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Pabellón de México en la exposición universal de 1889.


Artilugio
de la nación moderna
MAURICIO TENORIO TRILLO
Fondo de Cultura Económia, México, 1998

E n el mundo moderno, el pro-


greso es la vara con que la
época prefiere medirse. La histo-
conciencia de esta totalidad en un
espacio-tiempo determinado ha
formado lo que los historiadores
halla entre el surgimiento del pro-
greso moderno, industrial y capi-
talista y su duración como una
ria del tiempo llaman de manera habitual una etapa de la humanidad, aparente-
moderno es la era, una época. Ciertamente, y a mente ahistórica y natural; entre lo
historia de la pro- pesar de lo post-esto y lo post- que ya es historia, aunque de sig-
pia conciencia aquello que nos sintamos, debe- nificado aún no claro, y lo que es
del progreso, o mos aceptar con modestia que la difícil de observar frente a nosotros
sea, de cómo la cada vez mayor secularización, ra- porque moldea la conciencia de
modernidad pro- cionalización y tecnologización, así nuestra propia época.
dujo una imagen como nuestra propia incapacidad Las exposiciones universales son
de sí misma. Es- de eludir el presente, han hecho de miradores privilegiados para exa-
ta transforma- lo moderno nuestro irrehuible mar- minar estos fenómenos. De hecho,
ción sólo se hizo co de referencia; como si todos fué- las exposiciones mundiales deci-
posible gracias a ramos cómplices de un crimen, te- monónicas fueron la quintaesen-
la visión moder- nemos a la modernidad como có- cia de los tiempos modernos casi
na de la historia digo común; a él nos referimos tanto como las ciudades que fue-
como una totali- siempre, de él dependemos. Y aun ron sedes de estos actos —Lon-
dad que progresa —como reali- así, ¿hasta qué punto? Este estu- dres, París o Chicago—, pues es-
dad, como forma de conocimien- dio de las exposiciones universales tos centros urbanos eran entonces
to— pero que nunca se completa: busca relatar una historia que per- las burbujas de modernidad uni-
el futuro nunca es identificable. La tenece al escurridizo reino que se versal para el mundo occidental.

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82 julio-diciembre 1999 CIENCIAS 55-56
bibliofilia
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Estas ciudades eran núcleos cos- Investigar las exposiciones univer- nes mundiales para aprender,
mopolitas, financieros y culturales sales celebradas de 1880 a más o imitar y hacer ostentación de su
que concentraban y combinaban menos 1930 significa captar la propia posesión de las verdades
tendencias nacionales e interna- composición interna de la concien- universales del progreso, la cien-
cionales. Poderosas ciudades eu- cia de la modernidad. Estos actos cia y la industria. Aquí se mues-
ropeas y estadunidenses ofrecían encarnaban y fomentaban compo- tra cómo la élite mexicana, al ha-
tanto una cultura como un orden nentes primarios de la vida moder- cer esto, tuvo que enfrentar una
que se creía ecuménico y atem- na: la creencia en una verdad po- realidad ideal que era difícil de
poral; una cultura y un orden, sin sitiva, universal y homogénea; la entender en toda su amplitud y
embargo, llenos de incongruen- idea de una libertad supuestamen- simultaneidad, pero que, no obs-
cias y, sobre todo, inmanejables. te alcanzada, y las contradicciones tante, era fácil de imitar. En con-
Las ciudades cosmopolitas de fi- inherentes a esta idea; el intento de secuencia, México se embarcó
nes del siglo XIX combinaban mo- poner fin a la historia al recapitular en una selección adicional en la
das, hábitos y formas estéticas el pasado y controlar el futuro, es ya de por sí selectiva naturaleza
canónicas con el incontrolable decir, la posibilidad de considerar de las exposiciones universales,
caos de desigualdad, margina- el presente como la mejor de to- para adaptar la idea del mundo
ción y prácticas de sobrevivencia das las épocas posibles, un pre- moderno a las propias circuns-
y protesta que grandes sectores sente que ya ha revelado el curso tancias e intereses de las élites
de sus habitantes adoptaban con esencial del futuro; y el credo del mexicanas. Dicha selección adi-
temeridad. En cambio, las expo- nacionalismo como par-
siciones mundiales fueron los re- te intrínseca tanto del
tratos de bolsillo, calculados y cosmopolitismo interna-
bien demarcados, de estos polos cional como del imperia-
cosmopolitas, así como también lismo económico. Tales
sus más grandes espectáculos. ideas guían este estudio.
Las exposiciones mundiales eran Aquí se examina la
representaciones universales y presencia de México
conscientes de lo que se creía en las exposiciones
eran el progreso y la modernidad, mundiales con el fin
y por ello eran al mismo tiempo el ambicioso de evaluar
cometido y la interpretación ideal cómo esta presencia
de la ciudad moderna. Tales ex- reflejaba el concepto
posiciones querían ser la demos- en formación de una
tración perfecta de esas creencias nación moderna. Es
y a menudo sus vestigios se vol- una historia de Méxi-
vían los simbolos de las ciudades co, pero también un
modernas. Pero cualquier exposi- comentario acerca de
ción mundial finisecular era tam- los orígenes del nacio-
bién invariablemente un magnifico nalismo, cosmopolitismo y mo- cional es lo que llegó a conocer-
espectáculo, un oasis de fantasía dernismo occidentales. se como lo mexicano: ciencias
y fábula en una época de crisis y Este libro examina cómo México mexicanas, arte mexicano, nacio-
violencia inminentes. entró al circuito de las exposicio- nalidad mexicana…

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CIENCIAS 55-56 julio-diciembre 1999 83
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Al participar en las exposiciones co en las exposiciones mundiales nas. Estas herramientas se usaron
mundiales, las élites mexicanas de fines del siglo XIX: las exhibi- para recalcar los componentes
aprendieron las verdades univer- ciones científicas, las demostra- indispensables de una nación
sales que a su vez les facilitaron ciones de estadísticas y el uso moderna: un territorio bien defini-
consolidar su integridad y poder constante de un lenguaje científi- do e integrado, una cultura cos-
nacional y su posición internacio- co para expresarlo todo, desde lo mopolita, salubridad y homoge-
nal. De hecho, llegaron a dominar que se entendía por administra- neidad racial que cuadraba con
lo que era fundamental en esas ción pública hasta los efectos del las nociones occidentales de su-
verdades universales: formas, es- pulque en la población indigena; premacía de la raza blanca.
tilos, fachadas. Este dominio se desde la medición de cráneos
hizo visible especialmente en tres hasta el cálculo de la resistencia (Fragmentos tomados de la intro-
aspectos de la presencia de Méxi- del himen de las mujeres mexica- ducción).

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. . . . la
. . . . solapa
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La eutanasia

ARNOLDO KRAUS Y ASUNCIÓN ÁLVAREZ


Tercer Milenio, CNCA, México, 1998

L a idea del bien morir, del morir con dignidad, no


es gratuita, las caras de la muerte han mutado.
Se muere solo, se fenece mal, se abandona el mun-
ejemplifican la necesidad de redefinir el binomio
vida-muerte. Religión, ética, escuela, familia y so-
ciedad deben crear nuevos espacios para debatir.
do de los vivos sin despdirse, sin adiós. No existen No escapa de tal obligación, por supuesto, la medi-
los espacios para el diálogo sereno y oportuno: todo cina. Hay que recorrer hacia atrás los senderos de
indica que la muerte silenciosa duele menos. la profesión, no es factible un diálogo sano del “cuán-
La transfiguración de la muerte tiene historia: impli- do y cómo” morir si no se sembraron los lazos de la
ca menos conciencia de vida. No hay duda de que relación galeno-paciente. Silenciar las voces de quie-
tales desencuentros resumen las prisas de vivir y nes piensan que la autonomía es bien humano y que

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84 julio-diciembre 1999 CIENCIAS 55-56

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