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Instituciones de Derecho Civil Parte General TOMO II - Julio Cesar Rivera
Instituciones de Derecho Civil Parte General TOMO II - Julio Cesar Rivera
DE DERECHO CIVIL
PARTE GENERAL
TOMO II
NÓMINA DE COLABORADORES
DE ESTE TOMO
TERCERA E D I C I Ó N ACTUALIZADA
4
LexisNexis
Abeledo-Perrot
BUENOS AIRES
Rivera, Julio César, Instituciones de derecho civil parte general. 3 o ed.
Buenos Aires : Abeledo Perrot, 2004.
ISBN 950-20-1589-4
CDD 346
I.S.B.N.: 950-20-1589-4
716. CONCEPTO
Los derechos personalísimos —también llamados derechos de la
personalidad— son las prerrogativas de contenido extrapatrimonial,
inalienables, perpetuas y oponibles erga omnes, que corresponden a
toda persona por su condición de tal, desde antes de su nacimiento y
hasta después de su muerte, y de las que no puede ser privada por la ac-
ción del Estado ni de otros particulares porque ello implicaría desmedro
o menoscabo de la personalidad.
Los derechos personalísimos constituyen una inconfundible cate-
goría de derechos subjetivos esenciales, que pertenecen a la persona por
su sola condición humana y que se encuentran respecto de ella en una
relación de íntima conexión, casi orgánica e integral.
1
Bibliografía general: CIFUENTES, Santos, Los derechos personalísimos, 2 8 ed., Buenos
Aires, 1995; KAYSER, Pierre, "Les droits de la personnalité. Aspects théoriques et pratiques",
RTDC, 1971-445; LINDON, Raymond, Dictionnairejurídique - les droits de la personante, París,
1983; D E CUPIS, Adriano, Teoría y práctica del Derecho civil Cap. II, trad. J u a n Martínez
Valencia, Barcelona, 1960; IdirittideUapersonalitá, Milano, 1959; RIVERA, Julio César, "Hacia
u n régimen integral y sistemático de los derechos personalísimos", L.L., 1983-D-846; ORGAZ,
Alfredo, Personas individuales, Córdoba, 1946, págs. 6 y sigs.; GANGI, Calogero, Personefisiche
e persone giuridiche, 2- ed., Milano, 1948, Cap. VIH; CASTRO Y BRAVO, Federico de, "Los bienes
de la personalidad" en Temas de Derecho Civil Madrid, 1972; "Los llamados derechos de la
personalidad", ADC, 1959-237; CASTÁN TOBEÑAS, José, Los derechos de la personalidad,
Madrid, 1952; LÓPEZ JACOISTE, J o s é J., "Una aproximación tópica a los derechos de la
personalidad", ADC, 1986-1059; CIFUENTES, Santos, "Derechos personalísimos. Sobre u n a
ponencia elaborada como programa de posible legislación orgánica sobre la materia con
algunas otras consideraciones", E.D., 106-773; 'Tutela integral de los derechos
personalísimos", L.L., 2 / 4 / 1 9 9 0 ; ROJO AJURIA, Luis, "La tutela civil del derecho a la intimidad",
ADC, 1986-133; GONZÁLEZ PÉREZ, J e s ú s , La dignidad de la persona, Madrid, 1986; CASTÁN
TOBEÑAS, J o s é , Los derechos del hombre, 4 a . ed., Madrid, 1992; CREVILLÉN SÁNCHEZ, Clemente,
Derechos de la personalidad. Honor, Intimidad personal y familiar y propia imagen en la
jurisprudencia, Madrid, 1994; FELDMAN, David, CivilLiberties&Humanrights inEngland&Wales,
Oxford, 1993; BAILEY, S. H. - HARRIS, D. J . - JONES, B. L., Civil Liberties, London-Dublin-Edinburgh,
1991; ROMERO COLOMA, Aurelia M., Los bienesy derechos de la personalidad, Madrid, 1985.
8 JULIO CÉSAR RIVERA
a) Pueblos antiguos
Ya hemos señalado (supra, n s 298) que, en la Antigüedad, ni siquiera
la vida constituía u n valor absoluto, puesto que el respeto a la misma se li-
mitaba a los integrantes de la tribu o pueblo, siendo legítimo matar al ex-
tranjero que constituía el enemigo común. En Occidente es, recién con el re-
conocimiento de las enseñanzas de los profetas de Israel y de la Iglesia, que
se reconoce la validez a la idea de que el extranjero tiene derechos origina-
rios y que su muerte constituía u n a violación del derecho (Hattenhauer).
b) Evolución
En el Derecho Romano, existió u n a protección indirecta de la perso-
nalidad a través de la d e n o m i n a d a actio injuriarum.
Pero, fue f u n d a m e n t a l m e n t e el Cristianismo, al predicar que todos
los h o m b r e s —no sólo los libres— son p e r s o n a s e iguales, el que sentó el
fundamento de la protección de todos los seres h u m a n o s . La filosofía es-
colástica complementó la idea al s e ñ a l a r que, a p a r t e de los bienes exter-
nos, h a y otros bienes que e s t á n en la persona, en s u cuerpo; en tanto que
posteriormente la doctrina afirmó la existencia de derechos innatos o na-
turales, pertenecientes al h o m b r e con independencia del ordenamiento
jurídico y oponíbles a u n frente al E s t a d o . La afirmación de estos dere-
chos era m á s bien de orden político, y los civilistas se desentendieron de
ellos considerándolos propios del derecho público.
DERECHOS PERSONALÍSIMOS 9
c) Evolución de la legislación
T a m b i é n en el c a m p o de la legislación, se h a d e s p e r t a d o interés y
preocupación por alcanzar u n a m á s amplia reglamentación tutelar de la
personalidad h u m a n a en s u s diversas manifestaciones. En lo que va de
este siglo se h a n s a n c i o n a d o a l g u n a s leyes regulatorias de determinados
aspectos específicos; y o t r a s h a n incorporado n o r m a s generales de los
Códigos Civiles, como Bolivia y Perú.
d) Legislación argentina
E n nuestro país son resultado de esa tendencia la ley 11.723 que, en
s u s artículos 3 1 a 35, protege el derecho a la imagen; la ley 21.173 que in-
corporó al Código Civil el artículo 1071 bis, que tutela el derecho a la in-
timidad; y la ley 18.248, q u e regla el n o m b r e de las p e r s o n a s .
Existen por otro lado regulaciones especiales relativas a ciertos a s -
pectos de los derechos sobre la disposición del propio cuerpo y de los des-
pojos mortales en la ley 2 1 . 5 4 1 de Trasplantes; en la ley 17.132 de Ejer-
cicio de la Medicina, y en leyes especiales d i c t a d a s por las provincias en
u s o de s u s atribuciones constitucionales.
No o b s t a n t e , el progreso es parcial y d e s o r d e n a d o . Aún se carece, en
n u e s t r o derecho privado, de u n régimen integral y sistemático de los de-
rechos personalísimos, por lo que se advierte la necesidad de establecer
u n s i s t e m a ordenado y coherente que r e s p o n d a a u n a a d e c u a d a técnica
jurídica y que reglamente el ejercicio de los principios, derechos y garantías
—atinentes a nuestro tema— establecidos por n u e s t r a Constitución Nació-
10 JULIO CESAR RIVERA
f) Propuestas doctrinarias
A este respecto interesa recordar que en el IV Congreso de Derecho
Civil realizado en Córdoba, en 1969, se aprobó una recomendación ten-
diente a que "se incluyan en el Código Civil o en leyes especiales, precep-
tos que regulen las consecuencias civiles del principio constitucional del
respeto a la personalidad humana, como pueden ser, entre otros, los re-
lativos a los derechos a la intimidad, a la imagen y a la disposición del
propio cuerpo".
Posteriormente, en las Segundas Jornadas Provinciales de Derecho
Civil, desarrolladas en la ciudad de Mercedes, provincia de Buenos Aires,
entre los días 2 y 4 de junio de 1983, se aprobó en ésta una recomenda-
DERECHOS PERSONALÍSIMOS 11
ción dirigida a incorporar en el Libro I, Sección II, Título II del Código Ci-
vil, una reglamentación completa de los derechos personalísimos sobre
la base de las proposiciones que se dejaron puntualizadas. Siguiendo
una idea del doctor Augusto Mario Morello, la Comisión respectiva for-
muló sus conclusiones en la forma de "Bases" para la legislación que
debe dictarse a los efectos de u n a adecuada tutela de los denominados
derechos personalísimos.
El Poder Ejecutivo envió al Parlamento un proyecto que no llegó a
ser tratado; otro fue elaborado por los Dres. Cifuentes y Rivera, el que ha
tenido bastante difusión y sirvió de base para el proyecto de la diputada
Guzmán, denominado Estatuto de las libertades civiles.
a) Reconocimiento constitucional
Aun c u a n d o nosotros e x a m i n a r e m o s e s t a materia desde el p u n t o de
vista del derecho privado, lo cierto es que ella tiene u n indudable funda-
mento constitucional.
En n u e s t r o país, la Constitución de 1853 contiene u n expreso reco-
nocimiento de derechos que h a c e n a la tutela integral de la personalidad.
Entre ellos d e s t a c a m o s la g a r a n t í a de la igualdad (art. 16), que se extiende
a los extranjeros (art. 20); y está expresamente tutelado el derecho a la pri-
vacidad (art. 19), que comprende la reserva de los papeles privados y la co-
rrespondencia y la inviolabilidad del domicilio. Además, el reconocimiento
de derechos y g a r a n t í a s implícitas (art. 33) permite d a r flexibilidad a las
n o r m a s constitucionales, que tienen ya casi ciento c u a r e n t a a ñ o s .
N a t u r a l m e n t e , es en las constituciones posteriores a las S e g u n d a
G u e r r a Mundial donde se advierte u n reconocimiento m á s explícito de
esta g a m a de derechos. En particular, las constituciones reconocen de
m a n e r a expresa el derecho a la dignidad personal y al libre desarrollo de
la personalidad (como las constituciones e s p a ñ o l a y japonesa), y otras
h a c e n u n verdadero catálogo de derechos, entre los que incluyen el de-
recho a la vida privada, a la imagen, al nombre, etcétera (constitución pe-
r u a n a , t a m b i é n la española, etc.).
b) Derecho privado
Entre los ordenamientos de derecho privado, cabe m e n c i o n a r l o s si-
guientes:
— Código de Portugal, q u e contiene u n a tutela general de la perso-
nalidad.
— Código Civil boliviano de 1975, que contempla el derecho a la vida
y los derechos que t u t e l a n la personalidad física y espiritual.
14 JULIO CÉSAR RIVERA
721. TERMINOLOGÍA
La denominación aplicable a la categoría de derechos que estamos
considerando es tema que ha suscitado dificultades y propuestas diversas.
DERECHOS PERSONALISMOS 19
b) Refutación
E s t a a r g u m e n t a c i ó n h a sido, en n u e s t r a opinión, suficientemente
refutada por Cifuentes, c u a n d o expresa q u e si hay lesión, o sea, carácter
lesivo en el acto, es porque había algo que era objeto de e s a lesión, y ese
algo ¿qué es sino u n derecho? El derecho s ! ¡bjeüvo posterior a la lesión
es el que t o m a el p u e s t o de aquel otro lesir •.ado; es derecho a obtener la
c o n d e n a penal o civi1 porque se apoya en lo que antecede; y lo mismo
p a s a con todos los derechos subjetivos a t a c a d o s . No hay d u d a —agrega
el citado autor— de que se t r a t a de u n derecho subjetivo, p u e s le corres-
ponden facultades que se ejercen sobre u n objeto interior a la persona,
y con pretensión de respeto hacia todos los d e m á s , quienes son las per-
s o n a s del deber correlativo: facultad, objeto deber y n o r m a que le reco-
noce y regula.
Por otra parte, respecto de la a d u c i d a falta de contenido económico,
con q u e t a m b i é n arguyen los partidarios de la tesis negativista, que si
bien prímafacie los derechos personalísimos carecen de contenido eco-
nómico y, por ende, no existe frente a ellos u n deber correlativo, ese con-
tenido m e n s u r a b l e en valores patrimoniales nace como consecuencia de
la lesión al derecho, lo que los coloca en idéntica situación q u e otros de-
rechos subjetivos indiscutidos y clásicos, como el dominio. Por lo d e m á s ,
según creemos, no es indispensable hallar u n contenido económico en
u n a prerrogativa j u r í d i c a p a r a q u e se la p u e d a calificar como derecho
subjetivo; b a s t a con que exista la posibilidad de hacerla valer de tal modo
que sea reconocida y r e s p e t a d a haciendo cesar o impidiendo su pertur-
bación o lesión.
723. CARACTERES
Siguiendo las e n s e ñ a n z a s de Cifuentes, decimos q u e los caracteres
de estos derechos son los que siguen:
a) Innatos
Corresponden a la p e r s o n a desde el origen de ésta.
b) Vitalicios
Rigen d u r a n t e toda la vida de la persona. Por regla general se con-
sidera que estos derechos se agotan con la m u e r t e de la persona; no obs-
t a n t e , existe u n a notable tendencia a ampliar s u marco de acción, esti-
m á n d o s e que, por lo menos, ciertos aspectos se t r a s l a d a n a los herederos
del titular, pudiendo éstos ejercer algún tipo de acción; ello sucede par-
ticularmente en el ámbito de los derechos a la intimidad y . J 1 honor.
c) Necesarios
No p u e d e n faltar d u r a n t e la vida del ser h u m a n o , ni p u e d e n perderse
de modo definitivo. Este carácter es consecuencia de los dos anteriores.
d) Esenciales
Porque r e p r e s e n t a n u n mínimo imprescindible p a r a el contenido de
la personalidad h u m a n a , y p o r q u e tienen por objeto los bienes m á s ele-
vados frente a otros materialmente importantes.
e) De objeto interior
Las manifestaciones de la p e r s o n a que corresponden a los derechos
personalísimos son interiores, inseparables de ella. Son modos peculia-
res de s u ser.
J) Inherentes
Existe u n a u n i ó n inseparable del objeto respecto del sujeto.
g) Extrapatrímoniales
Si bien, primafacie, los derechos personalísimos son de contenido
extrapatrimonial, en caso de ser lesionados g e n e r a n a favor de s u titular
u n a acción de resarcimiento económico, sin perjuicio de q u e aquél p u e -
de requerir, t a m b i é n judicialmente, las m e d i d a s n e c e s a r i a s p a r a preve-
nir o h a c e r cesar la agresión antijurídica, y obtener el restablecimiento
pleno de los derechos afectados.
22 JULIO CÉSAR RtVERA
h) Relativamente indisponibles
No pueden ser enajenados ni transferidos mientras viva la persona.
Esto deriva de ser ellos vitalicios, inherentes y necesarios. Sin embar-
go, esto admite ciertas salvedades. Puede ocurrir que el sujeto consienta
la lesión física o moral, o la soporte. En tal caso, y si sólo están afec-
tados bienes personales y no otros intereses por los que el Estado deba
velar, el consentimiento de la víctima inhibe la punibilidad. Empero,
cabe advertir, no existiría en tal supuesto u n a renuncia al derecho
personalísimo sino al ejercicio de algunas facultades.
i) Absolutos
Son oponibles erga omnes. En todas las demás personas recae una
obligación pasivamente universal, en el sentido de que es deber de ellas
respetar las facultades del sujeto. Este carácter no debe ser entendido
como que atribuye al ejercicio del derecho un alcance ilimitado. Todo de-
recho encuentra su límite donde aparece el contacto con los derechos de
las demás personas.
j) Privados
Este carácter no se altera por el hecho de que para la lesión a un de-
recho privado esté prevista una sanción penal de carácter público. Ésta no
borra el derecho privado correlativo. Antes bien, al protegerlo, lo sustenta.
k) Autónomos
El conjunto de los caracteres precedentemente enumerados confor-
ma una particular categoría de derechos subjetivos que bien se diferen-
cian de todos los demás. Es, como lo hemos dicho, una categoría incon-
fundible de derechos subjetivos que tienen por ello carácter autónomo.
724. CLASIFICACIÓN
Habida cuenta de la complejidad del contenido de estos derechos, se
estima que la clasificación de los mismos ha de hacerse relacionándolos
con los bienes jurídicamente protegidos, o sea, aquellas múltiples mani-
festaciones que parten de la persona y tienen un particular modo de ser.
A ese ñn procede distinguir:
— derechos que protegen las manifestaciones físicas de la persona;
— los que protegen las manifestaciones espirituales de la misma; y,
— los que protegen las libertades.
Es de advertir que, con la expresión "manifestaciones físicas y espi-
rituales de la persona", quedan comprendidas todas las posibles facetas
de los derechos personalisimos, sin necesidad de tener que proceder a
una enumeración específica de ellos.
DERECHOS PERSONALlSIMOS 23
3
Bibliografía especial: ROCA, J u a n , "Sobre el deber general de respeto a la persona", ADC,
1986-763.
24 JULIO CESAR .RIVERA
5
Bibliografía especial: BORREL MACÍA, Antonio, La persona humana Derechos sobre el
propio cuerpo vivo y muerto, Barcelona, 1954; CHAVES, Antonio, Direito a vida e apropio corpo,
Sao Paulo, 1986.
DERECHOS PERSONALISMOS 27
c) Código Penal
Por s u parte, el Código Penal contiene disposiciones diversas inte-
g r a n t e s de u n a t u t e l a de c a r á c t e r público. Las que aquí interesan son:
las que incriminan y p e n a n el homicidio (arts. 79 a 84); las lesiones cau-
s a d a s a otro en el cuerpo o en la salud (arts. 89 a 94; ver asimismo otras
hipótesis de homicidio o lesiones, en los a r t s . 9 5 a 105); el aborto (arts.
8 5 a 88); y el a b a n d o n o de p e r s o n a c u a n d o se pusiere en peligro s u vida
o s u salud (arts. 106 a 108).
d) Otras leyes
En otro régimen legislativo, cabe c i t a r l a s disposiciones referentes al
trabajo de mujeres e m b a r a z a d a s o en período de lactancia (arts. 177 a
179, Ley de Contrato de Trabajo). Aquí, a d e m á s de la m a d r e , se a m p a r a
también la vida y la salud de la criatura.
7
731. EL ABORTO
a) Comienzo de la existencia de las personas en el Código Civil
El derecho a la vida, como derecho personalísimo q u e es, pertenece
a la p e r s o n a por su sola condición h u m a n a . Es u n derecho esencial e in-
nato que corresponde a la p e r s o n a desde su origen, desde q u e ella existe
como tal, lo cual biológicamente ocurre a partir del m o m e n t o de la con-
cepción. E s t a afirmación g u a r d a coincidencia con la n o r m a legal antes
referida.
De allí q u e resulte a c e r t a d o n u e s t r o Código Civil c u a n d o dispone
q u e la existencia de las p e r s o n a s comienza d e s d e la concepción en el
seno materno; q u e a n t e s de su nacimiento p u e d e n adquirir algunos de-
rechos, como si ya h u b i e s e n nacido, y que esos derechos q u e d a n irrevo-
c a b l e m e n t e adquiridos si los concebidos en el seno m a t e r n o nacieren
con vida, a u n q u e fuera por i n s t a n t e s d e s p u é s de e s t a r s e p a r a d o s de su
m a d r e (art. 70) (v. supra, nros. 309 y sigs.).
Reglas q u e n u e s t r o codificador estableció a p a r t á n d o s e de los mode-
los de la época, y q u e generan el "derecho a nacer", como lo h a caracte-
rizado la profesora cordobesa Zavala de González.
7
Bibliografía especial: BIDART CAMPOS, Germán, J., "El aborto y el derecho a la vida". E.D.,
113-479; ZAVALA DE GONZÁLEZ, Matilde, "Aborto, persona por nacer y derecho a la vida", L.L.,
1983-D-1126; BLANCO DE BUEY FERNÁNDEZ, María Isabel, "Derecho a la vida y derecho a la
disposición de la propia vida. Aborto y eutanasia", en Derecho Civil - Parte General - Temas, bajo
ladirecciónde Rivera, Julio C., Buenos Aires, 1988,1.1, pág. 2 0 3 ; DWORKIN, Ronald, "El dominio
de la vida", versión española de Ricardo Caracciolo y Víctor Ferreres, Barcelona, 1994.
DERECHOS PERSONALISIMOS 29
d) Cuestionamiento de la constitucionalidad
de la legislación penal
Algunos tribunales h a n debido pronunciarse en casos en los que se so-
licitaba autorización judicial p a r a practicar abortos. E n general, la solución
30 JULIO CÉSAR RIVERA
e) Derecho comparado
En el continente americano son varios los países que, al igual que
el nuestro, caracterizan el aborto como delito.
En los Estados Unidos de América, la jurisprudencia de la Corte Su-
prema de Justicia ha admitido la procedencia de la práctica del aborto,
constituyendo un leading case el resuelto en el año 1973 respecto de la
constitucionalidad de la ley del estado de Texas, que no lo autorizaba (un
comentario de esta sentencia puede verse en el trabajo de Blanco de
Buey Fernández, citado en la bibliografía).
Numerosas leyes de países europeos han despenalizado el aborto,
admitiendo que su ejercicio es una manifestación del derecho de la ma-
dre a la disposición de su propio cuerpo. Entre ellas las de los países es-
candinavos, Francia, España, Inglaterra, etcétera.
Incluso algunos tribunales de países europeos han resuelto que la
mujer puede abortar sin consentimiento del padre de la criatura conce-
bida 10.
En el ámbito de la codificación civil, no suelen existir declaraciones
sobre este tema. Puede apuntarse, sin embargo, que el Código Civil del
Perú, de 1984, reconoce que la vida humana comienza con la concepción
(art. l e , 2do. párr.), y establece que el derecho a la vida —como los de-
más derechos personalísimos— es irrenunciable y su ejercicio no puede
sufrir limitación voluntaria (art. 52).
8
l s Inst. Penal Mendoza, 31/1/1985, E.D., 114-183, con nota de BIDART CAMPOS, Germán
José, "Autorizaciónjudicial solicitada para abortar".
9
1-Inst.Instr. Rosario, 4/11/1987, L.L., 1988-E-375, con nota de VÁZQUEZ FERREYRA, Ro-
berto A., "La defensa de la Constitución y el derecho a la vida"; l B Inst. Civil Cap., 26/4/1988,
E.D., 132-456, con notas de ANDEREGGEN, Vicente E., "El llamado aborto eugenésico y las fa-
cultades de los jueces"; y GOWLAND, Jorge, "Derecho a vivir".
Soluciones de los tribunales noruegos en la demanda dirigida por Robert Haanstadt y
de los ingleses en un caso del que no se publicó el nombre del demandante: noticia en El Mer-
curio (Sgo. de Chile) de los días 22/2/1987 y 1 /3/1987.
DERECHOS PERSONALISIMOS 31
g) La Doctrina de la Iglesia
La Iglesia Católica se manifiesta en contra del aborto provocado. El
Código de Derecho C a n ó n i c o vigente establece q u e quien p r o c u r a el
aborto, con concreción de s u efecto, incurre en excomunión late senten-
tiae (canon 1398). Según el c a n o n 1314, la p e n a es generalmente, feren-
dae sententiae, de m a n e r a que no se obliga al reo sino d e s p u é s de h a b e r
sido impuesta; y es latae sententiae c u a n d o e n ella se incurre por el mis-
mo hecho de h a b e r s e cometido el delito, si la ley o el precepto lo estable-
cen así e x p r e s a m e n t e .
Para el comentario del fallo de la Corte Suprema seguimos el comentario de RIVERA (h),
Julio C. en RDPC, 2 0 0 1 - 1 - 3 2 1 . Otra bibliografía especial sobre el tema: GIBERTI, Eva,
"Anencefalia y daño psíquico a la madre", Revista de Derecho de Familia - Revista
Interdisciplinaría, t. 2 1 ; DESCALZI, J o s é Pablo, "Precisiones sobre el conflicto de derechos
personalisimos en el caso de anencefalia", DJ, 41-372; CHECHILE, Ana María, "Derecho a la vida
del nascitums que padece anencefalia y derecho a la salud de la m a d r e gestante y su grupo
familiar", L.L., 2002-D-580; DEL AZAR, Jorge J . A. - DÍAZ, J u s t i n a M., "Precisiones sobre el
conflicto de derechos personalisimos en el caso de anencefalia", DJ, 2001-3-372; PALOMERO,
Silvia E., "Anencefalia", L.L., 2002-D-588; TOSELLI, J u a n Carlos, "Antecedentes jurispru-
denciales en el fuero contenciosoadministrativo y tributario de la Ciudad de Buenos Aires en
t o m o a los casos de anencefalia", L.L., 2002-D-571; JÁUREGUI, Rodolfo G., "Inducción al parto.
Feto anencefálico. Crónica de u n a muerte adelantada y anunciada. ¿Habrá sidojusticia?", L.L.
Litoral, 2001 -1164; MANZINI, Jorge L., "Visión pericial p a r a u n a discusión bioética acerca de la
interrupción del embarazo anencefálico", DJ, 2001-3-857; MAZZINGHI, Gabriel, "Autorización
para abortar denegada (comentario al fallo 'B. de S., H.S. y S.C.A. s/autorización')", E.D., 172-
295; BACIGALUPO, Pablo - MASSAGLIA, María Valeria, "Parto inducido: alarmantes discrepancias
sobre u n a m i s m a cuestión", DJ, L.L., 2001-3-639; GIL DOMÍNGUEZ, Andrés, "La S u p r e m a Corte
de la Provincia de Buenos Aires y el parto inducido de u n a vida h u m a n a en formación: de
cuando las convicciones personales se imponen a los valores constitucionales en el ejercicio
de la jurisdicción constitucional", L.L. BA, 2001-1293; JARQUE, Gabriel Darío, "Autorizaciones
judiciales p a r a prácticas abortivas y eutanásicas", J.A., 2001-IV-416; SIVERINO, Bavio,
"Algunas cuestiones éticas y legales sobre anencefalia", Revista Derecho y Sociedad, edición
especial, añoXIII, n 9 20, Pontificia Universidad Católicadel Perú, Lima, 2003; GHERARDI, Carlos
- KURLAT, Isabel, "Anencefalia e interrupción del embarazo", Separata de Nueva Doctrina Penal
2000-B; HOOFT, Pedro, "La bioética y el derecho a u n a d o s en mitigar el dolor h u m a n o : la
anencefalia a la luz de los derechos h u m a n o s y la bioética", J.A., abril 18 de 2 0 0 1 , n 9 6242;
RODRÍGUEZ VÁRELA, Alberto, "El valor de la vida inocente", E.D., 191-424; RAY, Carlos Abel,
"Comentario sobre el embarazo y nacimiento de niños con anencefalia", E.D., 191-438.
32 JULIO CÉSAR RIVERA
b) El voto de la mayoría
La mayoría sostuvo que:
— La pretensión de amparo no constituye un pedido para efectuar
un aborto ya que no se persigue una acción que tenga por objeto la muer-
te del feto (consid. 6).
— Las posibilidades de vida del feto fuera del seno materno son nu-
las, sin que exista ninguna diferencia —en cuanto a su posibilidad de so-
brevida— entre inducir el parto prematuramente o esperar el transcurso
de los nueve meses de gestación (consid. 6).
— Dado el avanzado estado de embarazo de la peticionante, el even-
tual nacimiento puede ser calificado como prematuro pero no como in-
maduro, de manera que el feto se encontraría en condiciones de sobre-
vivir fuera del vientre materno si no fuera por la patología que lo afecta
(consid. 6).
— Por lo tanto, el eventual fallecimiento del feto será consecuencia
de la enfermedad que sufre y no del hecho normal de su nacimiento (con-
sid. 9).
— La preservación de la vida no puede imponer la prolongación ar-
tificiosa del nacimiento para prolongar la supervivencia intrauterina
(consid. 9).
— La solución adoptada no afecta el derecho a la vida desde la con-
cepción reconocido en el art. 2 S de la ley 23.849 (aprobatoria de la Con-
vención sobre los Derechos del Niño) y el art. 4Q de la Convención Ame-
ricana sobre los Derechos Humanos ya que "nada hay en esta decisión
que altere el curso natural de las cosas: concepción, vida en el seno ma-
terno, transcurso de un período de gestación más que suficiente para la
formación del ser humano completo y viable, su alumbramiento sin ries-
gos para el hijo y madre y la preservación del derecho a la vida de ambos
durante el curso de este proceso..." (consid. 12).
12
CSN, "T., S. c/Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires", 1 1 / 1 / 2 0 0 1 , L.L., 3 0 y
31/1/2001.
DERECHOS PERSONAJLISIMOS 33
e) Análisis crítico
La ratiodecidendide la sentencia de la Corte S u p r e m a es el siguien-
te: es legítimo anticipar el parto de u n feto que tiene u n a enfermedad ter-
minal siempre y cuando: a) se trate del a l u m b r a m i e n t o de u n feto prema-
t u r o y no de u n feto i n m a d u r o (es decir, que el feto se e n c u e n t r e en
condiciones de sobrevivir fuera del vientre m a t e r n o salvo por la enferme-
dad q u e lo afecta); b) que el anticipo del parto no a u m e n t e el riesgo de
muerte del nasciturus (en otras palabras, que no exista diferencia en cuanto
a su posibilidad de sobrevida entre anticipar el parto o esperar h a s t a el no-
veno mes de gestación). En este contexto, creemos que es correcta la con-
clusión de la Corte S u p r e m a en c u a n t o a que éste no es u n caso de abor-
to, porque no se persigue u n a acción que tenga por objeto la m u e r t e del
feto, sino q u e e s t a última es consecuencia de su enfermedad.
Ahora bien, el solo a r g u m e n t o de q u e la acción que se persigue no
configura u n s u p u e s t o de aborto no es suficiente p a r a autorizar el anti-
DERECHOS PERSONALÍSIMOS 35
J] Otras informaciones
Para completar el panorama sobre el tema cabe apuntar que el Su-
perior Tribunal de Entre Ríos 13 sigue el criterio de la Corte nacional,
mientras que, por el contrario, la Corte de la Provincia de Buenos Aires
ha adoptado la solución opuesta !4 .
Por su lado, la Ciudad Autónoma de Buenos Aires ha dictado la ley
1044, el 26 de junio del 2003 la que fue reglamentada por decreto 999 del
17 de julio de 2003.
13
ST Entre Ríos, 2 / 5 / 2 0 0 1 , LX. Litoral, 2001-1165 con nota de R. G. Jáuregui.
14
SCBuenos Aires, 2 2 / 6 / 2 0 0 1 , LX. BA, 2001-1298 con nota de A. Gil Domínguez; L X ,
2002-D-588.
15
Bibliografía especial: FARRELL, Martín, La ética del aborto y la eutanasia, Buenos Aires
s./f.; OLLERO, Andrés, Derecho a la vida y derecho a lamuerte, Madrid, 1994; GAFO, Javier(ed.),
La eutanasia y el arte de morir, Madrid, 1990; BLANCO, Luis Guillermo, Muerte digna -
Consideraciones bioético-juridicas, Buenos Aires, 1997; MEDINA, Graciela, su nota en RDPC,
19-44; MEDINA, Graciela - LEAL DE IBARRA, Javier, "El derecho a u n a m u e r t e digna", J.A., 1997-
1-925; LORENZETTI, Ricardo, "Derecho a rechazar tratamientos médicos y derecho a morir en la
reforma civil", J.A., 1994-11-844; ALBANESE, Susana, "El amparo y el derecho adquirido a u n a
mejor calidad de vida", LX., 1991-C-77; MACHADO PELLONI, F e m a n d o , "El médico, el paciente y
el derecho a u n a muerte digna", J.A., 1999-III-792; MACKINSON, Gladys, "Sobre la dignidad y la
calidad de vida", J.A, 199-IV-927.
36 JULIO CÉSAR RIVERA
b) La eutanasia
En sentido amplio, este vocablo significa b u e n a m u e r t e , serena,
tranquila, sin sufrimiento. En sentido m á s preciso, es la m u e r t e que, de-
liberadamente, se provoca p a r a extinguir la vida de quien padece u n a en-
fermedad incurable y dolorosa, a fin de evitarle los sufrimientos de u n a
larga y p e n o s a agonía.
16
Citado por DWORKIN, R., "El dominio...", c i t , pág. 240.
DERECHOS PERSONALÍSIMOS 37
trarle una droga) (eutanasia involuntaria activa) o (ii) suprimir los trata-
mientos de prolongación de la vida (eutanasia involuntaria pasiva).
d) Legislación argentina
Nuestro derecho penal no autoriza la eutanasia ni tampoco la tipi-
fica como delito autónomo. En consecuencia, la producción por otro de
la muerte de una persona enferma, en la situación de hecho que la eu-
tanasia involuntaria activa presupone, debe ser encuadrada dentro de la
figura delictual del homicidio (arts. 79 y sigs., Cód. Pen.), lo que no ex-
cluye que dadas las características de esa situación, pueden ser invoca-
das y valoradas circunstancias extraordinarias atenuantes o un estado
de emoción violenta excusable, con vistas a la graduación de la pena. Del
mismo modo, la eutanasia voluntaria activa sigue siendo un delito, pues
el consentimiento de la victima no priva de ilicitud al acto.
La eutanasia involuntaria pasiva es sumamente compleja de tratar. Lo
cierto es que, al menos como regla de principio, el médico debe hacer todo
lo necesario para prolongar la vida del paciente (ley 17.132).
De todos modos, parece razonable la distinción que se hace en doc-
trina. Dice Andrés Olleros que en un sentido riguroso habría que enten-
der por eutanasia pasiva la producción de la muerte de una persona a
través de la omisión de medios proporcionados o necesarios. Por lo que no
cabría calificar como eutanasia la omisión no sólo legítima, sino éticamen-
te debida, de medios desproporcionados para mantener una vida artifi-
cial sin que haya una relación de proporcionalidad con la finalidad per-
seguida.
La eutanasia voluntaria pasiva merece una consideración muy par-
ticular, que hacemos seguidamente.
— esa dignidad y esa libertad sólo pueden ser coartadas cuando las
conductas del sujeto afecten a terceros.
h) La ley holandesa
Un capítulo especial merece la ley holandesa que lisa y llanamente,
legaliza la eutanasia, materia que ya reconocía antecedentes en la legis-
lación y jurisprudencia de ese país. La nueva ley introduce el concepto
del "Debido Cuidado" como pivote fundamental en la práctica legal de la
17
Bibliografía especial: MEDINA, Graciela, "Comentario a la ley Holandesa de Eutanasia",
en colaboración con Carolina Winograd, RDPC. 2001-2-511.
18
Citado por BLANCO DE BUEY FERNÁNDEZ, op. cit., pág. 224.
DERECHOS PERSONALÍSIMOS 39
eutanasia y/o del suicidio asistido. De acuerdo con la nueva ley, los re-
quisitos del debido cuidado implican que el médico:
— mantenga la convicción de que el pedido del paciente fue volun-
tario y bien considerado;
— mantenga la convicción de que el sufrimiento del paciente era
prolongado e insostenible;
— informó al paciente acerca de su situación y perspectivas.
El paciente mantuvo la convicción de que no existía una solución
razonable para su situación;
— consultó, por lo menos, a otro médico independiente. Este profe-
sional examinó al paciente y expidió por escrito su opinión sobre los re-
quisitos del debido cuidado, señalados en a-d.
El facultativo asistió un suicidio donde se cumplimentaron los re-
quisitos del debido cuidado médico.
El cumplimiento de estos cánones es factor indispensable para no
violar el debido cuidado que los médicos deben tener al momento de
practicar la eutanasia o asistir a un suicidio. La nueva ley aplica, mutatis
mutandi, los requisitos del debido cuidado a las personas incapaces y a
los mayores de sesenta años.
La ley prioriza los testamentos vitales por sobre la voluntad de los
parientes cuando ese instrumento fue redactado teniendo el paciente
una apreciación razonable de sus circunstancias próximas. Hace refe-
rencia además a la "apreciación razonable de su situación y de sus inte-
reses", sin aclarar si el testamento vital debió ser redactado a sabiendas
de los futuros padecimientos y con certeza de ello, o simplemente, ante
la posibilidad de padecerlos.
Asimismo, la ley contempla la situación de los menores, dando so-
luciones distintas, según tengan éstos entre 16 y 18 años de edad o entre
12 y 16 años. Para los primeros la eutanasia y/o el suicidio asistido se
vuelve factible si el menor tiene la posibilidad de entender su condición;
y sus padres, o aquellos que ostenten la representación legal, están in-
formados del procedimiento. Para los segundos, no basta con el conoci-
miento de sus padres, sino que se vuelve imperativo que el consenti-
miento del menor se complete con el de sus padres o con el de las
personas, que en su defecto, ejerzan la patria potestad.
Por supuesto, esta ley ha causado un gigantesco y universal debate.
19
Bibliografía especial: TAIANADE BRANDI, Nelly A. - LLORENS, Luis Rogelio, Disposiciones y
estipulaciones para la propia incapacidad, Buenos Aires, 1996; LEGUIZAMÓN HOUSSAY, J u a n
Manuel - OTERO, Mariano C., "Contrato de designación de c u r a d o r p a r a la propia incapacidad",
L.L., 1 4 / 1 / 2 0 0 4 .
40 JULIO CESAR RIVERA
733. EL SUICIDIO
Es la acción y el efecto de quitarse voluntariamente la vida.
Plantea dos problemas: su justificación desde el punto de vista mo-
ral y religioso y su posible incriminación como delito; esto es, su ponde-
ración desde el punto de vista jurídico.
Enfocando el tema dejde la óptica de los derechos personalísimos, co-
rresponde que se diga que el derecho a la vida no debe ser entendido como
un derecho "sobre" la vida, es decir, como si la persona fuera dueña de su
vida hasta el punto de poder disponer de ella de modo absoluto. Esta idea
es inaceptable. Ninguna persona tiene la potestad de extinguir su propia
vida. Ésta es el bien supremo. Y el derecho a la vida es el primero entre todos
los demás derechos, no sólo por la magnitud del valor que protege, sino
porque para ser titular de éstos es condición indispensable tener vida.
Las legislaciones actuales no incriminan el suicidio.
En verdad, si el suicidio ha sido consumado resultaría imposible so-
meter a la persona muerta al cumplimiento de una pena. Además no se-
ría lógicamente admisible un delito contra sí mismo. Aquí, como en el
caso de la tentativa, el sujeto activo se confunde con el pasivo. Asimismo,
la norma legal sancionatoria carecería de fuerza psicológica coercible.
Pero, si bien como dijimos, nuestra ley penal no sanciona el acto de
matarse voluntariamente, ni tampoco la tentativa, sí establece penas
para quienes instigaren a otro al suicidio o le ayudaren a cometerlo, si el
suicidio se hubiese tentado o consumado (art. 83, Cód. Penal). La san-
ción aplicable a éstos no es a titulo de participantes —en el concepto que
surge de los arts. 45 a 49 del Código citado—, sino de autores de un delito
autónomo, cuya materialidad consiste en inducir a otro a que se suicide
o en ayudarlo para que lo haga.
DERECHOS PERSONALISMOS 41
735. INTRODUCCIÓN
a) Cuestiones que plantea
A modo de introducción al desarrollo de los t e m a s que o c u p a r á n
n u e s t r a atención en los próximos n ú m e r o s , decimos que, en el estudio
del derecho a la integridad física se e n c u e n t r a n comprendidos dos as-
pectos fundamentales:
— la determinación de las atribuciones q u e la p e r s o n a debe tener
sobre su propio cuerpo y sobre s u s despojos mortales, y la fijación de los
límites de las m i s m a s ;
— la tutela legal q u e posibilite el efectivo ejercicio de ellas frente a
la oposición, al a t e n t a d o o a la a m e n a z a de agresión que p u e d a n provenir
de terceros o del Estado; y que, asimismo, establezca los recursos y san-
ciones correspondientes.
d) Jurisprudencia nacional
La j u r i s p r u d e n c i a de n u e s t r o s t r i b u n a l e s tiene j u z g a d o que todo
d a ñ o a la integridad física debe ser indemnizado, a u n c u a n d o el afectado
no ejerza n i n g u n a actividad lucrativa. En el caso del llamado "daño es-
tético", la indemnización debe f u n d a m e n t a r s e , no sólo en la afectación
de la capacidad laborativa sino, también, en todo lo que p u e d a proyec-
tarse sobre la vida individual y de relación de la víctima. El resarcimiento
corresponde a u n c u a n d o se trate de p e r s o n a del sexo m a s c u l i n o y a u n -
que no se dedique a la profesión artística 2 0 .
e) Otras leyes
La protección del derecho a la integridad física surge asimismo de
disposiciones de la ley sobre t r a s p l a n t e s de órganos y de material a n a -
tómico h u m a n o , en la medida de todo aquello que reglamenta, condicio-
n a o prohibe. Lo mismo c u a d r a decir acerca de las leyes que, en el orden
local y provincial, reglamentan el ejercicio de la medicina, odontología y
actividades de colaboración.
20
Bibliografía especial: ZANNONI, Eduardo A., El daño en la responsabilidad civil, Buenos
Aires, 1982, n e 39, pág., 127; MOSSETITURRASPE, Jorge, Responsabüidadpor daños, t. II - B, Bue-
nos Aires, 1981, n 9 2 3 3 , pág. 199; SPOTA, Alberto G., "La lesión a las condiciones estéticas de
la víctima de u n acto ilícito", L.L., 26-654; COLOMDO, Leonardo, "Las lesiones que a t e n t a n contra
la estética personal de la víctima...", L.L., 29-778; BARGAGNA, M. - BUSNELLI, F. D. (acurada, La
saíutazione del danno alia salute, Padova, 1986.
DERECHOS PERSONALÍSIMOS 43
J) Propuesta doctrinaria
Al margen de la normativa reseñada, debe anotarse que en nuestro
país no existe todavía un régimen integral de tutela del cuerpo humano
viviente y del cadáver. A ese fin, la recomendación aprobada en las antes
citadas Segundas Jornadas Provinciales de Derecho Civil, desarrolladas
en la ciudad de Mercedes, provincia de Buenos Aires, ha propugnado
que, sin perjuicio de lo que establezcan las leyes especiales, se incluyan
pautas genéricas relativas al derecho a disponer del propio cuerpo y se
fijen límites a su legítimo ejercicio, debiéndose prohibir los actos de dis-
posición que entrañen un riesgo grave o un atentado a la salud de per-
sona, o sean contrarios a las leyes, la moral y las buenas costumbres. Dicha
recomendación tiende, también, a que se regulen por leyes especiales las
experimentaciones científicas y a que se establezca, como requisito, que
los actos de disposición de partes no renovables del cuerpo humano sean
consentidos por personas mayores de edad en pleno uso de sus faculta-
des mentales, no pudiendo ser suplido ese consentimiento, ni aun con
autorización judicial.
Con relación a este último aspecto de la declaración, cuadra señalar
que la reforma introducida a la Ley de Trasplantes, 21.541, por la ley
23.464, ha establecido que el dador de órganos no renovables debe tener
la edad de 21 años, con lo que se modificó el anterior régimen que auto-
rizaba tal dación a partir de los 18 años. Pero la ley 24.193 volvió al re-
quisito de los 18 años.
e) Negativa al tratamiento
La negativa del enfermo prevalece (conf. Orgaz, Bueres). La ley res-
palda esta actitud p u e s h a sido a d o p t a d a en ejercicio del derecho a la li-
bertad personal y del derecho a la integridad de su cuerpo y de su salud.
Si pese a esa negativa, y si no se tratare de alguno de los s u p u e s t o s de
excepción a n t e s referidos, la operación se llevare a cabo, la responsabi-
lidad del profesional operante deberá ser j u z g a d a teniendo en cuenta el
r e s u l t a d o de la intervención, las c i r c u n s t a n c i a s relativas a la m i s m a y las
disposiciones legales aplicables.
J) Jurisprudencia
Los tribunales h a n admitido la prevalencia de la voluntad del suje-
to, por lo que en m á s de u n caso se h a rechazado la pretensión de impo-
ner intervenciones quirúrgicas; así, por ejemplo, fue rechazada la acción
iniciada por los hijos de u n a p e r s o n a que se negaba a ser sometida a la
a m p u t a c i ó n de u n a pierna 2 3 .
24
738. OPERACIONES DE CAMBIO DE SEXO
a) La antigua jurisprudencia nacional
La j u r i s p r u d e n c i a de n u e s t r o s tribunales h a e n c o n t r a d o culpables
del delito de lesiones a médicos que, con la conformidad de la víctima,
practicaron operaciones mutilantes relacionadas con el sexo sin que me-
diaran razones científicas que las justificaran 2 5 .
En el ámbito civil, u n a sentencia del j u e z Bunge C a m p o s había ca-
lificado de degenerado al sujeto q u e pidió la inscripción de u n cambio de
sexo en su partida de nacimiento 2 6 .
b) Legislación nacional
A su vez, de acuerdo con lo dispuesto por la ley 17.132 —que, rei-
teramos, es u n a ley de vigencia local— los profesionales q u e ejerzan la
medicina están impedidos, sin perjuicio de lo que establecen las d e m á s
disposiciones legales vigentes, de llevar a cabo intervenciones quirúrgi-
cas que modifiquen el sexo de u n a persona, salvo que s e a n efectuadas
con posterioridad a u n a autorización judicial (art. 19, inc. 4 e , ley cit.). En
realidad lo que aquí está vedado es realizar la operación sin la previa au-
torización exigible p a r a ese caso. Por s u p u e s t o q u e el t r i b u n a l intervi-
niente deberá tener en c u e n t a , p a r a acordar o denegar la autorización,
todos los elementos de juicio de que p u e d a disponer, incluso dictamen
28
Bibliografía especial; RIVERA, Julio César, "Ratificación del derecho a la identidad sexual
en u n caso de hermafroditismo", J.A., 1995-11-390; "Crónica de u n cambio (de sexo)
anunciado", L.L., año 4, n B 8, pág. 957; CIFUENTES, Santos, "Soluciones p a r a el seudoherma-
froditismo y la transexualidad", J.A., 1995-11-385.
29
CNCiv., Sala E, 3 1 / 3 / 1 9 8 9 , E.D., 135-492.
30
CCC S a n Nicolás, 1 1 / 8 / 1 9 9 4 , JA., 1995-11-380.
31
l 3 I n s t . Civil Capital, firme, 5 / 3 / 1 9 9 3 , E.D., 1 3 y 1 4 / 7 / 1 9 9 3 .
DERECHOS PERSONALÍSIMOS 49
32
l s Inst. Rio Tercero, 2 5 / 2 / 1 9 9 1 , Semanario Jurídico, 1991-337.
33
C8-CC Córdoba, 3 1 / 3 / 1 9 8 6 , cit. por ZAVALADE GONZÁLEZ, Matilde, Resarcimiento de da-
ños, vol. 2 c), "Daños a las personas", págs. 2 9 0 - 2 9 1 .
34
l 8 Instancia Civil y Comercial, Quilmes, mayo s./f.-1997, L.L., n- 8, sep. de 1997, pág.
957.
35
Bibliografía especial: FERNÁNDEZ SESSAREGO, Carlos, Derecho a la identidad personal
Buenos Aires, 1992.
50 JULIO CESAR RIVERA
36
IÑIGO DE QUIDIELLO, Delia B., "Esterilización en caso de personas incapaces por c a u s a de
enfermedad o deficiencia mental. S u p u e s t o s y consentimiento válido", E.D., 5 / 8 / 1 9 9 0 ;
MAZZINGHI, Jorge, "Precisiones a u n fallo que deniega autorizaciónjudicial p a r a esterilizar a u n a
incapaz" L.L., 1983-C-500; KEMELMAJER DE CARLUCCI, "Los disminuidos mentales, la
esterilización terapéutica y el derecho sobre el propio cuerpo", en Derecho privado. Libro
Homenaje a Alberto Bueres, Buenos Aires, 2 0 0 1 , pág. 247 y sgtes.
37
lLl Inst. Civ. Cap. 1 4 / 1 0 / 1 9 8 8 , E.D., 130-523; P Inst. Civ. Cap., 1 / 3 / 1 9 8 8 , E.D..
2 / 8 / 1 9 9 0 , Fallo 42.548.
DERECHOS PERSONALISIMOS 51
Vaca Narvaja, "Proyecto... para la modificación del art. 91 del Código Pe-
nal"; en 2000 de Misely, Espíndola, "Proyecto... para modificar la ley
17.132" 38; y en abril de 2001, el Proyecto de la diputada Barbagelata, ten-
diente a posibilitar "las intervenciones quirúrgicas que provoquen la impo-
sibilidad de engendrar o concebir en forma transitoria o definitiva" 39.
Desde nuestro punto de vista, son inconstitucionales las leyes loca-
les que prohiben la esterilización o someten su requerimiento a la exi-
gencia de ser un tratamiento necesario para la salud de la persona.
Es que, en primer lugar, la esterilización se presenta como una con-
ducta autorreferente Se trata de una intervención quirúrgica, no daña a
terceros, ni a la persona que decide adoptar este método, sino que, por
el contrario, es una decisión que toma en aras de su salud sus convic-
ciones personales, su plan de vida, etc. 40 . En definitiva, forma parte de
las decisiones que la persona puede tomar libremente en tanto forman
parte de las elecciones que toda persona hace para desarrollar su perso-
nalidad. Recordamos que, en el número 37.1., hemos dicho —siguiendo
a Gargarella— que cada persona debe contar con la más amplia posibi-
lidad de sostener y defender sus propias ideas, de persuadir y criticar a
los demás [...] de conocery adherir a formas de vida distintas" y que "ésta
es la forma en que se garantiza un igual respeto a todos: permitiendo que
todos se expresen, critiquen a los demás y se eduquen mutuamente en
la diversidad". En el mismo orden de ideas, Bidart Campos ha dicho que
las decisiones personales del matrimonio sobre la procreación, la priva-
cidad de la vida sexual y la autonomía personal, que no perjudican la
moral pública ni los derechos ajenos, son ajenas a la intromisión del Es-
tado, que no puede convertirse en planificador de la procreación ni en-
38
Vid en CKCHETTO, Sergio, "Aspectos bioético-legales de la esterilización permanente en
mujeres capaces e incapaces", en Revista Minoridad y Familia ne 15, Delta editores SRL, Para-
ná, 2 0 0 0 .
39
A estos datos los tomamos de u n a excelente monografía de SIVERINO BAVIO, Paula, "Liga-
miento de trompas: paradigmas y tabúes".
40
E n esta dirección, un fallo del Superior Tribunal de Justicia de la Provincia de Entre Ríos,
en u n caso que solicitaba la venia judicial para la realización de u n a "ligadura de trompas",
resolvió: "en este marco legal deviene inobjetable la decisión libre de la actora, de consuno con
su compañero —padre de cinco de s u s seis hijos y del próximo a nacer—, de optar por no tener
m á s descendencia: determinación que, a d e m á s de verse jurídicamente a m p a r a d a en la nor-
mativa señalada, queda resguardada en el ámbito de privacidad previsto en el art. 19, Cons-
titución Nacional, toda vez que de n i n g ú n modo es susceptible de ofender el orden y la moral
pública, ni perjudicar a u n tercero; dentro del pleno ejercicio de la libertad allí consagrada, se
ubica la posibilidad de elección del método concreto a utilizar con la finalidad de materializar
la decisión adoptada y la de escoger, si así lo quieren, el de la ligadura de las t r o m p a s de Falopio
o ligadura de tubaria bilateral". Y en otro tramo".. .de lo cual se deduce clara e inequívocamente
la absoluta desconsideración de la libre determinación autorreferente de la interesada, que h a
decido no tener m á s descendencia d e s p u é s del nacimiento de su séptimo hijo y previo haber
sufrido dos abortos espontáneos de otros tantos embarazos, pretendiendo imponer a ésta por
sobre s u voluntad autodeterminada, n a d a m á s ni n a d a m e n o s que u n c a n o n moral ajeno, in-
terfiriendo indebidamente en el ejercicio de la libertad personalísima de decidir acerca de la
planificación familiar y cómo llevarla a cabo...". SrvERiNO, Bavio, op. cit
52 JULIO CÉSAR RIVERA
c) Esterilización de insanos
En el Congreso Hispanoamericano de Derecho de Familia (Caracas,
1987), se recomendó estudiar el tema de la procreación de los insanos y
la transmisión a la prole de taras hereditarias (Iñigo).
En nuestro país, el tema adquirió relevancia por el pedido de auto-
rización judicial hecha por la madre de una insana para esterilizarla,
dado que todos los años daba a luz un niño, embarazos que eran conse-
cuencia de las deplorables condiciones de internación del hospital públi-
co en que se hallaba 45.
El Tribunal sostuvo que la madre no podía dar por sí tal consenti-
miento, para lo cual la ley requiere que la esterilización esté indicada
para el restablecimiento de la salud de la insana; por ello negó la auto-
rización judicial.
Un comentarista (Mazzinghi) argumentó además, que la ley 17.132
prohibe la esterilización, la que sólo será concedida con consentimiento
del paciente (no suplible por ende por la voluntad del representante le-
gal) , amén de que ello debía estar requerido inexorablemente por la salud
de la paciente.
Una solución acorde con este criterio doctrinario se dio en la Capital
Federal 46 , al resolverse que la curadora no puede suplir el consenti-
miento del incapaz, ni por sí ni por una autorización judicial, la que por
ende fue negada.
BIDART CAMPOS, Germán, "La tutela médica del Estado providente y ia privacidad matri-
monial", E.D., 145-439.
42
J u z g . I a Instancia Familia n- 7, Mendoza, 5 / 7 / 2 0 0 2 , L.L., Suplemento de Derecho
Constitucional 2 2 / 1 2 / 2 0 0 3 , con nota de E d u a r d o Luis Tinant.
43
J u z g . I 3 Instancia Garantías, Mar del Plata, L.L. BA, 2000-549.
44
Trib.de Familia n s 1 Quilmes, 1 2 / 8 / 1 9 9 9 , L.L. BA. 1999-1373. En el caso se trataba de
u n a mujer que vivía en Florencio Várela y era madre, de 12 hijos, por lo que solicitaba autori-
zación para u n a ligadura tubaria posterior al 13 9 parto.
45
CCiv. F H a y S u c . T u c , 1 2 / 7 / 1 9 8 2 , L.L., 1983-C-500.
46
P I n s t . C i v . Cap., 5 / 1 1 / 1 9 8 7 , E.D., 130-525.
DERECHOS PERSONALISMOS 53
c) Excepciones
Pero, también hay casos en que la libertad individual entra en coli-
sión con la potestad que al E s t a d o corresponde en materia de policía sa-
nitaria, e n c a m i n a d a ésta a la defensa del interés general de la población.
A este fin existen n o r m a s de carácter obligatorio, como por ejemplo, entre
otras, las relativas al cumplimiento de vacunaciones p a r a prevenir de-
t e r m i n a d a s enfermedades. E n igual sentido, merecen recordarse otras
4
Bibliografía especial: RIVERA, Julio César, "Negativa a someterse a u n a transfusión
sanguínea", J.A., 1993-IV-568, también publicada en Aequitas (Lima, Perú), año 2, n 9 2, pág.
243.
49
Imponiendo la transfusión: 1* Inst. Trabajo, Capital, firme, 7 y 1 3 / 8 / 1 9 7 5 , L.L., 1976-
A-l; imponiéndola porque se t r a t a b a de u n menor: I a Inst. Civil Capital, firme, 2 4 / 4 / 1 9 8 5 ,
E.D., 114-113: rechazando el pedido de imponer el tratamiento: I a Inst. Civil Capital, firme,
4 / 1 2 / 1 9 8 6 , L.L., 1987-A-84.
50
CSJN, 6 / 4 / 1 9 9 3 , J.A., 1993-IV 3 3 8 .
DERECHOS PERSONALÍSIMOS 55
53
744. TRATAMIENTOS CON FINES EXPERIMENTALES
a) Principios generales
Por regla general debe s e n t a r s e q u e ese interés social es insuficiente
p a r a justificar q u e las p e r s o n a s s e a n sacrificadas c o n t r a su voluntad.
Los Mazeaud recuerdan, j u s t a m e n t e , la indignación que causó el descubri-
miento de la utilización d u r a n t e el régimen nacionalsocialista de seres
h u m a n o s como verdaderos cobayos.
En cambio, n u e s t r a doctrina h a considerado que seria lícito el ofre-
cimiento voluntario p a r a s o m e t e r s e a u n a experimentación científica,
c u a n d o se t r a t a de la preservación urgente de la salud general (Orgaz, Ci-
mentes). En la historia, hay n u m e r o s o s ejemplos de actitudes altruistas
como éstas.
Las S e g u n d a s J o r n a d a s Provinciales de Derecho Civil h a n propicia-
do que "las experimentaciones científicas en seres h u m a n o s deberán ser
reguladas por las leyes especiales".
b) Tratamientos quirúrgicos
Lo explicado tiene aplicación t a n t o en los t r a t a m i e n t o s clínicos
c u a n t o en las prácticas quirúrgicas. En éstas por regla general, los mé-
dicos deben seguir las prácticas conocidas; a u n q u e es indudable que ello
no p u e d e impedir el progreso de las técnicas.
Parece razonable establecer entonces, como principio, que los mé-
dicos podrán utilizar nuevas técnicas quirúrgicas cuando sean ellas reco-
mendables p a r a establecer la salud del paciente, no existan otras técni-
cas quirúrgicas o clínicas a p r o p i a d a s , y exista u n a razonable posibilidad
de éxito.
Es decir que, en definitiva, se trata de evitar la utilización del paciente
como u n elemento puro de investigación o desarrollo de nuevas técnicas.
Ello debe estar siempre vinculado a la finalidad inmediata del restable-
cimiento de la salud del sujeto particular de que se t r a t a .
b) Anteproyecto legislativo
U n a directiva suficientemente orientadora h a sido p r o p u e s t a en el
a n t e s citado Anteproyecto de Régimen Integral de Tutela de los Derechos
Personalísimos. Según ella, no deben ser exigibles los contratos que ten-
g a n por objeto la realización de actos peligrosos p a r a la vida o la integri-
dad física de u n a persona, salvo q u e correspondan a su actividad h a b i -
tual y que se adopten la m e d i d a s de previsión y seguridad a d e c u a d a s a
las c i r c u n s t a n c i a s (conf. n a VII, inc. c).
La regla prevista por el anteproyecto Cifuentes - Rivera fue tomada por
el proyecto de reformas elaborado por la comisión designada por decreto
4 6 8 / 1 9 9 2 y por el Proyecto de Código Civil de 1998 (art. 115).
c) Propuesta doctrinaria
Con respecto a la práctica de los deportes peligrosos, interesa mencio-
nar el despacho aprobado por las Segundas J o r n a d a s de Derecho Civil, rea-
lizadas en la ciudad de Mercedes, que anteriormente hemos mencionado.
Dicho despacho recomienda, entre otras proposiciones, regular las activi-
dades deportivas y los espectáculos públicos en los que se exponga la vida
o la integridad física. En oportunidad de sostenerse la respectiva ponencia,
se dejó explicado que la norma propuesta tiende a posibilitar que, por vía
reglamentaria, se controlen ciertos deportes peligrosos como el boxeo, el
automovilismo, el motociclismo, etcétera, señalándose que la tesis que en-
cierra esa recomendación es que los deportes peligrosos, como así aquellos
espectáculos públicos en los que se expone la vida (actos de equilibrismo,
trabajo con fieras salvajes, etc.) sólo puedan ser realizados por quienes h a -
y a n aprendido las defensas y h a y a n hecho u n hábito de s u práctica, ya
que de ese modo se disminuye la posibilidad de perjuicio personal.
d) Derecho comparado
El artículo 12 del Código CMlperuano.de 1984, dispone que no son exi-
gibles los contratos que tengan por objeto la realización de actos excepcional-
mente peligrosos para la vida o la integridad física de u n a persona, salvo que
correspondan a su actividad habitual y se adopten las medidas de previsión
y seguridad adecuadas a las circunstancias.
b) Principio general
Para responder a la p r e g u n t a de la validez o invalidez de estos ne-
gocios, se parte de distinguir s e g ú n estén s e p a r a d o s del cuerpo o no, los
elementos renovables.
Mientras no lo estén, es decir, m i e n t r a s los cabellos no estén corta-
dos, el negocio jurídico carece de eficacia y no p u e d e ser exigido su c u m -
plimiento.
U n a vez separados del cuerpo, esos elementos p a s a n a ser cosas, y por
ende, pueden ser objeto de u n negocio jurídico eñcaz y por lo tanto exigible;
siempre que no existan reglamentaciones especiales, como sucede con la
sangre, cuya dación en nuestro país está regulada por la ley 22.990.
d) La Ley de Sangre
La ley 22.990 regula la dación y utilización de sangre h u m a n a , con
extremado detalle.
En lo que nos interesa ahora, s e ñ a l a m o s que la ley prevé la gratui-
d a d de la dación s a n g u í n e a (arts. 15 y 43), salvo s i t u a c i o n e s de grave
emergencia relativas a grupos raros o escasos, s u p u e s t o s en los cuales
se podrá fijar u n a retribución uniforme p a r a todo el país y por u n plazo
no mayor de tres días (art. 50).
A s i m i s m o el r e c e p t o r de s a n g r e n o d e b e r á e f e c t u a r pago a l g u n o
(art. 51).
Por lo d e m á s , la extracción de s a n g r e sólo p o d r á ser realizada en los
b a n c o s de sangre legalmente autorizados (art. 15).
DERECHOS PERSONALÍSIMOS 61
54
IV. LOS TRASPLANTES DE ÓRGANOS
b) Derecho argentino
En el Derecho argentino, la regulación h a sido establecida por la ley
2 1 . 5 4 1 , el decreto reglamentario 3 0 1 1 y la ley 2 3 . 4 6 4 (B.O., 2 3 / 3 / 1 9 8 7 )
modificatoria de la p r i m e r a m e n t e citada. El 2 4 de m a r z o de 1993, el Con-
~'4 Bibliografía especial: ROMEO CASABONA, Carlos María, Los trasplantes de órganos,
Barcelona, 1979; LUNA BISCAL, M., Trasplantes. Bases para una legislación, Bogotá, 1974;
BERTOLDI DE FOLÍRCADE, María Virginia - BERGOGLIO DE BROUWE DE KONING, María Teresa,
Trasplantes de órganos, Buenos Aires, 1983; LEONFANTI, María Antonia, "Trasplantes de
órganos humanos", L.L., 1977-C-796; CARRANZA, Jorge A., Los trasplantes de órganos frente al
Derecho civil. La Plata, 1972; CIFUENTES, Santos, "Estudio jurídico privado sobre trasplante de
órganos h u m a n o s " , E.D., 77-829; YUNGANO, Arturo Ricardo, "La ley 21.541 de trasplantes de
órganos humanos", E.D., 76-779; CASAL, Patricia, 'Trasplantes de órganos" en RIVERA, Julio
César, Derecho Civil - Parte General - Temas, t. II, Buenos Aires, 1987, pág. 13.
62 JULIO CÉSAR RÍVERA
que podrán ser objeto de la ablación (art. 14, ley 24.193 en su redacción
actual).
El artículo 12 del decreto 3001/1977 establece que los órganos de
personas vivas que podrán ablacionarse son: riñon y uréter; piel; ele-
mentos del sistema osteoarticular; órganos dentarios erupcionados y no
erupcionados; y córnea, limitado a casos con compromisos inmunológi-
cos y fracasos previos de implantes convencionales.
h) Fundamento
La razón de ser de que la operación p a r a el t r a s p l a n t e esté limitada-
mente autorizada entre los parientes consanguíneos que la ley deja pre-
cisados, está dada por el hecho de que se h a comprobado que, t r a t á n d o -
se de parientes c o n s a n g u í n e o s , existen mayores probabilidades de que
no se produzca el fenómeno de rechazo inmunológico y, por tanto, de que
se tengan mejores perspectivas de éxito. La ley p r o c u r a que se eviten sa-
crificios estériles.
La autorización, en lo referente a cónyuges y a p a d r e s e hijos adop-
tivos, es explicable por motivaciones a s e n t a d a s en sentimientos de soli-
daridad familiar.
Por otro lado, la limitación a los parientes tiene t a m b i é n por objeto
evitar la "venta" de órganos.
750. EL CONSENTIMIENTO
a) Regla general
Hemos dicho que el dador h a de ser p e r s o n a capaz mayor de 18 a ñ o s
y que, expresa y v o l u n t a r i a m e n t e , consienta la ablación de u n o de s u s
órganos autorizado por la reglamentación o la m i s m a ley. Vimos, t a m -
bién, que c u a n d o la reglamentación considere de técnica corriente la im-
plantación de m é d u l a ósea, podrá ser dador el menor de 18 años, fami-
liar directo del receptor, previa autorización de su r e p r e s e n t a n t e legal.
de 24. Tal decisión dio lugar a severa critica doctrinaria pues importó suplir
por vía de autorización judicial una verdadera incapacidad de derecho.
c) Dador insano 55
Siguiendo la línea de razonamiento antes expuesto, nuestros tribu-
nales han rechazado un pedido hecho por los padres de una persona in-
sana, para que fuera autorizado a dar un riñon a su hermano de 25. La
sentencia sostuvo que se trataba de una incapacidad de derecho no su-
plible; lo que justificó en que la dación del órgano en vida es el ejercicio
de un derecho personalísimo en el que la voluntad de la persona resulta
insustituible e insoslayable 56.
53
CSJN, 6 / 1 1 / 1 9 8 0 , L.L., 1981-A-297; La critica a este fallo v. en BUERES, Alberto J . -
RIVERA, Julio C , "Dación de órganos entre vivos: ¿interpretación o apartamiento de la ley?",
L.L., 1984-B-188; TRIGO REPRESAS, Félix A. - STIGLITZ, Rubén, Elsegurocontralaresponsabilihad
civil profesional del médico, Buenos Aires, 1983, págs. 252 y sigs.; BERGOGUO : BERTOLDI, op.
cit, págs. 147 y sigs.; algunos comentarios aprobatorios se fundaron en argumentos
metajundicos como la solidaridad familiar y el amor al prójimo. El comentario a la sentencia
de la CNCiv. que fue revocada por la Corte Suprema v. en: VIDAL TAQUINI, Carlos H., "Ablación
de órganos por menores de edad", L.L., 1980-D-435.
56
CApel. CC San Martín, Sala II, 2 8 / 2 / 1 9 8 9 , E.D., 138-615, con nota de BIDART CAMPOS,
Germán J . y HERRENDORFF, Daniel, "Ablación de órganos de u n insano".
57
l 8 Inst. Rosario, 9 / 5 / 1 9 8 3 , L.L., 1984-B-188, con nota de BUERES - RIVERA, citada en
nota 4 3 .
58
CNCiv., S a l a H , 2 1 / 4 / 1 9 8 9 , E.D., 135-383, con nota de BIDART CAMPOS, Germán J., "Es
razonable la limitación legal de la donación y el trasplante de órganos entre determinadas per-
sonas".
66 JULIO CÉSAR-RIVERA
V. EL CADÁVER 59
755. CONCEPTO
El cadáver es el cuerpo de la persona una vez que ésta ha dejado de
existir. Desde un punto de vista jurídico legal, cabe que se lo conceptúe
como un bien material, externo, de peculiares características, tutelado
por los usos y costumbres, la religión, la moral y el derecho positivo. En
principio no es comerciable, aunque puede ser objeto de algunas relacio-
nes jurídicas y de limitados actos de disposición, a título gratuito, según
hemos visto anteriormente.
b) Jurisprudencia
La j u r i s p r u d e n c i a de n u e s t r o s tribunales h a reconocido el derecho
del c a u s a n t e a disponer el modo y la forma de las exequias e i n h u m a c i ó n
de su cadáver, y la prevalencia de s u voluntad a u n sobre las creencias re-
ligiosas de s u s herederos 6 0 , incluso se h a autorizado la cremación de ca-
dáveres, si así lo h u b i e r a d i s p u e s t o el difunto 6 I .
62
c) Derechos sobre el cadáver ajeno
C u a n d o la p e r s o n a fallecida no h a dejado instrucciones acerca de
s u s exequias, o el destino a d a r a s u cadáver, son s u s parientes m á s cer-
c a n o s q u i e n e s deciden a c e r c a de estos extremos; siendo claro q u e los
m á s cercanos excluyen a los m á s lejanos.
La decisión de los parientes, a d e m á s , debe conformarse a las creen-
cias religiosas del fallecido, y n o contrariar los u s o s y c o s t u m b r e s co-
rrientes sobre s e p u l t u r a s y custodia de cadáveres (Highton-Lambois).
60
CCiv.2 3 Cap., 1 1 / 1 2 / 1 9 3 5 , J . A . , 52-387; STLaRioja, 15/10/1946,L.L.,46-36;CNCiv.,
Sala A, 3 0 / 8 / 1 9 5 6 , L.L., 85-128.
61
CCiv. 2 a Cap., 5 / 9 / 1 9 4 7 , L.L., 48 123; CNCiv., Sala A, 18/9/1969, L.L., 136-603.
6
- Bibliografía especial: HIGHTON, Elena I. - LAMBOIS, Susana, "¿Quién dispone de n u e s t r o s
cuerpos c u a n d o morimos?", E.D., 136-97.
70 JULIO CÉSAR RIVERA
d) Proyectos de reforma
La cuestión h a sido tratada en los proyectos de reforma al Código Civil.
El Proyecto de 1936, p r o p u s o q u e toda p e r s o n a p u d i e r a disponer
por t e s t a m e n t o o por otros escritos firmados, el modo y las c i r c u n s t a n -
cias en que se cumplirían s u s exequias, y ordenar se destine u n sepulcro
para su cuerpo y los de su familia (art. 1974); y que no habiendo disposi-
ciones del c a u s a n t e relativas a su cadáver, las adoptara el cónyuge supérs-
tite y en s u defecto, los ascendientes o descendientes por el orden en que
son llamados a la sucesión (art. 1979), agregando que p o d r á modificarse
este principio si concurrieron motivos especiales que apreciará el juez.
El Anteproyecto del a ñ o 1954 establecía q u e t o d a p e r s o n a hábil
p a r a otorgar t e s t a m e n t o puede disponer en esa forma o en otra que sea
auténtica, el modo y las c i r c u n s t a n c i a s de s u s exequias e i n h u m a c i ó n de
s u cadáver, así como ordenar la construcción de u n sepulcro p a r a sí y su
familia, agregando que si el c a u s a n t e n a d a hubiere decidido, la disposi-
ción respectiva la t o m a r á el cónyuge supérstite, y en defecto de éste, los
d e m á s herederos, pero que n i n g u n o de ellos podrá dar al cadáver u n des-
tino reprobado por los principios religiosos del difunto (art. 74).
El proyecto de Código Civil de 1998 contiene u n a disposición simi-
lar. Su artículo 116, bajo el acápite "Exequias", dice: "La persona capaz
de otorgar testamento puede disponer, por cualquier forma, el modo y cir-
cunstancias de sus exequias e inhumación, así como la dación de todo o
parte del cadáver confines terapéuticos, científicos, pedagógicos o de ín-
dole similar. Si no se expresa la voluntad del fallecido, la decisión corres-
ponde al cónyuge no separado judicialmente, y en su defecto a los parien-
tes según el orden sucesorio, quienes no pueden dar al cadáver un destino
contrario a los principios religiosos del difunto". La n o r m a tiene s u s ante-
cedentes próximos en el Proyecto de reformas elaborado por la comisión
designada por decreto 4 6 8 / 1 9 9 2 y en el Anteproyecto Cifuentes - Rivera.
e) Ley de Trasplantes
Ya h e m o s visto que, de acuerdo con la ley 2 4 . 1 9 3 , toda p e r s o n a ca-
paz mayor de 18 años, en pleno u s o de s u s facultades mentales, podrá
disponer p a r a d e s p u é s de s u m u e r t e la ablación de órganos o materiales
anatómicos de su propio cuerpo, p a r a ser implantados en otros seres h u -
m a n o s , o con fines de estudio o investigación.
f¡ Poder de policía
Finalmente, interesa también recordar que lo concerniente a la in-
h u m a c i ó n , c u s t o d i a , destino y disposición del cadáver es materia que
e n t r a en la órbita del poder de policía estatal o municipal, según sea, y
que, por tanto, el ejercicio de los derechos por parte de los individuos está
s u b o r d i n a d o a los principios superiores derivados de exigencias de la hi-
giene, la salud y la seguridad pública.
DERECHOS PERSONALISMOS 71
c) Contenido
En el sentido general, el concepto de libertad comprende, p u e s , dos
aspectos: la libertad como estado, condición o situación sin t r a b a s ni im-
pedimentos; y la libertad como facultad, poder, prerrogativa o derecho.
En tal sentido, p u e d e decirse que el h o m b r e experimenta la libertad
como u n "sentirse libre de" y como u n "sentirse libre para".
Por u n lado, la libertad p r e s u p o n e u n a liberación de toda servidum-
bre o esclavitud, y, por otro lado, u n a absoluta posibilidad de elección y
de realización.
d) La libertad y el Derecho
La libertad representó en Roma, desde los primeros tiempos, u n o de
los tres estados fundamentales que caracterizaban la capacidad jurídi-
63
Bibliografía especial: CARBONNIER, J e a n , Derecho Ciuü (citada en la bibliografía general
de la obra), vol. I, nros. 70 y sigs.; COLLILARD, Claude-Albert, Libertes publiques, 6- ed., París,
1982.
72 JULICÍ CÉSAR RIVERA
ej "Libertad" y "libertades"
En las Segundas Jornadas Provinciales de Derecho Civil (Mercedes,
año 1983) se debatió si el despacho debía aludir a "la libertad" o "las li-
bertades"; se acordó preferir esta última expresión, la que encontró allí
fundamento en una idea que virtió Morello, en el sentido de que en el ám-
bito del Derecho civil no se trata tanto de proteger la libertad esencial de
que todos han de gozar, esto es, aquel ámbito indispensable para que el
sujeto se convierta de hombre en persona, sino de tutelar aquellas liber-
tades concretas que el sujeto debe conquistar y preservar diariamente.
DERECHOS PERSONALÍSIMOS 73
b) Otras clasificaciones
O t r a s clasificaciones p r e s e n t a n e s t a s caracterizaciones:
— La libertad civil, que a g r u p a los derechos del hombre; y la libertad
política, que concreta los derechos del c i u d a d a n o .
— La libertad individual, y la libertad social o colectiva. Ésta consis-
te en la i n d e p e n d e n c i a respecto de otros E s t a d o s . La individual p u e d e
ser pública o privada, es decir, libertad política o libertad civil. E s t a úl-
tima comprende las libertades i n h e r e n t e s a la personalidad h u m a n a y a
la personalidad jurídica. Ambas p u e d e n incluir u n elemento dinámico,
consistente en las facultades y derechos; y u n elemento estático, repre-
s e n t a d o por las g a r a n t í a s y seguridades que establece el ordenamiento
legal protector.
J] La libertad de conciencia
Conforme a u n texto capital del Código Civil, el objeto de los actos
jurídicos debe estar formado por "...hecho que no... se opongan a la liber-
tad de las acciones o de la conciencia" (art. 953), y conforme al artículo
5 3 1 : "Son especialmente prohibidas las condiciones de mudar o no de re-
ligión; casarse con determinada persona o con aprobación de un tercero,
o en cierto lugar, o en cierto tiempo o no casarse; vivir célibe perpetua o tem-
poralmente, o no casarse con persona determinada o separarse personal-
mente o divorciarse vincularmente".
7 6 3 BIS. LA IGUALDAD
a) Noción introductoria. La igualdad jurídica
en su dimensión original
Como se verá en el párrafo siguiente, la Constitución Nacional ga-
rantiza la igualdad de todos los c i u d a d a n o s ante la ley. Es a n t e todo u n
derecho que tiene u n contenido negativo: el Estado en su legislación no
debe efectuar distinciones arbitrarias o irrazonables (discriminaciones),
de modo que conforme a u n criterio tradicional, la igualdad jurídica con-
siste en igualdad de trato ante c i r c u n s t a n c i a s iguales, lo cual excluye los
privilegios o las discriminaciones.
b) El derecho a la no discriminación
De a c u e r d o con lo dicho, la p r i m e r a manifestación concreta de la
igualdad es el derecho a la no discriminación.
E n s e ñ a Kiper que se h a definido la discriminación como "el trato di-
ferencial de los individuos a quienes se considera como pertenecientes a
u n grupo social determinado". Se discrimina entonces, c u a n d o se esta-
blecen distinciones, exclusiones, restricciones o preferencias b a s a d a s
en motivos raza, sexo, religión, color, origen nacional o étnico, clase o
condición social, orientación sexual, posición económica; o por la salud,
caracteres físicos o ideas políticas o gremiales.
66
c) La igualdad de oportunidades y las acciones positivas
Sin embargo, la noción de igualdad no se reduce hoy a la m e r a au-
sencia de privilegios p a r a ciertos g r u p o s o de distinciones arbitrarias o
irrazonables p a r a otros.
b) Fuentes internacionales
La regla de la igualdad está c o n s a g r a d a en los textos internaciona-
les suscriptos y ratificados por la Argentina, que tienen j e r a r q u í a cons-
titucional de acuerdo con el artículo 75, inciso 22, de la Constitución Na-
cional. Con u n a terminología m á s m o d e r n a vinculan la igualdad con la
no discriminación.
Así, el artículo 24 del Pacto de S a n J o s é de Costa Rica dispone: "To-
das las personas son iguales ante la ley. En consecuencia, tiene 7 2 dere-
cho, sin discriminación a igual protección de la ley".
Las ideas de igualdad y no discriminación son la esencia de la Con-
vención sobre la Eliminación de Toda Forma de Discriminación contra la
Mujer: de allí que el primer deber de los estados signatarios sea consa-
grar en s u s constituciones o en cualquier otra legislación apropiada, el
principio de igualdad del h o m b r e y de la mujer y a s e g u r a r por ley u otros
medios apropiados la realización práctica de ese principio (art. 1-, inc.
a]). Volveremos sobre esta convención c u a n d o tratemos de la discrimina-
ción. S e ñ a l a m o s que la igualdad de h o m b r e y la mujer t a m b i é n está con-
s a g r a d a en el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y
Culturales (art. 3°) y en el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Po-
líticos (art. 3 9 ).
Este último pacto mencionado también consagra de m a n e r a explí-
cita el derecho a la igualdad y a la no discriminación (arts. 26 y 27).
La Argentina también h a ratificado e incorporado a la Constitución
Nacional la Convención sobre la Eliminación de todas las F o r m a s de Dis-
criminación Racial que obviamente, tiene como línea directriz y finalidad
principal la igualdad y no discriminación.
76
CSN, 12/11 /2002, "Franco", L.L., Suplemento de Derecho Constitucional, 24/2/2003,
pág. 43.
77
Para el examen del derecho comparado v.: MEDINA, Graciela, Los homosexuales y el de-
recho a contraer matrimonio, Buenos Aires-Santa Fe, 2001, a partir de pág. 102; "Informe de
derecho comparado sobre la situación legislativa mundial en relación con las parejas homo-
sexuales", Revista Noticias Jurídicas, n- 102, Barcelona, España, 29 de noviembre de 2000.
78
En esta orientación se pronunció el Colegio de Abogados de la Ciudad de Buenos Aires
en una declaración patética por la pobreza argumentativa que exhibe y que encierra un pre-
juicio discriminatorio inaceptable.
79
En esta orientación MEDINA, Graciela, op. cit en nota anterior, págs. 273 a 276; también
en Las uniones de hecho, Buenos Aires-Santa Fe, 2001.
86 JULIO CESAR RIVERA
764. CONCEPTO
a) Noción de intimidad
Se entiende por "intimidad" el ámbito c o m ú n m e n t e reservado de la
vida, de las acciones, de los a s u n t o s , de los s e n t i m i e n t o s , creencias y
c) Terminología
Es también llamado "derecho de intimidad", "derecho a la vida pri-
vada", "derecho sobre la propia esfera de secreto", "derecho a la privaci-
Aires, 1982; VIDAL MARTÍNEZ, Jaime, El derecho a la intimidad en la ley orgánica de 5.5.1982.
Madrid, 1984; "La protección de la intimidad de la persona en el derecho positivo español",
RDP, 1980-775; BATLLE SALES, Georgina, El derecho a la intimidad privada y su regulación.
Alcoy, 1972; FARIÑAS MATONI, Luis María, El derecho a la intimidad. Madrid, 1983; FERNÁNDEZ,
Milton. Protecáo civil da intimidade, Sao Paulo, 1977; KAYSER, Pierre, La protection de la vie
privée, 2* ed., Paris - Aix en Marseille, 1990; Roux, André, Laprotection de la vieprivée dans
les rapports entre l'État et les particuliers, Paris, 1983; BESSONE, M. - GIACODBE, G. (a cura di¡ II
dirítto alia riservatezza in Italia ed in Francia, Padova, 1988; DÍAZ MOLINA, Iván M., "El derecho
de privacy en el common law y en Derecho civil (estudio comparativo)", Boletín. Fac. de Der.
Univ. Córdoba, año XXVII; "El derecho a la vida privada (una urgente necesidad moderna)",
L.L., 126-981; KACEDAN , Basü, "El derecho a la intimidad", Rev. del Col. de Abogados de Rosario,
años 1 9 3 2 / 1 9 3 3 , trad. de Simón Steinberg; LEONFANTI, María Antonia, "El derecho a la
intimidad en la Argentina", L.L., 1975-B-1324; ORGAZ, Alfredo, "La ley sobre la intimidad", E.D.,
60-928; GOLDENBERG, Isidoro, "La tutela jurídica de la vida privada", L.L., 1976-A-581;
CABALLERO, J o s é Severo, Acciones privadas de los hombres y autoridad ele los magistrados,
Buenos Aires, 1989; WARREN, Samuel - BRANDÉIS, Louis, El derecho a la intimidad, edición a
cargo de Benigno Pendas y Pilar Baselga, Madrid, 1995; HERRERO TEJEDOR, Fernando, La
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Madrid, 1990; CONCEPCIÓN RODRÍGUEZ, J o s é Luis, Honor, intimidade imagen, Barcelona, 1996;
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constituciOTtal en materia del derecho al honor, a la intimidad y derecho de rectificación, Madrid,
1991; PIZLXLI, Giorgio - TAMBORTNI, Leonardo, I tuoi diritti alia privacy, Milano, 1998; WACKS,
Raymond, Privacy, Aldershot-Hong Kong-Singapore-Sidney, 1993; CREVILLÉN SÁNCHEZ,
Clemente, Derechos de la personalidad. Honor, intimidad j>ersonal y familiar y propia imagen
en lajurisprudencia, Madrid, 1995; GARCÍA SAN MIGUEL, Luis (ed.), Estudios sobre el derecho a
la intimidad, Madrid, 1992; CLEMENTE, Agostillo (a cura di), Príuacy, Padova, 1999.
88 JULIO CÉSAR RIVERA
81
765. ANTECEDENTES
La elaboración doctrinaria del derecho a la intimidad y su reconoci-
miento en el ámbito universal a través de textos constitucionales y legis-
lativos, y de expresiones de conferencias, de organismos y de convencio-
nes de carácter internacional, son el resultado del desarrollo de las ideas
exteriorizadas durante el presente siglo.
b) Derecho comparado
Como antecedentes legislativos extranjeros más importantes, pode-
mos citar:
El Código de Portugal (año 1966). En éste se establece que: "Todos
deben guardar reserva en cuanto a la intimidad de la vida privada del
otro"; agregándose que: "La extensión de la reserva será definida confor-
me a la naturaleza del caso y a las condiciones de las personas".
La ley francesa del 17 de julio de 1970, que contiene una doble pro-
tección: civil y penal. En la Ley de Prensa de 1881, que ha sido comple-
tada por legislación posterior, se encuentra reglado el derecho de réplica.
La ley del 6 de enero de 1978 reglamenta el uso de la informática.
El Código Civil de Bolivia (año 1975), que en lo pertinente a nuestro
tema, dispone: "Nadie puede perturbar ni divulgar la vida íntima de una
persona. Se tendrá en cuenta la condición de ella. Se salva los casos pre-
vistos por la ley". Entre otras disposiciones merece destacarse la que pri-
va de efecto legal a las cartas y otros papeles privados que han sido vio-
lados o sustraídos, y a las grabaciones clandestinas de conversaciones
o comunicaciones privadas.
La ley española del 5 de mayo de 1982 es la reglamentaria del texto
de la Constitución del año 1978, que declaró como fundamentales los de-
rechos al honor, la intimidad personal y familiar y la propia imagen. La
ley establece la protección de estos derechos frente a cualquier injeren-
cia ilegítima, protección que se extiende a favor de las personas falleci-
das, estando facultado para accionar en defensa de ellas también el Mi-
nisterio Fiscal, siempre que no hubieran pasado más de ochenta años
desde el fallecimiento de la persona. Especifica cuáles se considerarán
intromisiones ilegítimas y cuáles no; legisla sobre el derecho a réplica, y
previene que siempre que se pruebe la existencia de una intromisión ile-
gítima se presume la ocurrencia del perjuicio.
El Código Civil del Perú del año 1984 contiene una regulación de los
derechos personalísimos, entre los que se incluye el derecho a la intimi-
dad y a la imagen. La intimidad protegida es tanto la individual como la
familiar, extendiéndose la tutela también a las personas fallecidas.
El Código Civil italiano del año 1942 no incluye una precisa regla-
mentación del derecho a la intimidad, pero en doctrina se ha elaborado
el diritto a la riservatezza, que ha tenido cierta acogida en la jurispruden-
cia; también en la doctrina italiana ha nacido el denominado derecho a
la identidad (v. infra, n a 785).
JULIO CESAR RIVERA
90
iri Códi&o Civil de Suiza, luego de la reforma que comenzó a regir
1 l e de julio de 1985, concede protección al que sufre un atentado
•r •+ su intimidad para que pueda actuar la justicia contra toda per-
11
nue haya participado en él. Prescribe que un atentado es ilícito a
os nue esté justificado por el consentimiento de la víctima, por un in-
és preponderante privado o público, o por la ley. Especifica las medi-
das iudiciales que el demandante puede requerir y dispone que quedan
además reservadas todas las acciones de daños y perjuicios, incluyendo
el daño moral y el lucro cesante. Asimismo reglamenta el derecho de ré-
plica. En el Código de las Obligaciones, se establece que el que ha sufrido
un atentado ilícito a su personalidad tiene derecho a una suma de dinero
a titulo de reparación del daño moral, siempre que la gravedad del aten-
tado lo justifique y que el autor del daño no le haya dado otra satisfac-
ción. Asimismo la ley autoriza al juez a sustituir o agregar otro modo de
reparación.
Dentro de la reseña que antecede, corresponde mencionar el Código
Civil de Hungría (año 1960), el Código de Rusia (año 1964) y el Código Ci-
vil de Polonia (año 1966). Los países anglosajones han desarrollado la
materia por vía jurisprudencial y existen también leyes que protegen as-
pectos particulares.
c) Antecedentes nacionales
Entre los antecedentes relativos a nuestro derecho positivo, debe-
mos incluir los artículos 18 y 19 de la Constitución Nacional de 1853, y
anteriormente, las disposiciones atinentes contenidas en el Estatuto
Provisional de 1815, en el Reglamento de 1817 y en las Constituciones
de 1819 y 1826.
Dentro del área del derecho privado, cabe citar la antigua Ley de
Marcas 3975 (art. 4a); la Ley de Propiedad Intelectual (arts. 31 y 32); la
ley 18.248, que regla el nombre de las personas; la ley 20.889, que fue
derogada por la ley 21.173; ésta incorporó al Código Civil el artículo 1071
bis, actualmente vigente y que más adelante examinaremos.
766. CARACTERES
El derecho a la intimidad es —ya lo dijimos— uno de los derechos
personalísimos que tienen por titular al ser humano. Por tanto, participa
de la naturaleza jurídica y de los caracteres que a aquéllos distinguen.
En consecuencia, resulta pertinente dar por reproducido aquí lo que so-
bre ambos temas hemos expuestos supra.
Mas cabe resaltar que este derecho presenta algunas peculiarida-
des que han sido puntualizadas por la doctrina contemporánea, en par-
ticular, por el profesor Vidal Martínez, a quien seguimos en este punto.
Ellas son las facultades de exclusión y de autoconfiguración.
DERECHOS PERSONALÍSIMOS 91
82
La jurisprudencia puede verse en LINDON, Raymond, Les droits de lapersonnalité, Paris,
1983; RIVERA, Julio C , op. cit. en la nota anterior: TAMDURRINO, Giuseppe, Le persone fisiche,
Torino, 1990, Cap. III, a partir de pág. 77; LLAMAS POMBO, Eugenio (coord.), Libertad de expre-
sión Estudiojurisprudencial, Madrid, 1997; MARTÍNEZDE PISÓN CAVERO, José, El derecho a la in-
timidad en lajurisprudencia constitucional Madrid, 1993; CREVILLÉN SÁNCHEZ CLEMENTE, Dere-
chos de la personalidad. Honor, intimidad personal y familiar y propia imagen en la
jurisprudencia, Madrid, 1995; PUYOLMONTERO, Javier- GENEROSO HERMOSO, María Flor, Manual
práctico de doctrina constitucional en materia del derecho al honor, a la intimidad y derecho de
rectificación, Madrid, 1991; en el ámbito europeo v. BERGER, Vincent, Jurisprudence de la Cour
Européenne des Droits de l'Homrm, 5-ed., Paris, 1996, tercer parte, Caps. 3, 4 y 5.
92 JULIO CESAR RIVERA
s
- Bibliografía especial; PATENAUDE, Pierre, LaprotectiondesconversationsendroiLpriué, Pa-
rís, 1976; HUETWEILER, Danielle, "La protection juridique de la voix humaine", RTDC, 1982-
502; KAYSER, Pierre, "L'inteception des écoutes téléphoniques par les autorités publiques fran-
caises", en Mélanges Jean Vicent, pág. 169; PRADEL, J e a n , "Écoutes téléphoniques et
Convention Européenne des droits de l'homme", Dalloz 1990 CH -15; su n o t a en Dalloz 1990-
J - 3 5 7 ; SANTA PINTER, J.J., "El caso de los aparatos electrónicos de escucha o la intercepción de
comunicaciones", L.L., 126-1161; LEIVA FERNÁNDEZ, Luis, "El derecho personalísimo sobre la
propia voz", L.L., 1990-A-845; SÁEZ CAPEL, José, El derecho a ía intimidad y las escuchas tele-
Jónicas, Buenos Aires, 1999; KEMELMAJERDE CARLUCCI, Aída, "Las e s c u c h a s telefónicas en la ex-
periencia judicial", RDPC, 14-77; KENT, Jorge, "Ciertas reflexiones acerca del valor probatorio
de las grabaciones telefónicas", L.L., 1993-C-271.
DERECHOS PERSONALISIMOS 93
d) Derecho a la imagen
Se ha discutido si este derecho constituye o no un mero aspecto del
derecho a la intimidad y del honor. Los caracteres jurisprudenciales actua-
les consideran que la mera captación de la imagen o su difusión y publici-
dad no autorizadas, constituyen atentados al derecho a la imagen sin que
sea necesario demostrar que de ese modo se afecta el honor o la reserva del
sujeto. Sobre este aspecto de la autonomía del derecho a la imagen y su
implementación legal, volveremos más adelante, número 776.
e) El derecho al nombre
El nombre es atributo de la personalidad que puede ser objeto de de-
rechos subjetivos privados, aunque limitados en su ejercicio (v. supra, n e
600). Se ha considerado que a través del nombre puede atentarse contra
la intimidad de una persona, como en el caso en que fuese revelado el
nombre auténtico que corresponda a un seudónimo por el que es cono-
cida aquélla.
768. LÍMITES
a) Idea general
Una de las cuestiones m á s complejas es la de los límites que cabe
reconocer al derecho a la intimidad.
Al respecto, corresponde comenzar p u n t u a l i z a n d o q u e n u e s t r a
Constitución, como lo veremos en el n ú m e r o siguiente, considera com-
prendidas en la privacidad "las acciones que de n i n g ú n modo ofendan al
orden y a la moral pública, ni perjudiquen a u n tercero...". De modo que
surge, por aplicación del a r g u m e n t o a contrario, que no e s t á n a m p a r a -
d a s por el derecho a la vida privada las acciones que ofendan el orden,
la moral pública o d a ñ e n a terceros.
En este orden de ideas, la Convención Europea p a r a la Protección de
los Derechos H u m a n o s y Libertades F u n d a m e n t a l e s declara que cons-
tituyen límites n a t u r a l e s al d e r e c h o a la vida privada, la s e g u r i d a d na-
cional, la s e g u r i d a d p ú b l i c a y s i t u a c i o n e s de e m e r g e n c i a en tiempos
de paz o de g u e r r a , y en c a s o de c a t á s t r o f e s n a t u r a l e s : el b i e n e s t a r
económico del p a í s , la l u c h a c o n t r a el d e s o r d e n y el c r i m e n ; la admi-
n i s t r a c i ó n de la j u s t i c i a civil, la libertad de expresión, información y
deliberación.
A su vez, las IX J o r n a d a s Nacionales de Derecho Civil declararon
que es legítima la intromisión que tenga por objeto defender o garantizar
u n interés público prevaleciente, como puede ser la persecución del cri-
men, la tutela de la salud o la defensa de las b u e n a s c o s t u m b r e s .
Algunos aspectos merecen u n tratamiento particularizado, pues se re-
vela la existencia de conflictos entre distintos tipos de derechos.
88
CNCom., Sala D, 1 3 / 8 / 2 0 0 1 , con nota de RIVERA, Julio César, "Derecho de critica, honor
y humor".
89
MARTENS, Paul, Laplaisanterie et le droit, Mélanges offerts á Michel Hanotiau, Bruxelles,
2000, págs. 140 y sigs., en especial pág. 154.
Sentencia del Tribunal de Lieja, 6 / 1 0 / 1 9 9 7 , citado por MARTENS, op. cit, nota 83 en pág.
155.
Transcripto por GARCÍA FERRER, J u a n J o s é , El político: s u honor y vida privada, Madrid,
1998, pág. 3 2 8 .
DERECHOS PERSONALÍS1MOS 97
92
Asi lo indica el origen de la palabra; viene del italiano caneare, que quiere decir "cargar";
se "cargan" ciertos rasgos prominentes del dibujado.
93
KAYSER, Pierre, Laprotectiondelavieprivée, 2émeed., Aix, Provence/Paris, 1990, n- 9 1 ,
pág. 125; lo repite ROYO JARA, J o s é , La protección del derecho a la propia imagen. Actores y per-
sonas de notoriedad pública según ley de! 5 de mayo de 1982. Madrid, 1982. nq 17.3. b). pág.
167.
94
GARCÍA FERRER, op. cit, pág. 328.
95
Diccionario de la Lengua Española, de la Real Academia Española, Madrid, 2 0 0 1 , pág.
455.
98 JULIO CESAR-RIVERA
96
Vidal Martínez argumenta que "tratándose de estas personas, parece que han de sopor-
tar, si llega el caso, como u n a especie de tributo público a la sociedad, que les otorga, por otro
lado, u n reconocimiento de su proyección pública o de su popularidad": en "El derecho a la
intimidad en la ley orgánica del 5 / 5 / 1 9 8 2 " , pág. 138. En la m i s m a orientación, Gitrama Gon-
zález en su conocidísimo estudio sobre el derecho a la imagen, decía: "Forzoso es reconocer la
tolerancia hacia la hipérbole caricaturista que impera en n u e s t r a s actuales costumbres; el ha-
lago, incluso, que p a r a el representado constituye la publicación de su caricatura siquiera sea
como limosna de aquella calderilla de la celebridad de la que hablaba Víctor Hugo...".
ROYO JARA, op. y iug cit.
no
GARCÍA FERRER, op. cit, pág. 330.
O'CALLAGHAN, Xavier, Libertad de expresión y sus límites: honor, mtimidad e imagen, Ma-
drid, 1991, n 5 6.7.. pág. 152.
SAMPAY, Arturo E., La Jilosojia jurídica del art. 19 déla Constitución Nacional Buenos
Aires, 1975; RAMELLA, P. A., "El derecho a la intimidad", L.L., 140-1175.
DERECHOS PERSONALÍSIMOS 99
b) Antecedentes
Antecedente inmediato de la ley 2 1 . 1 7 3 es la ley 20.889, la cual fue
e x p r e s a m e n t e derogada por aquélla. La ley 2 0 . 8 8 9 h a b í a s a n c i o n a d o
como artículo 32 bis del Código Civil u n texto similar, con a l g u n a s va-
r i a n t e s , al que p o s t e r i o r m e n t e la ley 2 1 . 1 7 3 incorporó como artículo
1071 bis, a c t u a l m e n t e vigente.
100 JULIO CÉSAR RIVERA
c) Fuentes
Como fuentes de la derogada ley 20.889, puede mencionarse el "An-
teproyecto del Código Civil Boliviano", del año 1943; las consideraciones
expuestas por quien lo elaboró, el jurista español Ángel Osorio y Gallar-
do, y la obra de Basil Kacedan, cuya traducción publicó la Revista del Co-
legio de Abogados de Rosario, (tomo 3, de agosto 1931 - diciembre 1932),
"El Derecho a la Intimidad". Según refiere Cifuentes, quizá la recomen-
dación del IV Congreso Nacional de Derecho Civil (Córdoba, 1969), las
ponencias allí presentadas y los despachos de comisión, hayan tenido in-
cidencia, aunque no inspiración, sobre los legisladores de 1974. Con re-
ferencia al citado IV Congreso, es oportuno recordar que en él se aprobó
una recomendación tendiente a que se incluyan en el Código Civil o en
leyes especiales, preceptos que regulen las consecuencias Ci iles del
principio constitucional del respeto a la personalidad humana, como
pueden ser, entre otros, los relativos a los derechos a la intimidad, a la
imagen y a la disposición del propio cuerpo.
b) La arbitrariedad
La arbitrariedad implica que la acción de entremetimiento ha sido
realizada "sin derecho"; en algunas hipótesis puede significar ejercicio
de una prerrogativa jurídica más allá de los límites que ella tiene marca-
dos, o sea, ejercicio abusivo de un derecho.
Así, la intimidad puede ser agraviada tanto por una conducta ilícita,
cuanto por el ejercicio abusivo de un derecho (conf. Jornadas de Derecho
Civil en Homenaje al Dr. Mosset Iturraspe).
La inclusión en la ley de este requisito de la arbitrariedad ha sido
criticada. En las recomendaciones aprobadas en las II Jornadas Provin-
ciales de Derecho Civil (Mercedes, 1983) y en las IX Jornadas Naciona-
les de Derecho Civil (Mar del Plata, 1983), se sugirieron varias modifica-
ciones al artículo 1071 bis del Código Civil, entre ellas, la eliminación del
adverbio "arbitrariamente".
lidad civil que, incluso, facultan al juez para adoptar las medidas ten-
dientes a hacer cesar el ataque y publicar la sentencia que dicte (conf.
Zannoni).
e) Límites
El tema de los límites al derecho a la intimidad ha sido tratado supra
número 768; y las manifestaciones allí vertidas se aplican al derecho na-
cional en cuyo derecho positivo sólo encontramos el texto del artículo 19
de la Constitución, pues el artículo 1071 bis no contiene referencia algu-
na a los límites del derecho a la intimidad.
De todos modos, nuestras doctrina y jurisprudencia han tenido opor-
tunidad de expresarse con relación a uno de los puntos más conflictivos, cual
es el de la relación entre la intimidad y la libertad de prensa.
772. TITULARES
a) Principio general
Todas las p e r s o n a s físicas son titulares del derecho a la vida priva-
da; a u n las que tienen t r a s c e n d e n c i a pública, artistas, deportistas, etcé-
tera, de d o n d e la intromisión sólo es legítima c u a n d o r e s p o n d e a u n in-
terés público prevaleciente.
116
V. RIVERA (h), Julio César, "Responsabilidad de la prensa: de 'Campillay' a 'Bruno'", en
Derecho civil - Parte General Colección de Análisis Jurisprudencial, La Ley, Buenos Aires,
2003.
117
CSJN, 18/2/2003, "B., F. A. c/Diario El Sol de Quilmes", L.L.," 2003-B-494.
118
En "Costa" por los jueces Petracchi y Belluscio; en "Vago" por Barra y Fayt; en "Triacca"
(1993) por Petracchi, Fayt y Belluscio.
119
CSJN, 27/12/1996, J.A., 1998-1-206.
DERECHOS PERSONALÍSIMOS 107
b) Los personajes
Como decíamos, la regla es que los h o m b r e s públicos tienen t a m -
bién u n ámbito o esfera de su vida privada q u e debe q u e d a r ajeno a las
intromisiones de la p r e n s a o de terceros. Sin embargo, existe m u c h a s ve-
ces u n interés general en d e s t a c a r a l g u n a s c o n d u c t a s o hechos desarro-
llados por dichos h o m b r e s , lo cual justifica la limitación excepcional q u e
se h a dejado expuesta.
También se h a dicho que la t u t e l a se limita respecto de las p e r s o n a s
que por s u propia acción h a n fomentado las indiscreciones de las que ul-
teriormente vienen a quejarse (Res. 4 2 8 de la Asamblea Consultiva del
Consejo de Europa), lo cual no significa que, definitivamente, las perso-
n a s que tienen u n a vida pública carezcan a b s o l u t a m e n t e de derecho a la
vida privada. Siempre h a de reconocerse q u e a l g u n a s c u e s t i o n e s que-
dan, definitivamente, excluidas de la curiosidad de los d e m á s , tal como
sucede con las relativas a la m a t e r n i d a d y a la muerte.
d) Personas jurídicas
Las p e r s o n a s j u r í d i c a s no tienen derecho a la vida privada (contra
Batlle Salas). La protección del secreto a la correspondencia, las delibe-
raciones y decisiones de los órganos de gobierno, lo mismo que el derecho
a la reserva de s u s actividades, en vista de los desarrollos de las técnicas
de espionaje industrial, no constituye u n a protección a los derechos de
la personalidad del ente ideal; es que, c u a n d o se incrimina la violación
del domicilio o la violación de secretos, el bien jurídico protegido n o es
120
Cour d'Appel Paris, 3 / 1 1 / 1 9 8 2 , Dalloz 1983-J 248 con nota de LINDON, R., "Dévolution
du droit a u respect a la vie privée".
108 JULIO CÉSAR RIVERA
774. SANCIONES
De acuerdo con el artículo 1071 bis, la lesión a la intimidad puede
dar lugar a las siguientes consecuencias:
(conf. arts. 195 y sigs. del Cód. Proc. Civ. y Com. de la Nación; véase asi-
mismo arts. 232 y 233 de este Código).
En la doctrina se ha sostenido que las medidas precautorias en los
juicios de la naturaleza que nos ocupa, deben ser dispuestas con un cri-
terio relativamente amplio, de modo de asegurar debidamente el derecho
a la intimidad de las personas (Morello).
La jurisprudencia francesa es muy generosa en la adopción de este
tipo de medidas precautorias, que incluyen secuestros de ediciones de
revistas o diarios, prohibición de difusión de filmes cinematográficos o
televisivos, supresión de pasajes de libros, etcétera 123.
Para la adopción de este tipo de medidas —sean con carácter pre-
ventivo o definitivo— no es necesario que medie dolo o culpa en el agre-
sor, criterio éste sobre el cual existe coincidencia en la doctrina argenti-
na, según se puso de manifiesto en las IX Jornadas Nacionales de
Derecho Civil (Mar del Plata, 1983).
Igualmente se ha considerado que sería procedente la imposición de
astreintes (art. 666 bis) a efectos de asegurar el cumplimiento de la re-
solución judicial que ordena el cese de actividad ofensiva 124.
b) Indemnización equitativa
Según el texto del artículo 1071 bis, el que se entrometiere arbitra-
riamente en la vida ajena será obligado "a pagar una indemnización que
fijará equitativamente el juez, de acuerdo con las circunstancias". El tex-
to no indica qué es lo que se debe indemnizar, pero debe entenderse que
es tanto el daño material como el moral, por aplicación de los principios
que rigen en punto a la determinación de la responsabilidad civil.
La doctrina nacional ha sugerido la derogación de la referencia a la
equidad, como criterio para graduar la indemnización; así lo han reco-
mendado las II Jornadas Provinciales de Derecho Civil (Mercedes, 1983)
y las IX Jornadas Nacionales de Derecho Civil (Mar del Plata, 1983).
Es que la indemnización que autoriza el mencionado artículo no es
de equidad, como lo es en el artículo 907, sino de derecho. Ella nace de
la existencia de un hecho ilícito generador de un daño, agregándose que
la palabra equidad —la cual admite otras acepciones— es usada en el ci-
tado artículo 1071 bis como mero orientador para el juez y equivale a "ra-
zonable".
En la doctrina se ha opinado que las indemnizaciones deben ser se-
veras, de modo que constituyan no sólo una reparación adecuada desde
el punto de vista de la víctima, sino también una condigna sanción a
quien ha ofendido injustamente el derecho a la vida privada de otro, en
La jurisprudencia francesa está comentada en RIVERA, Julio C, op. cit. en la nota prece-
dente.
Ello es plenamente aceptado en la jurisprudencia francesa; v. la op. cit en las dos notas
precedentes.
110 JULIO CESAR RIVERA
c¡ Publicación de la sentencia
La ley establece que el juez podrá, a pedido del agraviado, ordenar
la publicación de la sentencia en un diario o periódico del lugar, si esta
medida fuese procedente para una adecuada reparación.
Es de anotar que este remedio resultará especialmente justificado
en los casos en que la lesión se haya concretado a través de medios pe-
riodísticos de información y comunicación, o de otros que hayan tenido
igualmente cierta difusión.
125
Bibliografía especial: DELPIAZZO, Carlos E. - EIRIN, Alvaro J . - MONTANO, Pedro I., Intro-
ducción a la informáticajurídica y a! derecho informático, Montevideo, 1984; RTVERO, Antonio
M. - SANTODOMINGO, Adolfo (edición de) Introducciónala informáticajurídica, Madrid, 1986;ALPA,
Guido - BESSONE, Mario (acuradíj Banchedati telemática ediritti delta persona, Padova, 1984;
Attideícortuegnodi Verona 1 giiigno 1984, bajo el título "Banche de datti e diritü dellapersona",
Padova, 1985; GIANNANTONIO, Ettore, Introduzione allinformática giurdica, Milano, 1984;
FROSINI, Vittorio, Informática y derecho, Bogotá, 1988; WALTER, J e a n Philippe, "La protection de
la personnalité lors d u traitement des donnés d e s fins statisfiques", KTDC, 1989-402; CORREA -
NAZAR ESPECHE - CZAR DE ZALDUENDO - BATTO, Derecho informático, B u e n o s Aires, 1987;
GUASTAVINO, Elias P., Responsabilidad civil y otros problemas jurídicos en computación, Buenos
Aires, 1987; "Responsabilidad civil derivada d e la informática", e n Derecho d e Daños -
Homenaje a Jorge Mossetlturraspe, Buenos Aires, 1989, pág. 599; CAMPANELLADE RIZZI, Elena
Margarita - STODARTDE SASIM, Ana María, "Derecho a la intimidad e informática", L.L., 1984-B-
667; STIGUTZ, Gabriel - STIGLITZ, Rosana M., "Responsabilidad civil por d a ñ o s derivados de la
informática", L.L., 1987-E-795; STIGLITZ, RosanaM., "Impacto de la informática en la sociedad",
L.L., 1987-E-859; BUSTAMANTEALSINA, Jorge H., "La informáticay la responsabilidad civil", L.L.,
1987-B-892; "La protección jurídica de la vida privada frente a la actividad del Estado y las
modernas técnicas de la información", E.D., 119-919; VAS FLORES, Hortensia, "La protección
DERECHOS PERSONALÍSIMOS 111
b) Planteo de la cuestión
El t e m a que, al respecto de la informática y desde el ángulo de los
derechos personalísimos, debemos abordar es el relativo al a t a q u e y al
grave m e n o s c a b o q u e s u uso indebido p u e d e c a u s a r al derecho a la in-
timidad.
Es o p o r t u n o dejar a c l a r a d o q u e de ese a t a q u e o grave m e n o s c a b o
p u e d e n ser pasibles los d e m á s derechos emergentes de la personalidad
espiritual del ser h u m a n o y que, asimismo, la a m e n a z a y la lesión no sólo
p u e d e n provenir del mal u s o que se h a g a de la informática propiamente
dicha, sino igualmente de la divulgación reprobable, desviada de s u s ge-
n u i n o s fines, que se realice de la información en sentido común, es decir,
de la obtenida sin el empleo de las técnicas que caracterizan el sistema
típico de la informática, información aquella que suele derivar de inves-
tigaciones, censos, e n c u e s t a s , cuestionarios, informes, declaraciones
p e r s o n a l e s en solicitudes de admisión a funciones o cargos públicos o
privados, institutos de e n s e ñ a n z a , a asociaciones o entidades, etcétera.
Bien se comprende la amplitud que tiene ese ámbito donde los de-
rechos a la intimidad y al h o n o r de las p e r s o n a s p u e d e n q u e d a r expues-
tos a sufrir serios a t a q u e s y graves lesiones.
J) El derecho comparado
En el ámbito del derecho extranjero, son varios los países que cuen-
t a n con disposiciones constitucionales y legislativas protectoras del de-
recho a la intimidad, así como con leyes especiales referentes a la infor-
mática, t e n d i e n t e s a evitar p e r t u r b a c i o n e s y a t a q u e s a los derechos
personalísimos.
En Francia, la ley del 6 de enero de 1978 sobre Informática y Liber-
tades tiene d i s p u e s t o que la informática debe e s t a r al servicio de cada
c i u d a d a n o y no a t e n t a r c o n t r a la identidad h u m a n a , los derechos del
hombre, la vida privada, las libertades individuales o públicas.
También h a n dictado leyes especiales sobre el tema: Noruega (año
1978), Suecia (año 1973), D i n a m a r c a (año 1978), A u s t r i a (año 1979),
Alemania Federal (año 1977) y C a n a d á (año 1973).
La Primera Conferencia Mundial sobre Informática, r e u n i d a en Flo-
rencia (año 1972), recomendó la necesidad de elaborar u n a legislación
especial de protección a la vida privada de los individuos y de las perso-
g) Proyectos argentinos
Consideramos oportuno recordar aquí la normativa propuesta en el
Anteproyecto de los doctores Cifuentes y Rivera, antes mencionado, se-
gún el cual "la acumulación de datos por los sistemas de Informática
debe respetar el derecho del sujeto a verificar la amplitud y tenor de los
recogidos; su utilización conforme con la finalidad para la que fueron re-
cogidos; y ha de ¡imitar el derecho de acceso a la información a los casos
en que media un interés legítimo" (conf. art. l e , Cap. V. inc. b) del cit. An-
teproyecto).
La cuestión fue tratada también en el proyecto de reforma al Código
Civil elaborado por la comisión designada por decreto 468/1992; su ar-
tículo 114 preveía: "La acumulación de datos nominativos en registros
informatizados debe hacerse respetando el derecho del sujeto a verificar
la amplitud y tenor de los recogidos, el de exigir y lograr la corrección y
actualización de ellos, incluyendo la cancelación de los datos caducos, y
su utilización conforme a la finalidad para la que fueron recogidos. Los
datos nominativos no pueden ser hechos conocer a terceros sin confor-
midad expresa del interesado o disposición legal que lo autorice".
El Proyecto de Código Civil de 1998 no contiene previsiones al respec-
to, pues mientras la comisión desarrollaba su labor, fue sancionada una ley
sobre esta materia, reguladora de la previsión del articulo 43 de la Consti-
tución Nacional; pero luego esa ley fue vetada, y otros numerosos proyectos
fueron presentados en el Congreso sin suerte.
129
Bibliografía especial: FALCÓN, Enrique M., Habeos data. Concepto y procedimiento,
Buenos Aires, 1996; SAGÚES, Néstor, "El amparo informativo", L.L., 1991-D-1035; BADENI,
Gregorio, Nuevos derechos y garantías; PALAZZI, Pablo, "Amparo y habeos data en la reforma
constitucional de 1994", J.A., 2 6 / 3 / 1 9 9 7 ; "El habeos data y el consentimiento para el trata-
mientos de los datos personales", J.A., 2 0 / 1 0 / 1 9 9 9 ; ALTMARK, Daniel R. - MOLINA QUIROGA,
Eduardo, "Hábeas data", L.L., 1 4 / 3 / 1 9 9 6 ; BAZÁN, Víctor, "El habeos datay la custodia del
derecho a la autodeterminación informativa", E.D., 1 8 / 5 / 1 9 9 8 ; DUPRAT, Diego, "Los datos
sensibles y el hábeas data", J.A., 2 5 / 2 / 1 9 9 8 ; GALLARDO, María Cecilia - SORIA OLMEDO, Karina-
FLORI, J o s é Luis, "Hábeas data", L.L., 1 7 / 2 / 1 9 9 8 ; GALLARDO, María Cecilia - LÓPEZ (H), Mario
J u s t o , "¿Existe la acción de hábeas data en la República Argentina?", L.L., 3 1 / 5 / 1 9 9 8 .
DERECHOS PERSONALISIMOS 115
13
IX. EL DERECHO A LA IMAGEN i
776. CONCEPTO
El derecho a la imagen es el derecho personalísimo cuyo regular
ejercicio permite al titular oponerse a que, por otros individuos y por
cualquier medio se capte, reproduzca, difunda o publique —sin su con-
sentimiento o el de la ley— su propia imagen.
Es un derecho emanado de la personalidad espiritual del sujeto que
preserva aquellas dos manifestaciones externas y esenciales del ser hu-
mano, lo cual justifica su protección legal con algunas limitaciones, se-
gún veremos.
Inicialmente el concepto del derecho a la imagen estuvo referido a la
reproducción fotográfica. Hoy se coincide en que dicha particular tutela
debe ser extendida a la voz, a la palabra hablada del ser humano, la cual
es también parte esencial integrante de la personalidad del mismo y, por
lo tanto, merecedora de ser protegida al igual que su imagen física, más
allá de la protección de la intimidad (Huet Weiler - Leiva Fernández).
En caso de que este derecho fuese vulnerado, su titular—y a su muer-
te, determinados familiares— quedan facultados para obtener no sólo el
cese de la información sino también el adecuado resarcimiento.
777. AUTONOMÍA
Se ha discutido si el derecho a la imagen constituye un mero aspec-
to del derecho a la intimidad o del derecho al honor, o si, en cambio, com-
porta una categoría autónoma e independiente de la tutela de esos dos
últimos.
El primer término de esta alternativa tuvo, inicialmente, amplio
apoyo doctrinario. Según esta tesis habría atentado a la imagen sólo
cuando se tratare de captaciones o publicaciones que afectaren la inti-
Bibliografía especial: ROYO JARA, José, La protección del derecho a la propia imagen,
Madrid, 1987; RAYANAS, J., Laprotectiondespersonnes contre la realisationet lapuhlicationde
sonimage, Paris, 1978; STOUFFET, J., Ledroitdelapersonnesursonimage, Parts, 1957; HERCE
DE LA PRADA, El derecho a ¡apropia imagen y s u incidencia en los medios de difusión, Barcelona,
1994; AMATLLARI, Eulalia, El derecho a ¡apropia imagen y s u valor publicitario, Madrid, 1992.
118 JULIO CÉSAR RIVERA
779. CONSENTIMIENTO
a) Principio general
Los derechos de la personalidad son relativamente disponibles, por
lo que su titular puede autorizar la indagación o conocimiento de su vida
privada, cuanto la captación, difusión o utilización de su imagen.
' " La jurisprudencia puede consultarse en: RIVERA, Julio César, "Hacia u n a protección ab-
soluta de la imagen personal", Revistade la Asociación de Magistrados de la Justicia Nacional
e
n 1, pág. 3 3 .
133
CNCiv., S a l a C , 2 / 2 / 1 9 8 8 , J.A., 2 0 / 4 / 1 9 8 8 .
DERECHOS PERSONALISIMOS 119
b) Alcance de la protección
Bien se h a señalado q u e la tutela de la ley 11.723 aparece insufi-
ciente, en c u a n t o parece limitarse a vedar que la imagen de u n a p e r s o n a
sea p u e s t a en el comercio (Cifuentes).
Desde n u e s t r o p u n t o de vista, toda captación de la imágenes ilícita en
la medida en que no se cuente con el consentimiento expreso de la persona,
o se trate de u n o de los s u p u e s t o s excepcionales de reproducción autoriza-
da por la ley (v. infra, n e 780).
134
I a Inst. Civ., 2 0 / 9 / 1 9 7 8 , E.D., 81-459; CNCiv., Sala G, 5 / 4 / 1 9 8 8 , J.A., 1 3 / 7 / 1 9 8 8 .
120 JULIO CESAR RIVERA
'-" Un retroceso evidente en CNCiv., Sala D, 4/11/1975, E.D., 67-276; superado en CNCiv.,
SalaC, 6/5/1982, E.D., 99-714.
136
CNCiv., Sala A, 24/2/1966, E.D., 26-785; en el mismo sentido, en innumerables casos,
la jurisprudencia francesa.
DERECHOS PERSONALISMOS 121
b) Definiciones doctrinarias
En el ámbito de la doctrina jurídica, h a sido considerada, por m u -
chos, aceptable la definición d a d a por de Cupis, según la cual, el honor
es "la dignidad personal reflejada en la consideración de los terceros y en
el sentimiento de la p e r s o n a misma".
IJ/
CNCiv.,SalaA, 2 7 / 1 0 / 1 9 8 7 , L.L., 1 9 / 4 / 1 9 8 8 con nota de Jorge MOSSETITURRASPE, "Pu-
blicación de u n a fotografía que provoca u n a alteración pública de la personalidad".
Bibliografía especial: GARUTTI, Massimo, II diritto all'onore e la sua tutela civilistica,
Padova, 1985: SORIA, Carlos, Derecho a la información y derecho a la honra, Madrid, 1981;
GONZÁLEZ PÉREZ, J e s ú s , La degradación del derecho al honor (honor y libertad de información),
Madrid, 1993; BEIGNIER, Bernard, L'rtonneiiretíedroit, París, 1995; AGUILERA FERNÁNDEZ, Antonio,
La libertad d e expresión del ciudadano y la libertad de prensa o información. Granada, 1990.
122 JULIO CESAR RIVERA
d) Contenido
El honor comprende dos aspectos: por u n lado, la autovaloración, el
íntimo sentimiento que cada p e r s o n a tiene de la propia dignidad y la de
su familia, al margen de s u s defectos y flaquezas (honor subjetivo, h o n r a
o estimación propia); y, por otro, el b u e n n o m b r e y la b u e n a reputación
objetivamente adquiridos por la virtud y el mérito de la p e r s o n a o de la
familia de que se trate, dentro del marco de sociabilidad del ser h u m a n o
(honor objetivo, b u e n nombre, reputación o fama).
El primero de estos aspectos aparece como u n a cualidad o atributo
invariable q u e es c o m ú n e inherente a todos los seres h u m a n o s en razón
de su condición de tales; de modo que no es admisible la existencia de
p e r s o n a s c a r e n t e s de honor subjetivo j u r í d i c a m e n t e tutelables, o priva-
d a s de h o n o r por c a u s a de infamia, toda vez que a n i n g u n a p e r s o n a pue-
de serle desconocida su propia dignidad como tal, sin perjuicio de que las
variables c i r c u n s t a n c i a s de hecho de cada caso p u e d a n ser tenidas en
c u e n t a p a r a a p r e c i a r si h a existido o no m e n o s c a b o de la reputación;
esto, a los fines de valorar la entidad del perjuicio reparable.
En c u a n t o al honor objetivo hay, en cambio, m u c h o de contingente
y convencional, p u e s r e s u l t a p r e p o n d e r a n t e m e n t e de la c o n d u c t a de
c a d a individuo y su apreciación depende de la opinión ajena y de las cos-
t u m b r e s y c u l t u r a s de cada época y de cada país.
E s t a distinción entre honor subjetivo y honor objetivo tiene, sin du-
d a s , su valor didáctico, pero se considera que carece de significativa im-
portancia práctica, ya que desde la óptica normativa de los derechos per-
sonalísimos, la lesión a u n o u otro h o n o r implica de t o d a s m a n e r a s el
m e n o s c a b o de la p e r s o n a misma, a quien lastima en algo que le es inhe-
rente y esencial, naciéndola, por tanto, merecedora de la debida protec-
ción legal (Cifuentes).
DERECHOS PERSONALISMOS 123
b) Artículo 1089
Ese artículo dispone: "Si el delito fuere de calumnia o de injuria de
cualquier especie, el ofendido sólo tendrá derecho a exigir una indemniza-
ción pecuniaria si probase que por la calumnia o injuria le resultó algún
daño efectivo o cesación de ganancia apreciable en dinero, siempre que el
delincuente no probare la verdad de la imputación".
124 JULIO CÉSAR RIVERA
d) "Exceptio veritatis"
La doctrina nacional c u e s t i o n a el alcance de la exceptio veritatis que
autoriza la última parte del artículo.
Según algún antiguo criterio, la verdad de la imputación podría pro-
b a r s e en todos los casos.
Pero u n a corriente de opinión m á s actual distingue según se trate
del delito de c a l u m n i a o de injuria. En el primer caso, se admite la p r u e b a
de la verdad de la imputación sin cortapisas.
En cambio, de t r a t a r s e de injurias, sólo se autoriza la p r u e b a de la
verdad en los c a s o s previstos e x p r e s a m e n t e en el artículo 111, Código
Penal, que ya e n u n c i a m o s .
E s t a solución resulta congruente con el principio de reserva del ar-
tículo 19 de la Constitución Nacional, p u e s de otro modo se entrarían a
ventilar acciones privadas de los h o m b r e s que e s t á n exentas de la auto-
ridad de los magistrados (conf. Cifuentes).
e) Extensión de la indemnización
La n o r m a del artículo 1089 no impide la indemnización del d a ñ o
moral en los términos del artículo 1078. Por el contrario, lo corriente h a
de ser que la injuria o c a l u m n i a se proyecte en u n a lesión espiritual ge-
neradora de u n d a ñ o de esta especie.
139
J) El delito de acusación calumniosa
El artículo 1090 establece que: "Si el delito fuere de acusación calum-
niosa, el delincuente, además de la indemnización del articulo anterior, pa-
gará al ofendido todo lo que hubiese gastado en sudefensa, y todas las ganan-
cias que dejó de tener por motivo de la acusación calumniosa, sin perjuicio de
las multas o penas que el derecho criminal estableciere, tanto sobre el delito
de este artículo como sobre los demás de este capítulo".
Los tribunales se m u e s t r a n vacilantes en la aplicación de este precep-
to, pues mientras algunos exigen que el acusador haya actuado con con-
ciencia de la inocencia del ofendido, otros consideran que existe acusación
39
Bibliografía especial: PARELI.ADA, Carlos, "Responsabilidad emergente de la denuncia
calumniosa o negligente", J.A., 1979-III-687; PECACH, Roberto, "Responsabilidad civil por
denuncia o querellas precipitadas o imprudentes", J.A., 65-110.
DERECHOS PERSONALISIMOS 125
g) Otras disposiciones
Algunas normas del Derecho civil (art. 1088) y del derecho penal
protegen la honestidad de la mujer y de los menores en general.
No corresponde su estudio en este capítulo, pues el bien jurídico tu-
telado de manera directa no es el honor, sino la honestidad, concepto
distinto que, incluso, comprende la libertad sexual.
Por otro lado, el Código Civil sanciona de modo particular las acti-
tudes, comisiones y conductas injuriosas que, en relación proveniente
de una unión matrimonial, un cónyuge o los dos hayan adoptado lesio-
nando el honor, la dignidad y la estima personal del otro. Este compor-
tamiento, en la medida en que resulta encuadrable dentro de la causal
de "injurias graves" prevista en los actuales artículos 202, inciso 4 2 y 214,
inciso 1Q del Código Civil (ver análogamente el artículo 67, inciso 5 e , de la
derogada Ley de Matrimonio Civil, 2393), autoriza, a petición de la persona
agraviada, la procedencia de la declaración judicial de separación personal
y/o la disolución de la sociedad conyugal (art. 1306, Cód. Civ.), la pérdida
del derecho a los alimentos y la del derecho sucesorio (arts. 206 a 212,
217 y 218, 3574 y 3575 del mismo Código), y la revocación—a pedido del
marido inocente— de las donaciones hechas en convención matrimonial
(arts. 212 y 217, primer apartado del citado Código).
Casos particulares de sanciones civiles por causa de injurias graves
aparecen contemplados en los artículos 1858, 3747 y 3843 del mismo
ordenamiento civil, los cuales autorizan, respectivamente, la revocación
de donaciones, la desheredación y la revocación de legados, por las cau-
sas que indican.
b) Jurisprudencia. Remisión
Para el examen de la responsabilidad de la prensa por violación al ho-
nor y la intimidad, nos remitimos a lo expuesto en el número 771 h).
143
784 BIS. EL HONOR DE LAS PERSONAS JURÍDICAS
La cuestión de si las personas jurídicas tienen honor y si ellas pue-
den ser agraviadas en ese derecho teniendo, por lo tanto, una acción
142
El fallo "Lingens" puede consultarse en BERGER, Vincent, Jurisprudence de la CourEu-
ropéenne des Droits de VHomme, 5- ed., Paris, 1996, n° 1081, págs. 4 0 4 y sigs.
14:5
Bibliografía especial: RODRÍGUEZ GUITIAN, Alma María, El derechoal honor de las personas
jurídicas, Madrid, 1996; RIVERA, Julio César, "La prueba del daño sufrido por las sociedades a
su reputación comercial", Revista de Derecho de Daños, ns 4, pág. 219; PIZARRO, Ramón D. -
ROITMAN, Horacio, "El daño moral y la persona jurídica", RDPC, nB 1-215; CIFUENTES, Santos,
"El daño moral y la persona jurídica", en Derecho de Daños, Buenos Aires, 1989, pág. 3 9 3 ;
BREBBIA, Roberto H., "Las personas jurídicas —y las sociedades comerciales en particular—
128 JULIO CESAR RIVERA
como sujetos pasivos de agravio moral", L.L., 1991-A-51: GARRIDO, J o s é María, "El derecho al
honor de las sociedades mercantiles en el ordenamiento inglés", ADC, 1991-745.
144
CSJN, 2 3 / 2 / 1 9 9 0 , L.L., 1991-A-50: el criterio se ha reiterado en otro fallo de la misma
CSJN, 1 8 / 9 / 1 9 9 0 , L.L., 1991-A-186; v h a sido recibidoala letra por la CNCom., 1 3 / 9 / 1 9 9 6 ,
E.D., 173-299.
14:1
Se h a dicho que u n a compañía no puede ser herida en s u s sentimientos, puede ser he-
rida sólo en su bolsillo [...] la ofensa debe sonar en dinero; citado por GARRIDO, pág. 750.
146
Se cita "Company ofPropietorsof Selby BridgeLtd vs. SundayTelegraphLtd.", 1966.
147
A título de ejemplo, se pueden t o m a r casos resueltos por los tribunales extranjeros y na-
cionales; así, constituyen hechos ilícitos que afectan la reputación, prestigio, fama o b u e n
nombre de u n a sociedad:
DERECHOS PERSONALÍSIMOS 129
785. CONCEPTO
Al derecho a la identidad se lo definió inicialmente en la jurispru-
dencia italiana 149, diciendo que cada sujeto tiene un interés general-
mente considerado como merecedor de tutela jurídica, de ser repre-
sentado en su vida de relación con su verdadera identidad, tal como ésta
150
El concepto fue dado por la Corte de Casación italiana, 2 2 / 6 / 1 9 8 5 , GCC, 1987-11-467,
con nota de Zeno-Zencovich.
151
Citado en trabajo de BAVETTA, en Persone fisiche..., cit.
152
MÜLLER-SAUX, ponencia a las XTV J o r n a d a s Nacionales de Derecho Civil.
DERECHOS PERSONALÍSIMOS 131
1X1
CSJN, 1 3 / 1 1 / 1 9 9 0 , L.L., 199 l-B-470, con nota de MAZZINGUI, Jorge A., "Cabal interpre-
tación de u n a s u p u e s t a garantía constitucional"; v. también OTEIZA, Eduardo, "La doctrina de
la Corte S u p r e m a sobre el derecho del niño a conocer su identidad, la adopcióny las facultades
instructorias de los jueces penales", L.L., 1991-E-891.
154
C S S a n t a F e , 1 9 / 9 / 1 9 9 1 , L.L., 1992-D-536, con nota de María Josefa Méndez Costa.
132 JULIO CÉSAR RIVERA
cual era necesario extraer muestras del cadáver de aquel a quien se atribuía
la paternidad, pese a la oposición de la viuda e hijos matrimoniales 155.
Pero como lo hemos señalado antes, se ha resuelto por la Corte Su-
prema que no es procedente efectuar compulsivamente una extracción
de sangre sobre el cuerpo de la posible víctima de un delito, destinada a
averiguar su verdadera identidad- 156 .
En el ámbito de la doctrina, los autores han coincidido en la existen-
cia del derecho a la identidad personal —en la orientación que venimos
comentando— como un corolario del derecho a la dignidad tutelado en
la Constitución Nacional, como puede verse en los comentarios de las
sentencias que anteriormente hemos resumido.
En otra vertiente, se ha considerado que existe un derecho a la iden-
tidad en el reconocimiento de un emplazamiento familiar; y se viola ese
derecho cuando otro desconoce ese emplazamiento o se atribuye falsa-
mente una situación en la familia de otro.
Así, en una especie resuelta por la Cámara Civil se acogió favorable-
mente una demanda promovida por una persona contra su ex esposa y
el concubino de ésta, famoso deportista, los cuales habían concedido re-
portajes periodísticos con intervención del hijo del actor; en esas publi-
caciones el menor aparecía como descendiente de la segunda unión 157.
Y en otra hipótesis judicial, también se ha resuelto que constituye
una violación a los derechos personalísimos la falsa atribución de una
relación filial. En ese litigio, el Tribunal tuvo en consideración, para con-
siderar configurada la violación de la intimidad de los actores, la mani-
festación que el falso hijo de un prestigioso deportista hizo cuando dijo;
"Papá... en tu primer aniversario. Jamás te olvidaré. Tu hijo D...", y que
lo hizo sin permiso de los actores (que eran la esposa e hijos de1, nencio-
nado) 158. Si bien se aludió a la intimidad, el derecho violado era la iden-
tidad (como lo señala Zavala de González).
Con lo cual puede concluirse en que nuestros tribunales han con-
siderado que la falsa representación pública de un vínculo familiar cons-
tituye una vulneración de los derechos de la personalidad, en concreto,
del derecho a la identidad.
155
CNCiv., Sala A, 2 8 / 2 / 1 9 9 4 , E.D., 158-468.
156
CSN, 3 0 / 9 / 2 0 0 3 , "Vázquez Ferrá", L.L., 6 / 1 0 / 2 0 0 3 , P n ? 106.291, c o n n o t a de BIDART
CAMPOS, Germán, "El examen hematológico mediante prueba compulsivamente obtenida".
157
CNCiv., S a l a D , 3 1 / 1 2 / 1 9 7 6 , J.A., 1978-III-283; E.D., 72-217; L.L., 1977-B-282.
158
CCC J u n í n , 7 / 5 / 1 9 8 7 , "Chidichimo de Zubeldía. Ursulina c/Tenta, Aníbal", inédito.
DERECHOS PERSONALÍSIMOS 133
789. CONCEPTO
El derecho de réplica, rectificación o respuesta es el que atañe a toda
persona que ha sido afectada en su personalidad como consecuencia de
Nacional", E.D., 123-114; CAYUSO, S u s a n a - TIRIGALL CASTE, Ricardo, "Derecho a réplica", E.D.,
117-977; MANSUETTI, Hugo R., "Derecho de rectificación o respuesta", E.D., 122-900; BADENI,
Gregorio, "El derecho de réplica", E.D., 116-795; BIDART CAMPOS, G e r m á n José, "El derecho de
réplica", E.D., 115-829; PALACIO, Norberto R. - MONTI, Eduardo, J., "El derecho de réplica y la
tutela de los derechos de la personalidad en las II Jomadas...", E.D., 122-881; AGUIAR. Henoch,
"Derecho de réplica: fundamentos y legislación comparada", L.L., 1985-D-890; MIDON, Mario
A. R., "El derecho de respuesta inmediata ¿criterio editorial o dignidad h u m a n a ? " , E.D., 131-
857; LINARES QUINTANA, Segundo V., "El derecho deréplicay la libertad institucional de prensa",
J.A., 1985-IV-719; CIFUENTES, Santos - FERNÁNDEZ, Marta, "Rectificación. Respuesta. Réplica",
L.L., 1 / 1 0 / 1 9 9 0 ; KOUMANTOS, Georges, "Droit d'auteur, droits voisins, droit de réponse en
Gréce", RIDC, 1989-421; FRANCON, André, "Droit d'auteur, droit des interpretes exécutants,
droit de réponse en France", RIDC, 1989-403.
DERECHOS PERSONALÍSIMOS 135
7 9 1 . MODO DE EJERCICIO
La mayor parte de las leyes extranjeras y las recomendaciones he-
c h a s en congresos y j o r n a d a s científicas exigen que el derecho de res-
p u e s t a sea ejercido en plazos m u y breves, esto es, de m a n e r a casi inme-
136 JULIO CÉSAR-RIVERA
161
CNCiv., Sala D, 27/2/1987, E.D., 123-114, con nota de RIVERA, Julio C, "Admisión del
derecho de réplica como derecho subjetivo implícito en la Constitución Nacional".
DERECHOS PERSONALISIMOS 137
b) Otros países
Hoy en día está reconocido t a m b i é n en Suiza (art. 2 8 del Cód. Civil,
reformado a partir del 1Q de julio de 1985), República Federal Alemana,
Austria, Bélgica, España, Dinamarca, Italia y otros m u c h o s (v. Cifuentes -
Fernández).
c) Documentos internacionales
Para nosotros reviste especial importancia el Pacto de S a n J o s é de
Costa Rica, ratificado por ley 23.054, cuyo artículo 14 c o n s a g r a especí-
ficamente el derecho de rectificación o r e s p u e s t a en favor de toda perso-
n a afectada por informaciones inexactas o agraviantes emitidas en su
perjuicio a través de medios de difusión.
Más adelante nos referimos a la incidencia del otorgamiento de jerar-
quía constitucional a esta Convención (art. 75, inc. 22, Const. Nac).
d) Proyectos argentinos
La pretensión de incorporar el derecho de réplica en n u e s t r o país es
antigua.
Ya en 1933, Rafael Bielsa preparó u n proyecto que fue presentado
por el Colegio de Abogados de la Ciudad de B u e n o s Aires, y difundido en
las páginas de su revista. A partir de allí se p r e s e n t a r o n proyectos por el
senador Sánchez Sorondo (1934), diputado Cheble (1964) y s e n a d o r La-
ferriére (1984). También aparece en el proyecto de ley sobre protección de
los derechos personalisimos que envió el Poder Ejecutivo al Parlamento
en 1985 y en el Anteproyecto Cifuentes - Rivera.
Más adelante veremos s u inclusión en constituciones y legislacio-
n e s de provincia.
7 9 3 . DERECHO ARGENTINO
a) Derecho público provincial
El derecho de réplica aparece reconocido e x p r e s a m e n t e en n u m e r o -
s a s constituciones provinciales y también, en a l g u n a s leyes dictadas por
los E s t a d o s particulares.
138 JULIO CESAR RIVERA
b) Su constitucionalidad
Pese a las recomendaciones de juristas, expresadas en congresos y
jornadas, proyectos nacionales y el reconocimiento explícito y generali-
zado del derecho público provincial, algunas opiniones, generalmente no
científicas, cuestionan la constitucionalidad de este derecho, por conside-
rarse que podría afectar la libertad de prensa; para ello se invoca que el ar-
ticulo 32, de la Constitución Nacional, veda dictar leyes que restrinjan la
libertad de imprenta o establezcan sobre ella la jurisdicción federal.
Desde nuestro punto de vista, nada empece para el dictado de una
ley nacional que regule este derecho de respuesta, si se lo encuadra,
como corresponde, como medio de defensa de los derechos de la perso-
nalidad, pues en ese caso estamos en el ámbito del derecho común, ma-
teria propia del Congreso Nacional (art. 75, inc. 12).
La idea de que el derecho de respuesta puede ser legislado por el
Congreso Nacional es sostenida mayoritariamente en la doctrina (Balles-
ter, Bustamante Alsina) y ha encontrado eco en las conclusiones de las
II Jornadas Bonaerense de Derecho Civil (Junín, 1986) y de la XI Confe-
rencia Nacional de Abogados (Bariloche, 1989), habiéndose reconocido
en ellas, el derecho de las provincias a legislar la materia mientras no
haya una legislación nacional.
Por otro lado, no hay afectación de la libertad de prensa. La Corte Su-
prema de la Nación ha dicho en el caso "Ponzetti de Balbín" —ya estudia-
do— que la libertad de prensa, como cualquier otro derecho, está sujeta a
las leyes que reglamentan su ejercicio, y que sólo es absoluta en un aspec-
to: la inexistencia de cualquier forma de censura previa.
DERECHOS PERSONALÍSIMOS 139
" Bibliografía especial: RIVERA, Julio César, "¿Hacia la impunidad de la prensa?", E.D.,
1 0 / 3 / 1 9 9 3 ; BIANCHI, Alberto D., "Un fallo sobre derecho de réplica que pone en m o r a al
Congreso"; BIDART CAMPOS, Germán J., "El 'adentro' y 'afuera' del derecho de réplica"; BASSO
DASTUGUE, "El fallo de la Corte: ¿ u n remedio a la b u e n a salud?", todos en E.D., 148-339; DALLA
VIA, Alberto R , "Cuestiones que surgen en torno del derecho de réplica y del fallo de la Corte
S u p r e m a en la c a u s a Ekmekdjian", J.A., 2 3 / 9 / 1 9 9 2 ; MOSSET ITURRASPE, Jorge, "La sentencia
de la Corte S u p r e m a en el t e m a 'derecho de réplica' y el 'daño a la identidad'", L.L., 22 / 9 / 1 9 9 2 ;
QUIROGA LAVIÉ, Humberto, "Ha nacido el amparo colectivo con motivo del derecho de réplica",
L.L., 2 / 9 / 1 9 9 2 .
163
CSJN, 7 / 7 / 1 9 9 2 , E.D., 148-339.
Bibliografía especial: RIVERA (H), Julio César, "Constitucionalidad y extensión del derecho
de rectificación o respuesta", E.D., 181-1098.
165
CSJN, 1 6 / 9 / 1 9 9 8 , E.D., 181-1104.
140 JULIO CÉSAR RIVERA
166
La idea peregrina de que el derecho de rectificación puede ser considerado como c e n s u r a
previa es sostenida por Badeni y h a sido descalificada por nosotros en "Hacia la impunidad de
la prensa", E.D., 151-705.
167
Bibliografía especial: RIVERA, Julio César, "Medidas cautelares limitativas de la
circulación o difusión de libros en tutela del honor (a propósito de 'Mitterand', 'Martorell' y
'Grenada')", en Responsabilidad por dorios en el tercer milenio - Homenaje al prqf. Dr. Atilio
Aníbal Alterini, Buenos Aires, s/f, pág. 598.
V. RIVERA, Julio César, "Derecho a l a intimidad (investigación de jurisprudencia nacional
y francesa sobre medios cautelares tuitivos de la imagen, la intimidad y el honor personal)",
e n Derecho de daños. Libro en homenaje al Dr. Jorge Mosset íturraspe, Buenos Aires, 1989.
DERECHOS PERSONALISMOS 141
I. LA MUERTE NATURAL
Bibliografía general: TOBÍAS, José W., Fin de la existencia de las personas físicas, Buenos
Aires, 1988.
144 JULIO CÉSAR RIVERA
2
797. CONCEPTO MÉDICO DE MUERTE NATURAL
Resulta g e n e r a l m e n t e a c e p t a d a u n a definición s e g ú n la cual:
"muerte es el cese de las funciones vitales, celular, t i s u l a r y visceral.
Ocurre c u a n d o claudican los sistemas circulatorio, respiratorio y nervio-
so, pudiendo definirse entonces, como el cese definitivo e irreversible de
las funciones a u t ó n o m a s (pulmón, corazón y cerebro) y de la oxigenación
viscerotisular con pérdida de las relaciones s u j e t o - m u n d o circundante y
de la condición de ente h u m a n o de existencia visible" (Bonnet).
De todos modos, la determinación del m o m e n t o de la muerte no es
tarea simple en el estado a c t u a l de los conocimientos científicos. Prueba
de ello es la evolución que h a tenido la legislación específica en materia
de t r a s p l a n t e s , a la q u e aludimos en el n ú m e r o siguiente.
- Bibliografía general: VIDAL TAguiNi, Carlos H., "Muerte real y muerte clínica", L.L., 1980-
C-1066; YUNGANO, Arturo R, La ley 21.541 de trasplantes de órganos humanos, Buenos Aires,
1979; MORELLI - OBIGLIO - PAOLETTI - TALE, "Muerte cerebral y ley de trasplantes", E.D., 172-800;
GODFRJD, Mario A., "Muerte cerebral y muerte real", L.L., 1983-A-844; CALLU, Marie France,
"Autourt de la mort: variations sur 'Madame se meurt, Madame est morte'", KTDC, 1999-313;
HAUSER, Jean, "Existe-t-il des morts par anticipation ou de l'intérét paradoxal de mourir le plus
tot possible?", KTDC, 1997-393.
EXTINCIÓN DE LA PERSONA FÍSICA 145
b) El decreto reglamentario
El decreto 3 0 1 1 / 1 9 7 7 , reglamentarlo de la ley 2 1 . 5 4 1 , dispuso q u e
a los fines de la certificación del fallecimiento del dador, debía efectuarse
"también" la comprobación en su totalidad y como mínimo de algunos
signos, a los que ya nos h e m o s referido (v. supra, nQ 754).
Sin embargo, d e s t a c a m o s que algunos de esos signos se referían a
las funciones vegetativas, como la a u s e n c i a de respiración espontánea,
con a b s o l u t a necesidad de respiración artificial. De allí q u e Tobías a p u n -
ta que el artículo 21 de la ley 2 1 . 5 4 1 admitía ser interpretado en el sen-
tido de que la m u e r t e se p r o d u c e por la cesación de todas las funciones
regidas por el "tronco cerebral", esto es, el cerebro y el bulbo raquídeo.
En contra resolvió el Juzg. Crim. y Corree, de la 5-. Nom. de Santiago del Estero,
3/3/1995, E.D., 166-301, en donde de acuerdo con el dictamen del Defensor Oficial se rechazó
146 JULIO CESAR RIVERA
4
II. LA PRUEBA DE LA MUERTE
c) Evolución jurisprudencial
Esta p r u e b a r e s u l t a b a a veces imposible de allegar por la desapari-
ción del cadáver, y a u n c u a n d o la m u e r t e fuera indudable, los interesa-
dos tenían q u e promover el juicio de p r e s u n c i ó n de fallecimiento y, por
ende, esperar los largos plazos que preveía el Código Civil.
Sin embargo, algunos t r i b u n a l e s reaccionaron contra este criterio
estricto, y admitieron la inscripción de la m u e r t e c u a n d o la desaparición
del sujeto se h a b í a producido en c i r c u n s t a n c i a s tales que existía la cer-
teza moral de la m u e r t e , como sucedió con los tripulantes de u n b u q u e
h u n d i d o en el Estrecho de Magallanes, donde la t e m p e r a t u r a del a g u a y
otras condiciones climáticas h a c í a n imposible la supervivencia 5 .
6
d) Reforma legislativa
El artículo 3 3 de la ley 14.394, siguiendo en la materia al Antepro-
yecto de Bibiloni (art. 57), agregó u n párrafo al artículo 108 que dice: "En
los casos en que el cadáver de una persona nofuese hallado, eljuez podrá
tener por comprobada la muerte y disponer la pertinente inscripción en el
registro, siempre que la desaparición se hubiese producido en circunstan-
cias tales que la muerte deba ser tenida como cierta. Igual regla se aplica-
rá en los casos en que nofuere posible la identificación del cadáver". Cuadra
puntualizar que el Anteproyecto de 1954 preveía u n a n o r m a semejante
(art. 50, 2% parte).
5
CCiv. P La Plata, Sala I, 2 0 / 5 / 1 9 5 2 , JA., 1952-IV-455. \..L., 66-657; el mismo criterio
se aplicó p a r a el caso de la desaparición de u n aviador en la zona austral del país: 1 - Inst. Río
Negro, 3 0 / 6 / 1 9 5 4 , JA., 1955-1-10; y p a r a la desaparición del patrón de u n a lancha d u r a n t e
u n temporal: CNTrab., Sala III, 1 5 / 5 / 1 9 5 3 , JA., 1953-PV-397; u n caso idéntico a este último
fue luego s u b s u m i d o en la n o r m a del art. 108 agregada por la ley 14.394; C l a M. del Plata,
9 / 9 / 1 9 6 5 , L.L., 120-644.
Bibliografía especial: MOISSET DE ESPANÉS, Luis, "Ausencia y desaparición", JA.. Doct.
1975-658.
EXTINCIÓN DE LA PERSONA FÍSICA 149
J) Crítica
Moisset de Espanés afirma que el segundo párrafo del artículo 108
sólo es aplicable a los casos de certeza absoluta de la muerte, como sería
el de mineros sepultados por un derrumbamiento en la mina, o el de los
pasajeros de un avión cuyos cadáveres no pudieran ser identificados por
estar carbonizados. En cambio, en otros casos, como los resueltos por
los tribunales en las hipótesis mencionadas antes, por más fuertes que
sean las presunciones de muerte, debe recurrirse a la declaración
de fallecimiento presunto, con los plazos abreviados del artículo 23 de
la ley 14.394. Ejemplos similares a estos últimos da también Ferrara.
7
Estos casos h a n sido resueltos por: l s I n s t . C i v . Cap., firme 2 2 / 1 2 / 1 9 5 9 , JA., 1960-IV-
94; CNCiv., Sala C, 1 5 / 4 / 1 9 6 9 , L.L., 140-808, 24.966 S, E.D., 32-455; C l s M. del Plata,
9 / 9 / 1 9 6 5 , L.L., 120-644.
150 JULIO CÉSAR RIVERA
En cambio, para Borda, tales casos han sido bien resueltos, pues en
ellos existía certeza moral de la muerte.
En definitiva, coincidimos con Tobías en cuanto a que es difícil es-
tablecer anticipadamente un criterio demarcatorio entre los casos en
que la prueba se regirá por el artículo 108 y aquellos en los cuales de-
berá seguirse el procedente de la declaración de fallecimiento presunto.
Sin perjuicio de ello, señalamos que una interpretación demasiado
limitativa del artículo 108 podría llegar a privarlo de la eficacia práctica
que le ha querido dar el legislador.
h) Momento de la muerte
La adición al artículo 108 no ha establecido reglas para la determi-
nación del momento de la muerte que se considera probada sin la pre-
sencia del cadáver. Al respecto, Tobías dice que el deber primario del juez
es el de individualizar por todos los medios a su alcance el momento pre-
ciso de la muerte, teniendo en cuenta las particularidades de cómo se ha
producido el acontecimiento que lleva a la certeza de la muerte. Así, si
una persona cae en las aguas de los mares antarticos, su posibilidad de
sobrevivencia se limita a pocos minutos; en cambio, un minero sepulta-
do en una mina pudo haber sobrevivido varios días, considerando la po-
sibilidad de que haya tenido aire.
803. CONMORIENCIA 9
a) Texto legal
El artículo 109 dispone: "Sí dos o más personas hubiesen fallecido
en un desastre común o en cualquier otra circunstancia, de modo que no
8
CCiv. 2% Cap., 5 / 3 / 1 9 2 0 , J.A., 4-116.
9
Bibliografía especial: PORTAS, Néstor L., "Conmoriencia. N a t u r a l e z a j u r i d i c a d e l a n o r m a
que la consagra", L.L., 67-872; BUFFELAN-LANORE, I., "Rectification d'actes de décés de
comourants: procédure contentieuse et détermination de l'ordre des décés", JCP, 196-11-
22.717.
EXTINCIÓN DE LA PERSONA FÍSICA 151
c) Objeciones. Refutación
U n a posible objeción al sistema adoptado por Vélez Sarsfield es que
es inverosímil que la m u e r t e de dos p e r s o n a s o c u r r a al mismo tiempo. Se
hace cargo de ella C a s t á n Tobeñas, quien la contesta con a r g u m e n t o s to-
m a d o s de diversos a u t o r e s . Ellos son: a) la solución adoptada es conse-
c u e n c i a n a t u r a l y necesaria de los principios generales en materia de
prueba, a tenor de los cuales hay que rechazar la premoriencia cuando no
sea ella objeto de prueba; b) ningún interés social requiere que necesaria-
mente h a y a u n a transmisión de derechos entre p e r s o n a s que h a y a n fa-
llecido en u n mismo acontecimiento; c) cuando es imposible probar u n he-
cho que origina el nacimiento de determinados derechos, es m á s racional
y j u s t o fijar u n principio igualitario que establecer presunciones arbitra-
rias como las del Código Civil francés.
Por s u parte, Ferrara afirma también el primer a r g u m e n t o que he-
mos t o m a d o de C a s t á n Tobeñas, y llega a aseverar, como consecuencia
de ello, que la n o r m a viene a ser inútil, porque, a u n sin ella, se llegaría
a idéntico resultado.
d) Casos de aplicación
Advirtamos que el artículo 109 a b a r c a toda hipótesis en que d e b a
decidirse la prioridad de u n fallecimiento respecto de otro, a u n c u a n d o
no se h a y a n producido en u n d e s a s t r e c o m ú n ; así, p u e d e aplicarse la re-
152 JULIO CESAR RIVERA
10
III. SIMPLE AUSENCIA DEL DOMICILIO
b) Texto legal
El artículo 15 dice: " C u a n d o u n a p e r s o n a h u b i e r e desaparecido del
lugar de s u domicilio o residencia, sin q u e de ella se t e n g a n noticias y sin
c) Elementos
Por lo tanto, los elementos constitutivos de la figura son:
— ausencia de la persona de su domicilio, más falta de noticias so-
bre su existencia;
— bienes abandonados o que requieren protección;
— falta de apoderado, o apoderado con poderes insuficientes, o apo-
derado que no desempeña correctamente el mandato.
Debe apuntarse que, pasados tres años desde la última noticia, se
puede promover la declaración de fallecimiento presunto que contempla
el artículo 22 de la ley 14.394; lo mismo, si la desaparición se hubiere
producido en circunstancias especiales como las que contempla el ar-
tículo 23 de la ley 14.394.
El artículo citado utiliza una fórmula amplia, "toda persona que tu-
viere interés legítimo respecto de los bienes del ausente", lo cual se jus-
tifica plenamente por cuanto la finalidad de la declaración es proteger el
patrimonio del ausente. Así pueden resultar legitimados los presuntos
herederos del ausente dado que, llegado el caso aquél será transmitido
a ellos, los acreedores del ausente, ya que ese patrimonio es la garantía
de su crédito; los socios, los condóminos y el mismo mandatario, cuando
sus poderes no fueren suficientes o debiese renunciar (Borda).
También tiene legitimación activa el Ministerio Público, pero éste
sólo podría actuar en representación de un incapaz —verbigracia los hi-
jos menores del ausente— y no por derecho propio, dado que el ausente
no es incapaz.
809. PUBLICIDAD
El juez que entiende en el pedido de declaración de ausencia deberá,
una vez admitida la demanda, citar al ausente por medio de edictos. Los
edictos se publicarán durante cinco días sucesivos (art. 18 de la ley 14.394).
Si bien la ley no señala los órganos en los cuales deben hacerse las
publicaciones, por aplicación de los principios generales éstas se efec-
tuarán en el Boletín OJlcialy en un diario de amplia difusión del lugar del
domicilio del ausente.
Publicados los edictos, si el ausente no se presentare, el juez dará
intervención al defensor oficial, si lo hubiere en la jurisdicción; caso con-
trario, nombrará defensor a uno de los abogados de la matrícula (art. 18
de la ley 14.394).
Cuando la protección de los bienes del ausente no pueda dilatarse
hasta la designación del curador, el juez podrá ordenar que se tomen las
medidas pertinentes tendientes a preservar los bienes o, incluso, podrá
designar un administrador provisional para proveer al cuidado y conser-
vación de los bienes (art. 18, ley 14.394 infiné).
12
Ver lo resuelto por la CNCiv., Sala H, del 1 9 / 1 0 / 1 9 9 4 , E.D., 163-585, con nota de Os-
valdo Onofre Álvarez, "Ausencia con presunción de fallecimiento y atribuciones del defensor
oficial".
158 JULIO CESAR RIVERA
b) Plazo. Cómputo
El plazo que debe t r a n s c u r r i r p a r a poder pedir la declaración de fa-
llecimiento p r e s u n t o es de dos a ñ o s , y se c u e n t a desde el día en que el
suceso ocurrió o p u d o h a b e r ocurrido.
b) Plazo
En la hipótesis que estamos tratando, la ley exige solamente que
haya transcurrido un plazo de seis meses sin noticias sobre la existencia
del ausente para que tenga lugar la presunción de fallecimiento, y esa
abreviatura del plazo se debe a la concurrencia de aquella circunstancia
particularísima (haberse encontrado en la nave o aeronave naufragada
o perdida), dado que la misma prácticamente hace rozar al ausente con
su muerte, por cuanto la posibilidad de supervivencia es mínima.
Los seis meses se cuentan desde el día en que el suceso ocurrió o
pudo haber ocurrido.
V. PROCEDIMIENTO DE LA DECLARACIÓN
DE FALLECIMIENTO PRESUNTO
834. INTRODUCCIÓN
Dada las peculiaridades que presenta la situación de muerte pre-
sunta, debe preverse la reaparición del ausente o la modificación de la fe-
cha del fallecimiento; por ello la entrega de los bienes a los herederos
debe rodearse de ciertas garantías.
Ellas son el inventario y las limitaciones o los poderes de disposición
de los herederos, que se imponen durante el denominado período de pre-
notación que antecede al período de dominio pleno.
835. INVENTARIO
Debe realizarse por escribano público, con las formas previstas para
el juicio sucesorio, las que no pueden relevarse por acuerdo de los here-
deros, pues en este caso ese acto tiende a proteger al ausente.
164 JULIO CESAR RIVERA
b) Duración
El período de prenotación d u r a h a s t a tanto se c u m p l a n cinco a ñ o s
contados a partir del día presuntivo de la m u e r t e , u o c h e n t a desde el na-
cimiento del p r e s u n t a m e n t e fallecido.
d) Cancelación
En caso de reaparición del ausente, debe dejarse sin efecto la preno-
tación. Para algunos b a s t a con que el ausente se presente al registro por
instrumento público o indirectamente mediante u n a escritura de dominio
otorgada por el reaparecido (Moisset de Espanés). Sin embargo, parecería
necesaria u n a orden judicial, que deje sin efecto la prenotación, por exigen-
cia del principio de tracto sucesivo que rige en m a t e r i a registral.
I4
842. CON RELACIÓN AL MATRIMONIO
El vínculo matrimonial se disuelve de pleno derecho, e n el i n s t a n t e
en que acaece el fallecimiento; en cambio no se disuelve por la declara-
ción de fallecimiento p r e s u n t o . É s t a sólo faculta al cónyuge supérstite a
contraer nuevo matrimonio, y si lo h a c e es en ese m o m e n t o en que se di-
suelve el anterior matrimonio.
14
Bibliografía especial: DÍAZ DE GUIJARRO, Enrique, "La ausencia con presunción de
fallecimientoy la disolución delmatrimonio", J.A., 1948-II-doct. 106;"Ladisolucióndelvinculo
nupcial por divorcio y por ausencia con presunción de fallecimiento", J.A., 1957-ÍII-35; BORDA,
Guillermo, "Muerte p r e s u n t a y matrimonio", L.L., 1978-C-268.
EXTINCIÓN DE LA PERSONA FÍSICA 169
848. PROCEDIMIENTO
La ley 2 2 . 0 6 8 estableció u n régimen particular cuyo p u n t o de par-
tida es que sólo se podía aplicar a p e r s o n a s cuya desaparición se había
producido d e n t r o de d e t e r m i n a d o período (entre el 6 de noviembre de
1974 y el 6 de noviembre de 1979).
La diferencia con el régimen de la ley 14.394 se d a a nivel de la com-
petencia judicial, de las p e r s o n a s legitimadas p a r a pedir la declaración
y del procedimiento propiamente dicho.
En cambio en c u a n t o a los efectos, la declaración del fallecimiento
p r e s u n t o b a s a d a en esta ley producía los mismos q u e los que dispone la
ley 14.394 '5.
a) Competencia judicial
Según el artículo 2 a de la ley 2 2 . 0 6 8 , el juez que e n t e n d í a en la c a u s a
sería el j u e z federal del último domicilio o residencia del desaparecido;
por lo tanto la c a u s a se a p a r t a b a de los tribunales ordinarios p a r a e n t r a r
en los tribunales federales.
b) Legitimación
En c u a n t o a las p e r s o n a s q u e podían pedir la declaración de falle-
cimiento p r e s u n t o , e s t a b a n d e t e r m i n a d a s de m a n e r a taxativa en el ar-
tículo 2° de la ley 2 2 . 0 6 8 , y ellas eran el cónyuge, p a r i e n t e s consanguí-
neos o afines h a s t a el cuarto grado, y el Estado Nacional.
15
E n el mismo sentido, pero bajo la normativa de la ley 2 4 . 3 2 1 , resolvió la CNCiv., Sala A,
1 8 / 2 / 1 9 9 7 , L.L., 1997-C-465.
EXTINCIÓN DE LA PERSONA FÍSICA 171
c) Procedimiento
En la demanda se debía precisar el organismo ante el cual se efectuó
la denuncia de desaparición y la fecha del acto.
Formulado el pedido en esas condiciones, el juez interviniente debía
requerir del organismo ante el cual se efectuó la denuncia, información
respecto de la veracidad de la misma y su fecha; comprobado dicho ex-
tremo, ordenaba citar por medio de edictos al desaparecido. Los edictos
se publicaban en el diario de publicaciones oficiales y además, en dos
diarios de amplia difusión de la localidad respectiva. La publicación se
llevaba a cabo durante cinco días sucesivos.
Luego de publicados los edictos, si el ausente no se presentaba, el
juez de oficio debía pedir información al Ministerio del Interior acerca de
las diligencias vinculadas con la desaparición de la persona y, si éstas
arrojaban resultado negativo (no se tenía noticias sobre su existencia), el
juez de oficio declaraba el fallecimiento presunto; siempre que hubieran
transcurrido 90 días contados desde la última publicación de edictos.
La sentencia fijaba, como día de fallecimiento presunto, el día en
que fue hecha la denuncia de desaparición; posteriormente, esa senten-
cia se inscribía en el Registro Civil.
En cuanto a los efectos de la declaración de fallecimiento presunto,
dispuesta sobre la base del régimen de la ley 22.068, eran los mismos
que los que produce la declaración de fallecimiento presunto de la ley
14.394 tanto en lo que se refiere a los efectos patrimoniales como extra-
patrimoniales 16.
16
Un fallo de la CNCiv., Sala E del 27/3/1996 (J.A., 1996-11-530) ha resuelto en cuanto a
los efectos civiles de la declaración de ausencia por desaparición forzada, basándose en la ley
24.321, disponiendo que en el caso de solicitarse y de reunirse los requisitos contemplados en
los arts. 1 ° a 3 S de la ley citada, corresponde declarar la desaparición forzada y no la ausencia
con presunción de fallecimiento.
172 JULIO CESAR RIVERA
I. INTRODUCCIÓN
b) Derecho germánico
Las tribus germánicas, poco evolucionadas culturalmente, ninguna
idea podían tener de la existencia de la universitas; sus instituciones,
mucho más rudimentarias que las romanas, se limitaban a formas de
condominios especiales: las Gesammte Hanoi y las Genossenschaften.
La gesammte hand —propiedad en mano común— era una forma
especial de condominio, originada en la indivisión hereditaria, en la cual
ninguno de los comuneros tiene atribuida cuota o proporción ideal, sino
que todos ellos poseen el todo. Se trata de una propiedad in solidum, dis-
tinta del condominio romano, en el que cada comunero tiene asignada
una porción ideal de la cosa.
La administración y disposición de esos bienes se hacía en común,
con participación personal y directa de todos los miembros y sin que nin-
guno de ellos pudiera representar a los demás. Se requería, en todos los
actos jurídicos, la "mano común".
176 JULIO CESAR RIVERA
c) Los canonistas
La doctrina contemporánea destaca que a partir de la Edad Media
surgieron en los derechos eclesiástico y temporal, nuevas formas de aso-
ciaciones patrimoniales y personales; hubo en las ciudades gremios y
corporaciones artesanales, asociaciones de mercaderes, colegios admi-
nistrativos, fundaciones, escuelas e institutos; y de modo similar se con-
templaba la suma de los habitantes de una ciudad, el campesinado de
LAS PERSONAS JURÍDICAS 177
d) Derecho moderno
La concepción moderna de la persona jurídica, sin perjuicio de las
teorías sobre su naturaleza, a las cuales pasaremos luego somera revis-
ta, reconoce la existencia de las entidades colectivas como sujetos de de-
recho enteramente separados de sus miembros o fundadores.
178 JULIO CESAR RIVERA
ten también las agrupaciones sin fines de lucro, es decir, las asociacio-
nes en las cuales los individuos realizan todo tipo de actividades, y que
actúan inclusive a nivel internacional.
Las ciencias en general, la cultura, las actividades deportivas, de-
penden hoy día de gigantescas asociaciones o clubes que nuclean a miles
de individuos cada una de ellas.
Los fundaciones son en la sociedad moderna el complemento ideal
de las asociaciones, al constitu ir patrimonios destinados a finalidades de
beneficencia, investigación, educación, etcétera.
El fenómeno de la personalidad jurídica no se limita, como es lógico,
al derecho privado, sino que aparece con igual fuerza y grado de desarro-
llo en el derecho público.
Sin perjuicio de la personalidad de los Estados, tanto en el derecho
interno como en el derecho internacional, adquieren en la actualidad
fundamental importancia los organismos internacionales, herramientas
fundamentales para el mantenimiento de la paz y concordia entre las na-
ciones y vínculos para su integración; basta recordar a la Cruz Roja In-
ternacional, la ONU y sus organismos, la OEA, etcétera.
También, existen entidades intermedias fundamentales en el dere-
cho público interno, como los partidos políticos, las asociaciones gremia-
les, las obras sociales, y demás entes públicos no estatales, que actúan
en la sociedad, y sin los cuales serían inconcebibles nuestras actuales
instituciones.
Esta apretada relación es suficiente para demostrarnos la impor-
tancia de las personas jurídicas en la sociedad, y por ende, la incidencia
que las soluciones jurídicas tendrán en la misma sociedad.
II. TERMINOLOGÍA
853. ANTECEDENTES
En esta materia se presenta una gran diversidad, según sea la po-
sición de los autores o la estructura legal de los códigos.
Los canonistas designaron por primera vez en forma genérica a los
sujetos ideales, llamándolos "personas morales" para destacar su natu-
raleza ideal. Estos términos se utilizan aún en el derecho francés, el cual
se refiere indistintamente a las personas jurídicas, personas morales o
personas civiles.
Algunos autores han utilizado el nombre de personas "colectivas",
contraponiéndolo al de personas "individuales". Esta terminología sólo
es correcta en apariencia, porque existen sujetos de derecho extracorpó-
reos que no son "colectivos", como es el caso de las fundaciones, que no
tienen miembros; o el de las sociedades con un solo socio, que están
compuestas por una persona física o jurídica.
180 JULIO CESAR RIVERA
a) Elemento personal
Los seres humanos individuales aparecen en todas las personas ju-
rídicas, sean del tipo de la asociación (universitas personarum) o de la
fundación (universitas bonorum), aunque su posición varía en los distin-
tos casos.
Las asociaciones son agrupaciones de hombres, tendientes a la ob-
tención de fines comunes. En ellas, pues, el hombre aparece primero como
fundador, en el acto constitutivo; actúa luego como miembro, es decir, in-
ternamente, en los órganos de la asociación; y puede también aparecer
como beneficiario de ésta, cuando los fines tienden a ello.
En las fundaciones, el hombre aparece como fundador, es decir,
como aquel de quien emana el acto constitutivo. En cambio, las funda-
LAS PERSONAS JURÍDICAS 183
c) Elemento patrimonial
Es el conjunto de bienes afectados a la consecución de los fines de las
personas jurídicas; tampoco a este respecto es pacífica la doctrina.
Se ha discutido si el patrimonio es un elemento necesario de las aso-
ciaciones, observando que podría no serlo cuando las finalidades de és-
tas se cumplen con el trabajo material de sus miembros.
Cabe observar al respecto, que si bien ello sería posible hipotética-
mente, concediendo que los miembros, además de su participación per-
sonal, prestaran las cosas accesorias a ésta, tal situación sería de impo-
sible realización en la práctica. Un mínimo de bienes es necesario para
la realización de las finalidades de las asociaciones: archivos, papeles,
elementos bibliográficos, al igual que la sede requerida para contenerlos.
Ello, sin olvidar que la responsabilidad de las asociaciones por los he-
chos ilícitos de quienes las dirigen o administran, en ejercicio de sus fun-
ciones, que implican una responsabilidad indirecta para éstas, requiere
contar con el correspondiente elemento patrimonial.
Los autores que contemplan al patrimonio como un "atributo" de la
personalidad, o sea, como componente necesario de la subjetividad ju-
rídica, consideran asimismo como indispensable que lo tengan las per-
sonas jurídicas (Llambías) (v. infra, n 9 891).
Por nuestra parte, consideramos que el problema de la existencia de
un patrimonio es distinto en las asociaciones y en las fundaciones. En
estas últimas, no sólo es un elemento necesario, sino que su magnitud
debe estar en consonancia con las finalidades a desarrollar. Es decir que los
fundadores deben aportar bienes en cantidad suficiente como para que la
fundación esté en condiciones de cumplir los fines propuestos, y en caso
contrario, no podrán pretender haber instituido propiamente una funda-
ción, porque su dotación patrimonial sería insuficiente para ello.
Las asociaciones, en cambio, no dependen exclusivamente del ele-
mento patrimonial, aunque requieren un mínimo de bienes para el de-
sarrollo de sus finalidades. En este tipo de personas jurídicas, la parti-
cipación activa de los miembros puede reemplazar parcialmente el
elemento patrimonial.
En nuestro derecho, el artículo 33 exige que las fundaciones y aso-
ciaciones reconocidas "posean patrimonio propio", y no dependan exclu-
sivamente de asignaciones del Estado.
b) El acto constitutivo
Es el acto jurídico de derecho privado por el cual los fundadores ex-
presan su voluntad de crear el ente, establecen los fines de éste, compro-
meten los medios patrimoniales a aportar y sancionan los estatutos que
regirán sus actividades.
La naturaleza del acto constitutivo varía según se trate de asociacio-
nes, fundaciones o sociedades. El acto constitutivo de las fundaciones es
un acto jurídico unilateral, que puede ser libremente revocado hasta el
momento de perfeccionarse la constitución de la entidad por el recono-
cimiento estatal.
En cambio, los actos constitutivos de las asociaciones y sociedades
son actos jurídicos de naturaleza contractual: son contratos plurilatera-
les de organización.
Mucho se ha discutido sobre la naturaleza de este tipo de actos, en
los cuales parte de la doctrina ha visto actos complejos, que no pueden
ser asimilados a los contratos.
186 JULIO CESAR RIVERA
8 5 8 . LA FINALIDAD
a) Importancia
La actividad q u e u n a p e r s o n a jurídica desarrollará no p u e d e sepa-
rarse de su personalidad, sino que es algo directamente relacionado con
la obtención de ésta, así como con s u subsistencia.
Como es lógico, dicha actividad se realiza en vista a la obtención de
u n a d e t e r m i n a d a finalidad, q u e es el elemento q u e justifica la creación
de la p e r s o n a jurídica, y permite calificarla tanto d e s d e u n p u n t o de vista
moral y legal, como respecto de s u conveniencia (punto de vista político
o de oportunidad).
La obtención de la finalidad es el elemento q u e justifica la persona-
lidad del grupo (asociaciones, sociedades), o del patrimonio (fundacio-
nes), y la protección q u e el sistema jurídico d i s p e n s a a estos entes.
La importancia de la finalidad h a llevado a u n sector de la doctrina
a elevar este elemento a la categoría de único s u s t r a t o de las personas j u -
rídicas. Los a u t o r e s que s o s t i e n e n la teoría l l a m a d a "de la personifica-
ción del fin" sostienen directamente que las p e r s o n a s jurídicas son fines
personificados, siendo s e c u n d a r i o s los r e s t a n t e s elementos.
Por n u e s t r a parte, e s t i m a m o s que no es correcto confundir la per-
sona jurídica con s u s fines. Las entidades existen "para" cumplir deter-
minados fines, pero no "son" dichos fines. Además, debe tomarse en con-
sideración que los fines u objetos de las entidades p u e d e n variar total o
parcialmente en el tiempo.
4
CNCiv.. Sala I, 1 2 / 7 / 1 9 9 0 , E.D., 2 4 / 9 / 1 9 9 0 , Fallo 42.671; confirmada por CSJN,
2 2 / 1 1 / 1 9 9 1 , L.L., 2 0 / 1 2 / 1 9 9 1 , Fallo 90.000. Sobre estos fallos ver: BIDART CAMPOS, Germán
J., "El fallo d é l a Corte S u p r e m a en el caso de la Comunidad homosexual argentina", J.A., 1992-
1-915; DANIELIÁN, Miguel - MAAS, Noel, "La Comunidad Homosexual y su personería jurídica",
L.L., 1992-B-1301; MARIENHOFF, Miguel S. ."Homosexualidad y libertades públicas", L.L., 1991-
E-1455; LOÑ, F. R., "Consideraciones sobre el rechazo de la personalidad jurídica a la Comu-
nidad Homosexual Argentina", J.A., 1992-1-280; MORELLO, Augusto M., "La homosexualidad
frente a la Constitución", J.A., 1992-1-271.
5
CSJN, 2 2 / 6 / 1 9 7 6 , Fallos 295-157, consid. 9.
6
CSJN, 2 2 / 1 0 / 1 9 3 7 , Fallos 179-113.
7
CNCiv., Sala A, 1 7 / 3 / 2 0 0 3 , L.L., Suplemento de Derecho Constitucional, 2 5 / 8 / 2 0 0 3 ,
pág. 30, con comentarios de GIL DOMÍNGUEZ, Andrés, "Cuando de swingers se trata la Consti-
tución es la que manda"; BASTERRA, Marcela, "¿Puede u n Estado pluralista, no confesional, eri-
girse en guardián de la elección sexual de las parejas? El caso de los swingers''; BIDART CAMPOS,
Germán J., "La denegatoria de personalidad jurídica a la Asociación de Swingers es perfecta-
m e n t e constitucional, y coincidente con el orden público de nuestro derecho de familia"; ver
también el comentario de MEDINA, Graciela - LUCCA, Ianina - GRIFFI, Agustín en RDPC, 2003-1 -
357/368.
8
Inspección General de Justicia, resolución 001142 del año 2 0 0 3 , comentada por CURA,
J o s é María en L.L., 1 3 / 1 1 / 2 0 0 3 , "Columna de opinión".
LAS PERSONAS JURÍDICAS 189
859. INTRODUCCIÓN
Durante el siglo pasado se planteó con renovado interés el problema
de la naturaleza de las personas jurídicas.
En nuestro tiempo la polémica se ha replanteado. Primero, en torno
a la propia existencia de los entes, que ha sido controvertida por las teo-
rías llamadas "negatorias" de la personalidad. Y, más recientemente con
referencia al carácter relativo de la personalidad jurídica, es decir, a la
posibilidad de que, por diversos motivos, se declare inoponible en ciertas
situaciones la separación entre la entidad y sus miembros o administra-
dores, que es la base de la personalidad colectiva (teoría de la penetra-
ción; v. infra, n e 907).
Explica López Olaciregui que el problema no debe plantearse incu-
rriendo en una petición de principios, lo que según él ocurre cuando se
pregunta "qué es" una persona jurídica. El planteo correcto sería pre-
guntar qué ocurre, o cuál es la naturaleza de la situación que se instituye
cuando un grupo de personas afecta determinados bienes al cumpli-
miento de determinados fines que persiguen en común.
Como ya se ha dicho, hay agrupamientos que no dan lugar a la apa-
rición de nuevos sujetos de derecho: familias, condominios, situaciones
de solidaridad activa y pasiva en los créditos, etcétera. En otros casos, si-
guiendo el proceso constitutivo que ya hemos descripto, se obtiene la
personificación de una nueva entidad.
Pero, como la legislación universal da por sentado el carácter perso-
nal de las entidades reconocidas, el problema que se plantea se circuns-
cribe a determinar la naturaleza de la situación que se da cuando el de-
recho positivo reconoce como sujeto de derecho a algo que no es persona
humana individual.
190 JULIO CESAR RIVERA
b) Crítica
Savigny yerra en el p u n t o de partida, esto es, su concepto del derecho
subjetivo limitado al "poder de la voluntad", entendiendo tal "voluntad"
como componente del psiquismo de los seres h u m a n o s . En tal caso, todo
ente que fuere asimilado a los individuos h u m a n o s , a los fines de su par-
ticipación en las relaciones jurídicas, sólo podría ser u n "hombre ficticio".
El planteo moderno s u p e r ó la deficitaria noción que tenía Savigny
del derecho subjetivo, el cual es u n poder, facultad o titularidad que co-
r r e s p o n d e n a su sujeto, pero independientemente de su voluntad, a u n -
que ésta intervenga en el ejercicio del derecho. Es decir que la existencia
de u n derecho subjetivo, o, en general, la aptitud p a r a ser titular de de-
rechos y obligaciones, que es s u p r e s u p u e s t o , no d e p e n d e n de que el s u -
jeto tenga u n a capacidad de hecho s u s t e n t a d a en su voluntad psicológi-
ca (v. supra, n- 256).
d) Reacción
Las consecuencias a que lleva la aplicación de las ideas de Savigny,
su estatismo exagerado y la rigidez de su solución en materia de respon-
sabilidad por hechos de los directores o a d m i n i s t r a d o r e s , provocaron
todo tipo de objeciones, que llevaron por u n a parte al planteo de las teo-
rías de la realidad, fundadas en el estudio del s u s t r a t o "material" de las
p e r s o n a s jurídicas, y por la otra, a las llamadas "teorías negatorias" de
la personalidad.
b) Teoría de la institución 9
Dentro de las teorías realistas se ha dado especial relieve a la teoría
de la institución, formulada por Hauriou para explicar en forma unitaria
tanto la personalidad del Estado cuanto de las agrupaciones del derecho
privado.
Según este autor, las instituciones representan en el derecho, como
en la historia, la categoría de la duración, de la continuidad y de lo real;
la operación de su fundación constituye el fundamento jurídico de la so-
ciedad y del Estado.
Una institución es u n a idea de obra o de empresa que se realiza y
dura jurídicamente en un medio social; para la realización de esta idea,
se organiza un poder que le procura los órganos necesarios; por otra par-
te, entre los miembros del grupo social interesado en la realización de la
idea, se producen manifestaciones de comunión dirigidas por órganos de
poder y reglamentadas por procedimientos.
Existen dos tipos de instituciones: las que se personifican (institucio-
nes-persona) y las que no se personifican (instituciones-cosa). En las pri-
meras, el poder organizado y las manifestaciones de comunión de los miem-
bros del grupo se interiorizan en el marco de la idea de la obra: después de
haber sido el objeto de la institución corporativa, la idea deviene en el su-
jeto de la persona moral que se desarrolla en el cuerpo constituido.
Las instituciones nacen, viven y mueren jurídicamente; nacen por
operaciones de fundación q u e les suministran su fundamento jurídico al
constituirse; viven una vida a la vez objetiva y subjetiva, gracias a ope-
raciones jurídicas de gobierno y administración repetidas y, además, li-
gadas por procedimientos; por fin, ellas mueren por operaciones jurídi-
cas de disolución.
El elemento más importante de toda institución corporativa es la
idea de la obra a realizar. Todo cuerpo constituido lo es por la realización
de una obra o de una empresa. Pero no cabe restringir la finalidad, con
una aplicación desmesurada de la doctrina de la especialidad. La idea de
la obra a realizar supera las nociones de fin y de función, y se identifica,
según Hauriou, con la noción de "objeto". La idea de la empresa es el ob-
jeto de la empresa, porque la empresa tiene por objeto realizar la idea.
El segundo elemento de toda institución corporativa es un poder de
gobierno organizado para la realización de la idea de la empresa, y que
está a su servicio.
Y el tercer elemento de la institución corporativa, para Hauriou, es
la "manifestación de comunión" de los miembros del cuerpo y también de
los órganos de gobierno, t a n t o en la idea de la obra a realizar como en los
medios a emplear.
c) Crítica
Estas teorías son criticables porque:
— no dan u n a solución adecuada al fondo de la cuestión, pues nada
aportan sobre lo fundamental, que sin duda es la referida al protagonis-
mo de las entidades colectivas en las relaciones jurídicas. Planiol ha sus-
tituido la persona por el condominio, sin que con ello se hubiere avanza-
do un ápice en la investigación de la real naturaleza de las entidades.
Brinz y Bekker han incurrido en el contrasentido de postular que
pueden existir derechos sin sujeto, lo que equivale a establecer relacio-
nes jurídicas directamente entre objetos, lo que ha sido ya rechazado por
nosotros (v. supra, n e 249).
— se hace abstracción del papel fundamental que corresponde a los
miembros en las asociaciones y sociedades, y a los fundadores en las
fundaciones poniendo énfasis exclusivamente en los aspectos patrimo-
niales.
En su lugar hemos visto que el sustrato de las personas jurídicas es
triple: personas, patrimonio, finalidad. Una teoría que deliberadamente
ignore esta realidad será, pues, errada.
Para saber si ciertos entes son sujetos de derecho, no hay que exa-
minar si constituyen personas en el sentido filosófico de la palabra, sino
preguntarse solamente si son de una naturaleza tal que deban serles
atribuidos derechos subjetivos. En consecuencia, establecer cuáles son
esos entes es un problema eminentemente técnico, que la ciencia jurídi-
ca debe resolver estableciendo a cuáles fenómenos de la vida jurídica
debe ser aplicado.
Ya hemos expresado nuestra opinión acerca de esta concepción de
la persona, que puede conducir al normativismo (v. supra, n e 298).
b) Opinión de Ferrara
Ferrara, en forma coincidente, explica que la personalidad no es
una ficción, una máscara, una construcción especulativa, sino una for-
majurídica. La personalidad es un modo de regulación, un procedimien-
to de unificación, la configuración legal que ciertos fenómenos de asocia-
ción o de organización reciben del derecho objetivo. Es un producto puro
del orden jurídico. Es vana la tentativa de querer buscar detrás de la per-
sona jurídica un cierto ente u organismo volitivo, social o psicológico,
que la ley deba reconocer como tal. Detrás de las personas jurídicas no
hay más que asociaciones o instituciones sociales. La personalidad ju-
rídica es la vestimenta jurídica con que estos grupos de hombres o esta-
blecimientos se presentan en la vida del derecho; es la configuración le-
gal que ellos reciben para participar en el comercio jurídico.
Aclara Ferrara que este procedimiento de unificación en un ente
ideal no es un hallazgo o una invención de la ley, un instrumento técnico
del laboratorio jurídico, sino que el legislador ha encontrado esta forma,
en estado rudimentario, en la vida, y no ha hecho más que seguir los pa-
sos de las concepciones sociales. El reconocimiento de las personas ju-
rídicas es la traducción jurídica de un fenómeno empírico: no el proceso
de una meditada simplificación jurídica de fines constructivos.
Según este autor, corresponde a un procedimiento de nuestro pen-
samiento concebir como unidades sintéticas ciertos grupos colectivos,
prescindiendo de los elementos individuales que los componen (un mon-
tículo de arena, un bosque), aun si estos elementos cambian continua-
mente o se renuevan (un río, el cuerpo humano). Se trata de síntesis
ideales, de modos de configuración intelectual de una pluralidad de ele-
mentos mutables y sucesivos, es decir, universalidades o conjuntos.
Tal procedimiento de síntesis se aplica también a las asociaciones:
conjuntos de hombres reunidos para perseguir un mismo fin vienen a
unificarse en nuestro pensamiento como entidades ideales, persistentes
y siempre iguales a sí mismas en el tiempo y en el espacio. Se puede atri-
buir a todos estos colectivos u n a individualidad social, bien entendido
que se trata siempre de un modo de ser de los individuos organizados
para la obtención del fin, que es el cemento de cohesión. Lo mismo se dice
de las organizaciones que realizan una obra (ej.: un hospital). Nuestro
200 JULIO CÉSAR RIVERA
c) Otras opiniones
En el m i s m o orden de ideas, los Mazeaud dicen q u e la noción jurí-
dica de p e r s o n a no comporta u n criterio biológico, sino u n a noción jurí-
dica. Las p e r s o n a s físicas y las jurídicas tienen u n a m i s m a naturaleza:
la personalidad de u n a s y otras es u n a realidad, no u n a ficción, pero es
u n a realidad a b s t r a c t a , única, que se concibe en el plano jurídico.
Ripert y Boulanger, por su parte, recalcan que, si bien h a y u n a re-
alidad social q u e sirve de soporte a la personalidad, lo que excluye toda
idea de ficción, la investidura es algo q u e confiere el ordenamiento. Se
trata de u n m e c a n i s m o jurídico imaginado p a r a permitir la atribución de
la propiedad de bienes y el establecimiento de relaciones jurídicas.
Messineo le resta interés al problema de establecer si la p e r s o n a j u -
rídica es sujeto ficticio o real. Tal problema —dice— no tiene sentido para
elderecho, porque la p e r s o n a jurídica tiene, c u a n d o m e n o s , u n a realidad
en el y para el mundo jurídico, a u n q u e ésta no sea tal de acuerdo con las
leyes de la n a t u r a l e z a o s e g ú n los criterios del sentido c o m ú n , porque la
persona j u r í d i c a carece de "corporeidad".
Coviello y C a r n e l u t t i , por su parte, sostienen q u e no es requisito
p a r a la existencia de u n a p e r s o n a jurídica la atribución expresa de s u b -
jetividad de u n ente en la ley, b a s t a n d o que se atribuya al mismo la ti-
t u l a r i d a d de u n d e t e r m i n a d o derecho u obligación, p a r a que deba ser
considerado sujeto de derecho.
d) Nuestro criterio
Por n u e s t r a parte, s e ñ a l a m o s el d e s m e s u r a d o e s t a t i s m o en que in-
c u r r e n a u t o r e s que, como Ferrara, p o n e n el a c e n t o exclusivamente en
los aspectos normativos, dejando de lado las realidades sociales. La per-
sonalidad j u r í d i c a es la forma en que el derecho c a p t a —y en definitiva
unifica— a los g r u p o s q u e a c t ú a n real y efectivamente en la sociedad.
Como decíamos a n t e s , "el derecho h a debido reconocer q u e ciertas agru-
LAS PERSONAS JURÍDICAS 201
Bibliografía especial: SERICK, Rolf, Forma e realtá della persona giuridica, trad. de Marco
Vitale, Milano, 1966.
202 JULIO CÉSAR RIVERA
13
867. PERSONAS JURÍDICAS PÚBLICAS ESTATALES
a) Enumeración legal
El artículo 3 3 de n u e s t r o Código Civil se limita a m e n c i o n a r que: "[...]
Tienen carácter público: 1) El Estado Nacional, las provincias y los muni-
cipios; 2) Las entidades autárquicas; 3) La Iglesia Católica [...]".
12
CSJN, 2 2 / 1 1 / 1 9 9 1 , L.L., 2 0 / 1 2 / 1 9 9 1 , Fallo 90.000.
LAS PERSONAS JURÍDICAS 205
b) Distinción previa
La primera distinción a realizar en la clasificación de los entes p ú -
blicos es la determinación de si p e r t e n e c e n al E s t a d o o no, porque en
n u e s t r o Derecho no todo lo q u e es público es n e c e s a r i a m e n t e estatal.
Existen instituciones públicas distintas del Estado, como lo reconocen la
doctrina administrativa y la j u r i s p r u d e n c i a a c t u a l e s .
Además de los E s t a d o s m i s m o s (Nación y Provincias), son entes es-
tatales aquellos que:
— son creación directa del Estado;
— ejercen la potestad de imperio en todo el ámbito de su actividad;
— s u patrimonio es totalmente estatal;
— d e s e m p e ñ a n u n servicio público.
d a d e s (art. 75, inc. 18, Const. N a c ) , los Registros Nacionales (art. 75,
inc. 18, Const. N a c ) , o bien por el Poder Ejecutivo, por tener a su cargo
"la administración general del país" (art. 99, inc. l e de la Const. N a c ) .
b) Ejemplijicación
Podemos señalar, entre ellas:
— los colegios profesionales, q u e tienen potestades de gobierno de
las respectivas matriculas, las que no p u e d e n ser asimiladas a las facul-
tades sancionatorias de las asociaciones;
— los sindicatos, q u e tienen facultades p a r a establecer convencio-
n e s colectivas de trabajo y aportes obligatorios a u n p a r a los trabajadores
no afiliados a ellos;
— las entidades empresarios, q u e tienen facultades p a r a celebrar
tales convenciones colectivas de trabajo;
— las obras sociales del Estado Nacional, e m p r e s a s y sociedades del
Estado, que de conformidad con lo establecido en el artículo 2° de la ley
23.660 "funcionarán como entidades de derecho público no estatal, con
individualidad jurídica, financiera y administrativa y t e n d r á n el carácter
de sujeto de derecho, con el alcance q u e el Código Civil establece p a r a las
p e r s o n a s jurídicas".
15
c) La Iglesia Católica
La Iglesia Católica, m e n c i o n a d a en el texto que c o m e n t a m o s , es en
n u e s t r o Derecho u n ente público no estatal de j e r a r q u í a constitucional,
en virtud del vínculo espiritual p e r m a n e n t e que la liga a la Nación argen-
tina, que la convirtió en u n o de los pilares fundamentales de n u e s t r a or-
16
Un interesante fallo resuelto por la CF San Martín, Sata II (6/7/1993, E.D., 156-107,
con nota de Navarro Floria), decidió que las iglesias o parroquias son entes con personalidad
jurídica propia, con capacidad civil y procesal, esto es, son personas y tienen legitimación pro-
cesal como tales.
17
CCiv. 2 a Cap., 3/9/1943, L.L., 32-31.
208 JULIO CÉSAR RIVERA
b) Texto legal
El artículo 3 3 establece: "...Tienen carácter privado: 1) Las asociacio-
nes y las fundaciones que tengan por principal objeto el bien común, po-
sean patrimonio propio, sean capaces por sus estatutos de adquirir bie-
nes, no subsistan exclusivamente de asignaciones del Estado, y obtengan
autorización para funcionar. 2) Las sociedades civiles y comerciales o en-
tidades que conforme a la ley tengan capacidad para adquirir derechos y
contraer obligaciones, aunque no requieran autorización expresa del Es-
tado para funcionar".
c) Distinción fundamental
El articulo 3 3 establece u n criterio básico de distinción, s e p a r a n d o
las p e r s o n a s privadas que no tienen fines de lucro —asociaciones y fun-
daciones— de aquellas d e s t i n a d a s a la obtención de utilidades a repartir
entre los miembros, es decir, las sociedades.
Pero la redacción de la parte final del artículo es confusa, en c u a n t o
incluye entidades con objetos no lucrativos. La mención de entidades no
societarias "que conforme a la ley tengan capacidad p a r a adquirir dere-
chos y contraer obligaciones, a u n q u e no requieran autorización expresa
del Estado p a r a funcionar", rompe el criterio de la clasificación.
Algunos a u t o r e s h a n incluido en esta última especie a los consor-
cios de propiedad horizontal de la ley 13.512, cuyas finalidades son eco-
nómicas —la administración del inmueble común— pero no lucrativas.
Por lo demás, la redacción de la parte final del artículo 3 3 , que convier-
te en personas jurídicas a todos los sujetos de derecho que conforme a la ley
existan, crea u n a incógnita respecto de la cuestión referida a las personas
de existencia ideal propiamente dichas, puesto que, con u n a fórmula tan
amplia, no podrían quedar entidades que no fueran personas jurídicas.
Sin embargo, al h a b e r s e m a n t e n i d o la parte inicial del artículo 46,
q u e m e n c i o n a a las asociaciones "que no tienen existencia legal como
p e r s o n a s jurídicas", es claro que, al menos p a r a éstas, se h a aceptado la
a n t i g u a clasificación, y la consiguiente restricción de la capacidad que
ya h e m o s mencionado.
e) Sociedades
Como ya ha quedado dicho, se denomina sociedad a la unión de per-
sonas que se organizan para la obtención de utilidades apreciables en di-
nero y el reparto de éste entre ellas (fin de lucro).
En el sistema actual de nuestra legislación, todas las sociedades
son consideradas como personas jurídicas (art. 33), salvo las socie4ades
accidentales o en participación (art. 361, ley 19.550).
18
CNCiv., SalaD, 13/4/1974, E.D., 48-625.
Bibliografía especial: GAGLIARDO, Mariano, "Presente y futuro de la sociedad civil y
comercial (A propósito del proyecto del Código Civil unificado con el Código de Comercio,
decreto 685/1995)", E.D., 182-519.
210 JULIO CÉSAR RIVERA
g) Otras entidades 21
En su parte final, el artículo 33 menciona a todas aquellas entidades
"que conforme a la ley tengan capacidad para adquirir derechos y contraer
obligaciones, aunque no requieran autorización estatal para funcionar".
Una interpretación literal de esta disposición conduciría a sostener
que todo sujeto de derecho colectivo es una persona jurídica, en abierta
contradicción con el texto de los artículos 32 y 46.
Puesto que se convierten en sujeto de derecho todas aquellas enti-
dades que conforme a la ley tengan capacidad para adquirir derechos y
contraer obligaciones, parecería que el legislador de 1968 hubiere que-
rido establecer una identidad total entre las "personas jurídicas" y los
"sujetos de derecho colectivos".
Esta solución lo es sólo en apariencia, puesto que el mismo legisla-
dor, al reformar el artículo 46, que se refiere a las asociaciones no reco-
nocidas —es decir, aquellas que existen sin autorización estatal para
funcionar— mantuvo la redacción anterior del artículo como primera
20
Ver STRATTA, Alicia J., "Las asociaciones bajo forma de sociedad", L.L., 1980-D-1037.
- 1 Bibliografía especial: BOUZAT, Luis F., "Régimen de las simples asociaciones" en Examen
y crítica de la reforma al Código Civil, t.1, La Plata, 1971, pág. 209; LEZANA, Julio I., "Las simples
asociaciones d e s p u é s de la reforma del art. 4 6 del Código Civil", L.L., 131-290; PÉREZ Ríos, J .
L., "La personalidad jurídica de las simples asociaciones constituidas por acto fehaciente",
E.D., 97-993; SCHWARZBERG, Carlos, "Reflexiones sobre las simples asociaciones", L.L., 1976-
D-830.
LAS PERSONAS JURÍDICAS 211
parte del actual, y ese texto dice que: "Las asociaciones que no tienen
existencia legal como personas jurídicas, serán consideradas como sim-
ples asociaciones civiles o religiosas, según el fin de su instituto". La re-
forma de este artículo consistió —precisamente— en establecer que es-
tas asociaciones son sujetos de derecho.
En consecuencia, siguen existiendo en nuestra legislación sujetos
de derecho —es decir, personas de existencia ideal— que no son perso-
nas jurídicas.
El texto actual de la parte final del artículo 33 debe interpretarse sis-
temáticamente, tomando en consideración todas las disposiciones lega-
les que inciden —aun en forma indirecta— en la cuestión.
La forma amplia en que se ha redactado la disposición lleva a esta-
blecer una primera conclusión: deben incluirse entre las personas jurí-
dicas todos aquellos sujetos de derecho colectivos a los cuales la ley no
les hubiera negado expresamente el carácter de tales.
En nuestro sistema legal, en consecuencia, las personas jurídicas
son la especie normal o general, y las personas de existencia ideal "en
sentido estricto", la especie excepcional. Esto lleva a algunos autores a
sostener que, salvo aquellas entidades a las cuales expresamente se
les hubiere negado la categoría de personas jurídicas, todas las res-
tantes tienen plena capacidad, de conformidad con lo establecido en
los artículos 41, 42 y 35 del Código Civil. En cambio, las entidades a
las cuales se les reconociere la naturaleza de sujetos de derecho, pero
se las excluyere de la categoría de las personas jurídicas, no tienen ca-
pacidad para recibir bienes por donación, herencia o legado (arts.
1806 y 3734 del Código Civil). Ya hemos visto que tal tesis aparece hoy
cuestionada severamente, afirmándose la igualdad plena entre las
asociaciones autorizadas y las del artículo 46, primera hipótesis (v.
supra, n e 865 d).
e) La sociedad conyugal33
En el derecho francés, un antiguo debate respecto de su naturaleza,
ha llevado a varios autores a identificar a la sociedad conyugal con las
sociedades civiles, o bien con una comunidad a la cual se le reconoce el
carácter de persona moral.
Para Duranton, existe entre el marido y la mujer una persona moral,
que tiene intereses separados de aquellos de los esposos, y que es la usu-
fructuaria de los bienes gananciales.
Troplong, por su parte, sostiene que se trata de una sociedad de inte-
reses formada entre el marido y la mujer, que puede entrar, en ciertos as-
pectos, dentro de la definición que el artículo 1832 del Código Civil fran-
cés da del contrato de sociedad. Es también la opinión de Bonnecasse,
para quien la organización actual de la sociedad conyugal lleva en sí los
rasgos específicos esenciales de la sociedad conyugal.
La doctrina contraria fue sostenida —entre otros autores— por Tou-
llier, quien sustentó que se trataba de una comunidad que debía consi-
derarse como propiedad del marido.
Aubry y Rau afirmaban que se trataba de una sociedad universal de
bienes, que se forma entre el marido y la mujer por el hecho mismo del
matrimonio, pero que no constituye una persona moral distinta de la
persona de los esposos; mientras que para Planiol y Ripert, tiene una na-
turaleza suigeneris: "La comunidad es una copropiedad que no es ni una
32
CSJN, 15/3/1994, E.D., 158-537, con nota de Osvaldo A. Gozaíni.
• Bibliografía especial: además de las obras generales sobre derecho de familia, v.: SMITH,
Juan Carlos, "Es la sociedad conyugal un sujeto de derecho", L.L., 136-153; ALLENDE, Alberto
G., "El bien de naturaleza mixta en la sociedad conyugal", E.D., 28-885; GUGLIANONE, Aquiles
H., Régimen patrimonial del matriinonio, Buenos Aires, 1968; para la jurisprudencia, nota en
E.D., 38-670, n s II; BACHILLER, María Rosa, "Sociedad conyugal", E.D., 61-637; FÁBREGA,
Femando M., "Sociedad conyugal", L.L., 1982-B-501.
LAS PERSONAS JURÍDICAS 217
34
C1 3 CC S a n Isidro, Sala I, 1 3 / 6 / 1 9 7 6 , L.L., 1976-D-565.
35
CApel.CC Morón. Sala II, 2 3 / 5 / 1 9 7 8 . SP L.L., 1978-22.
36
Bibliografía especial: v. la citada en la nota 16.
218 JULIO CESAR RIVERA
h) La masa de la quiebra 37
La naturaleza jurídica del desapoderamiento del fallido ha dado mo-
tivo a arduos debates doctrinarios, siendo concebida por parte de la doc-
trina como una situación en la cual la masa de acreedores se transforma
en una persona jurídica, titular del patrimonio del fallido, a los fines de
su liquidación 38 .
El desapoderamiento es la vía por la cual se asegura en la ejecución co-
lectiva de los bienes del deudor, y consiste en la entrega de la tenencia de los
mismos al síndico, y su venta en el juicio de quiebra (v. infra, Cap. XXIII).
La doctrina nacional, en general, sigue la doctrina de Chiovenda, que
niega la existencia de toda personalidad jurídica de la masa, y sostiene que
el desapoderamiento consiste únicamente en la pérdida de la posesión y
del poder de disposición de los bienes, pero no de su titularidad.
Bibliografía especial: PÜNER, op. cit en nota 26; RIERA, R., "La m a s a de acreedores y el
reconocimiento de su personalidad como sujeto de derechos", L.L., 114-1054.
38
CCom.Cap., 2 2 / 1 1 / 1 9 3 5 , JA., 71-488; mucho m á s modernamente CNCom., Sala C,
2 9 / 1 2 / 1 9 7 5 ; BAAMONDE, inédito, ídem, S a l a B , 1 7 / 6 / 1 9 7 6 , Femimundo, inédito.
LAS PERSONAS JURÍDICAS 219
41
b) Las uniones transitorias de empresas
La u n i ó n transitoria de e m p r e s a s es la asociación de dos o m á s so-
ciedades o e m p r e s a r i o s individuales, p a r a la realización en c o m ú n de
u n a obra, servicio o suministro, modo de contratación q u e los norteame-
ricanos conocen como joint ventare (empresa común).
E s t a modalidad de realización de ciertos negocios, realizadas por
todo o parte de las e m p r e s a s que intervienen en ellos, requiere u n a or-
ganización especial, lo cual h a permitido sostener que se t r a t a de u n a so-
ciedad entre e m p r e s a s .
Los contratos de joint uenture establecen las condiciones en las cua-
les participa c a d a e m p r e s a , las obligaciones que a s u m e c a d a u n a de
ellas, las contribuciones que h a r á n al fondo c o m ú n operativo y las pro-
porciones en la percepción del precio.
La complejidad de las obras a realizar puede h a c e r necesaria la ad-
misión de nuevos miembros, la designación de u n r e p r e s e n t a n t e y la
confección de estados de r e s u l t a d o s , todo lo cual aproxima a estas "unio-
n e s transitorias" a las sociedades.
Sin embargo, h a y o t r a s características que diferencian al joint ven-
ture de la sociedad: p u e d e n existir m i e m b r o s q u e no participen en las
pérdidas; otros que participen en las g a n a n c i a s en proporción distinta a
s u s aportes; miembros que cancelen su participación a n t e s del fin de la
obra, y n u m e r o s a s otras situaciones especiales que d e p e n d e r á n del ne-
gocio particular. Se t r a t a en definitiva, de u n a versión compleja de la so-
ciedad accidental, y al igual q u e ésta, no constituye u n nuevo sujeto j u -
rídico.
Así lo declara n u e s t r a Ley de Sociedades Comerciales, en el artículo
377: "No constituyen sociedades ni son sujetos de derecho".
42
872. LAS PERSONAS JURÍDICAS EXTRANJERAS
a) Personas jurídicas públicas
Se consideran personas jurídicas extranjeras de carácter público a
todas aquellas cuya existencia corresponda reconocer de conformidad
con las prescripciones del derecho internacional público. Son por una
parte, los Estados extranjeros reconocidos por nuestro gobierno, sus di-
visiones internas (estados, provincias, comunas, condados, etc.), y sus
entidades autárquicas; por la otra, las personas jurídicas internaciona-
les: Organización de las Naciones Unidas, Organización de los Estados
Americanos, UNESCO.
El reconocimiento de las personas jurídicas extranjeras no requiere
ningún tipo de autorización, pues queda involucrado en las relaciones di-
plomáticas de la Argentina con el país al cual pertenecen.
Se les ha reconocido en forma amplia aptitud para ser titulares de
derechos y obligaciones en la Argentina, habiendo decidido la jurispru-
dencia que en nuestro derecho no existen limitaciones a su accionar 43 ;
que no necesitan autorización especial si su actuación no es permanen-
44
CCiv.2 3 . Cap., 2 1 / 1 2 / 1 9 2 5 , J.A., 18-1113.
45
CCiv. P Cap., 5 / 6 / 1 9 4 0 , L.L., 19-50.
46
CNCom., S a l a C , 3 0 / 9 / 1 9 8 1 , E.D., 98-478.
LAS PERSONAS JURÍDICAS 223
875. ANTECEDENTES
a) Las llamadas "manos muertas"
El problema de la capacidad de las p e r s o n a s j u r í d i c a s se vincula con
diversas teorías que h a n pretendido s u limitación por distintas c a u s a s .
En el siglo XVIII se planteó la cuestión de las "manos m u e r t a s " , con
el fin de prohibir la adquisición de la propiedad inmobiliaria a las funda-
ciones.
Se l l a m a b a "manos m u e r t a s " a las a c u m u l a c i o n e s de bienes i n m u e -
bles improductivos por s u pertenencia a corporaciones que, habiéndolos
recibido por herencias, donaciones o legados, no desarrollaban en ellos
actividades fructíferas.
La Mortmain Act inglesa, de 1736, prohibió las fundaciones testa-
m e n t a r i a s , es decir, aquellos legados que tuvieran por objeto crear u n a
fundación, c u a n d o se a p o r t a b a n bienes inmuebles.
E n Francia, Turgot publicó u n célebre articulo en la Enciclopedia,
p l a n t e a n d o la imposibilidad en q u e se e n c o n t r a r í a n los fundadores de
las i n s t i t u c i o n e s de caridad, de conocer la utilidad de las fundaciones
que c r e a b a n . A ello agregó que el carácter de perpetuidad hace que las
fundaciones no p u e d a n a d a p t a r s e a los cambios de la sociedad y caigan
en decadencia. Tampoco es posible al fundador regular los r e c u r s o s de
la fundación en forma eficaz, de m a n e r a de obtener su máximo rendi-
miento.
Como c o n s e c u e n c i a de e s t a s ideas, D'Aguesseau obtuvo la sanción
del Edicto de 1749, que prohibió en Francia todo tipo de fundaciones tes-
t a m e n t a r i a s , a u n de aquellas en que sólo se a p o r t a r a n bienes muebles.
b) Derechos extrapatrimoniales
En opinión de Savigny, las p e r s o n a s jurídicas son sujetos, exclusi-
vamente, del derecho de bienes, lo q u e les impide a b s o l u t a m e n t e ser ti-
tulares de derechos extrapatrimoniales.
Sin embargo, u n a corriente doctrinaria sostiene q u e las p e r s o n a s de
existencia ideal podrían ser titulares de ciertos derechos extrapatrimo-
niales, separables de la condición de ser h u m a n o .
Tal el caso del derecho al "buen nombre", u n a s u e r t e de equivalen-
cia del derecho al honor de las p e r s o n a s físicas, pero t o m a d o exclusiva-
m e n t e en s u faz objetiva (v. supra, n e 781). E n este sentido se h a n pro-
n u n c i a d o a u t o r e s como Gierke, Michoud y Ferrara; éste h a concluido en
que, en la práctica, el d e r e c h o al h o n o r h a sido reconocido incluso en
aquellos o r d e n a m i e n t o s q u e c o n s i d e r a n a las p e r s o n a s morales como
algo ficticio. Es que, afirma, la lesión al honor de u n ente jurídico, cons-
tituye u n delito civil y obliga a resarcimiento.
En n u e s t r o derecho el t e m a debe ser visto desde dos p u n t o s de vista:
el penal y el civil.
En el derecho penal, la ley 2 1 . 3 3 8 (de reformas al Código de la m a -
teria) sancionó como artículo 112: "El q u e propalare h e c h o s falsos con-
cernientes a u n a p e r s o n a colectiva o a s u s autoridades, q u e p u e d a n da-
LAS PERSONAS JURÍDICAS 227
49
CNCiv., SalaD, 11/4/1986, L.L., 1986-C-389.
50
CFed. Cap., 5/6/1945, L.L., 38-611; CCiv. Cap., en pleno, 16/10/1922, J.A., 10-629;
CFed. Cap., 28/6/1947, J.A., 1947-11-453.
LAS PERSONAS JURÍDICAS 229
51
Bibliografía especial: RIVERA, Julio César, El nombre en el Derecho civil y comercial
Buenos Aires, 1977: CORNEJO COSTAS, Emilio, Tratado del nombre social, Buenos Aires, 1989:
RAGAZZI, Guillermo E., "El nombre comercial. Antecedentes y su tratamiento en la Ley de
Sociedades Comerciales", L.L., 150-1123: CERDA, J a i m e , "El nombre de la sociedad colectiva",
Revista del Notariado 709-277.
230 JULIO CESAR RIVERA
b) Nombre social
La generalidad de la d o c t r i n a no distingue entre n o m b r e social y
n o m b r e comercial, aplicando a m b a s alocuciones, de m a n e r a indistinta,
al medio de identificación de las sociedades mercantiles.
Sin embargo, existen diferencias que permiten distinguir a d e c u a d a -
m e n t e a m b o s conceptos.
El n o m b r e comercial tiene por finalidad la identificación del comer-
ciante o industrial, o la e m p r e s a en el ramo de que se ocupa, y es u n me-
dio de atracción de la clientela.
32
CNCiv., Sala C, 30/4/1987, L.L., 1987-D-476. Respecto de la protección del derecho de
uso del nombre comercial ver lo resuelto por la CNCiv. y Com. Fed., Sala III, 23/3/1999, E.D.,
184-669.
LAS PERSONAS JURÍDICAS 231
d) Regulación legal
El n o m b r e comercial se rige por las disposiciones de la Ley de Mar-
cas, 22.362, que contiene disposiciones específicas sobre esa materia en
el Capítulo II.
En cuanto a la denominación de las sociedades, a d e m á s de las ya re-
feridas disposiciones de la Inspección General de Justicia, debe tenerse en
cuenta que en ciertas situaciones el nombre social, como especie del género
nombre comercial, aparece sujeto a las disposiciones de la Ley de Marcas.
882. CARACTERES
a) De libre elección
En principio el nombre de las personas jurídicas es de libre elección.
La única limitación radica en que no debe resultar confundible con deno-
minaciones de otras personas jurídicas públicas o privadas.
232 JULIO CESAR RIVERA
b) Mutable
Siendo de libre elección, el n o m b r e de las p e r s o n a s j u r í d i c a s es, e n
principio t a m b i é n , m u t a b l e . Pero d e b e n a d o p t a r s e p a r a s u cambio las
precauciones debidas en orden a la tutela de terceros.
c) Transmisible
Ciertas designaciones son e n principio i n t r a n s m i s i b l e s , como las
denominaciones de las asociaciones civiles y de las fundaciones.
E n cambio, la denominación social p u e d e ser transmitida, siempre
que no sea u n a razón social, p u e s ella debe r e s p o n d e r a la realidad de la
integración de la sociedad.
883. NATURALEZA
Llambías entiende que el n o m b r e de las p e r s o n a s j u r í d i c a s participa
de la m i s m a n a t u r a l e z a que aquel que corresponde a las p e r s o n a s físi-
cas, o sea que se trataría de u n derecho-deber de identidad.
Sin embargo, la tesis de Llambías reduce el nombre de la persona a u n
plano extrapatrimonial, cuando resulta evidente que el nombre de u n a so-
ciedad comercial o el denominado nombre comercial tiene valoración eco-
nómica y p u e d e n ser objeto de negocios jurídicos (conf. Cornejo Costas).
Por ello es m á s apropiado sostener que el n o m b r e de la p e r s o n a jurídica
participa de la n a t u r a l e z a de los derechos que conforman la d e n o m i n a d a
propiedad industrial, y goza de la protección legal correspondiente.
8 8 8 . PLANTEAMIENTO DE LA CUESTIÓN
F u e doctrina sostenida en forma u n á n i m e , en n u e s t r o país, d u r a n t e
el siglo p a s a d o , que el derecho internacional privado debía aplicarse so-
bre la b a s e del domicilio y no de la nacionalidad de las p e r s o n a s ; ello así
con relación a las p e r s o n a s físicas y a las personas j u r í d i c a s privadas.
La generalidad de la doctrina europea sostenía, por lo contrario, que
el vínculo de nacionalidad que liga a las personas físicas a u n determi-
n a d o Estado, se extiende a las p e r s o n a s jurídicas que en éste a c t ú a n .
Así Michoud sostuvo que la idea de la nacionalidad, aplicada a las
p e r s o n a s j u r í d i c a s , no es m á s que la misma idea que se aplica a las per-
s o n a s físicas, modificada en su aplicación por la naturaleza m i s m a de la
personalidad moral.
55
CNCom., Sala C, 4/7/1990, JA., 7/11/1990.
56
CSJN, 9/4/1991, JA, 26/6/1991.
57
Bibliografía especial: v. la citada en nota 36.
LAS PERSONAS JURÍDICAS 235
a) El artículo 45
El artículo 45 dispone que: "Comienza la existencia de las corpora-
ciones, asociaciones, establecimientos, etcétera, con el carácter de perso-
nas juñdicas, desde el día en que fueren autorizados por la ley o por el go-
bierno, con aprobación de los estatutos y confirmación de los prelados en
la parte religiosa".
Las asociaciones q u e se m e n c i o n a n en el artículo transcripto son
ú n i c a m e n t e aquellas incluidas e n el artículo 3 3 del Código, p u e s las del
artículo 4 6 son de libre constitución.
b) Autoridad competente
La autorización estatal de las p e r s o n a s j u r í d i c a s es materia eminen-
temente local, es decir, facultad no delegada por las provincias a la Na-
ción. E n consecuencia, el poder de policía sobre las p e r s o n a s jurídicas se
ejercita por cada provincia. En la ciudad de B u e n o s Aires parecería q u e
tal atribución debería recaer en el Gobierno de la Ciudad Autónoma,
pero h a s t a a h o r a la sigue ejerciendo la autoridad nacional.
La mención en el artículo 4 5 de la autorización "por la ley o por el Go-
bierno", indica que se trata de facultades que pueden ejercitar tanto el Po-
der Legislativo como el Ejecutivo, refiriéndose a los de cada provincia, o los
de la Nación como autoridades locales respecto del distrito federal.
Bibliografía especial: BIDART CAMPOS, Germán J., "¿El Estado dispensador del reco-
nocimiento a las asociaciones?", E.D., 140-119.
242 JULIO CÉSAR RIVERA
d) Asociación religiosa
La "autorización de los prelados" p a r a la asociación religiosa es u n
problema interno de la Iglesia Católica, que no tiene relevancia en c u a n t o
a la concesión de personería, ni debería ser requerida, porque las corpo-
raciones religiosas son p e r s o n a s jurídicas primadas.
e) Fundaciones
La Ley de F u n d a c i o n e s 19.836, en el artículo 3 S , dispone que el ins-
t r u m e n t o constitutivo de éstas deberá ser presentado a la autoridad ad-
ministrativa de control a los efectos de obtener la autorización p a r a fun-
cionar.
g) Materia revisable
Se excluye de estos recursos aquellos que tengan por objeto la revi-
sión judicial de la "oportunidad" de las resoluciones administrativas en
materia de denegación de la personería jurídica. También aquí se ha se-
guido el criterio de la jurisprudencia anterior a la ley 17.711, que había
interpretado que las facultades del Estado en la materia eran discrecio-
nales, es decir, que solamente se las podía impugnar por su apartamien-
to de los principios constitucionales, o de las disposiciones legales, o por
su arbitrariedad.
En este sentido, se ha considerado en u n pronunciamiento que
constituye una exteriorización inconstitucional de las atribuciones de
la Inspección General de Justicia, el negar la autorización a una aso-
ciación civil (cuyo objeto era la creación de un centro de meditación y
yoga) por no haber adecuado ésta sus estatutos a exigencias relativas
a la periodicidad de las reuniones de comisión directiva, plazos para
la impugnación de padrones, y destino de los bienes en caso de diso-
lución. Se dijo y, en uno de los votos, que cabe reconocerle al ente es-
tatal cierta amplitud de criterio para el cumplimiento de sus funcio-
nes, y que la Inspección General de Justicia puede exigir, en ejercicio de
su poder de policía, las modificaciones a los estatutos que sean necesa-
rias conforme a las necesidades reales y a la evolución operativa de la
asociación; pero las impuestas en el caso —antes mencionadas— no se
muestran como coadyuvantes a la mejor realización del objeto social de
la entidad 61 .
6i
CNCiv.,SalaA, 5/9/1958, L.L., 93-443; ídem, 30/6/1966, L.L., 124-1119, 14247 S.
63
CCiv. 2 S Cap., 28/11/1930, J.A., 34-875; ídem, 8/12/1939, J.A., 68-467; Ídem,
24/8/1931, J.A., 36-654; CCom. Cap., 19/12/1940, J.A., 73-629; idem, 20/11/1940, J.A.,
74-464; CNEsp. Civ. y Com., Sala VI, 26/6/1987, L.L., 1987-E-l 120.
64
CCom.Cap., 1/12/1931, J.A., 37-354; CNCom., Sala C, 28/7/1970, L.L., 143-577,
26.684S; CApel. Civ.yCom., Rosario, Sala II, 2/6/1966, L.L., 124-1173, 14.707 S.
LAS PERSONAS JURÍDICAS 245
a) Sociedades comerciales
El sistema de registro está establecido en general para todas las so-
ciedades comerciales. El artículo 10 de la LS establece la forma y conte-
nido de la publicación previa al registro, la cual deberá contener, si se
trata de constitución: nombre, estado civil, nacionalidad, profesión, do-
micilio, número de documento de identidad de los socios: la fecha del
instrumento de constitución; la razón social o denominación de la socie-
dad; el domicilio de la sociedad; el objeto social; el plazo de duración; el
capital social; la composición de los órganos de administración y fisca-
lización, nombre de sus miembros y, en su caso, duración en los cargos;
la organización de la representación legal y la fecha de cierre del ejercicio
económico de la sociedad. Si se tratare de modificación del contrato o es-
tatuto: la fecha de la resolución de la sociedad que aprobó la modifica-
ción del contrato o su disolución; y, si la modificación afecta alguno de
los extremos mencionados respecto de la constitución de la sociedad, de-
berá determinarlo en la misma forma.
En cuanto a la inscripción, el artículo 5Q de la LS dispone que: "El
contrato constitutivo o modificatorio se inscribirá en el Registro Público
de Comercio del domicilio social, en el término y condiciones de los ar-
tículos 36 y 39 del Código de Comercio". Y este cuerpo legal, en el artículo
34, establece que: "En cada Tribunal de Comercio ordinario habrá un
Registro Público de Comercio, a cargo del respectivo secretario, que será
responsable de la exactitud y legalidad de sus asientos". En el orden lo-
cal, el Registro Público de Comercio está a cargo de la Inspección General
de Justicia (art. 3 e , ley 22.315).
El Registro tiene funciones jurisdiccionales, de control de la forma
de los actos que se le presentan para su inscripción, y administrativas,
como la formación de legajos, los asientos en los libros, etcétera.
La omisión de la registración provoca la irregularidad de la sociedad y
la inoponibilidad frente a terceros del acto no inscripto (arts. 21 y sigs., LS).
246 JULIO CÉSAR RIVERA
906. PLANTEO
Como ya se expuso, la constitución de una persona jurídica tiene
por efecto fundamental la aparición de un nuevo sujeto jurídico, distinto
70
Bibliografía especial: SERICK, Rolf, Forma e realtá della persona giurídica, trad. de Marco
Vitale, Milano, 1966; DOBSON, J u a n M., El abuso de la personalidad jurídica, Buenos Aires,
1985; MARZORATTI, Osvaldo, "La teoría del disregard oflegalentity a través de la jurisprudencia
norteamericana", RDCO 1968-717; HOUIN, Roger, "El a b u s o de la personalidad moral en las
sociedades por acciones", L.L., 109-1053; MASNATTA, Héctor, E! abuso del derecho a través de
la personalidad colectiva (teoría de la penetración), Rosario, 1967; LE PERA, Sergio, Cuestiones
de Derecho Comercial moderno, Buenos Aires, 1974, págs. 133 y sigs.; BORDA, Guillermo A.,
LAS PERSONAS JURÍDICAS 251
"El velo de la personería", L.L., 142-1158; RAAD, NabilFadel, Lábus de [apersonante moróle en
droitprive, Paris, 1991; ÁNGEL YAGÜÉZ, Ricardo de, La doctrina del levantamiento del velo de la
persona jurídica en la reciente jurisprudencia, Madrid, 1990; DORAL, García, J . A., "La
personalidad jurídica (de la libertad formal a la libertad civil)", RDP, 1977-104; LLOVERÁS DE
RESK, María Emilia, "La personalidad de las personas jurídicas", Derecho Civil y Comercial
Cuestiones actuales, Córdoba, 1990; SAVAUX, Eric, "La personnalité morale en procédure
civile", RTDC, 1995-1; MOLINA NAVARRETE, C , "El 'levantamiento del velo jurídico' en el ámbito
de u n mismo grupo de sociedades: ¿Un falso debate?", ADC, 1995,11-751; MARTIN, Raimond,
"Personne et sujet de droit", RTDC, 1981-785; GRISPO, Jorge D., "La personalidad Jurídica de
las sociedades comerciales", L.L., 1997-B-962; FERNÁNDEZ SESSAREGO, Carlos, "Apuntes sobre
el abuso de la personalidad jurídica", RDPC, t. 16-21; "Personalidad jurídica de las sociedades.
Abuso eindponibilidad", RDPC, t. 8-467; FARGOSI, Horacio, "Nota sobre sociedades comerciales
y Personalidad jurídica", L.L., 1988-E-796; FARIÑA, J u a n M., "Personalidad de la sociedad de
hecho. Necesidad del proceso liquidatorio", L.L., 1988-E-1182; VÁRELA, F e m a n d o , "La
evolución de la personalidad jurídica de las sociedades comerciales. Acerca de los a b u s o s
cometidos en su nombre", L.L., 1998-D-1167; VIDAL DOMINIQUE, "Sobre la ficción de la
personería jurídica que subsiste para satisfacer necesidades de la liquidación", Revue des
sociétés, Paris, 1990-264.
252 JULIO CESAR RIVERA
a) Fraude a la ley
Se da c u a n d o el r e s u l t a d o q u e la ley rechaza se alcanza por u n ca-
mino que no h a sido previsto (v. infra, Cap. XXXIII).
Es decir que el mandato o la prohibición de la norma no aparecen for-
malmente infringidos por el sujeto agente, quien sólo realiza los actos pro-
hibidos por medio de la personajurídica.
c) Daño a terceros
Finalmente, p u e d e n c a u s a r s e d a ñ o s fraudulentos o con deslealtad
a terceros, con el recurso de la p e r s o n a j u r í d i c a , por ejemplo, aportando
a ésta los bienes que constituyen la p r e n d a c o m ú n de los acreedores.
d) Otros casos
Aparte de los c a s o s precedentes, sostiene Serick q u e "la forma de la
p e r s o n a j u r í d i c a p u e d e q u e d a r d e s c a r t a d a c u a n d o u n a n o r m a que está
ideada p a r a s u aplicación a las p e r s o n a s n a t u r a l e s también debe apli-
carse a la p e r s o n a j u r í d i c a y los s u p u e s t o s de la n o r m a exigen que la apli-
cación penetre h a s t a el s u s t r a t o n a t u r a l de la personajurídica". Ejemplo
típico de esta situación serían las n o r m a s sobre la propiedad enemiga en
LAS PERSONAS JURÍDICAS 253
e) Efectos
En todos estos casos, es lícito penetrar el sustrato material de las
personas jurídicas, para descubrir su realidad y resolver en consecuen-
cia. Es decir que el juez puede actuar sobre las personas físicas, y su pa-
trimonio, como si la persona jurídica no existiera.
La solución de un conflicto, dejando de lado la personalidad del ente
ideal y considerando exclusivamente —en consecuencia— la situación
de quienes lo componen, debe limitarse al caso concreto en cuestión y,
por ello, no implica la disolución de la persona jurídica, que sigue ac-
tuando como tal en sus demás relaciones. El efecto de la desestimación
de la personería consiste en su inoponibilidad a las personas afectadas
por los actos abusivos.
a) Antecedentes legislativos
Al igual que los países europeos, los primeros antecedentes legisla-
tivos aparecieron en nuestro país vinculados con la llamada "propiedad
72
CNTrab., Sala II, 7 / 1 1 / 1 9 8 8 , DT 1989-A-977; ídem, Sala I, 2 1 / 1 0 / 1 9 8 8 , DT 1989-B-
1138.
LAS PERSONAS JURÍDICAS 257
73
CSJN, 4 / 9 / 1 9 7 3 , L.L., 151-515; E.D., 51-223, con nota de Manuel LAQUIS, "El casoy la
interdependencia económica"; sobre el mismo tema; ALCONADAARAMBURÚ, Carlos R.S.- POLAR,
Federico, Elcaso Swift, Buenos Aires, 1973; MARTÍNEZ DE SUCRE, V. - CORTI, Arístides, "Algo m á s
sobre los casos Swift y Parke Davis", E.D., 4 5 - 8 6 1 ; MASNATTA, op. cit en nota 62.
LAS PERSONAS JURÍDICAS 259
El régimen de la extensión de quiebra vigente, puede ser visto en RIVERA, Julio César,
Instituciones de Derecho Concursal t. II, Buenos Aires-Santa Fe, 1997, Cap. XIX, págs. 279 y
sigs.
260 JULIO CÉSAR RIVERA
h) Jurisprudencia
Más allá de las cuestiones concúrsales, ya estudiadas, los tribuna-
les hicieron una amplia aplicación de las doctrinas elaboradas en el de-
recho alemán, anglosajón y francés, en casos de la más variada índole 75.
En materia sucesoria y de familia, se ha "descorrido el velo de la per-
sonería" de las sociedades por acciones mediante las cuales pretendía
desvirtuarse el régimen legal de los bienes gananciales 76, o se atacaban
las disposiciones sobre intangibilidad de la porción legítima de los here-
deros forzosos 77 .
Se juzgó también que existía abuso en una tercería, en la que eran idén-
ticas las personas del tercerista y del demandado, por tratarse de sociedades
comerciales compuestas por los mismos socios.
En el derecho público también se ha aplicado la doctrina al Estado
y a las restantes personas jurídicas públicas. De esta forma, se resolvió
que "no cabe distinguir entre los bienes de la Nación y los de las entida-
des autárquicas y empresas del Estado, pues en definitiva se trata del
patrimonio estatal" 78. También se resolvió que la demanda dirigida con-
tra el Estado Nacional interrumpe el curso de la prescripción respecto de
las empresas del Estado, pues éste no reviste el carácter de tercero en re-
lación con ellas y es el responsable final de sus obligaciones 79 . Por la
misma razón, se juzgó que no era válida la invocación del beneficio de ex-
cusión previsto en el artículo 1481 del Código Civil, a favor de una em-
presa del Estado, cuando el deudor cedido era la Nación misma 80.
Se declaró que constituía abuso de la personalidad la constitución
de una nueva entidad gremial, para eludir las obligaciones contraídas
por otra que estaba concursada, haciéndose responsable a la nueva en-
tidad por las deudas de la anterior 81 .
Numerosos fallos aplicaron la teoría del disregard en el derecho fis-
cal, en el cual es norma aplicar la noción de "realidad económica" (arts. 11
y 12, ley 11.863), con prescindencia de las formas societarias adoptadas,
75
CNTrab., Sala VII, 1 / 1 2 / 1 9 8 6 , DT 1987-A-714; ídem, Sala II, 2 4 / 6 / 1 9 8 6 , DT 1986-B-
1281; ídem, SalaV, 3 1 / 7 / 1 9 8 5 , DT 1985-B-1615; CNCom.. Sala B, 1 5 / 2 / 1 9 8 4 , L.L., 1987-
A-659, 37.519 S; ídem, Sala E, 5 / 9 / 1 9 8 4 , L.L., 1986-D-412; ídem, Sala B, 6 / 1 2 / 1 9 8 2 , E.D..
103-165: CApel.Civ.yCom. Rosario, Sala III, 2 1 / 6 / 1 9 8 2 , E.D., 102-173; CNFed., Civ. y Com..
Sala I, 2 9 / 4 / 1 9 8 3 , L.L., 21983-D-168; CNCiv., S a l a C , 2 7 / 8 / 1 9 8 1 , E.D.. 90-213; ídem. Sala
D, 1 7 / 1 1 / 1 9 8 1 , L.L., 1986-B-276; SCBuenos Aires, 1 4 / 1 2 / 1 9 7 6 . DJBA 140-118.
76
CCiv.2 a Cap., 2 1 / 1 0 / 1 9 4 8 , L.L., 52-742; CNCiv., SalaC, 1 7 / 6 / 1 9 6 6 , E.D.. 16-58;idem.
S a l a F , 2 7 / 7 / 1 9 7 6 , E.D., 68-310.
77
CNCiv., Sala A, 2 7 / 2 / 1 9 7 8 , E.D., 79-351,LX.,1978-B-195 con nota de Eduardo A. ZAN
NONI, "La desestimación de la personalidad societaria 'disregard' y u n a aplicación en defensa
de la intangibilidad de la legitima hereditaria"; MEDINA, Graciela, "Fraude a la legítima heredi-
taria a través de la constitución de sociedades", J.A., 1983-1-699.
78
CSJN, 3 0 / 5 / 1 9 6 2 , Fallos 252-375.
79
CNCiv., SalaA, 3 1 / 3 / 1 9 6 6 , E.D., 16.512.
80
CSJN, 2 8 / 2 / 1 9 6 9 , E.D., 29-186.
81
CNCiv., S a l a D , 1 6 / 3 / 1 9 7 1 , E.D., 36-497.
LAS PERSONAS JURÍDICAS 261
84
En torno a las facultades de fiscalización de la I.G.J. ver lo resuelto por la CSJN,
24/11 /1998 in re "Gay de Martin, Elba L. y/o, c/Plan Rombo S.A.", E.D., 184-872.
LAS PERSONAS JURÍDICAS 263
a) Asociaciones civiles
El artículo 49 prescribe que: "No termina la existencia de las personas
jurídicas por elfallecimiento desús miembros, aunque sea en número tal que
quedaran reducidas a no poder cumplir el fin de su institución. Corresponde
al Gobierno, si los estatutos no lo hubiesen previsto, declarar disuelta la
corporación, o determinar el modo como debe hacerse su renovación".
En las asociaciones civiles rige el principio de "fungibilidad" de los
miembros, es decir que la existencia de dichas instituciones no depende
de la p e r s o n a de s u s miembros, los cuales p u e d e n ser reemplazados por
otros, en todo o en parte.
El artículo 3 8 establece que es derecho implícito de las asociaciones
la admisión de nuevos miembros en reemplazo de los que hubieren falle-
cido, o r e n u n c i a d o , o c u a n d o q u e d a r e n menos miembros que los indis-
p e n s a b l e s p a r a formar q u o r u m . Si bien es u n a c a u s a l de disolución,
t a m b i é n p u e d e c o n s t i t u i r u n e s t a d o transitorio, susceptible de ser re-
suelto con el ingreso de nuevos miembros.
C u a n d o esa situación transitoria está e x p r e s a m e n t e contemplada
en los e s t a t u t o s , d e b e n aplicarse las prescripciones de éstos. En caso
contrario el Estado tiene facultades p a r a reactivar la asociación, deter-
m i n a n d o la forma en que p o d r á n incorporarse nuevos miembros.
b) Sociedades comerciales
En la Ley de Sociedades Comerciales se contempla la situación de re-
ducción a u n o del número de socios, como algo que puede ser subsanado,
fijándose en el artículo 94, inciso 8-, u n plazo de tres meses para incorporar
nuevos socios, q u e d a n d o disuelta la sociedad en caso contrario.
c) Fundaciones
El Estado tiene facultades p a r a reactivar las fundaciones, así como
p a r a fusionarlas y coordinar s u s actividades con las de otras entidades.
la intervención del Estado en los negocios de los particulares: una hipótesis de excepción con
diversas regulaciones)", L.L., 1996-B-354; MARISCOTTI, Raúl E., "Consideraciones sobre la in-
tervenciónjudicial en las sociedades comerciales", L.L., 1993-A-987; RANGUGNI, Diego E., "De-
signación judicial de liquidadores, liquidadores judiciales e intervención judicial de socieda-
des", L.L., 1997-E-233; GAGUARDO, Mariano, "Intervención judicial: inactividad de los órganos
sociales, improcedencia", E.D., 183-509.
LAS PERSONAS JURÍDICAS 265
b) Disolución anticipada
En las asociaciones civiles y sociedades, s u s miembros tienen el de-
recho de resolverlas anticipadamente, siendo esta resolución u n a espe-
cie de distracto, o contrato extintivo (art. 1200).
La voluntad de los miembros de disolver a n t i c i p a d a m e n t e u n a per-
sona jurídica constituida por el s i s t e m a de autorización estatal, de con-
formidad con lo q u e se dispone en el artículo 48, debe ser "aprobada por
la autoridad competente". De esta disposición surge u n paralelismo en-
tre la constitución y la disolución de las entidades, a u n q u e no p u e d e ser
llevado a extremos, porque en rigor, no se t r a t a de situaciones idénticas.
En el c a s o de la disolución, como el Estado carece de facultades p a r a
obligar a los miembros a c o n t i n u a r la asociación, debe interpretarse que
la aprobación se limita a la verificación de los requisitos e s t a t u t a r i o s co-
rrespondientes (Llambías).
El artículo 29 de la ley 19.836 permite la disolución de las fundacio-
n e s por el voto favorable de dos tercios de los miembros del consejo de ad-
ministración.
87
Bibliografía especial: BENSEÑOR, Norberto R., "Régimen y actuación de sociedades
disueltas. Dinámica de la disolución societaria", Revista Notarial, La Plata, 896-171;
GAGLIARDO, Mariano, "La inactividad de la sociedad con efecto disolutorio", L.L., 1985-D-476;
RANGUGNI, Diego E., "Disolución, liquidación y extinción societaria", L.L., 1999-C-393.
LAS PERSONAS JURÍDICAS 267
d) Fusión
La fusión consiste en la unión de dos o más personas jurídicas
creando una nueva entidad, o en la absorción de una persona jurídica
por otra.
En la fusión propiamente dicha, las personas jurídicas que concu-
rren quedan disueltas, y sus derechos y obligaciones pasan a la nueva
entidad.
La fusión por absorción implica la desaparición de la entidad absor-
bida, cuyos derechos y obligaciones pasan a la absorbente.
En ambos casos las personas jurídicas que desaparecen se disuel-
ven, pero no se liquidan.
La fusión está especialmente reglamentada en materia de socieda-
des comerciales (arts. 82 y sigs., LS), y sus disposiciones pueden ser apli-
cadas analógicamente a otras personas jurídicas.
88
CNCiv., Sala D, 2 7 / 5 / 1 9 7 9 , L.L., 1979-D-398.
89
SCBuenos Aires, 1 3 / 1 0 / 1 9 7 0 , L.L., 143-629, 27.035 S; CNCiv., Sala E, 1 9 / 3 / 1 9 8 6 ,
L.L., 1986-B-523.
90
S C T u c , 1 2 / 7 / 1 9 4 5 , J.A., 1945-III-262.
91
CNCiv., S a l a E , 1 9 / 3 / 1 9 8 6 , L.L., 1986-B-523.
LAS PERSONAS JURÍDICAS 269
b) Sociedades comerciales
Ya liemos señalado antes que el artículo 94, inciso 8Q, ley 19.550, dis-
pone que la sociedad se disuelve por reducción del número de miembros a
uno, siempre que no se incorporen nuevos socios en el término de tres me-
ses. El socio único es responsable solidario e ilimitado por las obligaciones
sociales contraídas durante ese período.
c) Sociedades civiles
La sociedad civil de sólo dos integrantes se disuelve por la m u e r t e de
u n o de éstos (art. 1758), a u n q u e p u e d e p a c t a r s e la continuación con los
herederos.
d) Fundaciones
No tienen miembros, por lo que no p u e d e d a r s e la hipótesis que exa-
m i n a m o s con relación a otras p e r s o n a s jurídicas.
y
- CApel. Civ. v Com. J u n í n . 2 2 / 3 / 1 9 8 9 , L.L., 1989-D-535; CApel. S a n Martin, Sala II,
2 9 / 1 1 / 1 9 8 8 , DJ1989-1-723.
272 JULIO CESAR RIVERA
yj
CApel. Civ.y Com. S a n Isidro, Sala III, 1 3 / 1 1 / 1 9 8 7 , DJBA 1988-1-435.
Bibliografía especial: ALEGRÍA, Héctor, "Disolución y liquidación por quiebra", Reuistadel
Notariado 774-1889; TONON, Antonio, "La disolución de la sociedad por c a u s a de declaración
de quiebra", L.L., 1987-D-965; CÁMARA, Héctor, El concurso preventivo y la quiebra, Buenos
Aires, 1982, n s 127.6, págs. 1981 y sigs.; MOGLIACLAPS, Guillermo A., "Nuevamente en t o m o
al problema de la disolución de la sociedad por quiebra", L.L., 1990-A-400; TONÓN, Antonio,
"La disolución de la sociedad por c a u s a de s u quiebra", L.L., 1987-D-865.
274 JULIO CESAR RIVERA
bj Extensión de la responsabilidad
En principio no existe n i n g u n a diferencia entre la responsabilidad
contractual de las personas jurídicas y las físicas. Los bienes de las entida-
des se e n c u e n t r a n en el comercio, sin que quepa hacer distinción alguna,
tal como lo establece el artículo 2347; y con idénticos efectos, constituyen
la prenda c o m ú n de s u s acreedores (v. ínfra, Cap. XXIII).
a) Teoría de la ficción
El planteo de Savigny, que como ya se h a expuesto lo llevó a ver en
la representación de las p e r s o n a s j u r í d i c a s u n a situación d e incapaci-
dad a b s o l u t a de hecho, tuvo como corolario el s o s t e n e r s u completa
irresponsabilidad en materia aquiliana. Para este autor, si todo acto ilí-
cito implica u n a c t u a r doloso o culposo, la necesaria involuntariedad de
los actos de las p e r s o n a s jurídicas excluye s u imputabilidad. Son inca-
paces de h e c h o e inimputables.
LAS PERSONAS JURÍDICAS 277
c) El fundamento de la responsabilidad
de las personas jurídicas
Descartados los factores subjetivos de imputación —dolo o culpa en
la comisión del hecho dañoso— sólo puede fundarse la responsabilidad
de las personas jurídicas en otros factores.
Los autores que niegan la viabilidad de las responsabilidades obje-
tivas han tratado de encontrar un factor de imputación de responsabi-
lidad indirecta en una presunta culpa, in eligendo o in vigilando, de la
persona jurídica, respecto de sus directores o administradores.
Pero la negligencia de la persona jurídica en la elección o vigilancia de
sus órganos no es más que la negligencia, de algunas personas físicas, en
el desempeño de sus atribuciones institucionales. No es válido predicar es-
tas culpas directamente de la persona jurídica, pues, como ya se ha demos-
trado, ésta no puede tenerlas, son de alguien que actúa en ella.
Por ello, se aprecia fácilmente que buscando una culpa de segundo
grado, para atribuir la responsabilidad por la de primero, no se resuelve
el problema.
Otros autores, considerando inviables estas doctrinas, han conclui-
do en que, en materia de personas jurídicas, el factor de imputación de
responsabilidad tiene que ser objetivo. Este factor es el riesgo creado por
ellas a raíz de su actuación: quien genera riesgos con el desarrollo de su
finalidad debe, equitativamente, asumirlos.
Existe, en consecuencia, una obligación tácita de garantía que las
entidades asumen al constituirse, frente a la sociedad, fundamentada en
el riesgo creado y en razones de equidad.
Esta responsabilidad es objetiva, porque se imputa sin más inves-
tigación que la relación del autor con la entidad, aunque requiera culpa
o dolo de dicho autor, de conformidad con las reglas generales; y por ello
es inexcusable.
LAS PERSONAS JURÍDICAS 279
b) Su fuente
La fuente del artículo es el Esbogo de Freitas (art. 300), habiendo al-
terado n u e s t r o codificador su espíritu, al traducir "aunque" por "cuan-
do". Si —como es lo m á s probable— se trató de u n error de traducción,
el artículo 4 3 debía ser interpretado de acuerdo con su fuente: las per-
sonas jurídicas no son responsables civilmente c u a n d o s u s miembros en
c o m ú n o s u s administradores individualmente, h u b i e s e n cometido deli-
tos que r e d u n d a r e n en beneficio de ellas.
La rectificación, empero, no resolvía el problema de fondo, porque
n a d a a d e l a n t a b a sobre u n sistema general de responsabilidad.
c) Su interpretación inicial
Por otra parte, los primeros c o m e n t a r i s t a s del Código no vieron la ló-
gica concatenación de los artículos 42 y 4 3 , que h u b i e r a permitido llegar
m u c h o a n t e s a u n a interpretación a d e c u a d a .
El artículo 42, según el cual: "[.../ Las personas jurídicas pueden ser
demandadas por acciones civiles, y puede hacerse ejecución en sus bie-
nes", fue interpretado en el sentido de que se refería ú n i c a m e n t e a la res-
ponsabilidad contractual.
E s t a interpretación restrictiva se debió a que la mayoría de los au-
tores partía de que n u e s t r o codificador había seguido fielmente las ideas
de Savigny, aceptando los p o s t u l a d o s de la teoría de la ficción. En con-
secuencia, d a b a carácter de regla general a lo prescripto en el artículo
4 3 , el cual, en realidad, sólo aludía a u n s u p u e s t o especial.
Tanto Machado como Segovia aceptaron la tesis de la irresponsabi-
lidad de las p e r s o n a s jurídicas en materia extracontractual, admitiendo
ú n i c a m e n t e las acciones por enriquecimiento sin c a u s a . Esta doctrina
280 JULIO CESAR RIVERA
d) Evolución de la interpretación
La aplicación directa del artículo 1113, a c e p t a d a entre otros por
Salvat, permitió iniciar u n a evolución doctrinaria h a c i a la admisión de la
responsabilidad plena.
Sobre la b a s e de que el texto legal ú n i c a m e n t e m e n c i o n a b a la comi-
sión de delitos, Llerena, Aguiar y Colombo, e n t r e otros, extendieron la
responsabilidad de las p e r s o n a s j u r í d i c a s a los cuasidelitos cometidos
por s u s directores o administradores.
Para los m e n c i o n a d o s a u t o r e s , los "delitos" mencionados en el ar-
tículo 43 eran los delitos "civiles". Sin embargo, se consideró que el artículo,
como excepción a la regla de responsabilidad, se refería en general a los
delitos penales (Barcia López, Rivarola, Etcheverry Boneo, Cammarota,
A c u ñ a Anzorena). En consecuencia, las p e r s o n a s j u r í d i c a s respondían
en todos los casos de delitos o cuasidelitos civiles, m e n o s c u a n d o se h u -
biere configurado u n delito penal, el cual, por su naturaleza, se conside-
raba como algo inseparable de su autor.
Finalmente, Spota y Borda sostuvieron que, por e s t a r en contradic-
ción con todo el sistema del código en la materia, el artículo debía tenerse
como no escrito.
e) La jurisprudencia
La j u r i s p r u d e n c i a siguió u n a evolución similar, d e s d e la posición
original de la Corte S u p r e m a de J u s t i c i a q u e sólo admitía la responsabi-
lidad c o n s a g r a d a en leyes especiales o las a c t u a c i o n e s por enriqueci-
miento sin c a u s a .
E n 1 9 2 1 , en la c a u s a "Fisco Nacional c / C o m p a ñ í a de Navegación
Mihanovich", la Corte admitió la responsabilidad indirecta por el hecho
de los dependientes 9 6 .
En 1933 la Corte admitió —en la c a u s a "Devoto"— la responsabili-
d a d del E s t a d o por el hecho de s u s dependientes, siempre que no h u b i e -
re a c t u a d o como poder público 9 7 . Y en 1938 —en a u t o s "Ferrocarril Oes-
te c/Pcia. de B u e n o s Aires"— admitió por primera vez la responsabilidad
del E s t a d o por u n error registral, que es u n caso de actuación como po-
der público 9 8 .
Finalmente, en 1941 se admitió la responsabilidad indirecta del Es-
tado en el caso de u n policía que fue condenado criminalmente por h a b e r
10
930. EL TEXTO ACTUAL DEL ARTÍCULO 43 °
a) Reforma de la ley 17.711
El texto originario del artículo 4 3 fue derogado por la ley 17.711 y
reemplazado por el siguiente: "Las personas jurídicas responden por los
daños que causen quienes las dirijan o administren, en ejercicio o con oca-
sión de sus funciones. Responden también por los daños que causen sus
dependientes o las cosas, en las condiciones establecidas en el título: 'De
las obligaciones que nacen de los hechos ilícitos que no son delitos' ".
b) Importancia
De esta forma se h a consagrado u n sistema de amplia responsabi-
lidad extracontractual de las p e r s o n a s jurídicas, que tiene como antece-
dente, en c u a n t o a s u ámbito de aplicación, la doctrina del antiguo ar-
tículo 1113. P u e d e afirmarse q u e se h a creado u n régimen único de
responsabilidad indirecta de las p e r s o n a s j u r í d i c a s por los d a ñ o s c a u s a -
dos por s u s directores, a d m i n i s t r a d o r e s y dependientes.
No se h a establecido, en cambio, responsabilidad alguna por los h e -
chos ilícitos de los miembros q u e no fueren integrantes de los órganos de
administración y dirección, lo q u e excluye la responsabilidad por hechos
ilícitos de los órganos deliberativos (asambleas) y de control (síndicos, re-
visores de cuentas).
d) Carácter de la responsabilidad
La responsabilidad que establece el artículo es indirecta, por el he-
cho de otro, de quien se debe responder. En consecuencia, implica la
existencia de u n a responsabilidad directa del r e p r e s e n t a n t e , director o
administrador 1 0 ] .
e) Presupuestos
Deben d a r s e , respecto del acto del órgano, todos los requisitos de la
responsabilidad por actos ilícitos: el d a ñ o c a u s a d o debe ser imputable al
a u t o r del hecho, es decir, q u e el acto debe ser voluntario, antijurídico,
atribuible en virtud de u n factor de atribución, y conectado con el d a ñ o
por u n nexo a d e c u a d o de causalidad.
101
La CNCiv., Sala H, 26/5/1997, E.D., 174-643, decidió que la responsabilidad de la per-
sona jurídica excluye la del autor del hecho, pues la norma del art. 43, Cód. Civ. se basa en la
teoría del órgano, según la cual los actos de los administradores, en cuanto órganos del ente,
deben considerarse realizados por este último. Ello, sin perjuicio de que en la esfera interna,
la persona jurídica pueda repetir lo que hubiese pagado contra el integrante del órgano que
obró en exceso o en violación de la ley, estatuto o reglamento. La doctrina del fallo no es com-
partible, pues nada excluye que ambas responsabilidades coexistan.
284 JULIO CESAR RIVERA
102
CApel.Civ. y Com., Rosario, Sala II, 1 9 / 1 2 / 1 9 6 8 , LX., 135-2000, 21546 S.
103
CNCiv.,SalaC, 1 6 / 5 / 1 9 6 5 , L.L., 81-7; ídem, 2 4 / 6 / 1 9 5 4 , L.L., 7 5 - 5 3 1 .
104
CNCiv., Sala D, 2 0 / 3 / 1 9 5 9 , E.D., 3-530.
LAS PERSONAS JURÍDICAS 285
108
Bibliografía especial; MANÓVIL, Rafael, "Contratos asociativos y de colaboración
empresaria en el Proyecto de Código CMl de 1998 y s u incidencia en el derecho societario",
E.D., 184-1435; GAGUARDO, Mariano, "Presente y futuro de la sociedad civil y comercial (A
propósito del proyecto de Código CMl unificado con el Código de Comercio, decreto
685/1995)", E.D., 182-519; MARSIU, María Celia, "Las personas jurídicas privadas en el
Proyecto de Código CMl de 1998", en Derecho Societario, www.societario.com.
Bibliografía especial: LE PERA, Sergio, "Personajuridicay técnica legislativa", L.L., 1998-
E-997; Joint Venture y Sociedad, Buenos Aires, 1984; RADRESA, Emilio, "La persona jurídica
288 JULIO CESAR RIVERA
937. VALORACIÓN
Hemos dicho al tratar los proyectos de reforma que los numerosos
aciertos que contenía el Proyecto de 1987 no permitieron, sin embargo,
ganar consenso en dos puntos fundamentales: la fuerza obligatoria del
contrato, brutalmente empalidecida por el proyectado artículo 1197; y el
tratamiento que se hacía de las personas jurídicas.
El Proyecto de 1998 ha tomado debida nota de las criticas que se hi-
cieron al de 1987, y ha tratado de superarlas.
941. ATRIBUTOS
La modificación más interesante que propicia el Proyecto es que la
persona jurídica es perpetua, excepto que la ley o el estatuto disponga lo
contrario.
Mantiene la regla según la cual el estatuto debe indicar con preci-
sión el objeto, y como novedad interesante dispone que puede desempe-
ñarse como administrador de otra persona jurídica, de bienes sujetos a
tutela o cúratela, liquidador, síndico, miembro de la comisión fiscaliza -
dora, revisor de cuentas en una sociedad o asociación, y fiduciario, ex-
cepto prohibición legal o estatutaria.
290 JULIO CÉSAR RIVERA
943. CONCLUSIONES
En general se ha visto esta parte del proyecto como un extraordina-
rio avance sobre el derecho vigente.
Cabe puntualizar que además, se trata en particular de las asocia-
ciones y fundaciones, como se verá en el capítulo siguiente. Y en la parte
de contratos, trata de los contratos asociativos.
CAPÍTULO XXI
ASOCIACIONES Y FUNDACIONES
944. CONCEPTO
De a c u e r d o con lo que h e m o s estudiado en el capítulo precedente,
las asociaciones civiles son p e r s o n a s de existencia ideal q u e n a c e n de la
unión estable de u n grupo de p e r s o n a s físicas q u e persiguen la realiza-
ción de u n ñ n de bien c o m ú n no lucrativo.
- Bibliografía especial: ALTHAUS, Alfredo A., Tratado de Derecho Cooperativo, Rosario, 1977;
UCHA, Adelmo J., "Naturaleza jurídica de las cooperativas", Revista de Derecho Comercial año
1947, pág. 347t COKVALÁN, Roque Alfredo, "Derecho cooperativo argentino: fundamentos de su
autonomía" (tesis), Buenos Aires, 1984; PAZ CANALEJO, Narciso, "Las cooperativas de segundo
y ulterior grado", RDP, 1977-495.
ASOCIACIONES Y FUNDACIONES 295
950. CARACTERES
Conforme a lo que hemos desarrollado en extenso en los capítulos
precedentes, la asociación tiene los siguientes caracteres:
296 JULIO CÉSAR RIVERA
a) Personalidad jurídica
La asociación es u n a p e r s o n a jurídica, ya que se t r a t a de u n ente
susceptible de adquirir derechos y contraer obligaciones que no es per-
sona de existencia visible (conf. art. 32).
b) Unión de personas
La asociación surge de la unión, con cierto grado de estabilidad, de
u n grupo de p e r s o n a s (miembros) que la integran, en virtud de u n vín-
culo jurídico q u e les confiere esa posición, ya sea por h a b e r participado
en el acto constitutivo o por incorporación posterior 3 .
La asociación tiene u n a designación propia, u n n o m b r e colectivo (v.
supra, nQ 880), y s u existencia es independiente del cambio de s u s miem-
bros, que p u e d e n ingresar y egresar de é s t a en virtud de la libertad de
asociación garantizada por el artículo 14 de la Constitución Nacional.
c) Patrimonio propio
Para lograr s u s fines, la asociación debe c o n t a r con los medios m a -
teriales n e c e s a r i o s . Por ello, conforme a lo e s t a b l e c i d o en el artículo
3 3 , 2 a p a r t e , y siendo la asociación u n a p e r s o n a distinta de los miem-
bros que la componen (art. 39), ella debe contar con u n patrimonio (v. su-
pra, n e 891).
d) Estatuto
Toda asociación necesita poseer u n a ley i n t e r n a que rija los dere-
chos y deberes de los asociados. Los e s t a t u t o s son, p u e s , el conjunto de
estipulaciones d e s t i n a d a s a regular la organización y el funcionamiento
de la asociación.
En realidad, ya h e m o s señalado en otra parte de esta obra que, a u n -
que se los incluya en u n texto único y se los apruebe en u n mismo momen-
to, hay que distinguir el estatuto del "acto constitutivo", que es el negocio
jurídico q u e d a creación a la entidad y por el cual todos los suscriptos
q u e d a n obligados a constituirla. Ambos, acto constitutivo y estatuto, son
necesarios p a r a el nacimiento y posterior vida de la asociación.
4
e) Fin de bien común no lucrativo
8
El inciso l , segunda parte, del artículo 33, establece que tanto las aso-
ciaciones como las fundaciones deben tener como fin "el bien común". La
fuente de este artículo fue el artículo 276, inciso 1Q, del Esboco de Freitas,
que lo exigía sólo con relación a las fundaciones, que por carecer de miem-
bros, sólo p u e d e n tener en miras beneficiar a terceros.
3
CNCiv., S a l a E , 3 0 / 1 0 / 1 9 8 5 , E.D., 117-560.
4
Bibliografía especial: D E ANGELIS, Lorenzo, "L'associazione a fini di ricerca scientifica:
forme giuridiche", RDC, 1993-591.
K?-
ASOCIACIONES Y FUNDACIONES 297
a) La asamblea
Es la reunión de los miembros de la asociación q u e , convocados
conforme al procedimiento establecido en el estatuto, s e convierte en la
utoridad máxima de la institución, siendo soberana e n sus decisiones.
Al no existir normas positivas que regulen el funcionamiento de la
amblea, se han considerado aplicables analógicamente las normas es-
298 JULIO CÉSAR RIVERA
b) El órgano ejecutivo 5
Es común que el estatuto delegue en un órgano ad hoc el manejo de
los asuntos cotidianos que hacen a la vida de la asociación. Ésta es la mi-
sión del órgano ejecutivo, normalmente llamado "directorio" o "comisión
directiva".
Es función del órgano ejecutivo la administración de la.entidad,
como así también la ejecución de las decisiones de la asamblea. Sus in-
tegrantes son elegidos y pueden ser removidos por la asamblea, ejercen
sus funciones durante el tiempo que establezca el estatuto e invisten la
representación de la asociación frente a terceros.
Puede tratarse de un cuerpo colegiado (comisión) o ser desempeña-
do en forma unipersonal (secretario general), y en principio sus funcio-
nes son gratuitas (conf. arts. 1870, inc. 2 e ,y 1871) pero nada obsta a que
el estatuto faculte a la asamblea a reconocerle una remuneración.
5
Bibliografía especial: CAHIÁN, Adolfo, "La comisión directiva e n las entidades civiles de
bien público", L.L., 9 / 2 / 1 9 9 0 .
ASOCIACIONES Y FUNDACIONES 299
c) El órgano de contralor
Dado q u e la a s a m b l e a , como c u e r p o colegiado, no p u e d e vigilar y
fiscalizar el b u e n funcionamiento de los órganos inferiores de la asocia-
ción, esta misión es, por lo general, confiada a u n órgano de contralor lla-
m a d o "comisión revisora de c u e n t a s " o "síndico", c u a n d o este control es
ejercido en forma unipersonal.
S u función consiste en vigilar el correcto cumplimiento de las t a r e a s
a s i g n a d a s al órgano a d m i n i s t r a d o r y, en especial, fiscalizar todo lo rela-
tivo al manejo patrimonial de la entidad.
P a r a d e s e m p e ñ a r e s t a s t a r e a s no es necesario ser miembro de la
asociación, y a ú n m á s , a m e n u d o se h a c o n s i d e r a d o m á s conveniente
que dichas funciones fueran ejercidas por terceros ajenos a la entidad,
dado que esta condición daría u n a garantía de mayor imparcialidad en
su cometido.
d) El órgano disciplinario
En a l g u n a s asociaciones civiles, el e s t a t u t o organiza u n órgano des-
tinado a m a n t e n e r la disciplina i n t e r n a y vigilar el cumplimiento de s u s
disposiciones, tanto por quienes forman p a r t e de los órganos de gobier-
no, c u a n t o por los d e m á s asociados.
Es el Tribunal de Disciplina, o Tribunal de Honor, generalmente in-
tegrado en forma colectiva por asociados de la entidad, elegidos por la
asamblea.
Le compete el ejercicio del poder disciplinario de la entidad (v. infra,
nQ 955).
En las asociaciones que no tienen organizado ese tribunal, el poder
disciplinario puede ser ejercido por la comisión directiva —con recurso
ante la asamblea—, o directamente por ésta (v. infra, n e 955 d).
b) El acto constitutivo
En primer lugar aparece "el contrato". Sin perjuicio de hacer n o t a r
que el antecedente inmediato del artículo 40 (art. 26, Cód. Austria) se re-
fiere a las "sociedades", p a r a quienes distinguimos entre "acto constitu-
tivo" y "estatuto", aparece c l a r a m e n t e q u e el primero s e r á la fuente de las
300 JULIO CESAR RIVERA
c) El objeto
La mención del "objeto" de la asociación resulta visiblemente r e d u n -
d a n t e , ya q u e sólo b a s t a n o m b r a r al e s t a t u t o que contiene entre s u s
c l á u s u l a s lo relativo al objeto.
Sin embargo, debe e n t e n d e r s e que el objeto de la asociación cons-
tituye el principal elemento interpretativo acerca del alcance de los de-
rechos y obligaciones de los miembros de la asociación civil.
953. ENUMERACIÓN
Entre los derechos que gozan los asociados podemos mencionar:
6
CNCiv., Sala E, 3 0 / 1 0 / 1 9 8 5 , E.D., 117-560.
ASOCIACIONES Y FUNDACIONES 301
f) Receso
Ya h e m o s señalado que el ingreso y el egreso de la asociación está
a s e g u r a n d o la garantía constitucional de asociarse (art. 14, Const. N a c ) .
Pero este derecho p e r m a n e n t e que todo asociado tiene de r e n u n c i a r
a su condición de tal, p u e d e q u e d a r sujeto según el e s t a t u t o a determi-
n a d a s condiciones, que sin coartarlo, reglamenten su ejercicio (por ej., el
pago de c u o t a s a d e u d a d a s ) .
regla jurídica que rige la vida interna de la asociación. Pueden ser debe-
res de contenido patrimonial (pago de las cuotas) o extrapatrimonial
(comportarse correctamente dentro de las instalaciones, asistir a reunio-
nes, cumplir determinados servicios en favor de la institución, etc.).
En un caso se planteó si la pertenencia a cierta asociación importa-
ba un deber de fidelidad hacia ella, cuya violación sería susceptible de
generar una sanción disciplinaria. En concreto se trataba de una cáma-
ra empresaria que amonestó a una de las sociedades miembro por haber
participado de una exposición organizada por otra institución. El tribu-
nal interviniente decidió que el hecho de estar asociado a una entidad de-
terminada importa restringir voluntariamente, en cierta medida, el ám-
bito de la libertad individual en beneficio del interés o finalidad común,
que se persigue a través de la asociación; y que en esa limitación debían
considerarse comprendidas las actividades que pudiesen constituir una
interferencia con las que desarrolla la asociación 7 .
Muchos años después, se planteó otro caso que guarda alguna se-
mejanza con el que hemos expuesto: un asociado de la Sociedad Rural
Argentina publicó un artículo que criticaba severamente a los jurados de
la exposición ganadera, y como consecuencia de ello, fue expulsado de
tal institución. El tribunal interviniente consideró legítima la sanción,
por dos razones fundamentales. La primera, porque había un interés
personal del asociado cuyos animales participaban en el evento cuestio-
nado, interés que, al estar limitado por la pertenencia al grupo, debía ce-
der frente al interés común de la asociación. La segunda, porque cual-
quier ciudadano tiene derecho de crítica, pero no el asociado, limitado
por el interés general de la asociación; y si sus diferencias son tan gran-
des —dijo el tribunal— que le exigen el enfrentamiento, es porque ha de-
jado de compartir tales intereses, y entonces lo razonable es que se des-
vincule y readquiera ese derecho de crítica en su plenitud 8 .
Naturalmente, el incumplimiento de estos deberes puede acarrear las
sanciones disciplinarias correspondientes, independientemente de las
acciones judiciales a las que dicha conducta pueda dar lugar. Es el tema
que tratamos a continuación.
b) Derecho de defensa
Como único límite a esta potestad sancionatoria se ha considerado
que se cumpla con la garantía constitucional del debido proceso (art. 18,
Const. Nac), de modo que la sanción (sobre todo cuando ella sea grave,
por ej., expulsión), sea el resultado de un proceso en el cual se haya ase-
gurado el derecho de defensa del asociado.
No es necesario para ello que el trámite que desemboca en la apli-
cación de la sanción haya contado con las garantías propias de un pro-
ceso penal n o de un proceso judicial 12, pero sí es necesario que, por lo
menos, el sancionado sea notificado del hecho que se le imputa con la su-
ficiente antelación, sea escuchado en su defensa, se le permita producir
las pruebas que hagan a su derecho y se le notifique la sanción impuesta
para que de ese modo pueda ejercer los recursos que correspondan (La-
valle Cobo - Cahián) (sobre los recursos v. infra, nQ 956).
La defensa debe ser ejercida —al menos en principio— de manera
personal por el imputado. Nuestros tribunales han resuelto una especie
en que se consideró legítima la oposición de la Comisión Directiva de un
club a que estuviera presente un abogado patrocinante de quien había
violado las reglas del juego de golf 13. Señalamos que Lavalle Cobo no
participa de esta tesis, afirmando que constituye uno de los recaudos del
Salomé, "Potestad disciplinaria de los colegios de escribanos", L.L., 144-843; LAVALLE COBO,
Jorge, "Aspectos procesales del poder disciplinario de las asociaciones", L.L., , 1 3 / 2 / 1 9 9 0 ;
PÁEZ, J u a n L., "El poder correccional de las declaraciones", L.L., 115-477; nota de jurispru-
dencia en E.D., 49-826.
10
SCBuenos Aires, 9 / 5 / 1 9 7 2 , E.D., 42-679; en sentido análogo se h a considerado que el
poder disciplinario es u n a "exigencia vital de las personas jurídicas": CNCiv., Sala D,
8 / 6 / 1 9 7 1 , E.D., 4 3 - 4 3 1 ; ídem, Sala A, 3 0 / 1 1 / 1 9 6 0 , L X , 101-945.
1
' CApel. Rosario, Sala II Civ. y Com., 2 4 / 7 / 1 9 5 8 , L.L., 93-224.
12
SCBuenos Aires, 2 1 / 9 / 1 9 7 1 , E.D., 39.366; CCiv. 2\ Cap., 2 4 / 4 / 1 9 3 9 , L.L., 14-604.
13
CNCiv., S a l a D , 1 5 / 1 0 / 1 9 6 8 , E.D., 25-506.
304 JULIO CESAR RIVERA
18
CNCiv., Sala A. 1 9 / 8 / 1 9 6 0 , L.L., 100-535; ídem, Sala B, 1 2 / 1 2 / 1 9 5 1 . L.L., 65-366-; -
ídem, SalaD, 1 5 / 1 0 / 1 9 6 8 , L X , 133-110; ídem, S a l a F , 1 4 / 1 0 / 1 9 6 7 , L X , 131-1166.1807 S;
idem, 2 9 / 1 1 / 1 9 7 4 , E.D., 54-181.
19
CNCiv., S a l a C , 6 / 5 / 1 9 8 2 , E.D., 100-327; ídem, ídem, 2 9 / 1 0 / 1 9 7 6 , E.D., 72-289; ídem,
S a l a D , 2 4 / 1 2 / 1 9 6 4 , LX., 117-434; ídem, ídem, 2 / 9 / 1 9 7 4 , L.L., 1976-A-438; ídem. Sala F,
1 / 9 / 1 9 8 2 , E.D., 102-606.
20
CNCiv., Sala A, 1 7 / 1 0 / 1 9 8 4 , L.L., 1985-A-272; ídem, Sala B, 1 4 / 6 / 1 9 7 7 , L.L., 1977-
C-256; ídem. Sala G, 7 / 1 2 / 1 9 8 4 , L X , 1985-A-552; C P . C C S a n Isidro, Sala I, 29/4/1986,
L X , 1986-D-259; CNCiv., SalaB, 2 6 / 1 0 / 1 9 8 8 , E.D..E.D., 1 9 / 2 / 1 9 9 0 , Fallo 42.115,con nota
de Bidart Campos, Germán J., "El control judicial de constitucionalidad en materia de poder
disciplinario de las asociaciones".
21
CNCiv., Sala A, 1 7 / 1 0 / 1 9 8 4 , LX., 1985-A-272; Ídem, SalaE, 9 / 9 / 1 9 8 0 , LX., 1981-A-54.
22
CNCiv., S a l a C , 6 / 5 / 1 9 8 2 , E.D., 100-327.
ASOCIACIONES Y FUNDACIONES 307
Bibliografía especial: DEL CARRIL, Enrique V., "Simples asociaciones", E.D., 58-723;
FARIÑA, J u a n M., "Asociaciones civiles sin personeríajurídica", E.D., 120-939; PÉREZ RÍOS, J o s é
Luis, "La personalidad de las asociaciones constituidas por acto fehaciente", E.D., 97-993;
SCHWARZBERG, Carlos, "Reflexiones sobre las simples asociaciones", L.L., 1976-D-830; AGLIANO,
H., "Las personas jurídicas en la ley 17.711", L.L., 136-1319; LEZANA, Julio I., "Las simples
asociaciones d e s p u é s de la reforma del art. 46 del Código Civil", L.L., 131-1290.
308 J U L I O CÉSAR RIVERA
b) Interpretación doctrinaria
La opinión clásica d o m i n a n t e (Arauz Castex, Borda, B u s s o , Páez,
Salvat) negó la subjetividad d e estas asociaciones, de modo que se sos-
tenía que sólo se t r a t a b a de u n "condominio" formado por los asociados
sobre los bienes a p o r t a d o s p o r cada u n o de ellos; no se les reconocía ni
capacidad ni responsabilidad propia; los actos de la asociación eran los
de s u s asociados, siendo é s t o s responsables por la acción de la entidad
y teniendo que formar litisconsorcio pasivo c a d a vez que la asociación
era d e m a n d a d a , ya que é s t a n o podía e s t a r en juicio r e p r e s e n t a d a por
s u s órganos.
c) Crítica
Esta posición generó severas críticas y m á s de u n a solución injusta
en su aplicación. En primer término, no era aceptable h a b l a r de "condo-
minio", ya que de a c u e r d o c o n nuestro régimen legal (arts. 2 6 9 2 y 2693)
es facultad de los c o m u n e r o s pedir la división de la cosa en cualquier mo-
mento, derecho al q u e sólo se puede r e n u n c i a r por u n período de tiempo
reducido; tampoco existía a q u í un s u p u e s t o de indivisión forzosa (arts.
2710; 50 a 56, ley 14.394). E n segundo lugar, r e s u l t a b a injusto para los
terceros que debían r e c l a m a r sus derechos contra la asociación, tener
que traer ajuicio a todos los asociados y t r a t a r de h a c e r efectiva la sen-
tencia contra todos ellos.
d) Evolución
La j u r i s p r u d e n c i a fue entonces evolucionando h a c i a u n a posición
tendiente a reconocer a las simples asociaciones el carácter de sujetos de
derecho, siempre y c u a n d o contaran con representación suficiente y tu-
vieran patrimonio propio, admitiendo así, la facultad de s u s órganos
p a r a estar enjuicio. Se discrepaba, en cambio, con relación al régimen
legal; a l g u n o s fallos a p l i c a r o n las reglas de la sociedad civil, m i e n t r a s
q u e otros optaron por las disposiciones de las asociaciones reconocidas.
Todo este p a n o r a m a mostraba a las claras la necesidad de u n a re-
forma legislativa que fijara los alcances y perfiles de e s t a figura, modifi-
cación que se alcanzaría a través de la ley 17.711.
c) Régimen legal
Se aplican a e s t a s entidades, supletoriamente, las n o r m a s de la so-
ciedad civil (arts. 1648 a 1788).
a) Personalidad
Del texto legal parecería r e s u l t a r que a este tipo de asociaciones no
se les reconoce el carácter de "sujetos de derecho", dado que la expresión
"siempre que" u s a d a en la n o r m a , lleva lógicamente a esa conclusión. In-
cluso así se h a entendido en alguno de los escasos p r o n u n c i a m i e n t o s j u -
diciales h a b i d o s sobre esta m a t e r i a 2 6 .
27
V. fallo citado en la nota precedente.
28
Bibliografía especial: STRATTA, Alicia J., "Las asociaciones bajo forma de sociedad", L.L.,
1980-D-1037; COLUMBRES, Gervasio, Curso de derecho societario - Parte General, Buenos Aires,
1972; ARECHA, Martín - GARCÍA CUERVA, Héctor M , Sociedades comerciales - Análisis y
comentario de la ley 19.550, Buenos Aires, 1976; HALPERIN, Isaac, "El concepto de sociedad e n
el proyecto de Ley de Sociedades Comerciales", RDCO, 1969-515.
314 JULIO CESAR RIVERA
V. LAS FUNDACIONES 30
29
Bibliografía especial: BLAQUIER, Rodolfo, "Extensión del instituto de la transformación de
las sociedades comerciales en particular a las personas juridicas de carácter privado en
general", E.D., 141-957.
30
Bibliografía especial: CARRANZA, Jorge A., Lasfundaciones enelderecho privado, Buenos
Aires, 1977; ALPA, Guido y otros, Le Jondazioni - Tradizione e modemita - Quademi di diritto
compárate (de este volumen aparecen citados en el texto: ALPA, Guido, "II regime delle
fondazioni in Italia e in Francia"; IMBERT, J e a n , "Apercu historique s u r les fondations en droit
francais"; BRJERLEY, J . E. C , "Le régime juridique des fondations au Québec"), Padova, 1988;
316 JULIO CESAR RIVERA
a) Derecho Romano
De todos modos es conveniente recordar que las obras pías y de ca-
ridad asumen gran importancia en el derecho bizantino, al amparo del
cristianismo y alentadas por los mismos emperadores, en particular
Justiniano (Badenes Gasset). Así aparecieron los nosokomeia (hospita-
les), orphanotropheia (orfanatos), gerentokomeia (asilos de ancianos),
ptochia (establecimiento de caridad), los xerones (albergues) y, por su-
puesto, las iglesias o los monasterios.
Sobre la naturaleza de estas instituciones no existe acuerdo, pues
para algunos autores la propiedad de los bienes era atribuida a sus ad-
ministradores, mientras que otros afirman que la personalidad de estos
consorliwn era claramente definida por algunos textos justinianeos, que
asignaban la titularidad del patrimonio a la casa o iglesia.
D E LORENZO GARCíAy otros, Presente yfuturo de lasjiíndaciones, Madrid, 1990; BADENES GASSET,
Ramón, Las fundaciones de derecho privado, Barcelona, 1986; MALUQUER DE MOTES, La
fundación como persona jurídica en la codijicación civil: de vinculación a persona, Barcelona,
1988; COCCA, Aldo Armando, Las fundaciones, Buenos Aires. 1981; "Jurisprudencia relativa
a fundaciones", E.D., 94-801; "Las fundaciones del Estado", E.D., 95-813; MALUQUER DE MOTES
BERNET, Carlos J., "Notas en torno a las fundaciones y los establecimientos en el Código Civil",
RDP, 1979-458; CARRANDRO HERRERO, María Teresa, "El problema del ejercicio de actividades
económicas por las fundaciones", RDP, 1991-94; BARBA, A., "La normativitá della fondazione",
RDC, 1995-417; RIMINI, C , "11 problema del falliento della fondazione; la vicenda dell'Instituto
SieroterapicoMilanese", Cel. 1995-581: GENTILI, Aurelio, "Fondazionibancarieeprogettazione
legislativa. Profili civilistici", RDC, 1998-11; "La riforma delle fondazioni di origine bancaria",
RDC, 1999-399; GARCÍA GARNICA, María del Carmen, "La actividad de empresa y las fundaciones
a l a l u z de la ley 3 0 / 1 9 9 4 " , RDP, 1999-524; MONTELLANO, Iván José, "Las fundaciones y el lucro",
E.D., 157-917: D E LORENZO GARCÍA, Rafael, "El nuevo derecho de fundaciones"; D E LORENZO
GARCÍA, Rafael - CAHADE LUME, MiguelÁngel, "Presente y futuro de las fundaciones"; COCCA, Aldo
A., "Las fundaciones: del derecho de la Antigüedad al actual derecho internacional. Historia y
legislación en la República Argentina"; GUGGÍ, Bruno B., "La fondation de famille d a n s le droit
liechtensteinois", Vaduz, 1989; MICHOUD, Léon, "LaThéorie de la Personnalité Morale et son
application au droit francais", 3- ed., actualizada por Louis Trotabas, Paris, 1932.
ASOCIACIONES Y FUNDACIONES 317
b) Derecho canónico
Como h e m o s señalado a n t e s (v. supra, n- 851), en el derecho germá-
nico antiguo no se conoció la idea de la personalidad jurídica; los bienes
donados o legados p a r a obras pías e r a n de propiedad del s a n t o bajo cuya
advocación se ponía la iglesia o c a s a de caridad.
Es en el derecho canónico donde se desarrolla la idea de que la c a s a
o establecimiento es u n a institución, perfectamente diferenciada del
santo.
Por lo d e m á s , en el derecho canónico se definen dos aspectos claves
de la idea de fundación: el respeto a la voluntad del fundador como a la
ley misma, y s u carácter perpetuo (Imbert).
c) Derecho español
En E s p a ñ a las fundaciones adpiae causae se llegan a confundir con
las vinculaciones, mayorazgos y fideicomisos; en definitiva eran todos
i n s t r u m e n t o s jurídicos q u e p a r a l i z a b a n la propiedad de los i n m u e b l e s
(manos m u e r t a s ) , al afectarlos de u n a m a n e r a p e r p e t u a a u n a finalidad
definida por la voluntad de quien los instituía.
Por ello, luego de h a b e r gozado de gran popularidad en los siglos XVI
y XVII, se produce u n a seria reacción, dictándose u n a profusa legislación
—desde fines del siglo XVIII según B a d e n e s Gasset— tendiente a liberar
a la propiedad raíz de las vinculaciones a q u e e s t a b a sometida.
Sin embargo, no tardó en reconocerse el derecho a la creación de las
fundaciones benéficas y de instrucción (también llamadas docentes).
Debe a p u n t a r s e que a d e m á s d u r a n t e el siglo XVIII aparecieron medi-
das contrarias a las manos muertas, en Francia y en Inglaterra. Era natu-
ralmente el viento de las nuevas ideas filosóficas y económicas que arrasa-
ba con las instituciones que inmovilizaban la propiedad.
d) La codificación
La actitud de los códigos a n t e el fenómeno de las fundaciones fue
m u y diversa. El Código Napoleón no las contempló, y probablemente ello
haya sido el efecto de las ideas de Turgot q u e pretendía eliminar todo tipo
de fundación, incluso las d e s t i n a d a s a obras de beneficencia, lo que así
se había resuelto por u n a ley del 4 de agosto de 1789. A partir del silencio
del Código Napoleón y h a s t a 1987, en que se s a n c i o n a u n a ley especial,
las fundaciones h a n estado regidas en Francia por decisiones judiciales
y administrativas.
En cambio, el Código español reguló aspectos importantes, como la
personalidad jurídica, capacidad civil, domicilio, nacionalidad y extin-
ción de las fundaciones, así como s u capacidad p a r a aceptar herencias.
Pero es recién con el Código Civil alemán que aparece u n a regulación
orgánica de las fundaciones, a u n cuando los autores siguen discrepando a
la luz de s u s disposiciones acerca de su naturaleza jurídica.
318 JULIO CESAR RIVERA
b) Anteproyecto Bibiloni
El Anteproyecto Bibiloni incluía u n capítulo destinado a las funda-
ciones dentro del título "De las p e r s o n a s jurídicas". Asimilaba las dispo-
siciones que sobre la materia contenía el Código Civil alemán, conside-
r a n d o a las fundaciones como u n "patrimonio" d e s t i n a d o a servir a la
realización de la voluntad del fundador.
c) Proyecto de 1936
El Proyecto de Reforma de 1936 se limitó a seguir al Anteproyecto Bi-
biloni con absoluta identidad en las disposiciones referidas a nuestro tema.
e) Anteproyecto de 1954
El Anteproyecto de 1954 e n u m e r ó dentro de las p e r s o n a s j u r í d i c a s
a "las fundaciones religiosas o p i a d o s a s , científicas o literarias u otras
que promovieran el bien común". El Anteproyecto tuvo el mérito de intro-
ducir dentro de su normativa u n a a c a b a d a regulación de estos institutos
p r e o c u p á n d o s e sobre todo por prever amplias facultades de fiscalización
y contralor por parte del Estado.
320 JULIO CESAR RIVERA
J] Ley 17.711
La reforma operada al Código Civil por la ley 17.711 no dedica de-
masiada atención a las fundaciones, que sólo son enumeradas dentro de
las personas jurídicas de carácter privado, estableciendo características
comunes con las asociaciones (art. 33). Por lo demás, el nuevo texto del
Código no establece ningún régimen especial para estas entidades, y sal-
vo la previsión del tercer apartado del artículo 45, su regulación legal apa-
rece confundida con las de las asociaciones.
g) Resoluciones administrativas
Dentro de esta ligera recorrida histórica por los antecedentes nor-
mativos que culminaron con la sanción de la ley 19.836, no podemos de-
jar de mencionar la importante tarea legislativa que cumplió la Inspec-
ción General de Justicia, que se traduce, entre otros, en el reglamento
aprobado por resolución 116 del Ministerio de Justicia de la Nación del
28 de septiembre de 1967. El artículo 1.1. caracterizaba a la fundación
como "la institución creada mediante el aporte de un patrimonio por un
tercero llamado fundador, organizada para la realización de un determi-
nado fin de bien común, sin propósito de lucro". Este cuerpo legal esta-
blecía importantes disposiciones en materia de forma del acto constitu-
tivo, de integración del patrimonio y del gobierno interno de la fundación,
reglamentando el funcionamiento del Consejo de Administración y del
órgano ejecutivo.
972. CARACTERES
a) La fundación sólo se concibe como una persona jurídica
De a c u e r d o con lo prescripto por el artículo 3 3 y el artículo 1Q de la
ley 19.836, no existe posibilidad en n u e s t r o o r d e n a m i e n t o jurídico de
que existan fundaciones q u e no a p a r e z c a n como u n sujeto de derecho
independiente de la p e r s o n a del fundador, con capacidad suficiente p a r a
adquirir derechos y contraer obligaciones.
Nuestros tribunales han dicho que "el fundador es —rigurosamente— un extraño con
respecto a la institución que ha fundado, y no tiene injerencia alguna en la gestión y manejo
de los bienes de la entidad": CNCiv., Sala A, 4/9/1990, E.D., 6/2/1991, Fallo 43.061.
322 JULIO CÉSAR RIVERA
Bibliografía especial: DEL CARRIL, Enrique V., "Simples asociaciones", E.D., 58-723.
ASOCIACIONES Y FUNDACIONES 323
c) Momento de la dotación
El artículo 1806 establece que: "Nopuede hacerse donación aperso-
na que no exisla civil o naturalmente [...]", pero admite u n a lógica e impor-
t a n t e excepción: "[...] Puede, sin embargo, hacerse a corporaciones que no
tengan el carácter de personas jurídicas, cuando se hiciere con el fin de
fundarlas y requerir después la competente autorización".
E s t a ú l t i m a disposición tiene especial relevancia p a r a n u e s t r o
tema. En efecto, el acto de dotación de bienes que implica el nacimiento
de u n a fundación, se realiza n o r m a l m e n t e a n t e s que ella sea autorizada
a funcionar por el organismo de contralor, y si bien h a s t a ese momento
no tiene existencia legal como p e r s o n a jurídica, la ley permite la "dona-
ción a p e r s o n a futura" c u a n d o se h a g a con el fin de crearla y requerir lue-
go la autorización correspondiente.
d) Revocabilidad
El artículo 5 S , ley 19.836, establece que las p r o m e s a s de donación
h e c h a s por los fundadores p o d r á n ser revocadas por ellos h a s t a la fecha
de la resolución que otorga la personería jurídica a la fundación, mien-
t r a s que s u s h e r e d e r o s p o d r á n revocarlas h a s t a el m o m e n t o en que se
p r e s e n t a el e s t a t u t o y se peticiona la autorización p a r a funcionar ante el
organismo de contralor.
ASOCIACIONES Y FUNDACIONES 325
974. ESTATUTO
El estatuto deberá contener obligatoriamente los siguientes recaudos.
d) Patrimonio inicial34
Toda fundación debe tener "patrimonio propio" y "no depender ex-
clusivamente de asignaciones del Estado" (art. 3 3 , Cód. Civ.). Pero p a r a
ser autorizada a funcionar, la fundación debe acreditar tener u n "patri-
monio inicial", que estará formado por los aportes efectuados en el acto
de constitución o por las p r o m e s a s de donación formuladas tanto por el
fundador como por terceros.
La ley requiere que el capital se exprese en m o n e d a nacional, y que
se determine la forma de su integración. La n o r m a no requiere u n míni-
mo de capital inicial, estableciendo solamente que "es requisito p a r a la
autorización que el patrimonio inicial posibilite razonablemente el cumpli-
miento de los fines propuestos" (art. 2 S , ley 19.836).
Al margen del capital efectivamente integrado, es c o m ú n que la a u -
toridad de contralor autorice el funcionamiento de la fundación, c u a n d o
é s t a acredite u n a "capacidad potencial" p a r a cubrir s u s fines, lo que se
evaluará en función de los a n t e c e d e n t e s de los fundadores y del personal
c o n t r a t a d o por la entidad, como así t a m b i é n teniendo en c u e n t a las ca-
racterísticas del programa a desarrollar.
e) Plazo de duración
B a d e n e s Gasset señala a la estabilidad del ente como u n a caracte-
rística de la fundación; de allí que en principio d e b a ser concebida como
u n a institución perpetua.
Se ha resuelto que la fundación debe tener una denominación, que su elección es libre
y sólo limitada por el deber de no ser confundible con otras personas jurídicas públicas o pri-
vadas: CNCiv., Sala H, 13/2/1997, E.D., 172-387.
34
Bibliografía especial: CAHIÁN, Adolfo, "El patrimonio de las fundaciones", E.D., 169-1315.
328 JULIO CÉSAR RIVERA
a) El Consejo de Administración
Es el órgano máximo de la fundación y, en principio, concentra to-
das las funciones que, para el gobierno de la entidad, le otorga el estatu-
to. Los fundadores, al redactar el estatuto, pueden reservarse la facultad
de ocupar cargos en el Consejo, como así también la de reemplazar a los
consejeros cuando caduquen sus mandatos o en caso de vacancia (art.
14, ley 19.836).
En el acto constitutivo se puede designar el primer Consejo de Ad-
ministración, el cual puede estar integrado por los fundadores o por ter-
ceros, la designación puede ser delegada también a instituciones públi-
cas o privadas sin fines de lucro (art. 12, ley 19.836).
El Consejo admite la existencia de miembros permanentes o tempo-
rarios; es posible que el estatuto prevea que determinadas decisiones re-
quieran siempre la aprobación de los primeros, como así también que
sean los miembros permanentes quienes desigrien a los temporarios
(art. 13, ley 19.836).
330 JULIO CESAR RATERA
I. CONCEPTOS GENERALES
b) La informática
Uno de los temas que constituye objeto de los estudiosos de la res-
ponsabilidad civil es el de la responsabilidad que puede generar el uso de
la informática.
Para fundar una responsabilidad objetiva, sostenida en el artículo
1113, algunos autores sostienen que la informática es asimilable a una
energía, a la que son aplicables las reglas sobre cosas en los términos del
artículo 2311 2.
Bibliografía especial: BORDA, Guillermo A., "La reforma al Código Civil. Bienesy cosas", E.D.,
31-1019; MARTÍNEZ, Víctor H., "Las cosas de la naturaleza en el pensamiento de Dalmacio Vélez
Sarsfleld", Derecho Civil y Comercial Cuestiones actuales, Córdoba, 1990; CASTIGLIONE, Antonio
V., "La señal de televisión es jurídicamente u n a cosa", E.D., 163-1221.
- Ver STIGLITZ, Roxana M., "Impacto de la informática en la sociedad", L.L., 1987-E-859;
STIGLITZ, Gabriel A. - STIGLITZ, Roxana M., "Responsabilidad civil por d a ñ o s derivados de la in-
formática", L.L., 1987-E-995.
EL OBJETO DE LA RELACIÓN JURÍDICA 337
3
PÉRINET-MARQUET, Hugues, "Une maison mobile simplement posee, s a n s travaux ni
fondations, n'est pas u n ouvrage inmobilier", JPC, 1993-11-22013.
338 JULIO CESAR RIVERA
4
Bibliografía especial: BERTREL, J e a n Fierre, "U accesión arüficielleinmobiliére",RTDC, 1994-
737.
5
C N C o m . , S a l a C , 1 6 / 4 / 1 9 9 1 , BJCC, junio 1991 - s u m . 181.
EL OBJETO DE LA RELACIÓN JURÍDICA 339
c) Semovientes y locomóviles
Entre las cosas m u e b l e s , se e n c u e n t r a n los animales, que se m u e -
ven por sí m i s m o s y por eso son d e n o m i n a d o s semovientes; y los locomó-
viles, expresión con la que se identifica a los vehículos a motor.
Originariamente el régimen jurídico de éstos h a sido idéntico al del res-
to de las cosas muebles, pero su particular importancia económica en la era
actual y la necesidad de otorgar seguridad a las transacciones que los tie-
nen por objeto, h a n inducido importantes reformas particularmente en
cuanto al modo de t r a n s m i s i ó n del dominio. Este t e m a es examinado in-
fra, n ú m e r o 9 8 5 .
6
d) Registrables y no registrables
Todos los i n m u e b l e s son c o s a s registrables, p u e s t o que necesaria-
m e n t e d e b e n matricularse, esto es, incorporarse al llamado Registro de
6
Bibliografía especial: GARRIDO, Roque F., "Régimen jurídico de los automotores y s u s
consecuencias", Estudios de Derecho Civil Derechos reales, Derecho de Familia, Contratos,
Obligaciones, Parte General Teoría General del Derecho, Derecho Registral Derecho
Cooperativo, Buenos Aires, 1980, pág. 79; MOISSCT DE ESPANÉS, Luis, "Cosas m u e b l e s
EL OBJETO DE LA RELACIÓN JURÍDICA 341
Luis, Dominio de automotores y publicidad registral Buenos Aires, 1981; LEZANA, Julio I., "El
régimen registral en la propiedad de los autores y su aplicación", L.L., 153-610; DÍAZ MASEDA,
Orquídea A., Propiedad del ganado, Buenos Aires, 1978; MARIANI DE VIDAL, Marina, "La p r u e b a
del dominio del ganado", L.L., 152-431; CORTÉS FUNES, Martin G., "Identificación y propiedad
del ganado", E.D., 83-799.
EL OBJETO DE LA RELACIÓN JURÍDICA 343
c) Tentativas de conciliación
La doctrina y los jueces se encontraban ante una situación anóma-
la. Los particulares confiaban en los sistemas regístrales, pero éstos resul-
taban francamente inconstitucionales, por cuanto importaban una mo-
dificación de la legislación nacional hecha por autoridades que no tenían
tal atribución. Tanto es así que Bielsa calificó a los registros inmobilia-
rios como una "anomalía feliz".
En materia inmobiliaria en particular, la Corte Suprema de la Nación
se pronunció dos veces por la inconstitucionalidad de los registros.
Lo mismo sucedió respecto de los automotores, tema en el cual los tri-
bunales resolvieron en numerosas oportunidades que eran cosas someti-
das exclusivamente al régimen de la tradición del artículo 577.
En cuanto al ganado, se intentó una conciliación para evitar la apli-
cación del régimen del artículo 2412. Se dijo por la doctrina que la buena
fe de la posesión sólo podía acreditarse si se hubiera cumplido con los re-
gímenes locales que reglamentan el sistema de marcas y señales.
9
987. FUNGIBLES Y NO FUNGIBLES
El artículo 2 3 2 4 define como: "cosas/tingibles aquellas en que todo
individuo de la especie equivale a otro individuo de la misma especie, u
que pueden sustituirse las unas por las otras de la misma calidad y en
igual cantidad".
Por oposición son no fungibles aquellas cosas en las que u n indivi-
d u o de la especie no equivale a otro, y por ende, no p u e d e n sustituirse
u n o s por otros.
una de las cuales forma un todo homogéneo y análogo tanto a las otras
partes como a la cosa misma".
En principio son divisibles todos los inmuebles; y la cosa divisible,
por excelencia, es el dinero. T a m b i é n lo son los granos, los vinos o licores,
etcétera.
Son indivisibles aquellas c o s a s que partidas perderían su esencia y
por s u p u e s t o su valor: u n a joya, u n libro, u n televisor.
o) Limitaciones a la divisibilidad
La ley 17.711 agregó u n párrafo al artículo 2326, conforme al cual, "No
podrán dividirse las cosas cuando ello convierta en antieconómico su uso y
aprovechamiento. Las autoridades locales podrán reglamentar, en materia
de inmuebles, la superficie mínima de la unidad económica".
Éste es u n dispositivo que amplía el concepto de indivisibilidad, pues
lo extiende a cosas que por sí podrían considerarse divisibles, como los in-
muebles, atendiendo a la posibilidad de explotación económica.
Sin d u d a el precepto es u n reflejo de la influencia de las nociones
económicas sobre las jurídicas, a las que volveremos a aludir c u a n d o tra-
temos de la noción del patrimonio.
c) Importancia
Sólo las cosas divisibles pueden ser materia de partición en especie
cuando se disuelve u n condominio o se efectúa u n a partición hereditaria.
b) Importancia
La idea q u e preside la distinción es que las c o s a s accesorias siguen
la s u e r t e de la principal.
De modo que quien es propietario de la cosa principal lo es de la ac-
cesoria, s e g ú n lo dice e x p r e s a m e n t e el artículo 2 5 2 0 .
Del mismo modo, la hipoteca comprende los accesorios del i n m u e -
ble, como los edificios, los árboles, los frutos y p r o d u c t o s m i e n t r a s no h a -
y a n sido percibidos.
9 9 1 . FRUTOS Y PRODUCTOS
a) Concepto
Nuestro codificador considera frutos a las cosas que otra cosa pro-
duce regular y periódicamente, sin alteración ni disminución de s u s u s -
tancia.
Productos son los objetos que se s e p a r a n o s a c a n de la cosa y u n a
vez s e p a r a d o s o s a c a d o s no vuelven a ser producidos; de modo que al ha-
cerlo, se altera o disminuye la s u s t a n c i a de la cosa (v. nota al art. 2329).
F r u t o s son entonces los cereales que produce el suelo; y productos,
las piedras de u n a c a n t e r a o el oro de u n a mina.
c) Régimen
"Los frutos naturales y las producciones orgánicas de una cosa for-
man un todo con ella" (art. 2329).
Respecto de su propiedad, siguen la s u e r t e de la cosa principal, es
decir, la que los genera.
Pero e s a propiedad se a d q u i e r e definitivamente por la percepción
(art. 2524, inc. 5 a ), lo que acaece respecto de los frutos n a t u r a l e s c u a n d o
se alzan y separan; y respecto de los civiles, c u a n d o se cobran y reciben
(art. 2425).
De allí q u e c u a n d o se está en presencia de u n a obligación de dar co-
s a s ciertas, todos los frutos percibidos a n t e s de la tradición, n a t u r a l e s o
civiles, pertenecen al deudor, pero los pendientes pertenecen al acreedor
(art. 583).
EL OBJETO DE LA RELACIÓN JURÍDICA 349
Así, la ley 14.394 dispone que toda persona podrá imponer a sus he-
rederos, aun forzosos, la indivisión de los bienes hereditarios por un tér-
mino no mayor de diez años, plazo que podrá extenderse hasta que todos
los herederos sean mayores de edad si se tratase de un bien determinado
o de un establecimiento comercial, industrial, agrícola, ganadero o cual-
quier otro que constituya una unidad económica (art. 51).
También autoriza al cónyuge supérstite a oponerse a la división de
los establecimientos industriales, agrícolas, ganaderos, comerciales,
que constituyan una unidad económica, siempre que haya contribuido
a formarlo y por el plazo máximo de diez años. La misma regla se aplica
a la casa habitación construida o adquirida con fondos de la sociedad
conyugal formada por el causante, si fuese la residencia habitual de los
esposos (art. 53).
Estas reglas de indivisión suponen que la cosa en sí está relativa-
mente fuera del comercio, pues ella no puede ser enajenada sino hasta
el cumplimiento del término por el cual el testador o donante lo han dis-
puesto; o sin el consentimiento de todos los legitimados para oponerse a
la división. Ello no excluye, naturalmente, que los comuneros puedan
enajenar sus cuotas partes; pero el efecto de las reglas o cláusulas de in-
división se opone a los adquirentes de la cuota parte.
g) Derechos inenqjenables
La inenajenabilidad puede referirse también a derechos. Así, el de-
recho del locatario puede resultar no transmisible, pues es legítima la
cláusula por la cual esa calidad no pueda cederse, tanto como la que su-
bordina esa cesión a la conformidad del propietario locador (art. 1583).
Del mismo modo, a veces la ley prohibe la transmisión de ciertos de-
rechos en orden a la protección de las personas. Verbigracia, no pueden ce-
derse el derecho a los alimentos futuros (art. 374), los derechos reales de uso
352 JULIO CESAR RIVERA
h) Importancia de la clasificación
Las cosas calificadas como absoluta o relativamente fuera del co-
mercio no pueden ser objeto de actos jurídicos de enajenación, bajo pena
de nulidad. Salvo, naturalmente, que se cumplan los recaudos previos
de autorización en los casos de las relativamente inenajenables o se pro-
ceda a la previa desafectación de modo de incluirlas en el comercio. Así,
las cosas que pertenecen al dominio público del Estado pueden ser ena-
jenadas si previamente se las desafecta por ley del Parlamento del Esta-
do al cual pertenezcan, y el bien de familia puede ser enajenado si ha sido
desafectado en alguna de las circunstancias previstas por el artículo 49
de la ley 14.394.
Amén de ello, las cosas que no son susceptibles de una adquisición
privada no pueden adquirirse por prescripción (arg. arts. 3951 y 3952),
lo que excluye a las cosas del dominio público y, en general, a las que es-
tán fuera del comercio.
993. INTRODUCCIÓN
No es posible efectuar una descripción de las cosas como objeto de
las relaciones jurídicas, y como paso previo al estudio del patrimonio, sin
ponderar las nociones de dinero y moneda.
Es que no escapa a la experiencia de nadie que el dinero constituye
un bien que, al menos como primera función, se presenta como la uni-
dad de medida de todos los demás bienes.
Por lo demás, el dinero se manifiesta a través de la moneda, que se
presenta en forma de metal acuñado o papel (billetes), la que desde el
punto de vista jurídico es una cosa, que podría ser calificada de fungible,
divisible y consumible.
Amén de ello, el ordenamiento jurídico privado, manifestado princi-
palmente en los códigos Civil y Comercial, hace referencia al dinero, en
1
' Bibliografía especial: NUSSBAUM, Arturo, Derecho monetario nacional e internacional
Buenos Aires, 1954, trad. y notas de Alberto Schoo; BONET CORREA, J o s é , Las deudas de dinero,
Madrid, 1981; FERRERE LAMAISON (h), Daniel, El dinero en la teoría jurídica, Montevideo, 1974;
URIBE RESTREPO, Luis Fernando, Las obligaciones pecuniarias frente a la inflación, Bogotá,
1984; LÓPEZ SANTA MARÍA, Jorge, Le droit des obligations et des contrats et l'inflation monétaire,
París, 1980; TRIGO REPRESAS, Félix, Obligaciones de dinero y la depreciación monetaria, 2- ed.,
La Plata, 1978; Sousí, Gerard, "La speciíitéjuridique de l'obligation de somme d'argent", RWC,
1982-514; QUADRI, E., "Introduzione dell'euro e principi giuridici in materia monetaria", La
nuouagiurisprudenzaciuiíficommentata, 1998-389; RAY, J o s é D . "Condicionamientoeconómico
jurídico de u n orden monetario", Anales de la Academia Nacional de Derecho, 27-323.
EL OBJETO DE LA RELACIÓN JURÍDICA 353
a) Curso legal
Siguiendo a N u s s b a u m y Schoo concebimos a la m o n e d a de c u r s o
legal como aquella que el acreedor no puede r e h u s a r si le es ofrecida por
el d e u d o r en pago de u n a obligación dineraria o que sólo p u e d e expresar-
se en dinero.
En otras palabras, moneda de curso legal es moneda de aceptación
irrecusable.
b) Curso forzoso
C u r s o forzoso significa la calidad de curso legal aplicada al papel
moneda inconvertible.
Contiene p u e s dos elementos: la regla del c u r s o legal, vinculada a la
relación acreedor-deudor, y la regla de la inconvertibilidad, vinculada a
la relación del emisor del billete y su tenedor.
9 9 8 . EVOLUCIÓN DE LA MONEDA
a) Moneda metálica
En los albores de la h u m a n i d a d , el rol de m o n e d a fue j u g a d o por di-
v e r s a s cosas, pero finalmente, en c o m u n i d a d e s m á s a v a n z a d a s , ella es-
tuvo r e p r e s e n t a d a por piezas de metal precioso, cuyo valor e s t a b a deter-
m i n a d o por el peso y la ley del metal. Esto imponía la obligación de p e s a r
en cada caso la pieza de que se trataba; la libra, el marco, el as y el talento,
q u e hoy constituyen denominaciones monetarias eran, originariamente,
m e d i d a s de peso (Nussbaum).
Habría sido de u n rey de Libia la idea de imprimir algunos signos en
p e q u e ñ o s lingotes o trozos de metal p a r a garantizar oficialmente s u peso
y s u ley. Luego se les dio forma de discos regulares y se los a c u ñ ó con fi-
g u r a s en relieve, en a m b a s c a r a s , p a r a impedir que se las limara sin de-
j a r r a s t r o s visibles. Así apareció la m o n e d a metálica (Salas).
b) Moneda de papel
Entre los siglos XV y XVI, los b a n q u e r o s italianos y h o l a n d e s e s emi-
tieron billetes por los depósitos que recibían, los q u e circularon por el va-
lor de la m o n e d a metálica que ellos r e p r e s e n t a b a n . Éste es el origen de
la m o n e d a de papel.
EL OBJETO DE LA RELACIÓN JURÍDICA 355
E s t a m o n e d a de papel e r a e n t o n c e s , u n d o c u m e n t o q u e repre-
s e n t a b a exactamente la c a n t i d a d de oro en él descripta, c a n t i d a d q u e se
e n c o n t r a b a depositada en el b a n c o emisor.
Era así u n verdadero título de crédito que tenía incorporada la prome-
sa de pagar a quien lo presentara la cantidad de metal expresada.
E n u n segundo período, los b a n c o s emisores no c o n s e r v a b a n como
respaldo la totalidad del metal representado en los billetes q u e l a n z a b a n
a la circulación, pero siempre debían m a n t e n e r u n a relación m í n i m a en-
tre m o n e d a de papel circulante y metálico de respaldo (Trigo Represas).
c) Papel moneda
C u a n d o finalmente el E s t a d o decreta la inconvertibilidad de los bi-
lletes por metal, se p a s a al papel moneda, que circula sólo porque el Es-
tado le asigna curso forzoso y poder cancelatorio.
b) La teoría estatista
Desde el p u n t o de vista teórico, este rol del Estado encontró funda-
m e n t o en la teoría estatista del dinero, desarrollada inicialmente por el
j u r i s t a a u s t r í a c o Jorge Federico Knapp, la q u e reduce el dinero a u n fe-
n ó m e n o p u r a m e n t e jurídico.
De acuerdo a esta tesis es el Estado el que crea la m o n e d a y fija ar-
b i t r a r i a m e n t e su valor.
Así es como consigue diferenciarse el dinero de o t r a s c o s a s fungi-
bles, como el trigo o el carbón. La materia de la cual e s t á c o m p u e s t a el
dinero carece de importancia. Sólo la relación de la cosa m o n e d a con u n a
u n i d a d ideal (dólar, libra, franco) le d a significación a e s a cosa que como
pieza de metal o papel no tiene valor en sí. Para ello el E s t a d o declara que
esa pieza de metal o de papel tiene c u r s o legal y es de aceptación obliga-
toria por los acreedores p a r a la cancelación de s u s créditos (curso legal)
(v. al respecto las consideraciones de N u s s b a u m y Hirschberg).
356 JULIO CESAR RIVERA
a) Valor intrínseco
El valor intrínseco corresponde al valor del metal con que la noneda
está a c u ñ a d a . Responde exclusivamente a la m o n e d a metálica,
b) Valor nominal
El valor nominal corresponde al asignado por el E s t a d o al crear la
moneda, y que se vincula con la u n i d a d ideal (dólar, peso, marco). En si-
tuaciones de normalidad económica, se h a reconocido que el deudor está
obligado a p a g a r u n a cantidad de signos monetarios igual a la que cons-
tituye su obligación; de modo que si se comprometió a pagar 10 pesos,
cumple entregando signos monetarios que, conforme a s u valor nominal,
r e p r e s e n t e n 10 pesos.
c) Valor de cambio
El valor de cambio o valor funcional corresponde a los bienes o ser-
vicios que p u e d e n ser obtenidos con la m o n e d a . E s u n a suerte de valor
real, que se mide no en función del p a r á m e t r o ideal fijado por el Estado,
sino por s u c a p a c i d a d de adquirir bienes o servicios. Se lo d e n o m i n a
t a m b i é n valor adquisitivo.
EL OBJETO DE LA RELACIÓN JURÍDICA 357
b) Valorismo
Pero frente a la inflación, la tesis nominalista se reveló insatisfactoria.
Por ello en Alemania, durante la gran inflación del periodo posterior
a la Primera Guerra Mundial, el Supremo Tribunal del Reich abandonó
la tesis nominalista, para adherir al realismo o valorismo monetario.
' - Bibliografía especial: a d e m á s de la citada en nota 7 y sin perjuicio de innumerables
monografías publicadas en las revistas jurídicas nacionales: RIVERA, Julio C , "El derecho de
las obligaciones y la inflación", en RDP, 1984-524, también en Revista Judicial S a n J o s é de
Costa Rica, n 9 28, 1984, pág. 73; HIRSCHBERG, Eliyahu, Elpríncipio nominalista, Buenos Aires,
1976, trad. de Roimiser, Jorge Manuel y Cohén de Roimiser, Mónica G., "Política pública y
nominalismo monetario", RDP, 1981-897; HÍSCHBERG, Eliyahu - PHIL, Ph D. M., "El derecho
monetario y el desafio de la inflación en nuestra era", RDP, 1982-929; MOISSET DE ESPANÉS, Luis -
PIZARRO, Ramón Daniel - VALLESPINOS, Carlos Gustavo, Inflación y actualización monetaria,
Buenos Aires, 1981; CAZEAUX, Pedro N. - TEJERINA, Wenceslao, Reajuste de las obligaciones
S
amerarías, 2 ed., Buenos Aires, 1981; ZANNONI, Eduardo A., Revaluación de obligaciones
dtnerarias, Buenos Aires, 1977; MOSSET ITURRASPE, Jorge, Justicia contractual, Buenos Aires,
1977; HIRCHBERG, Eliyahu, "Política pública y nominalismo monetario", RDP, 1981-897,
"Cláusulas de valor indexadas", RDP, 1980-775, "Nominalismo monetario y los problemas
contemporáneos", RDP, 1983-933, "La lógica interna y externa del nominalismo monetario",
RDP, 1983-836 y "Los cimientos teóricos del principio nominalista", RDP, 1982-447; GARCLA,
Alfredo - LANDETA, Bernardo, "La actualización de los precios de venta de las viviendas de
protección oficial", RDP, 1979-575; HIRCHBERG, E. - PHIL, M., "Cláusulas de valor oro y fuga de
la moneda", RDP, 1982-1115; OSTERUNGPARODI, Felipe, "Contratación contemporánea. Efectos
de la inflación. Nominalismo y valorismo", Tendencias del derecho privado, Lima, 1990;
SAGÚES, Guillermo E., "Breve reseña sobre la influencia de la inflación en la jurisprudencia
nacional (la ley 24.283)", E.D., 157-689; STRATTA, Alicia J., "Incidencia de la inflación en las
relaciones jurídicas entre los particulares, soluciones doctrinarias y jurisprudenciales d a d a s
en la República Argentina a algunos problemas planteados", Homenaje a laprojesora doctora
María Antonia Leonfanti, Rosario, 1981-320; CAZEAUX, Pedro N., "Panorama general del
reajuste por depreciación monetaria en la doctrina y la jurisprudencia", Estudios de Derecho
Civil, Derechos Reales, Derecho de Familia, Contratos, Obligaciones, Parte General, Teoría
General del Derecho, Derecho Registral, Derecho Cooperativo, 1980, pág. 387.
358 JULIO CESAR RIVERA
Alberto B., "El caso Balpala Construcciones: un decisorio importante en materia de deprecia-
ción monetaria", L.L., 13/7/1990.
16
CNCom., en pleno, 13/4/1977, E.D., 72-566; CNCiv., en pleno, 9/9/1977, E.D., 74-463.
17
Entre otros CNCom.. SalaD, 27/10/1982, J.A., 1983-11-529, con voto del autor; v. tam-
bién CNCom., Sala D, 29/12/1982, E.D., 112-626 también con voto del autor. Las I Jornadas
Bonaerenses de Derecho Civil (Mercedes, 1981), recomendaron: "El precio de la compraventa
podrá reajustarse aun sin que medie mora soluendiy sin que sea de aplicación el instituto de
la imprevisión, en virtud de lo normado por los artículos 501, 953 y 1071 del Código Civil".
18
Entre otros v. CNCiv., Sala E, 8/8/1987, J.A., 1978-1-505; ídem, Sala B, 18/8/1986,
L.L., 28/9/1987, Fallo 37.723; en la doctrina: ALTERINI, Atilio A., "El reajuste del precio en la
compraventa inmobiliaria: una adecuada aplicación del impedimento de obrar abusivamen-
te", LL1978-C-42;MORELLO, Augusto M., "Moray buenafe objetiva en el cumplimiento del con-
trato de compraventa", J.A., 1978-1-507; MOSSET ITURRASPE, Jorge, "Justicia, seguridad y mora
del contratante", L.L., 1978-D-491.
19
CSJN, 26/3/1987, E.D., 124-414.
20
Ver reseña de jurisprudencia en J.A., 9/8/1989; v. LEGÓN, Fernando, "Admisibilidad de
cláusulas de reajuste o indexación en la letra de cambio y en el pagaré", E.D., 18/5/1990.
360 JULIO CESAR RIVERA
21
1002. RETORNO AL NOMINALISMO: LA LEY 23.928
a) Principio general
La ley 23.928 —denominada de Convertibilidad del Austral— con
efecto a partir del 1- de abril de 1991, trató de volver al nominalismo,
como un medio de retornar a las fuentes y a la sensatez (así se dice en el
-' Bibliografía especial: ALEGRÍA, Héctor - RIVERA, Julio César, La ley de convertibilidad,
Buenos Aires, 199 1;ALTERINI,AÜ1ÍO A., Desindex-actón. Elretomo ai nominalismo, Buenos Aires,
1991; BUSTAMANTE ALSINA, Jorge H., "Reflexiones en torno de la ley 23.928 llamada de
convertibilidad del austral", E.D., 2 5 / 4 / 1 9 9 1 ; CASTAÑÓN, Alfredo J., "Algunos comentarios
sobre la desindexación de la ley 23.928" en Doctrina societaria y concursa!, mayo 1991;
COMPAGNUCCI DE CASO, Rubén, "A propósito de la ley de convertibilidad del austral", L.L.,
5 / 7 / 1 9 9 1 ; MOISSET DE ESPANÉS, Luis (coordinador), Convertibilidad del austral Buenos Aires,
1991; MOSSET ITURRASPE, Jorge, Lafrustración delcontrato, S a n t a Fe, 1991; PAOLANTONIO, Martín
E., "Inviable retorno al nominalismo", L.L., 2 0 / 5 / 1 9 9 1 ; PEYRANO, Jorge W., "Apuntes
procesales sobre la ley de convertibilidad", J.A., 29.5.91; SALERNO, Marcelo U.,
"Consideraciones sobre la reforma monetaria", L.L., 2 / 7 / 1 9 9 1 ; VITÓLO, Daniel R., "La ley de
convertibilidad del austral y s u impacto en las relaciones juridicas", en Doctrina societaria y
concursal, mayo 1991; CASIELLO, J u a n José, "El fin de la indexación", L.L., 3 0 / 4 / 1 9 9 1 ; JUAN
LIMA, F e m a n d o E., "La oportunidad para la alegación de la ley 24.283 (con especial referencia
a la jurisprudencia de la CSJN), JA., 1 0 / 6 / 1 9 9 8 ; RIVERA, Julio C , "La ley de convertibilidad
del austral. Efectos sobre el régimen jurídico de la moneda", Reu. delForo de Cuyo, 1-7; SERVIO
SULPICIO, "La ley de convertibilidad: ¿revive o no la distinción entre d e u d a s de valor y dinero?",
Reu. del Foro de Cuyo, 1-89; ALTERINI, Atilio A., "El reajuste de las d e u d a s dinerarias mediante
los intereses", Rev. Del Foro de Cuyo, 4-29; RAYO, Carlos A , "Ley de convertibilidad y t a s a s de
interés", E.D., 174-605; BIDART CAMPOS, Germán J., "La inconstitucionalidad de la ley 23.928
en la indemnización expropiatoria", E.D., 162-520; SPISSO, Rodolfo R., "La doctrina de la Corte
Suprema y de la S u p r e m a Corte de Buenos Aires en torno a la ley de consolidación de deudas",
E.D., 161-568.
EL OBJETO DE LA RELACIÓN JURÍDICA 36 1
ajustar los créditos laborales a tenor de la variación del valor del dólar.
Este criterio no se ha generalizado para otras obligaciones.
Mas es preciso puntualizar que, para el caso de obligaciones que
originariamente estuvieron concebidas en dólares y se "pesificaron" por
aplicación de la ley 25.561 y el decreto 214/2002, se aplicaron por los tri-
bunales criterios que importaron un cierto "ajuste" de la obligación pe-
sificada; claro es que ello está expresamente autorizado por el art. 11, ley
25.561. Volvemos sobre este tema con mayor extensión al tratar el pro-
blema de la contratación en moneda extranjera.
22
Bibliografía especial: ALTERINI, Atilio A., "Las deudas de valor no están alcanzadas por la
ley 23.928 de converübilidad del austral", L.L., 30/4/1991.
23
Además de la devaluación que afectó el valor del signo monetario argentino y, por ende,
importó una licuación de las deudas de los obligados en pesos, se produjo la pesiflcación de
las obligaciones en moneda nacional al upo de cambio un peso por un dólar; se suspendieron
EL OBJETO DE LA RELACIÓN JURÍDICA 363
las ejecuciones por largo plazo; se diluyó en gran medida la aplicación de un mecanismo de
ajuste creado por el decreto 214 conocido como CER(coeficiente de estabilización de referencia)
el que incluso, para ciertas obligaciones fue sustituido por un índice medido por la variación
de salarios (CVS); se adoptaron medidas tendientes a la protección de los deudores insolventes
mediante la reforma a la Ley de Quiebras (ley 25.563) que en gran medida debieron ser rápi-
damente abandonadas por la protesta de la doctrina, de los bancos y de los organismos mul-
tilaterales de crédito (esto se hizo por la ley 25.589).
"4 V. GURFINKEL DE WENDY, Lilian, "Indexación y nominalismo; ¿conviven en el régimen
vigente?", J.A., 9/11/2002.
5
GARFINKEL DE WENDY, Lilian, "El peso argentino oro y su valor de cambio a la luz de la
justicia del caso concreto", RDCO 15-71; LÓPEZ OLACIREGUI, José María, "Justicia conmutativa
y derecho monetario", J.A., 1956-1V-389; "Obligaciones en peso oro. Validez y efectos", J.A.,
1951-IV-281; QUESADAZAPIOLA, Héctor, "La cláusula oro en la hipoteca", L.L., 110-738; SCHOO,
Alberto D., La cláusula oro, Buenos Aires, 1937; también sus notas en NUSSBAUM, Derecho
monetario..., ya citado en nota 6.
364 JULIO CESAR RIVERA
Pero la ley 3871 ha sido declarada vigente, lo mismo que la ley 1130,
como se demuestra en los mensajes que acompañan a las leyes 18.188
y 22.707 (esta última es la que creó el peso argentino).
Ahora bien, el criterio de conversión que impuso la ley 3871 tenía como
destinatario al peso papel, y no al argentino oro ni al peso argentino oro. El
valor de estas unidades de cuenta se determina por el valor del metal oro,
como ha sido reiteradamente resuelto por nuestros tribunales 26 .
En síntesis, el peso argentino oro y el peso argentino de plata, son
monedas de cuenta creada por la ley 1130, que sin duda, se encontraba
vigente al momento de la sanción de la ley 23.928, y cuyo valor depende
exclusivamente del oro metal.
El peso papel tiene su origen en la ya citada ley 1734. Desde hace
mucho tiempo, es un papel inconvertible y, por lo demás, ha sufrido la
incidencia de las leyes que regularon la economía y, en particular, por la
creación del Banco Central.
Entre ambas monedas no existe relación de equivalencia alguna.
26
CSJN, 1 0 / 9 / 1 9 7 6 , R D C O 1 5 - 7 1 ; C N C o m . , S a l a B , 5 / 4 / 1 9 6 3 , L . L . , 110-738;SCBuenos
Aires, 2 6 / 9 / 1 9 6 7 , L.L., 129-786.
366 JULIO CESAR RIVERA
b) La ley 23.928
La ley 23.928 no varió la conclusión anteriormente expuesta. Si
bien se establecía una paridad de conversión (art. l s ), y se autorizó a exi-
gir el cumplimiento en especie de las obligaciones pactadas en moneda
extranjera (art. 619: v. infra, n° 1005), lo cierto es que la moneda extran-
jera no tuvo curso legal en la República Argentina, aunque fue de libre
circulación. Ello es así pues la moneda extranjera no era de aceptación
irrecusable, y las obligaciones concebidas en pesos (entre particulares o
con el Estado como impuestos, tasas, etc.), sólo podían (y pueden) satis-
facerse en pesos, no existiendo obligación de recibir otra divisa.
En esto coincide virtualmente toda la doctrina que ha comentado la
ley 23.928.
La ley 25.561 no ha variado estos criterios; si bien mantiene el ar-
tículo 619 del Código Civil tal cual fue redactado por la ley 23.928, aban-
dona la pauta de conversión (art. I a de la ley 23.928, derogado por el ar-
tículo 3 de la ley 25.561) y resulta muy claro que el único signo monetario
de aceptación irrecusable en la Argentina es el peso, salvo que después
del 6 de enero de 2002 se haya pactado una obligación de entregar mo-
neda extranjera (véase el n 9 1005).
b) Excepciones
Algunas leyes especiales prohiben utilizar la moneda extranjera; ver-
bigracia, la Ley de Locaciones Urbanas, 23.091, artículo l 9 , segundo párra-
fo, dispone que si se hubiese pactado el precio de la locación en moneda ex-
tranjera, será considerado nulo el pacto sobre el mismo, y el juez
determinará el importe del alquiler.
E n a l g u n a época, rigió la ley 2 1 . 0 3 7 , q u e prohibió c o n t r a t a r m u t u o s
en m o n e d a extranjera; esta ley se e n c u e n t r a derogada.
30
Ver las citas de ORELLE, J o s é M., "Junio 1989: contratación en dólares", E.D., 132-920.
31
TRIGO REPRESAS, Félix, "Obligaciones en dólares", Anales de la Academia Nacional de
Derecho. 27-255: GASLINI, Michele, "Sugli effetti civili dei contratti stipulati neU'inosservanza delle
leggi voluntarle restrittive", RDC, 1993-159; YOUNG, Federico A. - ARBITA, Cristian S., "El
cumplimiento de las obligaciones en m o n e d a extranjera", Revista de la Asociación de
Magistrados y Funcionarios de la Justicia Nacional 1988-15.
32
Bibliografía especial: es imposible citar todos los trabajos publicados sobre la
pesificación: v. RIVERA, Julio César, "Introducción histórico comparativa al estudio de la crisis",
L.L., 12 y 13 de febrero de 2003; CONESA, Eduardo, "El caos monetario argentino y su resolución
[ad imposibilia nenio tenetuff, L.L., 1 / 7 / 2 0 0 2 ; LIENDO, Horacio "Los pesificadores reniegan de
su tempestad", L.L., 30 y 31 de octubre de 2002; RIVERA (h), Julio César, "¿Cómo debe ejercerse
el control de razonabilidad de leyes que incursionan en materia socio-económica", L.L., 19 y
20 de junio de 2002; del mismo autor, "Constitucionalidad de la pesificación de las obligaciones
expresadas en m o n e d a extranjera no vinculadas al sistema financiero", LexisNexis
Jurisprudencia Argentina, Suplemento "Pesificación", 8 de octubre de 2003; CARRANZA TORRES,
Luis R., "Caracterización constitucional de la emergencia económica", E.D., 2 2 / 1 0 / 2 0 0 2 ;
370 JULIO CÉSAR RIVERA
establecidas por la ley 23.928, por lo tanto los artículos 617 y 619, así
como el art. 623, referido al anatocismo, conservan la redacción que les
dio la Ley de Convertibilidad 23.928.
No obstante, ello no significa que la ley 25.561 no haya tenido nin-
guna influencia sobre el régimen de las obligaciones concebidas en mo-
neda extranjera. Todo lo contrarío: el art. 11, ley 25.561, dispuso que las
prestaciones dinerarias exigibles desde la fecha de promulgación de la
ley, originadas en contratos celebrados entre particulares, sometidos a
normas de derecho privado, pactados en dólares o en otra moneda ex-
tranjera se cancelarían en pesos al tipo de cambio 1 peso igual a un dó-
lar. El mismo artículo 11 impulsaba la renegociación de los contratos y
autorizó al Poder Ejecutivo a dictar disposiciones aclaratorias y regla-
mentarias sobre situaciones específicas, sustentadas en la doctrina de la
imprevisión (art. 1198, Cód. Civ.). De este modo, la "pesificación" de las
obligaciones fue complementada por distintas normas, entre las cuales
merece destacare el decreto 214.
En definitiva, la pesificación importó:
(i) Autorizar el cumplimiento por equivalente
La pesificación significa que el deudor que se había obligado a pagar
en moneda extranjera se libera pagando en pesos; es decir, que pese a lo
dispuesto por el artículo 617 del Código Civil vigente al tiempo en que las
obligaciones se asumieron, se vuelve al cumplimiento por equivalente.
En otras palabras, el deudor se libera entregando una suma de moneda
nacional de curso legal, como lo entendían la doctrina y la jurispruden-
cia anteriormente.
(ii) Un Upo de cambio preestablecido
El cumplimiento por equivalente supone que el deudor se libera en-
tregando la cantidad de dinero nacional que corresponde según el tipo de
cambio vigente a la fecha del pago (o a la fecha del vencimiento si éste hu-
biese sido anterior y el acreedor optase por él).
La jurisprudencia y la doctrina anteriores a la convertibilidad ha-
bían entendido que siempre debía aplicarse el tipo de cambio más pró-
ximo al real, aunque siempre vinculado ello a las cotizaciones autoriza-
das, lo que excluía el tipo de cambio "paralelo".
En este caso, el Gobierno dispuso el tipo de cambio al cual se ha-
rían las conversiones. En el caso de las obligaciones del sector financiero
con sus depositantes, se liquidan a $ 1,40 por cada dólar (art. 2Q, dec.
214/2002); en el caso de obligaciones entre dos sujetos no vinculados al
sector financiero o de deudas con el sector financiero, se convierten a $ 1
por cada dólar.
RATTI, Eduardo A., "La conversión a pesos de las obligaciones nominadas en dólares", L.L.,
8/11/2002; CONESA, Eduardo, "Por un sistema monetario consistente con la equidad en las
relaciones contractuales y el desarrollo económico", en "Pesificación II", Suplemento L.L. BA,
2002-20; BORDA, Guillermo J., "Efectos de las medidas económicas en materia contractual",
en "Pesificación II", cit, pág. 10.
EL OBJETO DE LA RELACIÓN JURÍDICA 371
c) La prórroga de la emergencia
La ley prorrogó la emergencia pública y respecto de la pesificación
no sólo legitimó definitivamente al decreto 214, p u e s su contenido se in-
tegra al art. 11, ley 2 5 . 5 6 1 , sino que intenta resolver la cuestión de las
obligaciones que e s t a b a n en m o r a al 6 de enero de 2 0 0 2 . Aclara a h o r a la
ley que la pesificación alcanza a las obligaciones concebidas en m o n e d a
extranjera, h u b i e r a mora del d e u d o r o no.
1007. CONCEPTO
Por regla general, los derechos se tienen sin perjuicio de que se
cuente o no con un documento que los instrumente o pruebe. Así, se
puede ser acreedor sin necesidad de contar con ningún instrumento es-
crito, pues normalmente el solo consentimiento de las partes, expresado
sin formalidad alguna, puede dar lugar al nacimiento de un contrato del
cual emana un crédito para una de las partes y una obligación para la
otra (v. infra, Cap. XXVII, donde se trata de la importancia de la forma en
los actos jurídicos).
Pero hay algunos supuestos en los cuales la titularidad del derecho
va ligada indisolublemente a la posesión de un documento, de un papel,
en el que consta la existencia de ese derecho, que sólo puede ser ejercido
por quien tenga en su poder dicho documento.
A tal punto el derecho depende de la cosa a la cual está incorporado,
que gran parte del régimen jurídico de los títulos valores gira alrededor
de la regulación del documento como cosa mueble. Así, en la materia rige
el principio fundamental del artículo 2412, aunque todavía con mayor ex-
tensión, pues si la cosa ha sido robada o perdida, el tenedor de buena fe del
documento no está obligado a desprenderse de él y puede ejercer los de-
rechos que tiene incorporados (art. 17, 2 S párr., dea ley 5965/1963).
Esto es el "título valor", definido hace muchos años por Vivante
como "documento necesario para ejercer el derecho literal y autónomo
en él expresado".
Ejemplo de los títulos valores son los pagarés, los cheques, las ac-
ciones de sociedades anónimas, los títulos públicos emitidos por el Es-
tado como los Bonos Externos o cualquier otro título de la deuda pública
interna o externa.
1008. UBICACIÓN
El estudio de los títulos valores corresponde al derecho mercantil; es
que más allá de que, en cierta medida, se encuentre desdibujada la distin-
ción entre el derecho mercantil y el Derecho civil, aquél conserva autonomía
doctrinaria y docente que en manera alguna puede ser desconocida.
Pero de todos modos, corresponde dar noticia de su existencia aquí,
por cuanto el papel o documento es cosa mueble, y por lo tanto, sigue su
régimen.
33
Bibliografía especial: nos limitamos a señalar algunas obras nacionales básicas sobre
el tema: WINIZKY, Ignacio - GUALTIERI, Giuseppe, Títulos circulatorios, Buenos Aires, 1972:
YADAROLA, Mauricio, Títulos de crédito, Buenos Aires, 1961: GÓMEZ LEO, Osvaldo, Instituciones
de derecho cambiario. Títulos de crédito, Buenos Aires, 1982: CÁMARA, Héctor, Letradecambio
y vale o pagaré, Buenos Aires, 1970; ALEGRÍA, Héctor, El aval, Buenos Aires, 1975.
EL OBJETO DE LA RELACIÓN JURÍDICA 373
a) Incorporación
El firmante del título (v.gr., el librador del pagaré) incorpora al do-
c u m e n t o u n a declaración de voluntad, incondicionada e irrevocable, de
carácter constitutivo y con alcance patrimonial, mediante la cual se co-
loca e n situación de obligado a n t e quien resulte portador del d o c u m e n t o .
De este modo, el artículo 101 del decreto ley 5 9 6 5 / 1 9 6 3 establece que
el pagaré debe contener, entre otros recaudos, la promesa p u r a y simple de
pagar u n a s u m a de dinero y la firma del librador (inc. 1° y 7 e ).
b) Literalidad
Significa que el derecho incorporado al título valor se delimita, en p u n -
to a su naturaleza, calidad y contenido, por lo expresado en el título.
De allí que no p u e d e recurrirse a otros d o c u m e n t o s o medios proba-
torios p a r a acreditar q u e el derecho tenga u n contenido o extensión dis-
tinto al expresado en el título.
Así, si en el pagaré se promete p a g a r 100, el acreedor no podría pre-
tender que se debe m á s , ni el d e u d o r q u e se debe m e n o s (completividad
de la letra o pagaré).
c) Autonomía
C a d a adquisición del derecho es a u t ó n o m a respecto de los anterio-
res y posteriores tenedores del título.
De modo que quien es obligado a p a g a r la letra de cambio o el pagaré
no p u e d e oponer, al portador a c t u a l q u e lo p r e s e n t a al cobro, las defen-
sas q u e tuviere contra anteriores t e n e d o r e s del pagaré o letra. Así está ex-
presamente dicho en el artículo 18 del decreto ley 5 9 6 5 / 1 9 6 3 .
374 JULIO CÉSAR RIVERA
d) Abstracción
Es irrelevante la causa por la cual se ha creado el título valor.
De modo que, si alguien ha librado un pagaré, para instrumentar
una deuda de juego, no puede invocar la ilicitud de tal causa para exo-
nerarse de su pago. El artículo 212 del Código de Comercio dispone que,
en materia de letra de cambio o cualquier otro título transmisible por en-
doso, la falta de expresión de causa o la falta de causa, no pueden opo-
nerse jamás al tercero portador de buena fe.
No todos los títulos valores son abstractos. Algunos, como las accio-
nes de sociedades anónimas, son títulos causados, y se vinculan direc-
tamente al ordenamiento jurídico de la sociedad emisora, constituido
por su estatuto y por la ley que regula ese tipo societario.
e) Legitimación
El portador del título es quien tiene el derecho, está legitimado para
ejercerlo, siempre que lo haya adquirido de buena fe. El artículo 17 del
decreto ley 5965/ 1963 dispone que el tenedor de la letra de cambio es
considerado portador legítimo si justifica su derecho por una serie inin-
terrumpida de endosos.
34
Bibliografía especial: ALEGRÍA, Héctor, "La desmaterialización de los títulos valores",
RDCO. 2 1 - 8 9 3 .
376 JULIO CÉSAR RIVERA
35
VII. DOMINIO PÚBLICO
1013. CONCEPTO
Son bienes del dominio público aquellas cosas muebles o inmuebles,
que siendo de propiedad del Estado nacional o de los estados provinciales,
o de los municipios, están destinados a satisfacer u n a finalidad de utilidad
pública y librados al u s o general y gratuito de todos los particulares.
1014. TITULARES
Se debate en la doctrina si titulares del dominio público son sólo las
e n t i d a d e s territoriales (Estado nacional, e s t a d o s provinciales, munici-
pios), o si p u e d e n serlo otras entidades públicas no territoriales (entida-
des a u t á r q u i c a s , sociedades del Estado, etc.).
La tesis amplia considera que el Código adjudica el carácter de bienes
del dominio público a objetos que sirven a u n a finalidad general, que pue-
den ser utilizados por el público en general, y pueden ser propiedad de socie-
dades del Estado, entidades autárquicas, etcétera, que tienen u n a persona-
lidad jurídica distinta de la del Estado, sin que por ello pierdan su carácter de
bienes del dominio público (Sayagüés Laso, Villegas Basavilbaso).
Otro i m p o r t a n t e sector de la doctrina considera que al m e n o s en
n u e s t r o s i s t e m a jurídico, la atribución del dominio público está hecho
sólo en favor del Estado nacional, provincial y de las municipalidades, es
decir, sujetos de b a s e territorial. Así surge en n u e s t r o Código de los ar-
tículos 2339, 2340, 2 3 4 5 .
Por ello las entidades a u t á r q u i c a s , sociedades del Estado, etcétera,
tienen sobre las cosas de q u e se sirven u n derecho de dominio sujeto a
las reglas ordinarias del Código Civil.
35
Bibliografía especial: DÍEZ, Manuel María, Dominio público, Buenos Aires, 1940; VILLEGAS
BASALVILBASO, Benjamín, Derecho Administrativo, Buenos Aires, 1952, t. IV; SAYAGÜÉS LASO,
Enrique, Tratado de Derecho Administrativo, 4- ed., p u e s t a al día por Daniel H. Martins,
Montevideo, 1987; CANASI, Rafael, Derecho Administrativo, 5- ed., Buenos Aires, 1956;
MARIENHOFF, Miguel S., Tratado del dominio público, Buenos Aires, 1960; MARIENHOFF, Miguel
S., "Permiso especial de u s o de bienes del dominio público. Régimen jurídico. La 'precariedad'",
E.D., 166-1009; VALLS, Mario F., "La transformación de las playas y el lecho de ríos, lagos y
m a r e s en inmuebles civiles. S u concesión", E.D., 178-1042; VALLADARES RASCÓN, Etelvina, "La
ley del patrimonio del Estado y la protección del poseedor", RDP, 1976-361; GARCÍA CANTERO,
Gabriel, "Coloquio Internacional sobre l a protección de bienes culturales'", ADC, 1996-1613.
EL OBJETO DE LA RELACIÓN JURÍDICA 377
1015. NATURALEZA
La doctrina mayoritaria afirma q u e en m a t e r i a de dominio del Esta-
do no p u e d e h a b l a r s e de dominio en el sentido del Código Civil; m á s allá
de que no p u e d e e n c o n t r a r s e el título p a r a ese dominio, lo cierto es q u e
los bienes que lo integran carecen de valor patrimonial, y no p u e d e pen-
sarse en q u e el Estado ejerza las atribuciones propias del dueño; verbi-
gracia, el E s t a d o no podría hipotecar ni vender el m a r territorial. De allí
que el E s t a d o no tiene m á s q u e u n a facultad reglamentaria del u s o de los
bienes (Bielsa) o si se quiere u n a "propiedad" en el sentido constitucional
del término, regulada por n o r m a s específicas del derecho público.
Ello sin perjuicio de que el Estado p u e d a ejercer a l g u n a s facultades
semejantes a las del dominio privado, como reivindicar, ejercer acciones
posesorias, disponer de los frutos, etcétera.
1017. CARACTERES
Los bienes que integran el dominio público, m i e n t r a s no s e a n desa-
fectados y dejen de pertenecer a él, tienen las siguientes características:
a) Inenajenabílidad
Por lo q u e no se p u e d e n vender, e m b a r g a r ni hipotecar. Se p u e d e
conceder el u s o y su explotación, o vender los frutos. También se p u e d e n
alquilar (art. 1501).
b) Imprescriptíbüidad
Q u e es u n a consecuencia de la anterior. Aparece en el Código Civil
por interpretación a contrario del artículo 3 9 5 1 , y en el desarrollo de la
nota al artículo 3952, donde se transcribe a Troplong.
378 JULIO CESAR RIVERA
1019. DESAFECTACIÓN
Es la exclusión del bien del régimen del dominio público. Ello debe
hacerse por ley dictada por el Estado nacional o provincial, titular del do-
minio público; o en su caso, acto legislativo de la comuna o municipio,
con fundamento en la ley de municipalidades de la provincia de que for-
me parte.
Arauz Castex dice que es necesaria la ley nacional para la desafec-
tación de cualquiera de los bienes incluidos en los artículos 2340, inci-
sos l s a 5 S . Pero algunos autores (Canasi) afirman que los bienes enume-
rados en los cinco primeros incisos del artículo 2340 son bienes públicos
por su naturaleza, y no pueden ser desafectados; de modo que los dere-
chos que se confieran sobre ellos a titulares, siempre serán de carácter
precario y por esa razón recuperables en cualquier momento sin perjui-
cio de la indemnización que eventualmente, pudiera corresponder al
permisionario o concesionario.
Algunos autores admiten que puede haber desafectación por acto
de la administración, e incluso de hecho: verbigracia, en los caminos
abandonados, suprimidos, desviados, etcétera; de igual manera, respec-
to de los cauces de los ríos que se han cambiado, sea por un hecho de la
naturaleza o por obras. Por lo tanto estos bienes así desafectados pueden
ser adquiridos por los particulares (contra Spota, salvo en el caso del
cauce abandonado por hecho de la naturaleza).
6
Bibliografía especial: SCOTTI, Edgardo O., "Adquisición del dominio de inmuebles por
vacanciaoabandono",£.D., 108-975; "Incorporación al dominio público poruso inmemorial", E.D.,
117-762.
EL OBJETO DE LA RELACIÓN JURÍDICA 379
1020. ENUMERACIÓN
El artículo 2340, que fue reformado en 1968 por la ley 17.711, enu-
mera los bienes que pertenecen al dominio público. Esa enumeración es
puramente ejemplificativa, pues además de los allí contemplados, for-
man parte del dominio público otros bienes que pueden ser declarados
tales por otras leyes.
Transcribiremos cada uno de los incisos y efectuaremos breves co-
mentarios cuando alguno lo merezca.
a) Inciso 19
"Los mares territoriales hasta la distancia que determine la legisla-
ción especial, independientemente del poder jurisdiccional sobre la zona
contigua".
Hay que tener en cuenta que la ley 17.094 (sancionada el
29/12/1966) establece que la soberanía de la Nación se extiende al mar
adyacente a su territorio hasta las 200 millas marítimas contadas desde
la línea de las más bajas mareas (art. l e ), comprendiendo el lecho del mar
y el subsuelo hasta 200 metros de profundidad, o más donde se requiera
para su explotación (art. 2S).
b) Inciso 2g
"Los mares interiores, bahías, ensenadas, puertos y ancladeros".
c) Inciso 3S
"I^os ríos, sus cauces, las demás aguas que corren por cauces natu-
rales y toda otra agua que tenga o adquiera la aptitud de satisfacer usos
de interés general, comprendiéndose las aguas subterráneas, sin perjui-
cio del ejercicio regular del derecho del propietario delfundo de extraer las
aguas subterráneas en la medida de su interés y con sujeción a la regla-
mentación".
El fundamento de la disposición, que no limita el dominio a los ríos
navegables como lo hacían otras legislaciones de la época, se encuentra
en la nota, en la cual Vélez Sarsfield concluye en que "[...] todos los ríos,
navegables o no, son de la mayor importancia por la multitud de usos ne-
cesarios a la vida, a la industria y a la agricultura, que puede hacerse de
sus aguas, y que es conveniente a la paz, a los intereses generales, que
el Estado sea el único propietario y regulador del uso de ellos".
Sobre la base de esta disposición, el Estado nacional y algunas pro-
vincias regulan prolijamente el uso de las aguas (particularmente, para
riego), y cobran canon por ello (v.gr., Mendoza, La Rioja, etc.).
Esta materia da lugar a una disciplina particular dentro del derecho de
los recursos naturales que es el derecho de aguas.
380 JULIO CESAR RIVERA
d) Inciso 4S
"Las playas del mar y las riberas internas de los ríos, entendiéndose
por tales la extensión de tierra que las aguas bañan o desocupan durante
las altas mareas normales o las crecidas medias ordinarias".
e) Inciso 5°
"Los lagos navegables y sus lechos".
El artículo 2349 concede el uso y goce de los lagos no navegables a
los propietarios ribereños.
f) Inciso 6B
"Las islas formadas o que seformen en el mar territorial o en toda cla-
se de rio, o en los lagos navegables, cuando ellas no pertenezcan a parti-
culares 37 ".
El inciso que comentamos ha sido reformado por la ley 17.711, la
que ha agregado cuando ellas no pertenezcan a particulares.
Ello como consecuencia de que la jurisprudencia había admitido en
reiteradas oportunidades la eficacia de los títulos de propiedad que exis-
ten sobre islas, particularmente las del Delta bonaerense y entrerriano.
También la jurisprudencia había aceptado la desafectación por ley
provincial, y la validez de los títulos adquiridos por vía de informaciones
posesorias.
En realidad no se encuentran razones para mantener la regla del do-
minio público sobre las islas (v. Arauz Castex, Mariani de Vidal).
g) Inciso 7-
"Las calles, plazas, caminos, canales, puentes y cualquier otra obra
pública construida para utilidad o comodidad común".
Debe tenerse en cuenta que el inciso A- del artículo 2342 considera
bienes del dominio privado del Estado a los muros, plazas de guerra,
puentes, ferrocarriles y toda construcción hechapor el Estado o por los Es-
tados [...].
Por lo tanto, para que las construcciones hechas por el Estado for-
men parte del dominio público es necesario que estén destinadas al uso
general y directo (Bielsa).
37
Bibliografía especial: MARIANI DE VIDAL, Marina, "La reforma al art. 2 3 4 0 del Código Civil.
U n a oportunidad desperdiciada", E.D., 4 8 - 8 1 1 .
EL OBJETO DE LA RELACIÓN JURÍDICA 381
h) Inciso 8B
"Los documentos oficiales de los poderes del Estado".
i) Inciso 9B
"Las ruinas y yacimientos arqueológicos y paleontológicos de interés
científico".
Recoge lo d i s p u e s t o por el artículo l e de la ley 9 0 8 0 (sancionada el
2 6 / 2 / 1 9 1 3 ) , que declaraba de propiedad de la Nación las r u i n a s y yaci-
mientos arqueológicos y paleontológicos de interés científico.
1022. ENUMERACIÓN
El artículo 2342 e n u n c i a los bienes del dominio privado del Estado;
n u e v a m e n t e h a r e m o s la transcripción de s u s incisos y efectuaremos
breves comentarios sobre ellos.
a) Inciso 1g
"Todas las tierras que estando situadas dentro de los límites territo-
riales de la República, carecen de otro dueño".
Son las tierras fiscales, cuyo d u e ñ o originario es el Estado, nacional
o provincial, según el lugar donde se e n c u e n t r e n . Se incorporan a d e m á s
las tierras cuyo dominio es a b a n d o n a d o por los particulares (art. 2607),
y las q u e p e r t e n e c i e r a n a quienes fallecieren sin dejar herederos legíti-
mos o t e s t a m e n t a r i o s (art. 2342, inc. 3°).
El examen de las cuestiones relativas a las tierras fiscales corresponde
en gran medida al derecho administrativo y al derecho agrario.
382 JULIO CÉSAR RIVERA
b) Inciso 2S
"Las minas de oro, plata, cobre, piedras preciosas y sustancias fósi-
les, no obstante el dominio de las corporaciones o particulares sobre la su-
perficie de la tierra".
El régimen del derecho minero está condensado en el Código de Mine-
ría, dictado en 1886, y cuya última reforma es de 1980 (ley 22.529).
c) Inciso 3 S
"Los bienes vacantes o mostrencos, y ¡os de personas que mueren sin
tener herederos, según las disposiciones de este Código".
C o m p r e n d e varios s u p u e s t o s : la p e r s o n a j u r í d i c a q u e se disuelve
sin que s u s e s t a t u t o s prevean la suerte de s u s bienes (art. 50); las cosas
perdidas cuyo d u e ñ o no aparece (art. 2535); los de las p e r s o n a s físicas
q u e m u e r e n sin herederos legítimos ni t e s t a m e n t a r i o s (art. 3539); y los
inmuebles a b a n d o n a d o s por s u s d u e ñ o s (art. 2607).
La expresión v a c a n t e s alude a las cosas inmuebles; y mostrencos,
a cosas m u e b l e s .
d) Inciso 4-
"Los muros, plazas de guerra, puentes, ferrocarriles y toda construc-
ción hecha por el Estado o los Estados, y todos los bienes adquiridos por
el Estado o por los Estados por cualquier título".
e) Inciso 59
"Las embarcaciones que diesen en las costas de los mares o ríos de
la República, sus fragmentos y los objetos de su cargamento, siendo de
enemigos o de corsarios".
Si los r e s t o s del naufragio c o r r e s p o n d e n a s u b d i t o s argentinos, a
naciones amigas o subditos de éstas, se aplican las reglas específicas de
la Ley General de la Navegación, 20.094.
b) Extensión
Según un criterio judicial reciente, la norma del artículo 2345 al-
canza en términos generales a todos los bienes eclesiásticos, y entre
ellos, a los lugares sagrados (iglesias, capillas, oratorios), los lugares píos
y religiosos (conventos, hospitales y seminarios) y los bienes temporales
(todos los demás bienes muebles o inmuebles que la Iglesia posee, des-
tinados al servicio del culto y a los servicios generales que ella presta) 39 .
38
Bibliografía especial: SPOTA, A. G., "El dominio público eclesiástico", JA., 1942-III-911.
39
CNCom., S a l a E , 3 0 / 8 / 1 9 8 9 , L.L., 2 8 / 6 / 1 9 9 1 , Fallo 89.519, con nota de Arturo J u a n
Figueroa, "Inembargabilidad de los bienes de la Iglesia".
384 JULIO CÉSAR RIVERA
c) Inembargabilidad
Las c o s a s d e s t i n a d a s d i r e c t a m e n t e al culto son inembargables.
E n el p r e c e d e n t e judicial citado en el a p a r t a d o anterior, se h a re-
suelto que también son inembargables las habitaciones adyacentes a la
iglesia, d a d a s u afectación al servicio público eclesiástico (para el despa-
cho de los a s u n t o s parroquiales), lo cual es aplicable a la sede del Obis-
pado, en d o n d e se atienden t o d a s las cuestiones administrativas y ecle-
siásticas correspondientes a la diócesis.
aguas de los particulares. Además el Proyecto define cuáles son los con-
tenidos del dominio público del Estado.
En el Libro IV, Capítulo VI, del Título IV, se incluye una parte gene-
ral relativa a los títulos valores, incluyendo los supuestos de robo, pér-
dida o inutilización. La principal innovación consiste en la introducción
de una sección que contiene disposiciones generales para toda clase de
títulos, cartulares o no cartulares. Esta regulación general se centra en
el concepto de autonomía, conferida por toda clase de títulos a los titu-
lares de buena fe. Se incorpora el principio de libertad de creación.
Finalmente, y en materia de obligaciones de dar sumas de dinero se
mantiene rígidamente el sistema nominalista refirmado por la ley 23.928,
así como la equiparación entre la moneda nacional y la moneda extran-
jera. Se trata de la derivación necesaria, en palabras de la Corte Suprema
de Justicia de la Nación ("López c/Explotación Pesquera de la Patagonia
S.A."), de "un proceso de estabilización de la economía"; y para la cuan-
tificación en dinero de la deuda de valor se atiende a la idea de la ley
24.283. Se trata del criterio de la Corte Suprema de Justicia de la Nación
de evitar que, al ser liquidado el daño, se llegue a un resultado que pueda
ser calificado como absurdo o injusto frente a una realidad económica
dada (CSJN in re "Y.P.F. c/Provincia de Corrientes" del 3/3/1992; "En-
tidad Binacional Yaciretá c/Provincia de Misiones" del 19/5/1992; "Ló-
pez c/Explotación Pesquera de la Patagonia" del 10/6/1992; y sus prece-
dentes, a partir de la sentencia in re, "Bonorino Pero c/Nación Argentina"
del 19/5/1986).
CAPÍTULO XXIII
EL PATRIMONIO
Bibliografía general: MOLINARIO, Alberto D., Derecho patrimonial y derecho real Buenos
Aires, 1965; CASTRO Y BRAVO, Federico de, "El Patrimonio" en Temas de-Derecho-Civil, Madrid,
1972, págs. 35 y sigs.; BUSTAMANTE SALAZAR, Luis, El patrimonio. Dogmáticajurídica, Santiago
de Chile, 1979; SALERNO, Marcelo U., El patrimonio del deudor y los derechos del acreedor,
Buenos Aires, 1974; AGUÍAR, Henoch, "Bienes - Patrimonios - Derechos", en Homenaje a Zenón
Martínez, Santa Fe, 1944, pág. 103; LEONFANTI, María Antonia, "El patrimonio", en Homenaje
a Zenón Martínez, Santa Fe, 1944, pág. 309.
388 JULIO CESAR RIVERA
1031. EXPOSICIÓN
La noción del patrimonio es deducida directamente de la persona-
lidad; es u n atributo de la personalidad. Como consecuencia de ello, sólo
las p e r s o n a s (físicas o j u r í d i c a s agregamos ahora) p u e d e n tener u n pa-
trimonio.
Pero a d e m á s , siendo u n atributo de la personalidad, toda persona
tiene u n patrimonio.
Y considerando q u e los bienes heterogéneos que forman la materia
de los derechos de u n a p e r s o n a d e t e r m i n a d a e s t á n sometidos a su vo-
luntad, constituyen por esto u n todo jurídico, u n a universalidad de de-
recho (Leonfanti).
b) Necesidad
Toda p e r s o n a tiene n e c e s a r i a m e n t e u n patrimonio. Es que, a u n q u e
no tenga bienes a c t u a l m e n t e , tiene la aptitud de poseerlos, y eso es s u -
ficiente p a r a concebir la existencia del patrimonio.
c) Unidad
La p e r s o n a p u e d e ser titular de u n único patrimonio, toda vez que
la idea se vincula al único titular posible.
d) Inenqjenabilidad
Se p u e d e n transmitir los bienes singulares q u e lo integran, pero no
el patrimonio en s u totalidad.
1033. CRÍTICA
Gran parte de la doctrina ha criticado duramente la concepción del
patrimonio como atributo de la personalidad (v. entre nosotros, particu-
larmente a Fornieles, Aguiar y también Borda).
Se afirma que es falso que el patrimonio sea un atributo de la perso-
nalidad; existen sujetos que no son propietarios de ningún bien y ello no im-
plica desconocer su personalidad (v. Coviello, Bustamante Salazar).
Es falso que el patrimonio sea único; cada vez más se acepta la exis-
tencia de patrimonios separados, creados por una expresa autorización
legal pero aveces, con un componente importante de voluntad individual
(v. infra, n s 1037).
La idea del patrimonio único ha recibido un embate definitivo con la
sanción de la ley 24.441 que regula el fideicomiso. El fideicomiso importa
la creación de un patrimonio separado en cabeza del fiduciario, quien por
lo tanto tiene un patrimonio general, y la propiedad fiduciaria de los bienes
4
RIVERA, Julio César, Instituciones de Derecho cluil - Parte General 2- ed., Buenos Aires,
2000, t. II, n e 1029, pág. 408.
392 JULIO CESAR RIVERA
que constituyen ese patrimonio no responde por las deudas del fiducia-
rio ni por las del fiduciante (art. 14, ley 24.441).
Se dice también que es inútil concebir al patrimonio como univer-
salidad de derecho, pues las relaciones jurídicas y el poder de agresión
de los acreedores siempre tienen por objeto a bienes determinados. De
allí que al hablarse de la universalidad de derecho y al sostener que el pa-
trimonio se compone de todos los bienes actuales y futuros del sujeto, se
estaría confundiendo patrimonio con aptitud para poseer (Bustamante
Salazar). Sin embargo, esta crítica no es justificada, pues la noción de
universalidad de derecho contribuye a explicar la transmisión del patri-
monio del fallecido como "herencia"; y es útil cuando los acreedores pue-
den perseguir la totalidad de los bienes del deudor en un proceso univer-
sal, como lo es la quiebra, en el que funcionan con intensidad las
acciones integrativas del patrimonio, de modo que "vuelvan" al patrimo-
nio del quebrado los bienes que él hubiese enajenado en fraude a sus
acreedores (v. injra, nfl 1048).
b) Caracteres
De lo expuesto surge c u á l e s son las características de estos patri-
monios s e p a r a d o s :
— p a r a su existencia es n e c e s a r i a u n a autorización legal, p u e s se
trata de u n a excepción al principio general. Ello no descarta que la au-
torización legal sea ejercida en razón de u n acto de voluntad privada, ver-
bigracia, mediante la constitución de u n a empresa individual de responsa-
bilidad limitada en los países en que ella está admitida;
— son independientes del patrimonio general;
— r e s p o n d e n sólo por d e t e r m i n a d a s d e u d a s y no por otras.
por. Pero lo cierto es que hoy la sociedad anónima se usa para cualquier
tipo de emprendimiento, grande o pequeño, y hasta para la sola finalidad
de que estas personas jurídicas sean titulares de bienes 8.
Se advierte así que la sociedad anónima está siendo utilizada para
limitar el riesgo en emprendimientos individuales o familiares.
Lo notable es que esto ha llegado a poner en crisis la noción misma
de la sociedad-contrato.
Es que, como se señala en la doctrina, la práctica se ha esforzado en
usar diversos medios a fin de obtener las ventajas derivadas del recono-
cimiento de universalidades distintas del patrimonios de la persona 9 .
Ello comenzó con la empresa individual de responsabilidad limitada,
cuyo origen se encuentra en la ya citada regulación de Licchtenstein, de las
personas físicas y jurídicas mercantiles, del 20/1/1926 (PGR), sobre la
base del proyecto del jurista austríaco Osear Pisko (arts. 834 a 896) !0 .
Los autores vieron en esta figura un mecanismo de fraccionamiento
del patrimonio. Romero del Prado señalaba que las nuevas concepciones
sobre el patrimonio se invocaban en apoyo de la posibilidad, en el ámbito
del derecho comercial de la denominada "empresa individual de respon-
sabilidad limitada", que implica "organizar la separación jurídica y ma-
terial de una parte del patrimonio de una persona que se afecta a un fin
especializado"; separar el patrimonio general de las personas afectando
una parte de sus bienes a un fin, y sólo responder con los bienes afecta-
dos y no con el resto del patrimonio, por las obligaciones que resulten de
la actividad de la empresa H .
Pero aun en 1960, un distinguido comercialista argentino escribía
que el ejemplo de la legislación del principado de Licchtenstein no había
sido imitado 12.
Mas hoy en día existe en muchos ordenamientos responsabilidad li-
mitada del empresario individual. Entre estos sistemas, podemos men-
cionar el de Costa Rica (Código de Comercio, reformado en 1989); Pana-
má (1966); El Salvador; Perú; Brasil, y Paraguay (1983). Portugal en
1986 creó el Establecimiento individual de responsabilidad limitada so-
bre la base del patrimonio de afectación, que corresponde a una persona
8
En la doctrina argentina, hay ciertos euestionamientos a la utilización de la figura so-
cietaria con la sola finalidad de que sea propietaria de bienes: v. BOLLINI SHAW, Carlos, "Socie
d a d e s aparentes e inexistentes", en el volumen Congreso Argentino deDerecho Comercial Bue-
nos Aires, 1990, t. II, pág. 3 3 .
9
WEIL, Alex - TERRÉ, Francois, Droit civil - ¡ntroduction genérale, 4eme. ed., Paris, 1979.
pág. 362.
1
° La traducción al castellano de la ley puede verse en SAN MARTÍN, Pedro G. - FRIKER, Eduar-
do, La empresa individual de responsabilidad limitada en la legislación de Liechtenstein, Bue-
nos Aires, 1960.
1
' ROMERO DEL PRADO, SU anotación a SALVAT, Raymundo, Tratado de Derecho civil - Parte
General 10 a ed. actualizada, Buenos Aires, 1954, t. II, n- 1307, pág. 11.
12
FONTANARROSA, Rodolfo, Derecho comercial argentino, 2- ed., Buenos Aires, 1963, n 9 266,
pág. 307.
398 JULIO CESAR RIVERA
13
WEIL - TERRÉ, op. y lug. cit.
14
La revisión del derecho comparado puede verse en PIAGGI DE VANOSSI, op. cit, cap. V, a
partir de pág. 100.
15
ZÉNATI, Fréderic, "Législation francaise et communautaire en matiére de droit privé",
RTDC, 1985-772.
EL PATRIMONIO 399
g) Las fundaciones
La fundación vincula un patrimonio a un fin socialmente útil 18.
En general para justificar esa vinculación se ha personificado a la
fundación, exigiendo por lo tanto, que ella sea organizada como una perso-
na jurídica que requiere autorización estatal para funcionar y que está ade-
más, sometida al control del Estado en su funcionamiento. Esta aproxima-
ción a las fundaciones tiene un doble fundamento: por un lado, que se
satisfaga efectivamente la finalidad pía, de interés general o socialmente
útil, que justifica la existencia de la persona jurídica; por otro, es un tri-
buto a la doctrina clásica del patrimonio que no acepta la posibilidad de
que exista un patrimonio sin un sujeto que le sirva de soporte 19.
En algunos ordenamientos en cambio, la fundación es efectivamen-
te tratada como un mero patrimonio de afectación.
De todos modos, lo que queremos destacar en este punto es que los
avances en la materia han llevado a la desvinculación de la fundación de
la finalidad socialmente útil, para ser usadas con fines egoístas.
Ejemplo de esta orientación es la fundación de familia del derecho
de Licchtenstein de las personas y las sociedades (20 de enero de
1926) 20 . El capítulo II, del título V, de ese ordenamiento (conocido bajo
la sigla PGR) se refiere a estas fundaciones, que son una de las institu-
ciones destinadas a la "afectación general de bienes a uso particular",
denominación que de por sí indica que el fin pío o de interés general está
omitido. Por el contrario, la fundación de familia consiste en una afecta-
18
DE LORENZO GARCÍA, Rafael, El nuevo derecho dejundaciones, Madrid, 1993, n 9 3.1, págs.
29 y sigs.
ly
Señalamos las notas que caracterizan a las fundaciones en los países romano-germá-
nicos, que son compatibles con el derecho de los Estados Unidos (v. BERMANN, George A., 'The
legal framework offoundatioins in the United States", en Lefondazioni, Quadernide diritto com-
páralo, materiali raccolti da Guido Alpa, Padova, 1988, págs. 105 y sigs,), pero que no son ne-
cesariamente universales. Así, en el derecho sueco no es necesaria ni la autorización estatal
ni que la finalidad sea de interés general o social: v. STROMHOLM, Süg, "Le régime juridique des
fondations en droit suédois", en Lefondazioni.., cit., págs. 125 y sigs.
20
Tomamos los datos de GÜGGI, Bruno B., Lajondation defamille dans le droit liechtens-
tenois, 7eme. ed., Vaduz, 1989.
EL PATRIMONIO 401
i) Patrimonios colectivos
Alguna doctrina, influenciada por la dogmática a l e m a n a , h a b l a de
los p a t r i m o n i o s colectivos, incluyendo por ejemplo, a la c o m u n i d a d de
bienes gananciales de los esposos. En n u e s t r o derecho, no parece posi-
ble sostener que esa c o m u n i d a d constituya u n patrimonio de titularidad
conjunta de los cónyuges.
1038. INTRODUCCIÓN
Hemos dicho que el patrimonio no se compone p r o p i a m e n t e de co
s a s , sino de los derechos que se tienen sobre ellas o sobre bienes en sen-
tido estricto.
De modo que el patrimonio está integrado por los d e n o m i n a d o s Yie
rechos patrimoniales" (v. supra, n e 1028), que conforme a \¡n erikn; :••-.:•;•
cional son de dos clases: derechos reales y derechos personales o m - i ü u -
rios, a los que se h a n agregado h a c e ya tiempo los d e r e c h a s u iteleei.;..- ¡ !-••-.
EL PATRIMONIO 403
22
1039. LOS DERECHOS REALES
a) Definiciones de la doctrina clásica
Nuestro Código no define los derechos reales, pero a lo largo de las
notas, Vélez h a transcripto a l g u n a s concepciones doctrinarias.
En la nota al artículo 4 9 7 cita a Ortolán, p a r a quien "derecho real es
aquel en q u e n i n g u n a p e r s o n a es individualmente sujeto pasivo del de-
recho [...]. Un derecho real es aquel que da la facultad de s a c a r de u n a
cosa cualquiera u n beneficio mayor o menor".
Y en la nota p u e s t a al Título IV del Libro III, transcribe a Demolom-
be, para quien derecho real es el que crea entre la p e r s o n a y la cosa u n a
relación directa e inmediata, de tal m a n e r a q u e no se e n c u e n t r a n en ella
sino dos elementos, la p e r s o n a q u e es sujeto activo del derecho y la cosa
que es el objeto.
En sentido semejante, Aubry y Rau decían q u e h a y derecho real
c u a n d o u n a cosa se e n c u e n t r a sometida, total o parcialmente, al poder
de u n a persona, en virtud de u n a relación inmediata oponible a toda otra
persona.
b) Elementos
De modo que las definiciones de los autores seguidos por nuestro co-
dificador p o n e n el acento en la existencia de sólo dos elementos:
— el sujeto, titular del derecho (propietario, usufructuario, acreedor
hipotecario);
— la cosa sobre la cual recae el derecho real.
g) El principio de convalidación
El artículo 2504 establece otro de los principios generales de los dere-
chos reales en nuestro sistema. Es el denominado principio de convalida-
EL PATRIMONIO 407
ción, que se expresa diciendo que: "Si el que transmitió o constituyó un dere-
cho real que no tenia derecho a transmitir o constituir, lo adquiriese después,
entiéndese que transmitió o constituyó un derecho real verdadero como si lo
hubiera tenido al tiempo de la transmisión o constitución".
Este principio se excepciona en materia de hipoteca (art. 3126).
b) Elementos
Del concepto p u r a m e n t e introductorio que h e m o s dado en el n ú m e -
ro precedente, se d e s p r e n d e que la obligación o derecho de crédito tiene
tres elementos:
— el sujeto activo, o acreedor, titular del derecho subjetivo;
— el sujeto pasivo o deudor, titular del deber correlativo al derecho
subjetivo;
— la prestación, que es la c o n d u c t a debida, y q u e p u e d e consistir en
dar, hacer o no hacer.
c) Libertad de creación
En materia de derechos personales, rige el principio de la libertad de
creación, de modo q u e las partes p u e d e n d a r a luz t o d a s las figuras de
derecho personal que s e a n útiles a la satisfacción de s u s intereses patri-
moniales.
Ello se evidencia con el reconocimiento de la legislación de los deno-
minados contratos innominados (art. 1143), mejor llamados atípicos, que
son todos aquellos q u e no e s t á n reglamentados explícitamente por la ley.
EL PATRIMONIO 409
d) Efecto relativo
Los d e r e c h o s p e r s o n a l e s sólo p r o d u c e n efectos e n t r e las p a r t e s
(acreedor y deudor), por lo q u e n o p u e d e n perjudicar a terceros (arts.
1195, injine; 1199).
23
Bibliografía especial: GUARNERI , Attilio, Diritti reoXi edtrittidi crédito: valore attuale di una
distinzione, Padova, 1979; RIGAUD, Luis, El derecho real, trad. de J . R. Xirau, Madrid, 1928;
FAYES HAGE, Chahine, "Essai d'une nouvelle classiflcation des droits prives", RTDC, 1982-705.
24
Bibliografía especial: JESSEN, Henry, Derechos intelectuales, trad. de Luis Grez Zuloaga,
Santiago de Chile, 1970; MOUCHET, Carlos - RADAELU, Sigfrido, Derechos intelectuales sobre las
EL PATRIMONIO 411
b) Especies
Dentro del concepto de creación intelectual, q u e d a n comprendidas
las o b r a s literarias, m u s i c a l e s , científicas, así como también p i n t u r a s ,
dibujos, etcétera. Esto es lo que c o m ú n m e n t e se h a denominado propie-
dad autoral, derecho de a u t o r o derecho intelectual.
Pero actualmente se extiende la noción a creaciones del intelecto que
tienen u n a finalidad m á s directamente económica, como lo son las patentes
de invención, las m a r c a s y designaciones industriales y comerciales, que
conforman lo que se h a dado en d e n o m i n a r propiedad industrial.
Nuevos avances en la materia se p r o d u c e n como consecuencia del
impacto tecnológico. Así, se propicia el reconocimiento de u n derecho in-
telectual de los b a n c o s de datos sobre s u s propios datos y, p a r a m u c h o s ,
el software es m a t e r i a c o m p r e n d i d a en los d e r e c h o s intelectuales, de
d o n d e s u "copia" constituye u n delito s a n c i o n a d o por la ley 11.723 de
Propiedad Intelectual, como se h a decidido ya en n u e s t r o país en la j u -
risprudencia del fuero criminal.
También existe u n a protección de esta especie sobre los videos, y en
m u c h o s ordenamientos, se reconoce u n derecho intelectual en favor de
los a r t i s t a s y. ejecutantes que participan en las grabaciones de fonogra-
m a s (discos, casetes, videoclips, etc.).
obras literarias y artísticas, Buenos Aires, 1948; SATANOWSKY, I., Derecho intelectual Buenos
Aires, 1944; PÉREZ CUESTA, Emilio, "Una perspectiva histórico jurídica sobre el derecho de
autor", RDP, 1981-333.
412 JULIO CÉSAR RIVERA
1044. CONCEPTO
Dijimos a n t e s que la función de identificar u n patrimonio, como
conjunto de derechos de contenido económico que pertenecen al mismo
titular, r a d i c a en que ese patrimonio responderá por las deudas de ese
sujeto titular, cualesquiera sean los derechos actuales o futuros que lo
compongan.
E n forma sintética, e s t a idea se expresa diciendo que el patrimonio
es la p r e n d a c o m ú n de los acreedores.
Ya hemos también anticipado que la idea de prenda no se asimila a la
de derecho real, sino que identifica sólo la imagen de que los acreedores
pueden agredir los bienes que componen el patrimonio, de modo de obtener
la satisfacción de s u s créditos mediante la ejecución judicial de ellos.
E n concreto e n t o n c e s , p r e n d a c o m ú n de los acreedores significa
que todos los bienes que integran el patrimonio o que se incorporen a él,
r e s p o n d e n por las d e u d a s de s u titular, por lo q u e los acreedores p u e d e n
obtener la venta judicial de los mismos p a r a cobrarse de su producido.
1045.1. CONSECUENCIAS
Del principio expuesto deriva que:
— los acreedores p u e d e n ejercer i n d i v i d u a l m e n t e acciones p a r a
agredir el patrimonio de su d e u d o r a los efectos de obtener satisfacción
de s u s créditos;
— en caso de insolvencia, todos los acreedores deben participar del
procedimiento colectivo (la quiebra, y también en las soluciones preven-
tivas de ella que todos los o r d e n a m i e n t o s organizan) y ese procedimiento
414 JULIO CESAR RIVERA
b) Créditos quirografarios
Son los créditos c o m u n e s , no a c o m p a ñ a d o s de n i n g u n a preferencia
(privilegio o garantía real). En caso de insolvencia, perciben s u s créditos
d e s p u é s de que h a n sido satisfechos los créditos preferidos, a prorrata
del monto de s u s acreencias.
c) Créditos privilegiados
El artículo 3 8 7 5 dice que: "El derecho dado por la ley a un acreedor
para ser pagado con preferencia a otro, se llama en este Código privilegio".
El privilegio es entonces u n a causa legítima de preferencia, que tie-
ne las siguientes características:
25
En el caso de quiebra, se llega a presumir que los actos de enajenación otorgados en un
periodo anterior a la cesación de pagos (o insolvencia) están afectados de este vicio, y ello se
traduce en la facilitación de la procedencia de la acción integrativa. Todos los ordenamientos
de los países occidentales prevén tanto la acción de integración del patrimonio cuanto el pe-
riodo denominado, entre nosotros, de sospecha.
EL PATRIMONIO 415
a) Medidas precautorias
También llamadas medidas cautelares, tienden a asegurar el cum-
plimiento de una sentencia futura. Desde antes de la iniciación del pro-
ceso hasta el momento de su conclusión, pueden disponerse por el juez
416 JULIO CESAR RIVERA
b) Medidas ejecutivas
La idea de que el patrimonio es la p r e n d a c o m ú n de los acreedores,
importa q u e éstos p u e d e n agredir ese patrimonio, obteniendo la ejecu-
ción forzada (venta judicial) de los bienes que lo integran, p a r a cobrarse
de s u producido.
De modo q u e los procesos judiciales de contenido patrimonial per-
siguen, en primer lugar, declarar el derecho del acreedor, con lo que se
obtiene u n a sentencia de c o n d e n a q u e m a n d a al d e u d o r pagar lo debido,
bajo apercibimiento de q u e si no lo hiciere en determinado plazo, se se-
guirá contra él u n a ejecución sobre s u s bienes.
El Código Procesal organiza e n t o n c e s la ejecución de sentencia,
a u n q u e existen también procesos abreviados d e n o m i n a d o s "ejecutivos",
en los que el derecho del acreedor aparece primajacie expedito y por ello,
limita las defensas del deudor y comienza por el embargo de s u s bienes.
c) Acciones integrativas
Son las acciones subrogatoria, de simulación y revocatoria; las a n a -
lizamos en el n ú m e r o siguiente.
d) Ejecución colectiva
En el s u p u e s t o de insolvencia del deudor (impotencia del patrimo-
nio p a r a h a c e r frente a las obligaciones que lo gravan), se procede a la
ejecución de todos s u s bienes e n beneficio de todos los acreedores en u n
pie de igualdad —salvadas las excepciones legales a esta regla de igual-
dad— lo que se h a c e dentro del procedimiento de la quiebra. Lo estudia-
remos e n el n ú m e r o 1049.
Para evitar el efecto dañoso que tales conductas producen a los acree-
dores, se organizan tres acciones que estudiamos a continuación.
a) Acción subrogatoria
La acción subrogatoria es concedida a cualquier acreedor p a r a q u e
s u s t i t u y a a s u deudor e n las acciones judiciales tendientes a la percep-
ción de los créditos o reconocimiento de otros derechos patrimoniales de
que éste fuere titular.
Así, si el deudor es c o m p r a d o r de u n inmueble en virtud de u n bo-
leto de compraventa y no ejerce la acción de escrituración, p u e d e ser su-
brogado por s u acreedor en el ejercicio de la misma.
Esta acción está reconocida en el derecho de fondo por el artículo 1196
y reglamentada por el Código Procesal (arts. 111 a 114); y su estudio porme-
norizado corresponde al curso de derecho de las obligaciones.
b) Acción de simulación
Si el d e u d o r h a enajenado ficticiamente s u s bienes p a r a evitar la ac-
ción de s u s acreedores, cualquiera de éstos puede promover la acción de
simulación d e s t i n a d a a a n u l a r el acto simulado.
Estudiaremos detenidamente su régimen, tri/ra Capítulo XXXII.
c) Acción revocatoria
La ley considera actos h e c h o s en fraude a los acreedores aquellos
actos de enajenación que provocan o agravan la insolvencia (arts. 962 a
972), por lo q u e cualquier acreedor quirografario de fecha anterior al ne-
gocio jurídico de que se trate, p u e d e promover la acción d e s t i n a d a a que
ese acto sea declarado inoponible a él.
E s t a acción se e s t u d i a r á en el Capítulo XXXIII.
bienes, los que a partir de ese momento eran administrados por un cu-
rador [curator bonorum); se hacía un inventario de ellos, y un magister
honorum procedía a su venta en bloque.
Los acreedores eran pagados con su producido, a prorrata de sus
créditos, y si quedaban insatisfechos podían perseguir al deudor en los
nuevos bienes que adquiriera. Este procedimiento importaba la califica-
ción defraudator con la correspondiente tacha de infamia.
Asimismo, en el Derecho Romano aparecen otras instituciones que
tienen importancia para el derecho de quiebra, como la in integrum res-
titutio, el interdictumfraudatorium y la acción pauliana, todos medios
destinados a la integración del patrimonio del insolvente.
En la larga evolución del Derecho Romano, aparece el pacíus ut mi-
ráis solvatur, convenio celebrado entre los herederos y los acreedores del
difunto por el cual éstos consentían la reducción de las obligaciones que
aquéllos asumían. Este pacto llegó a ser aprobado por mayoría siendo
obligatorio para los ausentes y disidentes, con lo que constituye el pri-
mer antecedente del concordato por mayoría.
Este pacto se generalizó en la época del Bajo Imperio siendo autorizado
para todo tipo de deudor; y en esta época aparece también el moratorium,
convenio entre los acreedores y el deudor por el cual aquéllos conceden un
plazo para el cumplimiento de las obligaciones.
c) Evolución posterior 27
Estas instituciones han pasado al derecho contemporáneo, pues se
extienden por toda Europa continental a través de las "ferias" de los co-
merciantes, y se consagraron en las diversas legislaciones posteriores
(ordenanzas de Bilbao en España, ordenanzas sucesivas en Francia has-
ta el Código de Comercio de 1807, etc.), de donde pasaron con diversas
modificaciones a las leyes actuales.
Sin embargo, en los últimos años se advierte una evolución en el de-
recho concursal, que abandona su carácter represivo y si bien persigue
siempre la satisfacción de los créditos, lo hace teniendo en cuenta otros in-
tereses generales significativos, vinculados a la subsistencia de las activi-
dades empresarias (v. infra, n s 1050 d). De modo que se privilegian las so-
luciones preventivas por encima de las liquidatorias, y aún en el supuesto
de quiebra, se trata de conservar las empresas en actividad para evitar ma-
yores perjuicios a la comunidad, y tratando de obtener su venta como uni-
dad productiva en marcha.
27
Bibliografía especial: ALEGRÍA, Héctor, Algunas cuestiones de derecho concursal Buenos
Aires, s/f; PAILLUSSEAU, J e a n , "Del derecho de la quiebra al derecho de las empresas en
dificultades", RDCO, 17-101; GUYENOT, J e a n , "Las innovaciones de la quiebra en relación con
las empresas y s u s dirigentes", L.L., 124-944; ROJO, Ángel, "Crisis de la empresa y crisis de los
procedimientos concúrsales", RDCO, 14-269; PAJARDI, Piero, "El proceso de quiebra entre el
p a s a d o y el futuro", RDCO, 15-361; CÁMARA, Héctor, "La falencia de la falencia", RDCO, 13-393.
420 JULIO CÉSAR RIVERA
b) El concurso civil
La Constitución Nacional había otorgado al Congreso Nacional la fa-
cultad de dictar u n a ley nacional de b a n c a r r o t a s (antiguo art. 67, inc.
11), por lo que no cabía d u d a s de que el Código de Comercio podía con-
tener la regulación de la quiebra de los comerciantes.
Pero el Código Civil no trajo u n a regulación de la insolvencia de los
no comerciantes, por lo q u e la materia fue r e g u l a d a por los códigos de
procedimientos locales. E s t a s legislaciones locales e r a n d u d o s a m e n t e
constitucionales, p u e s m u c h a s veces no eran sólo de forma sino que a u -
torizaban quitas o moratorias, efectos de fondo que debían estar imple-
m e n t a d o s en u n a ley nacional.
La legislatura nacional dictó u n a única ley para el concurso civil, la
11.077, promulgada el 16 de octubre de 1920, que estableció los casos en
que se extinguían las obligaciones de los c o n c u r s a d o s no comerciantes.
c) El concurso preventivo
La ley organiza dos juicios concúrsales básicos: el concurso preven-
tivo y la quiebra.
Comenzamos por el primero, diciendo que es lo q u e en la anterior ley
11.719 se l l a m a b a convocatoria de acreedores, d e n o m i n a c i ó n todavía
utilizada en la práctica.
Para obtener la formación del juicio de concurso preventivo, el deu-
dor debe cumplir ciertos r e c a u d o s formales (art. 11), tales como exponer
las c a u s a s de la cesación de pagos, traer u n listado de s u s acreedores,
poner a disposición del juzgado todos s u s libros y papeles de comercio,
etcétera.
Una vez abierto el juicio, se convoca a todos los acreedores p a r a que
verifiquen s u s créditos, de modo de poder participar en la j u n t a (o a s a m -
blea) de acreedores, en la q u e se someterá a votación u n a c u e r d o preven-
tivo p r o p u e s t o por el deudor, q u e puede consistir en u n a espera, u n a
quita, a m b a s a la vez, u otros a c u e r d o s (hacer sociedad con el deudor,
por ejemplo).
Si los acreedores a p r u e b a n el acuerdo (por mayorías de capital y de
personas) el j u e z debe homologarlo. Si no se obtienen las mayorías, el
juez debe decretar la quiebra, salvo que el deudor sea u n a sociedad anó-
nima, de responsabilidad limitada o cooperativa, caso en el cual se abre
u n a n u e v a i n s t a n c i a — d e n o m i n a d a en la ley salvataje (art. 48, ley
24.522) y q u e en la práctica, todo el m u n d o llama cramdown— en la cual
terceros (acreedores o no) p u e d e n formular u n a p r o p u e s t a de a c u e r d o
con los acreedores. Si la p r o p u e s t a de u n tercero obtiene las mayorías le-
gales, los d u e ñ o s de las acciones o c u o t a s de la sociedad c o n c u r s a d a es-
t á n obligados a enajenar s u s participaciones sociales a favor de ese ter-
cero, por u n precio que h a sido previamente establecido d u r a n t e el
procedimiento del concurso.
d) La quiebra
El otro juicio c o n c u r s a l regulado por la ley es la quiebra, que se de-
creta a pedido del mismo d e u d o r o de u n acreedor, o por la frustración
del c o n c u r s o preventivo.
S u finalidad es liquidar todo el patrimonio del d e u d o r p a r a distri-
buir s u producido entre los acreedores a p r o r r a t a de s u s créditos.
EL PATRIMONIO 423
b) Reglas generales
Algunas leyes especiales h a n determinado la inembargabilidad de
ciertos bienes:
— el crédito por alimentos (art. 374);
— el lecho cotidiano del deudor, s u familiay s u s hijos, las ropas y mue-
bles de su indispensable uso, los instrumentos necesarios para su profe-
sión, arte u oficio (ley 12.296, modificatoria de los a r t s . 3 8 7 8 y 3883);
— los sueldos y salarios sólo son embargables h a s t a el 20%, salvo
que las d e u d a s tengan c a u s a en obligaciones alimentarias;
— las jubilaciones y p e n s i o n e s son totalmente inembargables, salvo
también que las d e u d a s de que se trate tengan su c a u s a en obligaciones
alimentarias;
— las indemnizaciones por accidente de trabajo, despido y falta de
preaviso;
— el bien de familia constituido conforme a la ley 14.394;
— los muebles y útiles domésticos del agricultor, y s u s i n s t r u m e n t o s ,
útiles y animales de l a b r a n z a (ley 11.170).
28
Este criterio ha sido sostenido muchas veces por la CNCom., Sala B, siendo juez de ese
tribunal el Dr. Atllio A. Alterini.
29
Ver notas de jurisprudencia en E.D., 104-621: L.L., 1980-C-618; L.L., 1985-D-618.
EL PATRIMONIO 425
I. INTRODUCCIÓN
Bibliografía general sobre "Hechos y actos jurídicos": dada la importancia de esta parte
de la materia y la existencia de n u m e r o s a s obras que la t r a t a n de m a n e r a completa,
expondremos a continuación u n a bibliografía que abarca las obras generales: AGUIAR, Henoch,
Hechos y actos jurídicos, Buenos Aires, 1959; BETTI, Emilio, Teoríageneraldelnegociojurídico.
trad. de A. Martín Pérez, 2S ed., Madrid, 1959; BREBBIA, Rodolfo H., Hechos y actosjurídicos,
Buenos Aires, 1979; CARIOTA FERRARA, Luigi, El negocio jurídico, trad. de Manuel Albaladejo,
Madrid, 1956; CIFUENTES, Santos, El negocio jurídico, Buenos Aires, 1986; CASTRO y BRAVO,
Federico de, El negocio jurídico, Madrid, 1985; Mozos, J o s é Luis d e los, El negocio jurídico,
Madrid, 1987; DORAL, J o s é Antonio - ARCO, Miguel Ángel del, El negocio jurídico, Madrid, s.f;
ORGAZ, Alfredo, Hechos y actos o negocios jurídicos, Buenos Aires, 1963; OSPINA FERNÁNDEZ,
Guillermo - OSPINA ACOSTA, Eduardo, Teoría general de los actos o negocios jurídicos, 3- ed.,
Bogotá, 1987; STOLFI, Giuseppe, Teoríadelnegociojurídico, trad. de J a i m e Santos Briz, Madrid,
1959; D E GASPERI, Luis - MORELLO, Augusto M., Tratado de Derecho Civil, Buenos Aires, 1964;
GALGANO, Francesco, El negocio jurídico, trad. de Francisco De P. Blasco Gaseó y Lorenzo Prats
Albentosa, Valencia, 1992; COMPAGNUCCI DE CASO, Rubén, El negocio jurídico, Buenos Aires,
1992; LOHAMNN LUCADETENA, Guillermo, El negocio jurídico, 2- ed., Lima, 1997; VIDAL RAMÍREZ,
Fernando, El actojurídico en el Código Civil peruano, 2- ed., Lima, 1990; LÓPEZ MESA, Marcelo -
VALENTE, Luis A., "El negocio jurídico (manifestación de voluntad libre y consciente) ,L.L., 1992-
E-965; MONTI, J o s é L., "La teoría del negocio jurídico (vicisitudes y permanencia)", L.L., 1997-
C-1147.
428 JULIO CESAR RIVERA
1054. CONCEPTO
a) Hechos y hechos jurídicos
Hechos s o n los acontecimientos o s u c e s o s q u e provienen de la n a -
turaleza o del h o m b r e .
Algunos de ellos, son irrelevantes p a r a el m u n d o jurídico; otros, por
el contrario, s o n t o m a d o s en c u e n t a por el Derecho p o r q u e el o r d e n a -
miento prevé la producción de ciertos efectos jurídicos p a r a c u a n d o ellos
acontecen. Éstos son los h e c h o s jurídicos.
b) Fuente
Vélez h a seguido la definición del artículo 431 del Esbogo de Freitas,
a u n q u e existen a l g u n a s diferencias: Freitas no menciona la "transferen-
2
Bibliografía especial: ALSINA ATIENZA, Dalmiro, "Los hechos jurídicos", J.A., 1955-VI-57;
BOFFI BOGGERO, Luis M., "Reflexiones sobre los hechos jurídicos", L.L., 1980-C-850; BUERES,
Alberto J., El acta ilícito, Buenos Aires, 1986: ORGAZ, Alfredo, "Concepción del hecho jurídico",
L.L., 59-892; FARIÑA, J u a n M., "Hecho jurídico, acto jurídico, negocio jurídico", J.A., 1975-D-
545; PÉREZ VARGAS, Víctor, Los hechos jurídicos, San J o s é de Costa Rica, 1979; SCUWARZBERG,
Carlos, "Definición legal del hecho jurídico", L.L., 1975-B-248.
LOS HECHOS JURÍDICOS 429
a) Opinión de Aguiar
Henoch Aguiar fue quien inició una corriente de opinión según la
cual la palabra susceptibles significa que para que un hecho sea jurídico
basta con que sea capaz de producir efectos jurídicos, que tenga aptitud
potencial o eventual a tales fines, sin que resulte necesario que el efecto
se verifique concretamente, en la realidad.
De este modo, tirar al blanco sería un hecho jurídico, en tanto y en
cuanto podría herirse a alguien (Arauz Castex). Se dice que el codificador
hace así "justicia preventiva" (Llambías).
b) Crítica
Se advierte rápidamente que la tesis de Aguiar no resiste el menor
análisis.
430 JULIO CÉSAR RIVERA
c) Posición normativista
Frente a esta tesis, se h a alzado la opinión s e g ú n la cual el h e c h o j u -
rídico es el acontecimiento (o s u m a de acontecimientos) n a t u r a l o h u m a -
no que, de producirse en la realidad, determina u n efecto jurídico previs-
to en la n o r m a (Orgaz, Bueres, Albaladcjo).
c) Tesis de Cifuentes
Es interesante destacar que para Cifuentes la utilización del voca-
blo susceptible en el artículo 896 significa que el codificador se ha refe-
rido al supuesto jurídico o fattispecie; la ley, dice este autor, ha definido
el acontecimiento abstracto legal que, para desplegar los efectos o con-
secuencias de derecho, debe coincidir más o menos plenamente con el
acontecimiento natural y concreto.
Apunta Cifuentes que la doctrina del tatbestand fue conocida por
Ortolán, fuente inspiradora de Freitas y Vélez.
a) Recepción legislativa
Esta clasificación no está p u e s t a de manifiesto expresamente en el
Código, p u e s el artículo 8 9 7 comienza con la clasificación de los actos
h u m a n o s en voluntarios e involuntarios, pero sí a p a r e c e e x p u e s t a por
Vélez Sarsfield en la nota al artículo 896.
b) Criterio de distinción
Según el criterio generalizado, son actos n a t u r a l e s los a c t u a d o s por
la naturaleza, sin intervención o participación del hombre, como u n grani-
zo que cae sobre la cosecha asegurada, o el terremoto que produce u n in-
cendio o la destrucción de cosas que eran objeto de derechos subjetivos.
Por el contrario, serían hechos h u m a n o s los obrados por el h o m b r e ,
fueren ellos voluntarios o involuntarios (art. 897). Estos hechos, por ser
obrados por el hombre, se llaman actos.
d) Importancia de la cuestión
La cuestión no es baladí; si se entendiera que son hechos de la natu-
raleza, no se podrá n u n c a atribuir responsabilidad al ser h u m a n o que h a ac-
tuado como mero "animal", ni a u n en los términos del artículo 907 (v. infra,
n 9 1114), ya que no habría autoría (v. Bueres, Brebbia, Mosset Iturraspe).
titución psíquica del individuo. Incluye en esta categoría a los actos re-
flejos, o los realizados en condiciones patológicas, como los movimientos
de u n enfermo con fiebre m u y alta, omisiones debidas a u n a parálisis o
u n desmayo; p u e d e n agregarse, los movimientos convulsivos, la epilep-
sia, etcétera.
F i n a l m e n t e B u e r e s , persiguiendo u n criterio m á s g e n e r a l i z a d o s
sostiene que existe conducta h u m a n a , voluntaria o involuntaria, c u a n d o
ella posee mismidad o atribuibüidad (subrayado en el original), o sea que la
acción se t r a s u n t a como u n a emanación de la persona.
Con lo cual q u e d a n excluidos del concepto de acto h u m a n o (y por lo
t a n t o , no h a y acción atribuible al ser h u m a n o , lo que, como decíamos,
tiene repercusión en el ámbito de la responsabilidad civil), los actos re-
flejos, aquellos producidos en estado de inconsciencia total y los que resul-
tan consecuencia de u n a fuerza irresistible (Bueres).
b) Análisis. Remisión
E s t u d i a r e m o s con detalle el régimen de estos actos a partir del n ú -
mero rv.
b) Actos lícitos
S o n todos aquellos q u e no c o n t r a d i c e n el ordenamiento, es decir,
q u e son ejercidos en el ámbito de la libertad del individuo. Al respecto
debe s u b r a y a r s e que constituye u n principio f u n d a m e n t a l de derecho, la
idea según la cual es permitido todo aquello que no está prohibido (art.
19, Const. N a c ) .
d) Delitos y cuasidelitos
Vinculado al elemento factor de atribución (v. infra, n- 1104), los ac-
tos ilícitos se suelen distinguir en delitos y cuasidelitos, según h a y a n
sido obrados por su a u t o r con dolo o culpa respectivamente (v. infra, n s
1105).
b) Refutación
E n los últimos a ñ o s , se viene d i s e ñ a n d o con firmeza u n a línea de
p e n s a m i e n t o o p u e s t a a la anterior.
Se parte de la idea de q u e la antijuridicidad (o ilicitud) es contradic-
ción de la acción h u m a n a con el ordenamiento jurídico, en sentido obje-
tivo, sin e n t r a r a considerar si esa c o n d u c t a es o no m o r a l m e n t e repro-
chable al autor.
E n consecuencia, en la medida en que el acto p u e d a ser, calificado
de h u m a n o en el sentido que le h e m o s asignado en el n ú m e r o 1061, esto
es, q u e s e a u n a e m a n a c i ó n de la persona, a u n c u a n d o sea obrado sin
discernimiento, intención o libertad (acto involuntario), p u e d e ser califi-
cado de ilícito (conf. Boffi Boggero, Mosset Iturraspe, Bueres, Zavala de
González).
Y por e n d e , g e n e r a r á r e s p o n s a b i l i d a d en la m e d i d a del enriqueci-
miento del a u t o r (art. 907, I a párr.), y de la equidad (art. 907, 2Q párr.)
(v. infra, n e 1113).
LOS HECHOS JURÍDICOS 435
b) Remisión
Los actos jurídicos se e s t u d i a n en el capítulo siguiente.
b) Simultáneos y sucesivos
S i m u l t á n e o s son los h e c h o s que r e ú n e n todos s u s elementos en u n
único i n s t a n t e ; sucesivos aquellos en que esos elementos se v a n reu-
niendo o completando en el t r a n s c u r s o del tiempo (Betti).
En los primeros, los efectos jurídicos previstos por la n o r m a se pro-
d u c e n inmediatamente; e n los segundos, recién c u a n d o e s t á n reunidos
todos los elementos.
e) Importancia
E s t a s distinciones van a tener reflejo m á s adelante en las clasifica-
ciones de los actos jurídicos, que en definitiva, son especie con respecto
al género h e c h o s jurídicos.
1070. CONCEPTO
Nuestro Código no define el discernimiento, p u e s en el artículo 21 se
limita a establecer cuáles son las c a u s a s que privan de él.
La fuente del Código en la materia, q u e es Freitas, lo calificaba como
la facultad de conocer, en general; la facultad que s u m i n i s t r a motivos a
la voluntad en todas s u s deliberaciones.
E n doctrina se h a dicho que es la cualidad o facultad del sujeto por la
cual conoce y distingue lo bueno de lo malo, lo justo de lo injusto, lo conve-
niente de lo inconveniente (Llambías, Arauz Castex, De Gásperi - Morello).
Y t r a t a n d o de prescindir de ejemplificaciones, Cifuentes lo define
con precisión, como "la m a d u r e z intelectual p a r a razonar, comprender y
valorar el acto y s u s consecuencias".
c) Carácter de la presunción
De acuerdo con el artículo 9 2 1 , todas las personas gozan o no de discer-
nimiento, según se encuentren en u n a u otra de las categorías legales.
La presunción legal, positiva o negativa, es absoluta, esto es, no ad-
mite p r u e b a en contrario. Por lo que no podría pretenderse la demostra-
ción de q u e u n m e n o r de quince a ñ o s carecía de discernimiento, salvo
que se invocase s u demencia de hecho o u n a privación accidental del u s o
de la razón, s u p u e s t o s q u e sí p u e d e n e s t a r sometidos a p r u e b a a cargo
de quien lo invoca.
b) Texto legal
El articulo 9 2 1 dispone que: "Los actos serán reputados hechos sin
discernimiento, sifueren actos lícitos practicados por menores impúberes,
o actos ilícitos por menores de diez años; como también los actos de los de-
LOS HECHOS JURÍDICOS 439
b) Actos lícitos
Cualquier acto lícito obrado en estas c i r c u n s t a n c i a s debe ser con-
siderado u n acto involuntario.
c) Actos ilícitos
En cambio, si se trata de acto ilícito, él será considerado involuntario
si la privación accidental de la razón es también involuntaria.
Ello surge del artículo 1070, que exige la involuntariedad de la em-
briaguez p a r a q u e el acto sea considerado como obrado sin discerni-
miento. La regla de la n o r m a se extiende n a t u r a l m e n t e , a la privación o
turbación de la conciencia obtenida por narcóticos, alucinógenos o, en
general, drogas de cualquier especie.
De modo que el acto será involuntario c u a n d o la embriaguez o pérdida
de la conciencia se produce por u n a cualidad desconocida del licor o porque
en él h a sido introducida otra s u s t a n c i a por u n tercero etcétera.
Pero no s e r á involuntario, c u a n d o la inconsciencia proviene de la
negligencia del sujeto que h a bebido en exceso o h a consumido e s t u p e -
facientes conociendo o debiendo conocer s u s efectos.
1077. CONCEPTO
Algunos a u t o r e s consideran a la intención como el propósito de lle-
var a cabo u n acto.
Pero, como elemento interno del acto voluntario, parece m á s acer-
tado decir que se trata del discernimiento aplicado a u n acto en concreto.
H a b r á p u e s , intención en el acto c u a n d o exista a d e c u a d a corres-
pondencia entre lo entendido y lo a c t u a d o , c u a n d o se h a realizado el acto
tal como se pensó llevarlo a cabo (Brebbia: en sentido análogo Cifuentes).
Debe apuntarse que el artículo 922 dispone que: "Los actos serán re-
putados practicados sin intención cuando fueren hechos por ignorancia o
error, y aquellos que se ejecutaren por fuerza o intimidación".
En realidad, mediando fuerza o intimidación, el elemento interno
afectado es la libertad.
El error, el dolo y la fuerza o intimidación constituyen los denomi-
nados vicios de la voluntad o vicios del consentimiento; se estudian en
el Capítulo XXX.
1082. REFUTACIÓN
Llambías sostiene la vigencia de la distinción entre los tres elemen-
tos del acto voluntario.
Particularmente a p u n t a a las diferencias entre intención y discerni-
miento, diciendo que son estados de conciencia de presentación sucesi-
va en orden al progreso de la aplicación de las facultades intelectuales;
la intención, sigue diciendo, s u p o n e el discernimiento (pues no se p u e d e
tener el propósito de realizar u n acto, si previamente no se tiene la apti-
tud de conocer en general). De aquí, concluye Llambías, que la exclusión
del discernimiento excluya t a m b i é n la intención, pero a la inversa, la ex-
clusión de la intención n o t r a e a p a r e j a d a la eliminación del discerni-
miento; y ejemplifica con el acto viciado de dolo en el que hay discerni-
miento del agente, pero no hay intención por el dolo de la contraparte.
Orgaz t a m b i é n a p u n t a q u e el acto en el que no hay discernimiento,
es u n acto que carece a b s o l u t a m e n t e de voluntad, no es considerado por
el derecho como u n acto; e n cambio, u n acto obrado sin intención, es u n
acto con voluntad, pero viciada; por lo cual es u n acto impugnable, y q u e
puede producir s u s efectos propios.
1083. CONCEPTO
Los a u t o r e s coinciden en que la libertad es la posibilidad de elegir
entre varias opciones, con a u s e n c i a de coacción externa.
Aplicada esa noción al acto voluntario, la libertad es la posibilidad
de elegir entre ejecutar o no el acto, sin coacción exterior.
d) Actuaciones de voluntad
La doctrina alemana (Enneccerus, Von Tuhr), seguida en esto por la
española (García Valdecasas), alude a las actuaciones de voluntad, que son
supuestos en los que la exteriorización de la voluntad se hace a través de
actos realizados con otra finalidad, pero de los cuales ella se puede inferir.
Así, quien ocupa u n predio abandonado no hace n i n g u n a declaración,
pero exterioriza su voluntad de hacerse propietario de la cosa; el heredero
que vende u n a cosa de la herencia, exterioriza su voluntad de aceptarla.
Las declaraciones y las actuaciones de voluntad tienen u n a diferencia
importante. Las primeras son eficaces mientras que el autor no las impug-
ne (por ejemplo, interponiendo u n a acción de nulidad del acto por el vicio
de error o de dolo); las segundas, en cambio, no necesitan ser impugnadas,
p u e s el autor podrá en cualquier momento probar la inexistencia de tal vo-
luntad frente a quien pretenda afirmar su existencia; así, el heredero podrá
probar que vendió la cosa por ser perecedera o que no lo hizo para sí.
Si bien n u e s t r a ley no utiliza la expresión actuaciones de voluntad,
e s t á n comprendidas en las manifestaciones exteriores de la voluntad, in-
d u c i d a s o p r e s u m i d a s por la ley (arts. 9 1 5 y 920), de u n hecho material
del agente (art. 914). E n c u a n t o a la posibilidad de la p r u e b a contraria,
d e p e n d e r á del carácter de la presunción.
b) Clasificación legal
Nuestro Código afirma que los hechos exteriores de manifestación
de voluntad p u e d e n consistir en la ejecución de u n h e c h o material con-
s u m a d o o comenzado, o simplemente en la expresión positiva o tácita de
la voluntad (art. 914), distinguiendo a posteriori la declaración de volun-
tad formal y no formal, positiva o tácita, o inducida por u n a p r e s u n c i ó n
de la ley (art. 915).
cj Metodología legal
Luego de las clasificaciones e x p u e s t a s en los artículos 9 1 4 y 9 1 5 , el
Código define las declaraciones formales en el artículo 916, las declara-
ciones e x p r e s a s en el artículo 9 1 7 (llamadas allí positivas), las declara-
ciones tácitas en el artículo 9 1 8 , el valor del silencio en el artículo 9 1 9 y
las declaraciones p r e s u m i d a s por la ley en el artículo 920.
4
La CPCiv. y Com.. Bahia Blanca, Sala P (16/3/1993, L.L., 1994-C-485) ha decidido
que para que pueda hablarse de consentimiento tácito en los términos del art. 918, Cód. Civ.,
deben darse tres condiciones: a) certidumbre, a la que obsta toda doctrina dual o equívoca, b)
libertad formal, ritual o sustancial y c) falta de reserva o protesta del agente. Alo que cabe agre-
gar una precondición: que sea inferible de una acción, no de una simple omisión.
LOS HECHOS JURÍDICOS 449
c) Crítica
Según Borda el artículo 918 no ha dado una expresión lograda de la
declaración tácita, porque si de ella se puede conocer con certidumbre la
voluntad, se está ante una expresión inequívoca y por ende expresa. De
allí que, según este autor, la única manifestación tácita es por el silencio.
La crítica ha sido rechazada por la doctrina nacional (Brebbia, Ci-
fuentes). En la declaración expresa el sujeto la dirige a otro u otros con
la intención de que éstos conozcan cuál es su voluntad; así, quien levan-
ta la mano para votar o hacer una postura en un remate, o deja el dinero
para llevarse un diario, está dando a conocer, exteriorizando, su volun-
tad en u n determinado sentido y con ciertos destinatarios.
En la expresión tácita, es la ley la que extrae una presunción de de-
claración de voluntad de un hecho que no está destinado por el sujeto a
exteriorizar esa voluntad; quien vende un bien de la herencia no preten-
de —al menos expresamente— declarar que la acepta, pero la ley lo in-
fiere de ese contrato de venta.
Por lo demás, conocer con certidumbre no es equivalente a signos ine-
quívocos. Como bien dice Cifuentes, esta última expresión se refiere al
medio empleado para expresar la voluntad; mientras que la anterior se
refiere a la conclusión, al juicio, que se extrae de la conducta del sujeto.
d) Condiciones negativas
La eficacia de la declaración tácita está sujeta a dos recaudos:
— que la ley no exija una declaración expresa, como sucede en los
actos formales;
— que no exista una protesta o declaración expresa contraria.
b) Regla general
Del texto transcripto se d e s p r e n d e claramente q u e el silencio no es
u n a forma de expresión de la voluntad, a u n c u a n d o siga a u n acto o a
u n a interrogación proveniente de terceros.
Así por ejemplo, si u n a empresa envía u n catálogo que incluye precios,
no p u e d e considerar que el silencio del receptor importe consentimiento
p a r a c o m p r a r el o los productos incluidos en él. Por ello se consideran in-
válidas las menciones p u e s t a s en folletos, catálogos, a n u n c i o s , etcétera,
en el sentido de que la falta de r e s p u e s t a en cierto plazo se considerará
como aceptación 6 .
c) Concepto de silencio
Antes de e n t r a r a las excepciones de la regla, es preciso s e ñ a l a r que
silencio es no sólo no h a b l a r o callar, sino t a m b i é n no a c t u a r a n t e u n a
interrogación o acto.
Obviamente si quien recibe el catálogo envía el dinero del precio de
la cosa o del flete, h a aceptado el contrato de m a n e r a expresa.
E n síntesis, el silencio es abstención de expresión de voluntad 7 , y
de allí el principio negativo que sienta la ley.
d) Excepciones legales
El silencio sólo puede adquirir valor en conexión con otros hechos o
actos, es decir, formando parte de u n a c o n d u c t a expresiva compleja (De
Castro).
Éste es el sentido de las expresiones previstas en el mismo artículo
919, que vinculan el silencio a u n deber de manifestarse en v i i id de re-
laciones precedentes, familiares o de otro tipo, o por imposición de la ley.
Como surge de lo expuesto, el artículo 919 contiene tres s u p u e s t o s
de excepción:
— c u a n d o la ley impone u n a manifestación; por ejemplo, c u a n d o en
el t r a n s c u r s o de u n proceso ejecutivo se cita al d e m a n d a d o a reconocer
s u firma, bajo apercibimiento de tenerla por reconocida en caso de in-
comparecencia;
— c u a n d o existe obligación de explicarse en virtud de las relaciones
de familia; alude al silencio que se g u a r d a a n t e el nacimiento de u n hijo
o la d e n u n c i a de embarazo que h a g a la mujer (v. la n o t a de Vélez al pie
d e l a r t . 919);
— c u a n d o existe obligación de explicarse en virtud de relaciones
p r e c e d e n t e s ; se refiere g e n e r a l m e n t e a relaciones negociables h a b i d a s
entre las p a r t e s que, en virtud del deber de lealtad y b u e n a fe (art. 1198),
6
La cuestión en la compraventa internacional es tratada por HONNOLD, John O., Derecho
uniforme sobre compraventas internacionales, Madrid, 1987.
7
Conf. OCiv. y Com„ BahíaBlanca, Sala P , 16/3/1993, L.L., 1994-C-485.
LOS HECHOS JURÍDICOS 45 1
pueden exigir una declaración del sujeto, por ello, susceptible de ser in-
ferida del silencio.
Esto tiene aplicación en los contratos de duración (distribución,
agencia, concesión, suministro), en los que ciertas conductas de una de
las partes pueden considerarse aceptadas por el silencio de la otra (v.gr.,
modificaciones del precio, de los plazos de entrega o de pago del precio,
prórrogas de duración del contrato, incorporación de nuevos productos
a la distribución o concesión).
Y en los contratos instantáneos, en los que se difiere el cumplimien-
to de las prestaciones. A veces, incluso, puede tener relevancia a los efec-
tos de considerar concluido un contrato de esta especie, si existen ante-
cedentes de la relación; por ejemplo, si alguien durante años ha
comprado productos navideños a un proveedor, el pedido efectuado y no
contestado debe considerarse aceptado.
Del mismo modo, si se ha previsto que ante el incumplimiento de
una de las partes, la otra puede declarar resuelto el contrato (art. 1204);
el silencio de una de ellas ante la comunicación dirigida por la otra, en
que le hace saber su voluntad de ejercer esa prerrogativa, importa que se
ha operado la resolución, y la que ha guardado silencio no puede luego
pretender esgrimir defensas en sede judicial 8 .
e) Otra excepción
El silencio también es manifestación de la voluntad, cuando las par-
tes de un contrato así lo han estipulado. Por ejemplo, si en un contrato
de duración se establece que el plazo por el cual ha sido otorgado se con-
sidera prorrogado si ninguna de las partes manifiesta su voluntad con-
traria antes del vencimiento.
a) Concepto
Se llaman recepticias aquellas declaraciones que se emiten hacia
una persona a quien afectan; por ejemplo, la oferta dirigida a persona de-
terminada (art. 1148), la aceptación, la declaración de ejercicio de facul-
tades emanadas del contrato, el consentimiento matrimonial.
No recepticias son aquellas en que falta un destinatario determina-
do: la oferta al público, el testamento.
9
Verentreotrosfallos:CNCom.,SalaA,28/5/1987,LX., 1987-E-22; ídem, 16/9/1987,
L.L., 1988-C-40.
10
V. F. M., "Consecuencias del silencio del asegurador", L.L., 147-43.
LOS HECHOS JURÍDICOS 453
b) La exposición actual
El p l a n t e a m i e n t o que se h a c e del problema de la disidencia entre lo
efectivamente querido y lo declarado parece limitarlo a la esfera del de-
clarante.
Pero lo cierto es que hay declaraciones de voluntad dirigidas a ter-
ceros (recepticias), que, como tales, constituyen el p u n t o de partida de
relaciones jurídicas; y a u n a l g u n a s no recepticias (el testamento) p u e d e n
t a m b i é n afectar los derechos de terceros.
De allí que el problema p a s a a radicar en que la declaración p u e d e
h a c e r creer a otros q u e tiene u n contenido distinto de lo efectivamente
querido por el agente.
En o t r a s p a l a b r a s , como lo expone Larenz, la cuestión es: "ante u n a
declaración de voluntad, cuál es el significado que vale p a r a el derecho:
es el que h a querido d a r el declarante, el que h a entendido el destinatario
de la declaración o será u n tercer sentido".
En síntesis, el problema no se circunscribe al agente de quien e m a n a
la declaración, sino que debe tenerse en c u e n t a que esas declaraciones
pueden afectar los derechos o intereses de terceros.
b) Consecuencias
De adoptarse la doctrina francesa, como lo h a c e el Código Napoleón,
y en principio lo hizo t a m b i é n el Código de Vélez Sarsfield, debe rendirse
tributo a la voluntad interna, admitiendo q u e los efectos jurídicos se pro-
d u c e n a tenor de ella, a u n q u e de la declaración pudiere surgir u n efecto
distinto.
De modo que p a r a interpretar los actos jurídicos h a b r á de atenerse
a lo que la parte quiso decir, y s e r á n anulables las declaraciones en que
h a m e d i a d o error; n a t u r a l m e n t e , t a m b i é n aquellas en que la voluntad
está viciada por el dolo o la violencia de la contraparte.
c) Crítica
La doctrina de la voluntad prescinde de ponderar el elemento de co-
municación que tiene la declaración de voluntad, y por ende, las expec-
tativas que puede c a u s a r en el destinatario de la m i s m a .
Por lo demás, n a d a h a y m á s m u t a b l e que la voluntad: a h o r a quiero
u n a cosa y dentro de u n i n s t a n t e otra distinta. En cambio, si digo me com-
prometo, ello tiene carácter definitivo porque genera u n a expectativa de "de-
finitividad" en el destinatario del compromiso (Larenz).
Finalmente, en s u s últimas consecuencias, la teoría de la voluntad in-
terna llevaría a reconocer la reserva mental (digo que quiero, pero en rea-
lidad no quiero), como u n s u p u e s t o de ineficacia de la declaración. Cierto
es que n i n g ú n ordenamiento admite la reserva mental; la ineficacia de la
reserva mental es u n p o s t u l a d o imperativo del orden jurídico (VonTuhr).
b) Consecuencias y critica
Una aplicación estricta de la doctrina alemana llevaría a prescindir
absolutamente de lo querido, y por ende, a borrar los vicios de la volun-
tad, particularmente el error; y en la interpretación de los actos jurídicos
descartaría ab initio lo efectivamente querido por el declarante.
Más allá de que, como se verá en los números siguientes, ninguna
legislación paga tan caro tributo a la doctrina de la declaración, llevada
ésta a su extremo, incurriría en el mismo error en que incurrió la doctri-
na de la voluntad invirtiendo los roles: para conceder pleno amparo al
destinatario de la declaración, desampararía absolutamente al decla-
rante cuando su expresión de voluntad no coincide con lo efectivamente
querido (Orgaz, Arauz Castex).
12
X. LOS ACTOS ILÍCITOS
1100. NOCIÓN
Sin pretender otra cosa que dar u n a noción p u r a m e n t e descriptiva,
podemos concebir a los hechos ilícitos como las conductas antijurídicas da-
ñosas imputables a su autor, que obligan a reparar los daños que guarden
adecuada relación de causalidad con ellas.
Es conveniente s e ñ a l a r desde ya que la noción de acto ilícito com-
prende al incumplimiento contractual. En este sentido, participamos de
la idea según la cual en n u e s t r o Derecho existe u n único régimen de res-
ponsabilidad civil, p u e s t o que los p r e s u p u e s t o s del deber de r e p a r a r (que
e n u m e r a m o s seguidamente), son los mismos p a r a la responsabilidad
contractual c u a n t o p a r a la extracontractual.
Sin perjuicio de lo cual, existen dos ámbitos de responsabilidad —con-
tractual y extracontractual— entre los que se pueden hallar diferencias cir-
c u n s t a n c i a l e s (conf. Bueres).
— el daño;
— el factor de atribución o imputación;
— la relación de causalidad.
1102. LA AUTORÍA
El concepto de acto h u m a n o ya h a sido estudiado en este mismo ca-
pítulo (v. supra, n e 1061). Por lo q u e sin perjuicio de remitir a lo allí ex-
p u e s t o con mayor extensión, nos limitamos a recordar que según n u e s -
tro criterio existe acto h u m a n o (y por ende autoría) siempre que la acción
se t r a s u n t e como u n a e m a n a c i ó n de la persona.
Con lo que, reiteramos, q u e d a n excluidos del concepto de acto h u -
m a n o , y por lo tanto no son susceptibles de ser considerados como actos
ilícitos generadores de responsabilidad civil, los actos reflejos, los produ-
cidos e n estado de inconsciencia total y los que son c o n s e c u e n c i a s de
u n a fuerza irresistible (Bueres).
La conducta reprochable puede ser positiva u omisiva (art. 1074).
]3
1103. LA ANTIJURIDICIDAD
a) Concepto genérico
La acción, c o n d u c t a o comportamiento genera responsabilidad ci-
vil, sin perjuicio de los r e s t a n t e s elementos o p r e s u p u e s t o s , c u a n d o es
antijurídica.
La conducta es antijurídica, ilícita o ilegal, en sentido lato, cuando está
en contradicción con el ordenamiento jurídico, tomado éste en su conjunto.
Pero a los efectos de la responsabilidad civil, la c o n d u c t a antijurídi-
ca relevante es la d a ñ o s a . De modo q u e podemos decir, con Bueres, que
antijurídica es la conducta transgresora de una normajurídica que prohi-
be dañar.
D a d a esta noción introductoria, analizaremos a l g u n a s n o r m a s del
Código Civil y su incidencia en el concepto de antijuridicidad relevante,
esto es, la dañosa.
b) Plexo normativo
Según el artículo 1066; "Ningím acto voluntario tendrá el carácter de ilí-
cito, si nojuere expresamente prohibido por las leyes ordinarias, municipales
o reglamentos de policía; y a ningún acto ilícito se le podrá aplicar pena o
13
Bibliografía especial: ZAVALA DE GONZÁLEZ, Matilde, "Reflexiones sobre ilicitud", J.A..
1981-IV-736; BUERES, Alberto J., "El daño injusto y la licitud e ilicitud de la conducta", en
Derecho de Daños. Homenaje al prqf. Mosset Iturraspe, Buenos Aires, 1989, pág. 141;
BUSTAMANTE ALSINA, Jorge, "La relación de causalidad y la antijuridicidad en la responsabilidad
extracontractual", L.L., 1996-D-23: BUERES, Alberto J., "La antijuridicidad", en Responsa-
bilidad civil. Presupuestos, dirigido por Gustavo Vallespinos, Córdoba, 1997, pág. 3 1 .
460 JULIO CESAR RIVERA
d) Antijuridicidad y daño
En la doctrina contemporánea, existen dos corrientes de pensamiento.
Por u n lado, la de quienes afirman la independencia de a m b a s no-
ciones, de m o d o que la antijuridicidad proviene del menosprecio por el
ordenamiento jurídico.
La otra corriente deriva la antijuridicidad del menosprecio por el re-
sultado d a ñ o s o .
Ya h e m o s anticipado n u e s t r o juicio sobre el p u n t o . Como expresa
B u e r e s , con s u precisión h a b i t u a l , la antijuridicidad se predica de la
c o n d u c t a y n o del daño.
LOS HECHOS JURÍDICOS 461
14
Bibliografía especial: ORGAZ, Alfredo, La culpa, Buenos Aires, 1981; LOUSTAUNAU,
Roberto, "Particularidades de la culpa a fin de siglo", L.L., 1998-B-1253; SALERNO, Marcelo.
"Culpa y sanción", L.L., 1993-C-1044; CASIELLO, J u a n J., "La culpa en los accidentes de
tránsito", RDPC, 2-253; BIANCA, Cesare M., "Supervivencia de la teoría de la culpa", en
Responsabilidad por daños en el tercer milenio, Buenos Aires, 1997, pág. 137.
462 JULIO CESAR RIVERA
15
Bibliografía especial: LAMBERT - FAIVRE, Yvonne, "L'évolution de la responsabilité civile:
d'une dette de responsabilité á une créance d'indemnlsation", RTDC, 1987-1; LE TOURNEAU,
Philippe, "La verdeur de la faute dans la responsabilité civile (ou de la relativité de son déclin)",
RTDC, 1988-505; Les professionnels ont-ils du coeiir?, D 1990-ch 21; FLOUR, Yvonne, "Faute
et responsabilité civile; déclin ou renaissanse?", en Droits - RevuefranQaise de théoriejuridique,
n 8 5, pág. 29.
LOS HECHOS JURÍDICOS 465
1107. EL DAÑO 16
El daño constituye otro de los presupuestos de la responsabilidad
civil, pues como ya hemos visto, no se concibe la repercusión de la con-
ducta ilícita sino cuando ella se ha traducido efectivamente en un daño,
pues, en definitiva, el derecho civil determinará el alcance de la obliga-
ción de reparar ese daño causado.
a) Noción
La ley define el daño en el artículo 1068, conforme al cual: "Habrá
daño siempre que se causare a otro algún perjuicio susceptible de apre-
ciación pecuniaria, o directamente en las cosas de su dominio o posesión,
o indirectamente por el mal hecho a su persona o a sus derechos o facul-
tades".
Algunos autores han dicho que la definición legal es incompleta,
pues el daño no siempre es económico (aludiendo así al denominado
daño moral).
De allí que se lo conciba por la doctrina como menoscabo de intereses
patrimoniales, por el detrimento de los valores económicos que lo compo-
nen (daño patrimonial), o de intereses no patrimoniales, por la lesión a
los sentimientos o afecciones legítimas (daño moral).
í7
1108. RELACIÓN DE CAUSALIDAD
a) Noción
El c u a r t o y último p r e s u p u e s t o de la responsabilidad civil está dado
por la relación de causalidad, que inicialmente podemos individualizar
como la a d e c u a d a relación de causa-efecto que h a de existir entre la con-
d u c t a antijurídica y el resultado dañoso.
Su inclusión, como p r e s u p u e s t o de la responsabilidad civil, respon-
de a la idea s e g ú n la cual, p a r a q u e exista la obligación de r e p a r a r u n
daño, es preciso que éste h a y a sido causado por el responsable, s u s de-
pendientes, o por s u s cosas a n i m a d a s o i n a n i m a d a s (Orgaz).
En otros términos, tanto en el derecho civil c u a n t o en el derecho pe-
nal, la determinación del vínculo de causalidad permite establecer c u á n -
do u n a c o n s e c u e n c i a debe ser a t r i b u i d a a la acción u omisión de u n a
persona (Goldenberg).
17
Bibliografía especial: GOLDENBERG, Isidoro, Larelaciónde causalidadenlaresponsahilidad
civil, Buenos Aires, 1984; LLAMBÍAS, Jorge L., "Los distintos tipos de causalidad jurídica
relevante", en Estudios de Derecho Civil en Homenaje a Héctor Lqfaille, Buenos Aires, 1968;
LÓPEZ OLACIREGUI, J o s é M., "Notas sobre el sistema de responsabilidad del Código Civil. Balance
de u n siglo", Rev. Jur. de Buenos Aires, 1964-I/IV, pág. 74; RODIERE, Rene (sous la direction
de), Faute et lien de causalité dans la responsabüité delictuelle. Étude comparative daiis les pays
duMarchéCommun, París, 1983; ACKERMAN, Mario E. - MAZA, MiguelA., "Daño y relación causal
en el sistema de la ley sobre riesgos de trabajo", D.T., 1999-B-1251; AGOGLIA - BORAGINA - MEZA,
"La fractura del nexo causal. La lesión psíquica y el daño moral", L.L., 1998-E-7; BUSTAMANTE
ALSINA, Jorge, "La relación de causalidad y la antijuridicidad en la responsabilidad
extracontractual", L.L., 1996-D-23; ZAVALA DE GONZÁLEZ, Matilde, "Actualidad en la
jurisprudencia sobre derecho de daños. Relación de causalidad", L.L., 1997-D-1272.
LOS HECHOS JURÍDICOS 467
18
Courd'Appel de París, 7 / 7 / 1 9 8 9 , cit. enKTDC, 1990-86.
LOS HECHOS JURÍDICOS 469
19
XI. LOS HECHOS INVOLUNTARIOS
1111. CONCEPTO
De acuerdo con lo ya estudiado en este capítulo, actos involuntarios
son aquellos en los cuales h a faltado en el sujeto, al tiempo de obrarlo,
algunos de los elementos internos: discernimiento, intención o libertad
(art. 897).
b) Excepciones
Sin embargo, en materia de actos involuntarios ilícitos, el artículo 907,
desde su misma redacción original expresa que: "Cuando por los hechos in-
voluntarios se causare a otro algún daño en supersona y bienes, sólo se res-
ponderá con la indemnización correspondiente, si con el daño se enrique-
ció el autor del hecho, y en tanto, en cuanto se hubiere enriquecido".
De donde, ya en el régimen del Código los actos involuntarios ilícitos
generaban responsabilidad, a u n q u e limitada al enriquecimiento.
Bibliografía especial: CARRANZA, Jorge A., "La responsabilidad por los hechos
involuntarios en la reforma", en Encarnen y crítica de la reforma del Código Civil, dirigida por
MORELLO, Augusto M. - PORTAS, Néstor., t. II, La Plata, 1972: TRIGO REPRESAS, Félix A., "Daño
causado por hechos involuntarios", en Examen y critica de la reforma del Código Civil dirigida
por MORELLO, Augusto M. - PORTAS, Néstor L., t. II, La Plata, 1972: BREBBIA, Roberto H.,
"Responsabilidad por hechos involuntarios", E.D., 4 5 - 9 3 1 .
472 JULIO CESAR RIVERA
c) Antecedentes nacionales
Aguiar p r o p u s o que en casos de d a ñ o s producidos por hechos invo-
luntarios, el infortunio se distribuyera en proporción a las fortunas de
víctimas y victimarios.
Aceptado ese criterio en el l e Congreso Argentino de Derecho Chai
(1927), recién fue recogido en el artículo 140 del Anteproyecto de 1954.
Sin embargo, se advierte que la solución del artículo 9 0 7 no es idén-
tica a la propiciada por Aguiar y receptada en el Anteproyecto menciona-
do. Mientras estos últimos establecían u n a regla de distribución del
daño de a c u e r d o con u n a proporción entre las fortunas del d a ñ a d o y del
dañador, la ley 17.711 optó por no establecer u n a regla t a n rígida, y h a
dejado librado al b u e n criterio judicial la magnitud de la indemnización
de equidad, p a r a lo cual t e n d r á en c u e n t a el tribunal la situación perso-
nal de la víctima (no sólo su fortuna), y el patrimonio del dañador.
g) Alcance de la indemnización
El juez concederá "un resarcimiento" que no n e c e s a r i a m e n t e debe
alcanzar p a r a satisfacer todo el d a ñ o sufrido por la víctima.
Pero esto no implica, necesariamente, la exclusión del principio de la
reparación integral (como sostiene Llambías). Por el contrario, el juez de-
berá ponderar en qué medida la reparación obtenida de los r e p r e s e n t a n t e s
LOS HECHOS JURÍDICOS 475
BIBLIOGRAFÍA especial: RIVERA, Julio César, "La teoría general del acto jurídico en el
Proyecto de Código Civil de 1998", en Revista FACA (Federación Argentina de Colegios de
Abogados), tercera época, n s 1, pág. 45; TOBÍAS, J o s é W., "Algunas observaciones a la parte
general del proyecto de Código Civil de 1998", L.L. , 1 2 / 4 / 2 0 0 0 .
CAPÍTULO XXV
LOS ACTOS JURÍDICOS i
I. INTRODUCCIÓN
1115. NOCIÓN2
a) Definición legal
Nuestro artículo 944 los define así: "Son actosjurídicos los actos volun-
tarios lícitos, que tengan porfin inmediato, establecer entre las personas rela-
cionesjurídicas, crear, modificar, transferir, conservar o aniquilar derechos".
b) Fuentes
La fuente inmediata del artículo es el artículo 437 del Esbogo de FreL
tas, pero ambos codificadores latinoamericanos han abrevado en defini-
tiva en Ortolán, citado en la nota al artículo 944.
c) Metodología legislativa
Recordamos que nuestro Código, siguiendo las enseñanzas de Frei-
tas, elaboró una suerte de teoría general de los hechos y actosjurídicos,
bien que la desarrolla en el Libro destinado a "los derechos personales en
las relaciones civiles", y después de haber tratado de las obligaciones,
constituyendo la Sección II de ese Libro.
Los actosjurídicos se tratan en el Título II de esa Sección II. Allí se
insertan la definición, algunas normas generales, y en los Capítulos II y
III, se trata de la simulación y el fraude. La forma de los actosjurídicos,
bien que en definitiva es considerada por algunos un elemento de éstos,
constituye el Título III de la Sección II.
1
Bibliografía general: la citada en la nota 1 del capítulo anterior.
- Bibliografía especial: BOFFI BOGGERO, Luis M., La teoría general de los actosjurídicos en
el Código CiviL Anteproyecto del Dr. Bibiloni y Proyecto de la Comisión Reformadora, Buenos
Aires, 1945: ORGAZ, Alfredo, "El concepto de acto jurídico", en Estudios de Derecho Civil pág.
127; "El acto o negocio jurídico" en Nuevos estudios de Derecho CiviL Buenos Aires, 1954; DE
LORENZO, Miguel F. - TOBÍAS, José W., "Complejo de negocios unidos por un nexo (El ligamen
negocia!)", L.L., 1996-D-1387.
478 JULIO CÉSAR RIVERA
d) Crítica de la definición
Nuestros autores están contestes en afirmar que la definición del ar-
ticulo 944 refleja, m u y adecuadamente, el concepto de acto jurídico.
Sobre todo c u a d r a d e s t a c a r q u e el precepto pone de relieve que el
acto jurídico es causa de relaciones jurídicas; así como su carácter fina-
lista, en c u a n t o es acto h u m a n o voluntario que persigue, de m a n e r a in-
mediata, u n efecto jurídico.
b) Importancia
La t r a s c e n d e n c i a de la doctrina general del acto jurídico radica en
la extensión de s u ámbito de aplicación; así, tanto los negocios jurídicos
bilaterales y patrimoniales, esto es los contratos, c u a n t o los negocios j u -
rídicos familiares, los t e s t a m e n t o s , los negocios jurídicos que tienen u n
objeto no patrimonial (actos de disposición sobre el propio cuerpo, por
ejemplo), y los negocios p a t r i m o n i a l e s unilaterales (la constitución en
mora, la resolución de propia autoridad por ejercicio de la condición re-
solutoria tácita), y cualquier otro acto voluntario lícito q u e tenga u n a fi-
nalidad jurídica inmediata, q u e d a r á n s u b o r d i n a d o s a e s t a s n o r m a s ge-
néricas.
Ello sin perjuicio, n a t u r a l m e n t e , de las particularidades que algu-
nos de ellos p u e d e n p r e s e n t a r , y que p u e d e n d a r lugar a la existencia de
n o r m a s m á s específicas, pero de aplicación a todos los negocios de la es-
pecie. Así, existe la teoría general del acto familiar, o a u n la del contrato,
a u n q u e esta última está casi íntegramente vertida en la del negocio j u -
rídico.
De todos modos, cabe alertar sobre el exceso de generalización, que
no debe h a c e r perder de vista las diferencias notables q u e existen entre
dos d é l a s g r a n d e s categorías de negocios jurídicos patrimoniales, el con-
trato y el t e s t a m e n t o (Castán Tobeñas), y q u e se reflejan e n múltiples a s -
LOS ACTOS JURÍDICOS 479
pectos. Así como las obvias particularidades de los actos de familia pu-
ros, como el matrimonio, la adopción, etcétera.
3
GALGANO, Francesco, "il problema del negozio giuridico", Riv. Trímestrale di Diritto e Pro-
cediera Civüe, 1976-454.
Resumen tomado de CORRAL TALCIANI, Hernán, "El negocio jurídico: ¿ u n concepto en cri-
sis? A propósito de u n a obra de Giovanni B. Ferri", RDP, Madrid, 1991-27.
FERRI, Giovanni B., R negozio giuridico tra liberta e norma, 2- ed., Dogana, 1989; D É L O S
Mozos, J o s é Luis, "La teoría general del negocio jurídico: su oportunidad e importancia", ADC
1986-800; PATO, Salvatore, "II negozio giuridico: é vera 'crisf"?, Riv. Dir. Civ., 1987-Parte Se-
conda-627. Y a diez años del famoso artículo en ¡a Enciclopedia Galgano volvió al a t a q u e con
"Crepuscolo del negozio giuridico", Contrattoe impresa, 1987-733, lo que a su vez provocó n u e -
vos trabajos: VALLE, Laura, "11 dibattito sul negozio giuridico inltalia". Contratoe impresa 1993-
566; FRANZONI, Máximo, "II dibattito attuaie sul negozio giuridico in Italia", Riv. Trímestrale di
Diritto eProceduraCivile, 1995-409.
480 JULIO CESAR RIVERA
1117. TERMINOLOGÍA
a) La utilizada por el Código Civil
Nuestro Código, siguiendo a Freitas y al Código Napoleón, utiliza la
denominación actos jurídicos.
b) Origen
E s t a denominación proviene de la escuela del derecho n a t u r a l , que
partiendo de la idea de libertad del h o m b r e , concluye en que éste es el
único ser q u e p u e d e expresar en actos el q u e r e r y lo querido (Hatten-
h a u e r ) . Por e s a razón el acto es el obrado con v o l u n t a d , y no hay acto
c u a n d o el sujeto obra por u n mero reflejo, en s u e ñ o s o en estado de em-
briaguez, tal como lo h e m o s visto en el capítulo precedente.
El Landrecht prusiano, de 1794, contiene u n a regulación de los actos,
pero dentro de esta normativa considera ya a los negocios jurídicos.
c) El negocio jurídico
La doctrina posterior construyó la teoría del negocio jurídico como
c a u s a de relaciones jurídicas; pero en los trabajos preparatorios del BGB
se decía q u e "la esencia del negocio jurídico reside en la manifestación de
la voluntad orientada a producir efectos jurídicos [...]. Frente a los nego-
cios jurídicos como actos con r e s u l t a d o s jurídicos q u e se perfeccionan
por ser queridos, se s i t ú a n otros actos a los que se asocian efectos jurí-
dicos, pero p a r a cuya efectividad r e s u l t a indiferente, s e g ú n el ordena-
miento jurídico, que s e a n o no queridos por los a c t u a n t e s " (transcripto
por H a t t e n h a u e r ) .
De modo que, según la terminología germana, el "acto jurídico" corres-
pondía a lo que en n u e s t r o Código l l a m a m o s "hecho jurídico" (aconteci-
miento al cual se ligan consecuencias jurídicas, prescindiendo de que ellas
hayan sido o no perseguidas por el autor). Y se denomina negocio jurídico,
a lo que el Código Civil argentino identifica como "acto jurídico" (acto en
el cual las c o n s e c u e n c i a s j u r í d i c a s se p r o d u c e n p o r q u e son queridas por
el a u t o r o autores) (v. supra, n- 1060 e infra, n 8 1 1 1 8 c ) .
LOS ACTOS JURÍDICOS 481
d) Sinonimia
E n los últimos a ñ o s , como consecuencia de la notable influencia de
la doctrina alemana, italiana y española, la denominación negociojurídi-
co viene g a n a n d o terreno, y por eso será la empleada por nosotros, pero
c u a d r a advertirlo, de manera equivalente a la de acto jurídico.
1118. CARACTERES
a) Acto voluntario
Del mismo texto del artículo 9 4 4 se desprende q u e el acto debe ser
voluntario, por lo que debe e m a n a r del h o m b r e y h a de h a b e r sido a c t u a -
do con discernimiento, intención y libertad.
b) Acto lícito
Los actos ilícitos no son actos jurídicos, p u e s t o q u e si bien estable-
cen relaciones jurídicas —de ellos n a c e el deber de r e p a r a r el d a ñ o cau-
sado—, el efecto jurídico no se produce por ser querido por el autor, sino
como u n a sanción del ordenamiento p a r a quien h a violado el principio
non alterum laedere.
e) Refutación
Sin embargo, Orgaz ha explicado con precisión definitoria que "[...]
sin duda, en la generalidad de los casos las partes ignoran la calificación
concreta que tienen, desde el punto de vista jurídico, los resultados que
quieren alcanzar, pero saben y tienen conciencia de que esos resultados
económicos o empíricos tienen la protección de la ley y que su cumpli-
miento es recíprocamente exigible: el más ajeno a las nociones jurídicas
sabe bien que, cuando compra un objeto, lo adquiere definitivamente, y
que puede hacer de él lo que desee, mientras que si solamente lo alquila
tiene que devolverlo después de un tiempo a su dueño y que debe cuidar
de que no se destruya o deteriore. Los resultados económicos o empíricos
son queridos por los interesados, y no hay ninguna violencia lógica en con-
siderar que ellos quieren al mismo tiempo los resultados jurídicos que
aseguran o amparan aquellos resultados económicos o empíricos" (conf.
Borda, Cifuentes).
d) Importancia de la distinción
La trascendencia de la cuestión radica en que ciertas disposiciones
legales han sido pensadas exclusivamente para los negocios jurídicos y
por ello, no resultan aplicables a los actos lícitos.
Así sucede con las normas generales sobre capacidad de hecho; la
capacidad para los simples actos lícitos se rige por normas particulares
(v.gr., la del art. 2392, que autoriza a tomar la posesión a los menores
que hubieran cumplido diez años). Del mismo modo, no se aplican a los
simples actos las normas que se refieren al objeto (art. 953), algunas re-
lativas a los vicios, las de la forma y prueba, a las modalidades, ni las que
reglan la nulidad o anulabilidad de los negocios jurídicos (conf. Orgaz).
b) Origen de la cuestión
El rol creador de la voluntad se origina en la escuela del derecho na-
tural. Hugo Grocio decía que"[...] coinciden las opiniones de los juriscon-
sultos al afirmar que no hay n a d a t a n n a t u r a l como a t e n d e r a la voluntad
del propietario que desea transferir a otro s u derecho, ni n a d a que refleje
mejor la lealtad entre los h o m b r e s que el m a n t e n i m i e n t o de la p r o m e s a
hecha" (transcripto por Hattenhuer).
De modo que la voluntad era la creadora de la relación jurídica, y por
ende, del vínculo obligacional de fuente contractual. El contrato era con-
siderado, a su vez, como el p u r o producto del consentimiento.
c) Evoluciones posteriores
La idea de que la voluntad, a c t u a d a a través de u n a declaración de
voluntad, es p u r a y simplemente la creadora del vínculo jurídico h a te-
nido u n a g r a n evolución.
A partir de Savigny comienza u n a mutación importante, p u e s la vo-
luntad p a s a a formar parte de la doctrina del negocio jurídico. La voluntad
deja así de ser s o b e r a n a ; s u validez n o d e s c a n s a e n q u e la persona la
exteriorice como valor ético anterior a todo derecho, sino que reposa en
el ordenamiento jurídico.
De modo que c u a n t o m e n o s , se dice, es necesario q u e el ordena-
miento jurídico reconozca y proteja el fin querido por la voluntad.
En otro escaño de la evolución, se afirma que "esta voluntad (la del
particular) n o es u n a voluntad s o b e r a n a ni independiente, p u e s t o que es
idónea p a r a producir efectos porque otra voluntad, esta sí soberana, la
que se manifiesta en el ordenamiento jurídico, le a u t o r í z a p a r a ello" (San-
toro Passarelli).
e) Actuales orientaciones
Pese al desarrollo que h a tenido la doctrina preceptiva de Betti, al-
gunos a u t o r e s siguen poniendo en primer plano a la voluntad como c a u -
sa del efecto jurídico.
Así, Stolfi considera que si se a m e n g u a el papel de la voluntad indi-
vidual, se reduce el rol del negocio jurídico y la doctrina pierde gran parte
de s u importancia y fundamento lógico. Este autor, por su parte, adhiere
a la tesis tradicional conforme a la cual los efectos jurídicos que se pro-
ducen por el negocio tienen como c a u s a inmediata la voluntad de los par-
ticulares.
Y a u n autores que d u r a n t e el nazismo dieron realce al ordenamiento
estatal por encima de la voluntad de las p a r t e s , afirman hoy en día que
"[...] el efecto jurídico se origina no sólo porque el ordenamiento jurídico
lo vincula a aquél —el reconocimiento por el orden jurídico h a de darse
siempre adicionalmente— sino, en primer término, porque quien celebra el
negocio jurídico quiere producir el efecto jurídico, precisamente con la ce-
lebración del negocio jurídico" (Larenz).
En sentido semejante, Galgano dice q u e "la esencia del negocio j u -
rídico está en ser u n a declaración o manifestación de voluntad dirigida
a producir efectos jurídicos que el derecho realiza en c u a n t o queridos".
J] Nuestro criterio
Más allá de los matices que, sin d u d a , existen e n las exposiciones de
cada u n o de los autores que venimos de citar, coincidimos en sostener
el rol principalísimo de la voluntad en la producción de los efectos j u r í -
dicos del negocio.
E n c u a n t o esa voluntad se manifiesta lícitamente —y con ello, den-
tro de los límites de la moral y de las b u e n a s costumbres— en u n a ma-
teria en la cual rige el principio de a u t o n o m í a , el derecho la reconoce
como fuente productora de consecuencias jurídicas y provee los medios
necesarios —acciones— p a r a su eficacia.
b) Criterios modernos
La doctrina m á s m o d e r n a h a hecho a l g u n a s observaciones a la enu-
meración tradicional.
Muchos autores distinguen entre p r e s u p u e s t o s , elementos y requi-
sitos (Santoro Pasarelli, Diez-Picazo, López de Zavalía, Bueres, etc.), pero
cada u n o con matices propios que h a c e n virtualmente imposible u n a sis-
tematización de las distintas opiniones. Incluso, como lo señala Bueres, a
lo largo de las exposiciones de cada u n o suelen mezclarse o equipararse
los conceptos.
Sin perjuicio de ello señalamos que coincidimos con Bueres en que los
elementos esenciales son la voluntad, el objeto y la c a u s a final, por lo que
en ese orden los trataremos en los párrafos que siguen.
1122. INTRODUCCIÓN
Ya nos h e m o s referido al concepto de acto voluntario [supra, nros.
1067 y sigs.), de donde lo q u e h e m o s dicho allí es válido p a r a su consi-
deración como elemento del negocio jurídico.
Ahora bien, esa voluntad es siempre la de u n a persona, física o j u -
rídica, que es el sujeto del negocio jurídico. Por eso la doctrina suele con-
siderar al sujeto como elemento del negocio, a u n q u e en realidad es la vo-
l u n t a d la q u e tiene la aptitud de producir los efectos jurídicos propios del
acto jurídico.
A continuación e x a m i n a m o s de quién e m a n a la voluntad y la decla-
ración de voluntad.
1124. OTORGANTE
Generalmente la parte es quien otorga el acto, en el sentido de que
es quien lo concluye por sí mismo, prestando su consentimiento.
Pero los negocios jurídicos pueden también otorgarse por repre-
sentación, de modo que quien concluye el negocio no es el sujeto al cual
se van a atribuir los efectos jurídicos del mismo. En este caso el repre-
sentante actúa como mero otorgante y no como parte.
Ésa es la regla por lo demás en los negocios jurídicos concluidos por
personas jurídicas, que actúan siempre a través de uno de sus órganos
que ostenta la representación legal del ente.
7
1125. REPRESENTANTE
a) Noción introductoria
Existe representación cuando una persona —representante— de-
clara su voluntad en nombre y por cuenta de otra persona —repre-
sentado—, en virtud de una facultad apropiada y suficiente, de tal modo
que los efectos se producen directa e inmediatamente en el repre-
sentado, como si él mismo hubiera ejecutado el acto.
De donde, los elementos para que exista representación son:
— la declaración en nombre ajeno, efectuada por el representante;
— el actuar por cuenta o interés ajeno;
— la existencia de una facultad apropiada y suficiente (Negri Pisa-
no), que puede provenir de la ley o de la convención (art. 1161).
b) Distintos tipos de representaciones
La doctrina reconoce distintos tipos de representaciones:
— legal o necesaria y voluntaria. La representación legal, llamada
también necesaria, es la establecida por la ley para suplir la incapacidad
de las personas (arts. 56 a 62). La representación voluntaria es la que
dispone una persona capaz, que se encuentra en situación jurídica de
Bibliografía especial: LÓPEZ DE ZAVALÍA, Fernando J., Teoría de tos contratos - Parte General
2 3 ed., Buenos Aires, 1975; MOSSET ITURRASPE, Jorge, Teoría general del contrato, 2-ed., Rosario,
1976; NEGRI PISANO, Luis E., La representación voluntaría, Buenos Aires, 1985; NEPPI, Víctor, "El
concepto de representación", L.L., 32-1048; SÁNCHEZ URITE, Ernesto J., Mandato y representación,
Buenos Aires, 1975; SALAS, Acdeel, "La caracterización del mandato", J.A., 72-92; GARRIGA,
Román, "El mandato", J.A., 1950-1-371; ZUVILIVIA, M. C., "La representación en los actosjuridicos",
JA., 1996-III-838; Di GREGORIO, V., "Contemplatio domini e rapresentanza apparenti", GCC,
1992-211; RTVERA, Julio C , "Actos de disposición de los derechos de la personalidad: Actuación
por los representantes legales", RDPC, 6-89; BUERES, A. J . - MAYO, J . A., "Algunas ideas básicas
para u n a teoría de la representación", RDPC, 6-53; MOSSET ITURRASPE, Jorge, "La representación.
Origen, evolución, derecho comparado y proyectos de reforma", RDPC, 6-9; LoRENZErn, Ricardo
L., "Problemas actuales de la representación y el mandato", RDPC, 6-65; ALEGRÍA, Héctor, "La
representación societaria", RDPC, 6-245.
488 JULIO CÉSAR RIVERA
J] El nuncio
La figura del nuncio o mensajero debe ser distinguida de la del re-
presentante. Mientras éste declara su voluntad en nombre y por cuenta
de otro, el nuncio o mensajero se limita a revelar la voluntad declarada
por otro (Sánchez Urite).
Un supuesto de negocio jurídico celebrado por medio de nuncio es
el matrimonio por poder, que estaba autorizado por el artículo 15 de la
Ley de Matrimonio Civil, 2393: en el poder debía estar designada la per-
sona con quien se pretendía contraer matrimonio, por lo que el apodera-
do era un mero nuncio o mensajero que declaraba la voluntad del con-
trayente, ya expresada con anterioridad.
En el plano de los actos del derecho patrimonial, debe tenerse en
cuenta una diferencia fundamental: los contratos celebrados por repre-
sentantes son considerados como concluidos entre presentes; en cam-
bio, aquellos concluidos a través de un mensajero o nuncio son conside-
rados contratos entre ausentes (López de Zavalía).
490 JULIO CESAR RIVERA
b) Regla legal
El artículo 1040 establece que: "El acto jurídico para ser válido, debe
ser otorgado por persona capaz de cambiar el estado de su derecho".
Puede a p u n t a r s e que la regla aparece ratificada en la nota al artícu-
lo 953, donde Vélez establece: "Como el acto jurídico tiene por fin cam-
biar el estado actual de los derechos de u n a persona se exige necesaria-
mente que esa persona tenga capacidad de disponer de s u s derechos".
9
III. EL OBJETO DEL NEGOCIO JURÍDICO
1128. CONCEPTO
a) Introducción
El artículo 9 5 3 dice que: "El objeto de los actosjurídícos deben ser co-
sas [...] o hechos [...]".
La noción legal e x p u e s t a resulta en alguna medida oscurecida por
los artículos 1167 a 1169, que parecen aludir —en s u significación lite-
ral—, a la prestación como objeto del acto (art. 1167) y a u n a la obligación
(art. 1168).
Y por su lado la doctrina considera que el concepto de objeto del ne-
gocio jurídico debe ser a p r e h e n d i d o m á s allá de la consideración de los
textos legales.
8
Bibliografía especial: ALTERINI, Jorge H., "Capacidad y legitimación", Revista Jurídica de
Buenos Aires 1966-III-251.
9
Bibliografía especial: BUERES, Alberto J., Objeto delnegociojurídico, BuenosAires, 1986:
HURTADO, Avelino León, El objeto en los actos jurídicos, Santiago de Chile, 2- ed., 1983;
COMPAGNUCCI DE CASO, Rubén, "El objeto del negocio jurídico", L.L., 1991-A-924; CUIÑAS
RODRÍGUEZ, Manuel, "El objeto, la c a u s a y los negocios jurídicos contractuales", L.L., 1998-C-
1066; BREBBIA, Roberto H., "El objeto del negocio jurídico", L.L., 1992-E-892; BUERES, Alberto
J., "Objeto del negocio jurídico", L.L., 1999-D-1301; LORENZETTI, Ricardo, L., "Ineficacia y
nulidad del objeto de los contratos: Un enfoque b a s a d o en las n o r m a s fundamentales , R¡Jr ,
8-156.
492 JULIO CESAR RIVERA
b) Teorías amplias
Un importante grupo de a u t o r e s nacionales y extranjeros considera
que el objeto del negocio jurídico está dado por las obligaciones que él crea,
modifica o extingue (Bueres cita entre los partidarios de esta doctrina a Sa-
vigny, Giorgi, Josserand, Puig Brutau, Arauz Castex).
A su vez esta concepción presenta matices en numerosos autores. Por
ejemplo, López Olaciregui alude al objeto inmediato —la relación jurídica—
y al objeto mediato —las cosas o h e c h o s a que alude el artículo 953—.
Otro distinguido a u t o r nacional, el profesor López de Zavalía, con-
sidera también que el objeto inmediato son las relaciones jurídicas, y las
prestaciones constituirían el objeto mediato.
Spota por s u lado, considera que la prestación constituye el objeto
del negocio jurídico, pero a la vez involucra a la idea de finalidad, con lo
que llega a la doctrina del objeto Jln (v. infra, n- 1 1 1 5 c ) .
García Valdecasas identifica el contenido del negocio jurídico con los
efectos jurídicos que él produce, y que deben ser posibles y lícitos.
c¡ Teorías intermedias
Un grupo de a u t o r e s considera que el objeto del acto son las pres-
taciones, en el sentido propio de c o n d u c t a p r o m e t i d a por el d e u d o r al
acreedor.
E s t a tesis limita el objeto del acto a los negocios patrimoniales y
confunde el objeto del acto y el objeto de la obligación.
d) Teorías restringidas
Una corriente significativa de autores, a la que nosotros hemos adhe-
rido, limita el objeto del acto a su materia, esto es, a los hechos —positivos o
negativos— y a los bienes —cosas y bienes— sobre los que versa la voluntad
(Videla Escalada, Bueres, Gastaldi, Cifuentes; en la doctrina española San-
tos Briz, Diez-Picazo).
Coincidimos en q u e e s t a doctrina permite deslindar con precisión
conceptos distintos:
— la obligación es efecto del negocio jurídico;
— la prestación es objeto de la obligación;
— de donde, la noción de objeto del negocio jurídico q u e d a reducida
a s u materia, h e c h o s o bienes, como quedó expresado;
— de este modo se evita confundir objeto y c a u s a del negocio, como
s u c e d e con la doctrina del objeto fin elaborada por Spota;
LOS ACTOS JURÍDICOS 493
b) La persona
Algunos a u t o r e s consideran que la p e r s o n a puede ser objeto del ne-
gocio jurídico; s e a n las p e r s o n a s ajenas, como en el derecho de familia,
c u a n t o la p e r s o n a propia atendiendo a ciertas manifestaciones s u y a s
(derechos personalísimos) (Cifuentes).
Por n u e s t r a p a r t e e n t e n d e m o s q u e la p e r s o n a no puede ser objeto
del negocio jurídico.
494 JULIO CÉSAR RIVERA
b) Originaria o sobrevenida
La imposibilidad debe ser originaria, esto es contemporánea al acto. Si
ella sobreviene luego de celebrado el acto, e n t r a r á n enjuego las disposicio-
nes que t r a t a n la imposibilidad de pago (arts. 888 y sigs.).
LOS ACTOS JURÍDICOS 497
c) Absoluta o relativa
La imposibilidad debe ser absoluta, en el sentido de que no debe ser
propia del sujeto del negocio, sino afectar por igual a todas las personas. Es
decir que el objeto debe ser imposible para todos por igual.
e) Cosas futuras
Las cosas futuras pueden ser objeto del negocio jurídico, en cuanto su
existencia dependa de u n a condición o se trate de u n negocio aleatorio
(Bueres).
1
Bibliografía especial: v. la citada en el Cap. XXVIII, nota 2.
12
Bibliografía especial: v. la citada en el Cap. XXVIII, nota 28.
498 JULIO CÉSAR RIVERA
a) Aplicación específica
Aplicación de esa regla se encuentra en el artículo 5 3 1 , conforme al
cual son prohibidas las condiciones siguientes: habitar siempre en u n lugar
determinado, o sujetar la elección de domicilio a la voluntad de u n tercero;
m u d a r o no m u d a r de religión; casarse con determinada persona, o con
aprobación de u n tercero, o en cierto tiempo, o en cierto lugar, o no casarse;
vivir célibe p e r p e t u a o temporalmente, o no c a s a r s e con p e r s o n a deter-
m i n a d a o s e p a r a r s e p e r s o n a l m e n t e o divorciarse vincularmente.
b) Aplicaciones judiciales
La j u r i s p r u d e n c i a entiende que la obligación de no establecerse con
u n comercio de idéntico o parecido ramo o actividad, que se conviene en
los contratos de transferencia de fondo de comercio, no p u e d e exceder de
cinco a ñ o s 14 .
A u n c u a n d o a veces no se lo exprese, el f u n d a m e n t o radica en que
u n a mayor extensión, y en particular la prohibición por tiempo indefini-
do, afectarían la libertad del obligado.
13
Relativamente reciente: CNCom., Sala B, 23/3/1988, E.D., 132-418.
14
Ver la nota de jurisprudencia publicada en E.D., 6-530.
LOS ACTOS JURÍDICOS 499
b) Doctrina sociológica
Otro sector de la doctrina, de la que participan la mayor parte de los
autores nacionales, considera que el concepto de moral y buenas cos-
tumbres se vincula con la moral media de una comunidad en un momen-
to dado; es decir, que los jueces deben tratar de aprehender objetivamen-
te el estado de conciencia colectivo sobre la cuestión que se pondere a la
luz de ese standard.
Como síntesis de esta doctrina, Colmo ha dicho que hay que aten-
der a la moral ambiente presente y no pasada o futura; práctica y no teó-
rica; civil y no religiosa; nacional y no universal; objetiva y no subjetiva o in-
dividual.
Bibliografía especial: JOSSERAND, Louis, Les mobües dans ¡es actesjuridiques de droit privé,
Paris, 1984 (reproducción de la edición de 1928); RIPERT, Georges, La regle morale dans les
obligations civiles, Paris, 1949; MASNATTA, Héctor, "El contrato inmoral", J.A., 1958-IV-doc.78;
SPOTA, Alberto G., "El acto jurídico de objeto inmoral y s u s consecuencias legales", J.A., 1944
Ul-134; SALERNO, Marcelo U., "El contrato nulo de objeto inmoral", E.D., 98-785; BARCIA LÓPEZ,
A., La causa (Licita en las obligaciones y en los actos jurídicos, Buenos Aires, 1966; CARNEIRO,
J o s é J., "Contrato inmoral (objeto ilícito y c a u s a ilícita)", E.D., 170-166.
500 JULIO CÉSAR RIVERA
a) Intereses usurarios
Nuestro Código no establece u n a t a s a legal del interés (v. nota al art.
622); pero los tribunales se h a n ocupado de establecer cuál es la tasa de in-
tereses compensatorios, punitorios o la sumatoria de ambos que resulta
conforme con la moral y las b u e n a s costumbres, de acuerdo con las distin-
tas circunstancias económicas que h a vivido e! país.
En la actualidad se considera, por la generalidad de la j u r i s p r u d e n -
cia, que la t a s a de interés — s u m a d o s los compensatorios y punitorios—
no debe exceder del 15% a n u a l sobre el capital.
d) Venta de humo
Nuestros tribunales han declarado que la venta de influencia es un
negocio inmoral 18, que no concede acción para obtener el cobro del pro-
metido por la gestión.
e) La moral sexual
En muchos pronunciamientos, nuestros tribunales han anulado ac-
tos que se consideraron violatorios de la denominada moral sexual.
Por ejemplo, se ha considerado inmoral la retribución del concubi-
nato, o la fomentación del mismo mediante retribuciones; las sociedades
para explotar la prostitución; la locación de inmuebles para establecer
una casa de tolerancia, y aun el corretaje matrimonial.
En estos aspectos puede verse una interesante evolución del con-
cepto mismo de moral y buenas costumbres. El corretaje matrimonial es
hoy admitido en todo el mundo, y la corriente generalizada en el derecho
comparado y en algunas materias en el derecho nacional, tiende a dejar
de considerar como inmoral el concubinato.
Así la unión libre produce ciertos efectos jurídicos en el ámbito del
derecho laboral y de la previsión social.
Y en algunos países, se propicia una suerte de equiparación de la
unión libre al matrimonio; verbigracia, en Francia se ha propuesto que
las parejas concubinas estables puedan recurrir a la fecundación artifi-
cial para tener hijos.
J) Otras
Muchas cuestiones fueron resueltas por la jurisprudencia a tenor
del artículo 953. Por ejemplo, los negocios jurídicos lesivos, esto es,
aquellos en que existe una desproporción entre las prestaciones como
consecuencia de un aprovechamiento abusivo de la situación de inferio-
ridad de una de las partes.
También se ha considerado inmoral el ejercicio de la facultad re-
solutoria de un contrato cuando el incumplimiento es poco significa-
tivo o el deudor ha cumplido ya con la mayor parte de sus prestacio-
nes.
Estas puestiones han tenido reflejo en reformas legislativas. La de la
lesión en el artículo 954 a partir de la ley 17.711; la del pacto comisorio
en la ley 14.005.
91
LEGARRE, Santiago, "Ensayo de delimitación del concepto de moral pública", J.A.,
17/12/2003.
La bibliografía sobre el art. 19, CN, es enorme, pero para empezar a entender sus oríge-
nes y alcance es preciso ver: SAMPAY, Arturo E., La filosofíajurídica del art. 19, Constitución Na-
cional, Buenos Aires, 1975.
504 JULIO CESAR RIVERA
IV. LA CAUSA 24
d) Conclusión
Sobre la base de las enseñanzas de Domat, y las rectificaciones de
Pothier, la doctrina elaboró una teoría de causas típicas, fundamentacio-
nes genéricas del querer de los contratantes, que prescindían de las fun-
damentaciones individuales existentes en las partes de cada contrato
(López Olaciregui). Así, en la compraventa la causa sería siempre para el
vendedor el precio y para el comprador la adquisición de la propiedad de
la cosa; en la donación, el animus donandi
Es conveniente tener en cuenta que esta doctrina ubica a la causa
en el momento de la celebración del contrato (etapa genética), sin con-
siderar siquiera su subsistencia o importancia en la etapa funcional del
negocio jurídico. En este punto, como se verá, reside uno de los defectos
más importantes de la teoría clásica, pues la idea de causa final se re-
vela particularmente fecunda si se la pondera en el momento funcional
del negocio.
e) Influencia
Más allá del desenvolvimiento que la doctrina de Domat tuvo en los
autores posteriores, conviene resaltar nuevamente que la idea de la causa,
como elemento del contrato, encontró recepción en el Código Napoleón
(arts. 1108, 1131 a 1133) y otros que lo tomaron como modelo.
LOS ACTOS JURÍDICOS 509
1147. ELANTICAUSALISMO
a) Origen
Un artículo de u n a u t o r belga, Antonio Ernst, publicado en 1826, es
considerado como el primer hito de la doctrina anticausalista, siguién-
dole las exposiciones de Laurent, B a u d r y Lacantinerie, Huc y,6 final-
m e n t e la de Planiol, q u e desarrolla el m á s preciso a t a q u e contra la con-
cepción h a s t a entonces vigente de la doctrina de la c a u s a .
c) Influencia
A p u n t a Videla E s c a l a d a q u e la doctrina a n t i c a u s a l i s t a p u e d e ser
considerada como p r e d o m i n a n t e en los finales del siglo XIX y comienzos
del siglo XX.
Fue robustecida por la sanción de los Códigos Civil alemán, y suizo
de las Obligaciones q u e se consideraron, por la mayor parte de los co-
m e n t a r i s t a s , como enrolados en la tesis anticausalista.
a) La formulación de Capitant
La obra de Capitant, publicada en 1923, constituye el hito sobre el
q u e se c o n s t r u y e el neocausalismo, p u e s si bien s u obra fue precedida
por otros trabajos i m p o r t a n t e s —como el de Maury—, completada por
a u t o r e s p o s t e r i o r e s —como J o s s e r a n d — , y h a y o t r a s f o r m u l a c i o n e s
—como las de la doctrina italiana— p u e d e decirse q u e ella sirvió como
revulsivo de las ideas a n t i c a u s a l i s t a s p r e d o m i n a n t e s y preparó el terre-
no p a r a la vuelta a la consideración de la c a u s a como u n elemento del
contrato, y con mayor amplitud, del acto jurídico.
En este sentido, p u e d e n p u n t u a l i z a r s e los siguientes aspectos rele-
vantes de la idea de Capitant:
— la c a u s a se ubica en el ámbito de la voluntad; j u n t o con el consen-
timiento constituyen los dos elementos subjetivos del contrato;
— pero la c a u s a no es lo mismo que el consentimiento; éste tiene im-
portancia sólo en la etapa de formación del contrato, mientras que la cau-
sa subsiste durante toda la etapa funcional del contrato. Éste es u n o de
los g r a n d e s avances debidos a Capitant, p u e s la concepción de la c a u s a
como elemento q u e s u b s i s t e d u r a n t e todo el lapso de cumplimiento, per-
mite fundar instituciones, como el pacto comisorio, la excepción de in-
cumplimiento, la imprevisión, etcétera;
— la c a u s a tampoco se confunde con el objeto; en los contratos bila-
terales la c a u s a es la voluntad de obtener el cumplimiento de la prestación
debida por la otra parte; lo mismo sucede en los contratos reales;
— de allí q u e la c a u s a falta no sólo c u a n d o la obligación no n a c e ,
sino t a m b i é n c u a n d o la otra parte no cumple. Ello, como decíamos, fun-
d a m e n t a la excepción de incumplimiento y el pacto comisorio;
— en la concepción de C a p i t a n t la c a u s a se p r e s e n t a de la m i s m a
m a n e r a en cada tipo de negocio, es decir que aparece concebida de m a n e r a
objetiva;
— Capitant considera que los motivos no forman parte de la c a u s a ;
sin embargo, en ciertos c a s o s admite la relevancia de motivos ilícitos
(casa alquilada p a r a que funcione u n burdel) y el vicio de error sobre la
cualidad de la cosa o de la persona.
Por e s t a s consideraciones, se lo califica sucesivamente de portavoz
de la doctrina n e o c a u s a l i s t a subjetiva (Videla Escalada) o de la corriente
subjetivo-objetiva (Bueres).
b) Avances posteriores
Luego de las e n s e ñ a n z a s de Capitant, apareció la obra de J o s s e r a n d
que desenvolvió u n a noción subjetiva de la c a u s a .
Sin prescindir de la existencia de u n a c a u s a c o n s t a n t e en c a d a ca-
tegoría del contrato, J o s s e r a n d pone de relieve la importancia de los mó-
viles q u e , d e m a n e r a concreta, h a n llevado a las p a r t e s a c o n t r a t a r e n
c a d a caso particular. De este modo J o s s e r a n d construye u n a verdadera
teoría de los móviles, como lo anticipa el mismo título de s u obra.
LOS ACTOS JURÍDICOS 511
c) Causalismo objetivo
Si bien la doctrina objetiva puede hallar u n primer exponente en el
francés Louis Lucas, ha sido la doctrina italiana la que ha profundizado en
esta corriente de pensamiento, aun antes de la sanción del Código de 1942
(v. al respecto, como síntesis, el trabajo de Bessone y Roppo).
Las doctrinas objetivas subrayan que la causa es siempre idéntica
para cada tipo de negocio (lo que en definitiva se halla también en la idea
clásica y sobre todo en Capitánt).
Algunos autores la han identificado como la función económica y
social del negocio (Betti, seguido por la mayoría de la doctrina italiana;
modernamente Trabucchi, Santoro Passarelli, Galgano); esta idea tuvo
un gran predicamento, y es adoptada por el Código de 1942 (arts. 1325,
1343 a 1345) (Bessone y Roppo).
Con ello quiere expresarse que el negocio, como regulación de inte-
reses privados, tiene que ajustarse a los valores éticos, políticos y socia-
les en que se inspira el ordenamiento y sobre los que descansa (Mozos)
y constituye la justificación de la autonomía privada (Galgano).
Otros la han definido como el resultado jurídico objetivo que el su-
jeto puede obtener con el negocio jurídico.
Messineo dice que la causa es finalidad en cuanto el sujeto se pro-
pone la obtención de un determinado efecto, que depende de su volun-
tad. Esa finalidad no deja de ser objetiva e inmutable. Así, si Ticio obtiene
un préstamo, consigue el resultado de obtener la disponibilidad de una
suma de dinero; si cambiamos a Ticio por Sempronio o por Martín, la
causa no varía.
De allí, destaca Messineo, que la causa actúa también como elemento
diferenciador de los tipos singulares del negocio, puesto que cada uno de
ellos tiene una causa que es inconfundible con los demás.
d) Dualismo
Salvo algunas formulaciones subjetivas u objetivas exageradas, la
mayor parte de los autores hace concesiones a la otra acepción de causa,
y en general admiten que ambas nociones no son incompatibles, sino
que por el contrario, pueden ser armonizadas (Castán Tobeñas, Dualde,
Mozos, Castro, Weill-Terré, y la mayor parte de la doctrina nacional).
En esta corriente, Messineo dice que el motivo no es causa del ne-
gocio jurídico. Pero acepta que el sujeto que contrata puede proponerse
finalidades mediatas; esos motivos o finalidades mediatas cuando sean
512 JULIO CÉSAR RIVERA
1149. SINCRETISMO
a) Exposición
Como dijimos al c o m e n z a r el análisis del t e m a (supra, n e 1143), la
c a u s a final p u e d e identificar a la finalidad perseguida con el negocio j u -
rídico (la obtención de la propiedad de la cosa en el comprador y la dis-
ponibilidad del precio p a r a el vendedor; la disponibilidad de u n a s u m a de
dinero en el m u t u a r i o y g a n a r los intereses en el m u t u a n t e ; la seguridad
de la cosa e n el depositante y la obtención del precio en el depositario).
Y también puede referirse a los móviles concretos que movieron a u n
c o n t r a t a n t e individualizado, que puede comprar o alquilar u n inmueble
para poner u n fondo de comercio, o u n estudio jurídico, y que puede donar
para hacer u n a liberalidad o p a r a mejorar su declaración de impuestos.
Es decir que la noción de c a u s a final sirve como r e s p u e s t a a las pre-
g u n t a s p a r a qué se c o n t r a t a y por q u é se c o n t r a t a (Puig Brutau).
b) Conclusión
De modo que la c a u s a final p u e d e ser definida como la razón de ser
jurídicadel negocio (Bueres), poseyendo u n a doble significación, objetiva
y subjetiva.
e) Ámbito de aplicación
La causa final así entendida funciona tanto en los contratos, como
en los demás negocios jurídicos.
Es decir que constituye un elemento de los actos jurídicos en general.
por tener una causa final ilícita. Por ejemplo, la emancipación por habi-
litación de edad concedida por el padre para liberarse de la obligación ali-
mentaria 26 ; el reconocimiento de un hijo extramatrimonial con el único
objeto de recibir la herencia del mismo, desvirtuando así la voluntad tes-
tamentaria de éste 27 .
Algún sector de la doctrina propicia la invalidación de los matrimo-
nios llevados a cabo con una finalidad ajena a la propia de la institución:
eximirse del servicio militar, obtener nacionalidad o radicación en país
extranjero, etcétera.
h) Funciones
La causa final así entendida tiene relevancia en la etapa genética del
contrato y también en la etapa funcional o de cumplimiento, hasta el
mismo momento de su extinción, como lo demostrara Capitant.
El funcionamiento en concreto lo vemos infra, números 1152 y si-
guientes, donde la encontraremos subyacente en numerosos institutos.
28
1150. EL PROBLEMA DE LA CAUSA EN EL DERECHO ANGLOSAJÓN
En todos los sistemas jurídicos, entra enjuego la noción de fin o fi-
nalidad. Prueba de ello es que en el derecho anglosajón, la consideration
tiene cierto paralelismo, particularmente en el campo de los contratos
onerosos, con nuestra noción de causa (Castán Tobeñas).
26
Ejemplo que damos en Habilitación de edad, Buenos Aires, 1975, pág. 218, n 9 4.
27
Sentencia del Tribunal Supremo Español, 23/3/1928, cit. por Santos Briz.
28
Bibliografía especial: ALPA, Guido - BESSONE, Mario (a cura di, Causa e consideration,
Padova, 1984, en particular los trabajos de GORLA, Gino, "Causa, consideration e forma
neU'atto d'alienazione intervivos"; MANCINI, Federico, "La consideration nel diritto nordamericano
dei contratti"; BESSONE, Mario, "Consideration e impossibüitá della prestazione"; JOLOWICZ, J. A.,
(sous la direction de), Droitanglais, París, 1986; JENKS, Edward, Elderecho inglés, trad. de José
Paniagua Porras, Madrid, 1930.
LOS ACTOS JURÍDICOS 515
b) Textos implicados
El artículo 499 sienta el principio según el cual: "No hay obligación sin
causa, es decir, sin que sea derivada de uno de los hechos, o de uno de los
actos lícitos o ilícitos, de las relaciones de familia, o de las relaciones civiles".
El artículo 500 establece la regla de p r e s u n c i ó n de c a u s a ; el artículo
501 dispone que la obligación será válida a u n q u e la c a u s a expresada en
ella sea falsa si existe otra c a u s a verdadera.
Y el artículo 502 se refiere a la c a u s a lícita, en los siguientes térmi-
nos: "La obligación fundada en una causa ilícita, es de ningún efecto- La
causa es ilícita, cuando es contraria a las leyes o al orden público".
516 JULIO CESAR RIVERA
Otras reglas del Código hacen alusión a la causa; por ejemplo, el ar-
tículo 926, conforme al cual: "El error sobre la causa principal del acto, o so-
bre la cualidad de la cosa que se ha tenido en mira, vicia la manifestación de
voluntad, y deja sin efecto lo que en el acto se hubiera dispuesto".
E n la nota al artículo 926, citando a Marcadé, se dice: "Nosotros en-
t e n d e m o s [...] por c a u s a principal del acto, el motivo, el objeto que nos
p r o p u s i m o s en el acto, haciéndolo conocer a la otra parte".
El artículo 792 dispone que: "El pago efectuado sin causa, o por una
causa contraria a las buenas costumbres, como también el que se hubiese
obtenido por medios ilícitos, puede ser repetido, haya sido o no hecho por
error". E n general la doctrina considera q u e las hipótesis de pago inde-
bido de los artículos 792 a 795 se fundan en la idea de c a u s a final.
Por su lado, el artículo 3841 autoriza a revocarlos legados, después de
la muerte del testador, por la inejecución de las cargas impuestas al lega-
tario, c u a n d o é s t a s son la c a u s a final de su disposición.
La idea de c a u s a final aparece también en otras reglas del ordena-
miento jurídico; por ejemplo, la ley 17.418 a n u l a los seguros realizados
con intención de obtener u n enriquecimiento indebido (causa ilícita): ar-
tículos 62, s e g u n d o párrafo, y 68; y prevé t a m b i é n la solución p a r a los
s u p u e s t o s en que la c a u s a h a desaparecido a n t e s de entrar en vigencia
el seguro (falta de c a u s a en la e t a p a genética del contrato) y d u r a n t e la
vigencia de la póliza (desaparición de la c a u s a en la e t a p a funcional): ar-
tículo 8 1 .
d) Posición causalista
Desde antiguo u n a parte de la doctrina encontró que los artículos 500
a 502 se refieren a la c a u s a final; las ideas en ellos contenidas, e incluso la
cita de los artículos 1131 a 1133 del Código Napoleón al pie de los mismos,
parecen indicar que Vélez h a querido en realidad referirse a la "causa lícita"
LOS ACTOS JURÍDICOS 517
Bibliografía especial: BUSO-AMANTE ALSINA, Jorge, Repetición del pago de ¡o que no se debe,
Buenos Aires, s/f; voto de Bueres en CNCiv., Sala D, E.D., 119-162.
518 JULIO CÉSAR RIVERA
las partes. Esta idea está expresada en el artículo 1326, y se aplica por
la jurisprudencia con gran frecuencia.
RIVERA, Julio César, "La doctrina de las bases en el Proyecto de Unificación Legislativa",
RDCO, 1987-867.
520 JULIO CESAR RIVERA
b) Falta de causa
Cuando hablamos de falta de causa, corresponde hacer un distingo
entre la causa objetiva y la subjetiva.
Tratándose de contratos típicos (compraventa, permuta, mutuo, etc.),
la causa objetiva, como finalidad económico-social del negocio, está dada
expresamente por la ley; dentro del marco fijado por ella, las partes ejerce-
rán las facultades que emanan de la autonomía privada.
Por lo tanto, en principio, no puede faltar la causa objetiva en los
contratos típicos, salvo que en el caso concreto ella sea de imposible rea-
lización; tal sucede, verbigracia, cuando se pretende contraer la calidad
de fiador de una obligación ya pagada, comprar la cosa que ya es propia,
asegurar un riesgo inexistente, pagar una deuda ya extinguida, etcétera.
En la jurisprudencia francesa se ha tratado un caso interesante; es
habitual el contrato por el cual alguien promete una renta vitalicia a cambio
de la transmisión de la propiedad de un inmueble, lo que acaecerá con la
muerte del propietario beneficiario de la renta; los tribunales han conside-
rado que el contrato carece de causa si el propietario beneficiario de la renta
estaba enfermo sin posibüidades de prolongación de su vida, y eso era sabido
por el adquirente de la propiedad 32 .
Del mismo modo, carece de causa el contrato de compraventa de un
inmueble, si éste había sido expropiado con anterioridad a la venta; hi-
pótesis que nuestros tribunales resolvieron con fundamento en la doc-
trina del error 33 .
En los contratos atípicos tal causa objetiva deberá ser conforme con la
economía general del ordenamiento jurídico, presumiéndose en principio
tal conformidad, pero esto entra ya en el campo de la licitud de la causa.
En cuanto a la causa subjetiva, los móviles de las partes pueden
coincidir, pura y simplemente, con la función económico-social del nego-
cio (adquirir la propiedad y la disponibilidad del precio, etc.) o puede ha-
ber —pero no son necesarios— móviles particulares causalizados, que
resulten jurídicamente relevantes (adquirir la propiedad para instalar
un consultorio médico, una industria, un comercio, etc.). Los móviles
causalizados adquieren relevancia cuando son ilícitos o inmorales, y en
la etapa funcional del contrato, pues la imposibilidad de satisfacerlos
puede constituir un supuesto de frustración del fin que dé lugar a la re-
solución del contrato.
32
Ver KLEIN, Gérard, "Alea et equilibre contractual d a n s la formation du contrat de vente
d'inmueble en viager", RTDC, 1977-13; CHARAS, Francois, s u comentario de jurisprudencia en
RTDC, 1981-640; REMY, Phillippe, su comentario de jurisprudencia en RTDC, 1981-689.
33
CNCiv., SalaA, 2 5 / 6 / 1 9 5 2 , J.A., 1952-III-246.
LOS ACTOS JURÍDICOS 521
c) Falsa c a u s a
El negocio que expresa u n a c a u s a no real, es válido si se funda en
otra c a u s a verdadera (art. 501) y lícita.
De allí que el negocio simulado no sea n e c e s a r i a m e n t e inválido; por
el contrario, si la simulación es lícita, p r o d u c e efectos jurídicos el acto
real (art. 958) (v. infra, Cap. XXXII).
En otro sentido p u e d e decirse que existe falsa c a u s a c u a n d o media
error sobre la c a u s a principal del acto (Castro y Bravo), situación regu-
lada en el artículo 9 2 6 como u n vicio del consentimiento.
La carga de la p r u e b a de la falsedad de la c a u s a expresada en el acto
la soporta quien invoca tal hecho.
Sobre este p u n t o no p u e d e caber d u d a . Pero, b a s t a p a r a el d e u d o r
que p r e t e n d e su liberación, acreditar q u e la c a u s a es falsa, o t a m b i é n
debe probar que el negocio no tiene otra c a u s a lícita; o por el contrario,
será el acreedor quien deberá justificar la existencia de otra c a u s a lícita
de su acreencia.
La cuestión, poco frecuente, h a sido r e c i e n t e m e n t e fallada por la
Casación francesa, que en u n caso en el cual el acreedor confesó que la
c a u s a e x p r e s a d a era falsa, sostuvo como principio general que corres-
ponde al deudor la p r u e b a de q u e la c a u s a e x p r e s a d a es falsa, pero s u -
perado este primer tramo, la carga de la p r u e b a se invierte, y es el acree-
dor quien debe probar la existencia de otra causa lícita 3 4 .
d) Causa ilícita
La c a u s a es ilícita c u a n d o es contraria a las leyes y al orden público
(art. 502). Ello comprende a la c a u s a contraria a la moral y las b u e n a s
costumbres.
Conforme al mismo precepto citado, la obligación fundada en c a u s a
ilícita es de n i n g ú n efecto.
Ahora bien, para que la c a u s a ilícita provoque la nulidad del negocio,
es preciso que ella sea común a a m b a s partes. La jurisprudencia francesa,
que sigue esta orientación desde 1956 35 , afirma que no es necesario que
exista u n proyecto c o m ú n a a m b o s contratantes, pero sí se requiere, en
toda hipótesis, que el móvil ilícito que h a motivado a u n a de las partes haya
sido conocido por la otra, de modo que haya entrado en el "campo contrac-
tual", con lo que se evita que u n contratante de b u e n a fe deba soportar u n a
34
Cour de Cassation, l 9 ch. Civ., 2 0 / 1 2 / 1 9 8 8 , D 1990-J-244, con interesante nota de
MARGUENAUD, J e a n Fierre, La cause simulée.
35
Cour de Cassation, 4 / 1 2 / 1 9 5 6 , RTDC, 1957-329.
522 JULIO CESAR RIVERA
nulidad por una causa ilícita que ha ignorado 36. Este criterio ha sido con-
firmado por un pronunciamiento de la Casación que ha anulado un contra-
to de compraventa de talismanes y materiales de ocultismo, efectuado por
un parapsicólogo a otro a quien consideraba su discípulo; en el caso la
Corte consideró que existía causa ilícita por cuanto se trataba de cosas
destinadas al ejercicio de una profesión ilícita (reprimida por el Código Pe-
nal), y el vendedor no podía desconocer el motivo de la compra, por lo que
la ilicitud de la causa había entrado en el campo contractual 37 .
g) Efectos
Si la c a u s a no existe al tiempo de la celebración del negocio jurídico de
que se trate —verbigracia se promete u n a renta vitalicia en relación a la vida
de u n a persona ya fallecida, o se paga u n a deuda ya extinguida, se afianza
u n a d e u d a ya pagada, etcétera—, se sostiene la nulidad del contrato.
En la hipótesis de falsa c a u s a la sanción es la nulidad por el vicio de
error (art. 926) o de simulación, salvo que el negocio estuviere fundado
en otra c a u s a verdadera lícita, s u p u e s t o en que el acto jurídico es válido
(arts. 501 y 958).
También es nulo el negocio si la c a u s a es ilícita o inmoral. Se sos-
tiene doctrinariamente que la c a u s a ilícita o inmoral genera u n a nulidad
a b s o l u t a y por ende el acto deviene inconfirmable (Llambías, Salerno), de
donde si a d e m á s el vicio es ostensible, la nulidad p u e d e ser d e c l a r a d a
oficiosamente por el j u e z 4 9 .
Si la c a u s a d e s a p a r e c e d u r a n t e la vigencia del contrato, en su e t a p a
funcional, el negocio se rescinde o resuelve; tal s u c e d e como en el pacto
comisorio y en la imposibilidad de pago, y en general, en los s u p u e s t o s
de frustración del fin.
b) Consecuencias de la abstracción
La abstracción a s e g u r a la circulación de los bienes y la estabilidad
de los negocios jurídicos, en particular frente a los terceros ajenos al acto
pero q u e de a l g u n a m a n e r a e s t á n afectados por el m i s m o (Enneccerus);
48
CNCom., Sala D, in re "Bradichansky", 2 0 / 1 0 / 1 9 8 3 , cit. por AMADEO, J o s é Luis, Tarjeta
de crédito, Buenos A r e s , 1984.
49
Voto de la Dra. KEMELMAJER DE CARLUCCI en SCMdza., Sala I, 9 / 1 0 / 1 9 8 9 , J.A.,
21/3/1990.
50
Bibliografía especial: COMPAGNUCCI DE CASO, Rubén H., "Hacia u n a caracterización del
acto abstracto", E.D., 76-853.
LOS ACTOS JURÍDICOS 525
c) Importancia de la categoría
La doctrina suele incluir entre los actos abstractos a los títulos valo-
res, el aval, la fianza, el reconocimiento de deuda, la tradiciói las transfe-
rencias inmobiliarias (Castán Tobeñas), la cesión de créditos propia y la
transmisión de d e u d a s a título particular (Compagnucci de Caso).
Quizá el ejemplo m á s expresivo de la categoría es el acto a b s t r a c t o
de enajenación del derecho registral alemán. Conforme a su régimen, la
transmisión del dominio (o de otros derechos reales inmobiliarios) no se
produce en virtud de la c o m p r a v e n t a o la donación (u otro contrato apto
p a r a el efecto), sino en virtud de u n acto a b s t r a c t o de enajenación que
refleja exclusivamente la voluntad de modificar la situación jurídica re-
gistral.
De modo que los s u b a d q u i r e n t e s recibirán el dominio en virtud de
ese acto abstracto de enajenación, y serán irrelevantes frente a ellos los
posibles vicios o defectos del acto jurídico c a u s a l celebrado entre los an-
teriores a d q u i r e n t e s y t r a n s m i t e n t e s del derecho real de que se trate.
1
I. EFECTOS DE LOS NEGOCIOS JURÍDICOS
c) Metodología a seguir
A partir de a h o r a examinaremos la extensión de cada u n o de estos
principios, comenzando por los sucesores.
b) Conceptos
Existe sucesión por c a u s a de m u e r t e (o moriis causa) c u a n d o por la
m u e r t e de u n a p e r s o n a otra viene a sucederlo en s u s relaciones y situa-
ciones jurídicas.
2
PÉREZLASALA, J o s é L., Derecho de sucesiones, Buenos Aires, 1988, pág. 3.
EL NEGOCIO JURÍDICO (Cont.) 529
b) Aplicaciones
El Código contiene varias disposiciones, q u e son aplicables, del
principio nemo plus iuris, entre los artículos 3 2 7 5 y 3 2 7 8 .
b) Derechos intransmisibles
Se excepcionan de las reglas a n t e c e d e n t e s ciertos derechos i n t r a n s -
misibles.
Tales son:
— los declarados tales por disposición de la ley; como el pacto de pre-
ferencia establecido en favor del vendedor de u n a cosa mueble o inmueble
(art. 1396); el m a n d a t o (art. 1963, inc. 3 S ); la r e n t a vitalicia (art. 2083);
el usufructo (art. 2825); el uso y la habitación (art. 2969); las servidumbres
personales (art. 3004); y en general las obligaciones destinadas a ser cumpli-
das por u n a persona que h a sido elegida por su industria, arte o cualidades
personales, llamadas obligaciones intuitu personae (art. 626);
— los declarados tales por u n a disposición del mismo negocio jurídico,
p u e s las p a r t e s p u e d e n estipular que los efectos del negocio se extingan
por la m u e r t e de cualquiera de ellos. Ello así, siempre que se e n c u e n t r e
en el ámbito de la libertad contractual, p u e s en ciertos s u p u e s t o s la ley
impone la continuidad del contrato, como sucede en materia de locacio-
nes urbanas;
— los derechos de la personalidad no se t r a n s m i t e n (derecho al ho-
nor, a la intimidad, etc.), pero sí p u e d e n existir reflejos posteriores a la
m u e r t e , como ya h a sido explicado (v. supra, n e 7 2 3 b);
— tampoco se t r a n s m i t e n los derechos nacidos de las relaciones de
familia (obligaciones, como la del cónyuge, padre, etc.).
c) Quid de la quiebra
D u r a n t e m u c h o tiempo se sostuvo en doctrina q u e producida la
quiebra de u n a p e r s o n a se constituye u n a m a s a , formada por los acree-
dores del quebrado, que goza de personalidad jurídica. E s a p e r s o n a j u -
rídica, se afirmaba, es s u c e s o r a universal del fallido en todas s u s relacio-
n e s j u r í d i c a s patrimoniales.
EL NEGOCIO JURÍDICO (Cont.) 531
3
Ver al respecto ALSINAATIENZA, Dalmiro, s u s trabajos en J.A., 1960-II-doct. 40; 1960-11-
doct. 56; 1960-III-doct. 85; 1960-III-doct. 6; 1960-FV-doct. 35; 1964-II-doct. 62; 1964-rV-doct.
38; 1964-V-doct. 105.
4
Igual solución se propició en el caso de que el inmueble haya sido adquirido en s u b a s t a
(CNCiv.,SalaF, 1/4/1997.E.D., 177-27;SCBA, 1 3 / 7 / 1 9 9 9 , Diario de Jurispnidencia Judicial
157 del 1 8 / 8 / 1 9 9 9 ) .
EL NEGOCIO JURÍDICO (Cont.) 533
c) Excepciones
Existen a l g u n a s excepciones a la regla a n t e s expuesta.
El artículo 504 dispone que: "Si en la obligación se hubiere estipula-
do alguna ventaja enfavor de un tercero, éste podrá exigir el cumplimiento
de la obligación, si la hubiese aceptado y hécholo saber al obligado antes
de ser revocada".
La estipulación en favor de terceros es entonces u n a excepción a la
regla del efecto relativo de los contratos, que sólo funciona c u a n d o se h u -
biera previsto u n beneficio en favor del tercero, y no obligaciones: la ley
prevé s u p u e s t o s específicos en materia de donación con cargo (arts.
1829 y 1853), y e s de la esencia del seguro sobre la vida de las personas,
que regula n u e s t r a ley 17.418.
Producen efectos respecto de terceros ajenos al acto algunos nego-
cios que n a c e n de la voluntad unilateral: p r o m e s a pública de recompen-
sa (art. 2536, 2- parte).
1166. CONCEPTO
C u a n d o t r a t a m o s de la interpretación de la ley, decíamos que inter-
pretar es b u s c a r el sentido y valor de la n o r m a p a r a medir su extensión
precisa (v. supra, n°- 142).
9
Entre otros muchos, CNCiv., Sala F, 9 / 1 0 / 1 9 8 1 , JA., 1982-IV-261; id&n. Sala A,
1 8 / 6 / 1 9 8 2 , J A . , 1983-III-126;CNEsp.Civ.yCom.,Sala5 s , 1 2 / 3 / 1 9 7 6 , JA.. 1977-1-401, etc.
EL NEGOCIO JURÍDICO (Cont.) 539
JU
Entre otros: CNCiv., Sala D, 1 7 / 1 0 / 1 9 7 9 , J.A., 1982-111-584; idem, 5 / 1 2 / 1 9 8 3 , J.A.,
1984-IV-242.
Bibliografía especial: v. la citada en el Cap. VI, nota 7; también REZZÓNICO, J u a n Carlos,
"La b u e n a fe como n o r m a abierta p a r a la interpretación de los contratos y límites de la
interpretación", L.L., 1982-C-270; FARNSWORTH, Alian E., The concepto/goodfaithin American
Law, Roma, 1993; GOODE, Roy, The concept of "goodjaith" in English Law, Roma, 1992;
KEMELMAJERDE CARLUCCI, Aída, "La b u e n a fe en la ejecución de los contratos", RDPC, 18-211.
540 JULIO CÉSAR RIVERA
b) Derivaciones de la buena Je
En la materia de la interpretación de las declaraciones recepticias,
la idea de buena fe tiene aplicaciones concretas.
En este sentido, la buena fe impone:
— Atender al sentido general del idioma; como ya hemos apuntado,
cuando se analiza el contenido de una declaración negocial, no debe
buscarse el sentido técnico de las palabras empleadas por las partes,
sino el que más convenga conforme al sentido general del idioma, esto es,
a como se las entiende en el uso cotidiano.
Por lo demás, las partes no podrán pretender que han dado a las pa-
labras usadas en el negocio, un sentido distinto al que le da el usogene-
ral (art. 217, Cód. Com.).
— Atender al significado usual de una expresión en el tráfico; así
aparece consagrado expresamente en nuestro Código de Comercio, al
disponer que: "El uso y práctica generalmente observados en el comercio,
en casos de igual naturaleza, y especialmente la costumbre del lugar don-
de debe ejecutarse el contrato prevalecerán sobre cualquier inteligencia en
contrarío que se pretenda dar a las palabras" (art. 218, inc. 6Q).
Más adelante señalamos que la expresión del inciso 6 e , del artículo
218, yerra al apuntar a la costumbre del lugar de ejecución, pues debió re-
ferirse a la del lugar de celebración (v. infra n s 1176 g), pero ello no empece
a la importancia del precepto que se refiere a los usos del comercio equiva-
lentes a usos del tráfico (v. supra, nfi 105).
La significación que a estos usos se acuerda se funda en que, si una
expresión es generalmente usada de una manera o con un significado
determinado, las partes han debido emplearla y entenderla de esa mane-
ra o con ese significado.
— Comprensión posible de un participante medio del tráfico. No se
trata de recurrir a la posible comprensión de un profano, como se preten-
de a veces en la doctrina argentina, sino a las posibilidades de entendi-
miento de un sujeto promedio del tráfico, que debe obrar con la diligencia
exigible según la naturaleza de la relación, y sus circunstancias de tiem-
po, lugar y persona.
Por ello se afirma que quien realiza un negocio, siendo ajeno al trá-
fico no goza de ninguna protección especial. Si una viuda especula en la
bolsa (por sí misma) o un campesino intenta negociar al por mayor (sin
EL NEGOCIO JURÍDICO (Cont.) 541
12
Entre otros muchos: CNCiv., Sala E, 1 6 / 6 / 1 9 8 2 , J.A., 1984-11-560; Ídem, Sala F,
2 3 / 6 / 1 9 8 2 , J.A., 1983-III-126.
13
CNCiv., Sala A, 2 1 / 5 / 1 9 7 4 , J.A., 1974-24-376; aplicación expresa de la finalidad eco-
nómica como regla de interpretación también en CNCiv., Sala B, 1 8 / 8 / 1 9 7 8 , J.A., 1970-11-
139; y con referencia expresa a la equivalencia de las prestaciones: CNCiv., Sala D,
17
/ 1 0 / 1 9 7 9 , J.A., 1982-III-584; CNCiv., S a l a F , 9 / 1 0 / 1 9 8 1 , J.A., 1982-IV-261.
542 JULIO CESAR RIVERA
14
CNCiv.,SalaA, 1 8 / 6 / 1 9 8 2 , J . A . . 1983-III-126;aludiendoala"costumbre":CNCiv.,Sala
D, 2 2 / 2 / 1 9 7 2 , J.A., 1972-15-290.
EL NEGOCIO JURÍDICO (Cont.) 543
15
Entre otros CNCiv., Sala D, 2 9 / 5 / 1 9 8 1 , J.A., 1982-1-125.
EL NEGOCIO JURÍDICO (Cont.) 545
Bibliografia especial: BORDA, Guillermo A., "La regla javor debitorís en las X J o r n a d a s
Nacionales de Derecho Civil", L.L., 1985-D-896; LEZANA, Mario Hugo, "La regla Jauordebitorís
y las X J o m a d a s Nacionales de Derecho Civil", L.L., 1985-D-914; GIANFELICI, Mario César, "La
•nterpretación de u n a regla de interpretación. La r e g l a / a u o r debitorís", L.L., 1986-A-795;
546 JULIO CESAR RIVERA
b) Interpretación estricta
Para los contratos en los q u e corresponde la interpretación estricta,
se dispone que si por estipulación o por disposición de la ley procede la
interpretación estricta, o se requiere u n a manifestación expresa, se t o m a
especialmente en c u e n t a la literalidad textual de los términos utilizados
al manifestar la voluntad.
22
CNCiv., Sala B, 2 1 / 7 / 1 9 8 1 , J.A., 1982-11-66.
550 JULIO CESAR RIVERA
d) Otras reglas
El Proyecto prevé la interpretación a r m ó n i c a de todo el contenido
del contrato (art. 1028) y generaliza la regla q u e el Código vigente contie-
ne al t r a t a r de la compraventa, según la cual la denominación asignada
al contrato por las partes no determina por sí sola su índole.
Finalmente, siguiendo los criterios m á s a c t u a l e s , se regula la inter-
p r e t a c i ó n del c o n t r a t o m a r c o (art. 1031) y de los g r u p o s de c o n t r a t o s
(art. 1030).
Por ende, imponen que quien actúa estos negocios jurídicos, se ex-
prese con la mayor claridad posible. De modo que en la duda generada
por la ambigüedad de los términos, se estará en contra suya. Por lo que
si el requerimiento no establece de manera clara y concreta su carácter
coactivo, no será una interpelación; si se duda acerca de si el acreedor re-
clama el cumplimiento o ejerce la facultad resolutoria, se estará a la con-
secuencia menos gravosa para el deudor, o sea la primera.
Bibliografía especial: DASSEN , J., "El recurso de casación y la interpretación de los actos
jurídicos", J.A., 1951-III-doct. 10.
552 JULIO CESAR RIVERA
b) Crítica
Las clasificaciones resultan ajenas a lo que debe ser u n Código, que en
cuanto ley debe limitarse a obligar, autorizar o prohibir acciones. La tarea
de clasificar no es legislativa, sino científica o didáctica.
Tampoco p u e d e sostenerse que las clasificaciones s e a n verdaderas
o falsas, sólo son útiles o inútiles p a r a obtener la finalidad propuesta.
Como se verá s e g u i d a m e n t e no todas las clasificaciones utilizadas
por el codificador h a n resultado útiles. Hoy resulta claro que en caso de te-
ner que clasificar podrían agregarse otras varias categorías que sin estar
e x p r e s a m e n t e m e n c i o n a d a s en el Código sí p u e d e n inferirse de su texto.
M u c h a s de las que t r a t a r e m o s fueron utilizadas por Vélez Sarsfield
p a r a clasificar a los contratos —que son u n a especie dentro del género
"negocio jurídico"—; de allí que varios de los ejemplos q u e d a r e m o s s e r á n
referidos a este tipo particular de acto jurídico.
b) Desarrollos ulteriores
Más m o d e r n a m e n t e se distingue entre acto bilateral, si sólo se t r a t a
de dos voluntades; o plurilateral si se t r a t a de m á s de dos.
En realidad, no corresponde h a b l a r de v o l u n t a d e s o sujetos, sino de
partes.
C a d a parte puede e s t a r integrada por dos o m á s voluntades y se di-
ferencia de la otra por t e n e r u n interés diferente. Ese interés diferente
debe existir al m o m e n t o de celebración del acto jurídico.
C u a n d o varias p e r s o n a s se p o n e n de a c u e r d o p a r a constituir u n a
sociedad —es decir, celebrar u n contrato de sociedad— lo h a c e n movidas
por s u s propios intereses. Cada u n o piensa obtener u n beneficio propio
de ese contrato. Allí —entonces—, el contrato considerado como acto j u -
EL NEGOCIO JURÍDICO (Cont.) 553
d) Ejemplos
Son ejemplos de negocios jurídicos unilaterales, a d e m á s del men-
cionado por el codificador (el testamento), el reconocimiento de hijo ex-
tramatrimonial, el reconocimiento de u n a d e u d a , la confirmación de u n
acto nulo, la resolución de u n contrato, s u revocación, la r e n u n c i a de u n
derecho ( a u n q u e deba ser a c e p t a d a p a r a p r o d u c i r efectos), la a c e p t a -
ción de u n a herencia, el o t o r g a m i e n t o de poder, etcétera.
Como s u p u e s t o s de actos jurídicos bilaterales p u e d e n m e n c i o n a r s e
a todos los contratos, s u s rescisiones, la celebración de matrimonio, la
novación de obligaciones, la constitución de derechos reales sobre cosa
ajena, etcétera.
b) Crítica
Las denominaciones utilizadas por el codificador no resultan apro-
piadas, a u n q u e , d a d a s u extensa difusión, r e s u l t a n suficientemente cla-
ras. No obstante, s o s t e n e m o s q u e p u e d e n llevar a confusión a quien ca-
rezca de formación jurídica, en razón de que —respecto de la expresión
"actos entre vivos"— todo negocio jurídico sólo p u e d e ser celebrado por
p e r s o n a s , es decir sujetos vivos, de modo que la expresión es poco feliz.
Por s u parte tampoco es correcta la frase "disposiciones de última
voluntad", desde que estos actos no la configuran. No son el último acto
en la vida de u n sujeto. El t e s t a m e n t o p u e d e h a c e r s e varios a ñ o s a n t e s
del fallecimiento, p a r a producir efecto recién al m o m e n t o de la m u e r t e
del otorgante. Nosotros utilizaremos como sinónimo la expresión actos
morlis causae.
E n síntesis, el concepto de e s t a p a u t a clasificatoria es el que sigue:
si el negocio jurídico se celebra p a r a producir efectos en forma inmediata
o m e d i a t a (otro día, m e s o año) es entre vivos. Si, por el contrario, recién
p r o d u c e algún efecto a la m u e r t e del celebrante, es mortis causae.
Vale decir que no se t r a t a de establecer el m o m e n t o de su existencia
como negocio jurídico, sino el de s u s efectos. Ése es el criterio de los ar-
tículos 9 5 1 y 952. El primero expresa: "Comenzará la existencia de los ac-
EL NEGOCIO JURÍDICO (Cont.) 555
h) Irrelevancia práctica
E s t a clasificación carece de importancia práctica y es m e r a m e n t e
teórica como u n á n i m e m e n t e sostiene la doctrina nacional.
c) Explicación
Lo positivo o lo negativo del negocio es la forma de manifestarse la
voluntad. C u a n d o la voluntad se manifiesta m e d i a n t e expresiones posi-
tivas el acto es positivo. Si, por el contrario, la expresión de la voluntad
se efectúa mediante a l g u n a omisión, el acto será negativo.
d) Causas
La p a u t a clasificatoria no resulta de comprensión sencilla. No obs-
tante, p u e d e afirmarse que la mayoría de los negocios jurídicos pertene-
cen a la categoría de los positivos; ejemplo de ellos sería cualquier contrato
— c o m p r a v e n t a , locación, donación, etc.— la celebración del matrimo-
nio, u n testamento, la constitución de algún derecho real —dominio, hi-
poteca— etcétera.
Sería negativo el negocio jurídico q u e m e d i a n t e u n a omisión en la
manifestación de voluntad —por ejemplo, g u a r d a n d o silencio en los su-
p u e s t o s previstos por el art. 9 1 9 , Cód. Civ.— p r o d u c e la adquisición, mo-
dificación o extinción de u n derecho en los términos del artículo 944.
EL NEGOCIO JURÍDICO (Cont.) 557
b) Casos
Son ejemplos de negocios patrimoniales todos los contratos, ya que
los artículos 1137 y 1169, y la doctrina elaborada en torno a ellos, expre-
s a m e n t e así lo exigen.
También el t e s t a m e n t o es u n negocio patrimonial.
Como ejemplos de actos extrapatrimoniales, p u e d e n mencionarse
la celebración del m a t r i m o n i o , la adopción, el reconocimiento de filia-
ción, la habilitación de edad, la designación de tutor, la dación de órga-
nos p a r a trasplante, etcétera.
24
Bibliografía especial: ORGAZ, Alfredo, "El acto de administración en el Código Civil", en
Nuevos Estudios de Derecho Civil, Buenos Aires, 1954.
EL NEGOCIO JURÍDICO (Cont.) 559
b) Negocios de conservación
Como tercera categoría junto con los actos de disposición en sentido
amplio y de administración, y como subclasificación de los actos de ad-
ministración se encuentran los actos de conservación.
560 JULIO CESAR RIVERA
Debe entenderse por acto de conservación aquel que tiene por fina-
lidad evitar la pérdida de un bien cuya existencia peligra. Serían, enton-
ces, actos de conservación la reparación de un inmueble, el pago de los
impuestos, solicitar o renovar una inscripción hipotecaria, interrumpir
una prescripción.
c) Negocios de obligación
Hasta ahora nos hemos referido a los actos de disposición en sen-
tido amplio.
Desde otro punto de vista, puede oponerse al concepto de negocio de
disposición aquel denominado "de obligación". Ahora bien, con este nue-
vo alcance que llamaremos restringido, los negocios de disposición son
aquellos que en forma directa importan la disminución del patrimonio de
una persona, mientras que son "de obligación" aquellos que en forma di-
recta sólo obligan a su otorgante al cumplimiento de una prestación,
pero que inmediatamente no importan la disminución de su patrimonio.
También aquí un mismo acto puede ser de disposición —en este
nuevo sentido— para el vendedor de una cosa que efectúa la tradición de
la misma y "de obligación" para el adquirente si se obligó a pagar su pre-
cio en forma diferida.
Los actos de disposición pueden también subclasificarse en traslati-
vos y abdicativos, según que el deterioro patrimonial que se opera en el pa-
trimonio del sujeto opere en beneficio de un tercero o no.
( n u e v a m e n t e a q u í d e b e s e ñ a l a r s e q u e la d o n a c i ó n es u n c o n t r a t o y e n
c u a n t o tal, es u n negocio j u r í d i c o bilateral), el m u t u o civil c u a n d o n o
s e h a n p a c t a d o i n t e r e s e s , o el c o n t r a t o de depósito (art. 2182), etcé-
tera.
Más adelante h a b r e m o s de t r a t a r la clasificación de negocios a b s -
tractos y causados. Es claro que, cuando u n acto es abstracto —es decir,
c u a n d o n o d e m u e s t r a su c a u s a — no permite ser clasificado conforme a
la p a u t a que a h o r a nos ocupa. No podrá, en efecto, advertirse si la p r e s -
tación a la que se obligó o que efectuó u n sujeto, recibe contraprestación
—o no— por la otra parte (conf. Cifuentes).
b) Supuestos
Son ejemplos de negocios principales y accesorios (bilaterales) el
contrato de m u t u o y el de p r e n d a que accede al mismo. Unilaterales, el
t e s t a m e n t o y la designación de albacea p a r a s u cumplimiento. E s t o s
ejemplos valen t a m b i é n p a r a los actos principales y accesorios entre vi-
vos y mortis causae.
Son accesorios, asimismo, todos los derechos reales de garantía —hi-
poteca, p r e n d a y anticresis— respecto de las obligaciones garantizadas,
así como los contratos de garantía: fianza y p r e n d a . Las c l á u s u l a s espe-
ciales del contrato de compraventa —pacto de reventa, de retroventa, et-
cétera— son accesorios respecto del contrato. También las convenciones
nupciales (art. 1217) son accesorias respecto del matrimonio.
E n todos los c a s o s m e n c i o n a d o s , si el negocio principal es nulo, o
a u n siendo válido dejase de existir, n u n c a h a b r á existido el negocio ac-
cesorio o dejará de ser.
EL NEGOCIO JURÍDICO (Cont.) 563
b) Plazo
El plazo si bien es t a m b i é n u n hecho futuro, a diferencia de la con-
dición, es cierto. Vale decir, q u e indefectiblemente ocurriría, verbigracia,
e
l 24 de febrero; a treinta días de la fecha; c u a n d o J u a n m u e r a (porque
todo ser h u m a n o muere).
564 JULIO CESAR RIVERA
e) Cargo
Por fin, el cargo es u n a obligación accesoria a la que constituye el
objeto principal de u n acto jurídico.
Sólo tratándose de actos mortis causae el incumplimiento del cargo
trae aparejada la caída o pérdida del derecho contenido en el acto prin-
cipal. En todos los d e m á s casos, la inejecución del cargo sólo autoriza a
exigir su cumplimiento.
25
1196. NEGOCIO JURÍDICO FAMILIAR
a) Concepto
La doctrina c o n t e m p o r á n e a tiende a desarrollar la noción del deno-
m i n a d o negocio jurídico familiar, al que define como el acto voluntario lí-
cito q u e tiene por fin inmediato establecer entre las p e r s o n a s relaciones
j u r í d i c a s familiares, crear, modificar, transferir, conservar o aniquilar
derechos subjetivos familiares, en tanto la obtención de ese fin por la vo-
l u n t a d de los particulares esté admitida por la ley (Belluscio).
Se advierte que la definición h a sido h e c h a sobre la b a s e del concep-
to del artículo 944. Es que, como s e ñ a l a n los a u t o r e s que la desarrollan,
existe u n i d a d s u s t a n c i a l entre el negocio jurídico definido por el Código
y el acto jurídico familiar. Desde el m o m e n t o en q u e el derecho de familia
integra el derecho civil, la teoría general de los actos jurídicos comprende
a los actos propios del derecho de familia y s u s reglas le son aplicables
a falta de disposiciones especiales (Díaz de Guijarro, Belluscio).
b) Clasificaciones
E n consecuencia, las clasificaciones propiciadas p a r a los negocios
jurídicos en general, son aplicables a los a c t o s j u r í d i c o s familiares en
c u a n t o lo consienta s u naturaleza.
25
Bibliografía especial: DÍAZ DE GUIJARRO, Enrique, El actojurídico familiar y otros estudios,
Buenos Aires, 1960; "Concepto y naturaleza del actojurídico familiar", J.A., 1966-VI-Doct. 18;
BELLUSCIO, Augusto C., Derecho de familia, Buenos Aires, 1974; MÉNDEZ COSTA, María Josefa,
"La emancipación por habilitación de edad como acto jurídico", J . A . D o c t . 1972-486; YUNGANO,
Arturo R , "El actojurídico familiar", L.L., 1 2 / 6 / 1 9 9 1 ; DÍAZ DE GUIJARRO, Enrique, "Naturaleza
de la voluntad en el actojurídico familiar", J.A., 1987-1-818; "Nuevos aportes al estudio del acto
jurídico familiar", J.A., 1998-IV-817.
EL NEGOCIO JURÍDICO (Cont.) 567
b) Consecuencias
De acuerdo con lo expuesto, u n mismo negocio jurídico p u e d e estar
sujeto a la legislación civil o mercantil según constituya o no u n acto de
comercio.
Por ello el Código de Comercio contiene disposiciones que regulan
contratos, tales como la compraventa, el m a n d a t o , la fianza, la prenda,
etcétera, que son comerciales c u a n d o tienen objeto comercial según las de-
finiciones que en cada caso d a el mismo cuerpo legal.
Así, la compraventa es comercial c u a n d o es de cosas m u e b l e s y se
la h a c e p a r a revenderla o alquilar su u s o (art. 4 5 0 , Cód. Com., q u e coin-
cide en lo s u s t a n c i a l con el artículo 8 Q , inc. l s , Cód. Com.). Y el artículo
4 5 2 , Código de Comercio, e n u m e r a los casos de c o m p r a v e n t a s q u e no se
c o n s i d e r a n mercantiles.
c) Euolucióri
La noción de actos de comercio como actos de intermediación en el
cambio de cosas muebles, que se evidencia en el articulo 8°, inciso l e , y su
correlativo artículo 450, respondía al concepto económico de comercio.
Hoy en día esa concepción h a q u e d a d o estrecha, y las actividades
industriales son en gran medida consideradas como materias que exce-
den al derecho civil y son económicamente c o n s i d e r a d a s como activida-
des mercantiles (v. Goré).
Por ello, la distinción entre derecho civil y comercial pierde gran parte
de su sentido, y se alude hoy al derecho empresario o derecho de los nego-
cios (v. supra, n a 57) y se tiende a la eliminación de las diferencias legisla-
tivas entre aquellas r a m a s troncales del derecho privado.
A los inhabilitados (art. 152 bis) se les prohibe —por regla— otorgar
por sí actos de disposición, y sólo por excepción requieren asistencia
para la realización de actos de administración.
El poder general (art. 1880) sólo autoriza al otorgamiento de actos
de administración por el mandatario, no de disposición. Principio similar
ha sido receptado por el artículo 1885 del Proyecto de Unificación Legis-
lativa de 1987.
Los padres no pueden realizar actos de disposición sobre los bienes
de sus hijos sujetos a patria potestad (art. 297).
Los emancipados no pueden ni con autorización judicial hacer do-
nación (disponer a título gratuito) de los bienes que hubiesen recibido a
título gratuito (art. 134, inc. 2a), pero sí tienen la administración de los
recibidos a título gratuito (art. 135). Para disponer de ellos a título one-
roso deberán contar con autorización judicial o del cónyuge si fuese ma-
yor de edad (mismo art. 135; así es mantenido en el Proyecto de Unifica-
ción Legislativa de 1987).
La distinción entre actos de administración ordinaria y extraordina-
ria tiene vigencia en materia de sociedad civil (arts. 1964, 1965, 1967 y
1968), así como en materia concursal. En la L.C., se prevé como uno de
los efectos de la apertura del concurso preventivo, que el concursado
debe requerir autorización judicial para la realización de actos de dispo-
sición y de administración extraordinaria (art. 16).
i) De otras clasificaciones
La de actos en causales y abstractos, de actos de derecho público y de-
recho privado, y la de actos constitutivos y declarativos h a n sido comenta-
das al tratar de las m i s m a s en este Capítulo, a donde remitimos.
En cuanto a los actos jurídicos familiares se rigen, en principio, por las
mismas p a u t a s que los actos jurídicos del derecho patrimonial, con la im-
portantísima salvedad, ya a p u n t a d a en la definición, de que la autonomía
de la voluntad juega sólo en el marco fijado por la ley.
1200. CARACTERIZACIÓN
a) Concepto
El negocio fiduciario es el que produce el t r a s p a s o efectivo de u n de-
recho de u n a persona llamada fiduciante a otra llamada fiduciario, obli-
g á n d o s e éste a t r a n s m i t i r ese derecho a u n tercero (fideicomisario) o a
restituirlo al fiduciante, fundado en la situación de confianza y respeto
a la p a l a b r a e m p e ñ a d a por el fiduciario, quien debe a d e c u a r s e a las exi-
gencias del fin perseguido sin a b u s a r de dicha situación configurativa de
riesgo p a r a el fiduciante.
b) Clases
Básicamente p u e d e n reconocerse dos aplicaciones de los negocios
fiduciarios:
— la fiducia cumcreditore, esto es, los negocios transmisivos con fi-
nalidad de garantía; verbigracia, la venta de u n i n m u e b l e del deudor al
acreedor con la finalidad de garantizar el crédito;
EL NEGOCIO JURÍDICO (Cont.) 573
1201. ELEMENTOS
La doctrina destaca como elementos del negocio fiduciario los si-
guientes:
— estructura unitaria, es decir, que existe un solo acto; en este pun-
to coincide Mosset Iturraspe, quien rechaza la tesis que ve dos negocios
—obligacional y real— o uniones de contratos;
— traslado real y efectivo de los derechos en favor del fiduciario; es
decir, que si se trata de una enajenación con finalidad de administra-
ción, como sucede en el fideicomiso en favor de un banco para que ad-
ministre un paquete de acciones u otros valores, el banco se hace real-
mente propietario de las acciones o valores de que se trate y puede
ejercer todas las atribuciones de dueño;
— los poderes del fiduciario están limitados por el pacto de fiducia,
pero ello se limita a las relaciones entre las partes y ese pacto carece de
efectos frente a terceros, para quienes el fiduciario es el verdadero y úni-
co titular del derecho transmitido;
— peligro para el flduciante, por la posibilidad de abuso del fiduciario;
— recae sobre un objeto determinado;
— excedencia del medio técnico empleado con relación a la finalidad
perseguida; aspecto caracterizante de los negocios indirectos en general,
que ya ha sido explicado.
28
CNCom.,SalaC, 1 1 / 7 / 1 9 8 0 , E.D., 90-495; v. también CNCiv.,SalaD, 2 1 / 9 / 1 9 8 3 , E.D.,
108-124.
EL NEGOCIO JURÍDICO (Cont.) 575
34
1205. DISTINCIÓN CON EL TRUST ANGLOSAJÓN
En el derecho anglosajón, tiene g r a n t r a s c e n d e n c i a económica u n a
figura d e n o m i n a d a trust, que en lo s u s t a n c i a l consiste en la t r a n s m i s i ó n
29
CNCiv., Sala A, 2 9 / 8 / 1 9 8 5 , L.L., 1986-B-89.
30
CNCiv., Sala D, 2 1 / 9 / 1 9 8 3 , E.D., 108-124.
31
CNCiv., S a l a D , 2 0 / 9 / 1 9 7 7 , E.D., 77-142.
32
l 3 Inst. Federal Civ. y Com. Cap. Fed., firme, 6 / 1 0 / 1 9 7 2 , J.A., 18-497 con nota de GUAS-
TAVINO, Elias P., "La transmisión de créditos en garantía"; v. RIVERA, Julio C., "Cesión de créditos
en garantía", L.L., 1 7 / 6 / 1 9 9 1 .
33
CNCom., S a l a D , 2 4 / 1 0 / 1 9 7 4 , E.D., 60-184.
Bibliografía especial: Además de la citada en la nota 2 6 v.: BATIZA, Rodolfo, Fideicomiso,
576 JULIO CÉSAR RIVERA
1207. ANTECEDENTES
En n u e s t r o país no era desconocido el c o n t r a t o de fideicomiso del
cual nacía el dominio fiduciario (conf. Mosset Iturraspe, Carregal); ello es
así p u e s , el artículo 2662 del Código Civil decía: "Dominiofiduciario es el
que se adquiere en un fideicomiso singular, subordinado a durar solamen-
te hasta el cumplimiento de una condición resolutiva, o hasta el vencimien-
to de un plazo resolutivo, para el efecto de restituir la cosa a un tercero".
3- ed., México 1976; LAPAULLE, Paul, Tratado teórico y práctico de los trusts, trad. de Pablo
Macedo, México, 1975; CASAS SANZDE SANTAMARÍA, Eduardo, Lajiducia, Bogotá, 1997; GONZÁLEZ
BEIFUSS, Cristina, La msiitución angloamericana del trust y el derecho internacional privado
español, Barcelona, 1997; DOMÍNGUEZ MARTÍNEZ, Jorge Alfredo. Eljkleicomiso, México, 1995;
FLOR MATOS, Manuel de la, Eljideicomiso, Lima, 1999; HERBOTS, J . (sous la direction de), Le trust
et lajiducie, Bruxelles, 1997; BUSATO, Alessia, "La figura del t r u s t negli ordinamenti di common
law e di diritto continentale", RDC, 1992-309 D E TUGELIS, Lorenzo, ' T r u s t e fiducia
nell'ordinamento italiano", RDC, 1999-353; CALEGARI DE GROSSO, Lydia E., "El fideicomiso
dentro del proceso de adaptación del t r u s t a los conceptos del derecho civil", J.A., 1996-III-995.
EL NEGOCIO JURÍDICO (Cont.) 577
1208. PROYECTOS
Para mejorar la regulación del fideicomiso y del dominio fiduciario
se h a b í a n preparado varios proyectos. Entre ellos mencionamos:
— Proyecto de 1969, redactado por u n a comisión integrada por Car-
los Roberto Zannoni, Héctor Alegría, Carlos Malagarriga, Gervasio Co-
lombres, Guillermo Michelson, Francisco Q u i n t a n a Ferreyra, Héctor Cá-
m a r a y Rodolfo O. F o n t a n a r r o s a .
— Proyecto del Instituto de Derecho Comercial de la Facultad de De-
recho de la Universdidad de Buenos Aires, dirigido por H. D. Parodi.
— Proyecto de la Subsecretaría de Asuntos Legislativos del Ministe-
rio de J u s t i c i a de la Nación (1984).
El Proyecto de Reformas al Código Civil elaborado por la Comisión
designada por decreto 4 6 8 / 1 9 9 2 reguló e x p r e s a m e n t e el fideicomiso en-
tre los contratos típicos. Este proyecto es la fuente directa del fideicomiso
regulado por la ley 2 4 . 4 4 1 .
3(
1210. PROYECTO DE CÓDIGO CIVIL DE 1998 3
El Proyecto de Código Civil regula el fideicomiso entre los contratos
típicos y atendiendo a la b u e n a acogida que la regulación actual tiene en
la vida práctica de los negocios, se limita a h a c e r l e a l g u n o s a j u s t e s y
aclaraciones.
Donde se incorpora u n a reforma s u s t a n c i a l es en la relación fidei-
comiso-legítima, p u e s se autoriza a que el fideicomiso constituido sobre
bienes d e t e r m i n a d o s —por actos entre vivos o por testamento— p u e d a
exceder de la porción disponible, siempre que se h a g a en beneficio de he-
rederos incapaces y d u r e h a s t a que cese la incapacidad. Es u n a institu-
ción que claramente tiende a la protección de los incapaces, por lo que
h a sido acogida favorablemente por la doctrina especializada (Medina -
M a d e r n a Echegaray).
ib
Bibliografía especial: MEDINA, Graciela - MADERNA ECHEGARAY, Horacio, "Fideicomiso
testamentario. Legítima y protección de incapaces. Proyecto de reforma al Código Civil 1999",
E.D., 184-1334; GIRALDI, Pedro M., "Observaciones a la reglamentación del fideicomiso en el
proyecto de Código Civil", E.D., 184-1279.
CAPÍTULO XXVII
LA FORMA DE LOS NEGOCIOS JURÍDICOS i
I. CONCEPTOS Y CLASIFICACIONES
Bibliografía general: Además de la citada en la nota 1 del Capítulo XXV: PADILIA, R. A.,
forma y p r u e b a d e los contratos en el Código Civilargentiroatravésdesuarticulo 1193, Buenos
Aires, 1971; NOVILLO SARAVIA, L., "Las formas en el Código Civil argentino", en Estudios en
HomenajeaD. Dalmacio VélezSarsfield, Córdoba, 1950, pág. 6 0 3 ; LEIVAFERNÁNDEZ, Luis F. P.,
"Hacia u n a nueva concepción de la forma a través del Código Civil", L.L., 1987-D-943; LAGARDE,
Xavier, "Contrats et obligaüons. Observations critique sur la renaissance du formalisme", JCP,
1999-170; CAIVANO, Roque J., "Forma y p r u e b a de los contratos", J.A., 1996-11-128.
580 JULIO CESAR RIVERA
- La cita de BUERES corresponde a Objeto del negocio jurídico, Buenos Aires, 1985, pág. 29.
LA FORMA DE LOS NEGOCIOS JURÍDICOS 58 1
b) El neoformalismo
El formalismo no ha desaparecido del derecho. Por el contrario, en-
contramos en nuestro Código diversos preceptos que lo recuerdan, como
la necesidad de realizar determinados contratos en escritura pública, o
las formas en el derecho testamentario o el matrimonial.
Más aún, ha cobrado nuevo ímpetu en una rama del derecho priva-
do, cual es el derecho comercial. Bien entendido que este nuevo forma-
lismo —o neoformalismo— tiene una finalidad sustancialmente distinta
al anteriormente referido, desde que pretende proteger el interés de los
terceros y la seguridad en el tráfico jurídico, es decir, la certeza en la ad-
quisición de derechos, así como la posibilidad de poder reflexionar mejor
sobre los efectos del acto que se realiza.
582 JULIO CESAR RIVERA
al) Inconvenientes
Las formas determinadas siempre requieren un mayor desembolso
por el otorgante (caso del acto notarial) y representan cierta incomodidad.
Entrañan el riesgo de que por vicios o defectos de forma se cuestione
la validez o eficacia del negocio jurídico.
Por último, ciertas formas traban la celebración de actos jurídicos
conspirando contra la celeridad en los negocios (caso de los actos nota-
riales).
Creemos que esto último no es generalizable, ya que la uniformidad
de formas —lo cual sólo se obtiene mediante la imposición de una deter-
minada— simplifica y acelera la negociación en determinadas transac-
ciones (valga aquí el ejemplo dado del contrato de transporte de perso-
nas, sea terrestre, aéreo o marítimo). Esta tendencia se ve incrementada
hoy con el uso de ordenadores o computadoras.
b) Ejemplificación
Sintetizando, e n t o n c e s , son actos formales (también llamados de
forma i m p u e s t a , vinculada, etc.) aquellos a los q u e la ley o la m i s m a pre-
visión de las p a r t e s otorgan validez, sólo en t a n t o estén efectuados con
la forma especialmente prevista.
Son ejemplos de ellos, el testamento, el matrimonio, los e n u n c i a d o s
en el artículo 1184, el contrato de locación de inmuebles conforme al ar-
tículo l 9 de la ley 2 3 . 0 9 1 , etcétera.
588 JULIO CÉSAR RIVERA
3
Bibliografía especial: REZZÓNICO, J u a n C , "La reforma de 1968 respecto de la prueba de
los contratos", en Examen y aíiicade la Reforma Civil dirigida por MORELLO, Augusto M. - PORTAS,
Néstor L., t. III, pág. 4 3 , La Plata, 1974.
LA FORMA DE LOS NEGOCIOS JURÍDICOS 589
j) Ejemplijicación
Constituyen ejemplos de negocios formales solemnes, el matrimo-
nio, la designación de tutor dativo (arts. 3 8 3 y 394), el discernimiento de
la tutela o la cúratela (arts. 399 y 475), la transacción sobre objeto litigioso
(art. 838), la donación de i n m u e b l e s o de r e n t a s periódicas (art. 1810), el
testamento (art. 3622), la emancipación dativa o por habilitación de edad
(art. 131), la adopción (art. l e , ley 19.134).
Son por su parte, negocios jurídicos formales no solemnes, los s u -
puestos del artículo 1184, las donaciones excluidas del artículo 1810 y
que no sean manuales (art. 1815), las particiones extrajudiciales de heren-
cia y de condominio, los poderes para actuar enjuicio y para administrar.
3
O en otra terminología, la conversión funciona en los actos solemnes de solemnidad re-
lativa y en los actos formales no solemnes: conf. CNCiv., Sala C, 31/10/1975, E.D.. 65-129.
6
Conf. CNCiv., en pleno, 3/10/1951, J.A.. 1951-IV-155.
592 JULIO CÉSAR RIVERA
b) Conceptos y relación
En u n sentido amplio, d o c u m e n t o es "toda cosa que sea producto de
u n acto h u m a n o , perceptible con los sentidos de la vista y el tacto, que
sirve de p r u e b a histórica indirecta y representativa de u n hecho cual-
quiera" (Devis Echandía).
D o c u m e n t o e i n s t r u m e n t o , que parte de la doctrina consideran vo-
ces que d e n o t a n conceptos sinónimos, se e n c u e n t r a n vinculados en re-
lación de género a especie.
En esta relación, por ser el i n s t r u m e n t o —por regla— escrito (Leiva
Fernández) a b a r c a u n ámbito m á s restringido.
cj Conclusión
En síntesis, en el Código de Vélez, los i n s t r u m e n t o s se clasifican en
públicos y particulares. Los particulares firmados se d e n o m i n a n i n s t r u -
mentos privados.
' Bibliografía especial: CAPRJOLI, Eric A., "Securité e confiance d a n s le commerce électro-
nique", JCP, 1998-1-123; CÁTALA, P. - GAUTIER, Y., "Preuve. L'audace technologique á la Cour de
Cassation: vers la liberation de la preuve contractuelle", JCP, 2 0 / 5 / 1 9 9 8 ; BERNARDEU, L. - PA-
CÍFICO, M., "Internet et le droit des contrats", Revue de Droit Uniforme, 1998-1-32; BARBRY, E. -
OLIVER, F., "Cryptologie. Des decrets t a n t a t t a n d u s : quel droit pour la cryptologie", JVCP,
1/4/1998.
LA FORMA DE LOS NEGOCIOS JURÍDICOS 595
I. INTRODUCCIÓN
1226. CONCEPTO
a) Noción introductoria
E n los artículos q u e v a n del 979 al 1011, el Código Civil regula lo ati-
nente a los i n s t r u m e n t o s públicos; ei primero de ellos hace u n a m e r a
enunciación de algunos de los diversos tipos de i n s t r u m e n t o s públicos,
sin dar u n concepto o noción general abarcativa de los s u p u e s t o s e n u n -
ciados y no e n u n c i a d o s .
De allí que en la doctrina se h a y a n s u s t e n t a d o dos posiciones sobre
qué debe entenderse por i n s t r u m e n t o público. La tesis amplia sostiene
que p a r a que exista sólo es requerible la intervención de u n oficial públi-
co, agente o funcionario (Spota). La restringida afirma que a d e m á s debe
haberse conferido al oficial público, por ley, la facultad de otorgarlo.
En n u e s t r a concepción, son i n s t r u m e n t o s públicos los otorgados
con las formalidades que la ley establece, en presencia de u n oficial p ú -
blico (agente administrativo o funcionario), a quien la ley confiere la fa-
cultad de autorizar (Salvat, Llambías, Borda), y a los que otorga plena fe
sin necesidad de posteriores p r u e b a s o verificaciones (Arauz Castex).
c) Finalidad
Los i n s t r u m e n t o s públicos p u e d e n tener por finalidad acreditar la
existencia de u n hecho o acto, que constituye el s u p u e s t o m á s frecuente;
o constituir la forma de ejercicio de u n poder público. En este s u p u e s t o
no tienen por finalidad d e m o s t r a r que se realizó tal acto, sino ordenar,
como lo hace u n a sentencia judicial o u n decreto del Poder Ejecutivo.
El acápite del artículo 9 7 9 expresa que: "Son instrumentos públicos
respecto de los actos jurídicos". Esta última expresión p u e d e dar a p e n s a r
que esta categoría de i n s t r u m e n t o s sólo acreditan la existencia de actos
jurídicos (ésta es la p o s t u r a de Tomás Jofre). Es decir, no de meros he-
chos, h e c h o s jurídicos, o h e c h o s h u m a n o s voluntarios lícitos (también
conocidos como simples actos). La distinción adquiere gran importancia
c u a n d o en derecho penal es necesario d e t e r m i n a r si el falsificado es u n
i n s t r u m e n t o público o no.
Pero no es así. Los i n s t r u m e n t o s públicos p u e d e n acreditar todo
tipo de h e c h o s o actos.
Por ello lo testimoniado puede consistir en u n acto jurídico (v.gr., la es-
critura pública que i n s t r u m e n t a u n contrato de compraventa de inmue-
bles), u n hecho jurídico (por ej., la escritura que —a petición de u n granje-
ro— acredita que granizó en determinada localidad, a efectos de reclamar
el pago de u n seguro), o u n mero hecho h u m a n o voluntario y lícito (v.gr., la
certificación del escribano de haber colocado u n a determinada carta en el
correo, función a que lo autoriza el art. 12, inc. j], de la ley 12.990).
2
1227. FE PÚBLICA Y AUTENTICIDAD
a) Noción de fe pública
Como se advierte, el instrumento público tiene u n a fuerza convictiva
muy particular. Ese poder de convicción se denomina "fe pública".
Por cumplir con los r e c a u d o s formales c o m u n e s a todo i n s t r u m e n t o
público —v.gr., papel especial en el caso de las e s c r i t u r a s públicas, es-
tampillas, sellos, etc.— se p r e s u m e que el i n s t r u m e n t o e m a n a de u n ofi-
cial público (López Olaciregui); a esto d e n o m i n a m o s "autenticidad" (v. in-
fra, n°- 1242).
La exigencia de estos r e c a u d o s formales va dirigida a verificar que
e m a n a de u n oficial público, p u e s t o que la firma y el sello del funcionario
son fácilmente verificables y comparables con el dubitado.
Y por considerarlo e m a n a d o de u n funcionario público, se p r e s u m e
veraz s u contenido.
Expresado de otra m a n e r a , el i n s t r u m e n t o que r e ú n e u n a aparien-
cia regular (Josserand expresa que "va vestido de uniforme"), se s u p o n e
e m a n a d o de u n oficial público. Luego la p r e s u n c i ó n se h a c e extensiva al
contenido: s u p u e s t o que e m a n a de u n oficial público, se p r e s u m e veraz.
b) Importancia
La fe pública es concebida como u n bien social porque es necesario
para la seguridad jurídica q u e h a y a u n i n s t r u m e n t o que merezca tal fe
por sí mismo, sin necesidad de verificación posterior alguna. De allí que
el derecho penal sancione severamente a quien a d u l t e r a u n i n s t r u m e n t o
público, máxime si es el funcionario encargado de otorgarlo.
2
Bibliografía especial: PONDE, Eduardo Bautista, "Naturaleza jurídica de la fe notarial",
en Tríptico notarial Buenos Aires, 1977, págs. 14 y sigs.; NEGRI, J . A., "La fe pública y el
notariado", RevistadelNotariado, n s 7 3 1 ; RODRÍGUEZ ACQUARONE, Pilar, "Fe pública notarial. La
redargución de falsedad", L.L., 1995-E-365.
600 JULIO CESAR RIVERA
c) Clases
La fe pública p u e d e clasificarse, según sea el poder público en el que
recaiga, en:
— administrativa, c u a n d o está d a d a por la actividad de u n funcio-
nario dependiente del Poder Ejecutivo —sea nacional, provincial o mu-
nicipal— (v.gr., certificado de nacimiento, matrimonio o defunción);
— judicial, c u a n d o es otorgada por magistrados o funcionarios del
Poder Judicial (también aquí nacional, provincial o municipal), como por
ejemplo, toda sentencia y providencia, así como los testimonios o certi-
ficados expedidos por el secretario del juzgado;
— notarial, c u a n d o e m a n a de lo a c t u a d o por u n escribano público,
también llamado notario o fedatario.
d) Plena Je
El de "plena fe" es u n concepto vinculado a la fuerza probatoria del
i n s t r u m e n t o público.
Relacionando a m b o s conceptos —fe pública y plena fe— podemos
afirmar q u e la fe pública se deposita en el i n s t r u m e n t o que, por su uni-
formidad o formas regulares, se p r e s u m e otorgado por u n oficial público.
Por necesidad social —atinente a la seguridad jurídica— se p r e s u m e ve-
raz el contenido volcado al i n s t r u m e n t o por el funcionario. Es decir, se
p r e s u m e auténtico. Por serlo no es requerible otra p r u e b a p a r a tener por
verificada la realidad de su contenido. Por lo tanto, el i n s t r u m e n t o públi-
co h a c e "plena fe" por sí mismo 3 .
a) Inciso 1 -
"Las escrituras públicas hechas por escribanos públicos en sus libros
de protocolo, o por otros funcionarios con las mismas atribuciones, y las co-
pias de esos libros sacadas en la forma que prescribe la ley".
3
Conf. CNCom., Sala E, 6 / 6 / 1 9 9 5 , E.D., 173-223.
INSTRUMENTOS PÚBLICOS 601
b) Inciso 2q
"Cualquier otro instrumento que extendieren los escribanos o funcio-
narios públicos en la forma que las leyes hubieren determinado".
É s t a es u n a n o r m a residual, t o m a d a del Esboco de Freitas, que re-
sulta comprensiva de casi todos los supuestos del resto del artículo.
Como se advierte, a partir de la m i s m a se autoriza la inclusión con
el carácter de i n s t r u m e n t o público de cualquier d o c u m e n t o que satisfa-
ga las formalidades legales y sea extendido por u n funcionario público
competente p a r a otorgarlo.
Los casos comprendidos en este inciso se diferencian del supuesto
anterior en que el inciso 1 q sólo se refiere a las escrituras otorgadas por los
escribanos en s u s libros de protocolo, vale decir, que no contempla a los
otros actos celebrados por u n escribano que no se a s i e n t a n en el proto-
colo, ni a los actos a s e n t a d o s en u n protocolo que no sea notarial.
También debe destacarse que el inciso l e sólo se refiere a la actividad
de los escribanos, mientras que el inciso 2° a b a r c a a otros funcionarios,
quedando comprendidos los del Poder Ejecutivo, Judicial o Legislativo en
cualquiera de las tres jurisdicciones, la nacional, provincial o municipal.
La mayoría de los c a s o s de i n s t r u m e n t o s públicos no e n u n c i a d o s
que analizaremos en el n ú m e r o 1230, e n c u e n t r a n fundamento legal en
este inciso 1-.
c) Inciso 3-
"Los asientos en los libros de los corredores, en los casos y en laforma
que determine el Código de Comercio".
Los corredores mercantiles no son funcionarios públicos, ni el Có-
digo de Comercio preveía otro i n s t r u m e n t o público que la póliza de fle-
tamento h e c h a ante corredor marítimo (art. 1201 del Cód. Com., deroga-
do por el art. 6 2 8 de la Ley General de Navegación, 20.094].
De allí q u e este precepto a h o r a carezca de contenido.
d) Inciso 4-
"Las actas judiciales, hechas en los expedientes por los respectivos
escribanos, y firmadas por las partes, en los casos y en las formas que de-
terminen las leyes de procedimientos; y las copias que de esas actas se
sacasen por orden del juez ante quien pasaron".
602 JULIO CÉSAR RIVERA
4
SCBuenos Aires, 2 5 / 3 / 1 9 8 0 , E.D., 89-290.
5
CNCiv., S a l a E , 1 7 / 6 / 1 9 7 5 , E.D., 66 299.
6
CNCiv., S a l a C , 2 6 / 8 / 1 9 8 0 , E.D., 90-769.
7
CNCiv., S a l a B , 3 / 8 / 1 9 7 7 , E.D., 75-278; CNCiv. y Com. Fed., SalaIII. 2 2 / 4 / 1 9 8 3 , E.D.,
105-697.
8
CNCiv., S a l a C , 3 / 6 / 1 9 8 2 , RE.D. 17-578, s u m . 1.
INSTRUMENTOS PÚBLICOS 603
e) Inciso 5a
"Las letras aceptadas por el gobierno o sus delegados, los billetes o
cualquier título de crédito emitido por el tesoro público, las cuentas saca-
das de los libros fiscales, autorizadas por el encargado de llevarlas".
Este inciso c o m p r e n d e los siguientes s u p u e s t o s :
— Las letras a c e p t a d a s por los gobiernos —nacional o provincial—
conocidas como letras de tesorería. Las letras libradas por estos gobier-
nos t a m b i é n son i n s t r u m e n t o s públicos, pero por lo n o r m a d o en el se-
cundo inciso de este artículo.
— Los billetes o cualquier titulo de crédito emitido por el tesoro pú-
blico, sea nacional o provincial.
Q u e d a n incluidos en este s u p u e s t o el papel m o n e d a , a u n q u e carez-
ca de firma, ya que lo que se conoce como tal no es m á s que u n a impre-
sión facsimilar. En n u e s t r a concepción, t a m b i é n la m o n e d a metálica, ya
que n a d a exige que los i n s t r u m e n t o s públicos tengan soporte de papel.
También e s t á n aludidos los bonos de la d e u d a pública, nacional o
provincial, como los Bonex, Vana, Tacam, Barra, Bagón, etcétera.
— Los certificados de la d e u d a pública expedidos por funcionarios
competentes —nacionales o provinciales— sobre los registros fiscales de
la Nación. E s t a s d e u d a s son cobradas por el fisco a los particulares me-
diante el proceso ejecutivo d e n o m i n a d o "apremio".
Pero no son instrumentos públicos las certificaciones de d e u d a s por
pavimentación extendidas por empresas particulares contratadas por las
municipalidades para efectuar esas tareas; lo que no obsta a que tales cer-
tificados constituyan título ejecutivo a los efectos de su percepción.
f) Inciso 6-
"Las letras de particulares, dadas en pago de derechos de aduana
con expresión o con la anotación correspondiente de que pertenecen al te-
soro público".
Como el Estado sólo acepta el pago de contado, este inciso h a caído
en d e s u s o .
g) Inciso 7-
"Las inscripciones de la deuda pública, tanto nacionales como provin-
ciales".
Es decir, los títulos de la deuda pública. Incluso los emitidos por las
municipalidades. En realidad este inciso es u n a repetición del concepto del
inciso 5 S , en cuanto se refiere a los "billetes o cualquier título de crédito".
hj Inciso 83
"Las acciones de las compañías autorizadas especialmente emitidas
en conformidad a sus estatutos".
604 JULIO CESAR RIVERA
i) Inciso 9°
"Los búleles, libretas y toda cédula emitida por los bancos, autoriza-
dos para tales emisiones".
Q u e d a n comprendidos los billetes emitidos por la Casa de la Mone-
d a bajo supervisión del Banco Central, las m o n e d a s a c u ñ a d a s por la
m i s m a (en esto existe superposición con el inciso 5 9 ), las libretas de caja
de ahorro de los b a n c o s .
j) Inciso 10
"Los asientos de los matrimonios en los libros parroquiales, o en los
registros municipales, y las copias sacadas de esos libros o registros".
Si bien los c u r a s párrocos no eran funcionarios públicos, en la épo-
ca de sanción del Código, todas las c o n s t a n c i a s de matrimonio eran lle-
v a d a s por las p a r r o q u i a s (v. supra, n- 585). Por extensión deben consi-
d e r a r s e i n c l u i d a s las d e m á s certificaciones extendidas por las
parroquias de esa época.
Hoy los actos v i n c u l a d o s al estado civil se registran y se llevan a
cabo a n t e el Registro del Estado Civil y Capacidad de las Personas, y el
carácter de i n s t r u m e n t o público de e s t a s c o n s t a n c i a s resulta de las dis-
posiciones c o n t e n i d a s en el decreto ley 8 2 0 4 / 1 9 6 3 , y en particular del
artículo 24 del mismo reformado por la ley 18.327 (v. supra, n e 588).
15
CNCiv.,SalaE, 1 2 / 9 / 1 9 7 7 , R.E.D. 11-454, s u m . 10.
16
CNCiv., S a l a E , 2 5 / 1 1 / 1 9 8 0 ; ídem, idem, 2 1 / 1 0 / 1 9 8 0 , ambos en R.E.D.-16-497, sum.
13.
17
CNCiv., S a l a C , 4 / 5 / 1 9 8 2 , E.D., 100-285.
18
SCBuenos Aires, 1 4 / 8 / 1 9 7 9 , E.D., 86-358.
19
CNCom., S a l a B , 1 7 / 1 0 / 1 9 7 9 , R.E.D. 14-512, s u m . 8.
20
Bibliografía especial: FIORINI, Bartolomé, "Acto administrativo e instrumento público",
L.L., 146-1027; CASSAGNE, J u a n C , "Sobre la condición de instrumentos públicos de las
actuaciones administrativas y su valor probatorio", E.D., 63-899; HUTCHINSON, Tomás, "La
documentación electrónica administrativa y s u consideración como instrumento público",
E.D., 128-943; CHIAPPINI, Julio, "El expediente administrativo como prueba", D.J., 1998-3-
1165; CONSOLÉ, José, "¿Es instrumento público la oblea expedida por la empresa SACTA
destinada a la habilitación de u n taxímetro?", D.J., 1997-2-862.
INSTRUMENTOS PÚBLICOS 607
21
CNCiv.yCom. Fed.,SalaII, 3 1 / 5 / 1 9 7 7 , R.E.D., 12-423, s u m . 4.
22
CNCiv., S a l a C , 5 / 8 / 1 9 8 0 , E.D., 92-589.
23
CNCont. Adm.Fed., Sala II, 9 / 1 2 / 1 9 8 0 , E.D., 92-839.
24
CNCom., SalaA, 5 / 5 / 1 9 7 8 , R.E.D., 14-512, s u m . 10.
25
CNCiv., S a l a G , 1 8 / 6 / 1 9 8 0 , E.D., 90-282.
26
Voto del Dr. Hutchinson en CNCont. Adm. Fed., Sala IV, 5 / 4 / 1 9 8 6 , L.L., 1987-B-596,
37619 S, E.D., 119-213; ídem, ídem, 2 3 / 4 / 1 9 8 7 , L.L., 1988-A-58; idem, idem, 4 / 1 0 / 1 9 8 7 ,
L.L., 1988-A-209; idem, Sala III, 1 0 / 5 / 1 9 8 8 , L.L., 1988-E-284.
Bibliografía especial: BALLESTERO, Luis, "Naturalezajuridica del contrato de p r e n d a con
registro ¿instrumento público o privado?", L.L., 152-813; GARCÍA CAFFATO, Luis, "Es
instrumento público o privado el contrato de p r e n d a con registro", L.L., 2 1 / 6 / 1 9 9 1 .
28
E n sentido negativo v.: CNCom., SalaA, 2 7 / 4 / 1 9 9 0 , L.L., 2 1 / 6 / 1 9 9 1 , Fallo 89.499.
Bibliografía especial: UZAL, María Elsa, "La legalización del documento público
608 JULIO CÉSAR RIVERA
b) Quiénes son
E s t o s oficiales públicos son los e s c r i b a n o s públicos, y en general,
los funcionarios del Poder Ejecutivo —funcionarios administrativos,
v.gr., jefe del Registro Civil—; los del Poder Legislativo —v.gr., presiden-
tes de a m b a s cámaras—; o del Poder Judicial. Estos últimos p u e d e n cla-
sificarse en m a g i s t r a d o s —con poder decisorio, como los j u e c e s de las
tres instancias— y funcionarios —con facultades legales pero sin poder
decisorio, como los secretarios, fiscales, asesores de menores, etcétera—.
c) Designación
Lógicamente, lo que convierte a u n a p e r s o n a en funcionario público
es s u designación como tal.
extranjero. Su supresión por la Convención de La Haya del 5 de octubre de 1961", E.D., 129-
697.
30
CNCiv., Sala B, 6 / 4 / 1 9 8 9 , L.L., 1989-E-392; Trib. Colegiado Juicio Oral n e 3, Rosario,
8 / 6 / 1 9 8 8 , R.L.L., L'1042, s u m . 3.
INSTRUMENTOS PÚBLICOS 609
d) Requisitos comunes
Entre éstos, están el origen legal de la designación; la competencia
de la autoridad que efectúa el nombramiento y la autenticidad de la de-
signación.
Desde luego que además, es necesario el consentimiento del desig-
nado, el que puede manifestarse en forma expresa o tácita (v. arts. 917
y 919).
Que se requiera su conformidad no implica necesariamente que el
acto de designación sea bilateral (es decir, que requiera el acuerdo de dos
voluntades) como lo sostiene parte de la doctrina, ya que también puede
ser unilateral sometido a la condición suspensiva de la aceptación por el
designado.
Nuestra Constitución garantiza en su artículo 16 la igualdad ante
la ley (ante igualdad de circunstancias) y la admisibilidad a los empleos
públicos sin más condiciones que la idoneidad.
Este recaudo, "la idoneidad", se conforma con requisitos: generales
y uniformes, como lo atinente a la ciudadanía, edad, condiciones físicas y
morales; y generales, aunque determinados en forma específica para
cada función en particular, tales como un título habilitante, haber gana-
do un concurso, o aprobado un examen de admisión.
31
CApel. CC Mar del Plata, Sala I, 1 1 / 8 / 1 9 8 8 , E.D., 133-217.
INSTRUMENTOS PÚBLICOS 611
c) Prórroga de la competencia
Si bien —como dijéramos— la competencia en razón de la materia
y en razón del territorio son improrrogables por voluntad de las partes,
existe u n caso de prórroga legal en el artículo 9 8 1 . Este artículo expresa:
"Son sin embargo válidos, los instrumentos hechos por funcionarios fuera
del distrito señalado para susfunciones, si el lugarfuese generalmente te-
nido como comprendido en el distrito".
Tal precepto e n c u e n t r a su razón de ser en lo difuso que p u e d e n re-
s u l t a r los límites jurisdiccionales en el ámbito rural. En esto, el error co-
m ú n h a c e derecho.
Por fin, debe s e ñ a l a r s e q u e los límites de la jurisdicción sólo a c t ú a n
frente al oficial público, que fuera de s u competencia territorial no tiene
m á s facultades que u n simple c i u d a d a n o , ya q u e las partes otorgantes
del acto, como p u e d e serlo u n a escritura pública, p u e d e n realizarla en
cualquier lugar, sin e s t a r vinculadas por el lugar de s u domicilio, ni por
el de ubicación del bien al que se refiera el acto.
Es decir que si se t r a t a s e de u n a compraventa, el inmueble p u e d e
e s t a r ubicado en la Capital Federal, el vendedor vivir en Córdoba, el com-
INSTRUMENTOS PÚBLICOS 615
b) Excepciones
La firma del oficial no es requerible en a l g u n o s pocos s u p u e s t o s ,
como el papel moneda, las acciones de las sociedades a n ó n i m a s y los tí-
tulos de la d e u d a pública estatal. En estos s u p u e s t o s , las leyes autorizan
el uso de reproducciones facsimilares de la firma, empleando n u m e r a c i ó n
p a r a cada ejemplar y otros elementos de seguridad que aseguren su au-
tenticidad.
Para los d e m á s s u p u e s t o s —que constituyen la gran generalidad—
puede inferirse su exigencia generalizando la regla s e n t a d a p a r a las es-
crituras públicas (art. 1001) que constituyen la especie de i n s t r u m e n t o
público m á s reglado; y de la nota al artículo 987, en la q u e Vélez Sarsfield
afirma que el i n s t r u m e n t o que carezca de la firma del oficial público, "no
tiene ni la apariencia de u n i n s t r u m e n t o público". No obsta a esta con-
clusión —por lo obvia— que el artículo 1004 no mencione entre las cau-
s a s de nulidad de las escrituras públicas la falta de firma del escribano.
a) Tipos de testigos
Los testigos en u n i n s t r u m e n t o público p u e d e n serlo de tres tipos:
i n s t r u m e n t a l e s , de conocimiento u honorarios.
Los primeros son aquellos que testimonian la efectiva realización del
acto, y cuya presencia es exigida en algunos s u p u e s t o s por la ley.
Los s e g u n d o s no tienen por finalidad t e s t i m o n i a r los a l c a n c e s y
efectiva realización del acto i n s t r u m e n t a d o , sino ú n i c a m e n t e justificar la
identidad de las p a r t e s en aquellos s u p u e s t o s en los que el escribano no
las conociera (art. 1002).
Por fin, los testigos honorarios no son necesarios p a r a la validez del
acto, ni p a r a acreditar la identidad de los otorgantes, sino q u e ú n i c a -
mente c o n c u r r e n al acto por motivos sociales en honor de los otorgantes.
Esto es lo que sucede en oportunidad de la celebración del matrimonio
con los amigos íntimos de los c o n t r a y e n t e s q u e c o n c u r r e n e n n ú m e r o
mayor de los que la ley p u e d e exigir.
b) Los dementes
Se t r a t a a q u í de otro s u p u e s t o de i n c a p a c i d a d a b s o l u t a de h e c h o
(art. 54). Toda vez que la ley no especifica, debe considerarse que se re-
fiere a los d e m e n t e s declarados tales enjuicio (art. 141).
Para los d e m e n t e s no declarados —si su enfermedad no es manifies-
ta— regiría lo dispuesto en el artículo 9 9 1 , que referimos m á s adelante.
Si, por el contrario, la e n f e r m e d a d es evidente, no p o d r í a n ser testigos
en razón de su e s t a d o de inconciencia (arg. art. 9 2 1 ; conf. Salvat).
c) Los ciegos
El Código h a c o n s i d e r a d o q u e n o p o d r í a n t e s t i m o n i a r lo q u e no
h a n visto.
e) Las mujeres
Este anacronismo, que proviene del Derecho Romano, fue suprimi-
do por la ley 11.357 p a r a las mujeres c a s a d a s (art. 3S) y p a r a las solteras,
viudas o divorciadas (art. 1Q). De modo que obviamente este inciso del ar-
tículo 9 9 0 está derogado.
k) Los religiosos
E n u n a interpretación literal q u e d a n c o m p r e n d i d o s todos los reli-
giosos, de cualquier sexo, s e a n o n o profesos (Salvat), a u n q u e sólo de la
religión Católica Apostólica Romana, que es a la que se refiere el Código
INSTRUMENTOS PÚBLICOS 621
cuando utiliza la palabra "religiosos" (arg. art. 3740 que se refiere a "mi-
nistro protestante").
Desde otra postura (Llambías, Spota, Machado), puede entendérselo
únicamente referido a los religiosos profesos (siempre de la religión cató-
lica), o regulares, es decir, aquellos pertenecientes a órdenes o congrega-
ciones religiosas de tres votos. No estarían comprendidos en la inhabili-
dad, entonces, los religiosos de votos simples, ni las hermanas.
La finalidad legal es la misma que la que informa el artículo 1160 —en
cuanto establece la incapacidad de derecho para contratar salvo el supues-
to de hacerlo con dinero de contado o para sus conventos— y a la prohibi-
ción de ejercer el comercio que estipula el artículo 22, inciso 2 2 , del Código
de Comercio, es decir, evitar que el religioso se vea involucrado en situa-
ciones jurídicas en las que pueda resultar dañada su investidura.
Como se advierte, esta finalidad se cumple tanto tratándose de re-
ligiosos profesos o no, por lo que, junto con el principio hemenéutico se-
ñalado, nos permite inclinarnos por la primera de las posturas señala-
das.
Esta incapacidad fue eliminada de los tres proyectos nacionales de
reformas del Código Civil.
W Casos no enumerados
Otros supuestos deben considerarse incluidos en la prohibición le-
gal del artículo 990. Éste es el caso de los sordos, cuya discapacidad fí-
sica es, justamente, obstáculo a la misión de referir lo percibido por los
622 JULIO CESAR RIVERA
ello no fue percibido por los sentidos del funcionario sino que constituye
un juicio intelectual. Para desvirtuar este tipo de enunciaciones basta la
mera prueba en contrario.
Debe entenderse que —en principio (v. infra, n e 1249)— la expresión
del artículo no se satisface con la mera interposición de la querella sino
que es necesario, para privar de eficacia al instrumento público, que se
obtenga sentencia que lo declare inválido.
c) Enumeraciones directas
Igual solución se sigue para las "enunciaciones directas", o enun-
ciaciones directamente relativas al acto jurídico de que se trate (conf.
Salvat, Borda, Arauz Castex, Spota).
El artículo 995 que las contempla expresa: "Los instrumentos públi-
cos hacen plena je de las enunciaciones de hechos o actosjurídicos direc-
tamente relativos al actojurídico que forma el objeto principal, no sólo en-
tre las partes sino también respecto de terceros".
Son ejemplos de estas cláusulas, la manifestación de haber recibido el
Precio antes de ahora, o de haberse efectuado la tradición antes del acto.
Como se advierte no se requiere en estos supuestos que se deduzca y
Prospere una querella civil o penal de falsedad, a diferencia de lo señalado
e
n el número anterior, ya que aqui, si existe algo inexacto no es "en el ins-
626 JULIO CESAR RIVERA
frumento" sino en lo expresado por las partes que el oficial público reco-
ge en el instrumento.
Tampoco se encuentra comprendida aquí la actividad del funcionario,
ya que sería auténtico que las partes comparecieron y manifestaron que
una le vendía a la otra un inmueble determinado. Lo que podría ser falso es
que la compraventa que las partes dicen efectuar sea tal, ya que pueden es-
tar simulándola, permaneciendo en el dominio del vendedor, quien nunca
se ha desprendido de la propiedad —simulación absoluta— o que exista en-
tre ellas un verdadero acto jurídico, una donación, que estén encubriendo
bajo la fachada de la compraventa —simulación relativa—.
El funcionario no tiene cómo asegurar el grado de veracidad de las
manifestaciones de las partes (que donan, que compran, etc.), ni las enun-
ciaciones directas que éstas efectúen (que recibió el precio o la tradición
antes del acto).
b) Falsedad ideológica
A diferencia de los s u p u e s t o s anteriores, en los casos de falsedad
ideológica el i n s t r u m e n t o es formalmente válido, pero no es veraz su con-
tenido; así acontece si el oficial público dice h a b e r presenciado algo q u e
en realidad n u n c a ocurrió.
Debe advertirse que no se alude a la sinceridad de las manifestaciones,
para cuya desvirtuación es necesario deducir acción de simulación.
falsedad enjuicio ejecutivo", L.L., 1996-E-214; RIVAS, Adolfo A., "De las notificaciones y la
redargución de falsedad", L.L., 1993-A-518; PEREIRODEGRJGARAVICIUS, MariaD., "Prudencia en
. necesidad de u n incidente por redargución de falsedad (Dilación injustificada de u n proceso
judicial)", L.L., 1993-D-463.
CSJN, 7 / 5 / 1 9 9 8 , J.A., 1998-IV-565.
628 JULIO CESAR RIVERA
40
CNCiv., Sala A, 1 5 / 4 / 1 9 9 6 , L.L., 1996-D-548 y D.J. 1996-2-1029; id., id., 6 / 5 / 1 9 9 7 ,
L.L., 1997-D-299, agregando que el instrumento cae, m á s concretamente, cuando la declara-
ción de falsedad resulte de sentencia firme.
INSTRUMENTOS PÚBLICOS 629
b) Instrumentos anulables
El artículo 989 dispone que: "Son anulables los instrumentos públi-
cos, cuando algunas de las partes que aparecen firmadas en ellos, los ar-
guyesen de falsos en el todo o en en parte, principal, o cuando tuviesen en-
miendas, palabras entre líneas, borraduras o alteraciones en partes
esenciales, como lafecha, nombres, cantidades, cosas, etcétera, no salva-
das al fin".
INSTRUMENTOS PÚBLICOS 631
d
Se ha resuelto que las fallas formales que contenga una escritura no acarrean su-jiuli-
ad, si ella no ha sido establecida expresamente por la ley: CNCiv., Sala D, 29/6/197& 'E.D.,
93-298.
632 JULIO CÉSAR RIVERA
b) Fundamento
El fundamento del fenómeno de conversión reside en que en lo po-
sible debe respetarse la voluntad de las partes, que ha sido instrumentar
un acto jurídico que no resultó inválido en sí mismo sino en su instru-
mentación. Si las partes otorgantes hubiesen sabido que el instrumento
público iba a ser nulo, seguramente habrían documentado el acto jurí-
dico bajo forma privada. Es que nadie realiza actos jurídicos sin tener la
intención de que produzcan un efecto inmediato de esa naturaleza (arg.
art. 944). Como se advierte, la conversión del instrumento, o en su caso
del negocio jurídico, es u n a aplicación del principio de conservación de
los actos (Cifuentes).
d) Supuestos dudosos
Parte de la doctrina nacional considera que no son susceptibles de
conversión los instrumentos en los que no haya participado el oficial pú-
blico, o habiendo estado presente no lo hubiere firmado. Se afirma que
en estos supuestos no había documentos "emanados" de oficial público
(en este sentido, Leiva Fernández).
Sin embargo, parece convincente la opinión de López Olaciregui, se-
gún la cual no es necesaria la firma del oficial público para que el docu-
mento valga como instrumento privado.
e) Requisitos de la conversión
La expresión utilizada en el artículo, aunque no tenga las condicio-
nes y formalidades requeridas para los actos extendidos bajoformas priva-
das, debe entenderse referida a que no es necesario el doble ejemplar —ar-
tículo 1021—, no sólo porque este requisito de los instrumentos privados
únicamente es exigible cuando se instrumentan bajo esa forma actos ju-
rídicos bilaterales (existen actos unilaterales instrumentados bajo forma
pública defectuosa que también se hallan amparados por este artículo),
sino también porque el doble ejemplar se satisface con el que obra en po-
der del funcionario interviniente en el instrumento público frustrado.
INSTRUMENTOS PÚBLICOS 633
J] Efectos
Convertido u n i n s t r u m e n t o público viciado a i n s t r u m e n t o privado,
no se beneficia con la a u t e n t i c i d a d de las firmas, ni con la fecha cierta
(Salvat, Borda; c.omp. Llcrena), de suerte que como nuevo i n s t r u m e n t o
privado d e b e r á ser reconocido en juicio y obtener fecha cierta p a r a su
oponibilidad a terceros. Esta solución es lógica ya que lo atinente a la au-
tenticidad de las firmas de las partes y a la fecha cierta sólo configuran
consecuencias que se siguen de la intervención regular del oficial públi-
co, que en esta hipótesis no concurre, desde que el i n s t r u m e n t o público
está viciado.
45
V. LAS ESCRITURAS PÚBLICAS
1254. CONCEPTO
a) Introducción
H a s t a a h o r a h e m o s referido n u e s t r o análisis a los elementos gene-
rales propios de todos, o la g r a n mayoría de i n s t r u m e n t o s públicos. En
M
_ CNCiv., Sala G, 1 7 / 3 / 1 9 8 3 , E.D., 105-492.
Bibliografía especial: v. la citada en la nota 1 de este capítulo y también: ARATA, Roberto
Mario, Estudios para ana historia del documento notarial, La Plata, 1979.
634 JULIO CESAR RIVERA
b) Metodología de la exposición
De aquí en m á s , h a b r e m o s de circunscribir n u e s t r o estudio a la es-
pecie e s c r i t u r a s públicas; p a r a concluir el capítulo con el análisis del ré-
gimen legal del notariado.
c) Concepto
Escritura pública es aquella especie de i n s t r u m e n t o público labra-
do generalmente por u n escribano —u otro funcionario autorizado para
ello— en s u libro de protocolo, cumpliendo los requisitos que exigen los
artículos 9 9 8 y subsiguientes del Código Civil.
No es entonces su contenido lo que diferencia a las escrituras públi-
cas del resto de los i n s t r u m e n t o s de similar naturaleza, sino el estar la-
b r a d a s por u n escribano.
b) Otros funcionarios
¿ Q u i é n e s son estos "otros funcionarios"?
Si e n t e n d e m o s que "las m i s m a s funciones" es u n concepto referido
a la actividad fedante — ?s decir, de dar fe consignando lo i n s t r u m e n t a d o
en u n protocolo— deben m e n c i o n a r s e a los j u e c e s de paz.
INSTRUMENTOS PÚBLICOS 635
1256. EL PROTOCOLO
a) Texto legal
Una formalidad específica de las escrituras públicas —incumplida
la cual son inválidas— consiste en que sean h e c h a s en el libro de proto-
colo, o de registro.
El artículo 998, reformado por la ley 9 1 5 1 , expresa: "Las escrituras
públicas deben ser hechas en el libro de registros que estará numerado,
rubricado o sellado, según las leyes en vigor. Las escrituras que no estén
en el protocolo no tienen valor alguno".
La m i s m a norma, en su redacción anterior a la ley mencionada, exi-
gía lo que a h o r a resulta u n a n a c r o n i s m o : que fuera el mismo escribano
quien r e d a c t a r a de su p u ñ o y letra las escrituras, que hoy son escritas
en m á q u i n a s de escribir y por personal de la escribanía.
Pese a la sanción de nulidad para los instrumentos notariales que no
estén agregados al protocolo, existen otros expedidos por los escribanos que
no necesitan ser protocolizados. Es el caso de las certificaciones de firma,
de los que se toma razón en el denominado "libro de requerimientos".
b) Denominación
La denominación de matriz se utiliza p a r a diferenciarla de las copias
y para significar que de su existencia y validez d e p e n d e n la existencia y
validez de e s a s copias.
c) Requisitos. Clasificación
Además de los requisitos de validez propios de los i n s t r u m e n t o s p ú -
blicos —como ya h e m o s señalado— esta especie tiene otras exigencias
propias. Algunas son n e c e s a r i a s para s u validez; otras, por el contrario,
sólo p a r a evitar la responsabilidad del escribano.
A los r e c a u d o s de validez se refieren los artículos 998, 1001, 1004
y 1005.
Los segundos son considerados por la última parte del artículo 1004,
que en lo pertinente expresa: "/•••/ La inobservancia de las otras formali-
dades no anula las escrituras, pero los escribanos ofuncionarios públicos,
pueden ser penados por sus omisiones con una multa que no pase de pe-
sos 300". Debe señalarse que el monto d a t a de la fecha de sanción de la
ley 15.875, y no h a sido modificado.
g) Estado civil
El estado civil, es decir, la calidad de soltero, casado, divorciado o viu-
do, debe expresarse en aquellas escrituras que instrumenten actos jurí-
dicos en los que se disponga de derechos patrimoniales cuya existencia
o alcance se vea condicionada por el vínculo matrimonial. En algunos
supuestos, también se consigna con quién es el vínculo, es decir, el nom-
bre del cónyuge, o de quien lo fue. Debe señalarse que si bien el escribano
da "fe de conocimiento", ella no se extiende al estado civil de los otorgantes,
Pues es declarado por éstos (v. infra, n s 1262).
640 JULIO CÉSAR RIVERA
h) Domicilio
El requisito del domicilio se satisface indicando la localidad del do-
micilio real o legal, a u n q u e t a m b i é n p u e d e n consignarse la calle y el n ú -
mero. Este recaudo, así como el de vecindad, se vincula con la necesidad
de que el escribano otorgue la fe de conocimiento, o en su caso requiera
la p r e s e n c i a de testigos q u e conozcan al otorgante, conforme a lo que
prevé el artículo 1002.
Debe recordarse que n a d a impide que u n a p e r s o n a domiciliada en
u n a jurisdicción celebre u n a escritura pública en otra diferente, dispo-
niendo de u n bien ubicado en u n a de ellas o en u n a tercera.
1259. IDIOMA
a) Regla general
Cualquier extranjero —habitante o n o de la República (marinero, tu-
rista, inmigrante)— p u e d e otorgar actos por instrumento público. La di-
ficultad se presenta cuando ambos otorgantes, o u n o de ellos, no entiende
el castellano.
El artículo 999 del Código exige que las escrituras s e a n r e d a c t a d a s
en idioma nacional, es decir, en castellano, por ser éste el idioma oficial,
a u n q u e n u e s t r o texto constitucional no lo indique expresamente.
No o b s t a a ello la utilización de vocablos indígenas, argentinismos,
0
palabras extranjeras no aceptadas por la Real Academia Española de la
Lengua, siempre que sean de comprensión unívoca y generalizada. En este
supuesto la escritura no es nula.
642 JULIO CESAR RIVERA
1261. EL ENCABEZAMIENTO
La primera parte que puede leerse en una escritura es su encabeza-
miento, o cabeza. En ella el escribano expresa el número de la escritura,
e
' lugar de su suscripción y fecha de otorgamiento, el nombre, estado ci-
644 JULIO CÉSAR RIVERA
1262. LA FE DE CONOCIMIENTO 46
a) Noción
La fe de conocimiento h a c e a la identificación de los otorgantes, t r a s
u n serio proceso investigativo, p a r a su constancia en el documento (Bo-
llini - Gardey; Bueres).
b) Denominación
Dado que el Código Civil alude en el artículo 1001 a que el escribano
debe dar fe de que conoce a los otorgantes, tradicionalmente se hace re-
ferencia a la "fe de conocimiento", denominación que h e m o s dado a este
parágrafo.
Pero algunos a u t o r e s h a b l a n hoy de "fe de identificación" (Bueres) o
de "fe de individualización" (Pondé). Esta última h a sido la recomendada
por las XIII J o r n a d a s Nacionales de Derecho Civil (Buenos Aires, 1991).
c) Fuente legal
Como decíamos recién, la fuente normativa es el artículo 1001 en
c u a n t o expresa "[...] El escribano debe dar fe de que conoce a los otorgan-
tes [...}"•
d) Testigos de conocimiento
Para el s u p u e s t o que el escribano no conozca a los otorgantes, o a
a l g u n o s de ellos, el artículo 1002 autoriza a las p a r t e s a justificar su
identidad con dos testigos que el escribano conozca (y, por s u p u e s t o , las
conozcan a ellas) poniendo en la escritura su n o m b r e y residencia.
Estos testigos, conocidos como "testigos de conocimiento" deben ser
hábiles como tales, es decir, que no deben estar comprendidos en ninguno
de los supuestos del artículo 990. Son el único medio supletorio de la fe de
conocimiento 47 . Nada obsta a que a la vez sean testigos instrumentales.
46
Bibliografía especial: BUERES, Alberto J., Responsabilidad civil del escribano, Buenos Aires,
1984, Cap. IX, págs. 93 y sigs.; YORIO, E. M., "Extensión y límites de la fe de conocimiento y el
artículo 1277 del Código Cml", Revista Notarial n e 732; BELCAGUY, E. M., "¿Con qué grado de
seguridad el escribano d a fe de conocimiento a los otorgantes?", Revista del Notariado, n 9 673;
BOLLINI, I. A. - GARDEY, J . A., "Fe notarial". Revista del Notariado, n s 7 0 1 .
47
CNCiv., Sala J , 2 8 / 8 / 1 9 9 8 , E.D., 184-503.
INSTRUMENTOS PÚBLICOS 645
e) Finalidad
Como quedó dicho en el a p a r t a d o a) de este mismo n ú m e r o , la fe de
conocimiento o individualización o identiñcación, tiende a dejar constan-
cia en el documento público que el escribano h a individualizado o identifi-
cado a todos los otorgantes. Esto es, que ellos son quienes dicen ser.
Por ello, el despacho 5-A) de las XIII J o r n a d a s Nacionales de Dere-
cho Civil afirmó q u e la i d e n t i d a d del c o m p a r e c i e n t e , sobre la q u e se
expide el n o t a r i o , q u e d a a m p a r a d a por la fe p ú b l i c a (art. 9 9 3 , Cód.
Civ.).
E n cambio, la fe de conocimiento no se extiende a otros datos que no
sean la p u r a individualización del sujeto en el sentido a n t e s expresado.
Así el escribano no da fe de que sea capaz, varón o mujer, casado, soltero,
viudo o divorciado 4 8 .
Con relación al juicio de capacidad q u e h a c e el notario, expresado
en la fórmula "hábiles p a r a este acto", las XIII J o r n a d a s Nacionales de
Derecho Civil h a n dicho que "[...] c u a n d o el notario juzga no produce fe
pública [...]" (recomendación 7).
g) Proyectos de reforma
La realidad h a llevado a que los proyectos de reforma del Código Ci-
vil la eliminen, s u s t i t u y é n d o s e el conocimiento directo hoy exigido, por
la mera acreditación de la identidad con cédula, libreta de enrolamiento
o en último caso, la manifestación de dos testigos (Proyecto de 1936, art.
257, y Anteproyecto de 1954, art. 266).
h) Aplicación práctica
En la práctica, el notario consigna el tipo y n ú m e r o de documento de
las partes, pero además agrega la fórmula "todos de mi conocimiento de lo
que doy fe", con lo cual, en realidad, por u n lado falsea la fe de conocimiento.
pero por otro se asegura de la identidad de los otorgantes, y, por esta vía.
pretende excluir su responsabilidad profesional.
Debe q u e d a r en claro que resulta imperativo que sea acreditada en
forma indubitable la identidad de los otorgantes, m a s de ello no se sigue
que d e b a efectuarse por vía del conocimiento personal, máxime h a b i e n -
do instrumentos públicos que para todos los otros actos de la vida civil
resultan suficientes para tener por acreditada la identidad de una per-
sona.
Por ello las XIII Jornadas Nacionales de Derecho Civil han dicho so-
bre el punto que "la interpretación de los artículos 1001 y 1002 no puede
hoy limitarse a su letra, y menos todavía a la intención del legislador que
los redactó. Y es que ellos han sufrido la incidencia de las normas que se
han venido incorporando al ordenamiento jurídico, acompañando la
evolución social operada en la materia (así, la ley 17.671, que dispuso
que la identidad de las personas se pruebe con el Documento Nacional
de Identidad). Aquellos artículos, en definitiva, no pueden hoy ser inter-
pretados como originariamente lo fueron, y por eso es que la identificación
de los comparecientes, con quienes el notario no ha tenido trato, no
está ya limitada a los testigos de conocimiento, pudiendo valerse entre
otros elementos, de los documentos de identidad que aquéllos le presen-
ten, para juzgar su identidad notoria con la prudencia que su investidu-
ra exige" (recomendación 6).
1263. LA EXPOSICIÓN
a) Contenido
En ésa, que es la segunda parte de la escritura, las partes —no el no-
tario— explican el acto jurídico que se proponen realizar, describen los
bienes objeto del negocio, o refieren los antecedentes del dominio si se
trata de constitución o transmisión de derechos reales sobre inmuebles.
Muchas veces no es necesaria la exposición —también conocida como
exposición de antecedentes— como ocurre en materia de otorgamiento de
poder, cesión de derechos hereditarios o cancelaciones de préstamos, en
otras se confunde con la estipulación o declaración de voluntad.
bj El "le corresponde"
En materia de constitución o transmisión de derechos reales sobre
inmuebles, la enunciación de los antecedentes del dominio se identifica
como "le corresponde", en razón de que el escribano suele enunciarlos
diciendo que al vendedor "le corresponde el dominio en razón de haberlo
obtenido como heredero de [...]" o "por compra que hizo de [...]", etcétera.
INSTRUMENTOS PÚBLICOS 647
b) La firma
Más adelante t r a t a r e m o s el concepto de firma (v. Cap. XXIX).
S e ñ a l a r e m o s a h o r a que deben firmar todos los intervinientes en el
acto, cualquiera sea la función que en él h a y a n cumplido. El último en
firmar es siempre el escribano q u e con tal acto "autoriza" la escritura.
Si no firma alguno de los comparecientes, todo el acto es nulo con-
forme a lo q u e prevé el artículo 1004. Igualmente inválido — a u n q u e a n u -
lable— sería el acto en el s u p u e s t o en q u e u n o de los comparecientes,
que no s e p a firmar, sea a y u d a d o a hacerlo por otra parte o u n tercero.
Adviértase que no se t r a t a de s a b e r escribir, sino ú n i c a m e n t e fir-
mar, lo c u a l es frecuente a u n en los s u p u e s t o s de analfabetos.
c) Forma
A s u vez c a d a u n o de estos d o c u m e n t o s —procuraciones o docu-
mentos habilitantes— debe r e u n i r las formas necesarias p a r a s u validez;
así el poder debe e s t a r otorgado en escritura pública (art. 1184, inc. 7 S ).
d) Exposición en la escritura
De a c u e r d o con el texto a c t u a l del artículo 1003, no es necesario
transcribir en el texto de la escritura el poder que p r e s e n t a el apoderado
de u n a de las p a r t e s , o el d o c u m e n t o habilitante que acredite su repre-
sentación legal y necesaria de la misma, con lo q u e se soluciona el incon-
veniente práctico q u e r e p r e s e n t a b a la transcripción de extensos docu-
mentos.
Siempre q u e se invoque u n poder o u n d o c u m e n t o habilitante, el no-
tario deberá expresar que le fue exhibido.
Pueden d a r s e tres s u p u e s t o s :
— que el otorgante del acto exhiba u n poder que no necesite que le
sea devuelto (por servir sólo p a r a otorgar ese acto). En este caso el escri-
b a n o luego de individualizar el testimonio de escritura de poder en debi-
da forma (indicará n ú m e r o de registro, escribano y n ú m e r o de escritura,
s u fecha, y poderdante), procederá a protocolizarlo, es decir, a incorpo-
rarlo en su protocolo j u n t o con la escritura matriz para celebrar, la cual se
acompañó;
— que el p o d e r d a n t e o r e p r e s e n t a n t e necesite que se le devuelva su
procura, por ejemplo, por ser u n poder general q u e le servirá p a r a rea-
lizar otros actos en n o m b r e de s u p o d e r d a n t e . E n ese caso se procede
igual que en el anterior, pero en vez de incorporarse al protocolo el tes-
timonio de escritura de otorgamiento de poder, se protocoliza u n a foto-
copia cuya autenticidad previamente certificara el mismo escribano;
— por fin, p u e d e ocurrir que la procuración o el d o c u m e n t o habili-
t a n t e h a y a sido i n s t r u m e n t a d o a n t e el mismo registro del escribano a n t e
el cual a h o r a se necesita exhibir. B a s t a r á en este s u p u e s t o que el escri-
b a n o refiera en la escritura que otorga, que el poder —o en s u caso el ins-
t r u m e n t o habilitante— se e n c u e n t r a protocolizado en el m i s m o registro,
debiendo indicar el folio y a ñ o . Igual deberá procederse si en anterior
INSTRUMENTOS PÚBLICOS 651
e) Incumplimiento
Si el escribano no c u m p l e con el precepto legal agregando al proto-
colo los d o c u m e n t o s habilitantes q u e se le h a y a n exhibido, la escritura
no es n u l a en razón de no e s t a r especialmente contemplado el s u p u e s t o
en el artículo 1004.
b) Copia simple
Otra cosa diferente es la copia "simple", que es aquella que los es-
cribanos suelen entregar a las partes al solo efecto de que tengan el texto
del acto celebrado, pero que no sólo no r e ú n e los requisitos formales de
u n i n s t r u m e n t o público (Spota, Arauz Castex; comp. Orelle), sino q u e
tampoco tiene s u s efectos, ya que no sirve p a r a reconstruir el protocolo.
d) Forma
El primer testimonio debe hacerse en papel timbrado —en la Ciudad
A u t ó n o m a de B u e n o s Aires b a s t a con el papel de actuación notarial—,
bien q u e a h o r a está a u t o r i z a d a s u expedición en forma impresa (v.gr.,
c u a n d o se necesitan m u c h a s copias, como ocurre en el caso de otorga-
miento de poder a m u c h o s apoderados, lo c u a l es frecuente e n el caso de
654 JULIO CESAR RIVERA
e) El "concuerda"
El primer testimonio es fácilmente reconocible por cuanto empieza
con la expresión "Primer testimonio [...]". Luego se transcribe la escritura
matriz y a su pie se escribe una fórmula —conocida como "concuerda"—
que suele decir "Concuerda con su original que pasó ante mí al folio nú-
mero [...] del Registro número [...] a mi cargo. Para el comprador (o el ven-
dedor, o el poderdante) expido el presente en los sellos números [...] en
San Miguel de Tucumán, a los cuatro días del mes de abril de 1920" (o,
si se expide el mismo día que la escritura matriz, "en el lugar y fecha de
su otorgamiento").
J] Segunda copia
Puede ocurrir que alguna parte, luego de otorgársele el primer tes-
timonio, necesite otra copia por haberlo perdido. Esa nueva copia que se
le otorgue —y todas las ulteriores— se denominan "segundas copias".
Para obtenerla deberá solicitarla al escribano, que, sin embargo, no en
todos los casos está habilitado a otorgarla.
En efecto, el artículo 1007 expresa que: "Siempre que se pidieren
otras copias por haberse perdido la primera, el escribano deberá darlas;
pero sienla escritura, alguna de las partes se hubiese obligado a dar o ha-
cer alguna cosa, la segunda copia no podrá darse sin autorización expre-
sa del juez".
Corresponde entonces distinguir entre las escrituras que conten-
gan o no obligaciones de dar o hacer.
Si no instrumentan obligaciones de esa índole, la nueva copia puede
expedirse por el escribano a mera solicitud de la parte interesada. Otra
tanto sucede si puede constatarse mediante informes, que la obligación
está satisfecha y —por ende— extinguida.
Si, por el contrario, contienen obligaciones de ese tipo, pese a la rigidez
del texto, se suele distinguir entre aquellas cuyo cumplimiento no puede
llegar a exigirse nuevamente una vez satisfechas, de aquellos otros su-
INSTRUMENTOS PÚBLICOS 655
b) Texto legal
El artículo 1004 dice: "Son nulas las escrituras que no tuvieren lade-
signación del tiempo y lugar en que fuesen hechas, el nombre de los otorgan-
tes, lajirma de las partes, lafirma a ruego de ellas cuando no saljen o no pue-
den escrüoir, y lafirnia de los dos testigos del acto cuando su presencia fuese
requerida. La inobservancia de las otras formalidades no anula las escritu-
ras, pero los escríbanos ofuncionarios públicos, pueden ser penados por sus
omisiones con una multa que no pase de pesos 300".
3(1
Con respecto a la agregación en orden cronológico —exigida bajo pena de nulidad por el
art. 1005—, se h a resuelto que la sanción se aplica sólo si existen d u d a s de que la escritura se
haya otorgado en la fecha que indica, pero no si se trata de u n simple error: CCiv. 1- Cap.,
2 7 / 1 1 / 1 9 4 5 , J.A., 1946-1-75; CCiv. 2 t! Cap. 4 / 7 / 1 9 2 8 , J.A., 2 7 - 1 1 9 5 .
INSTRUMENTOS PÚBLICOS 657
Bibliografía especial: BUSTAMANTE ALSINA, Jorge H., "La naturaleza jurídica del acta
notarial y su valor probatorio", E.D., 110-516; TABELIÓN, "Valor probatorio de las actas
notariales", Revista del Notariado, n 9 729; MERCADER DE BONILLA, Ana M., "Actas notariales en
n u e s t r a legislación", Revista del Notariado, n° 855; STURNER, Rolf, "L'acte notarié d a n s le
commercejuridiqueeuropéen", RIDC, 1996-515.
658 JULIO CESAR RIVERA
c) Valor probatorio
Sin embargo, tal distinción no soluciona la cuestión sobre cuál es el
valor probatorio de tales a c t a s .
En este sentido, p u e d e n e n c o n t r a r s e dos tesis claramente diferen-
ciadas:
— u n a corriente doctrinaria y j u r i s p r u d e n c i a l asigna al acta nota-
rial de constatación la m i s m a fuerza probatoria q u e la de u n a escritura
pública, en c u a n t o se trate de h e c h o s a c t u a d o s por el oficial público o
que relate como p a s a d o s a n t e él 54 . S e ñ a l a m o s q u e p a r a que este efecto
se produzca es a d e m á s necesario q u e el notario se dé a conocer e i n s t r u -
ya al requerido de la n a t u r a l e z a y alcances de s u cometido, debiendo te-
ner esta c i r c u n s t a n c i a reflejo documental;
— otra tesis, en cambio considera q u e la comprobación notarial es,
desde el p u n t o de vista procesal, sólo u n medio de p r u e b a de los t a n t o s
q u e p u e d e n valerse l a s p a r t e s , a s e m e j á n d o s e a u n a s u e r t e de p r u e b a
52
Su voto en SCMdza., Sala I, 4/7/1984, E.D., 110-520.
33
En el voto citado la Dra. KEMELMAJER DE CARLUCCI recuerda el art. 28 de la ley 3058 de la
provincia de Mendoza, que dispone: "La ley denomina actas los documentos que tienen por
objeto la autenticación, comprobación y fijación de hechos, excluidos aquellos documentos
cuyo contenido es propio de las escrituras públicas y los que tienen designación específica".
54
CNCiv.,SalaC, 22/3/1983, E.D., 105-279; ¡demSalaA, 7/4/1981, B.D., 94-547; Ídem,
SalaC, 5/5/1981, E.D., 93-758.
INSTRUMENTOS PÚBLICOS 659
55
CNCom., Sala E, 2 8 / 3 / 1 9 8 8 , E.D., 131-263; idem, ídem, 1 3 / 1 1 / 1 9 8 9 , L.L.,
1 4 / 1 / 1 9 9 1 , Fallo 89.114 con nota de J o s é Antonio Charlin; CNCiv., Sala F. 1 3 / 3 / 1 9 7 3 , Re-
vista del Notariado, n a 729; CNCiv., Sala A, 7 / 7 / 1 9 9 8 , L.L., 1999-D-205.
Bibliografía especial: MARTÍNEZ SEGOVIA, F., Función Notarial Buenos Aires, 1961;
SAVRANSKY, M.J., Funcióny responsabilidad notarial, BUERES, Alberto J., Responsabilidad civil
del escribano, Cap. III, págs. 17 y stgs.; PONDE, E., "El Estado no responde por los actos, hechos
u omisiones del notario porque éste no es funcionario público", L.L., 1978-A-787; HIGHTON,
Elena I., "Responsabilidad del Estado por los escribanos", L.L, 1977-C-954; LLOVERÁS DE RESK,
María Emilia, "La responsabilidad civil del escribano público", E.D., 105-917; MOTTA, P.,
Funzionenotarialeeresponsabilitácivlle", GCC, 1998-418; COMPAGNUCCI DE CASO, Rubén H.,
660 JULIO CESAR RIVERA
gales para serlo, y los actos que autorizan sólo tienen valor de principio
de prueba.
En un segundo sistema, los escribanos son funcionarios o emplea-
dos públicos según el país de que se trate, ya que, verbigracia, en Dinamarca,
se los equipara a los jueces; mientras que en la ex URSS se los equipa-
raba a los empleados administrativos y sólo tenían por misión registrar
los contratos celebrados por los particulares.
b) Sistema latino
¿Qué ocurre en nuestro sistema, el latino (España, Francia, Italia y
Latinoamérica)?
Para sostener que carecen del carácter de funcionario público se
destaca que no están vinculados jerárquicamente con el Estado, care-
ciendo del deber de obediencia; que su remuneración y el pago de los gas-
tos que origina su actividad no está solventada por el Estado; que éste no
responde civilmente de los actos efectuados por el notario. Consecuencia
de todo ello seria que el escribano no es funcionario público, ni repre-
senta al Estado.
Seria —para esta postura— una suerte de concesionario de un ser-
vicio público; en otras palabras, es un profesional del Derecho que cum-
ple una función pública 57 .
Para otros autores, la ley 12.990, de Regulación de las Funciones
del Notariado, ha venido a solucionar el problema en el orden nacional,
al establecer en su artículo 10 que los notarios son funcionarios públi-
cos, lo que condice con la subordinación jerárquica que esta ley les im-
pone respecto del Tribunal de Superintendencia del Notariado (formado
por el presidente y dos jueces de la Cámara Nacional de Apelaciones en
lo Civil) (Leiva Fernández, Highton).
Como los funcionarios públicos pueden pertenecer al orden nacio-
nal o local, corresponde establecer a cuál de ellos se vinculan los escri-
banos.
La organización del notariado tiene estructura local, vale decir que
cada provincia se dicta su propia ley sobre el punto, y la Nación lo hizo
para la Capital Federal, hoy Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
En todas las jurisdicciones se advierte una tendencia a abandonar
la superintendencia judicial asignando esas funciones a órganos corpo-
rativos locales, que son los colegios de escribanos a los que nos referire-
mos con más detalle posteriormente.
c) Tesis intermedia
Otros autores nacionales sostienen que el escribano es un profesio-
nal del Derecho que ejerce una función pública (Bueres).
Ello se funda en primer lugar, en que la tarea de dar fe que el escri-
bano cumple cuando confecciona un documento incorporado a su pro-
tocolo, y la de ser depositario y custodio de los registros, son indudables
funciones públicas. De allí que el escribano no puede negarse arbitraria-
mente a prestar su cometido.
Pero a la vez ello no importa investirlo necesariamente de la calidad
de funcionario público. Es que el escribano no integra ninguno de los po-
deres del Estado; no confecciona las escrituras en nombre del Estado sino
a nombre propio; tiene independencia profesional y de actuación (fija el
lugar de su escribanía, horario, empleados, vacaciones, etc.); sus emo-
lumentos los pagan los particulares, careciendo de asignaciones del Es-
tado (Bueres).
b¡ Inhabilidades
También es requerible que no esté incurso en las inhabilidades
que prevé el artículo 4fi, que son; ser ciego, sordo, mudo o tener defec-
tos físicos o mentales que inhabiliten para el ejercicio de la profesión.
Ser incapaz. Tener prisión preventiva dictada en proceso penal a con-
secuencia de serle imputado un delito doloso. Ser condenado en el
país o en el extranjero por la comisión de delitos penales dolosos. Es-
tar fallido no rehabilitado. Haber sido suspendido en el ejercicio de la
función notarial en otra jurisdicción provincial. Haber sido descalifi-
cado por incurrir en inconducta o graves motivos de orden personal o
profesional.
662 JULIO CÉSAR RIVERA
c) Incompatibilidades
También debe a ñ a d i r s e que no debe e s t a r comprendido entre las in-
compatibilidades previstas en el artículo 77 de la ley 12.990 que son: te-
ner u n cargo o empleo público o privado r e m u n e r a d o con sueldo. Tener u n
cargo o empleo en el Poder Judicial de la Nación o en el Ministerio Público
(Fiscalías, Asesorías de Menores o Defensorías de A u s e n t e s , así como la
Curadoría Oficial de Incapaces). Tener u n cargo o empleo militar o ecle-
siástico. El ejercicio de actividad b a n c a r i a por c u e n t a propia o como ge-
rente, apoderado o r e p r e s e n t a n t e de terceros. El ejercicio de la abogacía,
procuración, notariado en otra jurisdicción u otra profesión liberal. Todo
otro cargo o empleo q u e obligue al escribano a residir fuera de la j u r i s -
dicción de su domicilio legal. La situación de j u b i l a d o o pensionista de
u n a caja nacional, provincial o municipal.
Existen excepciones a e s t a s incompatibilidades, t r a t a d a s en el ar-
tículo 8 a de la ley 12.990.
a) Escribanos de registro
A éstos se refiere el artículo 10 de la ley 12.990; son los funcionarios
públicos instituidos p a r a recibir, redactar y dar autenticidad conforme a
las leyes, a los actos y contratos que les fueran e n c o m e n d a d o s . Es el res-
ponsable de la conservación y orden del protocolo. Además de los actos
a los que se refiere el artículo 12 de la ley citada p u e d e n realizar escritu-
r a s públicas y todo otro acto que requiera protocolización.
INSTRUMENTOS PÚBLICOS 663
b) Escribanos adscriptos
Los escribanos adscriptos —en realidad, t a m b i é n son escribanos de
registro, pero no son r e s p o n s a b l e s del mismo— q u e p u e d e n realizar los
mismos actos que el escribano titular del registro ya q u e utilizan el asig-
nado a éste 5 8 (art. 23, ley c i t ) . P u e d e n existir h a s t a dos escribanos a d s -
criptos por cada registro.
c) Escríbanos autorizantes
T a m b i é n conocidos como escribanos sin registro o "de título" (art.
12, ley 12.990), q u e son designados por el Colegio de Escribanos, cuyas
funciones e s t á n regladas por el decreto 2 5 9 3 / 1 9 6 2 . Deben e s t a r matri-
culados y colegiados.
P u e d e n celebrar todos los actos que no requieran protocolización (los
escribanos autorizantes no tienen protocolo, ni están autorizados a u s a r el
de otros escribanos); así pueden realizar inventarios, certificaciones de fir-
ma o de impresión digital, certificaciones sobre envió de correspondencia,
recopilación de antecedentes de títulos, etcétera (art. 12, ley 12.990).
d) Escríbanos de marina
Intervienen en lo atinente a los contratos referidos al derecho de la
navegación.
J] Escríbanos de juzgado
Antiguamente existían referencias a los escribanos secretarios, que
no e r a n otros que los secretarios de juzgado, de las C á m a r a s de Apela-
ciones, o de la Corte S u p r e m a de J u s t i c i a de la Nación, que sin tener el
título universitario de abogado podían acceder a esos cargos con el de es-
cribano, y u n a de cuyas t a r e a s era refrendar la firma del juez. Como se
expuso anteriormente, esto y a n o es así, requiriéndose p a r a todos esos
cargos el título de abogado, a d e m á s de otros requisitos, con lo que se h a
suprimido la categoría.
b) Atribuciones
El Colegio de E s c r i b a n o s de la Ciudad A u t ó n o m a de Buenos Aires
tiene por atribuciones (arts. 4 4 y 4 5 , ídem):
Vigilar el cumplimiento de las leyes por los escribanos; inspeccionar
las e s c r i b a n í a s periódicamente: velar por el decoro y ética profesional;
llevar el registro de la matrícula; proponer al Poder Ejecutivo la modifi-
cación del reglamento notarial: dictar resoluciones de carácter general
para unificar los procedimientos notariales: t o m a r conocimiento en todo
juicio promovido contra u n escribano en razón de su actividad p a r a de-
terminar su responsabilidad profesional; instruir s u m a r i o s a los escri-
banos, de oficio o por d e n u n c i a s de terceros, p a r a juzgarlos directamente
pudiendo imponerles sanciones de h a s t a u n m e s de suspensión, o elevar
las actuaciones al Tribunal de S u p e r i n t e n d e n c i a del Notariado; evacuar
c o n s u l t a s profesionales; resolver a r b i t r a l m e n t e las cuestiones que se
susciten entre escribanos; ejercer la representación gremial de los mis-
mos, etcétera.
c) Tribunal de Superintendencia
El Tribunal de Superintendencia del Notariado es u n tribunal cons-
tituido por el presidente de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil
y dos jueces de la misma. Tiene por funciones, conocer en instancia única
en los sumarios instruidos por el Colegio por faltas profesionales, y en grado
de apelación de todas las resoluciones del Colegio, en particular de las que
aplican sanciones. Como se advierte, a m b o s —Colegio y Tribunal de Su-
perintendencia— ejercen la disciplina del notariado (art. 34, ley cit.).
b) Escrituras públicas
El Proyecto moderniza e n o r m e m e n t e todo el régimen de las escritu-
r a s públicas. Así, establece el principio de u n i d a d de acto, pero lo excep-
ciona en ciertos casos (art. 277), mejora las reglas sobre idioma extran-
jero (art. 279) y abreviaturas y n ú m e r o s (art. 280) p a r a facilitar en a m b o s
casos el trabajo notarial. Se sistematiza el régimen de la invalidez, des-
t a c á n d o s e que se dispone que la inobservancia de otros r e c a u d o s forma-
les no invalida la e s c r i t u r a , sin perjuicio de las responsabilidades que
p u e d e n ser atribuidas al escribano (art. 286, infine).
Pero sobre todo incorpora dos reglas novedosas y q u e serían rele-
v a n t e s en la práctica.
La primera relativa a la justificación de la identidad, que sustituye
a la fe de conocimiento (art. 283); en ella prevé la posibilidad de insertar
la impresión digital del compareciente no conocido por el notario.
La s e g u n d a es la reglamentación de las a c t a s , a las que sólo se asig-
n a valor probatorio c u a n d o son protocolares (art. 287), con lo que se da-
ría finiquito a u n a vexata quaestio.
CAPÍTULO XXIX
INSTRUMENTOS PRIVADOS i
I. INTRODUCCIÓN
b) Documento e instrumento
Hemos visto que el d o c u m e n t o es u n a cosa mueble que representa
u n hecho univoco (v. supra, n r o s . 1223 y sigs.).
De d o c u m e n t o a i n s t r u m e n t o existe u n a relación de género a espe-
cie; en razón de la cual, el segundo, por ser exclusivamente escrito, abar-
ca u n ámbito m á s restringido.
F i n a l m e n t e cabe d e s t a c a r q u e el soporte del i n s t r u m e n t o r e s u l t a
siempre a d a p t a d o a la época; vale decir q u e la materia con la cual está
realizado no es p e r m a n e n t e . Así, h u b o u n a época en que los i n s t r u m e n -
d) Evolución
Como veremos, hoy el papel ya no es el único soporte válido de los
i n s t r u m e n t o s privados, ni de los particulares; ni la firma constituye u n
requisito ineludible, ni la escritura constituye el único modo de transmi-
tir la voluntad (verdad ésta, que resulta evidente a partir del art. 917).
Sostengamos, finalmente que — a c o m p a ñ a n d o los avances tecnoló-
gicos que se advierten en n u e s t r o medio— se está viviendo u n a etapa de
"desmaterialización" del i n s t r u m e n t o , es decir, que se está i n t e n t a n d o
otorgarle mayor importancia a la finalidad que el i n s t r u m e n t o pretende
satisfacer, que a s u existencia corpórea.
b) Nuestro criterio
Siguiendo en el p u n t o la exposición de Leiva Fernández, señalamos
que varios son los artículos del Código que establecen que la división es
entre i n s t r u m e n t o s públicos e i n s t r u m e n t o s "particulares". Los instru-
mentos particulares firmados se d e n o m i n a n i n s t r u m e n t o s "privados".
Así resulta con a b s o l u t a claridad de los artículos 9 7 8 —fundamen-
tal p a r a e s t a afirmación— 1188, 1190, 1181, 1185 y 1186.
Así también está en el Esboco (arts. 781 a 785), y se sigue de lo ela-
borado por Llambías, quien los denomina i n s t r u m e n t o s privados en sen-
tido lato (que serían los particulares), y en sentido estricto, que serían los
privados (en el mismo sentido: Borda).
d) Metodología de la exposición
No o b s t a n t e lo expuesto, la doctrina h a hecho mayor hincapié en los
i n s t r u m e n t o s privados que en los particulares.
De tal suerte, h a b r e m o s de seguir en estos a p a r t a d o s u n desarrollo
clásico, efectuando, en c a d a caso, la salvedad q u e corresponda respecto
de n u e s t r a concepción especialmente referida a los i n s t r u m e n t o s "par-
ticulares".
b) Criterio de distinción
Lo que distingue al i n s t r u m e n t o privado (o en su caso, también al
particular) del público es que para el privado no se requiere la interven-
ción de oficial público, p u e s las partes lo otorgan por sí m i s m a s . De esta
distinción —desde luego— se siguen grandes diferencias en orden al valor
probatorio, lo que estudiaremos infra, número 1318.
En síntesis, es instrumento privado aquel que, reuniendo los caracte-
res de todo instrumento, no requiere la intervención de u n oficial público.
b) Textos legales
A ello se refiere el artículo 9 7 4 al establecer que: "Cuando por este Có-
digo, o por las leyes especiales no se designe forma para algún actojurídico,
los interesados pueden usar de las formas que juzgaren convenientes".
Y en materia de i n s t r u m e n t o s privados este principio se reitera en
el artículo 1020 que dispone: "Para los actos bajo firma privada no hay
forma alguna especial. Las partes puedenformarlos en el idioma y con las
solemnidades que juzguen más convenientes".
d) Aplicaciones prácticas
Como aplicación práctica de este principio de libertad de formas,
podemos s e ñ a l a r que las p a r t e s pueden firmarlo cualquier día, sea hábil
o no (art. 1015) y en cualquier hora. No es necesario consignar el lugar
y fecha de otorgamiento (por excepción la fecha es imprescindible en el
t e s t a m e n t o ológrafo: art. 3639; y en la letra de cambio p a r a valer como
tal —art. 1-, dec. 5 9 6 5 / 1 9 6 3 — , pero no p a r a constituir u n mero instru-
m e n t o privado); ni el n o m b r e y domicilio de las partes; ni s u s calidades
personales. Las c a n t i d a d e s p u e d e n ser escritas en letras o en n ú m e r o s
indistintamente. Pueden e s t a r redactados en cualquier idioma o dialecto
(art. 1020), sea lengua viva o m u e r t a , sobre cualquier soporte (general-
m e n t e papel), y por cualquier p e r s o n a —sea o no el otorgante— en forma
m a n u s c r i t a , con lapicera, bolígrafo, o lápiz, mecanografiado o impreso.
Desde ya q u e c u a n t o m á s imperecedera sea la s u s t a n c i a con que se fir-
me, m á s satisfará a la necesidad probatoria. Con el mismo criterio no es
aconsejable firmar con lápiz, no sólo por el riesgo de q u e p u e d a borrarse,
sino t a m b i é n porque la escritura así lograda obstaculiza su análisis por
peritos calígrafos a efectos de establecer s u autenticidad.
T a m p o c o es requerible q u e c u a n d o se h a y a incurrido en u n error
material se salve parte a l g u n a del i n s t r u m e n t o , siempre q u e sea enten-
dible y la r a s p a d u r a o e n m i e n d a no recaiga sobre u n a parte esencial (v.
sin embargo, lo q u e decimos en este mismo n ú m e r o , a p a r t a d o e).
Tampoco se requiere formalidad a l g u n a (art. 1020) por lo que p u e -
d e n utilizarse o no testigos.
Ahora bien, a u n q u e n o e s necesario n i n g u n o de estos elementos,
constituye u n a b u e n a práctica el incluirlos, d e s d e que, de ser necesaria
la p r u e b a sobre la veracidad de lo allí a s e n t a d o , la mayor disponibilidad
de datos facilitará la demostración.
INSTRUMENTOS PRIVADOS 671
e) Supuestos especiales
Las reglas anteriormente expresadas no son absolutas.
En el ámbito testamentario, el artículo 3639 impone para la validez
del testamento ológrafo que el mismo sea escrito, fechado y firmado, todo
de puño y letra del testador.
En el derecho comercial, se establece que, "No serán admisibles los
documentos de contratos de comercio en que haya blancos, raspaduras
o enmiendas que no estén salvadas por los contrayentes bajo su firma"
(art. 211, Cód. Com.).
Y, por su lado, la jurisprudencia de los tribunales civiles sostiene
que a los instrumentos privados con enmiendas y raspaduras se aplica
el artículo 989 sobre anomalías en los instrumentos públicos, y así debe
examinarse si recaen sobre partes esenciales del acto, como fechas,
nombres, cantidades, cosas 2 , habiéndose también resuelto que un in-
terlineado no salvado, y negado por el presunto obligado, debe tenerse
por no escrito 3 .
Pero, en materia testamentaria se ha resuelto que la prueba de que
las raspaduras o sobreescritos de un testamento ológrafo no fueron he-
chos por el testador, recae sobre quien alega ese hecho 4.
Otros documentos privados mercantiles están sometidos a rígidas
formalidades, como lo son la letra de cambio, el pagaré, el cheque y, en
general, los títulos circulatorios.
5
II. EL SOPORTE DEL INSTRUMENTO
1283. NOCIÓN
"Soporte" es la cosa, de cualquier material, sobre la cual está con-
formado el instrumento.
2
CNCiv., S a l a C , 1 5 / 3 / 1 9 8 3 , E.D.. 104-357.
3
CNCiv., S a l a B , 2 9 / 3 / 1 9 7 9 , E.D., 87-359.
4
CNCiv., S a l a C , 1 1 / 1 0 / 1 9 7 8 , E.D., 80-774.
Bibliografía especial: ALEGRÍA, Héctor, "Nuevas fronteras de la documentación, la forma y
'a prueba de las relaciones comerciales", L.L., 1985-E-662; CHAMOUS, Francoise, Lapreuvedans
k s qffaires. De l'écrit au microfilm, Paris, 1979; MEDINA, Graciela, "Forma instrumental
Particular y la reforma", J.A., 1988-11-535; VAZ FLORES, Hortensia, "Valor probatorio de los
nuevos soportes informáticos", J.A., 1985-IV-732; GIANNANTONIO, Ettore, "El valor jurídico del
documento electrónico", en Revista Informática y Derecho, n 9 1, pág. 94; PARISI, Francesco,
672 JULIO CESAR RIVERA
1284. EVOLUCIÓN
Como sostuvimos anteriormente el soporte tenido en miras por el
codificador fue el papel, por la sencilla razón de que era el material más uti-
lizado en esa etapa de desarrollo tecnológico. Escribir era —en forma coin-
cidente— pintar con una pluma —de metal o no— caracteres sobre un
papel.
Hoy podemos advertir que existen muchos instrumentos privados y
particulares que no responden a esas características. Verbigracia, la tar-
jeta de crédito es generalmente de plástico y su escritura suele ser en re-
lieve. Adviértase que aquí ni el soporte es papel, ni la escritura responde
a la idea clásica desarrollada, bien que —todavía— consiste en destacar
caracteres.
La elección de un soporte determinado constituye un hecho tecno-
lógico, pues depende de la abundancia del material con el que está cons-
truido, y de su ductilidad. Desde ya que nada exige que el instrumento
deba ser directamente extendido por el intérprete, sin ayuda de maqui-
naria alguna. De allí que no sea menos instrumento un videocasete, o un
disquete, o una cinta magnética (para cuyas lecturas son necesarias las
máquinas correspondientes), que un instrumento con soporte en papel,
pues la escritura misma configura un hecho tecnológico, que no se confun-
de con el idioma que es esencialmente oral.
Debe señalarse que, en todo caso, la caracterización del instrumen-
to no depende del soporte en el cual esté fabricado, sino del contenido
que se vuelque en ese soporte; mientras los videocasetes suelen utilizar-
se sólo para reproducir filmes, nada obstaría que por su intermedio se
celebre una contratación, por ejemplo, si el oferente remite su propuesta
por ese medio, indicando al eventual contratante que complete el mismo
grabando su voluntad de aceptar. Lo mismo puede expresarse de los dis-
quetes, cintas magnetofónicas, etcétera.
Tampoco el soporte guarda vinculación alguna con el acto instrumen-
tado; un recibo puede estar otorgado en papel, plástico, en disquete, etcé-
tera, sin que exista la limitación probatoria del artículo 1193.
II contratto concluso mediante computer, Padova, 1987; BERGEL, Salvador D., "Notas sobre la
contratación informática", RDPC, 3-179; GENTILI, Aurelio, "Documento informático e tutela
deH'affidamento", RDC, 1998-475; ALTMARK, Daniel. "Documento electrónico (la necesaria
respuesta normativa)", J.A., 1999-11-851; GOLDENBERG - MAR! HERNÁNDEZ, "Contratación por
Internet", E.D., 170-1093; D E LAMFÍERTERIE, Isabelle, "La valeur probatoire des documents
informatiques d a n s les pays de la CEE", KTDC, 1992-641; Di FILIPPO, María I., "La
manifestación de voluntad por medios electrónicos. 'Soportes' de los mensajes digitalizados.
'Atomización' de la información", L.L., 1999-C-911; DALI;AGLIAR, Edgardo J., "Contratos
concluidos por ordenador. Formación v exteriorización de la voluntad. Formación del
contrato", L.L., 1990-B-1039.
INSTRUMENTOS PRIVADOS 673
b) La cuestión en el presente
Hoy se alude a la "liberación del papel", con lo que se quiere signi-
ficar que la civilización se independiza de este material como soporte de
s u s comunicaciones.
De modo q u e hoy p u e d e h a b e r i n s t r u m e n t o s con soporte plástico
(típicamente la tarjeta de crédito o de compra), con soporte metálico (los
cospeles o fichas de teléfono o de s u b t e r r á n e o , y las que se u s a n p a r a
ciertos servicios como los de lavarropas, etc.). Adviértase q u e la ficha o
cospel no es el objeto del negocio jurídico (no se "compra" el cospel), sino
que lo que se adquiere es el derecho al servicio (de teléfono, de t r a n s p o r t e
o de lavarropas).
c) Clasificación
Los soportes p u e d e n clasificarse —por ahora— en informáticos, óp-
ticos y auditivos.
Son soportes informáticos la tarjeta perforada, la cinta de papel per-
forado, el disquete, la cinta magnética de computación, etcétera.
Son soportes ópticos la cinta de video, el microfilm, etcétera.
F i n a l m e n t e , son s o p o r t e s auditivos, el disco fonográfico, la cinta
magnética de audio, etcétera.
1288. ENUMERACIÓN
El principio de libertad de formas p a r a los i n s t r u m e n t o s privados
tiene sólo dos excepciones: la exigencia de estar firmados (art. 1012) y el
r e c a u d o del doble ejemplar (art. 1021).
P u e d e a n t i c i p a r s e q u e lo referido al doble ejemplar no es exigible
p a r a todos los i n s t r u m e n t o s privados, sino sólo p a r a aquellos que ins-
t r u m e n t e n actos jurídicos perfectamente bilaterales, es decir que, como
veremos, no se aplica a los i n s t r u m e n t o s donde c o n s t a n actos bilaterales
imperfectos o actos unilaterales.
Por fin, también excepcionan al principio de libertad de formas aque-
llos recaudos requeridos por normas particulares, como las ya menciona-
das en materia testamentaria (art. 3639), y respecto de títulos circulatorios
como la letra de cambio, el pagaré, el cheque, etcétera.
b) Noción
Puede sostenerse que la firma está constituida por trazos que c o n s -
tituyen el modo h a b i t u a l que tiene u n a p e r s o n a de escribir su n o m b r e
con la finalidad de manifestar la a d h e s i ó n de s u voluntad al texto a cuyo
pie la pone.
A u n q u e el artículo 3 6 3 3 , referido a la firma en los t e s t a m e n t o s , es-
tipula que la firma del testador debe escribirse con todas las letras alfa-
6
Bibliografía especial: COLERIO, J u a n P., "¿Es la firma de las partes u n requisito esencial
para la existencia de todo acto bajo forma privada?", L.L., 1994-D-475; DEVOTO, Mauricio -
LINCH, Horacio M., "Banca, comercio, m o n e d a eletrónica y la firma digital", L.L., 2 1 / 4 / 1 9 9 7 ;
TAVANO, María J . , "La firma electrónica e n el libramiento de cheques. La reforma introducida
por la ley 24.760", Voces Jurídicas 1998-1-55; CAPFUOU, E., "Commerce électronique. Sécuritéet
confiance d a n s le commerce électronique —Signature n u m é r i q u e et autorité de certification",
JCP, 1998.
676 JULIO CÉSAR RIVERA
c) Cuestiones no relevantes
Como se advierte, no es necesario que se t r a t e de escribir el n o m b r e
y el apellido completo, ni q u e sea imprescindible consignar el nombre, o
hacerlo con el apellido.
La falta de conocimiento de este t e m a lleva a situaciones reiteradas
e inconducentes, como aquella en la que las s e ñ o r a s suelen incurrir al
p r e g u n t a r si deben firmar con firma de soltera o de c a s a d a . Inconducen-
te, porque la firma n o se altera por modificaciones en el estado civil.
Tampoco es requerible que se trate estrictamente de escritura, es decir
de letras, dibujos que signifiquen sonidos en algún idioma, sino que b a s t a
con que consistan en trazos. Es decir dibujos.
d) Firma ilegible
La firma es tal a u n q u e sea ilegible.
A esto se llega generalmente, por deformación espontánea de la cali-
grafía producida por el carácter maquinal y la frecuencia de uso d" la firma.
Resulta n a t u r a l que bajo e s a s c i r c u n s t a n c i a s tienda a simplificarse.
También p u e d e b u s c a r s e degenerar la caligrafía por ei afán del fir-
m a n t e de distinguir su personalidad o t o r n a r m á s dificultosa su falsifi-
cación.
Por fin, todo esto q u e h e m o s e n u n c i a d o como u n proceso general-
m e n t e involuntario y evolutivo, p u e d e g e n e r a r s e en forma originaria y
meditada. Vale decir, q u e n u n c a la firma h a y a consistido en u n a secuen-
cia de letras sino que desde su origen consista en trazos que no signifi-
q u e n sonido alguno. Sería igualmente firma.
e) Iniciales o signos
Pese a lo expuesto, el artículo 1014 dispone que: "Ninguna persona
puede ser obligada a reconocer un instrumento que esté sólo firmado por
iniciales o signos; pero si el que así lo hubiese firmado lo reconociera vo-
luntariamente, las iniciales o signos valen como la verdadera firma", lo
que c o n c u e r d a con la última parte del artículo 1012 ya transcripto.
El precepto debe e n t e n d e r s e como referido a firmas que sólo estén
c o n s t i t u i d a s por iniciales —no q u e las contengan— o por signos. Esto
INSTRUMENTOS PRIVADOS 677
a) Ser ológrafa
Es decir que debe e s t a r escrita de p u ñ o y letra del firmante a quien
se imputa.
No p u e d e haber, por t a n t o , firmas i m p r e s a s , s e a n facsimilares o
transcripción de nombre y apellido, ni copiadas, o calcadas, por terceros.
No es firma, por ello, la que suscribe el papel moneda, que, de tal suerte,
viene a constituirse en u n i n s t r u m e n t o público no firmado.
Si se diese la curiosísima circunstancia de que es el propio a u t o r de
la firma original quien la copia o calca en otro i n s t r u m e n t o , a n u e s t r o en-
tender, lo así dibujado vale por firma.
b) Manifestaciones de individualidad
Debe ser expresión de la individualidad de quien la escribe. Adviér-
tase que no expresamos que d e b a h a c e r alusión al n o m b r e del firmante,
ya que lo que éste p u e d e q u e r e r significar con la m i s m a p u e d e no ser s u
nombre, sino su seudónimo, o s u sobrenombre, o algún cargo. En todo
caso s u propia persona. S u individualidad.
c) Exclusiva
Porque —como h e m o s señalado en el a p a r t a d o anterior— constitu-
ye u n a referencia a su individualidad.
678 JULIO CÉSAR RIVERA
d) Habitual
Es u n a forma h a b i t u a l de expresar la voluntad. O lo que es lo mis-
mo, c a d a firma d e b e ser s e m e j a n t e a la cronológicamente anterior del
mismo sujeto. Debe i n t e n t a r s e firmar siempre de la m i s m a m a n e r a .
Ésta es la n o t a m á s característica de la firma. Nada importa si es le-
gible o no, si es que constituye la forma h a b i t u a l en la que el sujeto ex-
p r e s a s u conformidad por escrito.
Desde ya que n u n c a la firma es idéntica a otra del mismo individuo,
porque va sufriendo las modificaciones propias de la evolución s e ñ a l a d a
con anterioridad, y las que son producto de la edad —particularmente la
motricidad— del sujeto.
Sin embargo, ello no quiere decir que no p u e d a alterarse sustancial-
m e n t e la firma por el sujeto firmante. P u e d e cambiarla t a n t a s veces
como quiera.
e) Expresión de voluntad
Debe ser p u e s t a con la finalidad de expresar voluntad de adhesión
al texto. Por eso es que debe ser p u e s t a al pie del instrumento, a fin de
d e m o s t r a r su asentimiento con todo el texto q u e le precede en el papel.
No con el que le sigue.
Sólo por excepción —que d e p e n d e de c i r c u n s t a n c i a s fácticas de
c a d a caso en particular— p u e d e ponerse al m a r g e n . Si están ocupados
todos los renglones, es decir, si está cubierto con escritura todo el papel,
la firma u b i c a d a al margen, t a m b i é n debe c o n s i d e r a r s e p u e s t a al final
del texto.
Otro caso particular está dado por aquellas esquelas en las q u e su
redacción en tercera p e r s o n a del singular impone que estén firmadas al
inicio del texto a c o m p a ñ a d a s por la aclaración de firma.
1
CNCiv., S a l a F , 1 3 / 6 / 1 9 7 9 , E.D., 88-179; idenx S a l a E , 8 / 7 / 1 9 7 6 , E.D.. 72-515.
INSTRUMENTOS PRIVADOS 679
ese método es tan fiable como sea apropiado para losjines para los que
se generó o comunicó el mensaje de datos, a la luz de todas las circuns-
tancias del caso, incluido cualquier acuerdo pertinente".
b) Contenido
La ley contiene un capítulo I que, bajo el extraño acápite de "consi-
deraciones generales", contiene las reglas de fondo. Los capítulos si-
guientes se refieren a la instrumentación del sistema de firma digital; los
capítulos 9 y 10 se refieren a la responsabilidad de los distintos sujetos
que actúan en la implementación del sistema y a las sanciones que pue-
den serles impuestas.
d) Documento digital
De la definición t r a n s c r i p t a surge que la firma digital se aplica a u n
d o c u m e n t o digital, que es la r e p r e s e n t a c i ó n digital de actos o h e c h o s ,
con independencia del soporte utilizado p a r a su fijación, almacenamien-
to o archivo (art. 6 e ).
e) Firma electrónica
T a m b i é n se define la firma electrónica como el conjunto de d a t o s
electrónicos integrados, ligados o asociados de m a n e r a lógica a otros da-
tos electrónicos, utilizado por el signatario como su medio de identifica-
ción, q u e carezca de alguno de los requisitos legales p a r a ser conside-
r a d a firma digital (art. 5 e ). Así, los certificados digitales emitidos por
certificadores no licenciados son válidos p a r a producir los efectos de la
firma electrónica (art. 2Q del decreto reglamentario 2 6 2 8 / 2 0 0 2 ) .
Ahora bien, entre la firma digital y la electrónica media u n a impor-
tante diferencia de efectos.
Es que refiriéndose a la firma digital, la ley dispone que se p r e s u m e ,
salvo p r u e b a en contrario, que ella pertenece al titular del certificado di-
gital que permite la verificación de dicha firma (art. 7q).
Mientras que si se desconoce la firma electrónica "corresponde a
quien la invoca acreditar su validez" (art. 5 a ).
La diferencia se funda en q u e la firma digital está sujeta a procedi-
mientos q u e , si bien no son infalibles, t i e n d e n a a s e g u r a r que: (i) sólo
pudo ser p u e s t a por el titular del certificado digital; (ii) la integridad del
documento en el cual esa firma fue p u e s t a . Esto último t a m b i é n está es-
tablecido l e g a l m e n t e , en t a n t o s e c o n s a g r a la p r e s u n c i ó n de integri-
dad del d o c u m e n t o digital firmado digitalmente; ella consiste en presu-
mí 1 '—hasta la p r u e b a en contrario— que el d o c u m e n t o digital no h a sido
modificado desde su firma (art. 8 e ).
k) Originales
Conforme al artículo 11 "los documentos electrónicos firmados di-
gitalmente y los reproducidos en formato digital firmados digitalmente a
partir de originales de primera generación en cualquier otro soporte,
también serán considerados originales y poseen, como consecuencia de
ello, valor probatorio como tales, según los procedimientos que determi-
ne la reglamentación".
1) Conservación de documentos
Algunos sujetos tienen la obligación de conservar documentación;
por ejemplo, el Código de Comercio impone a los comerciantes la obliga-
ción de conservar los documentos respaldatorios de la contabilidad por
diez años. Sobre hipótesis como ésta, el art. 12, ley 25.506, dispone que
la exigencia legal de conservar documentos, registros o datos, también
queda satisfecha con la conservación de los correspondientes documen-
tos digitales firmados digitalmente, según los procedimientos que deter-
mine la reglamentación, siempre que sean accesibles para su posterior
consulta y permitan determinar fehacientemente el origen, destino, fe-
cha y hora de su generación, envío y/o recepción.
m) Presunción de envío
Ciertos documentos digitales, incluso firmados digitalmente, pue-
den ser expedidos en forma automática por una máquina preparada
para ello. Se suele ejemplificar con ordenadores de ciertas empresas que,
al recibir la información de stock de cierto producto, automáticamente
expiden una orden de compra al proveedor del mismo; y en ocasiones el
proveedor acepta ese pedido también a partir de u n documento digital
expedido automáticamente. En suma, podría decirse que la operación
queda consensuada sin la intervención de una persona.
INSTRUMENTOS PRIVADOS 685
n) Reglamentación
La ley 2 5 . 5 0 6 h a sido r e g l a m e n t a d a por el decreto 2 6 2 8 / 2 0 0 2 .
o) Valoración
Se h a dicho con justicia que con la sanción de la ley 25.506 se pre-
tende colocar al país en sintonía con los países m á s avanzados del m u n -
do, facilitando el comercio exterior, la contratación y, con ello, h a c e r m á s
eficiente al país (Lynch). Es que, sin duda, el comercio se desarrolla cada
vez m á s por medios electrónicos q u e h a n reducido a la n a d a las distan-
cias y el tiempo necesario p a r a la comunicación. Como h e m o s dicho an-
tes, la globalización se p r o d u c e porque la tecnología h a hecho desapare-
cer las limitaciones i m p u e s t a s por la geografía, de modo q u e todo el
m u n d o está hoy conectado s i m u l t á n e a m e n t e , en tiempo real, cualquiera
sea el lugar del planeta en q u e se e n c u e n t r e . Y ese comercio exige que el
ordenamiento jurídico r e s p o n d a reconociendo eficacia a los d o c u m e n t o s
expedidos por m e c a n i s m o s informáticos apropiados.
Por otro lado, la "despapelización" o desmaterialización es cada vez
más intensa, tanto en el ámbito público cuanto privado; y el régimen del do-
cumento digital es u n a contribución indispensable para que se concrete.
Y c u a n d o aludimos al ámbito público nos referimos también al Po-
der Judicial. S e g u r a m e n t e , en no m u c h o tiempo podremos enviar a los
tribunales los escritos en d o c u m e n t o s digitales firmados digitalmente,
en cualquier hora del día y desde cualquier lugar, lo cual contribuirá a
u n servicio de justicia m á s eficaz y a u n a facilitación mayor del trabajo
de los abogados.
De modo p u e s , que n o cabe sino aplaudir la sanción de esta ley que
abre i n n u m e r a b l e s c u e s t i o n e s técnicas, q u e iremos resolviendo con el
tiempo, pero responde a u n a necesidad innegable y contribuye a la mo-
dernización de la Argentina.
b) Distintas tesis
Tres opiniones se h a n elaborado al respecto.
U n a p r i m e r a que admite en algunos casos la impresión digital como
s u c e d á n e a de la firma u , salvo que se trate de u n t e s t a m e n t o ológrafo.
Esta p o s t u r a fue receptada por el Proyecto de Reformas de 1936, en su
artículo 2 7 5 , p a r a el s u p u e s t o de otorgante analfabeto. El Anteproyecto
de 1954 establece en su artículo 288 que la impresión digital h a c e pre-
sumir, iuris tantum, la autenticidad.
Más recientemente el artículo 59 de la LCT (modificada por la ley
21.297) autoriza la impresión digital para signar instrumentos por el traba-
jador que no sepa o no p u e d a firmar. No obstante, debe señalarse que esta
disposición es particular y está restringida al ámbito de esa ley.
Otra postura sostiene que la impresión digital sólo acredita identidad,
no voluntad 12. Y que, al decir de Orgaz, quien no sabe firmar no puede otor-
gar u n instrumento privado no tanto porque no sepa firmar cuanto porque
no sabe leer. De allí que se sostenga que no sustituye a la firma 13, aunque
haya sido estampada frente a testigos 14.
Una tercera opinión distingue según el sujeto otorgante sepa leer y no
escribir, o sea analfabeto. Si sabe leer aunque no escribir —o no pueda ha-
cerlo, por ejemplo, por tener paralizadas las manos— la impresión digital
puesta al pie opera a modo de sucedáneo de la firma y el documento es vá-
lido como instrumento privado. No es así si el otorgante es analfabeto 15.
c) Nuestra opinión
Desde n u e s t r o p u n t o de vista, no cabe d u d a de q u e la impresión di-
gital como elemento que atribuye identidad es m á s perfecto que la firma;
cada impresión dactilar es diferente a toda otra.
Pero, a diferencia de la firma, sucede que la impresión p u e d e no res-
ponder a u n acto voluntario, ya q u e puede h a b e r sido t o m a d a por u n ter-
cero m i e n t r a s el sujeto se hallaba durmiendo, o en estado de inconscien-
cia, o incluso d e s p u é s de su fallecimiento.
en los documentos privados", L.L., 23-904; ORGAZ, Alfredo, "La impresión digital en los
documentos privados", Revista del Colegio de Abogados de Buenos Aires, m a r / a b r . 1936; DÍAZ
DE GUIJARRO, Enrique, "La impresión digital en los instrumentos privados no firmados", J.A.,
50-85.
11
SCBA, 1 9 / 1 0 / 1 9 9 3 , J.A., 1995-IV-sintesis.
12
Así se pronunció la CNCiv., Sala K ( 2 8 / 4 / 1 9 9 7 , L.L., 1998-C-626), sosteniendo que el
documento que contiene la impresión digital del firmante, pero que carece de su firma, no al-
canza la validez de u n instrumento privado, p u e s la última es condición esencial p a r a la exis-
tencia de todo acto bajo dicha forma, la cual no puede ser reemplazada por signos ni por ini-
ciales de los n o m b r e s o apellidos.
13
CNCiv., S a l a C , 3 / 6 / 1 9 8 0 , L.L., 1981-D-594.
14
SC Buenos Aires, 2 1 / 6 / 1 9 8 8 , L.L., 1989-B-605.
15
CNCiv., Sala E, 3 0 / 7 / 1 9 8 1 , L.L., 1982-A-287; J.A., 1982-111-455; E.D., 96-292;
CNCom., Sala A, 9 / 3 / 1 9 7 9 , E.D., 83-646.
INSTRUMENTOS PRIVADOS 687
d) Excepción
Desde luego que no existe inconveniente alguno si el otorgante del
i n s t r u m e n t o sabe leer y escribir, pero por alguna circunstancia, no p u e -
de firmar (v.gr., por estar enyesado, o tener paralizada la m a n o , etc.) ya
que en este caso la impresión voluntaria denota asentimiento en quien,
por saber leer y escribir, comprendió cabalmente el significado del acto
i n s t r u m e n t a d o . Pero, a u n en este caso, q u e d a r á a salvo la posibilidad de
invocar y d e m o s t r a r que, pese a h a b e r mediado comprensión del acto, la
impresión digital no fue p u e s t a voluntariamente, sino verbigracia, me-
diando el vicio de violencia.
También podría ser reconocido un i n s t r u m e n t o signado con impre
sión digital, j u g a n d o en tal caso la presunción del artículo 1028 (en con-
tra, respecto de la presunción, Lciva Fernández).
b) Tesis negativa
P u e d e s u s t e n t a r s e la negativa con la meid pievisión del articulo
1012 que se refiere a firma "de las partes" (en tal sentido Segovia. Machadu
Salvat). De tal suerte, el analfabeto solo tendría la posibilidad de i n s t r u
m e n t a r bajo forma p u b l i c a . E s t o llevaría al a b s u r d o c o n s i s t e n t e en
q u e p a r a otorgar u n recibo d e b a celebrar u n a escritura publica.
j) Conclusión
Como se advierte, entonces, t a n t o la impresión digital como la firma
a ruego p u e d e n operar bajo d e t e r m i n a d o s s u p u e s t o s , como s u c e d á n e o s
de la firma.
16
CNCiv., Sala B, 3 0 / 5 / 1 9 8 6 , E.O., 121-432.
INSTRUMENTOS PRIVADOS 689
Bibliografía especial: BEKERMAN. Jorge M., 'Transferencia electrónica de fondos [...]", L.L.,
1987-C-685; VAZ FLORES, Hortensia, 'Transferencia electrónica de fondos", J.A., 1987-111-811:
JJ-OVERASDE RESK, María Emilia, "La responsabilidad civil en la transferencia electrónica de fon-
° o s " , L.L., 1 2 / 4 / 1 9 9 1 ; BAGUETTO, Sebastián J . - AGRANATI, Javier H., Transferencia electrónica
de
f o n d o s (Aspectos jurídicos)", L.L., 1996-E-1228.
690 JULIO CESAR RIVERA
dj Reconocimiento jurisprudencial
Nuestros tribunales han afirmado tradicionalmente que la firma es
inexorable exigencia para los instrumentos privados. Y más aún que de-
ben firmar todos los que aparecen en él, y de no ser así, ninguno queda
obligado 18.
Pero también se viene afirmando que los instrumentos particulares
no firmados no están desprovistos de todo valor, pues valen como prueba
de los contratos 19, de donde el principio del artículo 1012 admite mori-
geraciones 20 .
En este orden de ideas, se ha admitido que es instrumento particu-
lar una boleta de depósito con el sello del banco impreso detrás; y que.
18
CNCiv., S a l a C , 2 6 / 9 / 1 9 7 8 , E.D., 8 2 - 2 5 1 .
19
CNCiv., SalaA, 2 5 / 8 / 1 9 8 0 , J.A., 1981-1-601.
20
CNCiv., Sala G, 1 7 / 3 / 1 9 8 3 , E.D., 105-497.
INSTRUMENTOS PRIVADOS 691
b) Proyectos de reforma
Principio similar se p u e d e leer en el Anteproyecto de Bibiloni, y en
el Anteproyecto de 1954 (art. 273), bien que este último reconoce como
principio de p r u e b a por escrito al ejemplar único, con lo que a t e n ú a la
exigencia. En cambio el Proyecto de Unificación Legislativa propiciaba la
eliminación del requisito del doble ejemplar. El Proyecto de Código Civil
de 1998 t a m b i é n pretende eliminar la exigencia del doble ejemplar.
c) Finalidad
La finalidad tenida en c u e n t a por el d e r e c h o francés, de donde la
tomó el n u e s t r o , reside en poner a a m b a s partes en igualdad de condi-
ciones a los efectos probatorios (Planiol y Baudry-Lacantinerie). En efec-
to, mal podría u n a parte d e m o s t r a r la existencia y los términos de u n ins-
trumento privado si el único ejemplar lo tiene aquella otra contra la cual
se intenta hacerlo valer. Adviértase que este problema no concurre en el
i n s t r u m e n t o público desde que éste q u e d a protocolizado y en poder de
u n tercero neutral, como es el escribano.
En la concepción de Spota, el f u n d a m e n t o sería q u e a m b o s cele-
brantes tengan la posibilidad recíproca de probar no ya la existencia del
acto jurídico, sino la del i n s t r u m e n t o .
Desde otra postura, parte de la doctrina francesa que comenta el an-
tecedente de nuestro Código, sostiene que el fundamento de la exigencia del
doble ejemplar reside en u n a presunción legal que consistiría en que h a s t a
que no se otorgue, el instrumento se supone provisorio, es decir, u n mero
Proyecto de i n s t r u m e n t o (Aubry y Rau, Zachariae, Marcado).
d) Cantidad de ejemplares
La referencia al "doble" ejemplar proviene de la c i r c u n s t a n c i a de
que, en la generalidad de los casos, son dos las partes intervinientes con
u n interés distinto, y por lo tanto, deben ser dos los ejemplares. Más co-
rrecto es referirse a pluralidad de ejemplares, a u n q u e no es ésta la de-
nominación tradicional d a d a por n u e s t r a doctrina.
Si varios condominos contratan con u n tercero sobre la cosa común
ellos constituyen u n a sola parte, y otra el tercero, por lo que serían exigibles
sólo dos ejemplares. Si, por el contrario, son los comuneros quienes acuer-
d a n entre sí sobre la cosa c o m ú n , verbigracia, respecto de la periodicidad
de uso, o la división del condominio, allí cada u n o de los sujetos repre-
s e n t a u n interés distinto y por lo tanto, debe recibir u n ejemplar.
Otro tanto sucede en el contrato de sociedad. El acto de constitución
de la m i s m a tiene t a n t a s partes con u n interés distinto como socios haya.
y por ende, c u a n d o se constituye por i n s t r u m e n t o privado, deben entre-
garse t a n t o s originales como c o n t r a t a n t e s . Pero c u a n d o esa sociedad ya
c o n s t i t u i d a celebra u n contrato con u n tercero, todos los socios tienen
u n interés único representado en este caso por la p e r s o n a jurídica.
f¡ Forma
El doble ejemplar p u e d e otorgarse mediante copia carbónica, foto-
copia o cualquier otro medio q u e atribuya a la copia igual contenido que
el original. Desde luego que la firma deberá ser autógrafa en cada origi-
nal, no copiada, fotocopiada o calcada.
INSTRUMENTOS PRIVADOS 693
g) Firmas
No es necesario q u e a m b o s ejemplares e s t é n firmados por las dos
partes. Lo requerido es que t e n g a n las firmas c r u z a d a s , como lo prevé el
artículo 1013.
b) Cumplimiento previo
Si u n a de las partes, c o e t á n e a m e n t e a la redacción del i n s t r u m e n t o ,
o antes de la misma, cumplió íntegramente la obligación contraída, no se
exige doble ejemplar.
E n tal s u p u e s t o , resultaría inconducente q u e la parte que todavía
no cumplió exija u n doble ejemplar, ya que la p a r t e contra la que podría
esgrimirlo y a h a cumplido totalmente con su prestación, por lo que aqué-
lla no tendría acción alguna p a r a reclamarle n a d a . Basta, entonces, con
u n ejemplar único (art. 1022). Además, d e s d e q u e u n a de las p a r t e s
cumplió totalmente s u obligación, no podría ya sostenerse que se t r a t a
de u n mero proyecto de i n s t r u m e n t o .
c) Cumplimiento posterior
La ineficacia de u n acto por e s t a r hecho con u n solo ejemplar q u e d a
s
a n e a d a por la ejecución ulterior de las obligaciones c o n t r a í d a s en él.
694 JULIO CESAR RIVERA
e) Contratos comerciales
Doctrina y j u r i s p r u d e n c i a mercantiles afirman q u e el recaudo del
doble ejemplar no se aplica a los contratos comerciales.
a) Principio general
La respuesta es que el instrumento será nulo de nulidad relativa (arts.
975 y 978) a u n q u e tal consecuencia no esté expresamente establecida por
la ley, sino que resulte en forma implícita del Código (conf. Llambias).
22
Conf. CNCiv., SalaA, 1 7 / 4 / 1 9 8 7 , L.L., 1986-C-510.
INSTRUMENTOS PRIVADOS 695
c) Supuestos de confirmación
Como supuestos de confirmación, a d e m á s de los mencionados en los
apartados b) y c) del número anterior, debe añadirse otro más, consistente en
que la misma parte que pretendiese prevalerse de la ausencia de doble ejem-
plar, a la vez invocase en su beneficio el contenido del instrumento. En tal
caso estaría propiciando la validez y, a la vez, la invalidez del mismo instru-
mento, lo cual, además de contradictorio importa volverse contra s u s pro-
pios actos, en forma tal que el sistemajuridico no admite (v. supra, nQ 281).
P a r a este s u p u e s t o , el ejemplar único s e ñ a r á como principio de
p r u e b a por escrito, lo cual r e s t a en gran medida eficacia a la exigencia
formal (Segovia, Machado, Llambías, Borda, Arauz Castex).
e) Reconocimiento doctrinario
A m é n del reconocimiento doctrinario efectuado en monografías y
o b r a s generales, merece a p u n t a r s e que las XI J o r n a d a s Nacionales de
Derecho Civil (Buenos Aires, 1987), concluyeron por mayoría:
"El Código Civil vigente admite la categoría de i n s t r u m e n t o s públi-
cos y particulares. Los i n s t r u m e n t o s particulares firmados son instru-
m e n t o s privados".
"Los i n s t r u m e n t o s particulares p u e d e n t e n e r cualquier tipo de so-
porte, no siendo indispensable que la manifestación de la voluntad se ex-
prese por escrito" (art. 917, Cód. Civ.).
"Los i n s t r u m e n t o s particulares no son aptos p a r a realizar actos j u -
rídicos con otra forma impuesta".
"Es a u t o r del negocio jurídico celebrado m e d i a n t e i n s t r u m e n t o elec-
trónico el titular del s i s t e m a de computación".
"El titular de u n soporte de computación debe m a n t e n e r los siste-
m a s operativos h a s t a q u e venza el plazo de prescripción de las acciones
que n a z c a n de los negocios realizados por s u intermedio".
INSTRUMENTOS PRIVADOS 697
23
1299. LA FECHA CIERTA
a) Planteo de la cuestión
Ya h e m o s visto q u e por regir en materia de i n s t r u m e n t o s privados
el principio de libertad de formas, las p a r t e s p u e d e n o no d a t a r el i n s t r u -
mento. Es decir que p u e d e n o n o ponerle fecha.
En caso de hacerlo, la consignada puede ser aquella en la que real-
mente se otorgó el instrumento, u otra diferente, posterior o anterior. En
este último supuesto, nos encontramos en principio ante u n caso de simu-
lación lícita, salvo que c a u s e perjuicio a terceros, o contravenga disposi-
ciones legales, en cuyo caso la simulación sería ilícita.
Como de la fecha que las partes consignen en su i n s t r u m e n t o p u e -
den d e p e n d e r derechos de o t r a s p e r s o n a s , el Código exige que p a r a su
oponibilidad a terceros, los i n s t r u m e n t o s privados t e n g a n fecha cierta.
Como se advierte, este problema no se p r e s e n t a en materia de ins-
t r u m e n t o s públicos, ya que allí se hace plena fe de la fecha consignada
en el i n s t r u m e n t o . Esto es, siempre tienen fecha cierta.
Vale decir que, en síntesis, en u n i n s t r u m e n t o privado pueden con-
currir tres tipos de fechas: aquella en la que realmente se otorgó el ins-
trumento, la consignada en el mismo —que podría o no coincidir con la
real—, y la fecha cierta.
tí) Concepto
Fecha cierta es aquella que otorga certeza de que el i n s t r u m e n t o pri-
vado ya e s t a b a firmado al m o m e n t o de su producción, o no p u d o ser fir-
mado d e s p u é s de su acaecimiento (Recomendación de las XI J o r n a d a s
Nacionales de Derecho Civil).
u ' Bibliografía especial: RIVERA, Julio C. - MALICKI, Anahí - CROVI, Daniel - FISSORE, Gabriel,
La prueba de la fecha cierta en el Proyecto de Ley de Unificación de la Legislación Civil y
Comercial de la Nación", E.D., 126-709; ROSENDUSCH, E., "La fecha cierta en los instrumentos
Privados", J.A., 1942-11-55; FAVENNEC-HERY, Francoise, "La date certaine des actes son seing
Prtvé",R7DC, 1992-1; CATENACCI, S., "La d a t a certa", GCC, 1992-2-112.
698 JULIO CESAR RIVERA
b) Texto legal
De modo que la a u s e n c i a de fecha cierta no obsta a la plena validez
del i n s t r u m e n t o privado, pero s u contenido no será oponible frente a ter-
ceros. Esto es lo q u e r e s u l t a del artículo 1034, que expresa: "Los instru-
mentos privados, aún después de reconocidos, no prueban contra terceros
o contra los sucesores por título singular, la verdad de lajecha expresada
en ellos".
c) Conclusión
E n t o n c e s los i n s t r u m e n t o s privados que carecen de fecha cierta re-
s u l t a n inoponibles frente a terceros.
La inoponibilidad p u e d e ser invocada por terceros ajenos al instru-
m e n t o y sólo p u e d e alegarse por vía de excepción y en la oportunidad que
a l g u n a de las partes, o a m b a s , p r e t e n d a n oponer el contenido del instru-
m e n t o privado al tercero excepcionante (conf. Leiva Fernández) 2 4 .
b) Frente a terceros
Pero frente a terceros, la fecha consignada en el i n s t r u m e n t o carece
de valor. Resulta imperativo, al respecto, q u e se a ñ a d a al i n s t r u m e n t o
privado u n acontecimiento distinto al mismo.
La fecha en q u e este h e c h o distinto s u c e d e es la que se considera
como fecha cierta del i n s t r u m e n t o .
El artículo 1035 contempla cuatro s u p u e s t o s en los que adquiere fe-
cha cierta u n i n s t r u m e n t o privado, los que s e r á n examinados luego de
la transcripción del texto legal.
J) Proyectos de reforma
El Anteproyecto Bibiloni (art. 491) y el Proyecto de 1936 (art. 272)
aceptaron como casos de otorgamiento de fecha cierta la anotación o in-
ventario del d o c u m e n t o por escribano o empleado público; y el Antepro-
yecto de 1954 receptó la imposibilidad física p a r a escribir de cualquiera
de los firmantes (art. 277).
El Proyecto de Unificación Legislativa c o n t e m p l a b a u n artículo
1013 conforme al cual "Los i n s t r u m e n t o s privados no d a n certeza por sí
m i s m o s respecto de terceros de la fecha de s u suscripción, la q u e podrá
ser acreditada por cualquier medio".
26
Bibliografía especial: ORIONE, Francisco, "Los instrumentos probatorios en materia
comercial", L.L., 47-839; COLOMBO, Leonardo, "Lafecha cierta en los documentos comerciales",
L.L., 2 3 - 8 2 1 .
27
C N C o m . , S a l a B , 1 / 3 / 1 9 8 9 , L.L., 1989-E-53.
INSTRUMENTOS PRIVADOS 703
28
CPaz Letrada Rosario, Sala II, 2 0 / 7 / 1 9 7 8 , R.L.L., XLI-1718, s u m . 18; CApel CC Trab.,
Villa María, 2 5 / 6 / 1 9 8 2 , L.L., 1983-B-83.
29
CNCEsp. Civ. y Com., Sala IV, 2 6 / 1 1 / 1 9 8 7 , L.L., 1988-D-520.
30
CApel. J u n í n , R.L.L. ,XLII-1363, s u m . 7.
31
CNCiv., S a l a C , 7 / 9 / 1 9 7 6 , E.D., 7 2 - 3 8 1 .
32
CNCiv., S a l a F , 4 / 8 / 1 9 8 0 , J.A., 1981-11-350.
33
C 2 S CC Minería S a n J u a n , 9 / 1 2 / 1 9 8 5 , R.L.L., 1986-1143, s u m . 9; C 3 a CC Córdoba,
2
/ 9 / 1 9 8 3 , R.L.L.,XLIV-1179, s u m . 14.
704 JULIO CESAR RIVERA
34
CNCiv.,SalaD, 19/3/1990, LX., 1990-E-409; Ídem, Sala E, 25/2/1977, E.D., 73-765.
35
CNCiv.,SalaA, 17/4/1986, L.L., 1986-C-510.
INSTRUMENTOS PRIVADOS 705
c) Hipótesis excluida
Por el contrario, no configura "firma en blanco" si el tenedor de u n
i n s t r u m e n t o firmado por otro llena el espacio vacío que media entre el
texto y la firma (conf. Lagomarsino).
b) Texto legal
El firmante siempre tiene la posibilidad de impugnar el centx nido del
instrumento como lo autoriza el artículo 1017: "El signatario puede, sin em-
bargo, oponerse al contenido del acto, probando que las declaraciones u obli-
gaciones que se encuentran en él, no son las que ha tenido intención de hacer
o de contratar. Esta prueba no puede ser hecha con testigos".
c) Objeto de la prueba
El firmante defraudado en su confianza deberá d e m o s t r a r dos he-
chos: q u e el i n s t r u m e n t o fue firmado en blanco; y que fue llenado por su
tenedor con u n contenido distinto al indicado.
d) Medios de prueba
Ambas circunstancias p u e d e n acreditarse por cualquier medio de
prueba a excepción de la testimonial. En verdad no corresponde entender
que la p r u e b a testimonial esté vedada, sino que la impugnación no puede
probarse exclusivamente con p r u e b a testimonial, ni con presunciones.
E s t a exclusión —la de p r u e b a testimonial— g u a r d a coherencia con
la n o t a del codificador al artículo 992, en la que citando dos leyes del Cor-
INSTRUMENTOS PRIVADOS 707
1314. CONCEPTO
Las "cartas misivas" —expresión r e d u n d a n t e q u e h a sido critica-
da— p u e d e n consistir en esquelas, tarjetas postales, telegramas, o car-
t a s e n t r e p e r s o n a s q u e g e n e r a l m e n t e m a n t i e n e n relación estrecha, lo
que no d e s c a r t a los vínculos negocíales.
36
Bibliografía especial: COLOMBO, Leonardo, "Comentarios sobre las cartas misivas", L.L.,
57-799.
710 JULIO CESAR RIVERA
a) Obtención de la carta
La búsqueda de un fin lícito no justifica el empleo de medios ilícitos.
De allí que sólo pueda esgrimirse enjuicio cartas misivas habidas legí-
timamente 37 .
La obtención de cartas misivas por medio de su interceptación o
sustracción está incriminada por el Código Penal, cuyo artículo 153 dis-
pone: "Será reprimido con prisión de tres meses a dos años, el que abrie-
re indebidamente una carta, un pliego cerrado o un despacho telegráfico,
telefónico o de otra naturaleza que no le esté dirigido; o se apoderase in-
debidamente de una carta, de un pliego, de un despacho o de otro papel
privado, aunque no esté cerrado, o suprimiere o desviare de su destino
una correspondencia que no le esté dirigida.
38
S.T.Entre Ríos, 26/12/1940, L.L., 22-369; CNCiv., Sala D, 9/3/1954, L.L., 74-742;
idem, Sala A, 28/11/1956, J.A., 1957-III-216; ídem, SalaD, 8/10/1965, E.D., 13-869.
39
Bibliografía especial: SPOTA, Alberto G., "La prueba mediante cartas misivas en el juicio
de divorcio", J.A., 1956-III-1140.
INSTRUMENTOS PRIVADOS 713
a) Reconocimiento espontáneo
Ocurre cuando el firmante —sin que medie intimación judicial—
manifiesta que la firma que suscribe el documento le pertenece.
Ello puede suceder en forma expresa o tácita, tal verbigracia, si es-
grime enjuicio el instrumento por él subscripto, lo que vale tanto como
afirmar que lo ha firmado. A ello se refiere el artículo 1029 que expresa:
c) Reconocimiento forzoso
Es el q u e acontece c u a n d o el citado j u d i c i a l m e n t e niega en forma
expresa la autenticidad de su firma, la que luego de ser sometida al pe-
ritaje—al que nos referiremos infra, n ú m e r o 1324—y por s u s conclusio-
nes, es declarada a u t é n t i c a por el juez.
a) Su autor
El citado a reconocer la firma debe ser capaz al m o m e n t o de su re-
conocimiento.
716 JULIO CESAR RIVERA
41
CFed. La Plata, 1 / 8 / 1 9 3 2 , J.A., 39-49.
42
CFed. Bahía Blanca, 3 1 / 3 / 1 9 3 9 , J.A.. 66-424; CNCiv., Sala C, 5 / 1 1 / 1 9 5 6 , L.L., 85-
590; ídem Sala A, 1 1 / 8 / 1 9 6 4 , L.L., 118-874.
43
CCiv. I 8 Cap., 2 3 / 3 / 1 9 1 9 , GF, 22-377; SC Buenos Aires, 1 5 / 3 / 1 9 6 6 , RL.L.,XXVII-987,
sum. 35.
INSTRUMENTOS PRIVADOS 717
c) Fecha
La p r e s u n c i ó n j u r i s tantum de a u t e n t i c i d a d q u e se sigue del reco-
n o c i m i e n t o de la firma se e x t i e n d e a la fecha del i n s t r u m e n t o , salvo
frente a terceros, cuestión q u e se rige por lo d i s p u e s t o en los artículos
1034 y 1035.
44
CApel. Trab., SalaV, 2 7 / 5 / 1 9 8 5 , R.L.L., XLV-1022, s u m . 3.
45
CNCiv., Sala D, 2 2 / 2 / 1 9 8 4 , L.L., 1984-13-385; CNCom., Sala D, 3 0 / 8 / 1 9 8 3 , E.D., 107-
673.
45
CNCiv., S a l a D , 2 1 / 1 0 / 1 9 8 7 , L.L., 1988-D-54.
718 JULIO CÉSAR RIVERA
d) Testamento ológrafo
Tampoco es aplicable en materia de t e s t a m e n t o ológrafo donde ade-
m á s de verificarse la autenticidad de la firma debe corroborarse la de la
escritura del texto (arts. 3639, 3 6 4 0 , 3650 y 3692).
47
CNCom., en pleno, 2 8 / 7 / 1 9 7 0 , E.D., 33-81.
48
CNCiv., Sala A, 2 2 / 6 / 1 9 8 0 , E.D., 90-658; ídem, ídem, 9 / 9 / 1 9 7 6 , E.D., 71-230; ídem,
S a l a D , 2 7 / 5 / 1 9 7 7 , E.D., 73-745.
49
CNCiv., S a l a D , 2 7 / 4 / 1 9 8 4 , E.D., 111-174.
50
CNCiv., SalaA, 2 7 / 7 / 1 9 7 6 , E.D., 68-459.
CAPÍTULO XXX
LOS VICIOS DEL ACTO VOLUNTARIO i
I. INTRODUCCIÓN
' Bibliografía especial. Los vicios de los actos voluntarios y de los negocios jurídicos son
tratados en todas las obras generales sobre la materia citados en la nota 1 del Cap. XXII.
722 JULIO CÉSAR RIVERA
b) Enumeración
Los vicios de los actos voluntarios son el error, el dolo y la violencia.
Todos ellos tienen en c o m ú n constituir u n a anomalía de u n elemen-
to s u s t a n c i a l —es decir, no formal—, existente al m o m e n t o de la celebra-
ción u otorgamiento del acto, q u e produce la limitación, desvirtuación o
pérdida de los efectos propios del acto.
Estos "vicios de la voluntad" afectan a los elementos de la voluntad
conforme a la doctrina clásica, es decir, la intención y la libertad.
El error y el dolo vician la intención.
La violencia —sea física o moral— vicia a la libertad.
La a u s e n c i a o falta de discernimiento —que t a m b i é n es u n defecto
del a c t o v o l u n t a r i o — no se p r o d u c e a c o n s e c u e n c i a de vicio alguno,
sino por u n a c i r c u n s t a n c i a inherente al sujeto (falta de m a d u r e z , insa-
n i d a d mental); la c a r e n c i a de d i s c e r n i m i e n t o h a sido vista supra, n ú -
mero 1073.
2
1327. LA IGNORANCIA Y EL ERROR
a) Conceptos
La "ignorancia" y el "error" son vicios de los actos voluntarios que
afectan la intención (art. 922).
"Ignorancia" es no conocer algo (cosa, c i r c u n s t a n c i a o régimen le-
gal), m i e n t r a s que el "error" consiste en creer q u e se lo conoce siendo
que, en realidad, se toma por cierto u n conocimiento falso.
c) Ámbito
En c u a n t o vicio de los actos voluntarios, el error puede afectar actos
indiferentes al derecho, contrarios a derecho como los actos ilícitos, o
conformes a derecho como los negocios jurídicos.
Y a él se llega a través de fallas de conocimiento sensible, es decir,
de los sentidos, como h a b e r visto mal o h a b e r oído mal; o de conocimien-
to intelectual, como h a b e r entendido, apreciado o valorado mal. Las cau-
sas de e s a s fallas son diversas: descuido, distracción, negligencia, falta
de inteligencia, de visión, etcétera (Betti).
3
1328. DOCTRINA QUE NIEGA LA CALIDAD DE VICIO DEL ERROR
a) Exposición
Borda sostiene u n a p o s t u r a crítica respecto de la admisión del error
como vicio de los actos voluntarios, como corolario de s u cuestionamien-
2
Bibliografía especial: BORDA, Guillermo A., Error de hecho y de derecho, 2- ed., Buenos
Aires, 1950; PIETROBON, Vittorino, El error en la doctrina del negocio jurídico, trad. de Mariano
Alonso Pérez, Madrid, 1971;£rrore, volontáeaffidamentonelnegozingiuridico.Padova., 1990;
BARCELLONA, Pietro, Projili della teoría dell'errore nel negozio giurídico, Milano, 1962; VIVIEN,
Georges, "De l'erreur determinante et substantielle", RTDC, 1992-305; BONZI, M., "Contratto
in genere. Errare. Iconoscibilita", GCC, 1998-641.
3
Bibliografía especial: ALSINA ATIENZA, Dalmiro A., "Las criticas al papel esencial de la
724 JULIO CÉSAR RIVERA
b) Crítica
Ya h e m o s dicho a n t e s que la tensión entre las doctrinas de la volun-
tad y de la declaración, concluye e n u n a aproximación de las consecuen-
cias prácticas de u n a y otra (conf. Orgaz), de donde la primera debe acep-
t a r q u e el error accidental, el temor reverencial y la reserva m e n t a l no
constituyen c a u s a de invalidación del acto; y la s e g u n d a cede a la prime-
ra c u a n d o se t r a t a de la interpretación de los actos unilaterales y de los
actos mortis causa, en que prevalece la voluntad real sobre la declarada.
Por otra parte, la doctrina de Borda lleva a u n a confusión entre lo
que es error, dolo y simulación, y los defectos de la c a u s a . Ello h a llevado
a Alsina Atienza a afirmar que de este modo se retrocede a la nebulosa
primitiva de donde las figuras del dolo, el error y la simulación h a n ido
surgiendo por p a u l a t i n a c o n d e n s a c i ó n y por el refinado análisis de los
j u r i s t a s (conf. Cifuentes, quien t a m b i é n reproduce la frase de Alsina
Atienza).
Tampoco es exacto q u e la j u r i s p r u d e n c i a nacional y la francesa no
a n u l e n los negocios jurídicos por vicio de error, como lo veremos a l o lar-
go de este capítulo 4 .
De modo que la doctrina nacional no ha atendido a la doctrina de Bor-
da, que pese a la brillantez con que h a sido expuesta h a q u e d a d o virtual-
m e n t e aislada (en este sentido, entre otros: Arauz Castex, Brebbia, Bus-
t a m a n t e Alsina, Cifuentes, Llambías y el citado Alsina Atienza).
5
1329. ERROR DE HECHO Y DE DERECHO
a) Noción
El error o falso conocimiento p u e d e versar sobre u n hecho o sobre
la existencia, contenido o interpretación de u n a n o r m a jurídica.
voluntad", J.A., 1955-IV-doct. 74; BUSTAMANTE ALSINA, Jorge H., "La esencialidad del error", L.L.,
95-751.
Para la jurisprudencia francesa m á s reciente, v. la ilustrativa n o t a de MESTRE, J a c q u e s
en RTDC, 1989-739, donde comenta n u m e r o s o s fallos que h a n anulado negocios sobre la idea
del error acerca de la cualidad sustancial de la cosa. También v. TRIGEAUD, J e a n Marc, "L'erreur
de l'acheteur. L'authenticité du bien d'art (étude critique)", RTDC, 1982-55.
5
Bibliografía especial: ORGAZ, Alfredo, "El error de derecho en el proyecto de reformas",
en Estudios de Derecho Civil, Buenos Aires, 1948, pág. 173; ACUÑA ANZORENA, Arturo, "El error
de derecho en materia de transacción", J.A., 52-731; MOISSET DE ESPANÉS, Luis, "El error de
LOS VICIOS DEL ACTO VOLUNTARIO 725
bj Derecho extranjero
Pero como sólo es exigible el conocimiento de las leyes que nos rigen,
no configura error de derecho el que recae sobre derecho extranjero 6 .
c) Derecho provincial
S e g ú n Leiva Fernández tampoco sería error de derecho el q u e se re-
fiere a derecho argentino, pero vigente, en ajena jurisdicción; así, no con-
sidera error de derecho al que recae sobre u n a ley de la provincia de Salta
si es invocado por u n h a b i t a n t e de B u e n o s Aires, por c u a n t o el porteño
no tiene obligación jurídica de conocer u n derecho q u e no le será aplica-
ble. No compartimos esta tesis, por considerar que el fundamento de la
inexcusabilidad del error no radica en la p r e s u n c i ó n de conocimiento de
la ley, sino en su obligatoriedad.
e) La costumbre
Otro tanto podemos considerar respecto del error en la consideración
de la costumbre, es decir, establecer si configura u n error de hecho o de de-
recho. El problema tiene importancia en la costumbre praeter legem, no así
en la secundum legem ni en la contra legem (v. supra, n 9 107).
A tenor de lo dispuesto en el artículo 17 y entendiendo que la cos-
t u m b r e es n o r m a jurídica, consideramos el error sobre la c o s t u m b r e
praeter legem como error de derecho, por lo q u e no es invocable p a r a
a n u l a r el acto voluntario (conf. Cifuentes).
b) Fundamento
Reiteramos que el f u n d a m e n t o de la regla n o es u n a p r e s u n c i ó n de
conocimiento de la ley —obviamente falsa— sino s u obligatoriedad. In-
7
CNCiv., en pleno, 5 / 1 1 / 1 9 4 3 , L.L., 32-495.
LOS VICIOS DEL ACTO VOLUNTARIO 727
c) La jurisprudencia
Algunos precedentes aislados h a n seguido la orientación e x p u e s t a
en b) 8 , pero la corriente a m p l i a m e n t e mayoritaria sigue el criterio tradi-
cional.
d) Nuestra posición
Nosotros consideramos que el principio general es el sentado por los
artículos 20 y 9 2 3 . Pero enrolados en el c a u s a l i s m o sincrético (v. supra,
nQ 1149), debemos llegar a u n a armonización entre los textos legales que
restringen la invocación del error de derecho y la exigencia de la c a u s a
como elemento del negocio jurídico.
De modo que, si r e a l m e n t e se acredita q u e el negocio carece de c a u -
sa o ella es falsa, el negocio se invalida —no por la invocación del error
de derecho— sino por la falencia del elemento c a u s a l (conf. Kemelmajer
de Carlucci).
8
CSJN, 28/6/1940, J.A., 74-327; id., 11/9/1970, L.L., 143-226; SCBuenos Aires,
17/6/1949, J.A., 1949-III-209; CNTrab., Sala III, 28/2/1972, L.L., 147-302; CNCiv., SalaE,
4/6/1975, L.L., 1976-A-85.
728 JULIO CÉSAR RIVERA
e) Proyectos de reforma
Los proyectos nacionales de reforma del Código Civil h a n adoptado
diversas p o s t u r a s sobre el tema. El Anteproyecto Bibilioni, el Proyecto de
1936 y el Anteproyecto de 1954 a d m i t e n el error de derecho como c a u s a l
invalidatoria de los actos jurídicos, no así el Anteproyecto de 1954, ni el
Proyecto de Unificación de 1987 que no innovó sobre el p u n t o .
J) Supuestos especiales
Sin embargo, a u n si se admitiese el criterio q u e autoriza la invoca-
ción del error de derecho p a r a invalidar actos jurídicos por a u s e n c i a de
voluntad siempre que el error sea relevante o esencial y excusable (conf.
Kemelmajer de Carlucci, quien t a m b i é n destaca que la exigencia de ex-
cusabilidad o p e r a con mayor estrictez en m a t e r i a de error de derecho
que de hecho), en ciertos casos no cabe admitirlo, p u e s está expresamen-
te vedado por la ley. Tal el s u p u e s t o del artículo 4 0 0 7 que, referido a la
prescripción adquisitiva, expresa que la ignorancia del poseedor, funda-
da en un error de hecho, es excusable; pero no lo es lafundada en un error
de derecho (conf. Brebbia).
Otro tanto puede afirmarse respecto del articulo 2356 en cuanto dis-
pone que no debe considerarse poseedor de b u e n a fe a quien se cree pro-
pietario en virtud de u n error de derecho (conf. Arauz Castex).
9
Bibliografía especial: BUSTAMANTE ALSINA, Jorge H., Repetición del pago de lo que no se
debe, Buenos Aires, 1981; DONNIER, J e a n B., "Conditions de l'exonération de l'obligation de
resütuüon des sommes indüment pergues", JCP, 1993-11-22012; KAMDEM, J e a n F., "L'évolution
du régime de l'action en répétition de l'indu objectif, JCP, 1997; "Pago indebido" (sin firma),
J.A., 1994-11-971.
LOS VICIOS DEL ACTO VOLUNTARIO 729
bres, como también el que se hubiese obtenido por medios ilícitos, puede
ser repetido, haya sido o no hecho por error".
Pero la doctrina m á s m o d e r n a , con apoyo de valioso cortejo argu-
mentad discrimina c l a r a m e n t e dos hipótesis distintas. Una el pago por
error, contemplado en los artículos 7 8 4 y 790; y otra el pago sin c a u s a
de los artículos 792 y siguientes; q u e d a n d o todavía a considerar el s u -
puesto del pago obtenido por medios ilícitos.
Los casos del artículo 784 lo son de pago por error por ausencia de c a u s a
fuente, comprendiendo el pago realizado a u n tercero o por u n tercero equi-
vocadamente. Y en los casos del artículo 790, si bien existe c a u s a fuente,
la ley los asimila a s u p u e s t o s de error esencial. Señalamos que en el punto
seguimos la exposición de B u s t a m e n t e Alsina.
b) Posesión de la herencia
Por s u parte el artículo 3 4 2 8 dice: "El poseedor de la herencia es de
buena Je cuando por error de hecho o de derecho se cree legítimo propie-
tario de la sucesión cuya posesión tiene [...]".
E n este caso la concurrencia de u n error de derecho no constituye
c a u s a de la ineficacia del acto lícito sino —por el contrario— de la eficacia
de los actos lícitos que se autorizan a los poseedores de b u e n a fe, como la
percepción de frutos. Es Borda quien, luego de destacar lo que expresamos,
concluye en que parte del equívoco reside en no distinguir entre efectos
positivos y negativos del error de derecho. El que traca el artículo 3 4 2 8
sería positivo p u e s s e n a r i a p a r a producir efectos, no para inhibirlos.
Llambías por su p a r t e s e ñ a l a que este precepto en realidad n a d a
afirma sobre el error de d e r e c h o en la formación de actos voluntarios,
sino que ú n i c a m e n t e califica a la posesión en esta hipótesis. Por n u e s t r a
parte — a u n q u e de lege lata compartimos el criterio clásico— participa-
mos de este juicio. En efecto, no se trata en este caso de atribuir efecto
alguno a la posesión —que es u n acto o hecho voluntario lícito— pese a
h a b e r s e generado a partir de u n error de derecho. Con error de derecho, o
de hecho, o sin error por mediar m a l a fe, de cualquier m a n e r a la pose-
sión, que es u n hecho, se h a b r í a establecido. La ley sólo equipara el error
de derecho al de hecho p a r a considerar que el poseedor es de b u e n a fe.
10
c) Transacción
Otra n o r m a que suele considerarse excepción a la regla del artículo
9 2 3 es la del artículo 858, q u e expresa: "La transacción es rescindible
cuando ha tenido por objeto la ejecución de un título nulo, o de reglar los
efectos de derechos que no tenían otro principio que el título nulo que los
había constituido, hayan o no las partes conocido la nulidad del título, o
10
Bibliografía especial: ACUÑA ANZORENA, Arturo, "El error de derecho en materia de
transacción", J.A., 52-731.
730 JULIO CESAR RIVERA
d) Otros supuestos
López Olaciregui luego de considerar q u e las excepciones son tantas
que invierten fácticamente la regla, considera que los artículos 7 9 6 y 797,
referidos a la obligación c o n t r a í d a por error y a la liberación también
otorgada por error, c o m p r e n d e n al error de derecho.
Como n i n g u n o de a m b o s artículos hace referencia expresa al error
de derecho, sino q u e sólo se refieren al error en sentido lato, en principio,
la regla del artículo 9 2 3 o b s t a a q u e se los considere excepciones, cuya
existencia debe ser interpretada restrictivamente (conf. Spota). Pero si la
obligación o liberación putativa carecen de c a u s a , s e r á n ineficaces.
b) Diferentes posturas
Para la doctrina clásica, el error de derecho n u n c a servirá para exi-
mir de culpa al agente de u n acto ilícito. De tal s u e r t e existe correspon-
dencia entre los artículos 2 0 y 9 2 3 con el artículo 34, inciso l 9 , del Có-
digo Penal (conf. Arauz Castex, Llambías, Salvat).
Quienes, por el contrario, a s i g n a n trascendencia al error de derecho
c u a n d o concurre en la formación del acto, desestimándolo c u a n d o recae
sobre s u s consecuencias, afirman q u e la aplicación de la doctrina clási-
ca lleva en materia penal a r e s u l t a d o s disvaliosos, p u e s frente al mismo
hecho realizado mediante error de derecho la conducta es punible y no lo
seria si mediase error de hecho.
c) Doctrina penal
La doctrina penal p a r a soslayar la dificultad q u e a c a r r e a el artículo
34, inciso l e , del Código Penal, q u e sólo menciona el error de hecho como
obstativo p a r a c o m p r e n d e r la criminalidad del acto o dirigir las acciones,
h a elaborado el concepto de error de derecho extrapenal q u e equipara al
error de hecho, sostenida en q u e las leyes penales e n c u e n t r a n s u funda-
LOS VICIOS DEL ACTO VOLUNTARIO 731
15
CNCiv.,SalaD. 12/8/1952, J.A., 1953-1-108: en tal caso nos parece que conocer el error
de la otra parte y no advertirlo para que de ese modo se celebre el acto, importa incurrir en dolo
(art. 931), y éste es el verdadero fundamento de la nulidad.
16
CNCom., SalaB, 28/7/1954, L.L., 75-764.
Bibliografía especial: GRELON, Bernardo, "L'erreur dans les liberalités", RTDC, 1981 -261.
736 JULIO CESAR RIVERA
1343. JURISPRUDENCIA
La jurisprudencia considera error accidental el numérico y también el
de cálculo I8 , pues ya enseñaba Escriche que, al final de todo cálculo, debe
considerarse implícita la cláusula "salvo error u omisión".
738 JULIO CÉSAR RIVERA
a) Calidad garantizada
El artículo 9 2 8 dice q u e el error accidental no a n u l a el acto, salvo
que: "la calidad erróneamente atribuida a la cosa, hubiese sido expresa-
mente garantizada por la otra parte [...]".
La calidad accidental garantizada deviene s u s t a n c i a l p a r a las par-
tes, por lo q u e se aplican los conceptos q u e e s t u d i a m o s a partir del n ú -
mero 1346.
A p u n t a m o s que, según algunos autores, ésta no es u n a verdadera
excepción, a r g u m e n t á n d o s e que no p u e d e h a b e r error en el caso, ya q u e
j u s t a m e n t e porque no se sabía si la cosa tenía esa calidad o r e es que se
exigió la garantía (Borda, Llambías).
E n cambio, p a r a Brebbia, es indiferente q u e la garantía haya sido
exigida o no. Basta con que esté contenida o surja del contrato, y ello no es
óbice para que la falsa representación pueda recaer sobre la cualidad ga-
rantizada y engendrar la acción de nulidad q u e prevé el articulo 9 5 4 (conf.
Arauz Castex, Cifuentes, De Gásperi).
b) Dolo de la contraparte
La s e g u n d a excepción consiste en q u e el error provenga del dolo de
la otra parte o de u n tercero, siempre que por las c i r c u n s t a n c i a s del caso
se d e m u e s t r e q u e sin el error, el acto no se h a b r í a celebrado.
Llambías concluye en q u e no existe tal excepción, p u e s si el acto se
a n u l a es por la concurrencia de otro vicio, el dolo, no por el error (conf.
Segovia, Cifuentes, Arauz Castex).
18
Fallo cit. en nota 15.
19
CCom.Cap., 3 1 / 8 / 1 9 3 6 , J.A., 55-606.
20
CCiv. 2 3 C a p . , 1 3 / 1 1 / 1 9 3 9 , LX., ,16-748.
21
CNCiv.,SalaC, 1 6 / 7 / 1 9 5 1 . J-A., 1951-IV-114.
LOS VICIOS DEL ACTO VOLUNTARIO 739
23
1346. ERROR SOBRE EL OBJETO
El s e g u n d o caso de error esencial es el que recae sobre el objeto.
Al respecto el artículo 9 2 7 dispone: "Anula también el acto, el error
respecto al objeto sobre que versare, habiéndose contratado una cosa in-
dividualmente diversa de aquélla sobre la cual se quería contratar, o sobre
una cosa de diversa especie, o sobre una diversa cantidad, extensión o
suma, o sobre un diverso hecho".
22
CNCiv., S a l a F , 2 0 / 7 / 1 9 6 1 , L.L., 104-313.
Bibliografía especial: MESTRE, J a c q u e s , "L'erreur de l'acquereur d'objets d'art", RTDC,
1997-113.
740 JULIO CESAR RIVERA
25
1347. ERROR SOBRE LA SUSTANCIA
a) Concepto
A él se refiere el artículo 926, al expresar que el error "[...] sobre la
cualidad de la cosa que se ha tenido en mira, vicia la manifestación de la
voluntad, y deja sin efecto lo que en el acto se hubiere dispuesto".
También se conoce como "error sobre la cualidad de la cosa".
Se t r a t a —en definitiva— de aquella calidad sin la cual no se h u b i e s e
contratado (conf. Borda).
A diferencia del error sobre la identidad del objeto, aquí la cosa es
aquella q u e se había tenido presente, pero no r e ú n e u n a calidad esencial
que se creía que tenía.
26
b) El tema en el derecho francés y en el derecho alemán
En el derecho francés se produjo u n debate sobre qué debía entender-
se por sustancia: u n a tesis "objetiva" intentaba desentrañar la sustancia
mirando hacia la cosa—sostenida por Aubry y Rau, Duranton, Demolombe
y, en Alemania, por Savigny—, y otra "subjetiva" lo refería a aquello q u e
las partes del acto h a b í a n considerado como esencial en la cosa.
E s t a s e g u n d a p o s t u r a fue a d o p t a d a por Pothier, Laurent, Ripert y
Boulanger, J o s s e r a n d , y en definitiva, h a primado en la j u r i s p r u d e n c i a
francesa (Mestre - Ghestin); no así en Alemania, donde el BGB receptó el
criterio de Savigny.
27
c) El tema en nuestro país
Una parte significativa de la doctrina considera que n u e s t r o Código
tomó partido por la p o s t u r a que pone el acento en lo creído por los suje-
tos, al disponer que el vicio existe c u a n d o se yerra en la "cualidad de la
cosa que se ha tenido en mira" (art. 926). (Así lo entienden Llambías, De
G á s p e r i y Spota).
También fue "subjetiva" la p o s t u r a que sostuvo Bibiloni en su An-
teproyecto, y la prevista en el Anteproyecto de 1954.
Ahora bien, pese a que el texto del Código es claro, en alguna medida
se h a t r a s l a d a d o a n u e s t r o país la polémica originada en Francia, ya q u e
25
GINESTET, Catherine, "Non conformité au vice caché de la chose et délai de prescripüon
de 1'actlon", JCP, 1992-11-21935.
Bibliografía especial: p a r a el derecho francés, v. la n o t a de jurisprudencia de J a c q u e s
MESTRE en RTDC, 1989-739.
27
Bibliografía especial: BUSTAMANTE ALSINA, Jorge H., "La esencialidad del error", L.L., 9 5 -
751; SPOTA, Alberto G., "El error sobre la c a u s a principal del negocio jurídico y sobre lacualidad
de la cosa", J.A., 1954-11-99.
742 JULIO CESAR RIVERA
d) La jurisprudencia
Nuestros tribunales se han inclinado también por la tesis subjeti-
va 29 , habiéndose por ello anulado la compraventa de un tractor que era
de menor potencia que la prometida 30 y la de la copia de un cuadro que
se creía su original 31 . Existe también error esencial cuando se adquiere
un inmueble sujeto a expropiación 32, el que recae sobre una cualidad
sustancial y también sobre la causa 33 .
Pero no configura error sobre cualidad sustancial el que recae sobre
el valor de la cosa, puesto que tal yerro tiene por asiento una circunstan-
cia ajena a la cosa misma 34 .
uno compra un cuadro en una galería de arte, es esencial que sea del au-
tor a quien se lo atribuye, pero si ese mismo cuadro es vendido en un ne-
gocio de muebles usados, ya no podría alegarse la existencia de este tipo
de error para dejar sin efecto la compra por la circunstancia de que la tela
no sea obra de determinado autor o pertenezca a un período dado de su
producción artística.
Además, como lo sostiene la jurisprudencia francesa antes citada,
quien invoque el error deberá probar las circunstancias que justifiquen
que para él la cualidad era sustancial 35 .
La prueba se simplifica cuando existe un instrumento contractual
en el que las partes manifiestan que tal cualidad es esencial, pues allí la
parte que luego accionará por error deja expresado claramente qué es lo
sustancial que tiene en miras.
Además cabe puntualizar:
— de ninguna manera es exigible que las partes hayan dispuesto —de
común acuerdo— atribuir a determinado aspecto de la cosa la .calidad de
sustancial (conf. Brebbia);
— pero un sector importante de la doctrina afirma que es necesario
que la contraparte haya conocido —o podido conocer actuando con la de-
bida diligencia— qué cualidad de la cosa era esencial para el otro sujeto
(Bustamante Alsina, Spota) 36 .
38
Bibliografía especial: MESTRE, Jacques, "L'annulation d'un engagemení de payer la dette
d'autrui par erreur sur la cause", KTDC, 1996-909.
LOS VICIOS DEL ACTO VOLUNTARIO 745
b) Concepto de causa
La doctrina nacional h a debatido a r d u a m e n t e sobre qué se conside-
ra c a u s a en el artículo 9 2 6 .
Nosotros ya a d e l a n t a m o s el criterio, en el sentido de que la c a u s a a
que se a l u d e en ese precepto es la c a u s a final e n t e n d i d a en su sentido
subjetivo (v. supra, n e 1154).
c) Tercer criterio
Una tercera tesis considera que el error sobre la persona anula el
acto cuando su consideración ha sido esencial, salvo en los casos en que
la ley resta importancia a la elección del sujeto.
Existen casos en los que la misma ley establece que la persona del
otro contratante no es relevante, como sucede en el ámbito del contrato
de depósito (art. 2184).
Otro tanto sucede en la gestión de negocios (art. 2289).
En materia sucesoria, el legado a los pobres, o al alma del testador
o legados a beneficiarios indeterminados (art. 3722) también constituyen
supuestos en los que el error en la persona es irrelevante.
Es irrelevante el error en la persona cuando concurre en el marco de
un título al portador.
También puede afirmarse que es irrelevante el error sobre la perso-
na respecto de las compraventas de contado y con cumplimiento instan-
LOS VICIOS DEL ACTO VOLUNTARIO 747
d) Carga de la prueba
El s i s t e m a de distribución del onus probandi en el derecho francés
es m á s gravoso p a r a el nulificante que en el derecho argentino, p u e s en
aquél se requiere q u e quien invoque la existencia del error lo p r u e b e y
a d e m á s d e m u e s t r e q u e la consideración de la p e r s o n a h a sido determi-
n a n t e p a r a que celebrase el acto.
E n el derecho argentino, por el contrario, a quien invoque la existen-
cia de error le b a s t a r á con demostrarlo, p u e s el d e m a n d a d o por nulidad
deberá p r o b a r que la consideración del sujeto no era d e t e r m i n a n t e p a r a
el otorgamiento del acto jurídico (conf. Llambías).
40
1351. ERROR SOBRE LAS CUALIDADES DEL SUJETO
a) Noción
Diferente a la situación anterior es el c a s o en q u e no se invoca la
existencia de error sobre la persona, sino sobre s u s cualidades. Es decir
que se admite que se h a contratado con la p e r s o n a indicada, pero se ar-
guye q u e é s t a no r e ú n e las c u a l i d a d e s q u e se creía q u e tenía. E n este
caso quien pretenda la nulidad deberá d e m o s t r a r q u e las cualidades q u e
creía q u e tenía el otro sujeto fueron d e t e r m i n a n t e s p a r a que él otorgase
el acto (conf. Salvat).
E n t r e las cualidades del sujeto q u e p u e d e n t e n e r relevancia están:
su profesión 4 1 , estado civil, s u aptitud artística o técnica, etcétera. Se-
g ú n B u s t a m a n t e Alsina, t a m b i é n el error sobre la solvencia económica
daría lugar a la nulidad, cuestión que en general h a sido resuelta en sen-
tido negativo en la j u r i s p r u d e n c i a francesa.
40
RUANO ESPINA, Lourdes, "El error de cualidad como causa de nulidad matrimonial en los
ordenamientos canónico y civil", RDP, 1992-3; CARBALLO FIDALGO, Marta, "El error en las
cualidades personales como vicio invalidante del consentimiento matrimonial", RDP, 1998-
310.
41
CSJN, 27/2/1912, Fallos, 115-259.
748 JULIO CESAR RIVERA
b) De quién proviene
Al error en la declaración se llega por vía de diversas c i r c u n s t a n c i a s
atribuibles al misino d u e ñ o del negocio jurídico o de terceros.
Proviene del mismo sujeto c u a n d o emite u n a declaración que con-
tiene el yerro, en cuyo caso la voluntad interna se e n c u e n t r a desvirtuada
en s u manifestación externa. O c u a n d o verbigracia, en u n a s u b a s t a le-
v a n t a la m a n o p a r a s a l u d a r a u n amigo, lo q u e es interpretado por el re-
m a t a d o r como que e s t á h a c i e n d o u n a oferta. E n este segundo ejemplo, di-
rectamente no hay voluntad interna.
LOS VICIOS DEL ACTO VOLUNTARIO 749
c) Contenido
En realidad el error en la declaración puede contener todos los casos
de error vicio. Así puede haber error en la declaración sobre la identidad
de la persona, en la declaración sobre sus cualidades, o en la declara-
ción sobre el objeto, o sobre sus cualidades esenciales, etcétera.
b) Prescripción de la acción
Remitimos a lo expuesto infra, n ú m e r o s 1394 y siguientes.
VI. DOLO «
Comenzamos a h o r a a t r a t a r el segundo de los vicios de la voluntad,
esto es, el dolo, cuya regulación se e n c u e n t r a entre los artículos 931 y
9 3 5 del Código Civil.
b) Fuente
La definición t r a n s c r i p t a proviene del j u r i s t a romano Labeon y está
incluida en el Digesto, conforme a lo que se s e ñ a l a en la m i s m a nota al
artículo 9 3 1 .
b) Dolo grave
El dolo es grave c u a n d o se t r a t a de u n a m a n i o b r a , u n a m a q u i n a -
ción, q u e h a c e que la c o n t r a p a r t e no p u e d a evitar ser e n g a ñ a d a , pese a
su diligencia normal en la conclusión del negocio.
Por ello no q u e d a n c o m p r e n d i d a s las exageraciones h a b i t u a l e s de la
calidad de u n a cosa, la simple j a c t a n c i a de s u s virtudes (Von Tuhr), lo
q u e Betti h a dado en llamar la picardía lícita.
Y tampoco es a n u l a b l e el acto c u a n d o el sujeto se h a dejado enga-
ñar, o b r a n d o con negligencia. Dice López Olaciregui, con b u e n criterio,
que u n a cosa es dejarse convencer (hipótesis en q u e p u e d e h a b e r dolo si
p a r a ello se empleó u n artificio, maniobra, maquinación), y otra es creer
c u a n t o se oye (caso en el q u e n o h a y dolo).
754 JULIO CESAR RIVERA
c) Dolo determinante
Como d e c í a m o s a n t e s , q u e el dolo sea d e t e r m i n a n t e del consenti-
miento es lo q u e lo califica como principal (art. 934, 2Q párr., a n t e s t r a n s -
cripto). Es decir q u e el sujeto h a a c t u a d o , h a concluido el negocio, indu-
cido por el dolo en q u e incurrió la otra parte. Si no h u b i e r a mediado tal
engaño provocado, no h u b i e r a contratado.
47
Entre otros CNCiv., Sala D, 2 6 / 1 1 / 1 9 7 6 , E.D., 76-560.
48
CCiv. 2S Cap., 3 0 / 1 2 / 1 9 4 3 , JA., 1944-1-498.
49
CNCiv., Sala A, 2 8 / 8 / 1 9 8 7 , E.D., 132-100.
50
Conf. CNCiv., S a l a B , 7 / 9 / 1 9 8 1 , R.E.D.. 18-84, s u m . 16.
LOS VICIOS DEL ACTO VOLUNTARIO 755
Sin embargo, el Código nada dice sobre este punto, mientras que sí hace
alusión expresa a la condición de la víctima cuando se trata el vicio de violen-
cia (art. 938), de modo que la tesis de Salvat es discutible (conf. Llambías) 51 .
Pero la cuestión viene a perder gran parte de s u importancia al pre-
ver el Código Civil, desde la reforma de 1968, el vicio de lesión (art. 954),
con lo q u e q u e d a n comprendidos los s u p u e s t o s de explotación de la in-
ferioridad de u n o de los sujetos preexistente al acto.
De todos modos la distinción entre dolo y lesión se h a c e infra, n ú -
mero 1486.
51
Sin embargo, recientemente la CNCiv., Sala A (28/3/1994, J.A., 1994-IV-700) ha deci-
dido que la gravedad del dolo, para que pueda ser causa de nulidad de los actos voluntarios,
debe juzgarse en relación a las condiciones personales de la víctima.
52
Bibliografía especial: MESTRE, Jacques, "L'erreur peut entrainer la nullité du contrat
méme lorsqu'elle a été provoquée par le dol d'un tiers á la convention", RTDC, 1996-895.
53
Conf. CApel CC Mercedes, Sala II, 23/5/1980, E.D., 88-553.
54
Conf. CNCiv., Sala D, 26/11 /1976, E.D., 76-560.
55
Conf. CNCom., Sala A, 7/9/1982, E.D., 103-411.
756 JULIO CÉSAR RIVERA
56
tener el acto y d e m a n d a r sólo la reparación de los d a n o s y perjuicios
(conf. Salvat, Llambías).
56
CNCom., SalaA, 7 / 9 / 1 9 8 2 , E.D., 103-412.
57
Así lo admitió unviejo fallo de CCiv. l 3 C a p . , 1 / 5 / 1 9 1 8 . GF, 15-311; comp. con CNCiv.,
S a l a C , 2 3 / 6 / 1 9 8 1 , E.D., 95-165.
LOS VICIOS DEL ACTO VOLUNTARIO 757
VII. VIOLENCIA
1368. TERMINOLOGÍA
Hemos de abordar a h o r a el tercero de los vicios de los actos volun-
tarios, al que el Código identifica indistintamente con los términos "fuer-
za y temor" (así se d e n o m i n a el Cap. III, de la Sección II, del Libro II), in-
timidación (arts. 937, 938) y violencia (arts. 954, 1045). Como a p u n t a b a
38
CNCiv.,SalaG, 1 6 / 1 1 / 1 9 8 4 , E.D., 113-162.
59
CNCiv., S a l a B , 7 / 9 / 1 9 8 1 , E.D., 18-84, s u m . 16.
BIBLIOGRAFÍA especial: BORDA, Alejandro, "Los vicios del consentimiento y en especial
el vicio de lesión. Apuntes sobre el Proyecto de Código Civil de 1998", L.L., 1 2 / 4 / 2 0 0 0 .
758 JULIO CESAR RIVERA
Salvat, se trata siempre del mismo vicio, que comprende diversas formas
de coerción sobre la persona, con la finalidad de que otorgue un acto.
a) Injustas amenazas
Es más sencillo definir este requisito por la vía negativa, diciendo con
el artículo 939, que: "No hay intimidación por injustas amenazas, cuando el
que las hace se redujese a poner en ejercicio sus derechos propios".
De modo que no hay intimidación que afecte el acto si, por ejemplo,
un deudor paga su obligación porque el acreedor ha amenazado con pe-
dirle la quiebra o ejercer una acción penal que cupiere por estafa o che-
que sin provisión de fondos 62 .
Pero la doctrina ha señalado desde antiguo, que la amenaza es justa
siempre que el derecho de que se trata se ejercite regularmente (Salvat,
61
Bibliografía especial: ORGAZ, Alfredo, "A propósito de la intimidación, la analogía y la
interpretación de las leyes", L.L., 68-361; RINESSI, Antonio J., "Las pruebas legales y las reglas
de la sana crítica con motivo del vicio de intimidación", L.L., 1993-E-198.
62
O si el acreedor amenaza con solicitar un embargo, pues él sólo puede ser decretado por
un juez; CNCiv. Com. Fed., Sala II, 27/6/1973, E.D., 53-431.
LOS VICIOS DEL ACTO VOLUNTARIO 759
66
CNCom., SalaA, 19/5/1967, E.D., 19-310.
67
CNCom., SalaD, 15/5/1984, L.L., 1984-C-465. Sobre la materia existían otros prece-
dentes más antiguos; así, se hubo declarado la improcedencia de la nulidad de una donación
hecha en favor de una fundación, sostenida en la existencia de una campaña de intimidación
dirigida por el Presidente de la Nación, armado de facultades extraordinarias: CNCiv., Sala F,
17/9/1962, E.D., 3-654, CSJN, 28/10/1963, E.D., 8-387; v. también CCiv. Com. 2 3 La Plata,
Sala II, 29/8/1967, E.D., 22-390.
LOS VICIOS DEL ACTO VOLUNTARIO 761
7
1374. NECESIDAD ¡
a) Concepto
La Real Academia de la Lengua define la necesidad como la escasez,
pobreza, p e n u r i a , indigencia, miseria; carencia de las cosas, principal-
m e n t e h a b l a n d o de lo q u e es preciso p a r a la vida; falta c o n t i n u a d a de ali-
m e n t o s que h a c e desfallecer; riesgo o peligro q u e se padece y en que se
necesita pronto auxilio.
En esa definición aparecen los dos conceptos que tienen importan-
cia en el m u n d o jurídico: por u n lado, la indigencia, carencia, escasez;
por el otro, la situación de peligro en que se requiere auxilio.
' Bibliografía especial: LEONFANTI, María A., Derecho de necesidad, Buenos Aires, 1980:
LLAMBÍAS, Jorge J., "El estado de necesidad como causa de irresponsabilidad civil", J.A., 1974-
D-88; ACUÑA ANZORENA, Arturo, "El estado de necesidad en el proyecto de Código Civil", L.L.,
11-sec. doct. 3 3 ; FARIÑA, J u a n M., "Estado de necesidad", en Enciclopedia Jurídica Omeba, t.
X, pág. 987.
LOS VICIOS DEL ACTO VOLUNTARIO 763
I. CONCEPTOS INTRODUCTORIOS
2
1383. ANTECEDENTES HISTÓRICOS
a) Derecho Romano
Tradicionalmente se sostiene q u e el concepto de lesión nació en
Roma. Los e m p e r a d o r e s Diocleciano y Maximiliano otorgaron a quien
1
Bibliografía general: RIVERA, Julio C , "Lesión" en Estudios en homenaje alDr. Guillermo
Borda, Buenos Aires, 1984, pág. 304; MORIXE, H., Contribución al estudio de la lesión, Buenos
Aires, 1929; GARCÍA VALLES, Ricardo, Rescisiónporloesiouííradirnidium, Barcelona, 1962;MOISSET
DE ESPANÉS, Luis, La lesión en tos actos jurídicos, Córdoba, 1965; ARRECHEDERRA ARANZADI, Luis
Ignacio, La equivalenciadelasprestacionesenelderechocontractual Madrid, 1978; MOLINA, J u a n
Carlos, Abuso del deredw, lesión e imprevisión, Buenos Aires, 1969; CARRANZA, Jorge A., El vicio
de lesión en el Código Cwü, Buenos Aires, 1969; ZAGO, Jorge, El consentimiento enlos contratos y la
íeoriadelalesión, Buenos Aires, 1981; VENINI, J u a n Carlos, "Lesiónsubjetiva",J.A.,Doct. 1970/1956;
TOBÍAS, José W., "Esencia y fundamento de la lesión objetiva subjetiva", E.D., 110-973.
- Bibliografía especial; CASAS DE CHAMORRO VANASCO, María L., La lesión en el antiguo
derecho español Buenos Aires, 1 9 8 0 / 1 ; PETRA RECABARREN, Guillermo M., "E! instituto d e la
768 JULIO CESAR RIVERA
b) Edad Media
D u r a n t e la E d a d Media, no o b s t a n t e q u e el Código Teodosiano no
previo el instituto de la lesión, éste tuvo u n gran desarrollo tanto en la
glosa, como en el derecho escrito y en el c o n s u e t u d i n a r i o .
La glosa introduce el germen de la idea subjetiva, al sostener que
u n a venta por m e n o s de la mitad del j u s t o precio inclina a p e n s a r que h a
existido fraude por alguna de las partes; el dolo se e n c u e n t r a en el carác-
ter sospechoso del acto.
Es asimismo importante d e s t a c a r que d u r a n t e este período la lesión
se aplicó a otros contratos, como el arriendo, la transacción, el cambio o
p e r m u t a , y a u n la donación.
También en la recepción s u b s i s t e la laesio ultradimidiwn, que apa-
rece c o n s a g r a d a en las Partidas y en el O r d e n a m i e n t o de Alcalá.
c) Derecho canónico
En la doctrina de los c a n o n i s t a s , la lesión adquiere gran relevancia
como medio p a r a combatir la u s u r a . La doctrina del j u s t o precio fue es-
t u d i a d a por s a n Alberto el G r a n d e y perfeccionada por s a n t o Tomás de
Aquino.
La aplicación de la lesión es extendida a todos los contratos, con
f u n d a m e n t o en que la b u e n a fe es exigencia universal.
lesión civil en la historia", J.A., Doct. 1971-581; MOISSET DE ESPANÉS, Luis, "La lesión (art. 954
del Cód. Civ.) y algunos códigos modernos", J.A., Doct. 1970-346.
LESIÓN 769
Bibliografía especial: SPOTA, Alberto G., "Lesión subjetiva: u n a doctrina argentina", L.L.,
122-198.
770 JULIO CESAR RIVERA
b) Lesión objetiva-subjetiva
La lesión objetiva se vio s u p e r a d a por la aparición de fórmulas que
incorporaron a la m e r a desproporción, elementos subjetivos, m á s o me-
nos precisados, a través del estado de inferioridad de la víctima del acto
lesivo y del aprovechamiento de ese estado por el sujeto beneficiario del
acto viciado.
Así p o d e m o s conceptualizar a la lesión objetiva-subjetiva como el
defecto del acto jurídico consistente en u n a desproporción injustificada
de las prestaciones, originada en el aprovechamiento por u n a de las par-
tes del estado de inferioridad de la otra.
Las fórmulas referidas e n c u e n t r a n s u mayor expresión en los códi-
gos alemán y suizo, a los que ya nos h e m o s referido.
Por u n a mera comodidad del lenguaje, esto es lo que se conoce sim-
plemente por "lesión subjetiva".
a) Vicio de la voluntad
Parte de la doctrina considera a la lesión como vicio de la voluntad, ya
sea como u n caso de error, dolo, violencia o como vicio autónomo.
Entre otros participan de esta doctrina Planiol y los Mazeaud. Re-
c u e r d a Planiol que la víctima del acto lesivo, o bien h a conocido el vicio
o bien lo h a ignorado. En el primer caso al consentirlo, obró sin libertad;
y en el segundo, se confunde con el error.
La crítica que se formula a esta teoría es que la víctima del acto le-
sivo conoce el acto que va a realizar, quiere s u s resultados, lo que no ocu-
rre c u a n d o m e d i a n vicios de la voluntad; el Derecho viene en su socorro,
no porque s u consentimiento esté viciado, sino porque se lo h a explotado
i n i c u a m e n t e (Moisset de Espanés).
b) Equidad
Otros autores estudian la lesión como institución fundada en la equi-
dad. Entre otros partidarios de esta tesis, podemos recordar a Pothier.
LESIÓN 771
c) Vicio de la causa
C a r r a n z a sostiene que la lesión es u n vicio de la c a u s a final del acto
jurídico bilateral, conmutativo y oneroso.
En efecto, señala que al verificarse la lesión q u e d a sin c a u s a eficien-
te la c o n t r a p r e s t a c i ó n recibida en exceso, afectándose así el equilibrio
entre las contraprestaciones.
La objeción que la doctrina formula a esta tesis es que sujeta la exis-
tencia de c a u s a final a la equivalencia de las prestaciones. Y es sabido
que la lesión no sólo requiere desigualdad entre lo que se da y lo q u e se
recibe, sino eme ella sea evidente, desproporcionada, a d e m á s de los re-
c a u d o s de tipo subjetivo.
J) Acto abusivo
Otros a u t o r e s incluyen a la lesión dentro del a b u s o de derecho. En-
tre ellos podemos citar a J o s s e r a n d .
Así esta doctrina considera que c u a n d o el a b u s o de derecho se co-
mete en la celebración del acto y en las relaciones que vinculan a los con-
t r a t a n t e s , nos e n c o n t r a m o s frente al dolo, violencia o lesión.
Morixe diferenciaba el a b u s o del derecho de la lesión, concluyendo
en que en el a b u s o del derecho, el a u t o r no p r e t e n d e tanto obtener ven-
tajas personales, c u a n t o c a u s a r u n daño, m i e n t r a s que el a u t o r del acto
lesivo pretende beneficiarse con s u realización.
772 JULIO CÉSAR RIVERA
g) Nuestro criterio
Ni la tesis de Morixe ni la j u r i s p r u d e n c i a m e n c i o n a d a son plena-
m e n t e compatibles.
La noción del a b u s o del derecho como acto sin interés o con ánimo
exclusivamente perjudicial es demasiado estrecha y h a sido a b a n d o n a d a
(v. supra, nQ 286). El acto puede servir como medio de satisfacción de u n
interés propio, pero excediendo los límites i m p u e s t o s por la finalidad del
legislador, la moral, las b u e n a s c o s t u m b r e s o la b u e n a fe, de lo que re-
sultaría su calificación como abusivo.
Por otro lado, tampoco es exacto s o s t e n e r q u e el acto abusivo es
siempre inicialmente lícito; bien p u e d e existir a b u s o del derecho en el
mismo origen del negocio de que se trate.
Esto demuestra lo difícil que resulta diferenciar el abuso del derecho
de la lesión. Es que, como lo hemos dicho antes (v. supra, nfi 280), a m b o s
son corolarios del principio m á s amplio de la b u e n a fe lealtad.
Tanto es así que d u r a n t e la vigencia del Código Civil en su redacción
original, los tribunales aplicaron las instituciones de la lesión y del a b u -
so del derecho con el mismo f u n d a m e n t o del artículo 9 5 3 , que t r a s la
enunciación de la regla moral esconde, i n d u d a b l e m e n t e , el principio ge-
neral de la b u e n a fe.
Por lo tanto, p a r a nosotros, la lesión es u n vicio propio de los actos
jurídicos, fundado en u n defecto de la b u e n a fe lealtad. Tal tesi.3 e n c u e n -
tra perfecta cabida en n u e s t r o Derecho, donde la lesión es t r a t a d a pro-
piamente como u n vicio del acto jurídico (art. 954).
4
CApel. CC Paraná, Sala I, 1 5 / 3 / 1 9 7 7 , R.L.L., XXXVHI-1382, s u m . 36; CNCiv., Sala B,
9 / 1 1 / 1 9 7 8 , E.D., 8 1 - 5 4 3 .
5
Bibliografía especial: MORELLO, Augusto M., "Anulación del acto: ¿por dolo o por lesión?",
J.A., 28-1975-420.
LESIÓN 773
b) Teoría de la imprevisión
La diferencia básica entre la lesión y la teoría de la imprevisión (art.
1198) radica en que ésta se aplica a los actos q u e originariamente con-
tenían prestaciones equivalentes, pero c i r c u n s t a n c i a s sobrevinientes,
imprevisibles y extraordinarias convierten en excesivamente oneroso p a r a
u n a de las partes el cumplimiento de las prestaciones. En cambio, en la
lesión el defecto está presente desde el mismo m o m e n t o de la celebración
y debe s u b s i s t i r al tiempo de la d e m a n d a , s e g ú n reza el artículo 9 5 4 .
Además la lesión contiene elementos subjetivos: estado de inferioridad y
explotación, que no a p a r e c e n en la imprevisión.
La j u r i s p r u d e n c i a h a definido las desigualdades de a m b o s institu-
tos, m a r c a n d o que la d e s a r m o n í a de las prestaciones al m o m e n t o del
cumplimiento d a n lugar a la imprevisión, pero no a la lesión, que nece-
sita p a r a s u configuración la existencia de desigualdad desde el comien-
zo mismo de la relación contractual, por lo que la d e s a r m o n í a entre las
prestaciones ocasionadas por la inflación sobrevenida debe resolverse a
la luz de lo dispuesto por el artículo 1198 6 .
6
CNCiv., SalaE, 7/8/1976, E.D., 68-254; id., id., 5/9/1978, L.L., 1979-C-608: id.. Sala
C,5/11/1978,L.L., 1980-D-40; id., SalaD, 25/4/1977, E.D., 74-148; id., SalaF, 15/8/1978,
E.D., 83-252.
774 JULIO CESAR RIVERA
d) Estado de necesidad
El estado de necesidad es u n a c a u s a l excluyente de imputabilidad
contemplada en el artículo 34, inciso 3 S , del Código Penal, pero no está
incluido en el Código Civil como vicio de voluntad.
Las diferencias que lo s e p a r a n de la lesión son evidentes; mientras
que el que actúa en estado de necesidad no sufre n i n g ú n daño, sino que es
quien lo causa, en la lesión es la propia persona n e c e s i t a d a quien sufre las
consecuencias. Además la lesión siempre se produce en actos jurídicos
bilaterales; en cambio, el h e c h o necesario g e n e r a l m e n t e es unilateral.
En otras palabras; el estado de necesidad es u n a c a u s a l de exclusión de
la antijuridicidad de u n a c o n d u c t a (v. supra, nQ 276), pero no u n vicio de
los actos jurídicos.
10
III. EL ARTÍCULO 9 5 4 DEL CÓDIGO CIVIL. INTRODUCCIÓN
1392. FUENTE
El artículo 9 5 4 en su nueva redacción reconoce como fuente directa
la recomendación número 14 del III Congreso de Derecho Civil de 1961. Al-
gún autor h a afirmado que la fuente inmediata es el artículo 138 del Código
Civil alemán. Ello no es así p u e s existen entre ambos textos grandes dife-
rencias; entre ellas, que el artículo 138 del B.G.B. considera el acto lesivo
como contrario a las b u e n a s costumbres y lo sanciona con nulidad abso-
luta, m i e n t r a s que n u e s t r o Código prevé la nulidad relativa, y otorga la
posibilidad de modificar el acto.
contrato y lesión subjetiva", R.D.C.O., V-368; VENINI, J u a n Carlos, "Lesión subjetiva". J.A.,
Doct. 1970-56; ASTUENA, Norman J., "La lesión como causal de nulidad o reajuste de los actos
jurídicos bilaterales", E.D., 15-61; RAFFO BENEGAS, Patricio - SASSOT, Alejandro, "La lesión", J.A.,
Doct. 1971-801: Di Cío, Alberto A., "La lesión subjetiva en el art. 954 del Código Civil", E.D.,
40-703; SPOTA, Alberto G., Sobre las reformas al Código Civil Buenos Aires, 1969; BREDDIA,
Roberto H., "Los vicios de lesión subjetiva y de lesión en los actos jurídicos (su inevitable
consideración en la reforma del derecho privado)", L.L., 1998-F-l 153; BORDA, Alejandro, "La
lesión. A treinta años de la ley 17.711 y de cara a las XVII J o m a d a s Nacionales de Derecho
Civil", £.D., 179-1067.
778 JULIO CESAR RIVERA
11
1394. ÁMBITO DE APLICACIÓN TEMPORAL
La incorporación del n u e v o articulo 9 5 4 creó la necesidad de pro-
n u n c i a r s e acerca de si corresponde s u aplicación a los actos celebrados
con anterioridad a la s a n c i ó n de la norma.
Algunos a u t o r e s , a n t e la falta de n o r m a expresa, propiciaron su
aplicación. E n igual sentido se pronunció u n a sala de la C á m a r a Civil 1 2 .
Otros a u t o r e s , entre los q u e podemos m e n c i o n a r a C a r r a n z a y Mois-
set de E s p a n é s , concluyen, con diferentes a r g u m e n t o s , en que la acción
r e g l a m e n t a d a por el artículo 9 5 4 del Código Civil es inaplicable a los con-
tratos celebrados con anterioridad a su e n t r a d a en vigencia, no o b s t a n t e
lo cual n a d a impide que ellos se rijan por la doctrina judicial i m p e r a n t e
a n t e s de 1968.
Hoy, a m á s de veinte a ñ o s de la reforma, el p u n t o carece de trascen-
dencia práctica. A u n q u e las conclusiones que de él se extraigan p u e d e n
servir p a r a solucionar el conflicto de leyes en e! tiempo ante otras posi-
bles reformas.
b) Actos unilaterales
Parte de la doctrina h a propiciado la aplicación de la lesión a los ne-
gocios jurídicos unilaterales, lo que aparece desprovisto de fundamento
si se tiene en c u e n t a que el texto del artículo 9 5 4 c l a r a m e n t e se refiere
a negocios jurídicos en los q u e existen dos p a r t e s .
c) Negocios aleatorios
Más complejo r e s u l t a d e t e r m i n a r si los contratos aleatorios p u e d e n
ser alcanzados por la institución. E n principio, el alea excluye la lesión,
p u e s la desproporción sería c o n s e c u e n c i a de aquélla; de este modo, el
Anteproyecto de 1954 (art. 159), y el Código italiano de 1942 (art. 1448,
1
' Bibliografía especial: MOISSET DE ESPANÉS, Luis, "La lesión (art. 954) y el conflicto de leyes
en el tiempo", J.A., Doct. 1972-825; BERGOGUO, M. T. - BERTOLDI DE FOURCADE, M. V., "Imposibilidad
de aplicar el nuevo art. 954 del Código Civil a los actos celebrados con anterioridad a s u
vigencia", E.D., 67-633.
12
CNCiv., S a l a F , 9 / 1 1 / 1 9 7 1 , E.D., 37-859.
13
Bibliografía especial: TOBÍAS, J o s é W., "Ámbito de la lesión subjetiva", E.D., 129-739.
LESIÓN 779
14
CNCiv., Sala A, 1 8 / 1 2 / 1 9 6 4 , L.L., 122-198. Más recientemente la CNCiv., Sala H
( 2 2 / 1 0 / 1 9 9 6 , L.L., 1998-B-112), resolvió que se admite la posible lesión en los contratos alea-
torios, siempre que el alea sea real y si se considera de todos modos u n a inicua explotación de
la diferencia notable de las prestaciones.
15
V. KLEIN, Gérard, "Alea et equilibre contractuel d a n s la formation du contrat de vente d'-
immueble en viager", RTDC, 1977-13; también notas de CUABAS, Frangois, RTDC, 1981-640;
y REMY, Philippe, RTDC, 1981-689.
16
Bibliografía especial; RIVERA, Julio César, "Elementos y prueba de la lesión subjetiva",
E.D., 74-346; MOISSET DE ESPANÉS, Luis, "Los elementos de la lesión subjetiva y la presunción
de aprovechamiento", J.A., Doct. 1974-719; MOSSET ITURRASPE, Jorge, "La presunción de
explotación d e í a lesión subjetivo-objetiva", J.A., 5-1970-686; BORDA, GuiJlermoA., "Acerca de
la lesión como vicio de los actos jurídicos", L.L., 1985-D-85; GARIBOTTO, J u a n C , "El vicio de
780 JULIO CESAR RIVERA
lesión. Evolución en el derecho civil argentino", E.D., 130-783; BUSTAMANTE ALSINA, Jorge H.,
"La presunción legal de la lesión subjetiva", L.L., 1982-D-31; PIZARRO, Ramón D., "La lesión y
la presunción de aprovechamiento consagrada por el art. 954 del Código Civil", J.A., 1977-1-
475.
17
V. las notas de jurisprudencia de MATTERA, Rosa, enE.D., 99-484, E.D., 104-581 y E.D.,
110-162; con posterioridad a ellos, CApel. CC S a n Martín, Sala II, 5 / 1 1 / 1 9 8 6 , E.D., 122-221.
LESIÓN 781
Existen otras dos referencias a este elemento. El tercer párrafo del ar-
tículo 954 autoriza a presumir que existe el aprovechamiento o explota-
ción cuando medie "notable desproporción de las prestaciones"; y el pá-
rrafo cuarto dispone que los cálculos deberán hacerse según valores al
tiempo del acto y la desproporción deberá subsistir en el momento de la
demanda.
La doctrina ha interpretado que, cuando el artículo 954 habla de
desproporción evidente, quiere significar tanto cuanto manifiesta, per-
ceptible, indudable, incuestionable. Debe ser de grado tal que no deje la
menor duda sobre su existencia, porque siendo la lesión una excepción a
la regla de que los contratos se celebran para ser cumplidos, es de inter-
pretación restrictiva.
Los tribunales han dicho que debe tratarse de una ventaja patrimo-
nial que excede toda medida de lo que habitualmente ocurre en los ne-
gocios, que no tiene relación con las oscilaciones del mercado, con las
contingencias ordinarias de las transacciones, y que cobra un volumen
que inquieta a cualquier observador desprevenido; que la notable des-
proporción debe entenderse como grosero desequilibrio entre las presta-
ciones, suficiente para revelar la absurda explotación a que se refiere la
ley; debe ser tan chocante que hiera los sentimientos de moralidad y
equidad de que se nutre la norma 18.
Cabe afirmar aquí que la ley ha empleado los términos "evidente-
mente desproporcionada" y "notable desproporción" como giros lingüís-
ticos sinónimos, pues nada autoriza a realizar una interpretación tan ri-
gurosamente gramatical que distinga entre ambas locuciones (v. lo que
se dice en el n s 1401, b). Esta cuestión también tiene importancia para
determinar el alcance de la presunción de aprovechamiento a que se re-
fiere el tercer párrafo del artículo 954.
Finalmente, la ley exige que esa ventaja patrimonial no tenga justi-
ficación. Esto es falta de causa suficiente que explique satisfactoriamen-
te la desproporción de las prestaciones.
a) Necesidad
El primero de los estados subjetivos de la víctima, que establece el
artículo 954, es la "necesidad".
La Real Academia de la Lengua define a la necesidad como escasez,
pobreza, penuria, indigencia, miseria; falta o carencia de las cosas, prin-
cipalmente h a b l a n d o de lo que es preciso p a r a la vida; falta c o n t i n u a d a
de alimentos que hace desfallecer, peligro que se padece y en que se ne-
cesita pronto auxilio.
Normalmente la situación de necesidad será de carácter económico,
a u n q u e n a d a impide que puede considerarse que h a y necesidad c u a n d o
se contrata estando en peligro la vida, la salud, el honor y la libertad.
Las p e r s o n a s jurídicas p u e d e n hallarse en u n a situación de necesi-
dad y también los comerciantes, a u n q u e en este caso la necesidad se re-
fiere a la falta de elementos i n d i s p e n s a b l e s p a r a la vida del comercio,
pero no al dinero que se precise p a r a ampliaciones o n u e v a s especulacio-
nes. En cambio, por regla general, debe predicarse que los comerciantes
no p u e d e n invocar ligereza ni inexperiencia (v. infra, nQ 1409).
b) Ligereza
E s t a situación de inferioridad es la que mayores dificultades crea en
s u definición.
Parte de la doctrina entiende por ligereza la actitud de quien a c t ú a en
forma irreflexiva y sin ponderar a d e c u a d a m e n t e las ventajas e inconve-
nientes de u n a operación, tanto se t r a t e de p e r s o n a s normales, c u a n t o
de sujetos que p u e d a n a m p a r a r s e en el artículo 152 bis.
C o n s i d e r a m o s q u e e s t a interpretación es d e m a s i a d o amplia y, de
admitirla, justificaría la crítica efectuada por Vélez al instituto en la ú l t i m a
parte del artículo 9 4 3 .
LESIÓN 783
Por ello, afirmamos que por "ligereza" debe entenderse "una situación
patológica de debilidad mental", en la que están comprendidos los s u p u e s -
tos del artículo 152 bis del Código Civil; de este modo, el inhabilitado en-
cuentra debida tutela por los actos que pudiera haber celebrado antes de
la sentencia de inhabilitación, existiendo ya ese estado patológico.
c) Inexperiencia
La doctrina judicial afirmó que inexperiencia quiere significar "la falta
de conocimientos que se adquieren con el uso y la práctica" 19.
Por ello, en esta línea se h a sostenido que e s a situación de inferio-
ridad se verifica, generalmente, en actos realizados por p e r s o n a s de es-
casa c u l t u r a o de corta edad.
Como s u p u e s t o s de la aplicación de este estado de inferioridad par-
ticular que es la inexperiencia, p u e d e n recordarse dos ejemplos; u n o de
la j u r i s p r u d e n c i a nacional y otro de la legislación francesa. El primero es
el famoso caso Várela, en el q u e se anuló u n acto jurídico otorgado en
condiciones en extremo desventajosas por "gente p a i s a n a e s c a s a m e n t e
ilustrada" 20 ; el segundo es el q u e nos b r i n d a n las leyes francesas del 8
de julio de 1907 y su modificatoria del 10 de marzo de 1937, por las que
dispone que la lesión a c a r r e a la reducción del precio de la compraventa
de abonos, semillas, p l a n t a s y s u s t a n c i a s d e s t i n a d a s al alimento de ani-
males, protegiéndose así al c a m p e s i n o contra s u s proveedores.
En cambio, se h a d e s c a r t a d o la inexperiencia en varios casos. Así se
h a dicho que no parece posible q u e quien tuviera extendidos a su favor
gran cantidad de d o c u m e n t o s de crédito sea u n a persona sin experiencia
en los negocios y que fuera la primera vez que se pone en contacto con
abogados para gestionar su cobro 2 1 . Resulta inaceptable la invocación
de inexperiencia por u n abogado que tiene acreditada competencia en ne-
gocios inmobiliarios y larga experiencia en los negocios 2 2 . Lo mismo en
el caso de u n empresario, presidente de u n a sociedad anónima, que in-
vocaba h a b e r vendido a precio ruinoso su participación accionaria en la
sociedad que presidió 2 3 .
Los tribunales h a n d e s c a r t a d o la invocación de lesión por carencia
de los elementos subjetivos c u a n d o se trata de u n a sociedad a n ó n i m a 21 ,
u n profesional 25 ; y h a calificado como inverosímil la tesis de que existe
lesión en los términos del artículo 9 5 4 del Código Civil c u a n d o quien pre-
19
C2 3 CC La Plata, Sala I, 1 4 / 8 / 1 9 7 9 , E.D., 87-551.
20
CCiv. 2 3 Cap., 1 3 / 4 / 1 9 4 6 , L.L., 4 3 - 2 6 3 .
21
CNCiv.,SalaF, 1 0 / 1 0 / 1 9 7 2 , E.D., 47-286.
22
CNCiv.,SalaD, 2 9 / 1 2 / 1 9 5 9 , E.D., 5 1 - 8 5 1 .
23
CNCom., S a l a D , 3 0 / 3 / 1 9 8 4 , con voto del autor, L.L., 1985-C-637, 36843S.
24
CNCiv., S a l a F , 1 2 / 5 / 1 9 9 7 , L.L. 1997-E-293.
25
CNCom., SalaA, 2 1 / 1 1 / 1 9 9 7 , L.L., 1998-B-698; en el caso además no estaba claramen-
te configurado el elemento objetivo.
784 JULIO CESAR RIVERA
26
CNFed. Civ. y C o m . , S a l a I , 1 6 / 9 / 1 9 9 4 , L.L. 1995-B-456.
2l
Bibliografía especial: MOSSET ITURRASPE, Jorge, "La revisión de oficio, el desequilibrio
contractual y la nulidad absoluta", L.L., 1983-A-969; BARBERO, Ornar U., "Desindexación de
las d e u d a s dinerarias". L.L., 1983-A-954; VENINI, J u a n Carlos, "Lesión, u s u r a y nulidad
absoluta", J.A., 1983-11-794.
LESIÓN 785
0
Bibliografía especial: SINGER, Horacio J., "Acerca de la posibilidad de ofrecer en subsidio
el reajuste en la acción por lesión", J.A., 24-1974-460; VENINI, J u a n Carlos, "El reajuste
equitativo en la lesión", L.L., 1979-B-904.
LESIÓN 789
34
Bibliografía especial: MOISSET DE ESPANÉS, Luis, "La lesión y el derecho comercial", J.A.,
1976-1-674.
LESIÓN 791
39
Bibliografía especial: RIVERA, Julio César, "La lesión en el proyecto de Código Civil de
1998", L.L. 1999-F-1292; BORDA, Alejandro, "Los vicios del consentimiento y en especial el vicio
de lesión. Apuntes sobre el Proyecto de Código Civil de 1998", L.L., 2 1 / 1 0 / 1 9 9 9 ; CIFUENTES,
Santos, "La lesión subjetiva en el proyecto de Código Civil", J.A., 1 / 9 / 1 9 9 9 ; TOBÍAS, J o s é W . ,
"Algunas observaciones a la parte general del proyecto de Código Civil de 1998", L.L.,
12/4/2000.
., Sala A, 5 / 8 / 1 9 7 7 , E.D., 75-182.
CAPÍTULO XXXII
LA SIMULACIÓN i
b) Definición legal
Conforme al artículo 9 5 5 : "La simulación tiene lugar cuando se en-
cubre el carácter jurídico de un acto bajo la apariencia de otro, o cuando
el acto contiene cláusulas que no son sinceras, o fechas que no son verda-
deras, o cuando por él se constituyen o transmiten derechos apersonas in-
terpuestas, que no son aquellas para quienes en realidad se constituyen
o transmiten".
e) Definición
Sin perjuicio de que la crítica de Mosset Iturraspe sea aguda, la doc-
trina nacional y la j u r i s p r u d e n c i a en particular, h a n seguido manifes-
tándose de la m a n e r a tradicional.
De allí que p u e d a ser definida como el defecto de b u e n a fe del acto
jurídico c o n s i s t e n t e en la discordancia consciente y a c o r d a d a e n t r e la
voluntad real y la d e c l a r a d a por los otorgantes del acto, efectuada con
ánimo de engañar, de donde p u e d e resultar, o no, lesión al orden n o r m a -
tivo o a los terceros ajenos al acto.
b) Nociones
De acuerdo con el texto legal, la doctrina y la j u r i s p r u d e n c i a suelen
distinguir:
— la simulación absoluta, o sea aquella en que el acto ostensible no
oculta u n acto real. El acto es p u r a y total apariencia. Tal sucede, por ejem-
plo, c u a n d o para evitar la acción de los acreedores, el propietario de u n in-
mueble lo enajena a alguien, pero de m a n e r a p u r a m e n t e aparente, p u e s
en realidad pretende seguir siendo el titular del dominio, y esa aparien-
cia se crea sólo para impedir que s u s acreedores p u e d a n h a c e r valer s u s
derechos sobre la cosa (v. supra, n° 1047). La simulación absoluta com-
prende s u s t a n c i a l m e n t e entonces al denominado contrato ficticio (Car-
bonnier);
— la simulación relativa, que se p r e s e n t a c u a n d o debajo del acto os-
tensible existe otro acto diferente que es el realmente querido. Acontece,
por ejemplo, c u a n d o u n p a d r e que quiere favorecer a s u hijo donándole
u n a casa, simula con él la celebración de u n a compraventa. El efecto j u -
rídico de transmitir el dominio es querido por las p a r t e s , pero se h a di-
simulado el verdadero c a r á c t e r del acto que sirve de c a u s a a esa t r a n s -
misión. Por eso Carbonnier la llama ocultación o veladura.
796 JULIO CESAR RIVERA
c) Otras distinciones
Con mayor precisión, se efectúan ciertas diferenciaciones entre:
— simulación relativa típica, en la cual el negocio ostensible tiene
una naturaleza distinta del real, lo cual acontece en el ejemplo que he-
mos dado antes, en que la donación se oculta con la apariencia de la
compraventa;
— simulación relativa que afecta uno solo de los elementos sin trasto-
car la naturaleza del negocio. Esto sucede cuando en una compraventa se
denuncia un precio inferior al realmente convenido (generalmente con la fi-
nalidad de defraudar al fisco). El contrato no deja de ser una compraventa,
ni de producir los efectos jurídicos de tal, comprometiendo sólo la respon-
sabilidad de los otorgantes frente al fisco;
— la simulación por interposición de personas, que merece un co-
mentario particular.
i
En la jurisprudencia, v. entre otros muchos: CNCiv., Sala A, 5/4/1974 (con voto de
Llambías), E.D., 54-443; id., SalaE, 7/8/1982, E.D., 103-150.
LA SIMULACIÓN 797
b) Concepto
De a c u e r d o con lo expuesto por el artículo 957, la simulación es ilí-
cita c u a n d o perjudica a terceros o tiene u n a finalidad ilícita, no siendo
necesario que ese fin se h a y a c o n s u m a d o (conf. Cámara).
Siguiendo este criterio, se h a declarado que no constituyó u n a con-
d u c t a ilícita recurrir a la interposición de p e r s o n a s p a r a ocultar la adqui-
sición de u n inmueble si frente a u n juicio de filiación n a t u r a l (luego de-
sestimado), el e n t o n c e s d e m a n d a d o tenía conciencia de la inexistencia
de la p a t e r n i d a d atribuida, p u e s no tuvo por finalidad perjudicar a u n
tercero, ni constituyó u n m a n d a t o p a r a acto ilícito, sino colocar el bien
a resguardo de u n eventual despojo 4 .
c) Importancia
Discernir si u n a simulación es lícita o ilícita es t r a s c e n d e n t e , p u e s
las p a r t e s sólo p u e d e n d e m a n d a r s e recíprocamente por nulidad del acto
a p a r e n t e si la simulación es lícita, salvo que la acción tuviera por objeto
dejar sin efecto el acto simulado y no se siguiera de ello n i n g ú n beneficio
p a r a el d e m a n d a n t e (art. 959) (v. infra, n a 1427).
4
CNCiv., SalaE, 21/6/1978, E.D., 80-272.
5
Conf. CNCiv., SalaD, 21/9/1983, E.D., 108-124.
798 JULIO CESAR RIVERA
1418. VIOLENCIA
E n el vicio de violencia t a m b i é n hay diferencia entre lo querido y lo
manifestado; el sujeto del cual e m a n a la declaración de voluntad tiene
conciencia de tal disidencia, pero n o la consiente libremente, y en esto
último radica la diferencia con la simulación.
1419. FRAUDE
La diferencia fundamental que existe entre el negocio jurídico frau-
dulento y el simulado es q u e el primero es u n acto real, m i e n t r a s que el
s e g u n d o es p u r a apariencia, u n a ficción, u n a irrealidad creada p a r a en-
g a ñ a r a terceros.
Una s e g u n d a distinción es que es de la esencia del acto fraudulento
la intención de c a u s a r u n perjuicio a los acreedores.
De e s t a s comparaciones n a c e n diferencias de régimen m u y signifi-
cativas:
— p a r a ejercer la acción revocatoria hay que ser acreedor de fecha
anterior al acto; no así en la simulación, en la que b a s t a tener u n interés
legítimo — a u n fundado en u n crédito eventual— a la fecha en que se pro-
mueve la acción:
— p a r a ejercer la acción de simulación no es necesario que el acto
produzca o agrave la insolvencia; lo que sí es requerido para que sea viable
la acción revocatoria contra u n acto tachado de fraudulento;
— el acto simulado es nulo; el fraudulento inoponible. De allí que la ac-
ción de simulación beneficie a todos los acreedores, mientras que la acción
revocatoria sólo beneficia al acreedor que la h a intentado y en la medida de
su crédito (salvo que se trate de u n a acción revocatoria ejercida en el ámbito
de u n a quiebra, en la cual la revocación del acto fraudulento mejora la si-
tuación de todos los acreedores en la masa).
6
A la bibliografía allí citada agregar: KIPER, Claudio Marcelo, Régimenjurídico del dominio
jiduciario, Buenos Aires, 1990.
LA SIMULACIÓN 799
b) Fundamento legal
Como decíamos recién, los textos del Código Civil parecen no dejar
lugar a d u d a s acerca de que nos hallamos ante u n vicio cuya consecuen-
cia es la nulidad.
El primer párrafo del artículo 9 5 4 dice que: "Podrán anularse los ac-
tos viciados de [...] simulación". Y ello a p a r e c e ratificado por el articulo
1044 conforme al cual: "Son nulos los actos jurídicos en que los agentes
hubiesen procedido con simulación o fraude presumido por la ley [...]" y
por el artículo 1045 que dispone que: "Son anulables los actos jurídicos
[...] cuando tuviesen el vicio de error, violencia, fraude o simulación".
c) Efecto
La nulidad se refiere al acto ostensible, pero el acto real que estuvie-
se velado por aquél no s e r á a n u l a d o si no contuviere alguna ilicitud ni
c a u s a r e perjuicio a terceros (art. 958).
N a t u r a l m e n t e si la simulación fuere absoluta, n a d a subsiste luego
de la anulación del acto ostensible.
Por lo d e m á s , j u s t a m e n t e porque se t r a t a de u n acto anulable, p u e -
de servir como c a u s a de la t r a n s m i s i ó n de derechos en favor de terceros
de b u e n a fe y a título oneroso. Así lo f u n d a m e n t a el artículo 1051, con-
forme al cual: "Todos los derechos reales o personales transmitidos a ter-
ceros sobre un inmueble por una persona que ha llegado a ser propietario
en virtud del acto anulado, quedan sin ningún valor y pueden ser reclama-
dos directamente del poseedor actual: salvo los derechos de los terceros
Qdquirentes de buenafe, a título oneroso, sea el acto nulo o anulable". Se-
gún u n criterio, que tiene cierto predicamento en la doctrina, la regla del
800 JULIO CESAR RIVERA
e) Carácter de la nulidad
Es también necesario discernir si la nulidad que afecta al acto simu-
lado es absoluta o relativa.
Entendemos que rigen aquí los principios generales que examinare-
mos con más detención en el Capítulo XXXIV. Esto es, que la nulidad será
relativa si los intereses comprometidos en la cuestión son meramente pri-
vados. Y, por el contrario, la nulidad será absoluta si están enjuego leyes
imperativas o la defensa de intereses generales superiores.
La cuestión es trascendente, pues la acción de simulación es pres-
criptible si la nulidad es relativa. Pero es imprescriptible si la nulidad es
absoluta (conf. Mosset Iturraspe).
LA SIMULACIÓN 801
bj Efectos
La inexistencia del acto acarrearía la imprescriptibilidad de la ac-
ción de simulación, y s e g ú n algunos, al m e n o s , q u e el s u b a d q u i r e n t e a
título oneroso y de b u e n a fe no estaría a m p a r a d o por la regla del artículo
1051, que se aplicaría —según esta tesis— sólo a los s u p u e s t o s de ad-
quisición c a u s a d a m e d i a t a m e n t e en acto nulo o anulable. Por lo d e m á s ,
el acto tampoco sería confirmable.
Esta tesis fue sostenida por nosotros hace muchos años en el trabajo citado en nota 1.
La hemos abandonado hace también, mucho tiempo, en razón de haber concluido en que en
nuestro derecho patrimonial no tiene cabida la categoría de los actos inexistentes.
802 JULIO CESAR RIVERA
1429. PROCEDIMIENTO
Debe ventilarse por juicio ordinario, por lo que resulta improcedente
invocarla por vía incidental 12. sin perjuicio de que se la puede hacer valer
por vía de acción o excepción 13, a u n q u e no se deduzca reconvención 14.
9
CApel. Rosario, Sala III, 5 / 9 / 1 9 4 9 . E.D.. 31-140. s u m . 121: CNCom., Sala B.
3 0 / 9 / 1 9 5 9 , E.D., 31-140. s u m . 125; CNFed., SalaCiv. yCom.. 1 / 8 / 1 9 6 0 , L.L.. 101-509.
10
CNCiv., Sala D. 2 1 / 8 / 1 9 6 9 , L.L., 138-12.
11
CNCiv., Sala C, 2 1 / 7 / 1 9 7 0 , L.L., 141-658.
12
CNCiv., Sala C. 2 1 / 7 / 1 9 7 0 , L.L., 141-658.
13
CNCiv., S a l a F , 2 6 / 1 2 / 1 9 6 3 , E.D., 7-603: CApel. C C J u n i n , 1 4 / 1 0 / 1 9 7 6 , E.D., 74-348.
14
CNCiv., Sala A, 2 6 / 1 2 / 1 9 7 8 , E.D., 82-504.
804 JULIO CÉSAR RIVERA
15
1430. PRUEBA DE LA ACCIÓN DE SIMULACIÓN ENTRE PARTES
a) Planteo
Cuando se otorga un negocio simulado es común que las partes de-
claren la realidad subyacente en otro instrumento, al que se denomina
"contradocumento". Por ello, generalmente la prueba de la simulación se
hace a través de ese contradocumento. Pasamos a estudiar las cuestio-
nes a que da lugar.
b) Concepto de contradocumento
Contradocumento es el instrumento público o privado otorgado por
las partes o el beneficiario del acto simulado, normalmente destinado a
quedar secreto, en el que se declara el verdadero contenido o carácter del
acto y tendiente a restablecer la realidad de las cosas (v. nota al art. 996).
18
Conf. CNCiv., S a l a C . 1 4 / 5 / 1 9 8 1 , E.D., 84-319; id., S a l a D , 4 / 6 / 1 9 8 1 , E.D., 95-469.
19
Bibliografía especial: RIVERA, Julio C , "Prueba de la simulación y de la lesión", RDPC.
13-179: SAÜX, Edgardo I., "La dinámica de las cargas probatorias y el activismo judicial en u n
proceso por simulación", L.L. Litoral, 1997-7; XANTHOS, "Simulación absoluta ilícita y su
prueba", L.L., 1995-D-682.
20
Conf.: SCBA29/3/1994, J.A., 1994-IV-26; CNCiv., SalaL, 29/2/1996, E.D.. 171-263.
21
CNCiv., Sala G, 14/5/1981, E.D., 94-562.
22
CNCiv., Sala G, 21/3/1984, E.D., 110-140.
23
CNCiv., SalaF, 27/8/1982, E.D., 103-151,
24
CNCiv., SalaC, 6/5/1982, E.D., 100-214.
25
CNCiv., SalaD, 27/6/1984, E.D., 111-354.
LA SIMULACIÓN 807
29
Entre otros, SCBuenos Aires, 1 7 / 1 1 / 1 9 7 6 , E.D., 72-154; CNCiv., Sala L, 8 / 8 / 1 9 9 4 ,
J.A., 1996-1-619; la CApel.Civ. y Com., Rosario, Sala IV ( 1 5 / 9 / 1 9 9 3 , JA., 1995-PV-síntesis),
lo traduce como interés jurídico del actor.
30
Comp. I 8 Inst. Civ. Cap., firme, 1 5 / 5 / 1 9 8 0 , E.D., 91-687.
31
CNCiv., Sala E, 2 3 / 6 / 1 9 8 1 , E.D., 96-413; CCivCom, Azul, 3 0 / 6 / 1 9 9 5 , J.A., 1997-1-
649; CNCiv., SalaL, 8 / 8 / 1 9 9 4 , J.A., 1996-1-619.
32
Voto del Dr. Padilla en CNCiv., S a l a E , 5 / 3 / 1 9 8 2 , E.D., 99-286.
33
Bibliografía especial: XANTHOS, "Carga de la p r u e b a de la simulación invocada por
terceros acreedores. El problema de las costas", L.L., 1998-D-116.
LA SIMULACIÓN 809
34
1440. PRESUNCIONES DE HECHO
Ferrara las distingue en relativas a las p e r s o n a s intervinientes en el
acto simulado, al objeto del contrato, a la ejecución del negocio y a la ac-
titud de las partes al realizar el negocio jurídico.
Advertimos que omitimos las citas de lajurisprudencia por cuanto se trata de comentes
muy afirmadas que se reiteran permanentemente; de todos modos, con mayor detalle pueden
consultarse en el trabajo de Zannoni citado en la bibliografía especial, y en el nuestro citado
en nota 1.
810 JULIO CESAR RIVERA
e) Otras presunciones
La doctrina y la j u r i s p r u d e n c i a h a n elaborado otras p r e s u n c i o n e s ,
e n t r e las c u a l e s p u e d e n m e n c i o n a r s e :
La CNCom. Sala D, con integración del autor anuló como simulado u n comodato de co-
sas muebles celebrado entre dos hombres que compartían la vivienda, celebrado por escritura
pública, arguyendo —entre otras razones— el exceso de formas.
37
l a m s t . C i v . Cap., firme, 1 5 / 5 / 1 9 8 0 , E.D., 91-688.
38
CNCiv., S a l a D , 4 / 6 / 1 9 8 1 , E.D., 95-469.
39
Bibliografía especial: CONIL PAZ, Alberto, "La simulación como acción de la masa", L.L.,
1996-B-457; MAZZINGHI, Gabriel, "Simulación promovida por el síndico de la quiebra", E.D.,
173-222; PORCELLI, Luis A., "Improcedencia de las acciones de simulación y pauliana dentro
del trámite del concurso preventivo", L.L., 1998-B-1184 y "Las acciones de simulación y
pauliana frente al concurso preventivo", L.L., 1999-D-1030; RIVERA, Julio C , "Acciones
integrativas del patrimonio y concurso preventivo", L.L., 1998-D-978; RUBÍN, Miguel E.,
"Legitimación de los acreedores p a r a autorizar al síndico a promover d e m a n d a s de Ineficacia
o de responsabilidad", L.L., 1997-F-1004.
812 JULIO CESAR RIVERA
40
CSJN, 1 9 / 9 / 1 9 8 5 , "Aguirre c/Vilaplana", cit. por AMADEO, J o s é Luis, su nota en J.A.,
1 / 7 / 1 9 8 7 , s u m . 18.
41
C3 Ü CC Córdoba, 1 6 / 9 / 1 9 8 0 , L.L., 1982-A-141.
42
CNCiv., Sala D, 2 7 / 6 / 1 9 8 4 , E.D., 111-354.
LA SIMULACIÓN 813
b) La ley 17.711
La ley 17.711 agregó u n párrafo al artículo 4 0 3 0 , que dice: "Prescri-
be a los dos a ñ o s la acción para dejar sin efecto entre las partes un acto
simulado, sea la simulación absoluta o relativa. El plazo se computará
desde que el aparente titular del derecho hubiere intentado desconocer la
simulación".
La p r u e b a del m o m e n t o en que u n a de las partes h a intentado des-
conocer la simulación corre a cargo de quien invoca ese hecho p a r a am-
p a r a r s e en la prescripción.
3
Esta tesis tuvo un amplio respaldo jurisprudencial. V. las citas que hacemos en el tra-
bajo nuestro "Acción de simulación", E.D.. 60-909, nota 93: C8- Civ. y Com. Córdoba,
15/2/1993, J.A., 1994-1-394; SCBA 29/3/1994, JA., 1994-IV-26 (para la acción intentada
por los sucesores universales).
46
Bibliografía especial: POSTOLOVKA, María Emilia, "Prescripción de la acción de simulación", en
DerechoCruil-ParteGeneraL-Temas, dirigido por Julio César Rivera, t. II, pág. 214.
LA SIMULACIÓN 815
I. INTRODUCCIÓN
2
II. NEGOCIOS EN FRAUDE A LA LEY
1
Digesto, 1,3, leyes 29 y 30.
- Bibliografía especial: SOLS LUCÍA, Alberto, Elfraude a la ley, Barcelona, 1989; NAVARRO
FERNÁNDEZ, J o s é Antonio, El fraude de ley. Su tratamiento jurisprudencial, Madrid, 1988;
LIGEROPOULOS, Alexandre, "La defensa del derecho contra el fraude: estudio sobre el problema
del fraude a la ley", R.D.P., 1930-1; CARRARO, Luigi, ñ negozio tnfrode alia legge, Padova, 1943;
818 JULIO CESAR RIVERA
1451. NOCIÓN
Denominamos actos en fraude a la ley a los negocios jurídicos aparen-
temente lícitos, por realizarse al amparo de u n a determinada ley vigente (ley
de cobertura), pero que persiguen la obtención de u n resultado análogo o
equivalente al prohibido por otra norma impern'.^a (ley defraudada).
VIDAL, M. J., Essai d'une théorie genérale de la fraude en droit frangais, París, 1957; MOSSET
ITURRASPE, Jorge, Negocios simulados, fraudulentos y fiduciarios, t. II, caps. XI a XVI, Buenos
Aires, 1979, págs. 9 y sigs.; GUASTAVINO, Elias P. "La seguridad jurídica y algunos aspectos del
fraude a la ley", en Estudios en homenaje a laDra, María Antonia LeonfantU Rosario, 1982, pág.
284; MOSSET ITURRASPE, Jorge, "El fraude a la ley", RDPC, 4-7; RICHARD, Efraín H., "La frustración
del sistema jurídico por uso abusivo de sociedades", RDPC, 4 - 8 1 ; BOULANGER, Francois,
"Fraude, simulation ou détournement d'institution en droit de la famille", JCP, 1993-1-3665;
LAROCHE-GISSEROT, Florence, "Échec a u x mariages de complaisance en matiére d'attribution
de la carte de résident", JCP, 1993-11-22025; SALVAGE, Phüippe, "Inopposabüité d'une
renonciation á succesion frauduleuse", JCP, 1992-11-21946; NAJURIETA, María S., "Fraude en
el Derecho Internacional Privado", RDPC, 4-305.
EL FRAUDE 819
" Es el criterio de la Corte de Casación italiana, que considera que el contrato en fraude a
822 JULIO CÉSAR RIVERA
la ley se caracteriza por la divergencia entre la causa típica del contrato elegido y la determi-
nación causal de las partes enderezada a eludir una norma imperativa: sentencia del
9/12/1971, cit. por PESCATORE, Ruperto, pág. 1275.
EL FRAUDE 823
a) Con el dolo
En el fraude a la ley no hay engaño a la otra parte que lo determine a
la celebración del negocio. Normalmente, las dos partes conocen y persi-
guen el resultado práctico análogo o equivalente al prohibido por la ley im-
perativa. Y, a u n en los casos en que u n a de las partes aparece como víctima
de ese fraude, porque se intenta eludir u n a norma que lo protege (fraude la-
boral, constitución de u n derecho real de usufructo para eludir las n o r m a s
emergenciales sobre locaciones), ésta no es sorprendida, sino que conoce y
acepta (generalmente, porque no tiene otra posibilidad), el procedimiento
negocial propuesto por la otra parte, consciente de que así elude la norma
que lo favorece o protege.
1458. SANCIÓN
Normalmente la doctrina concibe que la s a n c i ó n contra el acto frau-
dulento sea la nulidad.
Sin embargo, a p u n t a b a bien De Castro q u e la p r i m e r a reacción
debe ser someter el acto a la regulación que r e a l m e n t e le corresponde, de
acuerdo con los fines efectivamente pretendidos con él. Y, si de esa regu-
lación surge la nulidad, ésta será la sanción q u e se aplique.
c) Fraude internacional
El artículo 1208 se refiere a u n supuesto genérico de fraude en los si-
guientes términos: "Los contratos hechos en la República para violar los de-
rechos y las leyes de una nación extranjera, no tendrán efecto alguno".
3
Señalamos dos cuestiones. La primera, que se trataba de matrimonios celebrados en el
extranjero para burlar la indisolubilidad que establecía el régimen matrimonial nacional. Idén-
ticas soluciones se habían adoptado en Francia e Italia, países en los cuales s u s ciudadanos
m u d a b a n de nacionalidad (se nacionalizaban suizos) para aprovechar el régimen de disolución
del matrimonio de Suiza. La segunda, que la inexistencia era susceptible de ser admitida en
el ámbito del derecho matrimonial en razón del entonces vigente artículo 14 de la ley 2 3 9 3 ,
conforme al cual: "Es indispensable para la existencia del matrimonio el consentimiento de tos
contrayentes, expresado ante el oficial público encargado del registro civil [...¡".
Bibliografía especial: MEDINA, Graciela, "El fraude a la legítima hereditaria a través de la
constitución de sociedades", J.A., 1983-1-699: ZANNONI, Eduardo A., "La desestimación de la
personalidad societaria —disregard— y u n a aplicación en defensa de la intangibilidad de la
legítima hereditaria", L.L., 1979-B-195; GOLDSCHMIDT, Werner, "El fraude a la ley en el derecho
privado internacional sucesorio", L.L., 1981-C-61; MEDINA, Graciela, "Fraude a la legítima
hereditaria", RDPC, 4-123; "Fraude a la ganancialidad. Análisis jurisprudencial", Reuista del
Forode Cuyo, 3-203; GAGLIARDO, Mariano, "Fraude societario entre cónyuges", E.D., 15-4-99.
7
CNCom., Sala A, 2 7 / 2 / 1 9 7 8 , L.L., 1978-B-196.
826 JULIO CESAR RIVERA
J] En oíros ámbitos
Naturalmente el fraude a la ley puede existir en todos los ámbitos
del derecho. Es particularmente propicio el derecho laboral, donde las con-
ductas fraudulentas se utilizan para escapar a las normas tuitivas del tra-
bajador. Por eso el artículo 14, de la LCT, bajo el acápite "Nulidad por fraude
laboral", dispone: "Será nulo todo contrato por el cual las partes hayan pro-
cedido con simulación o fraude a la ley laboral, sea aparentando normas
contractuales no laborales, interposición de personas o de cualquier otro
medio. En tal caso, la relación quedará regida por esta ley".
También lo es el derecho de las locaciones en períodos de control es-
tatal; y el derecho de las sociedades, que son utilizadas con finalidades
espurias.
Un capítulo aparte merece la cuestión en el ámbito del derecho fis-
cal, donde los autores han trabajado mucho. Sin embargo, algunos con-
sideran que no hay posibilidad de fraude fiscal, pues en esa materia no
es posible la creación del hecho imponible por analogía; de donde es lícito
aprovechar las imprecisiones o lagunas de la ley a fin de beneficiarse con
una situación impositivamente más favorable (Ghestin - Goubeaux).
Sin embargo, en España, la Ley General Tributaria del 28 de diciembre
de 1963 dice en su artículo 24 que: "1. No se admitirá la analogía para ex-
tender más allá de sus ténninos estrictos el ámbito del hecho imponible, o
el de las exenciones o bonificaciones. 2. Para evitar el fraude de ley se en-
tenderá, a los efectos del número anterior, que no existe extensión del
hecho imponible cuando se graven hechos realizados con el propósito
probado de eludir el impuesto, siempre que se produzca un resultado
equivalente al del hecho imponible [...]".
10
III. FRAUDE A LOS ACREEDORES
V. CIURO CALDANI, Miguel A., "Interrogantes y comentarios de filosofía y teoría general del
derecho respecto del Proyecto de Código Civil argentino", J.A.. 1 5 / 3 / 2 0 0 0 , n e XV.
Bibliografía general: SÁNCI IEZ DE BUSTAMANTE, M., Acción revocatoria, Buenos Aires, 1954:
MOSSET ITURRASPE, Jorge, Negocios simulados, fraudulentos ufiduciarios, t. II, caps. XVII a XX,
Buenos Aires, 1975, págs. 121 y sigs.: TRINCAVELU, Nélida E., Acción pauliana, Buenos Aires,
1970; MARTÍN RETORTILLO, Cirilo, La lucha contra elfraude civil (La acción pauliana), Barcelona,
1943; BEDARRJDE, J., Traite du dol et de la fraude, revisado y anotado por H.F. Riviére, París,
1887; AUBERT, J e a n Luc, "Le droit pour le créancier d'agir en nullité des actes passés p a r son
débiteur", RTDC, 1969-692; CASTRO, Federico de, "La acción pauliana y la responsabilidad
patrimonial", R.D.P., 1932-193; ALEGRÍA, Héctor, "Consideraciones sobre el fraude y el perjuicio
en la inoponibilidad concursa!", RDPC, 4-323.
828 JULIO CÉSAR RIVERA
11
I a Inst. Com. Cap., firme, 1 4 / 1 0 / 1 9 8 7 , E.D., 132-374.
1T
~ Bibliografía especial: BUSTAMANTE ALSINA, Jorge H., "Inoperancia del art. 964 del Código
Civil", Revista Jurídica de Buenos Aires, 1967 (I-II1H35.
13
CNCom., Sala D, 2 8 / 4 / 1 9 8 8 , L.L., 1988-E-5; en ese caso el m u t u o había sido otorgado
con garantía hipotecaria, y el tribunal dejó sin efecto la hipoteca y dispuso que el acreedor n o
830 JULIO CESAR RIVERA
Pero ello no significa que sólo los actos de enajenación sean revocables.
La doctrina considera que también son inoponibles a los acreedores actos
que no importan salida de bienes del patrimonio del deudor, sino que im-
piden el ingreso de bienes que hubieran enriquecido ese patrimonio.
Así, verbigracia, podrían ser susceptibles de revocación: la no acep-
tación de u n a donación ofertada al deudor (conf. Mosset Iturraspe; con-
tra Sánchez de Bustamante), el no ejercicio de un derecho de tanteo 14,
y casos semejantes.
Esta solución encuentra expreso fundamento en el artículo 964,
que se refiere a la revocación de actos del deudor que importaren el no
ejercicio de facultades a través de las cuales hubiera podido mejorarse el
estado de su fortuna.
En la Ley de Concursos vigente, la cuestión aparece regulada con
amplitud en favor de los acreedores, por cuanto los derechos patrimonia-
les en expectativa, como la oferta de donación o la recepción de una he-
rencia, están comprendidos en el desapoderamiento. De modo que el
quebrado puede repudiar una herencia sólo en lo que exceda el interés
de los acreedores y los gastos íntegros del concurso (art. 111, 3° párr..
LC); y las donaciones son aceptadas o rechazadas por el síndico, exigién-
dose autorización judicial cuando la donación fuere con cargo (art. 11,3.
LC). Finalmente, la LC dispone la inoponibilidad a los acreedores de cual
quier cláusula que pretendiera disponer que los legados o donaciones no
quedan sometidos al desapoderamiento, manteniendo al mismo tiempo
la validez del legado o donación (art. 112, LC).
Y, con ese criterio amplio, pueden atacarse por fraude a los acree-
dores, los negocios declarativos, como las divisiones de condominio, las
particiones de herencia 15, y las divisiones de la sociedad conyugal 16.
1466. ANTECEDENTES
Nuestro Código Civil dedica u n a extensa regulación a la acción pau-
liana (arts. 961 a 972), así llamada por haber sido originariamente perfilada
18
Bibliografía especial: además de la ya citad a, CONIL PAZ, Alberto, "Revocatoria concursal
y acción pauliana", L.L., 2 / 3 / 1 9 9 2 ; RIVERA, Julio César, "Acción pauliana (cuestiones con-
trovertidas en el derecho vigente)", RDPC, 4-63; GHESTIN, J a c q u e s , "Conditions d'exercice de
l'action paulienne par le créancier d'une caution", JCP, 1993-11-22027; LUCCHINI GUASTALLA,
Emanuele, "Azione'revocatoría ordinaria", RDC, 1998-423; FERNÁNDEZ CAMPOS, J u a n , "Algunas
consideraciones sobre la acción revocatoria en derecho italiano", ADC, 1997-631; MONGES,
Ángel C., "Aparición y consolidación de la acción pauliana", RDP1999-499; BUSTAMANTE ALSINA,
EL FRAUDE 833
b) Exposición sistemática
De a c u e r d o con los textos legales a n t e s aludidos, la doctrina suele
sistematizar los recaudos de procedencia de la acción revocatoria, mani-
festando que ellos son:
— que el crédito de quien la i n t e n t a sea de fecha anterior al negocio
jurídico impugnado;
— que h a y a c a u s a d o u n perjuicio a los acreedores (consistente en
haber provocado o agravado la insolvencia del deudor, o h a b e r violado la
regla de igualdad);
Jorge, "La acción revocatoria o pauliana. Requisitos de procedencia y carga probatoria", E.D.,
174-688.
834 JULIO CESAR RIVERA
b) Excepción
El artículo 9 6 3 exceptúa de este requisito, "[...] las enajenaciones he-
chas por el que ha cometido un crimen, aunque consumadas antes del de-
lito, sifuesen ejecutadas para salvar la responsabilidad del acto, las cua-
les pueden ser revocadas por los que tengan derecho a ser indemnizados
de los daños y perjuicios que les irrogue el crimen".
La doctrina nacional interpreta este dispositivo con u n criterio muy
amplio, considerando en definitiva que toda enajenación que h a y a sido
h e c h a con la finalidad de defraudar a futuros acreedores es susceptible
de ser revocada. De este modo, se acerca n u e s t r a legislación ai derecho
italiano, en el que se admite la revocación de todo negocio "dolosamente
preordenado" (art. 2 9 0 1 , Cód. Civil italiano).
c) Legitimados activos
Este r e c a u d o que e s t a m o s e x a m i n a n d o se vincula con la legitima-
ción activa p a r a el ejercicio de la acción, que t r a t a m o s m á s adelante. Re-
mitimos por lo tanto al n ú m e r o 1472.
20
1469. PERJUICIO PARA EL ACREEDOR
a) Regla general
En principio, el d a ñ o q u e sufren los acreedores consiste en que el
negocio provoque o agrave la insolvencia del deudor, lo cual hace que su
19
CApel. Civ. y Com. Morón, Sala l, 1 5 / 1 0 / 1992, J.A., 1994-1-183.
20
Bibliografía especial: TONÓN, Antonio, "El perjuicio pauliano", L.L., 1985-E-604; ALEGRÍA,
Héctor, "Consideraciones sobre el fraude y el perjuicio en la inoponíbilidad c o n c u r s a r . RDPC-
4-323.
EL FRAUDE 835
- ' Excepcionalmente MOSSET ITURRASPE considera que "El acreedor puede alegar perjuicio
demostrando [...] la enajenación de u n bien no susceptible de ocultación, a cambio de otro —di-
nero, por ejemplo— que se puede fácilmente distraer de la persecución de los acreedores", aun-
que en ese caso debe "demostrar que ese equivalente que h a ingresado en el patrimonio del
d e u d o r y a no se encuentra en el mismo": op. cit, vol. II, págs. 1 6 6 / 7 y nota 13 en pág. 167.
22
Tratando de la revocatoria concursal, la CSJN h a dicho "sostener que habiendo mediado
pago en la compraventa ingresó u n bien al patrimonio del deudor por otro que salió,..., implica
u n a alteración al régimen establecido en materia de concursos, al no considerar suficiente el
conocimiento por el tercero de la situación del concursado": sentencia del 1 2 / 8 / 1 9 8 6 , JA-,
1988-1-161.
EL FRAUDE 837
Este tema lo tratamos también en RIVERA, Julio César, Instituciones de Derecho Concur-
sa! t. II, Buenos Aires-Santa Fe, 1997, pág. 127.
Bibliografía especial: KEMELMAJER DE CARLUCCI, Aída, "Revocación de los pagos efectuados
por el deudor concursado", R.D.C.O., 1978-583; TONÓN, Antonio, "El perjuicio pauliano", L.L.,
1985-E-604; COLOMBET, Claude, "De la regle que l'action paulienne n'est pas recue contre les
paiements", RTDC, 1965-5.
- 5 Conf. MOUNARIO, Alberto D., Tratadode los privilegios, Buenos Aires, 1941, n B 18, pág. 36.
838 JULIO CESAR RIVERA
b) Pagos
El artículo 737 dispone: "El pago hecho por el deudor insolvente en
fraude de otros acreedores es de ningún valor".
Para algunos autores los pagos revocables son sólo los pagos de
deudas no vencidas y los hechos por medios anormales, esto es, las da-
ciones en pago o pagos por entrega de bienes (en este sentido se pronun-
cia virtualmente la totalidad de la civilística nacional 26 ); solución que
parece encontrar sustento en la nota al artículo 961, donde Vélez dice que
son revocables "[...] el pago de deudas no vencidas [...] los pagos de deu-
das vencidas por medio de entrega de bienes por un valor menor del que
verdaderamente tuvieren".
Nosotros pensamos de manera distinta. Para la determinación de la
fraudulencia del pago se aplican las mismas reglas que a cualquier otro
acto, de modo que si el pago fue hecho estando el deudor insolvente o la
insolvencia fue producida por el hecho del pago, y el acreedor conocía
esta circunstancia, el pago es revocable. No empece a ello la nota al ar-
ticulo 961: el régimen jurídico se ha integrado con la Ley de Concursos
que impone el principio de igualdad desde antes de la quiebra y a partir
del conocimiento de la cesación de pagos.
Por lo demás, no es cierto que el pago no produzca la disminución del
patrimonio porque al mismo tiempo redime una deuda que lo grava. Dice
bien Kemelmajer de Carlucci que: "El daño de los demás acreedores es
real, y no meramente eventual, por cuanto el patrimonio no debe consi-
derarse iri abstracto, sino in concreto. Si bien es cierto que el patrimonio
se compone de activo y pasivo, no es menos verdadero que el primero
está destinado a satisfacer al segundo, y el deudor que paga a un acree-
dor está disminuyendo una parte de su patrimonio destinada al pago de
todos por igual [...]".
Señalamos finalmente, que la cuestión se ve reducida en su impor-
tancia práctica por la Ley de Concursos, que como se ha dicho ya mu-
chas veces, unifica el régimen de la insolvencia para comerciantes y no
comerciantes. De modo que los pagos hechos durante el periodo de sos-
pecha (v. infra, n e 1481) son revocables en razón de las reglas de la mis-
ma LC. Con lo que la acción pauliana se aplicaría sólo a pagos hechos an-
tes del período de sospecha (pero ya existiendo la insolvencia, y los
demás recaudos ordinarios de procedencia de la acción revocatoria regu-
lada por el Código Civil).
26
La doctrina nacional dice que el pago no es un acto de disminución patrimonial, que es
un acto debido, que el acreedor que lo recibe ha atendido a su propio interés sin hacer nada
ilícito. De allí la reducción del art. 737 a los supuestos de pagos de deudas no vencidas, de da-
ciones en pago, del pago de obligaciones naturales, etc.: v. como ejemplo, y con cita de toda la
doctrina, el comentario al art. 737 en BELLUSCIO - ZANNONI, Código Civil Anotado, t. II, págs. 479
y sigs.
EL FRAUDE 839
c) Constitución de garantías
Otro caso complejo es el de la constitución de garantías. La mayor
parte de la doctrina considera que la constitución de garantías no es re-
vocable c u a n d o se t r a t a de u n a d e u d a nueva, ni c u a n d o se constituye en
garantía de u n a d e u d a vencida.
En principio, coincidimos con que la constitución de g a r a n t í a s por
u n a n u e v a obligación no es revocable 2 7 .
En c u a n t o a la constitución de g a r a n t í a s en seguridad de obligacio-
nes preexistentes, pero n u e v a s , el t e m a h a venido a ser tratado en el á m -
bito concursal por la ley 24.522. Ella declara inoponibles de pleno derecho
a las garantías constituidas en seguridad de créditos originariamente qui-
rografarios no vencidos; por lo tanto no son inoponibles de pleno derecho
las g a r a n t í a s constituidas en seguridad de créditos originariamente qui-
rografarios q u e ya estuviesen vencidos.
Pero é s t a s podrían ser d e c l a r a d a s ineficaces por vía de la c o m ú n -
mente d e n o m i n a d a acción revocatoria concursal, prevista en el artículo
119 de la Ley de Concursos 2 4 . 5 2 2 . Para lo cual sería necesario: (i) que
el d e u d o r h a y a sido declarado en quiebra; (ii) acreditar que el acreedor
conocía la cesación de pagos del deudor al tiempo de la constitución de
la n u e v a garantía.
2
1471. FRAUDE DEL DEUDOR Y DEL ACREEDOR »
a) Textos legales comprometidos
Para revocar u n acto a título gratuito, b a s t a n los recaudos examinados
h a s t a ahora. Pero "sí la acción de los acreedores es dirigida contra un acto
del deudor a título oneroso, es preciso para la revocación del acto, que el deu-
dor haya querido por ese medio defraudar a sus acreedores, y que el tercero
con el cual ha contratado, haya sido cómplice en el fraude" (art. 968).
La n o r m a citada debe c o m p l e m e n t a r s e con las presunciones esta-
blecidas en el artículo siguiente, 969, que dispone: "El ánimo del deudor
de defraudar a sus acreedores por actos que les sean perjudiciales, se pre-
sume por su estado de insolvencia. La complicidad del tercero en elfraude
del deudor, se presume también si en el momento de tratar con él conocía
su estado de insolvencia".
Ya dijimos que un tribunal comercial "revocó" un mutuo con garantía hipotecaria, so-
lución a nuestro juicio equivocada por las razones expuestas en la nota 12. Pero la concesión
de nuevo crédito con garantía real en favor de un insolvente puede comprometer la responsa-
bilidad del financista, especialmente si es un profesional —banco, entidad financiera— por
concesión abusiva de crédito, materia que se ha estudiado profusamente en nuestro país y en
el extranjero.
28
Bibliografía especial: TONÓN, Antonio, "Elfraude pauliano", L.L., 1986-B-917.
840 JULIO CESAR RIVERA
el q u e compró los bienes del insolvente podría intentar probar que con
ese acto se entendía no perjudicar a los acreedores, sino que se perse-
guía mejorar la situación de éstos. E s t a posibilidad es importante sobre
todo p a r a morigerar el efecto de la acción con relación a los actos onero-
sos equivalentes (v. supra, n s 1469 d).
S e ñ a l a m o s finalmente, que en materia concursal no existe esta po-
sibilidad; t r a t á n d o s e de u n acto celebrado en período de sospecha, b a s t a
con el conocimiento de la cesación de pagos (art, 119, LC).
d) Síntesis
Adviértase la importancia del juego de las p r e s u n c i o n e s legales.
Aparentemente la ley exige u n ánimo defraudatorio en las dos par-
tes del negocio oneroso, q u e consistiría en la intención de perjudicar a
los acreedores.
Pero, de acuerdo con el mismo Código Civil:
— el perjuicio se p r e s u m e por la insolvencia, sin que sea necesario
que el acreedor previamente h a y a intentado u n a acción judicial p a r a ex-
cutir los bienes del deudor;
— el ánimo defraudatorio del deudor se reduce a la mera conciencia
de su insolvencia;
— la p r u e b a del desconocimiento de la propia insolvencia está a car-
go del deudor;
— el ánimo defraudatorio del tercero, se p r e s u m e si conocía que la
contraparte estaba en situación de insolvencia.
E n r e s u m e n , el acreedor que i n t e n t a u n a acción revocatoria respec-
to de u n acto oneroso, debe probar que el acto provocaba la insolvencia
de su deudor, o agravaba la ya existente, y que esto lo sabía el tercero que
contrató con él.
b) Subadquirentes
El artículo 970 dice que: "Si la persona a favor de la cual el deudor
hubiese otorgado un acto perjudicial a sus acreedores, hubiere transmiti-
do a otro los derechos que de él hubiese adquirido, la acción de los acree-
dores sólo será admisible, cuando la transmisión de los derechos se haya
verificado por un título gratuito. Sifuese por título oneroso, sólo en el caso
que el adquirente hubiese sido cómplice en el fraude".
De ello resulta q u e p a r a q u e proceda la acción contra u n s u b a d q u i -
rente, vuelve a distinguirse entre negocio gratuito y oneroso; pero con la
advertencia de que la ley se refiere aquí al acto celebrado entre el tercero
y el s u b a d q u i r e n t e .
Si el negocio transmisivo al s u b a d q u i r e n t e es a título gratuito, p a r a
que la acción triunfe b a s t a con q u e se r e ú n a n los r e c a u d o s de admisión
c o n t r a el q u e c o n t r a t ó d i r e c t a m e n t e con el d e u d o r (en o t r a s p a l a b r a s ,
q u e el primer negocio t a m b i é n fuere a título gratuito, o q u e siendo a tí-
tulo oneroso el a d q u i r e n t e h a y a tenido conocimiento de la insolvencia
del enajenante).
Si el negocio transmisivo al s u b a d q u i r e n t e es a título oneroso, es ne-
cesario — a d e m á s de los requisitos de procedencia contra el q u e contrató
directamente con el deudor— q u e el s u b a d q u i r e n t e también h u b i e r a co-
nocido la insolvencia del deudor.
29
Bibliografía especial: ACUÑA ANZORENA, Arturo, "Naturalezajuridica del acto fraudulento",
L.L., 18-669; COBEÑAS, Ricardo J., "Efectos de la acción pauliana. Inoponibilidad del acto
fraudulento". Revista Notarial n 8 725, pág. 1011.
844 JULIO CESAR RIVERA
b) Imposibilidad
Si la restitución en especie fuese imposible, por h a b e r pasado los bie-
nes a u n subadquirente de b u e n a fe, respecto del cual no prosperase la ac-
ción revocatoria, el que contrató de mala fe con el deudor debe indemnizar
a los acreedores los d a ñ o s y perjuicios sufridos por éstos (art. 972).
Esta responsabilidad se atribuye a quien adquirió de mala fe. Pero qué
sucede con el adquirente a título gratuito y de b u e n a fe: éste responde sólo
en la medida de su enriquecimiento, o sea, por el valor que hubiere obtenido
de la enajenación de la cosa o del bien recibido a título gratuito del deudor
insolvente (conf. Llambías).
30
1477. COMPARACIÓN CON LA ACCIÓN DE SIMULACIÓN
E n a l g u n a época de la evolución de l a s acciones integrativas del pa-
trimonio, p u d o no h a b e r sido clara la distinción entre a m b a s acciones.
Hoy la legislación, la doctrina y la j u r i s p r u d e n c i a las h a n perfilado con
a b s o l u t a claridad e independencia recíproca.
Así, se señala que:
— la acción de simulación p r e t e n d e a n u l a r u n acto ostensiblemente
simulado p a r a que éste no produzca s u s efectos, y sí lo h a g a el acto real,
si lo hay, o no h a y a efecto alguno si se trata de simulación absoluta. La
acción revocatoria se dirige siempre contra u n acto real, pero perjudicial:
— la acción de simulación persigue la nulidad de u n negocio jurídico.
La acción revocatoria pretende la declaración de inoponibilidad;
— la acción de simulación, al a n u l a r u n negocio, beneficia por igual
a todos los acreedores. La revocatoria del derecho civil beneficia sólo a los
acreedores q u e la h a n intentado, y en la medida de s u s créditos (salvo,
reiteramos, q u e se ejerza la acción revocatoria en la quiebra, q u e bene-
ficia a todos los acreedores);
— no s o n r e c a u d o s de la acción de simulación q u e el crédito de
quien la intenta sea de fecha anterior al acto, ni q u e el acto haya provo-
cado o agravado la insolvencia;
— los plazos de prescripción son distintos.
Pero, como ya h e m o s señalado, como m u c h a s veces los acreedores
p u e d e n no saber si el acto es real y fraudulento, o simulado, a m b a s ac-
ciones p u e d e n ejercerse a c u m u l a d a m e n t e . Lo mismo, en el s u p u e s t o de
quiebra del deudor.
?0
Bibliografía especial: GREGORINI CLUSELLAS, Eduardo L., "Las acciones pauliana y de
simulación", L.L., 1 9 8 9 - 0 3 0 4 ; AMBROSIO, Antonio, 'Teoría unitaria del fraude en los negocios
jurídicos", J.A., 54-476; DÍAZ, A.M., "El ejercicio simultáneo, en forma subsidiaria, de las
acciones de simulación y fraude", J.A., 54-sec. doct. 60.
EL FRAUDE 845
-' Bibliografía especial: RIVERA, Julio C., "Acciones integrativas del patrimonio y concurso
preventivo", L.L., 1 9 9 8 - D - 9 7 8 ; P O R C E L L I , Luis A., "Las acciones de simulación y pauliana frente
al concurso preventivo", L.L., 1999-D-1030; "Improcedencia de las acciones de simulación y
pauliana dentro del trámite del concurso preventivo", L.L., 1998-B-1184; "Acción revocatoria
pauliana en la ley 24.522 y su prescripción liberatoria", L.L., 1998-C-994.
Bibliografía especial: ARGAÑARÁS, Manuel, La prescripción extintiva, Buenos Aires, 1966,
págs. 224 y sigs.
33
CCiv.2 9 Cap., 1 8 / 1 2 / 1 9 4 0 , J.A., 73-53; C 2 9 La Plata, 3 1 / 5 / 1 9 3 8 , L.L., 11-159; STSan-
t a F e , 4 / 7 / 1 9 3 9 , L.L., 15-222.
846 JULIO CESAR RIVERA
1480. INTRODUCCIÓN
C u a n d o el deudor se e n c u e n t r a en situación de cesación de pagos,
el régimenjurídico i n s t r u m e n t a la quiebra, procedimiento de liquidación
colectiva del patrimonio de quien h a cesado en s u s pagos, destinado a
satisfacer a s u s acreedores a prorrata de s u s créditos.
Desde los mismos albores del derecho concursal, se h a n organizado
acciones destinadas a la integración del patrimonio del fallido, y que por lo
tanto afectan a actos otorgados con anterioridad a la declaración de falen-
cia. Es que, como dice Provinciali, en el párrafo al que ya hicimos referencia,
la cesación de pagos no aparece de u n momento a otro, sino que hay u n
cierto periodo que puede ser calificado como de "incubación" de la falencia,
en la cual el sujeto advierte las dificultades por las que está pasando y trata
,4
Bibliografía especial: FERNÁNDEZ, Raymundo, Fundamentos de laquiebrtx Buenos Aires,
1937, Cuarta Parte, págs. 909 y sigs.; MiguEL, J u a n L., Retroacciónenlaquiebra, BuenosAires.
1984: GARAGUSO, Horacio Pablo, Ineficacia concursal BuenosAires, 1981; CÁMARA, Héctor, El
concurso preventivo y la quiebra, vol. III, Buenos Aires, 1982, Cap. XL, págs. 2103 y sigs.:
MAFFÍA, Osvaldo J., Derecho concursal, vol. III, Buenos Aires, 1988, Cap. XXXII, págs. 563 y
sigs.; BERGEL, Salvador Darío, "Periodo de sospecha y acción revocatoria concursal", R.D.C.O..
1971-565; DAYENOFF, David Elbio, "Acción revocatoria concursal", L.L., 1986-B-757; para la
jurisprudencia, v. la reseña de AMADEO, J o s é Luis, "Ineficacia concursal", J.A., 1988-1-979.
Para el tratamiento del tema en la ley vigente 24.522 ver: RIVERA, Julio César, Instituciones de
Derecho Concursal t. II, Buenos Aires-Santa Fe, 1997, cap. XII, a partir de pág. 109:
MALDONADO, César, "Acción de ineficacia o llamada revocatoria concursal. Requisitos p a r a su
procedencia", L.L.C, 1998-1049; BERGEL - PAOLANTONIO, "La ineficacia concursal en la ley
24.522", RDPC, 11-115; ROITMAN, Horacio, "Autorización para el ejercicio de las acciones
revocatoria y de responsabilidad de terceros", J.A., 11 / 9 / 1 9 9 6 .
EL FRAUDE 847
a) Acto válido
Los actos nulos no p u e d e n ser declarados ineficaces; expresada la
nulidad por el tribunal el acto no tiene eficacia entre las partes ni, menos
a ú n , frente a terceros.
Sin perjuicio de ello, la acción tendiente a la declaración de inefica-
cia p u e d e a c u m u l a r s e a u n a acción de nulidad (v.gr., por simulación),
según h a sido ya visto; regla que se aplica también en materia concursal.
37
b) Que cause perjuicio a los acreedores
La exigencia de q u e el acto cuestionado c a u s e perjuicio a los acree-
dores es indiscutida c u a n d o se analiza la acción p a u l i a n a del Código Ci-
vil, como ya lo h e m o s estudiado (v. supra, n- 1469).
La cuestión d a b a lugar a debate en el área concursal. Pero la ley
24.522 prevé expresamente que el acto susceptible de ser declarado inefi-
caz h a de h a b e r c a u s a d o perjuicio a los acreedores (art. 119, 1er. párr.) y
además establece: "El tercero debe probar que el acto no causó perjuicio".
35
Bibliografía especial: BERGEL, Salvador Darío, "Los conceptos de nulidad, anulabilidad,
impugnación, revocación, ineficacia e inoponibilidad con relación a la acción revocatoria
concursal", R.D.C.O., 1970-685; FARGOSI, Horacio P., "La noción de actos ineficaces y el
Anteproyecto de Ley de Concursos mercantiles", L.L., 140-281.
?6
Conf. CCiv. y Com. La Pampa, Sala l 3 , 12/9/1983, J.A., 1984-11-353.
l7
- Bibliografía especial: MAFFEI ALBERTI, Alberto, /! danno nclla revocatoria, Padova, 1970.
EL FRAUDE 849
e) En los casos del artículo 119, LC, que el tercero haya conocido
la cesación de pagos de su cocontratante
El recaudo que en el Código Civil se expresa a través de la locución
latina consiliumfraudis, se resume en el régimen concursal en el cono-
cimiento de la cesación de pagos.
Al respecto, debemos decir:
— que para los supuestos de declaración de ineficacia de pleno de-
recho del artículo 118, LC, ni siquiera es necesario el conocimiento de la
cesación de pagos;
— que la prueba del conocimiento de la cesación de pagos recae so-
bre quien ejerce la acción 3S, para lo cual puede recurrirse a cualquier
medio de prueba, incluso presunciones, las que constituyen normal-
mente el medio más apropiado, pues la prueba directa es de casi impo-
sible obtención 39;
— es suficiente para revocar el acto que el tercero haya debido tener
conocimiento de la cesación de pagos, empleando la diligencia debida 40;
— en la práctica, la prueba no es directa, es decir, no pretende acre-
ditar que el tercero conocía el estado de cesación de pagos —tomado ello
en su acepción técnica— sino que el deudor había incurrido en alguno
o algunos de los hechos reveladores de la cesación de pagos (enumerados
por el art. 79, LC), y ello era conocido por el cocontratante (conf. Forastieri).
38
CCiv. Com. Mcdes, Sala2 9 , 7/3/1985, JA., 1985-IV-439; CNCom., SalaA, 28/5/1984,
JA., 1987-IV-738; id., SalaC, 8/3/1982, E.D., 99-204; bibliografía especial: FORASTIERI, Juan
Carlos, "La prueba del conocimiento del estado de cesación de pagos", JA., 1983-1-747.
39
CNCom., Sala B, 8/6/1988, E.D., 132-470; id., SalaA, 28/5/1984, JA., 1987-IV-738.
40
CNCom., Sala D, 28/4/1988, L.L., 1988-E-5; en el caso se trataba de una entidad fi-
nanciera que había otorgado un mutuo a una sociedad sin haber adoptado los mínimos re-
caudos para tomar conocimiento de su situación financiera. La doctrina sobre el conocimiento
de la cesación de pagos es adecuada, pero es errado haber "revocado un mutuo" que no cons-
tituye acto de enajenación, ni abdicación de un derecho o facultad.
850 JULIO CÉSAR RIVERA
41
CNCom., Sala B, 8/6/1988, E.D., 132-470.
42
Ello pone otro problema que es si mediante el pago por tercero se puede concluir la quie-
bra. Desde nuestro punto de vista, no hay inconveniente para ello. El examen detallado del
punto es propio del derecho de quiebras.
43
Bibliografía especial: RIVERA, Julio C, "Ineficacia concursal: situación de los subad-
quirentes", L.L., 1984-B-1031.
EL FRAUDE 851
I. DE LA INEFICACIA DE LOS
ACTOS JURÍDICOS EN GENERAL
1488. INTRODUCCIÓN
En el estado actual de la evolución de la ciencia jurídica, la teoría de
la nulidad de los actos jurídicos debe ser ubicada en el contexto de la ine-
ficacia negocial, que es u n concepto m á s amplio y del cual la nulidad par-
ticipa, con determinadas características. Vale decir, la nulidad tiene u n
contenido de ineficacia latente, pero no es la ú n i c a ineficacia que p u e d a
afectar a u n acto o negocio jurídico.
Corresponde, entonces, comenzar por e s t u d i a r el concepto genérico
de ineficacia; pero p a r a ello, debemos partir de otro concepto a ú n a n t e -
rior: el de la eficacia. Pues la ineficacia es, p u r a y simplemente, falta de
eficacia.
Partiendo de esta idea, en la exposición de la materia seguiremos el
siguiente orden: como p u n t o de partida analizaremos el concepto de efi-
cacia de los actos jurídicos, p a r a luego estudiar s u derivación negativa
que es la ineficacia, e x a m i n a n d o f u n d a m e n t a l m e n t e el alcance de esta
última noción, s u s principales s u p u e s t o s y, en especial, la nulidad.
1
Bibliografía general: LLAMBÍAS, Jorge J., Efectos delanulidadydelaanulacióndelos actos
jurídicos, Buenos Aires, 1953: LLOVERÁS DE RKSK, María Emilia, Tratado teórico-práctico de las
nulidades, BuenosAires, 1985: NIETO BLANC, ErnestoE., Nulidadenlos actosjurídicos, Buenos
Aires, 1971: ZANNONI, Eduardo A., Ineficacia y nulidad de los actosjurídicos, Buenos Aires,
1986: LUTZESCO, Georges, Teoría y práctica de las nulidades, trad. de J u a n Homero S á n c h e z y
Julio López de la Cerda, 4 a ed., México, 1978; IONASCO, Trajan - BARASCH, Eugéne, Laconception
de la nullité des actes juridiques dans le droit civil socialiste roumain, Bucarest-Paris, 1978;
LÓPEZ OLACIREGUI, J o s é María, "De la nulidad de los actos jurídicos", Revista Lecciones y
Ensayos, a ñ o s 1 9 6 0 / 1 9 6 1 , n 9 19; MOYANO, J u a n A., Efectos de las nulidades de los actos
jurídicos, Buenos Aires, 1932; ALTERINI - CORNA - ANGELANI - VÁZQUEZ, "Hacia u n a teoría general
de las ineficacias", E.D., 172-942; FERNÁNDEZ ESPINAR, G., "Consideraciones en torno a la
conversión de los negocios jurídicos nulos en sede de teoría general de ineficacia negocial",
RDP, 1995-327; GANDOLFI, Giuseppe, "Ancora sulla conversione del contratto invalido (e a
Proposito di u n a recente monografía)", RDC 1996-429; LÓPEZ MESA, Marcelo, "Ineficacia y
nulidad de los actosjurídicos y procesales", L.L., 1999-D-1291.
854 JULIO CESAR RIVERA
2
II. INEFICACIA DEL NEGOCIO JURÍDICO
1493. CONCEPTO
a) Noción vulgar
Como derivación negativa de la eficacia se nos h a c e presente la no-
ción de ineficacia.
En el lenguaje corriente y a u n etimológicamente, ineficacia significa
falta de efectos.
b) Noción jurídica
En sentido jurídico, la ineficacia es, genéricamente, privación o dis-
m i n u c i ó n de los efectos propios del negocio jurídico, vale decir, de los
efectos que las partes persiguen de m a n e r a inmediata al otorgarlo. Ello
como principio.
Con este alcance, la ineficacia jurídica no impide que el acto produzca
otros efectos (que actúan por vía supletoria) dispuestos por la ley, a u n q u e
no deseados por las partes. Así, en materia de nulidades, el artículo 1056
dispone: "Los actos anulados, aunque no produzcan los efectos de los actos
jurídicos, producen sin embargo, los efectos de los actos ilícitos, o de los he-
chos en general, cuyas consecuencias deben ser reparadas" (volveremos
sobre el p u n t o m á s adelante al t r a t a r el concepto de nulidad).
- Bibliografía especial: LÓPEZ DE ZAVALÍA, Fernando J., Teoría de los contratos - Parte
General Buenos Aires, 1975, n 9 34, págs. 3 5 7 y sigs.; NIETO BLANC, Ernesto E., "Ineficacia y
nulidad", E.D., 116-725; LEIVA FERNÁNDEZ, Luis F. P., "Frustración, nulidad e inoponibilidad
de los actos jurídicos", L.L., 1987-D-l 154; LLOVERÁS DE RESK, María Emilia, "La ineficacia de
los actos jurídicos", E.D., 110-923; FERRARA SANTAMARÍA, Inejjicacia e Inopponibilita, Napoli,
1939.
856 JULIO CÉSAR RIVERA
c) Tipos
Sucede que la ineficacia de los actos jurídicos p u e d e tener orígenes
m u y variados. Por u n lado, podemos distinguir aquellas causales de ine-
ficacia que provienen de vicios existentes en el m o m e n t o mismo de la for-
mación del negocio jurídico y que a t a ñ e n a su e s t r u c t u r a , es decir, que
se localizan dentro del mismo; por el otro se e n c u e n t r a n aquellos casos
de ineficacia que a d q u i e r e n relevancia con posterioridad a la celebración
del acto y en virtud de c a u s a s que se hallan fuera de su e s t r u c t u r a .
Lo dicho se relaciona con lo expresado p r e c e d e n t e m e n t e sobre las
dos fases de la eficacia (estática y dinámica).
Es por ello q u e la d o c t r i n a m á s m o d e r n a s u e l e c o n t r a p o n e r , con
d i s t i n t a s d e n o m i n a c i o n e s dos c a t e g o r í a s de ineficacia. Se h a b l a en
e s t e s e n t i d o , de ineficacia e s t r u c t u r a l —o i n t r í n s e c a o inicial— y de
ineficacia funcional —o e x t r í n s e c a o sobrevenida—.
b) Ineficacia funcional
Se h a b l a de ineficacia funcional c u a n d o ella se c a u s a en circuns-
t a n c i a s e x t r í n s e c a s a la e s t r u c t u r a del negocio y sobrevinientes a su
constitución, que inciden sobre los efectos del negocio, de tal modo, que
m a n t e n e r l o conduciría a obtener u n resultado contrario a derecho, o a los
fines o intereses prácticos de los sujetos del negocio.
E n este sentido, observa Z a n n o n i que, en e s t a categoría no se alude
a la aptitud del negocio como fuente de u n a relación jurídica, sino que se
a p u n t a a destituirlo por carecer de función económico-social.
INEFICACIA DE LOS ACTOS JURÍDICOS 857
b) En sentido estricto
En otra perspectiva, m á s estricta o limitada, comprende sólo los ca-
sos de negocios jurídicos válidos que, por c a u s a s no originarias o estruc-
turales, sino por obstáculos extrínsecos, no producen los efectos perse-
guidos con s u realización. Se distinguiría pues de la nulidad.
1496. ENUNCIACIÓN
Sin pretender ser exhaustivos, y simplemente a modo de ejemplifi-
cación, cabe mencionar, dentro de los principales s u p u e s t o s de inefica-
cia distintos de la nulidad, a: la resolución, la revocación, la rescisión y
los s u p u e s t o s de ineficacia pendiente.
Debe incluirse asimismo, y en particular, a la inoponibilidad o ine-
ficacia relativa que sólo priva al acto jurídico de alguno de s u s efectos,
respecto de d e t e r m i n a d a s p e r s o n a s . De allí que, en la m o d e r n a doctrina
se distingue entre actos de ineficacia a b s o l u t a (nulidad) y actos de ine-
ficacia relativa (inoponibilidad).
a) Carácter de la enunciación
Advertimos n u e v a m e n t e , q u e la e n u n c i a c i ó n a n t e s e x p u e s t a n o
agota, en absoluto, las hipótesis existentes. Sólo se h a n referido, dentro
de los s u p u e s t o s m e n o s discutidos, aquellos casos q u e integran el con-
tenido de la d e n o m i n a d a "Parte General".
858 JULIO CÉSAR RIVERA
h) Metodología de la exposición
Conforme a ello, p a s a r e m o s a considerar los principales s u p u e s t o s
de ineficacia antes mencionados, debiendo advertirse que, en todos los ca-
sos, nos referiremos a negocios jurídicos válidamente constituidos confor-
me a la ley (excluimos de esta forma a la nulidad), que pueden dejar de pro-
ducir s u s efectos propios, en razón de u n a causal externa al negocio, que
hace su aparición en u n m o m e n t o posterior al de su celebración.
En otras palabras, expondremos los principales s u p u e s t o s de la de-
n o m i n a d a "ineficacia funcional" o "en sentido estricto".
Este análisis integra el contenido de e s t a p r i m e r a parte. Dejamos
p u e s , p a r a la s e g u n d a parte, el estudio particular y pormenorizado de la
nulidad de los actos jurídicos.
1497. RESOLUCIÓN
a) Concepto
La resolución es u n modo de ineficacia de los negocios jurídicos, que
se d a en razón de la producción de u n hecho sobreviniente a la consti-
tución del negocio, q u e a veces, es imputable a u n a de las partes, y otras,
es totalmente e x t r a ñ a a la voluntad de ellas; y que extingue retroactiva-
m e n t e s u s efectos debido a que en la ley o en el propio acto jurídico se le
atribuyó esa c o n s e c u e n c i a (conf. Llambías, Borda, Arauz Castex, Ci-
m e n t e s , Lloverás de Resk, Zannoni).
Puntualizamos que el hecho sobrevenido a la constitución del negocio,
cuya producción lo t o m a ineficaz, en ciertas ocasiones, puede imputarse a
u n a de las partes (por ej., el incumplimiento de la obligación pactada), o
bien p u e d e ser extraño a la voluntad de ellas (v.gr., el acaecimiento del
hecho futuro e incierto en el acto sujeto a condición resolutoria).
Ahora bien, el efecto que produce este hecho sobrevenido, imputable
o no, puede estar previsto en la ley (resolución por incumplimiento de una
de las partes: art. 1204), o bien estar pactado en la convención (acto modal).
Lo dicho explica por qué la resolución p u e d e operar mediante u n a
declaración de voluntad de la parte interesada (por ej.: c u a n d o la reso-
lución se funda en el incumplimiento de la o t r a parte), o p u e d e operar
a u t o m á t i c a m e n t e con el advenimiento del h e c h o previsto en el mismo
INEFICACIA DE LOS ACTOS JURÍDICOS 859
b) Clases de resolución
La resolución puede ser:
— automática, que es la q u e se produce en los negocios sometidos
a condición resolutoria (arts. 5 5 3 y 555);
— facultativa, que exige q u e a la producción de u n acontecimiento
previsto por la ley o por las partes, se a ñ a d a u n a declaración de voluntad
de u n a de ellas p a r a que acaezca la resolución. Verbigracia, al incumpli-
miento de u n a de las partes, debe agregarse la voluntad declarada de la otra
de resolver el contrato (art. 1204; art. 216, Cód. Com.);
— opcional, que se p r e s e n t a c u a n d o u n a de las partes puede arre-
pentirse del negocio, dejándolo sin efecto; es lo q u e acontece en los ne-
gocios en que se h a dado s e ñ a (señal o arras) (art. 1202). En el derecho
comercial esto no funciona, p u e s la s e ñ a es siempre confirmatoria (art.
473, Cód. Com.):
— legal o voluntaria. Es legal c u a n d o ello se procede en virtud de la
ley (por ej., la resolución de los derechos adquiridos por el concebido que
luego no nace vivo) (arts. 70 y 74). Será voluntaria c u a n d o ella dependa
de la voluntad de la parte autorizada p a r a promoverla, a u n q u e la facul-
tad p a r a hacerlo puede derivar del acto o de la ley.
c) Efectos
La resolución tiene efectos retroactivos al día de la celebración del
negocio jurídico, es decir, que a c t ú a ex tune, al m e n o s entre las partes,
salvo pacto en contrario (arts. 5 4 3 y 555), o excepción legal (arts. 1204
y 1198 donde se dejan a salvo los efectos ya cumplidos en los contratos
de ejecución c o n t i n u a d a o tracto sucesivo).
La retroactividad obliga a las partes a restituirse lo recibido en razón
del negocio o su valor; a d e m á s , la parte incumplidora deberá la indem-
nización por d a ñ o s y perjuicios (incluso al d e c l a r a r s e la resolución del
contrato por el ejercicio del pacto comisorio) 3 . El efecto retroactivo no
afecta a terceros a d q u i r e n t e s de b u e n a fe.
1498. REVOCACIÓN
a) Concepto
La revocación es u n a c a u s a l de ineficacia de los actos jurídicos en
virtud de la cual la ley autoriza al a u t o r de la manifestación de voluntad
en los actos unilaterales, o a u n a de las partes en los actos bilaterales,
3
CNCiv., en pleno, 2 2 / 2 / 1 9 9 0 , L.L., 1990-B-474.
860 JULIO CESAR RIVERA
c) Caracteres
En c u a n t o a los caracteres, se trata de:
— u n acto unilateral, pues b a s t a la voluntad del autor (si es un testa-
mento) o de u n a sola de las partes si el acto que se revoca es bilateral:
— es a d e m á s negocio entre vivos, p u e s tiene efecto inmediato (conf.
Nieto Blanc).
— es voluntaria: la revocación opera sólo en los casos autorizados por
la ley, pero debe ser puesta en ejercicio por la voluntad del sujeto legitimado.
d) Efectos
En c u a n t o a s u s efectos, la revocación opera —salvo disposición le-
gal en contrario— hacia el futuro; es decir que los efectos de la revocación
se p r o d u c e n a partir del m o m e n t o de la expresión de la voluntad del au-
tor de ella, sin destruir los efectos ya producidos, entre las partes y frente
a terceros, del acto q u e se revoca.
E n ello difiere de la nulidad, cuyos efectos se o p e r a n —en princi-
pio— retroactivamente a la fecha de otorgamiento del acto.
El efecto retroactivo se p r e s e n t a en algunos s u p u e s t o s de revoca-
ción de la donación (por inejecución de cargos: art. 1855; por ingratitud:
a r t s . 1866 y 1867), con lo q u e se asemeja a la resolución (conf. Arauz
Castex, Lafaille).
1499. RESCISIÓN
a) Concepto
La rescisión es u n a c a u s a l de ineficacia, por la cual, u n acto jurídico
válido q u e d a sin efecto p a r a el futuro en razón del a c u e r d o de las partes,
o de la voluntad de u n a sola de ellas, autorizada por la ley o por la propia
convención (conf. Llambías, Borda, Cifuentes, Arauz Castex, Lloverás de
Resk, Zannoni).
b) Terminología legal
Se debe señalar q u e la terminología utilizada por el codificador en la
materia no siempre es prolija, ya q u e en a l g u n a s n o r m a s del Código Civil
INEFICACIA DE LOS ACTOS JURÍDICOS 861
c) Clases de rescisión
Se p u e d e n encontrar en n u e s t r o Derecho dos clases de rescisión la
bilateral y la unilateral.
La rescisión por voluntad bilateral se da en el llamado distracto, al
que se refiere el artículo 1200, el cual preceptúa, en su parte pertinente:
las partes pueden por mutuo consentimiento [...] revocar los contratos, por
las causas que la ley autoriza.
Cabe puntualizar:
— es errónea la terminología legal que alude a la revocación;
— el distracto se aplica no sólo a los contratos, p u e s en principio to-
dos los negocios bilaterales p u e d e n disolverse por voluntad de las partes.
Salvo q u e la cuestión esté excluida del ámbito de la p u r a voluntad de las
partes, como sucede con el matrimonio.
La rescisión es unilateral c u a n d o proviene de la voluntad de u n a de
las partes del acto jurídico, ya sea porque ellas acordaron expresamente
esa facultad o bien porque la ley lo autoriza.
E n el primer caso, es evidente q u e las p a r t e s del negocio p u e d e n
convenir q u e u n a de ellas o a m b a s , pero en todo caso unilateralmente,
podrán en el futuro dejar sin efecto el negocio, p u e s n a d a lo impide (art.
1197; salvo los límites del art. 21). Como ejemplo del s e g u n d o caso, po-
demos s e ñ a l a r la locación de obra, en la que el d u e ñ o de la obra p u e d e
desistir de la ejecución de ella por su sola voluntad (art. 1638); y el co-
modato precario en el que p u e d e el comodante pedir la restitución de la
cosa c u a n d o quisiere (art. 2285).
4
CSJN, 4 / 8 / 1 9 8 8 , J.A., 1988-111-55.
862 JULIO CESAR RIVERA
q u e p r e t e n d e rescindir u n c o n t r a t o comercial de d u r a c i ó n , c a r e n t e de
plazo, debe preavisar a la otra con u n tiempo suficiente, q u e se determi-
n a en c a d a caso de a c u e r d o con la duración del vínculo, importancia de
la relación, su posible exclusividad, etcétera.
La rescisión intempestiva o de mala fe impone la obligación de repa-
rar los d a ñ o s y perjuicios ocasionados por ella 5 .
e) Caracteres
La rescisión p r e s e n t a las siguientes características:
— funciona en los contratos de duración, y en aquellos cuyos efec-
tos no h a n empezado a ú n a producirse;
— es voluntaria y de u s o discrecional, alcanzando esa condición, cu
principio, a las materias regidas por leyes supletorias, no a las sujetas a
n o r m a s imperativas;
— es aplicable sólo a los negocios bilaterales.
J) Efectos
En c u a n t o a los efectos, la rescisión opera ex nunc, es decir, sola
mente p a r a el futuro y a partir del momento que la manifestación de ia
voluntad se presentó.
Sin embargo, en los s u p u e s t o s de distracto los efectos de la resci-
sión d e p e n d e r á n de lo que las partes estipulen, pudiendo convenirse que
el c o n t r a t o originario quede sin efecto retroactivamente, con la obliga
ción consiguiente de las partes de restituirse lo obtenido en virtud de él.
obviamente, con el límite de no poder perjudicar los derechos adquiridos
por los terceros a c a u s a del contrato originario.
V. INEFICACIA PENDIENTE
1501. CONCEPTO
En esta categoría, q u e d a n comprendidos aquellos s u p u e s t o s de ne-
gocios jurídicos válidos, ineficaces ab inilio, pero que p u e d e n aposteriorl
lograr eficacia o convertir en definitiva su ineficacia de origen.
En otras palabras, se trata de actos jurídicos válidos, pero ineficaces
desde su otorgamiento, por estar pendiente el cumplimiento de requisitos
ajenos a la estructura del negocio (por ello, válidos), impuestos por la volun-
tad del o los otorgantes (condiíio Jacti), o por la propia ley [condiíio iuris).
a) Actos modales
Los a c t o s jurídicos s u b o r d i n a d o s a condición o plazo suspensivo
(arts. 548, 566). Se t r a t a de actos jurídicos válidos, pero ineficaces mien-
t r a s no se c u m p l a la condición o venza el plazo.
h) El testamento
Como negocio j u r í d i c o mortis causa, el t e s t a m e n t o requiere la
m u e r t e del t e s t a d o r p a r a a d q u i r i r eficacia (art. 947). Pero entiéndase
bien, el negocio jurídico t e s t a m e n t o es válido y existe, pero por razones
ajenas a s u e s t r u c t u r a no produce efectos. De allí q u e yerra el artículo
952 al p r e c e p t u a r que la existencia de los a c t o s de ú l t i m a v o l u n t a d co-
m i e n z a el día en que fallecieren los disponentes, p u e s lo que entonces
comienza es su eficacia.
Además, el t e s t a m e n t o n u n c a adquirirá eficacia si el heredero ins-
tituido m u e r e a n t e s que el testador (art. 3743). Los legados también son
ineficaces si el legatario m u e r e a n t e s que el testador (art. 3799), si la cosa
legada es enajenada por el testador a n t e s de su m u e r t e (art. 3803), y si
el legatario m u e r e a n t e s del cumplimiento de la condición suspensiva o
del término incierto al cual estuviere sometido el legado (art. 3799).
1503. CARACTERES
Del análisis de los casos dados puede concluirse en que el ordena-
miento jurídico, así como exige el cumplimiento de determinados requisitos
intrínsecos al acto, que hacen a s u validez, puede exigir el cumplimiento de
otros requisitos impuestos o bien por la voluntad de las partes {conditiofac-
tí), o bien por la propia ley (conditio iurís) que hacen a su eficacia.
E s t a ineficacia ab inilio q u e padece el acto, p u e d e , con posteriori-
dad, desaparecer, si se c u m p l e n tales requisitos (por ej., la m u e r t e del
testador, la producción del h e c h o futuro e incierto al que se subordinó la
eficacia del acto, la determinación del precio por el tercero en el contrato
de compraventa), o bien, si ellos n o se cumplen, convertirse en definitiva
la ineficacia.
1505. CONCEPTO
E s u n modo de ineficacia de los actos jurídicos, que tiene lugar
c u a n d o u n a c a u s a sobreviniente a la constitución de la relación jurídica,
obsta a su subsistencia sin culpa de las partes. Vale decir que la relación
generada por el acto se hizo imposible en tiempo posterior al otorgamien-
to del negocio tornándolo ineficaz. Por ejemplo: si se c o n t r a t a r a la com-
praventa de u n caballo q u e m u e r e fortuitamente, a n t e s de ser entregado
al comprador.
E s t á regulado como u n modo de extinción de las obligaciones entre
los artículos 888 y 895.
El fundamento de este principio es de u n a lógica elemental: Ad tmpos-
sibüia nemo tenetur, es decir, a lo imposible nadie está obligado, puesto que
excede s u s posibilidades de actuación.
Para que funcione este modo de ineficacia, se requiere que la c a u s a
que obsta al cumplimiento de la relación jurídica sea sobreviniente o sobre-
venida, p u e s si fuese originaria se trataría de u n s u p u e s t o de nulidad.
866 JULIO CESAR RIVERA
E n t e n d e m o s q u e la imposibilidad es u n a c a u s a l de ineficacia q u e
podría asimilarse en algunos aspectos a la resolución. Adviértase que el
Proyecto de Unificación Legislativa así lo establece en s u artículo 1204.
1507. CONCEPTO
La inoponibilidad como concepto es u n a elaboración de la doctrina
y no u n a construcción legislativa.
Con ese alcance entendemos que la inoponibilidad es u n supuesto de
ineficacia establecido por la ley, que priva a u n negocio válido y eficaz entre
las partes, de s u s efectos respecto de determinados terceros a quienes la ley
dirige su protección, permitiéndoles ignorar la existencia del negocio e im-
pidiendo a las partes del mismo ejercitar pretensiones jurídicas Jirigidas
contra u n tercero (conf. Lloverás de Resk, Arauz Castex, Buteler Cáce-
res, López de Zavalía, Llambías; en sentido semejante, las conclusiones
de las X J o r n a d a s Nacionales de Derecho Civil, Corrientes, 1985).
1508. FUNDAMENTO
Radica en la protección de d e t e r m i n a d o s terceros, denominados
terceros interesados y en consecuencia en la satisfacción de u n verdade-
ro interés general: la certeza y seguridad j u r í d i c a s de las transacciones
entre los particulares.
6
Bibliografía especial: JAPIOT. Rene. Des nuüités en matiéred'actesjwidiques. Essaid'unc
théorie nouveUe, París, 1909; BASTÍAN, Daniel, Essaid'nne théorie genérale del'inopposabiliW-
Paris, 1929; WEILL, Alex, Les principes de la relativiíé des convenlions, París, 1938; LEIVA
FERNÁNDEZ, Luis F. P.. "El acto inoponible" en Derecho Civil - Parte General - Temas, Buenos
Aires, 1987, t. II, pág. 245; "Frustración, nulidad e inoponibilidad de los actos jurídicos", L.L-
1987-D-1154; MALICKI, Anahí, "La inoponibilidad del acto jurídico", J.A., 1991-IV-628:
MARTÍNEZ RUIZ, Roberto, "Distinción entre acto nulo y acto inoponible", J.A., 1943-IIFsec. doct.
335.
INEFICACIA DE LOS ACTOS JURÍDICOS 867
a) Negocios fraudulentos
El acto fraudulento, que es inoponible al acreedor que triunfó en la
acción p a u l i a n a (art. 965). De modo que el acto fraudulento es inoponi-
ble sólo frente al acreedor accionante, m a n t e n i e n d o su normal oponibi-
lidad con respecto a los demás acreedores y terceros interesados, mientras
no articulen la acción p a u l i a n a y la misma sea estimada por sentencia fir-
me. El efecto de la acción pauliana no es, pues, restituir el bien enajenado
fraudulentamente al patrimonio del deudor.
Es por ello que el vicio de fraude no produce la nulidad del acto jurídico
que lo padece, como sostiene alguna doctrina (Lloverás de Resk), o como
pareciera desprenderse de la imprecisa terminología utilizada en el Código
Civil, calificándolo de anulable en el artículo 1045.
Si existiere u n a real nulidad, u n a vez d e c l a r a d a judicialmente, el
acto dejaría de producir efectos frente a todos, incluso frente a las partes.
c) Instrumentos privados
El i n s t r u m e n t o privado que carece de fecha cierta es inoponible a
los terceros y sucesores singulares (arts. 1034 y 1035).
d) Confirmación
El efecto retroactivo de la nulidad relativa confirmada no p u e d e in-
vocarse respecto de terceros con derechos adquiridos a n t e s de la confir-
mación (art. 1067).
e) Hipoteca
La hipoteca no registrada es inoponible a terceros, pero vale p a r a las
p a r t e s , escribano y testigos del acto (art. 3135).
INEFICACIA DE LOS ACTOS JURÍDICOS 869
J) Cesión de crédito
La cesión de crédito no notificada al deudor cedido o no aceptada por
éste (art. 1459).
c) Causa, de la ineficacia
Atento a lo dicho, en la nulidad, la c a u s a de la ineficacia es intrín-
seca o endógena, es decir, está ubicada dentro del negocio mismo. En la
inoponibilidad la c a u s a generatriz se sitúa fuera del negocio en sí. En otras
p a l a b r a s , el interés protegido es externo al acto; por ejemplo: el crédito
insatisfecho del tercero afectado por u n acto fraudulento.
e) Fuente
Tanto la nulidad como la inoponibilidad son, a nuestro criterio, cau-
sales de ineficacia establecidas por la ley. Ambas reconocen un origen legal.
g) Prescripción
La acción de nulidad relativa y de oponibilidad son prescriptibles. Ade-
lantamos aquí, que la acción de nulidad absoluta es imprescriptible. Sobre
la prescripción de la excepción ver infra n ú m e r o 1593.
INEFICACIA DE LOS ACTOS JURÍDICOS 871
h) Renunciabilidad
T a n t o la nulidad relativa como la inoponibilidad son renunciables,
ya que en a m b a s está e n j u e g o u n interés particular, conforme al artículo
19. Advertimos, n u e v a m e n t e aquí, que la nulidad a b s o l u t a es i r r e n u n -
ciable p o r q u e el vicio que padece el acto, afecta intereses generales de la
ley y de la moral.
i) Legitimados activos
La nulidad puede ser invocada por las partes o terceros. Adelanta-
mos que h a y s u p u e s t o s de n u l i d a d e s en que las p a r t e s no p u e d e n peti-
cionar la invalidez del acto (por ej. art. 1047); en estos casos sólo p o d r á n
hacerlo las p e r s o n a s legitimadas. En cambio la inoponibilidad sólo p u e -
de ser alegada por los terceros.
j) Saneamiento
Tanto el acto jurídico sujeto a u n a c a u s a l de anulación, como el acto
inoponible, pueden t o r n a r s e p l e n a m e n t e eficaces.
k) Efectos
La nulidad, u n a vez declarada, priva al acto jurídico de s u s efectos
en relación a todos (erga omnes), o sea frente a las p a r t e s y a los terceros;
m i e n t r a s que la inoponibilidad, como principio, priva al negocio de s u s
efectos sólo respecto de d e t e r m i n a d o s terceros.
1516. CONCEPTO
Cierto sector de la doctrina alude a la inexistencia, como expresión
de la ineficacia m á s radical que p u e d e afectar a u n negocio jurídico.
Desde u n a perspectiva conceptual, se dice que la inexistencia jurí-
dica del negocio no p u e d e r e s u m i r s e en la noción de invalidez, p u e s t o
que sólo u n negocio existente p u e d e ser válido o inválido.
Los partidarios de la teoría sostienen, en general, que "la inexisten-
cia", es u n principio primordial del razonamiento y de la lógica. Es u n a
noción conceptual, no legal, q u e el entendimiento aplica a ciertos he-
chos, que no o b s t a n t e tener la apariencia de acto jurídico, no son tales
por carecer de algún elemento esencial referente a él, sea el sujeto, sea
el objeto, sea la forma específica (conf. Llambías).
c) Jurisprudencia
La jurisprudencia h a sido vacilante en la materia. Siguiendo a Cifuen-
tes, puede observarse que diversos precedentes h a n ignorado la teoría. Así,
el caso de u n acto otorgado sobre la base de u n mandato falso 9 ; frente al pro-
blema de la simulación absoluta 10; también en el caso de falsificación de fir-
ma del vendedor en u n a escritura de compraventa 11; frente al pedido de ra-
tificación de partidas por aparecer con nupcias inválidas 12; o en u n a
operación de venta de u n fondo de comercio 13.
E n cambio, se h a aceptado la categoría de la inexistencia en otros
precedentes; por ejemplo, el caso en q u e se celebró u n contrato a nombre
de u n tercero sin estar autorizado por él, ni tener legal representación 14 ;
s
Antiguamente habíamos aceptado algunas hipótesis de actos inexistentes: v. nuestro
trabajo "Acción de simulación", E.D., 60-895; pero hace ya varios años manifestamos n u e s t r a
adhesión a la tesis negativa: v. nuestro "Ineficacia concursal. Situación de los subadquirentes",
L.L., 1984-B-1031.
9
CNCiv..SalaC, 1 2 / 1 2 / 1 9 5 8 , J . A , 1959-1-441.
10
CNCiv.,SalaB, 1 3 / 3 / 1 9 5 4 , L.L., 115-54.
11
C I a Apel. Bahía Blanca, 3 0 / 1 1 / 1 9 7 6 , L.L., 1977-D-141.
12
CCiv. 2S Cap., 1 0 / 1 2 / 1 9 4 6 , L.L., 45-257.
13
CNCom., Sala A, 1 7 / 9 / 1 9 7 9 , L.L., 1980-A-553.
14
S.C.B.A., 1 7 / 5 / 1 9 5 5 , L.L., 79-457.
INEFICACIA DE LOS ACTOS JURÍDICOS 875
1518. INTRODUCCIÓN
Antes de entrar a examinar el régimen de las nulidades, como adver-
tencia previa, recordamos, una vez más, que la nulidad predica un tipo
de ineficacia (la denominada ineficacia estructural) que se produce en
razón de defectos o vicios atinentes a la estructura del negocio jurídico.
Asimismo, es una ineficacia absoluta, porque el negocio jurídico queda
destituido de sus efectos erga omnes. Estos caracteres la distinguen de
los otros supuestos de ineficacia que hemos analizado en los números
anteriores.
Con esta aclaración entramos en materia.
15
CNCiv., Sala C, 2 6 / 3 / 1 9 8 5 , L.L., 1985-C-333, ver voto del Dr. Cifuentes.
16
l s Instancia Civ. Cap., 3 0 / 3 / 1 9 7 0 , L.L., 140-193.
17
CNCiv., Sala F, 2 5 / 9 / 1 9 8 0 , J.A., 1981-1-425.
18
Bibliografía especial: v. la citada en n o t a 1.
876 JULIO CESAR RIVERA
declarado nulo por el magistrado, que viene así a desligar las partes del
vínculo que entre ellas existía.
Es pues en este tercer sistema, cuando verdaderamente surge el
nuevo concepto de nulidad (que no existe de pleno derecho); e incluso es
en ese momento que comienza a formarse la simiente de la clasificación
de las nulidades que luego, ya en el Derecho del Bajo Imperio, aunque en
forma imprecisa, se plasmó en el Corpus Iuris Civilis.
Concluyendo, el Derecho Romano no elaboró una teoría orgánica en
materia de nulidad de los actos jurídicos, pero, a pesar de ello encontra-
mos en la sabiduría de sus normas los cimientos que permitirían, con el
correr de los siglos, elevar el edificio de la teoría y de sus efectos.
1520. CONCEPTO
La nulidad es u n a sanción legal que priva a u n acto jurídico de sus
efectos propios o normales, por adolecer de defectos originarios, orgáni-
cos y esenciales, a través de un proceso de impugnación y declaración
(conf. Buteler Cáceres, Borda, Llambías, Moyano, López Olaciregui,
quien participa de ese concepto pero niega el carácter sancionatorio de
la nulidad).
1521. CARACTERES
a) La nulidad es una sanción (o da paso a una sanción)
La doctrina mayoritaria considera que la nulidad tiene naturaleza
de sanción.
En esta senda, se ha dicho que esta sanción, o pena, consiste en la
privación de los efectos propios del acto jurídico defectuoso (conf. Llove-
rás de Resk, Borda).
Aclaramos que las sanciones no se aplican a los actos sino a las per-
sonas; pero aniquilar los actos pretendidamente jurídicos es el paso ló-
gico previo para determinar la sanción propiamente dicha.
Por eso la ley sanciona a quien a sabiendas provocó la nulidad del
acto, imponiéndole la obligación de reparar los daños, la devolución de
lo recibido con motivo del acto y negándole los derechos que tenía por
causa del mismo; pero primordialmente la nulidad declarada, significa
esterilidad o ineficacia del negocio, privación de sus efectos propios (en
igual sentido Zannoni, Arauz Castex).
En suma, la nulidad no es en sí misma la sanción íntegra, sino el
paso previo para poder aplicarla.
Algunos autores de sólido prestigio (López Olaciregui, Nieto Blanc)
cuestionan el carácter sancionatorio de la nulidad 19. Así López Olacire-
19
V. LÓPEZ OLACIREGUI, op. cit en n o t a 1; NIETO BLANC, Ernesto E., "Consideraciones sobre
el concepto d e invalidez de los actos jurídicos", L.L., 104-1014.
INEFICACIA DE LOS ACTOS JURÍDICOS 877
b) De carácter legal
La sanción de nulidad sólo puede ser establecida por la ley, es decir
que no puede ser creación de los magistrados judiciales o de la voluntad
de las partes del acto; esto último permite distinguirla de otros s u p u e s -
tos de ineficacia que, como la rescisión y la revocación, nacen de la vo-
l u n t a d de las partes.
Esto no implica afirmar que la regla legal deba ser expresa, pues en
nuestro Derecho se admiten las nulidades virtuales (v. infra, nQ 1528).
1522. FUNDAMENTO
Todo en derecho r e s p o n d e a u n a razón. Debemos b u s c a r la razón de
la nulidad como instituto jurídico.
INEFICACIA DE LOS ACTOS JURÍDICOS 879
Por o t r a p a r t e , la acción de n u l i d a d , en c u a n t o p o t e s t a d j u r í d i c a ,
tiene u n a vida propia e i n d e p e n d i e n t e . E n especial e s a acción p u e d e
extinguirse por prescripción, en el s u p u e s t o de q u e la n u l i d a d sea re-
lativa, p u e s las acciones dirigidas a la declaración de u n a n u l i d a d a b -
s o l u t a son i m p r e s c r i p t i b l e s . Volvemos sobre el t e m a , infra n ú m e r o
1591.
La vía procesal para la acción de nulidad es el proceso ordinario 22 .
22
CNCiv., S a l a C , 2 9 / 3 / 1 9 9 4 , L.L. 1994-E-365.
23
BELLUSCIO, Augusto C , Derecho dejamilia, t. II, Buenos Aires, 1976, n 5 386.
24
CNCiv., Sala C, 2 4 / 1 1 / 1 9 7 7 , L.L., 1978-B-312; CNCiv., Sala A, 2 5 / 9 / 1 9 8 0 , B.D., 92-
165.
INEFICACIA DE LOS ACTOS JURÍDICOS 881
1526. FUENTES
Muchas de las divergencias doctrinarias a p u n t a d a s tienen origen, en-
tre otras c a u s a s , en la diversidad de fuentes de que se sirvió nuestro codi-
ficador en la elaboración del Título VI, del Libro II, Sección II del Código Civil.
En efecto, se advierten en esta materia tres fuentes que h a n influido
con distinta intensidad en Vélez Sarsfield: el Esbogo, el Código Civil chi-
leno y la doctrina francesa, particularmente, Aubiy y Rau.
b) Fundamento
El artículo 18 dispone: "Los actos prohibidos por las leyes son de nin-
gún valor, si la ley no designa otro efecto para el caso de contravención.
Este precepto determina una nulidad implícita correspondiente a cada
prohibición legal".
Así, por ejemplo, el Código Civil se limita a exigir la firma como re-
quisito de validez de u n i n s t r u m e n t o privado (art. 1012), pero n a d a dis-
pone p a r a el s u p u e s t o en que ella falte. Sin embargo, por aplicación del
artículo 18 la sanción de nulidad es la que corresponde a la violación de
lo dispuesto por el artículo 1012.
Con criterio similar, refuerza la posición Lavalle Cobo al sostener,
en relación con el artículo 18, que "esta nulidad decretada en general se
considera parte integrante de todas las n o r m a s de carácter prohibitivo,
evitando la necesidad de establecer en cada u n a de ellas la sanción co-
rrespondiente".
c) Alcance
Los sostenedores de esta p o s t u r a , sin embargo, se cuidan de acla-
rar, p u n t u a l m e n t e , que la admisión de las n u l i d a d e s implícitas no im-
porta reconocer la posibilidad de crear judicialmente s u p u e s t o s de nuli-
dad, sino aceptar la existencia de nulidades que, derivando de la ley, no
estén c o n s a g r a d a s por ellas de m a n e r a expresa o literal, sino "que p u e -
dan imponerse mediante u n razonado sobreentendido de s u letra y de su
espíritu" (Cifuentes).
Por otra parte, se añade, que si bien el artículo 1037 h a c e referencia
al Código, se debe dar al precepto u n alcance amplio como si se refiriera
también a las n u l i d a d e s d e t e r m i n a d a s en leyes especiales. Ello, sin per-
juicio de d e j a r s e n t a d o q u e la invalidez t i e n e c a r á c t e r e x c e p c i o n a l y
que la n u l i d a d sólo se a d m i t e c u a n d o aparezca establecida por el legis-
lador, debiendo optarse, en la d u d a , por la validez del acto.
1530. JURISPRUDENCIA
La j u r i s p r u d e n c i a , en general, t a m b i é n h a optado por aceptar la
existencia de otras n u l i d a d e s a d e m á s de las q u e textualmente aparecen
en la n o r m a 2 6 . En este sentido se h a resuelto, que si bien toda nulidad
debe fundarse en u n a disposición legal que la establezca, ello no quiere
decir que la sanción deba e s t a r c o n s a g r a d a en términos sacramentales
o expresos ya que p u e d e r e s u l t a r de u n a prohibición o condición legal 2 7 .
Sin embargo, nuestros magistrados se h a n cuidado de señalar que "el
artículo 1037 del Código Civil establece que los jueces no pueden declarar
otras nulidades de los actos jurídicos que las que en el Código se establecen.
La seguridad de las relaciones jurídicas exige que asi sea. Si los jueces pu-
dieran declarar libremente la nulidad de u n acto jurídico, ningún derecho
podría n u n c a considerarse definitivamente adquirido" 2 8 .
Asimismo, se h a r e s u e l t o q u e la interpretación del artículo 1037
respecto a la necesidad de que las nulidades sean expresas, no debe ex-
cluir el principio indiscutible q u e entre la validez y la nulidad del acto
debe optarse por la validez 2 9 .
26
C N C i v . , S a l a D , 3 0 / 9 / 1 9 6 4 . L . L . , 116-568; id..SalaF, 7 / 4 / 1 9 5 9 , L.L., 95-250; id.,Sala
B, 2 0 / 5 / 1 9 6 0 , J.A., 1960-V-508; id., id., 9 / 1 1 / 1 9 8 1 , L.L., 1982-A-61.
27
CNCiv.,SalaC, 1 5 / 1 0 / 1 9 7 6 , E.D., 71-206; id., S a l a B , 9 / 1 1 / 1 9 8 1 , L.L.. 1982-A-61; id.,
S a l a D , 2 9 / 9 / 1 9 7 0 , E.D., 36-459.
28
CNCom., S a l a D , 2 3 / 8 / 1 9 8 2 , E.D., 103-438.
29
CNCiv., S a l a B , 1 4 / 5 / 1 9 8 5 , L.L., 1987-D-318; fci.,SalaC, 1 5 / 1 0 / 1 9 7 6 , E.D., 71-206;
id., Sala A, 6 / 6 / 1 9 5 3 , J.A., 1953-III-443.
INEFICACIA DE LOS ACTOS JURÍDICOS 885
a) El defecto es manifiesto
Por manifiesto entendemos aquel defecto que surge patente del
acto, aquel que se presenta sin lugar a dudas, sobre el cual no cabe dis-
cusión.
Pero habrá que tener cuidado, esta expresión "defecto manifiesto"
puede ser equívoca. De allí, que debemos realizar dos aclaraciones fun-
damentales para precisarla.
La primera: lo patente o manifiesto del defecto no es necesario que
se presente ab initio, al celebrarse el acto, sino al momento en que el juez
resuelve. En otras palabras, el vicio es manifiesto a los ojos del juez, aun-
que pudiera no ser ostensible para los terceros o las partes al tiempo de
realizarse el acto.
La segunda: cuando afirmamos que en el acto nulo el defecto surge
manifiesto para el juez, vale decir, se presenta sin lugar a dudas, sin ne-
cesidad de investigación, queremos significar, no que el vicio tiene una
ostensibilidad visual, sino que el juez puede subsumir ese vicio en una
hipótesis normativa prevista, sin sujeción a una previa e imprescindible
valoración de circunstancias contingentes para detectarlo (Zannoni).
Veamos un ejemplo para aplicar este enunciado teórico: un menor
vende un inmueble; luego el representante legal promueve la acción de
nulidad: el juez interviniente subsumirá el vicio en la previsión normativa
expresa y objetivamente, bastándole comparar la fecha de nacimiento
según la partida con la fecha de la escritura de venta, y sin necesidad de
ninguna otra investigación, lo declarará nulo.
En suma, es manifiesto el vicio que no requiere investigaciones,
pues en los supuestos que la ley califica actos nulos, "son referencias
normativas destinadas a ser aplicadas por una operación lógica de sub-
sunción" (Zannoni).
Muy ligado a este concepto aparece la rigidez del vicio.
b) El defecto es rígido
Por rígido, entendemos aquel defecto que se presenta fijo, que no es
susceptible de grados, de más o de menos, que es idéntico en la misma
especie de acto jurídico, es decir existe en la misma dosis (Llambías).
El vicio es definido, o mejor es taxativo, porque está prefigurado por la
ley, que a priori dispone la invalidez del negocio que se celebra con tal de-
fecto.
De tal modo, de la rigidez del defecto pasamos, también, a la rigidez
de la ley.
Porque la exigencia de la ley en los actos nulos es asimismo rígida,
pues la fórmula con la cual fulmina esa falla es categórica: tal acto es in-
válido. Por ejemplo, el artículo 1042 al disponer: "Son también nulos los
actos jurídicos otorgados por personas relativamente incapaces [...]".
En suma, vicio rígido, preestablecido de igual manera —rígida— por
la ley que, en consecuencia, puede por sí mismo y a priori aniquilar el
I
886 JULIO CESAR RIVERA
a) El defecto no es manifiesto
Decimos que el vicio o defecto no es manifiesto, porque el acto jurí-
dico p r e s e n t a a p a r e n t e m e n t e r e u n i d o s todos s u s requisitos de validez,
pero h a y u n vicio que se e n c u e n t r a oculto, agazapado en la e s t r u c t u r a
del negocio.
A diferencia del acto nulo, aquí el juez, p a r a declarar la nulidad del
negocio, deberá previamente realizar u n a investigación judicial; deberá
valorar todas las c i r c u n s t a n c i a s de hecho p a r a poder descubrir la exis-
tencia del defecto, que está oculto p a r a él.
Así, por ejemplo, es a n u l a b l e el acto jurídico otorgado por vicio de
error (art. 1045). E n este caso, el j u e z no puede, sin m á s , s u b s u m i r el de-
fecto en la previsión normativa, porque previo a declarar la nulidad, de-
berá realizar toda u n a investigación a efectos de comprobar, de acuerdo
con las p r u e b a s que produzca quien lo alegue; por ejemplo, si el error de
hecho fue esencial (arts. 9 2 4 a 927), si a s u vez fue excusable (art. 929),
p a r a luego decidir sobre la ineficacia del negocio.
b) El defecto es flexible
El defecto es graduable, o flexible, porque se p r e s e n t a en el acto ju-
rídico en forma indefinida, fluida. Vale decir, es susceptible de m á s o de
m e n o s , varía en la m i s m a especie de actos jurídicos.
Y a q u í también, de la flexibilidad del defecto nos p a s a m o s a la fle-
xibilidad de la ley.
INEFICACIA DE LOS ACTOS JURÍDICOS 887
b) Distinción aparente
De lo expuesto en los artículos precedentes surgiría como distinción
inicial entre los actos nulos y anulables que los primeros son tenidos por in-
válidos desde el mismo momento de su celebración, m i e n t r a s que los a n u -
lables lo son desde la sentencia q u e los juzga como tales.
Sin embargo, ya h e m o s visto que a u n t r a t á n d o s e de u n acto nulo,
la nulidad debe ser invocada por la parte legitimada p a r a hacerlo, y debe
mediar declaración judicial si existe controversia sobre tal nulidad.
Y t a m b i é n debe tenerse en c u e n t a que la declaración de nulidad de
u n acto a n u l a b l e también tiene efecto retroactivo, p u e s conforme al ar-
tículo 1050: "La nulidad pronunciada por los jueces vuelve las cosas al
mismo o igual estado en que se hallaban antes del acto anulado".
d) Alcance de la distinción
De modo que, la diferencia entre actos n u l o s y anulables quedaría
reducida al proceso lógico que realiza el juez, y que ya h a sido explicado.
b) El defecto es sustancial
Por s u s t a n c i a l e n t e n d e m o s aquel defecto que afecta u n interés ge-
neral. En la nulidad a b s o l u t a lo q u e está enjuego, lo que aparece violado
por el otorgamiento del acto, es el interés general.
I:
890 JULIO CESAR RIVERA.
d) El defecto es permanente
Decimos que el defecto es p e r m a n e n t e , porque no sólo se manifiesta
al tiempo del otorgamiento del acto, sino q u e la s u b s i s t e n c i a del efecto
jurídico generado por el acto implica m a n t e n e r viva la ofensa a ese inte-
rés general, en tanto y en c u a n t o así sea considerado (López Olaciregui).
De lo dicho se desprende, que existe correlatividad entre la gravedad
del defecto y s u p e r m a n e n c i a .
b) El defecto no es sustancial
E n t e n d e m o s que el defecto no es s u s t a n c i a l a b s o l u t a m e n t e , porque
afecta u n interés particular, individual de los sujetos del negocio.
El ejemplo típico es el del contrato celebrado por u n incapaz de he-
cho. En este caso, si el negocio h u b i e r a sido inconveniente (circunstan-
cia q u e p u e d e no darse), lo q u e aparece nítidamente afectado es el inte-
rés particular de la parte —incapaz— del negocio.
a) De la nulidad absoluta
— debe ser declarada de oficio por el j u e z c u a n d o el defecto aparece
manifiesto en el acto nulo;
— p u e d e invocarse por todos los que t e n g a n interés legítimo en ha-
cerlo, excepto el que sabía o debía saber el vicio invalidante;
— p u e d e ser articulada por el Ministerio Público;
— no es susceptible de confirmación;
892 JULIO CESAR RIVERA
— la acción es irrenunciable;
— la acción es imprescriptible.
b) De la nulidad relativa
— no corresponde q u e el j u e z la declare de oficio;
— sólo p u e d e invocarse por aquellos en cuyo beneficio h a sido acor-
dada;
— no p u e d e ser invocada por el Ministerio Público;
— el acto viciado p u e d e ser confirmado;
— la acción es renunciable;
— la acción es prescriptible.
h) Alcance
Ahora bien, no todos los a u t o r e s le d a n a esta condición el mismo al-
cance.
En general, se h a sostenido que los términos: cuando aparece ma-
nifiesto en el acto, a p u n t a n al acto nulo (Zannoni, Cífuentes) 3 3 .
En otras palabras, si el juez al momento de dictar sentencia, es decir,
c u a n d o está en condiciones de valorar las p r u e b a s que h a n aportado las
partes, advierte la manifiesta nulidad absoluta, tendrá que ejercer la facul-
tad y declararla a u n sin petición de parte interesada, ya que el vicio que
la genera se proyecta hacia los intereses generales.
E n s u m a , los actos que el j u e z p u e d a a n u l a r oficiosamente son los
nulos de nulidad a b s o l u t a (conf. Moisset de Espanés).
b) Alcance
Esto n o quiere significar q u e la acción de nulidad absoluta sea u n a
acción popular y que cualquier p e r s o n a p u e d a p r e s e n t a r s e a solicitarla.
Para poder hacerlo, conforme a lo q u e exige el artículo 1047, deberá j u s -
tificar ese interés legítimo, p u e s "sin interés no h a y acción".
d) Excepción de nulidad
Sin perjuicio de lo dicho, asistimos razón a Llambías c u a n d o afirma,
que si el acto inválido no h a sido ejecutado (acá el verbo se utiliza en su
sentido estricto), es admisible que la nulidad se oponga (por vía de excep-
ción de nulidad) a u n por la parte torpe, p u e s con tal defensa no estaría
fundando u n derecho en su propia torpeza, sino conservando u n a situa-
ción legítima preexistente.
e) Proyecto de reforma
Y, yendo a ú n m á s lejos, el jurista precitado propuso, en u n a futura re-
forma, que sólo se prohiba iniciar la acción de nulidad a la parte que hubie-
se obrado de mala fe y pretendiese extraer u n provecho de la declaración de
nulidad. Así fue regulado en el Anteproyecto de 1954, artículo 210.
Cabe acotar que, en esta línea de p e n s a m i e n t o se coloca la reforma
al artículo 9 5 9 del Código Civil, realizada por la ley 17.711, en materia de
acción de simulación entre las p a r t e s , c u a n d o la m i s m a es ilícita.
J) Nulidad relativa
Por el contrario, si se t r a t a de n u l i d a d relativa la impugnación es li-
mitada, p u e s de acuerdo con lo p r e c e p t u a d o por el artículo 1048, párrafo
894 JULIO CESAR RIVERA
tercero, no puede alegarse sino por aquellos en cuyo beneficio la han esta-
blecido las leyes. Y ello es así, porque, a diferencia de la nulidad absoluta,
la nulidad relativa se funda en la protección de u n interés particular; ella
tiene u n beneficiario específico en cuyo favor opera la sanción de nulidad 34 .
Ahora bien, p a r a entender quiénes son esos beneficiarios, es preciso
h a c e r a l g u n a s distinciones.
35
g) Incapaces de hecho
La m i s m a ley haciendo aplicación de este principio lo dice. Así, re-
firiéndose a los s u p u e s t o s de incapacidad de hecho, casos típicos de nuli-
dad relativa, la primera parte del artículo 1049 dispone: "Lapersona capaz
no puede pedir ni alegar la nulidad del acto fundándose en la incapacidad
de la otra parte /...]". Disposición que se repite en el artículo 1064.
En síntesis, en los s u p u e s t o s de nulidad relativa, sólo la parte inca-
paz puede alegar la nulidad, p u e s es el incapaz el beneficiado con la s a n
ción de nulidad. Recuérdese, que la ley lo incapacita de hecho y a n u l a
s u s actos jurídicos p a r a protegerlo; éste es el fundamento.
h) Incapaces de derecho
En cambio, c u a n d o la incapacidad es de derecho (vale decir, c u a n d o
el agente se e n c u e n t r a alcanzado por u n a prohibición legal específica), es
la parte capaz, perjudicada con el obrar de quien tiene prohibido hacerlo,
quien tiene la facultad de solicitar la nulidad. Obsérvese que el funda-
mento de la incapacidad de derecho radica, en principio, en la protección
de u n interés general, de la moral o de la ley. De allí eme, también en prin-
cipio, la incapacidad de derecho d a r á lugar a u n a nulidad absoluta, sal
vo que lo q u e esté e n j u e g o sea u n interés particular.
i) Inhabilitados
En el caso de actos celebrados por inhabilitados, la acción la ten-
d r á n éstos, asistidos por s u s curadores, o solos, sí h u b i e r a n sido reha-
bilitados; o s u s herederos en caso de fallecimiento. En el s u p u e s t o de los
pródigos, en particular, debe entenderse que la acción de nulidad com-
pete también al cónyuge, a s c e n d i e n t e s y d e s c e n d i e n t e s , respecto de los
actos realizados por el pródigo sin la asistencia del curador; ya que el
f u n d a m e n t o de la institución es la protección de la familia.
j) Vicios de la voluntad
La s e g u n d a parte del artículo 1049 establece: "/•••/ Tampoco puede
pedirla por razón de violencia, intimidación o dolo, el mismo que lo causó, ni
34
CNCiv., Sala G, 2 6 / 1 2 / 1 9 8 5 . LX., 1986-B-338.
33
Bibliografía especial: KEMELMAJER DE CARLUCCI, Aída, "La demencia como b a s e de las
nulidades en el Código Civil", RDPC, 8-9.
INEFICACIA DE LOS ACTOS JURÍDICOS 895
por error de la otra parte el que lo ocasionó". Solución que reitera el ar-
tículo 1158.
E n estos s u p u e s t o s , el protegido por la ley es la víctima del error, del
dolo o de la violencia. Por lo d e m á s , los ejecutores de estos vicios (dolo-
violencia) no podrían reclamar la nulidad, porque e s t a r í a n invocando su
propia torpeza.
kj Lesión
En m a t e r i a de vicio de lesión, la acción se d a exclusivamente a la
víctima, o a s u s herederos en caso de fallecimiento (art. 954).
1) Simulación
En el caso de simulación, tiene acción la parte contra quien se pre-
tende m a n t e n e r el acto como si fuera real; si la simulación fuere ilícita es
necesario, a d e m á s , que de la declaración no se siga beneficio alguno
p a r a el accionante. También p u e d e n ejercer acción de simulación los ter-
ceros que tengan algún interés en la declaración de nulidad.
m) Representantes
Asimismo están legitimados p a r a invocar la nulidad, los repre-
sentantes legales de los incapaces y el ministerio pupilar, actuando subsi-
diariamente c u a n d o el incapaz carezca de representación, o promiscua-
m e n t e c u a n d o ésta se ejerza sin diligencia y atención (art. 59).
n) Sucesores
Como se dijo, los sucesores universales p u e d e n ejercer la acción de
n u l i d a d del c a u s a n t e , si el derecho que la c o m p r e n d e es transmisible
(arts. 4 8 5 , 8 9 5 , 1195 y 3417); no así los s u c e s o r e s singulares. En rela-
ción con los acreedores, sólo p u e d e n ejercer la acción subrogatoria que
regula el artículo 1196 (Llambías), salvo en el s u p u e s t o de la simulación,
en el que e s t á n legitimados.
b) Tesis minoritaria
E n u n a posición minoritaria, casi de excepción, algunos pocos au-
tores a d m i t e n la prescripción de la acción de nulidad absoluta. S u m a r i a -
m e n t e , afirman que la prescripción es u n a institución q u e se funda en
motivos de interés público. Interés que exige, a los fines de la paz social
y tranquilidad de los individuos, q u e los pleitos y acciones t e n g a n u n tér-
mino de d u r a c i ó n en el tiempo; por lo cual, t o d a s las acciones son, en
principio, prescriptibles, a u n la acción de nulidad absoluta. Solamente
son imprescriptibles aquellas acciones que la ley declara tales. Al respec-
INEFICACIA DE LOS ACTOS JURÍDICOS 897
c) Refutación
No participamos de este criterio interpretativo. Las razones que ve-
nimos exponiendo y específicamente el criterio que lleva a distinguir la
nulidad absoluta de la relativa, que es j u s t a m e n t e la defensa del interés
general, fundan n u e s t r a postura. Pues ese interés general no puede de-
pender de la actitud que quisiera a d o p t a r el titular de la acción, si pre-
tendieran dejarla prescribir.
Por lo d e m á s , la sanción de la Ley de Fe de E r r a t a s , 17.940. susti-
tuyó las p a l a b r a s seaabsolutao refatiuaque la ley 17.711 había ^'¿rega-
do al modificado artículo 4 0 2 3 (el cual disponía la prescripción de la ac-
ción de n u l i d a d en el plazo de diez a ñ o s , sea a b s o l u t a o relativa), por
trátese de actos nulos o anulables. Con lo cual, el legislador p u n t u a l m e n -
te corrigió el error inicial. La acción de nulidad a b s o l u t a continúa siendo
imprescriptible.
A mayor a b u n d a m i e n t o , es útil d e s t a c a r que la doctrina nacional es
casi u n á n i m e al aceptar que la acción de nulidad a b s o l u t a es imprescrip-
tible (así: Arauz Castex, Llambías, Borda, Cifuentes. Buteler Cáceres, A.
Alterini, Salerno, Salvat, López Olaciregui, Zannoni, entre otros], posi-
ción que se reflejó en las VI J o r n a d a s Nacionales de Derecho Civil reali-
zadas en S a n t a Fe, en 1977, donde se declaró "Que de acuerdo con el or-
den jurídico vigente, la acción de nulidad a b s o l u t a es imprescriptible".
a) Negocio unitario
La cuestión de la nulidad parcial se p r e s e n t a c u a n d o el vicio apare
ce en u n negocio único, y no en negocios s e p a r a d o s y distintos salvo que
éstos t e n g a n tal relación q u e u n o no p u e d a subsistir sin el otro ÍLarenz.
Zannoni).
b) Negocio divisible
Para que proceda u n a nulidad parcial, el negocio unitario debe ser
divisible, vale decir, que s u s p a r t e s o c l á u s u l a s s e a n separables y que, lo
que a ú n reste de él u n a vez excluida la parte nula, sea idóneo p a r a sub-
sistir como negocio jurídico (Cifuentes).
d) Supuestos legales
Por otra parte corresponde señalar que, a veces, es la misma ley la
que consagra la aplicación de las nulidades parciales. Veamos los si-
guientes ejemplos: las cláusulas nulas de una sociedad civil (art. 1653)
no afectan la validez de la sociedad como tal; la cláusula que fije al con-
trato de locación un término menor que el establecido por la ley es de nin-
gún valor, pero el contrato se considera eficaz y celebrado por el término
mínimo previsto (art. 1507, Cód. Civ. y art. 2 S , ley 23.091); las donacio-
nes que comprenden bienes presentes y futuros del donante, son nulas
sólo respecto de estos últimos (art. 1800); en los contratos por adhesión
a condiciones generales, la nulidad de una cláusula predispuesta abu-
siva, como las de irresponsabilidad, no producen necesariamente la nu-
lidad de todo el contrato.
ser válido debe ser otorgado por persona capaz de cambiar el estado de
su derecho".
La n o r m a se refiere genéricamente a la capacidad como atributo de
la personalidad, vale decir, a la capacidad de h e c h o y a la capacidad de
derecho. De tal modo, la n u l i d a d p u e d e c o r r e s p o n d e r a la carencia de
u n a o de otra.
Debe tenerse en c u e n t a q u e alude a quien a c t ú a como parte, p u e s
el otorgante (v. supra, n e 1124) p u e d e ser incapaz sin q u e por ello se afec-
te la validez del negocio (art. 1897).
P a s a m o s a e n u m e r a r los actos nulos.
36
CNCiv.,SalaF, 15/7/1971, E.D., 41-329: id., SalaC, 18/2/1977, E.D., 75-222; id., id..
5/9/1980, E.D., 90-619; id., SalaD, 30/10/1979, L.L., 1980-C-159.
37
CCiv. y Com., Santa Fe, 27/11/1973, E.D., 63-469; CNCiv., Sala D, 14/12/1971, E.D.,
42-608.
INEFICACIA DE LOS ACTOS JURÍDICOS 903
b) Hipótesis comprendidas
Los s u p u e s t o s de nulidad por falla del objeto h a n sido analizados su-
pra, n ú m e r o 1139, a donde remitimos.
A p u n t a m o s que p a r a que e s t a s fallas ocasionen la nulidad es nece-
sario que el defecto del objeto se e n c u e n t r e manifiesto en el acto. De lo
contrario y s e g ú n lo dispuesto en el artículo 1045, el acto será anulable.
904 JULIO CESAR RIVERA
c) Carácter de la nulidad
El c a r á c t e r de la nulidad e s t a r á dado por la n a t u r a l e z a del interés
tutelado; es decir que no n e c e s a r i a m e n t e la nulidad será absoluta, como
lo sostenía a n t a ñ o la doctrina (conf. con n u e s t r o criterio, Cifuentes, Lio-
veras de Resk).
38
1554. ACTOS NULOS POR ILICITUD DE LA CAUSA
La c a u s a es u n elemento a u t ó n o m o del negocio jurídico (v. supra,
nros. 1143 y sigs.), por lo que los defectos que la afecten p u e d e n c a u s a r
la invalidez del negocio jurídico.
Las hipótesis de nulidad por defecto de la c a u s a h a n sido estudia-
d a s supra, n ú m e r o 1154 a donde remitimos.
La nulidad en principio, será a b s o l u t a por e s t a r involucrado el inte-
rés general.
CNCiv., S a l a B , 3 / 9 / 1 9 8 1 , E.D., 9 7 - 1 8 3 .
908 JULIO CÉSAR RIVERA
1563. PLANTEO
Por efectos de la nulidad de los actos jurídicos, se entienden las con-
secuencias jurídicas que produce la declaración de nulidad (Arauz Castex).
La nulidad priva al acto jurídico de sus efectos propios o normales,
vale decir, de aquellos efectos que las partes persiguieron al otorgarlo. De
tal manera, descalifica como tal al negocio jurídico, que justamente se
caracteriza por tener como fin inmediato la producción de esos efectos
jurídicos queridos por las partes (art. 944).
En consecuencia, la nulidad origina la sanción que recae sobre las
personas y consiste en la negación de la adquisición, modificación o ex-
tinción de derechos a que estaba destinado el acto y a las consiguientes
restituciones, si el mismo se ejecutó.
En otras palabras, dictada la sentencia de nulidad, y encontrándose
ésta firme, las cosas deben volver al estado en que se encontraban antes
de otorgarse el acto jurídico; para ello, desaparecen los derechos y obliga-
ciones que hubieran nacido de aquel acto y, en su caso, deben restituirse
los bienes que se hubiesen entregado en virtud de él.
La razón es sencilla: la nulidad (entendida genéricamente como ne-
gación del negocio jurídico) tiene la virtud de crear la necesidad jurídica
de que no se produzcan los efectos propios del acto. De tal modo, la nu-
lidad es una categoría jurídica dirigida por la ley hacia la obtención, en
la medida posible, del resultado consistente envolver las cosas al estado
en que se encontraban antes de que el acto se otorgue (López Olaciregui).
Estas consecuencias jurídicas concretas alas que la declaración de
nulidad abre paso son los llamados efectos de la nulidad, que se encuen-
tran legislados en los artículos 1050 y siguientes.
40
Bibliografía especial: MOYANO, "Las restituciones del art. 1052 del Código Civil no son
consecuencia de la anulación de los actos jurídicos", J.A., 43-294; LÓPEZ OLACIREGUI, J o s é
María, "De la nulidad de los actos jurídicos (2- parte)", Lecciones y ensayos, n919; LLOVERÁS DE
RESK, María Emilia, "Efectos de la sentencia de nulidad entre las partes", L.L., 1984-C-1067.
910 JULIO CÉSAR RIVERA
b) Alcance
Inicialmente p u e d e decirse que el efecto invalidatorio se proyecta
hacia el p a s a d o , reponiendo las cosas en el estado en que se e n c o n t r a b a n
a n t e s de la celebración del negocio (conf. Lloverás de Resk); y hacia el fu-
turo, p u e s el negocio no t e n d r á ya aptitud p a r a producir los efectos que
las partes perseguían con su celebración.
Además, los efectos de la declaración de nulidad se proyectan tanto
respecto de las partes como de terceros.
c) Efecto primordial
La conjugación de las afirmaciones precedentes, lleva a concluir en
que el principal efecto de la declaración de nulidad de u n negocio jurídico
es la extinción de todos los derechos reales o personales causados en el ne-
gocio anulado: y por ende, el deber de restitución de las cosas que se hu-
biesen transmitido con c a u s a en ese negocio inválido.
d) Excepciones
Sin embargo, el principio antes aludido rio es absoluto, y en aras de la
protección de otros valores, se excepciona en favor de los terceros de b u e n a
fe que h u b i e s e n adquirido derechos reales o personales a título oneroso
(art. 1051). Sobre este t e m a se vuelve luego con mayor extensión.
Por lo d e m á s , la nulidad priva al negocio de s u s efectos "normales",
por lo que subsistiendo como hecho jurídico, p u e d e producir otros efec-
tos (art. 1056).
d) Jurisprudencia
Pocos son los pronunciamientos judiciales que establecen o niegan,
en forma expresa, si la norma del artículo 1050 contiene un principio ge-
neral en materia de efectos de la nulidad de los negocios jurídicos, salvo
algún fallo aislado, que dijo: "El principio sentado por esta norma tiene
carácter general y se aplica tanto a los actos nulos como a los anula-
bles" 41. No hemos encontrado resoluciones específicas sobre el tema.
Sin embargo, existe abundante jurisprudencia que resolvió que el
efecto natural y único de la nulidad de un acto jurídico, conforme a lo nor-
mado por el artículo 1050, es volver las cosas al mismo o igual estado en que
se hallaban antes del acto nulo o anulable [...] siendo obligación de las par-
tes, restituirse mutuamente lo que han percibido o recibido en virtud o
por consecuencia del acto nulo o anulable 42 .
Algunos autores, con razón, han visto en estos fallos un reconoci-
miento, aunque a veces no expreso, del principio general de los efectos
de la sentencia de nulidad establecido en el artículo 1050 (Lloverás de
Resk).
Respecto al alcancé y aplicaciones de los efectos de la nulidad, la ju-
risprudencia es casi pacífica al considerar que no es necesario distinguir
esos efectos según se trate de las partes intervinientes en el acto invali-
dado o de terceros ajenos a él 43 .
Asimismo, existen pronunciamientos donde expresamente se reco-
noce que los efectos de la sentencia de nulidad son idénticos, sea el acto
nulo o anulable 44 .
Sin embargo, también se ha resuelto, fundamentalmente antes de
la sanción de la ley 17.711, que los efectos de la nulidad en relación con
los terceros, se diferenciaban según el acto fuera nulo o anulable, recep-
tándose, de ese modo, la tesis de Llambías. En esta senda, se resolvió;
que la acción de reivindicación intentada por el propietario desposeído a
41
C P C i v . y C o m . , La Plata, 1 6 / 6 / 1 9 3 1 , J.A., 35-1482.
42
CNCiv.,SalaF, 17/12/1959.L.L., 98-728; id., S a l a B , 2 2 / 4 / 1 9 8 2 , J.A., 1983-1-602; id.,
Sala A. 1 6 / 4 / 1 9 8 5 , L.L., 1985-C-487.
43
CNCiv., S a l a C , 2 9 / 3 / 1 9 7 4 , L.L., 155-65; id., S a l a F , 2 7 / 8 / 1 9 7 9 , L.L., 1980-D-295; id.,
¡d., 1 5 / 1 1 / 1 9 7 9 , E.D., 83-438; SCBuenos Aires, 2 9 / 2 / 1 9 7 2 , L.L., 147-376.
44
CNCiv., S a l a F , 1 7 / 1 2 / 1 9 5 9 , L.L., 98-728; C l 5 Civ. y Com. Mcdes, 3 / 9 / 1 9 5 4 , L.L., 76-
475.
INEFICACIA DE LOS ACTOS JURÍDICOS 913
e) Nuestra posición
Como lo a p u n t a m o s precedentemente, consideramos que el artículo
1050 consagra el principio general del efecto retroactivo de la nulidad de los
actos jurídicos, aplicable tanto a los actos nulos como a los actos anulables.
Si no hay acuerdo entre las partes sobre la presencia, o no, de u n vi-
cio en el negocio que celebraron, siempre deberá intervenir el juez, sea el
acto nulo o anulable y dictada la sentencia, sólo existe u n a nulidad: la
p r o n u n c i a d a por el juez. Pues u n a vez declaradas, todas las nulidades
producen los mismos efectos, a u n c u a n d o en u n tiempo anterior pudie-
ron h a b e r sido distintas las condiciones o formas en q u e se las llegó a de-
clarar (López Olaciregui).
El hecho de que el artículo 1038 preceptúe, como destaca Llambías,
que los actos nulos se reputan tales a u n q u e su nulidad no haya sido juz-
gada, no autoriza la conclusión del autor, p u e s ello no quiere significar que
la nulidad, en caso de conflicto, no deba ser siempre invocada frente a u n
tribunal, ya que por nulo que sea el negocio, nadie puede hacer justicia por
mano propia. De modo tal, los efectos de la nulidad serán los mismos en to-
dos los casos, p u e s como bien señala Lloverás de Resk, "no hay alteración
en la facultad jurisdiccional, porque el juez compruebe u n vicio del acto ju-
rídico o porque establezca su existencia. El juez, al dictar sentencia, pronun-
cia la nulidad del acto jurídico con los efectos que establece el artículo 1050".
Nuestra conclusión, que pudo generar alguna duda en el sistema de Vélez
Sarsfield, queda avalada por la redacción actual que la ley 17.711 dio al ar-
tículo 1051, al incorporar u n agregado que dice: sea el acto nulo o anulable.
Esta tesis es la sostenida por la mayoría de la doctrina contemporá-
n e a (López Olaciregui, Lloverás de Resk, Zannoni, Borda, Cifuentes).
45
CCiv. 2 a Cap., 2 2 / 6 / 1 9 4 5 , J.A., 1945-IH-932; CApel.Civ. Com., Rosario, en pleno, J.A.,
1943-1-771; SCBuenos Aires, 1 1 / 1 2 / 1 9 6 1 , E.D., 2-657.
46
DASSEN, Julio, "Efectos de las nulidades; art. 1052 del Código Civil argentino", Revista
CríticadeJurisprudencia, 1934-125; "Efectodelanulidad: arts. 1050y 1052", J.A., 1956-111-85.
914 JULIO CESAR RIVERA
1567. PLANTEO
Hemos dicho precedentemente, q u e el principio general en materia
de efectos de la nulidad de los negocios jurídicos es el q u e surge del ar-
47
SCBuenos Aires, 1 2 / 6 / 1 9 3 1 , J.A., 42-293; CCiv, I a Cap., 1 9 / 1 1 / 1 9 4 3 , L.L., 32-727; C
2 a Civ. y Com. Mcdes., 4 / 5 / 1 9 7 9 , E.D., 84-449; CApel. J u n í n , 3 1 / 3 / 1 9 7 8 , E.D., 78-684;
CNCom., Sala B, 7 / 8 / 1 9 8 5 , L.L., 1986-B-24; CNCiv., Sala B, 3 / 1 1 / 1 9 7 8 , E.D., 83-525.
48
C 5 3 Civ. Com. Córdoba, 3 0 / 1 2 / 1 9 8 6 , L.L., 1987-595; CNCiv., Sala B, 7 / 7 / 1 9 8 3 , J.A.,
1984-III-460; SCBuenos Aires, 3 / 9 / 1 9 7 4 , L.L., 1975-A-531; CNCiv., Sala F, 1 5 / 1 1 / 1 9 7 8 ,
E.D., 83-439.
INEFICACIA DE LOS ACTOS JURÍDICOS 915
tículo 1050, que ordena la vuelta de las cosas al estado anterior al otor-
gamiento del acto nulo o a n u l a d o , dejado sin efecto por la sentencia j u -
dicial; lo c u a l debe analizarse con relación a las partes y a los terceros.
Trataremos ahora los efectos de la nulidad en relación con las partes,
distinguiendo según que el acto se hubiere ejecutado o no.
b) Integración
Conforme a u n criterio decididamente mayoritario, las reglas que el
Código da en esta materia (arts. 1053 y 1054) deben integrarse con las
disposiciones existentes a partir del articulo 2422, que regula los dere-
chos y obligaciones del poseedor de b u e n a o de mala fe (Zannoni, Llove-
r á s de Resk, Buteler Cáceres, De Gásperi Morello). El fundamento de
esta tesis reside n a t u r a l m e n t e en la necesidad de integrar el ordena-
miento civil, el que es u n todo único.
d) Momento
La obligación de restituir se c a u s a en el m o m e n t o de la notificación
de la d e m a n d a de nulidad.
fj Buena Je
El artículo 1053 o r d e n a la compensación de frutos sin hacer distin-
gos respecto de la b u e n a o mala fe de las partes, lo que h a dado lugar a
diversas opiniones en la doctrina:
— u n grupo de a u t o r e s propicia la aplicación literal del artículo
1053, sin h a c e r distingo alguno; entre ellos Salvat, quien —cabe recor-
darlo— d e s e c h a la integración de los artículos 1053 y 1054 con las dis-
posiciones del Libro III q u e t r a t a n de los derechos y obligaciones del po-
seedor de b u e n a o mala fe;
— otro sector, considera que el artículo 1053 se aplica siempre q u e
las dos p a r t e s s e a n de b u e n a fe (Llerena), arguyendo Llambías, en pro de
esta tesis, que la b u e n a fe se p r e s u m e y, por ello, está sobreentendida en
el artículo mencionado;
— e s t á n q u i e n e s s o s t i e n e n q u e la c o m p e n s a c i ó n funciona siem-
pre que las dos p a r t e s s e a n i g u a l m e n t e de b u e n a o de m a l a fe; pero si
u n a sola de las p a r t e s es de m a l a fe, ésta debe r e s t i t u i r los frutos per-
cibidos a n t e s de la notificación de la d e m a n d a , y a u n los q u e h u b i e r e
dejado de percibir por su c u l p a (aplicación d e l a s reglas de los a r t s .
2 4 3 8 , 2 4 3 9 y conc.) (Segovia, Borda) 49;
— finalmente, la d o c t r i n a c o n t e m p o r á n e a h a c e u n a derivación de
la s e g u n d a posición. Se afirma q u e el artículo 1053 p r e s u m e la b u e n a
fe; de allí q u e d i s p o n g a la r e s t i t u c i ó n de los frutos percibidos d e s d e la
notificación de la d e m a n d a , como lo h a c e el a r t í c u l o 2 4 3 3 . Si u n o o
a m b o s c o n t r a t a n t e s fueran de m a l a fe, la c u e s t i ó n cae fuera de la ór-
bita del articulo 1053, y se aplican las disposiciones del Capítulo IV,
del Título II del Libro III.
49
CNCiv.,SalaA, 2 5 / 1 1 / 1 9 8 8 , L.L., 1989-A-499; id., id., 3 1 / 5 / 1 9 5 7 , L.L., 94-82; C l^CC
S a n Isidro, LX..XL-1715. su. 210.
918 JULIO CÉSAR RIVERA
c) Proyectos de reforma
El Anteproyecto Bibiloni, el Proyecto de 1936 y el Anteproyecto de 1954.
propiciaron la derogación del artículo 1054, sujetando entonces el caso a las
reglas ordinarias previstas para el poseedor de b u e n a o mala fe.
a) Contratos unilaterales
Los artículos 1053 y 1054 se refieren exclusivamente a los contratos
bilaterales. La a u s e n c i a de referencia a los contratos unilaterales h a he-
cho que Borda y Llambías prediquen la aplicación de las reglas generales
s e n t a d a s en los artículos 2 4 3 8 y siguientes.
b) Restitución de productos
Ya h e m o s visto el concepto de "producto" (v. supra, n s 991). El Có-
digo no contiene n i n g u n a regla respecto de la s u e r t e de los productos ge-
n e r a d o s por u n a cosa e n t r e g a d a en razón de u n negocio anulado.
De allí que la doctrina considere que se aplica el artículo 2444, que
impone la restitución de ellos tanto al poseedor de m a l a fe c u a n t o al de
b u e n a fe.
c) Presupuestos de la responsabilidad
La nulidad del negocio es p r e s u p u e s t o de la acción de responsabi-
lidad prevista por el artículo 1056; pero no es condición suficiente, sino
que deben d a r s e los d e m á s recaudos propios de la responsabilidad civil:
que se h a y a c a u s a d o u n daño, que g u a r d e a d e c u a d a relación de c a u s a -
lidad con la c o n d u c t a antijurídica (concretada en el otorgamiento del ne-
gocio inválido), y que sea atribuible a u n a de las p a r t e s del negocio nulo
en razón de u n factor de atribución. Asimismo, es necesario que el de-
m a n d a n t e del resarcimiento no h a y a tenido conocimiento del defecto
que invalidaba el negocio.
1575. PLANTEO
Ya se anticipó q u e el t e m a del efecto de la declaración de nulidad
comprende dos variantes: frente a las partes y a n t e terceros.
E s t a ú l t i m a s i t u a c i ó n es la q u e a n a l i z a r e m o s e n los n ú m e r o s si-
guientes, y la c u e s t i ó n q u e se p l a n t e a p o d e m o s r e s u m i r l a en los si-
guientes t é r m i n o s : si el tercero (subadquirente), a quien el a d q u i r e n t e
por acto nulo o a n u l a b l e h a transmitido o constituido u n derecho real o
personal, se ve privado o no de esos derechos como consecuencia de la de-
claración de nulidad.
Un ejemplo típico es que A le vende u n a c a s a a B por acto anulable
(viciado por error o dolo), o por acto nulo (A es incapaz de hecho). B a su
vez le t r a n s m i t e la propiedad de la c a s a a C (tercero subadquirente). Pro-
movida acción de nulidad por A, ella es e s t i m a d a favorablemente por la
sentencia: ¿los efectos de la nulidad alcanzan a C y, por ende, éste estará
obligado a restituir la c a s a a A, o puede conservar su propiedad?
c) Aplicaciones
Este principio tiene aplicación en varias reglas particulares del Código:
INEFICACIA DE LOS ACTOS JURÍDICOS 923
d) Excepciones
Pese a q u e la regla nemo plus iuris s e n t a d a por el artículo 3 2 7 0 es
u n principio general cuyos efectos se proyectan a todas las relaciones j u -
rídicas, tiene excepciones (v. supra, n s 1162).
Entre ellas cabe incluir al artículo 1051 en su a c t u a l redacción, en
c u a n t o establece en su última parte u n a excepción en favor de los terce-
ros a d q u i r e n t e s de b u e n a fe a título oneroso, sea el acto nulo o anulable.
a) Texto legal
El artículo 1051 en su redacción original decía: "Todos los derechos re-
ales o personales transmitidos a terceros sobre un inmueble por una persona
que ha llegado a ser propietario en virtud del acto anulado, quedan sin nin-
gún valor y pueden ser reclamados directamente del poseedor actual".
c) Tesis estricta
Una primera opinión, s u s t e n t a d a por a u t o r e s como Bibiloni, Salvat,
Lafaille, Allende, Molinario, Alsina Atienza, López Olaciregui, Buteler
Cáceres y De Gásperi, sostenía la aplicación rigurosa del artículo 1051,
incluso respecto de s u b a d q u i r e n t e s de b u e n a fe y a título oneroso.
Estos autores d e s e s t i m a b a n que los artículos 2777 y 2778 pudieran
variar e s a conclusión a través de u n a interpretación a contrario sensu; o
sea que p u d i e s e extraerse de ellos q u e la acción de reivindicación sólo
fuera admisible en los casos previstos e x p r e s a m e n t e por ellos.
e) Tesis amplia
S p o t a sostenía, a i s l a d a m e n t e , la improcedencia de extender los
efectos de la nulidad al tercero de b u e n a fe, fuera el acto nulo o anulable.
53
1578. EL NUEVO ARTÍCULO 1051
a) Texto legal
El artículo 1051 dice a partir de 1968: "Todos los derechos reales o
personales transmitidos a terceros sobre un inmuebíe por una persona
53
Bibliografía especial: ALSINA ATIENZA, Dalmiro, "Los derechos reales en la reforma del
INEFICACIA DE LOS ACTOS JURÍDICOS 925
que ha llegado a ser propietario en virtud del acto anulado, quedan sin
ningún valor y pueden ser reclamados directamente del poseedor actual;
salvo los derechos de los terceros adquirentes de buena Je y a título one-
roso, sea el acto nulo o anulable".
b) Orientación de la rejbrma
Aun los autores q u e s o s t e n i a n la tesis estricta h a b í a n advertido la
severidad del régimen, y propiciaban ampliar la protección del s u b a d q u i -
rente de b u e n a fe y por título oneroso. Y éste es el sentido de la reforma,
la que incluso fue m u y amplia, al a b a r c a r los actos n u l o s y anulables.
A continuación veremos los requisitos que se establecen p a r a a m -
p a r a r s e en la tutela del artículo 1051 infine.
Código Civil", J.A., 1969-457; ADROGUÉ, Manuel I., "El art. 1051 y su influencia sobre el régimen
de los derechos reales", L.L., 143-1150; CORTÉS, Hernán, "Los efectos contra terceros de la
nulidad d é l o s actos jurídicos y la reforma de la ley 17.711", L.L., 139-906; GUASTAVINO, Elias,
"La protección a terceros adquirentes de inmuebles", J.A., 1973-93; GURFINKEL DE WENDY,
Lilian, Clasificación de las nulidades frente al art. 1051 del Código Civil, Buenos Aires, 1976;
HIGHTON, Elena, "Solución a algunos problemas que plantea el art. 1051", L.L., 1980-D-290;
LAguts, Manuel, "Estado de Interpretación del art. 1051 infine...", L.L., 1 9 8 6 - E - 1 0 3 5 ; L I A M B Í A S ,
Jorge J., "Nulidad y terceros de b u e n a fe", L.L., 1979-D-102; PÉREZ LASALA, José, T r a n s m i s i o n e s
inmobiliarias en la reforma de la legislación civil", L.L., 131-1340; TRIGO REPRESAS, Félix, "La
nulidad de los actos jurídicos y los terceros adquirentes de inmuebles", Revista del Notariado,
n- 8 2 1 , pág. 1427; MUNDET, E d u a r d o R., "El estudio de títulos y la b u e n a fe del art. 1051 del
Código Civil", Derecho Civil y Comercial Cuestiones actuales, Córdoba, 1990.
926 JULIO CESAR RIVERA
d) Título oneroso
El acto, en razón del cual se constituyen los derechos reales o perso-
nales en favor del subadquirente, debe ser un negocio jurídico oneroso.
e) Buena fe 54
El texto del artículo 1051 se refiere al adquirente de buena fe. Es ob-
vio que se refiere a la buena fe creencia (v. supra, n s 277), es decir aquella
que se predica de quien se persuade de la legitimidad de su título (arg.
art. 2355).
Ahora bien, tratándose de la adquisición de derechos reales sobre
inmuebles, la doctrina debate acerca de cuáles deben ser las diligencias
que emplee el subadquirente para persuadirse de la bondad de su título.
Así, un sector de la doctrina considera que basta la denominada
buena fe registral, que existe toda vez que el subadquirente recibe el de-
recho real de quien aparece como legitimado para transmitirlo según las
constancias del registro de la propiedad inmueble (en esta postura Spo-
ta, Lloverás de Resk, Adrogué).
En contra de esta opinión se alza la mayoría de la doctrina nacional,
la que pondera que el artículo 4- de la ley 17.801 (Ley Nacional Registral)
establece de manera expresa que La inscripción no convalida el título nulo
ni subsana los defectos de que adoleciera según las leyes (conf. Pérez La-
sala, Trigo Represas, Guastavino, Cifuentes, Highton, Andorno, Yorio,
etc.) 55.
Esta solución ha sido expresamente consagrada en numerosas jor-
nadas científicas; en particular merece destacarse la recomendación de
las V Jornadas Nacionales de Derecho Civil (Rosario, 1971), conforme a
la cual "El agregado del artículo 1051 infine del Código Civil no implica
consagrar el principio de la buena fe registral" (en el mismo sentido V
Jornadas Sanrafaelinas y III Jornadas Rioplatenses).
D4
Bibliografía especial: ALTERINI, Atilio A., "Estudio de títulos", L.L., 1981 -B-858; ANDORNO,
Luis, "El art. 1051 del Código Civil y los terceros adquirentes de b u e n a fe [...]", E.D., 82-821:
YORIO DE BRUSA, M., "La b u e n a fe en los adquirentes a título oneroso", Revista Notarial, n 5 7 9 1 ,
pág. 1126: VENINI, J u a n Carlos, "Protección del adquirente", J.A., 1981-FV-782; LLOVERÁS,
Néstor - COGHLAN, Antonio, "El art. 1051: fe pública registral o estudio de títulos", E.D., 103-
992.
55
TambiénCNCiv., S a l a F , 2 7 / 8 / 1 9 7 9 , L.L., 1980-D-290; id., id., 1 4 / 1 1 / 1 9 7 8 , L.L., 1979-
D-102; id., id., 3 / 1 1 / 1 9 7 8 , J.A., 1979-III-29: id., Sala B, 1 5 / 3 / 1 9 7 7 , L.L., 1977-C-223: id., Sala
C, 2 1 / 1 1 / 1 9 7 8 , E.D., 83-298; CNCom., SalaD, 2 6 / 5 / 1 9 8 0 , J.A., 1981-11-613.
INEFICACIA DE LOS ACTOS JURÍDICOS 927
,6
Bibliografía especial: PONDE, E. B., "Enfoque notarial del estudio de títulos, b u e n a fe en
la adquisición inmobiliaria a título oneroso y responsabilidad del notario", Revista del
Notariado, n e 774, pág. 1625.
57
CJSalta, S a l a 2 9 , 2 1 / 6 / 1 9 7 4 , Revista del Notariado, n s 7 4 1 , pág. 1081.
928 JULIO CÉSAR RIVERA
h) Prueba de la buena fe
Por regla general, la b u e n a fe se p r e s u m e (arg. art. 2362). Pero c u a n -
do se trata de invocarla a los efectos de a m p a r a r s e en u n a regla excepcio-
nal, como lo es la de la última parte del artículo 1051, dependerá de las cir-
c u n s t a n c i a s del caso (conf. Cifuentes, Guastavino) 58 .
Así, atendiendo a la m o d e r n a doctrina sobre la carga de la prueba,
ésta debe ser provista por el que se encuentre en mejores condiciones de
hacerlo. De modo que el s u b a d q u i r e n t e podrá llegar a encontrarse cons-
treñido a producir p r u e b a acerca de su b u e n a fe.
Por lo d e m á s , la mala fe se p r e s u m e si el vicio es evidente, como en
el s u p u e s t o de defecto de forma (arg. art. 4009).
transmitido, sino otra persona que se hace pasar por él. Es decir que el
verdadero propietario no participa del negocio, sino que mientras des-
cansa en su casa (o en el cementerio, como ha ocurrido muchas veces en
la realidad), alguien ocupa su lugar (con un documento falso y a veces
con la complicidad del notario), para suscribir u n a escritura de venta.
La cuestión que se plantea es: el subadquirente ¿está amparado o
no, en el artículo 1051, cuando la primitiva enajenación ha sido actuada
de esta manera?
b) Tesis afirmativa
Spota, Mosset Iturraspe y Lloverás de Resk concluyen en que la hi-
pótesis antes descripta no está excluida del artículo 1051. En particular,
Lloverás de Resk da el argumento más concluyente, cual es que el acto
de transmisión actuado por quien sustituye al dueño, es en definitiva un
acto nulo, y como tal cabe aplicar el artículo 1051 en toda su extensión.
c) Tesis negativa
De todos modos, la mayoría de la doctrina (y de la jurisprudencia
como luego veremos) excluye este supuesto de la protección del artículo
1051. Es que, como dice Jorge H. Alterini, resultaría que la protección
del subadquirente sería más intensa que en el supuesto del poseedor de
cosas muebles, que cede cuando la cosa es robada o perdida. En otras
palabras, legitimaría a los ladrones de inmuebles (Alsina Atienza).
En cuanto al fundamento de esta solución, se han dado diversos;
— la enajenación hecha por quien sustituye al dueño es acto inexis-
tente (Belluscio, Borda, Highton - Nabar, Llambías, Cifuentf.Sj 60;
— otros la califican de acto inoponible, por ser en definitiva una ven-
ta de cosa ajena (J. H. Alterini, Goldenberg, Trigo Represas y Compag-
nucci de Caso), y por ende, no comprendida en la última parte del artícu-
lo 1051; esta tesis tiene bastante arraigo en la jurisprudencia 61;
— algunos profesores han dicho que se trata de un acto viciado por
nulidad absoluta, y como tal —según vimos— podría quedar excluido del
amparo del artículo 1051 (Cortés, Gurfinkel de Wendy);
E.D., 106-657; HIGHTON, Elena - NABAR, M. Josefina, "La teoría de la apariencia, el art. 1051 y
el j u s t o título p a r a la usucapión", L.L., 1986-C-768; VENINI, J u a n Carlos, "El art. 1051 del
Código Civil y las transmisiones a non domino", J.A., 1982-III-712; y JA., 1982-III-724; RUBIO
GARRIDO, T., "Doble venta, venta de cosa ajena, el principio del título y modo délas adquisiciones
'a non domino'. Buena fe. Ex art. 1473 C.C.", ADC, 1994-269.
60
En esta orientación: CNCiv., Sala E, 2 1 / 3 / 1 9 9 6 , E.D., 172-565; SC Buenos Aires
7 / 1 1 / 1 9 9 5 ; CNCiv., S a l a G , 2 7 / 3 / 1 9 9 5 , L.L., 1995-E-320.
61
CNCiv., S a l a F , 2 7 / 8 / 1 9 7 9 , L.L., 1980-D-292; id., id., 5 / 3 / 1 9 8 6 , L.L., 1987-C-430; id.,
Sala A, 2 3 / 6 / 1 9 8 3 , E.D., 106-657; id.. Sala D, 8 / 2 / 1 9 8 3 , L.L., 1983-C-268; id.. Sala C,
2 1 / 1 1 / 1 9 7 8 , E.D., 83-298; id., id., 2 6 / 3 / 1 9 8 5 , L.L., 1985-C-330; C. I 3 CC Mar del Plata, Sala
I, 8 / 1 1 / 1 9 7 7 , J.A., 1979-1-228.
INEFICACIA DE LOS ACTOS JURÍDICOS 931
d) Certámenes científicos
Todos los congresos y j o r n a d a s que h a n t r a t a d o la cuestión se h a n
expedido (por mayoría), en el sentido de considerar que el s u b a d q u i r e n t e
no p u e d e a m p a r a r s e en la última parte del artículo 1051 c u a n d o la pri-
mitiva enajenación h a sido a non domino (V J o r n a d a s Nacionales de De-
recho Civil; V J o r n a d a s Sanrafaelinas de Derecho Civil; III J o r n a d a s Rio-
p l a t e n s e s de Derecho Civil).
En general, estas j o r n a d a s omitieron pronunciarse sobre el funda-
mento (aunque sí lo hicieron las ponencias presentadas por los participan-
tes). Pero, en las X J o r n a d a s Nacionales de Derecho Civil (Corrientes, 1985)
u n a posición mayoritaria consideró que el acto a non domino es inoponible,
mientras que u n a posición minoritaria sostuvo que: "No constituyen actos
inoponibles los negocios de transmisiones a non domino. Tales supuestos,
a u n q u e sean sancionables por vía de invalidez, están excluidos de la pro-
tección del artículo 1051. La obligación de restituir que pesa sobre el posee-
dor actual, a u n adquirente de b u e n a fe y por título oneroso, nace de la acción
reivindicatoría, de carácter autónomo, que ejerce el verdadero propietario
víctima del despojo. La nulidad del acto de transferencia a non domiixo cons-
tituye u n a consecuencia de la reivindicación triunfante". Este d e s p a c h o
minoritario fue suscripto por B u e r e s y Rivera.
a) Ratificación
La ratificación es la manifestación de voluntad de u n a persona que
a s u m e como propios, hechos o actos jurídicos otorgados o ejecutados por
otra en su nombre, sin m a n d a t o o poderes suficientes. La ratificación equi-
vale al m a n d a t o (arts. 1161, 1162, 1930, 1935, 1936, y nota al art. 1059).
b) Conversión
Existe conversión del negocio jurídico, c u a n d o u n negocio no satis-
face los r e c a u d o s exigidos por la ley p a r a valer como lo h a n querido las
partes, pero puede valer.como u n acto de menores r e c a u d o s (v. supra, n-
1222). Por ejemplo, la compraventa por i n s t r u m e n t o privado (boleto) vale
como negocio que obliga a extender la escritura pública (art. 1185).
c) Prescripción liberatoria
Según el artículo 3949: "La prescripción liberatoria es una excepción
para repeler una acción por el solo hecho que el que la entabla, ha dejado
durante un lapso de tiempo de intentarla, o de ejercer el derecho al cual
ella se refiere".
b) Análisis
Ha s e ñ a l a d o la doctrina que, en realidad, los vicios no desaparecen,
sino q u e se s a n e a n o e x p u r g a n ; m i e n t r a s q u e a l g u n o s h a n s u b r a y a d o
que lo que se elimina son los efectos de la c a u s a de nulidad (Albaladejo).
Otros incluso h a b l a n de la r e n u n c i a a la acción de nulidad (Borda), a u n -
q u e entre la r e n u n c i a y la confirmación existen notorias diferencias (v.
a r t s . 868 y sigs.).
INEFICACIA DE LOS ACTOS JURÍDICOS 933
d) Confirmación tácita
La s e g u n d a forma de confirmación es la tácita, definida por el ar-
tículo 1063 como: "laqueresultadelaejecucíónvoluntaria, total o parcial,
del acto sujeto a una acción de nulidad".
En general la ejecución del negocio se h a considerado que es el c u m -
plimiento de las obligaciones o el ejercicio de los derechos que e m a n a n
de él. Así, h a y confirmación si el m e n o r que vendió u n inmueble sin au-
torización, llegado a la mayoría de edad realiza actos p a r a la recepción
del precio 6 2 , o si se h a n percibido intereses, o parte del capital o se hi-
cieron modificaciones al contrato susceptible de ser nulificado 6 3 .
e) Fundamento
El fundamento de la confirmación tácita se halla en la doctrina de
los propios actos (v. supra, n s 281), conforme a la cual es inaudible la pre-
tensión de aquel que vuelve contra s u s propios actos anteriores.
b) Quid de la retroactividad
Siguiendo el texto legal expreso, la doctrina generalizada enseña que
la confirmación tiene efecto retroactivo a la fecha del negocio jurídico, en lo
que se refiere a las partes del mismo.
62
CNCiv.,SalaB, 1 2 / 1 2 / 1 9 5 8 , J . A . , 1959-1-441.
63
CNCiv., Sala C, 2 3 / 8 / 1 9 7 9 , L.L., 1980-A-493.
936 JULIO CÉSAR RIVERA
64
XXI. PRESCRIPCIÓN DE LA ACCIÓN DE NULIDAD
1591. INTRODUCCIÓN
E s t u d i a r e m o s a continuación la prescripción extintiva de las accio-
nes de nulidad. Antes de a h o r a hemos tratado e s t a cuestión parcialmen-
te, al referirnos a cada u n o de los vicios, por lo que en esos casos nos li-
mitaremos a u n a breve reiteración de los textos legales.
6
Bibliografía especial: ARGAÑARÁS, Manuel, La prescripción extintiva, Buenos Aires, 1966;
en particular sobre la imprescriptibílidad de la acción de nulidad absoluta v.: Cap. III, págs.
41 y sigs.
INEFICACIA DE LOS ACTOS JURÍDICOS 937
to
Conf. CNCiv., SalaG, 1 5 / 2 / 1 9 8 2 , L.L., 1983-C-341; id.. S a l a F , 2 2 / 1 0 / 1 9 7 0 , E.D., 37-
400.
938 JULIO CÉSAR RIVERA
66
Bibliografía especial: KRAUSE, Bernardo R., "Imprescriptibilidad de la acción de nulidad
absoluta. La inexistencia", L.L., 1980-A-102; CARRANZA, Jorge, "La acción y la excepción de
nulidad (el problema de la prescripción)", J.A., 1974-381.
INEFICACIA DE LOS ACTOS JURÍDICOS 939
67
1594 BIS. PROYECTO DE CÓDIGO CIVIL DE 1998
La ineficacia de los actos jurídicos es u n o de los capítulos que pre-
s e n t a las novedades m á s i m p o r t a n t e s . Ello es así, p u e s se trata de la in-
validez y la inoponibilidad.
Y en la invalidez se elimina la doble clasificación de las nulidades —ex-
clusiva del derecho argentino— razón por la cual los actos inválidos son de
nulidad absoluta o relativa. Al respecto se h a dicho que la producción o no
de los efectos de los actos jurídicos no depende de la clasificación de los ac-
tos en nulos o anulables, sino que es u n a consecuencia de la distinción en-
tre nulidades absolutas o relativas. De allí que merezca ser destacado el
acierto del proyecto al eliminar la doble clasificación, manteniendo exclu-
sivamente la distinción entre acto de nulidad absoluta y de nulidad relativa,
definidos por los valores que están enjuego en cada caso (Malicki).
Se regula la conversión del acto inválido q u e p u e d e valer como ne-
gocio válido cuyos r e c a u d o s satisfaga, doctrina q u e los autores h a n de-
bido d e s e n t r a ñ a r de diversos preceptos del Código vigente; y el acto in-
directo q u e es válido en la medida en q u e no se otorgue para eludir u n a
prohibición de la ley o perjudicar a u n tercero.
Una n o r m a especial se dedica a la nulidad total y parcial.
Se establece con toda claridad el régimen de los efectos del acto in-
válido, m a n t e n i é n d o s e la protección del tercero de b u e n a fe y a título
oneroso, salvo que en el acto no h a y a autoría del anterior titular del de-
recho (transmisión a non domino), con lo que se h a seguido el criterio m a -
yoritario de la doctrina y la j u r i s p r u d e n c i a elaboradas alrededor del ar-
tículo 1051 del Código vigente.
En fin, este capítulo de la proyectada reforma constituye u n a noto-
ria simplificación de u n t e m a fundamental.
En c u a n t o a la prescripción, se t r a t a por s u p u e s t o en el Libro VII,
pero en el artículo 3 8 4 se establece la regla s e g ú n la cual la acción p a r a
reclamar la declaración de nulidad a b s o l u t a es imprescriptible.
Sin embargo, esa imprescriptibilidad no es eterna, p u e s el artículo
2 5 1 3 del Proyecto contiene u n a n o r m a — i n s p i r a d a en el Proyecto de
1987— s e g ú n la cual t r a n s c u r r i d o s veinte a ñ o s desde la realización del
acto no se admite n i n g u n a acción por ineficacia, a u n q u e tenga efectos
reipersecutorios; ese plazo no se s u s p e n d e ni interrumpe.
En cuanto a la acción para obtener la declaración de nulidad relativa
prescribe a los dos años (art. 2502), plazo que se cuenta: (i) si se trata de vicios
de la voluntad, desde que cesó la violencia, o el error o el dolo fueron conocidos;
(ii) en la simulación entre partes, desde que el aparente titular del derecho in-
tente desconocerla; (iii) en la acción de simulación ejercida por terceros,
desde que se conoció el vicio del acto jurídico; (iv) en la nulidad por inca-
pacidad, desde que ésta cesó; (v) en la lesión, desde la celebración del acto.
67
Bibliografía especial: MALICKI, Anahí S. M., "Simplificación del régimen de la nulidad de
los actos jurídicos en el proyecto de Código Civil de 1998", J.A., 15/3/2000.
ÍNDICE GENERAL
Nómina de colaboradores de este tomo 4
CAPÍTULO XVIII
DERECHOS PERSONALISMOS
716. Concepto 7
717. Origen y evolución 8
a) Pueblos antiguos 8
b) Evolución 8
c) Evolución de la legislación 9
d) Legislación argentina 9
e) La cuestión en el Código Civil 10
f) P r o p u e s t a s doctrinarias 10
7 1 8 . Importancia actual 11
719. Su reconocimiento legislativo 13
a) Reconocimiento constitucional 13
b) Derecho privado 13
720. La internacionalización de los derechos personalísimos 14
a) Normas internacionales 14
b) Existencia de u n derecho internacional tuitivo de los derechos de
la personalidad 15
c) La interpretación y aplicación del derecho s u p r a n a c i o n a l 16
d) Exigencia de adecuación del derecho interno 16
e) Carácter operativo de los derechos h u m a n o s reconocidos en ¡as
Convenciones internacionales 17
0 Consecuencias de la no aplicación del derecho internacional 17
g) Reconocimiento de la existencia de u n derecho s u p r a n a c i o n a l . . 17
h) Constitucionalización del derecho s u p r a n a c i o n a l de los Dere-
chos H u m a n o s . C o n s e c u e n c i a s . Remisión 18
7 2 1 . Terminología 18
7 2 2 . Naturaleza jurídica 19
a) Tesis que niega que s e a n derechos subjetivos 20
944 ÍNDICE GENERAL
b) Refutación 20
c) J o r n a d a s de Derecho Civil 20
723. Caracteres 21
a) Innatos 21
b) Vitalicios 21
c) Necesarios 21
d) Esenciales 21
e) De objeto interior 21
f) Inherentes 21
g) Extrapatrimoniales 21
h) Relativamente indisponibles 22
i) Absolutos 22
j) Privados 22
k) Autónomos 22
724. Clasificación 22
725. F u n d a m e n t o único 23
726. Los derechos sobre la personalidad física 23
a) Cuestiones que p l a n t e a n 23
b) Bienes jurídicos protegidos 24
727. Los derechos de ¡a personalidad espiritual 24
a) Cuestiones que p l a n t e a n 24
b) Bienes jurídicos protegidos 25
728. Método a seguir 26
b) El voto de la mayoría 32
c) Los a r g u m e n t o s de ¡a minoría : 33
d) Los otros votos 34
e) Análisis critico 34
f) O t r a s informaciones 35
732. La e u t a n a s i a . El derecho a u n a m u e r t e digna 35
a) Planteo del t e m a 36
b) La e u t a n a s i a 36
c) Distintos tipos de e u t a n a s i a 36
d) Legislación argentina 37
e) La e u t a n a s i a v o l u n t a r i a pasiva: el d e r e c h o a u n a vida y a u n a
m u e r t e dignas 37
f) La cuestión en el derecho nacional. Remisión 38
g) La cuestión en el derecho c o m p a r a d o 38
h) La ley h o l a n d e s a 38
h) Disposiciones p a r a la propia incapacidad 39
7 3 3 . El suicidio 40
734. La fecundación asistida. Remisión 41
7 3 5 . 1 ntroducción 41
a) Cuestiones que plantea 41
b) Regla básica y consecuencias 41
c) F u e n t e normativa de la tutela a este derecho 42
d) J u r i s p r u d e n c i a nacional 42
e) O t r a s leyes 42
í) P r o p u e s t a doctrinaria 43
736. T r a t a m i e n t o s quirúrgicos 43
a) Requisitos de licitud 43
b) Quiénes p u e d e n p r e s t a r el consentimiento 44
c) Revocación del consentimiento 44
d) Información a s u m i n i s t r a r al paciente 45
e) Negativa al tratamiento 45
f) J u r i s p r u d e n c i a 45
737. T r a t a m i e n t o s quirúrgicos prohibidos 45
a) Principio general 45
7 3 8 . Operaciones de cambio de sexo 46
a) La a n t i g u a j u r i s p r u d e n c i a nacional 46
b) Legislación nacional 46
cj Evolución de la cuestión 47
d) La reacción del derecho c o m p a r a d o 47
e) La evolución de la j u r i s p r u d e n c i a en la Argentina 48
946 ÍNDICE GENERAL
V. EL CADÁVER
755. Concepto 68
756. Naturaleza jurídica 68
757. Legitimación p a r a disponer del cadáver 69
a) Principio general 69
b) J u r i s p r u d e n c i a 69
c) Derechos sobre el cadáver ajeno 69
d) Proyectos de reforma 70
e) Ley de Trasplantes 70
f) Poder de policía 70
7 5 8 . Significado de la p a l a b r a libertad 71
a) Etimología 71
b) Acepciones en la lengua castellana 71
c) Contenido 71
d) La libertad y el Derecho 71
e) "Libertad" y "libertades" 72
759. Clases de libertad 73
a) Libertad externa, psicológica y moral 73
b) O t r a s clasificaciones 73
760. La libertad como atributo de la p e r s o n a 73
7 6 1 . La libertad civil. Artículo 19 de la Constitución Nacional 74
7 6 2 . La libertad en las declaraciones de derechos h u m a n o s 75
a) C a r t a del Atlántico (agosto 14 de 1941) 75
948 ÍNDICE GENERAL
7 6 3 bis. La igualdad 80
a) Noción introductoria. La igualdad jurídica en s u dimensión ori-
ginal 80
b) El derecho a la no discriminación 80
c) La igualdad de o p o r t u n i d a d e s y las acciones positivas 80
d) No toda distinción o diferencia es discriminatoria 81
763 ter. Las fuentes 81
a) F u e n t e constitucional 81
b) F u e n t e s internacionales 82
c) F u e n t e legal. La ley antidiscriminatoria 83
7 6 3 quáter. La igualdad y la no discriminación: s u s efectos en el derecho
civil 83
7 6 3 quinquies. La cuestión de las parejas del m i s m o sexo 85
7 6 3 sexties. Proyecto de Código Civil de 1998 86
764. Concepto 86
a) Noción de intimidad 86
b) Definición del derecho a la intimidad 87
ÍNDICE GENERAL 949
c) Terminología 87
7 6 5 . Antecedentes 88
a) Tratados y d o c u m e n t o s internacionales 88
b) Derecho c o m p a r a d o 89
c) Antecedentes nacionales 90
766. Caracteres 90
767. Ámbitos tutelados 91
a) El secreto o reserva de los actos de la vida privada 91
b) El secreto de la correspondencia epistolar y de los papeles priva-
dos 92
c) La privacidad del domicilio 93
d) Derecho a l a imagen 93
e) El derecho al n o m b r e 93
f) El derecho al secreto profesional 93
7 6 8 . Límites 94
a) Idea general 94
b) Derecho a la intimidad y libertad de p r e n s a 94
c) Derecho a la intimidad, creación artística y crónica histórica.... 95
d) Intimidad, honor y h u m o r 96
e) Intimidad, honor y c a r i c a t u r a 96
f) Intimidad, honor y n o m b r e 98
769. La protección en el derecho constitucional argentino. Artículo 19. 98
770. La protección en el derecho civil. Artículo 1071 bis. Generalidades 99
a) Texto legal 99
b) Antecedentes 99
c) F u e n t e s 100
7 7 1 . Exégesis del artículo 1071 bis 100
a) Conducta r e p r o c h a d a 100
b) La arbitrariedad 101
c) F o r m a s que p u e d e a s u m i r el entremetimiento 101
d) El requisito de q u e no s e a delito en el derecho penal 101
e) Límites 102
f) Derecho a la intimidad y libertad de p r e n s a 102
g) En el caso "Ponzetti de Balbín" 103
h) La evolución de la doctrina y la j u r i s p r u d e n c i a a partir de "Pon-
zetti de Balbín" 104
7 7 2 . Titulares 106
a) Principio general 106
b) Los personajes 107
c) Las p e r s o n a s fallecidas 107
d) P e r s o n a s j u r í d i c a s 107
7 7 3 . El sujeto pasivo 108
7 7 4 . Sanciones 108
950 ÍNDICE GENERAL
X, EL DERECHO AL HONOR
7 8 1 . Concepto de h o n o r 121
a) Acepciones del término en la lengua castellana 121
b) Definiciones doctrinarias 121
c) Anteproyecto de régimen integral de los derechos personalísimos 122
ÍNDICE GENERAL 951
d) Contenido 122
782. Su protección en el derecho positivo argentino. El Código P e n a l . . . 123
7 8 3 . La protección al h o n o r en el derecho positivo argentino. Código Civil 123
a) Introducción 123
b) Articulo 1089 123
c) Extensión de la aplicación del artículo 1089 124
d) Exceptio verítaiis 124
e) Extensión de la indemnización 124
f) El delito de a c u s a c i ó n c a l u m n i o s a 124
g) O t r a s disposiciones 125
h) Aplicabilidad del artículo 1071 bis 125
784. El derecho al h o n o r y la difusión de noticias por la prensa 126
a) Planteo d é l a cuestión 126
b) J u r i s p r u d e n c i a . Remisión 126
c) El h o n o r de los funcionarios públicos 126
784 bis. El honor de las p e r s o n a s jurídicas 127
140
CAPÍTULO XIX
/. LA MUERTE NATURAL
CAPÍTULO XX
/. INTRODUCCIÓN
8 5 0 . C o n c e p t o s preliminares 173
8 5 1 . L a evolución del concepto de la personalidad jurídica en la historia
d e l derecho 174
a) Derecho Romano 174
b) Derecho germánico 175
c) Los c a n o n i s t a s 176
d) Derecho moderno 177
8 5 2 . I m p o r t a n c i a actual de las p e r s o n a s j u r í d i c a s 178
II. TERMINOLOGÍA
8 5 3 . Antecedentes 179
8 5 4 . Terminología de Freitas y de Vélez Sarsfield 180
a) El Esbogo de Freitas 180
b) Código Civil Argentino 180
8 5 5 . Proyectos de reforma 181
a) La normatividad 184
b) El acto constitutivo 185
c) El reconocimiento estatal y el registro 186
8 5 8 . La finalidad 187
a) Importancia 187
b) Caracteres que debe r e u n i r 187
8 8 9 . N u e s t r a opinión 235
8 9 0 . Determinación de la nacionalidad 235
9 0 6 . Planteo 250
907. La teoría de la penetración 251
a) F r a u d e a la ley 252
b) F r a u d e o lesión del contrato 252
c) Daño a terceros 2 52
d) Otros casos 252
e) Efectos 253
9 0 8 . E s t a d o s Unidos: la doctrina del disregard 253
909. Derecho francés: el a b u s o del derecho 254
910. La penetración de las p e r s o n a s jurídicas en el derecho argentino . 255
a) Antecedentes legislativos 255
b) La Ley de Concursos 19.551 256
c) Los a g r u p a m i e n t o s societarios 256
d) La j u r i s p r u d e n c i a en la m a t e r i a concursal. El caso Swift 257
e) La reforma a la Ley de Concursos del a ñ o 1983 258
f) Ley de Concursos 2 4 . 5 2 2 259
g) El artículo 54 de la Ley de Sociedades Comerciales 259
h) J u r i s p r u d e n c i a 260
CAPÍTULO XXI
ASOCIACIONES Y FUNDACIONES
291
ÍNDICE GENERAL 963
V. LAS FUNDACIONES
CAPÍTULO XXII
EL OBJETO DE LA RELACIÓN JURÍDICA
/. CONCEPTOS GENERALES
9 8 3 . Cosas i n m u e b l e s 337
a) Cosas i n m u e b l e s por naturaleza. Definición legal 337
b) Inmuebles por accesión. Definición legal 338
c) Inmuebles por s u destino 338
d) Inmuebles por s u carácter representativo 339
984. Cosas muebles 340
a) Muebles por s u n a t u r a l e z a 340
b) Muebles por s u carácter representativo 340
c) Semovientes y locomóviles 340
d) Registrables y no registrables 340
9 8 5 . Régimen de adquisición y t r a n s m i s i ó n del dominio y d e m á s dere-
chos reales 341
a) El s i s t e m a del Código de Vélez Sarsfield 341
b) Las deformaciones del régimen 342
c) Tentativas de conciliación 343
d) Las reformas legislativas 343
986. O t r a s diferencias de régimen entre m u e b l e s e i n m u e b l e s 344
a) Ley aplicable 344
b) F o r m a de los actos jurídicos 345
c) G a r a n t í a s reales 345
d) Adquisición por prescripción 345
ÍNDICE GENERAL 967
IV. EL DINERO
a) Inciso 1Q 381
b) Inciso 1° 382
c) Inciso 35 382
d) Inciso 4Q 382
e) Inciso 59 382
CAPÍTULO XXIII
EL PATRIMONIO
d) Inenajenabilidad 390
e) Identidad: garantía de los acreedores 390
f) Transmisión de los bienes del difunto 391
1033. Crítica 391
1034. O t r a s concepciones 392
1035. La doctrina nacional 393
CAPÍTULO XXIV
LOS HECHOS JURÍDICOS
/. INTRODUCCIÓN
IV ACTOS VOLUNTARIOS
CAPÍTULO XXV
I. INTRODUCCIÓN
IV. LA CAUSA
CAPÍTULO XXVI
EL NEGOCIO JURÍDICO (Continuación)
b) Crítica 554
c) Q u é negocios jurídicos son mortis causae 555
d) Actos que no son mortis causae 555
1186. Negocios positivos y negativos 556
a) Concepto legal 556
b) Irrelevancia práctica 556
c) Explicación 556
d) C a u s a s 556
1187. Negocios patrimoniales y n o patrimoniales 557
a) Criterio de distinción 557
b¡ Casos 557
c) Negocios extrapatrimoniales y negocios del derecho de familia.. 557
d) Negocios extrapatrimoniales no familiares 558
1188. Negocios de disposición, de obligación, de administración y de con-
servación 558
a) Negocios de administración y de disposición 558
b) Negocios de conservación 559
c) Negocios de obligación 560
d) Negocios de administración ordinaria y extraordinaria 560
1189. Negocios onerosos y gratuitos 561
a) Concepto 561
b) Relación con otras clases de negocios 561
1190. Negocios principales y accesorios 562
a) Concepto y previsiones normativas 562
b) S u p u e s t o s 562
c) Clasificación de los negocios accesorios 563
1191. Negocios simples y complejos o modales 563
a) Condición. Condición s u s p e n s i v a y resolutoria 563
b) Plazo 563
c) Plazo cierto e incierto 564
d) Plazo suspensivo y resolutorio 564
e) Cargo 564
f) Efectos de los negocios simples y modales 564
g) Negocios en los que p u e d e n existir modalidades 565
1192. Negocios formales y n o formales. Remisión 565
1193. Negocios c a u s a l e s y a b s t r a c t o s 565
1194. Negocios de derecho público y de derecho privado 565
1195. Negocios constitutivos y declarativos 566
1196. Negocio jurídico familiar 566
a) Concepto 566
b) Clasificaciones 566
1197. Actos civiles y actos de comercio 567
a) Concepto 567
986 ÍNDICE GENERAL
b) Consecuencias 568
c) Evolución 568
1198. Importancia y efectos de las distinciones 568
a) De los negocios unilaterales y bilaterales 568
b) De los negocios entre vivos y mortis causae 569
c) De los negocios positivos y negativos 569
d) De los negocios patrimoniales y extrapatrimoniales 569
e) De los negocios de disposición, obligación, a d m i n i s t r a c i ó n y con-
servación 569
0 De los negocios onerosos y gratuitos 570
g) De los negocios principales y accesorios 571
h) De los negocios p u r o s y simples y de los actos complejos 571
i) De otras clasificaciones 571
CAPÍTULO XXVII
LA FORMA DE LOS NEGOCIOS JURÍDICOS
/. CONCEPTOS Y CLASIFICACIONES
CAPÍTULO XXVIII
INSTRUMENTOS PÚBLICOS
/. INTRODUCCIÓN
i) Inciso 9 9 604
j) Inciso 10 604
1230. Otros i n s t r u m e n t o s públicos no e n u m e r a d o s 604
a) E n u m e r a c i ó n de casos varios 604
b) Actas notariales. Remisión 606
c) Actuaciones administrativas 606
d) C o n t r a t o de p r e n d a con registro 607
e) D o c u m e n t o s extranjeros 607
CAPÍTULO XXIX
INSTRUMENTOS PRIVADOS
I. INTRODUCCIÓN
c) Clasificación 673
d) Proyecto de Código Civil de 1998 673
1286. P r e s u p u e s t o de la escritura 674
1287. El tiempo hábil p a r a la i n s t r u m e n t a c i ó n bajo forma privada 674
1288. E n u m e r a c i ó n 675
1289. La firma. Concepto 675
a) Exigencia legal 675
b) Noción 675
c) Cuestiones no relevantes 676
d) Firma ilegible 676
e) Iniciales o signos 676
1290. La firma. Caracteres 677
a) Ser ológrafa 677
b) Manifestaciones de individualidad 677
c) Exclusiva 677
d) Habitual 678
e) Expresión de voluntad 678
f) La cuestión del lugar en que debe firmarse 678
g) Deformación voluntaria de la propia firma 679
h) Proyecto de Código Civil de 1998 679
1291. Funciones de la firma 679
1291.1. La firma digital 679
a) Noción 679
b) Proyecto de Código Civil de 1998 680
1291.2. La ley de firma digital, d o c u m e n t o digital y firma electrónica 680
a) Noticia 680
b) Contenido 680
c) Firma digital. Definición legal 680
d) D o c u m e n t o digital 681
e) Firma electrónica 681
f) Función de la firma digital 681
g) Función del d o c u m e n t o digital 682
h) Hipótesis excluidas de firma digital 682
i) Eficacia del d o c u m e n t o digital que contiene u n acto excluido.... 683
j) Requisitos de eficacia de la firma digital 684
k) Originales 684
1) Conservación de d o c u m e n t o s 684
m) Presunción de envío 684
n) Reglamentación 685
o) Valoración 685
996 ÍNDICE GENERAL
d) T e s t a m e n t o ológrafo 718
e) Eficacia del reconocimiento 718
1322. Efectos frente a terceros 718
1323. Desconocimiento de la firma 718
1324. Medios de p r u e b a 719
CAPÍTULO XXX
I. INTRODUCCIÓN
b) F u n d a m e n t o 726
1334. Extensión del principio 727
a) Tesis tradicional 727
b) Tesis q u e extiende el ámbito de invocación del error de derecho 727
c) La j u r i s p r u d e n c i a 727
d) N u e s t r a posición 727
e) Proyectos de reforma 728
f) S u p u e s t o s especiales 728
1335. S u p u e s t o s en los que se admite la invocación del error de derecho 728
a) Pago indebido 728
b) Posesión de la herencia 729
c) Transacción 729
d) Otros s u p u e s t o s 730
1336. El error de derecho en los actos ilícitos 730
a) Planteo 730
b) Diferentes p o s t u r a s 730
c) Doctrina penal 730
d) El error de derecho y los ilícitos civiles 731
VI. DOLO
VII. VIOLENCIA
CAPÍTULO XXXI
LESIÓN
/. CONCEPTOS INTRODUCTORIOS
IV. EL ARTÍCULO 954 DEL CÓDIGO CIVIL. ELEMENTOS DEL ACTO LESIVO
VI. EL ARTÍCULO 954 DEL CÓDIGO CIVIL. SANCIÓN DEL ACTO LESIVO
CAPÍTULO XXXII
LA SIMULACIÓN
1411. Ubicación de la simulación entre los vicios de los negocios jurídicos 793
1412. Concepto de simulación 793
a) Noción vulgar 793
b) Definición legal 794
c) Elementos del negocio simulado 794
d) Opinión de Mosset Iturraspe 794
e) Definición 795
CAPÍTULO XXXIII
EL FRAUDE
/. INTRODUCCIÓN
CAPÍTULO XXXIV
V. INEFICACIA PENDIENTE
b) Conversión 932
c) Prescripción liberatoria 932
1584. Confirmación: concepto 932
a) Texto legal 932
b) Análisis 932
1585. Negocios susceptibles de confirmación 933
a) Negocios aquejados de nulidad relativa 933
b) Actos n u l o s o a n u l a b l e s 933
1586. Naturaleza de la confirmación 933
1587. Recaudos de la confirmación 933
a) Texto legal 933
b) Desaparición de la c a u s a de nulidad 933
c) Inexistencia de vicios en el negocio confirmatorio 934
d) Debe ser a c t u a d o por sujeto legitimado 934
1588. Especies de confirmación 934
a) Confirmación expresa 934
b) F o r m a de la confirmación expresa 934
c) Incumplimiento de los recaudos 934
d) Confirmación tácita 935
e) F u n d a m e n t o 935
f) Recaudos de la confirmación tácita 935
1589. P r u e b a de la confirmación 935
1590. Efectos de la confirmación 935
a) Texto legal 935
b) Quidáe la retroactividad 935
c) Efectos frente a terceros 936