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5 Minutos en la navidad

Escena 1.

Hoy era otro 24 de diciembre en la mansión Blake. Lúgubre, fría y tenebrosa. Tan
limpia y acendrada; tan carente de color que, Lily, nuestra protagonista, desearía que
al menos, el amargo y humeante café que degustaba se derramará sobre el blanco piso
sin que los –para su desgracia- eficaces sirvientes lo limpiarán casi de inmediato.

Rose, su hermana menor, yacía a su lado somnolienta, frotando sus ojos para poder
“Ver su desayuno correctamente”. Lily, por otro lado había terminado su desayuno
hacía más de media hora, pero, por alguna razón sus ojos no dejaban de mirar la
amplitud del comedor. Una mesa gigante, una gran cantidad de sillas y…

Todas estaban vacías.

Suspiro pesadamente cuando Anne, su nana de la infancia y ama de llaves, se acercó a


pasos cautelosos y con una voz meliflua le dijo:

Anne: —Su abuela Martha la espera en la habitación de arriba, ñiña Lily.

Lily: — ¿La habitación de arriba? —Preguntó extrañada.

Anne: —Sí, la habitación que solía compartir con… —Anne no termino la frase, pues
consideraba que estaría siendo muy indiscreta si lo hacía. Suspiro con resignación. —
Vaya con ella, niña Lily. Esta puede ser su última navidad.

Lily asintió, levantándose de la mesa.

Lily: —De todas formas, hablar de la navidad en esta casa es como hablar mal del
gobierno frente a chavistas.
Alternativa: Es como hablar en Francia de la peste negra en 1735.

Lily desaparece de la escena junto a Anne, ambas yéndose por diferentes direcciones.

Escena 2.

La habitación era muy diferente al resto de la casa. No podía evitar que sus
ojos viajaran de un lugar a otro, detallando incluso hasta la más pequeña pizca
de polvo. Todo era tan bohemio, colorido, cálido y… Antiguo.
La habitación encajaba con el alma de su abuela.

Si la habitación era tan hermosa, ¿Por qué todos estos años estuvo bajo llave?

Una potente tos la sacó de su trance.

Lily: —Buenos días, abuela. —Le saludó con media sonrisa, acercándose a la cama para
finalmente sentarse en ella. Su abuela sólo sonrió, sin abrir los ojos aún. Su abuela, a los
79 años de edad, estaba muy deteriorada. Aquella leucemia a la que sobrevivió dejó en
ella terribles repercusiones. Incontables anemias y vasos sanguíneos rotos; y justo ahora,
estaba padeciendo una terrible neumonía. Lily detalló su rostro e intentó recordar cómo era
su abuela cuando la vio por primera vez. Una piel morena suave y brillante, cabello oscuro
hasta los hombros y una dulce sonrisa. Y Lily creía, que en cada mirada, Martha le
susurraba un furtivo “Te amo”.

De lo que era su abuela, ahora sólo quedaban débiles y quebradizos cabellos; piel pálida y
notorias ojeras bajo sus ojos.

Pero, su sonrisa y sus ojos cargaban consigo la misma dulzura.

Lentamente, Martha abrió los ojos para mirar a su nieta:

Martha: —Feliz navidad, mi niña.

Lily frunció el ceño.

Lily: —Aún no es media noche, abuela. —Le dijo con una pequeña risita.

Martha: — ¿Ah no? El reloj del abuelo dice que sí.

Lily: —Abu, el reloj del abuelo no funciona, ¿Recuerdas? Siempre marca la media noche.
Me pregunto por qué…

Martha: —Hay tantas cosas que desearía contarte, mi niña… Pero, pienso que debes
descubrirlas por ti misma. Al final, la única forma de aprender es a través de la experiencia.

Lily: ¿A qué te…?

Martha: —tose abruptamente— Cielo, hoy, siento que será mi última navidad…

Lily abre los ojos ampliamente y niega con la cabeza.

Lily: — ¡No! No digas eso abuela, tú…

Martha: —le interrumpe— Y si así fuera, desearía… Desearía ver las luces navideñas una
vez más. Desearía ver por primera vez el brillo de felicidad en los ojos de mis nietos…
Desearía probar la comida navideña una vez más.
Lily: —Abuela, eso es imposible… Sabes cómo son mamá y papá… La navidad está
prohibida en esta casa.

Martha: —Lo sé… —Suspiró— Estoy tan… Cansada, ¿Podrías traerme un vaso de agua?
—Pidió fútilmente, para luego toser.

Lily: — ¡Sí! Ya voy abu, no tardaré.

Lily no tardo ni un minuto llegar a la cocina. Y cuando se disponía a servir el agua en el


vaso, un objeto brillante llamó su atención. Se acercó lentamente a la mesa.

Y ahí estaba, el antiguo reloj de plata del abuelo. Y lo que le extraño, fue la nota que se
encontraba al lado de él.

“La experiencia es la única forma de aprender. Y a veces, sólo necesitas cinco minutos
para descubrir ocultos secretos. Las mejores experiencias se viven si retrocedemos un
poco antes de la media noche.

Atentamente: Anne.”

Entonces, Lily retrocedió la hora.

Escena 3

Lily no sabía que había pasado. O, cómo había pasado. Mejor, ¡Siquiera cuándo había
pasado! Más efímero que un parpadeo y más veloz que la luz misma; se encontraba
en un lugar totalmente diferente a la cocina de su casa.

Y lo más inquietante… Estaba rodeada de una muchedumbre desconocida.

¡Y que escuchaban música vieja y bailaban como ancianos!

Bueno… Aquello era mejor que la música que escuchaban en su época… Pensó Lily.

Un momento… ¡Eso era!

Lily no se encontraba en su época.

No podría ser otra que… ¡Los años 60s!

La música, los bailes, ¡El lugar, las personas!

Pero…

Lily: — ¿Pero… Cómo… ?

¿Cómo había parado en los años 60s?


Una mejor incógnita… ¿Cómo había viajado en el tiempo?

Lily: —No. Esto no está ocurriendo. —Se dijo a sí misma. —Seguro tomé de esa guarapita
con fructus que estaba en la nevera y… De alguna manera terminé en una fiesta retro. Sí,
eso es lo que está pasando. Mejor… Mejor me siento aquí a esperar a que mis padres
noten que no estoy y vengan por mí, ¡Sí, eso haré!

Y Lily, como toda una adolescente madura aferrada a su lucidez y preciada realidad, se
sentó a esperar que aquella fiesta en la que había acabado por “arte de magia” terminara
lo más pronto posible.

— ¡Hey! ¿Por qué tan amargada? ¡Ven, no puedes no bailar esta canción! —Y tomándola
desprevenida, la jalaron de la silla para comenzar a bailar en la pista. —No eres de por
aquí, ¿Verdad?

Lily: —No, no lo soy… —Lily no podía dejar de mirar el rostro de la persona que tenía
enfrente.

—Lo supuse. —Y cuando sonrió, ella supo quién era. —Tu ropa es muy… Pintoresca.

Lily: — ¿Puedo saber su nombre?

Martha: —Soy Martha Kim, un gusto.

Y efectivamente, Lily no estaba soñando.

Esta era la realidad. Y la realidad era que, había viajado en el tiempo y estaba
conversando con una versión más joven de su abuela.

Cabello corto, piel morena, dulce sonrisa…

Simplemente hermosa.

Lily: —C-creo que iré a tomar un vaso de agua. —Tartamudeó.

Martha: — ¿Ah sí? ¡Tranquila, ve! —Exclamó con felicidad para soltarla y seguir bailando,
desbordando alegría en cada uno de sus pasos.

Lily se acercó a la mesa de bebidas y tomó un vaso de agua casi de un trago. ¡Había
hablado con su abuela, en su juventud!

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