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INTRODUCCION

La presente monografía tiene como finalidad dar a conocer el sector salud en la época
de las privatizaciones en los años 90.

El proceso de privatizaciones en Perú fue especialmente notable en comparación con el


que tuvo lugar en otros países latinoamericanos. Estuvo caracterizado por su
profundidad, por el acelerado ritmo de su ejecución y por las irregularidades detectadas
en el destino de los recursos.

En los años 90 las empresas públicas peruanas atravesaban una seria crisis, no solo por
cuestiones financieras y de gestión sino también por su deslegitimación en la sociedad.
El sector salud, como todos los sectores sociales, estaba colapsado al inicio del actual
gobierno. Las primeras medidas dictadas en este campo durante 1991 tuvieron carácter
de un plan de urgencia destinado a reactivar la operatividad y funcionamiento del sector.
Es recién que a partir de 1994 que se inicia un proceso de discusión sobre las reforma de
este sector con el objetivo de mejorar el acceso de la población.

La privatización de las empresas estatales se enmarcó dentro de este proceso de reforma


de la economía, mediante el cual se retira al Estado del papel de productor de bienes y
servicios privados y se refuerza su papel de proveedor de servicios básicos de salud,
educación, justicia, seguridad e infraestructura básica.

En el siguiente trabajo se describirá la situación y las reformas del sector salud durante
los años de la privatización de las empresas públicas.
Situación Social

En 1990, según las estimaciones del Instituto Nacional de Estadística (INEI), la


población total en el Perú ascendía a 21,550 miles de habitantes, siendo el 70%
habitantes urbanos, la mayoría ubicados en Lima (41%). La crisis económica
anteriormente descrita, afectó en mayor medida a la población pobre (43%) que no
tenían posibilidades de conseguir empleo.

Los servicios públicos provistos por el Estado en materia de educación y salud se


encontraban deteriorados, y sus ingresos se reducían en términos reales por efecto de la
inflación, es importante destacar las malas condiciones de estos servicios públicos
brindados por el Estado, cuyas consecuencias son graves en el largo plazo.

En el sector salud, la crisis se agudiza en los últimos años como producto de la


disminución del gasto social de 1.0% del PBI en 1980 a 0.5% en 1990. El problema se
manifestó especialmente en las dificultades de acceso a servicios de primer nivel de
atención en las áreas urbano-marginales y rurales, en la insuficiencia de personal y de
presupuesto para cubrir la demanda por servicios de salud y en la mala asignación de los
recursos.

Además, el Perú, de acuerdo con Cuánto S.A. (1991), era uno de los países con los más
altos índices de mortalidad infantil y materna en Latinoamérica. En 1990 la tasa de
mortalidad infantil ascendía a 55 por mil, siendo el 78% de los casos, muertes evitables
según el Ministerio de Salud. Este problema es mayor aún si se considera que en las
zonas rurales los niveles de mortalidad eran el doble de lo que se observaba en las zonas
urbanas.
La privatización: componente esencial de las reformas estructurales

La privatización constituyó uno de los ejes del programa de reformas estructurales y


modernización de la economía implementado en el marco del Consenso de Washington.
Fue concebida como una herramienta a través de la cual el Estado trasladaba al sector
privado la iniciativa productiva y empresarial, con el fin de fortalecerse y tornarse
eficiente en aquellas áreas en las que había perdido presencia en las últimas décadas:
educación, salud, seguridad y administración de justicia. Correspondía al sector privado,
por lo tanto, encargarse directamente de la actividad productiva y constituirse en el
motor del desarrollo del país.

La privatización de las empresas públicas, uno de los elementos centrales del programa
de reformas, también debía permitir trasladar al sector privado la iniciativa productiva y
empresarial con el fin de fortalecer al Estado en aquellas áreas en las que había perdido
presencia, como educación y salud. Sin embargo, la crisis profunda que padecen estas
áreas constituye una muestra clara del incumplimiento de este objetivo.

Las Reformas Sociales

Si bien el gobierno desde 1990 ha destinado, en la medida que los recursos fiscales lo
permitía, una mayor cantidad de gasto a temas sociales y ha planteado una estrategia de
lucha contra la pobreza, poco es lo que se ha avanzado en reformar la manera en que se
brindan ciertos servicios como educación y salud.

El gasto social se incrementó de poco menos del 2% del PBI en 1990 a casi 8% del PBI
en 1995. Según estimados del gobierno esto implicó un aumento del gasto social per
cápita de US$12 por habitante en 1990 a US$ 176 en 1995.

La Reforma en Salud

Entre 1991 y 1992 se tuvo que enfrentar la epidemia del cólera, que afectó más de 139
000 personas en un año y demandó un gasto fiscal importante. Estos factores, junto al
terrorismo, no permitieron que se registren avances importantes en el sector salud. Las
primeras medidas dictadas en este campo durante 1991 tuvieron carácter de un plan de
urgencia destinado a reactivar la operatividad y funcionamiento del sector. Es recién a
partir de 1994 que se inicia un proceso de discusión sobre las reformas de este sector
con el objetivo de mejorar el acceso de la población, especialmente de la más pobre a
salud colectiva, y de modernizar el sector incorporando los avances tecnológicos en este
campo.

La cobertura universal y la generación de un sistema privado paralelo y complementario


de cobertura de salud basado en la experiencias chilena y colombiana son los
principales ejes de la reforma propuesta en este campo por el gobierno.

Durante el primer periodo de gobierno del Presidente Fujimori se crearon las


Organizaciones de Servicios de Salud (OSS) mediante el D.L. No 178, basada en las
ISAPRE de Chile. Esta propuesta generó una gran oposición y no se llegó a materializar
en la práctica. Frente a esta situación, el gobierno promulgó la Ley General de Salud
(Ley No 26842) y la Ley 2679 “Ley de Modernización de la Seguridad Social en Salud”
(mayo de 1997) destinada a modificar el sistema de seguridad social basada en el
modelo de las Empresas Prestadoras de Salud (EPS) colombianas. Paralelamente se está
montando la Superintendencia de Entidades Prestadoras de Salud, entidad que estaría
encargada de autorizar y controlar el funcionamiento de las EPS. Esta nueva propuesta,
también ha generado un fuerte rechazo por los temores sobre la continuidad de los
servicios de salud actualmente prestados por el Instituto Peruano de Seguridad Social
(IPSS). Se teme que el desarrollo de estas empresas se desarrolle a expensas del IPSS y
que en el proceso se margine a la mayoría de la población pobre del acceso a la salud.
Hasta el momento son sólo tres las EPS creadas y su cobertura potencial es muy
reducida. Es prematuro evaluar la reforma en este sector que todavía es un tema
pendiente en la agenda.
En el sector salud, entre 1985 y 1990, en tanto disminuía el presupuesto de este sector,
el número de su personal aumentaba, por lo que las remuneraciones del personal de
salud pública disminuyeron cerca de un 70% y se dio una drástica caída en la inversión,
el mantenimiento y equipamiento de los hospitales y centros de salud

A
partir de
1995 el Minsa intentó desarrollar un programa de reforma integral del sector salud
intentando adaptar las recomendaciones de los organismos internacionales en cuanto a
la priorización de necesidades y focalización de gasto. La nueva Constitución de 1993
había allanado el camino para una reforma de esa naturaleza, al eliminar toda referencia
a la gratuidad de la salud, eliminar el monopolio del IPSS en la seguridad social y
declarar que los individuos tienen responsabilidad por su salud. El plan elaborado por el
Minsa incluyó el establecimiento de un nuevo sistema de financiamiento de los
servicios de salud, la modernización administrativa del sector y la creación de un
sistema privado de prestaciones de salud.

Infraestructura del Sector Salud 1995

Según el Censo de Infraestructura Física y Recursos del Sector Salud, en 1995 el país
contaba con 7.304 establecimientos de salud, de los cuales 5.931 (81%) pertenecían al
MINSA; de estos, 134 eran hospitales, 1.028 centros de salud y 4.762 puestos de salud.
Hubo un incremento global de 63,4% (61,1% para los establecimientos de primer nivel
de atención) en relación a los 4.630 establecimientos de salud que existían en 1992; este
aumento se debió al amplio programa de inversiones que se realiza en el país,
principalmente mediante el programa de Salud Básica para Todos y del Programa de
Fortalecimiento de los Servicios de Salud.
CONCLUSIONES

 En 1990 la situación del sector salud era crítica: el gasto público en salud se
había reducido en 15% en términos reales respecto de 1985, lo que ponía al Perú
en los niveles más bajos de gasto en Latinoamérica. Esto se manifestaba en el
gran número de establecimientos inoperativos, especialmente postas alejadas de
los centros urbanos, y en la mala calidad de las atenciones que recibía la
población. También la seguridad social y el sector privado de la salud se
encontraban en seria crisis. Todo ello se reflejó en indicadores de salud de la
población similares a los delos países más pobres de América Latina.
 La búsqueda de soluciones no puede basarse únicamente en consideraciones
económicas como pretenden con la privatización del sector salud. Así lo
reconoce la constitución de la OMS cuando afirma que “uno de los derechos
fundamentales de todo ser humano es disfrutar del mayor nivel de salud
posible”. Los gobiernos son responsables de la salud de sus pueblos, la cual sólo
puede ser alcanzada cuando se ofrecen servicios sociales y de salud adecuado.
 Las actividades de salud pública son responsabilidad del Estado y que la
atención médica constituye un mercado imperfecto, pero tienen grandes
dificultades en aplicar principios económicos a la salud pública, atención
médica, una realidad que, como hemos explicado anteriormente, es innegable.
 Existen modelos que permiten establecer claramente el efecto positivo de las
intervenciones comunitarias en la salud, pero es difícil distinguir entre el efecto
de las responsabilidades reconocidamente públicas (las que presentan
externalidades, las que no permiten la autoexclusión y las que se consideran
bienes de interés social) de las responsabilidades individuales (utilización de
servicios, cambios de estilo de vida) en la mejora de la salud individual. Desde
este punto de vista, los servicios médicos se pueden considerar como bienes de
interés social.
Bibliografía
Caro, A. R. (s.f.). Las privatizaciones en Perú: Un proceso con luces y sobras.
Obtenido de https://nuso.org/media/articles/downloads/3410_1.pdf
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