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DERECHO

EDUCATIVO
EN TIEMPOS
DE PANDEMIA

PRIMER NÚMERO | JUNIO DE 2020

Realizada por la
Sala de Derecho
Educacional del
Colegio de Abogados
de Córdoba y RIIDE
Argentina

Dirigida por
N. Lescano y R.E.
Soria Verdera
Página 2

NUESTRO STAFF
Autoridades Colegio Abogados de Directores de la Revista
Córdoba Natalia Lescano
Presidente Ignacio Lucas Segura Raúl Edilberto Soria Verdera
Pro Secretaria Académica María Noel Tapia
Varela Comité Editorial
Secretario Académico Santiago Morra Ignacio Iribarren
Director Académico Colegio Abogados de Federico Franchello
Córdoba Jorge Gustavo Mallea Marcucci Lorena Carbelo Garcia
Javier Antonio Elias
Autoridades RIIDE Argentina
Presidente Raúl Edilberto Soria Verdera
Compaginación y Diseño
Juan M. Carpio
Autoridades de la Sala de Derecho
Educacional
Editor Asociado
Directora Natalia Lescano
Juan José Castellano
Secretario Académico Ignacio Iribarren
ÍNDICE
Editorial (N. Lescano y R.E. Soria Verdera) ................................. Pág. 5

Noticias
Resolución 363/20 del CFE (más anexos I y II) ........................... Pág. 8

Enfoque de Derechos
¿Qué aporta el enfoque de derechos para pensar la
educación hoy? (J.J. Castellano) .................................................... Pág. 9

Desigualdad social y acceso a la virtualidad


El acceso a la educación digital vs la desigualdad en tiempos
de pandemia (N. Nieva, R. Carnero, F. Pereyra, V. Nanzer,
L. Cajeao) ........................................................................................ Pág. 13
Entre el cuidado y la intemperie (J.Lázaro) ................................ Pág. 20
Oportunidad para democratizar el aprendizaje
(A.J. Medrano) ................................................................................ Pág. 23
Desafíos de la postpandemia (S. A. Viñolo) ............................... Pág. 25

Calidad educativa en tiempos de pandemia


¿Estos aprendizajes son de calidad? ( M. V. Pieruzzi) ............... Pág. 28
Acreditación de saberes en tiempos de pandemia
(C. A. Schulthes) ............................................................................. Pág. 30
La calidad educativa y el Home office (M. Alfonzo) ................... Pág. 34
El trabajo docente es irremplazable (N.Muñoz) ........................ Pág. 37

El dilema de la educación de gestión privada


Locación de servicios educativos. Pago de aranceles mensuales
en tiempos de Covid-19 (J.F.Franchello y J.I. Iribarren) ............. Pág. 40
¿Existe causal eximente jurídicamente válida a los fines de
la  de suspensión del pago del canon locativo por el locatario?
(F.A. Mendez) ................................................................................. Pág. 45
ÍNDICE
Contratos con colegios privados. Imposibilidad de
cumplimiento. Caso fortuito o imprevisión. (J.D.Nayi) .......... Pág. 47
Una solución para el pago de cuotas escolares
(S. Scharoli ) ................................................................................ Pág. 50
Trabajar en educación
Marco legal para el teletrabajo docente
(R. Pereira Duarte) ..................................................................... Pág. 53                        
Docencia y el derecho al descanso desde la perspectiva
de género (Natalia Farias) ........................................................ Pág. 56
El régimen disciplinario docente post-pandemia
(N. Fantini y L. Aringoli) ............................................................ Pág. 58
Crónicas desde la experiencia
La solidaridad como camino
(G. Mannini y G. Cafferata) ....................................................... Pág. 61
Editorial

EL DERECHO EDUCATIVO EN
TIEMPOS DE PANDEMIA
Por N. Lescano y
Acerca de los autores
R.E. Soria Verdera

Aprovechamos la Editorial para contarles a los lectores de qué manera surgió esta
publicación y quienes la impulsamos. En Marzo de 2019 se crea la Sala de Derecho
Educacional en el Colegio de Abogados de Córdoba, como una iniciativa para
acompañar el pensamiento jurídico en torno a las escuelas y sus conflictos. Esto
constituye un hecho único en Argentina ya que ningún colegio de abogados del país
cuenta con un espacio académico sobre esta temática. En Diciembre del mismo año
celebramos un Convenio de colaboración y vinculación entre la RIIDE Argentina y el
Colegio de Abogados de Córdoba con el fin de profundizar los estudios en la materia.
Con motivo del impacto que produce el aislamiento social preventivo y obligatorio
dispuesto por el Poder Ejecutivo es que la agenda prevista para el presente año 2020
se ha visto modificada vertiginosamente. En virtud de ello, nos propusimos crear
esta Revista Digital a los fines de continuar con el  espacio de intercambio,
pensamiento y debate en torno a la educación y el derecho, hasta que se retomen
las actividades presenciales habituales. Así surge la invitación a participar,  con
artículos, ensayos o crónicas sobre experiencias, dirigida a profesionales del
derecho, de la educación y de otras disciplinas con el objetivo de  enriquecer el
debate.
Para nuestra sorpresa la convocatoria ha sido excelente, hemos recibido una gran
cantidad de artículos con aportes valiosos y actuales, en consecuencia tomamos la
decisión de publicar dos números consecutivos, en un corto período con la premisa
de mantener la vigencia; nos llena de satisfacción comenzar este camino con
ustedes. 
El lector advertirá que sobre algunos tópicos hay más de un escrito y esto es una
definición que hemos tomado deliberadamente a los fines de brindar diferentes
posicionamientos jurídicos, ideológicos o políticos.
Los artículos  que acompañan este número reflejan que asistimos a un momento
especial en la historia argentina (y del mundo), debido a la declaración del
aislamiento social obligatorio, o  “cuarentena” para toda la población y en todo el
país, que adquiere características únicas tanto por su extensión como por su
magnitud. Desde que apareció el primer caso de coronavirus en argentina, 3 de
marzo, de manera vertiginosa se sucedieron decisiones políticas y sanitarias que
impactarían de manera impensada en la población.
Editorial

El 15 de Marzo el presidente Alberto Fernández anunció el cierre de las fronteras del


país, únicamente los argentinos o extranjeros residentes podrían ingresar al país, y
suspendió la asistencia  escolar en todos sus niveles.
El cierre de las escuelas en todos sus niveles  graficó claramente la gravedad de la
crisis. De repente los sistemas educativos pasaron de implementar estrategias de
prevención  y cuidados de la salud, como por ejemplo colocar alcohol en gel, jabón
en los baños, papel descartable, entre otras medidas,  a un cierre intempestivo de
todos los establecimientos educativos.
Prácticamente a finales de marzo casi todos los países de latinoamérica tenían las
escuelas cerradas y se preparaban a desplegar estrategias en relación a garantizar la
continuidad de la actividad escolar, a través de internet, con diferentes dispositivos
digitales como  portales o  aulas virtuales, páginas web de los colegios, envío por
whatssapp de tareas, donde comenzaron a “colgarse” materiales de estudio, o clases
de los docentes dirigidas a sus estudiantes.
Otro tópico reflejado en los artículos tiene que ver con la profundización de la
desigualdad social que trajo aparejada la educación a distancia,  la cuestión del
acceso a  la conectividad, quienes tienen computadoras y quiénes no, quiénes tienen
celular, entre otras preocupaciones y por otro lado de qué manera insertar la agenda
escolar a través de estos dispositivos y que sea provechosa.
El tema de la calidad educativa se pone en tensión en una sociedad donde un sector
de la sociedad queda prácticamente fuera de estas posibilidades escolares virtuales
y por eso se han implementado otros recursos como son la televisión, la radio  o
directamente distribuir el material impreso tratando de este modo de garantizar una
llegada a todas las familias de las propuestas pedagógicas. Pero al mismo tiempo se
generan preguntas en relación a los contenidos, ¿deberían ser los mismos
contenidos los que se aborden como si los niños/as y jóvenes fueran a clases?,
¿debemos atenernos a los diseños curriculares estrictamente? ¿debemos realizar
adecuaciones teniendo en cuenta la peculiar situación que se vive? ¿cómo impacta el
encierro en los niños/as y jóvenes? ¿cómo en los maestros/as?. 
Hay una fuerte discusión en este sentido y por ello el CFE en la Res. 363/20, anexo I
y anexo II, ha pautado los criterios para garantizar las trayectorias escolares y la
promoción de los/las estudiantes. No obstante hay sectores de la educación privada
que tienen una tendencia a mantener fuertemente el currículum, sobre todo en
aquellos colegios sin subvención estatal donde se genera más tensión, entre las
dificultades para el pago de la cuota escolar por parte de los padres, afectados
económicamente por las medidas restrictivas,  y la necesidad imperiosa de pagar los
salarios de  docentes y no docentes.
Otra cuestión que plantea la suspensión de la presencialidad escolar para algunos
sectores es que la escuela también significa acceso a la alimentación, esto
Editorial

ocasionó que se dispusieran estrategias de transferencias de ingresos, entrega de


bolsones con alimentos básicos, para garantizar la base de bienestar en los hogares
más pobres.
Se refleja en los artículos también interrogantes en relación al teletrabajo y el
ejercicio de la docencia, los esfuerzos para tratar de garantizar la continuidad de los
procesos de enseñanza y aprendizaje. Cómo emergen las debilidades estructurales
de los sistemas educativos, debilidades que esta crisis las resalta, como por ejemplo 
debilidad en términos materiales, la falta conectividad, de algunas familias y algunos
docentes, pero también hay debilidad pedagógica en relación a cómo enseñar a
distancia y en cómo establecer el vínculo docente-estudiante, tan  necesario para
lograr aprender. Se pone en evidencia la falta de formación tecnológica de la gran
mayoría de los docentes, que se encuentran desesperados por dar respuesta en esta
situación, sumado al aislamiento de los referentes institucionales, la soledad de
docentes y de equipos directivos afrontando esta coyuntura de una manera
improvisada.
En otro orden de ideas nos preguntamos qué pasa con las familias, de qué manera
éstas pueden acompañar a los niños y niñas, en qué condiciones de tiempo, de
comodidad, de instrucción, de acceso a la cultura, etc, cada realidad es diferente y
esto afecta la calidad de los aprendizajes y es la base de la desigualdad. Pero a su vez
se pone en evidencia en estos contextos de encierro, el recrudecimiento de la
violencia intrafamiliar, hacia mujeres,  niños y niñas principalmente, que cuando la
escuela está abierta sirve de espacio de contención. Es decir que una vez más se
pone de relieve que la  escuela es un espacio de protección de derechos, de
alimentación , de cuidados de la salud y de cuidados en general, más allá del
derecho a la educación, porque la escuela actual así como evidencia un montón de
falencias también evidencia un montón de potencialidades.
Como muchos autores han señalado a lo largo de la Revista las consecuencias
jurídicas de este excepcional período y en la post pandemia  ubica al derecho en un
escenario complejo donde las instituciones educativas van a generar una demanda
de respuestas legales y normativas hacia adentro de las instituciones y hacia la
sociedad. Respuestas que debemos  construir colectivamente entre todos los
actores.
Noticias

EL CFE FIJO LAS PAUTAS PARA LA


PROMOCIÓN DE GRADO Y
PRIORIZACIÓN DE CONTENIDOS
El Consejo Federal de Educación, conformado por los ministros de educación de las
provincias y de la Nación, ha dictado la Resolución 363/20 con los Anexos I y II. En
este documento se marcan lineamientos en torno a la preocupación general de los
procesos de enseñanza aprendizaje en este contexto de pandemia.  Se establecen
“Orientaciones para los procesos de evaluación en el marco de la continuidad
pedagógica”, donde el eje central son las pautas sobre la evaluación de los
contenidos  y la promoción de grado, por lo que propone una “promoción
acompañada”, que no es lo mismo que un “pase” directo de grado. Son pautas
generales que cada provincia deberá adaptar a su contexto específico. En relación a
los contenidos y aprendizajes se tendrán en cuenta aquellos que son prioritarios
para el ciclo 2020 y  formarán parte de la planificación del año subsiguiente. En
cuanto al nivel secundario se propone la finalización para mediados de marzo de
2021.

Anexo I
http://dges-cba.edu.ar/wp/wp-content/uploads/2020/05/RES-CFE-363-20-ANEXO-I-VF-
3.pdf

Anexo II
https://www.argentina.gob.ar/sites/default/files/res_cfe_363_anexo_ii_eval_proceso_
eval_pedagogica_firmado_if-2020-32925508-apn-sgcfeme.pdf
Enfoque de Derechos

¿QUÉ APORTA EL ENFOQUE DE


DERECHOS PARA PENSAR LA
EDUCACIÓN HOY?
Por Juan José Castellano Acerca del autor

I. Quizás en este momento tan vertiginoso frente a la inesperada situación mundial


producida por la  Pandemia del COVID19 y las medidas de cuidado tomadas por
muchos países con base en el aislamiento social, hay que buscar mojones o
herramientas para pensar el derecho a la educación en este contexto. 
Tal vez hoy más que nunca, necesitamos de analizadores que nos permitan
problematizar lo que acontece en la educación, con la intención de repensar
supuestas certezas, a la vista de sus efectos. En esta coyuntura, la pregunta es ¿qué
aporta el enfoque de derechos para pensar la educación hoy?, ¿cuáles son los
derechos que se encuentran amenazados y/o vulnerados y requieren ser
restituidos?, ¿cómo ponderar las prioridades para niñas, niños y adolescentes
(NNA)?  Teniendo en cuenta la ponderación de los derechos en forma
interdependiente e interrelacionada, podemos decir que en este momento se
priorizan los derechos de Salud y Vida. Derechos que deben ser interpretados en el
marco del principio General de la Convención sobre los Derechos del Niño de vida,
supervivencia y desarrollo holístico, como también de interés superior de niñas/os y
adolescentes, participación y no discriminación. 
En la actualidad luego de 75 días de Aislamientos Social Obligatorio, los análisis que
se hacen sobre escolaridad, evaluación, tarea, cuota escolar, las “salidas”, las
trayectorias escolares, etc, parecen que se hicieran descontextualizados del
momento excepcional que les dio lugar y   en el que aún estamos. Es por eso que
consideramos vital recordar que los derechos que se encuentran amenazados o
vulnerados son vida, desarrollo y en especial el derecho a la salud.  Poder pensar
desde el enfoque de derechos, permite que niñas, niños y jóvenes, docentes,
cuidadores y técnicos nos descentremos de las expectativas que teníamos sobre las
trayectorias escolares previas a la Pandemia, para de ese modo, contextualizar y
reconocer los efectos que produce en la salud física, psicológica, emocional,
económica y social de niñas, niños y adolescentes.

Para mayor profundidad se puede consultar: Castellano, J.J. (2018) La revolución


de los vínculos. Niñas, niños y jóvenes como sujetos de derechos. 2da. Ed. 
Córdoba, Ed. Alción.
Enfoque de Derechos

II. Hay una serie de hechos en el campo educativo que se dieron en forma
recurrentes dentro de la cuarentena, que vale la pena señalar. Este sistema ha sido
uno de los campos más modificados en sus modos de funcionamiento, pero al
mismo tiempo, fue el que se sostuvo desde el primer momento. Se cambió el
espacio/escuela, las prácticas de vínculo cara a cara (docente, profesor – alumnos);
se modificaron los tiempos de estudio, los tiempo de recreo, el vínculo familia -
escuela, los vínculos entre pares, y hasta la modalidad de transmitir los
conocimientos. La virtualidad pasó a ser central en un mundo que le era ajeno y lo
miraba con desconfianza. El hogar se convirtió en espacio educativo, y los
progenitores en auxiliares o facilitadores del proceso de enseñanza aprendizaje. Es
decir, gran parte del dispositivo se modificó  y esto es de análisis específico de la
pedagogía, pero lo que se hizo evidente de modo inmediato es que la escuela hace
muchas más cosas que “solo” enseñar, todas ellas fundamentales para la vida y los
derechos de NNA. La escuela es una gran colaboradora en la promoción, prevención
y en especial en la protección de derechos (abuso, maltrato, bullying, salud,
educación, recreación, juego, cultura, etc.), un actor primordial en la detección de
estas situaciones como también en los procedimientos de restitución y puesta en
conocimiento a los órganos de protección. El sistema educativo con sus docentes, no
docentes y demás profesionales son un gran apoyo para las familias y un pívot
comunitario esencial.  Muchas cosas que se decían de la escuela se volvieron
patentes. Por ejemplo, que es el espacio público que llega a donde nadie puede
llegar, ni los equipos de salud, ni de desarrollos, ni los de protección, y que es el
espacio de acompañamiento y promoción por excelencia.
Quizás por eso es que la escuela siguió trabajando la integración, la inclusión, las
escuelas especiales siguieron acompañando en sus tareas desde el primer día; las
escuelas siguieron cumpliendo con el derecho alimentario de NNA, mediante la labor
de docentes y no docentes que van a los establecimientos a entregar los bolsones de
alimentos cuidando un derecho que es fundamental. Pero más aún, cuando
entregan los módulos alimentarios, también entregan los materiales impresos de
estudio para aquellas familias que no pueden acceder a la conectividad. Y más aún,
en muchos casos aprovechan este momento para vincularse y entregar módulos
solidarios especiales, productos de múltiples colectas para reforzar frente a la
necesidad que están viviendo. Ni qué decir de la educación en la modalidad rural al
interior de toda la provincia.Bajo estas circunstancias docentes (hombres y mujeres
comunes con sueldos comunes), hicieron una transformación de sí, de los hogares
propios y de los hogares de los alumnos para continuar con el derecho a la
educación. Virtualizaron la presencia.  Pero, mediante la conectividad, pudimos
entrar en el mundo de lo heterogéneo y la desigualdad. Vimos que no se
Enfoque de Derechos

trata solo de saber y utilizar redes sociales (Zoom, Jitsi, Google Meet, Classroom,
video llamadas por WhatsAap, You Tube, etc.). Quedó a la vista que la desigualdad es
extrema y detallista, que la diferencia está a la vuelta de la esquina. 
Al comienzo nos preocupamos y ocupamos de las redes y sus usos cuidados, luego
de conectividad, luego de computadoras, luego del acceso a impresoras, luego nos
dimos cuenta que contábamos sólo con celulares, luego nos preguntamos sobre los
paquetes de datos de los padres, para después analizar si las familias tenían
enchufes y por último luz. Nos dimos cuenta sobre cómo estudian en casa cuando
en la misma viven 4, 6 u 8 personas; sobre el esfuerzo del ir y venir por calles de
tierras, por kilómetros para llegar a la escuela o buscar agua todos los días. 
En conclusión, quedó patente, a la vista -sin escuela que lo tape- que donde siempre
trabajamos existe una multiplicidad y diversidad de mundos, mundos por donde
transitan la vida niñas/os, adolescente, madre, padre, abuelos, docentes, directivos y
un gran etcétera. 
Esa multiplicidad se puso frente a nuestros ojos y con eso estamos lidiando. Como
contrapunto, también queda palpable la potencia de la escuela. Vemos que la
función igualadora está vigente, lo hace y con bastante criterio. Ese espacio donde
cada niño/a es singular y se lo mira, un lugar donde no tienen que discutir con nadie
para usar una “compu”, o tener luz o preocuparse por si tendrá comida, o si su
hermano mayor o varón tendrá prioridad. Un espacio donde se permite ese tiempo
para hacer cosas que la vida de consumo luego no dejará. Como dice Brailovsky
dentro de esas paredes, los niños le dedican tiempo a cosas que tal vez para la
sociedad no son útiles, como por ejemplo aprender sobre PI, o los Aztecas, o la obra
de Miró, o enseñar notas musicales, artes, lenguas. Ese espacio y tiempo donde
somos libres de lo que pasa afuera y en los que, cuando suena el timbre para el
recreo, tenemos como único objetivo jugar libremente con amigues. Sí, la pandemia
nos frenó, nos puso frente a un espejo y reflejó la diferencia y la desigualdad. Y eso
es la marca diferencial de estos lares. Siempre lo supimos, no hay dato estadístico
que no nos lo recuerde. En el mes de abril salieron las recomendaciones del Comité
de los Derechos del Niño de Naciones Unidas sobre los efectos de la Pandemia
(8/4/2020), y paso seguido el 10/4/2020 las del Comité Interamericano de los
Derechos Humanos y ahí se refleja la necesaria preocupación de la combinación
entre Pandemia, política pública y pobreza. Esta última dirá:
“Las Américas es la región más desigual del planeta, caracterizada por profundas brechas
sociales en que la pobreza y la pobreza extrema constituyen un problema transversal a
todos los Estados de la región; así como por la falta o precariedad en el acceso al agua
potable y al saneamiento; la inseguridad alimentaria, las situaciones de
contaminación ambiental y la falta de viviendas o de hábitat adecuado.
Enfoque de Derechos

A lo que se suman altas tasas de informalidad laboral y de trabajo e ingresos precarios


que afectan a un gran número de personas en la región y que hacen aún más
preocupante el impacto socioeconómico del COVID-19. Todo esto dificulta o impide a
millones de personas tomar medidas básicas de prevención contra la enfermedad, en
particular cuando afecta a grupos en situación de especial vulnerabilidad.” (RES.N°.
1/2020 CIDH).
III. En suma, deberemos estar atentos durante el tiempo que queda, atendiendo a
todas las dimensiones del desarrollo y la protección integral de los derechos. El
estado del derecho a la salud y la vida, no solo de NNA sino de la comunidad entera
de la cual son parte, pues siguen siendo prioridades en el marco de la Pandemia; al
desarrollo integral y holístico, que debe ser la clave de nuestras acciones; deberemos
estar atentos a las diferencias para no generar acciones que vulneren la igualdad y la
equidad, que las diferencias no se transformen en desigualdades. En este punto
atender a las recomendaciones del Comité de los Derechos del Niño en cuanto se
asegure “de que el aprendizaje en línea no exacerbe las desigualdades existentes ni
reemplace la interacción alumno-maestro (párr. 3 CRC 2020)” 
Algo nos queda claro: no sólo la educación es fundamental, sino todo el dispositivo
escuela lo es, en especial las personas que le dan vida, los docentes y no docentes
(preceptores/as, administrativos, auxiliares, etc.) que conforman las tramas
institucionales que sostienen lo cotidiano. La escuela educa, genera ese espacio que
iguala, que mira de otra manera, que socializa, que protege, amiga, y comparte. No
sólo “transmite contenidos”, que eso quizá podría hacerlo una computadora. La
escuela abre horizontes, amplía ventanas, habilita puertas procurando el desarrollo
óptimo de las capacidades fundamentales y la habilitación de la convivencia
democrática. Acompaña en el reconocimiento del cuerpo y la sexualidad (ESI), en la
evolución de las facultades y en la adquisición cada vez mayor de la autonomía.
La escuela educa en solidaridad, comunicación, protección, respeto mutuo. Lo hace
de muchas maneras, a veces hasta desde sus propias faltas, o tensando las verdades
sociales y familiares. La escuela alimenta el tiempo libre, le da tiempo y espacio al
juego, las artes, la música, al ocio creativo que genera identidad y emancipa. La
escuela cuida, en el sentido más amplio de la palabra. Cuida y protege a los recién
llegados, a los nuevos. La educación es una tarea de cuidado. Y cuidar es urgente.
El derecho a la educación es todo eso y deberemos recordarlo cuando todo esto
pase, para que nuestros aportes jurídicos tengan este enfoque integral y no se olvide
la importancia de cada uno de los actores que lo conforman.
Desigualdad social y acceso
a la virtualidad

EL ACCESO A LA EDUCACIÓN DIGITAL


VS. LA DESIGUALDAD
EN TIEMPOS DE PANDEMIA
Por N. Nieva, R. Carnero, F. Pereyra,
Acerca de los autores
V. Nanzer y L. Cajeao

El virus que acecha no sólo a nuestro País, sino al Mundo, nos tomó por sorpresa y
nos obligó a que, de un día para el otro, nuestra rutina y actividades se paralizaran.
El Gobierno Nacional debió decretar la suspensión de las clases en todos los niveles
educativos, y con esta suspensión, se llevaron adelante distintos intentos por
continuar el vínculo entre docentes y estudiantes de forma virtual. En tiempos de
pandemia, “ir a clases” significa disponer de una computadora que se conecte a
internet, de manera exclusiva para el alumno. Ahora bien, ¿es esto posible?
Este escenario nos enfrenta, sin sorprendernos, a la desigualdad social que existe en
nuestro país. Hay quienes cuentan con lo necesario para acceder a las clases
virtuales y a las tareas; y otros, simplemente deberán esperar a que el virus nos
permita salir de nuestras casas para asistir a las aulas, teniendo mayores dificultades
para acceder a la educación hasta tanto se retome la enseñanza presencial. La
emergencia sanitaria, afecta en mayor medida a los sectores más vulnerables y la
virtualidad en la enseñanza profundizó las desigualdades ya existentes.  Hoy ni
siquiera estamos discutiendo de manera directa el aporte que las herramientas
tecnológicas pueden significar para que miles de chicas y chicos del nivel primario y
secundario se propongan el estudio de carreras universitarias vinculadas a lo digital
(programación, diseño y arte digital, entre otras). Estamos diciendo que bajo este
contexto de pandemia, a los fines de poder continuar con el cursado, sea cual fuere
el nivel en el cual se encuentre el estudiante, las herramientas tecnológicas se han
constituido en un instrumento fundamental.Nuestro sistema escolar se encuentra
muy fragmentado a nivel socio-económico. Esta situación genera experiencias
desiguales para enfrentar la crisis y nos obliga a no mirar para un costado, confiando
en que la escuela -por sí sola- podrá resolver, de alguna manera y según sus
posibilidades, las desigualdades materiales que marcan a nuestras juventudes y a
nuestra sociedad. Por el contrario, el COVID-19 nos interpela, nos exige mirar, sin
disfraces, las nulas posibilidades a la que muchos de nuestros jóvenes se enfrentan,
también, en el acceso a recursos tecnológicos. La desigualdad no solo recae ante la
situación fáctica de contar o no con una computadora personal y acceso a
Desigualdad social y acceso
a la virtualidad

internet; sino también, en las consecuencias que esto genera en el vínculo educativo
con el docente. Muchos estudiantes se ven obligados a aprender sin un docente que
pueda explicarles los contenidos curriculares, es decir, de contar con alguien que los
apoye y los acompañe.
Ante esta realidad, los profesores se enfrentan al desafío de idear estrategias para
lograr sostener el vínculo con sus alumnos y hacerles llegar, de alguna manera, las
tareas y los contenidos. Tal el caso de una maestra rural de Santa Ana, Provincia de
Misiones, que imprime tareas y recorre chacras para entregar actividades a sus
alumnos de 1ro a 7mo grado que no tienen internet: “La idea de imprimirles las
actividades nace como una estrategia para que los alumnos puedan seguir
estudiando y realizando las actividades escolares ya que viven en una zona rural
donde no hay conectividad y no tienen acceso a internet”.¹ En este sentido, las
iniciativas de educación a distancia a través de lo virtual pueden contribuir a
combatir las desigualdades en el sistema educativo solo si generamos la conciencia
de que para ello se necesitan recursos y sobre todo, crear oportunidades que
disminuyan las brechas sociales que nos dividen. Se dice que las crisis traen
oportunidades. Quizás sea necesario pensar a esta pandemia como el surgimiento
de un desafío sobre el que las familias, las escuelas, los docentes, las sociedades y
los Estados debamos trabajar, para evitar que esta debacle (y las que vendrán)
profundicen las desigualdades.

Dar tareas no es dar una clase


Ahora bien, suponiendo que se garantice por igual el acceso a los entornos virtuales,
el desafío no termina allí. Es decir, en este contexto, donde dar una clase no es solo
entregar tareas, y que hay experiencias que se viven en la escuela media y la
universidad que no se vivencian en las pantallas, la tarea del docente se traduce en
generar verdaderos encuentros en la virtualidad: arrancar los motores de la escuela
activa, no aferrarse a un solo soporte virtual, que la utilización de las TICs eleve el
proceso de enseñanza y de los aprendizajes, e integrarlas de manera tal que lo
educativo trascienda lo tecnológico. Tener una mirada didáctica y un contenido
pedagógico. Es decir, lograr una incorporación genuina de las tecnologías a nuestra
propuesta de enseñanza, no por imperativo tecnológico, sino utilizarlas de  manera
significativa para el abordaje de los contenidos.

¹ Extraido de: https://misionesonline.net/2020/05/08/heroes-cotidianos-


una-mae-rural-de-santa-ana-imprime-las-tareas-para-sus-alumnitos-
que-no-tienen-internet/
Desigualdad social y acceso
a la virtualidad

Los chinos utilizan para escribir la palabra crisis, los ideogramas de peligro y
oportunidad, en esta circunstancia de tanto reclamo hacia ese oriente, quizás
también debamos tomar parte de su sabiduría ancestral… ¿Podemos pensar a la
virtualidad como un reemplazo de la presencialidad? La respuesta parece obvia, pero
la obviedad no es tal cuando empezamos a mirar como ciertos entornos virtuales
son el reflejo de estilos docentes, discutibles ya en lo presencial, y por lo tanto
peligroso y muy preocupante en lo virtual.
Y así nos encontramos con esa necesidad de querer llevar a una clase en “zoom” (o
su aplicación reemplazante) “la asistencia”. En ese ejercicio paternalista que
ejercemos muchos docentes más desde un lugar de cierta comodidad que otorga la
obligatoriedad, como para no interrogarnos en cómo generar aprendizajes
significativos que inviten al deseo, parece ya arcaico en lo presencial, pues bien en lo
virtual roza lo ridículo.
El derecho a la educación no puede ser una bandera enarbolada para justificar un
intento desesperado de construir, en los diversos hogares artificiales, espacios
áulicos donde el conocimiento debe fluir en la autonomía de adolescentes
acostumbrados a una escuela que les exigió mucha más reproducción que
investigación y criticidad. La virtualidad no puede solo ser entendida como un mero
acto de conexión y un fluir de conocimientos; es un acto simbiótico de enseñanza y
aprendizaje, la virtualidad requiere mucho más que eso, requiere un compromiso y
un estar dispuesto a… un estar dispuesto a exponer y a estar expuesto, al desdibuje
de los tiempo y horarios, a contar con elementos que parecen hoy pensarse como
necesidades básicas, cuando durante mucho tiempo fueron derechos cuestionados.
Respecto de ello, como bien plantean Delgado y Oliver en su trabajo de La
Enseñanza del Derecho y las tecnologías de la Información y la Comunicación ², la
virtualidad sólo es posible si ciertas condiciones están aseguradas no sólo para el
docente sino también para sus destinatarios: los estudiantes.
Estando inmersos en profundas desigualdades estructurales, es necesario pensar
¿en cuántos espacios educativos estaban cubiertas las necesidades para poder dar
continuidad al proceso de enseñanza y aprendizaje? ¿Cuántas docentes pueden
realizar este trabajo a diario? ¿Cuántos alumnos no pueden acceder a internet y por
eso necesitan que se les entregue en la puerta de sus casas las tareas?

² DELGADO, Ana Maria - OLIVER, Rafael (2003) Enseñanza del Derecho y


tecnologías de la información y la comunicación [artículo en línea].
UOC.http://www.uoc.edu/dt/20310/index.html.
Desigualdad social y acceso
a la virtualidad

Los chinos utilizan para escribir la palabra crisis, los ideogramas de peligro y
oportunidad, en esta circunstancia de tanto reclamo hacia ese oriente, quizás
también debamos tomar parte de su sabiduría ancestral… ¿Podemos pensar a la
virtualidad como un reemplazo de la presencialidad? La respuesta parece obvia, pero
la obviedad no es tal cuando empezamos a mirar como ciertos entornos virtuales
son el reflejo de estilos docentes, discutibles ya en lo presencial, y por lo tanto
peligroso y muy preocupante en lo virtual.
Y así nos encontramos con esa necesidad de querer llevar a una clase en “zoom” (o
su aplicación reemplazante) “la asistencia”. En ese ejercicio paternalista que
ejercemos muchos docentes más desde un lugar de cierta comodidad que otorga la
obligatoriedad, como para no interrogarnos en cómo generar aprendizajes
significativos que inviten al deseo, parece ya arcaico en lo presencial, pues bien en lo
virtual roza lo ridículo.
El derecho a la educación no puede ser una bandera enarbolada para justificar un
intento desesperado de construir, en los diversos hogares artificiales, espacios
áulicos donde el conocimiento debe fluir en la autonomía de adolescentes
acostumbrados a una escuela que les exigió mucha más reproducción que
investigación y criticidad. La virtualidad no puede solo ser entendida como un mero
acto de conexión y un fluir de conocimientos; es un acto simbiótico de enseñanza y
aprendizaje, la virtualidad requiere mucho más que eso, requiere un compromiso y
un estar dispuesto a… un estar dispuesto a exponer y a estar expuesto, al desdibuje
de los tiempo y horarios, a contar con elementos que parecen hoy pensarse como
necesidades básicas, cuando durante mucho tiempo fueron derechos cuestionados.
Respecto de ello, como bien plantean Delgado y Oliver en su trabajo de La
Enseñanza del Derecho y las tecnologías de la Información y la Comunicación ², la
virtualidad sólo es posible si ciertas condiciones están aseguradas no sólo para el
docente sino también para sus destinatarios: los estudiantes.
Estando inmersos en profundas desigualdades estructurales, es necesario pensar
¿en cuántos espacios educativos estaban cubiertas las necesidades para poder dar
continuidad al proceso de enseñanza y aprendizaje? ¿Cuántas docentes pueden
realizar este trabajo a diario? ¿Cuántos alumnos no pueden acceder a internet y por
eso necesitan que se les entregue en la puerta de sus casas las tareas?

² DELGADO, Ana Maria - OLIVER, Rafael (2003) Enseñanza del Derecho y


tecnologías de la información y la comunicación [artículo en línea].
UOC.http://www.uoc.edu/dt/20310/index.html.
Desigualdad social y acceso
a la virtualidad

Y aun existiendo la cantidad suficiente de estos docentes, para la cantidad de


alumnos que lo requieran, ¿Podemos quedarnos tranquilos y aceptar que en el Siglo
XXI, muchos estudiantes deban conformarse con la idea de que simplemente no
puedan acceder a internet por la zona o condiciones en las que viven?

Un trampolín hacia una universidad pública a distancia        

De la constante pregunta y sensación de vértigo, podríamos repensar este contexto


como un trampolín hacia la innovación teniendo como base la experiencia actual.
Entender la cuarentena como un laboratorio, para reflexionar sobre la escuela del
mañana. 
Bajo esta premisa, podríamos  hacer foco sobre la oferta universitaria. La palabra
universidad deriva de la palabra “universitas” una palabra latina que significa 'todo,
total, el universo, el mundo'. Ahora bien, pensando en la oferta académica de la
universidad pública ¿Qué influencia podría tener la virtualidad a los fines de
contribuir al ideario de una universidad “para todos y todas”?
Quienes por diversas razones (distanciamiento geográfico, horarios laborales, etc.)
no pueden asistir personalmente a los centros de altos estudios, no tienen más
opción que acceder a la oferta privada de educación superior a distancia -la cual ha
crecido fuertemente a partir de la década del 90-. Pero si a esto le sumamos la
ausencia de recursos económicos para solventar dicha modalidad, directamente se
ven sin la posibilidad de ejercer el derecho a una educación de grado de acceso libre
y gratuito.
Sin perjuicio de ello, la Conferencia Regional de Educación Superior en América
Latina y El Caribe del 2008 expresó que: “La Educación Superior es un bien público
social, un derecho humano y universal y un deber del Estado”. Ahora bien, para que
este reconocimiento no sea meramente formal, la educación pública debe tener
presente las nuevas opciones que -aunque no eliminan- amplían las fronteras
educativas como lo es la virtualidad, modalidad ya existente en nuestro país y
ampliamente desarrollada en la oferta académica privada de grado.
Asimismo, como bien sostienen las académicas Claudia Jacinto y Flavia Terigi ³, la
intervención de la educación como alternativa para mejorar las oportunidades de
integración social, por sí sola, no alcanzan, sino que necesita de políticas
intersectoriales para potenciarse e incluso, lograr desarrollar su tarea.

³ JACINTO, Claudia y TERIGI, Flavia: (2007) ¿Qué hacer ante las


desigualdades en la escuela secundaria?. Editorial Santillana. Buenos
Aires. 2007.
Desigualdad social y acceso
a la virtualidad

En contextos duramente golpeados por las condiciones que les toca atravesar, la
articulación con políticas y relaciones con sus contextos, constituyen un rol crítico en
la construcción de oportunidades educativas.
Ante el contexto de pandemia y limitada a este período, la virtualidad se ha impuesto
de manera forzosa y, por qué no, también improvisada, como base para la
continuidad de la universidad pública que solamente la reconocía de manera
auxiliar, demostrando ser un medio legítimo a los fines de poder continuar con los
procesos formativos. He aquí el punto de trampolín para que, una vez superado este
contexto de emergencia, la universidad pública pueda ofrecer una oferta de
educación superior gratuita y a distancia, mediada por lo virtual, como un medio
más para la democratización del acceso a la educación.
En este contexto cabe preguntarse lo que una crisis implica, en nuestro caso en el
campo de la educación. La crisis y el desconcierto que ello acarrea significó
reacomodarse, y estimamos que puede ser una oportunidad única para repensar en
las estructuras que en ciertos casos se presentan como incompletas frente a las
nuevas posibilidades. Tal como señalamos en la primer parte del artículo,
democratizar la educación resulta un imperativo, y respecto a ello nos encontramos
con la dicotomía entre las potencialidades de la educación a distancia para
garantizar acceso a la universidad pública y la realidad que se impone, en la cual
amplios sectores no cuentan con medios, insumos y conectividad que son necesarias
a tal fin. En este sentido, son fundamentales las políticas públicas que se tomen en el
campo educativo para garantizar un acceso efectivo de todas y todos a los medios
para posibilitar la educación a distancia.
También retomamos lo señalado previamente, en cuanto destacamos que aún
garantizando el acceso a los medios (insumos, conectividad), no será posible una
educación de calidad si el uso de las TICs se realiza de forma efectiva pero no
genuina.
Respecto a ello, la tarea de los profesorados se convierte en fundamental en cuanto
a la formación docente, en la medida que tengan como uno de sus objetivos
esenciales el correcto uso de las TICs y el aprendizaje de la educación a distancia, no
solo por la utilidad que ello pueda tener en épocas de crisis, impensadas, como la
actual sino en su uso generalizado con el objetivo de una real democratización de
la educación.
Desigualdad social y acceso
a la virtualidad

Pasada esta crisis la sociedad no será la misma, como así tampoco la educación. Es
preciso que las instituciones públicas tomen nota de esta experiencia, y de todas las
posibilidades que brindan las tecnologías y los entornos virtuales de aprendizaje, con
actitud reflexiva y crítica, para que la virtualidad no se convierta en otro modo de
camuflar un sistema universitario elitista. La tarea no será sencilla e implica muchos
desafìos pero quizás como nos enseña Paulo Freire: “Es imposible enseñar sin ese
coraje de querer bien, sin la valentía de los que insisten mil veces antes de desistir,” y
en este nuevo contexto los docentes... seguiremos insistiendo.
Desigualdad social y acceso
a la virtualidad

ENTRE EL CUIDADO Y LA INTEMPERIE

Por José Lázaro


Acerca del autor

La suspensión de las actividades escolares como consecuencia del Covid-19, situó a


la escuela en nuestro país, atravesado por una fuerte fragmentación social, en un
escenario inesperado, del que emergen al menos dos categorías observables: el
cuidado y la intemperie. Desde ésta mirada proponemos nuestro análisis.
La escuela es por naturaleza espacio de albergue y de cuidado.  Sin embargo   asoma
como contrapartida la idea de intemperie, concepto de Silvia Duschatzky¹, quien en
diversos artículos de investigación sociológica y educativa, hace referencia al espacio
escolar destituido, en épocas en que predomina la imagen sobre la cultura letrada, la
experiencia sobre la razón, la diferencia sobre lo uniforme, la incertidumbre sobre
las certezas².  De allí, entonces la idea de intemperie.
La proliferación de lugares habitados por sectores socialmente vulnerables y en
crecimiento, indica, según la autora, hasta qué punto la escuela dejó de ser una
referencia significativa: el barrio, la esquina, las organizaciones de desocupados, la
ranchada y la cárcel son lugares, sostiene, tan o más presentes que la escuela misma
en el mapa cotidiano de cientos de jóvenes. Ante esa renovada cartografía, los y las
docentes se mueven entre el desconcierto y la invención³.     
Desde el decreto de la cuarentena, cientos de artículos y de conferencias en relación
al sostenimiento de la idea de escuela, comenzaron a transitar redes sociales,
canales de televisión, medios gráficos, plataformas digitales, entre otros medios, en
torno a cómo dar respuestas y construir nuevas miradas frente a un trabajo
electrónico y virtual para el que nadie estaba, al menos, totalmente preparado;
complejidad ésta que, con el distanciamiento físico y social  agudizó y profundizó las
asimetrías sociales de esa escuela  “a la intemperie”. 

¹ Licenciada en Ciencias de la Educación y Magíster en Sociología de la Cultura y Análisis Cultural


(IDAES-UNSaM). Es investigadora del Programa Políticas, Lenguajes y Subjetividades en Educación
(Área Educación – FLACSO Argentina), Coordinadora del Diploma Superior y de la Especialización
en Gestión Educativa, del seminario de posgrado “Subjetividades mediáticas y educación” y de los
cursos de posgrado “Pedagogía Mutante”,  “Clínica de situaciones en la escuela: escribir las prácticas,
construir problemas, investigar modos de intervención” y “Maestros emprendedores: del imperativo
exitista-solitario a una conquista cómplice.
² Duschatzky, Silvia. (2007)  Maestros Errantes. Experimentaciones sociales a la intemperie. Paidós.
³ Duschatzky, Silvia. (2007)  Maestros Errantes. Experimentaciones sociales a la intemperie. Paidós.
Desigualdad social y acceso
a la virtualidad

Resultan interesantes esas reflexiones y aportes de especialistas en educación, en


política, en sociología, en informática, en Tics, en fin; sumados a los testimonios de
padres, alumnos y docentes, protagonistas de una experiencia colectiva sin
precedentes.    
Frente a esta nueva realidad desde los diferentes ministerios se instrumentaron
dispositivos de sostenimiento y apoyo a las escuelas haciendo foco en el valor del
vínculo pedagógico, entendido éste, en términos políticos, como aquella interacción
necesaria para poder establecer procesos de socialización y de sostenimiento de la
escolarización y de construcción de conocimientos, además de ser vehículo de
contención socioemocional en momentos de incertidumbre y agobio.
Sin embargo, las zonas grises que como sociedad nos habitan, no tardaron en salir a
la superficie, haciéndose más visibles. Así, las grandes desigualdades sociales que
hasta el momento para muchos, eran estadísticas, demostraron que vastos sectores
populares no podrían entrar a esta escuela que ahora estaba y está en el universo
“virtual”, y paradójicamente, más visible y expuesta.     
Desde hace años y a pesar de políticas cargadas de programas especiales de justicia
curricular, de inclusión y de diversidad, que abundan más en lo retórico que en la
acción, no se ha logrado transformar la escuela en un dispositivo que habilite la
permanencia, la continuidad y el egreso de chicos y chicas con actitudes y aptitudes
de calificación para hacer frente al mundo que nos interpela. Es más, un porcentaje
demasiado elevado de alumnos se “caen de la escuela”. Caen directamente al
desamparo.
El derecho a la educación parece así diluirse.     
Podríamos preguntarnos si esta experiencia que hoy atravesamos trabajando en
línea, tiene que ver con una mutación de la escuela o bien si se trata de una
transformación más, de las muchas que se han producido, y cuáles serán las
consecuencias. 
  Y no se trata de una complejidad que afecta sólo a fragmentos sociales
desamparados. Duschatzky indaga también en los distintos tipos de intemperie. Para
ello agrega también que asistimos al desamparo de los chicos de sectores sociales
medios y medio altos que están absolutamente vigilados y controlados por la
medicación, por padres temerosos que los patalogizan, por los psicopedagogos y los
psicólogos.
Ahí hay un desamparo en el sentido de que hay algo de su deseo que no tiene lugar:
están a la intemperie porque tienen pocos recursos para las relaciones sociales,
porque afectivamente se sienten desamparados. Hay otros pibes, con los que
nosotros hemos trabajado, que están en una intemperie literal pero
paradójicamente pareciera que ahí se logran armar fraternidades más fuertes.
Desigualdad social y acceso
a la virtualidad

En los barrios en los que hemos trabajado, que son de sectores bajos, parecen tener
más recursos para armar lazos".⁴
Decíamos, el Ministerio de Educación ha puesto énfasis en el plano vincular para que
la escuela no se derrumbe.  Para que sobreviva fundamentalmente a la
pandemia.      
Y lo interesante de esa propuesta es la focalización en los vínculos. Porque los
vínculos, en definitiva, constituyen la conectividad.    
 “No es lo mismo que me explique un profesor a que vea un texto en una pantalla”,
argumentaba un chico de una escuela secundaria de Córdoba al momento de
resolver unas actividades.   
Cuando se vuelva al espacio físico, la resignificación de este mandato relacional
impuesto en esta situación de encierro, abrirá nuevas subjetivaciones y necesidades,
nuevas formas de albergar al otro centrando esta mirada en una profundización de
la convivencia .       
Entonces será más importante reconstruir el espacio escolar desde el aprendizaje de
lo común que medir cuánto de lo conceptual han aprendido o no los chicos en este
tiempo.

Ensayos contra el equívoco. 2007. Página 12. Entrevista a Silvia Duschatzky


Desigualdad social y acceso
a la virtualidad

OPORTUNIDAD PARA DEMOCRATIZAR


EL APRENDIZAJE
Por Alejandro Medrano
Acerca del autor

Desde el 11 de marzo de 2020, cuando la Organización Mundial de la Salud (OMS)


expresó que el brote del nuevo Coronavirus-COVID-19 era una ¨Pandemia¨, a tenor
de su expansión a nivel global, estamos en presencia de un hecho inédito, con
consecuencias lamentables en todos los planos, pero también, puso en jaque ciertos
paradigmas y sistemas, los cuales están actualmente en una carrera contra reloj para
re adaptarse a las nuevas necesidades, pero no es solo eso. Se trata de una nueva re
invención social tendiente a la salvaguarda y la efectividad de los derechos.En una
apretada pero necesaria síntesis de contextualización, ante el agravamiento de la
situación internacional, el Presidente de la Nación mediante Decreto de Necesidad y
Urgencia Nº  297/2020 de fecha 19 de marzo de 2020, determinó el Aislamiento
Social, Preventivo y Obligatorio (ASPO), medidas que han sido prorrogadas hasta el
día en el que estoy redactando estas líneas.
Claramente, una de las primeras actividades suspendidas en su desarrollo
presencial, fue la educación en todos sus niveles. Inmediatamente, en una suerte de
shock, las primeras preguntas no tendieron al ¿y ahora qué?, sino por el contrario,
durante varios días – fruto del impacto de la medida quizá inédita -, el foco era otro.
Pero con el correr de los días, y la extensión o entendimiento de la gravedad, en un
esfuerzo compartido de la comunidad educativa en todas sus esferas, se activó
gradualmente la utilización de herramientas tecnológicas para que el impacto en la
formación de los alumnos disminuya.
Y allí sí, emergió con notoria claridad la inequidad y una brecha de posibilidades, que
opacó esa primera medida de aulas virtuales. Sin embargo, abre una oportunidad de
avanzar en la democracia del acceso a la alfabetización digital, a la conectividad,
otorgando herramientas que en épocas actuales parecen contener alguna
característica de esencialidad. Democracia, entendida como erga omnes, para la
comunidad educativa íntegra.
En nuestra provincia, nos encontramos con instituciones de todos los niveles (inicial,
primario, medio y eventualmente universitario o terciario), que ya contaban con
plataformas propias o no, pero un sistema – proceso de formación digital – a
distancia - parcial, total o mixto; en contraposición con otros establecimientos donde
esa realidad es totalmente ajena, por múltiples factores.
Desigualdad social y acceso
a la virtualidad

El desafío propuesto, está en redefinir el ¨mientras tanto¨, es decir durante la


vigencia del ASPO, pero también ¨el regreso¨ o día después.Estamos acostumbrados
en gran medida a la enseñanza, con diseños de aulas para escuchar a un docente,
quien instruye desde el frente del aula, con hileras de sillas y escritorios que dan
sentido a lo anterior. Pero actualmente, existen múltiples fuentes de información y
por ende de conocimiento, y se ha experimentado en mayor o menor medida por la
brecha mencionada, con la experiencia en casa que por fuerza mayor nos hizo
experimentar el ASPO. Y seguramente, el regreso a la nueva normalidad no sea en
las mismas condiciones, o no debiera ser.
Como primeros ensayos, seguramente una mixtura equilibrada que genere
escenarios – contextos -, o aulas flexibles, introduciendo sin dudas la educación
emocional a la tradicional de conocimiento intelectual, parece una opción propicia¹.
Recientemente Laura Lewin²  se preguntaba: ¿y si pudiéramos hacer las cosas al
revés de cómo las venimos haciendo? Y en su respuesta esbozaba respecto a la
información obtenida de fuentes informáticas, que ¨… Toda esa búsqueda, que
muchas veces se hace en clase, podría verse potenciada si permitimos que nuestros
alumnos la encaren en casa y que luego la traigan al aula… en donde la información
y el conocimiento se discuten, se problematizan y generan nuevos puentes para
aprender más y mejor.¨ Se trata de la denominada Aula Invertida³.
Finalmente, sin el afán de abordar una problemática compleja, recientemente la
UNESCO, en una Coalición Mundial en ésta temática alertó sobre las diferencias e
inequidades en diversos lugares del mundo, inclusive la Argentina. Y propone: ¨1)
Promover y movilizar, para contar con el mayor número de actores y recursos para
una respuesta efectiva y unificada; 2) Coordinar medidas, para maximizar el impacto
y evitar la repetición con el fin de llegar a los más desfavorecidos y a los que corren
el riesgo de quedar excluidos; 3) Conciliar las necesidades nacionales y las soluciones
mundiales, reuniendo a los aliados mundiales y locales para lograr soluciones
eficaces e inmediatas y 4) Proporcionar, soluciones tecnológicas gratuitas, seguras y
equitativas a través de la radio, la televisión y las herramientas digitales en línea para
las escuelas, los estudiantes, los maestros y los padres ⁴.¨El desafío queda abierto.

¹GOLEMAN, Daniel, La Inteligencia Emocional, Por qué es más importante que el cociente
intelectual, 2º Edición, Editorial Vergara, Buenos Aires, 2019, página 49.
² LEWIN, Laura, Que enseñes no significa que aprendan: neurociencias, liderazgo docente e
innovación en el aula en el siglo XXI, 2º Edición, Editorial Bonum, 2017, página 210.
³ BERGMANN, J. y SAMS, A, Flip your Classroom: Reach Every Student en Every Class Every Day,
Alexandria, 2012, ISTE, ASCD.
⁴ https://es.unesco.org/covid19/globaleducationcoalition, consulta del día 10/05/2020.
Desigualdad social y acceso
a la virtualidad

DESAFÍOS DE LA POSTPANDEMIA

Por Sol A. Viñolo Acerca de la autora

Probablemente, la educación en tiempos de pandemia es uno de los tópico más


frecuentes en esta excepcionalidad epocal que vivimos. Desde memes a noticias en los
telediarios, la escolaridad en casa pelea el ránking con todo lo referido a la cuestión
sanitaria y la crisis económica.
Sin duda, la educación formal institucionalizada en sus diferentes niveles, es un aspecto
central de nuestra sociedad y, como tal, ocupa un lugar importante en la vida de cada
individuo de un gran porcentaje de la población. Puesto así, no debiera llamarnos la
atención sobremanera que la educación se haya colocado en el centro de los debates
populares. Sin embargo, resulta notorio el tono unísono de reproche con el que ésta se ha
visto emparenteda en estas últimas semanas. El boom de "gente rota" con los audios de
madres quejándose de la tarea de sus hijxs parece reflejar este fenómeno. El "sentimiento
común", canalizado a través de la risa, masivizó los videos ilustrados del instagramer
Gabriel Lucero¹, que trascienderon esta red social, llegando a millones de personas de
todo el país a través de whatsapp, la radio y otros medios diferentes. Pero, ¿qué hay detrás
de esa risa?
Al parecer, la reconfiguración de la educación hacia una modalidad virtual que implica la
incorporación de dispositivos, plataformas y lógicas de la tecnología como condición de
posibilidad de su desarrollo, que surgió en este período de excepción con una
potencialidad prometedora, tiene sus desmanes. Dejando de lado la oposición
reduccionista que subestima las tecnologías electrónicas en nombre de la desaparición del
“cara a cara”, que puede ser fácilmente refutada al aludir a una “virtualidad real”, como
supo inventar M. Castells: “Lo que ocurre en lo virtual no sucede en un trasmundo, sucede
en el campo de las condiciones efectivas. No imagino que estoy viendo a alguien por
pantalla y a distancia: es plenamente real que eso virtual acontece” (Follari, 2020:13) ².
Problemas de los más variados, desde las dificultades de madres y padres para ayudar a
sus hijxs con la tarea del colegio, hasta el colapso de las plataformas virtuales y los
problemas de derechos de autoría profesional que preocupa a la docencia universitaria
(como la grabación de las clases), entre muchos otros; acechan a la educación virtual.

¹https://www.youtube.com/channel/UCqzSuSBqST6kuWqYhorZ1tw
² Follari, Roberto (2020) “Después del aislamiento”  en El futuro después del Covid-19. ArgentinaUnida.
https://www.argentina.gob.ar/sites/default/files/el_futuro_despues_del_covid-19_0.pdf
Desigualdad social y acceso
a la virtualidad

Y es que la pandemia nos agarró desprevenidxs. En primer lugar, resulta


insoslayable el hecho de que al azotar la pandemia a toda la humanidad,
promoviendo cierta sensación de “igualdad” (igualmente confinadxs en nuestras
casas, vulnerables a los contagios, cuasi uniformadxs y paranoicxs, atendiendo a las
noticias del Estado nacional), lo hace sobre el trasfondo de las desigualdades previas
existentes en el acceso al trabajo, a la vivienda, al crédito, a la salud, del que la
educación virtual no puede quedar exenta. Así, en pocas semanas de improvisadas
respuestas al  Aislamiento Social y Obligatorio, se revelaron las profundas
desigualdades que determinan el acceso a la educación, como el tener una casa
habitable y, además, el tener una casa habitable sin violencia doméstica; el tener un
trabajo en blanco con un sueldo asegurado o ahorros disponibles y que ese sueldo o
esos ahorros sean suficientes para la manutención propia y de personas a cargo; el
tener espacio apto en el hogar para que cada habitante pueda realizar sus
actividades; el acceso a internet y que éste funcione correctamente, a una
computadora, a datos móviles, y un largo etc. Es posible, por ejemplo (inspirado en
casos de personas conocidas), que cuente con espacio en el hogar para realizar mi
actividad particular, que disponga de internet y una computadora que funciona bien,
pero que ésta no cuente con cámara web y sonido, dejándome imposibilitada de
participar de algunas de las instancias de la cursada virtual; o puede ser que tenga
todos los recursos físicos y técnicos necesarios pero que requiera de unx profesional
para adaptar la currícula a mis capacidades especiales; o también puede que no
cuente con nada de esto en absoluto, suponiendo así diferentes modos y grados de
desigualdad y exclusión que si bien no son del todo novedosos, sí adquieren nuevas
especificidades al transformarse los medios y las formas educacionales. Es decir, las
nuevas tecnologías per se “no son una máquina de distribución equitativa. Como al
mercado, cada uno entra en ellas con lo que trae de otra parte. Es evidente [por
ejemplo] que el aula virtual funciona de un modo en los hogares donde, antes, otras
aulas no virtuales han ejercido su influencia sobre los adultos. Lo virtual puede ser
despiadadamente antiigualitario, como cualquier otro sistema simbólico” (Sarlo, 
2020:111) ³
También del lado de la docencia, las posibilidades de contar con lo necesario
(incluido el conocimiento para el manejo de las plataformas virtuales) para poder
brindar clases a través de internet, implica una diferenciación desigual que, entre
otras cosas, desvela la falta de formación tecnológica y pedagógica para estos fines

³ Sarlo, Beatriz (2020) “Depende de nosotros” en El futuro después del Covid-19. ArgentinaUnida.
https://www.argentina.gob.ar/sites/default/files/el_futuro_despues_del_covid-19_0.pdf
Desigualdad social y acceso
a la virtualidad

educativos, haciendo necesario replantearse la eficacia real de los talleres de


formación docente que en más de una ocasión tratan acerca de las TIC (Tecnologías
de la Información y la Comunicación) y su implementación en el aula, pero que
después difícilmente se ponen en práctica. ¿Por qué?
Pareciera ser que los contenidos mismos de estos talleres que convocan a
implementar el uso de las nuevas tecnologías en el proceso de enseñanza y
aprendizaje en busca de aproximarse a las experiencias cotidianas de lxs alumnxs
fuera de las instituciones educativas, en pos de una dinámica más eficaz de
aprehensión de los contenidos y metodologías, contrastan con la formación, las
prácticas y las trayectorias (de varias décadas, en algunos casos) de lxs docentes y
equipos directivos así como con las estructuras institucionales educativas
sedimentadas generación tras generación.
Si bien es sabido que las respuestas a la pandemia, que suponen grados de
sustitución de las relaciones presenciales por instancias provisorias de reemplazo
circunstanciales, como las clases virtuales, fueron en gran medida espontáneas y
experimentales; este escenario es una oportunidad para reflexionar acerca de los
roles de lo virtual en la formación de los sujetos y su implementación en los ámbitos
educativos, así como también es la ocasión para construir nuevas reglas que
modifiquen las condiciones sociales en respuesta a los problemas comunes actuales
puestos en evidencia o profundizados por la pandemia, como lo son las
desigualdades sociales en general y  la relación de la educación con las nuevas
tecnologías en particular. De hacer posible un acceso igualitario a la tecnología a
través de políticas públicas integrales e integradoras postpandémicas que incluyan el
acceso universal a internet y a los recursos  y capacitaciones técnicas y pedagógicas
de estudiantes y docentes, la virtualidad propicia y promete una necesaria
renovación de la enseñanza y el aprendizaje adecuada a los posibilidades y
necesidades culturales de la nueva era.
Demás está decir que la educación virtual no reemplaza la instancia presencial de
toda la comunidad educativa, no sólo para aquellas personas cuyas familias, por
diferentes motivos, no pueden acompañar a sus hijxs en el proceso de aprendizaje, o
para quienes no cuentan ni siquiera con tendido eléctrico como pasa en muchos de
los hogares rurales, o para quienes la escuela significa también un plato de comida,
aunque todo esto no sea menos importante; sino para la sociedad en general, ya
que el jardín, la escuela y la universidad así como también los talleres de arte, los
clubes y las plazas de los barrios suponen experiencias de lo colectivo que la
virtualidad no puede reemplazar.
Calidad educativa en tiempos
de pandemia

¿ESTOS APRENDIZAJES SON DE


CALIDAD?
Por Mariana Pieruzzi
Acerca de la autora

En nuestro país a partir del año 2006, contamos con la Ley de Educación Nacional¹,
que a lo largo de 145 artículos aborda en detalle distintas cuestiones como las
definiciones relativas a los principios, derechos y garantías asegurados por el Estado.
En este sentido hay que destacar, entre otras cosas el reconocimiento de la
educación y el conocimiento como “Bien Público y derecho personal y social”
expresadas en el artículo 2 de la ley. 
Ahora bien, en el contexto actual de pandemia, en el que abunda la incertidumbre y
la ansiedad generalizada, y en el que los docentes están haciendo su mejor esfuerzo
para poder dar los contenidos que habían previsto en sus planificaciones, ahora a
través de plataformas y en la que el aprendizaje se encuentra mediado por la
tecnología ¿Cómo se hace para que todos los estudiantes tengan un real acceso a
una educación integral, permanente y de calidad como reza la norma mencionada
en su artículo 4?. Y en el supuesto de que todos tuvieran real acceso, ¿Ese
aprendizaje será de calidad o no? Por estos días esos y más interrogantes se
plantean a nivel educativo, definitivamente nada volverá a ser igual, y es preciso
reformular la relación docente- alumno.
Sumado al interrogante que se plantea si el aprendizaje será de calidad o no, el
contexto actual ha traído consigo cambios en la forma de producción del
conocimiento, en las relaciones de autoridad (saber-poder) y en cómo se produce la
circulación de la palabra. El hecho de que el aprendizaje no se realice en el aula de la
escuela y sea de manera virtual en su totalidad es un cambio radical, en el que
aparecen otras variables que afectan la situación de aprendizaje; tales como la
disponibilidad de conexión a internet desde el hogar que tengan tanto alumnos
como docentes, la responsabilidad de conectarse y realizar las actividades que el
docente proponga, es decir el compromiso de parte del alumno, que dependiendo
de la edad deberá ser acompañado por sus padres, y por parte del docente el
acompañamiento que le sea posible realizar a sus alumnos en esta nueva forma de
transitar sus trayectorias.

¹ Ley de Educación Nacional N°26.206. Publicada en el Boletín Oficial del 28-dic- 2006 Número: 31062
Página: 1. Ministerio de Justicia y Derechos Humanos infoleg@jus.gob.ar
Calidad educativa en tiempos
de pandemia

En lo que respecta a la calidad de la educación, antes de la pandemia, se sostenía


que más que un propósito y una estrategia constituye un discurso sobre la
educación que ha sido objeto de una construcción histórica y, por ende, que
participa de un carácter polisémico. En su relación con la educación, la calidad no ha
revestido siempre los mismos significados. En este sentido, no es suficiente con
situar el debate sobre la calidad en el centro de las políticas educativas estatales y
proyectar la necesidad de abordarlo, haciendo uso de los medios publicitarios, sin
tomar en cuenta que no existe unanimidad respecto a los significados que
contempla el término y haciendo abstracción de que la promulgación de la política
oficial no asegura la confluencia de acciones o el consenso de planes para alcanzar
determinados estándares de calidad. Cuando requerimos de una institucionalidad
educadora consonante con las nuevas dinámicas culturales, capaz de lograr sintonía
con las múltiples expectativas que los niños y jóvenes tienen respecto de la
educación (Skinner, 2008). Es así que dada la situación de aislamiento se demanda a
las instituciones educativas que sean oportunas en sus respuestas a las demandas
sociales y lo suficientemente flexibles como para que puedan adaptarse a las
cambiantes condiciones del entorno.
La educación comporta fines intrínsecos y extrínsecos (Dewey, 1995, pp. 92), de cuyo 
conocimiento explícito y en función de cuya concreción depende en buena medida
poder planear y desencadenar acciones tendientes a propiciar experiencias
culturales significativas a los miembros de las comunidades educativas, en particular
a los niños y jóvenes que confluyen en los espacios escolares, para hacerlos
partícipes de los logros de la cultura en sus diferentes expresiones. 
Creo que de alguna manera hoy se ha desdibujado la configuración original de la
escuela, y eso que antes se tomaba como una invasión de las TIC en el aula, hoy nos
ayudan a ampliar el radio y ensanchar el campo de acción, siendo en este momento
el principal canal para sostener el aprendizaje en tiempos de pandemia.
Seguramente, una vez que retornemos al aula tradicional, podremos hacer un
balance de este tiempo de aprendizaje distinto, se podrá de alguna manera conocer
cómo han transitado alumnos y docentes esta experiencia y también servirá sin
duda para que repensemos a la educación teniendo siempre como norte el ejercicio
pleno de este derecho personal y social.

Bibliografía. DEWEY, John (1995): Democracia y educación. Madrid: Morata. SKINNER, Desiree A.


(2008): Without Limits: Breaking the Rules with Postmodernism to Improve Educational Practices in
Orde to Best Students, en National Forum of Educational Administration and Supervision Journal, vol.
25, n.o 4.
Calidad educativa en tiempos
de pandemia

ACREDITACIÓN DE SABERES EN
TIEMPOS DE PANDEMIA
Por Christian A. Schultess
Acerca del autor

EA ritmo vertiginoso, viabilizado por un mundo global e interconectado, sin fecha


cierta de inicio, avanza desde diciembre de 2.019 la enfermedad denominada COVID
19 provocada por el virus identificado como SARS-COV-2 aparecido en Wuhan, China.
Por sus características, este virus impacta mundialmente a resultas de su
transmisibilidad y su letalidad: a fin de enero de 2.020 ya está en todas las provincias
de China continental y en varios países de Europa, Asia, América y Oceanía, por ello
la Organización Mundial de la Salud el 30 de enero declara emergencia global. En
marzo el germen ya está presente en todas las latitudes del planeta por lo que esa
organización declara pandemia al COVID 19. Progresivamente todos los países de
Europa y América reportan casos.
Según la evolución sanitaria de cada país y las recomendaciones de sus expertos, los
gobiernos ensayan medidas preventivas mientras fortalecen sus sistemas de salud
para adaptarlos a una eventual demanda masiva, las que tienen un común
denominador: el aislamiento social. Las disposiciones tendientes a evitar el contacto
humano reconocen variados y flexibles matices y se adaptan a realidades sociales,
económicas y culturales específicas, contemplando las velocidades de expansión de
la enfermedad. En la mayoría de los países, entre esas medidas de restricción, la
suspensión de clases presenciales, en todos los niveles y en todos los
establecimientos de enseñanza, es decisión generatriz de desafíos inéditos:
inesperadamente, deben los sistemas educativos ingeniárselas para continuar sus
funciones, con personal y recursos tecnológicos no prestos e insuficientes.
En Argentina, las normas de excepción nacidas a resultas de la emergencia sanitaria
deben conciliarse con el sistema normativo que, desde su cúspide, la Constitución
Nacional, consagra a la educación no sólo como derecho humano –bien personal-
sino también como una obligación para con la comunidad -bien social- ¹. Esta
dimensión jurídico-sistémica es insoslayable.

¹ LCfr. art. 2 Ley Nacional de Educación Nº 26.206: La educación y el conocimiento son un bien público y
un derecho personal y social, garantizados por el Estado.
Calidad educativa en tiempos
de pandemia

De allí que, como se puede, los procesos educativos formales continúan. Ahora, el
cómo se puede, en términos de adaptabilidad formal, no quita ni la esencia ni la
finalidad del educar, sólo remite a variaciones en su desarrollo, potenciadas hoy
desde otras opciones como las herramientas virtuales o envío a domicilio de material
de estudio. La coyuntura modifica formas pero no esencias ni fines ya impresos en la
ley, por ello es un error suprimir en las trayectorias pedagógicas las evaluaciones de
los aprendizajes y las acreditaciones de ellas derivadas, tanto como lo sería suprimir
la adquisición misma de los aprendizajes. Rómpase el eslabón que se quiera en una
trayectoria, el proceso quedará trunco y por ello, tanto en su dimensión personal
como social, vulneradas las garantías de ley.
El ejercicio del derecho de aprender es de máximo rango al estar fijado en el art. 14
de la Constitución Argentina, y según su ley reglamentaria Nº 26.206, comprende el
ser evaluado en desempeño y logros, conforme a criterios científicamente
fundados². La evaluación de los aprendizajes y su traducción objetiva en escalas de
acreditación, no se puede escindir del proceso educativo, omitir esta instancia, es
desnaturalizar lo transitado y vaciar su expresión final que resignifica las restantes
acciones pedagógicas. Es que si la política educativa nacional debe garantizar una
educación integral que desarrolle todas las dimensiones de la persona y habilite
tanto para el desempeño social y laboral, como para el acceso a estudios
superiores³, es inviable hacer actuar tal garantía sin esa doble comprobación: que el
proceso desarrolle todas las dimensiones de la persona (evaluación) y que sea
habilitante para el desempeño social y laboral (acreditación). La emergencia sanitaria
que motiva la suspensión de las clases presenciales pero admite otras formas
alternativas de materialización del proceso educativo, no puede, por ello, prescindir
de las instancias de evaluación. Lo afirmado no es obstáculo sino que, por el
contrario, impone revisar las modalidades y criterios a emplear en esta
imprescindible etapa, a fin de sintonizar con las variaciones producidas en las
restantes del proceso; ello no sólo no vulnera la ley sino que, por el contrario,
permite cumplimentar su manda. Corresponde, sí, a los educadores el diseño de
instrumentos de evaluación adecuados y pertinentes, contemplando las particulares
situaciones de excepción de alumnos con dificultades de acceso a las formas
aplicadas en la emergencia, máxime si tales instrumentos basan la ulterior
acreditación de los aprendizajes habidos.

¹ BCfr. art. 126 inc. e) Ley Nacional de Educación.


³ Art. 11 inc. b, Ley Nacional de Educación.
Calidad educativa en tiempos
de pandemia

Tal desafío debe resolverse en clave pedagógica determinando si desde la


perspectiva del objetivismo corresponden o no métodos cuantitativos de recolección
y análisis de información decisiva, o bien si desde la mirada del relativismo deben
privilegiarse métodos cualitativos, o bien si debe acudirse a criterios que impliquen
pluralismo metodológico, que contemplen ambas miradas. Incluso hasta pueden
adaptarse las escalas de acreditación. No se cuestiona que, ante las irregularidades
de las trayectorias derivadas de secuencias pedagógicas no presenciales, el diseño
de los instrumentos de evaluación deba cuidar su pertinencia y su coherencia con las
modalidades de desarrollo del proceso educativo, o en casos de excepción, se
programen tiempos diversos para su aplicación, son éstas cuestiones pedagógicas
específicas del docente: definir tiempos, objetivos y criterios que le permitan obtener
información relevante para fundar juicios consistentes de los aprendizajes habidos y
que sean base de devoluciones que permitan al alumno comprender los ajustes y
mejoras que deberá operar y tomar oportuna noticia, de la ponderación de sus
docentes sobre los aprendizajes adquiridos durante el desenvolvimiento del proceso
educativo. Lo que no aparece admisible es la omisión o indefinida postergación, en
la secuencia didáctica, de la fase de evaluación o de su correlativa acreditación. Tal
desatención tiene un claro impacto pedagógico: la evaluación y en especial su
proyección en la acreditación constituyen un estímulo para la atención, el estudio y
la producción, fines que no se logran si, en la relación educativa, se tiene -desde el
inicio- el anuncio de que en la secuencia se descartará tal fase o quedará sumergida
en las sombras de la indefinición⁴. Cabe añadir que la acreditación, además de la
promoción del alumno que satisfactoriamente ha logrado niveles mínimos en
procesos y resultados (bien personal) posee proyección social (bien común) en orden
a la certificación de los conocimientos de sus integrantes.
En conclusión, encontrándose en desarrollo como se puede el proceso educativo, 
resultando ser la evaluación tanto como la acreditación –que es determinante
objetiva del nivel de satisfacción personal y social de las expectativas-, desde la
pedagogía y desde el derecho, no aparece procedente omitir o diferir sine die ni las
debidas instancias de evaluación ni las correlativas de acreditación y sus secuelas.

⁴ Se aprecia, por caso, como desafortunado el mensaje público vertido por el Ministro de Educación de
la Provincia de Córdoba, en el sentido de que: Nadie repetirá el año y sería injusto calificar a los
alumnos ante las evidentes desigualdades en este proceso” afirmó Walter Grahovac, ministro de
Educación de la Provincia. (http://cabledigital.com.ar/grahovac-nadie-repetira-el-ano/ último acceso
11.05.20).
Calidad educativa en tiempos
de pandemia

Lo expuesto no sólo no desecha sino que, en la contingencia, exige dos acciones


inmediatas: suprimir cualquier dificultad en el acceso al material de estudio y en la
conexión alumno-docente y definir instrumentos de evaluación y de ser necesario
adaptar escalas de acreditación para que se ajusten a las condiciones reales en que
efectivamente se desarrollan los procesos educativos particulares. En síntesis, como
se pueda, si se educa, para no truncar los procesos, en todos los casos hay que
evaluar y, como regla general, también acreditar. Ello a riesgo de desoír, en
contrario, expresas normas de la Ley de Educación Nacional que, en sintonía con la
Constitución Argentina, reglamentan el derecho de aprender.
Calidad educativa en tiempos
de pandemia

LA CALIDAD EDUCATIVA Y EL HOME


OFFICE
Por Miryam Alfonso
Acerca de la autora

Sin lugar a dudas, la pandemia del COVID-19, se ha introducido en todos los


intersticios de la vida humana, afectándola en todas partes del mundo, golpeando
especialmente en los sectores más vulnerables, y poniendo en jaque los derechos
universales consagrados, entre ellos el derecho a la educación. 
Este derecho además de raigambre constitucional, debe ser garantido por el Estado
en su pleno ejercicio a todas las personas.
La Institución Escolar, bajo el ostracismo sanitario impuesto, aún resiste a los
embates por la pérdida de autoridad, que constantemente se interpela a las demás
instituciones, recibiendo sobre sus hombros la carga de responsabilidades que
implican a veces la judicialización del sistema educativo, demandas que la distraen
de su especificidad: impartir conocimientos. Así las cosas, el servicio educativo en
esta cuarentena, ha dado muestras de estar activo, atendiendo las indicaciones de
las autoridades nacionales y provinciales de acompañar y mantener el vínculo con
los alumnos, más allá de las posibilidades reales de construir conocimientos en esta
etapa atípica del calendario escolar. 
La relación educativa docente – alumno, se ha transformado en una nueva manera
de vinculación imprevista. Los primeros fueron convocados a desarrollar sus
obligaciones laborales en una institución escolar trasladada a la esfera de su entorno
privado: su hogar. Tanto los alumnos del ámbito público como privado, se han visto
afectados en mayor o menor medida, en cuanto a su acceso a la educación.
Es especialmente en la escuela pública, donde se ha hecho visible la desigualdad
educativa en los niños y adolescentes, irrumpiendo en todos los niveles y
modalidades educativas. Por su parte, los trabajadores docentes junto a las
autoridades escolares, diseñaron estrategias para brindar el servicio educativo,
desde la creación de grupos de WhatsApp, lista de correos electrónicos, Google
Drive, Classroom, videoconferencias, etc., herramientas informáticas ahora al
servicio de la educación con el fin de reunir y contener a los alumnos de las escuelas.
Lo cierto y lo concreto, es que muchas instituciones fueron edificando una escuela
virtual impensada, con la participación de docentes que desempeñan su trabajo no
ya conforme a sus declaraciones juradas de horarios, sino brindando dicho servicio a
través del acceso remoto, extendiendo su jornada laboral normal habitual.
Calidad educativa en tiempos
de pandemia

Sumado a esto, trabajadores de la educación no han recibido capacitación suficiente


al igual que los alumnos en la era de la Educación 3.0, evidenciando sesgos
cognitivos, con muestras que van desde la autoeducación obligada hasta el
analfabetismo digital, ya que no todos los alumnos son nativos de esta era, a pesar
de utilizar programas intuitivos de fácil manejo. 
Durante el sistema presencial, pre pandemia, los alumnos suplantaron su PC por el
uso del celular, habilitándose en las escuelas la conexión inalámbrica a internet para
fines pedagógicos. Hoy en plena emergencia sanitaria, pueden conectarse con la
Institución Escolar accediendo a través de la red Wifi del hogar y en otros casos,
utilizando el paquete de datos de sus propios celulares, así como también acudiendo
a familiares y/o amigos que les permiten el uso de su teléfono móvil para cumplir
sus respectivas tareas educativas.
Lamentablemente este hecho no se cumplió en todos los casos, la conexión con
algunos alumnos y sus familias se hizo imposible, evidenciando no solo una
desigualdad educativa, sino una subyacente desigualdad económica, a consecuencia
de la falta de trabajo estable de las familias, lo cual imposibilita el acceso a la
obtención de credenciales de ciudadanía, tal como lo conceptualiza Robert Castel en
sus obras. Esto es materia pendiente para el Estado, quien debe atender a los
sectores más vulnerables, instrumentando el derecho a la educación inherente a las
personas a través de la democratización y modificación de la enseñanza,
impartiendo conocimientos, aptitudes y competencias, que respondan a las
necesidades de las personas especialmente en contextos vulnerables, siendo
además acorde al progreso científico y tecnológico; en esto se debe centrar la calidad
educativa.
La calidad educativa es entendida entonces, como una propuesta adecuada a las
necesidades y características de los sujetos del aprendizaje, contribuyendo a su
formación integral, inclusiva y por ende de la sociedad en su conjunto.
Las personas en cuanto sujetos de derecho, iguales ante la ley, tienen derecho a la
educación; la pregunta es entonces si en este contexto de pandemia es posible
hablar de calidad educativa.
La enseñanza por medio del home office no debe ir en desmedro de la calidad
educativa, a través de ella se debe garantizar la participación de las personas tanto
docentes como alumnos, en pos de la formación cultural y ciudadana de los
educandos.Expuesta de esta manera la calidad educativa, implica atender diversas
situaciones de injusticia social que hoy se hacen más visibles durante la pandemia.
Calidad educativa en tiempos
de pandemia

El Educar en Emergencia Sanitaria no implica una educación virtual propiamente


dicha donde ya exista una plataforma específica, una reglamentación y una rutina,
sino una nueva forma de educar que no había sido concebida antes para una
emergencia sanitaria. Esta nueva modalidad se construye con el aporte de todos los
actores educativos, quienes se encuentran aún procesando un cambio de
perspectiva respecto a las nuevas formas de enseñanza- aprendizaje, a través del
uso ético de las nuevas tecnologías. No obstante todo lo anterior, se evidencia el
compromiso y la responsabilidad de los docentes, aún ante la inexperiencia en el uso
de las herramientas informáticas. Estos han contribuido a que la escuela se
mantenga funcionando a pesar de esta situación de público conocimiento; su trabajo
es y debe ser valorado por las autoridades de educación, ya que se está educando
de un modo no tradicional, vinculando y sosteniendo a los alumnos y a sus familias
recíprocamente con la escuela.
Esta posibilidad de acceso a la educación, como a la permanencia en el sistema
educativo, debe ser un eje vertebral en contexto de crisis, ya que el acceso desigual a
la educación según la condición social, implica un problema que las clases políticas
deben atender, porque los alumnos como sujetos de derecho y como tales
ciudadanos, que viven en una sociedad del conocimiento y de la información, no
pueden quedar al margen como meros agentes pasivos, sino aprovechar este
tiempo para adquirir a la par de los conocimientos ciertas destrezas y habilidades,
que también le permitirán desarrollar su identidad y diferenciación cultural,
adaptándose en la vida cotidiana, construyendo su propio espacio, elaborando su
propio proyecto de vida, y evitando así un legado de frustraciones en el disco duro
de la infancia.
De este modo debe ser tema de agenda del Estado capacitar a docentes y alumnos
de la escuela pública en el manejo de herramientas tecnológicas, y asegurarles
también el acceso a netbooks y a conectividad gratuita en esta situación compleja,
posibilitando así la igualdad de oportunidades de los estudiantes en sus bases
fundamentales, esto es inclusión, justicia e integración, en suma, una política que
llegue a todos y sin diferencias.

BIBLIOGRAFÍA:
CASTEL,Robert (1997): “Las Metamorfosis de la Cuestión Social: Una Crónica del Salariado” Ediciones:
Paidós, Estado y Sociedad. Argentina.
Calidad educativa en tiempos
de pandemia

EL TRABAJO DOCENTE ES
IRREMPLAZABLE
Por Nuria D. Muñoz
Acerca de la autora

“Está la historia de un profesor norteamericano que tenía que viajar y como tenía
que hacer ciertas clases, llama a su ayudante y le dice: “Mira aquí tengo una
grabadora con un cassette con las clases grabadas. Si yo no llego a tiempo para la
clase, por favor haz escuchar a mis alumnos mi clase”. Efectivamente, llega un poco
tarde y se acerca en punta de pies al aula y oye su voz. “¡Ah!, claro, están escuchando
mi clase”. Abre la puerta y ve una grabadora rodeada de once grabadoras”
(Maturana, 1991, p. 239).
Este breve relato de Humberto Maturana nos muestra la errónea idea de que la
tecnología puede reemplazar al docente. Si el profesor no se muestra presente, los
alumnos tampoco lo harán, ya que la enseñanza y el aprendizaje deben
desarrollarse con alumnos y docentes reales interactuando entre sí, por lo que, “ante
una práctica de la enseñanza que es un simulacro, el hecho educativo no tiene lugar”
(Maggio, 2012, p. 16). 
De todas maneras, y sin perder de vista esa última afirmación, no podemos
desconocer la realidad actual que nos toca enfrentar como sociedad, no sólo a nivel
local y nacional, sino mundial. Es la ocasionada por la pandemia declarada a raíz del
Covid-19, que nos obligó a mantenernos aislados, de forma preventiva y obligatoria,
provocando un cambio absolutamente impredecible y de manera abrupta para
nuestras vidas. Lo que llevó a tomar decisiones y adaptarnos con el transcurrir de los
días. 
El sistema educativo no es una excepción a esto, sino todo lo contrario. Fue una de
las primeras actividades que se suspendió, el día 16 de marzo del corriente año, aún
antes de que el gobierno nacional decidiera por el aislamiento para todo el país. 
Si bien existe esta suspensión, también hay una directiva acerca de que la enseñanza
no se paraliza, “no estamos de vacaciones” anunció el presidente Alberto Fernández.
Esto determinó que, tanto docentes como alumnos, se vieran en la obligación de
mediar sus interacciones por medio de la tecnología. Lo que implicó un replanteo de
los procesos de enseñanza y aprendizaje, que se venían dando en un lugar
especialmente creado para que se desarrollen, y docentes formados para
desenvolverse en ese lugar en particular: la escuela.
Por eso, la realidad que nos toca experimentar deja expuestas muchas falencias y
desigualdades que deben hacerse frente en ese replanteo.
Calidad educativa en tiempos
de pandemia

Los docentes deben tener presente, por un lado, los contextos económicos, sociales
y culturales que conviven con ciertos alumnos, sobre todo desigualdades que no
podemos negar que existen desde mucho antes a esta pandemia, pero que se hacen
aún más evidentes en este momento. Algunos de ellos ni siquiera cuentan con un
celular o una computadora, mucho menos con impresora o conectividad. Ni hablar
del entorno familiar que los rodea, ya que, en nuestro país, casi la mitad de los
jóvenes están bajo la línea de la pobreza (Dinatale, 2019), lo que dificulta mantener
una constancia para el estudio o presenciar clases, más aún para hacerlo de forma
remota. Entonces ¿se está cumplimiento con el Artículo 11, inciso A, de la Ley n°
26.206 de Educación Nacional acerca de asegurar una educación de calidad con
igualdad de oportunidades y posibilidades, sin desequilibrios regionales ni
inequidades sociales?
Sin embargo, la situación de sus alumnos no es el único inconveniente que enfrentan
los docentes, quienes desde antes a esta pandemia se desafían continuamente para
brindarles contención, más allá de su trabajo en la enseñanza. 
Hoy, se encuentran, más que nunca, con una deficiente formación en cuanto a las
tecnología. Los docentes están haciendo malabares para capacitarse de manera
individual y de forma repentina, buscando herramientas digitales que mejor se
adapten a las necesidades de sus alumnos, que sean motivadoras y adecuadas al
contenido, el cual debe ser reacomodado actualmente, pero ateniéndose a un
programa y un currículum que les sopla por el oído y que no pueden dejar de
cumplir. 
Por todo esto es que experimentan más demoras en planificar sus alternativas
metodológicas. Teniendo en cuenta también que, como consecuencia del fenómeno
“docente golondrina” que ya conocemos, los maestros tienen más de un curso que
atender, por lo que terminan estando disponibles más horas de lo que les
correspondería.
Pero, el dato más relevante es que, su salario sigue siendo el mismo, aquel salario
deficiente y por el que se reclama año a año. Esto, no ayuda a jerarquizar el trabajo
docente, y, sin dudas, para que una profesión sea plenamente reconocida requiere
mejores niveles salariales. 
Sucede también que, ahora se ven fuertemente expuestos a la observación de las
familias, que juzgan sus prácticas, lo que hace que se haya ampliado esa tríada
didáctica donde intervenían tres elementos: docente, alumno y contenido. La
comunicación se está efectuando principalmente entre el profesor y los padres y
madres de los estudiantes. Aunque sin perder de vista que, esto se da en menor
medida en colegios ubicados en zonas con poblaciones pobres, donde se ha perdido
el contacto físico y virtual, y abunda más el silencio y el abandono escolar en la
actualidad.
Calidad educativa en tiempos
de pandemia

Finalmente, el último punto a destacar en este análisis, y no por menos importante,


es el del teletrabajo. La labor docente se desarrolla en este momento mediante el
teletrabajo. Sin embargo, no contamos en nuestro país con un instrumento jurídico
específicamente redactado para esta modalidad, sino con un conjunto de leyes que
engloban la actividad: la Ley de Contrato de Trabajo (Ley 20.744 del año 1976), junto
con la Ley 25.800, que ratifica el Convenio N°177 sobre trabajo a domicilio de la OIT.
Por lo que sólo contamos con normativa dispersa, que debe ser adaptada al caso
concreto y que no fueron dictadas necesariamente para el teletrabajo en la actividad
docente, en ninguno de sus niveles ni modalidades. 
“La docencia es una profesión cuya especificidad se centra en la enseñanza,
entendida como acción intencional y socialmente mediada para la transmisión de la
cultura y el conocimiento en las escuelas, como uno de los contextos privilegiados
para dicha transmisión, y para el desarrollo de potencialidades y capacidades de los
alumnos.” (Instituto Nacional de Formación Docente, 2007) (El resaltado me
pertenece). 
Esperamos con ansias el regreso a las escuelas, con políticas educativas que
reivindiquen el poder que cumple para la sociedad la educación en las aulas, y con
ello, potenciar la condición docente y sus capacidades de actuación.

BIBLIOGRAFÍA:
- DINATALE, M. (29 de abril de 2019). Alarmante informe de la UCA: el 41,2% de los niños vive bajo
pobreza estructural en Argentina. Infobae. Recuperado de:
https://www.infobae.com/politica/2019/04/29/alarmante-informe-de-la-uca-el-412-de-los-ninos-
vive-bajo- pobreza-estructural-en-argentina/. - Instituto Nacional de Formación Docente. (2007).
Lineamientos Curriculares Nacionales para la Formación Docente Inicial. - MAGGIO, M. (2012).
Enriquecer la Enseñanza. Los ambientes con alta disposición tecnológica como oportunidad. Buenos
Aires: Paidós. - Maturana, H. (1996). El sentido de lo humano. Santiago de Chile: Dolmen
El dilema de la educación
de gestión privada

LOCACIÓN DE SERVICIOS
EDUCATIVOS. PAGO DE ARANCELES
MENSUALES EN TIEMPOS DE COVID-19
Acerca de los autores
Por J.F.Franchello y J.I. Iribarren

Desde que la Organización Mundial de la Salud anunció como pandemia el


Coronavirus, conocido como COVID-19, todo lo que conocíamos como proceso
normal de las cosas ha sufrido una significativa, única y sin dudas histórica
alteración, afectando el normal desarrollo de nuestras vidas sociales, comerciales y
jurídicas.
Esta alteración llegó a nuestro país y comenzó a verse reflejado en un cambio básico
en la implementación de regulaciones legislativas y administrativas adoptadas por
casi todos los gobiernos de todos los países del mundo, los cuáles con diversos
alcances impusieron severas restricciones para la circulación internacional y local, de
personas y bienes.
En este contexto, los contratos de locación de servicios educativos que
habitualmente se suscriben entre una Institución Educativa de gestión privada y los
padres o tutores de sus alumnos no han sido la excepción.

Análisis preliminar:
Previo a entrar en el análisis del tema de cuota arancelaria debemos brevemente
decir que el contrato de enseñanza privada es considerado como un contrato a favor
de tercero en donde se establece la siguiente relación jurídica triangular: a)
estipulante: padre/s  o tutor/es en ejercicio de la responsabilidad parental
compartida o no; b) promitente: establecimiento educativo de enseñanza; c) tercero
beneficiario: hijo/a menor (alumno/a). Dicha estipulación a favor del alumno nace de
la voluntad del padre, se inserta en un contrato de carácter oneroso, que le sirve de
base, en donde la prestación hacia el alumno estará a cargo del establecimiento
educativo, y en donde el beneficiario es un tercero ajeno al contrato base entre el
estipulante y el promitente.
Por lo tanto entre estipulante y promitente existe un contrato base de educación que
los une jurídicamente. Y existe además una relación accesoria en la cual el sujeto
activo (padre) goza de las acciones contra el establecimiento educativo para exigir su
cumplimiento en dirección del alumno.
El dilema de la educación
de gestión privada

Y entre establecimiento educativo y alumno media una relación de expectativa en


donde una vez producida la aceptación de la obligación, se producen los siguientes
efectos: el alumno beneficiario goza de acción directa contra el establecimiento
educativo para obtener el cumplimiento de la obligación. Pero al no ser parte en el
negocio base, no tiene derechos resolutorios en caso de incumplimientos. En cambio
el promitente podrá oponer al alumno todas las excepciones que podría hacer valer
contra el padre, nacidas del contrato en el cual se originó el beneficio, por ejemplo
podrá oponerse el incumplimiento por el padre de las obligaciones a su cargo.
En síntesis, es un contrato de locación de servicios oneroso por medio del cual
una persona entrega una suma de dinero a una institución educativa para que esta
última cumpla con un servicio de educación determinado por el proyecto
institucional de dicha Institución como así también demás planificaciones anuales
aprobadas y determinadas por el Ministerio de Educación competente conforme la
ubicación del establecimiento educativo.
Las cuotas de colegios privados no se postergan por cuarentena. Luego de la
suspensión de clases y actividades en todo nuestro sistema educativo conforme las
medidas del Gobierno de decretar el aislamiento social preventivo y obligatorio,
muchos de nuestros niños y adolescentes cumplen con la cuarentena en sus casas y
reciben tareas y acompañamiento educativo a distancia durante la pandemia del
coronavirus a través de distintas plataformas educativas que cada Institución
indica.En ese contexto, analizaremos si corresponde o no abonar las cuotas
arancelarias a los establecimientos educativos de gestión privada.
En primer lugar debemos destacar que no estamos en presencia de cualquier
contrato de locación de servicios sino que estamos hablando aquí de un contrato
complejo, que vincula instituciones educativas, la mayoría asociaciones civiles sin
fines de lucro, cuyo objeto es educar y formar a nuestros jóvenes (terceros
beneficiarios del servicio educativo), los que serán los trabajadores, científicos,
profesionales, líderes, etc. de nuestra sociedad en el futuro.
Continuando con el análisis del contexto social vigente, conforme lo dispuesto por el
Ministerio de Educación de la Nación, las escuelas de todo el país y en todos sus
niveles (desde nivel inicial en sala de 3 años hasta sexto año de nivel secundario),
continúan dictando sus clases de manera remota, moviendo virtualmente a toda su
estructura de recursos humanos (directores, docentes, preceptores y
administrativos) quienes trabajan en modalidad de “home office” para que los
alumnos continúen teniendo clases y material educativo pertinente. En este sentido,
podríamos afirmar en primer término que corresponde el pago del arancel mensual
puesto que el servicio educativo se sigue brindando y lo que ha cambiado es la
modalidad de “presencial” a “distancia”.
El dilema de la educación
de gestión privada

Si analizamos el caso de nivel terciario y del universitario, podemos afirmar que esta
modalidad ya existía antes de COVID-19 en numerosos institutos terciarios y
Universidades privadas de nuestro país sin ningún inconveniente ni planteo respecto
a si corresponde o no abonar el servicio educativo. A mí modo de ver, entiendo que
esto pudo darse por un factor predeterminante: la edad de los alumnos. La realidad
de nuestro país es que la modalidad “a distancia” para la educación inicial, primaria o
media, como así también la modalidad “home schooling” aún están muy lejos de ser
un hecho. En la actualidad, es muy común que en una familia, ambos padres tengan
obligaciones y responsabilidades, todo lo cual genera que sus hijos deban
necesariamente ser educados bajo la modalidad “presencial” y no a distancia. Si
hubiéramos realizado una encuesta, previo COVID-19, a diez padres de alumnos de
distintas instituciones educativas, de distintas clases sociales, sobre qué modalidad
de educación eligen para la educación de sus hijos, casi con seguridad podríamos
decir que el 90% de estos habría elegido la opción “presencial” en una Institución
Educativa debido a que ambos trabajan o tienen ocupaciones por lo que necesitan
que sus hijos estén en un establecimiento. Ni que hablar de las cuestiones
pedagógicas y de desarrollo social de un niño frente a la educación presencial.  Es
por ello que entiendo que el servicio de educación contratado por los padres es el
servicio educativo presencial y no a distancia como actualmente (por una causal de
fuerza mayor) las instituciones están dando.
Frente a este escenario la pregunta que se oye cada vez más a menudo es, si la
situación puede encuadrarse como un caso de fuerza mayor para que quien la
invoque se libere del cumplimiento de las obligaciones asumidas.
La respuesta rápida podría ser afirmativa. Pero a poco que se analice el Código Civil y
Comercial de la Nación (CCyC), la respuesta debería ser, depende del caso concreto.
Ello porque el CCyC contiene ciertas disposiciones que nos proponemos analizar
brevemente en este trabajo que deben entenderse para determinar si considerando
las actuales circunstancias pueden liberar al deudor del cumplimiento de sus
obligaciones.
El Art. 1730 del CCyC¹ dispone que: “se considera caso fortuito o fuerza mayor al
hecho que no ha podido ser previsto o que, habiendo sido previsto, no ha podido ser
evitado. El caso fortuito o fuerza mayor exime de responsabilidad, excepto
disposición en contrario”. Luego agrega en su Art. 1732 CCyC² : “El deudor de una
obligación queda eximido del cumplimiento, y no es responsable, si la obligación se
ha extinguido por imposibilidad de cumplimiento objetiva y absoluta no imputable al
obligado.

¹ http://www.notarfor.com.ar/codigo-civil-comercial-unificado/articulo-1730.php
² https://leyes-ar.com/codigo_civil_y_comercial/1732.htm
El dilema de la educación
de gestión privada

La existencia de esa imposibilidad debe apreciarse teniendo en cuenta las exigencias


de la buena fe y la prohibición del ejercicio abusivo de los derechos”. En este sentido,
ante la fuerza mayor se puede declarar extinguida la obligación por imposibilidad de
cumplimiento, siempre y cuando dicha imposibilidad sea objetiva, absoluta y no
imputable al obligado, y siempre teniendo en cuenta las exigencias de la buena fe y
la prohibición del ejercicio abusivo de los derechos.  Finalmente establece que la
carga de la prueba de los factores de atribución y de las circunstancias eximentes
corresponde a quien los alega (cfr. Art. 1734 CCyC).
Ahora bien, la propagación de casos del coronavirus COVID-19 (en adelante “COVID-
19” o la “Pandemia”), conjuntamente con las recomendaciones de la ORGANIZACIÓN
MUNDIAL DE LA SALUD (en adelante “OMS”) y sus consecuencias, principalmente la
determinación del poder Ejecutivo Nacional de aislamiento social preventivo y
obligatorio a través del DNU 297/2020³ de fecha 20/03/2020 y su prórroga (como así
también demás normativa publicada hasta la fecha en virtud de la crisis
epidemiológica, léase el cierre total de fronteras, la suspensión de vuelos
internacionales y de cabotaje, la suspensión del transporte terrestre de media y larga
distancia, la suspensión de espectáculos artísticos y deportivos, disposiciones en
materia laboral, entre otras), podrían ser considerados en numerosos casos, en
conjunto o separadamente, como supuestos de caso fortuito y fuerza mayor
eximiendo de responsabilidad a la parte incumplidora.
Con todo lo expuesto, considero que no se configura el caso de fuerza mayor para
los contratos de prestación de servicios educativos puesto que frente a viento y
marea las Instituciones siguen brindando un servicio educativo (irregular y a
distancia) pero no han dejado de brindar el servicio como para configurar este
supuesto.
Por último, debemos decir que en un contexto de emergencia e imprevisión como el
actual, se impone el deber de realizar una correcta interpretación contractual del
impacto del evento y la conducta que deberán adoptar las partes para afrontarlo. El
análisis entonces debe ser secuencial. Los contratos, como regla general, se celebran
para ser ejecutados de buena fe.
El derecho contractual pugna por mantener el tráfico jurídico y salvaguardar los
vínculos vigentes, con miras a preservar el bien común, ya que todo contrato se
integra y forma parte del universo económico y social al cual pertenecemos. Es una
tendencia que pretende evitar la adopción de soluciones drásticas y definitivas
(inclusive, unilaterales), tal como la finalización del vínculo ante el caso fortuito, a
menos que de este curso de acción específico se eluda justamente un daño mayor
para las partes de la relación.

³ http://servicios.infoleg.gob.ar/infolegInternet/verNorma.do?id=335741
El dilema de la educación
de gestión privada

Una de las formas válidamente exigibles para impedir la ruptura del contrato y que
quizás pueda aplicarse para la situación de los contratos de locación de servicios
educativos es la de recurrir a herramientas que ofrezcan modos de preservar la
relación, buscando readecuar las prestaciones a través de un ejercicio de esfuerzo
compartido. 
El principio del esfuerzo compartido, en circunstancias como las actuales, no puede
ni debe ser concebido como una opción facultativa de las partes, sino como una
obligación, resultante de una prolongación de los principios de equidad y de la
buena fe. Se trata de un mecanismo concreto y disponible para cumplir con ese
deber general. Ninguna de las partes debería, sin más, invocar el caso fortuito y
resolver el contrato sin antes haber realizado y explorado el protocolo del esfuerzo
compartido. Es una instancia de carácter necesario, pero de fracasar, brindará una
protección en caso de disputas posteriores. Por el contrario, de ocurrir que una de
las partes se niegue a transitarlo, ello otorgará a la contraparte mayores argumentos
para sostener que la resolución operó debido a la falta de buena fe de la parte que
alegó el caso fortuito, pudiendo haber existido alternativas para preservar la
continuidad de la relación.
El dilema de la educación
de gestión privada

¿EXISTE CAUSAL EXIMENTE


JURÍDICAMENTE VÁLIDA A LOS FINES
DE LA  DE SUSPENSIÓN DEL PAGO DEL
CANON LOCATIVO POR EL LOCATARIO?
Por Fernando Méndez
Acerca del autor

El Gobierno de la Nación, a través del Decreto N° 297/2020¹, dispuso  el “Aislamiento


Social Preventivo y Obligatorio” en todo el territorio nacional y el cierre de los
establecimientos educativos, en el marco de la pandemia originada por COVID-19. 
Ampliando el período original de la cuarentena obligatoria hasta el día de la fecha
mediante decretos posteriores.
Dicho decreto establece el cierre de los Establecimientos Educativos en el país, más
no la suspensión del dictado de clases, para lo cual puso a disposición plataformas
online e instó a cada establecimiento a la búsqueda y utilización de diversas
herramientas para lograr el fin último que es el dictado de clases de forma no
presencial y por ende, la continuidad del ciclo lectivo.
En esa inteligencia, el régimen de enseñanza se mantiene por vías no tradicionales;
los docentes trabajan desde sus domicilios y los alumnos tienen responsabilidades
que cumplir. 
En el ámbito de los Institutos Privados de Enseñanza Oficial, el servicio que prestan
los Establecimientos Educativos Privados (en adelante el Instituto), está dado en
brindar el servicio de Educación.
Así en el momento de firmarse la matrícula de un alumno con el Instituto, las partes
realizan un contrato de prestación de servicios; el que por sus caracteres propios -
profesionalizado; bilateral, consensual y oneroso-, una de las partes (padres y/o
tutor) se comprometen al pago de una cuota mensual como contraprestación de los
servicios educativos brindados por el Instituto. Por lo que con el pago de la matrícula
o el compromiso de pago de la misma y aceptación del Instituto, queda
perfeccionado el contrato de prestación de servicios con plazo cierto y determinado
(duración del ciclo lectivo y derecho a examen  materias pendientes) y con el precio
de la locación (arancel) preestablecidos entre las partes que en la generalidad de
este tipo de contrato, el precio de la locación, se determina en el pago de una cuota
o arancel mensual de entre nueve o diez cuotas.

¹ https://www.argentina.gob.ar/normativa/nacional/decreto-297-2020-335741/normas-modifican
El dilema de la educación
de gestión privada

La consecuencia lógica de este decreto y en cumplimiento del mismo, con las


prohibiciones de ejercer las actividades allí prohibidas (hoy flexibilizadas), trajo
aparejada la imposibilidad de ejercer el oficio o trabajo propio de los particulares en
un gran porcentaje de la población; generando en ellos una crisis económica que
acarrea el incumplimiento de sus obligaciones de dar suma de dinero  -pérdida de
capacidad de pago- ; no quedando exento de esta realidad: el incumplimiento de
pago de la cuota mensual al Instituto.
Así las cosas, debemos dar respuesta a los siguientes interrogantes: 1- ¿Tiene el
Instituto, el derecho a percibir y exigir el pago del canon locativo (cuota mensual o
arancel). 2- ¿Existe causal eximente jurídicamente válida a los fines de la  de
suspensión del pago del canon locativo por el locatario?
En respuesta a ambos interrogantes y no pudiendo ahondar en profundidad en cada
uno de los preceptos, figuras y normas legales, en virtud de cumplir con la extensión
de la presente ponencia; debo decir:
El Instituto tiene el derecho a exigir el pago del canon locativo;  en virtud de no
haber, una frustración del contrato de prestación de servicio de modo definitivo que
permita exigir su resolución y consecuentemente exonerarse del pago el locatario. 
Todo ello debido a que nos encontramos en presencia de una suspensión temporal
del modo normal de la prestación del servicio.  Adviértase que el locador sigue
prestando sus servicios educativos, como ya se expresó ut supra;  por otros medios y
conforme a la normativa impartida por el Estado. Por cuanto no hay incumplimiento
de la obligación atribuible al mismo en grado alguno de responsabilidad.
Por otra parte, no se encuentra regulado taxativamente en el ordenamiento legal
sustantivo, la pérdida de capacidad de pago del deudor. Por lo expuesto,  debemos
estar al principio general de los contratos  -pacta sunt servanda-; siendo inaplicable
al caso, la teoría de la imprevisión y de fuerza mayor; dado que el contrato no se
encuentra desquiciado y conforme el  principio de la justicia conmutativa, rectora o
correctora de los intercambios de la igualdad de valor de las prestaciones
intercambiadas, no se configura para este caso que exista un desequilibrio
económico en las prestaciones ni en el locador ni el locatario. Por el contrario para el
caso, el locador (Instituto) debe hacer frente, para poder seguir prestando el servicio
de educación al pago de  los salarios docentes y no docentes; con más los gastos
corrientes (infraestructura entre otros) que mensualmente se generan. 
En este marco y a modo de colofón, corresponde acudir a la voluntad de las partes
ante este conflicto; donde deberán buscar propuestas que puedan satisfacer los
intereses de ambas y en definitiva lograr por medio de una negociación salir
adelante y arribar a un acuerdo componedor.
El dilema de la educación
de gestión privada

CONTRATOS CON COLEGIOS


PRIVADOS. IMPOSIBILIDAD DE
CUMPLIMIENTO. CASO FORTUITO O
IMPREVISIÓN.
Por José Nayi
Acerca del autor

Atento a la situación imperante causada por la pandemia del Covid19 y la decisiones


del Gobierno por medio de los decretos de necesidad y urgencia dictado ha
establecido el aislamiento social obligatorio, trayendo como consecuencia la
restricción de realización de tareas laborales, educativos, comerciales, etc. 
Los efectos de dicha medida indefectiblemente impulsó el desempleo, la falta de
ingresos y como consecuencia principal el incumplimiento de los contratos que se
encontraban vigentes.
Los colegios privados son sujetos de derecho calificados como “establecimientos o
instituciones no estatales” con los que se realizan contratos de servicios educativos
privados o contrato de enseñanza, donde en un contexto de organización
empresarial desarrollan procesos de enseñanza con el “educando” u “obligado”,
quien debe asumir el pago de una suma de dinero establecido por la misma.
Ahora bien, el hecho práctico se puede dar cuando un familiar que tiene a cargo
al/los educando/s, había anotado al/los mismos, habiendolo/s rematriculado al ciclo
lectivo del año corriente a determinada institución privada. Transcurre el tiempo y el
12 de marzo el gobierno emite el DNU 260/2020¹, mediante el cual, en su art. 7
dispone el aislamiento social obligatorio. Es decir, que habiendo estado formalizado
el contrato surge la prohibición de circular y por lo tanto de asistir a clases, como así
también de trabajar, por no existir como excepción.
El punto en cuestión, radica en determinar si la falta de ingresos suficientes que no
permita cumplir con la cuota, o que el instituto no posea medios para cumplir con la
obligación principal de proveer educación, se debe a caso fortuito o imprevisión, y a
que casos es aplicable. 
En primer lugar, debemos caracterizar en líneas generales el contrato que vincula a
ambas partes. El mismo es un contrato de duración, de adhesión-predisposición, se
encuentra dentro de una relación de consumo, es bilateral y es oneroso.

¹ http://servicios.infoleg.gob.ar/infolegInternet/verNorma.do?id=335423
El dilema de la educación
de gestión privada

Cabe tener en cuenta que se están analizando cuestiones generales, ya que se debe
estar al contrato firmado por las partes, las condiciones del mismo y la verificación
de si no se ha violado alguna norma de defensa del consumidor.
Para que el contrato de aprendizaje pueda serle aplicable tanto el caso fortuito como
la imprevisión, se tiene que estar a las condiciones que habilitan a los mismos, como
ser: a) Se desplaza el “pacta sunt servanda”; b) Se alteran sustancialmente las
condiciones que regían el contrato provocando un desequilibrio en las prestaciones;
c) que no haya imposibilidad de cumplimiento; d) se aplican a contratos de ejecución
diferida o de duración; e) Debe existir una relación de causalidad entre la alteración
del contrato y la excesiva onerosidad o frustración; f) La alteración de las condiciones
se da por causas ajenas a las partes; g) Dicha alteración es imprevisible; h) Es
necesario que el afectado opte por el régimen de imprevisibilidad o caso fortuito.
Si se dan todas las condiciones que habilitan a dichos institutos, podemos proceder a
analizar si el incumplimiento/imposibilidad de parte del consumidor o de la
institución obedecen a cuestiones que hacen a la institución o al propio consumidor
(representante de la persona que asiste al centro educativo o sujeto mismo que
asiste) y si hacen aplicable al caso fortuito o a la imprevisibilidad.
Comenzamos con el consumidor (padre/estudiante/usuario). Vamos a suponer que
Juan de profesión ingeniero tiene dos hijos en la secundaria de determinado
instituto privado, y a continuación vamos a plantear tres situaciones.  Primer caso.
debido a la situación de pandemia, el 20 de marzo a Juan le rescinden un par de
contratos de obra debido que no se pueden realizar ninguna tarea de construcción,
lo que le reduce bastante los ingresos, de modo que no puede costear en plenitud la
cuota de la secundaria. Además, el Colegio adoptó la modalidad de clases online, no
asistiendo sus hijos al centro educativo. Evidentemente hay una alteración en el
equilibrio de las prestaciones, reduciendo el centro educativo su capacidad operativa
de obligaciones accesorias (evolución del desarrollo del menor, asistencia técnica
inmediata, relación directa con el profesor, etc.) por clases virtuales donde
difícilmente se pueda controlar al alumno, el envío de material es vía correo
electrónico, trasladando a Juan la obligación de poseer dos computadoras (si es que
se superponen los horarios), internet de calidad para tener conectividad, que los
hijos cumplan con las asistencia a clases virtuales y realización de tareas. Juan ya no
puede pagar en abril el total cuota pactada en marzo, a su vez, dicho valor de cuota
no representa todas las cuestiones a cargo del instituto.
Como Juan tiene voluntad de pagar, el contrato todavía es de posible cumplimiento
por modificación de las condiciones, se le debe aplicar al hecho lo dispuesto por el
art. 1091 del CCYCN², exigiendo una adecuación, y no el caso fortuito, porque este se
aplica cuando es de imposible cumplimiento (art. 1730/2)³.

² http://www.notarfor.com.ar/codigo-civil-comercial-unificado/articulo-1091.php
³ https://leyes-ar.com/codigo_civil_y_comercial/1730.htm
El dilema de la educación
de gestión privada

Segundo caso. Si Juan se le rescindieran todos los contratos y no tiene ingresos,


habiendo cursado sus hijos hasta mediado de abril sin haber pagado la cuota, no
tiene otra vía que rescindir por vía del caso fortuito, porque se le ha tornado de
imposible cumplimiento afrontar la deuda del instituto privado. Tercer caso, Juan
debe los meses de abril y mayo de sus hijos, y plantea que continúen asistiendo a las
clases virtuales, frente a dicha situación si el centro educativo plantea la rescisión
contractual, primero debe dar a Juan una oportunidad de renegociar de buena fe la
deuda, porque de lo contrario, se estaría ante un ejercicio abusivo del derecho (art.
1011 CYCCN)⁴.
Ahora bien, qué sucede sin Juan posee un sueldo estable, pero la parte que no
puede cumplir con el fin es el instituto secundario porque los profesores realizaron
un paro por falta de pago de los sueldos y el instituto no posee recaudación
suficiente para cubrir dichos sueldos. Bueno en este caso y desde mi punto de vista,
se debe aplicar el instituto de caso fortuito, porque el objeto del contrato se le hace
de imposible cumplimiento, quedando eximido de responsabilidad el mismo,
siempre y cuando dicho ejercicio no sea abusivo.
Como se puede observar, no hay una aplicación tajante para un hecho, sino que hay
que estar a las circunstancias del caso, poniendo de relieve siempre en cualquier
relación contractual la buena fe y un condimento agregado en estos tiempos de
pandemia como lo es el “humanismo” y la cooperación entre todos para que
podamos cumplir con nuestro objetivos con el menor daño posible para la
comunidad.

⁴ http://www.notarfor.com.ar/codigo-civil-comercial-unificado/articulo-1011.php
El dilema de la educación
de gestión privada

UNA SOLUCIÓN PARA EL PAGO DE


CUOTAS ESCOLARES
Por Stefano Scharoli
Acerca del autor

La pandemia producida por la propagación del virus Covid-19 ha causado un sinfín


de consecuencias negativas para nuestra sociedad, poniendo en jaque a la gran
mayoría de actividades que desarrollamos como seres humanos y generando
cambios en todas las facetas de nuestra vida.
Notamos numerosos cuestionamientos en las bases neurálgicas de cada rama
jurídica y por supuesto, el derecho educativo no ha sido ajeno a ello, por el contrario,
se ha puesto en boga y esclarecer el panorama se transformó en un desafío
trascendental.
Bien sabemos que, para evitar el contagio masivo de personas, que conlleve a un
colapso del sistema de salud nacional, el gobierno decretó el aislamiento social
preventivo y obligatorio buscando hacer frente así a la presta transmisión del virus.
Afirmarlo es casi una verdad de perogrullo, pero atento a esta decisión, la actividad
económica se vio resentida debido a la destrucción de la capacidad productiva de
numerosas industrias y a que la población activa redujo su posibilidad concreta de
realizar actividades rentables y útiles en términos económicos, lo que, sin duda, trae
consigo una lógica recesión.
Ante este panorama general plagado de dudas e incertidumbre, encontramos una
de las primeras certezas; claras palabras pronunció el Ministro de Educación al decir
que el ciclo lectivo 2020 no estaba perdido y que todas las escuelas del país tenían la
obligación de continuar con el dictado de clases mediante la modalidad a distancia
utilizando en lo posible plataformas virtuales, entre otras herramientas.
Esta decisión impuso a los colegios una rápida reorganización, debiendo
implementar el teletrabajo docente y superar un inmenso desafío en términos
pedagógicos, teniendo como premisa desarrollar actividades que puedan sostener
todos y cada uno de los trayectos escolares comenzados, continuando con el
desarrollo de los contenidos y con la formación de los estudiantes para garantizar de
manera absoluta la prestación del servicio educativo y el acceso a la educación,
derecho supremo de cada niño, niña y joven a lo largo y ancho del territorio de
nuestro país.
El dilema de la educación
de gestión privada

Cabe destacar que nuestro sistema educativo argentino está compuesto por
distintos actores, los cuales coadyuvan con el Estado en la prestación educacional,
pues así lo estipula el artículo 14 de la Ley Nacional de Educación al manifestar: “El
Sistema Educativo Nacional es el conjunto organizado de servicios y acciones
educativas reguladas por el Estado que posibilitan el ejercicio del derecho a la
educación. Lo integran los servicios educativos de gestión estatal y privada, gestión
cooperativa y gestión social, de todas las jurisdicciones del país, que abarcan los
distintos niveles, ciclos y modalidades de la educación.” He aquí la creación legal de
los colegios públicos de gestión privada, que, si bien deben adecuarse a la política
educativa delimitada por el Estado Nacional y a los planes de enseñanza oficiales,
poseen la capacidad de desarrollar proyectos educativos institucionales propios y
participar del planeamiento educativo, ofreciendo entonces una alternativa distinta a
la comunidad social.
Cada colegio público de gestión privada presenta una realidad diferente y la
administración que haga su representante legal en conjunto con la entidad
propietaria será distinta en función del presupuesto que posea a mano, donde la
existencia de un aporte estatal, el número de estudiantes matriculados y los niveles
de morosidad, formarán una ecuación clave en el sostenimiento de la institución.
En este orden de ideas y ante esta coyuntura se encuentran los colegios de gestión
privada en nuestro país. Por un lado, se ven ante la obligación de mantener el
dictado de clases, por lo que continúan funcionando y sus principales costos se
encuentran activos; y, por otro lado, afrontar las obligaciones económicas y resolver
el dilema jurídico producido por el conflicto que se produce entre los interrogantes
planteados por los responsables parentales, tales como ¿Debo pagar la cuota si mi
hijo/a no asiste a la Institución? ¿Por qué abonar si los docentes están en la casa?
¿Tengo que pagar si yo le estoy enseñando a mis hijos/as? y la vigencia del contrato
de servicios educativos que vincula familias y escuela, es decir y traducido a un
lenguaje más vulgar, ¿Puedo cobrar la cuota o no?
Antes de responder el principal interrogante de esta publicación, es menester
destacar que las instituciones educativas no son ajenas a la realidad y entienden que
la crisis económica producida por el aislamiento, afecta severamente a la mayoría de
las familias, que en un contexto de habitualidad, abonan la cuota con rigurosidad lo
que posibilita sostener en pie el establecimiento haciendo frente a sus principales
obligaciones, nótese, sueldos docentes, del personal administrativo, de maestranza,
y el pago de servicios como luz, agua, internet, soportes técnicos, etc., pero que
actualmente se encuentran inmersos en este marco inusual y extraordinario, que
trajo dificultades para realizar los pagos y la tranquilidad en las cuentas escolares
empieza a perderse.
El dilema de la educación
de gestión privada

Ante este panorama social, se presenta la exigencia de encontrar rápidas soluciones


y responder nuestro principal dilema relacionado al pago de cuotas. Para ello,
debemos echar mano a herramientas jurídicas y figuras que provienen del derecho
contractual sin olvidar que nos situamos dentro del derecho educativo donde
siempre pregonan los intereses superiores de los educandos y que actualmente
estamos frente a una situación que superaremos siendo empáticos, responsables y
equitativos.
Creemos como solución la aplicación de dos principios jurídicos contractuales.
Hablamos del resguardo de los intereses de ambas partes por un lado y del esfuerzo
compartido por el otro. Se debe tutelar y resguardar tanto al deudor como al
acreedor, evitando que al primero se lo coloque en una situación crítica y al mismo
tiempo, conservando el interés que tiene el acreedor en el negocio jurídico. Como los
colegios continúan prestando el servicio educativo y deben cumplir con todas las
obligaciones contraídas, es evidente que poseen el derecho de exigir a las familias el
pago de las cuotas escolares y por ello mantienen un claro atractivo en el
cumplimiento de la obligación, posición que debe ser protegida como ya dijimos.
Asimismo, ante esta exigibilidad no podemos acorralar a las familias en una postura
insostenible. Como consecuencia, aconsejamos utilizar el principio del esfuerzo
compartido, que implica tratar de satisfacer las necesidades de ambas partes a partir
de un punto de equilibrio que permita compartir las vicisitudes que se presentan a
consecuencia de la crisis. Es absolutamente viable que las escuelas aúnen esfuerzos
para: congelar el valor de la cuota, reducir sus costos, suspender la facturación de
servicios que no se están prestando, otorgar flexibilidades de pago, fraccionar
deudas, reprogramar fechas de vencimientos y suspender el cobro de intereses.
Concluimos manifestando que los colegios de gestión privada están en condición de
cobrar los aranceles y las familias obligadas a cumplir para poder hacer frente a las
obligaciones de la institución, pero utilizando todas las herramientas recién
nombradas para prever un mecanismo que permita cumplir, sostenga el interés de
ambas partes en el contrato y mantenga la prestación del servicio educativo con el
consecuente amparo en los trayectos educativos, primando así el bien superior que
siempre pende sobre nosotros.
Trabajar en educación

MARCO LEGAL PARA EL TELETRABAJO


DOCENTE
Por R. Pereira Duarte
Acerca del autor

Los últimos días del año   2019, las autoridades sanitarias de la ciudad de Wuhan,
China,  reportaron la existencia de un síndrome respiratorio agudo grave de origen
desconocido, que afectaba a 27 personas de esa ciudad, aparentemente
relacionadas con un mercado de animales vivos.- Días después, el 7 de Enero de
2020 las mismas autoridades informaron que la causa de la dolencia era un virus de
la familia de los coronavirus, al que se lo denominó oficialmente por la Organización
Mundial de la Salud como COVID-2019. De allí en más de manera vertiginosa, el virus
se expandió por el mundo, tanto que para el 29 de enero de 2020 ya se habían
detectado casos en Tailandia, Japón, Corea del Sur, Estados Unidos, Reino Unido,
Francia, Vietnam, Alemania y Singapur, para avanzar luego dramáticamente sobre
Europa occidental, en especial Italia y España.- El 30 de enero de 2020, la
Organización Mundial de la Salud declaró la situación como emergencia de salud
internacional, y  el 11 de marzo, la caracterizó como pandemia, cuando los casos
confirmados a nivel mundial superaban los 118.000 en 114 países y el número de
fallecidos ascendía a 4.291.
En nuestro país, la declaración de la pandemia por la OMS y los casos que
rápidamente se detectaron en el territorio, llevaron al Gobierno Nacional a tomar
medidas excepcionales de aislamiento social.- La primera de ellas, la suspensión de
la concurrencia a clases en todos los niveles de Educación, la que fue anunciada el
Domingo 15 de Marzo.                                                    
Desde el lunes 16 de Marzo se inició entonces, la experiencia de la educación general
no presencial y el “home-working” docente en todos los niveles de la Educación
Nacional.                                                       
Adentrándonos en el marco legal que podría contener este nuevo fenómeno,
tenemos que, no existen en nuestro ordenamiento jurídico normas que regulen de
manera concreta este fenómeno del teletrabajo que un lunes de Marzo y sin mediar
preparación previa debieron enfrentar tanto Instituciones como Docentes.

¹ https://www.who.int/es/news-room/detail/27-04-2020-who-timeline---covid-19
Trabajar en educación

El Convenio 177 de la O.I.T sobre “Trabajo a domicilio”,  fechado el 20 de Junio de


1996, y aprobado en nuestro país mediante la L.N. 25.800 del año 2.003, resulta lo
más cercano a esta nueva situación, y tuvo aplicación en contados casos planteados
en Argentina.-                                                      
Pero el teletrabajo contiene el rasgo distintivo y esencial respecto al trabajo a
domicilio, y es que, en el primero no sólo se debe verificar la realización de tareas
fuera de la sede del empleador, sino que además existe en la prestación de las
mismas una vinculación por medios o dispositivos  tecnológicos.
Normativamente, el primer antecedente con que contamos en el país definiendo la
modalidad, es una Resolución de la Superintendencia de Riesgos del Trabajo. Me
refiero a la Res. 1552/12² que estableció: “Se entiende por teletrabajo a la realización
de actos, ejecución de obras o prestación de servicios realizado total o parcialmente
en el domicilio del trabajador o en lugares distintos del establecimiento o los
establecimientos del empleador, mediante la utilización de todo tipo de Tecnología
de la Información y de las Comunicaciones”. Por su parte en el año 2013, una
Resolución Ministerial.- MTEySS 595/13-  en su Art. 3° definió en similares términos al
teletrabajo como “la realización de actos, ejecución de obras o prestación de
servicios en los términos de los artículos 21 y 22 de la Ley de Contrato de Trabajo Nº
20.744 …en las que el objeto del contrato o relación de trabajo es realizado total o
parcialmente en el domicilio del trabajador o en lugares distintos del establecimiento
o los establecimientos del empleador, mediante la utilización de todo tipo de
tecnología de la información y de las comunicaciones (TIC)”.
Las medidas de emergencia originadas por el COVID 19, puso a Instituciones y
docentes en la situación de abordar esta modalidad de trabajo sin la mínima
preparación previa, improvisando con creatividad y buena voluntad, los medios para
salvar el ciclo lectivo. Seguramente, y como ya se ha hecho conocer desde algunos
sectores, las condiciones de estos días no son las ideales, pero ello es propio de una
experiencia no buscada y subrepticia.                                                    
  Sin pretensiones de agotar la “lista de pendientes” en la materia, habremos
capitalizado esta experiencia que hoy quizás consideramos traumática, si docentes y
establecimientos abordan de inmediato y con mirada al futuro, los tópicos de: a)
capacitación en herramientas para el trabajo educativo virtual, y sus consiguientes
métodos pedagógicos, contenidos y evaluación; b) Organización de las tareas, para
dar eficaz y absoluta respuesta a los alumnos, pero respetando el derecho de
“desconexión” e intimidad del docente; c) Previsión de un ambiente de trabajo
adecuado y saludable para el docente a fin de que redunde en una eficiente
prestación del servicio educativo; d) Medios de interacción permanente entre
Institución, docente y padres para el debido monitoreo del proceso enseñanza-
aprendizaje, y sus resultados.

² http://servicios.infoleg.gob.ar/infolegInternet/anexos/200000-204999/204726/norma.htm
Trabajar en educación

Debemos decir también, que el abordaje de estos temas no será posible sin una
urgente adecuación normativa que coadyuve,  proveyendo  un marco legal integral
comprensivo  todos los actores del proceso.                                                   
Queda el desafío hacia adelante. Porque si bien todos esperamos que la pandemia
ceda prontamente y las Escuelas, Institutos y Universidades vuelvan a poblarse de
educadores y educandos, el germen de esta modalidad a la que debimos recurrir de
la noche a la mañana, brotará seguramente como alternativa válida y aplicable en
situación de normalidad.
Trabajar en educación

DOCENCIA Y EL DERECHO AL
DESCANSO DESDE LA PERSPECTIVA
DE GÉNERO
Acerca de la autora
Por Natalia Farías

Muchas son las inquietudes que trae aparejada la pandemia que ha modificado las
formas hegemónicas de transitar la vida. Desde cómo llevamos adelante nuestro
trabajo, cómo aprendemos e incluso las formas de relacionarnos con otros. 
En este artículo pretendo analizar brevemente las cuestiones referidas al trabajo de
los docentes. Más específicamente lo atinente a los descansos. Desde ya, adelanto
que no vengo a traer respuestas, sino a sumar inquietudes, culminando con una
breve reflexión sobre lo que creo al respecto como profesora y como abogada. 
En tiempos normales, se suele creer, no tan ingenuamente, que el trabajo que
realiza el docente es sólo el que lleva adelante frente al aula. Lo que se calla es que
para llevar adelante las clases, existe previamente un trabajo de planificación en el
hogar invisibilizado y silenciado. Es decir que el trabajo docente ya presupone de por
sí una especie de home office que antecede y prosigue al trabajo en la Escuela.
Podemos discutir si esa doble o incluso triple jornada es efectivamente bien
remunerada o no. Cuestión que sale a la luz cada vez que hablamos de paritarias
docentes.
La pregunta ahora sería: ¿la jornada docente en tiempos de pandemia, se ha
extendido a un punto insostenible soslayando la idea del efectivo descanso laboral? 
Y existen varios puntos para sostener que es así. Esto cuanto tenemos docentes que
deben aportar sus propios instrumentos de comunicación, pagando el costo de ellos
y asumiendo el riesgo que esto genera, para producir el material educativo. 
O incluso peor aún, como señala una encuesta llevada adelante por el Sindicato
Argentino de Docentes Privados (Kalinger, 2020) “el 63 por ciento de las/los docentes
privados no tiene PC propia. La comparte con la familia”.
odemos avanzar un poco más y mencionar que, como señala la misma encuesta de
SADOP (Kalinger, 2020), “un 74 por ciento de las y los docentes encuestadas/os
combina el trabajo con el cuidado de niños, niñas, adultos mayores y enfermos”. Este
último dato no es menos importante, sobre todo teniendo en cuenta que el Censo
Nacional del Personal de los Establecimientos Educativos (2014) señala que “el 75,7%
del personal en establecimientos educativos son mujeres."
Trabajar en educación

Si bien el dato refiere tanto a docentes del sector público y privado, la relación a la
asignación de esta tarea extra por ser mujeres es clara.
Haciendo una mirada superficial muchos podrían decir que en el presente la
igualdad de género en la sociedad ya ha sido alcanzada. Argentina atraviesa
actualmente un proceso que intenta correr el velo de la opresión que el sistema
patriarcal ejerce sobre las mujeres. Razón por la cual las lógicas machistas se van
tornando cada vez más visibles, lo que permite identificarlas y deconstruirlas. De
todas maneras, quedan todavía diversos micromachismos en el marco de lo
simbólico invisibilizados en las prácticas cotidianas. Y esto impacta plenamente en el
atravesamiento de este aislamiento para muchas docentes que enfrentan una triple
jornada. La que es efectivamente remunerada que generalmente son 20 hs.
semanales; la que llevan adelante en la planificación de las tareas docentes, que se
ven profundizadas en tiempos de pandemia; y por último las que les fueron
asignadas por ser mujeres como el cuidado de los niños, el hogar o familiares
adultos mayores.
Habiendo señalado esto, el punto clave de mi desarrollo se centra entonces en la
pregunta ¿qué lugar ocupa en la vida docente el “descanso laboral”?. 
Podemos definir al “descanso como el tiempo en que el trabajador reposa y se
recupera física y psíquicamente de la fatiga producida por la realización de la tarea.”
(Benitez, 2013, p. 105). En qué momento se recupera tanto física como
psicológicamente un docente que debe llevar adelante diariamente una triple
jornada. 
Como señalé en un principio, este trabajo no intenta responder interrogantes sino
más bien hacer pública una demanda que tenemos con los docentes. Vemos
claramente cómo el descanso del trabajador, en este caso los/las docentes se diluye
en un home office que parece durar más que una jornada habitual de trabajo.
En definitiva, este avasallamiento en su vida privada, si es que queda espacio para
ella, afecta momentos y espacios específicos en lo cotidiano de los y las docentes.
Constituye así un riesgo tanto físico como psíquico, en la medida en que se
configuran en el imaginario colectivo como obligaciones morales relacionadas con la
vocación sin que se reconozca en tanto carga laboral, y de la vida misma, y se
retribuya económicamente como corresponde por ello.

BIBLIOGRAFÍA:
BENITEZ, N. (2013), Descanso, situaciones particulares. En Revista Derecho del Trabajo, 6, (pp. 95-123). Argentina:
Ediciones Infojus. 
KALINGER, J. (2020) “En cuarentena los docentes privados están agobiados” Recuperado de:
http://sadop.net/2020/04/29/en-cuarentena-los-docentes-privados-estan- agobiados/ 
Ministerio de Educación y Deportes de la Nación (2014). CENPE 2014. Censo Nacional del Personal de los
Establecimientos Educativos. Argentina. Recuperado de: https://www.argentina.gob.ar/sites/default/files/cenpe-
2014-resultados-preliminares_0.pdf
Trabajar en educación

EL RÉGIMEN DISCIPLINARIO DOCENTE


POST-PANDEMIA
Acerca de los autores
Por N. Fantini y L. Aringoli

Introducción
El objeto del presente análisis es repasar muy brevemente las posibles implicancias
que para el régimen disciplinario docente de la Provincia de Córdoba pueda tener la
nueva realidad post-pandemia. 

Una nueva realidad, un viejo ordenamiento jurídico


Previo a la irrupción del COVID-19, dos procesos vinculados a la materia que
analizamos en este artículo venían desarrollándose. Por un lado, el avance de las
TICs y su progresiva incorporación en los procesos de enseñanza, que trae aparejado
un cambio de paradigma, ligado a nuevos modelos de aprendizaje, caracterizados
por el colectivismo y el constructivismo en la producción del conocimiento, junto con
consecuentes cambios en el rol del docente y en las prácticas de enseñanza. Por otro
lado, la digitalización de los procedimientos administrativos materializada en nuestra
Provincia con la sanción de la Ley Nº 10618 modificatoria de la Ley N° 5350 (T.O. Ley
N° 6658).
Estos cambios contrastan con un sistema de normas aplicables a la materia
disciplinaria docente que es profuso y anacrónico, al punto que muchas de sus
disposiciones legales datan de las décadas de 1950 y 1960. La obsolescencia de
esas normas, y la evidente falta de sistematicidad del plexo que las aglutina,
genera un contexto propenso para que, muchas veces, los procesos
disciplinarios culminen en decisiones poco plausibles, que no satisfacen el
sentido de justicia ni el pretendido bien común que toda función
administrativa debe perseguir.
La aplicación del mencionado bloque de derecho positivo, deriva en muchas
ocasiones en afectación de derechos docentes y, en otras, impide el ejercicio de la
potestad disciplinaria de la administración en resguardo del bien común y –
fundamentalmente- de los derechos de niñas, niños y adolescentes. En esos casos es
menester recurrir, a los fines argumentativos e interpretativos, a los principios y
garantías contenidos en las Constituciones Nacional y Provincial, como criterio rector
y como garantía de la prevalencia del principio de legalidad en marco de los
procedimientos investigativos y sumariales.
Trabajar en educación

El conjunto de normas a las que referimos supra pueden dividirse en dos grandes
bloques¹: 1) Tipicidad (Faltas) y 2) Procedimiento administrativo disciplinario. Ambos
sufrirán importantes cambios ante la nueva realidad que impone a los y las docentes
una nueva relación con el alumnado mediada por tecnologías. No dudamos en
afirmar que representan un punto de inflexión en materia disciplinaria.
En relación a la tipicidad, como bien es sabido, en el marco de un procedimiento
administrativo disciplinario, resulta clave establecer adecuadamente la imputación
de una falta administrativa. Por un lado, ante las circunstancias, es innegable que se
requiere una revisión normativa e interpretativa de los tipos de faltas administrativas
que hoy se encuentran vigentes en los distintos escalafones. Por el otro se
(re)configuran sus tres elementos esenciales: las circunstancias de modo, tiempo y
lugar. Hoy, la educación mediada por TICs, acentuada en contexto del COVID-19, ha
modificado las circunstancias de imputación: el tiempo no estará definido por las
horas cátedras normales (lo que debería llevar a redefinir los escalafones y salarios),
ni por los horarios habituales de la clase, sino por la virtualidad. Estas circunstancias
de modo, tiempo y lugar se verán emparentadas con las propias de los delitos
penales cometidos por medios informáticos.
En relación al procedimiento, se plantean obstáculos que deben ser subsanados:
surge la necesidad de receptar elementos de prueba a través de la vía digital; pactar
convenios entre el Poder Ejecutivo y el Poder Judicial para agilizar las
comunicaciones entre ambos por causas judiciales con repercusión disciplinaria; la
implementación definitiva de la firma digital se hace imperativa; la notificación
electrónica de los actos administrativos debe perfeccionarse en todos sus aspectos; y
deben existir, disponibles para los abogados de la Administración Pública y para los
patrocinantes, medios materiales y técnicos que permitan realizar pericias
informáticas, relativas a distintos aspectos del contexto tecnológico en que se
desarrolla la actividad educativa.

¹ En relación al bloque 1), sin ser taxativos, mencionamos: I) Decreto Ley 1910/E/57 (1957) del Estatuto de la Docencia
Primaria; II) Decreto Ley 214/E/63 (1963) de Estatuto y Escalafón de la Docencia Media, Especial y Superior; III)
Resolución de la entonces Dirección General de Educación Media y Superior N° 979/63 (1963); IV) Decreto N°
10895/A/60 (1960) sobre Reglamentación de Faltas; V) Ley N° 7233 del Estatuto de la  Administración Pública
Provincial (1984) por aplicación supletoria al régimen docente en virtud del Decreto N° 4556/85 (1985), y) IV) Otras
disposiciones referidas como la de faltas injustificadas, cooperadoras, licencias, tareas pasivas e incompatibilidades.
En relación al bloque 2): I) El Decreto N° 586/A/63 (1963) Reglamento de Sumarios e Investigaciones Administrativas;
II) Ley N° 7233 del Estatuto de la  Administración Pública Provincial (1984) por aplicación supletoria al régimen
docente en virtud del Decreto N° 4556/85 (1985), III) El Decreto 4670/A/61 (1961, sumario por abandono de cargo), y
IV) Ley Nº 5350 (T.O. ley Nº 6658), y modificaciones realizadas por la Ley Nº 10.618.
Trabajar en educación

A modo de conclusión
Muchas de estas disposiciones normativas han sido sancionados en etapas en las
que la constitucionalidad se encontraba suspendida. El derecho disciplinario docente
es una de las aristas del derecho administrativo en las que con mayor claridad se
evidencian rasgos autoritarios. Por ello, se requieren armonizar y dictar nuevas
disposiciones normativas y lograr la efectiva aplicación de las ya dictadas en orden a
propender un procedimiento administrativo disciplinario cuya legalidad y legitimidad
sean adecuadas al contexto actual, y que despejen dudas respecto de su
constitucionalidad, reafirmando el paradigma del respeto por la dignidad de la
persona humana, como regla inquebrantable del derecho público.
Crónicas desde la experiencia

LA SOLIDARIDAD COMO CAMINO

Por G. Mannini y G. Cafferata Acerca de las autoras

La Ley de Educación Nacional¹ en el artículo 2, define a la educación y al conocimiento,


como un bien público y como derecho personal y social, garantizado por el Estado.
Asimismo, en el artículo 3, señala que la educación es una prioridad Nacional y que se
constituye como política de Estado para construir una sociedad justa, con el fin de
profundizar el ejercicio de una ciudadanía más democrática. 
Igualmente, en el artículo 4, se establece que el Estado Nacional, tiene la responsabilidad
principal e indelegable de proveer una educación integral, permanente y de calidad para
todos/as los/as habitantes de la Nación, garantizando la igualdad, gratuidad y equidad. 
La Ley de Educación Provincial², en consonancia con la Ley 26206, en el artículo 1, define a
la educación y al conocimiento también como un bien público y como un derecho personal
y social garantizado por el Estado. La educación provincial se constituye en política de
Estado y es prioritaria para contribuir a la construcción y el desarrollo de una sociedad
justa. 
Todas estas Leyes Nacionales y Provinciales nos aportan un marco regulatorio para
abordar la compleja tarea de garantizar una educación de calidad para todos los
ciudadanos, previniendo el fracaso y la exclusión.
Ahora bien, el dictado de una ley no garantiza por sí misma, ni una política de estado, ni es
garantía de acceso a una educación de calidad, se necesitan acciones concretas para
garantizar estos derechos. 
El 23 de abril de 2020, en el diario Página 12, el ministro de Educación Trotta, describió
cómo se iban a efectivizar las clases a distancia en este marco de pandemia. Él señaló, que
se utilizaría un programa denominado “Seguimos Educando”³. El mismo usaría nuevas
tecnologías, Internet con acceso gratuito, plataformas televisivas y radiales y la impresión
de 13 millones de cuadernillos para garantizar la continuidad del presente ciclo lectivo a
distancia en este contexto de aislamiento sanitario en el que nos vemos obligados a estar.

¹ Ley 26.602
² Ley 9870
 http://web2.cba.gov.ar/web/leyes.nsf/85a69a561f9ea43d03257234006a8594/17c6f2d25112f7c60325723
400641fd6?Open
³ https://www.argentina.gob.ar/noticias/el-ministerio-de-educacion-presento-el-programa-seguimos-
educando
Crónicas desde la experiencia

Sin embargo, y ya adentrándonos a relatar nuestra experiencia como directora y


vicedirectora de una escuela ubicada en una zona urbano marginal, podemos
afirmar que esta pandemia visualizó la desigualdad educativa y profundizó las
condiciones socioeconómicas que vive la población aledaña al establecimiento
educativo. Nuestra comunidad no posee cable para acceder a las plataformas
televisivas, no cuentan con internet, ni computadoras. Asimismo, muchos de los
adultos que acompañan a nuestros niños/as en sus hogares no tienen el nivel de
formación y las herramientas necesarias para guiarlos en sus procesos de
aprendizaje, siendo que hoy se constituyen en sus maestros. 
Por ello nos surge este interrogante ¿Cómo se garantiza el derecho a una educación
de calidad en un marco de una profunda desigualdad? ¿Cómo se implementa el
programa “Seguimos Educando” sin medios tecnológicos? ¿Cuál ha sido el objetivo
real por el que se ha implementado este programa? ¿No será que existen
intencionalidades políticas más que fundamentos desde lo educativo? ¿Por qué
intentar aplicar e imponer a todas las provincias un programa que se planificó desde
el diseño curricular de la provincia de Buenos Aires sin tener presente las
particularidades y los contextos de las diferentes comunidades educativas anulando
así la autonomía pedagógica de cada provincia e institución?
Conviene subrayar que sólo el 10% de nuestros alumnos acceden a nuevas
tecnologías. La mayoría de las familias y nuestros estudiantes tienen dificultades
para usar Google en todas sus funcionalidades. Sabemos que la escuela es la
encargada de desarrollar estas herramientas, pero nuestro establecimiento no tiene
señal de wifi suficiente para conectarse a internet. Esta es nuestra realidad. 
Semanas atrás la maestra de Nivel Inicial les solicita a los padres de sala de cuatro,
que le envíen fotos de una actividad seleccionada del cuadernillo implementado con
los alumnos/as. Este pedido tenía un sentido, realizar el seguimiento del proceso de
aprendizaje de los estudiantes.
Momentos después una mamá de uno de sus alumnos, le envía un mensaje por
privado a la docente de la sala. Lo transcribo “Seño le mando por privado las fotos de
las actividades no se las mando por el grupo de padres porque mi hija realiza las
tareas en la cama porque no tengo mesa. Me da vergüenza no tener mesa”, esta es
nuestra realidad. 
Teniendo en cuenta todo lo descripto nos preguntamos ¿Cómo se garantiza una
educación de calidad en hogares que están atravesados por las más diversas
desigualdades? ¿Cómo llegar a los sectores más vulnerables, en el marco de una
profunda crisis económica y sanitaria? ¿Cómo sostener una prioridad tan necesaria
como la educación si hay otras necesidades vitales que no son cubiertas como la
alimentación y la salud?
Crónicas desde la experiencia

Esta es nuestra realidad, pero no nos paralizamos, sino que generamos, en tiempos
de pandemia, creatividad. En primer lugar, nos organizamos como equipo docente,
usando medios tecnológicos que no sabíamos que existían, para armar un plan
como equipo que minimice las dificultades que tiene nuestra comunidad. 
Se armaron grupos de WhatsApp por nivel/ ciclo, áreas especiales y maestras
integradoras para tratar y trabajar cuestiones específicas a cada uno. Se planificaron
y realizaron reuniones a través de la aplicación Zoom con temario sugerido, para
establecer acuerdos en torno a las decisiones pedagógicas que se deben tomar
según se van relevando los resultados obtenidos luego del seguimiento que se
realiza de los procesos de aprendizaje de los alumnos/as. 
Asimismo, activamos como “escuela” el trabajo en red que habíamos construido
tiempo atrás, como miembros del consejo barrial⁴ que está formado por
representantes de diversas instituciones y organizaciones barriales como por
ejemplo dispensario centro de salud, merenderos, centro vecinal, policía barrial, las
organizaciones religiosas de la zona, entre otros. Planificamos y gestionamos desde
allí diversas donaciones para que las familias puedan realizar las tareas en casa de
manera más saludable y confortable junto a sus hijos.
En segundo lugar, las docentes diseñaron en soporte papel, cuadernillos de trabajo
con actividades situadas y adecuadas a cada grupo de alumnos/as para que los
alumnos realicen en casa, pero con una premisa principal que direcciona la tarea
“mirar el contexto donde está inserta la comunidad”. Los cuadernillos fueron
revisados y visados por este equipo directivo quien orientó y asesoró a los docentes
en la preparación de los mismos. Hasta la fecha se han realizado tres entregas.  En
tercer lugar, se seleccionó el celular como vía de comunicación con todas las familias
de la escuela. a través de estos grupos de WhatsApp las docentes comenzaron a
enviar vídeos y audios con juegos, canciones, adivinanzas, juegos, cuentos lectura de
textos, y hasta clases interactivas, con el fin de acompañar, y sostener tanto el
vínculo con los niños/as como su proceso de aprendizaje. Fue también un desafío
para los maestros, porque muchos de ellos no se animaban a crear videos
interesantes y novedosos. Se puede valorar la participación y el impacto de estas
propuestas en la repercusión que tienen en cada familia, cuando los alumnos/as y
los padres realizan intervenciones, envían audios, consultan dudas, publican sus
trabajos, agradecen el acompañamiento y responden a las encuestas que se envían
para realizar el seguimiento. Sentimos que estamos trabajando junto a las familias y
ese es el objetivo.

⁴ https://prensa.cba.gov.ar/tag/consejos-barriales/
Crónicas desde la experiencia

En cuarto lugar, las docentes comenzaron a llamar telefónicamente a los


progenitores de los alumnos/as para que los niños puedan hablar con la docente.
Muchos estudiantes se sorprendían cuando “su maestra” se comunicaba con ellos,
para preguntarles cómo estaban y cómo se sentían. Esta acción la realizamos
también los directivos acercándonos a las familias para continuar con esa relación
tan necesaria entre la escuela y la comunidad. Se construía allí, lazos, vínculos que se
van a sostener por siempre, aún en las peores caídas. 
Para finalizar este artículo, creemos que estas desigualdades culturales, económicas,
educativas y sociales se alivianan con solidaridad, con empatía y generosidad.
Sabemos que la solidaridad en estos tiempos, es la determinación firme y
perseverante de empeñarse por el bien común, es decir por el “bien de todos y de
cada uno”, para que de manera real se logre construir una sociedad justa, con el fin
de profundizar el ejercicio de una ciudadanía más democrática. 
Desde la escuela estamos convencidas que la acción más pequeña vale aún más que
la intención más grande. Seguiremos por eso, construyendo desde esta profunda
convicción y vocación, la educación que queremos para nuestros alumnos/as.

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