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Marie Bock - Guayaquil, Arquitectura, Espacio y Sociedad 1900-1940
Marie Bock - Guayaquil, Arquitectura, Espacio y Sociedad 1900-1940
1900-1940
Marie Sophie Bock
DOI: 10.4000/books.ifea.2005
Editor: Institut français d’études andines, Corporación Editora Nacional
Año de edición: 1992
Publicación en OpenEdition Books: 29 junio 2014
Colección: Travaux de l'IFEA
ISBN electrónico: 9782821845039
http://books.openedition.org
Edición impresa
ISBN: 9789978841501
Número de páginas: 130
Referencia electrónica
BOCK, Marie Sophie. Guayaquil: Arquitectura, espacio y sociedad, 1900-1940. Nueva edición [en línea].
Lima: Institut français d’études andines, 1992 (generado el 05 mai 2019). Disponible en Internet:
<http://books.openedition.org/ifea/2005>. ISBN: 9782821845039. DOI: 10.4000/books.ifea.2005.
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Este libro contiene un estudio, casi único en su género, sobre la ciudad portuaria más importante
del país, Guayaquil, en las primeras cuatro décadas del presente siglo, es decir, en un período
crítico, y al mismo tiempo innovador, de la historia socioeconómica de esta ciudad. Su objetivo es
analizar la evolución de la arquitectura urbana de la metrópoli costera del Ecuador, en un
contexto espacial, geográfico y social.
En sus páginas cobra vida no solo la arquitectura, sino la sociedad guayaquileña misma, con toda
su jerarquización socio-económica; con la ayuda del censo de 1931, se efectúa un estudio del
barrio y la parroquia durante estos años, y se cierra el libro destacando las tendencias generales
de la evolución del espacio arquitectural y urbano de Guayaquil en estas décadas. La autora,
Marie S. Bock, geógrafa francesa, es graduada en la Universidad de Toulouse-Le Mirail, y la
presente investigación la realizó bajo la dirección de Jean-Paul Deler. La edición y publicación de
este libro es un esfuerzo conjunto de la Corporación Editora Nacional y del Instituto Francés de
Estudios Andinos, IFEA.
ÍNDICE
Adresse bibliographique
Presentación
Luis Mora Ortega
Agradecimientos
1. Introducción
5. Conclusión general
Referencias bibliográficas
3
Adresse bibliographique
Presentación
Luis Mora Ortega
1 Pese a recientes publicaciones, los estudios de geografía son aún escasos en nuestro país,
y sobre Guayaquil, específicamente, es muy poco lo que se ha escrito. Por lo demás, la
geografía es un campo del conocimiento mirado, por lo general, con cierto aire de
aburrimiento, y su recuerdo trae a la memoria las tediosas horas de clase, repletas de
nombres de montañas, ríos, metros de altitud, y demás datos que había que memorizar
con esfuerzo, para luego olvidar. La geografía no goza de simpatía entre estudiantes y
lectores.
2 Este libro ayudará a cambiar la imagen gris de esta ciencia. Marie S. Bock ha resumido en
este libro una investigación realizada bajo la dirección de Jean-Paul Deler, y que sirvió a la
autora para graduarse en la Universidad de Toulouse-Le Mirail. Aparte del rigor
científico, este libro nos entrega, con frescura, una visión de Guayaquil de las primeras
décadas de este siglo. Una buena selección de ilustraciones ayuda a entender con claridad
los análisis. Por sobre todo, tenemos en esta obra un excelente estudio sobre la ciudad
más populosa de nuestro país, y su contenido insinúa caminos de trabajo que pueden ser
continuados por nuevas investigaciones.
3 La Corporación Editora Nacional entrega, pues, con mucha satisfacción esta obra, cuya
edición y publicación han contado con el auspicio del Instituto Francés de Estudios
Andinos, IFEA.
AUTOR
LUIS MORA ORTEGA
Director ejecutivo de la Corporacion editora Nacional
5
Agradecimientos
1 La realización de este trabajo no hubiera podido llegar a feliz término sin la ayuda de
algunas personalidades e instituciones a las que deseo agradecer aquí.
2 Mi profundo reconocimiento va a Jean-Paul Deler, director de investigaciones del Centro
de Estudios de Geografía Tropical (CEGET), que aceptó dirigir este trabajo y ayudarme
durante todo el período de investigación y de redacción con sus consejos y sus críticas
constructivas. La amistad y la acogida de la familia Deler me fueron siempre de grande
apoyo.
3 Deseo expresar mi sincera gratitud a Gaitán Villavicencio, director del Centro de Estudios
Regionales - Guayaquil (CER-G), quien me acogió, ayudó y aconsejó en la investigación.
4 Asimismo mis agradecimientos van a Olivier Dollfus e Yves Saint-Geours que aceptaron
leer este trabajo, al igual que a Rene de Maximy y Henry Godard, investigadores del
Instituto Francés de Investigación Científica para el Desarrollo en Cooperación (ORSTOM)
quienes me dieron ánimo y me ayudaron durante los períodos de trabajo de campo y de
redacción; también a la familia Salomon que siempre me acogió con mucha amistad en su
casa en Guayaquil y a la arquitecta Elisa María Silvestre por su gran apoyo en el campo
arquitectónico.
5 Finalmente, mi reconocimiento a María Dolores Villamar por haber traducido este estudio
al castellano y a Femando Moncayo por su lectura final.
6 La publicación de este trabajo fue posible gracias al auspicio del Instituto Francés de
Estudios Andinos (IFEA) y en particular de su director, Christian de Muizon.
6
1. Introducción
1 Este estudio, a la vez temático y sintético, tiene como objetivo principal analizar la
evolución de la arquitectura urbana de Guayaquil, metrópoli costera del Ecuador, en un
contexto espacial, geográfico y social durante el período 1900-1940.
2 Este análisis se integra a una investigación general que tiende, desde hace algunos años, a
destacar la relación existente entre las tipologías arquitecturales, la evolución del espacio
y la composición de la sociedad. Sin embargo, el interés de los geógrafos por la
arquitectura como componente de los estudios urbanos no es un fenómeno nuevo puesto
que investigadores europeos como Meitzen y Schluter estudiaron, durante el siglo XIX, los
diferentes tipos de hábitat urbano y rural. En los primeros decenios del siglo XX, los
geógrafos americanos Jones y Sauer (1915) basan sus investigaciones en el estudio de la
arquitectura, de los materiales de construcción, de las condiciones de construcción e
incluso del amoblado interior, considerando estos fenómenos como componentes
importantes de la descripción del modo de vida de los habitantes en una época dada. Sin
embargo, todos los trabajos siguen siendo esencialmente descriptivos y no tienen sino un
interés analítico limitado. Durante los últimos veinte años, un nuevo concepto de estudio
ha sido forjado alrededor de la interpretación de la arquitectura urbana, ya sea a través
de su historia en relación con la evolución de las sociedades (Benévolo, L., 1980; Mumford,
L., 1964; Roux, S., 1976) o a través del estudio de sus formas y sus funciones en el espacio
(Panerai, P.; Castex, J.; Depaule, J.-C, 1980; Ford, L., 1984; Rossi, A., 1981) o finalmente, a
través de un marco cultural, etnográfico o sociológico (Bernard-Jambu, 1978; Chombard
de Lauwe, Ph., 1960; Raymond, H. 1974).
3 Varias razones nos llevan a limitar el estudio en el tiempo, entre 1900 y 1940.
Primeramente, el período 1900-1920 corresponde al final de la fase de prosperidad
cacaotera en la Costa ecuatoriana. En segundo término, este, período permite la
implantación de modelos arquitectónicos influidos por las tendencias europeas de 1900 a
1925, luego americanas a partir de 1925; además, esta época corresponde a la creación de
tipos arquitecturales ligados a las funciones económicas en general, y comerciales en
particular, reflejo de la clase social dominante de la época: la burguesía agro-exportadora.
En tercer lugar, el período 1925-1930 corresponde a una fase de crisis económica (caída de
la producción y de la exportación cacaoteras) y marca una ruptura en la continuidad y la
especificidad del desarrollo urbano y arquitectural de la ciudad cuyas consecuencias
7
Fuente: Minguet, P., 1741, Guayaquil. Demostración del Puerto y de las dos ciudades, en: Compendio
Histórico de D. Dionosio de Slasedo y Herrera, Madrid.
9 A fines del siglo XVIII, la ciudad de Guayaquil está dividida en seis barrios: Ciudad Nueva,
Ciudad Vieja, barrio del Puente, barrio del Bajo, barrio del Astillero y barrio de Las Peñas
que aparece por primera vez en los planos; en efecto, en esa época, los barrios
representaban verdaderas entidades sociales y económicas. La Ciudad Nueva cubre 33
manzanas en las cuales están construidas 309 casas, edificios públicos y viviendas cuyas
características son las siguientes:
La mayor parte de las casas de las calles principales, tienen un piso alto, donde
residen los ocupantes, destinándose la planta baja a tiendas y almacenes. Los pisos
altos tienen largos balcones de cuatro o cinco pies de ancho, con cortinas de lona
que resultan útiles, puesto que dan una sombra muy agradable que protege contra
los abrasadores rayos solares (Síevenson, W. 3., 1825-1827). La planta baja de una
casa guayaquilefla está usualmente ocupada por tenderos y sus tiendas; el primer
piso alto está dividido en un sinnúmero de mal ventilados cuartos ocupados por las
clases indigentes, manteros, lavanderas, porteros, etc. mientras que por encima de
todo, el piso principal muy a la moda, aloja al sector más respetable y acomodado de
la sociedad. Todos tienen una entrada y escalera común: muchas de estas arcas de
Noé contienen más de 100 almas y la mayoría mucho más; y con frecuencia se ve en
La misma escalera al senador, al esclavo, al burócrata mal pagado, al aguatero, y a la
ama de casa, cada cual reclamando su parte del domicilio (Walpole, F., 1850).
10
repartición de las diferentes áreas sociales en el seno de los edificios, lo que permite la
elaboración de una tipología evolutiva y sinóptica.
15 El segundo capítulo trata del estudio del barrio y de la parroquia durante los años treinta.
El análisis del censo de 1931 permite destacar la segregación espacial, social y
arquitectural característica de los barrios residenciales — barrios de fuerte densidad de
hábitat, barrios populares, barrios acomodados, etc. — y comerciales guayaquileños. Por
otro lado, estos datos permiten insistir en el aspecto de tradición, de consolidación y de
inversión centro-periferia a nivel de la distribución de los materiales de construcción y de
las actividades. Finalmente, en base a lo desarrollado, un intento de síntesis hábitat-
actividades plantea el problema de la identificación de las diferentes zonas urbanas:
¿barrio o parroquia?
16 El tercer capítulo sintetiza el análisis de los dos primeros niveles de estudio a fin de
destacar las tendencias generales de evolución del espacio arquitectural y urbano de
Guayaquil de 1900 a 1940. Desarrollamos esencialmente los fenómenos de extensión
geográfica y espacial de los modelos arquitecturales y de la trama urbana en función del
crecimiento de la aglomeración ya sea mediante la integración de nuevos tipos
arquitectónicos y sociales que generan la creación de nuevos barrios, o mediante la
propagación de estos fenómenos a zonas ya construidas. Por otra parte, ponemos en
estrecha relación las orientaciones del desarrollo urbano en función de ciertas redes de
infraestructura — transportes, agua potable, electricidad, etc. — y de actividades
selectivas tales como las de recreación. Finalmente, sintetizamos los primeros intentos
municipales de planificación y de zonificación de la ciudad.
13
2. Estudio macro-espacial de la
arquitectura y de la sociedad
guayaquileñas (1900-1940)
Elaboración: M. S. Bock
11 La segunda franja está constituida por las manzanas que dan al Malecón; predominan los
edificios que albergan a las casas importadoras y exportadoras y sus bodegas (fotografía
1).
12 La tercera franja, situada de un lado y otro de la calle Pichincha, reúne las actividades
complementarias a la anterior; constituye el espacio de los comercios minoristas de lujo,
de los grandes almacenes (fotografía 2) que ofrecen una gran variedad de mercaderías
nacionales y extranjeras, de establecimientos financieros y de algunas residencias. La
calle Pichincha, antigua calle del Comercio, es «la más comercial y concurrida después del
Malecón» (Boloña Rodríguez, E., sin fecha, p. 118). El variado origen de los productos y la
gran diversidad de los comercios hacen de ella un sector particularmente atractivo; si
bien es frecuentada por todas las clases sociales, se encuentra en ella más
particularmente a «los clientes del sexo femenino que aprovechan para exhibir sus
vestidos y sombreros y asimismo establecer una especie de paseo romántico con los
jóvenes que también recorrían ese trayecto de Norte a Sur.» (Bolofla Rodríguez, E., sin
fecha, p. 136).
18
Elaboración: M. S. Bock
13 Finalmente, la cuarta franja, situada de un lado y otro de la calle Pedro Carbo, reúne
esencialmente a las residencias de la burguesía a las cuales están ligadas algunas
actividades de barrio. En efecto, los portales de las casas facilitan la instalación de los
servicios cuotidianos — talleres de pequeños artesanos, carpinteros, herreros, zapateros
quienes en esa época, realizaban no sólo la reparación del calzado sino también la
confección de zapatos a medida, etc.— y de los comercios de alimentos — tiendas cuyos
propietarios son casi siempre de nacionalidad ecuatoriana.
18 Finalmente, entre 1931 y 1940, se afirma la tendencia iniciada durante el período anterior.
Las estructuras de hormigón representan el 80 % de las construcciones y las de madera el
4,4 %. Predominan las paredes de ladrillo (71,1 %) mientras que el cemento registra una
importante disminución (13,4 %) y la madera tiende a desaparecer (2,2 %). Las parroquias
más representativas son Rocafuerte y Carbo en su parte Oeste, que corresponden a uno de
los sectores de rápido crecimiento de la ciudad, cuyas residencias son, en esa época,
prácticamente todas construidas con materiales «duros»; la parroquia Ximena sigue ese
modelo así como el barrio del Centenario que acoge a las clases sociales acomodadas que
abandonan progresivamente el centro.
19 En lo que respecta a los techos, el zinc sigue siendo, en razón de su bajo costo, el material
más utilizado, aunque las lozas de cemento experimentan un crecimiento regular,
principalmente en los barrios residenciales.
20 En cuanto a las puertas y ventanas, la madera y la combinación madera-hierro,
rudimentarios y específicos de las casas de ventanas con celosías de inicios de siglo,
desaparecen casi totalmente en el último período de estudio en favor de la utilización de
las ventanas de madera, hierro o vidrio o de otros varios materiales «duros».
21 Es interesante subrayar el caso de la parroquia Rocafuerte que, en su parte oriental,
ofrece un ejemplo de consolidación progresiva de las construcciones durante el período
23
24 El conjunto arquitectural urbano situado a lo largo del río Guayas y formado por
manzanas ocupadas por el Municipio y la Gobernación, así como por algunas manzanas
adyacentes, data de inicios de siglo y fue declarado Patrimonio Cultural Nacional en julio
de 1982 (figura 8). Aparte de los edificios públicos citados, existe un agrupamiento de
construcciones civiles en la manzana limitada por las calles Clemente Bailen, Pichincha,
10 de Agosto y Pedro Carbo, la misma que comprende ocho casas: el antiguo Gran Hotel,
que actualmente alberga a la Empresa Municipal de Agua Potable de Guayaquil, el antiguo
banco La Previsora, ahora oficinas del Banco Central, y seis casas particulares de las
cuales cuatro pertenecen a la familia Achi.
25 Estas manzanas escaparon a los incendios del 12 de febrero y del 5 y el 6 de octubre de
1896. Aparte del Gran Hotel y el edificio del banco La Previsora construidos en hormigón,
los otros son de madera y datan de inicios de siglo.
26 La manzana que escogimos estudiar (figura 9) presenta un tejido denso, caracterizado por
edificios adosados que constituyen grupos continuos, ubicados al borde de las calles. Esta
manzana es particularmente representativa de las manzanas que constituyen el centro a
inicios del siglo XX. El tamaño, en general bastante reducido, de las manzanas centrales,
24
29 Es interesante observar que, en este ejemplo preciso, los progresivos cambios operados en
el perfil urbano no alteraron la relación existente entre los edificios públicos y los
privados; además, la unidad general del conjunto arquitectural se conserva mediante el
sistema de soportales que se yuxtapone a la gran diversidad de elementos de detalles
decorativos en las fachadas, connotaciones simbólicas de la pertenencia de estas casas a la
burguesía (figura 10). El ritmo de los portales impone singularmente un ritmo de las
fachadas que «trasciende» en parte la evolución de la decoración sin por ello ocultarla:
presencia de una ventana entre cada pilar o de dos ventanas agrupadas con un balcón
individual o común.
30 En el siglo XVII, el borde oriental de la colina de Santa Ana estaba ocupado por residencias
de tamaño reducido habitadas por pescadores. Durante el siglo XVIII, la calle Numa
Pompilio Liona fue ensanchada y se transformó en el lugar de residencia privilegiado de
las familias acomodadas que construían grandes y costosas viviendas habitadas
especialmente en invierno, estación más cálida y húmeda, a fin de aprovechar de la brisa
que sopla en ese barrio. Los propietarios apreciaban las pendientes asoleadas de la colina
que constituían un verdadero islote de verdor (fotografía 3):
La ondulosa colina que Umita el extremo norte de la ciudad estaba cubierta de
verdes arbustos matizados de flores amarillas, por manera que parecía alfombrada
de verde con estrellas de oro. Los bosques de palmeras, que, a trechos, sombreaban
la población, estaban animados por gran número de verdes pericos (Avendaño de J.,
1985, p. 81).
31 Las casas rodeadas de jardines en los cuales se construían especies de piscinas que se
llenaban y se vaciaban según el ritmo de la marea, dominaban el río.
32 Es en esa época que el conjunto urbano de Las Peñas comienza a constituirse más o menos
como aparece ahora. Estas construcciones del siglo XVIII fueron destruidas
sistemáticamente por los sucesivos incendios. A partir del 1896, se reconstruyeron las
casas con ligeras modificaciones de detalles conservando al tiempo el esquema general
propio de los edificios anteriores (Ferretti Zurita, G., 1979, p. 10).
33 La parcelización de este barrio está condicionada por las limitaciones topográficas (figura
11). La presencia de la colina Santa Ana explica la irregularidad de los terrenos, la
alineación y la densidad de las construcciones de un lado y otro de la calle N. P. Liona. En
efecto, al momento de la fundación de Guayaquil, se escogió ese lugar como sitio
defensivo ideal y la población se instaló, en el desarrollo inicial de la ciudad, en las
vertientes de la colina. La extensión espacial orientada escencialmente hacia el Sur
explica la relativa declinación del barrio de Las Peñas y su rápida transformación en
barrio popular, en razón de la deficiencia de las infraestructuras, con excepción de la calle
N. P. Liona.
Foto: M. S. Bock
Figura 12: PLANO DEL SEGUNDO PISO DE UNA CASA DEL BARRIO DE LAS PEÑAS
39 «Las ciudades guardan signos propios que las marcan» subraya Balseca en un artículo
reciente sobre la vieja Guayaquil (Balseca, F.; Hunter, P., 1987, p. 7). En este caso preciso,
es la presencia de numerosos soportales la que confiere su originalidad a la ciudad. Sirven
a la vez de vestíbulo a la casa y de zaguanes exteriores cubiertos y sostenidos por pilares.
En razón del plano reticular de la ciudad y de la construcción de casas en medianería, los
soportales no son únicamente un elemento arquitectónico típico sino que se convierten
en un elemento funcional permanente de Guayaquil. Existen en todo el centro de la
ciudad y son considerados como un elemento indispensable para la circulación peatonal,
protegiendo al transeúnte del sol o de las lluvias tropicales. Por otro lado, se mantienen a
lo largo los siglos mediante una serie de medidas municipales que tienden a imponer
normas de construcción para permitir la preservación de la homogeneidad arquitectural.
A partir de los años 1880, el porche reviste una gran importancia y en 1895, se dictan
medidas que reglamentan las normas de altura (3,5 metros) y de ancho (3 metros); se
prohiben las ventanas saledizas. En 1889, ninguna casa se construye sin soportales e
incluso los terrenos a construirse están provistos de ellos, lo cual demuestra la
importancia de su uso por parte de la población en general, y por parte del peatón en
particular, como lo señala Barbosa:
...el tráfico a pie se hace por los portales de las casas, entablados o adoquinados, de
tres metros de ancho, que todos los propietarios están obligados a dejar en servicio
público, por una ordenanza municipal. Merced a estos portales, no son necesarias
las aceras y se camina a cubierto, defendiéndose el transeúnte en mucha parte de
los ardores del sol y de las lluvias torrenciales en la estación invernal... (Barbosa, J.,
1907, p. 36).
32
Dibujo: E. M. Silvestre
Casa Arturo García
Parroquia Carbo
Calle Imbabura 238-240
(1900-1925)
Estructura madera
Paredes madera/caña
Techo zinc
Puertas/ventanas madera
34
Foto: M. S. Bock
Casa Michel Achi
Parroquia Bolívar
Calle Pedro Carbo 801 -807
(1920-1925)
Estructura madera
Paredes madera/ladrillo
Techo zinc
Puertas/ventanas madera/hierro
Figura 14 a: CASAS CON PORTALES DEL CENTRO: ESTUDIO DEL PLANO INTERIOR DE LA CASA
ARTURO GARCÍA
42 Por otra parte, es interesante observar que en los dos ejemplos escogidos, los espacios
comunes están situados por debajo de los tragaluces, permitiendo una circulación de aire
permanente y una iluminación natural mínima en las partes de la casa que no tienen
ventanas. La planta baja de las casas del centro está casi siempre destinada, al menos
durante la época cacaotera, al secado y almacenado del cacao antes de su exportación, y a
los almacenes.
Figura 14 b: CASAS CON SOPORTALES DEL CENTRO: ESTUDIO DEL PLANO INTERIOR DE LA CASA
MICHEL ACHÍ
Las quintas
43 La quinta Piedad (figura 15) fue construida en la parroquia Carbo en un terreno que, a
finales del siglo pasado, formaba parte de la quinta Pareja y constituía uno de los límites
urbanos de Guayaquil. Este sector estaba ocupado por numerosos barrios populares que
se extendían hasta el cementerio. Es la primera residencia construida en esos terrenos
hacia 1900-1905; su plano y su construcción fueron realizados por arquitectos italianos. Es
una casa de «estilo solariego» rodeada de jardines y que pertenecía a una de las familias
más ricas de la ciudad, la familia Madinyá, durante la época cacaotera. La arquitectura
general de esta vivienda es similar a la de ciertas casas de hacienda encontradas en las
provincias vecinas; recuerda igualmente la de las plantaciones del Sudeste de los Estados
Unidos o incluso la de los hoteles particulares de la época neoclásica europea.
44 Construida de madera, está cubierta de un techo de zinc y tiene dos pisos. La entrada
magistral de estilo neoclásico está constituida por una escalinata semicircular y el porche
está flanqueado por cuatro columnas — de las cuales ahora no subsisten sino ciertas
36
reliquias — rematadas por capiteles de estilo corintio que sostenían un balcón con
cubierta de cristal y hierro, ahora desaparecido. Este edificio, de influencia neoclásica,
conserva sin embargo las tradicionales ventanas con celosías, coronadas por frontones
rectangulares decorados con motivos en bajo relieve y adornadas con balcones de
balaustres de madera esculpida. Contrariamente a los ejemplos anteriores, la planta baja
está reservada a las piezas principales como el salón, la sala de música, la sala de estar, en
donde se desarrollaba la vida social; el primer piso está ocupado por las habitaciones, a las
que se accede por una escalera de madera de doble entrada. La construcción reposa sobre
un sótano destinado a bodegas.
46 Entre los diferentes tipos de comercios, el de las boticas se desarrolla rápidamente a fines
del siglo XIX e inicios del siglo XX en razón de la elevada tasa de mortalidad en la ciudad
que acarrea una creciente demanda de productos farmacéuticos provenientes de Europa
en general y de Francia en particular. Uno de las más antiguas y reputadas de la ciudad en
esa época es la botica del Comercio, fundada en 1868 por el francés Payeze. El edificio
37
actual de la botica del Comercio data de los primeros años del siglo y está situado en la
parroquia Rocafuerte.
47 La Sociedad de Artesanos es fundada en 1878 con fines educativos por un grupo de
artesanos. El primer edificio, construido, entre 1893 y 1898, por carpinteros de ribera
especializados en construcciones navales, en un terreno situado en la parroquia Bolívar,
es reemplazado en 1904 luego de un incendio. Hacia 1918, la capacidad del edificio se
toma insuficiente y se decide construir un piso adicional que es terminado en 1921.
48 La figura 16 permite destacar el estilo arquitectural idéntico de los dos edificios que sin
embargo presentan algunas variantes de detalle. Se trata de dos construcciones mixtas: la
botica del Comercio posee una estructura de madera y de ladrillo cubierta enlucido,
mientras que la Sociedad de Artesanos está construida de madera, estando las fachadas
cubiertas de zinc al interior, como lo exigían las ordenanzas municipales de la época, a fin
de evitar la propagación demasiado rápida de los incendios. Las fachadas de los dos
edificios están ritmadas por pilastras que, en el caso de la botica del Comercio,
constituyen la prolongación de la arquería y están rematadas por capiteles; las de la
Sociedad de Artesanos se apoyan en un falso soportal en el primer piso y en un
entablamento en el segundo.
49 Las ventanas de los dos edificios en arcos de medio punto están coronadas de bajos
relieves en la botica del Comercio y de un tímpano calado en la Sociedad de Artesanos.
Forman módulos simétricos situados entre las pilastras y están adornadas con balcones
voladizos con relación al plano de la fachada, de hierro forjado en el primer caso y de
madera con balaustradas en el segundo.
50 La botica del Comercio, ocupaba, en una primera instancia, todo el edificio; la planta baja
estaba destinada al local comercial accesible a los clientes, el laboratorio central y las
bodegas; en el primer piso estaban instaladas las oficinas administrativas, dos
laboratorios complementarios y bodegas diversas. Posteriormente, es transformada en
edificio mixto — residencia-comercio — estando el comercio situado en la planta baja y
viviendo los propietarios en el primer piso. La Sociedad de Artesanos transfiere
progresivamente las salas de clase al piso superior mientras que la planta baja es
reacondicionada para acoger a los locales comerciales que permiten a la sociedad
disponer de ingresos complementarios.
38
Foto M. S. Bock
Botica del Comercio
Parroquia Rocafuerte
Calle Luque 130-134
(1900-1910)
Estructura madera
Paredes madera/ladrillo
Techo zinc
Puertas/ventanas madera/hierro
39
Foto: M. Paolinelli
Sociedad de los Artesanos
Parroquia Bolívar
Calle 10 de Agosto 654
(1905)
Estructura madera
Paredes madera/zinc
Techo zinc
Puertas/ventanas madera/hierro
52 El mercado Sur es el único edificio de estructura metálica aún en pie en la ciudad y data
de inicios de siglo (figura 17); constituye el único testimonio de ese estilo. Las estructuras
metálicas presentan, en efecto, dos ventajas: por una parte, son fáciles de ensamblar; por
otra, las diferentes piezas pueden ser más delgadas que las construidas en madera o en
piedra; finalmente, permiten una mejor iluminación.
40
53 El mercado está construido en un terreno situado en el barrio del Astillero, al borde del
río, en el extremo del Malecón Simón Bolívar. Luego de una licitación internacional, el
proyecto es realizado por los ingenieros Francisco Manrique y Carlos Van Ischot, a partir
de julio de 1905; la empresa Verhaeren Ca. de Jager, Ingenieros Constructores de Bruselas,
suminístralas piezas metálicas del edificio. El mercado, cuya estructura es enteramente de
hierro, es inaugurado en enero de 1908. La superficie de 2.796 m2 permite albergar
doscientos puntos de venta (El Universo, 20 dic. 1981). Originalmente, estaba formado por
una planta baja con un pabellón central y dos laterales, pero en 1941, el Concejo
Municipal, frente a la falta de espacio, decide construir un piso de lozas de cemento. El
mercado Sur es parecido, aunque de tamaño diferente, a los mercados construidos en
Europa en el siglo XIX.
54 Este tipo de estructura fue adoptada igualmente en numerosas ciudades latinoamericanas
y es interesante citar el ejemplo del mercado mayorista construido en 1889 en Argentina
y realizado por la empresa Pedro Vasena reputada por sus construcciones metálicas hasta
1914 (Gutiérrez, R., 1983, pp. 462-463).
57 A partir de los años veinte, la aplicación del repertorio arquitectónico de tradición clásica
se basa en un regreso a los modelos de la arquitectura antigua (greca y romana) y a la
racionalidad de las formas de los elementos arquitectónicos tradicionales (columnas,
cornisas, tímpanos, etc.) que son integrados a las construcciones de esa época. Resulta de
ello un estilo arquitectural, llamado neoclásico, que no es otra cosa que una asociación del
gusto por las «cosas» clásicas de una sociedad o de un grupo homogéneo que forma parte
de ella en un momento determinado y de una práctica de construcción de la época que
coresponde al inicio de la utilización del hormigón armado, técnica introducida en el
Ecuador por las empresas de construcción italianas. Por otro lado, la ausencia de un
«movimiento» arquitectural propio de Guayaquil es en parte debida a la inmigración de
numerosos artistas, ingenieros y arquitectos extranjeros como Fontana, Maccaferri, Ries,
etc., lo que refleja esa dependencia cultural. Es importante subrayar, por ejemplo, el
renombre del arquitecto italiano Francisco Maccaferri quien, considerado como uno de
los profesionales de gran prestigio en la ciudad, llega a Guayaquil en 1923, con la
Compañía Italiana de Construcciones, e instala la «Oficina Técnica y Artística de Proyectos
y Construcciones» (Lee, P.; Compte, F.; Peralta, C, 1989, p. 73). Sus realizaciones, en el
campo arquitectural tanto privado (casas de Walter Guzmán Aspiazu, del Dr. Carlos Coello
o de Rodrigo Icaza Cornejo) como público (el Municipio de Guayaquil) demuestran las
posibilidades y la evolución creadoras de este artista durante el período 1920-1935.
42
Foto: M. S. Bock
Cuerpo de Bomberos, Compañía Independencia n° 15
Parroquia Carbo
Calle Rocafuerte 600
(1934)
Estructura hormigón
Paredes madera/ladrillo
Techo zinc
Puertas/ventanas madera/hierro
58 Por otro lado, no se debe olvidar que la burguesía guayaquileña, en razón de sus contactos
permanentes con el extranjero — numerosos inmigrantes que representan el 10 % de la
población en 1910 y viajes de estudios, de trabajo o de turismo de ecuatorianos — adopta
rápidamente nuevos estilos arquitecturales.
59 Esta influencia marca tanto a la arquitectura privada como a la pública. En el caso de las
residencias, es importante destacar, por una parte, que el estilo neoclásico adoptado tiene
numerosas connotaciones de variantes locales mientras que en el caso de los edificios
públicos, el neoclasicismo «puro» es respetado; por otra parte, el movimiento coincide
con el período de recesión que sigue a la crisis. Esta corriente ideológica corresponde
igualmente al abandono progresivo de la madera en favor de la adopción de materiales de
construcción «duros».
60 Los edificios que escogimos para ilustrar esta tendencia fueron construidos entre 1928 y
1934. Tienen todos la misma característica: dar una cierta imagen de las diferentes
funciones de Guayaquil, que se trate de la función administrativa (municipio) de la
función financiera (banco La Previsora) o de la función de representación (el Gran Hotel).
Este fenómeno demuestra el contenido simbólico y social acorde con el estilo
arquitectural escogido por la sociedad burguesa guayaquileña que detenta el poder en esa
época.
44
61 Por otro lado, todos esos edificios fueron construidos por compañías italianas lo que
tiende a demostrar la fuerte influencia en este campo de Europa en general y de Italia en
particular de 1920 a 1930. Cada edificio, sin excepción, está influido por un modelo
europeo (figura 19). El Municipio de Guayaquil, de lejos el testimonio arquitectural más
valioso del estilo neoclásico, realizado por la Compañía Italiana de Construcciones, a
partir de los planos del arquitecto Francisco Maccaferri y construido entre 1924 y 1928,
sigue un plano idéntico al de la Galería Víctor Emmanuel II de Milán — plano cuadrado
dividido en dos partes simétricas por un paso central que une a las dos calles principales
que lo enmarcan: el Malecón Simón Bolívar y la calle Pichincha —. Por otra parte, el
edificio es realzado por cúpulas esquineras que acentúan la pertenencia de este edificio al
estilo neoclásico, recordando las de San Pedro en Roma o el Panteón en París.
62 El banco La Previsora, construido entre 1920 y 1928 por la Compañía Técnica Fénix y
decorado por el arquitecto italiano Hugo Paggioni, es el único testimonio de sede bancaria
que pertenece a esta comente arquitectural clásica; este edificio marca claramente la
ruptura con los estilos anteriores; en efecto, los bancos guayaquileños, de 1880 a
1915-1920, presentan un estilo heredado de las tradiciones arquitecturales coloniales
como el banco Territorial, el banco Comercial y Agrícola, etc. A partir de los años veinte,
la arquitectura bancaria sigue esquemas clásicos particularmente influidos, en cuanto a la
organización espacial interior, por los numerosos establecimientos bancarios construidos
a inicios de siglo en Europa; el modelo de referencia es aquí el Crédit Lyonnais en París
(1908) (Pevsner, N. 1979, p. 251). El espacio interior es caracterizado por una ocupación de
doble altura en la parte central que permite a los dos pisos comunicarse visual y
espacialmente.
63 Finalmente, el Gran Hotel, construido por la Compañía Italiana de Construcciones entre
1928 y 1930 y decorado por el italiano Emilio Soro, presenta una arquitectura de conjunto
influida por los principios clásicos — homogeneidad de las fachadas moduladas por una
serie de pilastras rematadas con capiteles de volutas decorados con hoja de acanto,
simetría de alineación de las ventanas que ofrecen particularidades de detalle, etc. — que
recuerdan las construcciones del siglo XIX de Regent’s Street en Londres (Benévolo, L.,
1980, p. 68). El espacio interior, dividido por una serie de portales, está enteramente
cubierto por una estructura de hierro y vidrio según las técnicas arquitectónicas de
ciertos pabellones de exposición de Londres en 1851 o de París en 1855 (Benévolo, L., 1980,
pp. 135-159).
64 La casa del Dr. Carlos Coello, situada en la parroquia Rocafuerte y cuyo proyecto fue
presentado por Francisco Maccaferri en 1931, es un ejemplo típico del estilo neoclásico,
tanto en el plano estructural como en el plano decorativo, totalmente adoptado en
Guayaquil y que conserva variantes locales arquitectónicas y de ocupación del espacio
(fotografía n° 5). Tiene tres pisos: la planta baja, asignada originalmente a un consultorio
médico, desarrolla el sistema tradicional de portales típico de Guayaquil pero decorado
con elementos arquitectónicos claramente neoclásicos—arcos centrales de medio punto
que se asientan sobre columnas coronadas por capiteles corintios y porches rectos. La
fachada principal está adornada con balcones voladizos en cada extremo que se apoyan
en ventanas saledizas por arcos de medio punto. Los cuatro ventanales centrales están
rematados por frontones triangulares; el primer piso de la construcción está reservado a
45
Foto: M. S. Bock
Municipio
Parroquia Bolívar
Malecón Simón Bolívar (1927)
46
Foto: M. S. Bock
Banco La Previsora
Parroquia Rocafuerte
Avenida 9 de Octubre 110-118 (1925)
Foto: M. S. Bock
Gran Hotel
Parroquia Bolívar
Calle Pichincha 602
(1929)
47
Foto: M. S. Bock
65 Las primeras casas que adoptaron esquemas racionalistas o funcionalistas son construidas
en el nuevo barrio residencial del Centenario, a partir de 1925-1930, por arquitectos e
ingenieros italianos. Si bien esas casas conservan algunos elementos clásicos, es evidente
que la arquitectura residencial se orienta hacia una simplificación de las formas y hacia
un intento de composición volumétrica que modifica totalmente el aspecto de las
fachadas.
66 Entre esas construcciones, una de las más características es la de Rodrigo Icaza Cornejo
(fotografía 6) situada en la parroquia Ximena, obra de Francisco Ma-ccaferri en 1933. La
casa, construida en forma de rombo, abandona definitivamente los esquemas
tradicionales; se entra por una doble escalinata bajo un pórtico sostenido por dos
columnas simples y la fachada está totalmente desprovista de adornos. Los tres pisos,
subsuelo, área social, área de reposo, determinan la diferenciación funcional. El espacio
está organizado según un esquema vertical y no horizontal como en las casas
tradicionales de inicios de siglo. A pesar de su organización simétrica original, el diseño
interior confiere al conjunto una gran flexibilidad espacial. Las piezas principales, de
tamaño relativamente grande con relación a los modelos estudiados anteriormente, están
repartidas alrededor de un módulo central, vestíbulo en la planta baja y sala de reunión
en el primer piso. El área de servicio es muy reducida. Este fenómeno se explica ya sea por
el empleo de personal únicamente durante el día, o por la presencia en el jardín de una
construcción independiente de la casa en donde viven los empleados.
48
Foto: M. S. Bock
4 Durante los primeros años del siglo XX, la población guayaquileña crece de manera
relativamente lenta — entre 1905 y 1919 el crecimiento no supera el 0,8 % anual,
produciéndose la explosión demográfica del puerto principal durante los años veinte,
entre 1919 y 1931, el crecimiento alcanza el 2 % anual (gráfico 3).
Gráfico 3: EVOLUCIÓN DEL NÚMERO DE HABITANTES POR EDIFICIO DE 1905 HASTA 1931
5 Este fenómeno se debe, por una parte, a la disminución y posterior erradicación de ciertas
enfermedades (malaria, fiebre amarilla, etc.) que permiten un crecimiento demográfico y
una inmigración regulares que determinan el desarrollo de los barrios residenciales en
particular, y el crecimiento del conjunto de la ciudad en general. Por otra parte, a partir
de 1925, la crisis cacaotera acarrea un fuerte movimiento migratorio de trabajadores
agrícolas expulsados de las plantaciones, hacia la ciudad de Guayaquil. Este fenómeno
demográfico tiene profundas repercusiones en la evolución de la construcción entre 1919
y l931. En efecto, hasta inicios de los años veinte:
su arquitectura se mantiene similar a la de la época colonial. Funcional y
formalmente, la arquitectura se relacionaba con la calle a través del soportal,
característica que se desarrolló en la cuadrícula urbana en las tierras bajas
dominadas por el manglar, y al mismo tiempo, combinaba las actividades de
vivienda y comercio (Lee, P.; Compte, F.; Peralta, C, 1989, p. 10).
6 El modernismo, que se difunde a partir de los años veinte y más aún durante los años
treinta, está fuertemente influido por las modas exteriores y se caracteriza por la
vulgarización de la utilización del cemento y de nuevas técnicas de construcción; este
período marca el final de la arquitectura llamada tradicional.
53
7 Los gráficos 4, 5 y 6, elaborados a partir del procesamiento de los datos de 1919 y 1931,
permiten distinguir tres grupos de parroquias. Por una parte, la baja tasa de crecimiento
de las parroquias Rocafuertey Bolívar (3,8 % y 4,8 % respectivamente) se explica por el
hecho de que constituyen los sectores más antiguos de la ciudad que cuentan con el
mayor número de manzanas construidas. En los dos casos, la densidad de construcción
(número de edificios por manzana) alcanza un umbral cercano a la densificación (12,5 %
en la parroquia Bolívar y 10,6 % en la Rocafuerte); en la parroquia Bolívar, el número de
viviendas por edificio, cercano al promedio de la ciudad (gráfico 6) se explica por la
presencia de gran cantidad de locales destinados a comercios o servicios varios. En lo que
respecta a la parroquia Rocafuerte, es interesante señalar que numerosas manzanas no
construidas, a veces no delimitadas o previstas para la construcción de equipamientos,
pertenecen al Municipio, sin contar las que son propiedad del Ferrocarril a la Costa. Este
fenómeno permite explicar, en parte, la mayor densidad residencial (número de viviendas
por manzana) en la ciudad.
8 Por otro lado, la densificación de parroquias relativamente antiguas como Olmedo y
Carbo — tasa de crecimiento de las construcciones entre 1919 y 1931: Carbo, 14,5 %;
Olmedo, 14,2 % — se explica por los siguientes factores: Olmedo, la parroquia menos
extensa de la ciudad, tiene una baja densidad de manzanas no construidas (7 %) de las
cuales la mitad no están aún delimitadas, y presenta una decena de construcciones. La
presencia de tres quintas (Pareja, Medina y Rendón) cuyos terrenos no están lotizados, al
interior de la parroquia Carbo, explica que sólo el 63,4 % de las manzanas estén
construidas. Esta falta de terrenos a construirse determina a la vez una densidad
residencial cercana al promedio urbano en 1931 y un elevado porcentaje de
construcciones por manzana (11,3 %) el mayor después del de la parroquia Bolívar, sector
de hábitat y de actividad más antiguo del puerto principal. Finalmente, podemos destacar
el caso particular de las parroquias de reciente creación, Ayacucho y Ximena—agrupadas
en el gráfico 4 en razón de la falta de datos relativos a la parroquia Ximena debido a su
54
creación en 1930 — que se caracterizan por una baja densidad de construcción (Ximena
5,5 % y Ayacucho 8,3 %) y consecuentemente por una reducida tasa de viviendas por
edificio.
11 Las figuras 21 y 22, elaboradas a partir de los datos extraídos del censo de la construcción
de 1931, permiten destacar dos fenómenos. Por una parte, se pueden caracterizar dos
tipos de parroquias en función de los materiales de construcción utilizados: aquél en el
que la tendencia «tradicionalista» es marcada (utilización de la caña) y aquél que tiende a
la consolidación morfológica (utilización del cemento). Por otra parte, es posible, a través
55
12 En base a este primer grupo, constituido por las parroquias Carbo, Olmedo, Ayacucho y
Ximena, se puede constatar lo siguiente: el número de casas construidas en caña es, a
nivel espacial, inversamente proporcional al número de las construidas en madera,
mientras que las construcciones mixtas se mantienen a un nivel relativamente bajo. Por
otro lado, estas parroquias urbanas, situadas en la periferia, permiten comprobar la
oposición centro-periferia evocada anteriormente.
13 Las dos parroquias representativas de la mayor oposición caña-madera, Ximena (caña,
77 % y madera, 14 %) y Carbo (caña, 69 % y madera, 21 %) son las más alejadas del centro.
Siendo los sectores más extensos de la ciudad, se caracterizan por una fuerte proporción
de locales de habitación con relación a los reservados a las actividades; las unidades de
habitación representan el 80,8 % del total de los locales en la parroquia Ximena y el 82 %
en la parroquia Carbo (Revista Municipal, n° 62, octubre de 1931 y n° 1, enero de 1932). Sin
embargo, estas dos parroquias tienen densidades de construcción totalmente opuestas; la
parroquia Ximena presenta 26,6 unidades de habitación por manzana mientras que en la
parroquia Carbo esta cifra es de 47,9 (Revista Municipal, n° 60, agosto de 1931 y n° 61,
septiembre de 1931). La reciente creación de la parroquia Ximena, que alberga numerosos
espacios vacíos y nuevos barrios obreros, y la falta de terrenos a construirse en la
parroquia Carbo — pocos espacios vacíos y elevado precio de los terrenos — evocadas
anteriormente explican estas diferencias e incitan a los habitantes a construir de manera
provisional y económica, es decir en caña.
14 Las otras de las dos parroquias que pertenecen a este grupo, Ayacucho y Olmedo,
constituyen los dos grandes sectores industrializados de la ciudad. Su función explica la
presencia de barrios obreros como el barrio Villamil, en el caso de Olmedo y numerosas
construcciones en caña determinan una fuerte densidad residencial — 36,7 en la
parroquia Ayacucho y 49 en la Olmedo (Revista Municipal, n° 60, agosto de 1931 y n° 61,
septiembre de 1931) —. Es igualmente interesante subrayar que en el caso de la parroquia
Olmedo, la más cercana al centro, la oposición caña-madera es moderada; en efecto, la
utilización de madera (35 %) aunque mantiene un porcentaje inferior al empleo de la caña
(58 %) sigue siendo ligeramente superior al promedio de la ciudad (33,4 %).
56
15 Este segundo grupo, constituido por las parroquias Bolívar y Rocafuerte, permite destacar
la siguiente tendencia: el número de edificios construidos en madera (50 % en la
parroquia Bolívar y 61 % en la Rocafuerte) es claramente superior al promedio de la
ciudad (34,4 %). Por otro lado, el número de construcciones realizadas con materiales
mixtos se estanca y parece ceder directamente el paso a la utilización del cemento que se
incrementa, sobre todo en la parroquia Rocafuerte (3 %). Las parroquias Bolívar y
Rocafuerte constituyen el sector central de la ciudad, el núcleo inicial de la misma y se
caracterizan por fuertes densidades de población tanto residencial como activa. En efecto,
desde mediados del siglo XIX, este sector constituye el gran barrio mixto de la ciudad en
donde se ubican los comercios más lujosos y las residencias de las categorías acomodadas
de la población, es decir de la burguesía agro-exportadora guayaquileña. A partir de los
años veinte, el carácter mixto de las actividades se ve reforzado por la progresiva
instalación de servicios tanto públicos como privados y por la construcción de numerosos
monumentos.
16 Se deben señalar dos excepciones al esquema descrito anteriormente: en primer término,
el porcentaje de construcciones en cemento de la parroquia Ximena (2 %) es superior al
promedio de la ciudad (1,7 %) situación que corresponde a la creación del nuevo barrio
acomodado del Centenario; en segundo lugar, el porcentaje nada despreciable de
construcciones de zinc (2 %) que caracteriza a la parroquia Carbo y se explica por el gran
número de bodegas situadas en ese sector.
58
19 Los talleres están dispersos en toda la ciudad, sin embargo, su número es ligeramente
superior en las parroquias de la periferia cercana (parroquias Carbo y Olmedo): 47 en la
parroquia Carbo y del centro, 38 en la parroquia Bolívar y 34 en la parroquia Rocafuerte
frente a 24 en la parroquia Ximena. Las bodegas de materiales de construcción pesados y
voluminosos — madera, cemento, etc. — están situadas en la periferia, 14 en la parroquia
Ximena de un total de 32 en toda la ciudad; las demás están dispersas en las diferentes
parroquias. En cuanto a las fábricas — aserraderos, fábricas de muebles, etc. — que
requieren más espacio que las otras actividades, se ubican en la periferia; su localización
determina a menudo el origen de la formación de barrios populares.
22 La figura 24, relativa a la distribución de cada actividad por parroquia con relación al
total en el conjunto de la ciudad, permite diferenciar el tipo o los tipos de actividades en
función de las parroquias, centrales o periféricas, y destaca la preponderancia del centro
— parroquias Bolívar y Rocafuerte.
23 El estudio del sector industrial — en el cual se reúnen los siguientes rubros: los talleres,
las bodegas y las industrias o fábricas — posibilita una clara distinción entre el centro y la
periferia. En efecto, el núcleo central acoge principalmente talleres (gráfico 8) — 61,5 %
en la parroquia Rocafuerte y 55,8 % en la parroquia Bolívar — mientras que en la periferia
se concentran la mayoría de bodegas e industrias (gráficos 9 y 10); los talleres situados en
el centro corresponden a actividades «ligeras» que ocupan poco espacio como la joyería,
la plomería, el enmarcado y la confección; las pocas bodegas localizadas cerca del centro
están destinadas únicamente a productos alimenticios. Es sin embargo importante
diferenciar la periferia cercana de la periferia alejada, más reciente, con relación al
centro. En la primera se ubican sobre todo grandes bodegas (54 % en la parroquia Carbo y
41,8 % en la parroquia Olmedo) y talleres (42,7 % en la parroquia Carbo y 54,3 % en la
parroquia Olmedo); estos últimos están vinculados a actividades «pesadas» como la
ebanistería y la carpintería de obra, la fundición, la mecánica, que requieren más espacio.
63
Gráfico 8: TALLERES
Gráfico 9: BODEGAS
25 Por otra parte, el porcentaje de comercios alimentarios es más elevado en las parroquias
periféricas (gráfico 11); la parroquia Carbo alberga el 77,2 % de los comercios
alimentarios, la Olmedo 68,6 %, la Ayacucho 65 % y la Ximena 82,l %, mientras que la
Rocafuerte no acoge sino el 46,5 % y la Bolívar 44,3 %.
26 El centro se especializa sobre todo en los comercios no alimentarios (gráfico 12) —
comercios «exclusivos» y de lujo — (53,5 % en la parroquia Rocafuerte y 55,9 % en la
Bolívar) que corresponden a los almacenes de ropa y artículos de recreación de lujo,
mientras que la periferia ofrece productos locales y artículos de segunda mano, y dispone
de un gran número de escaparates. Los comercios alimentarios del centro corresponden
casi siempre a las tiendas especializadas en productos importados (conservas, licores,
66
etc.) mientras que los de la periferia ofrecen en general productos nacionales de consumo
corriente.
27 La figura 24 permite constatar que el número de servicios disminuye progresivamente del
centro hacia la periferia. Por otro lado, los gráficos 13, 14 y 15 destacan ciertos matices al
interior de los diferentes tipos de servicios ofrecidos a la comunidad urbana. Los
equipamientos de distracción, las actividades culturales y los establecimientos sociales
están distribuidos de manera relativamente regular en toda la ciudad; sin embargo, se
observa, en el caso de las asociaciones diversas, los pequeños restaurantes, los salones de
baile, etc., una localización preferencial en la periferia cercana; las federaciones
deportivas, los clubs frecuentados por la burguesía, los teatros, las salas de cine y las
infraestructuras hoteleras se ubican en cambio principalmente en el centro.
28 Las funciones de decisión privada y pública representadas por los edificios públicos, los
bancos y las oficinas, están muy centralizadas (7 % en la parroquia Roca-fuerte frente a
0,8 % en la parroquia Ayacucho y 0 % en la parroquia Ximena). Las diversas compañías de
transporte, de seguros, etc. están localizadas en la periferia cercana, esencialmente en la
parroquia Carbo.
32 Las actividades portuarias y las empresas vinculadas al resto del mundo constituyen la
rama de las instalaciones e infraestructuras portuarias así como de las importaciones y
exportaciones; esta categoría incluye igualmente los servicios diplomáticos y las diversas
representaciones extranjeras. Las principales parroquias en que se localizan tales
actividades son las que acondicionadas apropiadamente como Carbo y Bolívar, al igual
que la parroquia Rocafuerte caracterizada por una fuerte concentración de sociedades
que representan a compañías nacionales y extranjeras de importación y exportación.
33 El cuadro de síntesis de las actividades en Guayaquil en 1931 (cuadro 2) confirma la
tendencia de oposición centro-periferia desarrollada a todo lo largo de la segunda parte
de este estudio. A pesar de las excepciones observadas en determinados sectores de
actividad, el centro concentra la mayoría de las actividades económicas. Por otro lado, es
allí en donde el número de actividades por hectárea es más elevado, alcanzando 16,2 en la
parroquia Bolívar y 13,5 en la parroquia Rocafuerte. Esta concentración disminuye
progresivamente a medida que nos alejamos del núcleo central, siendo tales cifras de 4,9 y
3,3 (valores promedio) en las parroquias Ayacucho y Ximena respectivamente, fenómeno
estrechamente ligado al desarrollo planificado de los barrios residenciales hacia el Sur y
el Oeste de la ciudad.
41 A inicios de los años treinta, las actividades comerciales, en número de 1.929, constituyen
el sector económico más desarrollado de la ciudad conjuntamente con el de los talleres,
en número de 1.260. El barrio comercial está situado en el núcleo central — parroquias
Bolívar y Rocafuerte — y alcanza su mayor densidad entre las calles Colón al Sur, P. Icaza
al Norte, Pedro Carbo al Oeste y Malecón Simón Bolívar al Este (figura 25). Las ocho
manzanas situadas en la parroquia Bolívar albergan 191 comercios — es decir el 10 % del
total de la ciudad — y las nueve manzanas de la parroquia Rocafuerte, 186, es decir el
9,6 %. El promedio de los comercios por manzana en la parroquia Bolívar es de 23,8
mientras que en la parroquia Rocafuerte es de 20,7. En los dos casos, estas cifras son muy
superiores al promedio del conjunto de las dos parroquias: 5,6 en Bolívar y 3,2 en
Rocafuerte. Es entonces evidente que las actividades comerciales están marcadas
historicamente por una fuerte segregación espacial.
72
44 A fines del siglo XIX, hacia 1880, llegan los primeros migrantes de Siria y del Líbano. Esta
migración prosigue de manera sostenida durante la Primera Guerra Mundial y hacia 1930,
esta colonia representa aproximadamente 800 personas de las cuales el 90 % son de
nacionalidad libanesa; son comerciantes y pertenecen a las categorías medias. En esa
época, viven cerca del centro, en los barrios de las categorías medias bajas. Se
especializan sobre todo en el comercio de textiles (lana, seda y lino) para la confección de
ropa femenina, y en la venta de artículos de fantasía (carteras, encajes, perfumes,
adornos). Sus actividades se extienden poco a poco a la rama de la confección para
hombres (camisas, trajes, etc.). Durante los años treinta, el sector de la confección
(talleres y almacenes) para hombres y mujeres está casi exclusivamente en manos de los
sirios y los libaneses. Entre los primeros importadores de textiles que se instalaron en
Guayaquil, podemos citar las casas Sarquiz y Hanze, J.E. Bucaram y hermanos, la casa siria
de los hermanos Cattan (fotografía 7) etc. Los chinos inmigran también tempranamente al
Ecuador — su número se incrementa particularmente durante los años veinte — en donde
abren sobre todo pequeños comercios destinados a la venta de artículos para mujer: telas
bordadas, cintas, encajes, perfumes, etc.
45 Hacia 1910, llegan los últimos inmigrantes españoles. Esta segunda ola está constituida
por habitantes del Nordeste de España, de Cataluña principalmente, que traen consigo su
experiencia comercial. En pocos años aparecen los comercios de importación y los nuevos
almacenes: bazares que ofrecen una gran variedad de artículos importados, salones de té,
talleres de calzado y de cuero. Es el período de prosperidad de las casas Sola, Madinyá,
Puig y otros, que se integran rápidamente a la actividad comercial guayaquileña en esas
diferentes ramas. Este proceso se observa igualmente a menudo en las pequeñas ciudades
de Africa: caso de los libaneses, sirios o griegos en Zaire y es el caso de los italianos en
Etiopía. Entre los propietarios de estos grandes almacenes, algunos comenzaron con uno
pequeño de barrio que, a lo largo de los años, prosperó hasta convertirse en una
verdadera casa importadora y exportadora. Es en especial el caso del español Pedro
Maspons, venido de Cataluña y que inició su actividad comercial con un pequeño almacén
de productos alimenticios, conservas y vinos, similar a numerosos comercios españoles o
italianos de los años diez y veinte. En ese pequeño almacén, Maspons vendía igualmente
café tostado en una tostadora manual y molido inicialmente con un molino eléctrico. Las
ventas aumentaron progresivamente, efectuando la casa Maspons y Cía. su primera
exportación en 1914 con destino a Barcelona. Hacia 1920, exporta a España y Chile y en
1925, se transforma en Compañía de Intercambio y Crédito, exportando el 85 % de la
producción de café (fotografía 8).
46 Además del sector alimentario, la colonia española abre almacenes en los campos de la
papelería, la imprenta, la juguetería, etc. Pedro Janer posee grandes almacenes que
ofrecen una gran variedad de libros, diccionarios y material de papelería en general,
distribuyendo además revistas americanas, máquinas de escribir Underwood y artículos
fotográficos Kodak.
75
47 La figura 25, a pesar de que no fue posible hacer figurar en color liso los comercios
españoles e italianos pues algunos están situados en las mismas manzanas que los de los
comerciantes de origen chino, sirio y libanés, permite localizar espacial-mente a estas
diferentes nacionalidades de comerciantes al interior del espacio urbano central, y
percibir dos tendencias. Por una parte, las comunidades de comerciantes españoles e
italianos ocupan el conjunto del barrio comercial, siendo las manzanas más densamente
ocupadas las que bordean a las calles Pichincha, Pedro Carbo y Chile. La calle Pichincha es
particularmente representativa de los sectores de la confección (almacenes de calzado,
talleres de moda, vendedores de sombreros) de los comercios no alimentarios y los
servicios «exclusivos» (bazares, joyerías, papelerías, salones de belleza y perfumerías
como «La Parisienne» de J. Palacios Torres); este gran salón de belleza emplea personal
numeroso y calificado; las paredes del almacén están llenas de estanterías de madera
maciza y de vitrinas destinadas a presentar los últimos productos de belleza importados.
Las tiendas finas están igualmente bien representadas. Todos estos comercios siguen en
general el mismo modelo (estructura y decoración interior): un almacén alargado en el
que están instaladas, de un lado y otro de una especie de pasaje central, estanterías en las
que se exponen los diferentes abarrotes. Una parte del almacén sirve de bodega para los
sacos de granos y cerca de la entrada existe un mostrador de madera, a menudo tallada,
cerca del cual están dispuestos cajas y canastos que ofrecen productos frescos, por unidad
o por peso. Los bazares de gran renombre están localizados en el Malecón Simón Bolívar,
en los lugares «estratégicos», como los comercios Durán y Cía. y Ribas y Cía., situados en
la planta baja del Gran Hotel París. En las calles Pedro Carbo y Chile se localizan sobre
todo comercios de barrio como las tiendas de productos corrientes, las confiterías y las
panaderías, los despachos de alcoholes, las carnicerías y, por otro lado, un gran número
de pequeños talleres de confección y de zapatería.
48 Por otro lado, las comunidades de comerciantes chinos, sirios y libaneses,
geográficamente agrupadas, ocupan principalmente las manzanas más comerciales, al
borde del Malecón Simón Bolívar y de la calle Pichincha. Es importante subrayar que
como consecuencia de este «frente» de comercio de lujo, se implanta, en transición, un
sector de comercios de barrio a menudo regentados por ecuatorianos.
49 El inicio del siglo XX corresponde a la aparición de los comercios alimentarios. Las tiendas
venden artículos alimentarios nacionales al por menor y son generalmente regentadas
por migrantes de la Sierra. Tales actividades están vinculadas a la pequeña artesanía —
carpinterías, ferreterías, vidrierías, etc., a las ferreterías de barrio —. Es importante
señalar que esos comercios alimentarios y servicios cuotidianos están exclusivamente
relacionados con los barrios, y por lo tanto se encuentran dispersos en el seno del espacio
urbano, siendo difíciles de cartografiar. Esta integración de una parte de la población
nacional al círculo comercial guaya-quileño demuestra una reorientación en la actitud de
los ecuatorianos; abrir un comercio alimentario o un taller de confección ya no es
considerado como una actividad degradante. Durante los años treinta, impera un
verdadero entusiasmo por el trabajo mercantil en todas las clases sociales, ambiente
favorecido por el desarrollo de los vínculos comerciales Sierra-Costa. Además, se debe
señalar que las clases sociales acomodadas del Ecuador dominan el gran comercio
internacional durante todo el período cacaotero.
76
Barrios residenciales
54 El barrio está constituido inicialmente por una unidad social que engendra a menudo una
uniformización de la arquitectura; es entonces un «sector» sociológicamente distinto,
único con relación a los otros barrios de la ciudad. Si bien la noción de barrio siempre ha
existido en Guayaquil, el acelerado crecimiento urbano a partir de los años veinte da
lugar a la formación de nuevos barrios fácilmente identificables.
55 Durante los años treinta, se pueden identificar dos tipos de barrios residenciales en
Guayaquil. Por una parte, los de vocación plurifuncional, en general antiguos, y por otra,
los de vocación unifuncional, exclusivamente residenciales, que pueden ser antiguos o
recientes. La elección del criterio de funcionalidad es completada mediante una distinción
a nivel de los límites externos del barrio; estos pueden estar claramente marcados —
límite topográfico, arterias principales, etc. — o ser indefinidos e inciertos. El barrio visto
del interior puede igualmente dar una impresión de unidad de conjunto debida a un estilo
arquitectural definido, incluso si a veces esa uniformidad general es rota por «sub-
barrios» que parecen idénticos a primera vista pero que comportan diferencias más
sutiles. Por otro lado, ciertos barrios llevan nombres que los identifican desde hace
tiempo, mientras que otros, perfectamente uniformes desde todo punto de vista, son
conocidos con el nombre general de barrio industrial, barrio del centro, ect.
56 A fin de visualizar estos datos, se elaboró un cuadro sintético que reúne las diferentes
formas de barrios existentes en Guayaquil durante los años treinta (figura 26) así como un
mapa (figura 27). No pretendemos «dividir» la totalidad del espacio guayaquileño en
barrios perfectamente individualizados y homogéneos; el mapa no representa sino los
barrios que pudieron ser identificados como tales.
Elaboración : M. S. Bock
59 Otro ejemplo de barrio residencial vinculado a una actividad es el del barrio Villamil,
situado a lo largo de la calle Eloy Alfaro, al borde de la zona industrial. En su parte norte,
es antiguo, y se originó en el famoso barrio del Astillero (nombre ligado precisamente a
esa actividad). Su extensión siguió a la de la ciudad, trasladándose progresivamente las
industrias y bodegas hacia la periferia sur. El barrio Villamil, muy antiguo, afronta
numerosos problemas de higiene y de inseguridad. Las calles son estrechas y su trazado es
irregular; las casas antiguas y vetustas — algunas están aún construidas de caña —
(fotografía 10) constituyen un verdadero peligro para la salud de sus habitantes y son
afectadas periódicamente por los incendios. Las construcciones no están alineadas
regularmente con relación a la calle y no todos los portales respetan la altura
reglamentaria. Es por ello que la Comisión de Obras Públicas presenta en agosto de 1928
un proyecto de renovación de este barrio. Por una parte, propone el ensanchamiento de
las calles, en particular de la Eloy Alfaro que constituye el eje más importante de
circulación de los productos industriales; no se debe olvidar, en efecto, que esta vía, así
como la avenida Olmedo, unen directamente los muelles del puerto al corazón de la
ciudad. Por otra parte, el proyecto prevé la expropiación de ciertas manzanas insalubres a
fin de facilitar la extensión de los muelles de la aduana. Además, es importante ofrecer a
los viajeros que llegan del extranjero una imagen seductora de Guayaquil; es con esta idea
que se emprenden los trabajos de restauración de la avenida Olmedo, futuro gran eje
urbano de penetración (Revista Municipal, n° 24, agosto de 1928, pp. 40-42) (figura 29).
81
62 Se pueden citar dos tipos de barrios socialmente distintos: por una parte, los reservados a
la clase acomodada, y por otra, los que acogen a los menos favorecidos. Entre los barrios
83
Barrios de actividades
66 En lo que respecta a los barrios de actividades, la división es mucho más fácil de efectuar.
No abordaremos nuevamente los comercios, la artesanía y los servicios que corresponden
al barrio del centro, ya analizado en el marco de la plurifuncio-nalidad residencia-
comercio-artesanía. Señalaremos simplemente que las parroquias centrales de Bolívar y
Rocafuerte reúnen a las manzanas de mayor densidad comercial (figura 28).
67 Otros dos barrios son fácilmente identificables: el de las industrias y el de las actividades
portuarias. El primero se sitúa a lo largo del río con una tendencia progresiva a la
extensión hacia el Sur de la ciudad. En él se localizan principalmente bodegas e industrias
«pesadas». El segundo se concentra alrededor de los muelles, encontrándose su extensión
máxima en la parroquia Carbo. Ahí están concentradas las oficinas de la aduana, las casas
importadoras-exportadoras, etc.
84
1 Como ya lo señalamos en el segundo capítulo (gráfico 3), durante los años veinte,
Guayaquil experimenta un crecimiento demográfico sostenido, que se acelera a partir de
1935 (Rojas, M.; Villavicencio, G., 1988, p. 181-182). El gráfico 16 demuestra que el
crecimiento se acompaña de un desarrollo regular de las construcciones. Esta evolución
es, sin embargo, marcada por una ruptura en 1905 debida a los desastrosos incendios que
afectaron a la ciudad en 1896 y en 1902; en 1905, se censan 3.723 construcciones, mientras
que la ciudad contaba con 4.266 en 1895 (Revista Municipal, n° 3, marzo de 1932, p. 115).
...enfebrerodel896 ya fueron 12 manzanas, al Sur de 10 de Agosto y al Oeste de
Pichincha, que desaparecieron; esta vez las pérdidas ascendieron a más de S/.
5’000.000 y 8.000 guayaquileos quedaron sin hogar (El Intransigente, Quito,
13/11/1896 in Estrada Ycaza, J., 1972, p. 54).
El «Incendio Grande» del 5 y 6 de octubre del mismo fatídico año de 1896, arrasó
con 89 manzanas al Norte de la calle Aguirre (más tres manzanas al Sur, entre Chile
y Boyacá). Las 1.200 casas que se quemaron dejaron en la calle a otros 25.000
guayaquileños; los daños se estimaron en S/. 18’000.000 (Estrada Ycaza, J., 1972, p.
54).
87
2 Esta evolución del espacio construido se traduce en una extensión regular del área urbana
que se caracteriza por un incremento del número de manzanas construidas y no
construidas. Por otro lado, el estudio de la composición del espacio social destaca una
ruptura, hacia 1920-1925, debida a la emergencia del antagonismo de varias clases
sociales — consecuencia de la crisis cacaotera — que se manifiesta a nivel de la evolución
del espacio urbano a través de la acentuación de la segregación al interior de la ciudad.
Esta segregación no dejará de acentuarse tanto por las diferenciaciones arquitecturales
muy marcadas como por la diversificación de los modos de vida, de las distracciones y de
las costumbres. Estas dos orientaciones presentadas en la tercera parte de nuestro estudio
permiten bosquejar la «imagen» evolutiva de la ciudad de Guayaquil de 1900 a 1940.
El proyecto New-Guayaquil
La ordenanza de 1929
12 El problema del saneamiento de Guayaquil es antiguo; data de fines del siglo XIX — la
primera licitación para obras de aducción de agua potable es lanzada en 1884 y en 1887 se
inician las obras destinadas al abastecimiento de agua potable, que se inauguran en 1892
(Rojas, M.; Villavicencio, G., 1988, p. 85) — y se agrava con el crecimiento espacial y
demográfico. Las primeras obras destinadas a extender la red de agua potable a inicios del
siglo revelan rápidamente una insuficiencia de ese servicio, y a pesar de las proyecciones
91
de la empresa White, que no reposan sobre ninguna base científica, las obras previstas
para multiplicar las instalaciones de distribución y mejorar el abastecimiento no son
emprendidas; además, no se toman en cuenta las pérdidas de carga. Por otro lado, desde
1922, los habitantes ya no disponen sino de 12 horas diarias de servicio, etc. Finalmente,
las mejoras y la extensión de la red efectuadas por la empresa White no hacen sino
acentuar los fenómenos segregativos:
La Compañía White ha efectuado durante este último mes, 205 conexiones a la
nueva tubería de agua potable. La mayor parte de ellas están colocadas en las
propiedades del «Malecón», y algunas otras en diferentes partes de la ciudad.
Además, con el personal de esta dependencia, se han instalado cuatro fuentes
públicas para beber agua, las cuales fueron adquiridas por el Club Rotario. Estas
piletas están colocadas en los siguientes lugares: parque «Bolívar», parque «Sucre»,
parque «Colón» y parque «Juan Montalvo» (Revista Municipal, n° 22, junio de 1922, p.
44).
13 Las obras de relleno no son planificadas a mediano o largo plazo; están localizadas en el
centro, alrededor de las plazas y de los mercados principalmente. El relleno de la quinta
Pareja, cuyos terrenos lotizados se destinarán a las clases medias, y de las manzanas
situadas al Noroeste de la ciudad, obras terminadas a inicios de los años treinta,
constituye la única realización de envergadura.
14 Sucede lo mismo con los revestimientos de las calzadas. Es interesante citar algunos
ejemplos de realizaciones consignadas en la Gaceta Municipal: revestimiento de 15.000 m2
de vía pública en 1905 (Gaceta Municipal, n° 1.124, enero de 1906, p. 16); revestimiento de
la calle Pichincha, eje urbano de gran circulación esencialmente comercial, inaugurado en
mayo de 1927 (Revista Municipal, n° 16, diciembre de 1927, p. 29); reparación de las
calzadas del boulevard 9 de Octubre, de las calles adyacentes a la Plaza del Centenario, de
la parte central de la calle Chimborazo y del Malecón, del tramo central de las calles
Aguirre y Luque y de la avenida Eloy Alfaro (Revista Municipal, n° 16, diciembre de 1927, p.
16). Estos pocos ejemplos permiten demostrar, una vez más, el interés casi exclusivo de
las autoridades municipales por el mejoramiento de los barrios centrales, en detrimento
de los barrios periféricos o más recientes, en general residenciales y ocupados por las
clases medias o desfavorecidas y que no siempre cuentan con infraestructuras básicas de
buena calidad.
92
Fuentes: Obras Públicas Municipales, Plano general de la ciudad de Guayaquil, Consejo Cantonal de
1928.
Ordenanza municipal de 1929.
Rojas, M.; Villavicencio, G., 1988, p. 60-65.
Elaboración: M. S. Bock.
93
15 Hay que señalar que, a fines de los años veinte, las obras emprendidas en el campo del
saneamiento están muy por debajo de las necesidades de una ciudad de 92.000 habitantes,
y que Guayaquil presenta la imagen de una «ciudad sin luz y sin canalización» (La Nación,
15/05/1927, in Revista Municipal, n° 7,mayo de 1927, p. 31).
Embellecimiento y ornamentación
Fuente: Proyecto del nuevo Malecón de J. F. Lince, Gaceta Municipal, 4° trimestre de 1906, pp.
418-420.
22 Estos programas son representativos del manejo y del poder en manos de las élites
comerciantes y patrióticas, apenas preocupados por el bienestar de la población y cuyo
objetivo principal es destacar su ideal de clase burguesa y una cierta «imagen» favorable
de la ciudad. Las principales realizaciones desembocan así en una acentuación de la
segregación, mientras que los proyectos que se revelarían realmente útiles para el
bienestar y la salubridad del conjunto de la población fracasan sistemáticamente.
32 Hasta 1920, Guayaquil es casi exclusivamente una ciudad mercantil y arte-sanal, siendo
las actividades estrictamente industriales, situadas al Sur a lo largo del río Guayas, muy
puntuales y reducidas. Su arquitectura refleja a la vez la tradición colonial y los aportes
europeos nacidos de los intercambios que revelan la vocación portuaria original de la
ciudad y las componentes socio-económicas. En función de esos criterios, se pueden
distinguir tres tipos de sectores prácticamente autónomos sin ninguna o con muy poca
comunicación entre ellos:
• el barrio residencial burgués, de arquitectura tradicional de madera influida por los modelos
neoclásicos europeos y de vocación comercial y administrativa, y el barrio residencial de las
clases medias, de arquitectura tradicional de madera pero de lenguaje arquitectónico menos
rico que el anterior y de vocación comercial y artes-anal, representativos de una estructura
aureolar y por lo tanto asimilables;
• el barrio de hábitat obrero, de arquitectura tradicional de madera o de caña y de vocación
industrial.
Elaboración: M. S. Bock
Figura 38: COMPOSICION DEL ESPACIO SOCIAL DE UNA CASA BURGUESA ENTRE 1900 Y 1920
Elaboración: M. S. Bock
34 El barrio residencial de las clases medias tiene límites más confusos; es a veces difícil
decir exactamente en dónde se termina. Se desarrolla de manera semi-concéntrica con
relación al primero y las manzanas más cercanas al río están densamente pobladas. Estas
características se hacen más esporádicas a medida que nos alejamos hacia el Oeste. El
lenguaje arquitectónico utilizado por esta categoría social es básicamente el mismo que el
de las residencias burguesas que sirve de referencia, pero el tamaño de las casas y el
número de piezas son menores; las decoraciones exteriores desaparecen y las fachadas
son mucho más sobrias. En el centro, la planta baja, situada bajo los portales, está a
menudo ocupada por los almacenes, pero estos ceden a veces lugar a talleres en la parte
trasera en donde se confeccionan los productos que son ofrecidos a la venta en la parte
del local que da a la calle y está acondicionada para el efecto. En todos los casos, el lugar
de residencia está completamente asimilado al lugar de trabajo.
35 El barrio de hábitat obrero está muy integrado a las actividades industriales. En esa época,
las principales se desarrollan bajo la forma de pequeñas fábricas. Casi siempre en las
manzanas adyacentes, la población construye casas tradicionales de madera o de caña,
cuyo costo es menos elevado. Sus habitantes viven en un espacio organizado desde hace
tiempo atrás y que constituye su «marco de vida» basado en relaciones con el medio.
Estas relaciones se apoyan en elementos de carácter espacial-temporal (Rougerie, G.,
1975, p. 44); han conseguido imponer, en esta porción de espacio, sus ritmos de vida y de
trabajo.
Figure 39: INTENTO DE MODELIZACION DE LA DIFERENCIACION DE LOS SECTORES CON RAYO DE
INFLUENCIA RESTRINGIDO Y EXTENDIDO
104
Elaboració: M. S. Bock
36 A partir de los años veinte, aparecen nuevas formas urbanas debidas, en gran parte, a los
trastornos económicos (crisis de 1925). Es la época en que nacen barrios socialmente bien
definidos y perfectamente identificados arquitecturalmente (figura 37 b).
37 El barrio central se transforma en el lugar de residencia de las clases medias y populares
que reemplazan progresivamente a la burguesía alquilando sus antiguas residencias
subdivididas. El centro, que se degrada muy rápidamente por falta de medios para
mantener esas grandes residencias, es el lugar privilegiado de instalación temporal de los
nuevos migrantes, constituyendo un hábitat de espera. A partir de 1925, este barrio no
conserva de su época de prosperidad sino el aspecto comercial y administrativo. Las
clases sociales que lo habitan mantienen el esquema de lugar de residencia-lugar de
trabajo y viven principalmente de actividades informales que les permiten ahorrar los
gastos de transporte.
38 El barrio residencial de las clases medias, que constituye la segunda aureola, se modifica
apenas y continúa viviendo de manera relativamente autónoma. Unicamente los nuevos
artesanos empleados en talleres, eligen domicilio ya sea en el centro tugurizado o en los
nuevos barrios periféricos.
39 La burguesía huye del centro, densificado y en vías de deterioro, para instalarse al Sur de
la ciudad en el nuevo barrio del Centenario. Los empleados domésticos siguen a sus
patrones y continúan generalmente viviendo en las casas burguesas, aunque algunos
optan por un lugar de residencia fuera de ese barrio. Nos encontramos entonces frente a
desplazamientos cuotidianos de un nuevo tipo: barrio burgués-centro y suburbio o
centro-barrio burgués.
105
42 La ciudad no existe sino por el papel que juegan los diferentes sectores o barrios en su
funcionamiento interno. Varios sectores pueden cumplir una misma función pero un solo
sector puede igualmente agrupar varias funciones (Ledrut, R., 1979, p. 145). Esto permite
distinguir los sectores monofuncionales, casi siempre de radio de influencia restringido, y
los sectores multifuncionales, en general de un radio de influencia ampliado, y establecer
su modelización (figura 39 a). Escogimos representar estos fenómenos en 1909 y en 1939
pues esos años corresponden a aquellos sobre los cuales pudimos reunir la mayor
cantidad de datos.
43 Son los sectores cuya función tiene una influencia limitada en el resto de la ciudad y que
interesan casi exclusivamente a una parte de los habitantes (figura 39 a). Es el caso de los
barrios residenciales monofuncionales como Las Peñas al Norte, en 1909 y en 1939) el
Centenario y el Suburbio en 1939. Estos sectores ofrecen a sus residentes actividades de
barrio, casi siempre de tipo comercial, relativamente restringidas, bajo la forma de
tiendas, droguerías, panaderías, etc; estas se agrupan, en general, a lo largo de una calle
principal o alrededor de una plaza. Es igualmente el caso del sector industrial que, a
partir de 1920, ve atenuarse y luego desaparecer su función residencial, que se desplaza a
nuevos barrios periféricos formando enclaves residenciales reservados a la población
obrera. Dicho sector ya no ofrece entonces servicios cuotidianos a la gente que viene a
trabajar en él.
44 Son lo sectores que poseen una o varias funciones bien identificadas o muy especializadas.
Su radio de acción es entonces mucho más amplio pues capta a la gran mayoría de la
población proveniente de todos los barrios de la ciudad (figura 39 b). Es en especial el caso
del centro que ve especializarse sus funciones entre 1900 y 1940 y que,
106
47 La figura 37 b permite destacar el poder de atracción del centro por medio de los flujos
alternantes y cuotidianos entre los barrios residenciales y el centro. La función
residencial en el centro disminuye y se diluye; ya no existen manzanas específicamente
residenciales pero se encuentran espacios reservados a los establecimientos
administrativos, comerciales, culturales, de distracción, etc. Este fenómeno de city es
característico y aparece cuando el porcentaje de viviendas disminuye en el sector de
carácter multifuncional. El centro se desliza hacia un estilo de vida cosmopolita, multi-
social. La noción de barrio, unidad espacial de dimensiones humana y social, disminuye y
luego desaparece. Cuando el centro vive por la noche, es de sus actividades de distracción,
por medio de los teatros, las salas de cine, reuniones para ciertas fiestas; ya no vive del
«ambiente» creado por los residentes del barrio. Mientras más avanzamos en el tiempo, el
poder de atracción del centro se debe menos a la insuficiencia de servicios y
equipamientos en los barrios periféricos que empiezan a disponer de esas
107
52 A partir de 1920, una corriente migratoria se dirige a Guayaquil desde los pueblos
cacaoteros. Nuevos barrios se desarrollan al Oeste de la ciudad, bajo la forma de invasión
de tierras, generando barrios suburbanos. Simultáneamente, el centro se tuguriza,
esfumándose progresivamente su homogeneidad y su identidad arquitectural como
consecuencia de la evolución de la sociedad en el espacio urbano.
53 La situación a fines de los años treinta anuncia la situación de ahora: los barrios populares
se desarrollan en la periferia alejada, los barrios acomodados se instalan cerca del centro,
en la periferia cercana, en los sectores mejor atendidos por la infraestructura básica y los
109
5. Conclusión general
(corema 2). Este modelo longitudinal de crecimiento Norte-Sur resulta a la vez de las
limitaciones del sitio — cerros al Norte y Estero Salado al Oeste — y de las divisiones
administrativas y teóricas impuestas por el Municipio. El núcleo urbano primitivo o
Ciudad Vieja, construido al pie del cerro Santa Ana es desplazado a fines del siglo XVIII
hacia el Sur (Ciudad Nueva).
10 A partir del siglo XIX, este crecimiento Norte-Sur determinado por el sitio, es reforzado
por la división administrativa, impuesta por el Municipio (corema 3), en parroquias
trazadas perpendicularmente al río Guayas. Tal división acarrea la oposición centro-
periferia, muy marcada durante ese período.
11 La ciudad de Guayaquil se caracteriza por una combinación de estructuras de desarrollo
espacial a la vez Norte-Sur y semi-aureolar. Existe un fenómeno de consolidación
progresiva de las parroquias centrales en oposición a las formas tradicionales de
construcción de las parroquias periféricas. Un crecimiento semiconcéntrico se
sobreimpone a este modelo y permite destacar la consolidación, muy marcada, de la
primera aureola o «centro histórico», situada al borde del río Guayas, con relación a las
demás de carácter mixto.
12 Las actividades comerciales y administrativas permiten introducir el modelo de
composición espacial en franjas (corema 4), caracterizado por un gradiente Este-Oeste
que pone en evidencia la disminución progresiva, y la posterior desaparición total, de los
comercios y servicios «exclusivos». Estas actividades, situadas en las calles próximas al
Malecón, eje principal paralelo al río, declinan, hacia el Oeste, cediendo lugar a
actividades de barrio.
115
13 Este modelo, en realidad semi-aureolar en razón del efecto de litoral constituido por el río
Guayas, resitúa la evolución general del crecimiento urbano marcando la sucesión
diacrónica de las etapas de ocupación espacial en los planos socio-económico y
116
5. El modelo aureolar
14 Estos cinco modelos de estructura espacial revelan claramente que el período estudiado
corresponde al paso de la ciudad de Guayaquil, puerto de exportación cacaotera y de
importación de productos europeos regido por el liberalismo triunfante de la burguesía
en el poder, a una metrópoli compleja. En efecto, esa época es particularmente
representativa del inicio de grandes tendencias estructurales que constituyen la base de
la diferenciación espacial y que influyen, de manera irreversible, en el crecimiento de la
ciudad a fines del siglo XX. Tales tendencias son visibles en la estratificación residencial y
en la oposición centro-periferia, tanto Norte-Sur como Este-Oeste; esta última genera, al
interior del espacio, relaciones a la vez complementarias y conflictivas; en efecto, la
periferia cercana abarca a menudo sectores antiguos, que progresivamente pueden ser
considerados como centrales, y sectores de reciente creación. Además, las oposiciones
centro-periferia son engendradas principalmente a partir de los años veintes, por
diferenciaciones funcionales y arquitecturales. La formación de barrios residenciales e
industriales individualizados, y el esbozo del Centro Comercial y de Negocios (CCN) a
partir de fines de los años treintas, son las consecuencias de la migración residencial de
las élites a la periferia cercana, y de la inmigración de poblaciones provenientes de las
zonas agrícolas en crisis, ya sea al centro tugurizado o a la periferia alejada. La
diferenciación arquitectural se manifiesta por una tipología residencial y funcional
variada. Estas diferentes migraciones acarrean un crecimiento urbano marcado que,
debido a la falta de planificación, está acompañado de una modificación de la composición
de la sociedad y de una ocupación espacial anárquica caracterizada, en particular, por el
desarrollo de barrios suburbanos de tipo «invasivo».
117
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