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A juzgar por el título, este libro podría ser atribuido a un extremista. Pero nada de lo escrito
es una exageración. Se trata de una obra bien documentada y fundamentada. El autor
proviene de una familia más bien conservadora de medianos empresarios del estado de
Washington, de la cual no reniega. Luego de su doctorado en Teoría Organizacional en
Stanford, fue capitán de la Fuerza Aérea en Vietnam y docente en Harvard. Asesor de los
Programas de Ayuda Norteamericana en Administración de Negocios, pasó largos años en
Etiopía, Nicaragua, Filipinas y otros países del sudeste asiático enseñando a los nativos
conocimientos empresariales, como él lo creía, para contrarrestar las revoluciones del tercer
mundo que "amenazaban" el modelo de vida norteamericano. Terminó desilusionándose.
Se convenció que "el verdadero desarrollo no puede comprarse con dinero de ayuda
externa". (XIX) Descubrió la diferencia entre crecimiento y desarrollo, el cual sólo es
posible cuando los pobres se capacitan para gobernar por sí mismos sus destinos. David
Korten no propugna el socialismo, sigue creyendo en la importancia de la propiedad
privada y el mercado. No es un activista anti-negocios. Su ideal es "lograr el equilibrio
creativo entre mercado y comunidad, entre ciencia y religión, entre dinero y espíritu,
esencial para crear sociedades humanas sanas". (XXV)
Korten rememora la historia de los Estados Unidos desde mediados del siglo XIX, para
mostrar cómo las grandes compañías se apoderaron del poder político. Recuerda que
Lincoln denunció a los ricos que corrompían las altas esferas políticas y el Presidente
Hayes definió como "gobierno de, por y para las empresas", al nuevo régimen que se estaba
gestando, a medida que los grandes capitalistas fueron adquiriendo control sobre los
órganos legislativos y el sistema judicial. Un fallo de la Corte Suprema de 1886 que tendría
enormes consecuencias para el poder del capital, declaró, al margen de la Constitución, que
una "empresa privada" era igual que "una persona natural"; tenía las mismas protecciones
constitucionales de los individuos, incluida la libertad de expresión, mientras quedaban
exentas de las responsabilidades y obligaciones del ciudadano común. Después de pasar
revista a la formación de los primeros monopolios y las leyes anti-trust, el autor rememora
las luchas de los obreros norteamericanos de comienzos de siglo contra los abusos
patronales y sostiene que en la administración de Franklin Roosevelt, los trabajadores y el
pueblo consiguieron importantes derechos, los cuales fueron anulados en gran medida
durante la presidencia de Reagan.
La especulación financiera
"Cuando las transnacionales.." es una obra que integra el análisis económico con la
ecología. Aplica los nuevos conceptos de Producción Primaria Neta e Indice de Bienestar
Económico, en lugar de Producto Geográfico Bruto y sus derivados, para ilustrar la
situación límite a que está llevando al planeta el actual modelo económico. En efecto, los
estudios pioneros de K. Boulding y H. Daly, entre otros, han demostrado que "el
crecimiento del PNB", (índice elevado a la categoría de fetiche por los neoliberales) no sólo
no mide los costos del uso despilfarrador de los recursos naturales; no sólo incluye una
serie de actividades perjudiciales para la vida humana y social, sino que además oculta el
inmenso daño ambiental y empobrecedor que causan las actuales formas de producción
debido a su forma de medirlas. En cierra una gran verdad el aforismo "El PNB mide la tasa
a la que convertimos recursos naturales en basura". (27) No hay que olvidar tampoco el
deterioro ambiental del planeta causado por las actividades militares. Korten ilustra con
sencillos cálculos cómo "el crecimiento" económico de los países, bajo las actuales formas
de distribución del PNB agrava las desigualdades: "Sin una redistribución concomitante,
una torta en expansión trae mucho más beneficios a los que ya son ricos que a los pobres,
incrementa la brecha absoluta entre ellos y aumenta aún más el poder de los primeros sobre
los últimos". (38)
El autor sostiene que el nivel y el estilo de vida en los países altamente desarrollados son
imposibles de alcanzar para los países pobres. Igualar algún día los consumos per capita de
las naciones ricas, en combustibles, metales, maderas, productos del mar y otros recursos
naturales, multiplicados además por el fuerte aumento de la población, es impensable. El
colapso del planeta sobrevendría mucho antes. Este estilo de vida provoca contaminación
atmosférica y de las aguas, degrada los alimentos, aumenta las radiaciones
electromagnéticas, todo lo cual repercute en el aumento del cáncer, las malformaciones
congénitas, las enfermedades respiratorias, las cardiopatías, el estrés. Se necesitan cambios
en los estilos de vida. Se impone el cambio del automóvil privado por el transporte público
y la bicicleta, pues aparte del ruido, la congestión y la contaminación que genera, ocupa tres
veces más espacio que el hogar familiar. Hay que reducir las distancias y los tiempos entre
las viviendas, el trabajo y las compras. Se necesita planificar y controlar el espacio urbano;
cambiar los hábitos alimenticios, menos química, aditivos, hormonas, más nutrición sana,
cuidar el agua potable, nuevos métodos energéticos.
título original:
When Corporations Rule
The World
traducción de
Elena Olivos y
Francisco Huneeus
1era edición, 1998
15 x 23 cm, 410 págs.
encuadernación rústica
Editorial Cuatro Vientos
ISBN: 956-242-047-7