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Economía Rural
Economía Rural
Entre las dificultades comunes que impiden que las áreas rurales desarrollen
plenamente su potencial, cabe mencionar la baja productividad; la inversión
deficitaria en agricultura y empleo rural no agrícola; la falta de infraestructura
adecuada; las condiciones deficientes de seguridad y salud en el trabajo; y el acceso
limitado o nulo a los servicios, incluidos los servicios financieros. Los conflictos, el
agotamiento de recursos naturales y el cambio climático son causa de presiones
adicionales en las economías rurales.
Sin embargo, estas áreas también se caracterizan por tener una gran diversidad y
no deben considerarse exclusivamente agrícolas. Hay una mezcla de actividades
agrícolas y no agrícolas, que abarcan desde pequeñas explotaciones de agricultura
o pastoreo hasta complejas explotaciones agrocomerciales, que abastecen a
El desarrollo rural ha sido parte del programa de la OIT desde su creación en 1919.
Desde entonces, la OIT ha adoptado más de 30 normas internacionales del trabajo
orientadas directamente a la agricultura y el desarrollo rural, que abarcan los
derechos en el trabajo, las oportunidades de empleo, la protección social y el diálogo
social. En 2008, en la discusión de la Conferencia Internacional del Trabajo sobre
el empleo rural, que culminó con la adopción de una Resolución —y sus
conclusiones— sobre la promoción del empleo rural para reducir la pobreza, se
estableció un mandato para renovar la participación de la OIT en las cuestiones de
desarrollo rural. En marzo de 2011, el Consejo de Administración adoptó un
documento de estrategia sobre la promoción del trabajo decente para el desarrollo
rural. En él, se instaba a prestar especial atención a áreas como los de
emprendimientos rurales, empresas y cooperativas; estrategias con alto coeficiente
de empleo; desarrollo de competencias adecuadas; cobertura ampliada de
seguridad social; seguridad y salud en el trabajo; e inclusión sistemática de
dimensiones y agentes rurales para desarrollar y aplicar las políticas de protección
social y empleo. Con el respaldo de esos acontecimientos, el trabajo decente en la
economía rural llegó a ser una de las «áreas de importancia crítica (AIC)» para el
bienio 2014-2015, y desde entonces constituye uno de los 10 resultados de la
Oficina en materia de política.
1.5 Recursos
La Guía de la biblioteca de la OIT incluye una página sobre desarrollo rural que
facilita el acceso a una amplia variedad de materiales, agrupados en diversos
temas, sectores y regiones. Además, la OIT ha recopilado un repertorio de notas de
guía normativa sobre la promoción del trabajo decente en la economía rural, que
ilustra el enfoque holístico de la OIT para la promoción del trabajo decente en la
economía rural, y reúne una amplia gama de instrumentos y herramientas
preparados en los últimos años. El Centro Internacional de Capacitación de la OIT
en Turín mantiene una página web dedicada al desarrollo
En las zonas rurales de Nepal afectadas por el terremoto, la OIT fomenta las
inversiones y la mejora de las infraestructuras para crear empleos decentes a fin
que los jóvenes no se vean obligados a migrar hacia las ciudades y el exterior.
El trabajo decente es cada vez más reconocido como un motor indispensable del
desarrollo sostenible, con el potencial para sacar de la pobreza a los hogares y a
La OIT estima que en los países emergentes y en desarrollo, más de 80 por ciento
de los pobres viven en las zonas rurales.1 En 2012, las tasas de pobreza extrema
(definida como el número de personas que viven con menos de 1,90 dólares al día
en términos de paridad del poder adquisitivo), eran cuatro veces más altas en las
zonas rurales que en las zonas urbanas. Una gran parte de las poblaciones rurales
pobres siguen dependiendo de la agricultura de subsistencia poco productiva para
ganarse la vida. Los hogares rurales más pobres no tienen acceso a los bienes
productivos y, con frecuencia, dependen del ingreso del empleo asalariado.2 De
los 300-500 millones de trabajadores asalariados en la agricultura, muchos
dependen de empleos en el sector de las plantaciones. Un 59 por ciento, o más de
98 millones de niños que trabajan (de 5 a 17 años) se encuentran en las zonas
rurales, la mayor parte en la agricultura.3 El trabajo forzoso es también más
frecuente en la agricultura.4
Para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de aquí a 2030, y poner
fin a la pobreza extrema en todo el mundo, será necesario darle una mayor atención
a las políticas para el desarrollo rural. Dar prioridad al trabajo decente en la
economía rural en las agendas políticas nacionales e internacionales, es
indispensable para encontrar soluciones sostenibles y a largo plazo a los enormes
desafíos que enfrentan cientos de millones de personas en todo el mundo.
Las dificultades que enfrentan las economías rurales son múltiples y están
interrelacionadas y, para superarlas, son necesarias intervenciones integradas,
intersectoriales, multilaterales y adaptadas al contexto. La estrecha cooperación y
coordinación entre las dependencias gubernamentales es esencial para garantizar
que las intervenciones obtengan los resultados esperados.
Las economías rurales siguen estando asociadas en gran medida con la producción
agrícola primaria. Por lo tanto, el desarrollo rural con frecuencia no es considerado
parte del mandato de los ministerios del trabajo. Sin embargo, la transformación
productiva, de la agricultura y de la economía rural no agrícola, no puede ser
plenamente eficaz sin su participación activa. Mejorar la calidad de los empleos
agrícolas – que por lo general están entre los menos protegidos, peor remunerados,
más peligrosos y de menor rango – es fundamental para atraer a los jóvenes.
Las economías rurales son más que sólo agricultura. Las regiones rurales se
caracterizan por una gran diversidad de actividades económicas, como el
procesamiento y la comercialización de los productos agrícolas, el turismo, la
minería y los servicios. Los ministerios del trabajo deberían tomar la iniciativa a fin
de garantizar que los aspectos laborales y sociales sean incluidos efectivamente en
las políticas rurales. Además pueden garantizar la participación de los interlocutores
sociales en el desarrollo rural, que es un requisito previo al éxito de estas políticas.