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«NO FUE UNA ALUCINACIÓN»

ASEGURA EL GRANJERO MANNOR


mos recoger algunos pedazos», dijo
F RANK Mannor nunca había creído
en los platMIos volantes. No sentía
ninguna necesidad de ellos. Jamás liabía
Frank.
'Ni por un momento se le ocurrió que
deseado ver alguno. 'Pero no fue así, y los 'Estados Unidos no habían realizado
ahora está sin empleo. Sin embargo, es una prueba eficaz de un misterioso pla-
un hombre feliz. O era. tillo volante en mucho tiempo, y que po-
Es un tipo fornido, canoso, de cuaren- día ser, probablemente, la ocasión de
ta y siete años de edad, y con diez hijos; una visita de los misteriosos y pequeños
un pozo de agua fresca con una bomba seres del espacio exterior, que había de-
al exterior, una letrina sólidamente cons- cidido utilizar el sur de Michigan, en ge-
truida, televisión y una nevera abollada neral, y su pantano, en particular, para Frank Mannor dio a las autoridades
con el serpentín encima. Junto a su blan- realizar la exhibición de las luces relam- una descripción muy completa del
ca y destartalada granja de dos pisos, en pagueantes y silbantes objetos entrevis- ^^objeto", cuya forma coincide con
pleno campo, a doce millas al noroeste tos desde que Frank Perkins disparó con el que fue captado por un barco
de Ann Arbor, se ven cuatro automóvi- su rifle de calibre 22 contra un grajo en de la Marina ante las costas de Ca-
les medio' deshechos. Estos autos viejos Nueva York —^y acertó a una fábrica de lifornia el año 1957. El hijo de
le proporcionan piezas de repuesto para fuegos artificiales— ailá por el año 1951. Mannor, un joven de diecinueve
el que usa. Cuenta con un antiguo auto- Frank Mannor se dio cuenta en segui- años, confirmó la descripción hecha
bús escolar para sus expediciones cine- da de que él y su hijo estaban a punto por su padre. "La superficie del
géticas. Tiene también seis perros. Cuan- de toparse con algo extraordinario. El objeto semejaba una roca de coral."
do empezaron a «ladrar e inquietarse», terreno entre su c^sa y el pantano es
a las ocho de la noche de aquel domin- escabroso, ondulado, pero la noche era
go, Frank salió rápido afuera —a pesar clara e iluminada por la luna y el res- te trasera tenía forma curvada y parecía
de que se estaba poniendo los pantalo- plandor era natural. «Exactamente igual grisácea o azulada, y su superficie esta-
nes— y miró al Este, hacia el pantano, que cuando cazamos el ciervo», dijo ba acolchada, con aspecto de «una roca
desde la altura donde se alza su casa. Frank a Ronnie. «No hables, nos agerca- de coral». 'Parecía estar parada a unos
Vio luces y un débil resplandor rojo, remos a hurtadillas.» ocho pies de! suelo, en un retazo de nie-
«como de cigarrillos encendidos». bla. «Como un hombre en una barca so-
Saltaron un arroyo, treparon a una
Frank llamó a su hijo Ronnie, de die- bre un lago cubierto de neblina; sóilo
altura y allí estaba, a unos centenares
cinueve años. Con pantalones o sin ellos, se puede ver al hombre, pero no se pue-
de metros delante de ellos, en el panta-
ambos se dirigieron hacia lo que quiera de distinguir la barca.»
no. La «cosa» parecía del tamaño de un
que fuese aquello. «Yo pensé que había De repente se tiñó de color rojo san-
automóvil y llevaba una luz verde en un
caído un meteoro y que tal vez podría- gre. «Mira esa horrible "cosa", padre»,
extremo y una blanca en el otro. La par-
gritó tontamente Ronnie, y las ¡luces des-
aparecieron inmediatamente. Ambos co-
menzaron a correr hacia ella. «Corrí
Bajo estas lineas la señora Ruth Spaulding, habitante de Ann Arbor y una como el viento — d i j o Mannor— pero i
de las personas que afirman haber visto el misterioso objeto. Con dos cuando llegamos allí, se había ido. Re-
fuentes describe la forma aproximada de aquel. En Ann Arbor el vecinda- gistré el terreno durante cuatro horas,
rio se dividió en dos bandos: el de los creyentes y el de los escépticos. pero no había señal ni olor de ella. Me
alegro de no haber tenido una escopeta.
Hubiera disparado y podría haber heri-
do a alguien.»
Mientras regresaban a casa, 'Leona, la
mujer de Mannor —vestida con unos
pantalones anchos y una camisa de fra-
nela con los faldones por fuera—, deci-
dió llamar a ^la Policía del cercano pue-
blo de Oexter. «'Hemos encontrado aquí
fuera un objeto — d i j o ella seriamente—
que se 'parece a l o q u e llaman un platillo
volante. Está paseando sus luces de un
lado a otro por el pantano.»
Además de que los Mannor son un
grupo numeroso. Leona se lo dijo tam-
bién a otras 'muchas personas y la noti-
cia corrió como el rayo — o como el
resplandor de un platillo volante—. Rá-
pidamente guardias y ayudantes del
sheriff saltaron fuera de sus coches y se
lanzaron hacia el 'pantano, y ila carretera
al otro lado de la casa se «solidificó»
por la cantidad de coches de los curio-
sos. La mayor parte de ellos vieron re-

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