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¿Qué son las emociones básicas?

¿Alguna vez te has preguntado qué son las emociones básicas y para qué sirven? Desde
Alcea queremos ayudarte a comprender y gestionar estas reacciones naturales de nuestro
organismo (enfado, alegría, tristeza, vergüenza…). Porque conocer bien nuestros afectos,
cómo se manifiestan en nosotros, qué tipos hay y qué función cumplen, resulta
fundamental para nuestro bienestar. Ya que un correcto manejo de nuestros estados de
ánimo, además de aportarnos serenidad, nos permite decidir y actuar de forma
beneficiosa para nosotros y para los demás.

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Las emociones básicas, como la tristeza, el miedo o la alegría, son respuestas automáticas
de nuestro cerebro ante determinados estímulos relevantes para nuestra supervivencia y
bienestar.

¿Qué son las emociones básicas? Definición


Las emociones son reacciones automáticas a estímulos relevantes para nosotros. Así, las
emociones aparecen ante eventos tanto internos (imágenes mentales, pensamientos,
sensaciones corporales, otra emoción…) como externos (lugares, personas, situaciones…).
Cuando responden a eventos internos, pueden hacer referencia a eventos pasados,
presentes o futuros. Para dar significado a la emoción necesitamos saber a qué evento
responde (momento temporal) y si esta respuesta se ajustada a él en nivel de intensidad
(saludable o no saludable). Por lo general, las emociones aparecen de tres formas
simultáneas.

Sensaciones corporales. Cuando una emoción aparece, notamos cambios en distintas


partes del cuerpo. Como la tripa, el pecho, la cara… Generalmente, aparecen en forma de
hormigueos, tensión o debilidad muscular, sensación de “nudo”, calor en el pecho,
cambios en nuestro ritmo cardiaco. Incluso pueden provocar cambios visibles en el color
de nuestra piel, en los niveles de sudoración, o en nuestra respiración.
Pensamientos. También, una emoción genera cambios en nuestros pensamientos. Al
modificar su contenido, su frecuencia, su intensidad…
Impulsos o pautas de acción. Una emoción nos genera la energía para realizar una acción.
Por ejemplo, el miedo nos generar ganas de huir o de refugiarnos, la ternura ganas de
acercarse, el enfado la necesidad de poner un límite…
¿Cuál es la función de las emociones básicas?
Gracias al conocimiento del funcionamiento cerebral, sabemos que las emociones han
constituido una herramienta esencial para nuestra supervivencia como especie,
impulsándonos a actuar correctamente y a adaptarnos al entorno. Así que la función de
las emociones es la de garantizar nuestra supervivencia. Pero, ¿cómo funciona el cerebro
para sobrevivir?

Primero recoge la información percibida por los sentidos (exteroceptivos, interoceptivos y


propioceptivos). Y la coteja de forma rápida con el conocimiento biográfico y biológico
almacenado para sobrevivir. De esta forma puede indicarnos rápidamente si lo que está
ocurriendo es agradable, desagradable, seguro o peligroso.
Después, da una respuesta rápida y automática, a la que llamamos emoción. Y que se
manifiesta en forma de sensaciones corporales, pensamientos e impulsos de acción.
Entonces, la emoción generada nos da la energía necesaria para realizar la acción que
facilita nuestra supervivencia. Por ejemplo alejarnos de un peligro, acercarnos a la fuente
de alimento.
Una vez cumple su misión, la emoción desaparece.
Todas las emociones básicas son útiles para nuestra supervivencia como especie. Así, nos
impulsan a actuar de la mejor manera para adaptarnos a nuestro cambiante entorno.

¿Cuáles son las emociones básicas?


Aunque existen varias listas de emociones básicas, te presento las emociones básicas más
frecuentes y que son: la alegría, la tristeza, el amor, el miedo, la sorpresa, el enfado, el
asco, la calma, la culpa y la vergüenza. Para ello, te muestro un cuadro explicativo que he
realizado y titulado como “el emocionario”. En él, podrás profundizar en cada emoción, en
su función y en qué impacto común suele dejar en las personas.

EMOCIÓN
NOMBRE DE LA EMOCIÓN

ANTECENTE
¿CUÁNDO APARECE LA EMOCIÓN?

FUNCIÓN
¿PARA QUÉ SIRVE LA EMOCIÓN?

CUERPO
¿QUÉ PASA EN MI CUERPO?

COGNICIÓN
¿QUÉ PASA EN MIS PENSAMIENTOS?

ACCIÓN
¿QUÉ ME IMPULSA A HACER?

ALEGRÍA
Ante algo que me gusta y/o me hace sentir bien.

Afiliación
Aportar ánimo y acercarme a los demás. Y nos induce a reproducir aquello que nos hace
sentir bien.

Cuerpo expandido.
Pensamientos positivos y optimistas.

Compartir lo positivo. Y reír, bromear…

TRISTEZA
Ante la pérdida de alguien o algo importante.

Reintegración
Es decir, hacernos conscientes de alguna cosa, situación o persona que hayamos perdido o
que añoremos. Y aceptar la pérdida (duelo).

Movimientos lentos. Cuerpo contraído.


Dolor en el pecho y nudo en la garganta.

Reflexión sobre la vida sin aquello que hemos perdido.


Elaboración de un plan sobre la nueva vida.

Aislamiento y reposo.
También reclamar ayuda de otras personas.

APEGO-AMOR
Ante alguien que percibimos como más fuerte o más sabio en algo.

Seguridad, afiliación
Acercarme íntimamente a los demás, conectar con los demás. Y sentirme protegido/a,
seguro/a.

Relajación.

Pensamientos positivos y optimistas.

Relación social.

MIEDO
Anticipación de una amenaza o peligro (real o imaginario) que produce ansiedad,
incertidumbre, inseguridad.

Protección
Advertirnos de una amenaza para protegernos del peligro.

Tensión corporal. Activación de las piernas. Aumento latido cardíaco.


Dolor en la tripa, boca del estómago.
Anticipación del peligro.
Búsqueda de soluciones.

Buscar ayuda. Escape. Huida. Evitación. Bloqueo.

SORPRESA
Ante situaciones inesperadas o extrañas nos permite una aproximación cognitiva para
saber qué está ocurriendo.
Desorientación.

Exploración
Nos ayuda a orientarnos, a saber qué hacer, ante una situación nueva.
Tiene una duración de segundos.

Tensión en el cuerpo.
Y tensión en el rostro: se abren los párpados, arquen las cejas, estiran los párpados y cae
la mandíbula.

Activación cognitiva.
Dirige los procesos cognitivos (atención, memoria, planificación…) a la situación novedosa.

Conductas de exploración, curiosidad e interés por la situación novedosa.

RABIA-ENFADO
Ante el daño o la pérdida de algo que sentimos nuestro y queremos recuperar.

Autodefensa
Superar obstáculos, sacarnos de encima eso que nos molesta o que nos daña.
E inhibir reacciones indeseables de otras personas.

Activación de los brazos y piernas.


Tensión muscular. Taquicardia. Hiperventilación.

Interpretamos la situación como abuso, injusticia, falta de respeto u obstáculo para


conseguir una meta.
Planificación sobre la actuación para recuperar lo que hemos perdido o defendernos.

Tono de voz serio. Posición física de defensa o ataque.


Bloqueo repentino.

ASCO
Ante un objeto, un lugar o un acontecimiento psicológico, o de valores morales,
repugnantes. Suelen ser estímulos sensoriales percibidos como perjudiciales para la salud.
Rechazo
Asegurar nuestra supervivencia protegiéndonos de alimentos venenosos, lugares
infectados y personas peligrosas.

Tensión muscular en la zona facial.


Dolor de estómago o sobreactivación gastrointestinal.
Hiperventilación. Taquicardia.

Valoración negativa sobre lo que es percibido como desagradable.


Evaluamos que no podemos afrontar las consecuencias si aceptamos ese estímulo, por lo
que lo rechazamos de antemano.

Escape.
Evitación.
Rechazo.
Higiene.

CALMA
Ante la ausencia de peligro y ante la sensación de seguridad. Cuando sentimos que
disponemos de recursos para estar seguros.

Crecimiento y autocuidado
Permite tomar perspectiva. Y percibirnos en el mundo con recursos para afrontar las
circunstancias externas.

Quietud, serenidad, sosiego, reposo.

Atención plena en el momento presente.


Razonamiento tranquilo y eficaz. Relativizar situaciones.
Mente despejada.

Conexión con uno mismo y con los demás. Diálogo.


Cumplimiento de objetivos. Desarrollo personal.

CULPA
Emoción social. Depende de los valores individuales y sociales.
Aparece cuando rompemos o creemos haber roto ciertas normas o significados,
personales y/o sociales.

Reparar
Permite el proceso de aprendizaje y evitación de lo que nos llevó a sentirla anteriormente.

Tensión en el estómago y el pecho.


Sensación de nudo en la garganta.
Pensamiento reflexivo. Búsqueda de soluciones.
Asunción de responsabilidad.
Evaluación de antecedentes y consecuentes.

Acciones de reparación del daño. Por ejemplo pedir perdón, hacer lo que había que hacer,
no volver a hacer daño…

VERGÜENZA
Emoción social. Depende de los valores individuales y sociales.
Aparece cuando nos ven, o pueden vernos, haciendo algo que consideramos que daña
nuestra apariencia o la de alguien que apreciamos.

Protección
Esto es, inhibir y/o evitar una conducta que pueda causar rechazo social. Para tener una
buena opinión de uno mismo.

Rubor facial. Calor. Rigidez muscular. Dolor de tripa.

Anticipación de rechazo social.


Evaluación de posibilidades.

Inhibirse. Ocultarse. Huir. Negociar.


Pedir a otra persona que no haga algo.

Las emociones nos protegen de las amenazas y nos ayudan a superar experiencias
dolorosas. También generan bienestar al impulsarnos a repetir lo placentero y al
ayudarnos a construir relaciones sanas. Y nos ayudan a crecer, a revisar nuestros errores y
avanzar hacia lo novedoso.

Clasificación de las emociones y afectos básicos


Emociones agradables y desagradables
Podemos clasificar las emociones básicas en función del efecto que nos causan. Por un
lado, tenemos emociones agradables o de aproximación a las cosas beneficiosas para
nosotros. Por el otro, experimentamos emociones desagradables o de protección de las
cosas dañinas. Aunque habitualmente se suele hablar de emociones positivas y negativas,
lo cierto es que no existen emociones buenas o malas, simplemente cada una tiene una
función y significado.

EMOCIONES BÁSICAS AGRADABLES


(DE APROXIMACIÓN)

EMOCIONES BÁSICAS DESAGRADABLES


(DE PROTECCIÓN)
Amor
Alegría
Calma
Curiosidad
Tristeza
Miedo
Enfado
Asco
Culpa
Vergüenza
Emociones saludables y no saludables
A continuación, describimos las cuatro formas en las que se presentan las emociones.

Emoción básica saludable: sentimiento valioso para tu supervivencia y bienestar. Estas


emociones son reacciones a lo que ocurre en el presente, llegan y se van rápido. Así, son
las que debes reconocer y usar como guía, la fuente principal de tu inteligencia emocional.
Aunque pueden estar camufladas por emociones secundarias o emociones
instrumentales.
Emoción básica NO saludable: sentimiento de malestar crónico. Por lo general, se basan
en un aprendizaje previo. Por ejemplo, la vergüenza de sentir que uno no es amado,
valioso o bueno. O la tristeza de sentirse solo o con carencias. También la ansiedad de
sentirse inadecuado o inseguro. O la rabia de sentirse tratado injustamente o
desobedecido. Por lo general, permanecen cuando ya no existe la situación que la ha
causado. No sugieren una clara sensación de dirección, por lo que causan dudas e
inseguridad. Estas emociones deterioran las relaciones íntimas y destruyen los vínculos
emocionales en lugar de protegerlos. Un psicólogo puede acompañarte en el proceso de
curar las heridas del pasado.
Emoción secundaria: emoción defensiva que intenta ocultar tu emoción primaria.
Generalmente provienen de tus intentos de juzgar y controlar tus respuestas emocionales
saludables. Es decir, se trata de emociones acerca de otras emociones. Por ejemplo,
puede que te asuste tu enfado, que te avergüences de tu miedo y que te enfades por tu
debilidad.
Emoción instrumental: emoción que se utiliza con el propósito de conseguir una meta. Así,
pueden expresarse tanto consciente como automáticamente. Quizás has aprendido que
cuando lloras las personas son más amables contigo. O que cuando te enfadas es más
probable que la gente se intimide. Con el tiempo, los comportamientos instrumentales
hacen que los demás se alejen por sentirse manipulados.
¿Porqué aparecen los problemas emocionales?
Aunque las emociones son naturales y tienen para nosotros una función de supervivencia
básica, la realidad es que los problemas emocionales están a la orden del día. ¿Porqué es
esto así? Te explicamos algunos motivos fundamentales.

El aprendizaje emocional
Durante la infancia aprendemos a gestionar nuestras emociones en la interacción con
nuestro entorno y nuestras figuras de referencia (padres, abuelos, maestros…). Sin
embargo, frecuentemente este aprendizaje no es del todo el adecuado. Por un lado
porque recibimos poca información de nuestro entorno social, que generalmente está
más centrado en la formación académica. Y por otro lado, porque nuestros propios
cuidadores pueden tener limitaciones o miedos sobre su propia gestión emocional.

Si en nuestro aprendizaje emocional no pudimos aprender a sentir adecuadamente,


vamos arrastrando la huella emocional no resuelta de las experiencias negativas a las que
todos nos vamos enfrentando en la vida.Por ejemplo puede que nuestra pareja nos dejara
y como no éramos capaces de gestionar el dolor, tengamos miedo a volver a sufrir y
evitemos el contacto. O puede que alguna situación pasada nos de aun mucha rabia y no
estemos en paz con la situación.

Traumas y emociones
A lo largo de la vida podemos vivir circunstancias particularmente adversas que pueden
dejar una huella emocional negativa y crónica en nosotros. Y afectar por lo tanto a nuestra
capacidad natural de respuesta emocional. Peter Levine, autor experto en trauma,
distingue dos tipos:

El choque traumático. Cuando vivimos sucesos que suponen una amenaza importante en
nuestras vidas y modifican nuestra capacidad para responder eficazmente ante ellas. Así
pueden ser accidentes, abusos…Y que dejan secuelas emocionales, como miedo o
ansiedad crónica, estallidos de rabia, tristeza recurrente.
El trauma del desarrollo. Por lo general son las secuelas psicológicas de un trato
inadecuado en los periodos críticos de desarrollo en la niñez.
Para este autor el trauma puede ser superado mediante el reconocimiento de los
síntomas y sus causas. Así comomediante ejercicios que regulen el sistema nervioso que
se ha visto alterado. Nosotros pensamos que en estos casos, lo mejor es consultar con un
profesional.

Inteligencia emocional: aprende a gestionar tus emociones básicas


Como hemos visto, las emociones son señales que NO siempre se ajustan de manera
adecuada al contexto y pueden aparecer entonces problemas en la gestión de emociones.
Bien sea por falta de información en el aprendizaje emocional, o por nuestras vivencias
previas. Sea como sea, la inteligencia emocional nos facilita acceder, interpretar y
nombrar estas señales internas, reflexionar sobre ellas y utilizarlas o transformarlas de
forma adaptada a las circunstancias. Cuando conseguimos realizar este proceso con el
mayor éxito posible, nuestro bienestar aumenta exponencialmente.

Descubrimos el significado que tienen para nosotros las cosas que nos pasan.
Aprendemos a gestionar adecuadamente nuestros estados de ánimo.
Somos capaces de tomar decisiones con las que nos sentimos mejor.
Abandonamos los intentos de reprimir las emociones desagradables o de reaccionar de
manera impulsiva.

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