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CAPITULO 6

EL RETO DEL
DETERMINISMO
NEUROCIENTIFICO

¿DECIDEN LAS
NEURONAS, NO LA
VOLUNTAD LIBRE?

En septiembre de 2005 se estrena en Estados Uni-


dos una serie de televisión, Mentes criminales, que
tie- ire un éxito arrollador y pasa a transmitirse
rápidamen- te en otros países. ¿Cuál es el secreto del
éxito? l'tisiblemente, el perfil humano y
comprometido de los miembros de la Unidad de
s de Conducta, perte-
neciente al FBI, que un episodio tras otro se dejan la
J›icl por salvar a las víctimas de las garras de los malhe-
cln›res. Pero también la novedad de centrar el interés de
lii lisa en ir recomponiendo el perfil mental de los de-
lliicucntes, dando por sobrentendido que existen unas
¡iiiiiliis mentales en la base de las conductas delictivas
EL RETO DEL DETERMtNISMO NEUROClENTiriCo 153
1 52 NEUROLTICA Y NEUROPOLÍTICA
taba de que Singer aportara algunos datos del avance
que permiten descubrir a los criminales. Con frecuen- científico, y, en efecto, entre otras cosas Singer afirmó:
cia en los distintos episodios las causas que se vislum-
bran son genéticas, en otras, auténticas patologías cere- «el hombre no posee una voluntad libre, en realidad es
brales. En esos
casos queda flotando en el aire una conducido por neuronas. El hombre ya está determina-
la que, obviamente, na-
pregunta que nadie formula y aasesinos do en sus decisiones entre el bien y el mal». Al día
die contesta, la de si los eran libres de si- guiente los magos de la sátira en Hamburgo, tal
actuar como lo hicieron y, en consecuencia, si eran vez molestos porque se les hubiera sustituido,
responsa-
bles de sus actos. comentaron: la clase política alemana estaba exultante
Es ésta una cuestión
crucial para la vida humana en y pudo dor- mir tranquila al oír que los alemanes no
haber actuado de una foITRa di- habían matado millones de judíos, sino que habían sido
sus neuronas. Por qué precisamente entonces las
ferente a colTlO 10 llÍGe neuronas habían obrado así y no de otra forma —
decisiones futuras en mismanos? ¿Estamos condenan- añadían—, lo ignora todavía hoy el Profesor
responsable accio-
s sus «liber-
nes?a inocentes,
do Tradicionalm no hemos
queente entendidodeque Singer'.
Si Wolf Singer tiene razón, carece de sentido hablar
tad», «responsabilidad» e «ímputabilidad» son tres
son de libertad y entonces los actos de los asesinos no les son
e li-
propiedades de la conducta humana estrechament imputables, porque no son responsables de ellos. Pero no
gadas entre sí, de modo que si la libertad queda en sólo eso, es que hemos organizado toda nuestra existen-
cuestión, también es muy dudoso que podamos consi- cia, personal y compartida, bajo la idea de libertad, supo-
cuyo
derar a las gentes responsables de sus actos. En niendo que somos libres, como decía Kant. Moral,
mucho sentido los reproches ni
caso no parecen tener dere- cho, política, religión, economía y ciencia parecen
las alabanzas, los premios, los castigos o la educación. perder su piedra angular si las tres propiedades
El avance de las neurociencias, que nos permite co- 1. mencionadas no pueden atribuirse a la voluntad
nocer mejor el funcionamiento del cerebro, ha puesto humana.
otra vez sobre el tapete un problema secula r en la histO-
ria del pensamiento, el problema de la libertad, plantear
2. NUEVA VERSIÓN DE UN RETO SECULAR
a.
do ahora desde la perspectiva neurocientífic Páril Es ésta una cuestión recurrente en nuestra historia,
muestra, bOtÓILde 1 1 de febrero de 2009 el Setnaníl
En suunedición que ha venido a considerarse como una aporía, como
Zero, contaba cómo para celebr.u un callejón sin salida entre dos afirmaciones, la de que
rio de Hamburgo, la Canciller alemana Angel.› somos libres y la de que estamos determinados. Las
Die
su cincuenta os i formas que el determinismo ha ído tomando han sido
Merkel quiso cumpleañ
agasajar a Singer, en vezcon
sus invitados de brindñrl0S,
una ch8I’líl múltiples y variadas: desde el determinismo cosmoló-
del neurocientífico WOlf
gico (Heráclito y los estoicos), pasando por el teológico
como se acostumbra, múSiCa O entretenimiento. Se t.ni
154 NEUROÉTICA Y NEUROPOLÍTICA cuenta de la realidad en su conjunto, o al
menos de la realidad hu- mana, desde el
(Reforma y Concilio de Trento) y, más tarde, las diver- método empírico y desde la dimensión
sas modalidades de determinismo científico, que sur-
gen en cuanto una ciencia empírica consigue notables
progresos y el entusiasmo por lo logrado le lleva a
pen- sar, más o menos conscientemente, que está en
disposi- ción de sustituir a la metafísica y de dar
EL RETO DEL DETERMINISMO NEUROClENTlriCo 155 pOSibilidad de que sea ese potencial de disposición no
consciente el que lleva la iniciativa a la hora de ini-
que Kornhuber ligaba la libertad a la conciencia de es- tar ciar una acción, en vez de ser la conciencia la que
£tCtllando voluntariamente. lleva esa iniciativa, fue Benjamin Libet. Libet quería
Sin embargo, quien desató un amplio debate sobre la demos-
trar con ayuda de la lectura cerebral que nuestra volun-
estudiada por ella. tad es libre y, para su desconsuelo, sus experimentos
Así ha ocurrido con el psicoanálisis en aquellos ca- parecieron refutar al principio esta hipótesis, y sólo
sos en que puso en manos del inconsciente la autoría de más tarde pudo matizar sus conclusiones. Pero tal vez
todas las acciones humanas; con el materialismo 10 Illíís importante de sus experimentos es que desenca-
histó-
rico, en las versiones convencidas de que la base eco- denaron una encendida polémica que sigue hoy muy
nómica, la base material real, determina el cambio so- viva.
cial en última instancia; con las mediciones del cerebro Ahora bien, antes de entrar en la cuestión neuro-
de Lombroso; con el extraordinario avance propiciado científica, bueno sería intentar explicar en qué
por la biología evolucionista, que puso —y pone— en consiste esa aporía determinismo-libertad que sigue
manos del principio adaptativo la explicación de la planteán- dose un siglo tras otro, cada vez que un saber
conducta toda, sea animal o humana, y con el desarro- —cosmo- lógico, teológico o científico emprende
llo de la genética a fines del siglo xx, que propició un una marcha triunfal hacia la conquista del conjunto de
inusitado determinismo genético. Por último, desde la sabiduría.
hace tres décadas, pero sobre todo desde comienzos de
este siglo xxi, se reabre el debate desde el mundo de
3. AQUILES NO PUEDE ALCANZAR
las neurociencias. A LA TORTUGA
En el nacimiento de este determinismo neuroeientí-
fico se encontrarían los trabajos de dos neurólogos Un punto de partida aconsejable para la reflexión
ale- manes, Kornhuber y Deecke, que han hecho que queremos llevar a cabo es el de qué se entiende por
experi- mentos sugiriendo que lo que llaman un «libertad» en la llamada «psicología popular», que es la
«potencial dc disposición no consciente» precede a los propia del hombre corriente.
actos volunta- rios alrededor de un segundo. No es, La libertad suele entenderse como una propiedad de
pues, necesario,
dirá Kornhuber, que la volición sea manifestación de la la voluntad, y decimos que tenemos voluntad libre
atención consciente, sino que el cerebro es volicional cuando se dan al menos tres condiciones: 1) entre un
de manera no consciente2. Lo cual es buena muestra de conjunto de posibilidades, la que elegimos está en
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TO DEL DETERMINISMD NEUROCIENTIFICD
157
nuestras manos; 2) la fuente de nuestras acciones está
en nosotros, y no en algo sobre lo que no tenemos con- ión sobre determinado asunto y llevarlo adelante. Pero
quiero COmprobar experimentalmente si tenía posibi-
trol; 3) podríamos haber actuado de otra manera, por- lidad de actuar de otro modo o
que existen posibilidades alternativas; es decir, la op- si tengo posibilidad de
decidir, entonces he de asumir
ción que tomamos en un momento dado era evitable; una perspectiva imper-
el sonal u objetiva para poder
diseñar experimentos que
determinismo, por el contrario, es incompatible con me permitan c omprobar la verdad o falsedad de las
que haya posibilidades alternativas". afirmaciones. En ese caso puede muy
bien ocurrir que
Ésta es sin duda una caracterización de sentido co- no podamos traducir el lenguaje de primera persona al
mún de lo que entendemos por «libertad», propia de lo de tercera persona, que no pOdam S
diseñar ningún ex-
que se ha dado en llamar «psicología popular». Con perimento que demuestre que nuestra
ESta dificultad de traducir un voluntad es libre.
ella vivimos, desde ella organizarnos nuestra vida, per- lenguaje a otro, aun-
sonal y compartida, y no hay forma humana de que no expresada de este modo,
viene de muy Iejos. En
prescin- dir de ella, por mucho que se empeñe un buen lo que hace a la cultura occidental, ya Heráclito
de Éfe-
número de autores. so hace veintisiete siglos afirmaba que G
onocemos la
El problema empieza, sin embargo, cuando quere- realidad según el método (el «camino
mos comprobar la verdad de estos enunciados recu- pleamos para llegar a ella, y lo aplieabah£tGia») que em-
problema de
la libertad. Aunque no aludía al al
rriendo al método que se tiene por científico en los úl- método empírico,
timos siglos, que es el método empírico. Este prestigio nació coli Bacon, sí aludía al método cuyo
GO Como una forma de conocer el universo científi-
método se propone comprobar la verdad de las rigurosa y no contentarse con un conocimiento de forma
afirmaciones recurriendo a experimentos bien táneo de la realidad. Si queremos tener espon-
to riguroso del universo, si queremos Conocer
un conocimien-
controlados y, por lo tanto, somete a experimentos las razo-
aquellas dimensiones de la realidad que se pueden
experimentar, mide aquello
que se puede medir. De aquí resultará, entre otras
co- la nes de ÓdS l£tS COSaS —entendía Heráclit , entonces
sas, distinción entre dos tipos de lenguaje: el que for- no tenemos mas remedio que afirmar
mulamos en prf‘mera persona, al que llamamos «subje- que
terminados; y, sin embargo, de forma e estamo s de-
tivo», porque creemos que es el sujeto quien tiene un co
teniendo ncien i de ser libres. spontáne a, se-
acceso privilegiado a sus creencias, deseos o intencio- La imagen que dibujóc apara representar estos dos
nes, y el que formulamos en tercera persona, al que métodos no puede ser más gráfiCii: la imagen de horn-
llamamos «objetivo», porque podemos construir expe- bres despiertos y la de hombres dormidos.
rimentos para comprobar su verdad, de modo que otros tos son los que se acogen al método LoS despier-
científico y
también puedan comprobarla. quieren conocer las razones de todas las cosas, ésos se
En primera persona digo que tendría que haber ac- percatan
tuado de otra manera o que tengo que tomar una deci- de que todo está determinado.
Los dormidos, por su
parte, se atienen a su saber espontáneo sobre la realidad
158 NEUROÉTICA Y NEUROPOLfTICA
E’ RETO DEL DETERMINIS'O NE
UROCIENTfFICO 1 59
y, como quienes están en sueños, creen que son libres, cación científica con una evidencia de sentido común.
que tienen inteligencia propia. Uno es, pues, el mundo ¿Qué ocurre cuando las explicaciones científicas no
de los despiertos, el de los que quieren dar razón cien- cuadran con las evidencias de sentido
mi juicio, que existe una enorme COIRIÍII? Pues, a
tífica de un fenómeno, otr,p, el de los dormidos, e1 de la diferencia entre aque-
psicología populaf’. llos casos en que la explicación
científica puede coexis-
Es éste un problema con el que topamos reiterada- tir perfectamente con la de sentidO
común, sin que de
mente al intentar dar razón científica de un aconteci- ella seen
Casos sigan
que co
la nsecuenci as para la acción, y en
explicación científica, tolTlada aquellos
serio,
miento, teniendo en cuenta lo que se entienda por debería cambiar totalmente nuestra forma de actuar.
«científica» en cada época. Esto es lo que expresaron Tomemos un ejemplo usual en la bibliografía
trata sobre estos temas. En el lenguaje de que
de forma diáfana las célebres paradojas de Zenón de la vida co-
Elea, sobre todo, la de Aquiles y la tortuga. Aquiles y la tididna hablamos de los movimientos del Sol de for-
tortuga van a competir en una carrera para ver quién ma muy diferente a Como se expresan en
el lenguaje
resulta ganador. Evidentemente, se da por seguro que científico. Decimos que «el Sol sale» o que «el Sol
se
será Aquiles, que es el más veloz de los guerreros pone», y que la puesta de sol es
uno de los espectácu-
aqueos, «el de los pies ligeros», mientras que la tortuga IOSfectament
per más hermosos quees
e que éste se puede contemplar, sabiendo
• sólo un modo de hablar. De
es célebre por su lentitud. Confiado Aquiles, da a la sobra sabemos que el Sol ni sale
tortuga una gran ventaja inicial y ambos se ponen en en el llamado sistema solar hay unnimse pone, sino que
dOS los cuerpos celestes, del que ovimiento de to-
marcha. Cualquier explicación de sentido común dará hace tiempo quedó
descartado el geocentrismo. Se trata,
por seguro que Aquiles alcanzará a la tortuga y la so- todos para interpretar un mis 0 f pues, de dos mé-
brepasará. Pero si queremos explicarlo científicamente, enómeno, dos formas
de referirse al movimiento solar.
como pretendía Zenón de Elea, tendremos que recono- Algún autor ha dicho
que podría ocurrir lo mismo
cer que cuando Aquiles llegue al lugar del que partió con la libertad, que cientí-
lii tortuga, ella ya habrá avanzado un poco, aunque scn ficamente se ha mostrado que no existe, pero a
efectos
poco. Y así, reiteradamente, la tortuga siempre irá por
delante de Aquiles5. prácticos vivimo
Evidentemente,
ciendo es posibleseresolver
que «el movimiento la paradoja
demuestra andando»di-y mos organiza GOmo
r la svida de otro modo. porque no sabe-
si existiera,
ponerse efectivamente a andar, y es ésta una buena solii c
Sin embargo, esta omparación no puede ser más
ción a efectos prácticos, pero no parece serlo a efectt›s dCSdfOfitunada y lleva a una conclusión
que es, a todas
teóricos, que es donde se planteaba el problema. Las ¡›.i luces, falsa.
radojas de Zenón han dado mucho que pensar y, aunqu - Porque si llegamos a descubrir desde
Vista científico que nuestra un punto de
conducta está det
todas ellas han recibido distintas respuestas, siguen r erminada,
niendo sobre el tapete la dificultad de cuadrar una exJali es decir, que no está en nuestras man!3S lo
que elegimos
to dado era inevitable, entonces es absolutamente
160 NEUROLTICA Y NEUROPOLITICA
incoherente afirmar a renglón seguido que las
personas han de seguir viviendo como si fueran
entre un conjunto de posibilidades, que la fuente de libres y como si fueran responsables de sus
nuestras acciones está en algo sobre lo que no tenemos
control, y que no podríamos haber actuado de otra ma- acciones. Es incoherente si es que las explicaciones
nera, porque no existen posibilidades alternativas rea- científicas han de tener alguna relevancia para la
les, es decir, que la opción que tomamos en un momen- vida cotidiana, moral, política, eco- nómica y
religiosa. EL RETO DEL DETERMINISMO NEUROClENTiriCo 161
Pero justamente esta afirmación es la que hace en
nuestros días la corriente mayoritaria en estos asuntos,
que se reconoce como «compatibilista», y defiende la los’. Al menos desde Newton la física era determinista
compatibilidad entre afirmar el determinismo cuando de forma preponderante y se entendía que los científi-
cos debían buscar las causas de los acontecimientos
se habla del conocimiento científico de los fenómenos
naturales, también cuando esos fenómenos se refieren como si el determinismo reinara en el cosmos. Buena
a los seres humanos, y afirmar la libertad cuando se ha- parte de los filósofos, a su vez, trataba de defender
la existencia de la libertad con argumentos de
bla de moral y de política, es decir, cuando se trata
de aclarar qué debemos haced. Y, sobre todo, afirmar distinto cuño. Sin embargo, de un tiempo a esta parte
la responsabilidad en el ámbito del derecho, no sea las tomas han cambiado. La física cuántica ha
cosa que tengamos que prescindir de él o reformarlo introducido el in- determinismo en el mundo, y no sólo
profun- damente; un asunto del que nos ocuparemos en en relación con el conocimiento del mundo físico, sino
el capí- también en rela- ción a su estructura.
tulo octavo. Cabría esperar entonces que los filósofos defenso-
res de la libertad aprovecharan el declive del determi-
nismo en las ciencias y prosperaran las corrientes que
4. SE ESTRECHA EL CERCO EN TORNO ponen en duda el determinismo tanto en el mundo físi-
A LA LIBERTAD co como en el humano, dando por bueno que la con-
ducta humana no está determinada y que tampoco pare-
En efecto, no deja de ser curioso que en los últimos cen estarlo los fenómenos físicos. Y, sin embargo, no es
tiempos se haya producído un intercambio de cromos así. En nuestros días una buena parte de los
entre los científicos, sobre todo los físicos, y los filóso- filósofos defiende el determinismo en la naturaleza, o
entiende que, aunque los acontecimientos físicos se
produjeran de forma indeterminada, eso no supondría
ninguna evi- dencia científica de la libertad. Lo cual
es cierto, por- que la libertad no se identifica con la
indeterminación: que nuestra voluntad se moviera por
el azar o la casua- lidad no significaría en absoluto
que fuera libre, la li- bertad requiere
autodeterminación, capacidad de deter- minarse a sí
misma. Pero no deja de ser curioso que esos
filósofos se entusiasmen con el determinismo en el
mundo físico y aseguren que es compatible con la li-
bertad. Proliferan, pues, las concepciones llamadas
«compatibilistas», como hemos comentado, que son
las que intentan hacer compatible el determinismo na-
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EL RETO DEL DETERMINISMO NEURGCIENTIFIco 163
tural con la libertad, mientras que las posiciones antide- tener una piedra de toque en la experiencia parece una
terministas y las incompatibilistas están a la defensiva. garantía de progreso. Además, el lenguaje que utilizan
¿Cuáles son las razones de este desequilibrio? es más unívoco que el de las ciencias humanas, al refe-
Una de ellas es sin duda el hecho de que los rirse a estados de cosas que pueden experimentarse es
avances que se han producido en las dos últimas menos ambiguo que el de los saberes que no admiten
décadas en el terreno de la biología, la psicología comprobación empírica, y esto les confiere un especial
cognitiva, la psi- quiatría, las ciencias sociales y, muy prestigio.
especialmente, las neurociencias, hayan convencido a Por si faltara poco, los gobiernos están convencidos
muchas gentes de que nuestra conducta está más de que son esas ciencias las que producen un aumento
determinada por causas desconocidas de lo que de ingresos en la economía nacional, y están más dis-
creíamos. puestos a financiar sus investigaciones que las de los
Esta es la última etapa por el momento de una restantes saberes, entendiendo que el I+D+i es cosa
histo- ria en la que hemos ido descubriendo bases no suya’. Aunque esa sea una convicción £t todas luces
cons- cientes de la conducta humana, como es el equivocada, el caso es que funciona.
Y, por último, tal vez el afán de novedad guarde re-
caso del lación con todo esto. Acostumbradas las ciencias de la
«ello» (psicoanálisis), los reflejos condicionados, la naturaleza a1 determinismo, menudean las propuestas
in- fraestructura económica (materialismo histórico), de novedosas explicaciones
las condiciones sociales (darwinismo social), la bradas las ciencias humanas aindeterminist as. acostum-
contar con la libertad, las
medida del cráneo (frenología) y, en los últimos tiempos,
la do- tación genética y las influencias bioquímicas en
el ce- rebro, incluyendo la influencia de las drogas.
Junto con
el avance en la comprensión de la cognición humana y proclamas deterministas resultan provocativas y origi-
las redes neuronales, la genética y las neurociencias nales. Aunque también es verdad que pocas veces
han venido a reforzar en las dos últimas décadas las la sangre a1 río en el caso de los filósofos,
llega
ex- plicaciones deterministas en el mundo humano . porque los más se confiesan «compatibilistas» y eso
Estos descubrimientos alimentan la sensación de les permite tentar dejar a salvo la libertad
que se va cerrando el cerco en torno a una ilusoria li- der hablar con sentido de
indispensable para po-
bertad, que nunca existió, y cuya superchería está moral, derecho, política y religión, aunque, a mi juicio,
cad.i vez más cerca de ser desenmascarada. no tengan éxito en su in- tento.
En segundo lugar, estos descubrimientos se deben al ) Abordaremos todas estas cuestiones desde el acon-
avance de las ciencias empíricas, como es el caso de Isis tecimiento que desató de nuevo la polémica determi-
neurociencias, que permiten objetivas sus conclusiones nismo-libertad, pero ahora en versión neurocientífic a:
partiendo de datos empíricos y, por lo tanto, permiten los experimentos de Benjamin Libet.
verificarlos o falsarlos mediante la experiencia. Sin
duda esas ciencias no son infalibles, pero el hecho rm
'\ 164 NEUROÉTICA Y NEUROPOLÍTICA EL RETO DEL DETERMINISMONEUROCIENT1 iCo
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5. EL CÉLEBRE EXPERIMENTO DE LIBET la esfera en que decidían mover el dedo o la mano y


también determinar cuándo tuvieron la percepción
Benjamin Libet, profesor de neurofisiología en la temporal de mover el dedo o la mano. Previamente se
Universidad de California, en San Francisco, emprende les había entrenado para someterse al experimento. El
a partir de 1958 un conjunto de experimentos con el experimentador, a su vez, medía el movimiento real del
propósito de poder relacionar las actividades cerebrales sujeto con un electromiograma, que es una técnica que
con la aparición de la experiencia consciente y de la ac- desCÍfTa lt aCtiVidad bioeléctrica de los músculos, el
ción querida. Parece que en el caso de las acciones momento exacto en que los nervios transmiten la orden
li- bres los sujetos deberían ser conscientes tanto de su motora al aparato muscular.
in- tención de realizarlas como también de que inician Libet estaba convencido de que con el experimento
la acción. La conciencia de desear iniciar una acción y iba a comprobar que el punto en que el individuo toma
dc ponerla en marcha parece imprescindible para la decisión de mover la mano es anterior a la puesta en
hablar de libertad. marcha del potencial de disposición; es decir, que es
Sin embargo, los resultados de estos experimentos falso que la toma de decisión es posterior a la puesta en
resultaron ser, en principio, decepcionantes, porque pa- marcha del potencial de disposición. Sin embargo, el
recieron mostrar que la decisión consciente de realizar experimento que Libet lleva a cabo en 1983 defrauda
una acción viene precedida por una carga eléctrica del totalmente sus expectativas. Lo que se Comprueba es
cerebro, por el «potencial de disposición› al que ya he- que el potencial de disposición suele preceder a la
mos aludido al referimos a Kornhuber y Deecke, y que deci-
se pone en marcha algunos milisegundos antes de que i sión de la voluntad entre 500 y 350 milisegundos (mi-
• lésimas de segundo), que nunca coincide el momento
los sujetos sean conscientes de su intención de actuar. de la decisión del sujeto con la puesta en marcha del
Parece, pues, que el proceso de la voluntad se inicia tn- potencial de disposición ni la decisión del sujeto es an-
conscientemente, y sólo unos milisegundos después te- terior a la puesta en marcha de ese potencial. Parece
nemos conciencia de é1'0. que el cerebro monta un «potencial de disposición» es-
El experimento consistía en lo siguiente. Las perso- pecífico para cada clase de acción, antes de que la per-
nas que oficiaban de cobayas se situaban ante una esfe- . sona «se decida» a realizar el acto. La constatación de
ra en la que iba moviéndose un punto en la dirección de . la secuencia temporal entre el proceso neuronal y la vi-
la aguja del reloj. La persona debía decidir cuando qui- vencía subjetiva parece probar entonces que los proce-
sos cerebrales determinan las acciones conscientes, sin
, siera mover o bien un dedo de la mano derecha o bien que el acto de la voluntad desempeñe un papel causal.
toda la mano, y en ese momento de la decisión tenía Con ello entra de nuevo en escena la polémica sobre
que fijarse en la posición en que se encontraba el la libertad de la voluntad, por la puerta ahora de la ca-
paGidad causal de la dimensión no consciente del cere-
punt‹i que recorría la esfera y anotar esa posición. Por
lo tan- to, los sujetos tenían que determinar el punto
exacto de
1 66 NEUROLTICA Y NEUROPDLÍTICA
EL RETO DEL DETERMINISMO NEUROCIENT1 ico 1 67

bro. Si hablamos de acciones libres sólo cuando un su- cientas y mil milésimas de segundo, son más lentos en
jeto las elige conscientemente, entonces no cabría comparación con los inconscientes, y por eso más se-
hablar de libertad, porque el potencial de disposición guros a la hora de tomar decisiones para sobrevivirÍ2g
antecede a la decisión consciente, la fuente de nuestras Desde que Hermann von Helmholtz, el fundador de
acciones estaría en algo —el inconsciente— sobre lo la fisiología de la percepción, desarrollara a fines
que no tenemos control. del siglo xix el concepto de atención no consciente en
tér- minos de inferencias inconscientes, que unen los
datos que proceden de los órganos de los sentidos con
6. ¿LA VOLUNTAD LIBRE ES UNA ILUSIÓN? los co- nocimientos previos que se tienen del mundo
y se al- macenan en la memoria, el debate sobre el
Las reacciones ante el experimento de Libet no papel del inconsciente en la conducta no ha hecho sino
se hicieron esperar. Es verdad que en posteriores animarse. Como es bien sabido, Freud dio el siguiente
experi- mentos Libet mostró cómo la conciencia tiene paso con su noción de inconsciente que funciona de
la posi- bilidad de vetar el acto una vez iniciado, con lo modo activo en la conducta humana, a pesar de no
cual, no quedaría excluida su capacidad de iniciativa llegar al nivel de la conciencia. En todos estos
pero, apar- te de que esta capacidad de vetar no coincide trabajos el ámbito de lo consciente parece reducirse
con lo que entendemos por libertad, la polémica ya acada vez más, hasta
la afirmación llegar
de que es sólo la parte emergente del
estaba en la
calle". iceberg mental" En realidad, la inmensa mayoría de
Un buen número de autores saludó con entusiasrrio las funciones cerebrales —se dice— son inconscientes,
los resultados de Libet, porque les parecía que venían a hasta el punto de que se calcula que de toda la actividad
refrendar sus propias posiciones al respecto, unas posi- del cerebro sólo se hace consciente el 0,1 por 100. Te-
ciones en las que se entreveraban dos tipos de argumen- nemos conciencia de los resultados de la percepción o
tos al menos. la memoria, por ejemplo, pero no de cómo se producen.
Por una parte, los experimentos de Libet vendrían a El consciente trabaja económica y selectivamente,
confirmar la hipótesis de que la conciencia sólo es una mientras que el inconsciente es más abierto.
manifestación del cerebro, en el que tiene su asiento, Un segundo tipo de argumentos, ligado al anterior,
como también de que la libertad no existe, sino que es procedería de la forma de entender el método científi-
una ilusión. Según estos autores, cuando creemos estar co. La ciencia en general —se ha diCh ha estado
decidiendo, el cerebro ya lo ha hecho de antemano, más cerca del determinismo porque, una vez conocido
con lo cual no somos libres de obrar de un modo que el universo se rige por leyes deterministas y una
distinto a como obramos. Tanto los actos conscientes vez superado el dUalismo cartesiano, es dificil aceptar
como los inconscientes descansarían en procesos que el cerebro, Como parte que es del universo, se ex-
neuronales de- terministas, pero los conscientes ceptúe de esas leyes; con lo cual, el cerebro estaría tan
necesitan entre dos-
168 MUROÉTICA Y NEUROPOLfTICA no tendría cabida la libertad de la
voluntad"
determinado como el resto del universo. La ciencia Naturalmente este argumento monista
ten- dería entonces a un monismo determinista, en el que supone una concepción determinada del
cerebro, que no todos los neurocientíficos comparten. EL RETO DEL DETERMINISMONEUROClENTlriCo
Según esa concepción, el cerebro funciona como un 1 69
dispositivo automático, cu- yas operaciones están tonomía de las acciones radica en la capacidad del ce-
determinadas, porque es parte de un mundo físico que rebro para llevar a cabo acciones por su propio impulso.
funciona según conexiones de causa y efecto q No existiría entonces la libertad entendida como volun-
igualmente; mundo que se identifica con cuanto existe, tad consciente. La libertad sería una ilusión creada por

de modo que accedemos a una ontología asimismo Í el cerebro o una construcción social que el niño apren-
determinista. Así lo entienden, entre otros, Colin de en la infancia cuando ve que se le atribuye la posibi-
Blakemore en The Mind Machine, Gazzaniga, en El lidad de decidir por sí mismo '6. El mundo heraclitano
cerebro ético, o Rubia en El fantasma de la libertad. de los despiertos y los dormidos regresaría de nuevo, y
Otros autores, por el contrario, consideran el cerebro ahora los dormidos creerían que son libres porque des-
como un órgano dinámico, plástico, variable, volicio- de los tres primeros años de su vida, cuando niños,
nal, emocional y activo de manera tanto consciente se sienten parte de su entorno, y como reciben órdenes
como inconsciente, ponen de relieve el impacto de la y parece que pueden obedecerlas o no, sienten que se
sociedad en su arquitectura, sobre todo por las huellas les atribuye la posibilidad de decidir, y entonces creen
culturales que se almacenan epigenéticamente. En esta ser libres.
segunda posición se encuentran, entre otros, Changeux, Sin embargo, otros autores han venido criticando las
Dehaene, Edelman, Le Doux, Laín Entralgo o Evers'5. conclusionesque se han sacado del experimento de Li-
¿Pero qué sucede con la libertad en el primer caso, en bet por encontrarlas desproporcionadas en relación con
e1 de los autores que entienden el cerebro como una lo que en realidad puede demostrar objetivamente. Pre-
máquina causal y pretenden, por lo tanto, que la liber- cisamente porque Gompartimos esas críticas vamos a
tad es una ilusión? recoger en lo que sigue las que consideramos más sus-
En realidad, según estos autores, trataríamos de tanciales.
des- cubrir las causas de nuestras decisiones
retrocediendo
7. LA LIBERTAD NO SE MIDE
EN MILISEGUNDOS

En principio, parece que los experimentos de Libet


muestran que la libertad es una ilusión y que la manera
en la serie de causas posibles, pero como no podemos de mostrarlo tiene bases neurocientíficas. Según las
descubrirlas porque los procesos que preparan la ac- posiciones que hemos contemplado en el apartado an-
ción son inconscientes, llegado un punto atribuimos la terior, los experimentos harían patente cómo el cerebro,
autoría de la acción a la voluntad. Cuando lo que suce- que es el que controla al cuerpo, tiene que haber hecho
de —continuando con esta perspectiva— es que la au- algo antes de que yo pueda ejecutar una decisión, algo
170 NEUROÉTICA Y NEUROPOLÍTICA
E O DE DETERMINISMO
NE UROCIENrIPI 171
de lo que no soy consciente. Parecería entonces que Y es que, ciertamente, el experime{¡t
cuando pienso que estoy tomando una decisió n, no reduce a movimient os pun leS, arbitrarios O de Libet se
y rápidos,
hago sino contemplar, con un retraso de 500 a 350 mi- cuando la vida personal se va foijandO a través del
lisegundos, un vídeo interno de la auténtica tiempo, cultivando hábitos de
ten ahorrar energía vital. Si sodistinto tipo que permi-
I’

decisió n, que en realidad tuvo lugar en el cerebro fuera así, tendríamos


antes de que que decidir conscientemente desde la mañana
hasta la
noche cada uno de nuestros movimientos,
«se me ocurriera». De lo que se seguiría que no tene- con el que salimos desde el pie
la luz por la noche.deSon
la cama hasta la sfOrmaejde apagar
movimiento
mos iniciativa real, sino que llegamos tarde a la infor- que ecuta
mació n y7só lo podemos intervenir con vetos o con in-
centivos' . Sin embargo, estas conclusiones dejan una
serie de lagunas como las siguientes. de forma mecánica, porque hemos ido aCu mos
En primer lugar, el experimento refleja una situa- pza C£tda Gaso ese potencial mulando
ció n a todas luces artificial, cuenta con presupuestos disposición que nos
de
permite no tener que partir de
que hacen imposible extender sus presuntos resulta- cero, lo cual sería no sólo
agotador, sino
imposible.
dos a las decisiones libres que verdaderamente nos Pero, por si faltara poco, los sujetos s
pedimento han sido previament e entrenadometidos al ex-
importan. os, como su-
Por una parte, porque el experimento presupone que cede con el resto de los experimentos, con lo
los sujetos han de poder experimentar la simultaneidad pensar que, al iniciarse la prueba, ya han puesto cual cabe
en
entre la decisió n y la orientació n del punto de la esfera del in
marcha conscientemente el potencial de
reloj. Pero puede ocurrir, por ejemplo, que el sujeto —si y por eso la toma de conciencia de iniciar la disposición
acción
queremos hablar así— esté ocupado tomando una deci- ne con retraso. vie-
Continuando con las
sió n libre en la facultad del razonamiento prá ctico, que que existe en algún lugar CrÍtiCaS, Libet parece suponer
del cerebro un yo que es quien
haya de esperar a que le llegue la informació n visual des-
está atento al botón, a1 reloj y toma la
de el centro de visió n y que la informació n llegue con des- decisión. Pero re-
Sulta ser que mnguna prueba empírica,
fase, con lo cual el experimento prueba bien poca cosai’. vación científica de la actividad del cerebr ninguna obser-
Por otra parte, qué duda cabe de que nuestras actua- o nos ha he-
vado a descubrir ese yo, con lo
ciones siempre está n preparadas desde nuestro pasado, cual la cientificidad
siempre hay una fase de planificació n, que puede ser delperimento adolece de un nuevo defecto.
ex
reflejada en el potencial de disposició n observable neu- Un siguiente paso consistiría en pregunt£trse
dGtO libre tiene que ser si un
un acto necesariamente cons-
roló gicamente. De ahí que nuestra capacidad de deci- ciente, como supone Libet, o si basta con
sió n, como todas nuestras demá s capacidades menta- tualmente consciente. Yo puedo llevar que sea vir-
ción porque quiero hacerla, aunque a cabo una ac-
les, deba extenderse en el tiempo y no medirse por en ese momento
instantes, la toma de decisiones consciente requierc
tiempo Í9g me percate de que quiero, y después, no
si alguien me pre-
1 72 NEUROt:TIcA rNEUeOro IriCA gunta o si yo misma lo hago, darme
cuenta de que que- ría hacerla y de que tenía razones EL RETO DEL DETERMINISMO NEUROClENTíriCo 173
para ello, aunque al realizar el acto no tuviera
conciencia de ello. 8. RAZONES A FAVOR DE LA LIBERTAD
Por último, y esto es tal vez lo más importante, no
está claro qué es lo que se mide con diseños artificiales ¿Qué tiene esa terca libertad que resulta tan difícil
como el de Libet, porque justamente lo que falta en él renunciar a ella?
es la conexión interna con razones. Para hablar de li- Podríamos decir, en primer lugar, que nos resulta
bertad es necesario que haya razones de algún modo imposible dejar de utilizar el lenguaje de la primera
con las que el sujeto pueda deliberar, porque la volun- persona, ese lenguaje en que se expresa la conciencia
tad se configura en el curso de deliberaciones. Una ini- de la libertad que es una experiencia subjetiva. No po-
ciativa de la voluntad en la que no se puede apreciar demos prescindir de expresiones como ’alá no lo hu-
razones, explícitas ni implícitas, no se puede decir tam- biera hecho», «esto no me volverá a pasar», «yo creo
poco que sea libre20. Esas razones suelen ir ligadas con que debería cambiar de actitud», «me parece que 1a cul-
un carácter que se ha ido forjando día a día, y ése es el pa no era mía». Por el contrario, cuando relato aconte-
mundo de la libertad que nos importa, no el de actua- cimientos lo hago en el lenguaje de tercera persona,
ciones puntuales, artificiales, para las que no existe ra- in- cluso cuando me refiero a partes de mi cuerpo,
zón ni deliberación.
Los experimentos de Libet, a pesar del revuelo que como cuando digo «parece que mi dedo se ha
han levantado, no parecen, pues, llevarnos a la conclu- deformado,
sión de que no somos libres, tampoco desde el punto ¿será de usar el ratón del ordenador?», «me ha salido
de vista neurocientífico. Y la verdad es que podríamos ya algo en el ojo, ¿qué te parece que es?». A pesar de los
decir, aunque lo comentemos más adelante, que va a esfuerzos de algunos autores por eliminar el lenguaje
resultar imposible demostrar que la libertad no existe de primera persona y reducirlo al de tercera persona,
desde las neurociencias, precisamente porque el méto- autores a los que, como veremos, se denomina determi-
do empírico debe atenerse a los hechos que pueden ex- nistas incompatibilistas, a su vez materialistas elimina-
perimentarse, pero afirmar que todo está determinado tivistas, conseguirlo en la vida cotidiana es misión im-
causalmente es una afirmación metafísica, que no pue- posible.
de permitirse un método empírico. En nuestras conciencias, en segundo lugar, aflora
Por contrapartida, parece que la libertad es cada todo ese mundo de sentimientos reactivos, de actitudes
vez más esencial para la vida humana y que se
reactivas, al que ya nos hemos referido. Ese universo de
descubre en el nivel del reconocimiento. las actitudes reactivas hacia otros y hacia uno mismo exi-
ge responsabilidad de unos y otros. Actitudes como el re-
sentimiento, la admiración, la gratitud o la culpabilidad
carecen de sentido si no están integradas en una forma de
vida en que esas actitudes juegan un papel fundamental y
corresponden a sujetos responsables de ellas. No puedo
albergar resentimiento frente a quien no es responsable
174 NEUROF TICA Y NEUROPOLÍTtCA
EL RETO DEL DETERMINISMO NEUROCIENTÍFICO 175

de haberme dañado, pero tampoco admirar a quien no es Sin embargo, es preciso aclarar en este punto que
el protagonista de acciones admirables, ni agradecer el autores de peso han intentado inmiinizar al derecho
beneficio recibido de quien no pudo hacer otra cosa, frente a los avances neurocientíficos, asegurando que
ni culpar a quien no tenía alternativa. Es éste un mundo esos avances no obligan a introducir reformas legales
del que no podemos desprendemos en modo alguno2'. porque al derecho, para tener sentido, le basta con su-
poner que las personas son racionales y responsables,
Una nueva razDn a favor de la libertad es el hecho de
que en distintos lugares los seres humanos hayan dado que no necesita descubrir un vínculo entre respon-
forma a distintos regímenes políticos y a distintas for- sabilidad y libertad 22. De ello nos ocuparemos más
mas de producción, intercambio y consumo de los bie- adelante, pero no deja de ser curioso que juristas y
nes. Justamente fue el descubrimiento del Nuevo Mun- economistas se inmunicen frente a los avances neuro-
do, dotado de instituciones políticas y económicas tan científicos, asegurando que esos descubrimientos en
distintas de las europeas, el que llevó a pensar a los nada afectan ni a los códigos legales ni a los modelos
contractualistas que el ser humano no forma una deter- económicos. Al fin parece que sólo la moral, la políti-
minada comunidad política «por naturaleza», sino por ca y la religión se van a ver afectadas.
creación, por construcción: por artificio. Y, por último, cómo puede el mundo liberal insistir
Todo ello es posible porque, como hemos comenta- en el profundo valor de lo que hemos llamado «liberta-
do, el cerebro es sumamente plástico, de forma que la des básicas» o derechos civiles y políticos, que consti-
educación y la cultura conforman en muy buena medida tuyen la joya de la corona de ese mundo, si no son mo-
la estructura del cerebro individual, sobre todo en los pri- ralmente libres aquellos para los que se reclama libertad
meros años de la socialización, pero también a lo largo de conciencia, de expresión, de reunión, de desplaza-
de toda la vida, aunque con menor flexibilidad y plastici- miento o de participación política. Por mucho que este
tipo de libertades liberales se inscriba en el mundo del
dad. En el modo concreto de configurarlo influyen, pues,
el entorno social y cultural y las propias elecciones. intercambio jurídico-político, carece de sentido insistir
en su importancia si a fin de cuentas quienes se supone
En quinto lugar, qué duda cabe de que somos inca-
que deben ostentarlas no son moralmente libres. «Quien
paces de vivir en un mundo en el que no contemos con
la responsabilidad moral, pero también con la respon- pregunta “libertad, ¿para qué? —decía Alexis de Toc-
sabilidad legal de las personas. Cómo tratar de actuar queville— es que ha nacido para servir», pero, ¿y si
de un modo u otro si no está en nuestras manos, cómo sucede que desde el nacimiento es inevitablemente ser-
organizar instituciones de justicia contando con el de- vidOr? ¿Y si sucede que la autonomía, que con tanto
recho penal si no hay responsabilidad alguna. La ala- esmero quiere cuidarse en la educación y en la política
banza y el castigo carecen de sentido si no llevan aso- democrática, no es sino un mito?
ciados que quien los recibe ha merecido una u otro Por si faltara poco, no sólo las libertades civiles y
por
acciones que dependen de él. políticas y la autonomía constituyen una clave ineludi-
1 76 NEUROÉ TICA Y NEUROPOLITICA

ble del mundo civilizado, sino que incluso en los pro-


gramas de desarrollo humano la pobreza viene enten-
diéndose como falta de libertad desde que Amatya Sen
lanzara su propuesta del enfoque de las capacidades.
No es pobre sólo el que no tiene ingresos razonables,
sino el que no dispone de la libertad suficiente como
para elegir y llevar a cabo los planes de vida que tiene
razones para valorar'.
En este mismo contexto sucede que el mundo
políti- co liberal hace descansar su legitimidad sobre el
contrato para defender sobre todo las libertades básicas
y los de- rechos civiles y políticos de quienes sellan el
pacto, y resulta difícil mantener la fuerza del
CAPÍTULO 7
contractualismo si carecemos de libertad para sellar o no
el contrato, siquie- ra sea implícitamente, siquiera sea
hipotéticamente.
LA TERCA LIBERTAD
La situación es complicada. Realmente, el mundo
liberal carecería de sentido si el determinismo fuera 1. MÁS ALLÁ DE COMPATIBILISMO
verdadero, pero, a la vez, parece de mal tono no dar por E INCOMPATIBILISMO
buenos los resultados deterministas de los científicos
cognitivos y reconocer algo tan obvio como que si el En las últimas décadas la reflexión
ido produciendo unos marbetes, filosófica ha
determinismo tiene razón, no existe la libertad. Para que debe recoger en
evitar una posición tan incómoda se acuñan ciertos algún momento quien trabaje sobre el tema de la li-
marbetes de significado ambiguo, porque cada uno de
ellos es sumamente discutible, y se acaba optando por bertad y precisar su posición en relación con ellos
abrumadora mayoría por el llamado para que quede bien identificada.
Se habla de «com-
«compatibilismo», que permite compaginar una patibiliSiIlO»,«incompatibilismo», «determinismo» o
explicación determinista
del acontecer natural con la existencia de la «libertarismo», componiendo una especie de «Dic-
libertad.
Cuáles son esos marbetes, qué se supone que pue- cionario de la Lengua Eleutérica»,
que hay que cono-
den sigrdficar y qué lugar queda para la libertad en todo cer £tfá hablar del problema de la libertad con cierta
este contexto es lo que intentaremos aclarar a solvencia, porque, como es sabido, ‹eleuthería» es
continua-
ción. i el término griego para referirse a la libertad.
Aunque
no existen definiciones incontrovertidas de estos tér-
minos, intentaremos arrojar alguna luz
sobre su sig-

[177]
1 78 NEUROÉTICA Y NEUROPOLÍTICA
LA TERCA LIBERTAD 179
nificado, sintetizando caracterizaciones de distintos
autoresl. Sin embargo, como hemos comentado, en el con-
En principio, parece que existen dos posiciones junto de las posiciones deterministas suele distinguir-
contrapuestas, determinismo y libertarismo, cada una se al menos entre dos variantes: el llamado «determi-
de las cuales a su vez contiene al menos dos varian- nismo duro», según el cual, el universo es determinista
tes. Podría pensarse que las ambigüedades de estas y no somos libres, de forma que la libertad es sólo una
ilusión, y el «determinismo blando», según el cual la
posiciones proceden de lo confusa que es la palabra libertad es compatible con el determinismo. A los
«libertad», pero, a mi juicio, la mayor dificultad pro- deterministas duros se les denomina «incompatibi-
cede de intentar descifrar en qué consiste el determi- listas», porque no admiten que haya compatibilidad
nismo. entre el determinismo y la libertad, sino pura y llana-
El determinismo consistiría en afirmar que «todos mente que la libertad no existe, y a los deterministas
los eventos tienen causas que operan según leyes físicas blandos se les llama «compatibilistas» porque sí que
del universo y que, a su vez, fueron causadas por esas admiten esa compatibilidad. Esta última es la postura
leyes operando en estados anteriores del universo en que goza de mayor aceptación entre los filósofos que
utilizan estas etiquetas.
una cadena continua de causación que retrocede hasta
el primer estado»2. De donde se sigue que en cualquier En lo que hace a los duros, tienen al
deterministas
momento el estado del universo es una función de las menos tres tareas por delante, que desde luego no han
leyes físicas y de las condiciones iniciales del llevado á Cábo. Porque resulta ser que las razones que te-
universo, y que, contemplando las posibilidades futuras nemos par£f actuar inflUyen en lois acciones que realiza-
en vez de las causas pasadas, en cada momento dado mos, y el determinista duro debería demostrar objetiva-
hay exacta- mente un único futuro físicamente mente cómo es posible que las razones influyan en las
posible. acciones, siendo así que las razones
no son causas fisi-
No existen, pues, posibilidades alternativas en un cas, empíricamente observables,
y las acciones sí lo son.
momento dado y un agente no puede decidir entre ellas. Pero, por otra parte, también deberían sacar las con-
Como bien dice Peter Inwagen, si el determinismo es secuencias que se siguen de su posición para la vida
verdadero, nuestros actos son consecuencia de las leyes corriente, porque deberían negar
cualquier tipo de res-
de la naturaleza y de los eventos del pasado remoto, ponsabilidad con todo lo que esa negación conlleva, y
pero no depende de nosotros lo que sucedió antes de no salir por la tangente, que es lo que hacen habitual-
que naciéramos, ni tampoco lo que son las leyes de la mente. Cuando ya no hay escapatoria acaban diciendo
naturaleza; por lo tanto, las consecuencias de esas co- algo as1 Como lo que afirma Francisco Rubia refirién-
dose a Smilansky: «el profesor Saul Smilansky
sas (incluyendo nuestros actos presentes) no dependen que debemos fomentar la ilusión de la voluntad sugierelibre y
de nosotros'. Como no podíamos haber hecho nada, no la responsabilidad moral. Supongo
podemos hacer nada para alterar nuestros actos, con lo que eso es algo si-
cual no seríamos libres.
1 80 NEURGE.TICA Y NEUROPOLÍTICA LA TERCA LIBERTAD 1 8 1

milar a lo que la dama victoriana expresó sobre la teo- tos indeterministas en el cerebro, por lo tanto, no están
ría de la evolución de Darwin: “Esperemos que no sea determinadas y la libertad existe. Una solución que no
cierta, pero si lo es, esperemos que no se corra la es tal, porque la libertad no se identifica en absoluto
voz”»’. Afirmación que parece ingeniosa, pero no con la indeterminación, COIi la arbitrariedad, sino con la
pue- de ser menos científica, porque el buen científico autodeterminación. Una acción libre no es simplemen-
debe- ría estar deseando que se conociera su te una acción impredecible porque ignoramos las cau-
descubrimiento para librar del engaño a la humanidad. sas por las que va a producirse, que pueden ser el azar
Y, por último, los deterministas duros deberían o la casualidad. Una acción libre es la que se produce
compaginar su negación de la libertad con el reconoci- por las razones que el sujeto tiene para actuar. En este
miento que hacen de la importancia de la educación. punto se hizo célebre el Asno de Buridán, que se en-
Si es verdad, como afirman, que en neurociencia se contraba ante dos campos de alfalfa tan iguales entre sí
cono- ce la posibilidad de que el entorno pueda que no tenía razón alguna para dirigirse a uno de ellos
modificar las conexiones entre las células nerviosas, lo en vez de dirigirse al otro y, sencillamente, se murió de
que implica la importancia de la educación, entonces hambre. Que una conducta sea imprevisible no sigriifi-
en realidad quedan desvirtuadas las tesis del ca que sea libre, para que sea libre el sujeto debe actuar
determinismo neuro- científico fuerte. porOtra
razones que influyen en que el acto tenga lugar.
versión más moderada del libertarismo admite
El libertarismo, por su parte, afirma que somos que los eventos y experiencias previos afectan a nues-
realmente libres, y que lo somos de un modo tal que el tros estados mentales, pero añade que, en último térmi-
determinismo debe ser falso. También el libertarismo no, nuestras acciones no están causadas más que por
ofrece dos posibles explicaciones de la existencia de la nosotros mismos. Sería bueno insistir frente a este li-
libertad: puede ocurrir que las ciencias, sobre todo la bertarismo débil en que los eventos y experiencias pre-
física cuántica, muestren que los movimientos del uni- VÍOS COndicionan nuestra conducta, de tal modo que la
verso se producen de forma indeterminista, con lo
cual
quedaría un espacio no determinado, es decir, un espa- libertad humana no es absoluta, sino condicionada.
cio para la libertad; o puede ocurrir que el Pero, para poder hablar de libertad, tenemos que poder
mecanicismo explique los movimientos de la mayor obrar por nuestras razones.
parte del univer- so, pero que la acción humana no esté Por ir completando el cuadro que venimos dibujan-
totalmente sujeta a la influencia causal, sino que sea do, estas posiciones pueden asumirse entendiendo de
posible fundamentar la responsabilidad de los seres distinto modo la relación entre determinismo y liber-
humanos en una suerte de libertad contra-causal. tad. En principio, el compatibilismo considera que la
De aquí se siguen dos variedades del libertarismo, libertad es compatible con el determinismo, mientras
una de ellas, que también cabría calificar de «fuerte», que el incompatibilismo entiende que no lo es. A los in-
afirma que las acciones son producto de acontecimien- GOIllpatibilistas que creen que el determinismo es ver-
LA TERCA LIBERTAD 183

dadero se les considera deterministas duros, y a los 2. LA FALACIA DEL


in- compatibilistas que creen que el determinismo es DETERMINISMO BLANDO
falso se les llama libertarios.
En efecto, lo que ha dado en
Dando un paso más en este Diccionario de la Len- llamarse «deterniinis-
mo blando», al que se acogen un buen número de com-
gua Eleutérica, en la lengua que viene usándose para patibilistas, tiene su origen en el artíCulo de Ayer «Li-
hablar de la libertad, entre los deterministas duros se
tiene por eliminativistas a los que aseguran que la bertad y Necesidad», publicado en 19466. En este
cien-
cia muestra que nuestros conceptos psicológicos popu- articulo intenta Ayer reconciliar libertad y determinis-
lares, tales como creencia o deseo, son insostenibles, y mo, tomando el término «libertad» en el sentido ordi-
que, por lo tanto, deben desecharse. Y por reduccionis- nano de la palabra y la noción de «causa» en el sentido
t,as, a quienes consideran que se pueden explicar los de Hume.
conceptos de un nivel más elevado con conceptos de Según Ayer, en lo que respecta a la idea habitual de
libertad, cuando decimos que una acción es libre quere-
un nivel más bajo, que los términos mencionados
mos decir que el agente podía
(creen- cias, deseos, intenciones) se pueden explicar con haber actuado de otro
térmi- nos de mecanismo bruto. modo, que su acción no es inevitable y que, por lo tan-
Por último, conviene incluir en este diccionario el to, es responsable de ella. Y Ayer considera que, así en-
e enomenalismo, es decir, la afirmación según la tendida, la noción de libertad no se opone a la de cau-
cual, los estados mentales son causados físicamente, Salidad, sino a la de constricción, que hay que distinguir
pero no tienen a su vez efectos físicos, es decir, que entre acciones libres y acciones realizadas por cons-
esos estados son producto de la evolución, pero no tie- L fricción, y no entre acciones causadas y no causadas.
nen la menor influencia en el mundo físico. Todas las acciones tendrían causas, pero algunas de
¿Cómo situarse en esta selva de etiquetas? La posi- ellaS, las acciones libres, tendrían su origen en el agente
ción más extendida, como hemos dicho, es la que IOÍSIIIO, las llevaría á Gabo por su propia volunt
ad, salvo
apuesta por el compatibilismo, porque sus defensores si se padece algún trástorno fuerte; son el resultado de
creen que permite explicar los acontecimientos causal- deseos, situaciones y decisiones que no proceden de una
mente y, a la vez, mantener Ía libertad que nos resulta imposición externa o de una compulsión interna. Las ac-
indispensable para organizar nuestra vida personal y g ciones impuestas, por el contrario, son causadas por
social. En este intento ha sido de ayuda para muchos fuentes externas, porque alguien obliga realizarlas, o
autores lo que ha venido a llamarse el «determinisrrio porque quien actúa tiene algún trastorno afuerte. Cuando
blando» o también «débil», que procede del filósofo alguien realiza una acción libre A, podría haber hecho B.
Ayer y que autores como Gazzaniga aplican a la polé- Cuando alguien está obligado a hacer A, sólo puede
cer A. Las acciones libres no dependen de que haya
mica neurocientífica’. ha-
una causa, sino de cuál sea la fuente de la causa.
184 NEUROÉ TICA Y NEUROPOLfTICA
CERCA LIBERTAD 185
El cleptómano no puede sino robar, igual que la per-
El ejemplo clásico de Aristóteles es el de un
sona que está hipnotizada. Pero Ayer aduce un par de mercante con riesgo de Ilaufragio. barco
Los marinos se en-
ejemplos que confunden realmente. Supongamos que cuentran ante el dilema de arrojar el carg
para poder salvar la Vida, o conservarlo amento al mar
alguien me obliga a actuar del modo que él quiere, arriesgand la
pero yo no, amenazándome con una pistola o con vida. En otras circunstancias ni siquiera hubieran o
algún tipo de coacción tan fuerte que no se esperaría pen-
sado en deshacerse de la mercancía, lo
prueba de que la acción cual es buena
de arrojarla por la borda no les
que ninguna persona razonable escogiese otra resulta deseable por sí misma, es decir, en sentido
alternativa. En ese caso —dice Ayer— yo podría luto; pero en el contexto del posible naufra abso-
pTeferir hacer otra cosa, pero nadie me haría gio, compa-
dando con la posibilidad de naufragar, des
moralmente responsable de mi ac- ción. Un segundo prenderse del
Cargamento les parece preferible.
caso sería el de una persona sometida a otra porque esta ria, dirá Aristóteles, porque la fuenteLa acción es volunta-
segunda tiene un gran ascendiente sobre la primera, de la acción es el
sujeto, pero es mixta, mezcla de v
hasta tal punto que la persona someti- da ni siquiera oluntaria e involunta-
ria,Es
porque
verdadlosque
marinos no la
Aristótele
tiene ya capacidad de deliberar. En estos casos, como s no entra por
desean en elsíproblema
misma. de
en todos, existen causas para la acción, pero además l in
la ibertad dividual, que preocupó pOr vez prim ¡¡ g
hay una fuerte constricción. los filósofos estoicos, sino en e1 de la voluntarie er
Pero cabría decir, siguiendo su dad.
Sin embargo, los ejemplos de Ayer son poco convin- propuesta, que la acción
de quien actúa con una pistola en la nuca sigue
centes, porque aunque la coacción es muy fuerte, queda siendo
libre, porque hay alternativas, hay
la posibilidad de querer otra cosa y de poder actuar se- gentes que se dejan
matar en esa ocasión, pero se trata de una acción
gún ella, aunque un tribunal, si quisiera ser justo, ten- porque desde luego nadie
dría muy en cuenta la coacción que sufre la persona y mixta, absoluto. Y es muy la hubiera elegido en
posíble que de esa
haría más responsable del acto a quien la coacciona. sentido
Es curioso cómo en este punto es mucho más lúci- actuación se siga
• después
A mi una mezcla
juicio, de remordimiento y disculpa.
la explicación
da la distinción que introdujo Aristóteles hace veinti- ': más acertada que la de Aristóteles es mucho
de Ayer. Pero, por si faltara poco,
cinco siglos entre las acciones voluntarias y las invo- Ayer añade la interpretación de
luntarias’. En el caso de las acciones voluntarias, el Hume de lo que es una
causa y con ello acaba de dar la
sujeto mismo es la fuente de la acción, mientras que plintilla a su
propuesta. Según Ayer, y en esto lleva razón, no se
en las involuntarias, la fuente de la acción es o bien fundir el tipo de necesidad con que
algo distinto del sujeto o bien alguna perturbación int debe con- un
de una causa con la necesidad lógica
terna. Sin embargo, Aristóteles introduce una tercera efecto se sigue
conclusiones se derivan de sus
modalidad, la de las acciones mixtas, que son aquellas con la que unas
en las que la fuente de la acción es el sujeto mismo, sas «todOS lOS hombres SOn
premisas. De las premi-
pero no las quiere por sí mismas, sino porque las al- mortales» y «Socrates es
ternativas son peores.
1 86 NEUROÉTICA Y NEUROPOLfTICA LA TERCA LIBERTAD 187

hombre» se sigue necesariamente la conclusión «Só- en la realidad no hay causas, sino que hablar de
crates es mortal». Mientras que si una persona tiene causas es usar un lenguaje metafórico. Lo que no es de
una conducta extraña y se descubre que su cerebro su- recibo es afirmar que nos hemos acostumbrado a llamar
frió una lesión en la infancia, la lesión será una de las «cau- Sa» a un acontecimiento que antecede a otro,
causas que explique la conducta extraña, pero no se si- cuando en realidad no podemos afirmar que lo sea,
interpretamos así, y atribuir esa
gue necesariamente de ella. Y es que, según Ayer, suele sino que noso- tros lo
entenderse mal lo que significa el determinismo, por- interpretación sólo a las acciones humanas, y no al
que el determinismo lo que afirma es que todo está mundo natural.
causado, pero entiende la relación causal en el sentido Y si en el mundo natural podemos afirmar que algu-
na congruencia tiene que haber entre nuestro modo de
de que cuando ocurre un acontecimiento de un tipo
conocer y el movimiento del universo, porque los resul-
ocurre también un acontecimiento de otro tipo, que está
tados de las investigaciones científicas tienen fuerza
en determinada relación temporal o espacio-temporal predictiva para el futuro, aunque nunca con carácter de
con el primero. Cuando hablamos de causas sólo quere- necesidad, lo mismo podríamos decir del mundo huma-
mos decir que determinados acontecimientos suelen no: que es posible prever con cierta probabilidad la
sucederse con una relación espacio-temporal y llama- conducta de las personas cuando las conocemos, y tam-
mos «causa» al primero, «efecto» al segundo. Todo lo bién estadísticamente, aunque RUllCá ]3Odamos hacer
demás es metáfora —dirá Ayer—. «Y debido a la metá- esas previsiones con carácter de necesidad. Aplicar,
fora, y no a la realidad, llegamos a pensar que hay unn como hace Gazzaniga, las consideraciones de Ayer al
antítesis entre causalidad y libertad»'. cerebro y afirmar que «el cerebro está determinado,
Ciertamente, los seres humanos ligamos los aconte- pero la persona es libre», no resuelve en modo alguno
cimientos que se suceden habitualmente en el espacio y el problema9.
I el tiempo asegurando que el primero de ellos es causa El compatibilista no hace, pues, sino eludir los pro-
del segundo, y, de hecho, una afirmación de este tipo c,s blemas y sería mejor, a mi juicio, abandonar esta «jerga
la que hacen, cada uno a su modo, Hume y Kant. Pert› de rufianes», este afán de situarse en casilleros inútiles
entonces se hace necesario extender ese carácter «mc y abordar la cuestión misma.
tafórico» de la causalidad, no sólo a las acciones hum:i-
nas, sino también a las leyes físicas y a las neurológi
cas, de suerte que la explicación determinista dcl 3. NO CAUSAS, SINO CONDICIONES
cosmos, que parece tan natural, resultaría ser tan meiii
fórica como la que se aplica a la conducta humana. Los problemas se plantean, en principio, por una
C.ii ese caso, el problema que parece plantear la cuestión de método. Quien desee recurrir a lo que ha
terquedilt) de la libertad a un mundo determinista se venido a llamarse «método científico», propio de las
diSOlVC@il sencillamente porque el determinismo ciencias naturales, tiene que investigar causalmente, es
aseguraría qti‹
tos». Es imposi ’ble construir una ciencia
188 NEUROÉTICAY NEUROPOLfTICA caÓtlGá, nece-
niverso sitamos ntos,cir el orden entre los
introdu
acontecimie
decir, intentar ligar los acontecimientos del u
otros de
considerando «causas» a los que preceden a
«efec-
modo regular, £t IOS que por eso misiTlo llamalTlOS
LA TERCA LIBERTY D 189 concurrir causas de distinto tipo para que se produzca
un efecto y pueden ser necesarias, pero no suficientes,
sólo debería reconocer que las causas naturales no tie- nen el sino que debe limitarse a dar por senta-
carácter de necesidad de las implicaciones lógi- cas, que deben
ése es nuestro
modo de conocer. Y una afirmación do científicamente lo que ha podido someter al método
re-
como ésta, que hizo Kant hace más de dos siglos, laafir- de la observación.
frendan hoy los conocimientos neur ocientíficos al Pero justamente eso es lo que hace el determinismo
mar que nuestro cerebro conoce causalmente, constru- neurocientífico, en trabajos como los de Wolf Singer.
ye nuestro saber acerca
de la realidad ligandO uIlOS Según Singer, los procesos neuronales que se nos hacen
relación
fenómenos Colt otros. Lo que no cabe en esa conscientes dependen de procesos que continúan sien-
causal de acontecimientos observables, expresados en do inconscientes, or eso no soy capaz de predecir
conscientemente mi conducta, porque son las tenden-
tercera persona, es o bien lo científicamente incognos- cias inconscientes de mi cerebro las que tomarán la
cible o bien lo inexistente.
de- cisión. En este sentido, no puedo asegurar nada con
Reconocer que la libertad no puede ser conocida con
res- pecto al futuro de las actuaciones humanas,
método es practicar algo asi como un
estenostiCiSlTlo
ag de la libertad, que es el que profesó Kant porque desconocemos las causas por las que actuamos.
en la Crítica de lo razón pura“. no podemos probar Es la vieja trampa que consiste en mostrar cómo se ha
objetivamente la exis- no es el método ido descubriendo la fuerza de ciertos fenómenos
tencia de la libertad porque, si existe, incons-
empírico de las ciencias el ue nos permite llegar a ella. cientes a través de las observaciones del psicoanálisis o

Sin embargo, lo que no puede hacer el científico es afir-


no puede probar su
las neurociencias, y de pronto dar por sentado que to-
mar que la libertad no existe porque das las acciones están determinadas por procesos in-
existencia haciendo uso de su método. Una afirmaCí *
conscientes, aunque no se haya podido demostrar em-
semejante es El neurocientífico
meta l'tO píricamente semejante cosa. Es un atentado contra la
cienti
no puede permitirse un ateísmo de la libertad. seriedad de las ciencias empíricas dar por probado lo
En efecto, el científico debe investigar suponiend o que no lo está, con la añagaza de que ya se conseguirá
que para tOdO acontecimien to podrá encontrar una cau- en el futuro: una ciencia empírica no puede afirmar
sa observable o ligada con lo observable, causa que a su más que lo que ha demostrado empíricamente. Las
ante-
vez estará ligada a otra u otras causas observables afirmaciones de totalidad referidas a fenómenos obser-
á legitimado para afirmar que
cedentes, y nunca estar vables no comprobadas empíricamente no son ciencia,
para un acontecimiento hay una causa observable de- sino mala metafísica.
terminada, que él no ha podido observar ni dispone de Pero también es verdad que en ocasiones
zonable. No
los medios para observarla en un fuMO ra afirmacio- nes como éstas campan por sus respetos
porque los li-
A
190 NEUROÉTICAY NEUROPOLfTIC LA TERCA LIBERTAD 191

bertaristas fuertes presenta n una idea de libertad illa-


ecisiones sin
ceptable. Según ellos, la voluntad toma d dos, Franciszek Gajowniczek, tiene mujer e hijos y
Kolbe propone al coronel de las SS cambiarse por él. El
ningún condicionamiento precedente,
parte de cero. • coronel acaba aceptando y después de tres semanas de
porque s iempre actuamos CON -
cosa a todas luces falsa, ayuno asesinan a Kolbe poniéndole una inyección de
fenol. Ante la pregunta «¿sería yo capaz de algo así?»
• es imposible responder con un «sí» o un «no». La res-
cuerpo, puesta razonable sería a lo sumo «creo que sí» o «creo
dicionados por nuestras neuronas, por nuestro un Sin-
ontexto soGial y por
por Nuestro carácter,por El C
fin de elementos. nte cuando hablamos de la ac- que no», pero siempre añadiendo: tendría que verme en
Sería, pues, convenie esa situación.
ción humana abandonar la noción de causa, que suele
causa se siguiera nece- ¿Es que el carácter que me he ido forjando hasta
entenderse como si puesta una la noción de ahora no me permite pronosticar lo que haría en tal
«condi-
un efecto, y recurrir a
sariamente ondiciones caso? Pues no, no me permite pronosticar, sino sólo
que ien-
ción». LaS c
provoGanEn unntecim
aco resultado prever con mayor o menor grado de probabilidad, por-
to, además de ser diverSas, noafirmaaseguran que el carácter y las razones de las personas para
predecible, pero sí pe rmiten rlo con diferentes
pro- actuar influyen en sus acciones, pero no las
determinan con
infiuyen en que se necesidad.
grados de probabilidad porque
duzca. a las acciones humanas, es cierto que Por eso, a mi juicio, resulta tan poco convincente la
En lo que icar con necesidad ni siquiera interpretación que hacen algunos autores de la célebre
hace
no podemos pronost exclamación de Lutero «¡no puedo más, aquí me deten-
la conduct a de las personas
nuestra propia conducta, nipero en general sí que pode- go!». Según ellos, Lutero no tenía otra alternativa, por-
a las que conocemos bien, ad nuestro modo de que su carácter le determinaba a cortar con Roma por la
mos prever
actuar y el a con
de cierta
quellasa prObabilid
quienes co cuestión de las indulgencias. Sin embargo, claro que
nocemo s. Para
rácter que las perso- Lutero tenía alternativas, lo que sucede más bien es que
esas previsiones nos a tenemos al cahacer había ido forjando su carácter día a día mediante deter-
nas
aunquese han ido forjando dí£t a día, nunGa ]3Odá-ni minadas elecciones y en el momento de la polémica
mos pronosticar su conducta f\itura con seguridad, podía haber obrado de otro modo, pero no quiso hacer-
siquiera la nuestra. ien nos pregunta: ¿qué haría lo porque entendió que sólo se sentiría en paz consigo
Imaginemos que algu mismo actuando en coherencia con su trayectoria.
n MaxiITiiliano
usted si se encontrara en ía situació de Es muy posible que el cerebro al tomar
nos encontra
Kolbe? El contexto es el siguiente : uschwitz, el mos en
14 dC
decisiones anticipe las consecuencias que se seguirán
de cada una
el campo de concentración de A decide ejecu- de las alternativas para el estado emocional del sujeto y
agosto de 1941, el comandante del resalid ]3Ol‘- que el sujeto acabe decidiendo qué estado emocional
campo
tar a diez de los dos mil reclusos como
rep que un prisionero se ha fugado. Uno diez elegi- prefiere asumirl0. Pero justamente lo que quiere expre-
de los
192 NEUROÉTICA Y NEUROPOLÍTICA LA TERCA LIBERTA D 193

sar la faiROS£t exclamación es sique Lutero no se puede las que he actuado para justificar un acto no estoy enu-
sentir en paz consigo mismo no rechaza la OQción
merando condiciones causalmente eficientes, no estoy
que considera moralmente inferior, tiene una raZÓR iTlO- diciendo que ésas son las causas de que la acción se
ral —y en este caso también religiosa— para actuar.
haya producido, sino que son las razones por las que
he
Las razones que tenemos
para actuar infiuyen en obrado.
es lo que hace posible ase- Sin embargo, el epifenomenalismo no es convincen-
nuestras actuaciones y esode la libertad es racional.
gurar que la e xperiencia te. Quien mantiene esta posicion debería explicar por
qué las razones influyen en las acciones, por qué cuan-
do un sujeto se propone llevar a cabo una acción el
4. MISERIA DEL EPIFENOMENALISMO tipo de razones que tiene para realizarla tienc
influencia en ella.
en
Cualquier investigación racional debe tener Es el caso claro de los sistema de normas (moral,
cuenta los hechos, y es un hecho que la conciencia de derecho y religión), que sólo tienen sentido si se diri-
la libertad aGOm]3díi£t él nuestras acciones. Ahora bien,
gen a seres que pueden comprender y seguir las nor-
como hemos dicho, resulta imposible traducir el len- mas, y eso significa que pueden tomarlas como
guaje mental, expresado en primera persona, a un len- razones potenciales de su conducta. Como bien dice
guaje observable, que se expresa en tercera persona. De Searle, una norma no describe lo que pasa, pero
donde algunOS autores sacan la conclusión de que el tampoco se limita a ordenar lo que debe de pasar, sino
lenguaje mental es un epifenómeno, es decir, está cau- que además forma
ftSiCOS.
sado fisicamente, pero no tiene a su vez efectos J parte de hacer que algo pase, tiene algo que ver con
siguiente.
La explicación que dan estos autores sería la que las gentes realicen unas acciones u otras' '. No es
Un sujeto reconoce las razones que tiene para obrar indiferente que en una sociedad estén vigentes unas
a través del lenguaje mental, pero como las razones no
observar y que estén normas u otras, no es indiferente que se aprecien unos
son estados físicos que se puedan
ligados a leyes naturales, no pueden identificarse con valores u otros, sino que esos valores y normas influyen
causas: son más bien justificaciones que los sujetos dan en la conducta de las gentes, tienen una influencia
después de haber llevado a cabo la acción, que en real en que sucedan unas cosas u otras.
reali- dad consiste en un comportamiento inconsciente, Ahora bien, las normas a las que obedecemos o los
ex- plicable neurológicamente. Sucedería entonces que valores que apreciamos influyen en nuestra conducta,
ac- pero no la determinan, y por eso tienen sentido la mo-
tuamos a partir de causas y y ustifiCalTlOS Í£t ral, el derecho y la religión. Tal vez distinguir entre ra-
ac tuaCióIi
con ayuda de razones. que no se puede identii'i zones y causas, entre influir y determinar sea la mejor
Y, ciertamente, es verdad forma de poner cierto orden en la gran confusión que
car razones y causas: cuando expongo las razones ha surgido a cuento de la libertad entre distintas posi-
por
ciones filosóficas y científicas.
194 NEURO A Y NEUROPOLÍTfCA
LA TERCA LIBERTAD 195
En este sentido, son interesantes los experimentos No resulta, pues, convincente
de Peter Gollwitzer, relacionados con las «intenciones lenguaje mental al observable, elel intento de reducir el
dos los sucesos mentales intento de reducir to-
de realización» que se muestran cuando los sujetos se £1 las aCciones
proponen determinadas metas y especifican cuándo, procas entre el cerebro y el mundo cirCuncdante,
ausales recí-
dónde y cómo van a dar los pasos para alcanzarlas. do cualquier tipo de intervención al ámbito negan-
de los
Los
sujetos anotan una intención y se comprometen a hacer motivos racionales. el connario, inevitable reco-
el seguimiento del grado de cumplimiento y a redactar nocer que contamos Porcon dos tipos deeslenguaje, con dos
un informe sobre ello. Los experimentos muestran formas de abordar el mundo, que han
surgido en el pro-
cómo los grupos que dan todos estos pasos cumplen su ceso de la evolución en comu
nidades lingüísticas y
intención en el 90 por 100 de los casos'2. Es una mues- cooperativas y que ambos han
resultado indispensables
tra más de que las intenciones influyen en las para la Vida humana. En este
sentido dirá Habermas
acciones. Por otra parte, como bien dice Searle, el GOn razón que «el dualismo epistémico
tiene que haber
epifenome- nalismo en este caso va en contra de todo surgido de un proceso de ap
rendizaje evolutivo y ha-
lo que sabe- mos de la evolución. Los procesos berse acreditado en la confrontación cognitiva
desarrollados por la racionalidad consciente son una sapiens con un mundo lleno de riesgos»l5g del homo
parte muy importante para nuestras vieras y
oioiogicamenic muy cusvosos, por eso «constituiría LA FORJA DE LA LIBERTAD
una completa anomalía de la evo- lución el hecho de
que un fenotipo de semejante enver- gadura no En este punto es sumamente fecunda ap
desempeñara ningún papel funcional en la de la teoría de Inf ácción comuni ativ la ortación
C
vida y la supervivencia del organismo»I3.
Y, por último, afirmar —como hace Wolf Singer—
que la conciencia del yo es ilusoria y la conciencia de la de Habermas '6. LoS dos tipos a, y concretamente
libertad, un epifenómeno, porque la neurobiología no deperspectiv
lenguaje as queque
a los adopta
nos
puede encontrar un correlato para el «yo» de un un
hemos
sujeto, observador
la del expresa
referido n dosde
agente
que se atribuye decisiones conscientes, es poco serio’4. tos, y la del participante objetos y acontecimien-
redes comunicativas, es de-
Tanto criticar a Descartes por afirmar que el «yo» es una
en la del participante en
cir,
sustancia, y Singer cree que el «yo» es una ilusión acciones comuniCativas con
otros sujetos que aSilRiSiilO participantes, de forma
por- que no hay para él un correlato cerebral. Como bien son
dice
Habermas, el «yo» puede ser una construcción, pero no £tCtlt£fl O Virtual. En el primer caso un sujeto
observa ob-
por eso una ilusión: en la conciencia de1 yo se refleja la jetos, mientras que en el segundo distintos
vinculados entre sí y se reconocen sujetos están
conexión del cerebro individual con programas cultura- mutuamente como
interlocutores Válidos. En el primer
les que se reproducen a través de la comunicación social, Caso el observador
que quiere hacer ciencia se esfuer
entre hablantes, oyentes y observadores. za por alcanzar obje-
t'vldad en sus afirmaciones; en el
segundo caso, el par-
196 NEUROÉTICA Y NEUROPOLfTICA
LA TERNA LIBERTA D 197
ticipante revela la existencia de la intersubjetividad, del subjetividad de ilRa comprensión posible del mundo in-
vínculo con los demás sujetos. terior: sin la intersubjetividad del acto de comprender
Obviamente, es desde esta segunda perspectiva no hay tampoco objetividad del saber. Es imposible se-
desde la que los sujetos se reclaman mutuamente ra- parar las interpretaciones que hacemos del mundo y los
zones de sus actos y dan razones de ellos. Con lo cual, argumentos que aducimos para conocerlo
para que tenga un sentido lo que hacen, están presupo- de las expe-
riencias necesarias para acceder a él, que pueden ser
niendo que son capaces de obrar por razones y, por lo objetivadas. Y, por Otra parte, resulta imposible objeti-
tanto, que son responsables de sus actos; que podían var de forma exhaustiva las relaciones de comprensión
haber actuado de una manera distinta. Algo que se entre los sujetos a las que sólo puede accederse como
aprende desde la infancia. participante".
De
nado endonde
Como hemos venido diciendo, los padres dan órde- se sigue que hay un saber innato, almace-
los genes, pero también un saber adquirido en
nes a los niños, les piden razones de sus actos y les ha- el mundo de la cultura, que va configurando el cerebro
cen responsables de ellos, y lo mismo sucede en la es- del individuo h£tSta la adolescencia y sigue influ yendo
cuela y en el entorno. Construimos nuestra vida común en él hasta la vejez, en que decae. La cultura y las prác-
y personal a través de ese intercambio de razones y mo- ticas sociales conforman el cerebro conceptualment
e,
tivos, que carece de sentido si no suponemos que so- lo cual no es incompatible con que los pensamientos
mos responsables y que podíamos haber actuado de tengan que neuronal.
una base
Es verdad autores COHIO Wolf Singer descalifi-
otro modo. Es así cómo se va forjando la conciencia can estas afirmaciones aduciendo que es imposible ob-
de la responsabilidad y de la libertad. servar en el cerebro cómo influye causalmente esa pro-
Esto no significa que las emociones no tengan un
papel en el mundo de la libertad, porque las
emociones
son una forma de conocer y pueden ser cultivadas, de gramación. Según él, nuestro £t]3dr£ftO COgnitivo no
modo que nos sentimos en parte responsables de Odría comprender cómo puede interaccionar una pro-
ellas". Por eso, en el diálogo se intercambian razones gramación racional, que se vive como una motivación
que no están desprovistas de emoción. por razones, con las conexiones causales determinist
as
POT Si faltara poco, este mundo de razones y de los estados de excitación neuronal'9q
motivos no es un mundo «de segunda» en relación con Pero justamente esto es lo que, a mi jiliGio, debería
hacer el neurocientífico: no negar la libertad porque no
el cien- tífico, sino todo lo contrario: el lenguaje en
puede explicarla, sino explicar cómo es posible que las
que se intercambian razones es indispensable para que
razones, que son mentales, puedan influir en la
exista el lenguaje referido a la observación. Cuando
ta a través de los procesos cerebrales que son
los neu- rocientíficos quieren tratar sobre fenómenos conduc-
observa- bles tienen que hacerlo desde el trasfondo de de orden
un mundo físico. Porque lo cierto es que sucede y, sin embargo, no
vital compartido intersubjetivamente, desde la inter- hemos encontrado una explicación convincente de
198 NEUROLTICA Y NEUROPOLfTICA
CA LIBERTAD 199
cómo sucede. Como muestra de algún intento de expli- Por su parte, Robert Kane representa uno de los ra-
cación veremos los de filósofos como Searle o Kane. TOS e'em los de libertarista incompatibilista que, sin
embargo, se niega a aceptar que la libertad no tenga
ninguna relación con el carácter que el sujeto
6. LAS RAZONES ENTRAN EN EL CEREBRO formando y con sus características biológicassey ha ido
socia-
les, como si la libertad fuera una causa ajena a todo
John Searle ofrece una explicación sumamente in- ello que actiía de forma absolutamente inconexa con lo
teresante, basada en la experiencia que tenemos al de- que la persona es. Si la conducta estuviera determinada
liberar y actuar de que existe una brecha entre unos el azar o la suerte dice con
por todo acierto, tampoco
momentos y otros, de modo que los momentos ante- seríamos libres. Pero más bien sucede, por el contrario,
cedentes no determinan el resultado'0. Searle llama la que la voluntad se va forjando por medio de unos actos
atención sobre el hecho de que cuando deliberamos a los que Kane llama «autoformativos». ESOS actos son
y actuamos hay una brecha entre las causas de cada aquellos en los que e1 agente hace prevalecer unas razo-
fase del proceso de deliberación, decisión y actua- nesSfrente a otras
ción y las fases subsiguientes. Esa brecha puede divi-
upongam en una
os que una situación
señora se de confli
dirige cto2l
a una reunión
muy importante para su carrera y se encuentra por el
dirse en segmentos: entre las razones para la decisión camino a una persona a la que han robado y herido. En
y la decisión, entre la decisión y el comienzo de la ac- esta situación están en competencia al
ción. La brecha se produce entre un estado conscien- menos dos re-
des neuronales. El input de una
te y el siguiente, no entre estados conscientes y mo- de ellas viene de los
deseos de ayudar. Si alcanza cierto umbral de activa-
vimientos corporales. Y es la experiencia consciente su elección de ayudar. En el
de la brecha la que genera en nosotros la convicción ción, esto representará
la libertad. caso de la red en competencia, los inputs son sus moti-
Mientras que el determinismo consistiría en creci‘ vos ambiciosos de ir a la reunión, y alcanzar un umbral
que toda acción va precedida de unas condiciones cau- de activación representa la elección de ir. Elija lo que
sales que la determinan, el libre albedrío consistiría en elija, es responsable, porque
ha hecho el esfuerzo de
la convicción de que algunas acciones no van precedi- tratar de superar el input contrario. La elección no es
das de condiciones causales suficientes. Y esta convic- accidental, sino que la mujer la ha querido y tiene ra-
net para hacerlo.
ción procedería de una doble vía: tenemos experienci.i
de estar actuando libremente en la brecha y, a la vcz„ En esos casos hay una indeterminación neuronal,
esa experiencia se refleja en la estructura lógica de las porque hay dos redes neuronales activadas que entran
explicaciones que damos de nuestras acciones, es decir, en conflicto, pero la señora ha elegido una cosa u
otra.
tenemos la experiencia de primera persona de actu‹ii Cuando los agentes deciden en circunstancias de
con-
sobre la base de razones. flicto y los esfiierzos indeterminados que están hacien-
200 NEUROÉTICA Y NEUROPOLÍTICA
LA TERC.4 LIBERCAD 20 1
do se convierten en elecciones, hacen prevalecer un o rechazarse, incorporarse a la propia viola o despre-
conjunto de razones sobre otras. Estos son los actos Ciarlas, desde la conciencia de poder decir «sí» o «no»
au- toformativos. á través de la deliberación y el diálogo y de poder ac-
Kane entiende, por tanto, que ha de existir un hiato tuar en consecuencia, que es la conciencia de la
en el determinismo, que se instala en la facultad de
la razón práctica del cerebro, una facultad que Kane libertad y, vinculada a ella, la conciencia de la
responsabilidad. No hay, pues, conocimiento
des- cribe en términos de input y output y lo que a neurocientífico sin mu-
tuo
veces
reconocimiento de la libertad y la responsabilidad.
ocurre en el proceso intermedio. El momento de inde- Una libertad condicionada, sin duda pero suficiente
para sabemos protagonistas de nuestras ,
terminación debe encontrarse en algún lugar entre el vidas. Y US
input y el output, porque cuanto suponemos que ocurre que, realmente, Aquiles alcanza a la tortuga.
entre el input y el output corresponde a la actividad del
agente, en la forma de razonamiento práctico, que ten-
drá como resultado la elección.
Pero se engañan quienes piensan que con
momentos de indeterminación ya basta para hablar
de libertad, porque la libertad no es indeterminación.
Tampoco se comprende la libertad recurriendo a una
misteriosa causa última de nuestras acciones que esté
situada más allá de nuestro carácter, de nuestros
hábitos, de nuestra constitución biológica, como si
todo este bagaje no tu- viera ninguna incidencia en
nuestras acciones libres. Lo que sucede más bien es
que el agente ha de ser res- ponsable de algo que sea
una razón suficiente (condi- ción, causa o motivo)
para que ocurra el acto. Y para serlo, ha de ser
responsable, al menos en parte, de esas acciones
autoformativas realizadas en el pasado por las que se ha
ido generando su voluntad. Si no existieran esas
acciones, no tendríamos responsabilidad de ningu- no de
nuestros actos.
Los ejemplos de Searle o Kane sirven para ilustrar
el intento de explicar cómo las razones pueden influir
en la conducta a través de los procesos cerebrales, por-
que efectivamente lo hacen. Las razones pueden darse

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