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Por Sofía Otero

Illustraciones de Karina Cocq


¡Mira el cielo! El paseo de Yakana
© Sofía Otero

Edición a cargo de Patricio González Ríos

© Desatanudos Editores, septiembre 2014


Rubens 1938, Las Condes, Santiago de Chile
www.desatanudos.cl

ISBN: 978-956-9523-00-7

Dirección editorial: Carla Morales Ebner y Patricio González Ríos


Ilustraciones: Karina Cocq
Diagramación: Elena LLodrá Río

Agradecimientos a The Centre for Science Communication, University of Otago; Conicyt; Observatorio ALMA.
Fotos usadas para ilustrar los cielos, gentileza de ALMA.

Queda prohibida toda reproducción total o parcial de esta obra a excepción


de citas y notas para trabajos y estudios de divulgación científica y cultural,
mencionando la procedencia de las mismas.
“Para Celeste y su curioso universo”
l desierto de Atacama está en el norte de Chile. Es el
territorio más seco del mundo, porque solo llueve cada
diez años o más. Esta es la historia de animales, estrellas,
personas y lugares increíbles que tú puedes encontrar en
este lugar, que te llevarán desde aquí hasta fuera de nuestro
planeta.

También es una invitación a viajar por este desierto tras los


pasos de un animal maravilloso.

¡Fíjate bien, mira el cielo! Ya es de noche.


sta noche te invito a caminar conmigo por el desierto de Atacama.
l desierto de Atacama es un océano de polvo y rocas; de pampas, montañas y quebradas.
No hay caminos para seguir, así es que no te separes de mí.

¡Ven! Siente cómo el polvo se levanta a cada paso.

Salta sobre los cristales de sal que se asoman desde el suelo. Y lo más importante de todo:
¡mira el cielo! Ahí arriba, por sobre las montañas, contempla la noche más hermosa de la
Tierra.
uando entra la noche en el desierto de Atacama, ella nos rodea, cubriendo el paisaje
de lado a lado. Las noches aquí son inmensas, oscuras y plagadas de estrellas.

Estas brillan tan fuerte que su luz es capaz de proyectar tu sombra en el piso.

Noches como esta me hacen pensar en lo bueno que es el universo para guardar secretos:
ante nuestros ojos parece muy quieto, pero en verdad, ¡el universo cambia y se mueve
muchísimo! ¿Viste eso? Mira con mucha atención la Vía Láctea…
hí arriba hay un camino, un camino habitado por animales hechos de oscuridad y
estrellas. Uno de estos animales está bajando. Es Yakana, la llama.

Todas las noches Yakana deja a su cría durmiendo en el cielo y luego baja a la Tierra a
beber agua de los manantiales.

Cuando ella empiece a caminar, ¡no la pierdas de vista! De ahora en adelante la vamos
a seguir.
akana conoce muy bien este desierto. Lo
ha visto muchas veces desde arriba y siempre
camina por él. Sigámosla en su paseo, pero sin
molestarla, o de lo contrario desaparecerá y tú y
yo estaremos perdidos.
unto a Yakana encontraremos zonas del desierto
donde el cielo se siente más cerca de la Tierra. También
descubriremos lugares donde un grupo de personas se
junta a descifrar los secretos del universo.

Caminemos junto a ella, despacio, en silencio, sin que


nos note. ¡Shhh!, cualquier ruido puede distraerla.
no de estos lugares es Chajnantor, donde se ubica el observatorio astronómico ALMA.
n las alturas de Chajnantor, algunas personas miran el cielo cuidadosamente.
Ellos son los astrónomos y astrónomas. Estas personas se dedican a cazar objetos
en el universo: estrellas, planetas, galaxias y más.

Ellos observan los astros del cielo detenidamente para aprender qué tan grandes
o chicos, qué tan fríos o calientes, qué tan viejos o jóvenes son estos objetos. En
esta búsqueda cuentan con la ayuda de ojos gigantes, que no son otra cosa que
modernos telescopios.
os telescopios son herramientas que ayudan a los astrónomos y astrónomas
a ver más grandes las estrellas, los planetas y las galaxias. La mayoría de los
telescopios que están en el norte de Chile son tan grandes como una casa, y
pronto habrá uno del porte de un estadio de fútbol.
os grandes telescopios necesitan estar en lugares muy especiales para tomar buenas
imágenes del universo. De hecho, solo hay tres lugares en el mundo donde los telescopios
pueden trabajar en condiciones inmejorables. Uno de ellos es el desierto de Atacama.
ara ver las estrellas, los telescopios necesitan buen clima y cielos oscuros. En el desierto de
Atacama no hay luces de ciudad, ni nubes, ni cielos movedizos.

Los cielos movedizos hacen que las estrellas titilen, mientras que en los cielos tranquilos
como estos, las estrellas lucen quietas. Esto para los astrónomos es ideal. Por eso si quieren
tomarle una foto al cielo de noche no necesitan decirle:

“¡Por fa, quédate quieto!”.

Ojalá yo pudiese pedirle lo mismo a Yakana, pero ella no va a parar hasta que encuentre agua
fresca. Está tan apurada que ni siquiera se ha dado cuenta de que su cría bajó a la Tierra.
¡Menos mal! Porque si Yakana la ve, la pondrá a dormir de vuelta en el cielo y nosotros nos
quedaremos solos en el desierto…
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¡ amos! No podemos dejar que Yakana se nos escape.

Aún necesitamos bajar de la cordillera de Los Andes y cruzar la pampa hasta alcanzar
la cordillera de la Costa. Ahí seguiremos hasta llegar al cerro más alto de la región, el
Paranal, donde se ubica el observatorio óptico más moderno del mundo.
us telescopios son tan especiales que fueron los primeros en fotografiar un planeta fuera
de nuestro sistema solar.

¿Sabías que usar los telescopios de Paranal o cualquier otro gran telescopio es como ganarse
un premio para los astrónomos y astrónomas?
os astrónomos y astrónomas juntan
mucho material en una noche de ob-
servación. Tanto, que las imágenes que
recolecten esa noche les servirán para
trabajar por todo un año o más. Los as-
trónomos y astrónomas trabajan duro.

espués pueden tomarse un recreo.


Paranal tiene muchos lugares donde los
científicos pueden relajarse.
e vuelta en la oficina, aún hay mucho
por hacer. Y una vez que encuentran algo
nuevo…

¡ ublican la historia para contarle al resto


del mundo las buenas noticias!
¡ ué suerte poder ver todos los grandes telescopios en una sola noche! No le pierdas la
pista a Yakana, estás haciendo un buen trabajo.

Ahora llegó el momento de viajar un poco más hacia el sur.

Estamos dejando atrás la Región de Atacama, pero el desierto aún no nos abandona.
ientras escalamos, este aire nos seca la
nariz, nos deja los labios salados.

Subiremos hasta alcanzar el


observatorio Las Campanas.
¿ stás cansado? ¿Estás cansada? Es bien difícil respirar en estas alturas. Hay poco oxígeno
en la cima de las montañas. Estamos viajando por lugares tan difíciles de alcanzar, que incluso
algunos astrónomos o astrónomas prefieren mirar el cielo sin moverse de la ciudad.

¿Cómo? ¡Sí! Los astrónomos pueden decirle a alguien exactamente dónde quieren mirar y otra
persona desde el observatorio apuntará el telescopio por ellos.
uego, recibirán las imágenes en sus computadores
en el país donde viven o estén.

Por lo general, todos los observatorios reciben


astrónomos visitantes, como Las Campanas,
famoso por recibir a muchas visitas.

¡Es tiempo de partir! Yakana ya se fue. Vamos,


apuren el tranco, caminemos rápido antes de
que salga el sol y la perdamos de vista.
¡ f, ahí está Yakana! Por suerte no la perdimos.

Aunque nos queda poco tiempo, aprovechemos de mirar el cielo otra vez.
esde acá, podemos observar cosas que la mitad del mundo no puede ver;
maravillas como el centro de la Vía Láctea y dos galaxias lejanas llamadas
Nubes de Magallanes.

Bellezas como estas solo se pueden ver a simple vista desde aquí:
desde el sur del mundo.
or eso, cuando el Observatorio Gemini quiso explorar el cielo desde los dos lados del
mundo, construyó telescopios gemelos. Pusieron un telescopio en Háwai y su hermano en
este desierto, en Cerro Pachón. Juntos, estos telescopios idénticos pueden observar todo el
cielo.
¿ rees que Yakana nos escuchó? No podemos darnos el lujo de perderla ahora.

Ya casi llegamos al final de nuestro recorrido.


¡ f! ¡Eso estuvo cerca! Pero lo logramos: llegamos a
los dos últimos observatorios: La Silla y Tololo.

Tololo fue el primer observatorio que se construyó


en el desierto de Atacama.
oco tiempo después, La Silla se instaló acá también. Con el tiempo,
todos los observatorios que visitamos esta noche llegaron a este
desierto, atraídos por sus fantásticos y quietos cielos. Muy
pronto, observatorios mucho más poderosos florecerán
en este suelo.

Telescopios inmensos que serán capaces


de buscar planetas parecidos a nuestra
Tierra, girando en torno a otras estrellas,
como nuestro sol.

¡Oh-oh! ¡El sol! Ya va a salir…


l desierto ya está a punto de cambiar. Llegará la mañana, reinará el sol y el calor quemará
la tierra otra vez. Ha sido un gran viaje.

Gracias por caminar con nosotros. Eso sí, no creas que lo has visto todo, porque mientras más
mires el cielo, descubrirás que siempre hay algo nuevo que ver.

Aquí el desierto siempre ofrecerá noches quietas y limpias, y los ojos de los telescopios estarán
siempre abiertos. Y tus ojos, espero que también. Aún hay muchos secretos escondidos en el
universo por revelar. ¿Serás tú quien los descubra?
Una nota sobre Yakana

El cielo está lleno de animales. No animales de verdad, pero sí de animales que se pueden ver
al dibujar líneas imaginarias entre las estrellas. Estas figuras se llaman “constelaciones”. Yakana
es una constelación (ubicada justo debajo de la Cruz del Sur). La diferencia entre ella y la
mayoría de las constelaciones es que Yakana no está formada por estrellas, sino por manchones
oscuros que se pueden ver en la Vía Láctea (aunque igual sus ojos son dos estrellas: Alfa y Beta
de Centauro).

Yakana era una constelación popular entre los pueblos nativos del norte de Chile. Ellos decían
que Yakana bajaba a la tierra para beber agua de los manantiales. Creían que si alguien la veía
caminar, Yakana le traería felicidad y abundancia.

Una nota para ti

Cuando yo supe que el desierto chileno tenía tantos telescopios gigantes, quise contártelo ense-
guida. Yo soy una escritora, y no sabía mucho sobre astronomía, así es que tuve que aprender.
Visité los observatorios y conversé con astrónomos, astrónomas, y con las distintas personas
que trabajan allí. Espero que este libro te inspire para aprender más sobre astronomía. Te
recomiendo visitar algunos sitios web de los observatorios, ya sea por si quieres conocer más
sobre los telescopios, o simplemente para disfrutar de increíbles fotos y videos. También quizá
te animes y quieras visitar uno de los observatorios en persona, junto con tu familia, amigos o
con tu curso. Muchos de los observatorios organizan visitas para el público. En los siguientes
links encontrarás información sobre estas visitas: www.eso.org, www.gemini.edu, www.noao.
edu/education, www.lco.cl, www.oan.cl
Una nota sobre los observatorios

Los chilenos siempre han tenido curiosidad por la astronomía. El primero que quiso construir un observatorio
en Chile fue Bernardo O’Higgins, el mismo hombre que peleó por la independencia de Chile a principios de
1800. Poco antes de morir, él escribió una carta dirigida al presidente en la que le sugería que sería una buena
idea construir un observatorio astronómico. El sueño de O’Higgins no se cumplió entonces, pero al poco tiempo
un equipo de astrónomos de Estados Unidos viajó a Chile para observar Venus y Marte desde la parte sur del
mundo. Ellos construyeron un observatorio en el Cerro Santa Lucía (Santiago), y una vez que se fueron, ese lugar
se convirtió en el primer Observatorio Astronómico Nacional de Chile (en 1852). Con el tiempo, el Observa-
torio Nacional se mudó a tres locaciones diferentes. Como cada vez empezó a vivir más gente en Santiago, se
hizo más difícil encontrar un lugar lejos de las luces de la ciudad y del polvo que levantaban los peatones y los
caballos que caminaban sobre las calles sin pavimentar.

Hoy, el Observatorio Nacional se ubica en el Cerro Calán (Santiago), y es uno de los principales lugares donde
los jóvenes chilenos estudian para convertirse en astrónomos y astrónomas.

Todos los grandes telescopios que visitamos en este libro están ubicados en Chile, pero les pertenecen a otros
países. Sin embargo, el Observatorio Nacional fue muy importante para conseguir que estos telescopios gi-
gantes se construyeran en Chile por dos razones. Primero, porque los astrónomos del Observatorio Nacional
eran muy buenos, y esto le dio una buena reputación a Chile. Y segundo, porque el director del Observatorio
Nacional, Federico Rutllant, viajó por el mundo para contarles a todos que Chile tenía cielos espectaculares
para la astronomía. Entonces, la calidad de los cielos, más la calidad de los astrónomos chilenos, convirtieron
a Chile en uno de los mejores lugares del mundo para explorar el universo.
ALMA: El Atacama Large Millimeter/submillimeter Array (ALMA) es el observatorio astronómico más grande
y más alto del mundo. Es un telescopio compuesto de 66 antenas de radio, las que se pueden mover en dis-
tintas posiciones. Está ubicado en el Llano de Chajnantor, cerca de San Pedro de Atacama, a 5.000 metros de
altitud. Se inauguró el 2013 y pertenece a una colaboración entre Europa, América del Norte y Asia Oriental.

Paranal: Es el observatorio astronómico de luz visible más moderno del mundo. Son cuatro telescopios
unitarios de 8,2 metros de diámetro más cuatro telescopios auxiliares móviles de 1,8 metros de diámetro,
los que pueden trabajar solos o en equipo. Su precisión es comparable a distinguir los dos focos de un ve-
hículo a una distancia similar a la que separa a la Tierra de la Luna. Está en la cordillera de la Costa, sobre
el Cerro Paranal, a una altitud de 2635 metros. Se inauguró en 1996 y pertenece al Observatorio Europeo
Austral (European Southern Observatory, ESO).

La Silla: Fue el primer observatorio del Observatorio Europeo Austral en Chile (1969). Posee más de quince
telescopios, siendo los tres principales de 3,6 metros de diámetro. Se ubica en la parte sur del desierto de
Atacama, a una altitud de 2.400 metros. Este observatorio es el buscador de planetas extrasolares más im-
portante del mundo. Gracias a La Silla se han hecho muchísimos descubrimientos astronómicos.

Tololo: En aymara, Tololo significa “al borde del abismo” y es el nombre del cerro sobre el cual se ubica
este observatorio, en el valle de Elqui, aproximadamente a 80 km de la ciudad de La Serena, a una altura de
2.200 metros. Tiene cinco telescopios ópticos activos de cuatro metros de diámetro, y hasta antes de que se
inaugurara Paranal era el más grande del hemisferio sur. Se inauguró en 1967 y pertenece a la Asociación
de Universidades para la Investigación en Astronomía.

Gemini: Son dos observatorios gemelos, exactamente iguales. El Gemini Norte está situado en el hemisferio
norte, en el volcán inactivo Mauna Kea, en Hawái, a 4.213 metros de altura. El Gemini Sur, en cerro Pachón,
a 2.700 metros de altura, a 80 km de La Serena, Chile. Cada uno de los telescopios ópticos e infrarrojos mide
8,1 metros de diámetro. Juntos son capaces de observar todo el cielo. Gemini es operado por Estados Unidos,
Canadá, Chile, Australia, Brasil, Francia, Gran Bretaña y Argentina, y su actividad científica data de 1983.

Las Campanas: Este observatorio tiene seis telescopios, aunque los principales son un par de telescopios
gemelos de 6,5 metros de diámetro, que se ubican en el cerro Maqui, a 2.300 metros de altura, separados
por 60 metros en la cumbre, cercano al cerro Las Campanas. Está operativo en Chile desde 1969 y queda
muy cerca de La Silla. Es operado por la Carnegie Institution de Estados Unidos, quienes tienen planes para
construir un nuevo telescopio gigante en Las Campanas.
Según los aymara, arriba en el cielo hay un camino habitado por animales hechos de oscuridad
y estrellas. Uno de ellos es Yakana, la llama, quien todas las noches deja a su cría durmiendo en
el firmamento y luego desciende a la Tierra a beber agua de los manantiales.

Ahora Yakana está bajando hasta el desierto de Atacama, el lugar más seco del planeta y
donde el cielo se ofrece a los ojos con todo su mapa de estrellas. Claro que esta vez su cría
la siguió hasta aquí y ella no se ha dado cuenta.

Acompañemos a Yakana en su paseo por el desierto. A su paso se encontrará con los


diferentes observatorios astronómicos que hay en el norte de Chile.
Allí, astrónomos y astrónomas estudian el cielo para cazar algún
secreto del universo y revelarlo al mundo.

Ayudemos a que Yakana se reencuentre con su hijo. No la


perdamos de vista en este apasionante viaje.

Mira el cielo. El paseo de Yakana es una tierna historia en la


que se entremezclan mito y ciencia, que busca introducir a los
más pequeños en los relatos indígenas y en el maravilloso
mundo de la astronomía.

ISBN: 978-956-9523-00-7

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