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Seminario de Silencio Biografía del Silencio

El silencio en quietud

Es maravilloso constatar cómo conseguimos grandes cambios en la quietud más absoluta.


Porque no es sólo que el silencio sea curativo, también lo es la quietud. Ante todo, hay que decir
que el silencio en quietud es muy diferente al silencio en movimiento. Está demostrado
científicamente que los ojos que no se mueven propician en el sujeto una concentración mayor que
si se tienen en movimiento. Al moverse es muy fácil, casi inevitable, estar fuera de nosotros. La
quietud, por contrapartida, invita a la interiorización. Es necesario pasar por la quietud para
adiestrarse en el dominio de sí, sin el que no puede hablarse de verdadera libertad.
Esta tarea nos resulta tan ardua por a causa de la exaltada y desproporcionada imagen que
solemos tener de nosotros mismos. La inmadurez o el infantilismo de algunos adultos no son más
que pérdida del sentido de la proporción. En la meditación colocamos cada cosa en su sitio y
descubrimos cuál es nuestro lugar: un lugar que, seguramente, se desdeñó y tachó de despreciable
antes de la práctica del silencio en quietud; pero un lugar también que, una vez visitado, ya no se
quiere abandonar.
Esa vulnerabilidad que nos caracteriza a los humanos, y que yo tanto me esforcé por
esconder al mundo antes de empezar a meditar, comencé a mostrarla discretamente desde que
descubrí el poder de la meditación. Esta pudorosa exposición de mis flaquezas se ha revelado un
modo muy eficaz para hacer frente al culto a la propia imagen en que había vivido hasta entonces.
Hablar de la propia vulnerabilidad, mostrarla, es la única forma que consiente que los demás nos
conozcan verdaderamente y, en consecuencia, que puedan querernos.
De un modo u otro, al meditar se trabaja con el material de la propia vulnerabilidad. Y uno
siempre tiene la impresión de estar comenzando desde cero: la propia casa no parece construirse
nunca; cree uno estar permanentemente reforzando los cimientos. En la meditación no hay, al
menos en apariencia, un desplazamiento significativo de un lugar a otro; hay más bien una suerte
de instalación en un no-lugar. Ese no-lugar es el ahora; el instante es la instancia.
(P.d, BdS, 25)

TRÍADAS

 ¿Qué experiencia tienes de la quietud? ¿Te sigue costando o tienes ya un dominio corporal
más que notable? ¿Ves diferencias claras entre meditar quieto o caminando?
 ¿Sueles ser reservado con tu lado frágil o vulnerable o más bien lo muestras tranquilamente,
sin preocuparte por lo que otros puedan pensar?
 En tu práctica meditativa, ¿tienes la sensación de estar siempre comenzando?

Extracto de Biografía del Silencio de Pablo d’Ors para la Asociación Privada de Fieles Amigos del Desierto
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