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EL PODER DE LA PERSONA – CARL ROGERS

Cáp. 11 Una base política

La tendencia actualizante

Cualquier punto de vista acerca de la política de las relaciones


humanas debe basarse, fundamentalmente, en una concepción del
organismo humano y de lo que lo hace “latir”, es decir, la naturaleza
y la motivación de ese organismo.
Durante muchos años yo he sostenido una postura más y más
claramente definida en relación a estos temas. Quisiera presentar
este punto de vista lo más claramente que pueda basándome en
presentaciones anteriores y tomando en cuenta las implicaciones
políticas de mi manera de ver la naturaleza de la motivación
humana.
Considero que la tendencia actualizante en el organismo humano
es la motivación básica. Permítaseme empezar narrando una
experiencia personal que me impresionó mucho y que me llevó a
realizar una serie de observaciones que apoyan mi punto de vista.
Hace algunos meses, durante un fin de semana de vacaciones, yo
estaba parado sobre un montecillo mirando una de las ásperas
ensenadas que pintean la costa del norte de California. En la
entrada de la ensenada había varias rocas grandes que sobresalían
del mar y recibían todo el impacto de las grandes olas del Pacífico,
las cuales, al golpear contra ellas, estallan en montañas las de
espuma antes de correr por los acantilados de la costa. Cuando a lo
lejos veía a las olas estrellarse contra estas grandes rocas descubrí,
con sorpresa, lo que parecían ser una pequeñas palmeras en las
rocas, de no más de un metro de alto, que soportaban el golpe de
las olas, A través de mis binoculares vi que eran algún tipo de
plantas marinas, con un “tronco” delgadito y con un manojo de hojas
en la parte de arriba. Cuando una examinaba una de estas plantas
en los intervalos entre las olas, parecía claro que esta frágil planta,
erecta y pesada en la parte de arriba, sería completamente
aplastada y destruida al siguiente golpe de una ola. Cuando esta
llegaba el tronco se doblaba casi al nivel de suelo y todas las hojas
eran puestas como en línea recta por el torrente de agua: sin
embargo, en cuanto pasaba la ola, la planta, tenaz y flexible, se
ponía vertical de nuevo. Parecía increíble que fuera capaz de
soportar este golpeteo constante hora tras hora, día y noche,
semana tras semana, quizá año tras año, y que en todo ese tiempo
se estuviera nutriendo , extendiendo sus dominios, reproduciéndose
a si misma, en pocas palabras estuviera manteniéndose y
mejorándose a si misma en este proceso que en nuestra forma de
escribir llamamos crecimiento. Aquí, en esta planta marina,
semejante a una palma, estaba la tenacidad por la vida, el empuje
vital, hacia delante y la habilidad para sobrevivir en un ambiente
increíblemente hostil, no simplemente quedándose estática, sino
siendo capaz de adaptarse, desarrollarse y convertirse en ella
misma.
Ahora yo estoy muy conciente de que podemos “explicar” muchos
aspectos de este fenómeno. Así, podemos explicar el que la planta
crece encima de la roca, en lugar de crecer en un lado protegido,
diciendo que es fototrópica. Hasta podemos intentar algunas
explicaciones bioquímicas del fototropismo. Podemos decir que la
planta crece donde lo hace porque ese lugar es un nicho ecológico
que ella llena, y que si esta planta no se hubiera desarrollado para
llenar este nicho, el proceso de la evolución hubiera favorecido a
algún otro organismo para que poco a poco desarrollara casi las
mismas características. Soy conciente de que ahora podemos
empezar a explicar porqué la planta toma la forma que tiene y por
qué, si es dañada por una tormenta, se reparara a si misma, de
una manera consistente con la forma básica de su especie. Todo
esto ocurrirá a causa de la molécula de ADN que lleva adentro – en
tanto que es parte de o está interactuando con una célula viviente –
que funciona como un programa que guía a una computadora y que
da instrucciones a cada una de las células nuevas respecto a la
forma y a la función que debe asumir de modo que la totalidad sea
un organismo en funcionamiento.
En un sentido fundamental, tal conocimiento no explica nada. Sin
embargo, es muy valioso como una parte de la diferenciación
continua de las descripciones cada vez más finas, de las cada vez
más precisas imágenes de las relaciones funcionales que nuestra
curiosidad demanda y que al menos nos da un respeto más
profundo y una mejor comprensión de las complejidades de la vida.
Pero mi razón para contar esta historia es llamar la atención hacia
una característica más general. Sea que hablemos de esta planta
marina, de un roble, de un gusano de tierra o de una mariposa
nocturna, de un mono o de un hombre, haremos bien en reconocer
que la vida es un proceso activo y no pasivo. Sea que el estímulo
venga de adentro o de afuera, sea que el medio ambiente sea
favorable o desfavorable, se puede confiar en que las conductas de
un organismo están dadas en la dirección de mantenerse,
mejorarse, y reproducirse. Esta es la naturaleza misma del proceso
que llamamos vida.

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