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Curiosidades Del Ajedrez
Curiosidades Del Ajedrez
AJEDREZ
BRILLANTE
EDITORIAL BRUGUERA, S. A.
BARCELONA • BOGOTA • BUENOS AIRES • CARACAS • MEXIOO
C Máximo BorreU • 1975
Texto
7
Un aspecto que llamará la atención a los aficionados
es el de los juegos asiáticos, tan sugestivos y tan des
conocidos para nosotros. También la síntesis histórica
del capítulo 1; las conexiones entre los cerebros electró
nicos y el ajedrez, en el 5; las partidas de hombres
célebres, en el capítulo 6; el humor y el ajedrez, en
el 7, etc.; son temas que atraen a todos, pues para la
mayoría de ellos no es necesario saber jugar al ajedrez.
Que aquellos que lean estas páginas sientan nacer
o crecer, si ya la poseen, la llamita del interés por el
ajedrez es el deseo de
EL AUTOR
1
9
Sisa, al mismo tiempo que le explicaba las reglas, pudo
darle importantes consejos. Reconocido el príncipe, es
cuchó por primera vez estas advertencias, cambió de
conducta y dejó al brahmán la elección de su recom
pensa. Este pidió una cantidad de trigo que se deter
minaría de la siguiente manera: un grano por la pri
mera casilla del tablero, 2 por la segunda, 4 por la
tercera, y así sucesivamente, doblando siempre hasta la
última. El rey accedió al instante a la aparente sencillez
de aquella petición; pero cuando sus tesoreros hubieron
hecho el cálculo, resul tó que había aceptado un com
promiso para satisfacer el cual no bastaban todos sus
tesoros. Entonces, el brahmán se sirvió todavía de esta
circunstancia para hacer comprender al príncipe cuán
importante es para los reyes guardarse bien de aquellos
que les rodean, y cuánto deben temer que se abuse de
6us mejores intenciones.»
Otra versión de esta leyenda dice: cUn rey indio
llamado Kaíd, después de haber derrotado sucesiva
mente a todos sus enemigos, se vio reducido a la
inacción y, mientras sus pueblos gozaban de las dul
zuras de la paz, él se hallaba sumido en profunda tris
teza y aflicción, hasta el punto de desear la muerte.
En tal estado abrió su corazón a su ministro, el sabio
Sasa (o Sisa). "Dime -le dijo- tú, cuya sabiduría es tan
grande: ¿cómo puedo librarme de este abatimiento y
desolación en que todas las cosas me desazonan?" En
tonces, Sasa le dijo que había un juego maravilloso y
que se lo enseñaría. El rey aceptó con entusiasmo
y aprendió con gran rapidez la marcha del juego, el
cual le causó tanto placer que sus males desaparecieron
como por ensalmo. Entonces dijo a su ministro: "¡Oh,
Sasal ¿No te prometí darte en recompensa lo que se
te antojara pedirme? Habla, pues:", Y Sasa pidió lo
mismo que se ha referido en la leyenda anterior.
De esta fábula, cuyo interés es evidentemente anec
dótico, cabe destacar dos elementos que permanecen
constantes en el análisis estructural del relato: la creen·
cia de que el ajedrez fue invento de un solo hombre y
la recompensa que pidió por tal invento, cuya finalidad
es poner de relieve la mente privilegiada de este per
sonaje y su sagacidad (fue capaz incluso de superar
la del rey).
10
La opinión más generalizada, ya dentro del terreno
de la investigación histórica, afirma que el ajedrez pr()
cede efectivamente de la India. Debido a los intercambios
comerciales y culturales entre los marchantes de la India
y Persia, este juego se extendió rápidamente entre los
árabes al invadir territorios persas. Pasó también al
Imperio bizantino y pronto se convirtió en uno de los
lujos importados que adoptaron los turcos.
Sin embargo, existen otros historiadores, entre los
cuales cabe destacar a José Brunet, que aseguran, apor
tando datos concretos, que el origen del ajedrez se
remonta a los tiempos del antiguo Egipto (unos 3.000 años
a. C.).
Brunet, en su obra El ajedrez. Investigaciones sobre
su origen, acomete un arduo estudio para demostrar
ampliamente el origen egipcjo de este juego, basándose
en los abundantes restos arqueológicos descubiertos.
Dicho historiador niega que el ajedrez proceda del
chaturanga o juego de los cuatro reyes, ya que, a pesar
de ser muy antiguo, ces más complicado y moderno
que el shatrang persa (ajedrez común) que nosotros C()
nocemos:&.
Que el juego de ajedrez haya sido importado de la
India a Persia no constituye por sí solo la prueba de
que sea indio, ya que en los siglos XIV o XVI antes de
nuestra era ya existen vestigios de algo muy semejante
al juego actual, como veremos más adelante.
Según Brunet, la teoría del origen indio del ajedrez
se basa únicamente en un hecho dudoso: la mención
que hace el Bhawishya de la palabra chaturanga y cuyo
descubridor, sir William Jones, ya sospechó que fue in·
terpolada en dicho texto.
Por otra parte, si el ajedrez no fue introducido en
la India por los griegos, ya que varios investigadores
aseguran que el chaturanga era conocido en el país
veinticinco siglos antes, ¿cómo se explica que no tu·
vieran noticia de aquel juego, habiendo permanecido
allí más de dos siglos y que lo conocieran unos ocho
siglos después en contacto con el pueblo persa?·
El poeta Firdusi narra en su poema Sha-Nameh
(situado a finales del siglo x y principios del XI) la his
toria de la introducción del ajedrez en Persia en tiempos
de Nanshirawam. Según él, proviene de la India, país
11
rodeado de misterio y leyendas para todos los escritores
de su época.
El contenido del poema podría resumirse del si
guiente modo en lo tocante al origen del ajedrez en
Persia: «El rey tributario manda una embajada al rey
más poderoso con un enigma que, caso de ser descifrado
por éste, decidirá la supremacía de uno u otro país.»
Sin embargo, este dato carece de toda confirmación
histórica e, incluso, parece inverosímil que un rey tan
poderoso como Nanshirawan (Chorroes 1) se rebajara
a tratar en estos términos con el monarca de un país
pobre y tributario suyo.
Brunet se extraña de que nadie señale a Egipto como
el verdadero país de origen del ajedrez a pesar de que
la mayoría de historiadores lo consideran «la cuna de
nuestra civilización», y a pesar también de los hallazgos
efectuados en monumentos funerarios entre los que
abundan las piezas de un juego muy semejante al
nuestro.
Egipto es el único pueblo, sin embargo, en el que
abundan las representaciones de este tipo, tanto en los
muros como en ciertos objetos dedicados al culto fune
rario. En unas excavaciones efectuadas en Tebas se en
contraron varias piezas de madera parecidas a bolas,
de las que unas eran blancas y otras negras, o bien
blancas y rojas. Por otra parte, abundan las represen
taciones de tableros ajedrezados, lo que no ocurre en
las pinturas o esculturas de la india.
Entre los hall azgos más importantes a este respecto
hay que citar el paño mortuorio de una reina, formado
por cuadros de piel de gamuza, pintados de azul y en
carnado y cosidos en forma de gran tablero de damas
o -¿por qué no?- de ajedrez.
Brunet aduce, en defensa de su hipótesis, el carácter
indolente y contemplativo del pueblo indio, poco propicio
para la invención de un juego de las características del
ajedrez. Por el contrario, los egipcios se distinguieron
siempre por su actividad y, además, el rey, los caballos,
los barcos y los carros de guerra son elementos propia
mente egipcios, tal como lo demuestran sus abundantes
monumentos.
Y aun suponiendo que el juego que aparece tantas
veces representado fuera realmente el de damas, resul-
12
taría ser entonces más antiguo que el ajedrez y, por lo
tanto, padre de éste debido a la semejanza del tablero,
a la forma alta de las piezas -se da la circunstancia
de que las piezas encontradas en las tumbas egipcias
se parecen más a las actuales que a las utilizadas en la
Edad Media- y a la combinación belicosa del juego.
13
La postura representada principalmente por H. Mu
rray, que en 1913 dató al ajedrez alrededor del 600 d. C.,
es cómoda si nos atenemos a los textos que tratan del
juego ya elaborado. Sin embargo, los testimonios arran
cados a la tierra no apoyan la visión ele un hombre in
ventando por sí solo el ajedrez.
La solución hay que remitirla, creemos, a los dis
tintos puntos de partida adoptados por los autores que
defienden una u otra postura. Si asimilamos al ajedrez
todos los juegos de tablero efectuados sobre una «mesa»
y con peones, es evidente que data de tiempos muy
remotos. Sí, por el contrario, buscamos su origen en el
•juego de guerra,. -tal como lo llama Murray-, sin
intervención del azar, y no en el «juego de carrera»,
como las tablas reales, que se juegan con dados, hay
que acercar considerablemente la fecha a nuestros días.
Así pues, la respuesta no sólo depende de los descu
brimientos arqueológicos, sino de la definición de que
se parta.
Su acontecer histórico
a) Edad Antigua
Puesto que en el apartado anterior ya nos hemos
referido a los avatares del ajedrez en Egipto, Mesop�>o
tamia, India y Persia, hablaremos ahora de su existencia
en la antigua Grecia y Roma.
En varias obras de Platón, Sófocles y Polibio en
contramos referencias a un juego que llaman petteia, al
que clasifican cde ingenio y sagacidad». Los mismos
autores hablan de tableros divididos por cuadros o rayas,
y de piezas de diversas formas.
Parece ser que el petteia tiene su origen en el triodidn
o tres en raya de los primitivos griegos y etruscos y que,
al correr del tiempo, aumentarla el número de piezas y,
por tanto, el de casillas.
En dos vasos etruscos, de diferentes épocas, puede
verse a Aquiles y Ayax jugando al tres en raya ante los
muros de Troya. Aunque la técnica y los detalles difie
ren grandemente, no cabe duda de que el asunto y el
juego es el mismo.
14
El primer vaso, Amfora Tirrena, representa a dos
guerreros armados, sentado uno sobre una piedra S!lelta
y el otro sobre una más larga en la que se ha pintado
el juego; encima de dicha piedra aparecen cinco o seis
piedrecitas blancas y negras.
El otro vaso, de técnica mucho más avanzada, re
presenta también a dos guerreros, sentados cada uno
en distinta piedra e inclinados sobre un juego sin iden
tificar; sin embargo, aparecen aquí una serie de ins
cripciones en caracteres etruscos que nos dicen el nom
bre de los guerreros, cAkileus» y «Aiantus». Entre las
lanzas del primero y la especie de tablero apreciamos
el nombre de «Tesara», y en el segundo el de «Tria».
Si las referencias a los juegos griegos «sobre tableros
rayados o de damas, de más o menos piezas y de di
ferentes colores y materias» no son demasiado abun
dantes ni esclarecedoras, no ocurre lo mismo respecto
al pueblo romano. En muchos textos aparecen referen
cias que hacen pensar en su gran difusión ya en tiem
pos de los primeros emperadores.
De H. Coleridge, autor de una colección de artículos
titulados «Greek and Roman Chess», extraemos las si·
guientes citas: «Parece que se jugaba sobre un tablero
semejante al nuestro, aunque no conocemos exacta
mente el número de casillas que tenía, con piezas de
diferentes colores fabricadas en cristal, marfil o ma·
teriales muy costosos, llamadas por diversos autores
calculi, latrones, latrunculi y milites, y que, en el modo
de tomar las piezas, se parecía al petteia, del que pre>
bablemente derivaba. Del pasaje de Bassus se ha que
rido deducir que las piezas estaban colocadas en orden
como nuestros alfiles, caballos y torres, pero parece
muy dudoso que así fuese.» «Es evidente que la idea
moderna de comparar el tablero de ajedrez con sus
piezas a un campo de batalla no era desconocida a los
romanos. Las propias palabras latrus y latrunculus,
usadas ambas para designar las piezas, eran antiguos
términos empleados para designar un soldado, que se
encuentran ya en Plauto y Ennio.»
Sin embargo, a pesar de las abundantes referencias
al Ludus Latrunculorum, los autores no dejan suficiente
mente explícito si se trata o no del ajedrez. Tal vez
resulte esclarecedor que los escritores latinos medie-
15
vales llamen de este modo al aj edrez tal como 1o cono
cemos en la actualidad.
Tal como se desprende de multitud de textos, los
romanos jugaban varios juegos de tablero, como el
ajedrez, las dainas, el chaquete y el tres en raya.
Para cerrar este apartado, transcribimos una cita
de Valerio Máximo, aunque son frecuentes asimismo
en otros autores latinos como Séneca, Ovidio, etc.: «An·
tonio reinaba muy prudentemente en Roma ; acostum
braba divertirse con los perros y después pasaba todo
el día jugando al ajedrez.,. (Gesta Romanorum.) Este
párrafo constituiría una prueba evidente de que el aje
drez era jugado en Roma en tiempos ' de los primeros
emperadores, ya que esté autor fue contemporáneo de
Tiberio.
b) Edad Media
Es muy probable que el ajedrez jugado en la Edad
Media no fuera más que la continuación del jugado en
el Imperio romano. Lo que puede asegurarse con toda
certeza es el florecimiento que adquirió en las cortes
medievales hispanoárabes, como Córdoba, Toledo y Bar
celona (donde ya se jugaba en el siglo x, pues sabemos
que el conde de Urgel se desprendió, a principios del
siglo XI, de sus valiosísimos j uegos en beneficio de la
Iglesia), etc.
No hay que olvidar, sin embargo, que el primer país
conquistado por los árabes fue precisamente Egipto,
cuya capital, Alejandría, constituía un eminente centro
cultural.
En Francia, el aj edrez era conocido antes de que
llegaran al país los árabes, ya que se hace mención
a él en nume ros as crónicas. Una de las- anécdotas más
repetidas en estas crónicas es la costumbre de tirarse
las piezas a la cabeza cuando los contrin·cantes se enfa
daban, ocasionándose a veces la muerte. El hijo de
Pepino, por ejemplo, golpeó la cabeza de su adversario,
Otkar, príncipe de Baviera, con una torre hasta que
murió.
Existe la duda de si en la Edad Media los juegos eran
prohibidos a los cristianos por las jerarquías eclesiás
ticas, como parece probarlo la siguiente anécdota�
16
«En 1050, Gerardo, obispo de Florencia, amonestado
por el cardenal Pedro Damiano porque jugaba al aje
drez, contestó: "Los dados están prohibidos por los Cá
nones, pero el juego del ajedrez está tácitamente per
mitido." El celoso cardenal le replicó: "Los Cánones no
hablan del ajedrez"; mas ambas clases de juegos están
comprendidos en la denominación común de alea (esta
palabra, aplicada al ajedrez, hace referencia al hecho de
que en un principio se jugaba con dados), por lo que,
si el ajedrez no está expresamente citado, es evidente
que ambos se hallan comprendidos en la misma palabra.,.
Desde el siglo VII se fabricaron numerosos tableros
ricamente adornados y multitud de piezas en metal,
piedras preciosas y otros materiales (por ejemplo, diente
de foca) que se donaron más tarde a �os legados ecle
siásticos.
De ellos sobresalen las piezas talladas en cristal de
roca encontradas en Ager, provincia de Lérida, y que
se compone de: un Rey de 56 mm de diámetro por 70
de altura; una Reina de 52 mm de diámetro por 66 de
altura; dos alfiles de 45 mm por 55; dos caballos de
45 mm por 60; una Torre de 46 mm de anchura por 19
de grosor y 40 de altura; cinco peones de diferentes
tamaños, y otras tres piezas de las que no se ha podido
determinar si constituyen una unidad por sí solas o for
maban parte de otras.
La característica esencial de estas piezas es que no
representan las figuras de hombres o de animales, lo
que, añadido a la ornamentación con arabescos, hace
suponer que pertenecieron a algún jeque musulmán de
los que gobernaron el condado de Urgel en t!I siglo x.
Más tarde pasaría a formar parte del botín logrado por
los catalanes, quienes lo legarían, finalmente, a las igle
sias de Ager. Encontramos esta costumbre en el testa
mento de Armengol (1010), quien dejó su ajedrez de
cristal a la iglesia de San Egidio, y el de su cuñada, en
favor de la iglesia de San Egidio de Nimes.
En tiempos de Carlomagno, el juego estaba ya muy
extendido en toda Europa, como lo demuestran los can
tares d� gesta y los libros de caballerías, cuyos héroes
amenizaban su tiempo libre ejercitándose en el ajedrez.
Uno de los testimonios más importantes del juego
en la Edad Media lo constituye el Libro de acedrex
17
e dados e tablas de Alfonso X el Sabio. Según este
códice, el ajedrez se jugaba, por lo menos, de seis ma
neras distintas, sin contar otros juegos que pudieran
tener conexión con él. Podía jugarse con tableros de
4 a 12 casillas por fila y también entre dos o cuatro
Rey Dama
Torre
ea Rey
88 Alferza
2l l Peón alferzado
í!J • Torre
8 ' A.ltll
�· Caballo.
Ji l Peón
1.3. Figuras dibujadas en el Libro de acedrex e dados e tablas
do Alfonso X el Sabio y que corresponden al tablero de 64 casillas.
20
mentario!) 14 A3T C2D 15 P3D P4D 16 P3A F2A 17 P3C
T2T 18 P4A ( 1.5)
21
drecistas perfeccionaron la obra del maestro, mientras
que otros, basándose en los trabajos de Lolli y Pon
ziani ( 1769), desarrollaron una teoría a favor del juego
de piezas, en oposición a la excesiva importancia dada
a los peones.
Son hitos importantes en la historia del ajedrez: la
invención del Gambito Evans ( 1824) , el match por co
rrespondencia entre Londres y Edimburgo (de 1824
a 1828), y la aparición (en París, 1836) del primer pe
riódico consagrado al ajedrez, el cual recibió el nombre
de Le Palarnede.
Durante esta época, los franceses mantienen la su
premacía hasta perderla a raíz del famoso match Staun
ton-Saint-Amant ( 1843), que pasó el cetro a Inglaterra.
En Alemani a vio la luz la revista Deutsche Schachzei
tung ( 1846 ), fundada por una asociación de ajedrecistas
renombrados, como Bilguer, Von der Lasa y Bledow.
A Von der Lasa y Bilguer se debe la pqblicación de
Handbuch des Schachspiels ( 1843), c onsiderada como
una obra magistral dentro del tema ajedrecístico. Otros
ajedrecistas alemanes, también muy importantes, fueron
Max Lange, Horwitz, Dufresne y Harrwitz.
Como puede verse, se trata de uná época de grandes
inquietudes ajedrecísticas en las que se publicaron múl
tiples obras y revistas sobre el tema, a la vez que se
creaban círculos en los que podían reunirse asidua
mente los aficionados al juego. Uno de los círculos más
famosos fue el del Café de la Régence, establecido en
París por el siciliano Procope en la calle de Ancienne
Comédie, durante el gobierno del duque de Orleáns
(1747-1793). Los más grandes jugadores y los torneos más
famosos de la época se jugaron allí.
Entre sus primeros asiduos se cont aba un joven ame
ricano llamado Franklin, quien, años más tarde, se
convertiría en padre de la independencia norteamericana,
y Jean-Jacques Rousseau, filósofo y enciclopedista, pre
cursor intelectual de la Revolución francesa. Otros per
sonajes famosos que frecuentaron el Café fueron Phili
dor, Piron, Diderot, Voltaire, Robespierre y Napoleón;
este último encontrarla durante sus años de destierro
en Santa Elena un gran consuelo en el ajedrez.
Cuando 1as discusiones de enciclopedistas y promo
tores de las nuevas ideas sociales dificultaron la celebra-
22
ción apacible de las partidas, los ajedrecistas trasladaron
sus enseres a la plaza del Palais Royal, donde recomen
zaron sus célebres batallas. Sin embargo, su tranquilidad
no duró demasiado, pues hasta allí llegó la tormenta
revolucionaria: Danton, Robespierre, Mirabeau y tantos
otros iban a jugar su. partida, que sazonaban con tem
petuosas discusiones sobre el momento político.
Los jugadores volvieron a mudarse, esta vez al Café
Militar, en la calle Saint-Honoré. Por fin, el 9 Thermidor
pudieron volver tranquilamente al Régence, donde se
abría una nueva etapa para el ajedrez francés. La repu
tación de Philidor atrajo al Café a los jugadores más
fuertes del momento para medirse con el maestro.
Después de Philidor mantuvieron la supremacía fran
cesa jugadores como Saint-Amant, Laroche, Deschapelles,
Pontalbo, Vaufreland, Sasias, Meyerbeer, el autor de
Robert y los hugonotes. Pero, sobre todos, destacó la
figura de Labourdonnais quien, por dos veces consecu
tivas, venció a su gran rival inglés Macdonell (1834-1835).
Tras él fugaz Imperio napoleónico, frecuentan el Café
de la Régence gran número de escritores y poetas. Entre
ellos hay que destacar a Víctor Hugo, Balzac, Téophile
Gautier y Dumas padre.
A causa de la Revolución de 1848, el Café fue cerrado
y su portavoz, el diario Le Palamede, dejó de publicarse.
Más tarde volvería a ostentar su antiguo esplendor, pero
los ajedrecistas famosos no se conforman ya con verse
reducidos entre sus cuatro paredes y viajan de un lado
a otro.
Durante la segunda mitad del siglo XIX continuará
siendo centro de reunión de ajedrecistas que acuden
todas las tardes a jugar su partida; sin embargo, el
ajedrez se ha liberado de su tiranía y, con motivo de
la Exposición Universal de 1851, celebrada en Londres,
el Torneo Internacional de Maestros, primero en su gé
nero, abrirá una nueva etapa en su historia.
23
«La lucha comenzó el 27 de mayo a las 11 de la
mañana. Las ocho parejas (de contrincantes) jugaban en
el local del Club Saint-George. El confort no era extraor·
dinario. Las mesas y las sillas resultaban pequeñas y
bajas. Los bordes de los tableros sobrepasan los lados
de las mesas. No hay sitio junto al jugador para la
persona que anota los movimientos, ni tampoco para
acodarse. Pero los ingleses no sufrían en absoluto estos
inconvenientes. Tieso como una vela, el inglés Staunton
está sentado, los dos pulgares en los bolsillos de su
chaleco, y permanece inmóvil, a veoes durante media
hora, ante el tablero, reflexionando la jugada.
El reglamento exigía una sesión ininterrumpida du
rante ocho horas seguidas; las partidas aplazadas debían
continuarse al día siguiente. Pero, a veces, los jugadores
aceptaban voluntariamente continuar las partidas des
pués de la sesión (así, por ejemplo, la partida Staunion
Horwitz duró desde las 11 de la mañana hasta las 10 de
la noche sin interrupción).»
El primer premio, valorado en doscientas libras, fue
ganado por Adolfo Anderssen.
Como dato curioso diremos que entonces se jugaba
sin reloj (los relojes de doble esfera no fueron inventados
hasta treinta años después por un relojero de Man
chester y se emplearon por plimera vez en el gran
Torneo de Londres en 1883) y algunos jugadores se apro
vechaban de esta circunstancia. Durante el match Wi
lliams-Staunton, las partidas duraron a veces ¡20 horas!
debido a la lentitud del primero.
A continuación damos una sucinta explicación de la
historia del campeonato mundial:
Aunque el mundo del ajedrez conoce un campeonato
oficial desde 1886, el origen de este tipo de competi
ciones puede remontarse al encuentro celebrado en la
corte de Felipe 11 entre jt.gadores de varias nacionali
dades. Leonardo venció a los españoles y fue vencido
a su vez por un compatriota, Paolo Boi, del que ya
hemos hablado antes. Este fue, en cierto modo, el pri
mer «torneo internacional» de la historia del ajedrez.
Tras el torneo de Londres de 1851, acontece el «rei
nado meteórico» del joven americano Morphy (1837-
1884), tan precoz como Bobby Fischer (a los trece años
ganó una partida a Loewenthal), que afirmó su superiori-
24
dad batiendo a Anderssen en 1858, para retirarse casi
en seguida de la arena internacional.
A partir de entonce-s se suceden los gran des torneos:
Londres, 1862 (Anderssen ); París, 1867 (Kolisch, delante
de Winawer); Baden-Baden, 1870 (Anderssen, delante de
Steinitz); Londres, 1872 (Zukertort y Winawer); Berlín,
1881 (Blackburne, delante de Zukertort); Viena, 1882
(Steinitz y Winawer); Londres, 1883 (Zukertort, delante
de Steinitz).
Para decidir acerca de la superioridad entre Steinitz
(1836-1900) y Zukertort (1842-1888) se organizó un match
(el primero de carácter oficial) en 1886. Ganó Steinitz,
con lo que adquirieron gran preponderancia los prin
cipios de la Escuela Moderna, que Tarrasch se encar
garía de popularizar.
Steinitz defend ió su título tres veces: 1889, Steinitz
Chigorin; 1890, Steinitz-Gunsberg; 1892, Steinitz-Chigorin.
En 1894, con la sorpresa general, el casi desconocido
Lasker (1868-1941) batió al veterano Steinitz, lo que
preludiaba un largo reinado de veintisiete años. Des
graciadamente, Lasker pensaba que el título era de su
propiedad particular e imponía sus exigencias para la
organización de los matchs. Se originaron por esta causa
abundantes querellas hasta que la FIDE reglamentó la
selección de candidatos.
Desde la creación del título de campeón del mun
do (1886), los medios ajedrecísticos empezaron a precr
cuparse en designar los pretendientes signos de tal
puesto. Fue Pillsbury quien ganó brillantemente el gran
torneo de Hastings ante toda la pléyade (1.0 Pillsbury,
16 � [sobre 21J; 2.° Chigorin, 16; 3° Lasker, JS J_�;
4.0 Tarrasch, 14; 5.0 Steinitz, 13).
Este inesperado resultado y la confusión que originó
hlzo que el Club de Ajedrez de San Petersburgo orga
nizara en la capital rusa, apenas dos meses después,
un match-torneo entre los cinco campeones, número que
quedó reducido a cuatro tras la retirada de Tarrasch;
cada participante tenía que jugar seis partidas con
tra cada uno de los demás.
Durante la primera mitad, el joven Pillsbury destacó
nuevamente, amenazando con mantener el título, pero
luego su juego decayó v erticalmente y quedó el último
con 1 % puntos. Lasker obtuvo 6; Steinitz, 5, y Chigo-
25
rin, 5 Y2. lo que permitió al primero que su titulo de
campeón del mundo fuera reconocido.
El segundo Torneo de Campeones, Ostende, 1907, equi
valía al segundo Torneo de Candidatos: 1.• Tarrasch,
12 Y2 puntos sobre 20; 2.• Schlechter, 12; 3.•-4.• Marshall
y Janowski, 11 Y2; 5.• Bum, 8; 6.• Chigorin, 4 Y2- Gracias
a su victoria, Tarrasch pudo enfrentarse contra Lasker.
En el Torneo de Nueva York de 1927, la clasificación
quedó del siguiente modo: t.• Capablanca, 14 puntos
sobre 20; 2.• Alekhine, 11Y2; 3.• Nimzowitch, 10Y2; 4.• Vid
mar, 10; 5.• Spielmann, 8; 6.• Marshall, 6. La composi
ción del torneo suscitó algunas críticas, ya que faltaban
los importantes nombres de Lasker, Rubinstein, Bo
goljubow y Reti.
Durante la supremacía de Alekhine (1927-1935 y 1937-
1946) no se organizó ningún torneo de este tipo a pesar
de la aparición en escena de jóvenes e importantes ta
lentos: Euwe, Botvinnik, Reshevsky, Flohr, Keres y Smys
lov. Hay que señalar, sin embargo, el Torneo de Not
tingham, 1936, que constituyó un verdadero rendez-vous
de cinco campeones del mundo: 1.• y 2.• Botvinnik (fu
turo campeón) y Capablanca (ex campeón), con 10 puntos
sobre 14; 3.•, 4.• y 5.• Euwe (en posesión del título), Fine
y Reshevsky, 9 Y2; 6.• Alekhine (ex y futuro campeón), 9;
7.• y 8.• Flohr y Lasker (ex campeón), 8 Y2, etc.
Tras la inesperada muerte de Alekhine (1946), se
presentó el problema de su reemplazamiento, ya que
se daba la circunstancia de que el campeón moría •en
el ejercicio de sus funciones». Después de un largo
estudio de la cuestión, la FIDE decidió que los jugadores
considerados más fuertes disputaran· el título. Fine, re
presentante de Estados Unidos, retiró su candidatura
y el torneo se celebró, durante la primavera dt: 1948,
parte en La Haya y parte en Moscú, entre los siguientes
cinco jugadores: 1.• Botvinnik, 14 puntos sobre 20;
2.• Smyslov, 11; 3.• y 4.• Keres y Reshevsk:y, 10 Y2;
·
26
Ruy López 1570-1575 Alekhino 1927-1935
Leonardo 1575-1587 Euwe 1935-1937
Greco 1622-1634 Alekhine 1937-1946
Philidor 1 745-1795 Botvinnik 1948-1957
Staunton 1841-1858 Tal 1960-1961
Morphy 1858-1863 Botvinnik 1961-1963
Steinitz 1866-1894 Petrosian 1963-1968
Lasker 1894-1921 Spassky 1968-1972
Capablanca 1921-1927 Fischer 1972-
1975 ? ¿Fischer-Karpov?, o
¿Karpov-Fischel'?
Z1
Breves notas sobre la evolución de las
piezas
El conjunto de piezas que se mueven en el tablero ha
sufrido considerables cambios en el transcurso de los
años; sólo así pueden comprenderse ciertas incongruen
cias, tales como que una dama vaya a la guerra y que
una torre, que deberfa suponerse carente de movimiento,
pueda trasladarse con toda libertad por el campo de ba
talla.
En la Biblioteca Imperial de Parfs se conservan unas
piezas de manufactura muy antigua, algunas de las cua
les se cree formaban parte del ajedrez regalado por
Harum al-Raschid a Carlomagno y que éste legó a la
abadía de Saint-Denis; dichas piezas han constituido
motivo de polémica entre los estudiosos debido a sus
formas complicadas. Lo mismo ocurre respecto al ajedrez
de Ager, ya citado, y a otro que se conserva en el museo
de Cluny (París) y que se cree que perteneció al rey
Luis IX de Francia.
En su obra sobre los juegos, Alfonso el Sabio dibuja
las figuras y explica de la siguiente manera cómo deben
fabricarse:
«Mas las que se facen meior, e mas complidamientre
an de seer fechas desta manera. - El Rey debe estar en
su siella con su corona en la cabeza, e la espada en la
mano assi como inogasse o mandase facer justicia. - El
Alfferzas deve ser fecha a manera del Alferez mayor
del Rey, que lleva la senne de las sennales del Rey,
quando an a entrar en las batallas. - Los Alffiles an de
seer fechos a manera de elefantes e castiellos encima
dellos plenos de ommes armados como si quisiessen
lidiar. - Los Cavallos an de seer fechos a manera de
cavalleros armados assi cabdiellos que son puestos por
mandado del Rey por acavdellar las azes. - Los Roques
deven seer fechos assi como azes de Cavalleros armados
que estan muy espessas teniendose unos a otros. - Los
peones an de seer fechos a manera del pueblo menudo,
que están armados e guisados quando quier lidiar.»
28
a) Rey
Es la pieza principal en el tablero. Apenas ha sufrido
modificaciones, ya que, en la Edad Media, era utilizado
del mismo modo que ahora.
Salto del Rey. Se trata de nna jugada especial que
podría ser W1 antecedente del enroque y que consistía
en efectuar nna jugada de Caballo: el Rey puede «saltar»
como nn Caballo para escapar del jaque mate. Se
practicaba en Francia hacia 1200 y en Alemania se han
encontrado «restos» de esta práctica en 1400. En la
Península Malaya se usa todavía.
Enroque. Unica jugada en la que se utilizan simul
táneamente dos piezas: el Rey y la Torre. Esta jugada
sólo se efectúa desde finales de la Edad Media, pues
antes se realizaban dos jugadas.
Enroque libre. Método italiano del año 1600: el Rey
podía ir a cualquier casilla de la primera fila, y la Torre,
al otro lado, desde su columna .hasta la última. En el
libro de Lolli, publicado en 1763, se utiliza este método.
Jaque. La práctica de annnciar el j aque procede de
los primeros días del ajedrez persa y fue considerado
como nn acto de cortesía y respeto a su Majestad por
parte de un j ugador para indicarle que estaba en peligro.
b) Dama
Esta pieza recibe actualmente un extraño nombre si
consideramos que el rey solía partir a la guerra como
general en jefe y dejaba a su esposa en casa. El origen
de esta incongruencia parece ser que radica en que, en
persa, se llamaba ferz y en el Roman de la Rose ya
aparece como fierge. De fierge a vierge no hay más que
un paso. De vierge se pasó a Sainte Vierge y de esta de
nominación a Dame. En general, .la palabra ferz persa
fue latinizada en fercia y fiercia; de ahí la confusión de
género en las lenguas europeas.
Otra teoría para explicar el «cambio de sexo» de esta
pieza dice que el forzin se convirtió en Dama porque,
al llegar el Peón a la octava casilla se le denominaba
como en el juego de damas, Dama.
e) Torre
d) Alfil
El Rey asiático y su ferz estaban protegidos por dos
poderosos combatientes, los elefantes : en la actualidad,
los alfiles o bufones (en persa, elefante se design,a como
al pil). Pero un día los elefantes parecieron demasiado
localistas y asiáticos a los jugadores occidentales y deci
dieron cambiar esta pieza. En plena Edad Media, ¿qué
guerreros reemplazarfan a los elefantes? Se escogió nada
menos que ¡a los obispos! (**). Esta extraña elección
puede explicarse en el contexto medieval, ya que los·
obispos participaban a menudo en las contiendas.
Las mitras de los obispos estaban decoradas pri·
mitivamente con una trama de cordones que colgaban
acabando en una especie de bellota, que · hoy todavía
puede verse en las enseñas de los emblemas episcopales.
De ahí la irreverencia en que cayeron nuestros antepasa
dos, pues pensaron que dicho tocado era semejante al
de los bufones de la corte, terminados en multitud de
campanillas . Y así se introdujo el bufón (***) en el
tablero.
30
e) Caballo
f) Peón
Es considerado como el soldado de infantería dentro
del tablero. Antiguamente, cada Peón tenía la forma de
la pieza a la que servía de salvaguarda, por lo que los
había de Rey, de Dama, de Torre de Rey, de Torre de
31
Dama, de Alfil de Rey, de Alfil de Dama, de Caballo de
Rey y de Caballo de Dama.
Existen peones en todos los ajedreces. El de Tamer
lán, que tiene 14, los nombra del silmiente modo: Peón
de peones, del Camello, de la Tortuga, del Elefante, del
32
Algunas etimologías
En francés antiguo, schec significaba «botfn», mien
tras que, en alemán, schach significa «combate» . . Ambas
ideas están íntimamente ligadas; en efecto, ¿ quién dirige
el combate y recibe el botín? La lengua árabe puede
aclararlo; se sabe que el cheik es un jefe de tribu, un
príncipe: el Cid era un señor, al igual que el caíd.
Si pasamos del árabe al persa, encontramos la pala
bra sha que indica siempre la máxima jefatura. De ahí
schach (alemán), shak (ruso), scacchi ( italiano), escac
(latín), escacs (catalán), sjaak (noruego), etc.
Si nos detenemos en este punto, es muy sencillo aso
ciar el juego al rey que combate; sin embargo, existen
otras raíces que conducen a significados distintos.
Se sabe que la palabra «capitán» proviene del latín
caput y que éste deriva del griego kepltale, de donde
tenemos «encefálico», «cefalograma», etc. Pero ¿de dón
de procede este vocablo?
En sánscrito, que pertenece a la rama Satem del
indoeuropeo, se han encontrado dos palabras relaciona·
das con «cabeza»: kapalam y cikka, que sería la más
arcaica. La raíz cik, que significa «examen», explicaría
el sentido inicial de la palabra: la cabeza es, para los
sentidos, el lugar supremo de la observación.
Así, el ajedrez se convierte no sólo en el juego del
jefe, sino también en el juego de la «cabeza» por exce
lencia, el juego de aquel que sabe observar.
En la rama Kentum se ha encontrado asimismo la
palabra kuko, que depende en algún modo de cikka.
La raíz kuk fue extendida hacia el oeste por los emba
jadores de la Edad del Bronce.
Los pueblos que creyeron que las cadenas montaño
sas eran cabezas gigantes utilizaron esta raíz para nom
brarlas. El Cáucaso es un buen ejemplo de ello.
El vocablo «ajedrez» pertenece a una gran familia en
la que intervienen el árabe, el persa, el griego y el latín.
En los tratados medievales aparecen numerosos tér
minos ajedrecísticos en latín tardío como: ludus sea-
33
corum (juego del ajedrez), scacum (jaque), scacco (dar
jaque), scaccus (ajedrecista), rex y regina o fercia (rey
y reina), equus (caballo o caballero), miles (soldado),
pes-pedis (peón), roccus (torre), etc.
Sobre la palabra «mate>> extraemos la siguiente cita
del Diccionario Etimológico de J. Corominas:
«En castellano, "mate" y "mat" ya están documenta
dos en el siglo XIII (Accedrex, Cancionero de Baena); en
catalán, mat, Jacme Roig; en occitano antiguo, mat ya
aparece en trovadores del siglo XII y también en francés
medieval. Dozy partía del árabe mdt, "se murió", en la
frase del juego del ajedrez as-sdh mdt ("el rey ha muer
to"), pero más tarde admite (citando bibliografía) que
esto es una frase persa mal entendida por los árabes,
donde mát es adjetivo de aquel idioma, con el sentido
de "asombrado", "fuera de tino", "que no sabe qué
hacer". Lo sería por razones cronológicas, pues no hay
noticias de ajedrez en Occidente antes del siglo XI y
"matar" era ya vulgarismo, por lo menos en el X.»
Del vocablo «jaque» nos sigue diciendo Corominas:
«Tomado del árabe sdh "rey en el juego de ajedrez",
tomado, a su vez, del persa sdh "xah, rey de los persas".
Primera documentación: 1283, Libro del Ajedrez de Al
fonso X el Sabio (dar xaque = arnenazar al rey, darle
jaque).
»Corno el juego del ajedrez fue transmitido desde la
India por los persas y los árabes, es natural que el vo
cablo venga del persa. En ár.abe, .sáh es frecuente como
nombre del rey del ajedrez, en muchos autores medie
vales desde 1100 por lo menos; además, la locución
'a 'wad as-sáh con que Almacarí ( siglo XVII ) llama los
trebejos o piezas, indica que el vocablo también se em
pleó allí como nombre del propio juego del ajedrez . . . Sin
embargo, lo normal en un arabismo hubiera sido más
bien la trascripción por "f", de suerte que es probable
que hubiera influjo del sinónimo escaque, que aparece
ya en este sentido en el Cancionero de Baena (juego de
escaque; harpas e escaques) y que se cita del poema de
Fernán González; éste es vocablo común con el catalán
(escac) en el siglo XIII, occitano antiguo (escac), francés
(Echec, eschax, eschiec) desde el siglo XII, italiano (scac
co) desde el siglo XIII con Dante, Villani, etc.
34
»Esta raíz aparece en bajo latín en las· formas scacci
o scaccum desde el siglo XI, por lo menos (Pedro Da
miano, cardenal de Ostia). No es probable que deba
separarse de la denominación perso-arábiga y caste
llana . :�>
. .
35
JUEGOS DE AJEDREZ ASIATICOS
36
»Pero el aj edrez no reserva demasiado a menudo una
suerte tan trágica a sus adeptos. Por el contrario, per
mite a sus mej ores jugadores ganarse la vida con él.
Se diferencian de sus colegas profesionales del resto del
mundo en que ganan el dinero directamente de su ad
versario. Además, los malos perdedores son raros. ¡Se
suele pagar al contado cada desquite! Pero el ajedrez es
una profesión maldita. Los clientes no andan por las
caJles. Entre colegas se conocen demasiado. Además,
¡son tan pobres! Pero, hay que vivir. De este modo, es
frecuente ver sobre las aceras la representación de una
partida imaginaria. Al pasar, uno puede estudiar las po
siciones, que contienen combinaciones ofensivas y de
fensivas de un maquiavelismo difícil de comprender para
nosotros. Mediante una modesta cantidad, el maestro
acepta defender el bando opuesto al escogido por los
curiosos. Estos, seducidos por alguna combinación "irre
sistible", eligen a menudo el peor. Pero, aunque hubieran
escogido el mejor, para ganar necesitarían de una serie
de movimientos milagrosos que, a través de múltiples
trampas, tan mortales unas como otras, les permitieran
encontrar la única vía de salvación. Nuestro maestro no
suele perder.
»Ante la desconfianza de los aficionados, se arriesga.
Ofrece, por ejemplo, un CabaJlo de ventaja a jugadores
de la fuerza de un "primera categoría". Naturalmente,
es temerario, pero cuenta con otros aliados : el viento,
la lluvia, el calor, el ruido de la circulación, y también
con los nervios de su cliente, la falta de confianza y, so
bre todo, el fallo súbito, terror de los aficionados.
»El espectáculo de tal partida impresiona más bajo
una fuerte lluvia. Los adversarios ·se pegan a una pared,
insensibles al agua que resbala por su frente. De vez
en cuando, una de las "estatuas" mueve una pieza con
un dedo del pie.
»A pesar de estas abominables condiciones "de tra·
bajo", llega un día en que, demasiado conocido, nuestro
pobre maestro no gana nada. Toma entonces su bastón
de peregrino y lo volvemos a encontrar una tarde en el
patio de una pagoda de pueblo, mezclado con media
docena de aficionados. Se distingue de �os otros por sus
desacertados consejos y su incompetencia manifiesta.
Su palabrería acaba por exasperar a la asistencia y apa·
37
rece un adversario. ¡ Pierde la partida! Malas excusas,
juramentos. . . Pero ganará como por azar la revancha.
Al día siguiente encontrará, como es natural, a su des
afortunado adversario. Como un verdadero comediante
se aplica a sustraerle "sin dolor" su vaca, mientras es
pera ocuparse de. . . la próxima.»
Ajedrez chino
Es el más interesante y al que dedicaremos mayor
espacio. Aunque el ajedrez chino y el occidental tienen
el mismo origen indio, han evolucionado de manera
distinta. El ajedrez de Occidente se ha convertido en
universal debido a la colonización europea en otras
partes del mundo. Pero no hay que olvidar que, dada la
extensión de China y la popularidad de este juego en el
país, el ajedrez chino es más practicado que el nuestro.
Las ·piezas chinas son pequeños discos sobre los que
se graba y pinta el nombre de cada una; son de color
roj o o blanco, según el bando.
El ajedrez chino es un juego de combinaciones que
opone dos campos por medio de las piezas de cada
jugador. Los dos adversarios son designados por el nom
bre de Rojas y Blancas. Cada jugador dispone de dieci
séis piezas, que se distinguen por el color de su campo
y cuyas denominaciones y traducción figuran en el cua
dro A.
CUADRO A
38
El tablero chino (diagrama 2.1) está compuesto por
dos grandes rectángulos idénticos, unidos por otro rec
tángulo menor llamado no o trinchera.
Cada uno de los rectángulos grandes está dividido
en 32 ( = 4X8) pequeños cuadrados, de tal manera que
cada uno de los jugadores está ante el lado mayor
formado por el borde del tablero. Cada rectángulo
grande es el dominio propio de un campo. El tablero
chino está dividido en tres regiones distintas: el campo
de las Rojas, el de las Blancas y el no que los separa.
E D C 8 A 8 C D E
G 'G GG G
H
L- - -
--- / --- L .LI� �
--- /
---
F "
"
F
E D C 8 A 8 C D E
2.1
41
al borde del tablero, se desplaza sólo lateralmente, de
una in tersección a la otra, y no se transforma.
Referente al aspecto estratégico, en el j uego occiden
tal todas las p1ezas son ofensivas y se desplazan sobre
las diferentes casillas; en el chino, en cambio, hay pie
zas ofensivas y defensivas. Sólo el Soldado, el Caballo, el
Cañón y el Carro participan en el ataque al General
adversario; el Consejero tiene un papel defensivo en la
Ciudad y el Elefante en su propio campo. El General,
encerrado en la Ciudad, juega un papel secundario y
pasivo.
Al comienzo de la partida, los soldados forman una
hilera discontinua; cada uno de ellos está separado de
su vecino por una línea perpendicular. El Cañón y el
Carro podrán penetrar en el campo enemigo por estas
líneas abiertas.
En el ajedrez chino no se pueden controlar las no
venta intersecciones y la igualdad de posición se obtiene
por una penetración recíproca de las piezas. El juego
estará caracterizado por combates parciales cuyo éxito
no comporta necesariamente la victoria final. Es par
ticularmente distinto del occidental por sus combina
ciones de clavada, desclavada e interceptaciones basadas
en la marcha del Caballo y la manera de tomar del
Cañón. La asociación de los dos caballos o. del Caballo
y el Cañón sobre una línea perpendicular conduce a bri
llantes y eficaces combinaciones desconocidas por el
jugador occidental.
Si se da al Soldado el valor 1 en su propio campo,
tendrá el valor 2 una vez haya franqueado el río; el
Caballo tendrá el valor 2, el Cañón el S y el Carro el 8.
Estas cifras dependen de la posición y sólo s o n indica
ciones para los cambios, a fin de evitar la pérdida de
fuerza relativa.
Apenas existe teorla sobre las aperturas y se entra
casi inmediatamente en el medio juego, porque los sol
dados y los carros son desarrollados en la posición ini
cial, y el Caballo y el Carro pueden entrar fácilmente en
acción. Es raro que las partidas acaben en tablas, ya que
la repetición de los movimientos está prohibida y el
empate hace perder la partida.
42
Ajedrez indio ( chaturanga )
El tablero es de 64 casillas ( 8 X 8 ). Se trata de un
ajedrez con cuatro bandos cuya posición inicial es la
que muestra el diagrama 2.2, en el que figuran las
piezas occidentales equivalentes.
i
.
2.2
43
Ajedrez de Tamerlán
El nombre se debe a que este célebre conquistador
se aficionó grandemente a él. Su biógrafo, Ibn Arab
Sha.h, dice: «Timür se dedicaba a jugar al ajedrez por
que, de este modo, trabajaba su inteligencia, pero po
seía un entendimiento demasiado elevado para canten-
2.3
B Sbah Rey 1
e Wazir Visir 1
D Zarafa Jirafa 2
E Talia Espía 2
F Faras Caballo 2
G Rukh Torre 2
H Farz General 1
1 Baidak Peón 14
A Hisu Ciudadela o
1 Kahshat Centinela 1
J Dabbaba Tortuga 2
K Thaur Toro 2
L Jamal Camello 2
M Asad León 2
N Fil Elefante 2
CUADRO C
Ajedrez japonés
La traducción li teral de su denominación en lengua
j aponesa es «juego del Estratego o del General Schoo».
Se utiliza un tablero cuadrado de 81 (9X9) casillas
���- ���
I
E B A a e
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=!= :¡.
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- - - - -- - - -
G
1
E D e B A B e D E
2.4
46
CUADRO D
Designación
en el Nombre japonés Número Equivalencia
piezas
diagrama
41
un edificio para los jugadores más hábiles de cada ge
neración, y les repartió bienes y algunos privilegios.
Posee multitud de variantes (ajedrez de salto, de
interceptación, de recepción, de sacudimiento, etc.), aun·
que el que más se practica es el ya explicado y el
Juego Mediano (*), cuya descripción es la siguiente:
Se juega con un tablero cuadrado de 144 ( 12 X 12)
casillas, también cuadradas, todas del mismo color y con
21 clases de figuras, las cuales, al ser cambiadas, dan
lugar a ocho más; en total son 46 piezas. La disposición
G F
H 1 J L K J3 1 112
- - -
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T T T I T I-
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211
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K
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J
B D
H
2.5
48
Ajedrez birmano
Se juega con un tablero cuadrado de 64 (8X8) casillas,
tam bién cuadradas, todas del mismo color (las cuatro
casillas centrales del tablero se encuentran divididas por
dos líneas diagonales) y con dieciséis líneas por bando.
La disposición inicial es la que muestra el diagrama 2.6.
(l e
- - e-- -
A D E E
----
D B F F F F F
-- - ---
F F F ' " lt -
- !-
/" F F F
F F F F F B D
r- - - - - - - 1-
E E' D A
e e
2.6
Designación
en el Nombre de 108 Número Equivalencia
diagrama piezas piezas
-
49
En conjunto, el juego se parece al nuestro actual.
Las peculiaridades más importantes son: a ) sólo los
peones de la derecha pueden llegar al grado de Teniente
General (en el caso de que éste ya no se halle en el
tablero), si alcanzan una de las casillas que está en
diagonal con la casilla de la última fila de la izquie1 da
del adversario; b) aunque la posición inicial suele ser
la indicada en el diagr 2.6, cada j ugador tiene la facul
tad de colocar sus piezas ad libitum, es decir, pueden
concentrar fuerzas en un sector -del tablero, ya sea por
capricho, ya para desorientar a su adversario.
Ajedrez siamés
Se juega con un tablero cuadrado de 64 (8 X 8 ) casillas,
todas del mismo color, y con dieciséis piezas, cuya dis
posición inicial muestra el diagrama 2.7.
2.'1.
50
Ajedrez mongol
Como el mongol es un pueblo eminentemente pastor,
en su juego de ajedrez, la mayoría de las piezas o peones
representan animales.
El Noyon (Noble) corresponde al Rey; el Bers (Ge
neral) a la Dama; el Teme (Camello) al Alfil; el Moi
(Caballo); el Terek (Carro) a la Torre; el Hu (pequeño)
al Peón. Este último está representado por una cría de
león, cordero, etc.
Cada pieza aparece esculpida de forma diferente, en
madera aromática, y de color natural rojizo. Su dimen
sión fluctúa entre los S y los 6 cm. No existe la produc
ción en serie: cada jugador esculpe su propio juego,
dando libre curso a su imaginación.
Algunas particularidades del j uego mongol son:
La partida comienza siempre por P4D, pero los peo
nes no pueden avanzar más que una casilla. El enroque
es ignorado. La promoción menor ( * ) no existe y la
partida es nula cuando un Rey queda sin ninguna de
las piezas de su bando.
Ajedrez persa
Es una derivación del ajedrez indio, pero existen
sólo dos Reyes, cada uno franqueado por dos Visires
(en persa F arzin ).
La pieza más fuerte era la equivalente a nuestra
Torre. El Alfil (pil, elefante) era una pieza débil y no
se sabía bien qué papel ejercía. Las demás piezas eran
iguales a las del ajedrez indio.
Este ajedrez fue el que los árabes difundieron en sus
conquistas.
52
EL AJEDREZ Y LAS LETRAS
El ajedrez en la literatura
a) El tema en el Medievo
Entre los textos más antiguos en los que aparece
nombrado el ajedrez, figura un fragmento del Peregri
naje de Carlomagno, que pertenece a una fecha indeter
minada de la segunda mitad del siglo XI y que, tal vez,
sea anterior a la Chanson de Roland:
53
( Estos caballeros están sentados en blancas alfombras
para divertirse, los más prudentes y los viejos juegan
a las tablas y al ajedrez, y los ágiles donceles hacen
esgrima.)
En el Romance de Fajardo leemos:
54
después de tan bien servida
la corona de rey
verdadera;
en la su villa de Ocaña
vino la muerte a llamar
a su puerta.•
b) En el Renacimiento y en el Barroco
Damos comienzo a este apartado citando el poema
didáctico Scacchia Ludus, que se debe a la pluma de
Jerónimo Vida y que fue publicado en 1526. El autor
se inspiró en el poeta latino Saleio Basso ( siglo I),
quien escribió uuos versos en su Elogio de Calpurnio
Pisón celebrando uu juego que parece idéntico al aj edrez.
55
SHAKESPEARB
56
MATEO ALEMÁN (Guzmán de Alfarache. Parte Il, libro II,
cap. IX)
«Tomó el negocio a su cargo, y eomenzó desde aquel
punto a entablar el juego, dando trazas como el que
propone dar en el ajedrez un mate a tantos lances en
casa señalada. Comenzó por el peón de punta meneando
los trebejos . . . »
G6NGORA
cQue piense un bobalicón
Que no hay quien su dama toque
Y en la casa del rincón
Sé que la tomó un Peón,
Y que no la quiere un Roque,
¡Oh qué lindoquel
57
los demás que van y v1enen
son como peones viles.
Todo es allí confusión.
Liseo:
No e s Octavio pieza vil.
Estudiante:
Si es quien yo pienso, es arfil
y pieza de estimación.»
LA BRUYERB
58
e) En el siglo XVIII
El libro de lean Ghéhenno, JEAN-JACQUES, nos habla
de la vida de Rousseau y Diderot. Este último, que
jugaba al ajedrez a menudo, escribió un día:
«El hombre ambiciona la superioridad hasta en las
cosas más pequeñas. J.-J. Rousseau, que me ganaba
siempre al ajedrez, me negaba una ventaja que igualara
más la partida. "¿Sufrís perdiendo?", me decía. "No -le
respondía yo-, pero me defendería mejor y vos go
zaríais más." "Puede ser -replicaba-, pero dejemos las
cosas como están.'':.
60
LORD BYRON
<<La buena sociedad es como un tablero de ajedrez:
hay un rey, una reina, caballeros ( * ), obispos y peones.
El mun,do es nn juego.»
H. DE BALZAC (Epistolario)
En nna carta dirigida a Mme. Hanska leemos:
«He prometido trabajar para olvidar y me he en·
contrado a W . . jugando al ajedrez y reviviendo este
.
61
c . . . Su Eminencia el Cardenal pasea solo bajo la som
bra de los árboles. De repente, ve en el bosque a un
hombre absorbido por sus pensamientos. "Es un men
digo", pensó, y al aproximarse, vio que sobre sus rodillas
sostenía un tablero de ajedrez.
-¿Qué haces aquí? -preguntó.
-¡Oh!, Eminencia, perdonadme si no me pongo de
rodillas y beso vuestra mano. Pero estoy jugando una
partida de ajedrez que está a punto de terminar y le
debo a mi adversario un respeto total.
-¿Qué adversario? Yo te veo solo. ¿Con quién juegas?
-dijo el Cardenal riendo .
fieso que lo hago por dinero. Esta partida, por ejem plo ,
de Dios.
A la vuelta se acordó del m an i á ti co que seguía ju
,
62
LEwis CARROLL (Alicia en el país de las maravillas, par
te II, Al otro lado del espejo)
«El tablero antes de que comience la partida (dia
grama 3.1):
Blancas
e) En el siglo XX
SAINT-EXUPÉRY (Citadelle)
« . . . Y he aquí que tus inteligentes técnicos discuten
sus movimientos como en ajedrez. Y quiero admitir, en
fin de cuentas, que j ugarán a golpe seguro... Porque en
64
el juego del ajedrez tu adversario espera para mover su
pieza a que tú muevas la tuya... Pero en la vida, el
adversario no espera. Ha jugado veinte piezas antes de
que tú muevas la tuya.»
«Yo he conocido a quien, sumido en el ceremonial del
juego, bosteza con discreción y responde con · una indul
gencia distante, como quien consiente en distraer a los
niños.»
« . . . Así en el juego de ajedrez: hay siempre un ven
cedor y un vencido. El vencedor se reviste con una son
risa socarrona para humillar al vencido. Porque así son
los hombres. Y tú vienes, según tu justicia, a prohibir la
victoria de ajedrez. Y dices: "¿Cuál es el mérito del
vencedor? Era más inteligente o conocía mejor las reglas
del j uego. Su victoria no es más que la expresión de un
estado. ¿Por qué iba a ser glorificado por aparecer más
rojo de cara, o más dócil, o más o menos melenudo . . . ?"»
« Pero yo he visto al vencido en ajedrez jugar duran
te años con la esperanza de la fiesta de la victoria . ». .
65
H. TROYAT (La luz de los justos, tomo II, La Barynia)
Existe un curioso paralelo, ya indicado por algunos
psicoanalistas, entre una partida de ajedrez jugada por
dos contrincantes de distinto sexo y el combate amoro
so. En esta obra, el personaje experimenta una violenta
inclinación hacia su nuera y cree poseerla a través de
la partida de ajedrez diaria:
«Esta partida de ajedrez se había convertido en algo
tan vital como el alimento. . . No era el juego en sí lo que
le apasionaba, sino el hecho de enfrentarse a su nuera.
Sin rozarle un dedo, luchaba con ella cuerpo a cuerpo . . .
y este delicioso combate s e traducía e n un simple des
plazamiento de i>eones de una casilla a otra.
Cuando tenía suerte y despoj aba a Sofía de las piezas
principales, era como si la desnudase. . . Pronunciando
"jaque mate" experimentaba un placer tan agudo que
apenas osaba levantar los ojos hacia su nuera. Aplastado
por ella, sucumbía con voluptuosidad y murmuraba:
"¡Me rindo; eres la más fuerte!"»
GERARDO DIEGO
«Ese alfil apuntado por dos peones parece un padre
de familia que saca de paseo a sus hijos arrastrándoles
de la mano, tirando de ellos porque van gimoteando y
a regañadientes, pues querían ir en brazos.»
f) El ajedrez y el teatro
Durante el Renacimiento inglés se escribió una cu
riosa obra dramática en la que el ajedrez juega un
papel predominante. Esta obra es A Game at Chesse, de
66
Thomas Middleton ( 1570-1627 ), contemporáneo de Sha
kespeare. Middleton refleja en sus obras al pueblo y la
burguesía de su tiempo, y critica su ridiculez y sus
vicios.
Esta pieza, en particular, batió un verdadero récord
de representación (nueve noches seguidas), cosa increí
ble en aquella época. El éxito se debió, naturalmente,
más a la sátira política que entrañaba que a su «envol
tura» ajedrecística. Middleton permaneció encerrado un
tiempo a causa de la obra.
El tema es la tentativa por parte del Gobierno es
pañol de dirigir la política inglesa de aquel tiempo.
Jacobo I, rey inglés, estaba persuadido de que la paz
sólo se lograría mediante una alianza entre Inglaterra y
España. Sin embargo, esta política molestaba a los
nobles, que querían evitar las ingerencias españolas.
La obra apareció tras la derrota de la Armada Inven
cible, el descubrimiento de la conspiración de la pólvora
y el retorno de Madrid del príncipe de Gales, Carlos
-futuro Carlos 1-, después de romper el compromiso
matrimonial con la infanta de España.
En esta obra el embajador de España en Londres,
conde de Gondomar, es atacado violentamente.
Los personajes de A Carne at Chesse son las piezas
del tablero: las blancas representan a los ingleses y las
negras a los españoles: El Rey blanco es Jacobo 1 (rey
de Inglaterra); la Reina es la Iglesia de Inglaterra; la
Torre es el duque de Buckingham; el Alfil (en inglés
Bishop= Obispo) es el arzobispo Abbot; el Caballo es
Carlos, hijo del rey; el Peón de Rey es Lionel Cranfield,
conde de Middlessex.
El Rey negro es Felipe IV de España; la Reina, la
Iglesia de Roma; la Torre es el conde-duque de Olivares;
el Alfil es Antonio de Dominis, arzobispo de Spalatro,
genera:! de los jesuitas; el Caballo es Gondomar, el em
bajador.
El Caballo blanco da jaque mate al Rey negro, ob
teniendo así la victoria final. «Jaque mate a la des
cubierta, el mate más noble de todos», según palabras
del propio Middleton.
En realidad, las imágenes que puedan sugerir las
combinaciones de piezas no se ajustan muy estrictamente
67
a las reglas del juego. Sin embargo, esta obra constituye
una verdadera curiosidad anecdótica y merece ser co
nocida por los aficionados al ajedrez"
68
EL MIM o-DRAMA (El Final Artístico)
Personajes ( Posición) (diagrama 3.2)
Blancas
ARGUMENTO (Solución)
La escena (tablero) se convierte en el Olimpo; o l
fondo, a l o lejos, el Averno (estuche de las piezas ); a I n
derecha del espectador, el Orto (flanco de Rey) y, a In
izquierda, el Ocaso (flanco de Dama).
PRóLOGO (Planteo)
Plutón ha osado penetrar en el Olimpo; auxiliado por
el Caos y las Sombras, intenta destronar a Júpiter y
proclamarse dios de dioses. Minerva le ha visto y guunln
el paso para que no pueda retroceder. Avisado Júpl l c r,
ha ordenado a los Rayos Helios y Marte que traigan n
Plutón a su presencia o aniquilen a los Demonios s i
ofrecen resistencia. ( El Rey negro s e h a aventurado 11
entrar en terreno de las blancas; la Dama amenaza d u r
jaque en 2TR y ganar la partida. La Torre blanca corlu
la retirada al Rey negro; los alfiles están preparndo11
69
para entrar en juego y desplazarlo con amenazas de
mate y de ganar la Dama.) Es noche oscura; la Sacer
dotisa, envuelta en negro manto y con dos antenas de
azabache en la frente, interpreta la danza de las Tinie
blas. (El Solucionista, confuso y turbado, mira de orien
tarse y no ve nada.) - Pieza orquestal: Sinfonía. ( Fase
de Composición: Construcción de la Forma. Dinamiza
ción y coordinación de los elementos estratégicos desti
nados a producir la combinación.)
70
al parecer resignado, a cumplir las órdenes de Júpiter
(SR2R! , tomando la oposición e impidiendo al Rey negro
el acceso a la casilla 6AR; la Torre y los alfiles impiden
las defensas eficaces por dominación; ante la amenaza
T4Tj , las negras han de jugar S . . . RSA ! ). - Es pleno
día; la Sacerdotisa, vestida con chales y telas de oro,
y adornada de turquesas y amatistas, interpreta la
danza de la Luz. (El Solucionista, radiante de alegría,
empieza a ver claro.) - Tiempo musical: Scherzo. (Fase
de combinación: Preparativa base. Plazamiento estra
tégico del Rey blanco.)
72
xión se ve puesto a prueba por el modesto juego de
damas en forma más intensa y beneficiosa que por toda
la estudiada frivolidad del ajedrez. En este último, don
de las piezas tienen movimientos diferentes y singula
res, con varios y variados valores, lo que sólo resulta
complejo es equivocadamente confundido (error nada
insólito) con lo profundo. Aquí se trata, sobre todo, de
la atención. Si ésta cede un solo instante, se comete un
descuido que da por resultado una pérdida o la derrota.
Como los movimientos posibles no sólo son múltiples,
sino intrincados, las posibilidades de descuido se mul
tiplican y, en nueve casos de cada diez, triunfa el ju
·
gador concentrado y no el más penetrante. En las dama s,
por el contrario, donde hay un solo movimiento y las
variaciones son mínimas, las probabilidades de inadver
tencia disminuyen, lo cual deja un tanto de lado a la
atención, y las ventajas obtenidas por cada uno de los
adversarios provienen de una perspicacia superior.•
Poe dedicó otro de sus cuentos, llamado El jugador,
a analizar el mito del autómata de Kempelen. Mediante
un riguroso proceso analítico, llegó a la conclusión de
que era una superchería, corno se demostraría más tarde.
73
La obra podría resumirse del siguiente modo (tomado
de la revista Europe Echecs):
El personaje de la historia, Kenneth Dale, va a pasar
las vacaciones de Navidad en casa de su amigo lord
Churt, donde se reunirá con su prometida Nora. Al
llegar Churt abre el saco del correo y le entrega una
carta de su prometida, que a su vez iba a correos.
Van a la biblioteca, donde encuentran a sir Winslade
sentado ante un tablero de ajedrez, y a Gornay, secre
tario de Churt, que mira el j uego. Churt, que tiene ne
gras, abandona tras algunas jugadas. Gornay le de
muestra que hubiera podido ganar.
«-El juego ha sido audaz y brillante por ambos ban
dos. Por ejemplo, cuando lord Churt ha sacrificado su Ca
ballo o cuando le habéis dado la elección de capturar
vuestra Dama en 3CD con uno de los dos peones. Tal
vez hubierais hecho mejor capturando la Dama con el
Peón de Alfil en lugar del de Torre.»
La carta de Nora a su prometido contiene un billete
de mil libras que Churt había puesto en un sobre diri·
gido a. la Cruz Roj a. Dale intenta disipar las sospechas
que pesan sobre su prometida.
«-¿Podrías decirme qué has hecho con el billete des
pués de desayunar esta mañana? -le pregunta a Churt.
-Lo he metido en mi billetero, que ha permanecido
en mi bolsillo. Mientras jugaba al ajedrez, he recordado
que el saco partiría para el correo antes que de cos
tumbre; he metido el billete en un sobre de la Cruz
Roja con la dirección impresa, que he cerrado y puesto
en el saco. He vuelto a la biblioteca y recuerdo haberme
sorprendido de que Winslade me entregara su Dama sin
compensación. En este preciso momento, me ha venido
la idea de que Nora había puesto ya sus cartas en el
saco y que sería mejor que lo cerrara con llave para no
olvidarme de hacerlo más tarde. He mirado, de pie, el
tablero durante algunos minutos, después he salido y
constatado que las cartas de Nora estaban en el saco.
Lo he cerrado con llave, he vuelto a la biblioteca y to
mado la Dama de Winslade. Quienquiera que haya co
gido el billete de uno de los sobres para meterlo en
otro, ha debido hacerlo en el lapso de tiempo transcu
rrido entre mis dos visitas al saco. Durante este tiempo,
Gornay miraba el tablero, así que no pudo ser él.
74
-¿Estaba Gornay en la biblioteca durante la partida?
-No puedo afirmarlo. Pero debía estar allí cuando
Winslade sacrificó su Dama y yo la capturé, puesto que
ha comentado estos dos movimientos después de la
partida.
-Cuando jugabas con Winslade, ¿te dio la ventaja de
la Torre de Dama?
-En efecto -respondió Churt.
-Muy bien. Acuso a Gornay de haber robado el bi-
llete de mil libras del sobre dirigido a la Cruz Roja y
de haberlo metido en otro dirigido a mí. Le acuso de
haber empleado una tinta incolora que se torna visible
al cabo de algunas horas para tachar mi dirección y sus
tituirla por otra, la de nn cómplice, sin duda. -Dale se
dirigió al tablero y prosiguió-: Miren estas manchas
sobre las piezas. No estaban al terminar la partida; y
las únicas piezas manchadas son las que ha utilizado
Gornay para mostrar cómo habría podido ganar lord
Churt la partida.
-¿Cómo puede explicar la presencia de Gornay en
la biblioteca en el momento del robo? -dijo Winslade.
-Negándola. Puedo demostrar, tras la posición de
las piezas, y a condición de que las blancas hayan dado
la ventaja de la Torre de Dama, que las blancas han
jugado su Dama en 6CD sin capturar, y que las negras
han capturado con el Peón de Torre.
-Gornay es un buen jugador y ha podido efectuar
este análisis para procurarse una coartada.>>
He aquí la posición y el análisis retrógrado (dia
grama 3.3):
El ajedrez en la historia
Cuenta Séneca que el romano Julio Canus, conde
nado a muerte por Calígula, estaba jugando una par
tida de calculi (juego parecido al ajedrez) cuando se
presentó ante él el centurión encargado de ejecutar la
pena. Canus examinó la posición y, demostrando que
debía ganar, puso como testigo al centurión diciendo a
su adversario: «No te aproveches de mi muerte para
negar tu derrota.» Después se dirigió tranquilamente al
patíbulo. (Año 37 d. C.)
76
En el siglo VII, en la historia de la princesa india
Vasavadatta y el rey Udayana, se dice:
«La lluvia jugaba su partida con las ranas a guisa
de piezas de aj edrez, y ellas, verdes y amarillas, salta
ban sobre las casillas negras del j ardín.»
77
el mayor éxito en la España musulmana ( * ) y ser pronto
adoptado, junto con toda la terminología de la marcha
del juego y de las piezas del tablero, por la corte leo
nesa bajo el mismo nombre oriental, un poco deformado.
Muy pronto hubo en AI-Andalus famosos especialistas
de este juego, que Al-Gaza! llamó "impío" y satánico" en
un poema dirigido a un sobrino suyo (**), que era un
jugador apasionado. En el siglo XI el ajedrez siguió es
tando de moda y algunos soberanos, como el abbadí
Al-Mutamid, poseyeron tableros de marfil incrustado en
oro (***).»
79
La idea de conceder a la ninfa Caissa la protección
del ajedrez ela ta del poema del siglo XVI Scacchia Ludus
de Vita. Más tarde se popularizaría en Inglaterra gracias
a un poema de Williarns Jones, Caissa, publicado en 1772.
80
4
EL AJEDREZ Y EL ARTE
Símbolo y arte
El arte, desde las primeras pinturas parietales pre
históricas hasta sus últimas tendencias conceptuales, ha
pretendido ser reflejo de la actividad humana. En oca
siones, ha poseído carácter mágico, en otras ha servido
a ideales religiosos, sociales o políticos, pero siempre
ha demostrado ser uno de los vehículos más idóneos
de la expresión anímica del hombre. En todas las leyen
das de la creación del mundo, el Ser Supremo, Dios, es
quien realiza con sus propias manos la primera obra
artística: la creación del hombre.
Este hombre siempre ha pretendido apoderarse o al
canzar las prerrogativas propias de su Creador. En la
prehistoria, sus manos, aún inhábiles, intentaban trans
formar una piedra en una figurilla femenina que le fuera
propicia para la fecundidad. En lugares sagrados, apro
vechaba los relieves rocosos para representar aquel bi
sonte herido que intentaría capturar en su próxima ca
cería.
Cualquier fenómeno natural (lluvia, luz, rayo, etc.)
o artificial (casa, templo, pintura, fuego) superaba ante
los ojos del hombre su propia realidad y se convertía
en símbolo o en mito.
El Cielo y la Tierra, máximos representantes de la
dualidad motora de la vida, pronto tuvieron unos sím
bolos universalmente aceptados: el circulo y el cua
drado, respectivamente. El cuadrado se convirtió en una
81
de las figuras geométricas más frecuentes y en la más
utilizada en el lenguaje simbólico.
Platón consideró el cuadrado -y el círculo- como
absolutamente bellos en sí mismos. Los hebreos hicieron
del tetragrama el nombre impronunciable de la Divi
nidad (Jhvl); los pitagóricos convirtieron la Tetrakis en
la base de su doctrina; en China, la Tierra era consi
derada cuadrada y el espacio se comprendía como una
sucesión de cuadrados yuxtapuestos.
Por su carácter estático y severo, el cuadrado pasó
a ser el símbolo de todo cuanto significaba organiza
ción y construcción. Según Jung, el modelo ternario
( números impares) explica la actividad y el dinamismo;
el modelo cuaternario (números pares) alude a lo in
telectual y racionalista. Los cuatro elementos (aire, tie
rra, agua y fuego), las cuatro estaciones, las cuatro
edades de la vida y, sobre todo, los cuatro puntos
cardinales ( señalados por las diagonales de un cua
drado [*J) suministran orden y fijeza al mundo.
En las civilizaciones orientales ( China, India) el cua
drado era considerado, preferentemente, como símbolo
de la Tierra. . . y el tablero de ajedrez es cuadrado.
El hombre, preocupado por su destino y por el mis
terio del universo, quiso trasladar a su microcosmos
la rivalidad de los dioses, las luchas entre las tinieblas
y la luz, entre los dioses y los titanes, entre el bien y el
mal. El hombre intuía que los dioses, fuerzas misteriosas
inalcanzables, escogieron la Tierra para zanjar sus riva
lidades; los hombres no eran más que marionetas mo
vidas por estos seres supremos; desde el individuo más
pobre y desvalido hasta el mismo rey estaban movidos
y regidos por fuerzas sobrenaturales, por fuerzas que
podian predestinar su vida. El hombre trasladó toda
esta cosmogonía a su escala: quería ser un dios y mo
ver sus propias marionetas. La Tierra sería un cuadrado;
en toda su extensión alternarían pequeñas casillas, ge
neralmente blancas y negras ( o verdes y rojas), y en
ellas, frente a frente, la humanidad de las tinieblas,
desde el peón al rey, se batiría con la humanidad de las
luces. Los dioses, en este caso los hombres, moverían
82
magistralmente a sus vasallos de madera o de marfil
para conseguir la victoria final. Así, el tablero de ajedrez
se convirtió en «el campo de acción de los poderes
cósmicos» ( Burckhardt).
El ajedrez en la pintura
El mundo de las formas artísticas ha sido siempre
el mundo de lo trascendente; más allá de la línea, de
la superficie y del color se adivina la vida, la muerte, el
amor, el odio, la amargura, la alegría, el cinismo, la
emoción o la indiferencia, tanto del artista como de
la humanidad representada. El artista ha buscado para
sus obras aquellos motivos, aquellas realidades que res
pondieran a unas determinadas coordenaqas espacio
temporales capaces de expresar todos sus sentimientos
y los de su sociedad. La temática ajedrecística, en este
sentido, ha sido utilizada en el campo del arte desde
las antiguas civilizaciones del Próximo Oriente (Egipto,
Mesopotamia) hasta las variadas tendencias contempo
ráneas.
Si de la civilización mesopotámica conservamos un
tablero y unas fichas halladas en las tumbas reales de
Ur (2600 a. C.) -en la actualidad en el British Museum
de Londres- que pudieran corresponder a antecedentes
o variantes del juego del ajedrez, es en Egipto donde
las tumbas nos muestran con ciertas garantías de fiabi
lidad a los primeros jugadores de ajedrez o de un pre
ajedrez. Desde las representaciones de animales (por
ejemplo, el león y la gacela), pasando por los frescos
hallados en la mastaba de Mera de Sekkara (Gizéh) en
los que aparecen dos personajes masculinos jugando ante
un tablero, hasta las pinturas del Valle de las Reinas,
en las que aparece la reina Nefertari ante unas figuras
intentando, en esta solitaria partida, luchar quizá contra
las fuerzas superiores que la llevan al más allá, el arte
egipcio nos ha dejado las primeras representaciones pic
tóricas del ajedrez.
83
El mundo oriental continuó esta tradición ajedrecís
tica en la pintura, aunque fue la Edad Media occidental
la época en que la temática del ajedrez en la pintura,
y especialmente en la miniatura, adquirió mayor predi
camento. Entre estas representaciones son, sin duda,
las de Alfonso X el Sabio las que nos dan a conocer
con mayor detalle la significación y las peculiaridades
del ajedrez medieval. El Libro de los Juegos, junto con
la Crónica General, las Partidas y las Cantigas e loores
de Santa Maria, constituye el legado del Rey Sabio a la
posteridad. La obra, datada en 1283, y en la actualidad
en la biblioteca del Monasterio del Escorial, consta
de 144 miniaturas que ilustran todas las facetas del
4.1
84
nal, sojuzgándolo en una estructura dada. Es de notar
que el traje de los arlequines (deidades ctónicas) con·
siste precisamente en dameros o losanges, lo que afirma
su relación con las divinidades del destino.
No sabemos si el Rey Sabio quería evadirse a su
destino, si deseaba superar la sucesión de fracasos que
habían significado tanto su política interior como exte
rior, pero una de las miniaturas más bellas del libro
representa la unión de las dos potencias (la árabe y la
cristiana) en litigio a través del belicoso juego del
ajedrez. Bajo la lona de una tienda cónica coronada
con una banderola y una inscripción árabe, un caudillo
cristiano y uno árabe disputan las últimas jugadas de
una azarosa partida. El tablero de ajedrez, al igual que
en casi todas las demás miniaturas, aparece visto desde
arriba, mientras que los personajes y los elementos re
ferenciales lo son desde un plano frontal. Esta miniatura
resume en sí toda la simbología ajedrecística. Bajo una
tienda de planta circular (el universo) dos potencias se
disputan la tierra (el tablero de ajedrez). Con mente
premonitoria, el artista supuso que esta lucha llegaba
a su fin (dos siglos faltarían para el final de la Re
conquista) aunque las lanzas aún estaban en alto ( se
hallan clavadas al suelo en el exterior de la tienda).
Sería largo citar todas las obras en las que aparece
el ajedrez como tema principal. Sin embargo, entre
ellas quizá tres merecen destacarse por la distinta con
cepció n ajedrecística que representan: Jugadores de
ajedrez, de Karel von Mander; Partida de ajedrez, de
Paris Bordone, y Los jugadores de ajedrez, de Honoré
Daumier.
París Bordone ( 1500-1571), discípulo de T izianb y su
cesor de Giorgione y Palma el Viejo, se caracterizó por
la grandiosidad de sus composiciones. En Partida de
ajedrez la acción se desarrolla en un irreal exterior.
Dos jugadores que miran al espectador se encuentran
frente a un tablero de ajedrez en el que sólo quedan
dos peones. Uno de los personajes inicia una jugada.
Con el pulgar y el índice coge suavemente uno de los
peones. A la izquierda, unas galerías arqueadas sirven
de fondo, mientras que, a la derecha, otros personajes
juegan a cartas en un jardín. Un embaldosado cuadri
culado, fantásticamente quebrado en su unión con el
85
jardín, sirve como elemento de transición entr� el primer
plano y el fondo.
El tablero está colocado sobre un tapiz, puesto, a su
vez, sobre el borde inferior derecho del embaldosado,
con lo que parece más pequeño de lo que en realidad es.
Mesa por un lado, suelo por otro, los personajes sólo
presentan aquí un valor puramente funcional, mante
niendo con el embaldosado la misma relación que los
peones con las casillas del tablero. Nos da la sensación
de que una mano invisible va a mover de pronto estas
dos figuras sobre el embaldosado; de que la verdadera
jugada de ajedrez se desarrolla en el exterior del cuadro
y que los personajes sólo son simples piezas de uiJ. gran
juego.
Las pinturas de Karel von Mander ( 1548-1606) no
gozan de gran favor ni entre el público ni entre la
crítica. Su recuerdo está asociado al Libro de los pin
tores, en el que recoge tocio lo que se sabía en su tiempo
acerca de los artistas eminentes. Sin embargo, sus Juga
dores de ajedrez, que algunos han identificado con Jon
son y Shakespeare, nos trasladan a un universo distinto
al de Paris Bordone. Aquí el símbolo ha desaparecido;
sólo nos quedan dos hombres ante el tablero. Son dos
aficionados que consideran el ajedrez como un pasa
tiempo. La partida durará poco; el tablero ni tan si
quiera está colocado encima de una mesa. Lo sostienen
los personajes con ambas manos izquierdas; sus rostros
no reflejan ni concentración extrema ni preocupación
por perder; más bien cierta curiosidad ante las jugadas
del adversario.
Hasta ahora, en nuestro recorrido a través del arte,
el ajedrez se nos ha mostrado como un juego de tras
cendente y compleja simbología o como pasatiempo;
nos faltaba observar su carácter vitalista: como parte
integrante de la vida de un hombre, como sufrimiento
o como alegría. Ha sido el gran Daumier ( 1808) quien
quizá ha sabido expresar en una tela la faceta más
humana del juego más humano.
Daumier fue el pintor de la vida. Focillon comentaba
acerca de su obra: «Para Daumier . . . la pintura es una
fuerza constructiva y no una satisfacción superficial. . .
La materia de sus telas revela la vida a través de la
variedad de un oficio libre y fuerte.»
86
El genial Van Gogh, en una carta a su hermano Theo
y refiriéndose a la obra del pintor francés, no hablaría
en términos menos admirativos: «Debe de ser algo bue
no concentrarse en aquello que hace pensar y en aquello
que concierne del modo más directo al hombre como
hombre.»
Y así, en Los jugadores de ajedrez, es el hombre
preocupado que crispa las manos o que piensa profun
damente el plan a desarrollar. Los elementos referen
ciales han desaparecido; ante el tablero de ajedrez dis
puesto encima de una mesa circular con tapete verde,
los hombres intentan conseguir la victoria y ponen todo
su empeño en ello; ya no son dos figurantes como en
el cuadro de Paris Bordone, ni tan siquiera dos aficio
nados que juegan una partida amistosa, como los que
aparecen en las telas de Mander; son dos seres ante su
destino, ante su existencia.
Si el ajedrez, en sí mismo, ha sido tema de numero
sas pinturas y algunos de sus juegos, es decir, tablero
y piezas, se pueden considerar como verdaderas obras
maestras, puede decirse que su influencia dentro del
campo artístico ha superado su propia esencia. El mo
tivo de casillas alternadas o de dos colores distintos
(blanco-negro o rojo-verde) lo podemos ver reflejado
desde los llamados ajedrezados, tipo de decoración muy
corriente en la época medieval, hasta el embaldosado
a base de la alternancia de cuadrados blancos y negros,
que en las trasposiciones pictóricas tendrán en Vermeer
su máxima expresión.
Modernamente es interesante mencionar el op art,
también a base de la alternancia de cuadros blancos
y negros.
87
sus piezas que, según la tradición, había pertenecido
a san Luis.» Las piezas son poliédricas, hechas de cuarzo
transparente, y no representan forma de hombres o ani
males. Están montadas en plata dorada y la montura
no permite datarlos antes del siglo xv. La riqueza de
este juego puede suponerse porque se cedió como do
nativo para la construcción de la iglesia de San Egidio
de Nimes .
88
Refiriéndose a
un ajedrez del príncipe de Viana
( 1410), leemos : un taulell ab sos escachs obrat de os,
«. . .
El ajedrez en el cine
Han sido varios los filmes en los que el juego del
ajedrez ha intervenido, ya sea de modo esporádico, ya
como eje temático de la obra.
Seleccionamos los tres ejemplos siguientes que nos
parecen suficientemente significativos, cada uno en su
género,
89
El séptimo sello ( INGMAR BERGMAN)
El personaje, que regresa de las Cruzadas, intenta
dar un sentido a su vida, la cual contrasta con las te
rribles epidemias de peste que asolan Europa. El per·
sonaje se enfrenta con la Muerte jugando una partida
de ajedrez (ver el apartado <<Símbolo y arte» al comienzo
del capítulo), y en esta confrontación se halla todo el
concepto medieval acerca de la existencia y del más allá.
Para comprender esta problemática, insertada en la li
teratura de la época, recuérdese , por ejemplo, el frag
mento <<Después de puesta la vida 1 tantas veces por
su ley 1 en el tablerO>>, de las Coplas de Jorge Manriqu�.
El hombre medieval juega contra la Muerte su prop1a
vida y, ¿qué mejor que una partida de ajedrez para
ello?
90
Desde Rusia con amor (TERENCE YouNG, según la novela:
del mismo título escrita por IAN FLEM ING)
Para adaptarlo a las necesidades del cine, en el filme
se resume el siguiente pasaje (extraído de la traducción
española realizada por Editorial Bruguera). Se trata de
utilizar el símbolo del jugador de ajedrez =hombre frío,
calculador, preciso en sus planes y en la elaboración de
los mismos. Este símbolo se une al de la tenacidad y
voluntad de vencer, muy propios también del ajedre
cista.
«Kronsteen se hallaba sentado, erecto e inmóvil, con
todo el malévolo aspecto de un papagayo inescrutable.
Apoyaba ambos codos sobre la mesa y su cabeza des
cansaba sobre los cerrados puños que, a la vez, se hun
dían en las mejillas, haciendo que los labios se ade
lantaran con expresión de orgullo y menosprecio. Bajo
las abultadas cejas, los ojos negros, un tanto rasgados,
miraban fijamente, con mortal calma, su victorioso jue
go. Pero detrás de aquella máscara, la sangre penetraba
velozmente en la dinamo del cerebro, y una vena gruesa
como un gusano, en la sien derecha, latía a más de
noventa pulsaciones por minuto. En dos horas diez mi
nutos había perdido, sudando, una libra de peso. El es
pectro de un posible falso movimiento todavía le tenía
asido por la garganta. . . Pero para Makharov y para los
espectadores seguía siendo "El Mago de Hielo" . . . Krons
teen había introducído una brillante versión en la Va
riante Merano del Gambito de Dama rehusado. Hasta el
movimiento veintiocho, Makharov se había defendido
bien...
Desde los abarrotados bancos situados frente a la
partida, partió un audible suspiro. Kronsteen acababa
de separar de su rostro la mano derecha para exten·
derla sobre el tablero. Como si fueran las pinzas de un
enorme cangrejo, se abrieron el pulgar y el índice, y
descendieron. La mano, sosteniendo una pieza, se des
vió hacia un lado para depositarla en uno de los cua
dros. La mano volvió lentamente hacia su rostro .
. . . Kronsteen se recostó en la silla. Apoyó ambas ma
nos sobre la mesa para mirar fríamente al rostro abati
do y sudoroso de su adversario. Conocía muy bien
91
aquella angustia interior que se clavaba en el alma como
un cuchillo . . .
. . . Kronsteen también se enojó, pero en su rostro no
se reflejó la menor expresión cuando el árbitro descen
dió de su alta silla para entregarle un sobre blanco,
cerrado y sin dirección.
Pero allí estaba el final de la partida. Con cinco se
gundos de tiempo en su reloj , Mak.harov alzó los castiga
dos ojos a medias e inclinó la cabeza en señal de ren
dición.•
El ajedrez y la publicidad
En el siglo xx la publicidad se ha convertido en uno
de los medios de comunicación y expresión más impor
tantes. Las campañas primitivas, basadas solamente en
textos literarios, se han transformado en estudiados pro
gramas que utilizan al máximo los recursos visuales:
dibujo, fotografía, color, fotograbado, cine, televisión, et
cétera. Las portadas de los discos y libros, los envases,
carteles, folletos y toda clase de impresos han pasado a
ser fértiles campos de investigación gráfica y artística.
El diseño gráfico contemporáneo tiene su origen en
el Bauhaus, escuela alemana que, dirigida por Walter
Gropius, uno de los arquitectos más importantes de
nuestro siglo, intentó la integración total de las artes.
En la creación dé campañas publicitarias han cola
borado la mayoría de artistas de nuestro tiempo, entre
los que basta citar como ejemplo a Picasso, Miró y Dalí.
Entre los símbolos utilizados por las campañas pu
blicitarias no podían faltar las imágenes ajedrecísticas:
el tablero y las piezas, la psicología del juego, etc. Desde
el punto de vista artístico, el tablero de ajedrez, con
su dualidad cromática, ofrece grandes posibilidades para
la imaginación de los creadores. Lo mismo puede decirse
de las piezas o de la conjunción de ambos elementos.
Sin embargo, quizá la faceta más importante es la que
ofrece su significación sociológica (dé rango, categoría)
o psicológica (concentración, inteligencia, cálculo).
92
Infinidad de firmas comerciales han empleado y
siguen haciéndolo, el tema ajedrez como soporte publi
citario de sus productos; en particular, empresas para
estimular la inversión financiera, fábricas de artículos
de lujo, laboratorios farmacéuticos, industrias de bienes
de equipo, de bebidas, etc.
D I STOVAGAL
ISTA IILIZADOA O!L E O UIUIRIO I!MOCIOHAL
4.2
93
«Lo mismo que en el juego de ajedrez, un simple
peón, inofensivo en apariencia, es muchas veces decisivo
para una jugada clave; disponer siempre al alcance de
la mano de un buen regalo de empresa, en cualquier
acto de Relaciones Públicas, posee un valor fundamental
en el "juego de vender".»
«El rey es una pieza fundamental del juego de aje
drez. Sin él no hay juego. Pero su importancia viene
dada en razón de su inmovilidad. Vive inmerso en sus
cinco cuadros, pendiente de los acontecimientos.
El cliente -rey del "juego de vender"- también vive
inmerso entre las cuatro paredes de su negocio. Si visita
su empresa o el stand del certamen en que su empresa
expone, merece una atención especial que testimoni� la
importancia de este acto y perdure el sugestivo recuerdo
de su visita.»
«L� fuerza poderosa de un regalo de empresa, usado
como promoción de ventas, se asemeja en ajedrez al
arrollador juego de la torre.
Estimular a clientes y vendedores con un adecuado
regalo de empresa actúa sin obstáculos, abriendo brecha
en el deseo del que compra y en el ánimo del que vende.»
<<Una convención viene a ser la primera jugada en
ajedrez. En ella se plantean loS problemas futuros y de
ella depende en gran manera el desarrollo del juego.
En el "juego de vender", recapitular y marcar obje
tivos, la primera jugada clave es un motivo para unir
y estimular a cuantos intervienen en él, sean vendedo
res, clientes o distribuidores. Un buen regalo de em
presa con una personalidad marcada, que recuerde y
agrade, es el detalle indispensable para obtener este
clima de apoyo, primer eslabón del éxito.»
«El jaque mate es la jugada final, el remate de un
buen juego. En el "juego de vender" en fiestas señala
das . . . un buen regalo de empresa, que prestigie a quien
lo envía y agrade a quien lo reciba es un remate per
fecto para unir todavía más los lazos comerciales.»
Finalmente, en la contraportada puede leerse:
«Las piezas están en su mano. La buena jugada -y la
fuerza del obsequio- hará el resto.
Conoce la importancia del perfecto regalo de em
presa. Conoce el impacto favorable que produce una
94
pieza adecuada cuando se juega con mano maestra.
LAS PIEZAS ESTAN EN SU MANO. ¡ UTILÍCELAS! »
Debe indicarse, no obstante, que el ajedrez h a servi
do de importante acicate para promocionar turística
mente ciertas localidades. La motivación a que daba lu·
gar un torneo importante de ajedrez era captada por
personas de determinada categoría social e intelectual
que constituían, por esta causa, una clientela turistica
de valor considerable. En la historia del ajedrez de com·
petición figuran nombres tan prestigiosos como Karls
bad ( "sales de Karlsbad»), Baden Baden, Venecia, San
Remo, Paris, Bad Pistyan, Bled, Hastings, Beverwijk,
Salzburgo, Dubrovnik, Buenos Aires (Mar del Plata),
Viena, Londres, Berlín, Zürich, etc.
En la actualidad, algunos de estos torneos sobreviven
todavía y se han incorporado otros; por ejemplo, Palma
de Mallorca, Las Palmas de Gran Canaria, Madrid, Var·
na, Petrópolis, Lugano, Niza, Susa, Cura9ao, Reikjiavick,
La Habana, etc.
El ajedrez y la filatelia
De todos es sabido que la emisión de series de sellos
y matasellos supone una propaganda, una publicidad, ya
que difunde actos políticos, culturales o deportivos, tanto
del presente como del pasado. Por ello incluimos este
apartado en el capítulo dedicado al ajedrez en el arte.
En la corta historia de la filatelia ( sólo hace 133 años
que un ingenioso maestro de postas, Rowland Hill, tuvo
la idea de pegar a las cartas un trozo de papel certifi·
cando que el servicio de correo había sido pagado) se
han emitido muchos miles de sellos y -¡cómo no!
han aparecido numerosísimos coleccionistas que, si en
un principio reunían los sellos de todo el mundo, pronto
quedaron desbordados y se «especializaron» por países
o por temas (personajes, deportes, animales, etc.).
En la actualidad, uno de estos temas -de história
muy reciente- es el ajedrez; en efecto, el primer sello
emitido con este motivo apareció en Bulgaria, en 1947,
y representaba un caballo. Se conmemoraba así la cele-
95
bración en ese año de los Juegos Balcánicos. Al año
siguiente, y con motivo del Match-Torneo Moscú/La
Haya, que determinó el campeón mundial que cubriría
4.3
96
A partir de 1950 se vienen emitiendo regularmente
series sobre el tema. En estos momentos y hasta las
últimas, en 1972, la colección completa consta de ochen
ta y cuatro piezas.
4.4
Número
Año de sellos Pafl Motivo
91
Número
Año de sellos Pata Motivo
98
Bibliografía utilizada para la redacción del presente
capítulo:
Para el apartado cSfmbolo y arte» y cE! ajedrez y la
pintura»: Dictiannaire des symboles, Jean Chevalier, Alain
Gheerbrant, Paris, 1973; Diccionario de simbolos, Juan
Eduardo Cidot, Barcelona, 1969; El hombre y sus stm
bolos, Jung, C. G., Madrid, 1969; Le symbolisme du jeu
des échecs, Titus Burckhardt, Paris, 1947; Honoré Dau
mier, Mario de Micheli, Buenos Aires, 1968; Escenografía
de un cuadro, J. L. Schefer (Seix Barra!), Barcelona,
1970; Las voces del silencio, André Maurois, Buenos Aires,
1956.
Para el resto del capítulo:
Ajedrez: investigaciones sobre su origen, Brunet; En
ciclopedia Espasa; Histoire illustrée du cinéma, René
Jeanne y Charles Ford; diversos folletos propagandísti
cos y Revista de la FIDE.
S
EL AJEDREZ Y lA CIENCIA
100
expliqué par le Calendrier égyptien, París, 1825. Asimismo,
en un manuscrito árabe del siglo xv (Manuscrito de
Sarajevo), posible copia de otro del año 897, se dan
normas para resolver problemas de ajedrez, de matemá
ticas y de astronomía.
LEIBNIZ
Para Leibniz, filósofo y matemático, descubridor con
Newton del cálculo diferencial, «el ajedrez es demasiado
juego para ser ciencia y demasiada ciencia para ser
juego».
Qué duda cabe de que la íntima conexión ordena
dores-ajedrez le da la razón, quitándosela a Mark Twain
-por lo menos en lo que se refiere a nuestro juego-
cuando decía: «El trabajo consiste en todo lo que un
cuerpo está obligado a hacer, y el juego consiste en
todo lo que un cuerpo no está obligado a hacer.J>
J. ÜZANAM
Este matemático francés del siglo XVIII, famoso por
su tratado, en cuatro voluminosos tomos, Récréations
Mathématiques et Physiques, publicado en 1708, dice
en el prefacio de esta obra:
«Un método infalible de vencer al ajedrez no es teóri
camente imposible (*); sin embargo, nadie, hasta el
D. HILBERT
H. POINCA:Ra
102
A. EDDINGTON
El físico, matemático y astrónomo inglés, autor de
varias famosas obras entre las que destacan Espacio,
tiempo y gravitación, La Naturaleza del mundo físico y
La teoría matemática de la relatividad, para mostrar que
el cálculo de operadores es útil para el estudio teórico
del átomo, recurre al ajedrez. Para ello, explicando el
concepto moderno del átomo, dice:
<�Supongamos que haya ocho vías principales en el
átomo, ocho órbitas posibles para un electrón, de ma
nera que éste tenga en cada momento nueve posibili
dades: saltar a una de las órbitas o quedarse donde está.
Este electrón saltarín nos recuerda al caballo del aje
drez; por consiguiente, ¿por qué no describir el átomo
como un tablero de ajedrez que contiene un caballo?» (*).
Ro BoRBL
Este eminente matemático francés del que, entre otros,
destacan sus trabajos sobre la teoría de las series y,
muy particularmente, el cálculo de probabilidades y la
teoría de los juegos (rama de gran interés para la lla
mada teoría de la toma de decisiones actual), con res
pecto al ajedrez escribe:
«Hay también muy hermosas combinaciones en el
juego del ajedrez. Es cierto que este juego, incluso para
aquellos que lo conocen poco, procura satisfacciones
estéticas. Ellas son inferiores, a mi juicio, a las de las
matemáticas, pero esta opinión se debe probablemente
a que he dedicado menos tiempo a jugar al ajedrez que
a trabajar en las matemáticas; y es asimismo probable
que un jugador que hubiera hecho lo contrario opinara
justamente al revés.»
J. NBWMAN
103
plo, «la cuadratura del círculo es imposible»), dice lo
siguiente:
«"Imposible" en matemáticas caracteriza la tentativa
de demostrar, por ejemplo, que 7 veces 6 es 43 (a pesar
de que quienes no están fuertes en aritmética logran,
a menudo, lo imposible). Por las reglas de la aritmética,
7 veces 6 es 42, así como, de acuerdo a las reglas del
ajedrez, un peón debe efectuar, por lo menos, 5 movi
mientos antes de que pueda ser convertido en reina.»
G. H. HARDY
Este eminente matemático inglés decía:
«Si imaginamos al universo entero como un tablero
de ajedrez y a los protones que hay en él como piezas de
dicho juego, y si convenimos en llamar "jugada" en este
juego cósmico a cualquier intercambio en la posición
de dos protones, entonces el número total de jugadas
posibles es el número 34
10
10
10
denominado número de Skewes.�
LAsKER Y JlíNiscH
Aunque no abundan, existen casos de matemáticos
importantes que fueron ajedrecistas muy destacados. El
alemán Lasker, que llegó a campeón del mundo, debe
su fama como matemático a su trabajo «Zur Theorie
der Moduln und Ideale>> ( «Sobre la teoría de los módulos
y los ideales»), que apareció en los Mathematische An
nalen.
En lo que respecta al ruso Janisch, escribió una obra
que resulta imprescindible para quienes, como el autor
de estas líneas, trabaja en el campo de las matemáticas
y el ajedrez. El título de la misma es Traité des appli
cations de l'analyse mathématique au jeux d'échecs, en
tres tomos, publicada en San Petersburgo en 1862.
A. DucR.oo
El valor comparativo del ajedrez lleva a este biólogo
contemporáneo a escribir en su libro La lógica de la vida
lo siguiente:
104
«Los aminoácidos son a la vez ácidos y bases... es
como la dama en el juego de ajedrez con respecto a las
torres y alfiles.»
«Se podría comparar la historia de la vida a una
gigantesca partida de ajedrez que habría obedecido las
reglas del juego bien determinadas, pero en la cual
todos los participantes no tendrían el mismo juego ante
ellos: sobre la configuración inicial de la partida inter
vendrían factores que desplazarían de modo aleatorio
algunas piezas; y así seguirá pasando a lo largo de toda
la partida. La vida juega una partida de ajedrez contra
el medio externo. De vez en cuando, los factores exte
riores cambiarán las piezas e impondrán jugar otras
partidas.»
F. DE SAUSSURB
Gran estructuralista ( 1857-1913) que con su Curso de
lingüística general, publicado en 1916, puso la base a la
nueva ciencia del lenguaje, la lingüística. Su método ha
contribuido grandemente al desarrollo de otras ciencias.
Para explicar la noción de sistema, piedra de toque de
su teoría lingüística, acude al ajedrez:
«La lengua es un sistema que no conoce más que
su orden propio y peculiar. Una comparación con el
ajedrez lo hará comprender mejor. . . Si reemplazo unas
piezas de madera por otras de marfil, el cambio es
indiferente para el sistema; pero si disminuyo o aumen
to el número de piezas, tal cambio afecta profundamente
a la gramática del juego.»
«El valor relativo de las piezas depende de su posi
ción en el tablero, del mismo modo que en la lengua
cada término tiene un valor por oposición con todos
los otros términos.»
105
bres matemáticos le han dedicado numerosas investiga
ciones. En la actualidad este problema está absoluta
mente resuelto e, incluso, existe una generalización del
mismo. ( «En un tablero de ajedrez de nxn casillas,
colocar n damas de modo que no se amenacen entre sí.»
Dicha generalización está resuelta por el matemático y
ajedrecista belga Kraitchik.)
Acerca de este problema, dicho matemático dice: cEl
problema de las ocho damas es un problema de ma
temáticas para el ajedrecista y un problema de ajedrez
para el matemático.»
Desde un punto de vista histórico, el problema fue
propuesto por el Dr. Nauck al ilustre matemático Gauss
en 1850 (aunque la paternidad debe atribuirse a Max
Bezzel, quien lo publicó en 1848 en Schachzeitung). Gauss
halló primero 72 soluciones, y, algo más tarde, 76; por
último, el Dr. Nauck (cuyo mérito es mayor por ser
ciego) encontró las 92 solucion�s posibles, número re
conocido hoy como definitivo.
Para abordar el problema desde un punto de vista
matemático hay que emmciarlo de otro modo: «Calcular
el número de permutaciones posibles de las 8 primeras
cifras naturales con las dos restricciones siguientes:
a) que dos cifras consecutivas no se encuentren en el
orden aritmético normal; b) que dos cifras no vecinas
nunca se hallen en el orden aritmético normal.»
Se encuentran los siguientes valores:
106
Las soluciones que comienzan por 1 y 8 son las me
nos numerosas por.que, si una dama ocupa una casilla
angular, la gran diagonal queda ya prohibida. Por el
contrario, las soluciones que empiezan por 4 y 5 son
las más numerosas. Es decir, si queremos obtener una
solución por tanteo, deberemos poner la primera dama
en 4TD o STD.
Se demuestra que, a partir de una solución, se pue
den obtener otras siete (inversa, complementaria, inversa
de la complementaria, recíproca, inversa de la recíproca,
autorrecíproca e inversa de la autorrecíproca), por lo
que es posible encontrar un número menor de soluciones
y de alú averiguar las demás.
Para el lector no matemático que ya empiece a per
der la paciencia, le calmaremos escribiendo a continua
ción una tabla con el conjunto de todas las soluciones
que se dan abreviadamente suprimiendo la denomina
ción de la columna y conservando sólo el número de la
fila. Por ejemplo, la solución 6824 1753 significa a6, b8,
c2, d4, el, f7, gS, b3 en la notación algebraica y 6TD,
BCD, 2AD, 4D, IR, 7AR, SCR, 3TR en la descriptiva.
i. 1 586 3724 24. 3681 5724 47. 5146 8273 70. 631 8 5247
2. 1683 7425 25. 3682 4.175 48. 5 1 84 2736 71 . 6357 1428
3.1 746 8253 26. 3728 5146 49. 5186 3724 72. 6358 1427
4. 1758 2463 27. 3728 6415 50. 5246 8 31 7 73. 6372 4815
5.2468 3 1 75 28. 3847 1 625 51. 5247 3861 74. 6372 8514
6.2571 3864 29. 4158 2736 52. 5261 7483 75. 6374 1 825
7.2574 1 863 30. 4158 6372 53. 5281 4736 76. 641 5 8273
8.2617 4835 31. 4258 6137 54. 53 1 6 8247 77. 6428 5713
9. 2683 1475 32. 4273 6815 55. 5317 2864 78. 6471 3528
10. 2736 8514 33. 4273 6851 56. 5384 7162 79. 6471 8253
11. 2758 1463 34. 4275 1 863 57. 5713 8642 80. 6824 1753
12. 2861 3574 35. 4285 7136 58. 5714 2863 81. 7138 6425
13. 3 1 75 8246 36. 4286 1357 59. 5724 8136 82. 7241 8536
14. 3528 1 746 37. 4615 1837 60: 5726 3148 83. 7263 1485
15. 3528 6471 38. 4682 713 5 61. 5726 3 1 84 84. 7316 8524
1 6.357 1 4286 39. 4683 1752 62. 5741 3862 85. 7382 5164
17. 3584 1726 40. 4718 5263 63. 5841 3627 86. 7425 8136
18. 3625 8 1 74 41. 4738 2516 64. 5841 7263 87. 7428 6135
19. 3627 1485 42. 4752 6 1 38 65. 6152 8374 88. 753 1 6824
20. 3627 51 84 43. 4753 1682 66. 6271 3584 89. 8241 7536
21. 3641 8572 44. 4813 6275 67. 6271 4853 90. 8253 1 746
22. 3642 8571 45. 4815 7263 68. 6317 5824 91 . 8316 2574
23. 3681 4752 46. 4853 1726 69. 6318 4275 92. 8413 6275
107
El problema de Euler o de la marcha
del Caballo
Bl problema consiste en hacer recorrer a un Caballo
las 64 casillas del tablero mediante 63 saltos (el Caballo
no puede, pues, pasar dos veces por la misma casilla).
28 1 4' 1 28 1 67 1 24 1 5 1 1
��Pi-J
30 55
��� 25 1� liS ,. 23 1 ..
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7 32 153 .
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49 1 36 1 j •a l s• 1 / 1 20
es 34 1
S.!
108
sido obtenidas con anterioridad; por ejemplo, el insigne
matemático Moivre había hallado una en 1722), al que
pronto siguieron otros de Vandermonde, Jiinisch y Par
mentier, entre otros que contribuyeron notablemente al
estudio del problema. Vandermonde, por ejemplo, lo
amplió para un cubo en el cual cada cara fuera un
tablero de ajedrez; el matemático y ajedrecista Janisch
obtuvo una cota superior para el número total de solu
ciones (más de cien millones).
Una de las soluciones más sencillas consiste en mover
el Caballo colocándolo siempre en la casilla donde pueda
5.2 5.3
109
Damos, a continuación, las poligrafías del Rey (dia·
grama 5.4.), de la Dama (diagrama S.S.), de la Torre
(diagrama 5.6.) y del Alfil (diagrama 5.7.).
El problema de las dos piezas. Se enuncia del si
guiente modo: se colocan sobre el tablero de nxn casi·
r r
5.6
n(n3-9n + 24)
2 caballos 4n2- 1 2n+8
2
112
Psicología y ajedrez
La relación entre la psicología y nuestro juego viene
de antiguo. Por ejemplo, para los hindúes, «las virtudes
del ajedrez son tan innumerables como los granos de
arena de un desierto». «Cura la mente enferma y la
ejercita en la salud. Es el descanso para el intelecto
sobrecargado y el relax para el cuerpo fatigado. Alivia
las penas y aumenta el sentimiento de felicidad. Enseña
a dominar las pasiones y a ser cauto . . »
.
114
La atención se estudia bajo diversas formas: poder
de concentración, capacidad de relacionar elementos dis
persos, facultad de valorar las situaciones dinámicas. La
media de los doce maestros estuvo ligeramente por de
bajo de lo normal, pero obtuvieron excelentes resultados
en las pruebas de dispersión de la atención en situacio
nes dinámicas. Su atención era mejor para los elementos
abstractos que para los concretos.
Para la facultad de combinar.. es muy curioso consta
tar que los maestros no obtuvieron el mejor resultado
debido a su lentitud, no a la calidad de sus pruebas.
Por el contrario, se revelaron muy superiores en el
descubrimiento de principios 1<'\gicos sobre series de nú
meros que había que completar una vez descubierta la
ley de formación de la secuencia (para los psicólogos, los
tests de este género sori considerados como los más
pertinentes en cuanto a la inteligencia en general).
Sobre la rapidez en la elaboración de los procesos
mentales, es mayor para los abstractos que para los
concretos.
El poder imaginati1'0 y el tipo de percepción
(aprehensión) se apreciaron por medio del test de Rors
chach, que da información sobre la personalidad y el
carácter. Para el primer punto, los maestros quedaron
repartidos en dos grupos : los sistemáticos, cuya ima
ginación está por debajo de la media normal, y los
agresivos, en que ésta se halla muy desarrollada. Su vo
luntad es fuerte.
Por fin, los autores han intentado explicar el mis
terioso sentido posicional como síntesis particular de
los elementos del juego. Nace sobre la base de indicios
y alusiones, sin que haya conocimiento profundo de la
posición de las piezas. Es el resultado de un entrena
miento intensivo.
De su estudio, los tres psicólogos extraen un retrato
-
del jugador de ajedrez, enunciando las siguientes cuali
dades físicas y psíquicas:
1) Buen estado de salud; 2) nervios sólidos; 3) d�>o
minio de sí mismo; 4) facultad de distribuir la aten
ción entre objetos sin nexo aparente; 5 ) sensibilidad
para captar situaciones dinámicas; 6) espíritu contem
plativo; 7) alto grado de desarrollo intelectual; 8) ca
rácter lógico de la mente en el dom.inío experimental;
115
1) obj etividad y realismo; 10) memoria especializada;
1 1 ) poder de pensamiento sintético y sentido posicional;
12) facultad de combinar; 13) volnntad disciplinada; 14)
gran actividad de los procesos intelectuales; 15) disci·
plina de las emociones y de la efectividad, y 16) con
fianza en sí mismo.
Estas cualidades tienen W1 valor humano general y
el juego del ajedrez constituye, pues, un método de
autodesarrollo o autodisciplina muy útil a todos.
Los tres científicos coinciden en la importancia de
convertir el ajedrez en juego popular.
Para finalizar, creemos de interés para el lector la
siguiente opinión del catedrático de Psiquiatría de la
Facultad de Medicina de Zaragoza, Dr. Rey Ardid, a su
vez gran ajedrecista, conocido internacionalmente:
«El ajedrez es totalmente inofensivo, salvo en casos
muy excepcionales en que puede aumentar la excitabi
lidad nerviosa o la emotividad del jugador. El hecho de
que algnnos grandes jugadores (por ejemplo, Morphy,
Pillsbury, Rubinstein y Torre) hayan padecido enferme
dades mentales graves, que les han obligado incluso a
abandonar el juego, se debe, en mi opinión, a lo siguien
te: entre los motivos que podríamos llamar vocaciona
les, que guiarán a un joven a escoger el ajedrez como
diversión favorita, e incluso como profesión, figl.ira en
primer lugar la circunstancia de ser nna actividad su
mamente individualista y, en tal sentido, se sienten
atraídas a ella las personas dotadas de capacidad de
concentración y poco comunicativas, es decir, los tem
peramentos que en psicología llamamos esquizotímicos.
Y como dichos temperamentos tienen nna cierta pro
pensión a padecer determinadas enfermedades menta
les graves, no es raro que las sufran los ajedrecistas en
una proporción algo mayor a la media de población.�>
lló
Los autómatas y el ajedrez
Autómata (del griego autos (uno mismo) y maíomai
(lanzarse). Según la Real Academia, el vocablo tiene tres
acepciones: 1 ) Aparato con un mecanismo que le im
prime ciertos movimientos. 2) Máquina que imita la
figura y los movimientos de un ser animado. 3) En sen
tido figurado, persona estúpida o excesivamente débil
que, no teniendo_ voluntad propia, se deja dirigir por
cualquiera.
Desde el punto de vista de la máquina, interesa una
definición mixta de las dos primeras: máquina que,
por medio de un mecanismo interior, imita los movi
mentos de un ser humano. Cuando posee la forma de
un hombre e imita alguno de sus movimientos, se le
puede llamar androide.
Aparte de ensayos anteriores, como el «portero» de
Alberto el Grande, en el siglo XIII, los verdaderos pro
gresos se deben al auge que experimentó la relojería en
los siglos XVIII y XIX (*), que dieron lugar a una infini
dad de curiosos e interesantes trabajos, algunos muy
perfeccionados; por ejemplo, el «pato artificial» de
Houdin ( 1 840), el «flautista» de Vaucanson ( 1738), el
«escribiente>> de Knaus ( 1760) y el « Psycho» de Maske·
lyne ( 1 875); este último resolvía operaciones aritméti
cas sencillas y era capaz de jugar a los naipes.
Situados en este ambiente, no es de extrañar los in
tentos para construir un autómata que jugara al aj�
drez.
Aparte del autómata de Kempelen (diagramas 5,8, 5.9
y 5.10), el primero del que tenemos noticia es el desarro
llado por Charles Arthur Hopper, en Inglaterra (1868);
se le vistió a la usanza egipcia y se le denominó «Ajeeb•.
117
Fue exhibido en Europa y América; en 1929 fue destruido
por el fuego durante un incendio ocurrido en Nueva York.
Diez años más tarde fue exhibido por primera vez
el autómata <<Mephisto», construido por el inglés Char
les Godfrey Gumpel. Tuvo poco éxito.
Indudablemente, el autómata que alcanzó más fama
fue el construido en 1769 por el barón Wolfgang von
Kempelen, ingeniero húngaro. Fue presentado al año
siguiente en la corte de Vfena, donde produjo desde el
primer momento gran expectación. Su fama se extendió
rápidamente por toda Europa, cuyas capitales más im
portantes visitó. Más tarde, el autómata -denominado
también «El Turco» por su atuendo- fue adquirido por
Maelzel, músico bávaro, y pasó a América donde rea
lizó exhibiciones en las principales ciudades.
Se hicieron numerosas tentativas para descifrar el
enigma; incluso fue sometido a investigación por dis
tintos comités científicos, pero todo fue inútil. Algunos
suponían que debía valerse, para efectuar las jugadas,
de fuerzas magnéticas y estaría ayudado por algún es
pectador que se comunicaría con él por ese medio;
otros admiraban el genio de su constructor.
5.8
118
5.10
119
Una de las personas que más pugnó por demostrar
que el ingenio era una superchería fue E. A. Poe, quien
le dedicó una de sus narraciones: El jugador de ajedrez
de Maelzel. En ella, Poe describe sus peculiaridades ex
ternas y, a continuación, da un prolijo análisis de todas
las particularidades que ha podido apreciar o colegir,
y finalmente dice:
«El autómata juega con su brazo izquierdo porque,
en estas circunstancias, el hombre de. dentro sólo pue
de jugar con el suyo derecho, un desiderátum lógico.
Imaginemos, por ejemplo, que el autómata jugase con
su brazo derecho. Para llegar al mecanismo que mueve
el brazo y que, como hemos explicado antes, está jus
tamente debajo del hombro, sería necesario que el
hombre de dentro utilizara su brazo derecho en una
postura sumamente molesta y embarazosa (a saber.: le
vantándolo contra su cuerpo oprimido entre éste y el
costado del autómata) o que utilizase su brazo izquier
do, doblándolo sobre su pecho. En ningún caso obraría
con la requerida facilidad o precisión. Por el contrario,
jugando el autómata como lo hace actualmente, con
el brazo izquierdo, desaparecen todas esas dificultades.
El brazo derecho del hombre de dentro se dobla en su
pecho y los dedos de la mano derecha actúan, sin cons
tricción alguna, sobre el mecanismo del hombro de la
figura.
»No creemos que pueda presentarse objeción alguna
razonable contra esta solución del autómata jugador de
ajedrez.»
A resultas de un proceso judicial motivado por desa
venencias entre los que intervenían en el autómata, se
hizo público el secreto que apuntara Poe. Unos años
más tarde, el autómata fue a parar «con sus meca
nismos» (que servían para ocultar la realidad) al Chi
nese Museum de Filadelfia, donde fue destruido por un
incendio en 1854.
Veamos una de las partidas «jugadas» por el autó
mata:
NAPOLEON-AUTOMATA: 1 P4R P4R 2 D3A C3AD
3 A4A C3A 4 C2R A4A S P3TD P3D 6 0-0 ASCR 7 D3D
C4TR 8 P3TR A X C 9 DXA CSA 10 D1R CSD 1 1 A3C
C X PTj l U R2T DST 13 P3C C6Aj 14 R2C C x Dj 15
T XC DSC 16 P3D AxP 17 TlT DxPCj 18 R1A ASD
120
19 R2R D7Cj 20 RlD D X Tj 21 R2D D7Cj 22 RlR CSC
23 C3A A x Cj 24 P x A D7R mate.
Muy interesante desde el punto de vista científico
fue el autómata cons truido por Torres Quevedo, el m�s
grande automatista de la era electro-mecánica (merece
destacarse su concepción de la armadura funicular para
dirigibles; un aparato para mover cuerpos a distancia
o «telekino »; un aparato con hélices y timón teledirigido,
del que hizo una demostración en Bilbao gobernando
embarcaciones sin tripulantes).
Su autómata -sin trampas ni artificios- estaba
programado para jugar el final de Rey y Torre contra
Rey. El hijo del inventor lo presentó al creador de la
cibernética, Norman Wiener, con ocasión del Congreso
Cibernético de París, celebrado en 1951; Wiener, que
jugó con el aparato, quedó maravillado.
121
trata de encontrar cómo el cerebro humano, ante una
gran cantidad de elecciones, selecciona sólo unas cuan
tas por medios conceptuales y decide sobre ellas por
vía de cálculo.
IIEADBEKA 7
5.11. llustración aparecida en la revista Shajmati URSS, en 1967.
El texto dice: "¿Vencerá la máquina al hombre?"
123
28 TlD P3C 29 T2D P4C 30 TlD PST 31 T2D P3A 32
D3R P X P 33 P X P C2R 34 D3CR D x D 3S PT X D c4D
36 T8Aj R2T 37 T8A PSCD 38 P X P C X P 39 P3AD
C4D 40 T8A, lf2.lfa.
Tercera partida. ORDENADOR SOVIETICO-ORDE
NADOR AMERICANO: 1 P4R P4R 2 C3AR C3AD 3 C3A
A4A 4 C X P! C X C S P4D A3D 6 P X C A x P 7 P4A
A X Cj 8 PXA C3A 9 PSR CSR 10 D3D C4A 1 1 DSD
C3R 12 PSA C4C 13 P4TR P3AR 14 P x C P x PC 1S
T X P ! ! T 1A 16 T X P P3A 17 D6D T X P 18 TSCj TIA
19 DxT mate.
Cuarta partida. ORDENADOR AMERICANO-ORDE
NADOR SOVIETICO: 1 P4R C3AR 2 PSR C4D 3 C3AR
CSC 4 ASC P3AD S A4T P3D 6 P4D D4T 7 P4A C7Aj 8
R1A CXT 9 C3A DSC 10 D2R PXP 1 1 P x P A3R 12 DlD
A x Pj 13 C2R P4CD 14 A2A CXA 1S D x C AxP 16
C2-4D DSAj 17 R1C P4AD 18 D2D P X C 19 C X P P3R
20 C3A C3A 21 DSC TlD 22 A2D D8Aj ! ! 23 A 1 R D X P
24 D4A A4D 2S D3C P7R 26 A3A PSC 2 7 A1R A x C
28 PXA D x Aj 29 R2C D x PR 30 D4T P4TD 31 TlAD
CSD 32 TlA C X P! 33 D3T T6D 34 D3C C8Rj 3S T x C
T x Dj 36 R1A D4Cj 37 T2R .T6TD 3 8 R1R T8Tj 39
R2D D4Dj 40 R3R T6Tj 41 R4A D4AR mate.
Yo diría, ante la diferencia de juego, que las máqui
nas soviéticas tenían ¡unos cuantos «alekhinewatios» de
más!
El ajedrez y la astronáutica
El 9 de junio de 1970 se celebraron en el mundo
muchas partidas de ajedrez, pero ninguna -ni las juga
das entre maestros- tuvo la relevancia de la que dis
putaron los astronautas (o cosmonautas, como prefie
ren los soviéticos ) Nikolaj ev y Sevastianov, a bordo de
la nave espacial «Soyuz 9», con el astronauta Gorbatko
y el general Kamanin, que se hallaban en el centro
terrestre de control espacial.
La partida tuvo una larga duración, seis horas, en
las que el vehículo pasó, mientras se desarrollaba el
juego, de la órbita 141 a la 143,
124
A continuación transcribimos tan histórica partida .
125
6
126
Escritores: Balzac, Jan Fleming, Goethe, Ibsen, Larra,
Lessing, Musset, Nabokov, Ruskin, Walter Scott, Schi
ller, Shakespeare, Tennyson, Tolstoi, Turgueniev, Wells.
Filósofo�: Bachelard, Balmes, Diderot, Eddington, En
gels, Leibniz, Marx, Rousseau, Unamuno, Voltaire.
Músicos: Mendelssohn, Oistrakh, Prokofiev, Rimsky·
Korsakov, Schumann.
Pintores: Daumier, Madraza, Marlet, Meissonnier.
Pérsonajes religiosos: san Francisco de Sales, santa
Teresa de Jesús, Inocencia X, León X, León XIII, Ur
bano VIII, Lutero.
Científicos: Euler, Leverrier, Rouse Ball, Ramón y
Cajal, Newman, Shanon, Oppenheimer, Saussure, Borel,
Lucas, Ozanam, Vandermonde, Le Lionnais, Kraitchik,
Polya. Netra•
U1
LEóN TOLSTOI
La partida que sigue fue jugada en 1903; el gran es
critor gana rápidamente.
TOLSTOI-MAUDE, Gambito de Rey: 1 P4R P4R 2 P4AR
P x P 3 C3AR P4CR 4 A4A PSC S CSR DSTj 6 R1A
P4D 7 A X P P6A 8 P X P D6Tj 9 RlR P6C 10 P4D P7C
1 1 TIC DSTj 12 R2R C3TR 13 T x P P3AD 14 A x C
P x A 1 5 AxA RXA 1 6 DlR D2R 1 7 C3A P3A 1 8 C x P D3D
19 D3CI, 1.{) (19 ... P X C 20 D7Cj R1R 21 DxTj R2D
22 T7Cj R3A 23 DXAj).
lv.(N TuRGUENIBV
Este famoso escritor frecuentaba el Café de la Ré
gence; una buena prueba de ello la constituye un cuadro
en el que aparece junto a Morphy. Transcribimos a
continuación dos de sus partidas.
TURGUENIEV-DJUBYA, París, 1859 (Café de la Ré
gence). El negro ha dado ventaja del PAR: 1 P4R P3D
2 P4D C3AR 3 A3D P4R 4 ASCR P X P 5 P3AD P X P
6 C x P A2R 7 A X C A x A 8 D4Tj C3A 9 D3C CSD
10 DlD P3A 11 C2R ASCI 12 0-0 0.0 13 DlR A x C
14 C X A D3C 15 C x C A X C I6 TIC T X PI 17 R1T
TDlAR I8 P4CD T x Tj 19 A x T A4R 20 P4TD DSD 2 i
TlD D7C 22 TIC D7AD 23 PSC D X PT 24 P x P D x PA,
0-1.
MACHUSKY-TURGUENIEV, París, I861 (Café de la
Régence), Defensa Nimzoindia: 1 P4D P4D 2 P4AD P3R
3 C3AD ASC 4 P3A P4AD 5 P3TD A x Cj 6 P x A D4T
7 A2D C3AR 8 D2A A2D 9 P4R P x PR 10 PAX P P x P
11 P X P D4T 12 C3A D3C 13 A3D D X PC 14 TlAR C3A
I5 ().().() CSCR 16 TDlR P3TR I7 PSD C34R 18 C x C
C X C I 9 T I C D6A 2 0 T3R D3A 2 1 . A3A C X Aj 22 DxC
D2R 23 AxP TICR 24 T3-3C 0.0-0 25 D3R P3C 26
D X PT D4A 27 A4D D x PAj 28 T3AD TxTj 29 R2D
D x Tj 30 R X D TSC 31 DST TSA 32 DSR T6Aj 33 R2C
TIC 34 A3A AST 35 D4D T7Cj 36 A2D A2D 37 P4TR
T6-7A 38 R3A T X A 39 D8Tj R2C 40 P5T P X P 41
P x P A4A 42 P6T T X P 43 D6A T7Aj 44 R4C P4Tj
45 R4T T2A 46 R3 C T4Cj 47 RST A2D, 0-1.
JEAN-JACQUES ROUSSEAU
129
La solución es 1 C7Dj R2C 2 T8AR R3C 3 C6R P X C
4 D7ARj R4C S C4R P X C 6 A4R P X A 7 A3R P X A
8 D7Rj R3C 9 R2T P6T 1 0 P3C PST 1 1 P4C P4T 12
PSC P3T 13 D6Aj R2T 14 P6C mate.
eCHE» GUEVARA
En 1962, con motivo de la celebración en La Habana
del primer Torneo Memorial Capablanca, el «Che»_ decía
en un discurso:
«En este momento de confrontaciones mundiales que
se deben a sistemas ideológicos muy distintos, el ajedrez
puede y es capaz de aglutinar a gentes de países con
sistemas políticos diferentes.»
A continuación transcribimos una de sus partidas, la
que ganó en una sesión de simultáneas al maestro cubano
R. Ortega.
R. ORTEGA-«CHE>> GUEVARA, 1964, Apertura Colle:
1 C3AR P4D 2 P3R P3R 3 P4D C3AR 4 A3D P3CR S
0.0 A2C 6 P3CD 0-0 7 A2C P3C 8 CD2D C3T 9 A3T
P4A 10 CSR D2A 1 1 TlA C2D 12 P4AR CSC 13 A X C
P X A 1 4 P4R D6A 1 5 CD3A P X P 1 6 A x P D6Rj 1 7 R1T
D X A 1 8 CSC D4D 19 P4A P X P al paso 20 T X P A2C
21 CSC-3A T1T-1A 22 T3D A3TD, 0-1.
130
enviar a las publicaciones extranjeras soluciones de pro
blemas.>>
Veamos Una partida en la que se enfrenta a u n an·
tiguo profesor suyo, Bruno Solano.
RAMON Y CAJAL-SOLANO, 1898, Defensa Francesa:
1 P4R P3R 2 P4D P4D 3 C3AD ASC 4 D4C R1A S PSR
C2R 6 A6TR?! P x A 7 D4T R2C 8 D6Aj R1C 9 C3T
CD3A 10 C4A C x PD 11 CST C5-4A 12 P4C DlA 13 P X C
P x P 1 4 T1Cj C3C 1 5 0-0-0 A2R 1 6 C x P ! I AlD 17
D XAI DXD 18 CSD-6Aj DXC 19 C x Dj R2C 20 C5Tj
RlA 21 TSDj R2R 22 T X T C x T 23 T8C C3C 24 C6A
C X P 25 CSDj R3D 26 T8Dj R3A 27 C7Rj R4A 28 TSDj
R3C 29 TSCj R3T 30 CSD P3C 31 T X Pj ! R4T 32 TSCj
R3T 33 T3Cj CSA 34 A X Cj R4T 35 T3T mate.
NAPOLEÓN BONAPARTB
Del libro Temas de Ajedrez de Manuel Golmayo, trans
cribimos, con muy ligeras modificaciones, los temas 41
y 67 en los que se extiende sobre la afición al ajedrez
que tenía el E mperador.
« • . • En el Café de la Régence, en París, se conservó
hasta hace poco una mesa con una inscripción en que
se leía: "Table ou Napoléon le consul, joua aux Eclzecs.
Café de la Régence:' Pero la curiosidad histórica, siempre
de centinela junto a su recuerdo, ha llegado a establecer
que Bonaparte jugó en el Café de la Régence mucho
131
antes, de 1892 a 1895, particularmente cuando la per
secución de que le hizo objeto el convencional Aubry,
encargado en el Comité de Salud Pública de los asuntos
militares. Fue en Santa Elena, la desolada roca atlántica
que le sirvió de prisión bajo la inexorable mirada de
Hudson Love, donde pudo entregarse a su afición sin
restricciones. Entonces fue para él un gran consuelo
poder ocupar sus ocios sombríos de águila encadenada,
con el interés absorbente y dramático que despierta la
lucha ajedrecista.
» El Emperador terminó por suprimir casi en ab
. . .
132
mente. "Es natural que nos guste aquello que sabemos
hacer muy bien", le contestó el general corso, compen
sándola con esta lisonja de su anterior desabrimiento.»
De la actividad ajedrecista de Napoleón en el des
tierro, se conserva una bella y emocionante partida
jugada contra su fiel mariscal, que revela profundidad
combinativa, conocimientos del planteo y gran impetuo
sidad de estilo.
NAPOLEON-MARISCAL BERTRAND, Gambito Esco
cés: 1 P4R P4R 2 C3AR C3AD 3 P4D C x P 4 C X C PxC
S A4AD A4A 6 P3AD D2R 7 0-0 D4R 8 P4A! PXPj
9 R1T PXP 10 AXPAj RlD 11 P X D P X T( = D ) 12 A x C
A2R 1 3 D3C P4TD.
Aquí Napoleón anunció mate en cinco jugadas: 14
T8Aj AXT 15 ASCj A2R 16 AXAj RxA 17 D7Aj RlD
18 DSA mate.
133
A continuación se inserta la partida reconstituida
según las Memorias de madame de Remusat.
134
Madame Remusat, preocupada por el drama que se
estaba urdiendo en Vincennes, parecía no estar en el
juego y el Primer Cónsul, advirtiéndolo, le dijo sus
pirando: «¿También estáis distraída?» La partida con
tinuó :
12 RxA 12 D3CDj
13 R5D
135
7
EL AJEDREZ Y EL HUMOR
136
ante la derrota. El humorista caricaturiza, pues, estos
dos extremos.
En primer lugar y bajo la denominación genérica de
«burbuj as>>, ofreceremos una serie de ocurrencias, dichos
y reflexiones pseudofilosóficas cuya característica común
es la brevedad. La segunda parte del capítulo se dedicará
a las «anécdotas>>, reales o imaginarias.
"Burbujas"
Aquel Rey era tan celoso que no quería enrocar para
seguir al lado de su Dama.
Aquel Rey recibió tantos jaques que acabó por salirse
de sus «casillas».
Aquella Dama era tan coqueta que no comía para
conservar la línea.
Eso de comerse una Dama es un léxico salvaje que
da al juego un carácter antropofágico. Lo único que. de
bería comerse son los Caballos, y sólo en caso de ver
dadero apuro.
Los dos Alfiles deben haber tenido algo muy grave:
nunca se han podido ver.
Los Caballos, cuando se mueven, deben hacer un
esfuerzo extraordinario: a cada salto que dan, cambian
de color.
Aquel Peón se cansó tanto en llegar a la octava fila
que pidió un Caballo.
Los Peones deben tener la boca torcida, porque siem
pre comen de lado.
Aquellos dos Peones parecían reumáticos: avanzaban
doblados.
Aquel hombre era tan republicano que no jugaba al
ajedrez para no tener que defender al Rey.
Sería int eresante un torneo de ajedrez entre harineros
y carboneros.
137
Los caballos de la hípica viven en cuadras. Los del
ajedrez en cuadros.
En las llega�as de las pruebas motori:;tas, el señor
que levanta la bandera a cuadros blancos y negros de
bería ser ajedrecista.
Los redactores de la agencia periodística Alfil de
berían ser aficionados al ajedrez.
Seguramente no debe ser muy elevado el tanto por
ciento de peones camineros que juegan al ajedrez.
Recuerda que los que no juegan en concursos
también tienen sus recursos.
El mejor sacrificio es el de las piezas adversarias.
(G. RENAUD.)
Ayuda a tus piezas para que ellas te puedan ayudar.
¡Dé siempre j aque! Puede ser mate.
De entre todos los problemas de ajedrez, el más
difícil de �esolver es el de la posición inicial.
El ajedrez es el j uego más noble . . . con intención
doble.
El colmo de un ajedrecista de raza blanca sería que
se casara con wu mujer negra y tuvieran un hijo a
cuadros.
La diferencia entre el ajedrez y el amor es considera
ble. En amor el que no vence pierde. En ajedrez, por
fortuna, tenemos tablas.
Alguien ha comparado el ajedrez con la astronomía.
¿ Será porque los maestros están a veces en la luna
y los chambones en las nubes?
El juego del ajedrez
se asemeja al del matrimonio
en que lo previsto
suele suceder al revés.
Era una señorita tan entusiasta del ajedrez que acabó
profesando en la orden religiosa de las Damas Negras.
Antiguamente, hacer jaque a la reina era hacerle un
peinado liso que usaban las mujeres. ¡ Para algo sirven
los diccionarios!
138
En ajedrez, como en la vida, tratar con damas es un
difícil problema que unos no aprenden nunca y otros
más tarde aún.
139
-¿ Qué le parece el mate tan brillante que le he dado?
-Pues que si es mate, ¿cómo puede ser brillan te?
. . .
140
Anécdotas
Entre la incontable legión de ajedrecistas que en
todas las épocas han brillado por su «modestia», ocupa
un lugar predominante el inglés George Mac Donnell.
Unos años antes, A. Mac Donnell había jugado una
serie de partidas -que se hicieron famosas- contra el
francés Labourdonnais, y la igualdad de apellidos entre
los dos británicos inducía a error a los que no estaban
en antecedentes de que Alexander había muerto hacía
algunos años.
Tras un encuentro con un jugador de mediana clase,
éste le dijo a George:
-Juega usted mejor ahora que cuando su match con
Labourdonnais.
-Yo nunca jugué con él -respondió el interesado.
-¡Oh! ¿ Entonces usted no es el gran Mac Donnell?
-Se equivoca usted -respondió nuestro hombre-.
¡Yo soy el gran Mac Donnell! El otro, desde su muerte,
está viviendo de mi reputación.
141
-Perdone, caballero; usted no me conoce, pues se
atreve a afirmar esto. Yo soy Kolisch y no recuerdo
haber j11gado nunca al ajedrez con ustecl..
Pero el desconocido, lejos de desconcertarse, repuso:
-De sobra le conocía. Lo que ·afirmo y sostengo es
que he vencido a Kolisch en el billar y a Berger en el
ajedrez.
143
aún sin definir. La dueña de la casa, que entendía algo,
permanecía un ra.to de pie junto a él con el niño en
brazos.
Un día, Tarnisch llegó muy preocupado por su par
tida con Marshall, cuya situación no veía nada clara.
Tenía un Peón de ventaja, pero todos creían que eran
tablas, lo que podía comprometer el primer premio.
Examinó la posición durante largo rato hasta que,
desalentado, se disponía a guardar los trebej os. De
pronto, el niño comenzó a gritar algo en relación con
la columna TD. Como un rayo de luz, acudió a su
mente la solución: en el PTD de las blancas estaba el
secreto. Seguro de la victoria, corrió a la sala del Tor
neo, aunque algo cohibido por deber la solución a un
bebé. Y, efectivamente, ganó el Torneo sin que nadie
pudiera sospechar esta increíble aventura.
144
afirmación de Torres, se lo llevó a dar un largo paseo
sin contestar a su pregunta. Cuando, pcr fin, cansado de
esperar, Torres le instó a que hablara, Tarrasch dijo:
«Todo lo que tiene que hacer es observar la regla prin·
cipal, por otra parte, muy simple. Efectuar siempre la
mejor jugada.»
145
-Maestro, cuando un Peón llega a la octava fila, ¿se
puede pedir lo que se quiera?
-Sí -le contestó éste.
-Entonces, deme usted un filete.
147
5 PXPR P x PDj 6 AXP A X P 7 C3AR C3AD 8 C3A C3A
9 C2R C2D 10 C3-4D C3-4R.
»Entonces pensé que iba a ganar la Dama Y jugué
11 C6R, pero mi adversario respondió 11 . . . C6D y, con
tristeza, me di cuenta de que mi Rey estaba en posición
de mate.
»-Una partida no prueba nada -le dije-. Jugaremos
otra vez; supongo que me permitirá seguir con blancas,
ya que me ha ganado.
»1 P4R P4D 2 P3D P3R 3 C3AR C3AD 4 ASC ASCj
5 R2R, "un plan estratégico muy profundo", S . . . D2D
6 C3A C3A 7 P3TD P3TR 8 A4T A4T 9 PSR PSD 10
C4T C4T 11 CSA CSA . . . ¡y volví a darme cuenta con es
tupor de que era marte!
»Estaba seriamente enojado. La concurrencia en torno
a nuestra mesa era numerosa porque, ante mi fracaso,
rtodo el mundo había dejado de jugar para comprobar
este hecho increíble.
»Apreté los dientes y pedí una tercera partida con
blancas. He aquí la partida: 1 P4R P4D 2 P4D P4R
3 P4AD P4AR 4 P4A P4A (para evitar las complicaciones,
j ugaba una larga Variante de los Cambios, llamada des
pués Variante Miinchhausen) S PRxPA PD x P 6 PxPA
PXP 7 AD x P AD X P 8 A x P A X P 9 AXCD AxCD
10 AxC AXC 11 TDXA TRxA 12 T X A T X A (aquí
reflexioné largo tiempo y, para simplificar la posición,
decidí cambiar las damas) 13 D x Dj.
»Juzgad mi asombro y la sorpresa de todos cuando
mi adversario, con aire muy resuelto, se apoderó de mi
Rey jugando 13 . . . R X R.
-Dejad vuestras bromas aparte -dije muy nervio
so-. Volved en seguida mi Rey a su lugar.
_ ,_y vos, ¿por qué habéis jugado el mismo movi
miento? -preguntó ingenuamente.
»-¡Qué pregunta tan estúpida! ¿No sois capaz de
distinguir un Rey de una Dama?
»-No -respondió fríamente-, no conozco muy bien
el juego; os lo quería decir antes de empezar, pero no
me habéis dejado. Todo lo que he hecho ha sido imitar
vuestras jugadas.
»Esrta inesperada declaración fue seguida por una
tremenda carcajada. Todo el mundo se reía. Jamás me
148
encontré en una situación tan desagradable. Mi prestigio
¡wndía de un hilo.
»-¡ Qué cosa tan extraordinaria! -dije tan alto como
pude. El ruido cesó y todos me escucharon-.. Un hom
bre que apenas sabe mover las piezas gana a un jugador
fnerte y experimentado . . Estoy seguro de que una aven
.
·
tura tan extraordinaria no podía ocurrir más que a un
hombre tan extraordinario como yo, ¡el barón Münch
hausen!
»Después de estas palabras me fui; mi honor estaba
a salvo. Pero durante largo tiempo no toqué una pieza
de ajedrez.»
150
2 ... C3A 3 ClCR
¡Concepción magistral! Trata de obtener considerable
ventaja mediante la retirada del primer Caballo, con lo
cual previene a sus piezas de toda molestia de los peones
enemigos durante largo tiempo.
3 . . . CRlC
Advirtiendo el peligro en el momento exacto. Con esta
maniobra se iguala la posición.
4 ClC! ClCI
Los espectadores ven -sin duda, con admiración
a dos maestros del más alto rango y celebrados justi
cieramente como tales, con todos los sentidos conecta
dos en las sutilezas del juego. Ambos contendientes
adoptan precauciones para evitar las debilidades creadas
por el avance temerario de los peones. Antiguamente, los
expertos tenían la costumbre de mover los peones con
el propósito de desarrollar las piezas. Pero ya, a finales
del pasado siglo, se hizo cada vez más evidente que tal
idea era errónea porque, una vez movidos, los peones
pueden ser atacados por las piezas enemigas, y hasta
capturados si no se toman las debidas precauciones.
S C3TR
Ingeniosa tentativa para obtener ventaj a por otro
camino. Que los caballos están mejor ubicados aquí que
en el centro del tablero, donde dominan demasiadas ca
151
acaso, no sea suficiente para ganar. Por lo tanto, se
convino en el empate."
La partida a que Tarrasch hace referencia alude al
siguiente desarrollo hasta la jugada 13: 1 P4R P4R 2
C3AR e3AD 3 A4A e3A 4 ese P4D S P X P e4TD
6 ASCj P3A 7 P X P P X P 8 A2R P3TR 9 e3TR A4AD
10 P3D ()..() 11 e3A C4D 12 C4T A3D 13 e1e P4AR.»
1S2
8
CURIOSIDADES EN EL AJEDREZ
� �
Se incluyen en el presente capítulo uD: a selecc ón e
datos, citas, finales y partidas que suscitan el mteres
_
inmediato, ya sea por el valor de la info� ación, ya
por el ingenio de un pensamiento traducido en una
houtade, ya por la brillante concepción qw� da lugar a
un final o a una partida capaces de impresiOnar por su
fuerza an�cdótíca.
153
La partida magistral de mayor número de jugadas
( ¡ 191 1 ) la celebraron Pilnik (blancas) y Czerniak (negras).
156
Los dados fueron utilizados en los primeros tiempos
tlcl ajedrez no sólo en los países orientales, sino tam
hién en muchos europeos. En la obra de Alfonso X el
Sabio, por ejemplo, se habla de este tipo de ajedrez,
que se jugaba con un dado cuya numeración correspon..
día al valor relativo de las piezas.
157
La primera partida de ajedrez viviente ( ver Capítu
lo 9) de la que se tiene noticia se celebró en Granada,
el año 1408.
158
Para dos caballos, 3.656.
i59
«Los siete pecados capitales del ajedrez son: Super
ficialidad, Voracidad, Pusilanimidad, Inconsecuencia, Di
lapidación de Tiempo, Bloqueo , Excesivo amor a la paz.»
(Savielli G. Tartakower, uno de los iniciadores del de
nominado «ajedrez hipermoderno» y uno de los más
-fuertes maestros del siglo.)
Partidas curiosas
El genial Sam Loyd ideó una partida en la que uno
de los bandos no puede jugar y, por consiguiente, el
resultado es de tablas: 1 P4D P3D 2 D2D P4R 3 P4TD
PSR 4 D4A P4AR S P3TR A2R 6 D2T A3R 7 T3T P4A
8 T3CR D4Tj 9 C2D AST 10 P3AR A6C 1 1 PSD P6R
12 P4AD PSA (diagrama 82).
Aparte la dificultad de conseguir una partida como
la anterior -en la que, además, todas las piezas se
hallan sobre el tablero-, Loyd hizo honor a su condi
ción de problemista, ya que después de 12 P4AD queda
planteado un problema de mate en cinco movimientos
(12 ... C3AR 13 P4A CSR 14 CR3A P3CR 15 C X A4
P X Cj 15 A X P DxA mate).
Una idea semejante a la anterior es la que se ofrece
en la posición del diagrama 8.3; ambos bandos tienen
todas sus piezas y no es posible efectuar jugada alguna
160
(el autor fue Adolphi, famoso compositor de problemas
y finales artísticos ).
Es muy corriente que en una partida se presenten
peones doblados; menos frecu ente es el caso de peo n es
triplicados; pero es extraordinario que se den peoues
8.2
8.3
8.4
162
tablero los dos ejércitos de madera, D. avanzó pausada
mente 1 P4CR diciendo: "He aquí mi táctica favorita:
empezar la refriega en un flanco." Le contesté 1 . . . P4R,
y él repuso 2 P3AR. Seguí con 2 . . . DST. "Jaque", dije
yo, callando la palabra "mate". Sonrióse al principio
nuestro hombre, meditó, se le anuló el semblante y, por
fin, exclamó: "¡Qué jaque tan extraño! Si no retira
usted la jugada y hace otra en su lugar, no podremos
continuar la partida. ¿No ve usted que no puedo jugar?"
A lo que repliqué: "El j aque no es un j aque extraii.o,
es un jaque mate y; por tanto, la partida está conclui
da." "¿Cómo concluida? ¡Si apenas está empezada!"»
8.S
Güelfos y gibelinos.
De la revista L'ltalia Scacchistica extraemos la com
posición siguiente:
Hacia el fin del siglo XII, en Pistoia, a causa de las
diferencias nacidas en el seno de la potente familia pa
tricia Cancelleri, se llevó a cabo la escisión en dos fac
ciones, Blancos y Negros, que ensangrentaron la Tos
cana del siglo XIII.
En Florencia, la facción de los Blancos estaba capi
taneada por Viera Cerchi, contemporáneo de Dante Ali
ghieri, y la de los Negros, por Corso Donati.
164
Después de cru.entas luchas, vencieron en 1300 los
Blancos y C. Donati tuvo que exiliarse. En 1301, sin
embargo, Donati, con el apoyo de Carlos de Valois, rey
de Francia, atacó por sorpresa Florencia y destruyó
todas las fuerzas de los Blancos, . quienes sólo salvaron
a su capitán y a una compañía. Los Negros se apodera
ron de una ciudad y se asentaron en el castillo, como
ajedrecísticamente indica el diagrama 8.6.
8. 7, POSIC1Óil inicial
165
vencido el diablo»). Apareció también el mismo año en
la revista La Stratégie.
Según la leyenda, Paolo Boi, il Siracusano, había
jugado -y perdid<r- en varias ocasiones con una her
mosa muchacha. Mientras estaba jugando con ella una
nueva partida, se llegó a la posición del diagrama 8.7
y entonces supo por una revelación que esta muchacha
era el propio Satán. Boi fortaleció su espíritu rezando
y la inspiración divina le hizo concebir el siguiente
plan:
1 T X Cj R3A 2 DxTj l TXD 3 T X Tj D3D 4 TXDj
PXT 5 C7A; en este momento, el diablo lanzó un chillido
y huyó corriendo, ya que previó que, tras 5 P4D
6 C X Pj R3R 7 T7R, no sólo le daban mate, sino que las
piezas formarían la señal de la Santa Cruz (diagra
ma 8.8).
166
R2A T8Aj 14 R3C T6Aj 15 R2T (un cometa se inter
pone) 15 ... TXD 16 PSA( =D) mate. La marcha del Rey
es necesaria para capturar el C3C; si el Rey hubiera
alcanzado ia cuarta fila, existía una línea de tablas a
base de jaque continu0 con la Torre, la cual no podría
ser tomada debido a qt el Rey negro está ahogado.
168
jugadas sin que haya habido jaque, captura o movi
miento de Peón alguno, entonces el resultado es de
Labias. Sin embargo, existen algunas posiciones -«ho
mologadas» oficialmente- en que dar mate requiere
vulnerar esta regla; ello da lugar a algunas excepciones.
169
El problema mds antiguo que se conoce (diagra
ma 8.17). Autor, Mutasim Billah. Las blancas j uegan y
dan mate en nueve movimientos.
SOLUCION: 1 T7T x Cj C X T 2 'f8Aj R2T (2 . . AXT .
171
Solo ante el peligro (diagrama 8.21 ). Autor, Loyd.
SOLUCION: La casilla es la 4TR de las blancas y el
mate requerirá sólo tres jugadas: 1 P4D RSC ( 1 . . . R4T
2 D3D Rey j uega 3 D3T mate) 2 P4Rj R5T 3 P3C mate.
172
¿Es usted anarquista? (diagrama 8.23). Autor, Reich
helm.
SOLUCION: El regicidio múltiple se consuma me
diante 1 CSR mateio.
173
¿Cree usted en los mtlagros? (diagrama 8.2S). Autor,
Seletzky.
176
9
177
aquellos casos en que existe gran número de. jugadores;
3) sistema K.O. o por eliminatorias, en el que selec
cionado de algún modo un número de jugadores igual
a una potencia natural de 2 (por ejemplo, 23=8; 2'= 16,
. . . 28=256, etc.) van enfrentándose entre sí, mediante sor·
teo, un número de partidas previamente determinado
(una, dos o más); el vencedor pasa a la siguiente eli
minatoria; el proceso sigue hasta llegar a dieciséis juga
dores (octavos de final), a ocho (cuartos de final), a
cuatro (semifinal) y, por último, a dos ( final). Un ejem
plo de este sistema es el adual Torneo de Candidatos
(ver el apartado «Competiciones para el Campeonato
Mundial»).
Tanto en el sistema liga como en el suizo, se pre
sentan dos problemas importantes: a) confección de
las rondas del juego; b ) formas de desempate para
aquellos casos en que dos o más participantes terminen
con igual puntuación.
A continuación tratamos estos dos puntos para los
dos sistemas:
1 2 3
4 S 1
2 3 4
S 1 2
3 4 S
178
Para emparejar a los contrincantes se separa la
primera columna y, a partir del 2 de la segunda co
lumna se va escribiendo, junto a cada uno de los núme
ros de las columnas, el correspondiente de la secuencia
cíclica S ( =6 - 1 ), 4, 3, 2, 1, 5, 4, . . ; con ello obtendremos
.
la tabla siguiente:
1 2-S 3-4
4 S-3 1 -2
2 3-l 4-S
S 1-4 2-3
3 4-2 S-1
PARA 3 Y 4 PARTICIPANTES
1.• ronda 1 -4 2- 3
"
2. • • 4- 3 1 -2
3.• 2 -4 3-1
PARA 7 Y 8 PARTICIPANTES
179
PARA 9 Y 10 PARTICIPANTES
PARA 11 Y 12 PARTICIPANTES
180
cio del Comité Director; o solicitando a cada jugador
participante una ordenación, por orden de fuerzas, de
los restantes y, luego, sacando el promedio.
Aunque el tercer apartado parece el más justo y equi·
tativo, puede emplearse igualmente una refundición de
dos de los apartados o de todos ellos.
B) Para la primera ronda, ordenados ya los juga
dores, la primera mitad se empareja con la segunda
por sorteo (a veces se utiliza el sorteo libre).
C) Para la segunda ronda y siguientes se tiene en
cuenta el conjunto de reglas, que se aplican según el
orden de numeración:
183
Anotación de las partidas
Según el reglamento oficial del ajedrez, toda partida
de competición ha de ser anotada por cada uno de los
jugadores. Las notaciones que la FIDE admite para la
modalidad usual, es decir, los dos jugadores frente
a frente, son las dos más difundidas: descriptiva (en
países de habla castellana y sajona) y algebraica -o al
gébrica- en el resto del mundo.
Pasemos a explicar cada una de ellas:
9.1
184
CR=columna. Cuando dos piezas iguales pueden ir a la
misma casilla se indica la casilla de partida (sólo la fila
si no hubiera otra posibilidad, o sólo la fila y una
de las iniciales de la columna si no existiera confusión)
y la de llegada separadas por un guión; por ejemplo,
C4-2R, C4A-2R o T6TR-2TR; f) se utilizan, además, los
símbolos siguientes: 0-0=enroque corto; 0-0-0=enroque
largo; x=captura; j, + =jaque, y + + =j�que mate (a
menudo, como nosotros hacemos, se escnbe la palabra
cmate• a continuación de la jugada que lo da).
1 1
a B b B o 8 d 8 e a t 8 g 8 h8
-
a 7 b7
-;1fd:7:7 1 7 g 7 h7
1-1-
a6 b6
:sr;;:-; -;sf 8 g8 b8
1-
e. ll bll 1 11 g il b 5
: �:
-
1-
&4 b4 1 4 g 4 b4
-
a S b 3 e 3 d3 e 3 1 3 g 3 h3
�
a 2 b 2 o 2 d 2 e 2 f 2 g 2 h2
-
al b l o l 11 1 e l f l g l hl .
9.2
185
de 1 a 8, pero siempre -y esto vale para los dos ban
dos- desde el ladb de las blancas,· por ejemplo, la
casilla 4AR de las blancas será la f4, y la 4AR de las
rtegras, la f5; d) una j ugada se representa mediante la
inicial de la pieza o Peón seguida de la casilla donde
se halla y, separado por un guión, la nueva casilla en
la cual se instala; por ejemplo, Cc4-d2. En la práctica
se utiliza la notación algebraica abreviada, que consiste
en· eliminar �alvo que hubiera confusión- la casilla
inicial (en el ejemplo anterior, simplemente se escri
biría Cd2 ) ; e) los símbolos de los enroques, captura,
j aque y jaque mate son los de la notación descriptiva.
La partida siguiente, transcrita en las dos notaciones,
servirá para familiarizarnos con la algebraica:
18 28 38 48 118 68 78 88
1- - -1- - · --
1-
17 'D 37 47 ti1 67 77 87
1- - -
1- --- -
18 28 38 48 88 68 76 88
- - -,_
f--
111 211 311 411 � 65 711 811
1- - -
- -- --
14 24 34 44 114 64 74 84
1- - - - - - -1-
19 23 99 49 119 89 79 83
- ----- - -
12 22 92 42 112 82 n 82
- - - -- -
-�-
1 121 31 41 111 61 71 81
BIDncaa
9.3
187
y sí las casillas de partida y de llegada; para el enroque
se escriben sólo las posiciones inicial y final del Rey.
Los diez primeros movimientos de la partida Korch
noi-Karpov, transcritos según esta notación, nos harán
comprender su uso: l. fefo wati 2. dedo sesi > 3. keki
rero 4. hake rodo 5. kahi pepo 6. gaka napi 7. fabo
pare . 8. bodo pofo 9. hifo mapa 10. cad.i ramo.
m n p r a $ w :r
a ma na P• ra
--- 8& ta wa za a
pe re se te we •e e
e me ne
- - - - ---
re! Dl pl r1 sl t.l wl zl
1- r-
o . mo DO po ro 80 to wo zo o
-- -- - - - -
bo co do fo go ho ko lo
- -r-- - -1- - -
o o
bi cl di n hl ki 11
-- - - - - -1-
gl
be de fe ge he ke le
-,- - - - - -
e ce e
,..--
a ba ca da fa ga ha ka la a
), o d g b k l
9.4
188
Serie de competiciones para llegar
al Campeonato Mundial
A partir de 1948, la serie de competiciones que con
ducen al Campeonato Mundial son, esquemáticamente,
las siguientes: Campeonatos nacionales -> Torneos Zo
nales -> Torneos Interzonales -+ Matchs de Candidatos
-+ Campeonato del Mundo.
189
Los torneos interzonales clasifican a un total de seis
jugadores que, unidos a los dos primeros de la anterior
competición de candidatos, mediante el sistema de
rnatchs eliminatorios, disputan una serie de encuentros
que culminan con un vencedor; éste será quien se
enfrente al campeón mundial.
La FIDE ha acordado últimamente que los matchs
del Torneo de Candidatos se jueguen a un número limi
tado de partidas y que venza quien alcance primero
tres victorias (cuartos de final), cuatro (semifinales)
y cinco (final). Si termina el match sin que se alcance
el número de victorias indicado, ganará quien lleve
ventaja en aquel momento. En caso de empate, el match
proseguirá hasta que se produzca la primera victoria.
En lo que respecta al match por el título mundial,
la FIDE ha acordado últimamente aceptar de modo
parcial las propuestas de Fischer, por lo que se jugará
del siguiente modo: a 36 partidas, y ganará quien al
cance primero diez victorias. Si terminan las 36 partidas
sin que ninguno de los contrincantes haya alcanzado
diez victorias, ganará quien lleve ventaja. En caso de
empate, el campeón retendrá el título.
190
la publicación semestral Informador del ajedrecista, ór
gano oficial de la FIDE).
Torneo internacional es el que, conteniendo diez, once
o doce jugadores, la mitad más uno, como máximo,
pueden ser de una misma federación r.acional. Si en el
torneo toman parte más de doce jugadores, entonces
la mitad más dos, como máximo, pueden pertenecer
a una misma federación nacional.
El rating oficial será la Lista Oficial de la FIDE
preparada por un Comité de Calificación; a los juga
dores que no figuran en ella se les asignará una pun
tuación igual a 2.200.
Para conseguir un título, el candidato ha de obtener
en tres ocasiones y en un intervalo de tres años la
puntuación exigida para el título correspondiente (2.400
para Maestro Internacional, MI, y 2.500 para Gran Maes
tro, GM). Si los torneos jugados cubren un mínimo de
treinta partidas, el intervalo de tiempo se reduce a dos
años. En am_bos casos la evaluación se basará en la
tabla siguiente:
2.251 - 2.275 1 85 76
2.276 - 2.300 2 83 73
2.301 - 2.325 3 81 70
2.326 - 2.350 4 78 67
2.351 - 2.375 S 76 64
2.376 - 2.400 6 73 60
2.401 - 2.425 7 70 57
2.426 - 2.450 8 67 53
2.451 - 2.475 9 64 50
2.476 - 2.500 10 60 47
2.501 - 2.525 11 57 43
2.526 - 2.550 12 53 40
2.551 - 2.575 13 50 36
2.576 - 2.600 14 47 33
2.601 - 2.625 15 43 30
191
10
192
Dama, el Caballo de Dama, el Peón Alfil Rey y la salida,
o más raramente la Dama.
Como muestra, veamos la siguiente partida jugada
por el genio americano Morphy en una sesión de par
tidas simultáneas a ocho tableros con ventaja de la
Torre de Dama en todos ellos ( el campeón consiguió
siete victorias y sólo fue derrotado en uno de los
juegos):
Partidas en consulta
Modalidad practicada, generalmente, con carácter de
exhibición, que consiste en una lucha entre varios ju
gadores -dos o tres por bando, o bien varios contra
uno solo-, de modo que los movimientos a efectuar se
realizan previa consulta y discusión.
Este tipo de partidas fue muy popular en el siglo
rasado; era corriente, incluso, que después de termi
nado un torneo internacional, los mejores clasificados
efectuaran una partida de este tipo. Por ejemplo, des·
pués del Torneo de Londres de 1862, se celebró la. par
tida I...Owental, Boden, Kennedy (con blancas) contra
Anderssen, Paulsen y Dubois (con negras). A título anec
dótico referimos el siguiente comentario que Anderssen
dirigió a Dubois antes de empezar el juego: «Hemos
de distribuir convenientemente el trabajo: Paulsen hará
las jugadas precisas, usted las brillantes y yo. .. las
malas.»
Sesiones de sbnultáneas
Se trata de auténticas exhibiciones de fuerza aje
drecística, ya que el simultaneador se enfrenta a la vez
a un elevado número de contrarios, por lo usual, de
20 a 40 (en general, el maestro conduce las piezas blan
cas). Resulta un sistema muy eficaz para popularizar
el juego, ya que pennite al aficionado establecer un
contacto directo con figuras destacadas, sean maestros
nacionales o internacionales.
·
194
Jugador ha de efectuar sus movimientos cuando el
maestro se coloca ante su tablero, no antes ni después.
Otra posibilidad para simultanear la da el ajedrez
n la ciega, que comentaremos al tratar esta modalidad.
La siguiente partida constituye una muestra de la
belleza que las simultáneas pueden proporcionar:
195
cialidad. La puntuación final fue: 1.• Fischer, 19 pw1tos
( de 22 posibles); 2.• Tal, 14 %; 3.• Korchnoi, 14; 4.• Pe
trosian, 13 % ; S.• Bronstein, 13; 6.• Hort, 12; 7.• Matu
lovic, 10 % ; S.• Smyslov, 9 Y.! ; 9.• Reshevsky, 8 112, etc.,
hasta doce clasificados.
Veamos una de las partidas del as americano jugada
en este certamen:
El ajedrez viviente
Partida celebrada en un tablero de grandes dimen
siones y cuyas « pi ezas » son personas. Constituye una
de las modalidades más espectaculares y cuyo efecto
propagandístico es notable. En realidad, una sesión de
aj edrez viviente com porta una representación teatral y,
como tal, requiere la colaboración de un director artís
tico que cuide todo lo referente a la ornamentación
de la sala y a los traj es de los figurantes.
Una vez dispuestas las « piezas », dos ajedrecistas
disputan una partida y las jugadas que van realizando
son comunicadas al tablero por medio de una señal
visual. Da mejores resultados que se elija previamente
la partida a reproducir ya que, de lo contrario, se
corre el riesgo de que sea larga y aburrida; lo mejor
es escoger una corta y que posea belleza combinativa.
Una sesión famosa fue la que protagonizaron Ca
pablanca y Steiner en Los Angeles el año 1933; la par
tida se puso « en es cena » con acompañamientos musi
cales, escenografía y vestuario de época. Ganó Capablan-
196
ca en veinticinco movimientos y, aunque nada tuvo que
ver la música, el Rey negro sostuvo un «solo• de baile
que estaba fuera de programa. . .
En España, una d e las primeras sesiones tuvo lugar
en Barcelona el año 1904, en el Palacio de Bellas Artes.
En ésta se reprodujeron dos partidas, la primera -que
transcribimos a continuación- fue la de Weiss-Pollock
( que se había jugado en 1889) y la segunda, una de
Morphy en la que dio la ventaja de la Torre de Dama.
El ajedrez a la ciega
Es la más espectacular de las modalidades y tam
bién la más difícil, especialmente cuando se conducen
varias partidas a la vez (simultáneas a la ciega). A ve
ces, dos maestros j uegan una o más partidas sin ver
el tablero, lo cual es, asimismo, muy espectacular. Para
el aficionado resulta excepcional y sorprendente que
un jugador consiga recordar inmediata y ordenadamente
todas las jugadas de uno y otro bando, máxime porque
en ningún momento ve el tablero: las jugadas se le
transmiten a viva voz (en general mediante la notación
algebraica).
La sesión se desarrolla del siguiente modo: el maes
tro (que en general conduce las blancas) indica la pri
mera jugada en el primer tablero, luego en el -segundo,
y así sucesivamente hasta el último; entonces escucha
la respuesta de cada uno y, a continuación, sigue el
mismo proceso para los segundos movimientos, los ter
ceros, etc. De vez en cuando se suspende la sesión por
197
un tiempo, y el maestro repite todas las jugadas de
alguna partida, con gran asombro de la concurrencia.
Históricamente, el primer jugador que practicó la
modalidad fue, según se cree, Bizzeca ( Florencia), en el
año 1266, quien condujo tres partidas a la vez. Pero
quien por primera vez en tiempos modernos atrajo la
atención hacia el ajedrez a la ciega fue el francés Phi
lidor cuando, en 1783, jugó tres partidas simultáneas
de este modo.
Después de Philidor fue Morphy quien, en 1858, jugó
ocho partidas en París. A finales del siglo pasado,
Pillsbury sobrepasó el número de veinte partidas. El
mismo maestro jugó en Hannover, en 1902, una sesión
contra veintiún jugadores con categoría de maestros.
La sesión duró desde las dos de la tarde a las dos de la
madrugada, con una interrupción de media hora para
cenar. El resultado fue 3 ganadas, 7 perdidas y 11 tablas.
Para aumentar la oposición se recompensaba con 10 fran
cos a los ganadores y con S a los que hacían tablas.
Las sesiones más espectaculares por la facilidad con
que eran jugadas y la calidad de los oponentes son,
indudablemente, las dadas por Janovsky, Zuckertort,
Blackburne, Dr. Lasker, Koltanovsky, Najdorf, Sii.misch,
Radie, Janosevic y Alekhine. Este último, en abril de
1924 jugó en Nueva York contra veintiséis adversarios,
de los cuales muchos serían maestros poco después
(por ejemplo, Kashdan, H. Steiner y Kevitz). El resul·
tado fue + 16, =5, -5. En febrero de 1925 estableció
un nuevo récord al jugar en París 28 partidas ( + 22,
= 3, -3 ). Esta sesión duró trece horas y los adversarios
podían consultar jugadas y relevarse.
En 1937, el belga Koltanovsky estableció un nuevo
récord mundial en Amberes al jugar treinta y cuatro
simultáneas ( +24, = 10). La oposición, sin embargo, era
débil, no sobrepasaba la tercera categoría, por lo que
Alekhine no aceptó que su récord hubiera sido superado.
En 1943, el maestro Najdorf disputó cuarenta par
tidas simultáneas sin ver el tablero, consiguiendo el
asombroso resultado de +36, = 1, -3 ( algo más del
91 % ). El mismo maestro realizó, en 1947, una exhibi
ción en la que se enfrentó a cuarenta y cinco adversa
rios; de nuevo su promedio superó el 91 % � +39, 4 -2.
=
,
198
El récord actual lo ostenta Koltanovsky, quien, en
195 1 , disputó cincuenta partidas simultáneas a la velo
cidad de diez segundos por jugada; el resultado fue
+43, =5, - 2 (el 91 % ).
A continuación, y para que el lector se dé cuenta
de cómo se enfoca una sesión . de simultáneas desde el
punto de vista del maestro, transcribiremos un pasaje
con las interesantes consideraciones de Alekhine:
«Muy a menudo se me ha preguntado cómo podía
jugar tantas partidas a la ciega. Creo que se trata de
una fuerza de memoria innata llevada a una utilización
adecuada por un conocimiento profundo del tablero y
una íntima penetración de la naturaleza del juego del
ajedrez. Además, la técnica de las aperturas y de Jos
finales de partida juega un gran papel. Jamás he em
pleado esquemas nemotécnicos, pero si, como lo cree
el gran público, la dificultad esencial es la de recordar
las posiciones, el jugador a la ciega debe remontar otra
dificultad aún mayor, que consiste en luchar sin ver,
y encontrar ,en cada posición -sin ver- el mejor mo
vimiento aproximadamente.
»En efecto, es de gran importancia finalizar rápida
mente ciertas partidas para reducir de esa forma su
número. Inmediatamente antes de la sesión esbozo un
plan simple, dividiendo el número de tableros en grupos
de apertura, pero todo esto de una forma completa
mente arbitraria. A raíz de mi sesión de Nueva York
dividí los tableros comenzando seis partidas con Peón
de Dama, seis con Peón de Rey, a continuación dos con
Peón de _Alfil" de Dama, y así sucesivamente. De tal
modo que a la llamada del núJ:pero de cada tablero,
me era suficiente recordar la apertura correspondiente,
lo que me traía a la memoria el desarrollo progresivo
de la partida, ataques y defensas, la posición y el último
movimiento; solamente entonces se producía el análisis
propiamente dicho.
"La fase de la apertura es la que exige el esfuerzo
más importante ya que, hasta tanto las partidas no
hayan alcanzado un carácter bien definido, la memoria
no tiene puntos de referencia.
»La mayor parte del trabajo lo realiza la memoria
denominada "lógica"; es decir, el jugador no visualiza
el tablero en su totalidad con sus casillas negras y
199
blancas, sus piezas negras y blancas, como se imaginan
la mayoría de profanos, sino que se acuerda como
de la imagen de un amigo, de un libro o de un objeto
cualquiera. Por lo menos, ésta es mi forma de jugar
y también, según creo, la de los demás jugadores a la
ciega que conozco.
»La memoria visual, es decir, la facultad de visua
lización, no interviene más que cuando se trata de
verificar una posición en un momento particularmente
critico, de reparar eventualmente un error o algo pare
cido.
»El jugador a la ciega debe ser capaz de reconstruir
-en su memoriá o en voz alta- una posición jugada
por jugada, para elucidar una duda provocada, por ejem
plo, por un error auditivo. Naturalmente que esta forma
de verificación no tiene lugar más que en casos excep
cionales, ya que hace perder mucho tiempo.» ( Extraf�
do de la revista Jaque Español.)
Para finalizar esta serie de consideraciones, diremos
que, desde un punto de vista psicológico, los jugadores
a . la ciega son de dos tipos:
A) El tipo de «visión intelectual,.; es decir, que las
fuerzas que representan las piezas son empleadas en
una especie de penumbra, tomando las casillas del ta
blero y las propias piezas como elementos referenciales.
El juego no se representa como algo viviente que se
reprodujera en la mente cerrando los ojos después de
su contemplación.
B) El tipo visual, que se representa en el tablero
como si estuviera reflejado en un espej o, o sea, como
si «fotografiara» cada posición y la fij ara en su me
moria. Esto permite jugar mejor y con menor esfueno
un mayor número de partidas que en el primer caso,
pues el esfueno no se ve limitado por la memoria.
Todos los grandes jugadores a ciegas pertenecen a este
segundo tipo.
A continuación, se dan dos partidas jugadas a la
ciega:
El ajedrez postal
El ajedrez por correspondencia es una modalidad
muy extendida que incluso posee revistas especializadas
(por ejemplo, Fernschach) y que da lugar a competi
ciones oficiales a todos los niveles (regionales, naci(}
nales e internacionales; algunas sirven para determinar
el campeón mundial de ajedrez por correspondencia).
Una partida de ajedrez postal se desarrolla enviando
cada jugada mediante una carta (o una carta-postal)
en la que el movimiento se halla anotado. Cuando se
participa en un torneo, todas las partidas se juegan
a la vez, lo cual representa disponer de bastante tiempo.
Desde el punto de vista histórico, se tienen noticias
de que los reyes Enrique I de Inglaterra ( 1 100-1 135 ) y
Luis VI de Francia ( 1108-1137) disputaron una partida
ca través del Canal de la Mancha», en la que las ju
gadas se enviaban por medio de correos especiales.
Aparte de este dato, hay muy pocas . noticias de la
época sobre esa especialidad; sólo es destacable el C(}
mentario del orientalista inglés T. Hyde, quien, en su
libro De ludis orientalibus, publicado en 1694, dice: eMe
han comunicado que algunos comerciantes venecianos
y croatas tienen la costumbre, también existente en
201
otros países, de jugar al ajedrez por correspondencia.
Cada movimiento es confiado en una carta y, por ello,
dicha partida cuesta muy cara a los jugadores.»
Hay noticias, hacia 1740, que aseguran que el rey
de Prusia, Federico el Grande, y la zarina Catalina de
Rusia jugaron al ajedrez por correspondencia con Vol
taire. Del mismo modo se sabe que Philidor había
jugado por correspondencia en 1766.
La primera partida postal que se conserva se celebró
en 1804 entre unos oficiales del ejército holandés de las
ciudades de La Haya y Breda. Pero más conocidos son
los encuentros entre Edimburgo/Londres ( 1 824-1828), Li
verpool/Manchester (1825-1826), París/Londres ( 1834-1836)
y Budapest/París ( 1843-1846).
Entre los jugadores más destacados del ajedrez pos
tal figuran Alekhine, Nimzowich, Eliskases, H. Müller,
Keres, O'Kelly, Kevitz, Berliner, Dyckhoff, Estrin, Niel
sen, Ragozin, Purdy, Schmid, Dubinin, Rey Ardid, Malm
gren, Balogh, Secchi, Zagorovsky, Borisenko, Marini,
Ekstrom y Llorens.
Una variante de la modalidad son las partidas por
telégrafo, por radio o mediante un periódico, pues, esen
cialmente, tiene las mismas características ajedrecísti
cas; sólo cambia el soporte físico que transmite la
información de las jugadas que se van efectuando.
Finalizamos este apartado transcribiendo las dos par
tidas siguientes:
203
Cabe también la modalidad de los problemas. de fan
tasía, en los cuales algunas de las características del
problema ortodoxo pueden ser violadas.
Damos a continuación algunos ejemplos de probl�
mas (diagramas 10.1, 10.2, 10,3 y 10.4):
204
10.3. Autor: Palatz. Mate en
cuatro jugadas.
Soluci�n: 1 ASR AxC 2 D4Aj
R2C 3 A5T, seguido de 4 D7AR
lllllte. Slances
205
Veamos dos ejemplos (diagramas 10.5 y 10.6):
206
11
PASATIEMPOS BASADOS E N EL
AJEDREZ
Bajo esta denominación hemos agru.pado una diver
tida colección de posiciones con las que el lector podrá
ejercitar su ingenio en un sentido distinto del acos
tumbrado, ya que no se trata de dar mate al Rey ad
versario (a veces, incluso, no hay ni Rey).
Sería imposible reunir aquí los innumerables pasa
tiempos que se han compuesto basándose en la temá
tica del ajedrez; por otra parte, el empeño sería difícil
de llevar a cabo, pues suelen aparecer muy de tarde
en tarde en revistas dedicadas al juego, y no conocemos
libro alguno que las reúna. Damos aquí. sin embargo,
un nú,mero abundante de «chorradescaques».
¿Le agrada el juego que desplegaba Alekhine? (dia
grama 1 1.1). Autor, Fonseca.
Negras
207
Parece imposible pero es verdad (diagrama 11.2).
Autor, J. Negro.
11.3
208
Napoleón: el Caballo blanco, el ayudante del Emperador;
el Alfil de Dama y el Caballo negros son el director
de la prisión y su auxiliar, respectivamente.
Otras condiciones del problema son: el prisionero
debe intentar la evasión -sin ponerse en jaque- y con
seguirá su objetivo caso de alcanzar cualquiera de las
casillas de la segunda o sétima fila, o alguna de las
coiumnas CD o CR; el director de la prisión y su auxi
liar han de maniobrar de modo que impidan el paso
al general.
Este ejercicio puede ser practicado por dos personas
y se convendrá que las blancas sean ,-encidas, 1 ) si se
da mate a su Rey; 2) si, después de veinte jugadas, el
Rey no ha podido escapar.
209
Otra posición "imposible" (diagrama 1 1 .5).
210
RSD P4A 34 P4D P6C 35 ASA R3C 36 TlD P7C 37 P5D
R4T 38 T4D P X T 39 P5AR ABA 40 P6C RSC 41 DSR
R6A 42 P5A ASA 43 P7C R7R 44 P6A RSD 45 P7A PST
46 P6D P6T 47 P'/D P7T 48 P6R P6D 49 PJR P7D SO
P6A P6R 51 P7A P7R.
11.7
211
Encontrar una posición de mate en el centro del
tablero, con dos torres y un Caballo ( diagrama 11.9).
11.10 11.1 1
11.12 11.13
212
SoLUCióN: Se requieren cinco dainas ( diagrama 11.10);
ocho torres ( diagrama 11.1 1 ) ; diez alfiles (diagrama
1 1.12) y catorce caballos (diagrama 1 1.13).
11.14 11.15
11.16 11.17
1 1.18
11.1� 11.20
214
casilla marcada con este número y que la última jugada
sitúe la Torre en la casilla señalada con el número 21.
SoLUcióN: La que muestra el di¡o�grama 11 .20. Esta cues
tión se halla íntimamente relacionada con el problema
del recorrido de la Torre, que se trata en el capítulo 5.
La excursión sacerdotal.
Sitúe un Alfil en 1 TR e, invirtiendo el menor número
posible de jugadas, pase por todas las casillas blancas
del tablero. ( Solución en el diagrama 1 1 .22.)
215
Una maniobra de distracción con la caballerta (dia
grama 1 123). Autor, J. Negro.
11.24 11.2S
216
SOLUCIÓN (al diagrama 11.24): Designemos pbr A el
PTD y por B el PTR. Deben considerarse cuatro casos (se
gún que los peones se muevan . inicialmente una o dos
casillas ): 1 ) A 6 jugadas y B también 6; 2) 6 jugadas de
A y S de B ; 3) S de A y 6 de B; 4) S de A y S de B. En
el primer caso existen 12 jugadas posibles, de las que 6
cualesquiera corresponden a A; habrá, por lo tanto
(siga el razonamiento si es que recuerda algo sobre la
rama de la matemática denominada combinatoria; si no,
pase directam.ente al número final, que le asombrará),
un número de posibilidades igual a las combinaciones
de 12 jugadas tomadas de 6 en 6, es decir, 924 (debe
aplicarse la fórmula
(':; ) m(m-l) • • • (m-n+l)
para m= 12,
1 · 2 . . •n
n=6). Para el tercer y cuarto caso, razonando de modo
análogo, se llega a los números (1J ) =462; ( �1 ) =462 y
( 1�) =2S2, respectivamente. Sumando todos los resulta
dos, se tendrá 924+462+462+252=2.100, que es el nú
mero pedido. Parecía fácil, ¿verdad?
Ahora estamos seguros de que resolverá correcta
mente el problema del diagrama 1 1 .2S, en el que se
pregunta lo mismo.
217
torres duplican cada uno el número de las mismas.
Así pues, habrá un total de 2X2X2X40.320=322.560.
218
¿Podría ase[!.urar que una posición como la del dia
grama 11.27 puede presentarse jugando a partir de la
colocación usual sin vulnerar el reglamento?
219
Las dos torres solitarias (diagrama 11.29).
Naturalmente, en condiciones ordinarias, la victoria
de uno de los bandos no es posible; sin embargo, con
algunas restricciones , se logra un pasatiempo muy di
vertido: simplemente hay que convenir que ninguna de
las torres puede pasar por la fila y columna que do
mina la otra. Así, en el diagrama, el negro no podrá
jugar, so pena de ser capturada, ni TlCR ni T1TR, por
que atraviesa la columna AR batida por la Torre adver
saria; del mismo modo, tampoco podrá jugar T7TD
ni TSTD.
11.30
11.31
221
SoLUCióN: Para facilitar las cosas, recurriremos a la
notación indicada en el diagrama 1 1 .32; las jugadas son
las dadas en el esquema 1 1 .33.
11.34 11.35
11.37 11.38
223
¿Cuántas jugadas necesitará el Rey para capturar el
Caballo? (diagrama 11.39). Autor, Shinkman.
1 1 .39.
Dada la limitación del
"minitablero", ni el Caba llo ni
los peones pueden efectuar ju
gada alguna. Se pretende que el
Rey (comparando con ciertos jue
gos, el gato) capture al Caballo
(o sea, siguiendo la comparación,
mate al ratón).
1 1.41 1 1.42
11.43
22S
La pirámide ( diagramas 11.44 y 1 1 .45). Autor, Cognet.
11.44
11 .4S
fl lt
1 1.46
1 1.47 1 1.48
11.49
11.50
228
futuro matemático, pero por el momento especialista
en divisiones, estaba haciendo . su deber escolar que
consistía precisamente en una división. Su hermana, de
cuatro años, con un respeto repartido por igual entre
el j uego de su padre y la ciencia de su hermano, se
divertía situando peones sobre las cifras que el futuro
matemático iba escribiendo. Se pide ayuda al lector para
que reconstruya en otro papel las cifras escritas por mi
hijo a fin de que no sea menester desmantelar el trabajo
de la niña.»
1089709 1 12
- 108 90809
97
-96
109
- 108
iiiiiii
iii
ii
ii
iii
iii
1
11.51
230
12
AJEDREZ NO ORTODOXO
23 1
primir el enroque ) ; b) acercarlo a las fuentes asiáticas
{por ejemplo, utilizar las piezas capturadas al contrario,
como sucede en el j uego japonés ); imitar las condicio
nes de una guerra, creando un juego en el que ninguno
de los dos bandos vea la disposición de piezas del ad·
versario (kriegspiel; en alemán, krieg= guerra, spiel=jue
go); e) invertir la finalidad última, lo que ha dado lugar
al « gana-pierde»; d) dotarlo de tres dimensiones ( aje
drez espacial); e ) introducir nuevas piezas; f) perfec
cionar el juego actual dotándolo de mayor simet ría y
lógica, además de mayor dinamismo ( en sayos de Ca·
pablanca y Krist ensen ) ; g) cambiar el orden de coloca·
ción de las piezas de ambos bandos; h) crear juegos
con desequilibrio material inicial; i) imitar los princi
pios de otras formas de lucha, deportiva o no (por
ejemplo, el fútbol, las batallas navales, etc.).
Los distintos juegos de ajedrez no ortodoxo se agru
parán bajo dos epígrafes: 1 ) j uegos con el tablero u;:¡ual;
2) juegos con tablero m odificado .
232
a) El ajedrez de Brünner
La disposición de las piezas (*) puede ser cualquiera
mientras exista simetría en su colocación.
Esta variante permite una gran cantidad de posicio
nes iniciales, por lo que la teoría de aperturas queda
prácticamente suprimida (en efecto, compárese con el
trabajo que da preparar bien una sola apertura a partir
de la posición usual ).
Para realizar una partida se siguen las reglas: 1) el
blanco sitúa una cualquiera de sus piezas sobre una
de las casillas de la primera fila; 2) el negro coloca
simétricamente una pieza del mismo valor más otra
de su elección sobre una de las casillas libres; 3) se
continúa alternativamente del mismo modo hasta ter
minar las piezas. El enroque se conserva aunque, lógica
mente, es diferente del normal: si el Rey se halla en el
flanco derecho, podrá enrocar con una Torre a su de
recha y, si se encuentra en el flanco izquierdo, podrá
enrocar con una Torre situada a su izquierda.
Los principales inconvenientes que presenta es que
los alfiles pueden ser todos del mismo color y que la
ventaja de salida es muy notable.
b) El gana pierde
-
233
e) El ajedrez sin jaque
Variante del ajedrez en el que todas las reglas per
manecen a excepción de una: salvo en el caso de mate,
los jaques no existen. Esta sencilla modificación altera
de modo profundo la apertura, el medio juego y, sobre
todo, el final. Lo más notable es la gran actividad -de
fensiva y ofensiva- que desempeña el Rey; por ejemplo,
puede situarse entre un Alfil contrario y una Dama de
su bando para impedir la captura de ésta.
Transcribimos una partida como muestra de las cu·
riosas e interesantes posibilidades que la variante ofrece:
1 P4R P4R 2 e3AR e3AD 3 A4A e3A 4 ese P4D
5 PxP exP 6 D3A D xe 7 Axe eSD 8 D X P ( ¡ sin
jaque! ) 8... C x P 9 0-0 e x T 10 P4D D3A 11 DxPA
A4AR 12" ASC DxA 13 A7A mate.
d) El ajedrez escocés
Aquí se mantienen también todas las piezas y reglas
normales a excepción de la relativa ::ti ()rden alternativo
de ima jugada por bando, que se sustituye por la si
guiente: «El blanco ejecuta el primer movimiento y el
negro responde con dos; a continuación, el blanco rea
liza tres y el negro cuatro, y así sucesivamente.» Los
jaques son válidos y, cuando se dé uno, la secuencia de
movimientos a efectuar queda interrumpida.
A pesar de la primera apariencia, el juego es muy
apasionante, puesto que· desde la segunda jugada ya
existe peligro de mate. El notable maestro Znosko Bo
rowsky decía refiriéndose a esta variante: «Practicadlo
y luego ya me diréis lo que pensáis de él.»
A continuación sigue una partida:
Blancas Negras
234
e) El ajedrez marsellés
Blancas Negras
235
A continuación se transcriben dos de las partidas del
certamen:
g) El ajedrez Berolina
Al igual que los anteriores, conserva la disposición
inicial de las piezas y peones. La única diferencia ra
dica en el movimiento de éstos, que avanzarán en dia•
gonal siempre un paso, a excepción de en la segunda
casilla, que, facultativamente, podrán ir -en diagonal-
236
a la cuarta fila. El Peón captura en columna ( por ejem·
plo, si se halla en 2AR puede capturar a una pieza
que se halle en 3AR). El juego fue inventado en 1926
por el alemán Nebermann, nacido en Berolina ( cerca
de Berlín).
Sus principales características son: reducir las posi
bilidades de tablas y aumentar las de combinar, ya que
por ejemplo, las torres pueden ponerse rápidamente en
acción ( 1 P2TD-3CD y 2 P2TR-3CR). Un aspecto singular
es que, para impedir la marcha de un Peón, es nece
sario disponer de dos «guardianes», lo cual presta gran
vivacidad a la lucha.
A continuación transcribimos una partida:
1 P2AD-4R P2AR-4D 2 C3AR C3AD 3 C3A P4D-5A
4 CSCD P4D-SA 5 P2D-4A P2TD-3C 6 DxDj R x D 7
CS-4D C x C 8 CxC P4A x PSA 9 AXP P2CD-4D 10 C3A
P2R-4A 11 P2TR-3C A4A 12 P2A-3R P4A-SD 13 CSC
ASCj 14 RlD PSD-6A 15 P3R-4D P4Dx PSD 16 P2R-4C
PSA-6D 17 R1R P6A-7D 18 TlA P6D-7A! . 0-1 ( si 19 T x P
o 19 T1T, sigue 19 P7D-8A[ = D] jaque doble).
h) El ajedrez bicaptura
Juego inventado en 1 958, en el que el Rey no puede
hallarse en ningún momento ba j o la acción de sus pro
pias piezas; cabe, además, la captura de una pieza por
otra de su bando.
Las características más importantes del ajedrez bi
captura son: 1 ) no es posible el enroque (porque el Rey
sería jaqueado por su Torre); 2) Rey y Dama han de
separarse, por lo que la posición inicial difiere de la
ordinaria; la situación se resuelve intercambiando la co
locación de la Dama y del Caballo de Dama; 3) las
pequeñas diferencias de material carecen prácticamente
de importancia en el final.
La siguiente partida nos ilustrará acerca de las posi
bilidades de tan curiosa variante:
BEDONI-BOYER (jugada por correspondencia en
196 1 ): 1 P3AD P3D 2 P4TD P4AD 3 P4CD PSA 4 D x P
(recuérdese que e s posible la captura d e una pieza por
otra de su bando) 4 P3TD 5 D x P4A P4TR 6 P5T
237
C3AD 7 A X PC D2A 8 AXCj RxAlA (no vale 8 . PxA ..
i) El ajedrez bicolor
j) El ajedrez pantalla
238
Una variación es que cada bando partª de la posición
inicial usual y se efectúen algunos movimientos (por
ejemplo, ocho o diez); una vez realizados, se retira la
pantalla y se continúa como en las partidas corrientes
de ajedrez ortodoxo.
239
1) El ajedrez gemelo
Es una forma de ajedrez propuesta por Parton en 1950
y cuya disposición inicial de piezas y peones es la mos
trada en el diagrama 12.2 (véase también en el diagra·
ma 12.6 una idea análoga, pero modificando el tablero).
Blancas
12.3. Se han introducido dos peones y dos piezas más por bando.
Estas son: Campeona (E), que equivale a T+C. y Centauro (F), que
combina A+C.
Blancas
241
e) El ajedrez apaisado
d) El ajedrez cilíndrico
f) El ajedrez de Hayward
BLANCAS
243
g) El ajedrez gemelo de Parton
Es un perfeccionamiento del ajedrez de Hayward,
con el que se soslayan los inconvenientes de éste. El
tablero y la posición de las piezas y peones es el mos
trado en el diagrama 12.6.
Rl�nces
h) El ajedrez hexagonal
Modalidad en la que han trabajado de modo inde
pendiente cuatro ajedrecistas: el inglés Baskerville (1929),
el polaco Glinski (1949), el finlandés De Vasa ( 1 954) y el
soviético Shafran ( 1 957). Los cuatro proyectos se di
ferencian por la forma del tablero, por la disposición
inicial de las piezas y por la marcha de los peones. Es
curioso constatar, sin embargo, que, para las figuras,
todos han coincidido en atribuir- la misma marcha, ca
racterizada lógica y geométricamente por el hecho de
que el número de direcciones de las figuras se ve incre
mentado en un cincuenta por ciento con respecto al
juego ortodoxo.
244
En relación con esta circunstancia, surge otra parti
cularidad y es que el ajedrez hexagonal comporta la
existencia de casillas de tres colores: podría llamarse
por esta razón «ajedrez tricolor». De ahí que se precisen
tres alfiles, controlando cada uno un tercio de las casi·
!las, lo que reduce algo su valor relativo.
De los cuatro proyectos, el mejor es el de Glinski,
por ser el más simple y el construido más lógicamente.
Ha partido de la base de que, si se utilizan casillas
hexagonales, el tablero debe ser también hexagonal,
al igual que las casillas cuadradas imponen un tablero
cuadrado.
246
Artículo 10.•: Rey: El rey, como las otras piezas, po
drá tomar un tanque o avión, no protegidos en la forma
corriente del juego.
Artículo 1 1 .•: Peones: Los peones pueden avanzar has
ta tres casillas, y después, una como antes, siendo ésta
la única m.odificación que sufre el juego antiguo, y cuan
do un peón, en su primera jug�da, avanza una casilla,
puede avanzar hasta dos más en la jugada siguiente.
Cualquier peón que llegue a la décima casilla se trans
forma en la pieza que desee su jefe.
Artículo 12.0: Tablero: Aplicando el sistema decimal,
que como sabemos, es más práctico, se compone de 10
por 10 casillas, en vez de 8 por 8 que tiene el tablero
antiguo. Sirve un tablero de damas.
Artículo 13.•: Colocación de tanques y aviones: La
colocación de los dos aviones que se agregan a cada
ejército es la de la casilla 1.• a la derecha e izquierda,
respectivamente, del tablero, y ambas llevan delante, en
la segunda casilla, un tanque. Es decir, que por cada
bando son dos aviones y dos tanques. Las demás piezas
y peones se colocan como antes.
Artículo 14.•: Abreviaturas: Av. significa avión; Ta.,
tanque; clasificándose en avión de rey o de reina, igual
que las otras piezas. Es lógico que los aviones y tanques
se clasifiquen como piezas.»
El ajedrez y la guerra
La anterior modalidad nos trae a primer plano las
conexiones entre el ajedrez y la guerra. ¿Ha pensado
el lector alguna vez en ello?
A continuación, y con ligeras modificaciones, transcri
bimos parcialmente una colaboración del maestro Boyer
(Europe Echecs, año 1960) titulada: «La idea de la guerra
en el ajedrez»:
«Se ha comparado muchas veces el ajedrez y la
guerra. Es cierto que, en ajedrez, corno en la guerra, dos
ejércitos están en lucha y cada jugador debe elaborar
su estrategia y su táctica.
247
En el juego primitivo, el nombre de las piezas evo
caba visiblemente la guerra. Sin embargo, en el juego
habitual, la relación no es más que aparente. He aquí
algunas diferencias notables: a) en la guerra, los dos
ejérci tos no son inicialmente parecidos; b ) el j efe de un
ejército no ve todas las fuerzas enemigas e ignora mu
chas veces dónde se encuen tran; e) si el aj edrez repre
sentara la guerra, no tendría por objeto el mate, sino la
destrucción del enemigo. Desde este punto de vista, el
juego de damas realiza mejor la analogía; d) en el aje
drez actúa cada vez una sola pieza y en la guerra la
acción es esencialmente colectiva; e) en la guerra no
suelen presentarse inicia:lmente todas las fuerzas, pues
algunas quedan de reserva; f) en el ajedrez no hay un
verdadero frente ni unas líneas de comunicación por
donde lleguen víveres y municiones. Y en la guerra no
existe esta extraña mezcla de piezas blancas y negras
que constituye una posición ajedrecística, donde, por
ejemplo, dos peones, cara a cara, no tienen ninguna po
sibilidad de acción uno sobre el otro; g) el combate aje
drecístico se libra en un terreno en el que todas las casi
llas son parecidas. La guerra se lleva a cabo en un
terreno variado, accidentado, con obstáculos a vencer;
h) p or fin, y sobre todo, el ajedrez no tiene en cuenta la
moral de las tropas.
A pesar de todo lo anterior, los jugadores de ajedrez
asimilan, más o menos conscientemente, una partida a
una guerra entre dos ejércitos. Curiosamente, los inven
tores de los juegos no ortodoxos han querido, a menudo,
introduciendo una nueva regla, acercar el ajedrez a la
guerra.»
Por último, transcribimos el artículo de L. Albrand
titulado «La estrategia militar y el ajedrez» (Europe
Echecs, año 1963), en el que se exponen puntos de con
tacto entre las es trategia s militar y ajedrecista. Creo que
esto equilibrará las opiniones de Boyer y el lector po
drá sacar así sus propias conclusiones :
«Un día después de que cayera en mis manos un
,
248
La comparación de las piezas con "las diferentes armas
ha sido hecha multitud de veces. Pero lo más intere
sante es que los grandes principws estratégicos del arte
militar se encuentran también en el ajedrez. Estos prin·
cipios, aplicados intuitivamente por los grandes eón·
quistadores de la historia, no han sido sistematizados
hasta el siglo XVIII y xrx, en las obras de Scharnhorst
y Clausewitz; sin embargo, el ajedrez los contenía ya en
sustancia.
El primer principio es la concentración de fuerzas
sobre un objetivo bien determinado, sobre un punto
débil (*). En ajedrez, el adversario busca reforzar su
dispositivo y defender el punto considerado débil; pero,
si el plan de ataque es correcto, se logrará crear una
nueva dificultad que puede convertirse en objeto de
un nuevo asalto.
Existe una estrategia sin acción de fuerza, por así
decirlo, basada en el disimulo, la sorpresa, el cerco. Esta
estrategia existe también en ajedrez: para abrir líneas
y ganar tiempos para el ataque, se sacrifica un peón
o una pieza.
Existe, por fin, una estrategia psicológica, consistente
en retardar las operaciones hasta el momento preciso
para asestar el golpe definitivo. Está basada en la fuerza
latente de la amenaza. En ajedrez se encuentra el equi·
valente en el principio de Tarrasch: "La amenaza es más
fuerte que su ejecución." Se trata, en el fondo, de la
"espada de Damocles"
Aparte de estos temas generales, existen dos grandes
escuelas estratégicas: la escuela dinámica racional, ba
sada en la concentración de las fuerzas y cuya acción
va "del fuerte al fuerte". La decisión es obtenida en el
teatro principal. Es la de Napoleón en su awgeo, de
Moltke, de Foch. Prescribe evitar toda dispersión de
fuerzas. La escuela de las combinaciones, por el con
trario, obtiene la decisión por la dispersión de las fuer
zas adversarias, a fin de que la acción vaya del "fuerte
al débil". Escoge la linea de acción más imprevisible y
la decisión se obtiene en los teatros secundarios. Es la
Turenne del mariscal de Saxe, de Bonaparte en Italia.
249
Este método es el mejor cuando no se está seguro de ser
el más fuerte. El parentesco es el mismo que entre juga·
dores posicionales y tácticos.
El paralelismo continúa en algunos otros principios
estratégicos básicos:
A) Conocimiento del terreno y de los puntos estra·
tégicos importantes. La noción del terreno es simple e
inmutable en ajedrez: las cuatro casillas centrales del
tablero son el centro estratégico. La lucha por el centro,
su ocupación o su control son los temas comunes a todas
las aperturas.
B ) Desarrollo rápido de las fuerzas. Después del fae·
tor "espacio" viene el factor "tiempo". Es el tipo de
operaciones preferido por Napoleón: iniciativa que per·
mita pasar a la ofensiva e imponer la batalla tal como
se desea. En ajedrf!IZ la analogía es perfecta: la fase de
apertura es una movilización rápida que permite tomar
la iniciativa.
C) Concentración y economía de las fuerzas en la
maniobra. Stendhal escribía: "El arte militar consiste,
sobre todo, para un general en jefe, en hacer que sus
soldados se encuentren dos contra uno sobre el campo
de batalla." Este principio es aplicable al aj edrez cuan·
do se doblan las piezas sobre una línea, o en el final,
cuando se explota una mayoría para obtener un peón
pasado. Debe buscarse, asimismo, la economía de me
dios; la acción menos onerosa es la que persigue dos o
más objetivos al mismo tiempo. Napoleón decía: "El
gran arte de las batallas es cambiar durante la acción
su línea de operación." El jugador debe adoptar también
su plan a las situaciones nuevas.
D) Necesidad de un plan de ataque basado en el
conocimiento de los puntos fuertes y débiles, y en una
estimación de los medios necesarios para su ejecución.
De la misma manera, el jugador, para establecer su
plan, tiene en cuenta el equilibrio de fuerzas, la estruc
tura de peones, la ocupación de las líneas. Descubre la
casilla fuerte para instalar en ella un punto de apoyo
y evalúa los tiempos de avance y retroceso.
E) Fijación frontal del enemigo con una parte de los
medios y ataque en un flanco con el resto de las fuerzas.
Tarrasch ha enunciado un principio análogo: "Para em·
250
prender eficazmente un ataque lateral. hay que contar
con el control previo del centro."
F) Aprovechar la dispersión del enemigo o provo
carlo por medio de simulaciones o acciones .de disper·
sión. En ajedrez, los sacrificios de desviación alejan una
pieza de la defensa. Por ejemplo, en la partida Inmortal,
Anderssen-Dufresne, se presenta un doble sacrificio de
torre con objeto de alejar la dama y poder así dar mate.
G) Intervención de la masa de reserva para la de
cisión y la explotación del éxito. En ajedrez es a menudo
la torre de dama (TD) la pieza que juega este papel
H) En la defensa, saber aprovechar los errores del
adversario para contraatacar La defensa pasiva es fu
nesta. Este principio es perfectamente aplicable al aje·
drez. Conviene aliviar la . posición por medio de cam·
bios y reagrupar las fuerzas para pasar a una contra·
ofensiva.
Así, todos estos principios estratégicos extraídos del
estudio de la historia militar, se encuentran en las par·
tidas de ajedrez. Pero hay que decir que no se trata
más que de principios directores; no existen axiomas
ni recetas infalibles para ganar batallas o partidas. Se
dice que el arte de la guerra no existe en tanto que
"ciencia"; la historia de las batallas es una cadena de
hechos concretos que sirven de ejemplo, del mismo modo
que las partidas célebres son modelos a seguir por los
jugadores.
En el denominado "sentido de la posición" hay una
parte de intuición: existe una predisposición natural
para jugar al ajedrell, como hay un genio militar que
resulta difícil de analizar.
Queda, por fin, una parte de imprevisto que no es
negligencia: todo combate es una mezcla de arte y de
cambio, y no es posible eliminar completamente el azar.
Citemos otra vez a Napoleón: "Existen dos clases de
planes de campafia: los buenos y los malos ; los buenos
se malogran a menudo por circunstancias imprevistas
que hacen triunfar a veces a los malos."
Aquí, como siempre, un abismo separa la teoría de
la práctica, pero audaces fortuna iuvat.»
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Fuentes utilizadas para la redacción de este capítulo:
Nuevas ideas en ajedrez, Reti; Ensayo sobre el ajedrez
espacial, Dr. Maak; Ajedrez espacial, Ch. Beatty; El aje
drez mágico, T. R. Dawson; Les jeux d'échecs non orto
doxes, J. Boyer; Nouveaux jeux d'échecs non ortodoxes,
J. Boyer; Ajedrez brillante y anecdótico, l. Castaño. Las
revistas especiali-zadas: Tablero Guipuzcoano, Sphinx,
Caissa, Cahiers de l'Echiquier Frangais y Europe Echecs.
I N D I C E
PROLOGO G o o o D D '1
El ajedrez en la literatura • • 53
a) El tema en el Medievo . 53
b) En el Renacimiento y en el Barroco 55
e) En el siglo xvw e " o Q 59
4) En el siglo XIX • o o 60
e) En el siglo xx 64
f) El ajedrez y el teatro • 66
g) El ajedrez y la :1ovela policíaca 72
El ajedrez en la historia • 76
4. EL AJEDREZ Y EL ARTE • 81
Símbolo y arte . 81
El ajedrez en la pintura . 83
Ajedreces famosos por su valor artístico 8'1
El ajedrez en el cine . 89
El ajedrez y la publicidad 92
El ajedrez y la filatelia 95
AJEDREZ
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