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LEY 2744-TÍTULO PRELIMINAR

“Principios del Procedimiento Administrativo”


1. Principio de impulso de oficio .- “Las autoridades deben dirigir e impulsar de oficio el
procedimiento y ordenar la realización o práctica de los actos que resulten convenientes para el
esclarecimiento y resolución de las cuestiones necesarias”.

Les corresponde a las autoridades impulsar, dirigir y ordenar cualquier procedimiento


administrativo de acuerdo a su competencia para aclarar cuestiones, aun siendo iniciado
por el administrado, ya que el deber de oficialidad no excluye la posibilidad del impulso
propio, colaboración o gestión en el cuál goza el administrado para el trámite.

El deber de oficialidad es fundamentado cuando es inherente satisfacer el interés público


ya sea de modo directo o indirecto en todo procedimiento administrativo, es decir exigir a
la parte a servir el interés público que estaríamos hablando de la Administración.

La oficialidad impone a los agentes cumplir las siguientes acciones concretas:

 Iniciar el procedimiento.
 Impulsar el avance del procedimiento, solicitando cuantos documentos, informes,
antecedentes, autorizaciones y acuerdos sean necesarios, incluso si fuere contra el
deseo del administrado, cuando sean asuntos de interés público (como, por
ejemplo, en caso de desistimiento y abandono).
 Remover los obstáculos de trámite.
 Instruir y ordenar la prueba.
 Subsanar cualquier error u omisión que advierta en el procedimiento.

Por otro lado la Administración Pública no puede proceder un expediente sin antes
haberlo resuelto o dado de manera expresa o tácita y si es el caso en el que el
procedimiento es concluido de manera atípica, ya sea por abandono o desistimiento, etc.,
se exige la resolución expresa que así lo esté estableciendo como tal.

2. Principio de razonabilidad.- “Las decisiones de la autoridad administrativa, cuando creen


obligaciones, califiquen infracciones, impongan sanciones, o establezcan restricciones a los
administrados, deben adaptarse dentro de los límites de la facultad atribuida y manteniendo la
debida proporción entre los medios a emplear y los fines públicos que deba tutelar, a fin de que
respondan a lo estrictamente necesario para la satisfacción de su cometido”.

Este principio fue concebido por la comisión como una regla especializada para las
decisiones de gravamen sobre los administrados con sus derechos y bienes. Cabe resaltar
que es la autoridad quién tiene competencia fundamental para producir actos de
gravamen contra los administrados, producirla de manera legítima, justa y proporcional.

Para cumplir el principio de razonabilidad se debe cumplir:

 Adoptarse dentro de los límites de la facultad atribuida.


Esto es, cumplir y no desnaturalizar la finalidad para la cual fue acordada la
competencia de emitir el acto de gravamen.
 Mantener la proporción entre los medios y fines.
Quiere decir que la autoridad al decidir el tipo de gravamen a emitir o entre los
diversos grados que una misma sanción puede conllevar, no tiene plena
discrecionalidad para la opción, sino que debe optar por aquella que sea
proporcional a la finalidad perseguida por la norma legal.

3. Principio de predictibilidad.- La autoridad administrativa deberá brindar a los administrados


o sus representantes información veraz, completa y confiable sobre cada trámite, de modo tal que
a su inicio, el administrado pueda tener una conciencia bastante certera de cuál será el resultado
final que se obtendrá.

El principio de predictibilidad se encuentra relacionado con la doctrina de los actos


propios, que se fundamenta principalmente en las exigencias del principio general de la
buena fe, estableciéndose que es una obligación de las partes de una relación jurídica el
conducirse con lealtad, rectitud, y coherencia en su comportamiento, a fin de proteger la
confianza, regularidad y confiabilidad que deben imperar en el tráfico jurídico.

En otras síntesis, la administración se encuentra ligada a actuar de buena fe y conducirse


de forma regular, confiable, de forma tal que se permita la predictibilidad de las
decisiones, es decir, que las decisiones que emiten los órganos en cada caso concreto
pueda anunciar a los ciudadanos, de modo definitivo, cómo se materializan los derechos,
obligaciones o permisiones en las normas jurídicas.

4. Principio de legalidad.- Las autoridades administrativas deben actuar con respeto a la


Constitución, la ley y al derecho, dentro de las facultades que le estén atribuidas y de acuerdo con
los fines para los que les fueron conferidas.

Las autoridades administrativas deben proceder con respeto a la Constitución, a la Ley, y


al Derecho, dentro de las facultades que le estén atribuidas y de acuerdo a los fines para
los que les fueron conferidas. Ello se condice con lo que prescribe el artículo 2°, inciso
24.a. de la Constitución Política del Perú, que señala que nadie es obligado a hacer lo que
la ley no manda, ni impedido de hacer lo que ella no prohíbe, principio que emana de la
libertad de la persona. Tal como señala Dromi en el principio de legalidad es la columna
vertebral de la actuación administrativa, e implica necesariamente que:

a) Toda la actuación administrativa deba sustentarse en normas jurídicas,


cualquiera que fuera su fuente.

b) Debe respetarse la jerarquía normativa, a fin de preservar el normal


desenvolvimiento del orden jurídico.

c) Todo acto de la administración debe encontrar su justificación en preceptos


legales y hechos, conductas, y circunstancias que lo causen.

d) Subordinación del ordenamiento jurídico al orden político fundamental


plasmado en la Constitución.

Lo expuesto nos lleva a concluir, que el Principio de Legalidad es el principio de mayor


importancia dentro del ámbito del Derecho Administrativo. Ello se deduce asimismo de la
voluntad del legislador de la Ley 27444, ya que en este caso éste ha colocado el principio
de legalidad en primer término dentro de la lista de dieciséis Principios del Procedimiento
Administrativo, observando una técnica legislativa coherente con la importancia del
principio de legalidad en el procedimiento y en el Derecho Administrativo en general.

5. Principio de celeridad.- “Quienes participan en el procedimiento deben ajustar su actuación


de tal modo que se dote al trámite de la máxima dinámica posible, evitando actuaciones
procesales que dificulten su desenvolvimiento o constituyan meros formalismos, a fin de alcanzar
una decisión en tiempo razonable, sin que ello releve a las autoridades del respeto al debido
procedimiento o vulnere el ordenamiento”.

En este principio se establece el trámite administrativo que debe ser dotado de la máxima
dinámica posible, a fin de alcanzar una decisión en un tiempo razonable, sin perjuicio del
respeto al debido procedimiento o al ordenamiento jurídico.

Resaltando también que algunos procedimientos administrativos, el rol de ese principio


resulta más complicado para la Administración, tal es el caso en los procedimientos
administrativos de selección de contratistas del Estado que son denominados proceso de
selección, los cuales se rigen por principios como el de economía, que supone la aplicación
de criterios como la concentración y el de simplicidad.

Agregando en coherencia con el principio de celeridad todos los principios que rigen
contrataciones y adquisiciones del Estado tienen conforme expresa el artículo 3 de la Ley
26850 “Ley de Contrataciones y Adquisiciones del Estado” que tienen por objeto y entre
otros que las entidades obtengan bienes y servicios de forma oportuna.

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