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Un Paradigma arraigado en la Cultura de Occidente y las formas de poder en el saber

científico excluyente para el género femenino

Martha Elena Roa Rodriguez


Licenciada En Filosofía
Maestrante en Investigación Integrativa

El ser humano como especie ha sido concebido como aquel que ha tenido una segunda
naturaleza denominada cultura, la cual ha tenido un proceso evolutivo en el que las formas
de vida producto de la facultad racional, el lenguaje hablado y escrito, hacen parte intrínseca
de lo que nos constituye, esto nos lleva al análisis sobre la manera en que el ser humano ha
generado unas relaciones de poder entre los géneros, específicamente porque las relaciones
de poder/dominación se han dado históricamente en la discriminación hacia lo femenino.

Por consiguiente, es pertinente que se haga una reflexión sobre las implicaciones que esto ha
traído a la mujer, especialmente en uno de los aspectos que actualmente suceden y es que aún
en algunas culturas, pueblos y sociedades se viven maltratos de parte de los hombres que las
mujeres eligen como pareja, esto indica que a pesar de estar en una época en la que los
avances de la ciencia y la tecnología hacen parte de lo que nos caracteriza como especie más
evolucionada, existen problemáticas que persisten culturalmente y que nos generan la
necesidad de reflexionar sobre las mismas, para buscar mecanismos y estrategias con el fin de
superar en estos tiempos un tema que afecta las formas de vida de la sociedad.

En primera instancia es pertinente que se haga un primer acercamiento a lo que se han


considerado las causas de estas formas desiguales, en las que se ha sometido a las mujeres a
vivir maltratos y condiciones en las que hemos sido tratadas como seres inferiores, por lo que
es preciso remitirse a lo que fueron las primeras condiciones en que se generaron las formas de
vida socio-cultural, en las cuales se desarrollaron los humanos y es allí donde encontramos un
primer momento en el que se empieza a dar un proceso de superioridad a los hombres, en la
división de las funciones familiares, dado que,

La caza empuja a los hombres lejos del refugio. La maternidad (a diferencia de los
cuadrúmanos, los niños bimanos no pueden colgarse de las espaldas de la madre;
prolongación de la infancia) «confina a las mujeres en los refugios» (Morin 1973: 77); las
hembras se dedican a la recolección de frutos y vegetales. De este modo, mientras que la
sociedad de los primates mantiene en el mismo espacio (ecología) a machos y hembras, la
sociedad del homínido separa ecológica, económica y culturalmente los sexos
estableciendose así una dualidad entre hombres y mujeres. Se va estableciendo una
diferenciación social, cultural, etc., entre la clase de los hombres y el grupo de las mujeres.
Lo masculino y lo femenino comenzaran a desarrollar cada uno por su lado su cultura y
psicología propias. Al disponer del control de las armas y de la técnica, los machos se
hacen con el gobierno y el control de la sociedad e imponen una dominación política sobre
mujeres y jóvenes, imponen, por primera vez pues, según Morin, esta dominación es
desconocida en las sociedades de primates, la dominación de una clase sobre el resto de la
sociedad. Los machos se transforman en clase dominante (bioclase masculina) y adquieren
hegemonía social, política, técnica y cultural.[CITATION Sol96 \p 6 \l 9226 ]

Lo anterior permite comprender porque durante veinte siglos el hombre fue el que tuvo derechos
privilegiados sobre la mujer de manera exclusiva y a sabiendas que como proceso histórico,
realmente llevamos aproximadamente dos décadas en las que efectivamente se podría hablar del
siglo XXI como el primero, que desde inicios del mismo, las mujeres hemos gozado de derechos
humanos desde las libertades civiles, como los económicos, sociales y culturales, aunque al
parecer en el marco de lo teórico para muchos pueblos, de hecho son cada vez más alarmantes los
casos de maltrato a la mujer, feminicidios y violaciones, todo ello por los rezagos de un acervo
cultural en el que dadas las condiciones sociales que se gestaron desde las primeras
civilizaciones, las relaciones entre los géneros se han dado como lo mencionamos a partir de la
dominación/poder.

En la época actual, en países como Colombia, se viven cifras alarmantes de casos de maltrato a la
mujer, incluso de asesinatos, lo que indica que ese proceso de dominio de los lugares
privilegiados de los hombres como sujetos de derechos, aún se encuentran internalizados en
éstos, más allá de las leyes, culturalmente no se ha eliminado los hábitos o costumbres que llevan
a violentar la integridad de la mujer, sin importar que es un ser humano que tiene igualdad de
oportunidades para ser, pensar, sentir y actuar. Las siguientes afirmaciones son tomadas de un
periódico de interés del país del año 2016, en el que se indica:
El año pasado, según el más reciente informe de Medicina Legal, fueron asesinadas
970 mujeres en todo el país. Y es que, de acuerdo con Profamilia, basada en la más
reciente Encuesta Nacional de Demografía y Salud (Ends 2010), la violencia de género ha
afectado al 74 por ciento de las colombianas.
El Forensis 2015, documento en el que Medicina Legal recopiló todas las estadísticas
del año pasado, advierte que durante ese periodo se registraron 47.248 casos de violencia
de pareja en el país.[ CITATION tie16 \l 9226 ]

Estas cifras evidencian que a pesar de que hemos avanzado como cultura, la humanidad no
supera procesos históricos que conciernen a las desigualdades y la violación a derechos humanos,
los cuales hacen parte de los rasgos socio-culturales que nos diferencian de otras especies.

Desde esta perspectiva, es pertinente que se aborde la problemática desde preguntas que nos
permitan orientar la presente disertación, ¿podría entenderse que la cultura occidental como cuna
del conocimiento universal, la ciencia y el desarrollo tecnológico, siendo estos productos propios
de la razón (logos), al excluir lo subjetivo, lo emocional, el sentimiento, en realidad, lo que se
puede percibir es un progreso que ha desdeñado lo femenino, pues se ha entendido la naturaleza
femenina como la que tiene un mayor desarrollo de estas facultades?, en este sentido, ¿lo objetivo
y universal tendrían las bases en un patriarcado que sería paradigma de un conocimiento
científico que ha relegado a la mujer en lo seudocientífico?, ¿podría entonces hablarse de unas
ciencias naturales y exactas denominadas ciencias duras, como el paradigma de lo masculino en
el saber y las ciencias sociales y humanas denominadas ciencias blandas como lo femenino en el
campo de saber?

Para hacer un seguimiento a la literatura que nos permite realizar un proceso reflexivo sobre estas
preguntas problematizadoras, y no profundizar en ellas sin los argumentos de quienes han hecho
un trabajo exhaustivo sobre las mismas desde diferentes puntos de vista, es preciso que se tenga
en cuenta la necesidad de aclarar que el presente razonamiento obedece a necesidades de la
autora del presente texto, desde una mirada sistemática de lo que ha sido la complejidad de la
naturaleza, la vida y la cultura, donde el ser humano no puede estudiarse de manera parcelada, y
por ello mismo, tampoco un problema social propio de las ciencias sociales y humanas, sin
abordarlo en la relación de las diferentes variables que se incluyen en dicho sistema.

De este modo, se puede comprender una de las posturas más relevantes para el presente análisis:

las comunidades científicas también son comunidades culturales con visiones del
mundo que alimentan y delimitan el tipo de conocimiento científico que se produce.
Haraway muestra cómo los posicionamientos de clase, raza y género influyen en las formas
de contenidos del conocimiento científico, ocultándose detrás de la retórica de objetividad y
neutralidad producto de la Ilustración. Su trabajo nos recuerda que la ciencia es uno de los
productos culturales de la civilización occidental y como tal no puede ser analizada al
margen de las relaciones de poder que le dieron origen. Haraway combina las reflexiones
epistemológicas y la historia cultural de la primatología, con artículos de enfoque político
en los que denuncia los efectos del poder que se ocultan detrás de la retórica de la
objetividad científica[CITATION Her05 \p 76 \l 9226 ]

La interpretación que realiza Aida Hernández sobre el pensamiento de Donna Haraway permite la
comprensión de un primer argumento que responde a la primera de las inquietudes formuladas
para la reflexión que se realiza en el presente escrito, porque se deja entrever que en efecto la
ciencia como producto de la civilización occidental, no escapa a las relaciones de poder, esto
indica que en el proceso de dominación del género masculino sobre el femenino, podría
comprenderse que la objetividad como principio de la ciencia si hace parte de los conceptos que
excluyen todo aquello que hace parte de una subjetividad en la que es primordial lo emotivo, lo
sensible y que contrasta con el poderío fundado en lo racional como facultad que debido al
proceso histórico por siglos fue exclusivo del hombre.

Recapitulando sobre el argumento inicial en el que es paradójico asistir a una época en la que se
viven los avances científicos y tecnológicos y a la vez se presentan problemáticas culturales,
como son el maltrato a la mujer y las formas de violencia contra ésta, lo que nos permite
reflexionar este hecho frente al análisis que se hace de la ciencia al representar ella una de las
formas de poderío y uno de los espacios privilegiados por décadas del género masculino, lo que
podría a manera de conjetura interpretarse es que mientras exista la división de ciencias
naturales , y ciencias sociales y al considerar las primeras las únicas que merecen ser
reconocidas como tal y que en el trasfondo de las mismas se oculta el sentido de patriarcado que
la constituye, dicho progreso no podría repercutir en la necesidad de un cambio en las formas de
vida cultural, dado que las ciencias que tienen por objeto de estudio a éstas, aún hoy se toman por
las esferas academicistas como pseudociencias.

A propósito, esta podría ser una de las razones por las que si el mayor éxito de los productos
culturales que hoy juegan un papel importante en la vida del ser humano, es decir, la ciencia y la
tecnología ha sido comprendido como algo que hace parte de lo exclusivo de los hombres, la
consigna liberadora que además está implícita en el deber ser de las formas de vida cultural que
acompañan estos avances, llevan a que se pierda el control y las relaciones de
dominación/poder, por parte del género masculino sobre el femenino. “Dentro de tal estado
emocional, la violencia se convierte en un mecanismo compensatorio. Es la forma de reestablecer
el equilibrio masculino, de afirmarse a sí mismo y afirmarles a otros las credenciales masculinas
de uno”[CITATION Kau \p 3 \l 9226 ].

Como breve conclusión a las ideas desarrolladas para argumentar el primero de los interrogantes,
puede decirse que si bien la ciencia no es ajena a los intereses de poder de la cultura, tampoco la
cultura es ajena de guiarse por la ciencia y en este caso, de lo que ha significado para el género
masculino, pues, el desarrollo científico evidencia el poderío que ha tenido en la historia de la
humanidad el hombre, y por ello, su necesidad de preservar el dominio como reafirmación de los
intereses que aguarda la ciencia, además es necesario que se tenga en cuenta que aún socio-
culturalmente la ciencia y la tecnología siguen haciendo parte de los intereses exclusivos para el
hombre.

Las características intrínsecas de la sociedad patriarcal han propiciado la


desconfianza acerca de la capacidad de las mujeres para desarrollarse particularmente en el
campo de la tecnología y la ciencia. La perspectiva de género permite documentar el paso
de las mujeres en estas actividades y analizar este fenómeno en el entorno de una sociedad
discriminadora, androcentrista, que ha relegado históricamente a más de la mitad de la
población al círculo privado y con ello a la invisibilidad pública.[CITATION Pep06 \p 3 \l 9226
]

Esta idea necesariamente nos lleva a la comprensión acerca del segundo interrogante que guía el
análisis propuesto para el presente ensayo, pues al preguntarse, ¿lo objetivo y universal tendrían
las bases en un patriarcado que sería paradigma de un conocimiento científico que ha relegado
a la mujer en lo seudocientífico?, se puede evidenciar con base en los argumentos del fragmento
citado, que se da una claridad sobre el asunto, pues de algún mogo, se nos ha considerado con
menos capacidades para la ciencia, de aquí que todo nuevo discurso epistemológico que intente
fundamentar otras formas de hacer ciencia y que no incluya el de los principios de la ciencia
clásica, es tomada como pseudociencia y en las que si somos aceptadas las mujeres, de allí que en
los prototipos de profesiones a elegir por el genero femenino, hay un mayor número de
disciplinas del saber que integran las ciencias sociales.

De ahí la importancia de que se haga un análisis sobre una propuesta que integre las ciencias
naturales y sociales, por lo que, necesariamente se debe superar las fronteras del conocimiento y
por ello mismo los estudios específicos para uno u otro tipo de ciencia,

La unión entre ciencias humanas y ciencias naturales habrá de producirse, por tanto,
no mediante la simplificación y reducción de lo complejo (lo humano) a un nivel menos
complejo (lo biofísico), sino mediante una reelaboración y complejización de las nociones
de naturaleza, de vida y de animal. Morin se percata y creemos que es una de sus más
acertadas ideas de que la reformulación del concepto de hombre sólo es posible a partir de
la reconceptualización que de los conceptos de naturaleza, vida y animal permiten realizar
los nuevos desarrollos científicos (la biología molecular, la genética, la teoría de sistemas,
la cibernética, la teoría de la información, la termodinámica, los problemas epistemológicos
de la complejidad, la teoría de la autoorganización, la ecología, la etología, la prehistoria, la
paleontología, la primatología).[CITATION Sol96 \p 2 \l 9226 ]

Del pensamiento de Morin se puede inferir que dada la reconceptualización en la que se toma de
manera sistemática el ser humano y no se parcela según el objeto de estudio, tanto la biología
como la antropología como ciencias que pertenecen a los dos tipos de ciencias (naturales y
sociales) deben abordarse de manera transdisciplinar para comprender el ser humano, incluyendo
la diferenciación de géneros que constituyen a éste con su triada (especie-sociedad-individuo).

Ahora es oportuno hacer un análisis del significado de esta triada dentro de lo que se ha
concebido como elemental en el ser humano, dado que, se ha pensado que como especie es lo
que tiene una diferenciación en términos de lo que le es esencial frente a las demás especies, que
hace parte de su genética, mientras que en el orden social, se hallan la cultura, hábitos y formas
de vida que ha constituido según las diferentes épocas, patrones de conducta y pensamiento, y
como individuo aquello, que pertenece a la psiquis, como si por un lado las ciencias naturales con
su método pudiese dar cuenta del ser humano, pero sin abordar lo cultural y social que existe en
el mismo objeto de estudio y desde esta visión se pierde lo holístico y complejo que constituye al
ser humano.

Retomemos el punto segundo para profundizar sobre la cuestión de la bio-


culturalidad. Lo que denominamos hombre debe ser contemplado como «un sistema
genético-cerebro-sociocultural» cuyos elementos integrantes son la especie, la sociedad y el
individuo (Morin 1973: 107). En esta tríada de términos conformadora de la definición
compleja de hombre, el de «especie» recoge las dimensiones biológicas, particularmente la
dimensión genética (sistema reproductor, rasgos invariantes o perdurables a través del
tiempo, principio generativo) del hombre. El de individuo recoge las dimensiones
fenoménica y psicológica de la vida del ser humano. El de «sociedad» remite, obviamente,
a la dimensión social[CITATION Sol96 \p 11 \l 9226 ]

La manera de estudiar desde la complejidad al ser humano en la que necesariamente remite a que
se vea al ser humano desde el entretejido de una red de sistemas que hacen parte de lo que es en
esencia el ser humano mismo, pues como especie además nos reafirma no sólo como teniendo
una facultad racional sino que el instinto que es propio de nuestra animalidad no puede verse
como aquello que debe dejarse de lado, pues es intrínseco a nosotros como especie.

Explícitamente es necesario que en nosotros como especie no sólo se tenga en cuenta lo racional
porque desde que se tomó esto como exclusivo de los humanos o lo que aparentemente nos
constituye como tal, es que se generó un antropocentrismo, centrado únicamente en lo que se ha
resaltado más de lo masculino que de la especie como tal, por ende, al tener en cuenta que somos
un todo, donde lo instintivo (incluido lo afectivo, emocional y sentimental), no sólo engloba lo
femenino dentro de la especie, sino a la vez lo que nos acerca a las demás especies animales, más
aún con los mamíferos y que sin duda, dadas el estudio que proponen algunos expertos como
Morin o Haraway, de la primatología, para hacer estos hallazgos en los que se evidencia la
cercanía nuestra en el proceso evolutivo con nuestros parientes primates.

Complementario a esta nueva necesidad de lo que concierne a la concepción de especie, se halla


uno de los procesos que históricamente al trasladar nuestra facultad racional a la ciencia, el
principio de objetividad en esta, en realidad, evidencia que esa necesidad de ser neutral frente al
objeto de estudio, en este caso el que nos interesa (el ser humano), no sea tomado holísticamente,
por lo cual es pertinente tener en cuenta lo que indica Haraway,

Yo quisiera una doctrina de la objetividad encarnada que acomode proyectos de


ciencia feminista paradójicos y críticos: la objetividad feminista significa, sencillamente,
conocimientos situados.

Los ojos han sido utilizados para significar una perversa capacidad, refinada hasta la
perfección en la historia de la ciencia -relacionada con el militarismo, el capitalismo, el
colonialismo y la supremacía masculina- para distanciar el sujeto conocedor que se está por
conocer de todos y de todo en interés del poder sin trabas.[CITATION Har91 \p 324 \l 9226 ]

El análisis que hace la doctora Haraway deja claridad sobre la necesidad que manifiesta el doctor
Edgar Morin al indicarnos que es necesario que la ciencias al adquirir una fundamentación
epistemológica desde el pensamiento complejo, necesariamente debe incluir la perspectiva del
conocimiento situado, por lo que es pertinente que en este proceso se comprenda que sería una de
las necesidades para dar desde la ciencia como referente de conocimiento verdadero, unas nuevas
formas culturales de acercarse al saber, para acabar con los rastros del androcentrismo en la
praxis misma de la ciencia y sus fundamentos epistémicos, de tal modo, que los discursos
circundantes que dan un privilegio en el saber/poder del que ha gozado el genero masculino, vaya
transformándose hasta alcanzar una nueva mirada de la ciencia misma, puesto que en estudiosas
sobre este proceso de dominación en la ciencia, también lo podemos extraer de los argumentos de
Elsy Bonilla y Penélope Rodriguez, cuando señalan:

Una de las heterogeneidades sociales referidas en esta parte, es la pertinente a las


relaciones desiguales de poder de mujeres y hombres en nuestras sociedades, lo cual incide
negativamente en la situación y posición de la mujer y contribuye por ejemplo, a la
“invisibilización” de las contribuciones de la mujer en el campo de la ciencia. La poca
visibilidad de las mujeres en la ciencia puede estar íntimamente relacionado con aspectos
culturales inherentes a la división sexual del trabajo. Un estudio sobre la participación de
las científicas colombianas en los procesos de producción de conocimiento en el país puede
consultarse en Bonilla-castro (1999). Aun como miembros activos de las comunidades
científicas, las mujeres y su producción de conocimiento también pueden ser ocultadas. Al
respecto puede citarse el conocido caso de Rosalind Franklin, la científica británica a quien
no se otorgó el Nobel en 1962 por su trabajo innovador y riguroso para descifrar el ADN, a
pesar de que sus fotografías con rayos X y sus análisis permitieron este descubrimiento.
Uno de los ganadores del Nobel, que tuvo acceso no autorizado a los datos en proceso de su
colega, la llamó “la dama obscura del ADN”, para desprestigiarla como persona y no como
científica y restar peso a su capacidad investigadora”[CITATION Bon13 \p 48 \l 9226 ]

Finalmente se puede con este argumento dejar claridad que desde la mirada tanto de Morin
como de las investigadoras aquí citadas en las que se puede comprender un proceso cultural
que requiere reconstruirse desde la comprensión de la naturaleza y la cultura desde discursos
que no generen la supremacía de un genero sobre el otro, ni de ninguna forma de vida como
superior, pues en esto consiste la idea que nos plantea el pensamiento complejo, es la
necesidad desde el principio dialógico, rescatar las diversidades y las diferencias para hacer
posible nuevas formas de concebir cada uno de nuestros productos culturales, porque nos
pertenecen como especie-sociedad e individuo.

Sólo mediante una nueva perspectiva de ciencia en la que se incluya cada una de las partes que
conforman el ser humano, pueden lograrse nuevas formas de ser y pensar con respecto a la
relación entre los géneros.
Referencias
(s.f.).

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