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(AC - S18) Semana 18 - EF
(AC - S18) Semana 18 - EF
EXAMEN FINAL
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CASO:
Morir a más de 10.000 kilómetros de casa
Miles de migrantes atraviesan Colombia cada año buscando el ‘sueño americano’. Muchos
pierden la vida en el trayecto.
A la una de la mañana del 28 de enero, murieron ahogados en el mar Caribe, a más de 10.000
kilómetros de casa, 10 niños y 9 adultos angoleños y congoleños, y quizá otros cinco más de cuyos
cuerpos no quedó rastro.
El naufragio es, hasta ahora, el que más migrantes muertos ha dejado en esa zona del país, aunque no
es el único. En enero del 2013 fueron hallados seis cuerpos flotando en el mar cerca de las playas de
Tarena, Unguía, (Chocó). En diciembre de ese año se encontraron siete más entre la desembocadura
del río Atrato y el mar cerca de Turbo.
En enero del 2016 naufragó, también cerca de Unguía, una lancha que se presume llevaba 24
migrantes de Sierra Leona, Pakistán, Guinea, Somalia y Nepal. Nueve fueron rescatados con vida,
cinco cuerpos fueron encontrados y otros cuatro no pudieron recuperarse, aunque se hicieron varios
intentos. Y de los demás nunca hubo noticias. Los cinco cadáveres recuperados terminaron
enterrados en Unguía.
La peregrinación de Mify
A la media noche del 27 de enero, Mify se montó a la sexta y última lancha que dispusieron los
coyotes para pasar a un gran grupo de migrantes desde Colombia hacia Panamá. Como fue una de las
últimas en subirse tuvo que entregarle su bebé de ocho meses a una de las personas que iba en la
parte de atrás de la panga, ella se acomodó más adelante con los otros niños.
Mify cuenta que tenía mucho miedo -no sabe nadar- y no les dieron chalecos salvavidas. El recorrido,
según le dijeron “los guías” no duraría más de 45 minutos. Cada uno de ellos había pagado 150
dólares para que los llevaran a alguna playa del país centroamericano donde emprenderían un
recorrido de varios días por la espesa selva del tapón del Darién. Tenía que pagar 20 dólares a los
coyotes por cada día que durara caminando.
Pero vino la tragedia. El mar terminó tragándose a sus niños de 9 y cuatro años y al bebé de ocho
meses.
La panga que la rescató se quedó sin gasolina unos minutos después de emprender la ruta hacia la
playa y ella aterrorizada creyó que tendría que volver al agua. Sin embargo, llegó una tercera lancha.
Esos dos botes, el cuarto y quinto que salieron del mismo lugar esa noche, se dieron cuenta del
accidente y, después de arrimar a sus ocupantes a la playa más cercana, volvieron a rescatar a quienes
cayeron al agua. Solo ocho personas sobrevivieron.
“Yo no sé Dios qué hizo para mí, o qué hice yo, pero Dios me salvó, a mí y a mi hijo”, cuenta Mify
mientras aclara que su niño se llama Alberto pero por cariño le dicen Manazé.
El viaje lo empezaron hace 3 años y poco le gusta hablar de ese recorrido. Estuvo en otros países de
África y finalmente llegó a Brasil el 12 de enero, pasó luego a Perú, Ecuador y finalmente a
Colombia.
La mayoría de africanos llegan al continente a través de Brasil y Ecuador. Los acuerdos comerciales
y administrativos entre el gobierno de Brasilia y varias naciones africanas contemplan beneficios
migratorios. Ecuador, por su parte, es uno de los países con políticas migratorias más flexibles del
mundo: solo exige visa a 11 nacionalidades.
Después de la tragedia, ella y los demás sobrevivientes esperaron a que alguno de sus familiares
regresara vivo del mar. Pero sin noticias de ellos agarraron la trocha y decidieron seguir su camino.
Dos días después la madre y su niño perdieron al grupo y regresaron a Capurganá. Estuvo unos días
refugiada en distintos lugares, hasta que el párroco del corregimiento, Aurelio Moncada, se la llevó a
la casa cural.
No dice cuánto dinero gastó en su recorrido, pero solo en los tiquetes para llegar a Sao Paulo pudo
invertir unos 3.000 dólares (cerca de 10 millones de pesos).
Los migrantes no hablan de los coyotes, pero de la red que estaba trasladando al grupo el día del
naufragio fueron capturadas 8 personas el miércoles pasado, que serán judicializadas por homicidio
culposo, concierto para delinquir y tráfico de migrantes. En la audiencia, celebrada el jueves en
Medellín, se supo que el lanchero estaba borracho y que los coyotes no hicieron nada por tratar de
salvar a sus clientes.
Esa indolencia no es para nada inusual. Hace un par de semanas, en Estados Unidos fue ron
condenados a 45 y 50 años de cárcel dos coyotes colombianos por violar y asesinar a dos cubanos
cuando hacían la travesía. El esposo de Mify llegó hace una semana a Colombia. Inició el recorrido
desde Brasil días después que su familia y estaba atravesando Perú a pie cuando ocurrió el accidente.
Con la familia desbaratada, están definiendo cuándo emprenderán nuevamente el camino. Su sueño
no es Estados Unidos. Quieren llegar a Canadá.
Un número del 1 al 19
Pescadores de la región reportaron el martes 29 de enero la aparición de dos cuerpos flotando en el
agua. La población ya sabía del accidente y estaba atenta para avisar a la Policía, la Armada y la
Alcaldía si encontraban cuerpos u objetos del naufragio.
Un día después la alcaldesa de Acandí, Lilian Córdoba, recibió una llamada que advertía de la
aparición de otro cadáver en una playa. Salieron a recogerlo y terminaron recuperando cinco más.
Guardacostas de la Armada ubicaron en altamar, gracias a notificaciones de lancheros y pescadores,
otros tres cuerpos. "A mí me impresionó que uno de los cuerpos que rescatamos era de un bebé, tenía
todavía el pañal y unas boticas puestas", recuerda la alcaldesa.
En el transcurso de la semana hallaron los demás. Los cuerpos de las dos últimas personas, un adulto
y un niño, estaban incompletos. Las altas temperaturas y la humedad aceleran el proceso
descomposición, y después de la inflamación de los cadáveres, el contacto con un animal o un objeto
puede terminar generando la fragmentación de los mismos. Del menor se encontró la mitad del
tronco y del adulto una parte de la pelvis y un fémur, por eso no se logró identificar en ninguno de
los dos casos el sexo de las víctimas. De los demás Medicina Legal informó que se trató de seis niños
y tres niñas, y cinco mujeres adultas y tres hombres.
Cada cuerpo que apareció fue llevado en lancha (el único medio de transporte entre los
corregimientos y el pueblo) a la cabecera municipal. En el muelle, un coche arrastrado por caballos
los trasladó, según fueron llegando, hasta el cementerio, ubicado en el extremo sur del municipio.
El olor nauseabundo lo recuerdan casi todos. En el colegio, vecino al camposanto, se cancelaron las
clases dos días. Los pobladores del barrio con familiares al otro lado de Acandí les pidieron posada.
Con más de 30 grados, el olor y los moscos eran insoportables.
El municipio pidió ayuda a Medicina Legal de Turbo, Antioquia, desde donde llegó un equipo de
forenses para realizar las necropsias. El proceso tardó un día y medio.
El domingo 3 de febrero, sin ningún ritual ni familiares que les dieran un adiós, envueltos en bolsas
negras deplástico, sin ataúdes, los 19 cuerpos fueron enterrados a metro y medio de profundidad de
una tierra que no era la suya.
"A los ocho días del entierro hicimos una misa en la parroquia pidiendo por ellos y sus familiares. No
la hicimos el día del entierro porque respetamos que seguramente ellos tienen otras creencias, es
posible que sean musulmanes", dice Fabio Carrillo Herrera, el párroco de Acandí.
Los montículos de tierra rojiza dan cuenta de que no han pasado muchos días desde que los cuerpos
fueron depositados allí. Al lado derecho del camino central que lleva a la capilla del cementerio, se
ven 19 cruces enterradas en una tierra arcillosa extremadamente seca. Cada cruz tiene un número del
1 al 19, que corresponde a los expedientes en los que dos médicos y dos auxiliares forenses
consignaron información de cada uno de los cadáveres que fueron recuperados después del naufragio.
Al fondo, en el extremo izquierdo del predio que tiene un aspecto ruinoso, está el cuarto con un
mesón de (concreto y baldosín) donde se arrumaron los cadáveres mientras llegaban refuerzos para
hacer las necropsias.
El miércoles 13 de febrero, 17 días después del accidente, Mify se atrevió a subirse en una lancha
nuevamente en Capurganá para hacer un viaje de casi 45 minutos hacia Acandí. Entró al cementerio
y parada al frente de las cruces lloró y cantó. Antes de salir cogió un pedazo de arcilla que guardó
después en una bolsa de plástico. Manazé llamó un rato a Sofía, una de las hermanitas.
Atravesar el Darién para llegar a Panamá puede durar días (cinco mínimo si es el recorrido completo
desde Capurganá hasta la carretera Panamericana) e incluso semanas, y los migrantes se exponen a
picaduras de insectos, mordeduras de serpientes y ataques de jaguares.
La selva es tan espesa que es la única región del continente donde está cortada la Panamericana, que
va desde Alaska hasta Buenos Aires. Esto sin contar que los grupos de narcos hacen y deshacen en la
región y tienen una guerra librada contra los coyotes que están utilizando las mismas trochas de la
coca para pasar a los migrantes. Solo pocas veces los cadáveres tienen un destino distinto a perderse
en el mar, hundirse en ríos o ser devorados por animales.
La alcaldesa Lilian Córdoba recuerda dos casos de los últimos cuatro años en los que se recuperaron
los cuerpos. Una mujer africana que viajaba con algunos familiares fue enterrada en el cementerio.
Un tiempo después vinieron por sus restos.
También perdió la vida en la trocha, selva adentro, un ciudadano cubano. Por las dificultades del
terreno tuvo que ser enterrado en el mismo lugar. Los pobladores cuentan que la cruz de madera que
pusieron sirvió para que años después, su familia volviera por los restos. Hace solo una semana
apareció en zona rural del sector norte de Acandí el cuerpo de un hombre. Aunque se desconoce su
identidad, los pobladores que lo trasladaron a Capurganá dicen que por su apariencia y las cosas que
llevaba consigo podría ser cubano.
El cementerio de Turbo, custodiado desde hace 30 años por Evelio Antonio Cortez, tiene 13 bóvedas
con números y sin nombres. Allí llegaron los náufragos del 2013, los de principio y fin de año. Están
en el extremo opuesto a la entrada del cementerio, en las hileras inferiores de la pared conformada
por columnas de cinco filas, juntos, sin lápidas.
Don Evelio dice que a los muertos sin identificar ya no se les dice NN, se llaman CNI (Cuerpos no
identificados). Algunos tienen esa sigla, otros solo números en el extremo izquierdo y extremo
derecho del frontis de las tumbas. Las bóvedas están rodeadas de otras simples, que tienen el mismo
revoque blanco con nombres y fecha de muerte y unas cuantas con lápidas mucho más elaboradas,
casi todas con foto del fallecido, una frase y fechas de nacimiento y fallecimiento.
A unas cuantas criptas está Sahak Amir Amza, una PINR (Persona identificada no reclamada). Otro
migrante que perdió la vida el 25 de enero del 2013 en la zona de Urabá y que, gracias a los
documentos que tenía, pudo ser identificado. Sin embargo, no ha sido reclamado por ningún familiar.
Don Evelio no sabe de qué país era, dice que solo recibió el cuerpo en un cajón y cumplió con su
deber de meterlo en una bóveda, poner el nombre y esperar que algún día aparezca alguien
preguntando por él.
En una de las paredes laterales del camposanto está Mireille Rosius, una haitiana que quedó a mitad
de camino de su sueño americano. Mireille viajaba con sus hermanos y falleció, por una
complicación de salud, el 29 de septiembre de 2016 en el hospital de Turbo. “Nous vous aimer pour
toujours” (Te amaremos por siempre) reza el azulejo puesto en su bóveda. La foto de ella, está sobre
un cielo azul con nubes y tiene un montaje de flores en un pastizal. Mireille nació el 28 de febrero de
1982; murió a sus 34 años. Sus hermanos la enterraron y siguieron su camino. Hoy es la única
migrante muerta en la zona con una lápida que la identifica y un mensaje que la recuerda.
Un par de semanas después, las noticias de Colombia y otros países anunciaron el naufragio en el que
perdieron la vida varios angoleños y congoleños en el golfo de Urabá en Colombia.
Después de contactar a autoridades colombianas William viajó a Capurganá para buscar noticias de
su esposa y sus niñas, pero tuvo que regresar a Brasil sin confirmar si entre los cuerpos hallados
estaban su esposa y sus hijas pues un proceso de identificación con pruebas de ADN tardaría meses.
William es musulmán y dice que según creencias africanas no puede hablar de su esposa hasta
después de 40 días de su muerte, por eso se reserva detalles y solo dice que está destrozado por la
pérdida de su familia. “Grace traía muchos sueños”, concluye entre lágrimas Julia Fernanda, la
hermana de William.
Un par de días después de que la caravana varada en Sapzurro cruzó la frontera, llegaron nueve
cubanos con la esperanza de unírseles. Cansados, después de caminar dos horas desde Capurganá
hasta el corregimiento fronterizo, le apostaron a pasar a La Miel, la primera playa que hay del lado
panameño. Ese día no lo lograron.
Los militares del Senafront (Servicio Nacional de Fronteras de Panamá) tenían cercado con alambre
de púas el cruce fronterizo. Le dijeron al grupo que por motivos de sanidad no podían pasar, pues se
habían detectado dos casos de malaria africana entre migrantes que cruzaron días antes.
Dos días después, no obstante, los nueve cubanos lograron pasar en un momento en el que no estaban
los guardias del Senafront.
Son cuatro mujeres y cinco hombres. No empezaron el viaje juntos, se conocieron en la lancha que
de Necoclí los llevó a Capurganá. Tres de ellos, dos hombres y una mujer, llevaban meses viviendo
en Trinidad y Tobago, y obligados –afirmaron– por la falta de oportunidades, empezaron un
recorrido que los llevó a Venezuela y luego a Colombia. Llegaron el 4 de febrero.
Una pareja que vendió su casa para costear el recorrido viajó desde Cuba hasta Guyana, luego pasó a
Brasil, a Perú, a Ecuador y a Colombia. Salieron de La Habana el 13 de diciembre. “Yo era
peluquera, pero si en Cuba la gente no tiene ni para comprar comida ni ropa, menos para hacerse
cosas en el pelo o en las uñas”, dijo ella. El grupo de cuatro lleva una peregrinación de más de un
año. Intentaron una vida en Uruguay, pero –dicen– el desempleo y la inseguridad los arrinconaron
hasta que decidieron migrar otra vez.
Dos de las cuatro mujeres dejaron a hijos en Cuba, no los quisieron exponer al largo viaje, y
prefieren confiar en que estando en Estados Unidos podrán llevárselos legalmente, además, haciendo
cálculos superficiales y, sin contar lo que pueden perder porque los roban y los engañan con
frecuencia, dicen que el viaje puede costar más de 5.000 dólares.
Desde la derogación de la ley 'pies secos, pies mojados', que regía para los cubanos que tocaran suelo
estadounidense, el flujo de migrantes de la isla por territorio colombiano aumentó significativamente.
Ahora, en lugar de viajar 144 kilómetros en una lancha derecho hasta la Florida, los cubanos hacen
un viaje de hasta 10.000, que incluye una escala en Colombia.
La mayoría de ellos espera acogerse al programa Parole de reunificación familiar y legalizar, después
de un año en EE. UU., su situación migratoria.
Según Migración Colombia entre el 2012 y el 2019 se han detectado 59.922 casos de tráfico de
migrantes. El año con más reportes es 2016, con 33.891 detectados. Unos 20.000 eran haitianos y
8.000, cubanos.
¿La razón? Los haitianos reiniciaron un viaje que empezaron luego del terremoto del 2010 y que los
llevó primero a Brasil. Miles de esos haitianos se quedaron sin trabajo después de participar en la
construcción de escenarios deportivos para el Mundial del 2014 y los Olímpicos del 2016. Y los
cubanos emprendieron esta ruta luego de conocer la intención de desparecer la ley de 'pies secos'.
Los registros dan cuenta de que unas 600 personas (sin contar a los venezolanos) se registran al mes
en oficinas de Migración Colombia para obtener salvoconductos que les permitan moverse por el
país por unos días; sin embargo, en la zona, los pobladores dicen que diariamente cruzan la frontera
irregularmente entre 80 y 100 personas.
Marabell es una enfermera camerunesa de unos 37 años que va rumbo a Estados Unidos. Voló desde
su país directamente a Ecuador y luego en un recorrido de más de 24 horas atravesó Colombia hasta
llegar a Turbo.
Dice que aunque llevaba dos años sin empleo, lo que realmente la hizo huir de su país es la guerra
separatista que libra la minoría anglófona del norte (cerca del 20 % de la población) con la mayoría
francófona del país. “Desde el 2015 hay violencia, y todo es muy complejo; las fronteras son muy
peligrosas, es muy difícil vivir en un lugar así”, asegura. Marabell dejó a sus niños, de 6 y 10 años, y
si bien ha coincidido con coterráneos en la ruta, dice que va sola.
Afirma que le preocupa la plata para llegar a su destino. Dice que en Colombia todo es muy caro, que
mientras con dos dólares en su país compra un tarro grande de agua, galletas y pan, aquí solo le
alcanza para el agua. Le preocupa la plata, no dice cuánto ha gastado hasta llegar a Colombia, pero el
tiquete entre Camerún y Ecuador le pudo costar más de 4 millones de pesos.
Después de Haití y Cuba, India, Nepal, Bangladesh, Camerún, Eritrea y Ghana son los países de
origen de los migrantes que más atraviesan Colombia por el golfo de Urabá con la intención de llegar
a Norteamérica.
Una peregrinación que para muchos es de más de 15.000 kilómetros y en la que gastan todos sus
ahorros. Y al final, toda su suerte depende de los ‘coyotes’, a los que les confían hasta la vida.
https://www.eltiempo.com/colombia/otras-ciudades/migrantes-africanos-que-mueren-en-colombia-
rumbo-a-estados-unidos-
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(Hasta 4 puntos)
INICIAL:
ESTÁNDAR ESPERADO EN PROCESO: La elaboración del ensayo
La elaboración del ensayo La elaboración del ensayo demuestra una mala
demuestra un buen trabajo demuestra que ha habido organización, en el trabajo
colaborativo, buena una organización parcial, hay contradicciones y/o
Trabajo en 2
organización, compromiso, el trabajo presenta repeticiones en la
equipo pts
un mismo hilo argumental, algunas contradicciones argumentación y se han
no hay contradicciones ni y/o repeticiones en la presentado quejas y
repeticiones en la argumentación. descontentos de los
argumentación. (Hasta 1 puntos) integrantes.
(Hasta 2 puntos) (Hasta 0.5 puntos)
Puntos totales: 20