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Un combustible fósil es aquel que procede de la biomasa producida en eras pasadas,

que ha sufrido enterramiento y tras él, procesos de transformación, por aumento de


presión y temperatura, hasta la formación de sustancias de gran contenido
energético, como el carbón, el petróleo, o el gas natural. Al no ser energía
renovable, no se considera como energía de la biomasa.1

La mayor parte de la energía empleada actualmente en el mundo proviene de los


combustibles fósiles. Se utilizan para combustible de motores, para la generación
de electricidad, para climatización de ambientes, para cocinar, etc.

La Energy Information Administration estimó en 2006 que las principales fuentes


primarias de energía en el mundo eran: el petróleo en un 35,9%, el carbón en un
27,4% y el gas natural en un 22,8%. Por lo tanto, con un 86%, los combustibles
fósiles son la fuente de energía principal al mundo. Se pueden usar directamente o
bien en centrales térmicas, para obtener electricidad. Algunos combustibles no
fósiles utilizados en el mundo como energías primarias en 2006 son la energía
hidroeléctrica (6,3%), considerada energía renovable, la energía nuclear (5,9%) y
en menor grado las energías solar, eólica, geotérmica, etc. que sólo suman un 1,0%
de la producción mundial total.2

La tendencia actual parece de usarlas cada vez más, al menos mientras sea posible.
Por ejemplo, en los diez años comprendidos entre 1996 y 2006 la producción mundial
de combustibles fósiles aumentó una media del 26%, más que la nuclear (16%) y la
hidroeléctrica (20%).2

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