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JESUS SANA A UN LEPROSO MATEO 8:1-4 REFLEXIÓN Cápsulas Para el Alma

La gente que escucho a Jesús quedo maravillada de sus palabras y de la doctrina poderosa que les traía,
él les enseñaba de una forma distinta y alentadora, por eso cuando descendió Jesús del monte, le
seguían mucha gente. Cristo se había manifestado a sus corazones y no podían anhelar otra cosa que
recibir más de su conocimiento.

Que hermoso es ver a las personas disponerse a Cristo.! Son muy pocos los que le siguen de cerca, pero
quienes vienen sinceramente a él nunca se cansarán, de escucharle, de amarle y servirle. Ahora viene el
relato del leproso, que muy humildemente viene a él y pide que le sane. La biblia dice, que cuando vio a
Jesús, se postró con el rostro en la tierra y le rogó, diciendo: Señor, si quieres, puedes limpiarme. Este
leproso no tenía duda del poder de Cristo cuando le pregunto; Señor, si quieres, puedes limpiarme, al
contrario estaba echando su situación y enfermedad a su voluntad.

Es lindo cuando a pesar de nuestras situaciones, confiamos en el Poder de Dios, es admirable cuando
depositamos nuestra confianza en él, y mayor aun cuando dejamos nuestra vida en su voluntad.

Este leprosa sabia con toda certeza que la voluntad de Dios, siempre era buena, agradable y perfecta y
por eso no dudo en rogarle con su rodilla en el suelo, Señor si quieres, puedes ayudarme.

Examinemos por un pequeño momento la situación de este leproso: la lepra en tiempo de Jesús, como
lo es muchas enfermedades incurables en el dia de hoy, era una enfermedad temida, porque no tenía
cura.

Una persona con lepra era tratada discriminatoriamente, porque la gente de aquel tiempo pensaba que
era contagiosa. Si alguien era declarado leproso lo alejaban de su familia y hasta de su ciudad. Le
enviaban a un sitio alejado destinado para la comunidad de leprosos hasta que se recuperara o muriera.

Esta enfermedad afectaba principalmente la piel y los nervios, les provocaba daños progresivos y
permanentes en el cuerpo, las manos, los pies y los ojos, generando parálisis y hasta discapacidades.

En otras palabras, era un enfermedad triste y dolorosa porque se deterioraba lentamente todo el cuerpo
tanto interna como externamente.

En la cultura judía la lepra era considerada una señal del desagrado de Dios por un hombre, pero vemos
en el evangelio que Jesús extendió su mano le toco sin pensarlo dos veces y le mostró su deseo de
sanarle y limpiarle.
Cristo vino a librarnos de la ira de Dios que pesaba sobre el hombre y lo demostró al perdonar y sanar a
este leproso.

El pecado al igual que la lepra, nos enferma, nos contamina y nos degrada, Dios nos da un ejemplo de su
amor en Cristo en la sanidad de este leproso, el vino a darle sentido a su vida, el propósito de Cristo era
darle una solución directa de su enfermedad.

Dios nos limpia de la contaminación del pecado, la enfermedad es el fruto de un alma en desorden, la
impureza en si misma trae enfermedades y solo el toque sanador de Cristo puede milagrosamente poner
a un lado nuestros pecados y restaurarnos para poder vivir en plenitud.

Jesús el medico por excelencia opero en la vida del leproso: y al instante su lepra desapareció. La
naturaleza actúa lentamente para sanar, pero el Dios Poderoso actúa instantáneamente, en cuanto Jesús
hablo ya todo fue hecho.

¿Ahora hermanos que debemos hacer? Nosotros al igual que el leproso, debemos reconocer que no
podemos curarnos nosotros solos, tenemos que recurrir a Cristo y su ayuda salvadora. Es nuestro
momento de venir ante él y decirle Señor dígnate a restaurarme, llevo mucho tiempo de degradarme en
el pecado, necesito que me limpies. Y yo te seguro que él te ayudara extenderá sus manos de amor y tu
vida será cambiada.

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