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LAS FUENTES DEL DERECHO INTERNACIONAL

extranjeros; la regla “aut dedere aut judicare”; los efectos de los


conflictos armados en los tratados internacionales; y los ries-
gos resultantes de la fragmentación del derecho internacional.
También la Asamblea General de las Naciones Unidas puede
confiar la codificación y el desarrollo progresivo de determina-
das materias del derecho internacional a un órgano ad hoc crea-
do con ese específico propósito, como ocurrió con la Tercera
Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar.
Los órganos encargados de la codificación del derecho in-
ternacional no se limitan sólo a recoger las prácticas consuetu-
dinarias que expresan el derecho vigente (lex lata), sino, a la vez,
asumen la tarea de desarrollarlo progresivamente mediante su
reelaboración o la formulación de nuevas reglas que permitan,
según el caso, su adecuación a las transformaciones que se van
operando en las relaciones internacionales o suplir las lagunas
jurídicas existentes (lege ferenda).13

Sección III
LOS PRINCIPIOS GENERALES DE DERECHO

51. Naturaleza jurídica


Además de las convenciones y la costumbre, el artículo 38 del
Estatuto de la Corte Internacional de Justicia, en su párrafo 1
inciso c), reconoce como fuente de derecho internacional a
“los principios generales de derecho reconocidos por las na-

13
La distinción entre “desarrollo progresivo” y “codificación” no resulta, a
veces, fácil. De ahí que el artículo 15 del Estatuto de la Comisión de Derecho In-
ternacional de las Naciones Unidas las haya diferenciado sólo por “comodidad”.
Señala esa disposición: “en los artículos siguientes la expresión desarrollo progre-
sivo del derecho internacional es utilizada, por comodidad, para designar la ela-
boración de proyectos de convención sobre temas que no hayan sido regulados
por el derecho internacional o respecto a los cuales los Estados no hayan aplica-
do, en la práctica, normas suficientemente desarrolladas. Del mismo modo, la ex-
presión codificación del derecho internacional se emplea, por comodidad, para
designar la más precisa formulación y la sistematización de las normas de dere-
cho internacional en materias en las que ya exista amplia práctica de los Estados
así como precedentes y doctrinas”.

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ciones civilizadas”. Al redactarse el Estatuto de la antigua Cor-


te Permanente de Justicia Internacional, predecesora de la ac-
tual Corte Internacional de Justicia, se incluyó esta fuente de
derecho al objeto de solucionar aquellos casos en que ni un
tratado o una costumbre proporcionasen los elementos o cri-
terios para resolver una determinada situación jurídica. De ese
modo, los principios generales de derecho podían llegar a su-
plir las lagunas existentes en el derecho convencional o con-
suetudinario.
Aunque estos principios constituyen una fuente subsidiaria,
tienen un indudable carácter autónomo, desde el momento en
que poseen una vigencia propia y han sido mencionados sepa-
rada y explícitamente por el artículo 38 del Estatuto de la Cor-
te Internacional de Justicia.
A la vez, los principios generales de derecho reconocidos
por las distintas naciones forman parte integrante del ordena-
miento jurídico positivo internacional, sin que se les pueda con-
fundir con el derecho natural o con la equidad. El hecho de
tratarse de principios “reconocidos” descarta esa posible iden-
tificación.
La exigencia del artículo 38 de que se trate de principios
reconocidos por “las naciones civilizadas”, tiene una eviden-
te connotación colonialista, hoy superada, y constituye, por
lo mismo, una tautología, ya que a la luz de la igualdad jurí-
dica entre los Estados que reconocen el actual derecho inter-
nacional no se concibe que hayan Estados que formando par-
te de la comunidad internacional no sean “naciones
civilizadas”.
Lo que le confiere a esta fuente de derecho internacional
su carácter de tal es el reconocimiento que hacen los Estados,
ya sea en sus respectivos ordenamientos jurídicos internos o en
sus relaciones internacionales, de ciertas normas básicas o fun-
damentales, las que pueden llegar a ser aplicables a una deter-
minada relación jurídica internacional.
El contenido, pues, de los principios generales de derecho
es doble. Éstos comprenden tanto los principios jurídicos que
son comunes a las distintas legislaciones nacionales como a aque-
llos principios propios del derecho internacional.

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52. Los principios generales provenientes del derecho interno


En primer lugar, los principios generales de derecho pueden
constituir una fuente de derecho internacional cuando ellos sean
comunes a los sistemas jurídicos de los diversos Estados. Se tra-
ta en este caso de normas básicas o esenciales que se encuen-
tran incorporadas en todos los ordenamientos jurídicos internos
y que pueden ser adaptables a situaciones propias del derecho
internacional, lo que explica su recepción por parte de éste.
La gran mayoría de estos principios provienen del derecho
civil o del derecho procesal civil de los diferentes Estados. Como
ejemplo de estos principios pueden citarse la obligación de re-
parar el daño causado; el principio del abuso del derecho; la
eximente de fuerza mayor; el rechazo al enriquecimiento injus-
to o sin causa; la autoridad de la cosa juzgada; la excepción de
litis pendencia, etc.
Mediante el método del estudio del derecho comparado se
comprueba si estos principios poseen la generalidad necesaria
para que puedan convertirse en una fuente de derecho inter-
nacional.
La jurisprudencia internacional, en reiteradas ocasiones, ha
señalado que estos principios contenidos en los distintos siste-
mas jurídicos constituyen reglas positivas de derecho internacio-
nal, pudiendo su aplicación ser extensiva a materias propias de
este ordenamiento jurídico.

53. Los principios generales del derecho internacional


Dentro de la fuente constituida por los “principios generales de
derecho” pueden también incluirse algunos principios inheren-
tes a la estructura de la comunidad internacional o a las rela-
ciones entre los Estados. Estos principios, propios del derecho
internacional, constituyen, pues, presupuestos básicos de sus
normas.
Los principios generales de derecho internacional no deben
ser confundidos con las normas consuetudinarias, no obstante
que, a veces, no resulta fácil distinguirlos de una costumbre in-
ternacional. Su diferencia con ésta radica en el carácter funda-
mental y necesario que presentan y su reconocimiento surge por
ello de la naturaleza propia del derecho internacional a través

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de un proceso de inducción lógica, sin que, como en la costum-


bre, se requiera demostrar la existencia de previos precedentes.
Entre estos principios de derecho internacional cabe seña-
lar aquél según el cual los tratados prevalecen sobre las leyes in-
ternas en el plano internacional; el que un Estado no pueda
invocar su propia legislación para dejar de cumplir una obliga-
ción internacional; el principio de que los cambios en un Esta-
do no alteran las obligaciones internacionales de éste; el de la
libertad de las comunicaciones marítimas; el de la autodetermi-
nación de los pueblos; el de la no-intervención de un Estado en
los asuntos de otro; el de que todo Estado deba respetar los de-
rechos humanos fundamentales, etc.
La jurisprudencia internacional ha reconocido plenamente
la vigencia de estos principios de derecho internacional. Así, la
antigua Corte Permanente de Justicia Internacional declaró:
Es un principio generalmente reconocido del Derecho de Gentes que
en las relaciones entre las partes de un tratado, las disposiciones de
una ley interna no pueden prevalecer sobre la de un tratado.14
Y, en otra sentencia, la Corte Permanente afirmó:
Es un principio generalmente admitido el que un Estado no pueda
invocar respecto a otro Estado su propia Constitución para desvincu-
larse de una obligación internacional.15
Igualmente, la jurisprudencia de la actual Corte Internacio-
nal de Justicia ha invocado en varias oportunidades la existen-
cia de estos principios de derecho internacional. Es interesante
analizar a este respecto la evolución seguida por la Corte. En el
asunto del Canal de Corfú, señaló que las obligaciones que le
correspondían a Albania:
No tienen su fundamento en la Convención VIII de La Haya de 1907,
la que es aplicable en tiempos de guerra, sino en ciertos principios
generales bien reconocidos, tales como las consideraciones elemen-
tales de humanidad, más absoluta aún en tiempos de paz que de gue-
rra, el principio de la libertad de las comunicaciones marítimas y la
obligación de todo Estado de no permitir que su territorio sea utili-
zado para actos contrarios a los derechos de otros Estados. 16

14
Serie B. Núm. 17. Pág. 38.
15
Serie A-B. Núm. 44. Pág. 24.
16
ICJ Reports. 1949. Pág. 22.

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En su opinión consultiva relativa a las reservas a la Conven-


ción sobre Genocidio, convención esta inspirada en el rechazo
a los horrores causados por el régimen nacionalsocialista alemán,
la Corte puso de manifiesto la existencia de ciertos principios
de derecho internacional que exigían el respeto a los derechos
humanos fundamentales, declarando en una parte:
Los principios que se encuentran en la base de la Convención son prin-
cipios reconocidos por las naciones civilizadas como obligatorios para
los Estados, aunque no exista un vínculo convencional entre ellos.17
La Corte también ha declarado que constituye un principio
de derecho internacional el que un Estado no pueda ser obli-
gado a recurrir a un arbitraje.18
Asimismo, la Corte pudo haber tenido ocasión de aplicar es-
tos principios de derecho internacional en el asunto sobre Áfri-
ca Sudoccidental; pero, en una aberrante sentencia, que ha sido
duramente criticada, negó (por siete votos contra siete, habien-
do tenido que decidir su Presidente) que Etiopía y Liberia tu-
viesen un interés jurídico para accionar en contra de Sudáfrica.
Sin embargo, la mayoría de los siete jueces disidentes hicieron
referencias a principios generales de derecho que impedían, se-
gún ellos, que Sudáfrica continuase administrando el mandato
sobre el territorio de África Sudoccidental. Entre esos votos di-
sidentes merece destacarse el del juez japonés Kotaro Tanaka,
para quien la aplicación del apartheid por parte de Sudáfrica
constituye un acto contrario al derecho internacional al violar,
entre otras normas, un principio general propio de este orde-
namiento jurídico que prohíbe a los Estados efectuar discrimi-
naciones raciales.19
La Corte, en decisiones posteriores, ha invocado también esta
clase de principios para fundamentar una obligación internacio-
nal. Así en el asunto de los Ensayos Nucleares entre Australia y
Nueva Zelanda, por una parte, y Francia, por otra, la Corte ex-
presó:

17
ICJ Reports. 1951. Pág. 23.
18
Caso Ambatielos. ICJ Reports. 1953. Pág.19. Caso del oro acuñado. ICJ
Reports. 1954. Pág. 32.
19
El voto del juez Tanaka puede verse en ICJ Reports 1966. Págs. 250 y si-
guientes.

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Uno de los principios básicos que rigen la creación y ejecución de


las obligaciones jurídicas, cualquiera que sea su fuente, es el princi-
pio de la buena fe. La confianza es inherente a la cooperación inter-
nacional, particularmente en una época cuando esta cooperación en
muchos campos ha llegado a ser esencial.20
Cabe, por último, señalar que actualmente la gran mayoría
de los principios básicos de derecho internacional han sido in-
corporados a tratados tan fundamentales como las Cartas de las
Naciones Unidas o de la OEA, o han sido recogidos por nume-
rosas resoluciones de la Asamblea General de las Naciones Uni-
das, las que han declarado su vigencia como tales. Entre dichas
resoluciones, por su importancia y generalidad, merece citarse
especialmente la Resolución Nº 2625 (XXV), de 24 de octubre
de 1970, intitulada “Declaración sobre los Principios de Dere-
cho Internacional referentes a las relaciones de amistad y a la
cooperación entre los Estados de conformidad con la Carta de
las Naciones Unidas”, en la que se proclaman como “Principios
básicos de Derecho Internacional” los siguientes:
a) El principio de que los Estados, en sus relaciones internacionales,
se abstendrán de recurrir a la amenaza o al uso de la fuerza contra
la integridad territorial o la independencia política de cualquier Es-
tado o en cualquier otra forma incompatible con los propósitos de
las Naciones Unidas;
b) El principio de que los Estados arreglarán sus controversias inter-
nacionales por medios pacíficos de tal manera que no se pongan
en peligro ni la paz y la seguridad internacionales ni la justicia;
c) La obligación de no intervenir en los asuntos que son de la juris-
dicción interna de los Estados, de conformidad con la Carta;
d) La obligación de los Estados de cooperar entre sí, conforme a la Carta;
e) El principio de la igualdad de derecho y la libre determinación de
los pueblos;
f) El principio de la igualdad soberana de los Estados, y
g) El principio de que los Estados cumplirán de buena fe las obliga-
ciones contraídas por ellos en conformidad con la Carta.

Por la importancia que estos principios revisten en el actual


derecho internacional, ellos serán estudiados especialmente en
un capítulo posterior.

20
ICJ Reports. 1974. Pág. 268.

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