Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Actividad 4 Toma Conciencia que continuamos en la tarea de la iglesia para el progreso de nuestro Peru..
Iniciamos nuestra actividad con la oración : Bendito Padre celestial, te pedimos por tu amado Jesucristo
que nos santifiques día a día, para vivir en la alegría de tu amor y tener la necesidad de siempre acudir en
oración para alabarte y darte gracias por todo lo que haces en nuestra vidas. Amen.
PROPOSITO: Toman conciencia que continuamos en la tarea de la iglesia, iluminado por nuestro señor
Jesucristo en el Bicentenario,
Nos vamos acercando A los 200 años de la fundación de la república del Perú, tenemos la responsabilidad de reflexionar
desde el presente mirando al pasado asumiendo compromisos para la construcción del futuro de nuestro país. , ¿Cómo
podemos tomar conciencia ante las necesidades de nuestro prójimo y del el valor de la unidad y confianza en el marco
de la celebración del Bicentenario, frente a los desafíos que debemos afrontar para consolidarnos como una sociedad
justa, fraterna y solidaria?
JUZGAR
Perú Católico, líder en noticias rumbo al Bicentenario de la Independencia. Este artículo es escrito por el Doctor e Historiador José
Antonio Benito.
De origen catalán, nacido en Igualada (Barcelona) en 1839; a fines de 1855 se embarcó para el Perú, donde llegó a comienzos del año
siguiente, para profesar de modo definitivo en Santa Rosa de Ocopa como franciscano, 1857. Los misioneros españoles habían
regresado al Perú en 1849, restableciendo el Colegio de Ocopa en 1851. Ordenado sacerdote el 20 de mayo de 1864, se dedicará a las
misiones apostólicas, recorriendo los departamentos de Ayacucho, Huánuco, Lima y Junín; predicando cuaresmas y misiones. Le fue
otorgada la carta de ciudadanía peruana el 15 de julio de 1866, lo que resulta muy significativo, toda vez que eran momentos en que
se había librado dura lucha contra la escuadra expedicionaria española, revelando lo destacado de su labor. Es más, en el mes de
abril, “el Gobierno decretó la reclusión y extrañamiento de todos los españoles de la República, sin quedar exentos aun los
Misioneros en ella comprendidos. La comunidad de Ocopa en parte fue apresada y enviada a Chanchamayo y en parte huyó para
evitarlo, entre estos últimos parece que estaba Passarell.
Su obra no puede entenderse si no se tiene presente estos dos grandes afanes, los diferentes libros y folletos que escribió, responden
a la necesidad de salir al frente a quienes desde la prensa atacaban a la Iglesia, y no había mejor forma que instruir al pueblo y formar
su fe. De los 143 títulos considerados podremos apreciar que dio gran importancia al fomento de la religiosidad de la feligresía a
modo de orientar sus prácticas, así como también a la enseñanza y a la polémica. Quiero compartirles un significativo texto titulado
La Regeneración Peruana (Arequipa, 1895), respuesta a las conocidas Páginas Libres de Gonzáles Prada. Refuta en ella el escepticismo
del anarquista peruano, quien hizo una amarga crítica sobre la realidad peruana y calificó al país de organismo enfermo. Publicado
originalmente como folletín por el diario católico arequipeño “El Deber”; el mismo año la imprenta Medina se encargaría de hacer
otra impresión. Consta ésta de cien páginas, a las que se agrega un Apéndice con ampliaciones a algunos puntos criticados en su
refutación. He tenido la suerte de leer el manuscrito de la Biblioteca de La Recoleta de Arequipa. Rechaza la propuesta de Prada
sobre la instrucción laica para regenerar al Perú, que decía llevará al caos, a la degradación y deformación de los caracteres y a la
negación de las virtudes; “tras un concienzudo estudio, concluye que la instrucción religiosa era el eficaz remedio.
En 40 proposiciones se encarga de la moral cristiana, los dogmas, el catecismo de la doctrina cristiana y la filosofía, el estado y la
legislación atea, libertad y liberalismo, el sacerdote y la sociedad, la educación religiosa y la enseñanza libre, crítica de autores
liberales, la civilización pagana y católica, la unidad católica y culmina con las relaciones Iglesia – Estado haciendo ver la necesidad de
un Concordato entre el estado peruano y la Santa Sede. En el presente artículo me limito a compartirles el apartado dedicado a su
juicio acerca de la Independencia. Nos interesa saber qué se piensa a los 75 años del acontecimiento. En el capítulo 37 considera la
independencia como algo negativo pues en vez de cambiar lo malo, quitaron todo a través del liberalismo que provocó el desorden y
la convulsión popular Como contrapunto, el “Perú necesita” un concordato entre la iglesia y el Estado (c.38), y el único modo de
asegurar su porvenir es a través de La instrucción religiosa (c.39)
El Perú independiente
Lima fue fundada por Pizarro en 1535 y el general San Martín proclamó en ella independencia del Perú el 28 de julio de 1821; así se
derrumbó el trono que había sido ocupado por cuarenta y dos virreyes y a su caída se estremecieron todos los pueblos, se formaron
las Repúblicas y empezaron las cuestiones sobre los límites de cada nación
Para desarraigar el gobierno colonial, quisieron cambiarlo todo, lo antiguo y lo moderno, lo bueno y lo malo, lo conveniente y lo
inconveniente; pero esto no era tan fácil, como no es fácil desarraigar un árbol que haya echado profundas raíces. Se enseñaron
doctrinas disociadoras y una vez extraviadas las ideas, fácilmente se descendió a los hechos. Estas doctrinas liberalescas aún se
enseñan en muchas escuelas y aun se propagan por medio de los periódicos y esta es una de las poderosas razones porque en casi
ninguna de las repúblicas americanas se ha podido consolidar ningún gobierno ni ordenarse del prestigio moral indispensable para
establecerse y gobernar bien. Las doctrinas falsas y erróneas abren las puertas a continuas convulsiones y motines populares con
gravísimos perjuicios del orden, de la moral y de la justicia.
Los periodistas han afirmado repetidas veces que abusando el pueblo del derecho de elegir ha elevado al poder mandatarios indignos
que engañaron al mismo pueblo con promesas vacías e irrealizables: los malos gobernantes han desmoralizado la administración
empobreciendo la hacienda y desorganizando el ejército el indisciplinado se ha prestado a servir de vil instrumento a los planes de la
demagogia, pesando de un modo funesto en la balanza de la inmoralidad pública. Se ha descuidado casi por completo la instrucción
de los indígenas y muchos presidentes en lugar de fomentar la educación sólida de la juventud, el decoro e ilustración del clero
secular y regular y la reforma de los conventos que hayan decaído, han clausurado algunos conventos y seminarios o se han opuesto
a su desarrollo con el ridículo pretexto de que en ellos se ensañan doctrinas ultramontanas (esto es, doctrinas sanas), han
secularizado varios conventos, desviando sus bienes del fin de sus fundadores y han aniquilado los elementos de moralización e
ilustración que aún existían y han procurado de todos modos paganizar a los pueblos. Han puesto nombres paganos a la moneda, a
los buques de la armada, a las fortalezas, a las calles y plazas de los pueblos y ciudades.
También muchos periodistas y escritores protestantes, indiferentitas e incrédulos, siguiendo las huellas de los demagogos. Así vemos
que, desde las primeras reuniones de los Estados generales abiertos, en Versalles, el 5 de mayo de 1789, Mirabeau decía
públicamente “si queréis una revolución es preciso comenzar por descatolizar Francis”. Así, el Perú que debía ser una de las naciones
más florecientes de América lo han hecho un país desgraciado, humillado por Chile y amenazado por las repúblicas vecinas.
Los pueblos americanos, católicos por convicción, por ideas, pos costumbres, por hábitos y por educación, han tenido la desgracia de
admitir doctrinas contrarias al catolicismo y que mil veces han sido anatematizados por los pontífices y ésta es una causa de profundo
malestar y de los frecuentes disturbios porque estamos pasando hace cerca de un siglo (Cap.37).
Ahora los invito a leer y comentar sobre CARTA ENCÍCLICA FRATELLI TUTTI DEL SANTO PADRE FRANCISCO
REVISAMOS:
Es momento de presentar su periódico mural virtual con acciones que favorecen la reflexión sobre el valor de la unidad y
confianza en el marco de la celebración del Bicentenario.
Durante su trabajo episcopal en Lima convocó y presidió el III Concilio Limense (1582-
1583), al cual asistieron prelados de toda Hispanoamérica, y en el que se trataron asuntos
relativos a la evangelización de los indios. De esa histórica asamblea se obtuvieron
importantes normas de pastoral, así como textos de catecismo en castellano, quechua y
aymara (los primeros libros impresos en Sudamérica). Convocó y presidió otros dos
concilios, el IV Limense, en 1591, y el V Limense, en 1601.
Santo Toribio visitó innumerables poblados de su amplio territorio, uno de los más extensos
y difíciles del mundo. A las visitas pastorales dedicó 17 de sus 25 años de obispo,
recorriendo aproximadamente 40.000 kilómetros. Confirió la confirmación a Santa Rosa,
San Martin de Porres, a San Juan Macías, y a un millón más de personas. Celebró 13
sínodos y en 1591 acomete una obra decisiva, la creación del Seminario que -dedicado en
su día a Santo Toribio de Astorga- hoy lleva su nombre. Se siente, ante todo, pastor
dispuesto a dar su vida por sus ovejas. A tal efecto crea nuevas parroquias. De igual
modo, impulsará instituciones destinadas a la formación de líderes espirituales, académicos
y sociales, en los monasterios como el de Santa Clara, hospitales como el de San Pedro, la
Universidad de San Marcos, la Casa del Divorcio. En 1593 inicia la segunda visita y en
1605 la tercera, falleciendo en 1606, un 23 de marzo, en Saña. Al año siguiente, 1607, un
27 de abril, es enterrado en Lima.
A los sesenta y ocho años Santo Toribio cayó enfermo en Pacasmayo al norte de Lima,
hizo su testamento en el que dejó a sus criados sus efectos personales y a los pobres el
resto de sus propiedades. Murió en Zaña el 23 de marzo de 1606. El “protector de los
indígenas” fue un infatigable misionero y gran organizador de la Iglesia
sudamericana. Santo Toribio fue beatificado por el Papa Inocencio XI en 1679 y
canonizado por Benedicto XIII en 1726. En 1983 San Juan Pablo II lo proclamó Patrono del
Episcopado latinoamericano. Con motivo de su visita al Perú en 1985, elSanto Padre
propuso a Santo Toribio como modelo de obispo para la nueva evangelización por su
santidad de vida, por su compromiso en la defensa de los derechos humanos de los
indígenas, por su sintonía con la Iglesia de Roma y por su eclesiología de comunión.
Benedicto XVI, con motivo del cuarto centenario de su tránsito a la gloria en el 2006,
destacó “su abnegada entrega a la edificación y consolidación de las comunidades
eclesiales de su época…El profundo espíritu misionero de santo Toribio se pone de
manifiesto en algunos detalles significativos, como su esfuerzo por aprender diversas
lenguas, con el fin de predicar personalmente a todos los que estaban encomendados a
sus cuidados pastorales. Pero era también una muestra del respeto por la dignidad de toda
persona humana, cualquiera que fuere su condición, en la que trataba de suscitar siempre
la dicha de sentirse verdadero hijo de Dios”.
El actual Papa Francisco, cuando era arzobispo de Buenos Aires y primado de la
Argentina, cardenal Jorge Mario Bergoglio, en la IV Jornada Foro de Educación, recordó,
a Santo Toribio de Mogrovejo, que “apostó mientras fue arzobispo de Lima, a comprender
al pueblo yendo a cada rincón del territorio que llegaba hasta la capitanía de Chile”.
2. SAN MARTÍN DE PORRES
Fray Escoba –nombre popular de San Martín- nació en Lima, en 1579. Hijo ‘ilegítimo’ del
español Juan de Porres y de Ana Velásquez, mujer negra descendiente de esclavos
africanos. Al ser mulato y pobre le tocó sufrir en más de una ocasión el menosprecio de la
sociedad. Sin embargo, su madre le descubrió el evangelio de Jesús: “El que se humilla
será ensalzado”.
El santo mulato fue bautizado en la iglesia de San Sebastián, en la misma pila y por el
mismo párroco que había bautizado a Santa Rosa de Lima. Martín vivió con su madre,
quien le educó en la solidaridad con los pobres y enfermos; de este modo, siempre que iba
a la tienda, empleaba parte de la plata en socorrer al primer necesitado que encontraba. Su
padre Juan, al volver de Guayaquil, legaliza su situación reconociendo oficialmente a sus
dos hijos, aunque no llega a desposarse. A los dos lleva a Ecuador para ser educados con
un preceptor. Martín, a sus trece años, aprende castellano, aritmética y caligrafía. Tras dos
años de estancia en la ciudad portuaria de Guayaquil, deja a su hija con su tío Santiago y
se lleva a Martín a Lima.
A los quince años es confirmado por Santo Toribio de Mogrovejo. Por esta fecha trabaja en
la tienda de Mateo Pastor, negociante en especies y en hierbas medicinales.
Posteriormente aprendió el oficio de barbero-sangrador con Marcelo de Ribera, a quien
ayuda a sangrar heridas, aliviar dolores, aplicar hierbas y emplastos. A esta edad, ingresó
como donado al convento de Santo Domingo de Lima y en 1603 hizo la profesión como
hermano lego. Los superiores de San Martín, pronto advirtieron sus cualidad y caridad, por
ello le confiaron junto a otros oficios, el de enfermero.
Sus habilidades y el ardor con que cuidaba a los enfermos atrajo incluso a los religiosos de
otras comunidades que llegaban a Lima sólo para atenderse con elsanto. San Martín fue
muchas veces despreciado y humillado, por ser mulato, pero nunca se rebeló contra los
insultos que le inferían. Su abnegación, su modestia y la paz que irradiaba impresionaban a
cuantos conocía. En la enfermería y en la portería del convento del Rosario
(Santo Domingo) atendía con acogedora bondad y amor a los pobres y enfermos. Si a
todos los dolientes trataba exquisitamente, a sus hermanos religiosos los servía de rodillas.
Realizó numerosas curaciones milagrosas Particular fue el aprecio por sus hermanos de
raza. Cuando le tocaba acudir a la finca de Limatambo, a las afueras de Lima, se dedicaba
a las labores propias de los esclavos negros: arar, sembrar, podar árboles, cuidar de los
animales en los establos. Así se ganaba el afecto de los esclavos morenos y de los indios
pescadores de Chorrillos y de Surco, pues les servía como enfermero y les catequizaba
como misionero. Ellos, por su parte, le daban frutos de sus huertos y estipendios para
Misas.
Entrañable fue su amistad con el lego dominico San Juan Macías. Su otro gran amigo
místico fue el también lego, aunque franciscano, Fray Juan Gómez, popularizado por
Ricardo Palma en una de sus tradiciones en que señala haber convertido un arácnido
venenoso en una joya: el alacrán de fray Gómez.
Las primeras en llamarla Rosa fueron la india Mariana, que muy joven entró al servicio de
María, y dos niñas que frecuentaban la casa. Un día, al contemplarla en la cuna
exclamaron: “¡Ay! ¡Qué linda es esta niña! ¡Parece una rosa!”
Atraída por el ejemplo de Santa Catalina de Siena, quiere vivir también su matrimonio
espiritual con Jesús cuando le entregó en arras un anillo invisible para todos y sólo visible
para ella; Rosa quería tener también su anillo que le recordase el día de su boda y se lo
dijo a Hernando, quien se lo encargó a un platero. El jueves Santo lo llevó a Sto. Domingo
pidiéndole al sacristán lo colocase en la urna en que el Santísimo Sacramento iba a ser
expuesto. La santa le veló hasta los Oficios del día siguiente como preparación a su boda
el Domingo de Pascua. El 26 de marzo, acabada la Misa solemne, se celebró otra y el
sacerdote, sin que nadie lo advirtiese como deseaba ella, puso en sus dedos el anillo,
símbolo del matrimonio espiritual que anticipa en la tierra las bodas eternas.
Todavía niña su “juego” preferido era rezar y hacer pequeñas penitencias (dormía sobre
piedras y tablas). Aprendió a leer y escribir y todas las labores domésticas (costura,
bordado, tejido) que eran una fuente de recursos, como también a cantar; llegó a tocar el
arpa, la vihuela y la cítara. Su madre deseaba para su hija un casamiento ventajoso, pero
Rosa deseaba el silencio y el recogimiento. Posteriormente piensan en que se haga monja
de clausura: ella se resiste y dice que quiere ser laica consagrada como santa Catalina de
Siena. El 10 de agosto de 1606 viste el hábito de terciaria dominica, emite votos privados
de pobreza, castidad y obediencia y vive como religiosa en el hogar paterno.
En el huerto de su casa construye una pequeña celda donde pasa los días dedicada a la
oración, a la lectura y al bordado. Sale de su casa sólo para asistir a Misa y visitar
hospitales, a pobres, a esclavos enfermos. Tiene muchas experiencias místicas (Jesucristo
se le aparece en forma de niño frecuentemente). En los últimos años sufre una larga
enfermedad, en la cual dice a menudo: “Señor, auméntame los sufrimientos, pero
auméntame en la misma medida tu amor”. Antes de morir le pide perdón por todos los
pecados a cada uno de los de su casa. Muere exclamando “Jesús, Jesús sea conmigo” el
24 de agosto de 1617 a los 31 años de edad. Canonizada en 1671 por Clemente X y
proclamada patrona de América y de Filipinas; su cuerpo descansa en el convento
de Santo Domingo de Lima.
Destaca su filial devoción a la Virgen María. En 1630 se le apareció Nuestra Señora del
Rosario en la capilla de su convento con motivo de un temblor de tierra. El mismo Juan
contó que Nuestra Señora del Valle, cuya imagen veneraba en el cuadro que tenía en su
celda, le había hablado y concedido cuanto le había pedido. Con el rezo del Rosario
invocaba a la Trinidad por medio de María. Su contemplación le llevaba a amar a la
naturaleza, al prójimo, su vida consagrada. Dios obró por su intercesión varios milagros
entre los que sobresalen las constantes multiplicaciones de alimentos.
Juan tenía la costumbre de rezar todas las noches, de rodillas, el Rosario completo. Una
parte la ofrecía por las almas del Purgatorio, otra por los religiosos, y la tercera, por sus
parientes, amigos y benefactores. A la hora de su muerte, obligado por la obediencia, Juan
Masías confesó haber liberado durante su vida a un millón cuatrocientas mil almas. Al
finalizar el mes de agosto de 1645 enfermó de disentería. Su celda era visitada por los
pobres y los ricos. A su cabecera se hallaba el virrey, marqués de Mancera. Murió el 17 de
septiembre de 1645, contaba 6O años. Gregorio XVI le beatificó en 1837 y Pablo VI le
canonizó en 1975.
Sus numerosos milagros llevarían a Clemente XIII a declararlo venerable en 1763. Fue
beatificado por Gregorio XVI en 1837. Paulo VI lo elevaría a los altares en 1975.
A continuación, aquella minúscula cantidad de arroz, al cocer, fe vista crecer de tal modo
que al instante fue preciso trasladarla a una segunda olla; lo que se hizo una y otra vez. La
multiplicación del arroz duró cuatro horas de una a 5 de la tarde cuando el recipiente que
rebosaba fue apartado del fuego por mandato del párroco. Del alimento gustaron hasta
hartarse los chicos del hogar, como la ingente multitud de pobres y necesitados. Leandra
Rebello, protagonista del milagro de este “conquistador espiritual”, presente el 28 de
septiembre de 1975 en la canonización de Juan Macías, es digna sucesora de espíritus tan
sencillamente magnánimos. Lo demuestra su confianza audaz que atrae el milagro del
Cielo.
Allí recibió la ordenación sacerdotal y, como tenía muy buena voz, le nombran director de
coro y predicador. En 1578 desempeña el cargo de maestro de novicios en Arrizafa
(Córdoba). Tres años más tarde, 1581, pasa a San Francisco del Monte, la nueva
Porciúncula cordobesa, escondido entre los breñales de Sierra Morena dedicándose a la
vida contemplativa. No olvida a sus hermanos cuando la peste diezma a la población de
Montoro donde acude solícito para ayudar a los enfermos. Se le nombra guardián del
convento y a los 3 años se le envía al convento de San Luis de la Zubia (Granada) con
merecida fama de santidad.
El 3 de marzo de 1589 partía el barco en el que iba también el nuevo virrey del Perú, don
García Hurtado de Mendoza. En Panamá debe esperar varios meses por falta de
embarcaciones. Debido al mortífero clima, dos de sus compañeros pierden la vida.
Naufraga con su compañero junto a la isla de Gorgona (Colombia). Después de muchos
avatares llega, en 1590, a la capital del Perú. Debe ir más al sur pues le reclaman en
Tucumán (Argentina). En noviembre de 1590 llega a su destino. Regenta la diócesis Fray
Fernando Trejo y Sanabria. Allí permanece 5 años como misionero y doctrinero de
Socotonio y la Magdalena. Su caridad y mansedumbre, netamente franciscanas, así como
la pobreza de su hábito, la austeridad de su vida y la alegría de su semblante ganaron el
corazón de los indios. Se aplicó al estudio de su lengua, especialmente la toconoté, que le
enseñara el capitán Andrés García de Valdés. El violín era una ayuda formidable para su
labor evangelizadora.
El mismo año de su muerte comenzaron las informaciones sobre su vida y virtudes, las
cuales dieron por resultado que el Papa Clemente X lo beatificara en 1675 y Benedicto XIII
lo proclamase santo en 1726.