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El gato y los ratones

DE ESOPO 65

EL GATO Y LOS RATONES

Viendo que eran muchos los que caían en


poder de cierto gato, decidieron los ratones no
bajar de las alturas y permanecer siempre don-
de aquél no les pudiese alcanzar. No desani-
mó esto al gato, sino que, fingiéndose muer-
to, colgóse por los pies de un madero empotra-
do en la pared.
-Inútil es que hagas el difunto-díjole en-
tonces un ratón sacando la cabeza por su agu-
jero-, pues, conociendo sobradamente tus
mañas, no me moveré de donde estoy.

Se puede engañar una vez al hombre pru-


dente; pero después las falsas palabras y las
astutas maniobras de nada servirán con él. .

5
66 FÁBULAS

LA MONA Y LA ZORRA

Rogaba cierta mona a una zorra que, pues~


to que tenía una cola tan larga, le diese un
pedazo de ella para cubrirse las nalgas.
-Ya ves, amiga-decíala para convencer~
la-, que tienes demasiado rabo, en tanto que
yo no tengo el que he de menester.
Riéndose a carcajadas al oir esto, la zorra
contestó:
-Aunque tuviese cien veces más cola de
la que tengo y hubiese de arrastrarla constan~
temente por entre barro y malezas, no te daría
el pedazo de cola que te hace falta.

No debemos imitar a la zorra; por el con~


trario, aunque pocos lo hagan, debemos dar a
los menesterosos lo que nos sobre.

v
El perro en el pesebre
,
fABULAS
DE

ESOPO
RELATADAS A LOS NIRos

CON ILUSTRACIONES OE

A. SALÓ

SEGUNDA EDICiÓN

CASA EDITORIAL ARALUCE


CALLE DE LAS CORTES,392 : BARCELONA
fÁBULAS DE ESOPO

EL PERRO ENVIDIOSO

Cierto perro muy envidioso tenía la costum~


bre de acostarse en un pesebre de heno, y
cuando los bueyes venían al establo no los de~
jaba comer.
Más atrevido que los otros, acercóse un
buey para tomar un bocado de heno; pero
el can se puso furioso y le enseñó, gruñendo,
los dientes.
-Envidioso y perverso sin fundamento eres
-díjole entonces el buey,-pues ni siquiera
permites que me aproveche de lo que está
destinado a nosotros y a tí para nada te sirve.

No imitemos al perro; fea es la envidia,


pero más fea es aún si la acompaña la maldad
infundada.

v
DE ESOPO 15

EL PESCADOR Y LOS PECES

Tocaba un pescador la flauta en su barca.


imaginándose que al son de la música acudi~
rían los peces y podría cogerlos con la mano ;
más, viendo que no hacían el menor caso
de la música, echó las redes al mar, y, al revés
de lo que pensaba, pescó muchos, lo que le
hizo exclamar muy satisfecho:
-¡ Oh, peces! me figuré que os gustaría
la música, porque saltáis siempre al salir del
agua; pero ahora veo que me será más pro~
vechoso emplear la red que todo instrumento-
~ .
mustco.

Enseña esta fábula que no se debe juzgar


por las apariencias, y también que no se de~
be adoptar recurso nuevo y de inseguro éxito
cuando los viejos de que se dispone dan bue~
nos resultados.

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