Está en la página 1de 11

AREA EDUCACION RELIGIOSA

EXPERIENCIA APRENDIZAJE # 4 FORTALECEMOS LOS VALORES DE LA UNIDAD Y


CONFIANZA EN NUESTRO BICENTENARIO.

Actividad 4 Toma Conciencia que continuamos en la tarea de la iglesia para el progreso de nuestro Peru..

Iniciamos nuestra actividad con la oración : Bendito Padre celestial, te pedimos por tu amado Jesucristo
que nos santifiques día a día, para vivir en la alegría de tu amor y tener la necesidad de siempre acudir en
oración para alabarte y darte gracias por todo lo que haces en nuestra vidas. Amen.

PROPOSITO: Toman conciencia que continuamos en la tarea de la iglesia, iluminado por nuestro señor
Jesucristo en el Bicentenario,

Te invito a reflexionar la siguiente situación.

Nos vamos acercando A los 200 años de la fundación de la república del Perú, tenemos la responsabilidad de reflexionar
desde el presente mirando al pasado asumiendo compromisos para la construcción del futuro de nuestro país. , ¿Cómo
podemos tomar conciencia ante las necesidades de nuestro prójimo y del el valor de la unidad y confianza en el marco
de la celebración del Bicentenario, frente a los desafíos que debemos afrontar para consolidarnos como una sociedad
justa, fraterna y solidaria?

VER El Papa Francisco.


Mateo 22, 34-40

JUZGAR

Perú Católico, líder en noticias rumbo al Bicentenario de la Independencia. Este artículo es escrito por el Doctor e Historiador José
Antonio Benito.

De origen catalán, nacido en Igualada (Barcelona) en 1839; a fines de 1855 se embarcó para el Perú, donde llegó a comienzos del año
siguiente, para profesar de modo definitivo en Santa Rosa de Ocopa como franciscano, 1857. Los misioneros españoles habían
regresado al Perú en 1849, restableciendo el Colegio de Ocopa en 1851. Ordenado sacerdote el 20 de mayo de 1864, se dedicará a las
misiones apostólicas, recorriendo los departamentos de Ayacucho, Huánuco, Lima y Junín; predicando cuaresmas y misiones. Le fue
otorgada la carta de ciudadanía peruana el 15 de julio de 1866, lo que resulta muy significativo, toda vez que eran momentos en que
se había librado dura lucha contra la escuadra expedicionaria española, revelando lo destacado de su labor. Es más, en el mes de
abril, “el Gobierno decretó la reclusión y extrañamiento de todos los españoles de la República, sin quedar exentos aun los
Misioneros en ella comprendidos. La comunidad de Ocopa en parte fue apresada y enviada a Chanchamayo y en parte huyó para
evitarlo, entre estos últimos parece que estaba Passarell.
Su obra no puede entenderse si no se tiene presente estos dos grandes afanes, los diferentes libros y folletos que escribió, responden
a la necesidad de salir al frente a quienes desde la prensa atacaban a la Iglesia, y no había mejor forma que instruir al pueblo y formar
su fe. De los 143 títulos considerados podremos apreciar que dio gran importancia al fomento de la religiosidad de la feligresía a
modo de orientar sus prácticas, así como también a la enseñanza y a la polémica. Quiero compartirles un significativo texto titulado
La Regeneración Peruana (Arequipa, 1895), respuesta a las conocidas Páginas Libres de Gonzáles Prada. Refuta en ella el escepticismo
del anarquista peruano, quien hizo una amarga crítica sobre la realidad peruana y calificó al país de organismo enfermo. Publicado
originalmente como folletín por el diario católico arequipeño “El Deber”; el mismo año la imprenta Medina se encargaría de hacer
otra impresión. Consta ésta de cien páginas, a las que se agrega un Apéndice con ampliaciones a algunos puntos criticados en su
refutación. He tenido la suerte de leer el manuscrito de la Biblioteca de La Recoleta de Arequipa. Rechaza la propuesta de Prada
sobre la instrucción laica para regenerar al Perú, que decía llevará al caos, a la degradación y deformación de los caracteres y a la
negación de las virtudes; “tras un concienzudo estudio, concluye que la instrucción religiosa era el eficaz remedio.

En 40 proposiciones se encarga de la moral cristiana, los dogmas, el catecismo de la doctrina cristiana y la filosofía, el estado y la
legislación atea, libertad y liberalismo, el sacerdote y la sociedad, la educación religiosa y la enseñanza libre, crítica de autores
liberales, la civilización pagana y católica, la unidad católica y culmina con las relaciones Iglesia – Estado haciendo ver la necesidad de
un Concordato entre el estado peruano y la Santa Sede. En el presente artículo me limito a compartirles el apartado dedicado a su
juicio acerca de la Independencia. Nos interesa saber qué se piensa a los 75 años del acontecimiento. En el capítulo 37 considera la
independencia como algo negativo pues en vez de cambiar lo malo, quitaron todo a través del liberalismo que provocó el desorden y
la convulsión popular Como contrapunto, el “Perú necesita” un concordato entre la iglesia y el Estado (c.38), y el único modo de
asegurar su porvenir es a través de La instrucción religiosa (c.39)

El Perú independiente

Lima fue fundada por Pizarro en 1535 y el general San Martín proclamó en ella independencia del Perú el 28 de julio de 1821; así se
derrumbó el trono que había sido ocupado por cuarenta y dos virreyes y a su caída se estremecieron todos los pueblos, se formaron
las Repúblicas y empezaron las cuestiones sobre los límites de cada nación

Para desarraigar el gobierno colonial, quisieron cambiarlo todo, lo antiguo y lo moderno, lo bueno y lo malo, lo conveniente y lo
inconveniente; pero esto no era tan fácil, como no es fácil desarraigar un árbol que haya echado profundas raíces. Se enseñaron
doctrinas disociadoras y una vez extraviadas las ideas, fácilmente se descendió a los hechos. Estas doctrinas liberalescas aún se
enseñan en muchas escuelas y aun se propagan por medio de los periódicos y esta es una de las poderosas razones porque en casi
ninguna de las repúblicas americanas se ha podido consolidar ningún gobierno ni ordenarse del prestigio moral indispensable para
establecerse y gobernar bien. Las doctrinas falsas y erróneas abren las puertas a continuas convulsiones y motines populares con
gravísimos perjuicios del orden, de la moral y de la justicia.

Los periodistas han afirmado repetidas veces que abusando el pueblo del derecho de elegir ha elevado al poder mandatarios indignos
que engañaron al mismo pueblo con promesas vacías e irrealizables: los malos gobernantes han desmoralizado la administración
empobreciendo la hacienda y desorganizando el ejército el indisciplinado se ha prestado a servir de vil instrumento a los planes de la
demagogia, pesando de un modo funesto en la balanza de la inmoralidad pública. Se ha descuidado casi por completo la instrucción
de los indígenas y muchos presidentes en lugar de fomentar la educación sólida de la juventud, el decoro e ilustración del clero
secular y regular y la reforma de los conventos que hayan decaído, han clausurado algunos conventos y seminarios o se han opuesto
a su desarrollo con el ridículo pretexto de que en ellos se ensañan doctrinas ultramontanas (esto es, doctrinas sanas), han
secularizado varios conventos, desviando sus bienes del fin de sus fundadores y han aniquilado los elementos de moralización e
ilustración que aún existían y han procurado de todos modos paganizar a los pueblos. Han puesto nombres paganos a la moneda, a
los buques de la armada, a las fortalezas, a las calles y plazas de los pueblos y ciudades.

También muchos periodistas y escritores protestantes, indiferentitas e incrédulos, siguiendo las huellas de los demagogos. Así vemos
que, desde las primeras reuniones de los Estados generales abiertos, en Versalles, el 5 de mayo de 1789, Mirabeau decía
públicamente “si queréis una revolución es preciso comenzar por descatolizar Francis”. Así, el Perú que debía ser una de las naciones
más florecientes de América lo han hecho un país desgraciado, humillado por Chile y amenazado por las repúblicas vecinas.

Los pueblos americanos, católicos por convicción, por ideas, pos costumbres, por hábitos y por educación, han tenido la desgracia de
admitir doctrinas contrarias al catolicismo y que mil veces han sido anatematizados por los pontífices y ésta es una causa de profundo
malestar y de los frecuentes disturbios porque estamos pasando hace cerca de un siglo (Cap.37).

Ahora los invito a leer y comentar sobre CARTA ENCÍCLICA FRATELLI TUTTI DEL SANTO PADRE FRANCISCO
REVISAMOS:
Es momento de presentar su periódico mural virtual con acciones que favorecen la reflexión sobre el valor de la unidad y
confianza en el marco de la celebración del Bicentenario.

Características del periódico mural virtual


Título del Periódico mural virtual.
Sección Editorial
Sección Valores Unidad y confianza
Sección Actividad 1
Sección Actividad 2
Sección Actividad 3
Sección Oración
Compromiso
Otros.

EVIDENCIAS: Se Presentan periódico mural Virtual, de acciones – Compromisos.


CRITERIO DE EVALUACION:
COMPETENCIA: Construye su identidad como persona humana, amada por Dios, digna, libre y
trascendente comprendiendo la doctrina de su propia religión, abierto al dialogo con las que le son
cercanas.
Estoy en ¿Qué puedo
proceso hacer para
Criterio de evaluación. Lo logre de mejorar mis
lograrlo aprendizajes.
Propuse de qué manera debería actuar de los ciudadanos en nuestro país
para lograr un ambiente de unidad y confianza.
Asumí cuál debería ser el actuar de los ciudadanos en nuestro país para
lograr un ambiente de unidad y confianza.
 SANTO TORIBIO MOGROVEJO
Nace en 1538, en el mes de noviembre, en el pueblo de Mayorga (Valladolid-España),
encrucijada de caminos, entre las actuales comunidades autónomas de Castilla-León,
Asturias, Cantabria y Galicia. En 1551 inicia sus estudios de Gramática y Humanidades en
Valladolid, capital del mundo hispánico. En 1562 acude a Salamanca donde enseña su tío
Juan Mogrovejo, catedrático universitario. En 1569 obtiene el título de bachiller en Cánones
y en 1571, peregrina a Compostela, y se licencia en Derecho. Cuando cursaba estudios de
doctorado en el Colegio San Salvador de Oviedo, en 1574, se le nombra para Granada
como Inquisidor Apostólico. En 1580, es propuesto como arzobispo; contaba con 39 años y
necesitó una apurada ordenación sacerdotal en Granada como paso indispensable para la
consagración episcopal en Sevilla, el mismo año. Llegó al puerto de Paita, Piura, en marzo
de 1581 e ingresó en Lima, capital del Perú el 12 de mayo del mismo año.

Durante su trabajo episcopal en Lima convocó y presidió el III Concilio Limense (1582-
1583), al cual asistieron prelados de toda Hispanoamérica, y en el que se trataron asuntos
relativos a la evangelización de los indios. De esa histórica asamblea se obtuvieron
importantes normas de pastoral, así como textos de catecismo en castellano, quechua y
aymara (los primeros libros impresos en Sudamérica). Convocó y presidió otros dos
concilios, el IV Limense, en 1591, y el V Limense, en 1601.

Santo Toribio visitó innumerables poblados de su amplio territorio, uno de los más extensos
y difíciles del mundo. A las visitas pastorales dedicó 17 de sus 25 años de obispo,
recorriendo aproximadamente 40.000 kilómetros. Confirió la confirmación a Santa Rosa,
San Martin de Porres, a San Juan Macías, y a un millón más de personas. Celebró 13
sínodos y en 1591 acomete una obra decisiva, la creación del Seminario que -dedicado en
su día a Santo Toribio de Astorga- hoy lleva su nombre. Se siente, ante todo, pastor
dispuesto a dar su vida por sus ovejas. A tal efecto crea nuevas parroquias. De igual
modo, impulsará instituciones destinadas a la formación de líderes espirituales, académicos
y sociales, en los monasterios como el de Santa Clara, hospitales como el de San Pedro, la
Universidad de San Marcos, la Casa del Divorcio. En 1593 inicia la segunda visita y en
1605 la tercera, falleciendo en 1606, un 23 de marzo, en Saña. Al año siguiente, 1607, un
27 de abril, es enterrado en Lima.

A los sesenta y ocho años Santo Toribio cayó enfermo en Pacasmayo al norte de Lima,
hizo su testamento en el que dejó a sus criados sus efectos personales y a los pobres el
resto de sus propiedades. Murió en Zaña el 23 de marzo de 1606. El “protector de los
indígenas” fue un infatigable misionero y gran organizador de la Iglesia
sudamericana. Santo Toribio fue beatificado por el Papa Inocencio XI en 1679 y
canonizado por Benedicto XIII en 1726. En 1983 San Juan Pablo II lo proclamó Patrono del
Episcopado latinoamericano. Con motivo de su visita al Perú en 1985, elSanto Padre
propuso a Santo Toribio como modelo de obispo para la nueva evangelización por su
santidad de vida, por su compromiso en la defensa de los derechos humanos de los
indígenas, por su sintonía con la Iglesia de Roma y por su eclesiología de comunión.

Benedicto XVI, con motivo del cuarto centenario de su tránsito a la gloria en el 2006,
destacó “su abnegada entrega a la edificación y consolidación de las comunidades
eclesiales de su época…El profundo espíritu misionero de santo Toribio se pone de
manifiesto en algunos detalles significativos, como su esfuerzo por aprender diversas
lenguas, con el fin de predicar personalmente a todos los que estaban encomendados a
sus cuidados pastorales. Pero era también una muestra del respeto por la dignidad de toda
persona humana, cualquiera que fuere su condición, en la que trataba de suscitar siempre
la dicha de sentirse verdadero hijo de Dios”.
El actual Papa Francisco, cuando era arzobispo de Buenos Aires y primado de la
Argentina, cardenal Jorge Mario Bergoglio, en la IV Jornada Foro de Educación, recordó,
a Santo Toribio de Mogrovejo, que “apostó mientras fue arzobispo de Lima, a comprender
al pueblo yendo a cada rincón del territorio que llegaba hasta la capitanía de Chile”.
2. SAN MARTÍN DE PORRES
Fray Escoba –nombre popular de San Martín- nació en Lima, en 1579. Hijo ‘ilegítimo’ del
español Juan de Porres y de Ana Velásquez, mujer negra descendiente de esclavos
africanos. Al ser mulato y pobre le tocó sufrir en más de una ocasión el menosprecio de la
sociedad. Sin embargo, su madre le descubrió el evangelio de Jesús: “El que se humilla
será ensalzado”.

El santo mulato fue bautizado en la iglesia de San Sebastián, en la misma pila y por el
mismo párroco que había bautizado a Santa Rosa de Lima. Martín vivió con su madre,
quien le educó en la solidaridad con los pobres y enfermos; de este modo, siempre que iba
a la tienda, empleaba parte de la plata en socorrer al primer necesitado que encontraba. Su
padre Juan, al volver de Guayaquil, legaliza su situación reconociendo oficialmente a sus
dos hijos, aunque no llega a desposarse. A los dos lleva a Ecuador para ser educados con
un preceptor. Martín, a sus trece años, aprende castellano, aritmética y caligrafía. Tras dos
años de estancia en la ciudad portuaria de Guayaquil, deja a su hija con su tío Santiago y
se lleva a Martín a Lima.

A los quince años es confirmado por Santo Toribio de Mogrovejo. Por esta fecha trabaja en
la tienda de Mateo Pastor, negociante en especies y en hierbas medicinales.
Posteriormente aprendió el oficio de barbero-sangrador con Marcelo de Ribera, a quien
ayuda a sangrar heridas, aliviar dolores, aplicar hierbas y emplastos. A esta edad, ingresó
como donado al convento de Santo Domingo de Lima y en 1603 hizo la profesión como
hermano lego. Los superiores de San Martín, pronto advirtieron sus cualidad y caridad, por
ello le confiaron junto a otros oficios, el de enfermero.

Sus habilidades y el ardor con que cuidaba a los enfermos atrajo incluso a los religiosos de
otras comunidades que llegaban a Lima sólo para atenderse con elsanto. San Martín fue
muchas veces despreciado y humillado, por ser mulato, pero nunca se rebeló contra los
insultos que le inferían. Su abnegación, su modestia y la paz que irradiaba impresionaban a
cuantos conocía. En la enfermería y en la portería del convento del Rosario
(Santo Domingo) atendía con acogedora bondad y amor a los pobres y enfermos. Si a
todos los dolientes trataba exquisitamente, a sus hermanos religiosos los servía de rodillas.

Su caridad universal le llevará a convertir el convento en hospital. Sabe que el amor es la


ley suprema Su caridad con el prójimo nacía de la unión íntima con Jesús y con María.
Comentan sus compañeros dominicos que recibía a Jesús Sacramentado “con muchas
lágrimas y grandísima devoción”, ocultándose de todos para “mejor poder alabar al Señor”.
Fray Martín rezaba en su celda, en la Iglesia, ante el Santísimo Sacramento, Virgen de
los Santos, en los altares del templo, en las capillas y oratorio del convento. Oraba
arrodillado y echado en cruz sobre el suelo (…)

Realizó numerosas curaciones milagrosas Particular fue el aprecio por sus hermanos de
raza. Cuando le tocaba acudir a la finca de Limatambo, a las afueras de Lima, se dedicaba
a las labores propias de los esclavos negros: arar, sembrar, podar árboles, cuidar de los
animales en los establos. Así se ganaba el afecto de los esclavos morenos y de los indios
pescadores de Chorrillos y de Surco, pues les servía como enfermero y les catequizaba
como misionero. Ellos, por su parte, le daban frutos de sus huertos y estipendios para
Misas.

Entrañable fue su amistad con el lego dominico San Juan Macías. Su otro gran amigo
místico fue el también lego, aunque franciscano, Fray Juan Gómez, popularizado por
Ricardo Palma en una de sus tradiciones en que señala haber convertido un arácnido
venenoso en una joya: el alacrán de fray Gómez.

San Martín de Porres, Patrono de la Justicia Social, murió el 3 de noviembre de 1639,


dejando a Lima –desde el virrey y arzobispo hasta el último excluido social- consternada.
Fue beatificado por el Papa Gregorio XVI en 1837 y canonizado por Juan XXIII el 6 de
mayo de 1962, cuando iba a dar comienzo el Concilio Vaticano II, del que fue insigne
modelo.

3. SANTA ROSA DE LIMA


El siglo XVI iba a alcanzar su punto medio, cuando en 1548 Gaspar Flores, para unos
nacido en Puerto Rico, para otros en Baños de Montemayor (Cáceres), se avecina en Lima,
doce después de que el trujillano Francisco Pizarro, un 18 de enero, funde la Ciudad de los
Reyes, Lima. Andrés Hurtado de Mendoza es el virrey, y le hace arcabucero en la guardia
de su palacio. Nueve años después, en 1557, Gaspar celebra bodas con una limeña, María
de Oliva, con la que tendrá trece hijos. Rosa es la cuarta de los supervivientes. 1586 es el
año en que se remata la cúpula de S. Pedro de Roma, y nace en Lima, el 20 de abril,
siendo papa Sixto V, la santa de América. “No le podía faltar a la ciudad de los Reyes -dice
Clemente X al canonizarla- la estrella luminosa que guiará hacia Cristo, Señor y Rey de
reyes”.

En la parroquia de S. Sebastián la bautizan el 25 de mayo, Domingo de Pentecostés, y el


Espíritu Santo se apodera de ella. La gracia bautismal que dormita durante mucho tiempo
en otros niños, desencadena en Rosa el dinamismo prodigioso que la lleva, como Teresita
a los tres años, “a no negar nada a Dios”. Isabel es el nombre que, en recuerdo de su
abuela, le dan al cristianarla, pero no le durará mucho.

Las primeras en llamarla Rosa fueron la india Mariana, que muy joven entró al servicio de
María, y dos niñas que frecuentaban la casa. Un día, al contemplarla en la cuna
exclamaron: “¡Ay! ¡Qué linda es esta niña! ¡Parece una rosa!”

Atraída por el ejemplo de Santa Catalina de Siena, quiere vivir también su matrimonio
espiritual con Jesús cuando le entregó en arras un anillo invisible para todos y sólo visible
para ella; Rosa quería tener también su anillo que le recordase el día de su boda y se lo
dijo a Hernando, quien se lo encargó a un platero. El jueves Santo lo llevó a Sto. Domingo
pidiéndole al sacristán lo colocase en la urna en que el Santísimo Sacramento iba a ser
expuesto. La santa le veló hasta los Oficios del día siguiente como preparación a su boda
el Domingo de Pascua. El 26 de marzo, acabada la Misa solemne, se celebró otra y el
sacerdote, sin que nadie lo advirtiese como deseaba ella, puso en sus dedos el anillo,
símbolo del matrimonio espiritual que anticipa en la tierra las bodas eternas.
Todavía niña su “juego” preferido era rezar y hacer pequeñas penitencias (dormía sobre
piedras y tablas). Aprendió a leer y escribir y todas las labores domésticas (costura,
bordado, tejido) que eran una fuente de recursos, como también a cantar; llegó a tocar el
arpa, la vihuela y la cítara. Su madre deseaba para su hija un casamiento ventajoso, pero
Rosa deseaba el silencio y el recogimiento. Posteriormente piensan en que se haga monja
de clausura: ella se resiste y dice que quiere ser laica consagrada como santa Catalina de
Siena. El 10 de agosto de 1606 viste el hábito de terciaria dominica, emite votos privados
de pobreza, castidad y obediencia y vive como religiosa en el hogar paterno.

En el huerto de su casa construye una pequeña celda donde pasa los días dedicada a la
oración, a la lectura y al bordado. Sale de su casa sólo para asistir a Misa y visitar
hospitales, a pobres, a esclavos enfermos. Tiene muchas experiencias místicas (Jesucristo
se le aparece en forma de niño frecuentemente). En los últimos años sufre una larga
enfermedad, en la cual dice a menudo: “Señor, auméntame los sufrimientos, pero
auméntame en la misma medida tu amor”. Antes de morir le pide perdón por todos los
pecados a cada uno de los de su casa. Muere exclamando “Jesús, Jesús sea conmigo” el
24 de agosto de 1617 a los 31 años de edad. Canonizada en 1671 por Clemente X y
proclamada patrona de América y de Filipinas; su cuerpo descansa en el convento
de Santo Domingo de Lima.

El Catecismo de la Iglesia Católica recoge dos momentos de la vida de nuestra santa,


tomados de la primera biografía, la del P. Hansen, publicada en Lovaina en 1668. El
primero alude a su vida de gozosa cruz: “Fuera de la Cruz no hay otra escala por donde
subir al cielo” (CIC n.618); el segundo, referido a su amor por los pobres: ” El día en que su
madre le reprendió por atender en la casa a pobres y enfermos, Santa Rosa de Lima le
contestó: ‘Cuando servimos a los pobres y a los enfermos, servimos a Jesús. No debemos
cansarnos de ayudar a nuestro prójimo, porque en ellos servimos a Jesús” (CIC n.
2449). El Santo Padre Benedicto XVI destacó en la audiencia del 20 de agosto de 2008 la
figura de Santa Rosa leyendo unas palabras de la misma: “Si los hombres supieran qué es
vivir en gracia, no se asustarían de ningún sufrimiento y aguantarían con gusto cualquier
pena, porque la gracia es fruto de la paciencia”.

4. SAN JUAN MACÍAS


Nace en Ribera del Fresno, pueblo de la Alta Extremadura, perteneciente entonces al
priorato nullius de San Marcos de León, provisorato de Llerena, de la Orden Militar de
Santiago y ahora diócesis de Badajoz. Era el 2 de marzo de 1585. Sus padres, Pedro de
Arcas e Inés Sánchez, eran modestos labradores.Al año siguiente nace su única hermana.
Sus padres eran fervientes cristianos y transmiten a sus hijos los principios de la vida
cristiana, singularmente la devoción a Nuestra Señora del Valle, patrona del pueblo,
aparecida en 1428.
Huérfano a temprana edad, fue criado por un tío que lo dedicó al pastoreo. Mientras se
dedicaba a esta labor, recibe la visita de un niño que le revela ser San Juan Bautista, y le
anuncia un futuro viaje a tierras lejanas. Ya mayor, viaja a Cartagena de Indias al servicio
de un mercader. Luego se dirigió hacia el sur para llegar finalmente a Lima; toma los
hábitos dominicos en la Recolección de Santa María Magdalena de esta ciudad (actual
Iglesia de la Recoleta) en 1622. Allí se ocupó de la portería hasta su muerte, acaecida más
de dos décadas después, en 1645. Ofrendaba a Dios numerosas penitencias, ayunos y
oraciones a cambio de la salvación de las ánimas del purgatorio. Como Martín de Porres -
de quien era amigo-, el santo se destacaba por su profunda humildad y sencillez. Fue
famoso por sus consejos espirituales, solicitados por los distintos estamentos de la
sociedad limeña, desde los mendigos hasta el propio virrey. Juan Macías cultivó además
una ardiente caridad, y se dedicaba a repartir diariamente alimentos a los
menesterosos. “Al pedir a los ricos para sus pobres, les enseñaba a pensar en los demás;
al dar al pobre lo exhortaba a no odiar”- apuntará Pablo VI.

Destaca su filial devoción a la Virgen María. En 1630 se le apareció Nuestra Señora del
Rosario en la capilla de su convento con motivo de un temblor de tierra. El mismo Juan
contó que Nuestra Señora del Valle, cuya imagen veneraba en el cuadro que tenía en su
celda, le había hablado y concedido cuanto le había pedido. Con el rezo del Rosario
invocaba a la Trinidad por medio de María. Su contemplación le llevaba a amar a la
naturaleza, al prójimo, su vida consagrada. Dios obró por su intercesión varios milagros
entre los que sobresalen las constantes multiplicaciones de alimentos.

Juan tenía la costumbre de rezar todas las noches, de rodillas, el Rosario completo. Una
parte la ofrecía por las almas del Purgatorio, otra por los religiosos, y la tercera, por sus
parientes, amigos y benefactores. A la hora de su muerte, obligado por la obediencia, Juan
Masías confesó haber liberado durante su vida a un millón cuatrocientas mil almas. Al
finalizar el mes de agosto de 1645 enfermó de disentería. Su celda era visitada por los
pobres y los ricos. A su cabecera se hallaba el virrey, marqués de Mancera. Murió el 17 de
septiembre de 1645, contaba 6O años. Gregorio XVI le beatificó en 1837 y Pablo VI le
canonizó en 1975.

Sus numerosos milagros llevarían a Clemente XIII a declararlo venerable en 1763. Fue
beatificado por Gregorio XVI en 1837. Paulo VI lo elevaría a los altares en 1975.

El 23 de enero de 1949, desde Olivenza (Badajoz), la cocinera Leandra Rebello Vásquez


no podía dar crédito a lo que vieron sus ojos. Se encontraba en el Hogar de Nazaret,
colegio de niños acogidos a la Protección de Menores, regentado por una institución
religiosa fundada por el párroco del pueblo don José Zambrano. Era domingo y, además de
la comida para los 5O niños, había de preparar alimentos para los pobres de la población.
Los bienhechores designados para ese día no trajeron los alimentos. La criada encargada
de preparar la comida, advirtiendo la exigua cantidad de arroz (unos 750 gramos), la
arrojaba para su cocción al tiempo que se abandonó en su paisano beato Juan
Macías:”¡Oh Beato, hoy los pobres se quedarán sin comida!”

A continuación, aquella minúscula cantidad de arroz, al cocer, fe vista crecer de tal modo
que al instante fue preciso trasladarla a una segunda olla; lo que se hizo una y otra vez. La
multiplicación del arroz duró cuatro horas de una a 5 de la tarde cuando el recipiente que
rebosaba fue apartado del fuego por mandato del párroco. Del alimento gustaron hasta
hartarse los chicos del hogar, como la ingente multitud de pobres y necesitados. Leandra
Rebello, protagonista del milagro de este “conquistador espiritual”, presente el 28 de
septiembre de 1975 en la canonización de Juan Macías, es digna sucesora de espíritus tan
sencillamente magnánimos. Lo demuestra su confianza audaz que atrae el milagro del
Cielo.

5. SAN FRANCISCO SOLANO


Nace en Montilla (Córdoba) en 1549, un año después que el prudente Pedro Lagasca,
pacificase Perú tras la victoria sobre Gonzalo Pizarro en Xaquixaguana. Y, aunque no se
conoce con exactitud la fecha de su nacimiento, sí se sabe que fue bautizado el día 10 de
Marzo de 1549 en la Parroquia de Santiago, donde aún se conserva –aunque agrietada- la
antigua pila bautismal del Santo. Francisco fue el tercer hijo de Mateo Sánchez Solano y
Ana Jiménez, llamada “La Hidalga”.
Montilla era un lugar eminentemente religioso, beneficiado recientemente por la prédica
de San Juan de Ávila, quien murió cuando Francisco tenía veinte años. En la localidad
había 18 iglesias, 5 conventos y numerosas cofradías. Parece que tuvo varios encuentros
con el ilustre peruano el Inca Garcilaso. Pudo también coincidir en Granada
con santo Toribio de Mogrovejo, pues éste estuvo en la ciudad moruna hasta 1580 y
Solano hasta 1589.

A los 20 años viste el sayal franciscano, haciendo su profesión en 1570, en la familia


franciscana de la Regular Observancia. Dos años después se traslada al convento de
Nuestra Señora de Loreto (Sevilla) donde alternó el estudio de la teología con la oración y
la penitencia. Escoge la celda más pequeña e incómoda del convento, bien próxima al coro
donde pasaba buena parte de su tiempo.

Allí recibió la ordenación sacerdotal y, como tenía muy buena voz, le nombran director de
coro y predicador. En 1578 desempeña el cargo de maestro de novicios en Arrizafa
(Córdoba). Tres años más tarde, 1581, pasa a San Francisco del Monte, la nueva
Porciúncula cordobesa, escondido entre los breñales de Sierra Morena dedicándose a la
vida contemplativa. No olvida a sus hermanos cuando la peste diezma a la población de
Montoro donde acude solícito para ayudar a los enfermos. Se le nombra guardián del
convento y a los 3 años se le envía al convento de San Luis de la Zubia (Granada) con
merecida fama de santidad.

El 3 de marzo de 1589 partía el barco en el que iba también el nuevo virrey del Perú, don
García Hurtado de Mendoza. En Panamá debe esperar varios meses por falta de
embarcaciones. Debido al mortífero clima, dos de sus compañeros pierden la vida.
Naufraga con su compañero junto a la isla de Gorgona (Colombia). Después de muchos
avatares llega, en 1590, a la capital del Perú. Debe ir más al sur pues le reclaman en
Tucumán (Argentina). En noviembre de 1590 llega a su destino. Regenta la diócesis Fray
Fernando Trejo y Sanabria. Allí permanece 5 años como misionero y doctrinero de
Socotonio y la Magdalena. Su caridad y mansedumbre, netamente franciscanas, así como
la pobreza de su hábito, la austeridad de su vida y la alegría de su semblante ganaron el
corazón de los indios. Se aplicó al estudio de su lengua, especialmente la toconoté, que le
enseñara el capitán Andrés García de Valdés. El violín era una ayuda formidable para su
labor evangelizadora.

En 1595 vuelve a Lima, convento de San Francisco de la Observancia, donde se fraguaban


los criterios y decisiones que regían la vida franciscana en toda Sudamérica. En su celda,
tan sólo tenía un camastro, una colcha, una cruz, una silla y mesa, un candil y la Biblia
junto con algunos otros libros. Era el primero en todo, y jamás ordenó una cosa que no
hiciera él antes. Sus consejos eran prudentes, y cuando tenía que reprender a alguno de
los demás frailes, lo hacía con gran celo y caridad. Sus excesivas penitencias y su espíritu
de oración no le impedían ser alegre con los demás. Solano era también el santo de la
alegría

Desde Lima marcha a Trujillo en calidad de Superior en 1602. Aquí se dedica


especialmente a la predicación y a la asistencia de enfermos a quienes atendía
personalmente y les llevaba regalos en los mangos de su hábito. También logró reconciliar
enemigos hermanos En 1604 regresa a la metrópoli. En 1604, Arequipa se vio afectada por
la peste del vómito negro. El 21 de diciembre de 1604, Solano pronunció un sermón que
conmovió en gran manera a los habitantes de Lima. En octubre de 1605, Solano pasó a la
enfermería del convento. En octubre de 1609, hubo un terremoto en la ciudad de Lima.
Como de costumbre, daba grandes voces invitando al arrepentimiento y la conversión. Su
vida penitente, sus trabajos y privaciones le fueron restando fuerzas y por ello se le traslada
a la enfermería del convento de San Francisco de Lima, donde tras breve enfermedad,
muere el 14 de julio de 1610. Su entierro fue apoteósico, asistiendo toda la ciudad, desde el
virrey y el arzobispo hasta los más humildes, todos con la misma idea de haber asistido al
entierro de un santo.

El mismo año de su muerte comenzaron las informaciones sobre su vida y virtudes, las
cuales dieron por resultado que el Papa Clemente X lo beatificara en 1675 y Benedicto XIII
lo proclamase santo en 1726.

Es patrono de los terremotos, de la Unión de Misioneros Franciscanos y del folklore


argentino. También es patrono de Montilla y de numerosas ciudades americanas como
Lima, La Habana, Panamá, Cartagena de Indias, La Plata, Ayacucho y Santiago de Chile,
entre otras.

También podría gustarte