Razones por las que la cultura SÍ influencia el desarrollo:
1. La cultura como una parte constitutiva del desarrollo. Uno de los fines últimos del desarrollo es el bienestar y acceso a las libertades fundamentales, muchas de estas libertades se evidencian en las tradiciones, costumbres. La cultura forma parte de lo que somos, lo que nos hace diferentes, de nuestros deseos y anhelos, así como de objetivos y metas. 2. Objetos y actividades culturales económicamente remunerados. El turismo y la historia también está muchas veces vinculado con la cultura y la economía. 3. Los factores culturales influyen en el comportamiento económico. Todas las personas son diferentes, diferentes sociedades tienen diferentes demandas y objetivos, así como comportamientos y valores, y manejo del comercio y negocios, por lo que lo aplicado en una no va a ser útil en la otra. 4. La cultura y la participación política. La participación e inclinación política esta muchas veces decidida por el entorno cultural. En la segunda vuelta se vio la cultura del miedo y la cultura de indiferencia, lo que caracterizaba sus acciones al decidir votar y opinar sobre uno o los dos votantes. 5. Solidaridad social y asociación. La solidaridad social está estrechamente relacionada con la cultura, la cercanía de un grupo muchas veces choca con los del exterior, lo que puede evidenciar entre regiones, clases sociales, y ciudadanos natos e inmigrantes. 6. Parajes culturales y rememoración de la herencia histórica. Se conoce más de un país a través de conocer su historia cultural, el estudio de las tradiciones y culturas es indispensable para conocer sobre nuestro pasado y el cómo llegamos al punto actual, así como conocer antiguos tratados o, en el caso del desarrollo, distintos enfoques que se llevaron a cabo para tratan de avanzar como sociedad. 7. Influencias culturales en la forma y evolución de valores. Las políticas de cero discriminaciones, el respeto de los derechos, la práctica del respeto, entre otros, son valores y normas debatidos entre regiones. Cada que hay una conducta nueva esta es cuestionada y, de ser necesario, sancionada o emulada para la armonía de la sociedad. Razones por las que la cultura NO es influenciable en el desarrollo: 1. La cultura no es determinante de nuestras vidas e identidades, solo es uno de los factores importantes, como la clase, genero, profesión, posición política, etc. Nuestro comportamiento no solo depende de nuestros valores y predisposiciones, sino también de las instituciones y la falta de estas. 2. La cultura no es homogénea ni dentro de sus categorías, es cambiantes, los determinantes culturales no necesariamente caracterizan a toda la cultura, depende mucho de los componentes de la cultura en los que se enfoca la persona. 3. La cultura no es estática, decir que una cultura está definida es decir que está estática, desconocer los cambios en su historia y los futuros que puedan desarrollarse. 4. La cultura no es aislada, interactúan unas con otros y presentan pequeños cambios que suelen ser casi imperceptibles al seguir una nueva influencia y no recordar cómo llegó. EL CULTURALISMO Explica que las principales escuelas que se relacionan con el desarrollo son el estructuralismo, institucionalismo y el culturalismo, siendo la primera la que más resalta entre ellas. Mientras que el institucionalismo y el culturalismo son una oposición. Institucionalistas como Dahl y Huntington reconocen al desarrollo económico como político responde a causas complejas, entre las cuales puede darse un componente cultural; su énfasis reside, de todos modos, en la necesidad de que los países en transición construyan instituciones políticas firmes, complejas y flexibles, capaces de canalizar las tensiones que inevitablemente trae el desarrollo. La visión del culturalismo no se refiere a las estructuras económicas o políticas de la sociedad sino a la mentalidad de los que trabajan en ellas. Desde el ángulo de mira del culturalismo, un modelo económico y una misma institución política funcionan de maneras diferentes. El impacto que logró tener el libro escrito por Almond y Verba, La cultura cívica, se inscribió como marco de despegue para la nueva disciplina, la Política Compara. Como vimos, tanto el desarrollo como el subdesarrollo son conceptos comparativos. Otro que abordó el tema fue Banfield, quien estudió las comunidades del sur de Italia para concluir que el dato que permite anticipar si una sociedad se desarrollará en el futuro no es tanto la calidad y el nivel de actividad económica cuanto la mayor o menor predisposición de sus miembros a confiar unos en otros y a asociarse en proyectos comunes. Tipología cultural de desarrollo Los valores cruciales que permiten el desarrollo no siguen vigentes por el desarrollo económico o político, sino por su cultura. Entonces es oportuno mencionar la idea de una hipótesis cultural del desarrollo, cuyo cometido es determinar cuáles son esos valores sin los que es imposible el desarrollo. También es imposible pensar, como lo hace Ronald Inglehart, que, así como el sistema “pre moderno” de valores resiste al desarrollo que fue reemplazado por un “sistema moderno” de valores que lo favorece, quizás estamos asistiendo al nacimiento de un sistema “posmoderno” de valores que, a partir de un desarrollo ya adquirido, aporta una visión del mundo y tendrá sus propias consecuencias económicas. En cada nación concreta predomina un sistema mito de valores donde coexisten valores favorables y valores resistentes al desarrollo económico. Si decimos que las naciones pre modernas han albergado sistemas de “valores” y no de “desvalores” resistente al desarrollo, es porque les estamos reconociendo que ese sistema que necesitan abandonar es, valga la redundancia, valioso. Los valores valen tanto en las sociedades pre modernas como en las sociedades modernas. La confianza en el individuo Para el desarrollo económico es necesario dos cosas fundamentales como la creatividad y el trabajo, lo cual infunde en el individuo para poder crear, imaginar y poder expresarse de una manera natural, desarrollándose sin impedimentos. Si un individuo siente que otros están controlándolo o delimitando su esfuerzo, este no tendrá otra alternativa que dejar de crear o no crear, si no, solo someterse o rebelarse. Esto deja a una sociedad sin innovaciones, generando solo resistencia, bloqueo y destrucción. Para que se pueda dar un desarrollo exitoso en un lugar es necesario que el individuo este en libertad, puesto que este sabe lo que desea y lo que puede llegar a lograr. Antes de darle libertad a un individuo es fundamental creer en él. Es por eso que aquí se nota la paradoja del desarrollo. Si a un Estado le importara que existiera desarrollo económico, necesita soltar a sus individuos, apostando por ellos y sus habilidades de crear, resignándose a otras actividades que podrían llegar hacer fuera de sus deseos planeados. Dos conceptos de la riqueza El desarrollo económico se da de distinta manera. Por un lado, en las sociedades favorables, la riqueza es lo que todavía no han alcanzado, y las sociedades resistentes tienes como riqueza lo que ya existe. La cuestión de la riqueza se basa en los principios que tienes los individuos en torno a su sociedad, en los países sub desarrollados, tener una computadora es parte de su riqueza, mientras que en los países desarrollados la riqueza está en la mente de sus ingenieros creativos que están pensando en las futuras computadoras que se elaboraran. La idea errónea de que la riqueza no es lo que se va a crear, si no lo que ya está hecho, es algo que lleva en nuestras mentes desde hace mucho tiempo. Pero lo singular es que es la necesidad lo que trae la Modernidad, puesto que esto ayuda a crear cosas a partir esa necesidad. Dos ideas de la competencia Un rasgo esencial del capitalismo es la competencia entre los agentes económicos. Debido a que por más que la propiedad privada de producción desapareciera, la sociedad seguirá siendo capitalista si en ella existiera la competencia entre sus entes públicos. Pero si la economía se basara en organizaciones monopólicas que no dieran rienda a la competencia, el capitalismo desaparecería. Es por eso que la necesidad de la competencia es fundamental para el desarrollo de un individuo y de una sociedad, puesto que gracias a esto estas pueden explotar y generar mejor sus ideas y funciones, haciendo que no solo compitan si no evolucionen para generar el mejor servicio ofrecido por estas, ajustando así esos errores que tienen a la hora de dirigirse a su público. Si una sociedad o individuo no tuviese un competidor, esta caería en la conformidad y dejarían de apostar por la mejora. Las virtudes “menores” Una sociedad desarrollada maneja ciertas virtudes que se pueden considerar casi irrelevantes, que está marcada por su cultura y por su ser, figurando la puntualidad, el placer a trabajar bien y la cortesía. Estar en un ambiente donde existe la armonía, la limpieza y el orden, un lugar donde las cosas respeten el tiempo, donde lo valores hacia los demás es lo primero y la justicia es la clave de su nombre, son parte de las creencias e ideales de las sociedades desarrolladas y modernas. Cuando se imagina llegar a una sociedad subdesarrollada, lo primero que se encuentra o se piensa es que es lo contrario de las sociedades desarrolladas, se encuentra impuntualidad, suciedad, descuido por los bienes públicos, especialmente de los baños. Todos estos defectos que son insignificantes, responden como se caracteriza una sociedad subdesarrollada, que es lo que identifica como son sus ideales. Pues que lo moderno no es la tecnología ni lo que se tiene, si no el hábito de archivar todo y volviéndolas necesarias, las sociedades subdesarrolladas adquieren computadoras igual que las desarrolladas, pero siguen viviendo en desorden, dejando de ser una característica de modernidad, si no solo de estatus. EL CAPITAL SOCIAL La cultura cuenta Creemos que es difícil entender qué pasó y qué puede pasar en América Latina sin cuestionar la cultura. Es imperativo profundizar en lo que sucede en la mente, los valores y las actitudes de las personas. A pesar de su gran potencial económico, América Latina tiene alrededor del 50% de su población por debajo de la línea de pobreza. Las percepciones y visiones de la realidad, qué sucedió en la forma de vida y cómo todo esto influyó en la agenda pública, el tipo de debate que se desarrolla en la región. Conecta capital social y cultura. Se trata de dos campos estrechamente relacionados que analizan parte del impacto del valor cultural en el desarrollo de América Latina. La economía que ha dominado el mercado latinoamericano durante las últimas dos décadas está socavando sistemáticamente la cultura, malgastando recursos y llevándolos al límite a través de la política de consumo. Luego pasa a la pobreza, concluye cómo las políticas culturales pueden ayudar a combatir la pobreza y termina con algunas observaciones. En el extremo, simplemente caen en la idea de que hay culturas mejores y peores, y que los latinoamericanos tendrán fallas estructurales que obstaculizarán el desarrollo. La idea de capital social Los latinoamericanos están acostumbrados a fingir que la baja inflación prosperará y un alto PIB cápita conducirá a una vida rica. Aprendieron con gran entusiasmo que este no era el caso. Un estudio pionero de Robert Putnam y James Coleman de la Universidad de Harvard encontró que no solo la sostenibilidad del desarrollo, sino también muchos factores no económicos que tienen un impacto significativo en el desempeño nacional en términos de progreso económico y tecnológico. A esto se le llama capital social y todos están vinculados culturalmente. La equidad tiene al menos cuatro lados. El primero es un clima de confianza en las relaciones interpersonales. El grado en que las personas confían entre sí en el negocio. La segunda dimensión es configurable. La capacidad de la empresa para construir las formas más básicas de cooperación. La capacidad de forjar vínculos es fundamental para el destino político de algunas naciones modernas. El tercer elemento del capital social es el significado de ciudadanía. Es una forma de que las personas actúen ante todo por el bien colectivo. En última instancia, el cuarto elemento del capital social son los valores morales dominantes en la sociedad. Como tales, estos valores forman parte de la "propiedad productiva" o "responsabilidad productiva" de la sociedad. Impactos de la ética y la cultura Los países como Finlandia, Transparencia Internacional, son los mejores del mundo, y los escandinavos en general tienen poca o ninguna corrupción. Se debe a que tienen un sistema legal estricto que regule todos los actos de los actores de la sociedad, y el castigo por comportamientos corruptos puede considerarse como máximo. La cultura se construye y es una práctica cultural duradera a través de la educación en medios, modelos de referencia e instituciones específicas. En los países nórdicos, se podría pensar que existe un decreto que exige la reducción de las disparidades sociales entre los trabajadores. Los líderes de los centros de emprendimiento privados noruegos a menudo explican que los ingresos del empresario privado de un país son mucho más bajos que los del empresario privado promedio en un país desarrollado, pero el egaritalianismo es una cultura de estos. Este valor cultural se construyó a través de un vasto proceso educativo. En algunos países de la región, esta tendencia se ha revertido en las últimas décadas. La corrupción está casi legalizada y las desigualdades son enormes. En 2002, estos pobres latinoamericanos que salieron de su país enviaron ahorros a sus familias en su país de origen por más de $ 32.000 millones, superando toda la inversión extranjera en América Latina ese año. En 2003, duplicó el monto de la ayuda externa, 50% de inversión extranjera y donaciones y préstamos de organizaciones internacionales. Cambian el estado de la economía proporcionándoles una moneda base. Representan más de un tercio de las exportaciones de países como República Dominicana, El Salvador y Nicaragua. Son la segunda fuente más grande de divisas en México. Por otro lado, son redes de seguridad social realmente enormes. Se dirigen a los muy pobres, aumentan drásticamente sus ingresos y los sacan de la pobreza extrema. En lugar de practicar los axiomas del razonamiento dogmático neoliberal, en el que todos tienden a actuar como "economistas que maximizan las ganancias", muchos trabajadores piensan de otra manera. Envían una parte sustancial de sus escasos ahorros a sus familias en su país de origen. Es una pequeña transferencia 8 o 9 veces al año. Es el peso de la estructura familiar en muchas sociedades latinoamericanas, tratando de ayudar a padres, madres, hermanos, hermanas, hijos y familiares. El tercer ejemplo de la importancia de la cultura. La impresión es el tipo de discusión en la región sobre temas como la corrupción. Este grado del tipo de experiencia histórica vivida, dada la influencia cultural de los niños de la calle, los mendigos ancianos y el neoliberalismo dogmático que alivia el sufrimiento diario de los desplazados, socialmente excluidos, ha llegado al punto de la degradación cultural. En definitiva, es la eliminación de la corrupción, basta con ocupar la máxima autoridad pública. Lejos de las aspiraciones morales racionales, la ética debe eliminar la corrupción, pero tiene un horizonte de problemas que es necesario abordar más a fondo, surgió mucho antes de que se reflejara en la Biblia, el Nuevo Testamento y el Nuevo Testamento. Tiene que ver con quiénes somos en el mundo, hacia dónde se dirige una sociedad organizada y cuál es el significado de la vida. Cómo lograrlo para orientar la economía en la dirección de crear las mejores condiciones para una sociedad armoniosa, plenamente desarrollada y amorosa. Erosión de valores Como lo demuestran los ejemplos referidos, la ética y el capital social inciden activamente en el desarrollo. Una sociedad puede potenciar o deteriorar su capital social. Está demostrado que la alta diferencia deteriora seriamente comentado capital. Una vez que se deteriora el coeficiente Gini seriamente, la sociedad lo resiente profundamente en sus valores. Que territorios tan ricos en potencialidades como los latinoamericanos tengan tanta pobreza y se encuentren polarizados, mina el capital social, la credibilidad y la convivencia; influye de manera negativa sobre todos los puntos centrales del capital social. Por otro lado, a la baja de la credibilidad y el consiguiente debilitamiento de la gobernabilidad, potenciados por la iniquidad, se ha sumado el proceso cultural de disociar ética y economía. La marginación de la cultura Los beneficios que genera la cultura a la sociedad deben ser evaluados con otros criterios. La necesidad de parámetros más amplios de evaluación del progreso humano es la que plantea en general el paradigma del desarrollo humano de la ONU. Su interrogante es muy concreto: ¿la cultura debe ser un tema más de las mediciones costo- beneficio o no habrá que ver en lo que se dedica a cultura el símbolo de una nación que avanza? Una de las cosas de las que puede enorgullecerse la región es que en diversos países de la misma ha habido resistencia cultural a la visión economicista de la cultura. Este mantener viva la llama de la cultura en medio de condiciones muy adversas a través de expresiones de cultura masiva, que han generado permanentemente estas sociedades, como el teatro independiente, el humor crítico, nuevas generaciones de escritores jóvenes, las protestas a través de la música, los coros, el arte, y muchísimos espacios creativos no convencionales. Cultura y lucha contra la pobreza La región, que tenía serias dificultades sociales a inicios de los 80, ha sido escenario de políticas y desarrollos que han agravado aún más la situación. La región generó en las últimas décadas una nueva figura económica: “los nuevos pobres”. Pero los cambios en las políticas, económicas y sociales, requieren para su sostenibilidad correlatos en lo cultural. Es necesario activar el debate de ideas, la discusión sobre los valores éticos y las actitudes. Las expresiones culturales tienen la posibilidad de transmitir en todas sus manifestaciones, de modo libre y abierto, la agenda de los sufrimientos reales y los reclamos de la población. En una sociedad democrática, el debate cultural influye fuertemente en las políticas económicas y sociales, si no en el corto plazo, en el mediano plazo. Un mensaje cultural repetido, orientado hacia el desprestigio total de la función pública y del Estado y a la idealización de la privatización, facilitó el terreno para que sociedades aceptaran de manera tan acrítica la privatización indiscriminada y en condiciones muy cuestionables de casi todos los bienes públicos. Lo que sucede en el campo de la cultura va a tener mucha incidencia en las políticas relativas a la pobreza. Así, aparece permanentemente el razonamiento de la pobreza como un problema individual y no estructural, Desde estas expresiones abiertas a otras más sofisticadas, como echarles la culpa de la pobreza en general a las víctimas bajo el término de “perdedor”. “Es un perdedor porque no supo ser exitoso, porque no hizo lo necesario para ser exitoso” Otra argumentación regresiva es la que relativiza la importancia de la pobreza. Se devalúa todo lo que se haga en el campo social diciendo que es asistencialismo, ya que no se enseña a pescar, sino que sólo se entrega pescado. También se afirma que los programas que ayudan a la gente pobre les inculcan el hábito de la dependencia total, la pereza, la falta de interés en trabajar. Entonces se opone esto, que sería asistencialismo, a lo otro, que serían políticas que realmente creen trabajo. Una última anotación sobre estereotipos culturales frecuentes. Una sociedad puede llegar en su deterioro, la falta de discusión sobre los valores éticos, la degradación cultural que significa esta ideología que sólo cree en el homo económicas, a perder la capacidad de indignación y ver con indiferencia e insensibilidad. Buscando respuestas ¿Qué se puede hacer en el plano de la cultura frente a la situación en la que se encuentra la región? En primer lugar, es necesario superar algunos razonamientos que han formado parte del cuadro que condujo a ella. El Nobel Amartya Sen (1998) llama al modelo ortodoxo el modelo de “Sangre, Sudor y Lágrimas”. Explica que es irreal que haya un solo modelo económico. Hay diversos. Hay un modelo Nórdico, un modelo del Sudeste Asiático, un modelo económico de Europa Occidental, un modelo de Canadá, un modelo de los Estados Unidos; cada sociedad de acuerdo con su historia. El campo de la cultura puede tener un peso muy importante en ayudar a recrear un modelo de desarrollo integral. La idea es que la economía debe funcionar muy bien, pero no es un fin en sí mismo, los fines los tiene que fijar la ética. Tiene que haber una coherencia entre los fines y el instrumento, de lo contrario puede suceder lo que está sucediendo. Es muy importante que resuene en el campo de la cultura. Que allí se logre, por un lado, cultivar la nueva cultura de solidaridad y de cooperación, y por otro, propiciar un debate más abierto, plural y de mejor calidad sobre las políticas que permitan superar mitos como los circulantes. En segundo lugar, las políticas culturales pueden aportar mucho. Es fundamental para ello que las buenas intenciones sobre la cultura se plasmen en políticas concretas. Eso parte de que el presupuesto para cultura sea digno de “una nación adulta y civilizada”, como decía Benhamou. La cultura puede ser también muy útil para combatir la criminalidad, hay una relación directa entre criminalidad y educación. Si se logran aumentar los niveles de educación, se bajan los índices de criminalidad. La cultura como se ha visto es un medio poderoso y puede jugar muy fuertemente en lo que pase en términos de desarrollo económico. Pero además es un fin en sí mismo. Nunca se debe perder de vista esa dimensión de la cultura. El determinismo cultural Saltar a conclusiones culturales resulta insidiosa, tales conclusiones pueden influir sobre la forma en que los expertos perciben la naturaleza y los desafíos del desarrollo económico. Las teorías son derivadas en varias ocasiones de pruebas bastante escasas, las verdades a medias pueden generar una desorientación garrafal. En un argumento del libro llamado “Culture Matters” editado por Lawrence Harrison y Samuel Huntington, este último autor señala en su parte introductoria, a principios de la década de 1990 se topó con información económica sobre Ghana y Corea del Sur durante los años sesenta y se sorprendió de lo parecidas que eran sus economías en aquel entonces. Treinta años más tarde, Corea del Sur se convirtió en un gigante industrial con la decimocuarta economía más grande del mundo. Pero en Ghana no habían sucedido tales cambios, cuyo ingreso per capita era ahora casi quince veces menor al de Corea del Sur. Para explicar esta extraordinaria diferencia en el desarrollo, sin duda hubo muchos factores que entraron en juego, donde la cultura constituía gran parte de la explicación. Mientras los coreanos del sur valoraban la frugalidad, el trabajo duro, la organización y la disciplina, los ghaneses tenían valores diferentes. Las culturas cuentan. Pero, existían muchas diferencias importantes entre Ghana y Corea en los sesenta, excepto por la cultura. Como primer punto, las estructuras de clase en ambos países eran diferentes, además Corea del Sur tenía una clase comercial más grande con una participación más activa. Segundo punto, la política eran muy diferente, Corea del Sur estaba dispuesto y ansioso por desempeñar un papel primordial centrado en los negocios, y en Ghana era una modalidad no aplicable. Como tercer punto, la relación estrecha entre la economía corea y japonesa por un lado y Estados Unidos por el otro, fue determinante. Finalmente, como cuarto punto, para la década de los 90 Corea del Sur alcanzó un nivel educativo mucho más alto y así mismo un sistema escolar más extendido que el de Ghana. La condena cultural de los prospectos de desarrollo en Ghana y otros países africanos es simplemente pesimismo apresurado con poco fundamento empírico. Para empezar, no toma en cuenta lo rápido que muchos países han cambiado, en lugar de permanecer anclados a ciertos parámetros culturales fijos. Las verdades a medias y mal identificadas pueden ser terriblemente falaces. Interdependencia y aprendizaje La cultura no opera en forma aislada respecto de otras influencias sociales, cuando la colocamos en la compañía adecuada, puede ayudarnos a iluminar el proceso de desarrollo y la naturaleza de nuestra identidad. En una relación de sustento mutuo, la educación influye sobre la cultura justo como la cultura precedente tiene un efecto sobre las políticas educativas. Las interrelaciones culturales, situadas dentro de un marco amplio, proporcionan en verdad una perspectiva útil para nuestro entendimiento. Esto contrasta tanto con el abandono total de la cultura, como con el privilegio de la cultura en términos de aislamiento e inmovilidad. Debemos ir más allá de ambas posturas e integrar el papel de la cultura a otros aspectos de nuestra vida. La globalización cultural Aprender de otros países implica libertad y buen juicio, no estar abrumado y dominado por influencias externas sin tener otra opción, sin espacio para ejercer la libertad propia y los deseos propios. Para considerar la invasión cultural global como una amenaza a las culturas locales existen dos cuestiones de particular relevancia, la primera se relación con la naturaleza de la cultura de mercado en general, ésta es parte y parcela de la globalización económica. La segunda cuestión tiene que ver con la asimetría de poder entre Occidente y otros países, y la posibilidad de que esta asimetría pueda llevar a la destrucción las culturas locales. Las amenazas a las viejas culturas nativas en el mundo globalizado de hoy son inevitables, hasta cierto punto. El problema no es fácil resolverlo deteniendo la globalización de los negocios y el comercio, porque las fuerzas del intercambio económico y la división del trabajo son difíciles de resistir en un mundo basado en la interacción. Por otro lado, resulta difícil negar que los negocios y el comercio global puedan acarrear una mayor prosperidad económica para cada nación. Una respuesta natural al problema de la asimetría debe tomar la figura del fortalecimiento a las oportunidades de la cultura local, de tal manera que esta sea capaz de defender lo suyo contra una invasión opresiva. La necesidad de un proceso participativo de toma de decisiones sobre la clase de sociedad en que la gente quiere vivir, un proceso basado en la discusión abierto, debe ser un valor bien difundido. No podemos, de un lado, querer la democracia y, de otro, excluir ciertas opciones basándonos en argumentos tradicionalistas, por su "extranjería”. La prohibición de influencias culturales de otros países no es coherente con el compromiso adquirido con la democracia y la libertad. Existe un asunto más delicado que se relaciona con esta cuestión, tiene que ver con la forma en que nos vemos a nosotros mismos en el mundo. Puede derivar de hecho en la inclinación por una postura agresivamente "local" en el campo de la cultura, como una suerte de resistencia "valiente" frente al dominio occidental. El verse a sí mismo como "el otro" no hace justicia a la propia libertad ni a la capacidad deliberativa. Este problema también se debe tratar de una manera que sea coherente con los valores y la práctica democráticos, si éstos han de ser considerados prioritarios.