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Prevención de la Tortura

Módulo 3. Métodos De Tortura y Otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes

El Protocolo de Estambul como herramienta científica para documentación de


la tortura y otros tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes

Tomado del Informe de la Comisión Nacional de Chile, 2004 y del Manual de la Comisión Nacional
de Derechos Humanos en México, 2007.

El Protocolo de Estambul indica que la tortura suscita profunda inquietud en la comunidad


mundial. Su objetivo consiste en destruir deliberadamente no sólo el bienestar físico y
emocional de la persona, sino también, en ciertos casos, la dignidad y la voluntad de
comunidades enteras. Es algo que concierne a todos los miembros de la familia humana
porque ataca a la misma base de nuestra existencia y de nuestras esperanzas de un futuro
mejor (s. a., 2000, p. 1).

Aunque la normativa internacional de los derechos humanos y el derecho internacional


humanitario prohíben sistemáticamente la tortura y otros tratos o penas crueles, inhumanos o
degradantes en cualquier circunstancia, estos actos se practican en más de la mitad de los países
del mundo; la notable discordancia que existe entre su prohibición absoluta y su prevalencia,
demuestra la necesidad de que los Estados identifiquen y pongan en práctica medidas eficaces
para evitarlos. El protocolo evidencia pruebas sobre la realización de tales actos, de manera que
se pueda exigir a las/os torturadoras/es que den cuenta de los mismos y permitir que se haga
justicia.

Los métodos de documentación que figuran en dicho manual son también aplicables en
otros contextos; por ejemplo, las investigaciones y la vigilancia de los derechos humanos, las
evaluaciones para conceder asilo político, la defensa de las personas que “han confesado” delitos
durante la tortura y la evaluación de las necesidades de atención de las víctimas de la tortura.
Respecto de los casos de profesionales de la salud que han sido obligadas/os a descuidar,
interpretar incorrectamente o falsificar las pruebas de tortura, se ofrece además un punto de
referencia internacional, tanto para las/os profesionales de la salud, como para los/as encargados/
as de hacer justicia (Manual de la Comisión Nacional de Derechos Humanos en México, 2007).

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Julio A. Ceballos (2015) indica lo siguiente:

[…] el Protocolo de Estambul es una guía que contiene las líneas básicas con
estándares internacionales en derechos humanos para la valoración médica y
psicológica de una persona que se presuma o haya sido víctima de tortura o
algún mal trato. Fue elaborado por más de 75 expertos representando a más de
40 organizaciones de 15 países. Este fue presentado al Alto Comisionado de las
Naciones Unidas para los Derechos Humanos el 9 de agosto de 1999 y fue adoptado
en el año 2000. Establece evidencia independiente válida que puede ser utilizada
en tribunales en casos de supuestos torturadores. Desde esa fecha el Protocolo de
Estambul se ha convertido en un instrumento crucial en el esfuerzo global para
terminar con la impunidad de los responsables. Junto a otras organizaciones, ya
que, la Asociación Médica Mundial participó de manera activa en el proceso de
preparación. Se debe de considerar que las directrices que contiene este manual
no se presentan como un protocolo fijo. Más bien representan unas normas
mínimas basadas en los principios y deben utilizarse teniendo en cuenta los
recursos disponibles.

En nuestro país, la Procuraduría General de la República (2005) elaboró una adecuación para la
implementación del Protocolo de Estambul en el sistema de procuración de justicia federal y
en el ámbito nacional, con el fin de reforzar la actuación de las autoridades en el combate a la
tortura, teniendo como objetivo fundamental mejorar el desempeño profesional de sus peritos,
para el efecto de que su actuación sea con apego a la Ley, por lo que con base en los lineamientos
nacionales e internacionales se crea el nuevo modelo de procuración de justicia, en el cual se
contempla la documentación efectiva de la evidencia médica y psicológica en casos de tortura y
otros tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes.

Por lo anterior, y sustentados en las máximas jurídicas de protección de los derechos


fundamentales, se emitió el Acuerdo A/057/2003, por el que se vuelve obligatoria la aplicación
del Dictamen Médico/Psicológico Especializado para Casos de Posible Tortura y/o Maltrato,
como parte de los procedimientos para la investigación, preservación de las pruebas, exámenes
médicos, desarrollo de entrevistas y evaluación de pruebas en los casos en que se presuma
tortura; además, este dictamen cuenta con los protocolos necesarios para detectar lesiones y/o
posibles indicios de tortura o malos tratos, para determinar el estado clínico integral de salud de
las personas, que se ubiquen en esos supuestos. Actualmente ha sido sustituido con el acuerdo
A/085/2015, con el objetivo de instruir a los agentes del Ministerio Público de la Federación,
peritos médicos, psicólogos/as y demás personal de la Procuraduría General de la República, en
el ámbito de su competencia, respecto de las diligencias mínimas que deben llevar a cabo ante la
probable comisión del delito de tortura, así como establecer las directrices que rigen la aplicación
del Dictamen Médico/Psicológico Especializado para Casos de Posible Tortura.

El Protocolo de Estambul jurídicamente no es ningún documento vinculatorio; solamente se trata


de una guía médica para documentar la tortura física, psicológica y otros tratos degradantes.
México fue el primer país en el mundo en llevar a cabo el proceso de contextualización del

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Protocolo de Estambul, mediante su adopción desde agosto de 2003, a través de los acuerdos
antes mencionados, volviendo obligatoria la aplicación del Dictamen Médico/Psicológico en las
investigaciones federales a cargo de la Procuraduría General de la República.

El objetivo general del Dictamen Médico/Psicológico Especializado para Casos de Posible Tortura
y/o Maltrato es proporcionar las herramientas necesarias para que mediante un proceso formativo
continuo, cimentado en nociones elementales de derechos humanos en el ámbito nacional e
internacional, para el personal sustantivo, así como administrativo de las Procuradurías Generales
de Justicia de que se trate, se tengan las herramientas necesarias, conocimientos especializados
en la prevención, sanción y erradicación de la tortura, así como también en la implementación
de los mecanismos prácticos actuales para la detección de esta práctica, dentro del marco del
derecho internacional de los derechos humanos, con la finalidad de erradicarla.

Con respecto a esta situación, Martínez Rodarte, en 2016, destacó que “el nuevo Sistema Penal
Acusatorio será una oportunidad para identificar la práctica de la tortura, puntualizando que
el Estado mexicano debe de permitir la participación de peritos internacionales en estos casos,
reconociendo el papel de la Comisión Nacional de Derechos Humanos al utilizar el Protocolo
de Estambul como un elemento sólido en sus recomendaciones”; por su parte, José Quiroga,
vicepresidente del Consejo Internacional de Rehabilitación de Víctimas de Tortura, en el mismo
año indicó en el panel Procedimientos Aplicables a la Investigación, que el primer entrenamiento
en el mundo del Protocolo de Estambul se llevó a cabo en la Ciudad de México, en el 2000,
fortaleciendo así las bases para su aplicación (CNDH, comunicado de prensa, 2016).

En el curso de los dos últimos decenios se ha aprendido mucho sobre la tortura y sus consecuencias,
pero antes del manual no se contaba con directrices internacionales para su documentación,
por lo cual, el Manual para la investigación y documentación eficaces de la tortura y otros tratos
o penas crueles, inhumanos o degradantes (Protocolo de Estambul) constituye las directrices
internacionales para examinar a las personas que aleguen haber sufrido tortura y malos tratos,
para investigar los casos de presunta tortura y para comunicar los resultados obtenidos a los
órganos judiciales y otros órganos investigadores.

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