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A estos elementos del contexto les corresponde un componente funcional del lenguaje. Estas
funciones siempre están articuladas y depende del hablante, su contexto y su fin ver como las
organiza. Cada elemento del lenguaje está preparado para realizar un triple significado.
SISTEMA TEMATICO – TEMA Y REMA
El sistema de Tema pertenece a la metafunción textual del lenguaje. Tiene que ver con la
organización de la información dentro de las clausulas individuales y, a través de esta, con la
organización del texto.
Cada clausula se organiza como un mensaje que se relaciona con el desarrollo de un texto. El
sistema de tema organiza la cláusula para mostrar cal es su contexto local en relación con el
contexto general del texto dentro del cual función. El sistema tiene que ver con el punto de
partida en relación a lo que se ha dicho antes, de manera que resulte claro donde se ubica la
cláusula dentro del texto, es decir, como se ajusta dentro del mismo. Este contexto local o
punto de partida se denomina Tema. El resto del mensaje de la clausula es hacia donde ésta se
mueve luego de su punto de partida, y se llama el Rema. El Tema se realiza por su posición
inicial en la cláusula y el Rema es lo que sigue.
La elección del Tema de cualquier clausula individual se relaciona generalmente con la manera
en que se va desarrollando la información a lo largo del texto.
TEMA TOPICO:
El estadio ideacional del tema se conoce como tema tópico. El tema de la clausula siempre
concluye con un elemento tópico, y por cierto solo puede haber un tema tópico. Los estadios
textual e interpersonal del tema pueden o no estar presentes, pero nunca puede faltar el
estadio ideacional del texto.
El tema tópico puede reconocerse como el primer elemento en la cláusula que expresa algún
tipo de significado experiencial. Técnicamente, es una función de la estructura de transitividad
en la cláusula, es decir, el tema tópico puede ser: un participante, una circunstancia o el
proceso.
El tema textual: los temas textuales constituyen la primera parte del tema que va antes de
cualquier tema interpersonal. Otorgan prominencia temática a los elementos textuales con
función relacional.
En resumen, las tres metafunciones pueden contribuir al tema de una clausula y solo es
obligatorio el estadio del tema ideacional o tópico. Si se analiza una cláusula desde la izquierda
hacia la derecha la cuestión central tiene que ver con hasta donde se extiende el tema hacia la
derecha, es decir, donde se encuentra el limite entre el Tema y el Rema.
Cuando el tema tópico de una cláusula declarativa no es el sujeto, entonces adquiere mayor
prominencia textual. Los temas que no son sujeto son “temas marcados” y son importantes en
la estructuración del discurso como un todo.
TEMATIZACION
Se trata de un recurso para señalar las prioridades temáticas, para ubicar en posición temática
aquello a lo que queremos dar prioridad. Mediante la transformación sintáctica de la voz activa
en pasiva se logra la tematización. De esta manera se pone de relieve determinadas
prioridades temáticas.
SEMANTICA/ LEXICOLOGÍA
Noción de ‘valor’ de Saussure: lleva a renunciar a la identificación del sentido de una palabra
con lo que ella significa. Saussure llama significación a la relación que une al significante y
significado de un signo, y sostiene que el valor domina la significación; cuando se estudian
significados, no se encuentran “ideas” dadas de antemano, independientes de los sistemas en
los cuales aquellos tienen lugar. Los significados de la lengua se delimitan unos a otros, deben
ser considerados como un sistema de diferencias. La noción de “valor” permite entonces
definir el “sentido” de una palabra por el lugar que ella ocupa en el sistema de relaciones
sintagmáticas y paradigmáticas que tiene con otras palabras del vocabulario, siendo
fundamental no creer que existen propiedades semánticas asociadas a las palabras fuera del
sistema léxico de la lengua.
LA CONNOTACION
El discurso no debe ser considerado como un objeto perfectamente homogéneo, está a la vez
sometido a las reglas de la lengua natural y a las de otro sistema que le es especifico. Por lo
tanto, no puede decirse que el discurso cree palabras con un sentido nuevo, una nueva lengua,
sino que utiliza la lengua en función de sus propias miras: así pues, el discurso teje redes
originales a través de las virtualidades de la lengua.
El significado aparece entonces como el resultado de un trabajo sobre la lengua. Desde este
punto de vista, se podría encontrar en toda estructura discursiva “la invención de redes
connotativas originales, que bien pueden unir palabras triviales unas con otras, pero que dan a
la obra esas sobresignificaciones de las que ella extrae su pertinencia”. En otros términos, “los
elementos y las relaciones que constituyen el vocabulario de la obra no son homólogos a los
que constituyen el vocabulario general; ellos dibujan una estructura original. La connotación
sería el resultado del trabajo de selección que el proceso discursivo operaría dentro del juego
de las virtualidades de la lengua; ella aparecería entonces como “correlación inmanente al
texto”, “sentidos que no están ni en el diccionario, ni en la gramática de la lengua en la que
está escrito un texto”.
- Las oposiciones:
Antonimia: los antónimos van por parejas complementarias, y cada discurso tiene la
propiedad de construir pares originales que un análisis contrastivo debe destacar.
Constelaciones alrededor de un termino (enlaces negativos): no se trata de antonimia
estricta sino de paradigmas de oposiciones específicas del discurso. Se puede
considerar que en muchos casos los términos que forman parte de la constelación de
oposiciones constituyen hipónimos del antónimo.
- Las identidades:
En este caso se trata de un trabajo sobre la sinonimia. Cada discurso establece
paradigmas de sustitutos semánticos, de variantes combinatorias, que le son propios.
Son términos que se pueden sustituir en contextos determinados. El estudio de la
sinonimia pasa por la consideración de la totalidad de la red semántica que el texto
permite constituir. Ciertas estructuraciones semánticas son estables, y otras, de una
fluidez notable, vinculadas con sistemas de creencias y conocimientos de una
civilización, de una época, una clase social, etc.
La sinonimia discursiva tiene su correlato en la homonimia discursiva. Esta noción de
“homonimia” se refiere a un corpus dado y no a una homonimia de la lengua. El
discurso se inscribe en el doble juego del discurso y de la lengua, y subestimar las
restricciones de la lengua es tan peligroso como desconocer las que impone el
discurso. Así, en dos discursos diferentes se podrá ver como el mismo lexema se asocia
con predicados opuestos, variantes combinatorias opuestas, etc.
Asociaciones alrededor de un término (enlaces positivos): se trata de relaciones
sintagmáticas mucho más flojas.
Lo que llama oposiciones son <parejas antinómicas> que no se deben confundir con los
contrarios de los diccionarios. La existencia de una relación de oposición entre términos va
establecida bien por una marca formal (orden-desorden, revolucionario-contrarrevolucionario),
bien por conmutaciones que resaltan las oposiciones o las identidades, ya sea sobre todo
mediante análisis de contextos que dan la prueba del uso antinómico (“si está a favor de la
revolución o de la reacción”)
Las identidades que estructuran el campo semántico no se deben tampoco confundir con los
sinónimos de los diccionarios. Unidades semánticas paralelas como: “advenimiento de las
masas/de los proletarios/de los trabajadores” indican tales identidades, a las que Dubois llama
también <substitutos semánticos> y <variantes combinatorias>. La existencia de una relación
de identidad entre substitutos o variantes que se establece mediante contextos, como los
recién mencionados, o mediante conmutaciones operadas a partir de las unidades léxicas
complejas o de los sintagmas más frecuentes, pueden tener el carácter de agrupaciones
fraseológicas estereotipadas; entonces, cada elemento del sistema pierde parte de los rasgos
pertinentes que lo definen en el plano del léxico; dos términos que son distintos en otros
sintagmas resultan permutables en este caso.
Las asociaciones son relaciones entre términos cuya definición es más delicada. Unas veces
Dubois llama así a auténticas identidades (obreros=trabajadores=asalariados=pobres); otras
veces se trata de relaciones entre series paralelas: paz social, mal social, nivel social, jerarquía
social, etc. En algunos casos, la revelación de la relación se hace exclusivamente por el
contexto.
EL ANALISIS SEMICO:
Una vez extraído un cierto número de relaciones paradigmáticas y sintagmáticas que permiten
construir clases de equivalencias, sustitutos, asociaciones, antónimos, constelaciones de
opuestos, hay que estructurar estos agrupamientos, de manera de ver sobre que oposiciones
semánticas funciona el discurso. Se busca manipular unidades semánticas más pequeñas,
llamadas semas. Para eso se recurre al análisis sémico o análisis composicional, una forma de
abordar analíticamente el sentido, que se basa en el principio de una comparación sistemática
de un conjunto de signos correlacionados, para extraer los rasgos diferenciales pertinentes en
el campo considerado.
El discurso tiene la propiedad de actualizar tales o cuales semas que nunca pueden ser mas
que virtuales si se considera el lexema como unidad de la lengua. Hay necesariamente una
restricción de las posibilidades semánticas del lexema al utilizarlo en un discurso particular.
Puede decirse también que los sistemas semánticos propios del texto permiten conferir a las
palabras semas “nuevos” o hacer pasar al primer plano semas aparentemente muy marginales.
Este fenómeno está lejos de ser privilegio de las metáforas llamadas poéticas y es la ley del
funcionamiento de todo el discurso.
CAMPO LÉXICO:
semas
lexemas Hacer morir Con intención Con instrumento Parte afectada
Matar + +/- No especifica No especifica
Asesinar + + No especifica No especifica
Envenena + + Con veneno No especifica
r
Ahorcar + + Manos o soga Cuello
Fusilar + + Arma de fuego No especifica
Guillotinar + + guillotina Cuello
Enunciado: secuencia verbal de longitud variable. Todo enunciado se produce en una situación
determinada o marco enunciativo.
1) Deícticos
2) Expresiones referenciales
4) Polifonía
La atención sistemática a los hablantes en la situación de habla tiene sus inicios en las obras de
Voloshinov/Bajtín, Bally, Bühler y Jakobson. Voloshinov/Bajtín plantean el carácter
fundamentalmente dialógico del lenguaje, concebido como un intercambio entre hablantes.
Este carácter está presente tanto en la modalidad escrita como en la oral. El espacio dialógico
se concreta en la enunciación:
“El acto individual por el que se usa la lengua introduce primero el locutor como parámetro en
las condiciones necesarias para la enunciación. Antes de la enunciación, la lengua no es mas
que la posibilidad de la lengua. Después de la enunciación, la lengua se realiza en una instancia
de discurso, que emana de un locutor, forma sonora que alcanza a un oyente y que suscita
otra enunciación como retorno.
Pero inmediatamente, desde el preciso momento en que se declara locutor y asume la lengua,
implanta al otro ante sí mismo.”
Benveniste fija las bases del estudio de la subjetividad en el lenguaje, que se proyecta
principalmente en tres aspectos: la inscripción de los interlocutores en el texto, la
modalización y la polifonía. La teoría de la enunciación ha permitido definir la unidad
discursiva básica, el enunciado, y entenderlo como producto de proceso de la enunciación,
actuación lingüística en contexto. Ha permitido también entender que en los enunciados
aparecen trazas lingüísticas que coloca el enunciador para que serán interpretadas por el
enunciatario.
1)
El sistema lingüístico permite, a través del sistema léxico y del sistema deíctico referidos a
personas, que los hablantes pongan en juego sus formas de presentación de una misma y de
relación con los demás.
DEÍCTICOS
Los deícticos son unidades lingüísticas para cuyo empleo, tanto en la codificación (producción)
como en la decodificación (comprensión), se deben tener en cuenta algunos de los elementos
que conforman el marco enunciativo:
Son deícticos:
- Los pronombres personales en sus distintas formas y funciones, como sujeto (yo, vos,
el, nosotros, ustedes, ellos) o como complemento (me, mi, te, vos, se, si, nos). los
pronombres posesivos (mío, tuyo, suyo, nuestro, etc.)
- Los pronombres demostrativos este, ese, aquel
La persona ausente
Con el uso de la tercera persona se borran los protagonistas de la enunciación. Otras marcas
también claras de que se borra la presencia del locutor son el uso de construcciones
impersonales o construcciones pasivas sin expresión de agente.
Hay situaciones que exigen una presentación <<neutra>> del universo de referencia. Las
practicas discursivas en determinados géneros promueven un modelo de presentación
<<objetiva>>: la información en los periódicos, la información científica, por ejemplo. Otra
cosa distinta es que el efecto de objetividad se corresponda con una objetividad real. Una
aserción partidista y parcial puede ser expresada con medios para parecer objetiva. Por eso
importa tanto determinar el contexto en que se emiten los enunciados.
La inscripción del Yo
Existen situaciones que permiten o activan la presencia del locutor en su texto. De ahí que
contemplemos lo que Benveniste llama la expresión de la subjetividad en el lenguaje, es decir,
la aparición de los elementos lingüísticos que participan en otorgar una expresión propia y
desde la perspectiva del hablante al conjunto de enunciados que constituye un texto. La
referencia deíctica a la persona es la mas inmediata y central.
La persona que habla no es un ente abstracto, sino un sujeto social que se presenta a los
demás de una determinada manera. En el proceso de la enunciación y al tiempo que construye
el discurso también se construye el sujeto discursivo. Este se adapta a la situación específica de
la comunicación modulando su posición a lo largo del discurso y tratando de que su
interlocutor le reconozca de una manera y no de otra. Si por un lado el YO es el deíctico que
representa modélicamente a la persona que habla, en el discurso podemos encontrar la
autorreferencia presentada con otras personas gramaticales.
El uso del yo en publico deviene de un uso comprometido, arriesgado. Con su uso, el locutor
no solo se responsabiliza de lo que está diciendo, sino que al mismo tiempo se impone a los
demás. Por esta razón se justifica que la autorreferencia se exprese con otras personas
gramaticales. El uso de la segunda persona con tratamiento de confianza se puede usar para
producir un efecto determinado: generalizar la experiencia enunciada e incluir al interlocutor
de una forma personal y afectiva. Por eso se asocia con actividades coloquiales. También se da
el caso en el que el locutor se presenta a sí mismo con formas pronominales como uno/una en
concordancia con la tercera persona, con la cual se produce un efecto generalizador y el
locutor se incorpora así a un colectivo indefinido, a través del cual justifica su posición.
La identificación de la persona que habla con la primera persona del plural incorpora al locutor
en un grupo. Es el grupo, entonces, el que proporciona al locutor la responsabilidad del
enunciado; por eso hay un uso genérico del nosotros para representar al locutor que ocupa un
lugar en un colectivo. A este uso se lo ha llamado tradicionalmente de modestia.
Otro uso del nosotros es el llamado inclusivo, aquel que incorpora al receptor en la referencia
al emisor. Puede ser un uso intencionado para acercar las posiciones de los protagonistas de la
enunciación, y se da en todos los casos en que es importante para el emisor la involucración
del receptor, particularmente en relaciones asimétricas que necesitan una señal de
acercamiento suplementaria para superar la barrera jerárquica y conseguir el grado suficiente
de aproximación y complicidad.
La inscripción del Tú
2)
EXPRESIONES REFERENCIALES
Constituyen otro procedimiento de inscripción de la subjetividad en el discurso. Interesan en
particular las expresiones definidas, constituidas por la siguiente estructura:
Elemento referencial
+
Elemento descriptivo
El elemento referencial – art. Definido (el, la, los, las) o determinante demostrativo (este, ese,
aquel) indica un referente reconocible y existente.
El elemento descriptivo – sustantivo + adjetivo o complemento – da lugar a expresar la actitud
con respecto al referente de la expresión. Podemos encontrar expresiones referenciales de
mayor o menor subjetividad.
3)
(Plano enunciativo – Vallejos)
SUBJETIVEMAS AFECTIVOS
Se puede postular, en determinadas expresiones o unidades significantes, la existencia de
componentes o rasgos subjetivos mínimos de significado que llamamos subjetivemas.
(Kerbrat-Orecchioni)
Rasgos subjetivos:
RASGOS SUBJETIVOS
AFECTIVOS EVALUATIVOS
Enuncian: NO AXIOLÓGICOS AXIOLÓGICOS MODALES
>> Una
propiedad del >> Realizan evaluación >> Son doblemente >> Vinculados a la
objeto cuantitativa/cualitativ subjetivos: indican la modalidad
>> La reacción a actitud del locutor epistémica
emocional del >> Sin juicio de valor hacia el objeto y el >> Evaluación:
locutor frente al >> No hay compromiso sistema de valores V/F/Duda
objeto afectivo del locutor.
>>Juicio de valor:
bueno o malo/ + o -
OBJETIVOS SUBJETIVOS
AFECTIVOS EVALUATIVOS
Soltero/casado Desgarrador Grande Bueno Posible
Directo Alegre Lejano Pulcro Probable
Macho/hembr Patético Abundant Correcto Dudoso
a e
Redondo Repugnante Liviano Diligente Seguro
Lineal Admirable Generoso Cierto
Perpendicular Impresionante
Ciertas frases y aún palabras manifiestan la valoración que el hablante hizo durante su
enunciación de ciertos objetos o hechos del mundo que refiere. El nombrar no es una actividad
puramente designativa, sino que en muchos casos es también evaluativa.
SUBJETIVEMAS
El sujeto de la enunciación, cuando debe verbalizar un referente cualquiera (real o imaginario),
seleccionando ciertas unidades del repertorio de la lengua, se enfrenta a dos opciones:
Adverbios los mas importantes de los adverbios subjetivos son los modalizadores. Se
pueden clasificar en:
Verbos algunos verbos están marcados subjetivamente de forma muy clara. Su análisis
implica una distinción triple:
1) ¿Quién hace el juicio evaluativo? Puede ser el emisor o un actuante o participante del
proceso.
2) ¿Qué es lo que se evalúa? La evaluación se refiere en primer lugar al proceso denotado
(y de contragolpe, a uno y/u otros de sus actantes) Por ejemplo: “déjate de rebuznar”.
Un verbo de este tipo implica una evaluación hecha por el emisor sobre el proceso
denotado (y de rebote sobre el agente que es responsable de este proceso)
3) Tipo verdadero/falso/incierto:
Verbos de decir:
cuando el emisor no prejuzga de la verdad/falsedad de los contenidos enunciados
encontramos verbos del tipo: decir, afirmar, declarar. (“Juan afirmó que Pedro tenía
razón”)
cuando el emisor toma implícitamente posición encontramos verbos del tipo:
pretender, confesar, reconocer (“Juan pretendió que Pedro tenía razón”)
Verbos de juzgar
cuando el emisor emplea la estructura “Juan critica a Pedro por lo que hizo” está
admitiendo como verdadera la proposición “Pedro es responsable de haberlo hecho”.
cuando el emisor emplea la estructura “Juan acusa a Pedro de haberlo hecho” no se
pronuncia sobre la verdad de esta imputación.
4)
POLIFONÍA
Algunos textos se caracterizan por contener diversas voces, además de la del locutor. Es por
ello que se los denomina textos polifónicos.
Para integrar un fragmento de discurso en un primer discurso puede utilizarse alguno de estos
procedimientos básicos:
Discurso directo
En el discurso directo se reproducen literalmente las palabras citadas y la frontera entre el
discurso citado y el citante es nítida: marcada por dos puntos, comillas o guiones, o por rasgos
entonacionales en el discurso oral.
El discurso directo es un discurso dentro de otro discurso y cada uno conserva sus propias
marcas de enunciación.
En términos ideales, el discurso directo “autentifica” lo dicho por otro enunciador porque
reestablece la situación de comunicación. La manera en que un discurso recorta las citas de
otros discursos es muy reveladora de la actitud con respecto al discurso citado.
Discurso indirecto:
En el discurso indirecto, el discurso citado pierde autonomía: se subordina sintácticamente al
discurso citante; de esta manera, se borran las huellas de su marco enunciativo original y
adopta las arcas del discurso que lo cita. El discurso citante solamente mantiene estable el
contenido del discurso citado. Da un equivalente semántico o una interpretación mas o menos
ajustada a éste.
Las marcas de adhesión o de distancia a lo citado se pueden reconocer en:
>>El entorno verbal del enunciado referido: en los verbos de decir que lo introducen y sus
modificadores.
>>Las comillas, cuyo uso puede deberse a la necesidad del locutor de:
1) mantener las características del texto referido indirectamente para mostrar, por ejemplo,
cierta fidelidad con respecto al texto original
2) mostrar como extraños determinados rasgos del discurso referido, ajenos al estilo del
enunciado del texto original
3) establecer distancia respecto de alguna expresión con la cual el locutor no se identifica
porque pertenece a otro grupo ideológico o político y no se compromete con su veracidad.
Ironía: en el contexto de una polémica y para mostrar que una tesis es falsa o absurda, se
utilizan proposiciones absurdas que se atribuyen a los defensores de esa tesis.
Para Voloshinov-Bajtín la palabra tiene una cara que viene determinada por la persona que la
emite y otra cara que viene determinada por la persona a quien va dirigida. Y eso imprime un
carácter dialógico a cualquier enunciado. Los enunciados no son de las lenguas sino de la
comunidad histórica que las ha baldo y las continúa hablando.
La translingüística de Bajtín es una concepción del uso de la lengua como diálogo vivo y no
como código. Con esta concepción se rompe con la idea de un único sujeto hablante que
coincide con quien materialmente emite el mensaje y en cambio se acepta que se hacen
presentes en un mismo discurso voces de otros, de tal modo que los enunciados dependen los
unos de los otros.
El locutor puede evocar y atraer a su propio discurso una diversidad de voces (la propia de otro
tiempo y espacio, la ajena del interlocutor presente, la ajena ausente, voces proverbiales,
voces anónimas, etc.)
Las voces aportan puntos de vista y perspectivas con las que el locutor puede coincidir, estar
muy próximo o bien distanciarse. Por esta razón la polifonía es una noción que cuestiona la
unicidad del emisor y permite la diversidad de voces en los textos.
Heterogeneidad mostrada
La diferencia entre cada uno de los tipos de discurso se basa esencialmente en la relación que
se establece entre el discurso del locutor que cita y el discurso del locutor citado.
Ducrot define la noción de enunciación como sigue: “Es el acontecimiento constituido por la
aparición de un enunciado. La realización de un enunciado es, en efecto, un acontecimiento
histórico: se da existencia a algo que no existía antes de que se hablase y que ya no existirá
después.”
La polifonía enunciativa tal como Ducrot la presenta, concibe el enunciado como una escena
de teatro en la que se cristalizan voces abstractas, llamadas enunciadores, introducidas en
escena por el locutor, o personaje ficticio al que el enunciado atribuye la responsabilidad de su
enunciación. Así, el sentido más profundo del enunciado consiste en la superposición de
distintas voces.
El sujeto empírico es el autor efectivo, el productor del enunciado. Desde el momento en que
podemos decir que todos nuestros discursos son repetición, determinar quién es el autor
efectivo de un enunciado resulta prácticamente imposible.
El locutor (L)
1) Se trata de una ficción discursiva, que no coincide necesariamente con el productor del
enunciado, puede ser incluso totalmente diferente.
2) La distinción entre L/SE permite conceder la palabra a seres, o incluso a objetos, que
no tienen la posibilidad de hablar
3) Se pueden componer enunciados que no tengan L como por ejemplo un refrán, un
proverbio, donde el responsable de lo que decimos es ajeno a la situación de discurso
en la que nos encontramos. Pero no es posible que no posean un SE. Son segmentos
discursivos esencialmente sin locutor. Esta técnica resulta muy utilizada en discursos
políticos para delegar, en el destino, la responsabilidad de lo que pueda acontecer.
El enunciador (E)
Al hablar de la figura del enunciador, Ducrot propone que todo enunciado presenta
cierto numero de puntos de vista relativos a las situaciones de las que se habla, y llama
enunciadores a los orígenes de los diferentes puntos de vista que se presentan en el
enunciado. No son personas, son <puntos de perspectiva> abstractos.
Las relaciones que mantiene el L respecto del E se darán en el análisis práctico, donde
la configuración semántica nos permitirá determinar qué posición ocupa el uno en
relación con los demás.
Los enunciadores son seres cuyas voces son presentadas en la enunciación sin que se
les pueda atribuir, sin embargo, palabras precisas; no <hablan> en realidad, pero la
enunciación permite expresar sus puntos de vista.
Son estas nociones de las hebras de significados del texto, y su correlación con las dimensiones
contextuales, las que proporcionan a los enfoques de la teoría de géneros y registros sus dos
temas en común. En primer lugar, se concentran en el análisis detallado de la variación de las
características lingüísticas del discurso: es decir, una especificación explicita e idealmente
cuantificable de las pautas léxicas, gramaticales y semánticas del texto. En segundo lugar, las
aproximaciones a la teoría de registro y genero intentan explicar la variación lingüística
tomando como referencia la variación en el contexto: es decir, establecen conexiones
explicitas entre características del discurso y variables criticas del contexto social y cultural en
el cual el discurso se realiza. Registro y genero son los conceptos técnicos empleados para
explicar el significado y la función de la variación entre los textos.
Las dimensiones fundamentales del contexto social (tales como si los interactuantes pueden
verse y oírse entre sí o no, si comparten el mismo conocimiento general, o si desean expresar
fuertes actitudes) harán que ciertos significados sean mas probables que otros.
Otro mecanismo significativo que hace que cada texto funcione como una unidad semántica
proviene de la estructura genérica realizada por el texto.
Además de la variación de registro, los textos pueden exhibir variaciones en cuanto al género.
El termino “género” es muy conocido por su utilización en los estudios literarios tradicionales.
La utilización del género como concepto especifico de la teoría del género y registro difiere de
su uso tradicional en dos respectos importantes. En primer lugar, las definiciones lingüísticas
del género se basan en la identificación de los géneros del discurso como “tipos relativamente
estables” de emisiones interactivas que fuera postulada por Bajtín. Esto amplia el concepto de
género hasta incluir tanto los géneros cotidianos como los literarios, ya sea en el lenguaje oral
o en el escrito. En segundo lugar, los lingüístas definen funcionalmente los géneros en
términos de su propósito social. De esta forma, diferentes géneros corresponden a distintas
maneras de usar el lenguaje para cumplir con diversas tareas culturalmente definidas, y los
textos de distintos géneros son aquellos que realizan diferentes propósitos en la cultura.
La teoría de género y registro es entonces una teoría de la variación funcional: explica de qué
manera los textos son diferentes y las motivaciones contextuales de esas diferencias. Una
teoría útil de género y registro es la que permite realizar tanto predicciones textuales como
deducciones contextuales. Es decir, dada una cierta descripción del contexto debería ser
posible predecir los significados que es probable que se utilicen para codificarlos.
Alternativamente, dado un texto, debería ser posible deducir el contexto en el que se produjo,
ya que las características lingüísticas seleccionadas codificaran las dimensiones contextuales,
tanto de su contexto inmediato de producción como de su identidad genérica, es decir, que
tarea cumple el texto en la cultura.
La teoría de genero y registro debe proveer una metodología para realizar el análisis textual y
también debe proporcionar una concepción acerca de la manera como el contexto situacional
y el cultural se expresan sistemáticamente en las elecciones del lenguaje.
Otra dimensión del enfoque sistémico es la de llevar la explicación contextual un paso mas allá,
al reconocer que las diferencias entre los textos son también el reflejo de una dimensión
contextual más abstracta, que podríamos denominar ideología. La ideología se refiere a las
posiciones de poder, a las preferencias políticas y a los supuestos que todos los interactuantes
sociales vuelcan en sus textos.
El conjunto más influyente de trabajos sobre el registro surge de lo que podríamos denominar
el “contextualismo británico”. Estas ideas inspiraron a Firth a incorporar el contexto en su
modelo del lenguaje. La reelaboración de su esquema por parte de Halliday es la siguiente:
1) CAMPO, la acción social: lo que está pasando, la naturaleza de la acción social que está
ocurriendo, es decir, en que están ocupados los participantes, donde el lenguaje es
como un componente esencial.
2) TENOR, la estructura de roles: quién esta participando, la naturaleza de los
participantes, sus posiciones y roles, es decir, qué tipos de relaciones de rol existen
entre los participantes, incluyendo relaciones permanentes y temporales de uno u otro
tipo, tanto los tipos de roles discursivos que adoptan en el dialogo como todo el grupo
de relaciones socialmente significativas en las que están involucrados.
3) MODO, la organización simbólica: qué papel desempeña el lenguaje, qué es lo que
esperan los participantes que el lenguaje haga por ellos en la situación, es decir, la
organización simbólica del texto, la posición que este ocupa y su función en el
contexto, incluyendo el canal de expresión (si es hablado, escrito o una combinación
de ambos) y también el modo retórico, lo que se logra por medio del texto en términos
de categorías como persuasivo, expositivo, didáctico y otros por el estilo.
Halliday señala que un modelo del lenguaje de esta clase puede relacionarse “naturalmente”
con la organización del contexto: el significado ideativo se utiliza para construir el campo (la
acción social), el significado interpersonal se usa para negociar el tenor (la estructura de roles)
y el significado textual se emplea para desarrollar el modo (la organización simbólica).
METAFUNCION REGISTRO
organización del lenguaje Organización del contexto
Significado interpersonal Tenor
(recursos de interacción) (estructura de roles)
Significado ideativo Campo
(recursos para construir contenido) (acción social)
Significado textual Modo
(recursos para organizar textos) (organización simbólica)
La concepción de Halliday sobre el registro pone énfasis en los lazos sistemáticos entre la
organización de la lengua y la organización del contexto. La relación entre los componentes del
lenguaje (metafunciones) y las variables del contexto (campo, tenor y modo) se denomina
<realización>. Si se hace una lectura desde la perspectiva del contexto, la realización hace
referencia a la manera en la que diferentes tipos de campos, tenores y modos condicionan el
significado ideativo, interpersonal y textual; vista desde la perspectiva del lenguaje, la
realización se refiere al modo como distintas elecciones ideativas, interpersonales y textuales
construyen diferentes tipos de campos, tenores y modos.
Martin y colegas sugieren que se necesitan dos capas de contexto: existiría un nuevo nivel de
genero postulado por encima y más allá de las variables de registro de campo, de modo y
tenor descriptas anteriormente. En este nivel, el análisis se concentro en explicitar qué
combinaciones de campo, tenor y modo son posibles en una cultura, y la manera como estas
se proyectan como procesos sociales organizados en etapas y orientados hacia metas.
Le Guern publica un trabajo cuya hipótesis sostiene que en la metáfora ocurre una alteración
de la organización sémica del lexema. Específicamente, la metáfora se explica por la supresión
o suspensión momentánea de una parte de los semas constitutivos del lexema empleado.
De esta descripción del fenómeno metafórico, años más tarde Le Guern se propone explicar el
valor argumentativo de las metáforas. El punto de partida de Le Guern es para él una
comprobación evidente en la vida cotidiana: la fuerza argumentativa de un lexema es superior
en los empleos metafóricos que en los literales.
Los semas que se conservan en el uso metafórico producen mas efecto cuando son los únicos
que se seleccionan y se mantienen, a diferencia de cuando están insertos en la constelación
sémica correspondiente al empleo literal del lexema.
El autor destaca que las metáforas que conllevan un juicio de valor ejercen sobre el
destinatario del discurso una presión mas fuerte de la que ejercería el mismo juicio de valor
expresado en términos literales. Esta presión, según Le Guern, se debe a que es más difícil
refutar un término metafórico que uno literal.
El autor observa que en la metáfora argumentativa la selección sémica no debe dar lugar a
dudas, el destinatario debe poder llegar a ella fácilmente, ya que de otro modo no cumpliría su
función, que es persuadir. Sostiene que mientras la metáfora poética necesita de un arduo
trabajo interpretativo por parte del lector, la metáfora argumentativa debe darse los medios
para que este no lo necesite.
Angenot reclama acercar esta dimensión de análisis a los estudios discursivos, pero advierte
que mientras para Aristóteles la tópica era universal, hoy es necesario considerar su relatividad
histórica y social, ya que en los discursos sociales operan diversos sistemas ideológicos, cada
uno de los cuales se articula en torno a máximas tópicas diferentes, que le otorgan coherencia
y autoridad. Angenot propone llamar al “lugar común” de la antigua retórica “ideologema”:
máxima ideológica que subyace a un enunciado. Estas máximas están ausentes del discurso
mismo, porque no requieren demostración, pero son un componente activo, que circunscribe
un campo de validez.
Así, el análisis del nivel tópico, para Angenot, consiste en identificar esa “estructura profunda”
ideológica (los ideologemas) sobre la que se apoya el enunciado, cuyas “modulaciones de
superficie” dejan ver la configuración ideológica del discurso y su rol sociocultural. Utiliza el
término “retórica” para designar la materialidad discursiva de superficie, en la que es posible
identificar los rasgo que caracterizan al discurso. En este marco conceptual, Angenot analiza
las figuras y en particular la metáfora:
“Las figuras y los rasgos del discurso son síntomas que convergen en el conjunto discursivo de
un proyecto ideológico general (…) todo discurso tiene margas ideológicas que se apoyan en
una base tópica: una metáfora puede ser tan política como un postulado explicito.”
En el género panfleto la metáfora aparece orientada hacia la función polémica y analiza los
modos a través de los cuales se emplea la metáfora polémica.
En primer lugar, señala rasgos negativos de este tipo de metáforas y riesgos que implica su
uso. Por un lado, la abundancia de metáforas estereotipadas en el discurso polémico. En la
medida en que toda ideología está constituida, en parte, por una fraseología que recurre a
imágenes que reitera una y otra vez, esto repercute en la metaforización, cuya expresividad se
ve desgastada de tanto emplearla.
Por otro lado, destaca las dificultades interpretativas que esto implica. Sostiene que la
metáfora, para ser interpretada requiere que el lector establezca una serie de homologías
implícitas, lo cual, en algunos casos, puede tornarla oscura y por lo tanto hacer que no cumpla
la función que debería.
Las metáforas que transponen un objeto concreto en un contexto abstracto son de lectura más
fácil y de una eficacia polémica más inmediata.
Angenot destaca que en un escrito polémico la metáfora no puede ser estimada solamente
con los criterios de la inteligibilidad analógica, sino que, como parte de un discurso ideológico,
hay que contemplar en ella las prolongaciones alusivas que sugiere. Y agrega que la fuerza
polémica de la metáfora esta determinada, muchas veces, por el carácter chocante y
desagradable que esta introduce, el cual produce un efecto perturbador y hasta de ruptura de
tono.
Uno de los objetivos del análisis del discurso – que, como dijimos enmarca la investigación de
Angenot – es identificar en el enunciado las huellas del espacio social e ideológico desde el que
este fue enunciado para poder apreciar su pertenencia a una tradición discursiva y evaluar su
relación con el discurso dominante. En este sentido, para Angenot, la metáfora es un síntoma
que se hace presente en la superficie del discurso y que devela uno o más ideologías, que
como vimos, están implícitos, pero conforman el sistema ideológico en el que se apoya el
enunciado.
LAS METÁFORAS
Hay expresiones tan comunes en nuestra vida cotidiana que difícilmente las percibimos como
metáforas. Según la teoría clásica de la metáfora, de hecho, no lo son. Se trata, en todo caso,
de metáforas muertas, es decir, expresiones que alguna vez fueron metafóricas, pero con el
tiempo se volvieron convencionales y adquirieron un significado propio.
Sin embargo, a diferencia de la teoría clásica de la metáfora, Lakoff y Johnson sostienen, desde
la semántica cognitiva, que estas expresiones, lejos de ser metáforas muertas, provienen de
conceptos metafóricos sistemáticos que rigen nuestras acciones y pensamientos de todos los
días. Es decir, están vivas porque vivimos a través de ellas, más allá de que su utilización con
un significado distinto del que expresaban originalmente esté establecida convencionalmente
en nuestro léxico.
El hecho de que las expresiones metafóricas formen parte de nuestro lenguaje cotidiano no las
hace menos vivas. Por el contrario, están vivas porque derivan de conceptos metafóricos que
usamos en nuestras acciones y pensamientos diarios. Además, al ser reflejo de conceptos
metafóricos sistemáticos, son ellas mismas sistemáticas y se relacionan con estos de una
manera sistemática, lo que las convierte en una herramienta importante para conocer nuestro
sistema conceptual. En este sentido sostenemos que estudiar las metáforas que usamos al
hablar sobre ciertos temas puede ser una vía de acceso a las representaciones sociales que
tenemos de esos temas. Y esto es importante porque nuestras representaciones de las
entidades y eventos del mundo no son permanentes, sino que cambian a lo largo de la historia
e incluso varían en un mismo momento de persona a persona, aunque no todas esté activas en
el mismo tiempo ni con el mismo nivel de actividad.
Al igual que nuestras representaciones, las metáforas por medio de las cuales entendemos y
experimentamos las cosas varian o pueden hacerlo de una cultura a la otra. Abordarlas como
objeto de estudio es relevante porque su uso inconsciente naturaliza algo que en realidad es
social, cultural.
Utilizar las mismas metáforas para hablar de determinado tema no implica necesariamente
construir las mismas representaciones. Al usar una metáfora conceptual estamos
estructurando parcialmente un concepto en términos de otro, estamos tomando
determinados aspectos de la estructura de un concepto y los estamos añadiendo a la
estructura de otro. Sin embargo, las expresiones metafóricas que efectivamente empleamos
de esa metáfora conceptual pueden producir efectos de fondo/foco diferentes, esto es,
resaltar algunos de esos aspectos que tomamos prestados y relegar otros. Por eso, además de
analizar las metáforas que usamos es importante ver cómo las usamos y con qué otras
metáforas se relacionan a la hora de estudiar de qué manera se manifiestan la ideología y las
diferencias ideológicas en el lenguaje.
ESTEREOTIPOS
Esta reflexión pionera dio lugar rápidamente a una cantidad de trabajos, principalmente de
psicología social, que intentaron delimitar con mayor precisión esa noción ambigua. En un
primer momento, contrariamente a la dirección de Lippmann, los psicólogos sociales
norteamericanos insistieron en el carácter reductor y nocivo de los estereotipos. Los ubicaron
bajo una mirada peyorativa, siendo fieles a la acepción común del término. En la medida en la
que el estereotipo responde al proceso de categorización y de generalización, simplifica y
recorta lo real. Entonces puede provocar una visión esquemática y deformada del otro que
conlleva prejuicios.
El término “cliché” que aparece en algunas definiciones como sinónimo de estereotipo, no se
va a retener en la práctica. Las insuficiencias del estereotipo son las que se ponen en principio
en evidencia: el estereotipo es mas simple que complejo y diferenciado, más erróneo que
correcto, adquirido de segunda mano mas que por una experiencia directa con la realidad que
debería representar. Además, se resiste al cambio. Desde los años ’50, muchos psicólogos
sociales norteamericanos, o inspirados en las investigaciones norteamericanas, cuestionaron
los criterios de desvalorización del estereotipo. Sin lugar a dudas constituye un juicio no crítico,
un saber de segunda mano, pero lo mismo sucede con una gran porción de nuestros
conocimientos y creencias. El estereotipo está cristalizado y es rígido, pero la mayoría de los
conceptos y creencias compartidas también dan muestras de una gran estabilidad que les
impide ser fácilmente modificadas. El estereotipo esquematiza y categoriza, pero esos
procedimientos son indispensables para la cognición, aun cuando conduzcan a una
simplificación y una generalización a veces excesivas. Necesitamos relacionar aquello que
vemos a modelos preexistentes para poder comprender el mundo, realizar previsiones y
regular nuestras conductas.
Ya sea tomándolo en un sentido peyorativo o neutro, las ciencias sociales hacen del
estereotipo un concepto bien definido que permite analizar la relación del individuo con el
otro y consigo mismo, o las relaciones entre grupos y sus miembros individuales.
El chiclé emerge a la superficie del discurso bajo la forma de una expresión hecha
inmediatamente reconocible. El estereotipo, por el contrario, no siempre se deja detectar en la
superficie del texto.
PRAGMÁTICA
En lo que tiene que ver con su origen, es importante considerar la pragmática como uno de los
tres estudios que fueron identificados por el filósofo norteamericano Morris. De acuerdo con
esta corriente de pensamiento, la pragmática es el estudio de los signos (y de los sistemas de
signos) en relación con sus usuarios; en tanto que la semántica es el estudio de los signos en
relación con sus designata (a lo que refieren) y la sintaxis el estudio de los signos en relación
con otros signos.
- J.L. Austin
Austin negaba que ciertas oraciones pudieran ser verdaderas o falsas y sostenía que su
naturaleza era performativa, porque su significado se debía identificar con la ejecución
de una acción. Por ejemplo, al decir “renuncio” una persona de hecho está
renunciando.
Además de su forma declarativa, los verbos performativos tienen características
sintácticas bien definidas. Pero la investigación de Austin lo llevo a concluir que no solo
los performativos sino todos los enunciados comparten la naturaleza de las acciones.
Enfocar el significado de manera que los fenómenos lingüísticos se consideren
básicamente acciones tiene una ventaja frente a los enfoques veritativos porque nos
invita a superar el limitado interés de la lógica tradicional en el significado declarativo
o proposicional. Austin aseguró que el mismo enunciado realiza tres tipos de actos a la
vez:
ACTO LOCUCIONARIO (o locución): acto de enunciar una expresión con determinado
sentido y referencia
ACTO ILOCUCIONARIO (o ilocución): acto realizado en virtud de la realización de la
locución.
ACTO PERLOCUCIONARIO (o perlocución) acto realizado por medio de lo que se
dice.
Austin se ocupo del segundo tipo de acto.
Lo que queremos comunicar cuando hablamos puede ser mas de lo que decimos. Lo
que decimos está determinado por las condiciones de verdad de nuestro enunciado.
Lo que queremos comunicar con lo que decimos depende del contenido de lo dicho y
de otro tipo de factores. Una de las tendencias mas importantes de la pragmática es la
que estudia la relación entre lo dicho y lo comunicado por implicación.
En el modelo de Grice, las implicaturas deben definirse y explicarse de acuerdo con los
principios que organizan la conversación. Él las clasifica en dos clases, una de las
cuales, a su vez posee subclasificaciones:
EJEMPLOS:
- Obediencia a las máximas:
Supongamos que me doy cuenta antes de ir a clase que se me ha aflojado un botón y
lo comento con la secretaria. A lo cual ella me dice “yo tengo aguja e hilo”. Entiendo
que me los está ofreciendo, pues no sería cooperativo ni racional mencionar los
elementos para no ofrecérmelos.
- Violación aparente:
A veces el hablante parece violar las máximas, lo que puede dar lugar a implicaturas, si
el oyente cree, como es normal, que el hablante obedece las máximas o al menos
respeta el principio de cooperación. Grice da el ejemplo de una carta de
recomendación que tiene menos información de la requerida sobre el recomendado:
un profesor de filosofía escribe una carta de recomendación para su alumno que aspita
ingresar en un programa doctoral. En la misma dice “El Sr. X asiste siempre a clase,
hace puntualmente todos sus trabajos y se expresa con propiedad”.
La carta da menos información de la esperada ya que no se refiere al talento del
alumno para la disciplina en cuestión. El destinatario sacara la implicatura de que el
señor X no tiene talento filosófico, porque de lo contrario tendría que pensar que el
autor de la carta no quiere cooperar y esto es improbable ya que se ha molestado en
escribir la misiva.
- Choque entre máximas:
A veces no podemos dar una información sin mentir porque no la sabemos, y por lo
tanto damos información aproximada, violando la máxima de cantidad para no violar
la de calidad. Por ejemplo, si me preguntan donde está la biblioteca y no lo sé con
exactitud podría decir “queda mas al sur, pasando el parque”. El oyente al recibir esta
información insuficiente puede pensar que no quiero cooperar o, mas probablemente,
sacar la conclusión de que eso es todo lo que se sobre el asunto.
- Violación ostentosa:
Finalmente, podemos sacar implicaturas si advertimos que el interlocutor está
violando las máximas con deliberación. Por ejemplo, si un niño le pregunta a su madre
por decima vez “¿Cuándo comemos mamá?”, la madre puede contestar “Cuando esta
señora que ahora está escribiendo termine de hacer su trabajo, se levante de esta silla,
se vaya a la cocina y se ponga a calentar la cena”. La prolijidad de la respuesta, en
abierta violación de una de las submáximas de manera, tiene por misión que el niño
infiera la actitud de la madre ante su insistencia.
Las normas que regulan el intercambio comunicativo no son distintas de aquellas que
operan en todos los otros tipos de actividad cooperativa: la de hablar se configura
entonces como una más de las acciones del hombre. Por eso se considera que,
mientras no se demuestre lo contrario, el principio de cooperación y las máximas están
siendo observados por todos los participantes en el dialogo. Y cuando aparentemente
esto no es así con respecto a solo una de las máximas, opera otra estrategia que trata
de restituir su cumplimiento, reinterpretando lo dicho, de tal manera que se obtiene,
por medio de una implicatura conversacional, un nuevo contenido significativo no
contradictorio con el principio de cooperación.
De este modo, la noción de implicatura permite cubrir la distancia que separa lo que se
dice y lo que efectivamente se comunica (es decir explicación tipo de significado del
que la semántica no puede dar cuenta. Y, gracias a ello, permite también simplificar las
descripciones semánticas y sintácticas, asignando a los elementos léxicos significados
unitarios y estables.
- Presuposición
La presuposición es otro tema que ocupó un papel preponderante a principios de los
años sesenta. El origen del estudio de la presuposición se remonta a otro filosofo,
Strawson, que recogió un concepto propuesto en el siglo anterior. Una vez más el
asunto empezó como un problema de semántica lógica basada en valores de verdad.
Al hacer una afirmación como: “el rey de Francia es sabio” parece que damos por
descontado la verdad de “hay un rey en Francia en la actualidad”. Pero cuando
negamos la primera afirmación no necesariamente negamos la segunda. Esto quiere
decir que la principal característica que define la presuposición es que no se ve
afectada por la negación de la oración matriz
Los signos son un fenómeno social y por eso sirven como instrumento de comunicación.
En primer lugar, el signo ofrece datos sobre la realidad representada, es un elemento que esta
en lugar de otra cosa y que la designa. Los datos que entrega el signo son ante todo la imagen
reproducida en la mente. Esa imagen mental es solo una copia con algunas características. En
segundo lugar, el signo es una interpretación de la realidad representada.
El signo es siempre una hermenéutica, es decir, la interpretación de algún sentido que tiene la
realidad conocida. Cada vez que pensamos o imaginamos alguna realidad, hacemos una
reproducción mental de la misma, pero bajo el aspecto o forma en que nuestra mente la
percibe y, por lo tanto, interpretamos las informaciones recibidas. La percepción del ser inicia
nuestro dialogo con las cosas y los signos son un modo de apropiare y de interpretar el mundo.
Llegamos a la definición clásica del signo: algo que está en lugar de otra cosa. Y aparece así, su
dimensión relacional: un objeto presente se relaciona con otro que está ausente. Esa relacion,
sin embargo, requiere de alguien que perciba la línea de conexión entre los dos objetos, es
decir, alguien que actualice la realidad del signo.
A menudo, los signos instauran una red de sentidos que va más allá del simple “reemplazar
cosas”, porque la semiosis es un fenómeno social y los signos se mueven en el interior de
contextos, donde existe una constante y compleja interacción comunicativa. Los signos, pues,
no son entes abstractos, sino elementos de uso vital, sometidos a continuos reconocimientos.
Para Saussure el signo es una unidad lingüística que tiene dos caras:
- Una sensible, llamada significante. Puede ser acústica o bien visual, pero es siempre
algo material
- Otra inmaterial, la idea o concepto evocado en nuestra mente, a la cual denomina
significado.
El signo, además, hace referencia a alguna cosa, y a esa realidad, Saussure la denomina
realidad referencial; es el objeto, la cosa o el fenómeno al cual se alude mediante el signo.
Saussure piensa que el referente no integra la estructura del signo y que este solo posee una
semblanza diádica.
Saussure sostiene que en los códigos lingüísticos la relación entre le significante y el significado
es arbitraria, porque no esta motivada por el objeto al cual se refiere, sino que está fundada en
el consenso social por el cual los grupos humanos deciden asumir esa asociación.
Por sí solo, un signo no tiene valor, es necesario juzgarlo dentro del sistema o estructura que
es la lengua. Allí entra en relación con otros signos y se vincula con los demás elementos de
todo el sistema lingüístico.
Este pensador fue uno de los principales exponentes del pragmatismo filosófico del siglo XIX
en EEUU. Seguidor de la tradición filosófica realista, Peirce afirma la dimensión teórico-
cognitiva del actuar humano y sostiene que nos movemos en nuestro entorno guiados por
creencias del tipo existencial y pragmático. El rol del pensamiento es organizar y transformar el
campo de la experiencia, para coordinar las acciones humanas. Se trata de un pensamiento
pragmático destinado a captar los efectos y los significados prácticos que puede tener un
conocimiento en el obrar del individuo.
En este contexto se ubica su teoría del significado de los entes. Para Peirce, el significado esta
en el pensamiento, pero no en forma pasiva, como una imagen en el espejo, sino activamente,
como una acción por la cual organizamos y transformamos los campos de la experiencia en
vista a intervenir en el mundo, a realizar un proyecto o a llevar a cabo algún tipo de acción o
comportamiento. Entonces el significado de algo se configura como el conjunto de
implicancias prácticas que el objeto posee para algún sujeto. Conocer quiere decir captar esas
implicancias y, por lo tanto, su significado.
Esta concepción de los efectos del conocimiento determinara su original modo de considerar
también el operar de los signos. Para Peirce el signo es algo que, bajo cierto aspecto,
representa alguna cosa para alguien. Esto significa, en el fondo, que el signo posee una
composición triádica, y en ese cuerpo emergen y se hacen presentes sus tres elementos
formales. Sin embargo, el signo no es un ente aislado. Su composición triádica se inserta en el
conjunto de ideas semióticas de Peirce y, para comprenderlo en forma adecuada, hay que
ubicarlo en el marco global de su filosofía. En ella, el soporte teórico consiste en una
clasificación fenomenológica de toda la realidad en tres categorías fundamentales:
En este universo lógico, es claro que también el signo deba asumir la modalidad triádica, por
ello sus elementos son:
El REPRESENTAMEN: es lo que funciona como signo para que alguien lo perciba, o sea,
la cosa que funge de signo, el signo mismo como tal, por ejemplo, las palabras de un
idioma. El representamen está siempre en lugar de otra cosa, es el sustentador o
portador de esa cosa para los que han de verla o considerarla en el signo
El INTERPRETANTE: es la idea del representamen en la mente del que percibe el signo.
Es un efecto mental causado por el signo apenas se inicia el proceso de semiosis a
través del representamen. En definitiva, el interpretante es otra representación
referida al objeto signo, es un significado de los significantes.
El OBJETO: es aquello a lo que alude el representamen. Dice Peirce: “este signo está en
lugar de algo, su objeto”, esto es, aquello al que el signo esta referido. Nuevamente,
hay que recordar que el objeto (igual que el referente) no necesariamente es una cosa
concreta, puede tratarse de ideas, de relaciones o de entes imaginarios o ficticios.
El objeto exterior al signo se llama objeto dinámico y el objeto captado en el interior del
mismo signo es llamado signo inmediato.
Peirce define el signo no en relación con el significado de la cosa, sino remitiéndolo a otro
signo, generándose de ese modo una semiosis infinita, porque el interpretante de una cosa se
convierte a la vez en un signo y si ad infinitum. Cualquier representación sígnica no es otra
cosa que otra representación.
3) Resumen
signo es todo lo que está en lugar de otra cosa y la significa; es la marca sensible de una
intención de comunicar un sentido. Se origina de la situación presencia-ausencia, esto es,
presencia del signo y ausencia del objeto que denota.
El signo tiene una composición ternaria, cuyos elementos han recibido diferentes nombres.
ESQUEMA:
Los signos van dirigidos a destinatarios que los reconocen e interpretan. Los perceptores
hacen una lectura denotativa y connotativa de los signos su comprensión exige el
conocimiento de algún tipo de código, o sea, de algún sistema de reglas que rige la estructura
de los signos.
En este esquema se deben precisar un poco mas las nociones de significado y de referente.
El signo es siempre institucional, en este sentido solo existe para un grupo limitado de
usuarios. Tal grupo puede reducirse a una sola persona. pero fuera de una sociedad, por mas
reducida que esta sea, los signos no existen. No es justo decir que el humo es el signo natural
del fuego, es una consecuencia o un componente del mismo. Solo una comunidad de usuarios
puede instituirlo como signo.
El significado de un signo es una unidad cultural definida en un campo semántico dado por
oposición a otras unidades culturales. En consecuencia, el signo abarca las diversas facetas de
la cultura y contexto donde se utiliza. Su propósito es manifestar e indicar una unidad cultural.
Dentro de la cadena de unidades culturales se producen continuas interpretaciones de signos
por inferencia de otros. Esto es lo que origina la semiosis ilimitada.
Estas funciones, en la práctica, están presentes simultáneamente en los diversos usos del
lenguaje. Sin embargo, solo una o dos suelen tener preponderancia sobre las demás, según el
tipo de comunicación de que se trate.
Este lingüista alemán parte del concepto de Platón según el cual el lenguaje es un instrumento
para comunicar entre si a dos individuos dispuestos a hablar sobre alguna cosa. Bühler opino
que en esta formula se evidencian tres elementos básicos de un esquema de comunicación:
alguien que habla para comunicar algo a otra persona que recibe el mensaje emitido.
A partir de este esquema establece las tres funciones fundamentales del lenguaje:
El proceso y recorrido generativo de los signos va unido a las funciones que la gente les asigna
al interior de los discursos y en relación con los contextos de uso. Generalmente los niveles y
las funciones que los signos asumen se entrecruzan y se mezclan con otros.
Aproximadamente en las ultimas dos décadas, ese sentido común ha estado sufriendo el
sostenido ataque de dos sectores, uno teórico y otro empírico. El primero tiene su origen en el
amplio campo de la postmodernidad (Derrida y Kristeva, por ej.). El segundo ataque procede
de las practicas comunicativas cotidianas; sencillamente ocurre que el paisaje comunicativo y
representativo, el paisaje semiótico, ha cambiado de modo sustancial durante los últimos
cuarenta años en los llamados países desarrollados. Lo visual es ahora mucho mas prominente
como forma de comunicación de lo que fe durante tantos siglos. Este cambio esta produciendo
efectos en las formas y características de los textos. En el nuevo paisaje, no solo la lengua
escrita esta menos en el centro y es menos importante como medio de comunicación: el
cambio esta produciendo textos que son fuertemente multimodales. Es decir, los productores
de textos hacen un uso cada vez mas mayor y mas deliberado de una gama de modos de
representación y comunicación que coexisten dentro de un texto dado.
Estos requisitos corresponden estrechamente a alas tres metafunciones del lenguaje según
Halliday: interpersonal, ideativa y textual. Partimos del supuesto de que las categorías de
Halliday pueden emplearse como categorías abstractas y generales aplicables a toda la
semiosis social humana y no solo específicamente al lenguaje.
un conjunto de modos semióticos está siempre involucrado en toda producción o lectura de
textos
es preciso comprender la manera de leer esos textos como textos coherentes en sí mismos
Es menester considerar estos tres supuestos junto con varios principios más del análisis
semiótico-social de textos multimodales:
tanto los productores como los lectores tienen poder en relación con los textos
los escritores y los lectores producen signos complejos que surgen del interés del productor
del texto
el interés describe la convergencia de un complejo conjunto de factores: historias sociales y
culturales, contextos sociales actuales, incluso estimaciones del productor de los signos acerca
del entorno comunicativo
el interés en representaciones aptas y en una comunicación efectiva significa que los
productores de signos eligen significaciones apropiadas para expresar significados, de manera
que la relación entre significante y significado no es arbitraria sino motivada.
MARCO DE ANALISIS
Nuestro supuesto es que cada modo semiótico tiene la potencialidad pare representar y
comunicar significaciones, es decir, para formar signos motivados en relación con las tres
tareas comunicativas ya mencionadas.
En lo referente a la tarea de elaborar textos coherentes, señalamos aquí cierto empleo del
espacio visual que asocia significaciones regulares a partes de ese espacio. En relación con la
“pagina” en las sociedades occidentales alfabetizadas, en la que existe una dirección de lectura
de izquierda a derecha y de arriba hacia abajo, postulamos una distinción de izquierda-derecha
y de abajo-arriba, de suerte que pueden formarse cuatro cuadrantes.
También hay imágenes que no representa (inter)acciones, sino mas bien estados de cosas. La
imagen de un explorador de la Antártida que figura en un libro de texto muestra de forma
esquemática lo que el hombre necesita llevar puesto: capucha de pieles, gruesos guantes,
chaqueta forrada en pieles, botas, etc.
En lo que se refiere a la tarea de representar y comunicar acerca de las relaciones sociales del
espectador de la imagen con la imagen misma, suponemos la utilización de elementos visuales
que indican un conjunto de relaciones sociales que se juzgan significativas en una determinada
sociedad. Por ejemplo, las indicaciones de distancia social pueden codificarse por el tamaño
del elemento representado o por su distancia respecto del espectador; las relaciones
actitudinales pueden codificarse por la posición lateral del espectador en relación con un
elemento (por ejemplo “de frente”, “al costado de”, “desde el margen”). Las relaciones de
poder se codifican mediante la posición del espectador en una relación vertical con el objeto:
si el objeto es mas poderoso que nosotros, lo miramos dirigiendo la vista hacia arriba, si es
menos poderoso que nosotros, lo miramos hacia abajo y así sucesivamente.