Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Mi abuelo
disfrutaba
de la comida abundante
de tocar la mandolina
de las conversaciones
y del amor.
Fui el varón
con el que soñaba
después de cuatro hijas.
Paseábamos en su camioneta
me preparaba picadas
con mucho salame
-yo amaba el salame-
y me contaba cientos de veces
las mismas historias.
Era un tipo gracioso
pícaro
gordo.
Con el tiempo me enteré
además
que era mujeriego.
Una vez
según le contó a mi viejo
y mi viejo me contó a mí
estuvo hablando con una señora
desconocida
durante un viaje en tren
y le propuso
sin vueltas
que fueran a un hotel.
Ella le dijo que sí
y en Constitución
cuando se levantó
mi abuelo comprobó que
la señora era renga.
Igual le hice el favor,
fue lo que le dijo a mi viejo
y mi viejo me lo dijo a mí.
Mi abuela nunca se enteró
de estas cosas
él llegaba del trabajo
le daba de comer en la boca
y la llevaba a la cama
abrazándola.
El tío Chicho
era tío de mi mamá.
Murió a los ochenta y pico
viudo.
Perdía y ganaba propiedades
al póker
prestaba plata
y llevaba a remate
a los que no le podían pagar.
Siempre atendió su carnicería
turnándose con el hijo.
Siempre atendió su carnicería
turnándose con el hijo
que además de los cortes
de carne y de pollo
vendía cocaína
cuando el padre no estaba.
Según papá
Fosforito lo fue a ver
hace algunos años
y le dijo
Roberto:
Anita está embarazada
pero yo no la toqué.
¿Y quién fue? ¿El espíritu santo?,
respondió papá.
Fosforito se rió y le dijo
estábamos chapando
y no sé cómo pasó.
Entonces papá
convenció a mi abuelo
de que ya era el momento
después de tres meses
de noviazgo
y pidieron fecha
en el civil y en la iglesia.
Que rápido quedó embarazada
la nena,
dijo mi abuela.
Mi tía murió joven
era medio tartamuda
pero cuando rezaba
no se le notaba.
Llegó a pastora evangelista.
Cuando llegamos
papá se fue a fumar
mirando el río.
Los tres más viejos:
el abuelo
el tío Chicho
y su hermano,
se acomodaron
en los colchones
para descansar unas horas
antes del desayuno.
Los tíos se perdieron por ahí
ya tenían todo listo
para empezar el día
pescando.
Supongo que serían
las cinco
o las seis
de la mañana.
Yo elegí uno de los libros
que había llevado
y me instalé
debajo de un árbol
con la intención de pasarme
la mañana leyendo
pero mucho no leí.
Para el truco
las parejas se armaron
de un modo
espontáneo:
mi viejo y yo
tío Felipe y tío Luis.
Fosforito
que se quedó suelto
le preguntó al tío Chicho
si podían jugar juntos.
Si no hay más remedio,
dijo Chicho
y tiramos los reyes.
El primer rey me tocó a mí
ya estábamos adentro
el segundo le tocó
al tío Luis,
que se pasó las manos
por el pelo
aplastándolo.
Mavaffanculo,
dijo Chicho.