Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
EDUCATIVO
EN TIEMPOS
DE PANDEMIA
Realizada por la
Sala de Derecho
Educacional del
Colegio de Abogados
de Córdoba y RIIDE
Argentina
Dirigida por
N. Lescano y R.E.
Soria Verdera
Página 2
NUESTRO STAFF
Autoridades Colegio Abogados de Directores de la Revista
Córdoba Natalia Lescano
Presidente Ignacio Lucas Segura Raúl Edilberto Soria Verdera
Pro Secretaria Académica María Noel Tapia
Varela Comité Editorial
Secretario Académico Santiago Morra Ignacio Iribarren
Director Académico Colegio Abogados de Federico Franchello
Córdoba Jorge Gustavo Mallea Marcucci Lorena Carbelo Garcia
Javier Antonio Elias
Autoridades RIIDE Argentina
Presidente Raúl Edilberto Soria Verdera
Compaginación y Diseño
Juan M. Carpio
Autoridades de la Sala de Derecho
Educacional
Editor Asociado
Directora Natalia Lescano
Juan José Castellano
Secretario Académico Ignacio Iribarren
ÍNDICE
Editorial (N. Lescano y R.E. Soria Verdera) ................................. Pág. 5
Noticias
Resolución 363/20 del CFE (más anexos I y II) ........................... Pág. 8
Enfoque de Derechos
¿Qué aporta el enfoque de derechos para pensar la
educación hoy? (J.J. Castellano) .................................................... Pág. 9
EL DERECHO EDUCATIVO EN
TIEMPOS DE PANDEMIA
Por N. Lescano y
Acerca de los autores
R.E. Soria Verdera
Aprovechamos la Editorial para contarles a los lectores de qué manera surgió esta
publicación y quienes la impulsamos. En Marzo de 2019 se crea la Sala de Derecho
Educacional en el Colegio de Abogados de Córdoba, como una iniciativa para
acompañar el pensamiento jurídico en torno a las escuelas y sus conflictos. Esto
constituye un hecho único en Argentina ya que ningún colegio de abogados del país
cuenta con un espacio académico sobre esta temática. En Diciembre del mismo año
celebramos un Convenio de colaboración y vinculación entre la RIIDE Argentina y el
Colegio de Abogados de Córdoba con el fin de profundizar los estudios en la materia.
Con motivo del impacto que produce el aislamiento social preventivo y obligatorio
dispuesto por el Poder Ejecutivo es que la agenda prevista para el presente año 2020
se ha visto modificada vertiginosamente. En virtud de ello, nos propusimos crear
esta Revista Digital a los fines de continuar con el espacio de intercambio,
pensamiento y debate en torno a la educación y el derecho, hasta que se retomen
las actividades presenciales habituales. Así surge la invitación a participar, con
artículos, ensayos o crónicas sobre experiencias, dirigida a profesionales del
derecho, de la educación y de otras disciplinas con el objetivo de enriquecer el
debate.
Para nuestra sorpresa la convocatoria ha sido excelente, hemos recibido una gran
cantidad de artículos con aportes valiosos y actuales, en consecuencia tomamos la
decisión de publicar dos números consecutivos, en un corto período con la premisa
de mantener la vigencia; nos llena de satisfacción comenzar este camino con
ustedes.
El lector advertirá que sobre algunos tópicos hay más de un escrito y esto es una
definición que hemos tomado deliberadamente a los fines de brindar diferentes
posicionamientos jurídicos, ideológicos o políticos.
Los artículos que acompañan este número reflejan que asistimos a un momento
especial en la historia argentina (y del mundo), debido a la declaración del
aislamiento social obligatorio, o “cuarentena” para toda la población y en todo el
país, que adquiere características únicas tanto por su extensión como por su
magnitud. Desde que apareció el primer caso de coronavirus en argentina, 3 de
marzo, de manera vertiginosa se sucedieron decisiones políticas y sanitarias que
impactarían de manera impensada en la población.
Editorial
Anexo I
http://dges-cba.edu.ar/wp/wp-content/uploads/2020/05/RES-CFE-363-20-ANEXO-I-VF-
3.pdf
Anexo II
https://www.argentina.gob.ar/sites/default/files/res_cfe_363_anexo_ii_eval_proceso_
eval_pedagogica_firmado_if-2020-32925508-apn-sgcfeme.pdf
Enfoque de Derechos
II. Hay una serie de hechos en el campo educativo que se dieron en forma
recurrentes dentro de la cuarentena, que vale la pena señalar. Este sistema ha sido
uno de los campos más modificados en sus modos de funcionamiento, pero al
mismo tiempo, fue el que se sostuvo desde el primer momento. Se cambió el
espacio/escuela, las prácticas de vínculo cara a cara (docente, profesor – alumnos);
se modificaron los tiempos de estudio, los tiempo de recreo, el vínculo familia -
escuela, los vínculos entre pares, y hasta la modalidad de transmitir los
conocimientos. La virtualidad pasó a ser central en un mundo que le era ajeno y lo
miraba con desconfianza. El hogar se convirtió en espacio educativo, y los
progenitores en auxiliares o facilitadores del proceso de enseñanza aprendizaje. Es
decir, gran parte del dispositivo se modificó y esto es de análisis específico de la
pedagogía, pero lo que se hizo evidente de modo inmediato es que la escuela hace
muchas más cosas que “solo” enseñar, todas ellas fundamentales para la vida y los
derechos de NNA. La escuela es una gran colaboradora en la promoción, prevención
y en especial en la protección de derechos (abuso, maltrato, bullying, salud,
educación, recreación, juego, cultura, etc.), un actor primordial en la detección de
estas situaciones como también en los procedimientos de restitución y puesta en
conocimiento a los órganos de protección. El sistema educativo con sus docentes, no
docentes y demás profesionales son un gran apoyo para las familias y un pívot
comunitario esencial. Muchas cosas que se decían de la escuela se volvieron
patentes. Por ejemplo, que es el espacio público que llega a donde nadie puede
llegar, ni los equipos de salud, ni de desarrollos, ni los de protección, y que es el
espacio de acompañamiento y promoción por excelencia.
Quizás por eso es que la escuela siguió trabajando la integración, la inclusión, las
escuelas especiales siguieron acompañando en sus tareas desde el primer día; las
escuelas siguieron cumpliendo con el derecho alimentario de NNA, mediante la labor
de docentes y no docentes que van a los establecimientos a entregar los bolsones de
alimentos cuidando un derecho que es fundamental. Pero más aún, cuando
entregan los módulos alimentarios, también entregan los materiales impresos de
estudio para aquellas familias que no pueden acceder a la conectividad. Y más aún,
en muchos casos aprovechan este momento para vincularse y entregar módulos
solidarios especiales, productos de múltiples colectas para reforzar frente a la
necesidad que están viviendo. Ni qué decir de la educación en la modalidad rural al
interior de toda la provincia.Bajo estas circunstancias docentes (hombres y mujeres
comunes con sueldos comunes), hicieron una transformación de sí, de los hogares
propios y de los hogares de los alumnos para continuar con el derecho a la
educación. Virtualizaron la presencia. Pero, mediante la conectividad, pudimos
entrar en el mundo de lo heterogéneo y la desigualdad. Vimos que no se
Enfoque de Derechos
trata solo de saber y utilizar redes sociales (Zoom, Jitsi, Google Meet, Classroom,
video llamadas por WhatsAap, You Tube, etc.). Quedó a la vista que la desigualdad es
extrema y detallista, que la diferencia está a la vuelta de la esquina.
Al comienzo nos preocupamos y ocupamos de las redes y sus usos cuidados, luego
de conectividad, luego de computadoras, luego del acceso a impresoras, luego nos
dimos cuenta que contábamos sólo con celulares, luego nos preguntamos sobre los
paquetes de datos de los padres, para después analizar si las familias tenían
enchufes y por último luz. Nos dimos cuenta sobre cómo estudian en casa cuando
en la misma viven 4, 6 u 8 personas; sobre el esfuerzo del ir y venir por calles de
tierras, por kilómetros para llegar a la escuela o buscar agua todos los días.
En conclusión, quedó patente, a la vista -sin escuela que lo tape- que donde siempre
trabajamos existe una multiplicidad y diversidad de mundos, mundos por donde
transitan la vida niñas/os, adolescente, madre, padre, abuelos, docentes, directivos y
un gran etcétera.
Esa multiplicidad se puso frente a nuestros ojos y con eso estamos lidiando. Como
contrapunto, también queda palpable la potencia de la escuela. Vemos que la
función igualadora está vigente, lo hace y con bastante criterio. Ese espacio donde
cada niño/a es singular y se lo mira, un lugar donde no tienen que discutir con nadie
para usar una “compu”, o tener luz o preocuparse por si tendrá comida, o si su
hermano mayor o varón tendrá prioridad. Un espacio donde se permite ese tiempo
para hacer cosas que la vida de consumo luego no dejará. Como dice Brailovsky
dentro de esas paredes, los niños le dedican tiempo a cosas que tal vez para la
sociedad no son útiles, como por ejemplo aprender sobre PI, o los Aztecas, o la obra
de Miró, o enseñar notas musicales, artes, lenguas. Ese espacio y tiempo donde
somos libres de lo que pasa afuera y en los que, cuando suena el timbre para el
recreo, tenemos como único objetivo jugar libremente con amigues. Sí, la pandemia
nos frenó, nos puso frente a un espejo y reflejó la diferencia y la desigualdad. Y eso
es la marca diferencial de estos lares. Siempre lo supimos, no hay dato estadístico
que no nos lo recuerde. En el mes de abril salieron las recomendaciones del Comité
de los Derechos del Niño de Naciones Unidas sobre los efectos de la Pandemia
(8/4/2020), y paso seguido el 10/4/2020 las del Comité Interamericano de los
Derechos Humanos y ahí se refleja la necesaria preocupación de la combinación
entre Pandemia, política pública y pobreza. Esta última dirá:
“Las Américas es la región más desigual del planeta, caracterizada por profundas brechas
sociales en que la pobreza y la pobreza extrema constituyen un problema transversal a
todos los Estados de la región; así como por la falta o precariedad en el acceso al agua
potable y al saneamiento; la inseguridad alimentaria, las situaciones de
contaminación ambiental y la falta de viviendas o de hábitat adecuado.
Enfoque de Derechos
El virus que acecha no sólo a nuestro País, sino al Mundo, nos tomó por sorpresa y
nos obligó a que, de un día para el otro, nuestra rutina y actividades se paralizaran.
El Gobierno Nacional debió decretar la suspensión de las clases en todos los niveles
educativos, y con esta suspensión, se llevaron adelante distintos intentos por
continuar el vínculo entre docentes y estudiantes de forma virtual. En tiempos de
pandemia, “ir a clases” significa disponer de una computadora que se conecte a
internet, de manera exclusiva para el alumno. Ahora bien, ¿es esto posible?
Este escenario nos enfrenta, sin sorprendernos, a la desigualdad social que existe en
nuestro país. Hay quienes cuentan con lo necesario para acceder a las clases
virtuales y a las tareas; y otros, simplemente deberán esperar a que el virus nos
permita salir de nuestras casas para asistir a las aulas, teniendo mayores dificultades
para acceder a la educación hasta tanto se retome la enseñanza presencial. La
emergencia sanitaria, afecta en mayor medida a los sectores más vulnerables y la
virtualidad en la enseñanza profundizó las desigualdades ya existentes. Hoy ni
siquiera estamos discutiendo de manera directa el aporte que las herramientas
tecnológicas pueden significar para que miles de chicas y chicos del nivel primario y
secundario se propongan el estudio de carreras universitarias vinculadas a lo digital
(programación, diseño y arte digital, entre otras). Estamos diciendo que bajo este
contexto de pandemia, a los fines de poder continuar con el cursado, sea cual fuere
el nivel en el cual se encuentre el estudiante, las herramientas tecnológicas se han
constituido en un instrumento fundamental.Nuestro sistema escolar se encuentra
muy fragmentado a nivel socio-económico. Esta situación genera experiencias
desiguales para enfrentar la crisis y nos obliga a no mirar para un costado, confiando
en que la escuela -por sí sola- podrá resolver, de alguna manera y según sus
posibilidades, las desigualdades materiales que marcan a nuestras juventudes y a
nuestra sociedad. Por el contrario, el COVID-19 nos interpela, nos exige mirar, sin
disfraces, las nulas posibilidades a la que muchos de nuestros jóvenes se enfrentan,
también, en el acceso a recursos tecnológicos. La desigualdad no solo recae ante la
situación fáctica de contar o no con una computadora personal y acceso a
Desigualdad social y acceso
a la virtualidad
internet; sino también, en las consecuencias que esto genera en el vínculo educativo
con el docente. Muchos estudiantes se ven obligados a aprender sin un docente que
pueda explicarles los contenidos curriculares, es decir, de contar con alguien que los
apoye y los acompañe.
Ante esta realidad, los profesores se enfrentan al desafío de idear estrategias para
lograr sostener el vínculo con sus alumnos y hacerles llegar, de alguna manera, las
tareas y los contenidos. Tal el caso de una maestra rural de Santa Ana, Provincia de
Misiones, que imprime tareas y recorre chacras para entregar actividades a sus
alumnos de 1ro a 7mo grado que no tienen internet: “La idea de imprimirles las
actividades nace como una estrategia para que los alumnos puedan seguir
estudiando y realizando las actividades escolares ya que viven en una zona rural
donde no hay conectividad y no tienen acceso a internet”.¹ En este sentido, las
iniciativas de educación a distancia a través de lo virtual pueden contribuir a
combatir las desigualdades en el sistema educativo solo si generamos la conciencia
de que para ello se necesitan recursos y sobre todo, crear oportunidades que
disminuyan las brechas sociales que nos dividen. Se dice que las crisis traen
oportunidades. Quizás sea necesario pensar a esta pandemia como el surgimiento
de un desafío sobre el que las familias, las escuelas, los docentes, las sociedades y
los Estados debamos trabajar, para evitar que esta debacle (y las que vendrán)
profundicen las desigualdades.
Los chinos utilizan para escribir la palabra crisis, los ideogramas de peligro y
oportunidad, en esta circunstancia de tanto reclamo hacia ese oriente, quizás
también debamos tomar parte de su sabiduría ancestral… ¿Podemos pensar a la
virtualidad como un reemplazo de la presencialidad? La respuesta parece obvia, pero
la obviedad no es tal cuando empezamos a mirar como ciertos entornos virtuales
son el reflejo de estilos docentes, discutibles ya en lo presencial, y por lo tanto
peligroso y muy preocupante en lo virtual.
Y así nos encontramos con esa necesidad de querer llevar a una clase en “zoom” (o
su aplicación reemplazante) “la asistencia”. En ese ejercicio paternalista que
ejercemos muchos docentes más desde un lugar de cierta comodidad que otorga la
obligatoriedad, como para no interrogarnos en cómo generar aprendizajes
significativos que inviten al deseo, parece ya arcaico en lo presencial, pues bien en lo
virtual roza lo ridículo.
El derecho a la educación no puede ser una bandera enarbolada para justificar un
intento desesperado de construir, en los diversos hogares artificiales, espacios
áulicos donde el conocimiento debe fluir en la autonomía de adolescentes
acostumbrados a una escuela que les exigió mucha más reproducción que
investigación y criticidad. La virtualidad no puede solo ser entendida como un mero
acto de conexión y un fluir de conocimientos; es un acto simbiótico de enseñanza y
aprendizaje, la virtualidad requiere mucho más que eso, requiere un compromiso y
un estar dispuesto a… un estar dispuesto a exponer y a estar expuesto, al desdibuje
de los tiempo y horarios, a contar con elementos que parecen hoy pensarse como
necesidades básicas, cuando durante mucho tiempo fueron derechos cuestionados.
Respecto de ello, como bien plantean Delgado y Oliver en su trabajo de La
Enseñanza del Derecho y las tecnologías de la Información y la Comunicación ², la
virtualidad sólo es posible si ciertas condiciones están aseguradas no sólo para el
docente sino también para sus destinatarios: los estudiantes.
Estando inmersos en profundas desigualdades estructurales, es necesario pensar
¿en cuántos espacios educativos estaban cubiertas las necesidades para poder dar
continuidad al proceso de enseñanza y aprendizaje? ¿Cuántas docentes pueden
realizar este trabajo a diario? ¿Cuántos alumnos no pueden acceder a internet y por
eso necesitan que se les entregue en la puerta de sus casas las tareas?
Los chinos utilizan para escribir la palabra crisis, los ideogramas de peligro y
oportunidad, en esta circunstancia de tanto reclamo hacia ese oriente, quizás
también debamos tomar parte de su sabiduría ancestral… ¿Podemos pensar a la
virtualidad como un reemplazo de la presencialidad? La respuesta parece obvia, pero
la obviedad no es tal cuando empezamos a mirar como ciertos entornos virtuales
son el reflejo de estilos docentes, discutibles ya en lo presencial, y por lo tanto
peligroso y muy preocupante en lo virtual.
Y así nos encontramos con esa necesidad de querer llevar a una clase en “zoom” (o
su aplicación reemplazante) “la asistencia”. En ese ejercicio paternalista que
ejercemos muchos docentes más desde un lugar de cierta comodidad que otorga la
obligatoriedad, como para no interrogarnos en cómo generar aprendizajes
significativos que inviten al deseo, parece ya arcaico en lo presencial, pues bien en lo
virtual roza lo ridículo.
El derecho a la educación no puede ser una bandera enarbolada para justificar un
intento desesperado de construir, en los diversos hogares artificiales, espacios
áulicos donde el conocimiento debe fluir en la autonomía de adolescentes
acostumbrados a una escuela que les exigió mucha más reproducción que
investigación y criticidad. La virtualidad no puede solo ser entendida como un mero
acto de conexión y un fluir de conocimientos; es un acto simbiótico de enseñanza y
aprendizaje, la virtualidad requiere mucho más que eso, requiere un compromiso y
un estar dispuesto a… un estar dispuesto a exponer y a estar expuesto, al desdibuje
de los tiempo y horarios, a contar con elementos que parecen hoy pensarse como
necesidades básicas, cuando durante mucho tiempo fueron derechos cuestionados.
Respecto de ello, como bien plantean Delgado y Oliver en su trabajo de La
Enseñanza del Derecho y las tecnologías de la Información y la Comunicación ², la
virtualidad sólo es posible si ciertas condiciones están aseguradas no sólo para el
docente sino también para sus destinatarios: los estudiantes.
Estando inmersos en profundas desigualdades estructurales, es necesario pensar
¿en cuántos espacios educativos estaban cubiertas las necesidades para poder dar
continuidad al proceso de enseñanza y aprendizaje? ¿Cuántas docentes pueden
realizar este trabajo a diario? ¿Cuántos alumnos no pueden acceder a internet y por
eso necesitan que se les entregue en la puerta de sus casas las tareas?
En contextos duramente golpeados por las condiciones que les toca atravesar, la
articulación con políticas y relaciones con sus contextos, constituyen un rol crítico en
la construcción de oportunidades educativas.
Ante el contexto de pandemia y limitada a este período, la virtualidad se ha impuesto
de manera forzosa y, por qué no, también improvisada, como base para la
continuidad de la universidad pública que solamente la reconocía de manera
auxiliar, demostrando ser un medio legítimo a los fines de poder continuar con los
procesos formativos. He aquí el punto de trampolín para que, una vez superado este
contexto de emergencia, la universidad pública pueda ofrecer una oferta de
educación superior gratuita y a distancia, mediada por lo virtual, como un medio
más para la democratización del acceso a la educación.
En este contexto cabe preguntarse lo que una crisis implica, en nuestro caso en el
campo de la educación. La crisis y el desconcierto que ello acarrea significó
reacomodarse, y estimamos que puede ser una oportunidad única para repensar en
las estructuras que en ciertos casos se presentan como incompletas frente a las
nuevas posibilidades. Tal como señalamos en la primer parte del artículo,
democratizar la educación resulta un imperativo, y respecto a ello nos encontramos
con la dicotomía entre las potencialidades de la educación a distancia para
garantizar acceso a la universidad pública y la realidad que se impone, en la cual
amplios sectores no cuentan con medios, insumos y conectividad que son necesarias
a tal fin. En este sentido, son fundamentales las políticas públicas que se tomen en el
campo educativo para garantizar un acceso efectivo de todas y todos a los medios
para posibilitar la educación a distancia.
También retomamos lo señalado previamente, en cuanto destacamos que aún
garantizando el acceso a los medios (insumos, conectividad), no será posible una
educación de calidad si el uso de las TICs se realiza de forma efectiva pero no
genuina.
Respecto a ello, la tarea de los profesorados se convierte en fundamental en cuanto
a la formación docente, en la medida que tengan como uno de sus objetivos
esenciales el correcto uso de las TICs y el aprendizaje de la educación a distancia, no
solo por la utilidad que ello pueda tener en épocas de crisis, impensadas, como la
actual sino en su uso generalizado con el objetivo de una real democratización de
la educación.
Desigualdad social y acceso
a la virtualidad
Pasada esta crisis la sociedad no será la misma, como así tampoco la educación. Es
preciso que las instituciones públicas tomen nota de esta experiencia, y de todas las
posibilidades que brindan las tecnologías y los entornos virtuales de aprendizaje, con
actitud reflexiva y crítica, para que la virtualidad no se convierta en otro modo de
camuflar un sistema universitario elitista. La tarea no será sencilla e implica muchos
desafìos pero quizás como nos enseña Paulo Freire: “Es imposible enseñar sin ese
coraje de querer bien, sin la valentía de los que insisten mil veces antes de desistir,” y
en este nuevo contexto los docentes... seguiremos insistiendo.
Desigualdad social y acceso
a la virtualidad
En los barrios en los que hemos trabajado, que son de sectores bajos, parecen tener
más recursos para armar lazos".⁴
Decíamos, el Ministerio de Educación ha puesto énfasis en el plano vincular para que
la escuela no se derrumbe. Para que sobreviva fundamentalmente a la
pandemia.
Y lo interesante de esa propuesta es la focalización en los vínculos. Porque los
vínculos, en definitiva, constituyen la conectividad.
“No es lo mismo que me explique un profesor a que vea un texto en una pantalla”,
argumentaba un chico de una escuela secundaria de Córdoba al momento de
resolver unas actividades.
Cuando se vuelva al espacio físico, la resignificación de este mandato relacional
impuesto en esta situación de encierro, abrirá nuevas subjetivaciones y necesidades,
nuevas formas de albergar al otro centrando esta mirada en una profundización de
la convivencia .
Entonces será más importante reconstruir el espacio escolar desde el aprendizaje de
lo común que medir cuánto de lo conceptual han aprendido o no los chicos en este
tiempo.
¹GOLEMAN, Daniel, La Inteligencia Emocional, Por qué es más importante que el cociente
intelectual, 2º Edición, Editorial Vergara, Buenos Aires, 2019, página 49.
² LEWIN, Laura, Que enseñes no significa que aprendan: neurociencias, liderazgo docente e
innovación en el aula en el siglo XXI, 2º Edición, Editorial Bonum, 2017, página 210.
³ BERGMANN, J. y SAMS, A, Flip your Classroom: Reach Every Student en Every Class Every Day,
Alexandria, 2012, ISTE, ASCD.
⁴ https://es.unesco.org/covid19/globaleducationcoalition, consulta del día 10/05/2020.
Desigualdad social y acceso
a la virtualidad
DESAFÍOS DE LA POSTPANDEMIA
¹https://www.youtube.com/channel/UCqzSuSBqST6kuWqYhorZ1tw
² Follari, Roberto (2020) “Después del aislamiento” en El futuro después del Covid-19. ArgentinaUnida.
https://www.argentina.gob.ar/sites/default/files/el_futuro_despues_del_covid-19_0.pdf
Desigualdad social y acceso
a la virtualidad
³ Sarlo, Beatriz (2020) “Depende de nosotros” en El futuro después del Covid-19. ArgentinaUnida.
https://www.argentina.gob.ar/sites/default/files/el_futuro_despues_del_covid-19_0.pdf
Desigualdad social y acceso
a la virtualidad
En nuestro país a partir del año 2006, contamos con la Ley de Educación Nacional¹,
que a lo largo de 145 artículos aborda en detalle distintas cuestiones como las
definiciones relativas a los principios, derechos y garantías asegurados por el Estado.
En este sentido hay que destacar, entre otras cosas el reconocimiento de la
educación y el conocimiento como “Bien Público y derecho personal y social”
expresadas en el artículo 2 de la ley.
Ahora bien, en el contexto actual de pandemia, en el que abunda la incertidumbre y
la ansiedad generalizada, y en el que los docentes están haciendo su mejor esfuerzo
para poder dar los contenidos que habían previsto en sus planificaciones, ahora a
través de plataformas y en la que el aprendizaje se encuentra mediado por la
tecnología ¿Cómo se hace para que todos los estudiantes tengan un real acceso a
una educación integral, permanente y de calidad como reza la norma mencionada
en su artículo 4?. Y en el supuesto de que todos tuvieran real acceso, ¿Ese
aprendizaje será de calidad o no? Por estos días esos y más interrogantes se
plantean a nivel educativo, definitivamente nada volverá a ser igual, y es preciso
reformular la relación docente- alumno.
Sumado al interrogante que se plantea si el aprendizaje será de calidad o no, el
contexto actual ha traído consigo cambios en la forma de producción del
conocimiento, en las relaciones de autoridad (saber-poder) y en cómo se produce la
circulación de la palabra. El hecho de que el aprendizaje no se realice en el aula de la
escuela y sea de manera virtual en su totalidad es un cambio radical, en el que
aparecen otras variables que afectan la situación de aprendizaje; tales como la
disponibilidad de conexión a internet desde el hogar que tengan tanto alumnos
como docentes, la responsabilidad de conectarse y realizar las actividades que el
docente proponga, es decir el compromiso de parte del alumno, que dependiendo
de la edad deberá ser acompañado por sus padres, y por parte del docente el
acompañamiento que le sea posible realizar a sus alumnos en esta nueva forma de
transitar sus trayectorias.
¹ Ley de Educación Nacional N°26.206. Publicada en el Boletín Oficial del 28-dic- 2006 Número: 31062
Página: 1. Ministerio de Justicia y Derechos Humanos infoleg@jus.gob.ar
Calidad educativa en tiempos
de pandemia
ACREDITACIÓN DE SABERES EN
TIEMPOS DE PANDEMIA
Por Christian A. Schultess
Acerca del autor
¹ LCfr. art. 2 Ley Nacional de Educación Nº 26.206: La educación y el conocimiento son un bien público y
un derecho personal y social, garantizados por el Estado.
Calidad educativa en tiempos
de pandemia
De allí que, como se puede, los procesos educativos formales continúan. Ahora, el
cómo se puede, en términos de adaptabilidad formal, no quita ni la esencia ni la
finalidad del educar, sólo remite a variaciones en su desarrollo, potenciadas hoy
desde otras opciones como las herramientas virtuales o envío a domicilio de material
de estudio. La coyuntura modifica formas pero no esencias ni fines ya impresos en la
ley, por ello es un error suprimir en las trayectorias pedagógicas las evaluaciones de
los aprendizajes y las acreditaciones de ellas derivadas, tanto como lo sería suprimir
la adquisición misma de los aprendizajes. Rómpase el eslabón que se quiera en una
trayectoria, el proceso quedará trunco y por ello, tanto en su dimensión personal
como social, vulneradas las garantías de ley.
El ejercicio del derecho de aprender es de máximo rango al estar fijado en el art. 14
de la Constitución Argentina, y según su ley reglamentaria Nº 26.206, comprende el
ser evaluado en desempeño y logros, conforme a criterios científicamente
fundados². La evaluación de los aprendizajes y su traducción objetiva en escalas de
acreditación, no se puede escindir del proceso educativo, omitir esta instancia, es
desnaturalizar lo transitado y vaciar su expresión final que resignifica las restantes
acciones pedagógicas. Es que si la política educativa nacional debe garantizar una
educación integral que desarrolle todas las dimensiones de la persona y habilite
tanto para el desempeño social y laboral, como para el acceso a estudios
superiores³, es inviable hacer actuar tal garantía sin esa doble comprobación: que el
proceso desarrolle todas las dimensiones de la persona (evaluación) y que sea
habilitante para el desempeño social y laboral (acreditación). La emergencia sanitaria
que motiva la suspensión de las clases presenciales pero admite otras formas
alternativas de materialización del proceso educativo, no puede, por ello, prescindir
de las instancias de evaluación. Lo afirmado no es obstáculo sino que, por el
contrario, impone revisar las modalidades y criterios a emplear en esta
imprescindible etapa, a fin de sintonizar con las variaciones producidas en las
restantes del proceso; ello no sólo no vulnera la ley sino que, por el contrario,
permite cumplimentar su manda. Corresponde, sí, a los educadores el diseño de
instrumentos de evaluación adecuados y pertinentes, contemplando las particulares
situaciones de excepción de alumnos con dificultades de acceso a las formas
aplicadas en la emergencia, máxime si tales instrumentos basan la ulterior
acreditación de los aprendizajes habidos.
⁴ Se aprecia, por caso, como desafortunado el mensaje público vertido por el Ministro de Educación de
la Provincia de Córdoba, en el sentido de que: Nadie repetirá el año y sería injusto calificar a los
alumnos ante las evidentes desigualdades en este proceso” afirmó Walter Grahovac, ministro de
Educación de la Provincia. (http://cabledigital.com.ar/grahovac-nadie-repetira-el-ano/ último acceso
11.05.20).
Calidad educativa en tiempos
de pandemia
BIBLIOGRAFÍA:
CASTEL,Robert (1997): “Las Metamorfosis de la Cuestión Social: Una Crónica del Salariado” Ediciones:
Paidós, Estado y Sociedad. Argentina.
Calidad educativa en tiempos
de pandemia
EL TRABAJO DOCENTE ES
IRREMPLAZABLE
Por Nuria D. Muñoz
Acerca de la autora
“Está la historia de un profesor norteamericano que tenía que viajar y como tenía
que hacer ciertas clases, llama a su ayudante y le dice: “Mira aquí tengo una
grabadora con un cassette con las clases grabadas. Si yo no llego a tiempo para la
clase, por favor haz escuchar a mis alumnos mi clase”. Efectivamente, llega un poco
tarde y se acerca en punta de pies al aula y oye su voz. “¡Ah!, claro, están escuchando
mi clase”. Abre la puerta y ve una grabadora rodeada de once grabadoras”
(Maturana, 1991, p. 239).
Este breve relato de Humberto Maturana nos muestra la errónea idea de que la
tecnología puede reemplazar al docente. Si el profesor no se muestra presente, los
alumnos tampoco lo harán, ya que la enseñanza y el aprendizaje deben
desarrollarse con alumnos y docentes reales interactuando entre sí, por lo que, “ante
una práctica de la enseñanza que es un simulacro, el hecho educativo no tiene lugar”
(Maggio, 2012, p. 16).
De todas maneras, y sin perder de vista esa última afirmación, no podemos
desconocer la realidad actual que nos toca enfrentar como sociedad, no sólo a nivel
local y nacional, sino mundial. Es la ocasionada por la pandemia declarada a raíz del
Covid-19, que nos obligó a mantenernos aislados, de forma preventiva y obligatoria,
provocando un cambio absolutamente impredecible y de manera abrupta para
nuestras vidas. Lo que llevó a tomar decisiones y adaptarnos con el transcurrir de los
días.
El sistema educativo no es una excepción a esto, sino todo lo contrario. Fue una de
las primeras actividades que se suspendió, el día 16 de marzo del corriente año, aún
antes de que el gobierno nacional decidiera por el aislamiento para todo el país.
Si bien existe esta suspensión, también hay una directiva acerca de que la enseñanza
no se paraliza, “no estamos de vacaciones” anunció el presidente Alberto Fernández.
Esto determinó que, tanto docentes como alumnos, se vieran en la obligación de
mediar sus interacciones por medio de la tecnología. Lo que implicó un replanteo de
los procesos de enseñanza y aprendizaje, que se venían dando en un lugar
especialmente creado para que se desarrollen, y docentes formados para
desenvolverse en ese lugar en particular: la escuela.
Por eso, la realidad que nos toca experimentar deja expuestas muchas falencias y
desigualdades que deben hacerse frente en ese replanteo.
Calidad educativa en tiempos
de pandemia
Los docentes deben tener presente, por un lado, los contextos económicos, sociales
y culturales que conviven con ciertos alumnos, sobre todo desigualdades que no
podemos negar que existen desde mucho antes a esta pandemia, pero que se hacen
aún más evidentes en este momento. Algunos de ellos ni siquiera cuentan con un
celular o una computadora, mucho menos con impresora o conectividad. Ni hablar
del entorno familiar que los rodea, ya que, en nuestro país, casi la mitad de los
jóvenes están bajo la línea de la pobreza (Dinatale, 2019), lo que dificulta mantener
una constancia para el estudio o presenciar clases, más aún para hacerlo de forma
remota. Entonces ¿se está cumplimiento con el Artículo 11, inciso A, de la Ley n°
26.206 de Educación Nacional acerca de asegurar una educación de calidad con
igualdad de oportunidades y posibilidades, sin desequilibrios regionales ni
inequidades sociales?
Sin embargo, la situación de sus alumnos no es el único inconveniente que enfrentan
los docentes, quienes desde antes a esta pandemia se desafían continuamente para
brindarles contención, más allá de su trabajo en la enseñanza.
Hoy, se encuentran, más que nunca, con una deficiente formación en cuanto a las
tecnología. Los docentes están haciendo malabares para capacitarse de manera
individual y de forma repentina, buscando herramientas digitales que mejor se
adapten a las necesidades de sus alumnos, que sean motivadoras y adecuadas al
contenido, el cual debe ser reacomodado actualmente, pero ateniéndose a un
programa y un currículum que les sopla por el oído y que no pueden dejar de
cumplir.
Por todo esto es que experimentan más demoras en planificar sus alternativas
metodológicas. Teniendo en cuenta también que, como consecuencia del fenómeno
“docente golondrina” que ya conocemos, los maestros tienen más de un curso que
atender, por lo que terminan estando disponibles más horas de lo que les
correspondería.
Pero, el dato más relevante es que, su salario sigue siendo el mismo, aquel salario
deficiente y por el que se reclama año a año. Esto, no ayuda a jerarquizar el trabajo
docente, y, sin dudas, para que una profesión sea plenamente reconocida requiere
mejores niveles salariales.
Sucede también que, ahora se ven fuertemente expuestos a la observación de las
familias, que juzgan sus prácticas, lo que hace que se haya ampliado esa tríada
didáctica donde intervenían tres elementos: docente, alumno y contenido. La
comunicación se está efectuando principalmente entre el profesor y los padres y
madres de los estudiantes. Aunque sin perder de vista que, esto se da en menor
medida en colegios ubicados en zonas con poblaciones pobres, donde se ha perdido
el contacto físico y virtual, y abunda más el silencio y el abandono escolar en la
actualidad.
Calidad educativa en tiempos
de pandemia
BIBLIOGRAFÍA:
- DINATALE, M. (29 de abril de 2019). Alarmante informe de la UCA: el 41,2% de los niños vive bajo
pobreza estructural en Argentina. Infobae. Recuperado de:
https://www.infobae.com/politica/2019/04/29/alarmante-informe-de-la-uca-el-412-de-los-ninos-
vive-bajo- pobreza-estructural-en-argentina/. - Instituto Nacional de Formación Docente. (2007).
Lineamientos Curriculares Nacionales para la Formación Docente Inicial. - MAGGIO, M. (2012).
Enriquecer la Enseñanza. Los ambientes con alta disposición tecnológica como oportunidad. Buenos
Aires: Paidós. - Maturana, H. (1996). El sentido de lo humano. Santiago de Chile: Dolmen
El dilema de la educación
de gestión privada
LOCACIÓN DE SERVICIOS
EDUCATIVOS. PAGO DE ARANCELES
MENSUALES EN TIEMPOS DE COVID-19
Acerca de los autores
Por J.F.Franchello y J.I. Iribarren
Análisis preliminar:
Previo a entrar en el análisis del tema de cuota arancelaria debemos brevemente
decir que el contrato de enseñanza privada es considerado como un contrato a favor
de tercero en donde se establece la siguiente relación jurídica triangular: a)
estipulante: padre/s o tutor/es en ejercicio de la responsabilidad parental
compartida o no; b) promitente: establecimiento educativo de enseñanza; c) tercero
beneficiario: hijo/a menor (alumno/a). Dicha estipulación a favor del alumno nace de
la voluntad del padre, se inserta en un contrato de carácter oneroso, que le sirve de
base, en donde la prestación hacia el alumno estará a cargo del establecimiento
educativo, y en donde el beneficiario es un tercero ajeno al contrato base entre el
estipulante y el promitente.
Por lo tanto entre estipulante y promitente existe un contrato base de educación que
los une jurídicamente. Y existe además una relación accesoria en la cual el sujeto
activo (padre) goza de las acciones contra el establecimiento educativo para exigir su
cumplimiento en dirección del alumno.
El dilema de la educación
de gestión privada
Si analizamos el caso de nivel terciario y del universitario, podemos afirmar que esta
modalidad ya existía antes de COVID-19 en numerosos institutos terciarios y
Universidades privadas de nuestro país sin ningún inconveniente ni planteo respecto
a si corresponde o no abonar el servicio educativo. A mí modo de ver, entiendo que
esto pudo darse por un factor predeterminante: la edad de los alumnos. La realidad
de nuestro país es que la modalidad “a distancia” para la educación inicial, primaria o
media, como así también la modalidad “home schooling” aún están muy lejos de ser
un hecho. En la actualidad, es muy común que en una familia, ambos padres tengan
obligaciones y responsabilidades, todo lo cual genera que sus hijos deban
necesariamente ser educados bajo la modalidad “presencial” y no a distancia. Si
hubiéramos realizado una encuesta, previo COVID-19, a diez padres de alumnos de
distintas instituciones educativas, de distintas clases sociales, sobre qué modalidad
de educación eligen para la educación de sus hijos, casi con seguridad podríamos
decir que el 90% de estos habría elegido la opción “presencial” en una Institución
Educativa debido a que ambos trabajan o tienen ocupaciones por lo que necesitan
que sus hijos estén en un establecimiento. Ni que hablar de las cuestiones
pedagógicas y de desarrollo social de un niño frente a la educación presencial. Es
por ello que entiendo que el servicio de educación contratado por los padres es el
servicio educativo presencial y no a distancia como actualmente (por una causal de
fuerza mayor) las instituciones están dando.
Frente a este escenario la pregunta que se oye cada vez más a menudo es, si la
situación puede encuadrarse como un caso de fuerza mayor para que quien la
invoque se libere del cumplimiento de las obligaciones asumidas.
La respuesta rápida podría ser afirmativa. Pero a poco que se analice el Código Civil y
Comercial de la Nación (CCyC), la respuesta debería ser, depende del caso concreto.
Ello porque el CCyC contiene ciertas disposiciones que nos proponemos analizar
brevemente en este trabajo que deben entenderse para determinar si considerando
las actuales circunstancias pueden liberar al deudor del cumplimiento de sus
obligaciones.
El Art. 1730 del CCyC¹ dispone que: “se considera caso fortuito o fuerza mayor al
hecho que no ha podido ser previsto o que, habiendo sido previsto, no ha podido ser
evitado. El caso fortuito o fuerza mayor exime de responsabilidad, excepto
disposición en contrario”. Luego agrega en su Art. 1732 CCyC² : “El deudor de una
obligación queda eximido del cumplimiento, y no es responsable, si la obligación se
ha extinguido por imposibilidad de cumplimiento objetiva y absoluta no imputable al
obligado.
¹ http://www.notarfor.com.ar/codigo-civil-comercial-unificado/articulo-1730.php
² https://leyes-ar.com/codigo_civil_y_comercial/1732.htm
El dilema de la educación
de gestión privada
³ http://servicios.infoleg.gob.ar/infolegInternet/verNorma.do?id=335741
El dilema de la educación
de gestión privada
Una de las formas válidamente exigibles para impedir la ruptura del contrato y que
quizás pueda aplicarse para la situación de los contratos de locación de servicios
educativos es la de recurrir a herramientas que ofrezcan modos de preservar la
relación, buscando readecuar las prestaciones a través de un ejercicio de esfuerzo
compartido.
El principio del esfuerzo compartido, en circunstancias como las actuales, no puede
ni debe ser concebido como una opción facultativa de las partes, sino como una
obligación, resultante de una prolongación de los principios de equidad y de la
buena fe. Se trata de un mecanismo concreto y disponible para cumplir con ese
deber general. Ninguna de las partes debería, sin más, invocar el caso fortuito y
resolver el contrato sin antes haber realizado y explorado el protocolo del esfuerzo
compartido. Es una instancia de carácter necesario, pero de fracasar, brindará una
protección en caso de disputas posteriores. Por el contrario, de ocurrir que una de
las partes se niegue a transitarlo, ello otorgará a la contraparte mayores argumentos
para sostener que la resolución operó debido a la falta de buena fe de la parte que
alegó el caso fortuito, pudiendo haber existido alternativas para preservar la
continuidad de la relación.
El dilema de la educación
de gestión privada
¹ https://www.argentina.gob.ar/normativa/nacional/decreto-297-2020-335741/normas-modifican
El dilema de la educación
de gestión privada
¹ http://servicios.infoleg.gob.ar/infolegInternet/verNorma.do?id=335423
El dilema de la educación
de gestión privada
Cabe tener en cuenta que se están analizando cuestiones generales, ya que se debe
estar al contrato firmado por las partes, las condiciones del mismo y la verificación
de si no se ha violado alguna norma de defensa del consumidor.
Para que el contrato de aprendizaje pueda serle aplicable tanto el caso fortuito como
la imprevisión, se tiene que estar a las condiciones que habilitan a los mismos, como
ser: a) Se desplaza el “pacta sunt servanda”; b) Se alteran sustancialmente las
condiciones que regían el contrato provocando un desequilibrio en las prestaciones;
c) que no haya imposibilidad de cumplimiento; d) se aplican a contratos de ejecución
diferida o de duración; e) Debe existir una relación de causalidad entre la alteración
del contrato y la excesiva onerosidad o frustración; f) La alteración de las condiciones
se da por causas ajenas a las partes; g) Dicha alteración es imprevisible; h) Es
necesario que el afectado opte por el régimen de imprevisibilidad o caso fortuito.
Si se dan todas las condiciones que habilitan a dichos institutos, podemos proceder a
analizar si el incumplimiento/imposibilidad de parte del consumidor o de la
institución obedecen a cuestiones que hacen a la institución o al propio consumidor
(representante de la persona que asiste al centro educativo o sujeto mismo que
asiste) y si hacen aplicable al caso fortuito o a la imprevisibilidad.
Comenzamos con el consumidor (padre/estudiante/usuario). Vamos a suponer que
Juan de profesión ingeniero tiene dos hijos en la secundaria de determinado
instituto privado, y a continuación vamos a plantear tres situaciones. Primer caso.
debido a la situación de pandemia, el 20 de marzo a Juan le rescinden un par de
contratos de obra debido que no se pueden realizar ninguna tarea de construcción,
lo que le reduce bastante los ingresos, de modo que no puede costear en plenitud la
cuota de la secundaria. Además, el Colegio adoptó la modalidad de clases online, no
asistiendo sus hijos al centro educativo. Evidentemente hay una alteración en el
equilibrio de las prestaciones, reduciendo el centro educativo su capacidad operativa
de obligaciones accesorias (evolución del desarrollo del menor, asistencia técnica
inmediata, relación directa con el profesor, etc.) por clases virtuales donde
difícilmente se pueda controlar al alumno, el envío de material es vía correo
electrónico, trasladando a Juan la obligación de poseer dos computadoras (si es que
se superponen los horarios), internet de calidad para tener conectividad, que los
hijos cumplan con las asistencia a clases virtuales y realización de tareas. Juan ya no
puede pagar en abril el total cuota pactada en marzo, a su vez, dicho valor de cuota
no representa todas las cuestiones a cargo del instituto.
Como Juan tiene voluntad de pagar, el contrato todavía es de posible cumplimiento
por modificación de las condiciones, se le debe aplicar al hecho lo dispuesto por el
art. 1091 del CCYCN², exigiendo una adecuación, y no el caso fortuito, porque este se
aplica cuando es de imposible cumplimiento (art. 1730/2)³.
² http://www.notarfor.com.ar/codigo-civil-comercial-unificado/articulo-1091.php
³ https://leyes-ar.com/codigo_civil_y_comercial/1730.htm
El dilema de la educación
de gestión privada
⁴ http://www.notarfor.com.ar/codigo-civil-comercial-unificado/articulo-1011.php
El dilema de la educación
de gestión privada
Cabe destacar que nuestro sistema educativo argentino está compuesto por
distintos actores, los cuales coadyuvan con el Estado en la prestación educacional,
pues así lo estipula el artículo 14 de la Ley Nacional de Educación al manifestar: “El
Sistema Educativo Nacional es el conjunto organizado de servicios y acciones
educativas reguladas por el Estado que posibilitan el ejercicio del derecho a la
educación. Lo integran los servicios educativos de gestión estatal y privada, gestión
cooperativa y gestión social, de todas las jurisdicciones del país, que abarcan los
distintos niveles, ciclos y modalidades de la educación.” He aquí la creación legal de
los colegios públicos de gestión privada, que, si bien deben adecuarse a la política
educativa delimitada por el Estado Nacional y a los planes de enseñanza oficiales,
poseen la capacidad de desarrollar proyectos educativos institucionales propios y
participar del planeamiento educativo, ofreciendo entonces una alternativa distinta a
la comunidad social.
Cada colegio público de gestión privada presenta una realidad diferente y la
administración que haga su representante legal en conjunto con la entidad
propietaria será distinta en función del presupuesto que posea a mano, donde la
existencia de un aporte estatal, el número de estudiantes matriculados y los niveles
de morosidad, formarán una ecuación clave en el sostenimiento de la institución.
En este orden de ideas y ante esta coyuntura se encuentran los colegios de gestión
privada en nuestro país. Por un lado, se ven ante la obligación de mantener el
dictado de clases, por lo que continúan funcionando y sus principales costos se
encuentran activos; y, por otro lado, afrontar las obligaciones económicas y resolver
el dilema jurídico producido por el conflicto que se produce entre los interrogantes
planteados por los responsables parentales, tales como ¿Debo pagar la cuota si mi
hijo/a no asiste a la Institución? ¿Por qué abonar si los docentes están en la casa?
¿Tengo que pagar si yo le estoy enseñando a mis hijos/as? y la vigencia del contrato
de servicios educativos que vincula familias y escuela, es decir y traducido a un
lenguaje más vulgar, ¿Puedo cobrar la cuota o no?
Antes de responder el principal interrogante de esta publicación, es menester
destacar que las instituciones educativas no son ajenas a la realidad y entienden que
la crisis económica producida por el aislamiento, afecta severamente a la mayoría de
las familias, que en un contexto de habitualidad, abonan la cuota con rigurosidad lo
que posibilita sostener en pie el establecimiento haciendo frente a sus principales
obligaciones, nótese, sueldos docentes, del personal administrativo, de maestranza,
y el pago de servicios como luz, agua, internet, soportes técnicos, etc., pero que
actualmente se encuentran inmersos en este marco inusual y extraordinario, que
trajo dificultades para realizar los pagos y la tranquilidad en las cuentas escolares
empieza a perderse.
El dilema de la educación
de gestión privada
Los últimos días del año 2019, las autoridades sanitarias de la ciudad de Wuhan,
China, reportaron la existencia de un síndrome respiratorio agudo grave de origen
desconocido, que afectaba a 27 personas de esa ciudad, aparentemente
relacionadas con un mercado de animales vivos.- Días después, el 7 de Enero de
2020 las mismas autoridades informaron que la causa de la dolencia era un virus de
la familia de los coronavirus, al que se lo denominó oficialmente por la Organización
Mundial de la Salud como COVID-2019. De allí en más de manera vertiginosa, el virus
se expandió por el mundo, tanto que para el 29 de enero de 2020 ya se habían
detectado casos en Tailandia, Japón, Corea del Sur, Estados Unidos, Reino Unido,
Francia, Vietnam, Alemania y Singapur, para avanzar luego dramáticamente sobre
Europa occidental, en especial Italia y España.- El 30 de enero de 2020, la
Organización Mundial de la Salud declaró la situación como emergencia de salud
internacional, y el 11 de marzo, la caracterizó como pandemia, cuando los casos
confirmados a nivel mundial superaban los 118.000 en 114 países y el número de
fallecidos ascendía a 4.291.
En nuestro país, la declaración de la pandemia por la OMS y los casos que
rápidamente se detectaron en el territorio, llevaron al Gobierno Nacional a tomar
medidas excepcionales de aislamiento social.- La primera de ellas, la suspensión de
la concurrencia a clases en todos los niveles de Educación, la que fue anunciada el
Domingo 15 de Marzo.
Desde el lunes 16 de Marzo se inició entonces, la experiencia de la educación general
no presencial y el “home-working” docente en todos los niveles de la Educación
Nacional.
Adentrándonos en el marco legal que podría contener este nuevo fenómeno,
tenemos que, no existen en nuestro ordenamiento jurídico normas que regulen de
manera concreta este fenómeno del teletrabajo que un lunes de Marzo y sin mediar
preparación previa debieron enfrentar tanto Instituciones como Docentes.
¹ https://www.who.int/es/news-room/detail/27-04-2020-who-timeline---covid-19
Trabajar en educación
² http://servicios.infoleg.gob.ar/infolegInternet/anexos/200000-204999/204726/norma.htm
Trabajar en educación
Debemos decir también, que el abordaje de estos temas no será posible sin una
urgente adecuación normativa que coadyuve, proveyendo un marco legal integral
comprensivo todos los actores del proceso.
Queda el desafío hacia adelante. Porque si bien todos esperamos que la pandemia
ceda prontamente y las Escuelas, Institutos y Universidades vuelvan a poblarse de
educadores y educandos, el germen de esta modalidad a la que debimos recurrir de
la noche a la mañana, brotará seguramente como alternativa válida y aplicable en
situación de normalidad.
Trabajar en educación
DOCENCIA Y EL DERECHO AL
DESCANSO DESDE LA PERSPECTIVA
DE GÉNERO
Acerca de la autora
Por Natalia Farías
Muchas son las inquietudes que trae aparejada la pandemia que ha modificado las
formas hegemónicas de transitar la vida. Desde cómo llevamos adelante nuestro
trabajo, cómo aprendemos e incluso las formas de relacionarnos con otros.
En este artículo pretendo analizar brevemente las cuestiones referidas al trabajo de
los docentes. Más específicamente lo atinente a los descansos. Desde ya, adelanto
que no vengo a traer respuestas, sino a sumar inquietudes, culminando con una
breve reflexión sobre lo que creo al respecto como profesora y como abogada.
En tiempos normales, se suele creer, no tan ingenuamente, que el trabajo que
realiza el docente es sólo el que lleva adelante frente al aula. Lo que se calla es que
para llevar adelante las clases, existe previamente un trabajo de planificación en el
hogar invisibilizado y silenciado. Es decir que el trabajo docente ya presupone de por
sí una especie de home office que antecede y prosigue al trabajo en la Escuela.
Podemos discutir si esa doble o incluso triple jornada es efectivamente bien
remunerada o no. Cuestión que sale a la luz cada vez que hablamos de paritarias
docentes.
La pregunta ahora sería: ¿la jornada docente en tiempos de pandemia, se ha
extendido a un punto insostenible soslayando la idea del efectivo descanso laboral?
Y existen varios puntos para sostener que es así. Esto cuanto tenemos docentes que
deben aportar sus propios instrumentos de comunicación, pagando el costo de ellos
y asumiendo el riesgo que esto genera, para producir el material educativo.
O incluso peor aún, como señala una encuesta llevada adelante por el Sindicato
Argentino de Docentes Privados (Kalinger, 2020) “el 63 por ciento de las/los docentes
privados no tiene PC propia. La comparte con la familia”.
odemos avanzar un poco más y mencionar que, como señala la misma encuesta de
SADOP (Kalinger, 2020), “un 74 por ciento de las y los docentes encuestadas/os
combina el trabajo con el cuidado de niños, niñas, adultos mayores y enfermos”. Este
último dato no es menos importante, sobre todo teniendo en cuenta que el Censo
Nacional del Personal de los Establecimientos Educativos (2014) señala que “el 75,7%
del personal en establecimientos educativos son mujeres."
Trabajar en educación
Si bien el dato refiere tanto a docentes del sector público y privado, la relación a la
asignación de esta tarea extra por ser mujeres es clara.
Haciendo una mirada superficial muchos podrían decir que en el presente la
igualdad de género en la sociedad ya ha sido alcanzada. Argentina atraviesa
actualmente un proceso que intenta correr el velo de la opresión que el sistema
patriarcal ejerce sobre las mujeres. Razón por la cual las lógicas machistas se van
tornando cada vez más visibles, lo que permite identificarlas y deconstruirlas. De
todas maneras, quedan todavía diversos micromachismos en el marco de lo
simbólico invisibilizados en las prácticas cotidianas. Y esto impacta plenamente en el
atravesamiento de este aislamiento para muchas docentes que enfrentan una triple
jornada. La que es efectivamente remunerada que generalmente son 20 hs.
semanales; la que llevan adelante en la planificación de las tareas docentes, que se
ven profundizadas en tiempos de pandemia; y por último las que les fueron
asignadas por ser mujeres como el cuidado de los niños, el hogar o familiares
adultos mayores.
Habiendo señalado esto, el punto clave de mi desarrollo se centra entonces en la
pregunta ¿qué lugar ocupa en la vida docente el “descanso laboral”?.
Podemos definir al “descanso como el tiempo en que el trabajador reposa y se
recupera física y psíquicamente de la fatiga producida por la realización de la tarea.”
(Benitez, 2013, p. 105). En qué momento se recupera tanto física como
psicológicamente un docente que debe llevar adelante diariamente una triple
jornada.
Como señalé en un principio, este trabajo no intenta responder interrogantes sino
más bien hacer pública una demanda que tenemos con los docentes. Vemos
claramente cómo el descanso del trabajador, en este caso los/las docentes se diluye
en un home office que parece durar más que una jornada habitual de trabajo.
En definitiva, este avasallamiento en su vida privada, si es que queda espacio para
ella, afecta momentos y espacios específicos en lo cotidiano de los y las docentes.
Constituye así un riesgo tanto físico como psíquico, en la medida en que se
configuran en el imaginario colectivo como obligaciones morales relacionadas con la
vocación sin que se reconozca en tanto carga laboral, y de la vida misma, y se
retribuya económicamente como corresponde por ello.
BIBLIOGRAFÍA:
BENITEZ, N. (2013), Descanso, situaciones particulares. En Revista Derecho del Trabajo, 6, (pp. 95-123). Argentina:
Ediciones Infojus.
KALINGER, J. (2020) “En cuarentena los docentes privados están agobiados” Recuperado de:
http://sadop.net/2020/04/29/en-cuarentena-los-docentes-privados-estan- agobiados/
Ministerio de Educación y Deportes de la Nación (2014). CENPE 2014. Censo Nacional del Personal de los
Establecimientos Educativos. Argentina. Recuperado de: https://www.argentina.gob.ar/sites/default/files/cenpe-
2014-resultados-preliminares_0.pdf
Trabajar en educación
Introducción
El objeto del presente análisis es repasar muy brevemente las posibles implicancias
que para el régimen disciplinario docente de la Provincia de Córdoba pueda tener la
nueva realidad post-pandemia.
El conjunto de normas a las que referimos supra pueden dividirse en dos grandes
bloques¹: 1) Tipicidad (Faltas) y 2) Procedimiento administrativo disciplinario. Ambos
sufrirán importantes cambios ante la nueva realidad que impone a los y las docentes
una nueva relación con el alumnado mediada por tecnologías. No dudamos en
afirmar que representan un punto de inflexión en materia disciplinaria.
En relación a la tipicidad, como bien es sabido, en el marco de un procedimiento
administrativo disciplinario, resulta clave establecer adecuadamente la imputación
de una falta administrativa. Por un lado, ante las circunstancias, es innegable que se
requiere una revisión normativa e interpretativa de los tipos de faltas administrativas
que hoy se encuentran vigentes en los distintos escalafones. Por el otro se
(re)configuran sus tres elementos esenciales: las circunstancias de modo, tiempo y
lugar. Hoy, la educación mediada por TICs, acentuada en contexto del COVID-19, ha
modificado las circunstancias de imputación: el tiempo no estará definido por las
horas cátedras normales (lo que debería llevar a redefinir los escalafones y salarios),
ni por los horarios habituales de la clase, sino por la virtualidad. Estas circunstancias
de modo, tiempo y lugar se verán emparentadas con las propias de los delitos
penales cometidos por medios informáticos.
En relación al procedimiento, se plantean obstáculos que deben ser subsanados:
surge la necesidad de receptar elementos de prueba a través de la vía digital; pactar
convenios entre el Poder Ejecutivo y el Poder Judicial para agilizar las
comunicaciones entre ambos por causas judiciales con repercusión disciplinaria; la
implementación definitiva de la firma digital se hace imperativa; la notificación
electrónica de los actos administrativos debe perfeccionarse en todos sus aspectos; y
deben existir, disponibles para los abogados de la Administración Pública y para los
patrocinantes, medios materiales y técnicos que permitan realizar pericias
informáticas, relativas a distintos aspectos del contexto tecnológico en que se
desarrolla la actividad educativa.
¹ En relación al bloque 1), sin ser taxativos, mencionamos: I) Decreto Ley 1910/E/57 (1957) del Estatuto de la Docencia
Primaria; II) Decreto Ley 214/E/63 (1963) de Estatuto y Escalafón de la Docencia Media, Especial y Superior; III)
Resolución de la entonces Dirección General de Educación Media y Superior N° 979/63 (1963); IV) Decreto N°
10895/A/60 (1960) sobre Reglamentación de Faltas; V) Ley N° 7233 del Estatuto de la Administración Pública
Provincial (1984) por aplicación supletoria al régimen docente en virtud del Decreto N° 4556/85 (1985), y) IV) Otras
disposiciones referidas como la de faltas injustificadas, cooperadoras, licencias, tareas pasivas e incompatibilidades.
En relación al bloque 2): I) El Decreto N° 586/A/63 (1963) Reglamento de Sumarios e Investigaciones Administrativas;
II) Ley N° 7233 del Estatuto de la Administración Pública Provincial (1984) por aplicación supletoria al régimen
docente en virtud del Decreto N° 4556/85 (1985), III) El Decreto 4670/A/61 (1961, sumario por abandono de cargo), y
IV) Ley Nº 5350 (T.O. ley Nº 6658), y modificaciones realizadas por la Ley Nº 10.618.
Trabajar en educación
A modo de conclusión
Muchas de estas disposiciones normativas han sido sancionados en etapas en las
que la constitucionalidad se encontraba suspendida. El derecho disciplinario docente
es una de las aristas del derecho administrativo en las que con mayor claridad se
evidencian rasgos autoritarios. Por ello, se requieren armonizar y dictar nuevas
disposiciones normativas y lograr la efectiva aplicación de las ya dictadas en orden a
propender un procedimiento administrativo disciplinario cuya legalidad y legitimidad
sean adecuadas al contexto actual, y que despejen dudas respecto de su
constitucionalidad, reafirmando el paradigma del respeto por la dignidad de la
persona humana, como regla inquebrantable del derecho público.
Crónicas desde la experiencia
¹ Ley 26.602
² Ley 9870
http://web2.cba.gov.ar/web/leyes.nsf/85a69a561f9ea43d03257234006a8594/17c6f2d25112f7c60325723
400641fd6?Open
³ https://www.argentina.gob.ar/noticias/el-ministerio-de-educacion-presento-el-programa-seguimos-
educando
Crónicas desde la experiencia
Esta es nuestra realidad, pero no nos paralizamos, sino que generamos, en tiempos
de pandemia, creatividad. En primer lugar, nos organizamos como equipo docente,
usando medios tecnológicos que no sabíamos que existían, para armar un plan
como equipo que minimice las dificultades que tiene nuestra comunidad.
Se armaron grupos de WhatsApp por nivel/ ciclo, áreas especiales y maestras
integradoras para tratar y trabajar cuestiones específicas a cada uno. Se planificaron
y realizaron reuniones a través de la aplicación Zoom con temario sugerido, para
establecer acuerdos en torno a las decisiones pedagógicas que se deben tomar
según se van relevando los resultados obtenidos luego del seguimiento que se
realiza de los procesos de aprendizaje de los alumnos/as.
Asimismo, activamos como “escuela” el trabajo en red que habíamos construido
tiempo atrás, como miembros del consejo barrial⁴ que está formado por
representantes de diversas instituciones y organizaciones barriales como por
ejemplo dispensario centro de salud, merenderos, centro vecinal, policía barrial, las
organizaciones religiosas de la zona, entre otros. Planificamos y gestionamos desde
allí diversas donaciones para que las familias puedan realizar las tareas en casa de
manera más saludable y confortable junto a sus hijos.
En segundo lugar, las docentes diseñaron en soporte papel, cuadernillos de trabajo
con actividades situadas y adecuadas a cada grupo de alumnos/as para que los
alumnos realicen en casa, pero con una premisa principal que direcciona la tarea
“mirar el contexto donde está inserta la comunidad”. Los cuadernillos fueron
revisados y visados por este equipo directivo quien orientó y asesoró a los docentes
en la preparación de los mismos. Hasta la fecha se han realizado tres entregas. En
tercer lugar, se seleccionó el celular como vía de comunicación con todas las familias
de la escuela. a través de estos grupos de WhatsApp las docentes comenzaron a
enviar vídeos y audios con juegos, canciones, adivinanzas, juegos, cuentos lectura de
textos, y hasta clases interactivas, con el fin de acompañar, y sostener tanto el
vínculo con los niños/as como su proceso de aprendizaje. Fue también un desafío
para los maestros, porque muchos de ellos no se animaban a crear videos
interesantes y novedosos. Se puede valorar la participación y el impacto de estas
propuestas en la repercusión que tienen en cada familia, cuando los alumnos/as y
los padres realizan intervenciones, envían audios, consultan dudas, publican sus
trabajos, agradecen el acompañamiento y responden a las encuestas que se envían
para realizar el seguimiento. Sentimos que estamos trabajando junto a las familias y
ese es el objetivo.
⁴ https://prensa.cba.gov.ar/tag/consejos-barriales/
Crónicas desde la experiencia