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Leonor Berná1
Resumen
Este artículo intenta describir los principales mecanismos de control y represión que se
aplicaron contra el colectivo docente de Educación Secundaria, durante la última Dictadura.
Buscamos mostrar cómo, en el marco del control político que impuso la Ley 14.101, la
Intervención de 1975 busca convertir al sistema educativo en una herramienta de
disciplinamiento y de legitimación del régimen. Con este propósito, se van a intensificar las
sanciones y destituciones de todos los trabajadores de la enseñanza que no demostraran estar
comprometidos.
1
Leonor Berná, Profesora de Historia, egresada del Instituto de Profesores Artigas (IPA), Diplomada en Historia
Económica por la Facultad de Ciencias Sociales, de la Universidad de la República (UDELAR) y estudiante de
la maestría en Ciencias Humanas, opción Estudios Latinoamericanos, de la Facultad de Humanidades y Ciencias
de la Educación, UDELAR. leonorberna@gmail.com.
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1 INTRODUCCIÓN
El 4 de enero de 1973, pocos meses antes del golpe de estado, el Parlamento uruguayo
aprobaba la Ley de Educación General, 14.101. Esta norma, combatida por una importante
movilización popularii, subordinaba el sistema educativo al elenco político de turno.
El proyecto se fundamentaba en que la autonomía de la enseñanza había sido utilizada para
una politización creciente, que intentaba debilitar las bases de nuestro sistema de gobierno.
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Responsable además de la existencia de una educación en crisis, que estaba atravesada por la
anarquía, el desorden y la violación cotidiana de la laicidad.
Para remediar esta situación, el Poder Ejecutivo busca establecer una mayor injerencia
y control del Ente. Este propósito tenía antecedentes en la Intervención realizada en 1970,
cuando se sustituyeron los consejeros de Enseñanza Secundaria y la Universidad del Trabajo,
por hombres de confianza del Presidenteiii. Desde entonces, se consolida un discurso que la
calificaba como especialmente peligrosa y donde se acusa a estudiantes y docentes de generar
el caos imperante, jaqueando a las autoridades.
Esta cosmovisión de un mundo de bueno y malos, donde los jóvenes eran las víctimas
privilegiadas de la subversión, fue también desde donde la Dictadura miró el tema de la
Educación. Un mundo teñido por la Doctrina de la Seguridad Nacional, que convierte a la
enseñanza en un ámbito privilegiado para la despolitización y la desmovilización. Una
herramienta para construir una versión hegemónica que legitimara la institucionalización de la
dictadura y un aparato ideológico-política que posibilitara el disciplinamiento y la
reorientación de las relaciones sociales. Como afirmó el presidente de facto Juan María
Bordaberry, la educación permitía “afirmar los valores espirituales de la Nación y de los
orientales para que sean capaces de derrotar la agresión comunista en su inicio, es decir,
cuando intenta penetrar en la personalidad de cada uno de nosotros”iv.
La Ley Sanguinetti, como se la conoció desde entonces -en virtud de que la misma fue
apadrinada por el Ministro de Educación y Cultura Julio María Sanguinetti- suprimió la
autonomía de los Consejos de Enseñanza Primaria, Enseñanza Secundaria y de la Universidad
del Trabajo, que pasaron a estar sujetos a la tutela de un Consejo Nacional de Educación
(CONAE), integrado por 5 miembros designados directamente por el Poder Ejecutivo.
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Para P. Muñozx esta ley había nacido del miedo y para sembrar el miedo. Era hija del
miedo, no solo por cercenar el espíritu crítico e independiente que tenía la Autonomía, sino
porque prohíbe el dialogo. Lo prohíbe al suprimir las Asambleas de Profesores de Art. 40xi; al
exigir la autorización del Consejo, (ya no de los Directores) por razones debidamente
fundadas para cualquier tipo de actos, reuniones, salas, asambleas, homenajes, plebiscitos (art.
28) y asimismo al disponer que las convocatorias y la representación sólo se podrían efectuar
a través de asociaciones con personería jurídica. Es hija del miedo porque, en lugar de hacer
que los padres dialoguen con sus hijos, les ordena a los padres lo imposible. No solo intentar,
sino hacer que sus hijos desistan efectivamente, de lo que sea considerado ilícito no se sabe
bien por quién; sancionando a éstos con la pérdida de la asignación familiar, beneficios
sociales (art. 34, 35 y 38) y en última instancia la pérdida de la patria potestad.
Casi las dos terceras partes de las disposiciones son normas penales, disciplinarias,
prohibiciones, que contienen amenazas, que establecen faltas y delitos, y que regulan penas.
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La tipificación de ilícitos tiene una vaguedad que constituye una falta de garantías esenciales.
Un verdadero Código Penal, pero sin las garantías de tipificación técnica que, como garantía
de la libertad, corresponden en general a los códigos penales.
En cuanto a los docentes la Ley determina el cese de las garantías y deberes de los
funcionarios y su sustitución por un régimen de discrecionalidad administrativa irrestricta. El
desamparo, por la anulación del Estatuto del Funcionario Docente, se agrava por la vaguedad
de las nuevas obligaciones y prohibiciones, como la de “emplear la diligencia propia de un
buen padre de familia”.
Todos los nombramientos y contrataciones pasaron a tener carácter precario y revocable,
hasta transcurridos dos años de su incorporación al Presupuesto (art. 40). Se suprimen los
concursos para acceder a cargos. Y se disponen trasladados y reubicados por razones de
reorganización o mejor funcionamiento de los servicio (art. 16). Es decir que, en lugar de ser
un derecho del funcionario, pasa a ser un derecho irrestricto del CONAE. Los cargos de
Inspectores y Directores se volvieron de designación directa por el CESBS y en todos los
casos en forma revocable. De esta manera, podían ser destituidos en cualquier momento, sin
expresión de causa (Art. 40).
Si bien se tipifica la destitución con las garantías del debido proceso administrativo, la
cesantía solo requiere la voluntad de 4 miembros del Consejo Directivo.
Todas estas disposiciones abren amplio margen al favoritismo y a la persecución. Su carácter
discrecional quitó al docente y a cualquier funcionario, la mínima seguridad de estabilidad. La
permanencia en el destino funcional quedó supeditada, más que a la eficiencia, a la
dependencia ideológica del superior.
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Para el consejero Del Campoxii, esto a lo único que puede conducir es a una zafria
mediocrización de la enseñanza y a su pobreza moral e intelectual. En el marco de un país y
un mundo abocados a una pugna ideológica, los nombramientos o las destituciones podían
aparecer ungidos por el fuego sagrado de las concepciones ideológicas.
Esta es una ley de guerra y no de paz... Se pondrá al país -repito -al borde de la
guerra civil y cerca de un régimen de fuerza. En este momento en que las
dimensiones son tan amenazadoras, porque los hábitos del estado de derecho están
todos cedidos, porque el Uruguay ya está acostumbrado a un régimen de excepción -
lo han acostumbrado los gobernantes bajo el pretexto de la sedición- en este
momento en que el país se ha desconstitucionalizado donde la violación más
flagrante al principio de estado de derecho se consuma sin que la gente pestañee (...).
En este momento se dirá; es imposible que las cosas continúen de esta manera y
solamente un régimen autoritario salvará al país del caos, y entonces tendremos la
dictadura. Los responsables de la dictadura, serán en gran medida, los que hayan
consagrado esta Ley de Educación (...). Hombres minimizados, educados en la
filosofía de la represión y el miedo al superior excelente material humano para ser
“usado” sin agitarlo -úselo, no se agite-. Hombres que no serán, precisamente, los
hombres conscientes y libres que exige una sociedad justa, sino meros instrumentos
útiles a fines que probablemente no serán capaces de conocer ni de captar.
(Consejero Del Campo, versión taquigráfica de la exposición ante la Comisión de
Instrucción Pública de la Cámara de Representantes, 12 de noviembre de 1972, p.
42).
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(…) cambio en las mentalidades de los hombres que transitan por los recintos de la
Educación. Esto, solamente se conseguirá en el campo de una doctrina pura, única
forma de que todos los hijos de esta tierra comprendamos que nos tiene que unir un
pensamiento enteramente nacionalista para volcarlo al bien común de todos los
orientales. (“Proceso de la Educación en Uruguay”, citado por Campodónico et al,
1991, p. 103).
Para cambiar las mentalidades, se van a modificar los planes y programas de estudio,
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fundamentalmente en las áreas sociales, tanto de las asignaturas del Consejo de Secundaria,
como de la carrera de formación de los Docentes. De la misma forma, la bibliografía, textos, y
saberes en general, fueron censurados como corolario de una concepción de verdades
absolutas e indiscutibles.xx
Esta política comportó un cambio sustancial en el rol docente. Ya no se trataba de
presentar un análisis objetivo, una enseñanza supuestamente “neutra”, sino que se pretendía
formar estudiantes opuestos al radicalismo marxista. Esta visión es la que se atreve a
fundamentar el Diario El País, en febrero de 1975, en una columna de opinión, bajo el título
“Laicidad y Democracia”, donde alegan la inconveniencia de exponer todas las posiciones
doctrinarias. Reconociendo el importante paso dado para clausurar las vías de infiltración,
que entregaron la enseñanza a una verdadera dictadura de los grupos activistas de extrema
izquierda, se alerta que, de no cuidarse lo que llaman la “verdadera laicidad”, podría suceder
un retroceso y un fracaso en no muy largo plazo. Según esta opinión es “insuficiente, ineficaz
y hasta pernicioso todo método que se limite a la exposición simple y fría de las concepciones
políticas, económicas y sociales.” Por ello sostienen que debe procurarse “la crítica de todas
las doctrinas y todas las ideas” para “la adaptación de aquéllas a la subsistencia y salvaguarda
de los valores en que se funda el régimen institucional y el estilo de vida, que una inmensa
mayoría identifica con los cimientos mismos de la nacionalidad.”xxi En nuestras palabras esto
traduce la intención de un adoctrinamiento, que tanto le critican a otros regímenes.
_____________
De esto puede concluirse que se yuxtaponen dos problemas: el vaciamiento de contenidos
y el trabajo con una metodología conductista y mecanicista. La adquisición de los contenidos
se asumió como un proceso lineal, sin contradicciones, acrítico, y que por lo tanto, solo se
limitaba a la recepción y repetición de ciertos “dogmas”. El trabajo del docente entonces, se
restringía a la enseñanza memorística de un conocimiento limitado, esquematizado e
irrefutable, del que no se derivaran preguntas o contraposiciones.
Por otro lado, todas las tareas de los profesores quedaron constreñidas por las más variadas
circulares. Se aprobaron normas relativas a la conservación de pianos (Circular 1367),
normas para actas de exámenes (Circular 1337), reglamento para la organización y
funcionamiento de los coros liceales (Circular 1437), empleo de la fotocopia en los
organismos públicos (Circular 1462), reglamento para Ayudantes Preparadores (Circular
1491), normas para actas de promociones (Circular 1533), teatro, reglamento de actividades
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(Circular 1721), normas sobre trabajos domiciliarios (Circular 1575) y muchas otras. Por
consiguiente, bajo un fuerte control burocrático, el profesor quedó excluido de toda
participación en las decisiones pedagógicas (no elige los contenidos, la bibliografía, ni
siquiera fija sus objetivos de la clase). Y en conclusión, como ya lo preveían los críticos de la
Ley de Educación, se vuelve una pieza de la maquinaria de empobrecimiento científico y
cultural. Pero además lo vuelven cómplice de la formación de un sujeto sumiso y acrítico. Un
joven sin iniciativa, amedrentado y servil a la autoridad.
A esto se sumaría en junio de 1976 el Acto Institucional Nro. 7, que ponía fin a la
supuesta inamovilidad de los trabajadores civiles de la Administración Pública. Pensando
remediar la virtual impunidad de funcionarios que gozaban de excesivas garantías, el Estado
podía decretar el pase a situación de disponibilidadxxiii, cesando sin más trámite que este
decreto a cualquiera de sus empleados.
En 1979, se agrega todavía el requerimiento de una “Constancia de habilitación para
cargos públicos.” Conforme a la división que hiciera la Dictadura de la población en 3
categorías -de acuerdo a la conducta y los antecedentes que se tuvieran- solo se va a permitir
el acceso a la Administración pública, a personas con certificado de ciudadano categoría A.
De esta forma se reforzó la falta de estabilidad en el empleo y el ingreso a la docencia
quedó condicionado a la designación directa. Las autoridades o los propios Directores podían
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nombrar a personas de su confianza, las que debían luego ratificadas para el cobro por el
Consejo. Pero teniendo en cuenta que, para algunas asignaturas, como los profesores de
Educación Moral y Cívica, los requisitos se acrecentaban. Así, en febrero de 1976, se les
avisa a los Directores de Liceos del interior que debían remitir una nómina de propuestas de
docentes para dictar esta materia. Para ello, se debían guiar con los siguientes criterios:
1. Las personas propuestas no podrán haber sido objeto de detención por la Fuerza
Pública en averiguación de actividades antinacionales. 2. Tampoco podrán
encontrarse actualmente sumariadas ni haber sido objeto de sumarias del que haya
resultado sanción consistente en suspensión. 3. No podrán haber sido integrantes en
ningún momento de organizaciones partidarias, sindicales o de cualquier tipo,
actualmente disueltas por la Fuerza Pública, ni tampoco otras que sin haberlo sido
tengan carácter izquierdista. 4. Las personas seleccionadas no deberán ser
meramente “neutrales” sino de probada y notoria convicción nacional y militancia
en el mismo campo. Se encarece a los señores Directores el más urgente
diligenciamiento de cuanto antecede. Líbrese oficio y archívese. (Libro de Actas
255, 2 de febrero de 1976, p. 157, 158).
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aparece reprendida una Directora, denunciada por un alumno del liceo 34, por haber
procedido a cortarle el cabello por sus propias manos, en el local liceal.
No obstante, insistimos en que las Direcciones también estaban sometidas al control de
las Autoridades y se las amonesta o sanciona por hacer una “denuncia vaga e imprecisa”, se
las investiga por no denunciar irregularidades o hasta se las destituye por no efectuar la debida
comunicación y denuncia de determinados acontecimientos. Valga como muestra la
destitución del Director German D´Elía Correa
3.4 Inspectores
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4 EL IMPERIO DE LA REPRESIÓN
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profesora Diva Ruiz Pintos, donde figura una importante documentación de sus actividades
varios años atrás.
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(…) CONSIDERANDO: Que el citado Inspector comprobó Partes Diarios con casi
un mes de atraso. Asientos sin la hora de salida en el registro de firmas. Falta de
índice alfabético por apellidos en el Libro de Matrícula. Asientos incompletos en el
Libro de Entrada de asuntos. Visitas a clase sin registrar. Alumnos con el cabello
demasiado largo. RESUELVE: Sancionar al Director del Liceo de Atlántida con el
descuento de 2 días de sueldo. Efectúense las comunicaciones del caso, y siga a la
División Hacienda a sus efectos. (Libro de Actas 258, 26 de julio de 1976, p. 632).
Para cesar o destituir a los funcionarios efectivos, a diferencia de países como Argentinaxxvi,
la Dictadura uruguaya continuó aplicando la formalidad del sumario. Durante el mismo, el
inculpado debería tener oportunidad de presentar sus descargos y articular su defensa. Sin
embargo, la inmensa mayoría de las resoluciones, pese a que hacen referencia a toda la
normativa que los ampara, no mencionan, ni dejan constancia de que se efectuaran estas
consultas, ni de los descargos hechos por los inculpados.
Todos los funcionarios destituidos por omisión o violación de la Ley 14.101 no podían
ser objeto de nueva designación o contratación por el CONAE o sus dependencias. Es más, en
algunos casos solo el sumario, con separación del cargo, era suficiente para prohibir que
dichos profesores dieran clase en cualquier instituciones de enseñanza públicas y privadas. Y
se ponía sobre aviso a todos los responsables de los liceos, que podían ser sumariados o
perder la habilitación, si infringían esta normativa.
En el caso de los profesores interinos o precarios su desamparo era aún mayor. Para
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ellos no se necesita realizar ningún sumario, porque la Administración estaba habilitada para
prescindir, en todo momento, de los servicios de aquellos que no cumplan “a satisfacción
según la razonable apreciación discrecional del Jerarca”. Este cese los imposibilitaba a su vez,
de volverse a presentar en sucesivos años para otro cargo en el Ente.
500
482
400
396
300 317 318
Según los datos que hemos recabado en las Actas del Consejo de Educación
Secundaria, los sumarios y las destituciones sufrieron un importante incremento a partir del
golpe de Estado del 27 junio de 1973, teniendo sus años más prolíficos entre 1974 y 1976.
Conjuntamente, este trabajo demuestra que, a pesar de la existencia del “pase a
disponibilidad” a partir de 1977, siguió existiendo la formalidad del sumario, para separar del
cargo a muchos docentes.
En términos generales, la Dictadura prescindió de, al menos, 1971 trabajadores de la
Enseñanza Media. Decimos “al menos”, porque este es el piso de los datos. Es decir, desde la
instalación del CONAE, y sobre todo desde la Intervención de Secundaria en 1975, van a
comenzar a registrarse en las actas, comunicaciones de las que no figura más datos, que la
constancia de que el CONAE destituye a funcionarios.
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1000
Clasificación de sanciones a los funcionarios de Educación
Secundaria entre 1973 y 1984
800
249
600
131
98
400 109 80
411 114 165
22 117 75 70
24 12
200 1 6 3 9
89 1 2 2
72 346 139 295 277 149 183 183 179 131 107 40
0
1973 1974 1975 1976 1977 1978 1979 1980 1981 1982 1983 1984
Faltas administrativas Sanciones Políticas No se informa
Si bien el grupo de las sanciones sobre las que no se registran detalles, son un
porcentaje importante en todo el período, una primera lectura de estos datos, puede constatar
que los castigos políticos cobraron más víctimas en el primer quinquenio de la dictadura.
Particularmente, el año de la Intervención fue extremadamente agresivo en esta persecución
ideológica. A partir de 1978, podría evidenciarse que el régimen no encuentra mayores
enemigos peligrosos, y la cultura del miedo habría consolidado la obediencia y el silencio. No
obstante, fiel a su impronta reglamentarista, el Consejo continúa sancionando a todos aquellos
que infringen la normativa, sobre todo por sus excesivas inasistencias.
Las faltas o ilícitos administrativos eran todas las infracciones, tanto a la Ley General
de Educación, como a la profusa reglamentación que encorsetaba el trabajo docente. A modo
de detalle, correspondió sumario, por faltar a una mesa de examen, por proferir palabras
ofensivas o lesivas hacia las autoridades, por incumplimiento de disposiciones reglamentarias
sobre la forma en cómo deben concurrir a dictar las clases las y los señores Profesores, por
irregularidades en los deberes administrativos inherentes al cargo y un largo pero poco
variado etcétera.
5 LAS INASISTENCIAS
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Por último, todo funcionario que faltara a sus tareas durante 15 días continuos, sin
causa justificada, era considerado como renunciante, y para ello se realizaba un procedimiento
administrativo que probaba el abandono de cargo. Simultáneamente, con 60 inasistencias en
el año o 120 en un lapso de tres años, fueran justificadas o no, también se instruía un sumario.
Si del mismo resultaba que el funcionario había incurrido en omisión, entonces era cesado. Si
por otro lado, el Departamento Médico determinaba la “ineptitud física, mental o estética
permanente”, también se aplicaba la suspensión definitiva en la función.
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a las incorrecciones que afectan el patrimonio moral y el decoro de los docentes, tanto por su
labor dentro de las Instituciones educativas como en su vida privada. En el sumario a la
Subdirectora del Liceo 19, Lucrecia Aliverti, se le imputan, además de ineficiencia y falta de
responsabilidad, “el referirse continuamente a diversos funcionarios con variados motes (por
ejemplo, el pájaro loco, la gallineta loca, la parda, la luz que se apaga, etc.” y “el invitar a su
domicilio a tomar cierto té de coca estimulante”).
3. que los motivos que dieron lugar al sumario (…) surgen de la información
proporcionada por la Jefatura de Policía de Paysandú, relacionado con la condición
de homosexual de dicho profesor. En el dictamen final se hace referencia a que la
condición de homosexual del inculpado resulta fehacientemente comprobada a
través de las manifestaciones en el escrito de descargo como asimismo del informe
policial y el testimonio de certificado médico. (…) 5) Que el dictamen final prevé
igualmente que la situación encaja dentro de las previsiones del Art. 18 del Estatuto
del Profesor, valla eficaz contra la presencia de elementos moralmente depravados,
en los servicios de educación, con el consiguiente daño para la formación de las
futuras generaciones. (Libro de Actas 252, 3 de setiembre de 1975, p. 372/4).
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El razonamiento parece traducir que las críticas a las Autoridades configuran un ilícito
administrativo y que la libertad de expresión tiene límites. Hay libertad siempre que no se me
critique.
En el caso de los docentes detenidos, si bien la detención podía ser por una gran variedad de
motivos, que no siempre estaban relacionados con el dictado de clases, para las autoridades de
la enseñanza, las obligaciones de los funcionarios no terminaban en el recinto liceal. Por otro
lado, el Consejo va a inferir que, si fueron detenidos más de 15 días, y no presentan pruebas
de su inocencia o exoneración, es porque eran culpables y por lo tanto, se consuma su
destitución. De esta forma, se invierte la carga de la prueba y se es culpable hasta que se
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pueda probar la inocencia. Pero ¿cómo podía hacer un profesor para demostrar que no era
sedicioso? Más aun, ¿cómo demostrar que no se había violado la laicidad habiendo estado
afiliado a un sindicato o habiendo sido candidato de un partido de izquierda en elecciones
pasadas, cuando esto era legal y permitido?
En la destitución de las profesoras sumariadas Sara Abigail Acosta Méndez y Blanca
Mora de Almados, del Liceo de Rocha, se declara:
8 PROSELITISMO
El proselitismo en clase, no consigue probarse, más allá de unos pocos casos. Aunque
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este haya sido el caballito de batalla que permea todos los discursos, las autoridades no
parecen poder evidenciar esta transgresión adentro de las aulas. En este contexto, es que fue
necesario consolidar un alegato que asociara este fenómeno desde el amplio espectro de la
conducta personal del docente. Si este adhiere o se adhirió de alguna modo a concepciones de
izquierda, si se opone al orden o a los valores en los que pretende adoctrinar la Dictadura, si
se le pueden endilgar libros o canciones prohibidas, entonces se ubican en el bando ajeno a la
doctrina nacional y deben ser destituidos para impedir que puedan propagar sus ideas
anticonstitucionales. En este contexto por ejemplo, se sanciona al profesor Pedro Ojeda, del
Instituto 13, porque autorizó la salida de clase de los alumnos de 2do.B para cuestionar la
suspensión preventiva adoptada a raíz de que algunos estudiantes cantaron el himno nacional
el 14 de agosto de 1974, aniversario del deceso del estudiante comunista Liber Arce y los
demás “caídos”.
Nos encontramos de esta manera con una manía persecutoria, donde el proselitismo
puede esconderse detrás de una falta grave de responsabilidad funcional, de actitudes
descomedidas, comentarios improcedentes y hasta en la denuncia de que, “durante la
celebración de un acto patriótico en el local del Liceo, la docente en cuestión no entonó las
estrofas del Himno Nacional.”xxix Como hemos subrayado, el profesor, guardián de la
soberanía ideológica, no es un funcionario imparcial, es un educador del nuevo hombre
uruguayo. Esta condición, implica que todo cuestionamiento a este orden, es una violación del
rol del docente, y por tanto de la laicidad; desde la falta del patriotismo, hasta el
procesamiento asociado a la sedición.
Por otro lado, fomentar la capacidad crítica y reflexiva, la discusión, la curiosidad, la
creatividad, podían para los dictadores, abrir también las puertas al enemigo. Detrás del
trabajo incorrecto de la figura de prócer Artigas, detrás de la inasistencia a un acto patrio o de
una falta colectiva, podía esconderse una actitud sediciosa.
9 A MODO DE CONCLUSIONES
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de este proyecto, la enseñanza podía ser la substancia de una trasformación que los redimiera.
Anticipándose a esto, el fantasma de la "amenaza subversiva”, como estrategia de
etiquetamiento y demonización de toda forma de expresión cuestionadora, contribuyó a
diseminar la paranoia y fue el pretexto para habilitar una feroz violación de los derechos
humanos. En aquel imperio de la represión, las autoridades del sistema educativo,
establecieron un estricto control del espacio y de las mentes, realizando una depuración de los
contenidos, acorde con su misión de adoctrinamiento en algunos valores. Conforme a esto, se
priorizó una depuración de los docentes peligrosos, donde solo quedaron los que pudieran
convertirse en los guardianes de la supuesta soberanía ideológica.
A pesar de la magnitud del autoritarismo y el golpe asestado a la educación, el Consejo de
Secundaria, siguió apelando a exhibir una apariencia de legalidad que los habilitaba a
sumariar y sancionar a los docentes. Así como, la Dictadura exigía una adhesión al “sistema
republicano democrático”, las autoridades de la Educación, justificaban las destituciones con
legislación, incluso, de 1925. Este es el caso de la Profesora del Departamento de Salto, que
dejó de concurrir a sus tareas, tras una licencia en 1972. Para declarar el cese por abandono
del cargo, se alude al Art.33 de la Ley 7819 del 7 de febrero de 1925.
Se produjo así, la amputación del cuerpo docente de miles de sus integrantes y el ingreso de
nuevos personal por recomendación política e ideológica. El precio pagado fue un recorte de
derechos y un vacío importante de docentes formados, lo que redundó en graves perjuicios
para el nivel ético y científico de la enseñanza. Rematado por el flagelo que supuso la
imposición de una pedagogía autoritaria, que modeló un estudiante obsecuente, sumiso y, en
última instancia, infeliz.
Resumo
Este artigo tenta descrever os principais mecanismos de controle e repressão que se aplicaram
contra o coletivo docente de Educação Secundária* durante a última Ditadura. Procuramos
mostrar como, no esquema do controle político que impôs a Lei 14.101, a Intervenção de
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Abstract
This article attempts to describe the main mechanisms of control and repression, that were
applied to the teaching staff of secondary education during the last dictatorship. We seek to
show how, under the political control the Law no.14.101 imposed, the 1975 intervention,
seeks to convert the education system in to a tool of the regime for disciplining and
legitimizing. To this end, the sanctions and dismissals of all education workers who do not
prove to be involved will be intensified.
REFERENCIAS
Fuentes primarias
Archivo del Consejo de Educación Secundaria
- Libros de Actas del Consejo Interino, Libros de Actas del Consejo de Educación
Secundaria Básica y Superior, Libros de Actas del Consejo Interventor.
Archivo de la Asamblea Técnico Docente (ATD)
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durante la dictadura. Antecedentes, proyecto, consecuencias. Montevideo: EBO, 1991.
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Democracia. La elaboración del pasado reciente en el Cono Sur de América Latina. Santiago
de Chile: Ediciones Böll Cono Sur, 2010.
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democracia y el autoritarismo en Uruguay. Revista Contemporánea, Historias y problemas
del siglo XX. Año 3. V. 3. 2012
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militar. Un análisis de los sumarios administrativos en la provincia de Buenos Aires, 1976-
1983. Sociohistórica: Cuadernos del CISH, 21-22. 2007
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principio del fin. Políticas y memorias de la educación en la última dictadura militar (1976-
1983). Buenos Aires: Colihue, 2006.
Data de recebimento: 31/07/2015
Data de aceite: 08/09/2015
i
En Uruguay la Educación Secundaria comprende 6 años, después de los 6 que componen la Educación
Primaria. Es decir alumnos entre 12 y 17 años aproximadamente.
ii
Maestros, profesores y estudiantes en huelga, con el apoyo de la Convención Nacional de Trabajadores, se
concentraron casi a diario en los alrededores del Palacio, para expresar su disconformidad con el Proyecto de
Ley, siendo duramente reprimidos.
iii
El Consejo Interventor estaba compuesto por cinco miembros designados por el Poder Ejecutivo. Por más
información mirar Romano, 2010.
iv
Discurso del presidente de facto J.M.Bordaberry el 25 agosto 1975, tomado de Campodónico et al, 1991, p. 96
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v El Consejo Interino es nombrado por el Parlamento para sustituir la Intervención que el Ejecutivo había
decretado en 1970. Asumen sus funciones en junio de 1971, y entre sus cometidos estaba la elaboración de un
proyecto de Ley, para el sistema educativo.
vi
Con anterioridad el Consejo Nacional de Enseñanza Secundaria, era un organismo de cogobierno compuesto
por siete miembros (3 electos por los profesores, uno designado por la Universidad de la República, uno por la
Universidad del Trabajo y un miembro nombrado por el Consejo de Enseñanza Primaria y Normal) era presidido
por un Director General propuesto por el propio Consejo. Este último era el único cargo que requería la venía del
Senado y el Presidente de la República.
vii
Diputados H.Batalla, E.Soares Neto y J.L.Veiga. Informe en Minoría en la Comisión de Instrucción Pública
del Parlamento, 1972, p. 11.
viii
Consejero Del Campo. Versión taquigráfica de la sesión del 31 de octubre de 1972 en la Comisión de
Instrucción Pública de la Cámara de Representantes, p. 40.
ix
Mesa redonda organizada por la Asamblea Nacional de Profesores, 25 de octubre de 1972, p.9.
x
Ibíd. p.8,9
xi
Estas reuniones conformaban un organismo de asesoramiento técnico-pedagógico del Consejo de Educación
Secundaria, creado por el “Estatuto del Profesor” sancionado el 2 de diciembre de 1947.
xii
Comisión de Instrucción Pública de la Cámara de Representantes, el 12 de noviembre de 1972, p.31.
xiii
El Consejo fue presidido por el Prof. Héctor D’Elía y acompañado por el Prof. José Luis Garat y Dr.Didier
Opertti.
xiv El 2 de marzo de 1974, el CONAE cambia las autoridades y nombra al profesor Víctor H. Lamonaca para
presidir el Consejo y como vocales a los Profesores consejeros Julio Vilar del Valle y Profesora Srta. Margarita
Triay.
xv
Se forma también en este año, una Comisión Supervisora de la Enseñanza, integrada por Oficiales
Generales, ubicada jerárquicamente por encima del Ministerio de Educación y Cultura.
xvi
Clásica división de Luis Eduardo González, citada entre otros muchas obras, en Caetano G. y Rila J. 1991
xvii
Marchesi, A. 2009 y Marchesi, A. y Markarian, V. (2012).
xviii
Coronel Soto. “Bases del pensamiento de las Fuerzas Armadas para la educación”, 1978. Citado por
Appratto et al. 2004: p. 230.
xix
El educador oriental: su fe.Revista El Soldado, octubre de 1978. Citado por Caetano y Rila, 1991, p. 87.
xx
Por más información Campodónico et al, 1991 o Romano, 2010.
xxi
Diario El País, 9 de febrero de 1975, p. 5.
xxii
Tomamos el término, del documento argentino “Subversión en el ámbito educativo. Conozcamos a nuestro
enemigo”, de 1977. El mismo cerraba convocando a los docentes a convertirse en custodios de la soberanía
ideológica.
xxiii La Disponibilidad podía ser “simple o común”, cuando se disponía por la supresión o reorganización de
servicios y “calificada”, cuando la determinan razones superiores de interés público o de mejor servicio. Para el
primer caso, se disponía el pago del sueldo por un año, y medio sueldo los seis meses siguientes, y para el
segundo caso, solo por seis meses y medio sueldo los seis meses siguientes, cesando automáticamente al
vencimiento de este término.
xxiv
Libro de Actas 273, 24 de noviembre de 1977, p. 381.
xxv
Se suspendieron el derecho a huelga, se modificó la ley de contrato de trabajo, se suprimieron las cláusulas
que garantizaban la no penalización por razones políticas, gremiales, u otras, se anularon disposiciones que
contemplaban días de descanso y un largo etcétera. Todo lo cual derivaría en un deterioro de las condiciones de
vida de la inmensa mayoría de la población, al tiempo que se producía una formidable concentración del ingreso.
xxvi
L.Rodríguez (2007) ha estudiado que, dada esta Ley de prescindibilidad, los sumarios administrativos
realizados a los docentes en Buenos Aires no fueron un mecanismo de relevancia para combatir la subversión. Es
decir, a los subversivos» se les aplicaba dicha ley, se los dejaba cesante y/o se procedía directamente a su
detención.
xxvii
Libro de Actas 254, 19 de noviembre de 1975, p.159-161.
xxviii
Libro de Actas 250, 11 de junio de 1975, p.142, 143.
xxix
Libro de Actas 265, 30 de marzo de 1977, p. 335.
Revista Reflexão e Ação, Santa Cruz do Sul, v.23, n.2, p.141-169, jul./out.2015
http://online.unisc.br/seer/index.php/reflex/index