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EL RELATO DEL TERROR

El relato de terror explora un sentimiento conocido por todos: el miedo. Miedo a la muerte
(o a los muertos), miedo a la oscuridad, miedo a lo desconocido, miedo al sufrimiento. Pero
para que una historia de terror sea verdaderamente valiosa, la provocación del miedo debe
tratarse de una manera muy sutil. No basta con poner unos escenarios terroríficos, unos
personajes de ultratumba y unos acontecimientos macabros. Estos elementos ayudan a
conformar una atmósfera adecuado para el relato, pero no dejan de ser unidades accesorias a
la composición. La verdadera característica que va a dar sentido a las narraciones de terror
es el suspenso, ese deseo por saber cómo va a terminar la historia, cómo va a resolverse el
misterio, de qué manera se vencerá al vampiro o al monstruo (en caso de que se venza). En
este punto, el terror se asemeja evidentemente a los relatos policíacos, aquellos en los que
un detective con una capacidad de análisis extraordinaria termina por explicar un fenómeno
desconocido e inquietante para el resto de personajes, en el que se ve envuelto un crimen, un
robo o un peligro latente para la sociedad. Por esta razón, no es de extrañar que uno de los
padres del relato de terror también lo sea del relato policíaco. Es claro que nos referimos a
Edgar Allan Poe. Si tomamos, por ejemplo, los relatos “La caída de la casa Husher” (1839)
y “Las muertes de la calle Morgue” (1841) podemos observar que en cada uno se presenta
una situación aterradora que merece la pena desentrañar y resolver. Si bien en la primera
serán los mismos hechos los que van revelando lentamente que la edificación del último de
los Usher no solo es un conjunto de vigas y cemento sino un personaje más (tal vez el
principal) que encarna los valores y costumbres familiares, y que al igual que su último
dueño va muriendo lentamente junto con toda la estirpe de los Usher, mientras que en la
segunda, de la mano del primer gran detective literario, August Dupin, nos son
desentrañadas las pistas e indicios que señalan que la muerte de las dos mujeres que
habitaban aquel edificio de la calle Morgue fueron ocasionadas por un simio fugitivo, es
evidente que nos encontramos frente a dos narraciones diseñadas y amparadas bajo el
suspenso. En ambas llegamos a reestablecer nuestra calma cotidiana al poder explicar
aquella lógica que subyace tras lo desconocido. En este sentido, consideramos que Poe
antes que uno de los principales exponentes de los géneros del terror o lo policíaco es un
gran fabulador de intrigas.
De manera que el primer elemento (el principal, el que da equilibrio al relato) a tener en
cuenta para explicar aquello que conocemos como el género del terror es una buena dosis de
suspenso. El adecuado tratamiento de este es, en definitiva, el rasgo determinante entre una
buena y una mala historia de terror. Si lo dejamos de lado y solo nos ocupamos de la sangre
y los zombies estaremos frente a un fenómeno exclusivamente comercial.

Según lo dicho hasta aquí, una posible definición del relato del terror es aquel tipo de
narración en la que se provoca el sentimiento de miedo (en personajes y lector) a partir de la
intriga y suspenso generados por una situación narrativa en la que participan personajes y
lugares que, armónicamente y como un todo estructural, ayudan a incrementar este
sentimiento echando mano de aquellos símbolos culturales relacionados con los temores
más primitivos. Así, escenarios como castillos, monasterios, iglesias medievales y
cementerios, o personajes como fantasmas, vampiros y monstruos aterradores son aditivos
que van a enriquecer el mecanismo del terror como piñones que giran en torno al eje central
del suspenso.

Por otro lado, podemos afirmar que entendemos el terror como una categoría sugerente y
explicativa que da sentido hasta cierto punto (y solo hasta cierto punto) al fenómeno
literario, pero que nunca encerrará un significado basto y concluyente para cada una de las
obras inscritas en ella. Es una unidad didáctica que sirve para generalizar y catalogar, para
inscribir dentro de un mismo conjunto a varias obras, pero que nunca podrá reemplazar el
análisis pormenorizado de cada una, como agentes de su tiempo y sociedad, si son tomadas
por separado. De esta manera, si leemos Frankenstein o el Prometeo moderno (1818) de
Mary Shelley y nos quedamos exclusivamente con los elementos transversales de los
relatos de terror, podemos decir que en ella se identifican claramente una buena dosis de
suspenso (querer saber cuál va a ser el final de la creatura del doctor Frankenstein), un
personaje monstruoso que aterra a la población civil y un conjunto de elementos que van
aumentando la intriga del relato con cada página que pasamos. Pero más allá de eso, el
terror per se no nos puede explicar la fuerte crítica al discurso positivista europeo que hace
la autora desde una visión humanista y profundamente escéptica de la modernidad y el
progreso.

De manera que, con esta salvedad (que no es otra cosa que una invitación para entender
cada obra desde la discursividad propia de su tiempo y sociedad), nos atrevemos a clasificar
al
género del terror en tres grandes periodos históricos: el primero hacia finales del siglo
XVIII, el segundo a lo largo del XIX y el tercero, desde inicios del siglo XX hasta nuestros
días. Según esta clasificación, tomada de Teoría y didáctica del terror (2007), el primer
periodo es conocido como gótico, el segundo como romántico y el tercero como
contemporáneo. Lo importante aquí es resaltar que son mayores las coincidencias temáticas
y los tópicos usados que las posibles diferencias entre unos y otros. De los relatos góticos,
con los que nacen las novelas de terror, se ha dicho que usan paisajes desolados, castillos
medievales, iglesias antiquísimas. Pero estas características no son exclusivas de las
narraciones góticas. En Carmilla de Le Fanny o Drácula de Stoker también estamos
inmersos en castillos viejos y parajes desolados. De manera que consideramos que las
principales diferencias entre los periodos del relato del terror van a ser históricas antes que
argumentales. Del gótico se puede decir que fue el que dio inicio al género, cuyo mayor
desarrollo y difusión se dio durante la época romántica y, más recientemente, durante el
siglo XX, donde han aparecido escenarios urbanos similares a las ciudades que habitamos y
nuevos espacios para explorar el miedo, como pasa con las historias de Stephen King o el
horror cósmico propuesto por Lovecraft.

En la siguiente tabla se particulariza la clasificación señalada, junto con los autores y obras
más relevantes:

LITERATURA DEL TERROR


Genealogía y desarrollo

Especificidades AUTORES OBRAS

Periodo

GÓTICO Horace Walpole El castillo de Otranto (1764)


Ann Radcliffe Los misterios de Udolfo (1794)

Matthew G. Lewis El monje (1796)

ROMÁNTICO Mary Shelley Frankenstein (1818)

Edgar Allan Poe La caída de la casa Usher (1839)

Joseph Sheridan Le Fanu Carmilla (1872)

Bram Stoker Drácula (1897)

CONTEMPORÁNERO Lovecraft Mitos de Cthulhu (entre 1921 y


1935)

Anne Rice Entrevista con el vampiro (1976)

Stephen King Eso (1986)

Por último, es importante destacar que uno de los rasgos transversal al género del terror en
sus distintas épocas es que la mayor cantidad de escritores y obras están inscritos en una
tradición anglosajona. Los primeros escritores son británicos (Walpole, Radcliffe, Lewis), al
igual que la mayoría de los de la época romántica (excepto Poe, Shelley, Le Fann y Stoker
lo son) y más recientemente se han destacado los estadounidenses, empezando por
Lovecraft y terminando con el éxito comercial de Stephen King.
BIBLIOGRAFÍA

Textos académicos:

López Santos, Mirian. (2008) “Teoría de la novela gótica” (187-210) en E.H. Filología 30.

Martínez de Mingo, Luis. (2004) Miedo y literatura. Madrid: Edaf.

Reyes Calderón, Jaime Ricardo. (2007) Teoría y didáctica del género Terror. Bogotá:
Cooperativa Editorial Magisterio.

Textos literarios:
King, Stephen. (1987) It. Barcelona: Plaza y Janés.

Lewis, Matthew. (1996) El monje. Madrid: Valdemar.

Le Fanu, Joseph Sheridan. (1992) Carmilla. Caracas: ediciones Angria.

Lovecraft, Howard Phillips. (1970) Mitos de Cthulhu: narraciones de horror cósmico.


Madrid: Alianza.

Poe, Edgar Allan. (2009) Cuentos completos. Buenos Aires: Edhasa.

Radcliffe, Ann Ward. (2005) Los misterios de Udolfo. Madrid: Valdemar. Rice, Ane. (2008)

Entrevista con el vampiro: crónicas vampíricas. Barcelona: Ediciones B. Shelley, Mary.

(2018) Frankenstein o el moderno Prometeo. Bogotá: Planeta. Stoker, Bram (1984)

Drácula. Madrid: Anaya.

Walpole, Horace. (2004) El castillo de Otranto. Madrid: Castalia.


Propuesta metodológica para el desarrollo de la sesión de Novela de terror I, sesión 14

Novela de terror I

1ra parte: El promotor presentará el 2da parte: Se recomienda leer un


concepto de novela de 14 fragmento de Carmilla, Drácula o
Frankenstein, según considere
terror y explicará cuáles han sido sus
adecuado el promotor. Lo importante
periodos históricos de desarrollo:
es que se puedan identificar los
gótico, romántico y contemporáneo.
elementos expuestos. Otra posibilidad
También hablará de los principales
es leer algún fragmento de las
narradores de este género. Para esto,
adaptaciones gráfica Drácula o
debe apoyarse en el texto previo y,
Frankenstein, editadas por
particularmente, a la hora de abordar
Panamericana. (esta bibliografía es
el periodo gótico se recomienda el
sugerida y la podrá encontrar en su UP
artículo “Teoría de la novela gótica” de
o en la carpeta Drive del Módulo
Mirian López Santos. Para ampliar la
Novela, Sesión 14, Bibliografía
información también podrá consultar
sugerida).
el libro Teoría y didáctica del género
3ra parte: Se aclaran dudas del asesor
terror de Jaime Ricardo Reyes ubicado
en la carpeta “Bibliografía secundaria”. sobre los elementos presentados y se
Los otros dos están en “Bibliografía realiza cuestionamientos que ayuden al
obligatoria” de la carpeta “Sesión 14”. asesor a reafirmar el conocimiento
adquirido.
4ta parte: El promotor de lectura
presenta las novedades o eventos.
40 min. 30 min.

10 min. 10 min.

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