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VIVIENDAS SOCIALES EN BOUÇA,

1976 (2008). ÁLVARO SIZA


Nombre del proyecto: Conjunto habitacional Bouça.

Año del proyecto: 1976.

Año de finalización de la construcción: 2008.

Arquitecto autor: Álvaro Siza Vieira.

Localización: Barrio de Bouça, Porto, Portugal.

Programa: 128 viviendas.

Cliente: Instituto Nacional de la Vivienda (INH).

Extensión superficial: 12.900 m2.


Estado del Proyecto: construido.

El conjunto habitacional en el barrio de Bouça surge como respuesta a numerosas reivindicaciones


sociales que tuvieron lugar durante un periodo convulso en la historia reciente de Portugal.

En este contexto surge en 1974 el programa SAAL, denominado “Programa estatal de intervención en
barrios degradados: Servicio de apoyo descentralizado local”, que tuvo como principal propulsor al
arquitecto Nuno Portas, en aquella época, Secretario de Estado de Vivienda en el primer gobierno
provisional.

El fin perseguido por el programa era dar respuesta de manera rápida y efectiva a la necesidad de vivienda
que la población sufría en gran parte del país. Para ello se conformaron las denominadas “brigadas
SAAL”, que consistían en equipos multidisciplinares formados por arquitectos, sociólogos, asistentes
sociales y juristas. Estas “brigadas” tenían como objetivo servir de apoyo técnico para establecer
estrategias de recuperación de los barrios obreros tradicionales dentro de la ciudad, con la ayuda de sus
propios habitantes. Los proyectos que se desarrollaron, como es el caso del conjunto habitacional objeto
de la presente reseña, fueron el resultado de la interacción de técnicos y ciudadanos mediante procesos
participativos que los arquitectos lograron plasmar en sus obras, y que llevarían a la conocida expresión
“los arquitectos son la mano del pueblo”, y en el caso concreto de Álvaro Siza, como “el arquitecto
participativo”.
Análisis de su arquitectura:
El conjunto habitacional del barrio de Bouça está conformado por una serie de viviendas en hilera con
una edificación pública de cabecera, que se aproxima a los tejidos residenciales obreros tradicionales del
lugar, con calles a modo de patios comunitarios desde los que se da acceso a las viviendas. Estas
responden a una tipología propia del racionalismo alemán de los años 20, aunque con una clara
integración en la trama urbana donde se ubican. Las viviendas se desarrollan en dos plantas en forma de
dúplex, superponiéndose dos hileras de viviendas una sobre otra, de manera que la sección transversal
resultante está formada por cuatro plantas.

Los diferentes espacios públicos que organizan las viviendas, se podrían definir como “calles patio”,
atendiendo a su conformación longitudinal semejante al trazado del resto de la trama urbana aunque
significativamente más anchas, con un uso peatonal y flanqueadas en su eje longitudinal por hileras de
viviendas y en el frente por edificios de uso dotacional comunitario. Estas características les confieren un
carácter comunitario dentro de su condición pública.
Las viviendas inferiores tienen un doble o triple acceso, permiten su entrada tanto en planta baja desde las dos “calles
patio” a las que tiene fachada, como en planta primera a través de una escalera (que solo aparecen en las dos hileras
centrales del conjunto). Las superiores, que cuentan con un solo acceso, tienen su entrada a través de las galerías
abiertas en la que se establecen una serie de relaciones vecinales y a las que se accede desde los núcleos de
comunicación vertical situados en las cabeceras de las hileras de vivienda.
Funcionalmente, los dúplex establecen usos diferenciados por plantas, situando en una planta salón y cocina y en la
otra planta, zona de noche compuesta por dos dormitorios, baño y aseo. Estas plantas se alternan en cuanto a su
posición, situándose en su conjunto las zonas de noche, en las plantas 0 y 3, y las zonas de día en las plantas 1 y 2.

Esta obra refleja la importancia del contexto donde se desarrolla la arquitectura, su autor la define como
“un trozo de Porto” por su capacidad de integrar sociedades vecinales de distintas generaciones,
condiciones o clases, y donde el mayor protagonismo recae sobre la cotidianeidad vecinal que confluye
en sus espacios comunes. Esta multifuncionalidad revela los valores intangibles con los que Siza creó una
arquitectura que durante más de veinticinco años permaneció inacabada, con un posible aspecto de ruina
u obsolescencia y que, sin embargo, no por ello fue motivo de publicación en numerosos medios
internacionales. Concluyendo, tomamos como propias las palabras de Rafael Moneo, que escribió: “A
pesar de que a menudo contemplamos las obras de Siza en un estado de completa decrepitud física que
las hace estar próximas a la ruina, nunca llegan a alcanzarla, ya que siempre son capaces de ofrecernos
algún descubrimiento. (…) Por otra parte, hay que valorar el coraje que supone aceptar la fragilidad como
norma. Paradójicamente, en tal fragilidad radica su fortaleza”.

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