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1. Voces en la niebla
Ante el cada vez más cercano peligro, Guillaume sacó una bolsa pequeña de cuero de
entre sus ropas y se la entregó a Endrina, diciéndole que huyera con ella y que, si ellos
dos morían, que se encargase de entregársela al arzobispo de Compostela. Le dijo que
lo que contenía valía más que una vida. Tras convencerse, por la gran preocupación
mostrada por Guillaume, Endrina huyó monte arriba y se refugió en lo alto de un árbol,
desde el cual visualizaba tanto a los peregrinos como a los ladrones. Éstos estaban
buscando a los primeros para robarles todas sus pertenencias, al haber escuchado que
se encontraban rezagados.
Pronto se encontraron y comenzó la pelea. Henry peleaba como podía contra los dos
ladrones, siendo apoyado en ocasiones por Guillaume. Endrina, sintiéndose impotente
y sufriendo desde la distancia, decidió intentar ayudarles tocando el cuerno de pastor,
para intentar ahuyentar a los ladrones. Pronto apareció el sonido de otro cuerno, que
resultó ser del padre (Pedro de Tabladiello) y el hermano de Endrina (Dimio), haciendo
que los ladrones huyesen definitivamente.
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La familia decidió a acoger en su casa a los recién conocidos peregrinos y ayudarles a
recuperarse, días en los cuales Endrina y Henri se hicieron muy amigos.
Una vez decidida su marcha, y obtenido el permiso de sus padres, Endrina les
comunicó a los dos peregrinos que marcharía con ellos a Compostela. Guillaume no
tuvo nada que objetar, aunque le dijo que no podría pagarle con nada, ya que no
tenían nada de valor. Henri se alegró mucho por la noticia y, metiéndose con ella, le
preguntó qué podría aportar ella durante el camino, a lo que respondió que sabía
hablar multitud de lenguas. Antes de partir, Endrina fue bendecida como peregrina,
mientras recibía los símbolos de su peregrinaje (el bordón y las alforjas) de manos del
abad del monasterio de San Salvador de Ibañeta.
Endrina emprendió el viaje, junto a los peregrinos, con tristeza, pensando en lo que
dejaba atrás. También sus padres quedaron apenados. Ellos, concretamente su padre,
había donado 25 sueldos al monasterio para que los santos protectores del camino
protegiesen a Endrina. Junto a ellos, iban numerosos peregrinos que entonaban unos
cánticos conocidos como el himno de Ultreia o de los peregrinos de Flandes (en latín).
Todos ellos viajaban hacia el mismo lugar: la próxima parada sería el monasterio de
Roncesvalles.
Tras partir de Roncesvalles, e iniciando un camino más difícil y escarpado, Endrina hace
algunos comentarios sobre los peregrinos. Aunque éstos proceden de diferentes
lugares, su destino es el mismo y se apoyan los unos en los otros. También menciona
las diferentes motivaciones de los peregrinos para realizar el camino hacia Santiago de
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Compostela: pedir por un ser querido, expiar una culpa y, especialmente, buscando la
salvación del alma. Se decía: “Quien llega a Compostela tiene el alma salvada”.
Al día siguiente, como estaba previsto, marcharon de Pamplona. Era un día gris y
lluvioso, por lo que Endrina decidió tocar la flauta para amenizar un poco la travesía y
mejorar los ánimos. Más tarde, fray Roderick le pidió que cantase algunas canciones de
su tierra. Tras pedirle a Endrina que descansase la voz, fray Roderick decidió contar él
alguna historia para seguir amenizando el viaje, la de un buen romero que ayudaba a
quien necesitaba y se vio bendicido por el apóstol Santiago (o Saint Yago).
El fraile se cayó al alcanzar lo alto de la sierra, lugar desde el que pudo comprobar que
el séquito del conde no se encontraba cerca. Tras las palabras de tranquilidad de fray
Roderick hacia Guillaume, Endrina comprendió que huían del conde que habían visto el
día anterior, quizás porque éste quisiera robarle la bolsa que Guillaume llevaba
colgada del cuello. Tras respirar tranquilo, Guillaume permitió parar y descansar a los
viajeros.
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para llegar hasta Santiago de Compostela. Varios de ellos se reunían en un único
camino, en Puente la Reina, conocido como el camino francés. Endrina también
aprendió que había otros de menor importancia que unían diferentes puntos de los
reinos de España con Galicia. A la llegada de los peregrinos procedentes de Aragón a
Puente la Reina, salieron a su encuentro posaderos, comerciantes, artesanos y
cambistas, ofreciéndoles todos ellos sus servicios. También aparecieron juglares,
quedando Endrina fascinada al ver a tantas personas diferentes.
Partieron nuevamente los cuatro solos. Endrina estaba preocupada por no ir con un
mayor grupo de romeros, lo que hubiera sido más prudente. A pesar de ello, intentaba
tranquilizarse con la idea de que las órdenes militares guardaban los caminos, incluso
que los reyes cristianos imponían castigos severos a quienes osasen atacar a un
peregrino.
Guillarse y fray Roderick estaban bastante cansado, aún así no querían parar a
descansar. Endrina se ofreció a llevar las alforjas de fray Roderick, pero éste se negó, lo
que hizo a Endrina preguntarse qué misterios ocultaban en ellas. El fraile, que se dio
cuenta de lo que pasaba por la mente de la chica, le contó que llevaba algo de mucho
valor y que, al igual que Guillaume, debería llevarlo a un lugar, concretamente al
monasterio de San Millán, de donde lo había tomado prestado. Igualmente, le dice que
si a él le ocurriese algo, ellos, sus amigos, deberían de completar esta labor.
Finalmente, le confesó que aquel objeto de tan alto valor se trataba de un libro, el
Apocalipsis del Beato de Liébano, que había tomado prestado para que se hiciesen
copias de él en otros monasterios de Francia e Inglaterra.
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muerte cerca, le encomendó al resto de peregrinos la tarea de llevar el libro al
monasterio de San Millán en su nombre, tras lo cual murió.
7. Una estrella fugaz en el cielo de abril
En Estella pasaron dos jornadas, en las Endrina y Henri aprovecharon para recorrer la
ciudad y charlar con numerosos artesanos y comerciantes. En estos días, Guillaume se
enteró que el conde de L´Aube se había caído del caballo y tendría que guardar diez
días de reposo.
8. Un camino de nieve
Los tres peregrinos y Juan sin cuitas partieron al alba, ahora sí en compañía de
numerosos peregrinos franceses y teutones.
10. Burgos
12. León
18. Compostela
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20. El duque de Lagiracq