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ANTECEDENTES DEL CAMBIO DE MONEDA EN BOLIVIA

La historia del dinero boliviano, como se lo conoce hoy, en forma de billetes y monedas,
comenzó en 1867, 42 años después de la fundación del país como República. El primer billete
fue presentado el 24 de enero de 1867 respaldado por un decreto supremo del general
Mariano Melgarejo que autorizaba la creación del primer banco privado en Bolivia, el Banco
Boliviano. La impresión de los billetes se encargó a la National Company of Bills de Nueva York,
Estados Unidos, en cortes de uno, cinco, 10, 20, 50 y 100 pesos fuertes. Este banco tenía
permiso de emisión por un periodo de 15 años. En la actualidad esos billetes son muy difíciles
de encontrar y son preciadas piezas de colección.

Por ley del 17 de agosto de 1871 se fundó el Banco Nacional de Bolivia y los billetes emitidos
por el Banco Boliviano fueron sobre sellados con el nombre de la nueva entidad financiera, a la
que se la transfirió el Banco Boliviano. Esta segunda emisión contó con billetes de valor de
uno, cinco, 10, 20, 50 y 100 bolivianos, que fueron impresos en 1873. Al siguiente año se
emitieron billetes de 40 y 20 centavos, que circularon a fines de 1875.

El Banco de la Nación Boliviana

El 7 de enero de 1911 fue creado el Banco de la Nación Boliviana, con participación del Estado
y otros bancos asociados, lo que le dio el carácter mixto. El billete más raro de la primera
emisión de este banco es el de un boliviano, que lleva un sello de agua con la efigie de
Mercurio en el centro. Este billete fue impreso en Italia por la Cartiere Pietro Miliani Fabriano,
antigua casa responsable de la impresión de sellos postales para el reino de Italia.

Durante la presidencia de Ismael Montes, en 1914, se otorgó en su totalidad el derecho


exclusivo de la emisión de billetes al Banco de la Nación Boliviana, por lo que toda la banca
privada debió incinerar sus billetes.

La exclusividad del Banco de la Nación duró hasta la promulgación de la Ley del 20 de julio de
1928, por la que se creó el Banco Central de la Nación Boliviana, que en 1929 pasó a
denominarse Banco Central de Bolivia (BCB), como se mantiene hasta hoy. Los billetes
emitidos por el Banco Central de Bolivia fueron de tamaño más grande y su valor de uno,
cinco, 10, 20, 50, 100, 500 y 1.000 bolivianos.

De acuerdo con un boletín informativo elaborado por el BCB en la década de los años 30, el
ente emisor decidió cambiar el diseño de sus billetes reduciendo su tamaño, pero
manteniendo los mismos colores de los anteriores, para evitar ocasionar confusión en el
público. En los cortes mayores se mostraba en el centro una imagen de la ciudad de La Paz con
la estación de ferrocarriles de frente y el nevado Illimani en el fondo. A la derecha, se podía ver
la efigie del Libertador Simón Bolívar con su casaca militar. El reverso se mantuvo igual que en
los demás billetes.

El Decreto Supremo del 16 de marzo de 1942 sacó a circulación papel moneda de 5.000 y
10.000 bolivianos e introdujo el uso de la marca de agua como elemento de seguridad.

Pero la historia de los billetes bolivianos no puede estar alejada de la de los procesos
inflacionarios que vivió la economía. Los más críticos fueron los de la década de los 50 y de los
80.
Inflación en la Revolución Nacional

Después de la Revolución Nacional de 1952 la inflación que se vivía en el país se agudizó hasta
que, en 1956, se logró estabilizar la moneda mediante medidas consideradas “liberales”. En
1962, el segundo gobierno de Víctor Paz Estenssoro obligó a reformar el sistema monetario del
país. Mediante el Decreto Supremo 06161, de julio de ese año, se cambió el signo monetario
de boliviano a peso boliviano, eliminándose tres ceros a la moneda en circulación.

La impresión de la nueva familia fiduciaria consistía de seis cortes: uno, cinco, 10, 20, 50 y 100
pesos bolivianos. Además, se introdujo un importante elemento, el hilo de seguridad que
atravesaba el billete en sentido vertical.

A principios de la década de los años 80, Bolivia vivió nuevamente un periodo inflacionario, el
más elevado de su historia y uno de los más significativos a nivel mundial, y el BCB tuvo que
emitir billetes de cortes altísimos. Por decreto supremo del 1 de junio de 1981, se emitió el
billete de 500 pesos bolivianos, con la efigie del héroe del Topáter, Eduardo Abaroa, y el
puerto de Antofagasta en el reverso. Sin embargo, los billetes se imprimieron con un error, ya
que la imagen incluida no era la de Antofagasta. La pieza es hoy una rareza buscada por los
coleccionistas.

Como la inflación persistía, en 1982 se ordenaron nuevas impresiones de billetes, como el de


1.000 pesos bolivianos, con la imagen de Juana Azurduy de Padilla.

Los billetes con el corte más alto de la historia boliviana fueron emitidos en 1984, con valores
de 50.000 y 100 mil pesos bolivianos. El alto costo de estos y su rápida pérdida de valor
hicieron que el Gobierno optara por los “cheques de gerencia”, “billetes” impresos en Bolivia
sin ninguna medida de seguridad. Se asemejaban a billetes de Monopolio y su corte iba de uno
a 10 millones de bolivianos, que prácticamente no tenían valor. Muchos recuerdan que los
sueldos se pagaban en saquillos debido a los constantes incrementos salariales. Esa emisión de
billetes sin sustento económico disparó la inflación.

Hiperinflación de la UDP

Al igual que en 1962, el Gobierno tuvo nuevamente que cambiar de moneda. El gobierno de
Víctor Paz Estenssoro, al iniciar su cuarto mandato, en 1985, enfrentó una hiperinflación de
24.000% anual. Para controlarla, emitió el Decreto Supremo 21060 el 29 de agosto de 1985 y
estableció la “Nueva Política Económica”, basada en la desregulación de la economía, la rebaja
de aranceles de importación, el aumento del precio de la gasolina y el congelamiento de
salarios.

Las medidas adoptadas por este Gobierno detuvieron la hiperinflación muy rápidamente. En
1986 la inflación había bajado a 65,99% y en 1987, al 10,57 %. Desde entonces se ha
mantenido, hasta nuestros días, y casi sin excepciones, por debajo del 10% anual.

Y si en la década de los años 60 a la moneda se le quitaron tres ceros, en 1986 se le quitaron


seis. El 1 de enero de 1987 un millón de pesos bolivianos fueron convertidos en un boliviano.
Los billetes emitidos en 1986 son los que circulan hasta hoy y que el Gobierno empezó a
reemplazar. Diferentes casas impresoras, como la François Charles Oberthur Fiduciare de
Francia, Fábrica Nacional de Monedas y Timbre de España y Thomas de la Rue & Company de
Inglaterra se encargaron de la impresión. Los billetes de dos y cinco bolivianos fueron
reemplazados por las monedas actuales.
RELOCALIZACIÓN DE LOS MINEROS
En el Gobierno del Dr. Víctor Paz Estenssoro en la década 85 – 86; la Corporación Minera de
Bolivia puso en ejecución el Plan de Relocalización de acuerdo con el D.S. 21060; para dar
soluciones prácticas, precisas y de gran decisión. El gobierno lucha y ante el asombro de la
opinión mundial logrando detener el derrumbe inflacionario.

Por la caída de las cotizaciones de minerales en el mercado mundial, varias empresas


deficitarias fueron cerradas para convertirse en cooperativas especialmente los yacimientos de
estaño, las únicas minas destinadas a sobrevivir fueron las polimetálicas de Zinc, Plomo y Plata.

El fenómeno de la relocalización consistió en la liquidación de beneficios sociales en masa


ofreciéndose para el efecto una serie de bonificaciones extralegales, que en su momento
incentivaban al personal, para tomar la decisión de dejar sus fuentes de trabajo tradicionales,
con la esperanza de buscar nuevos medios de supervivencia, la mayoría de los trabajadores
recibieron entre 5 a 25 mil dólares americanos, pero como siempre los más beneficiados
fueron los dirigentes sindicales que debido a tratos muy especiales, consiguieron liquidaciones
mayores con los artificios del aumento de años de servicio y del promedio ganado, llegándose
en algunos casos a la suma de 40 mil dólares.

La Comibol, fuertemente criticada y presionada por el Banco Mundial por su inoperancia se vio
obligada a emitir una circular invitando a sus trabajadores al retiro voluntario, para lo cual
ofrecía el pago de una gratificación extraordinaria, equivalente a un 80% más de los beneficios
de Ley. Muchos trabajadores se fueron acogiendo a dicho beneficio.

En el grupo Quechisla, recibieron como una nueva fuente de trabajo, las minas que la empresa
había dejado, para continuar su laboreo por el sistema de cooperativa. Esta nueva alternativa
creo problemas serios; porque los nuevos cooperativistas, exigieron el traspaso de todas las
herramientas, materiales de trabajo, maquinarias, equipos y movilidades, cuyo valor ascendía
a un monto imposible de pagar a la Empresa.

Los trabajadores de la mina San José, cansados de mantener una condición latente, sin realizar
ninguna labor productiva y recibiendo solamente su haber básico, hicieron su representación
ante el Ministerio de Minería, solicitando una gratificación extralegal de 1.500 dólares por año
de trabajo a cambio de presentar su retiro voluntario; entonces el Gobierno que debía
planificar el futuro de Comibol ACEPTO EL RETO, haciendo una contraoferta de otorgar 1.000
$us. Por año trabajado, que incluían los beneficios legales y la permanencia de 10 años en las
viviendas que ocupaban en el campamento.

No se conoce si fue una decisión bien meditada, o se trató de un error, pero lo cierto es que
causó un verdadero movimiento laboral hasta nuestros días como (huelgas de hambre de ex
trabajadores, varias demandas judiciales a Comibol para solicitar el pago de extralegales de
1.000 $us por año trabajado) todos los sindicatos se trasladaron a la ciudad de La Paz para
pedir idénticas condiciones.

Luego de la relocalización; inmensas cantidades de maquinaria, equipo y Materiales quedaron


atrapadas en las empresas cerradas; sin poder ser transferidas a los almacenes de Oruro y La
Paz, por oposición de los cooperativistas, comités cívicos y comunales, quienes exigieron
condiciones preferenciales para negociar la salida de algunos materiales, en otros casos como
Catavi las instalaciones están condenadas a desaparecer por efecto corrosivo del tiempo. Por
instrucciones superiores se procedió al desarme total del ingenio de Mina Matilde, para ser
transferidos a mina Bolívar; pero se depositaron una parte en Mina Bolívar, otra en servicios
técnicos de Oruro y en los almacenes generales de El Alto – La Paz.

Finalmente, los movimientos sociales promovidos por los relocalizados mostraron una
situación desesperante en la que habían quedado luego de varios años, la mayoría de los ex
trabajadores perdieron sus recursos económicos en negocios mal empleados como las famosas
inmobiliarias que los estafaron y por último el despilfarro mal orientado. El Ejecutivo debe
hacer propuestas que puedan constituir las bases para una estrategia de soporte a las bajas
cotizaciones de los minerales, no solamente para los industriales mineros sino para el país en
su conjunto. El sector cooperativo, minería mediana y chica tienen la llave para el crecimiento,
la inversión de este sector debe ser tomado en cuenta para impulsar la economía en el país.

Los bajos niveles de producción y rendimiento tienen sus raíces en la desactualización y


obsolescencia tecnológica. Si revisamos el concepto de tecnología, éste se refiere a un
conjunto de teorías y de técnicas que permiten el aprovechamiento práctico del conocimiento.
Para salir de la pobreza necesitamos la caña de pescar y la pesca; es decir que se requieren dos
condiciones esenciales:

INVERSION Y PRODUCCION.

La situación de la minería es muy delicada por el costo social que implica el cierre de
operaciones de las minas, sin embargo es necesario encarar alternativas para generar fuentes
de empleo, también se debe reorientar la actividad minera hacia la producción de los no
metálicos. Los minerales que contienen boro han sido catalogados en Europa y otros países del
mundo como materiales estratégicos para el desarrollo industrial y científico. La reserva
importante es el gigantesco yacimiento del Salara de Uyuni que contienen en sus salmueras
elementos preciosos como el Litio, Potasio y Boro en concentraciones muy altas.

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