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Introducción

Tras la ruptura con la península, se cuestiona “¿quién manda?, ¿sobre quién manda?,
¿cómo manda?, ¿para qué manda?”, ante lo cual se discuten diferentes formas de gobernar
la revolución, siendo el gobierno central de Buenos Aires el que domina hasta 1820, cuando
cae el Directorio y surgen los nuevos Estados autónomos. Es decir, nos encontramos con lo
que Gramsci llamó una crisis orgánica, un vacío de poder donde no hay clase dominante a
nivel nacional que logre la hegemonía.

En esta coyuntura, consideraremos a la irrupción rural en el espacio político como


consecuencia de la conformación de la nueva estructura económica y de la aspiración de
la clase terrateniente en formación a la consolidación de sus intereses por sobre el resto.
Para esto, tendremos en cuenta la inserción a la economía capitalista mundial y la
coyuntura de crisis orgánica que dará lugar a diferentes proyectos políticos, y a medidas
jurídicas e institucionales que beneficiaron a dicho grupo, valiéndose del poder estatal que
logran influir en la primera mitad del siglo XIX.

Para fundamentar nuestra hipótesis nos propusimos por un lado, analizar el desarrollo
económico y social del grupo de terratenientes en la primera mitad del siglo XIX. En
principio, estudiaremos el desarrollo económico del Río de la Plata, en especial de Buenos
Aires, prestando atención a los cambios en las fuerzas productivas y en las relaciones
sociales de producción. Respecto al desarrollo de la clase terrateniente aplicaremos la
categoría de análisis gramsciana sobre las relaciones de fuerzas políticas, analizando el
grado de homogeneidad, autoconciencia y organización alcanzado por este grupo. Además,
haremos un repaso por los aportes de Fabián Harari y Halperín Donghi. El primero destaca
importantes precedentes sobre la organización de un grupo de hacendados con intereses
comunes, así lo demuestra el gremio creado en 1775 o la Representación de los
hacendados de Mariano Moreno, donde el intelectual manifiesta la exigencia de los mismos
al virrey de poder comerciar con otras potencias extranjeras.

Por otro lado, Halperín profundiza sobre la expansión ganadera bonaerense a partir de la
década de 1820, facilitada por la destrucción del ganado del Litoral, y reflejo de un
mercado interno que se inserta en la economía capitalista mundial, cuya posición en la
división internacional del trabajo será la de proveer materias primas, específicamente de
productos pecuarios como cueros, sebo y carnes. Dicho autor, toma este periodo como
punto de partida de la íntima relación entre la clase terrateniente y el Estado, lo que nos
arrima a nuestro segundo objetivo, el identificar el rol del nuevo Estado y los factores que
permitieron el acceso del grupo al poder político.

En este punto, estudiaremos la importancia de la militarización, ya que las milicias


fueron un instrumento político fundamental ante las nuevas relaciones de poder, y esencial
para la movilización y el disciplinamiento de las masas populares. El caudillismo es un
fenómeno íntimamente vinculado a este proceso de militarización, y además, eje
problemático de un amplio debate historiográfico del que daremos cuenta a lo largo del
trabajo.

A su vez, analizaremos las medidas que fueron implementadas desde el Estado, como las
expansiones territoriales, la disposición de estas nuevas tierras en enfiteusis, el
disciplinamiento de una nueva mano de obra, entre otras. Por un lado, haremos hincapié en
el gobierno del Partido del Orden, donde encontramos reformas estatales esenciales para la
modernización política y una práctica identificada con los intereses de los propietarios.

Por otro lado, profundizaremos en el ascenso de Juan Manuel de Rosas al gobierno, lo


que consideramos como la consolidación del ámbito rural en el espacio político, ya que,
este personaje, surge de la campaña y representa los intereses de los ganaderos y saladeros.
Además, logra una empatía con las masas subalternas producto de su conducta tradicional,
a pesar de estar influenciado por ideas liberales, característico de un actor híbrido. Durante
su gobierno, podemos identificar transformaciones que sirvieron a la expansión del
capitalismo. Por ejemplo, en la fuente Instrucciones a los capataces de estancia, se
observa, entre otras cosas, la solidificación de la idea de propiedad privada y avances en la
proletarización de las masas con el intento de eliminar medios de vida alternativos.
También tenemos la importante tarea de los jueces de paz en este disciplinamiento, reflejo
en parte de lo que indagaremos en este trabajo, es decir, qué relación hay entre el Estado en
conformación y la irrupción del ámbito rural en el escenario político, específicamente con
la clase terrateniente que parece ser la mayor beneficiaria en la constitución de esta nueva
estructura y superestructura.
Durante el proceso de conformación del nuevo Estado será fundamental para el
sometimiento de los subordinados, no sólo el aparato coercitivo, sino también la cuestión
de los imaginarios y las representaciones. Caído el orden político antiguo y resquebrajado
el sistema de representación, se debe elaborar uno nuevo. En este punto se materializa una
convivencia de características antiguas y modernas, abarcando las problemáticas sobre la
soberanía, la nación, la legitimidad y el proceso de individualización que implica la
transición de la representación corporativa a la ciudadana. Estos aspectos son trabajados
por autores como Francois Guerra, Marcela Ternavasio, Pilar Bernaldo Gónzalez, José C.
Chiaramonte, Mónica Quijada, entre otros, a los que recurriremos para profundizar sobre
estos pilares.

También estudiaremos varias fuentes, como la Asamblea del año XIII, la cual se destaca
por varias innovaciones. Desde la eliminación de títulos de nobleza, de la mita y la libertad
de vientres, hasta la creación de símbolos “patrios”, como la escarapela, el escudo y el
himno. Pero también es importante resaltar los objetivos de dicha asamblea, la declaración
de independencia y la sanción de una constitución, en lo que finalmente fracasó.

En el Estatuto Provisional para dirección y administración del Estado, dado por la


Junta de Observación (1815) y en la Reforma electoral de 1821, encontramos medidas que
avanzan hacia la constitución de una ciudadanía y la eliminación de las prácticas viejas que,
según Ternavasio, fueron promulgadas por una élite que buscaba terminar con la amenaza
del asambleísmo, donde la participación de la plebe era significativa, ante lo cual, instauran
un nuevo régimen representativo. Además, la campaña será incluida en este régimen
electoral, manifiesto del ascenso del ámbito rural en el escenario político, aunque con
diferencias en la designación de diputados.

Para garantizar la obediencia política se necesitaba una nueva legitimidad, en base a los
procesos electorales parece ser que el sufragio era el principal legitimador. Retomando la
idea de Ternavasio, el caudillismo y su proceso de ruralización y militarización de la
política se apoya en bases legales liberales, pero para institucionalizar una representatividad
con un gobierno elector en vez de un pueblo elector. Hasta acá señalamos los ejes que
consideramos fundamentales de analizar para estudiar la problemática central, a lo cual
añadiremos más bibliografía y fuentes históricas para fundamentar nuestra hipótesis de
trabajo.

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