino que será aprobada. La primera enmienda propuesta por Massachusetts responde en
cierto grado a ese fin, pero no del todo. Hará demasiado en algunos casos y demasiado poco en otros. Atará al
Gobierno Federal en algunos casos en que debiera tener libertad y no le coartará en otros en que la restricción sería
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justa. La segunda enmienda que me parece esencial es la restauración del principio de rotación obligatoria,
particularmente para el Senado y la Presidencia, pero sobre todo para la última. La reelegibilidad hace del presidente
un funcionario vitalicio y los desastres inseparables de una monarquía electiva hacen que sea preferible, si no
podemos desandar ese paso, que sigamos adelante y nos refugiemos en una monarquía hereditaria. Pero al presente no
tengo esperanza alguna de que sea corregido ese artículo de la Constitución, porque veo que apenas ha provocado
objeciones en América. Y si no se hace esa corrección inmediatamente, no se hará nunca, de seguro. El desarrollo
natural de las cosas hará que la libertad vaya cediendo mientras el gobierno gana terreno. Hasta ahora nuestros
espíritus son libres. Nuestro celo dormita solamente por la confianza ilimitada que tenemos todos en la persona a
quien todos consideramos como nuestro presidente. Quizá puedan sucederle personalidades inferiores que nos
despierten al peligro a que nos han conducido sus méritos.
Os felicito por la adhesión de vuestro Estado a la nueva constitución federal. Ésta es la última de que he
tenido noticia, pero a diario espero saber que mi propio Estado ha seguido el buen ejemplo, y supongo que ha
decidido ya hacerlo así. A nuestro gobierno era necesario fortalecerle, pero debemos tener cuidado de no pasarnos de
un extremo al otro y no fortalecerle demasiado. Confieso que me adhiero a la opinión de los que creen que es
necesaria una declaración de derechos. Entiendo también que el abandono total del principio de rotación en los
cargos de presidente y senador terminará en abuso. Pero confío en que nuestros compatriotas mostrarán durante
mucho tiempo bastante virtud y buen sentido para corregir los abusos. Podemos jactarnos seguramente de haber
dado al mundo el bello ejemplo de un gobierno reformado únicamente por el razonamiento, sin derramamiento de
sangre. Pero el mundo está demasiado oprimido para aprovechar ese ejemplo. En este lado del Atlántico la sangre del
pueblo se ha convertido en bien hereditario, y los que se enriquecen con él no lo abandonarán fácilmente.
Decís que me han presentado ante vos como un antifederalista y me preguntáis si eso es justo. No soy
federalista, porque nunca he sometido el sistema total de mis opiniones a la doctrina de partido o de hombre alguno
en religión, en filosofía, en política ni en ningún asunto en que fuera capaz de pensar por mí mismo. Semejante
sometimiento es la última degradación de un ser libre y moral. Si no pudiera ir al cielo más que perteneciendo a un
partido, no iría en absoluto. Por lo tanto, no pertenezco al partido de los federalistas. Pero estoy mucho más lejos del
de los anti-federalistas. Aprobé desde el primer momento la mayor parte de los puntos de la nueva Constitución: la
consolidación del gobierno, la división de poderes en ejecutivo, legislativo y judicial; la subdivisión del legislativo, el
arreglo feliz de los intereses entre los Estados grandes y pequeños mediante la diferente manera de votar en las
diferentes asambleas; el voto por personas en vez de por Estados, el derecho calificado al veto de las leyes concedido
al ejecutivo, aunque yo hubiese preferido que se hubiera otorgado ese derecho también al judicial, como en Nueva
York, y la facultad de fijar impuestos. Al principio pensé que esta última podía haberse limitado. Pero una pequeña
reflexión me convenció pronto de que no debía serio. Lo que desaprobé desde el primer momento también fue la
falta de una declaración de derechos, para defender la libertad tanto contra la rama legislativa como la ejecutiva del
gobierno, es decir, para asegurar la libertad religiosa, la libertad de prensa, la libertad contra los monopolios, la
libertad contra el encarcelamiento ilegal, la libertad contra un ejército permanente, y el juicio por jurados en todos los
casos determinables por las leyes del país. Desaprobé también la reelegibilidad perpetua del Presidente. Me adhiero,
pues, a esos puntos de desaprobación.
Con respecto a la declaración de derechos, supongo que la mayoría de los Estados Unidos son de mi opinión,
pues entiendo que todos los antifederalistas y una proporción muy respetable de los federalistas piensan que debería
agregarse ahora esa declaración. La parte ilustrada de Europa nos ha concedido el mayor crédito por haber inventado
el instrumento de seguridad para los derechos del pueblo y se ha sorprendido no poco al vernos dejarlo de lado tan
pronto.»
«Los comunes, de una parte, y de otra los órdenes privilegiados, llegaban para hacerse la guerra y sus querellas
comienzan sobre las formas de deliberación. La nobleza y el clero, reunidos con la doble intención de arrancar
cuantas conquistas pudieran al Trono y de ceder lo menos posible ante el pueblo, se aferraban con fuerza a las
fórmulas de 1614. Estas fórmulas, que otorgaban a cada orden el derecho de deliberar por separado y de oponer su
voto negativo a las propuestas de los otros dos órdenes, les garantizaban la conservación de sus privilegios y les
proporcionaban un medio, haciendo valer ante el rey la utilidad de su voto, de obtener ventajosas concesiones. Los
comunes, que, sin ideas fijas, se proponían nada menos que debilitar los privilegios y recuperar lo que los órdenes
superiores habían usurpado, defendían vigorosamente la deliberación por cabeza, y como en estas dos fórmulas de
deliberación los unos veían su medio de conservación, los otros su esperanza de progreso, como los primeros tenían a
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su favor el uso establecido los otros la razón natural, era imposible que los debates tuviesen término si no se resolvían
por intercesión del gobierno o por el poder del pueblo.
Tal era la situación de estos dos poderes, de los cuales uno acababa de nacer y el otro se disponía a morir.
Varias provincias hablan experimentado ya una larga agitación, cuando las asambleas de distrito y la
composición de los «cahiers» admiraron a todos los espíritus, inspiraron a las diferentes clases pretensiones
contrarias, llenaron al Tercer Estado de esperanzas y le dieron el sentimiento de su fuerza.
Causas naturales o sociales habían producido al mismo tiempo una gran escasez de subsistencias y provocado,
en muchas ciudades, motines populares.
En fin, la capital, cuya inmensa población debía desempeñar sobre los acontecimientos tan decisiva influencia,
agitada por las elecciones y por los diferentes escritos con que todos los partidos la habían inundado, se encontraba
todavía recelosa...
Si el gobierno, cortando los debates que se suscitaron entre los órdenes, hubiera acudido en apoyo de los
comunes antes de que hubieran comprendido toda su fuerza: si, desde los primeros días, su influencia hubiese
impedido a los órdenes a deliberar en común, es probable que la hubiera adquirido decisiva sobre las resoluciones;
que, conforme a la disposición que reinaba entonces entre los diputados, el trabajo se hubiera completado en menos
tiempo; que, previniendo las violentas convulsiones a las que los sucesos que siguieron entregaron al reino, el trabajo
de la Asamblea no hubiera estado determinado en todo su curso por la atmósfera inflamada del pueblo en estado de
revolución; que los antiguos elementos del cuerpo social, trabajando de acuerdo para conseguir una nueva fórmula, no
se hubieran dividido con odios abiertos ni esgrimido su fuerza, y el resultado del trabajo hubiese sido una transacción
entre los diversos partidos, un acuerdo nuevo sobre lo que existía antes que un rechazo total.»
BARNAVE: Introduction á la révolution francaise.
«... ¿es necesario probar que la mayoría son ilusorios? ¿Y que desde luego la abolición de todos los privilegios
que proclama la divisa de la medalla proyectada es bien real cuando implica, como así ocurre, el rechazo de los
derechos señoriales, el rechazo de las banalidades y el rechazo de los derechos feudales sobre la tierra?
En cuanto a la abolición de la mano muerta y de los otros derechos feudales que pesaban sobre las personas,
deben necesariamente caer con la promulgación de la ley fundamental que establecerá la libertad del individuo.
Con respecto a la abolición de los derechos de caza, cotos, palomares, diezmos señoriales, etc., abusos
lamentables, deben caer también con la promulgación de la ley fundamental que asegurará a cada ciudadano el
disfrute apacible de su propiedad y fijará el reparto proporcional de los impuestos.
Una vez establecida la libertad civil, ¿no se convierten las justicias señoriales en un privilegio tan inútil como
oneroso? El sacrificio de su abolición se reduce por tanto a nada.
En resumen, casi todos estos privilegios particulares caerán necesariamente por la promulgación de leyes
generales que deben revocarlos: ¿por qué pues hacerlos objeto entretanto de disposiciones concretas?
...Si se considera que la mayor parte de las reformas anunciadas no pueden tener más que un efecto lejano, que
ninguna va a aliviar inmediatamente la miseria del pueblo y los males del Estado, si se considera que es pan lo que los
desgraciados necesitan ahora, si se considera el deterioro de los bienes de la tierra que ha seguido a la supresión de los
privilegios de caza, si se considera la pérdida de un tiempo precioso en debates interminables sobre estas conquistas
particulares, que retrasan la gran obra de la Constitución, único medio de recuperar la paz, la confianza, el crédito, de
establecer la seguridad y la libertad, de cimentar la felicidad pública, se lamentará que los Estados Generales hayan
sacrificado a pequeños asuntos el tiempo destinado a los grandes temas.»
MARAT: L’Ami du peuple, 21 septiembre 1789.
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2. EL CONSULADO
El Directorio de cinco miembros constituido después del golpe termidoriano de 1794 tiene que hacer frente a
una doble oposición: los realistas, que consideran que la revolución ha terminado y los Borbones deben ocupar
nuevamente el trono francés, y los jacobinos, que creen que la revolución ha sido traicionada y deben defenderla.
Los realistas se apoyan en un nuevo levantamiento en La Vendée y en la conquista de un alto número de
asientos de diputados. Los jacobinos obtienen también resultados favorables en las elecciones. El Directorio somete
militarmente el levantamiento de La Vendée y anula los resultados electorales. La burguesía francesa, deseosa de
estabilidad, se apoya en los generales, de los cuales el más prestigioso tras sus campañas en Italia y Egipto, Bonaparte,
es nombrado comandante de las tropas parisinas. Tras un verano catastrófico, con derrotas militares en el exterior y
conspiraciones constantes en el interior, se produce el golpe de Estado de 18 Brumario (9 noviembre de 1799), que
coloca al frente del poder ejecutivo a tres cónsules: Bonaparte, Sieyés y Ducos. Se inicia la carrera política de
Bonaparte, cuyas atribuciones son superiores a los otros dos cónsules. Primer cónsul, consulado vitalicio, imperio,
serán los tres jalones que señalen la conversión de un hombre todavía poco conocido en Francia en la clave de una
etapa de la historia europea.
¿Duraría el consulado? ¿O sería interrumpido por un nuevo golpe de Estado? Bonaparte va a cerrar el período
de rupturas traumáticas e inaugurar un período de estabilidad política y de autoridad personal ilimitada.
El nuevo régimen se articula en la Constitución del año VIII ( 1800). Sieyés lo resumió: «la autoridad viene
de arriba y la confianza de abajo». A diferencia de las constituciones precedentes, la Consular carece de declaración
de derechos; el distanciamiento con la Francia de 1789, cuyo primer texto trascendental es una Declaración de
derechos del hombre, es evidente. De la misma manera se olvida la división de poderes; el primer cónsul acumula
poderes ejecutivos y legislativos, los otros dos cónsules quedan relegados a funciones consultivas. Se establece el
sufragio universal, pero Sieyés consigue hacerlo ineficaz mediante el sistema de listas de notabilidades. Los
ciudadanos deben elegir a los notables del municipio, los cuales eligen a los del departamento, quienes a su vez eligen
a los notables nacionales; es un procedimiento indirecto, de aplicación complicada, por lo cual en 1802 se sustituye
por los colegios electorales; los ciudadanos votaban en las asambleas populares a los componentes de estos colegios,
en cuyo seno se desenvolvían las posteriores elecciones.
La Constitución era breve y dejaba amplio margen a la interpretación. Sobre las tres Asambleas -Cuerpo
consultivo, Senado y Tribunado-, y sobre la administración local, dirigida por prefectos, puede ejercer una influencia
decisiva el primer cónsul.
La acentuación del poder personal culmina en la designación de Bonaparte como cónsul vitalicio, tras un
senado-consulto, en el que el pueblo francés agradece a Bonaparte la firma de la paz de Amiens con Inglaterra
(1802). La Constitución sufre varias modificaciones. Bonaparte puede designar a su sucesor, se eleva su presupuesto
de gastos de medio millón a seis millones de francos, convoca o aplaza la reunión de los órganos legislativos,
4. LA GOBERNACION DE FRANCIA
La estructura de gobierno que Napoleón monta en Francia respeta los principios teóricos de la revolución,
pero los atenúa al servicio de la concentración de poder y por otra parte contribuye al resurgimiento de algunos
valores sociales de la monarquía, como si su misión consistiera en la síntesis del régimen antiguo y el nuevo. Según
Ponteil, trató de «aristocratizar la sociedad», construyendo una nueva jerarquía que se apoyase en los méritos
personales y los servicios al Estado y no en el nacimiento. Con la creación de senadurías territoriales dotadas de
elevadas remuneraciones para los servidores del Emperador y con el reglamento de la familia imperial se dan los
primeros pasos hacia la creación de la nueva nobleza, cuyo estatuto se publica en marzo de 1809: príncipes,
miembros de la familia y grandes signatarios reciben títulos transmisibles por vía hereditaria, ministros, secretarios y
consejeros de Estado son condes vitalicios; presidentes de Cortes de justicia, obispos y alcaldes de ciudades grandes,
barones; los miembros de la Legión de Honor, caballeros. A las acusaciones de que se traiciona la igualdad de la
revolución, Napoleón replica que esta pirámide de títulos constituye el mejor procedimiento para desarraigar la clase
nobiliaria borbónica, y, en efecto, Bergeron, historiador de la sociedad de la época, estima que la nobleza imperial
nació de la hostilidad hacia la del Antiguo Régimen, al menos la no atribución de privilegios fiscales a los títulos
señala una diferencia fundamental con la sociedad de órdenes extinguida en 1789.
Teóricamente no queda abolido el dogma rousseauniano de la soberanía nacional, que constituía la esencia
misma de la revolución en el dominio político, ni existe inconveniente para mantener el sufragio universal pero, en
realidad, el poder “viene de arriba”, como subraya Sieyés en 1800, y al pueblo sólo se le pide su confianza en esa
manifestación de democracia controlada del plebiscito. Todos los ciudadanos son invitados a contestar
afirmativamente a las consultas plebiscitarias, todos intervienen para elegir a los miembros de las asambleas
cantonales, que a su vez elegirán, entre candidatos a los que se exige «alto nivel de renta», a los miembros vitalicios de
los colegios electorales, quienes votarán -tras esta serie de filtros- simplemente a aspirantes entre los que ha de elegir
el Senado o el Gobierno. Sólo hombres ricos y dóciles pueden llegar a sentarse en una cámara y ninguna relación
tendrá su escaño con las inclinaciones de los ciudadanos.
El poder legislativo terminó convirtiéndose en una fachada. Las sesiones de la cámara baja se acortan
paulatinamente (más de dos meses en 1805, cinco semanas en 1811) y sus tres comisiones (legislativa,
administración y finanzas) están formadas por funcionarios dóciles. El Senado, único órgano que conserva ciertas
atribuciones, entre ellas el examen de la constitucionalidad de las disposiciones, se aristocratiza y corrompe con
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prebendas generosas a todos sus miembros, y, por otra parte, al suprimirse el tribunado en 1807 se vuelve inviable la
presentación de un recurso de inconstitucionalidad y el gobierno puede emitir reglamentos sin el menor obstáculo
jurídico. El Consejo de Estado prepara la obra codificadora del Consulado, pero posteriormente es marginado. De
manera similar pierden atribuciones los ministros, de nuevo, funcionalmente, secretarios de despacho que nada
pueden decidir sin el refrendo del Emperador. Las personalidades fuertes, como Talleyrand o Fouché, son
reemplazadas por hombres oscuros y devotos, como Champagny y Savary. Los prefectos, casi omnipotentes en los
departamentos, obedecen totalmente al ministro del Interior. «Las ideas generales» deben partir del centro», escribe
Luciano Bonaparte, y remacha en las «Instrucciones generales de 1812 Montalivet: «Es necesario que en el centro se
sepa todo lo que se hace». La correspondencia de los prefectos con el ministerio, a donde han de consultar cualquier
decisión aunque en la prefectura sean auténticos procónsules, constituye una fuente histórica de primera magnitud
para examinar de cerca el funcionamiento de la maquinaria burocrática.
La justicia se adaptó a las tendencias autoritarias del sistema. En 1808, 68 magistrados son destituidos, 94
dimiten. Bajo el emperador se completa la elaboración del código civil, iniciada bajo el Consulado. Pero si en algunos
aspectos esta codificación señala líneas del derecho europeo del siglo XIX, en otros suponía la vuelta al Antiguo
Régimen, cuando el rey era fuente de derecho. La palabra corte sustituye a la palabra tribunal, la instrucción de los
procesos se hace secreta, se crean jurisdicciones especiales, se endurecen las sanciones penales, al par que aumentan los
poderes de la policía. Se ha llamado a Napoleón inventor de la «alta policía»; cuerpos de élite constituyen una
extensa guardia personal; se confeccionan fichas de funcionarios y personalidades, con el pretexto de poseer una
estadística moral del imperio; la represión policial se escapa al control judicial y es posible la detención arbitraria, si
bien las cifras de presos, en 1814, fueron inferiores en doscientos a 1 con respecto a las del período del Terror
jacobino.
El control de la prensa constituyó otro objetivo del régimen. Bonaparte tras la paz de Amiens, intentó orientar
la línea informativa de los grandes diarios parisinos, colaborando en Le Moniteur, y, al fracasar, a partir de 1805
inicia una sistemática labor de reducción, hasta el número de 13, que aún le parecía excesivo. «Es necesario imprimir
poco y lo menos será mejor», dice al príncipe Eugenio. Todavía en 1806 Le Moniteur proclamaba: «La libertad de
prensa es la primera conquista del siglo. El Emperador desea conservarla. Pero en 1807 se empieza a hablar de
censura, que se restablece en 1810. En agosto de este año se decreta que no habrá más que un periódico por
departamento, y cuatro en París; se suprimen 97 de las 157 imprentas parisinas y se impone a impresores y libreros
un juramento; son medidas destinadas a impedir cualquier publicación que incline a los ciudadanos a olvidar sus
deberes hacia el soberano y el Estado. Los teatros son vigilados a veces de manera mezquina, mediante la censura de
los textos de las obras, la supervisión financiera y la reducción de su número a ocho en París. Latreille subraya que
estas medidas fueron organizadas por viejos revolucionarios, como Fouché y Roederer.
Las relaciones con la Iglesia Católica constituyen un capítulo clave, no exento de contradicciones. Tras la
firma de un Concordato es la única institución religiosa cuyo culto se permite. Pero este reconocimiento oficial no
fue obstáculo para que algunos colaboradores, como Bernier, convertido en obispo de Orleans, intentaran robustecer
la autoridad imperial predicando a los ciudadanos una moral cívica apoyada en el respeto, la obediencia y la fidelidad,
llegando a la tronolatría en jaculatorias hiperbólicas: «Napoleón, Emperador nuestro, imagen de Dios y depositario
de su poder sobre la tierra ... ». El «Catecismo para uso de todas las iglesias del Imperio francés», que recogía un
muestrario de obligaciones cívico-religiosas, suscitó reservas entre los obispos, que se resistieron a colaborar en esta
labor contumaz de adoctrinamiento de los espíritus.
5. LA SOCIEDAD FRANCESA
Nadie, entre los historiadores actuales, ha rechazado la tesis de Bergeron de que Napoleón ataca con la
creación de la nobleza imperial los residuos de privilegio del viejo estamento aristocrático; no obstante , esta
constatación no es incompatible con la de que en conjunto la sociedad del imperio se caracteriza por la recuperación
de la preeminencia de los notables –aristocracia, alto clero y alta burguesía-, que en la fase exaltada de la revolución
habían visto arrollado se status por el ímpetu igualitario del cuarto Estado.
Se asiste en primer lugar a la restitución de la propiedad agraria de la nobleza. Varias disposiciones levantan el
secuestro sobre los bienes de los emigrados, excepto los bosques útiles para la defensa nacional –la madera constituye
la base de la marina de guerra-. En principio se exceptuaba a los emigrados cuya fortuna excedía los 100.000 francos,
pero esta cláusula no fue aplicada, y ante la inquietud de los revolucionarios Napoleón llegó a confesar a Roederer
que había cometido el error de devolver su poder económico entero a los borbónicos en vez de poner un límite de
6.000 reales de renta, como aconsejaba la prudencia. En conjunto se ha evaluado que la nobleza recupera un cuarto
del patrimonio perdido por confiscaciones y ventas. Resulta demostrativo que en una encuesta ordenada bajo el
Consulado para conocer los mayores contribuyentes por impuesto territorial sean nobles los que encabezan la
mayoría de los departamentos. La Fayette es uno de los que reconstituye su patrimonio. Al mismo tiempo se
consolida la adquisición de propiedades agrarias por la alta burguesía, lo que contribuye a la reconstitución de
grandes dominios.
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Pero no es la tierra la única fuente de riqueza en una época de rápido desarrollo; con el impulso demográfico y
la concentración de la población en ciudades se potencian los beneficios de la propiedad inmobiliaria. El comercio,
cuyos centros impulsores son los puertos, es el generador de las mayores fortunas, que en bastantes casos sobrepasan
el millón de francos e incluso el millón y medio. Se puede comprobar con sorpresa que la Revolución ha contribuido
a incrementar las fortunas de finales del Antiguo Régimen; así los Perier con la compra de bienes de emigrados
controlan las minas de Anzin; los Dietrich y Wendel dominan las forjas; en la Banca se refuerza la prepotencia de los
Malet o Hottinguer. Aunque no faltan nuevos apellidos en el coto de los plutócratas preponderan los que antes de
1789 figuraban en los protocolos notariales como hombres fuertes del comercio y de la industria y en la encuesta de
1810 reaparece toda la gran burguesía de negocios del Antiguo Régimen.
La máxima novedad estriba en el grupo denominado notables. Napoleón se resistió a aceptar que la credencial
para ingresar en él fuese la fortuna, «no se puede hacer un título de la riqueza», dice, pero la dinámica social
desbordó sus previsiones y el dinero se convirtió en criterio esencial para participar en la vida política. Se ha
comprobado que la mayoría de los rechazos de propuestas de ennoblecimiento se basan en fortuna insuficiente, y en
otros casos en falta de notoriedad o no ejercicio de función pública. Con la reforma del año X los miembros de los
colegios de Departamento debían ser elegidos con carácter vitalicio entre los 600 mayores contribuyentes, cuyas listas
nos permiten conocer las familias y grupos que desde entonces dominaron en la vida política de Francia a lo largo de
un siglo. En París, en 1811, el número mayor corresponde a propietarios y rentistas (cerca de 250), comerciantes
(72) y altos funcionarios (54), seguidos de notarios (22) y banqueros (15). Jean Tulard ha resumido la composición
de esta clase hegemónica, nueva y vieja a un tiempo, nueva por su papel, vieja por su composición: «¿Qué es un
notable bajo el Imperio? Un propietario (muy frecuentemente un antiguo noble), un rentista, un gran negociante, un
hombre de leyes, muy frecuentemente notario o abogado, cuyas rentas inmobiliarias son generalmente superiores a los
3.000 francos». El propósito de Napoleón es ante todo la estabilidad de su régimen, de ahí que se incline a los
títulos y apellidos que la historia ha probado que perduran, y en segundo lugar el prestigio, de ahí la creación de la
Legión de Honor y los nuevos títulos nobiliarios, no tan sólo para retribuir servicios sino para modelar una clase que
no desmerezca en lustre de las que pueden exhibir las potencias enemigas.
Las clases populares, obreros, artesanos, pequeños propietarios agrícolas, son marginadas de la vida política
pero ha de desecharse la vieja tesis de una fase miserable para ellas. El Consulado y el Imperio se inscriben entre dos
depresiones, la de 1798 y la de 1817, fecha a partir de la cual se inicia una tendencia a la baja; es un cielo de precios
altos pero en correlación también de salarios altos en una coyuntura económica favorable, a la que se suma el
estímulo de las guerras sobre sectores industriales básicos. Por añadidura, las levas de hombres para la «Grande
Armée» entre obreros y campesinos provocan escasez de mano de obra y contribuyen a evitar el paro y a sostener el
poder adquisitivo de los salarios. Con la inflexión de la coyuntura después de 1817 campesinos y obreros pudieron
creer que el Imperio había sido una edad de oro y en estos sectores medró la leyenda napoleónica.
Pero esta óptica de fase expansivo ha de matizarse, de la misma manera que ha de corregirse el de sociedad
abierta en la que el ascenso se puede conseguir por méritos personales. La expansión fue interrumpida por crisis
económicas de diverso signo, que Bouvier ha clasificado en agrícolas (1811-12), industriales (1810-11) y de
deflación ligada a la guerra (1812-1815); con respecto a la movilidad social, se citan casos como el de Murat o
Massena, pero son ejemplos excepcionales de ascenso y siempre ligados al ejército, única bandera de promoción social
para los ciudadanos carentes de fortuna. Ni se puede sostener que fuera una sociedad de ósmosis fácil, con pasos
frecuentes o matrimonios intergrupo, antes bien, la jerarquía que Napoleón estableció en nueve categorías fue una
estructura rígida, sin dinámica interna. Regreso al orden en beneficio de los notables, recuperación de la preeminencia
nobiliaria, afirmación de la alta burguesía, jerarquización inflexible, son rasgos definitorios.
6. DEMOGRAFÍA Y GUERRA
Para los designios napoleónicos constituyó un instrumento básico la potencia demográfica de Francia, el
Estado más populoso de Europa; 28 millones de habitantes en 1789, 29 millones en 1800, 30.3 en 1815 (P.
Goubert y J. Dupáquier), mientras España no excedía mucho, al estallar la revolución, los diez millones e Inglaterra
no los alcanzaba. El Emperador, espoleado por exigencias militares de levas sucesivas, estimula las tendencias
populacionistas, exaltando a los padres de familia, excluyendo del Senado a los solteros, etc., y consigue elevar la
nupcialidad tras la flexión que experimenta en los primeros años del siglo. Pero las curvas de natalidad no siguen a las
de nupcialidad, ya que caen paulatinamente desde índices del 37 por 1.000 del postrer decenio del Antiguo Régimen
hasta el 32 por 1.000 de los últimos años imperiales, llamando en particular la atención de los demógrafos su
hundimiento a partir de 1810, único caso en Europa. Tal contracción de los nacimientos preocupó a unos dirigentes
que necesitaban mantener la altura de las conscripciones cuando se enfrentaban a cotas de mortalidad elevadas por la
conjunción de epidemias, hambres y guerras. Aunque una transformación de la dieta con la inclusión del maíz y la
patata ha hecho pensar en una revolución alimentaria, de las investigaciones efectuadas hasta el momento se
desprende que todavía las hombrunas jugaron un papel determinante en las tasas de mortalidad, al menos en algunas
regiones de Francia; por ejemplo, en el Var es perceptible la correlación precio de trigo-estadística de fallecidos:
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Año Muertos Precio trigo
1810 8.517 33.08 francos
1811 9.262 42.86
1812 10.742 42.99
A pesar de estos frenos la población de Francia crece en más de un millón de habitantes durante los dos
lustros napoleónicos, lo que suscita la pregunta: ¿cuál es el impacto demográfico de la serie de campañas de la Grande
Armée en un momento en que la guerra se basa en grandes batallas de destrucción? A mediados del siglo XIX un
oscuro investigador, Puillet, utilizando como baremo el excedente femenino efectuó un cálculo sorprendentemente
exacto, de 1.300.000 a 1.400.000 muertos; posteriormente diversos autores (Taine, Lavisse) lo elevaron hasta
1.700.000, y algún antropólogo incluso a 4 y 5 millones. Hacia 1930 Meynier, utilizando un fichero de oficiales
heridos y muertos en campaña y estableciendo un índice multiplicador reduce la cifra hasta 427.500. Sólo en los
arios 50 se empieza a utilizar el censo de 1815, que proporciona unas cifras de algo más de 800.000 pérdidas, tan
baja en estimación de los historiadores que han utilizado otras fuentes que se ha llegado a pensar que se trataba de
una cuestión insoluble. Basándose en datos parciales Houdaille ha estimado algo menos del millón de muertos, pero
habría que añadir los desaparecidos, con los que -según Pierre Goubert- podrían calibrarse las pérdidas de guerra
entre 1792 y 1815 en 1.300.000, es decir, la cifra inicialmente calculada por Puillet, lo que supone una media de
60.000 muertos por año.
Se puede concluir que para Francia las campañas contra las potencias europeas supusieron una sangría enorme
de hombres, pero no hasta el punto de debilitar su potencia demográfica, ya que la población aumenta y los
historiadores sospechan que tampoco se puede imputar a los grupos biológicamente activos, los que se enrolan en los
ejércitos, la casi totalidad de las pérdidas.
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por concentrar en un punto la máxima potencia de fuego exige una participación cada vez más intensa de la artillería
(batallas de Wagram, Firedland y Borodino).
Frente a ejércitos superiores en número, Napoleón obtiene victorias ininterrumpidas, que se deben más que a
los principios teóricos a maniobras tácticas, a su capacidad para realizar sobre el campo lo que ha previsto antes sobre
los planos. Dos tácticas pueden distinguirse en la serie de sus batallas:
a) Maniobra de líneas envolventes (ej. Ulm, 20 de octubre de 1805). El denominado ejército pasivo se sitúa
en un lugar fácil de defender, donde sea casi imposible la ruptura, mientras el activo se mueve rápidamente durante la
noche y corta las líneas de comunicación del enemigo. El efecto psicológico del corte, aparte de la interrupción de los
abastecimientos, es decisivo.
b) Maniobra de líneas interiores (Austerlitz, 2 diciembre de 1805). En ella radica la verdadera genialidad del
gran general francés, que la adopta cuando no dispone de superioridad numérica. Hasta Napoleón se considera
posición óptima la del ejército envolvente; con él se comprueba que puede resultar fatal porque alarga las filas en un
gran espacio de terreno, mientras que el ejército en posición central concentra efectivos en un punto y los traslada sin
dificultad de un ala a otra.
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- la táctica de hostigamiento de las Guerrillas -que se apoya en una orografía montañosa- convierte la
península en un gigante campo de pesadilla, donde ninguna estrategia, ninguna táctica es posible ensayar.
- la intervención inglesa impide el control del mar por los franceses, que no disponen de otro puerto que
Barcelona, intermitentemente Valencia y Lisboa, y no llegan a tomar Cádiz; y por otra parte Wellington amenaza por
los valles fluviales con el corte transversal (Oeste-Este) de las comunicaciones.
En 1810 y 1811 el ejército francés, comandado por Soult, llega a ocupar casi toda la península, pero siempre
es precaria la continuidad de sus líneas de abastecimiento. En los años 1809 y 1810 Napoleón obtiene contra la 5º'
coalición éxitos militares como Wagram, y diplomáticos, como su matrimonio con María Luisa de Austria, tras su
entrada en Viena. Otra vez el continente está bajo su dominio, pero pierde la alianza rusa, mientras Inglaterra
incrementa su acoso marítimo y España desgasta incesantemente la potencialidad terrestre del coloso. España
constituyó e primer error de Napoleón, Wellington lo comprendió: «Si la fuerza de España dura, Europa se ha
salvado».
9. EL BLOQUEO
La confrontación bélica entre el gigante terrestre, Francia, y oceánico, Inglaterra, se traslada al campo
económico ante la evidencia de que ninguno de ellos consigue éxitos decisivos; Trafalgar no ha hundido a Napoleón
ni Austerlitz instalado su definitivo predominio La marina británica obstaculiza desde 1805 las comunicaciones
marítimas para los franceses; la respuesta será contrabloqueo que impida la conexión económica de la Isla con el
continente y a la proclama del gobierno de Londres declarando a todos los puertos europeos en situación de bloqueo
para admitir o remitir mercancías a Francia, replica el decreto de Berlín de 21 de noviembre de 1806, en el que el
Emperador anuncia que «las Islas Británicas se encuentran en estado de bloqueo: todo comercio o correspondencia
con ellas quedan prohibidos. Indiscutible es la supremacía inglesa en el mar: destrucción de las flotas francesas;
multiplicación de la marina de guerra con enorme consumo de madera sueca y noruega y de calidades especiales como
la madera curva monopolizada por la Royal Navy (50 barcos en 1803, 240 en 1814); bombardeo de Copenhague en
1807 cuando se rumorea que va a pasarse con barcos a Napoleón. Entretanto, Francia somete a secuestro todas las
mercancías que desde Holanda hasta la costa danesa pudieran ser enviadas a las Islas.
Bloqueo marítimo y bloqueo continental, respectivamente, cada potencia intenta asfixiar a la otra en el medio
que controla. Después de Tilsit Inglaterra vive horas dramáticas. En sus relaciones con Europa del Norte las
exportaciones y la importación de hierro, cobre, madera, alquitrán, se reducen a un tercio, pero más grave es el
deterioro de sus relaciones con los Estados Unidos, abogados de la libertad de los mares, tras la ley de embargo
solicitada por el presidente Jefferson, que la deja sin una de sus fuentes de algodón y sin el más importante cliente de
sus productos manufacturados. Se ha dicho que la angustia inglesa por sus aprovisionamientos y el crecimiento de su
deuda sólo encontraron salida con el levantamiento español, que creó fisuras en el bloqueo continental y permitió un
mayor aprovisionamiento de lana, remedio al hambre de algodón, y comunicaciones comerciales abiertas con la
América hispana, pero Francois Crouzet ha mostrado que la situación fue mucho más compleja y que a la apertura de
las Américas del Sur y Central ha de añadirse la constatación de que el comercio inglés nunca estuvo en situación de
estrangulamiento total, puesto que se compensó la clausura de la Europa atlántica con el tráfico mediterráneo desde
bases diversas (Messina, Malta), Canadá no dejó de remitir cereales, y por otra parte el progreso de la agricultura por
la extensión de los cultivos permitió aminorar la dependencia de la Isla en trigo.
La estrategia napoleánica de bloqueo se basó en dos puntos: asfixia de Inglaterra y subordinación de la
economía continental a las necesidades de Francia. Algún economista francés, por ejemplo Coquebert, jefe de la
sección de Estadística, soñaba con la unificación del continente tras la supresión de cualquier barrera aduanera entre
Estados de obediencia imperial, pero Napoleón, con una visión menos amplia, procuró afianzar la dominación
política con la económica montando un sistema de intercambios en el que las naciones europeas proporcionarían
abastecimientos y materias primas y comprarían mercancías francesas.
Para Francia, los efectos del bloqueo fueron gravísimos:
- ruina de los puertos; Burdeos vio desaparecer de sus muelles las mercancías americanas (azúcar y algodón),
los barcos de Marsella redujeron su actividad a navegación de cabotaje,
- hambre de algodón, sin que tentativas como la del cultivo en Nápoles pudieran evitar la parálisis de la
industria textil;
- quiebra de los propietarios agrícolas que no pueden exportar sus excedentes en años de buenas cosechas -
como vemos, situación inversa a la de Inglaterra- ni pagar los impuestos.
Y, por otra parte, las fisuras en el bloqueo fueron constantes; Napoleón se encontró con el mismo
inconveniente de sus campañas militares: la distancia. Las comunicaciones por mar eran más rápidas, en cien días se
transportaba un cargamento desde la India mientras por tierra sólo se avanzaba 35 km diarios. El alzamiento español
fue fatídico; Napoleón necesitaba la lana de las ovejas merinas, el algodón de Motril y las manufacturas de Barcelona,
y sólo de éstas pudo disponer. La longitud de las costas permitió a los ingleses encontrar para el contrabando puntos
sin vigilancia y así la flota inglesa, al tomar las islas Jónicas, abrió una comunicación con el continente a través de
Grecia.
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La lucha económica debilitó a los dos colosos; la crisis del año 1811 fue el momento de máxima gravedad.
Para Francia una crisis alimentaria -el precio del pan en las ciudades dobló-, tras varios años agrícolas favorables,
repercutió en la actividad industrial. Veinte mil obreros quedan sin trabajo en París; de las 1.700 hilaturas de
algodón sólo trabajan 300; el paro adquiere en pocos, meses vastas proporciones y el dinero escasea. Al mismo
tiempo suspende pagos la banca Desmedt de Amsterdam y se multiplican las ruinas en Holanda y Alemania. Pero no
es mejor la situación de Inglaterra, con el peso oneroso de la deuda pública, el cierre total de Holanda y los estuarios
alemanes al tráfico británico, la pérdida del mercado norteamericano (“segunda guerra de independencia”, se le llamó
con ironía), y el marasmo en el tráfico de mercancías que provoca en el Nuevo Continente el inicio de la
emancipación de las colonias españolas. Se imponía aceptar que el bloqueo no podía ser total; Napoleón consintió en
la venta clandestina de vinos a Inglaterra para evitar la ruina de los viticultores franceses; Londres dejó de preocuparse
por el destino de las remesas de sus productos industriales, aunque se dirigieran al mismo París.
A Napoleón le faltó tiempo y sólo pudo efectuar ensayos, como la sustitución del azúcar americano por el de
remolacha de la Silesia. André Fugier cree que la aventura del bloqueo fue anacrónico por anticipación. Exigía
estructuras sociales y técnicas de comunicaciones que todavía no habían nacido, suponía una unificación del
continente más profunda que lo que había forjado el imperio. La crisis de 1811 convence a Napoleón de la
imposibilidad de una victoria económica y, por consiguiente, de la necesidad de acometer un esfuerzo militar
decisivo. Y de este supuesto nace su error máximo, tras la ruptura con el zar la campaña de Rusia de 1812 cubriría el
primer capítulo.
11. LA DERROTA
La invasión de Rusia es decidida en la primavera de 1811, pero antes ha de asegurarse Napoleón la sumisión
total de Prusia y el apoyo austríaco; de ahí los lentos preparativos que desembocan en el cruce del Niemen el 24 de
junio de 1812 por un ejército majestuoso de 400.000 soldados más 200.000 de reserva y los apoyos de contingentes
polacos e italianos y una poderosa artillería. Los rusos hablan previsto ensayar la guerra de desgaste de España, como
consigna el zar Alejandro I en escrito confidencial al rey de Prusia: «El sistema que ha dado a Wellington la victoria,
agotando a los ejércitos franceses, es el que estoy resuelto a seguir»; no obstante, la situación de partida no era idónea,
con solamente 120.000 hombres irregularmente abastecidos en Lituania, al mando de Barclay de Tolly, y algo menos
de 100.000 al sur del Niemen, frente de la responsabilidad del príncipe de Bragation mientras se reclutaban en el
interior cosacos y milicianos para los que no se disponía de equipo de campaña. En esta situación de inferioridad era
esencial evitar el choque frontal con la Grande Armée, táctica adoptada por Barclay a pesar de las críticas duras
recibidas a causa del incendio por los propios rusos de miles de kilómetros cuadrados. El historiador ruso Tarlé ha
calificado como necesidad dolorosa más que elección deliberada este repliegue.
Casi tres meses dura el avance desde el Niemen hasta Moscú, a donde llega el invasor el 14 de septiembre.
Tres notas señala Latreille:
- rapidez. En las cinco primeras semanas se avanza 450 km; tras una pausa, la progresión hasta Moscú se
continúa a ritmo poco usual
- coste extremadamente elevado de la penetración. Dificultades de avituallamiento, pérdida de miles de
caballos, agua malsana que siembra la disentería entre los hombres.
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- ausencia de choques militares importantes hasta la batalla de Borodino, el 7 de septiembre. Los esfuerzos de
Napoleón por envolver al ejército de Barclay fueron infructuosos en espacios inmensos que permitían retiradas
indefinidas. En Borodino, a orillas del Moscova, destroza al ejército de Kutusov, que intenta fijar una barrera ante la
capital, pero los franceses tienen 20.000 heridos y pierden bastantes generales y oficiales.
Tras Borodino, Napoleón entra en Moscú en el momento en que un incendio estalla simultáneamente en
todos sus barrios, incluso en el Kremlin. Cinco semanas permanece en la capital rusa esperando inútilmente la
rendición, asombrado porque la «barbarie escita» llegue hasta el punto de destrozar sus tesoros históricos; mientras,
el ejército de Kutusov, al suroeste de la capital, se reagrupa y refuerza peligrosamente con contingentes cosacos. Al
llegar las dificultades de abastecimiento a un punto crítico, el Emperador francés ordena el regreso, el 19 de octubre,
con largos convoyes de heridos. El frío y la nieve dificultan las comunicaciones de la Grande Armée, a la que hostiga
sin cesar Kutusov, sin presentar combate, mientras los cosacos cortan los caminos más viables. El calvario se prolonga
hasta que a primeros de diciembre llegan a Vilna las ruinas de lo que había sido un gran ejército.
En pocos meses Napoleón lo rehace, pero las potencias europeas están ahora dispuestas a unirse frente al que
consideran una amenaza continental. En 1813, al tiempo que españoles e ingleses casi expulsan de la península
ibérica a los franceses, los rusos reciben en Centroeuropa el refuerzo sueco y en agosto el de Austria, Francia está sola.
El 16 de octubre se inicia la batalla de Leipzig o de las Naciones, que dura cuatro días. Ante la escasez de municiones
y el número de enemigos, medio millón de soldados pertenecientes a diez naciones, Napoleón ha de ordenar la
retirada, que se convierte en desastre al ser destruidos los puentes del Elba.
Tres gigantescos ejércitos aliados avanzan por Francia en los primeros meses de 1814; a ellos se suma el
desembarco inglés en Burdeos. Tras una solicitud del Senado, Napoleón abdica en el mes de abril y es recluido con
guarnición en la isla de Elba. Aún protagonizará un episodio de la historia francesa, tras su huida y la restauración del
título en el denominado imperio de los cien días, episodio que se cierra definitivamente en la derrota de Waterloo
(18 y 19 de junio de 1815). Su entrega a los ingleses y su destierro a la Isla de Santa Elena forman parte de la
biografía napoleónica, y de la leyenda, pero ya poca entidad tienen para la historia. El fin del primer imperio francés
es el fin de una era de la historia europea.
DOCUMENTOS
1. TALLEYRAND ACONSEJA A NAPOLEÓN LA ORIENTACIÓN DE LA POLÍTICA
EXTERIOR
Dibújese un diagrama de la política internacional, según la descripción de Talleyrand. Cuando se haya
estudiado la Europa de los Congresos compárese esta situación internacional con la de 1815.
Strasburgo. 25 vendimiario, año XIV (17de octubre de 1805).
«Señor:
Existen hoy en Europa cuatro grandes potencias, porque en este rango no sitúo a Prusia. Parece grande a la
opinión porque uno de sus monarcas hizo grandes cosas y porque hay el hábito de confundir a Federico II con el
Estado que él encumbró, pero con un territorio fragmentado, abierto por todas partes, un suelo generalmente ingrato,
una población de diez millones de habitantes tan sólo, escasa industria y capitales, no es verdaderamente más que una
potencia de segundo orden.
A la cabeza de las grandes potencias se encuentra Francia, más fuerte que cualquiera de las otras, capaz de
resistir incluso a todas juntas, única potencia completa porque reúne en justa proporción los dos factores de grandeza
que se hallan desigualmente repartidos entre las otras, a saber, la riqueza y los hombres.
De las tres potencias que se reparten con ella la influencia en Europa, dos son sus rivales y enemigos naturales.
La tercera, separada de ella por espacios inmensos, no es directamente enemiga suya, pero lo es indirectamente como
enemiga natural de sus más antiguos aliados.
Austria e Inglaterra serán rivales de Francia en tanto sean aliados naturales y se necesiten mutuamente.
Mientras Austria no se encuentre en situación de rivalidad con Rusia, le resultará fácil a Inglaterra unirlos en
una alianza común.
Mientras los rusos se encuentren en contacto con el imperio otomano y mediten la expansión será forzoso
considerarlos como sus enemigos.
Es evidente que de tal sistema de relaciones entre los grandes Estados surgirán causas constantes de guerra,
que las paces no serán más que sueños y que la efusión de sangre humana no se interrumpirá...
Pero estas causas cesarán, y con ellas las guerras que provocan, si al sistema de relaciones actual se le sustituye
por otro, que, basándose en el principio de entendimiento entre Francia y Austria, separe los intereses de Austria de
los de Inglaterra, los ponga en oposición con los de Rusia y, con esta oposición, garantice al Imperio otomano.
Tales son en la situación presente de Europa, las condiciones del problema para alcanzar una paz que merezca
este nombre, es decir, una paz duradera.»
LATREILLE: Talleyrand: Cartas inéditas a Napoleón, pp. 172-173.
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Declaración de los Derechos del Hombre, texto clave de la revolución un intento de defensa de los Derechos de Dios
constituiría la base de la tradición.
4. LA SANTA ALIANZA
El 26 de septiembre de 1815, dos meses antes de la Segunda Paz de París, firman con el zar ruso los
emperadores Francisco I de Austria y Federico III de Prusia, bajo la invocación a la Santísima Trinidad, un acuerdo
solemne que se bautiza a sí mismo como «Santa Alianza». A la idea inicial de establecer un mecanismo de
cooperación permanente entre los cuatro vencedores de Napoleón propuesta por Castlereagh sucede este pacto
político-religioso concebido por Alejandro I; frente a las cuestiones concretas atendidas en los tratados de paz, la
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Alianza de soberanos desenvuelve su texto en proclamas idealistas, un tanto vagas en ocasiones. Que la iniciativa fuera
del zar ruso ofrece pocas dudas; que estuviera inspirado por la viuda de un diplomático ruso, la baronesa de
Krüdener, a cuyas veladas de sermones asistió Alejandro en París, influencia que destacan algunos testigos y que la
baronesa desvía argumentando que “sólo el Señor había sido el inspirador”, resulta más discutible; pero en cualquier
caso constituye una de las claves de la Europa de la Restauración.
La iniciativa de Alejandro I de elaborar un documento que colocase la política internacional bajo directrices
morales emanadas del Evangelio es testimoniada muchos años después por Metternich, el único estadista que supo
comprender que aquel articulado similar a un catecismo ético era susceptible de interpretaciones políticas, y
abandonando su recurso de centrar la lucha contra la revolución en publicistas y panfletos contrarrevolucionarios
comprendió que podría hacer del acuerdo de los tres emperadores una Carta del absolutismo monárquico. Para el
Estado multinacional austríaco suponía una garantía la solidaridad de otros emperadores en la tarea de sujetar a los
pueblos a sus soberanos naturales y de intervenir, si preciso fuera, en defensa del orden. Las modificaciones que
Metternich introdujo en el artículo II para subrayar con más claridad el principio de «ayudarse recíprocamente» y el
de «no considerarse todos más que como miembros de una misma nación cristiana», se orientaron a obstaculizar la
utilización del pacto en una empresa cristiana contra Turquía, como temía Gentz, secretario del Congreso y
colaborador íntimo del canciller austríaco, quien previsoramente notificó al gobierno de Estambul que no se
preparaba una nueva Cruzada, y a reforzar los poderes imperiales contra las fuerzas nacionales internas, objetivo en el
que podían coincidir Alejandro I y Francisco I, pero menos comprensiblemente el emperador prusiano. A pesar de la
vaguedad de la redacción el robustecimiento de la monarquía al servicio de la paz puede entreverse en expresiones
como «importancia de la felicidad de las naciones durante excesivo tiempo agitadas», y de manera más clara en los
deberes de los soberanos de proteger la religión, la paz y la justicia (artículo 1º).
Este extraño documento provocó recelos dentro de los mismos pueblos directamente afectados, hasta el punto
de que los signatarios tuvieron que dar explicaciones aclaratorias, pero con mayor fuerza despertó suspicacias en otras
potencias. La opinión pública británica, afecta al principio de no intervención de Castlereagh, criticó la posibilidad de
intervención en los países en revolución; el papa Pío VII motejó al texto de deísta y no representativo de la verdadera
religión; los intelectuales europeos, todavía esperanzados en el futuro de las ideas liberales, lo acusaron de
reaccionario, de «Santa Alianza de los reyes contra los pueblos». No carecían de fundamento los temores porque en
los años sucesivos el denominado impropiamente sistema Metternich se convirtió en un refuerzo mutuo de los
monarcas absolutistas, y así en 1823 Francia, convertida en soldado de la Santa Alianza, interviene en España en
ejecución del acuerdo de Verona para restablecer la soberanía ilimitada de Fernando VII. Anteriormente el zar había
propuesto la intervención en las colonias españolas de América, en aquel momento en lucha contra su metrópoli,
pero Inglaterra había impedido que se concretase en medidas militares.
En la actualidad se otorga por los historiadores menos valor a este documento, que desplaza de los centros de
decisión a Inglaterra, resaltando, en cambio, la trascendencia de la Cuádruple Alianza, que ligaba a Inglaterra, Rusia,
Austria y Prusia contra Francia durante veinte años y comprometía a los signatarios a sostener en el trono francés a
Luis XVIII. Con la Cuádruple Alianza es Londres el árbitro máximo de la vida internacional en el decenio que sigue
a la derrota de Napoleón, no el enigmático zar ni el habilísimo canciller de Viena.
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- Entre Austria y Rusia aparece la sombra del conflicto balcánico; en los Balcanes encuentran su ámbito de
expansión los dos imperios. Polonia, en gran parte en manos de Rusia, pero también con un sector controlado por
Austria, y un tercero por Prusia, es otro motivo de desconfianzas.
- Entre Austria y Prusia surge la disyuntiva del futuro de Alemania. Una Prusia poderosa puede amalgamar a
los estados alemanes, pero Austria prefiere la división, sobre la que se sustenta su hegemonía.
En el reajuste territorial las cuatro grandes potencias obtienen ventajas indudables. Inglaterra, la más
beneficiada, consigue bases para el control del mar del Norte, del Mediterráneo, del camino oceánico de las Indias y
de las Antillas. En el mar del Norte el soberano inglés lo es también del estado alemán de Hannover, y su posesión de
las islas Heligoland le añade una base estratégica frente al continente. En el Mediterráneo, Malta y las islas Jónicas
completan el dispositivo que se inicia en Gibraltar. Sobre la ruta de las Indias posee El Cabo y Ceilán, cedidos por el
rey de Holanda. En las Antillas refuerza sus posesiones insulares. Las rutas oceánicas están vigiladas por los ingleses
con más eficacia a partir de 1814.
Rusia retiene Finlandia, tomada a Suecia, la Besarabia, tomada a Turquía, y los dos tercios de Polonia; su
avance hacia Europa occidental es claro.
Prusia no conserva más que una parte de sus antiguos territorios polacos (Dantzing y el ducado de Posen),
pero obtiene la Pomerania sueca, parte de Sajonia, y en el oeste de Alemania zonas de la Renania, el Ruhr y la orilla
izquierda del Rhin.
Austria pierde territorios alejados, del norte, Bélgica, a cambio de su engrandecimiento con territorios
cercanos, que puede controlar: el reino lombardo-véneto, en el norte de Italia, e indirectamente los ducados de Parma,
Módena y Toscana, entregados a príncipes austríacos.
En compensación de otras pérdidas a Suecia se une Noruega.
Si la consolidación o el engrandecimiento territorial de las grandes potencias parece ser una primera nota de la
remodelación del mapa europeo, la constitución de estados-tapones, para elevar barreras frente a Francia, puede
considerarse como la segunda preocupación. La Prusia renana es una de estas barreras; los Países Bajos, con la unión
de Holanda y Bélgica, se conciben como la barrera del Nordeste, el engrandecimiento del Piamonte con la Saboya y
el frente marítimo de Génova permite levantar la barrera del Sudeste. Una comparación del mapa político europeo
antes de Napoleón y en 1814 hace posible constatar el contraste entre los pequeños estados antiguos y los nuevos,
comparativamente mayores y más fuertes, en torno a Francia.
Este mapa europeo deja planteadas cuestiones que reaparecen en varias ocasiones, durante el siglo; son a veces
naciones que desean estar separadas, como Bélgica de Holanda, o constituirse en entidades nacionales independientes
sobre los girones que los Congresos han consentido, como es el caso de Polonia. Otras veces son naciones, ahora
separadas, que anhelaban unirse. Especialmente complicada es la situación política de Italia, dividida en varios reinos
y ducados, y en la que Inglaterra consigue, para compensar la presencia austríaca en el Norte, la reinstalación de los
Borbones en el Sur, en el reino de Nápoles; y la de Alemania, formada por una federación de 39 estados, cuyos
sueños unitarios están vigilados y reprimidos por Austria. Es una Europa artificial, hostil a las revoluciones y a los
nacionalismos.
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Estos postulados teóricos se plasman en varios congresos. El de Aquisgrán (1815), el de Troppau (1820), el
de Laibach (1 82 1) y el de Verona (1 822) se enfrentaron con diversas situaciones revolucionarias en Italia, en
Alemania, España. El estatuto territorial de 1815 no estaba amenazado; así pues, lo q se defiende es un programa
teórico, de principios políticos. Sólo Inglaterra opuso a la noción de acción colectiva, al intervencionismo acordado
en congresos para defender los poderes legítimos. En 1823, al desautorizar Gran Bretaña la política de intervención
en España, la solidaridad entre las potencias europeas se rompe definitivamente.
Las fuerzas continuistas, que enlazan con la tradición que la revolución interrumpida, son fundamentalmente:
las monarquías, absolutistas, conservadoras, «gobierno y ningún cambio» -ordena Francisco I de Austria-; la Iglesia,
que recupera su influencia temporal en Francia y los estados católicos inspira los libros de los teóricos; los
terratenientes, que aun no conseguían el restablecimiento del feudalismo ven confirmada, por ejemplo en Prusia,
prepotencia social; el ansia de paz en los pueblos, que se hace derivar con facilidad en recelo hacia las revoluciones.
Son fuerzas que coinciden en su vocación de homeostasia, de restauración del equilibrio, del orden. En colisión faltan
fuerzas de cambio: crecimiento de la población, con influjo en la movilidad social y en el desarrollo urbano, máximo
debilitador de las estructuras agrarias; industrialización, que afecta e impulsa a todo el noroeste y parte del norte
europeo; ideologías nacionalistas y liberales, y pronto irrupción de los primeros textos socialistas.
Frente a la Europa de la revolución los políticos de la Restauración se proponen volver a 1789, a las vísperas
de los procesos que modificaron el mapa y las ideas del Viejo Continente. Pero la Restauración no es, no podía ser,
integral. No lo es en el orden territorial, unos estados se engrandecen, otros crean como barreras para una Francia
eventualmente peligrosa. No lo es en el orden político, ya que los soberanos se ven obligados a conceder
constituciones y cartas otorgadas, que aunque reafirman la soberanía real la limitan bajo el imperio de la ley. Y no es
posible suprimir algunas transformaciones sociales y jurídicas de las revoluciones, como los impuestos universales, sin
exenciones, de estamentos privilegiados, y la igualdad ante la ley. El sistema Restauración -según el historiador
francés René Remond- aparece así como un compromiso entre los grupos políticos ultras, que no aceptan ningún
cambio, ninguna de las innovaciones o de las ideas de la revolución, y los liberales, defensores de todas las
innovaciones o de las ideas revolucionarias. En realidad ese compromiso no significa el equilibrio; el peso de los
congresos se vuelca ostensiblemente hacia la tradición y se opone a la revolución.
7. DOCTRINARIOS DE LA RESTAURACIÓN
Algunos pensadores denuncian los vicios del siglo y exaltan la tradición; es otro plano en el que también
puede estudiarse la lucha de la Europa de 1814 contra la de 1789. El político whig inglés y notable intelectual
Edmond Burke había criticado en los últimos años del siglo XVIII los desórdenes de la Revolución francesa, pero sin
abjurar del valor de la libertad, conquistada para los británicos por la revolución de 1688. En contraposición, los
doctrinarios de la Restauración, Von Haller, Friedrich Schlegel, el noble saboyano José de Maistre, el vizconde de
Bonald, la primera etapa de la obra de Lammenais (Ensayo sobre la indiferencia en materia religiosa) recogen la
hostilidad contra los principios liberales.
La exaltación de la autoridad es una constante en la obra de Bonald: «Reconozco en política una autoridad
indiscutible, que es la de la Historia, y en materia religiosa una autoridad infalible, que es la de la Iglesia». En cuanto
instituciones históricas, Iglesia y monarquía se conciben como los baluartes frente al espíritu de las revoluciones; la
alianza trono-altar procede de la naturaleza misma de la sociedad, edificada por la historia.
La Revolución francesa, en explicación de De Maistre, es una expiación querida por Dios, quien gobierna
providencialmente el mundo. El Estado lo establece sobre bases teocráticas; la obediencia al legítimo soberano es un
deber religioso. En contraposición, las constituciones son obra de los hombres, que han osado rectificar los designios
de Dios. «Jamás se ha podido imaginar que pueda (el hombre) crear un árbol: ¿cómo ha podido, entonces, imaginarse
que tuviese poder para crear una constitución?» De Maistre moteja de abstractos los documentos políticos de las
luces; no existen para él derechos del hombre, porque no existen hombres sino enmarcados en circunstancias
nacionales: «He visto en mi vida franceses, italianos, rusos, etc., pero en cuanto al hombre, declaro no haberlo
encontrado. »
En la vida social y política el orden es exaltado como el valor absoluto, y la jerarquía se convierte en la espina
dorsal de cualquier sociedad. El orden se opone al progreso, en el que los pensadores de la Restauración: encuentran
más peligros que ventajas. Para De Maistre, en su libro Sobre el Papado (1819), el Romano Pontífice posee una
magistratura universal y, por tanto, el poder temporal ha de subordinarse al espiritual, llevando así a su conclusión
ultramontano la premisa enarbolada por los reyes de la Restauración de que el poder procede de Dios.
El suizo Ludwig von Haller dedica páginas reiterativas a desmontar el dogma de la soberanía nacional. El
soberano es el depositario de un derecho, no de una delegación, y administra la cosa pública como su propio negocio,
sin otro límite que el de los otros propietarios. Nos encontramos con el más paladino sincretismo de filosofía
absolutista y valores burgueses sacralizados; el soberano debe respetar la propiedad, los súbditos deben respetar el
poder, puesto que es otra forma de propiedad.
En otros pensadores sólo una fase de sus escritos puede adscribirse a la filosofía de la Restauración. Es el caso
de Chateaubriand, en 1830 adherido al liberalismo y detractor del trono absolutista de los Borbones, pero en algunas
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fases exaltador de un catolicismo tradicional escasamente conjugable con los principios revolucionarios. O más
claramente el de Lammenais, uno de los fundadores del catolicismo social, pero en sus primeros años pensador de
raigambre teocrática al señalar como única fuente de certeza la religión católica y aplicarla al campo político para
rechazar cuanto constituye las coordenadas del parlamentarismo: sufragio, partidos. «El mundo es víctima de la
multiplicidad de opiniones; cada cual sólo quiere creer en él mismo y sólo se obedece a sí mismo. Restableced la
autoridad y todo el orden renacerá de nuevo.» Son líneas de Lammenais que podría suscribir Metternich. Más dificil
es la adscripción a la Restauración, desde nuestra perspectiva actual, de Hegel, con su exaltación del Estado, o de
Ranke, con sus páginas sobre el poder, pero interpretaciones coetáneas interesadas fueron utilizadas para sostener con
estas citas de autoridad los peligros de la revolución y de la disolución de la autoridad.
Tradición, orden, defensa de las instituciones del Antiguo Régimen -realeza, Iglesia-, apelación al papel de la
aristocracia, subordinación jerárquica de los restantes grupos sociales a los estamentos del privilegio, son postulados
con los que algunos pensadores se esforzaron en cimentar intelectualmente la Europa restaurada.
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DOCUMENTOS
1. CARTA OTORGADA DE 1814
Elegimos gran parte del preámbulo y algunos artículos. Selecciónense aquellos aspectos que señalan la
preeminencia del poder real, en contra de los postulados del liberalismo, y los puntos que matizan la vuelta atrás. Es
aconsejable tomar como referencia los textos revolucionarios franceses para comprender el viraje que supone la
Restauración.
“La Divina Providencia, volviéndonos a llamar a nuestros Estados después de una larga ausencia, nos ha
impuesto grandes obligaciones. La primera necesidad de nuestros súbditos es la paz. Nos estamos ocupando de ella
sin descanso, y esta paz, tan necesaria para Francia como para el resto de Europa, está firmada. El estado actual del
Reino requería una Carta Constitucional; la habíamos prometido y la publicarnos. Nos hemos considerado que
aunque en Francia la autoridad resida completamente en la persona del Rey, nuestros predecesores no habían vacilado
nunca en modificar su ejercicio a tenor de la evolución de los tiempos...
A ejemplo de los Reyes que nos precedieron, nos hemos podido apreciar los efectos del progreso siempre
creciente de la Ilustración, las nuevas relaciones que este progreso ha introducido en la sociedad, la dirección marcada
a los espíritus desde hace medio siglo y las graves alteraciones que se derivaron de ello. Hemos reconocido que el
deseo de nuestros súbditos por una Carta Constitucional era expresión de una necesidad real, pero al acceder a este
deseo, nos hemos tomado todas las precauciones necesarias para que tal Carta fuera digna de Nos y del pueblo al que
estamos orgullosos de mandar. Hombres sabios, procedentes de los primeros cuerpos del Estado, se han reunido con
comisarios de nuestro Consejo para trabajar en esta importante obra.
Al mismo tiempo que reconocemos que una Constitución libre y monárquica debe llenar las esperanzas de la
Europa Ilustrada, nos hemos debido recordar también que nuestro primer deber hacia nuestros pueblos era el de
conservar, para su propio interés, los derechos y las prerrogativas de nuestra Corona. Hemos esperado que, instruidos
por la experiencia, estén convencidas de que sólo la autoridad suprema puede dar a las instituciones por ella
establecidas la fuerza, la permanencia y la majestad de las que ella misma está revestida; que así, cuando la sabiduría
de los Reyes está de acuerdo libremente con el deseo de los pueblos, una Carta Constitucional puede tener larga vida,
pero que cuando la violencia arranca concesiones a la debilidad del Gobierno, la libertad pública está tan en peligro
como el mismo Trono. Hemos buscado, en fin, los principios de la Carta Constitucional en el carácter francés y en
los monumentos venerables de los pasados siglos. Así, hemos visto en la renovación de la dignidad de Par una
institución verdaderamente nacional, que debe enlazar todos los recuerdos con todas las esperanzas, uniendo los
tiempos antiguos a los modernos.
Firme en nuestras intenciones, con conciencia segura, Nos nos comprometemos ante la Asamblea que nos
escucha a ser fieles a esta Carta Constitucional, reservándonos jurar su mantenimiento, con renovada solemnidad,
ante el altar de Aquel que pesa en la misma balanza a los Reyes y a las naciones.
En virtud de lo cual, Nos, voluntariamente y por el libre ejercicio de nuestra autoridad real, hemos acordado y
acordamos conceder y otorgar a nuestros súbditos, tanto por Nos como por nuestros sucesores y para siempre, esta
Carta Constitucional.
Art. 1º Los franceses son iguales ante la ley, cualesquiera que sean sus títulos y rangos.
Art. 13. La persona del Rey es inviolable y sagrada. Sus ministros son responsables. Sólo al Rey corresponde
el poder ejecutivo.
Art. 14. El Rey es el jefe supremo del Estado, manda las fuerzas de tierra y mar, declara la guerra, hace los
tratados de paz, alianza y comercio, nombra a todos los empleados de la administración pública, redacta los
reglamentos y ordenanzas necesarios para la ejecución de las leyes y la seguridad del Estado.
Art. 15. El poder legislativo se ejerce colectivamente por el Rey, la Cámara de los Pares y la Cámara de los
Diputados de los departamentos.
Art. 17. La proposición de ley es llevada, según decisión del Rey, a la Cámara de los Pares o a la de los
Diputados, excepto la ley del Impuesto, que debe ser necesariamente llevada a la Cámara de los Diputados.
Art. 27 El nombramiento de los Pares de Francia corresponde al Rey. Su número es ilimitado, puede variar el
Rey las dignidades, nombrarlos de por vida o transformarlos en hereditarios según su voluntad.
Art. 46. Ninguna enmienda puede ser hecha a una ley si no ha sido propuesta y consentida por el Rey...”
1. EL LIBERALISMO
Los movimientos liberales constituyen la primera oleada de asaltos al Antiguo Régimen, cuya pervivencia han
procurado las grandes potencias en 1815. La ideología liberal se expresa en los discursos de los políticos, en las
páginas de los, periódicos, en los escritos de los filósofos; existe una era liberal en Europa, superada en algunos
aspectos por sus insuficiencias, incluso por sus contradicciones. ¿En qué consiste esta ideología, que sirve de base a la
serie de movimientos revolucionarios europeos de 1830?
El liberalismo es una filosofía política orientada hacia la salvaguardia de la libertad del individuo, justificación
última de la sociedad política. Esta libertad individual no puede depender de la decisión exclusiva del rey, que tendría
facultad de revocarla; el titular último del poder es el pueblo. El poder popular, o la soberanía nacional, que es la
expresión utilizada, implica la limitación de las facultades de los reyes, mediante constituciones, en las cuales se
consignan las garantías de los ciudadanos y la división de los poderes, que nunca deben estar concentrados. En 1830
Thiers, en un artículo famoso, formula el principio de que el rey reina, pero no gobierna. El derecho a legislar
corresponde únicamente a los parlamentos y los ciudadanos no están obligados a cumplir más que lo que las leyes
disponen, conforme a la interpretación que de ellas hacen jueces independientes.
Los Parlamentos -no ya las salas de los palacios reales o las mansiones de la grandeza aristocrática- se
convierten en el eje de la vida política. En ellos se busca la síntesis de las ideologías, la solución de los problemas
generales; en ellos se sientan los dirigentes de las diversas corrientes, pero convertidos en representantes de la nación.
Su papel fue evolucionando desde el control de los gobiernos, función más olvidada, hasta la participación indirecta
en la gestión gubernamental en cuanto que los gabinetes han de estar formados por miembros de la opción
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mayoritaria y contar con la confianza de la Cámara, ante la que son responsables. No es menos esencial la función
jurídica, el ordenamiento normativo que articula la vida social en leyes de validez universal dentro de un determinado
territorio, sin reconocimiento de privilegios individuales en su obediencia y sanción.
Todo tiende a limitar cualquier exceso de poder. Los ciudadanos no constituyen un conjunto homogéneo sino
que se agrupan en partidos, cuyos líderes pueden acceder, tras el resultado de las elecciones, a los Parlamentos. Los
pueblos continentales poseían escasa experiencia del funcionamiento de los partidos, para los que en principio sólo
encontraban un antecedente en el funcionamiento de los clubes de la Revolución francesa, pero pronto se forja- ron
estos grupos de orientaciones divergentes -reaccionarios, moderados, independientes, revolucionarios- que convierten
la vida política en un juego de tensiones, propaganda y sucesión de programas y gestiones de gobierno. Con el mismo
propósito de impedir concentraciones de poder postula el liberalismo las autonomías provinciales y municipales, en
merma de la jurisdicción de los poderes centrales.
Finalmente, la libertad del individuo está garantizada, frente a cualquier abuso, por una serie de derechos que
regulan todos los códigos: integridad personal y familiar, libertad religiosa y de industria, protección de la propiedad.
Y un derecho imprescindible de tipo social, libertad de prensa, proclama de todas las revoluciones, porque sólo
mediante la concurrencia de una prensa libre se pueden expresar los partidos y decidir en elecciones los ciudadanos
entre las varias opciones que se les ofrecen. Un texto de Benjamín Constant, de su obra De la libertad de los antiguos
comparada a la de los modernos, ofrece uno de los resúmenes más claros de lo que es el liberalismo político:
«La libertad es el derecho que cada uno tiene a estar sometido sólo a las leyes, de no ser detenido, encarcelado
ni condenado a muerte o molestado, en cualquier forma que sea, por el capricho de uno o más individuos. Es el
derecho que todos tienen a expresar su opinión, a seguir sus inclinaciones, a trasladarse de un lugar a otro, a asociarse.
Es, finalmente, el derecho a influir sobre la marcha del Estado, bien sea nombrando todos o parte de los funcionario
bien aconsejando o preguntando, o mediante las peticiones que la autoridad esté más o menos en la obligación de
tomar en consideración.»
Otra manera de restringir el poder estriba en limitar su actuación al campo estricto de la política, postulando
su no intervención en las actividades económicas y sociales; es la doctrina del laissez faire, laissez passer. Nos
encontramos aquí con una de las insuficiencias del liberalismo, cuya concepción del estado-gendarme, que sólo
interviene en los casos de flagrante delito, centra sus funciones en el mantenimiento de la libertad individual y
descuida el ámbito de la justicia social.
El liberalismo aparecerá así como un movimiento inoperante para enfrentarse a las contradicciones y
problemas de la revolución industrial -otras ideologías más revolucionarias surgen como banderas ante los problemas
sociales- y, por otra parte, por su negación de la soberanía real y su exigencia de consignar en textos escritos los
derechos ciudadanos, es considerado como ideología subversiva por los monarcas de la Restauración. El liberalismo
comporta la destrucción del antiguo orden político, en este sentido es revolucionario; despreocupado de las
estructuras sociales, se convierte en ideología de una clase, la burguesía, en este sentido es conservador. René Remond
ha reflejado esta ambivalencia: «Una vez y otra, revolucionario y conservador, subversivo y conformista. Los mismos
hombres pasarán de la oposición al poder, los mismos partidos del combate contra el régimen a la defensa de las
instituciones.»
El temor a la revolución social inclina a los liberales a interpretar en sentido restrictivo la soberanía nacional,
con la negación del sufragio universal; sólo poseen derecho de voto los grupos con un determinado nivel de riqueza o
de cultura, la burguesía del dinero y del talento. Constitución escrita, monarquía limitada, elecciones y partidos
políticos, sufragio censatario, descentralización, igualdad jurídica y desigualdad social son rasgos que perfilan las
sociedades políticas del liberalismo europeo.
2. EL NACIONALISMO
La Restauración había sofocado en 1815 las ansias nacionales de los pueblos; hacia 1830 los anhelos de
independencia nacional rebrotan y constituyen otra base de los procesos revolucionarios, en los que estallan la
rebeldía de los patriotas italianos contra el despotismo austríaco, la de los polacos contra el rigor autocrático del zar
ruso Nicolás I, la actividad de los revolucionarios de la «Joven Alemania», y la de los patriotas belgas, que reclaman
la separación de Holanda. Varias obras de los años 30 hablan de nacionalidad y nacionalismo. El concepto es
confuso, parece tratarse de un sentimiento, más que de una doctrina racionalmente elaborada. En todos los pueblos
europeos, y con mayor fuerza en los oprimidos, se suscita la conciencia de pertenecer a una comunidad ligada por una
herencia común de lenguaje y cultura, unida por vínculos de sangre y en una especial relación con el suelo de la patria;
cultura, raza o grupo étnico, ámbito territorial, confluyen en la idea de nación.
El término nación proviene del latín «nasci» y etimológicamente se refiere a grupo humano, a conjunto de
hombres nacidos en el mismo lugar. En la Biblia (Jacob) aparece la contraposición entre el pueblo judío y las
naciones de gentiles. Todavía en el siglo XVIII se mantiene la identificación entre pueblo y nación hasta que en la
Revolución Francesa los oradores de la Asamblea Nacional la invocan como síntesis de la voluntad popular, pero
también de las fronteras naturales, la historia y el idioma peculiar de un pueblo. Desde entonces las vibrantes
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exaltaciones de la soberanía se vinculan a la existencia de Estados coincidentes con fronteras étnicas o lingüísticas.
Varios elementos integran la nación en el pensamiento de los revolucionarios del segundo tercio del siglo XIX:
- Autodeterminación Política. El gobierno que dirige al grupo étnico ha de estar libre de cualquier instancia
exterior. En 1851 lo expuso claramente Mancini, ministro y jurista italiano: «Las nacionalidades que no posean un
gobierno surgido de su propia vida interna y que estén sujetas a leyes que les hayan sido impuestas desde el exterior se
han convertido en medios para los propósitos de los otros».
- Peculiaridad cultural y lingüística. La creencia de que el pueblo se identifica en una lengua, más que en un
conjunto de rasgos anatómicos, fue subrayada por Herder al afirmar que la obra creadora sólo puede realizarse en el
«propio lenguaje».
- Pureza étnica. En los teóricos más exaltados se propende a rechazar la fusión de pueblos con argumentos
biológicos de pérdida de fuerza o mesiánicos de superioridad, o pueblo elegido». Esta vertiente, la más peligrosa del
nacionalismo, fue criticada por Renán (Qu' est-ce qu'une nation?, 1882), cuando habla de «falacia racial».
El nacionalismo constituyó una fuerza formidable durante la centuria, pero después de la gran convulsión de
1848 perdió sus rasgos revolucionarios y comenzaron a primar sus limitaciones, su oposición a las ideologías y
corrientes internacionalistas. Ya en 1849 Stuart Mill se lamenta de que hace a los hombres indiferentes a los
derechos de cualquier «porción de la especie humana, salvo de aquella que tiene el mismo nombre y habla la misma
lengua que ellos». En 1862 lord Acton, en su ensayo Nationality, llama la atención sobre sus peligrosas
implicaciones. Pero en 1848 todavía el romanticismo mantiene enhiestas sus banderas y los pueblos identifican
nacionalismo con futuro de libertad, con supervivencia de la cultura legada por la historia. Los teóricos, a veces,
subrayan alguno de los rasgos aminorando los restantes. Así el nacionalismo se apoya en rasgos raciales en los escritos
del conde de Gobineau, otros pensadores prefieren basarse en rasgos culturales, así Mazzini y Gioberti en Italia, o
Mieckiewicz en Polonia; otros en la lengua, que se considera, durante el romanticismo, como creación y expresión del
genio popular. Lo más frecuente, en las figuras destacadas del nacionalismo, es la apelación a todo tipo de referencias
étnicas, culturales y lingüísticas. Los historiadores no están ajenos al movimiento. Michelet, cuando habla de nación,
piensa en Fran- cia y hace un canto a la independencia de las naciones: «Matar a un hombre es un crimen. Pero ¿qué
es matar a una nación? ¿Cómo calificar este enorme crimen?» Lammenais, en Palabras de un creyente, efectúa una
denuncia de los «opresores de las naciones». La Historia de los girondinos de Lamartine se lee en Dublín, Atenas,
Budapest.
Uno de los centros del nacionalismo es París, que se convierte en la capital de los exiliados; allí acuden el
italiano Mazzini y el ruso Herzen. Pero las formulaciones teóricas más completas surgen en las universidades
alemanas. Herder es el iniciador de la idea de «Volkstum», nación-pueblo, grupo histórico, frente al Estado, que
puede ser una creación artificial. Los filósofos románticos e idealistas alemanes contribuyen a generar en el ánimo de
sus compatriotas un sentimiento de patria unitaria. En Berlín había redactado Fichte, en el invierno de 1807- 1808,
sus Discursos a la nación alemana, para incitar a la lucha contra Napoleón. Esta actitud de rebeldía permanece viva en
las sociedades secretas de los años 20; la Joven Alemania y la Joven Italia levantan la bandera del nacionalismo frente
a las decisiones conservadoras de la Santa Alianza.
3. PROBLEMAS SOCIALES
Las aspiraciones liberales y nacionales habían prendido sólo en una minoría instruida. Pero las revoluciones se
expanden en una atmósfera de descontento popular, alimentado por los problemas sociales que suscita la revolución
industrial, salarios bajos por ejemplo, más graves en una coyuntura de crisis. Los movimientos de masas, cuando no
existen partidos políticos capaces de suscitarles, sólo pueden explicarse en circunstancias económicas difíciles. En
1848 la revolución está precedida por un intenso movimiento social; en 1830 la nota social es menos evidente, pero
la crisis económica, como una de las raíces del proceso revolucionario, ha sido reconocida por todos los historiadores
y demostrada, con autoridad indiscutible, por Ernest Labrousse. En julio de 1830 estalla la revolución en París. Unos
meses antes, el 2 de enero, recogía un periódico el siguiente suelto: «El prematuro rigor invernal, el precio elevado del
pan, la falta de trabajo y la miseria de las clases inferiores de la sociedad han producido en las clases superiores una
simpatía y una piedad generosas». Nos encontramos con la clásica crisis de subsistencias. Al lado de la agrícola
aparece además, como fenómeno relacionado con la industrialización, la crisis financiera.
Desde 1821 a 1825 se efectúan grandes inversiones en ferrocarriles, en la construcción de barcos de vapor
para la navegación fluvial, en instalaciones metalúrgicas y en modernas hilaturas de algodón en el alto Rhin y el norte
de F'rancia. En 1825 estalla una crisis financiera en Londres, las inversiones no son rentables, muchas empresas
quiebran, el paro obrero se convierte en secuela inevitable del hundimiento de la actividad industrial. Pero en estos
años parece ser más grave la crisis agraria. En 1826 se produce una crisis de la patata, alimento popular y básico del
siglo XIX. Al año siguiente la crisis afecta a los cereales, su precio aumenta en un cincuenta por ciento. La crisis
continúa en los años siguientes; las revueltas en el campo son especialmente intensas en julio de 1829; en Paris se
crean talleres de caridad, en los que las autoridades intentan proporcionar trabajo a los parados. A las crisis
económicas provocadas por cosechas deficientes se denomina de tipo antiguo, a las provocadas por pánico financiero
o hundimiento industrial se denomina de tipo moderno. Según Labrousse, las crisis que actúan de detonante en 1830
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y 1848 vienen a ser el cruce de los dos tipos, aunque en el primer año tienen mayor peso los problemas agrícolas y en
el segundo los industriales y financieros.
No debemos olvidar una última vertiente de los problemas, la conciencia que de ellos se tiene. En este sentido
la revolución de 1848 señala una diferencia notable con respecto a la de 1830; pensadores más lúcidos, un esquema
conceptual más coherente sobre las causas de una crisis económica y las contradicciones del sistema capitalista,
figuras de mayor impacto popular al frente de las masas urbanas.
6. LA INDEPENDENCIA DE BÉLGICA
Si el movimiento francés de julio puede considerarse el paradigma de la dimensión liberal en 1830, la
revolución belga constituye una muestra de la vertiente nacional. La unión de Bélgica a Holanda, decidida en la
remodelación del mapa europeo por el Congreso de Viena en 1815 con la finalidad de crear un Estado tapón frente
al expansionismo francés, no había sido aceptada por los belgas; la Iglesia había aconsejado el voto en contra cuando
se so- metió la Constitución de los Países Bajos a consulta de una comisión mixta de notables, porque establecía la
igualdad de las religiones. A pesar de la oposición belga, Guillermo I impuso el texto constitucional de agosto de
1815, que en realidad subordinaba Bélgica a Holanda. La simbiosis de los dos Estados era problemática, las
diferencias profundas. Profesando los belgas el catolicismo y los holandeses el protestantismo, la religión constituía
una barrera; el idioma se convirtió en otro escollo, pues si inicialmente no hubo problemas para que los belgas se
expresaran en francés y los holandeses en neerlandés, a partir de 1823 el rey decretó que éste sería el idioma oficial
para la administración y la justicia, al tiempo que ordenaba su implantación gradual en las escuelas secundarias;
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Bélgica, que había iniciado precozmente su desarrollo, precisaba un período de protección para su industria, en tanto
que los holandeses, con hábitos seculares de comerciantes, se inclinaban por la política librecambista. Todo les
separaba, religión, lengua, economía. Y aunque en el Parlamento el número de diputados belgas era igual al holandés
sólo uno de los ministros era belga; los nacionalistas argumentaban que Bélgica más que unida estaba sometida. Dos
temas se convierten en bandera de rebeldía: la libertad de prensa, exigida por los belgas y negada por Guillermo I
mediante decreto que establece penas de dos a cinco años de prisión para quienes critiquen al rey o menosprecien sus
órdenes, y la libertad de enseñanza, la cual reclamaba la Iglesia Católica para obstaculizar la asimilación a su credo
que el gobierno holandés intentaba conseguir por medio de los programas escolares.
Las noticias de París estimulan a la población irritada por el dominio holandés. La representación de la ópera
La Muette de Portici que escenifica la lucha de los napolitanos por su independencia contra los españoles, provocó la
noche del 25 de agosto los primeros desmanes, con el asalto al periódico gubernamental El Nacional. Los insurgentes
piden la autonomía, pero algunos sectores de la burguesía belga se ponen al lado de las autoridades para restablecer el
orden; esta división anima a Guillermo I a enviar un cuerpo de seis mil soldados a Bruselas para reprimir la rebelión.
La entrada del cuerpo expedicionario de soldados considerados extranjeros provoca el levantamiento de la nación.
Varias ciudades se mantuvieron leales al poder: Gante, Amberes, Ostende, Malinas; en la mayoría, burguesía y clases
populares se lanzan con entusiasmo a la lucha contra la tiranía: Bruselas, Lieja, Verviers, Brujas... La Junta de Defensa
que en los primeros días del levantamiento se había formado en Bruselas se transforma en gobierno provisional,
declara la independencia el 4 de octubre y solicita el apoyo francés.
El conflicto se internacionaliza; las dos Europas políticas toman postura ante la revolución. Prusia muestra su
intención de enviar ayuda amada a Guillermo I; el zar Nicolás I prepara un ejército de 60.000 hombres; Austria, en
ese momento preocupada por los acontecimientos de Italia, no se encuentra en condiciones de intervenir, pero sus
notas diplomáticas expresan con energía su postura favorable al status de 1815 y a los derechos legítimos del rey de
Holanda. Francia se convierte en el apoyo de los belgas; una nota de Luis Felipe declara que no intervendrá si no lo
hacen las otras potencias, advirtiendo a las potencias absolutistas contra alguna eventual aventura militar en los Países
Bajos. La posición inglesa es incómoda; como potencia clave de los tratados de 1815 ha participado en la formación
del Reino de los Países Bajos, pero por rivalidad comercial con los holandeses y consciente de la importancia del
puerto de Amberes para el tráfico de sus mercancías, mira con simpatía el movimiento belga; por otra parte, algunos
documentos diplomáticos translucen su recelo ante una posible anexión de Bélgica por Francia, propiciada por la
identidad idiomática y religiosa. La situación internacional favorece a los belgas. El zar ruso, el más dispuesto a
prestar la ayuda requerida por Guillermo I, se ve retenido por el levantamiento polaco, mientras que la ayuda del
ejército francés y la marina británica son eficaces en el rechazo de los holandeses.
Ante el peligro de un conflicto general europeo y a instancias de Talleyrand, embajador francés en Londres, se
reúnen en la capital británica las cinco potencias del sistema de la pentarquía. Su primer objetivo es la consecución
del final de las hostilidades entre belgas y holandeses; el segundo, establecer un régimen político, lo que luego
derivará en el reconocimiento de la independencia de Bélgica con la condición de que sea un Estado neutral
perpetuamente. Más que de una conferencia se trata de una serie de conversaciones que no se rematan hasta 1838.
Las cuestiones que hubo de dilucidar eran extraordinariamente arduas, tales como las fronteras belgas -de cuyo
territorio quedan excluidos Luxemburgo y Limburgo-las deudas de los Países Bajos, de las que habría de pagar
Bruselas el 16/31, la población, a la que durante dos años se permitía el cambio de domicilio con transferencias de
propiedad de un país a otro, el levantamiento de los secuestros ejecutados por los motivos políticos. Lo que se
denominó el tratado de los 24 artículos no fue aceptado por los holandeses hasta que en noviembre de 1832 las
tropas francesas rindieron Amberes y al ejército holandés que la ocupaba.
Los belgas no esperaron a que finalizara la confrontación armada ni a la laboriosa articulación diplomática de
un tratado con respaldo internacional; un congreso convocado en Bruselas con poderes constituyentes se inclina por
la monarquía y elige a Leopoldo de Sajonia-Coburgo como primer soberano. Es el segundo caso en que un monarca
de 1830 recibe sus poderes de un parlamento que representa a la nación.
La Constitución belga de 1831 ha sido considerada como la expresión más clara de la ideología liberal que
nutre los movimientos de los años 30. Hasta ese momento la española de Cádiz, de 1812, había inspirado las
reflexiones de los constitucionalistas liberales europeos, pero abolida por la involución autocrática de Fernando VII
el código belga nace como nuevo modelo de monarquía constitucional: soberanía nacional, monarca que debe su
poder al pueblo y a su juramento de la Constitución, cuerpo legislativo compuesto por dos cámaras elegidas,
independencia judicial, clero pagado por el Estado, declaración de derechos del ciudadano en seguimiento de los
principios de 1789. Aunque no podía ser calificada de texto democrático, ya que no recoge, por ejemplo, el sufragio
universal, era susceptible de ser reformada e introducir más amplias cotas de participación popular. Al año siguiente,
Inglaterra aprueba una reforma parlamentaria que ensancha la base electoral, mas, a pesar del interés que despertó, fue
la Constitución de Bélgica la que con mayor detenimiento se estudió en Alemania, Italia y los países escandinavos.
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7. LA IMPOSIBLE REVOLUCIÓN POLACA
Desgajada territorialmente por el Congreso de Viena, con Posnania y Pomerania incorporadas a Prusia, y
sometido a la soberanía del zar ruso, el reino de Polonia conservaba empero una cierta autonomía con administración
y ejército propios, respeto total a su lengua nacional y un texto constitucional que había establecido la emancipación
personal de los campesinos en 1815. En muchos aspectos la férula rusa era más suave que la austríaca o prusiana en
sus demarcaciones respectivas, y el zar intentaba una modernización de la estructura estatal que en Rusia rechazaba
drásticamente; pensemos, por ejemplo, que la servidumbre del campesinado no es abolida en Rusia hasta 1861.
En 1830 el viejo reino báltico presentaba un extraño cuadro de arcaísmos y modernidad. Todavía el 80 % de
su población era campesina, mas la modificación de su estatuto jurídico no había sido acompañada de una
reestructuración del régimen de la propiedad; 4.000 grandes propietarios nobles eran los dueños de los dominios; el
descenso de los precios en el ciclo a la baja que enmarca la Europa postnapoleónica había proletarizado a los
pequeños y medios propietarios. Por otra parte, se produce en la década de los veinte una enorme expansión de la
producción agraria, especialmente en el cultivo de la patata, por entonces artículo básico de la dieta popular, y de la
ganadería, que con la misma fuerza permite una revolución alimentarla, pero el progreso técnico aprovecha casi
exclusivamente a una minoría. Mientras la nobleza terrateniente es hostil a cualquier reforma, como se comprueba en
la encuesta ordenada por el príncipe Czartoriski, y los campesinos se inquietan por su situación prolongada de
miseria, otro mundo está naciendo:
- las ciudades crecen; Varsovia pasa de 80.000 a 140.000 habitantes en pocos años. En ella viven grandes
comerciantes extranjeros que saben aprovechar su ubicación en el Báltico, en los suburbios aparecen las primeras
constelaciones industriales.
- la industria del algodón concentra las principales firmas en Varsovia y Lodz. Al tiempo que la lana se
deprime por la concurrencia extranjera, el lino se convierte en otro sector en expansión. A partir de 1826 se
desarrolla la industria azucarera, en la que la nobleza invierte los capitales acumulados en la agricultura.
- una nueva clase, social comienza a controlar la vida polaca. En la «inteligencia», probablemente en 1830 no
más de seis o siete mil personas, se inscriben los cuadros superiores de la administración, los profesores de liceos y
universidades, otras profesiones liberales y artistas. La procedencia es doble: en la «inteligencia» se incluyen algunos
sectores de clases medias promocionados por estudios universitarios y, sobre todo, miembros de la nobleza
empobrecida.
De las 30.000 familias nobles censadas solamente las cuatro mil que basaban su poder económico en la
propiedad agrícola se sentían ligadas a la permanencia del mundo de los grandes dominios agrarios. Las noticias del
julio parisino conmocionan a los grupos inquietos, y, mientras los terratenientes se inclinan por el mantenimiento de
la situación de dependencia, los pequeños nobles, los altos funcionarios y los profesionales liberales preparan la
revolución.
Los polacos aprovechan la movilización del ejército ruso en dirección a Bélgica para iniciar su levantamiento.
En noviembre de 1830 se produce la insurrección popular de los patriotas y la instalación de un gobierno provisional
en Varsovia, presidido por Chlopicki, antiguo general napoleónico. El zar ruso Nicolás I rehúye discutir cualquier
estatuto, la Dieta proclama la independencia. En septiembre de 1831 Varsovia cae en manos rusas. La ayuda francesa
no llega. La represión es severa; se disuelve la Dieta, se cierra la universidad, se suprimen las moderadas concesiones
de autonomía. Muchos polacos emigran, 4.800 familias entran en Francia, donde se constituye la Sociedad
Democrática Polaca, que redacta proclamas en nombre de la patria contra los privilegios nobiliarios. Desde el punto
de vista social la insurrección polaca del año 1830 aparece como obra de una minoría, a diferencia de Francia o
Bélgica. No se moviliza el campesinado ni los núcleos de obrerismo industrial, se oponen egoístamente los
terratenientes; tan sólo intelectuales, funcionarios y nobles empobrecidos tratan de emancipar a la patria. Poco había
madurado todavía la sociedad polaca para afrontar la reacción del coloso ruso.
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Conciliador y las sociedades secretas, especialmente los carbonarios, mantienen viva el ansia de un Estado unitario y
liberal.
Los movimientos revolucionarios de los años 1820 y 1821 consiguen la elaboración de constituciones en
Nápoles y el Piamonte, pero la situación internacional hacía imposible el éxito de la empresa; las potencias de la
Santa Alianza acuerdan la intervención en el Congreso de Laybach y el ejército austríaco restablece el Antiguo
Régimen. Por añadidura, los movimientos se circunscriben a las clases dirigentes, que no consiguen el apoyo de la
población urbana -situación, como vemos, inversa a la de los movimientos populares franceses, carentes del apoyo de
la burguesía liberal hasta después de 1827- y aminoran la cohesión de las insurrecciones las diferencias entre los
moderados, que se conformarían con introducir en Nápoles y Piamonte la Carta otorgada francesa, y los radicales,
que se inspiran en la Constitución española de Cádiz, basada en el dogma de la soberanía nacional.
La revolución parisina de 1830 reenciende las esperanzas de los círculos liberales. Desencadenada la
insurrección. por el carbonario Ciro Menotti en Módena, inmediatamente se extiende a los Estados del centro de
Italia y se establecen gobiernos provisionales en Módena, Bolonia y Parma. En febrero de 1831 se constituye en las
ciudades de los Estados Pontificios las “Provincias Unidas italianas”, pero el viejo espíritu de las comunas subsiste, y
cada ciudad o cada ducado mantienen su soberanía, como lo demuestra Bolonia al rechazar como intromisión en los
asuntos internos la propuesta de unidad formulada por Módena. Sin objetivos sociales claros que movilicen el apoyo
popular y con la visión estrecha de anteponer los intereses particulares, el ejército austríaco no encuentra excesivas
dificultades en sofocar el movimiento insurreccional. Los soberanos de Parma y Módena ocupan nuevamente sus
asientos ducales con plenitud de ejercicio, la política pontificio se vuelve más hermética, los regímenes absolutistas se
fortalecen y se desata la represión. Pero permanece vivo un sentimiento nacionalista, que se refleja en las ediciones del
Dante, en las obras de Manzoni y Leopardi, en el movimiento de la «Joven Italia», en el ambiente romántico en el
que se exaltan las glorias del pasado italiano.
La situación política de Alemania después de 1815 ofrece bastantes paralelismos con la de Italia. Dividida,
con regímenes absolutistas en la mayoría de los Estados, el ansia de la unidad nacional y la previa instalación de
modelos constitucionales constituyen los dos objetivos de las fuerzas renovadoras. Entre 1814 y 1820 se aprueban
constituciones en los estados del Sur: Nassau, Baviera, Baden, Hesse-Darmstadt; sus textos significan un compromiso
del progreso con la tradición, ya que se reserva la Cámara alta para la nobleza de rango y los signatarios eclesiásticos,
carecen las Cámaras del derecho de iniciativa y de la facultad de votar el presupuesto, y los ministros son únicamente
responsables ante los soberanos. El modelo ofrece bastantes similitudes con el francés de Carta Otorgada, pero en
cualquier caso suponía una innovación si se comparaba con Austria, donde Metternich mantenía férreamente la
omnipotencia imperial, o con los Estados del Norte de Alemania. Tres aspectos pueden distinguirse en los
movimientos de 1830:
- constitucional. En los estados del Centro y Norte se producen disturbios en petición de constituciones
similares a las de los estados del Sur: en Brunswick es expulsado el soberano Carlos II; en Hannover encabeza la
agitación la universidad de Gotinga y se consigue la Constitución de 1833; en Sajonia acusan de mal gobierno a los
Wettin y se obliga al gobierno a la redacción de un texto constitucional; en Hesse-Kassel se establece una cámara
única -con lo que se elimina la prepotencia política de la nobleza- y el derecho de iniciativa legal y de impugnación
del gobierno.
- nacional. Las noticias de la insurrección polaca producen un vasto movimiento de solidaridad. Augusto
Wirth redacta su llamamiento «a los amigos de los pueblos», donde al tiempo que simpatiza con la lucha de Polonia
por su libertad se pide para Alemania una república federal.
- social. Mientras los burgueses se contentan con las conquistas políticas las masas populares aspiran a la
mejora del nivel de vida y a la supresión de los derechos feudales en el campo. En Hesse el dramaturgo Büchner
intenta provocar una revuelta de los pobres.
Las diferencias en las fuerzas movilizadas, entre la burguesía y las masas populares por un lado, entre los
liberales moderados y radicales dentro de algunos estados, entre los partidarios de la unidad nacional y los
constitucionales que aspiran únicamente a modernizar el modelo político de su Estado, permitieron la recuperación
de los gobiernos. Así en Hesse-Kassel, que se había dado la Constitución más avanzada, el Príncipe consiguió eludir
su implantación. En la llamada fiesta de Hambach, Wirth proclamó ante 30.000 asistentes que Alemania no podía
esperar nada de sus soberanos y que su suerte estaba ligada a la de Polonia, Hungría y Bélgica. Tras este
acontecimiento comenzó el viraje en Prusia, con arrestos y restricción de la libertad de prensa y reunión. Al fracasar,
en abril de 1833, un intento de ocupar la ciudad de Francfort, sede del Bundestag, se intensifica la represión.
Metternich convoca varias conferencias en Viena, donde se organiza la represión contra las universidades, la prensa y
las cámaras estatales. Como en Italia, los movimientos del 30 en Alemania fracasan, pero queda el impulso de las
fuerzas progresistas que se preparan para un segundo asalto. La formación del Zollverein, unión aduanera de los
Estados del Norte, es por el momento el único paso en el camino de la unidad.
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9. ALGUNAS DEDUCCIONES DE LOS MOVIMIENTOS DE 1830
En el orden internacional, tras los acontecimientos de 1830, se ha producido un cambio fundamental. El
sistema de la pentarquía, basado en el rectorado de la vida internacional por cinco grandes potencias, se ha cuarteado
Metternich, que ya no puede apelar a Francia o a Inglaterra, consigue la unión sagrada de los tres soberanos
conservadores, Austria, Prusia y Rusia. No hace más que evidenciar esta alianza la contraposición entre dos grupos de
naciones, las liberales, en cuya estructura política se introduce la participación popular, y las conservadoras, fieles a la
tradición de plena potestad de los monarcas.
La frustración inclina a los protagonistas a reflexionar sobre los motivos; todos comprenden la
interdependencia de los factores constitucional, nacional y social, por lo que en el futuro han de prestar más atención
al último. El caso polaco resulta aleccionador. La cuestión agraria debe incluirse en cualquier programa de
independencia, y tras esta constatación la Sociedad Democrática Polaca elabora un programa de acción en el que
incluye el reparto gratuito de parcelas el primer día de la liberación nacional.
Las revoluciones se han iniciado como fenómenos estrictamente urbanos; París, Bruselas, Varsovia son los
centros focales. El pueblo de las grandes ciudades ha decidido la victoria; la muchedumbre armada ha asaltado el
Louvre y las Tullerías. En la siguiente pulsación intentará acompañarse esta movilización urbana con la rural.
Los objetivos políticos han sido moderados; se cifra en monarquías constitucionales el cuadro de una más
amplia participación popular; ninguno de los movimientos nacionales desemboca en la proclamación de la república;
en Francia se ha producido simplemente un cambio de monarca, en Bélgica la independencia se simboliza en la
elección de un titular para el trono, en Brunswick y Hesse Electoral se opta por la solución monárquica, y con ciertos
cambios se adopta la misma resolución en Sajonia; a Hannover se envía un virrey, el duque de Cambridge, lo que una
vez más refleja que no se plantea la posibilidad de la república. Los sectores izquierdistas consideran que este
planteamiento ha aminorado la radicalidad de los objetivos; el programa parisino en el momento de ocupar el
Ayuntamiento durante las tres jornadas gloriosas incluía como básicos la soberanía del pueblo y el sufragio universal,
principios luego rebajados. En Polonia el único cambio inmediato fue el establecimiento de la libertad de prensa; de
ahí que Engels llame a la insurrección polaca una revolución conservadora.
Los movimientos han suscitado la cuestión del derecho de intervención, que hasta el momento constituía uno
de los pilares de los regímenes conservadores de la Santa Alianza., En algunos sectores, tanto revolucionarios como
conservadores, se tenía una conflagración continental. En vísperas de la insurrección polaca de noviembre de 1830,
Grabowski, secretario de estado del reino de Polonia, residente en San Petersburgo, escribía a Lubecki, ministro de
Finanzas de Varsovia: «A pesar del interés de tantos hombres por conservar el estado de paz, a pesar de la solicitud
de todos los gobiernos por el futuro, los sucesos se complican tan singularmente que será un verdadero milagro, un
favor de la Providencia, si se escapa a una guerra general». Entre los revolucionarios la solidaridad se produce más
por iniciativa individual, como prueban los voluntarios franceses, belgas e italianos que participan en la re- vuelta de
Varsovia, que por resolución de gobiernos. Sin embargo, las influencias de unos movimientos en otros parecen
incontestables; los acontecimientos franceses influyen en todos los continentales e incluso en la pugna por la reforma
electoral en Gran Bretaña; lospolacos estimulan a húngaros y checos, y la insurrección de Varsovia se toma como
modelo en los levantamientos de Módena, Parma y Bolonia, en febrero de 1831.
La segunda pulsación, la de 1848, dispone de las lecciones de este gran ensayo general. Sus objetivos
limitados, sus fracasos, el, apoyo mutuo entre las grandes potencias, constituyen un capital de experiencias para los
revolucionarios que intentan subvertir el orden europeo dieciocho años después de las tres jornadas gloriosas
parisinas de 1830.
DOCUMENTOS
PROCLAMACIÓN DE LOS DIPUTADOS FRANCESES
Deben identificarse los acontecimientos reseñados en el relato de Berard, comentar los personajes e
instituciones y desarrollar, con más amplitud, los principios revolucionarios del 30 que los diputados consignan.
Compárese el contenido ideológico con el de la Carta otorgada de 1814.
“¡Franceses! Francia es libre. El poder absoluto ha arriado su bandera, la heroica población de París la ha
abatido. París ha hecho triunfar con las armas la causa sagrada de la libertad que había triunfado vanamente en las
elecciones. Un poder usurpador de nuestros derechos, perturbador de nuestro reposo, amenazador para la libertad y
el orden; volveremos al disfrute del orden y la libertad. Ni llanto por los derechos perdidos, ni más barreras entre
nosotros y los derechos que todavía nos faltan,
Un gobierno que, sin engaños, nos garantice estos bienes es hoy la primera necesidad de la patria. ¡Francesesl
Los diputados que se encuentran ya en París se han reunido y, a la espera de la reunión regular de la Cámara, han
invitado a un francés que nunca ha combatido más que para Francia, el duque de Orleans, a ejercer las funciones de
lugarteniente general del reino. (...)
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El duque de Orleans es devoto de la causa nacional y constitucional. Siempre ha defendido sus intereses y
profesado sus principios. Respetará nuestros derechos, porque él encontrará en nosotros la defensa de los suyos.
Aseguremos con las leyes las garantías necesarias para hacer la libertad fuerte y duradera:
-restablecimiento de la guardia nacional con intervención de los guardias nacionales en la elección de los
oficiales;
-intervención de los ciudadanos en la formación de las administraciones departamentales y municipales;
-jurado para los delitos de prensa;
-responsabilidad legalmente establecida de los ministros y agentes secundarios de la Administración;
-estado de los militares regulado por la ley;
-reelección de los diputados promovidos al ejercicio de funciones públicas;
-daremos a nuestras instituciones, de acuerdo con el jefe del Estado, el desarrollo que requieran.
Franceses, el duque de Orleans ha hablado y su lenguaje es el que conviene a un país libre: las Cámaras se
reunirán, ha prometido, y buscarán los medios para asegurar el reino de las leyes y el mantenimiento de los derechos
de la nación. La Carta será, en adelante, una realidad.”
BERARD: «Recuerdos históricos sobre la revolución de 1830». En BERTIER DE SAUVIGNY: La
revolución de 1830 en Francia.
74
Es la oportunidad de los radicales, que sueñan en conseguir la unidad para Italia al margen de los príncipes. A
partir del otoño de 1848, siguiendo postulados sobre los que había escrito Mazzini, se producen insurrecciones
populares en Venecia, Florencia y Roma, de donde huye el Pontífice. Pero sin el concurso del ejército piamontés y
ante los fracasos revolucionarios europeos el reflujo es inevitable; el ejército francés de Oudinot desaloja de Roma a
las tropas de Mazzini y repone al Papa; Venecia es nuevamente ocupada en agosto de 1849 tras sufrir los estragos de
un bombardeo de la flota austríaca y de una epidemia de cólera.
El fracaso ha mostrado a los italianos muchas lecciones. La principal es que no se conseguirá la unidad por un
acuerdo entre los príncipes, porque éstos han comprendido que la Italia unida exigirá un modelo político liberal que
limite sus poderes; ni podrán los patriotas contar con apoyo europeo, ni será posible la expulsión de los austríacos sin
el concurso de Piamonte. Son lecciones que aplicará Cavour cuando un nuevo monarca sustituya en el reino del
Norte al titubeante y contradictorio Carlos Alberto.
6. EL 48 ALEMAN
El movimiento alemán es más complicado; se combinan en él dos procesos distintos: la revolución liberal en el
marco de los Estados y el alzamiento nacional, de signo democrático-unitario. Lo mismo que en Francia, la crisis de
la patata 1846 y la bancarrota de los ferrocarriles perfilan una situación difícil; en 1847 se producen en Berlín las
típicas sublevaciones del hambre. En Baden se pide una Constitución -a lo que el rey prusiano Federico Guillermo
replica que no permitirá «una hoja de papel»- y un Parlamento, que la unificación política de los Estados alemanes.
Las jornadas de marzo señalan el inicio del 48 en Alemania. Se producen revueltas campesinas, provocadas
por la crisis económica; casi al mismo tiempo, revueltas en las capitales del sur, en las que se pide libertad de prensa,
formación de guardias nacionales y asambleas formadas tras elecciones unos días después, la revolución berlinesa
consigue que el monarca convoque por sufragio universal una Asamblea constituyente. La victoria de la revolución en
Berlín provoca nuevas revueltas y nuevas concesiones de los soberanos en Sajonia, Baviera y Hannover.
Con el compromiso de no tomar decisiones contra los monarcas se acuerda la celebración de una Asamblea en
Francfort, en la que se reúnen representantes de los distintos estados alemanes. En el Parlamento de Francfort se
aprecian claramente las diferencias entre los liberales, dirigidos por Gagern, partidarios de monarquías reformadas y
de asambleas que no se reunirán de forma periódica, y los demócratas, partidarios de una República federal; en los
demócratas se inserta un ala izquierda de programa socialista. Más que por reformas interiores, en las que no se llega
a un acuerdo entre liberales y demócratas, el Parlamento de Franefort se significa por su nacionalismo exacerbado, en
el que se solicita que se integren en una gran Alemania no sólo comarcas como el Tirol y la Bohemia, sino lo que
llaman bastiones avanzados, Alsacia, Suiza y Holanda.
Más revolucionaria resulta la Asamblea nacional prusiana, que reclama una sola cámara, soberanía popular y
proyectos de ley para liberar a los campesinos; estos últimos provocan la oposición de los terratenientes y la
constitución de un «Junker Parlament» o parlamento de propietarios. El programa social de la asamblea prusiana y
sus intentos de ayuda a la Viena sublevada contra su emperador deciden a Federico Guillermo a reprimir la
revolución en Prusia. El ministro del Interior Von Manteuffel proclama el estado de excepción y se disuelve la
Asamblea, aunque el monarca otorga una Constitución relativamente abierta, cuya vigencia será breve.
El Parlamento de Francfort no ha conseguido la unificación, el prusiano ha fracasado en su intento de
establecer un modelo político constitucional; los soberanos absolutistas se apoyan mutuamente para frustrar la
revolución -Sajonia pide ayuda a Prusia, los movimientos republicanos de Renania y Alemania central y meridional
son disueltos por el ejército prusiano-. La reacción se generaliza en todos los estados alemanes: disolución de las
Cámaras, arrestos. Alemania vuelve a su situación de principios del año 1848.
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a) la clase media liberal, que espera de la revolución el protagonismo y solicita la conversión de la Guardia
Cívica en Guardia Nacional y la dimisión de Metternich;
b) la izquierda democrática, formada por estudiantes, muchos de origen artesano, que han sido víctimas de la
represión, y se organizan en clubes y se expresan en periódicos radicales, en los que atacan el poder de la Iglesia y el
Ejército;
c) obreros, en general no atentos a demandas políticas pero movilizados por el odio al rico y la exigencia de
un abastecimiento barato para la ciudad.
La Corte se divide, mientras Metternich y el príncipe de Windischgräetz, gobernador de Bohemia, postulan la
represión, el Consejo Imperial se inclina a otorgar algunas concesiones. La presión popular obtiene del gobierno
varias medidas liberalizadoras: Constitución liberal en las provincias alemanas de Austria, Bohemia, Moravia y
Galicia, garantías de libertad civil, Parlamento con dos Cámaras y sufragio censatario; pero los estudiantes
demócratas exigen el sufragio universal y la cámara única. El triunfo de los radicales obliga al emperador a abandonar
Viena el 17 de mayo y establecer su residencia en Innsbruck. Hasta ese momento el proceso es similar al francés,
salvo en la caída de la monarquía, limitada aquí a un ostracismo que aleja al titular del trono imperial del ejercicio
incluso simbólico de su hasta entonces ilimitada autoridad.
Mucho más complejo es el problema nacional, que terminará frustrando la revolución en el viejo imperio
centroeuropeo, en cuyo entramado pueden señalarse:
- Multiplicidad de pueblos, alemanes, húngaros, checos, croatas, serbios, rumanos, polacos, italianos, etc. Tal
conglomerado étnico implica diversidad de lenguas y culturas, y recelos mutuos; y así los polacos y eslovacos temen a
los checos, los croatas y serbios a los húngaros, éstos a los austríacos, etc., hasta el punto de que algunas minorías
étnicas prefieren el mantenimiento de la autoridad imperial antes que el nacimiento de la dominación del pueblo
rival.
- Instituciones anacrónicas para la era del liberalismo: perduran gobernadores omnipotentes, como delegados
del emperador, y varias Dietas, especie de parlamentos deliberantes sin potestad legislativa pero símbolos de la
prepotencia social de ciertos grupos que tienen en ellos sus representantes.
- Fronteras mal delimitadas, que no señalan la demarcación geográfica de las etnias, y en algunos casos, como
en el norte de Italia, recientes, establecidas por el Congreso del año 1815.
- Dos peligros exteriores que provocan reacciones centrípetas: Alemania y Rusia. Así los eslavos ante la
posibilidad de ser absorbidos por el Estado zarista apoyarán durante la revolución la autoridad de los Augsburgo.
- Diferencias entre los revolucionarios, y en no pocos casos contradicciones: por ejemplo, los húngaros luchan
por su independencia, pero no están dispuestos a que la consigan las minorías étnicas que viven en Hungría.
El movimiento nacionalista húngaro
Este movimiento se inicia en marzo con la discusión en su Dieta de una propuesta de Kossuth para asumir la
autonomía, al tener noticias de que en Viena se ha producido la dimisión de Metternich, pero el territorio no se
circunscribiría al reino de San Esteban, sino que incluiría áreas eslavas de Croacia, Eslavonia y la Transilvania
habitada por rumanos. El día 15 se establece el Estado húngaro, con capital en Budapest; la Dieta se convierte en
Parlamento, que se cubrirá por sufragio restringido, con responsabilidad ministerial ante la Cámara; pero no se ha
oído a las Dietas de Croacia y Transilvania, y aquélla se opone a la inclusión en el nuevo Estado. Las medidas del
gobierno húngaro, en el que Kossuth, héroe nacional, ocupa la cartera de Finanzas, son las características del 48:
abolición de la censura de prensa, implantación de una Guardia Nacional, libertad de cultos, abolición de la
servidumbre, de la jurisdicción y de todo derecho feudal en el campo; no obstante, los grupos radicales, tras una
sublevación de jóvenes en Budapest, se hacen con el control del Comité local y son dueños de la situación.
Inmediatamente estallan las resistencias antihúngaras. El gobernador de Croacia, barón Jelacic, ordena a los oficiales
croatas ignoren al gobierno húngaro; serbios y rumanos expresan su oposición a Budapest y su lealtad a la dinastía de
los Augsburgo. Kossuth pide una leva de 200.000 hombres para salvar a la nación húngara; el gobierno imperial sólo
espera el momento del ataque, aprovechándose de los problemas internos de Budapest. En septiembre Jelacic invade
Hungría y los sectores moderados abandonan al gobierno y a Kossuth, que, nombrado presidente, galvaniza a sus
compatriotas para que resistan.
El movimiento nacionalista bohemio
En Bohemia, el movimiento nacionalista no encuentra apoyo en todos los sectores de la sociedad: la nobleza,
de origen alemán, es leal a los Augsburgo; los campesinos ansían la abolición de los derechos feudales, y
especialmente la servidumbre, pero ignoran qué sea una nación; tan sólo un pequeño número de intelectuales de
Praga, entre los que destaca el historiador Palacky, pide la igualdad de las lenguas checa y alemana. Los
acontecimientos de marzo en Viena y Budapest provocan la proclamación del Estado autónomo checo, que incluye a
Bohemia, Moravia y la Silesia austríaca, pero no se trata del nacimiento de una nación, como en el caso húngaro, sino
simplemente de autonomía, que es aceptada por Viena al mismo tiempo que reconoce la paridad oficial de las
lenguas. A pesar de que no se han roto los lazos con el Imperio, surgen centros de resistencia anticheca; los dirigentes
de Praga no les han consultado a la hora de presentar sus reivindicaciones. Pero más peso tiene la presión alemana; en
ese momento el Parlamento de Francfort prepara la unificación de los Estados alemanes, entre los que considera a
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Bohemia. Ante el doble peligro de absorción alemana de los Estados de etnia germánica y rusa de los de etnia eslava,
Palacky reafirma su lealtad al imperio augsburgo y convoca un Congreso austroeslavo para el mes de junio. Un
manifiesto de Palacky promete el respeto por todos los pueblos, pero las tensiones entre polacos, eslovacos, alemanes
y checos, radicalizan las posturas y el Congreso proclama la República checa. Windischgräetz sitúa la artillería
alrededor de Praga, bombardea la ciudad e implanta la ley marcial. El fracaso, tras sus múltiples titubeos y
contradicciones, de la revolución en Bohemia significa el reflujo en todo el imperio. La Corte Imperial ha podido
comprobar que es posible la victoria sin concesiones; la militar de Custozza sobre los italianos, en julio, termina de
reforzar las posiciones de los partidarios del viejo orden.
Los frenos a la revolución en Austria
A las victorias de las fuerzas militares Imperiales han de añadirse otros dos factores como frenos a la
revolución en Austria: las fricciones sociales y los desacuerdos entre las fuerzas políticas de la Asamblea que se abre
en Viena el 22 de julio. En proceso paralelo al francés, las clases medias vienesas observan con creciente recelo las
demandas de los trabajadores, y en agosto, mientras varios manifiestos de intelectuales piden el retorno del
emperador a Viena, ante la parálisis de las obras públicas las organizaciones obreras incluyen en sus protestas el
rechazo no ya del viejo régimen absolutista sino, por añadidura, de la orientación conservadora que está
experimentando la revolución. A la Asamblea de los territorios del Imperio, convocada tras una consulta electoral, no
asisten italianos ni húngaros, y pronto se comprueba el peso conservador de los propietarios elegidos en bastantes
regiones por los campesinos; a las ausencias y a la presencia de grupos no revolucionarios se ha de sumar la
complejidad de los objetivos de los asistentes; por ejemplo, los checos solicitan una federación. Pero la derrota de la
revolución no vendrá de la inoperancia de la Asamblea, sino de las disensiones en torno a la cuestión húngara; los
radicales vieneses apoyan la autonomía e incluso la eventualidad de la independencia, los liberales moderados se
inclinan por un imperio unido, los nacionalistas eslavos por la restauración de la autoridad del emperador. Los
radicales, verdaderos depositarlos de los ideales constitucionales y nacionales de la revolución, contaban todavía en
octubre con una serie de apoyos: Guardia Nacional, obreros, estudiantes de la Universidad, húngaros, campesinos,
pero desde el punto de vista militar poco significaban los 18.000 guardias nacionales frente a los 70.000 soldados de
que dispone Windischgräetz, nombrado general en jefe del ejército imperial. Calculando que la revolución se ha
debilitado por la falta de solidaridad entre sus elementos, Windischgräetz pone sitio a Viena el día 23 de octubre y el
31, tras bombardearla, la ocupa. Los revolucionarios sufren 3.000 muertos, las tropas imperiales 1.300; el combate
ha sido breve pero sangriento. La entrada en Viena de Windischgräetz señala el final de la revolución en Austria. Se
disuelve la Guardia Nacional, se restablece la censura y veinticinco dirigentes revolucionarios son condenados a
muerte.
Sólo Hungría resiste, dirigida por Kossuth, pero la solidaridad entre los monarcas no constitucionales
aumenta el drama de los pueblos en armas: el zar ruso envía en junio de 1849 un ejército de cien mil hombres a
Hungría y treinta mil a Transilvania: la tenaza se convierte en irresistible. Kossuth huye. Los austríacos ejecutan a
trece generales, miles de húngaros son condenados a largas penas de prisión; a los soldados nacidos en Hungría se les
disemina en unidades lejos de su patria; el país es colocado bajo la ley marcial.
La compleja estructura del imperio austro-húngaro ha propiciado la reposición de la institución imperial
vienesa como elemento de soldadura de piezas tan heterogéneas; la multiplicidad de fuerzas constitucionales y
nacionales y sus objetivos contradictorios se han mostrado como el elemento clave de su debilidad.
8. FACTORES DE FRACASO
Aparentemente los movimientos del 48 se han frustrado en todas partes. Han afectado especialmente a países
con un problema nacional, Italia, Alemania, Hungría, Bohemia, o gobernados de manera autocrática, Austria, o con
una intensa tradición revolucionaria que choca con monarquías titubeantes, Francia. A otros países les ha afectado
menos, pero las ondas de la gran convulsión llegan a todas partes. En España Narváez supo prevenirla, pero, a pesar
de todo, se producen en marzo y mayo movimientos en varias ciudades, sobre los que testifican Balmes, Donoso
Cortés, Alcalá Galiano, Pastor Díaz, Andrés Borrego.
La convulsión del 48 fracasa por diversos motivos:
- El fundamental, para Stearns, es la contradicción entre los objetivos moderados de la burguesía, que se
satisfacen con la modernización del Estado, y el proletariado, que reclama la modificación de las estructuras
productivas; el caso francés, con la involución del proceso revolucionario, resulta paradigmático. “Con raras
excepciones, ninguno de los hombres que asumió el control de los gobiernos revolucionarios había sido nunca un
revolucionario” (Stearns). Ésta fue la tragedia -así la llaman varios historiadores- del 48. La clase media liberal se
desentendía de problemas como el desempleo; de ahí los desórdenes de las clases trabajadoras durante la fase activa
de la revolución.
- La situación económica mejora en el año 1848 con buenas cosechas y descenso del paro. Los campesinos,
satisfechos por la abolición de la servidumbre y el feudalismo, temen que una revolución de mayor alcance les prive
de la propiedad.
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- Entre los monarcas absolutistas se produce la solidaridad en momentos decisivos: los rusos intervienen en
Hungría, el ejército prusiano en varios estados alemanes. El viraje francés hacia una república conservadora tiene el
mismo efecto; los soldados franceses reponen al Papa en Roma.
- Generales aristocráticos, Radetzky, Windischgräetz, unidos a la monarquía absoluta y a los sectores
privilegiados, controlan el ejército.
- La insolidaridad entre los revolucionarios de los distintos países contrasta con la actitud que toman los
monarcas absolutistas. Por ejemplo, los húngaros no apoyan a los checos. Más graves parecen las contradicciones en
el alcance de los principios revolucionarios, como las disensiones de liberales y demócratas en Alemania, o las
tendencias encontradas entre los húngaros, Kossuth, que pide la independencia, y Deak, que se conforma con
autonomía y reformas. Estas contradicciones se señalan en algunos programas nacionalistas; los húngaros exigen para
ellos la autonomía mientras rehúsan concederla a croatas y rumanos.
No obstante, el nacionalismo, a pesar de que generó choques entre fuerzas revolucionarias, constituyó en otros
casos la gran amalgama. Muchos líderes liberales se movilizaron exclusivamente por su sentimiento nacional. Así se
explica la persistencia de la revolución en Italia y Hungría, donde los enemigos de la nación unida o de la nación
independiente anheladas eran claros. Bien entendieron el potencial revolucionario del nacionalismo los políticos
absolutistas que se ocuparon de apagar todos los focos; tras la ocupación de Hungría los dirigentes de Viena
sometieron a Croacia, que había permanecido leal al imperio, a la misma ley marcial que maniataba al pueblo húngaro
rebelde.
9. EL LEGADO DEL 48
Sin embargo, el balance no es de fracaso total. En Francia Luis Napoleón restablece el sufragio universal,
reivindicación básica de los demócratas; en Italia el Piamonte se configura como un reino constitucional y liberal, en
torno al cual se efectuará la unificación; en Alemania se comprende que es Prusia, y no Austria, albacea del
ordenamiento del Congreso del año 1815, el único Estado que puede conseguir la unidad.
Las lecciones son muchas en el ámbito social. Los trabajadores han descubierto que no obtendrán ventajas de
una revolución protagonizada por la burguesía y se impone contar con las propias fuerzas; en esta constatación del
48 se hunden los orígenes de la Primera Internacional obrera. Los artesanos desisten de su esperanza de conseguir un
alto en la mecanización. Los sectores conservadores de las clases medias se vuelven más herméticos ante el peligro
proletario; el discurso de Donoso Cortés sobre la Dictadura -señalando su preferencia por la que procede de arriba
sobre la que irrumpe de abajo- se desenvuelve en esta línea de recelo. Paradójicamente, si reparamos que la
historiografía descuidó este sector, son, en muchas partes, los campesinos los más satisfechos, al menos donde se ha
abolido la servidumbre o los derechos feudales.
El 48 constituye la última revolución romántica, quizá la plenitud del Romanticismo experimentado en el
campo real de una revolución. Ya no confiarán tan ingenuamente los revolucionarios en la fuerza de las barricadas, ni
los gobiernos concederán efecto de Apocalipsis al sufragio universal; en lo sucesivo todos, gobernantes y oposición,
actuarán con mayor realismo.
Han sido vencidos los actores: proletarios de París y Viena, diputados de los Parlamentos de Prusia y Austria,
periodistas y abogados de las grandes ciudades. Pero subsiste la fuerza que les impulsó. Los pueblos que no han
conseguido su ideadle constituir estado nacional reafirman sus rasgos peculiares, a la espera de otra circunstancia
histórica más propicia, como subraya en sus conclusiones sobre el 48 Jean Sigmann: “En el transcurso de luchas
implacables, los rasgos de los pueblos se acentuaron: el espíritu de contradicción germánico, la inercia checa, la
brutalidad magiar, la resolución croata, el misticismo polaco.” Con una observación aparentemente intrascendente
capta Sigmann el espíritu original, el pulso, de la gran convulsión: “Revoluciones de otra duración y de otra
envergadura marcarán el siglo XX. No tendrán, sin embargo, ni la espontaneidad ni el candor del 48.”
DOCUMENTOS
1. UN MANIFIESTO ELECTORAL DE 1849
Puede entreverar la sinuosa trayectoria del proceso revolucionario del 48 en Francia. Han de subrayarse las
expresiones ideológicas definidoras del 48, ordenar los problemas internos de Francia y distinguir las afirmaciones
que implican la continuación de la revolución de las que suponen la vuelta atrás.
“... Porque los enemigos de la República creen que pueden confiar en ese candidato.
¿Por qué los demás representantes han sido excluidos de semejantes listas?
Porque han aclamado a la República con la firme voluntad de mantenerla;
Porque han votado la Constitución a pesar de la resistencia de los monárquicos;
Porque han resistido a la reacción;
Porque no han vendido su conciencia al poder, como ocurría bajo la Monarquía;
Porque no han pedido ni obtenido cargos para ellos, ni para sus parientes o amigos;
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Porque aunque no se han unido a los que han fatigado a la Asamblea con sus discursos, han votado casi
siempre con unanimidad y en favor de todas las instituciones populares;
Porque han votado a favor del sufragio universal, que reconoce el mismo derecho para todos;
Porque han votado contra el restablecimiento de ese poder aristocrático y disuelto que recibía el nombre de
título nobiliario;
Porque acaban de reducir los salarios importantes y han prometido reducir otros que son verdaderamente
escandalosos;
Porque reducen el presupuesto en 150 millones, a pesar de los esfuerzos de los ministros y los reaccionados;
Porque han reconocido abusos en la administración, sinecuras inventadas por la monarquía para crearse
favoritos y apoyos; porque han luchado contra ello y lucharán todavía más, pues no han obtenido todo lo que pedían;
Porque han votado por la reforma postal y por la reducción del impuesto sobre la sal;
Porque han planteado la necesidad de suprimir el impuesto sobre la bebida y están dispuestos a solicitarlo a la
Asamblea legislativa;
Porque han votado en contra de los 600.000 francos de gastos de representación asignados al Presidente de la
República, lo cual, sumado a los 600.000 francos de sueldo concedídos por la Constitución y los 600.000 francos
para el mantenimiento de su casa, alcanza la cifra total de 1.800.000 francos, únicamente para ese funcionario;
Porque han votado contra los 1.200.000 francos solicitados para restablecer al Papa sobre su trono temporal;
Porque acaban de aumentar el sueldo de los maestros, de los cuales se preocupa muy poco el partido Thiers-
Falloux, ya que pretende que, mediante la instrucción, han desmoralizado a Francia y que eran más adecuados los
hermanos de San Juan de Dios;
Porque, en cambio, han gravado con impuestos los bienes de manos muertas y los de los conventos;
Porque han votado por todas las mejoras graduales y sin sacudidas, propuestas en favor del pueblo;
Y, finalmente, porque desean mantener lo que existe y lucharán a ultranza contra todos los que quisieran
arrancarnos la República, pues únicamente ella puede mejorar el destino de las poblaciones.”
VOILLIARD: Documentos... pp. 196-197.
2. EL RÉGIMEN POLÍTICO
Aunque se formula el principio de conjugar autoridad y democracia, predominan los órganos de poder. Los
poderes del emperador se definen de manera reiterativa en todos los órdenes; la división que preconiza el
pensamiento liberal desde Montesquieu en la práctica desaparece. Los ministros no deben hacer nada sin
consentimiento, ni tienen el derecho de dimisión; en los consejos no se toman decisiones, sólo se formulan
planteamientos, y es el ministro del ramo el que luego efectúa el examen con el emperador, único que puede decidir.
Zola, en Su Excelencia Eugenio Rougon, critica estos gabinetes dóciles y semimudos. Aunque los ministros disfrutan
sueldos elevados y Napoleón los cubre de condecoraciones, el trato es despectivo; de los asuntos de los otros
departamentos se enteran por la lectura de la gaceta, El Monitor. Algunos ministros autoritarios, como Rouher,
Fould o Baroche, apoyan esta personalización del poder ejecutivo. La acumulación de atribuciones militares,
diplomáticas, administrativas en el emperador es impresionante, pero más definitorio resulta su intrusión en el poder
legislativo, con capacidad para elaborar reglamentos y decretos y reserva de iniciativa única en la tramitación de las
leyes. Tres privilegios redondean esta plétora de autoridad: potestad de declarar el estado de sitio, iniciativa de
enmiendas a la constitución, responsabilidad ministerial ante el emperador exclusivamente.
Instituciones sumisas completan la maquinaria estatal: Consejo de Estado, Cuerpo Legislativo (Cámara de
diputados), Senado. La existencia de la primera, en un inusual sistema tricameral, implica la erosión de la función de
las otras dos. Los consejeros, de cuarenta a cincuenta, nombrados y revocables por el emperador, constituían una
especie de inspectores de toda la trama legal y la vida política; según Rouher, el Consejo «ve todo, examina todo». Su
misión más importante radica en el estudio pericial de las leyes, que seguían un camino más largo que en los países de
Europa occidental. El emperador emitía un proyecto de ley, un ministerio lo proponía y el Consejo de Estado
formulaba el primer dictamen; tras el pronunciamiento favorable del emperador se enviaba al Cuerpo Legislativo,
donde una Comisión de siete miembros proponía las enmiendas pertinentes, que nuevamente habrían de ser
examinadas por el Consejo de Estado; tras este doble examen se devolvía al Cuerpo Legislativo, el Senado juzgaba la
constitucionalidad de la ley y el jefe del Estado la promulgaba si lo estimaba conveniente. El Consejo mantenía así un
control sobre el legislativo, Rouher aclara que su función era intermedia entre los poderes ejecutivo y legislativo. A
pesar de la docilidad de los consejeros se convirtió en una máquina paralizadora del ritmo legislativo y Napoleón se
impacientaba: «¡Siempre hay algunos textos que oponerme». Victor Hugo, en Napoléon le Petit, precisa que sus
componentes eran juristas puros, no oradores ni políticos, a los que faltaba la vivacidad del contacto con la opinión
pública.
El Senado está formado por algunos miembros de derecho: cardenales, mariscales, príncipes; el resto es,
nombrado con carácter vitalicio por el emperador, que por otra parte adoptó la precaución de poder aumentar su
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número para el caso de una posición discorde con sus deseos. Su misión se reducía al examen de la constitucionalidad
de las leyes y recursos de amparo de los particulares; su reglamento lo reducía a una institución poco más que
honorífica: las sesiones sólo duraban tres meses y no eran públicas, la validez de sus decisiones dependía del refrendo
imperial.
El Cuerpo Legislativo constituye un ejemplo acabado de cómo se puede invalidar el sufragio universal. Hemos
indicado que sus trámites están fiscalizados por el Consejo de Estado. Aunque sus miembros eran elegidos por voto
de todos los ciudadanos franceses, su reducido número -270- aminoraba la importancia de la representación de los
distritos; el presidente y vicepresidentes eran nombrados por el emperador, la prensa no podía informar sobre el
contenido de las sesiones. Sin independencia en su ejercicio y sin concesión con la opinión tan sólo mantenía cierto
control del gasto público, no obstante el emperador podía fácilmente eludirlo por su potestad de transferir mediante
decretos partidas de un capítulo a otro y por la exigencia de que la Cámara aprobara o rechazara el presupuesto en
bloque, sin discutir la distribución de las partidas. Aunque alguna vez intentaron presionar, en general los diputa- dos
sestearon sin complicarse, lo que les granjeó la crítica de los intelectuales: «reptiles», les increpó Montalembert;
«domésticos», Victor Hugo.
Esta pletórica concentración de autoridad no podía ser contrarrestada por las dos fórmulas que, según
Napoleón, demostraban que Francia cumplía los requisitos de la democracia: el plebiscito y las elecciones para el
Cuerpo Legislativo por sufragio universal. En cuanto a la consulta referendaria, sólo con muchas dudas puede
adscribirse a los signos de la democracia si tenemos en cuenta que -como más claramente se comprueba en regímenes
del siglo XX- se formulan cuestiones simplificadas o por contra preguntas que no pueden saldarse con el dilema de la
respuesta afirmativa o negativa, y por otra parte el no encuadramiento de la masa del pueblo en organizaciones
políticas permite orientar fácilmente las inclinaciones ciudadanas. En cuanto a las elecciones, si bien la edad requerida
de 21 años era inferior a lo usual en la época, la presentación de una candidatura oficial y la amenaza a los que hacían
propaganda de otros candidatos la convertía en una bambalina. La prueba es que los partidos fueron marginados
precisamente porque su funcionamiento podría, sacar al pueblo francés de su dócil pasividad. Es dudoso que se
pueda denominar democracia a un sistema que en vez de articular desarticula, aunque se le adjetive de autoritario,
apellido que implica que el pueblo delega por renuncia temporal a su función. René Remond precisa lo que tiene de
original el intento napoleónico: “Existe, por tanto, un tipo de democracia plebiscitario, antiparlamentaria, antiliberal,
que asocia autoridad y fundamento popular, que es, a su manera, una forma de democracia. En Francia se manifestó
con el régimen bonapartista del primer y segundo Imperio, y sus opositores, legitimistas u orleanistas, no le perdonan
que sea a la vez un régimen popular y autoritario.”
4. DECLIVE Y LIBERALIZACIÓN
El declive se detecta en los resultados electorales, el fracaso de la política social y la imposibilidad de llevar a la
práctica las reformas educativa y militar.
El ascenso de los republicanos en las convocatorias electorales es constante: en 1857 han conseguido cinco
escaños, en 1863 son 17 sus diputados, en 1869, veinticinco. A las elecciones de 1863 acuden, además de
republicanos y legitimistas, los orleanistas, convencidos ya de que se pueden obtener ventajas dentro de las reglas de
juego del régimen. El fracaso del gobierno es claro; el número de electores ha triplicado, ha pasado de 665 mil a cerca
de dos millones, y por otra parte disminuye la abstención; sin embargo, los gubernamentales no avanzan y la
oposición triplica sus votos populares y triunfa claramente en las grandes ciudades; así en París el 63 % de los votos
respalda a los candidatos republicanos. Tras las leyes liberalizadoras de la prensa en 1868, las elecciones del año
siguiente, con más intensa propaganda electoral -el nuevo diario La Lanterne llega a los 120.000 ejemplares-,
suponen para el gobierno la pérdida de un millón de votos. En el nuevo Cuerpo legislativo por vez primera la
oposición unida puede situar en dificultades al gabinete y los diputados bonapartistas se dividen entre los partidarios
de mantener el régimen autoritario y los dispuestos a apoyar su evolución hacia un modelo parlamentario auténtico.
No son menores las frustraciones en los temas sociales. Napoleón, remembrando su pasado de conspirador
romántico y sus contactos con fuerzas proletarias, cree que con posturas paternalistas obtendrá para su régimen el
apoyo del obrerismo, más al conceder el derecho de huelga y reunión se desatan oleadas de huelgas en 1864, 1865 y
1867, que cuartean las tesis oficiales de que en Francia nunca ocurre nada grave, al tiempo que el blanquismo resurge
con fuerza a la búsqueda de nuevas conquistas para el asociacionismo obrero.
El fracaso de Victor Duruy en Instrucción Pública, al intentar convertir en obligatoria la enseñanza primaria,
y el de la reforma militar, que preveía un servicio de siete años con posibilidad de rescate, termina de desacreditar la
gestión del ejecutivo.
El Cuerpo Legislativo de 1869 consigue derribar al gabinete de Rouher; de esta manera se llega a la fórmula
de gobierno de transición, pero lo definitorio es la comprobación de que la Cámara se ha liberado de la tutela
Imperial. Un nuevo gabinete de coalición bonapartistas-republicanos es presidido por el republicano Émile Ollivier.
Desde ese momento los ministros pasan a ser responsables ante la Asamblea. El emperador se inclina ya
decididamente por apoyar la política de reformas, pero al mismo tiempo necesita reforzar su autoridad; el plebiscito
que convoca para el 8 de mayo de 1870 en demanda de apoyo popular a las reformas se formula de forma ambigua y
consolida la autoridad del emperador. Entretanto, Ollivier continúa con un amplio programa reformista
(restablecimiento del proteccionismo, descentralización administrativa, libertad de enseñanza superior), destinado a
atraerse a los hombres de negocios. Este ensayo de colaboración de autócrata envejecido y político dinámico -aunque
criticado como tránsfuga del republicanismo- es cortado por la guerra de 1870 contra Prusia. Claramente
comprendió Ollivier, con sus deseos desesperados de paz, que la guerra era el final. Y así fue.
5. POLÍTICA INTERNACIONAL
El Segundo Imperio no definió una política exterior de líneas claras, ya que si bien se ha subrayado que en el
ámbito internacional Napoleón III actúa como un revolucionario, como un hombre del 48, en contraposición a su
tendencia autoritaria en el interior, no resulta exenta de contradicciones su comparecencia en los grandes conflictos
internacionales. Su deseo de prestigio, «Francia debe llevar sobre sus hombros el manto de la gloria», le lleva a pilotar
una política internacional intervencionista. Algunos comentaristas han puesto de manifiesto un objetivo prioritario,
sin que coincidan en su definición, para unos es el sueño de unificar Italia (apoyo revolucionario a los
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nacionalismos), para otros el deseo de anexionarse la orilla izquierda del Rhin (expansionismo); en cualquier caso la
personalidad pacifista e impresionable de Luis Bonaparte, que, a diferencia del primer Napoleón, odiaba la guerra,
limita sus ambiciones de gran potencia y señala una diferencia fundamental con la figura mítica del fundador de la
dinastía. Sus hábitos de conspirador, que le inclinan a las negociaciones personales y misteriosas, de espaldas a sus
ministros, contribuyen también a dibujar una política internacional incoherente.
Si acaso, de Napoleón I heredó una lección clara: el peligro del enfrentamiento con Inglaterra; de ahí su
aproximación comercial y sus intentos de entendimiento político con Londres. En numerosas obras se han señalado
las contradicciones de sus líneas: revolucionario que sigue la senda girondina de la exportación de sus ideales, católico
que apoya al Papa, francés que respeta a Inglaterra. En Italia chocan sus deseos de apoyar a los nacionalistas con su
talante católico de sostenedor del Papa Pío IX, que termina convirtiéndose en obstáculo para la unificación.
Sus intervenciones exteriores son de dos tipos:
a) Coloniales. Su deseo de grandeza impulsa expediciones coloniales: en África es el momento en que
Faidherbe conquista el Senegal y pone las bases de la expansión francesa a partir de la costa occidental. En la
conquista de Argelia se profundiza hacia el interior, y sobre todo se inicia una obra de transformación material, tras
ser sometida la Kabilia en 1857, con la construcción de ferrocarriles, los trabajos de irrigación y la introducción del
cultivo de plantas nuevas. A partir de 1860, y tras la lectura de publicaciones o contactos con círculos
saintsimonianos, el emperador empieza a concebir Argelia como el área donde Francia puede desplegar una misión
civilizadora. Un discurso en Argel define la nueva orientación, en ese momento extraordinariamente liberal: «Nuestro
primer deber es ocuparnos de la felicidad de tres millones de árabes que la suerte de las armas ha conseguido hacer
pasar a nuestro dominio... Elevar a los árabes a la dignidad de hombres libres, expandir sobre ellos la instrucción
respetando su religión, mejorar su existencia... tal es nuestra misión». La idea de protectora- do, con gobierno
confiado a los grandes jefes musulmanes, si no muy madura en sus planteamientos teóricos, al menos parece clara en
su inspiración.
En Extremo Oriente se inicia la penetración, junto con otras potencias, en China y el Sudeste Asiático. Con el
pretexto de defender a los misioneros católicos amenazados, los marinos franceses ocupan Saigón (1859) y después
toda la Cochinchina; posteriormente ponen bajo la protección de Francia Camboya y exploran Laos, con vistas a
penetrar en el inmenso mercado chino. Al mismo ideal de prestigio responde el apoyo a la construcción del canal de
Suez, obra del ingeniero francés Lesseps, y a cuya inauguración se dedica un boato que re- cuerda las solemnidades de
la Roma Imperial.
La intervención en México, para colocar en su trono, con el título de emperador al príncipe Maximiliano -
aunque la expedición se inicia para obligar a Benito Juárez al pago de la deuda que había contraído con Francia,
Inglaterra y España-, responde al deseo de comparecencia en los asuntos mundiales, pero también a motivaciones
económicas ante la eventualidad de la construcción de un nuevo canal interoceánico.
b) Apoyos a los movimientos nacionales y lucha contra la obra de la Santa Alianza. De estas intervenciones
tratamos en otros temas. La guerra de Crimea (1854-1856), en la que Francia e Inglaterra, en auxilio de Turquía, se
enfrentan a Rusia, es la lucha contra las potencias claves de la Santa Alianza. La guerra contra Austria (1859) supone
el apoyo a los patriotas italianos, que se afanan por la consecución de un estado nacional, frente a la obra territorial
del Congreso de Viena.
La soledad internacional de Napoleón tras estos conflictos la comprendió bien Bismarck. Napoleón se ha
enemistado con Inglaterra y España en su expedición a México; con Rusia en la guerra de Crimea; con Austria en su
guerra del 59; con los italianos, incluso, porque tras apoyarles les ha abandonado; con los países nórdicos, Suecia,
Noruega, Dinamarca, porque ha paralizado en la guerra de los ducados daneses a las tropas que hubieran auxiliado a
Dinamarca.
Al estallar la guerra entre Francia y Prusia en 1870, por la rivalidad suscitada en torno a la candidatura para el
trono español, vacante tras el destronamiento de Isabel II, Francia no obtiene ningún apoyo. Aislada
diplomáticamente e inferior en potencia militar, las sucesivas derrotas, de Mac Mahon en Alsacia, de Bazaine en
Metz, y la definitiva de Sedán, demuestran que los sueños de gloria napoleónicos se apoyan sobre cimientos más
efímeros que los del primer Napoleón. Y el estallido de la Comuna mientras avanzan los prusianos exhibe
dramáticamente el fracaso de la política social del régimen.
Napoleón, prisionero, dimite. Francia está vencida y sola. Es la desembocadura de un régimen de grandeza que
ha intentado ser, otra vez, el ordenador de la vida europea.
8. EL MODELO BONAPARTISTA
El bonapartismo ha planteado complejos problemas de interpretación. Para los intelectuales prevalecían los
rasgos negativos y durante un siglo se presentó como la encarnación del autoritarismo que obstruye el debate libre e
implanta el dominio del poder militar y de la burocracia. El régimen abundó en propagandistas pero careció de
teóricos profundos que supieran encontrar sus líneas-eje y en consecuencia todavía hoy las versiones de los
historiadores propenden a resaltar algunos rasgos, pero se sienten incapaces de aprehender en conjunto su significado.
Incluso las más contradictorias encuentran argumentos en un personaje y un régimen contradictorios. Theodor
Zeldin ha llamado la atención sobre las divergencias entre los escritos de un hombre y sus obras cuando llegó el
momento, con el título imperial, de aplicarlas en el terreno real de la política: «Una lectura atenta de sus libros revela
contradicciones sobre casi todos los asuntos. Sobre el papel, era republicano, enemigo de la nobleza, proteccionista,
convencido de la inutilidad de las colonias y partidario de la enseñanza laica. En llegando al poder, proclama el
Imperio, otorga títulos ducales, firma tratados de libre-cambio con Inglaterra y muchos otros países, funda un
imperio en Extremo Oriente y aprueba la ley Falloux, de espíritu clerical». Ante la barahúnda de versiones opuestas
procede que las ordenemos, en torno a tres puntos: conexión con la revolución, conexión con el primer imperio,
evolución hacia un modelo liberal.
a) ¿Traicionó Napoleón III la revolución del 48? La versión de Marx es categórica; la burguesía francesa, para
salvarse de la amenaza proletaria, se inclina a la dictadura de un hombre; en definitiva, se anticiparía la situación
social y política que explicaría en el siglo XX los movimientos fascistas. Guizot sostiene la tesis opuesta de que
Napoleón III encarna a un tiempo la gloria nacional y la garantía de las conquistas de la revolución, al afirmar los
principios de orden y autoridad. El bonapartismo para Guizot es un sistema político que consigue colocar en el
centro a un jefe y detrás de él a la nación entera, reconciliando democracia y autoridad, y abriendo las puertas a los
hombres de talento, a diferencia del realismo que coloca a los individuos de los grupos privilegiados tradicionales.
Probablemente habrá que encontrar una síntesis que defina en qué aspectos el imperio prolonga la revolución y en
qué aspectos la traiciona.
b) ¿Fue una resurrección del imperio fundado por el primer Napoleón, o se trata de un sistema radicalmente
diferente? Tocqueville calificó negativamente a los dos imperios, en su estimación fases de auge de los arribistas, de
los mediocres propensos al halago. Fisher en sus lecciones de Oxford, en 1908, afirmaba: «El Primer y Segundo
Imperio napoleónicos se inspiraban, en gran medida, en los mismos principios, se apoyaban en las mismas fuerzas
intelectuales y sociales, solicitaban las mismas vanidades.» No obstante, otros autores con un análisis de estas fuerzas
sociales han enumerado bastantes diferencias, y ya hemos indicado alguna, como la opuesta actitud ante la guerra del
primer Napoleón y su sobrino. Si existen rasgos comunes, desde luego no es una mimesis lo que Napoleón III
implanta.
c) Rasgo original del Segundo Imperio es su proceso de liberalización a medida que las dificultades aumentan,
en clara diferenciación con la evolución usual de los regímenes autoritarios, que suelen endurecerse ante los embates
externos e internos. A veces se ha entendido que es una manifestación corrompida de orleanismo: nace de una
revolución y sin desengancharse totalmente de ella se orienta hacia posturas de autoridad; otras, que el Imperio es
solamente una forma extraña de republicanismo presidencialista, y en esta línea el comunista Jacques Duclos ha
establecido un paralelismo entre Napoleón III y De Gaulle. Para André Siegfried el bonapartismo del nuevo
Napoleón es inauténtico, su régimen era clerical, aristocrático, reaccionario, y la evolución hacia formas
parlamentarias alrededor de 1870 supone una contradicción con su verdadero carácter.
Después de la caída del Segundo Imperio los bonapartistas se dispersan; pero en la Tercera República, en
1873, contribuyen con sus votos, unidos a los de los legitimistas, a desplazar a Thiers e instalar a Mac Mahon,
entendiendo que éste simbolizaba una República monárquica o una monarquía sin corona ni trono. Mas no debe
aplicarse esta evolución posterior al modelo que instaló Luis Napoleón, en búsqueda casi obsesiva del punto medio,
sin vincularse a los monárquicos y sin alejarse excesivamente de la base del pueblo que le habla votado. En algún
aspecto se trata de una primera muestra de populismo, movimiento de tanta envergadura en el siglo XX, un intento
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imposible de unir coordenadas tan heterogéneas como la base popular, el crecimiento económico y la autoridad
unipersonal. Quizá Duclos no erraba cuando veía a Napoleón III como un De Gaulle del siglo XIX.
DOCUMENTOS
1. IDEOLOGÍA Y PROGRAMA DE LUIS NAPOLEÓN: EL DISCURSO DE BURDEOS
El Príncipe Presidente se detiene en Burdeos del 8 al 10 de octubre de 1852. Defínase, a través de este
discurso, su modelo político y algunos principios de su programa en política interior y exterior y su vinculación de
propósitos, y diferencias, con el Primer Imperio. Repárese en el lenguaje y en el tono propio de un discurso.
“Señores:
La invitación de la Cámara y el Tribunal de Comercio de Burdeos, que he aceptado sin dudar me ha
proporcionado la ocasión de agradecer a vuestra ciudad su acogida cordial, su hospitalidad llena de magnanimidad, y
estoy además seguro de que al final de mi estancia me comunicaréis las impresiones de este contacto.
La finalidad de este viaje, bien lo sabéis, era conocer por mi mismo las bellas provincias del Sur y ahondar en
sus problemas y necesidades. A veces se consigue un resultado más completo.
En efecto, os lo digo con una franqueza alejada tanto del orgullo como de la falsa modestia; ninguna
población me ha testimoniado de manera más directa, más espontánea, más unánime, la voluntad de franquearme sus
preocupaciones por el futuro, consolidando al mismo tiempo un poder que le resulta grato. Es un pueblo que conoce,
en esta hora, las esperanzas intensas que le sostienen y los peligros que le amenazan. Sabe que en 1852 la sociedad
corría hacia su perdición porque cada partido se consolaba del naufragio general con la esperanza de izar su bandera
sobre las ruinas de las que esperaba salir. Me complace haber salvado el barco enarbolando tan sólo la bandera de
Francia.
Cansado por teorías absurdas, el pueblo se ha convencido de que los pretendidos reformadores no eran más
que soñadores, que manifestaban contradicciones, desproporción entre los medios y resultados prometidos.
Hoy, Francia me rodea con su simpatía porque no pertenezco a la familia de los ideólogos. Para conseguir la
felicidad del país no es necesario aplicar nuevos sistemas sino transmitir, ante todo, confianza en el presente,
seguridad en el porvenir. He aquí por qué Francia parece querer volver al Imperio.
Existe, empero, un temor al que debo responder. Por espíritu desconfiado, algunas personas se dicen: «el
Imperio es la guerra»; yó les aseguro: «el Imperio es la paz». Es la paz porque Francia la desea, y cuando Francia se
encuentra satisfecha el mundo está tranquilo. La gloria se transmite por título de herencia pero no la guerra. ¿Acaso
los príncipes que se honraban con ser nietos de Luis XIV han recomenzado sus contiendas?
La guerra no se hace por placer, se hace por necesidad, y en estas épocas, de transición en las que por todas
partes, al lado de tantos elementos de prosperidad, germinan tantas causas de muerte, se puede decir con verdad:
desgraciado el primero que iniciara en Europa una lucha cuyas consecuencias serían incalculables.
Sin embargo, creo, como el Emperador, que hay conquistas que hacer. Deseo, como él deseó, conquistar la
concordia de los partidos disidentes y reconducir en la corriente del gran río del pueblo las desviaciones hostiles que
a nadie favorecen.
Deseo conquistar para la religión, la moral, el bienestar, a la parte todavía numerosa de la población, que, en
medio de un país de fe y creencias, apenas conoce los preceptos de Cristo; y a los que en la tierra más fértil del
mundo apenas pueden disfrutar de los productos de primera necesidad.
Tenemos inmensos territorios incultos que roturar, rutas que ensanchar, puertos que abrir, ríos que hacer
navegables, canales que terminar, red de ferrocarriles que completar. Tenemos, frente a Marsella, un vasto reino que
debe asimilarse a Francia. Tenemos que aproximar nuestros puertos del oeste al continente americano con unas
comunicaciones rápidas que todavía no conseguimos. Por todas partes encontramos ruinas que reconstruir, falsos
dioses que abatir, verdades que hacer triunfar.
Así es como comprendo el imperio, si el Imperio debe ser restablecido. Estas son las conquistas sobre las que
medito. Vosotros, quienes me rodeais, que queréis como yo el bien de nuestra patria, sois mis soldados.”
«Le Moniteur Universel. 12 octubre 1852», en VOILLIARD: Documentos de Historia T. II, pp. 10-12.
2. LA DECLARACIÓN DE INDEPENDENCIA
En 1809 se producen varios movimientos criollos que derivan hacia la rebelión abierta mientras surgen Juntas
de apoyo a Fernando VII. En 1810 los españoles pierden Andalucía; el único territorio controlado por los patriotas
es Cádiz; ha caído en manos francesas Sevilla, sede de la Junta Central. La pérdida de Sevilla va a estimular la
revolución colonial: Cabildos abiertos reemplazan en América a las autoridades peninsulares: Caracas en abril, Buenos
Aires en mayo, Bogotá en julio, Santiago de Chile en septiembre, ven surgir órganos de gobierno independientes,
dirigidos por las élites criollas, abogados, funcionarios, comerciantes. Sólo en Perú resiste el virrey Abascal.
Los centros de la Independencia son México, Caracas y Buenos Aires. En el primero aparecen como base
social del levantamiento los indios y mestizos y como dirigente el bajo clero con un programa de redención social, lo
que despierta el recelo y el apartamiento de los criollos, muchos de ellos grandes hacendados. En Caracas dirige el
alzamiento un sector intelectual del criollismo, cuya cabeza es Francisco de Miranda, pero no se suman los
propietarios de cacao del litoral, que permanecen leales al rey. En Buenos Aires las diferencias sociales están más
mitigadas y el criollismo ofrece un apoyo más compacto a la independencia.
Aunque estos gobiernos locales actúan como independientes y mantienen agentes diplomáticos en el
extranjero, no declaran formalmente la independencia hasta fecha tardía, en México en 1813, en el Río de la Plata en
el congreso de Tucumán de 1816. La excepción fue Caracas (181l). El retraso se ha explicado por distintas
circunstancias. Inglaterra era aliada de España en la lucha contra Napoleón y no parecía conveniente el
enfrentamiento abierto con un aliado de la gran potencia industrial y marítima. En México los criollos recelaban del
mal disciplinado ejército indio de Hidalgo. En el Río de la Plata surgieron discordias entre grupos, los partidarios del
caudillo oriental Artigas y los más exaltados de Buenos Aires. En general la independencia era sólo una palabra con la
que se demostraba el no reconocimiento de las autoridades españolas más que un pronunciamiento legal sobre la
separación de la patria peninsular.
La declaración de independencia de Caracas (5 de julio de 1811) no sólo es más temprana sino también más
doctrinal. Las otras naciones hispánicas se limitan a consignar el hecho físico de la separación; la junta de Caracas
aprovecha para dar a conocer su filosofía política, los ideales por los que lucha:
«Los imprescriptibles derechos que tienen los pueblos para destruir todo pacto, convenio o asociación que no
llena los fines para que fueron instituidos los gobiernos.»
Más adelante se consigna el pleno poder de Venezuela:
«Para darse la forma de gobierno que sea conforme a la voluntad de su pueblo.»
En la declaración se recogen frases que recuerdan las de la independencia de los Estados Unidos. Es posible
que Jefferson haya influido en los redactores de Caracas, pero más probablemente se recogen escritos del irlandés
William Burke, cuya resonancia entre los patriotas venezolanos la sugiere el hecho de que antes de publicarse sus
obras en libros se recogían en páginas sueltas en la Gaceta de Caracas. Expresiones de Burke, «el pueblo es en todos
tiempos el verdadero y legítimo soberano», debieron de calar en el pensamiento de los intelectuales caraqueños e
inspirar su formulación de la soberanía nacional.
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Al lado de las ideas, los intereses. Los comerciantes y fabricantes de los estados del norte son conscientes de la
necesidad de la unidad, sin ella no puede articularse un mercado de dimensiones nacionales ni construirse una
infraestructura viaria. Para acometer la industrialización habrían de abatirse las barreras aduaneras y enlazarse las
líneas de ferrocarril: incluso el protagonista de la unificación, Cavour, forja su concepción de una Italia unida tras un
estudio sobre los ferrocarriles en Piamonte, en el que concluye su Imposible rentabilidad de Do articularse en una red
más extensa. A partir de 1839 se celebran anualmente Congresos de Ciencias Aplicadas, que convocan a economistas,
comerciantes e industriales de todos los estados Italianos; en el de Florencia de 1841 se sugiere el montaje de una
exposición con productos de toda Italia, y en su clausura Ridolft subraya la solidaridad económica de los estados. En
ese momento muchos sectores, estimando la división política mayor obstáculo que la triturada orografía peninsular,
propugnan un "Zollverein Italiano" (unión aduanera), pero la mayoría de los gobiernos se muestran hostiles porque
entienden que la unificación económica sería el primer paso para la unificación política. Que por algunos soberanos
se prohibiera la asistencia de sus súbditos a estos Congresos es la prueba más significativa de la dimensión política
que Implicaban.
2. MAPA PREUNITARIO
El Congreso de Viena deja a Italia dividida en siete Estados: en el norte el reino de Piamonte, engradecido con
Niza, Saboya y Genova, como un Estado tapón frente a Francia, y el reino lombardo-veneto como bloque de
penetración de los austriacos; en el centro, los ducados de Parma, Modena y Toscana, regidos por príncipes
austriacos, y los Estados Pontificios con las Marcas; al sur el reino de las Dos Sicilias, en cuyo trono se ha repuesto a
los Borbones. Son siete zonas diferentes política y económicamente. La consecuencia principal de esta fragmentación
es la preponderancia austriaca, La unificación del Veneto con la Lombardia permite el control de la rica comarca
agrícola del Po; la administración austriaca nombra un virrey sin poder y designa los miembros de las asambleas; en
los tronos de Italia central se coloca a los archiduques austriacos Fernando en Toscana y Francisco en Módena, ya la
ex emperatriz María Luisa en Panna, soberanos a través de los cuales se impone la tutela austriaca; en el norte de los
Estados Pontificios se mantienen guarniciones imperiales; con el rey de Nápoles se firma en 1815 un tratado de
alianza; sólo el reino de Piamonte se encuentra libre de ataduras militares o diplomáticas con Viena. A la
fragmentación política ha de añadirse la que suponen los diversos grados de desarrollo económico. El Piamonte se
halla, en vísperas de la unificación, más industrializado; exporta -tejidos de seda y lino, dispone de canales de riego,
su agricultura se encuentra más modernizada: Lombardía-Véneto constituye otra zona industrial, con seda en
Cremona, lana en Milán y cristal en Venecia, y agrícola, con vinos en su cresta apenínica y en el Véneto y Padua. Los
Estados Pontificios separan económica, geográfica y políticamente la Italia del Norte de la del Sur, más pobre, menos
poblada y desarrollada.
El interés de Austria se cifra en mantener el status del Congreso del año 1815. el mosaico de estados. Los
Estados Pontificios se erigen como segundo obstáculo para la unificación; son durante algún tiempo en este tema dos
aliados naturales, y se explica la alarma de Metternich cuando el nuevo Papa. Pío IX, en 1847 inicia una política
liberal que podría derivar en apartamiento de Viena y apoyo a los patriotas italianos, política que pronto fue
interrumpida. El motor de la unificación lo constituye el reino del Piamonte, engrandecido territorialmente con una
fachada marítima desde 1815, la que le ha proporcionado, en contra de los deseos de sus habitantes, la antigua
república genovesa.
Piamonte posee, además, la única dinastía de estirpe italiana, los Saboya. puesto que los restantes monarcas
son de origen austriaco o francés y difícilmente aglutinarían un impulso nacional; un ejército, no muy organizado en
el reinado de Carlos Alberto pero con posibilidades de modernización, y una flota no desdeñable; una infraestructura
de transportes, y una Constitución liberal. Políticamente pueden distinguirse en el Piamonte cuatro partes: Saboya, la
zona más orientada hacia Francia, es el reducto conservador de la monarquía y el de más fuerte implantación católica;
Piamonte, con la capital, Turín, es el centro, en el que predominan los partidarios de la monarquía constitucional y
en el que puede vislumbrarse la potencia de fuerzas anticlericales, hasta el punto de que el ministro de Justicia
Siccardi hace aprobar en 1848 leyes contrarias a la Iglesia; Génova, capital de comerciantes, la avanza- da republicana,
la izquierda, más atenta a los proyectos de Mazzini o alas proclamas exaltadas de Garibaldi; Cerdeña, isla poco
poblada y sin industria, constituye un lastre, una zona apolítica. Las disparidades políticas dentro de un estado
pueden orientarnos sobre las grandes diferencias que existían en la concepción política de los diversos estados
italianos. Alfredo Oriani (1892) puso de relieve esta diversidad: .La idea piamontesa no podía ser la idea italiana...
debía convertirse en nacional y popular con Garibaldi, unitaria con Mazzini, monárquica con Cavour, más prudente
con Víctor Manuel y más aventurera en Napoleón III.- Anzilotti, un discípulo del gran historiador Gaetano
Salmevini, propuso, frente a su maestro, que hace de la burguesía piamontesa el eje de la unificación, el estudio de
cada estado italiano porque cree que el movimiento nacionalista .Risorgimento- es una abstracción.
No plantea problemas el protagonismo de Piamonte en la empresa unitaria, pero resulta más difícil el análisis
social de los grupos que la llevaron acabo. Gramsci escribe entre 1929 y 1935 sus reflexiones sobre el .Risorgimento-
, en las que trata de distinguir, lo mismo que Lefebvre para la Revolución Francesa, el papel dé cada grupo social:
aristócratas, burgueses, campesinos.
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En los cursos que dedican las universidades de Turín y Roma al tema de la unificación, los grandes maestros,
Franco Valsecchi y Ghisalberti, han vuelto a otorgar relieve a los aspectos intelectuales y diplomáticos; las ideas y el
apoyo internacional juegan un papel clave en el proceso unificador.
3. CAVOUR
En Camilo Benso, conde de Cavour, se une su sentimiento monárquico, de apego a la monarquía piamontesa,
con su conocimiento de la estructura eco- nómica de Italia; es, sin duda, la figura máxima del «Risorgimento» desde
el punto de vista político. Ya durante su vida aparecieron varias biografías; disponemos de sus discursos
parlamentarios, escritos personales y periódicos; han estudiado su personalidad italianos, como Bianchi, y extranjeros,
como Treitscke; entre ellos se pueden encontrar apologistas, como Adolfo Omodeo, que le apellida «el más humano
de los espíritus», e historiadores hostiles, como Mack Smith, que le considera carente de ideas políticas y presenta a
Garibaldi como el héroe del «Risorgimento». Aún sin caer en los excesos simplificadores de las hagiografías parece
indiscutible el protagonismo del político piamontés; en otro aspecto no es desdeñable su aportación de escritor en la
elaboración de un pensamiento nacional, especialmente con el periódico n Risorgimento, que fundó y dirigió. Aparte
de ella, la actividad de Cavour puede resumirse en tres ámbitos: político, económico y diplomático; en los tres su
papel es relevante.
En el ámbito político Cavour hace del Piamonte un Estado moderno, liberal, con las funciones claves de
elaboración normativa y control atribuidas al Parlamento, lo que produjo fricciones con el monarca Víctor Manuel
II, aunque la tradición no documentada la haya soslayado y hable de relaciones idílicas. Debemos matizar que su
concepción del Estado liberal tenia todas las limitaciones del pensamiento conservador; el Parlamento que apoyarla
su programa de modernización era elegido por un electorado no superior al 2 % de la población y el rey mantenía
atribuciones que los políticos progresistas rechazaban. Pero de ese binomio Cavour-mayoría parlamentaria procede el
programa del Piamonte constitucional: nuevo código, cuerpo de funcionarios, marina de guerra anclada en La
Especia, laicización del Estado -aspecto que le granjeó enemistad de los sectores clericales- con disolución de las
órdenes religiosas contemplativas y nacionalización de sus bienes.. El Piamorite se convierte así en el estado
protagonista de la empresa unificadora y en la imagen de la futura Italia, al ofrecer refugio en Turín a todos los
exiliados políticos e incluso indemnizar a los patriotas lombardos y venecianos que han visto sus bienes confiscados
por los austriacos. El último paso consiste en otorgarles ciudadanía, con lo que se les abren las puertas de la
administración, universidad, ejército piamontés. ,"
En el orden económico, ante la falta de capitales en Piamonte. Cavour no duda en recurrir a la Banca
extranjera para crear una infraestructura ferroviaria y una red de canales. Los Rothschild y diversas firmas británicas
aparecen en un vasto programa de expansión, cuyos resultados espectaculares pueden medirse por las cifras de tráfico
del puerto de Génova y por los índices de producción de la industria textil.
En el dominio diplomático, frente a la «Italia fará da se», axioma de Carlos Alberto. Cavour piensa que debe
situarse la cuestión italiana en un contexto europeo; la intervención piamontesa en la guerra de Crimea se inspira en
este objetivo de consecución de apoyo de las grandes potencias, ven concreto de Francia, a la causa piamontesa en su
inevitable enfrentamiento con Austria. Para esta intervención debió vencer una fuerte resistencia parlamentaria, ya que
ni el pueblo ni los diputados entendían la necesidad de comparecer en un conflicto extraño; pero el cuerpo
expedicionario de 15.000 soldados y los 2.600 muertos constituyeron el gran argumento para presentar el problema
italiano en la conferencia de Paris que pone fin a la guerra, mientras por canales diplomáticos secretos consigue
Cavour la promesa de Napoleón III de apoyar a los patriotas italianos.
No menos relevante fue su papel en la atracción de políticos de tendencias dispares: el centro derecha de
D'Azzeglio, el centro izquierda de Ratazzi; y posteriormente de los republicanos, el veneciano Manin, el lombardo
Pallavicino, el siciliano La Farina. En apoyo de los exiliados obtuvo éxitos tan sorprendentes como la fundación en
Paris de la .Sociedad nacional italiana» por Manin, que acepta en ese momento el papel directriz que jugará la
monarquía piamontesa, bajo el lema «Italia con el rey sardo». Garibaldi es la contrafigura, el revolucionario de
barricada, capaz de arrastrar a las masas con su oratoria apasionada, el defensor del carácter republicano del futuro
Estado. Inmensamente popular, por su biografía de revolucionario en Uruguay, por su valor, incluso por sus defectos
-rudeza, improvisación-, no desempeñó un papel parangonable al de Cavour, no tenía su preparación ni su cultura;
por la carencia de escritos, ya que se limitó a utilizar como arma política su oratoria, su auténtico perfil se ha
difuminado. En varios momentos el choque entre el político y el aventurero romántico fue inevitable. Los mármoles
y bronces que los italianos consagraron a Garibaldi contrastan con la valoración de los historiadores, atentos casi
exclusivamente al protagonismo de Cavour.
4. FASES DE LA UNIFICACIÓN
La guerra del 48
Se ha señalado alguna vez, no muy correctamente, los movimientos revolucionarios de 1820-21 y 1831 como
antecedentes de la gran convulsión nacionalista que desembocará en la Italia unida. El primero, la insurrección del
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general Pepe en el reino de las Dos Sicllias y la proclamación de una constitución en Piamonte tras la rebelión de la
guarnición de Alejandría y del coronel Santa-Rosa, frustrados por la intervención de las potencias de la Santa Alianza
en apoyo a los monarcas, no debe considerarse precursor del «Risorgimento» en cuanto que a diferencia de Francia
los insurrectos carecen de respaldo popular y tienen objetivos diferentes, como hemos indicado (v. tema
Revoluciones liberales de 1830). y los movimientos revolucionarios de la Italia central en 1831, desencadenados por
Ciro Mentí en Módena, han de interpretarse como palingénesis de las comunas antes que metas nacionales del
«Risorgimento»; al año siguiente Mazzini funda la «Joven Italia» precisamente porque hasta entonces no se había
perfilado el objetivo nacionalista.
En 1847 Metternich ordena la ocupación de Ferrara por las tropas austriacas, como prevención ante la
política libera! del Vaticano; Carlos Alberto puede argüir la defensa del Papa, los austriacos se han convertido en
enemigos.
En marzo de 1848 el levantamiento de los milaneses contra los austriacos (los «cinco días de Milán., 18 a 23
de marzo) desencadena la insurrección general; Manin proclama la República en Venecia, en Módena y Parma
movimientos populares obligan a huir a los soberanos. No obstante, la intervención del ejército piamontés se retrasa;
a los titubeos de Carlos Alberto contribuye su talante conservador, receloso de que el movimiento derive en una
oleada revolucionaria, y la presión diplomática de Francia, que se opone en ese momento a la unión de Piamonte y
Lombardía, solicitada por una Asamblea, ante el temor de que surja un Estado fuerte en la otra vertiente de los Alpes.
Pero la cruzada antiaustriaca es incontenible. Mazzini disuelve la «Joven Italia, para fundar la «Asociación nacional
italiana. y colaborar sin condiciones con todos los patriotas; Garibaldi regresa de su exilio americano y ofrece su
espada a Carlos Alberto; de Toscana y Nápoles se envían cuerpos expedicionarios. La presión social sobre el
titubeante monarca es inmensa, y el ejército de Piamonte inicia el intento de expulsión de los austriacos de la
península.
La victoria de Goito, en julio, galvaniza a los patriotas; de mayo a julio se incorporan a Piamonte,
sucesivamente, Plasencia, Milán, Parma, Módena, Venecia; Carlos Alberto es aclamado como rey de Italia Pero las
dificultades militares comienzan y las alianzas se muestran débiles, puesto que los príncipes entienden que poco
provecho obtendrían de un triunfo de Carlos Alberto. Pronto se comprueba la deficiente preparación del ejército
piamontés; una comisión investigadora posterior comprueba que los mandos superiores carecían de mapas de
Lombardía, no habían estudiado las fortificaciones austriacas, se disponía de escasos víveres y equipo médico, y de
pocos caballos para el arrastre de la artillería. Y, por otra parte, el general austriaco Radetzky, conocedor de la
doctrina napoleónica de la concentración de fuerzas y la rapidez, demuestra ser un gran militar .A finales de julio
vence a los piamonteses en Custozza, obliga a Carlos Alberto a firmar un armisticio y entra en Milán. Los lombardos
se sienten traicionados. Fracasada la solución piamontesa se intentará la republicana.
Mientras, se ha producido una revolución en Roma, que obliga a huir al Papa Pío IX, y Mazziní proclama la
República, dirigida por un triunvirato. Algunos políticos piamonteses consiguen que Carlos Alberto intervenga en el
centro de Italia y denuncie el armisticio, pero la derrota de Novara le inclina a abdicar en su hijo Víctor Manuel. A lo
largo de 1849 la represión se abate sobre Italia. Las ciudades lombardas son ocupadas una a una por el ejército
austriaco; a continuación se repone a Leopoldo IL. En su trono de Toscana; en Nápoles Fernando II no titubea en
bombardear Messina. Sólo Venecia y Roma resisten como centros de la revolución; pero la situación internacional se
manifiesta contraria a estos focos. Tropas francesas ocupan Roma (junio de 1849) y al año siguiente puede regresar
el Pontífice, quien inicia una política conservadora, asustadiza frente al movimiento italiano, como ha puesto de
relieve el estudio clásico de Aubert sobre el pontificado de Pío IX. Al pedirle Víctor Manuel II que le conceda el
gobierno efectivo de Las Marcas, permaneciendo el Papa como soberano nominal, y que otorgue a los ciudadanos de
Roma los mismos derechos que disfrutan los del Piamonte, el Papa se opone. Más tarde, en la encíclica Nullus certi
(1860), denunciará .los atentados sacrílegos cometidos contra la soberanía de la Iglesia romana... Venecia, último
bastión revolucionario, asediada por el bombardeo de la flota austriaca, el hambre y los embates de una epidemia de
cólera, se ha rendido el 26 de agosto de 1849.
El 48 se cierra con un fracaso para las aspiraciones de los nacionalistas. Se ha mostrado imposible la solución
federal, la unión de los príncipes, y la solución republicana, que suscita hostilidades internacionales. Cavour,
consciente de la necesidad del apoyo de una potencia extranjera, determina la intervención del Piamonte en la guerra
de Crimea.
5. RAÍCES DE LA UNIFICACIÓN
La cuestión alemana había constituido en 1815 uno de los más delicados problemas que en la configuración
del mapa europeo hubo de afrontar el Congreso de Viena; recordemos como las opciones en tomo a Sajonia llegaron
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a amenazar la solidaridad de los vencedores de Napoleón. La confederación germánica aprobada en Viena queda
formada por 39 Estados, de los cuales dos. Austria y Prusia, aparecen como los más poderosos. Austria, con la
incorporación de Salzburgo y el Tirol, es el Estado hegemónico en el Sur e Inicia su proyección hacia los espacios
danubiano e italiano. pero subsisten otros tres grandes Estados: Baviera, ampliada territorialmente, Württemberg y el
gran ducado de Baden. En el Norte Prusia ostenta una primacía indiscutible y un extenso territorio, si bien haya de
enfrentarse al problema de la comunicación con las provincias occidentales de Renania y Westfalia. En el centro, un
mosaico de pequeños Estados. La fragmentación política presentaba la dificultad de dotar a la confederación de
instituciones comunes; una dieta federal presidida por el emperador de Austria constituye Inicialmente el único
órgano comunitario. Austria se esfuerza por mantener el statu qua, que la beneficia y le permite regentar un Imperio
multinacional con Hungría. Bohemia y territorios en Italia. Frente al inmovilismo austriaco el sentimiento unitario se
apoya en raíces económicas e intelectuales.
Raíces económicas
En el orden económico la fragmentación territorial se traduce en la ruptura de la unión aduanera que había
implantado Napoleón; de nuevo(los particularismos y las trabas al libre comercio provocan la invasión de productos
ingleses, más competitivos, en el espacio germánico. En los años veinte Prusia intenta recuperar las ventajas de la
fluidez de los intercambios fimando, tras vencer las suspicacias de varios Estados, acuerdos aduaneros con Hesse-
Darmstadt, Baviera, Württemberg, proceso que culmina en 1834 al constituir- se el «Zollverein», unión aduanera de
los Estados del Norte de Alemania y algunos del Sur, con territorios de 25 Estados, en los que viven 26 millones de
habitantes. Aunque faltan los del noroeste, fuertemente basculados hacia Inglaterra, y las ciudades comerciales de La
Hansa, se iniciaba una etapa de enomes posibilidades para la industria. Esta integración es considerada como el
primer paso unificador; Prusia se hace con la hegemonía; la población de la zona aumenta rápidamente, se
industrializa el Ruhr, los fabricantes comprueban las ventajas de la unificación. Austria mira con recelo el ascenso del
papel prusiano y suscita un órgano rival, la Unión Tributaria, que no con- sigue convertirse en competencia peligrosa
para los mercados del «Zollverein».
Inmediato fue el impacto en los medios de transporte; la red de carreteras prusiana se multiplicó en veinte
años por cuatro y el Rhin se convirtió en una estratégica vía fluvial para la navegación de los barcos de vapor. Pero ya
en Inglaterra se estaban comprobando las ventajas del ferrocarril y el economista Federico List, de la universidad de
Ubinga, apóstol del nuevo medio de transporte, escribe sobre su trascendencia para el bienestar la democratización de
la sociedad y la unificación de Alemania. En 1835 se inaugura la línea férrea Nühremberg-Fürth; en los años 40 se
suscita una verdadera fiebre del tren, hasta el punto de que el crecimiento de la red es el más rápido de Europa hasta
1848, si bien los particularismos estatales presten a su entramado una configuración anárquica. Pero se enlazan el
Norte y el Sur alemanes, y encuentran fácil salida los tejidos de Sajonia o los productos de la concentración textil y
siderúrgica de Renania y Westfalia. Al no reparar en los obstáculos políticos de las fronteras estatales, el ferrocarril
contribuye a la unificación con tanta fuerza como las arengas de los filósofos.
Que los lazos económicos derivaban en lazos políticos, claramente lo comprendió Austria. En 1862, al
fimarse el tratado comercial entre Prusia y Francia, intentó explotar el descontento que despertó en los medios
proteccionistas de Baviera y Württemberg para invitar a acuerdos comerciales a los Estados de Alemania del Sur,
pero los hombres de negocios no estaban dispuestos a romper el .Zollverein». Esta constatación constituyó un arma
para Bismarck, que en varias ocasiones amenazó cuando se hostigaba la posición hegemónica de Prusia. Tras la firma
del tratado francoprusiano denunció el «Zollverein» y se mostró dispuesto a renovarlo con los Estados que aceptasen
el tratado; todos se sometieron.
La historiografia sobre la unificación de Alemania ha ido concediendo creciente importancia a estos factores
económicos; desde la obra de Benaerts sobre los orígenes de la industria alemana, publicada en 1933, hasta la de
Boehme, publicada en 1966, se ha ido clarificando el papel que han jugado los medios de la industria y el comercio
con su librecambismo, barredor de todo impedimento para el libre tráfico. De la obra de Boehme se desprende que
Bismarck fue el agente de poderosos intereses que afectan a los terratenientes del Este y a los industriales del Oeste, y
en definitiva la unificación debería entenderse como una secuencia casi inexorable de la revolución industrial. Esta
óptica ha desplazado a la tradicional, representada por Treitschke, quien consideraba la unidad alemana como un
capítulo de la vida de Bismarck.
Raíces intelectuales
En el plano de las ideas el filósofo romántico Fichte es la referencia inevitable cuando se indaga en los
orígenes del nacionalismo alemán, y sus Discursos a la nación alemana (1807-1808), pronunciados en la universidad
de Berlín para incitar a la resistencia contra los ejércitos napoleónicos, el punto de partida. Si en los Discursos
identifica nacionalidad prusiana y alemana, en su obra anterior, Estado comercial cerrado, se inclina por el
nacionalismo económico y por el papel rector del Estado, anticipando los doctrinas de List. Puede entenderse el
entusiasmo de Fichte por la libertad como una expresión más del valor medular del romanticismo, pero el auditorio
al que se dirige es siempre el pueblo alemán; expresiones como .la superioridad de Alemania es un articulo de fe" o
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afirmaciones de que su misión es fundar el «verdadero Imperio del derecho, como el mundo jamás ha visto" permiten
adscribirlo a la corriente nacionalista, de cuyos mitos grandilocuentes es uno de los pioneros.
Sobre el concepto de Alemania o Estado alemán reflexionan otros filósofos, y entre ellos destaca la figura
estelar de Hegel. Los franceses vieron en él un apologista del absolutismo prusiano, o al menos el inspirador del
autoritarismo bismarckiano, pero una nueva lectura de sus Principios de la filosofía del derecho, y especialmente la
que ha efectuado Eric Weil, pone de relieve los aspectos mas progresivos de su pensamiento, y J. D'Hondt ha
demostrado su independencia y su personalidad de defensor de las víctimas de la arbitrariedad. En cualquier caso, su
versión del Estado como el condicionante de una comunidad de hombres libres, la instancia que permanece por
encima de los intereses privados, influyó en pensadores y políticos para reafirmar la necesidad histórica del Estado
alemán. Tres jóvenes hegelíanos, en 1848, echan mano de las ideas de Hegel y de los filósofos románticos para
enarbolar la bandera de Alemania. El historiador Ranke y Droysen buscan en el pasado recuerdos que fundamenten
un futuro unitario. El poeta Heine pone su producción al servicio de la exaltación de su patria; Herwegt, en una
explosión de nacionalismo, exclama: .Tú eres el pueblo en quien confía el mundo... tú sabes conquistar la tierra".
En las universidades, estudiantes y profesores hablan de Alemania y de los modelos políticos que
eventualmente puede adoptar: los conservadores prefieren una confederación que respete los derechos de los
soberanos; los liberales un Estado federal con un emperador a cabeza y dinastías en cada Estado, con sus poderes
recortados; los demócratas desean borrar los vestigios de la vieja Alemania. Un periódico de Mannheim, el Deutsche
Zeitung, se dirige a toda la nación alemana.
Hemos estudiado ya las repercusiones de las revoluciones, de 1830 y 1848 en Alemania: El 48 deja, a pesar de
su fracaso, una huella intensa en la vida alemana:
-Recelos de los soberanos. En Prusia el viraje conservador tras la disolución de la Asamblea hace perder al rey
el favor popular .Los reyes temen la aparición de constituciones, los pueblos las desean.
-Fricciones entre Austria y Prusia, más violentas que tras la constitución del Zollverein. La rivalidad se hace
más enconada cuando los soberanos de Hesse piden ayuda contra la presión de sus súbditos. Por Hesse pasaban las
vías de comunicación de Prusia con sus territorios del Rhin, por lo que ésta apoya las peticiones de reforma
populares mientras Austria apoya a los soberanos. Prusiana de dar marcha atrás, es la humillación de Olmutz, que
deja en los prusianos un deseo de revancha.
-Divisiones internas entre conservadores y liberales. Esta polarización desplaza a los liberales hacia posiciones
cada vez más exigentes.
En el otoño de 1859 se constituye, a imitación de la «Sociedad nacional italiana», el movimiento denominado
«Deutscher Nationalverein» «<Asociación nacional alemana»), cuyo objetivo es la unificación económica y política
de Alemania bajo la égida de Prusia. Aunque no llegó a adquirir las dimensiones de un partido de masas, antes bien
no pasó de ser una asociación de intelectuales y propietarios, fue en los años anteriores ala subida al poder de
Bismarck la punta de lanza en la lucha contra Austria, estado reaccionario al que había que desterrar del mundo
germánico. No siendo decisivo su influjo real en el proceso unitario, constituye el ejemplo más claro de las ideas que
espoleaban alrededor de 1860 alas minorías:
-.necesidad de subordinar las exigencias políticas de los partidos a la gran tarea común de la unificación de
Alemania»,
-«necesidad de que la Dieta federal alemana sea reemplazada por un gobierno central de Alemania, firme,
fuerte y estable, y de que sea convocada una Asamblea nacional alemana.
-.deber de todo alemán de sostener en la medida de sus fuerzas al gobierno prusiano».
En este año de 1859 Engels presenta a Napoleón III, en su libro Rhin y Po, como un enemigo apostado en la
frontera renana, y Lasalle, en La guerra de Italia y el deber de Prusia, impetra un nuevo Federico II, un monarca que
destruya la hegemonía de Austria y articule una gran nación en Alemania. Que empresarios y pensadores sociales
coincidan nos hace entrever la fuerza con que se vivían en Alemania los ideales de la unidad en el momento en que
Austria se encontraba enfangada en los problemas del norte de Italia.
6. BISMARK
Bismarck llena por sí solo un período de la historia de su Pals y de Europa; se ha hablado, se habla, de la era
de Bismarck. Sus biógrafos nos recuerdan su corpulencia de gigante y su inmensa resistencia física. Se ha dicho que
con él comienza una etapa caracterizada por la «primacía de la fuerza», pero Benedetto Croce ha subrayado que más
bien es una mezcla de la política antigua, fuerza y autoridad, con las conquistas liberales en economía y técnica. El
más conocido de sus biógrafos, Eyck, ha llegado a concluir que en Bismarck no hay pensamiento político sino
objetivos inmediatos, aserción que ha sido criticada por otros historiadores. Se ha intentado demostrar que siempre
pensó más en Prusia que en Alemania (Schnabel); se ha hablado de su bonapartismo (Gollwitzer) pero otros autores
han señalado sus profundas diferencias con Napoleón III, ya que poseyó autoridad pero no pensó nunca en reforzarla
con el apoyo popular, con un sistema prebiscitario (Allan Mitchel). Windelband le ha presentado como un «gran
arquitecto de la paz», pero Lange ha subrayado que se trata de una paz armada.
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Divinizado por los historiadores alemanes, y cuestionado por historiadores de otras naciones, que encuentran
en su personalidad las raíces de las líneas autoritarias y antidemocráticas de la historia alemana en el siglo XX, no
deja su personalidad y su obra de suscitar estudios. Una exposición en Berlín en 1992 multiplicó la curiosidad
popular pero también la de los historiadores profesionales. Sin embargo, la monografía casi definitiva había aparecido
dos años antes. Nos referimos al monumental estudio de Otto Pflanze. Frente a otros especialistas Pflanze sostiene
que Bismarck nunca fue un absolutista y que evolucionó desde posiciones antidemocráticas en su juventud hasta la
defensa de los principios liberales en su madurez. Si tomamos como indicador de su popularidad los títulos que
acumuló y los grados universitarios que le otorgaron las más importantes universidades germanas (Gottinga,
Erlangen, Tubinga, Jena) así como los nombramientos de ciudadano ilustre por Berlín, Hamburgo, Bremen, Stutgart,
etc., o los monumentos construidos en su memoria, o los nombres de calles y plazas con que se le honró, debemos
concluir que fue un emblema de la historia alemana contemporánea. La calidad literaria de sus cartas, discursos y
colaboraciones de prensa lo muestran como un experto en el manejo del idioma alemán. Frente a otros autores,
Pflanze destaca su vasta cultura, con predilección por Schiller, en menor grado por Goethe y desdén por el
pesimismo de Schopenhauer. En algún momento confesó su fascinación por el sistema parlamentario británico,
aunque creía que la práctica resultaba menos perfecta que la teoría, y en el parlamento aclaró que tal sistema era
posible en un país con dos grandes partidos, pero no en Alemania, donde contendían seis o siete partidos en el coso
de las «res publica».
Lo indudable es su genio político, puesto primero al servicio de la primacía de Prusia, más tarde a la
consecución de la unificación de Alemania, luego al servicio de una Alemania entera, para implantar un nuevo sistema
de equilibrio europeo, que, a diferencia del directorio del Congreso de Viena, supone la existencia de bloques que se
contrapesan.
La primera aportación de Bismarck a la unificación es su éxito en el aislamiento de Austria. Utilizando su
pasado diplomático de embajador en San Petersburgo, consigue atraerse al zar ruso, separando de esta manera a las
dos potencias sobre cuyo entendimiento se había mantenido vivó el espíritu de la Santa Alianza.
Su llegada al poder, en 1862, fue recibida con recelo incluso por el emperador Guillermo I. que le encarga la
jefatura del gobierno, Por su pasado político se le podía situar en la extrema derecha, pero tras las primeras semanas
de gestión, en las que consigue aminorar la resistencia del Parlamento a algunos proyectos de ley con procedimientos
expeditivos, sin omitir las amenazas, muestra una mayor moderación, que nace de un conocimiento maduro de la
situación internacional. Según el trabajo de Eyck. y en contra del tópico de sus apologistas, no poseía gran cultura,
pero sí cualidades excepcionales de estadista. que Renouvin resume en unas líneas: «vigorosa franqueza, no
entorpecida por ninguna tradición, doctrina o simpatía preconcebida; aptitud de discernir los intereses en juego y
valorar las fuerzas en presencia; habilidad para iniciar y ocuparse de varios asuntos al mismo tiempo; finura de
observación psicológica, que le permitía adivinar el estado de espíritu del adversario y darse cuenta de su punto flaco;
clarividencia y perspicacia en las previsiones a largo plazo (a tres años vista, pues consideraba muy inciertos los
cálculos a mayor plazo), y audacia, que le impulsaba a emplearse a fondo cuando la ocasión le parecía favorable». Un
retrato preciso del protagonista de la vida europea entre 1860 v 1890.
7. EL INICIO DE LA UNIFICACIÓN
DOCUMENTOS
I. INSTRUCCIONES DE MAZZINI A LOS MIEMBROS DE LA JOVEN ITALIA
¿Cuáles son los principios básicos del nacionalismo italiano según este documento? ¿Cuál la extensión
geográfica de Italia? ¿Cuáles sus señas de identidad?
“Yo entiendo que nada detendrá a Garibaldi, siendo como es dueño de tal ejército como el suyo. y que
marchará sobre el continente napolitano. Suponer que el ejército napolitano, aunque la bandera se haya cambiado en
tricolor, esté en condiciones de resistirle, es un vano sueño. Garibaldi tomará Nápoles, tomará las Marcas y la
Umbría, amenazará a Roma, se comprometerá con Francia y la causa italiana, de manos del Gobierno pasará a las de
la revolución, si el Gobierno del rey se limita a permanecer impávido mirando, en vez de proceder a apoderarse de un
movimiento que no puede detener o que, por lo menos, no se decidirá a desviar .¿Qué puede hacerse para evitar
semejante ruina? Si el movimiento de Garibaldi sobre Nápoles es inevitable, como creo, se precisará entonces, ya
valiéndose de voluntarios, ya utilizando tropas regulares, apoderarse del Estado romano, impidiendo con ello una
marcha de Garibaldi sobre Roma, y favoreciendo sin comprometerse la empresa de Nápoles, hasta llegar ese
movimiento e impedir que se convierta en mazziniano... Podría acaso pensarse que es más expeditivo dejar que el
destino del Estado romano se cumpla entre las manos de Garibaldi, pero se debe considerar entonces que el Gobierno
del rey perdería toda iniciativa y todo el favor de las poblaciones. En este caso, los destinos de Italia dependerían
directamente de aquel egregio guerrero, cuya cabeza. Desgraciadamente, es demasiado insegura en política, y hasta
podría suponerse que pensaría en atacar a los franceses en Roma si éstos decidiesen permanecer en ella. ¡Ay del
Gobierno del rey si abandona la iniciativa o si en la opinión pública se abre paso a la creencia de que la bandera de la
independencia está vinculada en otro partido o confiada a otros hombres! El simple rumor de que el ministerio
piamontés y el conde de Cavour van más despacio que el barón Ricasoli o que Garibaldi en la emancipación de las
provincias romanas, ha producido aquí un efecto bien siniestro: y yo que estimaría que traicionaba la confianza que
usted me demuestra si se le ocultase."
En A. PANZINI: Cavour
“Estoy seguro de que jamás guerra alguna se ha maquinado de forma tan descarada, con una ligereza tan
escandalosa como la que Bismarck está preparando contra Austria. Mis más íntimos sentimientos se han visto
sublevados por esta violación de los más elementales principios del derecho y la moral. Dios es testigo de que no
tengo demasiadas simpatías hacia Austria; es más, siempre he pasado por uno de sus adversarios -quiero decir
adversario de su sistema político, no del pueblo austriaco al que aprecio sinceramente Soy partidario convencido de la
influencia prusiana en Alemania del Norte, a pesar de que tengo mis reservas sobre el actual sistema político de
Prusia. Pero antes preferiría cortarme una mano que tomar parte en una operación tan repugnante como la que la
política prusiana está emprendiendo contra Austria -hecho que por su insondable perfidia violenta a todo ser humano
honesto-. Nos preguntamos llenos de estupor: ¿Es posible que lo que todo el mundo entiende por groseras mentiras,
se proclame como verdad entre nosotros? Entonces ¿Es Austria quien ataca a Prusia? Hasta una criatura sabría darse
cuenta que lo que ocurre es precisamente lo contrario... Lo más lamentable es que, una vez emprendida la guerra, los
principios se han de enfrentar los intereses. ¿A qué país desearíamos ver triunfador, a Austria o a Prusia? No podemos
elegir; nos vemos obligados a tomar partido por la mala causa, ya que no podemos permitir que Austria se inmiscuya
en los asuntos alemanes. Aquí todo el mundo detesta esta guerra y nadie piensa en que el resultado de este conflicto
sea lo que deba- mas ansiar. Vamos a enfrentarnos alemanes contra alemanes, es decir, una Guerra civil.”
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complicación. Los católicos obedecen al Papa y se encuentran bajo la protección política de Francia; los litigios entre
europeos y súbditos turcos se dirimen en presencia de observadores extranjeros.
Problema geográfico
El solar del imperio se extiende por tres continentes. Europa, Asia y África. Con zonas de montaña casi
impenetrables y un mar que controlan los ingleses, la autoridad del sultán es en muchas regiones teórica. El pachá o
gobernador de Egipto dispone de más barcos y tanta fuerza militar como el propio sultán. Es casi imposible
modernizar las comunicaciones en un territorio tan vasto y complicado. Desde los años 60 el desarrollo económico
de Egipto genera otro factor de distanciamiento; la producción de algodón, al interrumpirse las remesas
norteamericanas, se multiplica por cuatro; los proyectos y más tarde la construcción del canal suscitan intereses de las
grandes potencias. Antes de establecerse el protectorado británico Egipto es, en realidad, un territorio totalmente
autónomo de la autoridad del sultán.
Problema étnico
Pueblos distintos, griegos, búlgaros, serbios, húngaros, se distribuyen caprichosamente por SUS regiones
europeas y se concentran en las tierras más ricas. Al surgir de la desmembración del imperio varias entidades
nacionales, esta dispersión étnica plantea transferencias de población y suscita incluso persecuciones de los grupos
minoritarios.
Sin resolver ninguno de estos problemas cuyas raíces son centenarias, en el momento decisivo, hacia 1870,
otros dos problemas internos han agravado, por el inmovilismo de la política de los sultanes, la situación del imperio.
Problema político
A lo largo de la segunda mitad del siglo XIX se repiten los choques entre los reformistas e inmovilistas y se
alternan las fases de modernización con las de reacción, en un proceso que ofrece bastantes similitudes con el zarismo
ruso. El Hatt del año 1856 constituye una disposición tan trascendental como la de la abolición de los siervos en
Rusia: suprime la autoridad civil de las jerarquías religiosas, establece la igualdad ante la ley, abre para todas las
religiones el acceso a los cargos públicos y el ejército, prohíbe la tortura. Con su aplicación, en los años siguientes,
Turquía se vuelve permeable a la influencia occidental, la prensa se desarrolla y se convierte en factor principal de
modernización, se traduce la literatura política occidental. Pero estas medidas son refrenadas por el asustadizo sultán
Abd-al-Aziz (1861-1876), que se esfuerza en mantener resortes de autoridad en sus manos mientras los visires
occidentales o nuevos turcos, como Fuad y Mehmed Ali, se inclinan por las reformas europeizantes. A pesar del Hatt
de 1856 los cristianos se encuentran marginados de los puestos políticos, en explicación de los visires por su falta de
preparación.
En Londres, en 1864, se publica el periódico turco Hurriet (Libertad). Como en los otros países europeos las
ideas liberales han ganado a muchos turcos y el absolutismo real se ve como un anacronismo. Un Consejo de Estado,
con participación de musulmanes y cristianos, estudia nuevas medidas de reforma. Pero la política de modernización
provoca finalmente el choque entre el sultán y los "jóvenes turcos", intelectuales occidentalizados que desean una
Constitución, aunque casi ninguno acepta la igualdad política de las dos religiones. Un ministro reformista, Midhat
Pasha, da un golpe de Estado, depone al sultán y entroniza a Abdul Hamid II. Con el cambio de soberano se aprueba
la Constitución de 1876, en la que se recogen las libertades de conciencia, educación y prensa, y se implanta el
régimen parlamentario. En efecto, el Parlamento de 1877 acomete nuevas medidas de transformación. Pero se
produce otra vez el choque con el monarca, que considera diabólica la ciencia occidental, y otra fase de oscurantismo
y de persecución de los modernistas se abate sobre el imperio turco hasta 1909.
Problema económico
Se han acometido reformas militares sin una paralela reforma de la Hacienda; los gastos del ejército provocan
la bancarrota. Se amplía la marina, bajo la dirección inglesa; el ejército es numeroso, 416.000 hombres, más de
250.000 de reserva, pero con pocos mandos, paga irregular y dificultades para los ascensos. Ni siquiera los visires
reformadores parecen haber comprendido la necesidad de una economía moderna para hacer posible la
modernización del país. Los dispendios del sultán -palacios, harén- no constituyen tampoco un modelo de
modernidad.
Ante la insuficiencia de la recaudación se recurre a empréstitos extranjeros. El primero, durante la guerra de
Crimea, es un préstamo inglés, al 6 %. En 1875 existían ya 3 empréstitos con un total de 185 millones de libras. Los
acreedores eran principalmente ingleses y franceses, y para garantizar el pago hubo que concederles sucesivas fuentes
de ingresos: tributo egipcio, aduana siria, arbitrios de Constantinopla, monopolios del tabaco, sal y timbre, corderos
de Rumelia y los archipiélagos. Se trataba de un círculo vicioso, la recaudación fiscal se hacía más exigua y se
precisaban nuevos empréstitos.
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5. LA GUERRA DE CRIMEA (1854-1856)
En 1848 Rusia no desea hundir el imperio turco; en el siguiente episodio, la guerra de Crimea, Inglaterra y
Francia contribuyen a consolidarlo frente al expansionismo ruso; Rusia ha adoptado una posición inversa a la del 48,
pero las potencias europeas consideran ya más peligrosa la expansión rusa.
En principio inclinan a Rusia a la guerra contra Turquía móviles económicos, religiosos y políticos; la
prohibición de salida del trigo rumano por los es- trechos turcos, la protección a los cristianos del imperio, que el
tratado de Kainardji había encomendado al zar ruso, y las fricciones que provoca la intervención rusa en Moldavia y
Valaquia, son argumentos para el conflicto; pero no parece ser decisivo el factor económico ni el religioso, ya que tras
el ultimátum el zar obtiene garantías para los ortodoxos; a la guerra va Rusia fundamentalmente por motivos
políticos, por el deseo de hundir el imperio del sur y poder realizar con el engrandecimiento territorial la misión
sagrada que Nicolás I creía tener en Europa.
A la pretensión de Rusia se oponen Inglaterra y Francia. Inglaterra tiene por entonces motivos de enemistad
económica con Rusia, que ha fijado derechos altos a los tejidos de algodón británico, a diferencia de Turquía, que es
un buen comprador; pero son más decisivos los estratégicos, de control del espacio mediterráneo y la ruta de las
Indias, si bien los numerosos estudios que se han dedicado al tema hayan puesto de relieve que se trataba de un
espejismo, que el avance ruso no amenazaba todavía las rutas inglesas; el estudio clásico de Temperley, Crimea,
desvela los factores psicológicos, el humor belicoso del electorado al tener noticias exageradas por la prensa de una
masacre de europeos occidentales producida en el sur de Rusia. Se ha atribuido la decisión británica a los informes
alarmistas del embajador británico en Constantinopla, Stratford, pero un estudio de Seton-Watson demuestra que
era diplomático de talante pacifista. En cualquier caso, y aunque pudiera existir un exceso de suspicacia británica
sobre el expansionismo ruso, el móvil estratégico parece el decisivo para la intervención.
Los móviles franceses son oscuros, como toda la política de Napoleón III, pero parecen predominar los
ideales de prestigio y de lucha contra la potencia de la Santa Alianza, -quiero la paz, pero haciendo causa común con
Inglaterra, dice el emperador francés. A las dos potencias europeas se suma el reino de Piamonte, apoyo simbólico,
que parece constituir un frente internacional de la revolución contra la reacción.
Desde el punto de vista militar la guerra ofrece escaso interés. Aunque la inferioridad rusa se hizo pronto
evidente también por parte inglesa y francesa se condujo de manera bastante desordenada; Liddell Hart la moteja de -
una de las campañas peor dirigidas de la historia moderna, sólo produjo enseñanzas negativas para la ciencia militar,
ejemplos de lo que no debe hacerse. Los rusos se mueven en formaciones densas que no tienen en cuenta el progreso
de las armas de fuego. En el único hecho de armas destacable, la toma de Sebastopol, por el ejército anglo-francés, los
ingleses desembarcan suficientes caballos para el transporte de tropas, pero no para el de víveres y munición, y al
prolongarse el asedio las dificultades de avituallamiento se convirtieron en un agobio; se había contado con el apoyo
de la artillería naval y sólo al iniciar- se las operaciones se supo la escasa profundidad de las aguas litorales, que
impedía la aproximación de los barcos y anulaba sus cañones. Los hospitales de campaña fueron insuficientes. Mas
caótica fue la organización logística rusa; dos tercios de los hombres murieron en el camino por enfermedad o por
hambre.
En contraposición a tan defectuosa campaña, cuidadosamente ocultada en los partes de guerra de los
corresponsales, el tratado de paz constituye una brillante muestra de diplomacia.
Ya en 1854 se redactan en Viena los cuatro puntos que posteriormente aceptará el nuevo zar, Alejandro II, y
que constituyen la base de la paz de Paris: neutralización del mar Negro y libre navegación por los estrechos, libre
navegación en las bocas del Danubio, vigilada por una comisión internacional, autonomía de los principados de
Moldavia y Valaquia, garantías de respeto en Turquía para los súbditos ortodoxos. En la guerra se ha comprobado la
inferioridad militar de Rusia por su insuficiente industrialización, comprobación que va a resultar trascendental para
Rusia, al acometer su inestable modernización con la emancipación de los siervos y el impulso a su industria. Turquía
pierde el control, al menos directo, de algunos territorios; pero consigue sobrevivir por la ayuda de Inglaterra y
Francia.
No obstante, el tratado de Paris significa otro capítulo importante de la desmembración del imperio turco, al
establecer la autonomía de Moldavia y Valaquia. Se prevé la consulta a la población de los dos principados sobre la
posibilidad de su unión; dos asambleas, en lassy y Bucarest, se pronuncian en 1857 sobre la fusión en un solo Estado
que se llamará Rumania, pero las potencias limitan este acuerdo al año siguiente, estableciendo una Constitución
provisional, con un príncipe, un gobierno y una Asamblea en cada principado, y como instituciones comunes una
Comisión central de elaboración de leyes y un Tribunal de Casación. El Estado se llamaría Principados Unidos de
Moldavia y Valaquia, y en teoría continuaría adscrito a Constantinopla. No se trata todavía de la independencia,
pero se inició una dinámica de fusión; al desbordar los romanos la Constitución provisional, los dos principados
eligen en 1859, el mismo príncipe, Alejandro I, y tres años después establecen una sola Asamblea nacional y un solo
gobierno. Que este proceso se efectuase sin ninguna objeción de Constantinopla es una muestra evidente de la escasa
fuerza del sultán.
105
6. LOS CONFLICTOS BALCÁNICOS A PARTIR DE 1875
La dominación turca en el espacio balcánico es cada vez más precaria. Los problemas que plantea el
anacronismo del imperio son especialmente graves en Bulgaria y Bosnia.
Bulgaria está dividida en dos zonas; al norte de los Balcanes la influencia rusa es mayor; al sur una eventual
sublevación es más difícil porque la presencia militar turca es más efectiva, las comunicaciones con el corazón del
imperio son más fáciles. y porque es región de gran complicación étnica, donde viven turcos, griegos, serbios y
albaneses. La población siente rencor por los turcos, en quien ve tan sólo unos recaudadores de impuestos. En 1864
el establecimiento de las colonias circasianas, labriegos turcos huidos de Rusia, supone un nuevo agravio para los
búlgaros. Pero el deseo de independencia está frenado por la prosperidad económica de muchos campesinos y por
una burguesía, los chorbadjis, que teme la guerra y prefiere esperar la desintegración turca, al tiempo Que desconfía
de los rusos.
En Bosnia una minoría de musulmanes, los begs, terratenientes ferozmente conservadores, que con sus
dependientes constituye un tercio de la población, oprime de manera extrema a los campesinos cristianos. Alrededor
de 1850 Mahmud II había destruido la autoridad feudal de los begs, pero en los nuevos consejos siempre había
mayoría de musulmanes. La mala cosecha del año 1874 provoca las primeras rebeliones campesinas antiturcas. En el
caso de Bosnia complicaba el cuadro político la presión austriaca, orientada a con- seguir el dominio de la región
como apoyo para su estrecha faja dálmata y lugar de paso inevitable del ferrocarril que enlazaría Viena y
Constantinopla con un ramal a Salónica.
Las dos potencias, cuya tensión en los Balcanes en 1914 conduce a la Primera Guerra Mundial, están ya
presentes en dos áreas en 1875, Rusia en Bulgaria, Austria en Bosnia.
La insurrección contra los turcos la inician, en un año de hambre, 1875, Bosnia y Herzegovia en agosto. Ante
la represión salvaje dos Estados ya desgajados del imperio, Serbia y Montenegro, declaran la guerra a1imperio,
mientras los búlgaros se alzan (1876). Las potencias titubean ante el nuevo conflicto balcánico. En Rusia discuten
los que desean 1r a la guerra solos (Ignatiet) y los que consideran indispensable, tras la experiencia de la guerra de
Crimea, el apoyo de otras potencias (Gortchakot); en Inglaterra los liberales con Gladstone son partidarios de la
intervención, los conservadores con Disraelino; en Austria-Hungria desearían limitarse a salvaguardar el tráfico por la
ruta de Salónica. Finalmente, tras obtener promesas de neutralidad de Austria e Inglaterra, los rusos avanzan solos
(1877) atraviesan Rumania, son detenidos algunos meses en Flevna y llegan hasta la llanura de Andrtanópolis. Este
avance ruso hasta la ruta de Constantinopla desbordaba la pretensión inicial de apoyo a los sublevados. Inglaterra y
Austria se alarman, el austriaco Andrassy formula una protesta, los ingleses envían su escuadra a los estrechos.
Turquía y Rusia firman la suspensión de las hostilidades.
El tratado de San Estéfano (marzo de 1878) consagraba la preponderancia.
-Anexión por Rusia de las ciudades de Kars. Bayazid y Batum en la parte asiática del imperio turco, y de la
región de la Dobrudja en la europea.
-Aumentos territoriales de Serbia y Montenegrc
-Independencia de Rumania, cuyos principados ya eran autónomos.
-Constitución de la Gran Bulgaria, que se extendería desde el Danubio al mar Egeo, englobando la Rumelia y
gran parte de Macedonia.
Londres y Viena no pueden aceptar este arreglo ruso de la cuestión de Oriente; Viena teme que la inminente
autonomía de Bosnia-Herzegovina le cierre el camino de los Balcanes hacia el sur. Inglaterra llama a los reservistas.
El Congreso de Berlín Julio de 1878) reduce las anexiones rusas y las de Serbia y Montenegro, se divide la
Gran Bulgaria en dos principados (Bulgaria y Rumelia), se producen algunos intercambios territoriales (Rumania
cede a Rusia la Besarabia meridional a cambio de la Dobrudja), y se encarga a Austria la administración de Bosnia-
Herzegovina. Inglaterra ha impedido una vez más, en el Congreso de Berlín, el hundimiento del imperio turco; Rusia
ha alcanzado ventajas, pero menores que en el tratado de San Estéfano; Austria es la gran vencedora, ya que se abre
un pasillo de penetración en los Balcanes sin haber tomado ninguna iniciativa bélica.
DOCUMENTOS
DECLARACIÓN DE INDEPENDENCIA DE GRECIA (15-27 DE ENERO DE 1822)
Coméntense los términos y expresiones sobre la idea de nación. A través de esta proclama pueden entreverse
algunos de los rasgos diferenciales que separan a griegos y turcos; señálense y redáctese un comentario.
“La nación griega toma por testigos al cielo y la tierra de que, a pesar del yugo espantoso de los Otomanos
que amenazaban con aniquilarla, existe todavía.
Después de haber rechazado la violencia -únicamente gracias ala valentía de sus hijos, declara hoy ante Dios y
ante los hombres, mediante el Órgano de sus representantes legítimos reunidos en congreso nacional, su
independencia política.
Esta guerra es una guerra nacional y sagrada; su único objetivo es la restauración de la nación y su
reintegración en los derechos de propiedad, de honor y de vida que comparten los pueblos civilizados.
¿Deberían ser los griegos los únicos europeos apartados, como si fueran indignos, de esos derechos que Dios
ha establecido para todos los hombres? ¿O bien estaban condenados por su naturaleza a una esclavización eterna que
perpetuaba en su país la expoliación y las masacres? La fuerza brutal de unas cuantas hordas de bárbaros que, sin que
se les hubiera provocado, vinieron, precedidas por la matanza y seguidas por el espíritu de destrucción, a establecerse
entre nosotros, ¿podría ser legalizada en algún momento por el derecho de 1os habitantes de Europa?
Partiendo de estos principios y convencidos de nuestros derechos, sólo queremos, sólo reclamamos nuestra
reintegración a la asociación europea, ya que nuestra religión, nuestras costumbres y nuestra posición nos invitan a
unirnos a la gran familia de los cristianos. Caminamos de común acuerdo hacia nuestra liberación, con la firme
resolución de obtenerla o de sepultar para siempre nuestras desgracias bajo una ruina digna de nuestro origen.”
En VOILLIARD: Documentos... págs. 213-214.
5. INNOVACIONES TECNOLÓGICAS
La cadena de inventos de la segunda fase de la industrialización se apoya en avances y descubrimientos
científicos. Sobre la naturaleza del calor y la conversión de una forma de energía en otra la termodinámica efectúa
110
investigaciones y formula leyes, que posibilitan la fabricación de las nuevas máquinas. Los estudios sobre la
electricidad, palanca fundamental de la segunda revolución industrial, son constantes. Faraday había investigado sobre
las relaciones entre electricidad y magnetismo y puso las bases para todos los sistemas de producción y distribución
de corrientes eléctricas, así como de la electroquímica; Maxwell expresó las ideas de Faraday en términos matemáticos
y dedujo la velocidad de las ondas electromagnéticas. Hertz, preocupado por hallar un sistema de telégrafos sin hilos
que permitiera comunicar las dos orillas del Atlántico, descubrió en la atmósfera las ondas que transmiten el sonido,
ondas cuya existencia había deducido Maxwell. Al mismo tiempo que las investigaciones sobre la electricidad y sus
propiedades los físicos dedicaron creciente atención a la naturaleza de la luz. El experimento Michelson, llevado a
cabo en 1887, permitió comprobar que la velocidad de la luz era independiente del movimiento del foco,
sorprendente observación que desembocaría en la teoría de la relatividad de Einstein, uno de cuyos postulados es la
consideración de la velocidad de la luz como una constante del universo. El descubrimiento, en 1895, por Roentgen
de los rayos X supuso un paso importante no sólo para la medicina, sino también para el análisis de la estructura
atómica de los cristales. Los progresos de la química constituyen otro fundamento de las innovaciones de la segunda
revolución industrial. En la química orgánica se estudia una amplia gama de sustancias y se sintetizan otras.
Estos descubrimientos repercuten inmediatamente en el desarrollo de tres sectores industriales: la industria
eléctrica, la química y la del metal.
En la industria eléctrica supone el primer paso la fabricación de generado- res, con imanes en el inicio de los
experimentos, luego con baterías que proporcionaban una corriente continua. En la exposición de París de 1881 se
exhiben generadores de corriente alterna. A la producción en gran escala se llega en los años 80, cuando Edison
culmina sus experimentos. Para el sector del alumbrado el encendido de la primera bombilla eléctrica por Edison en
1879 fue el inicio de un sector que competiría y vencería, no sin grandes resistencias, al alumbrado de gas. Al año
siguiente Edison fabricaba cinco mil bombillas por mes. El motor eléctrico se aplica a la tracción por estos mismos
años. El primer ferrocarril eléctrico fue probado en Berlín en 1879 y el primer metro londinense se construye entre
1887-1890; a continuación se electrifica en Estados Unidos la línea de Baltimore a Ohio. A finales de siglo circula
por las calles de Londres una flota de taxímetros con motores eléctricos, pero en este campo del transporte individual
la electricidad no pudo vencer al petróleo; sí, en cambio, se impuso en el transporte colectivo; en los años 90 los
tranvías de las grandes ciudades se electrifican, con lo que desaparecen los tranvías de mulas. El telégrafo, el teléfono
y la radio se ofrecen como campos prometedores para la industria de la electricidad.
En la industria química las aplicaciones de los efectos químicos de la electricidad permitieron la fabricación de
sosa, aprovechada en las técnicas de blanqueado; en las empresas tintoreras las necesidades de ácido sulfúrico
provocaron la instalación de plantas industriales en muchos lugares del mundo; la producción de fosfatos, nitratos y
carbonatos modificó las posibilidades de la agricultura. La industria de los colorantes, que hasta mediados de siglo
utilizaba exclusivamente tintes, de origen natural, comienza a disponer de productos artificiales, desde que en 1856
William Perkin descubre la malveína, primer tinte de anilina. En pocos años se dispuso de una amplia gama de
productos sintéticos; en 1897 se colocó en el mercado añil sintético, que arruinó de manera inmediata las
plantaciones de índigo de la India. Otro sector fundamental lo constituyen los explosivos. En la década de 1860
Nobel inventa la dinamita, mediante una mezcla de nitroglicerina y una sustancia mineral de- nominada Kieselguhr.
Su introducción en el campo de la minería adquirió, gran volumen, pero menor que la revolución que supuso para las
técnicas mi- litares, lo que proporcionó recursos financieros casi ilimitados.
En la industria del metal supone una gran novedad la utilización del aluminio, conocido ya, pero cuyas
propiedades no podían ser eficazmente utilizadas anteriormente. Algo similar ocurrió con el cobre, en el que
consiguieron obtenerse formas más puras mediante procedimientos electrolíticos, lo que permitió el progreso de
múltiples aparatos de la industria eléctrica. La demanda de níquel se incrementa con un nuevo proceso de trabajo
denominado Orford. La capacidad del zinc para Impedir la oxidación del hierro le convierte en otro metal solicitado.
Ninguno de estos metales consiguió desplazar al hierro, que continúa siendo el «pan de la industria», gracias a
constantes innovaciones como la conversión del hierro en acero iniciado por Bessemer, o el procedimiento Siemens-
Martín, ideado con la misma finalidad; o el invento de Gilchrist Thomas de rayar el convertidor con una sustancia
básica, que permitió aprovechar los yacimientos que tenían mucho fósforo, como los de Lorena; gracias a este nuevo
procedimiento los alemanes dispusieron, desde 1871, de unos yacimientos que les proporcionaban hierro y abonos
fosfatados.
Las aplicaciones del hierro, que en la primera revolución industrial se circunscriben al campo de los
ferrocarriles, encuentran ahora otros dos ámbitos, la construcción y el armamento. La posibilidad de doblar y
ensamblar vigas de hierro revolucionó técnicamente a la arquitectura ya la ingeniería; Eiffel, con la construcción de la
torre parisina (1889) y la del puente de aporto, culminó unas técnicas que se habían iniciado en las cubiertas de las
estaciones ferroviarias. El acero aumenta la potencia de las armas; la artillería y los navíos acorazados, el fusil y los
cascos, las granadas, todo exige hierro; la siderurgia se expansiona no ya por inversiones en ferrocarriles, sino por la
aparición de grandes empresas de armamentos. El submarino, cuyos primeros experimentos se deben a los españoles
Monturiol e Isaac Peral, exige un blindaje perfecto de acero y aparatos de alta precisión, desde el periscopio y el
torpedo a instrumentos de medida exactos.
111
Si el rasgo esencial de la revolución industrial es la creación de instrumentos, como se la definió en una
ocasión, en el último tercio del siglo XIX, aliado de un capitalismo mundial, que adopta formas financieras, de trust
y explotación de capitales, se produce, con el cambio y crecimiento continuos con que hemos caracterizado a la
primera, una segunda revolución industrial, en la que la electricidad, el motor de explosión, el petróleo y las
industrias químicas constituyen algunas de las palancas fundamentales.
DOCUMENTOS
DEFENSA DEL TRATADO DE COMERCIO FRANCO-BRITÁNICO DE 1860
Identificar qué ideología económica recoge el texto y razonarlo con frases del discurso. Anotar los productos
que deben ser rebajados y comentar su importancia en el comercio internacional de esos años. Comparar, subrayando
las coincidencias, las posiciones francesa e inglesa.
“Francia se compromete a reducir los derechos sobre la hulla y sobre el coque inglés a partir del 10 de julio de
1860; sobre el hierro en barras y el hierro colado, así como sobre el acero, a partir del 10 de octubre de 1860; sobre
las herramientas y máquinas a partir del 1.0 de diciembre de 1860; sobre los hilos y tejidos de lino, de cáñamo, entre
ellos supongo, el yute, y los que inciden directamente sobre varios sectores importantes, a partir del 10 de junio de
l861.
He aquí la primera concesión importante hecha por Francia. El 10 de octubre de 1861.. Francia se
compromete a reducir los derechos ya suprimir todas las prohibiciones sobre todos los productos británicos
mencionados en una lista especial, de manera que ninguno de los derechos sobre estos productos sobrepasará el 30%
ad valorem La lista especial abarca todas las ramas de la industria británica, los hilos y tejidos de lino, de cáñamo, de
miraguano, de lana, de seda y de algodón; los objetos de piel, de cuero, de cortezas, lozas y porcelanas... Los derechos
serán recaudados, a partir de entonces, según el método de apreciación actualmente en vigor en las aduanas inglesas,
es decir, el importador declarará el valor y la aduana de Francia podrá apropiarse el articulo pagando el precio
declarado, más el 10%. Debo decir que el hecho de que el gobierno francés haya aceptado introducir en su legislación
comercial semejante disposición, la cual nos lleva a descartar toda sospecha y garantizar la ejecución escrupulosa del
112
tratado, demuestra claramente su liberalismo sincero. Existe, por otra parte, otra cláusula y es que el máximo de 30%
será reducido, dentro de tres años, al 25%... Este límite del 30%, al que Francia se somete al abandonar el sistema de
la prohibición absoluta, es precisamente la regla que había sido adoptada por el Parlamento británico cuando M.
Huskisson era ministro de comercio y empezó a modificar de forma notoria nuestra legislación comercial. Pero...
existe una diferencia entre los dos casos: en Inglaterra, en muchos casos, la puesta en práctica del principio era tal que
los derechos percibidos eran bastante superiores al 30 %: por el contrario, según los términos del tratado actual,
Francia nos garantiza que el máximo recaudado será realmente el 30% y que, según el tipo de producto, en bastantes
casos, los derechos se mantendrán bastante inferiores a esa tasa, incluso para los objetos manufacturados.
Me referiré ahora a las cláusulas inglesas. Inglaterra se compromete, salvo durante un período excepcional y
determinado en lo que concierne únicamente a dos o tres artículos, a abolir inmediata y totalmente, cualquier tipo de
derecho sobre los objetos manufacturados. De esa forma, los objetos manufacturados no sobrepasarán la tarifa
británica. Se compromete a reducir el actual derecho sobre el aguardiente, que actualmente está a 15 chelines por
galón, y equipararlo al de las colonias, es decir a 8 chelines 2 peniques. Inglaterra se compromete a reducir el derecho
sobre el vino, de alrededor 5 chelines 10 peniques, a 3 chelines por galón. Además, se compromete a cambiar, a partir
del 10 de abril de 1861, el impuesto único por un impuesto proporcional que tendrá en cuenta la graduación del
vino, es decir la cantidad de alcohol que contiene... Las dos partes se reservan el derecho a gravar con nuevos
impuestos cualquier artículo extranjero, en caso de que los artículos similares de la producción indígena fueran
gravados con los mismos impuestos. Igualmente consienten en tratarse mutuamente como a las naciones más
favorecidas. Todos los artículos del Tratado serán ejecutoríos durante un período de diez años: existirá además la
siguiente cláusula: una vez transcurridos los diez años, tanto por una parte como por otra, se avisará si se desea revisar
el Tratado.
Expuesto en la Cámara de los Comunes. El 10 de febrero de 1860.”
En NOUSHI: Le commentaire ..,págs.138-139.
2. EL MOVIMIENTO CARTISTA
En los años 30 la miseria de las masas obreras desvía a las asociaciones obreras de las reivindicaciones
laborales del sindicalismo para apoyar objetivos políticos, hasta aquel momento programa de minorías y del partido
radical. La reforma electoral de 1832 ha de inscrtbirse en esta presión popular por la democratización de la vida
política; no obstante, y aunque alguna vez se ha comparado al movimiento cartista, catalizador de la presión sobre el
poder, como el mayor intento revolucionario anterior a la Comuna, sus objetivos se limitaban ala humanización del
rostro del capitalismo; O'Connor, uno de los líderes más prestigiosos, se inclinaba hacia la economía clásica y
aseguraba que coincidían los intereses del capital y el obrero, puesto que los obreros no pueden ser todos capitalistas.
No obstante, recaban los cartistas la intervención del Estado con una legislación protectora en la cuestión social, al
tiempo que enarbolan la bandera de la democratización política. Ya en 1831, durante la campaña sobre la reforma
electoral, Lovett reclama el sufragio universal, argumentando que la clase obrera produce toda la riqueza del país y
sólo goza de una parte ínfima.
El cartismo nace de la decepción de las masas obreras por la insuficiente apertura que supone la ley electoral
de 1832. En 1836 un grupo de artesanos londinenses, encabezados por William Lovett y Henry Hethertngton,
desencadenan una campaña de agitación en pro del sufragio universal. Junto con Francis Place redactan en 1838 la
Carta del Pueblo, que incluye reivindicaciones políticas: sufragio universal masculino, renovación anual-del
parlamento, escrutinio secreto, inmunidad parlamentaria, circunscripciones electorales iguales. Al movimiento se
suma una tendencia más dura, que no duda en convocar mitines y huelgas de carácter violento; a su frente se colocan
el periodista irlandés A´Connor y el demócrata A'Brien. La agitación culmina con la reunión en Londres, en 1839, de
una convención cartista que se llamó .parlamento del Pueblo.. Los moderados y extremistas se enfrentan en cuanto a
la táctica a seguir .Unos proponen retirar el dinero de los bancos, otros la huelga general y si preciso fuera el recurso a
114
la fuerza física. Una asociación concebida para coordinar la agitación a escala nacional, la .National Charter
Association., es controlada por A'Connor, pero el Parlamento rechaza en 1842 el sufragio universal. Este año señala
una cesura en la historia del cartismo, con la conciencia del fracaso de un esfuerzo apoyado exclusivamente sobre los
obreros, aunque coincidiendo con la crisis de los años 1847 y 1848 todavía se intenta una campaña de nútines que el
gobierno corta enérgicamente.
A'Brien es el primer elaborador de la doctrina cartista. Abogado de ascendencia irlandesa, educado en la
Universidad de Dublin, orador apasionado, ejerció una actividad incansable con la palabra y la pluma. Considerando
que el único camino realista es la lucha por la igualdad política a él invita a las Trade-Unions.; puesto que la ley
perpetúa la esclavitud ha de lucharse por el acceso al parlamento que las vota. En algún escrito ataca al derecho de
propiedad, para concluir que su erradicación no se conseguirá con luchas económicas sino con el control del
Parlamento tras la conquista del sufragio universal. El rechazo de las núserias urbanas remata con una apelación
nostálgica al regreso a la agricultura. A'Brien propone la nacionalización de la tierra; el Estado la arrendará al mejor
postor y determinará el tamaño de las granjas y las parcelas y la distribución de los cultivos.
Tras la oleada revolucionaria del 48 los líderes cartistas, que ven disminuir el número de, sus seguidores,
radicalizan su doctrina. Ernest Jones, periodista, formidable organizador y propagandista, relacionado con Marx,
elabora para la convención cartista de 1851 un programa democrático: .La Carta, pero no sólo la Carta. La libertad
ha de apoyarse en conquistas políticas y económicas, sin pan no existe la libertad. Jones, ganado por algunas ideas del
marxismo, rechaza el liberalismo económico. La libertad será conquistada por los trabajadores; por lo tanto, la
primera tarea es el desarrollo de la conciencia de clase.
Los bastiones del movimiento estuvieron en los distritos industriales del nordeste (Sheffield, Bradford) y
noroeste (Manchester), los Midlands (Birminghan. Leicester) y Escocia. Más que entre los obreros de las grandes
fábricas sus seguidores fueron reclutados en residuos de los viejos oficios, en talleres donde subsistia el trabajo
manual. Para Bedarida las diferencias sobre la táctica, que se convirtieron en querellas personales, esterilizaron el
movimiento: los medios aparecían como más importantes que los fines. En la década de los 50 la prosperidad del
periodo cenital de la era victoriana extinguió el cartismo: más que la coyuntura económica fue la reducción del
artesanado la que desmontó uno de sus pilares.
3. EL ANARQUISMO
El anarquismo, que supone el rechazo en bloque del proceso de industrialización y parece mirar con nostalgia
hacia un mundo agrario, de pequeñas células de población, es un movimiento de escasa coherencia doctrinal, en el
que caben desde predicadores de la violencia hasta apóstoles de la no violencia. En su recinto se ha intentado
encuadrar a figuras tan dispares como Tolstoi y Sorel, y, en nuestros días, se ha calificado con el sello anarquista a
todo movimiento de .contestación», de rechazo total, ya revoluciones del tercer mundo, .el proletariado en harapos».
Centrando sus actividades en un sindicalismo puro, apartado de la vida política, el anarquismo constituye un intento
original, de enorme influencia en algunos países y momentos, y distinguible de otros sindicalismos que se orientaron
hacia la política, como el laborismo británico, y del socialismo científico, que se apoyó en postulados de mayor rigor
intelectual, y con el que chocó ya en el seno de la IInternacional. Entre sus pensadores se ha destacado al inglés
William Godwin, al alemán Max Stimer, al francés Proudhon y al ruso Bakunin, pero no deben ser olvidados
Tolstoi, Eliseo Reclus y el príncipe Kropotkin. Aunque la influencia intelectual de Proudhon fue profunda, la figura
que mayor papel jugó en los movimientos sociales del XIX fue el aristócrata ruso Mijail Bakunin.
Bakunin abandona la carrera militar y Rusia para instalarse en Berlín, donde estudia a Fichte ya Hegel. La
revolución de 1848 le sorprende en Praga; detenido por los austríacos es enviado a su país y desterrado a Siberia, de
donde huye para vivir sucesivamente en Londres, Italia, Lyony Ginebra. Sus choques con Marx en la I Internacional
señalan las irreconciliables diferencias de ideas y talante entre los dos pensadores.
En los escritos anarquistas, y Bakunin no es excepción, encontramos una vertiente moral, en la que se exalta la
libertad del individuo, concebida socialmente, .sólo soy verdaderamente libre, cuando todos los seres humanos que
me rodean, hombres y mujeres, son igualmente libres» (Bakunin): se formula un ateísmo radical, que rechaza a la
Iglesia como institución pero admite en la sociedad la pluralidad de cultos, estimando que la religión es un reducto
de la conciencia, y se ensalza, como instrumento del cambio social, la educación popular. Este ideal educativo inspira
la actividad: de muchos anarquistas, que difundieron sus ideas por medio de la propaganda oral en un apostolado di-
recto entre masas analfabetas.
Desde el punto de vista político tres ideas destacan en el pensamiento de Bakunin: la eliminación del Estado,
instrumento siempre represivo: la desaparición de los ejércitos, innecesarios al desaparecer los Estados, y la creencia
en la revolución campesina, hecha desde abajo, por las masas, de manera espontánea. Estos tres postulados coinciden
en el rechazo de todo poder, de toda autoridad: el poder tiene para Bakunin una naturaleza demoníaca.
Su sociedad nueva, sin Estado, sin poderes institucionales, se montará sobre comunas autónomas, pequeñas
células en régimen de autogestión, que elegirán por sufragio universal de hombres y mujeres a sus autoridades y que
podrán federarse o separarse libremente de otras células similares, hasta constituir regiones y naciones, pero
manteniendo en todo momento su capacidad de abandonar la federación en que se han integrado, Dentro de estas
115
comunas la propiedad será colectiva; la supresión paulatina de la propiedad privada debe iniciarse por la supresión
también progresiva del derecho de herencia. El ideal del anarquismo parece ser una sociedad de hombres
absolutamente libres, que no obedecen más que a su razón. Su ponderación de las pequeñas células autónomas se
sitúa en contra de los resultados de la revolución industrial, en la que se producen grandes concentraciones de
población, y donde resulta imposible este ejercicio constante de la soberanía por la base popular.
Al llamado anarco-colectivismo de Bakunin, que supone la colectivización de los instrumentos de trabajo, el
capital y la tierra, pero no de los frutos, a cada uno según su trabajo», sucede el anarco-comunismo, de Kropotkini
Eliseo Reclus, Dumartheray, Paul Brousse, que predican la necesidad de colectivizar no sólo los instrumentos sino
también los productos, argumentando que en una economía industrial es imposible determinar la parte de trabajo de
cada uno y en consecuencia la riqueza acumulada pertenece a todos. Las diferencias son todavía más acusadas en
cuanto a los métodos de la revolución, desde los que prefieren pasos paulatinos hasta los que en los congresos de
Friburgo (1877) y Londres (1881) aplaudían el terrorismo, al que denomina- propaganda del hecho».
5. EL MARXISMO
El pensamiento socialista alcanza su cumbre en la obra de Karl Marx, esfuerzo ingente para iluminar, sobré
presupuestos filosóficos y postulados de la economía política, la sociedad industrial y, a partir de ella, sentar las bases
de una ciencia general del desarrollo humano. Muchos campos del saber, filosofía, historia, economía, política,
modifican sus fundamentos tras el análisis del pensador alemán, quien pasó gran parte de su vida alejado de su patria,
en Paris, Bruselas, Londres, atento a los acontecimientos ya los fenómenos profundos que informaban la dinámica
social de su época. Su influencia en el mundo contemporáneo difícilmente puede ser exagerada. El ruso Plejanov ha
intentado periodizar la formación de su pensamiento, señalando una etapa hegeliana, otra feuerbachiana y una tercera
de revisión de sus «maestros», pero los máximos conocedores actuales del marxismo, como Lefebvre y Althuser,
aseguran que la asimilación del idealismo y del tnaterialismo alemanes fue desde el principio critica, que los gérmenes
del materialismo dialéctico pueden encontrarse en las obras de juventud, así en su tesis doctoral sobre los
materialistas griegos (Demócrito y Epicuro), y que los postulados del marxismo de madurez están presentes en las
obras de juventud. Éstas, descubiertas en su mayoría en el último medio siglo, han sido minimizadas por algunos
autores, mientras otros ven en ellas un Marx más humanista, menos duro con las contradicciones del capitalismo
industrial. Las obras de juventud (La cuestión día, La Sagrada Familia, Manuscritos económico filosóficos., Tesis
sobre Feuerbach) son esencialmente filosóficas; las de madurez, que culminan en El Capital, son económicas y
científicas. Pero no hay cesura ni siquiera en los contenidos. Henry Lefebvre estima que los temas filosóficos
juveniles pasan a las obras científicas y en éstas adquieren un sentido nuevo, ligándose al conocimiento científico de la
historia, de la economía política y de los acontecimientos contemporáneos (por ejemplo. en El 18 brumario de Luis
Bonaparte). En el camino hacia la obra por la que es universalmente conocido. El Capital, cuya primera parte se
publica en 1867, sobresalen tres obras: Miseria de la filosofía (1847). Trabajo asalariado y capital (1848) y el
Manifiesto Comunista (1848). La residencia en Londres, con los fondos documentales y estadísticos del British
Museum, le permite la consulta de los datos sobre los que construye su disección anatómica del capitalismo.
La filosofía no es para Marx un sistema teórico, una abstracción estéril; ha de buscarse la relación exacta entre
la teoría y la práctica, entre el pensamiento y la acción. La praxis es la teoría de la acción. La realidad es fuente y
criterio de verdad del conocimiento. En su undécima tesis sobre Feuerbach sentencia: los filósofos no han hecho más
que interpretar de diversos modos el mundo, pero de lo que se trata es de transformarlo», y en efecto el marxismo
ofrece una relación con la acción política. El axioma de que sólo la práctica permite verificar la teoría se recoge en
otra de sus tesis sobre Feuerbach: .La cuestión de saber si el pensamiento humano puede alcanzar una verdad objetiva
no es una cuestión teórica sino práctica. Es en la práctica en donde el hombre debe demostrar la verdad, es decir la
realidad, la potencia, la precisión de su pensamiento». Toda teoría lo es de una experiencia práctica y toda práctica
corresponde a una teoría. La aplicación del método dialéctico supone la segunda gran revolución en la elucidación del
papel de la filosofía. El axioma fundamental de la lógica es la identidad de cada cosa consigo misma; el de la
dialéctica -el otro método de razonamiento utilizado por los griegos- se basa en que cada cosa lleva en sí su propia
contradicción. Cuando en la naturaleza o en la sociedad no ocurre nada no hay contradicción; recíprocamente cuando
no hay contradicción no ocurre nada. La contradicción no es, por tanto, absurdo sino movimiento (devenir). El
método marxista se afana en comprender el movimiento de las cosas; aplicado a las sociedades humanas consiste la
dialéctica en el estudio de las contradicciones que engendran la historia. Mientras en la filosofía clásica la dialéctica es
disputa de ideas, en el marxismo es discusión de fuerzas, conflicto de poderes. Marx lo aplica al capitalismo
industrial; su doctrina es la descripción dialéctica de las contradicciones generadas por el capitalismo.
117
Más que las ideas filosóficas y económicas nos interesan aquí las que han ejercido una influencia real en los
acontecimientos políticos o han informado las actitudes del proletariado en los conflictos sociales. ya ellas nos vamos
a ceñir .
a) Interpretación materialista de la historia. Aplicando el método dialéctico Marx encontró las raíces de los
fenómenos sociales en las relaciones de producción entre los hombres. Los hechos históricos son relaciones, no nube
de anécdotas. y el primer hecho en la vida del hombre es la satisfacción de sus necesidades materiales. Sobre este
supuesto Marx formula tres tesis fundamentales:
- el ser social determina la conciencia social El ser social está constituido por las condiciones materiales. No
son las grandes ideas ni los héroes el motor de la historia; es lo material y colectivo, las condiciones materiales las que
determinan la forma y el desarrollo de la conciencia de los hombres; «no es la conciencia del hombre la que
determina su ser, sino el ser social lo que determina su conciencia». Todas las ideas y sistemas sólo pueden
comprenderse cuando se han comprendido las condiciones materiales de la época;
- correspondencia entre las fuerzas productivas y las relaciones de producción. Al cambiar las fuerzas cambian
las relaciones de producción y todas las relaciones sociales. .El molino de mano crea la sociedad de los señores
feudales, el molino de vapor la sociedad de los capitalistas industriales»;
- relación dialéctica entre la base económica (infraestructura) y la ideo- logiajurídico-política
(superestructura). Las dos tienen carácter histórico, aparecen en una determinada época y desaparecen al final de la
misma. -Así a lo largo de los siglos una base económica determinada es sustituida por otra y con ella desaparece la
vieja superestructura ideológica, engendrándose otra. Por ser una relación dialéctica a su vez la superestructura influye
sobre la base económica; pero en términos absolutos el papel determinante lo desempeña la economía. La
superestructura, el conjunto de ideas e instituciones, depende del modo de producción.
b) Lucha de clases. La clase es un concepto y un hecho social. Los acontecimientos históricos están
condicionados por grupos sociales; el materialismo histórico muestra que si los individuos pueden ser desinteresados
los grupos sociales no lo son, porque de la defensa de sus intereses depende su supervivencia como tales grupos. El
protagonismo de la historia no lo juegan los individuos sino las clases, que vienen definidas por la división social del
trabajo; los individuos que se encuentran en las mismas condiciones de existencia, en un mismo nivel en la
organización de la producción, pertenecen a una clase. Les une una idéntica relación con los medios de producción:
unos son propietarios, otros no. La hostilidad de las clases es un fenómeno histórico. En el Manifiesto Marx y Engels
afirman que tras la ruptura de la comunidad primitiva la explotación y la tensión entre las clases ha sido una
constante. La lucha de clases es una realidad, pero además constituye un factor de progreso, una palanca
revolucionaria, la única que puede desmontar las estructuras de dominio, la que en la sociedad industrial permitirá la
emancipación del proletariado. Engels describe tres formas de lucha: económica, que se centra en reformas parciales
(salarios, viviendas), política, que implica la pugna por el poder, en la que se pueden combinar armas Legales
(parlamentarias, elecciones) e ilegales (insurrección), e ideológica (la lucha se hace consciente al adquirir el
proletariado conciencia de clase). La lucha de clases no constituye un ideal, se profetiza su desaparición futura, pero
hasta su extinción «se enfrentan como enemigos en la concurrencia. (La ideología alemana).
c) Dictadura del proletariado. Se trata de uno de los conceptos más discutidos y divergentemente
interpretados del pensamiento marxista. La expresión no se utiliza en el Manifiesto, aparece en una carta a
Weydemeyer y se relaciona con la experiencia frustrada de la convulsión del 48. El Estado es la más importante
institución de la superestructura de una sociedad. Al surgir para frenar los antagonismos Engels lo considera como
maquinaria represiva: «el moderno Estado representativo es el instrumento de que se sirve el capital para explotar
trabajo asalariado». Todas las formas del Estado burgués se basan en la dictadura de la burguesía; el paso del
capitalismo al comunismo se hará de distintas formas pero basándose siempre en la dictadura del proletariado. Para
los ideólogos de la burguesía la revolución es contingente, algo impuesto por un grupo; para los marxistas,
ineluctable, el fruto del proceso histórico. Para Marx la dictadura del proletariado es la palanca para llevar a cabo las
transformaciones tras la conquista del poder; pero se trataría de una fase transitoria. «Período de transición hacia la
total supresión de las clases», escribe a Weydemeyer en 1852.
d) Sociedad sin clases. El comunismo implica la desaparición de las clases, cuando se ha cumplido el lema: .De
cada uno según su capacidad, a cada uno según sus necesidades. En la situación de autogobierno de los productores
desaparecerían las tensiones sociales, se reconciliarían la ciudad y el campo, el hombre consigo mismo en un trabajo
ennoblecedor, los trabajos intelectuales y manuales. La supresión de las clases significa que, una vez colectivizados, la
relación con los medios de producción sería la misma para todos los individuos.
e) Plusvalía. La noción de plusvalía constituye uno de los aspectos centrales de El Capital, su mayor
aportación para el conocimiento de la esencia del capitalismo. Como a todos los economistas de su siglo a Marx
preocupa la noción de valor. Toda mercancía exige un gasto de energía por parte de los trabajadores; Marx rechaza
identificar el valor con la demanda, que depende de la solicitud de los privilegiados; el valor de una mercancía
depende del trabajo realizado para su producción. Pero existe una mercancía muy peculiar: la fuerza de trabajo
«arbeitskraft») del obrero, a la que también se aplica la ley del valor. En Salario, precio y ganancia (1865) explica que
la fuerza de trabajo se mide por su coste de producción, por la labor que ha sido necesaria para producir los
118
alimentos, vestidos, habitación del obrero. El capitalista compra esta fuerza de trabajo, pero la capacidad de trabajo es
extensible y el empresario la emplea más horas de las que necesita para compensar el coste. La diferencia entre el
precio a que compra la fuerza de trabajo y el precio a que la vende es la plusvalía. Toda plusvalía es la materialización
de un trabajo no pagado. Si el obrero recibiese por su trabajo exactamente el valor de las mercancías por él
producidas no se comprendería el desarrollo del capitalismo. En resumen, la plusvalía es una fuente de beneficio que
por acumulación origina los capitales. Marx utiliza algunas fórmulas; la más expresiva, D -M -D +.d (dinero -
mercancía -dinero + un suplemento), muestra que el incremento de valor obtenido en el final del proceso no puede
proceder de la mercancía; si se cambian equivalentes no se produce plusvalía. Por ello el aumento del valor procede
del proceso productivo' de la obtención de un rendimiento de la fuerza de trabajo por encima de su coste. A esta
plusvalía absoluta, que se basa en el aumento de la jornada laboral, sucede, al modernizarse los instrumentos y
máquinas, la plusvalía relativa, mediante la reducción del número de horas necesario para compensar el coste de la
fuerza de trabajo.
Buena parte de los autores marxistas han exagerado el perfil determinista de algunos postulados de Marx. Sin
embargo, son numerosos los textos en los que exalta, frente a Feuerbach, la capacidad del hombre para modificar su
destino. Más frecuentemente se ha petrificado el pensamiento de Marx, que no debería desprenderse de la situación
histórica en que fue formulado. Al respecto escribe Lefebvre que hay que leer a Marx sin aceptar verdades absolutas
sino más bien análisis momentáneos que explican las leyes de la evolución social. Mircea Eliade ha señalado otras
limitaciones, como su visión eurocéntrica, sus formulaciones basadas exclusivamente en el análisis de la sociedad
industrial europea, con total olvido de lo que podrían aportar otras civilizaciones. No podía ser de otra manera, Marx
es un pensador europeo. Pero lo que quizá no puede reprocharse al filósofo de Tréveris debe recordarse, en cambio,
cuando de su pensamiento intenta hacerse la .Biblia» que informe la marcha de la humanidad del futuro.
6. LA I INTERNACIONAL
La toma de conciencia de los problemas comunes que afligían al proletariado en todas las naciones
industriales suscita la necesidad de una organización que encauce la movilización del obrerismo europeo, pero en los
orígenes de la primera asociación internacional de obreros influyen además algunas circunstancias concretas,
principalmente el fracaso del 48, que separa al obrerismo francés del republicanismo y multiplica los exiliados
políticos. Un motín celebrado en Londres en julio de 1863, en solidaridad con los insurrectos polacos que se han
alzado contra el yugo ruso, propicia el encuentro de obreros franceses e ingleses, y tras esta experiencia un francés
residente en Londres, Tolain, propone para el año siguiente un congreso internacional de proletarios. ¿Cuál fue la
fuerza decisiva en la realización de este encuentro? Habitualmente se ha considerado protagonistas a los sindicalistas
británicos, los dirigentes de las .trade-unions»; los franceses reivindican la paternidad, y se ha planteado la posibilidad
de que la Corte imperial de Napoleón III financiara su viaje y provocara el acercamiento del proletariado de las dos
naciones; Boris Nicolaievski ha publicado documentos en su opinión probatorios de que la masonería fue la auténtica
promotora de la Internacional; menos convincente es la teoría que otorga la paternidad de la iniciativa a Marx, quien
asiste a la asamblea fundacional, pero en actitud pasiva y silenciosa, que no rompe hasta que comienza a actuar en la
subcomisión elaboradora de los Estatutos. En realidad, parece ser que la coincidencia de intereses agrupó a dirigentes
de diferentes naciones. y un comité que actúa desde el verano de 1863 prepara la histórica asamblea.
El 28 de septiembre de 1864 se reúnen en el Saint-Martlns Hall tradeunionistas británicos. proudhonianos
franceses, miembros de la Asociación de trabajadores alemanes, emigrados polacos, húngaros, italianos, alemanes,
Tolain solicita la convocatoria de sucesivos Congresos. La asamblea elige un comité provisional formado por 21
ingleses, 10 alemanes -entre ellos Marx-, 9 franceses, 6 italianos, 2 suizos y 2 polacos. En cuanto a la extracción
social, aunque en su mayoría obreros, hay también abogados, políticos y filántropos. Desde el punto de vista
ideológico se distinguen marxistas. proudhonianos, cartistas, tradeunionistas y socialistas de todas las tendencias.
En octubre un subcomité elabora los estatutos y una declaración de principios; es en ese momento cuando
Marx adquiere influencia, para algunos de sus correligionarios excesiva. Marx subraya dos ideas: que la emancipación
será obra de los propios trabajadores y que la clase obrera no puede ser indiferente a la toma del poder político. Se
acuerda que se celebrará un congreso anual y que el Consejo General radicará en Londres.
El pluralismo de objetivos y de grupos obstaculizó el funcionamiento de la asociación internacional. En
Francia los internacionalistas se implantaron en torno a tres núcleos: París. Lyon y Caen. En París jugaron algún
papel los estudiantes de medicina, al igual que ocurriría en España al fundarse el partido socialista. En Bélgica los
primeros núcleos se articularon a partir de sociedades mutualistas. La nación que contempló una difusión más rápida
fue Suiza; en el Congreso de 1866 están representadas 15 secciones suizas frente a 4 secciones francesas y tres
alemanas. En Alemania las organizaciones lasallianas, cuyos defectuosos planteamientos doctrinales fueron criticados
por Marx, obstaculizaron la implantación, hasta que un discípulo de Marx. Liebknecht, fundó con Bebella Unión de
asociaciones obreras, que celebró un Congreso en Nuremberg en 1868, donde se pronunciaron a favor de las ideas de
la Internacional. El número total de miembros no es fácil de conocer; en su apogeo hubo en Inglaterra unos 50.000
miembros, número exiguo en comparación con los 800.000 tradeunionistas. Los conflictos ideológicos constituyeron
la traba más fuerte para la consolidación continental de la nueva organización. Los tradeunionistas conflaban casi
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exclusivamente en los medios de presión tradicionales, como la huelga; los proudhonianos se inclinaban por la
evolución pacífica y gradual y rechazaban los procedimientos violentos; Marx pugnó incansablemente por la vía
política, por la constitución de un partido político distinto, diferente a los partidos burgueses; los anarquistas
rechazaban la vía parlamentaria e incluso la actuación política.
Al no celebrarse el Congreso previsto para Bruselas en 1865 se sustituyó por una Conferencia en Londres. El
Congreso de Ginebra de 1866, controlado por los proudhonianos, se inclinó por el fomento del mutualismo, por la
prioridad a las organizaciones de ayuda mutua. Al año siguiente se produce en el Congreso de Lausana el choque de
Marx con los proudhonianos franceses. Más radical es el de Bruselas de 1868. que se declara partidario de la
apropiación colectiva de suelo, minas, bosques y medios de transporte. El respaldo a las huelgas provocó la
persecución de los internacionalistas en algunos países. La guerra francoprusiana de 1870 supuso una crisis de
conciencia, al solidarizarse parte del proletariado con las opciones de sus respectivas naciones antes que con los
intereses generales del proletariado, a pesar de que los internacionalistas parisinos publicaron una proclama en la que
llaman a la guerra absurdo criminal. La Comuna incrementa el recelo de los gobiernos y las persecuciones. Pero no
son las presiones externas sino las disensiones internas las que cuartean la I Internacional. Los choques entre
anarquistas y socialistas marxistas fueron creciendo en violencia, hasta que el Congreso de La Haya de 1872 acuerda
la expulsión de la A.I.T. de los anarquistas, quienes convocan otro congreso en Saint-Imier para rechazar los
postulados del marxismo.
7. CONFRONTACIÓN MARX-BAKUNIN
La rivalidad entre Marx y Bakunin, que tanto influyó en el fracaso de la I Internacional, tenía una base
personal; se ha hablado de la gennanofobia de Bakunin y de la rusofobia de Marx, sin más argumento que anécdotas
escasa- mente probatorias; los contrastes de carácter entre dos personalidades fuertes han sido testificados por
muchos, entre otros por el español Anselmo Lorenzo, uno de los fundadores del anarquismo hispano. No debemos
detenernos, pese a estas referencias, en el choque personal; marxismo y bakunínísmo estaban separados por
inconjugables diferencias ideológicas.
-Diferente concepción de la historia. Marx concibe la historia como un proceso de fuerzas suprapersonales,
sus piezas son las clases; Bakunin centra su atención en el hombre concreto, al que considera capaz de vencer las
fuerzas de la historia, Bakunin es más individualista.
-La revolución social ha de prepararse, con una primera fase de toma de conciencia, y será protagonizada por
los obreros industriales, afirma Marx. Las acciones individuales, los actos espontáneos y aislados, pueden crear una
situación revolucionaria, asegura Bakunin, quien, por otra parte, considera a los campesinos como las masas
revolucionarias en potencia. El bakuninismo se difundió más por los países de base agraria e insuficiente
industrialización como España y Rusia.
-Postulado de Marx es la dictadura del proletariado, conquista del poder; la oposición de Bakunin a toda
forma de poder le lleva a rechazar de plano la dictadura del proletariado. A sí mismos los anarquistas se llaman
«socialistas antiautoritarios".
-La aceptación por los marxistas del juego político, interviniendo en elecciones y parlamentos, les separa
radicalmente de los anarquistas, que abominan de la política, no llegan a fundar partidos sino sindicatos, y no
participan en el juego electoral ni en la vida parlamentaria, lo que les restó influencia.
Frente a la Asociación Internacional controlada por Marx, Bakunin funda la Alianza Internacional en Ginebra.
10. LA II INTERNACIONAL
Hacia 1875 se había disuelto la I Internacional; catorce años después se reconstruye (II), y en sus Congresos
se plantean temas que desbordan las preocupaciones iniciales del proletariado. La influencia de Marx, que muere en
1883, y la de Engels, es constante en todo el período anterior a la Primera Guerra Mundial. En julio de 1889 se
convocan en París dos Congresos para conmemorar el centenario de la toma de la Bastilla; el primero promovido por
los posibilistas y tradeunionistas ingleses; el segundo animado por guesdistas y anarquistas, a los que se unieron los
socialdemócratas alemanes. En éste se destaca la presencia de figuras influyentes, los dos yernos de Marx (Longuet y
Lafargue), Veuillant, los alemanes Liebknecht y Bernstein, el italiano Costa, el austriaco Adler, el español Pablo
Iglesias, y se estudian conquistas inmediatas, como la del sufragio universal en las naciones que todavía no lo habían
establecido. Nota diferencial de la II Internacional, nacida en el congreso parisino, es el respeto por las diferentes
opciones de los partidos nacionales, entendiendo la organización como una federación que, a diferencia de la I
Internacional, no impone acuerdos y acepta la pluralidad de tácticas. No obstante, los sucesivos Congresos, el de
Zurich de 1893 y el de Londres de 1896, acuerdan prohibir la participación de los delegados que no reconozcan la
necesidad de la acción política, con lo que los anarquistas quedan excluidos y seguirán una vía alejada de los
socialismos. En el Congreso de Londres son tumultuosos los debates entre los anarquistas, como Malatesta, y los
socialdemócratas alemanes, encabezados por Bebel, que aseguran que únicamente el régimen parlamentario permitirá
un día el acceso de los obreros al poder. La coyuntura expansiva de la economía internacional a partir de 1895
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fortalece las opciones socialdemócratas al demostrar, como ya en sus últimos años intentó hacer ver Engels, que la
revolución proletaria y la ruina del capitalismo profetizada por Marx retrasaban indefinidamente su llegada.
Para los nuevos internacionalistas el socialismo ha superado su etapa romántica y ha de tomar postura ante los
nuevos problemas que agobian al mundo, que no pueden resumirse, como en la primera revolución industrial, en la
explotación del proletariado en las fábricas. Tres grandes cuestiones se van a debatir hasta 1914: colaboración con
fuerzas burguesas, cuestión colonial, peligro de guerra.
Los revisionistas reclamaban la posibilidad de la colaboración con partidos burgueses, tema de inaplazable
decisión en algunas naciones. En Francia, A. Millerand entra en el gabinete de Waldeck Rousseau; en Italia, Turati
hace votar dos programas, uno mínimo, que deja un resquicio para la participación en responsabilidades
gubernamentales, y otro máximo. Guesde propone la condena de los mínisterialistas, pero Kautsky y el belga
VantlerVelde proponen una moción que condenando el revisionismo acepte la posibilidad de la entrada de un
socialista en un gabinete burgués como expediente excepcional.
El debate continuó hasta que en Dresde se condenó el revisionismo, lo que no impidió que en algunas
naciones, y sobre todo en Francia, se intensificara la inclinación a participar en los cuadros de la democracia
representativa.
La cuestión colonial introdujo un tema de enorme envergadura en los Congresos de este período. En el de
París de 1900 el ingeniero holandés K 01 señaló la posibilidad de que los países europeos contribuyeran al progreso
de los colonizados; la mayoría se limitó a oponer principios abstractos en contra del racismo ya favor de la igualdad
de razas. La oposición a la expoliación colonial fue creciendo en la mayoría de los partidos socialistas hasta que el
Congreso de Stuttgart (1907), tras un debate tenso y una votación de resultados apretados, proclamó el deber de
combatir la explotación colonial bajo todas sus formas.
Ante la tensión internacional provocada por la política de bloques se suscitó la cuestión de la guerra y la paz.
Temas como la huelga general para impedir un eventual conflicto o las llamadas a la deserción de los soldados se
debatieron en los Congresos de los primeros años de siglo; el de Basilea de 1912 elaboró un emotivo llamamiento en
pro de la paz, tras una oración impresionante de Jaurés sobre los horrores de la guerra.
En vísperas de la conflagración de 1914 se pueden detectar en el socialismo europeo tres tendencias: la
centrista, representada por Kautsky, conserva el vocabulario marxista, pero al considerar inexorable el proceso que
conduce a la revolución se esteriliza en una actitud expectante; la revisionista, imperante en los partidos de Alemania.
Francia e Italia, confía en la vía parlamentaria; la izquierdista, liderada por Rosa Luxemburgo en Alemania y los
bolcheviques en Rusia, reafirma su fe en la vía insurreccional y en la huelga general para colapsar el mundo
capitalista. Esas diferencias doctrinales y tácticas estallan cuando una guerra mundial en 1914 rompe definitivamente
la solidaridad y lleva a su casi extinción los principios de la II Internacional.
DOCUMENTOS
I. EFECTIVOS SINDICALES EN INGLATERRA
Hacer una periodización, comentando los datos más llamativos del gráfico.
2. CONCEPTOS DE MARX
En estas páginas recoge Marx algunas de sus explicaciones sobre mercancía salario, fuerza de trabajo,
alienación. Subráyense las expresiones más significativas.
“Lo que en realidad venden los obreros al capitalismo por dinero es su fuerza de trabajo. El capitalista compra
esta fuerza de trabajo por un día, una semana, un mes, etc. Y. una vez comprada, la consume, haciendo que los
obreros trabajen durante el tiempo estipulado. Con el mismo dinero con que les compró su fuerza de trabajo, por
122
ejemplo, con los dos marcos, el capitalista podía haber comprado dos libras de azúcar o una determinada cantidad de
otra mercancía cualquiera. Los dos marcos con ]os que compra dos libras de azúcar son el precio de las dos libras de
azúcar .Los dos marcos con los que compra doce horas de uso de la fuerza de trabajo son el precio de un trabajo de
doce horas. La fuerza de trabajo es, pues, una mercancía, ni más ni menos que el azúcar. Aquélla se mide con el reloj;
ésta, con la balanza.
Los obreros cambian su mercancía, la fuerza de trabajo, por la mercancía del capitalista, por el dinero, y este
cambio se realiza guardando una determinada proporción: tanto dinero por tantas horas de uso de la fuerza de
trabajo. Por tejer durante doce horas, dos marcos. y estos dos marcos, ¿no representan todas las demás mercancías
que pueden adquirirse por la misma cantidad de dinero? En realidad, el obrero ha cambiado su mercancía, la fuerza
de trabajo, por otras mercancías de todo género, y siempre en una determinada proporción. Al entregar dos marcos,
el capitalista le entrega, a cambio de su jornada de trabajo, la cantidad correspondiente de carne, de ropa, de leña, de
luz, etc. Por tanto, los dos marcos expresan la proporción en que la fuerza de trabajo se cambia por otras mercancías,
o sea el valor del cambio de la fuerza de trabajo. Ahora bien, el valor de cambio de una mercancía, expresado en
dinero, es precisamente su precio. Por consiguiente, el salario no es más que un nombre especial con que se designa el
precio de la fuerza de trabajo, o lo que suele llamarse precio del trabajo, el nombre especial de esa peculiar mercancía
que sólo toma cuerpo en la carne y la sangre del hombre.
Tomemos un obrero cualquiera, por ejemplo, un tejedor. El capitalista le suministra el telar y el hilo. El
tejedor se pone a trabajar y el hilo se con- vierte en lienzo. El capitalista se adueña del lienzo y lo vende en veinte
marcos, por ejemplo. ¿Acaso el salario del tejedor representa una parte del lienzo, de los veinte marcos, del producto
de su trabajo? Nada de eso. El tejedor recibe su salario mucho antes de venderse el lienzo, tal vez mucho antes de que
haya acabado el tejido. Por tanto, el capitalista no paga este salario del dinero que ha de obtener del lienzo, sino de
un fondo de dinero que tiene en reserva. Las mercancías entregadas al tejedor a cambio de la suya, de la fuerza de
trabajo, no son productos de su trabajo, del mismo modo que no lo son el telar y el hilo que el burgués le ha
suministrado. Podría ocurrir que el burgués no encontrase ningún comprador para su lienzo. Podría ocurrir también
que no se reembolsase con el producto de su venta ni el salario pagado, y puede ocurrir también que lo venda muy
ventajosamente, en comparación con el salario del tejedor. Al tejedor, todo esto le tiene sin cuidado. El capitalista,
con una parte de la fortuna de que dispone, de su capital, compra la fuerza de trabajo del tejedor, exactamente lo
mismo que con otra parte de la fortuna ha comprado las materias primas -el hilo- y el instrumento de trabajo -el
telar-. Una vez hechas estas compras, entre las que figura la de la fuerza de trabajo necesaria para elaborar el lienzo, el
capitalista produce ya con materias primas e instrumentos de trabajo de su exclusiva pertenencia. Entre los
instrumentos de trabajo va incluido también, naturalmente, nuestro buen tejedor, que participa en el producto o en el
precio del producto en la misma medida que el telar; es decir, absolutamente en nada.
Por tanto, el salario no es la parte del obrero en la mercancía por él producida. El salario es la parte de la
mercancía ya existente, Con la que el capitalista compra una determinada cantidad de fuerza de trabajo productiva.
La fuerza de trabajo es, pues, una mercancía que su propietario, el obrero asalariado, vende al capital. ¿Para
qué la vende? Para vivir.
Ahora bien, la fuerza de trabajo en acción, el trabajo mismo, es la propia actividad vital del obrero, la
manifestación misma de-su vida, y esta actividad vital tiene que venderla a otro para asegurarse los medios de vida
necesarios. Es decir, que su actividad vital no es para él más que un medio para poder existir. Trabaja para vivir. El
obrero ni siquiera considera el trabajo parte de su vida; para él es más bien un sacrificio de su vida. Es una mercancía
que ha adjudicado a un tercero. Por eso el producto de su actividad no es tampoco el fin de esta actividad.”
Karl MARX: Trabajo asalariado y capital Madrid, R. Aguilera, 1968, págs. 24-26.
“(Londres, 24 de enero de 1872) «...Bakunin, que hasta 1868 había intrigado contra la Internacional, ingresó
en ella después del fracaso sufrido en Berna, en el Congreso de la Paz, e inmediatamente se puso a conspirar desde
dentro contra el Consejo General. Bakunin tiene una teoría original, que es una mescolanza de proudhonismo y
comunismo. Por cierto, el punto básico de su proudhonismo es la idea de que el mal más grave, con el que hay que
acabar, no es el capital, no es, por tanto, el antagonismo de clase que el desarrollo social crea entre los capitalistas y
los obreros asalariados, sino el Estado. Mientras la gran masa de obreros socialdemócratas comparten nuestro punto
de vista de que el poder del Estado no es más que una organización adoptada por las clases dominantes -los
terratenientes y los capitalistas- para proteger sus privilegios sociales, Bakunin afirma que el Estado es el creador
capital, que el capitalista posee su capital únicamente por obra y gracia del Estado. y puesto que el Estado es, por
tanto, el mal principal, hay que acabar ante todo con él, y entonces el capital hincará el pico por sí solo. Nosotros, en
cambio, sostenemos lo contrario: acabad con el capital, que es la concentración de todos los medios de producción en
manos de unos pocos, y el Estado se derrumbará por sí solo. La diferencia entre los dos puntos de vista es
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fundamental: la abolición del Estado sin una revolución social previa es un absurdo: la abolición del capital es
precisamente la revolución social e implica un cambio en todo el modo de producción. Pero como para Bakunin el
Estado representa el mal principal, no se debe hacer nada que pueda mantener la existencia del Estado, tanto si es una
república, como una monarquía o cualquier otra forma de Estado. De aquí, la necesidad de abstenerse por completo
de toda política. Cualquier actividad política, sobre todo la participación en las elecciones, es una traición a los
principios. Hay que hacer propaganda, desacreditar al Estado, organizarse: y cuando se haya conquistado a todos los
obreros, es decir, a la mayoría, se liquidan todos los organismos estatales, se suprime el Estado y se le sustituye por la
organización de la Internacional. Este gran acto, que marca el comienzo del reino milenario, se llama liquidación
social.
Todo esto suena a algo muy radical, y es tan sencillo que puede ser aprendido de memoria en cinco minutos.
He aquí la razón de que la teoría bakuninista haya encontrado tan pronto una acogida favorable en Italia y en España
entre los jóvenes abogados y doctores y otros doctrinarios. Pero las masas obreras jamás aceptarán la idea de que los
asuntos públicos de sus respectivos países no son a la vez sus propios asuntos; los obreros son políticos activos por
naturaleza, y quien les proponga abandonar la política se verá Tarde, o temprano, abandonado por ellos. Predicar a
los obreros la abstención política en todas las circunstancias equivale a ponerlos en manos de los curas o de los
republicanos burgueses.
La Internacional, según Bakunin, no ha sido creada para la lucha política, sino para ocupar el lugar de la vieja
organización del Estado tan pronto como se lleve a cabo la liquidación social, y por eso debe parecerse lo más posible
a la sociedad futura, tal como la concibe el ideal bakuninista. En esta sociedad, no habrá, ante todo, autoridad alguna,
pues la autoridad, que equivale al Estado, es el mal absoluto.”
M. BAKUNIN: La libertad. México, Grijalbo, 1972, p. 11.
124
En estos meses iniciales de la nueva experiencia republicana el espectro político aparece complejo y confuso, y
en ocasiones se encuentran más próximas fuerzas republicanas y monárquicas que éstas o aquéllas entre si. En la
extrema derecha los legitimistas se apoyan en el Syllabus para rechazar el liberalismo y proponen una sociedad
jerarquizada con cuerpos intermedios; el manifiesto del conde de Chambord, en el que evoca la monarquía de
derecho divino, es un documento estrictamente absolutista; pero otro sector en torno a la revista Le Correspondant y
con figuras como De Broglie, Decazes y Fallous, más moderado, se limita a resaltar la necesidad del orden para la
consecución de la libertad. En el centro se dan la mano algunos grupos bonapartistas y los republícanos
conservadores. En la izquierda el republicanismo histórico, comandado por Jules Ferry y JulesFavre, desecha
cualquier posibilidad de restauración monárquica, y más a la izquierda el grupo de los radicales con Gambetta
presenta un programa laico y social que escandaliza a una sociedad deseosa de paz y orden.
En tal confusión de fuerzas y en esta situación paradójica de una república con un Parlamento de mayoría
monárquica no es la menor sorpresa la atribución de la máxima responsabilidad a Adolfo Thiers, «que nunca había
sido republicano» (Zeldin). Sin duda en aquel momento su cuniculum era una garantía de capacidad ante la gravedad
de los problemas que agobiaban a Francia; con sólo 33 años Thiers había jugado un papel clave en la instauración de
la monarquía de Luis Felípe en 1830, ya los 35 se encontraba desempeñando la cartera del Interior, a los 36 era
miembro de la Academia de Francia y nuevamente en la elección de Luis Napoleón para la presidencia y en la derrota
de los comuneros es el hombre clave. Su horror a la revolución y al socialismo y su amor al orden le definían como
un bonapartista, o al menos como un monárquico constitucional; «por nacimiento pertenezco al pueblo, por
educación soy aristócrata; no siento ninguna simpatía por la burguesía o por los sistemas que le dan el poder», así se
retrata en una de las miles de páginas que dejó escritas. Su gestión se basa, por tanto, en disposiciones de coyuntura
pero se opuso a medidas en profundidad que se orientaran hacia modificaciones de la sociedad francesa; por ejemplo,
prefirió incrementar el nivel de los impuestos antes que acceder a introducir el impuesto sobre la renta, que supondría
un gravamen para las grandes fortunas. Acumula todos los poderes, pero los ejerce bajo el control de la Asamblea. Su
preocupación se centra en acelerar la evacuación alemana, para lo que anticipa el pago de la indemnización de 5
millones de francos, y en acometer la reorganización del país: reforma financiera, con aumento de impuestos y
empréstitos, y reforma del ejército, con la disolución de la guardia nacional-propensa a apoyar revoluciones- y el
establecimiento, por ley de mayo de 1872, del servicio obligatorio.
Thiers, símbolo de la derecha, es derribado precisamente por la derecha, encabezada por De Broglie. Con el
final de la evacuación alemana deja de ser el hombre imprescindible; se le acusa de permitir el ascenso de un sector
exaltado del republicanismo, los radicales. Cuando Thiers apoya la definición definitiva del régimen como República,
los monárquicos se sienten traicionados, denuncian el pacto de Burdeos y provocan su caída.
Presidencia de Mac-Mahon
Elegido presidente de la República Mac-Mahon, militar legitimista partidario del regreso de la monarquía,
con De Broglie como jefe de gobierno, los monárquicos preparan el regreso de la dinastía de Orleans. La
acumulación de atribuciones en el presidente hace pensar en un trono; el presidente, elegido por siete años, puede
prorrogar las sesiones de las cámaras, disolver la de diputados con la conformidad del Senado, nombrar los ministros,
etcétera. El Senado acumula funciones excesivas, que perfilan un régimen aristocrático. La división de los
monárquicos, entre legitimistas y orleanistas, permite el triunfo de los republicanos en 1875, y el consiguiente voto
de leyes constitucionales que confirman el carácter republicano de las instituciones. Los republicanos, dirigidos por
Gambetta, se hacen dueños de la Cámara baja y más tarde del Senado. En 1879 Mac-Mahon dimite y comienzan a
gobernar los auténticos republicanos.
3. LAS INSTITUCIONES
La Constitución de la Tercera República (1875) ha sido la de mayor longevidad en la historia de Francia,
probablemente, como ocurrió con la española de 1876, por su ambigüedad, por su carencia de principios
categóricamente definidos, lo que permitía interpretaciones no coincidentes por las sucesivas situaciones políticas.
Obra de compromiso entre republicanos y monárquicos, éstos esperaban que pudiera abrir el camino a la restauración
del Trono sin necesidad de derribar todo el edificio constitucional. Compuesta por tres leyes y 34 artículos, suponía
en extensión solamente un tercio de la Constitución de 1848 y la décima parte de la de 1795. Por su laconismo, que
exigía constantes desarrollos en las leyes ordinarias, un comentarista contemporáneo, Helie (1880), llegó a afirmar
que se trataba de una Constitución casi no escrita. No obstante se entrevé que la libertad es su principio medular, tras
el periodo napoleónico que la había colocado a merced de las veleidades del poder. Las reuniones, anteriormente
limitadas a grupos no mayores de veinte personas ya la concesión del permiso de la policía, son paulatinamente
liberadas de trabas; la fundación de asociaciones y la abolición de la censura de prensa pautan una época menos
autoritaria; los derechos individuales se expresan con énfasis para impedir prisiones sin juicio o interrogatorios
prolongados.. Con su sistema electoral, un diputado por cada 100.000 habitantes, no se pudo evitar la sobre
representación de las regiones poco pobladas, pero en todo caso las sucesivas modificaciones se hacían con el intento
de equilibrar la relación demografía parlamentarios.
125
En un clima de mayor libertad la propaganda jugó un papel decisivo en las elecciones, y, de manera especial el
cartel; en 1889 el general Boulanger colocó 1.300.000 en Paris mientras su adversario sólo medio millón, según un
cálculo estimativo de la época. Una ley de 1914 puso límites a este empapelamiento propagandístico de las fachadas.
La Cámara de diputados se componía de 533 miembros, por tanto se trataba de un cuerpo relativamente
pequeño en relación con otros periodos. A diferencia de los gobiernos, de escasa estabilidad -hubo 108 gabinetes
entre 1870 y 1940, con una duración media de ocho meses- la de los diputados fue excepcional y tras cualquier
consulta electoral se podía comprobar la veteranía de buena parte de los legisladores. A pesar de que existió una
preocupación social -y abundante legislación- las clases bajas no tenían portavoces en la Cámara; en 1881 se sentaba
en el parlamento un solo obrero y ningún campesino, frente a 120 abogados, 108 propietarios, 85 altos funcionarios.
60 médicos y farmacéuticos. 44 banqueros e industriales, 20 periodistas. Evidente es la prepotencia política de la alta
burguesía y de los intelectuales.
El Senado se concibió como un contrapeso a los intereses urbanos, ya que sus trescientos miembros
representaban a los consejos municipales rurales y eran elegidos por ellos, y las ciudades no disponían más que de una
representación mínima con lo que el principio de basar en la potencia demográfica la representación de los distritos
en la Cámara de diputados se conculcaba sin ningún remordimiento en la Cámara alta; este poder -establecido por los
monárquicos- de los notables rurales, muchos de ellos de ascendencia aristocrática. fue denunciado inútilmente por
los republicanos, que intentaron la abolición del sistema electoral de los senadores. En el siglo XX el Senado, ya
refugio de políticos cansados por los tensos debates de la Cámara baja, se convirtió en el bastión del republicanismo
conservador. El presidente acumulaba, como hemos indicado, numerosas prerrogativas reforzadas por la larga
duración de su mandato. En general se eligió para el
Puesto a figuras de segunda fila (Grevy, Sadi Carnot), mientras las personalidades estelares ejercían la política
activa en el Parlamento o en los gabinetes
4. LA CONSOLIDACIÓN DE LA REPÚBLICA
A partir de 19-79 la dirección política pasa de la aristocracia católica y monárquica a la burguesía, que intenta
construir un régimen conservador en materia social y liberal en el plano político. Los republicanos se dividen en
oportunistas y radicales. En la extrema izquierda los radicales de Clemenceau defienden un programa revolucionario:
supresión del Senado, separación de la Iglesia y el Estado, reducción de la jornada de trabajo. Es un período bajo la
presidencia de Grevy, de extraordinaria inestabilidad, en el que una República temerosa de la exaltación de los
radicales sólo permite la alternancia de gabinetes oportunistas. Waddington, Freycinet, Ferry, Freycinet, varias veces
jefe de gobierno, aplicó su profesión de ingeniero a sus programas de obras públicas y en particular a la expansión de
los ferrocarriles. Cuya red se amplió en más de 7.000 km. El tren se convirtió de nuevo en campo de inversiones y los
17.000 km de vías de 1870 eran ya 39.000 en 1910, Gambetta abandonó sus posiciones radicales de los primeros
años y se integró en el oportunismo, afirmando que el compromiso es la esencia de la política. Orador poco
académico en cuanto a la perfección formal de sus discursos, de los que -decía- preparaba tan sólo la primera y última
frases, cautivaba a las muchedumbres por su sinceridad y su simpatía. Su abandono del radicalismo le granjeó
enemistades; Naquet le acusaba de moderado poco sincero. y su insegura ubicación política y su temprana muerte le
impidieron ejercer una obra de gobierno para la que, sin duda, estaba dotado. La figura más influyente de estos años
es Jules Ferry. Atraído por el positivismo de Comte intentó aminorar la influencia de la Iglesia en la enseñanza
cuestión que presenta en los últimos años de siglo perfiles de confrontación y que estallará cuando los radicales
accedan al poder. Bajo la dirección de Feny se efectúa una obra de reformas. Profundas, pero con ritmo prudente. Se
seculariza el Estado y la vida social, con la ley del divorcio y de la escuela laica. La instrucción primaria se convierte
en obligatoria y gratuita. Una serie de leyes organiza las libertades públicas, de reunión, de prensa sindical. En otro
ámbito Ferry es un nacionalista que entiende que el papel de Francia en Europa debe ser el de gran potencia, para lo
que es indispensable que asuma responsabilidades en el mundo: bajo su inspiración se consolida la doctrina
imperialista y la formación territorial del imperio francés.
La gran crisis económica del año 1882 constituye el mayor contratiempo para la gestión de los oportunistas.
Se produce en ese año el crac de la Unión General de Bancos, lo cual arruina a muchos terratenientes y aristócratas:
una depresión de la industria textil provoca un aumento del paro: el trigo inicia un decenio de cosechas raquíticas: la
filoxera afecta gravemente a los viñedos franceses, con lo que se pierden muchos mercados de vinos y se contraen las
exportaciones.
Con la caída de Ferry en 1885 se inicia un periodo de crisis, que ponen en peligro la supervivencia del
régimen republicano.
En primer lugar .la crisis económica; la concurrencia de productos agrícolas americanos y australianos arruina
a muchos agricultores; las plantas textiles tradicionales, como el lino y la seda, no pueden resistir la competencia del
algodón. Luego, los primeros escándalos; el de las condecoraciones, cuando se descubre que el yerno del presidente
Grevy Wilson, ha recibido dinero por promover recompensas. Finalmente, el peligro mayor, el movimiento
boulanglsta. En los momentos más delicados la República estuvo amenazada por la derecha por el boulangtsmo y por
la izquierda por el socialismo.
126
Rasgo acusado de la República de los oportunistas fue la intensidad de la legislación social, aunque con
sorprendente olvido algunos historiadores hayan sostenido lo contrario:
-Indemnización a los obreros víctimas de accidente de trabajo (1898), sin que se requiriera, como hasta
entonces, la demostración de que fuera provocado por negligencia del patrón.
-Limitación de la jornada de trabajo de las mujeres y los jóvenes menores de dieciocho años a diez horas por
día y prohibición del trabajo a menores de 13 años (1892), ley que culminaba una larga lucha. Otra de 1900 limita
el horario de trabajo -según la actividad- para los hombres.
-Semi implantación del salario mínimo. En 1892 el Senado lo bloqueó, pero tres años después de manera
indirecta, con apoyos a las quejas de los obreros, se consiguió fijar unos niveles de retribución que los patronos
debían respetar o afrontar multas.
-Creación (1891) del Consejo Superior de Trabajo, que asumía el papel de asesor del ministerio y actuaba de
instancia arbitral en los conflictos sociales.
-Derecho de retiro; se propuso en 1901 y se aprobó en 1910, con modificaciones a causa de las vehementes
protestas del Senado y de los recelos de patronos y obreros.
6. LA REPÚBLICA RADICAL
Desde 1899 el bloque de las izquierdas, nacido del asunto Dreyfus, gobierna Francia. El partido radical se
apoya en capas sociales de creciente dimensión demográfica, si nos atenemos a los censos, y de fuerte influencia
social, cuales son los intelectuales con título universitario, los pequeños y medianos empresarios y los pequeños
propietarios rurales. En su programa se entremezclan principios de filosofía política liberal, formulados con tonos de
exigencia democrática (defensa del individuo, apología de las libertades, igualdad), cierta exaltación nacionalista, de la
que es máximo representante Clemenceau, y, como rasgo destacable, el reconocimiento de que el liberalismo ha sido
inoperante ante la cuestión social y es necesario el intervencionismo del Estado. Al respecto son expresivas las páginas
que Léon Bourgeois consagra a denunciar la pasividad del «laissez-faire», que ha contribuido a exasperar la lucha de
clases. El control del Ejército mediante la necesaria reforma militar, y el desmontaje de la influencia social de la
Iglesia, punto en el que coinciden con los socialistas, completan su programa electoral y orientan su gestión
gubernamental.
En el período comprendido entre 1899 y 1914 se pueden destacar dos fases: la denominada de los ministerios
largos Waldeck Rousseau, Combes, Glemenceau) y la de los ministerios cortos (Briand, Caillaux, Poincaré, Waldeck
Rousseau es el iniciador de la reforma militar y el programador de la lucha contra las congregaciones religiosas,
restringiendo su número y actividades con disposiciones legales que son completadas por el gabinete Combes.
Clemenceau es el autor de la política de solidaridad social haciendo aprobar leyes sobre limitaciones horarias de
trabajo (8 horas), accidentes y pensiones, con las que pretende frenar al sindicalismo revolucionario.
La colaboración de los socialistas en el gobierno provoca divisiones internas, entre intransigentes (Guesde,
Vaillant), opuestos a compartir responsabilidades en el ejecutivo, y participacionistas (Briand, Jaurés). Cuando el
Congreso de Arnsterdam prohíbe a los socialistas la participación en un gobierno burgués, Briand rompe con el
partido.
En la etapa de ministerios cortos, ante la inexistencia de un partido suficientemente fuerte para gobernar sólo,
se producen frecuentes cambios en el ejecutivo, con lo que el centro de las decisiones políticas se ubica en el
parlamento, en un período de graves dificultades exteriores, que absorben la gestión de Caillaux y obligan a Poincaré
a acercarse de nuevo al ejército, revisan- do las reformas de comienzos del período.
Desde 1870 la Tercera República ha recorrido una curiosa senda política, que se inicia con su control por
monárquicos y aristócratas, pasa por un largo período en el que la alta burguesía lleva los asuntos públicos en medio
de crisis y escándalos y culmina en su conducción por republicanos exaltados y socialistas, portavoces de las nuevas
capas sociales.
128
II GRAN BRETAÑA
9. MODERNIZACIÓN POLÍTICA
Los teóricos británicos, y no sólo ellos, presentan a Inglaterra como el país por excelencia de la libertad; Stuart
MilI en El gobierno representativo insiste en que un sistema tan delicado de fuerzas compensadas sólo podía
funcionar en una sociedad libre. Algunos rasgos dibujan este sistema:
- peso creciente de la Cámara de los Comunes, mientras la de los Lores, refugio de los notables, pierde papel
político.
-gobierno de gabinete o equipo, con un primer ministro que procura reforzarse.
-oposición con papel político reconocido, especie de gabinete en la sombra.
-bipartidismo, que resume el binomio gobierno-oposición. Los intentos de tercer partido no llegaron a cuajar
definitivamente.
-Monarquía concebida, según la tradición whig, como primera servidora de la nación antes que soberana; no
obstante, desempeña una insustituible función simbólica, como cabeza del Estado y la sociedad sin merma de su
peculiar función política de engranaje.
Los partidos tory y whig, a partir de la subida al trono de la reina Victoria, en 1837, se llaman conservador y
liberal. Peel al frente de los conservadores y Palmerstonde los liberales presiden el primer periodo del reinado.
Inicialmente, los partidos carecen de cohesión y los diputados actúan más bien como representantes de sus distritos;
en 1845, George Hudson, rey de los ferrocarriles, decía a sus electores: «Porque tengo fortuna y soy independiente
vengo a pedir vuestros votos para ser vuestro representante en el Parlamento», paulatinamente se pasa del individuo al
colectivo, y candidatos y diputados se presentan como copartícipes de tendencias políticas determinadas que dan a
conocer a sus electores. Narnier estima que hasta 1867 no puede hablarse de organización partidaria.
El primero en acometer la modernización de su estructura es, tras la desaparición de Peel (1845), el partido
conservador. Punto de partida es la fundación de la Unión Nacional de Asociaciones Conservadoras (1867), que
fomenta la federación de las organizaciones locales y la convocatoria anual de asambleas de delegados. Un líder
brillante, Disraeli, se convierte en el alma del conservadurismo británico. Desde su juventud había demostrado
sensibilidad por los problemas sociales de la industrialización; su novela Sybil es una denuncia del trabajo de los
130
niños en las minas. Esta sensibilidad le inclina a concebir el conservador como un partido interclasista, en el que
quepan todos los sectores sociales del reino, rechazando los proyectos de una organización al servicio de los intereses
de las minorías plutocráticas. En algunos momentos Disraeli aparece a la izquierda del espectro ideológico, así en
discusiones parlamentarias sobre la cuestión social, mientras en otros, por ejemplo, al discutirse de las coro laws, no
tiene recato en presentarse como el defensor de los intereses de la aristocracia terrateniente, ambivalencia que se
encuentra con frecuencia en la historia inglesa. No obstante, convenció a su partido de la necesidad de reformas, le
inclinó al librecambismo, exaltó la importancia del imperio y se atrajo una clientela urbana.
Gladstone, diputado desde los 22 años, era, un reformista nato, experto en economía, hombre de profunda fe
religiosa. Es la figura máxima del partido liberal. Orador de verbo poderoso, parecía, con sus invocaciones a los
grandes valores abstractos (Bien, Dicha, Justicia, Verdad), un predicador más que un político; hombre virtuoso en
una época de exaltación de las virtudes, entendía la política como la expresión más alta de la moralidad. Pero el
partido liberal dependió menos en su crecimiento de la personalidad poderosa que el conservador; su impulso
procedió preferentemente de movimientos populares. En Birrninghan, Harris organizó el partido por barrios y diseñó
el modelo. Los ciudadanos disponían de dos votos para decidir tres asientos; Harris elaboró en cada barrio listas de
dos nombres (AB, AC, BC), y con el slogan «vota como te digan, conquistó para los liberales el ayuntamiento de
Birrninghan. En pocos años se impulsaron los servicios: baños públicos, bibliotecas públicas, pavimentación de calles.
La eficacia en la administración local llevó a los liberales al triunfo en las elecciones parlamentarias.
Antes de examinar el problema electoral, en el que más claramente se refleja la evolución hacia la democracia
plena, veamos en esquema la alternancia de las gestiones gubernamentales desde 1850:
- Periodo de los liberales; primero con Palmerston y luego con Gladstone. A mediados de siglo todavía
Inglaterra mantiene estructuras políticas dieciochescas. Los lores están presentes en los ministerios e influyen desde su
Cámara alta en la de los Comunes, cuyos miembros no gozan siquiera de inmunidad parlamentaria. La nobleza
mantiene sus grandes propiedades en el campo. Se está todavía muy lejos del sufragio universal.
-En 1867 iniciación de una serie de reformas por Disraeli. El partido conservador revisa su programa en todos
los campos.
-En 1868 continuación de esas reformas por los liberales, que triunfan en las elecciones. Entre ellas destaca el
reconocimiento de los sindica- tos, la estipulación del escrutinio secreto en las elecciones, y una ley de enseñanza
primaria pública y gratuita, aunque sólo se construyen es- cuelas estatales donde faltan las privadas, a las que el
Estado subvenciona. En los procedimientos legales se establece el abogado de oficio. Algunas medidas provocan el
choque de los liberales con la Iglesia anglicana: disposiciones para separar los ámbitos religioso y político, supresión
de la exigencia de ser anglicano para figurar como docente en Oxford y Cambridge, ley Forster (1870), que establece
la escuela interconfesional.
- A partir de 1874 retornan los conservadores al poder; el enfrentamiento con la Iglesia y la grave crisis
económica de 1873 han desgastado al partido liberal. En un decenio de gobierno Disraeli impulsa la expansión del
imperio y la presencia de Inglaterra en la política europea; promueve una legislación social que reglamenta el trabajo
de mujeres y niños, y robustece el poder de los ayuntamientos, que pueden expropiar y conservar o ampliar los
espacios verdes de los recintos urbanos.
-Después de un fugaz regreso de los liberales en 1884, Inglaterra inicia en 1886 una etapa de dificultades
económicas y sociales, bajo los conservadores, que se mantienen en el gobierno hasta 1906, con nuevas figuras
políticas, como Salisbury y Chamberlain,
A través de esta serie de peripecias se pueden vislumbrar cambios, mas no muy profundos, en la composición
de la élite política. En los primeros años del reinado es numerosa la presencia en las Cámaras de la nobleza
terrateniente; luego pierde potencia en favor de la burguesía de negocios de las ciudades. Según Bateman, en 1868
cuatrocientos siete diputados son terratenientes con propiedades de más de 800 ha, en 1886 se han reducido a 332
(con el aumento del número pe escaños desciende del 61 % al 48 %, ha perdido el control del Parlamento). Pero en
todo caso el diputado debía ser rico, educado en una «high school», participante en los círculos de la buena sociedad
londinense. The Economist, en 1864, vaticina; «Inglaterra será gobernada por tan sólo los hijos de los Pares y
hombres dotados con 20.000 libras anuales de renta». Aunque no era la fórmula general de los Individuos de la clase
política, aristocracia y burguesía financiera constituyen los dos módulos sociales, y hasta 1874 no entran los primeros
diputados obreros en la Cámara de los Comunes.
132
Gladstone es el político inglés del XIX más comprensivo y abierto hacia el problema. Sus primeras reformas
se orientaron a reducir el papel de la Iglesia anglicana, ya proponer reformas agrarias parciales; la más conocida
disposición legal es la de las tres F (renta honesta, protección legal del arrendamiento e indemnización. al
arrendatario saliente). Pero el problema continúa, los irlandeses desean la autonomia. Varios atentados y la reunión
de una Convención nacional en Dublin conduce a Parnell a prisión Gladstone entabla conversaciones con el líder
irlandés; por el. Pacto de Kilmaiham se anulan las deudas de los 100.000 agricultores que tenían sus pagos atrasados,
se indemniza a los propietarios con fondos del tesoro y se concede la libertad a Parnell.
El gobierno conservador de Salisbury intentó concederle a Irlanda un estatuto similar al del Canadá, con un
Parlamento elegido y un gobierno provincial, pero las negociaciones secretas se supieron antes de tiempo y estalló un
gran escándalo político; el partido conservador prefirió presentarse ante la opinión como el de la unión anglo-
irlandesa y se desató la cólera contra los “incendiarios” y “terroristas” y .mutiladores de ganado. El problema de
Irlanda se presentaba como una simple cuestión de desorden y crímenes de una minoría de exaltados.
En 1886 Gladstone se decide abiertamente a otorgar la autonomía (Home Rule). Pero su proyecto de leyes
derrotado en el Parlamento y provoca la escisión de los liberales y la derrota electoral del partido. Hasta 1914 no se
aprueba el estatuto de autonomía, tarde ya, cuando un movimiento, el de los Sinn- feiner, reivindica la independencia
total.
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En las elecciones sucesivas los partidos de derecha fueron perdiendo, paulatinamente, votos; los liberales y el
«Zentrum» se mantuvieron en un 23 % y en un 15% respectivamente, y los socialdemócratas (SPD), a pesar de que
no consiguieron el apoyo de los sindicatos ya pesar de sus divergencias internas, fueron elevándose desde un 2 aun 39
%. En veinte años se debilita la prepotencia de los «junkers» y se señala la presión, cada vez más fuerte, de las masas
obreras.
DOCUMENTOS
I. “YO ACUSO” CARTA ABIERTA AL PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA
El lenguaje es muy característico, con sus expresiones solemnes, de todos los documentos que reflejan
conflictos políticos o sociales. Señálense algunas frases. Coméntese el papel de las instituciones en el caso Dreyfus, a
través de este artículo: intelectuales, ejército, presidencia de la República, prensa.
137
“Lo repito con una certeza aún más vehemente: la verdad ha emprendido su marcha y nada la detendrá. Hasta
hoy no se había puesto realmente en marcha el caso, ya que hasta hoy no estaban claras las posturas: por una parte,
los culpables, que no quieren que se aclaren las cosas: por otra, los justicieros que darán su vida por esclarecer el
asunto. Cuando se esconde bajo tierra la verdad, ésta se acumula, adquiere una fuerza explosiva tan importante, que el
día que estalla, lo arrastra todo consigo. Ya se verá más adelante si no se acaba de preparar el más estrepitoso de los
desastres. Pero esta carta es larga, señor Presidente, y ha llegado el momento de concluir.
Acuso al general Mercier de haberse hecho cómplice, aunque sólo sea por falta de entereza, de una de las
mayores iniquidades del siglo.
Acuso al general Billot de haber tenido entre sus manos las pruebas irrefutables de la inocencia de Dreyfus y
de haberlas camuflado, de haberse hecho culpable de ese crimen de lesa humanidad y de lesa justicia, con un
propósito político y para no comprometer al estado mayor.
Acuso al general de Boisdeffre y al general Gonse de haberse hecho cómplices del mismo crimen, uno de ellos
sin duda por pasión clerical, el otro quizá por esa conciencia de casta que hace de las oficinas de la guerra el arca
santa inatacable.
Acuso al general de Pellieux y al comandante Ravary de haber realizado, una investigación alevosa, con ello
quiero decir una investigación de una parcialidad monstruosa, de la que poseemos, gracias al informe del segundo, un
monumento imperecedero de ingenua audacia:
Acuso a los tres expertos en escritura, los señores Belhomme, Varinard y Couard, de haber proporcionado
informes falsos y fraudulentos, amenos que un examen médico los considere enfermos de la vista y del juicio.
Acuso a las oficinas de guerra de haber mantenido en la prensa, en particular en L'Éclairy en L'Écho de Parls,
una campaña abominable, para desorientar a la opinión y encubrir su falta.
Acuso, por último, al primer consejo de guerra de haber violado el derecho, condenando a un acusado
basándose en un documento que se ha mantenido secreto, y acuso al segundo consejo de guerra de haber encubierto
dicha ilegalidad, por orden, cometiendo a su vez el delito jurídico de absolver a sabiendas a un culpable.
Al realizar estas acusaciones no ignoro la existencia de los artículos 30 y 31 de la ley sobre la prensa del 29 de
julio de 1881, que castigan los delitos de difamación, y me expongo a ello voluntariamente.
En cuanto a las personas a las que acuso, no las conozco, no las he visto nunca no siento por ellas ni rencor ni
odio. No son para mí más que entidades, seres creadores de maldad social, y el acto que realizo aquí no es más que
un medio revolucionario para adelantar la explosión de la verdad y la justicia. No tengo más que un interés, el de la
luz, en nombre de la humanidad, que tanto ha sufrido y que tiene derecho a la felicidad. Mi protesta acalorada no es
más que el grito de mi alma. Por tanto, ¡que se atrevan a hacerme comparecer en la Audiencia y que la investigación
se lleve acabo a plena luz!
Estaré esperando. Le transmito, señor presidente, mi más respetuoso saludo.”
Émile ZoLA (publicado en L'Aurore de Clemenceau, el 13 de enero de l898).
“...¿Cómo se plantea la cuestión irlandesa? ¿Han pensado mis honorables colegas que iban a entrar en conflicto
con una nación? ¿Qué trabas poner a la reivindicación de una nación cuando ésta no es exagerada ni peligrosa?
Existen multitud, creo que incluso millones y millones de personas... que consideran que la reivindicación (irlandesa)
no es disparatada ni peligrosa. En nuestra opinión, sólo puede plantearse una cuestión: está relacionada con el
momento y las circunstancias en las que se debe dar una respuesta afirmativa. Pues se dará, estamos seguros.
Darla libremente y con dignidad, recibiendo testimonios de gratitud y reconocimiento; o darla bajo coacción,
con resentimiento, y un resentimiento renovado a cada paso realizado por la vía escogida de ese modo. Se trata, para
nosotros, de una diferencia fundamental y es esa razón esencial la que nos hizo actuar en el pasado y nos hace actuar
en la actualidad.
En mi opinión, este es uno de los momentos dichosos de nuestra historia, una de las ocasiones que pueden
sobrevenir y eclipsarse, pero que se vuelven a presentar raras veces y, en ese último caso, lo hacen después de un largo
intervalo de tiempo ven circunstancias que nadie puede prever…
Los católicos romanos consiguieron su emancipación después de veintinueve años de desprecio atroz de
promesas solemnes, se emanciparon lentamente, a disgusto, no por una voluntad positiva sino a causa de un terror
abyecto, método de legislación que da todos los frutos y consecuencias que de ordinario le acompañan... La
representación de Irlanda ha sido reformada por completo; y. lo digo con gratitud, se le ha concedido la libertad a
Irlanda, con arreglo a las medidas de reforma del año pasado, adoptando una actitud liberal y con los brazos abiertos;
la concesión de esta libertad era el último acto requerido para garantizar a Irlanda el éxito de su último esfuerzo,
Hemos dado a Irlanda una voz; por tanto, todos debemos prestarle atención un instante. Todos debemos escuchar,
desde los dos lados, desde los dos partidos, tal como están, divididos con respecto a esta cuestión, divididos, temo,
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por un abismo casi infranqueable. No subestimamos ni despreciamos las fuerzas a las que nos enfrentamos. Las he
descrito... Ustedes tienen el poder, tienen la riqueza, tienen los altos cargos, tienen los puestos elevados, tienen la
organización. ¿Qué tenemos nosotros? Creemos tener el corazón del pueblo; creemos y sabemos que tenemos la
promesa de la cosecha del porvenir...
Irlanda espera su respuesta, con esperanza y casi suplicando... Solicita que se olvide el pasado yeso nos interesa
aún más a nosotros que a ella. ..
Lo que queremos es hallar de nuevo las tradiciones que nos guían en todos los aspectos, salvo en lo que
respecta a nuestras relaciones con Irlanda. Acogemos favorablemente su petición de olvidar el pasado. Nos pide
también nuestra bendición para el futuro; y esta bendición para el futuro, si no me equivoco, será una bendición para
nosotros y nuestro honor más que una bendición para ella, su felicidad, su prosperidad y su paz. Ese es su ruego.
Reflexionen, se lo suplico, reflexionen a fondo, reflexionen con juicio, reflexionen, no piensen en el presente sino en
los años venideros, antes de rechazar la propuesta de ley.
La ley es votada. La Cámara se divide: Sí: 311; No: 341; Mayoría contra el proyecto: 30.”
En VOILLIARD: Documentos pp. 69-71.
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industria por medio de la limitación y vigilancia de la venta ambulante y de la venta a crédito, y por la prohibición de
los mercados ambulantes...
13. Hay que someter las actividades de la bolsa a una eficaz vigilancia de parte del Estado...
14. Aquellos miembros de la social-democracia y del anarquismo cuyos actos hostiles a la patria y subversivos,
hacen peligrar amplios sectores de nuestro pueblo, deben ser combatidos como enemigos del orden público.
15. Una prensa sin escrúpulos, que socava al Estado, la Iglesia y la sociedad, debe reprimirse vigorosamente.
Defensa del cristianismo, de la monarquía y de la patria; protección y estímulo a toda actividad honesta;
salvaguardia de toda legitima autoridad, éstos son los principios esenciales que el partido conservador alemán lleva
escritos en su estandarte.
8 diciembre 1892.”
En Pierre GUIU-EN: El Imperio alemán. pp. 215-217.
3. MODALIDADES DE LA COLONIZACIÓN
Tres fases pueden distinguirse en la formación de una colonia: conquista, organización y explotación
económica.
La conquista no resulta difícil para países dotados de notables adelantos militares, que penetran en territorios
de pueblos sin armamento moderno ni organización. Al lado de las tropas europeas, y de tropas especiales (Legión
Extranjera), se utilizan cuerpos armados indígenas. El barco de vapor permite llevar tropas con relativa celeridad a
cualquier punto del globo y remontar los ríos hasta el interior de los continentes; Kitchener remonta el Nilo, Stanley
desciende por el Congo; los progresos en la navegación fueron un instrumento valioso para el descubrimiento y la
ocupación. Algunas potencias tienen fuerza suficiente para afrontar la tarea de ocupación militar en todas las partes
del mundo; ingleses, franceses y alemanes configuran un imperio pluricontinental. Otras potencias se limitan a
acantonarse en un sector geográfico determinado: los portugueses y belgas en África ecuatorial, los italianos en África
oriental, los rusos y japoneses en Extremo Oriente.
La organización de la colonia ocupada plantea diversos problemas administrativos. No pueden tomarse todas
las decisiones desde las metrópolis, por lo que se acumulan resortes y poderes en los gobernadores, verdaderos
procónsules. En algunos casos se resucita el sistema mercantilista de Compañías privilegiadas, una sociedad privada se
encarga de organizar la colonia y explotar sus recursos. Pero más frecuente es la implantación de la administración
estatal con modalidades varias, como la asociación, que mantiene los cuadros administrativos indígenas -así se hizo en
África negra-, y el protectorado, estatuto que en teoría respeta a las autoridades locales, cuya gestión se reduce a la
política interior, ln1entras las autoridades coloniales se hacen cargo de la política exterior y el ejército. Aunque el
protectorado supone, el respeto de la integridad del territorio ocupado, la diferencia entre colonia y protectorado en
la realidad no difirió apenas; los franceses en Indochina establecieron una colonia, la Cochinchina, y dos
protectorados, Annam y Camboya, sin que el estatuto de los indígenas fuera esencialmente diferente entre los
habitantes de uno y otros territorios. En las colonias de poblamiento blanco se intentan formas nuevas de
organización, como los dominios ingleses o la asimilación a departamentos por los franceses.
La explotación es la primera preocupación de los colonizadores. Se produce siempre una asimilación aduanera,
los productos entre la colonia y la metrópoli circulan libres de aranceles mientras tarifas proteccionistas mantienen
alejados productos de otras naciones. Pero el pacto colonial, no es una relación comercial entre iguales en un ámbito
de preferencias mutuas, la colonia se encuentra en una situación de inferioridad, de proveedora de materias primas -
minerales, productos de plantación: caucho, algodón, café- y compradora de los productos industriales de la
metrópoli; no se le permite industrializarse y se ve obligada a comprar transformados los mismos productos que ella
ha vendido a bajo precio en bruto, por ejemplo, la India vende algodón a Inglaterra y compra tejidos de algodón
ingleses. La extracción de productos es particularmente intensa cuando se organiza por medio de compañías privadas,
como la «Unión Minera del Alto Katanga», en el Congo.
La primera oleada colonizadora, que se inicia hacia 1876, tiene sus figuras en el inglés Disraeli, el francés
Ferry, el rey belga Leopoldo II. Las primeras fricciones territoriales hacen ver la necesidad de una regulación
internacional de la expansión colonial. La conferencia de Berlín de 1885 decide que sólo la ocupación efectiva, y no
142
únicamente la instalación en la costa, otorga derecho a la posesión de un territorio; esta decisión acelera la carrera
colonizadora con la entrada de Alemania, Italia y países no europeos. En 1914 el 60% de las tierras emergidas, y el
65% de la población mundial, la casi totalidad de África y Oceanía, V el Asia del Sur y Sudeste y Siberia, dependen
de Europa.
145
Más lento fue el establecimiento del protectorado en Marruecos, donde actuó otro colonizador de genio,
lyautey, discípulo de Gallieni; sólo un largo proceso bélico, en el que hubo de aunar sus esfuerzos con el de España,
permitió consolidar la presencia de Francia, cuando, había transcurrido el primer cuarto del siglo XX.
7. EL REPARTO DE ÁFRICA
Mientras América se emancipa y Asia presenta zonas de colonización bien delimitadas -los ingleses en el sur,
los franceses en el sudeste-, África es en el siglo XIX el continente en el que confluyen, de forma confusa, las
apetencias de todas las potencias colonizadoras; es el continente del reparto, no exento de tensiones y choques. En
África comparecen ingleses y franceses, superpotencias del imperialismo, pero también belgas, alemanes, italianos,
portugueses y españoles. En 1880 era un continente desconocido, en el que los europeos ocupaban únicamente una
serie de posiciones costeras; en 1914 está totalmente repartido entre las potencias europeas y sólo subsisten dos
estados independientes: Liberia y Etiopía. En la complicada historia del reparto podemos encontrar algunas líneas
maestras:
-Ocupación inicial de la costa. Desde las posiciones costeras se penetra hacia el interior. El objetivo ideal sería
alcanzar la costa opuesta y formar un imperio continuo, ambición que sólo estuvo a punto de conseguir Inglaterra.
146
-Aspecto legal: ¿es el descubrimiento o la ocupación efectiva la que otorga derecho de explotar un territorio?
conferencia de Berlín de 1885 se inclina por la ocupación, lo que acelera el ritmo de la colonización y la aparición
apresurada en el mapa africano de los países que todavía no habían iniciado la formación de un imperio.
-Penetración por los valles de los ríos. Con la ocupación del valle se considerará que se tiene derecho a la
ocupación de la cuenca entera ya la formación de una colonia sobre ella. Es el caso del Nilo, del Níger y del Congo.
-La ocupación es paulatina, casi lenta; al principio no se piensa en colonias, sino en factorías, en bases costeras
de aprovechamiento. La doctrina imperialista es tardía, empírica, se forma tras la ocupación real de las primeras
colonias.
-Aunque hubo problemas complicados, como el del Congo, la clave de la ocupación africana está en Egipto y
el valle del Nilo. Su defensa por Inglaterra y su asedio por Francia son la base de todos los planteamientos; la mayor
parte de las penetraciones, lo mismo las de la costa atlántica que indica, se efectúan con el horizonte último del Nilo.
La costa mediterránea parece ser una zona reservada a Francia hasta la aparición de los ingleses en Suez. Los
franceses han iniciado la ocupación de la costa argelina en 1830, bajo Carlos x. Hemos dibujado ya el proceso de
ocupación de Argelia y Túnez. La presencia de los ingleses en Suez se produce cuando, en 1878, Egipto no puede
pagar los intereses de las acciones inglesas y francesas del canal y se ve obligado a confiar la gestión de sus finanzas
alas dos potencias europeas. Ya desde 1875 el jedive Ismail no pudo hacer frente a los intereses de la deuda; el
gobierno inglés le compró por los cien millones de francos que adeudaba las acciones que poseía, pero en los años
siguiente el incumplimiento de los pagos provocó la implantación de un régimen: de condominio anglofrancés, con el
inglés Wilson como ministro de Finanzas de Egipto y el francés Bligniéres ministro de Trabajos Públicos. La deuda
asumida era tan alta que los europeos impusieron la reducción a la mitad de la paga de los soldados e incrementaron
las tasas y las prestaciones personales de los campesinos. Nada tiene de extraño que este régimen opresor provocara
un estallido de xenofobia. El coronel Arabi Pachá organizó un partido nacionalista y provocó una matanza de
europeos en Alejandría en julio de 1882. Era el pretexto que los ingleses esperaban para ordenar el desembarco de
Wolseley y la ocupación militar del país. La división del Parlamento francés, entre los gambettistas que consideraban
la intervención un paso insuficiente y los conservadores que la juzgaban peligrosa, paralizó cualquier decisión del
gabinete Freycinet. En algún momento se intentó jugar la carta internacional, pero Bismarck se inhibió del problema:
«La regulación del porvenir de Egipto no ofrece interés directo para Alemania.» Con la parálisis francesa y la
neutralidad germana los ingleses pudieron iniciar la penetración en esta zona crucial del nordeste africano. Los
ataques de los sudaneses obligan posteriormente a los ingleses a avanzar hacia el sur, a lo largo del valle del Nilo.
Durante veinticinco años lord Cromer, el cónsul inglés, gobernó Egipto con un estatuto provisional de protectorado,
mientras Francia, consciente ya de las consecuencias de su pasividad, se esfuerza en. Trasladar el problema a
instancias internacionales.
En las costas occidentales tres ríos señalan la penetración de tres países: por el Congo se expansionan los
belgas, que heredan los derechos de la sociedad internacional -presidida por el rey Leopoldo II- que ha explorado la
zona; los franceses remontan el Senegal, por medio de Faidherbe; los ingleses el Níger, dirigidos por Goldie. Las
cuencas del Senegal y el Niger no plantean problemas; no ocurre lo mismo con el Congo, en cuya orilla derecha se ha
establecido el francés Brazza, y en cuya desembocadura los portugueses han instalado el enclave de Cabinda. La
complejidad de la colonización en el Congo provoca la convocatoria del Congreso de Berlín (1885), en el que se
determina la existencia de un Estado libre del Congo -en realidad controlado por los belgas-, se delimita la zona
francesa, en la orilla derecha. y se dibuja otra zona que quedará bajo control internacional. Después del Congreso la
mayor actividad en la costa oeste es la francesa; con la penetración hacia el interior se empieza a pensar en la unión
con la costa mediterránea y en la constitución de un África occidental francesa.
En la costa oriental no existían grandes estados en tierra firme, ni un comercio intenso, a excepción del marfil,
transportado por esclavos. Inglaterra no deseaba establecer en Zanzíbar un protectorado británico. Pero la presencia
alemana, representada por la Compañía alemana del África oriental, incita a los ingleses a defender sus bases ya
declarar que los puertos de Mombassa y Zanzíbar son vitales para las comunicaciones con la India, Salisbury y
Bismarck se dividen en 1886 la tierra firme, el norte para los ingleses, el sur para los alemanes.
Es la hora de los italianos, espoleados por las ansias colonizadoras de Frahcesco Crispi; desde Massawa en el
mar Rojo se expansionan hacia Eritrea y posteriormente hacia Etiopía, lo que provoca el recelo inglés ante la
aproximación al valle del Nilo. Se obliga a los italianos a detenerse, aunque se les reconoce, como compensación, la
posesión de parte del territorio somalí.
Los últimos capítulos de la ocupación africana se localizan en el valle del Nilo. Los franceses, con apoyo ruso
exigen en el abandono del valle por los ingleses, mientras penetran desde el Sahara occidental hasta el Chad, camino
del alto Nilo. En 1895 Grey avisa a los franceses de que un avance hasta el Nilo será considerado inamistoso.
Todavía existía una zona sin ocupar, el Sudán. Los ingleses la invaden para ayudar a los italianos, derrotados en
Etiopía. Los franceses avanzan hacia el Sudán desde el oeste, los ingleses desde el norte y el sur. En Fachoda se
encuentran los ejércitos de Marchand y Kitchener. La retirada del francés Marchand permite el control del valle del
Nilo exclusivamente por los ingleses y la constitución de un imperio casi continuo, norte- sur, como soñaba Cecil
Rhodes, de El Cairo a El Cabo, únicamente interrumpido por el África oriental alemana.
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En un espacio de tiempo históricamente insignificante África ha sido repartida; los ingleses se han llevado la
parte del león y han conseguido controlar las zonas más preciadas, el valle del Nilo con su algodón y el sur del
continente con su oro y diamantes, dos zonas que tienen además el valor estratégico de apoyos en las dos rutas de la
India. Francia ha constituido un imperio sólido en la zona occidental. Los belgas han podido reservarse una colonia
de inmensas riquezas. Los portugueses han establecido dos colonias en la costa atlántica e índica, Angola y
Mozambique, pero no han podido unirlas por rutas terrestres, porque los ingleses los frenan en Rodesia; es un
conflicto similar al de Fachoda, el cruce de un imperio que intenta extenderse de oeste a este con otro que lo hace de
norte a sur .
8. CONSECUENCIAS DE LA COLONIZACIÓN
Las repercusiones del proceso son inmensas en la metrópoli y las colonias. Se puede hablar de europeización
del mundo, y Miege dice gráficamente que nace una nueva geografía. El salto experimentado por los países
colonizados supone una aceleración de siglos. El impacto de Europa se deja sentir en primer lugar en las costas,
donde se construyen puertos con instalaciones modernas; más tarde en el interior, al que se accede por Vías férreas.
Surge una nueva estructura de las comunicaciones. En todas partes se intentó fomentar un cultivo básico, por ejemplo
el caucho en Indochina, el cacao en Nigeria, el café en Tangantka. La producción aumentó. En Argelia los Viñedos
se multiplicaron por cuatro entre 1881 y 1895; Indochina exportaba en 1900 un millón de Tn de arroz. Las
colonias compran productos a la metrópoli; la economía de mercado suscita la necesidad del papel moneda con lo
que la economía monetaria se yuxtapone a la de subsistencia, característica del período precolonial.
En el orden demográfico se consiguen las primeras victorias contra las enfermedades tropicales, se instalan
hospitales y se aplican terapéuticas europeas; pero, al mismo tiempo, el progreso de las comunicaciones permite una
difusión más rápida de las epidemias, y el contacto con los europeos provocó en algunas sociedades una disminución
de la población, como en Nuevas Hébrida, donde se redujo al 20% desde principios del siglo XIX. En general el
descenso de la mortalidad, con mantenimiento de una natalidad alta, permitió el incremento de la población.
Las sociedades indígenas experimentaron transformaciones profundas. La vida urbana rompió las estructuras
tribales. Una burguesía de negociantes y funcionarios se instaló en los niveles más altos de la escala social. Incluso en
el campo se produjeron cambios, con la introducción de nuevas plantas y la extensión de la agricultura comercial y la
moneda.
En el orden intelectual misioneros, escuelas, edición de periódicos produjeron un retroceso del analfabetismo.
Pero, por otra parte, el impacto de la cultura occidental hizo perder su identidad a las culturas indígenas, perturbó
sus creencias y tradiciones. Este drama de la aculturación explica que los movimientos nacionalistas hayan levantado
como bandera en la descolonización la recuperación de la cultura nacional.
Es indudable que pueden hallarse bastantes aportaciones positivas, pero en el conjunto predominan las
negativas; las viejas civilizaciones fueron destruidas, sus lenguas desplazadas, la industrialización prohibida, en algunas
zonas se produjo la segregación racial, el mantenimiento de los indígenas en empleos inferiores y barrios apartados.
Desde el punto de vista político se produce en África la balcanización, las fronteras no guardan ninguna
relación con el mapa étnico y viejas civilizaciones ven parcelado su solar por la confluencia de los dominios europeos,
y las viejas lenguas se enfrentan al desafío lingüístico -a veces plural- de los vencedores. En ocasiones tribus y pueblos
son espectadores atónitos de las rivalidades de las potencias; franceses e ingleses en Egipto y Sudán, ingleses y
alemanes en África Austral, franceses e italianos en Etiopía, ingleses y rusos en Asia Central.
Por el contrario, las potencias europeas sin otro sacrificio que el riesgo de lo desconocido obtienen ventajas
indudables. En el orden demográfico las colonias de poblamiento se constituyeron en zonas de descarga que podían
resolver los excedentes de mano de obra en una crisis económica, como en las pulsaciones inglesas de los años
difíciles, o brindar asilo a las víctimas de las crisis políticas, como los franceses que huyen a Argelia tras la represión
de junio de 1848 o los alsacianos que prefieren no vivir bajo yugo germánico tras la guerra de 1870; pero aunque
África pasó en un siglo de 135.000 europeos a cuatro millones y por todas partes nacieron sociedades blancas la
emigración -en la mayoría de los casos- apenas alivió la tensión demográfica de los países emisores, puesto que el
destino preferente de los emigrantes fueron las naciones jóvenes que habían sido en la edad moderna colonias, como
los Estados Unidos o el cono sur de la América meridional. En el orden económico las rentas del capital invertido en
ultramar incrementaron las posibilidades del capitalismo europeo; Gran Bretaña obtuvo rentas de 35 millones de
libras esterlinas en 1870, más de cien millones en 1900, casi doscientos millones en 1913: una riada de beneficios
colma todas las expectativas y algunas colonias se convierten en los mejores clientes de las potencias industriales:
Argelia, de Francia; la India, de Inglaterra. La obtención barata de materias primas constituye otro capítulo
fundamental: caucho, algodón, fosfatos, lanas; el segundo impulso en la industrialización europea se vio estimulado
por esta ampliación del área de suministros. No obstante, no deben exagerarse las ventajas, porque si es cierto que la
formación de los Imperios coloniales posibilitó la consolidación de la segunda fase de la revolución Industrial, la del
capitalismo financiero, las metrópolis obtuvieron sus materias primas y colocaron sus productos en sus colonias
solamente en un porcentaje; en 1914 las colonias francesas proveían a su metrópoli únicamente de la décima parte de
sus necesidades en materias primas Industriales.
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DOCUMENTOS
I. DOS POSTURAS SOBRE EL EJÉRCITO COLONIAL
A pesar de que los móviles colonizadores de todas las potencias se apoyan en similares impulsos no es difícil
detectar algunas diferencias. Compárense estas páginas:
“a) No hay que olvidar que cualquier nación que desee colonizar debe evitar .siempre que sea posible, emplear
parte del ejército metropolitano para la defensa de sus colonias. Las tropas que sirven en las colonias deben estar
compuestas por dos elementos: en primer lugar, un elemento indígena como los turcos o los espahís de Argelia, los
regimientos anamitas del Ton- km, los laptots del Senegal; en segundo lugar, europeos reclutados median- te
alistamiento voluntario, el cual se consigue ofreciendo salarios elevados... En cualquier nación, y en particular en
Francia, existen tres o cuatro docenas de millares de hombres que no sienten ninguna afición por la vida civil. De ese
modo, la formación del ejército colonial no disminuye la población joven de la madre patria; por el contrario, ésta se
libra de su sector más agitado, más inestable. .Hacen falta tropas indígenas profesionales y consentidoras, unidas a la
metrópoli por lazos de interés muy sólidos, muy estrechos, muy visibles. Deben ser, en el sentido más estricto del
término, mercenarios... Se les debe asegurar, a partir de los 55 años, alguna pequeña pensión, algún pequeño empleo
o, cuando el país lo permita, alguna dotación de tierra, para garantizar tanto su existencia como su fidelidad. Un
ejército colonial debe reclutarse, tanto en el caso del elemento indígena como en el del europeo, mediante
alistamiento de larga duración y formar un cuerpo profesional de mercenarios: es una condición imprescindible para
la seguridad de la potencia colonizadora.”
(LEROY-BEAULIEU, 1902)
b) “Los antiguos soldados, curtidos por la disciplina, adquieren en el servicio hábitos de orden, regularidad,
amor al trabajo, que conservan en la vida privada. Han adoptado la costumbre, una vez acabado su servicio, de
establecerse cerca de las bases, donde pueden ser observados por el Blanco y es menos probable que pierdan las
buenas costumbres que había adquirido. En las proximidades de algunos puestos importantes, existen actualmente
auténticos pueblos de antiguos militares que viven en chozas bien construidas. a menudo de ladrillo. Estos pueblos
prestan un inapreciable servicio en lo que concierne al abastecimiento del personal. Los hombres que en ellos viven le
han tomado gusto al bienestar, por lo que sienten la necesidad de trabajar con el fin de procurarse los recursos
suficientes para satisfacer sus nuevas necesidades. Su ejemplo llama la atención de los indígenas que los rodean.”
DESCHAMPS: Sobre el Congo belga.
“Búsquense datos sobre la cámara de diputados en ese momento de la III República, y sobre el autor del
discurso (consúltese G. MONNERVILLE: Clemenceau. París. Fayard, 1968). Reflexiónese sobre la situación
internacional con base en los consigados en el discurso. Puede asimismo analizarse la estructura de un discurso
parlamentario, los recursos oratorios, el ambiente. Cuadro esquemático sobre el problema egipcio, señalando sus
componentes. Téngase en cuenta que ha sido tomado el discurso de un periódico y no del diario oficial de sesiones.
No se pueden adoptar más que dos actitudes, no se pueden seguir más que dos políticas: la intervención o la
abstención. Sé perfectamente que el gobierno ha inventado otra; pero como todavía no ha recibido ningún apelativo,
ruego que no sea apadrinada por el Parlamento (risas). ¿Es eso la paz? No, porque se envían tropas. ¿Es la guerra?
No, porque no se luchará. Es un término medio que no tiene las ventajas de ninguna de las dos políticas, pero si los
inconvenientes. (Aplausos.) (...).
¿No les parece que hay que pensar en el día en que todo se solucione? Detrás de los ejércitos es necesario
percibir a los diplomáticos preparando los resultados, y no puedo evitar sentir cierta extrañeza ante el hecho que se
deduce de los documentos comunicados, según el cual Europa desea reservar su libertad de acción y se niega a
comprometer su responsabilidad, tanto en calidad de mandataria como de mandante. (Movimiento.) Si otros
reservan de ese modo su libertad, quizá seria conveniente que Francia, que es una potencia continental, no insular,
reservase también la suya. No se trata de una política de miedo, sino de una política de prudencia, de sensatez. (¡Muy
bien! ¡Muy bien!)
El gobierno propone separar la cuestión de la protección del canal de la cuestión egipcia. Eso es una novedad.
Cuando en la conferencia ustedes propusieron dar un mandato a Turquía, dicho mandato fue especificado; se hacía
referencia a estos tres puntos: libertad de circulación en el canal, pago de la deuda, protección de la vida y los bienes
de los europeos. Son ustedes y Europa los que han reconocido que esas tres cuestiones no forman más que una y
constituyen el restablecimiento del statu quo ante. El señor presidente del Consejo acaba de reconocer ante la
tribunal que el canal no se halla amenazado ( ). Por tanto, está claro que no se quieren ustedes lanzar a una
expedición militar, .sino a una semiexpedición para la protección del canal, el cual no se halla amenazado, y que, sin
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dar razones suficientes, separan el tema de la protección del canal de la cuestión egipcia. Ahora bien, si se pudiese
establecer dicha distinción, diría que la defensa del canal se realiza en El Cairo y es por ello que Inglaterra se dirige
hacia El Cairo, Inglaterra se ha comprometido gradualmente, como en un encadenamiento En consecuencia, afirmo
que si ustedes ponen los pies en Egipto, serán arrastrados a pesar suyo, sea cual sea la confianza que yo tenga en su
sinceridad, en su rectitud, como ha sido arrastrada Inglaterra, (...)
Se ha dicho que la política de abstención, de reserva, es humillante para la nación; no acepto esta opinión
(¡Muy bien ¡Muy bien/); pero, ¿se imaginan ustedes política más humillante que la que consiste en enviar soldados
para vigilar, para defender el canal, pero limitándose a un cierto perímetro, y todo ello por cuenta de Inglaterra?
Afirmo que esa es la política de humillación por excelencia. (Aplausos) (...).
Pero se nos dice: ¡No comprendéis cuál es nuestra intención! Vamos a Suez para estar ahí el día que se lleve a
cabo el ajuste de cuentas». Pues bien, es ese día el que más temo. Ustedes no hacen más que retrasar el conflicto o,
mejor dicho, concretan una fecha. Ese día se encontrarán en una posición peligrosa, tanto respecto de Inglaterra
como de Europa (...).
En efecto, Turquía va a Egipto; pero ¿qué va a hacer ahí? ¡Eso es lo que ustedes no saben! Se nos dice que es
para restablecer el orden, pero ¿qué orden? Existe el orden egipcio, el orden de Inglaterra, el orden de Turquía y el
orden europeo. (¡Muy bien! ¡Muy bien!) En esas condiciones, pedir que nos comprometamos es una política
inadmisible; seria un enorme peligro para nosotros. ¡Cómo! Admitirán ustedes que las potencias van a aislar a cada
una de las tropas instaladas en el canal de Suez; habrá un piquete italiano, un piquete alemán, un piquete inglés al
lado de un piquete francés, y el día que se lleve a cabo el arreglo, cuando las susceptibilidades nacionales se exciten,
cuando las tropas se hallen cerca unas de otras, ¡imaginen cuál será el peligro! (Aplausos en diversos bancos.) En
verdad, diriase que en algún lugar -no sé dónde- existe una mano hábil que se dedica a ir preparando una explosión
en Europa. (¡Muy bien (¡Muy bien!) .
Pues bien, en condiciones semejantes, no les daré a ustedes el mandato que reclaman. No porque lleve a la
guerra, a veces hay que saberse resignar a la guerra, sino porque ustedes no saben, porque no existe un sólo
diplomático en Europa que pueda saber lo que se nos prepara y adónde vamos. (Aplausos)
En Le Temps, 31 de julio de 1882.”
En BRUNET-PLESSIS: Explications..., págs. 249-251.
3. EMANCIPACIÓN
El ukasse o decreto de 19 de febrero de 1861, que dispone la abolición de la servidumbre, es un documento
trascendental, un paso decisivo para hacer de Rusia un país moderno. Fija, en primer lugar, para el campesinado un
nuevo estatuto jurídico, que supone la extinción de todo dominio de los pomeshchiks (propietarios con siervos) y la
adquisición por los campesinos de derechos personales: propiedad, libertad para contraer matrimonio, suscribir
contratos y obligaciones, realizar actividades comerciales e industriales, abandonar su lugar de residencia, etc. Además
de la libertad jurídica reciben un lote de tierra, con la obligación de entregar al señor el exceso si trabajaban una
parcela que sobrepasase la extensión máxima fijada en el decreto, y la del señor de completarla si la familia campesina
no disponía de la porción mínima. Los campesinos emancipados son agrupados en aldeas (mir), integradas en
unidades más amplias (volost). Cada aldea tiene una asamblea, en la que se resuelven las cuestiones cotidianas; un
consejo de ancianos regenta el Volost. Al señor se le compraba la tierra o se le compensaba con un préstamo de
redención que el campesino habría de reembolsar con sus intereses durante 49 años. Una serie de cláusulas restrictivas
aminoran la eficacia del decreto; los siervos domésticos se emancipan sin tierra, lo que les obligó, en la mayoría de los
casos, a suplicar a los señores que les mantuvieran en sus casas, y durante dos años el campesino continúa sujeto a
corveas y censos, período transitorio en el que deben concluirse acuerdos bajo el control de .árbitros de paz» elegidos
entre los nobles.
El decreto emancipador no solucionó los problemas de los campesinos. La redacción de la ley permitía
abusos; los lotes que se entregaban eran excesivamente pequeños, y, en la mayoría de los casos, el agricultor tenía que
devolver una parte de las tierras que habitualmente trabajaba. El precio que se fijó a la tierra fue excesivo; el
historiador soviético Lyashchenko ha calculado que siendo su valor de mercado de menos de 650 millones de rublos
los campesinos pagaron 876 millones. Además, se hacía responsable a la aldea, el mir, del reintegro de los préstamos,
152
con lo que los lazos que ataban al campesino al señor fueron sustituidos por vínculos a la aldea; era todavía una
libertad precaria.
La mayor parte de los campesinos no sabían leer y no podían entender aquellas disposiciones legales abstrusas,
pero comprendían que en bastantes casos tenían que abandonar parte de la tierra que trabajaban y seguir pagando
rentas. Los popes les leían y explicaban la ley, pero deformándola. En muchas regiones se habló de engaño, de
traición a los deseos del zar, y se produjeron levantamientos dirigidos por usurpadores, condenados a muerte y
mitificados. En Vorozneh se enfrentaron al gobernador -no queremos más señor», y la tropa intervino, con la energía
casi olvidada del reinado de Nicolás I. Más tarde inventaron los campesinos una segunda y verdadera emancipación,
que señalaban para el 19 de febrero de 1863. En las revueltas gritan que -morirán por Dios y por el zar».
Aunque el ukasse de emancipación no solucionó, por sus propias insuficiencias, la situación económica de los
campesinos, el cambio en su condición jurídica, es esencial. Desaparecen las trabas para la, creación de escuelas ya
partir de 1880 se multiplican las parroquiales. La posibilidad de vender la cosecha hace entrar al campesinado en un
mundo para ellos desconocido, el comercio y la moneda. Unos, con escasa capacidad de adaptación, se empobrecen;
otros se enriquecen (kulaks); en la correspondencia de Tolstoi se habla de que -los individuos más inteligentes, los
más capaces, llegan a apropiarse de la tierra ya sujetar a 6tros campesinos a la condición de jornaleros». Pero ahora
podían buscar mejor fortuna en otras tierras; su horizonte son las tierras de colonización, primero las estepas
meridionales, insuficientemente explotadas, más tarde tierras de Siberia. En Rusia la emigración es, a diferencia de los
países europeos, interior, hacia las tierras y espacios de los alrededores. El hambre del año 1891 y el transiberiano
vigorizaron la marcha hacia el Este.
5. LA INDUSTRIALIZACIÓN
El ukasse de Alejandro II jugó un papel de estimulo innegable; a partir de 1861 Rusia se industrializa y sigue
una evolución parecida, en el orden económico, a la de las potencias occidentales. Podemos resaltar algunos puntos
peculiares de la industrialización rusa:
-Intervención del Estado, en contraposición a su actitud en la etapa precedente. Es la tesis del economista
norteamericano Gerschenkron. En Rusia no existió un adecuado plantel de empresarios y el mercado ejerció poca
presión. La industrialización toma la forma de varios aguijonazos asociados a fuertes inversiones gubernamentales.
-No abundan las grandes fábricas: más bien se produjo una penetración entre las estructuras capitalistas y la
producción artesana en pequeña escala (v. Lenin: El desarrollo del capitalismo en Rusia) .
-Papel esencial del ferrocarril. El motivo impulsor fue de naturaleza administrativa y estratégica, la mayor
parte del capital es estatal, en las primeras fases. El ferrocarril contribuyó a mantener la importancia de Moscú como
red de confluencia. Las importaciones de equipo y maquinaria ferroviaria exigieron una cantidad creciente de
exportaciones y deudas, lo que obligó a vender los cereales, y se dio la paradoja de que Rusia fue un gran exportador
de granos y al mismo tiempo se encontraba indefensa ante un año de mala cosecha y tenía un índice de consumo de
alimentos «per capita» muy bajo.
La pérdida de la prepotencia de los empresarios tradicionales se detecta en el declive de la industria nobiliaria,
centrada en los tejidos de lana y la metalurgia del Ural. Los fabricantes de prendas de lana vendían uniformes al
ejército y utilizaban como mano de obra siervos o campesinos redimidos; a partir de la emancipación el número de
obreros empleados no cesa de disminuir. La metalurgia del Ural intentó mantenerse utilizando técnicas tradicionales,
por ejemplo carbón de madera como fuente de energía; sus propietarios, grandes terratenientes, poseían millones de
deciatinas de bosques y no les movía ala innovación ni siquiera el incentivo del beneficio. Anclados en la nostalgia de
una sociedad desaparecida retrasaron veinte años -calcula Barel- la industrialización masiva de Rusia y el paso ala
mecanización. De esta forma, cuando se construye la red ferroviaria, la metalurgia rusa no se encuentra en
condiciones de suministrar locomotoras, raíles, vagones, que han de ser importados en un porcentaje muy elevado.
Esta clase residual del pasado, que en Rusia conservaba todavía un notable influjo, constituyó un freno poderoso y su
papel fue bien diferente del que jugó el empresariado de las potencias que iniciaron la primera revolución industrial.
El mantenimiento del poder nobiliario en la vida económica, aunque declina de manera lenta, provocó algunas
notas originales de la industrialización en Rusia. El artesanado, allí denominado pequeña industria kústara, no sólo
no desapareció sino que incluso aumentó. En la peletería de Arzamas, en la guarnicionería y cordonería de Kimry, en
la cristalería, fue la forma de producción, ya finales del siglo XIX, en numerosas regiones, eran más numerosos los
kústaros que los obreros de fábrica. De la misma manera, y en fenómeno similar al del Japón meiji la manufactura
tradicional, destruida en Occidente de forma brutal ante el embate de la gran industria, coexiste con ésta, pese a la
persistencia de elementos tradicionales, la expansión de los sectores modernos repite el modelo clásico de
industrialización, Cinco son las palancas de la transformación:
-la Banca. En el momento de la emancipación no existía una infraestructura bancaria; el capital de las escasas
sociedades anónimas existentes resultaba exiguo. En 1860 se crea un Banco del Estado para ayudar a los
terratenientes, que van a verse afectados por la supresión de la servidumbre. El primer Banco moderno, con depósitos
de particulares, se crea en San Petersburgo en 1864; dos años más tarde setenta y siete negociantes moscovitas fundan
el Banco de Comercio de Moscú, y en 1870 pasan de doscientas las sociedades de crédito. A partir de 1880 el Banco
de Rusia instala sucursales en las ciudades importantes;
-el ferrocarril. En 1857 se crea una Gran Sociedad de ferrocarriles, cuyo consejo de administración está
integrado por aristócratas rusos, pero cuyos capitales tienen apellidos europeos: Pereire, Hope, Mallet. Además de
una corta red en tomo a San Petersburgo, se inicia la más importante, con centro en Moscú, hacia el Norte (Iaroslav),
el Este (Nijni-Novgorod y Riazan) y el Sur (Voronezh y Kursk). Las líneas meridionales se prolongan en la década
siguiente para enlazar con las regiones agrícolas los puertos del Sur. En 1885 se inaugura una línea de gran
importancia económica, la que une las regiones carboníferas del Donetz con las de hierro de Krivoi Rog, en Ucrania.
A partir de 1890 el aumento del kilometraje es más espectacular, el programa de desarrollo de Sergei Witte, el
«Colbert ruso», se basa en el ferrocarril y la industria pesada. La red pasa de 30.000 a 53.000 kms. El proyecto más
ambicioso, el Transiberiano, se inicia en 1891, con él los inmensos espacios de Siberia se abren para los colonos:
-los textiles. Por desgracia para las previsiones de los consejeros económicos del zar la emancipación coincidió
con la escasez de algodón provoca da por la guerra civil norteamericana, circunstancia que retrasó el inicio de la
expansión. A partir de 1865 el aumento es continuo, en veinte años se multiplica por cinco; algodón y lino se
modernizan con la utilización de máquinas mientras lana y seda apenas innovan sus procedimientos;
154
-la metalurgia, a pesar de la rémora de los Urales, encontró otros hogares para su modernización. El
descubrimiento, al norte de Crimea y del mar de Azov, de enormes yacimientos de hierro y carbón, próximos los
unos a los otros, transformó la región del Donetz, antes agrícola y pastoral, en un poderoso emporio Industrial; el
petróleo. Su hallazgo en el macizo del Bakú, en cuyas prospecciones invirtieron los Rothschild, constituyó una
fortuna; Rusia tenia carbón, fuente de energía de la primera revolución industrial, y petróleo, base de la segunda, del
que carecía en cambio Inglaterra. Esto le permitió quemar etapas y acelerar su desarrollo. En 12 años aumentó la
producción de nafta catorce veces; a fin de siglo, con casi 6.000 empresas, ocupaba el primer lugar en la producción
mundial.
Aun con el peso de bastantes arcaísmos y contradicciones es indudable que el Imperio experimenta una
transformación en el orden económico y que el momento de despegue coincide con el de la transformación de su
sociedad, tras la abolición de la servidumbre. En 1913 Rusia no es ya un país agrario. Lenin lo vio con claridad; por
el contrario, pensadores menos atentos a los procesos socioeconómicos, por ejemplo los narodniki o populistas,
hablaban de la «Santa Rusia» como de un país que debía conservar sus tradiciones y no ser «contaminado» por
Occidente.
Uno de los especialistas en historia rusa de este período final de siglo, Von Laue, suministra una original
explicación del proceso de industrialización en un país que la inicia cuando otras potencias están ya comenzando la
segunda revolución industrial. Von Laue sugiere que la tributación alta forzó la venta de los productos agrícolas; es
decir, el campesino, para saldar sus obligaciones con el Estado, se veía obligado a reducir su consumo y vender un
excedente mayor de sus cosechas. De esta manera el país disponía, por contracción del consumo, de mayores bienes
agrícolas para la exportación, con lo que podía equilibrar la balanza de pagos, compensando la entrada de productos
industriales, necesarios para el despegue. La industrialización se conseguiría, en resumen, con el sacrificio y la
austeridad obligada de los campesinos rusos.
6. MANTENIMIENTO DE LA AUTOCRACIA
No se acompaña a los dos trascendentales procesos de la emancipación de los siervos y de la industrialización
de similares medidas de modernización en el campo político; es ésta la gran contradicción del zarismo. En la Rusia
del siglo XIX no se puede hablar de constituciones, partidos políticos, elecciones para un Parlamento, son ausencias
definidoras. Algunas medidas de aperturismo político, de alejamiento del modelo autocrático, se adoptan, pero de
forma titubeante y precaria; a los periodos de reforma suceden otros de reacción.
Nicolás I había encarnado una política reaccionaria, nada quería saber de la filosofía y la ciencia sin Dios del
Oeste. En su reinado se controlaba todo: universidades, súbditos, periódicos. En contraposición se ha presentado a
Alejandro II (1855-1881) como un líberal que inicia una era de aperturismo. En realidad nunca pensó en abandonar
su poder autocrátifo; su propósito fundamental consistían en regenerar el zarismo con el fin de reforzarlo. Un
examen de sus colaboradores permite afirmar que en ningún momento el zar se propuso ensayar un sistema político
más moderno. Miliutin y Lanskoy, dos de los principales inspiradores de la emancipación y las primeras medidas
reformistas, fueron apartados de la Corte cuando se les acusó de excesivamente liberales; el ministro de instrucción,
Kovalevski, partidario de la autonomía universitaria y opuesto a las medidas restrictivas tras las perturbaciones de
1861, fue sustituido por el almirante Putiatin, y en 1866 se coloca en este puesto clave al conde A. Tolstoi, símbolo
del oscurantismo. No obstante no fueron insignificantes las decisiones aperturistas de los primeros años.
En 1862 el zar introduce la reforma judicial, con normas parecidas a las europeas. El procedimiento oral y
público sustituye al escrito y secreto; se establecen varias instancias, con posibilidades de recurso de apelación. En el
campo jueces de paz, designados por tres años por la duma municipal en cada volost, y que pueden imponer como
penas máximas 300 rublos de multa o prisión de un año, suponen un gran progreso con respecto a la justicia feudal
de los señores; a escala de provincia se crean tribunales con varias innovaciones: inamovilidad de los jueces, resolución
de la culpabilidad o inocencia en materia criminal por un jurado elegido en listas, intervención de abogados. En teoría
el tercer poder escapa a la servidumbre del ejecutivo. La supresión de las penas corporales forma parte de la
europeización de los procedimientos.
En la administración se da un paso importante con la creación de asambleas locales, los Semstvo, de distrito y
de provincia, cuyas atribuciones se extendían a trabajos públicos, escuelas, iglesias, hospitales, policía local, impuestos,
designación de jueces de paz. Para su composición se dividía a los electores en tres categorías según su riqueza, con lo
que la nobleza quedaba sobrerrepresentada y en los semstvos provinciales el campesinado no llegaba a ocupar más de
la décima parte de los asientos. Esta representación desigual de los grupos sociales se reforzaba con una serie de
medidas precautorias; las sesiones eran cortas, las presidía el mariscal de la nobleza del distrito, se prohibía la
publicidad y se supervisaban los acuerdos por el gobernador. A pesar de tales trabas los círculos liberales supieron
aprovecharlas para, desde ellas, entablar la lucha con la poderosa burocracia y la policía del Estado, por lo que en el
periodo de reacción absolutista se limitó bastante la competencia de los semstvos. Se confiaba que la creación de
asambleas comerciales culminase con una gran asamblea nacional, un parlamento, solicitado ya en 1862 por la
nobleza de Tver. Los estamentos de Moscú, Novgorod. Tula y San Petersburgo se limitaron a suplicar la creación de
una asamblea nobiliaria nacional, pero el zar no respondió a las peticiones, y cuando el Semstvo de Moscú le pide la
155
convocatoria de un Parlamento, replica: «El derecho de iniciativa me compete exclusivamente a mí, y está
indisolublemente ligado con el poder autocrático que me ha confiado Dios. Nadie está autorizado para presentarme
peticiones que afecten a los intereses y necesidades generales del Estado.»
También en la política universitaria se refleja la insuficiencia de las reformas. Se abolió el uniforme de
estudiante, se suprimió el adiestramiento militar, se generalizó la costumbre de reuniones estudiantiles y aparecieron
periódicos manuscritos, redactados por universitarios. El acto decisivo consistió en abrir las puertas de la universidad
a todos los sectores sociales; con lo que aumentó el número de estudiantes y apareció lo que se llamó «proletariado
del pensamiento», jóvenes de extracción humilde que llegaban de provincias lejanas y dormían donde podían. Las
quejas de los profesores conservadores y, posteriormente, las críticas políticas del sector estudiantil, y su apoyo moral
al levantamiento polaco de 1863 -un réquiem en San Petersburgo por los muertos en los desórdenes de Varsovia-,
aconsejaron al zar la supresión de algunas de las medidas de apertura, con el establecimiento de limitaciones de
número, la prohibición de «toda reunión sin el permiso de los superiores» y la reducción de la exención de tasas a
dos estudiantes por gobernación, lo que excluía a los muchachos de clases bajas. Nuevos desórdenes en Moscú
provocaron la detención de los delegados estudiantiles.
El atentado contra el zar del estudiante Karakozov, en abril de 1866 frenó decisivamente los deseos
reformistas de Alejandro II. La censura de libros y periódicos, que se había hecho más flexible en los años anteriores,
volvió a actuar con rigor. En poco tiempo las publicaciones más prestigiosas, El Contemporáneo y La palabra rusa, se
convierten en una sombra. Los escritores recurren a procedimientos curiosos para exponer ideas que podían ser
consideradas subversivas; cadenas de criptogramas, o, con frecuencia, el truco de la denuncia, que consistía en
denunciar un artículo extranjero como erróneo e incluirlo íntegro. ~
La marcha atrás provoca la aparición de conspiraciones y se inicia un círculo de represión gubernamental y
terrorismo de los descontentos, que culmina en el atentado del año 1881, en el que muere el zar. Desde ese momento
la reacción fue brutal. Su piloto es Pobiedonostsev, procurador general del Santo Sínodo y consejero íntimo del
nuevo zar, Alejandro III. Hombre de vasta cultura, profesor de universidad, pero con una concepción del mundo que
excluye toda posibilidad de progreso, considera que las amenazas para Rusia son la democracia y los partidos
políticos, a los cuales aún sin formar parte del modelo zarista considera «la gran vergüenza de nuestra época», y por
ende la prensa libre, la escuela moderna, que arranca al niño de su medio y pretende destruir la fe religiosa de las
masas, y el régimen parlamentario, engendro que intenta funcionar a base de una mayoría que constantemente
cambia. Tan aberrante concepción de la vida colectiva rima con la de un monarca que renuncia ahora a toda veleidad
aperturista. Destituye al conde Ignatiev, ministro del Interior, que había propuesto un Sobor, especie de Estados
generales. Se proclama un «estado de seguridad reforzada» en muchas provincias. Se toman represalias contra la
prensa, entre 1883 y 1885 desaparecen 9 de los 14 periódicos importantes. Se refuerza la censura, con la prohibición
de obras de Tolstoi, Renán, Ibsen, Victor Hugo.
Especialmente duras son las medidas étnicas. Rusia estaba integrada por una serie de pueblos diferentes. Se
intensifica la rusificación imponiendo a los otros pueblos el idioma y cultura rusos; se presiona sobre los polacos para
que abandonen el catolicismo y se conviertan a la ortodoxia. El problema más triste es el de los judíos, bestias negras
para el gobierno. Se les confina en «ghettos», a los que se llama «territorios reservados», se les excluye de la región de
Moscú y de la capital y sólo se acepta un pequeño porcentaje de judíos en los establecimientos de enseñanza
secundaria y superior: Los éxodos provocan la indignación de los liberales.
DOCUMENTOS
EL DESPEGUE INDUSTRIAL DE RUSIA
Utilizando las tablas dibújense las gráficas, y compárense las tendencias y ritmos de crecimiento de algodón,
hierro y ferrocarril, relacionando las tres y señalando las peculiaridades de cada una. (Falta)
159
2. EL DESAFÍO OCCIDENTAL
Un largo período de guerras civiles se cierra a finales del siglo XVI con la constitución de un régimen feudal
centralizado, en cuya cúspide se encuentran los guerreros (samurais) y los grandes señores (daimios), encabezados por
una familia poderosa, los Tokugawa. en la que recae el cargo de shogún o jefe militar y político supremo. Mientras
los emperadores viven relegados en su exilio dorado de Kyoto los Tokugawa refuerzan sus instrumentos de dominio;
su gobierno, denominado Bakufu (campamento) y cuyo órgano ejecutivo es el consejo de los cinco ancianos (Rojú)
se apoya en una poderosa infraestructura económica -sus rentas de arroz alcanzan el tercio de la producción total- el
control estricto de los daimios, que han de habitar uno de cada dos años en la capital (Edo) y dejar en residencia,
como rehenes. el otro año a su familia, y el aislamiento total de Occidente; tan sólo por el puerto de Nagasaki se
produce un tímido intercambio comercial con los holandeses, El Japón vive una interminable era feudal; es un mundo
alejado y hermético a cualquier contacto exterior. Algunos factores de transformación, como la conversión de los
samurais en una élite intelectual; la aparición de una economía monetaria al articularse un mercado nacional que
provoca el enriquecimiento de algunos mercaderes y campesinos y el empobrecimiento relativo de los guerreros, e
incluso intermitentes gérmenes occidentales, especialmente en el campo militar, con la recepción de armas y libros de
estrategia, no conmueven esta sociedad inmóvil, ajena a la evolución del mundo. El carácter insular se refuerza con
defensas costeras, ningún buque extranjero puede acercarse a los puertos.
Durante la primera mitad del siglo XIX americanos: ingleses y rusos intentan repetidas expediciones hacia el
archipiélago, con la esperanza de que se produzca la apertura de algunos puertos al comercio oceánico, mientras los
holandeses aconsejan a los Tokugawa que efectúen alguna concesión. Ya a finales del siglo XVIII se había producido
el contacto de rusos y japoneses en la isla septentrional de Hokkaidcr, con gran alanila de los señores feudales,
temerosos de que pudiera iniciarse el desmoronamiento de la estructura inmóvil amparadora de sus privilegios. Los
ingleses intensifican sus intentos durante las guerras napoleónicas, ya partir de 1820 aumenta el número de sus
balleneros en las aguas septentrionales del Pacífico, pero el estallido de la guerra del Opio (1839) desvía su presión
hacia China. Son los norteamericanos los que van a conseguir la apertura. En su interés por Japón confluían una serie
de móviles comerciales, como la necesidad de puertos de abastecimiento y de carga de carbón, la rivalidad con otras
potencias y el sentimiento de que era moralmente defendible obligar a una nación cerrada a admitir los avances de la
civilización. En julio de 1853 el almirante Perry penetra con una flota en la bahía de Tokio y exige el derecho de
presentar una carta del presidente al emperador y la apertura de algún puerto al comercio. La noticia de la llegada de
los norteamericanos produjo consternación en Edo; los samurais creían que podrian expulsar a los extranjeros, pero el
Bakufu, consciente de su inferioridad militar y de la vulnerabilidad de sus defensas costeras ante la potencia de fuego
de los .barcos negros», se inclina por instigación de Abe Masajiro, jefe del Consejo de ancianos, a poner fin a la
política aislacionista. A pesar de que el gobierno se dividió en dos tendencias, la más conservadora partidaria de
resistir a los extranjeros, cuando Perry regresó en 1854 obtuvo la apertura de dos puertos (tratado de Kanagawa)
poniendo fin a seis siglos de cierre insular. Posteriormente el almirante ruso Putíatine obtiene nuevas concesiones y el
cónsul norteamericano Harris impone un tratado comercial, que se amplía en 1854, en el denominado tratado de las
cinco naciones, a holandeses, rusos, ingleses y franceses. Las compensaciones para los japoneses son escasas; viven una
situación de humillación parecida ala de los denominados tratados desiguales que ha de suscribir por esos años
China.
Esta cuña cada vez más amplia provoca profundas repercusiones internas. Algunos señores feudales,
concretamente las familias Chóshú y Satsuma, instaladas en la periferia del país, se sienten vinculadas a la corte
imperial de K voto v sueñan con la restauración del papel protagónico de los emperadores; el pensamiento joi, ala vez
nacionalista y exaltador del emperador, se difunde; la escuela de Mito afirma que la personalidad del Japón se resume
en su dinastía única; muchos piensan que el emperador puede convertirse en el elemento de unión de cuantos se
oponen al Bakufu. Tras la primera visita de Peny, del año 1853, el Bakufu consulta la decisión al emperador ya los
daimios, rompiendo así los hábitos de dos siglos y medio de gobierno omnipotente.
No dejan de aumentar las dificultades para el gobierno Tokugawa. Los comerciantes occidentales se instalan
en Yokohama y ven crecer sus negocios; algunos nacionalistas provocan asesinatos de occidentales, lo que no hace
más que fortalecer la presión y penetración de las potencias industriales. La relación oro/plata, de 6 a 1, provoca la
desorganización monetaria; el oro japonés es más barato que el europeo y los comerciantes organizan un verdadero
tráfico de metales preciosos. En estas circunstancias de crisis la corte aparece como la única esperanza de rechazo de
los occidentales, mientras los feudos luchan entre sí. El intento de expulsión de los blancos termina en un fracaso
cuando una flota internacional destruye las defensas del estrecho de Shimonosheki y exige una indemnización de tres
millones de dólares, que sólo puede pagarse abriendo las aduanas. Finalmente, en enero de 1868, las fuerzas unidas
de los dos feudos más fuertes, Choshú y Satsuma, se apoderan del palacio imperial y proclaman la restauración del
poder de los emperadores en la figura de Mutsuhito, de 14 años. Luego conquistan la capital de los Tokugawa, Edo
(Tokyo), cuyo ejército capitula. Con Mutsuhito el Japón comienza una era crucial de su historia.
160
3. EL MEIJI
El Mefji o gobierno iluminado (de Mei, luz) supone fundamentalmente dos principios: el restablecimiento de
la autoridad de los emperadores y la occidentalización del país. Se pone fin a la época feudal, de autoridad de los
señores, y se acomete la primera experiencia en la que un país no occidental adopta las técnicas de la revolución
industrial.
El emperador MutSuhito, que alcanza las máximas responsabilidades en plena adolescencia, es una figura
extraordinaria, casi desconocida. No parece ser un autócrata, casi nunca decidía por sí solo; en apariencia concibe el
ejercicio del poder ilimitado que disfrutó como el de un árbitro que dirimía las tensiones e impulsaba la
modernización del pais. Todo el poder se centraliza alrededor del emperador; en su nombre se orienta la política
exterior y se suprimen las instituciones feudales en el interior. Se abandona la política de xenofobia y se traslada la
capital de Kyoto (capital del oeste) a Tokyo (capital del este).
El rescripto imperial de 1868 traduce este modelo original de absolutismo democrático: «Acabamos de
asumir la sucesión al trono imperial, y el Imperio está sometido actualmente a una reforma total. Ejercemos el poder
de decidir de modo supremo y exclusivo a la vez en materias civiles y militares. La dignidad y felicidad de la nación
condiciona la ejecución de los deberes de Nuestra alta función; constantemente y sin descanso consagraremos a ella
nuestros pensamientos.» Aunque tal concentración de poder, cuyo fundamento doctrinal ha de buscarse en la
tradición confuciana, ahora renovada en una verdadera religión de estado (Shintoísmo), difiere esencialmente de los
modelos políticos del liberalismo decimonónico en Occidente, las restantes instituciones recuerdan más las
contemporáneas del extranjero que las tradicionales japonesas. En el mismo año 1868, en que se inicia el Meiji, se
establece un Consejo político supremo (Dakojan), órgano asesor de dificil comparación con las piezas usuales del
liberalismo, un poder legislativo con dos cámaras, un ejecutivo de seis ministros, y un consejo de asuntos jurídicos, en
et que reside el poder judicial. La división de funciones se establece y trata de concordarse con el ejercicio ilimitado
del poder por el monarca.
A desmontar la estructura feudal se consagran los mayores esfuerzos. Los feudos son reemplazados por
departamentos (ken). En realidad, los daimios, al ceder su feudo, renunciaban a una autoridad por entonces nominal
ya sus deudas, de las que se hace cargo el gobierno. Su puesto es ocupado en la administración por prefectos,
representantes, del poder central. Asimismo desaparecen los privilegios personales y las restricciones profesionales,
que reservaban para determinadas clases los cargos y carreras; es un proceso de desmontaje de monopolios
estamentales que los países europeos han acometido en décadas anteriores. En el orden jurídico se decreta la igualdad
de los ciudadanos, los plebeyos adquieren el derecho a tener apellidos completos, se prepara un registro civil.
Constituidos los órganos de la administración central, el gobierno estimuló la democratización de la vida en
los ámbitos local y provincial mediante Asambleas consultivas (kaigi); en las de aldea los notables encontraron un
procedimiento para conservar su antiguo rango; de esta manera no opusieron excesivos reparos a la colaboración en
las medidas modernizadoras y en bastantes casos consiguieron extender su influencia al ser elegidos para las
asambleas de distrito y de prefectura. Las asambleas sólo tenian facultad de discusión y no podían convertirse en
obstáculos para las reformas decretadas por el Dakojan, pero jugaron un papel importante en la difusión de las ideas
reformistas, en la politización de las bases populares e incluso en los apoyos a medidas tan discutidas como reformas
en la propiedad de la tierra o en el sistema impositivo.
El paso decisivo para impedir una recuperación del poder Tokugawa radicaba en el control del poder militar;
la caída del shogunato había sido provocada por las unidades de voluntarios integradas en Chóshu que habían
incorporado las técnicas bélicas de Occidente. Al año de régimen se crea un Departamento de Guerra dirigido por
Omura, genio militar de Chóshu, que fundó escuelas militares y organizó arsenales, pero no consiguió la aprobación
del reclutamiento universal. Un viaje de otro dirígente, Yamagata, por Europa introduce los principios fundamentales
del sistema militar prusiano. Con instructores franceses, y luego alemanes, se organiza un ejército nuevo cuyos
mandos no son de extracción obligadamente nobiliaria. Este ejército imperial único, creado por Yamagata, implica la
unificación de los ejércitos feudales, el paso de la mesnada señorial al ejército nacional. Desde 1873 se establece el
servicio militar obligatorio. Se presentó como una forma de promoción, pero el pueblo lo aceptó de mala gana. El
servicio en filas duraba tres años en activo y cuatro en la reserva; para algunos sectores no resultaba difícil eludirlo
con un sistema de dispensas o mediante la redención de 270 yens. Todos los varones de 21 años se inscribían en los
registros de reclutamiento, pero se introducían bastantes excepciones, a favor de jefes de familia, funcionarios y
profesionales. Aun sin ser inicialmente popular, la ley de reclutamiento obligatorio de 1873 constituyó una de las
más profundas reformas de la era Meiji al desplazar el protagonismo de los samurais, movilizar a la juventud
campesina y contribuir a la abolición de las barreras de clase.
Un país en transformación reclama inexorablemente capitales movilizables y una reforma fiscal que ponga a
disposición del Estado recursos suficientes. Al iniciarse el Meiji los ingresos estatales constituyen sólo la tercera parte
de las necesidades de inversión, y la mitad de los mismos proceden de empréstitos semiforzados de comerciantes y
mercaderes. Aunque el gobierno japonés recurrió en un primer momento a empréstitos extranjeros, como el de cerca
de un millón de libras esterlinas que se gestionó en Londres para construir el ferrocarril Tokyo-Yokohama, los
hacendistas nipones entre la deuda exterior y la inflación por emisión de papel moneda prefirieron, un tanto
161
heterodoxamente para el pensamiento económico del siglo, la emisión y la limitación, al máximo, de las entradas de
capital extranjero. En 1871 Okuma establece una nueva moneda, el yen, dividido en 100 sen y cuya cotización se fija
a la par con el dólar mexicano; durante varios años el sistema decimal se limita al sistema monetario. Por otra parte
resultaba imprescindible el aumento de la recaudación fiscal, en sus cuatro quintas partes procedente de
contribuciones imputables a bienes raíces, para lo que se hizo precisa la elaboración de un catastro y la movilización
de la producción agraria con el levantamiento de las prohibiciones feudales sobre la venta de tierras. Iniciando una
diferencia clara respecto al sistema fiscal del Bakufu, el Meiji fijó la base de los impuestos en moneda, lo que estimulo
al campesinado ala comercialización de las cosechas.
4. LA CONSTITUCIÓN DE 1889
Contemplada con los presupuestos del pensamiento democrático europeo la Constitución del año 1889
aparece vinculada a las posiciones más conservadoras del liberalismo e incluso en conexión con los estados
Impermeables -como el ruso-, por lo que hubo contemporáneos y posteriormente historiadores que la motejaron de
reaccionaria, pero enmarcándola en la tradición feudal y en la sociedad japonesa de los años 80 constituye un
capítulo más de la renovación del Meiji y en definitiva un ejemplo de su sincretismo de tradición- revolución. En los
veinte primeros años de la nueva era el sistema había funcionado de forma empírica, mas los japoneses, con el hábito
profundo del inmovilismo de los tres siglos de shogunato, añoraban la estabilidad, casi Imposible en medio de loS
cambios incesantes. La necesidad de un código constitucional respondía a este hábito ancestral y por otra parte ala de
justificar la madurez política ante los gobiernos occidentales, que permitiera el levantamiento de los derechos de
extraterritorialidad impuestos en los tratados, los cuales sustraían a los ciudadanos europeos de la jurisdicción nipona.
La promesa imperial de crear un Parlamento provocó la primera experiencia de partido político, al fundar en
1881 Itagaki el de la Libertad, con una fuerte participación de samurais, apoyo de los propietarios rurales y
programas directamente inspirados en el radicalismo francés. Al año siguiente Okuma funda el de la Reforma y el
Progreso, en el que se encuadran las clientelas urbanas de intelectuales, estudiantes y hombres de negocios. El primer
intento de fundar un partido oficial terminó en fracaso y el gobierno se consagró a debilitar a la oposición
provocando su enfrentamiento y endureciendo las leyes sobre reuniones. De esta manera Japón va a disponer de
código constitucional cuando todavía no dispone de partidos políticos, porque los grupos de opinión, que no otra
cosa eran, fundados por Itagaki y Okuma, no pudieron vencer los obstáculos gubernamentales y tuvieron una vida
precaria. En 1884 se publicó la lista de 500 personajes que tendrían acceso a la Cámara alta, anticipación
constitucional significativa porque condicionaba la estructura del Parlamento y reservaba para los antiguos daimios
un papel político.
Desaparecidos los prohombres de la primera hora del Meiji, dos figuras van a decidir los destinos de la
nación, Ito, al que se encarga la redacción de la Constitución y preside el Consejo privado -verdadero ministerio- y
Yamagata, partidario de modernizar el Japón a través de las reformas militares, y que obtuvo una compensación
decisiva en la lucha por el poder contra su rival Ito, el permiso para los ministros de Ejército y Marina de acceso
directo al emperador con independencia del Consejo. Ito realizó un viaje de año y medio por Europa, donde se
detuvo en Alemania y Austria, para impregnarse de las teorías constitucionales vigentes. La formación del primer
gabinete ministerial en Tokio supone una innovación en las estructuras japonesas y responde a una traducción de las
fórmulas occidentales.
La Constitución se encontraba redactada en 1888, pero su texto permaneció secreto mientras se discutía en el
Consejo privado, y no fue publicada hasta febrero de 1889. Se trata de un código mucho más asistemático y ambiguo
que los europeos. La mayor preocupación de sus redactores había sido la salvaguardia de las prerrogativas imperiales,
y con este espíritu la Constitución se promulga como una concesión del emperador, dentro de la línea doctrinal de
Cartas otorgadas, con el corolario de que al tratarse de una dádiva imperial no puede ser criticada ni enmendada sino
a propuesta del mismo emperador. El Parlamento se compone de dos cámaras, la Cámara de los Pares, en la que se
sientan cinco estratos de la nobleza calificados por su fortuna y por su lealtad, y personalidades del mundo oficial
designadas por el emperador, y la Cámara de diputados, compuesta por miembros elegidos por sufragio censitario;
sólo los hombres mayores de veinticinco años que acreditan un año de residencia y pagan más de 15 yens de
impuestos directos disfrutan de la categoría de elector, con lo que el cuerpo electoral se reduce a 450.000 personas,
poco más de un 1% de la población y el 6 % del censo masculino mayor de edad, equivalente a lo que en el antiguo
régimen había supuesto la clase de los samurais proceso con una simplificación de las clases; daimios y cortesanos son
nombrados nobles (vieja y nueva nobleza), los samurais clasificados como pequeña nobleza, y los demás ciudadanos
integrados en el nivel de los ciudadanos comunes, incluidos los eta o parias. Al año siguiente se autoriza: a todos los
ciudadanos al uso de apellidos y la libertad de residencia y oficio. Con la creación de las prefecturas los daimios
pierden todo su poder local; pero a los políticos reformistas les iba a resultar más difícil desembarazarse de los
samurais. Suponían aproximadamente el 6 % de la población masculina y constituían una clase de notables que había
monopolizado el poder militar, la autoridad política y la influencia intelectual. Colectivamente poseían apreciables
fortunas transmisibles, por herencia, aunque individualmente algunos vivian en condiciones de austeridad e incluso de
pobreza. Tres disposiciones dislocaron su prepotencia: decreto de igualdad ante la ley (1871), servicio militar
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universal (1873), prohibición de llevar el sable (1876), hasta entonces distintivo de su estatuto privilegiado. Por otra
parte, algunos decretos económicos, como la reducción de sus rentas ala mitad en 1869, y su conversión en salario,
todavía inferior, en 1876, terminaron de descabalgar a los viejos guerreros de los grupos sociales influyentes. A pesar
de todo, la cuantía de las pensiones constituía una carga casi insoportable para el Estado; casi medio millón de
familias nobiliarias percibían pagos que exigieron un gran esfuerzo fiscal; empero, el procedimiento de emitir
obligaciones y entregarlas como sustitución de las pensiones permitió ir reduciendo el problema, porque los intereses
se contraían cada año aun ritmo rápido ante el procedimiento inflacionario con que se acometió la modernización del
país, con criterios occidentales resulta llamativo que loS reformistas afrontaran el cambio social respetando a la
nobleza antigua ya los guerreros, pero solo así se consiguió su colaboración; la experiencia nipona carece del
dramatismo de la francesa o de la rusa precisamente porque se incorporaron en la nueva estructura las viejas clases
privilegiadas. Muchos samurais, gracias a su educación, se integraron en los cuadros del ejército, la marina, la policía;
otros se convirtieron en opulentos hombres de negocios, o en profesionales; para los menos afortunados se previeron
«ayudas a los ex samurais., y el proyecto de colonización de Hokkaido se inspiró en el deseo de ofrecerles una tierra
de promisión, una empresa no exenta de emoción y aventura. Pero los más irreductibles se levantaron contra el estado
meiji; la última y más violenta revuelta de samurais tuvo lugar en 1877 en los dominios de Satsuma, dirigida por
Saigó; el gobierno de Tokyo tuvo que enviar 40.000 hombres e invertir seis meses en duros combates; finalmente el
nuevo ejército nacional con armamento moderno se demostró superior a los viejos guerreros, que cifraban la ciencia
militar en el dominio de las artes de la esgrima.
En el año clave de 1873, la denominada reforma agraria se ha considerado alguna vez, quizá con exageración,
una medida similar a la de la emancipación de los siervos rusos. En varios aspectos modifica el sistema Tokugawa:
-el impuesto se paga por el individuo, y no por la aldea, sobre el valor amillarado de la tierra, en vez de
contabilizarlo sobre el valor de la cosecha:
- se admite e incluso se incita al pago fiscal en moneda, el destinatario y no es el daimio, es el Estado:
-se revisan los títulos de propiedad y se conceden a los campesinos que han pagado impuestos bajo los
Tokugawa, dejando únicamente zonas de bosque o montaña para daimios, instituciones budistas y samurais de alto
rango.
La reforma supone la supresión del feudalismo en el campo y entraña un impacto sobre la producción y la
abolición de obligaciones personales del campesinado, pero su alcance fue relativo; al suprimirse las trabas en la
enajenación de las tierras se produjo una transferencia continua de las plantaciones de arroz a los ricos terratenientes,
y así mientras en el año 1873 el 25 % de las tierras de cultivo es trabajado por arrendatarios en 1890 se ha elevado al
40 %.
En las costumbres los cambios no cesan. A partir de 1872 la chaqueta es obligatoria en las ceremonias
oficiales. Después se establece el corte de cabello occidental. En la alimentación se generaliza la carne, a pesar de las
prohibiciones budistas, argumentando que la estatura superior de los ingleses, que tanto admiraba a los nipones, se
debía a su alimentación cárnica. Se prohíbe el tatuaje, la desnudez y los pies descalzos por las calles de Tokyo. Los
cambios de costumbres no son simples anécdotas, como los consideró Pierre Loti. Mutel ha puesto de relieve que
implican un cambio de valores; por ejemplo a los samuráis, al no afeitarse la cabeza dejándose coleta, y al no llevar los
dos sables, no se les puede reconocer externamente como miembros de un grupo social prestigioso. El traje occidental
va a caracterizar a un grupo nuevo, culto, de reformistas europeizados; es la imagen de una nueva sociedad.
En 1873 se adopta el calendario gregoriano. Esto supone cambiar ciertas fechas, relevantes, hasta entonces
referidas a la agricultura. Al francés Boissonade se encarga la redacción del Código penal, de Instrucción criminal, con
abolición de la tortura, y el anteproyecto del Código civil.
En la vida religiosa se señala un doble movimiento de hostilidad hacia las religiones extranjeras y de tolerancia
con respecto al cristianismo, por ser el credo de los europeos, mientras el budismo recibe criticas y ataques, por
considerarle un obstáculo para las reformas que el país necesita. El shintoísmo será el culto cívico, del Estado, ya sus
sacerdotes se les considera funcionarios.
No escapa a los nuevos dirigentes la importancia que tiene la educación para un estado moderno. La elevación
del nivel de las masas se considera imprescindible para la obra de modernización; en 1868 el 40% de los japoneses
no sabe leer, porcentaje que es probablemente mucho más alto lejos de los centros urbanos. La industria, el ejército y
la marina tenían necesidad de mano de obra cualificada, capaz de comprender las complejidades de los aparatos y
técnica occidentales. En 1871 se crea el ministerio de Instrucción pública, que decreta la educación obligatoria. La
aplicación de esta medida exigía la construcción de millares de escuelas y la formación de decenas de miles de
maestros. Al ser mucho más baja la instrucción de las niñas que la de los niños se afrontó la escolarización acelerada
de la población femenina. En las aulas se aplican los métodos de Pestalozzi y luego los de Herbart. En 1877 se funda
la Universidad de Tokio, que corona el sistema educativo. Por otra parte, es espectacular la difusión de periódicos, lo
que refleja una cultura de masas. El Ashi (Sol naciente), fundado en 1870), se convierte en uno de los mayores diario
del mundo. El papel de la prensa y los periodistas en la modernización es capital. En 1876 un periodista escribe: «En
estos tiempos de crisis nacional, ¿por qué los individuos de tal Estado deberán permanecer tanto tiempo sumisos aun
gobierno tiránico? Mi respuesta es: prueba el filo del Sable del Pueblo en el cuello de estos ministros prevaricadores y
163
de esos funcionarios canallas o La crítica política y la exigencia pública de responsabilidad a los gobernantes hubieran
sido impensables en otro momento.
6. LA INDUSTRIALIZACIÓN
El proceso de industrialización de Japón ofrece una serie de rasgos tan sorprendentes que desde el primer
momento suscitó la atención dé los occidentales, en particular en cuanto a su despegue, a su take off, según la
terminología de Rostow. Se han señalado algunas semejanzas con Rusia: fecha tardía en el inicio del proceso,
dirección estatal bajo una monarquía absoluta, medidas de transformación social paralelas alas de modernización del
aparato económico. Pero quizá son más profundas las diferencias: el desmontaje del feudalismo es más auténtico en
Japón, donde la pérdida de poder de los daimios no es comparable con la retención de resortes por la nobleza rusa; la
democratización política, con Parlamento, constitución y partidos, ofrece notas que en Rusia son carencias; el capital
extranjero constituye en el imperio moscovita la base de la financiación mientras el archipiélago nipón se desarrolla
esencialmente con sus propios recursos. Incluso en rasgos aparentemente comunes, por ejemplo, calificación de la
agricultura como proveedora de los primeros excedentes, la semejanza resulta forzada; puesto que en efecto, como
hemos visto, los campesinos rusos mantienen con su austeridad las exportaciones necesarias para importar
maquinaria, pero no puede compararse la modernización del campo con la del japonés; en el archipiélago la superficie
de los arrozales pasa en las dos últimas décadas del siglo de dos a tres millones de hectáreas mientras se duplica la
producción (de 26 a 50 millones de koku»).
Igual que el ruso ya diferencia del inglés, el modelo japonés se caracteriza por el protagonismo del Estado, que
promueve el desarrollo enviando expertos a Europa para estudiar los métodos extranjeros e invita a técnicos
europeos, importa máquinas que son distribuidas por las provincias para que los japoneses conozcan su
funcionamiento, crea escuelas profesionales y profesores volantes, redistribuye la renta nacional para apoyar a las
empresas más audaces. Se puede hablar de capitalismo de Estado, aunque en una segunda fase el sector público se
margine en favor del sector privado, transfiriendo alas grandes firmas la propiedad de las empresas que hasta ese
momento había controlado; también en este aspecto de intervención estatal en beneficio de los particulares resulta
peculiar el modelo japonés. No existe ningún sector en el que el gobierno meiji no funde empresas: textiles, seda,
papel, vidrio, maquinaria, astilleros, ferrocarriles y telégrafos, minas; en esta etapa el Japón carece del cuadro de
empresarios capaces de iniciativas tan diversas, pero a partir de 1882, a medida que se encuentran técnicos y hombres
de empresa, se procede a la transferencia de la propiedad y la gestión. En cinco direcciones dirige el gobierno su
esfuerzo:
Industrias estratégicas, especialmente armas. Sus centros se establecen en Tokyo y Osaka. Por razones de
seguridad se prescindió en este sector de técnicos extranjeros.
Transportes. Se otorga prioridad a los marítimos porque los ferrocarriles, por la estructura de islas y
montañas, son excesivamente caros y además por razones obvias insuficientes para articular un mercado nacional. El
telégrafo se expansiona antes que el ferrocarril por su interés político y menor coste. No obstante, la historia de los
ferrocarriles japoneses es la más representativa de las fases del desarrollo: el ferrocarril Edo (Tokyo)-Yokohama fue
encargado por el Bakufu a una empresa norteamericana; el gobierno imperial se desligó del compromiso y recurrió
sucesivamente a empresas británicas. En 1872 se inaugura el trayecto Tokyo- Tokahama, de 28 kilómetros.. A partir
de ese año la explotación de las líneas queda en manos exclusivas del Estado, pero en 1884 ya 130 kilómetros eran
explotados por compañías privadas frente a 300 kilómetros estatales, tendencia que continuó hasta que a principios
de siglo la administración privada doblaba en número de kilómetros a la pública; las sucesivas contiendas bélicas
aconsejaron al Estado la recuperación del control de un medio de tanta trascendencia logística. En conjunto, podrían
distinguirse tres fases: autoritarismo institucional, liberalización en beneficio de la propiedad privada, regreso al
control estatal.
Industria pesada. Minas. Construcción. La industria pesada obtuvo atención preferente por su importancia
militar; en 1901 se crea la fundición nacional de hierro de Yawata.
Textil. Primero se intentó impulsar los tejidos de lana, pero no tenían justificación económica, y el algodón
los desplazó lentamente, En todo momento se mantuvo la importancia del trabajo artesanal de la seda.
Puesta en explotación de Hokkaido (Yeso) dirigida, para preservarla de los rusos. El, despegue industrial, se
apoya en un crecimiento demográfico notable; el Japón tiene 37 millones de habitantes en 1880 y 50 millones en
vísperas de la primera Guerra Mundial.. No obstante. Leroy-Beaulieu ha subrayado que a veces faltó mano de obra
porque los campesinos no se trasladaban de buena gana a los centros industriales, a un nuevo tipo de trabajo.
Los salarios fueron bajos, lo que permitió la acumulación de capital. El Estado apoyó sin reservas todas las
iniciativas de programa industrial. Los empresarios demostraron una fuerte tendencia a la innovación. Son tres
factores que hay que considerar a la hora de elucidar los componentes de la rápida industrialización del Japón.
Pronto se produjo el paso a la fase de capitalismo financiero, de grandes empresas y firmas gigantescas, que en
Europa tardó un siglo en cristalizar, desde los inicios de la revolución industrial en Inglaterra. Japón supo fusionar en
una sola las dos fases de la revolución industrial europea; sin duda la experiencia occidental le ayudó a quemar etapas.
Aparecen a finales de siglo los nombres de los oligopolios, Mitsui, Mitsubishi, Sumitomo, Yasuda. Pero se trata de
164
oligopolios semicompetitivos, que nunca llegan a controlar totalmente el mercado o la producción en un sector. No
pueden compararse a los reyes del acero o del petróleo en los Estados Unidos, les separa además la ayuda que el
Estado prestó a los industriales japoneses, apoyo que no aparece en la carrera de los gigantes norteamericanos.
Nota esencial de la industrialización nipona es su mimetismo tecnológico. El proceso de imitación de
Occidente se desarrolló en gran escala. Los sabios fueron seleccionados por su erudición y su especialidad y enviados
al país más oportuno. Los japoneses se esforzaron en asimilar lo mejor de cada país industrializado. Viajaron a
Inglaterra a estudiar la navegación, a Francia para aprender los métodos de la administración, a Alemania para
inspirarse en su arte militar y su medicina. a los Estados Unidos para repetir sus métodos comerciales. Con expresión
gráfica ha escrito Reischauer que el mundo era para ellos una vasta escuela. Por otra parte el gobierno contrató los
servicios de innumerables profesores y técnicos occidentales. a los que ofreció altas remuneraciones. No se dudó en
destinar al máximo los recursos, limitados, a esta labor de adoctrinamiento; en este sentido el Japón ha sido un caso
único. Al abrirse el país a la influencia exterior, centenares de misioneros, principalmente de origen americano,
enseñaron gratuitamente la lengua inglesa, lo que supuso una ventaja notable para la recepción de la ciencia y técnica
industriales. Pronto, con su extraordinaria capacidad de captación, fueron científicos japoneses los que pudieron
aportar innovaciones y descubrimientos, en la medicina, en el campo fisicomatemático clásico, en la biología, en la
física nuclear, y en las técnicas de aplicación a las fuerzas armadas, con trabajos sobre explosivos, armamento ligero o
calderas para barcos. Tras una etapa de «usurpación, de técnicas y saberes, los japoneses se convierten en
protagonistas de su propia historia.
DOCUMENTOS
UN INTELECTUAL JAPONÉS, FUKUZAWA YUKICHI, EN LA INGLATERRA VICTORIANA
Puede realizarse un esquema con las innovaciones que la imitación de un modelo liberal europeo supone para
las tradiciones niponas.
“Cuando preguntaba lo que era una ley electoral y qué clase de institución era un Parlamento, me respondían
solamente con una sonrisa. Significando, sin duda, que se suponía que ningún ser dotado de inteligencia respondería
a tal pregunta. Para mí eran, sin embargo, las cosas más difíciles de comprender. Con esta ocasión aprendí que
existían diferentes partidos políticos -uno liberal y otro conservador- y que estaban continuamente combatiéndose,
según se decía. Durante algún tiempo no pude llegar a entender las razones por las cuales se combatían, ni qué
significaba la expresión «combatirse». Me decían que éste y aquél eran enemigos en la Cámara, pero podía observar a
esos presuntos enemigos que comían y bebían en la misma mesa, y no lograba entenderlo. Me costó mucho tiempo y
mucha reflexión antes de poder tener una vista de conjunto de esos hechos misteriosos separados unos de otros.”
En MUIEL: El fin del shogunato p. 44.
2. EXPANSIÓN TERRITORIAL
La extensión de la soberanía americana hacia el Oeste no obedeció a un plan preconcebido. La expansión
territorial -que puede seguirse en el mapa- se efectuó por diversos procedimientos:
-La compra -como la Luisiana (1803)-, o la conquista disfrazada posteriormente con una compra obligada,
sistema utilizado en la anexión de la Florida, ocupada en una campaña y disimulada esta ocupación con la entrega de
cinco millones de dólares a España (1819). La adquisición de Alaska a los rusos por 7 millones fue el último
capítulo (1867).
-La guerra. El ejemplo más claro es el de Texas. Territorio ambicionado por los plantadores sudistas, a la
búsqueda de nuevas tierras algodoneras, se produjo una lenta colonización por población anglosajona. Cuando en
1835 solicitó su incorporación a la Unión, el presidente Jackson no la admitió; el Norte recelaba admitir un estado
esclavista enorme. Diez años después, un presidente sudista, Polk, piensa no sólo en Texas sino también en
California, para alcanzar el Pacífico. Esta proyección sobre los territorios del Sur provoca la guerra con México. Por
el tratado de Guadalupe-Hidalgo, México se ve obligado a ceder Texas, la parte continental de California y Nuevo
México.
El poblamiento. Zonas semivacías, muchas de ellas, ocupadas por población india,, a la que se expulsa, se
convierten con la llegada de los colonos en nuevos Estados de la Unión. Así se integra Oregón (1859). El paradigma
de este procedimiento es la colonización de Utah por los mormones.
La marcha de colonos hacia el Oeste estuvo fomentada por descubrimientos de riquezas, sobre todo por el
oro de California a mediados de siglo, que provocó verdaderas oleadas humanas y el nacimiento de poblados mineros
en pocas horas, En otros casos una geografía grandiosa, de bosques, como ocurre en el Noroeste, fue atractivo
suficiente. Pero la penetración no hubiera podido ser tan rápida sin ferrocarril, compañero habitual de los pioneros,
Tres grandes líneas transcontinentales atravesaron el territorio de los Estados Unidos. Al norte, la Northern Pacific»
unió Chicago con el puerto pacífico de Astoria; en el centro, la Kansas Pacific» unió Chicago con Sacramento y San
Francisco; en el sector meridional la .Southern Pacific» tenía un ramal a Los Ángeles.
167
En el centro del continente Omaha y Kansas City se convirtieron en dos grandes enlaces de las líneas que
partían de Chicago. La influencia del ferrocarril en la explotación del Oeste fue decisiva, como se deduce si tenemos
en cuenta que el centro del continente permanecía, en extensas comarcas, vacío.
La apropiación de tierras se convierte en un rasgo peculiar del mundo americano. El titulo de propiedad se
obtiene por un precio muy bajo o incluso sin pago alguno; así se forma en los estados del Oeste una sociedad de
granjeros, que rotura tierras y estabula grandes rebaños; incluso los estados se delimitan por líneas rectas, sobre
paralelos y meridianos, a la manera de enormes parcelas.
Estos avances no contribuyen a formar un país homogéneo; las divergencias entre el Norte y el Sur no dejan
de acusarse. En el Norte. Nueva Inglaterra se convierte en una poderosa región industrial; en el Sur, la economía se
centra cada vez más en el cultivo y exportación de algodón, y Nueva Orleans en el puerto que da la réplica a Nueva:
York. Los estados del Sur, con esclavos, procuran mantener la mitad de los miembros en el Senado, para lo que se
preocupan de que ingresen en la Unión tantos estados esclavistas como no esclavistas;
La marcha hacia el Oeste es un acontecimiento básico en la génesis de la nacionalidad estadounidense. Un
historiador, Turner, ha afirmado que es un rasgo clave. La existencia de tierra libre al Oeste explicarla, según Turner,
el individualismo, ya que el hombre en las nuevas tierras habría de hacer frente en solitario a situaciones muy diversas;
contribuiría a la democracia, cuyas ideas provienen del Oeste; forjarla un carácter americano; sería una válvula de
seguridad para el excedente de población, con lo que se evitaron tensiones similares a las de la industrialización
europea. La tesis de Turner ha sido discutida y refutada en algunos de sus pilares. Pero es indudable que el ideal de
frontera está presente en la historia americana. Cuando lleguen al Pacífico los americanos buscarán nuevas fronteras
en el ejercicio de ideales imperialistas; en época reciente el presidente Kennedy lanzó su programa de la nueva
frontera» para definir el papel de los Estados Unidos en el mundo.
3. LA DEMOCRACIA JACKSONIANA
Hasta la presidencia de Jackson en 1829 el entramado político norteamericano se apoya sobre frágiles bases:
la Constitución de 1787, a la que sucesivamente hubo que añadir enmiendas; el prestigio de los padres de la
independencia (Washington, Jefferson), que ocupan las primeras presidencias; dos partidos -conservador y
republicano- que son en realidad grupos de notables y que toman las decisiones en comités controlados por los
industriales del Norte o los plantadores del Sur. Desde el primer momento se enfrentan dos concepciones de la nueva
nación: la que: otorga la primacía de las decisiones a cada estado y la que antepone a los particularismos estatales los
intereses nacionales interpretados por un régimen presidencialista y centralista. En Europa se conoce el modelo
norteamericano a través de la obra de Tocqueville, Democracia en América (1831), cuya versión de Estados Unidos
como modelo democrático silencia sus limitaciones y está influida por el proceso de modernización de la vida
política que la gestión de Jackson supuso.
Con el general Jackson llega a la presidencia un hombre del Oeste; los intereses de los pioneros, de los
hombres de la frontera, irrumpen en los programas gubernamentales, hasta entonces orientados por los industriales y
plantadores. Un movimiento de reforma popular da lugar al nacimiento del partido demócrata, bajo la inspiración
del senador Van Buren. Paso decisivo, tras incluirlo en sus Constituciones los nuevos estados, es con el
establecimiento del sufragio universal masculino la extinción del voto censitario reservado a los propietarios. Para
destruir el monopolio del Banco Nacional, que defiende los intereses del Este, Jackson lo suprime y apoya a los
bancos locales. En el orden cultural el impulso a escuelas y periódicos contribuye a incrementar la participación de
los ciudadanos.
Tras romper la prepotencia de los estados industriales, Jackson se enfrenta a los privilegios económicos de los
estados del Sur. Los algodoneros eran partidarios del librecambismo, de vender su algodón, solicitado por las
potencias de la revolución industrial, sin trabas arancelarias; Jackson defiende una tarifa alta. La llamada «tarifa de las
abominaciones, se había establecido antes de la llegada de Jackson a la presidencia, pero es ahora cuando se produce
la declaración de nulidad por una convención de sudistas y un intento de secesión por parte de Carolina del Sur. Una
nueva tarifa, en 1832, estuvo apunto de provocar una guerra de secesión. Jackson combinó la energía y la prudencia;
amenazó con enviar a Carolina del Sur el ejército federal pero al mismo tiempo dispuso una reducción de los
derechos.
¿Fue Jackson realmente un demócrata, el fundador de la democracia en Estados Unidos? Así lo considera
Claude O. Bowers, para quien es un paladín de la democracia, en la línea de Jefferson. Arthur M. Schlesinger, afirma,
que su soporte fueron las clases media y trabajadora de las ciudades, con las que intentó frenar la omnipotencia de los
hombres de negocios. Otros historiadores, como Bray Hammond, creen que Jacksoh no fue un auténtico demócrata
sino un afirmador del poder de la nueva clase capitalista; pero es difícil hilvanar esta consideración de plutócrata con
su inmensa popularidad. Marvin Meyers estima que su presidencia se basó en la persuasión. Del conjunto de estudios
se deduce que Jackson representó un -ideal, el regreso utópico alas viejas virtudes, más que un programa coherente de
transformación. En cualquier caso su periodo es clave en la constitución del modelo político norteamericano.
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4. INICIOS DE LA INDUSTRIALIZACIÓN
Niveau ha señalado tres frenos principales a la industrialización de los Estados Unidos inmediatamente
después de la independencia: el dominio económico de la antigua metrópoli, la escasez de mano de obra y la ausencia
de vías de comunicación, Inglaterra, antes de la independencia. se había esforzado por limitar el desarrollo industrial
de sus colonias de Nueva Inglaterra, su política tendía a hacer de estos territorios una fuente de aprovisionamiento de
materias primas. Con la independencia desapareció este freno, pero durante varias décadas la joven nación no estuvo
en condiciones de competir con los artículos de su antigua metrópoli. Los obstáculos se fueron venciendo; el
incremento de la población fue muy rápido, con lo que la mano de obra, si no sobreabundó como en Europa, por lo
que la revolución industrial se efectuó con menores problemas sociales, sí fue suficiente para permitir el crecimiento.
Las vias de comunicación se construyeron con cierta rapidez. A estos tres frenos hay que añadir otros dos: la
importancia de una tradición artesanal orientada al consumo local y los altos costes de fabricación por el nivel de los
salarios y de las tasas de beneficio. Para desplazar al artesanado y abaratar los costes se imponía un drástico
incremento de la productividad, objetivo en el que confluyeron las innovaciones técnicas y los sistemas de
organización del trabajo.
Lo mismo que otros países, los Estados Unidos se beneficiaron de las técnicas inglesas. Un inmigrante,
Samuel Slater, fabricó en 1789, a partir del modelo de Arkwright, la primera máquina de hilar algodón; Oliver Evans
inventó una máquina de vapor de alta presión; Fulton contribuyó a la construcción de los primeros barcos de vapor.
Pero en el crecimiento industrial más que los inventos aislados, muchos de ellos inspirados en técnicas europeas,
influyó la aplicación temprana de la división del trabajo, iniciada ya por Oliver Evans en 1782. En 1800 en
Conecticut se construyeron armas con piezas standard, intercambiables. Las reparaciones resultaban así muy sencillas,
pero también la producción, porque cada sector fabricaba únicamente una pieza y la última sección procedía al
montaje. El proceso de producción en cadena permitió una extraordinaria expansión de la industria americana. Esta
técnica de especialización del trabajo se aplicó primero en industrias de armamento, sobre las que actuaba una
constante demanda del gobierno; luego se extendió el sistema a otros sectores.
La expansión fabril, tras una crisis de cuatro años, puede fecharse hacia 1820. Un arancel proteccionista,
establecido en 1816, permitió en aquel año la expansión de empresas textiles y de calzados de Massachusetts. Los
estudios monográficos de empresas y las estadísticas industriales de algunos estados (Connecticut. Nueva Jersey,
Nueva York, Pensilvania, Rhode Island) permiten comprobar en esta década una expansión espectacular. En 1860
los Estados Unidos se han colocado en el segundo lugar del mundo por sus índices de fabricación. El ciclo de
desarrollo se distingue por su ritmo acelerado. El papel de motor lo juegan sucesivamente las industrias textil y
siderúrgica.
En los tejidos el millón de husos de algodón de 1830 se ha multiplicado por cinco en 1860. y las factorías se
han concentrado, en vísperas de la guerra civil, en Nueva Inglaterra. El telar mecánico de Lowelly la máquina de coser
inventada por Elias Howe en 1846 contribuyeron al aumento de la productividad. En esta etapa todavía
predominaba la producción de paño basto y los tejidos de calidad fina se importaban de Inglaterra; no obstante, la
acumulación de capitales y el impulso suscitado por la demanda de maquinaria textil constituyen dos procesos claves
del papel que el algodón jugó en la industrialización norteamericana. Ante el ritmo expansivo de la demanda la lana
experimento un proceso de aumento paralelo al del tejido algodonero, incluso con su localización en Nueva
Inglaterra, lo que distingue el modelo estadounidense del inglés, en el que se produce el desplazamiento progresivo de
la lana. La industria del hierro, localizada en principio en el estado minero de Pensilvania, y luego en Massachusetts y
Nueva York, fue estimulada por la construcción de los ferrocarriles. La primera línea se puso en servicio en 1830,
muy pocos meses después de la primera línea inglesa. La financiación se afrontó primero con inversiones extranjeras,
luego fue aumentando la participación del ahorro privado norteamericano. Entre 1850-1860 la línea se triplica, hasta
alcanzar los 50.000 kilómetros. En esta etapa la construcción ferroviaria absorbe parte importante de la producción
de hierro.
La guerra de Secesión provocó una recesión en los años 60. Pero la reconstrucción tras la paz supuso otro
campo de inversión.
5. EL PROBLEMA DE LA ESCLAVITUD
Causa fundamental de la guerra de Secesión, elemento de discordia entre Norte y Sur y amenaza para la
existencia de Norteamérica como nación, el problema negro es para el historiador del siglo XIX elemento
inesquivable en el análisis del desarrollo americano. Sólo en fecha reciente algunos estudios han intentado despojar el
tema de su carga emocional; el sueco Myrdal, con la aplicación de los métodos sociológicos, ha contribuido a los
planteamientos no pasionales. Punto de debate común a la última historiográfica sobre el tema es el de la rentabilidad
del esclavo; aunque no faltan las tesis negativas, de los datos aportados por Kenneth M. Stampp se deduce que la
persistencia del sistema esclavista se debió a que constituía la base de la economía de los Estados algodoneros. Ante la
demanda creciente de la industria europea la producción de algodón se duplica cada diez años; en 1860 supone los
dos tercios del valor de las exportaciones de los Estados Unidos. Para atender a una producción expansiva no deja de
crecer el número de esclavos negros, tres millones en 1850, cerca de cuatro millones en 1860, ni de aumentar su valor
169
en el mercado, por los que se llega apagar en el caso de los mejores trabajadores, 2.000 dólares. Algunos estados.
Georgia. Carolina del Sur. Tennesse. Mississippi, obtienen todos sus ingresos de la venta de algodón y compran los
productos industriales; por añadidura, los más poderosos plantadores de las viejas tierras venden a los más recientes
Estados algodoneros, como Alabama y Texas, esclavos jóvenes que proporcionaban sustanciosas ganancias, ya que su
coste se había reducido a la manutención. Los sudistas creen en una civilización basada en el trabajo agricola por
medio de brazos esclavos ya su defensa teórica consagran los más dogmáticos argumentos de filosofia social, desde las
necesidades de la economía a la afirmación de que el clima del Sur sólo permite el trabajo negro o la de que los
negros sólo trabajan bajo la compulsión de la carencia de libertad. Con razón escribe Stampp que no era simplemente
una institución económica, la esclavitud «formaba parte de un modelo social pervertido».
Si la faceta económica se nos aparece con paladina claridad, la vertiente política resulta más sutil y compleja.
Ya en 1787 se había planteado la cuestión de la abolición, pero los constituyentes no tomaron ninguna decisión y
sobre el supuesto de que la esclavitud constituía una forma de propiedad establecieron en la Constitución que cada
Estado decidiría las formas de armonizar los intereses de los propietarios y los derechos humanos que el texto
constitucional tan solemnemente proclama. Los fundadores confiaban en que la cuestión se decidiría por una toma
progresiva de conciencia, y en 1807 se decreta la prohibición de la trata, pero la marcha de la economía tuvo más
fuerza que las normas legales. En 1830 se firma un compromiso, por el que la línea Mason-Dixon delimita los
Estados en los que .la esclavitud está abolida, al Norte, de los que la mantienen, al Sur. Mas, ¿qué ocurriría con los
nuevos Estados incorporados ala Unión por la marcha hacia el Oeste? Una verdadera carrera de esclavistas y
abolicionistas se produjo en algunos Estados, para in- tentar incrementar el bando propio. La esclavitud se convertía
en el motivo fundamental de disensión en la formación territorial de los Estados Unidos. Cuando en 1854, a
propósito de la introducción de la esclavitud en Kansas se decidió en el Congreso que estas cuestiones las decidiesen
los habitantes de los nuevos Estados, colonos del Norte y del Sur se precipitaron sobre Kansas con el propósito unos
de establecer la esclavitud, otros de abolirla, e incluso se llegó a una guerra civil localizada.
En el Norte, aunque subsistían leyes discriminatorias para los negros, que les privaban de derechos políticos,
la inexistencia de plantaciones algodoneras y el humanitarismo de los textos programáticos de la nación confluyeron
en suscitar un movimiento de repulsa, que se manifestaba principalmente en la resistencia a la entrega de los esclavos
huidos del Sur. El más activo fundador del movimiento abolicionista fue Garrison director del periódico de Boston
El Liberador y promotor de la «Arnerican Anti-Slavery Soeiety». Un negro libre, Frederick Douglas, se erigió en otro
fustigador de las miserias de la esclavitud. Como la Constitución dejaba entrever y una ley de 1850 precisaba la
obligación de entregar al propietario los esclavos huidos, éstos sólo se encontraban seguros cuando podían pasar a
Canadá. Los abolicionistas crearon líneas de refugios que llevaban a los esclavos al país vecino; uno de estos refugios
fue la casa de la escritora Harriet Beecher Stowe, cuya novela La cabaña del Tío Tom acabó de galvanizar las
conciencias, a pesar de que formula un planteamiento sentimental del problema; se conserva gran parte de la
correspondencia que la novela suscitó y por ella sabemos de la irritación en el Norte por la persecución de los
fugitivos y en el Sur por lo que consideran ataques a sus intereses.
171
Desde el invierno de 1864 el Sur vive una auténtica agonía. Lee llega a armar a negros, a los que promete la
libertad, con lo que los confederados adoptan la decisión contradictoria de luchar por evitar aquello que precisamente
conceden. Las marchas de Sherman, desde la costa hacia el interior de los Estados confederados, provocan
destrucciones y pérdidas decisivas. En marzo de 1865 se produce el asalto a Richmond. El gobierno confederado,
presidido por Jefferson Davis, huye. En la aldea de Appotamox, los dos generalísimos, Grant por el Norte, Lee por el
Sur, firman el armisticio, con el que los Estados confederados vuelven a la obediencia de Washington y aceptan la
abolición. Cinco días después, el 14 de abril de 1865, el presidente Lincoln, campeón de la libertad de los negros;
muere asesinado. Es la última víctima de una guerra que ha provocado medio millón de muertos y centenares de miles
de heridos y mutilados.
173
9. LA DEMOCRACIA CONTROLADA
Todavía a finales del siglo XIX la vida política norteamericana mostraba un grado elevado de inmadurez. Si se
entiende por democracia la posibilidad de elegir entre varias opciones gubernamentales y de controlar posteriormente
la honestidad con que se aplican los programas electorales ha de pensarse que en los Estados Unidos persistían
elementos de desviación de los deseos populares por causas diversas: ..
-ausencia de ideologías, lo que reduce los programas de los partidos a manifiestos coyunturalistas a la caza de
votos. Así puede explicarse la composición bifacial del partido demócrata, cuyo electorado del Sur es ferozmente
reaccionario, mientras de sus bases industriales del Norte proceden los sectores más liberales. O contradicciones entre
el mundo rural y urbano, evidentes en el partido populista, fundado en 1890, que canaliza las quejas del campo en su
programa (nacionalización de los ferrocarriles, telégrafo y teléfono, prohibición de las propiedades territoriales para
los extranjeros, elección de senadores por sufragio universal) sin que, en cambio, encuentre atención en los sectores
obreros.
-intervenciones de los barones de la industria y las finanzas, quienes consideran la política como un
instrumento más de expansión de los negocios y llenan los Rabinetes de Cleveland v McKinlev-
-limitaciones en el ejercicio de voto de los negros y de grupos marginados, como los pobres blancos.
-escaso control en bastantes zonas de la limpieza del proceso electoral; así informa Wharton: Las urnas se
llenaban de votos, se falseaban los resultados y se valían de mil argucias para anular los votos de la oposición
No parece exagerado el juicio de los historiadores de que las dos grandes formaciones políticas, republicanos y
demócratas, son, a partir de 1876; máquinas electorales que funcionan como empresas atentas a un mercado de tipo
particular, el de los votos de los ciudadanos. El partido republicano, más unido pero con menor atractivo popular,
controló el Senado y triunfó durante cuarenta años en las elecciones presidenciales (excepto los dos periodos de
Cleveland) entre 1865 y 1913; los demócratas, que aglutinan los sectores sociales descontentos; obreros del
Nordeste, inmigrantes, se hicieron fuertes en la Cámara de Representantes.
Del examen de los debates políticos en las Cámaras se desprende la ausencia de los grandes problemas
nacionales, la reducción de muchas confrontaciones a rivalidades personales y el monopolio de temas que atañen
directa mente al mundo de los negocios, como la gestión de las finanzas públicas y la elevación de las tarifas
aduaneras.
Económicas, como resaltaba el Tribune de Nueva York: «La guerra en que hemos intervenido ha sido
eminentemente una guerra económica provocada por fuerzas comerciales, financieras e industriales», y Hobsor: el
economista inglés, en su estudio sobre el imperialismo (1902) acusa; los Rockefeller, Morgan y asociados, en contra
de los historiadores americanos que aseguran que en ese momento no necesitaban las empresa estadounidenses el
mercado cubano.
Psicológicas; una atmósfera de histeria bélica fue suscitada por las informaciones deformadas del World de
Pulitzer v el Joumal de Hearts. Wiljinson, en 1932, acusó a la prensa amarilla de no reparar en medios para
conquistar el mercado de las noticias; y, en efecto, frente a los 200.000 ejemplares diarios de los periódicos no
intervensionistas, los belicistas alcanzaron tiradas de 800.000 ejemplares en las semanas de tensión y el millón al
iniciarse el conflicto. Norden (Así se hacen las guerras) acusa al corresponsal de Hearts en La Habana, Remington,
de la invención de noticias que engendraron en el pueblo norteamericano una profunda aversión antiespañola.
La superioridad militar norteamericana en las batallas de Cavite y Santiago sentenció la suerte de la
conflagración. En el Tratado de París predomina la postura radical del secretario de Estado Hay, partidario de que
todas las posesiones españolas. Cuba. Puerto Rico. Filipinas, pasen a depender, con diversos estatutos, de los Estados
174
Unidos. En ese momento se inicia una etapa de expansión extracontinental. No faltan sectores que se oponen a las
cláusulas de la Paz ya cualquier aventura mundial, encabezados por el ex-presidente Cleveland, el líder sindicalista
Gompers, el potentado Carnegie, el escritor Mark Wain, pero las ventajas económicas de la expansión tenían más
fuerza y la filosofia del destino manifiesto, de las responsabilidades mundiales del pueblo americano, las imbuyó de
un ropaje idealista. En 1899 Hay hace suya la teoria de la «Puerta abierta., que con el argumento de oponerse a.
cualquier discriminación comercial en China abre el continente asiático para los productos americanos.
Se han dado diferentes explicaciones de esta expansión extracontinental. Fohlen asegura que hay que descartar
la económica, de necesidad de mercados: en 1898 el mercado interior. Gigantesco, ofrecía posibilidades de expansión
sin necesidad de aventuras exteriores. Los medios financieros eran reticentes ante empresas bélicas, aunque es más
dudoso que lo fueran todas las empresas industriales.
En la tesis de Turner de considerar a la frontera como médula de la historia estadounidense cabria relacionar
el final de la ocupación del, territorio continental, en 1890, con la aparición de un deseo de proyección más lejana: el
imperialismo seria la nueva frontera. No faltan por entonces escritores que sostienen un cierto darwinismo
internacional, como Josiah Strong, quien considera que el hecho de haber ocupado un continente de mar a mar es
prueba de la superioridad del pueblo americano y que una nueva etapa exige de sus conciudadanos llevar a todo el
globo la doctrina verdadera del protestantismo, de la democracia y de la libre empresa, un contralmirante de Marina,
Alfred Mahan, descubre hacia 1885 la importancia de poseer el control de los océanos; al finalizarse la ocupación
continental, en 1890, considera llegado el momento de sistematizar sus ideas en un libro de enorme repercusión. La
influencia del poder marítimo en la historia; los Estados Unidos, con un inmenso territorio terrestre, necesitan poseer
bases navales estratégicamente situadas a lo largo de las rutas comerciales. Estas ideas fueron apoyadas por políticos
relevantes, como Henry Cabot Lodge, e influyeron en Teodoro Roosevelt, subsecretario de Marina en 1897, luego
presidente de los Estados Unidos y representante de la política dura, del «gran bastón», en los problemas
internacionales. Roosevelt creía que las naciones civilizadas debían controlar a las más atrasadas. Sus intervenciones
en Venezuela y en el Caribe fueron el preludio de la conquista de Panamá y del control del canal por Norteamérica
durante el siglo XX.
DOCUMENTOS
ESTADOS UNIDOS: ORIGEN DE LOS INMIGRANTES
175
LA CUESTIÓN DE LA ESCLAVITUD
Aumento del número de esclavos en el Sur.
NORTE- ESTE CENTRO -NORTE SUR
Esclavos Negros Esclavos Negros Esclavos Negros
1800 36370 83066 135 635 857097 918336
1810 27081 102237 3304 6934 1160977 1268237
1820 18001 110724 11329 18260 1508692 1642672
1830 2780 125214 25879 41543 1980384 2161885
1840 765 142324 58604 89347 2427986 2641977
1850 236 149762 87422 1356007 3116629 3352198
1860 18 156001 114948 1842390 3838765 4097111
Fuente: U.S. Bureau of fue Census, HistoricalStatistics of the United States, Colonial Times to 1957,
WashIngton D. C. pp. 12, 301.
En ARTAUD-KASPI: Histoire des ÉtatsUnis. p. 99.
3. ABOLICIÓN DE LA ESCLAVITUD
Dos documentos, el primero privado, el segundo público, que nos permiten conocer la postura de Lincoln y
alguno de los problemas a que hubo de enfrentarse.
2. OBJETIVOS DE BISMARCK
Hasta 1871 la política exterior del canciller prusiano ha sido ofensiva; es conocida su expresión, por el hierro
y por la sangre», para indicar que no se detendrá en medios. Conseguida la unidad de Alemania pasa a ser defensiva,
mantenedora del orden político y territorial del continente, y sus esfuerzos se orientan a evitar cualquier cambio en
Europa que pudiera afectar a la posición ventajosa del joven Imperio. De aquí que no carezcan de fundamento las
tesis de que Bismarck como canciller imperial es un pacifista, el máximo arquitecto de la paz» en su tiempo. Pero las
complejidades propias de las relaciones internacionales le obligaran a complicadas maniobras diplomáticas que a
veces bordean la guerra. Para la consolidación del mapa político continental el objetivo primero será el aislamiento de
Francia. La nación vencida ha sufrido una amputación territorial importante con la pérdida de Alsacia y Lorena, y en
consecuencia debe impedirse su alianza con otras potencias y vigilar su recuperación militar para obstaculizar
cualquier actitud revanchista. A pesar de algunas oscilaciones la política exterior de Bismarck tendrá en todo
momento como referencia principal el aislamiento de París, sin perjuicio de alternar una política dura (1871- 1875)
y otra conciliadora (1877 -1885), para volver a la tirantez (1886-1889). Frente al Estado Mayor germano, que
deseaba prolongar la ocupación del territorio francés, Bismarck prefería el rápido pago de las indemnizaciones de
guerra y la consiguiente evacuación, porque la ocupación despertaba la simpatía internacional por el vencido. Al
sobrevenir en 1873 la caída de Thiers, Bismarck recela del ascenso de Mac Mahon, por sus tendencias monárquicas y
su catolicismo, entendiendo que la restauración monárquica en Francia facilitaría a París una política de alianzas.
Aislamiento de Francia, por tanto; éste será el objetivo primero y permanente. Nación recién llegada, Alemania, al
concierto de las naciones, y necesitada de prestigio, ha de asumir iniciativas de árbitro. Si en otro tiempo fue Viena,
en 1815, La sede de los Congresos, bajo la batuta de Metternich, y más tarde Paris, en 1830 y 1848, el foco de los
acontecimientos continentales, y en los años siguientes Napoleón III el piloto de la política europea, en estos años
Bismarck convierte a Berlín en el centro de las grandes asambleas (Congreso de Berlín en 1878 sobre la cuestión
balcánica, Conferencia de Berlín de 1884- 1885 sobre el reparto de África).
Para aislar a Francia y hacer de Berlín centro de gravedad de la vida internacional, Bismarck procede a elaborar
complicadas construcciones diplomáticas, que en seguida examinaremos. Pabón afirma que Bismarck trata de evitar la
conjunción de un gran poder marítimo (Gran Bretaña) con un gran poder continental (Rusia), que con la presunta
enemistad francesa forjaría un círculo terrible en torno a Alemania. Es una forma sencilla de dibujar un programa,
quizás esquemática en exceso, o formulada a partir de la evolución de los acontecimientos en el período
posbismarckiano, cuando la nación aislada, Francia, y las dos separadas, Gran Bretaña y Rusia, se unen en la Triple
Entente. Lo asombroso es que, sin tener nada que ofrecer, Bismarck consiguió mantener a Francia aislada; a
Inglaterra, amiga; a las probables antagonistas mutuas, Austria-Hungría y Rusia, aliadas. Pero esta laboriosa
construcción diplomática tuvo su precio: Francia derivó su energía a la consolidación de un imperio colonial,
Inglaterra disfrutó cómodamente de su supremacía oceánica e imperial, Austria-Hungría y Rusia terminaron
rompiendo y enfrentándose. Tras la caída de Bismarck en 1890 su obra se desmoronó. Que fuera incapacidad de sus
sucesores o simplemente el reconocimiento de que las acrobacias diplomáticas no pueden enmascarar las
contradicciones más que por un período corto, es un dilema que ha merecido diversas respuestas.
En 1882 Bismarck ve cumplidos todos sus objetivos. Francia se encuentra aislada: el estatuto territorial de
Europa, garantizado por renuncias recíprocas austriacas, italianas y rusas; el carácter defensivo de los acuerdos
responde al designio bismarckiano de paz europea; los imperios coinciden en su calidad de gendarmes del orden.
5. EL COMPONENTE COLONIAL
El canciller germano concentró su atención en el equilibrio del continente, cuando las restantes grandes
potencias orientaban su actividad hacia la formación de un imperio colonial. ¿Descuidó Bismarck este aspecto
definidor de su época? Aquí nos interesa tocarlo sólo de manera sumaria, en cuanto componente del papel que
Alemania debía desempeñar, según la concepción del canciller. Inicialmente Bismarck se declaró reacio a las empresas
coloniales porque Alemania no disponía de un potencial naval para controlarlas. Por otra parte, mientras otras
potencias consideraban la actividad colonizadora como una espita para aliviar su presión demográfica, Bismarck
contemplaba con re- celo las migraciones y consideraba que una población numerosa en la metrópoli era
indispensable para mantener el papel de grande. Las ventajas económicas tampoco eran tan evidentes como para
sumergirse en una empresa de enorme costo. Y, sobre todo amistad con Inglaterra, requisito inesquivable para la
180
organización diplomática del continente, podía enfriarse si surgían tensiones coloniales extrae o as con Londres. No
obstante, no podía ignorar las peticiones que desde los años 60, comerciantes de Hamburgo y Bremen, formulaban
para realizar empresas en ultramar.
A finales de los años 70 la crisis económica, las tensiones sociales y una presión mayor de algunos sectores,
con la publicación del libro de Fabri ¿Necesita Alemania colonias?, y el nacimiento de algunas asociaciones (la
Sociedad Colonial, por ejemplo), inclinaron al canciller a revisar su postura, aunque señalando de antemano que
debería tratarse de una expansión limitada y que no supusiera compromisos financieros para el Estado.
Cuatro zonas resumen la actividad colonizadora alemana: en el golfo de Guinea se regularizan las factorías de
comerciantes hanseáticos con el protectorado de Togo y Camerún; en el sudoeste africano se proyecta la explotación
de minas de cobre; en África oriental, por iniciativa del publicista Cail Peters, se recorren las regiones situadas frente
a la isla de Zanzíbar; en Oceanía, tras una viva competencia con norteamericanos e ingleses, se proclama la soberanía
sobre el nordeste de Nueva Guinea y el archipiélago de Nueva Bretaña, al que se denominará de «las Bismarck», y
posteriormente sobre las Marshall y las Carolinas, aunque en éstas se aceptó el arbitraje del Papa, que confirmó la
soberanía española.
En 1884-18851a Conferencia de Berlín define los derechos a la colonización y regula los dominios sobre las
cuencas de los grandes ríos, y en especial sobre la del Congo. En ese momento; Bismarck se erige en árbitro de las
grandes cuestiones de la colonización. Pero la intensa actividad colonizadora germana de los años 84 y 85 había
producido el enfriamiento de las relaciones con Londres y la aproximación Londres-París, y el canciller decide
paralizar el proceso, que no se reanudaría hasta los años noventa, tras su desaparición política. Se comprueba, por
tanto, cómo el sistema internacional bismarckiano se circunscribe en una óptica continental, y que la expansión
mundial es desechada en el momento en Que amenaza acabar con la soledad francesa.
181
de la caída de Bismarck, se firma la entente cordial franco-rusa. En ese momento se puede decir que se ha venido
abajo todo el entramado bismarckiano.
La obra de Bismarck ofrece dos vertientes en resumen de René Girault: la geopolítica y la ideológica. En
cuanto a la primera, Alemania se esfuerza en impedir la guerra en dos frentes, la conjunción del enemigo tradicional,
Francia, con el imperio de los zares; su mayor problema es la colisión de intereses balcánicos entre Austria-Hungría y
Rusia. Desde el punto de vista ideológico Berlín es símbolo de la ideología conservadora, monárquica, defensora del
orden; en contraposición, la III República francesa representaría el nuevo orden, el laicismo, los peligros de la
revolución. Lo mismo que Metternich en los primeros decenios del siglo XIX, el canciller prusiano se esforzó en
presentar a Francia como la gran amenaza para Europa, aunque en el fondo sus posturas se inspiraran en intereses
nacionales.
DOCUMENTOS
1. TRATADO ENTRE AUSTRIA-HUNGRÍA. ALEMANIA y RUSIA (BERLÍN. 18 DE JUNIO DE
1881)
Coméntese sus principales cláusulas, destacando las diferencias con el, tratado de los Tres Emperadores de
1873. Inténtese distinguir algunos de los artículos inspirados por los intereses de Austria y alguno inspirado por
Rusia. Aspecto clave: importancia de los Balcanes.
“Las Cortes de Austria-Hungría, Alemania y Rusia, animadas del común deseo de consolidar la paz general
mediante un entendimiento destinado a asegurar la posición defensiva de sus respectivos Estados, han llegado aun
acuerdo sobre algunos problemas que afectan más especialmente a sus intereses recíprocos (...). /
Con este fin han convenido los artículos siguientes:
Artículo 1: En el caso de que una de las altas partes contratantes llegara a encontrarse en guerra con una cuarta
gran potencia, las otras dos mantendrán con respecto a ella una neutralidad benévola dedicando su atención a la
localización del conflicto.
Esta estipulación se aplicará igualmente en caso de guerra entre una de las tres potencias y Turquía, aunque
solamente si se hubiera establecido un acuerdo previo entre las tres Cortes acerca de los resultados de tal guerra.
En el caso especial de que una de ellas obtuviera de una de sus dos aliadas una ayuda más positiva, el valor
obligatorio del presente artículo conservará todo su rigor para la tercera.
Artículo 2: Rusia, de acuerdo con Alemania, declara su firme resolución de respetar los intereses que resultan
de la nueva posición asegurada a Austria-Hungría por el tratado de Berlín.
Las tres Cortes, deseosas de evitar todo desacuerdo entre ellas, se comprometen a tener en cuenta sus intereses
respectivos en la península de los Balcanes. Se comprometen además a que no puedan llevarse a cabo nuevas
modificaciones en el statu qua territorial de la Turquía europea, sino en virtud de un común acuerdo entre ellas.
Con objeto de facilitar el acuerdo previsto por el presente artículo, acuerdo cuyas modalidades es imposible
prever anticipadamente en su integridad, las tres Cortes dejan constancia desde ahora, en el protocolo anejo a este
tratado, de aquellos puntos sobre los que ha sido establecido ya un acuerdo de principio.
Artículo 3: Las tres Cortes reconocen el carácter europeo y mutuamente obligatorio del principio del cierre de
los estrechos del Bósforo y de los Dardanelos, fundado en el derecho de gentes, confirmado por los tratados y
resumido por la declaración del segundo plenipotenciario de Rusia en la sesión del 12 de julio del Congreso de
Berlín (protocolo 19).
Vigilarán en común para que Turquía no haga excepción a esta regla en favor de los intereses de un gobierno
cualquiera, prestando para operaciones militares de una potencia beligerante la parte de su Imperio que forman los
estrechos.
En caso de infracción, o para prevenirla si es que llegara a ser previsible, las tres Cortes advertirán a Turquía
que en tal caso, seria considerada como puesta en estado de guerra frente a la parte perjudicada y privada desde
entonces de los beneficios de seguridad garantizados por el tratado de Berlín a su statu qua territorial.
Artículo 4: El presente tratado estará en vigor durante tres años a contar del día del cambio de las
ratificaciones.
Artículo 5: Las altas partes contratantes se prometen mutuamente el secreto sobre el contenido y sobre la
existencia del presente tratado así como sobre el protocolo anejo al mismo.
Artículo 6: Las convenciones secretas concluidas entre Austria-Hungría y Rusia y entre Alemania y Rusia en
1873 quedan sustituidas por el presente tratado.
Artículo 7: Las ratificaciones del presente tratado y del protocolo anejo al mismo se intercambiarán en Berlín
dentro de quince días, o antes si fuera posible.
En fe de lo cual los respectivos plenipotenciarios han firmado el presente tratado y han puesto en él el sello de
sus armas.
Hecho en Berlín, el décimo octavo día del mes de junio de mil ochocientos ochenta v uno.”
SZÉCHÉNYl -VÜN BISMARCK -SABURÜF
182
2. POLÍTICA COLONIAL DE BISMARCK
Discurso pronunciado en el Reichstag el 26 de junio de 1884. Debe hacerse un comentario sobre la fecha,
cuando Berlín es el centro de la vida internacional pero no se ha celebrado todavía el Congreso donde se definen 108
principios teóricos del reparto colonial. ¿Cuál es en esta fecha la motivación básica bismarckiana en la política
colonial? Indíquese si también en este capítulo se define la política alemana por la confrontación o al menos la
diferenciación con la francesa.
“Alemania no se propone imitar la política francesa, sino sólo apoyar y proteger a sus comerciantes. No seria
político por nuestra parte ocupar territorios en los que no tenemos interés alguno para ofrecer un estimulo ficticio a
la emigración alemana.
No tenemos funcionarios suficientemente experimentados como para establecer un sistema colonial de este
género. Obrar así nos costaría demasíado caro y sería una molesta carga para nuestras fuerzas navales (...). Creo que el
deber del Imperio estriba en extender su protección a las empresas lejanas fundadas por súbditos del Imperio, y no
sólo a sus factorías, sino también a los territorios que puedan adquirir; me opongo absolutamente a la creación de
colonias según un plan que considero negativo y que consiste en adquirir un territorio y colocar en él una guarnición
y funcionarios y luego invitar a las gentes a que vayan a vivir en él. No creo que se puedan crear colonias
artificialmente.
Otra cosa es saber si es un deber para el gobierno imperial conceder su protección cuando la piden los
súbditos embarcados en empresas coloniales en las que buena parte de la población alemana puede encontrar una
salida natural. Se ha hablado de los gastos que el Tesoro debería sufrir para realizar esta idea. Tengo intención de no
gastar absolutamente nada en esto, sino de abandonar las colonias en cuestión a la energía de los negociantes que las
han fundado-
(...) Mi intención, conforme a la de S. M. el Emperador, es dejar la responsabilidad total de la fundación y
desarrollo material de la colonia a la actividad y al espíritu de empresa de nuestros conciudadanos que van a
comerciar allende los mares. Me interesa menos servirme de la forma cómo se anexionan las provincias de ultramar,
que conceden franquicias semejantes a las licencias reales inglesas... Esencialmente, es preciso dejar a los interesados el
cuidado de gobernar y, respecto a los europeos, no dejarles más que la posibilidad de una jurisdicción europea, con la
mayor protección posible, sin vernos obligados a mantener guarniciones en esos lugares. Asimismo, pienso que habría
suficiente con un único representante de la autoridad imperial, que podría denominarse cónsul o ministro residente y
que estaría encargado de recoger las quejas. Las diferencias que pudieran surgir entre los comerciantes se arreglarían
ante nuestros tribunales marítimos o comerciales de Bremen o Hamburgo o ante cualquier otro, nuestra intención no
es crear provincias, sino acoger bajo nuestra protección a las empresas comerciales ya otras empresas para que, en su
pleno desarrollo, lleguen a adquirir la soberanía; una soberanía comercial, en suma, respaldada por el imperio alemán
y bajo su protección. La protegeremos contra los ataques de sus vecinos inmediatos como contra las vejaciones
provenientes de otras naciones europeas.
Esperamos que el árbol crecerá por la actividad de los jardineros que lo planten. Si no es así, querrá decir que
el plan era malo. El perjuicio no afectará al imperio, pues los créditos que reclamamos no tienen importancia.
Incumbirá a los empresarios, que se habrán equivocado (...).
La diferencia es, pues, la siguiente: en el sistema que denomino, francés», el gobierno pretende, cada vez,
juzgar si la empresa es buena y permite confiar en su desarrollo. En nuestro sistema, dejamos la alternativa al
comercio, al particular, y si vemos que la cosa marcha, aumenta y prospera, y solicita la protección del imperio,
entonces les damos el apoyo pedido. No vemos cómo podríamos, por derecho, negamos a ello.”
P. GUILlEN: El imperio alemán, 1871-1898.
“Sus Majestades:
-El Emperador de Austria, Rey de Bohemia, etc. .y Rey Apostólico de Hungría.
-El Emperador de Alemania. Rey de Prusia, y -El Rey de Italia,
animados por el deseo de aumentar las garantías de la paz general, de fortificar el principio monárquico y de
asegurar con ello mismo el mantenimiento intacto del orden socia! y político en sus Estados respectivos, han
acordado la conclusión de un tratado que, en virtud de su naturaleza esencialmente conservadora y defensiva, no
183
persigue otro fin que el de precaverles contra los peligros que pudieran amenazar la seguridad de sus Estados y la
tranquilidad de Europa.
A tal efecto, SS. MM, han nombrado, a saber:
-S. M. el Emperador de Austria. Rey de Bohemia, etc., y Rey Apostólico de Hungría, a! conde Gustav
Kálnoky .general, su ministro de la Casa Imperial v de los Asuntos Exteriores.
-S. M. el Emperador de Alemania, Rey de Prusia, al príncipe Heinrich VII Von Reuss, ayudante general de
campo, su embajador extraordinario y plenipotenciario cerca de S. M. Imperial y Real Apostólica.
-S. M. el Rey de Italia, al conde Carlo-Félix -Niccolo de Robilant, teniente general, su embajador
extraordinario y ministro plenipotenciario cerca de S. M. Imperial y Real Apostólica.
Los cuales, previstos de plenos poderes que han sido hallados en buena y debida forma, han convenido los
siguientes artículos:
Artículo 1: Las altas partes contratantes se prometen recíprocamente paz y amistad, y no entrarán en alianza o
compromiso alguno dirigido contra cualquiera de sus Estados.
Las altas partes contratantes se comprometen a proceder aun intercambio de ideas acerca de las cuestiones
políticas y económicas de carácter general que pudieran sobrevenir, prometiéndose además mutuo apoyo dentro del
límite de sus propios intereses.
Artículo 2: En caso de que Italia, sin mediar provocación directa por su parte, fuese atacada por Francia por
cualquier motivo, las otras dos partes contratantes estarán dispuestas aprestar a la parte atacada socorro y ayuda con
todas sus fuerzas.
La misma obligación incumbirá a Italia en caso de una agresión no directamente provocada de Francia contra
Alemania.
Articulo 3: Si una o dos de las altas partes contratantes, sin provocación
directa por su parte, llegasen a ser atacadas ya encontrarse empeñadas en una guerra con dos o más grandes
Potencias no firmantes del presente tratado el casus foedelis se presentará simultáneamente para todas las altas partes
contratantes.
Artículo 4: En caso de que una gran potencia no firmante del presente tratado amenazase la seguridad de los
Estados de una de las altas partes contratantes y, en razón de ello, la parte amenazada se viese forzada a hacer la
guerra, las otras dos se obligan a observar con respecto a su aliada una neutralidad benévola. Cada una de las altas
partes contratantes se reserva, en tal caso, la facultad de tomar parte en la guerra si lo estimase oportuno, para hacer
causa común con su aliada.
Artículo 5: Si la paz de una de las altas partes contratantes viniese a ser amenazada en las circunstancias
previstas por los artículos anteriores, las altas partes contratantes se pondrán de acuerdo en tiempo útil acerca de las
medidas militares a adoptar con miras a una eventual cooperación.
Para todo caso de participación común en una guerra, las altas partes contratantes se comprometen, desde
ahora mismo, a no concluir ni armisticio, ni paz, ni tratado sino de común acuerdo entre las tres.
Artículo 6: Las altas partes contratantes se prometen recíprocamente el secreto tanto sobre el contenido como
sobre la existencia del presente tratado.
Artículo 7: El presente tratado se mantendrá en vigor durante el espacio de cinco años, a partir del día del
intercambio de ratificaciones.
Artículo 8: Las ratificaciones del presente tratado serán intercambiadas en Viena en el plazo de tres semanas, o
antes si fuese posible.
En fe de lo cual, los plenipotenciarios respectivos han firmado el presente tratado, poniendo en él el sello con
sus armas:
Hecho en Viena el día veinte del mes de mayo del año mil ochocientos ochenta v dos. .
KÁLNOKY
HEINRICH VII VüN REUSS -RÜBILA
Declaración ministerial:
El Gobierno Real italiano declara que las estipulaciones del tratado secreto concluido el 20 de mayo de 1882
entre Italia. Austria-Hungría y Alemania no podrán en ningún caso, según ha sido previamente convenido, ser
consideradas como dirigidas contra Inglaterra.
En fe de lo cual ha sido redactada la presente declaración ministerial, que deberá permanecer igualmente
secreta, al objeto de ser intercambiada por declaraciones idénticas del Gobierno Imperial y Real de Austria-Hungría.
y del Gobierno Imperial de Alemania.
Roma. 22 mayo 1882. El ministro de Asuntos Extranjeros. MANCINI
(Las declaraciones idénticas del Gobierno austrohúngaro, y del Gobierno alemán fueron intercambiadas en 28
de mayo de 1882)
184
4. EL OCASO DE LA POLÍTICA DE BISMARCK
Léase atentamente las líneas que siguen y dígase si la dimisión de Bismarck pudo influir en la historia
posterior y en qué sentido.
Durante veinte años. Bismarck había seguido una política exterior que tenía por objeto mantener a Francia
aislada y preservar la alianza alemana con Austria-Hungría y Rusia al mismo tiempo. A medida que estos años iban
pasando, parecía que se las iba arreglando para superar, unas tras otra, todas las dificultades y crisis que ponían en
peligro estos objetivos y que había conseguido llevar a buen término lo esencial de su política. Esto ha generado
incluso una deformación entre los historiadores, que lo alaban demasiado y lo comparan favorablemente con el curso
que tomó la política exterior alemana después de 1890, cuando Guillermo II aceptó su dimisión como canciller del
Reich.
Pero esta comparación no es más que una simplificación inexacta, porque en realidad Bismarck no fue capaz
de hacer una política que afrontara la situación internacional. Tuvo cada vez más dificultades. así que no tuvo más
remedio que ir multiplicando las soluciones: el Pacto de .Los Tres Emperadores, la Dúplice Alianza, la renovación
del Pacto de los Tres Emperadores, la Triple Alianza y el Tratado de Seguridad. Todas ellas eran soluciones a corto
plazo, que no eliminaban las dificultades de fondo: se limitaban a poner a Alemania a cubierto de las consecuencias
inmediatas de las dificultades a que antes hemos aludido y acarreaban al mismo tiempo nuevas dificultades que
provenían de los resentimientos no solucionados que su política generada en las potencias que se oponían a él. El
resentimiento francés no fue eliminado durante su gobierno y generó continuas dificultades. Rusia estaba muy
descontenta de la diplomacia alemana. Austria creía que Alemania tenía la estricta obligación de apoyarla en los
Balcanes. Finalmente, era inevitable que Gran Bretaña se alarmase ante el auge del colonialismo alemán. El sistema
bismarckiano tenía un equilibrio inestable y hubiese llegado al colapso de todos modos, aunque su artífice hubiese
permanecido en su puesto después de 1890.
Y además, la opinión pública alemana (que compartía el emperador Guillermo II) se mostraba cada vez más
opuesta a la alianza con Rusia, que era la clave de bóveda de toda la política bismarckiana. Muchos alemanes veían en
Rusia el enemigo natural de su patria y pensaban que era la mayor amenaza a su propia seguridad, la única potencia
continental capaz de derrotar al Reich. Algunos sectores tenían motivos especiales para mostrarse hostiles a los rusos:
estos sectores comprendían tanto a los Junker, que temían por sus posesiones en la Prusia Oriental como a los
socialdemócratas y sindicalistas que veían en Rusia el símbolo de la opresión de las clases proletarias.
Guillermo II creía que un entendimiento permanente entre Alemania y Rusia era imposible y constituía una
peligrosa ilusión: Pensaba que Alemania tenía que aliarse completamente con Austria-Hungría y que el
establecimiento de buenas relaciones con Gran Bretaña hasta que esto fuese más factible. Uno de sus primeros actos
fue la negativa a renovar el Tratado de Seguridad. Esta negativa señaló el principio de un período de profundos
cambios en la situación europea. En este periodo, Alemania se encontró de pronto frente a las mismas potencias cuya
alianza había intentado evitar Bismarck.
185
después. No es propio de una síntesis histórica debatir los problemas de caracterización o cronología que presenta un
movimiento cultural tan complejo; no obstante, indicaremos algunas notas peculiares.
-Individualismo. La exaltación de los sentimientos implica la del conocimiento irracional. En contradicción
con el racionalismo, que busca fórmulas universalmente válidas, el hombre romántico hace primar las fórmulas
individuales y se abandona a las emociones violentas, que rompen toda normativa moral o social. De esta forma, con
frecuencia, el romántico es un solitario que reconstruye el mundo a su manera. En la poesía aparece como tema la
intimidad, el sentimiento amoroso. Esta exaltación del yo se vive con cierta angustia porque el artista o el político no
disponen de autoridades de referencia, se atienen a sus propios ideales. .Con la exaltación de la personalidad
individual se manifiesta la repulsa hacia la autoridad, la tradición, la norma.
-Ansia de libertad. En todos los órdenes y en todos los campos la libertad es tema y palabra cotidiana. Larra
escribe: «Libertad en literatura, como en las artes, como en la industria, como en el comercio, como en la conciencia.
He aquí la divisa de la época.» La libertad del artista desemboca en obras de libre inspiración, en las que las viejas
reglas -las unidades en el teatro, la métrica tradicional, el imperio del dibujo en pintura- son consideradas arbitrios
injustificados. En el orden político los códigos legales garantizan la libertad del ciudadano y su derecho a intervenir
en el gobierno-, por procedimientos más o menos indirectos: el liberalismo se apoya, por tanto, en una de las
vertientes del romanticismo. Se canta a los pueblos que luchan por su libertad: así la guerra de los griegos por su
independencia contra los turcos provoca un chorro de lirismo en Europa, en Lamartine, Víctor Hugo, lord Byron,
que acude a Grecia. En las barricadas o en el destierro el hombre romántico parece encontrar los momentos que dan
sentido a su vida.
-El descubrimiento del paisaje, la exaltación patética de la naturaleza, es otro plano, tras el descubrimiento de
la intimidad. Idealista siempre, el romántico contempla la naturaleza desde ángulos subjetivos, sentimentaliza el
paisaje, o lo ve con una intensa perturbación interior. «Sentimientos que despierta en el alma la agradable
contemplación de la naturaleza», titula Beethoven el primer tiempo de su «sinfonía pastoral»: sería este subjetivismo,
esta interiorización, uno de los puntos de partida. Como un trasunto de las psicologías, turbadas, es clara la
preferencia por los paisajes atormentados, ásperos: no son infrecuentes en la escenografía de la dramaturgía de la
época los despeñaderos, los ríos impetuosos, las tormentas, o parajes sepulcrales como ámbito donde se deshilvanan
los conflictos, llene algo de panteísta la concepción del paisaje, parece pretender el artista la fusión con una naturaleza
que rima con su pathos.
-La exaltación del pueblo y de la nacionalidad se encuentra en los eruditos, que consideran que muchos
géneros literarios y obras anónimas son creaciones colectivas, en los poetas, que exaltan géneros populares, como el
romancero español y los cantares de gesta, en los dramaturgos, que buscan en la Edad Media los temas, en los
historiadores, que también vuelven los ojos a los siglos medievales para encontrar las raíces de la personalidad
nacional, en los filósofos, que invocan a la nación, como Fichte en su célebre llamamiento a la nación alemana. De la
gestación de los nacionalismos del siglo XIX no está ausente el Romanticismo. Wolf estudia las raíces populares del
Romancero y de la literatura oral, los dramaturgos españoles, el duque de Rivas, García Gutiérrez, Hartzembush,
cultivan los temas y leyendas del medioevo; Wagner encuentra en los mitos de la épica germánica inspiración para sus
óperas grandiosas; la tragedia del pueblo polaco oprimido está presente en el piano de Chopin.
Individualismo, irracionalismo, libertad, paisajes patéticos, exaltación del pueblo, son perfiles de este
movimiento cultural. Entre todas es posiblemente la libertad la idea medular «Libertad en el arte, libertad en la
sociedad; ahí está el doble objetivo., escribe Víctor Hugo en el prólogo de su Hemanl A esta meta de libertad no se
arribó sin duras batallas. La publicación en 1820 de las Meditaciones poéticas de Lamartine fue criticada; La
matanza de Scio de Delacroix (1823) conmovió a los helenófilos, pero indignó a los partidarios de la pintura
académica. Hasta los estrenos de los dramas Cromwell y Hemani de Víctor Hugo no consiguen triunfar los
partidarios de la nueva sensibilidad.
2. EL ARTE ROMÁNTICO
En dos manifestaciones artísticas se refleja principalmente, aparte de la 1iteratura, el nuevo estilo: en la pintura
y en la música. En España ya había roto con la pintura neoclásica, de dibujo y perfiles nítidos, parca en color y en
movimiento, el arte genial de Goya, cuya técnica de muchas y cuyas composiciones dinámicas trazan el camino de la
pintura europea hasta el siglo XX. En Francia, al finalizar las guerras napoleónicas, comienza a conocerse la pintura
inglesa y llama poderosamente la atención la técnica de iluminación y el sentimiento de los paisajes de Constable.
Pero el arte académico, dirigido por Ingres, deploraba estas innovaciones y los jóvenes pintores revolucionarios, como
Gericault, han de exponer en salones no oficiales. La barca de Medusa, de Gericault (1819), recoge un hecho real, el
naufragio de 150 colonos franceses que se dirigen al Senegal; el movimiento de los cuerpos dramáticamente
retorcidos y el patetismo de la composición entusiasmaron y escandalizaron; se anunciaba un arte nuevo, a cuyas
cimas lo conduciría Eugenio Delacroix.
A los veinte años pinta Delacroix la Barca de Dante (1823), con un mar borrascoso -paisaje ya romántico- y
desnudos indefinidos en medio de manchas de color; en 1830. La libertad guiando al pueblo, cuadro que exalta al
movimiento revolucionario de este año. Su pintura es un mundo poblado de formas humanas en movimiento, que
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retratan en sus gestos crispados, o de arenga, su agitación interior. Color en manchas, luz, composición dinámica,
paisaje turbulento, las obras de Delacroix son aun tiempo símbolo y cumbre de la pintura romántica. Académico a los
35 años, funda un periódico, Journal, en el que recoge sus ideales artísticos y los de su época.
El mismo dinamismo se percibe en La partida de los voluntarios o La Marsellesa, del Arco de la Estrella de
Paris, obra esculpida durante tres años por Francois Rude. El énfasis dramático de los gestos es el habitual de las
creaciones revolucionarias.
De tal manera se identifica la música con el espíritu del romanticismo que la perduración del estilo,
prácticamente hasta el final de la centuria, es mucho más dilatada que en otras manifestaciones artísticas. El punto de
partida está en Beethoven; su música dramática, que; tanto contrasta con la de Haydn o Mozart, es un reflejo de su
alma, una especie de confesión. El arte musical se transforma en sus géneros y en su espíritu, pero es una figura
demasiado grande la de) músico de Bonn para poder ser encuadrada, es más bien el puente entre dos épocas, la unión
entre el clasicismo y el romanticismo.
El piano es el instrumento predilecto de los músicos románticos, con lo que se desplaza al violín, protagonista
instrumental del siglo XVIII; al piano está dedicada: la, casi entera obra de Chopin y lo más hondo de Schumann. En
los nocturnos y preludios chopinianos encontramos esa atmósfera de misterio, característica del estilo, en sus
«polonesas» el dolor colectivo de su pueblo. En los «líderes» de Schuman parecen resucitar las confesiones íntimas
de Beethoven. La enfermedad y la muerte joven del músico polaco y la locura de Schumann constituyen otras notas
biográficas habituales en esta época turbada.
La gran orquesta sinfónica, con una mayor importancia de los instrumentos de viento, en perjuicio del
protagonismo de la cuerda, señala el capítulo grandioso de la música romántica, frente al intimista del piano. El
mismo Schumann, el francés Berlíoz, Mendelssohn, representan este culto a la riqueza sonora de la gran orquesta.
Este camino será recorrido y llevado a sus cimas más altas en los músicos de otra generación posterior, Brahms y
Wagner. En muchos casos los compositores alternan el culto al piano ya la gran orquesta, por ejemplo Listz, uno de
los mejores pianistas del siglo y autor por otra parte de grandes composiciones orquestales, como los «preludios».
Si el romanticismo es la expresión del alma del artista ningún arte como la música sirve para expresar todas las
fluctuaciones; en algunos momentos se considera romanticismo y música como la misma cosa. En sus escritos
Schumann postula esta identificación y esta, calificación de la música como arte del sentimiento.
3. EL IDEALISMO FILOSÓFICO
La filosofía de Fichte, que intenta deducir el mundo del Yo, se movía dentro de los presupuestos del
Romanticismo; de sus postulados parte Schelling cuando publica el ensayo Del yo como principio de la filosofía.
Fichte con su llamamiento a la nación alemana, Schelling con su preocupación por la naturaleza, colocan al
pensamiento filosófico en el ambiente romántico alemán de finales del siglo XVIII y principios del XIX. El gran
sistematizador del idealismo postkantiano, y una de las mentes filosóficas más precIaras de la historia, es Hegel.
Para Hegel la filosofía no es sentimiento o intuición mística, sino pensamiento lógico, ciencia de lo Absoluto,
Hegel es el filósofo de la razón. Para él la lógica, ciencia del pensamiento, es también ciencia de la realidad, porque el
pensamiento es el único principio que gobierna la realidad. En la Historia se refleja lo Absoluto, y la forma que
adopta no es ni la acción moral, ni el sentimiento, ni el arte, sino el concepto.
La lógica hegeliana ha tenido una influencia determinante en el siglo XIX, en concreto en la obra de Marx.
Hegel asegura que a la lógica tradicional se le escapa la concreción de lo real, ya que los conceptos se forman sobre
rasgos comunes de los individuos, de los que se desprecian los rasgos particulares. Según el principio de identidad
cada concepto permanece igual a sí mismo. Hegel utiliza en cambio el principio de contradicción. Es la lógica de lo
concreto, que afirma que A, (tesis) y .no A. (antitesis) no se excluyen sino que se reúnen como momentos de la
síntesis.
Tras la muerte del filósofo en Berlín (1831) sus discípulos se separan en dos tendencias, una ortodoxa y
conservadora, otra liberal y critica, que no sigue literalmente la obra del maestro, sino que la interpreta de manera
dinámica. Es esta postura la denominada izquierda hegeliana, con los hermanos Bruno y Edgar Bauer y Ludwig
Feuerbach como figuras destacadas.
4. EL POSITIVISMO FILOSÓFICO
La preocupación por las ideas como constructoras de la realidad había presidido la filosofía de la primera
mitad de siglo. En la segunda mitad cambia la vertiente del panorama filosófico. Reivindicar el valor de las ciencias
particulares contra las construcciones metafísicas de los idealistas y el valor de la experiencia contra el apriorismo es
la meta del movimiento denominado Positivismo. Esta corriente no afecta sólo ala filosofía sino a otras
manifestaciones culturales, ya que fundamenta el saber científico. Ya su vez está apoyada la escuela filosófica en los
avances de las ciencias naturales, especialmente la doctrina de 1a evolución de las especies de Darwin y la ley de la
conservación de la energía de Meyer. El método con el que Darwin había explicado el origen del organismo humano,
¿no servirla para explicar la naturaleza espiritual del hombre y todas sus manifestaciones, como el lenguaje, la moral,
la vida social? El positivismo parte de la experiencia, para elevarse, luego a una visión unitaria y universalista de la
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realidad. Las ciencias de la Naturaleza deben tener un espíritu filosófico y la filosofía debe estar impregnada del
espíritu de las ciencias de la naturaleza. El positivismo, más que una doctrina, ha sido un método, que considera la
experiencia como única fuente del saber.
En Francia destaca la figura de Augusto Comte, en cuyas obras más Importantes, Curso de filosofía positiva y
Sistema de política positiva desarrolla la doctrina de los tres estadios. La humanidad, según Comte, pasa por tres
estadios: el teológico, en el que los hombres, bajo el dominio de la fantasía, buscan la explicación de los fenómenos
de la Naturaleza en el arbitrio de seres sobrenaturales; el metafísico, en el que prevalece la razón y se explican los
hechos naturales por fuerzas misteriosas, y el positivo, en el cual el conocimiento se basa exclusivamente en la
experiencia, que trata de constatar relaciones de semejanza y sucesión entre los fenómenos. Para el pensador francés
cada ciencia, la matemática, la biología, la sociología, la química, pasa de manera similar por los tres estadios. A la
sociología dedica especial atención, por considerarla la ciencia universal de la sociedad humana.
En Inglaterra Spencer escribe su obra en la atmósfera de indagación suscitada por el evolucionismo. Pero para
él el principio evolutivo vale sólo para sistematizar los fenómenos de la experiencia, más allá existe lo Incognoscible,
donde la ciencia se encuentra con la religión.
En Italia, aliado del positivismo filosófico, se expande un positivismo científico, defendido por biólogos,
psicólogos, médicos. De menor rigor intelectual, de ideas más confusas, contribuye no obstante, como el positivismo,
en general, en todos los países, a estimular la investigación como palanca del progreso científico.
5. EL REALISMO
Alrededor de 1850 la postura idealista de los románticos ha sido sustituida por una observación detenida de
la sociedad. Hauser señala ese cambio de postura ya en 1830, y efectivamente en los años 30 algunos escritores
prefieren la descripción de los ambientes sociales antes que la defensa de ideales abstractos, como la libertad; pero la
generalización de esa postura realista, paralela a la exaltación de la experiencia por los científicos y filósofos
positivistas, no se produce hasta los años 50. De manera similar los literatos intentan, a base de una observación
meticulosa, proporcionarnos una visión exacta de la vida. En general propenden a dibujar ambientes humildes,
proletarios y campesinos, presentándonos su rostro doliente, «el lado feo de la vida», aunque no falte la exaltación de
los ideales burgueses de comodidad y riqueza. De un Bécquer, que hace de su monólogo interior el argumento de sus
versos, a un Galdós, que interroga a Mesonero Romanos sobre los secretos de la historia madrileña y escruta los
ambientes populares, para retratar las viviendas, las fondas, los mercados, se percibe una clara evolución en la
concepción de la misión del escritor; el yo romántico de Bécquer deja su sitio a los cuadros sociales galdosianos.
Si la poesía había sido el vehículo para expresar el lirismo intenso de los literatos románticos, se señala ahora
una clara preferencia por la novela; género más idóneo para perfilar ambientes y tipos humanos. Las grandes
creaciones literarias del siglo XIX, la novelística de Stendhal, Balzac, Dickens, Tolstoi, Dostoievski, Turguenev, y en
España la de Galdós, Valera, Pereda, «Clarín», responden al deseo de captar cuadros sociales veraces sobre los que el
autor se pronuncia, ante sus problemas o sus paradojas.
Las novelas de Stendhal son crónicas políticas: Rojo y negro refleja la sociedad francesa de la Restauración, La
Cartuja de Pam1a la situación de Europa bajo la Santa Alianza. Ya no es la novela histórica una evasión hacia épocas
remotas, postura romántica, como la había concebido Walter Scott, sino crónica política, cuadro real
contemporáneo. Es la misma concepción, acaso todavía más clara, de los Episodios Nacionales de Galdós. Es el
propósito de Tackerayal escribir La feria de las vanidades 0848), narración sin héroe, porque, según dice en una carta
su autor, la novela debe «producir. en la mayor medida posible, una impresión de realidad, en contraposición a la
tragedia o al poema, que pueden tener un carácter heroico». A la pintura descriptiva Balzac sabe añadir, al retratar la
sociedad francesa de su tiempo, una sátira irónica, recurso que muestra la banalidad de los valores burgueses. Hauser
lo considera como el ejemplo más penetrante de la misión de la literatura realista: «Probablemente no hay otro
ejemplo en toda la historia del arte que muestre más claramente que el servicio que un artista presta al progreso no
depende tanto de sus convicciones y simpatías personales como de la fuerza con que represente los problemas y las
contradicciones de la realidad social.» El título de una de las novelas de Dickens. Tiempos difíciles (1854), es
suficientemente expresivo de su intención de captar a una sociedad agobiada de problemas. En Dickens, uno de los
grandes humoristas de la literatura inglesa, la critica de la sociedad se convierte en la novela misma; en Los papeles
del club Pickwick la ironía inteligente de un escritor que se presentaba con esta obra magistral al público británico no
puede enmascarar la violencia de su sátira.
¿Es el realismo el estilo característico de la sociedad industrial burguesa? Algunos historiadores de la literatura
así lo han sostenido; los temas urbanos, los ambientes de clases medias, los problemas sociales de la industrialización
parecen abonar esta calificación. El realismo plasmaría a la burguesía ya los problemas provocados por la
industrialización, de los que serian más conscientes los escritores, fieles a su papel de intelectuales, que los sectores
plutocráticos de empresarios y comerciantes. Pero la novelística rusa, una de las más elevadas manifestaciones de la
literatura social, no puede ser encajada en este mundo urbano. Es más bien la Rusia rural, el atraso de los campesinos,
sus sueños de redención, el motivo inspirador de los escritores que conquistan para la lengua rusa su máxima
capacidad de expresividad y belleza. Se ha intentado justificar esta excepción por la peculiaridad de Rusia, por su
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atraso social. Es cierta esta originalidad de su historia nacional, pero no debe olvidarse que en los escritores rusos ha
existido siempre una mayor sensibilidad social, fundamento del realismo, que se manifiesta muy pronto en las
primeras novelas de Tolstoi y, con mayor violencia, en la obra de Gógol. Cuando se publica Pobres gentes (1854) de
Dostoievski, un poeta exclama: « ¡Ha surgido un nuevo Gógol!»
En la novela rusa los problemas sociales ocupan un espacio mucho mayor; por su juventud y por la ausencia
en Rusia de experiencias revolucionarias, en medio de los tonos oscuros, con los que se pinta la situación dramática
de los campesinos, o la soledad del individuo, atormentado por la responsabilidad de sus actos, se pueden vislumbrar
tonos triunfales, optimismo en el futuro de Rusia y de la Humanidad. Con Dostoievski y Tolstoi la novela
psicológica alcanza su mayor profundidad. Dostoievski descubre la ambivalencia de los sentimientos, la posible unión
del amor y el odio, de la felicidad y el sufrimiento, que ya habían sido experimentados por Pedro, uno de los
protagonistas de Guerra y Paz, la fabulosa novela de Tolstoi. En la obra maestra de Dostoievski, Los hermanos
Karamazovi el protagonista. Alioschá, escucha de su hermano Mitia una reveladora confesión cuando se niega a huir
de la policía: .¿y qué me importa a mí trabajar en las minas por espacio de veinte años, con el pico, buscando un filón?
...A eso no le temo en absoluto; otra cosa es lo que ahora me espanta: ¡el que pueda abandonarme ese hombre
resucitado! Puedo encontrarme también allí, en las minas, debajo de tierra, a mi lado, con otro presidiario y asesino,
con un corazón humano. y unirme a él, porque allí también se puede vivir: y amar y padecer Dostoievski ha
introducido en la novela rusa un elemento patético, que desde entonces acá la caracteriza: el amor a los humildes y
miserables. En su obra hay un elemento irracional, revalorizado por el progreso de la filosofía y la medicina; es el
novelista de lo subconsciente por antonomasia:: ni sus personajes ni su mundo son lo que realmente nos revelan los
sentidos. En la novelística española sobresalen algunos ejemplos de realismo. Galdós en Fortunata y Jacinta retrata no
dos personajes femeninos, sino dos clases sociales, con sus viviendas, su lenguaje, su mentalidad, al tiempo que
efectúa una exploración por los ambientes y por las raíces históricas del comercio madrileño, en Miau los cesantes,
agobiados por el drama del hambre y la necesidad de mantener un «status» social, trazan un cuadro duro de las
paradojas de la administración. No obstante constituir la obra de Galdós un cuadro, en amplitud, incomparable sobre
la sociedad española de la segunda mitad de siglo, es posible que la cumbre de la novelística española contemporánea
y el más completo cuadro social haya que buscarlo en La Regenta de Leopoldo Alas. “Clarín”
6. LA PINTURA REALISTA
Con la misma ambición que la literatura, el arte pictórico comienza a plasmar la vida cotidiana ya mostrar
preferencia por los ambientes humildes, desprovistos de todo heroísmo; a los luchadores de Delacroix suceden 1as
mujeres sencillas que ahechan la harina. los rústicos labriegos que trabajan el campo, los paisajes reales -no ya
imaginarios, subjetivos-, que encontramos en las obras de Courbet, Millet y Daumier. No difiere mucho la técnica de
la romántica: color en manchas que desplazan la importancia del dibujo, amor a la naturaleza, a las luces,
composiciones dinámicas; es la temática la que claramente señala una cesura en la evolución del arte pictórico.
Courbet aparece sumergido en la vida política de la época; en la Comuna, redacta decretos sobre la misión del
arte. En su teoría sobre la pintura está presente su compromiso de activo revolucionario, postulando la defensa de las
clases humildes frente a la explotación de los poderosos. Por fortuna su arte es más libre que sus principios teóricos, a
pesar de lo cual sus primeras obras. Sobremesa en Ornans. Los picapedreros, en los que se atreve a resaltar su
predilección por una pintura antiburguesa, anticonvencional, escandalizan y provocan polémicas, que arrecian cuando
pinta Un entierro en Ornans. No obstante, en sus cuadros no aparece su violencia revolucionaria, sino simplemente
una ternura por los pobres, por los oficios humildes, por la expresividad de los rostros de seres vencidos por la vida.
Estos valores expresivos no deben hacer olvidar los estrictamente pictóricos, en los que sabe resaltar, con una
pincelada suelta, los tonos cálidos sobre fondos oscuros y los contrastes de luces y sombras. En sus obras con figuras
coloca a éstas en primer plano, para intensificar su comunicación con el espectador; en sus paisajes su pincel intenso
capta la realidad visual, anticipa lo que va a ser obsesión del impresionismo-
De familia campesina. Millet muestra preferencia por los temas rurales: El Ángelus, Las espigadoras. Sus
campesinos son masas que destacan sobre llanuras desoladas, en las que parece enterrarse, sin apenas frutos, el
esfuerzo. Tras una breve estancia en Paris se establece en Barbizón, sede de una escuela de extraordinarios paisajistas.
La luminosidad de sus horizontes no debe desviarnos del calor humano con el que están captados sus labriegos,
fatigados, abatidos a veces, pero contemplados siempre como figuras dignas.
Daumier, quizás el más grande dibujante de su época, como demuestra en sus caricaturas, prescinde del dibujo
en sus cuadros para representar con manchas un mundo alucinante, de figuras deformadas, en el que encontrarán
materia de inspiración, en el siglo XX, los expresionistas. Su obra más famosa, El vagón de tercera, señala, como en
sus compañeros de escuela, la sensibilidad por los humildes, por un mundo silencioso y resignado.
7. EL NATURALISMO
No es fácil distinguir realismo y naturalismo, aunque se haya reservado esta denominación para definir una
forma extrema de realismo que incide en los aspectos más desagradables de la vida y en los sectores más bajos de la
sociedad. Los ambientes sórdidos, de degradación, escrutados con minuciosidad, con una técnica de microscopio,
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distinguirían al naturalismo. Con este criterio se ha considerado a Dostoievski un novelista naturalista mientras se le
adscribe en otros casos, simplemente a la novelística social; habría que distinguir obras, e incluso pasajes, para
deslindar lo que corresponde al realismo y lo que desemboca en el naturalismo. Son imprecisos, por tanto, los limites,
pero es indudable que hacia 1870. por influencia del, determinismo de Talle, que afirma que «la virtud y el vicio son
productos como el vitriolo y el azúcar»'y la difusión de las doctrinas darwinistas, aparece una escuela literaria que
concibe de manera fatalista la vida del hombre, al que se considera un simple producto del ambiente. Zola es la figura
más representativa. En España la nueva escuela está representada principalmente por la Pardo Bazán, por una parte de
la obra de Leopoldo Alas y por Blasco Ibáñez.
En La novela experimental (1880) Zola describe el sistema que debe seguir el escritor, recogiendo materiales y
notas con toda precisión, antes de decidirse a escribir el argumento. En una conferencia sobre Balzac compara la
labor del escritor a la del cirujano o el químico, capaz de efectuar disecciones y de establecer relaciones de causa-
efecto. Lo mismo Zola que los hermanos Goncourt conciben la novela como un experimento; Edmundo Goncourt
declara que intenta acabar con la trama argumental; Zola no repara en utilizar todos los recursos de hipérboles y
efectos literarios para provocar una fuerte respuesta emocional.
En las veinte novelas que forman la serie Rougon- Macquart. Zola describe La historia del Segundo Imperio,
pero no se limita a presentar cuadros sociales y políticos, sino que se esfuerza en establecer la influencia de la herencia
en los actos del hombre, en su apetito de placeres, en sus vicios.
Seguidor de Zola, Guy de Maupassant, que firma con su maestro y otros cuatro escritores un manifiesto
(1880), en el que los naturalistas declaran sus principios, denota amargura, incluso cinismo, cuando traza sus cuadros
breves; «Maestro del encanto efímero, del instante revelador y del accidente cruel., le considera Thorlby. En relación
con los maestros naturalistas, Daudet comenzó a practicar su método de tomar notas de cuanto oía y veía y de trazar
con la documentación cuadros de la guerra o de los barrios pobres.
Una nueva escuela, los simbolistas, pone fin a este experimento del análisis científico como camino de la
inspiración.
8. EL IMPRESIONISMO
Lo veíamos llegar, desde las luces románticas y la mancha de los realistas; el impresionismo parece ser tanto un
movimiento artístico, fundamentalmente pictórico, como evolución natural de la técnica de los grandes maestros
(encontramos una etapa impresionista en Velázquez, y técnicas impresionistas en los maestros barrocos holandeses,
Rembrandt; Frans Hals). Fiel a la reproducción óptica de la realidad, este movimiento culmina un afán de toda la
pintura occidental desde el Renacimiento, afán que se muestra en la ilusión por captar la luz real de Fiero della
Francesca en el siglo XV y de Leonardo da Bici en el XVI. A pesar de que aparece como meta de una evolución,
prefigurada en los paisajistas ingleses Constable y Tumer, fue difícil su triunfo en unas circunstancias en que el gusto
estaba trazado por la dictadura de la Academia y las exposiciones oficiales. En .1863, en el salón de los pintores
rechazados. Manet expone su Dejeuner sur Z'herbe, que se considera el Manifiesto del nuevo estilo. En la primera
exposición (.1874), el periodista Leroy, que burlonamente da nombre al movimiento, llama a esa pintura I (la
afirmación de la ignorancia y la negación de lo bello y lo verdadero». En la exposición de la Rue Le Peletier, dos años
después, el crítico de Le Figaro considera que tras el incendio de la Ópera la exposición constituye la segunda
desgracia para la calle. Sólo la exposición de .1877 señala un cambio en la sensibilidad y una aceptación inicial del
nuevo estilo.
El impresionismo se basa en una técnica estudiadísima, en la que cada pintor aporta alguna innovación: Manet
suprime el claroscuro convencional, Renoir conquista efectos ondulantes de la luz, Monet incorpora su teoría del
color fragmentado. Señalemos algunos principios de esta técnica:
Captación de la luz. Vibrante, destructora de las formas: es un arte fiel a las leyes ópticas. De Monet decía
Cézanne: no es más que un ojo. ¡Pero qué ojo!.. Los objetos sólo se ven por la luz que incide sobre ellos; los colores
son formas o divisiones de luz. El pintor tiene en su paleta unos pigmentos; si el físico es capaz en el laboratorio de
descomponer la luz en colores, el pintor puede recomponer mediante colores la sensación visual de luz.
Teoría de los colores. Las teorías de físicos del XIX como Rood y Chevreul eran conocidas por los pintores;
Los colores son clasificados en primarios (amarillo. rojo y azul) y comp1ementarios (violeta, verde y naranja,
respectivamente). Con la asociación de dos colores primarios se obtiene el complementario, el tercero, así la unión de
amarillo y rojo produce el naranja, pero el pintor no los une, sino que coloca manchas próximas de colores primarios
para obtener el efecto cromático deseado. Por otra parte cada color parece difundir, óptimamente, a su alrededor, su
complementario.
Pincelada de manchas. El dibujo desaparece; las vibraciones de la atmósfera se captan mejor con una técnica
de toques yuxtapuestos, en vírgulas en Monet, en puntos en Seurat, largos y llameantes en Van Gogh.
Apariencias sucesivas. Un mismo tema es pintado repetidas veces sir más cambio que matices de iluminación,
de intensidad solar o de espesor de la neblina. Así pinta Monet cinco veces la Catedral de Ruan.
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Tónico de aire libre. Es necesario limpiar de barro los colores y hallar un correctivo de la composición
demasiado mecánica y de la pose del estudio. Por eso exclama Manet: .Cuando entro en mi taller me parece entrar en
una tumba.
Los primeros impresionistas, Manet, Monet, Vegas, Renoir, Sisley, Pissarro, se afanan en captar los brillos de
la luz, en el agua, en las hojas sucias de un estanque {Ninfeas, de Monet), entre los árboles (Le moulin de la Galette,
de Renoir), en caballos a galope o en las faldas de las bailarinas (Degas). Más tarde los post-impresionistas, como
Toulouse-Lautrec y Van Gogh, recuperan el dibujo, roto en trazos nerviosos. Finalmente los denominados
simbolistas o revisionistas, Cézanne y Gauguin, consideran que el impresionismo se detiene en un nivel estrictamente
sensorial y tratan de encontrar nuevas metas para la pintura, las formas esenciales del universo (Cézanne) o los
colores esenciales (Gauguin).
En España, Sorolla es el representante más destacado de este movimiento. La luz intensa de Valencia,
reflejándose en las velas blancas o en los cuerpos desnudos y mojados de los niños, en la playa, muestra la misma
preocupación por el realismo luminoso.
En la escultura Rodin, con la superficie rugosa y la multiplicación de ángulos (El pensador), trata de llevar a
los volúmenes la vibración lumínica que antes han conquistado los pintores.
No es ajeno el arte musical a esta tentación del paisaje cambiante y dinámico. En Vebussyy Ravel
encontramos las descripciones del mar, de las nubes, de los sonidos naturales, captados mediante sonidos sueltos,
especie de manchas sonoras, que contrastan con la línea melódica del romanticismo.
Algunas páginas literarias, por ejemplo, la descripción de la huerta valenciana en La barraca de Blasco Ibáñez,
plasman la misma preocupación por la variabilidad de la luminosidad.
Movimiento característico del último cuarto de siglo, poético y científico a un tiempo, el impresionismo es
rápidamente desplazado por los nuevos movimientos culturales de los primeros años del siglo xx.
DOCUMENTOS
I. EL ROMANTICISMO, SEGÚN BAUDELAIRE
Comentar rasgos del Romanticismo: individualismo, subjetivismo, etc.
“El romanticismo no se encuentra precisamente en la elección de los te- mas, ni en la verdad exacta, sino en la
manera de sentir.
Lo han buscado fuera y es dentro donde puede encontrarse. Para mí el romanticismo es la expresión más
reciente, más actual de la belleza.
Hay tantas formas de belleza como maneras tradicionales de buscar la felicidad.
Quien pronuncia la palabra romanticismo dice arte moderno -es decir intimidad. Espiritualidad, color,
aspiración hacia lo infinito, expresado por todos los medios de que disponen las artes-. Se deduce de aquí que existe
una contradicción evidente entre el romanticismo y las obras de sus principales sectarios.
¿Es sorprendente que el color juegue un papel importante en el arte moderno? El romanticismo es hijo del
Norte, y el Norte es colorista. Juegos y hechicerías son hijos de la bruma. Inglaterra, patria de coloristas exasperados.
Flandes, la mitad de Francia, están sumergidos en la niebla; Venecia se baña en lagunas. En cuanto a los pintores
españoles son antes maestros de contrastes que coloristas.”
BAUDELAIRE: Salón de 1846.
2. EL SENTIMIENTO EN LA MÚSICA
Sentimiento en el creador y sentimiento en el oyente, que en este caso es otro compositor. Relaciónese esta
página con alguna de las afinaciones de Baudelaire en el documento anterior (Berlioz se refiere a la sonata, Claro de
Luna.).
“Hay una obra de Beethoven conocida bajo el nombre de sonata en .ut. sostenido menor; el adagio, es una de
esas poesías que no es posible pintar con palabras; sus métodos de ejecución son muy sencillos: la mano izquierda
expone suavemente amplios acordes de un carácter solemnemente triste y cuya duración permite a las vibraciones del
piano apagarse gradualmente sobre cada uno de ellos; encima, los dedos inferiores de la mano derecha arpegian un
dibujo de acompañamiento obstinado, cuya forma no varia casi desde el primero hasta el último compás, mientras
que los otros dedos tocan una especie de lamento, eflorescencia melódica, triste armonía. Un día, hace siete u ocho
años, a M. Liszt, Ejecutando este «adagio, en un pequeño círculo del que yo formaba parte, se le ocurrió
desnaturalizarlo, según el uso adoptado entonces para hacerse aplaudir de un público elegante: en lugar de esas largas
gamas de los bajos, y de esas voces moribundas en lo alto, en lugar de esa severa uniformidad en el ritmo y
movimiento de que acabo de hablar, colocó los «tremoli., apresuró y retardó el compás, perturbando de esta manera
con acentos apasionados la calma de esa melancolía, y haciendo rugir el trueno en un cielo sin nubes que ensombreció
solamente la salida del sol. Yo sufrí cruelmente, lo confieso, más aún que cuando oía bordar sobre el gran monólogo
de «Freischütz, a nuestras pobres cantantes; porque a este sufrir se unía la pena de ver a un artista caer en las
extravagancias que no caen de ordinario más que los mediocres. Pero, ¿qué hacer? M. Liszt era entonces como esos
chicos que sin quejarse se levantan solos después de una caída, queriendo hacerla pasar inadvertida y molestándose si
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se les tiende la mano. Por último reaccionó valientemente; y ahora, después, no es la fama lo que él persigue, sino ésta
la que lo sigue a él; se han cambiado los papeles. Volvamos a nuestra sonata. Últimamente uno de esos hombres de
corazón bien puesto y espíritu progresista, que los artistas tan rara vez encuentran, reunió algunos amigos,
contándome yo entre ellos. M. Liszt llegó por la noche, y se discutía ya sobre el valor de un trozo de Weber, que en
el público, sea a causa de lo mediocre de la ejecución, o por cualquier otro motivo, tuvo mala aceptación en un
reciente concierto; se sentó al piano para responder a su modo a los antagonistas de Weber. Este argumento no tuvo
réplica, y todos se vieron obligados a confesar que era una obra genial, que había quedado en la incógnita. Cuando
estaba para terminar, la lámpara que daba luz al apartamento parecía próxima a extinguirse; uno de nosotros se
apresuró a reanimarla.
-No hagáis nada -dije yo-; si el maestro nos quiere tocar el «adagio, en “ut” sostenido, de Beethoven, esta
media luz le vendrá muy bien.
-Encantado -dijo M. Liszt-, pero apagad completamente la luz y extinguid el fuego para que la oscuridad sea
completa.
Y, en medio de esas tinieblas, después de un instante de recogimiento, la gran elegía, la misma que en otra
ocasión había desfigurado de manera tan extraña, se elevó envuelta en su simplicidad excelsa; ni una nota, ni un solo
acento fueron añadidos a las expresiones y notas del autor; estábamos escuchando la gran voz de Beethoven, evocada
por el pianista como si fuera su sombra. En silencio nos estremecíamos., anonadados de respeto, de religioso temor,
de admiración, de dolor poético; y sin las bienhechoras lágrimas que vinieron a nuestro auxilio, yo creo que nos
hubiéramos ahogado. Este fue el estilo, el único digno de él, que empleó en los cuatro conciertos que acaba de dar.
Una gran parte de su auditorio ignoraba la existencia de estas obras de maravilla; por cierto que el trío en si bemol
entero, el «adagio, del de re, y la sonata en la con violín, han venido a demostrarnos que el ilustre compositor estaba
muy lejos de haber vaciado en la orquesta todos los tesoros de su genio. Pero no es ésta la última palabra; ésta hay
que bus- carla en las sonatas para piano. Probablemente no está lejos el día en que esas obras, que dejan muy atrás de
ellas todo, lo que hay de más avanzado en el arte, puedan ser comprendidas, si no por la multitud, cuando menos por
un público de escogidos. Habría que hacer la prueba; si no tiene éxito, se volverá a hacer más tarde...
Las grandes sonatas de Beethoven servirán de escala métrica para calcular el desarrollo de nuestra inteligencia
musical.”
“...Dile a Serret queestion desesperado si mis figuras fuesen buenas, dile que no las quiero académicamente
correctas, dile que quiero decir que si se fotografiara a un hombre que cava, ciertamente no cavaría. Dile que
encuentro admirables las figuras de Miguel Angel, aunque las piernas sean decididamente demasiado largas, las
caderas y las nalgas demasiado anchas. Dile que a mis ojos Millet y Lhermitte son por eso los verdaderos pintores,
por- que no pintan las cosas tal como son, según un análisis minucioso y seco, sino como ellos, Millet, Lhermitte,
Miguel Angel, las sienten.
Dile que mi gran deseo es aprender a hacer tales inexactitudes, tales anomalías, tales modificaciones, tales
cambios de la realidad, que resulten, si, mentiras si se quiere, pero más verdaderas que la verdad literal.
Expresar al campesino en su acción, es, lo repito, una figura esencial- mente moderna, el corazón del arte
moderno mismo, lo que ni los griegos, ni el Renacimiento, ni los antiguos holandeses hicieron...
...Es seguro que se puede llegar estudiando las leyes de los colores a darse cuenta de por qué nos parece bello
lo que nos parece bello, en lugar de tener una fe instintiva en los grandes maestros, y es muy necesario actualmente
cuando se piensa cuán terriblemente arbitrarios y superficiales son los juicios.
(...) Por el momento. mi paleta se deshiela y la rudeza del principio ha desaparecido. A menudo me rompo
todavía la cabeza al comenzar pero con todo, los colores se siguen como por sí mismos, y al tomar un color como
punto de partida, me viene claramente al espíritu lo que debe ser quitado y cómo se puede llegar a poner allí vida...
(1883).
...El color por sí mismo expresa algo, no es posible prescindir de él, hay que sacarle provecho; lo que hace
bello, verdaderamente bello, es también verdadero. (...)
Pero que se trate de la figura. O del paisaje, siempre ha habido, entre los pintores, una tendencia a convencer a
las gentes de que un cuadro era algo distinto de la representación de la naturaleza como se la verla en un espejo, algo
distinto de una imitación, es decir que es una recreación.”
192
CAPITULO XXI: LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL Y EL TRATADO
DE VERSALLES
193
del Congo, a cambio de una total libertad para Francia en Marruecos. El acuerdo exacerba el nacionalismo en
Francia, donde se reprocha a Caillaux firmar tratados bajo amenaza, y en Alemania, donde se estima que la
compensación ha sido insuficiente.
a) Rivalidades territoriales
Entre Francia y Alemania perdura el contencioso de Alsacia y Lorena. El nacionalismo francés no deja de
reivindicar los territorios; los alemanes adoptan medidas de germanización que provocan incidentes con la población.
En Saveme se enfrentan los militares germanos y la población alsaciana. La «Ligue pour la défense de l'Alsace-
Lorraine» mantuvo encendidos los sentimientos franceses.
Polonia continuaba dividida; En Galitzia la administración austriaca era conciliadora; en cambio en la Phisia
polaca se había intentado borrar el nacionalismo polaco con la instalación de colonos germanos. como ya hemos
visto. y en la Rusia polaca se procuraba fomentar intereses entre los polacos para que se uniesen definitivamente al
Estado ruso. Las fuerzas nacionalistas polacas, en torno al socialista Pilsudski, se habían refugiado en Galitzia, y
reivindicaban la resurrección de Polonia. Este era otro motivo de desconfianza de los rusos hacia los austriacos.
En el espacio balcánico se producen asesinatos y torturas entre las diferentes etnias y religiones, especialmente
en Macedonia; los gobiernos viven en un estado de inseguridad que les obliga a mantener efectivos importantes sobre
las armas. El trazado de fronteras enfrentaba a Albania y Grecia. El gobierno de Atenas trataba de conservar el Epiro
norte, cuya población era en su mayoría de lengua griega, pero una comisión de delimitación la adjudicó a Albania.
El destino de las islas turcas del mar Egeo suscitó tensiones entre turcos y griegos, bajo la mirada ambiciosa de
los italianos. Por añadidura, se despierta otra vez la cuestión de los estrechos. Los alemanes arman al ejército turco y
modernizan sus fortificaciones; el gobierno ruso mira con inquietud la presencia alemana; su preocupación aumenta
al ver la guarnición del Bósforo en manos de un militar alemán.
La inseguridad dé las fronteras en unas zonas, las reivindicaciones nacionalistas en otras, son elementos que
deben ser considerados en la tensa situación internacional del año 1914.
b) Rivalidades económicas
Hasta finales del XIX la supremacía industrial inglesa parecía incontestable, era el principal proveedor de las
potencias continentales; pero desde principios de siglo el rápido desarrollo de la industria alemana la había
convertido en un competidor temible. En 1913 Francia adquiría tantos productos alemanes como ingleses; en Bélgica
las importaciones alemanas conquistan el primer puesto, incluso en Amberes, feudo tradicional de los ingleses; los
holandeses prefieren decididamente los productos germanos y Rotterdam se convierte en un puerto de salida para, el
comercio alemán; en Rusia las importaciones alemanas llegan a cuadruplicar alas inglesas. Alemania había
conquistado muchos mercados aprovechando su situación geográfica central en el continente y estableciendo una
flexible organización en su sistema de créditos.
En cambio, en los mercados financieros. Londres y París siguieron siendo los dos centros mundiales de
distribución de capitales. Alemania no pudo competir en la colocación de su dinero fuera de sus fronteras, pero supo
orientarlo hacia la inversión interior. En los primeros meses de 1914 los movimientos internacionales de capitales
provocaron ásperos debates. En Rusia la industrialización se había efectuado con dinero francés y belga, pero la
presencia de las finanzas alemanas es cada vez más fuerte. Cuando las fábricas Putiloff, las mayores productoras de
material de guerra, que estaban sostenidas por la Creusot francesa, necesitaron aumentar su capital, apareció una
oferta de la Krupp alemana, que fue obstaculizada por una decisión del gobierno ruso. Que en algunos casos las
finanzas orientaban la política, lo prueba la posición de Francia en los Balcanes; eh la crisis bosniana de 1908 Francia
no apoya a Rusia porque en esos momentos los estados balcánicos y Turquía constituyen un buen cliente para los
capitales y artículos ferroviarios franceses; en 1914 ha descendido la cifra de inversiones francesas en Turquía, por lo
que a Francia le resulta más fácil el apoyo decidido a Rusia frente al imperio turco. No debe exagerarse esta
influencia de los negocios en la política, que en el caso de los Balcanes no se refleja en la documentación. Pero
tampoco debe ser desdeñada y en algunos otros casos puede ser comprobada documentalmente.
195
c) Rivalidades psicológicas
El gran historiador francés Renouvín señala entre las fuerzas profundas los estados de ánimo colectivos,
producidos por distintas circunstancias. La política de armamentos fue un resultado de la tensión, pero a su vez
contribuyó luego a agravarla. Alemania aumentó, de 1913 a 1914, su ejército, de 621.000 hombres a 820.000.
Austria-Hungría había aumentado sus efectivos de 100.000 a 160.000, en vísperas de la primera guerra balcánica, y
estudiaba su ampliación. En Francia una ley fijó el servicio militar activo en tres años y elevó el ejército a 750.000
hombres. Rusia llega a disponer, en 1914, de 1.800.000 soldados. Eran fuerzas excesivas para la paz.
Para que la opinión pública y los parlamentarios acepten el aumento de las cargas militares, los estados
mayores se ven obligados a insistir en el peligro de guerra. La prensa se hace eco del riesgo y abunda en invocaciones
patrióticas, especialmente en Alemania, donde las asociaciones germanistas glorifican la idea de la guerra .La hora
solemne de ajustar las cuentas está próxima. En Francia y Gran Bretaña la opinión pública reflejó actitudes más
pacifistas. En Italia se sentía más inquietud por los problemas interiores. Pero la actitud pasiva de las masas obligaba
a los gobiernos a insistir en el peligro internacional.
5. CONTENDIENTES
Se enfrentan en los comienzos del conflicto Rusia, Francia, Inglaterra, Serbia y Bélgica con Alemania y
Austria-Hungría. Italia, al no satisfacer Viena sus reivindicaciones adriáticas, se proclama neutral. Rumania, Bulgaria
y Grecia son solicitadas por los dos campos y esperan un momento propicio para decidirse. Turquía se Identifica sin
titubeos con Alemania, a la que le ligan en los últimos años lazos estrechos, pero no se atreve a entrar en el conflicto
inmediatamente. Es la primera guerra en la que participan casi simultáneamente las principales potencias del mundo.
Los beligerantes son potencias industriales, que se ven precisadas a llama a la población rural para incrementar el
número de sus soldados o para ocupar los puestos vacíos en las fábricas; de esta forma el déficit alimentarlo llega a
ser grave y los contendientes dependen del abastecimiento exterior, al tiempo que se moviliza .a mujeres para el
transporte y el trabajo en las fábricas e incluso se solicita mano de obra en los países neutrales.
196
La Entente dispone de una enorme superioridad en población, 238 millones de hombres frente a los 120
millones de las potencias centrales, pero esta proporción de 2 al queda bastante reducida en cuanto a sus
posibilidades de movilización porque frente a los territorios contiguos de Alemania y Austria han de distribuir sus
divisiones por zonas geográficas distanciadas y discontinuas; por añadidura, la potencia de máximas reservas
demográficas, Rusia, carece de suficiente oficialidad y armamento, y Francia, que ha de soportar el peso de la lucha
en las primeras fases, se ve incapaz de aumentar el número de sus divisiones. Inglaterra no ha establecido el servicio
militar obligatorio y sólo puede alinear inicialmente cinco divisiones de infantería, número insignificante frente alas
87 alemanas y las 37 francesas. Los imperios centrales se han preparado con mayor meticulosidad para la guerra. Las
tropas alemanas son disciplinadas, están bien provistas de artillería pesada y de armas automáticas. El Estado Mayor
alemán tiene en su cartera desde 1905 el llamado plan "Schlieffen", el cual, previendo la lentitud de la movilización
rusa, dispone un ataque rápido en el oeste para atender en una fase posterior el frente este; es el que va a aplicar
Moltke. En principio, el potencial militar de la Entente es más débil, pero lo compensa su superioridad naval.
Aunque la flota rusa va a jugar un papel pasivo, encerrada en el Báltico y el mar Negro, las facilidades de acceso de
ingleses y franceses a las grandes rutas marítimas son mayores que las de las potencias centroeuropeas, y una
contabilización del potencial marítimo señala una notable ventaja de efectivos de aquellos. La Gran Flota británica
del mar del Norte, la que puede intervenir en las operaciones decisivas, supera ala alemana-32 grandes unidades
frente a 23-; en el Mediterráneo, Alemania ha realizado progresos pero los franceses tienen en él la práctica totalidad
de su flota. En caso de guerra larga, los astilleros británicos ofrecen una capacidad de producción muy superior a los
alemanes, y en otro aspecto sólo las rutas del mar aseguran el avituallamiento de materias primas y alimentos a largo
plazo; esta inferioridad marítima fue el talón de Aquiles de Alemania, que se encontró a los pocos meses en una
situación de bloqueo.
Guerra de países industriales y de alto nivel de tecnificación, va a caracterizarse por sus innovaciones en el
armamento: Los alemanes poseen fusiles de disparo continuo y automático; la ametralladora va a cambiar los sistemas
de combate en 1915; los gases asfixiantes, utilizados por los alemanes este mismo año, parecen un arma decisiva, pero
las potencias de la Entente la neutralizan con la producción rapidísima de máscaras antigás. Aparecen los primeros
aviones, pero todavía juegan un papel más importante, especialmente en misiones de observación, los dirigibles como
los Zeppelin» germanos. En el mar los submarinos llegan a desempeñar misiones claves, más que en combates en las
tareas de bloqueo. Los primeros tanques carecen todavía de maniobrabilidad, pero en contraposición los camiones
para traslado de tropas de infantería y armas revolucionan las tácticas', mediante la posibilidad de efectuar maniobras
envolventes a una velocidad hasta entonces impensable.
199
En Rusia, la revolución de octubre supone el triunfo de los pacifistas; tras duras negociaciones se firma en
febrero de 1918 la paz de Bres-Lotovsk, pero la retirada rusa no significa la desaparición del frente oriental, ya que
los alemanes han de mantener un ejército de vigilancia de un millón de hombres.
El cansancio de los combatientes se percibe en todos los países. En Francia los soldados intentan dirigirse a
París y Pétain ha de restaurar la disciplina con gran energia. Una consecuencia de la paz con Rusia es la mayor
presión alemana sobre el frente italiano, donde obtiene la victoria de Caporetto. Pero en general, es año de
decepciones estratégicas. Fracasa Nivelle al intentar desestabilizar las líneas alemanas; fracasa él Estado Mayor
germano al procurar la retirada de los mercantes neutrales con la amenaza de sus torpedos. La apelación razonada del
Papa Benedicto XV a la paz no es escuchada. Pero cada vez es más fuerte la resistencia interior, el cansancio de
muchos sectores sociales por los sacrificios de una guerra que no entienden.
DOCUMENTOS
I. LA BATALLA DEL MARNE. EL PAPEL DE JOFFRE y EL DE GALLIENI, SEGÚN EL
GENERAL GAMELIN
La descripción puede seguirse sobre un plano de la gran batalla. Las tácticas alemana y francesa se recogen con
precisión. Tras su comentario puede calibrarse el papel de cada militar y la perspectiva con que, años después, la
juzga el que había sido jefe de la 3.a oficina del Estado Mayor de Joffre.
“Por mi parte, siempre he tenido la impresión no sólo de que, tanto uno como otro, en todo momento,
cumplieron enteramente con su deber, sino también de que sus juicios siempre fueron exactos, si nos remitimos al
punto de vista en que cada uno de ellos estaba situado.
Lo único que hacia y que podía hacer el general Gallieni, gobernador de Paris mientras el ala derecha alemana
se dirigía hacia nuestra capital, era defenderla con todos sus medios y con, todas las fuerzas que le tenía a su
disposición. Pero, en cuanto vio al primer ejército alemán deslizarse ante él, dirigirse hacia el sur y más tarde hacia el
sudeste, comprendió la función que podía desempeñar el cuerpo de ejército Maunoury, actuando en su flanco.
El general Joffre, comandante en jefe, observaba e intentaba no perder de vista el conjunto del frente.
Para el 25 de agosto había decidido el movimiento general de repliegue de nuestra ala izquierda y, si fuese
necesario, de nuestro centro, mientras que la derecha resistiría; mientras tanto, él intentaría organizar algunas fuerzas
sobre el flanco exterior de los alemanes con el fin de responder, en cuanto fuera posible, al envolvimiento mediante
el, contraenvolvimiento {...) Es lógico que el deslizamiento del ala derecha alemana fuese percibido en primer lugar
por el gobierno militar de Paris y por el ejército inglés, ya que se estaba efectuando ante sus ojos.
En cuanto al general Joffre, cuando supo cuál era la orientación progresiva del ala derecha alemana, pensó
realmente en utilizar el cuerpo de ejército Maunoury para actuar sobre su flanco. Pero el momento en que podía
pasar a la contraofensiva dependía, evidentemente, de los acontecimientos que se desarrollaban en las diversas partes
de la línea de batalla. En particular, necesitaba tener en cuenta, antes que nada, por una parte la ejecución de los
movimientos de circunvalación de las fuerzas que había tomado de su derecha para llevarlas hacia su centro y su
izquierda; por otra; las condiciones de colaboración del ejército inglés.”
“Entramos en esta guerra porque se produjeron violaciones del derecho que nos afectaban en lo más vivo y
que hacían la vida imposible a nuestro pueblo, a menos que fuesen reparadas y que el mundo impidiese de una vez
por todas su regreso.
Por tanto, lo que exigimos en esta guerra no es nada particular para nosotros mismos. Lo que deseamos es que
el mundo se convierta en un lugar seguro donde todos puedan vivir, un lugar posible especialmente para aquellas
naciones que, como la nuestra, aman la paz, para las naciones que desean vivir libremente su propia vida, decidir sus
propias instituciones y estar seguras de que las demás naciones las tratarán con justicia y lealtad, en lugar de estar
expuestas a la violencia ya las agresiones egoístas de antaño. Todos los pueblos del mundo; en efecto, se solidarizan
en lo que se refiere a ese interés supremo y, en cuanto a nosotros, vemos con claridad que si no se hace justicia con
los demás, tampoco podrá hacerse con nosotros mismos.
Por tanto, nuestro programa es, en realidad, el programa de la paz del mundo, y este programa, en nuestra
opinión el único posible, es el siguiente:
1.0 Convenios de paz negociados a plena luz, después de lo cual no habrá más alianzas particulares y secretas
de ningún tipo entre las naciones, y la diplomacia procederá siempre de forma franca ya la vista de todo el mundo.
2.0 Libertad absoluta de navegación por mar, fuera de las aguas territoriales; tanto en tiempo de paz como en
tiempo de guerra, salvo en caso de que los mares estuviesen cerrados, por completo o en parte, por una acción
internacional que intentase hacer aplicar acuerdos internacionales..
3.0 Supresión, en la medida de lo posible, de todas las barreras económicas y adopción de condiciones
comerciales idénticas para todas las naciones que admitan la paz y se asocien para salvaguardarla.
4.0 Garantías mutuas adecuadas para reducir los armamentos de cada país al minimum compatible con la
seguridad interior.
204
5.0 Intercambio debatido libremente, dentro de una perspectiva amplia y absolutamente imparcial, de todas
las reivindicaciones coloniales, basado en la observación estricta del principio según el cual, para solucionar estas
cuestiones de soberanía, los intereses de las poblaciones en juego tendrán la misma importancia que las
reivindicaciones justas del gobierno cuya función deberá definirse.
6.0 Evacuación de todo el territorio ruso y solución de todas las cuestiones referentes a Rusia, que garantice
una cooperación óptima y lo más libre posible entre todas las naciones del mundo, con el fin de dar a Rusia la
libertad, sin trabas nI obstáculos de decidir, con plena independencia, su propio desarrollo político y su organización
nacional; que le garantice también una sincera y cálida acogida en la sociedad de las naciones libres, con instituciones
de su propia elección, e incluso, más que una acogida, cualquier tipo de ayuda que pueda necesitar y desear. El trato
que den a Rusia sus naciones hermanas durante los meses venideros mostrará su buena voluntad, su comprensión de
las necesidades de Rusia, olvidando sus propios intereses, en definitiva, su simpatía inteligente y generosa.
7.0 Es necesario que Bélgica, espero que todo el mundo esté de acuerdo, sea evacuada y restaurada, sin que
exista ningún intento de reducir el disfrute de su soberanía a la que tiene el mismo derecho que las demás naciones
libres. Ningún otro acto aislado sería tan apropiado como éste para que las naciones recuperen su confianza en las
leyes que ellas mismas han establecido y fijado para regir sus relaciones recíprocas. Sin este acto reparador, todo el
armazón del derecho internacional y todo su valor se desmoronarían para siempre.
8.0 Todo el territorio francés deberá ser liberado y las regiones invadidas deberán ser restauradas; el perjuicio
causado a Francia por parte de Prusia en 1871 en lo que concierne a Alsacia-Lorena, perjuicio que perturbó la paz
del mundo durante casi cincuenta años, deberá ser reparado con el fin de (que pueda garantizarse nuevamente la Paz
en interés de todos.
9.0 Se llevará a cabo una rectificación de las fronteras italianas de acuerdo con los elementos, claramente
perceptibles, del principio de las nacionalidades.
10.0 Se concederá lo más pronto posible a los pueblos de Austria-Hungría la posibilidad de un desarrollo
autónomo, ya que deseamos que se proteja y se garantice su espacio entre las demás naciones.
11.0 Rumania, Serbia y Montenegro deberán ser evacuadas; los territorios ocupados deberán ser restaurados; a
Serbia deberá garantizársele un acceso libre al mar: las relaciones entre los estados balcánicos deberán estar
determinadas por un intercambio amistoso de opiniones basado en sus elementos comunes tradicionales y nacionales,
históricamente establecidos; deberán darse garantías internacionales de independencia política, económica y de
integridad territorial en favor de esos diferentes estados.
12.0 En las regiones turcas del Imperio Otomano actual se deberán garantizar la soberanía y la seguridad; pero
a las demás naciones que se hallan en la actualidad bajo dominación turca, se les deberá garantizar una seguridad
absoluta de existencia y la posibilidad plena de desarrollarse de forma autónoma, sin ser molestadas en modo alguno:
en cuanto a los Dardanelos, deberán mantenerse abiertos como lugar de paso libre para los navíos y el comercio de
todas las naciones bajo la protección de las garantías internacionales.
13.0 Deberá crearse un Estado polaco independiente, que comprenderá los territorios habitados por
poblaciones indiscutiblemente polacas alas que se deberá garantizar un acceso libre al mar; su independencia política
y económica, así como su integridad territorial, deberán garantizarse mediante un acuerdo internacional.
14:0 Es necesario constituir, en virtud de convenciones formales, una asociación general de naciones cuyo
objetivo será ofrecer garantías mutuas de independencia política y de integridad territorial, tanto a los pequeños
como a los grandes estados.”
Mensaje del presidente Wilson al Senado. 8 de enero de 1918.
INFORME
LA POLÉMICA SOBRE LA RESPONSABILIDAD DE LA GUERRA
Tema trascendental, que incide en la cuestión de las reparaciones, y que ha sido tratado infinidad de veces con
enfoques políticos o históricos. La comparación de un libro anterior a la Segunda Guerra Mundial y otro posterior
permite comprobar cómo los nuevos métodos historiográficos exigen múltiples matizaciones. Cfr. el del director de
la Biblioteca y Museo de la Gran Guerra, Camille Bloch: Les causes de la guerre mondiale. Précis historique. París, P.
Hartmann, 1933, y el de Jacques Droz: Les causes de la Premiere GueITe mondiale. Paris, Ed. du Seuil {col. Points)
205
1973. Mientras el libro de Droz recoge las diferentes versiones Bloch se limita a sostener la tesis tradicional de la
responsabilidad alemana, alegando la agresividad de las altas esferas, los planes del estado mayor germano contra la
neutralidad belga, el conocimiento previo por Berlín del texto del ultimátum austriaco a Serbia y el rechazo de las
propuestas pacíficas de la Entente, que intentaban impedir la conflagración. Esta posición fue sostenida con valentía
por algunos alemanes durante e inmediatamente después del conflicto. El jurista Schücking critica en 1917 algunas
cláusulas del ultimátum de Viena {condiciones 5.a y 6.a), que atentaban contra la soberanía de Belgrado. La
responsabilidad germana se acepta en un trabajo del socialista Kautsky, el conde Montgelas y el profesor Walter
Schücking, al publicar en 1919 cuatro volúmenes de documentos: Die deutschen Dokumente zum Kriegsausbruch
Documentos alemanes sobre el origen de la guerra). Pero el artículo 231 del tratado de Versalles provocó una intensa
emoción; la delegación alemana publicó un memorándum rechazando la culpabilidad exclusiva. En noviembre de
1919 se formó una comisión de encuesta -germana, que actuó hasta agosto de 1932. En ella trabajaron hombres
como Günther Sass, que olvidaban sistemáticamente los documentos desfavorables para Alemania. Hans von
Delbrück llega a defender la inocencia completa y acusa a Francia de que desea conquistar Alsacia.
En Francia, el gran maestro, Renouvin, publicó en 1925 su libro Les origines immédiates de la guerra; en el
que se concluye la responsabilidad de Alemania de manera mitigada; la movilización rusa se produce en el momento
en que las potencias centrales habían renuncíado a negociar. Jules Isaac en vez de responsabilidad unilateral de
Alemania prefiere hablar de responsabilidad desigualmente compartida, y cree que la movilización rusa hizo la guerra
inevitable. Renouvin ha replicado: Francia no pudo; evitar el conflicto, intervino para evitar el hundimiento de Rusia
y la prepotencia continental de Alemania.
Algunos historiadores han considerado que el artículo 231 de Versalles no hace a Alemania responsable moral
de la guerra sino que únicamente constata el inicio de las operaciones militares.
Algunos autores americanos han intentado exonerar a Alemania. Barnes. (The genesis of the World War,
1926) afirma, sin apoyo documental, que el rey de Serbia conocía el atentado; S. B. Fay denuncia a Austria y
convierte a los alemanes en inocentes victimas de sus aliados. Más científico es el estudio de Bemadotte E. Schmitt,
en el que se apoya la tesis francesa de que Alemania ha empujado a Austria al ultimátum y de que la movilización
rusa no jugó papel decisivo sobre el curso de los acontecimientos.
La tesis marxista de enfrentamiento de imperialismos, sostenida por Lenin en 1916, que deriva en repartir las
responsabilidades entre las potencias capitalistas, ha levantado vivas objeciones, como la de Jacques Freymond y la de
Raymond Aron, quienes demuestran que conflictos imperialistas se dieron antes en África, sin que derivaran en
guerra universal. Jean Bouvier afirma que la confrontación de imperios genera choques, pero elude guerras de estas
proporciones.
En octubre de 1951, en Mayence, se celebraron encuentros entre profesores franceses y alemanes, presididos
respectivamente por Renouvin y Ritter. Conclusión: los documentos no permiten asegurar en ningún pueblo ni
gobierno una voluntad deliberada de guerra; los pueblos alemán y francés no querían la guerra, pero en Alemania los
círculos militares estaban más dispuestos que en Francia a aceptar la eventualidad de un conflicto.
Una bomba historiográfica. El alemán Fischer, de la Universidad de Hamburgo, publica Griff nach der
Weltmacht (Los objetivos de guerra de la Alemania imperial). Dusseldorf. 1961. libro en el que acepta totalmente la
responsabilidad alemana. Se basa en el programa de paz que el canciller Bethmann-Hollweg elaboró el 9 de
septiembre de 1914, antes del final de la batalla del Mame. En él subraya cinco temas:
-Constitución de una «Mitteleuropa., destinada a dar a Alemania la hegemonía económica sobre el continente.
-Colocación de Francia bajo dependencia de Alemania; cesión del hierro lorenés, indemnización,
desmantelamiento de las fortificaciones de Dunquerke. -Transformación de Bélgica en un estado vasallo.
-Constitución de un vasto dominio africano, con centro en el Congo Belga. -Estados tapones entre Alemania y
Rusia.
A continuación demuestra que este programa no es exclusivamente pensamiento del canciller sino también de
los dirigentes políticos y militares y los industriales. Un programa anexionísta de 1915 lo apoyan historiadores, como
Meinecke y Alfred y Max Weber, e industriales, como Walter Rathenau. No fue por otra parte un programa
ocasional, sino postura que se mantuvo.
La reacción contra Fischer en Alemania ha sido enorme. Gerard Ritter niega que Bethmann-Hollweg pueda
ser un precursor de Hitler. Egmont Zechlin, colega de Fischer en Hamburgo, estima que el documento del 9 de
septiembre de 1914 es obra de circunstancias, para impresionar al adversario; pero el canciller buscó en todo
momento una paz de compromiso. Kárl Dietrich Erdmann obtuvo autorización para estudiar los carnets de Karl
Riezler, periodista confidente del canciller alemán, y concluye que Bethmann-Hollweg fue un gran hombre, sin
ribetes de belicismo.
Fischer continuó trabajando con un amplío equipo, centrando su atención en el periodo anterior a la guerra.
Un trabajo de Geiss provocó emoción; según él, los proyectos expansivos de Alemania implicaban traslados de
población, con lo que serian antecedentes del nazismo. Concluye que Austria fue empujada por Alemania no contra
Serbia sino contra Rusia, y que Bethmann-Hollweg dejó conscientemente que Rusia fuera la primera en decretar la
movilización con el fin de poderle achacar la responsabilidad; las conversaciones entre Viena y San Petersburgo
206
parecían desembocar en un freno para el estallido, pero, a pesar de esto, Berlín envió el ultimátum a Rusia.
Conclusiones: Rusia., Francia, Inglaterra, procuraron impedir la guerra, Austria no la deseaba, pero Alemania la
quiso.
En 1969 publica Fischer su segundo gran libro, La guerra de las ilusiones. Tres conclusiones principales: la
guerra es para el gobierno alemán una salvaguardia contra el peligro socialista interior; la guerra estimula una
situación económica cada vez más difícil; existen muchos testimonios de que Alemania está decidida a una guerra
preventiva, que destruya el cerco de la Triple Entente.
A pesar de la dura acusación del historiador alemán los historiadores franceses introducen varias matizaciones.
Así J. Droz cree que también hubo responsabilidad por parte del gobierno austriaco y que habría que estudiar más a
fondo la actitud de otros hombres de estado, como Poincaré y Salandra. Responsabilidad alemana, sin duda, pero
quizá no exclusiva.
207
alemanes y las malas cosechas de 1900 y 1901. El crack de la bolsa de San Petersburgo y el aumento de los
levantamientos en la campo fueron los dos signos más destacados de una coyuntura negativa.
c) Derrota militar
La guerra contra Japón se convierte en otro detonador. Iniciar un conflicto impopular en medio de la aguda
crisis social y económica que vivía el imperio sugiere la escasa prudencia de los rectores del régimen. Sólo Witte es
consciente de las funestas consecuencias que puede suponer esta empresa; los demás consideran la guerra como una
gran baza para el zarismo. El ministro del Interior. Plebe, se inclina por «una guerra corta y victoriosa». La
confrontación se prevé inminente cuando Moscú obtiene de Pekín, a cambio de ayuda financiera, concesiones en el
transmanchuriano, para evitar un largo rodeo en los accesos del Transiberiano a Vladivostok, y posteriormente la
cesión de la bahía de Port Arthur. El clan coreano» que rodeaba a Nicolás II consideraba que este avance hacia la
costa pacífica sólo era el primer paso para la penetración en Corea, zona de influencia nipona. Súbitamente, sin
declaración de guerra; en febrero de 1904 Japón inicia las operaciones, cuyas incidencias militares se resumen en una
cadena de triunfos, en abril en el combate naval de Port Arthur, en agosto en la batalla de Mukden, en enero de 1905
al conseguir la rendición de Port Arthur y en mayo en la batalla naval de Tsuchima, donde es destrozada la flota
penosa y lenta- mente trasladada por los rusos desde el Báltico. La paz de Portsmouth cierra el conflicto; pero ha
durado lo suficiente para poner de relieve que el Transiberiano no constituye una vía de comunicación para
necesidades bélicas, que el material ruso es anticuado, que el ejército está al mandado. Como en el siglo XIX, en la
guerra de Crimea, se han revelado las anacrónicas estructuras políticas y militares, pero lo asombroso para los
observadores en esta ocasión es la indiferencia inicial del pueblo ruso: ni siquiera se producen manifestaciones contra
las levas o los impuestos de guerra. Este silencio es prueba, en definitiva, de la soledad del régimen y las fuerzas
revolucionarias van a intentar el asalto a la fortaleza zarista.
d) La contradicción política
El mayor obstáculo para la modernización de Rusia estribaba en la personalización del poder. Mientras Italia
y España habían generado una clase funcionarial que permitía la actividad del Estado en tareas de complejidad
creciente, en Rusia todo dependía del monarca, ya su imagen y semejanza en la vida comarcal y regional nobles de
educación arcaica decidían de forma arbitraria. La guerra ruso-japonesa exhibió a los ojos de todos la incapacidad del
zarismo. Autocracia y revolución industrial parecían términos incompatibles. No existían partidos políticos.
Elecciones, parlamento, libertad de prensa, y el zar había prohibido que se pronunciara en su presencia la palabra
Constitución. Faltaban por tanto todas las instituciones políticas definidoras de la modernidad, lo cual fue más
decisivo que la incapacidad o capacidad personal del zar Nicolás II. Quizás exagera Trotski cuando lo retrata como
un semi imbécil movido únicamente por necesidades fisiológicas; otras semblanzas hablan de su honestidad y sus
buenas intenciones, lo que le distanciaría de su predecesor Alejandro III. Pero en todo caso carecía de preparación
para afrontar los desafíos del siglo, cuya complejidad no comprendía en absoluto. Con la apelación a la represión
severa para abortar cualquier conato de protesta la situación se degradaba de un año para otro.
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refleja el descontento de la marinería contra los jefes por los desastres navales de la guerra, pero se interpreta como
otro signo de la atmósfera de contestación.
Tras el paréntesis del verano, reducido a presiones huelguísticas, en octubre la ebullición revolucionaria
alcanza su ápice. En los manifiestos se comprueba que las fuerzas de oposición no tienen fines coincidentes; la
burguesía busca libertades políticas, los obreros la jornada de ocho horas, los campesinos la ocupación de las tierras
de los grandes propietarios. A partir del 20 de octubre una huelga de ferrocarriles paraliza a Rusia y se forma una
asamblea de delegados, el soviet, para coordinarla. El paro es total, no hay comida, los precios se disparan, la bolsa se
hunde, en varias ciudades se forman barricadas. El 29 consiguen los revoltosos el control de Odessa. Por fin, ante la
presión popular, el 30 el zar nombra primer ministro a Witte, el más liberal de sus colaboradores, y un manifiesto
imperial anuncia libertades cívicas y la elección de una Duma. Se trata de un documento ambiguo, que silencia el
tema de la Constitución, pero que en todo caso supone un retroceso de la autocracia.
Tras este primer triunfo se produce la división de las fuerzas antizaristas. El soviet convoca nuevas huelgas,
pero la burguesía se opone, arguyendo la delicada situación económica. Los sectores moderados, el ala derecha de los
liberales -incluso la izquierda, que propugna el parlamentarismo occidental como salida- y el ala derecha de los
eseritas se manifiestan dispuestos a colaborar con el zarismo, mientras los eseritas de izquierda y los bolcheviques
anuncian que no participarán en elecciones para una Duma sin auténtico poder. Aprovechando las divergencias, la
respuesta del zar va a ser rápida y brutal. A finales de noviembre se detiene a los líderes de la Unión Campesina y
unos días después se proclama la ley marcial en seis gobiernos: el soviet de San Petersburgo llama a la huelga, pero
son detenidos sus miembros. En Moscú se vuelve alas fabricadas, la artillería se encarga de destruirlas y de aislar los
barrios obreros. El embajador francés. Dompard, escribe: En ninguna época los arrestos han sido más numerosos ni
más arbitrarios; las prisiones desbordan de detenidos.»
La revolución de 1905 ha terminado. La ley electoral promulgada en febrero de 1906 demuestra que no se ha
avanzado; un sistema de curias con procedimiento indirecto aleja la posibilidad del sufragio universal, los diputados
deben prestar juramento de fidelidad a Su Majestad, Emperador y Autócrata de Rusia», el zar tiene derecho de veto
por un año y nombrará la mitad de los miembros de una segunda cámara que tendrá el mismo poder que la Duma.
Ha quedado, empero, la lección de que el desmontaje del zarismo exige unanimidad de propósitos en la burguesía y
el proletariado, aunque el sector más radical de las fuerzas obreras, liderado por los bolcheviques, comienza a diseñar
las líneas de la auténtica y exclusiva revolución proletaria.
210
la afirmación de Rusia como patria de la revolución proletaria, por lo que alguna vez se ha definido: .el leninismo es
el marxismo de la época del imperialismo».
2) Aportación de los intelectuales
El manifiesto comunista de 1848 proclama una confianza total en el movimiento espontáneo de la clase
obrera porque recoge los ecos de la gran insurrección continental, pero en algún párrafo se introduce la noción de
dirección: «Los comunistas constituyen la fracción más resuelta», escribe Marx. En esta línea rechaza Lenin la idea de
algunos socialistas europeos de que los obreros sin colaboración alguna podrán efectuar la revolución; y frente a los
mencheviques niega el levantamiento espontáneo de las masas y la postura de satisfacerse con guiar a posteriori el
movimiento. En Rusia existe una «inteligensia, que puede movilizar y adoctrinar al pueblo apático. En vísperas del
Congreso de 1903 escribe en Iskra que no concibe un movimiento revolucionario sin una organización de dirigentes,
y más tarde traduce al ruso la obra de Beatriz y Sidney Webb sobre el tradeunionismo: La historia de todos los países
certifica que, abandonada solamente a sus fuerzas, la clase obrera no puede llegar más que a la conciencia
tradeunionista..
3) Papel del partido
Marx y Engels habían hablado del proletariado en general, pero la revolución debe prepararse Con la
minuciosidad de una guerra, y por lo tanto exige un Estado Mayor; la influencia de Clausewitz en este y otros puntos
sobre Lenin es directa. Mientras los obreros sostienen la lucha económica contra el zarismo (huelgas), un grupo
pequeño, muy disciplinado, de revolucionarios profesionales, prepara en la clandestinidad la lucha política. En ¿Qué
hacer? insiste en la importancia de la disciplina y desarrolla su pensamiento en cuatro puntos: I, no hay revolución sin
una organización de dirigentes; 2, cuanto más numerosa sea la masa, más necesaria es la organización; 3, esta minoría
rectora debe componerse de hombres cuya actividad principal sea la revolución; 4, en un país autocrático la
organización debe ser restrictiva en el número de participantes, con el fin de poder operar en la clandestinidad.
4) El Estado
Considerado como una máquina represiva que perpetúa las injusticias, ¿debe desaparecer tras la revolución? A
pesar de dedicar a este tema una obra capital no queda definitivamente claro el pensamiento de Lenin. La nueva
realidad en Rusia son los soviets, todo el poder debe radicar en ellos. Puede existir una forma de Parlamento, pero
compuesta por diputados de obreros, y de la misma manera las instituciones occidentales pueden ser sustituidas por
comisiones de especialistas. El Estado reducirá paulatinamente sus funciones hasta quedar convertido en una simple
maquinaria administrativa, sin poder.
5) Dictadura del proletariado
El proletariado, que es una clase despojada, una especie de anticlase, no puede recuperar su dignidad nada más
que suprimiendo la noción misma de clase; Lenin adapta la concepción de Marx a la circunstancia de Rusia. El
control del poder por el proletariado es, por tanto, una fase transitoria; su misión es destruir la democracia burguesa,
en el fondo dictadura enmascarada porque permite la explotación de una clase por otra. En el caso ruso la noción de
la transitoriedad de la dictadura del proletariado derivará -aunque quizá Lenin no lo previó- en dictadura del partido.
6) ¿El socialismo en un solo país?
Marx y Engels se habían pronunciado por la revolución mundial, su llamamiento no tenía fronteras
nacionales. En cambio, Lenin acepta que durante cierto tiempo se dé la revolución en uno sólo o en varios países. En
1916 escribe que no es posible que el socialismo venza simultáneamente en todos los países; en estos textos se apoyó
Stalin para su polémica con Trotski.
En definitiva. Lenin explica en el orden teórico la posibilidad de la revolución en Rusia por las nuevas
circunstancias creadas por el imperialismo. Los grandes principios y las consignas prácticas que permitirán en un
momento dado, en unas circunstancias muy concretas, el triunfo de la revolución se deben a Lenin, a su capacidad
para sintetizar la teoría y la realidad.
212
Trotski ha señalado los rasgos peculiares de esta revolución, cuyo control es monopolizado en su primera fase
por la burguesía, tal y como deseaban los sectores blandos antizaristas. El centro focal ha sido una sola ciudad, San
Petersburgo, con su censo de medio millón de obreros; es una constatación importante, gran lección para .Octubre»,
ya que se ha comprobado que no es menester desplegar grandes efectivos en múltiples centros del gran imperio; basta
con el control de la capital. El movimiento de febrero ha sido espontáneo, provocado por el hambre; el general
Deninkin lo reconoció: .ese día no hubo jefes»; en otra pulsación será necesario un Estado Mayor para que fuerzas
reaccionarias no recojan los frutos de la presión popular -es, recordemos- lo, la tesis de Lenin-. Trotski se pregunta
sobre esta paradoja: ¿cómo fue a parar el poder a la burguesía?, y responde que a los demócratas de febrero les
producían miedo sus propias bases. La gran originalidad de febrero radica en que produce una dualidad de poderes,
el proletario en el Soviet, con sus soldados y obreros elegidos por sus compañeros, el burgués, en el gobierno
provisional, que intenta implantar los principios del liberalismo occidental.
El papel de los bolcheviques, en minoría en el soviet de San Petersburgo, es confuso; Marc Ferro anota que
hubo contradicciones entre ellos. En la tarde del 27 de febrero querían instalar un gobierno revolucionario y superar
la fase de los soviets, pero en ausencia de los grandes dirigentes terminan inclinándose por la postura blanda de la
espera. Lenin llega a la capital el 3 de abril y critica esta actitud. En las Tesis de abril postula el paso a la segunda
etapa de la revolución, en laque el poder ha de ser conquistado por proletariado y campesinado, el rechazo de la
guerra y la no colaboración con el gobierno provisional y la Duma, En la conferencia del partido triunfa la postura de
Lenin y se adopta la consigna de .todo el poder para el soviet", Sobre el doble poder de febrero escriben Girault y
Ferro: .En febrero el gobierno y el soviet se mantienen en equilibrio: el primero tenía el poder sin la fuerza, el
segundo la fuerza sin el poder, "
9. FUERZAS DE OCTUBRE
Bettelheim precisa que el poder consiste en una relación de fuerzas y no en un objeto que se toma. El
proletariado, sin poseer un ejército en sentido estricto, ha alcanzado la capacidad militar decisiva. En julio todavía no
la poseía, de ahí que los bolcheviques intentaran frenar el levantamiento prematuro. ¿Cuáles son las fuerzas de la
revolución? Hemos indicado que el partido bolchevique la dirige, pero no es única. Examinémoslas.
No está muy claro el número de bolcheviques; se ha intentado deducir del tiraje de Pravda pero Trotski dice
que se leía en voz alta y su influjo era superior al que indica el registro de las linotipias, mientras en el frente
quedaban sin abrir paquetes de otros periódicos. La postura de los dirigentes, ante la insurrección, no era unánime.
Por las Actas de las sesiones del Comité Central confirmamos el papel clave de Lenin, algunos titubeos de Trotski y
Stalin, en contradicción con la narración de John Reed, que resalta el papel de Trotski, y la movilización en contra
del sector blando. Zinóviev y Kámenev no se limitan a votar a favor del retraso de la revolución; la declaración de
Kámenev ala revista Nóvaia Zihll, en la que intenta aproximarse a algunas posiciones mencheviques -necesidad de
fase burguesa-, fue considerada traición por Lenin y un paso en falso para la necesaria clandestinidad del Comité. A
pesar de esto el Comité Central no le expulsa y Kámenev está presente el 24 de octubre en el Smolni. Esta minoría
blanda propone después del 25 de octubre el acuerdo con los otros grupos revolucionarios, lo cual es considerado
por Trotski como renuncia al poder conquistado. En la sesión del 1 de noviembre Lenin sostiene la tesis de la no
colaboración y decide presentar como ultimátum el programa bolchevique.
Los comités de fábrica constituyeron otra palanca de la revolución. Los controlaban en algunos lugares los
bolcheviques, en otros los Anarcosindicalistas. Tras la caída del zarismo una resolución del soviet pide a los obreros
que vuelvan al trabajo pero invitándoles a formar estos comités. En vísperas de la revolución se reúne la primera
conferencia panrusa de comités de fábrica. Uno de los decretos de urgencia del nuevo régimen prevé el control de las
fábricas por los obreros. Más adelante, al nacionalizar la industria, en junio de 1918, se les encuadra en una
organización centralizada.
No nos es bien conocido el papel de los anarquistas, liemos indicado que una de sus figuras históricas, el
príncipe Kropotkin, en 1914 afirma que la guerra exige la defensa de la nación y del zar .Pero la mayoría se inclinan
por la revolución. Volin, el director de Golós Truda, manifiesta su recelo cuando los bolcheviques comienzan a
controlar a los soviets de Petrogrado y Moscú. Para los anarquistas los soviets eran organizaciones apolíticas, elegidas
por la base sin necesidad de campañas electorales ni listas de candidatos, y la idea de un parlamento les resultaba
aberrante, por lo que se oponen a la convocatoria de la Asamblea Constituyente, cuando los bolcheviques
inicialmente la aceptaban. Los choques bolcheviques-anarquistas comienzan pronto; algunos círculos ácratas hablan
del tercer y último estadio de la revolución", donde empieza la autoridad termina la revolución" (Golós Trudá).
Nada más lejano de la disciplina militar exigida por Lenin que las posiciones antiautoritarias de los anarquistas. Las
fricciones son primero por la creación del Consejo de comisarios, luego por la Declaración de los derechos de los
pueblos de Rusia, que a los anarquistas parece un paso atrás en el internacionalismo proletario, posteriormente por
las limitaciones impuestas a los comités de fábrica y las declaraciones de Lenin en contra del control obrero, más
tarde por la firma del Tratado de Brest-Litovsk, rubricado por diplomáticos en sustitución de una paz universal
impuesta por los soldados. La utopía anarquista era incompatible con la lógica implacable de Lenin.
216
El soviet será instrumento esencial; sólo los de Petrogrado y Moscú eran controlados por los bolcheviques, y
Lenin, confesaba, no se sentía cautivado por el fetichismo de sus posibilidades. Tras la derrota de Komilov se vuelve
a la consigna de todo el poder para los soviets», aunque se les encuadrará en una organización vertical, disciplinada,
lo mismo que a los comités de fábrica.
El papel militar de la Guardia Roja se ha encomiado en los estudios más recientes. Los bolcheviques tenían
desde 1905 una organización de propagan- da en algunos regimientos. Con su ayuda, antes de octubre en las grandes
ciudades los obreros comienzan a organizarse militarmente.. Así se forma la Guardia Roja, fundamental para evitar la
contrarrevolución. Trotski habla de 20.000 guardias rojos, Marc Ferro calcula que disponían de armas para 40.000,
pero realmente se reducían a 12.000. Junto con los guerrilleros campesinos constituyen el brazo armado de la
revolución hasta que en marzo de 1918, Trotski organiza el ejército rojo. Por las ordenanzas que dio el Estado
Mayor en Petrogrado lo conocemos bien: se trataba de un servicio revolucionario obligatorio para todos los obreros,
que formarían grupos armados en fábricas y talleres; la quinta parte se consagraría a esta actividad militar .Si así fuera,
el número de obreros rojos sería en Petrogrado de 80.000, como mínimo, pero aun no cumpliéndose las previsiones
de los organizadores, su papel en el control de los barrios industriales fue capital.
Tras el triunfo en Petrogrado era imprescindible el apoyo de las unidades claves del ejército. y con esta
finalidad se envían comisarios. La flota del Báltico puso sus barcos a disposición del Comité revolucionario el 24 de
octubre, tras destituir a los oficiales y Almirante. Es un acontecimiento decisivo, pero no lo es menos el resultado de
las luchas internas del XII Ejército, el más próximo a Petrogrado, que estuvo apunto de acudir a la capital para
apoyar al gobierno Kerenski; el comité lanza un número especial del Okopni Nabat (El rebato de las trincheras) y
consigue la inmovilización de las unidades, mientras los ferroviarios vigilan el movimiento en las líneas férreas. En el
frente Oeste se habían organizado muchas células bolcheviques y la insurrección coincidió con un congreso de
soldados; la guarnición de Minsk convirtió en parapeto frente a las fuerzas leales de Kerenski, que m tentaban
avanzar hacia Moscú. Los frentes alejados no jugaron papel directo; poco a poco los comités de Odesa, Kiev, Bakú,
reforzaron la revolución; los soldados, desmovilizados, se dispersaron por el país y se convirtieron en agentes de la
nueva situación.
218
12. DEBATES y VERSIONES SOBRE LA REVOLUCIÓN
Palanca de la revolución, el partido bolchevique debería ser de una disciplina monolítica; así lo concibe Lenin,
y así lo juzga Rabinowitch en las jornadas de julio y Robert Daniels en la preparación de octubre. A pesar de ello, las
diferencias entre los dirigentes son innegables; algunas son perceptibles en la preparación de la revolución, otras
estallan tras la muerte de Lenin en 1924.
El papel de las figuras en octubre termina convirtiéndose en tema de controversia. Es innegable el
protagonismo de Lenin, pero sus posiciones han dejado un punto poco claro, la creencia de que la revolución debería
iniciarse en Moscú; es, en el gran debate de 1924, acusación de Trotski. La documentación accesible a los
historiadores occidentales no la confirma. La carta de 1 de octubre de Lenin a los Comités Centrales de Moscú y
Petrogrado incluye una frase, en la que sugiere que puede iniciarse la revolución en Moscú, propuesta es discutida y
rechazada por el ala derecha del comité local (Rykov) y la izquierda del Buró regional (Bujarin). Pero quizá Lenin no
le dio importancia excesiva y lo que realmente deseaba era el comienzo en varios focos, pero nunca una posición
pasiva en, Petrogrado. Otros escritos leninistas de esos días no son compatibles con esa carta. Y el 10 de octubre, en
la sesión del Comité en Petrogrado, sus planes se centran en la insurrección en la capital.
Trotski fue atacado con pasión por sus antiguos correligionarios. En su autobiografía recuerda: a una señal de
la Pravda se desencadenó en todas partes, en todas las tribunas, en todas las columnas de los periódicos, la campaña
contra el trotskismo. Era un espectáculo majestuoso en su género. La calumnia parecía una erupción volcánica». El
papel de Trotski el 25 de octubre fue insustituible, pero la excomunión estalinista ha llegado a silenciarlo totalmente.
Una publicación oficial, Historia de la gran revolución socialista de octubre, por omitir el nombre del proscripto, cae
varias veces en el ridículo; por ejemplo, para no citarle omite la composición del primer consejo de comisarios del
pueblo y se detiene, en cambio, en enumerar nominalmente comités de importancia menor. Más discutible es el papel
de Stalin. Repasando las Actas del Comité Central se puede comprobar que no asiste a alguna reunión decisiva del
mes de octubre de 1917, lo que podría sugerir que tenía dudas sobre la conveniencia de la inminencia de la
insurrección; por otra parte, poco sabemos de sus actividades la noche decisiva, ignorancia inexplicable tras un largo
período es el que se le glorificó. Sin embargo, su intervención en la sesión del 21 de octubre, con un programa de
urgencia (guerra, tierra, nacionalidades, etc.), le otorga un protagonismo difícil de rebatir-
Las controversias entre los dirigentes se han contemplado desde diferentes puntos de vista. Hemos adjetivado
de blanda la postura de Kánlenev, de oposición, a la insurrección y, efectivamente, en algún documento parece
inclinar- se hacia las tesis mencheviques de la inexcusabilidad de la fase burguesa. Kámenev juzga arriesgada la
insurrección, pero no es sólo cuestión de riesgo; la dictadura de un solo partido repugna a sus convicciones, mientras
Lenin reivindica todo el poder, aunque haya de utilizar para conseguirlo métodos diferentes a los de los parlamentos
y democracias occidentales. Según esta perspectiva, Kámenev sería un demócrata; Lenin anticiparía, con su
imposición dentro y fuera del partido, la tendencia a la dictadura, qué sería extremada por Stalin.
El debate sobre la posibilidad del socialismo en un solo país o la revolución mundial cubrió muchas de las
páginas en que se criticaron Trotski y Stalin. Lenin no escribió que fuese posible el triunfo definitivo del socialismo
en un solo país; para él era una cuestión de opción transitoria. Stalin, en La revolución de octubre y la táctica de los
comunistas rusos, escribe que ha sido posible el triunfo en, sólo Rusia, pero la garantia definitiva exige el apoyo de
obreros de otros países y, por tanto, la exportación de la revolución. Seton Watson cree que, a pesar de la polémica,
eran casi coincidentes las posiciones de Trotskiy Stalin.
De las interpretaciones generales que se han dado sobre la trayectoria de la revolución bolchevique podemos
destacar cuatro:
-oficial estalinista, según la cual octubre fue una revolución socialista proletaria realizada por la clase obrera
bajo la dirección del partido guiado por Lenin y Stalin. Dos observaciones: sobre Trotski, silencio casi total; sobre el
desarrollo del proceso revolucionario, triunfalismo, subrayando la conversión de la Unión Soviética en gran potencia.
-trotskista: revolución traicionada tras la muerte de Lenin. El proletariado es vencido por las fuerzas de la
burocracia desatadas por Stalin.
-versión de la continuidad, sostenida en Estados Unidos por George F. Kennan, según la cual la Rusia zarista
y la soviética no presentan una ruptura histórica, ya que los puntos de continuidad son más importantes. Es la versión
alimentada por los exiliados. En Rusia nunca ha habido libertades políticas ni instituciones representativas; el zar
aristocrático fue reemplazado por el autócrata Stalin, sin que desaparecieran los poderes de la policía, los arrestos y
las deportaciones a Siberia.
-la revolución como accidente, hecho circunstancial. La toma del poder se consiguió, por .la disciplina
bolchevique (Fainsod), el vacío provocado por el gobierno provisional (Schapiro), un cúmulo de circunstancias, entre
ellas la guerra (Daniels).
Siguiendo a Miliukov, algún historiador occidental ha sostenido la tesis de la revolución como catástrofe, que
ha impedido la verdadera modernización de Rusia. En general no se niega, no puede negarse, que se trata de un gran
acontecimiento, que ha provocado incluso un impacto inmenso en la literatura: poemas de Pasternak y de
Maiakovski, novelas de Pasternak y Solojov. Llamamientos de Lunatcharski a los escritores. Ni puede negarse la
219
singular personalidad de los dirigentes revolucionarios, como han subrayado los grandes especialistas, Carr, Seton
Watson, Marc Ferro. Al igual que la revolución francesa de 1789, la rusa de 1917 constituirá, cuando se superen las
dificultades que hacen casi inaccesibles los archivos soviéticos, un tema clave de la historiografía contemporánea.
222
Sobre la dureza con que se realizaron los planes, sobre todo en el campo pero también en la Industria, han
testificado, probablemente con rasgos exagerados, todos los exiliados del régimen soviético (por ej. Victor
Kravchenko, Yo escogí la libertad). El Inmenso despliegue de energías de un pueblo de docenas de millones de
habitantes se hizo de manera drástica: todos los recursos compulsivos se consideraron legítimos. Los resultados
fueron Inciertos: la producción Industrial aumentó en algunos sectores de forma espectacular, pero la agrícola se
deprimió, la vida política quedó sometida a un régimen policiaco y las tensiones Internas terminaron saliendo a la luz.
DOCUMENTOS
I. LENIN ANTE LA INSURRECCIÓN. CARTA AL COMITÉ CENTRAL BOLCHEVIQUE
Faltan pocas horas para el inicio de la revolución. Varios puntos a resaltar: Posición de Lenin, insistente,
repetidas veces afirmada. 2. Posición de otros sectores del partido. 3. Instituciones y apoyos de la revolución. 4.
Sectores contrarrevolucionarios.
“Camaradas: Escribo estas líneas el 24 por la tarde. La situación es crítica en extremo. Es claro como la luz del
día que hoy todo lo que sea aplazar la insurrección significará verdaderamente la muerte.
Poniendo en ello todas mis fuerzas, quiero convencer a los camaradas de que hoy todo está pendiente de un
hilo, de que en el orden del día figuran cuestiones que no pueden resolverse por medio de conferencias, ni de
congresos (aunque sean incluso congresos de los Soviets), sino únicamente por los pueblos, por las masas, por medio
de la lucha de las masas armadas.
La korniloviada inspirada por la burguesía, la destitución de Verjovski demuestran que no se puede esperar.
Es necesario, a todo trance, detener al gobierno esta tarde, esta noche, desarmando previamente a los cadetes (después
de vencerlos. si oponen resistencia), etc.
¡¡No se puede esperar II ¡¡Nos exponemos a perderlo todo!!
¿Qué se conseguirá con la toma inmediata del Poder? Proteger al Pueblo (no al Congreso, sino al pueblo, al
ejército ya los campesinos, en primer término) contra el gobierno kornilovista, que ha arrojado de su puesto a
Verjovski y ha urdido una seguida conspiración kornilovista.
¿Quién ha de hacerse cargo del Poden
Esto, ahora, no tiene importancia: que se haga cargo el Comité Militar Revolucionario «u otra institución, que
declare que sólo entregará el Poder a los verdaderos representantes de los intereses del pueblo, de los intereses del
ejército (inmediata propuesta de paz), de los intereses de los campesinos (inmediata toma de posesión de la tierra.
abolición de la propiedad privada), de los intereses de los hambrientos.
Es necesario que todos los distritos, todos los regimientos, todas las fuerzas sean inmediatamente movilizadas
y que envíen sin demora delegaciones al Comité Militar Revolucionario, al CC del Partido Bolchevique, exigiendo
insistentemente: no dejar en modo alguno el Poder en manos de Kerenski y Cía. hasta el 25; en modo alguno. Es
menester que la cosa se decida a todo trance esta tarde o esta noche.
La historia no perdonará ninguna dilación a los revolucionarios que hoy pueden triunfar (y que triunfarán hoy
con toda seguridad) y que mañana correrán el riesgo de perder mucho, tal vez de perderlo todo.
Si hoy nos adueñamos del Poder, no nos adueñamos de él contra los Soviets, sino para ellos.
La toma del Poder debe ser obra de la insurrección; su meta política se verá clara después de que hayamos
tomado el Poder.
Muardar a la votación incierta del 25 de octubre sería echarlo todo a perder, sería un puro formalismo; el
pueblo tiene el derecho y el deber de decidir estas cuestiones no mediante votación sino por la fuerza; tiene, en
momentos críticos de la revolución, el derecho y el deber de enseñar el camino a sus representantes, incluso a sus
mejores representantes, sin detenerse a esperar por ellos.
Así lo ha demostrado la historia de todas las revoluciones, y los revolucionarios cometerían el mayor de los
crímenes, si dejasen pasar el momento, sabiendo que de ellos depende la salvación de la revolución. la propuesta de
paz, la salvación de Petrogrado, la salida del hambre, la entrega de la tierra a los campesinos.
224
El gobierno vacila. ¡Hay que acabar con él, cueste lo que cueste! Demorar la acción equivaldría a la muerte.”
Escrito el 24 de octubre (6 de noviembre) de 1917. Publicado por vez primera en 1924.
INFORME
CUANTIFICACIÓN DE LAS PURGAS ESTALINISTAS
Problema de imposible precisión en tanto no se produzca la apertura de los archivos de la N.K.V.D. sin
embargo planteamos el estado de la cuestión para señalar que es tema que ha de ser esclarecido por los historiadores
en el futuro. Testimonios sin cifras están al alcance de cualquier lector occidental interesado; el disCurso secreto de
Kruschev y varios discursos públicos en el XXII Congreso del Partido (octubre de 1961) constituyen viñetas de las
purgas; algunas victimas pudieron publicar sus relatos en Occidente (Memorias de Ivanov-Razurnnik de Margarete
Buber-Neuman, viuda de un miembro del Buró Político, relato del profesor Swianiewicz, estudioso de la
organización económica de los campos, de trabajo); las narraciones líterarias, como Archipiélago Gulag y Un día en
la vida de Iván Deniso- vich, de Solzhenitsyn y El cero y el infinito, de Koestler, están .confirmadas por testimonios
de exiliados, por ejemplo, el de Kravchenko, Yo escogí la libertad (Madrid, Nos, 1953), o el, más general de
Krivitski, Yofui agente de Stalin (Londres, 1940), o el del viejo trostkista Antón Ciliga, El enemigo ruso (Londres,
1940). Mayor interés historiográfico ofrece el estudio de Boris Suvarine, aparecido en ruso en 1939 (edición
reciente: Staline. Aper du historique du Bolchevisme, Paris, ed. Champ Libre, 1977). Son escasas las fuentes que
permitan una cuantificación, pero se dispone de alguna. Sobre ellas ha efectuado un espléndido estudio. Lorimer, La
población de la Unión Soviética. Historia y perspectiva. Ginebra, Sociedad de Naciones, 1964. 500 carpetas de los
Archivos del Partido en Smolensko fueron capturadas por los alemanes en 1941 y terminaron en poder de los
norteamericanos. En castellano disponemos de un estudio de conjunto, el de R. Conquest, El gran terror (Las purgas
stalinianas de los años treinta}, Barcelona, Caralt, 1974.
En el momento de los juicios las posiciones occidentales fueron contradictorias. En Estados Unidos una
comisión presidida por Dewey consideró que la actuación en los grandes procesos estaba falseada, pero un manifiesto
de intelectuales, encabezado por Granville Hicks, atacó a la comisión. En Inglaterra el Manchester Guardian ofreció
amplia información. Un periodista conocedor del ruso, Walter Duranty, consideró justos los juicios. Pero éstos no
constituyen más que una página de la gran purga, que afectó a millones de ciudadanos soviéticos.
Consignemos, en primer lugar, algunas cifras sobre detenidos. Por las Instrucciones Secretas de 8 de mayo de
1933 de Stalin-Molotov sabemos que había en las cárceles 800.000 presos, sin contar los de los campos y colonias
de trabajo. Para los años 1937-38 varios testimonios coinciden en contabilizar entre seis y ocho millones de presos
políticos. Sólo en Moscú existían 3.000 interrogadores. El físico Alexander Weissberg, que estuvo preso en la cárcel
de Kharkov de marzo de 1937 a febrero de 1939, estima que el 5.5 por ciento de la población de la región pasó por
la cárcel; en esta proporción coinciden otros testimonios, lo que supone, consultando el censo de 1939, un total de
8.5 millones de detenciones. Otros cálculos, el del yugoslavo Dedijer, y el de Uralov, funcionario del Partido, lo
rebajan a 7 millones. Teniendo en cuenta que parte de los detenidos eran miembros del Partido resulta útil comparar
los datos de dos Congresos: en el XVII (1934) tenia 2.817.000 afiliados, en el XVIII (1939) había descendido a
1.568.000: ala diferencia habria que sumar los miembros nuevos, unos cuatrocientos mil, y deducir las bajas por
razones diversas, desde fallecimientos hasta expulsiones que no iban acompañadas de detención, y quedaría una cifra
de cerca de un millón de miembros del Partido arrestados.
Sobre ejecuciones disponemos de bastantes datos parciales. Un escritor soviético (Ginzburg) ha afirmado que,
en la prisión de Lefortovo, en agosto de 1937, eran fusilados 70 hombres por día. Diversos testimonios calculan que
el número de ejecutados es de un 10% con respecto al de detenidos, lo que supondría entre 600 y 700.000: Uralov
lo rebaja a 500.000; un oficial de la N.K.V.D. (Petrov) lo eleva a dos millones, y Dedijer a tres millones. Conquest,
en la primera versión de su libro, la editada en castellano en 1974, se inclinaba por una cifra aproximada de un
millón.
226
Ante la disparidad de cifras es imprescindible recurrir a las fuentes estadísticas, como los censos de
trabajadores forzados organizados por la N.K; Y.D. o simplemente los censos oficiales de población. ..1
El cálculo de Conquest (o.c., p. 649), ofrece la fiabilidad relativa de lo provisional: 5 millones de encarcelados
hasta enero de 1937, 7 millones de detenidos entre enero de 1937 y diciembre de 1938; de ellos un millón de
ejecutados y dos millones de muertos en los campos. El estudio de Lorimer sobre la población permite afirnar que al
menos las cifras de detenidos pueden aceptarse como un indicador (calcula 6.790.000 en los campos de trabajo). Por
otra parte, la contabilización de Conquest nos ofrece otra partida: los fallecidos en los campos, en proporción doble a
la cifra de ejecutados El censo soviético de 1959 hace posible otra aproximación al tema. La proporción de 453
hombres por 547 mujeres en el grupo de los 30 a 34 años puede atribuirse a muertes de soldados jóvenes, menores
de veinte años, en la Primera Guerra Mundial. En el grupo de 35 a 39 la diferencia, sorprendente- mente, es todavía
mayor: 391 hombres para 609 mujeres, y aún más desigual para los grupos de 40-44, 45-49 y 50-54: 384 hombres
por 616 mujeres. Este desequilibrio de la pirámide sólo puede explicarse sobre la suposición de que la purga golpeó
sobre todo a los varones entre los treinta y cincuenta años de edad.
En los años 60 y70 se consideraron en Occidente estos cálculos como exagerados. Pero la glasnost y la
posibilidad de acceder a nueva documentación de archivo han demostrado que se habían quedado cortos. Robert
Conquestha elaborado una nueva versión con la incorporación de más datos y documentos: The Great Terror. A
Reassessment. Londres, Hutchinson, 1990, y está seguro de que ha de elevarse la cifra global de victimas, aunque no
aventura ningún resultado definitivo. Pero ha sido dentro de Rusia donde se han lanzado cifras que convierten la
dictadura estalinista casi en un genocidio. En octubre de 1988, en la reVista Neva de Leningrado un escritor
aseguraba que el número de arrestos había alcanzado los 16 millones, de los cuales entre 8 y 10 millones habían
perecido en los campos. El historiador comunista disidente Roy Medvedev en el órgano semioficial Argumenti i
Fakti lanzó la cifra de 40 millones de Victimas de Stalin, incluyendo entre ellas a los deportados durante la segunda
guerra mundial. De cinco a siete millones serian los condenados a los campos, de los cuales un millón fue fusilado
sumarisimamente y otros muchos murieron pronto en condiciones penosas. Aunque las cifras de Medvedev son
consideradas las más elevadas hasta el momento publicadas, vemos que no difieren de las primeras de Conquest, que
este autor estima han de ser incrementadas.
227
Por otra parte, se llaman democracias sistemas políticos que no muestran las notas indicadas más arriba. En las
democracias marxistas no se consiente el pluralismo; los antagonismos sociales se solucionan por la profesión del
pueblo en una fe común, por la adopción de puntos de vista unánimes; a estas que se denominan «democracias
populares» se les debería llamar -opina George Burdeau- «monocracias populares». La captura de la palabra
democracia y el abuso de su aplicación contribuyen a la confusión y a la postre al descrédito. Aparte de esta crisis de
conciencia y de concepto, tres son los peligros para los regímenes democráticos:
-la fuerza interna de los movimientos proletarios con su filosofía de revolución social. El peligro de una nueva
«comuna, inclina a los gobiernos a reforzar el aparato estatal con detrimento de los derechos del ciudadano:
-el desafío de los fascismos, con su política internacional agresiva y sus formulaciones teóricas de desprecio de
la democracia. En el periodo de entreguerras es sin duda el enemigo mayor para la vigencia del sistema democrático:
-los recelos que suscita la revolución soviética y la III Internacional. ¿Se camina hacia una revolución mundial?
A pesar de estos peligros, mientras en varias naciones se instauran regimenes autocráticos, Francia, Inglaterra y
Estados Unidos no renuncian a sus instituciones ya su pluralismo.
228
-Al regreso del frente esperaban las masas obreras una legislación social vigorosa que les compensara de su
fidelidad, expresada en la Unión sagrada, durante el conflicto, en la que se suman todas las fuerzas de la nación y se
aplazan las reivindicaciones, pero a pesar de que las tareas de reconstrucción y el debilitamiento demográfico alejan el
fantasma del paro la sociedad justa y fraterna en que se soñaba se redujo a algunas tímidas disposiciones, como la
jornada de ocho horas en la industria. Los obreros se afilian en masa a los sindicatos; la C.G.T., que en 1913 tiene
sindicados a 900.000 obreros, pasa de los dos millones en 1920. El ascenso de la combatividad proletaria se señala
en el número y amplitud de manifestaciones y huelgas, que culminan en mayo de 1920, cuando los ferroviarios
convocan una huelga general ilimitada para imponer la nacionalización de los ferrocarriles. De manera paralela se
produce el aumento de fuerza del Partido Socialista, pero ha de enfrentarse con la experiencia rusa y el nacimiento de
la III lnternacional.
La querella entre socialistas reformistas y revolucionarios se resuelve en diciembre de 1920 (Congreso de
Tours) con la separación del sector exaltado, que decide acatar las consignas de la III Internacional, y la formación
del partido Comunista Francés; esta escisión va a provocar la del sindicato al año siguiente (C.G.T. y C.G.T.U.,
Confederación General del Trabajo Unitaria).
3. TRAYECTORIA POLÍTICA
La prueba de la autenticidad democrática de Francia estriba en que, a diferencia de Alemania antes e Italia
después, que persiguen de manera sangrienta a los movimientos socialistas, afronta los problemas económicos y
sociales sin represión y sin suspender la vigencia constitucional ni el proceso electoral. La vida política pasa por las
fases siguientes: Bloque nacional (1919-1924), Cartel de las izquierdas (1924-1926).. Unión Nacional (1926-
1932). Nuevo Cartel (1932'-1936). Frente Popular (1936-1937). La alternancia de gabinetes de derechas e
izquierdas, y en algunos casos el recurso a gobiernos de concentración, muestra la normalidad de los cambios de
opción que caracteriza alas democracias.
229
La impopularidad de los gobiernos del Bloque, por su incapacidad para encontrar salida a la crisis financiera y
por el desprestigio internacional en que había sumido a Francia la ocupación armada del Ruhr, con el propósito de
compensarse de los débitos de guerra alemanes, fue explotada por las izquierdas para obtener el triunfo en las
elecciones de mayo de 1924.
Nuevo Cartel
Para las elecciones de 1932 se reconstruye el Cartel de la izquierda, a lo que contribuye la crisis económica;
327 diputados radicales y socialistas frente a 260 moderados señalan su triunfo y el desplazamiento del espectro
parlamentario de la derecha. Se retorna a la situación política de 1924, un gabinete del radical Herriot sostenido
parlamentariamente por los socialistas. Pero la inestabilidad gubernamental va a caracterizar este período, en primer
lugar por las diferencias entre radicales y socialistas, pero todavía más por la fuerza .de la derecha antiparlamentaria
de signo parafascista, propulsada a partir del acceso de Hitler al poder en Alemania'. Mientras los socialistas reclaman
la se- mana de 40 horas y la nacionalización de ferrocarriles, industria bélica y compañías de seguros, los radicales,
preocupados nuevamente por el déficit presupuestario, intentan la reducción de los gastos públicos. Se suceden
rápidamente varios ministerios radicales: Herriot, Paul-Boncour. Daladier..., cuya efímera duración contribuye al
descrédito del régimen parlamentario.
A imitación de nazis y fascistas italianos, la extrema derecha se organiza en Francia en células armadas de
estilo castrense, con disciplina. Encuadramiento, paradas y desfiles. Fundiendo la tradición de bonapartismo, del
bulangismo y del nacionalismo de preguerra, nombres como,.Cruz de Fuego» del coronel de la Rocque, en la que se
231
alistan antiguos combatientes. Juventudes Patrióticas. Solidaridad Francesa, muestran la proliferación de esta cruzada
contra la democracia. El escándalo Stavísky .personaje que aparece muerto en circunstancias sospechosas, tras el
descubrimiento de falsos bonos del Crédito Municipal de Bayona, con posible implicación de altos funcionarios,
provoca la dimisión del gobierno Daladier y el clímax de la ofensiva fascista. El6 de enero de 1934 señala una prueba
crucial para la democracia. A lo largo del mes de enero, Acción Francesa, movimiento de extrema derecha, aunque no
identificable todo él con el fascismo (de una de sus ramas se constituiría en 1935 el «Fascio» de Georges Valois),
intensifica sus demostraciones en la calle.
A la manifestación del 6 de febrero convocan Acción Francesa, las asociaciones de Antiguos Combatientes y
diversas organizaciones extremistas; ante el Parlamento se desenvolvió pacíficamente, pero la de Juventudes
Patrióticas ante el Ayuntamiento derivó en la típica insurrección callejera, tan conocida en los años revolucionarios de
la historia contemporánea francesa. La Plaza de la Concordia fue escenario de enfrentamientos de violencia
sangrienta, y Daladier, a pesar de obtener la confianza de la Cámara, dimite, exclusivamente por la presión de la calle.
¿Va a capitular la democracia, como en Italia? La C. G. T. convoca la huelga general. Con el apoyo sindical y el
parlamentario de los socialistas, los gabinetes radicales consiguen que Francia no siga en 1934 o 1935 el camino de
Italia o Alemania.
6. LA VIDA POLÍTICA
En comparación con la imprecisa trayectoria ideológica de los partidos y de la precaria estabilidad
gubernamental de Francia, la vida política británica se caracteriza por la transparencia de sus mecanismos, que
contribuyen ala permanencia de los gabinetes; solamente cuatro primeros ministros y seis gobiernos tiene Gran
Bretaña entre 1919 y 1930. Al de coalición nacional de Lloyd George, recurso de emergencia ante la guerra, le
sucederá el primer gobierno laborista en 1924. al que apoyan los liberales, y en lo sucesivo se darán dos situaciones, o
triunfo de los laboristas o de los conservadores, obtenido éste por la división del electorado opuesto en dos
tendencias.
El partido conservador ha sabido amalgamar progresivamente sus sectores aristocráticos con aportaciones del
mundo de los negocios; el acceso a la jefatura del partido en 1911 de Bonar Law, empresario siderúrgico, es un
símbolo del sincretismo aristocracia-plutocracia, Aun tratándose de un partido disciplinado, conviven en él una
tendencia tradicional autoritaria, que mantiene las posturas nacionalistas de exaltación del genio británico, y otra más
democrática, que incorpora la herencia disraeliana del progreso social, Dispone de líderes brillantes: Stanley Baldwin,
que sacrifica parte de su fortuna al ceder sus bonos de guerra; Austin Chamberlain, premio Nobel de la Paz después
de la firma del acuerdo de Locarno; Neville Chamberlain, flnanciero prestigíoso; Winston Churchil, que procede de
sectores desgajados del partido liberal y compendia cualídades notables en todosl6sórdenes -naval, financiero,
literario, como requiere un siglo complejo de sus grandes hombres de Estado, Fuertemente vinculado a la monarquía,
es el partido preferido por la familia real, por la Iglesia anglicana y por los sectores del empresariado capitalista;
sostenedor del imperio, identifica la retención del UIster con la defensa de las tradiciones patrióticas y religiosas,
Implantado fuertemente en el campo y zonas de economía tradicional, no es un partido de clase, no carece de apoyos
234
en las ciudades y centros industriales, gracias a su sentido de la propaganda en la utilización de la radio y al control
de periódicos de gran tirada, como el Times y el Daily Maíz,
El partido liberal se dirige hacia su ocaso, por su dogmatismo y escasa capacidad para adaptarse a las nuevas
realidades y por sus divergencias entre los grupos de Lloyd George y d'Asquith, Tras las primeras derrotas electorales
sufre una intensa hemorragia de dirigentes, aunque mantiene su aureola de vencedor en la guerra y el apoyo de
muchas organizaciones patrióticas, Intentando mantenerse como una tercera fuerza, entre el conservadurismo y la
audacia social de los iabohstas, y presentando programas inteligentes, como la lucha contra el paro por medio de un
ambicioso proyecto de obras públicas, no sufrió tanto el desvío del electorado como el rigor de una ley concebida
para la existencia de sólo dos bloques, contra la que lucha incansable e inútilmente,
Los avances del partido laborista, un 31% de los votos en 1923, un 37.5 % en 1929, se deben a la confianza
que supo suscitar ya su excelente maquinaria electoral, sostenida con las Cajas de las Trade Unions. La política de
cambios graduales, propuesta por su líder Rarnsay MacDonald, frente a las Impaciencias de la revolución, no
significaba que se renunciara a una metamorfosis profunda de la sociedad, como se expresa en la propuesta de
Snowden en nombre del partido a los Comunes en 1923: “El esfuerzo legislativo debería orientarse hacia la
sustitución gradual del sistema capitalista por un orden industrial y social apoyado sobre la propiedad pública y el
control democrático de los instrumentos de producción y cambio” Los tránsfugas del liberalismo y sectores
progresistas de las clases medias vigorizaron sus cuadros.
La dinámica gubernamental muestra que por encima de los programas de los partidos imperó en Gran Bretaña
la continuidad, los cambios no traumáticos. El gabinete de coalición liberales-conservadores que presidió Lloyd
George en la guerra y postguerra desembocó en un callejón sin salida, al adoptar los dos partidos posturas diversas
ante los grandes problemas: Irlanda, movimientos huelguísticos desencadenados por los mineros y amplificados por
las Trade Unions, caída de exportaciones, urgencia de la reestructuración industrial, conflictos en Egipto y Oriente
Próximo.
Al romperse la coalición, las elecciones de 1922 otorgan la responsabilidad del ejecutivo a los conservadores;
primero Bonar Law, luego Baldwin. Para corresponder al apoyo de los grandes bancos y cadenas de prensa, Law
adopta una política reaccionaria, rebajando los impuestos directos y las cargas sobre los beneficios de las sociedades;
por el contrario Baldwin, obsesionado por fortalecer la libra, practica una postura de proteccionismo que le enajenó
el apoyo de los sectores económicos perjudicados, influyó en la derrota electoral de diciembre de 1923 y explica la
constricción y posteriores posturas inmovilístas del líder conservador .
En enero de 1924 alcanza por vez primera la responsabilidad del gobierno el partido laborista. Se trataba de
una situación nueva en el parlamentarismo inglés, ya que en vez de dos partidos en turno -o unidos en gabinetes de
salvación nacional, como ocurrió durante la guerra- ahora eran tres los partidos con respaldo popular. Lloyd George
propuso un pacto antilaborista, una coalición entre conservadores y liberales, pero Baldwin, respetuoso con la nueva
orientación del electorado, rehusó y aconsejó al rey Jorge V que encargase a MacDonald la formación del gabinete.
Aunque se trata sólo de un paréntesis, MacDonald se mostró como un político capaz, apasionado por la política
exterior, inspirado por una preocupación social, de la que es prueba su programa de construcción de casas baratas. Al
no disponer de suficiente apoyo parlamentario, una coalición de los votos liberales y conservadores le derriba, y las
elecciones de 1924 confirman, aun con el triunfo de los conservadores, la de separación definitiva de la escena
política inglesa del liberal, ahora barrido, como partido de turno, papel que hereda el laborismo.
A partir de 1924, Baldwin encabeza nuevamente el ejecutivo con un gabinete conservador. Es una etapa
claramente autoritaria ante los problemas sociales, incluso involucionista, y de gran estabilidad política, hasta el
punto de que las elecciones fueron convocadas cuando constitucionalmente era imprescindible, en 1929. Sólo podría
salirse del marasmo económico con un descenso de los precios de los artículos ingleses, para recuperar el papel de
potencia exportadora. Dos caminos se entreveían: el aumento de la productividad mediante una modernización
tecnológica o la reducción de los salarios. Como la primera posibilidad no podía conseguirse en un plazo corto,
Baldwin y su ministro Churchill se inclinaron por la segunda. La reducción de los salarios provocó un choque directo
con los sindicatos: en mayo de 1926 la huelga general fue seguida por 3.700.000 huelguistas. El gobierno la declaró
ilegal, por los procedimientos utilizados, y las Trade Unions dieron marcha atrás, con excepción de los mineros,
quienes permanecieron en paro durante siete meses. La victoria del gobierno fue pírrica, la producción descendió y en
1929 había en Inglaterra todavía un millón de parados.
A la crisis internacional de 1929 va a hacer frente el gobierno laborista de MacDonald. Los líberales han
recuperado algunos escaños a costa de los conservadores y, en consecuencia, MacDonald, aunque su apoyo
parlamentario es más sólido que el de 1924, necesita la colaboración liberal y forma gobierno con el ala derecha del
partido. Ante el caos de la economía internacional se limita en el interior a meros gestos de política social, como la
reducción de la jornada de los mineros, que había sido elevada de 7 a 8 horas en 1926, a 7.5 horas. La inacción
gubernamental provoca la repulsa de la izquierda del partido y la dimisión de Oswald Mosley de sus puestos. El
laborismo en plena crisis del sistema capitalista se limita, con prudencia, para su rama izquierda con cobardía, a
buscar soluciones momentáneas. Pero la involución de Baldwin y la tibieza de MacDonald probablemente
contribuyeron a apuntalar el parlamentarismo democrático inglés en una época de amenazas, como resume Ronald
235
Marx: .Una época que consolida la democracia, admite la clase obrera entre los grupos sociales responsables de la
vida nacional, escapa alas tentaciones de un sistema pluripartidista y de inestabilidad gubernamental y favorece los
progresos reales del bienestar.»
En las ondas del 29, que atendemos en otro tema, se pueden destacar tres aspectos:
Crisis económica, con subida vertical del paro y todos los indicadores habituales de una coyuntura depresiva.
Crisis política, con ruptura de los partidos, de los liberales en nacionales y gubernamentales, lo que
desconcierta a su electorado y termina de hundirlo; de los laboristas en nacionales y socialistas, aunque lo compensan
con la aportación de jóvenes líderes (Atlee, Stafford Cripps, Bevin, Bevan).
Crisis moral, con la irrupción de ligas fascistas, cuyo dirigente es el antiguo laborista Mosley, pero que no
llegan a adquirir las dimensiones del movimiento ultra francés.
Por intervención de Jorge V, en agosto de 1931 se procede a la formación de un gabinete de unión nacional,
presidido por MacDonald, y la participación de Baldwin como figura más influyente. Desde octubre de 1931 se abre
otra era conservadora que se confirma en las elecciones de 1935; gabinetes presididos en su primera etapa por
Baldwin y luego por Chamberlain han de afrontar el problema de la crisis dinástica, al morir Jorge V y abdicar
Eduardo VIII, la regulación definitiva de la cuestión irlandesa, y, sobre todo, los quede manera endémica plantean la
economía y la moneda. ,
7. EL PROBLEMA IRLANDÉS
Todavía en la postguerra, una vez más, la opinión pública británica tenía que enfrentarse al eterno problema
de Irlanda. Tras largas peripecias, el Home Rule o estatuto de autonomía había sido votado en 1912, pero la guerra
demoró su desarrollo y aplicación, y el movimiento nacionalista irlandés aprovechó el conflicto bélico para ocupar
posiciones estableciendo relaciones con los alemanes. La revuelta de Dublín en 1916 es reprimida por el ejército
británico yen 1918 el Home Rule puede considerarse un documento anacrónico, imposible de aplicar. En las
elecciones de este año el principal movimiento independentista, el Sinn-Fein (nosotros mismos.), obtiene 73
diputados para el Parlamento de Londres, pero galvanizados porque los tratados de paz están contribuyendo al
nacimiento de nuevas naciones, como Checoslovaquia o Yugoslavia, deciden no ocupar sus escaños y constituirse en
Parlamento nacional en Dublin, el Dail, que proclama la independencia. Había sonado la hora de las nacionalidades;
pero ni en Versalles ni en los otros tratados se atreve nadie a apoyar una reivindicación que significa la revisión del
estatuto territorial de una potencia vencedora, y, en este punto, Lloyd George se muestra in- transigente ante
cualquier sugerencia. No obtuvieron inicialmente más apoyo los independentistas en la colonia irlandesa de América
del Norte, concentra- da en Boston y en general en Nueva Inglaterra. El viaje de propaganda del joven profesor de
matemáticas, Eamon de Valera, héroe del Sinn Fein, apenas encontró respaldos.
Los irlandeses se deciden por la lucha armada y organizan un ejército, el I.R.A. (Irish Republican Army), bajo
las órdenes de Michael Collins, que sostiene una guerra de liberación con el ejército inglés durante dos años. Con la
convicción de que no habría una salida militar y ante el apoyo que los irlandeses empezaron a encontrar en sus
compatriotas de Estados Unidos y en países de la Commonwealth, Lloyd George se avino a negociar un acta que
preveía la partición de la isla; el Norte, Ulster, de mayoría anglicana, quedaría como provincia del Reino Unido; el
sur se desgajaría de la administración británica. Se convocan elecciones separadas en los dos sectores y en efecto los
resultados contradictorios retratan la diferente sensibilidad de las dos Irlandas: en el Sur 124 de los 128 diputados
pertenecen al Sinn Fein, en el Ulster sólo son seis frente a 40 unionistas, partidarios del mantenimiento de la unión
con la corona. De Valera negoció en Londres el tratado que se firma el 6 de diciembre de 1921, que convierte a
Irlanda en un dominio de la Commonwealth, con estatuto similar a Canadá o Australia. Al ratificarse en enero de
1922 en el Parlamento de Dublín, estalla la discordia; casi la mitad de los diputados estiman que no se ha conseguido
la independencia plena ni respetado la unidad nacional de la isla, por lo que debe continuar la resistencia armada. Los
intransigentes contaban con el apoyo de De Valera -primer presidente-, pero las elecciones de junio de 1922
respaldaron el tratado; los irlandeses se oponían mayoritariamente a la continuación de la guerra y los últimos
activistas depusieron las armas en abril de 1923.
Ha nacido en Europa otra nación independiente, al margen de la transformación que en el mapa político del
continente ha impreso el tratado de Versalles. El Estado Libre de Irlanda dispone de gobierno. Parlamento, ejército,
lengua oficial gaélica, todos los atributos que reclama la identidad nacional, pero subsiste el problema de la
separación de la provincia anglicana del norte y los lazos que la ligan a su antigua metrópoli dentro de la
Commonwealth, dos realidades para los irlandeses difíciles de compaginar, por lo que se producirá la salida de la
comunidad sajona en 1949.
8. EL PLANO INTELECTUAL
Si en el orden económico Inglaterra se enfrenta a problemas de reconversión y en el político no aporta al
parlamentarismo ninguna contribución que no hubiera ya ofrecido en el siglo anterior, en el plano intelectual
continúa siendo una primera potencia. No es propio de una síntesis detenerse en las letras o las artes, pero la simple
cita de figuras como Priestley, Aldoux Huxley, Virginia Woolf, T. S. Eliot, Orwell, etc, pone de manifiesto la
236
originalidad y altura de las letras inglesas. Algunos autores revolucionan por completo la concepción misma de la
narrativa, como el irlandés James Joyce; o anticipan en obras de literatura-ficción la meta absurda en que puede
desembocar la sociedad industrial, como Huxley y Orwell; otros se limitan a testimoniar sobre los problemas
contemporáneos con fórmulas tradicionales, como Somerset Maughan o Graham Greene. A diferencia de los
escritores victorianos, un Bernard Shaw o un Wells, Joyce en la narrativa, Eliot en la poesía o Prtestley en el género
dramático, bucean en estratos apenas conocidos del psiquismo y sus creaciones resultan extrañas incluso para los
sectores cultos de la sociedad. Quizá sólo generaciones futuras puedan valorar la aportación gigantesca y audaz de los
escritores británicos en una época cuyo sentido no ha sido definido todavía.
Junto con Estados Unidos, que importa la ciencia, y Alemania, Inglaterra aporta a nuestro siglo nombres
gloriosos en todas las ramas, desde la matemática, con Whitehead, a la física atómica, con Rutherford.
La cultura popular adquiere con la difusión de la enseñanza dimensiones nunca alcanzadas. El más ambicioso
intento de síntesis del saber lo afronta la Enciclopedia Británica, cuyas ediciones se renuevan sin cesar. Los periódicos
se colocan en tirajes que sólo pueden ser intentados por las grandes cadenas norteamericanas: el Daily Mail y el Ddlly
Express sobrepasan el millón y medio de ejemplares diarios, mientras el londinense Times, de contenido más serio, se
desenvuelve en torno a los 200.000 ejemplares alrededor de 1930. Antes que en otros países, los semanarios
consiguen forjar una masa de lectores devotos con técnicas de impresión más atractivas; el News of the World
alcanza la cifra de casi 3 millones y medio de ejemplares. Los magnates de la prensa, lord Beaverbrook, lord
Rothermere, sir Edward Hulton, forman parte del grupo de personajes de máxima influencia en Gran Bretaña.
Entre las muchas personalidades que Inglaterra ofrece a la civilización contemporánea, pocas tan completas
como Bertrand Russell, matemático, filósofo, educador, activista político, premio Nobel de Literatura en 1950. Por
sus páginas se dispersan miles de agudas reflexiones sobre nuestro tiempo: «es evidente que no puede haber paz
segura hasta que Alemania deje de ser castigada por salir derrotada en la guerra-; «después de la eliminación de la
guerra, el requisito más importante para la reconciliación del individuo y el ciudadano radica en la eliminación de la
superstición»; «en tiempo de guerra se utilizan falsas creencias para provocar el entusiasmo-;, «un segundo peligro: el
amor excesivo por la uniformidad-
Chaplin, Russell, Joyce, muchos nombres demuestran que la libre creación , que la democracia en el peor de
los casos no impide, es incluso en los períodos de crisis la más sólida justificación de la bondad del sistema social
basado en la libertad y en la pluralidad de las opciones. Inglaterra fue siempre leal a su tradición parlamentaría y no le
faltan argumentos, con nombres y apellidos, para acreditar que no siguió un camino equivocado.
238
proceso inflacionario. lo que señala la ausencia de un problema que en cambio atosigó alas economías de Europa
occidental durante este decenio.
Hoover podrá anunciar en estos años de consumismo orgulloso, que pronto la maldición de la miseria será
definitivamente desterrada de USA. A principios de, 1929 muchos creían que se habían conseguido la meta de una
sociedad opulenta, dirigida por el beneficio y el consumo de bienes materiales. Unos meses después, en octubre, una
crisis profunda estalla y somete a interrogantes la viabilidad de este modelo social.
En el plano político los años veinte son de administración republicana. Su triunfo en las elecciones de 1920 se
debe tanto al sentimiento aislacionista que vive el pueblo norteamericano, hostil a los compromisos bélicos y
diplomáticos en que le ha embarcado el mesianismo idealista de Wilson, como al apoyo de los círculos industriales y
bancarios al republicano Harding. La gestión presidencial de Harding se señala por la connivencia con las grandes
empresas, en la que no faltan escándalos, como la retribución al secretario del Interior Fall de la cesión a las
compañías petrolíferas de terrenos reservados a la Marina. Tras la administración de Coolidge, la elección de Herbert
Hoover en 1928 supone el acceso a la Casa Blanca de un hombre de grandes cualidades y experiencia pero que no
supo o no pudo resolver el desafío de la crisis de 1929.
La prepotencia de los republicanos suscita una crisis en el partido demócrata, que se escinde en dos alas
rivales, una dirigida por Mac Adoo, que se apoya en los protestantes y las zonas rurales, y otra por Al Smith,
gobernador de Nueva York, y cuyas bases estaban en los católicos y los centros urbanos. Algunos sectores
descontentos se agrupan en el partido progresista, con lo que durante algún tiempo, al igual que Inglaterra, Estados
Unidos vivió la experiencia nueva de optar entre tres partidos. En las elecciones de 1924 el senador por Wisconsin
La Follete presentó un Programa que se centraba en la nacionalización de los recursos hidroeléctricos, la ayuda
financiera a los granjeros y subvenciones como inicio de reformas sociales; obtuvo casi cinco millones de votos frente
a los más de ocho del candidato demócrata y casi dieciséis del republicano Coolidge. El intento de tercer partido no
cuajó; probablemente hubiera provocado una alianza de los dos tradicionales para asfixiarlo.
El titulo que algunos americanos dan a los años de postguerra como «Nueva Era, no es precisamente certero,
puesto que ofrecen demasiadas analogías con los años de la reconstrucción que siguió a la guerra de secesión:
omnipotencia de los hombres de negocios, reacción puritana en la moral, estallidos de xenofobia. La frase de
Coolidge, «el que construye una fábrica construye un templo., resume el evangelio de la sociedad opulenta de los
Estados Unidos, pero puede ser aplicado a muchas otras fases de su joven historia. Algunos intelectuales, cumpliendo
su papel de críticos sociales, denunciaron las se- cuelas de la prosperidad, la intolerancia, la estandarización, la
anulación de la capacidad individual para corregir los procesos. Hemingway y Fitzgerald se establecieron en Europa;
otros permanecieron en Estados Unidos, como Mencken, quien desde las páginas del American Mercury denunció
con ironía las contradicciones de la sociedad satisfecha.
DOCUMENTOS
I. LÉON BLUM DENUNCIA LAS RIVALIDADES PERSONALES EN EL BLOQUE NACIONAL
Trácese el cuadro político de Francia a partir de los datos incluidos en este artículo. Deben buscarse datos
sobre los políticos aludidos.
“Lo cierto es que, desde el 6 de febrero, la Cámara de los riñones rotos» no ha recuperado su equilibrio, su
asiento. La verdad es que, con excepción de los grupos proletarios, la Cámara está siendo devastada por las envidias y
rencores de algunas personas, las rivalidades de los clanes, el enfrenta- miento de ambiciones al mismo tiempo
impacientes, desenfrenadas y atolondradas. El jefe de gobierno ya no puede confiar en nadie, y en sus amigos menos
que en ninguna otra persona.
La animosidad de Tardieu contra Flandin provoca el caos en el centro y a la derecha. El duelo de Daladier
contra Herriot divide a la izquierda. Tardieu derriba a Flandin porque no puede soportarlo. Flandin destruye a
Bouisson porque Tardieu y P. Reynaud la apoyan. Los llamamientos de Herriot, en vez de unir al conjunto de los
radicales, alejan a gran parte de ellos. , Según los escrutinios, que han enfrentado mutuamente a Flandin y Fernand
Bouisson, todos los grupos de la Cámara, con excepción de los grupos proletarios, se han dividido. Se ha hecho burla,
como ya es habitual, de la descomposición del grupo radical en tres partes, por cierto desiguales. Pero no es el único
caso de este estilo. Existen otros mejores. Aunque los dos textos de plenos poderes presentados por Flandin y
Bouisson fueran visiblemente idénticos, los dos escrutinios difieren por completo y la diferencia se hace sentir sobre
todo en el centro y la derecha. Un número apreciable de centristas y derechistas negaron el jueves a Flandin lo que
concederían el martes a Bouisson, la cual, desde una perspectiva mínimamente razonable, resulta increíble. Pero un
número considerable negó el martes a Bouisson la que había concedido el jueves a Flandin, la cual no es menos
extraordinario.
Me apresuro, por otra parte, a añadir que en el seno del grupo radical se manifiestan, cada vez de forma más
clara, otros fenómenos que de momento contribuyen quizás a crear más desorden, pero que no tienen en absoluto el
mismo interés e importancia que los que acabo de destacar.
239
Es posible que las rivalidades personales hayan servido de germen para ello, pero en la actualidad los jóvenes
radicales, jóvenes por el ardor, por la audacia ya menudo por la edad, ya no se agrupan únicamente en función de los
nombres: el resentimiento acumulado desde hace tres años despierta hoy un espíritu de independencia, podría decir
casi de rebelión. Los he oído en el transcurso de nuestras recientes reuniones. La catálisis se produce entre los "dos
radicalismos" y aportaría a la vida política del país un inicio de salud y claridad.
Léon BLUM: ¡Disolución/ ¡Disolución/ “
Le Populaire. 7 de junio de 1935 y Oeuvres, Albin Michel ed.
“Los líderes bolcheviques han tenido ideas muy concretas respecto al papel que harán México y América
Latina en su programa para la revolución mundial. Han planteado como una de sus tareas fundamentales la
destrucción de lo que ellos llaman un Imperialismo Americano, como requisito previo para el éxito en el desarrollo
del trabajo revolucionario internacional en el Nuevo Mundo. Así, América Latina y México son considerados como
base para la actividad contra los EEUU. “
247
Los periódicos de la oposición son clausurados, así ocurrió con La aiustizia, órgano socialista, o suspendidos,
como lo fue La Stampa, que reapareció con el compromiso de no ocuparse de política; o se les impone un director y
una línea editorial determinada, como ocurrió con el Corriere della Sera. Las asociaciones han de comunicar sus
reglamentos y sus reuniones. En las universidades se produce una intensa remoción del profesorado. La nueva
doctrina se convierte en obligatoria en la enseñanza y los funcionarios han de jurar respeto y lealtad a las nuevas
instituciones.
d) Un solo partido
El partido fascista, que se había concebido como un antipartido, es decir como una fuerza que se identificaba
con la nación entera, terminó adoptando la forma de un verdadero partido político sin ningún contrapeso de fuerzas
rivales. Hasta 1922 era un pequeño grupo, pero con el triunfo el aumento de sus miembros fue tan espectacular que
el abogado Giurati recibió el encargo de depurarlo y redujo sus efectivos de 1 millón a 660.000, con la consiguiente
siembra de decepciones y enemistades; en los años 30 sólo podían ingresar los que habían militado en organizaciones
juveniles. A partir de estas variaciones sintetiza Mario Einaudi que el partido fascista fue primero coto de comba-
tientes, luego de oportunistas y finalmente de los ciudadanos perfectos del Estado. El partido tiene el monopolio de
la educación política de la juventud mediante la creación de los balillas, Mussolíni soñaba con uniformar a los
italianos, desde la infancia y en diversas instituciones -pequeños italianos vanguardistas, jóvenes fascistas, etc.- se
imparte instrucción paramilitar, adornada con la retórica más asimilable por los jóvenes, a los que se presenta un
horizonte risueño de aventura, de camarería, de vida al aire libre.
No sólo los jóvenes se encuadraron con cierto entusiasmo en estas novedosas células; el régimen exhibió una
notable capacidad para movilizar alas masas con el señuelo de sus mitos, una vez suprimida la crítica o simplemente
la información contradictoria. En teferéndumes y elecciones se refleja la paulatina y creciente docilidad política del
pueblo italiano. En 1929, en una consulta al pueblo, se recogen 8.5'millones de sí es y 136.000 no es; en 1934 diez
millones de respuestas afirmativas y sólo 15.000 negativas. El fascismo demostró que Con el control de la prensa y
de la enseñanza se puede conseguir un grado de uniformidad nunca soñado -ni deseado- en los regímenes
democráticos. La declaración de Fedéle, ministro de Instrucción: «El gobierno exige que toda escuela, en todos sus
grados, en toda su enseñanza, eduque a la juventud italiana para comprender al fascismo y vivir en el clima histórico
creado por los servicios fascistas», constituye un exponente de este régimen de monolitismo menta1.
DOCUMENTOS
IDEAS FUNDAMENTALES DEL FASCISMO
Apología de la guerra, repudio del internacionalismo, violencia, escuadrismo como forma de organización y
estilo de vida, modelo de superación de clases, antes que nada omnipotencia y omnipresencia del Estado, constituyen
algunos de los principios doctrinales que se consignan en estas páginas de Mussolini. Pueden ordenarse de manera
personal y comentar los más importantes.
“Ante todo, el fascismo, en lo que concierne, en general, al futuro y al desarrollo de la humanidad, y dejando
aparte toda consideración de política actual, no cree en la posibilidad ni en la utilidad de la paz perpetua. Por esa
razón, rechaza el pacifismo, el cual en el fondo esconde una renuncia a la lucha y una cobardía ante el sacrificio.
Únicamente la guerra lleva a su punto máximo de tensión todas las energías humanas e imprime un sello de nobleza a
los pueblos que poseen la valentía de enfrentarse a ella. Las restantes experiencias son sólo sucedáneos que no colocan
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nunca al hombre frente a él mismo, ante la alternativa de la vida o la muerte. Es por ello que una doctrina que parta
del postulado previo de la paz es ajena al fascismo. Así como son ajenos al fascismo, aunque se hayan aceptado por lo
que puedan tener de útiles en ciertas situaciones políticas, todas las construcciones internacionales y societarias, las
cuales, como bien ha demostrado la historia, pueden disgregarse en el viento, en cuanto ciertos elementos
sentimentales, ideales o prácticos, agitan el corazón de los pueblos. Por otra parte, el fascismo transporta también
estas ideas antipacifistas a la vida de los individuos. La noble divisa de los escuadristas, me da igual», escrita sobre las
vendas de una herida, no sólo supone un acto de filosofía estoica o la síntesis de una doctrina política, sino que
muestra además la educación en el combate, la aceptación de los riesgos que éste supone; es un nuevo estilo de vida
italiano. Así pues, el fascista acepta y ama la vida; ignora el suicidio y lo considera una cobardía; concibe la vida como
un deber, una elevación, una conquista: la vida que debe ser elevada y plena. Vivida para sí mismo, pero sobre todo
para los demás, próximos y lejanos, presentes y futuros...
...Una concepción semejante de la vida lleva al fascismo a ser la negación absoluta de esa doctrina que
constituye la base del socialismo, llamada científica o marxista, la doctrina del materialismo histórico, según la cual la
historia de las civilizaciones humanas se explicaría únicamente a partir de la lucha de intereses entre los diferentes
grupos sociales y la evolución de los medios e instrumentos de producción. Nadie niega que las cuestiones
económicas -descubrimiento de materias primas, nuevos métodos de trabajo, inventos científicos, tengan su
importancia, pero es absurdo pretender que basten para explicar la historia humana, dejando de lado todos los demás
factores. El fascismo cree aún, y para siempre, en la santidad y el heroísmo, es decir en actos en los que no interviene
-ni poco ni mucho- ningún tipo de motivación económica. Este rechazo del materialismo histórico, según el cual los
hombres no serian más que comparsas de la historia, que aparecen o desaparecen de la superficie, mientras que las
auténticas fuerzas directoras se agitan y actúan en profundidad, trae consigo la negación de la lucha de clases,
irrevocable e irreparable, que es la filiación natural de esta concepción económica de la historia. Lo que se niega,
sobre todo, es que la lucha de clases sea el factor preponderante de las transformaciones sociales. Así pues, una vez
rechazadas las dos bases fundamentales de su doctrina, el socialismo no conserva más que la aspiración sentimental -
tan vieja como el mundo- a una vida social en la que se verían aliviados los sufrimientos y dolores más humildes. Pero
ahí el fascismo rechaza el concepto de felicidad económica que se realizaría, según un proceso socialista y de forma
casi automática, en un momento dado de la evolución económica, garantizando a todo el mundo e) máximo
bienestar. El fascismo niega que sea posible el concepto materialista de bienestar- y lo deja en manos de los
economistas de la primera mitad del siglo XVIII; es decir, niega la ecuación bienestar = felicidad, que harta que los
hombres se preocupasen de una sola cosa: hartarse y cebarse y, en consecuencia, los reduciría pura y sencillamente a la
vida vegetativa...
(...) La base de la doctrina fascista es la concepción del Estado, de su esencia, de sus deberes, de sus fines. Para
el fascismo el Estado es un absoluto, ante el cual el individuo y los grupos son lo relativo. Individuos y grupos son
.factibles- en la medida en que forman parte del Estado. El Estado liberal no dirige el funcionamiento y el desarrollo
material de las colectividades; se limita a acusar los resultados. El Estado fascista posee una conciencia y una voluntad
que hacen de él Un Estado ético-. En 1929, durante la primera asamblea quinquenal del régimen. declaré: Para el
fascismo, el Estado no es sólo el vigilante nocturno que se ocupa únicamente de la seguridad personal de los
ciudadanos; tampoco es una organización con fines puramente materiales, como el que consiste en garantizar un
cierto bienestar y una vida en común relativamente pacífica, lo cual podría realizar perfectamente un Consejo de
Administración; tampoco es una creación únicamente política, sin contacto con la realidad material y compleja de la
vida de los individuos y de los pueblos. El Estado, tal y como el fascismo lo concibe, es un hecho espiritual y moral,
pues lleva a cabo la organización política, jurídica y económica de la nación y porque una organización semejante es,
tanto en su génesis como en su desarrollo, una manifestación del espíritu. El Estado garantiza la seguridad interior y
exterior, pero también vigila y transmite el espíritu del pueblo, tal y como éste, en el transcurso de los siglos, se ha ido
formando a través de la lengua, las costumbres y la fe. El Estado no es sólo presente, sino también pasado y sobre
todo futuro. Es el Estado el que, sobrepasando los estrechos límites de la vida de los individuos, representa la
conciencia inmanente de la nación. Es el Estado el que enseña a los ciudadanos las virtudes civiles, el que los hace
conscientes de su misión y los incita a unirse: es él el que armoniza sus intereses mediante su justicia. Transmite las
conquistas del pensamiento, de las ciencias, del derecho, de la solidaridad humana. Conduce a los hombres, desde la
vida elemental de la tribu, hasta la más elevada expresión humana de poder, es decir, al Imperio. Confía a la
posteridad los nombres de aquellos que han muerto por integridad o por obediencia a las leyes; ofrece como ejemplo
y recomienda a las generaciones venideras a los caudillos que han ampliado su territorio ya los genios que la han
iluminado con su gloria. Cuando el sentido del Estado se debilita Y. dominan las tendencias separatistas y centrífugas
de individuos y grupos, las sociedades nacionales se encaminan hacia su decadencia...”
E. MUSSOLINI: La doctrina del fascismo. Milán. 1932.
251
CAPITULO XXV: LA GRAN DEPRESION DE 1929
1. DECLIVE DE LA HEGEMONÍA DE EUROPA
En todos los órdenes, en el político, militar o económico, la Primera Guerra Mundial deja como herencia la
pérdida de la hegemonía del continente europeo al tiempo que consolidan su categoría de grandes potencias Estados
Unidos y Japón, y así comprobamos cómo la flota inglesa comparte su función de custodia de los mares con marinas
que navegan bajo otros pabellones, los capitales inversores corresponden a firmas norteamericanas y el cetro mundial
de las finanzas se traslada de Londres a Nueva York. Se trata de tendencias perceptibles arítes de 1914 pero la
contienda las acelera. Algunas naciones se han enriquecido; en general, la coyuntura bélica ha sido favorable a los
neutrales, como los países escandinavos. Holanda o Suiza -en algún otro, tal es el caso de España, predomina la
postura especulativa del beneficio inmediato en "Vez de la modernización tecnológica, y resulta precaria la conquista
de mercados-. Para los dominios británicos. Canadá y Australia, se inicia una era de euforia exportadora; el Japón y
los Estados Unidos, especialmente éstos, alcanzan con sus tentáculos económicos a naciones de todos los continentes;
en contraposición, las del Viejo se encuentran endeudadas, con su aparato productivo desmantelado y graves
problemas demográficos. Los años de reconstrucción son casi inevitablemente de tensiones. Existe un paralelismo
entre la situación política y económica de Europa en el período de entreguerras; a la fase de Versalles, revanchista,
debeladora de la Alemania agresora, corresponde una economía insolidaria, de reclamaciones mutuas; a la de Locarno,
tratado que intenta organizar la vida internacional sobre relaciones de concordia, un ambiente generalizado de
euforia, hasta el punto de que en medio de la embriaguez de una producción en expansión continua se dice que no
volverán a generarse crisis económicas.
Los Estados Unidos se convierten en banqueros del mundo. Sus reservas de oro, que en 1913 eran de 1.750
millones de dólares frente a los 3.500 millones de Europa, ascienden a 3.000 millones en 1919, mientras Europa
apenas rebasa los 2.200 millones; deudores en 1914, con más capitales extranjeros invertidos en su territorio que
propios colocados fuera de sus fronteras, pasan a ser acreedores en 1919, duplicando su exportación de capitales y
reduciendo a la mitad la presencia en su estructura económica de dinero ajeno; la creación de filiales de sus
sociedades, la participación en empresas extranjeras, la multiplicación de sucursales bancarias, constituyen indicadores
de una economía poderosa y agresiva que se enquista en todos los continentes y muy especialmente en el europeo. La
declaración del presidente Coolidge en su mensaje al Congreso en 1928: «Nuestro nivel de vida, sobrepasando la
medida de lo necesario, se eleva a la esfera del lujo, resume el clima optimista con que contempla la economía el
coloso norteamericano.
No son las deudas de guerra el único factor explicativo de las posibilidades de cada nación, en realidad juegan
un papel complementario, meramente coyuntural. La potencia económica en la posguerra depende de los sectores
predominantes; existe un sector en declive: textil y diversos productos manufacturados; un segundo estacionario:
químico y metales, y un tercero en expansión: máquinas, material de transporte. Así se puede distinguir los países
favorecidos o perjudicados por las nuevas tendencias. Italia, Francia y en menor grado el Reino Unido y Bélgica, ante
la importancia en ellos del primer sector, se ven obligados a afrontar una reestructuración onerosa; en el otro extremo
los Estados Unidos, con su joven industria, especialmente del automóvil, se encuentran impulsados por la demanda
externa de los bienes hacia los que se habían orientado. Por otra parte, una estructura de trusts o al menos de empresa
grande resulta mucho más competitiva, y en este aspecto la ventaja norteamericana es notable; Alemania fue el primer
país europeo consciente de los beneficios de la concentración y racionalización y las introdujo en sus programas de
gobierno; en Francia algún magnate del automóvil, como Renault, que intentó conseguir la autosuficiencia, señaló la
necesidad de la gran empresa y los procedimientos estándar; Gran Bretaña ha aumentado durante la guerra la
producción de su algodón, siderurgia e industria naval, pero no ha modernizado los procedimientos. Ninguna nación
europea consigue dar alcance a los Estados Unidos. El geógrafo Albert Demangeon escribía en 1929, en un libro
publicado casi al tiempo del estallido de la gran crisis: "Todas estas observaciones nos hacen recordar que, en el
desequilibrio que amenaza con desposeer a Europa de su supremacía, los factores decisivos proceden de Estados
Unidos..
A pesar de la pérdida de hegemonía de Europa los años veinte son, en conjunto, de expansión para la
economía mundial; los indicadores son elocuentes: la producción mundial de acero bruto, que es de 71.1 millones de
tn en 1920 y se reduce bruscamente en 1921 amenos de 45, progresa a partir de 1922 hasta alcanzar los 120
millones de tn No obstante, en esta fase de crecimiento subsisten algunas debilidades: paro, barreras aduaneras,
descenso de los precios agrícolas, inflación. Veremos inmediatamente que ésta, al inclinar la inversión hacia valores
seguros pero improductivos (obras de arte, lingotes de oro), va a convertirse en un cáncer y, a la postre, al propiciar la
trashumancia de capitales especulativos, en el detonante de la gran depresión.
4. LA CRISIS BURSÁTIL
Desde 1928 la industria de la construcción, en la que confluyen diversas industrias auxiliares, experimenta una
cierta contracción, no alarmante, pero se supone ya el primer signo de recesión. No obstante, la euforia alcista en la
Bolsa continúa de manera general. En septiembre de 1929 la tendencia general de la Bolsa de Nueva York orientada
hasta entonces al alza, se estabiliza e incluso parece amagar a la baja. No era otra cosa que el reflejo del descenso de
algunos precios, como los del acero y cobre, y la reducción de los beneficios en algunas empresas. Se procura vender
pero los especuladores todavía compran. En la última semana de octubre, inesperadamente, estalla una verdadera
explosión. Desde el día 21 la acumulación de órdenes de venta había hecho bajar los valores, pero esta tendencia
había sido detenida por las órdenes de compra de la Banca Morgan; nada hacía sospechar que la Bolsa se iba a hundir.
El 24 de octubre, «jueves negro», 13 millones de títulos son arrojados al mercado a bajo precio y no encuentran
comprador; el 29 son 16 millones de valores los que afluyen al mercado; el pánico ha provocado una fiebre de ventas;
en pocos días, según el índice de valores industriales del New York Times, las cotizaciones pierden 43 puntos,
anulando las ganancias de los doce meses precedentes. Pero no se trataba sólo de una semana crítica, las cotizaciones
continuaron bajando en los años siguientes. En principio no se pensó en una crisis duradera, incluso en el invierno se
percibe una pequeña mejora de la situación de la Bolsa, pero en la primavera de 1930 la Banca Morgan decide vender
las acciones que ha acumulado y se produce, ante el exceso de oferta, un nuevo pánico. El hundimiento de la Bolsa
provoca la ruina de millares de accionistas modestos. Las grandes empresas contemplan impotentes cómo desciende
de manera continua la cotización de sus valores, hasta 1932 la United States Steel, vio como sus índices descendían
de 250 a 22, la Chrysler de 135 a 5.
Para comprender lo sucedido es necesario analizar el sistema crediticio. Durante varios años las empresas se
habían expansionado, o simplemente sostenido, a base de fáciles créditos bancarios. Al iniciarse el pánico, o el deseo
de venta porque las acciones no producen beneficios, los Bancos tienen que aumentar su liquidez, para lo cual han de
vender sus títulos. La gente retira su dinero, los Bancos precisan convertir sus acciones en liquido. y contribuyen con
la venta de sus títulos a acelerar el descenso; es una especie de circulo infernal cerrado. No sólo los Bancos son
culpables del terremoto, lo es también la misma dinámica de la Bolsa. Cuando los valores subían los dividendos no
seguían el ascenso; al alcanzar un cierto nivel de disparidad de la cotización con los beneficios que producía la acción
comprada tenía que producirse un proceso contrario, el de desprenderse de las acciones poco rentables.
Se trata de una crisis de tipo nuevo. La de 1873 se había producido por la insuficiente rentabilidad de los
ferrocarriles y la siderurgia. En el siglo XX los motores de la expansión económica son el automóvil y el petróleo,
pero no es una fiebre de inversión en estos sectores la que provoca el caos, El "crack" del 29 parece ser un reflejo, y
una demostración de que la economía no puede apoyarse preferentemente en el dinero con el olvido de los
mecanismos de producción y consumo La crisis bursátil repercute en seguida en toda la economía norteamericana. Se
arruinan las empresas en situación frágil, por la restricción de créditos; otras no pueden resistir el descenso de los
precios; el paro se convierte en angustia nacional. La actitud del gobierno norteamericano fue contradictoria y, en el
mejor de los casos, debe calificarse como poco perspicaz. El presidente Hoover, en las semanas que siguieron al
hundimiento de la Bolsa neoyorquina, no dejó de hacer declaraciones optimistas, según él la prosperidad estaba «ala
vuelta de la esquina». Más tarde, ante la prolongación de la depresión, se reunió con los jefes de empresa, a los que
pidió que mantuvieran los salarios y el empleo, pero era más fácil desearlo que conseguirlo; las empresas en apuros no
estaban en condiciones de mantener un nivel de actividad normal. Hasta 1932 no se destinaron fondos federales de
cierta cuantía para socorrer a ferrocarriles y bancos; del problema del paro no pareció hacerse una cuestión esencial en
la Casa Blanca. La política agrícola fue igualmente contradictoria. Primero el gobierno adquirió los remanentes, pero
esto produjo una situación extraña; el agrario era el único sector rentable, de venta segura a precio sostenido; de esta
manera la producción aumentó ya mediados de 1931 el gobierno, incapaz de sostener este gasto inmenso, lanzó a la
venta sus stocks, con lo que se hundieron los precios y todo el sector del campo.
255
La crisis del comercio internacional contribuye a aumentar el caos, “la crisis alimenta a la crisis". El volumen
de los cambios baja de forma ostensible partir de 1930 y alcanza su mínimo en 1932; en estos tres años se reducen e
un tercio las mercancías intercambiadas y en dos tercios su valor. Los remedios tradicionales, proteccionismo,
devaluación, no parecen eficaces de manera inmediata. Surge la desconfianza en las relaciones económicas
internacionales. Se recurre a acuerdos limitados entre dos países para equilibrar la balanza comercial y evitar el
movimiento de divisas. En algunos casos se recurre al dumping, a la conquista de mercados con precios de pérdida.
En 1939 todavía no habían encontrado los intercambios internacionales su ritmo de 1928
La producción industrial se desfonda; en 1932 era un 38% inferior a la de 1929. Ante las dificultades de
venta se produce el descenso drástico de los precios; las manufacturas bajan en un 30 %, las materias primas en un 50
%. El descenso de la producción es más fuerte en los países de más amplia expansión de crédito, como Estados
Unidos y Canadá, y en los que dependían de capitales extranjeros, como Polonia y Alemania; y más débil en países de
desarrollo lento, menos enraizado en la Banca, como Francia e Inglaterra.
La crisis comienza afectando a los países industrializados, pero pronto sacude también a los países agrícolas.
En primer lugar, no debemos olvidar que entre las raíces de la depresión ha de contabilizarse la superproducción
agraria. Pero además, por su misma estructura, el descenso de los precios agrícolas es más rápido que el de los
productos industriales. Las fábricas podían recurrir a reducir la producción ya prescindir de mano de obra; en el
campo, en cambio, al menos de manera inmediata, no es posible la reducción de la producción y la eliminación de
mano de obra. Al descender más de prisa los precios agrícolas, el campo ve reducido su poder adquisitivo y los países
agrarios de América latina y Europa sufren un deterioro de la relación de intercambio, reciben menos dinero por sus
productos del que han de pagar por los industriales. Así se produce una grave crisis en la India, y en el Brasil, por el
descenso de la cotización del café, y en Australia, por la baja de la lana. La crisis es mundial, aunque afecta de manera
más grave a los países de mayor desarrollo industrial y a los agrícolas que basan su economía en un solo producto.
6. EL IMPACTO EN EUROPA
Alemania es, con Estados Unidos, el país más gravemente afectado por la depresión. El índice de producción
industrial desciende casi a la mitad desde 1929 a 1932. Todos los sectores son afectados; la producción de acero se
reduce un tercio, la de las industrias mecánicas en un 40 % en dos años, los parados se cuentan por millones, hasta
alcanzar la terrible cota de los seis millones en 1932; ¿Cuál es la causa de este cataclismo? Se pensó que eran las
reparaciones las que mantenían en precario la estabilidad de la economía alemana, y en julio de 1932 la conferencia
de Lausana acordó suspender los pagos y anular el 90 % de la deuda, mas entonces se comprobó que no residía en las
anualidades de las reparaciones el mal ni, por tanto, en su suspensión la solución. El problema estribaba en la
dependencia de los capitales norteamericanos. Los bancos alemanes se habían habituado, ante la imposibilidad de
encontrarlos en el mercado interior. a solicitar capitales a los Bancos de Nueva York; se estima que en 1931 los
créditos ascendían ala cifra de 20.6 billones de marcos, otorgados a plazo corto y, por lo tanto, expuestos a los
avatares de cualquier oscilación de la coyuntura o del pánico de los inversores. Con la crisis los Bancos
norteamericanos, apremiados por sus accionistas y depositarios, se apresuraron a retirar fondos de Europa; esta
acción resulta demoledora para los Bancos alemanes. Cien millones de marcos abandonan Alemania a mediados de
julio de 1931, es una situación de desmantelamiento. Los Bancos privados no disponían de cobertura en divisas, por
lo cual cada retirada de fondos americana obligaba al Reichsbank a alimentarlos a costa de sus reservas, lo que
debilitaba el marco y hacía más costosa la devolución de los créditos. Es otro de los infernales círculos cerrados que
se produje- ron durante la depresión. Al rechazar el Reichstag las medidas económicas que el gobierno propuso, es
disuelto y se convoca consulta electoral, en la que se produce el ascenso del partido nacional-socialista de Hitler.
En mayo de 1931 el Kredit Anstalt de Viena, cuyo balance representaba el 70 % de los fondos bancarios
austriacos, suspende pagos. Por estos meses se habla de la unión aduanera de Austria y Alemania, pero los aliados
veían en ella el primer paso para la unificación política prohibida por el Tratado de Versalles. La retirada de fondos
norteamericanos había sumido en una grave situación las finanzas austriacas y alemanas.
De los grandes países europeos Francia es el menos sacudido por la depresión; no es tan intensa la reducción
de sus índices industriales ni alcanza las cotas de parados, que a su vez reflejan las de quiebras de empresas, de otras
potencias. Quizá su menor nivel de industrialización y su agricultura diversificada le permitieron luchar con mejor
eficacia. Sin embargo no deja de experimentar dificultades, especialmente tras la devaluación de la libra, que con-
vierte a los productos franceses en caros y escasamente competitivos. Aunque resiste los primeros meses luego se
producen quiebras bancarias y estallan escándalos que muestran la colusión entre políticos y hombres de negocios,
como la muerte misteriosa de Stawisky, director del Crédito Municipal de Bayona.
El Reino Unido es el menos afectado por la depresión, constatación que convierte en particularmente
interesante el análisis de su situación. Sus ventajas son de diversa índole. En primer lugar, no se encuentra sobre
equipada, como Estados Unidos y Alemania; la larga crisis de posguerra, de la que no había salido del todo, se vuelve
en 1929 factor suavizador; en segundo lugar, dispone de reservas de oro en sus dominios, con lo que evita el drenaje
que tanto afectó a Alemania; posee un imperio mundial que le permite un circuito comercial interior independiente
de la situación internacional. Pero su situación de privilegio depende, sobretodo, de la dinámica de precios que se
256
desata durante la crisis. La Gran Bretaña, exportadora de bienes de equipo e importadora de alimentos, se encuentra
con el descenso casi generalizado de los precios de sus importaciones, lo que permite a los industriales británicos
abaratar sus propios productos y mantener su competitividad, ya los consumido- res de la isla orientar su capacidad
adquisitiva hacia la compra de productos industriales ingleses en la medida que ahorran en gastos consultivos. Las
exportaciones caen, pero esta caída no es paralela a la de la producción, porque se ha incrementado la capacidad de
colocación en el mercado interior. Si el descenso del consumo es un signo fatídico del año 29, en el caso inglés la
peculiaridad se refleja precisamente en el mantenimiento de la capacidad de consumo popular; cuatro de cada cinco
ingleses conservan su nivel de renta anterior al año fatídico, los audaces programas sociales de apoyo a la
construcción y subsidio al paro permitieron que incluso el quinto restante gozara de una mínima capacidad de
demanda. Un gobierno de concentración, cuya formación significa que Gran Bretaña considera que vive una situación
excepcional pareja a la de una guerra, afrontó con energía el envite de la grave coyuntura.
Los sectores industriales británicos antiguos son renovados aprovechando el desafío. La Comisión de
reorganización de minas de carbón, creada en 1930, centró en el trabajo minero una de las formas de lucha contra el
paro; la producción se mantuvo, aunque la exportación bajó lentamente. En la siderurgia, tras una caída brusca de la
producción de acero, de 9.2 millones de toneladas en 1929 a 5.2 millones en 1931, se relanzó vigorosamente y
consiguió alcanzar los 13 millones de toneladas en 1937. Ante el hundimiento de la construcción naval el gobierno
propició la concentración en un pequeño número de empresas y astilleros. El sector automovilístico no fue
prácticamente llenado, ni el eléctrico, ni el de la construcción. Pero para salir relativamente indemne del gran desafío
el gobierno hubo de renunciar a algunas de sus tradiciones. Tras muchos titubeos hubo de abandonar el patrón oro y
devaluar la libra, y olvidando que durante un siglo había sido Inglaterra la campeona del librecambismo tuvo que
establecer una tarifa proteccionista, que gravaba con un 50% las importaciones de lujo, los instrumentos eléctricos y
los productos textiles. Derechos diferenciales dificultaron el acceso a la isla de productos extranjeros y se hizo más
ostentosa la situación de régimen cerrado en que Gran Bretaña vivió durante tres o cuatro años.
En 1933 se reúnen las grandes potencias en la conferencia de Londres para buscar soluciones ala reducción
del comercio internacional ya la crisis de los medios de pago, una vez que Gran Bretaña ha abandonado el patrón oro;
los países que se apoyaban en sus reservas de libras se encontraban con divisas depreciadas. Los problemas eran
internacionales, las soluciones también tenían que serlo, puesto que una decisión de una potencia, como la de Gran
Bretaña, y la que se entreveía de devaluación del dólar repercutía en todo el mundo. Washington accedió a acudir a
una conferencia internacional, advirtiendo que no consentirla en ella que se tratara la revisión de las deudas de guerra.
La conferencia se inauguró el 12 de junio; se aceptó una tregua aduanera y pasó a discutirse una tregua monetaria; en
este punto los norteamericanos, dispuestos a devaluar su moneda y estimando que los ingleses defendían una postura
egoísta, porque la libra ya devaluada les había situado en un nivel fuertemente competitivo, adoptaron una negativa
total. La dura nota de Roosevelt hizo abandonar cualquier esperanza de acuerdo. A partir de entonces cada nación
iba a ocuparse exclusivamente de sí misma. Los políticos que postulaban la autarquía económica, como los dirigentes
nazis en Alemania, disponían ya de un argumento irrefutable.
9. TEORÍAS EXPLICATIVAS
La rapidez con que se ha propagado este cataclismo económico ha planteado numerosas interrogantes,
referidas en primer lugar al hundimiento de la economía americana y en segundo a su difusión a escala mundial.
Varios autores, y entre ellos relevantes especialistas de historia económica, han dado versiones que en bastantes casos
no pasan de ser hipótesis; Galbraith, Shumpeter, Neré, Kindleberger, Schlesinger en su obra sobre Roosevelt, han
aportado un admirable esfuerzo intelectual para iluminar este extraño proceso de una economía en crecimiento
repentinamente hundida, pero la razón principal de la crisis, si es que existe una sola, no es conocida todavía, y en los
diversos trabajos se señala la superproducción o la especulación como desencadenantes para rebajar otros estudios su
importancia. Aun sin coincidir totalmente en su valoración, todos los especialistas señalan como una de las raíces de
la crisis la afluencia de capitales a los Estados Unidos y el desafortunado papel que desempeñó el Banco de Reserva
Federal al no adoptar medidas que frenaran este drenaje de capitales que infló la cartera de valores estadounidenses y
acumuló en Nueva York parte de las reservas bancarias londinenses; en 1929 asciende a dos mil millones de dólares
el total de capitales extranjeros que se cobijan en los Estados Unidos. Lord Robbins asegura que ésta fue la causa
única de la inflación de las cotizaciones; con abundancia de dinero la especulación era inexorable. La razón principal
de la afluencia fue la alta tasa de interés ofrecida por Norteamérica; hubiera sido suficiente su reducción para que los
capitales especulativos hubieran regresado a sus países de origen. En 1927 tres dirigentes europeos, Montagu
Norman, gobernador del Banco de Inglaterra; Charles Rist, delegado del Banco de Francia, y el doctor Schacht,
gobernador del Reichsbank, viajaron a Estados Unidos para obtener una reducción de las tasas de descuento, pero el
medio punto que se les concedió no fue suficiente incentivo para la salida de capitales y se convirtió en otro factor de
inflación al inyectar nuevas masas líquidas en los mecanismos especulativos. No obstante, no explica la dirección
única de los movimientos de dinero la duración de la crisis. Schumpeter cree que coinciden con la crisis bursátil
oscilaciones más amplias de la coyuntura, un ciclo Kondratleff de 15 años, un ciclo Juglar de 9 y un tercero más
corto Kitchin, pero la regularidad de los ciclos, a partir de la Primera Guerra Mundial, ha sido puesta en entredicho.
Kindleberger, en una obra de 1973, distingue entre crisis y depresión; esta segunda, de mayor duración y extensión
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geográfica, no puede explicarse por los mecanismos de superproducción y baja de precios; en su versión, la depresión
internacional se debe a las posiciones nacionalistas de los grandes Estados, que actúan como empresas rivales en un
régimen de oligopolio; las devaluaciones de las monedas claves son reacciones proteccionistas frente a las agresiones
externas. Para Kindleberger, por tanto, la magnitud de la depresión dependió fundamentalmente de la estructura del
comercio internacional, en el que predominan abrumadoramente las grandes potencias, y de la política económica,
manifestación, en definitiva, de la política general.
Niveau señala factores coyunturales, refiriéndose a la crisis en Estados Unidos, y factores estructurales, que
explicarían la internacionalización de la depresión. Los factores coyunturales se resumen en una reacción en cadena:
1.2, quiebras bancarias que comprometen la capacidad de crédito y la confianza de los depositantes; 2.2, se favorece
el atesoramiento de oro y billetes, y se paraliza la inversión; 3.2, la baja de precios reduce el poder de compra de los
productores; 4.2, reacciones psicológicas de consumidores e inversores agravan la reducción de la actividad. La
inquietud y el pesimismo sustituyen ala euforia. Los factores estructurales se resumen en las dimensiones mundiales
de la economía americana y en sus exportaciones de capitales. Alemania y algunos países de América Central y del Sur
se vieron privados, con la repatriación de los capitales norteamericanos, de sus medios de financiación y tuvieron que
dejar de comprar las mercancías americanas. Es el primer paso para una perturbación universal de los intercambios
comerciales. Niveau concluye que el período de entreguerras es de transición entre el final del capitalismo del siglo
XIX y el capitalismo moderno nacido de la Segunda Guerra Mundial, adaptación que exige tiempo. 1929 señalaría
un desajuste en esa transformación del capitalismo.
En esta posición coincide con Neré, que concluye su libro con la tesis de que un gran acontecimiento
histórico, la Primera Guerra Mundial, y sus repercusiones sobre los mecanismos de producción y las corrientes
comerciales difuminanlos elementos constitutivos de las crisis ordinarias, como los movimientos de larga duración de
los precios o los ciclos Kondratieff (comprobamos que también Neré minimiza los factores coyunturales que
habiaseñalado Schumpeter).
Probablemente el cataclismo sólo puede entenderse si se atiende a procesos muy diversos; de ahí que nos
parezca interesante recoger lo que Galbraith llama «cinco causas íntimas o cinco puntos débiles» del
sistemaecon6mico vigente, en 1929, en Estados Unidos:
1° Pésima distribución de la renta. El 5% de los norteamericanos percibe la tercera parte de la renta nacional,
así se explica el elevado porcentaje de inversión en bienes suntuarios y la escasa capacidad de consumo popular.
2° Deficiente estructura de laS sociedades anónimas. En las empresas se había abierto las puertas «a un
número excepcionalmente alto de promotores, arribistas, sinvergüenzas, impostores», Galbraith habla de latrocinios
corporativos»; cada trust de inversión paga los dividendos de las compañías recién creadas y, por tanto, ha de
restringir su capacidad de inversión futura. Llega un momento en que al reducirse los beneficios se Viene abajo toda
la pirámide de empresas creadas irresponsablemente, ,
3° Ineficiencia en la estructura bancaria, con préstamos imprudentes, actitudes especulativas, alegre
multiplicación de entidades y unos mecanismos peligrosos; «cuando un Banco quebraba, los activos de los demás
quedaban inmovilizados mientras los depositantes, de cualquier parte que fuesen, sentían un irresistible deseo de
retirar su dinero». Ya antes de la depresión las quiebras bancarias constituían un espectáculo normal; en los seis
primeros meses de 1929 quebraron 346 Bancos de distintas localidades.
4° Inconveniente situación en la balanza de pagos. Durante la Primera Guerra Mundial Estados Unidos se
convierte en acreedor internacional; al mismo tiempo las exportaciones norteamericanas crecen a rápido ritmo y
muchas naciones han de remitir oro y divisas para saldar deudas y pagar las mercancías. Era una situación
insostenible, por- que las otras naciones no podían afrontar durante mucho tiempo los pagos en oro, y por lo tanto o
aumentaban sus exportaciones a Estados Unidos o reducían sus importaciones de artículos norteamericanos. Este
desequilibrio y esta prepotencia de Estados Unidos constituye un elemento clave en los orígenes de la depresión;
5° Incapacidad conceptual de la teoría económica en aquella situación nueva, lo que explica los remedios
tardíos e incluso erróneos que se aplicaron. Para los economistas clásicos era objetivo primordial el presupuesto
equilibrado y el Impedimento de cualquIer manifestación inflacionista. Tras la crisis Keynes propuso precisamente
como salida una posición beligerante de los gobiernos recurriendo a presupuestos deficitarios para estimular el
relanzamiento.
No nos confunda la pluralidad de procesos, la diversidad de teorías. La Gran Guerra había constituido un
acontecimiento sIn precedentes, y sus secuelas en el campo de la economía se presentaron a los ojos de los hombres
de los años veinte como algo desconocido; el capitalismo de dimensiones ecuménicas y la prosperidad tenían fallos.
La angustia de la crisis constituyó una severa advertencia. Neré concluye que la lección se aprovechó tras la segunda
contienda universal. La nueva posguerra sería la que demostrase la capacidad de adaptación del mundo y de las
personas. Diez años después de la paz de 1919, la crisis se hacía presente. Diez años después de la guerra de 1945,
reinaba la prosperidad. Las lecciones de la experiencia no habían sido Infructuosas.
260
DOCUMENTOS
I. DISCURSO INAUGURAL DE ROOSEVELT
Frente a Hoover, que ha basado su programa en la espera, Roosevelt presenta varios puntos para resolver la
crisis: En su discurso de toma de posesión, los plantea con nuevo énfasis. Trabajo, intervenciones gubernamentales,
en contra de la tradición norteamericana, elevación de los precios agrarios para incrementar la demanda de los
artículos industriales, medidas sociales de apoyo a las pequeñas empresas, son algunos de los puntos del New Deal.
Coméntense siguiendo el orden en que aquí se exponen.
“Nuestra más ardua tarea, la primera, es hacer que el pueblo vuelva al trabajo. No es un problema insoluble si
nos enfrentamos a él con prudencia y valentía.
Puede realizarse, en parte, mediante la contratación directa por parte del gobierno, actuando como en caso de
guerra pero, al mismo tiempo, llevando a cabo los trabajos más necesarios, a partir de estas personas contratadas, para
estimular y reorganizar la utilización de nuestros recursos naturales. Por otra parte, hay que reconocer con toda
franqueza que nuestros centros industriales están superpoblados y, promoviendo una nueva distribución a escala
nacional, esforzarnos por conseguir que la tierra sea utilizada de forma más adecuada y por parte de los más
capacitados.
Se contribuirá a dicha tarea realizando esfuerzos precisos por elevar el precio de los productos agrícolas y con
ellos el poder adquisitivo, que absorberá la producción de nuestras ciudades.
Se contribuirá también a ello poniendo término de una vez por todas a la tragedia de la desaparición creciente,
a causa de su caducidad, de nuestras pequeñas empresas y nuestras granjas.
Se contribuirá también a ello insistiendo para inducir a las administraciones federales, de Estados y locales, a
reducir enérgicamente sus gastos. Se contribuirá a ello unificando las actividades de ayuda que en la realidad adolecen
de dispersión, despilfarro e irregularidad. Se contribuirá a ello estableciendo un plan nacional y una vigilancia de
todas las formas de transporte y comunicación y de otras actividades que, sin lugar a dudas, cumplen una función de
servicio público.
(...) Es de esperar que el funcionamiento normal de los poderes ejecutivo y legislativo se encuentre totalmente
capacitado para llevar a cabo la tarea sin precedentes que nos espera. Pero podría ocurrir que la exigencia sin
precedentes de una acción urgente hiciese abandonar .de forma temporal, ese funcionamiento normal de la actuación
pública.”
En LJMOUZlN: Textes pp. 27-28.
2. DEVALUACIÓN DE LA LIBRA
Analícese la incidencia de la devaluación, y coméntese la particular posición de Inglaterra durante la crisis
mundial, señalando los factores que la favorecen, aunque no se hagan explícitos en este párrafo de las Memorias del
francés Reynaud.
261
En Maurice FLAMANT y J.
SINGER KEREL: Crisis y recesiones económicas.
262
De estas cuatro líneas interpretativas, rupturista, continuista, economicista y ecléctica, subrayamos algunos
puntos especialmente debatidos:
¿Ofrecen cierto grado de identidad los fascismos europeos, hasta el punto de que se pueda trazar una tipología
continental del fascismo, como la realizada por Ernst Nolte o Poulantzas? Sin duda, existen -lo hemos apuntado ya-
elementos comunes, como el papel de los jóvenes y los militares, la crisis económica en los dos países, las
responsabilidades de los jefes de Estado (Hindenburg y, Víctor Manuel III), la exageración del peligro bolchevique,
pero no son menores las diferencias, expuestas por Chabod en sus lecciones de la Sorbona, por Meinecke en Die
deutsche Katastrophe, condenando a las fuerzas que han dirigido el proceso de transformación del germanismo en un
nacionalismo agresivo e imperialista. y por HannaArendt.
¿Quiénes son responsables del acceso de Hitler al poder? El historiador alemán Gerard Ritter considera que la
responsabilidad debe buscarse en la política internacional, en la humillación del Tratado de Versalles. John Snell le
ha replicado, poniendo de relieve factores internos de Alemania. Antes del acceso al poder los industriales alemanes
han comenzado a subvencionar al partido nazi que ha obtenido el 1,4 % de los votos en las elecciones libres y
democráticas de julio de 1932; si se añaden los votos comunistas se alcanza el 52 % de los sufragios, más de la mitad
de los alemanes son hostiles al régimen parlamentario de Weymar. Neumann ha anotado el elevado número de
jóvenes que ingresan en el nazismo; para ellos Versalles no es experiencia vital, sino mito, recuerdo histórico. El
americano Pinson ha rechazado la noción de revolución de la pequeña burguesía, en el caso alemán, afirmando que la
dictadura nazi se montó sobre la adhesión de millones de individuos de todas las clases.
Papel del ejército en el advenimiento del III Reich. Ritter ha afirmado su inocencia; los generales sabían,
basando sus estimaciones en la Primera Guerra Mundial, que Alemania no podía sostener una guerra general; el
Estado Mayor fue un elemento de moderación en el camino hacia la segunda guerra.. A las premisas de Ritter han
replicado Gordon A. Craig y Wheeler Bennet, demostrando el militarismo prusiano y alemán como una constante.
Dentro dt Alemania otros historiadores han documentado la responsabilidad de los generales en el advenimiento de
Hitler al poder; así se recoge en la obra colectiva, El Tercer Reich, dirigida por Schokking. Karl Bracher y Gerard
Schulz han estudiado las relaciones entre el nazismo y la Reichswehr, y Sauer ha podido probar que el control del
ejército por Hitler es un aspecto fundamental del nazismo.
La adhesión de los industriales alemanes constituye una de las controversias más apasionadas, iniciada con la
réplica de Ottavio Barié a la tesis del norteamericano Hallgarten de que la gran industria fue la base de sustentación
del nazismo. Barié intenta demostrar que no fue beneficiosa para aquélla su conversión en industria monopolística de
guerra. Pero la mayoría de los historiadores, Neumann, Schulz, Ramos Oliveira, sostienen la formación de un poder
bilateral nazismo gran industria. Diversos trabajos han demostrado que el primer año de régimen aportó alas más
poderosas empresas un incremento de la ganancia media de casi un 100 por 100:
Beneficio liquido
1932 1933
KOSCH 12.5% 23.7%
KRUPP 20.3% 35.3%
KLOCKNER 9.2% 20.8%
El Diario de Goebbels señala un giro de los dirigentes nazis en los primeros meses de 1933 hacia los
industriales; las vacilaciones fueron sustituidas pronto por la simpatía. En el proceso de Nuremberg se demostró
documentalmente el apoyo financiero a Hitler en la campaña presidencial por los magnates de la industria pesada
(Thyssen, Krupp, Vogler , Bosch, etcétera) La evidencia de esta asociación es cada día más difícil de rebatir.
El papel desempeñado por Hitler. Su personalidad, sobre la que insistiremos, ha sido enfocada desde todos
los ángulos, pero ¿es el nazismo una creación personal o más bien Hitler el símbolo de un movimiento social e
ideológico de gran amplitud? Las dos posiciones se han sostenido. Así, Allan Bullock achaca el antisemitismo como
ideología a Hitler, mientras Edmond Vermeil cree que es una actitud oportunista del dirigente nazi y que el
antisemitismo seria más actitud social que de una persona; Leon Poliakov también considera que el exterminio de los
judíos fue un medio para el ascenso de algunos grupos sociales. Una corriente interpretativa ha sostenido que Hitler
carece de ideología, y este vacío fue cubierto por una propaganda en estado puro, en el que los mitos expresados con
pasión fanática cubrirían la ausencia de racionalidad; es la tesis de Zeman, y la que antes, durante la vigencia del
Estado nazi, desarrolló Hermann Rauschning, La revolución del Nihilismo (1938). Sin afirmar que Hitler fuera un
ideólogo original, Eberhard Jaeckel piensa que ha compensado su falta de rigor conceptual con sus objetivos políticos
precisos; el führer seria uno de los grandes pragmáticos de la política, el hombre con visión para comprender cuáles
son las fuerzas colectivas en un momento dado y cómo puede encauzárselas. En cualquier caso no es Hitler una
figura aislada, y quizá la historia del nazismo hubiera sido diferente sin la capacidad organizadora de Goering y el
genio propagandístico de Goebbels.
Punto de ruptura con la democracia. El momento culminante es el incendio del Reichstag {Parlamento) la
noche del 27 al 28 de febrero de 1933; se acusó a los comunistas y se detuvo aun desequilibrado, Marinus Van der
263
Lubbe. El incendio fue el pretexto para solicitar el decreto de plenos poderes para Hitler y preparar las elecciones de
marzo. Con la apertura de los archivos del Document Center de Berlín se ha comprobado que el incendio no pudo
ser obra de una sola persona y que lo provocaron comandos nazis.
-El terrorífico descubrimiento de los campos de concentración en 1945 constituye la nota más siniestra del
régimen. Pero su trágica realidad no debe reducirse a una institución bélica, ni siquiera a un instrumento de lucha
contra los judíos. La tesis monumental de Olga Wormser-Migot demuestra que fue un instrumento clave del Estado
nazi, organizado primero por Goering y utilizado después por Himmler para colmar sus deseos de dominación
cuando los SS se hicieron cargo de la administración de los campos.
-La política exterior, por su trascendencia continental, ha sido tema de largas indagaciones. Lo mismo los
testimonios, el del inglés Eden o el del embajador ruso en Londres, Maiski, que los estudios sobre documentación
efectuados por historiadores (Beaumont, Weinberg, Alton Frye), coinciden subrayar las condiciones nefastas para la
diplomacia del ministro de Asuntos Exteriores Von Ribbentrop y en correlación con su carencia de objetivos las
contradicciones alemanas, que convirtieron la política europea en un crucigrama sin sentido.
Sobre otros temas la investigación está abierta en estos momentos y todavía existen fondos documentales sin
explorar.
3. PERSONALIDAD DE HITLER
En las primeras páginas de Mein Kampj Hitler considera un providencial capricho del destino su nacimiento
en Braunau del lnn, pequeña localidad austriaca próxima a la frontera alemana, en la zona de encuentro de los dos
Estados alemanes cuya unión era la gran tarea de las jóvenes generaciones, el Austria alemana tornará al seno de la
gran Patria germana», vaticina. Todavía subsisten numerosos interrogantes sobre episodios de la biografía del
dirigente nazi. Estudia en Linz y luego se traslada a Viena, donde es posible que para ganarse la vida tuviera que
recurrir a trabajar en oficios artesanales, pero fracasa en sus intentos de ingresar en la Academia de Bellas Artes, ni le
es posible el inicio de los de Arquitectura por no haber completado sus estudios de bachillerato. Tras otra estancia en
Linz, donde muere su madre, regresa a Viena; en la capital del Imperio Austro-húngaro se forjan sus ideas básicas,
especialmente su antisemitismo, que se inspira en escritos de Shoenerer, jefe del partido nacionalista pangermánico, y
en Karl Lueger, alcalde de Viena, que pontificaba contra el capitalismo comercial de los hebreos, En Salzburgo fue
declarado no apto para el ejército, documento que fue buscado afanosa e inútilmente por la Gestapo y publicado en
1956 por un historiador alemán, pero el estallido de la guerra europea le permite alistarse y es enviado como cabo al
frente del Somme. Aunque no sabemos que Hitler hubiera protagonizado ningún episodio de heroísmo, la guerra es
para él la referencia sacral, el periodo más memorable de mi vida».
La obsesión por la guerra y la derrota le inclinan a contemplar el mundo regido por la fuerza, como si de una
ley física se tratara: El mundo no pertenece más que a los fuertes que aplican soluciones totales, no pertenece a los
débiles con su media medida». La historia se concibe como una lucha de razas -contrapunto de la lucha de clases
marxista- y el progreso como dominio de los inferiores por los superiores: .Para que se desarrollase una cultura
superior fue necesario que existiesen individuos de inferior civilización, pues nadie, sino éstos, podían sustituir al
instrumento sin el cual el progreso era inconcebible.» La dualidad señores-esclavos, o instrumentos, es defendida por
Hitler con la aplicación de criterios pseudobiológicos.
La idea de que la misión histórica del triunfo de la raza superior exige un caudillo indiscutible se ve
claramente en sus respuestas al tribunal que le juzgaba por su intento de golpe de Estado de noviembre de 1923
«El hombre que nace para dictador lo es, no lo empujan a serio. No le hostigan, él se hostiga así mismo y con
ello no comete una impudicia. ¿Es acaso una falta de modestia en un trabajador el proponerse realizar el trabajo más
pesado? ¿Es acaso presunción en el hombre de frente despejada, en el pensador, el cavilar de día y de noche hasta
darle al mundo un invento? El hombre que se siente llamado a gobernar a un pueblo no tiene el derecho de decir: "si
me aceptan o me llaman, cooperaré'.. No, su deber es adelantarse.»
Su capacidad de arrastre, de orador de mitin, es reconocida universalmente. A pesar de que su tono de voz era
excesivamente agudo y de que introducía en sus períodos largos párrafos oscuros y mal pronunciados, la pasión
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inaudita de sus momentos álgidos, agigantada por los micrófonos, transmitía a las muchedumbres una especie de
sacudida eléctrica, algunas veces comparada a las artes de un brujo por su capacidad de fascinación del auditorio. Sin
duda, su extraordinaria sensibilidad para captar los sentimientos de las masas le ayudaba a encontrar el tono en cada
momento. Uno de SUS críticos, Otto Strasser, así lo reconoce: «Adolfo Hitler entra en una sala; olisquea el aire;
durante un minuto tantea, se abre paso, capta el ambiente; y de pronto estalla. Sus palabras van como flecha a su
blanco, tocada cada llaga en el punto sensible, liberando ala masa inconsciente, expresando sus aspiraciones más
íntimas, hablándole de lo que ella deseaba que le haplase.» un embajador francés habla de él como de «un poseído».
Sus oscilantes cambios de humor, su vanidad, sus indignaciones repentinas, muestran un actor excepcional, capaz de
dramatizar cualquier situación y de hacer de la representación histriónica un arma política. Su gran biógrafo, Bullock,
lo describe en un párrafo intenso: «Cuando Hitler era presa de la cólera, parecía perder todo control. Su rostro
aparecía amoratado e hinchado por la rabia, gritaba en forma estentórea, escupía un torrente de injurias, agitando
salvajemente sus brazos y golpeando la mesa o la pared con sus puños. De pronto, tan súbitamente como había
empezado, se calmaba, alisaba su cabellera, se arreglaba el cuello de la camisa y continuaba hablando con voz
normal.» Al servicio de este personaje patético se pusieron todos los avances técnicos de una sociedad industrial. En
el juicio de Nuremberg Albert Speer reconocía en su interrogatorio que sin tales avances no se hubiera podido
controlar de forma tan completa a un pueblo numeroso: «Con el empleo de medios técnicos tales como la radio y los
altavoces, ochenta millones de seres fueron privados de su independencia mental. Asi fue posible someterlos a la
voluntad de un solo hombre.»
La obra escrita de Hitler es reducidísima en comparación con la masa impresionante de sus discursos, pero la
identidad de principios es total, aunque su obra capital, Mein Kampf, fuera escrita diez años antes de alcanzar el
poder. El joven revolucionario, que lucha contra la República de Weimar, no se distingue del caudillo de la primera
potencia europea.
Sus ideas no eran originales pero sí la forma de engarzarlas, la habilidad con que unía y presentaba viejos
sueños germanos de grandeza. No se puede pensar que Bullock se ensañe con su biografiado cuando describe su
complacencia por las descripciones de los vejámenes que sufrían los judíos a manos de las SA «Indiferente al
sufrimiento de otros, carecía del sentimiento de piedad, era intolerante y lleno de desprecio por el ser humano común
y corriente. La piedad y el perdón eran para él trampas humanitarias y signos de debilidad.» Ni siquiera podrían
considerar estas líneas una crítica quienes siguieron su credo, ya que aspiraban a implantar una nueva ética, en la que
los valores seculares de compasión y de solidaridad serían sustituidos por los de dominio. Un párrafo de Hitler, en el
que se exhibe un darwinismo feroz, resume bien esta nueva moral:
Todo el trabajo de la naturaleza es una gran lucha entre la fortaleza y la debilidad, una eterna victoria de los
fuertes sobre los menos aptos. Solamente existiría la decadencia si esto no sucediera. Los Estados que ofenden esta
ley elemental caen en la decadencia. ..
»Toda la vida está resumida en tres tesis: la lucha es la madre de todas las cosas, la virtud está en la sangre, ser
el director es lo más importante y decisivo.»
4. EL PROGRAMA y EL PARTIDO
Después de la guerra, Hitler se instala en Munich e ingresa en el DAP (Partido Obrero Alemán), que seria el
grupo más fuerte en la confluencia de organizaciones que forman el partido nazi. En el minúsculo partido eran
dirigentes el ingeniero Feder y el periodista Eckart, y vínculo con los militares descontentos el capitán Ernst Rohm,
quien había encargado a Hitler de los primeros contactos con el DAP. En febrero de 1920 se elabora un programa
de veinticinco puntos, en cuya redacción interviene Hitler, por entonces nombrado jefe de propaganda del partido. El
programa anticipa todos los objetivos fundamentales del nazismo: lucha contra el tratado de Versalles y constitución
de la Gran Alemania; expansión imperial «exigimos espacio y colonias para la alimentación de nuestro pueblo»),
racismo antisemita «ningún judío será miembro de la nación»), xenofobia étnica (que todos los no arios abandonen
Alemania), limitación de la libertad de prensa y de arte (lucha contra la mentira política»), rearme. El racismo y el
antiparlamentarismo constituyen los dos carriles del programa. Con cierta confusión se amalgaman sentimientos
antijudíos, probablemente inspirados por Hitler, y alguna vaga aspiración social, quizá debida a la pluma de Feder.
Especial complejidad ofrece el único punto de signo socialista, el 11, que predica «la supresión de todo ingreso no
conseguido por medio del trabajo y la abolición completa de todo tipo de interés». En contradicción con tan
paladina afirmación, los nazis a los pocos meses de alcanzar el poder replicaron a los acreedores de los Bancos que no
existía ninguna supresión del interés: «Semejante presunción carece de fundamento.»
En el verano de 1920, tras unírsele otros tres partidos pequeños, el DAP se transforma en NSDAP, partido
obrero alemán nacionalsocialista, o, abreviadamente, partido nazi, cuya jefatura ostenta Hitler desde agosto de 1921.
Con el nuevo nombre y el nuevo jefe no variará la ideología pero sí la táctica; el activismo y la lucha callejera contra
los partidos parlamentarios requieren la formación de unas secciones de asalto, las SA. Más tarde, con fondos
procedentes del Ejército, se adquiere un periódico, que bajo la dirección de Rosenberg se convierte en portavoz de
todos los sectores antidemocráticos, y se crea como símbolo la bandera con la cruz gamada. A los dirigentes de
primera hora, Rosenberg, Rudolf Hess, se unen pronto Goering, héroe de la aviación en la Primera Guerra Mundial,
266
y el general Ludendorff. El capitán Rohm organiza las SA, y el partido llega en pocos meses a poseer armamento y
organización paramilitar, si bien sólo tiene implantación en Baviera. El NSDAP se expansiona rápidamente; en enero
de 1922 tenía seis mil adheridos; en noviembre de 1923, más de cincuenta mil. Para su difusión obtuvo ayuda
económica de algunos industriales, como el magnate del acero, Thyssen; que tendría que abandonar Alemania en
1939 al no plegarse a las instrucciones de Hitler, y empresas extranjeras como la Royal Dutch Shell, amén de la
simpatía de los sectores militares incompatibles con la aceptación de: las cláusulas militares del «dictado» de
Versalles. En noviembre de 1923 Hitler considera que el partido y sus apoyos son lo suficientemente fuertes para
intentar un golpe de Estado contra el débil gobierno de Berlín; es el extraño «putsch de la cervecería, de Muních, el 9
de noviembre. Este asalto fracasado contra la República de Weimar fue suscitado por varios acontecimientos:
- el éxito de la “marcha sobre Roma” de Mussolini mostró a los dirigentes nazis los frutos de una decisión
audaz;
- la entrada de cinco divisiones franco-belgas en el Ruhr en enero de 1923 para garantizar con la requisa del
carbón y la madera: el pago de las deudas de guerra germanas constituye un momento dramático. El gobierno alemán
aconseja la resistencia pasiva y para compensar a los industriales por la interrupción de la producción lanza grandes
cantidades de papel moneda, con lo que desata una vertiginosa espiral inflacionista. Son meses de hambre y angustia.
Por otra parte, la ocupación del Rhur evidencia la indefensión militar de Alemania y los generales tratan por todos
los medios de iniciar un rearme siquiera parcial;
- la formación del gobierno Streseman en agosto, con 1nclusión de los social demócratas, señala el final de la
resistencia pasiva por su elevado coste, lo que exacerba a los grupos nacionalistas. En septiembre, en Nuremberg se
habla de la marcha sobre Berlín», evocando la gesta de Mussolini. En Baviera parece incubarse una secesión cuando es
elegido presidente del estado bávaro con plenos poderes Von Kahr apoyado por los sectores reaccionarios, Hitler
anuncia 14 mítines para un solo día el Drotesfu contra el abandono de la lucha en el Ruhr.
Sin más apoyo que el 7° cuerpo de ejército, el “putsch” fracasa, y Hitler, Ludendorff, Hess y Rohm son
procesados y encarcelados. En prisión dictara Hitler a su chofer Emile Maurice y a Rudolff Hess su libro Mein
Kampf . La prisión hace cambiar la táctica nazi del activismo por la aceptación del juego parlamentario; a partir de
entonces los esfuerzos del partido se orientaran hacia la consecución de triunfos electorales.
El genio organizador de Hitler se comprueba al salir de la cárcel y encontrarse el partido dividido en
tendencias encontradas: Strasser encabeza el sector social, empeñado en sostener el programa de nacionalizaciones
implícito en el punto 11; Rohm postula el predominio de las SA y del sector militar; Ludendorff apoya al bloque
monárquico que no se integró en el renacido NSDAP cuando recuperó su calidad de partido legal. En las elecciones
presidenciales de 1925, a la muerte de Ebert, los nazis apoyaron a Ludendorff como candidato, y en la segunda
vuelta al mariscal Hindenburg, quien obtuvo el triunfo frente al candidato del, centro y la izquierda. Marx, v al de la
extrema izquierda, el comunista Thalmann.
Después de las elecciones presidenciales, durante el año 1926 Hitler se consagra a la reorganización del
partido. En la Asamblea de Bamberg deja en minoría a Strasser y arrincona su programa de expropiación de los
terratenientes y al mismo tiempo se atrae a un colaborador insuperable, Goebbels. El partido se organiza en distritos,
Gau, al frente de los cuales se coloca un «gauleiter»; Hitler consigue que los nombramientos de estos procónsules no
se realicen en asambleas comarcales, sino directamente por el presidente del partido; es un paso decisivo hacia la
concentración de poder. Goebbels funda un periódico, Der Angriff«(El Ataque»), en el que pone en juego sus
inagotables recursos para la calumnia y los ataques personales a los elementos discolos. Con la creación de las SS,
grupos de asalto especia1es para proteger al Fuhrer, las 8A pierden su protagonismo. En pocos meses Hitler es el jefe
indiscutido y su autoridad ilimitada se refrenda en los Congresos de Weimar (1926). y Nuremberg (1927). Con la
creación de las Juventudes Hitlerianas, los desfiles, los saludos romanos, los congresos de estenografía barroca y
discursos interminables, el partido se convierte en un elemento de creciente influencia en toda Alemania
En estos años de ascenso se consuma la corrupción del lenguaje, las palas se utilizan políticamente con una
nueva semántica, y así se consigue el apoyo popular contra la democracia, o se puede tronar astutamente a un tiempo
contra capitalismo y comunismo. La baja clase media es, según Ebenstein, el elemento numéricamente más fuerte de
apoyo al nazismo. A lo! seguidores se les galvaniza con promesas como la de que el Tercer Reich será el imperio del
próximo milenio. Los objetivos se simplifican al máximo. Existía un enemigo externo del pueblo alemán, el
bolchevismo ruso, y un enemigo interno, los judíos; pero de momento la lucha se concentra en el enemigo doméstico
y el antisemitismo se convierte en el eje de la ideología y de la propaganda; En 1928 se afirma en un libro: .Puede
decirse que el judaísmo es parte del organismo de la humanidad como una bacteria es parte del cuerpo humano, y
realmente los judíos son tan necesarios como una bacteria, (Eckart): la ilógica, página continúa con consideraciones
sobre las funciones de los microorganismos y el papel similar que desempeñarán los judíos en el futuro. Años
después, en encuestas para conocer la raza, se introducen preguntas como ésta: « ¿Qué le choca a usted en la forma en
que un judío habla y canta? No es extraño que con esta preparación psicológica sobre las anomalías semíticas el juez
supremo del partido, en el año 1938, haya sentenciado: .El judío es un ser humano. Es una apariencia de putrefacción
Guerin, en su viaje por la Alemania nazi, elabora una expresiva lista de los que el régimen llamaba «corruptores del
pueblo". En la lista negra se incluían los judíos sangrientos (Rosa Luxemburgo, Trotski), los judíos mentirosos (el
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físico Einstein, el escritor Emile Ludwig), los judíos estafadores o judíos de oro (el banquero Goldschmidt, los
hermanos Tietz, directores de grandes almacenes berlineses), los judíos artistas (Charlie Chaplin). Hemos indicado
que no existen diferencias entre los textos del Hitler de los años 20 y del Führer; de la misma manera el
antisemitismo exacerbado se anticipa en los escritos nazis de 1926 o 1928 y se repite, aunque ya con la posibilidad
de convertir las palabras en obras, en 1936 o 1938.
5. LA IRRUPCIÓN EN EL PODER
Miles de páginas se han consagrado a intentar explicar el sorprendente camino del NSDAP al poder.. Los
hechos son enormemente complejos, las explicaciones a veces oscuras y los debates poco serenos. En conjunto, el
ascenso nazi se explica por la confluencia de tres procesos: circunstancias internacionales excepcionales, innovaciones
tácticas del nacionalsocialismo, descomposición interna del sistema democrático alemán; si a las primeras se ha
prestado atención preferente en muchos estudios, hoy podemos afirmar que el factor decisivo es el tercer proceso, la
crisis deja República de Weimar. Reparemos en cada una de estas tres constelaciones de causas.
La crisis económica con el descalabro de las clases medias y la responsabilidad que se achaca a las cláusulas
económicas de Versalles han sido ya examinadas. El paro, que afectaba en septiembre de 1929 a 1.3 millones de
personas, ascendió en un año a tres millones y sobrepasó en 1933 los seis millones. Estas masas de desesperados
volvieron sus ojos aun partido hasta entonces poco conocido, que unía en sus eslóganes hipernacionalistas la revancha
contra Versalles y un antimarxismo al que eran muy sensibles los pequeños propietarios en apuros. El «crack» del 29
contribuyó a aumentar la influencia política de Hitler ya granjearle el apoyo de la gran sociedad y de ciertos círculos
financieros hasta entonces renuentes.
El partido nazi, volcado hacia la consecución de éxitos electorales, innovó todos los procedimientos, desde la
creación de una Escuela de Oratoria, en la que se prepararon 2.000 oradores de mítines, hasta la difusión de hojas
volantes y carteles, sin descuidar procedimientos menos ortodoxos, como desfiles y actuaciones de comandos
violentos. Bracher resume este carácter único del partido: «Indudablemente, la técnica de la toma del poder por los
nacional- socialistas se guía en sus comienzos por el ejemplo del fascismo italiano de 1922. Sin embargo, en
Alemania se emplearon más decisiva y eficazmente los modernos recursos de la comunicación de masas, así como una
combinación de coerción y convicción, de terror y propaganda, de medidas pseudolegales, del engaño y la violencia.
Ningún otro partido se encontraba preparado para este asalto." No obstante, los resultados no fueron decisivos;
Hitler no llegó -ni siquiera se aproximó- al poder por el mecanismo de las urnas.
La crisis de la democracia alemana y la responsabilidad de algunos de sus hombres públicos es probablemente
la causa eficaz que explica el suicidio de la República y de su clase política. En la Constitución de Weimar el artículo
48 permitía plenos poderes al presidente en casos de excepción, tales como el de nombrar o destituir al canciller al
margen de las mayorías, disolver el Parlamento o gobernar sin control parlamentario. El primer presidente, el
socialista Ebert, había utilizado sus poderes extraordinarios para fortalecer la democracia, pero el ascenso a la
presidencia en 1925 del general Hindenburg, en el fondo un nostálgico de la monarquía imperial, supuso el inicio de
un régimen presidencialista en el que el Parlamento desempeñaba el papel de comparsa y las disoluciones de la
Cámara con las consiguientes convocatorias de elecciones generaban en la opinión popular el descrédito de las urnas,
puesto que nada influían en la marcha de los asuntos de Estado. Los gabinetes se sucedían con rapidez asombrosa sin
que el Parlamento interviniera; Hindenburg se comportaba como un propietario del poder. Así, en marzo de 1930 se
encarga de la jefatura del gobierno a Brüning, jefe del Zentrum, el partido católico; ni su nombramiento ni su gestión
cuentan con los compromisos y contrapesos de un régimen pluralista, sino simplemente con la confianza de la cabeza
del Ejecutivo. Al presidente incumbe la máxima responsabilidad en este proceso de descomposición, pero también los
principales políticos, Brüning, Von Papen y Schleicher, que encabezaron los gabinetes, contribuyeron a destruir la
democracia. Con indulgencia puede calificarse como error la petición de Brüning de disolución del Parlamento en
septiembre de 1930, que permitió fue el número de diputados nazis pasara de 12 a 107.
En las elecciones presidenciales de 1932 Hitler presenta su candidatura frente a Hindenburg y obtiene , en la
segunda vuelta. 13.4 millones de votos. A Hindenburg, que reúne 19.3 millones, se ven obligados a apoyarle el
Zentrum y los socialistas para evitar el triunfo de Hitler, que ha recibido el voto de todas las fuerzas nacionalistas y
de derechas. La derecha clásica se ha hundido, la clase media y la pequeña burguesía se han inclinado decididamente
por el partido nazi. Pero Hindenburg exhibe desde entonces una total ignorancia, más aún, una incapacidad
congénita para comprender el cuadro político del país que presidía. Los acontecimientos de 1932 son
definitivamente reveladores. Cuando el ministro del Interior, general Groener, prohibió las SA, por sus actividades
contra el orden público, el presidente provocó la dimisión de Groener y la anulación de la prohibición; cuando
Brüning intentó ciertas medidas legales contra los latifundistas, el entorno de grandes propietarios del presidente
consiguió forzar su dimisión. Con una Cámara silenciosa, el nuevo canciller Von Papen, un tránsfuga del partido del
centro que fuera de Prusia no tenía clientela política, inició la aproximación a Hitler; la minoría autoritaria que
gobernaba a Alemania prefería apartarse de los partidos democráticos y optar por la colaboración con uno de los
grupos totalitarios -en las elecciones de julio de 1932, convocadas por Von Papen, nazis y comunistas disponían del
53 % de asientos en el Reichstag-. El nuevo Parlamento sólo celebró una sesión. Al voto de censura Von Papen
268
respondió consiguiendo del presidente la disolución. En noviembre se celebró nueva elección parlamentaria -¡la
quinta!, del año 1932-, que inicia el declive nazi con la pérdida de 34 escaños. Sin embargo, menos de tres meses
después de este fracaso Hitler se encuentra en la Cancillería. Tras las infructuosas gestiones gubernamentales de Von
Papen y el general Schleicher, Hindenburg encarga a Hitler que forme gobierno. El 30 de enero de 1933 muere la
democracia en Alemania.
l ¿Cómo se explica este acontecimiento, que sorprendió a los mismos nazis? ¿Por qué fue llamado al poder un
partido en aquel momento dividido y en retroceso? ¿Qué resorte decidió que Hindenburg encargase de la Cancillería
al jefe nacional socialista cuando durante meses se había opuesto a su entrada en un gobierno de coalición? En una
situación de gabinetes presidenciales resultó decisivo el enfrentamiento entre Von Papen y Schleicher; aquél boicoteó
la gestión de su sucesor y se entrevistó con Hitler en Colonia el 4 de enero. La soledad del general Schleicher, que no
tenia el apoyo del ejército, y la presión de los nuevos socios Von Papen y Hitler inclinaron finalmente a Hindenburg
a intentar un gabinete de coalición presidido por Hitler. Pabón cree que Hindenburg realizaba el último intento de
salvar a la vieja Alemania, lo que sobrevivía socialmente del Imperio con sus cuatro pilares, el ejército prusiano, la
antigua diplomacia bismarckiana, la gran industria del oeste y la agricultura del este. Algún historiador (Taylor) ha
resaltado la fuerza del azar, de las circunstancias del momento; otros (Hugh Trevor-Roper) la planificación
oportunistica de los dirigentes nazis. Es probable que el responsable último haya sido Von Papen, aunque en sus
memorias trate de diluir su papel decisivo. En conjunto, parece que más bien debería responsabilizarse al grupo de
políticos, desde Hindenburg hasta Schleicher, que prefirieron destrozar al Parlamento y sustituirlo por maniobras
palatinas en torno a un presidente autoritario. Con razón sitúa Karl Dietrich Bracher la llegada de Hitler a la
cancillería en un «cuadro de intrigas libradas por una insignificante minoría en torno al último pilar del poder, el
presidente del Reich (tan desprovisto de visión política». A diferencia de los bolcheviques rusos, los; nazis no
necesitaron una insurrección armada; a diferencia de los fascistas italianos, que siempre tuvieron el freno, al menos
simbólico, de la monarquía, van a poder gobernar sin ninguna limitación.
6. EL ESTADO NAZI
El primer gobierno de Hitler, como el de Mussolini en Italia, no es monocolor; figuran en él otras dos figuras
del nazismo, Frick y Goering; la vicecancillería se asigna a Von Papen y diversos ministerios a grandes capitalistas y
latifundistas. El 1de febrero Hindenburg disuelve el Reichstag, y las elecciones de marzo, en las que el NSDAP
obtiene 288 diputados, le permitirán gobernar en coalición con los nacionalistas alemanes, de los que pronto va a
prescindir. El proceso de eliminación de enemigos del nazismo se ha resumido en tres noches históricas: incendio del
Reichstag (27 a 28 de febrero de 1933), noche de los cuchillos largos (30 de junio de 1934), noche de cristal (9 a
10 de noviembre de 1938). Con el incendio del Reichstag, del que se acusó al holandés Marinus van der Lubbe, se
declara fuera de la ley a comunistas y socialistas, a los que se responsabiliza de este monstruoso atentado contra la
soberanía del Dueblo alemán. En la noche de los cuchillos largos se elimina a las SA. los grupos paramilitares, que se
oponían a las SS. En la noche de cristal se destruyen 270 sinagogas, se procede al arresto y deportación de 20.000
judíos y se produce la muerte de 2.000.
La ley de plenos poderes de 24 de marzo de 1933 confiere al gobierno la potestad de cambiar la
Constitución, con lo que el presidente de la República se convierte en una figura decorativa. Las elecciones del año
1934 se convocan con candidatura única y el nuevo Parlamento transfiere a Hitler la custodia y la capacidad de
interpretación o modificación de la Constitución. En agosto muere Hindenburg y Hitler, sin dejar la Cancilleria, se
proclama presidente del Reich, autonombramiento que es refrendado por un plebiscito con el 88 % de los votos
afirmativos.
El Estado de las SS va a caracterizarse en primer lugar por la desaparición de la pluralidad de partidos.
Sucesivamente se disuelven las debilitadas fuerzas parlamentarias, incluso los nacionalistas alemanes que se habían
coaliga- do a los nazis en el primer gobierno, y en julio de 1933 se establece el sistema de partido único, con una ley
que dispone: «En Alemania existe como único partido político el partido nacionalsocialista alemán de los
trabajadores.» Hitler manifestó el deseo de que la clase dirigente estuviera formada por la décima parte de los
ciudadanos, y en efecto llegaron a tener carnet en el momento esplendoroso del III Reich 8 millones de alemanes, de
un total de 80 millones. Las élites sociales se afanaron por integrarse en esta máquina monopolizadora, y el ingreso
de las linajudas familias aristocráticas fue tan masivo que se llegó a decir que coincidía el «Almanaque de Gotha»
(inventario de la aristocracia mundial) con el registro del partido. La inflación de jefes permitió satisfacer a los
jóvenes ambiciosos, aunque los cargos supremos se otorgaron preferentemente a los veteranos del partido.
Una extensa burocracia, en la que se integraban los miembros del partido, los funcionarios favorecidos por el
régimen, los gauleiter, los miembros de las 88, se enseñoreó de Alemania. En contraste se extinguieron las
instituciones de tipo occidental, y no ya desapareció un Parlamento con capacidad legislativa plena, sino incluso el
consejo de ministros terminó declinando por consunción; son el Fuhrer y su camarilla quienes adoptan todas las
decisiones. El culto al Fuhrer impregna toda la vida de Alemania; el saludo romano se acompaña de la invocación
«Heil Hitler!»; el buen tiempo se denomina «tiempo del Fuhrer»; en los Juegos Olímpicos.de Berlín, en 1936, se
asegura que se incrementaban los triunfos del equipo alemán cuando el FUhrer aparecía en los estadios; en las
269
wagnerianas reuniones del partido todos los ojos confluyen hacia la enorme tribuna que alberga al jefe inspirado; los
escritores humillan su pluma para convertirlo con vergonzante exageración en compendio de todas las virtudes;
Himmler decía que era el hombre más grande de todos los tiempos. Rudolf Hess le describe como la razón pura que
ha tomado forma humana, Goebbels le atribuye una especie de taumaturgia eléctrica: «Me hace el efecto de una
dínamo. Después de pasar una tarde con él, uno siente como si una batería eléctrica que llevase dentro hubiera sido
cargada de nuevo.» La policía del Estado, la Gestapo, se encargó eficazmente de hacer desaparecer a cuantos podían
haber supuesto una limitación para este poder sin límites; y así, tras la noche de los cuchillos largos, fue muerto
Rohm, el jefe de las 8A; el líder de la Acción Católica Klausener fue asesinado en su despacho, el general Schleicher
en su domicilio. Von Kahr, el jefe del gobierno bávaro en 1923, que había traicionado a los nazis, fue llevado al
campo de concentración de Dachau, donde murió tras ser sometido a tortura.
Si la matanza de las SA puede ser denominada «legalización del terror» (Bracher) y convertía el asesinato en
un recurso político del Estado, la creación de los campos de concentración supuso un instrumento definitivo de
control del pueblo. Hay que tener en cuenta que entre los primeros detenidos en Dachau no había israelitas; el
propósito inicial, más amplio que el de luchar contra los judíos, era atemorizar a cualquier oponente político con un
sistema extenuante de trabajos forzados; Himmler declaró, ya en 1933: «Los campos no son sanatatorios ni
pensiones de familia.» La mayoría de las víctimas nunca fueron acusadas de nada, constatación que justifica el juicio
de Ebenstein: «El propósito de los campos de concentración y exterminio era demostrar a toda la población bajo
control nazi que toda persona era, potencialmente, un recluso, ya que el delito personal tenía poco o nada que ver
con tal castigo.»
Alemania se convierte en un Estado totalitario puro, en el que no existe más que una manera de actuar y una
manera de pensar, Goebbels, ministro de Propaganda, se revela un virtuoso en el manejo de la prensa y especialmente
de la radio; consigue que los fabricantes inunden el mercado con aparatos de radio muy baratos y en los que no es
posible escuchar emisoras extranjeras; las consignas nazis entran a todas horas en la intimidad de los hogares. La
«Cámara cultural del Reich» centraliza y coloca bajo su control a los artistas y escritores; la Universidad, con la
expulsión de más de 1.500 profesores, adapta sus disciplinas a la nueva verdad. Las leyes de Nuremberg, decretadas
en septiembre de 1935 en el congreso del partido, constituyen una nueva versión del Código civil; son las leyes
destinadas a «la protección de la sangre y el honor alemanes», que prohíben los matrimonios mixtos y marginan a los
judíos. Los intelectuales que no aceptan la abdicación de su independencia tienen que abandonar Alemania. Thomas
Mann, Erich María Remarque, Emil Ludwig, Vicki Baum, Stefan Zweig, Bertolt Brecht, son algunos nombres
eminentes en el doloroso exilio de escritores. Sus libros son prohibidos, sus puestos ocupados por escritores dóciles.
Ni siquiera un saber más neutro, el científico, se libra de la depuración y del exilio forzoso, con Einstein como figura
relevante; la crítica a sus teorías valió a Bruno Thüring una cátedra en la Universidad de Munich en 1937. Tampoco
el arte es una actividad libre, ni en consecuencia el crítico ha de orientar ala colectividad sobre los caminos estéticos,
como se desprende de la prohibición de Goebbels: «La información sobre arte no debe ocuparse de valores, sino
limitarse ala descripción.» Del monolitismo en la vida política, un solo Führer, un solo partido, se ha pasado a la
proclamación de una sola verdad en los campos del pensamiento y la creación.
DOCUMENTOS
1. EL PROGRAMA NAZI
Son claros los principios: expansión territorial, con revisión del tratado de Versalles, pureza étnica,
fortalecimiento del Estado, control de la información y la propaganda. Y al lado puntos que ofrecen ribetes
revolucionarios. Subráyense y ordénense los diferentes aspectos del programa.
“1° Exigimos, basándonos en el derecho de los pueblos a disponer de ellos mismos, la reunión de todos los
alemanes en una gran Alemania.
2° Exigimos para el pueblo alemán, la igualdad de derechos con las demás naciones, la abrogación de los
tratados de Versalles y Saint-Germain.
3° Exigimos territorios para poder alimentar a nuestro pueblo e instalar su excedente de población.
4° Sólo puede ser ciudadano aquél que forma parte del pueblo. Sólo puede formar parte del pueblo aquél que
es de sangre alemana, sea cual sea su confesión. En consecuencia, ningún judío forma parte del pueblo.
9° Todos los ciudadanos deben tener igualdad de derechos.
10° El deber de todo ciudadano es trabajar, ya sea de forma intelectual o manual. La actividad individual no
debe ejercerse de manera que se oponga a los intereses de la comunidad, sino con arreglo a esta comunidad y en favor
de la utilidad de todos.
Por eso, exigimos:
11° La supresión de cualquier tipo de ganancia que se obtenga sin trabajo, sin esfuerzo, la abolición de la
servidumbre de los intereses.
12° Considerando .los enormes sacrificios, en bienes y vidas humanas, que la guerra impone al pueblo, el
enriquecimiento individual por medio de la guerra debe ser condenado como crimen contra el pueblo. Por esa razón
exigimos la confiscación integral de todos los beneficios de guerra.
13° Exigimos la nacionalización de todas las empresas que se han convertido en trusts.
14° Exigimos participar en los beneficios de las grandes empresas.
15° Exigimos la creación y el mantenimiento de una clase media sana, la expropiación, por parte de los
municipios, de los grandes almacenes, que deberán alquilarse a bajo precio a los pequeños comerciantes; que se tenga
en cuenta, en la medida de lo posible, a los pequeños proveedores cabo sus pedidos el Estado y los municipios,
17° Exigimos una reforma agraria que se adapte a nuestras necesidades nacionales, la publicación de una ley
que permita expropiar la tierra, sin indemnización, para las necesidades de interés general, la supresión hipotecas
sobre los bienes raíces y la prohibición de cualquier tipo de especulación sobre los terrenos.
23° Exigimos que la ley luche contra la mentira política y su difusión , por medio de la prensa. Los periódicos
cuya acción sea contraria al general deben prohibirse.
24° Exigimos la libertad de todas las confesiones religiosas en el do, con la condición de que no pongan en
peligro su existencia, ni sentimiento o la moral de la raza alemana...”
(En LIMOUZIN: Textes..., p. 38-39)
271
“La suposición de que todas las razas son por sus características iguales, puede ser seguida por una manera
parecida de considerar a las naciones, llegándose en escala descendente a afirmar idéntica cosa hasta de los mismos
hombres. En esta forma, el mismo marxismo internacional no pasa de ser un punto de vista general del mundo -
sostenido en verdad por espacio de muy largo tiempo- y llevado adelante por el judío Karl Marx, a modo de
confesión precisa de fe política. De faltarle el apoyo de un proceso de envenenamiento semejante, ya en plena
actividad, el extraordinario éxito político de estas doctrinas habría sido imposible. Karl Marx fue sencillamente y en
realidad el único individuo entre millones que en el lodazal de un mundo corrompido descubrió, con el ojo seguro
del profeta, la ponzoña indispensable, extractándola como por arte de magia en una solución concentrada a fin de
acelerar la destrucción de la existencia independiente de las naciones libres de esta tierra, y todo ello con el propósito
de servir a su propia raza.
En este sentido, puede decirse que la doctrina marxista constituye el epítome intelectual de los puntos de vista
del mundo que prevalecen hoy en día.
En esta parte del mundo la cultura humana y la civilización están indisolublemente vinculadas a la presencia
del elemento arto. Si este elemento desapareciese o fuera vencido" el negro velo de un periodo de barbarie volvería
descender sobre el mundo.
Para todo aquel que contemple a éste con ojos de nacionalista, cualquier brecha abierta en la existencia de la
civilización humana merced a la destrucción de la raza que la protege, será siempre el más condenable de los
crímenes. Quien ose poner la mano en la más noble imagen de Dios, pecará contra el bondadoso Creador de esta
maravilla y contribuirá a su propia expulsión del Paraíso.
Todos sabemos que en un porvenir lejano, la humanidad deberá afrontar problemas cuya solución exigirá que
una raza excelsa en grado superlativo, apoyada por las fuerzas de todo el planeta, asuma la dirección del mundo.
La organización de una política mundial sólo podrá efectuarse, en todos los tiempos, mediante su enunciación
definida y exacta; los principios de un partido en formación son para éste lo que el dogma es para la religión.
Por consiguiente, así cómo la organización partidaria marxista traza actualmente el camino hacia el
internacionalismo, así debe contar la política nacionalista con un instrumento que nos ofrezca una posibilidad de
defenderla por la fuerza. Este es el objeto que persigue el Partido Nacional Socialista Obrero Alemán.
Todo cruzamiento de razas provoca tarde o temprano la decadencia del producto híbrido mientras el
elemento superior del cruzamiento sobreviva en puridad racial. Recién cuando se ha bastardeado hasta el último
vestigio de la unidad racial superior, es cuando desaparece, para el producto híbrido el peligro de extinción. Es
menester, sin embargo, creár el fundamento de un proceso natural, aunque lento, de regeneración, que excluya
gradualmente la ponzoña racial, esto, por supuesto en el caso que exista todavia una base de pureza y siempre que se
hubiere logrado detener el proceso de la adulteración.
El primer deber del Estado estriba en impedir que el matrimonio continúe siendo un azote perpetuo para la
raza, consagrándolo, en cambio, como una institución llamada a reproducir la imagen del Señor y no seres
monstruosos, medio hombres y medio monos.
Las protestas contra esto, fundadas en razones llamadas humanitarias, deshonran a una época que tolera que
cualquier corrompido o degenerado se reproduzca a sí mismo, gravando con el peso de indecibles padecimientos a
sus contemporáneos ya su propia descendencia.
El Estado nacional debe conceder a la raza el principal papel en la vida general de la nación y velar porque ella
se conserve pura. Debe aclarar que los niños constituyen el patrimonio más precioso de la nación. Debe procurar que
sólo engendren hijos los individuos sanos, porque el hecho de que personas enfermas o incapaces pongan hijos en el
mundo es una desgracia, en tanto que el abstenerse de hacerlo es un acto altamente honroso. Por el contrario, la
acción de privar al país de niños sanos, ha de considerarse vituperable. El Estado pondrá al servicio de estos hechos
aceptados todos los conocimientos médico modernos. Declarará impropio para 1a reproducción a todo aquel que se
halle evidentemente enfermo o padezca de incapacidad hereditaria, respaldando su actitud con la acción. Velará
también porque la fertilidad de una mujer sana no tropiece con el obstáculo de la condenable economía de un
régimen que transforma la bendición de los niños en un azote para sus padres.
Al educar al individuo, el Estado debe demostrar que no constituye vergüenza, pero sí una lamentable
desgracia la circunstancia de ser enfermizo y débil, agregando, empero, que es criminal y, en consecuencia,
vergonzoso, añadir a la desgracia la deshonra, que es precisamente lo que acontece cuando el egoísmo lleva al
individuo a imponer aun ser inocente su propia desdicha.”
HITLER: Mi lucha.
272
Los internados se reparten en diez compañías; en cada una de ellas una cantidad máxima de 270 personas. La
séptima es la «compañía disciplinaria»; la primera compañía está compuesta de obreros social demócratas y
comunistas, la segunda se reserva para los judíos.
Los funcionarios comunistas que se niegan a confiar a los nazis informaciones políticas, son encerrados en
celdas. Éstas son húmedas, oscuras y gélidas. Se ata a los prisioneros a unas cadenas que están empotrada las paredes.
Unas toscas tablas de madera les hacen las veces de cama. Durante el mes de septiembre se obligó a los internados a
construir 21 celdas nuevas.
En Dachau se practica el castigo corporal. Los prisioneros son azotados con nervios de buey envueltos en
alambre, que deben trenzar ellos mismos. Se les asesta con fuerza entre 25 y 75 latigazos.
Sin que exista razón alguna, los comunistas y socialdemócratas son golpeados a su llegada al campo. También
se golpea a los detenidos utilizando toallas mojadas. Siete miembros de la SA, que llegaron el 1° de agosto, fueron
tan maltratados que dos de ellos, Amuschel y Handschuck. no sobrevieron a los golpes. Como consecuencia de los
malos tratos recibidos, el comunista Fritz Schaper quedó inmovilizado durante dos meses. El 2 de septiembre, un
guarda nazi fracturó de un puñetazo la mandíbula inferior un prisionero.
A menudo también se les quema la piel con cigarrillos incandescentes.
Entre los que han padecido los peores tratos hay que citar a L. Buchman, Goerg Freischütz y el periodista
Ewald Thunig. El comunista muniqués Sepp Gota, incapaz .de levantarse después de los golpes recibidos fue
asesinado. El estudiante Wickelmeier fue asesinado de un tiro, el comunista Fritz Dressel torturado a muerte.
Otros detenidos asesinados: el consejero municipal Haussmann, Aron, miembro del «Reichsbanner», Willi
Franz, el funcionario comunista Buerk, de Memmingen; en total, casi 50 personas.
El corresponsal del Manchester Guardian está en posesión de los nombres de 9 guardas que torturan y
asesinan a los prisioneros.
Manchester Guardian, Londres, 4 de enero de 1934.”
(En Le camp de concentration de Dachau, 1933-1945.)
Munich, Comité Internacional de Dachau (Bruselas), 1977.
INFORME
LOS CAMPOS DE CONCENTRACIÓN
A pesar de la masa documental de toda índole, incluidas actas procesales. fotografías y testimonios orales, que
prueban la existencia de los campos de concentración y dentro de ellos de las cámaras de gas con el objetivo del
exterminio de ciertas minorías raciales y de opositores en la Alemania nazi, algunos publicistas e incluso algún
historiador desacreditado han intentado negar no tanto la evidencia de los campos como su finalidad criminal,
porque en el supuesto de la inexistencia de las cámaras de gas cabría la posibilidad de atribuir a los campos la función
de simples lugares de internamiento. Al frente del reducido número de historiadores revisionistas se colocó el francés
Faurisson, quien por su alteración de los documentos y datos fue sancionado académicamente, lo que no desalentó a
quienes le invocan como autoridad científica. Una pléyade de historiadores se habían ocupado ya de la cuestión, pero
aumentó espectacularmente al surgir el revisionismo. Sirva de ejemplo el notable estudio de Maxime Steinberg, quien
se apoya en el testimonio del doctor Kremer, médico SS de Auschwitz, para reconstruir la deportación y masacre de
los judíos de Francia. Bélgica y Países Bajos (Les yeux de témoin etle regard du borgne. L'histoireface au
révisionnisme. París, Cerf, 1990). Otros publicistas, caso del ultraderechista David Irving, comenzaron negando la
existencia de los campos, luego la de las cámaras, y finalmente tras reconocerla se convirtieron caprichosamente a la
tesis de que Hitler había sido ajeno a la llamada solución final. El testimonio de una figura del régimen, Speer, refuta
tal pretensión (Technik und Macht). Que el exterminio constituyó una decisión premeditada se prueba de forma
abrumadora en el documentado estudio de Philippe Burrin: Hitler et lesjuifs. Genese d'un génocide. París, Seuil,
1989. Raya en el absurdo el intento de exonerar a Hitler, pero en cualquier caso subsistiría el hecho del exterminio
programado como una nota siniestra del régimen nazi. Burrin documenta que grupos especiales. los Einsatzgruppen,
masacraron judíos por docenas de millares, reforzando los documentos que antes ya habían publicado Alfred Streim
y el historiador israelí Yaacov Lozowick, quien examinó minuciosamente la actividad de los Einsatzgruppen en la
revista Holocaust and Genocide Studies. Al producirse la invasión de Rusia en 1941. Heydrich emitió unas
instrucciones (17 de julio), en las que enumeraba la categoría de prisioneros que debían ser colocados a parte, para su
eliminación, categoría donde se incluía a los funcionarios del partido, miembros de la administración y la
intelectualidad soviética y todos los judíos; en este caso no se requería que fueran personas destacadas que podrían
galvanizar la resistencia, sino “alle juden”.
El intento de escamotear la Historia por intereses ideológicos ha sido denunciado en una publicación
colectiva: L'Histoire escamotée. Les tentatives de liquidation du passé nazi en AUemagne. París, La Découverte,
1988. Sin embargo no sería necesario citar la literatura de respuesta al revisionismo porque ya muchos años antes
decenas de estudios de diferente enfoque habían examinado con rigor el tema de los campos y el holocausto, aunque
los revisionistas hicieran caso omiso de los mismos, postura nunca recomendable en materias científicas. Recordemos
algunos hitos. Henry Michel, autoridad máxima en la historia de la segunda guerra mundial, estudió el programa nazi
273
de deportaciones (1)-agédie de la déportation. Paris, Hachette, .1954). OlgaWormser-Mignot presentó en la
Sorbona su monu- mental tesis de doctorado, demostrando que los campos constituían una institución clave del
Estado de las SS en cuanto medio de atemorización y dominio de la población, y convirtiéndose a partir de entonces
en autoridad de gran prestigio en el tema (Le Systeme concentrationaire. París, P.U.F., .1968}. La Academia de
Ciencias Morales y Políticas de Francia premió, la publicación de fotos de los campos (Deportación. El horror de los
campos de concentración. Barcelona, Petronio, .1969). Pero al aparecer la tesis revisionista fue en Alemania donde se
produjo la respuesta más contundente. Tres historiadores alemanes con la colaboración de otros veintiún
historiadores de otros países afrontaron un estudio exhaustivo sobre los programas nazis de exterminio (E. Kogoll.,
H. Langbein, A. Rückerl: Les chambres a gaz, secret d'État. París, éd. Minuit, .1984).
En los años ochenta sobresalen dos publicaciones colectivas. Bajo la dirección conjunta de Raymond Aron y
Francois Furet se convocó en julio de .1982 un colo- quio que congregó a la mayoría de los historíadores que habían
publicado libros sobre la cuestión. Las Actas fueron publicadas tres años después: L'Allemagne na- zieet le
génocidejulj: París, Gallimard/Seuil, .1985. Aún más importante es la publicación conjunta de 27 historíadores,
entre los que se encuentran los especialistas máximos en la Alemania nazi: Bracher, Broszat, Fest, Hildebrand, etc.:
Devant l'Histoire. Les documents de la controverse sur la sÜ1gularité de l'extermination des Juifs par le régime nazi.
París, Cerf, .1988.
Resulta imposible negar algo que ha dejado tantas huellas. Comités Internacionales gestionan cada uno de los
campos y preparan publicaciones. Bastantes pueden ser visitados, y los visitantes ven instalaciones (barracones,
cámaras de gas, hornos crematorios), exposiciones fotográficas y documentales filmados por las fuerzas aliadas en el
momento de la entrada. En los procesos a que se sometió a los jerarcas nazis los documentos y la responsabilidad de
los campos se convirtieron en pieza básica de la acusación. Por no citar las memorias de jerarcas -como las de
Goebbels o Speer-, programadores del holocausto -Eichmann-y comandantes de campo-por ejemplo, R. Hess,
comandante de Auschwitz.
Para comprender este fenómenoanómico, fuera de toda norma moral, del sistema concentracionario y de su
secuela más trágica, el exterminio programado de seres humanos, es conveniente ampliar la lente y enfocar la
naturaleza del totalitarismo, ya partir de ella las líneas programáticas que inspiró el régimen nazi y los instrumentos
que empleó para su realización, interrelacionando ideología y praxis, porque los campos fueron tan solo una pieza,
aunque de extraordinaria importancia, en el organigrama del régimen. Con este enfoque amplio se celebró un
Coloquio Internacional, convocado por iniciativa de la Fundación Auschwitz, en la Universidad Libre de Bruselas en
1988, cuyas Actas han sido publicadas por Y. Thanassekos y H. Wismann (dir.): Révision del'Histoire.
Totalitarismes, crimes etgénocides nazis. Paris, Cerf. 1990.
De la documentación y los estudios se deduce que tres objetivos se proponían los campos
1. Terror indiscriminado, para hacer desaparecer a los enemigos políticos y someter al conjunto de los
ciudadanos. Entre los presos había muchas personas sin culpa objetiva, cuyo internamiento respondía a la concepción
totalitaria del delito que describió Hanna Arendt, algo previsible, imaginario o simplemente «ejemplar» para otros.
Tengamos en cuenta que los primeros detenidos del primer campo, el de Dacha, no eran judíos sino opositores
políticos. 2. Exterminio de los judíos, y con ellos de todos los seres con taras o pertenecientes a grupos considerados
inferiores. Han dejado un rastro documental más tenue los camiones de gas, que se dirigían con sus víctimas
directamente a las fosas comunes, para economizar tiempo, pero conocemos su existencia y en algunos casos es
posible contabilizar el número de asesinados. 3. Experimentos médicos, que alcanzaron una cruel- dad hasta entonces
desconocida, como los que ensayó en Auschwitz el doctor Mengele sobre sus cobayas humanas. Ya antes de la
multiplicación de los campos Hitler apoyó la actividad de un Comité del Reich para el estudio de las enfermedades
graves hereditarias y congénitas. Comité que fundó los Institutos de Eutanasia. El mancillamiento de la ciencia sólo
pudo medrar en una atmósfera moral carente de ciertos valores esenciales del humanismo y la civilización, como
estudió Benno Müller-Hill: Science nazie, science de mort. L'extermination des juifs, des tziganes et des malades
mentaux de 1933 a 1945. Paris, Odile Jacob, 1989.
Tanto en el estudio general del nazismo como en el particular de los campos de concentración y del
holocausto ha sido relevante la aportación de la historiografía alemana. Porque seguramente los historiadores
germanos han comprendido la urgencia y la necesidad de conocer de forma académica este capítulo terrible de la
historia de su país. Y han asumido con absoluta honestidad las exigencias de su oficio.
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que haya quebrantado el Pacto ya hacer que cesen todas las comunicaciones financieras, comerciales o personales
entre los nacionales de dicho Estado y los de cualquier otro Estado, sea o no Miembro de la Sociedad.
2. En este caso el Consejo tendrá el deber de recomendar a los diversos Gobiernos interesados los efectivos
militares, navales o aéreos con que los Miembros de la Sociedad han de contribuir, respectivamente, alas fuerzas
armadas destinadas a hacer respetar los compromisos de la Sociedad..
Como vemos, la palabra sanciones no se utiliza, aunque luego los diplomáticos evitaran las frases eufemisticas
y se hable de sanciones económicas, militares, etc. En los planes de formación de la Sociedad se juzgaba
imprescindible la previsión de medidas coercitivas, pero posteriormente se consideró un error la imposición a los
miembros de la utilización de su poder económico o militar para poner fin a una guerra ilegal. Por otra parte, ante la
retirada de los Estados Unidos de la Sociedad quedó la flota británica como el único instrumento de actuación
contra los agresores, y Londres pronta demostró que ni le agradaba el papel.
A pesar de que era propósito de los fundadores atender todas las funciones de una comunidad de Estados,
hubo propuestas no aprobadas, entre ellas la formación de una fuerza internacional o alguna forma de organización
militar al servicio de la Sociedad, cuyo principal .valedor era Francia, temerosa siempre de un nuevo ataque alemán
por el Rhin. Aunque Clemenceau y Bourgeois presionaron por la constitución de un Estado Mayor conjunto, la
propuesta no salió adelante. El rechazo de quien por su prestigio tendría que ser el generalísimo de la fuerza
internacional, el mariscal francés Foch, hostil a la idea de la Sociedad" fue determinante para frustrar el proyecto.
Más sorprendente resulta que se rechazara la propuesta japonesa de igualdad de todos los Estados, pero tras ella se
agazapaba la intención de suprimir las trabas que Estados Unidos, Australia y Nueva Zelanda habían implantado
para frenar la inmigración nipona, de ahí la negativa.
Inicialmente las reuniones se celebraron en Londres, finalmente Ginebra se convierte en sede. La estructura
orgánica se monta a través de los siguientes organismos:
Asamblea general de todos los Estados miembros, que se reúnen anualmente.
-Consejo de nueve miembros, más tarde de trece, de los cuales cinco son permanentes, a la manera de un
directorio similar al establecido en el Congreso de Viena de 1815.
-Secretaría, que actúa de coordinador
-Tribunal Internacional de Justicia, con sede en La Haya
-Oficina Internacional de Trabajo (OIT), con personalidad jurídica independiente, encargada de defender los
intereses de los trabajadores por medio de convenios internacionales.
El funcionamiento dependía de la Secretaría, a cuyo frente se colocó el británico sir Eric Drumond, que formó
un equipo internacional, con diversas secciones: la de Finanzas, dirigida por el inglés Salter; la Jurídica, por el
holandés Van Hamel; la Política, por el notable historiador francés Paul Mantoux. En definitiva, la Sociedad
convocó en un esfuerzo común a persona1idades procedentes de diferentes naciones, muchos de ellos especialistas
eminentes en diversos campos.
Aunque se proponía ser una organización universal, su primera limitación fue su falta de universalidad, y
aunque el inspirador había sido el presidente norteamericano, su primera ausencia trascendente fue la de
Norteamérica. Los aliados se opusieron al ingreso de Alemania hasta 1926. y la URSS no fue admitida hasta 1934.
La cadena de agresiones-sanciones en los años 30 produjo la retirada de sucesivas potencias: Alemania y Japón en
1933, Italia en 1937. La URSS fue expulsada por su ataque a Finlandia en 1939. Efectivamente, nunca fue universal,
ni consiguió evitar las anexiones y tendencias expansivas de los Estados totalitarios. Ni, sobre todo, pudo impedir la
nueva conflagración mundial en 1939. Pero su balance no es negativo. No se limitó a ser la Santa Alianza de
vencedores», como la motejaron sus críticos. Solución algunos problemas internacionales con la aplicación de los
mecanismos arbitrales de su articulado, constituyó una experiencia en la búsqueda de un nuevo orden mundial y
algunas de sus instituciones han subsistido en la ONU de la segunda postguerra.
2. PROBLEMAS DE LA POSGUERRA
Versalles no soluciona taumatúrgicamente los complejos problemas que la guerra ha dejado como herencia en
el campo de las relaciones entre los Estados, antes bien, el nuevo mapa europeo dibujado en el Tratado provoca
tensiones nuevas y la necesidad de reajustes que requieren tiempo. En conjunto las relaciones internacionales del
período de entreguerras pasan por cuatro fases: la Tensiones derivadas de la aplicación de las cláusulas del Tratado
(1919-1925), 2a Años de concordia, con la incorporación de Alemania a la vida internacional; a partir del tratado de
Locarno Briand y Stresemann intentan conducir las naciones con programas de renuncia a la guerra (1925- 1929) 3a
La crisis económica deteriora la solidaridad y resurgen los recelos (1929-1932). 4a Tensiones de los años 30,
provocadas por la palingénesis de los nacionalismos y la política exterior agresiva de los Estados fascistas (1933-
1939); los bruscos cambios de alianzas han sido denominados por el historiador español Jesús Pabón «virajes hacia
la guerra». Examinaremos ahora la primera fase.
Dos problemas ocuparon preferentemente la atención de los estadistas: el económico (que ya hemos
estudiado), con la contabilidad de las indemnizaciones y las deudas, y el demográfico, al quedar incluidas minorías
étnicas en el seno de los Estados del mapa de Versalles, por ejemplo, alrededor del 30 % de los ciudadanos en
276
Polonia y Checoslovaquia. Catorce Estados nuevos tuvieron que comprometerse, ante instancias de la Sociedad de
Naciones, a respetar la lengua, religión, escuelas y tradiciones de los pueblos minoritarios que habían quedado
integrados en sus solares nacionales, pero a pesar de las promesas menudearon los incidentes, existían temas tabúes -
para Gran Bretaña el de Irlanda, en los que no se admitía ninguna ingerencia internacional, e incluso se procedió a
intercambios de población, como entre Grecia y Turquía en 1923. Veremos que el argumento étnico se convierte en
la base del expansionismo de los años 30.
A pesar de la filosofía ecuménica que inspira el nacimiento de la Sociedad ginebrina, las tendencias nacionales
continuaron impulsando los vectores de comunicación entre los Estados. En la Alemania de Weimar predomina la
política de resistencia ante Francia, aunque la necesidad de capitales para la reconstrucción hizo virar las relaciones
bilaterales hacia posiciones de entendimiento. En Francia subsiste el temor al peligro alemán y la convicción de que la
resurrección de su poderío constituiría una amenaza terrible, mas a partir de 1921 surgió al lado de la posición
revanchista encarnada por Poincaré la conciliatoria de Aristides Briand, ala que en 1928 se sumó sorprendentemente
aquél. Gran Bretaña comprende que su seguridad depende del equilibrio continental y mira con suspicacia las
ambiciones «napoleónicas» de Francia, su política de hundimiento germano, su liderazgo sobre las jóvenes naciones
centroeuropeas; a partir de 1925 Chamberlain cree encontrar el sentido de la política inglesa en el ofrecimiento de
garantías aun tiempo a Francia y Alemania. Italia, pilotada en los años veinte por Mussolini, sueña con convertir el
Mediterráneo en un mar italiano, como en tiempos de la antigua Roma. Fuera de Europa los Estados Unidos se
enclaustran en su aislacionismo, mientras en Japón se desatan las tendencias expansionistas a costa de China e incluso
de las colonias de las potencias occidentales (según consigna el libro de Kita Ikki Las bases de la reconstrucción del
Japón, 1919), aunque los grandes trusts, Mitsui y Mitsubishi preferirían una política más cauta, que promoviera las
relaciones comerciales pacíficas. A pesar del texto solemne de la Sociedad de Naciones, no es fácil encontrar puntos
comunes en la política de los grandes: deseo de equilibrio en Londres, revanchismo en París, angustia en Berlín,
apetitos imperialistas en Roma y Tokio, desentendimiento de Washington.
Otros dos problemas fundamentales han de solventarse en Europa al iniciarse la década de los veinte; el
alemán y el ruso.
Aparte de la cuestión de las reparaciones, el problema alemán ofrece un capítulo territorial; Berlín no reconoce
deiure las fronteras impuestas en Versalles, especialmente la pérdida del pasillo de Dantzig que aísla por tierra las
regiones de la Prusia oriental, ni el control franco de algunas comarcas occidentales del Rhin. La zona desmilitarizada
entre Francia y Alemania no dejó de suscitar tensiones. En marzo de 1920 un ultracionalista, Kapp, promovió una
huelga general en el Ruhr; para reprimirla el gobierno alemán necesitaba la autorización de los aliados, pero Paris se
opuso a cualquier movimiento de fuerzas armadas hacia el oeste, a pesar de lo cual Berlín envió tropas. Los franceses,
de acuerdo con los belgas, ocuparon las ciudades de Francfort-sur- le-Main, Darmstad y Duisburgo, y sólo una
conferencia internacional en San Remo y la presión de Londres les obligó a evacuarlas. Con la convicción de que tal
ocupación había aislado internacionalmente a Francia, Briand efectuó algunos gestos de moderación, pero, sin el
apoyo del presidente Millerand, dimite y en 1922 Poincaré regresa a la política de ejecución estricta de las cláusulas
de Versalles, lo que ataba al gobierno de Berlin ante cualquier problema en sus regiones del Oeste tras el fracaso de
una conferencia en Ginebra en la primavera de 1922, se produce la primera aproximación de los regímenes alemán y
ruso, signada con la entrevista entre Rathenau y Thitchérine. Se anticipa la situación de 1939. Este entendimiento
provoca la alarma de Paris y Poincaré decide la ocupación de los centros económicos de su peligroso vecino para
obligarle a pagar las deudas de guerra.
La ocupación del Ruhr en enero de 1923 señala uno de los momentos críticos de la Europa de entreguerras.
Se trataba de una decisión grave; se suponía la oposición de Inglaterra y quizá la resistencia armada de Alemania; el
mariscal Foch la consideraba una aventura insensata; no obstante, Poincaré cedió a las presiones del círculo
presidencial. De los grupos políticos franceses sólo el ultraderechista "Action francaise" solicitaba una medida tan
enérgica; la derecha aprobó la intervención armada después de realizada, y la izquierda -socialistas y un sector de los
radicales- se oponía a ella; los grupos de negocios, y en concreto la metalurgia francesa, que tenía un competidor en
los complejos siderúrgicos del Ruhr, no adoptaron una postura unánime. De ahí que concluya Renouvin: .La
ocupación del Ruhr no fue determinada, en consecuencia, por la presión de los hombres de negocios ni por el estado
de ánimo de la opinión; fue fruto de la deliberación política, que no tuvo en cuenta el consejo de los economistas.»
Los alemanes decidieron la resistencia pasiva, paralizando minas y ferrocarriles. Las finanzas de Berlín se convirtieron
en caja de resistencia al subvencionar a los obreros en huelga. Para Alemania constituyó una sangría insostenible.
Empero, desde el punto de vista internacional también lo era la posición del gobierno francés; tras muchos titubeos,
en agosto, es decir, con ocho meses de retraso, el gobierno inglés declaró que la intervención era contraría a las
disposiciones del tratado de Versalles. El despliegue de poder del ejército galo ofrecía ribetes pírricos; la Alemania
hundida no se encontraba en condiciones de saldar sus deudas de guerra y la disminuida producción del Ruhr no
significaba suficiente compensación. A finales de 1923 Poincaré cambia de política y acepta la postura inglesa de
respeto a la integridad de Alemania; en este giro influye la nueva política germana de Stresemarm -que postula la
aproximación entre los dos vecinos-, la presión de Londres, el hundimiento del franco y las condiciones políticas que
impone la banca norteamericana Morgan para conceder créditos a Francia.
277
A lo largo del año 1924 crece el convencimiento de que es necesario implantar un nuevo orden internacional,
en el que Alemania encuentre su lugar; el gobierno Herriot en Francia y el triunfo laborista en Gran Bretaña
posibilitan la búsqueda de instrumentos no revanchistas o coactivos.
Por otra parte comienza a atenuarse la cuarentena hacia la URSS, juzgada régimen aberrante -Foch
consideraba que Polonia y Rumania constituían un cordón sanitario-. Primero Gran Bretaña, yen 1924 Italia y
Francia, reconocen diplomáticamente la República de los soviets; esta integración paulatina no culmina hasta 1934,
cuando la URSS ingresa como miembro en la Sociedad ginebrina.
3. EN LA ONDA DE LOCARNO
En febrero de 1925 Stresemann comunica que Alemania está dispuesta a firmar un tratado en el que se
garantice el respeto a las fronteras dibujadas en Versalles; se trata de un giro radical, puesto que hasta ese momento la
repulsa del tratado había constituido un clamor nacional. Entre otras cosas suponía la aceptación de la zona
desmilitarizada y de la integración de Alsacia- Lorena en el territorio nacional de Francia; pero ésta reclamaba la
aceptación íntegra del tratado, con sus cláusulas económicas y morales, y la inclusión del reconocimiento de las
fronteras orientales con Polonia y Checoslovaquia. Los alemanes consiguieron finalmente la promesa de que las
fronteras del esté no se garantizarían con respaldo francés sino simplemente mediante acuerdos bilaterales, y el 5 de
octubre se reúnen en Locarno los representantes de Francia. Alemania. Gran Bretaña. Italia y Bélgica. El tratado de
Locarno, que lleva fecha de 16 de octubre, confirma el statu qua de Renania; se respetan por Alemania. Francia y
Bélgica, con garantía de Inglaterra e Italia, las fronteras fijadas en Versalles y la zona desmilitarizada, y al mismo
tiempo se promete la revisión de las deudas y la plena incorporación de Alemania a los organismos internacionales.
Para Alemania suponía que no se repetiría una nueva ocupación del Ruhr; para Francia el respaldo británico en caso
de una resurrección del militarismo germano. Al no ser incluidas las fronteras del este, Francia firmó tratados de
garantía con Checoslovaquia y Polonia, pero quedaban al margen del nuevo orden; no hubo un Locarno oriental, se
ha dicho más de una vez; en los años 30 la política expansiva de Hitler probaría la gravedad de esta imprevisión.
Desde finales del siglo XIX Francia había frenado la presión alemana con la alianza rusa, pero la situación
creada por la revolución bolchevique le inclinó a sustituirla por un entramado de alianzas en la Europa central. Por
iniciativa yugoslava se había constituido en 1920 la Pequeña Entente (Yugoslavia, Rumanía, Checoslovaquia),
formada por los países satisfechos de los tratados y que en consecuencia se opondrían a cualquier posición
revisionista de Berlín. Después de Locarno. Francia intentó suscitar la alianza de sus dos proteos, Polonia y
Checoslovaquia, pero fracasó ante el problema de Teschenrei vindicado por las dos naciones. Un objetivo galo es,
por tanto, el bloque d alianzas en Europa central bajo patronazgo francés; otro el fortalecimiento d la Sociedad de
Naciones, de la que Briand intenta hacer un poder arbitral inapelable. En este segundo quinquenio de los años veinte
se sueña con un mundo en el que no vuelva a encenderse la tea de la guerra; el francés Briand y el alemán Stresemann
son los protagonistas en la búsqueda de este nuevo rumbo que se intenta imprimir a la humanidad. En la denominada
era Briand Stresemann el acontecimiento más destacable es la incorporación de los Estados Unidos, hasta entonces
encerrados en sí mismos, a la cruzada por la paz a la que contribuyen sectores muy dispares de la sociedad
norteamericana:
- algunos grandes del mundo de los negocios, Camegie se había incorporado a los esfuerzos pacifistas ya antes
de la conflagración del 14 y había fundado la Dotación para la Paz Internacional y costeado el Palacio de Paz en La
Haya; Hemy Ford V otros le siguieron:
- organizaciones pacifistas que predican el aislamiento y desconfían de la Sociedad de Naciones, prefiriendo el
desarme y las resoluciones del Tribunal Internacional de Justicia; así la «Liga Internacional de las Mujer el para la
Paz y la Libertad., fundada por la infatigable Jane Addams, o el Comité organizado por Levinson, que intentaba
poner fuera de la ley la guerra de la misma manera que había sido abolida la esclavitud.
- la receptividad de parte del pueblo americano a los requerimientos de Briand. En el décimo aniversario de la
entrada de los Estados Unidos en la Primera Guerra Mundial (6 abril 1927) se dirigió al pueblo norteamericano
solicitando que las dos naciones renunciaran definitivamente a la guerra. Un mes después el piloto Lindberg aterriza
en Le Bourget tras realizar la primera travesía del Atlántico y se intensifica el entusiasmo deportivo por la nueva era
de la concordia y la paz
Así se gestó el apoyo al pacifismo del secretario de Estado Kellogg, hasta entonces hombre áspero y poco
inclinado a formulaciones idealistas. El premio Nobel de la Paz, primero a Briand y posteriormente a Kellogg,
terminó de reforzar la política de repulsa de la guerra. Finalmente el 27 de agosto de 1928 quince naciones firman el
denominado pacto Briand-Kellogg, en el que condenan la guerra como medio de resolución de los conflictos
internacionales y asumen el compromiso de renunciar a ella en sus relaciones mutuas; en enero de 1929 el Senado
norteamericano lo confirma por 85 votos contra I. Pero antes, en septiembre de 1928, Briand pronuncia su famoso
discurso ante la Asamblea de la Sociedad de Naciones, en el que formula su proyecto de Unión europea.
Estos años de ilusiones se vieron ensombrecidos inmediatamente por la crisis económica y por la
comprobación de que la revisión de Versalles por los alemanes no se detenía en las fronteras y las deudas, sino que se
ampliaba a la reivindicación del Sarre, al rechazo de la zona desmilitarizada ya la necesidad del rearme, el cual por
278
otra parte, el Estado Mayor germano ensayando clandestinamente con nuevos artificios en territorio ruso. El nuevo
jefe de gobierno André Tardieu, uno de los testigos de la gestación de Versalles, declara que en lo sucesivo Francia
no confiará en tratados retóricos y se apoyará en la fuerza de sus armas. Amanece la década de los 30 con un clima
más enrarecido que el que hombres como Briand, Stresemann o el Kellogg de la última etapa habían soñado
implantar en el mundo.
279
Entre propuestas diversas y utópicas, egoísmos sagrados y discusiones bizantinas, las sesiones de la conferencia
desembocaron en un sentimiento de desengaño general, y de la misma manera que tras la crisis del 29 cada país tuvo
Que encontrar su solución nacional en el campo de la economía, en el de las fuerzas militares tras el fracaso de la
conferencia de desarme y la comprobación de la ineficiencia de la Sociedad de Naciones cada potencia Se consideró
con derecho a volcarse en el rearme. La insolidaridad poseía ya otro argumento.
282
El viraje alemán o pacto germano-soviético
De Locarno sólo subsistía la relación anglo-alemana; el pacto germano-soviético de agosto de 1939 la rompe.
La política exterior alemana se encuentra desde el primer momento ante el viejo dilema de Bismarck: ¿se efectuaría la
expansión de Alemania hacia el este o hacia el sur? Hitler se inclina por la primera disyuntiva: en las páginas de Mein
Kampf se anticipa este propósito: «Debemos poner fin a la perpetua marcha germánica hacia el sur y hacia el oeste de
Europa, y volver nuestros ojos a las tierras del este... Pero cuando hablamos hoy de nuevos territorios en Europa,
debemos pensar principalmente en Rusia y en los Estados fronterizos sometidos a Rusia. El destino mismo parece
que desea señalarnos el camino ahí, un paso en este expansionismo es la ocupación de Polonia, empresa en la que
influye el recuerdo de Versalles, el pasillo de Dantzig, que ha aislado ala Prusia oriental, y la pérdida de varios
territorios alemanes. Militarmente es el paso más fácil, pero diplomáticamente ha de contarse con la neutralidad rusa.
Aquí reside el viraje. Hitler se aproxima al país que ha considerado en todo momento como enemigo. El 23 de
agosto se firma el pacto de no agresión germano-soviético, que quiebra definitivamente la relación anglo-alemana y
ofrece a Rusia como botín, además de las regiones orientales de Polonia, la apertura hacia el espacio báltico, desde
Lituania a Finlandia. La revisión del mapa político del Báltico suponía la descalificación total de Versalles y
reforzaba la postura nazi de rechazo del tratado.
La presión germana sobre Polonia se había iniciado en enero, cuando el ministro de Asuntos Exteriores del
gobierno de Varsovia, Beck, se entrevistaron Hitler en Berschtegaden; y no había dejado de incrementarse, hasta el
punto que Ciano anota en su diario una frase de Von Ribbentrop en abril, queremos la guerra». Pero sólo la firma
del tratado con Rusia hizo desaparecer el temor a la intervención inglesa, garante de la integridad de Polonia. El
general Halder, ayudante de Hitler, anota en su Diario el día 26 de agosto “1. El ataque comienza el 1 de
septiembre.” Ese mismo día 26 Dahlerus, enviado del Führer a Londres, le advierte que Inglaterra no permanecerá
pasiva, y Hitler replica violentamente con amenazas contra los ingleses. Efectivamente, el día 1 de septiembre el
ejército alemán invade Polonia. Es la guerra. De la documentación se deduce que Hitler confiaba en la pasividad
inglesa. No fue así.
DOCUMENTOS
1. LA CRISIS DE SEPTIEMBRE DE 1938
El 12 de septiembre Hitler, en un apasionado discurso en Nuremberg, reclama por razones étnicas los
Sudetes; el 22, Chamberlain se entrevista con Hitler en Godesberg, mientras Checoslovaquia decreta la movilización
general; el 29 de septiembre Chamberlain, Daladier, Mussolini y Hitler se reúnen en Munich. Los occidentales
aceptan la mutilación checa con incorporación de los Sudetes a Alemania.
En las páginas del diario de un embajador alemán podemos ver: la crisis internacional y sus perfiles gravísimos,
la situación interna del Reich, con centros de oposición a Hitler ya la guerra, consideraciones militares sobre una
eventual con- tienda, consideraciones económicas. Pueden identificarse, además, tras dibujar el panorama de la
política internacional y de la situación interna germana, los personajes que aparecen en el relato.
284
diferencias. Tanto Woermann como Weizsacker me confirmaron que Ribbentrop no quería creer de ninguna manera
que Inglaterra eventualmente pudiera intervenir.
Añado ya aquí que hoy, poco antes de su partida, hablé aún con Eisenlohr (embajador en Praga), el cual ha
sido llamado a Berlín para hacer parecer más «pequeña, la representación alemana en Praga, lo que él desaprueba ya
mi juicio con razón; su lugar está precisamente ahora allí. Estaba muy preocupado y deprimido por todo el
procedimiento, y opinó que el asunto, aunque momentáneamente se alcanzara un éxito, de ninguna manera podía ir
bien por mucho tiempo.”
Ulrich VON HASSELL: DIARIOS
“No era necesario haber, leído los periódicos franceses para saber el gran alivio que proporcionaría a un
pueblo amante de la paz como el nuestro, el comunicado que se dio a conocer el 30 de septiembre. A la inversa de
nuestra prensa, la de los Soviets sólo ha comentado el elevado precio que ha sido necesario pagar para lograr el
mantenimiento, al menos temporal, de la paz; ha dedicado numerosos comentarios sarcásticos al Primer ministro
británico, al que considera responsable de la debilidad de las democracias» y ha expresado su conmiseración por
Francia, a la que considera disminuida.
Ello se debe a que el acuerdo de Munich, que puede acarrear consecuencias muy graves para toda Europa, la
cual deberá sin duda revisar muchos de sus principios, amenaza enormemente a la Unión Soviética. Después de las
fechas del 16 de marzo de 1934, del 7 de marzo de 1936, del 12 de marzo de 1938, que son como otras tantas
estaciones del largo calvario de la paz transportando su cruz, la del 30 de septiembre ha visto derrumbarse, con una
de las cláusulas territoriales esenciales del tratado de Versalles, el baluarte central de la Europa pacífica. Con la
neutralización de Checoslovaquia, Alemania tiene abierta, de ahora en adelante, la via hacIa el sudeste. ¿Existirán
potencias que querrán y podrán impedir que la emprenda, o que se detenga antes de que haya alcanzado Rusia para
intentar obtener el "Lebensraum" anunciado en “Mein Kampf”? Esta cuestión es probablemente en la actualidad la
principal preocupación del gobierno soviético y la respuesta negativa que éste, no falto de razón, se ve obligado a dar
basta para explicar el estado de ánimo de su prensa.
Aquí se considera que los últimos acontecimientos han demostrado que ni Francia ni Inglaterra están
dispuestas a oponerse por las armas ala expansión germánica en Europa central y oriental. Incluso se pretende ver en
la declaración común publicada por Chamberlain y Hitler el 30 de septiembre un compromiso por parte de
Inglaterra, que permitiría a Alemania la consecución de sus' objetivos en el Este europeo, a cambio de la abstención
del Reich en el Oeste. Este acuerdo, esta «complicidad». Dicen, anglo-alemana se interpreta aquí de tal forma que el
acuerdo de Munich llega a considerarse como algo especialmente dirigido contra la URSS, y hace sentir de forma
bastante dolorosa a los Soviets la proximidad del peligro, del que creían haberse librado uniéndose a los defensores
del tratado de Versalles, al que temen por encima de todo desde que empezó a manifestarse el dinamismo alemán:
encontrarse cara a cara con el Reich.
En estas condiciones. ¿Qué otra solución les queda sino reanudar la política de entendimiento con Alemania
que habían abandonado en 1931? “
Informe de R. COUWNDRE, embajador de Francia. En LIMOUZIN. Textes u. 76-77.)
285
las actitudes autojustificativas, pero siempre las versiones de quienes tomaron decisiones en los momentos críticos
resultan iluminadoras, especialmente en los campos bélico y diplomático.
Por su prolongación en el tiempo, el tema de los orígenes de la contienda, que requiere el examen de las
relaciones internacionales durante los veinte años anteriores, ha sido el más atendido. No presenta la Segunda Guerra
Mundial un debate sobre las responsabilidades del estallido bélico similar al de la primera gran guerra; parece existir
consenso sobre adjudicarlas a Hitler y al militarismo expansionista alemán. Pero existe una tendencia revisionista,
encabezada por los estudios de Taylor y Robertson sobre los orígenes de la guerra, sin que los escasos trabajos
publicados en Alemania (Holldack, Assmann, Zimmermann) hagan otra cosa que matizar, no contradecir, la
responsabilidad de la política hitleriana. Ni las sentencias de Nuremberg fueron acogidas en la potencia vencida con
el sentimiento popular de rechazo del articulado de Versalles. En las actas de Nuremberg se incluyen documentos
que desautorizan la posibilidad de un revisionismo a ultranza, y Mario Toscano ha recogido algunos documentos
diplomáticos italianos que evidencian el expansionismo hitleriano; así dice Hitler en mayo de 1939: «Dantzig no es
el único motivo del debate. Se trata de la expansión de nuestro espacio vital hacia el Este» y aunque en algún trabajo
se subraye la situación de cerco en que vive Alemania después del tratado de Versalles, en otros se demuestra que el
revanchismo hitleriano iba más allá del desmontaje del tratado del año 19 y que se proponía la hegemonía en el
continente europeo; en varias obras se acredita que Hitler había fijado el día 26 de agosto para la invasión de
Polonia, pero la pospuso ante fa declaración de apoyo a los polacos formulada por el gobierno inglés, según la obra
tan respetada de Namier, o por exhortación de Mussolini
El panorama de la historiografía norteamericana es probablemente el más nutrido y la entrada de los Estados
Unidos en el conflicto el tema más disputado. Dos grupos de historiadores, los revisionistas, como Barnes y
Chamberlin, en su mayoría republicanos, acusan a Roosevelt de haber provocado la intervención, y alguno incluso de
haber favorecido el estallido de la guerra. Que el ataque japonés a Pearl Harbour fuera iniciativa nipona o trampa
americana es el argumento clave. Pero la mayoría son antirrevisionistas; Langer, Gleason, Craig, sostienen la versión
tradicional de la agresión japonesa como causa única de la participación norteamericana en la contienda.
El principio y el final del conflicto han sido debatidos con cierta intensidad. ¿Debieron las potencias
occidentales iniciar la guerra cuando claudicaron en Munich? ¿Hubieran dispuesto de ventajas en septiembre de
1938, momento en que en Centroeuropa podían disponer de las divisiones checas, y Alemania tendría que
enfrentarse en un doble frente, mientras en septiembre de 1939 supervaloraron la capacidad de resistencia polaca?
Más intenso ha sido el de- bate sobre la posibilidad de acortar el final de la contienda, centrada en la exigencia de
"rendición incondicional". Liddell Hart, uno de los grandes especialistas en historia bélica, lo considera un error; de
no habérsele exigido a Alemania, la guerra podría haber terminado antes. Pero Renouvin documenta que Hitler
rechazó varias gestiones de paz, y Mario Toscano ha precisado que es una postura dimanada de la naturaleza de una
guerra total, que no puede detenerse sino tras el hundimiento del enemigo, y una conclusión lógica de la guerra
moral, presentada como un conflicto entre el bien y el mal.
Aunque en los temas generales predomina el acuerdo entre los historiadores existen algunos puntos sobre los
que todavía se espera el trabajo clarificador. Así ocurre con la intervención italiana, las motivaciones de su diplomacia
para suscribir el Pacto de Acero; la ruptura de Berlín con Moscú, que contemplada con la perspectiva de los años
aparece como un error tremendo; la política de colaboración con Hitler del gobierno de Vichy; algunos aspectos del
drama de los campos de concentración, como el del conocimiento o ignorancia del pueblo alemán; la política de la
Santa Sede, y en concreto la postura de Pío XII ante el nazismo sobre lo que incluimos un informe: la capacidad
militar de los generales y mariscales protagonistas. En la actualidad conocemos con mayor seguridad lo estrictamente
bélico, existen todavía dudas sobre algunos temas diplomáticos, y se abre un campo inmenso de investigación en las
vertientes demográficas, económicas v sociales del gran conflicto.
287
3. ARMAS y TÁCTICAS
En la Primera Guerra Mundial se habían impuesto las armas defensivas ametralladoras, minas, que explican la
estabilización de los frentes, las trincheras: en la Segunda, el predominio es de armas ofensivas, con lo que la!
campañas se caracterizan por una extraordinaria movilidad. El protagonismo lo desempeñan el avión, que permite la
utilización de tropas aerotransportadas, y puede destruir la retaguardia o las ciudades enemigas, y el tanque, dotado
de cañones cada vez más poderosos, ante cuyo empuje se hunden todo: los sistemas defensivos estáticos. Todas las
demás armas se transforman pan hacer frente a estas dos fundamentales; se dota a la infantería de secciones di
ametralladoras antiaéreas, transportadas en camiones, y se instalan mina -un campo continuo de 14 km se extiende
ante Moscú- y otros procedimientos antitanques. Por otra parte se señala una cierta supremacía de las arma de tiro
curvo, como los morteros. El submarino constituye un elemento importante de la guerra naval, pero no resulta su
actuación tan definitiva como e 1914, porque se han encontrado sistemas de lucha contra él, como las mina
submarinas y las cargas de profundidad. Un papel mucho más importante en el mar lo va a desempeñar el
portaaviones, una vez más la aviación se señal como el arma decisiva en todos los terrenos, incluso en la guerra
oceánica Los aviones no sólo son bombarderos, que pueden destrozar las líneas de comunicaciones adversarias; en
muchos momentos los paracaidistas son capaces de cambiar la suerte de una batalla.
En una fase avanzada de la contienda, cuando el tanque ha perdido gran parte de su supremacía y se ha
establecido un cierto equilibrio en el aire, aparecen las armas autopropulsadas, como las bombas volantes, V-I y V-2,
que catapultadas desde rampas de lanzamiento en la costa meridional del canal de la Mancha cayeron sobre Londres.
En agosto de 1945 Norteamérica arroja sobre el Japón el arma definitiva y terrible, la bomba atómica.
5. LA INVASIÓN DE RUSIA
La guerra en el este, y en particular su inicio, constituye uno de los más enigmáticos capítulos de la
conflagración. Por los archivos secretos de la Wilhemstrasse sabemos que tras el reparto de Polonia y la ocupación
alemana de Noruega y rusa de parte de Finlandia y de los estados bálticos, Lituania, Letonia y Estonia, las relaciones
se deterioraron; ni Alemania enviaba material de guerra ala URSS ni ésta era puntual en sus entregas de petróleo.
Cuando en septiembre de 1940 Berlin y Roma firman un pacto con Tokio, tradicional enemigo ruso, el deterioro se
vuelve irreversible. El 18 de noviembre de 1940 Hitler dicta la Directriz n.° 21, primer borrador de un plan de
invasión de Rusia, cuya redacción definitiva, el plan Barbarroja, es aprobado el 3 de febrero siguiente. Según Martín
Bormann, Hitler quería evitar la guerra en dos frentes, pero pensaba que podría vencer a Rusia y así obligar a
Inglaterra a la firma de la paz. Esta decisión se tomó en contra de la opinión de los máximos dirigentes militares
germanos, y en particular de la del almirante Raeder, quien mediante los submarinos y el uso de nuevos modelos de
aviones todavía confiaba en vencer con un esfuerzo supremo a Inglaterra. El 22 de junio de 1941 se inicia la ofensiva
alemana, con el grueso de su potencia militar De un total de 210 divisiones, se destinan 150 a esta operación, a las
que hay que añadir 10 divisiones rumanas; un total de 3 millones de soldados.
Aunque ignoramos todavía detalles del plan alemán, lo cierto es que el primer esfuerzo se hizo en el norte,
donde las poblaciones podrían alzarse contra los rusos, y con el propósito de alcanzar Leningrado, en el momento en
que Finlandia iniciaba la guerra en Carelia. En el sur, la presión se orienta hacia Kiev, capital de Ucrania, granero
ruso; pero aquí la progresión es mucho más lenta; tras la ruptura, el ejército de Rundstedt recibe la orden de alcanzar
las regiones industriales del Donetz. En el centro Guderian avanza con sus tanques y con enorme rapidez, dejando
detrás una serie de bolsas. Las pérdidas rusas son tremendas; en Ucrania 675.000 prisioneros; en la bolsa de Minsk
quedó copado el más importante ejército ruso, pero pudo romper; en una segunda tentativa envolvente, los alemanes
consiguieron hacer más de 300.000 prisioneros. A principios de octubre Hitler piensa en la toma de Moscú, la
ciudad que cuenta con un sistema defensivo más completo. La llegada del frío retrasa las operaciones; por el diario de
Hossbach conocemos los sufrimientos del soldado alemán; ante el barro, «la técnica debe capitular». Las pérdidas
rusas se cuentan por millones, pero el Gran Ejército está inmovilizado, los generales alemanes se alarman. La
distancia, el clima, la posibilidad de retroceder hacia los espacios asiáticos diseñan una situación muy diferente ala de
la invasión de Francia; Rusia no está vencida.
En 1942, al cambiar las condiciones meteorológicas, se inicia una doble ofensiva sobre Stalingrado y el
Cáucaso. Es la última vez que da resultado la táctica de blitzkrieg. Hitler, antes obsesionado por Leriingrado, pasa a
obsesionarse por Stalingrado; su posesión cortaría las comunicaciones por el Volga y privaría a Moscú de las remesas
de petróleo del Cáucaso. El VI Ejército alemán de Von Paulus y las divisiones blindadas de Hoth debían controlar el
Volga; el 28 de agosto las vanguardias germanas alcanzan los aledaños de una ciudad cuyo nombre va a convertirse
en glorioso para los rusos. El asalto no permite ocupar más que parte del casco y un nuevo invierno se acerca, con los
alemanes a miles de kilómetros de sus bases.
291
más de 5.000 cañones. El sueño de Hitler de conseguir el petróleo de Baku se disipó definitivamente, la guerra
cambia de siglo.
9. BALANCE DE LA GUERRA
La guerra se salda con un balance terrible de pérdidas humanas y materiales; en cambio, los reajustes
territoriales que provoca son menos intensos que los de la contienda de 114. Examinemos estos aspectos.
Pérdidas humanas
Son las mayores que una guerra ha producido en toda la historia. Que los especialistas aventuren cifras que
oscilan entre los cincuenta y sesenta millones de muertos puede parecer un margen de error excesivo, pero las
destrucciones de registros civiles por los bombardeos aéreos, la confusión provocada por traslados de población -que
imposibilita distinguir entre fallecidos y desaparecidos- y la pérdida de parte de la documentación explican la
incertidumbre. El elevado porcentaje de victimas civiles, un 50 % frente al 20 % de la 1.a guerra, constituye otra
nota peculiar. De manera general debemos distinguir, desde el punto de vista de las repercusiones demográficas, el
Este y el Oeste, aquél mucho más perjudicado, lo que explica su mayor dureza en los tratados frente a Alemania. En
la Unión Soviética murieron 20 millones de personas, cifra que supone alrededor del 10 % de la población; es el país
de mayores pérdidas absolutas. Pero en porcentaje es 'superado por Polonia, a pesar de ser una nación que
prácticamente no intervino en las operaciones bélicas; sus seis millones de muertos, más de la mitad judíos, rebasan el
15 % del total de la población. Yugoslavia fue otra nación mártir, en la que la contribución civil a la mortandad
resulta sorprendente: 300.000 soldados y 1.200.000 civiles; comparemos estas cifras con las pérdidas de Italia, de
300 a 400.000, y comprobaremos cómo esta vertiente demográfica, menos estudiada que la bélica, no siempre
coincide en sus áreas con los nombres resonantes de las grandes batallas. Conocemos mejor las bajas de las potencias
occidentales; Francia ha perdido 600.000 hombres e Inglaterra una cifra algo menor; los Estados Unidos han sido en
éste y otros aspectos la nación menos castigada. 300.000 victimas mortales {el 0.2 % de su población), a pesar de
luchar en tres continentes; es una prueba de su adaptación máxima a la guerra de máquinas. Las pérdidas alemanas
resultan más difíciles de evaluar; se estiman en alrededor de cinco millones, en su mayoría militares, ya que los
293
cálculos de civiles muertos no rebasan el medio millón. Para el Japón la experiencia más dramática fueron los
200.000 muertos en pocos minutos en las dos explosiones atómicas, pero el total no puede conocerse ni por
aproximación, ya que varios millones de ciudadanos abandonaron las islas para trasladarse al continente.
No es la potencia destructiva de la tecnología militar la única responsable de la catástrofe demográfica y los
sufrimientos; los increíbles programas de exterminio del régimen nazi contribuyeron en no pequeña medida a la
gigantesca masacre de esos años. Al finalizar las operaciones militares se descubrieron los campos de concentración,
en los que se intentó la solución final del problema judío y la eliminación de los opositores políticos al tiempo que se
ensayaban experimentos de esterilización y de eliminación de los ciudadanos tarados. Los nombres de Auschwitz,
Bergen-Belsen, Mauthausen. Dachau.
Buchenwald saltaron en escalofriantes relatos a las páginas de la prensa mundial. Libros como el de Poliakov
sobre Auschwitz, o documentos cinematográficos como él de Resnais, Noche y niebla, superan cualquier capacidad
de descripción literaria del horror. El cálculo de seis millones de judíos exterminados por el régimen nazi parece ser
aceptado por los historiadores que se han ocupado del tema.
En el capítulo demográfico debe anotarse además la modificación del mapa étnico europeo con intensos
desplazamientos de población. Al aceptar Churchill la frontera de posguerra entre la URSS y Polonia a lo largo de la
línea Curzon se convino la diáspora polaca, con tres o cuatro millones de seres humanos que tuvieron que abandonar
las tierras en que Vivian; en compensación, Polonia recibió tierras alemanas, cuando se fijó la nueva frontera en el
Oder-Neisse, decisión que provocó el éxodo de siete millones y medio de alemanes de Prusia oriental y áreas del este
de los dos ríos; esta frontera fluvial y el éxodo poblacional que implicaba provocó inútilmente la protesta de
Churchill. Las dificultades alemanas se incrementaron con los dos millones y medio de germanos expulsados de
Checoslovaquia al reponerse el Estado checo, y quizá 178.000 más fueron expulsados de Hungría, suerte más
favorable que la de la minoría germana de Rumania, que fue deportada a .la Unión Soviética. Prácticamente sólo en
Austria fueron dejados en sus hogares los descendientes de colonos alemanes. En el espacio báltico no faltaron
procesos de trasvase étnico. La suerte más cruel la sufrieron las tres naciones bálticas (estonios, letones y lítuanos),
cuya población había sido deportada a campos de trabajo alemanes durante la guerra ya Rusia al terminar el
conflicto, mientras su solar nacional era ocupado por colonos gran-rusos. La población finesa del istmo de Carelia
tuvo que evacuar sus hogares y establecerse más al oeste, dentro del trazado de sus nuevas fronteras. Siglos de lentos
procesos demográficos fueron barridos en pocos meses. De las grandes ciudades germánicas del Báltico sólo Lübeck
continuó siendo alemana; Stettin, Dantzig, Koenisberg, etc., se desgermanizan; es un indicio de la intensidad.
Pérdidas económicas
Las ruinas materiales en 1945 eran impresionantes. Las ciudades reducidas a escombros podían considerarse
un exponente de la intensidad destructora de los combates. El año 1918 no había legado imágenes tan consternado
ras. Contribuyó a generar esta geografía continental de ruinas la potencia d4 las armas y muy especialmente los
bombardeos aéreos, pero no menos la estrategia de movimientos, los avances y retrocesos de los ejércitos por los
mismos parajes. Durante la guerra se creó un organismo, la UNRRA, que aliviaría las necesidades de la población de
las zonas conquistadas recientemente a Alemania, reintegraría prisioneros y exiliados a sus hogares y organizaría la
recuperación agrícola e industrial. Pero al terminar la guerra la postración de Europa era más grave de lo que se había
calculado, especialmente el gran campo de batalla de la Europa central, desde Stalingrado y Montecassino a Caen o
Hamburgo. Las vías férreas están destruidas y el material rodante convertido en chatarra o situado en otra nación
diferente a la que pertenece. El castigo que ha sufrido Alemania en sus comunicaciones es el elemento más importante
de postración, estiman economistas como Chardonnet, porque a pesar del potencial terrorífico de los bombardeos
aéreos quedan en pie, incluso en el Rhur, un porcentaje de instalaciones siderúrgicas y textiles. Un informe polaco
calcula que ha perdido el 80 % de los medios de transporte y el 50 % de la riqueza ganadera. Con variantes todas las
naciones pueden formular estimaciones similares. Los franceses han perdido casi 2.000 obras de arte; los italianos
encuentran devastadas todas sus regiones, excepto la rica llanura agrícola del Po, lo que significaba una pequeña
compensación.
Por todas partes reina el hambre. En el verano de 1946 una comisión de la ONU calculó que 100 millones de
europeos están alimentándose con menos de 1.500 calorías. En conjunto la producción industrial ha descendido a
1/5 en relación con el nivel de preguerra. Toynbee ha señalado como factores limitadores de la actividad industrial la
escasez en carbón, maquinaria y transporte, y la dispersión y debilidad de la mano de obra. Gran Bretaña, una de las
artífices de la victoria, termina exhausta la contienda. De primera acreedora del mundo ha pasado a deudora, de
suministradora de productos manufacturados a la Commonwealth a tener que adquirir algunos en Canadá, de señora
del comercio marítimo a potencia intermedia en los mares. Sólo los Estados Unidos han salido indemnes en su
territorio nacional, y su ayuda constituye la única esperanza de recuperación para un continente triturado.
Repercusiones territoriales
En varias conferencias internacionales durante la guerra se debate la cuestión de las fronteras; así Teherán
(diciembre de 1943), Yalta (febrero de 1945), Potsdam, reunión que se celebra después de la muerte de Roosevelt y
294
de la capitulación alemana Uullo de 1945). El aspecto más Importante, que configura una situación nueva a la que ha
de enfrentarse el derecho internacional, es la ocupación de Alemania y su reparto en cuatro zonas de influencia; no se
trata ya de la ocupación de un área, para garantizar los pagos de guerra, como en 1914; en 1945 cuatro poderes
ejecutivos extranjeros toman las decisiones y anulan el ejercicio de la soberanía germana.
En Europa occidental los cambios territoriales son mínimos. Las potencias preferian mantener el statu qua, así
el Tirol del Sur permaneció en manos italianas y el norte del SchlesWig en manos danesas, dos ejemplos de la
prudencia con que actuaron los grandes. Más importancia tuvieron los nuevos trazados en el Mediterráneo, donde
Italia tuvo que ceder una parte de Istria a Yugoslavia y Rhodas a Grecia; Rumania dio Besarabla ala URSS pero
recuperó la Transilvania abandonada por Hungría. Bulgaria perdió su desembocadura en el Egeo. Pero nada de esto
es comparable a la intensidad de las modificaciones del este europeo, donde Rusia se incorpora zonas de Polonia, los
Estados bálticos y buena parte del territorio finlandés. Polonia, como hemos indicado, experimenta una traslación de
su territorio nacional de varios centenares de kilómetros hacia el oeste, compensando la pérdida de sus provincias del
este con Pomerania. Brandeburgo y Silesia.
Japón pierde su imperio y queda reducido a las islas de su archipiélago, bajo un ejército de ocupación y el
gobierno de Mac Arthur como procónsul. Especialmente lamentable para los nipones es su necesidad de ceder
Manchuria a Corea.
Una vez más se comprueba la inestabilidad de las fronteras, que tras un proceso bélico se desplazan sin reparar
en condicionamientos étnicos o históricos. En conjunto dos naciones son las más favorecidas por el reajuste: Rusia,
que avanza hacia el continente europeo, y Polonia, que consolida un solar nacional con amplia fachada al Báltico.
DOCUMENTOS
1. EL DISCURSO DE CHURCHILL (4 DE JUNIO DE 1940)
En este párrafo del famoso discurso de Churchill llamando a la resistencia, podemos diferenciar dos planos: 1º
la arenga vibrante para continuar la guerra, con un lenguaje peculiar; 2°, un preciso cuadro de la situación de la
contienda (caída de varios países) y de la diplomacia (fraterna Francia), con las limitaciones de Ale- manta y las
ventajas de Inglaterra (en el mar, en el aire en menor grado, por la posesión de un imperio). Ordénense, con frases
textuales, estas ideas.
“Esa es la decisión del gobierno de Su Majestad y de todos los hombres que lo componen. Esa es la voluntad
del Parlamento y de toda la nación. El Imperio británico y la República francesa, unidos en la misma causa y en la
misma necesidad, defenderán su tierra natal hasta la muerte, ayudándose fraternalmente hasta el límite de sus fuerzas.
Aunque, en verdad, gran parte de Europa y más de un antiguo y famoso Estado hayan caído o puedan todavía caer en
las garras de la Gestapo y de todo el odioso aparato de opresión nazi, no nos someteremos ni nos doblegaremos.
Seguiremos hasta el fin, lucharemos en Francia, lucharemos en los mares y océanos, lucharemos en los aires con una
fuerza y una confianza crecientes, defenderemos nuestra isla a cualquier precio, lucharemos en las playas, lucharemos
en los aeródromos, lucharemos en los campos y en las calles, lucharemos en las colinas: no nos rendiremos jamás. E
incluso si esta isla (...), cosa que ni por un instante creo posible, fuera sojuzgada, en ese caso nuestro Imperio de
ultramar, armado y vigilado por la flota británica continuarla el combate hasta que, en el momento que Dios desease,
el Nuevo Mundo, con toda su fuerza y su poder, avance para socorrer y liberar al Antiguo.”
2. DESPUÉS DE STALINGRADO
Correlacionar la derrota militar con la crisis política. Resistencia interior a Hitler, inquietud en sectores del
ejército y de la diplomacia. Responsabilidad del Führer en la conducción de las operaciones.
“Ebenhausen. 14-11-43.
Las últimas semanas han traído la crisis más grave que hemos presenciado durante esta guerra: en realidad, la
primera crisis verdadera, desgraciadamente no sólo del gobierno y del sistema, sino de toda Alemania. Como símbolo
se le da el nombre de Stalingrado. Por primera vez. Hitler no logra quitarse de encima la responsabilidad y por
primera vez también las murmuraciones y la crítica le alcanzan directamente. Se trata de una verdadera crisis:
incapacidad militar que hasta ahora ha podido disimularse gracias a un feliz juego de azar, a la escasa combatividad
de los adversarios y a otras casualidades que han trabajado en favor del .estratega más genial de todos los tiempos-, es
decir, del cabo megalómano. Todo el mundo ve claramente que se ha derramado una preciosa sangre sólo por puntos
de vista y de prestigio insensatos y criminales. Como esta vez se trata también de los asuntos militares, los generales
por fin han abierto los ojos. La conducta del desgraciado general Paulus, al cual los rusos podrán entregar ahora .el
bastón de mariscal- (el teniente coronel Paulus fue nombrado mariscal por Hitler el 31-1-43), es criticada
severamente. El general Paulus no fue capaz de seguir el ejemplo de York y por tanto no hubiera debido salir con
vida de esta catástrofe. (Paulus, de acuerdo con un plan convenido entre Kluge, Manstein y el movimiento de
resistencia, debió haber abandonado a tiempo Stalingrado y dirigirse al oeste. Después de esto. Kluge y Manstein
debían haberse apoderado del mando al mismo tiempo que en Berlín debía producirse un golpe de Estado.) Gustav
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Anton Wiefersheím (general en jefe de un cuerpo de ejército), el cual por causa de su conflicto con Paulus ~fue
destituido-, se ha rehabilitado completamente, pero a nosotros ya no nos sirve. El general Strecker, que había
defendido sus puntos de vista con más tenacidad y. por consiguiente, caído en desgracia, que no había recibido
ninguna condecoración ni le habían sido reconocidos sus méritos, fue junto con el jefe de su Estado Mayor.
Groscurth, el general que finalmente había luchado más tiempo.
Incluso Herr Zeitzler, el jefe favorito del Estado Mayor de Hitler, se da ahora cuenta de lo que pasa y ha
encontrado el valor de oponerse aciertas órdenes absurdas, y no se ha presentado durante dos días a la conferencia,
imponiendo de este modo su opinión. También Kluge y Mansteinhan logrado un poco más de libertad de
movimiento. Y Herr Fromm, esta especie de veleta, pronuncia también palabras atrevidas. Pero lo que a pesar de
todos los esfuerzos continúa faltando es el chispazo inicial.
Cada día hay más noticias sobre Hitler que demuestran su peligroso estado mental. El actual Gobierno celebra
su décimo aniversario, un Gobierno que ahora lucha únicamente por su propia existencia sacrificando a todo el
pueblo alemán. Es significativo que Hitler no se haya atrevido a hablar el 30 de enero. ¡Quién se podía figurar esto
hace poco, y que Goering, al sonar una alarma, hubiese desaparecido durante su discurso para esconderse en un
refugio!”
Ulrich VON HASSEL: Diarios.
INFORME
UN DELICADO PROBLEMA HISTORIOGRÁFICO: EL VATICANO ANTE LA CUESTIÓN
JUDÍA
El descubrimiento de los campos de concentración en la última fase de la guerra provocó consternación
mundial y dejó una estela de preguntas: ¿conocían los alemanes el programa de la solución final? ¿Poseían datos
suficientes los obispos alemanes, y en este caso cuál fue la postura de la Santa Sede? Cuando se publicó la obra de
Rolf Hochhuth, El Vicario, acusadora para Pío XII, la reacción católica fue de indignación. El tema no se ha cerrado
pero está suficientemente estudiado; sirvan de muestra los trabajos de Jacques Nobecourt: Le Vicaire et l'Histoire.
Paris, Le Seuil, 1964; Guenther Lewy: The Catholic Church and Nazi Gennany. Nueva York, 1964; Saúl
Friedlander: Pie XI[ et le III Reich. Palis, Le Seuil, 1.964, o, para seguir las líneas generales del tema, el libro del
historiador israelí Eliahu Ben Elissar: La Diplomatie du IIIe Reich et les Juifs (1933-1939). Palis, Julliard, 1969, y
más recientemente la insistencia de Léon Papeleaux: Les suences de Pie XII Bruselas, Ed; Vokaer, 1980, y del mismo
autor el artículo. Le Vatican et le probleme juif. (1944-1945), en Revue d'histoire de la deuxieme guerre mondiale,
n.o 124 (octubre de 1981. También los números 98, 107 y 115). Que el tema no ha perdido actualidad se
comprueba en el número monográfico que esta misma revista ha dedicado a Sur les églises pendant la guerre", no
128 (octubre, 1982). Disponemos, asimismo, de abundante documentación:
-nazi; procedente del ministerio de Asuntos Exteriores del III Reich, utilizada por FIiedliinder.
-judía, del Congreso judío mundial y de los archivos sionistas de Jerusalén. -vaticana. El Vaticano ha
publicado vartos tomos de document9s del período de la contienda: Actes etDocuments du Saint-Siege relatifs a la
deuxieme gue- rre mondiale. LibreIia EditrtceVaticana, 1965 y ss. Especial interés ofrece el tomo II, que incluye la
correspondencia de Pío XII con los obispos alemanes,
y el X, con 501 documentos sobre las posturas y gestiones de la Santa Sede ante las víctimas de la guerra.
Evitando las posiciones apologéticas o críticas, ¿qué podemos concluir a la vista de estos trabajos y conjuntos
documentales?
Al principio de su pontificado Pío XII intentó restablecer unas relaciones normales con el régimen nazi, tras el
deterioro que habían sufrido con la publicación de la encíclica de 1937 Mit brennender Sorge, y la correspondencia
con los cardenales alemanes Bertram (Breslau), Faulhaber (Münich), Schulte (Colonia) lo prueba. A lo largo de los
años 1939 y 1940 el Pontífice intenta mediar entre las dos posiciones del episcopado alemán, la que rechaza la
posibilidad de entendimiento con el régimen nazi (Preysing) y la que postula la colaboración (Bertram). En los años
siguientes, los mayores esfuerzos de la Santa Sede se orientan hacia el restablecimiento de la paz. Pero en todo
momento el Pontífice, en medio de torturantes dudas, entiende que el mayor peligro para Europa no es el nazismo
sino el bolchevismo. Así se explican dos notas de su correspondencia y discursos: los silencios y los intentos de
exonerar de responsabilidad a los gobernantes del Reich. Los silencios son indudables; sólo dos veces en 124 cartas
alude a la cuestión judía, sólo tres cita brevemente los campos de concentración. Más llamativo es el intento de paz
sin responsabilidad; en febrero de 1944, cuando ya son conocidas las atrocidades nazis, pide una «paz de
compromiso que excluya la reclamación de responsabilidades de guerra».
Más esclarecedora es la actividad diplomática vaticana en los últimos meses de la guerra. En el otoño de 1944
se teme el exterminio de 16.000 hombres y 35.000 mujeres en el campo de Brzezinski y 45.000 en el de Auschwitz;
el Nuncio en Berlín informa que es inútil cualquIer tentativa humanitaria y la Secretaría de Estado instruye a
L'Osservatore Romano que no se haga eco del problema para evitar que una posible irritación de los nazis produzca
el exterminio de los judíos concentrados. En enero de 1945 la Secretaría de Estado cree que debe mantenerse
296
independiente, ante las súplicas del Congreso mundial judío y de la Cruz Roja de que intervenga Con sus buenos
oficios.
A pesar de lo expuesto no debemos entender que la política vaticana fue simplemente de inhibición; su
prudencia para no comprometerse, como el rechazo de envíos de dinero de organizaciones judías para que pudiera
actuar, contrasta con otros momentos, a lo largo de 1944, en que realiza gestiones con diversos gobiernos para que
acojan refugiados judíos. Los titubeos se pueden comprobar incluso en Roma. En unos momentos apoya a los
refugiados que se esconden dentro de la Ciudad del Vaticano, entre ellos aviadores norteamericanos y británicos; en
otros da instrucciones para que los Institutos religiosos no sirvan de cobijos clandestinos. Tras la liberación de
Roma, en junio de 1944. los judíos envían reconocimientos al Papa, que especialmente en el norte de Italia ha
ayudado a los que se encuentran en campos de concentración, y en julio el gran Rabino anuncia un oficio especial en
la Sinagoga para agradecer a Pío XII y Roosevelt sus esfuerzos humanitarios. Rehuyamos, por tanto, la critica
sistemática de El Vicario, pero en cualquier caso, sin olvidar que Pío XII hizo constantes llamadas a la paz y realizó
gestos abnegados -algunas fotografías le muestran atendiendo a los heridos en medio de un bombardeo aéreo-, no
cabe duda a los historiadores de que su diplomacia tuvo mucho de titubeante y su posición ante la cuestión judía fue
tibia en exceso:
Su germanofilia influyó en su comportamiento. No olvidemos que fue Nuncio en Berlín entre 1917 y 1929.
Para Pío XII el bolchevismo constituye el peligro mientras encuentra posibilidades de entendimiento con el régimen
nazi. Rita Thalman habla de «la tragedia no solamente de un hombre sino de un catolicismo prisionero de la
ideología conservadora a punto de olvidar los principios del Evangelio y de capitular ante el fascismo.
Algunas intervenciones de la diplomacia vaticana se explican por esta orientación germanófila, así la oposición
a las exigencias de Churchill en 1943 y 1944 de rendición sin condiciones, o a la propuesta en mayo de 1944 de
instalación de un Estado judío en Palestina.
Más activa y humanitaria fue la posición de la Iglesia en las naciones donde los Nuncios actuaron sin atenerse
a las instrucciones del Vaticano, como ocurrió con Bernardini en Suiza, Rotta en Hungría. y sobre todo el
humanismo Roncalli (el futuro Juan XXIII) en Turquía, quien escribe a una personalidad judía: «siempre a vuestro
servicio y al servicio de todos los hermanos de Israel..
Los silencios de Pío XII están comprobados. MIentras rehúsa condenar el nazismo se moviliza al final de la
guerra para evitar que los soldados alemanes prisioneros sean deportados a Rusia. Se explica la nota: de Osborne,
embajador de Gran Bretaña, en noviembre de 1944, al transmitir a monseñor Montini su extrañeza de que el Santo
Padre deplorara los pillajes de la s oldadesca soviética cuando nunca había comentado en público las exacciones de la
Wehnnacht nazi.
2. BERLÍN
Las crispaciones de la bipolaridad mundial se dan cita en Berlín; la antigua capital del Reich resume y
multiplica la casi totalidad de los problemas de posguerra. La crisis berlinesa de 1948 está precedida, acompañada y
seguida por otras crisis encadenadas que explican el nacimiento de los bloques. Es la primera, cronológicamente, el
golpe de Praga, que provoca el paso de otro Estado a la órbita de Moscú. En las elecciones de 1946 el Partido
Comunista había obtenido el 38 % de los votos y participaba en gobiernos de coalición; en 1947 provocó gran
descontento el rechazo del plan Marshall, del que se esperaba una recuperación del país. Las tensiones interiores no
dejaron de crecer y en febrero de 1948, tras una intensa movilización de los sindicatos, el Partido Comunista se
convierte en mayoritario en el gobierno, neutraliza al presidente Benes y sitúa, ante la impotencia occidental, al país
en la constelación de naciones comunistas. En compensación a esta conquista del bloque oriental, el 23 de junio,
veinticuatro horas antes de que estalle la crisis berlinesa. se produce el cisma yugoslavo; el mariscal Tito es condenado
por la Kominform mientras Belgrado reivindica su derecho a buscar su propia vía hacia el socialismo. La ruptura
Belgrado Moscú se produce por razones ideológicas y políticas; para los comunistas yugoslavos Rusia ha implantado
un capitalismo de Estado y explota, de manera similar al empresario tradicional, a los países del Este mediante
tratados comerciales desiguales; por otra parte. Tito sueña con una federación balcánica, que la política hegemónica
de Stalin no está dispuesta a tolerar. Yugoslavia es sometida a bloqueo, los países de régimen comunista rompen toda
relación con ella, al tiempo que los occidentales se apresuran a ofrecerle ayuda. Pero ningún acontecimiento del año
1948, ni la crisis checa, ni el cisma yugoslavo, ni los avances comunistas en China, o la guerra civil griega, ofrecen una
gravedad similar a la confrontación directa que tiene lugar en Berlín, Cuatro comandantes militares, inglés, francés,
americano y ruso, gobernaban otras tantas zonas de Alemania, pero ante las dificultades de abastecimiento los
occidentales deciden fusionar sus zonas y firman en Londres... el 3 de junio, varios acuerdos, que establecían una
moneda, el nuevo marco, y preveían la constitución de un solo Estado. Stalin los tilda de violación de Potsdam y en
represalia, el día 24, se inicia el bloqueo de Berlín, que durará hasta mayo de 1949. La situación de la ciudad era
delicada. Dividida en cuatro sectores militares administrados por una comisión de control, el acceso desde las zonas
occidentales habría de efectuarse a través de comarcas ocupadas por los soviéticos. La única vía posible de
abastecimiento era la de los corredores aéreos y Truman advirtió severamente que su interceptación o el franqueo de
la puerta de Brandeburgo, límite fronterizo del Berlín soviético, por las tropas rusas supondría la guerra. Stalin, quien
por edad no tenía una preparación suficiente sobre las posibilidades de la aviación, esperaba la entrega de Berlín por
asfixia, pero el tren aéreo» montado por los norteamericanos se convirtió en una exhibición asombrosa de potencia.
Dos aeropuertos de salida, el de Weisbaden y el de Rhein Man (Frankfurt), y dos de recepción en Berlín, el de
Tempelhof en la zona norteamericana y el de Gatow en la británica, se conexionaron para permitir dos trenes»;
cuando los aviones despegaban de uno de los aeropuertos, por ejemplo del de Weisbaden, con una frecuencia de tres
minutos, otra serie de aviones estaba aterrizando en el otro; de manera similar se utilizaban los dos aeropuertos
berlineses. Los 200 vuelos del primer día aumentaron a más de 700 en septiembre. Los americanos pasaron de
ocupantes a protectores; once meses más tarde Stalin decidió en una conferencia de ministros de Asuntos Exteriores
suspender el bloqueo.
Desde el punto de vista político la crisis acelera el proceso de configuración de dos Estados alemanes; los
occidentales convocan una Asamblea de parlamentos de los distintos lander, los rusos una Asamblea Constituyente, el
Consejo del Pueblo alemán. De esta manera se desemboca en la formación de dos Estados, la República Federal
Alemana en el oeste, con capital en Bonn y un sistema tradicional de elecciones que llevó a la presidencia al liberal
Theodor Heuss.y a la jefatura del gobierno al democratacristiano Adenauer, y la República Democrática Alemana,
presidida por Wilhelm Pieck, en la zona oriental. A lo largo de 1950 Adenauer intentó la reunificación, proponiendo
elecciones libres, pero el Gobierno comunista solicitaba un Consejo constituyente con representación paritaria de las
300
dos Alemanias. La guerra fría provoca la división indefinida de dos Estados de modelo diferente sobre el solar de una
misma nación, que en lo sucesivo constituye una de las fronteras de la tensión.
La crisis berlínesa precipita la formación de dos bloques plurinacionales antagónicos. En marzo de 1947
habían firmado en Dunkerque un tratado de asistencia mutua Francia y Gran Bretaña; un año después se agrupan con
los tres países del Benelux en la Unión de Europa Occidental (UEO), que dispone de un organismo militar común
colocado bajo la autoridad del mariscal Montgomery .Pero resultaba imprescindible la participación norteamericana;
la resolución Vandenberg, propuesta por este senador, facultaba al presidente para iniciar la aproximación
diplomática; y tras la reelección de Truman el nuevo secretario de Estado, Dean Acheson, continuó la negociación, y
el 4 de abril de 1949 se firma en Washington la Alianza del Atlántico Norte (OTAN), suscrita por Estados Unidos,
Canadá y diez naciones de Europa occidental, que recibirían posteriormente tres nuevas incorporaciones. Los países
signatarios se comprometen a tener armadas un total de 50 divisiones apoyadas por 4.000 aviones, nombran
generalísimo al que lo había sido de las fuerzas aliadas durante la guerra, Dwight Eisenhower, y se dotan de una
minuciosa organización (Consejo de ministros, Comités ministeriales, Grupo estratégico permanente red de bases
militares). Al anunciar Truman que la Unión Soviética había efectuado una explosión atómica, Estados Unidos
decide incrementar su esfuerzo financiero orientado hacia el rearme.
Entretanto la Unión Soviética multiplica sus críticas contra una alianza que considera amenazadora para su
supervivencia, mas la red de tratados que entreteje con las naciones que a partir de 1948 se denominan democracias
populares, es anterior a la firma del tratado de Washington. .Dos campos se han formado en el mundo., exclama en
1947 el dirigente soviético Jdanov, y en consecuencia con esta constatación el gobierno ruso se consagra a la
organización del suyo. La red se basa en vínculos militares: 65 tratados de alianza y asistencia mutua identifican más
que unen a Rusia y las naciones del Este; económicos: los programas de ayuda y los tratados preferenciales se
articulan definitivamente en 1949 al constituirse el Comecon, que procura la intensificación de los intercambios
entre los países socialistas; ideológicos: en la era estalinista todas las naciones han de seguir las directrices de Moscú, y
razones doctrinales no faltan en la excomunión de la herejía yugoslava. Tras la muerte de Stalin, la Unión Soviética
firma con siete democracias populares un tratado similar ala OTAN, el Pacto de Varsovia (mayo de 1955), cuyas
cláusulas son casi traducciones de la alianza occidental. La constatación de la existencia de dos campos es más
evidente en 1949 o en 1955 que en 1947.
305
Las relaciones con la América latina cambian de signo. Frente ala política de la estaca, de la imposición
violenta de los intereses norteamericanos, sostenida desde Theodore Roosevelt, sin más interrupciones que la del
segundo Roosevelt, Kennedy propone el programa denominado de la Nueva Frontera', en el que se promete apoyo a
las democracias y oposición a las dictaduras, concesión de fondos a largo plazo para conseguir el despegue económico
de las Repúblicas del Sur, estabilización de los precios -inexcusable para naciones que basan su economía en un solo
producto (café, azúcar, estaño)-, colaboración en las experiencias de reforma agraria, y sobre todo ayuda técnica, y
programas de intercambio, de estudiantes e intelectuales, que permitirían a los profesionales del pensamiento una
comprensión realista de los problemas del Sur del continente. La Alianza» se quedó en un programa de buenos
deseos, para, muchos utópicos, pues los sectores interesados en la explotación de las economías depauperadas de la
América latina tuvieron suficiente fuerza para boicotearla, pero representa al menos el signo de un nuevo estilo en las
relaciones interamericanas y en el plano político supuso una etapa de freno para los regímenes dictatoriales.
A escala mundial Kennedy concibe a Estados Unidos como guardián de la democracia; la nueva frontera que
se ha de defender, según expresa en su emotivo discurso de toma de posesión, es la de la libertad en el mundo entero.
Para impedir la agresión se acelera la modernización del dispositivo militar; a su gestión se debe el programa de los
polaris instalados en submarinos atómicos y el proyecto Apolo, que permitiría la colocación de un hombre en la
Luna en pocos años, pero que inicialmente suponía un avance en el campo de la balística, susceptible de aplicaciones
militares, y al mismo tiempo se incrementa el número de divisiones dotadas de armas convencionales. Un historiador
habla de complejo de Munich» en Kennedy, le ve obsesionado por no claudicar, entendiendo que el retroceso ha
llevado en los años treinta al mundo al conflicto bélico. Pero esta posición de fortaleza es tan solo el punto de
partida. Kennedy cree que los dos supergrandes pueden conseguir la paz; es imprescindible, es imperioso el
entendimiento entre Washington y Moscú. Antes de llegar a la tensión suprema, la de octubre de 1962, que
demuestra la necesidad del entendimiento, Estados Unidos y Rusia se ven confrontados en alguna crisis grave; la
construcción de la muralla de Berlín -que separa las dos zonas-en el verano de 1961 provoca la llamada de 250.000
reservistas, mostrando el presidente que está dispuesto a todo para defender la ciudad y acudiendo a la antigua capital
alemana, donde pronuncia su famoso discurso: Yo soy berlinéso.
Continúa siendo lo más oscuro de su gestión la política en el sudeste asiático, Mac Arthur había dicho que
cualquiera que comprometiera fuerzas terrestres americanas en el continente asiático debería hacerse examinar la
cabeza. Kennedy parte de una postura similar; la contención del comunismo no debe pasar por la adquisición de
compromisos directos, y así procede a la neutralización de Laos y afirma que los problemas del Vietnam deben ser
resueltos por los vietnamitas.. Luego se opone al dictador Diem, porque, al igual que en América latina, las dictaduras
no constituyen diques verdaderos al avance de las revoluciones comunistas. Pero al mismo tiempo envía los primeros
consejeros norteamericanos; de ahí que los detractores de Kennedy afirmen que inicia la intervención en Vietnam, si
bien ha de matizarse que se opuso al envío de tropas.
A pesar de las crisis, incluso de las contradicciones entre una filosofía de distensión y unos intereses nacionales
de dominio, es indudable que Kennedy se esfuerza por iniciar un nuevo clima en las relaciones internacionales. De la
coexistencia habla en repetidas ocasiones, y en noviembre de 1961 recibe al yerno de Kruschev, Alexei Adjubei, y
presenta la entrevista como un intento de diálogo; en enero de 1962, en su Mensaje sobre el estado de la Unión
insiste: .Nuestra obligación principal, en los meses venideros, es hacer realidad las esperanzas del mundo cumpliendo
nuestras propias palabras...». Estas palabras eran sus promesas de diálogo con el adversario y el apoyo a la ONU,
«nuestra mejor y ultima esperanza», como la había llamado en su discurso de toma de posesión. El 4 de julio de
1962 pronuncia una vibrante oración en la que pide a los americanos que aprendan a pensar intercontinentalmente, y
concluye: Por último, podemos ayudara conseguir un mundo en el que reine el Derecho y el libre albedrío,
desterrando de él la guerra y la coerción», doble destierro que supone un repudio, claro de la estrategia de la tensión.
8. LA CRISIS DE CUBA
Cuba se convierte en octubre de 1962 en el ápice de la confrontación entre las superpotencias; del desenlace
de esta crisis va a salir, por la habilidad de los dirigentes, reforzado el propósito de poner fin a la guerra fría. Durante
el verano Rusia envía a la isla del Caribe proyectiles balísticos capaces de alcanzar con ojivas nucleares las ciudades
del este de los Estados Unidos: en opinión de Schlesinger, una vez instalado Un arsenal ofensivo, Kruschev
plantearía, en la Asamblea General de la ONU, otra vez más la cuestión de Berlín. La CIA detecta en julio, ante la
multiplicación de los envíos, que algo nuevo está ocurriendo en Cuba, pero con los vuelos de los U-2 no se fotografía
hasta el 14 de octubre la construcción de las rampas. Se alerta un amplio dispositivo militar y el Consejo de
Seguridad Nacional estudia las posibles opciones. Fulbright propone el desembarco, apoyándose en los marines de la
base naval de Guantánamo que los Estados Unidos poseían en la isla; Mac Namara se inclina por el bombardeo;
Robert Kennedy justifica como única salida el bloqueo. El hermano del presidente invoca el doloroso recuerdo de
Pearl Harbor, en 175 años los norteamericanos no habían cometido nada parecido; en un bombardeo morirían
muchos inocentes, el escándalo mundial seria difícil de apagar Rusk aconsejó que se formaran dos equipos, uno
estudiaría el bombardeo, otro la cuarentena. Todos los protagonistas de la crisis estiman que la palabra y la actividad
de Robert Kennedy fueron decisivas; el bloqueo de la isla fue la medida acordada. El lunes 22 de octubre el
306
presidente anuncia a la nación el peligro que se cernía desde Cuba y la cuarentena que se imponía a la isla; cualquier
barco que se acercara seria registrado para comprobar sus mercancías y hundido en caso de resistencia; un proyectil
lanzado desde Cuba provocaría una inmediata represalia sobre la Unión Soviética; se convocaría inminentemente a la
Organización de Estados Americanos; finalmente, en tonos patéticos, hacía un llamamiento a Kruschev “para que
abandone este procedimiento de dominación mundial y se una a nosotros en un esfuerzo histórico para poner fin a la
peligrosa carrera de armamentos y para transformar la historia de la Humanidad”.
En la ONU Stevenson arrinconó al soviético Zorin, que intentaba negar la existencia de los envíos. Los
apoyos europeos, africanos y americanos a la postura norteamericana fueron casi unánimes, pero la cuestión esencial
radicaba en la reacción rusa. Washington recibió el viernes y sábado dos cartas diferentes, la primera conciliatoria, la
segunda más amenazadora; hábilmente Robert Kennedy propuso contestar a la primera como si fuera la única
recibida. Por fin, el domingo 28 de octubre Kruschev envió una nueva carta en la que se comprometía a retirar las
armas «que ustedes llaman ofensivas. Mientras los barcos rusos en alta mar regresaban a sus puestos de partida.
Kennedy ordenó que no hubiera clamor de victoria; el peligro había sido demasiado grande y había que aprovechar
esta evidencia para iniciar la distensión; en su discurso por televisión al país se refirió a la decisión «del señor
Kruschev, digna de un estadista, ya la «imperiosa necesidad de terminar con la carrera de armamentos y reducir las
tensiones mundiales.
Para la mayoría de los testigos de nuestro tiempo, políticos y periodistas, la crisis cubana constituye el hito de
la guerra fría; se ha alcanzado el máximo nivel de tensión y por tanto, para evitar el holocausto, habría de iniciarse
otro camino. Las conversaciones de desarme durante 1963 y el nuevo tono, perceptible en cualquier análisis
lingüístico de los discursos, invitan a pensar que en octubre de 1962 se inicia una nueva fase en las relaciones
internacionales de posguerra. Unos meses antes de la crisis cubana habían comenzado en Ginebra conferencias sobre
el desarme, de momento reducidas a limitar el acceso al club nuclear y evitar una escalada más costosa. En esos
momentos se estaba experimentando con cohetes de cabeza múltiple y con ABM (misiles antimisiles). Algunos
acuerdos parciales llegan a firmarse. Pero en noviembre de 1963 es asesinado el presidente norteamericano. ¿Influye
en este magnicidio, no debidamente aclarado, su política internacional de distensión? ¿Son las fuerzas interesadas en
el mantenimiento de la guerra fría las que contribuyen a virar la política americana de distensión, recién nacida, con
un recurso trágico?
9. DISTENSIÓN Y DESARME
La necesidad de negociar el desarme en la era atómica se siente prácticamente desde que termina la Segunda
Guerra Mundial con las explosiones del terrible artefacto sobre las dos ciudades de Japón; en diciembre de 1946 la
Asamblea General de las Naciones Unidas adopta el Plan Baruch, presentado por Estados Unidos, para controlar
internacionalmente e inspeccionar todas las instalaciones atómicas, pero la Unión Soviética lo rechaza. A partir de
esta propuesta se repiten bocetos de acuerdo casi todos los años; enjulio de 1955 Eisenhower presenta su famoso
programa de «cielos abiertos», que permitiría -de no haberlo rechazado Moscú- la inspección desde el aire de las
instalaciones; en agosto de 1958 Estados Unidos, la Unión Soviética e Inglaterra inician conversaciones para
suspender las pruebas nucleares; al año siguiente se aceptan diez propuestas técnicas norteamericanas para detectar las
pruebas; en junio de 1961 Kennedy y Kruschev no llegan en Viena a otro acuerdo que continuar las conversaciones.
En esta serie interminable de ensayos diplomáticos el único jalón práctico es la firma en Moscú, en julio de 1963, del
acuerdo de suspensión de las pruebas nucleares en la atmósfera, rubricado por la Unión Soviética, Estados Unidos e
Inglaterra, prueba de que la crisis cubana ha llevado a los grandes al convencimiento de que no es suficiente la tanda
de conversaciones sin acuerdos al menos parciales. De un examen de la prensa de esas semanas se deduce la
expectación con que la opinión pública espera pasos graduales hacia la paz; el The Sunday Times de Londres escribe
en un articulo de fondo que cuando Kruschev pide «un avance hacia la liquidación de la guerra fría... seria criminal
no tomarle la palabra»; certeramente el semanario español Mundo vincula el acuerdo de julio de 1963 a la crisis de
octubre de 1962: «Pero el mundo sale ya, no hay .duda, de la guerra fría. Es posible que haya salido ya, que el
acuerdo entre Kennedy y Kruschev de fines de octubre de 1962 fuera la conformación total y definitiva de que, en el
mundo dominado por el equilibrio del terror, la guerra fría es un anacronismo». Del acuerdo de Moscú se esperan
efectos beneficiosos para la Humanidad: aminorar la contaminación del aire, que puede generar daños irreparables,
frenar la carrera de armamentos nucleares como paso que puede desembocar en la eliminación del arma atómica,
evitar la proliferación de este tipo de armamento, crear gradualmente una mayor confianza en las relaciones entre las
potencias.
A la distensión de los años 60 se llega por la confluencia de varios procesos de los que ningún observador
atento puede hacer caso omiso:
-sobrecapacidad de destrucción recíproca. ¿Dónde se detendrá el genio inventivo en esta carrera diabólica?
Cuando las dos superpotencias poseen proyectiles de tres cabezas los Estados Unidos inventan el MIRV, dotado de
tres o cinco misiles de trayectoria independiente hacia blancos diferentes. Guiados por un cerebro electrónico;
-ampliación del club atómico. Inglaterra es ya una potencia nuclear, Francia se esfuerza con pruebas en el
Pacífico en alcanzar un nivel operativo. Pero más temibles son los progresos chinos. En 1966 dispone de bombas
307
atómicas y efectúa la primera experiencia con la bomba H. Se entrevé el momento en que potencias de un nivel
inferior poseerán «la bomba» y aumente el riesgo de su utilización:
-costo insoportable, que incide sobre el nivel de vida de los ciudadanos; en 1.969 rusos y americanos gastan en
armas el 8.5 % del producto nacional bruto. El comercio de armas alcanza unas proporciones asombrosas, en él la
URSS, EEUU. Inglaterra y Francia ocupan el 87% de las ventas; el Tercer Mundo se ve frenado en sus posibilidades
de desarrollo precisamente porque su escasa capacidad financiera ha de orientarse hacia gastos militares.
Esta situación agobiante suscita conversaciones y tratados parciales; si el desarme es imposible se intenta al
menos la no diseminación y la limitación del armamento nuclear .En 1968 sesenta y dos países firman en Ginebra,
tras un acuerdo ruso-norteamericano, el tratado de no proliferación nuclear, que chinos y franceses se niegan a
suscribir. Al año siguiente las dos superpotencias inician sus conversaciones para la limitación de armas estratégicas
(SALT), que supondría la fijación de un techo para el número e instalación de los proyectiles balísticos. En 1971 se
incluyen en las conversaciones también armas defensivas, como los misiles-antimisiles, precisamente porque la
instalación de la red se ha mostrado excesivamente onerosa. Es un proceso de acuerdos que desembocará, en 1973, en
la apertura en Helsinki de la conferencia sobre la seguridad y cooperación en Europa; durante dos años se debatirán
en la capital finlandesa los grupos de acuerdos (denominados “cestos”), que no se limitan ya al desarme, antes bien
las cláusulas más enérgicas hablan de derechos humanos, de cooperación y ayuda. Los viajes de Nixon a Moscú y
Pekín, poniendo fin ala cuarentena a que se había sometido al régimen chino, constituyen el exponente de que en los
diez años siguientes ala muerte de Kennedy los hábitos diplomáticos y las pautas de las relaciones internacionales se
han distanciado definitivamente de la diplomacia de trinchera de la década de los cincuenta.
DOCUMENTOS
I. UNA DEFINICIÓN DE LA GUERRA FRÍA
Discurso de Foster Dulles, Secretario de Estado, en 1954. Varios aspectos deben ser resaltados: amenaza
militar, apoyada en la potencia demográfica y las ventajas estratégicas de un bloque; peligro ideológico, mediante la
propaganda y la subversión; respuestas. Debe señalarse además toda expresión que aluda a la formación o refuerzo de
bloques y las que definan la doctrina Dulles de contención.
“La amenaza a la cual nos enfrentamos no es de las que se disipan fácilmente. Es una amenaza que puede
durar mucho tiempo. Nuestra política debe tenerlo en cuenta... Los territorios de los que emana esta amenaza son
extensos. El grupo de naciones sometidas a la dominación soviética... constituye un vasto y denso territorio cuya
población alcanza los 800 millones de habitantes... (Su) posición estratégica... brinda al bloque soviético la
posibilidad de utilizar con fines ofensivos las vías del norte del Ártico, lo cual pone a nuestras regiones industriales al
alcance de un ataque repentino.
La amenaza que mencionamos no es sólo de índole militar. La Internacional comunista pone a disposición de
los dirigentes soviéticos una red política que se extiende por el mundo entero. Esta red comprende un número
considerable de agitadores expertos y posee una poderosa organización de propaganda. Ha sido concebida para
explotar el descontento bajo todas sus facetas, ya sea el que se opone al colonialismo como el que hacen nacer las
precarias condiciones económicas.
No es sencillo poner a punto una política que pueda oponerse a un peligro tan centralizado, tan vasto, tan
variado y tan persistente... Hemos desechado la idea de defendemos casa por casa. Por el contrario, hemos puesto
nuestra esperanza en la combinación de dos principios: la creación de un poder que seria obra de todos los miembros
de nuestra comunidad y la utilización de este poder para disuadir de cualquier tipo de agresión, haciéndola lo más
dificultosa posible para un eventual agresor. Para las naciones libres, la piedra angular de su seguridad debe ser un
sistema colectivo de defensa...
La OTAN constituye la mejor demostración de esta idea...”
309
Discurso de F. DULLES. Secretario de Estado, abril 1954, citado en: Le plan de paix des États-Unis.. (En
LIMOUZlN: Textes et documents..., p. 92).
“Muchas veces el Secretario General es el órgano ejecutivo de las decisiones de los organismos legislativos de
las Naciones Unidas, y éste fue el papel que yo representé en el conflicto coreano. Después de la aprobación de la
resolución de 27 de junio, que la ausencia de Mr. Malik había hecho posible, cablegrafié a todos los gobiernos
miembros llamándoles la atención para la ayuda a la República de Corea y sugiriendo que si los gobiernos se hallaban
en condiciones de aportar dicha ayuda se les podría facilitar pronto información sobre el tipo de ayuda que podía
coadyuvar a la puesta en práctica de la resolución. Empezaron a llegar rápidamente numerosas contestaciones y
pronto se puso de manifiesto que resultaba imperativamente necesario el establecimiento de algún mecanismo
coordinador del esfuerzo de las Naciones Unidas en Corea. Mis asesores y yo preparamos un proyecto de moción
que entregamos el 3 de julio a las delegaciones norteamericana, inglesa y francesa y al Presidente del Consejo de
Seguridad para dicho mes, Ame Sunde, de Noruega. Pedía al Gobierno de los Estados Unidos que asumiese las
responsabilidades de dirección de aquellas fuerzas armadas de los estados miembros que pudieran ser facilitadas en
cumplimiento de la resolución de 27 de junio, recomendando al Gobierno de Corea que colocase sus fuerzas armadas
bajo el mando norteamericano, autorizándose después a las fuerzas armadas que actuasen de acuerdo con dicha
resolución para enarbolar la bandera de las Naciones Unidas, y, punto este fundamental, sugería el establecimiento de
un Comité de Coordinación de Ayuda a Corea». Este comité, indicaba yo, podría estar constituido por Austria,
Francia, la India, Nueva Zelanda, Noruega, el Reino Unido y los Estados Unidos y podría también incorporar a su
seno a los Estados que facilitaran ayuda. Contarla con un representante de la República de Corea, y el Secretario
General actuaría como informador ante el Consejo de Seguridad. El propósito explícito del comité sería estimular y
coordinar las ofertas de ayuda; su propósito más profundo, mantener a las Naciones Unidas en la brecha, promover
la continua participación de éstas y la supervisión de la acción de seguridad militar en Corea de un modo más íntimo
y metodizado que como podría esperarse que lo hiciera el Consejo de Seguridad. A los delegados del Reino Unido,
Francia y Noruega les gustó la idea de tal comité, pero la Delegación de los Estados Unidos no tardó en mostrarse
disconforme. El Pentágono era opuesto por completo a tal actividad de las Naciones Unidas. Más tarde, incluso
resultó ser un poco difícil el conseguir que los informes del modo de las Naciones Unidas en Corea fuesen
oficialmente transmitidos al Consejo de Seguridad antes de ser comunicados ala Prensa por los agregados
norteamericanos en Tokio. A medida que la guerra coreana se iba desarrollando, Washington se quejaba, y con
razón, de que los Estados Unidos estaban cargando con una parte excesiva del peso; pero su falta de voluntad, en
aquellos primeros días que se estaba estableciendo la pauta en la acción de policía, para conceder a las Naciones
Unidas una mayor medida de dirección y por tanto de participación, contribuyó sin duda a la tendencia de los
miembros a dejar que Washington asumiese la mayor parte de la responsabilidad en la lucha.
El Consejo de Seguridad se reunió el 7 de julio y aceptó la esencia del proyecto que yo había circulado el día
3, salvo en lo referente al Comité de Coordinación. Fue así como nació el Mando Unificado, y el Presidente Truman
anunció al día siguiente que había designado al General del Ejército Douglas MacArthur como Comandante en Jefe
de las Naciones Unidas.”
TRYGVE LIE: La causa de la paz. Barcelona. AHR 1957, pp.386-387
310
En 1945: tras su victoria sobre el fascismo, las potencias democráticas vieron reafirmada su fe en los
principios que inspiraban sus sociedades políticas, y trataron de introducirlos en Alemania, como un recurso para
evitar que nuevamente la gran nación centroeuropea provocara en el futuro un cataclismo bélico universal. Pata las
potencias occidentales la democracia en Alemania significaba tener elecciones con propaganda sin trabas, prensa libre,
libertad de asociación política, libertades de palabra y pensamiento, igualdad ante la ley, derecho de oposición al
gobierno, libertad de circulación por dentro y fuera del país, pluralidad sindical, y, recordando el Estado de las SS,
por encima de todo, la ausencia de terror, (Ebenstein). Más pobladas y complejas las sociedades actuales que las
decimonónicas, exigen correlativamente un modelo de organización política más madura. Aunque se mantengan los
principios teóricos medulares de la ideología, en la práctica la democracia de posguerra es diferente de la que imperó
en Europa y América del Norte en el siglo XIX. Subsiste como principio fundamental invariable la defensa del
individuo, frente al fascismo, que lo subordinaba al Estado o a la raza, y frente al comunismo, que pone el énfasis en
la defensa de la clase obrera o del pueblo concebido como un colectivo. Pero las fórmulas abstractas sobre la libertad
y la igualdad, Que a veces se habían limitado a la letra impresa de la Constitución, en un mayor grado de maduración
han comenzado a formar parte de la Vida social. Cuatro principios debemos destacar en la democracia madura de
posguerra:
-sufragio sin restricciones. Se ha abandonado la tesis de que la práctica política del voto era función reservada
a una parte de la población, distinguida por la riqueza o el talento, y en última instancia un deber masculino, y se ha
pasado a considerarlo derecho de todos los ciudadanos, hombres y mujeres. Francia, que reconoció el derecho
femenino de voto en 1944, ha sido la última potencia en implantar el sufragio universal auténtico, si bien todavía en
algunos cantones suizos se mantiene esta restricción anacrónica. Los sistemas electorales son diversos. Algunos
mantienen fielmente la representación proporcional, que otorga a cada partido un número de diputados
matemáticamente traducible en el de votos que ha recibido, en tanto otros corrigen mediante fórmulas la disparidad
de inclinaciones del electorado para potenciar los partidos fuertes y hacer más gobernables las naciones; pero
inexcusablemente el sufragio universal es la regla de oro de cualquier régimen que pretenda ser considerado
democrático.
-pluralismo. En primer lugar en la vida política resulta imprescindible la existencia de varios partidos, pero
también en la vida sindical y profesional se exige la pluralidad de las opciones, porque de otro modo no tendría
sentido el acto del voto. Pero el pluralismo no desaparece una vez que los ciudadanos han otorgado su confianza a
una fuerza determinada; las minorías en una democracia madura merecen el respeto máximo, y la oposición
desempeña una función tan importante como la del mismo gobierno, y en los regímenes bipartidistas o de
alternancia, caso del Reino Unido, la oposición constituye un verdadero gobierno en la sombra. En el terreno de la
opinión el pluralismo implica libertad de prensa, de imprenta, de palabra, única forma de que una ciudadanía
informada decida de manera consciente.
-marco constitucional. La doctrina de Montesquieu mantiene su vigencia acerca de la separación y armonía de
los tres poderes: ejecutivo, legislativo y judicial. En los estados federales, caso de Estados Unidos, República Federal
Alemana o Suiza, o en los organizados en comunidades autónomas, caso de España a partir de 1978, la regulación de
los poderes resulta más compleja y ha de quedar nítidamente establecida en la Constitución. La supremacía de la
Constitución, referente resolutorio de todos los conflictos, está firmemente establecida. Ningún poder se encuentra al
margen de la Constitución ni por encima de ella. En los Estados Unidos, donde la figura del presidente concentra
poderes excepcionales, Nixon hubo de dimitir cuando se demostró que había quebrantado algunos preceptos
constitucionales. Pero la simple existencia de una Constitución escrita no es garantía de respeto a sus principios; la
experiencia histórica del nazismo, que no abolió la Constitución de Weimar. Supone una advertencia severa contra
cualquier optimismo ingenuo. La Constitución mantiene su valor regulador sólo en la medida en que el pueblo esté
decidido a defenderla.
-economía de mercado. Los pensadores sociales del siglo XIX no dejara de reprochar la inhibición del poder
en la vida económica, características del liberalismo, a partir de la experiencia de que resultaba generadora d
injusticias y favorecía una ordenación dual de la sociedad en poseedores y poseídos. Pero las circunstancias históricas
han variado, y al sur elementos correctores se reconoce la función del mercado libre como un de los mecanismos de la
libertad política. Ebenstein lo ha expresado d forma clara: .En el estado democrático, el gobierno estimula indirecta
mente ciertas actividades económicas a través del presupuesto, los impuestos, el interés y otras técnicas de planear por
inducción, evitando así el planear por dirección y sus dos defectos principales: la centralización burocrática y la
ineficiencia económica.
La experiencia histórica de casi dos siglos, a partir de la revolución industrial, y los seis años de combate
bélico contra los facilismos, terminaron de perfilar el modelo democrático, un lejano invento griego, fórmula de
gobierno de la polis, hoy más compleja que en sus orígenes, más madura que hace un siglo.
311
2. LIDERAZGO MUNDIAL DE EEUU. LA PRESIDENCIA DE TRUMAN
Pocos temas tan controvertidos como el del papel de los Estados Unidos en el mundo de posguerra. El
esfuerzo bélico le ha permitido superar las secuelas de la gran depresión y convertirse en economía dominante,
potencia financiera que posibilita la reconstrucción del mundo occidental; en el campo político los Estados Unidos
se presenta como campeones de la democracia y reclaman el título de defensores del mundo libre (autodenominación
del no sometido a las directrices soviéticas). El liderazgo es incontestable, ya él contribuyen la merma del poder inglés
y el debilitamiento generalizado de las viejas naciones europeas, la disolución de los imperios coloniales, y sobre todo
la conformación de los bloques políticos de potencias rivales. Pero ¿constituye la gran nación norteamericana
realmente un modelo exportable de economía capitalista? ¿Sus pautas de comportamiento, regidas por la competición
y la valoración del individuo por el éxito y el dinero, han de alzarse como tractos insoslayables en la evolución hacia
la sociedad de la opulencia? ¿No simbolizan sus empresas una nueva forma de capitalismo apoyado en la explotación
del Tercer Mundo como proveedor y del Viejo Continente como cliente? ¿Es compatible su consideración de líder
con sus problemas internos, que limitan el alcance de su filosofía política de libertad: problema negro, chicanos,
droga, contrastes riqueza-miseria? Un análisis de la nación norteamericana tendría que ocupar más páginas de las que
podemos dedicarle, pero quede al menos constancia de su condición de país contradictorio, opulento con pobreza,
libre con opresión. Tal ambivalencia de dirección-dominio ha sido reconocida, en política internacional, por uno de
sus políticos: los Estados Unidos, la primera nación en la historia que ofrecía su tesoro a otros para ayudarles y darles
esperanza, vino a ser el mayor suministrador de armas mundial. (Edward Kennedy).
En 1945 los Estados Unidos alcanzan su más alto potencial económico
-hasta entonces- y su máxima influencia internacional. La prosperidad y la victoria son en esos momentos
exponentes visibles, pero inmediatamente la reconversión de la economía de guerra en economía de paz va a provocar
problemas graves. ¿Se puede evitar el paro al desmovilizar a doce millones de sol- dados?, ¿y la superproducción al
extinguirse la demanda insaciable de los frentes? Por otra parte, las grandes empresas, que han recuperado por su
capacidad para sostener los suministros bélicos el crédito que habían perdido en la crisis de 1929, presionan, en
paralelismo con los postulados del Partido Republicano, por un “retorno a la normalidad”, entendida como el fin de
la intervención del Estado en la vida económica. No obstante, Truman, heredero de la línea social rooseveltiana,
lanza, en septiembre de 1945, el programa denominado Fair Deal, que sostiene la necesidad de la intervención del
Estado para mantener el pleno empleo y el equilibrio oferta-demanda en el mercado de trabajo. La reconversión
económica se presentó relativamente fácil al desviarse la demanda hacia artículos de consumo -principalmente el
automóvil- y al encontrar un campo de ventas y colocación de capitales en el continente europeo. En 1947 la
economía americana se ha situado en un plano de despegue, como indican las cifras de su producto nacional bruto:
215 mil millones de dólares en 1945. 211 en 1946. 233 en 1947; el Plan Marshall de este año constituye el
acelerador definitivo.
Sin embargo, son años difíciles, sacudidos por convulsiones sociales. La rápida subida de los precios erosiona
la capacidad adquisitiva de los salarios, y el paro, a pesar del relanzamiento rápido, alcanza cotas desconocidas desde
la gran depresión. En 1946 huelgas gigantescas paralizan las zonas industriales de la nación. Los republicanos, que
han adquirido mayoría en el Congreso en las elecciones parciales de ese año, proponen y hacen aprobar. a pesar de la
oposición del presidente, la ley Taft-Harley (junio de 1947), que implica la introducción de un código duro en los
conflictos sociales. Se exige a los dirigentes sindicales el juramento de no pertenencia al Partido Comunista y el
preaviso de sesenta días antes del inicio de cualquier huelga, se confiere capacidad al presidente de declarar ilegal y
suspender la que afecte a sectores claves de la seguridad nacional, se impone el escrutinio secreto en las asambleas
sindicales; en definitiva, la ley supone una amenaza directa para el obrerismo norteamericano, que queda decapitado
en sus posibilidades de movilización. Otra ley prohíbe la huelga de los funcionarios estatales.
La mayoría republicana paraliza todos los programas progresistas del presidente: aumento del salario mínimo,
incremento de las cuotas de Inmigración, perfeccionamiento del sistema de Seguridad Social, promoción de los
derechos civiles de los negros. En este último capítulo -se anuncia lo que va a constituir uno de los más graves
problemas de la actual sociedad norteamericana. Durante la guerra se ha producido una migración intensa de la
población negra desde los estados del sur a los industriales del norte; con la atención creciente de la sociedad norteña
hacia posibles soluciones para una minoría que vive en condiciones precarias confluye la propaganda de la guerra
Fría, en la cual los rusos introducen el tema como signo de la injusticia intrínseca del capitalismo. Pero los intentos
presidenciales de introducir disposiciones que mejoren la situación de la población de color se encuentran con el veto
sistemático del Congreso. El problema va a adquirir progresivamente perfiles más violentos.
De la conjunción de decepciones -sindicatos silenciosos, negros exasperados, grandes empresas hostiles a los
demócratas por principio- se esperaba una gran derrota en las elecciones de 1948, a las que Truman concurre con el
republicano Dewey; un periódico llegó a anticipar la noticia -errónea- de que Dewey había obtenido la victoria, y sin
embargo, Truman consigue la reelección, tras una agotadora campaña en la que convence a los ciudadanos de que sus
fracasos son atribuibles al partido rival.
En su segundo mandato Truman ha de enfrentarse al recrudecimiento de la guerra fría, con la erupción de la
guerra coreana. Antes el bloqueo de Berlín, la victoria de Mao en China, la explosión de la bomba atómica rusa, son
312
jalones que sus enemigos convierten en denuncias. Así se inicia en los Estados Unidos un periodo peligroso de
erosión de valores, de pérdida de confianza en la democracia, denominado de la “caza de brujas”. Se trata de una
auténtica crisis de civilización más que de una situación emergente de tensión. En febrero de 1950 el senador católico
por Wisconsin, Joe McCarthy. Denuncia, en el discurso conmemorativo de la muerte de Lincoln, que en el
Departamento de Estado hay más de doscientos comunistas. A continuación pasará a presidir un comité especial, que
acusa de espionaje a figuras conocidas del progresismo estadounidense y pretende descubrir una vasta red que facilita
secretos militares a la Unión Soviética. Los esposos Rosenberg son condenados a muerte y ejecutados en junio de
1953 (presidencia de Eisenhower), a pesar de sus protestas de inocencia y de las de muchas naciones. La prueba más
patente del poder de McCarthy es la defenestración del general Marshall de la Secretaria de Defensa, tras envolverlo
en una insidiosa campaña de des- crédito. El fenómeno McCarthy es social antes que político; en sus denuncias
implica a los sectores avanzados, liberales, artistas independientes, universitarios, hijos de la aristocracia financiera del
este, a todos los que ahorma en un hipotético club de seres afortunados, «disponen de las más bellas casas"
consiguiendo reunir en su entorno, bajo la enseña del anticomunismo, fuerzas sin ningún común denominador:
católicos, inmigrantes recientes, granjeros del Middle West, petroleros de Texas, el senador por Wisconsin libera las
frustraciones de los grupos, en el oeste y centro los resquemores por el protagonismo del este, en los católicos un
espíritu de cruzada frente a judíos y protestantes, en los obreros el rencor hacia los sectores plutocráticos. Quizá
constituya el macarthismo la mayor amenaza de parafascismo en América del Norte, paradójicamente nacido tras el
inmenso sacrificio que supuso la lucha y el triunfo contra el fascismo en Europa; América entra en una era de
inquisición, “comités de lealtad”, someten a examen a empleados federales, los servicios quedan semiparalizados en
un clima de sospechas. El cansancio por las obsesiones macarthistas empuja a los 34 millones de americanos que
votan al general Dwight Eisenhower en las elecciones presidenciales de 1952 frente al intelectual que presentan los
demócratas, Adlai Stevenson.
3. LA ERA EISENHOWER
Eisenhower, héroe de la guerra, hombre inmensamente popular, se esforzó en ser el Presidente de todos, al
margen de haber aceptado la propuesta de figurar como candidato de los republicanos. De este deseo de posición
centrista derivan los juicios contrapuestos sobre su gestión, con rasgos conservadores y progresistas aun tiempo, y
sobre su figura. En sus Memorias (Mis años en la Casa Blanca) escribe: me hallaba ante dos filosofías extremas de
gobierno, que eran netamente divergentes: la derecha reaccionaria y la izquierda radical. Las dos desembocaban en la
tiranía. El problema consistía en alcanzar un equilibrio que asegurase la libertad individual en una sociedad
ordenada». La vía media era incompatible con el anticomunismo febril de McCarthy, al que el Senado degolló
políticamente con una moción que censuraba sus procedimientos- en diciembre de 1954.
Contrastes se encuentran en un análisis del equipo de gobierno que formó, en el que incluye un dirigente
sindical y varios hombres de negocios, entre ellos el antiguo presidente de la General Motors Charles Wilson.
Eisenhower se presenta como el hombre de la paz, en el ámbito internacional, y pone fin a la guerra de Corea, pero
designa como piloto de la política exterior a un típico guerrero de la tensión, el secretario de Estado Foster Dulles;
militar que se apoya en el mundo de los negocios, representado generosamente en su equipo de gobierno, denunciará
como peligrosa la alianza o el complejo militar-industrial. Muchas son las paradojas de su gestión, de las que
probablemente no tuvo conciencia, puesto que en sus Memorias presenta un panorama idílico, en el cual todos los
problemas son resueltos agudamente y con prontitud por un presidente omnisciente, actitud que comenta
irónicamente su sucesor Kennedy.
Los años de la política de la moderación se significan por una evidente ambigüedad del lenguaje, que
posiblemente traduce la de los programas: abundan las expresiones antinómicas, del tipo de “progresismo moderado,
moderación progresista”, conservadurismo dinámico, a las que se inclina con fruición de descubrimiento lexicológico
el Presidente, pero algunos problemas reclamaban soluciones urgentes y no juegos de palabras, y la herencia de los
años 50 no va a ser brillante.
El problema negro adquiere rasgos explosivos. El Tribunal Supremo se inclina hacia una exégesis progresista
de la Constitución y presiona para eliminar la segregación, en primer lugar la política, al declarar inconstitucionales
las elecciones primarias blancas de varios estados del sur, luego la judicial, exigiendo la inclusión de negros en los
jurados, la residencial, obstaculizando cláusulas discriminatorias en los contratos de arrendamiento de inmuebles, y
finalmente, la más resonante, la escolar .Una sentencia de mayo de 1954, al interpretar la XIV enmienda de la
Constitución, dictamina que los establecimientos escolares separados son desiguales por esencia y ha de procederse a
la apertura de transportes y centros comunes. El año 55 contempla la intensificación del movimiento negro, liderado
por el pastor Martín Lutero King, al que replica el extremismo blanco organizando en algunos estados meridionales
los consejos de ciudadanos, que intentan impedir el acceso de los negros a los autocares escolares y a los centros. La
tensión alcanza su ápice en Arkansas, en septiembre de 1957, cuando una multitud histérica expulsa de una escuela a
nueve niños negros en Little Rock; el Presidente envía paracaidistas para garantizar el derecho lesionado; los racistas
no se amilanan, y unos meses después el gobernador ultra Faubus procede ala clausura de las escuelas públicas. A
pesar de la decisión presidencial puede también atribuirse a sus titubeos iniciales la radicalización del problema; en
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1956 el ejecutivo permanece impasible, permitiendo que los extremistas impidan el acceso de un negro a la
Universidad de Alabama; en julio de 1957 Eisenhower descarta, en una conferencia de prensa, la eventualidad de una
intervención federal para hacer cumplir las normas del Tribunal Supremo, que, sin embargo, no pudo evitar unas
semanas después. Como en la mayoría de los capítulos la gestión del general Se caracteriza por la incertidumbre y las
medidas a destiempo.
Los últimos años del segundo mandato presidencial contemplan una delicada situación económica. La
modernización de la agricultura provoca un aumento de los rendimientos, pero además, inexorablemente, una
situación de superproducción y paro creciente que recuerda los peligros del año 29; el descenso de los precios se
refleja en el de las rentas de los agricultores, de 15.000 millones de dólares (1947) a 12.000 (1960), con lo cual se
obliga al gobierno federal a una política de subvenciones, mentís de la posibilidad de inhibir al ejecutivo de funciones
en el campo de la economía, como sostienen los neoliberales. La industria se ve agobiada por la recesión que se inicia
con el final de la guerra coreana; en 1957 las principales empresas trabajan al 80% de su capacidad; en 1958 el paro
rebasa los cinco millones de trabajadores. Se explican, por tanto, la agitación social y la parálisis de la siderurgia en el
segundo semestre de 1959, hasta el punto de que el Presidente decide aplicar la ley Taft-Harley para suspender la
huelga. En 1960 la situación es inquietante; el candidato demócrata en las elecciones de ese año, Kennedy, sin duda
exagera las dificultades y errores de la Administración, pero muchos americanos creen que es necesaria una
rectificación del rumbo en la política interior e internacional y dan el triunfo a Kennedy sobre Nixon en una de las
más apretadas contiendas electorales de la historia norteamericana.
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-intensificación expresiva: Todo esto no quedará terminado en los primeros cien días venideros. Tampoco
quedará terminado en los primeros mil días ni durante la vida de esta Administración, ni aun quizá mientras dure
nuestra vida en este planeta. Pero comencemos.»
Del concepto de Nueva Frontera» habla en su discurso de aceptación de la candidatura por el partido
demócrata, utilizando símiles que se refieren al meollo de la historia norteamericana; los pioneros abandonaron la
seguridad de sus hogares para lanzarse a tierras desconocidas, y podría parecer que no existe ya para los americanos
otro horizonte que el océano, pero la frontera de la década de los sesenta es de nuevas tareas que requieren sacrificios:
.Más allá de esta frontera existen zonas desconocidas de ciencia y espacio, problemas no resueltos de guerra y paz,
oscuras cavidades de ignorancia y prejuicios...», y concluye: .Os pido a cada uno de vosotros que seáis los pioneros de
esta nueva frontera.»
Pasadas las promesas de la campaña electoral, instalado ya en la Casa Blanca, Kennedy se ve precisado a
transformar en puntos concretos las efusiones líricas; el orador ha de demostrar sus cualidades de estadista.
Resaltemos los puntos destacados de su estrategia presidencial:
a) Relanzamiento económico. Para hacer frente al paro ya la parálisis de la vida económica, y en contraste con
la filosofía de la Administración precedente, los demócratas kennedianos conciben un Estado intervencionista, en las
pautas del New Deal de Roosevelt, anteponiendo los intereses generales a los privados de las grandes compañías en el
caso de que se produjera una divergencia pasajera. Sobre este principio, cuando en abril de 1962 los magnates del
acero (United States Steel) decidieron unilateralmente subir el precio de la tonelada, Kennedy retiró todos los
pedidos militares e hizo rectificar y claudicar a la más poderosa firma de un sector clave. Para incrementar la
demanda interior no dudó en ampliar los presupuestos militares, ya continuación en proceder a una reducción fiscal
de 11.000 millones de dólares que lanzó sobre los circuitos líquidos un fuerte poder de compra adicional.
b) Justicia social. El gran reto de la posguerra es para los Estados Unidos la promoción de los grupos
marginados: negros (a los que nos referimos aparte), chicanos, parados, cuarenta millones de ciudadanos viven
exiliados de la sociedad de la abundancia. Proposiciones de ley de salario mínimo, asistencia federal a las regiones
deprimidas, programas de estimulo de construcción de inmuebles, auxilio a los ancianos, asistencia hospitalaria
(derecho a la salud) constituyeron algunos hitos de su lucha contra la injusticia. En el segundo mensaje sobre el
Estado de la Unión (enero de 1962), resume este programa:
Una América fuerte no puede descuidar las aspiraciones de sus ciudadanos, el bienestar de los necesitados, el
cuidado médico de los ancianos, la educación de los jóvenes. Al fin y al cabo, no estamos desarrollando la riqueza de
la nación para su propio beneficio. La riqueza es el medio y el pueblo es la finalidad. Todas nuestras riquezas
materiales nos servirán de poco si no las utilizamos para aumentar las oportunidades de nuestro pueblo. El año
pasado mejoramos la dieta alimenticia de los necesitados, suministrarnos más comidas calientes y leche fresca a los
niños de los colegios, construimos más residencias universitarias y más asilos de ancianos, aumentamos el número de
viviendas particulares, residencias, servicios médicos e incrementamos la seguridad social. Pero sólo hemos
empezado."
c) Paz. Es el tema obsesionante. Con uno de sus lapidarios contrastes lo expresó cuando murió el secretario
general de la ONU, Hammarskjold: .La Humanidad ha de poner fin a la guerra... o la guerra pondrá fin a la
Humanidad." El repudio de la guerra influye en primer lugar sobre la política exterior, ya analizada, pero también en
la interior, como la intensa movilización de la juventud que se inscribe en el Cuerpo de la Paz, encargado de llevar al
Tercer Mundo programas de desarrollo.
d) Viajes espaciales. Kennedy inicia la carrera del espacio, otro incentivo para el relanzarniento de la economía
y horizonte nuevo para la investigación científica; «nos hicimos a la vela en este nuevo mar porque existen nuevos
conocimientos que aprender" dice en la Universidad de Houston, población que va a convertirse en la plataforma de
la era espacial.
e) Problema negro. Los dos hermanos. John y Robert, se entregaron a la lucha contra la segregación, en
escuelas, universidades, hospitales; el problema se hizo convulso, adquirió las dimensiones que se podían prever tras
los conflictos con que tuvo que enfrentarse Eisenhower. El presidente afirmaba que en esta tarea no le importaba
comprometer su reelección. Admiraba a Lincoln, cuya mano no tembló al firmar la emancipación. Su objetivo era la
igualdad mediante una ley de derechos civiles, pero ante las resistencias el Congreso la mantuvo marginada y ha de ser
Johnson el que consiga su votación. Algún autor crítico se pregunta: ¿hizo bien al abrir las puertas a la revolución?;
replican otros: ¿es posible mantener eternamente oprimida a una minoría? En este tema crucial es claro que el
problema se hizo cada vez más grave precisamente porque no se le buscó una solución, o porque cuando se intentó,
como en estos años, se impidió su aplicación.
A pesar de que Kennedy obtuvo algunos resultados brillantes, por ejemplo, en el campo de la economía, las
ambigüedades de su programa y las poderosas resistencias que concitó explican sus fracasos. El paro se redujo de
forma mínima, los islotes de pobreza subsistieron, los negros intensificaron su protesta; en 1962 de veinticinco
proyectos de ley sólo cinco son aprobados, y dos de los más importantes, el de reducción fiscal y el de derechos
civiles, lo fueron con la emoción que despertó su muerte. Su asesinato (22 de noviembre de 1963), probablemente
producto de una conspiración de fuerzas hostiles a pesar de que el informe oficial. Warren intenta demostrar a lo
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largo de sus miles de páginas la tesis del criminal solitario, segó la posibilidad de que con la madurez de un segundo
mandato el joven presidente, desenganchándose definitivamente del sector reaccionario de su partido, los
terratenientes sudistas, quizá su más culpable claudicación, impulsase a la sociedad americana hacia las metas que con
brillante oratoria había presentado a sus electores en 1960.
Jonson, su sucesor, intentó imprimir mayor energía a los programas kennedianos declarando una guerra sin
cuartel contra la pobreza; en mayo de 1964 lanza en la universidad de Michigan su programa de la “Gran Sociedad”.
De su habilidad y experiencia en líder parlamentarias, había sido líder de la mayoría demócrata en el Senado durante
muchos años, se esperaba el éxito legislativo de cuantos proyectos se habían rechazado a Kennedy. Al enfangarse en la
guerra del Vietnam comete un trágico error que devora todas sus posibilidades. La sociedad norteamericana se divide
y sufre una terrible crisis de conciencia; los movimientos pacifistas son considerados antipatrióticos por otros
sectores; la violencia crece y se cobra victimas convertidas en símbolos: Martin Lutero King, Robert Kennedy durante
su campaña para acceder ala presidencia (5 de junio de 1968); los gastos militares aceleran otra vez los procesos
inflacionistas. La república en armas es todo lo contrario de la paz que Kennedy había Invocado; la sociedad enferma,
la desembocadura paradójica de las presidencias de dos demócratas extraordinariamente dotados para la política. En
los años 70 el pueblo norteamericano otorga de nuevo a los republicanos la responsabilidad presidencial.
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7. ORGANIZACIÓN ECONÓMICA
Al igual que en la URSS, las riquezas naturales del inmenso territorio norteamericano constituyen una de las
bases de su prepotencia económica en el mundo actual. No pareciéndonos oportuno efectuar una exposición
detallada de su potencial agrícola o de sus fuentes de energía, preferimos atender la otra base: su organización. El
capitalismo norteamericano se apoya en la empresa industrial dentro de las estructuras típicas de la economía
capitalista, sometida a las leyes del mercado y con el máximo beneficio como objetivo principal. En una sociedad de
pioneros no han faltado éstos en el mundo de la empresa, y los nombres de Carnegie, Morgan, Ford o Rockefeller
aparecen ligados al nacimiento de los colosos de la industria. La amplitud del mercado interior, con una población en
crecimiento vertiginoso, permitió el despegue, en una situación que ofrece paralelismos con la japonesa y que se
diferencia del desarrollo industrial de Canadá, en el que el mercado interior no desempeña papel de estimulo,
La empresa norteamericana se califica por su extraordinaria organización técnica:
-Procedimientos tailoristas en la fábrica; el obrero atiende un punto de la cadena de producción, concebida
como una serie de fases en las que se repiten las piezas y los gestos y se evita la pérdida de segundos.
-Estandarización de la producción, es decir, montaje de piezas y repetición de modelos, con rasgos antípodas
del trabajo artesanal, en el cual cada objeto posee su personalidad.
-Mecanización llevada a sus máximas posibilidades, de manera tal que el obrero a veces se limita a mover una
palanca o a iniciar o a suspender el proceso; el ordenador, que planifica las necesidades y contabiliza la producción,
constituye la última innovación de un mundo de trabajan.
-Aplicación de los descubrimientos científicos a la industria. La investigación es financiada también por las
grandes industrias, que poseen laboratorios, sus becas, sus equipos de investigadores.
La misma racionalización extrema puede encontrarse en su financiera, en la que podemos resaltar algunos
puntos:
-Colosalismo de las empresas, auténticos mastodontes con ramificaciones y sucursales pluricontinentales. El
volumen de negocios de la Motors, gigante del automóvil, sobrepasa el presupuesto de Occidental, comprobación
que Layton no considera que constituya un fenómeno excepcional, puesto que otras empresas europeas rebasan
presupuestos estatales, pero otros indicadores, como los 800.000 obreros empleados en las fábricas de la General
Motors, nos muestran que las grandes firmas constituyen las pirámides de la industria mundial de nuestro tiempo.
-Inversiones en todo el mundo, exigidas por una producción que requiere un mercado más amplio que la gran
nación. De las catorce sociedades de automóviles más importantes en Europa, tres que atienden un tercio del
volumen de ventas, son americanas (General Motors. Ford y Chrysler); en la industria petrolífera europea la
participación de gigantes norteamericanos es similar .y en el transporte y distribución casi se puede hablar de
monopolio mundial de la Texaco, Standard Oil y sus hermanas.
-La altura de los beneficios. y sobre todo sus índices relativos, como ha recogido Servan Schreiber en El
desafío americano, muy superiores a los europeos, indican que su organización ha alcanzado el nivel de la perfección;
los de la General Motors equivalen a los de las diez primeras empresas niponas.
-En algunos sectores punta -atómica y aeroespacial- no es suficiente la capacidad de las formas mastodónticas
y ha de colaborar el Estado. Los programas de la NASA, la agencia espacial, que emplea más de un millón de
obreros, son sostenidos por las finanzas federales, aunque utilice como auxiliares a la Boeing, la Douglas, la Lockheed
y otras empresas de aviación.
Se habla de economía de mercado, de tiranía del mercado, en cuanto que sus leyes orientan la producción y
determinan sus cifras, pero con mayor propiedad podríamos hablar de sociedad metamorfoseada en mercado;
invirtiendo los términos abría que concluir que son las empresas las que crean los hábitos sociales de consumo y no
las necesidades de consumo las que generan la producción de las empresas. La publicidad desaforada, el carácter
consuntivo de las compras, la obsesión de la abundancia, han generado lo que los sociólogos han denominado
sociedad de consumo, que no deja de presentar paradojas y sombras, de las que no son conscientes todos los
americanos. La escuela económica neoliberal de Chicago y su figura relevante, el premio Nobel Milton Friedman,
defienden un sistema económico de mercado en el que se entona la apoteosis de la libertad y de la empresa que se
desenvuelve sin ninguna ingerencia estatal. Pero en los libros, conferencias y películas de Friedman las ausencias son
claras: se olvida la existencia de pobres y marginados' jamás se plantea la posible injusticia de las estructuras o la
colusión de los principios éticos con la altura de los beneficios ni le preocupa el despojo de las materias primas del
Tercer Mundo ni la extorsión a que se somete a los trabajadores para que las empresas medren. Parece ignorar la
palabra explotación; une premisas de Adam Smith sobre la identificación del bienestar individual y colectivo con un
pseudodarwinisrno transferido al campo de la economía, que exalta a los más fuertes, los únicos que sobreviven. La
religión del máximo beneficio tiene sus sacerdotes, como todas, pero también sus victimas. Otros americanos ven las
cosas de diferente manera. Cuando Robert Kennedy anunció su candidatura a la presidencia, dijo: «Como miembro
del Gabinete y como miembro del Senado he visto la horrenda, la inexcusable privación que es causa de que unos
niños mueran de hambre en el Mississippi, ciudadanos de raza negra se amotinen en Watts, la juventud india se
suicide en sus reservas y familias orgullosas, físicamente capacitadas, dejen languidecer sus vidas en inútil ociosidad en
Eastern Kentucky .He hablado con la juventud de nuestra nación y he escuchado sus palabras de cólera contra: una
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guerra a la que se la envía y contra el mundo que va a heredar;. El gigante de nuestro tiempo nos ofrece al lado de sus
conquistas admirables los problemas eternos que agobian al hombre; quizá no sea un modelo exportable y
probablemente no lo sea siquiera para sí mismo y haya de revisar en el futuro algunas de las bases que informan su
economía y de los principios morales que inspiran su sociedad.
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gobiernos «moderados», en realidad conservadores, ya Pinay, el «Poincaré» de los años 50, correspondió la
complicada tarea de solucionar la crisis económico- social.
Más grave resultó el problema militar. Francia no salió indemne de la prueba de la descolonización. En 1954
el ejército francés era derrotado en Indochina, tras la debacle de rnen-Bien-Phu. Para salir de la crisis moral se colocó
en la jefatura del gobierno a un radical. Pierre Mendes France, hombre de tesón indomable, dotado de excepcionales
cualidades políticas. Pero en el ejército había surgido un grupo hostil a la política, que se reforzaría con la
humillación de Suez en 1956, a la que anteriormente nos hemos referido. Pero antes de esta retirada otro problema
más agobiante preocupaba a los franceses. Ni Indochina ni Suez tenían la carga sentimental de Argelia, donde vivían
un millón de colonos. Al intentarse una salida política a la guerra de independencia un sector del ejército se
indisciplinó. El mes de mayo de 1957 fue crucial, sin gobierno, paralizadas las instituciones. El día 15 De Gaule hizo
pública su disposición para «asumir los poderes de la República. Nombrado jefe de gobierno de una República cuya
agonía era evidente, recibió el 3 de junio de la Asamblea Nacional el poder de establecer una nueva Constitución, que
seria sometida a referéndum. Nacía la V Republica.
La Constitución refrendada en septiembre de 1958 establecía un presidencial, reforzado por la larga duración
del mandato, siete años a la medida de su fundador, el general De Gaulle. El Presidente dispone de la facultad
absoluta de disolución de las Cámaras y de la posibilidad de someter a referéndum cualquier asunto.
Correlativamente disminuyen las funciones del parlamento, tanto desde el punto de vista legislativo como en su
capacidad de control del ejecutivo. De los 537 diputados sólo 131 pertenecían a la Asamblea anterior. En estas
primeras elecciones se comprueba que el partido más fuerte será el fundado por DeGaulle: Unión para la Nueva
República, comúnmente llamado gaullista; quedan decisivamente debilitados la mayoría de los partidos de la IV
Republica, como el MRP o los radicales, y se mantiene la izquierda, los comunistas, aun con pérdida de parte de su
electorado, y los socialistas.
Un cambio de Constitución no implica, lógicamente, la desaparición o solución de los problemas. El
problema argelino adquirió mayor virulencia cuando se opusieron a la independencia que De Gaulle firmó, en los
acuerdos de Évian, los generales africanos. Salan y Juhaud entre otros, que organizaron una asociación de métodos
terroristas, la O.A.S., e intentaron un golpe de Estado en abril de 1961. Pero una República presidencialista que tenía
primera magistratura un símbolo nacional no era un régimen débil, y los insurrectos fueron detenidos y encarcelados.
Un atentado de la O.A.S. contra De Gaulle hizo comprender a éste personalismo con que había montado el
régimen ofrecía peligros, y en 1962, se sometió a referéndum una reforma de la Constitución que aminoraba su
carácter presidencialista y aumentaba las facultades del Parlamento En años 60 la estrella de De Gaulle se mantiene.
Sólo la izquierda, y un cada vez más fuerte partido socialista, puede intentar competir, las presidenciales el general
derrotará primero a Deferre, en otra, a Mitterrand, las nuevas figuras del socialismo galo.
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élites sociales. El final político del general fue inesperado. Dimitió al ser rechazada su propuesta de regionalización
del poder en el referéndum de abril de 1969.
La impronta de De Gaulle en la historia contemporánea de Francia ha sido tan gigantesca como su estatura
física. Dejó una nación que había liquidado su imperio colonial y ensayado una comunidad de jóvenes naciones de
lengua francesa; que se encontraba en plena expansión industrial, lo que no impedía movimientos sociales del tipo de
mayo del 68; que tras sucesivos ensayos se había dotado de un régimen presidencialista. En el orden internacional, De
Gaulle, hombre obsesionado por la grandeza de Francia, se opuso al reparto teórico del mundo entre dos
superpotencias, afirmando en todo momento su independencia con respecto a las directrices de la política exterior
norteamericana, para lo cual dotó a Francia de armamento atómico, símbolo aun tiempo de su poderío industrial y de
su soberanía sin protectores.
Sus sucesores, Pompidou y Giscard d'Estaing, representan períodos neogaullista y reformista respectivamente.
Tras el paternalismo del primero, Giscard apareció en la política francesa con su programa de reformas ambiciosas:
voto a los 18 años, liberalización del aborto, cambios en el sistema escolar. Pero no incidían en los problemas
estructurales del país, de signo económico, y en mayo de 1981 la ciudadanía entregaba el testigo a: los socialistas,
eligiendo presidente a Francois Mitterrand, rodeado por una clase política procedente de la generación que había
protagonizado el mayo del 68.
DOCUMENTOS
I. RESPONSABILIDADES MUNDIALES DE LOS ESTADOS UNIDOS
Resaltar: ruptura de la tradición americana de aislamiento, responsabilidades de una superpotencia. Matizar la
afirmación de la neutralidad norteamericana hasta la Segunda Guerra Mundial. Distinguir lo que supone acción
militar y asistencia financiera. Las líneas finales, ¿reflejan una posición distinta a la de otros dirigentes
norteamericanos de nuestro siglo?
“Sé que muchos de vosotros, en éste y otros Estados, a veces se preguntan adónde vamos y por qué los
Estados Unidos han de inmiscuirse en tan múltiples asuntos, en tantos países del mundo... Me doy perfecta cuenta de
que las cargas son considerables y comprendo la insistencia de muchos que claman para que abandonemos nuestros
compromisos, pues ya tenemos bastante que hacer aquí, en los Estados Unidos, sin que debamos ocupar, nos tanto
de las cosas de todos los países del mundo. El hecho esencial estriba en que nosotros, esta generación actual de
norteamericanos, somos la primera generación de nuestro país que jamás se haya inmiscuido en los asuntos de todos
los demás países de la tierra. Desde los albores de nuestra nacionalidad, desde los días de Washington hasta la
Segunda Guerra Mundial, este país vivió una existencia aislada. A través de la mayor parte de nuestra historia, hemos
sido un país sin bandera, una nación sin compromisos, una nación neutralista. Lo fuimos tanto en razón de nuestro
status, como por nuestro deseo de ser así. Creímos poder vivir detrás de nuestros dos océanos, gozando de seguridad
y prosperidad, a una cómoda distancia del resto del mundo.
El fin del aislamiento significaba, por consiguiente, una recia sacudida...en la columna vertebral de la nación.
Con todo, a medida que transcurría el tiempo, caímos en la cuenta de que el fin del aislamiento no fue, después de
todo, un error o un mal tan terrible. Caímos en la cuenta de que fue el resultado inevitable de la evolución, del
desarrollo económico, militar y cultural de los Estados Unidos. Ninguna nación tan poderosa y tan dinámica y rica
como la nuestra podría abrigar la esperanza de vivir aislada de las otras naciones, especialmente en los momentos en
que la ciencia y la tecnología hacían tan pequeño al mundo.
...No hemos tratado de convertimos en una potencia mundial. Esta posición nos fue impuesta por el peso
mismo de los acontecimientos. Pero del mismo modo hemos llegado a ser una potencia justa y me enorgullece el que
lo hayamos logrado. Bien puedo comprender la atracción que ejercía la apacible bonanza de aquellos días de antaño.
Cada uno de nosotros tiene aún momentos de añoranza por el pasado, pero el advenimiento de dos guerras
mundiales nos ha demostrado que, por más que nos empeñásemos en intentarlo, no podemos volver nuestra espalda
al mundo exterior. Si así lo hacemos, ponemos en peligro nuestro bienestar económico, nuestra estabilidad política y
nuestra seguridad física. ..
Estados Unidos ha recorrido un largo trecho al aceptar en breve tiempo la necesidad de intervenir en los
complicados asuntos del mundo, pero subsiste el enorme esfuerzo de esta intervención y lo observamos en todo el
país. Lo veo en las cartas que llegan a diario a mi escritorio.
Las cargas gravosas que entraña el mantenimiento de un inmenso poderío militar, con un millón de
ciudadanos norteamericanos que prestan servicio allende nuestras fronteras, la financiación de un extenso programa
de asistencia al desarrollo, la conducción de una diplomacia compleja y des- concertante, todo ello pesa sensiblemente
sobre nosotros e induce a algunos a aconsejar la retirada.
Sin embargo, en los asuntos mundiales, al igual que en todos los demás aspectos de nuestra vida, los días de la
plácida quietud, se fueron para siempre. La ciencia y la tecnología son irreversibles. No podemos retornar a los días
del bergantín a vela y de la carreta cubierta, aunque así lo deseáramos' y si este país ha de sobrevivir y triunfar en sus
realizaciones, vinculadas al verdadero mundo de hoy, debemos reconocer las realidades de este mundo y es
precisamente a estas realidades a que aludo ahora. En primer lugar, todos debemos reconocer que no es posible que
volvamos a remodelar el mundo, simplemente por nuestra propia indicación... Cada nación tiene sus tradiciones
propias, sus valores propios, sus propias aspiraciones. La ayuda que brindamos de vez en cuando bien puede ser útil
para que otras naciones conserven su independencia y hagan progresos en su desarrollo, pero no podernos rehacerlas
a nuestra imagen y semejanza. No podemos dictar sus leyes, manejar sus gobiernos o dirigir sus políticas.”
JOHN F. KENNEDY. Discurso en Salt Lake City, Utah. 26 de septiembre de 1963. En El legado de
Kennedy, Buenos Aires, .1964, p. 54-55.
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2. EL IDEARIO DE RONALD REAGAN
En estas páginas de sus Memorias se resume parte de la concepción política del presidente Reagan:
optimismo, exaltación del individualismo, reducción de impuestos, entre otros puntos. Léase atentamente.
Coméntense sus ideas. Pueden, además, compararse con la imagen de la vida americana que transmite el cine. La
pregunta crítica que se puede formular es la siguiente: ¿qué ocurre o qué esperanzas se ofrece alas que no triunfan?
“De nuevo no me adjudico el mérito. El pueblo norteamericano lo hizo y no fueron sólo los obreros y los
jefes de las fábricas los que renovaron Estados Unidos. Gran parte de nuestro crecimiento durante los años ochenta
no vino de los gigantes de la industria norteamericana, sino de compañías más pequeñas e innovadoras que
descubrieron nuevos mercados, a menudo con productos creados por su propio ingenio. La mayor parte de esos
nuevos empleos que se crearon durante la expansión económica la lograron empresarios, hombres de negocios
independientes, que perseguían uno de los sueños más viejos de Estados Unidos.
Conocí a muchos mientras fui Presidente y, si alguna vez hubo una prueba de por qué el comunismo fracasó y
triunfó el capitalismo, estaba en las caras de estas personas. Eran las personas que integran el capitalismo. Escuché
historia tras historia de gente que había llevado una idea al Banco, pidiendo un crédito, trabajando duro y después
experimentando la alegría de ver florecer un negocio. Eran simplemente norteamericanos corrientes que habían tenido
una idea o un sueño o un ansia de independencia económica y habían ido tras ello. Habían corrido riesgos, habían
trabajado y conseguido su objetivo. No todos habían tenido éxito, pero Estados Unidos les había dado a cada uno de
ellos la oportunidad de llevar a cabo su sueño.
Conocí a una mujer que se había titulado en la Universidad con la intención de ser concertista de piano.
Entonces enfermó de artritis en las manos y ya no pudo tocar .Así que se preguntó lo que iba a hacer de su vida. Una
de sus tías le dijo:
-Siempre has hecho unos bizcochos maravillosos. ¿Por qué no haces unos pocos y se los llevas a la tienda de
comestibles del barrio? Por lo me- nos tendrás un poco de dinero para gastar hasta que decidas lo que quieres hacer.
Bueno, pues comenzó a hacerlo y poco después estaba vendiendo más de un millón de dólares al año y tenia
treinta y cinco empleados.
Otros norteamericanos que he conocido o con .los que he mantenido correspondencia persiguieron también
sueños únicos. Un equipo compuesto de padre e hijo convirtió las recetas de la familia en un negocio de diez
millones de dólares al año haciendo comidas congeladas mexicanas. En un pequeño pueblo de Illinois, docenas de
personas perdieron sus empleos cuando se cerró la fábrica que había, y entonces, con determinación y trabajo, con un
pequeño capital de alguien que tuvo fe en ellos, crearon un próspero negocio de fabricación de metales... y éstos
fueron sólo unos pocos héroes silenciosos que contribuyeron a remontar nuestra economía.
Como he dicho a menudo, los Gobiernos no producen el crecimiento económico, lo hace la gente. Lo que el
Gobierno puede hacer es animar a los norteamericanos a descubrir la fuente de su ingenio, dar rienda suelta a su
espíritu empresarial.
La reducción de los impuestos y la ley de Reforma Tributarla permitieron que la gente acumulase dinero para
abrir nuevos negocios. Al comenzar anotarse el efecto de las leyes sobre los impuestos, la gente inició negocios en
cantidades que marcaron un récord, no sólo enriqueciendo sus propias vidas, sino incrementando la riqueza nacional
y ayudando a crear una ola de prosperidad en el país.
También ayudó la reducida interferencia del Gobierno. Aunque no pude eliminar tanto papeleo burocrático
como hubiese querido, logramos rebajar la interferencia del Gobierno en la economía y tener disponible más dinero
para invertir con visión de futuro.
Después, como ya he dicho, los norteamericanos hicieron el resto.”
Ronald REAGAN: Una vida americana. Barcelona, Plaza y Janés, 1991 DáQs. 363-364. 1
3. UN BALANCE DE BRANDT
Algunos de los problemas que hubo de afrontar al llegar al gobierno se recogen en la segunda versión de las
Memorias del canciller Willy Brandt. En las primeras líneas se hace una síntesis. Luego aparecen tres temas: el papel
de los intelectuales, el problema del terrorismo, la política exterior. Aportando o buscando datos, analícese cada uno
de estos temas.
“Y el balance? Me parece tan equilibrado como el recuerdo de los años de las reformas. Pienso con especial
placer en cómo se comprometió la Alemania intelectual en favor del triple esfuerzo de asegurar la paz, vitalizar la
democracia y renovarla sociedad. Un papel especial lo representó -a la cabeza de un notable grupo de escritores y
artistas plásticos- Günter Grass. Ya en la campaña electoral de 1961 me había acompañado a una serie de actos.
Después llevó a cabo sus propias iniciativas electorales y probablemente atrajo votos, pero sobre todo llevó color a la
vida política. Urbanistas, gentes del teatro, científicos, pedagogos pusieron su consejo a nuestra disposición y
pidieron públicamente la palabra. El propio Grass, Heínrich Boll, Walter Jens, Max Frisch hablaron en congresos del
partido. Mi amigo Leo Bauer, tempranamente fallecido, aquel ex comunista que tenía tan valiosos contactos con el
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Este, era magistral organizando discretas sesiones de debate, que ofrecían posibilidades de corregir rumbos y
sugerencias de gran ayuda.
De Grass es la imagen de que el caracol simboliza el progreso. Algo así no podía arrancar aplausos de nadie, y
sin embargo fue un acompañante muy bienvenido en las reformas. En el curso de los años, cada vez he podido
arreglármelas menos con ese caracol: ¿En qué dirección se arrastra? i ¿Qué sé yo quién lo pisoteará? En cualquier caso,
hubo que aprender una y.¡ otra vez que no existe el progreso forzoso. Y que tanto los avances como los retrocesos
son parte del proceso histórico. Sólo que el caracol no puede avanzar a saltos.
Me alegró poder tener una conversación relajada con las dos Iglesias y limitar las zonas grises del trato táctico;
al decir esto, no quiero dar la impresión de que yo fuera el promotor de estas conversaciones. Enraizado en una
tradición protestante, y rencoroso con un luteranismo fiel al Estado autoritario, en Escandinavia y Berlín cercano a
los evangélicos, de los que ni, siquiera mi agnosticismo me pudo separar, no me resultó difícil contribuir a una
relación fluida con las iglesias y comunidades religiosas. La idea de que un programa político sirve como sustitutivo
de la religión me era tan ajena como la de que un partido como tal puede ser cristiano.
y el lado Oscuro del recuerdo? La República Federal no se libró, como muchos otros Estados, de la amenaza
de distintas formas de terrorismo. Esta espantosa amenaza no hizo fácil gobernar, y mucho menos reformar. Los
atentados organizados desde fuera -como el lanzado contra el equipo israelí durante los Juegos Olímpicos de
Munich- fueron dolorosos e indignan- tes. Los secuestros de aviones -como el que sirvió para extorsionar a los
supervivientes del atentado de Munich- representaron un desafío hasta entonces desconocido. La obligada
conjunción de firmeza y flexibilidad se fue haciendo cada vez más difícil. Me llevó hasta el límite de la desesperación
el deslizamiento de algunos pequeños grupos del espectro de la izquierda» hacia la política nihilista y destructiva; la
angustia fue tanto mayor cuanto que se rastrearon las causas en un entorno intelectual, pero no se trazó la línea
divisoria. El que también hubiera actos violentos de ultraderecha me preocupó igualmente, pero en todo caso me
sorprendió menos.
El Estado democrático tenía que obrar con energía y consecuencia, no había ni hay alterativa. Pero me
propuse también resistirme a las reacciones histéricas, y hacer que el Estado de Derecho sufriera el menor daño
posible. Proteger la vida de los ciudadanos y los fundamentos de la convivencia es una obligación inaplazable. Hallar
las causas de esas deformaciones es así mismo una importante tarea. y la democracia no puede cortar el camino a los
que han dejado atrás una locura dañina para la comunidad.
He visto cómo los atentados planeados y los secuestros previstos pueden cambiar la propia vida y la de una
familia, y lo alienado que puede llegar a sentirse uno cuando sólo puede dirigirse a grandes concentraciones desde
detrás de un cristal antibalas. La autoridad competente me informó de que mis llamamientos habían contribuido a
eliminar el caldo de cultivo de la primera generación de la autodenominada Fracción del Ejército Rojo. Ese caldo de
cultivo formado por una difusa simpatía. Pero de qué Sirvió, si se vuelve a formar una y otra vez...
Nuestra reducción de los frentes en dirección al Este significó un punto de inflexión. Y, sin embargo. la
política exterior siguió marcada en gran medida por la continuidad. ¿Cómo podía ser de otra manera? Yo no cambié
mis convicciones ni quemé mis expedientes cuando me mudé del Ministerio de Exteriores al Palacio Schaumburg.
Pero la nueva Oposición de Bonn, insuficientemente preparada para su papel, no quiso dejar de hacer de la política
exterior campo de batalla de la política interior. Toda oposición está ex- puesta a esa tentación, y la socialdemocracia
alemana: también había sucumbido a ella en la primera década de la República Federal: En este caso concreto, se
añadía el que las cuestiones de la división de Alemania y su posible superación siempre volvían a salir cuando se
hablaba de la relación con las potencias vencedoras en general y de las relaciones Este-Oeste en particular.”
Willy BRANDT: Memorias. Madrid. Temas de Hoy, 1990.
328
sindical, la legalidad de la huelga, ola libertad de información por medio de la prensa y los restantes medios de
comunicación.
Quizás la diferencia decisiva estribe en el model9 de partido único frente a la pluralidad inexcusable en las
democracias occidentales. En los países del Este se postula la profesión unánime en la misión de construcción del
socialismo. El monismo político se refuerza con una disciplina rigurosa en el seno del único partido; al modelo de
cónclave de jerarcas supremos, por ejemplo, el Polítburó en la Unión Soviética, se denomina centralismo
democrático. Esta organización rígida asume los perfiles de una iglesia laica, como agudamente ha observado Edgar
Morin. Es el Aparato, nacido del Partido y que acaba controlándolo y engulléndolo, el que define lo útil y lo
verdadero, en definitiva uno de los rasgos del totalitarismo, y condena la disidencia con la misma vehemencia que en
otras épocas históricas las iglesias arrumbaban a heterodoxia. Morin, que ha consagrado su obra a analizar la
naturaleza del régimen soviético, considera que el producto final de un modelo político en el que el Partido se ha
apoderado del Estado es una cadena de controle
-un poder estatal ilimitado para establecer toda suerte de controles, lo que sofoca cualquier autonomía frente
al Partido o al Estado.
-control de circulación de los individuos, que precisan pasaporte interior, filtraje en las fronteras, supervisión
de todo documento o escrito que ha- va de entrar o salir en el territorio de la nación.
-control y restricción de las comunicaciones interindividuales, especialmente por teléfono.
-monopolio de la información.
-control del control, es decir control del Partido por la policía política y control de la policía política por el
Partido.
En sustitución de las elecciones los cambios se deciden desde arriba por cooptación, por selección de
miembros del partido, aglutinándose auténticas clientelas políticas que se definen por la lealtad a los dirigentes. En
vez de rotación de los políticos se desemboca en una gerontocracia, el poder de la vieja guardia, a la larga un cónclave
de ancianos, y resulta frecuente, en un proceso de luchas internas, la desembocadura en el culto al líder, Stalin en la
Unión Soviética, Mao en China, Hoxa en Albania, etc.
3. EL XX CONGRESO
Stalin muere el 5 de marzo de 1953; la desaparición física del autócrata señala la revisión de su obra. y la
cúpula soviética, consciente de los inconvenientes de la dictadura personal, ensaya el modelo de dirección colectiva:
Kruschev controla el Partido, Beria la policía, Malenkov el Estado, Molotov la diplomacia, Bulganin el ejército.
Aunque inicialmente las mayores responsabilidades parecen recaer en Malenkov, es el Partido la fuerza cardinal del
sistema y Kruschev acaba adquiriendo preeminencia. La mayor amenaza de resurrección de la dictadura es el poder de
Beria al frente de la policía; su detención se produce a las pocas semanas y es ejecutado meses después. Hasta 1955
comparten el poder Malenkov y Kruschev, desde este año son éste y Bulganin los jerarcas supremos, y finalmente
Kruschev se convierte en la personalización del poder de la era post-estalinista. La ruptura con el estalinismo se
resume en unos pocos cambios fundamentales: dirección colegiada, prioridad a la producción de bienes de consumo
en el campo económico con el objetivo de elevar el nivel de vida popular, garantías de seguridad para los ciudadanos
en el campo político (amnistía, cierre de campos de concentración, fin de las purgas), flexibilidad en las relaciones
internacionales con el propósito de poner fin a las tensiones de la guerra fría, cohesión más fraterna dentro del
mundo socialista y en particular aceptación del cisma yugoslavo (Kruschev viaja a Belgrado mientras Molotov
sostiene la necesidad de mantener la «ex comunión.).
En esta era revisionista el XX Congreso (febrero de 1956) supone el momento clave de reflexión sobre el
sentido de la revolución soviética y el rumbo que debe tomar. Detengámonos en sus temas.
a) Culto a la personalidad
EJ Partido había formado un grupo de trabajo para estudiar los errores de Stalin; el Instituto de Historia, de
la Academia de Ciencias efectúa un planteamiento más ambicioso al requerir que se revise la historia entera de Rusia
a partir de la muerte de Lenin. Sobre la base del informe secreto del Partido se va a abrir un debate sobre la dictadura
estalinista. Un grupo más prudente, el de Molotov y Kaganovitch, desearía que se hablara de forma generalizada de
los peligros del culto personal; el más radical, dirigido por Kruschev, éste dispuso a desenmascarar al que durante
treinta años recibió el titulo de padre de todas las Rusias. El discurso de Kruschev el 25 de febrero, en el que efectúa
una relación de los crímenes de Stalin, constituye el epicentro de la denuncia, pero por su amplitud salpica también a
quienes colaboraron con él, a la mayoría de los nuevos dirigentes; tal es la conclusión de Mao y algunos líderes
húngaros y polacos. Con razón se pregunta una de las mejores conocedoras del estalinismo, Hélene Carrere
d'Encausse: «¿es el estalinismo simplemente el producto de la perversión de un hombre? , ¿o condena el sistema
entero? El partido que ha cubierto con su autoridad la mentira estaliniana, que se ha equivocado, ¿es posible que sea
de nuevo infalible?» Con la denuncia del autócrata salen a relucir las lacras del partido, su espíritu de casta, los
privilegios de sus burócratas.
b) Necesidad de cambio
En los debates se concluye que la ideología se ha petrificado porque se ha incorporado a una estructura de
poder. Ha de permeabilizarse el sistema a los intelectuales ya todas las fuerzas vivas rusas, y en el exterior admitir la
pluralidad de vías de los regímenes del Este; es el momerito de recuperar los líderes liberales en algunos de ellos.
c) Coexistencia pacifica
«La guerra no es fatalmente inevitable», pontifica Kruschev; la victoria del socialismo se producirá sin
intervención armada en el interior de los países capitalistas. La toma del poder por el ejercicio del sufragio universal
es posible si la clase obrera agrupa a su alrededor a los campesinos, intelectuales y fuerzas patrióticas. En Occidente
se interpretó en algunos sectores que el bolchevismo viraba hacia las posiciones parlamentarias del socialismo
democrático; en otros se afirmo que se trataba de un camuflaje, una posición táctica para desarmar a potencias
capitalistas. Jean Laloy entiende que en realidad continua la rivalidad, pero por otros medios; se desecha la
inevitabilidad de guerra, o al menos de la guerra total, lo cual no quiere decir que se espere la paz inmediata.
La crisis del año 1956 -uno de los momentos focales de la guerra fría- y paulatina concentración de poder en
Kruschev parecen rectificar las directrices del vigésimo Congreso, pero por otra parte ha de considerarse la , imagen
de Kruschev -con apariencia de patán bondadoso- y Stalin, así como los viajes espectaculares que realiza a Gran
Bretaña ya los Estados Unidos, la facilidad con que en octubre de 1964 es desplazado, tras una decisión Comité
Central, demuestra que estaba muy lejos de sujetar con mano de hierro todos los resortes del poder.
331
4. LA DICTADURA BUROCRÁTICA DE BREZNEV
El nuevo hombre fuerte Breznev, se consagró a reforzar el poder del partido comunista en la sociedad y de la
cúpula dirigente dentro del partido. El litburó se convirtió en un verdadero directorio, y cada uno de sus miembros
controló estrechamente un ámbito de la administración: Suslov la ideología y Andropov la policía, Ustinov el
ejército. El partido pasó de 11 a 18 millones de miembros, el Comité Central de 175 a 319; su órgano ejecutivo, el,
Politburo, se convirtió en un consejo de ancianos, con 70 años de media en 1980, a los 57 años de 1966. Sin tener la
plenitud del poder, como Stalin, procuró retenerlo indirectamente. Con una apariencia de colegialidad pero en la que
todos los puestos claves estaban ocupados por hombres incondicionales del secretario general.
Reforzado el Aparato en el interior, había que relanzar el poder militar en el exterior. De nuevo se otorgó
preferencia a la industria pesada sobre la producción de bienes de consumo. La parte del PNB consagrada a la
defensa pasó del 12.5% de 1970 al 18% de 1980. Con esta política presupuestaria el ejército adquirió un papel más
influyente en la sociedad soviética, aunque en ningún momento pusiera en riesgo la supremacía del partido. Un
cambio fundamental se produjo en la política seguida con respecto a los otros regímenes del socialismo real. Frente a
la posibilidad de vías diferentes en la construcción del socialismo propugnada por Kruschev, lo cual de todas formas
no había impedido alguna intervención de fuerza, se defendió ahora la tesis de a la Unión Soviética correspondía
velar por la ortodoxia de, o comunistas, y Breznev proclamó el principio de la «soberanía limitada», canonizó la
interrupción de la «primavera de Praga» en 1968 y una intervención casi continua en los asuntos de Polonia.
Aparato, primacía de gastos militares, soberanía limitada de los países socialistas; las directrices de Breznev
eran las del comunismo ortodoxo v conservador, que suponían un modelo social y económico fuertemente
centralizado. Sus sucesores ensayaron políticas opuestas, entre modificar o mantener ese modelo. Andropov, que con
los datos reales de la K GB, no los que se utilizaban en la propaganda, veía la parálisis de la Unión Soviética, intentó
una cierta liberalización; tras él, el Aparato colocó en la secretaría al anciano y enfermo Chemenko, y liquidó las
reformas andropovianas. Ortodoxia o renovación, ese era el gran dilema cuando accedió a la secretaría general, en
marzo de 1985, un hombre que sacudiría de forma total el sistema. A este político renovador, Gorbachov, y su
programa, la perestroika, dedicaremos, por su importancia, un tema especifico.
5. EL MODELO SOVIÉTICO
La Constitución de 1936 completó el marco institucional previsto en las de 1918 y 1924. Se habló de
hipertrofia burocrática, quizás inevitable para gobernar un territorio inmenso y heterogéneo, y en el que surgen al
impulso del desarrollo funciones nuevas; por otra parte se produjo una cierta confusión entre la administración y la
política; especialmente con el personalismo estalinista, y en general predominó el pragmatismo sobre los fundamentos
jurídicos; los órganos de la gobernación del Estado fueron surgiendo a medida que se complejificaba la Vida
nacional. Constitución de 1936 contempla un Estado federal «constituido sobre la base de la unión libremente
consentida de repúblicas socialistas iguales en derechos», dentro de las cuales se pueden distinguir, además, repúblicas
autónomas, regiones autónomas, distritos y territorios nacionales.
El poder legislativo corresponde a dos Cámaras, el Soviet de la Unión, que asegura la representación
proporcional de los ciudadanos, y el Soviet de las nacionalidades, en el que cada república federada o autónoma, y
cada región y distrito, poseen un número igual de diputados.
En 1946 un Consejo de ministros reemplazó al Consejo de comisarios del pueblo; el elevado número de
ministros, 92 en 1968, se organiza en dos categorías: federales (defensa, industria pesada, comercio exterior) y de las
repúblicas federadas (industria ligera, asuntos sociales y culturales). Cada república autónoma posee su propia
Constitución, su Consejo de ministros y comités especializados (agricultura, comercio, etc.); cada república federada
dispone de un Soviet, consejo de ministros y comités. La malla de instituciones de diferente ámbito territorial es
extraordinariamente compleja; su principio rector ha sido el centralismo democrático, por el que se entiende una
estructura organizada de arriba -abajo y en la que cada soviet está subordinado al soviet inmediato superior. Para
compensar este centralismo se aprobaron principios descentralizadores otorgando más amplias facultades a los
organismos inferiores.
Las diferencias con los regímenes occidentales son esenciales. En primer lugar no es clara la división de
poderes. El Presidium, órgano colegiado elegido por el Soviet, comparte el ejecutivo con el Consejo de ministros; el
judicial es elegido en todos sus niveles de manera similar al poder ejecutivo.
Rasgo básico es el partido único, en armonía con el fin comunista de la destrucción de las clases, entendiendo
que todo partido es el instrumento de asalto al poder de una clase social. Su organización piramidal repite la del
Estado, Sus instituciones de base son las células, de barrio o población; su Órgano supremo el Congreso, que se reúne
en fechas regulares, salvo entre 1939 y 1952 por decisión de Stalin; de su seno se elige un Comité Central, que a su
vez designa un órgano pluripersonal más reducido, el Politburó, y un secretariado. Según el artículo 126 de la
Constitución, y siguiendo la doctrina de Lenin, el Partido es «la vanguardia de los trabajadores», según Stalin «la
fuerza que guía el Estado». El número de sus militantes, de 240.000 en 1917, alcanza 9.7 millones en 1961, 13
millones en 1968 y 17 millones a mediados de los años ochenta. Sólo uno de cada cuatro podía considerarse
miembro activo, que actuaba en los comités de barrio, organizaba elecciones, se integraba en los cuadros de la
332
Administración. La composición social varió lentamente; las bases estaban cubiertas por obreros y campesinos, pero
fue creciente la participación y el papel de los intelectuales y profesionales liberales. Constituyen- do el partido y los
soviets dos ejes del sistema, no siempre han estado deslindadas con claridad las funciones que competen a uno y
otros. El artículo 2 de la Constitución de 1978 establece: «El pueblo ejerce el poder del Estado por medio de los
Soviets de diputados del pueblo, que constituyen la base política de la URSS.» Prokochin propuso la fórmula
leninista, según la cual el partido dirige la actividad de los soviets pero no los sustituye; su papel seria inspirador y el
de los soviets aplicador, como indica el articulo 6 del último código constitucional al consignar que .el Partido
Comunista define la perspectiva general del desarrollo de la sociedad».
Es obvio que no desempeñaron un papel dirigente los 17 millones de afiliados al Partido; se ha calculado que
30.200 personas integraban los Comités regionales y algo más de 385.000 los Comités de población y distrito. Lo
que se ha denominado el .aparato» estaba formado por estos miembros en puestos de dirección, a los que habría que
sumar empleados de la Administración que, sin poseer carnet, ejercían funciones realmente influyentes. Pero el
número de miembros de los que dependían las decisiones era mucho más reducido; en el término de “Nomenclatura”
se comprendían las cúpulas de la política, la industria y las fuerzas armadas. Janina y Gerard Lagneau han subrayado
que se podía hablar de una clase dirigente, lo cual equivale a refutar el dogma de que se hubiera instaurado una
sociedad sin clases.
Hemos recogido algunos rasgos del modelo soviético: confusión de poderes, partido único, soviets,
nomenclatura como clase dirigente. Pero para los occidentales imbuidos de los axiomas del liberalismo individualista
era más difícil de entender el concepto soviético de libertad; que se traduce en una serie de controles sobre el
ciudadano. Las anécdotas sobre las negaciones de Lenin o Stalin de la libertad revelan que en este punto eran escasas
las concomitancias de pensamiento. El modelo soviético concibe la libertad en un sistema de valores en el que lo
importante es la comunión en el seno del grupo social; el ciudadano no puede utilizar su libertad para lucha contra el
Estado. Ya en la primera Constitución, la de 1918, se recoge en su artículo 23 esta afirmación que difícilmente
suscribiría un código del Oeste: .Guiándose por los intereses de la clase obrera en conjunto, la República socialista
federal soviética rusa priva a los ciudadanos ya los grupos particulares de los derechos que se utilicen en detrimento
de los intereses de la Revolución socialista», y la Constitución de 1977 insiste: .El ejercicio de los derechos y
libertades es inseparable de la ejecución de sus obligaciones por el ciudadano», En esta línea las trabas son precisas:
-las libertades de palabra, prensa, reunión y manifestación están garantizadas en la medida que permitan,
“consolidar y desarrollar el régimen socialista”:
-la libertad de creación científica, técnica y artística, se respetan .conforme a los objetivos de edificación del
comunismo»;
-el derecho de crítica se limita al de «dirigir sugestiones a los órganos del Estado ya las organizaciones
sociales, concernientes al perfeccionamiento de su actividad»:
-la Constitución garantiza la inviolabilidad de la persona, pero el secreto de la correspondencia,
conversaciones telefónicas o comunicaciones telegráficas no se consigna en la misma, simplemente está protegido por
la ley, es decir, fijado en reglamentos que dependen de resoluciones de la Administración.
Las diferencias de filosofía política con Occidente eran evidentes: el mesianismo con que vivían sus valores los
dirigentes soviéticos en una etapa que consideraban de búsqueda de metas fue similar al que sintieron los ideólogos y
políticos del liberalismo en las primeras décadas del mundo industrial. Se explican las dificultades de entendimiento
entre los dos bloques, cuando ni el concepto de libertad era coincidente.
333
Los sovjozes eran granjas del Estado -y en la industria, empresas- que de- pendían de las autoridades de loS
departamentos o incluso del ministerio; se montaban como explotaciones-piloto y la totalidad de la producción era
absorbida por el Estado. El campesino recibía un salarlo, lo mismo que el obrero industrial. Después de la guerra se
produjo la concentración, y por tanto disminución, de koljoses y el aumento de sovjozes; exigencias técnicas de
grandes explotaciones, y sobre todo ideológicas, al considerar que el koljós ofrecía residuos de individualismo agrario,
incidieron en esta creciente estatificación del campo.
Las directrices en la industria fueron muy severas en el período estalinista; los exiliados (como Víctor
Kravchenko, Yo escogí la libertad) han testimoniado sobre los severos procedimientos compulsivos que se aplicaban
a técnicos y burócratas para alcanzar los resultados previstos en el plan quinquenal correspondiente. Con la
desestalinización, la planificación pasó a ser indicativo; el órgano general, el Gosplan, señalaba .las metas globales,
cada república federada las interpretaba según sus conveniencias, e incluso las empresas disfrutaban de un amplio
poder de decisión.
La URSS se convirtió en el segundo gigante del mundo de posguerra gracias a sus ingentes riquezas
energéticas y minerales. Sus reservas de hulla significan la quinta parte de las conocidas en la actualidad; sus
posibilidades hidroeléctricas son enormes por la grandeza de sus cursos fluviales, incluso antes de que se hayan
aprovechado los siberianos; sus yacimientos petrolíferos y de gas le han evitado cualquier problema en el
abastecimiento de las formas de energía palancas de la segunda revolución industrial, y cada año aumentaba su
capacidad para exportar gas siberiano; la mitad del mineral de hierro mundial, la mitad del manganeso, y un alto
porcentaje del cobre, la bauxita, fosfatos, etc. , constituyen otra colaboración de la Naturaleza en la obra de
transformación que la Revolución se propuso. Al otorgar prioridad a la industria pesada, de bienes de equipo, sus
índices de producción de material ferroviario, maquinaria agrícola, material bélico, alcanzaron cotas altísimas,
mientras se quedaban comparativamente rezagadas sus industrias textiles y alimentarías, a las que se empezó a prestar
mayor atención en el IX Plan, a partir del año 1971. Más asombroso ha sido su progreso en el orden científico, si lo
medimos por el número de sus investigaciones en todos los campos, y el de sus ingenieros y técnicos.
A pesar de estas conquistas espectaculares no faltan los puntos débiles. y. entre ellos, el más evidente las
dificultades de su agricultura. Los bajos rendimientos de sus tierras de cereal, y la necesidad de importar trigo para
atender el consumo de una población en rápido crecimiento, configuran capítulos que son fracasos, y que para una
gran potencia llegaron a ser síntomas de debilidad, de dependencia exterior.
9. EL CISMA YUGOSLAVO
En la geografía política del comunismo europeo Yugoslavia constituye un caso excepcional. No había sido
salvada de la ocupación nazi por el ejército soviético y no existió en su territorio una guarnición extranjera. De esta
circunstancia: arranca la originalidad de su proceso, que se distingue de la uniformidad de las otras naciones del
socialismo real en un triple sentido: la complejidad étnica del Estado yugoslavo, la originalidad de la organización
social y la independencia de la política exterior.
335
La complejidad étilica ha constituido el dato primero y el problema principal que debía abordar un régimen.
Constituida como estado nacional tras la primera guerra mundial, era una federación de seis repúblicas de diferente
composición étilica, lingüística y religiosa. La Segunda Guerra Mundial había sido una prueba para la unidad, porque
un régimen nazi instalado en Croacia había perseguido con un programa de sabor racista a los serbios instalados en
su territorio. La mayor república, Serbia, con cerca de la mitad de la población, era el único pueblo que durante siglos
había poseído un estado independiente. Parte de su población se encontraba en enclaves de Croacia y Bosnia-
Herzegovina, mientras que dentro de su territorio el enclave de Kosovo era de población albanesa. Eslovenia
presentaba una población casi homogénea étnicamente, mientras Montenegro mezclaba montenegrinos, eslavos
musulmanes y albaneses. De preponderancia católica eslovenos y croatas, ortodoxos los serbios y montenegrinos, con
áreas musulmanas en Macedonia y algunas regiones del sur, las diferencias religiosas complican el mapa de pueblos,
lenguas y culturas. Tito, el dirigente de la guerrilla antinazi, convertido en máximo mandatario, tuvo la habilidad de
mantener unido este mosaico. Con su prestigio y desde la presidencia del Comité Nacional de Liberación, consiguió
para el partido comunista el 90% de los votos en la primera elección de posguerra. Por tanto la historia política
yugoslava tiene un inicio diferente al de las restantes democracias populares, en las cuales el partido comunista hubo
de .luchar con todos los medios por el poder. El Parlamento proclamó la República y aprobó una Constitución de
signo federal, inspirada en la de la Unión Soviética. A partir de 1950 Tito apartó decididamente a su país del modelo
centralista y autoritario del estalinismo, que consideraba corrompido por la burocracia. La Constitución de 1956
aseguraba la autonomía de la gestión social, la independencia del poder judicial y la responsabilidad del ejecutivo ante
el legislativo, rasgos, todos ellos, ausentes de la vida política soviética. La cámara Alta recogía la representación de las
seis repúblicas, la-Baja a los representantes elegidos por los trabajadores del sector público. Al lado de estas
instituciones centrales, cada república tenía su gobierno y su parlamento.
Empero, la originalidad de Yugoslavia estribó más en la organización del trabajo que en los órganos políticos.
Cuando se comprobó el fracaso de la colectivización forzada en el campo el gobierno dispuso -marzo de 1953- que
cada cooperativa decidiera libremente su mantenimiento o disolución, procediendo en este caso al reparto de las
propiedades con la limitación máxima de un lote de 10 hectáreas. La misma organización autogestionaria se trasladó
alas fábricas. Fueron los campesinos o los obreros los que designaron los comités técnicos y los comités de control.
Al mismo tiempo en las cúpulas del partido y para impedir la esclerosis se impuso el principio de la rotación. Los
resultados fueron discutibles. El modelo autogestionario produjo caos en algunos sectores y un fuerte proceso
inflacionario, que provocó en respuesta un movimiento de protesta social, reacción insólita en el controlado mundo
de las democracias populares. Pero es indudable que la corrección de la experiencia de la colectivización del campo
indica que se antepuso el realismo al dogma, a diferencia de lo que ocurría en la URSS y en las restantes repúblicas
populares.
El distanciamiento del modelo soviético suponía una «herejía política» a los ojos de Stalin, y las relaciones se
deterioraron progresivamente. En mayo de 1948 la sede de la Kominform, el órgano ideológico de la III
Internacional, se transfirió de Belgrado a Bucarest y se votó la exclusión del país hereje. La sentencia condenatoria se
publicó el 28 de junio en el diario checo Rudé právo, y dos días después, con la consiguiente réplica, en Barba,
órgano del partido comunista yugoslavo. Pero inútilmente llamó la Kominform a la revuelta a la población yugoslava,
que se unió en torno a su dirigente. Esta independencia le granjeó la simpatía y la ayuda de las potencias occidentales
y convirtió a Belgrado ya Tito en el campeón de los llamados países no alineados.
337
créditos de sus entidades financieras y gobiernos. En junio del año 1975 en Budapest se inició el estudio de medidas
de más amplio alcance, que implicaban nuevos pasos en el progreso de la integración económica del bloque.
Militar. En mayo de 1955, se firma, como réplica a la adhesión de la Alemania occidental a la OTAN, el
Pacto de Varsovia (URSS, Albania, Bulgaria, Hungría, RDA, Polonia, Rumania y Checoslovaquia), que establece las
bases de un sistema de seriedad colectiva: en caso de agresión armada contra uno de los signatarios se prevé la
asistencia inmediata por todos los medios, incluido el uso de la fuerza. Este documento implica el reconocimiento de
la solidaridad de destino de los países socialistas y. como en el caso del COMECON, la subordinación de la política
militar a la URSS; a Breznev se ha achacado la promulgación de la tesis de la .soberanía limitada», si bien sólo
ocasionalmente se expresó en términos que reducían la independencia nacional de sus aliados.
Cultural. Los intercambios intelectuales constantes entre los países socialistas se recogen en tratados bilaterales
o colectivos; el artículo 3 del Pacto de Varsovia afirma la disposición de reforzar «los lazos económicos y culturales
existentes»; la declaración final de la conferencia del COMECON en 1969 proclama que «las relaciones económicas,
científicas y técnicas entre los países miembros reposan sobre principios de un tipo nuevo, a saber el
internacionalismo socialista, la igualdad completa". Izvestia ha hablado de la creación del Mercado común de la
cultura.
-Ideológico. Aunque la Komintern se disolvió en 1943 y la Kominfonn sólo existió de 1947 a 1956 Moscú se
esforzó en monopolizar las directrices de la táctica y la ortodoxia doctrinal del comunismo. En este campo sus
dificultades fueron cada vez de mayor envergadura. En 1960 el partido comunista chino reveló sus divergencias y
terminó separándose de la constelación de naciones sovietizadas; en 1963 se produce la ruptura de Moscú con la
prochina Albania; Yugoslavia no se incorpora a la familia socialista y Rumania se desvincula en algunos campos, o al
menos mantiene cierta independencia en su política exterior; los partidos comunistas de las naciones occidentales se
inclinan por emanciparse de las directrices rusas, como recoge uno de los documentos doctrinales más importantes
del socialismo de posguerra, el testamento de Togliatti. La conferencia de Moscú de junio de 1969 se negó a
condenar a China y rechazó el axioma de que la revolución debiera tener un solo centro y un modelo único.
En cualquier caso el seguimiento de las orientaciones de la URSS fue estricto. En la época de liberalización de
Kruschev surgió en Occidente una corriente denominada «eurocomunismo», que postulaba la colaboración con otras
fuerzas de izquierda y por tanto el apoyo a modelos pluralistas. Pero la involución de Breznev aunque no las
extinguió las dejó sin apoyo. La disciplina que la URSS impuso a otras naciones constituye un fenómeno singular de
la posguerra. Probablemente se trató de un imperialismo de nuevo cuño, enmascarado por su condición de patria del
proletariado.
DOCUMENTOS
I. TESTAMENTO POLÍTICO DE TOGLIATTI
Conviene valorar las posiciones marcadas en este importante documento. Algunos puntos: libertad intelectual
(investigación, creación), defensa de las instituciones democráticas, vía pacífica hacia el socialismo, coordinación pero
autonomía de los partidos comunistas nacionales (¿implica ruptura con la III Internacional y los 21 puntos de
Lenin?), preocupación por el proceso descolonizador y el Tercer Mundo. Referencia al XX Congreso. Algunos
puntos suponen una auténtica ruptura dentro del monolitismo del mundo del Este.
“...Asimismo en el mundo de la cultura (literatura, arte, investigación científica. etcétera) las puertas deben ser
abiertas en gran parte, en la actualidad, para la penetración comunista. Resulta que en el mundo capitalista se crean
condiciones que tienden a la liquidación de la libertad de la vida intelectual, de la libre creación artística y del
progreso científico. Somos nosotros quienes debemos convertimos en los campeones de la libertad de la vida
intelectual, de la libre creación, artística y del progreso científico. Esto exige que nos opongamos abstractamente
nuestros conceptos a las otras tendencias ya las otras corrientes; pero hace falta el diálogo con estas corrientes y tratar
de profundizar, gracias a esto, en los problemas de la cultura, tal y como se presentan en el día de hoy. Esos que en la
actualidad se encuentran más lejos de nosotros en los diversos dominios de la cultura, en la filosofía, en las ciencias
históricas y sociales, no son de ninguna manera nuestros enemigos o los agentes de nuestros enemigos. Es en la
comprensión mutua, adquirida a través de un debate permanente, como nosotros podemos alcanzar la autoridad y el
prestigio, y lo que nos ha de permitir, al mismo tiempo, desenmascarar a los verdaderos enemigos, los falsos
pensadores, los charlatanes de la expresión artística y así sucesivamente. Una ayuda muy grande en este sentido podría
venirnos -pero no nos ha venido todavía- de los países donde ya nos encontramos dirigiendo toda la vida social.
Y dejo a un lado, para ser breve, otros muchos argumentos a los que se podría hacer frente.
En general nos basamos, y estamos siempre convencidos de que será necesario que nos basemos, en la
elaboración de nuestra política, en las posiciones del XX Congreso. Pero estas posiciones, en las condiciones de estos
días, deben ser ellas mismas objeto de profundización y desarrollo. Por ejemplo, una reflexión más profunda de la
posibilidad de llegar al socialismo por una vía pacífica nos obliga a precisar qué es para nosotros la democracia en un
Estado burgués. Cómo se pueden ensanchar las fronteras de 1ª libertad y las instituciones democráticas y cuales son
las formas mas eficaces de participación de las masas obreras y laboriosas en la vida económica y política. De esta
338
manera se plantea la cuestión de la posibilidad, para las clases laboriosas, de conquistar posiciones de poder en el
cuadro de un Estado que no ha cambiado su naturaleza de Estado burgués y de la posibilidad de luchar por una
transformación desde el interior de esta naturaleza de Estado burgués. En los países en que el movimiento comunista
es tan fuerte como en el nuestro (y como en Francia), esta es la cuestión fundamental que hoy se plantea en la lucha
política. Esto implica, naturalmente, una radicalización de esta lucha, de lo cual dependen las perspectivas ulteriores.
Una conferencia internacional podría, sin duda, ayudar para la mejor solución de estos problemas, pero el
deber de darles un desarrollo más pro- fundo y de llegar a su resolución es esencialmente de la competencia de los
diferentes partidos. Se puede incluso temer que la adopción de fórmulas generales y rígidas no deje de constituir un
obstáculo. A mi entender, en el cuadro del desarrollo histórico actual y de las perspectivas generales (avance y victoria
del socialismo en el mundo entero), las formas y las condiciones concretas del avance y de la victoria del socialismo
serán hoy y en el porvenir próximo muy diferentes de lo que han sido en el pasado. De igual manera, las diferencias
de un país a otro son muy grandes.
Cada partido debe saber marchar de una manera autónoma. La autonomía de los partidos, que nosotros
afirmamos con firmeza, no es sólo una necesidad interna de nuestro movimiento, sino una condición esencial de
nuestro desarrollo en las condiciones actuales.
Nos opondremos, sin embargo, a toda idea de crear una nueva organización internacional centralizada.
Afirmamos firmemente la unidad de nuestro movimiento y del movimiento obrero internacional, pero esta unidad
de- be ser realizada en la diferencia de las posiciones políticas concretas correspondientes a la situación y al grado de
desarrollo de cada país. (...) Creemos que deben ser empleados los medios siguientes: contactos más frecuentes e
intercambios de experiencias entre los partidos en gran escala; reuniones colectivas para estudiar los problemas
comunes a ciertos grupos de partidos; reuniones internacionales para el estudio de los problemas generales de la
economía, la filosofía, la historia, etcétera…
Por otra parte, somos partidarios de los debates, incluso públicos, entre los partidos y sobre los problemas de
interés común, a fin de interesar en ellos a toda la opinión pública; lo que exige, bien entendido, que el debate se
desarrolle dentro de las formas correctas, ¡y nunca con la vulgaridad y la violencia empleadas por los albaneses v los
chinos! “
“Huelga decir que el papel y la forma de participación de todas estas fuerzas diversas en el proceso
revolucionario mundial no son iguales. Sus intereses subjetivos son distintos en muchos aspectos, pero, puesto que
todas ellas se pronuncian directa o indirectamente contra el imperialismo y la reacción, contribuyen objetivamente al
acercamiento de la victoria del socialismo a escala mundial.
El Programa del PCUS subraya a este respecto: .Las revoluciones socialistas, las revoluciones antiimperialistas
de liberación nacional, las revoluciones democráticas populares, los vastos movimientos campesinos, la lucha de las
masas populares para derrocar los regímenes fascistas y otras tiranías, los movimientos democráticos generales contra
la opresión nacional, todo ello se funde en un solo proceso revolucionario mundial que mina y destruye al
capitalismo.”
B. KOVA: La etapa contemporánea del proceso revolucionario mundial, continuación de la obra del Gran
Octubre. En el Gran Octubre y la época contemporánea. Moscú, Progreso, 1979
3. EL PACTO DE VARSOVIA
Coméntese la introducción como un documento característico de la guerra fría. Analícese el art. 4 con sus
implicaciones militares, y el 5 con el Mando Unificado. ¿Ofrece alguna base para la doctrina brezneviana de la
Soberanía Limitada el art. 6?
“Pacto de Varsovia, de 14 de mayo de 1955
Las partes Contratantes, reafirmando su aspiración de crear un sistema de seguridad colectiva en Europa,
basado en la participación de todos los Estados europeos, con independencia de su régimen social y político, que les
permitiría unir sus esfuerzos en el interés de asegurar la paz en Europa;
Teniendo en cuenta, a la vez, la situación creada en Europa por la ratificación de los acuerdos de Paris, que
prevén la formación de un nuevo grupo militar bajo la forma de Unión de la Europa Occidental., con participación
de una Alemania Occidental remilitarizada y con su integración en el bloque nord-atlántico, lo cual aumenta el
peligro de una nueva guerra y crea una amenaza a la seguridad nacional de los Estados amantes de la paz;
Convencidas de que en estas circunstancias los Estados europeos amantes de la paz deben tomar las medidas
necesarias para asegurar su seguridad y promover el mantenimiento de la paz en Europa;
339
Guiándose en los propósitos y principios de la carta de las Naciones Unidas, Deseosas de fortalecer y
desarrollar aún más la amistad, cooperación y asistencia mutua conforme a los principios del respeto a la
independencia y soberanía de los Estados y de la no intervención en sus asuntos internos; Han resuelto concluir el
presente Tratado de Amistad, Cooperación y Asistencia Mutua, y con tal propósito han nombrado sus
Plenipotenciarios:
Quienes, después de haber presentado sus plenos poderes y hallarlos en buena y debida forma,
Han convenido en lo siguiente: Artículo 1.- Las Partes Contratantes se comprometen, conforme a la Carta de
las Naciones Unidas, a abstenerse en sus relaciones internacionales de recurrir a la amenaza o al uso de la fuerza ya
arreglar sus controversias internacionales por medios pacíficos de tal manera que no se pongan en peligro la paz y la
seguridad internacionales.
Art. 2." Las Partes Contratantes declaran que están prestas a participar en el espíritu de una sincera
colaboración en toda acción internacional que tenga por objeto asegurar la paz y la seguridad internacionales, y que
consagrarán por completo sus esfuerzos a la realización de tal objetivo.
A este efecto, las Partes Contratantes tratarán de acuerdo con los otros estados que deseen colaborar en esta
obra, de que se adopten medidas efectivas para la reducción general de armamentos, y para la prohibición de las
armas atómicas, de hidrógeno y otras de destrucción masiva.
Art. 3.- Las Partes Contratantes se consultarán mutuamente sobre todas las cuestiones internacionales
importantes que afecten a sus intereses comunes, con miras al fortalecimiento de la paz y la seguridad internacionales.
Las Partes Contratantes se consultarán inmediatamente cada vez que, en opinión de una de ellas, surja una
amenaza de ataque armado contra uno o varios Estados Partes en el Tratado, a fin de proveer para la defensa
colectiva y de mantener la paz y seguridad.
Art. 4.- En cada caso de ataque armado en Europa contra uno o varios de los Estados Partes en el Tratado,
por cualquier Estado o grupo de Estados, cada Estado Parte en el Tratado, en el ejercicio de su derecho de legítima
defensa individual o colectiva, conforme al artículo 51 de la Carta de las Naciones Unidas, prestará al Estado o
Estados víctimas de tal ataque una inmediata asistencia, individualmente o por acuerdo con los otros Estados Partes
en el Tratado, por todos los medios que considere necesarios, incluso el uso de la fuerza armada. Los Estados Partes
en el Tratado se consultarán inmediatamente sobre las medidas colectivas necesarias para restablecer y mantener la
paz y la seguridad internacionales. Las medidas tomadas de acuerdo con este artículo se comunicarán al Consejo de
Seguridad conforme a las disposiciones de la Carta de las Naciones Unidas. Tales medidas quedarán sin efecto tan
pronto el Consejo de Seguridad haya tomado la acción necesaria para el restablecimiento de la paz y la seguridad
internacionales.
Art. 5.- Las Partes Contratantes han convenido en crear un Mando Unificado de las fuerzas armadas que se
colocarán por acuerdo entre aquéllas bajo sus órdenes, actuando sobre la base de principios establecidos de común
acuerdo. Tomarán, asimismo, cualquiera otra acción concertada que se requiera para reforzar su capacidad defensiva,
a fin de proteger el trabajo pacífico de sus pueblos, garantizar la integridad de sus fronteras y territorios y asegurar la
defensa contra cualquier agresión eventual.
Art. 6. A los efectos de las consultas previstas en este Tratado entre los Estados Partes en el mismo, y para
examinar las cuestiones que surjan en el curso de su aplicación, se crea una Comisión Consultiva Política, en la cual
cada Estado Parte estará representado por un miembro del Gobierno o por otro representante nombrado
especialmente.
Esta Comisión puede crear los órganos auxiliares que juzgue necesarios.
Art. 7.- Las Partes Contratantes se comprometen a no participar en ninguna coalición o alianza, ya no
concluir ningún convenio cuyos propósitos estén en contradicción con los de este Tratado.”
340
comunismo sigue, el ortodoxo de Lenin, la revolución permanente de Trotski, el nacional comunismo de Tito? El
triunfo del comunismo en China en 1949 es un acontecimiento fundamental de la posguerra, ya que afecta al modelo
político en que vive la cuarta parte de la Humanidad, pero no ha significado un refuerzo del bloque soviético. Con
una política exterior hostil a la URSS y hondos disentimientos ideológicos. China se ha movido más como cabeza
del Tercer Mundo que como pieza de un bloque de países totalitarios.
La revolución de 1911, que destrona la dinastía manchú, es el primer intento de modernización de un país
que había mantenido una permanencia secular de sus rasgos. En lucha con una geografía hostil, en la que se combina
la sequedad extrema de las montañas y el riesgo de catastróficas inundaciones en las llanuras fluviales, se ha formado
una sociedad que podríamos definir cuatro notas Que constituyen cuatro aspectos de cualquier programa reformador:
- condiciones económicas, La existencia del campesino chino se ha hallado siempre en un punto marginal. La
población se situaba en el máximo de lo que podía soportar la tierra, el equilibrio se producía de manera inexorable,
muriendo de hambre los que sobraban. El horizonte del hombre ha sido siempre el mismo, hacer las cosas como sus
padres. Brieux ha subrayado la solidaridad del chino ante una naturaleza de proporciones gigantescas: .En este país
superpoblado, ¿cómo aislarse? Habituado a vivir en común, a trabajar en común, no será egoísta como el occidental,
tendrá el espíritu de colaboración, el sentido de la solidaridad."
Condiciones sociales. Tradicionalmente ha habido dos clases, el campesino y el señor feudal. En el siglo XIX
entre ambas se interpone una burguesía mercantil y en los últimos años surgen algunos núcleos de proletariado
industrial. La industrialización es difícil porque el trabajo humano es más barato que el animal y que el de la
máquina.
Condiciones culturales. Lo complicado de la escritura tiene una consecuencia social, es patrimonio de los que
económicamente pueden consagrar muchas horas a su estudio. La reforma ideal es la alfabetización. Pero, ¿qué
dialecto se escogerá?, ¿el de Cantón?, ¿El de Shangai? El resto del país ha de aprender una nueva lengua.
-Condiciones políticas. En un país inmenso existe un exceso de centralización; toda decisión había de ser
avalada por el emperador, lo cual implicaba la imposibilidad de adoptar medidas rápidas. El chino, habituado a
obedecer a un emperador lejano, chino, mongol o manchú, no tiene con- ciencia nacional, de posesión de algo
propio, que contraste con lo extranjero; así se explica que uno de los discípulos de Sun Yat-sen, Wang Ching-wei,
fue colaboracionista con los japoneses. El poder del soberano está reforzado por la obediencia-que predica el
confucianismo, de aquí que los reformadores lo consideren una ideología contrarrevolucionaria. En 1905 Sun Yat-
sen funda el Kuomintang o partido del pueblo, a través del cual programa una triple revolución: nacional, expulsión
de la dinastía manchú; política, instalación de una República y sufragio universal; y social, reparto de tierras a los
campesinos. En 1911 se realizan las dos primeras, con la expulsión de los emperadores y el establecimiento de la
República. Pero no se realiza la revolución social y por otra parte comienza un período de guerras civiles que
impiden la consolidación de una democracia republicana. Las concepciones occidentalistas de Sun Yat-sen resultaban
todavía demasiado exóticas para los chinos. En 1921 Mao Tse-tung funda el partido comunista, que no tarda en
chocar con el ala derecha del Kuomintang, dirigida, desde la muerte de Sun, por Chang Kaí-chek. Preconizaba éste
una República burguesa que no cambiaba las condiciones de vida del campesino; su apoyo era el ejército y las fuerzas
que consideraba armazón de la nueva sociedad china, los comerciantes enriquecidos de Shangaí y Nanking, los
grandes propietarios de la región baja del río Yang-tse. Tras algunas fricciones, en los primeros meses de 1927
Chang ataca a los comunistas y procede a su persecución (las matanzas están relatadas en la novela La condición
humana, de MalraUx).. El descontento de los campesinos aumenta y los rusos titubean entre apoyar al partido
comunista o a la izquierda del Kuomintang. Al producirse la revuelta de la recolección de otoño en Nanchang sólo
los comunistas la apoyan. En diciembre de 1927 se forma una comuna en Cantón, similar a la parisina de 1871, los
revolucionarios consiguen controlar .la ciudad, pero la represión es durísima. Así va imponiéndose dentro del partido
comunista su sector más radical, dirigido por Mao Tse-tung y Chu Teh. El procedimiento que se utiliza es la
constitución de soviets de campesinos, inspirado en la experiencia rusa. El más importante fue el de Juichin, en el Sur,
comarca en la que se suprimió la moneda, se confiscaron los bienes de los nobles y campesinos ricos y se procedió a
una explotación colectiva de la tierra.
El ejército rojo, formado por campesinos armados, crecía: Chang se decidió a exterminarlo definiitivamente.
La ofensiva anticomunista provocó el abandono de Juichin y el inicio de la Larga Marcha, el de octubre de 1934. El
ejército rojo rompe el bloqueo por sorpresa y se dirige hacia el norte, hacia la inexpugnable región del Shensi. Las
principales columnas eran mandadas por Mao Tse tung y Lin Piao. Según el relato de Edgard Snow, Una Estrella
Roja sobre China, las columnas comunistas cruzaron 18 cadenas montañosas, cinco de ellas perennemente nevadas:
atravesaron 24 ríos -el Yang-tse exigió maniobras de «diversión» sutiles, para desorientar a los perseguidores-, y 12
provincias distintas. La mayor parte de los 120.000 expedicionarios pereció en el intento, pero otros campesinos les
reemplazaban, La Larga Marcha se convirtió en un mito enarbolado por los comunistas como propaganda.
Instalados en el Shensi, organizaron un Estado sin propiedad privada. Con la invasión japonesa de 1937 otra
vez se reinició la colaboración entre comunistas y nacionalistas, pero se trataba sólo de un paréntesis. Al terminar la
guerra, en 1945, los comunistas han organizado en extensas zonas soviets de campesinos y se encuentran en
condiciones de aspirar a enfrentarse a los nacionalistas.
341
2. LA GUERRA CIVIL
En 1945 el país se encuentra con una economía destrozada, tras ocho años de guerra y ocupación. Pero en vez
de la reconstrucción se inicia la guerra civil. Veamos la situación de los dos bandos.
Desde el punto de vista político el Kuomintang está muy lejos de ser un bloque monolítico. A la derecha los
hermanos Chen creen que la salvación de China estriba en la vuelta a la tradición de Confucio, en el centro los
generales de la academia militar de Whampoa son leales a Chang Kai-chek, a la izquierda se sitúa un grupo de
financieros y técnicos liberales. En el sector comunista un grupo, alrededor de Mao, postula la dirección del partido;
otro, en torno a Lin Piao, la del ejército; en medio, el denominado grupo de los oportunistas, en el que descuella Chu
En-laí, mantiene una estricta neutralidad. El 80 por 100 de los chinos son campesinos, de los cuales sólo un 20 por
100 propietarios. Ante esta realidad social los nacionalistas del Kuomintang se limita a decretar una ley que sitúa las
tarifas de arriendo en un nivel razonable; los comunistas proceden a repartos de tierras ya campañas de alfabetización,
por el procedimiento directo de enseñar en cada pueblo el que conoce los signos fundamentales a los demás, de
divulgar rudimentos de higiene, etc. En el campo económico el problema más grave para los nacionalistas es la
inflación; tratan de basarse en una industrialización todavía precaria y arruinada por la guerra. Los comunistas
pueden prescindir del dinero y apoyarse en una economía natural, de base agraria, lo que está favorecido por sus bases
socia- les rurales. Aunque el poder político y la potencia militar parecen estar en manos de los nacionalistas las bases
socioeconómicas de los comunistas son más auténticas. A pesar de que Chang dispone de un ejército de tierra de dos
millones y medio de soldados, además de tropas provinciales a sueldo de los .señores de la guerra», y de marina, y los
comunistas no poseen otra fuerza armada que 300.000 soldados, de los cuales sólo la mitad tiene armas de fuego, en
ningún momento los nacionalistas obtienen triunfos que puedan considerarse decisivos.
Fitzgerald ha señalado como una constante de la historia militar de China dos planteamientos estratégicos: el
horizontal, consistente en ocupar una zona paralela al río Amarillo, desde el Shensi a la costa, y el vertical, consistente
en la conquista de una franja norte-sur para expulsar a los enemigos hacia el interior, hacia el oeste, Mao, gran
conocedor de la historia militar china (en 1936 escribe La estrategia de la guerra revolucionaria china), intentó por
sorpresa el plan horizontal en 1945, pero la ayuda norteamericana a Chang se lo impidió. El general Marshall intentó
una tregua, pero fue violada.
Que la superioridad militar de los nacionalistas era inoperante por la hostilidad de los campesinos, en un país
rural, lo prueban las operaciones del año 1946. Los éxitos militares no tienen valor logístico y en cambio se produce
la bancarrota nacionalista y se incrementa la indisciplina de sus soldados. Por otra parte, la corrupción del régimen de
Chang inutilizaba la ayuda americana, las medicinas se vendían, se especulaba con los alimentos e incluso muchas
armas eran vendidas al ejército enemigo. En esta situación es explicable la fulminante ofensiva comunista de 1947, en
Manchuria, en el Hopei y Shansi, en Shantung; los desastres de los nacionalistas son continuos, hasta la pérdida del
norte del país. En un discurso Mao formula una observación muy interesante; en las zonas ocupadas por los
comunistas no se lucha, sólo hay guerra en las ocupadas por los nacionalistas. Puede deducirse que es el apoyo
popular el que inclina la balanza. El año 1948 es el decisivo. En mayo los comunistas llegan a las puertas de Shangai
y Nanking, controlan la mitad norte del país y empiezan a disponer de superioridad militar, dirigidos con pericia por
Chu Teh.
De marzo a abril de 1949 se abre un periodo de negociaciones, que, al fracasar, desembocan en la gran
ofensiva final, iniciada el 20 de abril. En el desmoronamiento nacionalista influyen los focos de guerrillas, que
controlan áreas extensas y estratégicas del sur. El avance es fulgurante. Shangai, a cuyas inmediaciones habían llegado
los comunistas hacía ya un año, es cercado totalmente el 16 de mayo, el 25 entran en la ciudad, y hacen más de
100.000 prisioneros. En octubre toman Cantón -en sólo cinco meses han ocupado casi la mitad de la China litoral- y
a continuación Amoy, el oeste y Hainan. Los nacionalistas quedan reducidos a Formosa y el rosario de islas que la
defienden.
344
1958. casi un 40 %. 1958 fue además un año récord en la producción agrícola; la experiencia de la comuna se
inaugura, por tanto, con la fiebre del éxito.
Los inconvenientes aparecieron pronto: los intelectuales se resistían a la labor de adoctrinamiento que se
llevaba acabo en el seno de las comunas, los campesinos protestaban de la pérdida de la propiedad privada, faltaba
equipo industrial, las cosechas no fueron buenas, en parte por razones meteorológicas. Los productos de los altos
hornos rurales eran mediocres; la industrialización del campo resultaba mucho más compleja de lo que habían
imaginado los líderes del comunismo chino. Y la naturaleza dejó de colaborar con los sueños revolucionarios; la
cosecha de 1959 fue mediocre; las de 1960 y 1961, desastrosas, con el hundimiento de los cereales desde los 250
millones de toneladas a 160 millones en 1960 y 180 en 1961. Hubo que establecer un severo racionamiento y
comprar cereales en Canadá. Australia y Francia. La crisis agraria arrastró inmediatamente al marasmo a la industria
asociada; en 1962 numerosas fábricas tienen que cerrar. El hambre reaparece; en 1961 la dieta alimentaria se calcula
en 1.800 calorías; aunque en Occidente las noticias han llegado difusas, se sabe que en muchas comarcas fue elevado
el número de muertos por hambre.
La catástrofe ha sido provocada, en primer lugar, por las adversidades del clima, pero también por fallos
humanos, deficiencias de planificación, absurdos estadísticos (se pensaba pasar de 350 millones de toneladas de
cereales en 1958 a 525 millones en 1969) y procedimientos compulsivos que provocaron resistencias.
El fracaso del «gran salto adelante, suscita cambios profundos. En política internacional se inicia la tensión
con la Unión Soviética; en 1960 Kruschev retira los técnicos soviéticos, lo que aumenta las dificultades económicas.
Las fricciones entre las dos potencias socialistas tienen raíces diversas. Entre ellas existen contenciosos territoriales,
pero son más importantes las diferencias doctrínales y estratégicas, al resistirse los chinos a ser una pieza más del
bloque soviético, y los rusos a facilitar la investigación atómica a los científicos de Pekín. En los momentos de crisis,
como la de Quemoy en el verano de 1958, cuando los chinos invaden islas del cinturón defensivo de Formosa, la
URSS se desentiende de su aliado asiático. La ruptura con Moscú se acerca, lo que provoca fisuras dentro del partido
comunista chino. El enfrentamiento entre dos tendencias es cada vez más claro: un sector derechista, a cuya cabeza se
encuentra Liu Chao-chi. se inclina por el modelo ruso de prepotencia estatal y primacía del partido comunista; otro
grupo, encabezado por Mao y Lin-Piao, que se apoya en el ejército, busca una vía china hacia el comunismo, la
aceleración de la transformación del país mediante su movilización revolucionaria. En este punto reside su diferencia
más radical; el sector derechista se centra en el control del partido; el sector maoísta apela a una revolución
permanente y tensa del pueblo, al que se estimula con sucesivas campañas.
La política económica debe revisarse inevitablemente. En el otoño de ¡960 se da marcha atrás; se reduce la
dimensión y complejidad de las comunas; se reponen brigadas de trabajo, de sistema antiguo, especializadas en un
solo trabajo, y restauran heredades y salarios familiares. La industria pierde su posición privilegiada. El XI pleno del
Comité Central enero de 1961 resuelve otorgar prioridad a la agricultura y en el campo industrial anteponer la
industria ligera, de bienes de consumo, a la pesada, de bienes de equipo. No se renuncia a industrializar el país, pero
se considera que la lucha contra el hambre ha de afrontarse en una primera fase con el vuelco de las inversiones hacia
el campo.
La política demográfica experimenta un viraje de 1800; a comienzos de 1962 se abandona oficialmente el
antimalthusianismo. Durante el «gran salto» se sostiene la fórmula optimista de «cada boca que nutrir son también
dos brazos"; ahora se inician fórmulas de control del crecimiento vegetativo de la población, estimulando a los
jóvenes al retraso en la edad del matrimonio, a los matrimonios a la disminución del número de hijos, y se procede a
la difusión de los métodos anticonceptivos, hasta entonces considerados como una ignominia del capitalismo.
La ruptura Pekín-Moscú desborda, el marco de las relaciones bilaterales y termina jugando un papel clave en
el mundo de los años 60. Estalla la escisión en junio de 1963. en una carta del partido comunista chino al soviético,
en la que se enumeran en 25 puntos las discrepancias: los chinos critican la coexistencia pacífica, por entenderla como
un acuerdo entre superpotencias que paraliza la revolución mundial; atacan el monopolio atómico y desprecian el
potencial del arsenal de los Estados Unidos «tigres de papel» les parece excesivo el alcance de la desestalinización y la
lucha contra el culto ala personalidad; repudian la concepción de un partido comunista nacional como líder mundial.
Los rusos replican con una nota en la que recuerdan la ayuda prestada a la China Popular, resaltan los logros de la
revolución soviética y consideran suicida el desprecio del potencial militar de los Estados Unidos.
La ruptura entre la URSS y China provoca la del comunismo; siguen a Pekín Albania. Vietnam. Corea.
Indonesia; a Rusia, los restantes, aunque con titubeos de Cuba y Rumania; se escinden los partidos comunistas de
Perú y Ceilán. Las explicaciones de este acontecimiento trascendental oscilan desde el conflicto de culturas o
ideológico, la confrontación de dos revoluciones en diferente etapa de desarrollo, hasta reducirlo a la disputa por la
hegemonía del comunismo mundial. No puede sorprender que con mayor fuerza que en otros partidos nacionales la
ruptura provoque la división interna del partido comunista chino.
La fase más enigmática, a los ojos de los observadores occidentales, de este proceso revolucionario en el cual se
suceden impulsos y retrocesos y alternan éxitos y fracasos, es la denominada "revolución cultural". El elemento
desencadenante pudo ser el choque de los dos sectores del partido y la eliminación del grupo prosoviético de Liu
Chao-chi, pero en su dinámica llega mucho más allá y parece una llamada a las masas para que se alcen contra las
345
limitaciones del partido. Se trata sin duda de un fenómeno sorprendente: la apelación por algunos dirigentes de la
revolución para que los gobernados se rebelen contra los gobernantes. Tras la comprobación por Mao de que no es
aplicable en una nación de territorio inmenso el modelo de la Comuna parisina, de que no es posible convertir China
en un mosaico de miles de comunas, piensa no obstante que las aspiraciones de las bases son más avanzadas que los
cuadros dirigentes, que la dinámica del partido desemboca en el aburguesamiento y en un sistema afectado por
algunos virus del capitalismo llega a hablar de los «dirigentes que han tomado la vía capitalista.- y que para encauzar
definitivamente la revolución ha de instaurarse una democracia de masas, para la que se utilizó en los primeros
momentos el término de «democracia extensiva.. La decisión de un nuevo salto adelante, que esto viene a ser la
revolución cultural, es adoptada por el Comité Central del Partido en sesión de 8 de agosto de 1966; el día 1.2 se
comunica a la XI sesión plenaria. Mao apoya inmediatamente el programa, Chu En-lai dice que se trata «de abolir
finalmente y para siempre la burguesía y el capitalismo por medio de una prolongada lucha de clases. Los motivos
que se alegan para el lanzamiento del programa son dos: las fricciones con la URSS, que no es el verdadero modelo
de comunismo, y el enlace con el salto adelante de 1958, o nuevo intento de alcanzar la industrialización rural.
En los dieciséis puntos que el Comité Central aprueba el 8 de agosto de 1966 se resalta como clave la libre
expresión política de las masas, cuya actividad se estimulará mediante órganos de poder en las fábricas, minas,
empresas, barrios de ciudades, establecimientos de enseñanza, pueblos. La asunción del poder por el pueblo
culminará en «un sistema de elección general semejante al de la Comuna de París.; los miembros elegidos pueden en
todo momento ser criticados o revocados (punto 9). Los dirigentes del partido deben impulsar a las masas ala critica
de los errores (punto 3) pero, en definitiva, son éstas las que deciden, las que se liberan a sí mismas y «se educan en el
movimiento, (punto 4).. Con la fermentación de las bases se podrá conseguir la transformación de la superestructura,
donde están incrustados residuos de ideología burguesa; en particular será necesario proceder a «reformar el sistema
de enseñanza, la literatura, el arte. (Puntos 1 y 10).
En las principales ciudades de China surgen comités populares que lanzan programas de reforma y amenazan a
las autoridades que obstaculicen el impulso del pueblo. Sólo en esta original fase de esta original revolución pueden
leerse proclamas de este tono: «Todas las autoridades financieras tienen que ser vigiladas por la minoría. “Todos los
órganos del partido y la policía tienen que cumplir estos puntos”. A quien viole estos puntos se le tendrá por un
saboteador de la Revolución Cultural., «El pequeño puñado de personas de dentro del partido que conserva
posiciones en el poder y que va por el camino capitalista, echa mano de nuevos complots. Este puñado se ha
confederado con las fuerzas capitalistas de la sociedad. Repudio de la estructura vertical del poder y afirmación del
control por las bases constituyen las dos coordenadas de la auténtica dictadura del proletariado frente a la dictadura
sobre el proletariado que en una fase histórica instauró la burguesía tras su revolución y en otra fase el partido
bolchevique, el cual ha olvidado en Rusia los objetivos prístinos de la revolución social. La sociedad sin clases queda
reflejada en este punto del programa de la minoría obrera de Shangai: «Estudiantes y escolares tienen que vivir
juntamente con obreros y campesinos, para que con ello su modo de ver el mundo pueda ser cambiado. La lectura de
estas tres líneas justifica, por sí sola, el adjetivo cultural con que se define esta fase de la transformación de China.
9. LA REFORMA DE LA REFORMA
Dos etapas de la revolución con dos protagonistas plantean de nuevo la pregunta sobre el futuro. ¿Subsistirá la
política de reformas paulatinas con el objetivo del desarrollo económico después de Deng? Surge la incertidumbre
que planteo la desaparición de Mao en 1976. La vía elegida por Deng de modernización económica sin
modernización política, de desarrollo sin democracia, se ha mostrado incierta. La represión de Tiananmen, la toma
cruenta por el ejército de la gran plaza de Pekín, ocupada por la muchedumbre, el 4 de junio de 1989, lo demuestra.
A partir de esta fecha se volvió a una política de represión.
Las manifestaciones populares de la «primavera de Pekín», iniciadas por estudiantes y continuadas por
obreros, reflejaban el deseo de que la tímida liberalización de la economía fuera seguida por reformas políticas. Pero
se impuso el sector más inmovilista del partido y la represión fue severa. Zhao Ziyang, primera Víctima política,
perdió la secretaría. Esta involución deja pendientes problemas complejos: 1. ¿Se repetirá el enfrentamiento directo
ejército-pueblo? Fue el primer episodio de estas características en la historia de la revolución china. Porque los
enfrentamientos de la revolución cultural habían tenido carácter de lucha civil. 2. ¿Se interrumpirá la reforma
económica y la apertura al exterior? Las dos cosas están relacionadas. La tasa de crecimiento ha descendido a partir de
1989 aunque desde 1992 se ha iniciado la recuperación. 3. ¿Quién se hará con el poder a la muerte de Deng? Podría
repetirse la situación de 1976 e imponerse los reformistas. Pero podrían imponerse los inmovilistas, los que están
dispuestos a reformar la reforma o, dicho de otra manera, a frenarla, a impedir que China tenga su perestroika.
350
DOCUMENTOS
LA REVOLUCIÓN CULTURAL
Resaltar en el primer documento los puntos definitorios, por ejemplo, el 6, y ordenar los diferentes aspectos
de la revolución cultural. Comentar el aspecto político de esta experiencia basándose en el segundo documento.
Los diez puntos de la minoría obrera de Shangai (diciembre de 1966)
“1. Todos los obreros, cuadros y estudiantes tienen que seguir la indicación de activar la producción y
controlar firmemente la Revolución». No pueden abandonar el puesto de trabajo y deben ser un ejemplo.
2. Todos los obreros, cuadros y discípulos deben regresar en seguida a Shangai, para llevar a cabo su
Revolución y cumplir el plan.
3. Todo el material probatorio, firmado por los funcionarios del Partido de todos los niveles, debe dejar de
valer a partir de hoy. Todo el dinero para viajes que se había entregado tiene que ser devuelto.
4. El dinero disponible de todas las unidades tiene que ser provisionalmente congelado. Todas las autoridades
financieras tienen que ser vigiladas por la minoría; con ello, la economía no está expuesta.
5. Para que la orientación de la lucha no se vea abandonada, todos los arreglos sociales y salariales tienen que
ser tratados después de la R. C.
6. Estudiantes y escolares tienen que vivir juntamente con obreros y campesinos, para que con ello su modo de
ver el mundo pueda ser cambiado.
7. Las viviendas y habitaciones de los capitalistas no pueden ser sencillamente ocupadas. Eso debe quedar
regulado por la Ciudad. Quien haya ocasionado eso, debe ser castigado. Las gentes que las hayan ocupado tienen que
abandonar estas viviendas en el curso de una semana.
8. Para consolidar la dictadura del proletariado, toda la gente que está en contra de Mao Tsé tung, Lin Piao y
el Grupo de C. C. para la R. C. tiene que ser inmediatamente arrestada por la policía. Saqueadores y camorristas
tienen que entregar de inmediato lo robado. Los tozudos deben ser castiga- dos.
9. Todas las organizaciones de la minoría deben dar buen cumplimiento a estos puntos y todas las máquinas
de la propaganda deben ser puestas en actividad.
10. Todos los órganos del Partido y la policía tienen que cumplir estos puntos. Quien viole estos puntos, se le
tendrá por un saboteador de la Revolución cultural
Circular urgente de 9 de enero de 1967
Actualmente, ya que la Gran Revolución Cultural Proletaria en Shangai ha entrado en la fase decisiva de la
lucha entre dos líneas y que el comité ciudadano del Partido en Shangai, que seguía obstinadamente la línea
reaccionaria burguesa, está abatido, el pequeño puñado de personas de dentro del Partido que conserva posiciones en
el poder y que va por el camino capitalista, echa mano de nuevos complots. Este puñado se ha confederado con las
fuerzas capitalistas de la sociedad y hace uso de las ventajas económicas para variar la orientación general de la lucha
y sublevar a las masas para que luchen entre ellas. De este modo algunas fábricas han sido paradas y el tráfico
ferroviario y callejero interrumpido. Ha llegado incluso hasta instigar a los obreros portuarios a que depusieran su
trabajo, por lo que el trabajo en el puerto es entorpecido y la reputación internacional de nuestro vais, dañada.
Despilfarra a capricho el dinero... “
En BLUMER: La revoluciál...págs. 271-273.
353
especializados completan el organigrama de la 6Nu: Consejo económico y social. Consejo de Tutela, Corte
Internacional de Justicia.
Los secretarios, por dirigir el único órgano permanente, han ejercido notable influencia sobre la marcha de la
sociedad internacional, y su personalidad ha constituido el símbolo de sus diferentes períodos. El primer secretario, el
noruego Trygve Lie, anticomunista acérrimo, como se comprueba en cada página de sus memorias, es un signo de la
guerra fría, del enfrentamiento Occidente-Mundo comunista; por su militancia. se granjeó la animadversión de la
Unión Soviética, lo que provocó su no reelección. El sueco Dag Hammarskjold y el birmano Thant han ocupado el
período de la distensión, período en el que la ONU consagró sus energías a programas de cooperación en diferentes
órdenes. El austríaco Kurt Waldheim coincide con una auténtica universalización de la ONU al ingresar la China
comunista (1971) y las dos Alemanias (1973), una actuación arbitral más comprometida del secretario en los
conflictos y el reconocimiento de la necesidad de la organización. Los siguientes secretarios, el peruano Pérez de
Cuéllar y el egipcio Boutros Ghali, personifican la sucesión de la responsabilidad en los diferentes continentes.
Al paralizarse el Consejo de Seguridad por la utilización del veto aumento el papel de la Asamblea general. El
veto constituyo, en los primeros años, para Rusia el recurso compensatorio, ya que los Estados Unidos podían contar
con el apoyo de Europa occidental y de las Repúblicas latinoamericanas. En 1955 fueron admitidos 15 nuevos
miembros, unos de la órbita soviética (Albania, Bulgaria, Hungría, Rumania), otros occidentales (España, Italia,
Austria. Portugal), pero a partir del año siguiente el flujo de nuevos miembros corresponde fundamentalmente al
Tercer Mundo. En 1960 ingresan 16 Estados africanos y cada año de la década de los sesenta se señala por el de
naciones del Asia y África. En 1978, de los 151 países miembros 50 eran africanos. 34 de, Asia, 31 europeos. 30 del
continente americano y 6 de Oceanía. 110 corresponden a países en vías de desarrollo; la influencia de los pequeños
países no ha dejado de crecer, y con ella ha descendido el entusiasmo de los fundadores, los sueños de
instrumentalización que en principio albergaron las grandes potencias.
Muchos son los obstáculos que impiden un funcionamiento eficaz de esta gran sociedad internacional. El
Consejo de Seguridad puede ser paralizado por los vetos. la noción de agresión no se definió hasta 1974, no existe
una fuerza internacional armada, las naciones cOn frecuencia hacen caso omiso de sus resoluciones. Pero es indudable
que ha solucionado algunas tensiones de la guerra fría. o al menos ha impedido que degeneraran en guerra abierta; ha
contribuido poderosamente a la emancipación política del Tercer Mundo; constituye un foro mundial en el que se
escucha la voz de todos los pueblos. Con razón U Thant lo calificó de .gran Parlamento de la humanidad, ante el
cual se exponen los males, las injusticias y las aspiraciones del hombre».
354
unión económica, Secretaria General, Tribunal de Justicia, dio la pauta a los europeístas sobre la malla que habria de
preverse a escala continental.
Antes de la constitución de las llamadas Comunidades europeas deben citarse otros intentos de
institucionalización supranacional, como el Consejo de Europa, la Unión Europea Occidental, el Consejo Nórdico, o
la EFFA, tratado paralelo pero menos ambicioso, y en consecuencia frustrado, que el Mercado Común. Evitando una
exposición reiterativa reparemos en los intentos más significativos. La primera gran tentativa de unificación del
continente se afronta en el congreso de La Haya de 1948, donde se adopta la siguiente resolución política:
«Ningún esfuerzo para reconstruir Europa sobre la base de soberanías nacionales, rígidamente divididas,
puede tener éxito..
Las naciones de Europa deben crear una unión política y económica para mantener su seguridad, su
independencia económica y su progreso social; para este fin, los Estados deben acordar la fusión de algunos de sus
derechos soberanos».
Al año siguiente se firma, el 5 de mayo, en Londres el tratado fundacional del Consejo de Europa, por diez
Estados democráticos de Europa occidental: Noruega, Suecia, Dinamarca, Reino Unido, Irlanda, Países Bajos,
Bélgica, Luxemburgo, Francia e Italia, a los que posteriormente se adhirieron Grecia, Turquía, Islandia, República
Federal de Alemania, Austria, Chipre, Suiza, Malta, Portugal y España. En Estrasburgo se fija la sede del organismo,
que exige de sus miembros el funcionamiento de instituciones democráticas; de ahí el retiro, -ante la inminente
expulsión- de la Grecia de los coroneles en 1969, hasta su reintegración en 1974, cuando se habían restablecido
plenamente las libertades democráticas. Objetivo básico del Consejo es, por tanto, la defensa de los principios de la
democracia, y en segundo termino el fomento de la cooperación entre los miembros en los terrenos económico,
cultural, científico y jurídico. La salvaguardia de los derechos de los ciudadanos se reforzó con el convenio firmado
en Roma en 1950, en el que se especifica con mayor detalle-que en la declaración de Derechos del Hombre que
adoptó la Asamblea de las Naciones Unidas en 1948 la relación de los que todos los gobiernos deben respetar .El
Consejo puede entender en reclamaciones de unos Estados contra otros, pero más innovadora resulta la posibilidad
de escuchar quejas de particulares contra Estados, siempre que previamente el Estado afectado haya reconocido la
competencia de la Comisión al respecto. Las demandas individuales han sido mucho más numerosas; por ejemplo,
Bélgica tuvo que revisar su código penal al declarar el Consejo no atenidas a derecho algunas disposiciones en materia
lingüística.
De objetivos más restringidos, casi estrictamente militares, debe citarse la Unión Europea Occidental. A
principios de siglo Inglaterra y Francia habían firmado acuerdos relativos a la solución de los problemas coloniales,
que generaron la aproximación diplomática que culmina en la «Entente Cordial». En marzo de 1947 firman las dos
potencias en Dunquerque, lugar de la derrota conjunta frente a Alemania en la campaña del Oeste, un tratado
defensivo, al que se incorporaron al año siguiente los países del Benelux. El Pacto de Bruselas o Pacto Occidental
prevé medidas frente al rearme alemán, con objeto de impedir que se produzca otra vez la superioridad militar
germana. Posterior- mente en París se ampliaron las cláusulas de la cooperación militar a cuestiones económicas y
sociales. Al surgir la NATO este engranaje militar perdió su razón de ser, mientras la OECE asumía los proyectos de
cooperación económica del Pacto Occidental,
Más restringido es el ámbito geográfico del Consejo Nórdico, en el que se integran representantes de los
parlamentos nacionales de Suecia, Noruega, Dinamarca, Finlandia e Islandia; su órgano central, el Consejo de 69
miembros, elegidos por los parlamentos en proporción a la población, tiene funciones consultivas y sus decisiones no
son obligatorias. Asimismo carece de secretaría permanente y de sede, pero a pesar de sus objetivos mínimos ha
propiciado un tratado, firmado en Helsinki en 1962, que sienta las bases de la coordinación de los miembros en
materias sociales, económicas, jurídicas y de comunicaciones. En 1.960 se firma en Estocolmo el convenio de la
Asociación Europea de Libre Comercio (EFTA), inspirado por el Reino Unido y con siete Estados miembros.
Aunque consiguió el desarme arancelario, sus propósitos unificadores eran muy tibios y pronto quedó desbordado
por el tratado de Roma, el Mercado Común Europeo, en el que terminó ingresando el valedor de la EFTA, Gran
Bretaña.
La tendencia asociativa, supranacional ha alcanzado en la posguerra a todos los órdenes, y podrían citarse
desde comisiones para la navegación del Rhin, hasta acuerdos monetarios, o asociaciones de biología molecular, o
sociedades para la financiación del material ferroviario o para la seguridad de la navegación aérea.
5. LA UNIÓN EUROPEA
El propósito de mayores cotas de unión política no fue olvidado en ningún momento por los estadistas
europeos. Los sucesivos nombres que adoptó esta gran asociación plurinacional traducen este objetivo: Comunidad
Económica Europea, Comunidad Europea, Unión Europea. En dos pilares se apoya la meta propuesta: Acta Única y
tratado de Maastricht o tratado de la Unión Europea.
Treinta años después de la firma del tratado de Roma persistían entre los países miembros barreras físicas,
fiscales y técnicas que impedían la plasmación de un mercado interior en el ámbito de la Comunidad. El Acta Única,
firmada el 1 de julio de 1987, fijó un programa para la consecución del mercado interior unificado antes del 1 de
enero de 1993. El documento elaborado y apoyado por los doce países miembros establecía para esta fecha las cuatro
libertades identíficatorias de un mercado único: de circulación de personas, de capitales, de mercancías y de
prestación de servicios. Para la consecución de estos objetivos se implantaban las más profundas reformas
institucionales aprobadas desde el origen de la Comunidad. El Acta Única refuerza los poderes del Parlamento
Europeo, que desde 1979 se elige por sufragio universal directo, y sustituye en cinco artículos del tratado de Roma la
norma de la unanimidad por la de la mayoría cualificada, procedimiento que parecía más idóneo a medida que
aumentaba el número de miembros y por tanto resultaba más difícil la unanimidad.
El mismo método de profundización en el proceso de integración ensayado en el Acta Única se ha utilizado
en la elaboración del tratado de la Unión Europea. En la histórica :reunión del Consejo Europeo en la ciudad
holandesa de Maastricht los días 9 y 10 de diciembre de 1991 quedaron plasmados los acuerdos, que fueron
firmados por los ministros de Asuntos Exteriores y Finanzas de 105 países miembros el 7 de febrero de 1992. Antes
del 1de enero de 1993 los parlamentos de los doce países miembros deberían refrendar este documento, pero el «no»
en el referéndum danés y las reticencias de Gran Bretaña han alargado los plazos. Desde 1992 la palabra Maastricht
ha estado continuamente presente en las conversaciones, las páginas de los rotativos y los debates de los parlamentos.
Y al coincidir con la crisis económica de la Comunidad se ha convertido en complejísimo problema político. Por vez
357
primera los gobiernos y los pueblos han dudado entre continuar hacia nuevas metas unitarias o hacer un alto en el
camino.
Destaquemos algunos objetivos del tratado:
-Unión económica y monetaria, en tres etapas. Para alcanzar la meta de la moneda única, el ecu, los estados
han de situarse en un nivel de con- vergencia de sus magnitudes macroeconómicas: inflación no superior en 1, 5%
anual a la media resultante de los tres países con menor inflación, déficit público no superior aun 3% del Producto
Interior Bruto y deuda pública no superior al 60% del PIB, tipo de interés no superior en 2% al tipo resultante de la
media de los tres países con tipos oficiales mas bajos, permanencia del cambio de las monedas dentro de la banda
estrecha del Sistema Monetario Europeo al menos durante dos años. Estos objetivos obligan a los Estados miembros
a un severo programa de convergencia. Si se consiguiera, la moneda única se establecerla en 1997, o, en su caso, en
1999.
-Principio de cohesión, Como principio general de las actuaciones de la Comunidad ha de conseguirse el
desarrollo equilibrado de todas las regiones y Estados miembros, para lo que se aprobaron los denominados “fondos
de cohesión!”
-Reforma institucional. Profundizando en la vía iniciada por el Acta Única, el voto por mayoría cualificada se
convierte en el procedimiento normal reservándose la unanimidad para cuestiones de política exterior, de política
interior, justicia y fiscalidad. Al mismo tiempo se crea, inicial- mente con competencias consultivas, el Comité de las
Regiones.
-Ciudadanía europea. En las disposiciones finales se reconoce a los habitantes de los países miembros derecho
de libre circulación y residencia dentro del territorio comunitario, derecho de sufragio activo y pasivo en las
elecciones municipales y al Parlamento europeo en el lugar de residencia, derecho de petición al Parlamento europeo,
protección consular y diplomática fuera de la Comunidad por las embajadas de los Estados miembros.
El tratado refuerza la identidad europea de los ciudadanos y proporciona múltiples ventaja a los estados, pero
ha suscitado una crisis de confianza
Seguramente no sería el último paso, y el peso de la historia es muy fuerte. Estados con siglos de soberanía se
resisten a perder en un grado fuera de control parcelas de decisión. Empero, si se vuelve la vista al proyecto
originario, de los Monnet, Schumann y Spaak, se comprueba que Maastricht no intenta otra cosa que articular
institucionalmente lo que en los años cincuenta se esbozó como una utopía.
8. LA CONFERENCIA DE HELSINKI
El ecumenismo en la política internacional, además de las organizaciones supranacionales, ofrece otra
modalidad extraordinariamente novedosa, la Conferencia a la que acuden las naciones de los dos bloques a firmar
acuerdos que derivan en un embrión institucional, cuando se fijan nuevas reuniones y órganos de vigilancia. Es el caso
de la Conferencia sobre Seguridad y Cooperación en Europa, que intentó liquidar definitivamente los residuos de la
guerra fría y constituye; sin duda, uno de los acontecimientos más sorprendentes del mundo de posguerra. Al
dividirse Europa en dos bloques políticos antagónicos parecía que ya no podría convocarse a todas las naciones en un
programa común; en Helsinki se consiguió, en 1973, este diálogo en pie de absoluta igualdad de las naciones
asistentes. La iniciativa partió del Pacto de Varsovia, en su reunión de Budapest en el verano de 1966, al solicitar una
conferencia de todas las naciones de Europa en la que «se podría prever la obligación de los Estados firmantes de
guiarse en sus relaciones recíprocas por el interés de la paz, de resolver las controversias únicamente por medios
pacíficos, de realizar consultas e intercambios de información La OTAN pidió y consiguió que, simultáneamente, se
celebraran conferencias sobre la reducción de fuerzas en Europa. La política exterior del canciller germano Willy
Brandt de apertura al Este, a partir de 1969, impulsó definitivamente la posibilidad de diálogo.
A la conferencia de Helsinki asistieron todos los Estados europeos, excepto Albania, y los Estados Unidos y
Canadá. La reunión se inició a finales de noviembre de 1972, pero se entretuvo en el estudio de las normas de
procedimiento, por lo que el orden del día se fija en el primer semestre de 1973. El documento de trabajo se dividió
en cuatro «cestos, o partes: 1.° cuestiones relativas a la seguridad en Europa; 2.°, cooperación en los campos de la
economía, ciencia y medio ambiente; 3.°, cooperación humanitaria; 4.°, continuación de la Conferencia por medios
institucionales Las diferencias entre los dos bloques fueron constantes, especialmente en el capítulo de seguridad, en
el que la URSS reclamaba enérgicamente la inviolabilidad de las fronteras tal y como habían quedado dibujadas en la
posguerra. El respeto a los derechos del hombre, tema en el que Italia actuó como portavoz de las naciones
occidentales, señaló la diferente concepción de las relaciones Estado-ciudadano que tienen los dos bloques. La
propuesta danesa fue la más detallada en cuanto a libertad de movimientos, ejercicio de la profesión de periodista,
cooperación cultural en la cinematografía, radio, televisión, libros. En los debates se incluyeron todos los puntos
propuestos por las delegaciones en las conversaciones preliminares, incluso aquellos sobre los que la divergencia había
sido más áspera.
La Conferencia propiamente dicha se celebró en tres fases, entre el verano de 1973 y el de 1975, El Acta final
se divide en varias partes, En el preámbulo se indica el espíritu que presidió la adopción del documento: «con ánimo
de mejorar e intensificar las relaciones entre los Estados participantes, contribuyendo así a la paz, seguridad, justicia y
cooperación en Europa y el acercamiento entre los Estados europeos y el resto del mundo», Algunos aspectos básicos
del Acta de Helsinki son:
-declaración de inviolabilidad de las fronteras. La URSS deseaba mantener el statu quo territorial
centroeuropeo, mientras Alemania Federal se proponía conseguir la reunificación de las dos Alemanias, de ahí los
debates entre los términos inmutabilidad -que atarla a Bonn- e inviolabilidad, el finalmente acordado:
-desarme. No se incluye una disposición que declare, como una resolución de las Naciones Unidas, que las
guerras de agresión constituyen un crimen, pero se prohíbe la propaganda a favor de la guerra de agresión y, pide se
den «pasos encaminados al objetivo final del desarme general y completo bajo un control internacional estricto v
eficaz»:
-arreglo pacífico de controversias; los Estados se comprometen a estudiar la creación de un sistema europeo
sobre la base de un documento presentado por Suiza. y para disminuir la tensión adoptar medidas como la
notificación previa de maniobras militares.
-en el campo humanitario se acuerda un conjunto de disposiciones que tiene como núcleo central el
enriquecimiento de la personalidad humana, pero no se fija ningún mecanismo para aplicarlas;
-en el campo de la cultura y la educación los acuerdos de colaboración son amplios, y por añadidura todos los
estados se comprometen a respetar las culturas de las minorías étnicas.
360
De una lectura atenta del Acta se desprende la comprobación de que los Estados no han querido atarse
excesivamente, evitando expresiones como «acuerdan», «quedan obligados», salvo en algunas materias poco
conflictivas. Pero en cualquier caso constituyen las Actas de Helsinki un conjunto de pautas de conducta política y
ética que contribuyeron a cambiar el clima internacional. Quizá, como apuntaba un comentarista, todo se limite a que
las dos superpotencias coinciden en la conveniencia de disminuir la tensión en Europa, pero es innegable que estos
foros aproximan, eliminan recelos y crean sus mecanismos propios, que, en ocasiones, alejan la guerra, aunque sea
sólo la guerra fría. No es pequeña la contribución de esta forma atípica de institución supranacional.
D0CUMENTOS
I. DECLARACIÓN UNIVERSAL DE DERECHOS HUMANOS
Por su importancia, incluimos íntegro este documento trascendental, aprobado por la Asamblea General de las
Naciones Unidas el 10 de diciembre de 1948. Merece lectura detenida. Puede ordenarse su contenido distinguiendo
puntos estrictamente políticos, como la defensa de la democracia, principios que afectan al individuo en cuanto a la
dignidad de su persona y los que requieren condiciones económicas para la consecución de una vida digna, y por otra
parte afirmaciones que reclaman un ordenamiento nuevo de las relaciones internacionales (Preámbulo). Distíngase,
asimismo, postulados que se heredan de los principios liberales de la Revolución Francesa y de los documentos del
siglo XIX y postulados que se extraen de situaciones y problemas característicos del siglo XX.
361
Articulo 7. Todos son iguales ante la ley y tienen, sin distinción, derecho a igual protección de la ley. Todos
tienen derecho a igual protección contra toda discriminación que infrinja esta Declaración y contra toda provocación
a tal discriminación.
Articulo 8. Toda persona tiene derecho a un recurso efectivo, ante los tribunales nacionales competentes, que
la ampare contra actos que violen sus derechos fundamentales reconocidos por la constitución o por la ley.
Articulo 9. Nadie podrá ser arbitrariamente detenido, preso ni desterrado. Articulo 10. Toda persona tiene
derecho, en condiciones de plena igualdad, a ser oída públicamente y con justicia por un tribunal independiente e
imparcial, para la determinación de sus derechos y obligaciones o para el examen de cualquier acusación contra ella en
materia penal.
Articulo 11. 1. Toda persona acusada de delito tiene derecho a que se presuma su inocencia mientras no se
pruebe su culpabilidad, conforme a la ley y en juicio público en el que se le hayan asegurado todas las garantías
necesarias para su defensa. 2. Nadie será condenado por actos u omisiones que en el momento de cometerse no
fueron delictivos según el Derecho nacional o internacional. Tampoco se impondrá pena más grave que la aplicable
en el momento de la comisión del delito.
Artículo 12. Nadie será objeto de ingerencias arbitrarias en su vida privada, su Familia, su domicilio o su
correspondencia, ni de ataques a su honra ya su reputación. Toda persona tiene derecho a la protección de la ley
contra tales ingerencias o ataques.
Artículo 13. 1. Toda persona tiene derecho a circular libremente ya elegir su residencia en el territorio de un
Estado
2. Toda persona tiene derecho a salir de cualquier país, incluso del propio, y a regresar a su país.
Artículo 14. 1. En caso de persecución, toda persona tiene derecho a buscar asilo, y a disfrutar de él, en
cualquier país.
2. Este derecho no podrá ser invocado contra una acción judicial realmente originada por delitos comunes o
por actos opuestos a los propósitos y principios de las Naciones Unidas.
Artículo 15. 1. Toda persona tiene derecho a una nacionalidad.
2. A nadie se privará arbitrariamente de su nacionalidad ni del derecho a cambiar de nacionalidad.
Artículo 16. 1. Los hombres y las mujeres, a partir de la edad núbil, tienen derecho, sin restricción alguna por
motivos de raza, nacionalidad o religión, a casarse y fundar una familia; y disfrutarán de iguales derechos en cuanto al
matrimonio, durante el matrimonio y en caso de disolución del matrimonio.
2. Sólo mediante libre y pleno consentimiento de los futuros esposos podrá contraerse el matrimonio. .
,3. La familia es el elemento natural y fundamental de la sociedad y tiene derecho a la protección de la
sociedad y del Estado.
Artículo 17. 1. Toda persona tiene derecho a la propiedad, individual y colectivamente. 2. Nadie será privado
arbitrariamente de su propiedad.
Artículo 18. Toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento de conciencia y de religión: este derecho
incluye la libertad de cambiar de religión o de creencia así como la libertad de manifestar su religión o su creencia,
individual y colectivamente, tanto en público como en privado, por la enseñanza, la práctica, el culto y la observancia.
Artículo 19. Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión; este derecho incluye el de
no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin
limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión.
Artículo 20. 1. Toda persona tiene derecho ala libertad de reunión y de asociación pacíficas.
2. Nadie podrá ser obligado a pertenecer a una asociación.
Artículo 21. 1. Toda persona tiene derecho a participar en el gobierno de su país, directamente o por medio
de representantes libremente escogidos.
2. Toda persona tiene el derecho de acceso, en condiciones de igualdad, alas funciones públicas de su país.
3. La voluntad del pueblo es la base de la autoridad del poder público; esta voluntad se expresará mediante
elecciones auténticas que habrán de celebrarse periódicamente, por sufragio universal e igual y por voto secreto u otro
procedimiento equivalente que garantice la libertad del voto.
Artículo 22. Toda persona, como miembro de la sociedad, tiene derecho a la seguridad social, ya obtener,
mediante el esfuerzo nacional y la cooperación internacional, habida cuenta de la organización y los recursos de cada
Estado, la satisfacción de los derechos económicos, sociales y culturales, indispensables a su dignidad y al libre
desarrollo de su personalidad.
Artículo 23. 1. Toda persona tiene derecho al trabajo, a la libre elección de su trabajo, a condiciones
equitativas y satisfactorias de trabajo ya la protección contra el desempleo.
2. Toda persona tiene derecho, sin discriminación alguna, a igual salario por trabajo igual.
3. Toda persona que trabaja tiene derecho a una remuneración equitativa y satisfactoria, que le asegure, así
como a su familia, una existencia confome a la dignidad humana y que será completada, en caso necesario, por
cualesquiera otros medios de protección social.
4. Toda persona tiene derecho a fundar sindicatos ya sindicarse para la defensa de sus intereses.
362
Artículo 24. Toda persona tiene derecho al descanso, al disfrute del tiempo libre, a una limitación razonable
de la duración del trabajo ya vacaciones periódicas pagadas.
Artículo 25. 1. Toda persona tiene derecho a un nivel de vida adecuado que le asegure, así como a su familia,
la salud y el bienestar, y en especial la alimentación, el vestido, la vivienda, la asistencia médica y los servicios sociales
necesarios; tiene asimismo derecho a los seguros en caso de desempleo, enfermedad, invalidez, viudez, vejez u otros
casos de pérdida de sus medios de subsistencia por circunstancias independientes de su voluntad.
2. La maternidad y la infancia tienen derecho a cuidados y asistencia especia- les. Todos los niños, nacidos de
matrimonio o fuera de matrimonio, tienen derecho a igual protección social.
Artículo 26. 1. Toda persona tiene derecho a la educación. La educación debe ser gratuita, al menos en lo
concerniente a la instrucción elemental y fundamental. La instrucción elemental será obligatoria. La instrucción
técnica y profesional habrá de ser generalizada; el acceso a los estudios superiores será igual para todos, en función de
los méritos respectivos.
2. La educación tendrá por objeto el pleno desarrollo de la personalidad humana y el fortalecimiento del
respeto a los derechos humanos ya las libertades fundamentales; favorecerá la comprensión. la tolerancia y la amistad
entre todas las naciones y todos los grupos étnicos o religiosos; y promoverá el desarrollo de las actividades de las
Naciones Unidas para el mantenimiento de la paz.
3. Los padres tendrán derecho preferente a escoger el tipo de educación que habrá de darse a sus hijos.
Artículo 27. 1. Toda persona tiene derecho a tomar parte libremente en la vida cultural de la comunidad, a
gozar de las artes ya participar en el progreso científico y en los beneficios que de él resulten.
2. Toda persona tiene derecho a la protección de los intereses morales y materiales que le correspondan por
razón de las producciones científicas, literarias o artísticas de que sea autora.
Articulo 28. Toda persona tiene derecho a que se establezca un orden social e internacional en el que los
derechos y libertades proclamados en esta Declaración se hagan plenamente efectivos.
Articulo 29. I. Toda persona tiene deberes respecto a la comunidad puesto que sólo en ella puede desarrollar
libre y plenamente su personalidad.
2. En el ejercicio de sus derechos y en el disfrute de sus libertades, toda persona estará solamente sujeta a las
limitaciones establecidas por la ley con el único fin de asegurar el reconocimiento y el respeto de los derechos y
libertades de los demás, y de satisfacer las justas exigencias de la moral; del orden público y del bienestar general en
una sociedad democrática.
3. Estos derechos y libertades no podrán, en ningún caso, ser ejercidos en oposición a los propósitos y
principios de las Naciones Unidas.
Articulo 30. Nada en la presente Declaración podrá interpretarse en el sentido de que confiere derecho alguno
al Estado, aun grupo o a una persona, para emprender y desarrollar actividades o realizar actos tendentes a la
supresión de cualquiera de los derechos y libertades proclamados en esta Declaración.”
363
A la pluralidad de los Estados, que no pueden ignorarse los unos a los otros por más tiempo, vosotros
proponéis una forma de coexistencia extremadamente sencilla y fecunda. Hela aquí: en primer lugar, reconocéis y
distinguís los unos de los otros. Ciertamente, vosotros no conferís la existencia a los Estados, pero calificáis como
digna de sentarse en la Asamblea ordenada de los pueblos a cada una de las naciones. Vosotros concedéis un re-
conocimiento de alto valor moral y jurídico a cada comunidad nacional y le garantizáis una honorable ciudadanía
internacional. Esto ya constituye un gran servicio a la causa de la Humanidad: definir y honrar a los sujetos
nacionales de la Comunidad mundial; establecerlos sobre una juridicidad que les vale el reconocimiento y el respeto
de todos y de dónde puede derivar un sistema ordenado y estable de vida internacional. Vosotros sancionáis el gran
principio de que las relaciones entre los pueblos deben regularse por la razón, por la justicia, el derecho y la
negociación y no por la fuerza, ni por la violencia, ni por la guerra, no más que por el miedo y por el engaño.
Sois un puente entre los pueblos
Así debe ser, y permitidnos que-os felicitemos por haber tenido la sabiduría de abrir el acceso a esta Asamblea
a los pueblos jóvenes, a los Estados que han accedido hace poco a la independencia y a la libertad nacionales. Su
presencia aquí es la prueba de la universalidad y de la magnanimidad que inspiran los principios de esta institución.
Así debe ser. Este es nuestro elogio y nuestro deseo y, como podéis comprobar, no lo atribuimos de fuera: lo
atribuimos de dentro, del genio mismo de vuestra fe.
3. Nuestro saludo va mucho más lejos aún y nuestro mensaje avanza con él. Vosotros existís y trabajáis para
unir a las naciones, para asociar a los Estados. Adoptemos la fórmula: para unir los unos con los otros vosotros sois
una asociación, un puente entre los pueblos. Sois una red de relaciones entre los Estados. Casi estamos tentados a
afirmar que vuestra característica refleja de algún modo en el orden temporal que nuestra Iglesia católica quiere ser en
el orden espiritual: única y uníversa1. No se puede concebir nada más elevado, en el plano natural, en la construcción
ideológica de la Humanidad. Vuestra vocación es hacer fraternizar, no a unos pueblos, sino a todos los pueblos.
¿Empresa difícil? Sin duda alguna. Pero esta es la empresa, esta es vuestra noble empresa, ¿quién no ve la necesidad de
llegar progresivamente a la instauración de una autoridad mundial que esté en condiciones de actuar eficazmente en el
plano jurídico y político?
Una vez más repetimos nuestro deseo: Id hacia adelante. Más aún: actuad de forma que atraigáis hacia
vosotros a quienes se han separado de vosotros; estudiad el modo de llamar a vuestro pacto de fraternidad, con honor
y con lealtad, a quienes no le comparten aún. Actuad de forma que aquellos que están aún fuera deseen y merezcan la
confianza común y sed entonces generosos en concedérsela, y vosotros que tenéis la oportunidad y el honor de
sentado sen esta Asamblea de la Comunidad pacífica, escuchadnos: haced que esta confianza mutua que os une y os
permite llevar acabo grandes cosas, nunca sea defraudada v traicionada.
Que nadie sea superior a los demás
4. La lógica de este deseo, que puede decirse pertenece a la estructura de vuestra organización, nos lleva a
completarlo con otras fórmulas. Helas aquí: que nadie, como miembro de vuestra unión, sea superior a los demás;
que ninguno esté por encima del otro. Es la fórmula de la igualdad. Bien sabemos que, además, hay otros factores a
considerar, amén de la simple pertenencia a vuestro organismo; pero la igualdad también forma parte de su
constitución; no es que seáis iguales, sino que aquí 0s hacéis iguales. Y, tal vez, para muchos de vosotros, sea éste un
acto de gran virtud. Permitidme que os lo digamos, Nos, representante de una religión que opera por la salvación con
la humildad de su divino Fundador. Es imposible ser hermano, si no se es humilde. Ya que es el orgullo, por muy
inevitable que éste pueda parecer, el que provoca las tensiones y las luchas por el prestigio, por el predominio, por el
colonialismo, por el egoísmo; es el orgullo el que rompe la fraternidad.
5. Y aquí es donde nuestro mensaje llega a su punto culminante (...) Es la palabra que esperáis de Nos y que
Nos no podemos pronunciar sin estar, consciente de su gravedad ni de su solemnidad. Nunca unos contra otros;
jamás, jamás, en lo sucesivo. ¿Es que no ha nacido para esta finalidad la Organización de las Naciones Unidas, contra
la guerra y en favor de la paz? Oíd las palabras lúcidas de un gran desaparecido, John Kennedy, que proclamaba, hace
cuatro años: «La Humanidad tendrá que poner fin a la guerra o, si no, será la guerra la que ponga fin a la
Humanidad.. No hay necesidad de largos discursos para proclamar la finalidad de vuestra institución. Basta recordar
que la sangre de millones de hombres, que inauditos e innumerables sufrimientos. Inútiles matanzas y espantosas
ruinas sancionan el pacto que os une, en un juramento que debe cambiar la Historia futura del mundo; no más
guerra, no más guerra. Es la paz, la que debe guiar el destino de los pueblos y de toda la Humanidad.”
3. LA INDEPENDENCIA DE ÁFRICA
También en África la Primera Guerra Mundial siembra las semillas de la independencia, pero las diferencias
de civilizaciones, islámica al norte, negras al sur, y la no existencia de entidades de gran potencia demográfica como la
India o Indonesia, además de una más fuerte presencia del tribalismo, retrasan el proceso hasta la Segunda Guerra
Mundial. Mientras los Estados fascistas proclaman la revisión del estatuto colonial del continente -Hitler reclama la
recuperación de las colonias alemanas, Mussolini la constitución de un imperio más extenso, acorde con la grandeza
histórica de Italia- los aliados, tras la intervención de Rusia y Estados Unidos en el conflicto, formulan declaraciones
solemnes de anticolonialismo, como la Carta del Atlántico, firmada por Roosevelt y Churchill en agosto de 1941, la
conferencia de Teherán (diciembre de 1943) y la reunión de Dumbarton Oaks (octubre de 1944), y finalmente los
estatutos de la ONU. Pero estas declaraciones teóricas no fueron cumplidas por las potencias coloniales y los
africanos, con la conciencia de que se trataba de un proceso irrefrenable, recurrieron a dos vías diferentes: la
revolución armada contra las potencias europeas o la evolución progresiva político-constitucional que desembocaría
en la independencia por pasos sucesivos.
Los primeros capítulos de la independencia africana son la revolución egipcia de 1952, que destrona la
monarquía de Faruk e inicia un proceso de creciente despegue del campo europeo, cuya primera repercusión es el
reconocimiento de Sudán como Estado independiente. y el reparto y posterior independencia (1951) de la antigua
colonia italiana de Libia.
En el Mogreb francés los movimientos de independencia no obtienen resultados decisivos hasta la derrota de
la metrópoli en Indochina. La subversión del régimen colonial se inicia en Túnez, con participación de las clases
acomodadas que sueñan con una revolución a la turca, es decir, con una desislamización que permita la
occidentalización de la sociedad. El partido de la independencia, Destur, creado en 1918, se remoza y toma el
nombre de Neo-Destur en 1934, bajo el liderazgo de Habib Burguiba, integrando sectores populares. En la Segunda
Guerra Mundial Nünez se convierte en escenario de operaciones bélicas de envergadura y al terminar la contienda se
encuentra arrasado; no obstante, Paris se resiste a conceder medidas descolonizadoras; la guerrilla inicia su actividad y
finalmente Mendes France concede en 1956 un estatuto de autonomía que desembocaría en la independencia. La
lucha de los marroquíes por la suya se dirigió militarmente en los años 20, bajo la dirección de Abd el Krim, contra
Francia y España. Un partido conservador, Acción Marroquí, que incluía en su programa la independencia, mantuvo
el viejo sueño, pero es un movimiento de nuevo cuño, el Istiqlal (Independencia), creado en 1934, el que prepara la
insurrección armada. Tras la guerra su líder, el sultán Mohamed benYusseff, organiza la resistencia hasta que en
1956 España y Francia la reconocen y Marruecos se convierte en monarquía, cuyo trono tiene como titular al sultán
367
Mohamed v. Mucho más complicado ha sido el proceso de Argelia, territorio donde vivían más de un millón de
colonos franceses. El arranque del movimiento nacionalista puede fecharse en 1943, cuando Ferhat Abbas publica su
«Manifiesto al pueblo argelino». Paris consideraba a Argelia como una provincia y el Parlamento concedió sucesivas
medidas autonomistas, pero el movimiento independentista no aceptaba la continuación de los lazos políticos con la
metrópoli y el FLN (Frente de Liberación Nacional) inició una guerra larga. «Guerra imbécil, sin salida», como la
llamó Guy Mollet, cuya dureza se intensificó con las actividades de las guerrillas urbanas. Algunos sectores franceses
se oponian a cualquier salida descolonizadora; su brazo armado era un sector del ejército, de organización
clandestina, la O.A.S., cuya cabeza visible fue el general Salan. Las tensiones con el ejército destacado en Argelia
desmontaron el entramado de la IV República y provocaron la subida del general De Gaulle al poder, en 1958. y la
instauración de un régimen presidencialista. En contra de lo que esperaban sus compañeros de armas. De Gaulle
ofreció a los argelinos la autodeterminación, lo cual produjo el choque con la O.A.S., desmantelada tras la detención
de Salan. Finalmente se impuso como solución inevitable la independencia, reconocida en los acuerdos de Evian, de
marzo de 1962. En el África occidental francesa, la metrópoli intentó fomentar vínculos mutuos, en un ensayo de
federalismo, que se completarían con los vínculos con la metrópoli, pero la serie de territorios diferentes, Senegal,
Sudán, Mauritania, Guinea, Costa de Marfil, Dahomey, Níger, Alto Volta, quizá porque las soluciones llegaron
tarde, pugnó por la independencia incondicional, a la que accedieron en un proceso rápido de dos años, entre octubre
de 1958 y noviembre de 1960. Guinea con Sekú Turé fue la primera nación francófona que obtuvo la
independencia; posteriormente se frustró el intento de federación entre Senegal. Sudán. Dahomey y Alto Volta. A
pesar de algunos proyectos panafricanistas del senegalés Senghor o Houphouet-Boigny, primer ministro de Costa de
Marfil, surgió un mosaico de Estados, lo mismo que en el África ecuatorial francesa, sin reparar en la viabilidad
territorial y económica de los mismos, lo que ha generado situaciones endémicas de guerra civil, como en el Chad. En
el África inglesa surgieron intelectuales que habían estudiado en universidades de la metrópoli como Nkrumah, líder
del nacionalismo de la Costa de Oro, quien se convierte en 1952 en primer ministro con un régimen autónomo
independiente (Ghana) en 1957. La política descolonizador, británica se caracteriza por la táctica de los pasos
sucesivos y por el intento de preparar a los colonizados en el ejercicio de instituciones copiadas de las europeas. En
otros casos, como el de Kenia, donde las terribles guerrillas del Mau -Mau produjeron muchas bajas en la población
blanca, el proceso de independencia no fue tan «político» ni paulatino como el de Ghana. Donde aparecía un líder
prestigioso, la transformación resultaba más fácil para los ingleses; éste fue el caso de Milton Obote en Uganda. En
otras colonias los problemas étnicos o tribales complicaron el proceso; por ejemplo. Nigeria estaba constituida por
los haussas al norte, los ibos al este y los yorubas al oeste; la independencia produjo enfrentamientos tribales y la
sangrienta guerra de Biafra.
Aunque desde los años 50 se percibía que la independencia africana era ya proceso en marcha, es 1960 el año
del continente. 17 países adquieren la dependencia. Algunos de los procesos independentistas abrieron conflictos que
en parte son neocoloniales, están provocados por el deseo de las potencias de continuar explotando los recursos
económicos de las ex colonias. Ejemplo tipico es el de la independencia de Zaire, antiguo Congo Belga. Tras la
conferencia panafricana de Acra (1959) Bélgica decidió convocar elecciones como paso previo a la independencia; en
la capital. Leopoldville, obtuvo mayoría el partido ABAKQ de Kasavubu, en el resto del país el Movimiento
Nacional Congoleño de Patricio Lumumba, que se proponía instalar un régimen revolucionario, sin conexiones con
la metrópoli. Algunos grupos financieros internacionales, y en concreto la Unión Minera del Alto Katanga, en
contacto con oficiales del ejército belga y con el gobierno norteamericano, prepararon la secesión de la más rica
provincia minera, Katanga, que sería regida por Moises Tshombé; cinco días antes de la independencia, en junio de
1960, ya circulaban documentos con el membrete del Estado de Katanga. La independencia señala así el estallido de
la guerra civil, la prisión del primer ministro Lumumba por las tropas katangueñas y su asesinato. Posteriormente se
produjo un conflicto de intereses entre compañías británicas, como la Tanganika Concessions, que participaba en la
explotación del uranio y cobalto katangueños, e inversores norteamericanos, lo que inclinó al gobierno de
Washington a dar un viraje a su política, oponerse a la secesión de Katanga y apoyar al coronel Mobutu, en el poder
desde septiembre de 1960, para que unificara el país. La crueldad de Mobutu en la persecución de sus enemigos
políticos, recurriendo al engaño, a promesas falsas de amnistía, no ha sido ningún obstáculo para el apoyo
norteamericano. El Congo constituye, por tanto, un caso claro de neo-colonialismo, o con expresión de Tibor
Mende, de recolonización; Zaire es políticamente independiente, pero su supervivencia como nación o su despedaza-
miento depende de los intereses de las potencias o quizás en mayor grado de los de las grandes compañías
internacionales que explotan sus riquezas.
Después de 1962 sólo las colonias portuguesas subsisten como un anacronismo en un continente que ha
conquistado la independencia; Angola, Mozambique y los restantes territorios la consiguen tras el viraje de la política
metropolitana que provoca la revolución de abril de 1974 en Lisboa.
Sin embargo, la independencia política no es el final de la dependencia económica. Coquery-Vidrovitch y
Moniot recogen datos del flujo de mercancías y tasas de beneficios que se establece entre las antiguas colonias y las
potencias europeas. En algunos momentos parece que va a producirse una balcanización política, una fragmentación
368
tribal de los nuevos Estados; en otros se intentan federaciones y asociaciones internacionales, como la Organización
de Estados Americanos (OUA), para enfrentarse solidariamente a los problemas del continente.
369
.1971-1972, próximas ya las nuevas elecciones presidenciales. La descolonización se ha revelado más fuerte que la
potencia militar más colosal de la historia.
INFORME
EL ACUERDO DE GINEBRA y LA GUERRA DE VIETNAM
Tras la derrota de Dien Bien Phu, Francia se retira de Indochina y se produce la intervención norteamericana;
el acuerdo firmado en Ginebra en 1954 no se cumple. Este proceso de sustitución de colonialismos encierra un alto
interés para comprender los mecanismos y problemas de la descolonización; por ello, nos parece conveniente abordar
en un sucinto informe los puntos claves de esta encrucijada. Las negociaciones de Ginebra han sido estudiadas por P.
Devillers y J. Lacouture: Lafind'une guerre. Indochne 1954. Paris, Le Seuil, 1960, y Vietnam, de la guerre francaiçe a
la guerre américane. Paris, Le Seuil, 1969, por F. Joyaux, lA fe réglement du premier conflit d'Indochne. Publications
de la Sorbonne, 1979, y en el artículo de Alain Ruscío: “Le mendésisme et Indochine” (Revue d'Histoíre Modeme et
Contemporane. Abril-junio de 1982). Documentos comprometedores para la diplomacia norteamericana se incluyen
en Dossiers secrets du Pentagone (publicados en Paris, Albin Michel, 1971). Deben consultarse, entre otras, las
memorias de P. Ely y de Eden.
No es correcto hablar de dos guerras. Desde 1950 se produce una creciente intervención norteamericana; en
53-54 la dirección estratégica depende tanto del Estado Mayor nortemericano como francés y la fmanciación es
sostenida en un 80 %, según Ruscio, por Washington.
373
La clave de las conversaciones de Ginebra entre franceses y Vietminh estriba en la fecha en que habrían de
celebrarse elecciones para reunificar el país. Pham Van Dongy la delegación vietnamita proponían seis meses; los
franceses, dirigidos por Mendes France, deseaban posponer la fecha y confiaban en consolidar un gobierno
anticomunista en el Sur. Eisenhower estimaba que la consulta daría a los comunistas el 80 % de los votos; la prensa
moderada francesa le otorga más. Los artículos de R. Guillain en Le Monde recogen el deseo de impedir la
reunificación con el apoyo internacional.
Mientras los Vietnamitas rechazan cualquIer Idea de división Washington no acepta ningún acuerdo que
incluya la cláusula fundamental de la reunificación política tras elecciones generales; aunque públicamente piden tan
solo una demora hasta julio de 1956, es decir dos años en vez de seis meses, trataban de impedirlas definitivamente,
como anota Jean Chauvel, adjunto de Mendes France: .Las elecciones generales, a sus ojos, se deben impedir bajo
cualquier pretexto». Mendes France, que deseaba retrasar las elecciones pero no apoyaba un documento engañoso se
encontró con la presión de sus aliados americanos e ingleses. En las Memorias de Eden se consignan las condiciones
que se le imponían para respaldarlo: independencia de Laos y Camboya, sistema eficaz de control internacional,
preservación de la mitad sur de Vietnam y si fuera posible de un enclave en el norte, en el delta del rio Rojo. Foster
Dulles y Anthony Eden las entregaron en Paris a Mendes France el 14 de julio. El secretario de Estado
norteamericano pensaba exclusivamente en crear un bastión en el Sur que impidiera el avance del comunismo.
La fijación de la frontera entre los dos Vietnam fue motivo de largos debates. Pham Van Dong propuso el
paralelo 13; la delegación francesa el 18. Los vietnamitas, contemplando cómo perdían cada vez miles de km2,
fueron retrasando hacia una línea más septentrional su petición, hasta que por fin el 20 de julio Mendes
France aceptó el paralelo 17. No se entiende tan largo debate sino sobre el supuesto de que la frontera, en
contra de los sueños vietnamitas, iba a ser definitiva.
En los meses siguientes. París desecha las posibilidades de alianza y amistad con Vietnam del Norte y se
vincula a las tesis de Foster Dulles de que en el sudeste asiático se juega el destino del mundo occidental y ha de
erigirse un bastión anticomunista. Cuando en el Sur se consolida el Estado dictatorial de Diem, que utiliza el terror
como arma política. Mendes France intenta justificarse de tal responsabilidad. Sin duda, existen diferencias de estilo
entre el gran político francés y el secretario de Estado 'norteamericano, pero los dos persiguen el mismo; objetivo,
impedir un nuevo avance del comunismo. A pesar de sus convicciones íntimas Mendes France no pudo evitar ser un
peón en los planteamientos del imperialismo norteamericano, aunque los argumentos inmediatos de la guerra fría
presentaran como una lucha por la paz lo que en realidad era un programa de dominio. Los incumplidos acuerdos de
Ginebra y el origen de la intervención bélica norteamericana en la antigua Indochina francesa merecerán otros análisis
más detenidos.
374
2. DISCURSO DE TITO EN LA CONFERENCIA DE COLOMBO (1976). V CONFERENCIA DE
JEFES DE ESTADO DE PAÍSES NO ALINEADOS
Ordenar los siguientes apartados: soluciones políticas, problemas económicos, aumento de las diferencias entre
I y III Mundo, necesidad de soluciones mundiales solidaridad entre las naciones atrasadas. Comentar con
detenimiento el primer párrafo, sobre descolonización de la cultura e información.
375
CAPITULO XXXV: REVOLUCIÓN Y POPULISMO EN IBEROAMERICA
1. RAÍZ DE LAS REVOLUCIONES: PROBLEMAS ESTRUCTURALES
La antigua América española y Brasil, espacio geopolítico al que ha terminado aplicándose el término poco
apropiado de América latina, constituye en el mundo actual una de las áreas más dramáticas de subdesarrollo, y en
cuanto tal debe incluirse en cualquier estudio sobre el Tercer Mundo; no vamos, sin embargo, a atender ahora las
dimensiones de su atraso sino en la medida en que ha incidido en procesos políticos profundamente originales,
algunos, como el populismo, de problemático encasillamiento cuando se les contempla con los cuadros teóricos de la
historia europea. Se podría hablar de independencia ficticia, puesto que la soberanía que alcanzan en el siglo XIX las
jóvenes naciones del centro y sur del continente americano no encuentra correspondencia en el plano económico, en
el cual la sumisión a EEUU es cada vez más intensa, y ha derivado inevitablemente en limitaciones de la soberanía
política; por otra parte, los desequilibrios económicos generados por su peculiar historia nos presentan un panorama
de oligarquías que tratan de perpetuarlos y se resisten a cualquier cambio. Celso Furtado analiza las formas de
dependencia externa e interna, que podrían resumirse en intereses norteamericanos y oligarquías dentro de cada
nación. Para romper una estructura constrictiva se han realizado intentos de diverso alcance, aunque nuestro análisis
se reducirá a cinco: México, Argentina, Cuba, Chile y Nicaragua. La mayoría de los movimientos revolucionarios o
pretendidamente revolucionarios se enmarcan cronológicamente en el mundo de posguerra, pero es precisa una
referencia general que ha de remontarse un poco más en el tiempo, y con mayor razón incluyendo el caso de México,
que inaugura su revolución a principios de siglo.
Dos acontecimientos han incidido en este proceso de dependencia creciente, la crisis de 1929 y la II Guerra
Mundial. La gran depresión afectó con particular severidad a las naciones del sur, cuya economía se basa en un
producto; la baja del estaño en un 30 % hundió a Bolivia, la del grano, lana y carne a Argentina, la del cobre a Chile,
la del azúcar a Cuba. No disminuyeron en la misma proporción los precios de los bienes importados, de donde se
desprende un deterioro de la relación de intercambio; la capacidad de importación de estos países, y principalmente
de Bolivia y Chile, se contrajo en porcentajes significativos. Se intentó en ese momento un proceso de sustitución de
importaciones, lo que constituía la verdadera salida, tratando de producir lo que antes se importaba, pero la
industrialización requiere un aparato financiero, y éste en esos años de desajustes sólo podía proporcionarlo Estados
Unidos; así pues, el dominio financiero inglés, indiscutible hasta la Primera Guerra Mundial, es sustituido en los años
30 por el dominio americano. y en consecuencia se desarrollan los bienes mineros y de la agricultura tropical (Cuba,
Perú, Venezuela) y menos, relativamente, los de la agricultura de zonas templadas (Argentina, Uruguay), que habían
desempeñado un papel más importante en las importaciones británicas. Por tanto, se produce tras la crisis del 29 un
proceso de industrialización en América latina, pero que provoca la dependencia financiera de Estados Unidos y la
depresión de algunos sectores agrícolas.
La Segunda Guerra Mundial supuso en principio una gran oportunidad al dificultar el mantenimiento de las
relaciones de dominio de los Estados Unidos. Así las inversiones se cubrieron con capitales nacionales, acumulados
por el aumento de precio de los bienes agrícolas y mineros durante el conflicto; se reduce otra vez la importación de
bienes industriales y se aminora o liquida la deuda con el extranjero. Pero pasada la coyuntura favorable se puede
percibir el agravamiento de algunos problemas. La agricultura se ha convertido definitivamente en un sector
deprimido con la consiguiente proletarización de las masas campesinas; la renta generada en el sector agrícola se
canaliza hacia la industria; la población, que aumenta con tasas muy superiores alas europeas, arroja sobre las
ciudades parte de sus efectivos rurales, y se producen fenómenos tan característicos de la actual América latina como
el crecimiento urbano vertiginoso, el hacinamiento en los perímetros suburbanos en las condiciones precarias del
barraquismo -en 1950 se calcula que el 20% de la población de las grandes ciudades vive en estas condiciones-, y la
agudización de los desequilibrios en el campo, donde millones de campesinos viven en condiciones de miseria
extrema y unas docenas de familias latifundistas pose- en un alto porcentaje de la propiedad.
Los problemas son los mismos, pero se crispan a partir de 1950. Los intentos reformistas de las décadas
anteriores son menos decididos, menos rupturistas con las estructuras. Carmagnani los ordena en tres grupos: a)
reformismo populista, con apelación de un dirigente al pueblo para obtener unas modificaciones mínimas; es el caso
del régimen peronista en Argentina y el de Gertulio Vargas en Brasil; b). reformismo legalista, intentado por algún
parlamento, por acuerdo de sus fuerzas políticas; lo intenta Chile tras el triunfo del Frente Popular en las elecciones
de 1938; c) reformismo revolucionario, en el que es inevitable un enfrentamiento con la oligarquía, caso de Bolivia;
en este modelo la movilización popular no se hace de forma genérica, sino mediante organizaciones, como el
Movimiento Nacional Revolucionario -con intelectuales desengañados tras la derrota del Chaco- y los obreros del
estaño.
A partir de 1950 la tasa de desarrollo suramericano disminuye mientras se mantienen las tasas demográficas,
lo cual provoca efectos muy graves:
376
-Penetración del capital americano. Con el déficit del comercio exterior, los latinoamericanos han de recurrir a
préstamos, lo que facilita la irrupción de las finanzas norteamericanas en nuevos sectores; la industria pasa a ser otro
sector dependiente.
-Aumento espectacular de los efectivos del proletariado urbano, que se convierte en el más numeroso de la
clase obrera. Erradicado de sus bases rurales y sin integrarse en sus metas urbanas, este grupo posibilita el
reforzamiento de las posiciones políticas de extrema izquierda, pero sorprendentemente también de las de extrema
derecha, al carecer de conciencia política y escuchar cualquier llamada a la revisión del orden existente. Veremos la
importancia que esta postura ambigua tiene en el desarrollo del peronismo.
-Conexión de los intereses de la oligarquía interior con las finanzas internacionales. Los Estados Unidos
mirarán como peligrosos durante la guerra fría todos los movimientos reivindicativos en cualquier nación del Sur.
En relación con la agudización de los problemas ha de verse la de los intentos por modificar las estructuras
latinoamericanas; en la posguerra se viven los grandes ensayos revolucionarios, como en Cuba y Chile; o se
incorporan en alguna nación las fuerzas armadas al convencimiento de la necesidad del cambio, como ocurre en Perú,
donde protagonizan ensayos populistas.
En resumen, la industrialización ha producido fenómenos depresivos y no ha propiciado un desarrollo
auténtico; el único camino para afrontar los desequilibrios de América latina pasa inexorablemente por el choque con
los intereses oligárquicos dentro de cada nación y con los norteamericanos en el ámbito internacional; la alianza
natural oligarquías-Estados Unidos ha agravado los problemas y radicalizado los intentos de transformación.
2. PANORÁMICA DE PROBLEMAS
En este continente de graves problemas, que constituyen el marco en e que deben estudiarse los movimientos
políticos, algunos destacan por sus dimensiones generales. Veámoslos de forma sucinta.
a) Problema agrario
Insistimos, la agricultura se ha deprimido con la industrialización y se ha acusado más la estructura de grandes
propiedades; el tema de la reforma agraria constituye, por tanto, capitulo insoslayable en cualquier programa
renovador; de ella hablan economistas, sociólogos, políticos. El CillA (Comité interamericano para el desarrollo
agrícola) ha promovido bastantes informes. Según sus datos, en 1960 sobreviven 10 millones de familias rurales muy
pobres; en 1970 son aproximadamente .15 millones las que se encuentran en ese nivel. En 1954 en Chile el 87 % de
los agricultores obtiene el 34% de los ingresos, y se calcula que un minifundista tendría que trabajar 26 años para
ganar el promedio de un año de un gran agricultor (CillA. Informe de Chile). Los ingresos bajos nos sitúan en una
geografía plenamente tercer- mundista. En el altiplano de Guatemala el minifundista, que se encuentra en mejor
situación que el campesino sin tierras, obtiene 324 quetzales al año en una familia de seis miembros, lo que supone
4,5 dólares per cápita al mes (CillA. Informe de Guatemala). La ley que impulsó en 1952 Jacobo Arbenz, bastante
moderada, disponía la expropiación de las grandes propiedades, a las que se indemnizaba con bonos a largo plazo; el
experimento fue cortado por la invasión de castillo Armas, dirigido por Washington, en ese momento intérprete de
los intereses del primer propietario de Guatemala, la compaña norteamericana United Fruit Company.
Con el aumento rápido de la población se ha provocado una disminución del tamaño de las propiedades, con
lo cual el problema se complica y agrava. En consecuencia, es inevitable el desplazamiento de población, los
movimientos periódicos de mano de obra. En Guate- mala 300.000 personas descienden del altiplano a las regiones
costeras para la cosecha de café; el algodón y el azúcar provocan también flujos estacionales de mano de obra; existen
«migrantes profesionales», quienes, desplazándose constantemente, carecen de vivienda fija. Feder asegura que esta
marcha silenciosa constituye el mayor movimiento migratorio de la historia.
En los latifundios perviven comportamientos sociales feudales, «el latifundismo es un sistema de poder»
(Feder); el hacendado es el comandante supremo, inaccesible, ya que el campesino se entiende con un administrador.
El latifundista posee policía privada, recurre a los castigos corporales, y si es preciso al crimen (Informe de Manoel
Correia de Andrade: A teITa e o home no Nordeste); el trabajador endeudado puede ser encerrado en prisiones
privadas. Estos datos, del Brasil, se repiten con modificaciones en otras naciones. Según el CillA el sistema de
concertaje está generalizado; con él el campesino recibe préstamos o se considera anticipo los alimentos y bebidas, y
ha de trabajar luego casi gratuitamente.
Las dos formas extremas, latifundio-minifundio, caracterizan las estructuras de la propiedad. Los contrastes en
la repartición de tierras son llamativos. En Paraguay las propiedades de más de 100.000 hectáreas cubren el 43 % del
suelo cultivado de la nación. Algunas haciendas son en realidad inmensos dominios, así en Bolivia «El Carmen»
abarca más de dos millones de hectáreas, la hacienda «Alto Paraguay» de Santa Cruz, cerca de millón y medio. Las
familias que son a un tiempo terratenientes y empresarios industriales llegan a disponer de una influencia que en
Estados Unidos y Europa sólo puede soñar una poderosa sociedad anónima. La familia Gildemeister -a la que
Malpica sitúa entre «los dueños del Perú»- poseía 135.000 hectáreas de tierra en la costa. 300.000 hectáreas en el
interior, el control de una compañía naviera, uno de los diarios más influyentes de Lima, una compañía de seguros,
una empresa distribuidora de productos petrolíferos, dos sociedades pesqueras e inversiones en Chile, Brasil y
377
Alemania. En Bolivia se decía en los años 30 que el presidente de la República era el lugarteniente de la familia
Patiño.
b) Carencias básicas
La América latina debe incluirse en lo que Josué de Castro llamó geografía del hambre, con notas
características de déficit calórico en la alimentación, infraviviendas (chozas sin ventanas, favelas), hacinamiento, falta
de agua e higiene, mortalidad prematura. En el tema anterior nos hemos referido a estas cuestiones.
c) Analfabetismo
Quizá constituya la de la educación la gran carencia, en cuanto que sólo superándola se podrá afrontar
decididamente la lucha por la salud la higiene, la vivienda, etc. El 50 % de los latinoamericanos son analfabetos»,
escribe Robert Kennedy en sus demandas de incremento de ayuda al sur del continente, millones de niños y adultos
se encuentran desprovistos de toda educación. La UNESCO ha promovido o participado en campañas
internacionales. En la conferencia de Santiago de Chile, en marzo de 1962, en la que intervienen UNESCO, CEPAL,
OEA, OIT y FAO, se definen los objetivos, y el primero es el aumento de la matricula escolar. En la conferencia de
Buenos Aires, en 1966, René Maheu, director general de la UNESCO, afirma que a pesar de los progresos en los
países mas densamente poblados el censo de analfabetos alcanza el 40 % de la población. Campañas especiales de
educación de adultos, mediante la radio, y de escolarización infantil intensiva, como la que se organizó en Ecuador,
primer país, y en Venezuela, han aminorado un tanto las dimensiones del problema, y señalado los procedimientos
que se deben seguir, aunque persista la in- suficiencia de los fondos.
d) Crecimiento demográfico acelerado
Iberoamérica estaba poblada en 1978 por 344 millones de habitantes. La tasa de crecimiento de la población
ha pasado de 1 ,8% entre 1920- 1930, a 2,2 entre 1940-1950, 2, 7% en la década de los cincuenta y 3% en la de
los sesenta. Esto significa que la población se ha doblado después de la Segunda Guerra Mundial y volverá a hacerlo
hasta el año 2000. Mientras descienden las altísimas tasas de mortalidad no se produce la contracción paralela de las
de natalidad, salvo en zonas donde presiones políticas la han conseguido, tal es el caso de Puerto Rico, donde se ha
pasado de un 45 %o en 1945 a un 25 %o en 1968. Pero el atraso, la mentalidad, la influencia de la Iglesia, el peso
de la tradición, impiden que se pueda cortar la explosión demográfica por la vía única. la de la disminución de los
nacimientos.
379
difícilmente encajable en la dialéctica derecha-izquierda, ya que no propone ningún modelo social para el momento
en que se implante la justicia
-Nacionalismo; la movilización popular se consigue apelando a sentimientos de rechazo de lo yanqui, lo inglés
o simplemente lo foráneo. Los líderes populistas devolverán las riquezas expoliadas al pueblo.
-Líder carismático; Perón en Argentina, Gertulio Vargas en Brasil, Haya de la Torre en Perú, personifican en
su momento los salvadores de la patria.
-Liderazgo de clases medias y altas. Aunque se apela al pueblo, como los descamisados, de Perón, los
movimientos populares estarán en todo momento controlados; el pueblo es concebido como un conjunto amorfo,
desclasado, su papel es por tanto bien diferente al que le atribuye la ideología socialista.
El populismo ofrece bastantes notas cotejables con las del fascismo, en cuanto a la exaltación carismática del
líder, la movilización apolítica del pueblo, el nacionalismo exultante, la tensión emocional con que se predica la
transformación, la falta de modelo claro (económico en particular}. Sin embargo, mientras el fascismo aparece como
un modelo involutivo en sociedades desarrolladas, con herencia liberal, el populismo puede presentarse y ser un
modelo progresivo en sociedades subdesarrolladas, que carecen de tradición política democrática. Para un analista
europeo las contradicciones podrían resumirse en que mientras por una parte incorpora a las masas marginadas a la
vida económica, cultural y política, por otra niega valores básicos de la democracia representativa, como libertades
civiles o pluralismo ideológico auténtico. Puesto que el partido por excelencia se concibe como interclasista o
policlasista, no será un partido obrero o burgués sino una especie de movimiento en el que se intenta integrar al
proletariado urbano, campesinado, proletariado suburbano, clases medias, inteligencia, sectores progresistas de las
clases altas. A diferencia del fascismo no procede de tensiones irresolubles entre burguesía y proletariado, sino de
tensiones internas de la burguesía nacional; el sector más progresivo, que busca y necesita el cambio, la modernización
de las estructuras, apela a la masa popular.
La ambigüedad de una ideología, que puede desembocar en una situación parlamentaria o simplemente en un
modelo bonapartista, con un dictador, ha sido resaltada por Carmagnani al hablar del régimen peronista: .También
pasando por encima del Parlamento el populismo peronista apeló directamente a las masas, y de este modo las
concentraciones y los referendos diligentemente maniobrados de manera paternalista por el régimen adquirieron
mayor fuerza que el Parlamento, el cual quedó reducido ano ser más que el brazo legislativo del propio régimen. El
segundo elemento básico del régimen peronista fueron los muchos elementos nacionalistas, de tipo irracional, y
fueron precisamente estos elementos los que lo asimilaron al fascismo y al nazismo. El propio Perón reconoció que
su estancia en Italia en tiempos del, fascismo le sirvió de escuela.»
Las dificultades de las hipótesis explicativas que se han dado sobre el peronismo, que ofrece notas similares a
las del fascismo pero también rasgos claramente diferenciados, proceden, a nuestro juicio, de intentar aplicar
esquemas europeos extraídos de países industrializados a un país cuya formación y estructura es diferente. Las raíces
del fascismo, guerra y crisis económica, no pueden aplicarse sin forzar los hechos a Argentina, aunque en
contraposición encontremos notas autoritarias de apariencia fascista (jefe, movilización de masas, irracionalismo). En
otro sentido el apoyo obrero que tuvo este régimen no proletario rompe con un supuesto tópico; el modelo clásico
afirma que los trabajadores industriales, inspirándose en postulados de clase, con una ideología de izquierdas,
intentan una revolución social. El apoyo obrero a Vargas en Brasil o a Perón en Argentina aparece como una
desviación de ese modelo. En conjunto se han dado dos tipos de explicaciones a esta paradoja del apoyo obrero al
Estado no obrero.
1° explicación. Industrialización tardía. Esto provoca un corte en la clase obrera; los sectores «viejos, de
origen europeo, presentan tendencia a la organización en sindicatos con disciplina y reivindicaciones precisas; los
«nuevos», de origen rural, desplazados y desclasados, se encuentran disponibles para su manipulación por una élite.
Según esta hipótesis, estos trabajadores de nuevo cuño, el llamado subproletariado urbano, se caracterizarían
por su búsqueda individual de ventajas económicas, por su sentimiento de pertenencia a un grupo primario (como la
región de procedencia) antes que por vínculos de solidaridad de clase, por su conciencia social simplificadora en
términos de pobres y ricos; Esta separación del proletariado, o mejor todavía la importancia que tiene este
subproletariado en las zonas marginales de las concentraciones urbanas de América latina, ha sido puesta de relieve en
buena parte de la literatura sociológica y política (así Alain Touraine y Gino Germani: América del Sur, un
proletariado nuevo). La gran ciudad destruiría las raíces tradicionales sin permitirles encontrar aún nuevos anclajes
normativos. Pero esta explicación no es fácilmente aplicable al modelo peronista, en cuanto que éste no se limita a
apelar a los obreros desclasados, sino que los organiza en un vasto movimiento sindical.
2° explicación (Murmis y Portantiero). La división no está en la clase obrera, sino en la clase capitalista. Las
antiguas clases propietarias, oligarquía ganadera y propietarios industriales, son inmovilistas. Las nuevas clases
propietarias, a partir de la guerra, se enriquecen velozmente en una serie de industrias subsidiarias del proceso bélico.
Al mismo tiempo empujan para encontrar un hueco en las estructuras de poder. La palanca va a ser un movimiento
interclasista, que aglutina a estas clases con los sindicatos obreros, que apoyan el golpe militar de junio de 1943, el
que colocará a Perón en la cartera de Trabajo, y posteriormente apoyarán incondicionalmente a Perón para la
presidencia de la República.
380
El peronismo, según Murmis y Portantiero, seria por tanto un movimiento interclasista, que estaría propiciado
por diversas circunstancias:
-la nueva industria sólo se puede desarrollar sobre la base de la ampliación del mercado interno; se concibe a
los obreros en función de consumidores:
-necesidad de legitimación política de la élite estructurada alrededor del movimiento militar de junio de 1943.
Al no encontrar otros apoyos tuvo que movilizar las clases populares;
-coincidencia de la satisfacción de las reivindicaciones obreras con el proyecto de desarrollo económico de un
sector propietario.
Podríamos añadir, finalmente, un argumento sociológico a favor de la segunda hipótesis; sólo la quinta parte
de los obreros que apoyan el peronismo procede de zona rural, que es precisamente el argumento base (ruralismo,
falta de organización, desarraigo en la ciudad) de la primera explicación.
9. EL COBRE CHILENO
La revolución que protagoniza Salvador Allende en Chile constituye un caso todavía más singular que la
fidelista cubana. Se trata de una revolución decapitada, que no tuvo tiempo de convertir en reales sus programas
teóricos. Pero no estriba en su desenlace, un tanto frecuente en lberoamérica, su originalidad, sino en la forma de
acceso al poder. Mientras Fidel conquista el poder tras un proceso armado, lo mismo que el bolchevismo en Rusia o
el maoísmo en China, Allende arriba a la presidencia chilena por el juego respetuoso de la democracia pluralista, tras
los resultados de una convocatoria electoral.
Se trata del primer caso de revolución sin guerra, de revolución por medio de las urnas. Por otra parte, si en
Cuba era el azúcar el símbolo de la presencia de intereses internacionales hostiles a cualquier experiencia
revolucionaria, en Chile es el cobre el que convoca estas instancias de dominio. Por muchas razones la experiencia
chilena merece un análisis, y éste ha de partir del cobre, eje de la historia chilena desde el siglo XIX, desde el
momento en que sustituyo al salitre como producto clave para la economía occidental.
El primer problema que se presenta en la cuestión del cobre es la usurpación de sus beneficios por las
compañías explotadoras. Al estallar la Segunda Guerra Mundial el cobre aumenta su valor de mineral estratégico, su
precio se eleva una vez transformado pero se mantiene en su fase de extracción, es decir, mientras Chile recibe la
misma cantidad por su riqueza minera, las compañías, norteamericanas incrementan sustancialmente su rentabilidad.
Entre 1940 y 1944 los Estados Unidos prestan a Chile 33 millones de dólares, cifra inferior a los beneficios de una
sola compañía, la Braden Cooper, durante el período. En los años 1943 y 1944, por urgencias bélicas, se incrementa
la producción hasta rebasar ampliamente el medio millón de toneladas, pero no se reflejó el aumento de la
producción en el de la recaudación porque los Estados Unidos, sin consultar, siquiera con el gobierno de Santiago,
fijaron unilateralmente el precio en 11, 5 centavos la libra, para impedir presiones especulativas -se decía'-, mientras
en Estados Unidos se vendía a 27 centavos. La pérdida del Estado chileno durante este período se calcula en 500
millones de dólares.
Al estallar la guerra de Corea mientras el níquel y otros metales elevaban, su precio, Estados Unidos fijó un
tope de 24,5 centavos para el cobre, con lo que la nación perdió otros 300 millones de dólares. El presidente Ibáñez
intenta en l952 una medida tímidamente nacionalista; el Banco de Chile compra a las compañías extranjeras el cobre
al precio que han fijado los Estados unidos y lo revende en el mercado mundial; ¡¡>ero con el final del conflicto
Washington lanzó grandes stocks a los circuitos comerciales y produjo el hundimiento de los precios. En Chile se
acumuló un excedente de 130.000 toneladas, que posteriormente se revendió a bajo precio a los Estados Unidos.
Este fracaso explica la ley llamada del .Nuevo Tratado., de mayo de 1955, que exime a las compañías de tasas y
derechos de aduana, mientras los políticos reformistas comprenden que en el cobre estriba la única posibilidad de
autofinanciación chilena de reforma agraria o de industrialización.
En, la campaña presidencial del año 1964 triunfa el candidato demócrata cristiano Frei, con su programa de
.Revolución en la libertad., sobre el socialista Allende, por el apoyo financiero que recibe de Estados Unidos y
partidos socialdemócratas europeos, y por el de la Iglesia, que hace escorar los resultados jugando con la tendencia
del voto femenino, más influenciable desde instancias eclesiales. Frei realizó un programa tímido de reforma agraria y
de desarrollo industrial. Pero en este momento nos interesa reparar en lo que se llamó chilenización del cobre.
Ya en la campaña electoral. Freí habla de «chilenización» y Allende de nacionalización», A partir de 1967 se
iniciaron las negociaciones con las compañías para la compra del 51% de las acciones, porcentaje que permitiría, en
opinión de Frei, el control sobre la minería del cobre. La Anaconda, a través de filiales, explotaba las minas de
«Chuquicamata» y «El Salvador», y .El Teniente», la mayor mina subterránea de cobre del mundo, era explotada por
la Kennecott y su filial la Braden. Las sociedades se mostraron en principio reacias a desprenderse de sus acciones,
pero ante la posibilidad del triunfo de un nacionalista en 1970 se decidieron a intentar sacar provecho de la
transferencia. Así se formaron nuevas compañías mixtas que multiplicaron los beneficios de los capitales
norteamericanos. Para explotar .El Teniente» se creó una sociedad mixta, el gobierno chileno compró el 51% de las
acciones a la Kennecott, por las que pagaría 80 millones de dólares, la cual prestaría a su vez esta suma a la nueva
sociedad, que la reembolsaría en quince años. La primera partida contable asombrosa es el valor de las instalaciones,
que en 1963 se fijaron en 65 millones de dólares; al pagar el Estado 80 por el 51 %, suponía que le reconocía un
valor de 160 millones, y por añadidura que se aceptaba con toda tranquilidad el fraude fiscal que la compañía había
estado realizando. La venta del paquete de acciones iba acompañada de exenciones fiscales y de préstamos del Estado
385
chileno a la nueva compañía mixta, lo que hizo subir el valor de las acciones. De manera tal que la acumulación de la
serie de ventajas multiplicó los beneficios de la sociedad norteamericana. Cuando Allende anunció la nacionalización
utilizó este argumento: en .El Teniente», la compañía, con el 49 % de las acciones, ha tenido tres veces más
utilidades que cuando controlaba el 100 %. Las cláusulas que el Estado chileno de la democracia cristiana firmó con
las filiales de La Anaconda para la compra del 51 % de las acciones de las minas “Potrerillos”, “El Salvador” y
“Chuquicamata” suponía pagar en 21 años más de diez mil millones de dólares por unas instalaciones e inversiones
que apenas alcanzaban el tercio de este valor. Por otra parte la explotación consuntiva a que se entregaron las
compañías durante el periodo de la operación derivó en que el Estado chileno recibió las minas en muy mal estado:
Catherine Lamour habla de «verdadera política de pillaje». Se explica que la izquierda introdujera en sus programas
electorales el principio de la expropiación sin indemnización».
A las elecciones de 1970 se presenta una coalición denominada Unidad Popular, cuyo candidato va a ser
Salvador Allende. Suponía la unión de tres partidos, el socialista, el comunista y el socialdemócrata, con apoyo del
radical y de algunas organizaciones sindicales, coalición que intentaba expresar los intereses del proletariado, el
campesinado, la pequeña y mediana burguesía urbana, industrial y comercial, los artesanos y trabajadores
independientes semiproletarizados, y las profesiones liberales, funcionarios y estudiantes. Se pretende una
movilización nacional de envergadura. Allende obtiene más votos populares que el candidato de la derecha,
Alessandri, entre otras razones porque un sector disidente de la democracia cristiana, que ha formado el MAPU, ha
presentado otro candidato, Radorniro Tomic.
El programa de Unidad Popular postulaba la nacionalización de minas, bancos, monopolios, sectores de base,
la profundización de la reforma agraria, un vasto programa social y política exterior independiente. Ninguno de los
tres candidatos ha obtenido mayoría suficiente y ha de ser el Congreso el que designe presidente. A pesar de las
presiones americanas (maniobras de la CIA y de las multinacionales como la ITT) y de las amenazas de golpe de
Estado militar (con el asesinato del general Schneider, cuando rehúsa entrar en el complot), el Congreso elige a
Allende, con los votos de Tomic a su favor.
387
11. CHILE BAJO PINOCHET
El golpe de septiembre de 1973 supone la introducción de un régimen anómalo en la historia chilena, por su
origen en un hecho de fuerza pero todavía más por la exaltación de sus dirigentes en la anulación de las libertades
democráticas bajo el pretexto de arrancar de raíz el marxismo, etiqueta que se adjudicó a todos los enemigos
políticos. Uno de los triunviros del 73, el jefe de la aviación Gustavo Leigh, declaró como principio programático:
“el marxismo será extirpado hasta las últimas consecuencias”. Las consecuencias últimas, en el tiempo inmediato,
fueron los campos de concentración y los centros de exterminio. En un país que no ha recuperado la posibilidad de
investigar y de expresar libremente los resultados de las investigaciones es imposible hacer un balance similar al que la
Comisión Sábato realizó en Argentina, pero algunos cálculos establecen la cifra de 15.000 muertos en las primeras
semanas, además de un número indeterminado de desaparecidos. Aunque las cifras de la represión exijan en su día
una contabilización documental, lo cierto es que se pudo comprobar en los días siguientes al golpe la presencia de
miles de refugiados en las embajadas, afluencia que provocó conflictos del gobierno militar con los de Suecia,
Francia, Venezuela, Italia y Bélgica, entre otros. El éxodo provocado por la persecución se ha cifrado en un millón de
personas, alrededor de un 10% de una población que no excedía los diez millones de habitantes.
La reclusión de los seguidores de Allende fue la primera preocupación del nuevo régimen, que hizo del
Estadio Nacional chileno un campo de concentración de detenidos hacinados. En octubre de 1973 el gobierno
formuló una Declaración de Principios que otorgaba todos los poderes a la Junta Militar, un triunvirato formado por
los jefes de las tres armas: Pinochet (Ejército), almirante Merino (Armada), Leigh (Aviación). En la Declaración se
proponía reeducar al pueblo: «es imperativo cambiar la mentalidad de los chilenos».
Hasta 1974 la represión fue sistemática y su instrumento las Fuerzas Armadas. Aunque las relaciones con los
Estados Unidos fueron normales, organismos internacionales denunciaron las torturas y dentro de Chile la Iglesia
católica, encabezada por el arzobispo de Santiago, cardenal Silva Henríquez, a diferencia de las posiciones que la
jerarquía argentina había adoptado ante los regímenes militares, denunció desde el primer momento las prácticas de
conculcación de los derechos humanos. Desde mediados de 1974, la represión fue selectiva y corrió a cargo de la
nueva policía política, la DINA, organizada con la ayuda del nazi Walter Rathenau. El brazo represivo no se detuvo
en las fronteras nacionales; en Buenos Aires fue asesinado el general Prats y en los Estados Unidos el opositor;
Orlando Letelier, asesinato éste en el que intervinieron funcionarios del régimen, sometidos a juicio y condenados
ante la presión norteamericana pero pronto indultados. En 1974 se aprobó el Estatuto de la Junta Militar que
personificaba la cúspide del poder ejecutivo en Pinochet, desde ese momento presidente de la nación y no sólo
presidente de la Junta. La concentración de poder en el supremo mandatario y el culto a la personalidad derivan en la
escasez de menciones en la prensa oficial a los otros dos junteros.
El general intentó legitimar su poder omnímodo mediante plebiscitos. El de 1980 desembocó en la
Constitución de 1981, que reforzaba los poderes presidenciales que no se aplicó en otros puntos, pues no se
convocaron elecciones ni se constituyó el Congreso, cuya actividad fue reemplazada por la de Comisiones legislativas.
En 1988 convocó Pinochet otro plebiscito para perpetuar su mandato, pero la unión de todas las fuerzas políticas
consiguió el triunfo del "no". A pesar de la derrota refrendaría el dictador retuvo el poder hasta las elecciones de
marzo de 1990, que supusieron el retorno de la democracia y la investidura de Patricio Aylwin como presidente.
Aylwin se propuso una política de reconciliación. Pero Pinochet retiene el mando de las fuerzas armadas. Se trata,
por tanto, de una democracia vigilada, que en su gestión no puede rebasar determinados límites en la crítica o
investigaciones sobre el período anterior. Chile configura así otro modelo inestable entre la libertad y la
incertidumbre.
DOCUMENTOS
1. CARTA-TESTAMENTO DE GETULIO VARGAS (DEJADA EL DÍA DE SU MUERTE. 24 DE
AGOSTO DE 1954)
Búsquense los elementos del populismo a través de este testamento: apelación insistente al pueblo, lucha
contra intereses internacionales exaltando sentimientos nacionalistas, esfuerzos por desplazar a la oligarquía
tradicional, etcétera. Conviene analizar el lenguaje, las expresiones, cargadas de emotividad.
“Una vez más las fuerzas y los intereses contrarios al pueblo se han unido y se han desencadenado sobre mí.
No me acusan: me insultan; no me combaten: me calumnian: y no me conceden el derecho de defenderme.
Necesitan ahogar mi voz e impedir mi acción, para que no siga defendiendo, como siempre he defendido, al pueblo y
390
principalmente a los humildes. Sigo el destino que me ha sido impuesto. Después de décadas de dominio y de
expoliación de los grupos económicos y financieros internacionales, me erigí en jefe de una revolución y vencí. Inicié
la tarea de liberación e instauré el régimen de libertad social. Hube de renunciar. Puse el gobierno en manos del
pueblo. Una campaña subterránea de los grupos internacionales se alió a grupos nacionales rebelados contra el
régimen de garantía del trabajo. La ley sobre beneficios excesivos fue rechazada por el Congreso. Contra la justeza de
la revisión del salario mínimo se desencadenaron los odios. Quise crear una libertad nacional potenciando nuestras
riquezas a través de Petrobrás, y apenas ésta comenzó a funcionar aumentó la ola de agitaciones. Electrobrás fue
obstaculizada hasta la desesperación. No quieren que el trabajador sea libre. No quieren que el pueblo sea
independiente.
Asumí el gobierno cuando la espiral inflacionista destruía los frutos del trabajo. Los beneficios de las empresas
extranjeras alcanzaban hasta el 500% anual. En las declaraciones de valores de lo que importábamos existían fraudes
comprobados de más de 100 millones de dólares al año. Llegó la crisis del café y nuestro principal producto se
devaluó. Intentamos defender su precio y la respuesta fue una violenta presión sobre nuestra economía, hasta que se
nos obligó a ceder.
He luchado mes tras mes, día tras dia, hora tras hora, resistiéndome a una presión constante, incesante,
soportándolo todo en silencio, olvidándolo todo, renunciando a mí mismo para defender al pueblo, que ahora queda
desamparado. Nada más os puedo dar, a no ser mi sangre. Si las aves de rapiña quieren la sangre de alguien, quieren
continuar desangrando al pueblo brasileño, yo ofrezco mi vida en holocausto. Elijo este camino para quedarme
siempre con vosotros. Cuando os humillaren, sentiréis mi alma sufriendo a vuestro lado. Cuando el hambre llamare a
vuestra puerta, sentiréis en vuestro pecho la energía para luchar por vosotros y por vuestros hijos. Cuando os
vilipendiaren, sentiréis en el pensamiento la fuerza para reaccionar .Mi sacrificio os mantendrá unidos y mi nombre
será vuestra bandera de combate. Cada gota de mi sangre será una llama inmortal en vuestra conciencia y mantendrá
una vibración sagrada para la resistencia. Al odio respondo con el perdón. Ya quienes piensan que me han derrotado
les respondo con mi victoria. Era esclavo del pueblo y hoy me libero para la vida eterna. Pero este pueblo del que he
sido esclavo ya jamás será esclavo de nadie. Mi sacrificio permanecerá para siempre en su alma, y mi sangre será el
precio de su rescate.
Luché contra la expoliación de Brasil. Luché contra la expoliación del pueblo. He luchado a pecho
descubierto. El odio, las infamias, la calumnia, no abatirán mi ánimo. Os he dado mi vida. Ahora os ofrezco mi
muerte. Nada recibo. Serenamente doy el primer paso por el camino de la eternidad y salgo de la vida para entrar en
la Historia.”
En CARMAGNAM: América latina págs. 91-92.
“Anotar ordenadamente: problemas de Chile y América latina, cifras para medir estos problemas, dominio
extranjero en el orden económico y en el orden ecológico, medidas de reforma necesarias. Contrástese la grave
dimensión del problema con la moderación del propósito nacionalizador (último párrafo). Comentar y valorar el
contenido del discurso.
.Más del 30 por 100 de nuestra población es analfabeta: Ochenta millones de personas. Once por ciento de la
fuerza de trabajo está totalmente desocupada: Nueve millones de cesantes. Veintiocho por ciento de la mano de obra
está subempleada: Setenta y cinco millones de trabajadores contribuyen en mínimo grado al desarrollo de la región.
Cada persona consume en promedio unas 2.500 calorías diarias contra más de 3.000 en los países desarrollados. 65
gramos de proteína al día (cuando se come) contra más de 100 gramos en los países europeos. Es la desnutrición, el
hambre crónica, el marasmo y el daño cerebral irreparable.
Año tras año los inversionistas extranjeros han obtenido utilidades mucho mayores que el monto colocado.
Desde 1962 las ganancias retiradas de América Latina exceden las inversiones en más de mil millones de dólares.
Desde mediados de la década de los 60 nuestros pagos por servicios de deudas suman más que los nuevos préstamos.
La deuda externa de nuestro continente alcanza cifras astronómicas, y cada vez es más grande la distancia entre
los países industrializados y los países en vías de desarrollo.
Algunas naciones pueden mostrar un crecimiento transitorio, pero éste quedó restringido al sector moderno
de la economía, sin irradiar al resto del sistema; al mismo tiempo es bien sabido que el ingreso aumentado ha ido
desproporcionadamente a manos de unos pocos, y por eso las tasas de crecimiento esporádico no reflejan una
expansión orgánica de las economías.
La mala distribución del ingreso y la dependencia económica y tecnológica han marchado juntas bajo el
modelo tradicional, y con ellas ha coexistido el fenómeno del marginalismo, la exclusión de grandes masas populares,
de millones de personas, de toda participación en la colectividad. Bástenos Tecordar que se asegura que más de 15
391
millones de latinoamericanos ni siquiera conocen la moneda como medio de intercambio. Esta es la expresión
concreta y viva del patrón histórico de nuestro continente.
Mientras tanto, se sigue permitiendo que un reducido número sea dueño de las tierras, de las fábricas, de las
minas, y ejerzan un poder político incuestionable.
(...) Sólo con cambios estructurales de fondo como la Reforma Agraria, la nacionalización de las riquezas
básicas y de la Banca, la reforma de las instituciones políticas, la reestructuración industrial, se logrará captar y
movilizar mejor los excedentes económicos orientándolos hacia un desarrollo planificado para satisfacer las
necesidades básicas de toda la población. Es con medidas de esta magnitud que podremos terminar con el
estancamiento, la miseria y la violenta dependencia. '",
El imperativo de cambiar las estructuras económicas nos ha sido impuesto por condiciones objetivas. Chile
gasta más de doscientos millones de dólares anuales en importar alimentos, si no varia sustancialmente la agricultura
hacia fines de este siglo deberemos importar más de mil millones, a pesar de tener tierras, agua y recursos
agropecuarios suficientes. Por otra parte, el país ha sufrido el drenaje ininterrumpido de sus riquezas básicas
entregadas al capital extranjero: entre 1910 y 1970 han salido en forma de remesas de utilidades y servicios diversos
no menos de 2.850 millones de dólares. Un millón trescientos mil dólares salen de este país todos los días. Es el
salario diario de un millón de obreros.
Nuestro Gobierno ha elegido un camino propio. Se trata de un camino de transformaciones que deben
desembocar en una nueva economía. Es un camino para llegar al socialismo que aprovecha nuestras mejores
tradiciones, enriqueciéndolas con la energía creadora de un pueblo resuelto a liberarse.
Es necesario nacionalizar.
La nacionalización será conquistada en conformidad con nuestro sistema legal, en uso de nuestra soberanía y
de acuerdo con las resoluciones de las Naciones Unidas. Los intereses de los pueblos están por sobre los particulares.
No son sanciones injustas y arbitrarias, no es con la amenaza de la fuerza que se detiene el avance de los pueblos.
Reclamamos el respeto a la autodeterminación y la plena vigencia de la no intervención. La dignidad de las naciones
no se mide por el ingreso per cápita.”
Salvador ALLENDE: La vía chilena hacia el socialismo, págs. 62-64
4. TENDENCIAS EN EL CONCILIO
En las primeras sesiones la Curia romana intentó imponer sus puntos de vista centralizadores, pero se
encontró con una fuerte resistencia, la mayoría de los padres conciliares deseaban una renovación en profundidad de
la Iglesia. Así surgió el choque entre una tendencia conservadora y otra renovadora, aunque el enfrentamiento no era
nuevo en la historia de los concilios, ya que en Trento se puede detectar la posición conservadora del episcopado
italiano y la renovadora del español yen el Concilio Vaticano I una minoría de los padres conciliares llega a
abandonar el aula conciliar para no votar la Constitución que definía la infalibilidad pontificia; la Curia intentó hacer
prevalecer un principio de autoridad y de unanimidad, pero el papa no lo admitió: «Un Concilio no es un grupo de
monjes cantando a coro», se dice que comentó, con su humor de aldeano, sonriendo. Con el apoyo del papa
quedaron canonizadas todas las discusiones y todas las tensiones como algo lógico y normal.
En la tendencia conservadora destaca el cardenal Ottaviani, bien atrincherado en sus puestos en la Curia
romana; la tendencia renovadora tiene una gran figura en el ya muy anciano cardenal Bea, que había dedicado su vida
al diálogo con los no creyentes. Lo que va a ser el Concilio se resume en las figuras de los cuatro moderadores, los
cardenales italianos Ruffini y Lercaro, el germano Doepfner y el belga Suenens; sólo el primero, un gran escriturista,
pertenece al sector conservador, que se encuentra en todo momento en minoría, mientras Lercaro y Suenens se
destacan por su apertura sin recelos, y Doepfner por su altura conceptual.
Por obispados el italiano y el español, con algunas excepciones en uno y otro, se sitúan en el sector
conservador y votan con pasmosa insistencia siempre con la minoría, es decir, siempre en contra de los acuerdos que
el Concilio va a establecer. El sector renovador lo integran sobre todo los obispos holandeses, con Alfrink y De Vedt,
y belgas, con Suenens y De Smedt. Francia aporta algunas figuras brillantes, como Lienart, profundo conocedor de la
exégesis bíblica, y Ancel, el obispo-obrero; Inglaterra un gran ecumenista, Heenam: Alemania un obispado sin
método, pero con dos grandes figuras, Frings y Doepfner. De fuera de Europa sorprenden los obispos
norteamericanos, Meyer y Cushing, por su anticentralismo, pero también un sector integrista y centralista, opuesto a
cualquier renovación, en el que figura el famoso cardenal Spellman. De Hispanoamérica llegan el brasileño Helder
Cámara el obispo de la revolución social y de los pobres, y el chileno Silva Henríquez. La aportación de África y Asia
es menor, pero es la primera vez que se oye la voz de esos continentes.
Al lado de obispos que son escuchados con enorme interés, como Suenens, Lerqaro, Alfrink, Lienart,
auténticas figuras del concilio, se desenvuelve el trabajo silencioso de teólogos eminentes, como Rahner, una de las
figuras cumbres de la teología católica, y el grupo de teólogos de Lovaina: Moeller, autor de la obra Literatura del
siglo XX y Cristianismo, el canónigo Philips, eclesiólogo, el historiador Aubert.
La muchedumbre de padres conciliares, la aportación de teólogos ilustres, las discusiones abiertas, tensas a
veces, explican la intensidad de la obra del Concilio Vaticano II, posiblemente uno de los más renovadores de la
historia de los concilios y sin duda el más ecuménico por el número y la procedencia geográfica de sus participantes.
5. LOS TEMAS
La diversidad de los temas estudiados en el Concilio podría sistematizarse en tres grupos: renovación de la
Iglesia, unión con los cristianos y relación con otras religiones, diálogo con el mundo:
- Renovación de la Iglesia:
Fuentes de revelación
María mediadora, y María Madre de la Iglesia.
Liturgia
“De Ecclesia”. Colegialidad de los obispos,
Función de los clérigos y papel de los seglares
-Unión con los cristianos v relación con otras religiones:
Ecumenismo.
Confesiones cristianas,
Iglesias orientales.
-Diálogo con el mundo
Libertad religiosa.
Esquema XIII, y «Constitución Gaudium et Spes»
Educación cristiana de la juventud.
Orillando los temas de más claro perfil teológico, como el de la colegialidad, analizaremos brevemente los que
tienen una mayor proyección en la sociedad temporal.
a) Libertad religiosa
395
Con la declaración sobre libertad religiosa la Iglesia cerró una fase de su historia, en la que, al socaire de luchar
contra el error, consideraba que podía forzar las conciencias con métodos más o menos violentos. En esa fase hay
capítulos tan tristes como la condena de Galileo por el Santo Oficio. Era difícil abandonar un lastre mental de varios
siglos y se explica que fuera el de la libertad religiosa uno de los temas más debatidos del Concilio. Presentó el
esquema monseñor De Smedt, obispo de Brujas, quien subrayó que no era indiferentismo ni desprecio de la verdad,
sino exaltación de la Importancia de la verdad y su búsqueda, obligación inexcusable de la conciencia. Al comentar el
esquema De Smedt subrayó: «El hombre tiene el deber y el derecho de seguir su conciencia y por consiguiente el
derecho al respeto de su independencia por parte de los demás. El cardenal Lercaro, gran defensor del esquema,
afirmó que la fe es una proposición de Dios a cada hombre, “¿quién podría realmente sin sacrilegio manifiesto,
pretender sustituir con su acción la de Dios sobre las almas?”
La libertad religiosa tiene una inmediata proyección sobre la actitud de los Estados, ya que no es sólo interior,
la persona vive en comunidad; sin posibilidad de exteriorizar la fe, la libertad religiosa debe considerarse suprimida.
¿Puede un gobierno, arguyendo la defensa del bien común, intervenir en la vida religiosa de sus ciudadanos? En el
aula conciliar se dejó bien patente que el Estado debe ser, al mismo tiempo, tutor del bien común y del respeto
individual a las personas, por lo cual debe limitarse a ofrecer garantías de que todos podrán practicar sus credos sin
dificultades ni discriminaciones y sin que la profesión de una determinada fe implique ventajas civiles. El cardenal
Lercaro resumió la que iba a ser postura conciliar en dos máximas: no se puede imponer la fe católica (ni otra
cualquiera); la verdad tiene que ser acogida como verdad (decisión interior de la conciencia libre).
b) Educación cristiana de la juventud
El tema de la educación es una preocupación constante de la Iglesia (véase la encíclica Divini Illius Magistri de
Pío XI). Relacionado con la educación ha de considerarse el tema de la cultura. En la actualidad una cultura
universal, un progreso constante de la ciencia, nuevas concepciones de la vida y del hombre reclaman tomas de
postura de los cristianos.
El Concilio se muestra respetuoso e incluso entusiasta del progreso científico y señala una serie de novedades
en materia de educación. En las discusiones aparecen puntos como el de la convivencia en escuelas neutras y mixtas
de distintas religiones, la responsabilidad de los padres y los casos y aspectos en que la sociedad puede imponerse a
los padres, la importancia del laicado en la tarea educativa, la necesidad de la libertad, la no aceptación de cualquier
discriminación social o económica en la adquisición de un bien primario.
La declaración del Concilio recoge el derecho universal a la educación, los tres ámbitos en que son
responsables los padres, la sociedad y la iglesia, la educación moral y religiosa y la recomendación de que se
promuevan universidades y escuelas católicas. En conjunto en materia educativa, como en materia informativa -los
textos sobre la misión de los periódicos y otros medios de comunicación social-, las decisiones conciliares se
movieron en una línea tradicional, sin grandes innovaciones, y quedaron superados por textos de teólogos o por
mensajes papales posteriores.
c) Ecumenismo. Relaciones con otras religiones
Frente a la idea de cruzada, de lucha religiosa, que caracterizó muchos momentos del cristianismo y de otras
religiones, el Concilio enarbola un nuevo talante fraternal, de exaltación de lo que todas las religiones han significado
para el hombre y para la promoción de las manifestaciones más hondas del espíritu. Con respecto a los judíos señala
ese nuevo talante Juan XXIII, quien ordena que se supriman en la liturgia cristiana invocaciones acusadoras. El texto
conciliar lo presenta el cardenal Bea, quien les exonera de la acusación de deícidas con un doble argumento: en la
muerte de Cristo hemos sido responsables todos los hombres, en segundo jugar no fueron deicidas los ejecutores
materiales de la sentencia de cruz porque no vieron o creyeron que Cristo fuera Dios. La responsabilidad material de
la crucifixión de Cristo recae sobre algunos judíos, pero no sobre todos los judíos, y también sobre algunos romanos.
Las discusiones sobre el tema reflejan las dos posturas de los padres conciliares, los aferrados a la tradición y los
deseosos de profundizar reflexivamente en una línea de renovación. Se mostraron contrarios al texto de exculpación
de los judíos los cardenales Ruffini y Tapponi, y defensores los cardenales Heenam, Lienart y Lercaro, además del
ponente, cardenal Bea. Con respecto a los musulmanes no hubo discusión similar, se habló de olvido, de
comprensión, y se subrayo la altura del pensamiento de Mahoma, silenciando sus limitaciones sociológicas
(poligamia, etc.).
Con el Concilio Vaticano se cierra la etapa en la que era posible convocar guerras santas, la Iglesia católica ha
señalado así a las otras Iglesias el camino para conseguir un mundo más fraterno.
d) Apostolado de los seglares
Preocupación de Juan XXIII fue potenciar el papel de los seglares en la vida de la Iglesia, de ahí que haya
observadores seglares en el Concilio. Antes de tratar el tema la Constitución jerárquica de la Iglesia se colocó un
capítulo sobre el pueblo de Dios», en el que se fijó el papel de los laicos como parte integrante de ese pueblo. Ha
pasado el tiempo, según expresión del cardenal Bea, en que los laicos no tenían otra función que esperar las órdenes
del clero y cumplirlas de modo mecánico. El laico es también apóstol activo, su apostolado se ejerce en su estado de
matrimonio yen su actividad profesional y social. El Decreto .Sobre el apostolado de los seglares» afirma que éstos
tienen más ocasiones de realizar una tarea apostólica con el testimonio de su vida. Además la instauración cristiana
396
del orden temporal exige inexcusablemente la tarea de los laicos. En este Decreto se pone de relieve lo que va a
constituir una de las notas más originales del Concilio Vaticano II, la proyección de la Iglesia sobre el orden
temporal:
«Todo lo que constituye el orden temporal; a saber: los bienes de la vida y de la familia, la cultura, la
economía, las artes y profesiones, las instituciones de la comunidad política, las relaciones internacionales, y otras
cosas semejantes, y su evolución y progreso, no solamente son subsidios para el último fin del hombre, sino que
tienen un valor propio, que Dios les ha dado, considerados en sí mismos, o como partes del orden temporal: ..y vio
Dios todo lo que había hecho y era bueno" (Génesis, 1.31). Esta bondad natural de las cosas recibe una cierta
dignidad especial de su relación con la persona humana, para cuyo servicio fueron creadas».
El apostolado no es ya un monopolio de los clérigos ni su ámbito exclusivo es el templo; existen otros
campos, la familia, el ambiente social, la cultura y la política nacional e internacional. En todos ellos juegan su
función los laicos y en ciertos ámbitos específicos, los diversos profesionales, los jóvenes, las mujeres. Ningún otro
Concilio había atendido a esta dimensión de la vida secular.
397
- La paz y la guerra. La paz es el ansia de todos los espíritus. La guerra, con la perfección de los armamentos,
ha llegado a ser en cualquier caso inmoral. La resolución conciliar es tajante: “Toda acción bélica que tiende
indiscriminadamente a la destrucción de ciudades enteras o de extensas regiones junto con sus habitantes, es un
crimen contra Dios y la Humanidad, que hay que condenar con firmeza y sin vacilaciones”. Por este camino se llega a
la prohibición absoluta de la guerra ya la obligación de la sociedad internacional de evitarla y de poner fin a la carrera
de armamentos, sobre la que el Concilio pronuncia sentencias conminatorias: “Al gastar inmensas cantidades en tener
siempre a punto nuevas armas, no se pueden remediar suficientemente tantas miserias del mundo entero. En vez de
restañar verdadera y radicalmente las disensiones entre las naciones, otras zonas del mundo quedan afectadas por
ellas. Hay que elegir nuevas rutas, que partan de una renovación de la mentalidad, para eliminar este escándalo y
poder restablecer la verdadera paz, quedando el mundo libre de la ansiedad que le oprime”.
Este Concilio abierto a la renovación y al mundo de hoy no se contentó con la elaboración de unos textos
doctrinales tan importantes como la constitución Gaudium et Spes, sino que cerró sus sesiones con una serie de
conmovedores mensajes dirigidos a los jóvenes, enfermos, trabajadores, mujer, etc. Al clausurarse en diciembre de
1965 la última asamblea del Concilio Vaticano II la Iglesia católica había profundizado en su doctrina, renovado su
rostro y encontrado un lenguaje nuevo para dialogar con un mundo en transformación.
DOCUMENTOS
LA IGLESIA ANTE EL MUNDO DE HOY
La asunción de postura ante las realidades temporales de nuestra época presta al Concilio Vaticano II una
nota diferencial dentro de la historia de los Concilios, Comentar los siguientes temas: Posición de la Iglesia ante e}
mundo y problemas universales (punto 4). Exigencias de igualdad entre los seres humanos y las naciones (puntos 9 y
29. Cotéjese el 29 con las doctrinas racistas o xenófobas. Que a veces se pretenden cristianas). Pilares del orden social
(compárese con la encíclica Pacem in Terris. Punto 26). Catálogo de derechos humanos y atentados contra ellos (cfr.
Declaración de la ONU. Puntos 26 y 27).
“4. Es necesario, por ello, conocer y comprender el mundo en que vivimos, sus esperanzas, sus aspiraciones y
el sesgo dramático que con frecuencia le caracteriza. He aquí algunos rasgos fundamentales del mundo moderno.
El género humano se halla hoy en un periodo nuevo de su historia, caracterizado por cambios profundos y
acelerados, que progresivamente se extienden al universo entero. Los provoca el hombre con su inteligencia y su
actividad creadora; pero recaen luego sobre el hombre, sobre sus juicios y deseos individuales y colectivos, sobre sus
modos de pensar y sobre su comportamiento para con las realidades y los hombres con quienes convive. Tan es esto
así, que se puede ya hablar de una verdadera metamorfosis social y cultural, que redunda también sobre la vida
religiosa.
Como ocurre en casos de crecimiento repentino, esta transformación trae consigo no leves dificultades. Así,
mientras el hombre amplía extraordinariamente su poder, no siempre consigue someterlo a su servicio. Quiere
conocer con profundidad creciente su intimidad espiritual, y con frecuencia se siente más incierto que nunca de sí
mismo. Descubre paulatinamente las leyes de la vida social, y duda sobre la orientación que a éstas se debe dar.
Jamás el género humano tuvo a su disposición tantas riquezas, tantas posibilidades, tanto poder económico, y.
sin embargo, una gran parte de la humanidad sufre hambre y miseria, y son muchedumbre los que no saben leer ni
escribir. Nunca ha tenido el hombre un sentido tan agudo de su libertad, y entretanto surgen nuevas formas de
esclavitud social y psíquicas. Mientras el mundo siente con tanta viveza su propia unidad y la mutua interdependencia
en ineludible solidaridad, se ve, sin embargo, gravísimamente dividido por la presencia de fuerzas contrapuestas.
Persisten, en efecto, todavía agudas tensiones políticas, sociales, económicas, raciales e ideológicas, y ni siquiera falta
el peligro de una guerra que amenaza con destruirlo todo. Se aumenta la comunicación de las ideas; sin embargo, aun
las palabras definidoras de los conceptos más fundamentales revisten sentidos harto diversos en las distintas
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ideologías. Por último, se busca con insistencia un orden temporal más perfecto, sin que avance paralelamente el
mejoramiento de los espíritus.
9. (Aspiraciones más universales de la humanidad.) Entre tanto, se afianza la convicción de que el género
humano puede y debe no sólo perfeccionar su dominio sobre las cosas creadas, sino que le corresponde además
establecer un orden político, económico y social que esté más al servicio del hombre y permita a cada uno ya cada
grupo afirmar y cultivar su propia dignidad.
De aquí las instantes reivindicaciones económicas de muchísimos, que tienen viva conciencia de que la
carencia de bienes que sufren se debe ala injusticia o a una no equitativa distribución. Las naciones en vía de
desarrollo, como son las independizadas recientemente, desean participar en los bienes de la civilización moderna, no
sólo en el plano político, sino también en el orden económico, y desempeñar libremente su función en el mundo. Sin
embargo, está aumentando a diario la distancia que las separa de las naciones más ricas y la dependencia incluso
económica que respecto de éstas padecen. Los pueblos hambrientos interpelan a los pueblos opulentos. La mujer, allí
donde todavía no lo ha logrado, reclama la igualdad de derecho y de hecho con el hombre. Los trabajadores y los
agricultores no sólo quieren ganarse lo necesario para la vida, sino que quieren también desarrollar por medio del
trabajo sus dotes personales y participar activamente en la ordenación de la vida económica, social, política y cultural.
Por primera vez en la historia, todos los pueblos están convencidos de que los beneficios de la cultura pueden y
deben extenderse realmente a todas las naciones.
26; Crece al mismo tiempo la conciencia de la excelsa dignidad de la persona humana, de su superioridad
sobre las cosas y de sus derechos y deberes universales e inviolables. Es, pues, necesario que se facilite al hombre todo
lo que éste necesita para vivir una vida verdaderamente humana, como son el alimento, el vestido, la vivienda, el
derecho a la libre elección de estado y a fundar una familia, a la educación, al trabajo, a la buena fama, al respeto, a
una adecuada información, a obrar de acuerdo con la norma recta de su conciencia, a la protección de la vida privada
ya la justa libertad, también en materia religiosa.
El orden social, pues, y su progresivo desarrollo deben en todo momento subordinarse al bien de la persona,
ya que el orden real debe someterse al orden personal, y no al contrario. El propio Señor lo advirtió cuando dijo que
el sábado había sido hecho para el hombre y no el hombre para el sábado. El orden social hay que desarrollarlo a
diario, fundarlo en la verdad, edificarlo sobre la justicia, vivificarlo por el amor. Pero debe encontrar en la libertad un
equilibrio cada día más humano. Para cumplir todos estos objetivos, hay que proceder a una renovación de los
espíritus ya profundas reformas de la sociedad.
El espíritu de Dios, que con admirable providencia guía el curso de los tiempos y renueva la faz de la tierra,
no es ajeno a esta evolución. Y, por su parte, el fermento evangélico ha despertado y despierta en el corazón del
hombre esta irrefrenable exigencia de dignidad.
27. (El respeto a la persona humana.) Descendiendo a consecuencias prácticas de máxima urgencia, el
Concilio inculca el respeto al hombre, de forma que cada uno, sin excepción de nadie, debe considerar al prójimo
como «otro yo», cuidando en primer lugar de su vida y de los medios necesarios para vivirla dignamente, no sea que
imitemos a aquel rico que se des- preocupó totalmente del pobre Lázaro.
En nuestra época principalmente, urge la obligación de acercarnos a todos y de servirlos con eficacia cuando
llegue el caso, ya se trate de ese anciano abandonado de todos, o de ese trabajador extranjero despreciado
injustamente, o de ese desterrado, o de ese hijo ilegítimo que debe aguantar sin razón el pecado que él no cometió, o
de ese hambriento que recrimina nuestra conciencia, recordando la palabra del Señor: cuantas veces hicisteis eso a uno
de estos mis hermanos menores, a mí me lo hicisteis (Mt. 25-40).
No sólo esto. Cuanto atenta contra la vida -homicidios de cualquier clase, genocidios, aborto, eutanasia y el
mismo suicidio deliberado-; cuanto viola la integridad de la persona humana, como, por ejemplo, las mutilaciones, las
torturas morales o físicas, los conatos sistemáticos para dominar la mente ajena; cuanto ofende a la dignidad humana,
como son las condiciones infrahumanas de vida, las detenciones arbitrarias, las deportaciones, la esclavitud, la
prostitución, la trata de blancas y de jóvenes; o las condiciones laborales degradantes, que reducen al operario al
rango de mero instrumento de lucro, sin respeto a la libertad ya la responsabilidad de la persona humana: todas estas
prácticas y otras parecidas son en sí mismas infamantes, degradan la civilización humana, deshonran más a sus autores
que a sus víctimas v son totalmente contrarias al honor debido al Creador.
29. (La igualdad esencial entre los hombres y la justicia social.) La igualdad fundamental entre todos los
hombres exige un reconocimiento cada vez mayor. Porque todos ellos, dotados de alma racional y creados a imagen
de Dios, tienen la misma naturaleza y el mismo origen, y porque, redimidos por Cristo, disfrutan de la misma
vocación y de idéntico destino.
Es evidente que no todos los hombres son iguales en lo que toca a la capacidad física ya las cualidades
intelectuales y morales. Sin embargo, toda forma de discriminación en los derechos fundamentales de la persona, ya
sea social o cultural, por motivos de sexo, raza, color, condición social, lengua o religión, debe ser vencida y
eliminada, por ser contraria al plan divino. En verdad, es lamentable que los derechos fundamentales de la persona no
estén todavía protegidos en la forma debida por todas partes.”
(Concilio Vaticano II. Constitución Sobre la Iglesia en el mundo actual.)
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CAPITULO XXXVII: LA REVOLUCIÓN CIENTÍFICA
1. LA ERA DE LA CIENCIA
En el siglo XX la ciencia ha realizado progresos casi increíbles y ha contribuido a modificar de manera
decisiva la vida del hombre. Algunos colosos, Einstein, Planck, Bohr, Freud, han revisado los presupuestos teóricos
sobre los que el conocimiento científico se apoya y han conseguido abrir horizontes nuevos para la comprensión del
universo, de la materia y del hombre, mientras legiones de investigadores, aunando sus esfuerzos en equipos,
trabajando en laboratorios cada vez más complejos y publicando sus descubrimientos en revistas y congresos, aportan
conquistas continuas al conocimiento, y los gobiernos y las instituciones dedican cantidades crecientes ala
investigación ya la aplicación práctica (técnica) de los avances científicos. Este progreso continuo ha sido estimulado
por las conmociones bélicas y, desafortunadamente para la Humanidad, los más fundamentales descubrimientos,
como el de la estructura y energía liberada en la desintegración del átomo, han sido aplicados en primer lugar a las
posibilidades destructivas de la tecnología militar.
El término revolución se justifica por la serie encadenada de descubrimientos, que convierten cada teoría en
algo precario, susceptible de ser modificado en plazo breve. A esta renovación continua del conocimiento contribuye
el trabajo coordinado de equipos de investigadores. Aunque el descubrimiento revolucionario corresponda en
ocasiones al científico genial, a diferencia de otros siglos el prototipo no viene definido por el sabio aislado sino por
grupos, formados frecuentemente en las universidades en la relación maestros-discípulos. En un artículo de gran
sutileza Einstein ponderaba tanto la actividad aislada del genio, que se mueve en las esferas abstractas de la teoría,
como la empírica de los equipos, que han de utilizar costosos laboratorios, sosteniendo que la ciencia avanza
mediante la interrelación del pensamiento y la experiencia. Aunque con excepciones puede aceptarse la tesis de que
los descubrimientos experimentales se realizan en el seno de equipos y los teóricos se deben a la aportación de un
científico excepcional. En todo caso existe, por vez primera en la historia de la ciencia, una red universal, que permite
considerar algunos descubrimientos casi como una conquista inevitable. Por ejemplo el de los «rayos X» por
Roentgen, dado el gran número de investigadores que trabajaban en los tubos Crookes.
Universidades, centros de investigación -como los Institutos «Max Planck» en Alemania- y congresos
periódicos constituyen carburantes de esta actividad incesante. El esplendor de la física alemana fue aventado por los
congresos que se celebraban cada cuatro o cinco años desde principios de siglo; el denominado «Festival Bohr» de
Gotirtga en 1921 reunió un cónclave excepcional de cerebros, entre ellos Max Born y Niels Bohr. Asimismo ha
resultado de la máxima importancia la relación entre universidades e investigadores. Al nacimiento de la mecánica
cuántica contribuyeron alrededor de 1920 cuatro universidades: Cambridge, Copenhague, Gottinga y Munich. En la
cátedra Cavendish de Cambridge Rutherford sucedió a Thompson, dos pioneros en la investigación del átomo. Niels
Bohr dirigió por los mismos años el Instituto de Física de Copenhague; Max Born el de Gotirtga. Otros dos físicos
relevantes, Pauli y Heisenberg, alumnos en Munich, completaron sus estudios en Copenhague y Gotinga.
Las grandes empresas químicas o farmacéuticas, «Dupont de Nemours», «Bayer», o las consagradas a la
fabricación de las maravillas de la electrónica, «IBM», disponen de sus propios equipos de investigadores y destinan
una parte de sus presupuestos a la investigación. En la vida del hombre occidental tienen una presencia cada vez más
intensa aparatos que implican una tecnología avanzada -cine, automóvil, televisión, aparatos eléctricos diversos-. Los
sabios que poseen conocimientos de importancia militar -y resulta ya difícil negar esta vertiente a cualquier
conocimiento científico al continuar a los explosivos las nuevas familias de armas químicas (biológicas y
meteorológicas)- no disponen de un estatuto de libertad personal similar al de los restantes ciudadanos, los gobiernos
consideran preciosas sus vidas, ejercen un control sobre sus movimientos y organizan en torno a sus personas una
vigilancia que, impida un secuestro o un atentado. La ciencia, que podría ser la palanca liberadora de la Humanidad,
se ha convertido en una de las armas de la guerra fría y es un factor más de rivalidad entre las potencias.
3. LA REVOLUCIÓN DE LA FÍSICA
La teoría de la relatividad de Einstein y la teoría cuántica de Planck constituyen los dos capítulos
fundamentales y al mismo tiempo el punto de partida para dos concepciones antinómicas de la ciencia física.
Einstein, al continuarlos estudios de Michelson y Morley sobre la luz cuya velocidad considera una constante
del universo, llega a concluir que el tiempo es una variable que depende de la velocidad del espectador (Teoría de la
Relatividad restringida, 1905). Diez años más tarde consigue medir la relación entre masa y energía (E = mc2); un
cuerpo que irradia energía pierde masa, de donde deduce que la masa puede convertirse en energía y su equivalente es
la cifra fabulosa obtenida al multiplicar su masa por el cuadrado de la velocidad de la luz (Teoría de la Relatividad
general, 1915). Todas las futuras investigaciones sobre el átomo parten de estas geniales formulaciones del joven
científico alemán, que se traslada posteriormente a los Estados Unidos y adquiere la nacionalidad norteamericana.
Einstein demuestra que el espacio es curvo y que esta curvatura se intensifica en la proximidad de los cuerpos
pesados, con lo que desmonta las concepciones newtonianas del espacio y justifica las geometrías no euclidianas, ya
que en un espacio curvo las paralelas pueden unirse y todos los axiomas y postulados de Euclides sustituirse por
otros. Al fotografiar la curvatura de la luz de las estrellas abre nuevos horizontes interpretativos sobre la naturaleza de
la luz y se encuentra una prueba de la curvatura del espacio.
El otro gigante de la física de nuestro siglo, el alemán Max Planck, es el padre de la teoría cuántica. Mientras
otros investigadores escrutaban la materia y el átomo, Planck se orientó hacia la investigación de la radiación, y llegó
ala conclusión de que al igual que en el átomo se ordenan subparticulas en la radiación existen pequeñas pulsaciones
o paquetes energéticos, que denominó «cuantos». Tras el descubrimiento de que la materia no era una realidad
continua, la teoría cuántica presentaba la energía también como una realidad discontinua. Planck descubrió que la
intensidad de la energía es inversamente proporcional a la longitud de onda; a menor longitud de onda mayor fuerza
energética del cuanto.
Los cuantos de luz violeta son dos veces más ricos en energía que los de la luz roja. En 1924 Louis de Broglie
funda la mecánica ondulatoria, con la cual concilia la teoría tradicional de la luz como onda continua y la cuántica de
corpúsculo discontinuo.
Las dos teorías suponen dos interpretaciones de la realidad física; la teoría cuántica la considera discontinua o
corpuscular, la de la realidad la considera continua y constituida por una sustancia única espacio-tiempo que puede
adoptar formas diversas. La teoría cuántica pretende conocer la naturaleza en términos observables, la relatividad
general en términos no observables, en cierto modo simbólicos, al afirmar que la naturaleza es una sucesión de formas
geométricas de una sustancia única espacio-temporal.
Las investigaciones sobre el átomo constituyen uno de los ejes de la nueva física. La concepción clásica del
átomo como partícula indivisible había sido rechazada por los físicos del siglo XIX; desde finales de siglo hasta la
actualidad los avances en el conocimiento de las partículas elementales son constantes; Thompson, Rutherford, Bohr
y De Broglie han conseguido trazar mapas nuevos de la estructura atómica. Thompson descubre los electrones y
demuestra así que el átomo no es la partícula última; con las investigaciones de los esposos Curte sobre las
402
radiaciones se inicia otro camino que indaga la energía contenida en el átomo. Rutherford diseña un mapa del átomo
en el que un núcleo, cargado con electricidad positiva, está rodeado por electrones con carga negativa.. Esta imagen
cobró movimiento en los estudios del danes Niels Bohr, quien demostró que los electrones giran alrededor del núcleo
como si se tratara de un sistema solar en miniatura; el número y disposición de los electrones explica las propiedades
químicas de los cuerpos y la sucesión de los elementos establecida a mediados del siglo XIX por Mendeleiev.
Finalmente De Broglie probó que las órbitas de los electrones no seguían una línea elíptica sino ondulatoria,
oscilante, y que las ondas y los corpúsculos eran aspectos de una misma realidad.
Otra línea de investigación se centró en la desintegración del átomo y en la energía que puede liberar.
Rutherford rompe un núcleo de nitrógeno en 1919, al bombardearlo con partículas alfa mediante descargas
eléctricas. Posteriormente se descubren nuevos elementos en el átomo. Los neutrones son obtenidos por Chadwick en
1932 al bombardear berllio con partículas alfa; Ander- son el electrón positivo (positrón) y Neddermeyer el mesón,
enlace entre los protones positivos y los neutrones. En la década de los años 30 se investiga en la radiactividad; Joliot
Curle descubre la radiactividad artificial, demostrando que se vuelven radiactivos los átomos bombardeados por
neutrones. En 1936, Fermi obtiene con este sistema cuerpos más pesados que los naturales y dos años después Hahn
y Strassman descubren la posibilidad de la reacción en cadena, al comprobar que en los núcleos pesados como el del
uranio un protón puede liberar varios neutrones, que al chocar con los nuevos núcleos los hacen estallar y proyectan
nuevos neutrones; de esta forma un gramo de uranio puede liberar una energía equivalente a 2,5 toneladas de carbón.
En 1939 con un ciclotrón se consigue la fisión del átomo y la Posibilidad de obtener reacciones en cadena en gran
escala. La bomba atómica utiliza el uranio y la de hidrógeno el helio para producir esta reacción en cadena que libera
una energía fantástica.
Las teorías cuántica y de la relatividad y las investigaciones sobre el átomo constituyen los capítulos más
importantes de la nueva física. Pero los físicos se han sumido en incertidumbres que podríamos llamar de tipo
metafísico, se han planteado en qué medida sus investigaciones se mueven en un nivel subjetivo o por el contrario les
permiten un conocimiento no deformado de la realidad física. Dos escuelas, probabilistas y deterministas, afirman
respectivamente la incertidumbre del conocimiento y la certeza de las leyes físicas. Los probabilistas, con Bohr,
Heisenberg y Dirac, parecieron en muchos momentos haber conseguido romper el «determinismo»de la física
«clásica». En 1925 Heisenberg planteó el dilema que fundamenta la postura probabilista, la imposibilidad de
conocer simultáneamente la velocidad y posición de un electrón; si se conoce exactamente su posición, al obligarle a
pasar por una pequeña abertura, no se conoce exactamente su velocidad al atravesarla, de lo que resulta que en un
instante posterior será imposible precisar su situación. Con el principio de indeterminación Heisenberg afirma que el
«espectador» modifica la realidad física al estudiarla, al aproximarse a contemplarla. Los deterministas se encuentran
en minoría pero disponen de figuras tan gloriosas como Einstein, Schrodinger, Blockinzev o De Broglie; la
regularidad de las leyes físicas y la posibilidad de conocerlas con seguridad se resumen en la conocida frase de
Einstein: «Dios no juega a los dados». La escuela de Copenhague, dirigida por Niels Bohr, se convirtió en la
defensora del probabilismo mientras la escuela de París, dirigida por Louis de Broglie, ha sostenido el determinismo
arguyendo que los probabilistas suministran una descripción incompleta (los fenómenos microfísicas. Como vemos,
los científicos no se han limitado escudriñar en los secretos del universo físico sino que se han planteado la relación
del hombre con ese universo desde atalayas meta-físicas
5. LA CIBERNÉTICA
En el campo de la electrónica la física ha conseguido igualmente progresos revolucionarios, aplicados a la
transmisión de señales (radio, televisión, satélites de comunicaciones), a la óptica (microscopios electrónicos,
fotoelectricidad, cine), El láser, haz de ondas luminosas de intensidad mil veces superior a la de la luz solar,
conseguido, por medio de emisiones estimuladas, por Maiman en 1960, está llamado a ser una de las maravillas del
futuro y tiene aplicaciones ya en la medicina (cirugía de la retina, tumores cancerosos) y en la guerra (proyectiles
dirigidos, aviones). Pero la aportación más importante de la electrónica es la construcción de máquinas calculadoras,
que permiten la realización de complejas operaciones matemáticas en un tiempo mínimo y se han convertido en
auxiliares imprescindibles para la exploración del espacio y utilísimos para la estadística y el almacenamiento de datos
que reclama la compleja administración de los grandes Estados.
La primera máquina electrónica, construida por Howard Aiken, entró en servicio en 1944; es la Mark I, que
realiza sus operaciones matemáticas mediante impulsos eléctricos cuya información procede de fichas perforadas y
cuyos resultados se obtienen también en perforaciones que finalmente se traducen en cifras. Luego cálculos más
rápidos y complicados se obtuvieron sustituyendo las cintas perforadoras por pinceles de electrones; así se construyó
el primer cerebro electrónico, llamado ((Eniac». Mientras la Maik I necesitaba un tercio de segundo para hacer una
suma de 23 cifras la «Datafile», construida en 1957, puede leer varios millones de signos en milésimas de segundo.
El americano Norbert Wiener descubrió en 1948 la analogía entre el cerebro electrónico y el cerebro humano
y la similitud de los impulsos eléctricos que transmiten la información y las órdenes entre el sistema nervioso del
hombre y los circuitos eléctricos; así nacieron máquinas eléctricas, robots que pueden tomar decisiones, dirigirse aun
lugar, retroceder, evitar obstáculos. Incluso en el campo de la juguetería se han hecho miniaturas de máquinas activas,
mientras la industria comienza a recorrer la investigación en este campo de la «electricidad pensante». El fenómeno
de la automatización, de la sustitución del trabajo humano por máquinas que parecen actuar y decidir por sí mismas
mediante las posibilidades de la electricidad encierra profundas repercusiones sociales, anuncia un mundo en el que el
trabajo de los hombres puede descargarse en máquinas, en un grado hasta hace poco tiempo insospechable.
6. EL MISTERIO DE LA VIDA
La bioquímica descubre y estudia los elementos químicos de la actividad vital y sus procesos o modalidades de
acción. El descubrimiento de las enzimas, cuerpos químicos que actúan en procesos de fermentación, oxidación y
fotosíntesis, fue seguido por el de las vitaminas, sustancias muy complejas, como la vitamina B, que contiene a su vez
15 sustancias. Con las vitaminas se completa la concepción de la enfermedad generada por un virus patógeno con el
de enfermedad de carencia, como el escorbuto, beriberi, raquitismo, enfermedades provocadas por la no presencia en
el organismo vivo de alguna sustancia necesaria. Además' de las adquiridas por alimentación el organismo vivo
produce sus propias sustancias, generadas por las glándulas endocrinas. Así se ha descubierto la importancia de las
hormonas que intervienen en el crecimiento de animales y plantas y en el funcionamiento preciso de los Órganos: la
insulina del páncreas, las hormonas del tiroides, las hormonas sexuales. etc.
Con el progreso de la bioquímica cambia la concepción de la vida, que es considerada como una estructura
química peculiar, en la que el intercambio de elementos químicos es constante. Los componentes de lo vivo y lo no
vivo son los mismos, la diferencia está en su ordenación, en su estructura. Teilhard de Chardin ha distinguido la
acumulación exterior de elementos químicos que se produce en lo no vivo -así se forman los cristales, los minerales-
de otro tipo de acumulación interna, que supone una estructura más compleja, proceso al que el famoso pensador e
investigador francés llama «complexificación interiorizante». En el mismo sentido ha escrito Charón: «Es muy
posible que ese umbral que permite distinguir la Materia de lo Vivo sólo pueda ser descrito en términos de lenguaje
topológico, que se refieran al espacio-tiempo. La Naturaleza, después de haber realizado todas las uniones posibles
(por campos físicos) en nuestro espacio ordinario de topología plana {el de la Materia) habría inventado la topología
cilíndrica. Esta transformación exige, en principio, poca energía, ya que en ambos casos el espacio sigue siendo
euclidiano, es decir, de débil intensidad de energía. Con la nueva topología cilíndrica pueden realizarse entonces
bruscamente tipos de uniones imposibles en la Materia. Además, las ondas electromagnéticas pueden permanecer
"encerradas" (y, por tanto, disponibles) en este nuevo espacio. Salvamos así el umbral que separa la Materia de lo
Vivo; las nuevas propiedades no tienen medida común con las antiguas: lo Vivo, con su topología diferente,
constituye un auténtico universo en pequeño, "paralelo" al Universo en que se distribuye y se pone la Materia».
Al conocimiento de los procesos vitales ha contribuido la investigación sobre la célula, a la que se ha
consagrado una rama de la biología, la citología. Desde principios de siglo se realizaron cultivos de tejidos separados
de su organismo y en 1933 el oftalpólogo ruso Filatov utilizó tejidos congelados en sus intervenciones quirúrgicas.
Casi inmediatamente se consigue mantener vivos órganos enteros separados de los organismos en que habían
funcionado; en 1936 Carrel y Lindbergh hacen vivir y funcionar durante varias semanas algunos órganos de
mamíferos (ovarios, glándulas).
405
Otra línea de investigación atendió al estudio de los seres vivos más elementales, los virus. En 1935 Bochian
consiguió sintetizar en el laboratorio uno de los más sencillos, el llamado del «mosaico del tabaco». Se trata sin duda
de seres vivos, ya que se reproducen y viven a expensas del medio en que se hallan, no obstante se discute su
condición de organismo, parecen ser simples moléculas proteicas a las que se ha asignado la calidad de etapa
intermedia entre la materia inanimada y viviente. El estudio de esos organismos inferiores, como los virus y las
bacterias, ya más complejas, han permitido delimitar ciertas condiciones del origen de la vida, los elementos, presión
y temperatura indispensables para el nacimiento de las operaciones específicas de lo vivo.
DOCUMENTOS
LOS CAMINOS DE LA FÍSICA ACTUAL
En este diálogo entre dos gigantes de la ciencia física. Albert Einstein y Werner Heisenberg, se plantean
cuestiones básicas sobre los fundamentos de la Física, la teoría de la indeterminación de Heisenberg. la regularidad de
las leyes del universo en Einstein ("Dios no juega a los dados”), la necesidad de presupuestos teóricos para el
conocimiento de la realidad material, etc. Subrayar algunas frases expresivas.
“Quizá se pueda representar la transición de una posición estacionaria a otra distinta en una forma parecida a
la que en las películas ofrece el paso de una imagen a otra.. El paso no se realiza de repente, sino que una imagen se va
haciendo cada vez más débil, mientras que la otra emerge despacio y se hace más fuerte, de suerte que ambas
imágenes se entrelazan durante un tiempo y no sabemos exactamente lo que significan, Tal vez exista un estado
intermedio, en el que no se sabe si el átomo está en la posición superior o inferior."
Sus pensamientos se mueven ahora en una dirección sumamente peligrosa -advirtió Einstein-. Habla usted de
pronto de lo que se sabe sobre la naturaleza y no de lo que la naturaleza realmente hace. Ahora bien, en las ciencias
naturales sólo se puede tratar de averiguar lo que hace realmente la naturaleza. Podría suceder que usted y yo sepamos
acerca de la naturaleza algo distinto. Pero ¿a quién le podría interesar esto? A usted ya mí tal vez. A los demás les
resultaría totalmente indiferente. Por tanto, si su teoría ha de ser verdadera, deberá decirme algún día qué es lo que
hace el átomo cuando pasa por la emisión de luz de una posición estacionaria a otra distinta."
Tal vez -respondí con cierta vacilación-, Pero me parece que utiliza usted el lenguaje con una dureza un tanto
excesiva. Reconozco que todo cuanto pudiera decir yo ahora tendría el carácter de una necia escapatoria. Aguardemos
para ver cómo se desenvuelve ulteriormente la teoría del átomo."
Einstein me dirigió entonces una mirada algo crítica. ¿Por qué cree usted con tanta firmeza en su teoría, si
todavía están totalmente sin aclarar, tantos problemas centrales?"
He necesitado, lo confieso, mucho tiempo para poder responder a esta pregunta de Einstein. Pero entonces le
dije, aproximadamente, lo siguiente: .Creo, como usted, que la sencillez de las leyes de la naturaleza tiene un carácter
objetivo, que no se trata sólo de una economía del pensar. Cuando la naturaleza nos lleva a formas matemáticas de
gran sencillez y belleza. Con la palabra formas significo aquí sistemas ordenados de principios básicos, axiomas y
demás-, a formas, digo, que hasta entonces no han sido alcanza- das por .nadie, no se puede dejar de creer que son
"verdad", es decir, que re- presentan un rasgo auténtico de la naturaleza. Puede ser que estas formas traten, además,
de nuestra relación con la naturaleza, que se dé en ellas también un elemento de economía del pensar. Mas como no
se habría llegado nunca espontáneamente a estas formas, como nos han sido dadas primeramente por la naturaleza,
pertenecen ellas también a la misma realidad, no sólo a nuestro pensamiento sobre la realidad. Me puede usted
reprochar que empleo aquí un criterio estétil o de la verdad" al hablar de simplicidad y belleza. Pero debo confesar
que para una emana una fuerza de convicción muy grande de la simplicidad y belleza del esquema matemático que
nos es sugerido aquí por la naturaleza. Sin duda, debe usted .haber experimentado también el estremecimiento que se
siente ante la simplicidad y el orden perfecto de las interrelaciones que la naturaleza despliega de golpe ante nosotros,
y para las que estábamos totalmente impreparados. El sentimiento que nos sobrecoge con semejante perspectiva es
algo completamente diferente de la alegría que se experimenta cuando cree uno haber realizado con singular pericia
una pieza (física o no física) de artesanía. Por eso confió en que también las dificultades anteriormente discutidas se
solucionarán de algún modo. La sencillez del esquema matemático tiene además como consecuencia el que sea
posible idear muchos experimentos cuyo resultado pueda calcularse de antemano con gran exactitud de acuerdo con
la teoría. Si posteriormente los experimentos se llevan a cabo y llegan al resultado previsto, podrá concluirse con
certeza que la teoría representa en este campo a la naturaleza.»
El control por medio del experimento -dijo Einstein- es, en efecto, el presupuesto normal para la exactitud de
una teoría. Pero no es posible comprobarlo todo de manera exhaustiva. Por eso me interesa cuanto usted me ha dicho
sobre la sencillez. Pero nunca osaría afirmar que hubiera en- tendido realmente lo que subyacen el fondo de esa
sencillez de las leyes de la naturaleza».
Tras prolongar durante algún tiempo el diálogo sobre los criterios de la Verdad en la física, me despedí. Año
y medio más tarde encontré a Einstein en el Congreso de Solvay, en Bruselas, donde los fundamentos
epistemológicos y filosóficos de la teoría constituyeron, una vez más, el objeto de interesantes discusiones.”
Werner HEISENBERG: Diálogos sobre la Física atómica. Madrid, B.A.C., 1975, págs. 86-88.
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CAPITULO XXXVIII: LA TRANSFORMACIÓN DEL ARTE
1. RAÍCES DE LA TRANSFORMACIÓN
La metamorfosis del arte del siglo XX, lo mismo de las manifestaciones plásticas, como la pintura, que de las
artes temporales, como la música, es un proceso evidente para cualquier espectador; el arte no se ha quedado rezagado
en las intensas transformaciones que ha experimentado la vida del hombre e incluso en ocasiones se ha anticipado en
la búsqueda de nuevas formas de lenguaje y sensibilidad. Sin embargo, esta variación intensa no es un capricho
individua o generacional de los artistas, sino que responde a las nuevas dimensiones del conocimiento, se relaciona
con los sistemas de ideas y valores de la época. Uno de los teóricos del arte actual, Copplestone, ha escrito: «El
pintor no pinta porque quiera representar lo que ve y porque tenga competencia para hacerlo, sirio porque el mundo
visible le empuja a satisfacer su necesidad profunda de dar forma a su comprensión de la vida y de la naturaleza-.
Varios procesos confluyen en revolucionar las formas y las concepciones del arte del siglo XX.
En primer lugar la herencia del siglo XIX, especialmente visible en la pintura. Después de los impresionistas
no podía volver a pintarse como antes. El naturalismo y el impresionismo habían arrumbado definitivamente el arte
acaramelado y dibujístico del neoclasicismo; la obra de Cézanne, de Van Gogh, y, en general, la «situación» de la
pintura a finales del XIX exigían una renovación radical de las concepciones pictóricas.
Se ha considerado asimismo un acelerador del cambio en la pintura un avance técnico, la fotografía, que
supera en la reproducción fiel de la imagen a la paleta del pintor y en la perspectiva o los detalles (utilización del gran
angular' ampliaciones, etc.). Por otra parte, le ha descubierto a la pupila humana nuevas imágenes de la realidad. La
fotografía aérea le ha mostrado paisajes grandiosos, el microscopio y las imágenes microscópicas, la estructura de la
materia. En cine (imágenes en movimiento), ha capturado las preocupaciones por la luz, el movimiento y la
profundidad que estaban en el meollo de la pintura barroca; Estas aportaciones técnicas-y artísticas en el caso del
cine- han empujado a la piritura a la representación de valores diferentes de los que tradicionalmente habían
constituido la gramática de su lenguaje.
Partiendo de la concepción del artista como testigo de una época, con sus contradicciones y problemas,
superadora de la de simple productor de belleza, la encrucijada en que se desenvuelve la política internacional en
1900, con bloques armados que dejan entrever la amenaza de un conflicto bélico de vastas proporciones, y en 1914
el estallido de la guerra, impresionan patéticamente el talante de pintores y escultores y contribuyen a generar un arte
convulso y más adelante, en la angustia de las grandes crisis, a iniciar un arte deshumaruzado.
La revolución del arte moderno podría resumirse en la nueva concepción de dos realidades: la Naturaleza y el
Hombre, dos constantes de todo arte y de toda ciencia y forma de conocimiento; a estos dos pivotes habría que
añadir un tercero: los cambios intrínsecos en el concepto del arte.
Ante la Naturaleza. El arte ha representado habitualmente la Naturaleza, en ocasiones con cierta fidelidad
visual, por ejemplo en el Renacimiento, en otras con predominio de los elementos conceptuales o subjetivos, tal es el
caso del románico. En el siglo XX se despega decididamente de la representación de la Naturaleza en sus aspectos
visibles. Dice Picasso: «La naturaleza y el arte son cosas diferentes. Nos valemos del arte para expresar nuestro
concepto de la naturaleza». A este divorcio ha contri- buido la seguridad de que lo visual es sólo una apariencia de la
realidad, pero no la verdadera realidad, ya que el hombre no puede percibir la energía latente en la materia -y la
energía es un protagonista de la vida de la Humanidad desde la revolución industrial- ni su estructura de moléculas y
átomos. La energía y la velocidad parecen dos transgresiones de la naturaleza si la reducimos a los datos
proporcionados por los ojos. De la misma manera que la física ha tenido que elaborar un lenguaje impersonal para
describir el cosmos, el arte ha evolucionado para penetrar en estos nuevos horizontes que la ciencia ha desvelado.
La concepción del hombre. Se ha producido la ruptura del modelo clásico; frente al equilibrio de los
sentimientos a partir del Romanticismo se ha plasmado la angustia y el patetismo; frente a la razón encontramos a
partir de Dostoyevski la exaltación de los instintos y los impulsos irracionales; frente a las formas bellas y armoniosas
las inarmónicas y desgarradas. Tendríamos en esta triple ruptura tres notas del humanismo de Picasso: la angustia, el
caos irracional y el desgarramiento morfológico. La gran palanca de este nuevo humanismo es el psicoanálisis con su
iluminación de las regiones del subconsciente y su análisis de los traumas y enfermedades del alma. El psicoanálisis
nos ha proporcionado una imagen más compleja del hombre ya esta nueva imagen trata de responder el arte de hoy.
Cambios en el concepto del arte, Seldmayr ha subrayado un afán por la pureza; en arquitectura se eliminan los
adornos; en pintura el elemento plástico (por ejemplo, la configuración de cuerpos con luces y sombras) y el
elemento tectónico (la perspectiva se suprime, pierde significación la relación arriba-abajo, se combinan diversos
sistemas de proyección, verbigracia de frente y perfil). Este afán de pureza es en el fondo un ideal de elocuencia, de
identificación de la realidad y el lenguaje. El arte ha tenido que inventarse una nueva sintaxis para adecuar sus
fórmulas expresivas a los nuevos conceptos; las deformaciones significativas, las figuras geométricas y la abstracción
son los tres procedimientos más usuales para traducir la nueva concepción de la realidad natural y humana. Lo que
separa una figura de Picasso de una figura de Velázquez es un lenguaje; Picasso recurre a las deformaciones, a la
geometrización ya ciertos grados de abstracción porque ha de representar una Naturaleza concebida por la física de
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forma revolucionaria y un hombre mucho más complicado, de traumas e impulsos irreflexivos, como enseñan los
psicoanalistas
2. LA ARQUITECTURA
Los progresos de la ingeniería han puesto a disposición de los arquitectos técnicas y materiales renovadores
que han posibilitado una transformación radical de la arquitectura, suscitada por las nuevas circunstancias y los
nuevos materiales. Las circunstancias en que trabaja el arquitecto podrían resumirse en dos: la necesidad de espacio en
las grandes ciudades -lo que explica el fenómeno del rascacielismo, la altura creciente y el hacinamiento- y el
urbanismo, ciencia que estudia los conjuntos constructivos y valora el espacio exterior al edificio, frente a la
arquitectura tradicional que valoraba los espacios internos y consideraba al edificio en solitario. Los nuevos
materiales, el hierro, el hormigón, el cristal, los plásticos, han permitido la aparición de formas nuevas. La innovación
comenzó con la utilización del hierro en las berlinas de las estaciones de ferrocarril y los puentes; el ensamblaje de
vigas de hierro permitía curvaturas y longitudes imposibles en la piedra; la torre Eiffel es el ejemplo más majestuoso
de las posibilidades del nuevo material.
En el tránsito de siglo un movimiento español inició la renovación arquitectónica, el modernismo, cuya capital
fue Barcelona y su figura relevante Antonio Gaudí. Gaudí Se propuso unir arquitectura y naturaleza; el «Parque
Güell» de Barcelona le permitió esta simbiosis de la obra humana y natural que late en toda su obra. Sus deseos de
adornos han llevado a calificar su estilo de «neobarroco», pero no es la ornamentación sino la exaltación de la
naturaleza el ideal del gran arquitecto catalán; las ondulaciones, el color y la vegetación, tres dimensiones de sus
construcciones, son igualmente tres dimensiones constantes del paisaje. Frente a la línea recta Gaudí exalta la
ondulación (ver La Pedrera. del Paseo de Gracia de Barcelona), el color se consigue con loS remates de mosaicos, la
vegetación es una de las notas exuberantes de su original fachada del templo de la Sagrada Familia.
El desarrollo de las posibilidades del hormigón constituye la base de la primera gran escuela del siglo XX, la
arquitectura funcional se caracteriza por su sencillez, y sus líneas geométricas desprovistas de adornos. Le Corbusier,
su representante más destacado, apoya sus edificios sobre pilotes (pilares verticales de hormigón), con lo que queda
libre el suelo, inicia la «planta libre» (las divisiones de cada piso son independientes), las ventanas longitudinales -
nueva forma de iluminación- y las terrazas jardín; todas estas innovaciones están posibilitadas porque el edificio es
una red de pilares de hormigón y los muros han dejado de ser un elemento sustentante para convertirse en simples
mamparas que parcelan el espacio. Como urbanista obsesionan a Le Corbusier los espacios libres y la vegetación, y la
solución del tráfico mediante distintos ti- pos de calles que se sitúan a diferentes niveles. En la iglesia de Ronchamp y
en la villa Saboya realizó sus sueños de arquitecto, en los trazados de Chandigarh (capital del estado indio del
Panjab) y la ciudad radial de Marcella sus programas de urbanista. Las curvas y ondulaciones de las construcciones le
corbusierianas son la representación geométrica de ecuaciones y teoremas matemáticos, así el .pabellón Philips» de
Bruselas es una curva alabeada.
Esta fusión de técnica y geometría se continúa en la Bauhaus, escuela que hace de los volúmenes y cubos la
morfología usual. Van der Rohe y Walter Gropius son sus figuras destacadas.
La segunda gran escuela, la llamada arquitectura orgánica, tiene su cabeza en el norteamericano Wright Es una
arquitectura humana -y cara- que aspira a la alegría. La combinación de materiales -que permite la introducción del
color en la edificación, de manera intrínseca, sin recurrir al revoco o la pintura- y la apertura de los recintos hacia la
naturaleza, mediante espacios volados y grandes terrazas colgadas rodeadas de árboles, rocas yagua, son las dos
preocupaciones máximas de esta escuela, y la .casa de la cascada, y la “Robbie House” las obras más originales de
Wright.
Un último movimiento, el estructuralismo, funde lo funcional con las posibilidades del hormigón pretensado.
La Estación Tennini de Roma, algunos edificios de Brasilia, y el de la UNESCO en París, en el que intervienen Pier
Luigi Nervi, Breuer V Zehrfuss, son las construcciones más características.
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Partiendo de las conquistas expresivas del cubismo y las deformaciones morfológicas tres escultores van a
innovar el lenguaje: el rumano Brancusi y los españoles Julio González y Gargallo. Brancusi recrea (les comunica
nueva existencia) todos los materiales, el bronce, el mármol, la madera, sobre los que trabaja con insistencia hasta
obtener una pátina similar a la del paso del tiempo. En estos materiales insufla un aliento espiritual: por ejemplo, en
su Pájaro en el espacio el ritmo dinámico, vertical, se ha entendido como la tensión ascensional de la vida, de la que
espacio y pájaro serían símbolos. Julio González, a partir de formas cubistas, llega a la abstracción, modelando
polledros abruptos y eruptivos de picos (Cactus). Gargallo descubre primero en las chapas de hierro su configuración
geométrica, pero pronto consigue aprovechar los espacios vacíos y dotarles de fuerza lo mismo que a las aristas; en El
Profeta se admiran los músculos en los huesos y los tendones en las aristas tensas.
El expresionismo se convierte en una constante; incluso .los artistas que atraviesan una etapa surrealista, con la
que expresan el mundo de los sueños, como Giacometti o Alberto Sánchez, derivan luego en obras de gestos
crispados, de anatomías sabiamente deformadas, en las cuales, olvidada la belleza de las proporciones, sólo se busca la
vida interior, que se agazapa tras la expresión intensa de rostros y manos. La Segunda Guerra Mundial suscita la
vuelta al expresionismo, como se comprueba en el terrorífico El grito (monumento a la destrucción de Rotterdatri)
de Zadkine. Alguna conexión guarda con el espíritu expresionista la obra de otro gran creador de formas, el inglés
Henry Moore; sus invenciones morfológicas en torno al cuerpo femenino demuestran las inmensas posibilidades
expresivas que los escultores han sabido excavar .De esta invención de la anatomía humana a la abstracción total, es
decir, al abandono de .la figura y el tema, sólo quedaba un paso. Lo dan muchos artistas.
Los hermanos Pevsner (Naum Gabo y Antonio), dentro de la escuela abstracta denominada constructivismo,
ensayan desarrollos espaciales de superficies e introducen la forma ahuecada antes que los volúmenes cerrados que
había respetado Brancusi. Naum Gabo, tras una estancia en Munich, regresa a Rusia e inicia otro camino, la escultura
cinética, una lámina que vibra impulsada por un motor. Empero, la abstracción no había agotado sus posibilidades,
como demuestran algunos creadores españoles, Ángel Ferrant (Tres mujeres), Alberto Sánchez (Perro asustado) y
Chlllida (Abesti Gogora).
La más violenta ruptura con la tradición ha de buscarse en los ensayos por plasmar el movimiento. Lo
intentan mediante deformaciones y multiplicación de planos los futuristas, como Boccioni en Formas únicas de
continuidad en el espacio. Pero el paso definitivo lo da la escultura cinética, gemela de la ingeniería, inspiradora de
obras que se sostienen de manera inestable sobre un precario punto de apoyo, que giran con el viento o se mueven
mediante un sistema descompasado de pesos, o son accionadas por un motor. Los «móviles, del norteamericano
Calder son las contribuciones a esta tendencia que han conseguido mayor popularidad, pero ensayos similares fueron
realizados por el húngaro Schoffer y más vanguardistas por su compatriota Vasarely, quien mediante alvéolos
coloreados que resbalan unos delante de otros ha aplicado los conceptos cinéticos a muros arquitectónicos.
En conjunto, las innovaciones plásticas de los escultores han supuesto la creación de un mundo nuevo de
formas; ya sean las deformaciones de Moore, la vitalidad de Brancusi, la abstracción de Chillida, el movimiento de
Calder, la escultura del siglo XX es algo radicalmente nuevo, un mundo en el que la figura humana ha perdido su
omnipresencia para dejar paso a otras formas ya criterios revolucionarios en relación con la geometría y el espacio.
5. EL EXPRESIONISMO
Hasta finales del siglo XIX el arte pictórico había expresado las facetas visibles -físicas y morales- del ser
humano, la belleza (el Renacimiento) o el dolor (Barroco); sólo Goya, excepcionalmente, había destrozado las
convicciones con las que Se representaban las anatomías para bucear en los misterios del mundo interior. Este camino
es seguido aisladamente por algunos pintores de diferentes países; el belga Ensor, el suizo Hodler, el noruego Edvard
Munich, cuya obra El grito (1893) es un símbolo de la emoción delirante que se ha introducido en muchas obras de
arte. En 1905 se constituye en Dresde un grupo que adopta la denominación de Die Brilcke (El Puente), coetáneo
del movimiento fauvista francés; pero mientras los pintores fauves se dejan ganar por la sensualidad del color para
plasmar un arte amable, los alemanes, con una técnica similar en cuanto a la intensidad de las siluetas y las masas
cromáticas, aunque prefieren los tonos oscuros, con inclusión del negro, difieren por su concepción atormentada, por
la plasmación de las angustias interiores del hombre, que esto viene a ser el expresionismo.
En el grupo de Die Brilcke, influido por Munich, destacan Nolde y Kirchner, considerado jefe de la escuela.
En 1907 un historiador del arte, Wilhelm Worringer, publica su obra Abstracción y Empatía, en la que se sostiene
que la emoción no puede codificarse en fórmulas y el artista necesita una libertad total. Al mismo tiempo Kirchner
intenta con su paleta estridente y los trazos angulosos demostrar la abyección y los oscuros deseos que laten en el
fondo de los seres humanos, y la manera de representar Nolde el tema bíblico de Susan y los viejos, conjunto de
sonrisas sardónicas, traduce una brutal sensualidad; en muchas obras Nolde ha conseguido pintar la desnudez de las
almas. Este arte interior, abyecto y angustiado a un tiempo, concebido como un excavamiento bajo la superficie de
una sociedad hipócrita, era ya un movimiento ampliamente seguido, pero carecía de nombre hasta que Worringer en
1910, en la revista Der Sturm, acuña el término expresionismo. Dos años después el historiador publica Esencia del
arte gótico, que constituye una justificación estética para los pintores alemanes: frente al humanismo clásico del sur,
el gótico traduce las inquietudes de hombres que viven en un ambiente austero y frío; la condición fundamental del
hombre nórdico es su ansiedad metafísica y su arte un recurso catártico, ya que al expresar la angustia el pintor
encuentra la serenidad.
Por entonces hacía algunos años que la capital del movimiento había pasado de Dresde -el grupo Die Brücke
se disuelve en 1913- a Munich, a donde llegan el ruso Kandinsky y el austríaco Kokoschka. Kandinsky es el más
brillante teórico del arte del siglo XX. Frente a la interpretación geográfico-étnica de Worringer, Kandinsky, en su
libro De 10 espiritual en el arte, sostiene, con un planteamiento más general, antropológico, que todo arte auténtico
es la expresión exterior de una necesidad interior, y por lo tanto a una época angustiada debe corresponder un arte
angustiado. Con su concepción de la pintura como expresión, mediante colores, de las emociones, el arte pictórico se
aproxima a la música, que plasma no imágenes ni formas sino sencillamente emociones mediante el lenguaje de los
sonidos. Kandinsky en bastantes páginas compara música y pintura, y su traductor. Sadler, ha dicho gráficamente:
«Kandinsky pinta música.» En torno al maestro ruso se constituye otro grupo. El jinete azul, que lleva la
denominación de uno de sus cuadros; en él destacan Franz Marc, Klee y el compositor Arnold Schonberg. Todos
coinciden en considerar que la vitalidad del arte no depende de teorías sobre la composición ni siquiera de la
perfección de las formas sino de la manera de sentir; «crear formas significa vivir», consignan en uno de sus escritos.
La guerra destruye el grupo: Franz Marc muere, Kandinsky regresa a Rusia, Klee entra en el ejército.
Pero el expresionismo no se extingue; por el contrario, la visión de los mutilados, los incendios, la desolación
que invade campos y ciudades de Europa incita a los pintores a traducir en su arte el dolor de aquel tiempo de locura,
áscar Kokoschka se convierte en guía de los pintores jóvenes. Herido durante las operaciones de guerra, sus obras de
411
estos años constituyen una manifestación de asco por la degradación a que ha llegado la humanidad. La tempestad
(1914), en la que de manera simbólica se plasma el artista y la mujer amada, refleja la perduración de la pasión
amorosa en medio de las circunstancias adversas y constituye un resumen del expresionismo: poder, intensidad
emocional, misticismo expresado de manera brutal. Para su Mujer en azul (1919) preparó 160 bocetos preliminares;
esta inanimada muñeca, libre de defectos, es el ser inocente, ausente del horror colectivo; la correspondencia entre la
necesidad interna y la expresión, que reclamaba Kandinsky, se eleva a categoría en Mujer en azul. Ya nunca
abandonará Kokoschka, a diferencia de Kandinsky o Klee, las formas intensas, conseguidas con siluetas de gruesos
trazos negros y arremolinadas manchas de color.
Una serie de pintores denominados-para rehuir clasificaciones comprometedoras-independientes, aún sin
relacionarse nada más que episódicamente con los grupos de Dresde y Munich, utilizan las deformaciones
significativas del expresionismo. El francés Rouault es un ejemplo de cómo se puede pasar del fauvismo al
expresionismo, sin cambiar los signos formales, sólo con un cambio en la concepción. El italiano Modigliani destaca
por sus formas humanas alargadas y nostálgicas, el holandés Permeke por la fuerza amenazadora de manos y rostros
arquitectónicos. La crítica corrosiva del expresionismo fue utilizada también por escritores como Heinrich Mann y
con más fuerza por algún dramaturgo, como el Brecht de sus primeras piezas teatrales.
LA APORTACIÓN DE PICASSO
Picasso es la máxima figura del arte del siglo XX y el motor de sus más ambiciosos movimientos pictóricos.
Dominador ya a los 14 años de los resortes del arte clásico, el dibujo, él color, la composición (como puede
comprobarse en el museo Picasso de Barcelona), se convierte en un escudriñador Inagotable de nuevos caminos para
el arte pictórico. La fecundidad Impresionante de su actividad y sus constantes virajes de estilo hacen difícilmente
analizable su producción. En una conversación de 1932, en una exposición suya, hizo una definición lapidaria de un
artista: .Eres un sol con mil rayos en tu vientre.» Del artista brotan como luces obras diferentes; aquí radica su esencia
y su riqueza, y cualquier sistematización o análisis corre el riesgo de traicionar una actividad creadora por esencia
instintiva y asisternática. No obstante para aproximarnos a su obra ingente no podemos evitar este análisis
clasificatorio, aceptando la posibilidad de que sea deformante en cierto. Un Intento de registro podía ser el siguiente.
1900-1907. Etapas figurativas; son sucesivamente las épocas azul, rosa y negra. Ya en la primera se refleja el
interés por los humildes, por los cuerpos famélicos o por loS seres degradados (La CelestiTia, La comida Jrugaz),
que deja paso en la etapa rosa a figuras más llenas, de expresión extraña, en las que se vislumbra una indiferencia
sosegada (retrato de La señora Canals). En la etapa negra, de colores ocres, el impacto de la escultura africana hace
surgir figuras deformes, construidas con ángulos.
1907-1918. Etapas cubistas. En 1907 pinta Las Señoritas de Avignon, obra que Picasso consideró inacabada,
y en la que se suman las influencias de las esculturas iberas españolas, las tallas africanas en madera y la pintura de
Cézanne. La tendencia geometrizante impera en los paisajes de Horta de Ebro (1.908), la perspectiva se consigue por
medio de transparencias. El cubismo pasa por varias fases o modificaciones de nominación discutible: analítico,
sintético, hermético, cristal, Aunque a partir de 1920 su producción se aparta del cubismo es una conquista que no
abandona del todo v reaparece o se refleja en sus obras posteriores.
1921-1925. Nuevo clasicismo. Es etapa de figuras dulces (Mujer y niño. 1922) de evocaciones plásticas, con
resabios cubistas (dos versiones de Los tres músicos, 1921), de las llamadas «máscaras», en las que se cuida
exclusivamente del rostro. Este clasicismo está inspirado por un viaje a Italia, mientras el encargo de los decorados
para los ballets rusos de Diaghilev le inspira cuerpos de ritmos agitados (Tres bailarines. 1925).
1930-1945. Etapas expresionistas. Con las metamorfosis de los años treinta comienzan las deformaciones de
la figura humana para expresar la angustia y el dolor. A una etapa de expresionismo plástico sucede la de
expresionismo dramático, provocado por los sufrimientos de la guerra española (Guemica y Mujer que llora. 1937).
En estos años Picasso crea algunas de sus obras más intensas, siempre en relación con los acontecimientos históricos
que vive; tras la guerra española, la Segunda Guerra Mundial.
1945-1950. Intermedio lírico. Con la paz surgen las obras idílicas de Ar tibes (La alegría de vivir, 1946,
Pastoral, 1946).
-Con posterioridad a 1950, año en que la guerra de Corea introduce nuevamente el dramatismo en la temática
picassiana (Matanza en Corea), busca otros caminos para las metamorfosis y el expresionismo (cerámicas de
Vallauris, serie de Las Meninas, etc.).
Esta obra de increíble variedad y fecundidad permite descubrir algunas constantes que constituyen
aportaciones definitivas de Picasso para la historia del arte. En primer lugar Picasso es el artista de la libertad.
Ninguna atadura, ningún convencionalismo, ninguna fuerza ajena, ni siquiera ninguna barrera conceptual se interpone
entre la inspiración del artista y la realización de su obra. Como consecuencia de esta libertad total, ni la propia obra
o la imagen de sí mismo o las conquistas ya alcanzadas pueden ser un freno; el artista tiene el derecho y .1a
obligación de rectificarse a sí mismo. Camón Aznar ha dicho: Es verdad que cada genio tiene su secreto, pero hasta
ahora ninguno había afianzado su personalidad en la perpetua rectificación de sí mismo. Este genio de la pintura ha
atravesado con velocidad de meteoro todas las formas; todas las técnicas, todas las imaginaciones con que el pincel
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humano puede glorificar o torturar el cuerpo del hombre.» Este cambio incesante implica una exigencia, la de saber
mirar de manera diferente las cosas y los hombres; gráficamente lo ha recogido Alberti en un poema a los ojos de
Picasso: “El que nunca te mira de reojo” y el propio Picasso ha anotado: “Mi curiosidad desborda las fronteras de la
curiosidad”
Finalmente en la extensa producción picasiana se encuentra siempre una gran sensibilidad por el sufrimiento
humano, desde los ciegos famélicos de su época azul hasta el Guernica, y un compromiso con los acontecimientos
históricos que le ha tocado vivir; así vemos que su arte se vuelve doliente durante las guerras española y mundial, y
bucólico a partir de 1945. La dualidad alegría-dolor la plasma en alguna obra de sus últimos años, por ejemplo,
Cabeza de muerto u Guitarra, con la Que desea simbolizar la alternancia de la risa v las lágrimas, de las crisis y la
distensión. En una declaración a una revista francesa (1945) lo expresó de manera contundente:
« ¿Qué creen ustedes que es un artista? ¿Un imbécil que sólo tiene sus ojos si es un pintor, sus oídos si es un
músico, una lira en cualquier nivel de su corazón si es un poeta o, aun si es un boxeador, sólo sus músculos? Al
contrario, es al mismo tiempo un ser político, constantemente atento a los sucesos desgarradores, atroces o felices,
ante los que reacciona de todas las maneras. ¿Cómo seria posible no interesarse en los demás y, por virtud de una
indiferencia de marfil, desasirse de la vida que tan copiosamente nos procuran? No, no se hace pintura para decorar
habitaciones.»
7. EL SURREALISMO
El movimiento llamado surrealismo -otras veces suprarrealismo o superrealismo- trata de plasmar el mundo
del subconsciente, sobre el que han buceado los psicoanalistas. Su teórico, André Breton, expuso los propósitos de la
escuela durante veinticinco años en ensayos, manifiestos y libros; en 1928 escribe: “Todo hace creer que existe un
punto del espíritu en que la vida y la muerte, 10 real y lo imaginario, el pasado y el futuro, lo comunicable y lo
incomunicable, lo alto y lo bajo, dejan de ser percibidos en contradicción. Ahora bien, en vano se buscará a la
actividad superrealista otro móvil que la esperanza de determinar ese punto”. Los surrealistas repudian el
conocimiento racional y la utilización de la lógica en el razonamiento; las excentricidades -en el fondo propaganda-
de algunos artistas, especialmente Salvador Dalí, han hecho olvidar lo que de emoción puede vislumbrarse en las
grandes obras de un movimiento que tuvo también culto en la literatura y el cine (Renoir, Resnais, Buñuel). Freud
proporcionó a los surrealist.as con la teoría del sueño el argumento para intentar con la expresión del inconsciente la
representación de cuanto la razón sofoca. Estas vivencias recónditas pueden aflorar con el automatismo gráfico o
verbal, el pincel o el lápiz que se utilizan sin intención premeditada satisfacen al espíritu porque aparecen cargados de
una emoción no refrenada. En esos momentos el artista se encuentra en está do de gracia, en una situación de éxtasis
creador.
Para plasmar este mundo en el que la razón ha sido exiliada, los artistas utilizan procedimientos diversos:
doble imagen, perspectiva fantástica, animación de lo inanimado, metamorfosis, aislamiento de fragmentos
anatómicos, máquinas fantásticas, combinación de objetos reales y pintados. En los paisajes solitarios de Y ves
Tanguy, en las casas y ciudades desiertas de De Chirico, en los desnudos de Delvaux, en los juegos infantiles de Miró,
encontramos algunos de estos procedimientos. O en las pinturas de Marc Chagall, en las que todo es posible, que las
casas se apoyen en el tejado, que los hombres anden de cabeza o vuelen, que los animales encierren en su cerebro
complicadas imágenes cinematográficas. Salvador Dalí ha destacado por la potencia de sus perspectivas o por la
fuerza alucinante de sus animales alargados (en Las tentaciones de san Antonio) o sus miembros retorcidos y sus
vientres destripados (Premoniciones de la guerra civil). El procedimiento es en todos los casos la creación espontánea,
siguiendo la definición de suprarrealisrno corno «puro automatismo psíquico», que Breton había elaborado.
8. EL ARTE ABSTRACTO
Cierto grado de abstracción, de eliminación de caracteres individuales, se ha dado inevitablemente siempre en
la historia de las artes plásticas. Pero el distanciamiento definitivo del tema no se produce hasta el siglo XX. En la
madurez de la abstracción no se parte de un asunto eliminando los caracteres concretos, sino que por un proceso
puramente intelectual se trata de expresar el orden universal mediante la combinación de colores. César Domela decía
en una conferencia sobre el arte abstracto: «Las líneas, las superficies y los colores son unidades con las cuales crea el
artista las fuerzas que le permiten organizar su cuadro. Para que las fuerzas alcancen su máximo de intensidad es
necesario simplificar las formas. La composición es un todo, riada puede ser añadido ni cambiado. El color se utiliza
a causa de su efecto dinámico y no a causa de su encanto» Con el arte abstracto la pintura se aproxima a la música,
que expresa las emociones por medio del sonido sin necesidad de temas literarios o ilustraciones visuales; de manera
similar el pintor intenta transmitir las emociones por medio del color.
Para algunos maestros la abstracción fue una meta a la que tardaron en llegar; Kandinsky se situó en la
abstracción tras una peregrinación por el expresionismo; Miró desembocó en ella a partir de su culto al surrealismo;
Klee, tras largos viajes y contactos con otros pintores. Otros, como el holandés Mondrian, la cultivaron casi desde el
principio. Kandinsky distingue entre el -elemento exterior y el interior en la obra de arte; el interior es la emoción en
el alma del artista, y éste es el que prevalece en la abstracción, cuyo elemento exterior se reduce ala expresión fluida de
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las formas coloreadas. Mondrian ha afirmado que el color, como materia fundamental de la pintura, es sometido en
el arte abstracto a tres exigencias: que el color natural sea reducido al color primario, que el color sea reducido al
plano, que el color sea circundado por una línea para que aparezca como una unidad de planos rectangulares. Estas
estructuras de líneas horizontales y verticales que presiden el «constructivismo» de Mondrian son sustituidas en otras
escuelas por diagonales y líneas curvilíneas; así la definición de Mondrian recoge solamente una de las versiones de la
abstracción.
Se pretende hacer un arte universal, sin caracteres locales ni individuales, que sea comprendido por igual en
todas partes. El influjo del cubismo en la abstracción constructivista es patente, y lo es también el de la matemática,
por ejemplo, la obra del filosofo Schoemakers, Principio de las matemáticas plásticas, a quien debe Mondrian sus
ecuaciones artísticas de la línea.
Un nuevo capítulo se inició después de la Segunda Guerra Mundial con el denominado «informalismo» o
«expresionismo abstracto». El grupo de los llamados pintores matemáticos inventó una variante del .collage»; con
mezclas de arena, yeso y otros materiales consiguió dar al lienzo plano la rugosidad tridimensional de la escultura.
Otros, los tachistas, comenzaron a advertir la potestad naciente de la mancha (evidente ya en el arte de Miró). Con
manchas y pastas nuevas se podía representar la textura de la materia. En los Estados Unidos, a donde se habían
trasladado bastantes pintores durante la guerra (Chaga1l, Emst, Léger, Mondrian, etc.), se comenzó la nueva
tendencia, con Jackson Pollock como figura representativa. En España hacia 1953 comenzó Tapies a utilizar sus
mezclas de goma, yeso y arena, con las que refleja una desesperación por el presente industrial y una nostalgia de lo
natural; de su obra ha escrito Cirlot: “Su átematismo, su falta de figuración, se convierten en actos positivos en su
arte, ya que le impelen, como al Schonberg de las Cinco piezas para orquesta, a infundir tal realidad psíquica a los
elementos pictóricos que éstos, sin perder su condición técnica, viajan perennemente, como mensajeros o ángeles,
entre las regiones del pensamiento v las de la materia”.
9. LA TRANSFORMACIÓN DE LA MÚSICA
El arte musical no podía estar ajeno a la conmoción del siglo ya la profunda renovación de las artes, pero
quizás en el mundo sonoro es donde las nuevas formas han sido recibidas con mayor resistencia y los grandes
músicos continúan siendo unos desconocidos para los públicos ya veces incluso para los melómanos, cuya
sensibilidad se ha detenido en las creaciones clásicas de los siglos XVIII y XIX. A manera de guía que haga más
inteligible la audición de alguna obra «clásica de vanguardia», sistematizamos ocho rasgos fundamentales que
caracterizan a la revolución sonora.
a) Ruptura de la frase medida (métrica)
La frase musical, como la frase gramatical, tiene unos elementos perfectamente medidos en grupos simétricos.
Pero el arte que expresa emociones es hostil a la medida. Hasta el siglo XX la música, como e verso, está sometida a
medida; en el siglo XX aparece la «prosa musical., los compositores hacen caso omiso de las formas periódicas o si
métricas; las frases se interrumpen o enlazan libremente. Los primeros pasos hacia la melodía que fluye sin medidas
los da Músorgski; en el siglo XIX en su obra vocal.
b) Disonancias
Los acordes o grupos de sonidos que se escuchan al mismo tiempo están separados por distancias o intervalos
agradables al oído (consonancias). En el siglo XX se ensayan nuevas distancias entre los sonidos; las disonancias
producen un efecto perturbador. Llegan a borrar se las diferencias entre consonancia v disonancia.
c) Supresión de la tonalidad
La composición se apoya sobre uno o determinados sonidos. El sonido llamado tónica es el eje de la
composición; siempre se vuelve a él. Esta subordinación se rompe y se construye prescindiendo totalmente de esta
referencia. Alban Berg en un ensayo de 1924, ¿Por qué es tan difícil de entender la música de Schonberg?, comenta
entre otras razones este atonalismo, que desconcierta al auditorio no habituado.
d) Perturbaciones del ritmo
Los acentos de la frase musical están señalados por las partes del compás, Bartók y Stravinsky contribuyeron a
enriquecer los ritmos de la música europea, que habían ido empobreciéndose, en contraste con las culturas musicales
de otros continentes. El folklore terminó de descubrir no sólo ritmos nuevos, sino también construcciones sin un
ritmo determinado.
e) Nueva escala
Hasta el siglo XX la música se construye sobre notas, cuya altura es un tono o un semitono más alto o más
bajo que la nota contigua, es la escala de cinco tonos y dos semitonos, con sus alteraciones (sostenidos y bemoles).
Los intervalos o distancias sonoras menores de un semitono se habían dado en la música durante miles de años. En la
música griega se habla de cuartos y octavos de tono (por ejemplo el teórico Aristóxenos). En 1892 se construyó un
piano en cuartos de tono y en 1923 se inauguró en el Conservatorio de Praga una clase de composición en cuartos de
tono; siguiendo esta estructura en 1931 se estrenó la ópera Madre. Con estos nuevos sistemas o escalas ha cambiado
la columna vertebral de la música.
f) Nuevo sistema de notación
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El pentagrama y las figuras tradicionales no pueden representar ni los sonidos ni otras complicaciones, ni los
instrumentos tradicionales emitir intervalos demasiado pequeños; los instrumentos de cuerda llegan a los cuartos y
sextos de tono. Son los instrumentos electrónicos los que obtienen distancias más pequeñas de sonido. Pata ellos
fundamentalmente ha habido que inventar nuevos sistemas de representación de los sonidos.
g) El timbre y el ruido
Un sonido tiene una determinada altura (tono), es agudo o grave; y un determinado timbre o color, según lo
toque un violín o un trombón, por ejemplo; el impresionismo descubrió múltiples posibilidades en los timbres o
colores sonoros. Schonberg hablaba en 1911 de que en vez de componer con alturas se podría hacer una melodía
sólo con timbres. El timbre, emitido o conseguido sin subordinación a nada, tiene una mayor importancia ahora, y
con él se unen los ruidos, que son sonidos caracterizados por un gran número de frecuencias.
h) Simultaneidad
En el canto gregoriano oímos una sola línea sonora, en la polifonía es- cuchamos varias al mismo tiempo. Los
pintores futuristas plasmaron en sus cuadros varias imágenes superpuestas. Desde principios de siglo estas líneas
sonoras pueden ser independientes unas de otras. Bartók, en sus Bagatelas (1908), asignó una tonalidad a la mano
derecha y otra a la izquierda (polítonalidad). Se consiguen efectos como la superposición de altavoces en una feria.
También con el ritmo se ha recurrido a superposiciones; buen ejemplo es la música de jazz.
La figura que introduce este nuevo evangelio estético en el mundo de la música es el ruso Igor Stravinsky .En
sus primeras obras, El pájaro de fuego, Petrushka, solicitadas por el creador de los ballets rusos Diaghilev, destaca su
riqueza de timbres y su frenesí rítmico. Su arte culmina en La consagración de la primavera, cuyo estreno en París en
1913 se convirtió en un escándalo. En estas danzas de la Rusia pagana los ritmos se desequilibran por el uso
continuo de las síncopas, la percusión adquiere una relevancia que presta a algunos pasajes intensidad de culto
dionisíaco, las disonancias golpean con insistencia en varios momentos. Aunque respeta las formas tradicionales, las
innovaciones técnicas anuncian una nueva era para la música.
Béla Bartók aplica la revolución en los timbres, ritmos y tonalidad lo mismo en la música de cámara -sus seis
cuartetos muestran la transformación del arte musical desde Beethoven- que en la sinfónica (Concierto para
orquesta). El polaco Penderecki introduce las atmósferas agitadas del expresionismo en su oratorio La Pasión según
san Lucas.
Pero es la denominada Escuela de Viena, los tres músicos nacidos en la capital austriaca, Schonberg y sus
discípulos Alban Berg y Anton Webem, los que desarrollan de manera más audaz la nueva gramática musical. Ya en
sus primeras piezas, como Pierrot Zunaire, anticipa Schonberg la escritura atonal, desintegrando la que basaba toda la
música occidental desde el Renacimiento, y la melodía hablada (sprechgesang), con la que se generan atmósferas de
in- tenso dramatismo. En 1921 publica su Método de composición: con doce sonidos, que reglamenta mediante
series la ruptura de las funciones tonales. Las posibilidades de la escritura atonal para crear ambientes patéticos se
exhiben en la ópera de Berg Wozzeck (1929). La transformación del arte musical en la inspiración de los
compositores vieneses es similar ala que experimenta el pictórico en las creaciones de Picasso. Quizá se produzcan
intentos de regreso a la tradición, pero ni la música ni la pintura volverán a su situación anterior; su lenguaje
renovado ha multiplicado sus posibilidades expresivas y los artistas del futuro utilizarán la nueva sintaxis para
transmitir sus mensajes estéticos.
DOCUMENTOS
I. LE CORBUSIER: LA "CARTA DE ATENAS"
En este famoso manifiesto-libro se desarrollan los fundamentos de un urbanismo que contribuya a la mejor
calidad de vida del hombre. Elíjanse algunas afirmaciones y coméntese su trascendencia.
“22 Casitas mal construidas, barracas de planchas, cobertizos en los que se mezclan mejor o peor los más
imprevistos materiales, dominios de pobres diablos que agitan los remolinos de una vida sin disciplina: eso es el
suburbio. Su fealdad y tristeza es la vergüenza de la ciudad a la que rodea. Su miseria, que obliga a malgastar los
caudales públicos sin el contrapeso de unos recursos fiscales suficientes, es una carga aplastante para la colectividad.
Los suburbios son la sórdida antecámara de las ciudades; aferrados a las grandes vías de acceso por sus callejuelas,
hacen que la circulación en ellas sea peligrosa; vistos desde el aire, exhiben a la mirada menos avisada el desorden y la
incoherencia de su distribución; atravesados por el ferrocarril, son una desilusión penosa para el viajero atraído por la
reputación de la ciudad.
23. En lo sucesivo, los barrios de viviendas deben ocupar .los mejores emplazamientos en el espacio urbano,
aprovechando la topografía; teniendo en cuenta el clima y disponiendo de la insolación más favorable y de los
espacios verdes oportunos.
Las ciudades, tal como existen hoy, se construyen en condiciones contrarias al bien público y privado. La
historia muestra que su creación y su desarrollo tuvieron razones profundas escalonadas a lo largo del tiempo, y que,
en el transcurso de los siglos, no solamente han crecido sino que se han renovado: lo han hecho, además, siempre
sobre el mismo suelo. La era de la máquina, al modificar brutalmente ciertas condiciones centenarias, las ha
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conducido al caos. Nuestra tarea actual consiste en arrancarlas del desorden mediante planes en los que se escalonarán
en el tiempo los distintos proyectos. El problema del alojamiento, de la vivienda, tiene la primacía sobre todos los
demás. A ello hay que reservar los mejores emplazamientos de la ciudad, y si éstos se han echado a perder por la
indiferencia o el ánimo de lucro, hay que poner en acción todo lo que sea necesario para recuperarlos. Varios factores
deben concurrir a mejorar la vivienda:. Hay que buscar simultáneamente las mejores vistas, el aire más salubre
teniendo en cuenta los vientos y las brumas, las vertientes mejor orientadas; por último, hay que utilizar las
superficies verdes existentes, crearlas si faltan o reconstruirás si han sido destruidas.
25. Deben imponerse densidades razonables según las formas de habitación que ofrece la propia naturaleza
del terreno.
Las densidades de población de una ciudad deben ser dictadas por las autoridades.”
LE CORBUSIER: Principios de urbanismo. Barcelona. 1973
“Aquí se hace patente con toda claridad la relación entre forma y color. Un triángulo pintado de amarillo, un
círculo de azul, un cuadrado de verde otro triángulo de verde, un círculo de amarillo, un cuadrado de azul. etc., todos
son entes totalmente diferentes y que actúan de manera completamente diferente.
Determinados colores son realzados por determinadas formas y mitiga- dos por otras. En todo caso, los
colores agudos tienen mayor resonancia cualitativa en formas agudas (por ejemplo, el amarillo en un triángulo). En
los colores que tienden a la profundidad, se acentúa el efecto por formas redondas (por ejemplo. el azul en un
círculo). Está claro que la disonancia entre forma y color no es necesariamente, “disarmónica” sino que, por el
contrario, es una nueva posibilidad y, por eso, armónica.
El número de colores y formas es infinito, y así también son infinitas las combinaciones y al mismo tiempo
los efectos. El material es inagotable.
La forma, en un sentido estricto, no es más que la delimitación de una superficie por otra. Esta es su
caracterización externa. Pero como todo lo externo encierra necesariamente un elemento interno (que se manifiesta de
manera más o menos clara), toda norma tiene un contenido interno. La norma es pues la expresión del contenido
Ú1timo. Esta es su caracterización interna. Recordemos el ejemplo del piano, que expusimos anteriormente y
sustituyamos “forma” por “color”: el artista es la mano que a través de esta o aquella tecla (forma) hace vibrar
adecuadamente el alma humana. La armonía formal debe basarse únicamente en el principio de contacto adecuado
con el alma humana. Antes definimos este principio como principio de la necesidad interior.
Los dos agentes citados de la forma, constituyen al mismo tiempo sus dos metas. La delimitación externa es,
por lo tanto, exhaustivamente adecuada cuando descubre el contenido interno de la forma de la manera más
expresiva. El exterior de la forma, es decir la delimitación, que en este caso sirve de medio a la forma, puede ser muy
diverso.”
KANDINSKY: De lo espiritual en el arte. pág. 63-64.)
3. LA PERESTROIKA ECONÓMICA
Era urgente el saneamiento de una economía que se derrumbaba. Un economista soviético, Schmeliov,
resumió en un simposium de Barcelona los tres defectos principales: «primero, el dictat (es decir el monopolio) del
productor en todas las esferas de la economía; segundo, el interés muy débil de los trabajadores en un trabajo de alto
rendimiento; tercero, la insensibilidad de las empresas respecto al progreso tecno-científico».
En una economía dirigida, donde los niveles de producción y los precios son fijados por el Estado, el mayor
inconveniente, como ha explicado en un libro fundamental el economista Aganbegyan, asesor de Gorbachov, estriba
en el divorcio entre producción y consumo. Se fabrica lo que no se necesita y escasea lo que la población demanda.
Por otra parte resultaba imperativo -escribe Aganbegyan- reformar el sistema de precios.. La subvención de todos los
artículos y su consiguiente baratura derivó en que las capas de la población con mayores ingresos comprasen en
grandes cantidades y se dificultase su adquisición narra el resto. Aganbegyan propuso trasvasar la subvención a la
población. en forma de subida de salarios que generaran un mayor poder de compra.
Con la planificación centralizada las empresas se habituaron a formular pedidos hinchados; pedían más
materiales y máquinas que las que necesitaban porque suponían que en todo caso sus pedidos iban a ser recortados.
Así se desembocó en una economía sumergida. En una región determinada los koljoses y sovjozes construyeron
edificios por un total de 400 millones de rublos cuando sólo se les había asignado metal, cemento, ladrillos, etc. por
60 millones, lo que quiere decir que los 5/6 de los materiales fueron obtenidos de modo ilegal, mediante
intercambio con empresas de la construcción. La URSS ha vivido en la dictadura del productor. Al desconectarse
producción y consumo también se prescindió del ciclo vital de los artículos. Los productos soviéticos duran menos,
son menos útiles y se estropean más, y por añadidura no se contemplaba, como en Occidente, su reparación, el
seguimiento del ciclo de uso de cada artículo.
Se trataba de una economía errática, en la que eran posibles las decisiones más absurdas. Así ocurrió con la
llamada «decisión del siglo», el desvío de ríos siberianos hacia el sur, un proyecto de enorme coste y antiecológico,
gestado y apoyado en instancias burocráticas. A quienes se opusieron, como Aganbegyan, se les amenazó. Al acceder
Gorbachov al poder el proyecto fue revisado y desechado, pero de mantenerse el sistema centralizado se hubiera
realizado con efectos irreversibles.
La perestroika económica supuso la sustitución del sistema de planificación centralizada. Se apoyó en primer
lugar en la, primicia de las necesidades reales y en segundo lugar en el estimulo al trabajador. En la agricultura se
ensayó el sistema de arriendo a las brigadas, que podían vender el excedente, un sistema copiado directamente de la
N.E.P. del año 1921. Se inició la con- versión de los obreros en accionistas de su empresa y la posibilidad de adquirir
obligaciones del Estado. El horizonte último era la instauración de la economía de mercado, en la cual la producción
respondería a la demanda y los precios reflejarían la realidad de los costes, pero por otra parte se estimularía al
trabajador para el aumento de la producción, a pesar del entusiasmo del equipo económico que diseñó el programa,
los resultados de la transformación fueron desalentadores y sumieron ala población en una situación de agobio que
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desacreditó el proyecto de Gorbachov. En cualquier caso la reforma resultaba inevitable ya diferencia de otras
anteriores se apoyó en la democratización de la sociedad, no sólo de la economía.
4. LA PERESTROlKA POLÍTICA
Por sí sola la perestroika económica no parecía viable porque generaría demandas no estrictamente
económicas. En otros momentos se ensayaron reformas económicas sin apertura política y terminaron invalidadas. A
partir de estas experiencias opinaba Yuri Kariakin, diputado y periodista: «Esta es nuestra última oportunidad..
El motor de la transformación fue Gorbachov. Elegido secretario general del FCUS el 11 de marzo de 1985,
tras una sorda lucha por la sucesión, enlazó y profundizó en las reformas que había diseñado Andropov. Tanto éste
como Gorbachov disponían de los datos reales sobre la URSS, los del K GB, y no los manipulados por la
Nomenklatura, el extenso aparato de poder. El hecho de que se dirigiera al pueblo ruso ya la opinión pública de todo
el mundo mediante un libro para explicar su proyecto de la perestroika nos demuestra que se trata de un estadista
original. Tal y como su autor la ha explicado la perestroika se resumió en varios principios:
-democratización: “En suma necesitamos una profunda democratización en todos los aspectos de la
sociedad", es un aserto que subraya en su Libro. “Esta democratización será también la principal garantía de que los
procesos actualmente en marcha sean irreversibles"
-prioridad de las necesidades sociales.
-Utilización de métodos científicos en los planes económicos,
-iniciativa de las masas
-nuevo planteamiento de las relaciones internacionales, aceptando la diversidad de los sistemas políticos y
destacando la necesidad de la distensión ante el peligro de un holocausto nuclear como horizonte último de la
confrontación.
En el exterior la perestroika ha significado sobre todo un nuevo clima en las relaciones internacionales,
atribuible a Gorbachov; como se ha reconocido universalmente con la atribución del premio Nobel de la Faz en
octubre de 1990. En el interior supuso .la verdadera democracia, la construcción de un Estado de Derecho», como la
definió en uno de sus discursos.
Muchos sectores se sintieron amenazados por lo que Gorbachov había definido como una segunda revolución,
comparable en intensidad a la del año 17. Los conservadores se aglutinaron en torno a Ligachov, el ideólogo del
partido, presentaron combate en la XIX Conferencia del FCUS Junio de 1988) y polemizaron en Pravda y otros
diarios. Las resistencias fueron fuertes incluso en el Comité Central, lo que obligó a Gorbachov a maniobrar ya
apoyarse en diversas instituciones, como el Soviet y la Conferencia. A pesar de los obstáculos la reforma continuó y el
26 de marzo de 1989 tuvieron lugar elecciones para diputados de la URSS, con multiplicidad de candidaturas y
propaganda en la campaña, incluyendo debates por televisión. Se trataba de una novedad en la historia soviética, que
llevó al parlamento a figuras como Sajarov, el más ilustre de los disidentes, y en marzo de 1990 el Congreso eligió a
Gorbachov presidente de la URSS.
6. EL PROBLEMA NACIONAL
La gran cuestión, el máximo problema tanto para la suerte de la perestroika como en la circunstancia histórica
de desmontaje de la URSS. Son variadas y contradictorias las interpretaciones. En general puede afirmarse que la olla
de los nacionalismos se destapa siempre en el proceso de desmoronamiento de un imperio. El conglomerado de más
de 150 pueblos -para algunos autores 200- que han convivido bajo la directriz severa del gobierno soviético, frenados
en sus posibilidades de expresión durante setenta años, han emergido como la gran fuerza de desmoche de la
arquitectura del imperio comunista. Aun en países relativamente homogéneos la suerte de las minorías se presenta
como una cuestión delicada; en los heterogéneos ha multiplicado las tensiones internas. Hobsbawn, uno de los
historiadores que más atención ha prestado al tema del nacionalismo, lo considera en nuestra época -un futuro poco
prometedor».
No se resuelve todo en la conquista de un Estado independiente por cada grupo étnico. La historia en común
ha entretejido una complicada geografía étnica. Veinte millones de matrimonios mixtos plantean la pregunta de en
qué etnia se clasifica este tipo de familias. Los grandes rusos viven esparcidos por todas partes; A la etnia
configuradora históricamente de la nación rusa pertenecen uno de cada cinco ciudadanos de Ucrania, uno de cada
cuatro de Estonia, uno de cada tres de Letonia. En algunas repúblicas las minorías, si se unen, constituyen mayoría; es
el caso de Kazakstán, donde rusos y ucranios suponen el 60 % del censo. Dentro de muchas repúblicas conviven
diversos grupos étnicos. Por ejemplo, en Moldavia se integran en el censo moldavos, rusos, ucranios y gaugasos (de
origen turco), y sólo los primeros, de origen rumano, se han inclinado por la independencia.
A la mezcla étnica ha de yuxtaponerse, para comprender la complejidad del tema, la indefinición territorial.
Antes no existían fronteras internas, pero el estallido de la URSS hacia prever que los trazados de los diversos
territorios nacionales suscitaría toda suerte de irredentismos. Crimea perteneció históricamente a Rusia, y desde el
punto de vista geográfico supone la salida de la gran nación continental hacia los mares del sur. Con motivo del 300
aniversario de la unión con Rusia fue “regalada" por Kruschev a Ucrania. Pero es rusa la mayoría de la población, y
rusófona su cultura. También fueron rusas algunas zonas orientales de Bielorrusia. Ésta, a su vez, podría reclamar con
argumentos históricos el este de Lituania. Cabe la posibilidad de que los conflictos fronterizos se multipliquen hasta
el caos.
La perestroika destapó esta caldera. Entre otras cosas Gorbachov esperaba apoyo de los nacionalistas para su
proyecto reformador. Y así fue en un primer momento. Pero tras esta fase el nacionalismo constituyó una bomba de
relojería para la perestroika. Entre las tensiones internas se convirtió en paradigmática la surgida en Nagorno-Karabaj,
comarca de población armenia enclavada en territorio de Aierbaiján. La guerra entre las dos comunidades se inició en
plena perestroika. En otros casos los pueblos divididos entre dos repúblicas vecinas han expresado su deseo de unirse.
Es el caso de los abjazios, repartidos entre Abjazia del norte, enclavada administrativamente en Rusia, y Abjazia del
sur, perteneciente a Georgia; los georgianos reivindicaron su derecho a la independencia mientras lo negaban a los
abjazios del sur.
Con la existencia de regiones autónomas dentro de las Repúblicas soviéticas se desató el riesgo de taifas. Así la
República federada de Rusia incluía 16 repúblicas autónomas, 5 regiones autónomas y lo comarcas autónomas, un
total de 31 entidades, en cada una de las cuales la oligarquía local podía reivindicar, y así ha ocurrido en algún caso, o
una autonomía extrema o la independencia total.
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Cuando el peso de la historia es fuerte el nacionalismo encuentra argumentos casi irrefutables para la demanda
de independencia. Caso modélico ha sido el de las repúblicas bálticas. Anexionadas por Stalin en 1940, en aplicación
de las cláusulas del protocolo secreto anexo al tratado Molotov-Ribbentrop de agosto de 1939, la anexión no fue
nunca reconocida por las potencias occidentales. A pesar de la rusificación forzada y de los traslados masivos de
población, en Estonia, Letonia y Lituania nunca se extinguió la llama del independentismo, y sus líderes supieron
aprovechar la apertura de, la perestroika para avanzar rápidamente desde cotas de autonomía hasta la independencia
nacional.
Gorbachov temía el estallido de la URSS. Aquí radicó uno de Sus frenos. Intentó solventar el problema con la
elaboración de un nuevo Tratado de la Unión, que acordó con los líderes de otras nueve Repúblicas, y que debería
ser firmado el 20 de agosto. Pero la víspera de la firma, el golpe de estado de los ortodoxos y la réplica de la
revolución popular frustrarían el proyecto y asestarían el golpe de muerte a la perestroika ya la existencia misma de la
URSS.
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La víctima principal, el pueblo musulmán bosnio. Todos los horrores de la guerra se han dado cita en la
martirizada Bosnia.: bombardeos sobre población civil, campos de concentración, violaciones, terror sistemático y
programado.
Dentro del proceso de extinción del comunismo en ninguna otra nación si ha vivido una experiencia tan
trágica. Herencia de odio étnico, mezcla de nacionalismo exaltado y paleocomunismo, confrontación de religiones, en
suma múltiples conflictos encadenados han convertido al «polvorín» de nuevo en la geografía de la convivencia
imposible.
DOCUMENTOS
I. EL ESCRITO DE CRIMEA
Este importante documento fue redactado por Gorbachov en su dacha de Crimea unos días antes del golpe de
agosto de 1991. Reflexionaba sobre el sentido de la perestroika. Los acontecimientos inmediatos lo convirtieron en
un testamento político de Gorbachov. No nos parece necesario anotar sugerencias; simplemente de su lectura atenta
se desprenden varias ideas fundamentales de la Perestroika:. Puede hacerse un cuadro y un comentario de las que se
consideren de mayor relevancia, aunque parece conveniente dedicar un apartado al planteamiento de futuro que
diseña el presidente soviético.
“Es mi firme opinión que los problemas sólo pueden resolverse por medios constitucionales. Esto es una
fuente de: debilidad, pero también la e de fortaleza. La fortaleza reside en el hecho de que la sociedad y el individuo,
al conquistar la libertad, adquieren la posibilidad de poner en práctica sus derechos democráticos, cosa que valoran.
Pero la debilidad reside en f hecho de que cuando el pueblo abusa de tales derechos es muy difícil recurrir al uso de la
fuerza, incluso si está Justificada y legitimada. Ésta es naturaleza específica del proceso de perestroika como un todo.
No se trata de los poderes del presidente, sino del principio político y moral. Después d todo, en nuestro país las
decisiones se han impuesto siempre por la fuerza La vida política se regía por esta norma: si tú eres mi oponente y yo
estoy el el poder, como mínimo serás enviado a prisión. Pero hoy hemos, reconocido la legitimidad del pluralismo en
la economía, en la política y en toda la vida pública. No obstante, todo ello tiene todavía que hacerse realidad y va a
padecer un nacimiento muy doloroso. Es por tal motivo que hay necesidad de una tremenda reserva de fe y de
convicción para que no descarrilemos.
Las maniobras de carácter político o económico son inevitables. Pero esto no altera ni el objetivo ni la
determinación de actuar con medios constitucionales, y ninguna clase de presión, venga de la derecha o de la
izquierda, hará que nos desviemos de nuestro rumbo.
Todos estos años hemos avanzado abriéndonos camino a través de selvas nacidas hace mucho tiempo y que
ahora han invadido platas jóvenes.
Venimos haciendo esfuerzos enormes para mantener en un curso pacífico la nueva revolución en un país
acostumbrado al uso de la fuerza y al gobierno arbitrario. Ahora, al fin, hemos encontrado un concepto global de
cómo debemos avanzar .En esencia consiste en una tríada de direcciones básicas interrelacionadas, únicas, que pueden
conducirnos hasta los objetivos de la perestroika. Son las siguientes:
-la reforma del Estado
-la reforma de la economía
-la entrada del país en el mercado mundial y, a través de ello y de la política de «nueva reflexión., en la
corriente principal de la civilización mundial.
Con estos comentarios preliminares llego al tema que subrayaba al principio
Así pues, ¿por qué era necesaria la perestroika? ¿Fue posible haberse desenvuelto sin ella o podría posponerse
ahora? La mayoría de la gente parece creer que no puede haber marcha atrás. Pero esta mayoría tampoco acepta el
método para reemplazar el sistema de gobierno altamente centralizado, método que parece asequible y que ha sido
probado a fondo en Occidente: la introducción de un sistema capitalista en toda la economía. Entonces, ¿cómo
vamos a avanzar., qué formas y métodos concretos deberíamos adoptar que fueran apropiados a la idea de perestroika
ya las direcciones que señala la tríada?
El país está en vísperas de adquirir una nueva estructura lo mismo como Estado que como sociedad. La
reforma política nos ha conducido al punto en que el Estado no sólo ha tomado diferente forma sino que también
cambiará de nombre. La sociedad se libera rápidamente de ideología. El monopolio del poder por un único partido
está siendo reemplazado por el pluralismo. Glasnost y libertad de palabra se han convertido ya en una característica
indispensable de la vida pública.
La reforma económica ha hecho irreversible la transición hacia el mercado libre sobre la base de formas
diversas de propiedad. Ambas reformas han abierto la puerta para que el país entre en el sistema económico mundial
conforme a las reglas comunes del juego.
La nueva reflexión ha contribuido a cambios tales en la situación del mundo y se ha hecho posible, por lo
menos en los aspectos principales de la seguridad, perseguir una política única y. en su pleno sentido, global. Hoy
raramente se oye a nadie hablar de la amenaza de una guerra mundial.
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Éstos son los cambios más importantes y evidentes a escala histórica después de seis años de perestroika.”
Incluido como Apéndice C del libro de M. GORBACHOV: El golpe de agosto, la verdad u sus
consecuencias. Barcelona. Ediciones B. 1991
“Este año se produjeron cambios sustanciales en Europa del Este. Hay que decir sin ambages que las
transformaciones se operan allí con ritmo vertiginoso. El rasgo definitivo de las reformas es la democratización y
renovación del socialismo. No es ningún secreto que el proceso de cambios se desarrolla en medio de una situación
compleja. Esta circunstancia vuelve a confirmar la tesis que venimos sosteniendo en los años últimos: la demora en la
realización de las reformas que se han hecho inaplazables acarrea consecuencias negativas.
Lo que acontece en países socialistas el resultado lógico en una determinada etapa del desarrollo, en que el
pueblo ha asumido la necesidad de los cambios. Es resultado del desarrollo interno, de la opción hecha por los
pueblos.
Dadas las singularidades de las profundas transformaciones que se realizan en países socialistas, es
incuestionable que se inscriben en el contexto global de nuestra perestroika, aunque nada hicimos para provocar
dichos procesos. ,
En varios países socialistas se ha configurado una situación peculiar. En Polonia y Hungría los partidos
hermanos dejaron de ser gobernantes. Nuestros amigos en la RDA y Checoslovaquia han perdido en grado
considerable sus posiciones. Al escenario político salieron nuevas fuerzas, tanto las que apoyan la idea socialista como
las que buscan otras vías de desarrollo de la sociedad.
Las nuevas circunstancias exigen que nuestros amigos actúen con firmeza para recuperar su influencia y las
posiciones en la sociedad, y trazar una estrategia y una táctica nuevas. Se ha promovido a primer plano la tarea de
consolidar todas las fuerzas partidarias del socialismo, de la democracia y el progreso. Nuestros amigos son
conscientes de ello y obran con arreglo a las circunstancias, aunque se ven obligados a asimilar sobre la marcha el arte
de desplegar la labor política en condiciones de pluralismo real y no declaratorio. La situación configurada requiere
un nuevo enfoque, tanto de los procesos que allí se operan como de nuestros contactos con nuevas fuerzas políticas,
partidos y organizaciones.
Formularia en los siguientes términos nuestra actitud ante los procesos en cuestión. Saludamos los cambios
positivos y nos hacemos cargo de las dificultades de orden interno e internacional que los acompañan.
La Unión Soviética basa sus relaciones con los países de Europa oriental -con los que hace mucho iniciaron el
proceso de reformas, con los que apenas han emprendido este camino y con los que todavía no lo han iniciado en el
respeto a la soberanía, la no injerencia y el reconocimiento de libertad de opción. Nosotros partimos del hecho de
que cada pueblo tiene derecho a decidir independientemente su destino, incluida la elección del régimen, de las vías,
ritmo y métodos de su evolución.
Nuestra actitud de principio hacia los países socialistas de Europa es in- variable. Ellos no sólo son nuestros
aliados, sino también nuestros amigos y vecinos. Procuramos por todos los medios asegurar el proceso y la
estabilidad: la estabilidad en los propios países de Europa oriental, la estabilidad en todo el continente y la
inviolabilidad de las fronteras de todos los Esta- dos de Europa, establecidas después de la Segunda Guerra Mundial.
Con estos fines, precisamente, nuestra diplomacia realiza una enérgica labor con todos los países europeos, sin
excepción alguna, y con los Estados Unidos."
Discurso de GORBACHOV ante el pleno del Comité Central del PCUS. 9 de noviembre de 1989. En
Política Exterior.no 14 (invierno de 1990).
“...La máquina de destrucción militar es terrible, la conozco porque yo fui, un tomillo en ella., me dijo el
afgano. Guennadi Grachov, uno de los defensores armados de la Casa Blanca. Le pregunté por qué los soldados y
oficiales de esa máquina se negaron a cumplir las órdenes de los golpistas. Me miró con su cara de mula y dijo:
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.No sé, quizá sea algo específicamente ruso, pero aquí nadie va a levantarse contra el propio pueblo. Ustedes
tienen un nivel de vida más alto y puede que no lo entiendan. Este sistema totalitario, estos 74 años han hecho de
nosotros unos bestias, lumpen. A partir del 86 comenzamos a respirar a sentirnos seres humanos, un poco de
libertad. Ahora, para someter- nos ya nos tenían que matar, y tal vez podría haber ocurrido pero nadie tenía miedo…
Yo sé cómo muere .la gente. Lo vi en Mganistán, en Fará, en 1981, durante un año. Le aseguro que no tenía ninguna
gana de morir, pero no teníamos otra salida. Se lo digo en nombre de mis chavales: no queríamos vivir como escoria.
Queremos tener derecho a algo, un lugar para vivir y respirar, queremos que nuestros hijos sean ciudadanos normales,
ciudadanos libres de una Rusia libre.
.Aquellos días -me dijo luego Volodia-, la gente empezó a sentirse personas; por primera vez, muchos se
sintieron ciudadanos. En Rusia, en tiempos del zar, el concepto tradicional era el de súbdito... la persona subordinada
( ). En mi barricada nadie se las daba de héroe y eso fue muy agradable para mí. Casi todos tenían menos de 40 años;
35, 30, 26... Al lado estaba la barricada de los anarcosindicalistas, eso sí que eran unos críos (...). En un momento
dado, salió a relucir mi pertenencia al Partido Social- demócrata y los del destacamento me pidieron que les hablase
de ello, les dije que no me parecía bien, que allí todos éramos del mismo partido, sentíamos que teníamos algo en
común. Cuando el día 22 nos despedimos, intercambiamos nuestros números de teléfono, luego nos vimos el día 24,
en el entierro de las víctimas (...). Posiblemente ninguno de ellos era en su vida corriente tan bueno como lo había
sido allí, tal vez cuando regresasen a sus casas, a sus trabajos ya los problemas de la vida montarían escándalos,
gritarían y agredirían, pero durante aquellas jornadas todo fue elevado, no había lugar para las mediocridades. Esa
gente estaba como en la iglesia... Sí, tal vez sea esa la mejor comparación: como auténticos creyentes en el templo. Yo
soy creyente, ¿sabes?, aquí en Moscú mucha gente va a la iglesia por curiosidad, porque está de moda..., los creyentes
de verdad van a la iglesia en serio, a rezar. Allí también estaban como en una oración.»
«Durante la madrugada del día 22 estábamos agotados pero contentos, llevábamos dos días sin dormir, dos
días vividos minuto a minuto que, por su intensidad, fueron como dos años. Estábamos hechos polvo, pero radiantes;
para entonces junto a nuestra barricada sólo quedábamos unos diez. Entonces, alguien propuso que fuéramos a la
Plaza Roja y nos fuimos para allá. Apenas estaba clareando, todavía no eran las 5 de la mañana, lo recuerdo porque
Grísha dijo que el metro no funcionaba y que habría que Ir andando; durante dos días casi no había dejado de llover,
pero ahora el día se prometía despejado. ¡Hasta el tiempo trabajó en contra de los golpistas, y entonces prometía sol
Nos pusimos en marcha con nuestras banderas y Cantando nuestras canciones, fue algo bastante poético aquella
madrugada, llegamos a la Plaza Roja, recién barrida y remojada por los camiones cisterna del riego municipal, el sol
ya brillaba y no quedaban ya tanques ni vehículos militares, sólo una pequeña guardia; paseamos y un fotógrafo nos
pidió que posásemos junto al Mausoleo (de Lenin), ¿te imaginas?; ¡un grupo de anarquistas abanderados, desaliñados
por dos días de barricadas con el Mausoleo de fondo...”
En Rafael POCH: Tres días de agosto. Golpe y revolución en la URSS. Barcelona, La Vanguardia, 1991.
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