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República Bolivariana de Venezuela

Ministerio del Poder Popular para la Defensa


Universidad Nacional Experimental de la Fuerza
Armada
UNEFA- Núcleo Yaracuy

Estrés

Autor (a)
Carla López
C.I:29.961.679
Carrera: Ingeniera De Sistema
Docente: Dra. Criselda Carrera

Junio, 2021
Que es el estrés

El estrés es un sentimiento de tensión física o emocional. Se considera estrés al


mecanismo que se pone en marcha cuando una persona se ve envuelta por un
exceso de situaciones que superan sus recursos. Por lo tanto, se ven
superados para tratar de cumplir con las demandas que se le exigen para
superarlas. En estos casos, el individuo experimenta una sobrecarga que puede
influir en el bienestar tanto físico como psicológico y personal.

Las causas que pueden ocasionar el estrés son muchas, pero el estrés no tiene
por qué ser malo, también hay estrés positivo. En estas circunstancias el estrés
actúa como un proceso general de adaptación de los individuos al medio. Por
ejemplo, el estrés puede aparecer cuando alguien tiene frío tensando los
músculos para producir calor, cuando se produce un esfuerzo para hacer la
digestión o cuando alguien se duerme menos para estudiar.

Síntomas del Estrés

El estrés puede causar muchos síntomas, tanto físicos, como psicológicos y


emocionales. Muchas veces los afectados no relacionan los signos con el
propio estrés, los más frecuentes son:

Dolor de cabeza: es el tipo más frecuente, todo el mundo ha tenido dolor de


cabeza alguna vez. El más común es el dolor de cabeza tensional (provocado
por la tensión muscular que ejercemos sobre la cabeza, la mandíbula y el cuello
entre otros), generado por el estrés o la ansiedad de forma habitual.

Mala memoria.
Diarrea (exceso de heces acuosas y blandas) o estreñimiento o dificultad para
eliminar heces.

Falta de energía o de concentración: la gente se centra tanto en un tema, que le


cuesta prestar atención al resto de cosas, perdiendo de ese modo parte de la
concentración.

Cambios de la conducta.

Problemas de salud mental: como ansiedad o depresión.

Problemas cardiovasculares y musculo esqueléticas: cuando el estrés se


prolonga mucho tiempo.

Cambios en el peso: generado por los malos hábitos alimentarios vinculados


con el estrés. Los cambios de apetito suelen ir acompañados habitualmente de
un estilo de vida sedentario.

Problemas estomacales.

Cansancio constante y prolongado.

Problemas a nivel sexual: el cansancio generado por el estrés puede


prolongarse provocando problemas en muchos ámbitos de la vida, incluido el
sexo.

Rigidez en la mandíbula y el cuello: que puede ocasionar dolores de cabeza.


Insomnio o exceso de sueño: la dificultad para conciliar el sueño es una causa
frecuente de estrés, afectando tanto a la cantidad como a la calidad del sueño.

Desgaste a nivel celular y envejecimiento: con el descanso se puede recuperar


y hacer reversible el proceso de desgaste por estrés. Si alguien no duerme de
forma continuada evitará en un estado de hiperactividad continuado y se le
acumularán los sucesos estresantes. En estos casos, la persona afectada
puede llegar a tener problemas de salud, tanto físicos y como mentales.

Tipos de Estrés

Los diferentes tipos de estrés patológico, también denominado distrés, es


importante resaltar el hecho de que el estrés es también un mecanismo de
respuesta que el organismo tiene ante estímulos exteriores y que es, cuando se
produce en su justa medida, bueno y saludable, ya que genera satisfacción,
alegría, mejora la actividad cardiaca y la resistencia física, así como la actividad
mental. En este caso recibe el nombre técnico de eustrés.

El problema surge cuando el estrés es una respuesta a situaciones de conflicto,


de duelo, de accidentes traumáticos, desengaños, pérdida de empleo y una
larga lista de situaciones negativas.

En tales ocasiones se producen una serie de síntomas claros que determinan


una situación patológica que debe ser convenientemente tratada:

Emocionales: irascibilidad, frustración, ansiedad, pánico o miedo.


Físicos: dolor de cabeza, de espalda o cuello.
Intestinales: diarrea o estreñimiento, acidez, calambres estomacales, reflujo
gástrico o náuseas.
Fisiológicos: dolor en el pecho, dificultad para respirar, palpitaciones o aumento
de la frecuencia cardiaca y de la presión arterial.
Establecidos los síntomas posibles de un cuadro de estrés, cabe diferenciar tres
tipos:

Estrés agudo: es el tipo más frecuente de estrés y se produce


fundamentalmente como reacción a la exigencia o la presión puntual, por lo que
es de corta duración y es fácilmente manejable y tratable. Se manifiesta con
cansancio y síntomas tensionales, sobreexcitación, pies y manos fríos,
sentimientos depresivos o una ligera ansiedad.

Estrés agudo episódico: se refiere a las personas que sufren situaciones de


estrés agudo de forma repetitiva y que parecen acabar atrapadas en una espiral
de asunción excesiva de responsabilidades, que las sumerge en una vida
desordenada, regida por la presión autoimpuesta e inmersa en una crisis
continua. Son personas que suelen mostrarse con un carácter agrio, irritables,
muy nerviosas y que están en un continuo estado de ansiedad. Además, a
menudo culpan a otras personas de todos sus problemas.

Otra forma de este tipo de estrés es el pesimismo constante que se transforma


en una negatividad que se aplica a todo, esperando siempre que suceda lo
peor. En cualquier caso, los síntomas son más graves, caracterizándose por la
presencia frecuente de migrañas y dolores tensionales, hipertensión arteria,
presión en el pecho y propensión a sufrir enfermedades cardiacas. Su
tratamiento pasa por una terapia psicológica que puede durar meses, ya que
son personas resistentes a los cambios.

Estrés crónico: es un estrés agotador que produce un desgaste físico y


emocional continuo a la persona que lo sufre. Las situaciones de pobreza, de
familias disfuncionales, tener un empleo que se desprecia son algunas de las
situaciones que pueden generarlo. Nunca se ve la salida y se deja de buscar
soluciones. En ocasiones hay que buscar el origen en hechos traumáticos que
se han vivido durante la infancia y que marcan el desarrollo de la personalidad y
de las referencias para el comportamiento. En ocasiones este tipo de estrés
induce la idea de suicidio y puede estar en el origen de un infarto de miocardio
o de otras enfermedades sistémicas, como el ictus. Los síntomas más severos
que en los casos anteriores pueden requerir un tratamiento farmacológico,
además de terapia psicológica.

El estrés crónico mata a través del suicidio, la violencia, el ataque al corazón, la


apoplejía e incluso el cáncer. Las personas se desgastan hasta llegar a una
crisis nerviosa final y fatal. Debido a que los recursos físicos y mentales se ven
consumidos por el desgaste a largo plazo, los síntomas de estrés crónico son
difíciles de tratar y pueden requerir tratamiento médico y de conducta y manejo
del estrés.

Efectos somáticos, cognitivos y conductuales del estrés.

El número de reacciones psicológicas asociadas al estrés es importante.


Supone con Frecuencia la activación o inhibición de otros mecanismos
orgánicos de carácter bioquímico o fisiológico.

Hay reacciones psicológicas de cuatro tipos, según afecten:

• Al cerebro límbico: emocionales;


• Al cerebro cortical: cognitivas;
• Al cuerpo: somáticas;
• Al comportamiento; conductuales.

Acaban afectándose unas a otras, pero las reacciones emocionales son las más
importantes; de hecho, más de una vez, se ha llamado estrés a lo que no son
sino las emociones que lo acompañan.

Las reacciones cognitivas pueden suponer, de hecho, formas más o menos


eficaces de afrontar el estrés. Cabe señalar como las más habituales a la
aceleración mental, la indecisión la pérdida de la memoria o del sentido del
humor... Con echar una mirada en nuestro entorno podemos comprobar la
enorme extensión del estrés.

Las reacciones somáticas más habituales son la fatiga, dolores diversos, el


insomnio, temblores... Están muy relacionados con los emocionales y con
frecuencia los unos causan los otros o viceversa. Emociones negativas como la
depresión, la ansiedad, la frustración y la ira suelen estar asociadas al estrés.

Muchos de estos aspectos somáticos no son más que los componentes de la


reacción Emocional. Parece que la ansiedad se relaciona más con un estado de
estrés temporal y la depresión con uno crónico.

Las reacciones conductuales pueden ser estados de nerviosismo diversos


como tener tics, moverse en exceso, morderse las uñas, comer más de lo
debido o fumar continuamente.

Técnicas para el manejo del estrés

Evitar el estrés o reducirlo a niveles positivos exige, como primera medida,


cambiar de actitud. Es cuestión personal, más que de entorno o situación.

La consecuencia más grave de achacarlo al entorno es la de asumir, con el


papel de víctima, la creencia de que la cosa viene de fuera y, por lo tanto, no
tiene remedio. Es posible que la situación nos presione, que estemos sometidos
a exigencias importantes. En ese caso, hemos de aceptar que no somos
omnipotentes, que nuestra capacidad puede ser muy grande pero no ilimitada;
que no podremos con todo lo que nos gustaría hacer más lo que nos piden los
demás.

Hemos de tener en cuenta que nuestro estado de ánimo influye poderosamente


sobre nuestra percepción y nuestra memoria; y por tanto, también sobre nuestro
pensamiento. Por consiguiente, condiciona de manera decisiva nuestra relación
con los demás. Por ello, es nuestra responsabilidad personal fundamental en el
trabajo asumir el control de nuestro propio estado mental.

Por otra parte, para lo bueno y para lo malo, el estrés forma parte inevitable – y
deseable- de nuestra vida, sobre todo en el terreno laboral. Para evitar sus
efectos no deseables debemos aprender a manejarlo sólo en el sentido positivo,
utilizando para ello el conocimiento de su naturaleza y funcionamiento.

EN EL PLANO PERSONAL

Tienes cuatro grandes vías para combatir el estrés:

Preparar tu mente:

- Aceptarte a ti mismo.

- Aceptar a los demás.

- Vivir y disfrutar el presente.

- Utilizar el pasado como experiencia y revivir sólo los momentos gratos.

- Compartir los problemas con alguien de confianza.


- Aceptar, atender y disfrutar de intereses ajenos al trabajo

- Cambiar de función o de trabajo si la situación llega a ser preocupante.

Preparar tu cuerpo:

Tu cuerpo es tu herramienta fundamental e inevitable. Nada puedes hacer si no


te funciona eficazmente. Te conviene:

_ Disfrutar de una alimentación adecuada.

_ Disfrutar de alguna actividad física regular.

_ Desarrollar la autoconciencia

_ Utilizar técnicas adecuadas de relajación.

_ Dormir lo necesario, en cantidad y en calidad.

Actuar sobre las causas:

Para actuar sobre las causas es necesario modificar los planteamientos que
originan el estrés:

-Verificar la realidad.

- Escuchar para poder comprender, antes de aceptar un miedo o dejarse llevar


por una emoción.
-Los otros nos están dando continuamente información, verbal y no verbal, la
mayor parte de la cual no llegamos a percibir.

Aceptar la gravedad de la situación.

Abordar los conflictos interpersonales hablando con alguien afectado por el


mismo problema o que conozca a la persona difícil de que se trate.

Separar los cambios importantes, en lo posible (boda, mudanza, cambio de


trabajo...) para no acumular sus efectos estresantes.

Actuar sobre los efectos:

Otra vía que puedes utilizar es la de rebajar la tensión actuando sobre los
efectos. Para ello es posible:

Percibir a tiempo las situaciones que te estresan

Aceptar que la ira momentánea es algo natural... y pasajero.

Buscar la mejor atención posible

Potenciar el mejor antídoto: el sentido del humor.

Compartir con los demás tus sentimientos

Realizar ejercicio físico

Tratarte bien y disfrutar de la vida. Tienes derecho y obligación de ser feliz.

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