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15 Filosofía Del Lenguaje
15 Filosofía Del Lenguaje
PROGRAMA DE FILOSOFÍA-TEOLOGÍA
ASIGNATURA: Síntesis Filosófica – Filosofía del Lenguaje
ASESOR: P. Carlos Julio Rozo Rubiano
ESTUDIANTE: Carlos Andrés Sánchez Sarmiento-Ilber Alexánder Salcedo V.
REVISORA: Ángela Patricia Rincón
La filosofía analítica había llegado tímidamente a los Estados Unidos a principios de los años
cuarenta por mediación de Willard Quine y de Rudolf Carnap, pero a lo largo de la década de los
cincuenta, de la mano de los grandes emigrados europeos —Carnap, Hempel, Feigl, Reichenbach,
Bergmann, Tarski— se hizo con el control de los más prestigiosos departamentos de filosofía de los
Estados Unidos hasta convertirse en los 60 en la filosofía dominante. Durante décadas, aunque las
doctrinas positivistas del Círculo de Viena hubieran sido ya desmanteladas, los filósofos
angloamericanos estaban todavía de acuerdo de modo general con la afirmación programática de
Reichenbach de que la filosofía había dejado de ser especulación y había pasado a ser ciencia.
Todos ellos venían a aceptar la idea de que la filosofía era un conjunto identificable de problemas,
que habían sido abordados burdamente en épocas anteriores, pero que ahora, por fin, iban a poder
ser tratados con una precisión y rigor hasta entonces desconocidos. Un hecho llamativo es que
treinta años después aquella filosofía que pretendía resolver todos los problemas genuinamente
filosóficos que surgieran en la actividad científica, ya no se define ni por un conjunto de problemas
estudiado sistemáticamente ni por unos métodos comunes para abordarlos. La ilusión cientista
original del Círculo de Viena ha desaparecido y se ha generalizado en muchos casos una sensación
de cansancio y de perdida de la orientación general.
1
Cf. Francisco CONESA y Jaime NUBIOLA, Filosofía del Lenguaje. Herder, Barcelona 1999, 46-49.
El positivismo lógico, con su considerable carga ideológica, era el motor de la filosofía analítica: en
la medida en que ese núcleo ideológico iba produciendo tesis o argumentos que dividían en bandos
a los filósofos analíticos, esta corriente filosófica se mantenía viva y en crecimiento, pero en el
momento en que el positivismo lógico fracasó el movimiento analítico comenzó a estancarse. En este
contexto, el extraordinario auge de la filosofía analítica que puso al lenguaje en el centro de la
reflexión filosófica se entiende mejor como parte del fenómeno más amplio de la modernidad. Lo que
la filosofía analítica tenía en común con el modernismo de los años treinta era especialmente su
rechazo radical de la tradición, que todavía pervive ocasionalmente en el lenguaje de algunos
filósofos contemporáneos cuando hablan de un enemigo llamado la «filosofía tradicional». El
modernismo no era un movimiento unificado, pero las tensiones y conflictos de la filosofía analítica
reflejan las tensiones y conflictos del modernismo en general. Así como asistimos a un
postmodernismo en las artes, resulta razonable pensar en un post-modernismo en filosofía que —a
juicio de Putnam— «no tendrá la forma ni del cientismo ni del quietismo wittgensteiniano, pues tanto
el cientismo como el quietismo son un peligro para la filosofía, como lo son para la vida del espíritu
en general».
Teniendo en cuenta la relación entre las artes y la filosofía, y particularmente entre el trabajo del
artista y el del filósofo, el filósofo ha de detenerse hoy en la consideración de la naturaleza de la
reflexión filosófica misma para intentar acortar la enorme distancia que se abre entre la filosofía
como disciplina académica y las más profundas aspiraciones de los hombres. La filosofía analítica
puso siempre gran empeño en reprimir sus diferencias respecto de la ciencia, para no parecer una
disciplina humanística, sino más bien algo así como una ampliación de la ciencia o una explicación
del conocimiento científico. Sin embargo, en estos últimos años los pensadores de mayor relieve en
el ámbito angloamericano han comenzado a reconocer abiertamente sus diferencias con la ciencia
para reconocer la filosofía «como una disciplina humanística, y a ver sus temas y problemas como
los temas y problemas comunes en las humanidades». La inserción de la filosofía analítica en el
marco general de las humanidades supone un punto de inflexión de importancia para esta tradición
filosófica.
A estas alturas del siglo XX, los filósofos no pueden ya verse a sí mismos como la culminación de un
proceso por el que la actividad filosófica se convertiría en ciencia, sino que —en particular a través
del estudio de la historia de la filosofía— inscriben su reflexión en la conversación general de la
humanidad. Los filósofos heredamos un campo de trabajo fascinante, unos libros y unas tradiciones
entre las que ocupan un lugar central la reflexión sobre nuestro lenguaje y sobre nuestra propia
actividad filosófica.
Para los analíticos, el lenguaje precedente asumido en la filosofía no ha sido más que metafísico. La
filosofía tradicional ha desarrollado netamente reflexiones universales sin concreción alguna. Se ha
dedicado a girar en torno a la tendencia teleológica, deontológica. Incluso la tendencia nihilista entra
en el bagaje de lo trascendental2.
Entonces se denomina enfoque tradicional a la filosofía precedente por el tipo de lenguaje que se
usa (universal). El cambio de horizonte de la filosofía analítica se halla en que esta asume un
lenguaje positivo, concreto. No se ajusta a lo universal. Antes bien, es deber de la filosofía, desde el
2
Lo trascendental aquí debe entenderse en la acepción de que traspasa los límites de la ciencia experimental, lo positivo, lo concreto.
punto de vista de la analítica, vigilar el error de lenguaje 3. El enfoque de la filosofía analítica,
entonces, se rige por un positivismo enfocado desde el lenguaje 4. Aquí es de vital importancia
comprender lo que se denomina giro lingüístico.
En cuanto al giro lingüístico, dentro de esa denominación se agruparon a posteriori los aportes de
diferentes autores y corrientes que coincidieron en señalar que el lenguaje no es un mero medio
entre el sujeto y la realidad, ni tampoco un vehículo transparente o elemento accesorio para reflejar
las representaciones del pensamiento, sino que posee una entidad propia que impone sus límites, y
determina en cierta manera, tanto al pensamiento como a la realidad. Por lo tanto, es más productivo
abocarse a la investigación del lenguaje que a la del incierto mundo de los contenidos psicológicos 5.
El giro lingüístico produjo un cambio en la manera de reflexionar en la filosofía del siglo XX, pero este
giro no es algo homogéneo ni propio de un solo movimiento contemporáneo. Bajo este apelativo
genérico se abarca generalmente a diferentes vertientes y momentos de la reflexión filosófica
finisecular: el giro lingüístico analítico, el giro pragmático, el giro hermenéutico y el giro pragmático-
trascendental.
Es la filosofía analítica la que viene “resolver” dicha disputa. Los filósofos analíticos desean realizar
una filosofía científica. Éstos, siendo coherentes en que toda ciencia tiene su método, buscan dar el
método a la filosofía mezclando matemática y lenguaje.
Con el objetivo de hacer de la filosofía una ciencia, los analíticos utilizan el lenguaje. Es el lenguaje
el que le dará un estatuto epistemológico a la filosofía.
En la línea de lo epistemológico, G. Frege refiere que “la labor de la filosofía es atender a las
trampas del lenguaje”. Dichas trampas se han dado en el trascurso de la filosofía. Afirmaciones como
“la existencia precede a la esencia”, afirmación del existencialismo sartriano, no son más que
universales sin concreciones. Para evitar universalismos y atender a lo concreto, es necesario
recurrir al lenguaje, pues la revisión de este lo que permite llevar a lo concreto, a lo positivo.
Entonces, según los analíticos, gracias al lenguaje la filosofía va a ser científica.
De acuerdo con lo anterior, la filosofía, más que los hechos, de los que nos informa suficientemente
el sentido común y cuya naturaleza estudian las ciencias, debe simplemente clarificar el lenguaje y
detectar sus posibles defectos. La tarea del filósofo ha de ser, pues, de carácter lingüístico y lógico.
De esta realidad emerge el positivismo lógico.
3
Es importante entender que entonces la facultad que brinda el lenguaje a la filosofía tiene un carácter necesario. Cf. Juan José
ACERO FERNÁNDEZ, “La filosofía del lenguaje al final del siglo XX”. En: Javier MUGUERZA y Pedro CEREZO, La filosofía
hoy. Crítica, Barcelona, 2000, 235-237.
4
Para ampliar la reflexión sobre Leguaje y filosofía ver Juan José ACERO FERNÁNDEZ, Filosofía y análisis del lenguaje. Cincel,
Madrid 1985, 20-28.
5
Este tema se puede ampliar en Francisco CONESA y Jaime NUBIOLA, Filosofía del Lenguaje. Herder, Barcelona 1999, 38-41.
La continuación directa de estas tesis (hacer del análisis el método de investigación, clarificación del
lenguaje y detectar posibles defectos, carácter lingüístico y lógico de la filosofía) llevan al
Neopositivismo o Positivismo lógico: una de cuyas figuras centrales es R. Carnap: desde los
principios del “Tractatus logico-philosophicus” de Wittgenstein, proponen una filosofía “científica”,
basada en hechos, afirman las ciencias experimentales y niegan la metafísica, que no es ciencia y
carece de interés. La filosofía ha de limitarse al análisis de los métodos y resultados de las ciencias.
En otras palabras, el positivismo lógico postula un empirismo antimetafísico tendente al análisis
lógico y lingüístico de las proposiciones del lenguaje común y científico.
No hay más que dos clases de proposiciones que tengan significado: las analíticas (propias
de las matemáticas y la lógica) y las sintéticas (propias de las ciencias naturales). El resto de
proposiciones carece de significado cognoscitivo.
Del primer punto se deriva que las proposiciones filosóficas (sobre todo las referentes a la
metafísica) carecen de sentido. Crítica a la metafísica.
La "verificación" como criterio de demarcación entre lo que es ciencia y lo que no lo es
El deseo de unificación de la ciencia mediante la utilización de un único método (la inducción)
y un único lenguaje (el lenguaje observacional).
El papel de la filosofía queda reducido a filosofía de la ciencia.
El positivismo lógico se consolida como escuela independiente con el Círculo de Viena y el Círculo
de Berlín por los años 1920-30. Su objetivo fundamental es establecer los fundamentos del
conocimiento científico mediante la obtención de un lenguaje lógico o ideal unificado. No
profundizamos el tema aquí, pues se desarrollará al tratar lo referente al Círculo de Viena.
4. Gottlob Frege
4.1 Conceptografía
En esta obra, él expuso brevemente su parecer en torno al psicologismo y a la lógica, y por primera
vez afirmó que la lógica no tiene nada que ver con procesos mentales. Al mismo tiempo, él define de
manera imprecisa lo que son juicios analíticos y sintéticos. Más aún, Frege postuló la necesidad de
una conceptografía, es decir, de una simbología lógica que permita ver claramente las relaciones
lógicas proposicionales para preservar la verdad entre las proposiciones. Éste sería el inicio de una
empresa logicista fregeana para demostrar que la aritmética puede derivarse de la lógica formal.
6
Tomado de Mariano RAZIO y Francisco FERNÁNDEZ LANASTIDA. Historia de la Filosofía. IV Filosofía contemporánea.
Palabra, Madrid, 2009, 224-225.
distinción de estos dos conceptos resulta más clara si consideramos el ejemplo utilizado por el
mismo Frege en su obra Sobre el sentido y la referencia: aunque las expresiones «lucero matutino»
y «lucero vespertino» tienen una misma referencia —el planeta Venus—, sin embargo poseen
sentidos distintos. En la primera, se considera a Venus como la última estrella que desaparece al
amanecer; en cambio, en la segunda se considera a ese mismo planeta como la primera estrella que
aparece al oscurecer. Si bien ambas expresiones se refieren a la misma realidad, cada una tiene un
significado propio, distinto de la otra.
Del mismo modo, hay que distinguir referencia y sentido, de la representación mental que a ellas se
asocia. La referencia es extramental. El sentido es un pensamiento puro, es decir, independiente en
su contenido de la mente que lo piensa. En cambio, la representación es algo que es a la vez mental
y subjetivo. Para entender la distinción, podemos servirnos una vez más de un ejemplo usado por
Frege: «Un pintor, un jinete, un zoólogo asociarán probablemente representaciones distintas con el
nombre «Bucéfalo». Por ello la representación se diferencia esencialmente del sentido de un signo,
que puede ser propiedad común de muchos y no es, por tanto, una parte o un modo de la mente
individual. Así pues, no podrá negarse que la humanidad tiene ciertamente un tesoro común que
transmite de una generación a otra». Así, Frege delimita con los términos referencia, representación
y sentido tres mundos o «reinos» distintos:, por una parte se encuentra el mundo extramental de las
referencias, es decir, de la realidad independiente de las representaciones mentales, y por otra el
reino subjetivo de las representaciones que pueblan la mente humana. A estos dos se une como
tercer «reino» la esfera atemporal e inmutable del sentido, es decir, de los pensamientos puros,
independientes tanto de la realidad material como de las representaciones mentales.
El reino fregeano del sentido, a diferencia del mundo platónico de las ideas, no está situado en
ningún lugar. Frege no hipostatiza los pensamientos puros: no son algo «in actu». A pesar de que las
ideas carezcan de «actualidad», sin embargo tienen un papel «activo» en todas las actividades del
hombre, porque «todas nuestras acciones vienen usual-mente preparadas por el pensar y el juzgar».
Efectivamente, al ser captados y tenidos por verdaderos, los pensamientos actúan sobre la voluntad
del individuo, expresándose en la acción.
5. Bertrand Rusell
Wittgenstein ve el mundo como un conjunto de hechos (Tatsache), no de cosas (Dinge) (1.1). Los
hechos son «estados de cosas» (Sachverhalten), es decir, objetos que se encuentran combinados
en modos diversos (2). Los objetos (Gegenstiinde) se relacionan unos con otros siguiendo la lógica
de sus propiedades internas. Al ser una combinación de objetos, los estados de cosas son
necesariamente complejos. Los estados de cosas pueden ser actuales (es decir, existentes) o
posibles (es decir, que la lógica de las propiedades de los objetos que los componen permitiría la
existencia actual del mismo). El mundo es la totalidad de los estados de cosas existentes (2.04), en
cambio la realidad es la totalidad de los estados de cosas, tanto existentes como posibles (2.06). El
paso de la realidad al pensamiento lo hace Wittgenstein afirmando que las proposiciones son
«figuras» o representaciones de los hechos que componen la realidad (2.1, 2.11, 2.12). Dicho con
otras palabras: «una representación lógica de hechos es un pensamiento» (3). En la teoría figurativa
del sentido que Wittgenstein propone, la estructura de las representaciones se corresponde
exactamente con la estructura lógica de los estados de cosas que estas representan (2.151). Del
mismo modo que los estados de cosas están compuestos de objetos, toda proposición que afirma o
niega un estado de cosas puede ser descompuesta en los elementos que la constituyen, para poder
examinar su conformidad con los hechos que representa (2.0201).
La atenta observación del uso de las palabras en el lenguaje hace descubrir que su sentido no es
unívoco, sino más bien equívoco y en algunas ocasiones contradictorio, si no se tiene en cuenta el
contexto lingüístico en el que las palabras son utilizadas. Por otra parte, el habla es una parte de la
7
Fredy SANTAMARÍA VELASCO, lecturas analíticas. Una introducción a temas y problemas de la filosofía analítica.
Bonaventuriana, Bogotá 2011, 45.
8
Cf. RAZIO y Francisco FERNÁNDEZ LANASTIDA. Historia de la Filosofía, 236-241.
vida misma, en relación íntima con las demás actividades del hombre. Para poder afrontar estas
peculiaridades del lenguaje, Wittgenstein introduce el concepto de «juegos de lenguaje»
(Sprachspiele). Se trata de las reglas que los hablantes deben seguir en los distintos ámbitos en los
que se utiliza el lenguaje, para poder articular una idea o diálogo que sea significativo en cada
contexto lingüístico concreto. Los juegos de lenguaje son potencialmente infinitos, como lo son las
actividades del hombre que el habla acompaña. Esta nueva perspectiva entraña una concepción
pragmática de la verdad, porque ahora el significado de las palabras y de las proposiciones no
depende de su correspondencia con un estado de cosas en el mundo, sino de su congruencia y uso
adecuado dentro del juego de lengua que le corresponde. Aunque las propias reglas internas
convierten a cada juego en un lenguaje completo, provisto de criterios de verdad y significado
independientes, sin embargo estos juegos de lenguaje potencialmente infinitos se entrelazan y
sobreponen gracias al «aire de familía» que los une. Wittgenstein rechaza la existencia de un
lenguaje trascendental que regule las relaciones entre los distintos juegos y les sirva como puente de
comunicación, pues significaría caer en el error en que incurrió en el Tractatus: proponer un lenguaje
ideal, válido para todo discurso y propósito. A diferencia del empirismo extremo del Wittgenstein del
Tractatus, desde la visión pragmática del sentido del Wittgenstein de las Investigaciones filosóficas
es posible hablar de un lenguaje metafísico como juego de lenguaje, y por lo tanto construir
discursos metafísicos sensatos. Sin embargo, su validez no va más allá de los límites del juego
metafísico mismo. No es posible «decir» coherentemente algo que, trascendiendo el juego de
lenguaje en el que se ha generado, se coloque como criterio superior de sentido.
7. El círculo de Viena9:
SIGNIFICADO
Uno de los debates de más interés en la segunda mitad de siglo es el que ha tenido lugar entre la
hermenéutica y la filosofía analítica. Ambas tendencias filosóficas se ocupan del lenguaje, pero la
divergencia en su tratamiento es tan amplia que algunos autores han afirmado que resulta
simplemente imposible cualquier intento de diálogo. Son muchos, sin embargo, los que sostienen
que una discusión entre estos dos modos de filosofar podría resultar muy fecunda.
Para aclarar el debate, es preciso distinguir entre el período positivista de la filosofía analítica,
capitaneado por Carnap y los miembros del Círculo de Viena, y la filosofía fruto de las tesis que
Wittgenstein expone en las Investigaciones filosóficas. Casi todos los autores reconocen que en la
fase más positivista hay pocos estímulos posibles para un diálogo. Aun así, Jórg Zimmerman ha
puesto de relieve ciertas analogías entre la hermenéutica y la condición de posibilidad de la isomorfía
(relación) entre sentido proposicional y estado de cosas propuesto por el Tractatus. La tesis de que
el sentido se muestra sin que pueda ser dicho definiría la cadencia hermenéutica del Tractatus.
Asimismo tiene una traza hermenéutica la reflexión sobre los límites del sentido y las observaciones
sobre lo que no puede ser dicho.
Sin embargo, la preocupación central de la filosofía del lenguaje del Círculo de Viena era establecer
un criterio de significado de las proposiciones, mientras que para la hermenéutica nunca había
resultado problemático el significado sino la comprensión del mismo. Por su parte, todo el problema
de la comprensión se reducía en la analítica a la detección de aquellas proposiciones que presentan
una estructura semejante a las que tienen sentido y, sin embargo, no lo tienen. Los ataques de
Carnap a la filosofía hermenéutica fueron muy importantes.
10
Cf. Francisco CONESA y Jaime NUBIOLA, Filosofía del Lenguaje. Herder, Barcelona 1999, 235-239.
Mucho más fructífero puede resultar el diálogo entre la hermenéutica y el segundo Wittgenstein.
Quien abrió el debate en este punto fue K. O. Apel, el cual descubre una analogía entre los juegos
de lenguaje y formas de vida de Wittgenstein y el lugar que en Heidegger tiene la comprensión. La
participación en un juego de lenguaje se acerca a la comprensión hermenéutica. Desde la teoría de
los juegos de lenguaje, la comprensión sería un juego más, cuyo objetivo sería ocuparse de la
referencia entre los diversos juegos de lenguaje. El «juego hermenéutico de lenguaje» serviría de
mediación entre una forma de vida y otra. El problema es que, entendiendo el concepto de juego de
lenguaje con tanta amplitud como lo entiende Apel, será dudoso que a este concepto le advenga un
significado unitario. Además, Apel discrepa en un punto fundamental con Wittgenstein, el cual
rechaza la exigencia de tener que determinar lo que es esencial al juego de lenguaje, pues eso
significaría la reaparición de la exigencia engañosa del juego ideal de lenguaje válido para todo tipo
de discurso y propósito, en la que el Tractatus, según la propia crítica del autor, se había encallado.
Sin embargo, Apel piensa que la filosofía no se puede limitar a determinar lo diverso sino a
especificar un «juego de lenguaje ideal», que representa la condición trascendental de posibilidad de
todos los juegos de lenguaje actuales.
J. Habermas, por su parte, ha destacado también la semejanza entre las «formas de vida» de
Wittgenstein y los «mundos vitales» descritos por E. Husserl en conexión con la comprensión del
sentido. Sin embargo, a Habermas le parecen más ricos los mundos vitales de Husserl, que no
estaban pensados como formas cerradas de vida. Habermas tilda a los juegos de lenguaje de
Wittgenstein de estructura monádica y monologante. Para que sean comparables, es necesario que
los juegos de lenguaje sean permeables entre sí y que muestren sus vínculos lógicos y semánticos.
Otros autores han incidido en otras analogías entre Wittgenstein y la hermenéutica: la idea de
Wittgenstein de que todo el conocimiento del mundo está articulado lingüísticamente encuentra un
eco en la dimensión lingüística del mundo que sostiene Gadamer. La crítica al lenguaje privado en
las Investigaciones filosóficas se prolongaría en la idea de transmisión cultural presente en Gadamer
y también en J. Habermas y O. Apel. Además, ambas escuelas parecen tener un adversario común,
la metafísica moderna, sustentadora de la cosa en sí, el sujeto absoluto, el solipsismo. A este
propósito R. Rorty ve en la hermenéutica y la pragmática que culmina en Quine una misma línea
que conduce a una filosofía que no tiene ya nada de especular, de copia de una realidad mostrenca.
La realidad es, más bien, el tejido que los hombres en su convivencia o interacción dialógica van
poco a poco tramando37.
A pesar de estas analogías posibles —que deberían extenderse a las obras de otros autores—
persisten graves problemas para conjugar ambas posturas. El problema fundamental desde la
perspectiva analítica reside en la pretensión de universalidad de la hermenéutica. Se podría admitir
la hermenéutica como un método parcial apropiado para investigar determinadas realidades
humanas. Pero la hermenéutica pretende regir toda cientificidad en la medida que todo conocimiento
objetivo se enraíza en una comprensión lingüística del mundo. Si la hermenéutica no renuncia a
considerar que todo conocer es interpretar, es decir, si no se desontologiza, resultará muy difícil el
diálogo.
Por su parte, desde la hermenéutica se acentúa que nos encontramos ante dos modos muy distintos
de entender la filosofía. La hermenéutica concibe el filosofar como una reflexión trascendental, lo
cual no sólo es problemático sino imposible para las Investigaciones filosóficas. Para la
hermenéutica, por otra parte, la teoría de los juegos de lenguaje es incapaz de mostrar sus propias
condiciones de posibilidad. Así expresa Ricoeur esta dificultad: «Si el discurso se da en un juego de
lenguaje, ¿cómo es posible la discusión sobre esta condición lingüística? Si la comprensión del ser
se identifica con un juego de lenguaje, ¿en qué juego de lenguaje se da? Si no se quiere reducir la
actividad filosófica a una convención verbal, será preciso enraizar el juego de lenguaje filosófico en
una comprensión del ser en el mundo anterior a todo juego de lenguaje». Wittgenstein, en efecto, no
contesta a la pregunta por el metajuego lingüístico del análisis del lenguaje. Además, el concepto de
razón de Wittgenstein no tiene en cuenta la historia, a la que tan sensible es la hermenéutica 11.
Aun siendo concepciones muy distintas del filosofar, hermenéutica y analítica sostienen una común
preocupación por el lenguaje, lo cual debe conducir a iniciar un diálogo más profundo y a reconocer
los complementos y correctivos que ambas tendencias, sin duda, necesitan.
TESIS II – FREGE.
Todo concepto debe de hacer parte de la conceptografía.
El verbo ser o estar pone en problemas la conceptografía.
Lo tangible sirve para la tesis II.
Ejemplos:
La clase de filosofía del lenguaje = no cumple FA.
Jesús come carne de cerdo = no cumple FA.
Me gusta cuando callas porque estas como ausente = No cumple FA.
Me enfado porque eres bruto = No cumple FA.
José compra ropa usada = No cumple FA.
Antonio compra calcetines = cumple FA.
11
Un texto donde P. Ricoeur expone sintéticamente algunos aspectos de su hermenéutica filosófica es Paul ROCOEUR,
Hermenéutica y Acción. De la Hermenéutica del texto a la hermenéutica de la Acción. Prometeo, Buenos Aires 2008, 185 p.
Juan trajo una chaqueta negra = Cumple.
Angelo estudia en un colegio costoso = cumple.
Nelson vive del amor = No cumple.
William come mocos = Cumple.
TESIS V – WITTGENSTEIN.
La filosofía no es un saber sustantivo, sino una actividad (límites de significado que tiene una
proposición).