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Blog Lengua y Literatura (entrada: 26/09/2014 – visitado 08/08/2017)

Canon escolar
Prof. Analía Hernández

 
El presente trabajo tiene como finalidad observar de qué manera está constituido el
canon escolar, principalmente en EGB. 3 (si es que en verdad existe) y qué principios
lo regulan.

En primer lugar, cabría preguntarse: ¿a qué llamamos canon escolar?


Retomando la definición de Gustavo Bombini, diríamos que se trata de “un corpus de
obras y los sistemas de interpretación en los este se incluye y significa  en el marco
de una práctica de  enseñanza”

Lo interesante en esa definición es que el canon escolar está formado y ligado


a una obra (literaria) y no a un mero conjunto heterogéneo de textos. No obstante, ¿a
qué denominamos obra?

Teniendo en cuenta una de las definiciones propuestas por la Real Academia


Española, se denomina obra a  cualquier producto intelectual en ciencias, letras o
artes, y con particularidad el que es de alguna importancia. // Tratándose de libros,
volumen o volúmenes que contienen un trabajo literario completo.”

De esta manera,  la obra llevaría implícitas la noción de importancia (aspecto,


de todos modos, de gran controversia por el alto grado de subjetividad que implica) y
la noción de texto completo. Así, en el  términoobra, a su vez,  es posible encontrar
reminiscencias de una de las acepciones de la palabra canon, en la que rige un
principio de “grado de importancia” o “calidad”. Jonh Guillory lo define
como un  “principio de selección por el cual algunos autores o textos merecían ser
preservados más que otros”.

Teniendo en cuenta lo anterior y, luego de haber analizado un libro de Lengua


y Literatura  destinado al noveno año de la enseñanza secundaria básica, la pregunta
es: ¿se puede hablar de canon escolar, en principio, en EBG 3?

En su artículo “Enseñanza de la literatura y canon escolar”, Bombini señala


que “la pregunta por el canon escolar es central no solo para pensar la enseñanza de
la literatura sino para hacer una historia de la propia literatura”.

En nuestro caso, la pregunta por el canon escolar, más que para explicar la
historia de la literatura,  es importante para saber si existe realmente un canon escolar
que se encuentre reflejado en el libro de enseñanza que hemos seleccionado. Y si
existe, ¿qué motivaciones entran en juego para su configuración?

Cuando Bombini señala que “el problema del canon es un problema de


programas de estudio y curricula” podemos bien ejemplificarlo con el hecho que
pretendemos analizar.

En EGB 3, la curricula “baja” la enseñanza de Lengua y Literatura. Sin


embargo, es en este binomio donde surge el conflicto con respecto al canon
escolar: ¿es posible hablar de canon escolar (en el sentido dado al principio) cuando
un corpus de textos no reúne obras (sobre todo porque no aparecen completas) y
además esos textos se presentan de modo heterogéneo y subordinados a la
enseñanza de la lengua?

La respuesta es simple: el canon escolar para enseñar Literatura no existe


porque el espacio dado a la enseñanza de la Lengua es más preponderante que
aquella.

 Se puede observar en muchos libros de EGB 3, incluso en el que hemos


seleccionado, la existencia del binomio “Lengua y Literatura”  (que responde a la
exigencia de la currícula). Allí, la tipografía anticipa un fuerte lugar para la primera por
sobre la segunda.  De todas maneras,  nos interesa analizar cuál es el corpus de
textos que están presentes en dicho libro, con el fin  de  evaluar qué criterios se han
puesto en juego para esa selección y para, mostrar que, dados esos criterios, la
existencia de un canon escolar es ilusoria, sobre todo en EGB 3.

Enumeraremos la lista de textos “para enseñar” presentes en dicho libro:

-Texto de divulgación

-Noticia periodística

-Texto de opinión

-Romance

-Artículo de opinión y editorial

-Relato de ciencia ficción

-Novela

-Artículo de divulgación científica

-Poesía de vanguardia

-Teatro

-Publicidad y propaganda

Como podemos observar en ese corpus, queda evidenciada una marcada


heterogeneidad cuyo germen tiene que ver, creemos,  con un conflicto entre:

a)              un currículo, de naturaleza abstracta que señala lo que debe


ser enseñado (“Lengua y Literatura”)

b)                   una práctica escolar, de naturaleza más concreta que tiene más


relación con lo enseñable. Esto último (como muestra el listado anterior) encuentra su
resonancia en teorías de la comunicación y el auge y lugar que fueron adquiriendo
otros discursos sociales, además de la literatura.

De este modo, podemos decir que, en la historia de la escuela,  un canon


escolar sólo puede ser constituido  por aquello que es más fácilmente sistematizable
(de hecho, en la presentación del libro se habla de “organización”. “comprensión y
reflexión de textos”, “presentación de distintos formatos textuales” y se habla de
“estructura, sus características y contextos de producción”, “introducir nociones
relacionadas con la estructura discursiva”)

Teniendo en cuenta esa subordinación a la estructura, los textos literarios son


analizados por sus recursos formales y por una tipología y parecería que, en el caso
de que existiera un canon escolar, los textos que lo conformarían deberían tener
consonancia con lo sistematizable y por lo tanto con lo que puede ser enseñable. Esto
hace que termine siendo desvirtuado el objeto literario como objeto estético.

Así, un corpus de textos que fueron elegidos para “enseñar” la lengua o ciertos
recursos literarios, se alejan definitivamente  de la noción de canon como “una
selección motivada por un valor literario”, que de ningún modo coloca a los lectores
frente a “un juicio de grandeza”, .¿Puede entonces, un corpus de textos (que de
ninguna manera son, en la mayoría de los casos, obras)  y que persigue el fin último
de enseñar la Lengua, constituir un canon, cuyo valor intrínseco es un valor literario?
 

Si, como dice Bombini,  “el canon es, en sí mismo, un suceso histórico, y


pertenece a la historia de la escuela”, es factible que su configuración sea compleja
porque esa historia está atravesada por variables ideológicas y políticas
muy sofisticadas que se cristalizan quizá, de manera más evidente, en el currículo:

“El currículo es una síntesis de elementos culturales (conocimientos, valores,


costumbres, creencias, hábitos) que conforman una propuesta político- educativa
pensada e impulsada por diversos grupos y sectores sociales cuyos intereses son
diversos y contradictorios, aunque algunos tiendan a ser dominantes y hegemónicos y
otros tienden a oponerse o a resistirse a tal dominación o hegemonía” (Bombini)
 
Ese “costado conflictivo del currículo” (que pretende sintetizarse en el binomio
“enseñanza de Lengua y Literatura”) queda “en carne viva” en la práctica docente. Allí,
la urgencia de sistematizar para enseñar hace que se elijan textos (que no son obras)
para enseñar la Lengua o los recursos estilísticos de ciertos géneros literarios pero de
ningún modo, en la mayoría de los casos, se hace hincapié en el valor estético de
ellas  (de ahí la dificultad de crear un canon de obras literarias). En definitiva, en la
enseñanza de EGB 3, un corpus de textos no constituye de ninguna manera un canon
escolar.
 

Por otro lado, la historia muestra que, originalmente, la función de la escuela


fue “diseminar el conocimiento llamado alfabetización” y los textos seleccionados
debían responder a ese fin. Aquí es cuando, ante la imposibilidad de definir un canon
escolar que se ajuste a la práctica (porque es difícil concretizar un hecho complejo
como es el currículo) la escuela termine, en la mayoría de los casos, divorciándose de
ese currículum, como una manera de resolver más fácilmente el conflicto. Es por eso
que, como lo observa Bombini, “los procesos de canonización escolar se dan por
sobre el currículo, de manera independiente del currículo, la prescripción oficial no
juega ningún lugar”.

En consecuencia, a la hora de hablar de la configuración de un canon escolar,


tenemos la sensación de que eso entra en una zona árida o es contradictorio. Bombini
señala al respecto: “la ideología del canon escolar no es un sistema entendido desde
un cierto requisito de coherencia sino que se mueve en una lógica de enfrentamientos
y contradicciones”. Esas contradicciones están, en conclusión, fundadas en la tensión
que se genera entre lo que exige el currículo (enseñar literatura –lo cual implicaría la
configuración de un canon escolar-) y lo que sucede en la práctica, donde el peso de
la historia, centrada en la enseñanza de la lengua, echa mano a textos donde todo
queda perfectamente sistematizado, pero en aras de cualquier reflexión sobre el valor
estético de una obra y, por lo tanto, lejos de la idea de un canon.

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