No ocultes la arcilla como si fuera
déjala hablar.
Constituir un arte monumental
público, con el ejemplo directo y vivo de nuestras grandes y extraordinarias.
culturas prehispánicas ele América.
indeseable:
Fig. 138. Conviene hornear siempre
¡untas todas las placas de un mu-
ral, para lograr uniformidad de co-
lor. Tratándose de engobes, ellas
pueden apilarse o tocarse mutua-
mente durante la cocción.
y heroico, un arte humano, un arte
D. A. SIQUEIROS.
CAPÍTULO 15
OXIDOS Y PIGMENTOS SOBRE BIZCOCHO
OXIDOS
Es muy usual la costumbre de aplicar óxidos metálicos so-
bre el exterior de cacharros, por ejemplo, o sobre esculturas, a
fin de proporcionarles cierta coloración (pátinas) suave que no
oculte la pasta.
A fin de que el óxido se adhiera al bizcocho durante la coc-
ción, se lo debe mezclar antes de aplicarlo con cierto porcenta-
je de un esmalte transparente alcalino. Para 1040° se usará la
base alcalina preparada según se indica en el Capítulo El Es-
malte, de este Tomo. Si se horneara la pieza a menor tempera-
tura, entonces se usará flux alcalino o "fundente"' como agente
fijador vitrificante. Si no se añade dicho agente, él óxido se des-
prende al pasar el dedo incluso después de la cocción. Cieirtos
óxidos requieren mayores porcentajes de agente fijador para
adherirse; otros necesitan menos. Indicamos dichos porcentajes
al hablar de cada, óxido en particular.
Si se agregara exagerado porcentaje de dicho esmalte fijador,
se corre el peligro dé que dicho esmalte se vitrifique sobre la
pasta. Formaría así unas lagunas o manchones vitreos, que, toma-
rán el color del óxido usado como si se tratara de un esmalte.
Esto quiere decir, que, si se sobrepasan los porcentajes indicados
de agente fijador para cada óxido, el color se irá alterando acer-
cándose al del esmalte respectivo. Por ejemplo, si aplicamos so-
bre una pasta óxido de cobre con un porcentaje muy grande
,de esmalte fijador, en vez de obtenerse una pátina levemente
coloreada, se producirá simplemente una superficie vitrea que
resultará de color turquesa (ya sabemos que el óxido de cobre
más base alcalina da turquesa). Si el agente fijador fuera plúm-
vico en vez de alcalino, dicho color sería verde (consúltese
Esmaltes Cerámicos, pág. 79). Y así con los demás,óxidos.
Las pastas con chamóte, bien lijadas o pulidas, se realzan no-
tablemente mediante la aplicación superficial de este óxido. El
efecto no es tan bello en pastas lisas, sin chamóte ni texturas.
Las primeras se destacan estéticamente con el empleo del óxido
de cobre, por ejemplo, ya que el mismo penetra hasta lo hondo
de los huecos de las texturas o del grabado, con lo que los real-
za con un efecto de luces y sombras que resulta muy artístico a
condición de que se lo sepa usar.
El óxido de cobre es el más comúnmente usado para dar
leves tonalidades ocres o pálidas a la superficie de las piezas que
no han de ser esmaltadas. Existen dos clases de .óxidos de cobre:
el negro y el rojo. El óxido de cobre rojo proporciona un tinte
ocráceo, más cálido que el que permite obtener el óxido de co-
bre negro, que tira al color pálido negruzco o al limón. La tem-
peratura de cocción influye también en la tonalidad obtenida:
cuando se hornea a solamente 950-980° las pátinas o coloracio-
nes superficiales obtenidas no son tan bellas y vivas como cuan-
do se hornea a 1040-1050°. A baja temperatura, el óxido de co-
bre de un feo tinte negruzco.
En la actualidad se usan en gran medida estas pátinas su-
perficiales, a fin de dar colores leves a esculturas o cacharros
texturados, etc. Con ello se tiende a liberar la materia básica de
la pieza, en vez de ocultarla o cubrirla por medio de un esmalta-
do. A ello se debe el que actualmente haya logrado tanta difu-
sión este método. Lamentablemente, se ha hecho un abuso ex-
cesivo de este óxido: cuando no se sabe qué solución adoptar pa-
ra dar color a una pasta bizcochada o a un cenicero, general-
mente se recurre mecánicamente al óxido de cobre, con lo que
se comete una falta de originalidad. Con todo, este óxido per-
mite obtener superficies muy interesantes, que no disfrazan la
materia arcillosa, siempre que se lo sepa usar con sobriedad y
moderación.
El óxido de manganeso es también muy empleado al igual
que el de cobre, pero proporciona una pátina de color marrón,
que no es tan cálida ni atrayente como la del cobre. Los restantes
óxidos no permiten obtener superficies satisfactorias con la misma
facilidad (salvo que se los aplique de manera muy especial),
a excepción del de hierro empleado, por ejemplo, para oscurecer
un barro rojo muy claro (eventualmente mezclado con un poco
de manganeso).
Sabiendo trabajar, estas pátinas obtenidas con óxidos pue-
den producir resultados positivos. Por ejemplo, el óxido de co-
bre resulta muy bien para dar color ocráceo a esculturas hechas
con chamóte blanco a temperaturas de unos 1100°, a condición
de que se lo haya bruñido mucho después de aplicado. Sobre
barro rojo no queda bien este óxido. Resultan interesantes las
combinaciones de zonas esmaltadas y zonas sin esmaltar en ca-
charros. Así el esmalte se valoriza. Las zonas sin esmaltar pue-
den colorearse con óxido de cobre, por ejemplo, o de manga-
neso. Además, queda muy bien el aplicar esmaltes sobre los
óxidos, ya sea cubriéndolos totalmente o tan sólo en zonas. Según
que dicho esmalte sea plúmbico o alcalino, se obtendrá diferen-
te color para cada óxido (Ver Esmaltes Cerámicos, págs. 79-84).
Incluso se puede aplicar un esmalte blanco sobre bizcochos ya
patinados con óxidos. Dicho esmalte se dejará teñir por el
óxido que subyace, y se producirán así manchas irregulares que
texturarán ese esmalte.
Los óxidos, asimismo, pueden aplicarse también sobre es-
maltes, crudos o no, mezclándolos con agua y aplicándolos a es-
ponja, pincel, etc. (no se necesita de agente fijador en este caso),
o espolvoreándolos sobre ellos en seco. El esmalte de base que-
dará así teñido en las zonas donde se aplicó óxidos, producién-
dose texturas de color.
El óxido se presta señaladamente para combinarse con zonas
esmaltadas. Por ejemplo, si se esmalta el interior y la boca de
un cacharro, dicho esmalte resaltará más, es decir, se valorizará
si el resto de la pieza se colorea con óxidos. Por el contrario, si
también el exterior se cubre con esmaltes, se corre el riesgo de
que un esmalte haga competencia al otro, y que ambos' se anu-
len al pretender llamar la atención cada uno sobre sí (si no se
los ha sabido integrar, en un conjunto orgánico). Pueden usarse
también para dibujar sobre engpbes crudos (pero secos), en
especial el de cobalto y el de hierro.
El color que desarrolla cada óxido sobre las pastas bizco-
chadas depende de diversos factores. En primer lugar, de que
la pasta sea blanca o roja; lisa o con chamóte. El óxido de
cobre y el de manganeso quedan bien sobre pastas blancas con
chamóte bien lijado. Sobre el barro rojo resulta mejor el de
hierro, a fin de oscurecerla cuando da color muy claro después
de la cocción. Dicho color depende también de la temperatu-
ra de horneado: mejora mucho a temperaturas más elevadas
(1100°). No resulta igualmente bueno sobre pastas crudas que
sobre bizcocho. Depende también de la manera de aplicarlos: un
buen bruñido, frotado o pulido con el dedo, con papel de diario,
un cuero o una gamuza, una vez aplicado el óxido pero ya seco,
lo beneficia notablemente y le da cierto brillo superficial.
Si se frota arcilla blanca sobre el óxido de cobre ya apli-
cado, sobre todo cuando se trata de esculturas o gruesos cacha-
rros de chamóte, se obtendrá un textura pétrea muy estimable
después de la cocción.
Aplicación
Los óxidos resultan mucho mejor sobre pastas bizcochadas.
Con todo, a fin de ahorarse el costo de una horneada, muchos
ceramistas los aplican directamente sobre pastas crudas. El re-
sultado puede ser satisfactorio en determinados casos y cuan-
do no se es muy exigente en el resultado final.
A fin de que el óxido, se adhiera a la superficie de la pasta
y no se desprenda, se lo debe mezclar muy bien con el porcentaje
adecuado de esmalte transparente, flux o fundente alcalino. Para
obtener uniformidad se mezclarán y molerán ambos elementos
en un mortero de porcelana durante unos 5 ó 10 minutos, y a la
mezcla se puede agregar un 5 % de arcilla blanca en polvo
a fin de. aumentar la suspensión del líquido, ya que el óxido se
aplica por vía húmeda. Una vez mezclado y molido todo, se le
agrega agua en proporción de unas 4 partes de agua por gramo
de óxido. Por ejemplo, si se prepararán 10 gramos de óxido, se
añadirá 40 cm de agua, salvo el caso del óxido de hierro y de
3
cromo, que necesitan de más agua (unas 6 partes por gramo).
También se puede agregar un poco de goma arábiga a la mezcla,
para facilitar la aplicación. La mezcla se revolverá a cada rato
durante la aplicación a fin de que el óxido no se asiente.
La aplicación puede hacerse con esponja, pincel o a soplete.
Para aplicar los óxidos con un trozo pequeño de esponja, se
embebe ésta sumergiéndola en el fondo del líquido. Al extraerla
se aprieta dicha esponja a fin de que caiga el exceso de líquido,
y entonces se efectuará la aplicación como si se golpeteara sobre
ía pieza, en forma vertical. Déjese transparentar el bizcocho. No
se deberá pasar la esponja como si se "limpiara" una superficie,
ya que de esta manera quedarían unas feas marcas o señales hori-
zontales que delatarían que" se ha trabajado con rapidez o im-
provisación. Muchas veces, luego de la aplicación, se pasa el
dedo sobre la misma, cuando la pátina ya está seca, lo que da
uniformidad al conjunto. Se deberá evitar aplicar más óxido en
unas zonas que en otras, salvo que ello ya esté previsto de an-
temano para obtener cierto efecto especial. También se evitará
el cargar demasiado la capa de óxido, pues, en el caso del óxido
de cobre o de manganeso, se formaría una capa de color negro
metálico muy poco artística. También se tendrá cuidado con
no aplicar una capa excesivamente delgada de óxido, pues con
ello apenas resultará teñida la superficie de la pieza. La práctica
y el trabajo continuos son los mejores guías que ayudarán al
alumno en este caso. Si se ha aplicado una capa demasiado
Fig. 139. Aplicando a .
esponja óxido de cobre
sobre una esculturita.
gruesa de óxido, se la podrá raspar o extraer con esponja o el
dedo, cuando la superficie de la pieza se haya secado. Los sobran-
tes del óxido preparado pueden guardarse en un frasco tapado
y se lo podrá usar nuevamente, a condición de volver a mezclarlo
antes de utilizarlo otra vez. Estos óxidos así preparados siempre
se los tiene a mano en todo taller, porque con ellos se colorean
las bases de las piezas, o se escribe sobre bizcocho, sobre mues-
tras, etc.
Para obtener superficies de coloración uniforme y sin tex-
turas, lo mejor es aplicar los óxidos diluidos en agua con pistola
o aerógrafo (con compresor) ; o, a falta de compresor de aire,
puede dar buen resultado la aplicación mediante pulverizador
de insecticida, un buen pulverizador de peluquero o rociador
de gota fina. Puede también cubrirse determinadas zonas de
las piezas con estas pátinas y otras no, es decir, dejando zonas
sin cubrir, llamadas "reservas". En fin, el ceramista creativo
puede por sí mismo lograr efectos muy interesantes, mediante el
uso de óxidos, ya sea aplicándolos solos o bien combinados.
Los óxidos pueden también aplicarse por vía seca, en polvo,
frotándolos con el dedo, previamente mezclados y molidos en un
mortero con el porcentaje indicado de esmalte fijador. Este mé-
todo sirve, por ejemplo, para cuando se desea oscurecer ciertos
huecos o zonas de esculturas. Incluso se puede mezclar el óxido
con un poco de pigmento negro (para bajo cubierta), a fin de
oscurecerlo. También se puede aplicar ciertos óxidos, como el de
hierro, mezclado con un poco de manganeso para oscurecer ba-
rros rojos. Si predomina el óxido de hierro, el color resultante
será rojizo marronáceo. Si, por el contrario, predomina el de
manganeso, se obtendrá color marrón rojizo. Y así con los demás
óxidos. Es preciso efectuar pruebas hasta obtener el color de-
seado. Conviene que el alumno se haga un muestrario con trozos
de pasta de chamóte bizcochada (una muestra para cada óxido).
Así podrá comparar los colores que proporcionan los diferen-
tes óxidos y podrá prever el color que resultará de las combina-
ciones. En el caso de mezclar diversos óxidos, cada uno de ellos
deberá mezclarse previamente en el mortero, por separado, con
su respectivo porcentaje de esmalte fijador. Después se incorpo-
rará a la mezcla con otros óxidos.
El carbonato de cobre y el de cobalto proporcionan los mis-
mos colores que sus correspondientes óxidos y se incluyen con
los mismos porcentajes de esmalte fijador que ellos.
Colores que da cada óxido y porcentaje adecuado de agente fi-
jador-.
Oxido de cobre; da color ocráceo sobre chamóte blanco,, el que
mejora a 1100°. Resulta mejor el óxido de cobre rojo que el ne-
gro. Agente fijador: 10 %. Bajo esmalte alcalino da color tur-
quesa. Bajo esmalte plúmbico produce verdes.
Oxido de cobalto: da colores azulados, grises o negruzcos a
bajas temperaturas. A temperatura mayor se vuelve más azulado.
Resulta mejor a 1100°. Agente fijador: 40%. Bajo esmalte da
color azul.
Oxido de hierro: da color rojizo, que se oscurece a tempe-
raturas más elevadas. Agente fijador: 50 %. Bajo esmalte plúm-
bico da color dorado amarillento con poca carga y marrones ro-
jizos con bastante carga.
Oxido de manganeso: proporciona colores pardos y marrones
a baja temperatura (1040°), que mejora mucho y se aclara a
1100°. Agente fijador: 15-20%. Bajo esmalte da morados par-
duzcos.
Oxido de cromo: da colores verdes. Agente fijador: 50 %.
Bajo esmalte alcalino da un hermoso color verde.
Oxido de antimonio: no desarrolla color (queda blanco),
ni resulta eficaz.
Oxido de níquel: da colores verdosos grisáceos no reco-
mendables. Agente fijador: 50 %.
A muy bajas temperaturas (900°), los colores que desarro-
llan los óxidos no resultan estéticos (quedan negruzcos el de co-
bre y manganeso, por ejemplo). No es preciso calcinar los óxi-
dos para ser aplicados sobre pastas.
 PIGMENTOS
Los pigmentos usados para decoración de bajo cubierta, tam-
bién llamados impropiamente calcinas, pueden usarse al igual
que los óxidos j^ara colorear pastas bizcochadas. .
Son recomendables para dar color a esculturas de chamóte,
por ejemplo, o bien para teñir pastas lisas a condición de que
se los aplique de manera regular y tersa, sin que se vea la marca
del pincel.
Pueden aplicarse por vía líquida, con pistola, aerógrafo o
pulverizador; o con pincel, esponja, etc. O también pueden
aplicarse en polvo seco, por ejemplo frotando una pieza o una
parte de una escultura que se desea oscurecer.
Son muy útiles para dar color al exterior de cacharros, cuyo
interior se ha esmaltado; para fondos de murales cuyas figuras
se cubren con esmaltes; etc. En fin, con ellos se puede dibujar
sobre engobes secos pero crudos; o sobre bizcocho; o sobre una
capa de esmalte también cruda pero seca (consolidada con goma
arábiga). Se pueden espolvorear, aplicar con cernidor, plan-
tilla, etc.
F i g . 1 4 0 . Cara lunar so-
bre fondo azul: Pablo
Picasso. Sobre el engobe
azul seco pero todavía
sin hornear, se dibuja
a pincel con pigmentos.
En nuestro medio no se sabe sacar partido de la enorme uti-
lidad que pueden prestar los pigmentos, bien usados, para dar
color. Usando pigmento amarillo claro (8 %), por ejemplo, en
200
nuestro Taller coloreamos un esmalte plúmbico opacificado con
estaño o con titanio a fin de obtener un esmalte de color marfil
claro, apto para esculturas o murales. Usamos también dichos
pigmentos para colorear interiores de. esculturas huecas, o de mu-
rales excavados. Nos valemos. del pigmento negro cuando que-
remos hacer resaltar una textura o una parte de una pieza
frotándolo en seco (mezclado previamente con 30 % de esmalte
transparente) sobre barro rojo. En fin, es amplísimo el campo
de aplicación de ellos y recomendamos al ceramista que expe-
rimente con pigmentos pues el campo de investigación se halla
casi virgen.
Lo que se debe determinar para cada color es el porcentaje
de esmalte transparente o agente fijador necesario para que cada
uno de ellos se adhiera bien al bizcocho, sin desprenderse des-
pués de horneado al contacto de los dedos. Por lo general, se ne-
cesita de un 30-50 % de agente fijador (base alcalina o plúmbica,
según el pigmento usado). Se debe probar cuál tipo de esmalte
favorece a cacla color. Algunos colores se desarrollan mejor con
esmalte alcalino, mientras que otros resultan mejor con plúmbico.
A veces, el ceramista desea hacer resaltar más algún color, según
su gusto: ello lo' podrá conseguir tal vez cambiando el tipo de
esmalte fijador.
Cuando se desee colorear una pieza, se adquiere el color
que se acerque,al deseado (por desgracia, la paleta es demasiado
reducida en nuestro país). Se lo prueba en una muestra de
bizcocho blanco, mezclándolo en un mortero con un 20 ó 30 por
ciento de esmalte transparente alcalino. Se hornea la muestra
y, si el resultado no es aceptable, se probará con esmalte o base
plúmbica Una vez logrado el color que se desea, se lo podrá
4
aclarar a voluntad agregándole alúmina en polvo, o arcilla muy
blanca, o un poco de caolín, o de cuarzo. Por ejemplo, un pig-
mento negro, muy rebajado con dichos materiales permite ob-
tener un buen pigmento gris. Si se desea que el color adquiera
brillo, se le añadira mayor porcentaje de agente fijador, muy
bien mezclado todo en un mortero.
Con respecto a su aplicación, leáse todo lo dicho acerca de
la de los óxidos: se aplican preferiblemente por vía húmeda, se
los muele en un mortero con su porcentaje adecuado de esmalte
207
transparente fijador; se añade goma arábiga al agua para faci-
litar la acción del pincel sobre el bizcocho y para favorecer la
suspensión (evitando que se deposite), etc. Lo importante es
lograr que no queden las feas trazas del pincel cuando se lo ha
usado para aplicarlo. Un buen bruñido después de aplicado el
color, y antes de llevarlo al horno, favorece el brillo y alisa la
superficie coloreada con él.
Además de lo que se ha explicado acerca de los óxidos,
léase lo referente a decoración y colores para bajo cubierta en
el Tomo 3.
La inestimable ventaja que ofrece la aplicación de estos co-
lores, reside en que no presentan el peligro del escurrimiento
ni otros defectos que no es fácil evitar al usar esmaltes, y en que
colorean una superficie de bizcocho sin alterar su textura, exi-
gencia a veces obligatoria en escultura.
Cuando se desee obtener superficies muy vitrificadas, de as-
pecto brillante, simplemente se elevará el porcentaje indicado de
esmalte con el cual se mezclará el pigmento, hasta llegar a un 80 %
o más (es preciso hacer pruebas con diversos porcentajes hasta lo-
grar el aspecto superficial deseado).
Las características clel falso arte son, por un lado, la imitación
convencional o la copia; y, por el otro, la decoración, el ornamento
lo accesorio, el adorno, la fioritura. En la expresión de sentimientos
reside el verdadero arte.
CAPÍTULO 16
SERIGRAFIA Y REVESTIMIENTOS
La palabra serigrafía proviene del latín (sericum: secla)
y significa impresión mediante una pantalla o tamiz de seda.
En efecto, valiéndose de dicha pantalla, los antiguos chinos in-
ventaron el arte de reproducir en serie un dibujo sobre bizcocho
o esmalte ya horneado (de porcelana), haciendo pasar colores
para decoración a través de ella, sobre la que previamente se
aplicó una plantilla portadora del dibujo deseado.
Es decir, que primero se efectuaba un dibujo perforado sobre
un papel especial que se pegaba luego sobre la pantalla de hilos
de seda de trama muy fina. Luego se hacía pasar el color a través
de dichas perforaciones utilizando para ello una raqueta suave,
el que de esa manera se fijaba al plato o pieza plana que se
colocaba debajo de la pantalla. Luego se horneaba.
Dicho tfiétodo se ha seguido usando hasta hace pocas cié-
cadas, con diversas modificaciones y variedades. En la actualidad,
la ¡pantalla de seda ha sido reemplazada por un tejido de plás-
tico de malla muy fina, más barato y resistente que la seda.
Una de las actividades de muchos ceramistas artesanales se
desarrolla hoy dentro de la rama de la decoración de baldosas
y azulejos, que se usarán como revestimientos decorativos para
frentes, paredes de habitaciones, cocinas, cuartos de baños, ves-
tíbulos, pisos, cas?.s de comercio, tapas de mesa, bandejas, etc.