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Reflexión del cuento de Talpa Juan Rulfo

No paro dejar de pensar que la Natalia del de cuento de Rulfo soy yo. Esa mujer que
tiene bajo su espalda el remordimiento de un muerto y que ella misma fue la
causante de la muerte de Tanilo. Su nombre no es solo una coincidencia, a ella le
pasa lo mismo que a mi y que a ti Nico, aguardamos el momento para llegar al
resguardo de nuestra Madre, que nos de consuelo de nuestras faltas y pecados.
Esperamos que no nos juzgue por nuestros actos, simplemente queremos sentir ese
amor de madre que no hemos tenido en la distancia, contarle nuestra cosas, sin dar
mucho detalle del cumulo de acontecimientos que soportamos en esta nueva etapa
de nuestra vida.

Es mas, en el cuento de Talpa, no solo me vi reflejada en el momento que Natalia


llora sin cesar en los brazos de su madre. Mientras lo leía no paraba de verte, era
como si estuviera leyendo un diario tuyo, sentía que estabas detrás de mi,
leyéndomelo. Tu cara se transformó en el imaginario que construí del hermano de
Tanilo, conservando la esencia de Nicolás. Ese ser único que conoce muy bien a
Natalia, que sabe que hay dentro de ella, de cómo me siento ahora, de lo que
significa para mi el sudor de mis manos, la cicatriz de mi frente, de mi
comportamiento cuando estoy nerviosa, de los sueños que quiero lograr y lo más
importante lo que representa para mi la familia, nuestra familia.

Al terminar de leerlo me pregunte qué te llevo a mandármelo y pensé que si yo lo


hubiera leído antes, también te lo habría mandado. Es sorprendente como ambos
reencarnamos los personajes del cuento de Rulfo en muchas de sus escenas. Como
la soledad nos une, nos arrulla por la noche con el recuerdo de nuestros seres
queridos, que son en este momento lo que nos empuja para seguir adelante. Se que
mientras dormimos buscamos ese cariño de familia que no podemos abrazar durante
el día, pero que en la noche mientras soñamos la sombra y la apariencia de ellos va
tomando forma, haciendo posible el entrañable abrazo. Gracias Nico por pensar en
mí, este cuento me remetió a cada instante de nuestra vida, deseo bailar contigo,
contarte todas mis cosas, abrazarte; que me cuentes las tuyas, que me digas tus
sueños y tus temores, tus los logros. Te amo, Dios te guarde y la Virgen te proteja y
al igual que Tanilo no dejes de pensar que la Virgen es nuestro consuelo y nuestra
madrecita en la lejanía. “Ella sabe borrar esa mancha y dejar que el corazón se haga
blandito y puro para recibir su misericordia y su caridad. La Virgen nuestra, nuestra
madre, que no quiere saber nada de nuestros pecados; que se echa la culpa de
nuestros pecados; la que quisiera llevarnos en sus brazos para que no nos lastime la
vida, está aquí junto a nosotros, aliviándonos el cansancio y las enfermedades del
alma y de nuestro cuerpo ahuatado, herido y suplicante. Ella sabe que cada día
nuestra fe es mejor porque está hecha de sacrificios...”

Por Natalia Dávila Castillo.

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