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Clases de Tratados Internacionales

Los Tratados internacionales pueden clasificarse:


a. Por el número de Partes contratantes
o Bilaterales. Los concertados entre dos sujetos internacionales.
o Plurilaterales o multilaterales. En los que participan más de dos
sujetos. Pueden ser:
1. Restringidos. Abiertos a un número determinado de
Estados.
2. Generales. Con vocación de universalidad.
b. Por el grado de apertura a la participación
o Abiertos. A los que se puede llegar a ser Parte en los mismos
aunque no se haya tomado parte en su proceso de formación.
o Cerrados. Aquellos que quedan restringidos a los participantes
originarios en los mismos y en los que la participación de un nuevo Estado
supone la creación de un nuevo acuerdo entre los participantes originarios y el
nuevo Estado.
o Semicerrados. Aquellos en que otros Estados pueden llegar a
ser Partes, distintos a los Estados originarios, pues figuran en una lista anexa
al tratado o bien se prevé en el propio Tratado un procedimiento particular de
adhesión y también por el envío de una invitación de los Estados originarios
para que otros Estados se adhieran al Tratado.
c. Por la materia objeto del Tratado
o Existen tratados de carácter político, económico, cultural,
humanitario, consulares, de establecimiento, etc.
d. Por su función de creación de obligaciones
o Tratados-contrato. Los que prevén un intercambio de
prestaciones entre los contratantes.
o Tratados-ley. Los que intentan crear una norma de carácter
general aplicable a toda la CI o a una parte de ella.
e. Por la naturaleza de los sujetos que participan
o Entre Estados, entre Estados y otros sujetos del Derecho
internacional. Los concordatos de la Santa Sede con los Estados o los
acuerdos de sede entre una organización internacional y el Estado en que ésta
tiene su sede u oficina principal.
o Entre otros sujetos de Derecho internacional. Acuerdos de las
organizaciones entre sí.
f. Por su duración
o Con un plazo de duración determinado, pasado el cual se
extinguen.
o De duración indeterminada, salvo denuncia.
o Prorrogables, bien expresa o tácitamente. Es muy frecuente la
cláusula de prórroga tácita por períodos determinados, salvo denuncia expresa
dentro de un término preestablecido.
g. Por la forma de conclusión
o Tratados concluidos en forma solemne. Su perfeccionamiento
exige un acto de ratificación autorizada por el Parlamento, la intervención en su
proceso formativo del Jefe del Estado como órgano supremo en las relaciones
internaciones y el intercambio o depósito de los instrumentos de ratificación.
o Acuerdos concluidos en forma simplificada. Obligan en virtud de
un acto distinto a la ratificación, manifestándose el consentimiento mediante la
autenticación del texto del acuerdo o por un acto posterior a la autenticación,
distinto de la ratificación, como la aprobación, la notificación, la aceptación o la
adhesión.

Fases de la celebración de los Tratados


Internacionales
 Naujoël
 
 Última actualización: 24 Junio 2019
Podemos distinguir con Sinclair las cuatro siguientes fases:

1. Otorgamiento de los plenos poderes


2. Negociación
3. Manifestación del consentimiento
o De forma plena (la ratificación u otras formas)
o De forma incompleta (consentimiento con reservas)
4. Entrada en vigor

3.1. Otorgamiento de los plenos poderes


El otorgamiento de los plenos poderes para negociar, autenticar o adoptar el
futuro Tratado constituye una fase previa, durante la cual las autoridades
nacionales competentes designan a sus representantes. Esta fase transcurre
dentro de cada Estado y no trasciende todavía al exterior.
Según el art. 2.1.c de la Convención de Viena, se entiende por “plenos
poderes” un documento que emana de la autoridad competente del Estado, y
por el que se designa a una o varias personas para representar al Estado en la
negociación, la adopción o la autenticación del texto de un Tratado, para
expresar el consentimiento del Estado en obligarse por un Tratado o para
ejecutar cualquier acto con respecto a un Tratado.
La Convención de Viena deja al Derecho interno de cada Estado la
reglamentación de las facultades concretas que corresponden a cada órgano
en particular para actuar en el campo de las relaciones internacionales,
limitándose a establecer una regla general y varias específicas respecto de
quién se considera internacionalmente capacitado para obligar a su Estado por
medio de los Tratados (art. 7 y 8 de la Convención de Viena).

3.2. Negociación
A) Su desarrollo
La negociación consiste en la presentación de propuestas y contrapropuestas
por parte de los representantes, que son debatidas por las delegaciones, que
las aceptan, rechazan o procuran enmendar.
En contraste con la fase anterior, la fase de negociación transcurre en un
marco internacional, ya que durante ella los representantes se reúnen en un
lugar y en una época preestablecida a fin de estudiar conjuntamente las
posibilidades efectivas de llegar a un entendimiento en una determinada
materia. Buscan acercar sus posiciones sobre puntos concretos, objeto de la
negociación misma y elaboran un proyecto de acuerdo destinado a pasar a una
fase ulterior.

B) El fin de la negociación propiamente dicha: la adopción y


autenticación del texto
La fase de negociación culmina con la adopción y la autenticación del texto,
actos que acreditan que el texto adoptado es el convenido, pero que no lo
convierten todavía en obligatorio para los Estados.
La autenticación del texto es un acto jurídico que da fe de la veracidad del
texto adoptado, el cual quedará establecido como auténtico y definitivo.
El art. 10 del Convenio de Viena reglamenta las formas de autenticar en
orden sucesivo y excluyéndose unas a otras:

a. La que se prescriba en el texto del Tratado.


b. Las que convengan a los Estados que hayan participado en la elaboración.
c. Mediante la firma, la firma ad referendum o la rúbrica de los representantes
puesta en el texto del Tratado o en el Acta final de la Conferencia en la que
figure el texto.

Con la autenticación termina la elaboración material del texto del tratado, pero
los Estados negociadores no están todavía obligados por el tratado. La
vinculación jurídica sólo se producirá con la manifestación del consentimiento.
No obstante, esto no significa que la autenticación no produzca ya ciertos
efectos jurídicos derivados esencialmente del principio de la buena fe.
La autenticación del texto de un tratado multilateral por un número muy
significativo de Estados puede llegar a tener un efecto político y jurídico que
vaya mucho más allá de la simple autenticación, pudiendo incidir, por ejemplo,
en la formación de normas consuetudinarias. Un claro ejemplo de esta
situación se dio con la cristalización de normas consuetudinarias tras la
adopción del Convenio de las Naciones Unidas sobre Derecho del Mar de 1982
antes de su entrada en vigor en 1994.

3.3. Manifestación del consentimiento


La fase de la manifestación del consentimiento es capital, porque sin la
prestación del consentimiento por parte del sujeto internacional negociador el
Tratado no le obliga. La prestación del consentimiento transforma al “Estado
negociador” en “Parte Contratante” y con la entrada en vigor, en Parte en el
Tratado o Acuerdo.
El consentimiento puede manifestarse:

a. De forma plena, sobre el conjunto del Tratado. A su vez, este consentimiento


pleno puede manifestarse de varias formas:
o La ratificación. Ratificación equivale a aprobación o, más exactamente,
confirmación.
o No obstante, es importante distinguir la “ratificación” o “autorización” del
Parlamento, que es un acto de Derecho interno, de la ratificación
internacional del Tratado como forma de manifestación del
consentimiento.
o Otras formas de manifestación del consentimiento. Según el art. 11 del
Convenio de Viena son: la firma, el canje de instrumentos que
constituyen un Tratado, la aceptación, la aprobación, la adhesión o en
cualquier otra forma que se hubiere convenido.
b. De forma incompleta, con reservas.

3.4. Manifestación del consentimiento con


reservas
A) Concepto y fundamento de las reservas
La reserva es una declaración de voluntad de un Estado que va a ser Parte
en un Tratado, formulada en el momento de su firma, de su ratificación o de su
adhesión, con el propósito de no aceptar íntegramente el régimen general del
Tratado, excluyendo de su aceptación determinadas cláusulas o
interpretándolas para precisar su alcance respecto del Estado autor de tales
declaraciones, y que, una vez aceptada expresa o tácitamente por todos los
demás contratantes o algunos de ellos, forma parte integrante del Tratado
mismo.
En la práctica, las reservas aparecen en el siglo XIX con la aparición de los
Tratados multilaterales. Su fundamento teórico consiste en que si la soberanía
estatal permite a un Estado lo más (no ratificar un Convenio que ha firmado o
no formar parte del mismo en contra de su voluntad), debería permitirle lo
menos (excluir una determinada cláusula o darle su alcance específico).
La razón de ser práctica de las reservas es el deseo de que participen en los
Tratados multilaterales el mayor número de Estados posibles, aunque sea
formulando reserva. No parece relevante la aplicación de esta institución a los
Tratados bilaterales. En estos últimos no cabe plantear dos regímenes jurídicos
diferentes para cada una de las partes contratantes en sus relaciones mutuas.
Ello equivaldría en realidad a considerar que no han llegado a un acuerdo. En
los Tratados bilaterales, cuando una de las partes estima que alguna de las
cláusulas no debería ser aplicada, lo que debe hacer es renegociar el Tratado.

B) Clases
Las reservas pueden ser clasificadas:

a. Por el alcance de sus efectos jurídicos


o Reservas que afectan a determinadas disposiciones de un Tratado.
o Reservas que afectan al tratado en su conjunto con respecto a ciertos
aspectos específicos (denominada reserva transversal). La práctica de
las denominadas reservas transversales es muy corriente y suelen
excluir o limitar la aplicación del Tratado en su conjunto a ciertas
categorías de personas; a determinados objetos (especialmente
vehículos); a ciertas situaciones (p.e. que determinados servicios estén
en funcionamiento); a determinados territorios; a algunas circunstancias
determinadas (ej. estado de guerra).
b. Por su objeto
o Reservas de exclusión de cláusulas. Si los Estados que las formulan
tratan de evitar todos o alguno de los efectos jurídicos que se derivan
de la cláusula o cláusulas objeto de la reserva.
o Reservas de modificación de cláusulas. Si el sujeto que la formula
pretende cumplir una obligación prevista en el Tratado de una manera
diferente pero equivalente a la impuesta por el Tratado.
o Reservas interpretativas de tales cláusulas. Si el sujeto que la formula
condiciona su consentimiento a una determinada interpretación de la
cláusula objeto de la reserva.
c. Por el momento en que se formulen
o Reservas formuladas durante la negociación. No fueron acertadamente
admitidas por el Convenio de Viena.
o Reservas formuladas en el momento de la firma de un Tratado que
haya de ser objeto de ratificación, aceptación o aprobación. Deben ser
confirmadas formalmente por el Estado autor de la reserva al manifestar
el consentimiento, considerándoselas hechas en la fecha de su
confirmación.
o Las reservas pueden formularse también en el momento de la
aprobación, la ratificación, la aceptación y la adhesión al Tratado, así
como en el momento en que se realiza una notificación de sucesión en
un Tratado.

C) Funcionamiento
Dentro del funcionamiento de las reservas podemos distinguir varios
momentos:

1. El de su formulación
o La regla general es que el Estado puede realizar reservas al Tratado en
el momento de la firma, la ratificación, la aceptación, la aprobación o la
adhesión, salvo:
 Que las reservas estén prohibidas por el Tratado.
 Que el Tratado disponga qué reservas pueden hacerse y que la
reserva propuesta no figure entre ellas.
 Que la reserva propuesta sea incompatible con el objeto y fin de
la Convención.
o La exigencia de compatibilidad de la reserva con el objeto y fin del
Tratado trata de impedir que la reserva desnaturalice los intereses
protegidos por el Tratado.
2. El de la aceptación de la reserva por los otros Estados Partes
o La aceptación puede hacerse de forma tácita o expresa:
o Tácita. Una reserva es aceptada por los demás Estados contratantes:
 Cuando está expresamente autorizada por el Tratado, a menos
que en el mismo se disponga que sea exigida la aceptación de
los demás Estados contratantes.
 Cuando formulada una reserva por un Estado, otro u otros
Estados no han formulado ninguna objeción a la misma dentro
de los doce meses siguientes a la fecha en que hayan recibido
la notificación de la reserva o en la fecha en que hayan
manifestado su consentimiento en obligarse por el Tratado, si
esta última es posterior.
o Expresa. Se requiere la aceptación expresa en los siguientes
supuestos:
 Cuando del número reducido de Estados negociadores del
Tratado y de su objeto y fin se desprende que la integridad del
mismo es una condición esencial del consentimiento de cada
uno de ellos en obligarse por el Tratado.
 Se requiere también la aceptación expresa respecto de las
reservas formuladas a los instrumentos constitutivos de las
Organizaciones Internacionales por el Órgano competente de
éstas, salvo que en el Tratado se disponga otra cosa.
3. El de la retirada de las reservas y de las objeciones

o Regla general

 Tanto las reservas como las objeciones a las mismas pueden


ser retiradas en cualquier momento.
2. Reglas específicas
 No se aplica la regla general cuando el tratado dispusiere lo
contrario.
 Para que la retirada de una reserva produzca efectos respecto a
otro Estado contratante es preciso que éste reciba la notificación
de la retirada.
 La retirada de una objeción a una reserva sólo surtirá efectos
cuando su notificación sea recibida por el Estado autor de la
reserva.

Reglas de procedimiento:

 Deberá usarse la forma escrita tanto en la formulación como en la retirada de


reservas y objeciones, así como en el caso de aceptación expresa.
 Las reservas a la firma seguida de ratificación, aceptación, etc. habrán de ser
confirmadas al prestar el consentimiento definitivo.
 La aceptación expresa a una reserva o la objeción, hechas en momentos
anteriores a la confirmación, no tendrán que ser reconfirmadas por los Estados
reservante u objetante.

D) Efectos
Efectos entre los Estados que no han formulado reservas:

 Estas reservas no producen ningún efecto jurídico entre ellos y no modificarán


las relaciones entre los mismos.

Efectos entre el Estado reservante y los que no han formulado reservas:

 Si la reserva ha sido aceptada por todas las Partes, el Estado reservante es


parte en el Tratado y sus obligaciones quedan modificadas respecto a los otros
Estados no reservantes, así como las obligaciones de estos últimos respecto
de aquél quedan también modificadas en la misma medida.
 Si la reserva ha sido aceptada sólo por algún Estado contratante, el Estado
reservante será Parte en el Tratado en relación con el Estado o Estados que
las hayan aceptado si el Tratado ya está en vigor o cuando entre en vigor para
ambos Estados. Las obligaciones dimanantes del Tratado quedarán
modificadas entre los Estados aceptante y reservante en la medida que incida
en ellas la reserva.
 Si el Estado objetante manifiesta inequívocamente que la reserva impide para
él la entrada en vigor del Tratado, éste no entrará en vigor entre el Estado
objetante y reservante. En caso contrario, es decir, cuando el Estado objetante
no “manifieste inequívocamente” su intención de que el tratado no entre en
vigor, éste surtirá sus efectos entre los Estados objetante y reservante, si bien
quedando excluida la aplicación entre ambos Estados de la cláusula o
cláusulas afectadas por la reserva.

3.5. Desde la manifestación del consentimiento a


la entrada en vigor
A) La entrada en vigor
Se entiende por entrada en vigor de un Tratado el momento en que comienza
su vigencia.
En los Tratados bilaterales, la entrada en vigor suele coincidir con la
prestación del consentimiento. No obstante, especialmente en las grandes
Convenciones multilaterales, la entrada en vigor suele hacerse depender cada
vez más de la recepción de un determinado número de ratificaciones o
adhesiones (manifestación del consentimiento) y del trascurso de un plazo tras
la citada recepción.
Un principio básico en esta materia es el de la irretroactividad, ya recogido en
la jurisprudencia internacional y consagrado en el art. 28 del Convenio de
Viena. Las excepciones al principio de irretroactividad son las siguientes:
 Cuando las Partes en el Tratado así lo hayan convenido.
 Cuando la retroactividad se deduzca del propio Tratado o conste de otro modo.

Aunque por regla general los Tratados comienzan a surtir efecto a partir de su
entrada en vigor, este no es siempre el caso. Para fijar el comienzo de la
obligatoriedad y de la aplicabilidad, la Convención de Viena combinó el criterio
del momento de otorgamiento del consentimiento con el de voluntad de las
partes:

 Respecto de los Estados que hayan manifestado el consentimiento antes de la


entrada en vigor. El Tratado entrará en vigor de la manera y en la fecha que en
el mismo se disponga o cuando lo acuerden los Estados negociadores o, a
falta de disposición o acuerdo expreso, cuando haya constancia del
consentimiento de todos los Estados negociadores.
 Respecto de los Estados que hayan manifestado el consentimiento después de
la entrada en vigor. El Tratado entrará en vigor para cada Estado en particular
a partir del momento en que manifiesten su consentimiento, salvo que el
Tratado disponga otra cosa.

B) Una facilidad para las Partes de los tratados


multilaterales: el depósito
La institución del depositario nace a fin de facilitar la solución de una serie de
necesidades propias de los tratados multilaterales.
Una vez ratificado un tratado bilateral se procederá al intercambio de
instrumentos de ratificación entre ambas Partes Contratantes, cada una de las
cuales tendrá así constancia del otorgamiento por la otra de su consentimiento
en obligarse. Ahora bien, dado que el número de Partes Contratantes de los
tratados multilaterales puede ser muy elevado, el intercambio de los
instrumentos de ratificación o de adhesión y el cumplimiento de las demás
obligaciones se complican extraordinariamente, ya que, por ejemplo, cada una
de las Partes tendría que proceder a tal intercambio con todas las demás. De
ahí que se creara la figura del depositario para los tratados multilaterales, con
el fin de facilitar y agilizar el desempeño de las funciones características de
estos tratados. En la práctica se fue imponiendo designar un solo depositario
para que custodie el ejemplar original del Tratado y centralice la recepción de
instrumentos de ratificación, adhesión, reservas, etc. y efectúe una serie de
operaciones.
La Convención de Viena reglamenta muy cuidadosamente todo lo referente al
depositario en los arts. 76 y 77, que sistematizamos de la forma siguiente:

 Determina quiénes pueden ser depositarios, cuya designación se hará por los
Estados negociadores en el propio Tratado o de cualquier otro modo. La
función del depositario podrá recaer en uno o en varios Estados, en una
Organización internacional o en el funcionario administrativo principal de tal
Organización.
 Dentro de las funciones del depositario, podemos distinguir:
o Funciones de archivero y notariales. Destacamos las funciones de
custodiar el texto del Tratado y otros instrumentos, notificaciones y
comunicaciones relativas al Tratado y registrarlo en la Secretaría de las
Naciones Unidas.
o Funciones de recepción, información y transmisión. Dentro de ellas
distinguimos las de recibir las firmas del Tratado, notificaciones y
comunicaciones relativas al mismo; las de informar a las Partes y otros
Estados facultados para serlo de los actos, notificaciones y
comunicaciones relativas al Tratado, incluidas las reservas y
declaraciones interpretativas; la función de transmitir a los Estados el
texto y demás instrumentos relativos al Tratado, etc.

6.1. Órganos competentes para la


conclusión de los Tratados según el
Derecho internacional
 Naujoël
 
 Última actualización: 24 Junio 2019
Los sujetos internacionales, como entes colectivos, tienen que obrar a través
de personas individuales que actúan en su condición de órganos, ya sean del
Estado, ya sean de una organización internacional. Las facultades concretas
que corresponden a cada órgano en particular para actuar en el campo de las
relaciones internacionales es una cuestión que corresponde reglamentar al
Derecho interno de cada uno de los Estados.
El problema que interesa al Derecho internacional es saber a quién se
considera, desde el punto de vista internacional, capacitado para obligar a su
Estado por medio de Tratados. El Convenio de Viena se ocupa de ello en los
art. 7 y 8, expresando una regla general y varias específicas.
Regla General. Tanto para la adopción y autenticación del texto como para la
manifestación del consentimiento, se considera que representan al Estado:

 Los que estén provistos de plenos poderes.


 Cuando de la práctica o de otras circunstancias se deduzca que los Estados
han considerado a la persona como su representante, sin necesidad de plenos
poderes.

Reglas específicas. Las reglas específicas prevén que, en virtud de sus


funciones y sin tener que presentar plenos poderes, se consideran facultados:

a. Al Jefe del Estado, al Jefe del Gobierno y al Ministro de Asuntos Exteriores


para todos los actos relativos a la celebración de un tratado.
b. A los Jefes de Misión diplomática para la adopción del texto de los Tratados
con el Estado ante el que se encuentren acreditados.
c. A los Representantes ante una Conferencia internacional o ante una
Organización internacional o uno de sus órganos para la adopción del texto de
un Tratado en tal Conferencia, Organización u Órgano.
Artículo 8 del Convenio de Viena. Cabe que lo ejecutado por una persona no
autorizada pueda surtir efectos si posteriormente fuera confirmado por el
Estado en cuya representación se había considerado autorizado a actuar.

6.2. La conclusión de los Tratados en el


Derecho español
 Naujoël
 
 Última actualización: 24 Junio 2019
Para el desarrollo de este apartado tendremos en cuenta la regulación que se
contempla sobre esta materia en la Constitución española de 1978, así como el
Decreto 801/1972, de 24 de marzo, que regula la actividad de la Administración
del Estado en materia de tratados internacionales, en la medida en que no se
oponga a lo establecido en la Constitución. Este Decreto está inspirado, en
cuanto a terminología y fines, en el Convenio de Viena.

2.1. La negociación de los Tratados


A) La iniciativa exclusiva del Gobierno
El art. 97 CE establece que “El Gobierno dirige la política interior y exterior, la
Administración civil y militar y la defensa del Estado. Ejerce la función ejecutiva
y la potestad reglamentaria de acuerdo con la Constitución y las leyes” El art.
97 CE establece el marco general de las competencias del Gobieno de la
Nación, entre las que se encuentra la política exterior. El Gobierno posee la
iniciativa exclusiva en materia de negociación y, en su conjunto, de celebración
de Tratados y también una acentuada discrecionalidad en el desarrollo de sus
fases, paliada tan sólo por el control parlamentario previsto en los arts. 66.2, 93
y 94.1 CE. Dentro del Gobierno la negociación es competencia del Ministerio
de Asuntos Exteriores, previa autorización del Consejo de Ministros.

B) La representación de España
De conformidad con el Decreto 801/1972, de 24 de marzo, pueden
representar a España en la negociación y adopción del texto de Tratados, sin
necesidad de plenipotencia, el Jefe del Estado, el Presidente de Gobierno, el
Ministro de Asuntos Exteriores, los Jefes de Misiones diplomáticas y de las
Misiones Permanentes, añadiendo la categoría de Jefes de Misiones
especiales. Otras personas que lleven a cabo la negociación han de estar
provistas de la plenipotencia que les acredite como representantes de España
para la negociación u otros actos de la celebración.
La plenipotencia o plenos poderes es un documento que emana de la
autoridad competente de un Estado y por el que se designa a una o a varias
personas para representar al Estado en la negociación, la adopción o para
ejecutar cualquier otro acto con respecto a un tratado.
La plenipotencia es extendida en España por el Ministro de Asuntos
Exteriores en nombre del Rey. Debe expresar los actos para los que se
extiende (en España para la negociación, adopción y autenticación ad
referendum).
Los representantes de España en la negociación de un Tratado se atendrán
al contenido y alcance de la autorización (otorgada por el Consejo de
Ministros), así como a las instrucciones que les dé el Ministro de Asuntos
Exteriores, al que tendrán informado del desarrollo de la negociación. Estas
instrucciones tienen un carácter confidencial y los representantes de España en
una negociación deben obrar, en consecuencia, con discreción.

C) La participación de las Comunidades Autónomas


El art. 149.1.3º CE reserva al Estado la competencia exclusiva sobre las
“relaciones internacionales”. No obstante, la noción de relaciones
internacionales debe ser entendida de forma proporcionada y equilibrada entre
dos aspectos: de un lado, el sentido necesariamente unitario de la acción
exterior del Estado y, de otro, la distribución constitucional de competencias
entre el Estado y las Comunidades Autónomas, que la Constitución reconoce y
garantiza.
La participación de las Comunidades Autónomas en la formación de la
voluntad exterior del Estado se concreta básicamente en dos tipos de
actuaciones:

1. La solicitud de las Comunidades Autónomas al Gobierno


o Las Comunidades Autónomas pueden instar al Gobierno de la Nación
para que concluya tratados internacionales en relación con diversas
materias de interés para las mismas. Estas materias pueden ser las
siguientes:
 Tratados que permitan el establecimiento de relaciones
culturales con Estados con los que determinadas Comunidades
Autónomas presentan particulares vínculos culturales,
lingüísticos o históricos.
 Tratados con Estados donde residan ciudadanos de una
Comunidad Autónoma para la adecuada protección de su
identidad social y cultural.
o Algo bien distinto a los tratados o acuerdos internacionales son los
acuerdos de cooperación que las Comunidades Autónomas pueden
celebrar con las instituciones públicas y privadas de los territorios y
países donde se encuentran las comunidades regionales en el exterior
o para la promoción de los intereses propios de las Comunidades
Autónomas. En modo alguno tales acuerdos tienen naturaleza jurídica
internacional. Son acuerdos no regidos por el Derecho internacional y,
por tanto, fuera del ámbito del Convenio de Viena sobre el Derecho de
los Tratados. Es decir, son acuerdos no normativos y, por tanto, no
afectan a la reserva estatal.
2. El deber de informar del Gobierno a las Comunidades Autónomas
o Prácticamente todos los Estatutos de Autonomía prevén que el
Gobierno deberá informar a las Comunidades Autónomas sobre la
elaboración de los Tratados internacionales cuando puedan afectar a
materias de su competencia.
o El momento más adecuado para proceder a la consulta sería antes y
durante la negociación, en la medida en que ésta no se viese
perjudicada, porque así el Estado podría tener en cuenta esos intereses
específicos de las Comunidades Autónomas e incorporarlos a la
posición nacional y defenderlos como voluntad del Estado español del
que son parte integrante las Comunidades Autónomas. En todo caso, si
el Gobierno no tuviera en cuenta el parecer de las Comunidades
Autónomas ese momento, al menos deberían ser informadas antes de
la prestación del consentimiento, de modo que el dictamen o parecer de
las Comunidades Autónomas pudiera ser tenido en cuenta por las
Cortes a efectos de dar su autorización para la prestación del
consentimiento.

2.2.La adopción y autenticación de los Tratados


La adopción y autenticación del texto de un Tratado es competencia también
del Gobierno.
La autenticación se reduce, en realidad, a la rúbrica o a la firma puesta sobre
el Tratado por parte del representante de España. No obstante, a tenor del art.
5.d) de la Ley 50/1997, de 27 de noviembre, del Gobierno y del art. 13 del
Decreto, se requiere la previa autorización del Consejo de Ministros para la
firma.
La firma o rúbrica de autenticación de un Tratado no hace obligatorio su
contenido para los contratantes. Las únicas obligaciones que están presentes
hasta esta fase son la general de obrar de buena fe y la de no frustrar el objeto
y el fin del Tratado.

2.3.La manifestación del consentimiento


A) Tratados que exigen la autorización previa por las
Cortes Generales
La naturaleza jurídica de la intervención de las Cortes Generales consiste en
una autorización y no en la manifestación del consentimiento en sí, que es un
acto posterior y de relevancia internacional. Las Cortes Generales no ratifican
los Tratados, ni se adhieren, ni los firman o aceptan. Lo que se recaba de las
Cortes es su autorización como una condición previa para prestar el
consentimiento del Estado para obligarse mediante Tratado cuando éste posee
un determinado contenido o ciertos efectos.
Para hacer mención a los Tratados que deben ser sometidos a la previa
autorización de las Cortes los clasificaremos según requieran mayoría absoluta
o simple del Congreso:

a. Tratados que requieren mayoría absoluta en el Congreso y simple en el


Senado
o Los que operan una atribución del ejercicio de competencias derivadas
de la Constitución a favor de Instituciones u Organizaciones
internacionales.
b. Tratados que requieren mayoría simple
o Necesitarán la autorización previa de las Cortes mediante votación por
mayoría simple los siguientes tipos de Tratados:
 Tratados de carácter político, entre ellos los Tratados de Paz.
 Tratados de carácter militar.
 Tratados que afecten a la integridad territorial del Estado o a los
derechos y deberes fundamentales establecidos en el Título I de
la Constitución Española.
 Tratados que impliquen obligaciones financieras para la
Hacienda Pública.
 Tratados que supongan modificación o derogación de alguna ley
o exijan medidas legislativas para su ejecución.

La iniciativa de recabar de las Cortes la autorización para la prestación del


consentimiento del Estado corresponde también al Gobierno. Esta iniciativa se
vincula a la dirección de la política exterior.
El Gobierno debe solicitar de las Cortes la concesión de dicha autorización
mediante el envío al Congreso de la siguiente documentación: correspondiente
acuerdo del Consejo de Ministros, una copia autorizada del texto del Tratado y
una Memoria que justifique la solicitud. Se hará constar igualmente, entre otros
aspectos, los Estados u organizaciones internacionales que intervienen en la
negociación y las reservas que se proponga formular España o que hayan sido
formuladas por los demás Estados.
El Gobierno tiene un plazo de noventa días desde que se adoptó el acuerdo
del Consejo de Ministros (ampliable en casos justificados por otros noventa
días); a su vez, el Congreso deberá adoptar el acuerdo de autorización en un
plazo de setenta días.
Las Cámaras pueden aprobar la autorización o denegarla, o en el caso de
Tratados multilaterales proponer reservas o declaraciones o suprimir o
modificar las que pretenda formular el Gobierno, etc.
Si hubiera desacuerdo entre las dos Cámaras en torno a la concesión de la
autorización, se intentará resolver mediante una Comisión Mixta, la cual
presentará un texto que será sometido a votación de ambas Cámaras. Si no
obtuviera la aprobación, decidirá el Congreso por mayoría absoluta.

B) Información a las Cortes Generales sobre los restantes


Tratados
De los restantes Tratados que no se contemplan en los arts. 63.3, 93 y 94.1
CE, las Cortes Generales serán simplemente informadas de su conclusión (art.
94.2 CE).
Nada impide que el Gobierno informe a las Cortes durante su negociación y
antes de la prestación del consentimiento. Igualmente las Cortes pueden
ejercer el control sobre la acción exterior del Gobierno, requiriéndole
explicaciones sobre las negociaciones de un Tratado u otros aspectos
relacionados con el mismo.
C) La manifestación del consentimiento
La prestación del consentimiento para obligar a España mediante Tratado
corresponde al Rey (art. 63.2 CE), pues es la más alta representación del
Estado en las relaciones internacionales. Se trata de una facultad
condicionada, que precisa de la autorización de las Cortes para los Tratados
previstos en los arts. 63.3, 93 y 94.1 CE y del refrendo del Ministro de Asuntos
Exteriores (art. 64.1 CE) para todos los Tratados.
Realmente únicamente el Gobierno, reunido en Consejo de Ministros, puede
decidir si se prestará o no el consentimiento del Estado para obligarse
mediante Tratado (art. 5.d) de la Ley 50/1997, del Gobierno). Así pues, aunque
las Cortes hayan dado su autorización, el Gobierno goza todavía de poder
discrecional y podría, llegado el caso, no acordar la prestación del
consentimiento.

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