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Amor ágape

La palabra griega usó Pablo en 1 Corintios 13:13, es a·gá·pe, la misma


que usó el apóstol Juan cuando dijo: “Dios es amor”. (1 Juan 4:8, 16.)
Este es un amor guiado o regido por principios. Puede que incluya cariño
y afecto, o puede que no, pero es una emoción altruista o un
sentimiento hacia hacer el bien a los demás prescindiendo de si lo
merecen o no, o de si el dador recibe o no beneficios en cambio. Esta
clase de amor hizo que Dios diera lo que más atesoraba su corazón, su
Hijo unigénito, Jesucristo, “para que todo el que ejerce fe en él no sea
destruido, sino que tenga vida eterna”. (Juan 3:16.) Como bien nos
recuerda Pablo: “Apenas muere alguien por un hombre justo; en
realidad, por el hombre bueno, quizás, alguien hasta se atreva a morir.
Pero Dios recomienda su propio amor a nosotros en que, mientras
todavía éramos pecadores, Cristo murió por nosotros”. (Romanos 5:7, 8.)
Sí, a·gá·pe hace el bien a otros sin tomar en consideración la posición
que ocupan en la vida ni el costo por expresar tal amor.

Allá en los días de los apóstoles Pablo y Juan había rasgos, o factores,
que pudieran haber dado razones para que hubiera división. Pero
aquellas razones antiguamente válidas tenían que ser puestas a un lado
ahora, había que restarles importancia y peso. Tenían que desechar
toda base carnal que causara divisiones. Tenían que mantener en lugar
preeminente los hechos espirituales que llevaban a la unión. En armonía
con esto, el apóstol Pablo procedió a decir: “Desnúdense de la vieja
personalidad con sus prácticas, y vístanse de la nueva personalidad,
que va haciéndose nueva en conocimiento exacto según la imagen de
Aquel que la creó, donde no hay ni griego ni judío, circuncisión ni
incircuncisión, extranjero, escita, esclavo, libre, sino que Cristo es todas
las cosas y en todos. De consiguiente, como escogidos de Dios, santos y
amados, vístanse de los tiernos cariños de compasión, bondad,
humildad de mente, apacibilidad y gran paciencia. Continúen
soportándose los unos a los otros y perdonándose sin reserva los unos a
los otros si alguno tiene causa de queja contra otro”. (Colosenses 3:9-13.)

Puesto que el amor es un “vínculo perfecto de unión”, es la cualidad


más importante de la cual vestirnos sin hipocresía. Debemos lucirla
constantemente con toda sinceridad. No es ningún manto que sirva de
disfraz al verdadero yo de uno. Como consejo para nosotros hoy día, se
han conservado estas palabras inspiradas: “Sea su amor sin hipocresía.
[...] En amor fraternal ténganse tierno cariño los unos a los otros”
(Romanos 12:9, 10). La prueba más grande de la autenticidad de
nuestro amor, de este “vínculo [...] de unión”, todavía está por llegar en
el futuro cercano.

Ahora, pues, es el tiempo oportuno para que cultivemos ese amor en


nuestras familias y comunidad. Es preciso que ahora se den todos los
pasos que resultan en el logro de esa cualidad. Por eso completa o
corona el apóstol Pablo de este modo su recomendación de varias
cosas que los cristianos seguidores de Jesucristo deben hacer: “Además
de todas estas cosas, vístanse de amor, porque es un vínculo perfecto
de unión” (Colosenses 3:14). Entonces, si ponemos en práctica el Amor
ágape que nos enseñó Jesucristo, redundara en grandes beneficios en
nuestra familia y comunidad al ponernos de acuerdo para encontrar
oportunidades en los problemas que aquejan nuestra comunidad en
beneficio común de todos.

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