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Modelo Biomédico

Angie Carolina Oliva Pantoja


Ana Lilia Calderón Yela
Carol Andrea Fajardo Cerón
Valentina Erazo Balanta

Universidad Mariana
Facultad Ciencias de la Salud
Programa Terapia Ocupacional
San Juan de Pasto
Año 2021
Modelo Biomédico

Angie Carolina Oliva Pantoja


Ana Lilia Calderón Yela
Carol Andrea Fajardo Cerón
Valentina Erazo Balanta

Luis Alberto Zambrano Montero


Asesor

Universidad Mariana
Facultad Ciencias de la Salud
Programa Terapia Ocupacional
San Juan de Pasto
Año 2021
Modelo Biomédico
Concepto de la discapacidad: La discapacidad es un problema de la persona directamente causado
por una enfermedad, trauma o condición de salud, que requiere cuidados médicos prestados en
forma individual por profesionales. El tratamiento de la discapacidad está destinado a obtener la
cura o una mejor adaptación de la persona o un cambio de su conducta. La atención sanitaria se
considera como cuestión primordial y en el ámbito político, la respuesta principal es la de
modificar y reformar la política de atención a la salud. (46 organización Mundial de la Salud
(OMS), Clasificación Internacional del Funcionamiento, de la Discapacidad y de la Salud, CIF,
22 (Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales, Secretaría General de Asuntos Sociales, Instituto
de Migraciones y Servicios Sociales IMSERSO, Madrid, 2001).
El concepto de discapacidad se forma desde la época primitiva y tuvo una evolución
trascendental hasta el modelo más conocido como Medico – Biológico/Rehabilitador y hoy
conocido como modelo biomédico, y fue así desde la 1959 hasta 1980 estipulado por la OMS
1980 donde argumentaba la necesidad de explicar que las consecuencias de las enfermedades
causaban algunos limitantes para la persona y le impedían llevar una vida cotidiana de manera
normal, derivado de enfermedades crónicas las cuales causaban algún tipo de discapacidad,
siendo su principal objetivo promover la adaptación de la persona con discapacidad a, para que
así pudiera lograr alcanzar el máximo nivel de funcionalidad en su recuperación física. (insertar
bibliografía EVOLUCIÓN DE CONCEPTOS DE DISCAPACIDAD.pdf)
A principios del siglo XX, a raíz de la Primera Guerra Mundial y de la introducción de las
primeras legislaciones en torno a la seguridad social, el concepto de discapacidad asiste a un
cambio de paradigma. En efecto, y aun cuando se pueden encontrar algunas transformaciones en
los siglos anteriores, fueron los millares de soldados mutilados durante la Gran Guerra, por un
lado, y el auge de las leyes laborales, por otro, los que verdaderamente modificaron la forma de
entender la diversidad funcional: los impedimentos físicos y mentales dejaron de ser
considerados castigos divinos y comenzaron a entenderse como enfermedades que podían recibir
tratamientos, por lo que, las personas aquejadas de alguna dolencia, no necesitaban ser
marginadas de la sociedad. Fue así como el modelo de prescindencia pasó a ser sustituido por el
modelo médico o de rehabilitación, cuyos fundamentos impregnan la mentalidad común hasta el
día de hoy. Tal y como ocurría con el modelo de prescindencia, los presupuestos en los que se
basa este nuevo paradigma son dos, uno relacionado con las causas de la discapacidad, y el otro
con el rol de la persona en la sociedad: en primer término, las causas de la discapacidad ya no son
religiosas sino científicas y, en segundo lugar, las personas con discapacidad dejan de ser
consideradas inútiles respecto de las necesidades de la comunidad y, siempre que sean
rehabilitadas, pueden tener algo que aportar. Vemos así cómo, al cambiar las causas de la
discapacidad, se modifica su concepción y su tratamiento, pues al entenderse como una
deficiencia biológica con causa científica, la diversidad funcional no sólo puede ser curada sino
además prevenida. Puntualiza Palacios que el objetivo del modelo médico es curar a la persona
discapacitada, o bien modificar su conducta con el fin de esconder la diferencia y, de ese modo,
incorporarla a la sociedad, método el cual fue criticado por estigmatizar a las personas con
discapacidad y por usar términos opresivos. Mas, no obstante, a pesar de dichos
cuestionamientos, existen dos aspectos por los cuales el modelo médico debe ser valorado.
Primero, cabe destacar que con el paradigma de rehabilitación emerge la posibilidad del trabajo
protegido, pues los Estados comienzan a hacerse cargo de aquellos ciudadanos que poseen
diversidades funcionales.
De ahí que, ligado a este modelo médico, tras la Primera Guerra Mundial, surgieran las leyes de
servicios sociales para los veteranos de guerra con discapacidad y, en la década de los sesenta,
dicha legislación de servicios sociales se extendiera a todas las personas con discapacidad. Ahora
bien, ¿qué supuestos filosóficos podrían sustentar el modelo de rehabilitación? Explica Francisco
Guzmán que: “En los tratados de ética y filosofía se analiza la inherente fragilidad del ser
humano desde los supuestos aproximativos diferentes. En primer lugar, se considera al ser
humano frágil como un objeto de la acción ética del sujeto, alguien a quién se sitúa en un plano
inferior de existencia y al que se trata de ayudar para que recupere su estatus de ser humano
autónomo, autosuficiente, sano, inteligente etc. Desde este punto de vista se estudia el mejor
modo de tratar a quienes padecen penalidades y las maneras de fomentar medios morales y
sociales para su superación o erradicación”. Con el párrafo anterior el autor se refiere al
contractualismo del siglo XX, enraizado en el modelo del contrato social de Jean Jacques
Rousseau, en una sociedad en que la vida en común implica un intercambio en el que todos deben
dar algo, la persona con discapacidad no podría entregar nada. Entonces se produciría una
relación asimétrica que sólo podría salvar la caridad cristiana o el intento de rehabilitación
médica. Sin embargo, advierte Guzmán que, aunque el propósito de la rehabilitación es loable,
plantea dos problemas importantes. En primer término, que la lista de capacidades que debe tener
cada ser humano termina siendo una concepción de lo que una persona, con determinados
antecedentes y experiencias culturales, opina que debe ser la vida buena. El segundo problema,
derivado del anterior, es la firme resolución de promover el desarrollo de estas capacidades
básicas en todas las personas, sin importar ni su situación ni sus preferencias. Esto supone una
concesión al capacitismo, como aquel prejuicio que consiste en presuponer que unas
determinadas competencias son más importantes que otras, y puede tener consecuencias
desastrosas para las personas con diversidad funcional. Por consiguiente, con el fin de evitar el
sufrimiento asociado a vivir con una deficiencia, esta postura sostendría que es obligación de la
medicina buscar soluciones a la enfermedad y a la discapacidad, y aplicarlas cuando sea preciso,
para poder restaurar a la persona en su capacidad de vivir plenamente. Desde este punto de vista,
por ejemplo, las personas sordas que se niegan a usar un implante coclear persistirían en
mantener su dignidad deteriorada, y sus médicos incurrirían en una grave irresponsabilidad por
permitirlo. Se adivina, bajo esta concepción de la dignidad humana, la búsqueda de una persona
ya no sólo útil a la sociedad sino–además– con una contextura física fuerte, como el hombre
descrito por Charles Darwin o el superhombre nietzscheano a principios del siglo pasado. Y en
ese contexto se entiende no sólo el intento de Adolf Hitler por formar la raza aria sino,
especialmente, la tentativa nazi de exterminar a las personas con discapacidad. Empero, nuestro
autor no se resigna a que la dignidad de la persona radique en una serie de capacidades. Frente a
la concepción capacitista que critica, propone una ética de la interdependencia que reconocería
que la dignidad humana se expresa en ciertas capacidades básicas, por tratarse de posibles
desarrollos de la actividad humana. Pero no se retiraría, ni se consideraría disminuida dicha
dignidad ante la limitación o desaparición de algunas de estas capacidades porque, según
Guzmán, la dignidad intrínseca es consustancial al ser humano y ninguna constancia la puede
deteriorar, de manera que el valor de la vida de la persona jamás disminuye frente al valor de
otra, sea cual sea la relación comparativa entre las capacidades de ambos. De ahí que la dignidad
extrínseca sea la que la sociedad debiera garantizar, en forma de no discriminación e igualdad de
oportunidades, a partir del reconocimiento del mismo valor a la vida de todas las personas,
cualquiera que sea su situación. Finalmente, cabe destacar que, durante la segunda mitad del siglo
XX, se advierte un paulatino tránsito hacia un nuevo cambio de paradigma respecto de la
discapacidad. En efecto, y aunque muy lentamente, una revisión de la historia de las resoluciones
de Naciones Unidas muestra cómo el modelo rehabilitador fue dando paso a lo que hoy
conocemos como modelo social. Así, por ejemplo, en la década de los setenta, dos resoluciones
dejan de hablar de asistencia –término característico del modelo médico– para referirse a los
derechos, palabra introducida por el modelo social. El primero de dichos instrumentos se remonta
a 1971 y es la “Declaración de los Derechos del Retrasado Mental”; mientras que el segundo
documento, emitido en 1975, fue denominado “Declaración de los Derechos de los Impedidos”.
La década de los ochenta implicó un gran paso a este respecto en el ámbito internacional: 1981
fue proclamado “Año Internacional de los Impedidos” por la Asamblea General de Naciones
Unidas; El decenio comprendido entre 1983 y 1992 fue proclamado “Decenio de Naciones
Unidas para las Personas con Discapacidad”; y, en 1993, el mismo organismo aprobó una
resolución histórica titulada “Normas Uniformes sobre la Igualdad de Oportunidades de las
Personas con Discapacidad”, cuya filosofía y principios fueron elaborados en gran medida por
personas con diversidades funcionales, respondiendo a las reivindicaciones que venían pidiendo
desde hacía muchos años. (BIBLIOGRAFIA
https://dadun.unav.edu/bitstream/10171/29153/1/REYH%2015-1-12Velarde%20Lizama.pdf)
Durante muchos años se planteó que derivado de algunas enfermedades tenían como producto
final una discapacidad que inhabilitaba a la persona para desempeñarse en su vida diaria, el
modelo médico – biológico podría extenderse al explicar estos procesos sobre el tratamiento de la
discapacidad que le brinda dicho modelo. Así, las consecuencias de la enfermedad, que se
llamaron discapacidades – desviaciones de la normalidad de la estructura o función de la salud
corporal o mental – podrían entenderse y manejarse aplicando el mismo modelo. Ante esta
problemática se derivan medidas terapéuticas o compensatorias habitualmente de tipo individual
las cuales ayudarían a la persona a recuperar su máxima funcionalidad física. (insertar
bibliografía https://www.redalyc.org/pdf/824/82420041012.pdf pág. 23)
La discapacidad es un problema de la persona directamente causado por una enfermedad, trauma
o condición de salud, que requiere cuidados médicos prestados en forma individual por
profesionales en centros de salud específicos. El tratamiento de la discapacidad esta destinado a
obtener la cura o una mejor adaptación de la persona y un cambio de su conducta a raíz de la
discapacidad. La atención sanitaria se considera como cuestión primordial y en el ámbito político,
la respuesta principal es la de modificar y de formar la política de atención a la salud para
garantizar la atención de las diferentes discapacidades.
Este modelo es muy enfático hacia la enfermedad y la discapacidad provocada por la misma en
consecuencia, así mismo se enfoca en la atención temprana e individual de individuo para que
logre su máxima funcionalidad física en un tiempo determinado, teniendo en cuenta solo a la
enfermedad o la discapacidad que acompaña la persona y trabajando como tal orientada a la parte
física o biomédica del hombre en estructura y función.
El modelo biomédico, desarrollado a finales del siglo XIX, parte de una perspectiva de análisis
basada en la enfermedad, lo cual limita al modelo a la hipótesis y el descubrimiento de un agente
causal de dicha enfermedad para así tener en cuenta el motivo de la discapacidad que la
acompaña (28). La enfermedad y la morbilidad, en este caso, se desarrollan por la exposición a
tal agente biológico; la prevención, por su parte, se logra limitando o evitando la exposición a
dichos aspectos externos o que provoquen la enfermedad. El tratamiento propone la recuperación
o curación al eliminar el agente causal (22-23). Sus limitaciones se evidencian en el
reduccionismo de la relación salud-enfermedad y su enfoque unicausal el cual solo deja como
opción la enfermedad que este perjudicando al paciente. Los principales representantes de esta
perspectiva de análisis son R. Pasteur y Koch (18). La relación de esta perspectiva con el modelo
médico de discapacidad se evidencia en la perspectiva de análisis, según la cual, la enfermedad es
causa principal de morbilidad y discapacidad.
Esta hipótesis es unidireccional lo que significa que solo tiene en cuenta una cosa y no está
abierta a otro tipo de opciones y hace aportes a la identificación de la relación de la enfermedad y
la discapacidad. Desde la perspectiva bioética, este modelo puede entenderse como referido
únicamente a la relación médico-paciente, limitada al diagnóstico, al tratamiento y la prevención
de la exposición a un agente patógeno o contaminante que este provocando dichas patologías o
comorbilidades que aquejan al paciente, de este modo dicho modelo únicamente pretende
rehabilitar al paciente para que recupere su vida cotidiana a pesar de la discapacidad. (13,17).
(bibliografía http://www.scielo.org.co/pdf/rlb/v19n2/2462-859X-rlb-19-02-111.pdf pág. 6)
El modelo biomédico tiene una perspectiva de análisis enfocada en la enfermedad y maneja una
hipótesis de agente causal de la misma enfermedad con unas variables de agente causal en el
individuo de igual manera maneja una serie de distintos aportes tales como la identificación de
dicho agente causal de la enfermedad y sus limitaciones las cuales son mono-causales.
Se conoce también como modelo biomédico, modelo individual de la discapacidad o
aproximación de la limitación funcional; es quizás el más reconocido y anclado en los
paradigmas sociales. “Bajo este modelo la discapacidad se origina como una consecuencia de una
patología activa y continúa incluso cuando la situación de salud se ha superado. En tal sentido
define la discapacidad como la inhabilidad o limitación en el desempeño de roles socialmente
definidos y tareas que se espera que pueda desempeñar en un determinado ambiente”. En
perspectiva social, este modelo explica que el único origen de la exclusión enfrentada por
personas con discapacidad son sus propias limitaciones, ocasionadas por el mal funcionamiento
del cuerpo. Así la problemática está situada en la persona, en tanto que reside en ella, como
consecuencia de una enfermedad, trauma o lesión, y que se busca superarla a través de
intervenciones terapéuticas individuales.
El modelo médico de la discapacidad se centra en las limitaciones del cuerpo de la persona, por
lo que “En este modelo se objetiva el cuerpo objetivo y la teoría funcionalista-estructuralista y se
analiza la discapacidad como una de las consecuencias de la enfermedad, es decir, la enfermedad
puede originar déficit en la función o la funcionalidad del sujeto que lo inhabilitan para el
adecuado desempeño en la vida cotidiana”. Este modelo define la discapacidad como la
inhabilidad o limitación en el desempeño de roles socialmente definidos y tareas que se espera
pueda desempeñar en un determinado ambiente (5). En tal sentido el modelo biológico sitúa su
análisis únicamente en déficit corporal y sobre este promueve todas las medidas de intervención,
que solo se limitan a resolver los problemas del cuerpo en la actuación en la vida cotidiana.
“El objetivo de la actuación ha de ser la búsqueda de la adaptación del individuo con
discapacidad a las demandas y exigencias de la sociedad. Para facilitar dicha adaptación, que en
cualquier caso ha de ser personal e individual, se postula como objetivo fundamental de
actuación, el establecimiento de medidas compensatorias que cubran las deficiencias”. El modelo
médico es entendido en otras taxonomías como el modelo rehabilitador, en cuyo caso se alude en
primer lugar a la discapacidad en términos de “enfermedad” o como “ausencia de salud”, y en
segundo lugar se considera que las personas con discapacidad pueden tener algo que aportar a la
comunidad, pero solo en la medida en que sean rehabilitadas o normalizadas, y logren asimilarse
a las demás personas (válidas y capaces) en la mayor medida posible. Con lo cual, entran en un
“proceso de normalización” aun de poder obtener por parte de la sociedad un valor como
personas y como ciudadanas y ciudadanos. A partir de lo anterior, se suscita entonces la pregunta
sobre las implicaciones de un modelo médico biológico en el abordaje de la discapacidad, el cual
se puede resumir en lo siguiente:
•en este modelo se entiende que solo la restauración de la función corporal tiene sentido, por
tanto, solo la cura de la discapacidad puede traer dignidad y felicidad a la persona con
discapacidad limitando las demás acciones como persona.
• En este escenario, basta con medidas rehabilitadoras situadas únicamente en la persona, por lo
que la intervención de la sociedad queda relegada es decir que pasa a segundo plano y deja de ser
importante.
• Se trata en todo caso de prevenir la discapacidad como tragedia de las vidas de las personas, en
tanto que esta situación es vista como una condición devastadora que limita las oportunidades de
la persona en sociedad, la estigmatiza y le quita valor como persona del común.
• La adaptación debe entonces surgir de la persona hacia la sociedad, es el cuerpo el que debe
adaptarse para desempeñarse en la vida en sociedad y no la sociedad la que deba adaptarse a la
discapacidad de la persona.
• El alcance de las políticas sanitarias centradas en el modelo médico, se agota en intervenciones
paliativas, que se definen únicamente en ofrecer servicios de rehabilitación para el cuerpo, mas
no para el sujeto en sociedad.
• Bajo este modelo, la persona con discapacidad asume dentro del proceso de rehabilitación un
rol pasivo, en donde son los profesionales los que deben decidir cuál es el norte de la
rehabilitación y los procesos que debe de realizar la persona.
• El modelo se refleja claramente en la derivación de la política pública en nuestro país. La Ley
100 de 1993 se encarga de reclutar y reorganizar entidades relacionadas con la salud, así mismo
establece normas y procedimientos para que las personas y la comunidad tengan acceso a los
servicios de salud, con el objetivo de mejorar su calidad de vida.
La función de la Ley 100 de 1993, en el sistema general de seguridad social, es regular el servicio
público esencial en salud. Desde su expedición, esta misma, se encargará de garantizar a la
población el amparo en la vejez, la invalidez, entre otras de igual manera interactúa con el
sistema de seguridad social integral para la protección de la sociedad y los individuos, lo cual
contribuye a que la personas tengan un acceso de calidad a la asistencia médica.
Dicho sistema permite que el trabajador desempleado o enfermo y los que hayan sufrido
accidentes de trabajo con invalidez, queden amparados por esta ley.
La Ley 100 de 1993 se encarga de coordinar este sistema, el cual está compuesto por el régimen
de prima media en el que los afiliados obtienen unos beneficios como es la pensión por vejez,
pensión de invalidez o de sobreviviente. (BIBLIOGRAFIA https://www.steel.net.co/ley-100-de-
1993/)
Por lo tanto, esta ley es un ejemplo de la postura coincidente que adoptan frente al tema de
discapacidad con los postulados del modelo médico, evidenciado en el énfasis que hacen en las
limitaciones individuales, en el manejo de las deficiencias de la persona y entender la
rehabilitación como la solución a la situación. (BIBLIOGRAFIA
https://bonga.unisimon.edu.co/bitstream/handle/20.500.12442/2300/Cap_2ModelosConceptuales.
pdf?sequence=7&isAllowed=y)

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