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Para mejorar el desempeño económico del 2021, el Gobierno debe impulsar la inclusión
financiera de la población y capacitar a las micro y pequeñas empresas (mypes) para aumentar
su competitividad.
La economía peruana ha registrado una leve recuperación durante el último trimestre del
2020, pese a la inestabilidad política y su repercusión en la base fiscal del país. Si estos
problemas disminuyen durante los próximos meses, se proyecta que la economía podría crecer
hasta un 12 % al cierre del 2021. Para el 2022, su desempeño ya sería el mismo que registró en
el 2019. ¿De qué factores depende el cumplimiento de esta proyección?
Situación sectorial
El sector agricultura pudo mantener su desempeño durante la crisis económica, debido a que
cubre una necesidad básica como la alimentación. Minería también logró sostenerse gracias al
alza del precio del cobre y el oro de China, hoy considerado el principal socio comercial del
Perú. Los envíos comerciales realizados a este país asiático también impulsaron la
recuperación del sector exportaciones.
El resto de sectores sufrieron caídas de hasta dos dígitos, pero se estima que su recuperación
se daría en la misma proporción. La situación más crítica se registra en construcción, comercio
y servicios, considerados tres de los principales generadores de empleo en el país. A corto
plazo, se estima que aumentará el nivel de informalidad en estos sectores, lo cual generará
empleos con menores ingresos. Es clave que el Estado se esfuerce para evitar esta tendencia.
El caso del sector servicios es muy particular. Tras la ejecución de la fase 4 de reactivación
económica, se espera una recuperación lenta y gradual, la cual repercutirá de forma positiva
en el empleo, pero a mediano plazo. Al mismo tiempo, se observará una mayor inversión en
implementar nuevas tecnologías o herramientas digitales para una mejor atención al público,
ya que el salto al mundo digital es permanente. Los canales de venta digitales han llegado para
quedarse.
Percepción de riesgo
Por ahora, el cambio de percepción no supone un problema grave para el país. Sin embargo,
de traducirse en una disminución de la inversión privada, podría afectar de forma seria las
tasas a largo plazo, tanto hipotecarias como corporativas. La acción de Fitch es un recordatorio
de la necesidad de mantener el equilibrio macroeconómico y una llamada de atención a la
clase política por la inestabilidad generada a través de iniciativas como la devolución de
aportes de la ONP, entre otras.
Perspectivas y retos
Si el Congreso actual sigue esta tendencia, puede erosionar la base fiscal que es el pilar sobre
el que se ha sostenido la economía peruana durante los últimos 30 años. En el ámbito
monetario, la autonomía y buen manejo del Banco Central de Reserva del Perú (BCRP) todavía
nos brinda seguridad. A nivel internacional, la recuperación de China permite al Perú contar
con un socio clave para la recuperación del sector exportación.
A largo plazo, es necesario que el Gobierno actual y el próximo impulsen la inclusión financiera
y la formalización de la población, a fin de facilitar su acceso al crédito y a iniciativas como los
bonos universales. A nivel empresarial, es crucial capacitar a las pequeñas y medianas
empresas (pymes) para que desarrollen habilidades que mejoren su desempeño en el mercado
actual.
La economía circular facilita la gestión de los recursos que disponemos en nuestros hogares y
nuestros negocios, a favor de un mayor cuidado del medioambiente.
En este escenario, la economía circular es una estrategia de cambio que incorpora objetivos de
conservación de recursos naturales. Actúa bajo tres principios que dejan de lado el sistema
tomar-hacer-botar de la economía lineal y lo transforman en tomar (menos)-hacer (más)-
reusar (cero residuos). La circularidad aporta a la conservación de ecosistemas, al evitar que
sean alterados por uso irresponsable o ausencia del manejo de residuos.
Principios básicos
Los tres principios de la economía circular son la preservación y mejora del capital natural, la
optimización del uso de los recursos, y el fomento de la eficacia del sistema. Todos son
igualmente importantes para conseguir resultados positivos económicos, sociales y
ambientales, en favor de la humanidad.
En general, la ventaja principal de la economía circular es una gestión más eficiente,
orientada a la conservación de los recursos naturales.
En general, la ventaja principal de la economía circular es una gestión más eficiente, seguida
de una mayor productividad. Los mercados de consumidores se vuelven más atractivos. La
combinación de estos factores asegura la vigencia del negocio, sea cual sea su tamaño y
sector. Estamos ante un modelo de negocios inclusivo, que integra a todos los componentes
de la cadena, una estrategia para obtener los flujos de caja esperados.
Hogar y empresa
En febrero de este año, el Gobierno aprobó la Hoja de Ruta hacia una Economía Circular en el
sector Industria, cuyos objetivos calzan con los enfoques de desarrollo sostenible que también
propone la economía circular. Por ello, es necesario acelerar su aterrizaje en el rubro y, en
general, en toda la sociedad.
Ya hemos observado un dispositivo que publicó el Ministerio del Ambiente (Minam), el cual dio
el pitazo inicial para que, al interior de los hogares, empiece la tarea del manejo de residuos
caseros. Es un muy buen paso que debe ser acompañado de una mayor difusión para pasar de
la norma a una acción concreta y efectiva.
A nivel empresarial, la adopción de la economía circular parte por una "cuestión de fe", en
primer lugar. A mediano plazo, una actividad económica bajo este enfoque resulta ser mejor
que aquella no amigable con entornos y sociedades, siempre que se apliquen los tres
principios previamente señalados.
La operación bajo el modelo circular puede implicar más costos, lo que impactará en los
márgenes de utilidad de corto plazo, pero con mejores resultados financieros en un horizonte
no tan lejano. El mercado es más exigente con los productos que consume y demanda una
producción más responsable o sostenible. Recorrer esos caminos de manera imperativa reduce
e, incluso, elimina, el riesgo de continuidad de los negocios.
Desafíos pendientes
Al igual que los enfoques ASG y ODS, las inversiones de impacto, la sostenibilidad corporativa y
el desarrollo sostenible, la economía circular también requiere de un plan de comunicaciones
amplio y profundo. Esta estrategia debe ir más allá de las normativas que provengan del
Estado. En el caso particular de las pequeñas y medianas empresas (pymes) peruanas, se
necesita una política pública por la pandemia actual.
El mayor desafío para la economía peruana en medio de la crisis ocasionada por la expansión
del COVID-19 es superar la informalidad imperante en el sector empresarial. Un problema que
viene de muchas décadas atrás y cuyas consecuencias hoy evitan el ansiado aplanamiento de
la curva de contagios. A su vez, generaría que el plan de reactivación del Gobierno no funcione
tan bien como se proyecta.
Costos excesivos
Se estima que el 60 % de la economía peruana es informal y que afecta, sobre todo, a micro,
pequeñas y medianas empresas (mipymes), las cuales brindan trabajo a más del 60 % de la
población económicamente activa (PEA). Los trabajadores informales viven de su labor diaria y
muchos la realizan en la calle, sin medidas de seguridad ni servicios básicos, lo cual dificulta
implementar medidas como el aislamiento.
Para formalizar a estos negocios, debemos partir por entender qué los lleva a seguir ese
camino. La formalización implica costos demasiado elevados, frente a los servicios reales que
ofrece el Estado. En el escenario actual, este proceso es muy complicado, ya que no se
proporcionó desde el inicio una ayuda idónea que, además, fuese identificable o notoria para
las mipymes.
Lo que realmente se espera para reactivar la economía es que llegue la vacuna para quitar las
restricciones y que los mismos sectores retomen sus actividades por cuenta propia, con el
apoyo de los inversionistas. En ese sentido, probablemente veremos muchas fusiones,
adquisiciones y reestructuraciones en el ámbito empresarial del país.
En el Perú, la formalización implica costos demasiado elevados, frente a los servicios que
ofrece el Estado. Es clave entender este aspecto para combatir la informalidad.
Acciones urgentes
La mejor alternativa sería trabajar con planes más adecuados para las mipymes y que generen
un mayor impacto positivo. Un ejemplo es el plan de préstamos, ya que los bancos no suelen
brindarlos a estos negocios, pese a tener garantía del BCRP, porque no les resulta rentable.
Estos créditos serían muy beneficiosos para tiendas como peluquerías, que no pueden
sobrevivir más de 45 días sin clientes.
También, hay qué trabajador en reducir los sobre costos laborales ya que muchas pymes que
no son reguladas por Sunafil y despidieron trabajadores desde el primer día de cuarentena
Como dijimos, la mayor parte de la fuerza laboral trabaja en sectores de la pequeña y mediana
empresa informal. Justamente, hay un análisis del Banco Mundial sobre informalidad basado
en costo -beneficio. En él, se aprecia que hay un costo de ser formal por el lado de tributación
y un beneficio magro que brinda el Estado aún en pandemia.
El siguiente análisis muestra una radiografía completa de cuáles son los sectores económicos
que se verán más afectados por la pandemia del COVID-19 en el Perú y una estimación del
impacto en los puestos de trabajo que se perderían.
El COVID-19 invade el globo y nos está afectando a todos. Como medida preventiva, tanto el
Perú como muchos otros países han implementado medidas extremas, pero necesarias, para
prevenir el contagio. Lamentablemente, estas mismas medidas han paralizado la economía
global (hibernación), siendo esta paralización más severa en el Perú por haber actuado más
temprano y en forma más estricta. Una consecuencia de esta hibernación económica mundial
será una recesión, con una lamentable pérdida de empleos.