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Escritura maya

La escritura maya, común y equívocamente llamada jeroglíficos mayas, fue el sistema de escritura
usado por la civilización maya precolombina en
Mesoamérica, siendo el único sistema de escritura
descifrado de los sistemas de escritura
mesoamericanos. Las primeras inscripciones que son
identificables como mayas datan del siglo III a. C., y la
escritura fue usada hasta un poco después de la llegada
de los conquistadores españoles en el siglo XVI (e
incluso luego en lugares como Tayasal). La escritura
maya usaba logogramas complementados por un juego
de glifos silábicos, con funciones similares a los de la
escritura japonesa. La escritura maya fue llamada
"jeroglífica" por los antiguos exploradores europeos de
los siglos XVIII y XIX, quienes no la entendían, pero
encontraron que tenía reminiscentes similitudes en su
apariencia con los jeroglíficos egipcios, con los que la
escritura maya no está relacionada. Glifos mayas en el Museo de sitio en Palenque, México

La escritura maya se compone de un complejo conjunto de


glifos que laboriosamente se pintaban en cerámica, muros o
códices, se tallaban en madera o piedra, o se moldeaban en
estuco. Los glifos tallados y moldeados también se pintaban,
aunque con frecuencia la pintura se deterioraba hasta perderse.
Actualmente unos tres cuartos o un poco más de las inscripciones
mayas se han podido descifrar con variados grados de
certidumbre, lo suficiente como para dar una idea panorámica de
su estructura.
La escritura maya era un sistema logosilábico. Los símbolos
individuales ("glifos") podían representar bien una palabra
(normalmente un morfema) o una sílaba; a decir verdad, el
mismo glifo con frecuencia podía usarse de las dos formas. Por
ejemplo, el glifo calendárico MANIK’ se usaba asimismo para
representar la sílaba chi.
Por convención se escriben las lecturas logográficas en
mayúsculas y las lecturas fonéticas en cursiva (itálica).
Es posible, pero no está comprobado, que estas lecturas
conflictivas se originaran al ser adaptada esta escritura a nuevos
idiomas, como sucedió con los caracteres Han para el japonés
(kanji). Igualmente hubo ambigüedad en sentido contrario: glifos
diferentes se podían leer de la misma manera. Por ejemplo,
media docena de glifos sin relación aparente se empleaban para
escribir el pronombre de tercera persona u-, de uso muy común.
La put maya se escribía usualmente en bloques organizados en
columnas de dos bloques de ancho, y se leían de la siguiente
forma:

Orden de lectura de los glifos mayas: Inscripción en glifos mayas de la localidad de Naranjo,
refiriéndose al reinado de Itzamnaaj K'awil, 784-810
Posee reconocible analogía con el orden
de escritura de la actualidad, como por ejemplo,
en las columnas de un periódico.
Dentro de cada bloque, los glifos eran dispuestos de arriba hacia abajo y de izquierda a derecha,
aparentemente casi como los bloques silábicos de la escritura coreana Hangul. No obstante, en el caso
del maya, cada bloque tendía a corresponderse con una frase nominal o verbal tal como 'su tocado verde'.
Además, los glifos a veces eran abreviados o condensados, en donde un elemento de un glifo sustituiría
parte de otro. El condensamiento aparece en otras escrituras: Por ejemplo, en los manuscritos españoles
medievales la palabra de a veces se escribía Ð (una D con el trazo central de una E). Un ejemplo en
inglés es la "y comercial" (en inglés ampersand) o et (&) que es una ligadura de la palabra "et" en francés
normando. A veces, en lugar de la configuración usual de los bloques, se escribían los glifos mayas en
renglones o columnas sencillas, o en forma de 'L' o 'T'. Estas variaciones aparecían más frecuentemente
cuando se adaptaban mejor al área disponible para escribir.

Los glifos mayas eran básicamente logográficos, es decir, cada símbolo representaba un ente o
concepto, como "pescado" o "jaguar". En general, los glifos utilizados como elementos fonéticos fueron
en su origen logogramas correspondientes a objetos cuyas voces asociadas en lenguaje hablado eran
monosílabos terminados en una vocal, en una consonante débil (como y, w, h) o en una oclusiva glotal
(sonido parecido al de la h en las interjecciones ¡uh!, ¡ah!, ¡eh! del castellano).

Un ejemplo es la evolución a glifo fonético del logograma 'aleta de pescado'. Tenía dos
representaciones: podía ser el dibujo de una aleta de pescado, o también el de un pescado con la aleta
prominente. En el lenguaje hablado, aleta de pescado era kah. Por eso los glifos 'aleta de pescado'
terminaron funcionando también como glifo fonético de la sílaba ka.

Los glifos fonéticos silábicos que surgieron de esta forma tenían dos funciones básicas: por un lado,
servían como complementos fonéticos para desambiguar logogramas con más de un significado (esto
ocurrió también en la escritura egipcia), y por otro se usaban para escribir elementos gramaticales que
carecían de logograma, tales como inflexiones de los verbos (hay analogía con el japonés moderno). Por
ejemplo, la voz bálam, jaguar, podía escribirse como un sólo logograma (lo representaremos como
BALAM en lo que sigue, por comodidad), o podía matizarse añadiéndole logogramas fonéticos, según
contexto (ba—BALAM, o también BALAM-—ma, o ba—BALAM—ma, donde ba y ma son glifos fonéticos),
o incluso podía escribirse de forma totalmente fonética, con tres glifos (ba—la—ma)

Los glifos fonéticos representaban sílabas simples abiertas (formadas por consonante+vocal o
únicamente vocal). Sin embargo la fonotáctica maya es un poco más complicada. La mayoría de
palabras mayas finalizan en consonante, no en vocal, y también pueden encontrarse secuencias de dos
consonantes en medio de la palabra, como en xolte’ [ʃolteʔ] 'cetro', que es CVCCVC. Cuando estas
consonantes finales eran sonantes (l, m, n) o glotales (h, ’) a veces se omitían en la escritura, pero más
frecuentemente las consonantes finales se escribían, lo que significa que también aparecía una vocal
extra. Ésta era típicamente una vocal "imitativa" que repetía la de la sílaba anterior. Así, la palabra [kah]
'aleta de pescado' se escribiría ka-ha. Sin embargo hay muchos otros casos donde se usaba otra vocal
final, y sus reglas ortográficas sólo se han comprendido parcialmente. He aquí lo que se comprende
actualmente:

Una sílaba CVC se escribía CV-CV con las dos vocales iguales: yo-po [yop] 'hoja'.
Una sílaba con vocal larga (CVVC) se escribía CV-Ci, a menos que la vocal larga fuera [i], en
cuyo caso se escribía Ci-Ca: ba-ki [baak] 'cautivo', yi-tzi-na [yitziin] 'hermano menor'.
Una sílaba con vocal glotalizada (CV’C o CV’VC) se escribía con una a final si la vocal era [e, o,
u], o con una u final si la vocal era [a] o [i]: hu-na [hu’n] 'papel', ba-tz'u [ba’tz’] 'mono aullador'.

Glifos emblema
Un "glifo emblema" es un tipo de título real. Está conformado por la palabra ajaw (un término del maya
clásico para "señor", sin etimología clara aún, pero con fuentes coloniales bien atestiguadas) y un
topónimo que precede a la palabra ajaw y funciona como adjetivo. A veces el título está precedido por el
adjetivo k’uhul "santo" o "sagrado".

Por supuesto un glifo de emblema no es del todo "un glifo", pues se puede escribir con cualquier
cantidad de signos silábicos y logográficos y están atestiguadas varias ortografías alternativas para las
palabras k’uhul y ajaw, que forman la parte invariante del título. El término "glifo emblema" es
simplemente una reminiscencia de la época en que los mayistas no podían interpretar satisfactoriamente
las inscripciones mayas clásicas y tenían que conformarse con algunos apelativos aislando ciertos
componentes estructurales recurrentes en la narrativa escrita.
Glifo de emblema de Tikal o "Mutal", Estela del Museo de Tikal.

Este título fue identificado en 1958 por Heinrich Berlin, quien acuñó el término "glifo emblema". Berlin
notó que los "glifos emblema" constaban de un signo principal de mayor tamaño que los otros dos signos
cuya lectura actual es k’uhul ajaw. Berlin también notó que mientras los elementos pequeños
permanecían relativamente constantes, el signo principal cambiaba entre un sitio y otro. Berlin propuso
que los signos principales identificaban a ciudades individuales, a sus dinastías reinantes o a los
territorios controlados por ellas. Seguidamente, Marcus argumentó que los glifos de emblema se referían
a sitios arqueológicos, dispuestos en una jerarquía de cinco niveles de distribución asimétrica. La
investigación de Marcus asumía que los glifos de emblema estaban distribuidos en un patrón de
importacia relativa del sitio dependiendo de la amplitud de su distribución, vagamente desglosada
como sigue: Centros regionales primarios (capitales) (Tikal, Calakmul, y otras ciudades supremas)
eran generalmente las primeras de su región en adoptar un glifo emblema. Los textos que se refieren a
otros centros regionales primarios aparecen en los textos de estas "capitales", y existen dependencias
que utilizan el glifo del centro primario. Los centros secundarios (Altun Ha, Luubantuun, Xunantunich, y
otras ciudades intermedias) tenían sus propios glifos pero sólo eran mencionadas raramente en los textos
encontrados en el centro regional primario, mientras que repetidamente mencionan el centro regional en
sus propios textos. Los centros terciarios (pueblos) no tenían glifos propios, pero sí textos que
mencionan los centros primarios y quizás ocasionalmente los centros secundarios. A éstos seguían las
aldeas sin glifos emblema ni textos que mencionen los centros mayores, y los caseríos con
mínima evidencia de textos. Este modelo estuvo irrefutado por más de una década hasta que Mathew y
Juteson, argumentaron una vez más que los glifos emblema eran los títulos de gobernantes mayas
con cierta asociación geográfica.

El debate sobre la naturaleza de los glifos emblema sufrió un nuevo giro con la monografía de
Stuart and Houston. Los autores demostraron convincentemente que había cantidades de topónimos
propiamente dichos, algunos reales, otros mitológicos, mencionados en las inscripciones. Unos de estos
topónimos aparecían también en los "glifos emblema", algunos fueron atestiguados en los "títulos
de origen" (similares a los gentilicios), pero otros no estaban totalmente incluidos en títulos
personales. Además, los autores resaltaron los casos en los que los "títulos de origen" y los "glifos
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emblema" no se superponían, apoyándose en una investigación anterior de Houston. Houston notó que
el establecimiento y difusión de la dinastía originada en Tikal en la región de Petexbatun fue acompañada
por la proliferación de gobernantes que usaban el "glifo emblema" de Tikal poniendo ascendencia política
y dinástica sobre los centros de gobierno de la época.

Historia
Hasta hace poco se creía que los mayas habían adoptado su escritura de la olmeca o de la epi-olmeca.
Sin embargo, recientes descubrimientos han llevado el origen de la escritura maya varios siglos atrás, y
parece posible que los mayas hayan sido los que inventaron la escritura en Mesoamérica.

El conocimiento del sistema de escritura maya continuó en los inicios de la época colonial y según
referencias, algunos de los primeros sacerdotes españoles que fueron a Yucatán aprendieron su
escritura. Luego, al investigar la lengua nativa para convertir a los mayas a la cristiandad, Landa dedujo lo
que creyó era el "alfabeto" maya (conocido como el alfabeto de Landa). Aunque los mayas no escribían
su lengua con signos alfabéticos, Landa registró un glosario de sonidos mayas y símbolos relacionados,
después desvirtuado como ilógico, pero que posteriormente se convirtió en un recurso clave en el
desciframiento de la escritura maya. La dificultad en el desciframiento radicaba en que no había
correspondencia unívoca entre el alfabeto español y los caracteres mayas, y los nombres de las
letras del alfabeto no tenían significado para el escriba maya que asistió a Landa en su
investigación, de modo que pidiendo Landa que escribiera, por ejemplo, "L" (ele): e-le (el escriba
debió de entender en palabras de su propio idioma), y codificó el resultado como la "letra L".
Landa también se ocupó de crear una ortografía en alfabeto latino para la lengua maya yucateca. Ésta fue
la primera ortografía para las lenguas mayas, que son unas treinta.
Sólo se sabe de cuatro códices mayas que han sobrevivido a los conquistadores. La mayoría de dichos
textos se han encontrado en cerámica hallada en tumbas mayas, o de monumentos y estelas erigidas en
sitios luego abandonados o tallados antes de la llegada de los españoles.
El conocimiento del sistema de escritura se perdió probablemente a finales del siglo XVI. Pero en
el siglo XIX surgió un interés renovado por los yacimientos arqueológicos mayas.
Desciframiento
El desciframiento de la escritura fue un proceso largo y laborioso. Los investigadores del siglo XIX y
comienzo del XX se encargaron de descifrar los numerales mayas y pasajes de textos relacionados con la
astronomía y el calendario maya, pero la comprensión de lo demás estuvo más allá del alcance de los
académicos. Yuri Knorozov desempeñó un papel principal en el desciframiento de la escritura maya. En
1952 él publicó un documento titulado "Drevniaia Pis’mennost’ Tsentral’noi Amerika" ("Antigua escritura
de Centroamérica") donde argumentaba que el llamado "alfabeto de Landa" contenido en el manuscrito
del obispo Diego de Landa "Relación de las cosas de Yucatán" se componía de sílabas más que de
símbolos alfabéticos. Más tarde mejoró su técnica de desciframiento en su monografía de 1963 "The
Writing of the Maya Indians" ("La escritura de los indígenas mayas") y publicó traducciones de
manuscritos mayas en su obra de 1975 "Maya Hieroglyphic manuscripts" ("Manuscritos jeroglíficos
mayas"). En la década de 1960 los progresos revelaron los registros dinásticos de los gobernantes
mayas. Desde inicios de la década de 1980 se ha demostrado que la mayor parte de los símbolos
anteriormente desconocidos forman un silabario y desde entonces el avance en la interpretación de la
escritura maya se aceleró.
Al parecer los mayas habrían heredado algunos elementos, y quizás la base completa, de su antiguo
sistema de escritura a partir de los olmecas, el cual habría sido modificado significativamente y luego
expandido por los mayas en el período preclásico. Los textos de este período son menos numerosos y
menos comprensibles para los arqueólogos que los textos posteriores. (Sin embargo, la escritura ístmica
o epi-olmeca fue considerada alguna vez como un posible ancestro directo de la escritura maya, ahora se
la considera varios siglos más reciente, y en cambio podría ser descendiente). Otras culturas
mesoamericanas relacionadas y cercanas del mismo período serían también herederas de la escritura
olmeca, y habrían desarrollado sistemas paralelos que compartían atributos claves (como el sistema
numérico vigesimal representado por puntos y barras). No obstante, se cree generalmente que los mayas
desarrollaron el único sistema de escritura completo en Mesoamérica, siendo la única civilización de su
región que contaba con un sistema de escritura completo, capaz de escribir cualquier existente en
el lenguaje hablado; a diferencia de los sistemas empleados - por ejemplo - por la cultura Mexica, que
empleaban un sistema basado en el principio del rebus.
El progreso en el desciframiento continúa a paso rápido actualmente, y los académicos aceptan en
general que ahora más del 90 por ciento de los textos mayas se pueden leer con precisión razonable.
Hacia 2004, como mínimo se conocía un glifo fonético para cada una de las sílabas marcadas como se
muestra en siguiente tabla:

(’) b ch ch’ h j k k’ l m n p p’ s t t’ tz tz’ w x y

a • • • • • • • • • • • • • • • • • • •

e • • • • • • • • • • • •

i • • • • • • • • • • • • • • • • • •

o • • • • • • • • • • • • • • •

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