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MODULO 3

EL JUEGO ESPONTÁNEO

LECCIÓN 3.2

ENTREVISTA A RAGNAR BEHNCKE


Antropólogo, investigador y especialista en juego.
La aproximación a la importancia del juego en nuestra especie se dio para mí en dos contextos
importantes. Uno de ellos, un proyecto que realicé con apoyo del Ministerio de Educación hace
un poco más de un año. Esta iniciativa se centró en la importancia del juego como herramienta
de aprendizaje, y la manera de llevarlo a cabo fue entrevistando a importantes expertos en juego.
Así me especialicé en el juego, a través de los expertos en juego. Como producto de ese proceso
surgió un libro, que es la integración de estas visiones. Sin embargo, este proceso también hizo
posible mi propia visión del juego, de la que pude dar cuenta recientemente en un Congreso en
Londres, donde fui invitado gracias a esta publicación.

Para su elaboración, realicé un viaje de casi un año entrevistando a expertos de psicología,


antropología, historia, para construir una panorámica bien integrada sobre lo que es el juego y su
importancia en nuestra evolución.

Más que capturar datos e información me interesaba pensar el juego, entenderlo de la manera
más simple posible.

El otro contexto que me acercó al juego fue la posibilidad que tuve de ser ayudante de campo
en una investigación que dirigió mi hermana, Isabel Behnke, sobre el origen del juego y la risa
en adultos. Esta investigación se realizó en el Congo, en África, mediante la observación, en su
medio natural, de los chimpancés Bonobo. Fue la primera experiencia de investigación del juego
con estos chimpancés en condiciones naturales, ya que previamente se realizaron otras, pero en
cautiverio, en zoológicos.

El juego en nuestros primos: los Chimpancés Bonobo

La especie humana, el homo sapiens, tiene dos primos muy cercanos, que son animales muy
parecidos a nosotros, ya que tienen un 99,8 % de similitud genética. Es decir, sólo hay un
0,2% de diferencia, lo que significa que son otras cosas las que nos diferencian, no la genética.
En el fondo somos muy parecidos fisiológicamente. Tradicionalmente se estudió, gracias a
esta similitud, a la especie del chimpancé troglodita, mucho después se vino a conocer al
chimpancé bonobo.

De hecho, en los años treinta, descubrieron que entre los chimpancé troglodita había algunos
miembros que tenían la cara un poco más gentil, con ángulos más redondeados y curiosamente eran
los más inteligentes. Entonces, se dieron cuenta que era otra especie, y al investigarla en su medio
natural salvaje, vieron que tenía un comportamiento totalmente opuesto y radicalmente distinto al
de los chimpancé troglodita, quienes constituyen coaliciones de machos en que las hembras tienen
un rol muy periférico, bien marginal y son muy violentos y muy jerárquicos.

En cambio, cuando fueron a investigar a los chimpancés bonobo se dieron cuenta que eran
coaliciones de hembras, que los machos, a diferencia de los trogloditas, no estaban marginados
sino que estaban integrados, que no tenían tanta jerarquía, eran más bien igualitarios, y la mayor
parte de su tiempo jugaban y tenían mucho sexo. Prácticamente no había agresiones entre ellos.
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Con este descubrimiento apareció un modelo alternativo de sociedad. Antes se decía: “si
miramos a nuestros ancestros vemos que son competitivos y jerárquicos”, no se conocía este
otro ejemplo.

Para ser preciso ellos no son nuestros ancestros, son nuestros primos porque viven a la par
de nosotros. Estos hallazgos hicieron posibles importantes discusiones científicas en que se
preguntaban: ¿somos más parecidos a los chimpancés troglodita o a los chimpancés bonobo? La
verdad es que, en el fondo, tenemos de los dos porque compartimos un ancestro común. Hace
siete millones de años vivió un ancestro que compartimos con estos dos primates, del cual surge
también el ser humano.

Por su parecido nos dan muchas claves…

Surge entonces la pregunta: ¿por qué juegan tanto en esta especie, y no solo los infantes,
también sus adultos? La respuesta a esta pregunta dio origen a la investigación.

Esto es algo que todo primatólogo y etólogo conoce bien. Mientras más compleja es una especie,
mientras más sofisticadas son sus interacciones sociales, juegan más, y no solo los infantes,
sino que son los adultos los que también lo hacen mucho. Nosotros fuimos a probar eso en
chimpancés bonobos, quienes tienen sociedades complejas. Queríamos saber cuánto más
jugaban los adultos realmente en estado natural, salvaje.

Los primeros cuatro meses los estuvimos siguiendo y vimos que a veces recorrían diez, quince
kilómetros diarios, se movían mucho buscando alimento, pero los adultos no jugaban.

Fue un momento difícil para los investigadores, incluso mi hermana comenzó a repensar su tesis,
ya que lo que había planteado no se estaba cumpliendo, los adultos no jugaban. Todo cambió
cuando surgió la fruta en la selva. Dejaron de moverse porque ya no tenían que caminar tanto
para encontrar calorías, había alimento en un solo lugar, y por lo tanto apareció el tiempo libre, y
con él los adultos comenzaron a jugar, y mucho.

Esto quiere decir que el juego se da en condiciones de abundancia. Tiene que haber cierta
abundancia energética que permita que el tiempo libre se pueda destinar a eso. Y esto es bien
interesante para hacer el paralelo con los humanos, porque cuando hay mucho estrés nadie puede
jugar, cuando no hay tiempo, menos.

La pregunta que surge es: ¿cualquier animal que vive en condiciones naturales pasa estos ciclos
donde hay mucha energía y después muy poca? Normalmente cuando hay mucha energía, lo que
hace el animal es guardarla en grasa, para eso hay todo un sistema fisiológico, para que cuando
venga el invierno, o la época de vacas flacas, pueda tomar esta energía y ocuparla.

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Pero curiosamente los bonobo no hacen eso, cuando viene la fruta, ellos en vez de acumularla
en grasa, juegan y mucho. Es como si estuvieran acumulando otra cosa, ya que la evolución no
derrocha calorías. Podrían ahorrar diez kilos en grasa para el invierno, desde una perspectiva
muy eficiente, y uno dice ¡la están derrochando! Pero no, por el contrario, están siendo realmente
muy eficientes.

La teoría de la investigadora Behnke es que el juego es una conducta en la cual se entrena


constantemente la plasticidad individual y grupal, para que el colectivo pueda ser más inteligente
como totalidad, para que pueda ser más práctico.

El juego: una súper herramienta

De este modo, el juego permite probar nuevas conductas individuales y grupales, como conjunto
y como individuo, de manera que cuando vienen las crisis, cuando vienen los inviernos, el grupo
está más cohesionado y tiene una gama, un repertorio más amplio de conductas para enfrentar
distintos problemas. En vez de guardar comida, guardan conductas que sirven para buscar
comida o para defenderse de animales. Esto es revolucionario, porque siempre se critica el juego
en adultos, se piensa que es una pérdida de tiempo, y lo es desde muchas perspectivas, pero al
largo plazo es muy, muy eficiente, por algo la evolución lo dejó, y es muy valioso.

Esta conducta es un buen ejemplo, ya que demuestra en pocas palabras qué es la eficiencia: esta
capacidad de sobrevivir a largo plazo. Evidentemente, hay cosas que necesitamos al cortísimo
plazo, como escapar de un león o comer, pero otras son a largo plazo, por ejemplo la crianza, que
en los seres humanos tiene un ciclo largo de desarrollo.

La sexualidad, de hecho, es algo que un animal inhibe cuando está estresado, ya que no es algo
para salvarse inmediatamente, es una estrategia a largo plazo, pero nadie podría decir que la
sexualidad no es vital, es nada menos que la reproducción de la especie. Entonces, en términos de
eficiencia, también es muy importante la reproducción, lo mismo que el juego. Desde esta lógica,
quien no valora el juego en el desarrollo de un niño, incluso de un adulto, es porque está pensando
con una mentalidad cortoplacista. Al largo plazo no hay dudas que sirve.

Entonces, el juego ha sido la herramienta que le ha permitido a estos chimpancés tener esta
visión tan evolucionada, que les permite trascender esto de acumular grasa para el invierno
y cambiar el esquema hacia algo en un nivel superior. Si uno usa esta metáfora, puede decir
que en vez de grasa se está almacenando inteligencia colectiva. Hay una acumulación, pero
de plasticidad, de amplitud conductual. Eso también es lo que se ve en los niños que juegan,
tienen mayor repertorio conductual, les es más fácil establecer vínculos con otros, saben resolver
creativamente más problemas ¿por qué? porque se enfrentan continuamente en el juego a tener
que entrenar esa capacidad.

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Volviendo al libro que da origen a todas estas reflexiones, lo que logré sintetizar de todos
los expertos que entrevisté es que el juego está íntima y densamente ligado al aprendizaje.
Queremos que el aprendizaje sea de mayor calidad y también de mayor bienestar para los
niños y para los adultos, pero no se puede perder de vista que no es jugar por jugar, sino porque
sirve para algo fundamental: el aprendizaje.

Eso es muy importante porque toda especie tiene que lograr que sus infantes vulnerables
y dependientes, mediante algún proceso, lleguen a ser autónomos y adultos, es decir seres
independientes. En especies que son sociales eso se logra con un aprendizaje clásico: prueba y
error. Pero esa prueba y error, cuando se realiza en comunidades de alta complejidad, como es
vivir socialmente, la equivocación puede costar cara. Por esta razón, tiene que haber un proceso
en el cual aprender y transitar desde la dependencia del hogar, donde se es totalmente vulnerable
y sin herramientas propias , a la independencia y autonomía de los adultos. Hay que llegar a ser
adulto sin equivocaciones que puedan costar la vida.

Entonces claro, tenemos que ver una manera para que se reproduzca la especie, los niños tienen
que transformarse en adultos y el adulto tiene que reproducirse en niños, en infantes, ese es el
ciclo de la vida e implica un constante aprendizaje, ya que como animales partimos como recién
nacidos y vamos a cambiar en este proceso, nos va a cambiar el cuerpo, y por lo tanto, nos va
cambiar la manera de relacionarnos con el mundo.

¿Cuál es el proceso por el cual la evolución ha mediado este desarrollo que se ve en todas partes?
¿cómo aprenden los animales? Lo que se ha visto es que mientras más compleja es la vida del
animal, más juega, entonces viene la pregunta:

¿Qué es lo que otorga el juego?

El juego es básicamente una conducta donde se prueba, permite equivocarse y acertar, pero
donde el error, la equivocación, está protegida, hay seguridad, esa es la primera cosa que tiene
que haber en un juego. El juego tiene que ser seguro y lo tiene que ser psicológicamente. Es
decir, puedo tener un jardín muy seguro o una plaza muy segura, pero si al niño lo invalido
en su error, no se va a sentir seguro, no se va a sentir validado. Tiene que existir la seguridad
psicológica para equivocarse. Eso es lo primero, es un espacio/tiempo para equivocarse y por
lo tanto, para aprender.

El juego requiere otro componente fundamental: el desafío y el riesgo. Es aquí donde la cosa
se pone más difícil, porque el juego tiene que interpelar a los individuos a aprender algo, para
eso tiene que sacarlos de su equilibrio, ya sea porque el individuo está curioso o porque se ve
desafiado. Entonces un buen juego, es un juego que es muy seguro, donde si tú te caes no te vas
a sentir invalidado, pero a la vez tienes que arriesgarte. Es un equilibrio, porque si te arriesgas
demasiado esa equivocación puede costarte la vida, pero si no te arriesgas el juego deja de ser
entretenido, un juego fome es un juego donde no hay desafío, no hay riesgo.

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Por eso el rol de mediador es tan importante, porque tiene que saber dónde está el punto de
máximo riesgo y tensión para cada niño, según su edad y su contexto, pero sin que deje de sentirse
seguro. Un equilibrio que haga posible el disfrute, ya que el disfrute en el juego es fundamental.
Para entrenar conductas que permitan ser independiente y autónomo/a se requiere de mucha
práctica. Pensemos, por ejemplo ¿cómo llega alguien, que parte como un bebé, a manejar un
camión en Chuquicamata?¿cómo lo hace?

Significa que hubo un proceso largo de mucho entrenamiento. Porque la maestría requiere
práctica, es un proceso que tiene momentos difíciles, no placenteros, los niños van a tender a
no hacerlo, o a hacerlo sólo cuando están muy obligados, como lo hacía la educación del siglo
pasado, darle duro a los niños, obligarlos y si es que los niños no hacían algo se usaba más y
más miedo.

Esa estrategia provoca que los niños hagan lo mínimo, igual hacían cosas, motivados por el miedo
algo aprendían. El nuevo paradigma se basa en el bienestar, así se aprende mejor y el juego tiene
esa gracia muy importante, es placentero en sí mismo. Es un desafío y a la vez estar seguro. Se
disfruta en el presente, mientras lo haces, no es por una tarea que te va a dar una buena nota, o
un premio o algo así, lo haces porque son instantes placenteros. Y este placer es una adicción,
pero de las buenas, el niño se pone adicto al juego y nada mejor para desarrollar una conducta que
repetirla muchas veces, hasta aprenderla. Los niños dicen: quiero de nuevo, quiero de nuevo, quiero
de nuevo, y eso les permite repetición.

De este modo, si se logra poner a los niños, y a los adultos, en conductas donde prima la
fascinación, esa conducta, esa obsesión, va a hacer posible aprender, va a llevar rápidamente
a maestrear lo que sea, aprender a escribir, aprender matemática, aprender biología. Me
acuerdo que con mi hermana salíamos por pura pasión a buscar células, a las lagunas, a
lugares así, imagínate la cantidad de cosas que aprendimos, y nadie nos pidió nada, pero
estaba el microscopio en la casa, había cosas que permitían que nosotros estuviéramos muy
motivados, hasta hoy…

Podemos entender el juego como un camino entre la casa y el mundo, el niño está en la casa
protegido y debe llegar al mundo que está lleno de riesgos, que es muy complejo y muy desafiante.
Si pones a trabajar a un niño no dura un día, muere rápidamente, se muere arriba de un camión,
se muere trabajando, no puede ni cruzar la calle.

Tiene que haber un tránsito de la casa al mundo, pero con seguridad, tiene que tener ciertos
componentes de la casa, pero también tiene que ir accediendo a los componentes del mundo y
sus riesgos, de a poquito, y ese es el juego. Si se entiende el juego así, se le considera como un
gran puente entre la casa y el mundo y ese puente es el mediador, el adulto. Es la persona que
lo va llevando, le va mostrando con sus pares más desafíos y va abriendo las puertas de esta
protección, lo va fortaleciendo paulatinamente hasta que ese niño se cuida solo y es autónomo.

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Y con el juego en adultos pasa otra cosa interesante, cuando una persona juega se reconecta
con su niño interno y con las bondades del juego, que son principalmente la plasticidad,
la creatividad, el ver de otra forma las cosas. Por lo tanto, para el adulto también es una
herramienta de desarrollo.

Frederick Niestsche tiene esta frase muy enigmática que dice: “la verdadera madurez es volver a
jugar de adultos con la misma seriedad que jugábamos cuando niños”. La seriedad, el compromiso,
el nivel de atención que tienen los niños cuando juegan es total, y están protegidos. Un adulto
tiene que llegar a ser autónomo, protegerse a sí mismo de alguna manera, pero no perder esa
capacidad de crear y estar atento a lo nuevo.

Por lo tanto, el juego es también un puente entre el niño y el adulto. Por eso que en las especies más
complejas los adultos siguen jugando, porque su mundo nunca para de cambiar y los adultos tienen
que mantenerse aprendiendo ¿y cómo? jugando.

Esta es una visión muy general del juego, pero que la perspectiva animal argumenta y hace
más clara.

Estamos, entonces, hablando de un fenómeno muy, muy profundo a nivel psíquico o de


construcción psíquica, arquetípico.

Y es interesante porque, generalmente, los grandes promotores del juego en la escuela se


preocupan de que los niños estén seguros y queridos, ya que muchas veces no es así en el ámbito
escolar, porque están muy exigidos por pruebas o muy invalidados en la competencia. Eso
también genera el problema contrario, olvidar que el juego tiene que tener una variable de riesgo.
En la ternura y el juego tiene que haber una cuota de riesgo, el juego debe tener algo amenazante
y es ahí cuando el niño se entretiene realmente.

Esto se relaciona también con el miedo, con cómo se le transmite miedo a los niños por esto de
“no te vayas a caer”. Cómo se enseña a manejar el riesgo que tiene que tener el juego, como se
minimiza en la cultura, como obligamos a los niños a jugar juegos ultra protegidos, demasiado
normados y cuidados, sin un riesgo quizás. Se caricaturiza el riesgo y deja de ser entretenido.
Lo que hace que los juegos planteados por los adultos generalmente sean muy fomes, y uno
ve cómo juegan los niños, van al límite del peligro, y eso es bueno porque es lo que lo hace
entretenido y exploratorio.

Hace poco leí un artículo en que los líderes de las empresas tecnológicas en Silicon Valley, en
San Francisco, están experimentando una especie de Home Schooling exponiendo a sus hijos a
una cantidad de riesgos enormes para que lidien con el miedo y el desafío desde muy chicos. La
idea es que aprendan a auto regularse. Y esto tiene sentido porque el riesgo es el que permite el
desarrollo de la creatividad. La creatividad siempre está mediada por la capacidad de soportar y
enfrentarse a la incertidumbre.

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Con el sistema tradicional de educación lo que estamos haciendo es matar su creatividad, o
porque a los niños se les exige mucho y no tienen seguridad, o se les da demasiada seguridad y
no hay desafíos para ellos. La creatividad que estamos buscando a través del juego, al final, no
se da por ninguna parte, en el espacio escolar actual. De hecho, la cantidad de horas al día que
los niños juegan libremente son casi inexistentes, ya que hay que distinguir lo que puede ser un
juego dirigido de un juego espontáneo, ¿cuántas horas jugarán de manera espontánea los niños
en una escuela?

Nuestros niños tienen quince minutos de recreo que sirve casi solo para liberarse motoramente.
En un colegio Waldorf en Santiago, se hizo un experimento hace tres años. Primero que nada fue
hacer recreos muy largos y permitirles a los niños jugar con cosas con las que no se les deja jugar
como con agua, por ejemplo. Primero se habló con los padres, porque se sabía que iba pasar algo
más radical.

Los niños liberaron una cantidad de tensión enorme los primeros meses, quedaban todos
embarrados, entonces los padres decían: “ya paremos esta cuestión porque miren lo que
pasa”. Pero les explicaban que esto pasaba porque los niños estaban muy constreñidos, no
sabían manejar esta libertad y esta energía ¿y como siguieron? a los seis meses los niños ya
empezaron a auto regularse y ahora son niños que se comportan, juegan con agua mucho rato
pero se auto-regulan.

Ese es verdaderamente el gran cuello de botella, que los adultos no saben la importancia que
tiene el juego en los niños. Por eso es difícil para el adulto pasar por ese momento de transición
donde se pierde totalmente el control sobre los niños. Lamentablemente no hay otra manera,
porque los niños están muy subyugados, están muy controlados desde afuera, no han podido
aprender a controlarse.

Si tú les abres estas puertas efectivamente va a ver un primer momento de desequilibrio, pero
si se trasciende ese momento, ese estallido de desequilibrio, viene un segundo momento en
que ellos se regulan a sí mismos. Hay que tener cuidado con juzgar los primeros meses de una
intervención lúdica, porque va a ser caótica, es normal que sea caótica, pero hay que esperar.

El juego libre y la creatividad

Retomar el punto de la creatividad es importante porque se habla mucho de fomentarla con


distintas estrategias, con distintos tipos de juegos. Desde el mundo adulto crear algo es siempre
algo nuevo, por lo tanto en ese acto se está poniendo en duda lo viejo. Cuando se crea, por ejemplo,
en medicina, o se crea una empresa, o un sistema educacional, siempre hay incertidumbre, y esa
incertidumbre puede ser muy angustiante porque se enfrentan situaciones desconocidas, en que
no se sabe que va a pasar, porque se exploran escenarios nuevos. Políticamente nuevos cambios
generan nuevas cosas.

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Generalmente, las ideas siempre están surgiendo, pero no hay un entrenamiento emocional para
soportar o tolerar la incertidumbre y eso es lo que el juego hace posible. El juego es el único
espacio conductual donde la incertidumbre es bienvenida, es algo que se disfruta, es placer y
eso es muy importante para hacer cambios, porque si no se disfruta del cambio la iniciativa por
concretarlo dura muy poco, ya que el cambio trae caos.

Entonces, tiene que haber algo que haga “disfrutar ese caos”, ya que si no se disfruta, se va a
tender a volver al orden anterior, y esto pasa en todos los niveles.

El juego tiene esa otra característica que es entrenar una emoción, que es la emoción de angustia
frente al cambio, de incertidumbre. Si un adulto no está preparado para eso, puede tener la
mejor idea, pero no tendrá la capacidad para llevarlo a cabo, porque no tiene el apresto emocional
para disfrutarlo.

Pensemos, por ejemplo, en el coaching. Estas capacitaciones utilizan mucho el juego, son
absolutamente lúdicas, de hecho hay consultoras que trabajan el accionar en equipo, los temas
de liderazgo y típicos temas de las empresas a través del juego.

Ya pasó esa etapa de estar viendo un power point donde se explica qué significa liderazgo,
sino que es más bien: vamos a la montaña, subamos el cerro, quedémonos a dormir, vamos con
carpa y vamos viendo el liderazgo en terreno. Actualmente, hay más claridad respecto a que el
aprendizaje pasa y es experiencia. Y esto porque puedes tener muy buenas ideas pero si no
tienes la capacidad para poderte adaptar emocionalmente, no vas a poder llevarlas a cabo.

Este obviamente es un gran trabajo que se puede hacer con adultos, pero en los niños es mucho
más importante, porque así aprenden a enfrentarse a lo incierto desde pequeños.

Por eso es tan importante saber cuánto de juego libre realiza un niño en el colegio o en la escuela,
cuantas son las veces que está expuesto a la incertidumbre ¿nunca? Eso quiere decir que nunca
está, por ejemplo, expuesto a no saber por dónde ir, por lo tanto nunca es desafiado a ser creativo.

El juego libre es importante por eso también, porque es un tipo de juego donde no hay nada pre
determinado desde afuera. Si es que el niño o los niños no se las arreglan se aburren, entonces,
tienen que resolver un problema y es que están aburridos, por lo que se ven obligados a crear.

Si se les da todo prefabricado nunca entrenan la creatividad, que es justamente hacer algo nuevo.
El juego libre no es cualquier juego, es de las actividades que más preparan en este sentido, y hay
que considerar que el juego hace posible todo un espectro que va desde el juego normado hasta
el juego libre. El extremo del juego normado son los ritos, que sirven para el desarrollo de otro tipo
de habilidades, justamente de adaptación a la regla.

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El juego libre es de los que más fomentan la creatividad porque permite enfrentar la incertidumbre,
el caos. He visto en colegios, en que si dejan un rato a niños que no han sido entrenados en esas
prácticas, se desesperan, no resisten que no se les diga lo que tienen que hacer. Cómo ellos
después van a tomar una buena decisión, ya sea elegir carrera o ser adultos creativos, si nunca los
expusieron a tomar decisiones, es algo que es muy profundo, es como preguntarse: “¿el mundo es
algo con lo que yo me relaciono para ser creado o algo para adaptarme?”.

Si uno se pone un poco más sociológico, siempre se habla en contra del autoritarismo, pero
el autoritarismo ocurre en una relación, hay alguien que se toma el poder, y básicamente, es
el que tiene iniciativa, se atreve y puede. Pero lo hace, porque a veces tiene poderes fácticos o
simplemente porque en la contraparte no están esas capacidades. El que lidera también se hace
responsable de manejar la incertidumbre. Cuando el entrenamiento que otorga la educación no
tiene nada de juego libre, lo que está enseñando es a seguir órdenes.

Se produce una actitud bastante cómplice con el autoritarismo cuando las personas no están
capacitadas para ser autónomas en sus decisiones. Cuando viene la incertidumbre, el caos de
lo nuevo , comienzan a pedir a gritos que llegue la autoridad y resuelva. Entonces, el poder se
delega, pero se delega mucho antes, se delega cuando no se dan los espacios para jugar y crear.

Eso se puede definir como claudicar, hay niños que bajan los brazos, que dejan de luchar, dejan
de creer, de confiar, de tener esperanza. Y eso sí que es grave, ya que cuando un niño no tiene
ese espacio de juego y de creatividad, y no tiene ese adulto que lo apoye en esos momentos, y
al contrario se enfrenta a todo totalmente pre digerido, con todo pre armado, con las soluciones
dadas y con esa restricción no tiene ninguna posibilidad de ser creativo.

Por eso las crisis son excelentes oportunidades para el aprendizaje, porque en ellas uno hace más
lo que sabe hacer, y si tú has aprendido a obedecer, en la crisis lo que más vas a hacer es pedir
órdenes, instrucciones. Aprender a resolver problemas, a crear y enfrentarse a la incertidumbre
desde chico mediante el juego libre tiene consecuencias hasta políticas, porque esas habilidades
no las vas a poder generar en una crisis social, tienen que gestarse antes.

Texto producido a partir de la entrevista realizada al antropólogo, investigador y especialista en juego,


Ragnar Behnke por la Directora del curso, Carolina Grellet. Su traspaso al código escrito fue realizado por
Ismael Troncoso y Alejandra Farías.

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