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POR

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BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA

ATALA
y

GUATIMOC
(TRAG\;DIA$ \;N V\;R$O)

POR

jOSE FERNANDEZ MADRID

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SELECCION SAMPER ORTEGA DE

LITERATURA COLOMBIANA

PUBLICACIONES DEL

MINISTERIO DE EDUCACION NACIONAL

Editorial Minerva. S. A.
1936

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DON JOSE FERNANDEZ MADRID

EXTRACTO DE LA «BIOGRAFIA DE DON }OSE FERNANDEZ


MADRID", POR CARLOS MARTINEZ SILVA

En 1777 vino don Pedro Fernández Madrid


al Nuevo Reino de Granada en calidad de
sustituto o subdelegado general del regente
visitador Piñeres, y en desempeño de este en-
cargo se estableció en la ciudad de Cartagena,
donde contrajo a poco matrimonio con doña
Gabrie1a Fernández de Castro, hermana de
la esposa del general Narváez y viuda de un
señor Díaz Granados, de Santa Marta, de
donde también era ella natural.
Fruto de este matrimonio fue el personaje
de esta biografía, quien vio la luz en la ciu-
dad de Cartagena, el 19 de febrero de 1789.
A la muerte de don Pedro entró su viuda
en el goce de la pensión ordinaria de monte-
pío; y merced a este recurso y a otras dos
pensiones que le señalaron el rey y sus parien-
tes de Méjico, pudo proveer a la esmerada
educación de sus hijos don Felípe y don José,

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quien cruzó la beca del colegio mayor de Nues-


tra Señora del Rosario de Bogotá. en el año
de 1800, y tan pronto como se recibió de co-
legial empezó a distinguirse entre todos sus
condiscípulos, quienes hacían memoria de que
las primeras conclusiones de medicina que hu-
bo en el colegio fueron espontáneamente sos-
tenidas por él, mediante cuatro meses de es-
tudio privado, para que no quedase en aquel
año desairado el claustro cuya beca vestía.
Otros recordaban que, a pesar de su débil
constitución y corta edad, todo el que bajaba
muy de madrugada las escaleras veía en el
descanso de ellas, encorvado, al joven filósofo,
tiritando de frío bajo la trémula luz de la
lámpara expirante. Varios se hacían lenguas
ponderando la impresión causada por su pri-
mera composición poética, que fue una elegía
a una riña de ,gallos de los colegiales, mte-
rrumpida por la súbita aparición del vicerrec-
tor; y en fin, hablando de las dotes de su co-
razón, que eran tan dulces y vivas, como
brillantes y variadas las de su entendimiento,
todos convenían en que de los epítetos dados
por el patriarcal Joaquín Camacho a los alum-
nos selectos de ambos colegios que componían
la sociedad del buen gusto, ninguno fue tan
acertado como el que aplicó a don José, de-
nominándolo siempre el sensible Madrid.
Nuestro joven escolar dedicóse con ahinco
al estudio de los poetas españoles, que llega-

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,JOSEFERNANDEZMADRID-TEATRO 7

ron a serie familiares; y no contento con esto,


deseó ardientemente conocer las literaturas ex-
tranjeras, y logró adquirir una biblioteca bas-
tante completa de los mejores autores france-
ses, entre los cuales debieron de figurar los
enciclopedistas, muy en boga entonces, por
desgracia.
Terminados los cursos de humanidades, Ma-
drid se dedicó al estudio del derecho canónico,
en el que obtuvo el grado de doctor; pero,
llamándcile fuertemente la atención el estudio
de la medicina, cursó luégo en esta facultad,
,en la cual alcanzó también el doctorado.
Antes de cumplir veinte años recibió los
grados correspondientes en ambas facultades.
Su buen nombre se aumentó poco después con
su interesante Memoria sobre la naturaleza,
..causas y curación del coto, que corre publica-
da en el Semanario del Nuevo Reino de Gra-
nada.
Enrolado así Madrid en el escogido grupo
de los hombres que dirigían el movimiento
científico de la colonia, regresó a la edad de
veinte años, a Cartagena, su patria, donde se
dedicó al ejercicio de la medicina, llegando en
breve a adquirir gran reputación en el arte de
curar. Pronto se vio distraído en parte del
ejercicio de su profesión por el movimiento
revolucionario de 1810, en el cual cooperó con
el mayor entusiasmo y fervor, en unión de
.carda Toledo, Del Real, Torices y los demás

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próceres de la heroica Cartagena. En unión


del último fundó el periódico llamado El Ar-
¡!,OS, que luégo siguió redactando en Tunja y
Santafé, asociado al señor Castillo y Rada, y
que más tarde tornó a publicar en La Haba-
na con el mismo título.
El primer documento público en que se ve
figurar el nombre de Madrid es una represen-
tación en que el general Nariño lo compren-
día entre ocho o diez fiadores que presentaba
para obtener su excarcelación; y el primer
empleo de importancia que, según parece,
ejerció, fue el de síndico o procurador general
de la provincia. Oesempeñándolo y ocupando
con tal carácter un asiento en la junta supre-
ma de Cartagena, recibió de ella el peligroso
encargo de contener el regimiento denominado
El Fijo. que. amotinado, pretendió el 4 de fe-
brero de 1811 desconocer y destruir el nuevo
orden de cosas.
Madrid, que había sido nombrado represen-
tante del pueblo a la convención general de
la provincia de Cartagena, recibió poco des-
pués, de este mismo cuerpo, el encargo de re-
presentar la provincia en el Congreso de]a
Unión. Corridos pocos días de la instalación del
congreso, se le ve ya desempeñando papel pro-
minente en aquel cuerpo a principios del año
de 1813. Dirimir las disensiones fue su prin-
cipal y constante ocupación en los años 1812,
1813 y 1814. Es, pues, natural, que en él se

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JOSE FERNANDEZMADRID-TEATRO 9

fijara el congreso cuando hubo de nombrar el


comisionado que debía entenderse con el de
Cundinamarca para ver de arreglar la federa-
ción de una manera que la hiciese fuerte y
respetable. Los dos negociadores suscribieron
ron el pacto de 11 de agosto de· 1814, que así
como fue el último, fue también el más im-
portante de los que se celebraron en el curso
de aquellas patrióticas negociaciones.
Malogrado este plan de arreglo, porque el
presidente de Cundinamarca, don Manuel Al-
varez evadió su ratificación, Madrid remitió
a la consideración del congreso las mismas ba-
ses en forma de proyecto de ley, las cuales
fueron aceptadas con muy pocas variaciones
por decreto de 23 de septiembre de 1814. Los
señores García Rovira, Rodríguez Torices y
J osé Manuel Restrepo fueron elegidos para
componer la comisión gubernativa creada por
dicho decreto; mas como todos ellos estaban
ausentes, se hizo elección de sustitutos, y Ma-
drid fue uno de los tres individuos en quie-
nes se depositó provisionalmente el ejercicio
del supremo poder ejecutivo.
Nariño prisionero en el sur y sus fuerzas
derrotadas , Venezuela completamente perdida
y Solí var prófugo: tal era la situación públi-
ca cuando estalló la segunda guerra civii entre
los gobiernos de la Unión y de Cundinamarca.
Aquél hizo venir a Tunja una columna de 800
hombres, restos de la expedición de Bolívar sobre

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Venezuela en 1813, y a esta división se unió en


Pamplona el mismo Bolívar, quien se había
puesto en marcha desde Cartagena, a vindicarse
ante el congreso de las calumnias propaladas
contra él por el general Manuel Castillo.
A pesar de sus reveses, Bolívar fue recibido
por el gobierno de la Unión como un triunfa-
dor; se le confirió el ascenso inmediato y se
le nombró jefe del ejército destinado a obrar
sobre Santafé. Quien tomó más empeño en le-
vantar en aquellas desfavorables circunstancias
el prestigio del futuro libertador de Colombia
fue el señor Madrid, 10 cual es una prueba ine-
quívoca de su penetración política. Bolívar re-
conoció y agradeció siempre la patriótica deci-
sión de Madrid, y ambos fueron fieles hasta
el sepulcro, a que en un mismo año descen-
dieron, a la amistad que entonces se inspi-
raron.
En los ratos de ocio que le dej aba la diplo-
macia durante la dilatada misión de paz que
había desempeñado en Santafé en 1813, cono-
ció Madrid a la que en julio de 1815 había
de ser su esposa, doña Francisca Domínguez,
dama de excepcionales prendas y una de las
más cultas y espirituales que ha conocido la
sociedad bogotana.
En el año últimamente citado, juzgó el con-
greso que el único modo de comunicarle vita-
lidad y energía a la causa agonizante de la
república era suprimir el triunvirato ejecutivo.

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Llevóse a cabo esta reforma sin resistencia,


y don Camilo Torres fue nombrado presiden-
te de las Provincias Unidas, por un término
de seis meses. En pos del cambio en la forma
del gobierno, vinieron la ocupación de Carta-
gena por Morilla, la derrota de Mantilla en
Cúcuta y la de García Rovira en Cachirí. Em-
pezaban a oírse los dobles fúnebres que anun-
ciaban la próxima muerte de la república.
Agobiado por tamaños reveses, don Camilo
Torres renunció la presidencia, y el congreso
nombró en su lugar a don José Fernández
Madrid, e! 14 de mayo de 1816, con las mis-
mas facultades extraordinarias concedidas a
don Camilo Torres.
Resignándose, pues, como e! médico a quien
se llama a la cabecera de un moribundo, cuyo
estado desesperado reconoce y pone de mani-
fiesto a los parientes y allegados, entró Ma-
drid en e! ejercicio de la presidencia; y apenas
posesionado de ella, el congreso, de propio
acuerdo, le ordenó abrir negociaciones con
los jefes españoles y entregarles el país. tra-
tando de recabar las condiciones más favora-
bles para los pueblos. La única fuerza media-
namente organizada con que contaba el gobierno
estan;:! ¡::¡c~mt()m'lrl;:¡
en el puente ReRI rle Vp.lel',
a las órdenes del general Manuel Serviez y
de! coronel Francisco de Paula Santander.
Aquella fuerza, restos de la derrota en Cachi-
Tí, se componía de unos 600 infantes y de

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otros tantos jinetes, mal armados y peor dis-


ciplinados.
Cuando las avanzadas realistas avecinaban
al Puente Real, la división de Serviez se re-
plegó sobre Chiquinquirá. En esas circunstan-
cias salió de Bogotá el presidente Madrid, con
ánimo de ponerse al frente de las tropas re-
publicanas; pero no pasó de Zipaquirá, sin
duda porque supo allí la retirada del ejército
y porque juzgó que haría más manteniendo el
orden en la capital y preparando recursos a
la gente que venía del norte.
Cuando la división republicana retrocedía
sobre Chiquinquirá, el encargado de llevar los
pliegos a Morillo y Calzada para instaríes a
entrar en negociaciones, se encontró con Ser-
viez, y segG.n las instrucciones que llevaba,
comunicó a este jefe el objeto de su misión.
Serviez no dejó seguir al comisionado, ni dar
curso a los pliegos, que conservó en su poder;
y habiendo I'v:ladrid dado cuenta al congreso
del resultado frustráneo de aquella misión,
enviada en cumplimiento de! decreto del mis-
mo congreso, este cuerpo tomó de nuevo el
asunto en consideración, y después de largo
debate, acordó que «el poder ejecutivo llevara
a efecto la providencia de abrir negociaciones
con el enemigo, imponiéndole responsabilidad
si no la cumplía.»
Recibido este acuerdo por el presidente, pro-
cedió a preparar nuevos oficios para Morilla;

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JOSE FERNANDEZMADRID- TEATRO 13

pero esos segundos pliegos, que no fueron re-


mitidos sino después de la conferencia de l. o
de mayo en Chía, tampoco llegaron por enton-
ces a manos de Morilla, porque fueron inter-
ceptados por las avanzadas del ejército de
Serviez cerca de Zipaquirá.
Asunto de diferencias entre el presidente Ma-
drid y el general Serviez fue la de la vía que
debería escogerse para emprender la retirada,
convencidos como estaban todos de la impo-
sibidad de una resistencia seria.
El cabildo de Santafé, que tanto se había
interesado con el presidente Madrid para que
entablase negociaciones de paz con los jefes
españoles, volvió a insistir con mayor encare-
cimiento y envió a Funza, donde estaba Madrid,
una comisión a suplicarIe al presidente que
regresara con sus tropas a Santafé y propu-
siera al jefe expedicionario una capitulación
para la entrega de la ciudad. Madrid se rehu-
só en absoluto a dar este paso y se limitó,
venciendo «una mortal repugnancia», a comi-
sionar a los señores J osé Domingo Duquesne,
) orge T adeo Lozano e Ignacio Herrera para
que salieran al encuentro del jefe español, lle-
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vieran garantías en favor de los consternados


habitantes.
Dado este último paso, emprendió Madrid
la marcha para Popayán el 3 de mayo de
1816. Acompañáronle el batallón Socorro y su

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guardia de honor, y siguieron sus pasos algu-


nos de los patriotas comprometidos. Después
de la derrota sufrida por los republicanos en
la Cuchilla del Tambo, Madrid convocó a la
comisión legislativa permanente, creada por
decreto del congreso, de 1.o de abril; y des-
pués de exhortarln a que prolongará algún
tiempo más la defensa, reiteró ante dicha co-
misión la renuncia de la presidencia, que ya
había hecho en la villa de La Mesa y que
renovó desde su llegada a Popayán, fundán-
dose en la necesidad y conveniencia que todos
sentían de que se depositase en un jefe militar
la suma del poder público. Don J osé María Sa-
lazar, secretario de la comisión, escribió a Ma-
drid: «La comisión del soberano congreso ha
admitido la renuncia que vuestra excelencia
ha hecho repetidas veceS del empleo de presi-
dente de las Provincias Unidas, como lo verá
vuestra excelencia por el decreto original que
le acompaño.»
Eximido Madrid del gravamen de la presi-
dencia, y habiendo sabido por Caldas y otros
emigrados que no era posible escapar por el
puerto de Buenaventura, por estar aquel lito-
ral invadido por las tropas de Bayer, no que-
daba otra esperanza de escapar a los españo-
les que la muy débil que ofrecía al entonces
intransitado paso por la fragosa montaña de
Barragán. El objeto de los desgraciados fugi-
tivos era trasmontar la cordillera y buscar en

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JOSEFERNANDEZ
MADRID-TEATRO 15

la provincia de Neiva una puerta de salva-


ción. El grupo nizo su entrada en el Chapa-
rral, que acababa de ser ocupado por un des-
tacamento de realistas, y sabedores de todo
esto a la mañana siguiente los refugiados, en·
contráronse con el comandante del destaca-
mento realista, quien les dio tales seguridades
de protección, que irreflexivamente se dirigie-
ron con él a la iglesia, y así quedaron todos
prisioneros. Madrid, su hermano y su esposa
fueron llevados a PurifIcación, y con un sar-
gento borrachón y cuatro soldados llegaron al
cabo los presos a Santafé, a mediados de agos-
to de 1816, y fueron inmediatamente presen-
tados a Morillo. En aquellos salones, donde
pocos meses antes daba audiencia Madrid,
tuvo que esperar en pie y sombrero en mano
el fallo del Pacificador. «Dentro de tercero
día-dijo éste al fin-marchará usted a la cor-
te. Vaya usted a aprender lealtad de sus pa-
rientes}).
De Santafé salieron Madrid, su esposa y su
hermano bajo partida de registro, es decir, en
calidad de presos, sujetos a la vigilancia de
un oficial español, el capitán Antonio Van
Allen, que se condujo bastante bien con los
presos que llevaba. En Cartagena, por ejem-
plo, donde Madrid y su hermano fueron re-
ducidos a prisión en el castillo de San Felipe,
Van AIlen se ofreció o salir garante por ellos,
aunque inútilmente, a fin de que se les permi-

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tiese habitar en casa de la madre y hermanas


de Madrid, antes de embarcarse para la Ha-
bana, conforme a las órdenes superiores.
Es de suponerse que algo contribuiría a la
buena acogida que Madrid tuvo en 1a Haba-
na, no sólo su dulce carácter, benéfica pro-
fesión y suaves e insinuantes maneras, sino
también su notable talento poético, en tiempo
en que las bellas letras eran muy poco culti-
vadas en estos países. El hecho es que sus
versos tuvieron allí general aceptación, que
no había fiesta íntima a que concurriese en
que no se le pidiese alguna improvisación.
Hasta la sencilla y candorosa Atala despertó
entusiasmo en aquella muelle sociedad. Pen-
sando siempre en la patria, solicitando conti-
nuamente noticias de ella, sus relaciones más
estrechas eran con los ernigrados del conti-
nente.
Por este tiempo, o sea poco después de ha-
ber tenido su primera hija ela traviesa Pepé»
de La Bañadera, que vino a acompañar al
«juicioso Pedrito» de la misma letrilla, Ma-
drid sufrió un fuerte ataque pulmonar, y hu-
bo de buscar alivio a su dolencia en el cam-
po, donde pasó una temporada con su familia.
Eligió para este efecto el pueblo del Bejucal,
que tenía para él la recomendación especial
de estar inmediato al ingenio de azúcar de
don Miguel de Peñalver, con quien habra con-
traído íntima amistad y a cuya memoria está

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,JOSEFERNANDEZMADRID-TEATRO 17

consagrada la elegía inserta en las Poesías de


Madrid.
Pero entre las amistades que cultivó Madrid
en la Habana, ninguna fue tan íntima y tan
estrecha como la que le ligó al célebre argen-
tino don Antonio Miralla. Miralla y Madrid,
víctimas de una suerte comÚn, cultivadores
de la poesía y dados ambos al estudio de la
medicina no podían menos de entenderse,
,completarse y venir a tratarse como dos her-
manos.
En 1821 fundaron ambos en la misma Ha-
bana el periódico titulado «El Argos», para in-'
fluir en la política del continente, y en espe-
cial en la de los habitantes de Méjico, en
donde acababa de dar Iturbide el grito de re-
belión.
T al fue la vida que pasó Madrid en La
Habana durante los nueve años de su destie-
rro, dividida entre el ejercicio de su profesión,
el cultivo de las letras, sus trabajos científi-
cos y sus empresas patrióticas. En el año de
1825 pudo realizar su ardiente deseo de re-
gresar a la patria, donde le esperaban mayores
y más crueles amarguras que las que había
experimentado en el destierro.
El primer papel pÚblico en que se formula-
ron cargos precisos contra Fernández Madrid
por su conducta como presidente de las Pro-
vincias Unidas, es un folleto suscrito por los
·señores Ignacio Herrera y José Ignacio de

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Sanmiguel, publicado en Bogotá, en 1823, ba-


jo el título de Verdadera vindicación de la ciu·
dad de Bogotá y su cabildo en las personas del
procurador general y padre de menores en el
año de 1816. A la Vindicación contestó don
Juan N. Azuero con otro folleto r.o menos
acre y destemplado. Apenas se supo en Bogo-
tá el próximo regreso de Madrid a Cartagena.
cuando El Noticiozote, que redactaba el doctor
José Félix Merizalde, dio de ello noticia, en
tono zumbón y reticente. Contestó a aquel
suelto El Constitucional, redactado por los se-
ñores Francisco Miranda y José Antonio Mi-
ralla, el conocido poeta argentino, muy amigo
de N1adrid desde La Habana. Con el título de
La venida del doctor José Fernández Madrid
apareció luégo una hoja volante, que repro-
ducía el 2rtículo de El Constitucional. La pu-
blicación saiió anónima, pero sabemos fue obra
del doctor Rufino Cuervo. A las agrias notas
de que se acaba de hablar replicó don Nico-
lás Manuel T anca, quien, por haber vivido
con Madrid en La Habsna, conocía a fondo
su acendrado patriotismo
La primera publicación que hizo Madrid en
su defensa lleva por título Al público. Se dio
a luz en Bogotá, y tiene fecha 24 de julio de
1825. Los cargos son los mismos de que Ma-
drid trata con mayor detenimiento en su Ex·
posición, folleto que debió de circular a fines
de agosto del mismo año y que produjo en la

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JOSE FERNANDEZMADRID-TEATRO 19

opinión pública un efecto por extremo satis-


factorio para Madrid. En el nÚmero 6 de La
IV! iscelánea el autor de la Venida, o sea don
Rufino Cuervo, reconoció sus errores de apre-
ciación respecto de la conducta de l\1adrid;
y el general Santander, en cartas fechadas en
agosto y octubre de 1825, se declaró satisfe-
cho del modo como aquél se había vindicado.
Dos años más tarde, estando Madrid en Lon-
dres en desempeño de la legación de Colom-
bia, se publicó en París la primera edición de la
Historia de Restrepo, en la cual reaparecen en
forma más solemne y precisa los mismos car-
gos contra Madrid que ya tenía desvanecidos
y confutados desde 1825. Madrid tuvo, pues,
que defenderse, y lo hizo en la Breve contesta-
ción en qtte el doctor}. F. Madrid satisface con
documentos los cargos que le ha hecho el señor
Restrepo en su «Historia de Colombia», Lon-
dres, 1827.
El 25 de marzo de 1826 recibió el señor
Fernández Madrid una nota del secretario de
estado en el despacho de relaciones exteriores,
en la que le comunicaba el nombramiento de
agente confidencial de la república de Colom-
bia en Francia, hecho por el vicepresictp.nte
Santander, con aprobación del senado. Madrid
aceptó tan honroso encargo, como una públi-
ca satisfacción que se le daba por los ata-
ques de que había sido víctima; y algunos
días después se puso en marcha para Europa.

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La vida que llevó Madrid durante los ocho


meses de su permanencia en París, parece más
bien la de un desterrado que la de un diplo-
mático. La misión diplomática en Francia era
sumamente delicada, en atención a lo íntimo
de las relaciones que existían por aquel en-
tonces entre el gobierno de la restauración y
el gabinete de Madrid. La nota de 27 de di-
ciembre de 1826, es la última que hallamos
referente a la misión del señor Fernández
Madrid en París, lo que induce a creer que
con ella se cierra su correspondencia diplomá-
tica con el gabinete francés.
El nombramiento hecho en Madrid por el
gobierno de Colombia para enviado extraordi-
nario y ministro plenipotenciario de la repú-
blica en Londres, se le comunicó en oficio de
5 de diciembre de 1826, el cual recibió a rne-
diados de abril de 1827. Púsose al punto en
marcha, y llegó a Londres el 30 del mismo
mes. Desempeñaba entonces la legación co-
lombiana el célebre don Andrés Bello, con el
carácter de encargado de negocios, como se-
cretario que había sido del ministro Hurtado.
Bello continuó en el mismo puesto en la le-
gación de F ernández Madrid, 10 cual fue par-
te a que éste trabase estrechas relaciones de
amistad con el ilustre caraqueño.
Durante su permanencia en Londres, y aun-
que la situación de Colombia no era propia a
inspirar confianza, el señor Madrid preparó el

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JOSE FERNANDEZMADRID-TEATRO 21

terreno para el reconocimiento que poco des-


pués hicieron de la independencia de Colombia,
Francia y otras potencias, y concluyó el tra-
tado de amistad, navegación y comercio entre
Colombia y los países bajos, firmado en Lon-
dres el 1.0 de mayo de 1829.
Carecemos de pormenores sobre los últimos
días de la vida de Madrid; pero los pocos do-
cumentos que ter-lemos a la vista hacen creer
que el desenlace de la crisis fin81 fue bastan-
te rápido, como sucede de ordinario a las víc-
timas de la enfermedad que lo llevó al se-
pulcro. Falleció en Barnes, pueblecito que
queda a pocas millas de Londres, e128 de ju-
nio de 1830.
** :1<

Digamos ahora algo sobre el poeta y publi-


cista.
En El Semanario de Caldas (1812) publicó
Madrid su primera composición poética, que
fue la oda A la noche, recibida con extraordi-
nario entusiasmo, como que anunciaba el ad-
venimiento de una nueva escuela literaria en
nuestra tierra. En El Argos, que publicó des-
pués en Nueva Granada, aparecieron algunas
otras poesías En junio de 1820 restableció
este periódico en La Habana, y en él publicó
varias composiciones poéticas, entre ellas Las
Rosas, su oda A la restauraciÓn de la constitu-
ción española, celebrada por don Andrés Bello

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y reproducida con algunas otras en La Amé-


rica poética de Valparaíso En 1822 publicó la
Atala, tragedia en tres actos, en verso (Im-
prenta Fraternal). En el mismo año se publi-
có en la propia Imprenta Fraternal de los
Díaz de Castro un tomo de versos titulado Poe-
sías del ciudadano doctor José Fernández Ma-
drid. Después tradujo Los tres reinos de la
naturaleza, de Delille. En Londres publicó, en
1828, segunda y completa edición de sus poe-
sías, sobre las que se lee un juicio crítico en
el número 3. o de la Revista Bimestre Cubana,
correspondiente a septiembre ';/ octubre de
1831. En dicha edición incluvÓ su drama Ata-
la, impreso en La Habana Y reimpreso con el
Guatimoc o Guatimocín en París, en 1827.
Lo" escritos de Madrid en prosa son: Memo-
ria sobre la naturaieza, caus~s Y wración del
coto, publicada en la continuación del Sema-
nario del Nuevo Reino de Granada (1810); sus
artículos políticos en El Argos, entre los cua-
les llaman especialmente la atención las Car-
tas de Motavita, firmadas EmPédocles, en las
cuales combatió las ideas federalistas y abogó
por la organización de un gobierno que diese
fuerza y unidad a la república; Memoria so-
bre la disentería, publicada en 1817 en las
memorias de la sociedad patriótica de La Ha-
bana, y otra sobre el vómito prieto; un folleto
sobre El comercio, cultivo y elaboración del ta-
baco en la isla de Cuba, y finalmente otra

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JOSE FERNANDEZ MADRID-TEATRO 23

memoria muy notable sobre el In/lujo de los


climas cálidos en la estación del calor (1824),
la cual fue premiada por dicha Sociedad Pa-
triótica con la patente de socio de mérito.
Debe de ser este trabajo obra bastante nota-
ble en su aspecto científico, pues la hallamos
reimpresa en La Habana en época muy pos-
terior (1840). La memoria de Madrid sobre la
fiebre amarilla o vómito prieto, fue traducida
al francés, con notas por el doctor Landa, an-
tiguo profesor de la academia de Ginebra, y
sobre ella dio un informe altamente honorífi-
co al círculo médico de París, en 1822, el
doctor Peyre, exmédico en jefe del ejército y
de la colonia de Santo Domingo. Finalmente,
la Exposición de José Fernández Madrid a sus
compatriotas sobre su conducta política, de 14
de marzo de 1816. Bogotá 1825; Breve contes-
tación en que el doctor José Fernández Madrid
satisface con documentos a los cargos que le ha he-
cho el señor Restrepc en su Historia de Colombia.
Londres. Imprenta española de M. Calero. 1827.
Las obras de Madrid en verso y prosa se reim-
primieron en Bogotá por cuenta de la goberna-
ción del departamento de Bolívar, la cual quiso
contribuir de este modo a la celebración del cen-
tenario del natalicio de Madrid, que tuvo lugar
en la ciudad de Cartagena, y en la que tomó
parte el gobierno nacional, el del departamen-
to y el pueblo de aquella ilu~tre ciudad, que
se honra en ser la patria de tan esclarecido

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ciudadano. Al reimprimirse las poesías se hicie-


ron algunas correcciones métricas de faltas que
pasaron inadvertidas en la edición de Londres.
En todos los escritos de Madrid en prosa se
advierte extrema facilidad, dicción elegante y
sencilla y un conocimiento de la lengua raro
en la época en que Madrid escribió, aun en
personas justamente reputadas de doctas. Es-
tos escritos se leen hoy sin que se note la épo-
ca de su publicación; y es el mejor elogio que
de ellos puede hacerse.
Las poesías líricas y las dramáticas de Ma-
drid fueron, cuando por primera vez vieron
la luz pública, muy aplaudidas; varias veces
se las reimprimió y se las coleccionó; y era
común que los jóvenes aficionados a la poesía
las supiesen de memoria, las recitasen en las
funciones patrióticas, y que damas y galanes
cantasen muchas de ellas al son de la guita-
rra. Sus tragedias se representaron varias ve-
ces en teatros de La Habana y de Bogotá y
en muchos de los improvisados en las princi-
pales ciudades de la república, en épocas de
fiestas, así como en reuniones domésticas, for-
mando siempre el encanto de nuestros abue-
los. En la tragedia Guatimoc se encuentra
plan bien concertado, escenas verdaderamente
trágicas, caracteres bastante sostenidos y ver-
sos de alta y noble inspiración.

CARLOS MARTINEZ SILVA

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ATA LA
TRAGEDIA EN TRES ACTOS Y EN VERSO

por
)OSE FERNANDE: MADRID

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PERSONAJES:

ATALA, CHACTAS, OBRI, Indios.

ACTO PR IMERO
ESCENA PRIMERA
ATALA, CHACTAS

(Se escuchan truenos a lo lejos. Atala y Chac-


tas aparecen sentados bajo un árbol: Chactaa 8e
aparta observando el cielo y reconociendo el estado
del tiempo.)

ATALA

¡Qué hice! ¡Piedad, mi Dios! ya está en mi pecho


el veneno mortal. ¡Oh Dios benigno! ..
CHACTAS

Tranquilízate, Atala, y nada temas;


pasó la tempestad, cesó el peligro.

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ATALA

Sí, ya pasó la tempestad ... no teme


el riesgo de otra nueva el pecho mío:
el remedio discurre por mis venas.
CHACTAS

(¡Cuánto celebro su feliz prestigio!)


(Aparte)
Ese alimento, Atala, que has tomado,
es sin duda de vida, es tu Dios mismo.
ATALA

No, Chactas, es de muerte.


CHACT AS
¿ Qué me dices?
ATALA

Que no sé ni qué pienso, ni qué digo:


que me persigue suerte deplorable;
que soy muy infeliz, mi tierno amigo.
CHACTAS

Sin duda, y por mi causa: arrepentida


estás de haber tomado ese partido,
te afligen los horrores del desierto,
lloras a un padre, sientes tu destino.
Volvámonos al campo de los tuyos,

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JOSE FERNANDEZ J\1ADRID- TEATRO 29

y entrégales, Atala, su cautivo,


que sea yo quemado ante tus ojos;
mírame arder, y niégame un suspiro.

ATALA

Cuánto me cuestas, ¡ay!


CHACTAS

Oí, ¿por qué causa,


cruel, me libertaste del suplicio,
término de una vida miserable
llena siempre de angustias y martirios?
¡Excité tu piedad yo por ventura?
¿Exhalar me escuchaste algún gemido?
¿Me viste suplicante? ¿cuándo un natche,
v sobre todo de Utalisi el hiio
al ruego se abatió, ni los furores
aplacar pretendió de su enemigo?
Prisionero caí del Muscogulgo,
y al momento me di por fenecido:
los himnos entoné de la partida,
y mi canción de muerte al punto mismo.
Tu padre Simagán no vio en mi frente
palidez triste de temor indigno,
ni mis ojos bajáronse a la tierra,
ni se debló mi cuello siemnre enmido.
¿ Por qué con el silencio d~ la noche
te acercaste benigna a mi retiro
a decirme palabras de consuelo,
hi ia de Simagán? Cuando a mi oído

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30 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA

llegó tu dulce voz, tierna, calmante,


y cuando vi tu rostro compasivo
bajo del blanco velo que traías,
te tuve por espíritu divino;
cLa virgen de los últimos amores»
me pareciste, te adoré sumiso,
y desde entonces ¡ay! entre mi pecho
el fuego del amor ardió encendido.
¿ Por qué desanudaste mis prisiones,
si no me amabas 7

ATALA

¿ y por qué motivo


no te salvaste sol01
CHACTAS

¡Ay! he jurado
o morir, o VIVIr siempre contigo.
j Ingrata! ¿me preguntas por qué causa
no te dejé en tu patria? Sí, el camino
conozco que nos trajo; volverémos
tú a gozar de ella, y yo a morir hoy mismo.
A TALA

Yo moriré primero, caro Chactas,


y moriré por ti ... ¿pero un sonido
no escuchas que se acerca hacia nosotros?

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JOSE FERNANDEZMADRID-TEATRO 3t

ESCENA 11
ATALA, CHACTAS, OBRI

OBR!

(saliendo de la gruta)

De la mañana ya el albor propicio


a disipar empieza las tinieblas.
Si debo darle crédito al instinto
de ese animal, amigo de los hombres,
vaga sin duda errante en estos sitios,
extraviado esta noche borrascosa,
o tal vez de las fieras perseguido,
algún hombre infeliz; sea cristiano,
idólatra, europeo, o bien un indio;
si es un hombre, es mi hermano, y esto basta;
aquí alimento encontrará y abrigo.
ATALA

¿ Oyes? su caridad, su moral pura


pueden ser solamente de un ministro
del Dios a quien adoro.
OBR!

Ya los oigo:
¿ Dónde estáis?
ATALA Y CHACTAS

Aquí estamos.

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32 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA

OBRI

¡Bendecido
sea el padre común de los humanos!
¡Qué jóvenes son ambos! Hijos míos,
venid a descansar· ¡con cuánto g' lsto
os ofrezco la gruta en que resido!
De aquí no lejos un rebaño corto
de hermanos vuéstros hay, que yo dirijo;
soy francés, y del Dios de los cristianos
humilde sacerdote: conducirlos
a la felicidad por el sendero
de la paz y virtud, este es mi oficio.
Mas vosotros, decidme: ¿ qué accidente,
qué desgracia al desierto os ha traído?
¿Dónde vais? ¿vuestro nombre? ¿ vuestra patria?

ATALA

Este es el hijo de Utalisi digno,


es natche de nación, su nombre Chactas;
aunque joven, guerrero distinguido;
entre los españoles sus aliados
trece lunas vivió; pero al nativo
suelo quiso tomar, y prisionero
en el tránsito ha sido de los míos.
Preparábase el lecho de la muerte,
ardía de su hoguera el fuego activo,
y entre fiestas horribles se acercaba
el momento fatal del sacrificio.
Yo temblé, conmovióse toda mi alma
de amor y de piedad al punto mismo;

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JOSE FERNANDEZ MADRID-TEATRO 33

le hablé, creció el incendio de mi pecho;


desanudé sus lazos .. , y él no quiso
salvarse sin Atala; este es mi nombre.
El guerrero impertérrito y altivo,
del pueblo Muscogulgo jefe ilustre,
Simagan, es' mi padre, aunque adoptivo.
El verdadero es L6pez ... yo infelice
nunca lavé sus pies, nunca le he visto:
vive en San Agustín.
OBR!
¿ Su patria?
ATA LA
España.
OBR!

El es, sin duda él es, López mi amigo,


CHACTAS

j Atala, Atala! hermana, ese es mi padre.


Consuelo de este mundo, del antiguo
la gloria, la excepción. ¿ Cómo no muero
de ternura, de amor y regocijo?
¡Cuánto le debo a López!
ATALA
¿ Será cierto '!
Sacerdote. perdona ... ¿ yo deliro?
¿ Estoy fuera de mí? .. ¿ no es esto un sueño?.
Chactas, hijo de López. '. ¡madre' mía~
Soy fiel ... no salgas de tu lecho frío:

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de la corona virginal ceñida,


para buscarte a tu sepulcro sigo...
CHACTAS

¿ Qué has dicho de sepulcro?


OBRI
Los cuidados
y el terror su raz6n han confundido:
sufre una fiebre ardiente, y necesita
descanso ...
ATALA

El de la muerte necesito.>
OBR!

Condúcela a la gruta.
ATALA

¡Sí, a la tumba!
¡Adi6s, Chactas!
CHACTAS
¿ Qué dices7'
(La introduce en la gruta)

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JOSEFERNANDEZ
MADRID-TEATRO 3~

ESCENA 111
OBRI
(solo)
Dios benigno
vuélve a estos corazones inocentes
el reposo y sosiego que han perdido.
De tus bondades instrumento débil,
a mí nada me deben si los sirvo.
Todos ellos te adoran a su modo,
y todos igualmente son tus hijos.
¡Feliz, si hacer amable tu ley santa,
más feliz si enseñársela consigo!
¡Protégelos, oh Dios!

ESCENA IV
OBRI, CHACTAS

OBRI

¿ Ya duerme Atala '1


CHACTAS

Apenas en el lecho hubo caído,


cuando cerró los ojos; ya reposa.
OBRI

¡Ojalá que disfrute del tranquilo


sueño de la virtud y la inocencia!

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CHACTAS

Ella, señor, merece tu cariño;


es cristiana ...
OBRI

¿ y tú lo eres?
CHACTAS
A los dioses
de mis padres soy fiel.
OBRI
Nunca limito
mi amor y caridad a los cristianos.
¿Tan mal Chactas conoce el cristianismo,
y ha morado con López trece lunas?

CHACTAS

Conozco dos cristianos compasivos;


eres el uno tú, López el otro,
y los demás son monstruos que abomino.
Si alguna vez parece que nos tratan
como aliados, sólo es por dividimos
y sojuzgamos unos tras los otros
por los medios más bárbaros e inicuos:
Tal es su objeto siempre. Entre cristianos,
de sus falsos halagos seducidos,
largo tiempo habité: bajo mis flechas
ha mordido la tierra su enemigo
el bravo Muscogulgo muchas veces;
mas el velo por fin se ha descorrido.

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JOSE FERNANDEZMADRID-TEATRO 37

He visto a estos ingratos extranjeros


encarnizarse con furor impío
sobre indígenas míseros, que fueran
poco antes empleados en su auxilio.
No lo serán los natches; que yo vuelvo
sólo para advertirles del peligro,
y hacerles conocer de los cristianos
las traiciones y pérfidos designios.
Perdóna, si te ofendo, sacerdote;
aunque con los cristianos he vivido,
hipócrita no soy, y las costumbres,
y la noble franqueza de los indios
conservo inalterables en mi pecho.
OBRI

IOh ingratitud! ¡Oh engaños inauditos!


¡Europeos 1 temblad de la venganza,
I temblad 1 no tardará vuestro castigo.
(Aparte)
Mas la divina religión no culpes;
culpa sí a las pasiones y a los vicios,
a la infame codicia y al orgullo,
al sacrílego y ciego fanatismo.'
La religión de López y de Atala,
¿piensas que puede autorizar delitos?
CHACTAS

Todo en Atala es puro, es adorable;


yo para ella y por ella sólo vivo;
es mi felicidao, es mi delicia,

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38 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA

y tiene un absoluto poderío


sobre mi corazón y sobre mi alma;
pero ella en estos climas ha nacido,
y su cuna en las ramas de los bosques
fue mecida de espíritus benignos.
I Oh I si la hubieras visto en el desierto,
en medio del ardor de mis sentidos,
esquivar mis abrazos amorosos,
y exhalando tiernísimos suspiros
postrarse de rodillas, levantando
sus ojos con el llanto humedecidos,
tuviérasla sin duda por el ángel
que envía vuestro Dios al peregrino,
y temieras, cual yo. que para el cielo
ya se iba a despedir.
OBR!

Jamás contigo
querrá, ni podrá unirse, si no adoptas
su misma religión, que prohibido
le está unirse a un idólatra.
CHACT AS

¡Detente!
¿Tiranizar pretendes su albedrío?
¿ No es libre? ¿y de su mano?. ¡Pobre Atala I
Conozco de tus ansias el motivo;
perdóname mis quejas injuriosas ...
I Ay! no puede ser mía.

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.JOSE FERNANDEZ MADRID-TEATRO 39

OBRI
Ven conmigo,
está mi pueblo cerca, y la traeremos
cuanto ella ha menester para su alivio.
Tú hallarás el consuelo de tus penas;
no desesperes, fíate en tu amigo:
ven a tratar un pueblo de cristianos
~ulces, hospitalarios y sencillos.

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ACTO SE.GUNDO

ESCENA 1

ATALA

(saliendo de la gruta)

No fue mi último sueño; nuevamente


abre los ojos, miserable Atala,
para ver estos campos silenciosos,
esta naturaleza solitaria:
Sí, vuélve de las sombras de la muerte
a ver el sol hermoso de tu patria,
a dar tu último a-Jiós a tus amigos ...
1Qué! me abandonas, mi querido Chactas f
Vén, dulce compañero, en mi socorro:
¿Me dejarás, ingrato, abandonada?
No he muerto todavía; lentamente
el veneno devora mis entrañas.
Pero ¡ay triste 1 su acción es infalible:
no hay antídoto alguno, que albergada
entre mi corazón está la muerte ...
1Adiós, oh Simagán! ah 1 no merece
una lágrima tuya tu hija ingrata.

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JOSE FERNANDEZMADRID-TEATRO 41

Aunque padre adoptivo solamente,


como padre tiernísimo me amabas.
La culpa es de mi madre: la indiscreta
de mis faltas y muerte es sola causa.
¿Por qué osó· pronunciar el voto horrible,
y por qué hizo promesas tan contrarias
a mi felicidad?. ¿ Con qué derecho?.
¿Superior, por ventura, me juzgaba
a la naturaleza? Sí, lo he sido:
Puro mi cuerpo puede ante las aras
de Dios, ser ofrecido en sacrificio:
¡tan pura así consérvase mi a~maI
¿Al coro de las vírgenes yo debo
pertenecer, cuando ardo entre las llamas
del más furioso amor? ¿no habré cumplido
tus juramentos, madre temeraria 1
cuanto puedo soy fiel a tus promesas:
la vida perderé por observarlas:
la perderé muy pronto ... él es, ya viene,
cálmanse al vede mis angustias y ansias.

ESCENA 11
A TALA, CHACT AS

ATALA

¿Por qué te alejas tanto en este día,


que acaso para siempre nos separa?
no me dejes, amigo; necesito
verte y hablarte, que tal vez mañana .. ,

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42 BmLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA

CHACTAS

Esos terrores pánicos disipa,


y no culpes injusta mi tardanza:
he volado impaciente desde el pueblo
en donde el sacerdote te prepara
habitación y auxilios; pero dime,
mi bien, ¿ has descansado?
ATALA

No descansa
mirando arder su hoguera una infelice!
CHACTAS

No temas ya por mí, que está apagada


hace tiempo la hoguera; a ti lo debo;
tú la extinguiste, mi adorable Atala.
Yo vivo para ti.
ATALA

¡.Ah! ¡Chactas! vive


y consérvate, amigo.
CHACTAS

Despedazas
mi corazón: ¿qué tienes? ¿ por qué lloras?
me haces temblar ... tu rostro me presagia
no se, que'd e f unesto ... d'"
1, ¿ que tIenes?
L Qué cosa te atormenta?

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JOSE FERNANDEZ MADRID-TEATRO 43

ATALA

Chactas, nada.
CHACTAS

¡Desdichado! soy causa de tus penas,


e! origen de todas tus desgracias:
ya comprendo el proyecto que meditas,
y e! misterio que encierran tus palabras,
piensas abandonarme en este pueblo,
y volverte a la tierra de las palmas
a gozar de la choza de tus padres,
del poder y riquezas que te faltan.
Vuélvete, y abandóname a mi suerte;
moriré, pues lo quieres, inhumana,
porque sin ti la vida me es odiosa.
Si me amaras, mujer interesada,
yo también en la tierra de los natches
bienes pudiera darte, y una casa
la primera del pueblo, que no siempre
fui pobre.
ATALA

(¡El infeliz, cómo se engaña!)


¡Qué injurioso concepto! ¿ De este modo
mi puro amor y sacrificios pagas?
i Dor aué ofenderme así? ¡Dar aué motivo
t~atar~e como indigna mercenaria?
y en qué tiempo, ¡gran Dios! ¡ay! nunca, nunca
me vi tan abatida y degradada!..
¿Este es el galardón de mi ternura?

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44 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA

¿cuando muero por ti, muero cubierta


de confusión, de ultrajes y de infamia?
¡ay! todo lo he perdido entre los hombres!
quédese al menos mi memoria intacta,
y sálvese mi honor. No, Chactas, nunca
tornaré a ver la tierra de las palmas,
ni a morar en la choza de mis padres.
Aquí me quedaré, querido Chactas,
aquí me quedaré ... sí, para siempre!. .
¡cuán venturosa, amigo, me juzgara
a tu lado! Esta gruta, este desierto
superior al palacio de un monarca
fuera a mis ojos, caro prisionero.
¡Ay! ¡aspirar no puedo a dicha tanta!
otra tal vez, que libre habrá nacido,
hija de madre menos despiadada
podrá ...
CHACTAS

Te contradices: me confunde
El desorden que noto en tus palabras:
¡desconfías de mí! ¿soy por ventura
algún tigre feroz de estas montañas,
o soy el cocodrilo de las fuentes?
¡temes que otra mujer!.. ¿dónde es que se
halla 7
¿ hay por ventura en todo el universo
mujer que pueda compararse a Atala?
¡qué delirio, qué error y qué injusticia!
oh reina de mi amor, ordena, manda,
yo soy tu prisionero, tu cautivo;

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JOSE FERNANDEZ MADRID-TEATRO 45

sí, mírame rendido ante tus plantas:


todo soy tuyo, Atala; a tu albedrío
está mi voluntad subordinada;
en donde te hallas tú, lo tengo todo,
bienes y amigos y familia y patria.
¿ Te gustan estos bosques? pues en ellos
viviremos felices si te agradan.
Si del vecino pueblo te acomoda
la índole dulce, amable, hospitalaria,
sábelo, preparada está la choza
y los indios solícitos te aguardan.
Sus costumbres son puras y sencillas;
reina entre ellos la paz, la confianza:
yo he visto al venerable sacerdote
bajo una vieja encina esta mañana
bendiciendo la unión de dos amantes
que entre fiestas alegres desposaba.
¡Cuánto los envidié! del sacerdote
la noble majestad, la dulce calma
de la naturaleza, el sol naciente,
de aquella virgen la frescura y gracias,
el rubor de su frente, que de rosas
y de azucenas coronada estaba;
todo excitó en mi pecho mil afectos...
vamos al triunfo, mi querida Atala.
ATALA

vamos pues; ¿por qué no? también yo, amigo,


seré de blancas flores coronada.
¡Ay de mí! ya la víctima está pronta. (Ap.)

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46 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOJ.\H)lr~

CHACTAS

Sí, lo serás, y cándida guirnalda


tu frente adornará, virgen del cielo!
la hora se acerca, alégrate, ya baja
por la colina el Padre del desierto,
y algunos de sus indios le acompañan.
¿ No lo ves? nuestros votos se han cumplido ~
yo vuelo a recibirle y darle gracias.

ESCENA 111
ATALA

¿ Dónde vas, miserable? el sacerdote


viene a ayudar a esta infeliz cristiana:
a darIe los auxilios de la muerte,
a conducirla hasta la tumba helada,
que debe separamos para siempre.
Este es el nupcial leeno que me aguarda.
Demasiado he vivido; del veneno
la actividad mortífera ya tarda:
el fuego puro de mi amor ardiente
parece que destruye su eficacia.
Tal vez no la tenía ... tal vez no puedo
vivir ... mas ¿ para qué? si de mi Chactas
no puedo ser la esposa ... ¿ y quién lo impide?
¿ Qué importa que yo sea condenada 7
Pronta estoy a sufrirlo todo, todo ...
Pero ¿ qué digo? ¡ay triste 1 ¿ qué fantasma
se me acerca? ¿ qué voz triste y doliente
llega a mi oído?. ¡Oh madre desdichada 1

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JOSEFERNANDEZ
MADRID-TEATRO 41

¿Qué amargo llanto sale de tus ojos?


Por qué gimes, ¡oh madre 1 ¿ por qué causa?
I Por mi culpal ¿ qué dices? ¿ del abismo
mísera sufres las eternas llamas? .
IAy de mí I ¿ nadie puede libertarme
del voto horrible con que estoy ligada?
Ven, oh santo y benigno sacerdote,
ven a verme postrada ante tus plantas
implorar tu piedad: ¿ del cristianismo
la más dulce virtud no es la esperanza?
Sí, espero, espero; el Dios de los cristianos
¿ Se podrá complacer en mi desgracia? .
El no es sin duda el ídolo, ni el tigre
a quien se ofrecen víct imas humanas.
Ya su ministro llega: en su semblante
del corazón retrátase la calma,
y yo tiemblo de vede, y la sonrisa
y la dulzura de su faz me espantan r
¡Ay de mí, criminal! severo fallo
del juez incorruptible me amenaza.
¿Qué le diré?
ESCENA IV
ATALA, CHACT AS, OBRI

Señor, hace ya tiempo


que te esperaba entre mortales ansias.
OBRI

Aquí me tienes, hija, ¿ qué deseas?

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48 BIBLIOTECA ALDEANA DE) COLOMBIA

ATALA

Sí, seré tu hij a, padre mío; ¿y me amas?

OBRI

Hija de López, mi más tierno amigo,


este título sólo te bastara
para mi amor, mas tienes otros muchos.

ATALA

¡Los de ser delincuente y desdichada 1


OBRI

No lo dudes, son títulos sagrados


para mi amor y mi piedad; tus faltas
conozco y compadezco; sé su origen,
de todas ellas el amor es causa.
ATALA

¿ Lo sabes? ¿pero cómo? ¿ quién lo ha dicho?


¿El secreto más íntimo de mi alma
te ha revelado el cielo?
OBRI

No, tú misma.
ATALA

¡Yo! ¿donde? ¿cuando? jacaso deliraba!. .


¿ y habrá remedio para mí?

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JOSE, FERNANDEZ MADRID-TEATRO 49

OBR.
¿ Lo dudas?
ATALA

¡Padre! ¡mi bienhechor! .. ¡Querido Chactas!


Arrójate a sus pies, esposo mío ....
jMadre! soy libre al fin... Señor, ¿qué mandas?
.i Qué debo hacer, qué votos substituyo?
Nada hay que tema yo, no, nada, nada.
OBRI

<¡Qué trastorno! ella oculta algún secreto:


(aparte)
De una horrible pasión está inflamada;
Yo la sabré): levántate, hija mía.
En ese bosque detenidos se hallan
varios indios que vienen a ofrecerte
sus bienes, su amistad y sus cabañas;
si lo permites, los haré que sigan
y te lleven.
ATALA

-Dispon cuanto te agrada.

ESCENA V

ATALA

-Recibe, oh Dios benigno, en sacrificio


los gemidos y lágrimas amargas

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50 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA

que vertió esta infeliz! puras y dulces


estas son las primeras que derrama.
j Oh religión sublime! tú que abriste,
que hoy has cerrado mis sensibles llagas;
origen de terrores y consuelos,
!desdichado del hombre que no te ama!. ..
¿ y tú no la amarás cuando le debes
(se levanta)
el corazón, la vida de tu Atala?

CHACTAS

-El respetable Obrí me ha prometido


enseñármela pronto.

ATALA

-Díme, Chactas~
¿ cuándo, yo no me acuerdo, mi secreto
le revelé? Tú mismo 10 ignorabas:
ese agudo puñal entre tu pecho
nunca quise clavar: ¡desventurada!
Sola yo lo he sufrido. ¿ De mi madre
el padre Obrí condena la ignorancia?
Por mi bien lo hizo, imaginar no pudo
que tanto afán y llanto me costara
su voto; pero en fin, ya está disuelto:
yo no culpo a mi madre, antes de gracias
la colmo; por su bien he padecido;
fiel respeté su voluntad.

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JOSE FERNANDEZMADRID- TEATRO 51

CHACTAS
¿De qué hablas?
¿Dónde es que está tu madre? ¿no hace tiempo
que con sus padres duerme sosegada? ,
No la llames en vano. ¿Del sepulcro
alguna vez los muertos se levantan?
¿De qué votos hablaste?
ATALA
¡De qué votos!
¿El sacerdote no te ha dicho nada?
Yo le comuniqué ....
CHACTAS
¡Qué! ¡desvarías!
Cuando le hablaste tú yo lo escuchaba.
¿Qué misterios son éstos? ¿qué ilusiones? .
¿Dónde es que está tu madre?. ¡Pero, Atala!
¡Qué turbación, qué palidez de muerte! ..
¿Tus ojos de los míos por qué ,apartas?
¿Qué riesignios meditas? ¿en qué piensas? .
¡Infeliz! ¿me aborreces, o me engañas?
ATA LA

Aborrezco los votos de mi madre;


me odió .... yo no te engaño; la engañada
y la infeliz soy yo. ¿Por qué me sufre
la tierra, y sus abismos no me tragan?
¿La muerte ya qué espera? aquí me tiene
llena de amor, de tósigo y de rabia.

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52 BIBLIOTECA ALDEANA DE COT.OMBlA

Contra mí se conspiran cielo y tierra.


Cuando yo destrozaba las entrañas.
de mi madre, mi suerte presentía:
entonces perecer debímos ambas.
CHACTAS

iQué blasfemias! iqué horror! te desconozco:


insultas a tu madre que se halla
en la tumba! .. Esas lágrimas son justas;
arrepiéntete y llora, desdichada.
ATALA

¡Lo soy! ¡cuánto! en el curso de mi vida


por la primera vez me contemplaba
dichosa en este instante, y en él mismo
todo el peso cruel de mi desgracia
vuelvo a sufrir, que el cielo se complace
en hacerme apurar la copa amarga
del dolor, vanamente ante mis ojos
una fugaz vislumbre de esperanza
brilló: se ha disipado; entre tinieblas
para siempre me deja sepultada.
Sí, mi madre lo está; sí, entre la huesa
se halla sumida; pero no descansa;
remuévense sus huesos agitados,
y teme y desconfía y gime y clama!
CHACTAS

¡Qué, ¿ deliras, esposa?

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JOSEFERNANDEZ
MADRID-TEATRO 53

ATALA
"Q
I ue, pronuncIas
. I....
¡No, no seré tu esposa, madre amada!
Mi juramento cumpliré; ¡ya muero!..
j Ay! defiéndeme, Chactas, que indignada
se acerca .... no me oprimas, no me oprimas,
madre, ya muero, no seré de Chactas.
ESCENA VI
CHACTAS, ATALA, OBRI, INDIOS

OBRI
Vamos, hijos.
CHACTAS

Señor, vuéla.
OBRI
¡Qué veo!
CHACTAS

Socórrenos, Obrí vuela, que Atala


acaba de privarse de sentidos.
OBRI

¿Qué tiene1¿qué ha sido esto? ¿quién lo causa?


CHACTAS

Un tormento secreto la devora:


de cierto voto de su madre hablaba,
parecíale verla que iracunda

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la perseguía: su ilusión es tanta,


que, buscando defensa, de mis brazos
la infeliz ha caído desmayada.
¿Obrí, qué haremos?
OBRl

Implorar al cielo,
poner en el señor nuestra confianza,
ante ese leño de salud y vida
postrarse y suplicar.

CHACTAS

y á lo está Chactas.
OBRI

Vela, que vuelve en sí y abre los ojos.


Bendigámos a Dios: no temas nada;
no temas, hija mía, estás segura,
Atala, ningún riesgo te amenaza.
En mí tienes un padre; en estos indios,
amigos hallarás, tiernas hermanas,
que servirte procuran obsequiosas,
y quieren conducirte a su morada.
Admite la expresión de su cariño,
que todos ellos por mi boca te hablan.
Tranquilízate, pues, hija de López.
¿No esperas en tu Dios siendo cristiana?
Sea tu mal cual fuere habrá remedio:
no lo dudes, lo habrá.

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.JOSE FERNANDEZ MADRID- TEATRO 55

ATALA
Señor, derramas
sobre mi corazón bálsamo puro,
que mis heridas dolorosas calma.
Poco hace que en mi pecho introdujiste
una ilusión tan dulce como vana;
mas disipóse, y se tornó en tormento,
en horrible martirio: tus palabras
sin embargo, me alientan nuevamente.
Recíbe, padre tierno, tiernas gracias.
De esta infeliz. Vosotros, recibidlas,
¡Oh generosos indios! quién lograra
;corresponder a tantos beneficios!
mas no me es dado.
OBRI

Aprovechemos, Chactas,
el tiempo, conducidla hacia el poblado,
no perdamos instantes.
ATALA
Deseaba
consultarte Señor .... que acaso luego ....
OBRI

Mañana me tendrás en tu cabaña:


va la nnchp ~p J:!rprrt:! "o..,h:.C'
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'---- _ .•..•.••.
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recorrer estos bosques por si se hallan


algunos miserables extraviados;
pero a tu choza volaré mañana.
Adiós, no temas, y en mi amor confía.

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CHACTAS

Vamos pues, vamos pues.


OBRí

Hijos, llevadla.

ESCENA VII
OBR!

¡Pobres jóvenes, cuánto me interesan!


Ataja sufre mucho; está su cara
envuelta entre las sombras de la muerte:
el aire, el tono, el gesto las miradas
y el desconcierto de su juicio indican
que un puñal interior la despedaza.

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ACTO TERCERO
ESCENA 1
ATALA, CHACTAS, INDIOS

CHACTAS

Ya lo habéis visto, Atala no ha podido


nuestros pasos seguir: por tanto, os ruego
que le hagáis una cama de lianas
en que podamos conducirla al pueblo.
ESCENA 11
ATA LA , CHACTAS

CHACTAS

Dímelo, si no quieres que a tu vista


con una flecha me atraviese el pecho.
'Que.
I '1' ¡no soy d'Igno yo.,
, ..
ATALA

Si no te amara ...•

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CHACTAS

Me amas, y para mí tienes secretos;


¿ triste, agitada, trémula, llorosa
he de verte morir, sin el consuelo
¿ de conocer tu mal? Atala mía,
tal vez está en mi mano tu remedio.
ATALA

No está en tu mano .... Lo sabrás; mas j tiembla r


Ya es tiempo, pues mis últimos momentos
se acercan .... lo sabrás; querido amigo;
conocerás de mi destino adverso
la horrible crueldad y desventura.
¡Ay! perdóname, Chactas, l()s tormentos
que te voy a causar: así pudiera
hacerte yo feliz; pero no puedo.
CHACTAS

A tu lado lo soy, aunque en mi daño


contra mí se conjure el universo:
véate yo tranquila y satisfecha,
y el hombre más dichoso me contemplo
con mi esposa.
ATALA

¡Ojalá! ¡tu esposa! ¡nunca!


Mi religión no me permite serIo.

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.TOSE FERNANDEZ MADRID-TEATRO 59

CHACTAS

Tu religión va a unimos para siempre,


con vínculos tan dulces como estrechos:
amo 1o que amas tu: ' me veras, pronto
entrar de los cristianos en el gremio:
el Dios de Atala debe serIo mío:
a cualquier sacrificio estoy resuelto.
Es verdad que me cuesta demasiado
abandonar la fe de mis abuelos.
Nací en ella y crecí, y a ella mercedes,
beneficios sin número le debo.
Los dioses de mis padres en la guerra
propicios me salvaron de mil riesgos;
pero el Dios que te inspira, a quien adoras,
sin duda es de los dioses el primero:
humano, compasivo, generoso,
de bondad, de poder, de fuerza lleno ....
ATALA

¡Ay' ese Dios, origen de mis males,


es muy rígido, Chactas, y severo.
CHACTAS

El Dios de Obrí, de López y de Atale .


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Df-D,' ••
t-'.L"",",,"".L.lVV

hablar del Dios cruel, intolerante,


de sangre y de oro vil siempre sediento,
en cuyo nombre tala nuestros campos,
pilla, incendia, destruye nuestros pueblos

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y los cubre de horror, de luto y llanto


ese bárbaro enjambre de extranjeros.
Mas, ¿ por qué esos gemidos y sollozos?
i.Tu corazón no se halla satisfecho?
¿Qué sospechas? ¿qué temes? ¿qué respondes?
ATALA

Que no puedo violar mis juramentos.


CHACTAS

iAh! va salí de contusión .... ¡Atala!


¡Tú amabas a otro. pérfida! ló veo;
sobre tu rostro pálido, expirante.
están pintados tus remordimientos.
En vano disimulas, mujer falsa,
no más me engañarás; corri6se el velo.
ATALA

No me ofenderás, cruel, que has sido


mi único amor, y fuistes el primero:
pronto sabrás, 'si a mis promesas falto,
y si el nombre de pérfida merezco.
j Pérfida yo! Apiádate, Dios mío,
del miserable estado en que me encuentro:
tú, que sabes lo que ansia, temo y sufro,
tú el solo que conoces lo que siento,
apíadate de mí. .. ¡oh madre!. .. ¡oh Chactas!
De mi ternura y compasión objetos ...
No me despedacéis ... cese esta lucha

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JOSEFERNANDEZ
MADRID-TEATRO 61

de encontradas pasiones y de afectos.


No puedo sufrir más ... todo se mueve ...
Los bosques se retiran .. ' ¿por qué tiemblo '1
¡Qué confusi6n de ideas! ¡Chactas, Chactas!
No te alejes, acércate, que tengo
un secreto fatal que revelarte.
CHACTAS

Dímelo', Atala, dímelo al momento.


ATALA

¡Pobre Chactas!.. ¡qué hiciste, madre mía!


.¿Por qué vi yo ]a ]uz? por qué en tu seno
antes no perecí que el voto hicieras?
CHACTAS

¿De qué? ¿de qué?


ATALA

De consagrarme a un templo:
de renunciar a Chactas para siempre,
y de cubrirme con el blanco velo.

CHACT AS

¡Ah, ya respiro! mi adorable Ata]a,


tu ilusi6n y terrores compadezco:
¿ qué te importan los votos de tu madre?

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¿ Pudo ella esclavizarte, pudo hacerIos?


¿ Tú acaso los hiciste?

ATALA
Sí, los hice.
CHACTAS

Tú no pudiste, ni debiste hacerIos.

ATALA

Pálido el rostro, en lágrimas bañado,


al exhalar los últimos alientos,
tijándome sus ojos moribundos,
y estrechando su pecho con mi pecho:
cHija mía, me dijo, hija querida,
hija obediente, escúcha mis preceptos:
Cuando te di yo a luz con mil dolores,
ambas nos vimos en terrible riesgo:
a la madre de Dios por conservarte
hice en tu nombre entr:mces juramento
de consagrarte al culto; no 10 olvides,
de ti depende mi destino eterno.
En paz descansaré si 10 confirmas;
si no, en ardientes llamas y tormentos
gemiré para siempre por tu causa:..
Un ministro de Dios, que los extremos
auxilios de la muerte le prestaba,
con aire religioso y grave aspecto,
agregó: «si a tu madre salvar quieres,
«el voto presta en mi presencia luégo».

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JOSE FERNANDEZ MADRID- TEATRO 63

CHACTAS
(.y lo prestaste?
ATALA
Lo presté.
CHACTAS
Mas nulo.
ATALA

No quieras engañarte, verdadero:


fue voluntario.
CHACTAS

j Tiembla, si pronuncias
otra vez semejante sacrilegio!
al orden natural votos contrarios
siempre forzados son, siempre violentos.
Prescribirlos no puede un Dios piadoso:
si el tuyo los ordena, le detesto
como enemigo injusto y caprichoso.
¿Quién puede renunciar al sentimiento?
¿ Ni quién podrá arrancarte de mis brazos?
¿ Privarme del tesoro que poseo
quién osará 7 Conjúrense los hombres,
conjúrense los cielos y el infierno ...
Solamente la muerte.
ATALA
Sí, la muerte
deberá separamos, y muy presto!
Pero tu amor, tu imagen, tu memoria
irán conmigo hasta el sepulcro yerto.

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Eres mi esposo, y lo serás ... ¿ qué digo?


¡Ay, en otra región nos uniremos!
Allá estaré contigo; entre tus brazos
allá me estrecharás, esposo tierno.
Podré morir, mas no dejar de amarte:
mi corazón es tuyo todo entero.
Este mi corazón despedazado,
que palpita encendido por el fuego
de un amor puro, ardiente y entrañable,
que en vano apagar quiere el triste hielo
de la muerte ... él es tuyo, solo tuyo ...
CHACTAS

Cristiano en este instante hacerme quiero:


el padre Obrí disolverá tus votos
y nuestra unión bendecirá!.. ¿de nuevo
vuelves al llanto y al dolor, Atala?
¡Qué infeliz situación, qué estado el nuéstro!
U n ma.e¡"fi co esplrttu,
..... Sin d u da,
se ha introducido en tu inocente pecho,
y lo aterra, y lo oprime y lo atormenta,
y te perturba con influjo adverso,
y de razón te priva: ¡Atala mía!
Vuélve en ti, Atala; vuélve, y el imperio
cóbra de tus sentidos extraviados ...
¿Dónde está el padre Obrí? ¿por qué no ha
vuelto 1
Vaya buscarle y a traerle pronto;
de su influjo y piedad todo lo espero:
¡él es tan sabio, tan piadoso y justo! ..

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.JOSE FERNANDEZ MADRID-TEATRO 65

ATALA

Vuéla y ruégale ....

CHACTAS

Espérame, ya vuelvo.

ESCENA 111

ATALA

jCuánta noble virtud, qué amor tan puro


voy a perder con Chactas, si le pierdo!
Pero él, ¿qué puede hacer, ni Obrí qué puede?
No es solamente el voto; impedimento
hay mayor, invencible, formidable,
superior a su santo ministerio ... _
¡Oh, mi Dios! ¿moriré siendo inocente?
Contrarrestar la fuerza del veneno
puedes tú ... para ti no hay imposibles.
No tan confusos los objetos veo ....
Esta opresión, fatigas y trastornos,
de tanto padecer serán efectos.
¡Es ve:-dad, estoy débil ... demasiado!
Siento insensible y rígido mi cuerpo ... _
E~ naturai .... ¡hemos sufrido tanto!
j Ya lo escucho! j qué dulce es el concierto
de las vírgenes castas, que celebran
con himnos puros a su esposo eterno!
¡Ay de mí, ay de míl

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ESCENA IV
ATALA, INDIOS

ATALA

¿No erais vosotras-


las que cantábais?
INDIA

No: te hemos dispuesto


esta cama de juncos y de ramas,
y puesto que la luna está saliendo....
ATALA

¡Cuán benigna brillabas, cuán hermosa,


cuando yo desataba al prisionero,
¡oh luna, confidente de mis ansias!
INDIA

Ya es hora de partir; te llevaremos


en nuestros propios hombros, pues seguimos
por tus pies no pudiste.
ATALA

En ese lecho,
l.dónde me llevaréis? ¿a dónde amigas?
Acaso no podréis llevarme al pueblo.

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JOSE FERNANDEZMADRID- TEATRO 67

INDIA

Fuerza nos sobra y voluntad.


ATALA
Decidme,
¿No son esos los bosques de los muertos 7
¿No son aquellos pinos y cipreses7
INDIOS

Sí, Atala, es el lugar del cementerio.


ATALA

¡Allá me llevaréis! .. ¡Socorro hermanos!..


¿ Dónde está Chactas 1 ¿ Moriré sin verlo? .

ESCENA V
ATALA, CHACTAS, OBRI, INDIOS

. CHACT AS

Aquí estoy, aquí estoy: pero ¡qué miro!


Apenas se perciben sus alientos:
está convulsa. helada. moribunda.
Atala, esposa mía, justo el cielo
nuestros votos oyó, cesen tus males;
absuelta vas a ser del juramento:
Obrí nos unirá, serás mi esposa
y yo tu fiel amigo y compañero.

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ATALA

¿Qué oigo? ¡Chactas!. .¡Obrí!. .¡caros amigos!


OBRI

Sí, lo somos y siempre lo seremos.


Pero cálmate, Atala, aquí nos tienes:
tu religi6n es fértil en consuelos;
será tu esposo Chactas; en el nombre
del Dios a quien ofendes te lo ofrezco:
tu voto es simple y dispensarse puede.
ATA LA

Vén, esposo a mis brazos. ¡Ay! te ruego


que me perdones el horrible estado,
la situaci6n mortal en que te dejo:
Ya no puedo ser tuya. Ayer mañana
cuando pas6 la tempestad ... temiendo
violar los votos de mi madre y míos ...
y ceder de tu amor al vivo fuego...
Ciega y fuera de mí ... tomé ...
OBRI
¡Dios santol
CHACTAS

Qué, ¿ tomaste acaso? .


OBRI
¿Algún veneno?

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JOSEFERNANDEZ
MADRID-TEATRO '89

ATALA

Ya está en mi corazón.
OBRI

¡Hija, qué hiciste I


CHACTAS

¿ y cuál era el veneno?

ATALA

Chactas, vélo.
CHACTAS
J Infalible I
OBRI

¡Piedad, Dios poderoso r

ESCENA VI
ATALA, CHACTAS

!.TALA

¿Dónde vais? Obrí, Chactas, ¿qué se ha hecho?


¿Quién abraza mis pies?. ¡Chactas amado 1. .
Acércate, que apenas te discierno.

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ESCENA VII
ATALA, CHACT AS, OBRI

OBRI

Animo, Chactas, ánimo; es preciso


obedecer la voluntad del cielo ...
I Atala, aquí está Dios!
ATALA

Ven. padre mío ....


A mi Chactas protége.
CHACTAS
¿ Ese remedio
podrá darle la vida?
OBR.l
¡Sí, la eterna!
Ya expiró .. , ya expiró ... votos funestos!

TELON

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GUATIMOC
"TRAGEDIA EN CINCO ACTOS Y EN VERSO

por

JQSE FERNANDEZ MADRID

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PERSONAJES:

GUA TlMOC
TISOC
TEPOCZINA, (mujer de Guatimoc)
su HIJO
CORTES
ALDERETE (oficial y tesorero del ejército)
MEJ ICANOS
TLASCALTECAS
OFICIALES CASTELLANOS
GUARDIAS

ACTO PRIMERO

ESCENA I
(Guatimoc, Tisoc, consejeros)

GUATlMOC

ELECTORES y príncipes, no en vano


próvidas nuestras leyes, han dispuesto

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que moréis a mi lado para darme


consejos de salud en todo tiempo:
nunca tan necesarios, tan urgentes
como en esta ocasión serme pudieron.
Ya toda la ciudad está ocupada
por el fiero opresor: pero aun tenemos
algunos combatientes encerrados
de este palacio en el recinto estrecho.
La ciudad imperial en ellos vive:
! Méjico vive todavía, puesto
. " vosotros, ' y yo eXIsto.
que aun eXlstls .
Cortés, altivo por el triunfo nuevo ..
que acaba de alcanzar, se ha imaginado
que estamos prontos a rendir los cuellos;
y, enarbolando la bandera blanca,
el pérfido Alderete, mensajero
digno de ese tirano artificioso,
el ramo de la paz viene a ofrecemos.
¡Qué paz! No son los males de esta guerra,
ni él estado espantoso en que nos vemos,
ni el incendio, ni el hambre, ni la peste,
azotes tan horribles V tremendos.
¿No conocéis el fin de esta cmbaj ada?
Una mentida paz es el pretexto;
si sedientos están de nuestra sangre,
están de oro y de plata más sedientos.
Al tesoro fatal de Moctezuma,
que, por desdicha nuéstra, poseemos,
es sólo a lo que aspiran, que éste ha sido
el obj eto constante de su anhelo.
Temen que, al retiramos, con nosotros

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JOSE FERNANDEZ MADRID-TEATRO 75

esa fuente de males nos llevemos:


que a las ondas entrañas de la tierra
volver queramos dones tan funestos;
o que al profundo abismo de las aguas
esos viles metales arrojemos.
Mas, puesto que lo temen, nos conviene:
sin vacilar hagámoslo al momento:
ni la esperanza quede a la codicia
del ávido español. Así podremos,
denodados, tornar a la batalla,
y sin recelo presentar los pechos.
'Hay recursos aún; no les cedamos,
sin combatir, ni un palmo de terreno.
L Qué importa que muramos como caiga,
por dos mil de nosotros, uno de ellos?
Limitado en su número, y un día
libres de los malvados nos veremos.
'Sí, libres o morir; esclavos, ¡nunca!
Aun cuando el vasto, populoso imperio
se redujese a cuatro mejicanos,
triunfante la naci6n viviera en ellos,
y viviera con gloria.
TISOC
j Oh noble jefe
de tan valiente y generoso pueblo!
tú eras digno de tiempos menos tristes.
de dioses más propicios que los nuéstrós,
en vano los invocan sus ministros
con sacrificios y fervientes ruegos;
nuestros dioses inm6viles responden

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con ceño adusto y hórrido silencio;


y en sus sagradas casas sólo se oye
tremenda retumbar la voz del trueno.
Tristes gemidos salen de la tierra,
negros fantasmas vagan por el cielo,
la faz del sol, en la mitad del día,
cubren aciagos, sanguinosos velos.
En el rencor mortal con que detestas
al execrable bárbaro europeo
y en el amor de la infelice patria,
te acompañamos todos; mas yo debo
hablar con la franqueza que conviene
a mi carácter y alto ministerio.
¿ y qué podré decir que, a grandes gritos
con doliente clamor, no estén diciendo
de esta ciudad desierta y asolada
los miserables y expirantes restos?
De nuestros padres cuna venerable,
de tan grandes monarcas digno asiento,
Señora del Anáhuac, ¿ dónde se hallan
tus invictos caudillos y guerreros?
¿Quién podrá defenderte1 Tus valientes,
con heroico furor todos han muerto;
y sin dejar las armas de la mano,
insepultos, tendidos por el suelo
yacen miles y miles de tus hijos,
sirviendo al enemigo de recreo,
a nosotros de horror, de angustia inmensa,
de cruel desengaño y de escarmiento.

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JOSEFERNANDEZMADRID-TEATRO 77

GUA TIMOC

Sirviendo a sus hermanos, decir debes,


de sublime lección y de modelo.
TISOC

¡Ay, señor! si pudiera descubrirte


del corazón los íntimos secretos,
conocieras que, lejos de temerla,
,como al único bien la muerte espero.
¡Ah! todo cuanto amaba lo he perdido,
padre, mujer, hermanos, hijos tiernos;
sin patria, sin amigos, sin familia,
¿para qué soportar el duro peso
de esta vida infeliz? Mas, tú respiras;
ardiente fuego de venganza veo
centellear en tus ojos. ¿ Desconoces
que por ti, para ti vivir pretendo,
para seguirte, joven generoso,
a los confines últimos del reino,
para alentar los pueblos abatidos,
para poder unirlos en un centro,
y no dejar las armas de la mano,
hasta no exterminar al extranjero,
y a Méjico volver llenos de gloria?
Si yo quiero vivir, s610 es para esto.
Tal es mi decisión; mas, si a la muerte
cual cobarde mujer, piensas que temo,
vamos a complacer al enemigo,
que yo a morir me arrojaré el primero.

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78 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBL \

Pero, no te alucines, no te entregues


de tu furor al ciego sentimiento:
cedamos hoy para vencer mañana;
del español, huyendo, triunfaremos,
sírvannos entre tanto esos tesoros,
preciosos esta vez, porque con ellos
podremos detener al enemigo,
y escapar del peligro en que nos vemos.
Salvar a Guatimoc es lo que importa;
en nuestro emperador vive el imperio:
salvémosle con él; no hav sacrificio
que no se deba hacer co;' este objeto.
r'G·
.es uatlmoc nuestra umca , . esperanza;
no le expongamos al terrible riesgo
de quedar en poder de un enemigo
feroz y sanguinario. Bajo el fuego
del audaz español, acaso en vano
retiramos después intentaremos.
Admítase la tregua que proponen;
y, mientras que se trata de convenios,
a partir dispongámonos en orden,
para volver a escarmentados presto.
t.:: se tesoro, ese fatal tesoro,
hoy útil nos será; con él podremos
arrancar de las garras españolas
a los héroes que tienen prisioneros,
poner en salva aGua timar, y un día
saciamos en la sangre de Europeos.
Que gocen entre tanto del tesoro,
y a su voracidad sirva de cebo.

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JOSE FERNANDEZMADRID-TEATRO 79

GUA TIMOC

Tisoc, ¿qué dices? ¿Por ventura ignoras


que son esos metales alimento,
fatal origen, causa de la guerra
y la desolación que padecemos?
¿Que por el oro y plata solamente
abandonó Cortés su patrio suelo,
y ciego de codicia, en tabla frágil,
al furor se entregó de un mar tremendo,
puso el pie temerario en nuestras costas,
y penetrar os6 de nuestros reinos
por la inmensa extensión; sin que bastasen,
ni el número infinito de sus pueblos,
ni el nombre de un monarca poderoso,
ni riscos escarpados, ni desiertos,
ni las altas montañas en que brama
el fuego abrasador bajo del yelmo,
ni espesuras, ni abismos. ni torrentes,
ni la fuerza, ni el arte a detenerlo?
El oro es más temible entre las manos
de ese hombre destructor, que el hierro y fuego;
con oro compra y paga sus soldados;
y en los sucesos prósperos o adversos,
el encanto del oro los sostiene.
Si quedan vencedores, es su premio;
vencidos, su esperanza: ¿Fatigados
caen alguna vez en desaliento?
Desesperados de triunfar ¿resuelven
volver a reposar bajo los techos
donde moran sus hijos y mujeres?

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;

Ofertas de oro los detienen luégo,


animan su vaJor, despiertan su ira,
o calman su inquietud y descontento.
Esos brutos briosos, esas armas,
que el rayo arrojan con horrible estruendo,
efectos son del oro que, sin duda,
es de todos sus dioses el primero.
Meditad, consejeros, los recursos
que adquirirá Cortés, si se hace dueño
de tan grandes riquezas; meditadlo.
Mas, si acaso esperáis satisfacerlo,
si aplacar pretendéis a fuerza de oro
su sed inextinguible, es vano intento.
Veinte veces, incauto, Moctezuma
inútilmente se propuso hacerla,
¿ y qué logró? prisiones afrentosas
suplicio infame, y odio de su pueblo.
No muramos, como él, en el oprobio:
(si todo ha de perderse, por lo menos
consérvense con gloria nuestros nombres,
Mejicanos, ¡muramos combatiendo!. ~
PeíO ¿por qué morir, y sin venganza?
En las grandes montañas y desiertos,
muros inexpugnables del Anáhuac,
¿seguridad no encuentran sus guerreros?
Sepultar el tesoro entre las aguas,
caer sobre ellos con mayor esfuerzo
y, si nos son contrarios nuestros dioses,
en las provincias fieles del imperio
dar el grito de muerte a los tiranos,
y a Méjico volver con más denuedo,

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.JOSEFERNANDEZ
MADRID-TEATRO 81

y guerrear sin fin, es mi designio.


Ahora, resolved.
TISOC

Ya está resuelto.
El dios de los guerreros te dirige,
t090S pensamos como tú. ¿No es cierto?
LOS CONSEJEROS

Sí, todos. todos.


GUA TIMOC

¡Dignos electores,
¡Oh padres de la Patria! ¿juramento
no haréis conmigo de morir cien veces
antes que descubrir este secreto,
de perseguir a tan feroces tigres,
de aborrecerlos con rencor eterno,
de lavar en su sangre tanto ultraje,
y vengar a los dioses?

TODOS

Sí 10 hacemos
GUATIMOC

Tisoc, la ejecuci6n es de tu cargo;


todo esta noche auedará disouesto
para que, cuando' el sol salg'a mañana,
volemos a triunfar.
TISOC
Fía en mi celo.

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ESCENA 11
GUA TIMOC, TEPOCZINA

GUATIMOC

¿ Por qué, cara mitad, velas a esta hora?


Algún descanso a tu rendido cuerpo
¿ por qué no das? Son míos los cuidados;
vuélvete a reposar, mientras yo velo;
vuélvete sin temor .. mas, Tepoczina,
¿d6nde está nuestro hijo?
TEPOCZINA

Sobre el lecho
duerme apacible; su inocencia ignora
que acaso éste será su último sueño;
o que talvez mañana, sin sus padres,
huérfano, destinado al cautiverio,
sin amparo, sin sombra, entre cadenas
~ .~
mlsero gemlra.
GUA TIMOC

Si a tanto exceso
de ignominia los dioses lo destinan,
no despierte jamás nuestro hijo tierno!
Al país de las almas antes baje,
y con los nuéstros júntense sus huesos.
Mas, ¿por qué a tan fatales ilusiones
nos hemos de entregar?

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·JOSE FERNANDEZ MADRID-TEATRO 83

TEPOCZINA

¡Ay! los funestos


presagios de los dioses se han cumplido!
En vano intentan levantar el vuelo
las águilas de Anáhuac abatidas,
yo vi, yo vi que el gavilán sangriento
desgarraba a la cándida paloma.
¡Ayf todo se perdió! .... ¿ No estás oyendo
que el silencio interrumpen de la noche
unos tristes gemidos y lamentos? ...
De Mej icanos son, que expiran de hambre,
o víctimas, tal vez, del extranjero
que los degiiella en medio de la tregua ....
GUATIMOC

-JAhf pronto iremos a morir con ellos,


o a vengarlos.
TEPOCZINA

¿ Qué dices? ¿ En qué fías1


GUA TIMOC

En el furor que me devora el pecho ....


En la ternura, con que te amo .. ¿ Lloras?
¿ Liaras, amiga?
TE POCZINA

Guatimoc, ya es tiempo
De llorar y morir.

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GUATlMOC

Mujer, no temas.

TEPOCZINA

¡Ayl solamente por mi esposo temo.


GUA TIMOC

Prepárate a' salvarte con nuestro hijo.


TEPOCZINA
¿ Sin ti? Jamás.
GUATIMOC

Os seguiré bien presto ....

ESCENA II 1
GUATIMOC, TEPOCZINA, TISOC

TlSOC

Dadas están las órdenes, y debe


al campamento castellano partir luego
el enviado español; mas pide que antes
le permitáis hablaros.
GUATIMOC

Al momento
le puedes conducir.

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MADRID-TEATRO 85

ESCENA IV
GUATIMOC, TEPOCZINA

TEPOCZINA

Guatimqc, teme
a ese Alderete astuto y halagiieño,
que ha intentado otras veces engañamos,
tirano abominable, que el veneno
de su infiel corazón oculto trae
bajo un idioma y rostro lisonjeros;
sí, teme las promesas alevosas,
las viles asechanzas del perverso
ministro de Cortés; pero él se acerca:
su odiosa vista resistir no puedo.
Sus ofertas de paz son amenazas
de muerte y destrucción ....

ESCENA V

GUATIMOC, TISOC, ALDERETE

ALPERETE

Señor, espero
que, en el estado en que os halláis, escuches
de la razón los últimos consejos.
El valiente Cortés, que me ha enviado,
ama en vos las virtudes y talentos
de un héroe, que, como él, caminar sabe

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del honor por el áspero sendero;


mas fuera obstinación ya la constancia.
El completo exterminio de este pueblo
de una palabra de Cortés depende:
salvado, sin embargo, es su deseo,
y conservar ceñidas vuestras sienes
con la corona hermosa del Imperio,
si el tesoro entregáis de Moctezuma,
y juráis homenaje al rey excelso,
poderoso monarca del oriente,
de Quezalcóhual sucesor.
GUATIMOC

¡Te entiendo!
Basta; a Cortés dirás que yo recibo
con tanta indignación como desprecio,
sus aleves promesas y amenazas;
que nada espero de él, y nada temo;
que los valientes nC' usan artificios.
ALDERETE

¿ En qué fiáis?
GUA TlMOC

En mí y en mis derechos.
ALDERETE

Los nuéstros son ....

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MADRID-TEATRO 87

GUATIMOC

¿Los de la fuerza?
ALDERETE

¿ y tienes
.alguna que oponer?
GUATIMOC

Sí.
ALDERETE

Compadezco
'tan inaudita ceguedad.
GUA TlMOC

Los tigres,
¿alguna vez la compasión sintieron?
.¿Derechos y piedad osáis nombrarme
usurpadores, monstruos carniceros?
¿Quién os autorizó para invadimos?
ALDERETE

La religión, el Dios del Universo.


GUATIMOC

¡Impostores 1 ¡hipócritas! el oro,


la perfidia, la sangre y el incendio
son vuestro único Dios.

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ALDERETE

Míra esas llamas


en que están consumiéndose los templos
de vuestros dioses sanguinarios; míra
ese infinito número de muertos
que, en espesos montones hacinados,
cubren plazas y calles; los guerreros,
de Méjico el orgullo y esperanza,
postrados yacen; míralos,
GUATIMOC

Ya veo
los bienes que les trajo vuestra alianza,
de su hospitalidad el justo premio.
Complácete en tus víctimas, tirano,
céba tus ojos en sus cuerpos yertos:
mas témelos aún, que todavía,
la causa de su patria defendiendo,
contra vosotros lanzan el contagio
y la peste, y la muerte de sus senos.
Ministro de Cortés, sepa el tirano
que sobre sus cadáveres sangrientos
iremos a vengarlos que la tregua
está rota. Retírate .
ALDERETE

El soberbio
carácter de este idólatra humillado
pronto, pronto he de ver.

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ESCENA VI
GUATIMOC

Mientras que puedo


aplacaros con sangre castellana,
de estas-amargas lágrimas que vierto,
el tributo aceptad, restos gloriosos!
Si al dios asolador del extranjero,
débiles nuestros dioses se han rendido,
vosotros nó, ni yo, que, a vuestro ejemplo,
juro guerra sin fin a 100s_ j.iranos,
y venganza- mor,tal y un odio ..eterno.

FIN DEL ACTO PRIMERO

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ACTO SEGUNDO

ESCENA 1

COR TÉS, ALDERETE; GUERREROS CASTELLANOS,


TLASCAL TECAS y CONFEDERADOS; PRISIONEROS
ME] 1CANOS

CORTES

1 Viva la España, Castellanos!


CASTELLANOS

¡Vival
CORTES

Fin a la obra gloriosa ya hemos dado;


toda la grande capital es nuéstra.
Ved el asilo, el último palacio
del obstinado Guatimoc; su empeño
y heroico valor han sido en vano.
Un enemigo digno de vosotros,
hijos de la victoria, habéis hallado
en este emperador; mas, nada, nada

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se resiste al poder de vuestros brazos.


Os he cumplido todas mis ofertas:
mirádlo, del imperio mejicano
éste es el trono augusto, y yo el primero
le ocupo en nombre del invicto Carlos.
¡Cuánto es más grande y rica que la antigua
aquesta nueva España que hoy le damos!
¡,Cúan fecundas sus tierras de oro y platal
¡Qué incalculable el número de esclavos
que deben explotarlas, y rendimos
su fruto como humildes tributariosl
Orlad, pues, valerosos capitanes,
vuestras gloriosas sienes con el lauro
de esta inmortal conquista, que por siempre
del mundo todo confusión, y pasmo,
y envidia debe ser. Sepan los reyes
de las otras naciones con espanto,
que un mundo entero resistir no pudo,
y se rindió al esfuerzo castellano.
¡Oh! ¡qué gozo! venid, amigos míos,
que os estreche Cortés entre sus brazos t
Esta es la vez primera de mi vida
en que, de gratitud enajenado,
siento húmedos mis ojos .... Compañeros,
¿qué mayor testimonio puedo daros?
¿qué prueba de amistad más verdadera?
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constante Sandoval, bravo Alderete;


vosotros todos del imperio hispano
guerreros dignos .... y también vosotros
joh fieles Tlascaltecas! mis aliados,

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las gracias recibid del gran monarca,


a quien hoy represento, y por quien hablo,
al Dios de los ejércitos, humildes,
dárseJas deberemos entre tanto:
por El la sangre impura hemos vertido
de estos ciegos idólatras; su mano
puso en la mía el hierro de la muerte
que este nuevo hemisferio ha conquistado;
El me inspiró designio tan sublime,
y constancia nos dio para acabarIo;
El nos ha defendido en cien combates
de esa infiel muchedumbre de contrarios,
que con gritos de rabia se arrojaban
sobre nosotros; formidable oceano,
cuyas olas, bramando, en el escollo
de nuestros pechos, siempre se estrellaron.
Gozáos, que a la luz de esas espadas
con que habéis las tinieblas disipado
en que estaba este mundo sumergido,
brilla la pura fe de los cristianos,
ilustráis vuestros nombres, y a la España
esplendor inmortal dais con sus rayos.
Gozáos de las nobles privaciones
con que habéis, impertérritos, luchado
del hambre, sed y desnudez, pues ellas
grandes riquezas os darán en pago.
ALDERETE

Todo, todo se debe a:J digno jefe,


al héroe invicto, al hombre extraordinario,

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MADRID-TEATRO 93

que concibió el designio, y que era el solo


digno de dirigimos y mandamos.

CORTES

Nó, Españoles; de todos es la gloria,


como han sido los riesgos y trabajos;
mas, pues resta que hacer, nada hemos hecho:
Guatimoc, compatriotas, se ha salvado,
ese enemigo siempre formidable ...

ALDERETE

Vive, señor, aún, y si tardamos


en seguirle, sin duda, perderemos
el tesoro.
CORTES

Valientes castellanos,
mientras que libre Guatimoc exista,
no pensemos gozar paz ni descanso.

ALDERETE

Entre estos prisioneros se halla Tísoc,


su ministro y amigo: examinarlo,
señor, Gonvipne.
CORTES

Vén a mi presencia,
.acércate, guerrero. Es necesario

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me declares a dónde se dirigen


Guatimoc y los nobles que escaparon
de nuestras manos; si llevó consigo,
o el tesoro dejó.
TISOC

Si por hallado
se afana tanto, pronto satisfecho
sera~eartes,
~ pues va l'veran ...
CORTES

Sí acaso
de paz viniere Guatimoc, no es tarde:
en mí hallará un amigo, no un contrario.
TISOC

¡Amigo! del tesoro; pero nunca,


nunca lo gozaréis, hombres avaros;
si un tesoro queréis, a las profundas
entrañas de la tierra id a arrancado.
CORTES

Lo arrancaréis vosotros, ¡miserables!


Lo arrancaréis con vuestras propias manos:
somos vuestros señores, siervos viles.
TISOC

Guatimocín, inicuos, se ha salvado.


¡Temblad! yo mismo le salvé, ¡qué gloria!

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por defenderle prisionero me hallo;


pero, ¿qué importa? vive la esperanza
del Anáhuac; su digno soberano
vive, y su vengador.
CORTES
Sacad los hierros
y marcad a estos bárbaros, que esclavos
son ellos y sus hijos para siempre.
TISOC

¡N6, para siempre n6, fieros tiranos!


el día llegará de la venganza;
el día en que de crímenes tamaños,
de tanto ultraje, destrucci6n y muertes,
logréis el premio, itigres sanguinarios!
CORTES

Sí, vosotros los tigres, sí, vosotros


de carne y sangre humana alimentados.
TISOC

Ese culto feroz era más digno


de vuestro· Dios cruel que ...
A. T 'I"'Io...-:-nn"""r."
r')o.L.o....,. .••••.•..•.•.•...••..•..•...••.

¡Observadlo!
Sus expresiones, su aire, sus miradas
ardientes de ira y de furor insano

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descubren el espíritu maligno


de este réprobo inicuo.
CORTES

i Temerarios!
Ese orgullo insolente convertido
será en humillación, ruegos y llanto:
por el Anáhuac vagaréis un día,
seres abyectos, hombres degradados,
y en vuestra infamia, ni osaréis siquiera
los ojos levantar a vuestros amos.
Tal será vuestra suerte.
T1S0C

¡Hagan los dioses


que, de vuestras maldades irritados,
contra vosotros, vuestros propios hijos,
las mismas armas vuestras empuñando,
vengadores terribles del Anáhuac,
en sus padres castiguen sus tiranos!
¡Hagan los dioses que vosotros mismos,
ávidos. vuestra presa disputando.
os devoréis los unos a los otros! ..
CORTES

¡Nó, bárbaros, no somos mejicanos;


no conocemos guerras fratricidas
y nunca nos vendemos, ni entregamos
al común enemigo.

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MADRID-TEATRO 97

TISOC

¡Oh Tlascaltecas,
.oíd vuestra sentencia!
CORTES

Sólo hablo
.de vosotros, feroces opresores ...
llevad a esos cautivos y marcadlos;
,que sello del oprobio arda en su frente;
ni edad ni sexo perdonéis.
TISOC

Saciáos
.de sangre, y que la muerte ...
CORTES

, Vuestra vida

larga muerte ha de ser.


TISOC

Amigos. vamos.
(Vams)

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ESCENA 11
(Corté.!, Alderete; guerreros castellanos 'Y confe-
derados: entra un Tla.!calteca.)

EL TLASCALTECA

Señor, ya llega Guatimoc, que preso


ha sido en la laguna; acompañado
viene de su familia, y de este pueblo
los tristes restos salen a su paso,
se postran, y con gritos dolorosos,
los niños, las mujeres, los ancianos,
héroe le llaman, defensor y padre;
y los brazos al cielo levantando,
suplican a sus dioses que la vida
salven de Guatimoc.

CORTES

Sí, yo lo salvo
Guatimoc vivirá; a mí debieran
humildes ocurrir, no a dioses falsos.
Ya podéis reposar, amigos míos;
vuestro valor el cielo ha coronado.

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ESCENA 111
(Cortés, A lderete , Castellanos. confederados; Gua-
timoc, Tepccz.ina, su hijo, etc.)

GUATIMOC

Dáme pronto la muerte que me espera;


Cortés, saca esa espada, y con tu mano
atraviésame el pecho, que no debe
sobrevivir un rey a sus Estados.
y ya que por desgracia no he caído
al lado de los héroes, que expiraron
en el campo de honor, el golpe quiero
recibir del mayor de mis tirano~~¡
Pero, si de piedad la última chispa
en tu pecho cruel no se ha apagado;
si de alguna virtud es susceptible
el feroz corazón de un castellano;
respeta el sexo débil de mi esposa,
de este niño infeliz los tiernos años,
y no agraves con bárbaros ultrajes
el destino fatal de mis vasallos.
CORTES

Calma el noble dolor que te atormenta;


con gloria tus deberes has llenado;
tú solamente detener pudiste
el torrente español. Cual soberano,
cual digno emperador te has conducido;

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no te avergiience pues tu actual estado:


sírvate de consuelo que, cediendo,
no cediste a enemigos ordinarios;
no prisionero mío, lo eres sólo
del gran monarca del imperio hispano,
en cuyo nombre, Guatimoc, te ofrezco
que si eres nuestro amigo, nuestro aliado,
si el tesoro me entregas, la corona
conservarás y el trono mejicano.

GUATlMOC

Guerrero vencedor, ~por qué te vales


de las indignas artes del engaño?
¿No estoy en tu poder? al valor tuyo
un carácter más síncero y más franco
estuviera mejor. No así me ofendas;
¿juzgas que 'soy tan débil, tan incauto,
como el iluso Moctezuma? ¿j uzgas
que como él, torpemente fascinado
por iguales promesas a sus plantas
tesoro, fe y honor ponga temblando
el hijo de Auizol? ¡Oh padre mío!
Monarca valeroso y esforzado,
si no fuera el imbécil Moctezuma
tu indigno sucesor, hoy ese estrago
y asolación no vieras de tu pueblo,
ni de tu hijo la mengua y el escarnio.
..Cortés, soy Guatimoc, soy siempre el mismo.
¿ Una vida afrentosa piensas que amo?
Moctezuma no soy; muerte o venganza

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JOSE FERNANDEZMADRID-TEATRO 101

tan sólo quiero. ¿Habéis imaginado


hacer de Guatimoc el instrumento
de vuestra usurpación? ¿Pensáis acaso
mantener a los pueblos del Anáhuac
en inacción infame sepultados,
conservando una sombra del imperio,
y de su emperador un hombre vano?
¿Serviros yo?. ¡imaginen qué ignominia!
De este día de sangre el negro cuadro .
es a mis ojos menos horroroso.
Antes viera a mi esposa y mi hijo caro
ardiendo entre las llam?s de una· hoguera,
que ser hasta ese extremo degradado.
No esperéis sumergir, por medio mío,
al oprimido pueblo en vil letargo,
pues si pudiera yo, fuera el primero
con el grito de muerte a despertarIo.
Cautivos como yo, ;:;onpeligrosos:
Moctezuma murió sin serIo tanto;
góza, pues, de tu presa sin temores,
y acaba con mi vida tus cuidados.

CORTES

Es justo ese dolor; yo lo disculpo;


y por más que me ofendan tus agravios,
la indignación ahogo entre mi pecho:
si has sido emperado'r, soy castellano.
Mas no a temeridad pase tu orgullo:
piénsa que tu familia y tus vasallos
están en poder mío. Conducidles,

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guardias, al interior de su palacio;


sea ésta su prisión: nadie a ofenderles
atreverse podrá Nosotros vamos
a dar fin a las muertes y saqueo
en que se halla el ejército ocupado.

ES,CENA IV
(Cortés. Alderete, Castellano&)

CORTES

¿Os admira, españoles, su constancia?

ALDERETE

y más vuestra paciencia. Soberano


de Méjico se juzga todavía,
y es preciso, señor, desengañado.
Si en negar el tesoro se obstinare.
que se le obligue luégo a confesarlo,
que a decir la verdad en un tormento
con gritos de dolor sea obligado.

CORTES

Llevará su secreto hasta el sepulcro


si su ánimo real exasperamos;
no menos que a vosotros me disgusta
ese carácter fiero y obstinado;
pero no hay que esperar que al rigor ceda:

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..TOSEFERNANDEZ MADRID- TEATRO 103

usar debemos de un lenguaje humano.


Más que todos los medios de la fuerza
pueden algunas veces los halagos.
Conozco a Guatimoc; conozo, amigos,
la índole del pueblo mejicano.
De ]a audacia y orgullo de esa joven,
el castigo mayor es despreciarlos.
Mi triunfo más glorioso y más completo
,es ver a mi enemigo en tal estado,
soportar, sin temer]a, su osadía,
y con sonrisa oírle amenazado.
Pero si tales medios no bastasen
Para lograr el fin a que aspiramos,
¡Que Guatimoc y el nuevo mundo, tiemblen,
pues tremendo castigo les preparo!

FIN DEL ACTO SEGUNDO

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ACTO TERCERO

ESCENA 1

GUATIMOC, ALDERETE, GUARDIAS

ALDERETE

¿No lo revelarás?. Bárbaro, escucha...


(Se oyen en el interior ayel repetido3)

¿Te estremeces? no temas; todavía


no llega tu hora.
GUA TIMOC

¿ De morir? ¿ qué aguardas1

ALDERETE

tu hora debe llegar.


GUATIMOC

j Con vuestras vidas


se acaban vuestros males, compatriotas!

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JOSE FERNANDEZMADRID-TEATRO 105

ALDERETE

Te engañas; será larga su agonía.


Esos ayes que escuchas son debidos
a las marcas de hierro que, encendidas,
se graban en sus frentes para siempre:
Son ayes de dolor: ellos no expiran;
viven para servir a sus señores;
viven para el trabajo y la ignominia;
viven, pero marcados como esclavos.
GUA TIMOC

¡Oh dioses! ¿dónde estáis? vuestra justicia


¿dónde está, dónde está? Mas no, los dioses
no pueden inventar, ¡raza maldita!
los castigos atroces que merecen
vuestra ferocidad, vuestra avaricia,
vuestra rabiosa sed de oro y de sangre.
ALDERETE

¡Bárbaro, pagarás tanta osadía!


(Los españoles tiran de las espadas)

GUATIMOC

Hé aquí vuestro valor, con los que se hallan


¡indefensos, cautivos! ¡Gente indigna!
Aquí estoy yo; clavad vuestras espadas;
aquí debéis clavadas.

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t06 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA

ALDERETE

De mi vista
apartad a ese idólatra: dé gracias
a la orden de Cortés.

ESCENA 11
ALDERETE Y UN CASTELLANO

ALDERETE

(Se oyen aye.t repetidos)

Sí, sí que giman;


ríndase la insolencia mejicana.
CASTELLANO

No se tolere más su altanería.


ALDERETE

¡Con qué razón murmuran los soldados!


¿El premio han de perder de sus fatigas?
Vuéla, infláma sus ánimos con arte:
hábla de tal manera que conciban
sospechas de Cortés, pues su conducta
Con sobrado motivo las inspira.
¿ Cuándo, cuando Cortés piedad tan rara
manifestó jamás? ¿por qué autoriza

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JOSE FERNANDEZ MADRID- TEATRO 107

con su clemencia injusta v sospechosa,


de Guatimoc y Tísoc la osadía?
¿Deberemos perder ese tesoro
que es nuéstro por derecho de conquista?

CASTELLANO

Cortés para sí solo tal vez, piensa ...

ALDERETE

¿Lo dudas? insaciable es su codicia,


para sí solo recoger el fruto,
que corresponde a todos, imagina;
mas no sucederá.
CASTELLANO

No, lo juramos.
ALDERETE

y si se obstina Guatimoc en día


para él tan espantoso, ¿qué esperanza?.

CASTELLANO

~. 1 ~ T'"\ _._ 1 ~ _1~


Lt"'or que tarOarIlU~~ ragUe I,;UIl la VIUé1,
O descubra el tesoro.

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108 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLO.',: :~¡\

ALDERETE

Su constancia
es necesario que un tormento rinda.
Cien veces la. verdad ha descubierto
por este medio fácil la justicia.

CASTELLANO

Adoptémoslo pues ....

ALDERETE

Sí, pero importa


que a gritos el ejército lo pida.

CASTELLANO

Así se hará.
ALDERETE

Mas hágase al momento:


No le dej emos tiempo a la malicia
y astucia de Cortés. Cuando se vea
en frente de las llamas encendidas,
descubrirá temblando su secreto
el firme emperador ... Mas, Tepoczina
se acerca, y debo exminarla; párte.

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JOSE FERNANDEZ MADRID-TEATRO 109

ESCENA lB
ALDERETE

Es muy bella a mis ojos esta india;


más bella aún en su dolor; merece
por un héroe español ser protegida.
¡Qué honores y riquezas con su mano
podré pronto adquirir! Sí, será mía..
¡Yo del tesoro poseedor. .. qué gozo!
Con el llanto que inunda sus mejillas
me agrada más.

ESCENA IV
ALDERETE, TEPOCZINA, su HIJO, GUARDIAS

ALDERETE

Señora ....
TEPOCZINA

A la presencia
de Cortés yo juzgaba que venía.
¿ Tenéis algunas órdenes qué darme?
ALDERETE

Solamente quisieras recibirlas


de aquella, que, señora de mi pecho..•
¿Por qué, por qué apartáis de mí la vista 7

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110 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA

¡Con qué pesar contemplo vuestro estado,


el intenso dolor que os martiriza!
¡Feliz, si yo pudiera moderado!
¡Feliz cien veces va, si, en su desdicha,
servir pudiese a tu hijo como un padre,
y a ti, que de un amigo necesitas,
de un digno compañero, con quien puedas
tantas desgracias olvidar un día ....
Pero ¿ por qué te inmutas?. no pretendo ...
TEPOCZINA

¡Qué atroz mezcla de audacia y de perfidia!


ALDERETE

Si la amistad y puros sentimientos,


que vuestra triste situación me inspira,
os ofendiesen ...
TEPOCZINA

Cúmple con tu encargo;


¡Yo quedo a tu piedad agradecida!
Mas cúmple con tu encargo ¿qué me ordenas?
ALDERETE

Cortés, señora, exige que me digas


dónde se halla el tesoro, si no quieres
el exterminio ver de tu familia,
y de Guatimocín y tu hijo tierno
en la hoguera saltar las carnes vivas,

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JOSE FERNANDEZ MADRID- TEATRO 111

en la hoguera voraz que se prepara,


y que ha de reducirlos a cenizas,
pues tal es la orden de Cortés:
TEPOCZINA

¡Oh dioses!
¡Guatimoc! ¡Hijo mío!
EL H!JO

A tus rodillas
aquí, español, me tienes abatido.
TEPOCZINA

¡Hijo de Guatimoc y Tepoczina!


¿ Qué haces?
(Tepoczina levanta a su h(;o, que está pue&to
de Todtllas delante de Alderete.)

EL HIJO

Señor, no mates a mi madre.


TEPOCZINA

¡Hijo de Guatimoc! .. ¿ Ya está encendida,


monstruo de iniquidad, monstruo execrable,
ya está ardiendo la hoguera?

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EL HIJO

jOh madre mía!


Teme que es castellano.
TEPOCZINA

Hombre malvado,
¿ hay tormento mayor que el de tu vista
para mi corazón que te aborrece?
ALDERETE

¡Oh guardias! j las cadenas! T epoczina


aprénde a respetar a tus señores.

ESCENA V
ALDERETE, TEPOCZINA, GUARDIAS

TEPOCZINA

Vén a verme morir; no necesitas


encadenar mis manos; a la hoguera
con mi hijo en brazos, entraré yo misma.
ESCENA VI
ALDERETE, TEPOCZINA

(Alderete hace una .señal a las guardias para


que se retiren.)
TEPOCZINA

¿Qué has osado indicarme, hombre perverso 7


Tú solamente concebir podías

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JOSEFERNANDEZMADRID-TEATRO 113

tamaña iniquidad; sólo en tu pecho,


en tu vil corazón hallar cabida
pudieran esperanzas tan infames.
. ¿Hasta cuándo las manos vengativas
de los dioses aguardan? ¿hasta cuándo?
¿Algún crimen os resta todavía?
¿ Por qué os sufre la tierra y sus entrañas
no abre para tragaras, gente inicua,
tigres de faz humana?
ALDERETE

De tu rabia
yo apagaré el incendio. Míra, mira
~orrer la sangre de tu hijo; ¡muere!
(En el momento en que Alderete levanta la es-
pada, entra Guatimoc 'Y lo desarma.)

ESCENA VII
ALDERETE, TEPOCZINA, GUATIMOC .

ALDERETE
!Cómo!
GUA TIMOC

¡Silencio! o al instante expiras.


Infame castellano, en poder mío
ahora se halla tu execrable vida;
pera estás desarmado, y te desprecio.

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Tóma tu espada, tómala; asesína


al hijo y a los padres; del carácter
y valor de un cristiano hazaña digna;
ALDERETE

Retiráos.
ESCENA VIII
ALDERE:TE

¡Qué oprobio!.. pero tiemblen!


Bajo del yugo la cerviz altiva
doblarán pronto: nunca a un castellano
se insulta impunemente.

ESCENA IX
CORTES, ALDERETE, GUARDIAS

CORTES

De este día
será fámosa siempre la memoria;
yace la inmensa Méj ico en sus ruinas
del furor español castigo horrible,
y escarmiento sufrió la idolatría.
Es general la destrucción, y nada
se ha escapado del fuego y la cuchilla.
En los grandes alcázares y templos,
del incendio voraz la llama activa

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JOSE FERNANDEZMADRID-TEATRO 115

inextinguible, dura, y pocas horas


las obras de los siglos aniquilan,
¡Fatal asolación! por gloria nuéstra
consérvense siquiera las reliquias,
de las artes y ciencias de este pueblo:
por el vencido al vencedor se estima,
ALDERETE

Justo era escarmentar y para siempre,


con tremendo ejemplar, tanta osadía,
CORTES

Es mengua que tan ínclitas acciones


haya manchado una conducta indigna
de los ilustres hijos de la Europa,
del bravo pueblo que la España habita.
¿Somos hordas de bárbaros acaso?
¿El oro sólo es digno de codicia?
De Méjico los nobles monumentos,
sus grandes bibliotecas, donde escritas
se hallaban sus historias y sus leyes,
¿debieron ser objeto de rapiñas,
ni menos de venganza? Por el fuego
se encuentran juntamente consumidas
la gloria del Anáhuac y la nuéstra,
1,...." +- •• ~f~~M •• t..~. ...I_ --~-", UI'''l'a
• ..,•..• ""JH",V"" J HVilVl u¡:; I;;~l.a l:UIl4 .:> •

Que triunfamos de pueblos indefensos,


de míseros salvajes, que yacían
en profunda barbarie, sin costumbres,
ni artes, ni leyes, clamará la envidia,

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¡No me duele la sangre derramada;


la política, en fin, nos justific~.
Nación tan populosa y tan distante,
sometida a la España no estaría
sin terror largo tiempo. Estos esclavos
ver teñidos de sangre necesitan
a sus conquistadores: la indulgencia
pronto nuestro poder arruinaría.
Una severidad infatigable
es necesaria.
ALDERETE

Las mujeres mismas


se atreven a injuriamos: a mis ojos
iracunda, furiosa T epoczina,
blasfemaba del Dios de los cristianos,
y tu nombre y el mío maldecía;
pero ya está cargada de cadenas
del feroz Guatimoc la esposa digna.
CORTES

Dejemos algún triste desahogo


A esa infeliz mujer en su desdicha.
No deben ofendemos sus palabras,
despreciemos su débil osadía.
ALDERETE

Contumaz, el secreto del tesoro


jur6 no revelar.

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JOSEFERNANDEZMADRID-TEATRO 117

CORTES

Ante mi vista
vengan con ella Guatimoc y Tísoc.

ESCENA X
CORTES, ALDERETE

CORTES

Su temeraria obstinaci6n me obliga


a usar de mi poder: es necesario;
todos van a morir.
ALDERETE

Pero que giman


antes en un tormento doloroso;
pro16nguese con largas agonías
su muerte, y de este modo lograremos
el tesoro arrancarles con las vidas ....
no son hombres, señor, como nosotros;
ni bondad ni servicios los obligan;
los obliga el temor: corre en sus venas,
con su sangre, el rencor con que nos miran.

ESCENA XI
(Coités, Al,J';iei,;. Guuiímoc. 1 '.!OC, J epoezma,
.su hijo, que ,alen por diferente.! parte.s, guardia.s)

TISOC
¡Oh Guatimoc!

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GUA T1MOC

iOh Tísoc! .. j Tepoczina!


¡La hija de Moctezuma encadenada!
¿Quién osó, quién osó con mano impía
ligar tus manos, reina del Anáhuac?
¿Quién osó? ¿ dónde está?. ¡Cortés I
CORTES
De tu ira
refrena los transportes; no exasperes
a los héroes triunfantes de Castilla.
Por ti se halla su esposa en ese estado:
por ti la emperatriz, envilecida
hasta ese punto. Guatimoc, aun puedes
librada del oprobio en que la miras;
puedes con ella conservar el trono,·
y sentarla otra vez sobre la silla
del imperio. Descúbreme el secreto,
y te salvas con ella. No resistas
a mis instancias: juntas la prudencia
y la naturaleza te lo dictan.
Ove su voz j oh Guatimoc! no seas
as'esino feroz de tu familia:
toda va a perecer.
EL HIJO

¡Padre!
GUATIMOC

¡Hijo mío!

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JOSE FERNANDEZ
MADRID-TEATRO 119

EL HIJO

¡Padre! ¿nos salvarás?.


GUATIMOC

De la ignominia,
y de españoles nos salvamos todos ....
¡Adiós, mi amigo fiel!.. mi tierna amiga
y compañeros. j adiós! .. hoy vuestras almas
se unirán nuevamente con la mía.

ESCENA XII
(Cortés, Alderete, Guatimoc, Tepoczina, su hijo,
guardias. los oficiales castellanos)

UN CASTELLANO
.¡ JOGO V
,2,,)lJV 3UP

Señor, todo el ejército, furioso': HiQ01Q lJj 10q


frente de este palacio se amtfHnfS'?0q2~lJ1 B Y.
pidiendo a Guatimoc, que % \!élOb'Brblto01lJ[ [19
de su rabia y rencor: hav quien afirma
ya e1 tesoro,
.r Ado
estar en vues t ras manos
y que si Guatimoc no lo publica ....
ALr;~1{m
No lo ignoráis, s~W¿~~!r1tiestroso~ffi-éffi§;1J i3
en la embriaguez de la victoria?WNf8arPj 8'313-
el ~espeto que debeJ1&)8~ jef~s,.
y cleg~s de yernzanza y de' codIcia ....
.:)orm J 8Ue)f

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CORTES

Guatimoc morirá; mas no por ellos:


la espada lo herirá de la justicia.
Oecidlo así al ejército; y vosotros
cumplid vuestro deber: la altanería
reprimid del soldado, pues del orden
deberéis responder con vuestras vidas.

ESCENA XI I I
(Cortis, Alderete, Guatimoc, Tepoczina,.tU hi-
jo; guardia.!)

CORTES

Vosotros para siempre despedíos,


que vuestra hora llegó. Te sacrificas
por tu propia elección; y a tu hijo esclavo
y a tu esposa infeliz dejas sumida
en luto, llanto y servidumbre,
GUATIMOC
¡Oh dioses!
CORTES

El tirano mayor de tu familia


eres tú mismo.
TEPOCZINA
!Guatimoc!

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JOSEFERNANDEZMADRID-TEATRO 121

EL HIJO
¡Mi padre I
GUA TIMOC

.A mis brazos venid .. " sí .... Tepoczina,


por la postrera vez: .. ¿Cómo no expiro
de dolor tan cruel '1 ¡Oh patria mía I
te cumplo el juramento, no doy armas ....
nó, nunca viviré sobre- tus ruinas.
CORTES

A la prisión llevadles: tras sus pasos


los instrumentos de su muerte sigan.

ESCENA XIV
CORTES, ALDERETE, TEPOCZINA y SU HIJO

TEPOCZINA

No, no vertáis su sangre generosa;


demasiada ha corrido en este día
de horror y asolación: venid conmigo;
voy a satisfacer vuestra codicia,
a entregar el tesoro; en el instante
os lo vov a entregar, para que vivan
Tísoc y ~Guatimoc. -
ALDERETE
¿Alucinarnos
con vanas dIlaciones imaginas?

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122 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA

TEPOCZINA

Venid, voy a colmar vuestros deseos;


suspended el efecto de vuestra ira.
CORTES

Sígue sus pasos, mas sus manos antes


de las prisiones, Alderete, líbra;
en tanto que al ejército yo mismo
comunico tan próspera noticia.
ALDERETE

Señor, ¿ y si la pérfida te engaña? .


CORTES

¡Llorará para siempre su perfidia t

FIN DEL ACTO TERCERO

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ACTO CUARTO
ESCENA I
CORTES, GUATIMOC, TISOC

CORTES

Si estáis vivos aún, lo debéis sólo


al amor de la reina que, aterrada
del formidable y hórrido castigo,
que a vuestra obstinación amenazaba,
vuestro secreto reveló: el tesoro,
por dicha vuéstra, descubierto se halla.
GUATIMOC

Tísoc, ¿ tú has perjurado, tú has podido


serme infiel?
TISOC

!Ah 1 señor. cómo te engañas I


CORTES

Siempre vuestras mujeres han mirado

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124 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA

a los Ínclitos hijos de ]a España


con respeto y temor, y a pesar vuestro,
conocen nuestros méritos.
GUATIMOC

Qué infamia J
IOh colmo de dolor y de vergiienza J
TISOC

Cada una, Guatimoc, de sus palabras


es un engaño nuevo. ¿Cómo olvidas
que siempre las peores de sus armas
han sido el disimulo, el artificio,
y la perfidia, en fin?
CORTES

Tu suspicacia
es propia de un esclavo, cuya frente
con eterna ignominia está marcada.
Tu impotencia desprecio, ¡miserable!
tan torpe pensamiento sólo en tu alma
pudo encontrar cabida. " j Disimulo! ..
¿Para qué, para qué? No se degradan
los fuertes a fingir: lo necesitan
los que deben servir no los que os mandan.

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JOSE FERNANDEZ MADRID-TEATRO 125

ESCENA II
CORTES, GUATIMOC, TISOC; GUARDIAS,
UN CASTELLANO

EL CASTELLANO

Se acerca Tepoczina a este palacio,


y muchedumbre de indios la acompañan
con lúgubre silencio.
CORTES

Mas los nuéstros


¿con vivas de placer? .
EL CASTELLANO

N o, todos callan.
GUATIMOC

¡Oh gozo ese silencio!. ...


CORTES

Es vuestra muerte.
El tormento no en vano se prepara.
,_o - i.•T e.noczina
,i()1lP.' - J.
me enQ:añó? iaué crimen 1 •••..•• .a.

Pero, j ay de aquéllos que a Cortés engañan!


CASTELLANO

No, señor, Tepoczina ha descubierto

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126 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA

ya parte del tesoro; las alhajas


de oro y preciosas piedras, recibidas ....

ESCENA lB
CORTES, GUATIMOC, TISOC, ALDERETE;
CASTELLANOS, GUARDIAS

ALDERETE

Vana ha sido, señor, nuestra esperanza.


Apenas con la reina hube salido
de este oalacio, cuando fue anunciada
con dolientes clamores su presencia.
Todos, todos los indios que vagaban
por la yerma ciudad, en el instante
se congregan, se éirrojan a sus plantas:
vense de entre las ruinas de los templos
salir los sacerdotes, que ocultaban
en ellos su temor, hombres indignos,
altivos en el triunfo, en la desgracia
abyectos y abatidos. \Por mi! partes
resuena el caracol, y de sus casas
salen, dando lamentos y alaridos,
los restos de la gente mejicana:
viejos, niños, mujeres, tras su reina
van llorando y siguiendo sus pisadas.
Los españoles, con el ojo atento,
y nuestros aliados de Tlascala,
ios observan y sufren. Al fin todos,
después de larga y fatigosa marcha,
por un lóbrego bosque penetramos:

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JOSEFERNANDEZ
MADRID-TEATRO 121

allí enterradas las reliquias se hallan


de los nobles y jefes de este imperio;
allí el sepulcro está de sus monarcas.
Da la orden Tepoczina, y con sus manos
los indios melancólicos levantan
las losas y la tierra que los cubren.
Preséntase el primero Quetlavaca;
el cadáver del grande Moctezuma
sigue después. i«Oh padre, oh padre! «clama
al verle Tepoczina, y queda inmóvil,
más pálida, más fría que una estatua;
y apenas vuelve en sí, se arroja al padre,
lo estrecha entre sus brazos, y lo baña
de lágrimas copiosas. Entre tanto,
brillan a nuestra vista esas alhajas
que, juntas con los huesos de sus reyes,
los mej icanos del sepulcro sacan.
CORTES

y esto es ....
ALDERETE

No es el tesoro; con astucia


se nos quiere engañar, astucia vana!
Sé que estas joyas son de algunos nobles,
v aue fueron Dor ellos seDultadas
en "esas tumbas, con el torpe objeto
de burlar nuestras justas esperanzas:
sé que el grande tesoro que buscamos
oculto permanece; que se hallan

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128 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA

aquí los dos rebeldes, del secreto


únicos sabedores: sé que braman
de furor los soldados castellanos,
viendo que ha sido vana su esperanza;
y en fin que es menester que estos protervos
a Dios y a la justicia satisfagan,
recibiendo en tormento ignominioso,
el galardón debido a su constancia.
Todos nuestros guerreros lo han jurado;
hoy mismo los verás, llenos de rabia,
penetrar hasta aquí, sobre sus presas
lanzarse y arrancarles las entrañas.
GUATIMOC

¿Piensan intimidamos? ¿A qué esperan?


Prontas están las víctimas; ya tardan.
'Ven, pues, a libertamos con la muerte
del suplicio horroroso que nos causa
el escucharte, tigre carnicero.
Sí, tigres ... ¡Hijo mío, esposa cara!
¿Dónde estáis, dónde estáis? acaso ... dioses!
ahora se hallarán entre las garras
de los tigres! .. ¿Qué hacéis? son inocentes!
Si el secreto supiesen, ¿lo guardarán?
Son débiles, de tánta resistencia
incapaces. ¡Cortés, Cortés!.. ¿no basta
el oro que os han dado?
CORTES

¿Está en tu arbitrio
el poderlos salvar y no los salvas?

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JOSEFERNANDEZMADRID-TEATRO 129

ALDERETE

Aun vive Tepoxina, y con tu hijo


en estrecha prisión queda encerrada.
GUATIMOC

¿ Viven? ¿ puedo salvarles?. j Infelices!


¡Moriréis, moriréis, y por mi causa!
CORTES

(Admiro su constancia).
ALDERETE

Ante tus ojos


ambos expirarán.
GUATIMOC

Bárbaro, calla.
Yo los veré morir ... ; pero, antes que ellos,
moriré de dolor, y de las almas
al reino bajaré, donde los héroes
encuentran premio y plácida morada.
ALDERETE

¿ Escuchas sus blasfemias? ¿ CÓmo puedes


soportar su impiedad y orgullo?
CORTES

Guardias,
a la prisión lIevadles.

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ESCENA IV
CORTES, ALDERETE, CASTELLANOS

CORTES

Héroe, grande
y digno es de vivir.
ALDERETE

Su pertinacia,
señor, es hija del rencor de muerte
con que nos odia.
CORTES

Es héroe.
ALDERETE

Señor. ¿qué hablas?


¿Ignoras por ventura los rumores
que sobre tu conducta?.
COR TES

Siempre agravian
con indignas sospechas a sus jefes
nuestros ciegos soldados. ¿De qué tratan?
¿No ven que la esperanza del tesoro
deben perder, si Guatimoc acaba
su vida en el tormento?

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JOSEFERNANDEZMADRID-TEATRO 131

ALDERETE

y si viviese,
si su atrevida obstinación triunfara,
¡qué funesto ejemplar!

ESCENA V
CORTES, ALDERETE, JEFES CASTELLANOS

UN CASTELLANO

Llega a su colmo
el furor del ejército, y su audacia
se aumenta más y más: con oro y sangre
se debe conjurar esta borrasca.
CORTES

Vosotros mismos, en consejo unidos,


concederéis o no lo que demanda
el ejército; sea la justicia
quien os dirija, no sus amenazas.
Los medios del rigor ineficaces
serán como los suaves; cuando se hallan
resueltos a morir, ¿qué temer pueden
Tísoc y Cuatimoc, ¡Ir qué t:::speranza
debe quedamos ¿ Guatimoc valiente,
indómito guerrero del Anáhuac,
une a las cualidades de un soldado,
la dignidad de un rey. En sus palabras,
en sus hechos, es rey; y. no hay tormento

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que su carácter inflexible abata.


No exasperemos su ánimo: aguardemos
que otro camino con el tiempo se abra.
Los mejores consejos no son siempre
los que dicta el furor de la venganza.
Guatimoc es amado, y todavía
restan por conquistar provincias vastas
de este opulento imperio; por su medio
serán más fácilmente conquistadas.
Hay peligros aún. Tal es mi juicio;
ardor se necesita en la batalla,
prudencia en el consejQ.
ALDERETE

En cuanto dice,
descubre la grandeza de su alma
nuestro invencible jefe, y manifiesta
virtudes tan sublimes como raras,
renunciando a la parte del tesoro
que deberá caberle. Deseaba
conformar con el suyo mi dictamen;
pero mi obligación es más sagrada
que el amor y respeto que profeso
al general ilustre que nos manda.
No reclamo, señores, por mi parte,
reclamo por la parte que al monarca
a quien servimos, del tesoro inmenso
corresponde: no debo descuidarla,
pues todo ha de perderse si este día
dejamos ir en diligencias vanas.

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JOSE FERNANDEZ MADRID- TEATRO 133

¿Somos o no españoles? ¿Sufriremos


el orgullo insolente con que ultraja
a sus conquistadores generosos
de estos indios rebeldes de arrogancia?
Nuestro número es corto, castellanos;
no podemos contar con la alianza
de los confederado", pues son indios,
son bárbaros, idólatras, su saña
convertirán tal vez contra nosotros:
nuestros amigos son nuestras espacias.
Los me; icanos reconocen dioses
por(jue 'los ven bañarse en sangre humana;
son hijos del temor: porque los temen,
los obedecen. no porque los aman.
Por tierra están sus dioses; en nosotros
deberán encontrar1os; que su falta
no extrañen y que siempre nuestras manos
vean del rayo y de la muerte armadas.
Así pensó Cortés en todo tiempo,
ni opinión diferente profesara
sino con Guatimoc: motivos nobles,
no los que injustamente se propalan
entre nuestros soldados, del aprecio
con que le ha distinguido, son la causa .
.Pero ¿qué nos importan las acciones
de Guatimoc, ¿qué importan sus hazañas?
¿ Hij as no han sido todas dei infierno?
¿Las hizo acas9 por la fe cristiana?
Un idólatra, un bárbaro, un rebelde,
despreciador audaz de la ley santa
que le anunciamos G qué piedad inspira?

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134 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA

¡Ah! los hijos valientes de la España


merecen compasión; sus grandes hechos,
su valor y virtudes ¿ quién iguala?
Los que ochocientos años resistieron
al poder agareno y cuyas armas,
triunfantes en dos mundos, han sabido
castigar la insolencia mahometana,
y destrui r en pueblos tan remotos
de indignos dioses la creencia falsa;
hoy cuando el premio recibir debían
con el tesoro, objeto de sus ansias,
¿ perderán por exceso de indulgencia,
las grandes recompensas que esperaban
con títulos tan justos? ¿ Y se quiere
que más tiempo toleren la jactancia
de Guatimoc y Tísoc? ¡imposible!
No tal sucederá ... Oíd, ya claman;
(Se oyen gritos de fuera)
«¡al tormento, al tormento los rebeldes!)
Mi opinión es conforme a esas palabras.
¿ Lo es la de todos?
LOS CASTELLANOS DEL CONSEJO

Sí, de todos.
CORTES
Pronto
sera, vuestra sentencia
.. ejecuta d a.
Bien podéis retiraros satisfechos:
ambos expirarán entre las llamas.

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JOSE FERNANDEZMADRID-TEATRO 135

ESCENA VI
CORTES, SOLO

No hay duda, la política lo exige:


es necesario hacerla; si quedara
impune Gw:¡timoc, j de cuántos males
su pernicioso ejemplo fuera causa!
pues nos ven sin temblar, somos perdidos.
si la Ftltinz de Guatimoc es tanta
que se atreve a injuriamos, podrá un día
rebelarse también. temar las armas
y sacudir el yugo. Un hombre solo
de talento y v8lnr que ama su patria,
v la ve en servidumbre. es muy temible.
¡a menor favorable circunstancia
que Se presenta, basta 8 decidirIo;
reúne sus amigos, los inflama,
los conduce al peligro, y de repente
revienta la explosión. todo 10 8brasa.
y todo 10 destruye .... Pero a un héroe
desarmado, indefenso, entre las llamas
arrojar sin piedad .... Fsta barbarie
será del mundo escándalo, y de infamia
mi nombre cubrirá .... pero él se obstina;
ambos 10 quieren, ambos .... El que manda
no es dueño
• _ __I_t... __ 1 __
de sus propios1~ sentimientos,
: _ __I~__I ~~ •• _~__I~
Y u~uc. el la l--'lc..uau \"'~11al la \.,.1
u...&. Qua.
Vamos a ejecutar, pues, la sentencia,
la injusticia horrorosa .... y necesaria.

FIN DEL ACTO CUARTO

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ACTO V

ESCENA 1
(prisión del mi.smo palacio)

GUATlMOC, TISOC

GUATIMOC

No culpes a los dioses; antes debes


darIes continuas gracias, pues benignos
nos libran de tan dura servidumbre .
.No es tiempo de llorar; es tiempo, Tísoc,
de morir con honor.
TISOC

No por mí lloro.
por la patria infelice lloro y gimo,
y por la muerte horrible que te espera,
mi augusto emperador, mi tierno amigo.
GUATIMOC

sobre mi corazón ven a estrecharte,


por la postrera vez, amigo mío!

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JOSE FERNANDEZMADRID- TEATRO '131

¿ Lo sientes palpitar? Ah! de ternura,


que nunca, nunca de temor indigno
palpitó. Demos gracias a los dioses:
en la vida, en la muerte, siempre unidos
pura amistad nos tuvo.
TISOC

¡Qué consuelo
ni qué esperanza os queda, tristes indios,
cuando muere la gloria del Anáhuac
sobre espantoso y bárbaro suplicio!
¡Qué horror!
GUATrMOC

No temas; fuente inagotable


de odio y rencor su crimen inaudito
siempre deberá ser, y su memoria
jamás se borrará: siglos y siglos
pasarán, y este aprobio de la España
eterno durará: sus hijos mismos
han de ser mej icanos, y este nombre
los hará sus mortales enemigos.
Ellos, tal vez, nos vengarán un día:
y el imperio de Méjico abatido
renacerá más grande y poderoso
sobre las ruina:s Jet i.ulPedo antiguo

TISOC

iHoy mismo entre llamas!

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]38 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA

GUATIMOC

¿ Qué nos resta,


Tísoc, ya que perder?
TISOC

Tienes un hijo,
una esposa, señor, y todavía
los podemos salvar.
GUA TIMOC

Tísoc, ¿ qué has dicho?


¿Eres guerrero y jefe del Anáhuac?
¿ eres el compañero y el ministro
de Guatimoc? ¿ Tan pronto tus deberes
y juramentos echas al olvido?
TISOC

De mi resolución inalterable
tm testimonio fiel traigo conmigo.
iRobémosle su presa a los tiranos,
y el feroz gozo de miramos vivos
ardiendo entre las llamas: don precioso
de r:nuerte pronta, entre los dos divido;
recíbe, pues, tu parte; de la vida
nos libre a un tiempo este veneno activo.
GUATIMOC

j Que aprendan a morir los castellanos!


sobre el fuego, con ánimo tranquilo,

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JOSE FERNANDEZ MADRID-TEATRO 139

me verán expirar: nunca se diga


que temió Guatimoc ningún peligro.
Pero, si has de ceder en el tormento;
si has de halagar con ruegos sus oídos;
si el intenso dolor ha de arrancarte
clamor infame, débiles suspiros,
y si has de revelarles .... al instante
tóma el veneno, tomálo, y que Tísoc
fiel a la gloria y a su patria siempre,
expire con honor, como ha vivido.
TlSOC

¡Yo te sabré imitar en todo, en todo!

ESCENA 11
GUATlMOC, TEPOCZINA, su HIJO, TlSOC

GUA TlMOC

¡Tepoczina infeliz!
TEPOCZINA

¡Oh esposo mío!

GUATIMOC

Tormento y muerte ....

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140 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA
TEPOCZINA

¿ Que me envía Cortés con el designio


de libertarte sí ....
GUATIMOC

Morir prefiero.
TEPOCZINA

iY qué! ¿ nos dej as míseros cautivos,


cargados de cadenas, sin defema,
en horfandad horrible, y al arbitrio
de tus fieros tiranos, irritados
de tu tenacidad?
GUA TIMOC

¡Dieses impíos!
TEPOCZINA

No te ruego por mí; sé que insensible


eres a mis clamores: por este hijo
por este hijo inocente y desdichado,
ingrato! por él sólo te suplico.
No lo abandones, huérfano indefenso,
a merced de los tigres: que un asilo
hal\e en el seno de su tierno padre.
Víve para librarle del abismo
de horror y afrenta y llanto y servidumbre
en que vas a dejado sumergido.

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JOSE FERNANDEZMADRID-TEATRO 141

¡Quién sabe si los dioses le reservan


con el tiempo más próspero destino!
¡tal vez le guardan para ser un día
salvador de la patria! ...
GUATIMOC
El asesino
fuera yo de mi patria moribunda
si entregase el tesoro a los inicuos.
¿ Deberé quebrantar mis juramentos
y nuevas armas dar al enemigo?
Tú no lo ignoras, Tepoczina, el oro
en su poder será nuestro exterminio.
Los españoles que en su patrio suelo,
temiendo de la empresa los peligros,
quedaron irresueltos; al instante
que llegue la noticia a sus oídos,
de tan rico tesoro, codiciosos,
se lanzarán del mar a los abismos,
lo cruzarán en sus flotantes casas,
y a nuestras costas llegarán altivos,
y se abalanzarán sobre la presa,
y será nuestra sangre el sacrificio
que ofrecerán al Dios a quien adoran ....
y otros, y otros vendrán .... iY yo habré sido
quien, débil, los atrajo! Compatriotas!
nunca sucederá. No gimas, hijo,
no culpes a tu padre, y qUt: tu llanto
no haga más horroroso mi martirio.
¡Oh Cortés despiadado! en vano apuras
tu crueldad con bárbaros suplicios:
nó, no puede inventar toda la España

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un tormento mayor que el que resisto ....


quedarás, quedarás, ioh miserable!
en poder de feroces enemigos;
¡hijo intelice, quedarás sin padn:/
TEPOCZINA

y sin madre también, pues, más benigno


que tu inflexible corazón un hierro
sangriento y español que, prevenido
contra una afrenta, traigo en mis entrañas,
furiosa, clavaré. Tú, hijo mío,
en la tormenta implorarás en vano
de un padre y de una madre los auxilios.
Te dejo abandonado en un desierto,
donde van a perderse tus gemidos
que nadie escuchará sino las fieras.
¡Feliz el día en que al sepulcro frío
baj es a descansar!
GUA TIMOC

Nó, T epoczina ....


no mas , .... no pue d'o mas .... S'
ostenmc T'iSOC ...•
¿Dónde estás, Tepoczina desdichada?
¡Ya murió! ¡ya murió! ¿Dónde estás, hijo? ...
¿Quién osa atarte? ¿quién? ¿Por qué tu frente
marcan con esos hierros encendidos?
¡Esclavo! ¿qué decís? ¿de quién? ¡esclavo!
No lo matéis; j qué horrible sacrificio 1. ••
¡Ya expiró la inocencia! entre su pecho
el bárbaro español clavó el cuchillo!. ..
¡Hijo!. .. ¡Esposal ...

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JOSE. FERNANDEZ MADRID-TEATRO 143
TEPOCZINA

Nos tienes a tus plantas.


EL HIJO

j Padre! iquerido padre!


GUATIMOC

Ya te .... sigo.
TEPOCZINA

iAh! Tísoc, muére,


TISOC

Nó, el dolor le priva


de la razón y embarga sus sentidos:
él los recobrará.

ESCENA 111
(GUATIMOC, TISOC, TEPocztNA y su HIJO, COR-
TES, ALDERETE, GUARDIAS)

CORTES

Guardias, llevadla I

¿ qué ha sido esto?


TEPOCZINA

¡Piedad!

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ALDERETE

¡Traición! ¡qué miro!


Tísoc tiene un veneno entre las manos,
y Guatimoc expira!
TISOC

Nó, está vivo:


consuélate, español; sobre las brasas
tus ojos le verán.
ALDERETE

Pronto, es preciso
no perder un instante, y que al momento
sea el pérfido Tísoc conducido,
antes que obre el veneno.
TEPOCZINA

i Nó, inhumanos,
no me arranquéis de aquí; dejadme, impíos,
a su lado morir!
ALDERETE

Ella el veneno
trajo oculto, no hay duda; ¡atroz delito!
¡Al tormento!

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CORTES

Prepáralo, Alderete.
¡Mujer desventurada! Ahora mismo
separadla ....
EL HIJO

¡Piedad!

ESCENA IV
GUATlMOC, TISOC, CORTES

CUATIMOC

j Piedad! ven, hijo,


ven a los brazos de tu tierno padre,
¡Ay, también de piedad yo necesito!
CORTES

Cortés la tiene; sí, Cortés desea,


Guatimoc, libertarte y ser tu amigo;
céde a sus ruegos.
GUATIMOC

¿Dó!1de estoy? ¿qué escucho?


¡Español y piedad! .. nó ... yo deliro ...
¿Eres Cortés? ¿ Qué quieres? ¿ el tesoro?
No lo disfrutarás: tus artificios,
el tormento cruel que me preparas,
todo es inútil, todo.

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CORTES

A pesar mío,
a ser cruel me obligas: 'los deberes
conoces del que manda, pues has sido
monarca.
GUATIMOC

¡Y de qué pueblo! ¡Sanguinario,


destructor de mi patria, ¿ qué mal te hizo
el inocente pueblo· del Anáhuac 7
CORTES

¡El será más feliz bajo el dominio


de la España, que leyes y costumbres,
religión y virtudes le ha traíqQ,i
Que 10 fue bajo el fiero Moctezuma,
opresor, cuyo horrible despotismo
le obligó a rebelarse.
GUA TIMOC

¡Este es el premio
de la amistad, tesoros y servicios,
que dispensaste, emperador incauto,
ai ,pérfido Cortés. En vil suplicio
moriste sin honor, y tu memoria
brutal, persigue tu traidor amigo! ..
1¡Pero 10 mereciste: infamia eterna
'tu nombre manchará, monarca indigno;
y más aún la tuya, atroz tirano,
monstruo de ingratitud, fiera!..!
CORTES

¡Atrevido 1

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ESCENA V
GUATlMOC, TISOC, CORTES. ALDERETE,
GUARDIAS

ALDERETE
Señor, los insolentes mejicanos
atruenan el palacio con sus gritos,
y osan amenazarte, si ejecutas
de Guatimoc y Tísoc el castigo.
CUATIMOC
¡Oh pueblo generoso!
CORTES
¡Amenazarme!
ALDERETE
El tormento está pronto.
CORTES
Conducidlos.
TISOC
¡Ah! vamos a morir.
CUATIMOC
'Muerte gloriosa
es el triunfo que queda a los vencidos.
Vamos a descansar. ¡Desventurados
los que no mueran!

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ESCENA VI
COR TES, SOLO

¡Oh guerrero altivo!


Tolerar no podíamos tu carácter
tan indomable y firme; era preciso
morir, o bajo el yugo castellano
abatirse y doblar el cuello erguido ....
era muy peligroso! .. I¡Con qué gloria
la vida acabas, soberano invicto!
Mi corazón no puede .... me averguenzo
de tan atroz acción, me odio a mí mismo,
y me desprecio .... ¿ Somos castellanos?
¿ Soy el fuerte Cortés? ¿ Por qué palpito?
¡Ah! de piedad ... )

ESCENA VII
COR TES, UN TLASCAL TECA

CORTES

,Qué dices, Trascalteca?


TLASCALTECA

Cortés, entre las llamas los he visto.


Osado Guatimoc, junto a la hoguera,
con semblante furioso y ojos fijos,
cEspañoles, clamó, satisfacéosf
cGozáos, tlascaltecas, viles indios!

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«Ay de vosotros! ay! de vuestra infamia
«recibiréis el premio merecido:
«Quedáis entre españoles~. Con pie firme
holló las brasas, nos miró tranquilo,
con horrible sonrisa, y a su ejemplo,
después entró a la hoguera su ministro;
mas, al dolor cediendo, entre mil ansias
iba ya a descubrir .... cuando le dijo
con voz tremenda su señor: ¿ ¡Acaso
estoy yo sobre rosas!~ Sufrió Tfsoc,
y calló, y expiró!
CORTES
(en voz alta)

¡Guatimoc, vivo
. Sacadle del tormento ....

ESCENA VIII
(Se abre el fondo del joro, 'Y se descubren Gua-
timoc y Tísoc muertos sobre la.! brasas, 'Y a su
lado, Alderete, castellanos, guardias, tlascaltecas)

ALDERETE

Ello ha querido;
murió rebelde.

¡y su verdugo infame
fue un guerrero español! Tú fuiste, impío,
tú, feroz Alderete .... j T epoczina!

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ESCENA IX
(Los mumol; Tepoczina entra, se acerca aGua-
timoc, y después de una pausa:)

TEPOCZINA

nGuatimoc! ¡Guatimoc! amigo mío ....


Consuélate, no quedas sin venganza ~
por víctima te ofrezco a tu asesino.
Cae a los pies de tu señor, j infamel'
(Saca un puñal y mata a Alderet,. Cortés la desarma)

Bája a besar sus pies ... ¿Por qué el cuchillo,


Cortés, me arrancas?. con mi propia mano
yo rasgaré mi pecho y el de mi hijo.
fA.quí nos tienes, mátanos; queremos
.morir pronto; consúma el exterminio
de Méj ico: destrúye lo que resta
de Guatimoc; queremos reunimos ....
Hiére ... ¡bárbaro, hiére!..'
CORTES

No más sangre:
basta .... ¡huyamos, huyamos de este sitio!
TEPOCZINA

¡Oh dioses! ¿sufriréis a estos malvados,


y quedarán impunes sus delitos?

FIN DEL ACTO QUINTO

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INDICE

Págs.
Don José Fernández Madrid, por Carlos Martínez
Silva .. - S
Teatro, de José F ernández Madrid:

Atala, tragedia en tres actos y en verso .....•... 25


Guatimoc, tragedia en cinco actos y en verso •.•• 11

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