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Guayaquil: Arquitectura, espacio y sociedad,

1900-1940
Marie Sophie Bock

DOI: 10.4000/books.ifea.2005
Editor: Institut français d’études andines, Corporación Editora Nacional
Año de edición: 1992
Publicación en OpenEdition Books: 29 junio 2014
Colección: Travaux de l'IFEA
ISBN electrónico: 9782821845039

http://books.openedition.org

Edición impresa
ISBN: 9789978841501
Número de páginas: 130

Referencia electrónica
BOCK, Marie Sophie. Guayaquil: Arquitectura, espacio y sociedad, 1900-1940. Nueva edición [en línea].
Lima: Institut français d’études andines, 1992 (generado el 05 mai 2019). Disponible en Internet:
<http://books.openedition.org/ifea/2005>. ISBN: 9782821845039. DOI: 10.4000/books.ifea.2005.

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© Institut français d’études andines, 1992


Condiciones de uso:
http://www.openedition.org/6540
1

Este libro contiene un estudio, casi único en su género, sobre la ciudad portuaria más importante
del país, Guayaquil, en las primeras cuatro décadas del presente siglo, es decir, en un período
crítico, y al mismo tiempo innovador, de la historia socioeconómica de esta ciudad. Su objetivo es
analizar la evolución de la arquitectura urbana de la metrópoli costera del Ecuador, en un
contexto espacial, geográfico y social.
En sus páginas cobra vida no solo la arquitectura, sino la sociedad guayaquileña misma, con toda
su jerarquización socio-económica; con la ayuda del censo de 1931, se efectúa un estudio del
barrio y la parroquia durante estos años, y se cierra el libro destacando las tendencias generales
de la evolución del espacio arquitectural y urbano de Guayaquil en estas décadas. La autora,
Marie S. Bock, geógrafa francesa, es graduada en la Universidad de Toulouse-Le Mirail, y la
presente investigación la realizó bajo la dirección de Jean-Paul Deler. La edición y publicación de
este libro es un esfuerzo conjunto de la Corporación Editora Nacional y del Instituto Francés de
Estudios Andinos, IFEA.

MARIE SOPHIE BOCK


Marie S. Bock. 1953. Geógrafa. Becada del Instituto Francés de Estudios Andinos (IFEA). Ha
publicado varios artículos sobre Ecuador y el libro Quito, Guayaquil: Identificación
arquitectural y evolución socio-económica en el Ecuador (1850-1987). Ha participado en la
realización de dos láminas del Atlas Infográfico de Quito. Graduada de la Universidad de
Toulouse-Le Mirail, está redactando actualmente una tesis de doctorado sobre el tema
arquitectura, espacio y sociedad de la Costa ecuatoriana en el período 1890-1920.
2

ÍNDICE

Adresse bibliographique

Presentación
Luis Mora Ortega

Agradecimientos

1. Introducción

2. Estudio macro-espacial de la arquitectura y de la sociedad guayaquileñas (1900-1940)


LA DISTRIBUCION ESPACIAL DE LOS TESTIMONIOS ARQUITECTURALES DURANTE EL PERIODO
1900-1940
INTENTO DE PERCEPCION. DE LA PARCELA Y DE LA MANZANA GUAYAQUILEÑAS
LA ARQUITECTURA GUAYAQUILEÑA DE 1900 A 1940: DE LA TRADICION A LA MODERNIDAD.
ESTUDIO DE CASOS

3. Hábitat y actividades: ¿parroquia o barrio?


LA PARROQUIA GUAYAQUILEÑA DE LOS AÑOS TREINTA: TRADICIONALISMO, CONSOLIDACION Y
OPOSICION CENTRO-PERIFERIA
ACTIVIDADES Y ESPACIO PARROQUIAL
EL BARRIO GUAYAQUILEÑO DE LOS AÑOS TREINTA: ENTIDAD NACIDA DE LA SEGREGACION
SOCIO-ESPACIAL Y ARQUITECTURAL

4. Evolución del espacio guayaquileño 1900-1940


EL MUNICIPIO Y EL SECTOR PRIVADO: OBRAS PUNTUALES Y ACENTUACIÓN DE LA SEGREGACIÓN
EVOLUCION DE LA COMPOSICION DEL ESPACIO SOCIAL
EVOLUCION DE LA IMAGEN DE LA CIUDAD DE 1900 A 1930 1900-1920: Guayaquil, ciudad
tradicional

5. Conclusión general

Referencias bibliográficas
3

Adresse bibliographique

1 CORPORACION EDITORA NACIONAL


2 Hernán Malo González
Presidente Fundador (1931-1983)
3 Ernesto Albán Gómez
Presidente
4 Luis Mora Ortega
Director Ejecutivo
5 © Corporación Editora Nacional - Instituto Francés de Estudios Andinos, 1992.
6 ISBN 9978-84-025-7 (colección)
ISBN 9978-84-150-4 (vol. 38)
Derechos de Autor:
Inscripción 006236,
Depósito Legal 000404.
7 Supervisión editorial: Jorge Ortega
Cubierta: Jaime Pozo. Ilustración:
Torre Morisca, ubicada en el Malecón.
Impresión: Gráficas San Pablo,
Izazaga 153 y Pío Valdiviczo.
8 Este libro corresponde al Tomo No. 62 de la Serie “Travaux de l’Institut Français d’Etudes
Andines”, No. ISSN 0768-424X.
9 CORPORACION EDITORA NACIONAL,
Roca 230 y Tamayo, Tf. 554358, Fax 566340,
Apartado Postal 17-12-886
Quito-Ecuador
1992 04
4

Presentación
Luis Mora Ortega

1 Pese a recientes publicaciones, los estudios de geografía son aún escasos en nuestro país,
y sobre Guayaquil, específicamente, es muy poco lo que se ha escrito. Por lo demás, la
geografía es un campo del conocimiento mirado, por lo general, con cierto aire de
aburrimiento, y su recuerdo trae a la memoria las tediosas horas de clase, repletas de
nombres de montañas, ríos, metros de altitud, y demás datos que había que memorizar
con esfuerzo, para luego olvidar. La geografía no goza de simpatía entre estudiantes y
lectores.
2 Este libro ayudará a cambiar la imagen gris de esta ciencia. Marie S. Bock ha resumido en
este libro una investigación realizada bajo la dirección de Jean-Paul Deler, y que sirvió a la
autora para graduarse en la Universidad de Toulouse-Le Mirail. Aparte del rigor
científico, este libro nos entrega, con frescura, una visión de Guayaquil de las primeras
décadas de este siglo. Una buena selección de ilustraciones ayuda a entender con claridad
los análisis. Por sobre todo, tenemos en esta obra un excelente estudio sobre la ciudad
más populosa de nuestro país, y su contenido insinúa caminos de trabajo que pueden ser
continuados por nuevas investigaciones.
3 La Corporación Editora Nacional entrega, pues, con mucha satisfacción esta obra, cuya
edición y publicación han contado con el auspicio del Instituto Francés de Estudios
Andinos, IFEA.

AUTOR
LUIS MORA ORTEGA
Director ejecutivo de la Corporacion editora Nacional
5

Agradecimientos

1 La realización de este trabajo no hubiera podido llegar a feliz término sin la ayuda de
algunas personalidades e instituciones a las que deseo agradecer aquí.
2 Mi profundo reconocimiento va a Jean-Paul Deler, director de investigaciones del Centro
de Estudios de Geografía Tropical (CEGET), que aceptó dirigir este trabajo y ayudarme
durante todo el período de investigación y de redacción con sus consejos y sus críticas
constructivas. La amistad y la acogida de la familia Deler me fueron siempre de grande
apoyo.
3 Deseo expresar mi sincera gratitud a Gaitán Villavicencio, director del Centro de Estudios
Regionales - Guayaquil (CER-G), quien me acogió, ayudó y aconsejó en la investigación.
4 Asimismo mis agradecimientos van a Olivier Dollfus e Yves Saint-Geours que aceptaron
leer este trabajo, al igual que a Rene de Maximy y Henry Godard, investigadores del
Instituto Francés de Investigación Científica para el Desarrollo en Cooperación (ORSTOM)
quienes me dieron ánimo y me ayudaron durante los períodos de trabajo de campo y de
redacción; también a la familia Salomon que siempre me acogió con mucha amistad en su
casa en Guayaquil y a la arquitecta Elisa María Silvestre por su gran apoyo en el campo
arquitectónico.
5 Finalmente, mi reconocimiento a María Dolores Villamar por haber traducido este estudio
al castellano y a Femando Moncayo por su lectura final.
6 La publicación de este trabajo fue posible gracias al auspicio del Instituto Francés de
Estudios Andinos (IFEA) y en particular de su director, Christian de Muizon.
6

1. Introducción

1 Este estudio, a la vez temático y sintético, tiene como objetivo principal analizar la
evolución de la arquitectura urbana de Guayaquil, metrópoli costera del Ecuador, en un
contexto espacial, geográfico y social durante el período 1900-1940.
2 Este análisis se integra a una investigación general que tiende, desde hace algunos años, a
destacar la relación existente entre las tipologías arquitecturales, la evolución del espacio
y la composición de la sociedad. Sin embargo, el interés de los geógrafos por la
arquitectura como componente de los estudios urbanos no es un fenómeno nuevo puesto
que investigadores europeos como Meitzen y Schluter estudiaron, durante el siglo XIX, los
diferentes tipos de hábitat urbano y rural. En los primeros decenios del siglo XX, los
geógrafos americanos Jones y Sauer (1915) basan sus investigaciones en el estudio de la
arquitectura, de los materiales de construcción, de las condiciones de construcción e
incluso del amoblado interior, considerando estos fenómenos como componentes
importantes de la descripción del modo de vida de los habitantes en una época dada. Sin
embargo, todos los trabajos siguen siendo esencialmente descriptivos y no tienen sino un
interés analítico limitado. Durante los últimos veinte años, un nuevo concepto de estudio
ha sido forjado alrededor de la interpretación de la arquitectura urbana, ya sea a través
de su historia en relación con la evolución de las sociedades (Benévolo, L., 1980; Mumford,
L., 1964; Roux, S., 1976) o a través del estudio de sus formas y sus funciones en el espacio
(Panerai, P.; Castex, J.; Depaule, J.-C, 1980; Ford, L., 1984; Rossi, A., 1981) o finalmente, a
través de un marco cultural, etnográfico o sociológico (Bernard-Jambu, 1978; Chombard
de Lauwe, Ph., 1960; Raymond, H. 1974).
3 Varias razones nos llevan a limitar el estudio en el tiempo, entre 1900 y 1940.
Primeramente, el período 1900-1920 corresponde al final de la fase de prosperidad
cacaotera en la Costa ecuatoriana. En segundo término, este, período permite la
implantación de modelos arquitectónicos influidos por las tendencias europeas de 1900 a
1925, luego americanas a partir de 1925; además, esta época corresponde a la creación de
tipos arquitecturales ligados a las funciones económicas en general, y comerciales en
particular, reflejo de la clase social dominante de la época: la burguesía agro-exportadora.
En tercer lugar, el período 1925-1930 corresponde a una fase de crisis económica (caída de
la producción y de la exportación cacaoteras) y marca una ruptura en la continuidad y la
especificidad del desarrollo urbano y arquitectural de la ciudad cuyas consecuencias
7

sociales repercuten rápidamente a nivel urbano en las construcciones públicas que


disminuyen en número, y en la arquitectura privada que ve aparecer nuevos modelos.
Finalmente, es particularmente interesante en la última fase del período (1930-1940)
estudiar la evolución urbana y arquitectural generada por la «importación» al país de
nuevas corrientes artísticas muy diferentes a las originales, en el plano tanto
arquitectural como arquitectónico.
4 Las condiciones de fundación y de crecimiento de Guayaquil permiten resituar a la ciudad
en su contexto espacial y social a inicios del siglo XX. Durante el período colonial, la
capital de la Real Audiencia, Quito, fundada en 1534, organiza el espacio en su favor,
ocupando a Guayaquil como el lugar de paso indispensable para la exportación de los
productos de la Sierra hacia la metrópoli del Imperio y para la importación de
mercaderías europeas al área andina. Sin embargo, la crisis económica que afecta a la
Sierra determina que el poder económico y político se centre en la Costa, a partir del siglo
XIX, y permite un rápido crecimiento del puerto principal que no había experimentado
sino un desarrollo sumamente lento. La fundación de Guayaquil, en un sitio estratégico,
fondo de estuario, y su crecimiento tanto demográfico como espacial se revelaron difíciles
en razón de la tenaz resistencia ofrecida por la población autóctona. La primera
fundación, en 1535, en el sitio del Estero de Dimas, fue obra de Sebastián de Benalcázar,
pero la ciudad, destruida por los Huancavilcas, fue reconstruida por el capitán Zaera en la
confluencia de los ríos Babahoyo y Yaguachi. Los españoles debieron abandonar
Guayaquil, nuevamente destruida por los Huancavilcas y no es sino en 1537 que fue
definitivamente fundada por el capitán Orellana en el sitio del Cerro de la Culata.
5 El crecimiento de la ciudad es igualmente frenado por las limitaciones del sitio y del
clima, las epidemias, los periódicos ataques de piratas y finalmente por los frecuentes
incendios. El Cerro Santa Ana, escogido como sitio defensivo para proteger a la ciudad de
los asaltos de los piratas, se revela rápidamente como arma de doble filo, puesto que
podía se atacado fácilmente por sorpresa por la parte posterior. A este inconveniente se
agrega el hecho de que los habitantes son obügados a construir sus casas en la pendiente
en condiciones de inestabilidad sin tener en cuenta ninguna simetría en el trazado de las
calles a menudo demasiado estrechas (Destruge, C, 1982, p. 12). En 1690, todos los
habitantes deciden trasladar la ciudad. En el plano estratégico, el desplazamiento del
centro a terrenos planos situados más al Sur permite una vista más despejada de los
alrededores. Además, se pueden trazar calles más anchas a fin de evitar, en lo posible, la
propagación de los incendios. Sin embargo, los terrenos planos presentan igualmente
inconvenientes. El más importante es el de la presencia de los esteros (figura 1) que
recortan a la ciudad en varios lugares provocando inundaciones durante la estación
lluviosa. La Ciudad Nueva está, en efecto, dividida por cinco esteros que deben ser
atravesados mediante puentes de madera.
Entre 1705 y 1709 se construyó un puente de madera de dos varas de ancho y 800 de
largo sobre esta área pantanosa, con el propósito de facilitar el tráfico entre los dos
barrios de la ciudad (Hamerly, M. T., 1973, p. 50). Entre 1774 y 1775 hubo necesidad
de reemplazar lo que quedaba del puente de 800 varas (lo que ahora es la calle
Panamá) por uno de piedra, y colocar pequeños puentes de madera sobre cada uno
de los cinco esteros. Los puentes nuevos tenían que someterse a reparaciones
periódicas puesto que, como su famoso predecesor, la Calle de los Puentes, de 500
varas de longitud, se inundaba en el invierno (Hamerly, M. T., p. 53).
6 Es evidente que la principal inquietud de los guayaquileños desde el siglo XVI es el
desecamiento progresivo de estos esteros y el relleno de los manglares a fin de proteger a
8

la ciudad de las periódicas inundaciones y de extender la superficie urbanizable


mejorando a la vez la infraestructura básica. En efecto, hacia 1730, ninguna calle estaba
pavimentada y no existía ningún medio de desagüe. Las epidemias que afectan a
Guayaquil reducen considerablemente el número de habitantes y frenan el movimiento
migratorio. Por otra parte, la morfología urbana de los siglos XVI y XVII refleja un
desorden en la ocupación debido al trazado anárquico de las manzanas y de las calles que
ocasiona una rápida propagación de los incendios. Estos destruyen periódicamente una
gran parte de la ciudad. El más importante, el de 1896, arrasa con el 22 % de las manzanas
(83 de 373) 26,5 % de las casas (1.130 de 4.266) y deja a 25.000 personas a la intemperie; las
pérdidas se elevan a 18 millones de sucres, mientras que las exportaciones del país
aportan anualmente 12 millones de sucres (Valencia, H., 1982, pp. 123-126).
7 La ciudad original, situada al pie de la colina de Santa Ana es abandonada
progresivamente a partir de 1692, en razón de la necesaria extensión espacial, en
beneficio de la Ciudad Nueva (figura 2); esta última estaba separada de la Ciudad Vieja por
un puente de madera alrededor del cual se constituye el barrio del Puente habitado por
personas de ingresos muy bajos que vivían en palafitos de bambú. En esa época (1738) las
«dos ciudades» poseían casi el mismo número de habitantes (gráfico 1).
8 El plano de Alsedo y Herrera publicado en 1741 destaca las principales características de
Guayaquil (figura 2) y permite estudiar su extensión espacial en el siglo XVIII; se observa
especialmente el trazado clásico reticular de la Ciudad Nueva que se extiende en siete
manzanas a lo largo del río Guayas y en cinco hacia el interior, contrastando claramente
con la irregularidad del trazado de la Ciudad Vieja, del barrio del Puente y del barrio del
Astillero.

Figura 1: GUAYAQUIL EN 1858: UN SITIO DIFICIL DE DOMINAR

Fuente: Plano de Manuel Villavicencio, 1858, Archivo Histórico del Guayas.


9

Figura 2: EL PUERTO DE GUAYAQUIL EN 1741

Fuente: Minguet, P., 1741, Guayaquil. Demostración del Puerto y de las dos ciudades, en: Compendio
Histórico de D. Dionosio de Slasedo y Herrera, Madrid.

9 A fines del siglo XVIII, la ciudad de Guayaquil está dividida en seis barrios: Ciudad Nueva,
Ciudad Vieja, barrio del Puente, barrio del Bajo, barrio del Astillero y barrio de Las Peñas
que aparece por primera vez en los planos; en efecto, en esa época, los barrios
representaban verdaderas entidades sociales y económicas. La Ciudad Nueva cubre 33
manzanas en las cuales están construidas 309 casas, edificios públicos y viviendas cuyas
características son las siguientes:
La mayor parte de las casas de las calles principales, tienen un piso alto, donde
residen los ocupantes, destinándose la planta baja a tiendas y almacenes. Los pisos
altos tienen largos balcones de cuatro o cinco pies de ancho, con cortinas de lona
que resultan útiles, puesto que dan una sombra muy agradable que protege contra
los abrasadores rayos solares (Síevenson, W. 3., 1825-1827). La planta baja de una
casa guayaquilefla está usualmente ocupada por tenderos y sus tiendas; el primer
piso alto está dividido en un sinnúmero de mal ventilados cuartos ocupados por las
clases indigentes, manteros, lavanderas, porteros, etc. mientras que por encima de
todo, el piso principal muy a la moda, aloja al sector más respetable y acomodado de
la sociedad. Todos tienen una entrada y escalera común: muchas de estas arcas de
Noé contienen más de 100 almas y la mayoría mucho más; y con frecuencia se ve en
La misma escalera al senador, al esclavo, al burócrata mal pagado, al aguatero, y a la
ama de casa, cada cual reclamando su parte del domicilio (Walpole, F., 1850).
10

Gráfico 1: EVOLUCIÓN DE LA POBLACIÓN CIUDAD VIEJA/CIUDAD NUEVA (1738-1804)

Fuente: Hamerly, M. T., 1973, 221 p.

10 Las calles estaban pavimentadas y canalizadas; en el Malecón se elevaban el Palacio de


Gobierno, el mercado y la aduana, así como algunas casas particulares (Hamerly, M. T.,
1973, p. 54).
11 En el plano económico, se trata de un período de prosperidad debido al crecimiento
regular de la producción cacaotera, que induce un aumento rápido de la población bajo la
forma de migraciones desde la Sierra y el Norte del Perú. Al mismo tiempo, la ciudad se
embellece rápidamente gracias a la realización de numerosas grandes obras tales como el
alumbrado público con aceite, la construcción de edificios administrativos y de iglesias y
el inicio de los trabajos del Malecón que se convertirá, durante el siglo XIX, en el eje
económico más importante de la ciudad y en un espacio de prestigio en donde se
implantarán las diferentes actividades financieras y comerciales.
12 Hacia 1804, la ciudad está constituida por el barrio del Astillero (2.000 habitantes)
formado por tres calles nuevas de las cuales dos son paralelas al río, la ciudad Vieja (4.200
habitantes) y la Ciudad Nueva, 7.500 habitantes, (Hamerly, M. T., 1973, p. 51) que alberga
especialmente al barrio del Bajo caracterizado por un poblamiento esporádico de
habitantes pobres que se instalan en zonas inundables (gráfico 2). Durante este período,
es posible identificar dos tipos de construcciones en Guayaquil: por una parte, casas de
caña de dos pisos, cubiertas por techos de teja, cuya fachada está enlucida con yeso, y por
otra parte, chozas cubiertas de un techo vegetal. Se cuentan en total 655 viviendas
(Hamerly, M. T., 1973, p. 51).
11

Gráfico 2: POBLACIÓN DE LOS DIFERENTES BARRIOS EN 1804

Fuente: Hamerly, M. T., 1973, 221 p.

13 Hacia 1820, Guayaquil alberga a aproximadamente 20.000 habitantes y gracias a sus


nuevos vínculos comerciales, esencialmente con Inglaterra y Francia, nacidos del período
de la Independencia, el crecimiento de la ciudad se acelera; se transforma en centro
urbano exportador. Estos fenómenos provocan una gran diversificación de las funciones y
de las actividades urbanas que atraen a una gran cantidad de inmigrantes. La élite
guayaquileña nacida de la aparición del capitalismo comercial y formada por los grandes
terratenientes, los exportadores y los banqueros, tres grupos dominantes muy ligados
entre ellos familiar y económicamente, ocupa el primer plano de la escena política
ecuatoriana de la Revolución Alfarista (1895) a la Revolución Juliana (1925) y asume el
control los negocios de la ciudad. La prosperidad económica es sostenida por el desarrollo
de la navegación a vapor que tiene profundas repercusiones en el desarrollo y el
crecimiento de la ciudad. Entre 1886 y 1903, la superficie urbana ocupada se duplica
(Godard, H, 1987, p. 111). El tiempo de transporte entre Guayaquil y Babahoyo (lugar de
centralización de la producción cacaotera) es reducido a tan solo 30 o 48 horas. Las fáciles
comunicaciones con las zonas productoras del Guayas y la importancia del tráfico fluvial
hacen de Guayaquil el primer puerto mundial para la exportación del cacao a inicios del
siglo XX (Deler, J.-P., 1981, p. 155).
14 A lo largo del primer capítulo, insistimos en el análisis macro-espacial de la arquitectura y
la sociedad guayaquileñas. La distribución espacial de los testimonios arquitecturales en
el período 1900-1940 permite, por una parte, elaborar una jerarquización socio-
económica de tales testimonios, y por otra, destacar la declinación de los materiales
tradicionales en favor de los materiales modernos, y, finalmente, identificar conjuntos
homogéneos en el seno del espacio urbano. Por otro lado, un intento de percepción de la
parcela y de la manzana guayaquileñas destaca dos modelos distintos de ocupación del
suelo — residencial-comercial y residencial — vinculados a diferentes limitaciones
topográficas y sociales. Finalmente, el estudio de la evolución de la arquitectura, de las
tendencias tradicionales hacia las tendencias modernistas, se apoya en el análisis y la
explicación de algunos ejemplos de fachadas, de planos interiores, de esquemas de
12

repartición de las diferentes áreas sociales en el seno de los edificios, lo que permite la
elaboración de una tipología evolutiva y sinóptica.
15 El segundo capítulo trata del estudio del barrio y de la parroquia durante los años treinta.
El análisis del censo de 1931 permite destacar la segregación espacial, social y
arquitectural característica de los barrios residenciales — barrios de fuerte densidad de
hábitat, barrios populares, barrios acomodados, etc. — y comerciales guayaquileños. Por
otro lado, estos datos permiten insistir en el aspecto de tradición, de consolidación y de
inversión centro-periferia a nivel de la distribución de los materiales de construcción y de
las actividades. Finalmente, en base a lo desarrollado, un intento de síntesis hábitat-
actividades plantea el problema de la identificación de las diferentes zonas urbanas:
¿barrio o parroquia?
16 El tercer capítulo sintetiza el análisis de los dos primeros niveles de estudio a fin de
destacar las tendencias generales de evolución del espacio arquitectural y urbano de
Guayaquil de 1900 a 1940. Desarrollamos esencialmente los fenómenos de extensión
geográfica y espacial de los modelos arquitecturales y de la trama urbana en función del
crecimiento de la aglomeración ya sea mediante la integración de nuevos tipos
arquitectónicos y sociales que generan la creación de nuevos barrios, o mediante la
propagación de estos fenómenos a zonas ya construidas. Por otra parte, ponemos en
estrecha relación las orientaciones del desarrollo urbano en función de ciertas redes de
infraestructura — transportes, agua potable, electricidad, etc. — y de actividades
selectivas tales como las de recreación. Finalmente, sintetizamos los primeros intentos
municipales de planificación y de zonificación de la ciudad.
13

2. Estudio macro-espacial de la
arquitectura y de la sociedad
guayaquileñas (1900-1940)

1 En este primer capítulo, presentamos la distribución de los testimonios arquitecturales


del período 1900-1940, insistiendo en la evolución de los materiales de construcción. Este
enfoque general nos permite realizar un estudio comparativo de una manzana
característica del centro y de un tipo de distribución parcelaria lineal al Norte de la
ciudad. Finalmente presentamos algunos ejemplos detallados de los edificios públicos y
privados de la época en el contexto de la evolución de las corrientes arquitecturales de
1900-1940.

LA DISTRIBUCION ESPACIAL DE LOS TESTIMONIOS


ARQUITECTURALES DURANTE EL PERIODO
1900-1940
Cartografía de los testimonios arquitecturales

2 Se representaron cartográficamente (figuras 3 y 4) las características de los edificios


construidos entre 1900 y 1940. Estos edificios, en número de 167 para el período
1900-1940, fueron extraídos de la obra de Pablo Lee y Florencio Compte (1987) testimonios
arquitecturales que aún existen actualmente, a fin de estudiar su distribución en el
espacio en función de su asignación social y económica.
3 Las primeras conclusiones que podemos sacar de esos mapas son las siguientes: dispersión
de los edificios en el seno del espacio urbano; ausencia de un centro histórico con límites
claramente definidos. Los grupos de construcciones caracterizados por especificidades
arquitectónicas comunes y que influyen de manera importante en la configuración
urbana son muy escasos y están dispersos geograficamente; sin embargo, se pueden
identificar algunos conjuntos urbanos homogéneos en función de su fecha de
construcción (figura 5) (Lee, P.; Compte, F.; Peralta, C, 1989).
14

4 El primer conjunto corresponde a los edificios construidos antes de 1925; ocupa


espacialmente tres sectores: el barrio de Las Peñas al Norte, los grupos de manzanas que
forman el paseo del río y están situados proximos al Municipio y a la Gobernación en las
parroquias de Bolívar y Rocafuerte, así como el conjunto urbano de la parroquia Carbo
alrededor del mercado Norte. Estos dos últimos constituyen lo que se puede llamar la
«vieja» Guayaquil, anterior al gran auge cacaotero pero muy marcado por él. Constituye
la simbiosis comercio-servicio-residencia representativa del marco de vida de la
burguesía de la época.
5 El segundo conjunto, posterior a 1925, está constituido por el sector periférico situado al
Oeste de la parroquia Rocafuerte y por el barrio del Centenario. Es particularmente
significativo del crecimiento espacial de la ciudad en el contexto de la prosperidad
cacaotera y corresponde a un intento de respuesta a la crisis, al buscar las clases
burguesas nuevos barrios residenciales distintos al viejo centro y al instalarse las clases
medias bajas en los terrenos aún no lotizados.
6 El tercer conjunto, en donde se mezclan los dos períodos arquitecturales, es un sector
intermedio situado a lo largo de la avenida 9 de Octubre, segundo eje principal de la
ciudad después del Malecón Simón Bolívar.
7 La figura 4 presenta las residencias, las residencias-comercios y los comercios y permite
detallar este estudio de distribución. En efecto, estos edificios de tres funciones
diferenciadas representan la mayoría de los testimonios arquitecturales inventariados.
Las construcciones que albergaban servicios o equipamientos, ahora anticuadas, fueron a
menudo reemplazadas progresivamente por nuevos edificios, más modernos y más
funcionales. Es por ello que no quedan sino pocos edificios de interés histórico destinados
a estas actividades y el mapa que podríamos haber elaborado de ellos no habría sido
suficientemente representativo.
8 El más característico de los conjuntos es el situado en las parroquias Bolívar y Rocafuerte,
al borde del río Guayas; corresponde a la zona de poblamiento y de desarrollo urbano más
antiguo de la ciudad y en ella se concentran una cantidad de testimonios particularmente
importante. La figura 6 permite poner en evidencia la jerar-quización de la distribución
espacial de tales testimonios en franjas paralelas con relación a un eje estructurante de
actividades formado por los muelles del Malecón Simón Bolívar.
9 Este conjunto urbano se caracteriza por una gradiente Este-Oeste que pone en evidencia
la disminución del número de edificios destinados a comercios o servicios «exclusivos»,
situados proximos al Malecón, eje principal de las actividades más importantes. Hacia el
Oeste, estas actividades centrales declinan en favor de las actividades de barrio,
complementarias a la función residencial. Se trata de una estructura en franjas, de media
manzana, de un lado y otro de las calles ubicadas al interior del perímetro limitado por el
Malecón Simón Bolívar al Este, la calle 10 de Agosto al Sur, la avenida Chile al Oeste y la
calle Víctor Manuel Rendón al Norte.
10 La primera franja está exclusivamente vinculada a las actividades portuarias que ocupan
un espacio relativamente extenso. En esta parte de la ciudad, el Malecón está reservado
casi exclusivamente a las actividades ligadas al embarque y al transporte del cacao. La vía
pública, está ocupada por secadores de cacao, derecho de los cacaoteros que nadie
cuestiona; los granos son empacados en sacos, cargados a las espaldas por hombres, hasta
los barcos atracados a lo largo de los muelles. La actividad portuaria es intensa:
15

...alrededor de la aduana, la profusión de barcos, las pilas de cajones, entre las


cuales se agita la cuadrilla de cargadores, da una idea de la renta enorme que
produce al Estado la importación de mercancías por el puerto principal de la
república (Boloña Rodríguez, E., sin fecha, p. 117).

Figura 3: DISTRIBUCIÓN DE LOS TESTIMONIOS ARQUITECTÓNICOS IDENTIFICADOS EN


GUAYAQUIL EN 1987 (Período 1900-1940)

Fuentes: Rojas, M.; Villavicencio, G., 1988.


Lee, P.; Compte, F., 1987. Elaboración: M. S. Bock.
16

Figura 4: DISTRIBUCIÓN DÉ LOS TESTIMONIOS ARQUITECTÓNICOS RESIDENCIALES Y


COMERCIALES IDENTIFICADOS EN GUAYAQUIL EN 1987 (Período 1900-1940)

Fuentes: Rojas, M.; Villavicencio, G., 1988.


Lee, P.; Compte, F., 1987.
Elaboración: M. S. Bock.
17

Figura 5: DISTRIBUCION DE LOS CONJUNTOS HOMOGENEOS DE LOS TESTIMONIOS


ARQUITECTONICOS

Elaboración: M. S. Bock

11 La segunda franja está constituida por las manzanas que dan al Malecón; predominan los
edificios que albergan a las casas importadoras y exportadoras y sus bodegas (fotografía
1).
12 La tercera franja, situada de un lado y otro de la calle Pichincha, reúne las actividades
complementarias a la anterior; constituye el espacio de los comercios minoristas de lujo,
de los grandes almacenes (fotografía 2) que ofrecen una gran variedad de mercaderías
nacionales y extranjeras, de establecimientos financieros y de algunas residencias. La
calle Pichincha, antigua calle del Comercio, es «la más comercial y concurrida después del
Malecón» (Boloña Rodríguez, E., sin fecha, p. 118). El variado origen de los productos y la
gran diversidad de los comercios hacen de ella un sector particularmente atractivo; si
bien es frecuentada por todas las clases sociales, se encuentra en ella más
particularmente a «los clientes del sexo femenino que aprovechan para exhibir sus
vestidos y sombreros y asimismo establecer una especie de paseo romántico con los
jóvenes que también recorrían ese trayecto de Norte a Sur.» (Bolofla Rodríguez, E., sin
fecha, p. 136).
18

Figura 6: JERARQUEACION DE LOS TESTIMONIOS ARQUITECTONICOS EN FUNCION DE SU


ASIGNACION (parroquias Bolívar y Rocafuerte)

Elaboración: M. S. Bock

Fotografía 1: EL MALECON EN LA ESQUINA DE LA CALLE BOLIVAR EN LOS AÑOS 20

Fuente: El Ecuador en el Centenario de la Independencia de Guayaquil, sin fecha, p. 116.


19

Fotografía 2: LA CASA FRANCESA EN LA CALLE PICHINCHA EN LOS AÑOS 20

Fuente: El Ecuador en el Centenario de la Independencia de Guayaquil, sin fecha, p. 249.

13 Finalmente, la cuarta franja, situada de un lado y otro de la calle Pedro Carbo, reúne
esencialmente a las residencias de la burguesía a las cuales están ligadas algunas
actividades de barrio. En efecto, los portales de las casas facilitan la instalación de los
servicios cuotidianos — talleres de pequeños artesanos, carpinteros, herreros, zapateros
quienes en esa época, realizaban no sólo la reparación del calzado sino también la
confección de zapatos a medida, etc.— y de los comercios de alimentos — tiendas cuyos
propietarios son casi siempre de nacionalidad ecuatoriana.

Declinación de los materiales tradicionales en favor de los


materiales modernos

14 El análisis del inventario de la arquitectura de Guayaquil permitió la elaboración del


cuadro 1 que revela las corrientes arquitecturales y las modas de construcción,
significativas de una evolución de las tendencias. La clasificación de los datos por
períodos nos llevó a eliminar los correspondientes a 1900-1910 en el que el número muy
reducido de testimonios no era representativo. Para las tres clases escogidas, se
definieron cuatro rubros particularmente representativos del contenido arquitectural de
los testimonios: la estructura, las paredes, el techo y las puertas y ventanas. Al interior de
cada una de estas categorías, se agruparon los tipos de materiales más frecuentemente
utilizados a fin de elaborar los ejes comparativos pertinentes. Dichos ejes en cada período
y de los diferentes materiales de las cuatro categorías presentadas anteriormente nos
permitió elaborar la figura 7 que pone perfectamente en evidencia, al menos en lo que
respecta a la estructura y las paredes, el paso, durante el período 1911-1940, de los
20

materiales tradicionales a los materiales modernos, signo de una inversión de las


tendencias de construcción.

Estructura y paredes: confirmación de la inversión de las tendencias

15 Los materiales utilizados para la construcción de la estructura y las paredes de los


edificios inventariados destacan tres períodos de evolución.
16 De 1911 a 1920, se constata una gran preponderancia de las estructuras de madera (76,3 %
); este tipo de construcción está a menudo acompañado de paredes igualmente de madera
(47,6 %) o que asocian la madera y el ladrillo (31,6 %). Estas características son
particularmente claras en las parroquias urbanas más antiguas de la ciudad, como
Rocafuerte, Bolívar y Carbo; es el caso de todas las residencias, de algunos comercios
tradicionales y servicios (botica del Comercio, Casa Frugone y Cía., Banco de Descuento).
El cemento casi no es utilizado en esa época (5,3 %) pero se observa la presencia de una
tendencia intermedia caracterizada por la utilización mixta de madera y ladrillo (18,4 %)
en las parroquias Rocafuerte y Bolívar, lo cual tiende a probar un proceso de
consolidación.

Cuadro 1: DISTRIBUCION DE LOS MATERIALES DE CONSTRUCCION EN GUAYAQUIL ENTRE 1900 Y


1940

Fuentes: Lee, P.; Compte, F., 1987.


Elaboración: M. S. Bock.
21

Figura 7 a: DISTRIBUCION DE LOS MATERIALES DE CONSTRUCCION EN GUAYAQUIL, PERIODO


1911-1940

Fuente: Lee, P.; Compte, F., 1987


Elaboración: M.S. Bock.

17 El período 1921-1930 es significativo del inicio de la inversión de la tendencia anterior: el


número de edificios de estructura de hormigón aumenta (58,3 %) — la fábrica de cemento
Rocafuerte es construida en 1932 pero no puede satisfacer toda la demanda de la ciudad,
por lo que parte del cemento (Portland) es importado de los Estados Unidos—y el de los
edificios de estructura de madera disminuye (20,8%). Si bien en esa época el ladrillo es el
material más utilizado en la construcción de las paredes (42,7 %) comienza a aparecer el
uso de hormigón (22,6 %). Por otro lado, la combinación madera-ladrillo disminuye y
aparecen nuevas asociaciones de materiales —madera y cemento (5,6%) diversos
materiales «duros» (5,6 %)—. Las estructuras de hormigón, casi siempre acompañadas de
paredes de ladrillo en el caso de las residencias, predominan en las parroquias Rocafuerte,
Bolívar y Carbo. Las paredes de hormigón son más bien características de las
construcciones que albergan a servicios o equipamientos como colegios, cuarteles de
bomberos, bancos, hoteles, mercados y edificios administrativos. Si bien se pueden
observar algunos ejemplos en la periferia urbana, 4a tendencia general sigue siendo la
consolidación de los barrios centrales.
22

Figura 7 b: DISTRIBUCION DE LOS MATERIALES DE CONSTRUCCION EN GUAYAQUIL, PERIODO


1911-1940

Fuente: Lee, P.; Compte, F., 1987.


Elaboración: M. S. Bock.

18 Finalmente, entre 1931 y 1940, se afirma la tendencia iniciada durante el período anterior.
Las estructuras de hormigón representan el 80 % de las construcciones y las de madera el
4,4 %. Predominan las paredes de ladrillo (71,1 %) mientras que el cemento registra una
importante disminución (13,4 %) y la madera tiende a desaparecer (2,2 %). Las parroquias
más representativas son Rocafuerte y Carbo en su parte Oeste, que corresponden a uno de
los sectores de rápido crecimiento de la ciudad, cuyas residencias son, en esa época,
prácticamente todas construidas con materiales «duros»; la parroquia Ximena sigue ese
modelo así como el barrio del Centenario que acoge a las clases sociales acomodadas que
abandonan progresivamente el centro.

Techos, puertas y ventanas: ligeras variaciones en la utilización de los diferentes


materiales

19 En lo que respecta a los techos, el zinc sigue siendo, en razón de su bajo costo, el material
más utilizado, aunque las lozas de cemento experimentan un crecimiento regular,
principalmente en los barrios residenciales.
20 En cuanto a las puertas y ventanas, la madera y la combinación madera-hierro,
rudimentarios y específicos de las casas de ventanas con celosías de inicios de siglo,
desaparecen casi totalmente en el último período de estudio en favor de la utilización de
las ventanas de madera, hierro o vidrio o de otros varios materiales «duros».
21 Es interesante subrayar el caso de la parroquia Rocafuerte que, en su parte oriental,
ofrece un ejemplo de consolidación progresiva de las construcciones durante el período
23

1931-1940, mientras que durante el mismo período, en su parte occidental, sector de


crecimiento reciente de la ciudad, desarrolla una arquitectura que utiliza únicamente
estructuras de hormigón.

INTENTO DE PERCEPCION. DE LA PARCELA Y DE LA


MANZANA GUAYAQUILEÑAS
22 La manzana «es la unidad del espacio urbano más pequeña, enteramente delimitada por
calles» (Merlin, P.; Choay, F., 1988, p. 349). Esta constituye un eslabón de la composición
espacial del tejido urbano. En numerosas ciudades sudamericanas, las manzanas son muy
regulares puesto que están integradas al sistema del plano reticular. En ese caso, la
percepción de la manzana se revela relativamente fácil puesto que constituye un espacio
fácilmente legible en el plano de la ciudad. Comprender la manzana es estudiarla en tanto
que es el espacio estructurado que forma una parte del territorio urbano, basado en una
relación dialéctica entre la calle, los edificios y las parcelas construidas que lo
constituyen. Esta relación es sumamente importante puesto que determina la tipología de
los edificios en función del ancho de las calles, de la forma y del tamaño de las parcelas —
construcciones de alto y alineadas en parcelas estrechas y casas individuales rodeadas de
jardines o que dan a patios en el caso de las parcelas más grandes y regulares (Panerai, P.
R.; Castex, J.; Depaule, J.-C.,1986,pp. 173-174)—.
23 Por otro lado, en la parte más antigua de la ciudad, el barrio Las Peñas, en donde está
ausente el plano reticular, ya no se trata de manzanas sino de calles en las que se alinean
parcelas rectangulares y perpendiculares a la vía de comunicación. Es por ello que nos
pareció importante analizar ejemplos específicos a fin de destacar las dos estructuras de
la división parcelaria que existía en Guayaquil entre 1900 y 1940.

El centro: un «modelo» de manzana densamente construida y


funcionalmente diversificada

24 El conjunto arquitectural urbano situado a lo largo del río Guayas y formado por
manzanas ocupadas por el Municipio y la Gobernación, así como por algunas manzanas
adyacentes, data de inicios de siglo y fue declarado Patrimonio Cultural Nacional en julio
de 1982 (figura 8). Aparte de los edificios públicos citados, existe un agrupamiento de
construcciones civiles en la manzana limitada por las calles Clemente Bailen, Pichincha,
10 de Agosto y Pedro Carbo, la misma que comprende ocho casas: el antiguo Gran Hotel,
que actualmente alberga a la Empresa Municipal de Agua Potable de Guayaquil, el antiguo
banco La Previsora, ahora oficinas del Banco Central, y seis casas particulares de las
cuales cuatro pertenecen a la familia Achi.
25 Estas manzanas escaparon a los incendios del 12 de febrero y del 5 y el 6 de octubre de
1896. Aparte del Gran Hotel y el edificio del banco La Previsora construidos en hormigón,
los otros son de madera y datan de inicios de siglo.
26 La manzana que escogimos estudiar (figura 9) presenta un tejido denso, caracterizado por
edificios adosados que constituyen grupos continuos, ubicados al borde de las calles. Esta
manzana es particularmente representativa de las manzanas que constituyen el centro a
inicios del siglo XX. El tamaño, en general bastante reducido, de las manzanas centrales,
24

permite una estructura interna relativamente homogénea que se refleja en el recorte


parcelario.
27 La división parcelaria de la manzana es característica de todo el centro guaya-quileño. Las
parcelas son en su mayoría rectangulares, de tamaño idéntico, al menos en lo que
respecta a los lotes residenciales. La forma de ellas implica un plano interior específico de
las casas constituido de piezas alargadas, de la fachada hacia el interior. En cuanto a las
dos parcelas que albergan equipamientos o servicios, su superficie es mayor y su forma
más masiva (figura 9 a). Es necesario destacar que los terrenos situados en el ángulo de las
manzanas permitieron la construcción de casas esquineras que desarrollan una gran
superficie de fachada, mientras que los que se encuentran en el centro de la manzana no
permiten sino la construcción de una pequeña fachada, lo que explica, en gran parte, el
mayor número de tragaluces situados en el techo (figura 9 c) antiguos patios que
frecuentemente han desaparecido en las casas de las manzanas del centro en razón de la
especulación sobre el suelo urbano; las galerías periféricas han sido igualmente
suprimidas a fin de incrementar la superficie habitable. Es conveniente subrayar también
que cada casa ocupa la totalidad de la superficie de la parcela.
28 Esta manzana es particularmente interesante puesto que permite confrontar las
diferentes corrientes arquitecturales: la de los modelos clásicos, a partir de los años
veinte, y la de las reminiscencias coloniales presentes en las construcciones de madera
que datan del período republicano (figura 9 b). Estas últimas son el ejemplo mismo de
casas cuyos volúmenes arquitecturales destacan las relaciones calle-fachada mediante las
ventanas con celosías y el corredor delimitado por los soportales; por otro lado, una parte
de la vida, en los espacios reservados a los servicios, está casi únicamente orientada hacia
el interior alrededor de los tragaluces.
25

Figura 8: AGRUPAMJENTO DE CONSTRUCCIONES DE INTERES HISTORICO EN CUATRO


MANZANAS DEL CENTRO (parroquia Bolívar)

Fuente: Lee, P., 1987, p. 31.


Elaboración: M. S. Bock.
26

Figura 9: UNA MANZANA DEL CENTRO

Fuentes: Levantamiento realizado por E. M. Silvestre, Arquitecta.


Lee, P.; Compte, F., 1987.

29 Es interesante observar que, en este ejemplo preciso, los progresivos cambios operados en
el perfil urbano no alteraron la relación existente entre los edificios públicos y los
privados; además, la unidad general del conjunto arquitectural se conserva mediante el
sistema de soportales que se yuxtapone a la gran diversidad de elementos de detalles
decorativos en las fachadas, connotaciones simbólicas de la pertenencia de estas casas a la
burguesía (figura 10). El ritmo de los portales impone singularmente un ritmo de las
fachadas que «trasciende» en parte la evolución de la decoración sin por ello ocultarla:
presencia de una ventana entre cada pilar o de dos ventanas agrupadas con un balcón
individual o común.

Figura 10 : FACHADA DE LA CALLE PEDRO CARBO

Fuente: Lee, P.; Compte, C, 1989, p. 93.


27

La calle Numa Pompilio Liona: un «modelo» de parcelización


excepcional y exclusivamente residencial determinado por las
limitaciones topográficas

30 En el siglo XVII, el borde oriental de la colina de Santa Ana estaba ocupado por residencias
de tamaño reducido habitadas por pescadores. Durante el siglo XVIII, la calle Numa
Pompilio Liona fue ensanchada y se transformó en el lugar de residencia privilegiado de
las familias acomodadas que construían grandes y costosas viviendas habitadas
especialmente en invierno, estación más cálida y húmeda, a fin de aprovechar de la brisa
que sopla en ese barrio. Los propietarios apreciaban las pendientes asoleadas de la colina
que constituían un verdadero islote de verdor (fotografía 3):
La ondulosa colina que Umita el extremo norte de la ciudad estaba cubierta de
verdes arbustos matizados de flores amarillas, por manera que parecía alfombrada
de verde con estrellas de oro. Los bosques de palmeras, que, a trechos, sombreaban
la población, estaban animados por gran número de verdes pericos (Avendaño de J.,
1985, p. 81).
31 Las casas rodeadas de jardines en los cuales se construían especies de piscinas que se
llenaban y se vaciaban según el ritmo de la marea, dominaban el río.
32 Es en esa época que el conjunto urbano de Las Peñas comienza a constituirse más o menos
como aparece ahora. Estas construcciones del siglo XVIII fueron destruidas
sistemáticamente por los sucesivos incendios. A partir del 1896, se reconstruyeron las
casas con ligeras modificaciones de detalles conservando al tiempo el esquema general
propio de los edificios anteriores (Ferretti Zurita, G., 1979, p. 10).
33 La parcelización de este barrio está condicionada por las limitaciones topográficas (figura
11). La presencia de la colina Santa Ana explica la irregularidad de los terrenos, la
alineación y la densidad de las construcciones de un lado y otro de la calle N. P. Liona. En
efecto, al momento de la fundación de Guayaquil, se escogió ese lugar como sitio
defensivo ideal y la población se instaló, en el desarrollo inicial de la ciudad, en las
vertientes de la colina. La extensión espacial orientada escencialmente hacia el Sur
explica la relativa declinación del barrio de Las Peñas y su rápida transformación en
barrio popular, en razón de la deficiencia de las infraestructuras, con excepción de la calle
N. P. Liona.

LA ARQUITECTURA GUAYAQUILEÑA DE 1900 A 1940:


DE LA TRADICION A LA MODERNIDAD. ESTUDIO DE
CASOS
34 Los años 1900-1925 corresponden al período de gran desarrollo de la economía agro-
exportadora de cacao en el Ecuador durante el cual Guayaquil aprovecha su supremacía
económica y política y ve desarrollarse una arquitectura tradicional de madera. Este
período de prosperidad es seguido de un período de crisis y de recesión (1925-1940)
durante el cual aparecen tendencias arquitecturales intermedias — estilo neoclásico con
variantes locales y estilo Art Nouveau — y luego una arquitectura de estilo neoclásico
fuertemente influida por los modelos europeos que desemboca en la afirmación del
movimiento racionalista.
28

Fotografia 3: BARRIO DE LAS PEÑAS: CALLE NUMA POMPILIO LLONA EN 1925

Fuente; Estrada Ycaza, J., 1985, p.14.

Figura 11: LA CALLE NUMA POMPILIO LLONA : DISTRIBUCION DE LA PARCELEACION EN FUNCION


DE LAS LIMITACIONES TOPOGRAFICAS

Fuentes: Lee, P.; Compte, F., 1989, p. 88.


Levantamiento: E.M. Silvestre, Arquitecta.
29

Una arquitectura de madera heredada de las tradiciones coloniales

35 En la mayor parte del litoral ecuatoriano, la utilización de la madera para la construcción


de las casas es una tradición de origen precolombino. En Guayaquil, la arquitectura de
madera encuentra su origen en la construcción naval cuyos carpinteros de ribera eran en
gran parte indígenas o negros; los españoles eran poco numerosos. Por otro lado, la
construcción de casas era un producto de la interacción de las influencias indias y
españolas, y el uso de tablas de madera para la construcción de casas en Guayaquil es un
aporte hispánico. El resultado de esta interacción ha determinado una arquitectura que
no siguió ni el esquema europeo ni los modelos autóctonos, constituyendo así una especie
de estilo híbrido (Estrada Ycaza, J.; Holm, O.; Nurnberg, D., 1982, p. 20). Esta arquitectura
predomina en el puerto ecuatoriano durante los primeros años del siglo XX, testimonio de
lo cual son las viviendas construidas por la burguesía del período cacaotero. Estos
carpinteros de ribera forman un cuerpo de oficio muy importante:
Unos se dedican a embarcaciones y navios, se llaman De Ribera y los menos fabrican
armazones urbanas. El método de construcción es simple; se rellena el subsuelo con
estacas de madera; otras se plantan y unen, hasta formar una malla Luego viene el
techo que protege del sol al maestro constructor y a los operarios; para terminar
con las paredes, pisos y corredores, las ventanas casi no se utilizan (Pérez Pimentel,
R., 1986, p. 192).
36 Estos edificios son fácilmente identificables gracias a ciertos elementos arquitectónicos
específicos como las ventanas con celosías, los patios, los tímpanos de las ventanas y los
porches, las galerías interiores o los espléndidos cielos rasos y cornisas. Estos elementos
son directamente extraídos de la arquitectura civil colonial tradicional. La arquitectura
residencial guayaquileña, en relación estrecha con la calle, se reparte según tres tipos
volumétricos:
• una arquitectura de casas sin soportales como la del barrio Las Peñas;
• una arquitectura con soportales que comprende edificaciones de uno o dos pisos y que
caracteriza a la mayoría de las construcciones del plano reticular;
• una arquitectura de quintas, situadas en la periferia y rodeadas de jardines, que ocupan a
menudo una manzana entera y que no dan a la calle a diferencia de las otras dos.

Las casas sin soportales del Norte de la ciudad

37 Los únicos testimonios de esta arquitectura se encuentran en la calle N. P. Liona del


barrio de Las Peñas, cuyas casas están, ya sea situadas al borde del río Guayas,
permitiendo así una doble relación de sus habitantes con el río y la calle, o adosadas a la
colina, en donde la comunicación se establece únicamente con la calle, a la cual da la
fachada y la entrada de la construcción. Es el caso de la casa de Eva Calderón la cual,
según los archivos, fue construida entre 1900y 1930; la estructura, las paredes, las puertas
y ventanas son de madera y los pisos de tierra o de madera; estos elementos nos permiten
afirmar que data de inicios de siglo e incluso que es anterior a 1910. El edificio está
construido en dos pisos (fotografía 4); el segundo, saledizo sobre la calle, reposa sobre el
primero por medio de pilastras de madera tallada. El interés arquitectónico de la fachada
reside, por una parte, en el trabajo decorativo general, y por otra, en el marco de las
ventanas con pilastras de estilo toscano.
30

Fotografía 4: FACHADA DE LA CASA EVA CALDERON (calle Numa Pompilio Llona)

Foto: M. S. Bock

38 La mayoría de las casas situadas en la calle N. P. Liona poseen patios interiores,


contrariamente a las de las manzanas del centro (figura 12). Las casas con patio,
originarias de las antiguas civilizaciones orientales, constituyen uno de los primeros
indicios de la influencia europea durante el período colonial. El patio, presente en la
ciudad de Ur en Mesopotamia y en Bagdad, se extendió al mundo mediterráneo en donde
toma el nombre de peristilo, de atrio o de claustro. Norbert Schoenauer (1984, p. 241)
subraya que el concepto oriental de casa-patio se convierte en una norma en el mundo
occidental; a partir de España, el patio es trasladado a América Latina por medio de la
conquista y puede así sobrevivir en Occidente, en las casas españolas, portuguesas y
latinoamericanas. En efecto, la colonización española impone un modelo de casas con
patio central más por razones culturales que para aportar una solución a problemas
climáticos. Es así como se convierte en uno de los elementos de la arquitectura colonial,
tanto en Guayaquil como en Quito.
31

Figura 12: PLANO DEL SEGUNDO PISO DE UNA CASA DEL BARRIO DE LAS PEÑAS

Fuente: Lee, P.; Compte, F.; Peralta, C, 1989, p. 63

Las casas con soportales del centro

39 «Las ciudades guardan signos propios que las marcan» subraya Balseca en un artículo
reciente sobre la vieja Guayaquil (Balseca, F.; Hunter, P., 1987, p. 7). En este caso preciso,
es la presencia de numerosos soportales la que confiere su originalidad a la ciudad. Sirven
a la vez de vestíbulo a la casa y de zaguanes exteriores cubiertos y sostenidos por pilares.
En razón del plano reticular de la ciudad y de la construcción de casas en medianería, los
soportales no son únicamente un elemento arquitectónico típico sino que se convierten
en un elemento funcional permanente de Guayaquil. Existen en todo el centro de la
ciudad y son considerados como un elemento indispensable para la circulación peatonal,
protegiendo al transeúnte del sol o de las lluvias tropicales. Por otro lado, se mantienen a
lo largo los siglos mediante una serie de medidas municipales que tienden a imponer
normas de construcción para permitir la preservación de la homogeneidad arquitectural.
A partir de los años 1880, el porche reviste una gran importancia y en 1895, se dictan
medidas que reglamentan las normas de altura (3,5 metros) y de ancho (3 metros); se
prohiben las ventanas saledizas. En 1889, ninguna casa se construye sin soportales e
incluso los terrenos a construirse están provistos de ellos, lo cual demuestra la
importancia de su uso por parte de la población en general, y por parte del peatón en
particular, como lo señala Barbosa:
...el tráfico a pie se hace por los portales de las casas, entablados o adoquinados, de
tres metros de ancho, que todos los propietarios están obligados a dejar en servicio
público, por una ordenanza municipal. Merced a estos portales, no son necesarias
las aceras y se camina a cubierto, defendiéndose el transeúnte en mucha parte de
los ardores del sol y de las lluvias torrenciales en la estación invernal... (Barbosa, J.,
1907, p. 36).
32

40 La figura 13 permite ilustrar este tipo de construcción específica de la arquitectura


guayaquileña de inicios de siglo. En los dos casos, el clima tropical húmedo ha influido en
gran medida en el esquema general de la construcción y esta influencia es
particularmente notable a nivel de ciertos detalles arquitecturales. Los dos elementos que
más se destacan son, por un lado, los soportales — ya insistimos en su papel y sus
características arquitecturales en el centro — y, por otro lado, las ventanas con celosías
que permiten una aeración y una protección del sol permanentes. Las casas García y Achi
poseen ventanas de celosías enteramente de madera y adornadas con pequeños balcones
voladizos de balaustres tallados; la casa Achi posee, por otra parte, ventanas de vidrio de
tipo clásico, enmarcadas por pilastras y rematadas por un frontón triangular o un dintel.
El ritmo de los pilares es respetado en los dos casos y es interesante señalar que en la casa
García, la esquina está adornada con una ventana redondeada que corresponde a un
pequeño salón.
41 La figura 14 que representa los planos de las dos casas revela algunas diferencias debidas
al tamaño y a la forma de las parcelas. La casa de Arturo García está construida en un
terreno de forma cuadrada y su superficie es inferior a la de la casa de Michel Achi en la
cual, gracias a la forma rectangular de la parcela, es posible una repartición espacial
menos estrecha de las piezas; los. espacios de circulación, a menudo decorados con
muebles de esterilla, son menos importantes en la casa García; por este hecho, numerosas
piezas se comunican entre ellas y los espacios asignados a los servicios y a los empleados
domésticos son mucho más reducidos. En la casa Achi, las piezas, casi siempre de forma
alargada, están dispuestas de un lado y otro del gran corredor interior que permite
acceder a ellas. Fuera de las habitaciones, por lo demás numerosas, existen a menudo en
las casas de esa época varios salones de diferentes tamaños:
Muchas casas de postín teman doble sala para ser usadas según la clase de visita que
se recibiera. Si era una comadre, antigua empleada o persona de regular condición,
se la recibía en la sala de confianza, amoblada con sillas de esterilla barnizada o con
mecedoras de Viena; pero si la persona era de gran copete o mucha etiqueta,
hubiera sido una grosería no recibirla en el salón principal donde eran infaltables
los muebles Victorianos o Luis XV, abroquelando las paredes los macizos trumeau
traídos de París, llenos de mármol, espejo, oro y coronaciones talladas en
caprichosos racimos de frutas o plumas, que formaban retorcidos penachos. El
jarrón de Sévres era de ley, así como también la fina escupidera de porcelana inglesa
adornada con flores multicolores. Un burropié para las señoras de edad completaba
el mobiliario (Pérez Pimentel, R., 1986, pp. 258-259).
33

Figura 13: CASAS CON SOPORTALES DEL CENTRO: ESTUDIO DE FACHADAS

Dibujo: E. M. Silvestre
Casa Arturo García
Parroquia Carbo
Calle Imbabura 238-240
(1900-1925)
Estructura madera
Paredes madera/caña
Techo zinc
Puertas/ventanas madera
34

Foto: M. S. Bock
Casa Michel Achi
Parroquia Bolívar
Calle Pedro Carbo 801 -807
(1920-1925)
Estructura madera
Paredes madera/ladrillo
Techo zinc
Puertas/ventanas madera/hierro

Figura 14 a: CASAS CON PORTALES DEL CENTRO: ESTUDIO DEL PLANO INTERIOR DE LA CASA
ARTURO GARCÍA

Fuente : Lee, P.; Compte, F.; Peralta, C, 1989.


Lee, P.; Compte, F., 1987.
Levantamiento realizado por E M. Silvestre, Arquitecta
35

42 Por otra parte, es interesante observar que en los dos ejemplos escogidos, los espacios
comunes están situados por debajo de los tragaluces, permitiendo una circulación de aire
permanente y una iluminación natural mínima en las partes de la casa que no tienen
ventanas. La planta baja de las casas del centro está casi siempre destinada, al menos
durante la época cacaotera, al secado y almacenado del cacao antes de su exportación, y a
los almacenes.

Figura 14 b: CASAS CON SOPORTALES DEL CENTRO: ESTUDIO DEL PLANO INTERIOR DE LA CASA
MICHEL ACHÍ

Fuente: Lee, P.; Compte, F.; Peralta, C, 1989.


Lee, P.; Compte, F., 1987.
Levantamiento realizado por E. M. Silvestre, Arquitecta

Las quintas

43 La quinta Piedad (figura 15) fue construida en la parroquia Carbo en un terreno que, a
finales del siglo pasado, formaba parte de la quinta Pareja y constituía uno de los límites
urbanos de Guayaquil. Este sector estaba ocupado por numerosos barrios populares que
se extendían hasta el cementerio. Es la primera residencia construida en esos terrenos
hacia 1900-1905; su plano y su construcción fueron realizados por arquitectos italianos. Es
una casa de «estilo solariego» rodeada de jardines y que pertenecía a una de las familias
más ricas de la ciudad, la familia Madinyá, durante la época cacaotera. La arquitectura
general de esta vivienda es similar a la de ciertas casas de hacienda encontradas en las
provincias vecinas; recuerda igualmente la de las plantaciones del Sudeste de los Estados
Unidos o incluso la de los hoteles particulares de la época neoclásica europea.
44 Construida de madera, está cubierta de un techo de zinc y tiene dos pisos. La entrada
magistral de estilo neoclásico está constituida por una escalinata semicircular y el porche
está flanqueado por cuatro columnas — de las cuales ahora no subsisten sino ciertas
36

reliquias — rematadas por capiteles de estilo corintio que sostenían un balcón con
cubierta de cristal y hierro, ahora desaparecido. Este edificio, de influencia neoclásica,
conserva sin embargo las tradicionales ventanas con celosías, coronadas por frontones
rectangulares decorados con motivos en bajo relieve y adornadas con balcones de
balaustres de madera esculpida. Contrariamente a los ejemplos anteriores, la planta baja
está reservada a las piezas principales como el salón, la sala de música, la sala de estar, en
donde se desarrollaba la vida social; el primer piso está ocupado por las habitaciones, a las
que se accede por una escalera de madera de doble entrada. La construcción reposa sobre
un sótano destinado a bodegas.

Figura 15: LA QUINTA PIEDAD

Fuente: Lee, P.; Compte, F.; Peralta, C, 1989, p. 64

45 La arquitectura de madera de tipo tradicional es sobre todo representativa de un gran


número de residencias de inicios de siglo; sin embargo, se mantiene en algunas
construcciones de tipo comercial o público durante los años 1900-1915. Dos ejemplos nos
permiten ilustrar esta tendencia arquitectónica: la botica del Comercio y la Sociedad de
Artesanos.

Edificios comerciales y de servicios

46 Entre los diferentes tipos de comercios, el de las boticas se desarrolla rápidamente a fines
del siglo XIX e inicios del siglo XX en razón de la elevada tasa de mortalidad en la ciudad
que acarrea una creciente demanda de productos farmacéuticos provenientes de Europa
en general y de Francia en particular. Uno de las más antiguas y reputadas de la ciudad en
esa época es la botica del Comercio, fundada en 1868 por el francés Payeze. El edificio
37

actual de la botica del Comercio data de los primeros años del siglo y está situado en la
parroquia Rocafuerte.
47 La Sociedad de Artesanos es fundada en 1878 con fines educativos por un grupo de
artesanos. El primer edificio, construido, entre 1893 y 1898, por carpinteros de ribera
especializados en construcciones navales, en un terreno situado en la parroquia Bolívar,
es reemplazado en 1904 luego de un incendio. Hacia 1918, la capacidad del edificio se
toma insuficiente y se decide construir un piso adicional que es terminado en 1921.
48 La figura 16 permite destacar el estilo arquitectural idéntico de los dos edificios que sin
embargo presentan algunas variantes de detalle. Se trata de dos construcciones mixtas: la
botica del Comercio posee una estructura de madera y de ladrillo cubierta enlucido,
mientras que la Sociedad de Artesanos está construida de madera, estando las fachadas
cubiertas de zinc al interior, como lo exigían las ordenanzas municipales de la época, a fin
de evitar la propagación demasiado rápida de los incendios. Las fachadas de los dos
edificios están ritmadas por pilastras que, en el caso de la botica del Comercio,
constituyen la prolongación de la arquería y están rematadas por capiteles; las de la
Sociedad de Artesanos se apoyan en un falso soportal en el primer piso y en un
entablamento en el segundo.
49 Las ventanas de los dos edificios en arcos de medio punto están coronadas de bajos
relieves en la botica del Comercio y de un tímpano calado en la Sociedad de Artesanos.
Forman módulos simétricos situados entre las pilastras y están adornadas con balcones
voladizos con relación al plano de la fachada, de hierro forjado en el primer caso y de
madera con balaustradas en el segundo.
50 La botica del Comercio, ocupaba, en una primera instancia, todo el edificio; la planta baja
estaba destinada al local comercial accesible a los clientes, el laboratorio central y las
bodegas; en el primer piso estaban instaladas las oficinas administrativas, dos
laboratorios complementarios y bodegas diversas. Posteriormente, es transformada en
edificio mixto — residencia-comercio — estando el comercio situado en la planta baja y
viviendo los propietarios en el primer piso. La Sociedad de Artesanos transfiere
progresivamente las salas de clase al piso superior mientras que la planta baja es
reacondicionada para acoger a los locales comerciales que permiten a la sociedad
disponer de ingresos complementarios.
38

Figura 16: EDIFICIOS COMERCIALES Y DE SERVICIOS: ESTUDIO DE FACHADAS

Foto M. S. Bock
Botica del Comercio
Parroquia Rocafuerte
Calle Luque 130-134
(1900-1910)
Estructura madera
Paredes madera/ladrillo
Techo zinc
Puertas/ventanas madera/hierro
39

Foto: M. Paolinelli
Sociedad de los Artesanos
Parroquia Bolívar
Calle 10 de Agosto 654
(1905)
Estructura madera
Paredes madera/zinc
Techo zinc
Puertas/ventanas madera/hierro

Adopción de tendencias arquitecturales intermedias importadas y


espacialmente puntuales

51 Dos tendencias arquitecturales puntuales se desarrollaron en Guayaquil durante el


período 1900-1940. Se trata primeramente, a inicios del siglo XX, de la arquitectura
metálica, utilizada exclusivamente en las construcciones que albergan servicios o
equipamientos públicos y de los cuales estudiaremos el ejemplo del mercado Sur. Más
tarde, entre 1920 y 1930, aparecen indicios del movimiento Art Nouveau bajo la forma de
elementos decorativos puntuales y aislados en las fachadas neoclásicas de ciertas
residencias o de comercios, en el seno del contexto urbano.

El mercado Sur: ejemplo de modelo arquitectural directamente importado de Europa

52 El mercado Sur es el único edificio de estructura metálica aún en pie en la ciudad y data
de inicios de siglo (figura 17); constituye el único testimonio de ese estilo. Las estructuras
metálicas presentan, en efecto, dos ventajas: por una parte, son fáciles de ensamblar; por
otra, las diferentes piezas pueden ser más delgadas que las construidas en madera o en
piedra; finalmente, permiten una mejor iluminación.
40

Figura 17: EL MERCADO SUR CORTE TRANSVERSAL

Fuente: Lee, P.; Compte, F.; Peralta, C, 1989, p. 22

53 El mercado está construido en un terreno situado en el barrio del Astillero, al borde del
río, en el extremo del Malecón Simón Bolívar. Luego de una licitación internacional, el
proyecto es realizado por los ingenieros Francisco Manrique y Carlos Van Ischot, a partir
de julio de 1905; la empresa Verhaeren Ca. de Jager, Ingenieros Constructores de Bruselas,
suminístralas piezas metálicas del edificio. El mercado, cuya estructura es enteramente de
hierro, es inaugurado en enero de 1908. La superficie de 2.796 m2 permite albergar
doscientos puntos de venta (El Universo, 20 dic. 1981). Originalmente, estaba formado por
una planta baja con un pabellón central y dos laterales, pero en 1941, el Concejo
Municipal, frente a la falta de espacio, decide construir un piso de lozas de cemento. El
mercado Sur es parecido, aunque de tamaño diferente, a los mercados construidos en
Europa en el siglo XIX.
54 Este tipo de estructura fue adoptada igualmente en numerosas ciudades latinoamericanas
y es interesante citar el ejemplo del mercado mayorista construido en 1889 en Argentina
y realizado por la empresa Pedro Vasena reputada por sus construcciones metálicas hasta
1914 (Gutiérrez, R., 1983, pp. 462-463).

Indicios del movimiento Art Nouveau

55 Se pueden citar dos ejemplos de arquitectura de fachadas neoclásicas adornadas con


decoraciones Art Nouveau. Se trata, por una parte, de la casa de la familia Guzmán Aspiazu,
una de las más poderosas durante el boom cacaotero y cuyos miembros eran banqueros,
propietarios de plantaciones e importadores-exportadores, la misma que hizo construir,
entre 1927 y 1929, por Francisco Maccaferri una residencia, situada en la esquina de las
41

calles Panamá e Imbabura, en la parroquia Carbo; el segundo ejemplo es el Cuerpo de


Bomberos n° 15, construido en 1934.
56 Estos dos edificios, cuya concepción arquitectural general sigue siendo típicamente
clásica — presencia de pilares y portales, etc. — (figura 18) no son identificables en el
estilo Art Nouveau sino por la cantidad nada despreciable de motivos decorativos
exteriores emparentados con esa corriente. Los balcones curvilíneos de hierro forjado del
segundo piso de la villa Aspiazu y aquellos en forma de arabesco del Cuerpo de Bomberos
constituyen uno de los elementos más representativos. Los motivos florales en bajo
relieve que decoran la comisa, la base de los balcones del segundo piso y las cornisas de
las ventanas laterales de la casa Aspiazu, los pilares enteramente decorados que sostienen
a la fachada del Cuerpo de Bomberos, son otros tantos detalles de esa corriente
arquitectural.

Supremacía de la influencia de la corriente arquitectural neoclásica

57 A partir de los años veinte, la aplicación del repertorio arquitectónico de tradición clásica
se basa en un regreso a los modelos de la arquitectura antigua (greca y romana) y a la
racionalidad de las formas de los elementos arquitectónicos tradicionales (columnas,
cornisas, tímpanos, etc.) que son integrados a las construcciones de esa época. Resulta de
ello un estilo arquitectural, llamado neoclásico, que no es otra cosa que una asociación del
gusto por las «cosas» clásicas de una sociedad o de un grupo homogéneo que forma parte
de ella en un momento determinado y de una práctica de construcción de la época que
coresponde al inicio de la utilización del hormigón armado, técnica introducida en el
Ecuador por las empresas de construcción italianas. Por otro lado, la ausencia de un
«movimiento» arquitectural propio de Guayaquil es en parte debida a la inmigración de
numerosos artistas, ingenieros y arquitectos extranjeros como Fontana, Maccaferri, Ries,
etc., lo que refleja esa dependencia cultural. Es importante subrayar, por ejemplo, el
renombre del arquitecto italiano Francisco Maccaferri quien, considerado como uno de
los profesionales de gran prestigio en la ciudad, llega a Guayaquil en 1923, con la
Compañía Italiana de Construcciones, e instala la «Oficina Técnica y Artística de Proyectos
y Construcciones» (Lee, P.; Compte, F.; Peralta, C, 1989, p. 73). Sus realizaciones, en el
campo arquitectural tanto privado (casas de Walter Guzmán Aspiazu, del Dr. Carlos Coello
o de Rodrigo Icaza Cornejo) como público (el Municipio de Guayaquil) demuestran las
posibilidades y la evolución creadoras de este artista durante el período 1920-1935.
42

Figura 18: INDICIOS DEL ESTILO ART NOUVEAU

Dibujo: Inventario P. Lee


VülaGuzmán Aspiazu
Parroquia Carbo
Calles Panamá e Imbabura
(1935)
Estructura hormigón
Paredes ladrillo
Techo zinc
Puertas/ventanas madera/hierro/vidrio
43

Foto: M. S. Bock
Cuerpo de Bomberos, Compañía Independencia n° 15
Parroquia Carbo
Calle Rocafuerte 600
(1934)
Estructura hormigón
Paredes madera/ladrillo
Techo zinc
Puertas/ventanas madera/hierro

58 Por otro lado, no se debe olvidar que la burguesía guayaquileña, en razón de sus contactos
permanentes con el extranjero — numerosos inmigrantes que representan el 10 % de la
población en 1910 y viajes de estudios, de trabajo o de turismo de ecuatorianos — adopta
rápidamente nuevos estilos arquitecturales.
59 Esta influencia marca tanto a la arquitectura privada como a la pública. En el caso de las
residencias, es importante destacar, por una parte, que el estilo neoclásico adoptado tiene
numerosas connotaciones de variantes locales mientras que en el caso de los edificios
públicos, el neoclasicismo «puro» es respetado; por otra parte, el movimiento coincide
con el período de recesión que sigue a la crisis. Esta corriente ideológica corresponde
igualmente al abandono progresivo de la madera en favor de la adopción de materiales de
construcción «duros».

Neoclasicismo tradicional de los edificios que albergan servicios o equipamientos

60 Los edificios que escogimos para ilustrar esta tendencia fueron construidos entre 1928 y
1934. Tienen todos la misma característica: dar una cierta imagen de las diferentes
funciones de Guayaquil, que se trate de la función administrativa (municipio) de la
función financiera (banco La Previsora) o de la función de representación (el Gran Hotel).
Este fenómeno demuestra el contenido simbólico y social acorde con el estilo
arquitectural escogido por la sociedad burguesa guayaquileña que detenta el poder en esa
época.
44

61 Por otro lado, todos esos edificios fueron construidos por compañías italianas lo que
tiende a demostrar la fuerte influencia en este campo de Europa en general y de Italia en
particular de 1920 a 1930. Cada edificio, sin excepción, está influido por un modelo
europeo (figura 19). El Municipio de Guayaquil, de lejos el testimonio arquitectural más
valioso del estilo neoclásico, realizado por la Compañía Italiana de Construcciones, a
partir de los planos del arquitecto Francisco Maccaferri y construido entre 1924 y 1928,
sigue un plano idéntico al de la Galería Víctor Emmanuel II de Milán — plano cuadrado
dividido en dos partes simétricas por un paso central que une a las dos calles principales
que lo enmarcan: el Malecón Simón Bolívar y la calle Pichincha —. Por otra parte, el
edificio es realzado por cúpulas esquineras que acentúan la pertenencia de este edificio al
estilo neoclásico, recordando las de San Pedro en Roma o el Panteón en París.
62 El banco La Previsora, construido entre 1920 y 1928 por la Compañía Técnica Fénix y
decorado por el arquitecto italiano Hugo Paggioni, es el único testimonio de sede bancaria
que pertenece a esta comente arquitectural clásica; este edificio marca claramente la
ruptura con los estilos anteriores; en efecto, los bancos guayaquileños, de 1880 a
1915-1920, presentan un estilo heredado de las tradiciones arquitecturales coloniales
como el banco Territorial, el banco Comercial y Agrícola, etc. A partir de los años veinte,
la arquitectura bancaria sigue esquemas clásicos particularmente influidos, en cuanto a la
organización espacial interior, por los numerosos establecimientos bancarios construidos
a inicios de siglo en Europa; el modelo de referencia es aquí el Crédit Lyonnais en París
(1908) (Pevsner, N. 1979, p. 251). El espacio interior es caracterizado por una ocupación de
doble altura en la parte central que permite a los dos pisos comunicarse visual y
espacialmente.
63 Finalmente, el Gran Hotel, construido por la Compañía Italiana de Construcciones entre
1928 y 1930 y decorado por el italiano Emilio Soro, presenta una arquitectura de conjunto
influida por los principios clásicos — homogeneidad de las fachadas moduladas por una
serie de pilastras rematadas con capiteles de volutas decorados con hoja de acanto,
simetría de alineación de las ventanas que ofrecen particularidades de detalle, etc. — que
recuerdan las construcciones del siglo XIX de Regent’s Street en Londres (Benévolo, L.,
1980, p. 68). El espacio interior, dividido por una serie de portales, está enteramente
cubierto por una estructura de hierro y vidrio según las técnicas arquitectónicas de
ciertos pabellones de exposición de Londres en 1851 o de París en 1855 (Benévolo, L., 1980,
pp. 135-159).

Neoclasicismo de variantes locales en ciertas residencias

64 La casa del Dr. Carlos Coello, situada en la parroquia Rocafuerte y cuyo proyecto fue
presentado por Francisco Maccaferri en 1931, es un ejemplo típico del estilo neoclásico,
tanto en el plano estructural como en el plano decorativo, totalmente adoptado en
Guayaquil y que conserva variantes locales arquitectónicas y de ocupación del espacio
(fotografía n° 5). Tiene tres pisos: la planta baja, asignada originalmente a un consultorio
médico, desarrolla el sistema tradicional de portales típico de Guayaquil pero decorado
con elementos arquitectónicos claramente neoclásicos—arcos centrales de medio punto
que se asientan sobre columnas coronadas por capiteles corintios y porches rectos. La
fachada principal está adornada con balcones voladizos en cada extremo que se apoyan
en ventanas saledizas por arcos de medio punto. Los cuatro ventanales centrales están
rematados por frontones triangulares; el primer piso de la construcción está reservado a
45

la función residencial. La distribución de los diferentes espacios se efectúa según los


esquemas tradicionales de inicios de siglo, a partir de un corredor lineal que desemboca
en un gran salón cuya ventana está adornada por un balcón voladizo de forma prismática.
Los espacios de servicio están relegados a la parte sur de la casa, tanto en la planta baja
como en el primer piso y están unidos entre ellos por una escalera particular. Sin
embargo, las áreas sociales y de reposo ocupan mucho menos espacio en comparación con
las de las casas de inicios del siglo. Las razones de ello son las siguientes: por una parte, el
precio de los terrenos aumentó considerablemente entre 1900 y 1940 y el costo de las
construcciones en materiales «duros» es más elevado; por otra parte, el país se encuentra
en pleno período de crisis y la burguesía soporta los efectos de manera más o menos
marcada; finalmente, el modo de vida se modificó considerablemente desde inicios de
siglo. La recreación y las distracciones «se exteriorizan». Las reuniones ya no tienen lugar
sólo en los salones de las casas particulares; los adultos y los adolescentes se reúnen en el
American Park — creado en 1924 al Oeste de la ciudad, al borde del Estero Salado:
Los chicos de entonces morían por ir al American Park, donde se podía ver películas
mudas de Chaplín en unos aparatitos metálicos que uno mismo manejaba con
manivela. También había una redoma metálica con colaciones y una grúa accionada
a mano los tomaba para el auditorio infantil. El juego de Béisbol era otra de las
atracciones. De una maquinita salía la bola y un jugador con el bate le pegaba
fuerte. Otra máquina tenía dos boxeadores que se daban a matar, hasta que uno caía
al suelo, rendido. Los domingos se llenaba el American Park de bañistas que iban a
refrescarse en las dos piscinas de agua salada, pura y cristalina y aún no
contaminada o en la playa que daba directamente al estero (Pérez Pimentel, R.,
1988, pp. 147-148).

Figura 19: NEOCLASICISMO TRADICIONAL DE LOS EDIFICIOS QUE ALBERGAN SERVICIOS

Foto: M. S. Bock
Municipio
Parroquia Bolívar
Malecón Simón Bolívar (1927)
46

Foto: M. S. Bock
Banco La Previsora
Parroquia Rocafuerte
Avenida 9 de Octubre 110-118 (1925)

Foto: M. S. Bock
Gran Hotel
Parroquia Bolívar
Calle Pichincha 602
(1929)
47

Fotografía 5: CASA DEL DR. CARLOS COELLO

Foto: M. S. Bock

Afirmación de la corriente racionalista

65 Las primeras casas que adoptaron esquemas racionalistas o funcionalistas son construidas
en el nuevo barrio residencial del Centenario, a partir de 1925-1930, por arquitectos e
ingenieros italianos. Si bien esas casas conservan algunos elementos clásicos, es evidente
que la arquitectura residencial se orienta hacia una simplificación de las formas y hacia
un intento de composición volumétrica que modifica totalmente el aspecto de las
fachadas.
66 Entre esas construcciones, una de las más características es la de Rodrigo Icaza Cornejo
(fotografía 6) situada en la parroquia Ximena, obra de Francisco Ma-ccaferri en 1933. La
casa, construida en forma de rombo, abandona definitivamente los esquemas
tradicionales; se entra por una doble escalinata bajo un pórtico sostenido por dos
columnas simples y la fachada está totalmente desprovista de adornos. Los tres pisos,
subsuelo, área social, área de reposo, determinan la diferenciación funcional. El espacio
está organizado según un esquema vertical y no horizontal como en las casas
tradicionales de inicios de siglo. A pesar de su organización simétrica original, el diseño
interior confiere al conjunto una gran flexibilidad espacial. Las piezas principales, de
tamaño relativamente grande con relación a los modelos estudiados anteriormente, están
repartidas alrededor de un módulo central, vestíbulo en la planta baja y sala de reunión
en el primer piso. El área de servicio es muy reducida. Este fenómeno se explica ya sea por
el empleo de personal únicamente durante el día, o por la presencia en el jardín de una
construcción independiente de la casa en donde viven los empleados.
48

Fotografía 6: CASA DE RODRIGO ICAZA CORNEJO

Foto: M. S. Bock

67 En la época de su construcción, esta casa es probablemente una de las primeras en


intentar aplicar normas arquitectónicas racionalistas. De otro lado, constituye una de las
facetas desconocidas del arquitecto Francisco Maccaferri, más conocido por sus
realizaciones de tipo clásico y monumental como el Municipio de Guayaquil.
68 Los ejemplos precisos presentados en esta primera parte permiten elaborar una tipología
evolutiva de las residencias burguesas en Guayaquil (figura 20). Toda tipología simplifica
y la que presentamos intenta, a partir de testimonios arquitecturales que existen aún
actualmente, definir algunos sistemas arquitectónicos, la movilidad y la evolución de los
espacios y de la distribución de las piezas en función de las diferentes clases sociales que
las habitan durante ese período.
69 Uno de los elementos más característicos de la repartición social en el seno del espacio
habitado es el de la segregación. Esta discriminación social existe no sólo a nivel de la
superficie habitada por cada categoría social, sino también a nivel de su localización en el
espacio de la casa. Está claro que el personal doméstico dispone de muy poco espacio para
vivir y la relación entre la superficie reservada a los propietarios y la atribuida a los
empleados varía, en promedio, de la 6ala8 — el cálculo de la superficie de los diferentes
espacios a partir de los planos de las casas que hemos presentado, permite llegar a estas
conclusiones — a todo lo largo del período estudiado. Los espacios asignados al servicio
están siempre localizados en los lugares menos atractivos de la casa con mala iluminación
y poca ventilación y lo más lejos posible de los espacios sociales y privados de los
propietarios. Es el caso de las casas tradicionales de inicios de siglo en donde los
empleados domésticos están confinados bajo los tragaluces mientras que las piezas
situadas alrededor del patio constituyen un espacio en donde se desarrollan las
principales actividades de la casa y las relaciones sociales. A lo largo de los años, la
adopción de nuevos «modelos» interiores ha engendrado modificaciones de distribución
espacial de las diferentes clases sociales, y los esquemas verticales reemplazan a los
49

antiguos esquemas horizontales, permitiendo a menudo la repartición de las áreas de


servicio en dos niveles, en general en ángulo y en la parte trasera de la casa.
70 Finalmente, la figura 20 destaca la imagen y su evolución que la casa, en tanto que
elemento arquitectural significativo de una clase social determinada, debe representar.
Las diferenciaciones arquitectónicas de las fachadas de las residencias burguesas juegan
un papel importante en la expresión del gusto de los propietarios y en su voluntad de
afirmarse, por ese medio, como la clase dominante de ese período. Tal segregación
arquitectural es igualmente notable en ciertos edificios que pertenecen a los «gran
cacao», como los bancos que imponen su poder financiero en todo el país.
71 La crisis económica que impera a partir de 1925 y que provoca una crisis política, incide
en los conceptos de la arquitectura residencial; se inicia una búsqueda de nuevas formas
arquitectónicas. En consecuencia, se adoptan sucesivamente dos tendencias: por una
parte, la construcción privada residencial de los años treintas está marcada por el
abandono progresivo de los materiales tradicionales en favor de nuevos materiales
«duros»; por otra parte, el estilo arquitectural no se modifica de manera brutal, pero
transita por esquemas neoclásicos que comportan variantes locales o indicios Art Nouveau
antes de adoptar formas arquitectónicas puramente racionalistas. Finalmente, de 1930 a
1940, las construcciones tanto privadas como públicas son definitivamente el reflejo del
abandono de lo «tradicional», en cuanto a los materiales y al estilo arquitectural, en favor
de lo «moderno» que tiende a desarrollarse principalmente en la periferia en lo que se
refiere a los edificios privados; mientras, lo «tradicional» en cambio intenta sobrevivir en
el centro en donde el paisaje arquitectural cambia progresivamente con la construcción
de nuevos edificios más modernos.

Figura 20: EVOLUCIÓN TIPOLÓGICA DE LAS RESIDENCIAS BURGUESAS EN GUAYAQUIL DE 1900 A


1940
50
51

3. Hábitat y actividades: ¿parroquia


o barrio?

1 El estudio de los datos particularmente completos y exactos del censo de 1931 en el


Registro Cantonal de la Población y Estadística (Revista Municipal, n° 55, 57, 58, 60, 61, 62,
1, 1931-1932) por parroquia constituye la base de esta parte del estudio que se sitúa en
una época de cambio de la historia urbana de Guayaquil. En efecto, tres tendencias de
división de la ciudad en sectores determinan recortes que difieren y coinciden a la vez. La
división en cinco parroquias, instaurada por ordenanza del Consejo Cantonal a finales del
siglo xix cuando se acelera el proceso de urbanización de Guayaquil, y modificada en 1928
(creación de una sexta división administrativa al Sur de la ciudad) sirve de esquema de
base al censo de 1931. La di visión administrativa de Guayaquil sigue entonces la lógica del
desarrollo urbano Norte-Sur, perpendicular al río. En esa época, el Municipio publica
ordenanzas que dividen a la ciudad en sectores según criterios basados a la vez en
situaciones de hecho y en extrapolaciones en cuanto al futuro desarrollo de la ciudad. Sin
embargo, la realidad de los barrios se opone a menudo a la división administrativa o en
sectores, y es sumamente difícil hacer coincidir en el seno del espacio urbano las nociones
de parroquia (unidad administrativa sin ninguna identidad arquitectural o social) y de
barrio (fracción espacial homogénea que corresponde a sectores de actividad o de
residencia bien identificados).
2 Como la información analizada a continuación corresponde a datos a nivel de la parroquia
y a veces del barrio, es posible destacar tipologías relativas a los materiales de
construcción y a las actividades económicas y sociales, posibilitando la identificación de
áreas urbanas que pueden ser asimiladas ora a la parroquia ora al barrio.

LA PARROQUIA GUAYAQUILEÑA DE LOS AÑOS


TREINTA: TRADICIONALISMO, CONSOLIDACION Y
OPOSICION CENTRO-PERIFERIA
3 La utilización de los diferentes materiales de construcción, que da como resultado un
espacio construido diferenciado y evolutivo, constituye a inicios de los años treinta una
clave de lectura fundamental del espacio socio-económico guayaquileño.
52

Evolución de la construcción de 1919 a 1931

4 Durante los primeros años del siglo XX, la población guayaquileña crece de manera
relativamente lenta — entre 1905 y 1919 el crecimiento no supera el 0,8 % anual,
produciéndose la explosión demográfica del puerto principal durante los años veinte,
entre 1919 y 1931, el crecimiento alcanza el 2 % anual (gráfico 3).

Gráfico 3: EVOLUCIÓN DEL NÚMERO DE HABITANTES POR EDIFICIO DE 1905 HASTA 1931

Fuente: Revista Municipal, N°3, marzo 1932, p. 117.

5 Este fenómeno se debe, por una parte, a la disminución y posterior erradicación de ciertas
enfermedades (malaria, fiebre amarilla, etc.) que permiten un crecimiento demográfico y
una inmigración regulares que determinan el desarrollo de los barrios residenciales en
particular, y el crecimiento del conjunto de la ciudad en general. Por otra parte, a partir
de 1925, la crisis cacaotera acarrea un fuerte movimiento migratorio de trabajadores
agrícolas expulsados de las plantaciones, hacia la ciudad de Guayaquil. Este fenómeno
demográfico tiene profundas repercusiones en la evolución de la construcción entre 1919
y l931. En efecto, hasta inicios de los años veinte:
su arquitectura se mantiene similar a la de la época colonial. Funcional y
formalmente, la arquitectura se relacionaba con la calle a través del soportal,
característica que se desarrolló en la cuadrícula urbana en las tierras bajas
dominadas por el manglar, y al mismo tiempo, combinaba las actividades de
vivienda y comercio (Lee, P.; Compte, F.; Peralta, C, 1989, p. 10).
6 El modernismo, que se difunde a partir de los años veinte y más aún durante los años
treinta, está fuertemente influido por las modas exteriores y se caracteriza por la
vulgarización de la utilización del cemento y de nuevas técnicas de construcción; este
período marca el final de la arquitectura llamada tradicional.
53

Gráfico 4: EVOLUCI ON DE LA CONSTRUCCION POR PARROQUIA

* Las parroquias Ayacucho y Ximena formaban un solo conjunto en 1919.


Fuente: Revista Municipal, N° 3, marzo de 1932, p. 116.

7 Los gráficos 4, 5 y 6, elaborados a partir del procesamiento de los datos de 1919 y 1931,
permiten distinguir tres grupos de parroquias. Por una parte, la baja tasa de crecimiento
de las parroquias Rocafuertey Bolívar (3,8 % y 4,8 % respectivamente) se explica por el
hecho de que constituyen los sectores más antiguos de la ciudad que cuentan con el
mayor número de manzanas construidas. En los dos casos, la densidad de construcción
(número de edificios por manzana) alcanza un umbral cercano a la densificación (12,5 %
en la parroquia Bolívar y 10,6 % en la Rocafuerte); en la parroquia Bolívar, el número de
viviendas por edificio, cercano al promedio de la ciudad (gráfico 6) se explica por la
presencia de gran cantidad de locales destinados a comercios o servicios varios. En lo que
respecta a la parroquia Rocafuerte, es interesante señalar que numerosas manzanas no
construidas, a veces no delimitadas o previstas para la construcción de equipamientos,
pertenecen al Municipio, sin contar las que son propiedad del Ferrocarril a la Costa. Este
fenómeno permite explicar, en parte, la mayor densidad residencial (número de viviendas
por manzana) en la ciudad.
8 Por otro lado, la densificación de parroquias relativamente antiguas como Olmedo y
Carbo — tasa de crecimiento de las construcciones entre 1919 y 1931: Carbo, 14,5 %;
Olmedo, 14,2 % — se explica por los siguientes factores: Olmedo, la parroquia menos
extensa de la ciudad, tiene una baja densidad de manzanas no construidas (7 %) de las
cuales la mitad no están aún delimitadas, y presenta una decena de construcciones. La
presencia de tres quintas (Pareja, Medina y Rendón) cuyos terrenos no están lotizados, al
interior de la parroquia Carbo, explica que sólo el 63,4 % de las manzanas estén
construidas. Esta falta de terrenos a construirse determina a la vez una densidad
residencial cercana al promedio urbano en 1931 y un elevado porcentaje de
construcciones por manzana (11,3 %) el mayor después del de la parroquia Bolívar, sector
de hábitat y de actividad más antiguo del puerto principal. Finalmente, podemos destacar
el caso particular de las parroquias de reciente creación, Ayacucho y Ximena—agrupadas
en el gráfico 4 en razón de la falta de datos relativos a la parroquia Ximena debido a su
54

creación en 1930 — que se caracterizan por una baja densidad de construcción (Ximena
5,5 % y Ayacucho 8,3 %) y consecuentemente por una reducida tasa de viviendas por
edificio.

Gráfico 5: PORCENTAJE DE MANZANAS CONSTRUIDAS Y NO CONSTRUIDAS POR PARROQUIA EN


1931

9 Fuente: Revista Municipal, N°5, Mayo de 1932.

Gráfico 6: NUMERO DE VIVIENDAS POR EDIFICIO Y POR PARROQUIA EN 1931

10 Fuente: Revista Municipal, № 60, agosto de 1931, p. 51.

Construcción y espacio parroquial en 1931

11 Las figuras 21 y 22, elaboradas a partir de los datos extraídos del censo de la construcción
de 1931, permiten destacar dos fenómenos. Por una parte, se pueden caracterizar dos
tipos de parroquias en función de los materiales de construcción utilizados: aquél en el
que la tendencia «tradicionalista» es marcada (utilización de la caña) y aquél que tiende a
la consolidación morfológica (utilización del cemento). Por otra parte, es posible, a través
55

del estudio de las seis parroquias, identificar fenómenos de oposición caña-madera y


centro-periferia.

Parroquias de fuerte tendencia tradicional

12 En base a este primer grupo, constituido por las parroquias Carbo, Olmedo, Ayacucho y
Ximena, se puede constatar lo siguiente: el número de casas construidas en caña es, a
nivel espacial, inversamente proporcional al número de las construidas en madera,
mientras que las construcciones mixtas se mantienen a un nivel relativamente bajo. Por
otro lado, estas parroquias urbanas, situadas en la periferia, permiten comprobar la
oposición centro-periferia evocada anteriormente.
13 Las dos parroquias representativas de la mayor oposición caña-madera, Ximena (caña,
77 % y madera, 14 %) y Carbo (caña, 69 % y madera, 21 %) son las más alejadas del centro.
Siendo los sectores más extensos de la ciudad, se caracterizan por una fuerte proporción
de locales de habitación con relación a los reservados a las actividades; las unidades de
habitación representan el 80,8 % del total de los locales en la parroquia Ximena y el 82 %
en la parroquia Carbo (Revista Municipal, n° 62, octubre de 1931 y n° 1, enero de 1932). Sin
embargo, estas dos parroquias tienen densidades de construcción totalmente opuestas; la
parroquia Ximena presenta 26,6 unidades de habitación por manzana mientras que en la
parroquia Carbo esta cifra es de 47,9 (Revista Municipal, n° 60, agosto de 1931 y n° 61,
septiembre de 1931). La reciente creación de la parroquia Ximena, que alberga numerosos
espacios vacíos y nuevos barrios obreros, y la falta de terrenos a construirse en la
parroquia Carbo — pocos espacios vacíos y elevado precio de los terrenos — evocadas
anteriormente explican estas diferencias e incitan a los habitantes a construir de manera
provisional y económica, es decir en caña.
14 Las otras de las dos parroquias que pertenecen a este grupo, Ayacucho y Olmedo,
constituyen los dos grandes sectores industrializados de la ciudad. Su función explica la
presencia de barrios obreros como el barrio Villamil, en el caso de Olmedo y numerosas
construcciones en caña determinan una fuerte densidad residencial — 36,7 en la
parroquia Ayacucho y 49 en la Olmedo (Revista Municipal, n° 60, agosto de 1931 y n° 61,
septiembre de 1931) —. Es igualmente interesante subrayar que en el caso de la parroquia
Olmedo, la más cercana al centro, la oposición caña-madera es moderada; en efecto, la
utilización de madera (35 %) aunque mantiene un porcentaje inferior al empleo de la caña
(58 %) sigue siendo ligeramente superior al promedio de la ciudad (33,4 %).
56

Figura 21 a: DISTRIBUCION DE LOS MATERIALES DE CONSTRUCCION POR PARROQUIA EN


GUAYAQUIL EN 1931

Fuente : Revista Municipal, N°5, mayo de 1932, p. 61


57

Figura 21 b: DISTRIBUCION DE LOS MATERIALES DE CONSTRUCCION POR PARROQUIA EN


GUAYAQUIL EN 1931

Fuente : Revista Municipal, N°5, mayo de 1932, p. 61

Parroquias en vías de consolidación

15 Este segundo grupo, constituido por las parroquias Bolívar y Rocafuerte, permite destacar
la siguiente tendencia: el número de edificios construidos en madera (50 % en la
parroquia Bolívar y 61 % en la Rocafuerte) es claramente superior al promedio de la
ciudad (34,4 %). Por otro lado, el número de construcciones realizadas con materiales
mixtos se estanca y parece ceder directamente el paso a la utilización del cemento que se
incrementa, sobre todo en la parroquia Rocafuerte (3 %). Las parroquias Bolívar y
Rocafuerte constituyen el sector central de la ciudad, el núcleo inicial de la misma y se
caracterizan por fuertes densidades de población tanto residencial como activa. En efecto,
desde mediados del siglo XIX, este sector constituye el gran barrio mixto de la ciudad en
donde se ubican los comercios más lujosos y las residencias de las categorías acomodadas
de la población, es decir de la burguesía agro-exportadora guayaquileña. A partir de los
años veinte, el carácter mixto de las actividades se ve reforzado por la progresiva
instalación de servicios tanto públicos como privados y por la construcción de numerosos
monumentos.
16 Se deben señalar dos excepciones al esquema descrito anteriormente: en primer término,
el porcentaje de construcciones en cemento de la parroquia Ximena (2 %) es superior al
promedio de la ciudad (1,7 %) situación que corresponde a la creación del nuevo barrio
acomodado del Centenario; en segundo lugar, el porcentaje nada despreciable de
construcciones de zinc (2 %) que caracteriza a la parroquia Carbo y se explica por el gran
número de bodegas situadas en ese sector.
58

El sector de la construcción y los acabados de las casas en 1931 en


Guayaquil: estudio de casos

17 El acelerado crecimiento de la construcción durante este período, debido a la inmigración


hacia la ciudad portuaria, consecuencia de la crisis cacaotera, nos conduce a destacar la
proporción de actividades directamente ligadas a la construcción y a los acabados de las
casas.

Distribución por parroquia

18 La figura 23 demuestra que las actividades vinculadas al sector de la construcción y de los


acabados de las casas se distribuyen espacialmente de manera segregativa. La mayoría de
los comercios ligados a la decoración de interiores — ferreterías, almacenes de muebles,
de artículos sanitarios, etc. — están situados en el centro, es decir en las parroquias
Bolívar y Rocafuerte, (16 almacenes en la parroquia Rocafuerte y 14 en la parroquia
Bolívar de un total de 33); no se encuentra ningún comercio de este tipo en las parroquias
de la periferia alejada, es decir en las parroquias Ayacucho y Ximena, que constituyen sin
embargo el sector de rápido desarrollo de los barrios residenciales. Es interesante
subrayar que la mayoría de elementos destinados a la decoración de interiores son
importados; se trata por lo tanto de artículos «exclusivos» de lujo que responden a las
corrientes de la moda vigente en la época y cuya adquisición está reservada a ciertas
categorías sociales.

Figura 22 a: PORCENTAJE DE UTILIZACION DE LOS MATERIALES POR PARROQUIA EN GUAYAQUIL


EN 1931

Fuente : Revista Municipal, N°5, mayo de 1932, p 61.


59

Figura 22 b: PORCENTAJE DE UTILIZACION DE LOS MATERIALES POR PARROQUIA EN GUAYAQUIL


EN 1931

Fuente : Revista Municipal, N°5, mayo de 1932, p. 61


60

Figura 23 a: DISTRIBUCION DE LAS ACTIVIDADES VINCULADAS AL SECTOR DE LA


CONSTRUCCION Y A LOS ACABADOS DE LAS CASAS EN GUAYAQUIL EN 1931

Fuente : Revista Municipal, N°5, mayo de 1932, pp. 64-73.


61

Figura 23 b: DISTRIBUCION DE LAS ACTIVIDADES VINCULADAS AL SECTOR DE LA


CONSTRUCCION Y A LOS ACABADOS DE LAS CASAS EN GUAYAQUIL EN 1931

Fuente : Revista Municipal, N°5, mayo de 1932, pp. 64-73.

19 Los talleres están dispersos en toda la ciudad, sin embargo, su número es ligeramente
superior en las parroquias de la periferia cercana (parroquias Carbo y Olmedo): 47 en la
parroquia Carbo y del centro, 38 en la parroquia Bolívar y 34 en la parroquia Rocafuerte
frente a 24 en la parroquia Ximena. Las bodegas de materiales de construcción pesados y
voluminosos — madera, cemento, etc. — están situadas en la periferia, 14 en la parroquia
Ximena de un total de 32 en toda la ciudad; las demás están dispersas en las diferentes
parroquias. En cuanto a las fábricas — aserraderos, fábricas de muebles, etc. — que
requieren más espacio que las otras actividades, se ubican en la periferia; su localización
determina a menudo el origen de la formación de barrios populares.

Participación del sector de la construcción en el conjunto de actividades de la


ciudad

20 El gráfico 7 permite demostrar que, en valores absolutos, la proporción de fábricas y


talleres vinculados a la construcción es relativamente importante. Si se compara el sector
de la construcción con otro sector de actividad muy importante en esa época (confección
y vestido por ejemplo) se puede señalar que este último es claramente más importante en
lo que respecta a las ventas; el número de almacenes de prendas de vestir es 4,5 veces más
importante que el de los comercios vinculados a la construcción y la decoración de la
casa. Sin embargo, la diferencia se reduce al considerar los talleres, pues su número es, en
el caso de la confección de ropa, apenas 1,5 veces superior al de los talleres vinculados al
sector de la construcción. Finalmente, las fábricas relacionadas con la construcción son 6
veces más numerosas que las vinculadas a la confección, Estos datos permiten adelantar
62

la hipótesis de un sector de la construcción relativamente bien representado en esa época


en Guayaquil.

Gráfico 7: PORCENTAJE DE LAS ACTIVIDADES LIGADAS AL SECTOR DE LA CONSTRUCCION

Fuente : Revista Municipal, n°5, mayo de 1932, pp. 64-73.

ACTIVIDADES Y ESPACIO PARROQUIAL


21 Las actividades en general y el comercio en particular constituyen un punto de enfoque
privilegiado de la estructura urbana guayaquileña en esa época.

Actividades y segregación espacial


Distribución general

22 La figura 24, relativa a la distribución de cada actividad por parroquia con relación al
total en el conjunto de la ciudad, permite diferenciar el tipo o los tipos de actividades en
función de las parroquias, centrales o periféricas, y destaca la preponderancia del centro
— parroquias Bolívar y Rocafuerte.
23 El estudio del sector industrial — en el cual se reúnen los siguientes rubros: los talleres,
las bodegas y las industrias o fábricas — posibilita una clara distinción entre el centro y la
periferia. En efecto, el núcleo central acoge principalmente talleres (gráfico 8) — 61,5 %
en la parroquia Rocafuerte y 55,8 % en la parroquia Bolívar — mientras que en la periferia
se concentran la mayoría de bodegas e industrias (gráficos 9 y 10); los talleres situados en
el centro corresponden a actividades «ligeras» que ocupan poco espacio como la joyería,
la plomería, el enmarcado y la confección; las pocas bodegas localizadas cerca del centro
están destinadas únicamente a productos alimenticios. Es sin embargo importante
diferenciar la periferia cercana de la periferia alejada, más reciente, con relación al
centro. En la primera se ubican sobre todo grandes bodegas (54 % en la parroquia Carbo y
41,8 % en la parroquia Olmedo) y talleres (42,7 % en la parroquia Carbo y 54,3 % en la
parroquia Olmedo); estos últimos están vinculados a actividades «pesadas» como la
ebanistería y la carpintería de obra, la fundición, la mecánica, que requieren más espacio.
63

La segunda se caracteriza por un porcentaje superior de industrias (10,4 % en la parroquia


Ximena y 18,6 % en la parroquia Ayacucho, con relación a todo el sector industrial)
mientras que el resto de la ciudad no supera el 5 %. Estas últimas están situadas
principalmente al borde del río, cuando se trata de las industrias pesadas, mientras que
las pequeñas fábricas alimentarias y no alimentarias están dispersas en las parroquias
periféricas. De manera general, la actividad industrial es aún poco desarrollada y sigue
estando muy localizada en el espacio urbano; la mayoría de las actividades, en esa época,
están centradas en los talleres.
24 El estudio del sector comercial permite igualmente destacar la oposición centro-periferia
a dos niveles. Por una parte, en la periferia se localizan en general menos comercios que
en el centro. Varios factores explican este fenómeno: las parroquias periféricas albergan
sobre todo barrios industriales y los nuevos espacios residenciales mientras que el centro
constituye el lugar privilegiado de los intercambios.

Figura 24 a: DISTRIBUCION DE LAS ACTIVIDADES POR PARROQUIA ( %) EN GUAYAQUIL EN 1931

Fuente: Revista Municipal, N° 5, mayo de 1932, pp. 64-73.


Elaboración: M. S. Bock
64

Figura 24 b: DISTRIBUCION DE LAS ACTIVIDADES POR PARROQUIA ( %) EN GUAYAQUIL EN 1931

Fuente: Revista Municipal, N°5, mayo de 1932, pp. 64-73


Elaboración: M. S. Bock

Gráfico 8: TALLERES

Fuente: Revista Municipal, n° 5, mayo de 1932, p p . 64-73.


65

Gráfico 9: BODEGAS

Fuente: Revista Municipal, n° 5, m a y o de 1932, p p . 64-73.

Gráfico 10: FABRICAS

Fuente: Revista Municipal, n° 5, mayo de 1932, p p . 64-73.

25 Por otra parte, el porcentaje de comercios alimentarios es más elevado en las parroquias
periféricas (gráfico 11); la parroquia Carbo alberga el 77,2 % de los comercios
alimentarios, la Olmedo 68,6 %, la Ayacucho 65 % y la Ximena 82,l %, mientras que la
Rocafuerte no acoge sino el 46,5 % y la Bolívar 44,3 %.
26 El centro se especializa sobre todo en los comercios no alimentarios (gráfico 12) —
comercios «exclusivos» y de lujo — (53,5 % en la parroquia Rocafuerte y 55,9 % en la
Bolívar) que corresponden a los almacenes de ropa y artículos de recreación de lujo,
mientras que la periferia ofrece productos locales y artículos de segunda mano, y dispone
de un gran número de escaparates. Los comercios alimentarios del centro corresponden
casi siempre a las tiendas especializadas en productos importados (conservas, licores,
66

etc.) mientras que los de la periferia ofrecen en general productos nacionales de consumo
corriente.
27 La figura 24 permite constatar que el número de servicios disminuye progresivamente del
centro hacia la periferia. Por otro lado, los gráficos 13, 14 y 15 destacan ciertos matices al
interior de los diferentes tipos de servicios ofrecidos a la comunidad urbana. Los
equipamientos de distracción, las actividades culturales y los establecimientos sociales
están distribuidos de manera relativamente regular en toda la ciudad; sin embargo, se
observa, en el caso de las asociaciones diversas, los pequeños restaurantes, los salones de
baile, etc., una localización preferencial en la periferia cercana; las federaciones
deportivas, los clubs frecuentados por la burguesía, los teatros, las salas de cine y las
infraestructuras hoteleras se ubican en cambio principalmente en el centro.
28 Las funciones de decisión privada y pública representadas por los edificios públicos, los
bancos y las oficinas, están muy centralizadas (7 % en la parroquia Roca-fuerte frente a
0,8 % en la parroquia Ayacucho y 0 % en la parroquia Ximena). Las diversas compañías de
transporte, de seguros, etc. están localizadas en la periferia cercana, esencialmente en la
parroquia Carbo.

Gráfico 11: COMERCIO ALIMENTARIO Y MIXTO

Fuente: Revista Municipal, n° 5, m a y o de 1932, p p . 64-73.


67

Gráfico 12: COMERCIO N O ALIMENTARIO

Fuente: Revista Municipal, n° 5, m a y o de 1932, p p . 64-73.

29 Finalmente, es interesante observar que los servicios a la comunidad están distribuidos de


manera regular en el conjunto de la ciudad, salvo en la parroquia Ximena (45,8 % frente a
valores comprendidos entre el 63,3 % y el 76,9 % en las otras parroquias) que, debido a su
reciente creación, no dispone sino de los servicios básicos indispensables para la vida
cuotidiana de los habitantes.
30 Los servicios de la administración están situados en su mayoría en la parroquia central
Bolívar, fenómeno que se explica fácilmente por la presencia de los diferentes edificios
municipales y gubernamentales alrededor de los cuales se han reunido los principales
servicios. Es sin embargo importante subrayar que en la parroquia Carbo, situada en la
periferia cercana, se concentra lo esencial de los servicios de aduana debido a la presencia
de los muelles y de las principales casas importadoras y exportadoras. En el resto de la
ciudad, ocupan poco espacio, salvo en la periferia cercana como en la parroquia Carbo.
68

Gráfico 13: DISTRACCIONES, ACTIVIDADES CULTURALES Y ESTABLECIMIENTOS SOCIALES

Fuente: Revista Municipal, n° 5, mayo de 1932, p p . 64-73.

Gráfico 14: FUNCIONES DE DECISION

Fuente: Revista Municipal, n° 5, mayo de 1932, p p . 64-73.

31 En lo que respecta a los equipamientos de interés colectivo, el centro y la periferia


cercana cuentan con numerosas infraestructuras educativas — escuelas, colegios,
universidad — y hospitalarias; este fenómeno se debe a la existencia desde tiempo atrás
de este tipo de servicios básicos que fuera demandado por la población de los grupos
acomodados que vivían en el sector. En cuanto a la periferia alejada, se caracteriza por la
presencia de numerosos internados, de construcción más reciente, así como de jardines y
parques, gracias a la existencia de espacios libres más extensos que en los sectores
centrales.
69

Gráfico 15: SERVICIOS PARA LA COMUNIDAD

Fuente: Revista Municipal, n° 5, mayo de 1932, p p. 64-73.

32 Las actividades portuarias y las empresas vinculadas al resto del mundo constituyen la
rama de las instalaciones e infraestructuras portuarias así como de las importaciones y
exportaciones; esta categoría incluye igualmente los servicios diplomáticos y las diversas
representaciones extranjeras. Las principales parroquias en que se localizan tales
actividades son las que acondicionadas apropiadamente como Carbo y Bolívar, al igual
que la parroquia Rocafuerte caracterizada por una fuerte concentración de sociedades
que representan a compañías nacionales y extranjeras de importación y exportación.
33 El cuadro de síntesis de las actividades en Guayaquil en 1931 (cuadro 2) confirma la
tendencia de oposición centro-periferia desarrollada a todo lo largo de la segunda parte
de este estudio. A pesar de las excepciones observadas en determinados sectores de
actividad, el centro concentra la mayoría de las actividades económicas. Por otro lado, es
allí en donde el número de actividades por hectárea es más elevado, alcanzando 16,2 en la
parroquia Bolívar y 13,5 en la parroquia Rocafuerte. Esta concentración disminuye
progresivamente a medida que nos alejamos del núcleo central, siendo tales cifras de 4,9 y
3,3 (valores promedio) en las parroquias Ayacucho y Ximena respectivamente, fenómeno
estrechamente ligado al desarrollo planificado de los barrios residenciales hacia el Sur y
el Oeste de la ciudad.

Cuadro 2: CUADRO DE SINTESIS DE LAS ACTIVIDADES EN GUAYAQUIL EN 1931

34 1. REPARTICION DE LAS ACTIVIDADES POR PARROQUIA


70

Fuente: Revista Municipal, n° 5, m a y o de 1932, pp. 64-73.


Elaboración: M. S. Bock.

35 Esta tendencia general se confirma al analizar la distribución del número de actividades


por manzana y por edificio. Es importante señalar además que la repartición por hectárea
de las actividades del sector de los servicios comerciales y no comerciales permite
destacar la oposición centro-periferia ya evocada. Es en la parroquia Bolívar en donde se
localiza el mayor número de actividades comerciales por hectárea — 6,2 — cifra que
disminuye progresivamente hacia las parroquias periféricas, alcanzando 0,5 en la Ximena.
Sucede lo mismo con los servicios no comerciales concentrados principalmente en la
parroquia Bolívar (3,6).
36 Habría sido interesante confrontar los datos de densidad con los de la red de transporte
colectivo de la época, pero nos fue imposible realizar este estudio en razón de la carencia
de documentos. En efecto, los datos relativos a los transportes en los años treinta han
desaparecido.
71

La diferenciación espacial de las actividades: un revelador de las funciones urbanas


y de la segregación social

37 La presencia o ausencia de ciertas actividades en las diferentes parroquias se debe a la


evolución histórica del desarrollo urbano y está estrechamente vinculada al «peso»
económico de cada una de esas actividades así como al paisaje social que engendran.
38 La artesanía y el comercio alimentario y mixto están diseminados en todas las parroquias
urbanas. La distribución de la artesanía es regular en el conjunto de las parroquias, con
un ligero predominio la Rocafuerte y la Carbo en donde registra un valor superior al 20 %.
En cuanto al comercio alimentario y mixto, es más importante en la periferia que en el
centro; en efecto, las pequeñas tiendas son las primeras actividades en instalarse cuando
se ocupan nuevos barrios. El comercio no alimentario está presente únicamente en las
parroquias centrales (21,5 % en la parroquia Bolívar y 15,6 % en la Rocafuerte); este
fenómeno tradicional está vinculado al gran comercio de importación y exportación.
39 Finalmente, las bodegas están agrupadas en la periferia cercana y alejada y su número es
particularmente elevado en las parroquias Carbo (29,3 %) por la presencia del puerto, y
Ximena (29,7 %) parroquia aún poco construida y que dispone de numerosos espacios
libres; los equipamientos de interés colectivo, a menudo destinados a los grupos
acomodados y medios, aparecen en gran número únicamente en la parroquia Ximena en
razón de sus extensos espacios (21 %).
40 Es interesante observar que la segregación espacial permite destacar una distribución de
las actividades claramente diferenciada entre el sector secundario, principalmente
situado en la periferia: 38 % en la parroquia Olmedo, 39 % en la Ayacucho, 54,2 % en la
Carbo y 54,5 % en la Ximena, y el sector terciario localizado esencialmente en las
parroquias centrales (63 % en la Rocafuerte y 70 % en la Bolívar). Además, es importante
constatar que las parroquias centrales siguen siendo el sector privilegiado de hábitat y de
empleo de las categorías acomodadas. Por otro lado, la vocación portuaria y comercial de
la ciudad y su integración al gran comercio internacional ha determinado que este sector
económico esté controlado por las diferentes clases sociales y nacionalidades.

Segregación social y espacial de los comercios

41 A inicios de los años treinta, las actividades comerciales, en número de 1.929, constituyen
el sector económico más desarrollado de la ciudad conjuntamente con el de los talleres,
en número de 1.260. El barrio comercial está situado en el núcleo central — parroquias
Bolívar y Rocafuerte — y alcanza su mayor densidad entre las calles Colón al Sur, P. Icaza
al Norte, Pedro Carbo al Oeste y Malecón Simón Bolívar al Este (figura 25). Las ocho
manzanas situadas en la parroquia Bolívar albergan 191 comercios — es decir el 10 % del
total de la ciudad — y las nueve manzanas de la parroquia Rocafuerte, 186, es decir el
9,6 %. El promedio de los comercios por manzana en la parroquia Bolívar es de 23,8
mientras que en la parroquia Rocafuerte es de 20,7. En los dos casos, estas cifras son muy
superiores al promedio del conjunto de las dos parroquias: 5,6 en Bolívar y 3,2 en
Rocafuerte. Es entonces evidente que las actividades comerciales están marcadas
historicamente por una fuerte segregación espacial.
72

Los extranjeros en el comercio guayaquileño

42 La presencia de numerosos extranjeros en Guayaquil se remonta a la época de la


colonización. Desde entonces, la ciudad ha estado siempre muy abierta a los inmigrantes,
sea cual sea su origen. La primera ola migratoria estuvo conformada por los funcionarios
al servicio de la corona española, durante la colonia. Casi todos eran de origen vasco y si
bien constituían un grupo de propietarios, una verdadera casta agraria gracias a las
tierras que recibieron, no se introdujeron en las actividades comerciales. En muchos
casos, contrajeron matrimonio con las herederas de las familias propietarias de
haciendas, y de estos primeros migrantes descienden las «grandes» familias actuales de la
Costa que se afirman totalmente guayaquileñas.
43 Durante los últimos años del siglo XIX y los primeros del XX, llegan a Guayaquil
extranjeros provenientes de diferentes países de Europa. Los italianos son los primeros y
se dedican sobre todo a la venta de productos alimenticios importados. Se integran fácil y
rápidamente a la sociedad guayaquileña gracias a su temperamento jovial y abierto,
característica que constituye en esa nacionalidad un comportamiento casi cultural, caso
idéntico en Argentina. Sus comercios son variados, pudiéndose citar algunos ejemplos de
familias que han sabido hacer prosperar sus negocios: tiendas finas de la familia Mortola;
talleres de confección de Lombei da Draga quien posee igualmente un restaurante en el
parque Montalvo en donde se sirven especialidades italianas; confitería y pastelería «La
Roma» de Gotuzzo y Mazzini, etc.

Figura 25: DISTRIBUCION ESPACIAL DE LOS COMERCIOS EXTRANJEROS 1910-1931

Fuentes: Boloña Rodríguez, E., sin fecha, 189 p .


Censo d e 1931, Registro Cantonal de la Población y Estadística, Revista Municipal, n° 57 (mayo d e
1931) n° 58 (junio d e 1931) n° 62 (octubre de 1931).
El Ecuador, 1909, 1328 p.
Elaboración: M. S. Bock.
73

44 A fines del siglo XIX, hacia 1880, llegan los primeros migrantes de Siria y del Líbano. Esta
migración prosigue de manera sostenida durante la Primera Guerra Mundial y hacia 1930,
esta colonia representa aproximadamente 800 personas de las cuales el 90 % son de
nacionalidad libanesa; son comerciantes y pertenecen a las categorías medias. En esa
época, viven cerca del centro, en los barrios de las categorías medias bajas. Se
especializan sobre todo en el comercio de textiles (lana, seda y lino) para la confección de
ropa femenina, y en la venta de artículos de fantasía (carteras, encajes, perfumes,
adornos). Sus actividades se extienden poco a poco a la rama de la confección para
hombres (camisas, trajes, etc.). Durante los años treinta, el sector de la confección
(talleres y almacenes) para hombres y mujeres está casi exclusivamente en manos de los
sirios y los libaneses. Entre los primeros importadores de textiles que se instalaron en
Guayaquil, podemos citar las casas Sarquiz y Hanze, J.E. Bucaram y hermanos, la casa siria
de los hermanos Cattan (fotografía 7) etc. Los chinos inmigran también tempranamente al
Ecuador — su número se incrementa particularmente durante los años veinte — en donde
abren sobre todo pequeños comercios destinados a la venta de artículos para mujer: telas
bordadas, cintas, encajes, perfumes, etc.

Fotografía 7: LA CASA SIRIA DE LOS HERMANOS CATTAN EN LOS AÑOS 20

Fuente: El Ecuador en el Centenario de la Independencia de Guayaquil, sin fecha, p. 254.


74

Fotografía 8: LA CASA ESPAÑOLA MASPONS EN LOS AÑOS 20

Fuente: El Ecuador en el Centenario de la Independencia de Guayaquil, sin fecha, p. 268.

45 Hacia 1910, llegan los últimos inmigrantes españoles. Esta segunda ola está constituida
por habitantes del Nordeste de España, de Cataluña principalmente, que traen consigo su
experiencia comercial. En pocos años aparecen los comercios de importación y los nuevos
almacenes: bazares que ofrecen una gran variedad de artículos importados, salones de té,
talleres de calzado y de cuero. Es el período de prosperidad de las casas Sola, Madinyá,
Puig y otros, que se integran rápidamente a la actividad comercial guayaquileña en esas
diferentes ramas. Este proceso se observa igualmente a menudo en las pequeñas ciudades
de Africa: caso de los libaneses, sirios o griegos en Zaire y es el caso de los italianos en
Etiopía. Entre los propietarios de estos grandes almacenes, algunos comenzaron con uno
pequeño de barrio que, a lo largo de los años, prosperó hasta convertirse en una
verdadera casa importadora y exportadora. Es en especial el caso del español Pedro
Maspons, venido de Cataluña y que inició su actividad comercial con un pequeño almacén
de productos alimenticios, conservas y vinos, similar a numerosos comercios españoles o
italianos de los años diez y veinte. En ese pequeño almacén, Maspons vendía igualmente
café tostado en una tostadora manual y molido inicialmente con un molino eléctrico. Las
ventas aumentaron progresivamente, efectuando la casa Maspons y Cía. su primera
exportación en 1914 con destino a Barcelona. Hacia 1920, exporta a España y Chile y en
1925, se transforma en Compañía de Intercambio y Crédito, exportando el 85 % de la
producción de café (fotografía 8).
46 Además del sector alimentario, la colonia española abre almacenes en los campos de la
papelería, la imprenta, la juguetería, etc. Pedro Janer posee grandes almacenes que
ofrecen una gran variedad de libros, diccionarios y material de papelería en general,
distribuyendo además revistas americanas, máquinas de escribir Underwood y artículos
fotográficos Kodak.
75

47 La figura 25, a pesar de que no fue posible hacer figurar en color liso los comercios
españoles e italianos pues algunos están situados en las mismas manzanas que los de los
comerciantes de origen chino, sirio y libanés, permite localizar espacial-mente a estas
diferentes nacionalidades de comerciantes al interior del espacio urbano central, y
percibir dos tendencias. Por una parte, las comunidades de comerciantes españoles e
italianos ocupan el conjunto del barrio comercial, siendo las manzanas más densamente
ocupadas las que bordean a las calles Pichincha, Pedro Carbo y Chile. La calle Pichincha es
particularmente representativa de los sectores de la confección (almacenes de calzado,
talleres de moda, vendedores de sombreros) de los comercios no alimentarios y los
servicios «exclusivos» (bazares, joyerías, papelerías, salones de belleza y perfumerías
como «La Parisienne» de J. Palacios Torres); este gran salón de belleza emplea personal
numeroso y calificado; las paredes del almacén están llenas de estanterías de madera
maciza y de vitrinas destinadas a presentar los últimos productos de belleza importados.
Las tiendas finas están igualmente bien representadas. Todos estos comercios siguen en
general el mismo modelo (estructura y decoración interior): un almacén alargado en el
que están instaladas, de un lado y otro de una especie de pasaje central, estanterías en las
que se exponen los diferentes abarrotes. Una parte del almacén sirve de bodega para los
sacos de granos y cerca de la entrada existe un mostrador de madera, a menudo tallada,
cerca del cual están dispuestos cajas y canastos que ofrecen productos frescos, por unidad
o por peso. Los bazares de gran renombre están localizados en el Malecón Simón Bolívar,
en los lugares «estratégicos», como los comercios Durán y Cía. y Ribas y Cía., situados en
la planta baja del Gran Hotel París. En las calles Pedro Carbo y Chile se localizan sobre
todo comercios de barrio como las tiendas de productos corrientes, las confiterías y las
panaderías, los despachos de alcoholes, las carnicerías y, por otro lado, un gran número
de pequeños talleres de confección y de zapatería.
48 Por otro lado, las comunidades de comerciantes chinos, sirios y libaneses,
geográficamente agrupadas, ocupan principalmente las manzanas más comerciales, al
borde del Malecón Simón Bolívar y de la calle Pichincha. Es importante subrayar que
como consecuencia de este «frente» de comercio de lujo, se implanta, en transición, un
sector de comercios de barrio a menudo regentados por ecuatorianos.

Los ecuatorianos en el comercio

49 El inicio del siglo XX corresponde a la aparición de los comercios alimentarios. Las tiendas
venden artículos alimentarios nacionales al por menor y son generalmente regentadas
por migrantes de la Sierra. Tales actividades están vinculadas a la pequeña artesanía —
carpinterías, ferreterías, vidrierías, etc., a las ferreterías de barrio —. Es importante
señalar que esos comercios alimentarios y servicios cuotidianos están exclusivamente
relacionados con los barrios, y por lo tanto se encuentran dispersos en el seno del espacio
urbano, siendo difíciles de cartografiar. Esta integración de una parte de la población
nacional al círculo comercial guaya-quileño demuestra una reorientación en la actitud de
los ecuatorianos; abrir un comercio alimentario o un taller de confección ya no es
considerado como una actividad degradante. Durante los años treinta, impera un
verdadero entusiasmo por el trabajo mercantil en todas las clases sociales, ambiente
favorecido por el desarrollo de los vínculos comerciales Sierra-Costa. Además, se debe
señalar que las clases sociales acomodadas del Ecuador dominan el gran comercio
internacional durante todo el período cacaotero.
76

Las casas exportadoras

50 El boom del cacao tiene repercusiones decisivas en las actividades comerciales de la


ciudad en razón del incremento del número de casas importadoras y exportadoras. La
prosperidad cacaotera incide significativamente en el sector comercial que se estructura
según los modelos internacionales. Las diferentes familias de la burguesía portuaria crean
empresas — Aspiazu y Hermanos cuyo capital se elevaba a 2.000.000 de sucres a inicios del
siglo XX — a fin de mantener sus propiedades y comercializar la producción de cacao por
su propia cuenta. Paralelamente, estas familias contribuyen a la creación de los
principales bancos de la época. Por su poder, algunas se convierten en accionistas de
numerosas empresas comerciales guayaqui-leflas. La familia Aspiazu, muy representativa
del fenómeno de integración económica, posee, por ejemplo, acciones en la sociedad de
Transportes Urbanos, la Compañía de Alumbrado Público, la Compañía Nacional de
Teléfonos, la Compañía de Préstamos y Construcciones, etc.; Lautaro Aspiazu es uno de los
accionistas más importantes del Banco del Ecuador y preside su directorio durante varios
años. Su hermano, Aurelio Aspiazu, es uno de los principales accionistas y director del
Banco Comercial Agrícola.
51 Las principales casas exportadoras encargadas de comprar y de exportar el cacao son casi
siempre nacionales; es en efecto importante destacar que a inicios de los años veinte, las
firmas Aspiazu, Seminario, Reyre, organizadas en la Asociación de Agricultores, exportan
el 71 % del cacao ecuatoriano mientras que las firmas extranjeras exportadoras del mismo
producto — Andean Trading Company, Ecuador Overseas Company, Mercantil Overseas
Company — no controlan sino el 12 % de la exportación; el 17 % restante está controlado
por pequeños exportadores nacionales y extranjeros. Por otro lado, no se debe olvidar el
lugar ocupado por algunas casas exportadoras extranjeras que se transforman en
verdaderas sociedades bancarias como la Compañía Lorenzo Tous o la casa Rhode
originaria de Panamá. Las grandes casas exportadoras no escapan a la segregación
espacial puesto que están agrupadas al borde del río Guayas, en la parroquia Carbo (figura
25). Esta localización se explica por la presencia de las infraestructuras portuarias que
facilitan el embarque de los productos destinados a los países europeos.
52 A manera de conclusión, es importante destacar tres tendencias espaciales y sociales
primordiales. Por una parte, a medida que nos alejamos del Malecón Simón Bolívar, se
encuentran menos comercios «exclusivos» o de lujo; la segregación socioeconómica y
espacial se efectúa entonces siguiendo un gradiente Este-Oeste; está acompañada de una
segregación arquitectural sensible a nivel del tamaño de las casas y de sus elementos
decorativos. Por otra parte, la segregación social no se efectúa entre las diferentes
nacionalidades sino entre los extranjeros y los ecuatorianos. Tal jerar-quización engendra
una segregación espacial de tipo centro-periferia cercana — estando todos los comercios
de lujo concentrados en el centro y los comercios alimentarios de barrio dispersos en
todas las parroquias —. Finalmente, la segregación social y espacial es igualmente
marcada entre la clase de los pequeños comerciantes ecuatorianos y las grandes familias
de la élite guayaquileña que controla la mayor parte del comercio internacional.
77

EL BARRIO GUAYAQUILEÑO DE LOS AÑOS TREINTA:


ENTIDAD NACIDA DE LA SEGREGACION SOCIO-
ESPACIAL Y ARQUITECTURAL
53 La Guayaquil de los años treinta sigue siendo una ciudad burguesa muy diferenciada
profesionalmente y cuyo paisaje social comienza apenas a diversificarse. Los materiales
de construcción, los estilos arquitecturales que se derivan de ellos, así como las
actividades, son diversos y están dispersos en las diferentes parroquias de la ciudad. Sin
embargo, algunos de estos criterios dan lugar a agrupamientos naturales o planificados
que pueden ser asimilados a ciertos barrios. La fuerte segregación residencial,
históricamente tradicional, que existe a inicios de los años treinta es doblemente
acentuada por la intervención de los poderes públicos.

Barrios residenciales

54 El barrio está constituido inicialmente por una unidad social que engendra a menudo una
uniformización de la arquitectura; es entonces un «sector» sociológicamente distinto,
único con relación a los otros barrios de la ciudad. Si bien la noción de barrio siempre ha
existido en Guayaquil, el acelerado crecimiento urbano a partir de los años veinte da
lugar a la formación de nuevos barrios fácilmente identificables.
55 Durante los años treinta, se pueden identificar dos tipos de barrios residenciales en
Guayaquil. Por una parte, los de vocación plurifuncional, en general antiguos, y por otra,
los de vocación unifuncional, exclusivamente residenciales, que pueden ser antiguos o
recientes. La elección del criterio de funcionalidad es completada mediante una distinción
a nivel de los límites externos del barrio; estos pueden estar claramente marcados —
límite topográfico, arterias principales, etc. — o ser indefinidos e inciertos. El barrio visto
del interior puede igualmente dar una impresión de unidad de conjunto debida a un estilo
arquitectural definido, incluso si a veces esa uniformidad general es rota por «sub-
barrios» que parecen idénticos a primera vista pero que comportan diferencias más
sutiles. Por otro lado, ciertos barrios llevan nombres que los identifican desde hace
tiempo, mientras que otros, perfectamente uniformes desde todo punto de vista, son
conocidos con el nombre general de barrio industrial, barrio del centro, ect.
56 A fin de visualizar estos datos, se elaboró un cuadro sintético que reúne las diferentes
formas de barrios existentes en Guayaquil durante los años treinta (figura 26) así como un
mapa (figura 27). No pretendemos «dividir» la totalidad del espacio guayaquileño en
barrios perfectamente individualizados y homogéneos; el mapa no representa sino los
barrios que pudieron ser identificados como tales.

Barrios residenciales plurifuncionales

57 El centro, barrio antiguo, está estrechamente asociado a las actividades comerciales y


artesanales. No existe entonces un fenómeno de dispersión de los residentes en ese barrio
durante el día. Los artesanos y los comerciantes tienen intercambios permanentes entre
ellos y con los habitantes y constituyen una población particularmente estable. Casi
siempre, la gente ha nacido en el barrio, vive, trabaja y muere en él (fotografía 9).
78

Figura 26: INTENTO DE TIPOLOGIA DE LOS BARRIOS EN 1931

Elaboración : M. S. Bock

Figura 27: INTENTO DE IDENTIFICACIÓN DE LOS BARRIOS DE GUAYAQUIL EN 1931

Fuentes: Rojas, M.; Villavicencio, G., 1988, 254 p.


Botoña Rodríguez, E., sin fecha, 189 p.
Elaboración: M. S. Bock
79

58 El centro guayaquileño se constituyó alrededor de un núcleo inicial provisto de


equipamientos básicos, de comercios y de servicios que explican una densidad y una
promiscuidad que se incrementa sin cesar desde el siglo xix. Los datos del censode 1931
permiten destacar (figura 28) sectores en donde la densidad del hábitat es
particularmente elevada. La zona central reúne 20 manzanas; 45,5 % de las unidades de
habitación, es decir una pieza, de la parroquia Bolívar ocupan aproximadamente el 20 %
de su superficie, representando el sector residencial el 75,5 % del total de las unidades,
que está constituido por la suma de los locales o piezas destinados al hábitat o al
comercio. A inicios de los años treinta, dos clases sociales comparten el espacio en este
barrio: por una parte, la burguesía guayaquileña vinculada al gran comercio internacional
y a las finanzas, que vive, ya sea en casas tradicionales de madera del tipo de las
estudiadas en la primera parte (casas de Arturo García o Michel Achi) o en casas más
recientes construidas con materiales «duros» (casa Guzmán Aspiazu). Esta población está
concentrada particularmente alrededor de los principales servicios administrativos y
privados — las cuatro primeras filas de manzanas a partir del río Guayas y de un lado y
otro de la avenida 9 de Octubre — en el corazón del núcleo central. Por otra parte, los
nuevos inmigrantes, afectados por la gran depresión económica y la crisis cacaotera,
alquilan piezas en las antiguas casas burguesas — esta clase social migra progresivamente
hacia la periferia de la ciudad — que están entonces subdivididas al extremo; este
fenómeno nuevo de tugurización del centro engendra un gran incremento de las
densidades; la infraestructura básica (agua, electricidad) se toman totalmente deficientes
e incluso están a veces ausentes. Estos «hogares de acogida» son considerados por los
inmigrantes como «lugares de paso» — antes de una instalación definitiva en otros
barrios — prácticos por estar situados cerca de algún empleo, muy frecuentemente
«informal», y de las líneas de transporte colectivo. Este tipo de barrio central presenta
límites a veces mal definidos, esencialmente identificables por la progresiva disminución
de las actividades y de las densidades de hábitat a medida que nos alejamos de los barrios
más centrales. Por otro lado, desde el exterior es difícil establecer la diferenciación
puesto que la arquitectura sigue siendo aún en esa época relativamente homogénea en el
conjunto del espacio. La distinción se hace mucho más fácilmente al interior del barrio,
en donde se pueden establecer subdivisiones en grupos de manzanas, esencialmente en
función de las dos clases sociales citadas.
80

Fotografía 9: EJE MULTIPUNCIONAL D E L CENTRO (Avenida 9 d e Octubre)

Fuente: Estrada Ycaza, J., 1985, p. 38.

59 Otro ejemplo de barrio residencial vinculado a una actividad es el del barrio Villamil,
situado a lo largo de la calle Eloy Alfaro, al borde de la zona industrial. En su parte norte,
es antiguo, y se originó en el famoso barrio del Astillero (nombre ligado precisamente a
esa actividad). Su extensión siguió a la de la ciudad, trasladándose progresivamente las
industrias y bodegas hacia la periferia sur. El barrio Villamil, muy antiguo, afronta
numerosos problemas de higiene y de inseguridad. Las calles son estrechas y su trazado es
irregular; las casas antiguas y vetustas — algunas están aún construidas de caña —
(fotografía 10) constituyen un verdadero peligro para la salud de sus habitantes y son
afectadas periódicamente por los incendios. Las construcciones no están alineadas
regularmente con relación a la calle y no todos los portales respetan la altura
reglamentaria. Es por ello que la Comisión de Obras Públicas presenta en agosto de 1928
un proyecto de renovación de este barrio. Por una parte, propone el ensanchamiento de
las calles, en particular de la Eloy Alfaro que constituye el eje más importante de
circulación de los productos industriales; no se debe olvidar, en efecto, que esta vía, así
como la avenida Olmedo, unen directamente los muelles del puerto al corazón de la
ciudad. Por otra parte, el proyecto prevé la expropiación de ciertas manzanas insalubres a
fin de facilitar la extensión de los muelles de la aduana. Además, es importante ofrecer a
los viajeros que llegan del extranjero una imagen seductora de Guayaquil; es con esta idea
que se emprenden los trabajos de restauración de la avenida Olmedo, futuro gran eje
urbano de penetración (Revista Municipal, n° 24, agosto de 1928, pp. 40-42) (figura 29).
81

Figura 28: ALGUNAS CARACTERISTICAS DEL HABITAT Y DE LAS ACTIVIDADES EN GUAYAQUIL EN


1931

Fuente: Rojas M.; Villavicen cio, G., 1988, 254 p.


Revistas Municpales n° 57, 58, 60, 61, 62, 1, (1931-1932).
Elaboración M.S. Bock.

60 Un segundo barrio obrero se desarrolla al Oeste de la ciudad a lo largo de la calle


Guaranda. Se trata de viviendas construidas por el Municipio para albergar a la clase
obrera en general y a los expulsados de los antiguos barrios como en el caso del barrio
Villamil, en particular. Las siete manzanas que constituyen este barrio son
particularmente densas puesto que en la parroquia Olmedo el número de unidades de
habitación por manzana es superior al promedio (130).

Barrios estrictamente residenciales

61 Están situados ya sea en la periferia cercana, o en la periferia alejada. En la primera se


localizan esencialmente barrios antiguos, fenómeno debido a que el crecimiento de la
ciudad durante los años veinte estuvo acompañado de una nueva distribución de los
barrios residenciales voluntariamente construidos en las nuevas áreas de expansión. Los
barrios antiguos, situados no lejos del centro y considerados a inicios de siglo como zonas
relativamente alejadas, se ven, debido al crecimiento urbano, situados cerca del centro,
comunicándose de manera óptima con él gracias a la red de transporte colectivo.
82

Fotografía 10: LA CALLE VILLAMIL EN LOS AÑOS 20

Fuente: El Ecuador en el Centenario de la Independencia de Guayaquil, sin fecha, p. 114.

Figura 29: PROYECTOS DE ORDENACION DEL BARRIO VILLAMIL

Fuente: Revista Municipal, n° 24, agosto de 1928, p. 40-42.


Elaboración: M. S. Bock.

62 Se pueden citar dos tipos de barrios socialmente distintos: por una parte, los reservados a
la clase acomodada, y por otra, los que acogen a los menos favorecidos. Entre los barrios
83

acomodados podemos mencionar el de Las Peñas, situado al Norte de la ciudad y en el que


las casas son de estilo tradicional de madera. Este barrio, el más antiguo de la ciudad, vio
variar considerablemente su contenido social durante los siglos XVIII y XIX, convirtiéndose
luego en lugar de residencia fijo durante el siglo XX. Tiene límites físicos muy precisos: al
Este el río Guayas y al Oeste las primeras pendientes de la colina Santa Ana. Por otro lado,
su tamaño es muy reducido ya que corresponde a las habitaciones agrupadas de un lado y
otro de la calle Numa Pompilio Liona que forma su ángulo principal.
63 El barrio del Centenario, ejemplo de planificación — en curso de realización — de
residencia acomodada, alberga a familias que abandonan progresivamente el centro, en
vías de densificación, por un barrio más tranquilo y dotado de infraestructura moderna.
Ellas alquilan sus antiguas casas subdivididas a familias de nuevos migrantes cuyos
ingresos son casi siempre muy bajos como ya lo señalamos anteriormente. Este barrio,
cuyo estilo arquitectural está fuertemente influido por los modelos europeos y
norteamericanos, es particularmente identificable gracias a la moderna infraestructura —
calles anchas bordeadas de aceras y adornadas con terraplenes centrales —. No es raro
que una propiedad ocupe la totalidad de una manzana; las casas señoriales están siempre
rodeadas de grandes jardines de estilo europeo. Los límites exteriores de este barrio son
entonces muy precisos. Además, está geográficamente muy bien situado, puesto que se
comunica directamente con el centro por una línea de tranvía (Centenario-Las Peñas).
64 El barrio de los Cerros, situado al Norte de la ciudad, relativamente antiguo, alberga a una
parte de la población desposeída de Guayaquil en cabañas de madera o de caña,
desprovistas de todo equipamiento básico. Instalado en las colinas, sus límites precisos
están impuestos por el relieve y por el aspecto exterior de sus construcciones.
65 Finalmente, el Suburbio es el ejemplo típico de un nuevo estilo de barrio en Guayaquil a
inicios de los años treinta. Se trata de un sector de invasión que acoge a una parte de los
nuevos migrantes expulsados de las haciendas de la cuenca del Guayas y de la provincia
de Los Ríos, casi siempre sin empleo y que viven del sector «informal». Este barrio es
identificable no sólo por su frecuentación social sino también por su tipología
arquitectural: se trata de construcciones de caña, sobre pilotes, que constituyen un
hábitat poco costoso de «espera». Sus límites físicos son los del Estero Salado; se
desarrolla entonces en terrenos pantanosos y sufre periódicamente de inundaciones.

Barrios de actividades

66 En lo que respecta a los barrios de actividades, la división es mucho más fácil de efectuar.
No abordaremos nuevamente los comercios, la artesanía y los servicios que corresponden
al barrio del centro, ya analizado en el marco de la plurifuncio-nalidad residencia-
comercio-artesanía. Señalaremos simplemente que las parroquias centrales de Bolívar y
Rocafuerte reúnen a las manzanas de mayor densidad comercial (figura 28).
67 Otros dos barrios son fácilmente identificables: el de las industrias y el de las actividades
portuarias. El primero se sitúa a lo largo del río con una tendencia progresiva a la
extensión hacia el Sur de la ciudad. En él se localizan principalmente bodegas e industrias
«pesadas». El segundo se concentra alrededor de los muelles, encontrándose su extensión
máxima en la parroquia Carbo. Ahí están concentradas las oficinas de la aduana, las casas
importadoras-exportadoras, etc.
84

68 Gran parte de la ciudad no puede ser delimitada en zonas específicas y es importante


señalar que, en esa época, muy pocas zonas de hábitat medio pueden ser asimiladas a
barrios.
69 Este estudio, centrado en el análisis del sector de la construcción y de la localización de
las actividades en Guayaquil, permite destacar una de las características fundamentales
de la evolución del tejido urbano entre 1925 y 1935: la acentuación de las tendencias
segregativas tanto económicas como residenciales y espaciales. Los fenómenos
segregativos se desarrollan, por una parte, en el interior del área central, y, por otra, del
centro hacia la periferia.
70 El área central es típica de una segregación socio-económica y espacial muy marcada. En
el plano de las actividades, se caracteriza por un cambio progresivo del «paisaje» de Este a
Oeste. En efecto, existe una jerarquización de las actividades del río Guayas hacia el
interior: los comercios y los servicios «exclusivos» están situados al borde del río, en una
profundidad de dos manzanas; las actividades de barrio aparecen a medida que nos
alejamos del río. En el plano residencial, el centro se caracteriza por una fuerte
segregación social. Ocupado casi exclusivamente por las categorías acomodadas y medias
desde el siglo XIX, se presenta, a partir de 1930, bajo la forma de un verdadero patchwork;
los grupos acomodados, vinculadas al gran comercio, residen en las grandes casas de tipo
tradicional; las categorías medias que generan actividades de barrio y están vinculadas al
pequeño comercio, a la artesanía y a los servicios públicos y privados, habitan en casas
parecidas a las de las categorías altas pero de menor tamaño; las categorías
desfavorecidas viven en antiguas villas, subdivididas y alquiladas por pieza, y trabajan en
el sector «informal».
71 Esta segregación espacial existe igualmente del centro hacia la periferia. Las actividades
económicas están en general concentradas en el centro con un predominio de los
comercios, los servicios no comerciales y las actividades portuarias. Las parroquias
periféricas que ofrecen más espacio, acogen sobre todo a las fábricas y bodegas —
parroquias Ximena y Ayacucho al borde del río Guayas — así como a los nuevos
equipamientos de interés colectivo destinados a las categorías acomodadas como los
parques y los jardines o el Jockey Club y el Tennis Club de Guayaquil — parroquias Ximena
y Ayacucho al Sudeste y Sudoeste de la ciudad. En el plano residencial, esta segregación
está marcada por una oposición centro-periferia. Antes de 1930, las categorías
acomodadas vivían casi exclusivamente en el centro, en una extensión de cuatro
manzanas a partir del río Guayas, con excepción del barrio de Las Peñas. Los grupos
desfavorecidas habitaban casas precarias situadas en la periferia cercana — parroquias
Carbo y Olmedo — en sectores a menudo vinculados a las actividades industriales. A partir
de 1930, el acelerado crecimiento de la ciudad engendra una nueva distribución social de
la población. Los grupos acomodados abandonan progresivamente el centro que se
tuguriza para instalarse en barrios más espaciosos y mejor atendidos por la
infraestructura y el equipamiento (nuevo barrio del Centenario al Sudeste). Estos grupos
son reemplazados por los grupos desfavorecidos constituidas principalmente por los
inmigrantes provenientes de las provincias vecinas y que se instalan en el centro de
manera a menudo provisional por razones de comodidad (proximidad de las fuentes de
trabajo, frecuencia de los transportes colectivos). Este fenómeno migratorio acarrea
rápidamente la tugurización de ciertas manzanas centrales y genera la creación de
barrios populares en la periferia alejada, al Oeste de la ciudad.
85

72 Finalmente, si bien las actividades tienden a adaptarse de manera relativamente rápida a


la evolución de la coyuntura económica durante este período, el hábitat guayaquileño
experimenta una evolución mucho más lenta; con certeza, durante los años treinta, la
ciudad conserva un aspecto arquitectural tradicional aún poco trastornado por la
introducción reciente de los nuevos materiales de construcción «duros».
86

4. Evolución del espacio


guayaquileño 1900-1940

1 Como ya lo señalamos en el segundo capítulo (gráfico 3), durante los años veinte,
Guayaquil experimenta un crecimiento demográfico sostenido, que se acelera a partir de
1935 (Rojas, M.; Villavicencio, G., 1988, p. 181-182). El gráfico 16 demuestra que el
crecimiento se acompaña de un desarrollo regular de las construcciones. Esta evolución
es, sin embargo, marcada por una ruptura en 1905 debida a los desastrosos incendios que
afectaron a la ciudad en 1896 y en 1902; en 1905, se censan 3.723 construcciones, mientras
que la ciudad contaba con 4.266 en 1895 (Revista Municipal, n° 3, marzo de 1932, p. 115).
...enfebrerodel896 ya fueron 12 manzanas, al Sur de 10 de Agosto y al Oeste de
Pichincha, que desaparecieron; esta vez las pérdidas ascendieron a más de S/.
5’000.000 y 8.000 guayaquileos quedaron sin hogar (El Intransigente, Quito,
13/11/1896 in Estrada Ycaza, J., 1972, p. 54).
El «Incendio Grande» del 5 y 6 de octubre del mismo fatídico año de 1896, arrasó
con 89 manzanas al Norte de la calle Aguirre (más tres manzanas al Sur, entre Chile
y Boyacá). Las 1.200 casas que se quemaron dejaron en la calle a otros 25.000
guayaquileños; los daños se estimaron en S/. 18’000.000 (Estrada Ycaza, J., 1972, p.
54).
87

Gráfico 16: EVOLUCION DEL ESPACIO CONSTRUIDO 1886-1931

Fuente: Revista Municipal, № 3, marzo de 1932, pp. 115-116.

2 Esta evolución del espacio construido se traduce en una extensión regular del área urbana
que se caracteriza por un incremento del número de manzanas construidas y no
construidas. Por otro lado, el estudio de la composición del espacio social destaca una
ruptura, hacia 1920-1925, debida a la emergencia del antagonismo de varias clases
sociales — consecuencia de la crisis cacaotera — que se manifiesta a nivel de la evolución
del espacio urbano a través de la acentuación de la segregación al interior de la ciudad.
Esta segregación no dejará de acentuarse tanto por las diferenciaciones arquitecturales
muy marcadas como por la diversificación de los modos de vida, de las distracciones y de
las costumbres. Estas dos orientaciones presentadas en la tercera parte de nuestro estudio
permiten bosquejar la «imagen» evolutiva de la ciudad de Guayaquil de 1900 a 1940.

EL MUNICIPIO Y EL SECTOR PRIVADO: OBRAS


PUNTUALES Y ACENTUACIÓN DE LA SEGREGACIÓN
3 A finales del siglo XIX y durante el primer cuarto del siglo XX, el Concejo Municipal no
tiene ninguna política explícita de planificación; el manejo del espacio y el control del
crecimiento urbano no están programados; la repartición de las funciones, la dotación de
servicios y de equipamientos básicos, la instalación de la población o la localización de las
actividades comerciales, industriales, portuarias, etc. no están controladas de manera
alguna. Las intervenciones en el espacio urbano son decididas de manera arbitraria, bajo
la presión de las circunstancias, mediante ordenanzas y decretos que permiten resolver
problemas puntuales tales como la asignación de los terrenos municipales, la
construcción de edificios públicos o de equipamientos básicos, la ornamentación, etc. Se
trata de una política urbana pragmática muy corriente en esa época. Las pocas
orientaciones del crecimiento guayaquileño responden principalmente a la evolución de
las actividades, de la construcción y de las presiones sociales más fuertes. Las ordenanzas
promulgadas por el Municipio no son sino paliativos al crecimiento, respuestas
88

inmediatas y sin perspectivas, destinadas a reorganizar regularmente, día a día, la


división administrativa en función de la extensión espacial longitudinal de la ciudad.

Falta de planificación urbana

4 A fin de demostrar la carencia de planificación urbana, analizaremos dos proyectos


orientados tanto a controlar el desarrollo urbano de Guayaquil como a modelar la división
sectorial a medida que avanzaba la extensión espacial. El primero, de inicios de siglo, es
presentado por un arquitecto francés y permanece a nivel de proyecto; el segundo,
diseñado a fines de los años veinte, es propuesto por el Municipio de Guayaquil y
corresponde a una realidad administrativa del puerto puesto que sigue la división
parroquial de la ciudad. Los planes de desarrollo urbano propuestos a Guayaquil fueron
siempre inadecuados e inaplicables y por lo tanto no han sido ejecutados hasta ahora,
dado que en esa ciudad, no existe ninguna tradición histórica de planificación.

El proyecto New-Guayaquil

5 El arquitecto francés André Bérard (L’Architecture. Journal hebdomadaire de la Société


Centrale des Architectes Français, 1907, pp. 25-27) gana en 1906 el primer premio del
concurso organizado por el Municipio para la construcción de la nueva ciudad — New-
Guayaquil (figura 30) — situada en el sitio de Durán, frente a la capital portuaria. Las
normas del concurso son poco limitantes. Se trata de tener en cuenta el clima y los modos
de vida de los habitantes y de prever los servicios, los equipamientos y los edificios
públicos necesarios a una ciudad de 100 a 110.000 habitantes que cubre una superficie de
600 a 700 ha. La distribución de los barrios queda a la libre elección de los concursantes;
únicamente se impone el emplazamiento de los barrios comerciales y las bodegas
marítimas.
6 A. Bérard rechazó deliberadamente el plano radio-concéntrico o reticular para adoptar
un plano en estrella. La ciudad está dotada de un centro de vocación administrativa
constituido de grandes edificios públicos que rodean a la plaza principal. El espacio
urbano se divide en barrios con funciones específicas que se organizan en torno a un
«subcentro» de servicios. La red de circulación intra-urbana está jerarquizada: las vías
principales unen los centros barriales al centro de la ciudad y las vías secundarias
permiten a los centros barriales comunicarse entre sí. Las actividades económicas, casi
exclusivamente vinculadas al río Guayas, están situadas a los largo de sus orillas (muelles,
bodegas, comercio marítimo, aduanas); las diferentes zonas industriales son relegadas
hacia el Norte. Los accidentes del sitio (colinas que a veces alcanzan 100 metros de altura)
son utilizados por el arquitecto quien los acondiciona e instala en ellos los barrios
residenciales de lujo que acogen a las «villas de recreo»; en la colina occidental se sitúa
una zona residencial patricia, entrecortada por bosque-cilios, muy aereada y que goza de
una vista de la ciudad original y del río Guayas. En la colina central se construyen los
edificios religiosos. En cuanto a la colina oriental, está ocupada por un jardín botánico en
la vertiente sur, y por ciudades-jardín destinadas a las clases medias en la vertiente norte.
Al Sur, se extienden los «barrios de lujo y de diversión» — término de A. Bérard que no
diferencia este sector de las «villas de recreo» — limitados al Este por un parque en el que
se ubican restaurantes, equipamientos deportivos, etc. Cerca del centro, dos plazas de
barrio juegan un papel centralizador y a partir de ellas se puede acceder hacia el Oeste, a
89

los establecimientos financieros y la estación de ferrocarril, y hacia el Este, a la


universidad, los museos, las bibliotecas, etc.

Figura 30: ESQUEMATIZACION DEL PROYECTO NEW-GUAYAQUIL

Fuente: L’Architecture. Journal hebdomadaire de la Société Centrale des Architectes


Français, 1906, na 4, pp. 25-27.
Elaboración: M. S. Bock

7 Este proyecto constituye un ejemplo de planificación orientado hacia la imagen de vitrina


que las autoridades locales siempre quisieron dar a la ciudad y esta influencia se
encuentra en el nombre mismo que se le da, «New-Guayaquil», característico de la
importación de modelos de urbanismo extranjeros y de la anglomanía. El arquitecto
diseña la ciudad en base a tres ideas dominantes: la higiene, el tráfico y la estética de las
construcciones. A inicios del siglo XX, la higiene se convierte en una preocupación; basta
con referirse a las descripciones de C. Dickens de los tugurios londinenses o parisinos y de
las ciudades mineras de E. Zola. La circulación urbana aparece claramente vinculada a la
política de construcción de boulevards y de avenidas diagonales aplicada en la gran
90

mayoría de las capitales europeas, idea que engendra el estetismo de construcción


consagrado por Haussmann en París.
8 En este proyecto, no se hace mención exacta de las costumbres o los tipos de hábitat
propios de la población guayaquileña. La ciudad aparece como una obra de arte, aislada
de su contexto social; se trata sobre todo de una composición monumental muy
sectorizada, de una solución radical, de una creación en una sola pieza. El objetivo es
desplazar la ciudad portuaria a la otra orilla del Guayas y abandonar progresivamente el
sitio original. Se hace tabla rasa del pasado, situación que se produce actualmente en el
caso del centro. Las fuentes de financiamiento no son reveladas. No se hace mención
tampoco del devenir de la antigua ciudad ni de los problemas de crecimiento.

La ordenanza de 1929

9 Es apenas en 1929 que se presenta un proyecto de planificación y de división de la ciudad


en zonas (figura 31). La ordenanza de 1929 divide al área urbana en cinco sectores (Rojas,
M.; Villavicencio, G., 1988, pp. 60-65):
• un sector comercial al Norte de la ciudad en las orillas del Guayas;
• un sector industrial al Sudeste, al borde del río;
• un sector residencial dividido en dos zonas:
• la del centro comercial
◦ la del centro ampliado que se extiende del barrio de Las Peñas al Norte, al barrio del
Centenario al Sur, y está limitado al Oeste por el sector del Suburbio;
◦ un sector de Suburbio al Oeste del anterior;
• un sector de futura extensión situado al Norte en el emplazamiento de las quintas y al Oeste
del Suburbio.
10 Las propuestas de división urbana así como las acciones puntuales y diferenciadas
emprendidas por el Municipio permiten destacar la acentuación de la segregación
espacial y social durante el período estudiado.

El Municipio: una distribución diferenciada de las intervenciones y


sus consecuencias en los procesos segregativos

11 La ejecución de obras públicas, estrechamente ligada a los ingresos municipales, responde


a dos demandas diferenciadas: por una parte, la necesidad de sanear Guayaquil —
instalación de una red de alcantarillas y de canalizaciones destinadas a extender la red de
aducción de agua potable, relleno, etc. — y por otra, el interés de las autoridades por el
embellecimiento y la ornamentación de la ciudad al celebrarse, en 1920, el Centenario de
la Independencia.

Aducción de agua y saneamiento urbano

12 El problema del saneamiento de Guayaquil es antiguo; data de fines del siglo XIX — la
primera licitación para obras de aducción de agua potable es lanzada en 1884 y en 1887 se
inician las obras destinadas al abastecimiento de agua potable, que se inauguran en 1892
(Rojas, M.; Villavicencio, G., 1988, p. 85) — y se agrava con el crecimiento espacial y
demográfico. Las primeras obras destinadas a extender la red de agua potable a inicios del
siglo revelan rápidamente una insuficiencia de ese servicio, y a pesar de las proyecciones
91

de la empresa White, que no reposan sobre ninguna base científica, las obras previstas
para multiplicar las instalaciones de distribución y mejorar el abastecimiento no son
emprendidas; además, no se toman en cuenta las pérdidas de carga. Por otro lado, desde
1922, los habitantes ya no disponen sino de 12 horas diarias de servicio, etc. Finalmente,
las mejoras y la extensión de la red efectuadas por la empresa White no hacen sino
acentuar los fenómenos segregativos:
La Compañía White ha efectuado durante este último mes, 205 conexiones a la
nueva tubería de agua potable. La mayor parte de ellas están colocadas en las
propiedades del «Malecón», y algunas otras en diferentes partes de la ciudad.
Además, con el personal de esta dependencia, se han instalado cuatro fuentes
públicas para beber agua, las cuales fueron adquiridas por el Club Rotario. Estas
piletas están colocadas en los siguientes lugares: parque «Bolívar», parque «Sucre»,
parque «Colón» y parque «Juan Montalvo» (Revista Municipal, n° 22, junio de 1922, p.
44).
13 Las obras de relleno no son planificadas a mediano o largo plazo; están localizadas en el
centro, alrededor de las plazas y de los mercados principalmente. El relleno de la quinta
Pareja, cuyos terrenos lotizados se destinarán a las clases medias, y de las manzanas
situadas al Noroeste de la ciudad, obras terminadas a inicios de los años treinta,
constituye la única realización de envergadura.
14 Sucede lo mismo con los revestimientos de las calzadas. Es interesante citar algunos
ejemplos de realizaciones consignadas en la Gaceta Municipal: revestimiento de 15.000 m2
de vía pública en 1905 (Gaceta Municipal, n° 1.124, enero de 1906, p. 16); revestimiento de
la calle Pichincha, eje urbano de gran circulación esencialmente comercial, inaugurado en
mayo de 1927 (Revista Municipal, n° 16, diciembre de 1927, p. 29); reparación de las
calzadas del boulevard 9 de Octubre, de las calles adyacentes a la Plaza del Centenario, de
la parte central de la calle Chimborazo y del Malecón, del tramo central de las calles
Aguirre y Luque y de la avenida Eloy Alfaro (Revista Municipal, n° 16, diciembre de 1927, p.
16). Estos pocos ejemplos permiten demostrar, una vez más, el interés casi exclusivo de
las autoridades municipales por el mejoramiento de los barrios centrales, en detrimento
de los barrios periféricos o más recientes, en general residenciales y ocupados por las
clases medias o desfavorecidas y que no siempre cuentan con infraestructuras básicas de
buena calidad.
92

Figura 31: ZONIFICACIÓN PROYECTADA POR EL MUNICIPIO EN 1929 PARA LA CIUDAD DE


GUAYAQUIL

Fuentes: Obras Públicas Municipales, Plano general de la ciudad de Guayaquil, Consejo Cantonal de
1928.
Ordenanza municipal de 1929.
Rojas, M.; Villavicencio, G., 1988, p. 60-65.
Elaboración: M. S. Bock.
93

Figura 32 : PROYECTOS Y REALIZACIONES PRESENTADOS POR EL COMITE PATRIÓTICO DEL


CENTENARIO DE LA INDEPENDENCIA

Fuente: Rojas, M.; Villavicencio, G., 1988, plano n° 15


Elaboración: M. S. Bock

15 Hay que señalar que, a fines de los años veinte, las obras emprendidas en el campo del
saneamiento están muy por debajo de las necesidades de una ciudad de 92.000 habitantes,
y que Guayaquil presenta la imagen de una «ciudad sin luz y sin canalización» (La Nación,
15/05/1927, in Revista Municipal, n° 7,mayo de 1927, p. 31).

Embellecimiento y ornamentación

16 Las obras de embellecimiento y ornamentación propuestas en el marco de la celebración


del Centenario de la Independencia, aunque no todas realizadas, fueron facilitadas por la
prosperidad cacaotera que permitió, una vez más, afirmar la preponderancia de
Guayaquil. Las realizaciones de inicios de siglo sobrevivieron y están ahora integradas al
paisaje urbano. Los principales proyectos se desarrollaron con financiamiento del
Municipio, del gobierno central y del «Comité Patriótico del Centenario de la
Independencia », creado por decreto en octubre de 1915 (figura 32). Algunas consisten en
acondicionamientos o mejoramientos del espacio urbano, otras no están destinadas sino a
destacar al gobierno de la burguesía agro-exportadora por medio de una imagen de
«vitrina» de la ciudad portuaria. Estas obras de embellecimiento y ornamentación son las
siguientes:
17 1/La extensión del muro del Malecón, obra sanitaria — las orillas del Guayas constituyen
un verdadero foco de infección — es indispensable a la actividad portuaria de Guayaquil y
lucrativa para el Municipio como lo subrayan los comentarios extraídos de la Gaceta
Municipal en 1906:
94

... (Este proyecto) es necesario para el mejoramiento de la higiene de laciudad y


para su embellecimiento; permitirá, en el futuro obtener rentas financieras
sustanciales para el Municipio (Gaceta Municipal, 4° trimestre de 1906, p. 418-420).
18 En efecto, el Municipio podrá recaudar un impuesto por la utilización de sus propios
muelles, el atracamiento de las embarcaciones, las exportaciones..., lo que permitirá el
mantenimiento regular del Malecón — 60 metros de ancho por 2.275 metros de largo
(figura 33) —. Este proyecto debe ser financiado por un préstamo garantizado del
gobierno ecuatoriano y realizado por la empresa francesa Edmond Coignet. A este
respecto, es interesante subrayar que si bien la ciudad apela a arquitectos italianos para la
realización puntual de edificios públicos, llama más fácilmente a los ingenieros franceses
cuando se trata de la política de grandes obras (concurso New-Guayaquil, muro del
Malecón, etc.). Estas obras, que fueron posibles gracias a la prosperidad cacaotera y el
entusiasmo patriótico por la proximidad del Centenario de la Independencia, se hicieron
indispensables. En 1910, un grupo de ecuatorianos representado por L. Aspiazu, gran
propietario de haciendas cacaoteras y de oficinas de import-export, solicita al Consejo
Cantonal, que sean ejecutadas lo más rápidamente posible. En efecto, el incremento del
tráfico marítimo vinculado a una considerable producción agrícola en general y cacaotera
en particular, requiere instalaciones portuarias mejor adaptadas al embarque y
desembarque de los productos regionales e internacionales. La realización del proyecto
toma retraso con relación a las previsiones. La extensión del boulevard al borde del río
Guayas, que permite atravesar rápidamente la ciudad de Norte a Sur, constituye un eje
económico de primer orden y un espacio de descanso, de distracción y de paseo en donde
se codean las diferentes clases sociales:
Desde el Astillero hasta Las Peñas, en una extensión de más de dos Km, la principal
arteria de la ciudad continúa sin interrupción, sembrada de rieles, cruzada por la
red de los hilos del telégrafo y del teléfono que se ramifican en cada calle, y cuyos
postes alternan con los faroles de gas... Una curiosa muchedumbre bulle en los
muelles y cerca de los mercados. Grupos de rèvendedores exhiben al aire libre gran
diversidad de mercancías. (Boloña Rodríguez, E., sin fecha, p. 117-118).
19 2/ El arreglo de la plaza del Centenario y las calles adyacentes, obra eminentemente
patriótica, se inicia en los primeros años del siglo XX con la inauguración de la columna
dedicada a los «Hombres Ilustres de Octubre», patriotas que dieron a Guayaquil su
independencia en octubre de 1820. El Municipio prosigue con los trabajos de ampliación y
de adecuación de la calle 9 de Octubre de la cual es interesante comparar la evolución de
la estructura y de la organización en base a las fotografías 11 y 12. A inicios de siglo, esa
calle está desprovista de aceras; el pavimento de la calzada es aún irregular y la
circulación es poco densa; los peatones son numerosos y deambulan bajo los portales o a
la sombra de los ficus (fotografía 11). En 1920, la nueva arteria, elevada al rango de
avenida, está adaptada a la circulación de los transportes colectivos y de los automóviles,
facilitándose así la travesía de la ciudad de Este a Oeste; las casas están perfectamente
alineadas según las normas de construcción vigentes; las aceras, en las cuales aparecen, a
distancia regular, los postes de electricidad, están arregladas (fotografía 12).
20 3/ La supresión de la vetusta calle Villamil y el mejoramiento de sus actuales ejes de
prolongación (la calle Pichincha y el Malecón Simón Bolívar) son ejecutados bajo la forma
de realizaciones puntuales y habrá que esperar 1928 para que ese proyecto sea ampliado
mediante el acondicionamiento global del barrio Villamil (ver segunda parte).
21 Tres proyectos que se mantuvieron sin cambios durante veinte años no fueron jamás
realizados. La urbanización de la colina Santa Ana y del barrio de Las Peñas, cuyas
95

infraestructuras debían ser realizadas en el marco del «programa Malecón», fracasa. El


barrio obrero no está construido. Finalmente, el parque municipal, en el que debían
ubicarse equipamientos deportivos (canchas de tenis, áreas de juego, etc.) y edificios
adecuados para las ferias internacionales, muy a la moda a finales del siglo XIX y a inicios
del siglo XX, no está acondicionado. Este proyecto permanece en estudio, sin éxito, hasta
1938.

Figura 33: PROYECTO DE REALIZACION DEL NUEVO MALECON

Fuente: Proyecto del nuevo Malecón de J. F. Lince, Gaceta Municipal, 4° trimestre de 1906, pp.
418-420.

22 Estos programas son representativos del manejo y del poder en manos de las élites
comerciantes y patrióticas, apenas preocupados por el bienestar de la población y cuyo
objetivo principal es destacar su ideal de clase burguesa y una cierta «imagen» favorable
de la ciudad. Las principales realizaciones desembocan así en una acentuación de la
segregación, mientras que los proyectos que se revelarían realmente útiles para el
bienestar y la salubridad del conjunto de la población fracasan sistemáticamente.

Fotografía 11: CALLE 9 DE OCTUBRE A PRINCIPIOS DE SIGLO

Fuente: Estrada Ycaza, J., 1985, p. 36.


96

Fotografía 12: AVENIDA 9 DE OCTUBRE EN LOS AÑOS 20

Fuente: El Ecuador en el Centenario de la Independencia de Guayaquil, sin fecha, p. 124.

El sector privado: las redes de transporte y de electricidad,


componentes del agravamiento de la segregación

23 La organización racional y la extensión de los transportes públicos y de la red eléctrica


urbanas se hacen necesarias en cuanto la ciudad afronta problemas de crecimiento
espacial y de densificación. Además, toda red debe ser objeto de proyecciones tanto
espaciales como económicas que permitan prever las inversiones a realizarse y su
escalonamiento en el tiempo así como sus consecuencias en el desarrollo urbano y en la
localización de las actividades y los equipamientos. Parece necesario, previamente, tener
en cuenta las posibles interacciones entre las redes de transporte y de electricidad, y el
futuro desarrollo de la ciudad, es decir, conducir una planificación de esas redes en
relación estrecha con la del espacio urbano. Ahora bien, en esa época no existe en
Guayaquil ningún esquema director de control de la urbanización y habrá que esperar
1967 para que nazca un Plan Urbano General, que por cierto no será aplicado.
24 Las líneas de transporte se desarrollan según los intereses de las empresas privadas que
acentúan los fenómenos de segregación. La primera línea de tranvía, el Omnibus del
Estero Salado, creada en 1866, une el Malecón Simón Bolívar con los Baños del Estero
pasando por la calle 9 de Octubre. Este medio de locomoción ofrece, en primera instancia,
la posibilidad de paseos diarios de la juventud y de las familias guayaquileñas:
Los jóvenes guayaquileños acostumbran por las tardes instalarse en un carro
llamado Imperial por tener dos altos para pasar cerca del balcón donde se instalan
las niñas de su predilección. Cuando hay noches de luna los Imperiales pasan
atestados de familias, de chiquillas guapas y elegantes, que en animada charla con
sus novios o amigos dan dos o tres vueltas de paseo, en busca de un poco de brisa
fresca (Boloña Rodríguez, E., sin fecha, p. 118)
97

25 El Municipio, que aún no juega un papel importante de intervención en este campo,


otorga algunas concesiones de terrenos o firma contratos con las compañías privadas, en
particular con la Empresa de Tranvías Urbanos, a cambio de la prestación de servicios; no
interviene sin embargo en la elección de los recorridos efectuados por los tranvías o en la
creación de nuevas líneas.
En vista de que las compañías de tranvías tanto eléctrica como de Carros Urbanos
han localizado sus vías sin sujetarse a ningún plan, seria conveniente que el M. I.
Concejo, en las nuevas Ordenanzas que expida o reforme, tome en consideración
este detalle de importancia (Revista Municipal, n° 6, abril de 1927, p. 19).
26 La figura 34 permite visualizar la distribución de las líneas de tranvías en 1910. Su
repartición es fuertemente segregativa puesto que fuera de los principales sectores de
actividades (centro, barrio industrial del Astillero, bodegas de la aduana, etc.) o de
distracción y de equipamientos básicos (hipódromo, Estero Salado, hospital, hospicio,
etc.) los nuevos sectores de residencia del Sur y del Sudeste de la ciudad no son atendidos.
Sin embargo son barrios en donde viven las clases medias o populares que deben efectuar
desplazamientos cuotidianos y largos para dirigirse a sus trabajos. Por otro lado, en el
centro, los transportes urbanos poseen no sólo infraestructuras destinadas a los pasajeros
sino también a las mercancías que son transportadas desde los servicios aduaneros
situados al Norte de la ciudad hasta los barrios de comercios y de bodegas a lo largo del
Malecón.
27 En esa época, la red de alumbrado público sigue las mismas tendencias segregativas. En
1909 (figura 35) aproximadamente 120 manzanas desde el río Guayas hacia el Oeste y
hasta los servicios aduaneros al Norte, están alumbradas con lámparas a gas. Este sector
corresponde al centro «ampliado », espacio que alberga a la mayoría de barrios
comerciales y residenciales de la burguesía y de las clases medias. El Sudeste de la ciudad,
correspondiente a los barrios industriales y residenciales periféricos que albergan a parte
de las clases medias y populares, está alumbrado con faroles de luz eléctrica
incandescente (El Ecuador, 1909, pp. 697-699). Esta situación se mantiene idéntica hasta
inicios de los años veinte.
28 En 1924, una comisión norteamericana encargada de evaluar las necesidades en energía
eléctrica de la ciudad presenta un informe cuyos resultados son alarmantes y subrayan,
en particular, la limitada capacidad y la discontinuidad del sistema eléctrico. Esta
situación acarrea consecuencias nada despreciables a nivel de la seguridad de la
población y del funcionamiento regular de las industrias (Gaceta Municipal, n° 41,
diciembre de 1924, pp. 1-3). La figura 36 permite visualizar el proyecto de alumbrado
público elaborado en 1929. Al determinar la gran extensión espacial de la ciudad, una baja
densidad poblacional por manzana, salvo en el centro, y la longitud de ciertas calles o
avenidas que en esa época es tomada en cuenta para la repartición de la intensidad de
alumbrado y del número de postes de luz, se escogen cinco niveles de alumbrado que
representan la intensidad y el número de faroles en orden decreciente del 1er al 5° nivel:
el eje de la avenida 9 de Octubre es privilegiado y se beneficia con un alumbrado no sólo
de la calzada sino también de las fachadas de las casas; el Malecón Simón Bolívar, lugar de
paseo nocturno de los guayaquileños y eje comercial, está igualmente bien alumbrado así
como las calles principales paralelas en donde están situados los comercios de lujo. Las
pequeñas calles de los barrios centrales, las plazas y los parques no cuentan sino con un
alumbrado de la calzada. Finalmente, el resto de la ciudad, en donde se localizan los
98

barrios industriales y residenciales periféricos, poco frecuentados por la noche, tienen un


alumbrado limitado con un solo faro en cada esquina.

EVOLUCION DE LA COMPOSICION DEL ESPACIO


SOCIAL
29 Jean-Paul Deler (1986, 7 p.) subraya que, «toda sociedad organiza su espacio, y la
organización del espacio es una de las condiciones de la reproducción de las sociedades.
Esta organización expresa, por un determinado tiempo, el control de un espacio
particular por parte de la sociedad que lo ocupa».

Figura 34: ALUMBRADO PUBLICO EN GUAYAQUIL EN 1909

Fuentes: Plano Francisco Landín, 1909.


El Ecuador, 1909, p. 739-741 y p. 810.
Foguerea, O.; Henry, E., 1985, p. 331-334.
Rojas, M.; Villavicencio, G., 1988, p. 76.
Elaboración: M. S. Bock.
99

Figura 35: ALUMBRADO PUBLICO EN GUAYAQUIL EN 1909

Fuentes: Plano de Francisco Landín, 1909


El Ecuador, 1909, p. 697-699.
Elaboración: Marie S. Bock.
100

Figura 36: PROYECTO DE ALUMBRADO PUBLICO EN GUAYAQUIL EN 1929

Fuente: Revista Municipal, n° 31, junio de 1929, pp. 37-40.


Elaboraci

30 En el caso de Guayaquil, el destacar las estructuras elementales de la composición espacial


de la sociedad de 1900 a 1940 permite subrayar la súbita evolución de la sociedad
engendrada por el crecimiento urbano y los trastornos econó micos durante el período
1920-1940. Escogimos modelizarla mediante coremas — palabra formada de la raíz griega
chore (región o espacio greográfico) y del sufijo ema utilizado en lingüística cuyos
concepto fue propuesto por R. Brunet en 1980 — apropiados.
Modelizar un espacio viene a ser buscar sus estructuras y sus dinámicas
fundamentales. No es ni resumir, ni generalizar, (...). Toda configuración espacial
depende de la combinación eventualmente muy compleja de mecanismos simples.
Estos corresponden a una solución que encuentran las sociedades a problemas de
manejo del espacio (...). Tales configuraciones se comprenden por la intervención
(...) de algunas estructuras elementales. Las formas de representación de estas son
las formas básicas de toda representación cartográfica: punto, línea, área (o
«polígono »), red. La modelización gráfica se aplica tanto al análisis de una
distribución espacial (la de un fenómeno o de un campo) como a la de una
organización particular (una ciudad, una región, un Estado), o a la comparación de
organizaciones de la misma naturaleza (las médinas, los deltas, las megalópolis).»
(Brunet, R., 1986, pp. 2-6).

De una composición por espacios sectoriales yuxtapuestos hacia


una interacción de los espacios sectoriales

31 El tipo de modelización escogido para representar estos fenómenos de composición del


espacio social (figura 37), se relaciona con el de los mapas-modelo de un espacio
101

particular, en este caso Guayaquil, que permite visualizar un fenómeno puntual: el de la


evolución de los componentes del espacio arquitectural, social y económico de 1900 a
1940. Durante este período, dos tipos de modelos se suceden: el primero, hasta 1920, es
representativo de varios espacios sectoriales yuxtapuestos, en donde las diferentes clases
sociales se han apropiado de una porción del espacio urbano, arquitecturalmente
identificado, y en donde el lugar de residencia se confunde con el lugar de trabajo; el
segundo, de 1920 a 1940, calificado de modelo de interacción de los espacios sectoriales,
presenta una identidad arquitectural que no siempre corresponde a la noción de clase
social y en donde el lugar de residencia ya no está exclusivamente ligado al lugar de
trabajo.

Espacios sectoriales yuxtapuestos (1900-1920)

32 Hasta 1920, Guayaquil es casi exclusivamente una ciudad mercantil y arte-sanal, siendo
las actividades estrictamente industriales, situadas al Sur a lo largo del río Guayas, muy
puntuales y reducidas. Su arquitectura refleja a la vez la tradición colonial y los aportes
europeos nacidos de los intercambios que revelan la vocación portuaria original de la
ciudad y las componentes socio-económicas. En función de esos criterios, se pueden
distinguir tres tipos de sectores prácticamente autónomos sin ninguna o con muy poca
comunicación entre ellos:
• el barrio residencial burgués, de arquitectura tradicional de madera influida por los modelos
neoclásicos europeos y de vocación comercial y administrativa, y el barrio residencial de las
clases medias, de arquitectura tradicional de madera pero de lenguaje arquitectónico menos
rico que el anterior y de vocación comercial y artes-anal, representativos de una estructura
aureolar y por lo tanto asimilables;
• el barrio de hábitat obrero, de arquitectura tradicional de madera o de caña y de vocación
industrial.

Figura 37: INTENTO DE MODELIZACION DE LA COMPOSICION

DEL ESPACIO ARQUITECTURAL, SOCIAL Y ECONOMICO


102

EN GUAYAQUIL DE 1900 A 1940

Elaboración: M. S. Bock

33 El barrio residencial burgués, comercial y administrativo, está bien identificado espacial y


arquitecturalmente. Se confunde con el centro de Guayaquil que corresponde a la ciudad
original «ampliada» y densificada. La calle y la manzana son los elementos básicos de la
constitución y la homogeneidad del barrio y ofrecen espacios específicos (los portales) en
donde se efectúan, en la planta baja, las transacciones comerciales bajo la forma de
espacios cerrados (almacenes) o abiertos (mostradores). El primer piso de la casa en
donde se codean la burguesía y los empleados domésticos en espacios reservados, está
destinado exclusivamente a la función de residencia; existe un movimiento en una sola
vía de los espacios reservados a cada una de las clases sociales (figura 38): los empleados
domésticos circulan al interior de la casa pero no tienen sino un contacto parcial con el
exterior, mientras que la burguesía, que tiene muchos contactos con el exterior, no
circula sino en su área residencial. Estas dos clases sociales que trabajan en su lugar de
residencia son perfectamente representativas del modelo 37 a). En efecto, tal
concentración mercantil permite, en esa época, desplazamientos a pie y el transporte de
las mercaderías sobre las espaldas de los hombres o en carretas desde los muelles hasta
las bodegas o almacenes, viviendo casi siempre los empleados en locales acondicionados
para el efecto, en la planta baja, detrás de los almacenes. Este movimiento comercial
intenso explica la fuerte densidad de población en el centro y su distribución semi-
concéntrica a partir del río Guayas.
103

Figura 38: COMPOSICION DEL ESPACIO SOCIAL DE UNA CASA BURGUESA ENTRE 1900 Y 1920

Elaboración: M. S. Bock

34 El barrio residencial de las clases medias tiene límites más confusos; es a veces difícil
decir exactamente en dónde se termina. Se desarrolla de manera semi-concéntrica con
relación al primero y las manzanas más cercanas al río están densamente pobladas. Estas
características se hacen más esporádicas a medida que nos alejamos hacia el Oeste. El
lenguaje arquitectónico utilizado por esta categoría social es básicamente el mismo que el
de las residencias burguesas que sirve de referencia, pero el tamaño de las casas y el
número de piezas son menores; las decoraciones exteriores desaparecen y las fachadas
son mucho más sobrias. En el centro, la planta baja, situada bajo los portales, está a
menudo ocupada por los almacenes, pero estos ceden a veces lugar a talleres en la parte
trasera en donde se confeccionan los productos que son ofrecidos a la venta en la parte
del local que da a la calle y está acondicionada para el efecto. En todos los casos, el lugar
de residencia está completamente asimilado al lugar de trabajo.
35 El barrio de hábitat obrero está muy integrado a las actividades industriales. En esa época,
las principales se desarrollan bajo la forma de pequeñas fábricas. Casi siempre en las
manzanas adyacentes, la población construye casas tradicionales de madera o de caña,
cuyo costo es menos elevado. Sus habitantes viven en un espacio organizado desde hace
tiempo atrás y que constituye su «marco de vida» basado en relaciones con el medio.
Estas relaciones se apoyan en elementos de carácter espacial-temporal (Rougerie, G.,
1975, p. 44); han conseguido imponer, en esta porción de espacio, sus ritmos de vida y de
trabajo.
Figure 39: INTENTO DE MODELIZACION DE LA DIFERENCIACION DE LOS SECTORES CON RAYO DE
INFLUENCIA RESTRINGIDO Y EXTENDIDO
104

Elaboració: M. S. Bock

Interacción de los espacios sectoriales (1920-1925)

36 A partir de los años veinte, aparecen nuevas formas urbanas debidas, en gran parte, a los
trastornos económicos (crisis de 1925). Es la época en que nacen barrios socialmente bien
definidos y perfectamente identificados arquitecturalmente (figura 37 b).
37 El barrio central se transforma en el lugar de residencia de las clases medias y populares
que reemplazan progresivamente a la burguesía alquilando sus antiguas residencias
subdivididas. El centro, que se degrada muy rápidamente por falta de medios para
mantener esas grandes residencias, es el lugar privilegiado de instalación temporal de los
nuevos migrantes, constituyendo un hábitat de espera. A partir de 1925, este barrio no
conserva de su época de prosperidad sino el aspecto comercial y administrativo. Las
clases sociales que lo habitan mantienen el esquema de lugar de residencia-lugar de
trabajo y viven principalmente de actividades informales que les permiten ahorrar los
gastos de transporte.
38 El barrio residencial de las clases medias, que constituye la segunda aureola, se modifica
apenas y continúa viviendo de manera relativamente autónoma. Unicamente los nuevos
artesanos empleados en talleres, eligen domicilio ya sea en el centro tugurizado o en los
nuevos barrios periféricos.
39 La burguesía huye del centro, densificado y en vías de deterioro, para instalarse al Sur de
la ciudad en el nuevo barrio del Centenario. Los empleados domésticos siguen a sus
patrones y continúan generalmente viviendo en las casas burguesas, aunque algunos
optan por un lugar de residencia fuera de ese barrio. Nos encontramos entonces frente a
desplazamientos cuotidianos de un nuevo tipo: barrio burgués-centro y suburbio o
centro-barrio burgués.
105

40 Una clase de trabajadores se identifica progresivamente. Ya no vive según el ritmo de


vida impuesto por la burguesía, sino que descubre gustos personales, distracciones
particulares y se hace más independiente. Se mantiene en barrios suburbanos en donde
intenta adquirir una casa, por más modesta que sea, y por ello está sometida a
migraciones pendulares, lugar de residencia-lugar de trabajo en el sentido periferia-
centro, centro-periferia o periferia-periferia. Uno de los ejemplos más notables es el de la
extensión progresiva del barrio industrial que acarrea la creación de pequeños barrios
obreros — una decena de manzanas a lo largo de una calle — que no son en realidad sino
sectores de agrupamiento por entidad profesional en el seno de la corona suburbana,
proceso típico de los años treinta y cuarentas.
41 La interrelación de los barrios o los sectores, perfectamente visible a partir de 1930,
permite destacar la formación en el seno de la ciudad de sectores distintos que sin
embargo no siempre constituyen barrios bien afirmados y bien estructurados debido a la
anarquía en aumento del crecimiento urbano. En efecto, los barrios suburbanos son casi
siempre lugares de poblamiento temporal no consolidados — arquitectura de caña muy
precaria situada en terrenos pantanosos — y muy inestables.

Hacia la especialización de los sectores urbanos

42 La ciudad no existe sino por el papel que juegan los diferentes sectores o barrios en su
funcionamiento interno. Varios sectores pueden cumplir una misma función pero un solo
sector puede igualmente agrupar varias funciones (Ledrut, R., 1979, p. 145). Esto permite
distinguir los sectores monofuncionales, casi siempre de radio de influencia restringido, y
los sectores multifuncionales, en general de un radio de influencia ampliado, y establecer
su modelización (figura 39 a). Escogimos representar estos fenómenos en 1909 y en 1939
pues esos años corresponden a aquellos sobre los cuales pudimos reunir la mayor
cantidad de datos.

Identificación de los sectores de radio de influencia restringido

43 Son los sectores cuya función tiene una influencia limitada en el resto de la ciudad y que
interesan casi exclusivamente a una parte de los habitantes (figura 39 a). Es el caso de los
barrios residenciales monofuncionales como Las Peñas al Norte, en 1909 y en 1939) el
Centenario y el Suburbio en 1939. Estos sectores ofrecen a sus residentes actividades de
barrio, casi siempre de tipo comercial, relativamente restringidas, bajo la forma de
tiendas, droguerías, panaderías, etc; estas se agrupan, en general, a lo largo de una calle
principal o alrededor de una plaza. Es igualmente el caso del sector industrial que, a
partir de 1920, ve atenuarse y luego desaparecer su función residencial, que se desplaza a
nuevos barrios periféricos formando enclaves residenciales reservados a la población
obrera. Dicho sector ya no ofrece entonces servicios cuotidianos a la gente que viene a
trabajar en él.

Identificación de sectores de radio de influencia ampliado

44 Son lo sectores que poseen una o varias funciones bien identificadas o muy especializadas.
Su radio de acción es entonces mucho más amplio pues capta a la gran mayoría de la
población proveniente de todos los barrios de la ciudad (figura 39 b). Es en especial el caso
del centro que ve especializarse sus funciones entre 1900 y 1940 y que,
106

consecuentemente, se hace más importante funcional y espacialmente. Se erige en polo


de atracción para el conjunto de los habitantes de la ciudad y reviste a menudo la función
de lugar de reunión de todas las clases sociales. En Guayaquil, la centralidad es ya muy
sentida en esa época; las progresivas mutaciones del centro siguen un esquema muy
simple: es en el centro en donde se encuentran los diferentes servicios financieros,
comerciales y administrativos. La localización delos comercios y las actividades
«exclusivas» en este barrio atrae a la población de las zonas alejadas reforzando el
fenómeno de centralidad.
45 Los lugares de distracción, relativamente concentrados en 1909 en el centro y de un lado
y otro del eje 9 de Octubre, son accesibles para todas las clases sociales; a fines de los años
treinta, son relegados a la periferia alejada, al Sud-Oeste, en parte debido ala aparición de
actividades que requieren más espacio, facilitándose su acceso por la gran difusión de los
medios de transporte colectivo y el desarrollo del parque automotriz (figura 39 b). Estos
espacios interesan a grandes fracciones de la población agrupadas en función de su
pertenencia social. Cada grupo se complace en destacar sus propias actividades: así, los
diferentes paseos centrales (parques, plazas, Malecón, etc.) son los lugares predilectos de
las clases medias y populares durante los fines de semana; las clases acomodadas se
reúnen en sus grandes jardines del barrio del Centenario, o en el hipódromo, o incluso en
los balnearios próximos a Guayaquil y creados recientemente. Los equipamientos básicos
tales como colegios, mercados, etc., poco numerosos y exclusivamente concentrados en el
centro en 1909, están más dispersos en 1939, debido a su incremento en número. Los
servicios hospitalarios siguen estando agrupados a lo largo de las colinas, al Norte de la
ciudad, y están unidos a los diferentes sectores por los medios de transporte.
46 En función de estos dos períodos, es posible destacar barrios más o menos paralizados,
como el barrio industrial que experimenta un crecimiento muy reducido, o el barrio
residencial de Las Peñas lugar de preservación del patrimonio guayaquileño. Existen
también barrios que, por su rápida evolución en el plano tanto arquitectural y social
como funcional, constituyen ejemplos de la evolución de la imagen que ofrece la ciudad
durante esta primera mitad del siglo XX. Así, se crean nuevos barrios residenciales de las
categorías acomodadas y el «tintaron» suburbano, cuyas nuevas normas arquitectónicas
son generadas por modos de vida diferentes a los de la época anterior. Cada clase social se
singulariza y se torna más independiente.

Evolución del centro y refuerzo de su poder de atracción

47 La figura 37 b permite destacar el poder de atracción del centro por medio de los flujos
alternantes y cuotidianos entre los barrios residenciales y el centro. La función
residencial en el centro disminuye y se diluye; ya no existen manzanas específicamente
residenciales pero se encuentran espacios reservados a los establecimientos
administrativos, comerciales, culturales, de distracción, etc. Este fenómeno de city es
característico y aparece cuando el porcentaje de viviendas disminuye en el sector de
carácter multifuncional. El centro se desliza hacia un estilo de vida cosmopolita, multi-
social. La noción de barrio, unidad espacial de dimensiones humana y social, disminuye y
luego desaparece. Cuando el centro vive por la noche, es de sus actividades de distracción,
por medio de los teatros, las salas de cine, reuniones para ciertas fiestas; ya no vive del
«ambiente» creado por los residentes del barrio. Mientras más avanzamos en el tiempo, el
poder de atracción del centro se debe menos a la insuficiencia de servicios y
equipamientos en los barrios periféricos que empiezan a disponer de esas
107

infraestructuras; la atracción se debe a las facilidades de trabajo, de distracción, de


comercio, etc.

EVOLUCION DE LA IMAGEN DE LA CIUDAD DE 1900 A


1930 1900-1920: Guayaquil, ciudad tradicional
48 Hasta 1920, Guayaquil es casi exclusivamente una ciudad mercantil y artesanal. En efecto,
este período corresponde, en el plano económico, al del apogeo de la exportación de
cacao; y, en el plano político, como ya lo hemos señalado, al control por parte de la
poderosa burguesía guayaquileña que favorece la concentración de actividades diversas
principalmente reunidas en el centro, socialmente jerarquizado y económicamente
dinámico.
49 La ciudad, en 1903, se divide en tres zonas claramente diferenciadas (figura 40) (Rojas, M.;
Villavicencio, G., 1988, pp. 24-25). Existe un sector central que se desarrolla paralelamente
al río Guayas a partir de un eje privilegiado, el Malecón, y que se extiende
progresivamente de un lado y otro de la calle 9 de Octubre, perpendicularmente. Estos
dos ejes reúnen las actividades administrativas, financieras y comerciales, así como las
residencias de las clases acomodadas. Las casas, casi siempre de dos pisos y con un patio
central, están construidas prácticamente todas de madera y cubiertas de techos de teja o
de zinc. Los portales en la planta baja acogen numerosos almacenes y bodegas en las
calles comerciales; los hoteles, los clubs, las casas exportadoras, los establecimientos
financieros se suceden en el Malecón; en la calle 9 de Octubre, están instalados los
edificios reservados a escuelas, colegios, servicios públicos y privados. Las actividades de
mercado están a menudo concentradas alrededor de las plazas.
108

Figura 40: REPARTICION SOCIO-ECONOMICA DE GUAYAQUIL EN 1903

Fuentes: Plano de Von Buchwald de 1903.


Rojas, M.; Villavicencio, G., 1988, p. 24.
Elaboración: M. S. Bock.

50 El sector de predominio residencial, relativamente homogéneo y semi-concéntrico con


relación al primero, reúne a las clases medias, y su periferia acoge a parte de las clases
desfavorecidas. La zona periférica que se subdivide ya claramente en espacios
discriminados formará hacia 1930 el cinturón de tugurio que permite el amortiguamiento
de las presiones sociales en la centralidad urbana.
51 El sector industrial está situado al Sur de la ciudad, al borde del río Guayas; su actividad
principal, en estos inicios de siglo, es la de los astilleros, acompañada de pequeñas
fábricas esencialmente alimentarias. Este barrio se prolonga hacia el Oeste en una zona de
poblamiento residencial popular totalmente ligado a las actividades industriales, y al
Norte en el barrio Villamil, yuxtapuesto a la zona comercial de productos agrícolas.

1920-1940: premisas de una ciudad moderna

52 A partir de 1920, una corriente migratoria se dirige a Guayaquil desde los pueblos
cacaoteros. Nuevos barrios se desarrollan al Oeste de la ciudad, bajo la forma de invasión
de tierras, generando barrios suburbanos. Simultáneamente, el centro se tuguriza,
esfumándose progresivamente su homogeneidad y su identidad arquitectural como
consecuencia de la evolución de la sociedad en el espacio urbano.
53 La situación a fines de los años treinta anuncia la situación de ahora: los barrios populares
se desarrollan en la periferia alejada, los barrios acomodados se instalan cerca del centro,
en la periferia cercana, en los sectores mejor atendidos por la infraestructura básica y los
109

medios de transporte. El punto de partida de un crecimiento anárquico está dado y se


plantea el problema del relleno de los espacios vacíos y de la conquista de nuevas tierras
en los pantanos. En efecto, el espacio urbano, si bien no es estructurado por las
autoridades municipales, como lo señala M. Castells, «no está organizado al azar, (...) los
procesos sociales expresan, especificándolos, los determinismos de cada tipo y de cada
período de la organización social» (Castells, M., 1972, p. 153). A partir de 1920, la
burguesía guayaquileña supo confirmar su nuevo espacio al Sud-Este de la ciudad y las
clases más desfavorecidas se instalaron en la periferia, identificando cada clase su barrio
a través de la arquitectura habitacional — en cemento y de influencia europea y
americana en el caso de las clases acomodadas, de madera o más a menudo de caña, en el
caso de las clases populares —.

Del centro residencial y comercial a la city

54 El problema del centro se plantea en términos sociales y arquitecturales. A partir de 1930,


asistimos a su progresiva remodelación que transforma a este sector de centro histórico-
administrativo en centro de servicios moderno que alberga islotes de pobreza. En efecto,
la tugurización, ligada a los fenómenos económicos, está acompañada de una falta de
interés por la preservación y la restauración de edificios históricos. El grado de deterioro
del centro histórico de Guayaquil está estrechamente vinculado, por una parte, a la
integración de nuevas zonas de expansión urbana, que genera un proceso de marcada
especulación del suelo en el centro. Este proceso provoca presiones tendientes a
modificar la utilización del suelo: las habitaciones ceden lugar a los locales
administrativos o a los servicios. Tales modificaciones de la morfología urbana engendran
modificaciones de orden social. Los arrendatarios anteriores, los pequeños comerciantes
y los artesanos ceden su lugar a los empleados y ejecutivos. Las condiciones de vida del
barrio cambian; ya no se trata de un centro comercial, artesanal y residencial en donde la
«vida» está presente día y noche, sino de un centro administrativo y financiero del cual
una gran parte se vacía al final del día. El centro se transforma en un barrio únicamente
funcional, sin identidad cultural o social y que cumple perfectamente su rol de city. Los
habitantes que no se resignan a abandonarlo se ven entonces confrontados al problema
de la «deshumanización del marco de vida» (Rougerie, G., 1975, p. 211).
55 Por otro lado, la conquista del centro se hace en dos etapas: la primera consiste en la
instalación de oficinas en los antiguos locales; la segunda es la de la demolición de esos
edificios vetustos que son reemplazados por nuevos; este proceso acarrea la remodelación
de la morfología urbana por sectores. Paralelamente, se desarrollan islotes de pobreza
debido a la densidad de población por edificio demasiado elevada y que las antiguas
construcciones no pueden soportar; surgen entonces fenómenos de hacinamiento y de
tugurización irreversibles. Las modificaciones provocan igualmente rupturas
arquitecturales, destructoras de la homogeneidad. Una heterogeneidad creciente y una
pérdida progresiva de la identidad cultural a nivel no sólo del barrio sino también de la
ciudad entera es la consecuencia irreversible de todo ello.
56 Ante la alarmante situación del centro, una política de preservación de los testimonios
arquitecturales de inicios del siglo XX fue emprendida a partir de 1981 por iniciativa del
Museo del Banco Central del Ecuador. Algunos edificios, entre los cuales una casa
burguesa (la Casa Verde) la capilla y el hospital Corazón de Jesús y el Banco Territorial,
fueron escogidos a fin de ser desmontados, trasplantados y montados nuevamente en un
110

sector periférico de la ciudad acondicionado para el efecto. Actualmente, el proyecto se


mantiene como tal sin concreción alguna. Además, recientemente (Cornejo Menacho, D.,
1990, p. 3), el Ministerio de Educación y Cultura, declaró, mediante decreto de junio de
1990, bienes del patrimonio a un conjunto de construcciones situadas en el centro de
Guayaquil. Sin embargo, bajo la presión de los promotores inmobiliarios, cuarenta y tres
de esas construcciones son consideradas sin interés histórico por lo que se amenaza con
demolerlas. Estas medidas muestran definitivamente el poco interés existente por la
preservación de los testimonios del pasado.
111

5. Conclusión general

1 El tríptico de este estudio diacrónico: arquitectura, espacio y sociedad, permite afirmar


que la historia de la arquitectura, a través de los testimonios que transmite, no puede ser
aprehendida sin hacer referencia a la historia de la sociedad y a la evolución del espacio
urbano. Además, ninguna sociedad puede existir fuera de un espacio geográfico específico
del que se apropia y que moldea a través del tiempo. Cada testimonio arquitectural es la
expresión de modelos elaborados, transmitidos y adaptados según las influencias y los
gustos que ciertas clases sociales, por su poder, pudieron y supieron imponer.
2 Este tríptico constituye una demostración relativamente exhaustiva del tejido urbano. No
por ello, se debe dejar de justificar esta opción que no deja sino una parte reducida a los
factores económicos. En efecto, estos últimos no son estudiados sino como referentes
necesarios a la conformación del espacio social y arquitectural de la ciudad, al no ser
nuestro objetivo el de hacer una monografía «clásica» de Guayaquil de 1900 a 1940, sino el
de dar una «imagen» de la ciudad.
3 Es importante subrayar que las transformaciones espacial, social y funcional de la ciudad
de Guayaquil en esa época no son originales. En efecto, numerosas ciudades portuarias de
América Latina son herederas de un pasado colonial idéntico, lo que permite la
reproducción de ciertos fenómenos específicos del crecimiento y del desarrollo urbanos a
partir de 1940. La reestructuración de los espacios socio-urbanos — paso de un desarrollo
residencial de centralidad funcional a la progresiva tugurización de las residencias y
luego a una recuperación funcional — sigue el mismo esquema en otras ciudades de
América Latina o de la región del Caribe. Sucede lo mismo en cuanto a la segregación de
las clases sociales que evoluciona regularmente de una segregación al interior de la casas
hacia una segregación espacial por barrios diferenciados, que engendra naturalmente una
progresiva disociación del lugar de residencia con relación al lugar de trabajo e implica
las migraciones alternantes y el refuerzo de la segregación funcional y residencial,
ilustrada por la huida de las clases acomodadas del centro.
4 Es en especial el caso de La Habana, adonde existía una burguesía representada por los
ricos comerciantes que, de 1900 a 1920, huyen de la insalubridad del centro tugurizado
hacia los barrios de la periferia cercana; lo mismo ocurre en las antiguas casas burguesas,
subdivididas, del centro del Cabo Haitiano. De allí se deriva una pérdida de identidad
cultural del centro — rara vez protegido por las autoridades municipales — y la
112

transferencia, en función de sus medios, de sus gustos y de sus esperanzas, a una


arquitectura que caracteriza a los diferentes tipos de barrios, acomodados, medios y
populares.
5 En el caso de Guayaquil, los habitantes emigran hacia la gran ciudad a fin de encontrar en
ella un empleo y no por gusto personal — rara vez tienen vínculos con Guayaquil — lo que
explica que a menudo numerosos barrios no son para esos residentes sino «lugares de
paso», como en el caso del centro, previos a su instalación definitiva en la periferia.
6 La extensión espacial engendrada por la necesidad de espacio reservado a la industria y el
crecimiento de la inmigración-fenómeno de rechazo, campo en crisis-atracción de la gran
ciudad — acarrea una nueva estructuración del espacio urbano. El nacimiento de una
ciudad moderna engendra siempre mutaciones en el plano arquitectural —
frecuentemente poco deseables pero indispensables — en el marco de una economía en
plena mutación, conociéndose que no existe patrimonio urbano en Guayaquil y que la city
y el perímetro urbano están superpuestos; el centro debe acoger a las funciones centrales:
esto significa necesidad de espacio, de numerosos pisos, demolición de casas tradicionales
de poca renta.
7 La evolución del crecimiento de Guayaquil desde inicios de siglo hasta 1940 permite
distinguir cinco estructuras espaciales elementales que componen el modelo general
(figura 41) del espacio urbano guayaquileño.
8 El itsmo de «tierra firme» situado entre el interface o la guía del río Guayas y el obstáculo
del Estero Salado y de los cerros suscita el desarrollo del eje estructurante de la avenida 9
de Octubre, perpendicular al río y reforzado por la vía del ferrocarril a la Costa (corema
1). A medio camino, está situada la plaza del Centenario que corresponde, a inicios del
siglo XX, prácticamente al límite de la urbanización y que constituye, a fines de los años
cuarenta, la barrera occidental del centro «ampliado », mientras los barrios populares se
desarrollan más allá.
113

1. Las coacciones físicas y la fragmentación del espacio

Figura 41: INTENTO DE MODELIZACION DE LA COMPOSICION DEL ESPACIO GUAYAQUILEÑO

9 Este eje induce un crecimiento Este-Oeste, determinante del desarrollo futuro de


Guayaquil y que se sobreimpone al crecimiento Norte-Sur originalmente escogido
114

(corema 2). Este modelo longitudinal de crecimiento Norte-Sur resulta a la vez de las
limitaciones del sitio — cerros al Norte y Estero Salado al Oeste — y de las divisiones
administrativas y teóricas impuestas por el Municipio. El núcleo urbano primitivo o
Ciudad Vieja, construido al pie del cerro Santa Ana es desplazado a fines del siglo XVIII
hacia el Sur (Ciudad Nueva).

2.El modelo longitudinal de crecimiento

10 A partir del siglo XIX, este crecimiento Norte-Sur determinado por el sitio, es reforzado
por la división administrativa, impuesta por el Municipio (corema 3), en parroquias
trazadas perpendicularmente al río Guayas. Tal división acarrea la oposición centro-
periferia, muy marcada durante ese período.
11 La ciudad de Guayaquil se caracteriza por una combinación de estructuras de desarrollo
espacial a la vez Norte-Sur y semi-aureolar. Existe un fenómeno de consolidación
progresiva de las parroquias centrales en oposición a las formas tradicionales de
construcción de las parroquias periféricas. Un crecimiento semiconcéntrico se
sobreimpone a este modelo y permite destacar la consolidación, muy marcada, de la
primera aureola o «centro histórico», situada al borde del río Guayas, con relación a las
demás de carácter mixto.
12 Las actividades comerciales y administrativas permiten introducir el modelo de
composición espacial en franjas (corema 4), caracterizado por un gradiente Este-Oeste
que pone en evidencia la disminución progresiva, y la posterior desaparición total, de los
comercios y servicios «exclusivos». Estas actividades, situadas en las calles próximas al
Malecón, eje principal paralelo al río, declinan, hacia el Oeste, cediendo lugar a
actividades de barrio.
115

3.El modelo de urbanización Norte/Sur

4.E1 modelo en fajas

13 Este modelo, en realidad semi-aureolar en razón del efecto de litoral constituido por el río
Guayas, resitúa la evolución general del crecimiento urbano marcando la sucesión
diacrónica de las etapas de ocupación espacial en los planos socio-económico y
116

arquitectural (corema 5). Se desarrolla simultáneamente al modelo Norte-Sur a partir del


núcleo urbano histórico que reviste, además, el aspecto de una estructura en franjas como
lo demuestra el corema 4.

5. El modelo aureolar

14 Estos cinco modelos de estructura espacial revelan claramente que el período estudiado
corresponde al paso de la ciudad de Guayaquil, puerto de exportación cacaotera y de
importación de productos europeos regido por el liberalismo triunfante de la burguesía
en el poder, a una metrópoli compleja. En efecto, esa época es particularmente
representativa del inicio de grandes tendencias estructurales que constituyen la base de
la diferenciación espacial y que influyen, de manera irreversible, en el crecimiento de la
ciudad a fines del siglo XX. Tales tendencias son visibles en la estratificación residencial y
en la oposición centro-periferia, tanto Norte-Sur como Este-Oeste; esta última genera, al
interior del espacio, relaciones a la vez complementarias y conflictivas; en efecto, la
periferia cercana abarca a menudo sectores antiguos, que progresivamente pueden ser
considerados como centrales, y sectores de reciente creación. Además, las oposiciones
centro-periferia son engendradas principalmente a partir de los años veintes, por
diferenciaciones funcionales y arquitecturales. La formación de barrios residenciales e
industriales individualizados, y el esbozo del Centro Comercial y de Negocios (CCN) a
partir de fines de los años treintas, son las consecuencias de la migración residencial de
las élites a la periferia cercana, y de la inmigración de poblaciones provenientes de las
zonas agrícolas en crisis, ya sea al centro tugurizado o a la periferia alejada. La
diferenciación arquitectural se manifiesta por una tipología residencial y funcional
variada. Estas diferentes migraciones acarrean un crecimiento urbano marcado que,
debido a la falta de planificación, está acompañado de una modificación de la composición
de la sociedad y de una ocupación espacial anárquica caracterizada, en particular, por el
desarrollo de barrios suburbanos de tipo «invasivo».
117

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