Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Consultas Desadaptativas
Consultas Desadaptativas
Consultas Desadaptativas
1. Desarrollo infantil
El desarrollo biopsicosocial es conceptualizado como un proceso de cambios
progresivos, sujeto a leyes y principios. Se inicia con la concepción y concluye con
la muerte. Su objetivo es la adquisición de una identidad biológica, psicológica y
social que equilibre las necesidades del individuo con las del contexto social en el
cual está inserto. Este desarrollo se da en etapas que se caracterizan por un
conjunto de rasgos coherentes entre sí, los cuales constituyen una totalidad típica,
pero de carácter transitorio. Está comandado por el código genético, el cual regula
un plan de cambios de complejidad creciente, el que puede ser modificado por el
medio ambiente ya sea de manera positiva y negativa (Montenegro; H y Guajardo;
H; 1994). La organización de los sistemas biológicos, psicológicos y sociales
representa un marco importante para comprender las complejas influencias que
ellos tienen sobre el curso vital de la persona, tanto sobre el desarrollo normal, como
sobre los estados de riesgo y patología (Cicchetti; D, 1984; Lemos; S, 2003).
La Psicología define características para cada etapa del desarrollo, las que se
constituyen en elementos básicos que permiten evaluar lo que se espera en cada
periodo de la vida, estableciéndose determinados parámetros para lo que se
considera como normal o anormal (George; M, y cols., 2004). En este marco, el
desarrollo psicológico se entiende como el resultado de un determinado número de
tareas importantes para cada edad y estadio. El desarrollo normal correspondería a
la resolución satisfactoria de las tareas relevantes en cada estadio particular. Por el
contrario, el desarrollo anormal consiste en la falta de adaptación y resolución de
estas tareas (Lemos; S, 2003).
Las habilidades o competencias que resultan de una adecuada solución de las
tareas críticas del desarrollo hacen que la persona sea menos vulnerable a las
situaciones de riesgo psicosocial, pudiendo considerarse como condiciones
protectoras. Por el contrario, una inadecuada solución a las tareas evolutivas críticas
aumenta la vulnerabilidad de la persona, pudiendo considerarse como una
condición de riesgo (Díaz-Aguado; MJ, 2005). En este sentido, resulta importante
estudiar la compleja interacción entre las características del niño y de su ambiente
social, intentando identificar los mecanismos de vulnerabilidad y de protección que
subyacen a ambos tipos de desarrollo, ya que los cambios significativos en el
equilibrio entre los procesos de riesgo y compensación pueden alterar la trayectoria
del desarrollo. Es así como, la falta de adaptación de los niños a las tareas críticas
del desarrollo podría llegar a constituir lo que se conoce como desarrollo
psicopatológico, disminuyendo las destrezas sociales, emocionales y cognitivas que
permitan el logro de una adaptación posterior (Kellam; SG y Rebok GW, 1992;
Ezpeleta, L y cols., 2000, en De la Barra; F,2002; Lemos; S, 2003; George; M, y
cols., 2004).
Estudios longitudinales llevados a cabo en población general y clínica en distintos
países han encontrado una importante estabilidad de problemas conductuales y
emocionales tempranos, que resultan ser predictores poderosos de disfunciones
posteriores (Rutter; M, 1988, 1989, 2001; Visser; J y cols., 1997; Maugham; B, 2001,
en De la Barra; F y cols., 2003). Se ha observado que los problemas de conducta
tempranos de los niños, tanto los internalizados (angustia, tristeza, inhibición) como
los externalizados (hiperactividad, agresividad, conductas antisociales) son
predictores de problemas de salud mental y psicopatología persistente en la
adolescencia y adultez (Kellam; SG y Rebok GW, 1992; Kingston; L y Prior; M, 1995;
Farmer; E, 1995; Fagot; B y Leve; L, 1998, en De La Barra; F y cols., 2002).
Entre las conductas desadaptativas que pueden presentar los niños en el ambiente
escolar se encuentran aquellas relacionadas con agresividad, impulsividad, timidez,
inmadurez emocional e insuficientes condiciones para el aprendizaje. Los niños con
conductas agresivas e impulsivas dañan físicamente a otros niños, no son
cuidadosos con sus objetos personales, no obedecen las reglas impuestas por los
profesores, desafían a la autoridad, reaccionan negativamente frente a la crítica y
el fracaso, molestan constantemente a sus compañeros e interfieren con el
desarrollo de las actividades que se realizan en el aula. La timidez en los niños se
relaciona con problemas a nivel de las relaciones interpersonales, mostrándose
poco amistosos y con dificultades para socializar con otros. Los niños que presentan
problemas relacionados con inmadurez emocional no pueden funcionar
autónomamente, por el contrario, siempre están demandando la atención y
colaboración de sus pares y del profesor. Por último, los niños que presentan
problemas relacionados con insuficientes condiciones para el aprendizaje muestran
dificultades en la realización de las tareas escolares, no aprenden de acuerdo a sus
capacidades intelectuales y no cumplen con los logros esperados para su proceso
de aprendizaje (Mores; R y Siraqyan; X, 1993; Rivera; S, 2004).
Los estudios revisados permiten concluir que existe una alta prevalencia de
trastornos psiquiátricos en la población infantil y que las tasas de estos trastornos
se incrementan y varían en relación con la edad. Por su parte, los estudios sobre
conductas desadaptativas en la infancia muestran una asociación entre estas
conductas y desórdenes psiquiátricos en los niños, pudiendo considerarse como
predictoras de problemas de salud mental a futuro. Por lo tanto, dada la relevancia
y prevalencia de conductas desadaptativas en la infancia resulta importante
determinar si ellas se relacionan o no con el maltrato infantil intrafamiliar.
En este sentido, los investigadores sugieren, por una parte, la necesidad de realizar
estudios prospectivos y longitudinales que permitan superar las dificultades
metodológicas señaladas, y por otra, mejorar la selección de la muestra. Esto último
debido a que la mayoría de los estudios se hacen con sujetos ya detectados con
maltrato, habitualmente por servicios de salud y sociales, y por lo tanto, suelen
representar el extremo del problema, no siendo representativos de la población real
que sufre maltrato, lo que limita el alcance y generalización de los resultados (De
Paul, J 1994; Gracia; E, 1994; Haz; AM y Ramírez; V, 2002). Por lo tanto, resulta
relevante el desarrollo de investigaciones que busquen conocer, diseñar y
perfeccionar mecanismos para la identificación de grupos, individuos y familias de
alto riesgo de maltrato.