Mateo: El evangelio real

4.1–11

Las tentaciones de Jesús

Después de la declaración que Dios hace sobre el hecho de que Jesús es el Hijo divino (3.17), Cristo
fue llevado al desierto para ser tentado. A menudo, la tentación viene rápidamente después de un apogeo
espiritual.1 Esta prueba en el desierto serviría para demostrar el carácter de Jesús a medida que comenzaba
Su ministerio. La narración responde a la pregunta «¿Qué quiere decir ser el Hijo de Dios?». Ser el verdadero
Hijo de Dios requería que Jesús le fuera fiel a Dios, sometiéndose a Este en todo, sin importar el costo. El
autor de Hebreos dijo: «Y aunque era Hijo, por lo que padeció aprendió la obediencia» (Hebreos 5.8).
El relato de las tentaciones de Jesús contiene muchas similitudes con el relato de Moisés de cuando guió
a Israel fuera de Egipto a la Tierra Prometida. Los dos hombres fueron llevados al desierto (4.1; Éxodo 19.1,
2), ayunaron durante cuarenta días y cuarenta noches (4.2; Éxodo 34.28; Deuteronomio 9.9), y les fueron
mostrados reinos desde un monte alto (4.8; Deuteronomio 3.27; 34.1–4). 2 Sin embargo, hay un vínculo
mayor entre Jesús y la nación de Israel, la cual vagó durante cuarenta años por el desierto. Douglas R. A.
Hare vio una relación entre la prueba de Jesús y la de Israel:

Las tres tentaciones en el orden de Mateo reflejan el orden cronológico de las tres pruebas confrontadas por
Israel. Mientras que Israel, llamado «hijo» por Dios (Oseas 11.1; vea Deuteronomio 8.5), fracasó en cada una de
las pruebas, Jesús demuestra su dignidad en ser el Hijo de Dios respondiendo a las pruebas con una fidelidad
resuelta.3

R. T. France señaló además: «La concepción de Jesús como el verdadero Israel, ya afirmada por Mateo en
2.15, aquí llega a una expresión más plena» en estas tentaciones. 4

INTRODUCCIÓN (4.1, 2)

Entonces Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto, para ser tentado por el diablo. 2Y después de
1

haber ayunado cuarenta días y cuarenta noches, tuvo hambre.

Versículo 1. Después de los extraordinarios acontecimientos que rodearon Su bautismo (3.13–17), Jesús
fue llevado por el Espíritu al desierto, donde soportó la prueba de la tentación. Marcos escribió: «Y luego
el Espíritu le impulsó al desierto» (Marcos 1.12). Lucas dice que Jesús «… fue llevado por el Espíritu al
desierto» (Lucas 4.1).
El verbo «llevado» (de aÓna¿gw, anagō̄) en la descripción de Mateo indica que Jesús salió del valle del Jordán

1 
Robert H. Mounce, Matthew (Mateo), New International Biblical Commentary (Peabody, Mass.: Hendrickson Publish-
ers, 1991), 28.
2 
Graham H. Twelftree, “Temptation of Jesus” («Las tentacion de Jesús»), en Dictionary of Jesus and the Gospels (Diccionario
sobre Jesús y los evangelios), ed. Joel B. Green y Scot McKnight (Downers Grove, Ill.: InterVarsity Press, 1992), 824–25.
3 
Douglas R. A. Hare, Matthew (Mateo), Interpretation (Louisville: John Knox Press, 1993), 24.
4 
R. T. France, The Gospel According to Matthew (El Evangelio según Mateo), The Tyndale New Testament Commentaries
(Grand Rapids, Mich.: Wm. B. Eerdmans Publishing Co, 1985), 97.

1
hacia una mayor elevación en el desierto.5 Si bien no
sabemos exactamente dónde estaba este desierto,
según la tradición se situaba en algún lugar de la
sierra escarpada entre Jericó y Jerusalén. El monte
que más a menudo se nombra como el lugar es
el Monte Quarantania («Cuarenta»). Localmente
conocido como «el Monte de la Tentación», este
sitio se encuentra a más de dos kilómetros al oeste
de Jericó. 6
El Espíritu Santo condujo a Jesús al desierto
para ser tentado por el diablo. Dependiendo
del contexto, el verbo peira¿ z w (peirazō ) puede
sugerir una «prueba o juicio» o «una tentación o
seducción».7 El diablo fue el agente aquí que estaba
probándolo, y ello es indicación de que Jesús estaba
siendo tentado a hacer el mal. 8 Si bien Dios prueba
a las personas, no las tienta a hacer el mal (Santiago
1.13). Permite que el diablo tiente a las personas,
sin embargo, siempre provee una vía de escape
(1ª Corintios 10.13).
La tentación de Jesús fue de acuerdo a la
voluntad de Dios. Este encuentro con el diablo no
fue un encuentro casual; fue planeado e ideado.
Satanás sabía que encontraría a Jesús, y Jesús sabía
que de alguna manera Satanás vendría a Él. Era
necesario que Jesús fuera tentado «a fin de ser
probado y comprobado» para la obra que Dios
había elegido que hiciera 9 (vea Hebreos 4.15).
Al tentador se le refiere como el diablo
(dia¿ b oloß , diabolos), un término que quiere decir
«calumniador» o «acusador». En 4.10, Jesús lo
llamó «Satanás»; y en Job 1.6–11, «el adversario» o
«Satanás» fue el que trajo acusación contra Job. Juan
dijo que era «el acusador de nuestros hermanos, el
que los acusaba delante de nuestro Dios día y noche»
(Apocalipsis 12.10). Es Beelzebú (o Beelzebub), el
príncipe de los demonios (Mateo 12.24; Marcos 3.22).
5 
N. del T.: La versión NASB, usada por el autor, con-
signa un verbo que transmite la idea de subir, mientras que
la Reina Valera únicamente dice «fue llevado», sin indicar
en qué dirección.
6 
Jack P. Lewis, The Gospel According to Matthew, Part I
(El Evangelio según Mateo, 1ª parte), The Living Word Com-
mentary (Austin, Tex.: Sweet Publishing Co., 1976), 67.
7 
Walter Bauer, A Greek-English Lexicon of the New Testa-
ment and Other Early Christian Literature (Léxico griego-inglés
del Nuevo Testamento y demás literatura cristiana primitiva),
3a ed., rev. y edit. Frederick W. Danker (Chicago: University
of Chicago Press, 2000), 793.
8 
John MacArthur, hijo, The MacArthur New Testament
Commentary: Matthew 1—7 (Comentario del Nuevo Testamento
por MacArthur: Mateo 1—7) (Chicago: Moody Press, 1985),
87.
9 
H. Leo Boles, A Commentary on the Gospel According to
Matthew (Comentario sobre el evangelio según Mateo) (Nashville:
Gospel Advocate Co., 1936), 96.
2
Se le representa con una serpiente (Génesis 3.1–5;
2ª Corintios 11.3; Apocalipsis 20.2), «un león
rugiente» (1ª Pedro 5.8) y «un gran dragón
escarlata» (Apocalipsis 12.3). La Biblia nos advierte
que incluso puede disfrazarse como un «ángel
de luz» (2ª Corintios 11.14). Jesús le llamó a
Satanás «el príncipe de este mundo» (Juan 16.11).
Pablo se refirió a él como «el dios de este siglo»
(2ª Corintios 4.4) y «el príncipe de la potestad del
aire» (Efesios 2.2).
Versículo 2. En preparación para Su encuentro
con el tentador, Jesús había ayunado cuarenta
días y cuarenta noches. Lucas lo expresó más
simplemente: «… no comió nada en aquellos días»
(Lucas 4.2). Este período de ayuno corresponde con
el de los grandes líderes de Israel en el Antiguo
Testamento. Moisés ayunó durante cuarenta días
y cuarenta noches en el monte Sinaí antes de
recibir la Ley (Éxodox 34.28; Deuteronomio 9.9;
10.10). Elías ayunó el mismo período de tiempo
cuando huía de la ira de Jezabel, después de
derrotar a los profetas de Baal en el monte Carmelo
(1º Reyes 19.8). En cada uno de estos casos, el
ayuno se hizo por una razón espiritual. Fiel a Su
estilo, Jesús ayunó en contemplación de Su próximo
ministerio y en preparación para Su encuentro
con el tentador.
El resultado del ayuno de Jesús fue que entonces
tuvo hambre. El hambre lo vuelve a uno físicamente
débil y también hace que uno centre su atención en
los alimentos, descuidando otras preocupaciones
—incluidas las necesidades espirituales. 10 No
únicamente estuvo Jesús abrumado por el hambre,
sino que también estuvo sujeto a los peligros del
desierto. Marcos dijo que Jesús «estaba con las
fieras» (Marcos 1.13).
La primera tentación (4.3, 4)
3
Y vino a él el tentador, y le dijo: Si eres Hijo de
Dios, di que estas piedras se conviertan en pan.
4
El respondió y dijo: Escrito está: No sólo de pan
vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale
de la boca de Dios.
Versículo 3. Mientras Jesús estaba débil y
hambriento, Satanás llegó y lo confrontó. Mateo
lo presentó como el tentador, sugiriendo que su
objetivo era convencer a sus víctimas a hacer el
�� 
Los dolores intensos por hambre han llevado a las
personas a hacer muchas cosas irracionales. Un ejemplo
impactante y grotesco es el de madres comiéndose a sus
hijos durante una hambruna relacionada con el sitio en
Samaria (2º Reyes 6.28, 29).
mal (vea 1ª Corintios 7.5; 10.13; 1ª Tesalonicenses
3.5). En el texto no hay indicación en cuanto a la
forma física, si así fue, adoptada por Satanás en
esta ocasión en particular.
Satanás se burló de Jesús torciendo las palabras
que Dios utilizó para alabarlo (vea 3.17). Dijo: «Si
eres Hijo de Dios…». El tentador le asestó un golpe
a la afirmación de Jesús. La construcción gramatical
griega permite que lo que Satanás quiso decir se
lea: «Puesto que eres el Hijo de Dios, muéstrame
lo que puedes hacer».
Satanás se acercó a Jesús cuando estaba
físicamente débil (4.2). Busca atacar a las personas
cuando se encuentran en sus momentos más
débiles. Aprovechándose del hambre extrema de
Jesús, le dijo: «di que estas piedras se conviertan
en pan». Las piedras eran abundantes en el desierto
(vea 3.9), y algunas podrían haber tenido la forma
del pan habitualmente consumido por Jesús (vea
7.9). Convertir las piedras en pan habría sido
fácil para Jesús. Más adelante, convirtió el agua
en vino y alimentó a multitudes con unos pocos
peces y un puñado de pan (Juan 2.6–11; Mateo
14.13–21; 15.32–38). Satanás buscó hacer que Jesús
desconfiara de la provisión de Dios.
Versículo 4. En lugar de utilizar Su poder divino
para resistir estas tentaciones, Jesús las confrontó
de la misma manera que todo ser humano tiene
que confrontarlas, esto es, confiando en el poder
de la Palabra de Dios. Respondió a esta tentación,
como lo hizo con cada una de ellas, con palabras
de las Escrituras, diciendo: «Escrito está: No sólo
de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra
que sale de la boca de Dios». Su cita proviene de
Deuteronomio 8.3 en la Septuaginta. El pasaje se
refiere de cuando Dios le está enseñando a Su «hijo»
Israel (Éxodo 4.22) a depender de Su provisión
(Éxodo 16; vea Salmos 78.17–20). Después de que
el pueblo de Dios salió de Egipto, Este probó la
fe de ellos al permitir que tuvieran hambre en el
desierto y murmuraran contra Moisés y Aarón.
Algunos de ellos deseaban regresar a Egipto,
donde regularmente había comida todos los días. A
pesar de la falta de fe de ellos, Dios, en Su gracia,
los cuidó enviándoles maná, es decir, «pan del
cielo». Dios estaba enseñándole a Su pueblo a
confiar en Él.
Jesús, a diferencia del antiguo Israel, demostró
la debida confianza como Hijo de Dios. No se
quejó contra Dios ni tomó el asunto en Sus propias
manos. No se aprovechó del poder del Espíritu
Santo dado a Él en Su bautismo para Su propio
beneficio. En lugar de ello, humildemente confió
en que Dios cumpliría Sus promesas y le proveería
para Sus necesidades.
Leon Morris aseveró acertadamente que la
frase «No sólo de pan vivirá…» «no niega la
importancia del pan (en Palestina era casi sinónimo
de “alimento”), sin embargo, niega su importancia
exclusiva. Una vida sostenida por el alimento
únicamente es una vida muy pobre». 11 Jesús dijo:
«Mi comida es que haga la voluntad del que me
envió, y que acabe su obra» (Juan 4.34). Además,
enseñó a Sus discípulos a no procurar las cosas
materiales (comida, bebida, ropa), sino a poner
de primero el reino de Dios en sus corazones
(6.31–33).
La segunda tentación (4.5–7)
5
Entonces el diablo le llevó a la santa ciudad,
y le puso sobre el pináculo del templo, 6y le dijo:
Si eres Hijo de Dios, échate abajo; porque escrito
está:
A sus ángeles mandará acerca de ti, y,
En sus manos te sostendrán,
Para que no tropieces con tu pie en piedra.
7
Jesús le dijo: Escrito está también:
No tentarás al Señor tu Dios.
Versículo 5. Después, el diablo llevó a Jesús a
Jerusalén, a la que se conoce como la santa ciudad
(vea Nehemías 11.1, 18; Isaías 48.2; 52.1; Daniel
9.24; Apocalipsis 11.2). En los tiempos de David,
Jerusalén se convirtió en la capital de Israel. Como
tal, fue el lugar donde su hijo Salomón construyó
un templo sagrado para el Dios vivo. Por lo tanto,
la presencia misma de Dios hizo que la ciudad
fuera «santa». Al final de Apocalipsis, el lenguaje es
transferido a la ciudad celestial, la nueva Jerusalén,
donde Dios morará con Su pueblo (Apocalipsis
21.2, 10; 22.19).
Satanás no tuvo el poder de hacer que Cristo
hiciera cualquier cosa que no eligiera hacer. En
este sentido, decir que Satanás le llevó (vea 4.8)
sugiere solamente que lo condujo a ese lugar y que
Jesús cumplió voluntariamente con seguirle. Nada
en el texto indica otra cosa excepto una manera
normal de trasladarse.
En Jerusalén, el diablo puso [a Jesús] sobre
el pináculo del templo. El término «pináculo»
( pteru÷ g ion , pterugion) puede traducirse más
literalmente como «ala», se refiere al punto más
alto («cúspide») o extremidad («límite»). La
�� 
Leon Morris, The Gospel according to Matthew (El
Evangelio según Mateo), Pillar Commentary (Grand Rapids,
Mich.: Wm. B. Eerdmans Publishing Co., 1992), 74.
3
palabra griega i eJ ro÷ n (hieron), traducida «templo»,
normalmente designa el complejo del templo. La
ubicación exacta en el monte del templo donde Jesús
estuvo es una incógnita. Robert H. Gundry enumeró
tres posibilidades: 1) el pináculo del templo mismo,
2) el dintel de la puerta de acceso al templo y
3) la esquina sureste del patio exterior (en el Pórtico
Real).12 La tercera opción supondría la caída más
profunda, «casi sesenta y un metros de caída al
valle del Cedrón». Josefo 13 describió el descenso:
[El Pórtico real] merece ser mencionado más que
cualquier otro bajo el sol, porque si bien el valle
era muy profundo y su fondo no podía verse,
[…] si alguien miraba abajo desde lo alto de las
pilastras, o abajo desde ambas altitudes, le daría
vértigo [se marearía], mientras que su vista no
podía llegar a tan inmensa rofundidad. 14
Puede que Satanás haya llevado a Jesús al
monte del templo en Jerusalén debido a una
creencia particular que tenían los judíos en relación
con el mismo. Una tradición rabínica posterior dice:
«Cuando el rey, el Mesías, se manifieste, vendrá y
se posará sobre el tejado del templo». 15 Su aspecto
brillante haría que todo Israel crea en él. Gundry,
reconociendo esta creencia judía, escribió: «Puesto
que el desierto habría proporcionado muchos
precipicios para un aprovechamiento personal
de la providencia divina, la selección del templo
supone una demostración pública de una señal
mesiánica». 16 Si Jesús hubiera saltado del templo,
William Hendriksen dijo que «la cruz [se habría]
evitado y se habría obtenido la corona sin lucha
ni agonía».17
Versículo 6. Satanás le estaba instando a Jesús
probar Su identidad, pues dijo: «Si eres Hijo de
Dios, échate abajo». Para apoyar su desafío, el
diablo citó Salmos 91.11, 12, donde Dios prometió
enviar a sus ángeles a rescatar a los fieles, pues
dice: «En sus manos te sostendrán, para que no
tropieces con tu pie en piedra». Morris explicó:
«Satanás está sugiriendo que el cuidado de los
ángeles será tal que del todo será imposible el más
12 
Robert H. Gundry, Matthew: A Commentary on His
Literary and Theological Art (Mateo: Un comentario sobre su arte
literario y teológico) (Grand Rapids, Mich.: Wm. B. Eerdmans
Publishing Co., 1982), 56.
�� 
Lewis, 69.
��
Josefo Antigüedades 15.11.5.
15 
Pesiqta Rabbati 36; citado en Twelftree, 823.
16 
Gundry, 56.
17 
William Hendriksen, New Testament Commentary:
Exposition of the Gospel According to Matthew (Comentario sobre
el Nuevo Testamento: Exposición del evangelio según Mateo)
(Grand Rapids, Mich.: Baker Book House, 1973), 230.
4
mínimo contratiempo. ¡Ni siquiera se golpearía un
dedo del pie!». 18 En este versículo y en el relato
de Lucas (Lucas 4.10, 11), a Satanás se le describe
citando las Escrituras. Pese a que citó correctamente
el pasaje, lo sacó de contexto.
Versículo 7. Jesús corrigió el mal uso que el
diablo hizo de este texto demostrando con las
Escrituras que el pasaje iba destinado a alentar a
las personas y nunca tuvo la intención de probar
a Dios. Una vez más, citó de Deuteronomio:
Escrito está también: No tentarás al Señor tu
Dios (Deuteronomio 6.16). Este pasaje se refiere a
cuando Israel tentó a Dios en Masá, hecho que se
registra en Éxodo 17.1–7. Cuando Israel estaba en
Refidim en el desierto, no hallaron agua para beber.
Murmuraron contra Moisés y tentaron a Dios.
Preguntaron: «¿Está, pues, Jehová entre nosotros,
o no?». Al lugar se le llamó «Masah» («prueba»)
y «Meriba» («rencilla»). Al citar Deuteronomio
6.16, Jesús estaba declarando que Él no pondría a
prueba a Dios. Confiaba en Su padre y no le iba a
fallar como había hecho Israel. 19
La tercera tentación (4.8–10)
8
Otra vez le llevó el diablo a un monte muy
alto, y le mostró todos los reinos del mundo y
la gloria de ellos, 9y le dijo: Todo esto te daré, si
postrado me adorares. 10Entonces Jesús le dijo:
Vete, Satanás, porque escrito está: Al Señor tu
Dios adorarás, y a él sólo servirás.
Versículo 8. Jesús vino a este mundo para
ser Rey sobre el reino prometido de Dios. Si Dios
había de hacer que así sucediera, Jesús tenía que
experimentar la cruz. Satanás le estaba presentando
un camino más corto a la gloria, a saber: le llevó
el diablo a un monte muy alto, y le mostró todos
los reinos del mundo y la gloria de ellos. La
escena nos recuerda de cuando Moisés subió el
monte Nebo y miró la tierra prometida en todas
direcciones (Deuteronomio 3.27; 34.1–4). La palabra
ko÷ s moß (kosmos) en este contexto podría indicar el
«mundo» en un sentido limitado, como sucede en
otros pasajes (Romanos 1.8; 4.13; Colosenses 1.6). 20
Si este es el caso, lo más probable es que kosmos se
18 
Morris, 76.
19 
Donald A. Hagner, Matthew 1—13 (Mateo 1—13),
Word Biblical Commentary, vol. 33A (Dallas: Word Books,
1993), 67.
�� 
Albert Barnes, Notes on the New Testament: Matthew and
Mark (Apuntes sobre el Nuevo Testamento: Mateo y Marcos), ed.
Robert Frew (Philadelphia: S. l., 1832; reimp., Grand Rapids,
Mich.: Baker Book House, 1974), 35.
refiera a Palestina únicamente. Algunos, por otro
lado, podrían argumentar que el diablo y Jesús
estaban literalmente viendo «todos los reinos» de
todo el mundo. Sea que Jesús vio literalmente todos
los reinos, algunos de los reinos o simplemente
los vio en Su mente, tiene poca importancia para
efectos de esta tentación.
Versículo 9. El Antiguo Testamento indicaba
que el Mesías reinaría sobre todas las naciones
(Salmos 2.6, 8; 72.8–11; Daniel 7.14). Sin embargo,
este gobierno universal tendría lugar únicamente
después del sufrimiento y muerte de Cristo (28.18;
Filipenses 2.8–11). En pocas palabras, Satanás
estaba tentando a Jesús a tomar el camino de
menos resistencia, pues le dijo: Todo esto te daré,
si postrado me adorares.
¿Cómo podía Satanás ofrecerle los reinos del
mundo a Jesús? Según Lucas, Satanás también dijo:
«... porque a mí me ha sido entregada [todo este
dominio], y a quien quiero la doy» (Lucas 4.6). Si
la declaración del diablo tiene algo de credibilidad,
entonces es claro que Dios le permitió una medida
de autoridad sobre el mundo. Esta interpretación
concuerda con otros pasajes que describen a
Satanás con poder limitado como «príncipe de
este mundo» (Juan 16.11) y «dios de este siglo»
(2ª Corintios 4.4).
Versículo 10. Jesús comenzó Su respuesta
diciendo: «Vete, Satanás…». Una expresión similar
aparece más adelante en Mateo, cuando Jesús le
dijo a Pedro: «¡Quítate de delante de mí, Satanás!»
(16.23). En esa ocasión, el diablo estaba usando
a Pedro para tentar a Jesús, procurando una vez
más persuadirlo a evitar la cruz. En este contexto,
Jesús le estaba diciendo a Satanás que saliera de
Su presencia.
Una vez más, Jesús respondió al diablo
con las Escrituras. Citó Deuteronomio 6.13 de
la Septuaginta, diciendo: «… porque escrito
está: Al Señor tu Dios adorarás, y a él sólo
servirás». En cada respuesta, Jesús citó del libro
de Deuteronomio. El contexto original de esta cita
contiene una advertencia para Israel. Después de
que el pueblo entró en la Tierra Prometida, serían
tentados a olvidar que fue el Señor quien los había
bendecido de acuerdo a Sus promesas pactales.
Por otra parte, serían influenciados a adorar a los
dioses de los cananeos (a veces para sacar provecho
político). Deuteronomio 6.14, 15 dice: «No andaréis
en pos de dioses ajenos, de los dioses de los pueblos
que están en vuestros contornos; porque el Dios
celoso, Jehová tu Dios, en medio de ti está; para
que no se inflame el furor de Jehová tu Dios contra
ti, y te destruya de sobre la tierra».
Mientras el pueblo de Dios, Israel, fracasó
reiteradamente por adorar a los dioses cananeos,
el Hijo de Dios, Jesús, fue totalmente fiel en
Su devoción al Padre. Se negó a postrarse ante
Satanás.21 Su único camino al trono consistió en
un total compromiso con Dios. Morris dirigió la
atención a la palabra «sólo» y escribió: «La palabra
sólo es importante. Merece la pena reflexionar en
que, si bien Satanás le ofreció a Jesús soberanía
sobre toda la tierra si tan sólo le adoraba, Jesús
sólo adoró a Dios y le fue dado todo poder en
el cielo y en la tierra (28.18)». 22 Cristo tuvo que
soportar la cruz antes de poder llevar la corona.
La única manera que podemos llevar la «corona
de la vida» (Apocalipsis 2.10) es seguir Su ejemplo
de fidelidad (1ª Pedro 2.21–25).
Conclusión (4.11)
El diablo entonces le dejó; y he aquí vinieron
11
ángeles y le servían.
Versículo 11. Después de la tercera tentación,
de conformidad con el mandamiento de Jesús
(4.10), el diablo entonces le dejó. Lucas 4.13
registra que Satanás entonces «se apartó de él
por un tiempo». Las tentaciones en el desierto
no fueron las únicas que Jesús experimentó, pues
«fue tentado en todo según nuestra semejanza,
pero sin pecado» (Hebreos 4.15). Satanás tentó
a Jesús durante el camino a la cruz. Pudo haber
sido tentado cuando una turba de judíos trató de
forzarlo a ser rey (Juan 6.15), cuando las multitudes
le pedían señales (Lucas 11.29) y cuando uno de
Sus discípulos le tentó a evitar la cruz (16.21–23).
Incluso, cuando colgaba de la cruz, las tentaciones
de Satanás podían escucharse de entre la multitud
que gritaba: «Tú que derribas el templo, y en
tres días lo reedificas, sálvate a ti mismo; si eres
Hijo de Dios, desciende de la cruz» (27.40). En su
búsqueda de las almas, Satanás es como un animal
salvaje que continuamente acecha a su presa
(1ª Pedro 5.8).
Después de que Satanás le dejó, he aquí
vinieron ángeles y le servían. El autor de Hebreos se
refirió a los ángeles como «espíritus ministradores»
(Hebreos 1.14). Sin duda, alentaron a Jesús después
de que fue tentado por Satanás, al igual que lo hizo
un ángel después de que Jesús oró fervientemente
�� 
Jack P. Lewis escribió: «Adorar a los hombres (Hechos
10.26) y a los ángeles (Apocalipsis 19.10) está prohibido;
¡cuánto más al diablo!» (Lewis, 70.)
�� 
Morris, 78.
5
en Getsemaní (Lucas 22.43).
Lecciones
En los momentos de tentación
(4.1–11)
Tal vez, cuando leemos acerca de las tentaciones
de Jesús, hemos hecho preguntas sobre Satanás,
el ayuno y la naturaleza de las tentaciones.
Centrémonos en las siguientes a medida que
estudiamos Mateo 4.1–11.
¿Quién es nuestro verdadero enemigo? Es
importante que seamos conscientes acerca de
quién es realmente nuestro adversario. Satanás es
un engañador. Jesús dijo que «ha sido homicida
desde el principio» y «es mentiroso, y padre
de mentira» (Juan 8.44). Talvez, su más grande
hazaña de engaño es hacer que las personas se
rían de él creyendo que es un personaje cómico
en traje rojo, con cuernos y una cola, mientras
se dedica a su diabólica labor. Nos engaña
haciendo parecer lo malo como bueno (Isaías
5.20). A la pornografía le llama «arte»; al pecador,
«un inadaptado»; al adulterio, «una relación
profunda»; a la homosexualidad, «un estilo de vida
opcional» y al consumo de alcohol, «ser sociales».
Utiliza a las personas para hacer sus retorcidas
obras. Pablo advirtió que sus ministros pueden
transformarse para aparecer como «apóstoles de
Cristo» y que él mismo puede disfrazarse como
«ángel de luz» (2ª Corintios 11.13, 14). Los buenos
oradores pueden atraer grandes multitudes,
predicando «doctrinas de demonios» (1 a Timoteo
4.1, 2). Hablan «hipocresía de mentirosos» y
verdades a medias. Pueden predicar del amor y la
unidad a la vez que causan odio y división.
¿Qué del ayuno? El ayuno es un tema y una
práctica que la mayoría de los cristianos descuidan,
sin embargo, es un tema que se enseña y practica
en la Biblia, tanto en el Antiguo como en el Nuevo
Testamento. Jesús ayunó, como vemos aquí en el
presente texto. También animó a Sus discípulos
a ayunar (6.16–18; 17.21). Saulo de Tarso (Pablo)
ayunó (Hechos 9.9) y a veces pasó hambre por causa
del evangelio (2ª Corintios 6.5; 11.27). Pablo infirió
que el ayuno (talvez abstenerse de la intimidad
en lugar de alimentos) sería una buena práctica
a observar para maridos y esposas (1ª Corintios
7.5). La iglesia primitiva ayunó antes de tomar
decisiones importantes (Hechos 13.2; 14.23).
Jesús no les impuso el ayuno a Sus seguidores
como un deber público, sin embargó reguló la
práctica que entonces era común entre los judíos
6
(6.16–18). Condenó el tipo equivocado de ayuno, sin
embargo, definitivamente no condenó el ayuno en
sí. No dijo: «Si ayunas…», sino, «Cuando ayunéis…»
(6.16; énfasis nuestro). También infirió que Sus
discípulos ayunarían después de Su regreso al cielo
(9.14, 15; Marcos 2.18–20; Lucas 5.33–35).
El ayuno no es ayunar por ayunar, sino que pone
en evidencia una actitud mental y una disposición
del corazón. Por no ayunar, podríamos perder
muchos beneficios espirituales. Guy N. Woods
escribió:
El ayuno, si se observa de manera apropiada,
puede ser una fuente de bendición espiritual,
una disciplina de la voluntad y un ejercicio que
producirá una fuerza y poder internos. Todos
nosotros, de manera ocasional, deberíamos
sacar de nuestros corazones toda muestra de
deseo mundano y apetito carnal, y mediante
la oración y el ayuno, acercarnos más a Dios
y ganar su sostén y orientación en la vida. Tal
experiencia nos haría a todos infinitamente más
fuertes, más ricos en fe y mejor equipados para
llevar una vida cristiana. 23
Haríamos bien en considerar el ayuno en vista
de los beneficios prometidos. El ayuno podría ser
prudente y beneficioso en muchas situaciones:
1. Cuando somos tentados y probados o
afligidos con algún sufrimiento;
2. Cuando un cristiano se da cuenta de que
cada vez es más indiferente para con la
vida cristiana;
3. Cuando surgen problemas en la iglesia;
4. Cuando se estén tomando decisiones muy
importantes en la iglesia, tales como la
escogencia de ancianos o diáconos, o un
predicador;
5. Cuando estemos tomando una importante
decisión en nuestras vidas personales.
¿Cómo nos tienta Satanás? A menudo se señala
que Jesús fue tentado de la misma manera que
somos tentados. Es decir, Satanás usó las mismas
formas de tentación que usa en nosotros: la
concupiscencia de la carne, el deseo de los ojos, y
la vanagloria de la vida (1ª Juan 2.16). Satanás tentó
a Eva de esta manera. Primero fue tentada por la
concupiscencia de la carne, cuando ella vio que el
fruto era «bueno para comer». En segundo lugar,
vio que era «agradable a los ojos». Finalmente, era
«codiciable para alcanzar la sabiduría» (Génesis
�� 
Guy N. Woods, “Questions and Answers” («Preguntas
y respuestas») Gospel Advocate (El Heraldo del evangelio) (17
de junio de 1982): 358.
3.6). Jesús fue tentado por la lujuria de la carne,
cuando Satanás le dijo que convirtiera las piedras
en pan (Mateo 4.3). La tentación de arrojarse desde
el pináculo del templo fue el de la soberbia de la
vida (4.6). Fue tentado por los ojos cuando Satanás
le mostró todos los reinos del mundo y se los ofreció
(4.8). Santiago escribió: «... sino que cada uno es
tentado, cuando de su propia concupiscencia es
atraído y seducido. Entonces la concupiscencia,
después que ha concebido, da a luz el pecado; y
el pecado, siendo consumado, da a luz la muerte»
(Santiago 1.14, 15).
La tentación es una experiencia común
(1ª Corintios 10.13). A pesar de que tenemos que
lidiar con la tentación, no tenemos que ceder ante
ella. Podemos resistir de la misma manera que lo
hizo Jesús, armándonos con la espada del Espíritu
(Efesios 6.17).
Resumen. Un estudio de 4.1–11 sugiere las
siguientes lecciones:
1. Nuestro gran adversario, Satanás, es real
e implacable.
2. Jesús ayunó, sin embargo, condenó el
ayuno que se hace para recibir alabanza
humana.
3. La tentación en sí no es pecado.
4. Satanás nos tienta mediante los deseos de
la carne, la concupiscencia de los ojos y la
vanagloria de la vida.
5. Podríamos ser victoriosos sobre la tentación
conociendo y haciendo la voluntad de Dios
(4.4, 7, 10).
6. La victoria sobre la tentación produce
dulces beneficios (4.11). 24
cómo Confrontar la tentación
(4.1–11)
El relato de la tentación de Jesús es mencionado
por tres de los autores de los evangelios (Mateo,
Marcos y Lucas).25 Obviamente, Jesús deseaba
que supiéramos cómo confrontó y venció la
tentación, de modo que también nosotros podamos
conquistarla. En el relato nos enteramos de los
siguientes hechos acerca de la tentación:
Puede venir después de uno de los grandes momentos
en la vida. Justo después de Su bautismo, Jesús
�� 
La lista en este resumen es una adaptación de Jack
Wilhelm, “Lessons from the Temptation of Jesus” («Leccio-
nes extraídas de las tentaciones de Jesús») RSVP Newsletter
154–10–83–37 (1983). Usado con permiso de Jack Wilhelm,
P.O. Box 2222, Florence, AL 35630.
�� 
Hay otros relatos de la tentación de Jesús en Marcos
1.12, 13 y Lucas 4.1–13.
fue «llevado por el Espíritu al desierto, para ser
tentado por el diablo» (4.1). De la misma manera,
nuestros momentos de entusiasmo espiritual son a
menudo seguidos por períodos oscuros de prueba
y tentación.
A menudo se disfraza de pensamiento racional
(4.3–10). Satanás buscó que Jesús racionalizara Su
situación y tomara el camino de menos resistencia.
Cuando racionalizamos, estamos tratando de
buscar excusas para hacer algo que sabemos que
no deberíamos estar haciendo.
Tiene una naturaleza diabólica. Satanás podría
tentarnos mediante nuestro deseo de poder o
placer.
Tenemos que confrontarla si lo que queremos
es derrotarla. Jesús confrontó audazmente Sus
tentaciones con la Palabra de Dios. Al final, Satanás
«se apartó de él por un tiempo» (Lucas 4.13).
Santiago escribió: «Someteos, pues, a Dios; resistid
al diablo, y huirá de vosotros» (Santiago 4.7).
¿Podía jesús ser tentado?
(4.1–11)
El asunto de si Jesús podía ser tentado a pecar
no es fácil. Hombres de igual estatura académica
están en desacuerdo en la materia. La mayoría de
los que se oponen a la idea de que Jesús podía ser
tentado a pecar responden señalando que la palabra
que se traduce como «tentado» ( peira¿ z w , peirazō)
también puede traducirse como «probado».
El escritor de Hebreos dice que Jesús fue
«tentado en todo según nuestra semejanza, pero
sin pecado» (Hebreos 4.15). Esta afirmación sugiere
que pudo haber pecado pero no lo hizo. ¿Por qué
fue importante el hecho de que no pecó si no podía
haber pecado? No puede haber tentación a pecar
donde no hay posibilidad de ceder. H. Leo Boles
escribió que «la tentación de Jesús fue tan real
como lo fue Su bautismo». 26
Puede que el problema se resuelva cuando
entendamos la naturaleza de Cristo. Jesús no fue
como nadie que haya vivido. Fue la unión de la
divinidad y la humanidad: Hijo de Dios e Hijo
del Hombre. A diferencia de nosotros, tenía una
naturaleza dual, tanto divina como humana. Si
esto no fuera así, no podría haber muerto en la
cruz. ¿Puede la divinidad morir? Jesús murió, se
despojó de Su naturaleza humana (vea Juan 10.17,
18; Lucas 23.46). Jesús confrontó la tentación de
la misma manera que lo hacemos nosotros, con
únicamente Su naturaleza humana y voluntad.
26 
Boles, 95.
7
 Las tentaciones de Cristo
(4.1–11)
La voz del cielo había declarado la
divinidad de Cristo en Su bautismo. El Padre
dijo: «Este es mi Hijo amado, en quien tengo
complacencia» (3.17). Poco después de esos días,
Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto, donde
fue tentado por Satanás. Jesús mismo demostró
ser el Hijo fiel de Dios de cara a cada tentación.
Como resultado, no permitió que el diablo le
desviara del camino a la cruz, donde Él cumpliría la
voluntad del Padre y se convertiría en el Salvador
del mundo.
A primera vista, las tentaciones de Jesús podrían
parecer ajenas a nuestra propia experiencia. No
tenemos el poder de convertir las piedras en pan
y probablemente no deseamos saltar desde un
edificio alto ni adorar a Satanás. Sin embargo, como
señaló Hare, «La tentación básica y subyacente con
la que Jesús se hace partícipe con nosotros es la
tentación a tratar a Dios como menos que Dios». 27
Sin duda, todos podemos identificarnos con esta
lucha en nuestras vidas.
Sin embargo, si miramos más de cerca
las tentaciones de Jesús, podemos encontrar
paralelismos con nuestra propia situación.
1) Satanás se acercó a Jesús en Su momento de
debilidad y hambre y lo tentó a satisfacer un
deseo legítimo de una manera ilegítima (4.3).
Satanás continúa utilizando la estrategia —sea
tentándonos mediante el robo, la fornicación, o
algún otro vicio. 2) Satanás tentó a Jesús para
que probara Su identidad (4.5, 6). Todavía apela
a nuestro sentido de orgullo hoy, tentándonos
a probar nuestra superioridad sobre los demás
diciendo cosas hirientes o intentando hazañas
insensatas. 3) Satanás tentó a Jesús a tomar el
camino más fácil, esto es, ganar la corona sin la
cruz (4.8, 9). Todavía nos tienta a comprometer
nuestra ética, tomando el camino de menos
27 
Douglas R. A. Hare, Matthew (Mateo), Interpretation
(Louisville: John Knox Press, 1993) 26.
Autor: Sellers Crain
©Copyright 2013, por LA VERDAD PARA HOY
Todos los derechos reservados
resistencia. Puede ser que hagamos trampa en un
examen, que digamos una «mentira piadosa» o no
cumplamos con alguna obligación.
Al igual que Jesús, estamos llamados a ser hijos
fieles de Dios (vea Gálatas 3.26–29). A diferencia
de Cristo, a menudo sucumbimos a las tentaciones
que enfrentamos. Afortunadamente, tenemos un
gran sumo sacerdote que puede «compadecerse
de nuestras debilidades» porque fue «tentado
en todo según nuestra semejanza». Reúne los
requisitos para entrar en la presencia del Padre a
favor nuestro, porque es «sin pecado» (Hebreos
4.14–16).
David Stewart
Las diSCiplinaS del Silencio Y
la soledad (4.1–11)
Debido a que vivimos en un mundo ruidoso y
ajetreado, es necesario que cultivemos la disciplina
del silencio. A veces deberíamos deliberadamente
aislarnos del mundo que nos rodea, a un lugar
donde no haya personas hablando, ni televisión,
ni radio, ni reproductores de CD, ni teléfonos
celulares. ¿Cómo hicimos para vivir sin esas
tecnologías en el pasado?
Tenemos que aprender a practicar la disciplina
de la soledad. Es imprescindible que entremos
en un «aposento» y pasemos algún tiempo
sin interrupciones meditando sobre asuntos
espirituales y en oración.
¿Por qué debemos practicar estas disciplinas?
He aquí algunas razones:
1. Estaremos siguiendo el ejemplo de Jesús
(4.1; Marcos 1.35; Lucas 4.42).
2. Nos acercaremos más a Dios (Salmos 46.10;
Santiago 4.7, 8).
3. Nos fortaleceremos mental, física, espiritual
y emocionalmente (Lucas 2.52).
4. Pasaremos tiempo averiguando la voluntad
de Dios para nuestras vidas.
5. Estaremos en mejores condiciones para
hacerle frente a lo desconocido.