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Hay cuatro puntos en este pasaje que necesitan ser enfatizados en estos días de confusión
teológica.
¿Es eso importante? ¡Sí, lo es! La Biblia dice repetidamente que hay un solo Dios. Por
ejemplo, Deuteronomio 4:39 dice:
Pero nunca debemos asumir que todos los que vienen a la iglesia creen en el Dios
vivo. En nuestra sociedad “políticamente correcta” y “pluralística”, la idea de un solo Dios es
frecuentemente rechazada. La sociedad mundana nos dice que los dioses de los Musulmanes,
los Budistas, los Hindúes, los Protestantes liberales, los Judíos, y el Movimiento de la Nueva
Edad son igualmente verdaderos. Si un pastor le preguntara a su gente: “¿Son los dioses de
todas las demás religiones falsos?” – ¡Creo que le sorprendería encontrar que varias de las
personas obtienen su teología de Oprah Winfrey en lugar de la Biblia!
No tenemos ningún otro mediador, ni los ángeles, ni los santos, ni la Virgen María, ni un
sacerdote. Como nuestro único mediador, el Señor Jesucristo absorbe la ira de Dios contra
nuestro pecado (Isaías 53:11). La Biblia dice:
Nadab y Abiú fueron quemados cuando trataron de sacrificar a Dios de la manera incorrecta.
Así, hoy en día una persona que trata de llegar a Dios sin Jesús, el mediador entre Dios y el
hombre, será consumido en el fuego del juicio de Dios. Es por eso que cada predicador deber
hacerlo muy claro, una y otra vez, que la gente no puede ser salva sin confiar en Jesús, el
único mediador entre un Dios Santo y el hombre pecador.
La “oración del pecador” de Billy Graham propagó gran confusión en este punto. Su
oración “modalística” “confundió las personas” de Dios el Padre y Jesús el Mediador el
(Credo de Atanasio).
Te voy a enseñar lo importante que es esto. Una mujer que pertenece a una iglesia
Sureña Bautista vino a uno de nuestros servicios un Domingo por la noche. Después de mi
sermón fue a ver al Dr. Cagan al cuarto de consejo. Ella le dijo que había dudado su salvación
por muchos años. Entonces ella le dio su testimonio. Ella dijo que había respondido a la
invitación y había sido bautizada a los nueve años de edad. El Dr. Cagan la escuchó con
mucho cuidado, y descubrió que ella había creído en Dios a los nueve años, pero no podía
decir nada acerca de Jesús, “un solo mediador entre Dios y los hombres” (I Timoteo 2:5). Ya
que ella nunca mencionó Jesús, ella no tenía ni idea de Su Sangre limpiándola “de todo
pecado" (I Juan 1:7). Ella dio un testimonio completo sin Jesús acerca de creer en Dios. Un
Unitario o un Musulmán podría haber dicho lo que ella le dijo al Dr. Cagan.
¡El Dr. Cagan le dijo que ella tenía razón en dudar su salvación porque nunca había
confiado en Jesús! La Biblia dice:
Dado que la mujer a quien Dr. Cagan escuchó no dijo nada acerca de Jesús, el Hijo – ella
“tampoco tiene al Padre”, pero está perdida porque no tiene fe salvadora en Cristo. En el
famoso texto de Spurgeon, Jesús dijo: “El que no creyere, será condenado” (Marcos 16:16).
Una vez más, Jesús dijo
Así el Dr. Cagan explicó la absoluta necesidad de confiar en Jesús el único Salvador,
y el único mediador. Ella pareció entender. Pero unos días después el Dr. Cagan habló con
ella de nuevo. Una vez más ella había olvidado todo acerca de Jesús. Ahora ella dijo: “Yo soy
salva porque invité a Dios en mi vida”. Una vez más, el Dr. Cagan explicó que sólo Cristo, el
Hijo, podía salvarla. Ella hizo una rabieta y salió corriendo de la iglesia. Unos minutos más
tarde su marido reprendió al Dr. Cagan, y dijo: “Es sólo una cuestión de semántica”. Pero él
está equivocado. No es sólo una cuestión de palabras. Dios el Padre y Jesús el Mediador son
dos personas diferentes, distintas en la Trinidad.
Esta pobre mujer ha sido Bautista toda su vida, pero nadie la ha hecho enfrentarse a
Jesús, ¡el único que puede salvar su alma del Infierno! ¡Todos sus pastores Bautistas, durante
toda su vida, han sido descuidados con las dos personas de Dios y Jesús como lo fue Billy
Graham el mes pasado! ¡Con qué razón muchas de nuestras iglesias se han vuelto apóstatas!
El Apóstol dice: “Para esto yo fui constituido predicador”. Podría ser traducido, “Y
para esto yo fui constituido predicador”. ¿Para qué? Para predicar este mensaje –
Para esto yo fui constituido predicador”. ¡Para hacer eso fue Pablo “constituido”! ¡Eso es lo
que Dios lo asignó predicar!
Me duele el corazón que hayan tan pocos predicadores del Evangelio hoy en día.
¡Casi cada predicador está enseñándole a la gente perdida cómo vivir la vida Cristiana! ¡Qué
confusión! Nos hemos alejado tanto de la predicación del Evangelio que casi nadie se dio
cuenta cuando el Sr. Graham mostró la herejía del “modalismo” – confundiendo las personas
de la Trinidad – en su “oración del pecador” el mes pasado. ¡Qué Dios nos ayude!
Yo mismo fui literalmente “constituido predicador” del Evangelio. ¡Lo dice en mi
certificado de ordenación! Dice: “Robert L. Hymers, Jr. fue solemnemente y públicamente
apartado y ordenado a la obra del Ministerio del Evangelio por la autoridad y el orden de la
Primera Iglesia Bautista China de Los Ángeles, California el 2 de julio de 1972”. Sí, yo fui
“constituido para la obra del Ministerio del Evangelio”. Personalmente creo que todo
predicador fue llamado por Dios, principalmente para predicar el Evangelio; principalmente
para predicar que hay un solo Dios; principalmente para predicar que hay uno, y sólo un
mediador – el Señor Jesucristo; principalmente para predicar un rescate, a través de la Sangre
derramada de Jesús; principalmente para predicar un mensaje central. Como lo dijo el
Apóstol:
¡Esa no es una pequeña tarea! ¡No es una cosa fácil de hacer! ¡Para nada! Spurgeon,
el predicador de habla Inglesa más grande de todos los tiempos, predicó por cuarenta años.
Sus sermones eran casi exclusivamente centrados en “Jesucristo, y a este crucificado”. Soy
un pequeño predicador, pastoreando una iglesia en el centro de la ciudad. Pero también es mi
llamado “hacer obra de evangelista” (II Timoteo 4:5). Y es tu deber escuchar estos sermones
como si tu vida dependiera de ellos – ¡porque sí depende de ellos! Y es tu deber buscar a
Cristo el Mediador – hasta que lo encuentres y seas rescatado del pecado por Su Sangre
Santa, la cual Él derramó sobre la Cruz para expiar tus pecados. “Cree en el Señor Jesucristo,
y serás salvo” (Hechos 16:31).