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Lección 4 para el 24 de octubre de 2020

Una cosmovisión es una visión o


concepción global del universo. Es
decir, la forma en la que entendemos y
explicamos el mundo que nos rodea.
De nuestra cosmovisión depende la
forma en la que actuamos, las
decisiones que tomamos y la manera
en la que nos relacionamos con los
demás.
Para la cosmovisión bíblica, es
fundamental no solo la proposición de
que Dios existe, sino también de que La existencia de Dios.
es un Dios personal que interactúa con
su Creación. La Creación.

La doctrina bíblica.

El plan de Redención.

La Ley de Dios.
“Dice el necio en su corazón: No hay Dios” (Salmos 53:1a)
Existen dos tipos
principales de cosmovisión:

COSMOVISIÓN ATEA COSMOVISIÓN TEÍSTA


• El Universo y todo lo que contiene • El Universo y todo lo que
simplemente existe. contiene fue creado por Dios.
• No existen dioses ni entidades • Dios existe y se preocupa por su
sobrenaturales. Creación.
• No hay sentido ni propósito para la • Fuimos creados con un propósito:
vida, aparte de la propia vivir eternamente junto a nuestro
subsistencia. Dios.

La Biblia nos enseña que Dios es un Dios personal


que nos ama y que interactúa con su Creación.
No solo es Omnipotente, Omnisciente y
Omnipresente, sino que se preocupa por cada uno
de nosotros individualmente y anhela nuestra
compañía.
La Biblia comienza dando por sentado dos hechos
fundamentales: Dios existe y ha creado el Universo
(Génesis 1:1).
De estas realidades emanan todas las demás
enseñanzas bíblicas: la Ley, la Redención, la
resurrección, …
No aceptar la Creación realizada
por Dios en seis días anula todas las
demás doctrinas. O la Biblia enseña
la verdad en todo, o ella miente.
No en vano la Creación es uno de los temas más repetidos
en la Biblia (Gn. 14:9; Éx. 20:8-11; Ecl. 12:1; Mal. 2:10; Jn.
1:1-4; Ro. 1:25; Col. 1:6; 1P. 4:19; Ap. 5:13; 14:6-7; …).
Aceptar una evolución de millones de años, ya sea que
Dios haya intervenido o no en ella, es negar la Biblia como
Palabra inspirada de Dios.
“para que ya no seamos niños
fluctuantes, llevados por doquiera
Nuestra cosmovisión afecta a la manera en de todo viento de doctrina, por
que vemos e interpretamos nuestro entorno. estratagema de hombres que para
engañar emplean con astucia las
artimañas del error” (Efesios 4:14)

Por ejemplo, al observar un arcoíris, una


cosmovisión atea verá solo un fenómeno físico
hermoso. Sin embargo, una cosmovisión bíblica
verá en ese fenómeno físico un recordatorio de
la promesa divina de no volver a destruir la
tierra con un diluvio (Génesis 9:9-17).
La cosmovisión bíblica se sustenta en un
conjunto de doctrinas que nos enseñan:
Cómo vivir.
Cómo tomar decisiones morales.
Cómo convivir con nuestros semejantes.
Cómo interpretar el mundo que nos rodea.
Qué podemos esperar del futuro.
Por lo tanto, la educación cristiana debe estar arraigada y cimentada en la Biblia.
Cuando el hombre pecó, Dios no dio por
malograda su Creación. Tenía preparado un
plan redentor: el mismo Creador moriría
para salvar a sus criaturas (Juan 1:1-14;
Marcos 10:45).
Éste es el “evangelio eterno” que estamos llamados a
proclamar al mundo, y que está íntimamente unido a la
Creación (Apocalipsis 14:6-7).
El Plan de Redención fue concebido por Dios antes de la
Creación e incluye, no solo la muerte y resurrección de
Jesús, sino también la bienaventurada esperanza de su
Segunda Venida (1ª de Pedro 1:18-20; Tito 2:13).
Para la cosmología atea, el sentido de moralidad es relativo. Por
tanto, las decisiones morales también son relativas. Eso permite
que distintos países dicten leyes distintas sobre el comportamiento
moral de las personas.
Sin embargo, en la Biblia encontramos una norma
absoluta, inmutable, eterna y de obligado
cumplimiento para todo ser humano: La Ley de Dios
(Éxodo 20:3-17; Salmo 119:142).
Su violación es castigada con la muerte
(Romanos 3:20). De ahí la necesidad de un Plan de
Redención (Romanos 6:23).
Esta Ley está basada en el amor y
el respeto hacia Dios y hacia
nuestros prójimos (Marcos
12:29-31). Es el código moral que
nos muestra lo que realmente es
correcto a la vista de Dios.
“Solamente en la Palabra de Dios encontramos
una auténtica narrativa de la creación…
En la Palabra de Dios la mente encuentra
material para el pensamiento más profundo, las
aspiraciones más elevadas… En ella
contemplamos cómo la Majestad celestial se
humilló y se convirtió en nuestro sustituto y
garantía para vérselas a solas con las potencias
de las tinieblas y ganar la victoria en nuestro
favor. Una meditación reverente sobre temas
como éstos no podrá menos que ablandar,
purificar y ennoblecer el corazón y, a la vez,
impartir a la mente nuevo poder y vigor”
E.G.W. (Testimonios para la iglesia, tomo 5, pg. 24)

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